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Extracto Dionisio de Halicarnaso
Extracto Dionisio de Halicarnaso
de países extranjeros, pero éstas sin conexión mutua, sin? gos y bárbaros de todos los países a imitación de Heró
independientes por países y ciudades, sin relaciones aS doto. Despreciando de la primera su bajeza, mezquindad
tre ellas, guardando todos un mismo y único objetivo^ y escaso interés para los lectores, y a la segunda por
hacer de dominio público y general cuantas tradiciones imposible de abarcar en una visión global debido al ex
locales se conservaban entre gentes y Estados, ya fuesen ceso de lugares, eligió como tema una guerra solamente,
documentos guardados en los templos o vulgarizados? la que llevaron a cabo unos contra otros atenienses y
tal cual los recibían, sin añadir ni quitar nada. En este peloponesios, y a su descripción se atuvo. De buena sa
material había mitos creídos desde tiempos muy antiguos lud física y de mente sana, pudo vivirla en toda su du
ración, no teniendo que reconstruir los hechos a base de
y relatos novelescos que hoy nos parecen no poco sim
ples. Todos, lo mismo que sintieron preferencia por el relatos de segunda mano, sino que refirió aquellos en
mismo dialecto, cultivan normalmente un mismo estilo, que estuvo presente según su propia experiencia, y aque
a saber, el claro, común, puro, conciso, adecuado a los llos a los que no asistió por el exilio, recabando infor
contenidos, sin exhibir el menor cuidado artístico. Sin mación de quienes mejor los conocían. Así que, en pri
embargo, recorre sus obras un cierto frescor juvenil y mer lugar, se distinguió de sus predecesores en elegir un
tema ni totalmente restringido ni tampoco dividido en
encanto, en unos más y en otros menos, gracias al cual
sus escritos aún perviven. Frente a ellos Heródoto de muchos apartados incoherentes; en segundo lugar, por
Halicamaso, nacido poco antes de las Guerras Médicas no tocar en ella nada que fuera mítico, ni orientarla al
engaño y seducción de la masa, como habían hecho to
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y cuya vida se prolongó hasta la del Peloponeso 8, dio
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dos sus antecesores, expertos en Lamias que surgían de
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amplitud y brillantez a los planteamientos temáticos, no
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la tierra por selvas y cañadas, en Náyades anfibias que
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limitando la compilación histórica a una sola ciudad o
pueblo, sino que reunió muchos y diferentes hechos de saliendo de Tártaros nadaban por los mares y, de natu
raleza semianimal, buscaban el trato con hombres, o ha
Europa y de Asia circunscribiéndolos a los límites de un
Vil
blaban de proles semidivinas, fruto de las relaciones de
solo tratado (comenzando por el Imperio Lidio llevó su
relato hasta las Guerras Médicas, incluyendo en una úni seres divinos con mortales, y muchas otras historias que
ca obra todas las acciones importantes llevadas a cabo por insensatas nos parecen increíbles en nuestra época.
por griegos y bárbaros en el espacio de estos doscientos 7. Me era obligado a decir esto, no por censura a
ules autores, sino comprendiendo perfecumente que ha
veinte años), dotándolo además de unas virtudes que sus
predecesores habían desatendido. yan incluido ficciones míticas al escribir historias nacio
6. Tucídides, que vino a la zaga de éstos, no quiso nales y locales: entre todos los hombres, sean países en
general o ciudades en particular, se han conservado tra
erigir su Historia sobre un único lugar, como habían
hecho los de la escuela de Helánico, ni tampoco juntar diciones del tenor de los anteriores relatos que los hijos
han recibido de sus padres y ponen a su vez especial
en una sola historia las acciones llevadas a cabo por grie-1 *
cuidado en transmitirlas a la generación siguiente, gus
1 Vivió entre 484 y 425 a.C. aprox. Con hs Guerras Médicas puede tando de que quienes desean ponerlas por escrito para
referirse D. H. a la campaña de Jerjes del 480-79. sacarlas a la luz pública lo hagan como las han recibido
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Dionisio de Halicai
Tres ensayos de crítica literaria
de sus mayores. Era forzoso, por tanto, que aquello^ gado a hablar sobre Demóstenes el general, Nicias el hijo
hombres adornasen las historias locales con episodios mpS ¿c Nicerato, Alcibíades el "hijo de Clinias y de otros
ticos 9; a Tucídides, por el contrario, al preferir un temas o en eral es y políticos ", refiere lo que le correspondía a
único del que él mismo fue testigo, no le venía bien» cada uno. No preciso poner ejemplos para quienes han
insertar en el relato esos engaños teatrales y menos di-sl leído su Historia. Esto es, pues, lo que se podría decir
rigirlos a embaucar a los lectores, como aquellas obrasfl de los logros del historiador con relación a los conteni
solían hacer, sino mirando a la utilidad, conforme él mis-'S dos, todo ello apto y digno de imitación. [Lo más im
mo dejó claro en el prohemio de su historia cuando li-'S portante de todo es no mentir a sabiendas ni manchar la
teralmente escribe ,0: i propia conciencia].
9. Lo más deficientemente trabajado y que ya le han
En relación con la audiencia, su carácter no fabuloso hará que
]í recriminado algunos, se refiere a la parte más técnica del
les resulte poco grata, pero bastará con que la juzguen útil s tratamiento de los contenidos, lo que se llama econo
quienes deseen considerar la evidencia de lo sucedido y de lo i mía ", algo a lo que toda obra debe aspirar, se dedique
que en un futuro pueda llegar a ser igual o semejante, de acuer- 1 uno a temas filosóficos u oratorios, y que consta de di
do con la naturaleza humana. De ahí que constituya una po- I visión ", ordenación y desarrollo. Comenzaré por la di
sesión para siempre y no una pieza de concurso para oír en un 3
momento. «
visión, anticipando que mientras los historiadores ante
riores a él repartieron la relación de los hechos por lu
gares o épocas sucesivas, él no dio por bueno ninguno
8. Todos los filósofos y rétores, o la mayoría al me
de estos métodos de división, ya que no repartió su re
nos, dan testimonio de que nuestro autor prestó la má
lato siguiendo los lugares en que las acciones habían te
xima atención a la verdad, de la cual deseamos que la
nido lugar, como habían hecho Heródoto, Helánico y
historia sea la sacerdotisa, no añadiendo a los hechos
nada que no les perteneciese, ni quitándoselo ni selec otros historiadores precedentes; tampoco por épocas,
como habían preferido los que publicaron historias lo
cionándolo a su arbitrio, manteniendo sus principios de
cales, que habían repartido la relación histórica por las
modo irreprochable y libres de toda malevolencia y de
sucesiones de los reyes, de los sacerdotes, por Olimpia
toda adulación, máxime en sus opiniones sobre los per
das o por los arcontes designados para las magistraturas
sonajes importantes. Así, cuando en el libro primero re
cuerda las buenas cualidades de Temístocles ", las repasa anuales. El, queriendo recorrer un camino nuevo y no
hollado por otros, repartió su historia siguiendo las es
sin asomo de malicia; cuando en el segundo toca el go
taciones: veranos e inviernos. Pero el resultado de esto
bierno de Pericles hace un cumplido elogio de la extensa
fama que le rodeaba ’2; igualmente, cuando se ve obli
fue ei contrario al esperado por él, pues la división cro-