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JOHN MAYNARD KEYNES Y SU TEORÍA - CONTROL DE PRECIOS POR EL

ESTADO.
¿QUE DIJO KEYNES?
El keynesianismo es la teoría que afirma que el Estado debe intervenir en
la economía para mantener el equilibrio y revertir los ciclos de
crisis. Defiende que el mercado no se regula de forma natural, por lo que los
Gobiernos deben minimizar las fluctuaciones económicas. Su ideólogo fue el
economista británico John Maynard Keynes (1883-1946), que la expuso en su
obra Teoría general del empleo, el interés y el dinero  (1936), por la que es
considerado el fundador de la macroeconomía moderna. Su modelo fue
revolucionario porque se oponía a la intervención estatal mínima que
promulgaba el liberalismo clásico.

De acuerdo con el keynesianismo, la variable que mueve la actividad


económica es la demanda. Esta la forman los bienes y servicios que consumen
los ciudadanos, las inversiones de empresas y bancos al comprar nuevos
equipos o acciones, el gasto público y las mercancías que se exportan. La
economía está en equilibrio cuando la demanda es igual a la oferta, pero el
mercado es incapaz de regularse solo, según Keynes, así que los Gobiernos
deben intervenir para evitar los desequilibrios. Y lo hacen con
políticas contracíclicas: ahorrar en momentos de crecimiento para enfrentar
futuras recesiones y evitar la subida de precios, y gastar en periodos de
recesión para generar riqueza. Así se busca reducir el impacto de cada ciclo
económico y solucionar el paro y la inflación.

LA CLAVE DE KEYNES: ABORDAR EL PARO Y LA INFLACIÓN

Según Keynes, el desempleo aparece cuando no se consume todo lo


producido, es decir, cuando la demanda es menor que la oferta: si no se
generan nuevos bienes y servicios tampoco se requerirá nueva mano de obra.
En este caso, el Gobierno debe aumentar la demanda con medidas
expansivas que aumenten el gasto del sector público para generar riqueza y
crear empleo. Por ejemplo, bajar los impuestos a las rentas de las familias les
deja más dinero para gastar; disminuir los intereses a empresas y bancos les
anima a invertir, lo cual genera nuevos puestos de trabajo; y construir colegios
u hospitales requiere de más obreros, profesores, enfermeros.

Con todo, el incentivo a la demanda debe hacerse con cuidado, porque no


debe superar en exceso a la oferta. Ante la falta de bienes disponibles se
produce inflación: los precios suben y, por tanto, el consumo baja, lo que
provoca desempleo. Por tanto, para no sobre producir que haya más demanda
que oferta, el Estado aplica políticas restrictivas que desincentivan las compras,
como subir impuestos, prestar menos servicios públicos o encarecer las
transacciones bancarias. Tras toda política restrictiva tiene que seguir una
expansiva y viceversa, porque, según el keynesianismo, el desempleo y la
inflación jamás deben coexistir en el mismo ciclo económico.
¿Cuáles son las principales ideas keynesianas?

En primer lugar, dedicó su carrera a estudiar problemas agregados, como el


empleo, el paro, el consumo, la producción, el ahorro o la inversión del conjunto
de un país. Entiende que estos fenómenos, y las relaciones entre ellos, se
rigen por sus propias reglas, no necesariamente derivadas del estudio de
cómo piensan y deciden los individuos. A Keynes lo que verdaderamente le
preocupaba era qué pasaba en el corto plazo. Por ejemplo, el paro o la crisis
presentes en su país. A diferencia de otros economistas, para él, el problema
no era la escasez de recursos, sino el paro y la existencia de recursos
sobrantes.

¿Por qué sobraban recursos en los momentos de crisis? La razón sería


la demanda insuficiente para necesitar emplear todos los recursos
disponibles. El paro, la existencia de trabajadores sobrantes, reflejaría una
escasez no de recursos, sino de demanda de los productos que se producen
con esos recursos. Un factor importante para explicar el paro sería que a los
salarios les costase bajar cuando bajan los precios. Si los salarios no bajan
y los precios sí, eso supondría que los trabajadores cobrarían más en términos
reales, podrían comprar más cosas cobrando la misma cantidad.

Cuando el poder adquisitivo de los salarios aumenta, más gente querría


trabajar y menos empresas contratar a los trabajadores, que les resultan caros.
Se genera paro, lo que deprime el consumo y esa caída de la demanda hace
que los precios bajen más. Entraríamos en un círculo vicioso. Por lo tanto, los
salarios serían incapaces de adaptarse a las nuevas circunstancias, de
modo que no hubiese más gente queriendo trabajar que empresas requiriendo
contrataciones. El mercado fallaría en este aspecto

a solución a la demanda insuficiente sería el empleo de la política económica.


Los gobiernos serían los encargados de estimular la demanda.
Concretamente, a través de la política fiscal (del empleo del déficit público), de
la política monetaria (intentando que bajasen los tipos de interés) y de la
política cambiaria (las devaluaciones o depreciaciones de la moneda).
Keynes era claramente partidario de la política fiscal. Pensaba que los
consumidores consumían una proporción de la renta de la que disponían
(después de los impuestos). Ya que el gasto financiado con endeudamiento
público no reduce la renta de la que disponen los ciudadanos, el déficit público
conseguiría incrementar la demanda.

¿KEYNES PRACTICARÍA RECORTES PARA SALIR DE LA CRISIS?

Es difícil saber lo que recomendaría hoy, con todas las novedades que sus
seguidores y críticos han aportado, casi siete décadas tras su muerte. Pero es
altamente probable que no. Keynes incrementaría el gasto del Estado. El
Estado gastaría lo que no gastan los agentes privados, porque él cree que el
problema es una demanda que no llega a todo lo que somos capaces de
producir. El problema son los trabajadores parados, las máquinas paradas, la
importante cantidad de recursos disponibles y sin uso que se acumulan
durante una crisis. Cuando el Estado gaste, por ejemplo, en obras públicas,
pagará a las empresas adjudicatarias de las obras y éstas a los obreros, a sus
proveedores, a quienes les han prestado dinero.

Así, los trabajadores tendrán dinero en el bolsillo para gastar, de forma que se
incrementará la demanda de las empresas a las que adquieran los bienes
y servicios esos trabajadores. Esas empresas funcionarán a mayor
rendimiento y se creará empleo. Como cada consumidor gasta una proporción
de lo que dispone, incrementa el gasto de los demás, porque su gasto será
renta para otro. Ese otro consumirá también una parte de lo que le pagan. No
es un proceso sin fin, porque con cada fase solamente se gasta una parte (la
otra se ahorra), de forma que los incrementos adicionales son cada vez más
pequeños, pero el gasto se multiplica.

De lo que se trata es de que el Estado, gastando sin retirar dinero del bolsillo
de los consumidores, endeudándose, conseguirá levantar la demanda. Esa
mayor demanda será la que conseguirá poner en marcha algunos de los
recursos no empleados, como trabajadores en paro o máquinas paradas.
¿CUÁL HA SIDO LA INFLUENCIA POSTERIOR DE KEYNES?

Los trabajos keynesianos originaron una importante repercusión posterior.


Algunos de sus seguidores han tratado de formalizar un modelo
keynesiano matemáticamente. Keynes, pese a su formación en Estadística y
otros campos de las Matemáticas, no era muy partidario de la matematización
de la Economía, pero sí muchos de sus seguidores. Otra línea de seguimiento
del pensamiento keynesiano es la que busca fundamentar los modelos de
inspiración keynesiana en el estudio de las decisiones de los individuos, en lo
que se denomina Microeconomía, que hoy es la pieza clave de todo el análisis
económico.

a solución a la demanda insuficiente sería el empleo de la política económica.


Los gobiernos serían los encargados de estimular la demanda.
Concretamente, a través de la política fiscal (del empleo del déficit público), de
la política monetaria (intentando que bajasen los tipos de interés) y de la
política cambiaria (las devaluaciones o depreciaciones de la moneda).
Keynes era claramente partidario de la política fiscal. Pensaba que los
consumidores consumían una proporción de la renta de la que disponían
(después de los impuestos). Ya que el gasto financiado con endeudamiento
público no reduce la renta de la que disponen los ciudadanos, el déficit público
conseguiría incrementar la demanda.

¿KEYNES PRACTICARÍA RECORTES PARA SALIR DE LA CRISIS?

Es difícil saber lo que recomendaría hoy, con todas las novedades que sus
seguidores y críticos han aportado, casi siete décadas tras su muerte. Pero es
altamente probable que no. Keynes incrementaría el gasto del Estado. El
Estado gastaría lo que no gastan los agentes privados, porque él cree que el
problema es una demanda que no llega a todo lo que somos capaces de
producir. El problema son los trabajadores parados, las máquinas paradas, la
importante cantidad de recursos disponibles y sin uso que se acumulan
durante una crisis. Cuando el Estado gaste, por ejemplo, en obras públicas,
pagará a las empresas adjudicatarias de las obras y éstas a los obreros, a sus
proveedores, a quienes les han prestado dinero.
Así, los trabajadores tendrán dinero en el bolsillo para gastar, de forma que se
incrementará la demanda de las empresas a las que adquieran los bienes
y servicios esos trabajadores. Esas empresas funcionarán a mayor
rendimiento y se creará empleo. Como cada consumidor gasta una proporción
de lo que dispone, incrementa el gasto de los demás, porque su gasto será
renta para otro. Ese otro consumirá también una parte de lo que le pagan. No
es un proceso sin fin, porque con cada fase solamente se gasta una parte (la
otra se ahorra), de forma que los incrementos adicionales son cada vez más
pequeños, pero el gasto se multiplica.

De lo que se trata es de que el Estado, gastando sin retirar dinero del bolsillo
de los consumidores, endeudándose, conseguirá levantar la demanda. Esa
mayor demanda será la que conseguirá poner en marcha algunos de los
recursos no empleados, como trabajadores en paro o máquinas paradas.

¿CUÁL HA SIDO LA INFLUENCIA POSTERIOR DE KEYNES?

Los trabajos keynesianos originaron una importante repercusión posterior.


Algunos de sus seguidores han tratado de formalizar un modelo
keynesiano matemáticamente. Keynes, pese a su formación en Estadística y
otros campos de las Matemáticas, no era muy partidario de la matematización
de la Economía, pero sí muchos de sus seguidores. Otro línea de seguimiento
del pensamiento keynesiano es la que busca fundamentar los modelos de
inspiración keynesiana en el estudio de las decisiones de los individuos, en lo
que se denomina Microeconomía, que hoy es la pieza clave de todo el análisis
económico.
Puntos clave

 La propuesta keynesiana para estabilizar la economía implica la


intervención del gobierno a nivel macroeconómico; por ejemplo, para
incrementar la demanda agregada cuando la demanda privada
disminuye, y para disminuir la demanda agregada cuando la demanda
privada aumenta.
 Sin embargo, esto no quiere decir que el gobierno debería aprobar leyes
o regulaciones para fijar los precios y las cantidades en los mercados
microeconómicos.

LA PERSPECTIVA KEYNESIANA SOBRE LAS FUERZAS DEL MERCADO

Desde el nacimiento de la economía keynesiana en la década de 1930, se ha


desarrollado la controversia sobre hasta qué punto el gobierno debería jugar un
papel activo en el manejo de la economía. Después de la devastación y el
sufrimiento humano vividos durante la Gran Depresión, muchas personas —
entre ellas muchos economistas— se hicieron más conscientes de las
debilidades del sistema económico orientado al mercado. Algunos partidarios
de la economía keynesiana abogaron por un alto grado de planificación
gubernamental en todos los ámbitos de la economía.

Sin embargo, el propio Keynes tuvo el cuidado de separar el problema de la


demanda agregada de qué tan bien funcionaban los mercados individuales.
Argumentaba que los mercados individuales de bienes y servicios eran
adecuados y útiles, pero que a veces el nivel de demanda agregada era
simplemente demasiado bajo.

Keynes sostenía que, cuando 10 millones de personas están dispuestas y son


capaces de trabajar pero un millón de ellas están desempleadas, los mercados
individuales pueden estar haciendo un muy buen trabajo al distribuir los
esfuerzos de nueve millones de trabajadores, pero el problema es que existe
una demanda agregada que resulta insuficiente para proporcionar trabajo a 10
millones de personas. Por consiguiente, Keynes creía que —si bien el gobierno
debería garantizar un nivel general de demanda agregada suficiente para que
la economía alcance el pleno empleo— este problema no implica que el
gobierno deba intentar fijar los precios y salarios de toda la economía ni
absorber y administrar directamente las grandes empresas o industrias enteras.
Incluso si aceptamos la teoría económica keynesiana, siguen quedando
algunas preguntas de tipo práctico. En el mundo real, ¿pueden las autoridades
económicas identificar el PIB potencial con exactitud? Un aumento deseado de
la demanda agregada, ¿se alcanza mejor por medio de un recorte impositivo o
por medio de un aumento del gasto gubernamental? Dadas las inevitables
demoras e imprecisiones cuando las políticas se convierten en ley, ¿es
razonable esperar que el gobierno pueda implementar la economía
keynesiana? Poner fin a una recesión, ¿realmente puede ser tan simple como
incrementar la demanda agregada?

El enfoque keynesiano, con su énfasis en la demanda agregada y los precios


rígidos, ha demostrado ser útil para entender cómo fluctúa la economía en el
corto plazo y por qué se producen las recesiones y el desempleo cíclico. Pero
también tiene deficiencias que lo hacen no muy adecuado para el análisis
macroeconómico de largo plazo.

EL PROBLEMA DEL CONTROL Y PRECIOS DEL MERCADO EN KEYNES 


La crisis económica de la posguerra y, sobre todo, la «Gran Depresión» de
1929, que desde Estados Unidos se propagó por todo el mundo desarrollado,
supuso una dura prueba para la supervivencia del capitalismo liberal. Las
revueltas sociales, las huelgas y el desencanto por el sistema económico se
generalizaron dando pábulo a la difusión de las tesis marxistas. El sistema
capitalista, que buscaba una salida para superar la crisis, encontró su tabla de
salvación en La teoría general de la ocupación, el interés y el dinero (1936) de
Keynes que consiguió no sólo apuntalarlo, sino revitalizarlo
La intervención estatal para dirigir la política económica, que, en realidad,
nunca había dejado de existir dentro de un marco cada vez más liberal y
acorde con los postulados del laissez faire, se había ido intensificado tanteando
soluciones que remediaran las dramáticas consecuencias del paro creciente.
La acción política, eco de las necesidades sociales, casi siempre precede a las
construcciones teóricas. La Teoría general de Keynes llegaba en el momento
más adecuado para dar el espaldarazo de nobleza al intervencionismo del
estado en la economía, elevándolo a un alto rango desde la vileza en que
había sido sumido desde los tiempos de Smith y sin necesidad de romper con
el liberalismo económico. Principalmente, Keynes ofrecía un modelo que servía
de guía para orientarse y salir del tenebroso abismo de las grandes
depresiones económicas por el que se iba a tientas: los remedios
proporcionados por la teoría neoclásica agravaban más los problemas, antes
que solucionarlos5 . Casi todos los instrumentos analíticos usados por Keynes
habían sido expuestos con anterioridad. Su genialidad consistió en construir, en
el momento oportuno, un sólido conjunto entrelazando hábilmente todos esos
elementos. Uno de los pilares del modelo keynesiano, simple por lo demás, es
el multiplicador del empleo de Kahn (de 1931), sobre cuyos efectos ya había
escrito Keynes en Medios para la prosperidad (1933). El principio del
multiplicador consiste en que un nuevo gasto del Gobierno (no un gasto
sustitutivo) que promueva empleo adicional genera más empleo
multiplicativamente, induciéndolo por la cadena de gastos que los nuevos
salarios originan.
Los gastos y el empleo no pueden crecer ilimitadamente debido a las
filtraciones que se desvían, en cada eslabón de la cadena de gastos, hacia el
ahorro, el aumento de precios, los beneficios, las importaciones, la recaudación
fiscal, etc. Keynes estimó el multiplicador entre 1,5 y 2, de suerte que un nuevo
gasto del gobierno que diera empleo directo a 2 hombres podría inducir empleo
indirecto, al menos, para otro hombre más, así el aumento total del empleo
sería 3= 1,5x2. ahorro en los subsidios de paro y la mayor recaudación fiscal
sobre el incremento de las rentas. Obviamente, la promoción del empleo
mediante los gastos públicos moviliza los recursos ociosos y logra un mayor
nivel de utilidad social Los otros pilares de su construcción teórica fueron las
siguientes consideraciones:
Los salarios nominales son rígidos a la baja. Por consiguiente, a corto plazo: W
= Wo
En esta expresión W es la variable que denota el nivel macroeconómico del
salario nominal y Wo una cantidad concreta. No obstante, esta hipótesis sólo
es fundamental para Keynes en el corto plazo, y de hecho, al analizar en
profundidad la cuestión de los salarios a largo plazo, la suprimió
El consumo es una función estable de la renta real (Y). Generalmente, toda la
renta no suele ser consumida: una parte se ahorra. Así, a corto plazo, la renta,
que se identifica con la oferta, o producción, global, se gasta según una
determinada propensión al consumo (cuya relación de funcionalidad se designa
por χ). Es decir, si C representa el consumo: C = χ(Y).
La inversión (I) depende de las expectativas de los empresarios a través de la
eficiencia marginal del capital (e). O sea, la inversión es una función de e: I = i
(e)
La demanda de dinero (M), o preferencia por la liquidez, depende de la renta
monetaria (y = PY) y del tipo de interés (i). Siendo Y la renta real y P el índice
general de precios, el producto PY es el valor monetario de la renta real. Por
tanto: M = µ (PY, i).
Keynes parte de una situación económica con desempleo, pero no supone que
ello necesariamente implique un desequilibrio económico. Para él, a nivel
macroeconómico, era totalmente posible la igualación de la oferta global con la
demanda global, o sea, estar en situación de equilibrio, sin que se alcanzara el
pleno empleo de los factores: cualquier nivel de empleo podría ser compatible
con el equilibrio
Podemos interpretar que para Keynes si existía desempleo la causa era, a
corto plazo, la insuficiencia de la demanda global (consumo más inversión). O
sea, las previsiones de consumo e inversión no retiraban toda la producción
proyectada. Sin embargo, al final del período las mercancías sin vender
constituyen un incremento de existencias, partida perteneciente a la rúbrica de
la inversión. Se trata de una inversión no deseada, pero a efectos contables
este hecho es irrelevante; el resultado ex post es que contablemente el ahorro
y la inversión son iguales; sin embargo, hay paro y, aparentemente, el sistema
económico está en equilibrio.
En la explicación de su sistema económico, Keynes distinguió dos partes: la
real y la monetaria. La parte real sirve para determinar el volumen de la
ocupación. En ella se trata lo siguiente: Keynes supuso, a corto plazo, dados la
técnica, los recursos y el costo de los factores (por consiguiente, el salario es
fijo: W = Wo (Keynes, 1936, p. 35)6
Definió la oferta global [o renta, Y] como “la producción resultante del empleo
de N hombres”, por lo tanto, Y = Φ(N) (ibídem, p. 33). La demanda global [D] es
el importe de lo que "los empresarios esperan recibir con el empleo de N
hombres": D = f(N) (ibídem, p. 33). Ambas funciones, O y D, se ilustran en la
Figura didáctica del sistema keynesiano de la página siguiente.
Los empresarios maximizan sus ganancias cuando la oferta global y la
demanda global son iguales, porque si para un determinado empleo N, “el
importe que se espera recibir [...] D, es mayor que el valor de la oferta global
[Y...] los empresarios tendrán un estímulo para aumentar la ocupación por
encima de N [...]. Así, el volumen de ocupación está determinado por la
intersección de la función de la demanda global y la función de la oferta global,
porque es en este punto donde las expectativas de ganancia del empresario
alcanzan el máximo” (ibídem, p. 33). Es decir, Y = D, igualdad que representa
la condición del equilibrio.
LA TEORÍA DEL COSTO DE DESEMPLEO INVOLUNTARIO

Poner estos dos temas juntos, el del equilibrio en los mercados y el de las
expectativas sobre el futuro, conduce a una distinción sutil entre la eficiencia de
un mercado en el sentido de si despeja o no y que tan rápido lo hace, y el papel
de un mercado como fuente de mal funcionamiento del sistema económico. Por
ejemplo, para Keynes el mercado de trabajo no despeja tan rápido como los
mercados financieros. Sin embargo, lo que Keynes llama desempleo
involuntario tiene su origen en el hecho de que los mercados financieros,
aunque despejan todo el tiempo, pueden hacerlo a "precios erróneos": son
capaces de despejar a una tasa de interés que es inconsistente con el pleno
empleo en el mercado de trabajo. Dicho a la vieja usanza, la tasa de interés de
equilibrio puede ser demasiado alta para que la inversión deseada por las
empresas a esa tasa de interés logre absorber los ahorros correspondientes al
nivel de ingreso de pleno empleo. El nivel de ingreso, y no la tasa de interés, se
ajusta entonces a la baja y con ello el nivel de ahorro queda por debajo del
nivel de pleno empleo.

En esta visión los mercados financieros son los principales candidatos para
caer en fallas de información (especulación mal informada) precisamente
porque están encargados de la coordinación de las decisiones de producción y
consumo en el futuro. El desempleo generado por estas fallas de información
sobre el futuro, y de las resultantes fallas de coordinación de las decisiones de
ahorro e inversión, es involuntario precisamente en el sentido de que no tiene
su origen en el funcionamiento del mercado de trabajo sino en el mal
funcionamiento de los mercados financieros. Y ello no es culpa de nadie. Es el
resultado de que la coordinación de las decisiones intertemporales se lleva a
cabo en condiciones de incertidumbre (o, si se prefiere, de ignorancia) sobre el
futuro. Como lo dice Leijonhufvud: "En el mundo keynesiano, los mercados
financieros son manifiestamente incapaces de proveer la consistencia de los
planes de producción y consumo de largo plazo" (Leijonhufvud, 1968, p. 276).

El desempleo es involuntario también en el sentido de que la flexibilidad a la


baja de los salarios nominales no es una solución a este problema de
coordinación entre decisiones de ahorro e inversión, como Keynes lo
argumenta en el capítulo 19 de la Teoría General. Volveremos a este tema en
la siguiente sección pero vale la pena enfatizar que varios keynesianos, de
Kalecki (1944) a Leijonhufvud (1968), pasando por Patinkin (1965) y Tobin
(1980), y otros artículos y conferencias), entendieron muy claramente el
argumento de Keynes y sus implicaciones de política económica. Creo que
Tobin es quien lo dijo mejor: "(Keynes) reta a la ortodoxia en terreno sagrado,
su fe en que la competencia ajustará los precios de los bienes y factores de
manera a eliminar excesos de oferta, o de demanda, en todos los mercados.
No dice meramente que este proceso puede tomar un tiempo muy largo; dice
que simplemente no funciona [...] la moraleja práctica es que una política
activa, junto con respuestas de mercado, es parte del mecanismo social para el
mantenimiento o restablecimiento del equilibrio" (Tobin, 1980, p. 2).

Hay aquí un gran contraste con la macroeconomía moderna. En la nueva


economía clásica, la explicación de los ciclos económicos también considera la
existencia de información incompleta (como en el caso del modelo Lucas-
Phelps) pero ubica las fallas de información en el mercado de trabajo
(trabajadores que confunden aumentos en los salarios nominales con
aumentos en los salarios reales) o en los mercados de bienes (agentes que
confunden cambios en el nivel general de precios con cambios en precios
relativos). De manera similar, en la nueva economía keynesiana de las últimas
décadas, el desempleo se explica, en algunas versiones, como resultado de
imperfecciones o fallas de información en el mercado de trabajo.

LA MACROECONOMÍA DESPUÉS DE LA TEORÍA GENERAL

En cuanto a lo que ocurrió con la macroeconomía keynesiana después de


la Teoría General quiero poner el acento en tres temas. El primero se refiere al
supuesto de salarios nominales dados (que Keynes mantuvo hasta el capítulo
19 de la Teoría General en que analiza el caso general de flexibilidad de
salarios y precios). El segundo se refiere a la pérdida de relevancia en la
síntesis neoclásica, que se origina en el modelo IS-LM de Hicks, de las
expectativas sobre el futuro en la determinación del nivel actual de actividad
económica y empleo.

Puntos clave

 El modelo gasto-producto, o diagrama de cruz keynesiana, muestra


cómo el nivel de gasto agregado varía según el nivel de producción
económica.
 En este diagrama, el equilibrio se produce allí donde la recta del gasto
agregado cruza la recta de 45 grados que representa el conjunto de
puntos en los que el gasto agregado de la economía es igual a la
producción, o ingreso nacional.
 En un diagrama de cruz keynesiana, el equilibrio puede producirse en el
PIB potencial, o por debajo o por encima de ese nivel.

El modelo gasto-producto, o cruz keynesiana

Las ideas fundamentales de la economía keynesiana fueron desarrolladas


antes de que el modelo de oferta agregada-demanda agregada, o modelo OA-
DA se popularizara. Desde la década de 1930 hasta la década de 1970, la
economía keynesiana generalmente se explicaba con un modelo distinto,
conocido como el enfoque gasto-producto.
Este enfoque está firmemente arraigado en las premisas fundamentales de la
economía keynesiana. Se centra en la cantidad total del gasto de la economía,
y no hace mención explícita de la oferta agregada ni del nivel de precios. No
obstante, es posible tomar como base el diagrama para extraer algunas
conclusiones sobre la oferta agregada y el nivel de precios.

Los ejes del diagrama gasto-producto

El modelo gasto-producto determina el nivel de equilibrio del producto interno


bruto, o PIB, por medio del punto donde los gastos totales o agregados de la
economía son iguales a la cantidad de bienes y servicios producidos.

Si observas el diagrama siguiente, verás que los ejes del diagrama de cruz
keynesiana presentado muestran el PIB real en el eje horizontal como una
medida de producción y el gasto agregado en el eje vertical como una medida
de gasto.

BIBLIOGRAFIA

http://www.becker-posner-blog.com/2009/11/how-to-increase-employment--
becker.html

ttp://faculty.chicagobooth.edu/john.cochrane/research/Papers/fiscal2.html

https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-
16672012000100002

https://www.monografias.com/trabajos28/john-maynard-keynes-legado-
imposible/john-maynard-keynes-legado-imposible

https://www.ssoar.info/ssoar/bitstream/handle/document/58090/ssoar-

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