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Historia Repartido para Quinto Verspertino
Historia Repartido para Quinto Verspertino
Programa de Historia
Adaptación del Profesor Alejandro Sánchez para el Liceo 34
Unidad 1
El ciclo revolucionario.
Unidad 2
De la restauración a la hegemonía europea
Unidad 3
La Revolución en el Río de la Plata.
1
Reyes Abadie, W. Artigas y el Federalismo. Tomo 2 de Historia Uruguaya. Ediciones
de la Banda Oriental
Unidad 4
La conformación del Uruguay en el marco regional.
Unidad 5
El proceso de Modernización en el Uruguay
Nota 1: Los tomos de “Historia Uruguaya” también vienen en versión de prensa (“La
República”) pero a modo de dos volúmenes por cada uno de los tomos. Cuidado no
confundir con otra edición del mismo diario bajo el título de “Apuntes”
Nota 2: En los repartidos se citan también otros autores y libros que pueden ser
utilizados.
2
Historia Repartido para Quinto
HISTORIA VESPERTINO SEMESTRAL
Esquema
ABSOLUTISMO:
MONARQUÍA ABSOLUTA:
“Existe esta cuando el rey, encarnando el ideal nacional posee además de hecho y de
derecho los atributos de la soberanía: poder hacer las leyes, de administrar justicia, de
percibir impuestos, de tener un ejército permanente, de nombrar a los funcionarios y en
particular de delegar jurisdicciones cuando lo considere conveniente.” (R. Mousnier en
el “Siglo XVIII”, 1981, Destinolibro, Barcelona)
CARACTERÍSTICAS:
Ficha 1.- “La autoridad real es sagrada. Dios establece los Reyes, como ministros suyos
y reina por medio de ellos sobre los pueblos. Ya hemos visto que toda potestad procede
de Dios. El rey, añade San Pablo, es Ministro de Dios para el bien. Si obráis mal temblad
porque en vano empuña la espada, y es Ministro de Dios, vengador de las malas
acciones. Por todo lo expresado ya se manifiesta que la persona de los Reyes es sagrada
y que el cometer atentados contra ellos es sacrilegio. Conviene respetar a los Reyes
como cosas sagradas y cualquiera que desprecia guardarlas y respetarlas es digno de
muerte. Se debe obedecer al Rey por principio de Religión y en conciencia. Los reyes
deben respetar a su propia potestad y emplearla solamente en el bien público. Viniendo
su potestad del cielo, como se ha dicho, no son dueños de ella para usarla a su capricho
y antojo; sino que deben usar y valerse de la potestad con temor y circunspección como
de cosa que les viene de Dios y de la cual les pedirá cuenta.” (Bossuet, Jacques Bénigne
“Política deducida de las propias palabras de la Sagrada Escritura” 1789, imprenta
de don Pedro Marin, Madrid)
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Ficha 2.- “La Naturaleza ha hecho a los hombres tan iguales en las facultades del cuerpo
y del espíritu que, si bien un hombre es, a veces, evidentemente, más fuerte de cuerpo o
más sagaz de entendimiento que otro, cuando se considera en conjunto, la diferencia
entre hombre y hombre no es tan importante que uno pueda reclamar, a base de ella,
para sí mismo, un beneficio cualquiera al que otro no puede aspirar como él (…) De esta
igualdad, en cuanto a la capacidad, se deriva la igualdad de esperanza respecto a la
consecución de nuestros fines. Esta es la causa de que si dos hombres desean la misma
cosa, y en modo alguno pueden disfrutarla ambos, se vuelven enemigos, y en el camino
que conduce al fin (…) tratan de aniquilarse o sojuzgarse el uno al otro (o) dominar por
medio de la fuerza o por la astucia a todos los hombres que pueda, durante el tiempo
preciso, hasta que ningún otro poder sea capaz de amenazarle. Esto no es otra cosa sino
lo que requiere su propia conservación, y es generalmente admitido.” (T. Hobbes,
fragmento de “Leviathan” de 1651)
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Ficha 4.- Anderson en “El Estado absolutista”, 1984
“el Estado absolutista nunca fue un árbitro entre la aristocracia y la burguesía ni, mucho
menos, un instrumento de la naciente burguesía contra la aristocracia: fue el nuevo
caparazón político de una nobleza amenazada”
MERCANTILISMO
Ficha 5.- “La intervención del Estado en la economía definió una política económica
conocida como mercantilismo. El ideólogo del mercantilismo fue Colbert, ministro de
Hacienda de Luis XIV. En su opinión, un Estado era más rico cuanto más metales
preciosos tenían. La única manera de obtenerlos, para un país que carecía de ellos, era
a través del comercio. Para eso, el país en cuestión tenía que vender al exterior más de
lo que compraba, para quedarse con el excedente de metal amonedado con el que la
pagaban sus exportaciones. Esta política requería aumentar las exportaciones y reducir
las importaciones. Para ambas cosas resultaba imprescindible el crecimiento de la
producción, especialmente de los productos caros, así estos productos no se tendrían que
comprar al exterior y podrían venderse en otros países. Colbert instaló talleres de
manufacturas reales y otorgó beneficios a las actividades que eran de interés para
mantener una balanza comercial favorable. Eliminó las aduanas dentro de Francia para
facilitar el intercambio pero impuso el proteccionismo en las aduanas de la frontera”
“mundo (Lucila Artagaveytia, Cristina Barbero “Mundo, América Latina y Uruguay
del siglo XV al XIX)
Ficha 6.- “Hacia el fin de la Edad Media se constituyó un verdadero pacto social entre
los monarcas y la burguesía, destinado a asegurar beneficios recíprocos, los que, en
último término se manifiestan en dos hechos: el enriquecimiento sostenido y la
jerarquización social de la burguesía, por un lado y la consolidación del poder real y del
Estado moderno, por otro. Pero correlativamente a estos dos hechos se va produciendo
un tercero, consecuencia de los dos primeros: la decadencia de la nobleza terrateniente
de origen feudal, contra la cual está dirigido el pacto social. El mercantilismo fue,
recíprocamente, la doctrina destinada a interpretar este pacto social, es decir, la teoría
del propio pacto, cuya aplicación en la orientación del Estado moderno, del siglo XVI
en adelante, constituía la forma de asegurar el enriquecimiento de la burguesía y la
consolidación del poder real y del Estado.” (José Claudio Williman (h) y Carlos
Panizza Pons., 1987 “Historia Uruguaya” Tomo 1).
Ficha 7.- “La escuela económica mercantilista, cree descubrir que el secreto de la
riqueza y el poderío de las naciones reside primordialmente en la acumulación de
metales preciosos: oro y plata. El oro y plata, dice, pueden comprarlo todo: tierra,
fábricas, colonias, materias primas, trabajadores, ejércitos. Su concepto era estático,
fundado en el atesoramiento. Para acumular oro era necesario hacer lo que hizo Colbert,
ministro de Luis XIV de Francia; levantar barreras aduaneras que impidieran la
importación de artículos extranjeros (siendo el oro la única moneda internacional las
importaciones se pagan en oro); dar al Estado el control de la producción, tanto para
acomodarlas a las necesidades del consumo interno como para agrandar esa producción
y hacer posible la exportación; regular precios y aún establecer fábricas propias del
Estado para contribuir a la producción sin caer en los peligros de la competencia ruinosa,
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etc., etc. En otros términos, una de las primeras y, para su tiempo, más radicales
muestras del intervencionismo estatal.” (W. Montenegro en “Introducción a las
doctrinas político-económicas”.)
Ficha 8.- “En el siglo XVIII aumentó el interés por conocer el mundo a través de la
razón. Continuando la tradición del Renacimiento y del siglo XVII, los pensadores de
la ilustración trasladaron su reflexión a la sociedad humana. Nuevas ideas en torno a la
organización del gobierno y la economía sentaron las bases del mundo moderno (…) En
el siglo XVIII, la autoridad de los filósofos antiguos dejó de ser el argumento para
fundamentar una opinión y se impuso “el arte de dudar de todo”. La “luz de la razón”
iluminó el siglo. Por otra parte, los intereses de los ilustrados se trasladaron a la
naturaleza de la sociedad, al estudio de su organización, de las formas de gobierno y los
modos de subsistencia de los pueblos. En otras palabras, los pensadores del siglo dieron
un impulso decisivo a nuevas ciencias como la sociología, la política y la economía (…)
propusieron formas de organización política y económica con el objetivo de fundar una
sociedad mejor” (Lucila Artagaveytia, Cristina Barbero “Mundo, América Latina y
Uruguay del siglo XV al XIX)
Ficha 9. Sobre las nuevas ideas económicas (camino al liberalismo) “Fue en el siglo
XVIII que la economía se convirtió en objeto de estudio. Se analizaron las diversas
maneras de producir e intercambiar bienes a lo largo de la historia y se presentaron
propuestas concretas. Dos grandes corrientes se disputaron los nuevos modelos
económicos. Una en Francia, país predominantemente agrario todavía; otra en Gran
Bretaña, donde Inglaterra comenzaba a reconocerse como “el taller del mundo” (Lucila
Artagaveytia, Cristina Barbero “Mundo, América Latina y Uruguay del siglo XV al
XIX)
Contraste entre las ideas del Antiguo Régimen y las “Nuevas Ideas”
Todo el poder del estado en manos del Rey Tres poderes en el Estado
independientes entre sí
(Montesquieu)
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El gobierno se basa en la voluntad del Rey El gobierno se basa en el
consentimiento de los gobernados
(Locke)
La desigualdad entre los hombres es natural Todos los hombres son iguales en
sus derechos (Rosseau)
Ficha 10. “Para comprender bien en qué consiste el poder político y para remontarnos
a su verdades fuente, será forzoso que consideremos cuál es el estado en que se
encuentra naturalmente los hombres, a saber: un estado de completa libertad para
ordenar sus actos, y para disponer de sus propiedades y de sus personas como mejor les
parezca, dentro de los límites de la ley natural, sin necesidad de pedir permiso, y sin
depender de la voluntad de otra persona (…) Pero aunque ese estado natural sea un
estado de libertad, no lo es de licencia (…) El estado natural tiene una ley natural por la
que se gobierna, y esa ley obliga a todos. La razón que coincide con esa ley, enseña a
cuantos seres humanos quieren consultarla que, siendo iguales e independientes, nadie
debe dañar a otro en su vida, salud, libertad o posesiones (…) y no puede suponerse que
exista entre nosotros una subordinación tal que nos autorice a destruirnos mutuamente,
como si los unos hubiésemos sido hechos para utilidad de los otros, tal como fueron
hechos las criaturas de rango inferior para que sirvamos de ella” (J. Locke, “Dos
trabajos del gobierno civil” de 1690)
Ficha 11.- El poder más importante es el “legislativo (…) al que se ha dado el encargo
de obrar por la consecuencia de determinadas finalidades (y) le queda siempre al pueblo
el poder supremo de apartar o cambiar los legisladores, si consideran que actúan de una
manera contraria a la misión que se les ha confiado. En efecto, todo poder delegado con
una misión determinada y una finalidad, encuéntrase limitado por esta; si los
detentadores de ese poder se apartan de ella abiertamente (…) será forzoso que se ponga
término a esa misión que se les confió. En ese caso el poder volverá por fuerza a quienes
lo entregaron; entonces, estos pueden confiarlo de nuevo a las personas que juzguen
capaces de asegurar su propia salvaguardia. De ese modo, la comunidad conserva
perpetuamente el poder supremo de sustraerse a las tentativas y maquinaciones de
cualquier persona (…) Ningún hombre ni sociedad de hombres tiene poder para
renunciar a su propia conservación y por consiguiente a los medios de conseguirla,
entregando ese poder a la voluntad absoluta y a la soberanía arbitraria de otra persona.
Siempre que alguien trate de colocar a los miembros de la sociedad en esa condición de
esclavos, tienen ellos el derecho de salvaguardar un poder del que en modo alguno
pueden desprenderse (y deben recuperar)” (J. Locke, acerca de la subordinación de los
poderes a la comunidad política)
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Ficha 12 “Por cuanto: habiendo abdicado de su corona el dicho Jacobo II y estando el
trono vacante, su alteza real, el príncipe de Orange expidió cartas a los Lores y a los
distintos condados, ciudades, universidades y pueblos, para que eligieran personas que
pudieran representarlos con pleno derecho en el Parlamento. En consecuencia los
referidos Lores y los Comunes hacen esta declaración para reivindicar y afirmar sus
antiguos derechos y libertades.
1) Que el pretendido poder de suspender las leyes o la ejecución de las leyes, por
autoridad real, sin anuencia del Parlamento, es ilegal.
4) Que la exacción de dinero por parte de la corona, bajo el supuesto de que tiene
facultad para ello, sin autorización del Parlamento, es ilegal
5) Que la movilización y sostenimiento de un ejército permanente dentro del Reino
en tiempo de paz, como no sea con permiso del parlamento es ilegal
10) Que no den en exigirse fianzas excesivas, ni imponer multas desproporcionadas,
ni imponer crueles y desusados castigos” (Bill de Derechos de 1689)”
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suprimiendo la barreras aduaneras, de modo que se estimule y active la circulación de
la riqueza” (W. Montenegro en “Introducción a las doctrinas político-económicas”.)
Ficha 15 “En este punto, y como campeón máximo del laissez faire, laissez passer se
hace presente el liberalismo económico o teoría de la libertad económica, fundada en la
libre iniciativa individual movida por el deseo de lucro; en la libre competencia,
reguladora de la producción y de los precios y en el libre juego de las “leyes económicas
naturales” o del mercado. El más grande expositor o “padre” del liberalismo económico
fue Adam Smith, filósofo y economista (…) Su obra fundamental (…) “La riqueza de
las naciones” (…) trata del nuevo fenómeno que se anuncia en la vida de Europa: el
capitalismo” (W. Montenegro en “Introducción a las doctrinas político-económicas”.)
• Interés egoísta
• Apetito de lucro
• Libre iniciativa privada
• Libre competencia o concurrencia
• Ley de la oferta y la demanda
Ficha 17.- “La verdadera gloria de la revolución inglesa estuvo en el hecho de que no
hubo sangre, de que no hubo guerra civil, ni matanzas , ni proscripciones, y, sobre todo,
que se logró un arreglo voluntario de las diferencias religiosas y políticas que tanto
tiempo y tan firmemente habían separado a hombres y partidos. La larga y enervante
realidad de la corona y el parlamento dejó paso a la cooperación entre los dos poderes
(Ejecutivo y Legislativo), con el parlamento como el principal partícipe.” (Macaulay
Trevelyan, “Historia política de Inglaterra”)
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Ficha 18.- “La revolución de 1688 (ha) puesto punto final a la Edad Media (…) al ser
abolidas las obligaciones feudales (…) Las corporaciones perdieron toda importancia
económica y los monopolios comerciales, financieros e industriales fueron abolidos. El
control de la vida económica pasa de las manos de una monarquía paternalista e
incompetente al Parlamento que favorece la libertad del comercio interior” (Ch. Hill,
“La revolución inglesa del siglo XVII. Ensayo de interpretación”)
Ficha 19.- “La aristocracia presentaba caracteres muy diferentes que en continente.
Tenía pocos privilegios, pagaba impuestos como todo el mundo, (excepto los Lores) ni
el prejuicio, ni la ley, ni las costumbres impedían al noble ocuparse de negocios.
Tampoco nada impedía el ascenso social. El ascenso marítimo y colonial, las luchas
(con Europa), habían reforzado la solidaridad entre la aristocracia terrateniente y la
burguesía capitalista”. (Albert Soboul, “Actualidad de la revolución francesa”)
Ficha 20.- “En la época de Hobbes, la burguesía debe situarse bajo la protección del
poder: en 1688 se cree lo suficientemente fuerte como para reivindicarlo”. J. Touchard,
“Historia de las Ideas Políticas”
Ficha 21.- “La revolución inglesa fue, sin embargo, mucho menos radical que la
francesa: tomando la expresión de Jaurés (…) se mantuvo “estrechamente burguesa y
conservadora”, al contrario de la francesa, “ampliamente burguesa y democrática”. Si
bien la Revolución Inglesa tuvo sus niveladores, no aseguró a los campesinos ninguna
adquisición de tierras: mucho más, el campesinado inglés desapareció al siglo siguiente.
La razón de ese conservadurismo habría que buscarla en el carácter rural del capitalismo
inglés (…) Si, por otra parte, la revolución inglesa vio con los niveladores la aparición
de teorías políticas basadas en los derechos del hombre, las cuales a través de Locke,
llegaron a los revolucionarios de Norteamérica y Francia, se guardó sin embargo de
proclamar la universalidad y la igualdad de esos derechos como lo haría y con estrépito,
la Revolución Francesa. Las revoluciones de Inglaterra y Norteamérica no dejaron de
ejercer una profunda influencia y su prestigio se mantuvo mucho tiempo; su
compromiso político no podía menos que tranquilizar a las clases propietarias más
preocupadas por la libertad que por la igualdad”. (Albert Soboul, “La revolución
Francesa”)
Ficha 22.- “Muy distinta fue la Revolución Francesa. Si fue la más ruidosa de las
revoluciones burguesas, eclipsando por el carácter dramático de sus luchas de clases a
las revoluciones que la habían precedido ello se debió sin duda a la obstinación de la
aristocracia aferrada a sus privilegios feudales, negándose a toda concesión y al
encarnizamiento contrario de las masas populares. La contrarrevolución aristocrática
obligó a la burguesía revolucionaria a perseguir con no menos obstinación la destrucción
total del viejo orden. Pero únicamente lo logró aliándose con las masas rurales y urbanas
a las que hubo de dar satisfacción (…) El instrumento político del cambio fue la
dictadura jacobina de la pequeña y mediana burguesía, apoyada en las masas populares
(…) La revolución Francesa se asignó así un lugar singular en la historia moderna y
contemporánea”. (Albert Soboul, “La revolución Francesa”)
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Ficha 23.- Sobre los “sans culottes”: “No es fácil definirlos socialmente: caía bajo esta
denominación un sector de la población integrado por trabajadores independientes,
artesanos (maestros y aprendices), pequeños comerciantes, obreros. (¿Qué deseaban?)
No el establecimiento de una sociedad colectivista, sino una mayor igualdad, una más
justa participación en los “goces” y en el “bienestar común”. Reclamaban medidas
partiendo favoreciendo la equiparación de fortunas: impuestos sobre los ricos, tasa
revolucionarias, partición de los grandes dominios. Deseaban una legislación que
asegurara la distribución regular y equitativa de las subsistencias” (A. Godechot. “la
pensée revolutionnaire, 1969)
De estos
el 24% rebasa los 40 años
Ficha 24.- “El plan de este escrito es muy simple. Nos hacemos tres preguntas:
1ª .- ¿Qué es el Tercer Estado?. Todo
2ª.- ¿Qué ha sido hasta el presente en el orden político? Nada
3ª.- ¿Qué pide? Ser algo
¿Quién se atrevería a decir que el estado llano no contiene en sí todo lo necesario para
formar una nación completa? Es un hombre fuerte y robusto que tiene aún un brazo
encadenado. Si se hiciera desaparecer el orden privilegiado, la nación no sería algo
menos, sino algo más. Y ¿qué es estado llano? Todo pero un todo trabado y oprimido.
Y ¿qué sería sin el orden privilegiado? Todo, pero un todo libre y floreciente. Nada
puede funcionar sin él, todo marcharía infinitamente mejor sin los otros. Es menester
probar aún que el orden noble no entra en la organización social.
¿Qué es una nación? Un cuerpo de asociados que viven bajo una ley común y
representada por la misma legislatura (…) la nobleza sale de la ley común, y por ello
sus derechos civiles lo constituyen en pueblo aparte dentro de la gran nación.
¿Qué es el estado llano? Todo (…) Es preciso entender por Tercer Estado el conjunto
de ciudadanos que pertenecen al orden común. Todo el que es privilegiado por la ley,
de la manera que sea, sale del orden común, es excepción de la ley común y, en
consecuencia, no pertenece al Tercer Estado. Una ley común y una representación
común es lo que hace una nación.
Primera petición: Que los representantes del Tercer Estado no sean elegidos más que
por los ciudadanos que pertenecen verdaderamente al Tercer Estado(…)
Segunda petición: Que sus diputados sean iguales en número a los de los dos órdenes
privilegiados (…)
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Tercera petición: Que los Estados Generales voten no por órdenes, sino por cabezas (…)
(de no ser así, en) este estado de cosas ¿qué le queda por hacer al Tercer Estado? (…) el
Tercer Estado debe reunirse aparte, no concurrirá con la nobleza y el clero, no se quedará
con ellos, ni por órdenes ni por cabezas. Ruego que se preste atención a la diferencia
que hay entre la asamblea del Tercer Estado y las de los otros órdenes. La primera
representa a veinticinco millones de hombres y delibera sobre los intereses de la nación.
Las otras dos, aunque las consideremos juntas, no tienen poderes más que de unos
doscientos mil individuos y no piensan más que en sus privilegios. Se dirá: el Tercer
Estado solo no podrá formar los Estados Generales. ¡Tanto mejor!. Compondrá una
Asamblea Nacional. (E. J. Sieyés, “Qué es el Estado llano”, 1789).
Ficha 25.- “Julio de 1789. 13, nada, 14, nada” (testimonio del Rey en su diario)
Ficha 26.- “La finalidad del gobierno constitucional es conservar la República; la del
gobierno revolucionario, es fundarla. La Revolución es la guerra de la libertad contra
sus enemigos; la Constitución es el régimen de la libertad victoriosa y pacífica (…)
Domad por el terror a los enemigos de la libertad, y tendréis razón, como fundadores
de la República. El gobierno revolucionario es el despotismo de la libertad contra la
tiranía”. (citas de Maximiliano Robespierre)
Ficha 27.- “Los representantes del pueblo francés, constituidos en Asamblea Nacional,
considerando que la ignorancia, el olvido o el menosprecio de los derechos del hombre
son la únicas causas de las desventuras públicas y de la corrupción de los gobiernos, han
resuelto exponer, en una declaración solemne, los derechos naturales, inalienables y
sagrados del hombre, a fin de que esta declaración, constantemente presente a todos los
integrantes del cuerpo social, les recuerde sin cesar sus derechos y sus deberes; a fin de
que las reclamaciones de los ciudadanos, fundadas en lo sucesivo en principios sencillos
e indiscutibles, tiendan siempre al mantenimiento de la Constitución y a la dicha de
todos. En consecuencia, la Asamblea Nacional reconoce y declara, en presencia y bajo
los auspicios del Ser Supremo, los derechos siguientes del hombre y del ciudadano:
Art. I: Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos; las distinciones
sociales no pueden fundarse más que en la utilidad común.
Art. II: El fin de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales e
imprescriptibles del hombre; estos derechos son la libertad, la propiedad y la resistencia
a la opresión
Art. IV: La libertad consiste en poder hacer todo lo que no perjudique a otro; así, el
ejercicio de los derechos naturales de cada hombre no tiene más límites que los que
aseguran a otros miembros de la sociedad el goce de los mismos derechos; estos límites
no pueden ser determinados más que por la ley
Art. V: La ley no tiene el derecho de prohibir más que las acciones nocivas a la sociedad.
Nada que no esté prohibido por la ley puede ser impedido y nadie puede ser obligado a
hacer lo que ella no ordena.
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Art. VI: La ley es la expresión de la voluntad general; todos los ciudadanos tienen el
derecho de concurrir personalmente o por sus representantes a su formación; debe ser la
misma para todos, tanto para proteger como para castigar. Siendo todos los ciudadanos
iguales a sus ojos, son igualmente admisibles a todas las dignidades, puestos y empleos
públicos, según sus capacidades y sin otras distinciones que las de sus virtudes y sus
talentos
Art. IX: Presumiéndose que todo hombre es inocente hasta tanto no sea declarado
culpable, si se juzga indispensable su detención, todo rigor que no sea necesario para
asegurar su persona debe ser severamente reprimido por la ley
Art. X: Nadie debe ser molestado por sus opiniones, ni siquiera por las religiosas, con
tal que su manifestación no trastorne el orden público establecido por la ley
Art. XV: La sociedad tiene el derecho de pedir cuentas a todo agente público por su
administración.
Art. XVII: La propiedad es un derecho inviolable y sagrado, nadie puede ser privado de
ella más que si la necesidad pública, legalmente constatada, lo exija evidentemente, y
bajo la condición de una justa y previa indemnización
3.- Todos los hombres son iguales por naturaleza y ante la ley.
18.- Todo hombre puede comprometer sus servicios, su tiempo; pero no puede venderse,
ni ser vendido; su persona no es una propiedad alienable. La ley no reconoce la
domesticación; no puede existir más que un compromiso de respeto y reconocimiento
entre quien trabaja y su empleador.
19.- Nadie puede ser privado de ninguna parte de su propiedad, sin su consentimiento,
excepto en los casos de necesidad pública evidente, legalmente comprobada, y bajo la
condición de una justa y objetiva indemnización
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21.- Los socorros públicos son una deuda sagrada. La sociedad debe la subsistencia a
los ciudadanos desgraciados, ya sea procurándoles trabajo o asegurándoles los medios
de existencia a los que están imposibilitados de trabajar.
27.- Que todo individuo que usurpe la soberanía sea al instante muerto por los hombres
libres
34.- Hay opresión contra el cuerpo social cuando uno solo de sus miembros es oprimido;
hay opresión contra cada miembro cuando el cuerpo social es oprimido
35.- Cuando el gobierno viola los derechos del pueblo, la insurrección es para éste y
para cada parte del pueblo, el más sagrado de los derechos y el más indispensable de los
deberes” (Fragmento de la Declaración de Derechos del Hombre y del ciudadano de
1793)
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Ficha 29.- “la fuerza de la cosas nos conduce tal vez a resultados en los que no habíamos
pensado” (…) Abolida la mendicidad, que deshonra a un estado libre; las propiedades
de los patriotas son sagradas, pero los bienes de los conspiradores están ahí a disposición
de todos los desgraciados. Estos son los poderosos; tienen el derecho a hablar como
amos a los gobiernos que los descuidan”. (Fragmento de discurso de Saint Just)
Ficha 30.- “La igualdad no fue más que una bella y estéril ficción de la ley. Queremos
la igualdad real o la muerte (…) Buscamos lo más sublime y lo más justo, el bien común
o la comunidad de bienes. Basta de propiedad individual de tierras, la tierra no es de
nadie (…) los frutos son de todo el mundo” (Fragmento del “manifiesto de los iguales”
de 1797, de Babeuf)
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día siguiente, guillotinado. Girondinos, exmonárquicos y ricos burgueses que habían
amasado fortunas aprovisionando al ejército, encabezaron el nuevo gobierno. Un
Directorio de cinco miembros y dos Consejos legislativos sustituyeron a la Convención.
Se inició la persecución contra los jacobinos y sus partidarios: el Terror Blanco.”
(Lucila Artagaveytia, Cristina Barbero “Mundo, América Latina y Uruguay del siglo
XV al XIX)
32.- “Los que ejecutaron a Robespierre eran revolucionarios, pero no estaban dispuestos
a la intervención decisiva de las masas populares. Respondían a los intereses de una
burguesía acomodada, deseosa de libertad pero también de orden (…) elaboraron una
nueva constitución – la Constitución del 95 - , en la que desparecía toda mención a los
derechos humanos y se volvía al voto censitario. Esto dejó fuera de la posibilidad de
votar a la mayoría de la población de Francia. Los 20.000 electores habilitados
pertenecían al reducido grupo de propietarios y rentistas, burgueses y también
aristócratas que no veían peligro en una República selectiva” (Idem)
33.- “La situación económica seguía siendo difícil; la guerra en cambio, tomaba un cariz
favorable. España, Prusia y Holanda abandonaron la coalición; Austria estaba
debilitada. La victoria de un joven general, Napoléon Bonaparte, permitieron pensar ya
no en una guerra defensiva, sino en la conquista. Entre 1795 y 1799, obtuvo triunfos
sobre Austria e Inglaterra y conquistó Bélgica. Apoyado por algunos viejos
revolucionarios, el 9 de noviembre de 1799 – 18 de brumario – dio un golpe de Estado
contra el Directorio. A partir del momento tendría el camino abierto para el poder
unipersonal.” (Idem)
34.- “Napoléon se propuso pacificar Francia: autorizó a los emigrados a volver con
ciertas condiciones, proclamó una amnistía para los sublevados e integró a aristócratas
y exrevolucionarios en su gobierno. Aunque mantuvo la autoridad del Estado sobre la
Iglesia francesa, firmó un concordato con el papa dando fin a las persecuciones. El otro
objetivo de Napoleón era hacer de Francia la primera potencia europea como centro de
un gran imperio. (…) El gobierno de Bonaparte fue un gobierno de hecho, prescindente
de la ley. Armó un eficaz aparato policial para vigilar y perseguir a sus opositores, y
aplicó la censura de prensa. Por otra parte, paradójicamente, afirmó mucho de los
valores liberales de la Revolución. En el código Civil, del que fue en parte autor, se
consagraban los principios de libertad e igualdad ante la ley, aunque ninguno de ellos
se aplicó durante su gobiernos. También se afirmaba fuertemente el derecho de
propiedad. Se reglamentaban el matrimonio civil y el divorcio, con lo que se consolidaba
la autoridad del Estado sobre cualquier otro grupo de la sociedad” (Idem)
Esta frase fue dicha en referencia al Congreso de Viena por el príncipe de Ligne. En
aquel congreso, celebrado entre octubre de 1814 y junio de 1815, se reunieron los más
altos personajes de la época: el zar y la zarina de Rusia, los reyes de Baviera, Prusia,
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Dinamarca, los príncipes de Weimar, Baden y Nassau y los embajadores del Imperio
Otomano, Portugal, Suecia y España. El objetivo era configurar una nueva Europa
después de Napoleón.
“El zar ruso hace el amor por todos. El rey danés baila por todos. El rey
prusiano piensa por todos, el rey de Wurtemberg come por todos, el rey de
Baviera bebe por todos y el emperador de Austria... ese paga por todos”
Refrán vienes de 1815.
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Principios en los que se basó el Congreso de Viena.-
El congreso impuso como principios de sus resoluciones los siguientes:
Legitimidad. El principio de legitimidad se establecía en dos áreas, la legitimidad
territorial y la legitimidad dinástica. La legitimidad territorial establecía que se debían
devolver los territorios a quienes se consideraban los legítimos dueños, los monarcas, y
volver a las fronteras tal como estaban antes de la Revolución Francesa. Esto
significaba, entre otras cosas, que Francia debía renunciar a los territorios conquistados
durante la revolución y el período napoleónico. El rey Luis XVIII así lo hizo,
manteniendo sólo pequeños territorios conquistados que se consideraban tradicionales
de Francia.
La legitimidad dinástica significaba que debían volver a sus tronos las dinastías
legítimas, dejando de lado los cambios de gobierno efectuados después de 1789,
especialmente los realizados por Napoleón en varios países limítrofes con Francia. De
esta manera los Borbones volvieron a gobernar en Francia y en España. Luis de
Provenza, hermano de Luis XVI ocupó el trono de Francia como Luis XVIII y luego lo
sucedió su hermano como Carlos X.
Equilibrio. Se trataba de distribuir el poder entre las principales potencias. Era un
principio que sustentaban los cuatro grandes y que ya se venía dando durante los siglos
XVI y XVII: cuando un país crecía demasiado, los otros lo consideraban peligroso y se
unían para atacarlo. Para evitar que alguna potencia se transformara en dominante se
procedió a realizar un reparto de territorios que las dejara a todas conformes y sin
temores.
Las potencias, especialmente las tres conservadoras, Rusia, Prusia y Austria, impulsaron
la creación de una alianza para intervenir militarmente en aquellos países donde se
desconociera lo resuelto en Viena y se intentara una revolución para cambiar los
gobiernos o las fronteras.
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En setiembre de 1815 los monarcas de Austria, Rusia y Prusia firmaron una alianza que
invocaba los principios de la religión cristiana, la Santa Alianza. Estaba bajo la
influencia Rusa e Inglaterra se mantuvo al margen de ella. Unos meses después el
ministro austriaco Metternich impulsó una nueva alianza, que esta vez si contó con el
apoyo de Inglaterra. La Cuádruple Alianza establecía el compromiso de una
intervención inmediata en Francia si Bonaparte intentaba recuperar el gobierno. Pero la
idea de Metternich era que la alianza tuviera más alcance: tener un consejo permanente
que vigilara el cumplimento de lo resuelto en Viena. Cualquier intento revolucionario
debía ser sofocado con la fuerza de los ejércitos de las cuatro potencias. Si bien
Inglaterra apoyaba en principio, el gobierno inglés temía que la Cuádruple Alianza se
transformara en la herramienta para la intervención de los grandes países de Europa
central y oriental en los países chicos y esto rompiera el equilibrio.
Las alianzas se vieron resentidas por las discrepancias entre los cuatro grandes. Austria,
Prusia y Rusia estaban de acuerdo en impedir las ideas revolucionarias y en restaurar el
antiguo orden clerical, aristocrático y absolutista. Pero Inglaterra, donde la burguesía se
había impuesto desde hacía mucho sólo estaba interesada en que se mantuviera el orden
y el equilibrio europeo que le permitiera seguir adelante con sus negocios. Incluso entre
las tres potencias conservadoras había recelos: Prusia y Austria querían imponer su
influencia sobre los alemanes; dentro de Austria había pueblos eslavos que reclamaban
el apoyo de Rusia para liberarse.
36.- ¿Lograron las clases dirigentes alcanzar sus objetivos? Contaban con el cansancio
de los espíritus, pero también con la sumisión de las masas rurales y con la estrechez de
la vida urbana e industrial. Pero precisamente será frente a la evolución de la vida
económica donde se estrellará la filosofía de la Restauración. A las fuerzas del orden
19
van a oponerse las fuerzas del movimiento. El desarrollo de la industria, que avanza
desde Inglaterra hacia el continente, va a romper los marcos de la sociedad del Ancien
Régime y lograr que la burguesía se constituya en el principal elemento de la nueva vida
política. Ahora bien, esta burguesía, a la que la Revolución francesa aseguró su
emancipación, está estrechamente ligada al liberalismo, en el cual ve la garantía de su
influencia en el Estado. Los apoyos de la Restauración se verán forzados a doblegarse,
con mejor o peor voluntad, ante las fuerzas morales surgidas de la revolución industrial.”
(Jacques Droz; Europa: Restauración y Revolución 1815 – 1848)
37.- La revolución endógena es la que nace de una situación interior, y sólo de ella,
y que sigue libremente su curso hasta el fin. Es el caso de las tres revoluciones francesas.
El año 1789, el 1830 y el 1848 no han experimentado la influencia ni de la invasión ni
de la ocupación ni de un choque exterior. La característica que percibo en las tres
revoluciones (es que son) revoluciones de carácter endógeno, predominantemente
sociales. Por último, para realizar una revolución de las del tipo de 1789, 1830 o 1848,
para que las masas se pongan en movimiento, cuando no existe un programa de acción
de un gran partido popular ni el choque traumático de la derrota o de la ocupación, la
única fuerza suficientemente poderosa será un hecho que afecte a las masas: el hecho
económico constituye el tipo más perfecto” (Ernest Labrousse 1848; 1830; 1789: tres
fechas en la Historia de la Francia)
38.- “No tengo más ropa que la de mi trabajo: algunos pantalones y una chaqueta
rota...Arrastro las vagonetas bajo tierra a lo largo de media legua, ida y vuelta. Las
arrastro durante once horas diarias con la ayuda de la una cadena atada a mi cintura. Las
heridas que tengo en la cabeza me las he hecho descargando vagonetas. Los hombres
del equipo al que estoy atado trabajan desnudos, salvo el casco en la cabeza. Algunas
veces cuando no soy rápido, me golpean.” (Manifestaciones de un niño trabajador de
doce años. En Lazo, A. Revoluciones del mundo moderno.)
39.- “Me situé en la calle Oxford de Manchester y observé las riadas de obreros en el
momento en que abandonaban las fábricas, a las 12 en punto. Los niños tenían casi todos
mal aspectos, eran pequeños, enfermizos; iban descalzos y mal vestidos. Muchos no
aparentaban tener más de 7 años. Los hombres, de 16 a 24 años en general, ninguno de
ellos de edad avanzada, estaban casi tan pálidos como los niños. Las mujeres eran las
que tenían apariencia más respetable, pero entre ellas no vi ninguna que tuviese un
20
aspecto lozano, o bello. Vi, o creí ver, una estirpe degenerada, seres humanos mal
desarrollados y debilitados, hombres y mujeres que no llegarían a viejos, niños que
jamás serían adultos saludables. Era un triste espectáculo” (Turner Thakrah. Informe
del médico 1831)
40.- “Betty Harris, 37 años; me casé a los 23 años y solo después bajé a la mina. No sé
leer ni escribir… Arrastro las vagonetas de carbón y trabajo desde las 6 de la mañana a
la 6 de la tarde. Hay un descanso de una hora para almorzar, y me dan para ello pan y
mantequilla, pero nada de beber. …Tengo puesto un cinturón y una cadena que me pasa
entre las piernas y avanzo con las manos y los pies. La galería es muy pendiente y nos
debemos tomar de una cuerda; cuando no la hay, nos agarramos a todo lo que podemos.
En los pozos donde yo trabajo, hay seis mujeres y media docena de niños y niñas”. (
Grupo Germania. “Materiales para la clase”)
42.- “La población empleada en las fábricas de algodón se levanta a las cinco en punto
por la mañana, trabaja en las hilanderías desde las seis de la mañana hasta las 8 y regresa
a casa durante media hora o cuarenta minutos para desayunar. Esta comida consiste
generalmente en té o café con un poco de pan. Algunas veces toma copos de avena, pero
de tarde en tarde y principalmente los hombres; el té es preferido como estimulante,
fundamentalmente por las mujeres. (...) los trabajadores vuelven a las hilanderías y
fabrican hasta las 12, teniendo una hora para comer. Entre aquellos que tienen los más
bajos salarios la comida consiste en patatas hervidas. La ración de patatas se coloca en
un gran plato y se le añade manteca de cerdo derretida, a lo que se le agrega
ocasionalmente, trozos de tocino frito; pero muy raramente carne. Aquellos que tienen
mejores salarios, o familias en las que se reúnen varios sueldos, añaden una mayor
proporción de carne, por lo menos tres veces por semana, pero la cantidad consumida
por la población obrera no es grande. La familia se sienta alrededor de la mesa y cada
uno rápidamente coge su ración o, por el contrario, todos meten su cuchara en una fuente
común, satisfaciendo su apetito con ansia animal. Al término de la hora vuelven a las
factorías hasta las siete o más tarde, volviendo a ingerir té, a menudo mezclado con
licores, acompañándose de un poco de pan”. (J: P: Kay-Shutthworth: The moral an
physical condición of the working classes employed in de cotton manufacture in
Manchestter, Londres, 1832).
43.- La jornada de trabajo no tenía otro límite que el agotamiento completo de las
fuerzas: duraban 14, 16, y hasta 18 horas...Las fábricas eran generalmente
insalubres...los techos eran bajos...las ventanas estrechas y casi siempre cerradas... (la
pelusa) pulverizada flotaba como una nube y se introducía en los pulmones... (la
humedad) saturaba la atmósfera y calaba los vestidos...Por la noche, el humo de las velas
21
engendraba una fiebre contagiosa...” (Paúl Mantoux “La revolución industrial en el
siglo XVIII.)
44.- “Si la burguesía tiene una misión en este mundo, ésta era, con seguridad, la de llegar
a ser el guía, el instructor, o mejor el organizador, la cabeza del pueblo; ésta era una
misión sagrada para la cual ella había recibido la inteligencia, la ciencia, la experiencia
de los tiempos pasados
La palabra, el pensamiento, le habían sido dados para hablar y pensar en nombre de todo
el pueblo entero. La ocasión era grandiosa: se trataba de preparar, de inaugurar la llegada
de la democracia en el mundo entero […] ¿quién no habría pensado que la grandeza de
esta obra no iba a engrandecer, a levantar todos los espíritus? Lejos de esto, apenas
llegada a la posesión de la autoridad, la burguesía se ha engreído de ella, como todos los
poderes que la han precedido; incluso se deja fascinar más de prisa que un individuo.
No ve más, se repite a sí misma por miles de bocas: el Estado soy yo no hace más que
olvidar al pueblo, separarse de él (…)
Una reforma es necesaria para hacer entrar en el cuerpo de la nación a la burguesía, que
por otra parte, tiende cada vez más a desatarse de los intereses generales, es decir, a
morir socialmente. Si su aislamiento creciente le espanta, que rompa la barrera política
que se eleva entere ella y el pueblo; que no haya más dos Francias, una oficial, otra real.
(…) Asociándose a la transformación social que se prepara, la burguesía puede todavía
regularla con la inteligencia y hacerla entrar por la vías moderadas de la civilización, en
lugar de negarse en todo, el desgarro es inevitable, y los más ciegos entrevén ya, en este
futuro, una infernal luz. La burguesía le ha reprochado a la antigua aristocracia el haber
opuesto una resistencia implacable al espíritu de su tiempo y el haber atesorado por ello
una revolución igualmente implacable. Que ella se guarde en caer en la misma falta”
(Edgar Quinet en “Advertencia al país” 1840)
45.- “Las revoluciones del 48 cuentan con un componente social nuevo y de gran
importancia para el desarrollo de futuros acontecimientos en Europa: se trata del
proletariado, que asciende con fuerza y con conciencia de clase; y considera necesaria
su intervención en el Estado para poder llevar a cabo reformas de tipo social, como la
limitación del horario de trabajo, el salario mínimo, etc.”
(Droz: Restauración y revolución en Europa, Madrid, Siglo XXI, 1984)
Socialismo utópico
22
trabaja y produce, en beneficio de la que no sabe más que destruir.” (Saint- Simón.
1829)
48.- “El trabajo socialista deberá, para ejercer una fuerte atracción sobre el pueblo,
diferir radicalmente de las odiosas formas con que nos lo presenta el estado actual. La
industria socialista, para convertirse en atrayente, necesitará cumplir las siete
condiciones siguientes:
1° Que cada trabajador sea asociado, retribuido con dividendo y no con salario.
2° Que todo hombre, mujer o niño, sea retribuido en proporción de las tres facultades:
capital, trabajo y talento.
(…)
5° Que los talleres y cultivos presenten al obrero los atractivos de la elegancia y
limpieza.
6° Que la división del trabajo sea llevada al grado supremo, a fin de aficionar cada sexo
y cada edad a las funciones más adecuadas.
(Fourier, Charles. El Falansterio)
23
6.- Producción sin finalidad de lucro
7.- Educación difundida a toda la sociedad
8.- Desplazamiento del Estado centralizado
9.- Igualdad completa de derechos entre los hombres y entre los varones y las mujeres
10.- Supresión de la moneda y sustitución por bonos de trabajo
Socialismo científico
51.- “La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la
historia de las luchas de clases (…) De todas las clases que hoy se enfrentan con la
burguesía sólo el proletariado es una clase verdaderamente revolucionaria. Las demás
clases van degenerando y desaparecen con el desarrollo de la gran industria; el
proletariado, en cambio, es su producto más peculiar.
Pero la burguesía no ha forjado solamente las armas que deben darle muerte; ha
producido también los hombres que empuñarán esas armas: los obreros modernos, los
proletarios. En la misma proporción en que se desarrolla la burguesía, es decir, el
capital, desarróllase también el proletariado, la clase de los obreros modernos, que no
viven sino a condición de encontrar trabajo, y lo encuentran únicamente mientras su
trabajo acrecienta el capital. Estos obreros, obligados a venderse al detalle, son una
mercancía como cualquier otro artículo de comercio, sujeta, por tanto, a todas las
vicisitudes de la competencia, a todas las fluctuaciones del mercado.
(…) el trabajo industrial moderno (es) el moderno yugo del capital, que es el mismo en
Inglaterra que en Francia, en Norteamérica que en Alemania, despoja al proletariado de
todo carácter nacional. (...) Por su forma, aunque no por su contenido, la lucha del
proletariado contra la burguesía es primeramente una lucha nacional. Es natural que el
proletariado de cada país debe acabar en primer lugar con su propia burguesía.
Las leyes, la moral, la religión son para el proletariado meros prejuicios burgueses,
detrás de los cuales se ocultan otros tantos intereses de la burguesía. Todas las clases
que en el pasado lograron hacerse dominantes trataron de consolidar la situación
adquirida sometiendo a toda sociedad a las condiciones de su modo de apropiación. Los
proletarios no tienen nada que salvaguardar; tienen que destruir todo lo que hasta ahora
ha venido garantizando y asegurando la propiedad privada existente.
Todas las sociedades anteriores, como hemos visto, han descansado en el antagonismo
entre clases opresoras y oprimidas. Mas para oprimir a una clase, es preciso asegurarle,
unas condiciones que le permitan, por lo menos, arrastrar su existencia de esclavitud.
(…) El obrero moderno, por el contrario, lejos de elevarse con el progreso de la
industria, desciende siempre más y más por debajo de las condiciones de vida de su
propia clase. El trabajador cae en la miseria, y el pauperismo crece más rápidamente
todavía que la población y la riqueza. Es, pues, evidente que la burguesía ya no es capaz
de seguir desempeñando el papel de clase dominante de la sociedad ni de imponer a
24
ésta, como ley reguladora, las condiciones de existencia de su clase. No es capaz de
dominar, porque no es capaz de asegurar a su esclavo la existencia ni siquiera dentro del
marco de la esclavitud, porque se ve obligada a dejarle decaer hasta el punto de tener
que mantenerle, en lugar de ser mantenida por él. La sociedad ya no puede vivir bajo su
dominación (…) La burguesía produce, ante todo, sus propios sepultureros. Su
hundimiento y la victoria del proletariado son igualmente inevitables. (K. Marx y F.
Engels, El manifiesto comunista, 1848)
52.- La plusvalía
Podría definirse como la diferencia entre la riqueza producida por el trabajo del obrero
y el salario que éste recibe del patrono. Esa remuneración sirve para hacer frente a los
gastos de alimentación, vestido y el alojamiento que necesita para subsistir y seguir
trabajando pero no satisface el total del valor del trabajo desarrollado. Este hecho
conlleva el enriquecimiento del capitalista, producto de la apropiación de parte la
actividad realizada. La plusvalía sería por tanto, la parte del trabajo que el empresario
deja de satisfacer al trabajador.
54.- La religión
De Marx, usualmente se conoce una frase con la versión resumida: "La religión es el
opio del pueblo”. Si recordamos que en la época de Marx, el opio era considerado una
medicina contra el dolor que se le daba incluso a niños, el contexto cambia bastante. La
cita original completa, suena muy distinta ya Marx no sentía tanto que la religión fuera
mala, sino que al calmar del dolor de los pueblos, evitaba que lucharan para salir de las
causas de ese dolor:
"La alienación religiosa tiene su origen en la alienación económica y no podrá superarse
mientras no se supere ésta. La lucha contra la religión es la lucha contra aquel mundo
cuyo aroma espiritual es la religión. La miseria religiosa, es, por una parte, la expresión
de la miseria real y, por otra, la protesta contra ella. La religión es el suspiro de la criatura
oprimida, el corazón de un mundo sin corazón, el espíritu de una situación carente de
espíritu. Es el opio del pueblo. La superación de la religión como felicidad ilusoria del
pueblo, es la reivindicación de su felicidad real. El llamado para que el pueblo se deje
de ilusiones acerca de su condición, es el llamado a que termine con un estado de cosas
que necesita ilusiones. La crítica de la religión es ya, en embrión, la crítica del valle de
lágrimas, santificado por la religión."
El anarquismo
25
Ese es el punto que divide principalmente a los socialistas o colectivistas
revolucionarios de los comunistas autoritarios, partidarios de la iniciativa absoluta del
Estado.
(...) Ellos afirman que solamente la dictadura -la de ellos, evidentemente- puede crear la
voluntad del pueblo. Nosotros les respondemos: ninguna dictadura puede tener otro
objeto que el de perpetuarse; ninguna dictadura podría engendrar y desarrollar en el
pueblo que la soporta otra cosa que la esclavitud. La libertad sólo puede ser creada por
la libertad." (M. A. Bakunin./ Contra Marx. Oposición a la idea de dictadura del
proletariado)
26
poco en enmascarar su naturaleza de violador legal de la voluntad de los hombres, de
negación permanente de su libertad. Incluso cuando ordena el bien, lo perjudica y echa
a perder, precisamente porque lo ordena, y que toda orden provoca y suscita las rebeldías
legítimas de la libertad; (....)
La libertad, la moralidad y dignidad humana del hombre consisten precisamente en eso,
en que hace el bien no porque se le ordena sino porque lo concibe, lo quiere y lo ama”.
(Bakunin, Mijail; “Dios y el Estado”, España, El viejo topo, 1997)
Socialismo revisionista
59.- “A pesar de los considerables esfuerzos que la clase obrera ha hecho desde el punto
de vista intelectual, político y económico, desde los tiempos en que Marx y Engels
escribían, yo no la considero, incluso hoy, como bastante avanzada para adueñarse del
poder político. Creo mi deber decirlo, tanto más por cuanto, en este sentido, viene
introduciéndose en la literatura socialista un canto que amenaza con deformar todo
juicio sano, y no ignoro que en ninguna parte estaría tan seguro de una apreciación
objetiva de mis observaciones como entre los obreros que forman la vanguardia en la
lucha por la emancipación de su clase (...). Sólo los literatos que nunca han vivido en el
movimiento obrero podrán tener en estas cuestiones una opinión diferente (...).
Debemos tomar a los obreros tal cual son. Y la verdad es que, en general, ni han caído
en el pauperismo, como lo preveía el Manifiesto Comunista, ni están tan exentos de
prejuicios y de defectos como quisieran hacer creer sus admiradores (...) Esta verdad
debería ser comprendida, en primer lugar, por aquellos que, en lo concerniente a las
proporciones numéricas entre la clase pobre y la clase poseedora, gustan darse a
exageraciones fantásticas.” (E. Berstein. Socialismo teórico y socialdemocracia
práctica. 1900)
Marxistas vs revisionistas
60.- “La teoría oportunista en el Partido, la teoría formulada por Bernstein, no es más
que un intento inconsciente para asegurar el predominio de los elementos
pequeñoburgueses que han ingresado en nuestro Partido para cambiar la política y los
fines de éste en su provecho. El problema de reforma o revolución, esta última, meta
final de nuestro movimiento, es, básicamente, en otras palabras, el problema del carácter
pequeño burgués o proletario del movimiento obrero.
Según Bernstein, la decadencia general del capitalismo parece cada vez más improbable
porque, por una parte, el capitalismo muestra una mayor capacidad de adaptación, y por
la otra, la producción capitalista se hace más y más variada...
De esta afirmación teórica se deriva la siguiente conclusión general acerca del trabajo
práctico de la socialdemocracia. Ésta no debe dirigir su actividad diaria hacia la
conquista del poder político, sino hacia el mejoramiento de la condición de la clase
trabajadora dentro del orden existente
La base científica del socialismo descansa, como bien se sabe, en tres hechos principales
del desarrollo del capitalismo. Primero, en el creciente caos de la economía capitalista,
que la lleva inevitablemente a su ruina. Segundo, en la progresiva socialización del
proceso de producción, que crea gérmenes del futuro orden social. Y, tercero en la
creciente organización y conciencia de la clase proletaria, que constituye el factor activo
de la futura revolución. Bernstein desecha el primero de los tres soportes fundamentales
27
del socialismo científico. Afirma que el desarrollo capitalista no conduce a un colapso
económico general.”
(Rosa Luxemburg. Reforma o revolución. 1899.)
61.- “Pues poco a poco ha sucedido hallarse los obreros entregados, solos e indefensos,
por la condición de los tiempos, a la inhumanidad de sus amos y a la desenfrenada
codicia de sus competidores. A aumentar el mal, vino la voraz usura; la cual, aunque
más de una vez condenada (…), sigue siempre bajo diversas formas, la misma en su ser,
ejercida por hombres avaros y codiciosos. Júntese a esto que la producción y el comercio
de todas las cosas están casi del todo en manos de pocos, de tal suerte, que unos cuantos
hombres opulentos y riquísimos han puesto sobre la multitud innumerable de
proletarios, un yugo que difiere poco del de los esclavos.”*
62.-
Remedio propuesto por el socialismo
Para remedio de este mal, los socialistas, después de excitar en los pobres el odio a los
ricos, pretenden que es preciso acabar con la propiedad privada y sustituirla con la
colectiva, en que los bienes de cada uno sean comunes a todos, atendiendo a su
conservación y distribución los que rigen el municipio o tienen el gobierno general del
Estado. Con este pasar los bienes de las manos de los particulares a las de la comunidad
y repartir luego esos mismos bienes y sus utilidades con igualdad perfecta entre los
ciudadanos, creen que podrán curar la enfermedad presente.
Perjudicial al obrero
Pero tan lejos está este procedimiento de poder dirimir la cuestión, que más bien
perjudica a los obreros mismos, y es, además, grandemente injusto, porque hace
violencia a los que legítimamente poseen, pervierte los deberes del Estado, e introduce
una completa confusión entre los ciudadanos.
Es injusto
Al empeñarse los socialistas en que los bienes de los particulares pasen a la comunidad,
empeoran la condición de los obreros, porque quitándoles la libertad de disponer
libremente de su salario, les quitan hasta la esperanza de poder aumentar sus bienes
propios y sacar de ellos otras utilidades.
Pero, y esto es aún más grave, el remedio que proponen pugna abiertamente con la
justicia porque poseer algo como propio y con exclusión de los demás, es un derecho
que dio la naturaleza a todo hombre. (Papa León XIII, “Rerum novarum” 1891)
63.-. “Hay en la cuestión que tratamos un mal capital y es el de figurarse y pensar que
unas clases de la sociedad son por su naturaleza enemigas de otras, como si a los ricos
y a los proletarios los hubiera hecho la naturaleza para estar peleando unos contra los
otros en perpetua guerra.
28
De estos deberes, los que corresponden al proletario y al obrero son: poner de su parte
íntegra y fielmente el trabajo que libre y equitativamente se ha contratado; no perjudicar
en manera alguna al capital, ni hacer violencia personal a sus amos; al defender sus
propios derechos abstenerse de la fuerza, y nunca armar sediciones ni hacer juntas con
hombres malvados que mañosamente les ponen delante desmedidas esperanzas y
grandísimas promesas, a los que sigue casi siempre un arrepentimiento inútil y la ruina
de sus fortunas.
Los ricos y los patronos recuerden que no deben tener a los obreros como esclavos, que
deben en ellos respetar la dignidad de la persona y la nobleza que a esa persona añade
lo que se llama carácter de cristiano. Que si se tienen en cuenta la razón natural y la
filosofía cristiana, no es vergonzoso para el hombre ni le rebaja el ejercer un oficio por
salario, pues le habilita el tal oficio para poder sustentar honradamente su vida. Que lo
que verdaderamente es vergonzoso e inhumano es abusar de los hombres, como si no
fueran más que cosas, para sacar provecho de ellos y no estimarlos en más de lo que dan
de sí sus músculos y sus fuerzas. (…) Asimismo no imponerle más trabajo del que sus
fuerzas puedan soportar, ni tal clase de trabajo que no lo sufran su sexo y su edad. Pero
entre los principales deberes de los amos, se destaca el de dar a cada uno lo que le es
justo. Sabido es que para fijar conforme a la justicia el límite del salario, muchas cosas
se han de tener en consideración; pero en general deben acordarse los ricos y los amos
que oprimir en provecho propio a los indigentes y menesterosos, y explotar la pobreza
ajena para mayores lucros, es contra todo derecho divino y humano. Y el defraudar a
uno del salario que se le debe es un gran crimen que clama al cielo venganza.
(…) Ahora bien: aunque estas sociedades privadas (sindicatos) existen dentro de la
sociedad civil, y son de ella como otras tantas partes, sin embargo, de suyo y en general
no tiene el Estado o la autoridad pública poder para prohibir su existencia. Porque el
derecho de formar tales sociedades privadas es derecho natural del hombre, y la sociedad
civil ha sido instituida para defender, no para aniquilar, el derecho natural” (Idem)
64.- La Internacional
29
en la lucha final
y se alcen los pueblos
por la Internacional. (bis)
El día que el triunfo alcancemos
ni esclavos ni hambrientos habrá
la tierra será el paraíso
de toda la humanidad
que la tierra de todos sus frutos
y la dicha en nuestro hogar
el trabajo será el sostén que a todos
de la abundancia hará gozar
agrupémonos todos
en la lucha final
y se alcen los pueblos
por la internacional1
65.- -
“Las guerras entre estados capitalistas son, en general, las consecuencias de su
concurrencia en el mercado mundial (...). Si una guerra amenaza estallar, es un deber de
la clase obrera de los países afectados hacer todos los esfuerzos para impedirla por todos
los medios que les parezcan los más apropiados y que varían naturalmente según el
estado de la lucha de clases y la situación política en general.”
El Imperialismo
1
La Internacional (L'Internationale en francés) es la más famosa canción del movimiento obrero. Es el
himno oficial de los trabajadores del mundo entero y en su momento de la mayoría de los partidos
comunistas y socialistas. La letra original, en francés, es de Eugène Pottier, y fue escrita en 1871 dentro
de su obra Cantos Revolucionarios. En julio de 1888, en una reunión de la Junta Sindical de vendedores
de periódicos, se interpretó por primera vez en público. El 8 de diciembre de 1896 “La Internacional” es
adoptada como himno oficial de los revolucionarios. En 1899, en otro 8 de diciembre, lo adoptan todas
las organizaciones socialistas francesas al finalizar el Primer Congreso general en París. En 1892, la
Segunda Internacional la populariza y adopta como himno. El día 3 de noviembre de 1910 se convierte
en el himno de todos los trabajadores del mundo, en el Congreso Internacional de Copenhague. En 1919
Lenin la oficializa en la Tercera Internacional y se convierte en el himno nacional de la Unión Soviética
hasta el año 1943. Su letra ha sido traducida a casi todos los idiomas del mundo. Existen notables
variaciones de contenido entre las diferentes traducciones del himno, y algunos idiomas, como el español
o el inglés, cuentan con dos o más versiones distintas. También hay variaciones en cuanto a la extensión.
30
sojuzgamiento de este último, y otro particular que se referiría al imperialismo como
una etapa histórica que arrancaría desde fines del siglo XIX hasta nuestros días. Este
último es el objeto de nuestro estudio.
Para definir ese período algunos historiadores y economistas hacen especial hincapié en
factores políticos o conexos, y otros por el contario consideran que las causas del
imperialismo las debemos buscar especialmente en factores económicos. Sobre esta
gran división, podemos detallar tres escuelas económicas que han desarrollado una
teoría sobre el imperialismo:
Los autores de esta escuela que han elaborado una teoría sobre el imperialismo parten
de los preceptos de los economistas clásicos (liberalismo económico, Adam Smith, etc).
Dentro ellos destacamos a Joseph Schumpeter y a John Hicks.
31
dominantes con poder sobre el Estado. Partiendo de los análisis económicos de Keynes,
destacaremos a dos economistas de esta escuela:
Robinson – Sostiene que lo que importa en último caso como factor determinante del
imperialismo es la motivación personal del capitalista, su interés de poder y sobre todo
de prestigio, tanto personal como nacional, elemento esto que no es posible de ser
comprado.
Knapp – Considera que el imperialismo debe ser interpretado como expresión de una
política nacional de poder, en la que el poder político, económico y militar se apoyan
mutuamente; sin embargo, las ventajas económicas que se buscan con esta política no
son tanto por el simple beneficio económico sino para fines políticos.
Robins – Sostiene que el enfrentamiento entre las grandes potencias europeas, animado
por el desarrollo de los nacionalismos, es la causa principal de la expansión a fines del
siglo XIX: la búsqueda incesante del poder que anima la política de los Estados provoca
la expansión del poder militar y del colonialismo. Este tipo de explicaciones han sido
muy difundidas por historiadores no marxistas como Fieldhouse
En líneas generales, todos los autores que se afilian a esta teoría insisten sobre el papel
que tuvo el nacionalismo como factor determinante del imperialismo.
¿Por qué sucede esto? Paradójicamente, por la propia fuente de acumulación del sistema
capitalista, la plusvalía: ésta no solo debe ser “producida” sino también “realizada”, es
decir que el producto al cual el proceso de producción le incorporó una parte del valor
del trabajo del obrero, debe luego ser vendido, o sea la plusvalía que contiene ese
32
producto debe ser “realizada”. Al ser la economía capitalista esencialmente dinámica y
el dueño del capital un individuo que debe expandirse o “morir”, este pone en juego
toda su capacidad de producción. En ese momento se produce una crisis
superproductiva, una “crisis de realización”, ya que el mercado para realizar esa
plusvalía está limitado por la capacidad de consumo de una sociedad en que la mayoría
de sus integrantes son pobre y deben seguir siéndolo.
Lenin – En su libro “El imperialismo, fase superior del capitalismo” de 1916 retoma los
conceptos de Hilferding y los desarrolla. Para Lenin no solo es “provocado” por el
desarrollo del capitalismo, sino que además es una fase de su desarrollo, producto de la
contradicción la crisis es contrarrestada, temporalmente por la extensión del área
capitalista. Lenin distingue 5 rasgos del imperialismo: “1.- La concentración de la
producción y el capital, desarrollada hasta una etapa tan alta que han creado monopolios
que juegan un papel decisivo en la vida económica 2.- La fusión del capital bancario
con el capital industrial y la creación sobre la base de este “capital financiero”, de una
oligarquía financiera. 3.- La exportación de capital, como exportación distinta que la de
mercancías, adquiere una importancia particularmente grande 4.- Se forman
combinaciones monopólicas internacionales de capitalistas que se dividen el mundo 5.-
La división territorial del mundo por las mayores potencias capitalistas se hace
completa.”
33
rápidamente posible: es el lado humanitario y civilizador de la cuestión […]. Es preciso
decir abiertamente que, en efecto, las razas superiores tienen un derecho con respecto a
las razas inferiores porque existe un deber para con ellas. Las razas superiores tienen el
deber de civilizar a las razas inferiores” Discurso de Jules Ferry, ministro de Asuntos
Exteriores francés, ante la Cámara de Diputados, el 28 de julio de 1885.
68.-"Ayer estuve en el East End de Londres (barriada obrera) y asistí a una asamblea de
los desocupados. Al oír en dicha reunión discursos exaltados, cuya nota dominante era:
pan, pan, y al reflexionar cuando regresaba a casa sobre lo que había oído, me convencía
más que nunca de la importancia del imperialismo (...). La idea que yo acaricio
representa la solución del problema social, a saber: para salvar a los cuarenta millones
del Reino Unido de una guerra civil funesta, nosotros, los políticos coloniales, debemos
apoderarnos de los nuevos territorios para colocar en ellos el exceso de población, para
encontrar nuevos mercados en los que colocar los productos de nuestras fábricas y de
nuestras minas. El Imperio, lo he dicho siempre, es una cuestión de estómago. Si no
queréis la guerra civil, debéis convertiros en imperialistas." Cecil Rhodes, 1895
69.- “No son capaces de ejercer el gobierno propio. ¿Cómo podrían serlo? No forman
una raza capaz de gobernarse a sí misma. Son orientales, malayos, educados por los
españoles durante la peor etapa de éstos. Este problema (...) es elemental. Es racial. Dios
no ha venido preparando durante mil años a los pueblos de habla inglesa para una vana
actitud de autocontemplación y autoadmiración. ¡No! Nos ha convertido en
organizadores magistrales del mundo para imponer el sistema allí donde reina el caos.
Nos inclinó al gobierno para que podamos gobernar a los pueblos salvajes y seniles. Si
no fuera por esta fuerza el mundo caería en la barbarie y la oscuridad. Y en toda nuestra
raza Él señaló al pueblo norteamericano como la nación elegida, para que dirija la
regeneración del mundo.” Senador Beveridge de EE.UU. discutiendo el destino de las
Filipinas”
70.- “Desde luego no llego al extremo de pensar que los únicos indios buenos son los
indios muertos; pero sí creo que esto es cierto en nueve de cada diez, y en cuanto al
décimo, mejor sería no investigar demasiado a fondo. El cowboy más depravado posee
mejores cualidades morales que el indio medio. Siempre que se ha producido un
movimiento de expansión ha sido porque la raza que lo ha llevado a cabo era una gran
raza. Ha sido como una señal y una prueba de la grandeza de la nación expansionista. Y
además debe tenerse en cuenta que, en todos y cada uno de los casos, eso supuso un
beneficio incalculable para toda la humanidad. Cuando una nación poderosa teme la
expansión y renuncia a ella, puede asegurarse que su grandeza y su poder se aproximan
al ocaso. ¿Vamos a conformarnos con figurar entre los débiles y los cobardes cuando
estamos todavía en nuestra primera y vigorosa juventud, en los albores de nuestra
gloriosa virilidad? ¡No y mil veces no!” Theodore Roosevelt, presidente de EE.UU.
34
35
Correspondiente a Unidad 3: La Revolución en el Río de la Plata.
Ese proceso fue muy costoso, penoso y por supuesto nada sencillo para nadie. Los
españoles que denominaron un caudaloso río como Río de la Plata trataron de establecer
desde la lejana Lima del Perú (tierra del oro) una conexión directa con España a partir
de otras ciudades jalonadas como Asunción y Buenos Aires. Esta última debió ser
fundada dos veces incluso y en esos intentos se fue acabando el siglo XVII.
Proceso lento que fue realizado por España en América siempre asediada por el enemigo
permanente con el cual tuvo que repartirse la mayoría del territorio de América del Sur:
Portugal. El mencionado reparto siempre tuvo desconforme al vecino de la península
ibérica que buscó extender más allá de lo que le había tocado en el nuevo continente.
Al comienzo del siglo XVIII Buenos Aires había logrado sostener su proyecto
fundacional y proteger los territorios españoles con efectividad pero siempre amenazado
por la penetración portuguesa que se daba desde las tierras al este (oriente) de Buenos
Aires quien debía cuidarlas. Marcando el peligro, en frente de la guardiana del Plata, en
1680 los portugueses fundaron la Colonia del Sacramento, en pleno territorio español.
La reacción del Rey y del gobierno en Buenos Aires fue comenzar el ataque a la Colonia
pero antes que nada comenzar a defender ese territorio despoblado del este, al que se
conocía como Banda Oriental (del río Uruguay o incluso del río de la Plata) y lo hizo
fundando un bastión militar (en 1724), que luego fue puerto precario a partir de 1726 y
finalmente ciudad a partir de 1730: San Felipe y Santiago de Montevideo.
1.- Una Corona y 2 reinos: La Corona española fue propietaria de otro reino. Es decir
América no fue jurídicamente una colonia. España (una corona) tuvo dos reinos (uno en
la península ibérica y otro en América). Los súbditos o bien fueron españoles
peninsulares o bien españoles americanos (como aquellos que alguna vez oíste
mencionar Artigas, San Martín, Belgrano, Larrañaga, Lavalleja, Rivera etc. todos
españoles americanos).
2.- ¡Qué viva el Rey! Si bien en diversos tramos se generaron situaciones injustas, el
descontento que pudo existir se expresó ante las autoridades y/o funcionarios de la
Corona pero no necesariamente ante el Rey, que obviamente encarnaba el ideal de
nación y los atributos de monarca sagrado y paternal con su pueblo, así estuviera
geográficamente muy distante e incluso ignorante de lo que ocurría.
3.- “Se acata pero no se cumple”: Por el contrario la distancia que implicaba un
contacto casi imposible con el Rey, llevaba a que se plantearan situaciones de
36
desconformidad con los representantes del Rey (el Virrey, los Virreyes y otros de menor
jerarquía) pero también de faltas de controles de los funcionarios, situación que los que
vivían en América supieron muchas veces aprovechar, generando especialmente entre
los sectores medios y altos, periodos extensos de confortabilidad con la corona. Al Rey
se le amaba aún en la desobediencia.
4.- América española contó con 4 Virreinatos. El último creado fue el Virreinato del
Río de la Plata (1776) con capital en Buenos Aires y es el que más nos interesa en
nuestro estudio. A los territorios que no abarcaban los Virreinatos (o sea fuera de ellos)
se llamaban Capitanías Generales (como las Chile, nombre de una región). En los
Virreinatos (o sea dentro de ellos) podía haber también Gobernaciones (como la de
Montevideo, casco de la ciudad más una extensa jurisdicción).
5.- Del otro lado del río, hay una Banda. El territorio denominado Banda Oriental, era
parte del Virreinato del Río de la Plata y a su capital de Buenos Aires debía obedecer.
El llamarle, con un solo nombre, Banda Oriental es solo una descripción geográfica y
no debe hacernos pensar que era una unidad administrativa. De parte de ella se
encargaba la mencionada Gobernación de Montevideo, en el norte el Gobierno de
Yapeyú y entre ambas el propio Gobierno de la Intendencia de Buenos Aires. Como
puedes ver los siguientes mapas:
37
6.- “argentinos” (con minúscula) habitantes del Plata: Quienes vivían en la Banda
Oriental tampoco se veían así mismos como orientales ni se denominaban así. El pueblo
o aldea en que nacían era su “patria”, habitantes del Plata (argentinos) y amantes del
Rey (españoles americanos). Si yo nacía en el Pueblo de San Fernando de Maldonado
era, fernandino, argentino o platense, americano del sur y español. Las primeras familias
que llegaron a poblar Montevideo vinieron de Buenos Aires y cuando se desarrolló el
comercio portuario las principales casas comerciales eran sucursales o socias de las de
Buenos Aires. En los inicios del siglo XIX, además de San Fernando, Colonia y
Montevideo, el territorio oriental no pasaba de una veintena de pueblos y aldeas.
7.- Errores a evitar: Es un error que te hace cometer otros errores si piensas que los
países que hoy conocemos (Uruguay, Brasil, Argentina, etc) preexisten a su aparición.
Es un error pensar que el Río Uruguay hace inaccesible sus costas y por eso, esto hubiera
determinado la existencia posterior de dos países. Más obstáculos generaron el Rio
Negro o el Paraná y no provocaron ese efecto. También es un error pensar con palabras
que nos hacen caer en otros errores. Si estás analizando la Banda Oriental, Montevideo
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o la campaña y dices y/o piensas “nosotros” cometes ese error. Debes apartarte de
pensar que aquellos somos nosotros.
8.- El origen del poder. Recordarás que los españoles explicaban de una manera muy
particular el origen del poder del monarca: Dios lo había entregado al/los pueblo/os.
Este lo otorga al Rey y en caso de no tener sucesión o acefalía del trono, el poder
retrovertía en el pueblo hasta que se superase la situación. En 1808 Napoleón invadió
España, logró que el Rey Carlos renunciara al trono y también su hijo Fernando,
manteniendo presos a ambos. Colocó a su hermano José Bonaparte en el trono al que
los españoles consideraron ilegítimo y muy de a poco lograron rebelarse en cada ciudad
y pueblo enfrentando a los Bonaparte. Allí donde triunfaban ponían a conducir la ciudad
o pueblo una Junta, pues entendían que el poder retrovertió en ellos, en tanto se
aguardaba el retorno de Fernando. Cuando más se sumaron a la lucha, las diversas Juntas
se vieron representadas en un Consejo de Regencia. En América los pueblos se
levantaron también en defensa del Rey. ¿Pero debían obedecer a ese Consejo o debían
tener sus propias autoridades hasta que volviera el Rey? En el segundo caso ¿cuál debía
ser la autoridad que ostentara el poder: la capital de cada Virreinato, como gobierno de
todos convertido en Junta o la soberanía particular de cada pueblo?. En el caso de 1810
en Buenos Aires se derrocó al Virrey y se nombró una Junta que a su vez exigió le fuera
reconocida su autoridad en todo el ex virreinato.
I) La Banda – frontera
71.- “La Banda Oriental es tierra de frontera, y frontera donde realmente se enfrentan
las dos grandes potencias colonizadoras de América del Sur, España y Portugal (...) La
Banda Oriental es tierra de porfía. Portugal defiende permanentemente la tesis de los
grandes ríos para demarcar los límites de las Indias. No se trata de poseer unas miles de
leguas cuadradas más o menos, ni siquiera de ocupar una rica zona ganadera, sino de
asegurarse las conexiones fluviales al interior de sus comarcas mediterráneas sin sortear
las penurias de los senderos de la selva (...) La fundación de la Colonia del Sacramento
en 1680 pretende afirmar, de hecho, la soberanía portuguesa sobre la costa norte del Río
de la Plata (…) Entre trámites burocráticos y asedios militares, Colonia será canjeada,
conquistada, arrasada casi por las balas del cañón hispánico. Medio siglo después del
primer establecimiento portugués de Colonia, la fundación de Montevideo será la
respuesta de España reafirmando así su posesión sobre las dos márgenes del Río de la
Plata (...) Montevideo tiene, pues un sentido estratégico militar. Se construye para ser el
fuerte desde el cual se detenga el avance portugués, se defienda la entrada al río, y a la
vez, servir de enclave estratégico al sistema de defensas organizado en guardias y fuertes
que irán diseminándose por todo el litoral, desde la laguna Merim hasta el río Uruguay.
Es concebido además como barrera de contención al contrabando que accede por mar o
por tierra y como valla y freno de la evasión de ganados hacia los dominios del Portugal.
No obstante esos propósitos, de hecho y muy rápidamente, Montevideo se transformará
en el gran centro receptor e irradiador del contrabando extranjero y local.”. (“Colonia y
Revolución” de Blanca Paris de Oddone, incluido en “De la colonia a la consolidación
del Uruguay”, E.B.O., 1973, p18-19).
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II).- La Banda – pradera
72.- “Dos grandes centros de procreación tuvo el ganado vacuno en la B.O., divididas
entre sí por el curso del río Negro. La primera al Norte, en la zona misionera, derivando
de la gran reserva de los Padres de la Compañía de Jesús, organizada en la gran “vacaría
dos pinheiros” (...) La segunda al sur, desde el núcleo originario introducido por
Hernandarias, dispersándose lentamente en el rumbo de las cuchillas, principalmente la
del San Salvador y la que divide aguas entre el Yí y el Santa Lucía, hasta traspasar las
sierras del este, y llegar a las llanuras de Rocha hacia el Yaguarón, constituyendo la
famosa vaquería del mar, rica en 5 millones de cabezas. (...) De aquí resulta un hecho
excepcional en la historia: el ganado precede al hombre; se reproduce libremente sin
mediar trabajo de este y acaba de incorporarse a la geografía, como un elemento natural,
que se ofrece a semejanza de un fruto. La formación de estas “minas de carne y cuero”
en la pradera oriental condiciona todo el proceso histórico, pero particularmente en los
inicios, porque aportó a la tierra baldía un incentivo económico determinante de la
fijación del blanco en ella. De la tierra ignorada, “sin ningún provecho”, de los
buscadores de oro y plata, hemos llegado a la codiciada “banda – vaquería” de los
faeneros, de los bucaneros y de los banderaintes. Con las fundaciones de ciudades y
pueblos se pasa del sistema caótico de la vaquería al de la estancia. La vaquería
implicaba la existencia del ganado cimarrón o sin dueño y es independiente de la
propiedad de la tierra; la estancia presupone, en cambio, la propiedad sobre la tierra y
las bestias. (...) Los pobladores de Montevideo recibieron en donación una “suerte de
estancia”, media legua de frente por una y media de fondo, que en las condiciones
técnicas del siglo XVIII implicaba una receptividad de 900 reses por suerte. La tierra se
recibe con cargo a trabajo y población; el hacendado vive en el campo y realiza faenas
que implican al menos el comienzo de un sistema racional de explotación: en una
ganadería de campo abierto, sin cercados, se aplica el sistema de las rinconadas, que
aprovecha el embotellamiento del ganado en las encrucijadas de los ríos y arroyos para
amansarlo y evitar su dispersión (...) Pero todos estos trabajos (la yerra, la matanza
selectiva, etc.) y todos estos resultados tienen por escenario los establecimientos
organizados, de área moderada, habidos por merced del fundador, simple denuncia o
mera ocupación (...) Este estanciero colonizador, propulsor de la riqueza, debió poseer
la fortaleza necesaria para afrontar la soledad y la rudeza del medio, expuesto a las
acechanzas del bandolerismo. Para los trabajos de la estancia se valió de gentes que
convivieron con él y al abandonar la vida errante, se convirtieron en peones, los
paisanos, que deben distinguirse de los gauchos o gauderios (…) Adquirido el bien, no
lo poblaban; y bastante corrientemente aplicaron la artimaña de efectuar la denuncia y
tomar posesión, sin haber pagado las compensaciones (...) Aquel latifundista, agraciado
por merced o denunciante avispado, no poblaba con rodeos ni levantaba rancho, ni
abandonaba la ciudad, donde era comerciante o barraquero. Era un poseedor que
detentaba la tierra no para colonizar, sino para utilizarla como lugar de faena de ganado
cimarrón que allí penetraba en busca de pastos o aguadas y que quedaba encerrado en
las rinconadas. Para disimular o como cebo, dejaba un rodeo con el que atraía ganado
silvestre, pero lo básico de sus actividades era la contratación de una partida de
changadores para que efectuara en su establecimiento una verdadera vaquería, o sea,
una matanza de todo el ganado que encontraran para extraerle los cueros y llevarlos a la
ciudad a efectos de comercializarlos por el puerto. Una tercera forma de explotación del
ganado la aplicaron los changadores, gauchos o gauderios, por su cuenta e iniciativa en
40
los campos realengos apartados. Se trata de una pura supervivencia de la vaquería que,
por lo tanto, coexiste en las formas más avanzadas de la estancia.” (“La Banda Oriental.
Pradera. Frontera. Puerto”, W. Reyes Abadie - O. Bruschera – T. Melogno, E.B.O.,
1970, pp.13 a 43)
73.- “Las autoridades españolas procedieron en los primeros repartos de estancia a los
pobladores de Montevideo de acuerdo a un criterio relativamente lógico en lo social y
en lo económico. A los primeros pobladores se les otorgaba una “suerte” de campo, de
media legua de frente por legua y media de fondo (el frente era menor que el fondo
porque limitaba con un río y arroyo o por lo que debía distribuirse entre el mayor número
posible la imprescindible aguada). Tal extensión equiparable en la actualidad a una 1875
has. (...) podía ampliarse reclamando para cada hijo nacido del matrimonio fundador
una suerte más (...). Los primeros repartos produjeron, por lo tanto, un hacendado medio
que pobló la tierra y residió habitualmente en ella, procurando por medio del rodeo, el
amanse de la novillada cimarrona, y vendiendo sus cueros a los comerciantes
montevideanos o alguna partida de contrabandistas que los pasaba al Brasil. (...) Feliz
de Azara (...) señaló en su famosa “Memoria sobre el estado rural del Río de la Plata”,
una de las principales causales del latifundio: la “ley o cédula que ordena no dar tierra
sino al que las compre” (...) Otra causal del latifundio, que Azara no debió señalar por
razones obvias, es la indicada por Real de Azúa: las concesiones de la corona y en
especial de las autoridades españolas locales a sus favoritos y paniaguados, cuando no
a sí mismas. Otras de las causas que contribuyeron a consolidar el latifundio fue que la
gran estancia era a menudo – no siempre – una respuesta muy efectiva a la situación de
endémica inseguridad creada por los indígenas y sus correrías, los gauchos y sus
depredaciones, los portugueses y sus incursiones. La gran estancia por lo general era
un fortín y los peones armados, su mesnada. (...) Desde la jurisdicción porteña y desde
la montevideana, avanzó el movimiento de extensión progresiva de las estancias. (Se
ha) señalado que “(...) desde mediados del siglo XVIII hasta el final del coloniaje, la
lucha entre latifundistas y ocupantes sin títulos se desarrolló en cuatro o cinco oleadas,
en cada una de las cuales se repitió el ciclo de apropiación de la tierra fronteriza por
hombres libres, despojo y apropiación por los grandes latifundistas y emigración hacia
una nueva frontera, seguida de nuevo despojo...”. Lo común fue el asentamiento y el
límite vago, hasta donde alcanzase el dominio efectivo y real del propietario, con una
tendencia natural pero perturbadora, a considerar intrusos a todos los que se
establecieran en las cercanías, y con una predisposición al “pleito por tierras” (...) A la
ausencia de delimitación original clara como causa de (...) estafas debe sumarse la
imprecisión de igual denominación para arroyos que distaban entre sí ocho o diez
leguas...” (“Bases económicas de la revolución artiguista”, J.P.Barrán – B. Nahum,
EBO 1972)
73.- A comienzos del siglo XVIII comienza la explotación sistemática del ganado
oriental por expediciones de vaquería procedentes de Santa Fe y de Buenos Aires por
un lado y de los pueblos de las Misiones por el otro. Este cambio lo produce el aumento
de la demanda interna de ganado y la demanda externa de cueros. Los pueblos jesuitas,
con una importante población, necesitaban repoblar sus estancias destinadas al abasto
(...) En la campaña de Buenos Aires el ganado cimarrón se había ido internando en la
pampa dominada por los indígenas. Por eso fue necesario recurrir al ganado de la B.O.
y las primeras vaquerías de porteños y santafesinos fueron arreos de ganado para
repoblar sus estancias y para el abasto de Buenos Aires (...). Vaquería era el lugar donde
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se concentraba el ganado cimarrón en grandes cantidades, por sus aguadas y calidad de
sus pastos, y también era el acto de “vaquear”, ya fuera para reunir ganado que se
arreaba para poblar las estancias de Buenos Aires, Santa Fe, Misiones o Brasil, o las
incipientes de Montevideo, ya fuera la caza para hacer cueros, sebos y grasa. Todo ello
sin apropiación de la tierra. (...) La vaquería fue el modo de producción predominante –
casi exclusivo – hasta avanzada la segunda mitad del S. XVIII. Constituye un modo de
producción primitivo, depredatorio, puramente extractivo, anterior desde el punto de
vista del desarrollo de las fuerzas productivas al pastoreo... Es la caza indiscriminada
del ganado salvaje para aprovechar su cuero y su grasa, desaprovechando el resto del
animal (...) El bajo desarrollo de las fuerzas productivas: escasa población, primitivismo
del transporte, mínimo nivel tecnológico de la explotación ganadera (la mera producción
de cuero), es el elemento que determina el predominio del latifundio (...) La estancia
latifundista, con predominio del ganado alzado y con una extensión desmesurada para
la cantidad efectiva de ganado manso que poseía, requería escasa mano de obra y
arrojaba al hombre de campo a la vida itinerante (...) La propia existencia del latifundio
fue un obstáculo al desarrollo de las fuerzas productivas: Los latifundistas se negaban
al marcaje del ganado. La indefinición de la propiedad del ganado facilitaba la vaquería
indiscriminada, especialmente en tierras realengas, y el contrabando. La indefinición de
la propiedad de la tierra y el ganado, no solo por la falta de cercos sino también por los
títulos imperfectos, controvertidos o inexistentes y la lucha por la propiedad, quitaba
estímulo al poblamiento y a la cría del ganado (...) La ganadería de rodeo supone la
apropiación privada del ganado y también, aunque no necesariamente, la apropiación de
la tierra (...) La aparición de la propiedad del ganado y de la tierra suponen una relación
social de exclusión: a partir de entonces hay hombres que poseen tierras y ganados y
hay otros que no los poseen (...) existían dentro de la unidad productiva estancia dos
figura más. Una es el “puestero”, que en los límites del establecimiento realiza una tarea
de vigilancia y rodeo. Generalmente posee algo de ganado y sus propios instrumentos
de trabajo... El puestero recibe una parte del procreo y a veces alguna retribución en
especie; o dinero y paga en trabajo por el uso de la tierra (...) El “agregado” es alguien
que vive en tierra de otro, con su autorización; generalmente posee algunos animales y
en algún caso siembra hortalizas, trigo y maíz. Constituye para el estanciero una forma
de obtener fuerza de trabajo (escasa) a cambio del uso de la tierra (abundante). El
agregado acceda a la subsistencia (al uso de la tierra) a cambio de realizar determinadas
tareas, de reconocer la propiedad y de dar apoyo en las épocas de inseguridad. (Millot,
Julio; Bertino, Magdalena. “Historia Económica del Uruguay”. Tomo 1.
Montevideo. Fundación de Cultura Universitaria, 1991.)
74.- “(…) las continuas referencias de los documentos de la época a la “soledad de los
campos (y los) escasos y malos caminos, las cargas reducidas que se podían transportar
en las carretas, la inseguridad de su arribo motivada por causas naturales como las
lluvias, los ríos, los pantanos y las dificultades que muchas veces creaban los indios,
además de las enormes distancias a recorrer, encarecían muchísimo los fletes,
dificultando todavía más las posibilidades de comunicación comercial entre las
provincias” Barrán, J. P; Nahum, B. “Bases económicas de la Revolución Artiguista”,
Montevideo, Banda Oriental. 3ª edición, 1984)
42
admitir que un jinete, a marcha normal, podría recorrer alrededor de setenta kilómetros
en una jornada. En tal caso el viajero de la información habría hecho ciento cuarenta
kilómetros. Si (…) la vista puede cubrir un radio de 1.500 metros, habría barrido
cuatrocientos veinte kilómetros cuadrados sin encontrar rastros de vida humana. Es
posible que la expresión del cronista haya traicionado su testimonio y que lo que
realmente no vio fue seres humanos; aun así, el vacío es realmente aterrador.” (Vázquez
Franco, Guillermo, op cit)
76-“Durante el último cuarto del siglo XVIII, Montevideo acrecentó su giro económico
como centro acopiador de cueros y puerto introductor de esclavos. Mientras el
Reglamento de Comercio Libre de 1778, al habilitar el puerto, promovió un considerable
impulso material a la modesta ciudad, que cobra desde entonces su definitiva fisonomía
urbana (...) Comercio lícito e ilícito van transformando rápidamente a la plaza fuerte y
apostadero naval en un diligente centro comercializador. Y si aquella gran barraca de
corambre que fue Montevideo a fines del siglo XVIII se convirtió en la “llave” comercial
del Río de la Plata, posición que motivara más de un enfrentamiento entre comerciantes
montevideanos y porteños” (Blanca Paris de Oddone, op.cit., p 25 –26)
77.- “En el permiso de libre comercio de 1778 concedido a Buenos Aires, se facultó a
ésta para extender el beneficio al puerto de Montevideo, cosa que se decidió
favorablemente instalando su Aduana el 22/VIII/78 (...) El mismo año de 1779 se creó
la Comandancia de Resguardo de todas las rentas en Montevideo y Costas del Río de la
Plata, con sede en Montevideo, encargada de controlar buques y cargas, y reprimir el
contrabando. La decisión de radicarla en esta ciudad era lógica, ya que se preveía su
contacto directo con España y la posterior introducción de mercaderías en Buenos Aires
e interior. (...). El libre comercio del 78 estimuló enormemente la explotación ganadera
de la Banda. Se valorizaron los ganados ante la perspectiva de su segura venta y
exportación, y se empezó al aprovechamiento del animal en forma más racional y
completa, utilizándose ya no solo los cueros, sino también el sebo, la grasa, la carne, las
astas, etc. (...) En 1787 se concedió a la Compañía de Filipinas permiso para la
introducción de esclavos por Montevideo (...) los barcos podían (...) llevar de retorno
cueros y frutos del país. Esto provocó el contacto directo con Inglaterra y Portugal, lo
que estimuló la introducción de numerosos efectos de contrabando que venían con los
esclavos. Además, y es importante, la relación directa puso en comunicación a
Montevideo y su Banda con los mercados compradores más amplio del mundo, lo que
impulsó un aumento notable en la cría del ganado y del comercio. Este beneficio y
confirmó con el permiso de 1791, que convirtió a Montevideo en el único puerto del
Plata habilitado para la introducción de esclavos, y suscitó la consiguiente oposición de
Buenos Aires (...) A esto se unía la exportación creciente de tasajo, iniciada en 1785 por
el capitán Juan Ros, quien condujo un primer cargamento hasta La Habana donde lo
colocó completamente (...) En 1795 se autorizó el comercio del Plata con las colonias
portuguesas del Brasil (...); todo este comercio, por resolución del Virrey, debía
concentrarse en Montevideo” (J.P.Barrán, op.cit.., p. 37 a 39)
78.-
“Una ley (...) que ordena no dar tierra sino al que la compre, ley la más perjudicial y
destructora de cuántas se podían imaginar, no sólo por lo que es en sí, sino igualmente
43
por sus formalidades. Exige que el que quiera un campo lo pida en Buenos Aires. Allí
le cuesta $53 con la vista fiscal y escribanía el primer decreto, que se reduce a nombrar
un juez que vaya a reconocer el terreno y un agrimensor para medirlo, cada uno por la
dieta de un peso por legua y cuatro por día. Además prácticos para tasarlo, la
conducción y alimento, todo a expensas del pretendiente, quien gasta mucho porque las
distancias son muy largas. Vueltos a la capital, se pone el campo en pública subasta
con 30 pregones bien inútiles porque nadie ha visto ni sabe lo que se vende. En esto, en
cinco vistas fiscales y formalidades se pasan a lo menos dos años y a veces seis y ocho;
resultando que cuando se ha ofrecido más al erario ha sido veinte pesos y a veces ni
dos por legua cuadrada; aunque en realidad cuestan al interesado muchos centenares
las formalidades y derechos sin contar las perjudicialísimas demoras. Solo las
actuaciones del escribano se acercan a $400; de modo que ninguno sin grande caudal
pueda entablar semejante pretensión, siendo esto tan positivo que no hay ejemplar de
no haber pretendido merced quien tenga mucho menos de diez mil cabezas de ganado
o mucho dinero. Y como los costos, sean casi lo mismo por poco que por mucho, resulta
que los ricos piden muchísimo para recompensarlos y que no lo pueblen, sino que lo
dejen baldío para irlo arrendando o vendiendo con sacrificio de los pobres...”
(Fragmento de la “Memoria del estado rural del Río de la Plata”, 1801, Félix de Azara).
44
el costillar y rabada
con la lengua y los riñones
dejando a los cimarrones
lo demás de la carnada
IV
Caballos, vacas y perros,
burros y demás ganados
que en España están criados,
con collares y cencerros
allí por montes y cerros
valles, campiñas y ríos,
silvestremente bravíos,
se divisan a montones;
y se llaman cimarrones
por sus libres albedríos
y el puerto…
81.-“En 1798, el Cabildo montevideano salía al paso de las primeras tentativas por
construir otra terminal en la Ensenada de Barragán con una manifestación de temor por
la suerte de todo el adelanto local “de 25 años a esta parte”. Entre tanto el consulado de
Buenos Aires reconocía un bienio más tarde el “estado floreciente” de Montevideo y su
zona de influencia, que entendía logrado a expensas de aquellos comerciantes.
Convencido el tribunal mercantil de la exacta correspondencia entre puerto y progreso,
esperaba generar con la proyectada fundación un nuevo polo de desarrollo en su propia
ribera” (Bentancur, Arturo, op cit)
82- “Según los inteligentes, no tiene el Río de la Plata ningún puerto bueno, pero el
menos malo, y el más susceptible de mejoras por su situación, proporciones de
materiales para obra, y porque ya tiene algo hecho, es el de Montevideo” (…)
prácticamente nadie sostenía con sinceridad en esa época que la terminal portuaria de la
costa norte era buena. La hipótesis del mal menor (…) fue enarbolada a lo largo de todo
el alegato de 1801. (…) El puerto de Montevideo presentaba tres grandes escollos, que
no superaría hasta la construcción de las obras del (siglo XX): el fondo fangoso, la falta
45
de abrigos frente a los vientos del Sur, y los accidentes del acceso, sobre todo en el
Banco Inglés”. (encabeza fragmento del Telégrafo Mercantil, en 1801 citado por
Bentancur, Arturo, idem quien finaliza el parágrafo)
Proyectos
I) Memorial de Antonio Pereira, 1786
II) “Noticias sobre los campos de la Banda Oriental”, anónimo, 1794
III) Plan de Joaquín de Soria, 1800
IV) “Memoria sobre el estado rural del Río de la Plata”, Azara, 1801
V) “Reorganización y Plan de Seguridad Exterior de las muy
interesantes colonias orientales del Río Paraguay o de la Plata”,
Miguel Lastarria. 1804
VI) Plan del Capitán Jorge Pacheco, 1808.
46
• Regularización de las diferentes formas de propiedad, otorgando títulos a
quienes tuvieron sus tierras pobladas y que fueran moderadas extensiones,
confiscando las tierras despobladas o baldías
• Consolidación de la frontera, estableciendo guardias y fortines, poblando la
frontera y obligando a los hacendados a mantener armas para la defensa
fronteriza
• Moralización de la campaña, a través de la instalación de capillas y escuelas
85.- “los funcionarios españoles (...) coincidían en que era necesario regularizar el
régimen de propiedad, legitimando los títulos de los poseedores; en que convenía limitar
la extensión de las estancias, entregar las tierras a quienes las trabajaran, reducir a los
indígenas, moralizar sus costumbres, colonizar la región fronteriza y habilitar a los
pobladores para que pudiesen defenderse de los portugueses. Algunas de las soluciones
propuestas, como ser la modificación de las jurisdicciones, chocaban contra los intereses
regionales; otras, como la subdivisión de las grandes propiedades, con el egoísmo de los
terratenientes; los proyectos de establecer las poblaciones en el Norte, con la falta de
recursos.” (“Raíces coloniales de la Revolución Oriental de 1811”, de Pivel Devoto,
varias ediciones)
“Primero: dar libertad y tierras a los indios cristianos pues de continuar la opresión en
que viven, se irán a Portugal la mayor parte, como sucede ya
Segundo: reducir a infieles Minuanes y Charrúas, ya sea pronto y ejecutivamente si hay
bastante tropa o si esta es poca, adelantar nuestras estancias cubriéndolas siempre
Tercero: edificar en los terrenos que ocupan los infieles contenidos entre los ríos Negro
e Ibicuy, y entre el Uruguay y la frontera del Brasil, capillas distantes de diez y seis a
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veinte leguas una de otra, y repartir las tierras en moderadas estancias de balde y con
los ganados alzados que hay allí, a los que quieran establecerse cinco años
personalmente, y no a los ausentes, sin precisar a ninguno que haga casa y habite junto
a la Capilla; porque esto no se conseguiría siendo imposible a los pobres.
Cuarto: precisar a lo menos a las cabezas de familias, a que tengan escopeta y
municiones, haciéndoles entender que ellos han de costear las composturas, deterioros,
pérdidas de cualquier especie, y revistándolas a menudo para castigar a los descuidados
y poco instruidos en su manejo. No es regular decir que esto es impracticable pues lo
hacen los portugueses.
(...)
Sexto: dar títulos de propiedad de las tierras que tuviesen pobladas a los que no lo tienen,
y son los más desde el Río Negro a Montevideo quitándoles las que no tengan bien
pobladas para darles a otras siempre con la condición de vivir cinco años en ellas y tener
armas listas
Séptimo: anular las compras que se hubieran hecho fraudulentas, las de enormes
extensiones y las que no se hubiesen poblado en tiempo, repartiéndolas a pobres.
Octavo: admitir en todas partes a los portugueses que vengan voluntariamente
Noveno: precisar a los pobladores desde el Río Negro a Montevideo, a que edifiquen en
cada diez y seis leguas una Iglesia, por el estilo de la de Batoví, y a que pongan un
maestro de escuela en recompensa de darles el título de propiedad que no tienen. Yo he
tanteado a varios, y he visto que condescenderían con gusto.
Décimo: señalar linderos fijos en títulos, demarcándolos algún facultativo para evitar
los pleitos que apestarían al país.
Undécimo: establecer ferias anuales hacia la frontera del Brasil y establecer fiestas en
las capillas (...)
Duodécimo: exterminar los perros cimarrones (...) trayendo de Cataluña la fruta silvestre
llamada Mataca, para echar sus polvos sobre reses muertas (...).”
¿Revolución o caída?
87.- “La crisis y disolución del orden colonial no proviene de la reacción americana a
esas reformas, sino de que – aún después de éstas – las metrópolis ibéricas son incapaces
de sobrevivir a los desafíos mortales de un conflicto europeo y mundial súbitamente
intensificado por la liberación de energías guerreras y que la revolución provocó en una
Francia que, ya antes de ella, era la primera potencia militar del continente” (Tulio
Halperín Donghi, “Reforma y disolución de los imperios ibéricos, 1750-1850”.
Historia de América Latina, 3, Alianza América, 383 Pag., Madrid 1985)
88.- “un punto de vista más verosímil que surge de los trabajos históricos de los últimos
tiempos es sustancialmente distinto: la independencia de las ex colonias ibéricas habría
sido más bien efecto conjugado del derrumbe de los imperios ibéricos, de la presión de
la nueva potencia dominante en la arena mundial, Inglaterra, y de los factores de
resentimiento y disconformidad existentes en casi todas las capas sociales americanas
hacia el dominio colonial.” (José Carlos Chiaramonte, “Mercaderes del litoral.
Economía y sociedad en la provincia de Corrientes, primera mitad del siglo XIX”.
Fondo de cultura económica. Buenos Aires. 1991).
48
nacionalidades, un problema que resulta central al propósito de evaluar la etapa
borbónica es el de la colisión entre las tendencias centralizadoras de la monarquía y las
tendencias autonómicas de sus súbditos. (…) Porque (…) el grado de autogobierno fue
considerable en las ciudades, (y) aun así nos queda el problema de discernir en qué
medida la emergencia de la “soberanía de los pueblos” al estallar la Independencia
pueda ser vinculadas a esos antecedentes; es decir a una tradición que las reformas
borbónica no habían podido quebrar” (José Carlos Chiaramonte, “Ciudades,
provincias, Estados: Orígenes de la Nación Argentina. 1800 - 1846” Biblioteca del
Pensamiento Argentino I, Ariel 1997, 645 Pág. Argentina)
Año XI
Protesta rural
Espontánea
Inorgánica
Policlasista
Antimontevideana
Juntista (adhesión a Buenos Aires)
Fernandista
Finaliza con:
- decepción generada por la autoridad española
- diferencias políticas con el gobierno Buenos Aires
- Artigas: “Jefe de los Orientales”
- “La soberanía particular de los pueblos será precisamente
declarada y ostentada como objeto único de la revolución”
Año XIII
Definiciones políticas
Finaliza con:
- diferencia entre orientales. Ruptura del policlasismo
- ruptura con el gobierno de Buenos Aires y preparación para la
guerra
- inicio de la construcción del Protectorado
- ruptura definitiva con España
49
Año XV
Finaliza con
- invasión portuguesa 1816
- Pilar y Ávalos. Derrota del artiguismo 1820
- triunfo del centralismo porteño
- Provincia Cisplatina 1820 –1825
50
A tener en cuenta
*dos días después de la Batalla de la Piedras
* Elío pide cese de hostilidades al comenzar negociaciones con Buenos Aires
*Artigas responde ubicándose como subordinado e intérprete de la Junta y le recuerda
que solo es ella quien puede mandar sobre sus fuerzas.
* Entiende que el drama de Montevideo puede aliviarse reconociendo por su parte a la
Junta “de estas Provincias”
* y, que siguiendo a la Junta se sigue el modelo español, de defensa “de nuestro amado
Fernando”
91.- “La causa de los pueblos no admite, Señor, la menor demora. Si V.S desea
sinceramente evitar le efusión de sangre tan contraria a la humanidad, entre V.S. en
negociaciones conmigo, que bien penetrado de los deseos de la Excma. Junta, daré a V.
S. y a ese pueblo una nueva prueba de sus miras generosas y pacíficas (…) Este ejército
concluirá en breve la obra en que se halla tan adelantado, V.S. hará apurar la copa de las
desgracias a esos habitantes sino resuelve que reconocida la autoridad de la Excma.
Junta provisoria de estas Provincias por ese pueblo, y que lleve a ella sus votos por
medio de un representante conforme al reglamento publicado, y siguiendo así las
medidas que han adoptado todas las Provincias de España para conservar ilesos
los Dominios de nuestro augusto soberano el señor don Fernando séptimo de la
opresión del Tirano de Europa que ha causado tantos males”
92.-
“Permítame V.S. que llame un momento su consideración sobre esta admirable alarma
con la que simpatizó la campaña toda y que hará su mayor y eterna gloria. No eran los
paisanos sueltos, ni aquellos que debían su existencia o su jornal o sueldo, los solos que
se movían; vecinos establecidos, poseedores de buena suerte y de todas las comodidades
que ofrece este suelo, eran los que se convertían repentinamente en soldados, los que
abandonaban sus intereses, sus casas, sus familias; los que iban, acaso, por primera vez,
a presentar su vida a los riesgos de una guerra, los que dejaban acompañadas de un triste
llanto a sus mujeres e hijos (...)”
51
“En esta crisis terrible y violenta, abandonadas las familias, perdidos los intereses,
acabado todo auxilio, sin recursos, entregados sólo a sí mismos ¿qué podía esperarse de
los orientales, sino que luchando con sus infortunios, cediesen al fin al peso de ellos?
Pero (...) firmes siempre en la grandeza que los impulsó cuando protestaron que jamás
prestarían la necesaria expresión de su voluntad para sancionar lo que el gobierno
auxiliador había ratificado, determinan gustosos dejar los pocos intereses que les restan
y su país, y trasladarse con sus familias a cualquier punto donde puedan ser libres, a
pesar de trabajos, de miserias y toda clase de males.”
“Yo no seré capaz de dar a V.S. una idea del cuadro que presenta al mundo la B.O. desde
ese momento: la sangre que cubría las armas de sus bravos hijos, recordó las grandes
proezas que, continuadas por muy poco más habrían puesto fin a sus trabajos y sellado
el principio de la felicidad más pura: llenos todos de esa emoción, oyen sólo la voz de
su libertad, y unidos en masa marchan cargados de sus tiernas familias a esperar mejor
proporción para volver a sus antiguas operaciones; yo no he perdonado medio alguno
de contener el digno transporte de un entusiasmo tal; pero la inmediación de las tropas
portuguesas diseminadas por toda la campaña, que lejos de retirarse con arreglo al
tratado, se acercan y fortifican más y más; y la poca seguridad que fían sobre la palabra
de Elío a este respecto, les anima de nuevo y determinados a no permitir jamás que su
suelo sea entregado impunemente a un extranjero, destinan todos los instantes a reiterar
la protesta de dejar las armas de la mano hasta que él no haya evacuado el país(…) Ellos
lo han resuelto y yo veo que van a verificarlo: cada día miro con admiración sus rasgos
singulares de heroicidad y constancia: unos quemando sus casas y los muebles que no
podían conducir, otros caminando leguas a pie por falta de auxilio, o por haber
consumido sus cabalgaduras en el servicio: mujeres ancianas, viejos decrépitos,
párvulos inocentes acompañan esta marcha, manifestando todos la mayor energía y
resignación en medio de todas las privaciones. Yo llegaré muy en breve a mi destino
con este pueblo de héroes y a la frente de seis mil de ellos que obrando como soldados
de la patria, sabrán conservar sus glorias en cualquiera parte, dando continuos triunfos
a su libertad.”
Del XI al XIII
93.- “Los lances de la guerra separaron de entre nosotros los brazos fuertes de nuestros
auxiliadores, sellando éstos una convención para la neutralidad recíproca con
Montevideo, y entonces nosotros, en el goce de nuestros derechos primitivos, lejos de
entrar en un pacto con la tiranía, que mirábamos agonizante, nos constituimos en una
forma bajo todos los aspectos legal, y juramos continuar la guerra (…) V.E. no puede
ver en esto sino un pueblo abandonado a sí solo, y que, analizadas las circunstancias,
que le rodeaban pudo mirarse como el primero de la tierra, sin que pudiese haber otro
que reclamase su dominio, y que en el uso de su soberanía inalienable pudo determinarse
según el voto de su voluntad suprema. Allí obligados por el tratado convencional del
Gobierno Superior, quedó roto el lazo (nunca expreso) que ligó a él nuestra obediencia,
y allí sin darla a el de Montevideo, celebramos el acto solemne sacrosanto, siempre de
una constitución social, erigiéndonos una cabeza en la persona de nuestro dignísimo
52
ciudadano Conciudadano Don José Artigas para el orden militar que necesitábamos.
(…) El pueblo Oriental es éste. El reunido, y armado conserva sus derechos, y solo pido
un auxilio para disfrutarlos en sus hogares de una manera bastante mejor a su
estabilidad. Sin embargo nosotros quedamos postergados, proscriptos (…) sin otra voz
que la suya (la de los auxiliadores), ni más representación que la que quiera darnos según
el interés, que proponen. No sería esta la conducta del conquistador más ambicioso.”
(Fragmento de la comunicación elevada al Gobierno de Buenos Aires por los jefes
orientales desde el Ayuí el 27 de agosto de 1812)
94.- “El pueblo de Buenos Aires es y será siempre nuestro hermano, pero nunca su
gobierno actual. Las tropas que se hallan bajo las órdenes de V.E., serán siempre el
objeto de nuestras consideraciones: pero de ningún modo V.E. Yo prescindo de los
males que puedan resultar de esta declaración hecha delante de Montevideo; pero yo no
soy el agresor, ni tampoco el responsable.
(…) repase V.E. el Paraná dejándome todos lo auxilios suficientes. Sus tropas, si V.E.
gusta, pueden igualmente hacer esa marcha retrógrada. Si solo continuamos nuestros
afanes, no nos lisonjearemos con la prontitud de coronarlos, pero al menos gustaremos
la ventaja de no ser tiranizados, cuando los prodigamos en odio de la opresión”
(Fragmento de la “Precisión del Yi” del 25 de diciembre de 1812).
95.- “La soberanía particular de los pueblos será precisamente declarada y ostentada,
como objeto único de nuestra Revolución”. (Cláusula 8ª. de la Misión Tomás García
de Zúñiga, Enero, 1813)
96.- “Tanto en una dirección como en otra (litoral, interior), Buenos Aires estaba en el
centro del comercio, tenía el monopolio portuario y financiero. Con esas llaves podía
dominar a todas las provincias. Esta es la base de la concepción política porteña: el
unitarismo. Esa ideología era sostenida por el núcleo de comerciantes y banqueros
porteños que se beneficiaba con los privilegios de la ciudad puerto. Postulaban el
establecimiento de un fuerte estado centralizado, con amplios poderes políticos y
económicos, que impusiera un orden y un régimen político favorables a sus intereses,
subordinando los intereses propios de las provincias. Esto implicaría la dependencia de
éstas a sus directivas, reduciendo a lo mínimo la autonomía provincial. (...) Actuando
como precursor de todas las élites sudamericanas a lo largo del siglo XIX, el grupo
porteño se empeñará en reforzar la situación de monoproducción del país. Como él
manejaba con exclusividad ambas fuentes de riqueza, su situación no podía verse sino
mejorada con el librecambio con Inglaterra (...) El centro del pensamiento provincial
estaba en la defensa de la autonomía de las provincias y en la repartición de los
beneficios que obtenía el puerto de Buenos Aires entre todas ellas (...) Por eso las
provincias se vuelcan al federalismo. Esta doctrina les ofrecía la formación de la nación
respetando las particularidades provinciales e integrando las provincias en un organismo
armónico donde no existan provincias ricas y provincias pobres, provincias
subordinadas y provincias directoras. El objetivo no consistía en segregarse de Buenos
Aires (...) sino en apoderarse de Buenos Aires y nacionalizarlo, para que sus ingresos
beneficiaran a todo el país. (“Bases económicas de la revolución artiguista” J.P. Barrán
– B. Nahum, EBO, 1972 – 3ª Ed.).
53
97.-
98.- “El Pueblo de la Banda Oriental de las Provincias Unidas del Río de la Plata,
habiendo concurrido por medio de sus diputados a manifestar su parecer sobre el
reconocimiento de la Soberana Asamblea Constituyente, después de examinada la
54
voluntad general convinieron en el reconocimiento de dicha Soberana Asamblea bajo
las condiciones (siguientes) Primera: Se dará una pública satisfacción a los orientales
por la conducta antiliberal que han manifestado en medio de ellos los señores Sarratea,
Viana y demás expulsos. Y en razón de que el Gral. D.n José Artigas y sus Tropas han
garantido la seguridad de la Patria especialmente en la Campaña del año 811 (...) 2ª. No
se levantará el sitio (...) 3ª. Continuarán suministrándose de Buenos Aires los auxilios
que sean posibles para el fin del asedio (...) 6ª. Será reconocida y garantida la
confederación ofensiva y defensiva de esta Banda con el resto de las Provincias unidas,
renunciando cualquiera de ellas la subyugación a la que se ha dado lugar por la conducta
del anterior Gobierno (...) 7ª. En consecuencia de dicha confederación se dejará de esta
Banda en la plena libertad que ha adquirido como Provincia compuesta de pueblo libres;
pero queda desde ahora sujeta a la Constitución que emane y resulte del Soberano
Congreso General de la nación y a sus disposiciones consiguientes teniendo por base la
libertad.”
99.-
Art. 2° - No admitirá otro sistema que el de confederación para el pacto recíproco con
las provincias que formen nuestro estado.
Art. 4° - Como objeto y fin del gobierno debe ser conservar la igualdad, libertad, y
seguridad de los ciudadanos y de los pueblos, cada provincia formará su gobierno bajo
esas bases, a más del gobierno supremo de la nación.
Art. 5° - Así este como aquel se dividirá en poder legislativo, ejecutivo y judicial.
Art. 6° - Estos tres resortes jamás podrán estar unidos entre sí, y serán independientes
en sus facultades.
Art. 7° - El gobierno supremo entenderá solamente en los negocios generales del estado.
El resto es peculiar al gobierno de cada provincia
Art. 8° - El territorio que ocupan estos pueblos de la costa oriental del Uruguay hasta la
fortaleza de Santa Teresa, forma una sola provincia, denominada: la Provincia Oriental.
Art. 9° - Que los siete pueblos de Misiones, los de Batoví, Santa Tecla, San Rafael y
Tacuarembó, que hoy ocupan injustamente los portugueses, y a su tiempo deben
reclamarse, serán en todo tiempo territorio de esta provincia.
55
Art. 10° - Que esta provincia por la presente entra separadamente en una firme liga de
amistad con cada una de las otras, para su defensa común, seguridad de su libertad, y
para su mutua y general felicidad, obligándose a asistir a cada una de las otras contra
toda violencia o ataques hechos sobre ellas, o sobre alguna de ellas, por motivo de
religión, soberanía, tráfico o algún pretexto, cualquiera que sea.
Art. 11° - Que esta provincia retiene su soberanía, libertad e independencia, todo poder,
jurisdicción y derecho que no es delegado expresamente por la confederación a las
Provincia Unidas juntas en congreso.
(...)
Art. 14° - Que ninguna tasa o derecho se imponga sobre artículos exportados de una
provincia a otra; ni que ninguna preferencia se de por cualquiera regulación de comercio
o renta de puertos de una provincia sobre los de otra; ni los barcos destinados de esta
provincia o otra serán obligados a entrar, a anclar, o pagar derechos en otra.
(...)
Art. 16° - Que esta provincia tendrá su constitución territorial; y que ella tiene el derecho
de sancionar la general de las Provincias Unidas que forme la Asamblea Constituyente.
Art. 17° - Que esta provincia tiene derecho para levantar los regimientos que necesite,
nombrar los oficiales de compañía, reglar la milicia de ella para la seguridad de su
libertad, por lo que no podrá violarse el derecho de los pueblos para guardar y tener
armas.
Art. 19° - Que precisa e indispensable sea fuera de Buenos Aires donde resida el sitio
del gobierno de las Provincias Unidas.
Art. 20º - La Constitución garantirá a las Provincias Unidas una forma de gobierno
republicana, y que se asegure a cada una de ellas de las violencias domésticas,
usurpación de sus derechos, libertad y seguridad de su soberanía, que con la fuerza
armada intente alguna de ellas sofocar los principios proclamados. Y asimismo prestará
toda su atención, honor, fidelidad y religiosidad, a todo cuanto crea, o juzgue necesario
para preservar a esta Provincia las ventajas de la libertad y mantener un gobierno libre,
de piedad, justicia, moderación e industria. Para todo lo cual, etc. Delante de
Montevideo, 13 de abril de 1813. Es copia. Artigas.”
100
56
Plano global Invasión napoleónica Crisis de la monarquía Retroversión de la
española Soberanía a los pueblos
101
57
enemigo político (…) Poseía un segundo objetivo económico - social: proporcionar
seguridad al hacendado y sedentarizar al gaucho, elemento ambos que coadyuvaban a
restaurar la producción. Debemos señalar, sin embargo que la relación del Reglamento
con el gran hacendado criollo y patriota era ambivalente. Si bien pretendía
proporcionarle orden en la campaña, al atacar el derecho de propiedad – aunque solo
fuera el de los estancieros contrarrevolucionarios – los atemorizaba por conmover las
bases jurídicas sobre las que se asentaba su privilegiada clase. La revolución (...) era la
prosperidad de los “más infelices” dentro del auge de la producción, solo posible si se
frenaba la violencia primaria del gauchaje”. (“Bases económicas de la revolución
artiguista”, J.P. Barrán – B. Nahum, EBO 1972).
105.-
“7ª.- Serán igualmente agraciadas las viudas pobres si tuvieran hijos. Serán igualmente
preferidos los casados a los americanos solteros, y estos a cualquier extranjero.”
58
“11ª.- Después de la posesión serán obligados los agraciados (...) a formar un rancho y
dos corrales en el término preciso de dos meses, los que cumplidos, si se advierte la
misma negligencia, será aquel terreno donado a otro vecino más laborioso y benéfico a
la provincia.”
“12ª.- Los terrenos repartibles son todos aquellos de emigrados, malos europeos y peores
americanos que hasta la fecha no se hallan indultados por el jefe de la provincia para
poseer sus antiguas propiedades”
“13ª.- Serán igualmente repartibles todos aquellos terrenos que desde el año 1810 hasta
el de 1815, en que entraron los orientales a la plaza de Montevideo, hayan sido vendidos
o donados por el gobierno de ella”
“15º.- Para repartir los terrenos de europeos y malos americanos se tendrá presente si
estos son casados o solteros. De éstos todo es disponible. De aquellos se atenderá el
número de sus hijos, y con concepto a que estos no sean perjudicados, se les dará lo
bastante para que puedan mantenerse en lo sucesivo, siendo el resto disponible, si
tuvieran demasiado terreno.”
“16ª.- La demarcación de los terrenos agraciados será legua y media de frente, y dos de
fondo, en la inteligencia (que) siempre se les proporcionarán aguadas (...)”
“19º.- Los agraciados, ni podrán enajenar, ni vender estas suertes de estancia, ni contraer
sobre ellos débito alguno, bajo la pena de nulidad hasta el arreglo formal de la provincia,
en que ella deliberará lo conveniente.”
“27.º- (...) los hacendados darán papeleta a sus peones, y los que se hallaren sin este
requisito, y sin otro ejercicio que vagar, serán remitidos (...)”
El reglamento y su contexto
59
norteamericano, de la Revolución Francesa en su periodo republicano y radical y por
supuesto de un profundo “humanismo cristiano”. Así, la “relación personalizada y el
paternalismo se manifestará particularmente con respecto a charrúas y caudillos
guaraníes, y llama la atención, en este último caso, la utilización de un lenguaje bíblico
muy adecuado para dirigirse a autoridades de los pueblos que pertenecieran a las
Misiones Jesuíticas”. En tiendas católicas se ha sostenido que aquellas ideas
revolucionarias se fundamentaban “sobre el principio ético de que las injusticias
sociales deben ser reparadas”. Pero también se sostenían en el principio de caridad
cristiana que privilegia ante todo a los más débiles y necesitados: “No parece
aventurado, pues, afirmar que Artigas, en su época realizó una opción evangélica y
preferencial por los pobres.” La Patria Vieja fue así escenario de la construcción de un
tiempo nuevo y por tanto “diversas modalidades se ensayaron para formar al “nuevo
ciudadano” (…) que debían realizar una “revolución interior y privada”, que reflejara
la revolución que se estaba produciendo”. La inminente derrota militar de Buenos
Aires, la convocatoria a un congreso provincial, el traslado de los enemigos a
Purificación “para su regeneración”, los Reglamentos de Tierras y Aduanero, las
“escuelas de la Patria”, la Biblioteca Pública, el Periódico Oriental y “la
conmemoración de las fechas de la revolución era, (todo ello), una ocasión propicia
para reafirmar los valores cívicos” predicados por la “pedagogía” revolucionaria. (…)
La obsesión por la virtud revolucionaria se ve permanente señalada en el entramado de
los temas políticos, religiosos y educativos. Como se ha dicho, Artigas estableció una
escuela en lo que prácticamente era un campamento militar, el villorrio de Purificación
y requirió para este a “un religioso cuya doctrina franciscana facilitó la adhesión de su
orden a la revolución (y) la iniciativa inequívocamente ilustrada de fundar una
Biblioteca Pública (cuyo fundo bibliográfico fundamental estaba constituido por el
legado del sacerdote Pérez Castellano), fue confiada para su implementación al muy
ilustrado Vicario Larrañaga”. De esa manera, iba cobrando forma y aplicación el
ideario social del artiguismo, con su tendencia “solidarista - cristiana” que sustentaron
los frailes franciscanos que rodearon al caudillo.” Es el Prof. Mario Cayota, “quien ha
señalado reiteradamente sobre el ideario artiguista que, en su enfoque social, en especial
su providencia en relación a la tenencia de la tierra, tiene su origen en esas tendencias
“solidaristas – cristianas” y no en la matriz “liberal” e “iluminista” de Félix de Azara y
asimismo, la influencia que ejerció en la raíz y desarrollo de la revolución, la orden
franciscana.” (Sánchez, Alejandro “Artiguismo, educación y evangelización en las
“Escuelas de la Patria” de 1815. A propósito del 10 de setiembre como “Día de la
Educación Católica del Uruguay”. Ed. AUDEC, Montevideo, Setiembre 2007)
107. “Artigas no llegó a una concepción social radical y extrema de una vez y para
siempre. Tal como el periodo transcurrido de 1811 a 1815 lo ha demostrado, Artigas era
un hombre profundamente revolucionario. Pero esto debe ser bien entendido. Ello
sucedió no porque en él la revolución fuese cierta particularidad congénita, sino porque
era un hombre profundamente consustanciado con el transcurrir propio de la revolución,
porque fue en cada momento el hombre radical que la revolución exigía, porque estando
ora delante, ora levemente atrás de las de las más profundas y radicales esperanzas de
las masas, siempre supo elevarlas a programa total de la revolución y de su brazo: el
Estado revolucionario. Si Artigas adquirió el inmenso prestigio popular que le
conocemos entre las masas de varias provincias platenses y en especial de la Banda
Oriental, no ha sido solo porque fue capaz de orientarlas desde una comprensión mayor
de la tarea revolucionaria, sino y además porque supo descubrir y apoyar esa
60
comprensión allí donde afloraba siempre: en las masas pobres.” (“Artigas: tierra y
revolución”, Lucía Sala, N. De la Torre y J. Rodríguez, Ediciones Pueblos unidos,
Montevideo,1970)
110.- “Excmo. Señor: ¿Hasta cuándo pretende vuestra excelencia apurar nuestros
sufrimientos? Ocho años de revolución, de afanes, de peligros, de contrastes y miserias
debieran haber sido suficiente prueba para justificar mi decisión y rectificar el juicio de
ese gobierno. Ha reconocido en él en varias épocas la lealtad y dignidad del pueblo
oriental y él debe reconocer mi delicadeza por el respeto a sus sagrados derechos ¿y
V.E. se atreve a profanarlos? ¿V.E. está empeñado en provocar mi extensa moderación?
Tema V.E. sólo en considerar las consecuencias. Promovida la agresión de Portugal
V.E. es altamente criminal en repetir los insultos con que los enemigos consideran
asegurada su temeraria empresa (...) Por más que se pudiera hacer figurar el mérito y
61
causa de nuestras diferencias, la sana razón indica que su discusión es inoportuna en
presencia del enemigo y del extranjero ambicioso. He dado yo a V.E. más de una vez el
ejemplo. ¿Y. V.E. se atreve a insultarme? ¡Oh! ¡qué dulce es el camino de la Patria y
qué áspero el camino de la virtud! Confiese V.E. que sólo por realizar vuestras intrigas
puede representar el papel ridículo de neutral, por lo demás, el Supremo Director de
Buenos Aires no puede ni debe serlo. Pero sea V.S. un neutral o un indiferente, o un
enemigo, tema con justicia el enojo de los pueblos, que sacrificados por amor a la
libertad, nada les acobarda, nada, tanto como perderla (…) V.E. lo sabe bien y tema la
justicia de la reconvención de los pueblos” (Fragmentos de la carta de Artigas del 13 de
noviembre de 1817 a Pueyrredón citado por Reyes Abadie, et al en “El ciclo
artiguista”. Montevideo, Impresora Cordón, 1973, T2)
62
Fecho en la Capilla del Pilar a 23 de febrero de 1820. Manuel de Sarratea, Francisco
Ramírez y Estanislao López”
(Fragmento del Pacto del Pilar, incluido en Ana Ribeiro en “200 Cartas y papeles de
los Tiempos de Artigas, op. cit.)
111 c- “Acta celebrada entre los Jefes Militares y representantes políticos de las tres
provincias Banda Oriental, Corrientes y Misiones reunidas en Congreso para resolver lo
más conveniente por sostener la Libertad e Independencia de estas Provincias contra los
enemigos exteriores e interiores en orden a los intereses de la Federación; y de común
acuerdo resolvieron lo siguiente
Art. 1º - Los Jefes y Representantes de las tres Provincias se comprometen con todos
los esfuerzos y recursos de sus Provincias a sostener una guerra ofensiva y defensiva
por la Libertad e Independencia de estas Provincias.
Art. 2º - El Jefe de los Orientales Ciudadano José Artigas será reconocido por los jefes
y Autoridades de las Provincias de la Liga por el Protector de su Libertad y queda
autorizado para decidir de la guerra y de la paz contra los enemigos exteriores e
interiores.
Art. 3 – Las tres Provincias de la Liga se comprometen al cumplimiento de las
Providencia del Excmo Sor. Gral . como Director de la guerra y de la paz. (…)
Art. 6º - Las tres Provincias admiten bajo estos principios a otras cualesquiera que entre
por los intereses de una Liga ofensiva y defensiva hasta la resolución de un Congreso
General de las Provincias. (…)
Acta celebrada en la costa de Ábalos a 24 de abril de 1820. José Artigas” (siguen firmas)
(Acta del Congreso de Ábalos, incluido en Ana Ribeiro en “200 Cartas y papeles de los
Tiempos de Artigas, op. cit.)
La Cisplatina
63
transformó, al decir de José Pedro Barrán, en el argumento “fáctico” que demostraba
“como muy pocos el sentir colectivo de un pueblo”. Aun haciendo las precisiones
correspondientes al significado de “pueblo”, que aquí parecería referir más
acertadamente a los sectores populares (la) defensa contra el extranjero le dio un carácter
épico a la lucha, las disposiciones artiguistas en torno a la tierra, a su vez le confirieron
un carácter radical.” (Ana Frega, “Pueblos y soberanía en la Revolución Artiguista.
La región de Santo Domingo de Soriano desde fines de la colonia a la ocupación
portuguesa”, Ediciones de la Banda Oriental, 2007, Montevideo)
113.- “El periodo de la ocupación luso-brasileña del territorio oriental es un tema poco
abordado por la historiografía uruguaya, en parte debido a la “dificultad” para insertar
esa etapa en una interpretación lineal y “nacionalista” de la independencia (:) “Casi
todos los ‘notables’ orientales apoyaron en cierta medida al régimen portugo –
brasileño y casi todos en algún grado lo resistieron”. (Ídem)
64
reunidos en el Congreso aprobaron por unanimidad las condiciones para la
incorporación. (Ídem)
65
117 “un repaso de la década de 1820 deja al descubierto que la formación de un Estado
libre e independiente era solo una posibilidad entra varias. Las revoluciones liberales en
España y Portugal (1820), la independencia de Brasil (1822) y los procesos de
organización estatal en las antiguas Provincias Unidas generaron el espacio para la
concreción de nuevas alianzas políticas y sociales, enfrentadas en torno al destino
político del margen septentrional del Río de la Plata. En 1821 las alternativas eran
cuatro: la incorporación al Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve, la unión a las
provincias argentinas, la independencia absoluta y la reincorporación a la nación
española” (Ana Frega, en “Revolución, Independencia y construcción del Estado”
Planeta, 2016)
118 “La cuarta alternativa era sostenida por españoles europeos residentes en Río de
Janeiro, con vínculos en Montevideo y la península. Insistían en el envío de una
expedición militar y llegaron a orquestar una alianza con Fernando Otorgués y otros
prisioneros artiguistas liberados de las cárceles brasileñas para organizar una fuerza
militar que prestara apoyo a las tropas de la metrópoli. (Idem)
1827 – Ituzaingó
119.-
Leyes del 25 de agosto de 1825
66
política de los pueblos que la componen, y establecer su independencia y felicidad, (...)
sanciona con valor y fuerza de ley fundamental, lo siguiente: 1° “Declara írritos, nulos,
disueltos y de ningún valor para siempre todos los actos de incorporación,
reconocimientos, aclamaciones y juramentos arrancados a los pueblos de la Provincia
Oriental por la violencia de la fuerza, unida a la perfidia de los intrusos poderes de
Portugal y el Brasil, que la han tiranizado, hollado y usurpado sus inalienables derechos
y sujetándolas al yugo de un absoluto despotismo desde el año de mil ochocientos diez
y siete, hasta el presente de mil ochocientos veinticinco.(...). 2° En consecuencia de la
antecedente declaración, reasumiendo la Provincia Oriental la plenitud de los derechos,
libertades y prerrogativas inherentes a los demás pueblos de la tierra, se declara de hecho
y de derecho libre e independiente del Rey de Portugal, del Emperador del Brasil, y de
cualquier otro del universo y con amplio y pleno poder para darse las formas que en uso
y ejercicio de su soberanía estime convenientes.”
“(...) Siendo una consecuencia necesaria del rango de independencia y libertad que ha
recobrado de hecho y de derecho la Provincia Oriental, fijar el pabellón que debe señalar
su ejército y flamear en los pueblos de su territorio, se declara por tal el que tiene
admitido, compuesto por tres fajas horizontales, celeste, blanco y punzó, por ahora y
hasta tanto que incorporados los Diputados de esta Provincia a la soberanía nacional, se
enarbole el reconocido por el de las Unidas del Río de la Plata, a que pertenece.”
67
Opinión “independentista”
Pablo Blanco Acevedo: “Es (...) el 25 de agosto de 1825 una expresión inequívoca de
la voluntad popular, pronunciada por sus legítimos representantes, de construir una
nacionalidad única frente a los designios de las autoridades y los gobiernos vecinos,
deseosos de imponer tutela o jurisdicción sobre su territorio, considerando parte
integrante del antiguo Virreinato del Río de la Plata” (“Informe sobre el Centenario de
la Independencia” en “Cuadernos de Marcha”, 1ª época, N0 18, p. 5, 1968)
Pablo Blanco Acevedo: “Se ha querido negar por algunos la importancia trascendental
de la declaratoria de la independencia del 25 de agosto de 1825, alegando que este acto
solemne de la Asamblea de la Florida, fue seguido de otro por el cual se proclamaba la
incorporación del estado oriental a las PPUU del Río de la Plata. Nada más falto de
verdad que una afirmación semejante. Las PPUU del Río de la Plata en la época que nos
referimos, no formaban un país constituido pues, lo que se llamó con el transcurso de
los años República Argentina, era en aquel momento un conjunto de provincias y de
territorios disgregados, en los cuales imperaban gobiernos locales, sin mayores vínculos
de unión recíproca. Por tanto, las (...) resoluciones de la Asamblea de la Florida del 25
de agosto de 1825 deben interpretarse, la primera como la declaratoria absoluta de la
independencia (...)” (“Historia de República Oriental del Uruguay”, Montevideo 1958,
p.148-149)
Juan E. Pivel Devoto: “La nacionalidad uruguaya está prefigurada desde los orígenes
de nuestra formación social (...) La Cruzada de 1825 reanudó la lucha por la
independencia (...) Los vínculos con las PP.UU. ya no existían. Razones circunstanciales
de orden político, militar y económico pudieron impulsar a los dirigentes de 1825 a
proclamar la unidad” (“Prólogo” a una selección de textos de Francisco Bauzá y otros,
Colección Clásicos Uruguayos, vol. 145, 1975).
Opinión “autonomistas”
68
“y otras”
69
alas y enseñara “la división de posiciones y propiedades”. (...) Es este contexto social
de lo político, casi siempre olvidado por las corrientes historiográficas que se han
ocupado de la problemática de 1825, el que le da una nueva expresión al bando
“argentinista”, un nacionalismo rioplatense prudente en lo político y conservador en
lo social de base montevideana, al bando “abrasilerado”, expresión franca del interés
de los capitalistas de la sociedad oriental, y al bando “independentista”, algo indefinido
en lo político, por cuanto aludía a un pasado sólo de hecho soberano, pero claramente
cargado de tendencias igualitarias peligrosas para el orden establecido. (en “La
independencia y el miedo a la revolución social de 1825” artículo publicado en
Semanario “Brecha”, 11 de octubre de 1985).
125.- “Fue en este lugar que entregué sus cartas en manos del general Lavalleja. Las
leyó detenidamente, y por repetidas veces me aseguró que estas proposiciones debían
satisfacer a todos los habitantes de la Banda Oriental, pues que les aseguraban la
realización de los propósitos por los cuales habían batallado durante tres años. Más aún:
afirmó que las proposiciones eran tales que si le hubieran sido hechas a él en el año
1825, las hubiera aceptado de inmediato y hubiera aceptado negociar con el Emperador
. No opuso objeción alguna en cuanto al fondo o expresión de las proposiciones, y
concluyó asegurándome que escribiría de inmediato al gobierno de Buenos Aires
recomendándole enérgicamente la inmediata aceptación de las mismas. En caso de que
surgieran algunas objeciones, me declaró que él mismo tomaría sobre sí el removerlas.”
(Emisario Frazer ante Lavalleja en informe a la legación de Río de Janeiro, 13 de abril
de 1828)
126.- “El 27 de agosto de 1828 la mediación británica obtuvo un acuerdo de paz sobre
la base de la independencia de la Banda Oriental y la libertad de navegación del Río de
la Plata y de todos los otros que desaguan en él” para las Provincia Unidas y el Imperio
de Brasil por un lapso de 15 años. Según el cónsul británico Hood, el rechazo a
brasileños y porteños casi por igual se fue afirmando a medida que se prolongaba el
conflicto, si bien respondía a motivos y objetivos diferentes según el grupo social que
se considerada. Las “clase bajas” de los criollos” pretendían lo que para Hood era
70
sinónimo de “anarquía”. El viraje en la posición de los jefes militares, a su vez, parecía
obedecer a su aspiración por conservar una posición preeminente en la Provincia. Los
grupos mercantiles, por su parte, procuraban una salvaguardia ante la eventualidad de
que sus intereses fueran “sacrificados” en favor del “engrandecimiento” de Buenos
Aires” (Ana Frega, en “Revolución, Independencia y construcción del Estado” Planeta,
2016)
71
mismos Comisarios, y en falta de común acuerdo de estos, será decidido por los dos
Gobiernos contratantes.” (…)
Art. 10º - Siendo un deber de los dos Gobiernos contratantes auxiliar y proteger a la
Provincia de Montevideo hasta que ella se constituya completamente, convienen los
mismo Gobiernos en que, si antes de jurada la Constitución de la misma Provincia y
cinco años después, la tranquilidad y seguridad fuese perturbada dentro de ella por la
guerra civil, prestarán a su Gobierno legal el auxilio necesario para mantenerlo y
sostenerlo. Pasado el plazo expresado cesará toda la protección que por este artículo se
promete al Gobierno legal de la Provincia de Montevideo, y la misma quedará
considerada en estado de perfecta y absoluta independencia
Art. 11º Ambas Altas partes contratantes declaran muy explícita y categóricamente, que
cualquiera que pueda venir a ser el uso de la protección que en conformidad al artículo
anterior se promete a la Provincia de Montevideo, la misma protección se limitará, en
todo caso, a hacer restablecer el orden, y cesará inmediatamente que este fuera
restablecido”
72
en el Estado; los extranjeros no casados, que también tengan alguna de las dichas
calidades, y cuatro años de residencia; los que obtengan gracia especial de la Asamblea,
por servicios notables, o méritos relevantes.
Artículo 13. El Estado Oriental del Uruguay adopta para su gobierno la forma
representativa republicana.
Artículo 14. Delega al efecto el ejercicio de su soberanía en los tres Altos Poderes,
Legislativo, Ejecutivo y Judicial, bajo las reglas que se expresarán.
Artículo 118. Habrá en el pueblo cabeza de cada Departamento un agente del Poder
Ejecutivo, con el título de Jefe Político, y al que corresponderá todo lo gubernativo de
él; y en los demás pueblos subalternos, Tenientes sujetos a aquél.
Artículo 121. El nombramiento de estos Jefes y sus Tenientes corresponderá
exclusivamente al Poder Ejecutivo.
130.- “En 1830 una asamblea electa aprobó la Constitución del nuevo país, llamado
oficialmente, Estado Oriental del Uruguay. El régimen jurídico aseguraba, en
apariencia, el orden interno inspirándose en modelos europeos y norteamericanos. El
nuevo estado sería republicano y garantizaría los derechos individuales mediante la
separación clásica de los tres poderes. El derecho de sufragio se impedía a los
analfabetos, peones sirvientes y vagos (luego de 10 años). En principio una minoría
acomodada elegiría a diputados y senadores que permanecerían 3 y 6 años,
respectivamente, en sus funciones. Estos a su vez, y cada 4 años, designarían el
Presidente de la República que no podría ser reelecto, sino una vez transcurrido un
periodo de gobierno. Esta Constitución rigió los destinos del Uruguay hasta 1919. El
país real sin embargo se salteó ese orden jurídico europeizado. Las guerras civiles
dominaron el escenario uruguayo hasta por lo menos 1876. En ellas se gestaron los dos
partidos que pasaron a la modernidad y sobrevivieron en el siglo XX: el blanco y el
73
colorado. (...) El ejército era pequeño y carecía del monopolio de la coacción física. El
habitante del medio rural, que manejaba el caballo, el lazo y el cuchillo para trabajar en
las faenas rurales, se transformaba a la menor insinuación de sus líderes, en rebelde
activo y soldado competidor del profesional. La gran propiedad, que dominaba la
estructura agraria, no estaba asentada. Los poseedores del período revolucionario
lucharon contra los viejos propietarios – a menudo ellos también con títulos de
propiedad imperfectos – de la Colonia. El gobierno debió ser el árbitro de estas tensiones
que a menudo se trasvasaron a la lucha entre blancos y colorados, más afines los
primeros a los grandes propietarios y los segundos a los grandes y pequeños
poseedores.” (José Pedro Barrán, en la página Web de la Universidad de la República,
Facultad de Humanidades)
131.- “La constitución y toda la estructura política anexa, eran como una porcelana
francesa bajo las pezuñas de un toro cimarrón” (José Pedro Barrán, citado por Carlos
Machado en “Historia de los Orientales”, tomo 1, EBO, 1984)
132.- “El término “pastoril” se refiere a (la) principal riqueza, la ganadería, (que) se
explotaba todavía en forma sumamente primitiva (ya) que no se habían implantado en
nuestra economía las relaciones de tipo capitalista, lo que recién ocurrirá en la década
del 70. (....) Por su parte, la expresión “caudillesco” se refiere a un fenómeno socio-
político: el poder político no se hallaba polarizado en torno a partidos tal cual hoy los
concebimos, sino que predominan las figuras de extraordinario prestigio y arrastre
popular, que constituían en sí mismos centros de poder” (Roger Geymonat –
Alejandro Sánchez, “El nacimiento del Uruguay. Las dificultades de su consolidación.
(1830 – 1872)”, col. Bases de la Historia Uruguaya, fasc. 3, 1985)
a.-situación económica
74
- 1830 – 1842 se constata un crecimiento demográfico derivado de
la llegada de los primeros inmigrantes, en su mayoría vascos (en
1835 hay 128 mil habitantes y en 1842 hay 200 mil)
- cerca del 20 % de la población del país vive en Montevideo.
d.- protagonistas
133.- “Doctores”: Los “doctores” son los elementos cultos de la clase alta urbana,
generalmente dedicados al gran comercio y a la especulación con la Deuda Pública. Solo
esporádicamente aspiraron a dirigir por sí mismos el aparato del estado, porque no
podían en las peculiares condiciones del país, arrastrar a las masas tras de sí debiendo
recurrir al caudillo. “Los dirigentes de la ciudad, los doctores, los comerciantes y los
propietarios, rechazaban en lo más íntimo la influencia del caudillo porque ella traía la
gravitación de las clases populares de la campaña y de los modestos estancieros.
Transaban sin embargo con él porque no era dable otra solución procurando cada uno
un lugar en la vasta gama de sentimientos del caudillo, quien a despecho de toda
exterioridad, sólo correspondía con su amistad a medida y circunstancia en que el
75
concurso de los doctores le resultara útil.” (Juan Pivel Devoto, “Historia de los partidos
y las idea políticas en el Uruguay”, Tomo II, 1956)
“Cuando estas masas de pequeños poseedores, que tienden a ser desalojados una
y otra vez por los tribunales, encuentren que no tienen salida, verán que la única forma
de permanecer sobre la tierra es la búsqueda de un poder, el poder del caudillo que, de
una u otra manera, puede ampararlos.” (Lucía Sala de Tourón, op. cit.)
135.- los partidos políticos: “Blancos y colorados, sin llegar a constituir aún partidos
orgánicos, definen sus tendencias a raíz de la guerra civil de 1836, sustentando, unos el
principio de la autoridad identificada con la nación, y otros el de la revolución
personificada en la figura del caudillo. Nacionalistas los primeros, querían plasmar
mediante la organización constitucional los destinos del país, y vivir en paz dentro de
sus fronteras; surgían los colorados aliados a la emigración unitaria, con una visión
política que desbordaba los contornos de la República y que aspiraba a abarcar en sus
soluciones, problemas de los estados vecinos”. (Pivel Devoto, op. cit.)
76
77
Esquema sobre las características del Uruguay pastoril y caudillesco
• Ganadería extensiva, cimarrona, no tecnificada
• latifundio
• indefinición de la propiedad y lucha por la tierra
• Caudillismo y preponderancia de los ejércitos
• “divisas”, facciones, bandos, “partidos”
• Violencia
• debilidad del poder central
• “civilización” y “barbarie”
• Intromisión extranjera
• dificultades de comunicación
• el problema del sentimiento y la “conciencia” nacional
• Precariedad económica
- desequilibrio entre gastos e ingresos
- escasos mercados, plétora del ganado
- efectos del liberalismo económico a ultranza
- endeudamiento
“(…) hemos utilizado para las dos formas de sensibilidad que se suceden en el siglo
XIX uruguayo, los términos de “bárbara” y “civilizada”. Ellos revelan con espléndido
prejuicio cultural y de clase con que fueron aplicados por los sectores dirigentes, cómo
la cultura se halló indisolublemente ligado a lo social” p. 13
“(…) una sociedad que practicó la violencia física y la justificó como el gran método de
dominio del Estado sobre sus súbditos y de los amos (padres, maestros, patrones) sobre
sus subordinados (hijos, niños y sirvientes); que jugó y rió casi tanto como trabajó y a
cuya mayoría le costaría diferenciar entre esas actividades por presentárselas
entrelazadas; hombres y mujeres que vivieron su sexualidad casi con alegría rabelesiana,
en medio de un catolicismo permisivo; una época por fin, que exhibió macabramente
la muerte, la anunció con bombos y platillos a los moribundos y hasta la vinculó con la
fiesta y con el omnipresente juego” p. 14
78
invierno durante meses (…) La noche era invencible. Las velas alumbraban poco y el
gas, recién instalado en 1856, iluminaba escasa cuadras de la Capital. El calor y el frío
eran ingobernables (…) El ojo contemplaba muy pocas cosas que se debieran al hombre
(…) Pero no eran solo las cosas del hombre las escasas, lo era también el hombre, como
que el país en 1800 tenía unos 20 o 30 mil habitantes en y en 1860 no más de 230 mil.
La densidad, ni siquiera un habitante y medo por km2, demuestra que la presencia
humana era rara, infrecuente en el paisaje”. P 17
“Montevideo era también una ciudad de olores fuertes. Todo conspiraba para
producirlos. Era costumbre de muchos de sus habitantes orinar y defecar en las calles y
en ciertos hueco, que se hicieron por ellos famosos (…) La norma de las buenas
construcciones era el pozo negro y la letrina, la de las mediocres y malas, echar las
deyecciones “simplemente a la calle o en el mejor de los casos transportarlas a la costa
más próxima y arrojarlas al mar” (…) Las fuentes de los olores eran variadas.
Montevideo, depósito de un país ganadero – cueros, abundante carne, tasajo – ya desde
el periodo colonial gozaba de mala fama por el olor de los cueros apilados en los huecos,
por la carne putrefacta tirada en las calles por haber caído de carros que la conducían a
los expendios y que nadie recogía dado su escaso valor, por los mataderos demasiado
cercanos al casco urbano (…) La matanza de los numerosos perros abandonados o
salvajes (o rabiosos) por los celadores de la policía, provocaba también “exhalaciones”.
Los cuerpos de los perros eran abandonados en las calles días enteros (…) Y para
concluir con este recuento, no olvidemos los “vapores” que salían en 1828 de las tumbas
mal cubiertas en las iglesias y los cementerios, así como (…) los que también emanaban
de las flores y la densa vegetación en zonas importantes de la ciudad” pp. 20 y 21
“La fiesta de los sentidos no solo se nutría de olores. Las fuentes de sonido eran escasas
y casi todas naturales: el hombre, los animales, el agua, el viento y las tormentas; sólo
los carros y carretas con sus golpes sobre alguna calle empedrada escapaban a esta regla.
Pero en realidad lo que volvía fino y alerta al oído era su experiencia del silencio. En
otras palabras, el hombre no había logrado desplazar al paisaje natural en la ciudad más
grande del país: piaras de cerdos, perros salvajes, tal vez rabiosos, vivos o putrefactos,
perdices, orines y excrementos, pantanos, flores silvestres, cardos y prolongados
silencios, eran el variado nutriente cotidiano de los sentidos del montevideano” p. 21
“Según el naturalista español Félix de Azara, el entorno geográfico de 1800 hacía que
los habitantes de la Banda Oriental no vieran “reglas en nada, sino lagos, ríos, desiertos
y pocos hombre vagos y desnudos corriendo tras de las fieras y los toros” por lo cual
se acostumbraba a “lo mismo y a la independencia: no conocen medida para nada, no
hacen alto en el pudor…” No sé si se puede decir mejor un probable efecto del mundo
que captaban aquellos orientales. La variedad cromática, la ejercitación del olfato, las
descargas de adrenalina ante lo que ocultaban esas malezas presentes por doquier, la
noche más noche, el silencio inmenso, ambientaron el uso alerta y permanente de los
sentidos, incluidos aquellos que la civilización hace perecer: el olfato, el oído, el tacto.
No solo se miraba, también se palpaba, se olía, se escuchaba. Cuando veamos a esos
hombres conducirse de modo que no parezca incomprensible, su no tener “medida para
nada” ni hacer “alto en el pudor” o el juego, recordemos, no para explicarlo, sino para
añadir otra pincelada al cuadro, este paisaje” pp 21 y 22
79
“La abundancia de carne, el principal alimento, su baratura en la capital, su a menudo
ningún valor de cambio en el medio rural, facilitaban la vida de los sectores populares
(…) En aquél Uruguay, la vagancia o la labor zafral como único empleo, eran
probabilidades reales ante la baratura de la carne, las escasas necesidades que sentía la
población rural, los salarios altos que debían abonarse a los a los “no propietarios” para
que trabajasen, y la posesión por todos de caballos. ¿Cómo disciplinar a los pobres y
obligarlos a servir cuando son jinetes, están armados y el alimento a menudo se les
regala o lo toman” pp 32
Atenuantes
80
el campo más estrictamente político, la continuidad durante medio siglo de una
situación casi ininterrumpida de guerra regional reforzaba las apelaciones a la paz
como camino indispensable para la recuperación y para la sobrevivencia de aquella
sociedad despoblada y fragmentada. La gran mayoría de los orientales hizo suya esta
demanda, pero el debate reapareció a la hora de definir cuál era la política más
adecuada para obtener la anhelada pacificación. Una vez más doctores y caudillos
confrontaron sus visiones y al hacerlo perfilaron dos modelos alternativos de
concebir la asociación política con sus respectivas perspectivas en torno al destino
nacional. En ese marco se opusieron dos políticas: la de fusión defendida por el
elemento doctoral y la de los acuerdos o pactos impulsada por los caudillos. La
confrontación no resultaba menor: no solo entraba en debate la elección de los
mejores caminos para la paz sino que también se discutía, en un momento decisivo
y de cursos imprevisibles, la suerte de las divisas y las formas de la participación
ciudadana. El conflicto no era nuevo, estaba ya instalado desde la consagración de
la Constitución de 1830. desde el origen mismo del Estado oriental, doctores y
cuadillos propusieron vías de participación política sobre bases incompatibles. ”
(Gerardo Caetano – Gabriel Abend, “Antología del discurso político en el
Uruguay”, Taurus, 2004)
2.- El de límites: por el cual Estado Oriental renunciaba a cerca de mil leguas cuadradas,
que le correspondían según los antecedentes del Tratado de San Ildefonso. El gobierno
brasileño podría construir fortalezas militares en suelo oriental;
4.- El de comercio y navegación: por el cual se declaraba libre la navegación del río
Uruguay y sus afluentes en navegación y en materia de comercio por 10 años se
concedía la libre exportación de ganado en pie hacia el territorio brasileño.
81
Documentos
Ficha 139 -- “Primero que todo preguntémonos: ¿qué representan esas divisas blancas
y esas divisas coloradas?. Representan las desgracias del país, las ruinas que nos cercan,
la miseria y el luto de las familias, la vergüenza de haber andado pordioseando en dos
hemisferios, la necesidad de las intervenciones extranjeras, el descrédito del país, la
bancarrota con todas sus más amargas humillaciones, odios, pasiones miserias
personales. ¿Qué es lo que divide hoy a un blanco de un colorado? Lo pregunto al más
apasionado, y el más apasionado no podrá mostrarme un solo interés nacional, una sola
idea moral, un solo pensamiento de gobierno en esa división (...) Cerremos el libro del
pasado; ese libro no sirve sino para dividirnos (...) Tan mala es una de esas divisas como
la otra; y trapo sangriento por trapo sangriento, cada uno se quedaría con el que tiene
para que la opinión no le marcase como tránsfuga. (…) Rompo pública y solemnemente
esa divisa colorada, que hace muchos años que no es la mía, que no volverá a ser la mía
jamás. No tomo, no, la divisa blanca, que no fue la mía, que no será la mía jamás.
Repudiando las divisas, repudio todas las tradiciones odiosamente personales y de
guerra civil representadas por ellas” (Fragmento del “Manifiesto” de Andrés Lamas
de 1855)
Ficha 140.-- “¿Cómo queréis que trabaje, como queréis que le tenga amor al trabajo, el
hombre que no es dueño de nada de lo suyo? Los hombres de nuestro campo no son más
que pedazos de carne destinados a nutrir esos buitres que llamamos caudillos. Para ellos
no hay regla ni protección en las leyes; a toda hora pueden ser arrancados de su hogar y
conducidos a vivir en esa de la montonera, verdadera escuela de Vandalaje, verdadera
vida nómada. Si crían una vaca no es suya. Si amansan un caballo, lo amansan para el
primer capitanejo que quiere quitárselo” (Idem.)
82
b.- causas internas de la “revolución del lanar”
1) Crisis de superproducción y caída del precio de los vacunos: alentó a algunos estancieros
a buscar alternativas a la crisis, fundamentalmente a través de la explotación ovina;
comienza a formarse un nuevo tipo de explotación rural con espíritu empresarial:
nacerán sociedades para la cría de ovinos, por ejemplo, la “Sociedad Merinos del
Tacuarí” (1863), con importante capital y que contaba entre sus socios a Juan y Pedro
Jackson, Jaime Cibils, etc.
2) El incentivo de los altos rendimientos: la baja de precios cueros y tasajos obligó a buscar
rentabilidades alternativas: la explotación del lanar ofrecía, en ese aspecto, un panorama
tentador. Juan Mac Coll estimaba que una explotación vacuna, realizada sobre 4
“suertes” de estancia y poblada con 4.000 vacunos, requería una inversión de $53.000 y
dejaba una utilidad de tres años, de unos $40.000; una explotación ovina sobre extensión
menor (3 “suertes”), poblada con 15.000 ovinos, requería una inversión inicial de
$72.000, dejaba una utilidad cercana a los $145.000 y en ningún caso, menor de
$100.000. En líneas generales, la utilidad de la explotación ovina era entre 3 y 5 veces
superior al vacuno. Por otra parte, por sus características de alimentación, ovinos y
vacunos pueden combinarse, dejando saldos mayores.
d.- consecuencias
83
Según J. P. Barrán y Benjamín Nahum “es indudable que la introducción del ovino
modificó los modos de producción pecuaria tradicionales - asentados exclusivamente
sobre el bovino – y (...) los fundamentos económicos de todo el sistema social. Con él
se produce la fractura más preñada de consecuencias de una organización económica
que dependía exclusivamente del cuero y, en menor medida del tasajo (...) La oveja
terminó con el absoluto dominio del vacuno, así como la lana puso fin a la “edad del
cuero” que se venía dando desde la Colonia. En este sentido, constituyó un claro
elemento de modernización, entendida sobre todo como el ingreso a estudios de
explotación económica más adelantados históricamente. O, en otras palabras, significó
la introducción de formas económicas capitalistas en el medio rural (...) La lana fue la
primera modificación de nuestra estructura económica interna por adecuación a la
demanda externa. En ese sentido, el ovino nos convirtió más que el vacuno en país
dependiente, pero, al insertarse en la producción tradicional derivada del vacuno – y al
no eliminarlo-, diversificó nuestros productos exportables y nuestros mercados
exteriores de consumo, repartiendo esa dependencia entre varios centros económicos
mundiales, lo que la hacía menos peligrosa para nuestros intereses”. (“Historia Rural
del Uruguay Moderno”. Tomo I. 1852 – 1885)
2.-) Capitalización de la propiedad rural, debido a la existencia misma del lanar, que
enriqueció en algo más del 50% el campo y por las inversiones de capital que requirió
para su cuidado.
3.-) Tecnificación de las tareas agropecuarias, derivada de los cuidados que requiere el
lanar (baños, máquinas de esquilar, productos químicos, etc.) y de los derivados de la
“mestización” (obliga a subdividir en potreros y será uno de los factores determinantes
del alambramiento).
6.-) Factor de ascenso social, y estímulo para la pequeña y mediana propiedad rural.
141.- “Aunque la riqueza de este país puede ser, y de hecho ahora consiste, en ganando
vacuno, es necesaria poca reflexión para convencernos que el futuro del país está atada
a la cría de la oveja. La subdivisión de la tierra que ella trae, el número de gente que
ella ocupa y los hábitos de paciente atención y subordinación que ella engendra son
bendiciones que no pueden ser demasiado apreciados” (hoy). (Juan Mc. Coll en 1861
84
Resumen sobre la agonía del Uruguay pastoril y caudillesco
La sucesión de crisis de diverso signo que azotaron este periodo (finales de los 60
comienzo de los 70), culminó creando un vacío de poder que a la postre fue colmado
por el ejército. La debilidad del Estado, la regionalización del poder protagonizada por
los caudillos, la inoperancia de los doctores “principistas” (y también los
“candomberos”), reforzaron las demandas de orden interno y crecimiento económico
de las clases altas rurales y urbanas.
El comienzo de los 70 recibió el impacto de una de las mayores revoluciones del siglo
que duró dos años (5 de marzo de 1870 al 6 de abril de 1872), congregó a 16.000
combatientes (en una población total estimada en 400.000 habitantes) y provocó
enormes daños a la campaña, a los estancieros, a los comerciantes y aparejó otra
paralización en el proceso de refinación ganadera.
Precisamente el sector de las clases altas rurales fundó la Asociación Rural (el 3 de
octubre de 1871) en medio de esta revolución, denominada “de las Lanzas”. A su vez,
grupos de las clases altas urbanas combatieron gobiernos “papelistas” y poco confiables.
Todas estas clases altas juntas fueron a buscar un gobierno militar. El ejército venía a
reemplazar a caudillos y doctores, como el lanar y el alambrado desplazaron al cuero y
el tasajo. (Resumen basado en Benjamín Nahum, “Manual de Historia del Uruguay,
1830 – 1903”. Tomo 1, Ediciones Banda Oriental)
Resumen sobre América Latina en la segunda mitad del siglo XIX (1860 –
1910)
Se inicia una etapa que los economistas han llamado “modelo latinoamericano de crecimiento
hacia afuera”.
85
• el aporte del capital extranjero
• las condiciones favorables del mercado internacional para la colocación de los productos
latinoamericanos.
¿Cómo es que entonces afirmamos que se amplía la dependencia económica cuando crece la
economía?
• En primer lugar, las ganancias del capital extranjero no eran volcadas para el beneficio de las
frágiles repúblicas, sino que volvían de su lugar de origen
• En segundo lugar, por más que las condiciones del mercado internacional fueran favorables,
América Latina, no tenía el control de ese mercado.
• En tercer lugar, las crisis periódicas del sistema capitalista mundial afectaban en forma más dura
a las economías latinoamericanas obligadas a mantener un modelo monoproductor.
América Latina creció entonces, pero hacia fuera, es decir fundamentalmente lo hizo en
beneficio de los imperios. Esto se llevará a cabo de acuerdo a las características políticas e
históricas de cada país y a la conformación de los grupos de poder de cada uno de ellos. Por
tanto las formas de gobierno serán de lo más variadas. En Uruguay este proceso abarca lo que
llamamos “modernización” y se plasma ya en gobiernos militaristas como los que inicia Latorre
o gobiernos civilistas y constitucionalistas, con componentes oligárquicos como los de Julio
Herrera y Obes.
Precisamente a poco de llegar a la presidencia en el año 1890, Julio Herrera y Obes, líder del
partido colorado y especialmente del “colectivismo exclusivista” afirmó: “Me siento como el
gerente de una gran empresa cuyo directorio está en Londres”
Sin embargo a fines del siglo XIX, el Uruguay tuvo “características económicas que lo
singularizaron en el contexto latinoamericano. Producía alimentos – la carne – y satisfacía otras
dos necesidades básicas del hombre, su calzado, con el cuero, y su vestimenta con la lana. Sus
mercados externos se habían diversificado en vez de tender a la dependencia de un solo
comprador. Brasil y Cuba consumían su tasajo; Francia, Alemania y Bélgica, sus lanas; y Gran
Bretaña y Estados Unidos, sus cueros. Al comprarle Europa mercaderías que ella también
producía, el Uruguay gozó de una renta diferencial elevada, por cuanto Europa mantenía sus
ganados con más altos costos de explotación. Estimaciones recientes del ingreso per capita en
el siglo XIX, realizadas en base a al 15% de las exportaciones, permiten sospechar un elevado
ingreso el Uruguay de 1870 – 1900: 317 dólares per capita en 1881 – 1885, por ejemplo
comparable y superior al de los Estados Unidos y muy superior al atribuido al Brasil.
Debemos anotar también que el librecambismo británico –y europeo en general- fue una pieza
clave de este sistema económico en el cual el Uruguay vendía a Europa mercaderías que
competían con su producción agraria. Mientras ese libre cambio duró - y lo hizo hasta la crisis
mundial de 1929 – Uruguay tuvo un lugar económico seguro y rentable en el mundo.” (El
entrecomillado de los últimos dos fragmentos corresponde a José Pedro Barrán, en la página
Web de la Universidad de la República, Facultad de Humanidades)
“En Montevideo a 3 de octubre de mil ochocientos setenta y uno, reunidos a las dos de la tarde
en el salón de la Bolsa (...) Hubiera deseado (la Comisión iniciadora) que días más serenos
86
para el país, permitieran que esta importante asociación tomara desde su origen el desarrollo
que indudablemente tendrá, cuando luzcan días de paz en la República. (...) Preciso es no
olvidar, que esta asociación se compondrá de todos los hombres que se interesan en el progreso
moral y material del país: y en este carácter podrán rendir grandes servicios, porque sus quejas
e indicaciones esperamos que serán bien atendidas por todos, desde que conozcan sus móviles
pacíficos y progresistas (...) Dirigir los esfuerzos de todos a la explotación de nuestro fértil
suelo, al desarrollo de la ganadería y de la agricultura, al incremento del comercio y a la
construcción de carreteras, puentes y ferrocarriles: tal será la interpretación genuina de
nuestros Estatutos (...) La propaganda benéfica de esta asociación se hará sentir hasta los
confines del país, por medio de un periódico que haga conocer prácticamente los intereses y
necesidades de la campaña (...) Carecemos de un Código Rural que deslinde los deberes y
derechos del habitante de la campaña, y dilucide con equidad los puntos controversiales,
consiguiendo así, que su aplicación sea breve y expeditiva. (...) estamos en la infancia de la
agricultura y de la ganadería y tenemos que ilustrarnos en esas materias con los ejemplos y
modelos que nos suministran los países que más se distinguen en esos ramos especiales. Sin
embargo Señores, todos estos beneficios serían ilusorios si no les proporcionamos una base
sólida, vale decir Paz y garantías: que harto nos enseña la triste experiencia de más de cuarenta
años de convulsiones intestinas – con pequeños intervalos – que a no ser por la fertilidad
prodigiosa de este suelo estaría ya postrado. La Asociación Rural del Uruguay necesita para
desarrollar su vida, que se disipe el humo de la guerra. Necesita de la paz, porque sin ella no
puede haber progreso: porque para mejorar nuestros ganados o fomentar la agricultura por
medio de la inmigración laboriosa, es indispensable tener seguridad individual y seguridad en
la propiedad; y la guerra señores, es la negación del derecho de propiedad en la campaña.”
(Documentos relativos a la Fundación de la A.R.U. Montevideo, Imprenta a vapor “Del Siglo”,
1871.)
Ficha 143: “Puede tacharse a Latorre de reaccionario. Porque defendió los intereses de las clases
altas, haciendo respetar la propiedad privada; porque exterminó (socialmente) al gaucho... Más
cabe preguntarse también a esos respectos: ¿pudo hacer otra cosa? Cerrado el camino artiguista,
que aseguraba la propiedad de la tierra y el progreso sobre bases democráticas y justicieras;
encauzado el país desde la derrota de Artigas en la senda marcada por la oligarquía patricia
liberal, que fue estorbada mas no contradecida, por caudillos carentes de la visión y del
sentimiento popular del prócer máximo, había que elegir entre continuar la obra iniciada o seguir
en la anarquía y la parálisis”. (Ares Pons, Roberto. “Uruguay: ¿Provincia o Nación?”,
Ediciones del Mundo Nuevo, 122 p, 1967.)
87
Ficha 145: “La dictadura del coronel Latorre coincide con la iniciación de un nuevo ciclo en la
historia mundial. Se inicia la era imperialista del desarrollo del capitalismo que se distingue por
una renovada presión sobre los países coloniales y dependientes. (...) Nuestro país, incluido en
la órbita del imperialismo británico, recibe la exportación de capitales bajo la forma de grandes
empréstitos financieros y el establecimiento de industrias como el ferrocarril el gas, las aguas
corrientes, etc. Los cambios que se producen en el país a fines del siglo XIX deben atribuirse en
parte fundamental a la influencia ejercida por el capital extranjero.” (Ídem.)
Ficha 146: “Ninguno de los gobiernos uruguayos en el siglo XIX logró tan completo apoyo de
las fuerzas sociales que controlaban la economía del país, como lo logró el régimen del Coronel
Lorenzo Latorre (...) entre los miembros del alto comercio montevideano y la élite rural. Latorre
sustituyó a los partidos y a los grupos profesionales de la política. No hubo más personeros y el
militar se encargó de aparecer como el mandatario directo de los más fuertes grupos económicos
deseosos de imponer la paz y el orden a cualquier precio, aún el de renegar de la tradición y las
libertades individuales. La burguesía mercantil de origen extranjero y la clase alta rural que no
sentían los principios liberales con la misma fuerza del patriciado urbano, apoyaron y se
sirvieron del régimen militarista. La prontitud con que el Gobierno atendió sus más importantes
demandas es la mejor demostración del aserto anterior. El establecimiento del patrón oro; la
reanudación de la propiedad privada y su definición jurídica y práctica; la constitución de un
Estado por fin moderno y poderoso que pudiera imponerse a la anarquía caudillista, todo ello
fue su obra. (José Pedro Barrán y Benjamín Nahum, “Historia Rural del Uruguay Moderno”
1851 – 1885. Tomo 1. Ediciones de Banda Oriental, 1967.)
Ficha 147: “El periodo militarista, tan nefasto en cuanto a la vigencia de las libertades públicas,
fue, sin embargo, una época de grandes transformaciones económicas y sociales y además, el
momento de la definitiva afirmación y organización del Estado uruguayo. Es recién a partir de
mediados de la década del setenta que los problemas de nuestros grandes vecinos –Argentina y
Brasil- empiezan a dejar de interferir directamente en la política interna uruguaya. La aparición
- en esa misma época- de las armas de fuego modernas – fusiles Rémington y Máuser, cañones
Krupp – estableció una brecha tecnológica insalvable entre el ejército de línea y todo intento de
rebelión civil.” Provocada la modernización en las distintas áreas, cuando “la seca autoridad
cuartelera de Latorre fue sustituida por la opulencia y el derroche de la época de Santos, el
militarismo había llegado a su apogeo y su decadencia empezaba a vislumbrarse.” (José de
Torres Wilson, “Brevísima Historia del Uruguay. 1516 - 1984” Ediciones de la Planta, 90 p.
1985)
Ficha 148: “Los gobiernos de los militares colorados Lorenzo Latorre (1876 – 1880), Máximo
Santos (1882 – 1886) y Máximo Tajes (1886 – 1890), fueron los que asentaron el poder central,
dominaron los caudillos rurales y tornaron los alzamientos sino imposibles, difíciles. El Estado
y el ejército gozaron desde ese momento de la coacción física, en parte porque el armamento
era ya costoso y de difícil manejo para los gauchos – el fusil Rémington de repetición y la
artillería Krupp hicieron su aparición -; en parte porque los medios de comunicación (telégrafo)
y transportes (ferrocarril) fortalecieron el poder montevideano; en parte porque la sociedad y la
economía estaban cambiando y se oponían a las costosas rebeliones del pasado. También
contribuyó el afianzamiento de la paz interna, el fortalecimiento del sentimiento nacional que
ya no admitió la internacionalización de los partidos uruguayos y sus alianzas con los federales
y unitarios argentinos o los bandos brasileños. (...) Desde este ángulo, la “Revolución de las
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lanzas” (1870 –1872) fue la primera guerra civil puramente uruguaya. A los militares sucedieron
los gobiernos civiles, presidencialistas y autoritarios, de Julio Herrera y Obes (1890 – 1894) y
Juan Idiarte Borda (1894 – 1897). Al exclusivismo colorado y sus manipulaciones electorales
respondieron las revoluciones blancas capitaneadas por el caudillo rural Aparicio Saravia. Su
levantamiento en 1897 fue la base de un gobierno colorado de compromiso con los blancos, el
de Juan L. Cuestas (1897 – 1903). (también) Aparicio Saravia dirigió en 1904 la última gran
revuelta rural (...) y así, en 1897 y 1904, los blancos alzaron las modernas banderas del respeto
a la voluntad popular en las elecciones y la representación proporcional de los partidos en el
Poder Legislativo.” (José Pedro Barrán, en la página Web de la Universidad de la República,
Facultad de Humanidades)
Ficha 149: “El dominio de la vida económica real, en una evolución lenta pero firme, pasó a
hombres nuevos; muchos, inmigrantes arribados al país después de la independencia; otros,
miembros de familias de origen español no destacados durante la Colonia y la Revolución, pero
ahora, mediante el empuje económico de alguno de sus miembros, expuestos bruscamente a la
luz pública. Puede afirmarse que hacia 1860 el proceso había ya cristalizado y que los
principales rubros de la economía urbana se hallaban en poder de esta nueva clase (...) El
patriciado, sin embargo, no desapareció. Despegado de la actividad económica (...) arruinado
muchas veces por la misma anarquía revolucionaria en que el país vivió durante su predominio
poseyó, durante estos años, no sólo el predominio de la cosa pública, sino también otro prestigio:
el que surgía de su estilo, culto y señorial. El patriciado, aunque cada vez más sustituido en lo
económico, brillaba todavía por el status elevado que le confería el pasado – su identificación
con la nación desde los más lejanos tiempos -, la cultura y la política. En este brillo debemos
buscar la causa de un hecho social fundamental: la nueva clase no lo desplazó por completo, lo
correcto sería decir que se dejó influir por él e incluso se unió a él (las alianzas matrimoniales
jugaron en ello un papel decisivo). La inserción paulatina de un grupo en el otro será esencial
para explicar algunas fallas – y muy importantes – de nuestro frustrado desarrollo económico
del siglo XIX. El espíritu de empresa y aventura del burgués capitalista inmigrante o nativo, se
apagó ante el fuego (...) del grupo con más rango social: el formado de los patricios. En el medio
rural las cosas ocurrieron exactamente igual que en el medio urbano (...) Hacia 1870 puede
afirmarse que existía en la campaña una nueva clase formada en su mayoría por hombre no
pertenecientes a la jerarquía social tradicional (...). La virtud de la nueva clase iba a residir (en)
la apertura sicológica al cambio, en la recepción apasionada de este y en el tono combativo con
el que lo procuró implantar. (José Pedro Barrán y Benjamín Nahum, “Historia Rural del
Uruguay Moderno” 1851 – 1885. Tomo 1. Ediciones de Banda Oriental, 1967.)
Ficha 150: “(La ARU) fue el fruto de dos factores coaligados. En primer lugar, su origen más
cierto se encuentra en la propia consolidación de lo que hemos llamado la nueva clase alta rural,
y este grupo sólo se afianzó definitivamente con el triunfo del ovino (1860 – 1868). En segundo
lugar la ARU fue la respuesta organizada de los terratenientes progresistas a la situación crítica
por la que atravesaba el país desde 1869 (...) La ARU surgió de tal manera como la definitiva
respuesta que la nueva clase dio a la crisis. La depresión volvía imprescindible el amparo del
Estado. La liberación de los derechos de exportación, la policía rural, la definición del derecho
de propiedad, todo ello debía ser la obra del gobierno. Para obligarlo a definirse, para
presionarlo, en una palabra, debía nacer un gremio. (...) La ARU tal cual fue programada debía
ser el vehículo de la trasformación rural, aquel que convertiría el oscurantismo pastoril en la
ganadería agronómica, aquel que eliminaría las causas de la guerra civil ambientada en un
régimen de explotación primitivo y bárbaro, al introducir la agricultura como ocupación de los
gauchos sueltos y los minifundistas ganaderos. (...) La influencia de la ARU en los destinos del
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país no puede estimarse (...) en función exclusiva de su número de socios. La exigüidad de estos
no revelaba en todo caso, sino la debilidad del grupo de los hombres nuevos dentro del contexto
de la sociedad tradicional (...) La Revista (de la ARU) fue el arma propagandística más eficaz
de la Asociación (...) Si este fue uno de los caminos que eligió el gremio para lograr influencia,
no constituyó, por cierto, ni el único ni el más importante. La ARU se comportó desde sus
orígenes como un típico “grupo de presión”, representativo de los intereses de la nueva clase
alta rural (...) El rasgo más peculiar (...) de la ideología (de la ARU) fue la “incentivación” en la
modernización. En este sentido, la Revista de la ARU fue el vehículo más apropiado para la
difusión de las “nuevas ideas rurales” en el interior del país (...) En forma abierta y clara, esa
ideología acentuaba los valores de las virtudes burguesas – trabajo, ahorro, frugalidad – frente
a los de la sociedad tradicional (...) Cambiar, modificar, desarrollar son las palabras más
comunes que se encuentran en sus escritorios, reveladores de una mentalidad nueva (...) La
ideología de la ARU fue una ideología de clase. De una clase fundamentalmente ganadera que
llegó al predominio económico basada en sus inmensas extensiones de campo y sus numerosas
cabezas de ganado. Como lógica consecuencia, vieron en la ganadería la fuente de riquezas del
país, como que también era la fuente de riqueza personal (...) Partirán así de un típico
razonamiento clasista: lo que es bueno para la ganadería, es bueno para el país; y todo lo que
signifique adelanto para aquella se traducirá en progreso para éste (...) En este esquema. La
agricultura no tiene un papel autónomo sino subordinado a la ganadería (...) Pero cuando el
cierro de la propiedad deje sin ocupación a mucha gente, la Rural encontrará en la agricultura la
actividad necesaria para estos hombres (porque) la agricultura sedentariza, y le hace cambiar al
gaucho los hábitos nomádicos y levantiscos de vida, al mismo tiempo que elimina una posible
competencia. En la cría de ganados, actividad reservada para un grupo social (...) La agricultura
se convertirá así en una actividad útil, más que por sus posibles resultados económicos por su
función tranquilizadora del medio (...).” (Ídem).
Ficha 151: - El militarismo y la clase alta urbana: “los militares dirigidos por el coronel
Latorre se adueñaron del Estado, el 10 de marzo de 1876. (...) Sin duda, el primer grupo de
presión que conformó la nueva situación fue el ejército. Ampliado en sus cuadros por la Guerra
del Paraguay (1865 – 1870) y la Revolución de las Lanzas (1870 – 1872), el ejército uruguayo
se profesionalizó, apartándose de aquellas características que siempre lo habían convertido en
un simple sucedáneo de los partidos políticos tradicionales (...) El ejército, sin embargo, más
durante Latorre, menos durante Santos, fue el personero de otros grupos de presión; actuando a
través de su dirigente principal, Latorre, las llamadas clases conservadoras. La clase superior
urbana dedicada al fuerte comercio de importación y exportación, a la actividad bancaria
prudente y asentada (el Banco comercial, el de Londres), a la actividad saladeril, se agrupó en
la Bolsa de Comercio constituyendo su primer soporte y el más directamente beneficiado por el
gobierno militar (Ídem)
Ficha 152: - La creación de poder estatal. “El país, caracterizado hasta 1876 por gobiernos
centrales inoperantes y estériles en lo que a control de todo el Uruguay se refiere, no ofrecía la
base políticas que todos los cambios económicos requieren (...) Refinar las razas ovina y
vacuna; alambrar los campos; promover la agricultura y las praderas artificiales, todo ello era
imposible en el Uruguay anarquizado de blancos y colorados, de caudillos y doctores. El
amparo a la propiedad privada (...) sólo podía lograrse a través del Estado moderno (...)
Seguridad y orden, pero también fomento de la construcción de caminos, puentes y ferrocarriles,
incluso universalización de la educación, por lo menos primaria, todo ello constituía una base
mínima de la cual partir para transformar el país (...) La modernización de la sociedad y la
economía estaba supeditada a la modernización del Estado. Su largo alcance y rapidez de tiro
(del Rémington) lo convertían en el arma clave para lograr el triunfo definitivo de la infantería.
Su elevado costo lo ponía fuera del alcance de las “patriadas”, organizadas casi siempre en
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medio de enormes dificultades financieras. El Rémington era el mejor amigo del
fortalecimiento del gobierno, la salvación contra la anarquía que provocaba la espontaneidad
revolucionaria en que el país vivía (...) El Rémington primero y el Máuser después, al tecnificar
la guerra y elevar el costo de las campañas militares operaron a favor del gobierno, ya que este
poseía los controles del único personal especializado en su manejo - el ejército de línea – y el
aparato financiero para procurárselo (...) Las comunicaciones operaron también (...) a favor del
poder coactivo del Gobierno y la autoridad central montevideana. Junto al aparato militar, ellas
constituyeron los caminos que más transitó el gobierno para lograr la modernidad, o sea,
reasumir el poder atomizado en los caudillos regionales (...) El poder regional recibía un golpe
de muerte con la unificación política que el ferrocarril y el telégrafo provocaban e los caminos
que más transitó el gobierno para lograr la modernidad, o sea, reasumir el poder atomizado en
los caudillos regionales (...) El poder regional recibía n el Uruguay gobernado por los militares.
La rapidez de las comunicaciones hacía innecesarias las autonomías de los jefes políticos (...)
Así como el poder coactivo del Estado se reforzó integrando al Uruguay las más modernas
técnicas (...) así también se perfeccionó el aparato administrativo y jurídico, poniéndolo a tono
con las nuevas realidades que el país exigía. A mediados de 1877 fue reorganizado el servicio
de Correos (...) (y) la administración de justicia ganó en tecnicismo y en eficiencia. La
promulgación de los Códigos de Procedimiento Civil e Instrucción Criminal (1878) se vinculó
al mismo deseo: modernizar, haciendo más ejecutivos los juicios y delimitando de una vez los
procedimientos que se arrastraban casi incambiados y complejísimos desde la época colonial
(...) El triunfo más espectacular en el camino de la modernización, lo logró el dictador mediante
una paradoja (...) Decidido, aun sabiendo que rompía deliberadamente con toda su generación,
José Pedro Varela ofreció sus servicios al gobierno dictatorial y logró que se aprobase la famosa
ley de Educación de 1877. Ella fue el andamiaje sobre el que se desencadenó el desarrollo
revolucionario de la instrucción primaria en la capital y en la campaña (desarrollo que para
Varela tenía la doble virtud de eliminar la ignorancia y el primitivismo a la vez, que por medio
de la cultura, fundar una auténtica vida democrática, impidiendo para el futuro gobiernos
militares similares al que estaba sirviendo) (...) lo cierto es que la reforma se inscribía dentro
de un plan orgánico de “puesta al día” del Uruguay que el dictador tuvo la habilidad de
comprender y apoyar.” (Ídem)
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153. El porqué del cercamiento: “El período de pastoreo libre o sea de campo abierto,
es el que ocupa la mayor parte de la República, en nuestro concepto esta es la causa de
que la población movediza encuentre todavía la facilidad de vivir sin trabajar, cargando
sobre el vecino el peso de sus necesidades, y el de aquellos otros que no son movedizos
y que tienen una pequeña fracción de terreno y pastos que necesitan. Es, pues, esta
ganadería libre o sea ganadería primitiva causa inmanente de querellas sangrientas, de
abigeatos perfectamente disfrazados y de que los policías gasten inútilmente sus fuerzas
alrededor de pagos misteriosamente salpicados de ladrones. Nosotros no creemos que
el país adelante gran cosa, ni que repueble la campaña de ganados, ni que las familias
de estancieros decentes hagan su morada en las estancias, hasta que esas familias estén
cercadas y garantidas de la llegada de gentes de improviso, que son su terror y su
espanto; que sea en fin la campaña habitable como lo dijimos en oportunidad al Jefe de
Estado” (Domingo Ordoñana; “Pensamientos rurales sobre necesidades sociales y
económicas de la República”, Montevideo, 1892)
154. Latorre asume el gobierno: “La nueva situación no es obra de facciones turbulentas o
inmorales, ni de partidos intransigentes. Más aún, tengo la convicción de que hoy, el poder de
cualquiera de los partidos que dividen a nuestra patria, no sería sino la tiranía en el gobierno, la
emigración o la guerra civil en los gobernados y el martirio para el país. Mis opiniones
personales son conocidas, y así como me honro de haber sido individualmente “colorado”,
tomando mi parte activa en las batallas que han ensangrentado la República, así también me
hago un honor en declarar que mi gobierno prescindirá absolutamente de nuestras discordias
anteriores y de todo favoritismo de partido. Como partidista no quiero inaugurar en mi país, sino
el gran partido de la moral pública, de la honradez administrativa, de la libertad en el orden, del
respeto a las leyes y a todos los derechos garantidos por nuestra Constitución. Yo no puedo ni
me propongo hacer un gobierno ilustrado, pero os respondo que haré un gobierno honrado y
decente” (Cnel. Lorenzo Latorre y sus primeras declaraciones públicas al asumir el Gobierno
Provisorio)
155.- Primeros resultados: “Va siendo habitable la campaña, lo que significa decir que se van
resolviendo para ella los problemas de seguridad en la vida y en la sociedad. Es grande la
confianza que va inspirándonos la Administración del coronel Latorre, porque encontramos en
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ella condiciones de aptitud con arreglo a las necesidades y soluciones modernas (…) Repetimos,
que la campaña es habitable, y es habitable porque han desaparecido aquellas falanges de
ladrones organizados, aquellas turbas de encubridores de cueros robados y aquellas cuadrillas
de compadritos que hacían difícil el trabajo metodizado”.(Domingo Ordoñana , en 1876)
156.- El orden y la autoridad: “La campaña ha entrado realmente en caja y solo por tener
nublada la vista y tupida la inteligencia es que puede negarse a esta palpable verdad. La campaña
ha entrado en caja y para reconocer como se reconoce el principio de autoridad, basta visitar el
galpón de esquila; en el se observa un comedimiento, una puntualidad, un deseo de agradar y de
cumplir cada uno con su deber, que nos era desconocidos en otro tiempos(...). Westman,
Estrada, Martínez, Kalveen y otros muchos cayeron cosidos a punta de tijera en sus galpones de
esquila, queriendo establecer orden y métodos en los trabajos. Ni la taba ni la baraja, compañeros
inseparables de toda reunión, se dejan ver en los centros de movimiento, lo que se acredita que
se ejecutan fielmente las disposiciones y ordenanzas rurales.” (Domingo Ordoñana en
noviembre de 1878)
Fichas de estudio
Ficha 158: - La campaña y el Código Rural “Lo primero que exigió la clase alta rural del
Gobierno Provisorio – y obtuvo- fue el establecimiento de firmes garantías a la propiedad
privada de la tierra y los ganados (...) Las policías auxiliadas con eficacia por ejército,
practicaron durante toda la dictadura un sistema ejecutivo para concluir con la anarquía y el
bandidaje (...) A raíz de estas medidas es que el ideólogo de la ARU, Domingo Ordoñana
escribió en 1876 la frase más célebre de la historia rural: “Va siendo habitable la campaña, lo
que significa decir que se van resolviendo los problemas de seguridad en la vida y en la
sociedad”. El gobernador provisorio (Latorre) no escatimó esfuerzo – ni violaciones de los
derechos individuales para hacer “habitable” la campaña (...) El Código Rural, el cercamiento
de los campos y la organización de la policía constituyeron la tríada sobre la que la ARU basó
su alianza con el régimen militarista. Fue también ese instrumento jurídico, la definición más
completa que desde el punto de vista del derecho podía lograrse en la época, sobre la propiedad
de las tierras y el ganado. El Código era en buena parte la prueba jurídica de que la clase
terrateniente se consideraba ahora segura de sus propiedades. Aparecía como la superestructura
legal que venía a culminar un largo proceso en el cual la propiedad burguesa de la tierra había
sido discutida por el país de las guerras civiles y los caudillos (...) El Código trataba de muy
variadas materias pero tenía una unidad de concepción que se la brindaron sus ideólogos,
grandes propietarios progresistas, fundadores de la ARU. La propiedad de la tierra era
rigurosamente definida y se buscaba la obtención de títulos perfectos sobre la misma; existía
la obligación del deslinde y el amojonamiento; se pretendía eliminar al estanciero minifundista
que aprovechaba el campo grande del vecino, facilitando el alambramiento e imponiendo
grandes multas a los propietarios de haciendas dispersas. La propiedad de la tierra era, sin
embargo, solo un capítulo. La propiedad del ganado era su complemento ineludible. Debía
establecerse un sistema racional de marcas y señales, no pudiendo existir dos marcas iguales en
todo el territorio nacional (...) Como coronación de todo el edificio conceptual de este derecho
burgués, se legislaba sobre las policías, las pulperías y las peonadas, buscando el afianzamiento
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de las primeras, el control de las segundas para eliminar los factores morales disolventes de la
mano de obra (juego, alcoholismo, etc.) y la estabilidad de la últimas, poniendo trabas a la
libertad personal del asalariado rural contratado por escrito por su patrón. El código de 1879
introdujo dos variantes fundamentales (...) En materia de abigeato (...) se establecía que el que
cometiera este delito sería penado en prisión y trabajos públicos. Si el abigeato se cometía en
animales de razas especiales (europeas) la pena podía aumentarse. Por lo tanto, la nueva
legislación suprimía (la posibilidad) de que el estanciero rico pudiera librarse de la cárcel
pagando la multa, y estatuía una pena igual para todos: la prisión. El culto de la propiedad
privada, cayera quien cayera, ese era el lema de la concepción burguesa del derecho, cayera
incluso el gran propietario. El segundo aspecto reformado – el más importante pos sus
proyecciones sociales – fue el referente a los cercos de las estancias (...) Para agilitar el
cercamiento, impedir que los minifundistas continuaran abusando de la gran propiedad y obligar
al lindero que aprovechaba el cerco vecino a contribuir a su erección y mantenimiento, la
comisión estipuló la “medianería forzosa” (...) La Comisión Reformadora informó que esta
medida “está llamada a operar una transformación de inmensas consecuencias para los
intereses rurales del país, impulsando el cierre inmediato de la propiedad y con él, la
consecución de los valiosos beneficios que antes se indicaron (...) A nadie se obliga a cerrar su
campo; y si se impone el pago de la medianería (...) ello no menoscaba de ningún modo el
derecho de propiedad, ni importa otra cosa que una justa compensación por el beneficio que se
recibe”. El Código Rural contribuyó en líneas generales, a afianzar en lo jurídico el cambio
económico que los rurales progresistas propugnaban. Al definir la propiedad de la tierra y el
ganado (...) el Código contribuyó a valorizar los bienes existentes en el medio rural y permitió
la introducción de nuevas técnicas de explotación, ya que las garantizó (...) La puesta en práctica
del Código concluyó además con los ganaderos de “nombre”, aquellos que al decir de Ordoñana
poseían solo ganados y carecían de tierras, los minifundistas. (...) Su función de reafirmación
de la propiedad privada – y de afianzar a la clase que la detentaba – no concluyó aquí. La reforma
de 1879 acentuó esos rasgos. La ARU manifestó desde el principio su disconformidad con ella
(...) Si los grandes propietarios que habían hecho las reformas de 1879 deseaban imponer el
cercamiento para obligar a los pequeños ganaderos (...) a vender tierras y ganados y dedicarse a
la agricultura, que tal fue su intención según Ordoñana, el resultado, lejos de modernizar la
economía del país, la iba a cristalizar, impidiendo su evolución. El pago de la medianería forzosa
consolidó el latifundio, arruinó al pequeño hacendado, debilitó al mediano y constituyó uno de
los principales elementos que conspiraron contra el desarrollo integral del medio rural. (Ídem)
Ficha 159: - Causas del alambramiento “Las ventajas que el alambrado proporcionaba al
estanciero eran múltiples. En primer lugar, fijaba con claridad el límite de la tierra que cada uno
poseía, hecho fundamental en una época donde la indefinición de la propiedad era la regla y los
pleitos que de ellos resultaban múltiples (...) Ahorraba mano de obra, porque ya no se necesitaba
gente para recoger la hacienda dispersa o para parar rodeo, lo que permitía hacer fuertes
economías en salarios (...) Uno de los males más importantes que afrontaban los estancieros de
antaño era la “disparada” de los animales asustados, o la dispersión provocada por las sequías.
El alambrado lo curaba radicalmente. Salía más barato alambrar que perder cientos de animales
que se alejaban en busca de aguadas. Favorecía notablemente la cría del ovino (...) El
refinamiento del ovino y el cercamiento de los campos fueron dos procesos que se desarrollaron
paralelamente. El mismo benéfico resultado tenía para el bovino. No se podía pensar en el
mestizaje controlado y seguro sin la existencia de potreros y éstos sólo se podían hacer de
alambre. Por otro lado, el alambrado constituía una valla impuesta a las recorridas ajenas del
campo. Cualquiera podía cruzarlo, espantando al ganado, dificultando su engorde, y en más de
una ocasión, cuereando algún animal alejado (...) Desde este punto de vista, el cerco significó
ponerle puertas al campo, custodiarlo mejor, asegurar los bienes que contenía. Trajo consigo
una afirmación de la propiedad: ello explica que todos los estancieros, tradicionalistas y
progresistas, lo hayan adoptado velozmente. Pero los últimos, además le dieron un significado
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económico: la subdivisión de potreros permitía el mestizaje, es decir, lograr más carne y más
lana en menos tiempo, y por lo tanto, más ganancias (...) En la revista de la ARU del 15 de
agosto de 1881, se calculaba que en 1789, según declaraciones de la Contribución Directa,
existían 7.685 suertes de estancia en todo el país. Si se alambraron 4.906 hasta 1882, quedaron
sin alambrar 2.779, o sea, 36% del total (...) Del 64% alambrado sólo un 13% lo hizo entre 1872
– 1876; el restante 87% lo hizo entre 1877 – 1882 (...) si bien el costo del alambrado fue bajando,
las primeras inversiones fueron altísimas, superando en 1874 a la tercera parte del valor de la
tierra. Luego, gracias a la medianería forzosa, su costo que alcanzaba a la cuarta parte de ésta,
bajó a la octava en 1879, para pasar finalmente de la sexta a la doceava parte en 1882.” (Idem)
Ficha 160 – Las consecuencias económicas del alambrado. “Después del ovino, el alambrado
fue el segundo elemento transformador de la estructura económica rural (...) (La) alimentación
y (la) cruza, tienen en su origen al alambre. Por eso es que lo consideramos como el elemento
técnico básico de nuestra modificación de estructuras. Lo que el tractor fue para los países
agrícolas, lo constituyó el alambre para el nuestro ganadero (...) En lo relativo a la cruza, el
papel del alambre es clarísimo; pero también va a crear un nuevo tipo de trabajo con el ganado:
la invernada, es decir, el engorde calculado de los animales para venderlos en los meses en que
la hacienda es escasa y el consumo encuentra dificultades para proveerse (...) Pero hay otras
ventajas, que si bien secundarias, pesaban considerablemente en el conjunto de la explotación
ganadera. Por ejemplo, el cerco disminuye el pisoteo y la pérdida de los pastos por el ganado
vacuno, de manera que cuando hay sequía, los campos alambrados se conservan bien mientras
que los sin cercar no tienen pastos. Cuando hay alguna epidemia, los animales pueden ser
aislados en potreros lejanos (...) También se economiza en sueldos de peones, que ya no se
necesitan para recoger ganado que no pueden escapar de los límites de la propiedad; ni
representa problema de estampida; ni los propietarios de mucho ganado y poca tierra pueden
utilizar la de los vecinos, como hacían antes. (...) (Los pequeños estancieros fueron
perjudicados) por el alambrado hasta tal punto que se puede sostener que el alambre eliminó el
minifundio ganadero, y aún muchos medianos propietarios se vieron obligados a vender sus
tierras por el costo del cercado. Es que, como ha pasado siempre en nuestro medio rural, las
inversiones importantes sólo las pueden hacer los grandes propietarios; los pequeños, colocados
en situación de desventaja productiva por no poder alambrar, o por estar obligados a pagar una
medianería que les imponía – por ley – su vecino más poderoso, tenían que vender ganados o
tierras (...) La conclusión lógica es que el alambrado favoreció la gran propiedad. Por ello lo
apoyaron con fervor tan inusitado los hacendados rutinarios. Se puede decir que el alambrado
fue el único objetivo de la prédica de la ARU que se cumplió completamente; pero no porque la
campaña entera quedara subyugada por su propaganda renovadora, sino porque el cerco
consolidaba definitivamente la estructura de la propiedad de la tierra que regía en ese momento
en el país. (...) Por eso el alambramiento fue general, por eso los “tradicionalistas” no discutieron
la prédica de los “progresistas” (...) Pero lo que importa enfatizar ahora es que el alambre, al
delimitar la propiedad, marcar la tierra, fijar la posesión, llevó fatalmente a la consolidación del
latifundio y de la sociedad tradicional. Ambos, pero sobre todo el primero, fueron obstáculos
insalvables para la creación de un desarrollo económico rural viable. Por defender sus intereses
de clase, los rurales mutilaban su propio empuje progresista, destinándolo a la frustración.
Predicaron el alambramiento aun sabiendo que consagraban y hasta agrandaban – por las ventas
de los pequeños propietarios – el latifundio. Creyeron, quizás, que podrían superar esta valla
contagiando al latifundista rutinario con su espíritu de progreso y adelanto; se equivocaron
radicalmente. El latifundio fue más fuerte que ellos: aceptó el alambramiento para fortificarse,
pero el segundo paso, perfeccionar al máximo la explotación, no lo dio nunca; no tenía interés
de darlo (...).” (Idem)
Ficha 161: Consecuencias sociales del alambrado. “A medida que avanzaba la década de
1870 y con ella el cercamiento, los peones, agregados y puesteros iban quedando fuera de las
estancias, y arrastrando su miseria por los lindes o precoces “rancheríos” y suburbios de los
pueblos del interior (...) Las tareas de campo que más trabajo humano necesitaban eran los
rodeos y los apartes. Estos se hacían para apartar los animales de distintos dueños, mezclados a
95
consecuencias de una estampida, la sequía o las conmociones políticas; o para separar los
destinados a la venta, etc. El alambre eliminó todo ese trabajo: el ganado que no se podía
escapar, ni se podía mezclar, ni se podía perder. Muchos peones fueron despedidos (...) También
fueron despedidos los agregados y puesteros (...) despedir al puestero – centinela, ahora inútil,
y expulsar a los agregados que ya no tenían en que ocuparse, fue visto como una medida
ineludible de racionalización del trabajo y ahorro (...) Pero todavía hay un tercer sector de
perjudicados por el alambramiento: los pequeños poseedores que residían en los límites
indefinidos de las grandes estancias, viviendo un poco sobre cada una, y pastoreando así sus
escasos animales. Al tenderse el cerco, el linde se fijó con absoluta precisión; ya no quedaron
terrenos indefinidos, ya no hubo donde asentarse. El minifundista ganadero, ocupante simple de
la tierra, fue a reunirse con los peones, agregados y puesteros, fuera de los límites de la estancia.
(...) A lado de estos tres grupos de desplazados, hay que ubicar, además, a los pequeños y
medianos propietarios, que, tarde o temprano, tuvieron que vender (...) Aquí, en el Uruguay del
’70 (...) ¿qué salida quedaba para el peón que durante generaciones había vivido de y para el
vacuno, sin otros conocimientos de los que daba la estancia o el puesto?. Ninguna, porque no se
puede considerar al ejército o al rancherío como solución económica, ni para el hombre ni para
el Uruguay. El campesino europeo o estadounidense desplazado encontró un lugar en la
actividad productiva del país, adquirió en fábricas conciencia de su propia clase social, se
organizó presentando una fuerte lucha a la clase social poseedora. Pero nuestros criollos
desplazados, sin posibilidades de inserción en la vida activa del país, quedaron en el campo,
incultos, desunidos, inconscientes de su pésima situación social, inhabilitados por el medio para
comprenderla y reaccionar. Quedaron doblemente marginados: no sólo de la estancia, sino
también del país, fuera de su función económica, fuera de su esfuerzo para el progreso, fuera de
todos los beneficios, que éste podía aparejar. Y esta es la segunda consecuencia de signo
negativo – la primera fue la consolidación del latifundio – que hay que atribuir al alambrado.
(...) ” (Idem.)
Ficha 162: “La ganancia que los estancieros obtuvieron del capital invertido durante el primer
año de giro de una estancia puede considerarse como muy importante ya que, basándonos en
sus propias estimaciones, concluimos que osciló alrededor del 18% (entre 1861 – 1881, período
para el que contamos con los datos más confiables). ¿Qué otro negocio en la época podía dar
semejante interés en el primer año de inversión? Solamente la usura montevideana: sobre los
préstamos hipotecarios se cobraba entre el 18 y el 25 % anual (...) Restablecido el orden con el
militarismo a partir de 1876, sus ganancias readquirieron el altísimo nivel normal,
capacitándolas para emprender la tarea del cercamiento. Como conclusión final (...) debe
subrayarse que la crecida ganancia que obtuvieron de la explotación de la estancia, fue uno de
los elementos capitalizadores de la campaña y de fundamental importancia para permitir el
peculiar desarrollo económico impulsado por los hombres de la ARU. Sin capital no hay
desarrollo. Se los dio el ganado, el primitivismo técnico y el peón.”. (Idem)
163.- Consecuencias para los pequeños propietarios “La estrechez de los campos pide otro
orden de aprovechamiento. Los alambrados aseguran la propiedad, pero también la reducen a lo
que es propio, y ya no se puede contar con lo ajeno. Cada cual en su estancia tiene que bastarse
a sí mismo. De lo contrario, la ruina es inevitable, los ganados se morirán de hambre (...) De
hoy para delante el estanciero pequeño que no trabaje y saque todo el partido posible de su
moderno “campito” es hombre perdido (...) Y nos ocupamos del pequeño estanciero con
preferencia porque es de ese gremio que se compone la mayoría den nuestros hacendados” (en
“La Revista de la Asociación Rural”)
96
164.- El alambre y el Rémington: “Los alambrados han dado por tierra, con respecto a los
campos, con todos los usos y todos los vicios del antiguo sistema, como el arma de precisión,
o sea el Rémington ha dado en tierra con el reinado de la chuza (...) El alambre en el reino
económico ha realizado el fenómeno que el Rémington realiza en el orden político (...) El campo
abierto era la propiedad en común. El alambre es la plenitud del ejercicio del derecho.” (Agustín
de Vedia en “La Democracia” en 1881)
165.- El Código Rural: “El Código Rural, esa obra tesoro de bienestar y seguridad para la
campaña, apenas fue puesta en vigencia, empezó a causar los efectos que se esperaban: el
contento de la población honrada de los campos, que no temía someterse al rigor de la ley,
porque sabía que obrando bien estaba exenta de caer en sus penas; y el descontento y guerra que
los ladrones de vacas y cuatreros, en pequeña y grande escala, le hicieron, porque veían en el
Código Rural el freno puesto a sus desmanes; veían que no era posible ya tener pastoreo de
ganados orejanos, que no podían tener grandes cantidades de haciendas pastando en campo
ajeno, que no podían ya, como señores feudales, cerrar su terrenos al tránsito público, que los
cueros robados no había pulpero que los comprase y que esas bolsas de oro donde desaparecían
los ganados de los vecinos saliendo sólo para ser faenados en los saladeros del Brasil, dejaban
de existir para dar paso a la garantía de la propiedad”.(uno de los miembros de la Asociación
Rural en 1878, citado por Barrán y Nahum en “Historia rural del Uruguay Contemporáneo”,
tomo I)
166.- “Los gauchos se van”: “El gaucho que en otros tiempos recorría nuestras fértiles
campiñas encontrando en cada hogar un modesto asilo que lo resguardaba del hambre y la
intemperie, hoy atraviesa de parte a parte del territorio de la República, lleno de miserias,
cubierto con harapos, perseguido muchas veces por las autoridades policiales, sin encontrar
conchabo, ni siquiera un pobre rancho donde se ofrezca por algunos días aquella noble y franca
hospitalidad de otros tiempos. “Los gauchos se van” (se ha dicho) y en efecto es esta una raza
que se extingue y que tal vez antes de medio siglo habrá desaparecido casi por completo. Hoy
mismo, ya no se encuentra su verdadero tipo, su tipo primitivo, salvo muy raras excepciones.
Tenemos en su lugar, una nueva generación que aparece sobre la misma escena, en los
momentos en que una época de transición, cambia las condiciones de vida, y hace más difícil la
existencia del gaucho, abandonándola como la abandona a sus antiguos hábitos y costumbres”
(en “El Pueblo” de Paysandú en 1882)
Antes de esta reforma la enseñanza se encontraba bastante atrasada en sus conceptos científicos
y en sus objetivos con respecto a las necesidades sociales del momento, pero todavía la distancia
era mucho mayor por la prolongada inmovilidad del sistema de enseñanza, mantenida casi en
los mismos objetivos y métodos de los últimos tiempos de la Colonia. Por otra parte, la
instrucción primaria se cumplía en forma restringida y defectuosa. Era frecuente que la
designación de maestros recayera sobre personas sin preparación adecuada. Las penurias del
erario repercutían aún más en el sostenimiento de una escuela supuestamente gratuita. Al criterio
de la autoridad impuesto de un modo mecánico y absoluto sobre los alumnos se agregaba el
empleo exclusivo de la memoria dando un resultado atroz, dado que en muchos casos excedía
la capacidad de comprensión del niño. Según José Pedro Barrán el “triunfo más espectacular en
el camino de la modernización, lo logró el dictador mediante una paradoja. El realismo político
que se empezaba a infiltrar junto al positivismo filosófico en la generación principista hacia
1875, determinó la singular evolución ideológica de José Pedro Varela. Decidido aun sabiendo
que rompía deliberadamente con toda su generación transida de idealismos afrancesados y que
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se condenaba al aislamiento y al repudio de sus amigos liberales, José Pedro Varela ofreció sus
servicios al gobierno dictatorial (...) A fines 1877 funcionaban en todo el país 196 escuelas
municipales con 17.541 alumnos inscriptos. Tres años después, el número de escuelas públicas
había ascendido a 310 y el de alumnos a 24.785. La reforma vareliana de cuyos tres principios
fundamentales – obligatoriedad, gratuidad y laicidad – el gobierno solo adoptó los dos primeros,
constituía la base cultural desde la cual partir para llegar a la modernización económica y
política.” (José Pedro Barrán, en “Latorre y el Estado uruguayo” en “Enciclopedia Uruguaya)
José Pedro Varela, en 1874 publicó el libro La educación del pueblo. Allí según Pivel “Toda
(la) obra está nutrida de una profunda fe en la eficacia de la acción educacional. El
perfeccionamiento intelectual – dice Varela- necesario en todos los regímenes de gobierno, es
imprescindible en la democracia. El sufragio universal supone la conciencia universal, y la
conciencia universal supone y exige la educación universal. Sobre esta base propone Varela un
régimen de educación obligatoria, gratuita y laico. En cuanto a la obligatoriedad de la
enseñanza, cree que es absurdo discutir el punto. La libertad humana -dice- no es ilimitada, y el
poder público reprime el abuso y no hay mayor abuso que el que comete un padre al privar a
sus hijos de los medios de desenvolver sus aptitudes. Añade, además, un argumento de índole
jurídica: el analfabeto se hallaba privado constitucionalmente del ejercicio de los derechos
cívicos y era absurdo consignar tal prohibición sin castigar al responsable de esa ignorancia: el
padre o el tutor. Por otra parte creía Varela encontrar en la experiencia, un argumento más a
favor del régimen de la obligatoriedad: los hechos probaban que sólo se difundía la instrucción
allí dónde esta era obligatoria. La gratuidad la fundamenta en el hecho de que la enseñanza era
un servicio público como la justicia, como la policía, y debía ser pagado por toda la nación.
Además solo la escuela gratuita podía desempeñar con éxito la función igualitaria que la
democracia le exigía. Finalmente, para explicar la necesidad de una escuela laica, según el
modelo holandés y americano, Varela argumentaba que el Estado es una institución laica,
política y no religiosa, y su obra educacional debe ser laica como él. Por otra parte -añadía
Varela- el laicismo suprimía una serie de problemas y sobre todo dos: el relativo a los hijos de
los disidentes, a quienes no se debía forzar a recibir las enseñanzas de una confesión distinta a
la de sus padres y el creado por el instructor que, de haberse impartido una educación religiosa,
habría tenido que ser o un sacerdote o un laico aceptado por la Iglesia. Ambas soluciones habrían
significado la injerencia de la Iglesia en los asuntos del Estado, cosa que en el criterio de Varela
era necesario reprimir vigorosamente. Pero no debe desnaturalizarse el pensamiento vareliano.
Tal como él la proponía, la escuela laica no pretendía turbar el dominio religioso de los niños;
por el contrario lo reservaba a la familia y al sacerdocio y (esperaba) el respeto a todos los cultos
en el seno de la escuela. (Juan Pivel Devoto – Alicia Ranieri, “Historia de la República
Oriental del Uruguay”)
168.- Sobre las razones de Varela: “La tiranía no es un hecho de Latorre: es fruto espontáneo
del estado social de mi patria. No se puede combatir con más seguridad la dictadura que
transformando las condiciones intelectuales y morales del pueblo, ni pueden transformarse estas
condiciones por otro medio que por la escuela. Y puesto que yo aspiro a verificar aquella
transformación por este medio, y que no me da el pueblo la dirección escolar, la recibo de quien
me la da sea quien fuera. No exterminé la dictadura de hoy, que tampoco exterminará el pueblo,
pero sí con las dictaduras del porvenir”. (Respuesta de Varela a las críticas de Carlos María
Ramírez)
169.- La educación como superación de la guerra: “La política militante atribuye al cambio
de gobierno el remedio de los males. Los gobiernos no son causa del Estado, sino efecto de ese
Estado. No son los malos gobiernos los que hacen la desgracia permanente de las naciones. Es
el estado social de las naciones el que marca el tipo que deben tener los gobiernos. En 45 años
hemos tenido 19 revoluciones. La guerra es el estado normal de la República. Ni diez libros se
han publicado desde la independencia. No sabemos nada del país, de su población, ni de nada.
Triple crisis económica, política, financiera, agobia a la República. Falta la gran fuerza motriz
de la inteligencia cultivada” (José Pedro Varela, en la “Legislación Escolar”, 1876.)
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170.- El Estado y la acción particular: “Tenemos que tratar de elevarnos para que no nos
turben las pasiones. Un pueblo ignorante, no puede tener sino gobiernos que estén en relación
con su ignorancia. No se educan en la República más 18 o 20 mil niños y están en la ignorancia
60 a 80 mil. (...) Vivimos en un desacuerdo entre la ignorancia popular y las instituciones
políticas, entre el caudillaje y los doctores (...) La sabiduría y eficacia del buen sistema de
educación pública está en armonizar la acción del Estado con el tutelaje de la libre acción
particular. La dirección absoluta de la educación por el Estado, puesta en práctica en Alemania
y Prusia, ha dado resultados satisfactorios, pero es nociva para el sentimiento y la idea
democrática. (…) Con modificaciones más o menos importantes que nos hemos permitido en
llamar Mixto, es el que rige en todos los Estados Unidos (y) ha producido en pocos años
resultados brillantes (José Pedro Varela, en la “Legislación Escolar”, 1876.)
171.- Garantía de igualdad: “Los que una vez se han encontrado juntos en los bancos de una
escuela, en la que eran iguales, a la que concurrían usando de un mismo derecho, se acostumbran
fácilmente a considerarse iguales, a no reconocer más diferencias que las que resultan de las
aptitudes y las virtudes de cada uno”. (José Pedro Varela, en “La educación del pueblo”, 1874.)
Aspectos demográficos
Ficha 173: “El Uruguay de 1830 apenas contaba con 70 mil habitantes. El de 1875 poseía ya
450.000 y el 1900 un millón. El espectacular crecimiento- la población se multiplicó por 14 en
70 años – no tenía parangón en ningún país americano. La alta tasa de natalidad dominante hasta
1880 – 40/50 por 50 mil habitantes- se había unido a una relativamente baja tasa de mortalidad
– 20/30 por mil – para ambientar ese hecho, pero el factor crucial de la revolución demográfica
fue la inmigración europea. Franceses, italianos y españoles hasta 1850, italianos y españoles
luego, llegaron en 4 o 5 oleadas durante el S XIX. La inmigración fue temprana en relación a la
más tardía que arribó a la Argentina, y sobre todo fue cuantiosa en relación a la muy pequeña
población existente en 1830. De 1840 a 1890, Montevideo poseyó de un 60 a un 50% de
población extranjera, casi toda europea. El Censo de 1860 mostró un 35% de extranjeros en todo
el país, y el de 1908 redujo esa cifra al 17% (José Pedro Barrán, en la página Web de la
Universidad de la República, Facultad de Humanidades).
Ficha 174: “El Uruguay conoció en su pasado dos modelos demográficos, es decir dos maneras
de encarar la vida y la muerte. El primero, vigente en el siglo XVIII y la mayor parte del XIX,
estuvo caracterizado por un incremento espectacular de la población, debido a cuatro fuertes
oleadas inmigratorias y un permanente y alto crecimiento vegetativo. La impresionante tasa de
natalidad se conjugó con una baja mortalidad. La familia estaba constituida por una esposa muy
joven, casi adolescente, el hombre mayor y numerosos hijos. La fecundidad era un valor
socialmente estimado, y la muerte, por familiar y cotidiana, fue culturalmente aceptada. El
segundo modelo demográfico comenzó a gestarse en 1880 – 1890. En veinte años se afianzó y
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hacia 1900 – 1910 estaba constituido. La población disminuyó su ritmo de crecimiento. De 1900
a 1930 solo arribaron dos oleadas inmigratorias a una sociedad que, por relativamente densa,
poco sitio les dejó. Luego de 1930 se interrumpió toda corriente importante del exterior. La
natalidad descendió más espectacularmente aún de lo que lo hizo la inmigración y la mortalidad.
La familia resultante se constituyó con una esposa madura y un número de hijos, que a menudo
solo le garantizaba el mantenimiento del nivel poblacional, no su superación. A la mujer-madre
sucedió la mujer empleada, obrera, profesional. El feminismo hizo sus primeras armas. La
muerte menos frecuente que antes, fue vivida como algo insólito y hasta pecaminoso. La
sensibilidad de la sociedad y los individuos se rearticuló bajo otro patrón”. (José Pedro
Barrán y Benjamín Nahum “Batlle, los estancieros y el Imperio británico”. Tomo 1. Ediciones
de la Banda Oriental)
MODERNIZACIÓN
Ficha 175: - La crisis de 1890. A esta crisis se llega “como un resultado de las contradicciones
existente entre un Uruguay que cambia, pero que no cambia del todo, y la permanencia del viejo
Uruguay, del Uruguay criollo, tradicional, de la vieja estancia y del predominio del capital
especulativo. Esta crisis fue en parte el resultado de la situación internacional, pero también
resultaba de contradicciones internas. ¿Cómo se manifiestan esas contradicciones en nuestro
100
país?. En la crisis de la actividad ganadera, en la crisis del comercio de tránsito y en el auge del
capital especulativo. Alrededor de 1890, Montevideo pierde el papel de intermediario que tenía
en toda la región ganadera. Uno de los factores de esta pérdida está en la propia estructuración
de las economías de los países vecinos en torno a los puertos de Río de Janeiro y de Buenos
aires. La construcción del puerto de Buenos aires desplazó al de Montevideo. El puerto de
Montevideo era un excelente puerto natural, pero sus ventajas naturales desaparecieron en
cuanto el puerto de Buenos Aires fue construido y se constituyó en puerto obligado de
exportación de toda la producción argentina (...) En segundo lugar, la construcción de vías
férreas en el Brasil eliminó en parte el comercio de tránsito que se realizaba con la región de
Río Grande del Sur. El ganado en pie se siguió exportando hacia el Brasil e incluso en
determinado momentos el ganado fue traído del Brasil para ser faenado aquí. El factor detonante
de la crisis, fue la crisis de la Bolsa como resultado del uso especulativo de los capitales y de la
oposición entre el grupo orista y el que tenía un carácter netamente especulativo (cursista). (Los)
capitales traídos del exterior fueron utilizados en actividad especulativa. En 1887 se fundaba el
Banco Nacional, con capitales en parte de origen extranjero pero radicado en Montevideo. Estos
estaban nucleados en torno al grupo de Emilio Reus, sobre todo. El Banco Nacional surgió con
el carácter de banco de emisión, de banco que haría empréstitos al estado, y de banco
hipotecario, con lo cual intentaría quebrar el monopolio de crédito que tenía el grupo orista que
predominaba en Montevideo. Si bien el Banco Nacional realizó una acción positiva en el sentido
que dio en parte satisfacción a las apetencias de crédito del medio rural, en gran medida sus
capitales fueron empleados en la especulación (...) El banco por su parte fue muy combatido
por el grupo orista; precisamente el hecho que desencadenó la crisis fue la acción de uno de los
bancos oristas tradicionales, el Banco de Londres, el cual presentó al Banco Nacional 400.000
pesos para ser convertidos en oro. La imposibilidad del Banco Nacional para efectuar la
conversión llevó a una baja de las acciones y a la desvalorización del papel moneda.
Simultáneamente, los empréstitos contratados con el exterior agravaron la situación. (...) La
amortización de esta deuda insumiría en 1897 el 45% del presupuesto nacional. Los capitales
llegados del exterior fueron usados en la especulación (y se tradujo) en la fundación de 27
bancos con un capital accionario de 70 millones y más de 100 sociedades anónimas con un
capital fantasmal de 400 millones. La crisis del Banco Nacional provocó la caída de la mayoría
de estos bancos y sociedades que habían abusado en la especulación. El gobierno de Julio
Herrera y Obes (...) intentó salvar al Banco Nacional mediante la contratación de nuevos
empréstitos con el extranjero y establecimiento del curso forzosos del papel moneda. La
oposición del grupo orista a esta última medida determinó en 1892 la liquidación del Banco
Nacional. Su sección hipotecaria sirvió de base para la creación del Banco Hipotecario. Los
oristas triunfaron en la tarea de liquidar al capital especulativo, pero su dominio no fue de nuevo
total, porque en 1896 se fundaría el Banco de la República, con el carácter de banco mixto con
capitales privados y del estado (...) Los oristas perdieron así el monopolio del crédito, aunque
lograron el mantenimiento del patrón oro. La crisis financiera fue acompañada de una balanza
comercial desfavorable, como resultado de la prosperidad del periodo anterior, que se traduce
en un aumento de los consumos y del aumento de población que hizo necesaria la importación
de un número cada vez mayor de mercaderías. Entre 1887 y 1896 la balanza comercial fue
negativa en 21 millones y medio. La prosperidad había aumentado la capacidad de consumir
productos importados: bienes de producción (maquinaria para ferrocarriles), productos
suntuarios, y bienes de consumo popular, como consecuencia del aumento de la población. (...)
La crisis detuvo el proceso de modernización por la falta de capitales para invertir y el descenso
general de los precios” (Rosa Alonso “Hacia la consolidación del Uruguay” Ediciones de la
Banda Oriental, 1973)
Ficha 176.- La crisis de 1890. “En 1890 estalló una crisis de naturaleza económica de tal
gravedad que a muchos hizo añorar el tiempo en que aquellos parecían ser simples traspiés
políticos. La caída de los precios de lanas y cueros y el derrumbe del Banco Nacional financiado
desde el exterior, en el marco de la depresión internacional de esos año, mostraron a la nación
otros puntos vulnerables: una ganadería que había llegado al tope de su capacidad productiva y
101
nuestra dependencia de un mercado internacional de bienes y capitales sobre el que no teníamos
el menor control. Las reflexiones que hicieron los dirigentes políticos civilistas del Noventa
sobre el exclusivismo pastoril al que Uruguay estaba todavía atado, forman parte de la puesta
en tela de juicio de todos los presupuestos que la vida ideológica liberal, predominante hasta
1880 en nuestros círculos dirigentes, había construido bebiendo siempre conceptos europeos. El
Noventa está caracterizado por un nuevo signo: la nacionalización del país. Y se comenzó por
nacionalizar los esquemas culturales que hasta este instante predominaban. Estos dirigentes
comprendieron que el modelo autoritario militar no había aventado las crisis. La guerra civil
había desaparecido y sin embargo la República enfrentaba la más violenta conmoción
económica y social de su historia. La crisis dentro del orden revelaba que por debajo de las
enfermedades políticas existían otros obstáculos para el porvenir nacional. El diagnóstico de
esta generación dominada por las figuras de Julio Herrera y Obes, Carlos María Ramírez,
Francisco Bauzá y el todavía treintañero José Batlle Ordóñez, fue que dos elementos
singularmente conectados impedían el normal desenvolvimiento del país soberano: su condición
de monoproductor ganadero y su extrema dependencia. (…) Toda esta generación coincidió en
la solución: sólo el Estado podría detener esa “hemorragia” ambientando la “independencia
económica.”(José Pedro Barrán – Benjamín Nahum, “El problema nacional y el Estado: un
marco histórico”, Fundación de Cultura Económica, nº 14, p.9, 1986).
178.- el crecimiento “hacia fuera”: “Tenemos un país en que la luz es extranjera y privilegiada
en forma de Compañía de Gas, en que el agua se halla en las mismas condiciones en forma de
Empresas de Aguas Corrientes; en que la locomoción representada por tranvías, ferrocarriles,
vapores, es también extranjera, etc. ¿A qué continuar? Todo es extranjero y privilegiado o tiende
a serlo. Y de esa manera, si en el régimen político hemos destruido el sistema colonial, no lo
hemos destruido en la industria, en el comercio. (...) El hecho es que una inmensa parte de las
riquezas del país se van (...) El número más considerables de los productores de esas riquezas
trabajan en el país, pero no para el país ni para habitantes del país. Sus industrias son como esas
pesquerías que se establecen en las costas de las islas desiertas. Cargan con todo lo que pueden
y levan anclas” (El Día, 1891)
179.- la mano de obra: “Nuestro poder industrial es limitadísimo. Ningún factor intermedio
entre las dos industrias madres – la ganadería y la agricultura – alimenta la actividad de las
clases jornaleras (...) La causa esencial del pauperismo naciente es el exceso de brazos
rivalizando para aplicarse a un mismo empleo. Hay sobrada oferta de peones de estancia o
chacra, y por eso es que los salarios bajen y las industrias encarecen. Conviene pues, favorecer
y alentar la creación de nuevas industrias nacidas del trabajo del suelo o de la explotación de
sus riquezas, pero tomando el propósito con la decisión que pide un asunto de tanta magnitud,
porque si a pretexto de las escaseces del Erario, no se ataca en su origen la plaga del pauperismo,
el porvenir del país se verá amenazado por un elemento perturbador de su progreso social y
político” (Francisco Bauzá. Memoria del Ministerio de Gobierno, 15 de junio de 1893)
102
180.- el latifundio: “Hay todavía en nuestro país una cantidad de señores feudales o señores de
campo, que disponen de grandes cantidades de tierra y que, porque consideran el progreso social
paralelamente al progreso de sus propios recursos, dejan de darle a esos terrenos la aplicación
que convendría al país para dejarlos como a ello les conviene, como se les da la gana”. (Antonio
Bachini, diputado colorado el 13 de julio de 1893 en la Cámara de Representantes)”
181.- la influencia directriz: “Es indudable que el Gobierno tiene y tendrá siempre y es
necesario y conveniente que lo tenga, una poderosa y legítima influencia en la designación de
los candidatos del partido gobernante, y entonces de lo que puede acusársele es del buen o mal
uso que haga de esa influencia directriz, pero no de que la ejerza, y mucho menos podrá decirse
racionalmente que el ejercicio de esa facultad importe el despojo del derecho electoral de los
ciudadanos” (El Presidente Julio Herrera y Obes en su definición de “influencia directriz”)
182.- El coloradismo: “Dice el Partido Blanco que viene a reestablecer las garantías
individuales y las libertades públicas ¡pero no le creamos! ¡Viene, antes que todo, a derrotar al
Partido Colorado! (...) ese ataque es uno de los más formidables que se haya preparado contra
nosotros y habremos de repelerlo con nuestros propios brazos, bajo las órdenes de nuestros
mejores jefes.” (José Batlle y Ordóñez, 1897, en asamblea partidaria)
183.- Otras razones: “El Partido Blanco tiene el derecho de revolución, porque el Partido
colorado gobierna exclusivamente los destinos del país y gobierna mal, como vosotros mismos
afirmáis”. (Eduardo Flores, 1897 en asamblea partidaria colorada)
184.- Carta de Aparicio: “Caraguatá, 6 de mayo de 1897 (...) El país hace mucho que está en
ruinas, pero sobre este suelo que adoramos los dos, la huella que han dejado los gobiernos que
crees gobierno de orden y han sido gobiernos de licencia, mientras Bernardo P. Berro, mientras
Giró, mientras el probo Atanasio Aguirre, mientras los presidentes del Partido que hoy está en
armas cuidaban la hacienda pública y acrecían las comodidades privadas por la pureza de la
administración, los gobiernos a los que tu te refieres en tu extensa nota, (...) han hecho todo lo
contrario (...). Es por eso, hermano, que estoy donde estoy, y aquí estaré al morir. En el bando
de los administradores de buena fe; en el partido de las probidades presidenciales; junto a
aquellos que suben y bajan pobres del poder, donde nuestro padre que no sabía manchar sus
canas hubiera estado en la hora de las grandes y supremas crisis de la conciencia pública... ¿Tú
crees servir a la Patria en el puesto que ocupas? (...) pues no la sirves, sirves tan solo a un círculo;
la patria es algo más de lo que tu supones, la patria es el poder que se hace respetar por el
prestigio de sus honradeces y por la religión de las instituciones no mancilladas; la patria es el
conjunto de todos los partidos en el amplio y pleno uso de sus derechos; la patria es la dignidad
arriba y el regocijo abajo; la patria no es el grupo de mercaderes y de histriones políticos que
han hecho a las prerrogativas del ciudadano, nubes que el viento lleva y que se sientan hoy
donde se sentaban próceres (...) Deseo manifestarte lo mucho que me duele y lo harto que me
pesa verte luchar en pos de una camarilla sin ley ni patria, contra las más legítimas aspiraciones
y contra los más generosos anhelos del alma de esta tierra de desventuras. Tú me dices que eres
soldado de un gobierno constituido, olvidando que lo fue mal. Yo te preferiría soldado de la
nación, del derecho, de la libertad, de la honradez administrativa; lo que no obsta para que bien
te quiera quien no olvidará nunca los vínculos sagrados que a ti me unen. Es tuyo siempre.”
(Carta de Aparicio Saravia a su hermano Basilicio en la fecha indicada)
Ficha 181.- “Pero ni siquiera el “orden” y el “sosiego” políticos habían quedado garantizados
con la solución militarista que las clases altas y el inversor británico apoyaron en 1876. Las
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guerras civiles renacieron, primero con timidez en 1896 y 1897, y por fin brutalmente en 1904.
La evolución económica y social que los terratenientes iniciaron al amparo de la paz latorrista,
el cercamiento de los campos sobre todo, dejó a una inmensa masa humana sin trabajo, lo que
ambientó el alzamiento político. Por otro lado, los gobiernos al no basarse en las mayorías sino
en el manipuleo de un pequeño electorado por el partido oficialista, dejaron fuera el grueso de
la opinión pública. La combinación de estos dos hechos se reveló explosiva y cuestionó por
insuficiente la solución impuesta en 1876. La guerra civil de de 1904, con sus sangrientas
batallas de Tupambaé y Masoller, y sus nueve largos meses, provocó tal “sonido y furia” que
de nuevo la conciencia nacional se sobresaltó. La inestabilidad política fue considerada otra vez
el centro del gran “problema nacional” a resolver. Apenas terminada la guerra, políticos e
intelectuales se dedicaron a buscar sus motivaciones más profundas. Aparecieron innumerables
artículos periodísticos y varios libros con el título “El problema nacional”. El análisis de esas
publicaciones muestra existencia de dos grandes vertientes explicativas que a ves se conjuraron:
la económico social, mayoritaria, derivada por lo general del batllismo y el socialismo, y la
política, expuesta casi siempre por los dirigentes del Partido Nacional. (Los colorados sostenían)
que “el mal del país” radicaba en el predominio del latifundio y la ganadería extensiva,
generadora del caudillismo, la miseria campesina, la despoblación y las revueltas. (…) Los
dirigentes del Partido Nacional, en cambio, insistieron en que la causa fundamental de la
persistencia de las guerras civiles radicaba en la inexistencia de gobiernos democráticos, que
fueran elegidos y actuaran con la aprobación de la mayoría de la sociedad uruguaya.” .”(José
Pedro Barrán – Benjamín Nahum, “El problema nacional y el Estado: un marco histórico”,
Fundación de Cultura Económica, nº 14, p.11, 1986).
182.- “La miseria predispuso al pobrerío a la violencia y la divisa dio el empujón para que esta
subiera al rango de revolución política y tuviera una justificación sentimental, casi ética…Todo
el paisanaje empero esperaba el levantamiento armado, aventura, alimento abundante y la
posibilidad de recuperar su dignidad humana con un fusil o una lanza en la mano, beneficios
que atribuirían al jefe que los mandaban o a la divisa que servían. Saravia sabía, aunque lo
declaró solo a sus íntimos, que su única posibilidad de triunfo no era militar sino social: si la
Revolución duraba y consumía haciendas y quemaba postes de alambrado, la clase alta rural
terminaría ejerciendo una presión irresistible sobre Batlle para que pactase y cediese (1904)
lográndose así el objetivo político buscado” (…) El alimento abundante, la ansiada carne
después de la abstinencia que sólo el abigeo rompía de vez en cuando, era el beneficio mayor.
El fuego para asarla se hacía con los postes de los “odiados” alambrados” .”(José Pedro Barrán
– Benjamín Nahum, “Historia Social de las Revoluciones de 1897 y 1904”)
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