You are on page 1of 4

¿Qué tanto amas a Dios?

Introducción.
No hay duda que Dios nos ama, de eso no hay debate existente, es más la Biblia
describe de la forma en la cual Dios nos ama: “Porque de tal manera amó Dios al
mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se
pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16 RV1960). El Padre no escatimo ni a su
propio hijo, no puso peros, no se limitó, él se entregó todo (Ro. 8.32)

Que fácil se nos hace decir: “Amo a Dios”, pero, ¿Será que realmente tenemos
conciencia de lo que decimos?, ó ¿Por lo menos tenemos claro lo que significa amar
a Dios?

Muchas veces decimos por Dios daría hasta mi propia vida, pero qué tal si como
Abraham Dios nos pidiera que sacrificáramos no nuestra vida pero sí lo que más
queremos, ese tesoro especial, ese logro de tu vida, ese sentimiento que has
llevado años, eso por lo que tanto has esperado ¿cuánto lo amas, lo harías,
sacrificarías todo por ÉL?

Antes de analizarnos en cuanto amamos a Dios, veamos un poco de su amor, y lo


que hizo por ese amor.

• Dios es amor (Dios no tiene amor, él es el amor) 1Jn. 4.8


• Amor eterno (su amor no se acaba y prolonga su misericordia) Jeremías 31.3
• Aun antes de la fundación del mundo, estaba pensando en nosotros, para
ser parte del plan salvífico. Efesios 1.4-5
• Pagó por nuestros pecados (cuál fue el precio: precio de sangre) Ro. 3.23
• Etc…

Dice la biblia que el primer mandamiento es “Amaras al Señor tu Dios con todo tu
corazón, con toda tu mente, con todas tus fuerzas” (Marcos 12:30), uno lo lee y dirá
pero es fácil, pero realmente cuan cierto es eso, ¿será fácil amar a Dios con todo
lo que somos, será fácil amar a Dios sobre todo lo demás?

Si leemos la historia de Abraham nos damos cuenta que no es fácil entregar todo,
Dios es un Dios celoso (Éxodo 34:14), Él quiere ser lo más importante en tu vida, y
para Abraham que nunca había tenido un hijo sin duda no fue fácil entregar lo que
más quería, Isaac era su sueño realizado, era esa promesa cumplida, representaba
lo que el más anhelaba, y Dios le dijo sacrifícame a Isaac; cuantas dudas habrán
pasado por su mente, cuanta tristeza habrá sentido, pero en ese momento algo lleno
su corazón una esperanza, aun mas grande que la esperanza era la fe, y la fe le
decía: si se lo sacrifico a Dios, Él es poderoso para revivirlo; tuvo tal fe y una entrega
total porque estuvo dispuesto a entregárselo, y Dios realmente comprobó que lo
amaba aún más que a su propio hijo, más que cualquier cosa, más que sus sueños.

Esta historia es real, y dice la biblia que Dios sigue siendo el mismo (Hebreos 13:8,
Malaquías 3:6), así que es momento de dejar aquello que lo distrae, ya es hora que
suelte eso que le está impidiendo avanzar, si usted realmente quiere más de Dios
entonces aprenda a sacrificar a su Isaac, aprenda a entregarle todo a Dios, incluso
sus sueños, sus deseos, porque Dios le ama y dio hasta su vida en la cruz, Él sí
entregó todo por usted, POR NOSOTTROS.

Leer Marcos 12.29-30

29Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor


nuestro Dios, el Señor uno es. 30Y amarás, pues, al Señor tu Dios con todo tu
corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas; este es
el principal mandamiento. RVR 1960

Los judíos tienes una oración principal en cada reunión en la sinagoga, esta se
describe en una palabra “SHEMA” el Shemá, expresa o muestra el monoteísmo de
los judíos. Monoteísmo: Mono= Uno, Teísmo= Teo = Dios, es decir un solo Dios. la
adoración a un solo Dios.

El shema es la doctrina principal de los judíos, y quiere decir: “Oye”

Deuteronomio 6.4-9 4 Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. 5 Y amarás
a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. 6 Y
estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; 7 y las repetirás a
tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al
acostarte, y cuando te levantes. 8 Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán
como frontales entre tus ojos; 9 y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus
puertas.

No voy a entrar a detalle en que quiere decir amar a Dios con el corazón, el alma,
la mente y las fuerzas, esos cuatro aspectos los vamos a resumir en “TODO LO
QUE SOY, CON TODO MI SER”

Estoy seguro que en algún momento de nuestras vidas, cuando recién conocimos
a Jesús, nos desvivíamos por Él…

Le conocimos, y estábamos dispuestos a todo. Nos levantábamos y leíamos dos


tres capítulos, orábamos un buen rato, le compartíamos a quienes nos rodeaban,
llegada la noche leíamos otros dos o tres capítulos, volvíamos a orar otro rato…

Esperábamos con ansias el momento de las reuniones, veníamos sin prisas,


adorábamos con el corazón, le entregábamos todo Dios, servíamos en todo lo que
pudiéramos y ahí estábamos…

Pero ¿Qué pasó?... algo tuvo que haber pasado, algo hice mal, algo que tenía que
haber hecho no lo hice, algo me hicieron, no sé… pero algo pasó que nos hizo ir
dejando todo lo que éramos capaces de ser y hacer por Dios.

¿Cuál debe ser nuestra respuesta a tan grande amor?

Si bien la gracia nos presenta un amor que no espera nada de nosotros pues «nos
amó de pura gracia», tal amor amerita una respuesta apropiada de nuestra parte.

La dádiva de María, cuando ungió con un perfume muy caro los pies del Salvador,
relatado en Juan 12, no sólo fue una expresión de fe sino también un sacrificio de
amor, enseñándonos que Cristo espera nuestro afecto personal y nuestras dádivas
sacrificiales. Al que mucho se le ha perdonado, mucho ama (Lucas 7.44-47).

El amor también es demostrado por la obediencia a los mandamientos de Dios


(Juan 14.15, 23, 24; 15.10-14). La raíz de la verdadera piedad no está en el intelecto
sino en el corazón.
Cuando Jesús se encontró con Pedro junto al Mar de Galilea, no le recriminó por su
negación, simplemente le preguntó: ¿Simón, hijo de Jonás, me amas más que
éstos? No le preguntó si le serviría fielmente; ni le preguntó si trabajaría sin
descanso; ni le preguntó acerca de sus dones y preparación para la tarea. ¿Me
amas? Fue la pregunta preponderante. Nadie posee las cualidades de ministrar en
su nombre sin estar motivado por el amor.

Conclusión

1 Juan 3:18 nos muestra como debe ser nuestro amor a Dios. “Hijitos míos, no
amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad”

Dios nunca nos pedirá obedecer Sus mandamientos para nuestro mal, quienes nos
beneficiamos de la obediencia somos nosotros, Él no dejará de ser Dios ni de estar
sentado en Su trono de gloria si no le obedecemos, sin embargo, nuestro Padre es
tan maravilloso, benevolente y amoroso que conjuntamente con obedecer Su
Palabra trae bendición y el cumplimiento de sus promesas en nuestras vidas y
aunque por momentos parezcamos ser perjudicados por hacer lo que es correcto,
para quienes le amamos, todas las cosas cooperan para bien (Romanos 8:28).

Ministración

Si hemos descuidado nuestro amor por Dios, es momento que volvamos a ese
primer amor… a esa obediencia sin condiciones…

Aun Dios nos sigue amando y esperando.

You might also like