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Baka’cxte’pa

Nasnasa Nees Yuwa’


Diagnóstico, fundamentos y líneas de acción
para la construcción del Plan de
Salvaguarda de la Nación Nasa
Equipo Nacional del Plan de Salvaguarda
2013
BAKA'CXTE´PA NASNASA
NEES YUWA'

Diagnóstico, fundamentos y líneas de


acción para la construcción del
Plan de Salvaguarda
de la Nación Nasa
Elaborado por Equipo Nacional Plan de Salvaguarda
Coordinadores Nacionales
Angelmiro Valencia Ulcué (Valle del Cauca),
Alejandro Casamachín (Cauca)

Coordinadores (as) Equipos Departamentales


Carlos Andrés Campo Güejia (Cauca, zona Norte)
Bernardo Caso Yonda (Cauca, Sat Tama Kiwe y Reasentamientos)
Juan Antonio Velasco Rivera (Cauca, zona Occidente y zona Oriente)
Mauricio Pete Finscue (Cauca, Inzá)
Arnoldo Astudillo (Cauca, Páez)
Luis Carlos Ulcué Díaz (Caquetá)
Marino Ijaji Lebaza (Caquetá)
Bernardino Menza Pete (Huila)
Euclides Peña Güetio (Meta)
Orlando Pito Tombé (Putumayo)
Gilberto Latín Cunda (Putumayo)
Alberto Güetio Osnas (Tolima)
Catalina María Achipiz (Valle del Cauca)
Linderman Adrada López (Valle del Cauca)
Jorge Milton Conda Ipia (Valle del Cauca)

2
Asistentes
Frank Satizábal Ramírez (Valle del Cauca)
Darío Bubú Pilcué (Valle del Cauca)
Rosa Julieth García Ramos (Valle del Cauca)
Janeth Milena Campo Lectamo (Cauca, zona Norte)
Aldemar Tombé Guetio (Cauca, Sat Tama Kiwe y Reasentamientos)
Milton Peña Muelas (Cauca, zona Occidente y zona Oriente)
Derlis Quirá Medina (Cauca, Inzá)
Myriam Pardo Tumbo (Cauca, Páez)
Laureano Campo Fisus (Huila)
Edinson Silva Peña (Caquetá)
Dumer Agredo Ruano (Caquetá)
María Andrea Canencio (Putumayo)
José Olimpo Canas Secue (Putumayo)
José Fidel Ipia Ramos (Meta)
Edgar Chocué Osnas (Tolima)

Sistematizadoras (es)
María Nancy Guerrero Trompeta (Cauca, zona Norte)
Noelia Campo Castro (Cauca, Sat Tama Kiwe y Reasentamientos)
Juan Carlos Pardo Fernández (Cauca, Páez-Inzá)
Fernando Camayo (Cauca, zona Occidente y zona Oriente)
Zulma Ulcué Camayo (Putumayo)
Luis Eduardo Timaná García (Valle del Cauca)
Jairo Alonso Embús Menza (Huila)
Aleyda Campo Viáfara (Caquetá)
Gilberto Zambrano Camayo (Meta)
Lidya Stella Pilcue Piamba (Tolima)

Acompañamiento espiritual
The' Wala Gerardo Tenorio

Secretaria General
María Lorena Güegia Palomino

Auxiliar Administrativa
Vanessa Mosquera Angucho

Equipo de apoyo técnico y profesional


Corporación Ensayos para la Promoción de la Cultura Política

Aprobado por:
Asamblea de autoridades de la Nación Nasa

Mayo de 2013

3
CONTENIDO

PARTE 1: INTRODUCCIÓN ..................................................................................................... 11


Presentación: ¿Qué debe hacer el Estado colombiano para proteger la existencia física y ......... 12
cultural la Nación Nasa?....................................................................................................... 12
Metodología: la construcción del Plan de Salvaguarda ............................................................ 17
La Nación Nasa ................................................................................................................... 19
PARTE 2: DIAGNÓSTICO ........................................................................................................ 38
Notas Preliminares .............................................................................................................. 39
La Nación Nasa en medio del conflicto armado ...................................................................... 43
a) Aproximación general a la violación de los derechos civiles y políticos y las infracciones al
DIH................................................................................................................................. 43
b) La Nación Nasa en medio del conflicto armado. Aproximación regional ............................ 60
Zonas sur y occidente del Valle, norte, occidente y centro-oriente del Cauca ........................ 60
Zona Oriente, Zona Centro y Reasentamientos del departamento del Cauca ........................ 91
Putumayo, Caquetá y Nariño ............................................................................................ 96
Tolima ........................................................................................................................... 118
Huila y Tierradentro ....................................................................................................... 129
Meta ............................................................................................................................. 143
Santiago de Cali – Valle del Cauca .................................................................................. 152
Los indígenas nasa en situación de desplazamiento forzado ............................................. 164
Violación de los derechos colectivos.................................................................................... 177
El derecho al territorio .................................................................................................... 177
La nación nasa ante los demás riesgos y desafíos territoriales .......................................... 197
a) La problemática territorial en el Putumayo y Caquetá .................................................... 197
b) La problemática territorial en el sur del Valle y norte del Cauca ...................................... 209
c) La problemática territorial en el Huila y Tierradentro ...................................................... 220
d) La problemática territorial en el sur del Tolima .............................................................. 227
e) La problemática territorial en el Meta ........................................................................... 231
El derecho a la autonomía y el reconocimiento ................................................................. 234
La pobreza en los territorios de la Nación Nasa ................................................................ 239
PARTE 3: El Plan de Salvaguarda ........................................................................................... 243
PARTE 4: El Plan de Salvaguarda. Componente programático .................................................. 300
Referencias........................................................................................................................... 319

4
LISTA DE GRÁFICAS

GRÁFICA 1. ACCIONES BÉLICAS EN TERRITORIO DE LA NACIÓN NASA, POR


DEPARTAMENTO Y AUTOR 1995-2012………………………………………………………………..44

GRÁFICA 2. ACCIONES BÉLICAS EN TERRITORIO DE LA NACIÓN NASA, POR AÑO Y AUTOR


1995-2012……………………………………………………………………………………………………48

GRÁFICA 3. VIOLACIONES DE DERECHOS HUMANOS Y DIH CONTRA LA NACIÓN NASA 1995-


2012, POR AÑO………………………………………………………………………………………………52

GRÁFICA 4. VIOLACIONES DE DERECHOS HUMANOS Y DIH CONTRA LA NACIÓN NASA 1995-


2012, POR TIPO DE VIOLACIÓN…………………………………………………………………………..53

GRÁFICA 5. VIOLACIONES DE DERECHOS HUMANOS Y DIH CONTRA LA NACIÓN NASA 1995-


2012, POR RESPONSABLE…………………………………………………………………………………54

GRÁFICA 6. TOTAL DE EVENTOS Y VÍCTIMAS DE DESPLAZAMIENTO FORZADO DE LA


NACIÓN NASA 1995-2012……………….…………………………………………………………………57

GRÁFICA 7. ACCIONES BÉLICAS EN TERRITORIO DE LA NACIÓN NASA (ZONAS SUR Y


OCCIDENTE DEL VALLE, NORTE DEL CAUCA Y CALDONO), POR AÑO Y RESPONSABLE 2003-
2011……………………………………………………………………………………………………………61

GRÁFICA 8. VÍCTIMAS EN ACCIONES BÉLICAS EN TERRITORIO DE LA NACIÓN NASA 1995-


2012 (SUR Y OCCIDENTE DEL VALLE, NORTE, OCCIDENTE Y CENTRO-ORIENTE DEL
CAUCA)……………………………………………………………………………………………………….71

GRÁFICA 9. VÍCTIMAS EN ACCIONES BÉLICAS EN TERRITORIO DE LA NACIÓN NASA 1995-


2012, POR MUNICIPIO (SUR Y OCCIDENTE DEL VALLE, NORTE, OCCIDENTE Y CENTRO-
ORIENTE DEL CAUCA)……………………………………………………………………………………..72

GRÁFICA 10. VÍCTIMAS EN ACCIONES BÉLICAS EN TERRITORIO DE LA NACIÓN NASA 1995-


2012 (SUR Y OCCIDENTE DEL VALLE, NORTE, OCCIDENTE Y CENTRO-ORIENTE DEL
CAUCA)………………………………………………………………………………………………………..73

GRÁFICA 11. VÍCTIMAS EN ACCIONES BÉLICAS EN TERRITORIO DE LA NACIÓN NASA 1995-


2012, POR RESGUARDO/COMUNIDAD (SUR Y OCCIDENTE DEL VALLE, NORTE, OCCIDENTE
Y CENTRO-ORIENTE DEL CAUCA)……………………………………………………………….………74

GRÁFICA 12. VÍCTIMAS INDIVIDUALES DE VIOLACIONES DE DERECHOS HUMANOS Y DIH DE


LA NACIÓN NASA 1995-2012, POR MUNICIPIO (SUR Y OCCIDENTE DEL VALLE, NORTE,
OCCIDENTE Y CENTRO-ORIENTE DEL CAUCA)………………………….……………………………75

5
GRÁFICA 13. VÍCTIMAS INDIVIDUALES DE VIOLACIONES DE DERECHOS HUMANOS Y DIH DE
LA NACIÓN NASA 1995-2012, POR AÑO (SUR Y OCCIDENTE DEL VALLE, NORTE, OCCIDENTE
Y CENTRO-ORIENTE DEL CAUCA)……………………………………………………………….……..76

GRÁFICA 14. VÍCTIMAS INDIVIDUALES DE VIOLACIONES DE DERECHOS HUMANOS Y DIH DE


LA NACIÓN NASA 1995-2012, POR RESPONSABLE (SUR Y OCCIDENTE DEL VALLE, NORTE,
OCCIDENTE Y CENTRO-ORIENTE DEL CAUCA)………………………………………………………77

GRÁFICA 15. VÍCTIMAS DE ASESINATOS POLÍTICOS DE LA NACIÓN NASA 1995-2012, POR


RESPONSABLE (SUR Y OCCIDENTE DEL VALLE, NORTE, OCCIDENTE Y CENTRO-ORIENTE
DEL CAUCA)……………………………………………………………….…………………………………78

GRÁFICA 16. VÍCTIMAS DE ASESINATOS POLÍTICOS DE LA NACIÓN NASA 1995-2012, POR


MUNICIPIO (SUR Y OCCIDENTE DEL VALLE, NORTE, OCCIDENTE Y CENTRO-ORIENTE DEL
CAUCA)……………………………………………………………….…………………………………........79

GRÁFICA 17. EVENTOS DE DESPLAZAMIENTO MASIVO DE LA NACIÓN NASA 1995-2012, POR


DEPARTAMENTO (SUR Y OCCIDENTE DEL VALLE, NORTE, OCCIDENTE Y CENTRO-ORIENTE
DEL CAUCA)……………………………………………………………….………………………………….87

GRÁFICA 18. ACCIONES BÉLICAS EN TERRITORIO DE LA NACIÓN NASA 2003-2012 (ZONAS


CENTRO, ORIENTE Y REASENTAMIENTOS)………………………………………………….………..91

GRÁFICA 19. VIOLACIONES DE DERECHOS HUMANOS Y DIH CONTRA LA NACIÓN NASA


1995-2012, POR MUNICIPIO (CENTRO, ORIENTE Y REASENTAMIENTOS)……….......................93

GRÁFICA 20. VIOLACIONES DE DERECHOS HUMANOS Y DIH CONTRA LA NACIÓN NASA


1995-2012, POR MUNICIPIO Y RESPONSABLES (CENTRO, ORIENTE Y
REASENTAMIENTOS)………………………………………………….……………………………………93

GRÁFICA 21. ACCIONES BÉLICAS EN TERRITORIO DE LA NACIÓN NASA 2003-2012, POR AÑO
(PUTUMAYO, CAQUETÁ Y ALTO PUTUMAYO)……………….…………………………………........100

GRÁFICA 22. DESPLAZAMIENTO MASIVO DE INDÍGENAS EN PUTUMAYO Y CAQUETÁ 1995-


2012, POR RESPONSABLES)……………….………………………………….....................................108

GRÁFICA 23. VIOLACIONES INDIVIDUALES DE DERECHOS HUMANOS Y DIH CONTRA LA


NACIÓN NASA 1995-2012, POR AÑO Y DEPARTAMENTO (PUTUMAYO, CAQUETÁ Y ALTO
PUTUMAYO)……………….…………………………………................................................................115

GRÁFICA 24. VIOLACIONES INDIVIDUALES DE DERECHOS HUMANOS Y DIH CONTRA LA


NACIÓN NASA 1995-2012, POR DEPARTAMENTO (PUTUMAYO, CAQUETÁ Y ALTO
PUTUMAYO)……………….…………………………………................................................................116

6
GRÁFICA 25. VIOLACIONES INDIVIDUALES DE DERECHOS HUMANOS Y DIH CONTRA LA
NACIÓN NASA 1995-2012, POR AÑO Y AUTORES (PUTUMAYO, CAQUETÁ Y ALTO
PUTUMAYO)……………….…………………………………...............................................................118

GRÁFICA 26. VIOLACIONES INDIVIDUALES DE DERECHOS HUMANOS Y DIH CONTRA LA


NACIÓN NASA 1995-2012, POR AUTORES Y AÑO (TOLIMA)……………….…………………….126

GRÁFICA 27. ACCIONES BÉLICAS EN TERRITORIO DE LA NACIÓN NASA 2003-2012, POR AÑO
Y ACTOR (TIERRADENTRO Y HUILA)…………….…………………………………………………..130

GRÁFICA 28. INFRACCIONES AL DIH EN ACCIONES BÉLICAS CONTRA LA NACIÓN NASA


1995-2012, POR AÑO (TIERRADENTRO Y HUILA)……………….…………………………………135

GRÁFICA 29. VIOLACIONES A LOS DERECHOS HUMANOS Y EL DIH DE LA NACIÓN NASA


1995-2012, POR TIPO Y MUNICIPIO (TIERRADENTRO Y HUILA)……………….…………………137

GRÁFICA 30. VIOLACIONES A LOS DERECHOS HUMANOS Y EL DIH DE LA NACIÓN NASA


1995-2012, POR AÑO Y RESPONSABLE (TIERRADENTRO Y HUILA)……………….……………139

GRÁFICA 31. VIOLACIONES A LOS DERECHOS HUMANOS Y EL DIH DE LA NACIÓN NASA


1995-2012, POR RESGUARDOS (TIERRADENTRO Y HUILA)……………….………………………140

GRÁFICA 32. VIOLACIONES A LOS DERECHOS HUMANOS Y EL DIH DE LA NACIÓN NASA


1995-2012, POR RESGUARDOS (META)……………….………………………………………………147

GRÁFICA 33. VIOLACIONES A LOS DERECHOS HUMANOS Y EL DIH DE LA NACIÓN NASA


1995-2012, POR AÑO Y RESGUARDOS (META)……………….……………………………………..149

GRÁFICA 34. VIOLACIONES A LOS DERECHOS HUMANOS Y EL DIH DE LA NACIÓN NASA


1995-2012, POR RESPONSABLE (META)……………….……………………………………………..150

GRÁFICA 35. DESPLAZAMIENTO COLECTIVO DE INDÍGENAS NASA 1995-2012, POR


RESGUARDOS (META)……………….……………………………………………………………………152

7
LISTA DE TABLAS

TABLA 1. CENSO GENERAL DE LA NACIÓN NASA ...................................................................................... 31

TABLA 2. TOTAL DE EVENTOS Y VÍCTIMAS DE DESPLAZAMIENTO FORZADO CONTRA LA NACIÓN


NASA POR TIPO Y POR RESPONSABLES 1995 – 2012 ............................................................................... 58

TABLA 3. EVENTOS Y VÍCTIMAS DE DESPLAZAMIENTO FORZADO CONTRA LA NACIÓN NASA 1995 –


2012 POR RESPONSABLES (SUR Y OCCIDENTE DEL VALLE, NORTE, OCCIDENTE Y CENTRO
ORIENTE DEL CAUCA) ................................................................................................................................... 83

TABLA 4. EVENTOS Y VÍCTIMAS DE DESPLAZAMIENTO FORZADO CONTRA LA NACIÓN NASA 1995 –


2012, POR MUNICIPIOS (SUR Y OCCIDENTE DEL VALLE, NORTE, OCCIDENTE Y CENTRO-ORIENTE
DEL CAUCA) .................................................................................................................................................... 85

TABLA 5. EVENTOS DE DESPLAZAMIENTO FORZADO CONTRA LA NACIÓN NASA A SITIOS DE


ASAMBLEA PERMANENTE 1995 – 2012 (NORTE DEL CAUCA) .................................................................. 89

TABLA 6. TOTAL DE EVENTOS Y VÍCTIMAS DE DESPLAZAMIENTO FORZADO CONTRA LA NACIÓN


NASA 1995 - 2012 POR RESPONSABLES (SUR Y OCCIDENTE DEL VALLE, NORTE, OCCIDENTE Y
CENTRO-ORIENTE DEL CAUCA) ................................................................................................................... 90

TABLA 7. VIOLACIONES DE DERECHOS HUMANOS Y DIH CONTRA LA NACIÓN NASA 1995 – 2012,
POR RESPONSABLES (CENTRO, ORIENTE Y REASENTAMIENTOS)........................................................ 94

TABLA 8. EVENTOS Y VÍCTIMAS DE DESPLAZAMIENTO FORZADO CONTRA LA NACIÓN NASA 1995 –


2012 – POR MUNICIPIOS (PUTUMAYO, CAQUETÁ Y ALTO PUTUMAYO) ................................................ 108

TABLA 9. NÚMERO DE PERSONAS DESPLAZADAS POR MUNICIPIO DE LLEGADA 1999-2010 (TOLIMA)


........................................................................................................................................................................ 128

TABLA 10. EVENTOS Y VÍCTIMAS DE DESPLAZAMIENTO FORZADO CONTRA LA NACIÓN NASA 1995 –
2012, POR RESGUARDO Y AÑO (TIERRADENTRO Y HUILA) .................................................................. 141

TABLA 11. EVENTOS Y VÍCTIMAS DE DESPLAZAMIENTO FORZADO CONTRA LA NACIÓN NASA 1995 –
2012, POR AUTOR (TIERRADENTRO Y HUILA) .......................................................................................... 142

TABLA 12. MUESTREO DE CAUSAS DE LA MIGRACIÓN NASA A LA CIUDAD DE CALI .......................... 153

TABLA 13. PRINCIPALES LUGARES DE ASENTAMIENTO DE LA POBLACIÓN NASA............................. 168

TABLA 14. SITUACIÓN DE LA TITULACIÓN DE LOS TERRITORIOS ANCESTRALES DE LA NACIÓN NASA


2013 ................................................................................................................................................................ 181

TABLA 15. TRÁMITES DE TIERRAS ACTIVOS ANTE EL INCODER. .......................................................... 190

TABLA 16. INDICADORES TERRITORIALES EN RESGUARDOS DE PÁEZ (2010) ................................... 193

8
TABLA 17. ESTIMACIÓN DE CULTIVOS DE COCA EN LA REGIÓN PUTUMAYO – CAQUETÁ, 1995 - 1999
(POR HECTÁREAS) ....................................................................................................................................... 200

TABLA 18. CULTIVOS DE COCA EN LA REGIÓN PUTUMAYO-CAQUETÁ, 2005-2011 .............................. 202

TABLA 19. PROYECTOS IIRSA EN PUTUMAYO Y CAQUETÁ .................................................................... 209

TABLA 20. CULTIVOS DE COCA EN CAUCA Y VALLE DEL CAUCA, 2005-2011 (HECTÁREAS) ............... 210

TABLA 21. CONTRATOS Y SOLICITUDES MINERAS EN LA ZONA NORTE Y OCCIDENTE DEL CAUCA Y
SUR DEL VALLE DEL CAUCA....................................................................................................................... 213

TABLA 22. DISTRITOS MINEROS QUE AFECTAN TERRITORIOS NASA DEL NORTE, OCCIDENTE DE
CAUCA Y VALLE DEL CAUCA ...................................................................................................................... 214

TABLA 23. BLOQUES DE LAS ÁREAS ESTRATÉGICAS MINERAS EN LOS MUNICIPIOS DE LA ZONA
NORTE DEL CAUCA Y SUR DEL VALLE (2012) ........................................................................................... 216

TABLA 24. PROYECTOS IIRSA EN LA REGIÓN OCCIDENTE DEL VALLE Y NORTE DEL CAUCA ........... 218

TABLA 25. CONTRATOS Y SOLICITUDES MINERAS EN LA ZONA TIERRADENTRO Y MUNICIPIOS DEL


DEPARTAMENTO DEL HUILA DONDE HAY PRESENCIA DE COMUNIDADES NASA, 2010 .................... 223

TABLA 26. BLOQUES DE LAS ÁREAS ESTRATÉGICAS MINERAS EN LA ZONA TIERRADENTRO Y


DEPARTAMENTO DEL HUILA DONDE HAY PRESENCIA NASA, 2012 ....................................................... 224

TABLA 27. BLOQUES DE LAS ÁREAS ESTRATÉGICAS MINERAS EN LOS MUNICIPIOS DE RIOBLANCO
Y PLANADAS, DEPARTAMENTO DEL TOLIMA ............................................................................................ 227

TABLA 28. NECESIDADES BÁSICAS INSATISFECHAS NBI RURAL, 2011 ................................................ 240

9
LISTA DE MAPAS

MAPA 1. TERRITORIO NASA Y PLANES MILITARES DEL ESTADO COLOMBIANO.................................... 45

MAPA 2. CONFRONTACIONES ARMADAS EN LA REGIÓN, 2000 ................................................................ 62

MAPA 3. CONFRONTACIONES ARMADAS EN LA REGIÓN, 2003 ................................................................ 63

MAPA 4. ACCIDENTES POR MAP/MUSE EN LA ZONA NORTE DEL CAUCA .............................................. 68

MAPA 5. ACCIDENTES POR MAP/MUSE EN EL DEPARTAMENTO DE CAQUETÁ, 2010-2011 ................ 103

MAPA 6. ACCIDENTES POR MAP/MUSE EN EL DEPARTAMENTO DE PUTUMAYO, 2010-2011 ............. 104

MAPA 7. UNIDADES DE FUERZA PÚBLICA EN PUTUMAYO ...................................................................... 105

MAPA 8. GEOGRAFÍA DEL CONFLICTO ARMADO EN EL TOLIMA (1996-1998 / 1999-2001) .................... 122

MAPA 9. GEOGRAFÍA DE LAS CONFRONTACIONES ARMADAS EN EL SUROCCIDENTE, 2007 ........... 123

MAPA 10. GEOGRAFÍA DE LA VIOLENCIA EN EL SUROCCIDENTE, 2010 ................................................ 124

MAPA 11. CONFRONTACIONES ARMADAS Y ACCIDENTES POR MAP/MUSE ........................................ 125

MAPA 12. CONFRONTACIONES ARMADAS EN TIERRADENTRO Y DEPARTAMENTO DEL HUILA, 2003


........................................................................................................................................................................ 131

MAPA 13. CONFRONTACIONES ARMADAS EN TIERRADENTRO Y HUILA, 2005 .................................... 132

MAPA 14. ACCIDENTES POR MAP/MUSE EN LA ZONA TIERRADENTRO Y HUILA, 2010-2011 .............. 134

MAPA 15. CONFRONTACIONES ARMADAS EN EL DEPARTAMENTO DEL META, 2001 .......................... 143

MAPA 16. CONFRONTACIONES ARMADAS EN EL DEPARTAMENTO DEL META, 2002 .......................... 144

MAPA 17. CONFRONTACIONES ARMADAS EN EL DEPARTAMENTO DEL META, 2006 .......................... 145

MAPA 18. CONFRONTACIONES ARMADAS Y ACCIDENTES POR MAP/MUSE ........................................ 146

MAPA 19. RESGUARDOS DEL PUTUMAYO ................................................................................................ 204

MAPA 20. TIERRAS Y PETRÓLEO, 2013 ..................................................................................................... 205

MAPA 21. CULTIVOS DE COCA Y ZONAS DE CONFRONTACIÓN OCCIDENTE DEL VALLE Y OCCIDENTE
DEL CAUCA, 2010-2011................................................................................................................................. 211

MAPA 22. DISTRITOS MINEROS EN EL SUROCCIDENTE DE COLOMBIA ............................................... 215

MAPA 23. ZONA DE RESERVA EN TERRITORIO NASA .............................................................................. 230

10
PARTE 1: INTRODUCCIÓN
(Sentido, metodología
y ubicación de la Nación Nasa)

11
Presentación: ¿Qué debe hacer el Estado colombiano para proteger la existencia física y
cultural la Nación Nasa?

La Corte Constitucional colombiana ordenó al gobierno nacional que adoptara un Plan de


Salvaguarda para el pueblo nasa y otros 33 pueblos indígenas. Se trata de un Plan que el Estado
colombiano debe poner en práctica para proteger a los pueblos indígenas de los impactos del
conflicto armado que se desarrolla en Colombia desde hace 50 años. La Corte expidió el Auto 004
de 2009 con el objetivo de proteger los derechos fundamentales de las personas y los pueblos
indígenas desplazados por el conflicto armado o en riesgo de desplazamiento forzado, como medida
de seguimiento a las medidas que habían sido adoptadas a través de la Sentencia T-025 de 2004 y
que el gobierno nacional no había cumplido.

El Plan de Salvaguarda puede ser un mecanismo útil para proteger a las comunidades de la Nación
Nasa, siempre y cuando enfrente en profundidad los impactos del conflicto armado y contenga las
medidas adecuadas a la cultura y a la realidad social, política y económica nasa.

El gobierno debió realizar la consulta previa con cada uno de los pueblos. Este documento de
diagnóstico, fundamentos y líneas estratégicas es resultado de ese trabajo. En la consulta previa las
comunidades ―que conocen cómo es la violencia política que las afecta, así como el tamaño de los
daños y los riesgos― han realizado un análisis profundo, desde el cual hoy pueden decirle al
gobierno cómo debe ser ese Plan de Salvaguarda, en particular para que: 1) se enfoque en los
problemas más agudos, 2) adopte medidas que no agraven esos problemas ni causen daño a las
culturas, y 3) las medidas de protección y cuidado de la vida sean efectivas y adecuadas a la cultura
nasa.

La tarea realizada en la consulta ha consistido en: 1) profundizar sobre las dinámicas del conflicto
armado en los territorios y complementar el análisis que hizo la Corte Constitucional, 2) ordenar
todas las medidas de protección y cuidado que las comunidades, organizaciones y autoridades han
adoptado directamente y las que le han exigido al Estado todos estos años de guerra, 3) formular los
fundamentos filosóficos, jurídicos, políticos y espirituales que deben orientar las medidas del Plan de
Salvaguarda, y 4) formular un conjunto de medidas de protección que deberán ser adoptadas por el
Estado.

Si el gobierno nacional acoge estas propuestas, con el Plan de Salvaguarda de la Nación Nasa
habrá una posibilidad de proteger la vida, la integridad, la cultura, el territorio y la autonomía en
medio del conflicto armado y de restituir y atender, incluso después de terminada la guerra, los
derechos que han sido violados.

¿Por qué un Plan de Salvaguarda Étnica frente al conflicto armado y el riesgo de


desplazamiento forzado?

La historia de exterminio contra los pueblos indígenas no se detiene. Al lado y junto con la guerra los
indígenas viven una nueva colonización que roba tierras, aguas, aire, árboles, oro y comida. Es una
agresión continua; un exterminio sistemático de los pueblos indígenas que viene desde la Conquista.
La situación se ha agravado con el conflicto armado, que nació de la Violencia de los años

12
cincuenta. Luego de cinco décadas, la guerra se ha descompuesto: pesa más lo militar que lo
político; la necesidad de dinero para sostener el ejército que el proyecto político; el afán de crear
miedo en el enemigo que la necesidad de ganarse a la gente con ideas. El resultado es un pantano
de violencia, en el cual se hunden tanto el Estado como la guerrilla y los paramilitares, y con ellos
todo el país.

A pesar de que hemos resistido, e incluso construido autonomía en medio del conflicto, el costo que
debemos pagar es enorme. En la última década, cada año han muerto no menos de 60 comuneros y
comuneras nasas a manos de los actores armados; cada año más niños y niñas son involucrados
por los grupos armado; cada vez, debemos dedicarnos más a defendernos de la guerra que a
construir nuestros Planes de Vida.

La Constitución de 1991 reconoce a la Nación Nasa como un sujeto colectivo de derecho. Es decir,
tiene los mismos derechos que una persona natural: a la vida, a la integridad, a la identidad, a la
salud, a la educación. Precisamente son esos derechos los que vienen siendo negados o violados
en medio de la guerra.

El conflicto armado se agravó entre 1988 y 2004. Durante esos años creció el paramilitarismo a
niveles enormes, con su reguero de masacres, persecución a las organizaciones sociales, despojo
de tierras y territorios. También en esos años el narcotráfico invadió toda la economía y la sociedad,
haciendo más violento el conflicto y degradando más a los actores armados. En esos años la
guerrilla creció y profundizó sus formas de hacer política imponiendo a la gente sus ideas a través
del miedo y el fuego.

Entre 2002 y 2010 el gobierno de Uribe Vélez impulsó como política principal hacer la guerra. Como
resultado, la guerra reemplazó todas las instituciones y espacios políticos. El llamado Plan Colombia,
luego el Plan Patriota y ahora el Plan de Consolidación (que todavía continúa con el gobierno de
Juan Manuel Santos) en el fondo le proponen al país reemplazar las instituciones civiles por fuerzas
armadas, la democracia por los ejercicios militares. La respuesta de la guerrilla fue dispersarse en
cientos de pequeños grupos y reactivar los hostigamientos guerrilleros y las estructuras milicianas.
Ambas estrategias han involucrado más a la población civil.

Como resultado, ya en 2004 había en Colombia cerca de 4 millones y medio de personas en


situación de desplazamiento. Es el segundo país, después de Sudán, con mayor número de
personas desplazadas forzadamente. Todas esas personas han dejado abandonadas sus tierras,
sus animales y cultivos, sus familiares más viejos que no pudieron salir corriendo. La gran mayoría
de las personas desplazadas son campesinas, muchas indígenas, muchas afrodescendientes. Casi
todas por causa de la guerra. Nadie las atendía; los funcionarios les pedían “certificados de pobres”
o “cédulas de desplazados” para reconocerles los derechos. Los alcaldes trataban de sacarlos de las
ciudades para no tener que asumir el problema. En resumen: los desplazados eran gente sin
derechos.

Uno de los sectores más afectados por la agudización del conflicto armado son los pueblos
indígenas. El desplazamiento de 500 personas en un pueblo indígena que tiene una población de
1.000 habitantes, es como si en Colombia hubiera un desplazamiento de 23 millones de personas. Y
la mayoría de los pueblos indígenas en el país tienen esa población y ese número de desplazados.

13
Cada año miles de indígenas nasa son obligados por los enfrentamientos o las amenazas de los
actores armados a ir a sitios de refugio o a los cascos urbanos. Los últimos años cerca de 50 mil
comuneros y comuneras nasas han debido desplazarse por lo menos una vez por causa del
conflicto. Es como si toda la población de Bogotá y Medellín hubiera tenido que salir a la fuerza de
sus casas.

La mayoría de las acciones militares que realizan los grupos armados en Colombia se realizan en
territorios de la Nación Nasa: en el Cauca, Putumayo, Huila, Valle, Meta, Nariño, Caquetá o Tolima.
La mayoría de los indígenas asesinados por la guerrilla, los paramilitares o los militares, pertenecen
a la Nación Nasa.

La Sentencia T-025/ 2004 y el Auto 004/ 2009

Entre la década del noventa y 2003, miles de personas desplazadas interpusieron Acciones de
Tutela contra diferentes funcionarios e instituciones públicas. Casi todas por los mismos motivos: no
tenían garantizados sus derechos, las instituciones no los atendían debidamente, no recibían ayuda
humanitaria ni atención médica, no podían regresar a sus casas, los funcionarios no orientaban qué
hacer, nadie respondía sus inquietudes, el riesgo de ser nuevamente desplazados continuaba, sus
tierras abandonadas estaban desprotegidas. En su mayoría, estas Acciones de Tutela fueron
rechazadas por los jueces municipales y los Tribunales regionales. Parecía que otra vez la población
desplazada quedaba desprotegida.

Entonces la Corte Constitucional decidió estudiar el caso. La Corte Constitucional tiene la facultad de
impartir órdenes judiciales necesarias para restablecer los derechos o evitar futuras vulneraciones, y
revisar las sentencias que fallen jueces de menor categoría. En 2004, la Corte Constitucional adoptó
la Sentencia de Tutela 025/2004. En esa Sentencia ordenó al gobierno que garantice los derechos
humanos de esas personas desplazadas o que están en riesgo de ser desplazadas, a causa del
conflicto armado. Y rechazó las sentencias de los jueces municipales que se habían opuesto a los
derechos de la gente desplazada.

Según la Corte Constitucional, las violaciones de los derechos humanos de las personas
desplazadas han venido ocurriendo de manera masiva, prolongada y reiterada, y de esa situación
son responsables por acción u omisión todas las autoridades nacionales y territoriales (alcaldes,
gobernadores) con responsabilidades en la atención de la población desplazada. La Corte reconoció
que el problema era estructural, es decir, que no era una casualidad, ni eran casos aislados. En esa
medida, señaló tres causas fundamentales: primero, no hay política adecuada; segundo, no hay
suficientes recursos destinados a financiar dicha política; y tercero, no hay capacidad institucional
para implementar esa política.

En resumen: la Sentencia T-025 ordenó, para garantizar esos derechos, la reformulación de las
políticas públicas de prevención y atención a la población desplazada y su efectivo cumplimiento;
segundo, no poner trabas inútiles, no obligar a declaraciones y papeleos y, tercero, garantizar la
coherencia entre las obligaciones y la plata efectivamente destinada.

Pero el gobierno no cumplió. Cinco años después de la Sentencia T-025, en 2009, el gobierno no
había modificado su política, siguió poniendo trabas y no garantizaba el dinero que se requería para

14
atender a las personas desplazadas y para prevenir nuevos desplazamientos. Aunque para el caso
indígena expidió varios “planes y directrices”, en realidad el gobierno no tuvo en cuenta la gravedad
del conflicto armado ni las particularidades del desplazamiento y del conflicto en las diferentes
poblaciones. Ante este incumplimiento de una orden judicial, la Corte Constitucional decidió hacerla
cumplir. Al principio le dio plazos al gobierno, le solicitó más información. Pero fue inútil. El gobierno
de Uribe Vélez estaba dispuesto a irrespetar a la justicia, como lo hacía con muchas otras
decisiones. Después de varios regaños y advertencias, la Corte Constitucional sacó una orden más
explícita: el Auto 004 de 2009, donde le dijo al gobierno: “cumpla lo ordenado en la Sentencia T025”,
y le dio dos órdenes adicionales en el caso de los pueblos indígenas: 1. Diseñar e implementar un
Programa de Garantía de los Derechos de los Pueblos Indígenas afectados por el desplazamiento
forzado. 2. Formular e implementar Planes de Salvaguarda Étnica ante el conflicto armado y el
desplazamiento forzado, para 34 pueblos indígenas en riesgo. Uno de esos planes es el Plan de
Salvaguarda de la Nación Nasa.

El Plan de Salvaguarda busca proteger los derechos fundamentales de personas y pueblos


indígenas desplazados por el conflicto armado o en riesgo de desplazamiento forzado. Las acciones
del Plan de Salvaguarda deben estar dirigidas a prevenir el desplazamiento forzado, evitar el
confinamiento o bloqueo de las comunidades, atender adecuadamente a los indígenas en situación
de desplazamiento, actuar frente a las conductas delictivas que provocan el desplazamiento y evitar
el exterminio cultural o físico del pueblo indígena.

La Corte Constitucional analizó las dinámicas y acciones del conflicto armado que son causas
determinantes del desplazamiento forzado. De acuerdo con el Auto 004 son acciones o conductas
nocivas o peligrosas que deben ser enfrentadas, mitigadas o prevenidas para que no causen daño a
nuestras comunidades. En primer lugar, las acciones militares directas en territorios indígenas sin
involucrar activamente a las comunidades indígenas pero afectándolas de manera directa; en
segundo lugar, los procesos bélicos que afectan directamente a los pueblos indígenas en el conflicto
armado; en tercer lugar, los procesos territoriales y socioeconómicos conexos al conflicto armado
interno que afectan sus territorios tradicionales y sus culturas y, en cuarto lugar, los procesos
socioeconómicos indirectos que son aumentados por causa de la guerra o que hacen que los demás
impactos sean peores.

Todas estas dinámicas causan o propician el desplazamiento forzado: desplazamiento masivo hacia
los pueblos o hacia las ciudades; desplazamiento progresivo ―gota a gota― hacia las ciudades;
desplazamiento itinerante a otros sitios del territorio, otras comunidades u otros grupos étnicos; y
desplazamiento desde territorios no constituidos en resguardos, hacia resguardos.

Los mínimos del Plan de Salvaguarda

El Plan tiene las herramientas necesarias para el fortalecimiento de la integridad cultural y social
frente al riesgo de desaparición. Desaparecer culturalmente es dejar de ser nasa, dejar de pensar
como nasas, dejar de tener el territorio ancestral, perder la forma propia de gobierno y de justicia.
Todo eso está en riesgo con la guerra. Debemos avanzar para responder cuáles son los riesgos y
problemas más graves que deben ser tenidos en cuenta en cada región del país donde estamos las
comunidades de la Nación Nasa. En consecuencia, el Plan señalará cuáles medidas debe adoptar el
gobierno para salvaguardar nuestra existencia cultural, espiritual, social, política y física, amenazada

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por el conflicto armado, el desplazamiento, la economía y las leyes del despojo. Sólo el pueblo nasa
sabe el estado de nuestra cultura. Para saber cuáles son las medidas y cómo deben aplicarse,
respetando nuestra cultura y fortaleciendo nuestra autonomía, las preguntas deben responderlas las
comunidades, preguntando al ksxaw a través de los kiwe the'.

El Plan tendrá un componente de protección de nuestros territorios tradicionales, especialmente


aquellos que están en proceso de titulación. La Corte Constitucional ha identificado que la falta de
titulación de los territorios ancestrales es un problema que se agrava con el conflicto armado y ha
dicho que la falta de seguridad jurídica de la propiedad indígena es un factor que atrae a los actores
armados. Pero reconoce que la mera titulación y la constitución de resguardos no garantizan en la
práctica la posesión material por parte de las comunidades. El conflicto armado ha agravado
conflictos preexistentes y ha creado otros. Los intereses de actores no indígenas sobre la tierra, que
se derivan de varios factores como sus recursos naturales, su valor estratégico militar, su valor
económico, obligan a que la protección territorial vaya más allá de la sola legalización. El
narcotráfico, la minería, el petróleo y las grandes plantaciones de caña o palma deben ser
analizadas como verdaderos enemigos de los derechos territoriales. Los conflictos interétnicos por la
tierra, que se tramitaban relativamente fácil y de manera pacífica en el pasado, ahora adquieren la
forma de conflictos bélicos, donde los actores armados imponen sus métodos e intereses. Nosotros
no entendemos nuestra existencia sin Uma Kiwe. Por eso debemos garantizar que los Territorios
Ancestrales sean fortalecidos con el Plan de Salvaguarda.

El Plan tendrá los componentes de prevención y de atención. Es decir, tendrá medidas específicas
que prevengan cada acto bélico, político o económico que pueda producir el desplazamiento de las
comunidades, o de las familias o de las personas. El Plan dirá cómo hay que atender a las
comunidades, familias o personas nasas que se encuentran en situación de desplazamiento, para
garantizarle todos los derechos individuales y colectivos, y para que eso se haga protegiendo la
cultura y la autonomía.

El Plan attenderá a los derechos a la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición
de las comunidades y personas víctimas del conflicto armado y del desplazamiento forzado. El Plan
tendrá medidas que permitan a todo el pueblo nasa saber quiénes han ordenado los asesinatos y
agresiones, por qué lo han hecho y con qué intereses. La verdad es fundamental para que los
hechos no se repitan. Por lo mismo, el Plan incluirá acciones contra la impunidad, que en el caso de
las violaciones de derechos humanos contra nuestros pueblos es casi total. Tendrá medidas
concretas de reparación integral a las familias, personas y comunidades afectadas. El Decreto 4633
de 2011 (o decreto ley de víctimas y restitución) incluyó algunas medidas; pero la gran mayoría de
las acciones que el pueblo nasa planteó en el proceso de elaboración (donde la consulta no se hizo)
fueron rechazadas por el gobierno. Ahora nos corresponde volver a plantear esas medidas. Y
debemos incluir las garantías de no repetición. Es decir, medidas concretas para desarticular los
grupos paramilitares que nos han atacado, para desmilitarizar nuestros territorios (como señala la
Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas), para
garantizar el control territorial a que tenemos derecho.

El Plan incluirá también los mecanismos de protección de líderes, autoridades tradicionales y


personas en riesgo. Muchos de nuestros líderes, autoridades y comuneros y comuneras se
encuentran en riesgo por su actividad política, cultural o espiritual. Para cuidar a estos miembros de

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nuestro pueblo, el gobierno insiste en mecanismos militares y policiales. El Plan indicará la forma
adecuada de proteger a nuestros líderes, voceros, gobernantes, de forma que respete nuestra
cosmovisión y nuestras formas espirituales y sociales de protección.

El Plan incorporará un componente para garantizar el retorno voluntario de la población desplazada,


en condiciones de seguridad y dignidad. Frente a las personas y familias desplazadas por causa del
conflicto armado, señalará los procedimientos y condiciones mínimas para que puedan retornar a las
comunidades. Esto se aplica tanto a quienes llevan varios meses en esta situación como de quienes
realizan desplazamientos forzados de carácter preventivo (a las zonas de refugio o a sitios de
asamblea permanente). Esto sólo puede hacerse de manera voluntaria, consultada, respetuosa y en
condiciones de dignidad y que no debiliten nuestra organización.

El Estado, para cumplir con los derechos de las personas y de los pueblos ―que son considerados
sujetos colectivos―, está obligado a que los medios para satisfacerlos sean asequibles (o
disponibles), accesibles, aceptables (de buena calidad) y adaptables (adecuados culturalmente). Por
otra parte, el Estado debe respetar a los sujetos de derecho, protegerlos frente a terceros y actuar
para realizar los derechos.

Metodología: la construcción del Plan de Salvaguarda

El conflicto armado y el desplazamiento forzado como una de sus consecuencias más graves es una
enfermedad que nos está matando a los nasa. Para defender nuestra vida, nuestro territorio y
nuestro pensamiento como pueblo, le vamos a decir al Estado y al gobierno Colombiano cuáles son
los remedios con los que tiene que protegernos del exterminio físico y cultural. Para lograrlo,
tenemos que aprovechar el Auto 004, un instrumento jurídico muy importante que hizo la Corte
Constitucional para obligar al gobierno a que cumpla con sus obligaciones constitucionales de
garantizar nuestros derechos fundamentales y de preservar la diversidad étnica y cultural del país en
el que vivimos.

Decidimos entonces construir nuestro Plan de Salvaguarda. Para esto, en un proceso de


convocatoria y acercamiento con delegados del Ministerio del Interior, así como con algunas
autoridades del pueblo nasa, realizamos la instalación del proceso de construcción del Plan de
Salvaguarda en el resguardo indígena de Potrerito, Huila, los días 3 y 4 de diciembre de 2009. Allí
acordamos la necesidad de consensuar un presupuesto para llevar a cabo las actividades
necesarias. Fue aquí donde empezó la dilatación de los tiempos por parte del gobierno nacional,
puesto que las propuestas enviadas por parte del pueblo nasa siempre fueron devueltas bajo el
argumento de que estábamos presentando un presupuesto muy elevado.

Posteriormente, en un diálogo con las diferentes expresiones organizativas del Pueblo nasa a nivel
nacional, definimos que fuera el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) quien nos
representara jurídica y administrativamente frente al gobierno colombiano durante el proceso de la
construcción de nuestro Plan. Una de las prioridades a tener en cuenta por nuestra parte fue buscar
la estrategia de poner en marcha el principio de Unidad que históricamente hemos defendido en
nuestras luchas como pueblo. Esto implicó buscar en dónde es que estábamos asentados los nasa.
Con este ejercicio nos dimos cuenta que estábamos en ocho departamentos del país: Cauca, Valle

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del Cauca, Putumayo, Meta, Tolima, Huila, Nariño y Caquetá y que, además, estábamos
organizados en 185 cabildos, tanto en zonas rurales como urbanas. Hasta ahora hemos identificado
que hacemos presencia en 8 ciudades del país. Decidimos entonces hacer lo que nunca habíamos
hecho: juntarnos como el pueblo unido que somos. Nos vimos, nos encontramos y nos reconocimos
en el mes de noviembre de 2011 en la vereda El Nilo, resguardo de Huellas, Caloto, en un espacio
que llamamos “Primera asamblea nacional de autoridades tradicionales indígenas del Pueblo nasa”
en el que participaron los gobernadores y gobernadoras de todos los cabildos.

El objetivo principal de ese encuentro fue trazar una ruta metodológica que permitiera un buen
proceso de construcción del Plan de Salvaguarda Nasa. Para lograrlo, la Asamblea definió 5 etapas:

La primera de ellas es la etapa de “Socialización, conceptualización y diagnóstico”, que es la que


hemos terminado y cuyos resultados presentamos en este doumento. En esta etapa realizamos
cuatro actividades fundamentales: un encuentro con los Kiwe The en el resguardo de Vitoncó; un
conversatorio de sabios (líderes y lideresas nasa) en el resguardo El Peñón, municipio de Sotará;
185 Asambleas comunitarias en cada uno de los cabildos nasa de los ocho departamentos y 8
encuentros departamentales con las autoridades y líderes de la Nación Nasa.

Durante toda esta fase, el equipo nacional del Plan de Salvaguarda realizó diversos encuentros
nacionales para perfeccionar los instrumentos de trabajo. Realizamos 4 talleres de capacitación en
metodologías para recolectar y ordenar información secundaria pertinente para el proceso; animar,
coordinar y sistematizar los diferentes talleres, encuentros y reuniones que íbamos a realizar;
hicimos un documento-matriz para la sistematización de las diferentes propuestas de autoprotección
y un documento-matriz de actualización del diagnóstico; elaboramos 4 talleres sobre conceptos
jurídicos sobre las condiciones, implicaciones y posibilidades legales de las propuestas. En la parte
final, en un proceso de taller permanente, perfeccionamos el documento de diagnóstico,
conceptualización y líneas de acción del Plan de Salvaguarda Nasa, a partir de las actas y relatorías
de las Asambleas comunitarias que realizamos en los 185 cabildos de la Nación Nasa.

A partir de allí elaboramos el presente documento de Diagnóstico, Fundamentos y Líneas de


acción para la construcción del Plan de Salvaguarda de la Nación Nasa que tiene los siguientes
componentes: Diagnóstico complementario de la situación de derechos humanos de la Nación Nasa,
Marco conceptual del Plan, que hemos incluido bajo el título de Fundamentos, Líneas generales de
los contenidos del Plan o estrategias y Propuesta de esquema institucional para la ejecución del
Plan.

La segunda etapa consistirá en la “Formulación de la propuesta del Plan”. En esta etapa lo que
haremos es fundamentar cuantitativa, técnica y científicamente los estudios necesarios según las
propuestas de salvaguarda que se obtuvieron como pueblo nasa en el desarrollo de la primera
etapa.

El ejercicio de la primera etapa nos permitió definir una hipótesis de los Programas y Sub-
Programas, que será perfeccionada y finalizada en la segunda fase, cuando avanzaremos en la
identificación de los mecanismos de implementación, los resultados por cada uno de los programas,
así como las metas, indicadores, cronograma y presupuesto indicativo. Aunque esta parte
programática la incluimos en el presente documento para mayor comprensión y para indicar el

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sentido del Plan, puede modificarse en la segunda fase como resultado de la consulta que en
términos políticos y técnicos se realizará con los equipos de trabajo de las autoridades y
organizaciones en las que se agrupa la Nación Nasa.

La tercera es la Presentación del Plan ante la Corte Constitucional. En esta etapa lo que haremos
es llamar a la Honorable Corte Constitucional y al Gobierno Nacional para poner en sus manos el
Plan de Salvaguarda Nasa, denominado BAKA ́CXTEPA NAS'NASA NEES YUWA ́, en el marco de
un congreso nacional para legitimar el camino que debemos recorrer para permanecer en el territorio
por siempre.

La cuarta etapa que planteamos es la “Implementación del Plan de Salvaguarda”. Será el momento
del desarrollo de cada una de las acciones de salvaguarda en las casas, grandes y pequeñas, donde
nos encontramos viviendo los nasa. Probaremos la superación del estado de cosas
inconstitucionales como lo plantea la sentencia T- 025 de 2004 en el marco de alcanzar el goce
efectivo de los derechos.

La quinta etapa es el “Seguimiento, evaluación y ajuste del Plan”. Está pensada como el momento
de asignar a los entes de control nacionales e internacionales, pero también a las autoridades
propias, la responsabilidad de hacer cumplir el Plan Salvaguarda ordenado por la Corte
Constitucional, para que el pueblo nasa siga perviviendo en el tiempo y el espacio por siempre.

Para llevar a cabo este proceso, en la Asamblea de autoridades de El Nilo también ratificamos el
Equipo Nacional, representado por compañeros y compañeras nasa de los ocho departamentos,
delegados previamente por las autoridades de sus respectivos Cabildos, Asociaciones y Regionales
de origen, a fin de garantizar una representación efectiva de la Nación Nasa. De esta delegación
seleccionamos dos compañeros (as) como promotores (as) y/o dinamizadores (as) con claridad
política y administrativa en el relacionamiento con las instituciones y/o entidades gubernamentales.
Aparte de éstos, tuvimos acompañamiento del equipo técnico compuesto por asistentes,
sistematizadores (as) y secretaria general. A su vez, contamos con el equipo profesional o de
expertos en Planeación propia y externa, Sistematización, Comunicación, Asesoría en derecho
propio y ordinario; también contamos con la guía y el apoyo espiritual de un grupo de Kiwe The de
cada uno de los departamentos. Este componente es un eje transversal del proceso de construcción
del Plan de Salvaguarda de la Nación Nasa.

La Nación Nasa

El origen

La Nación nasa viene de siempre, dicen los mayores. Marcos Yule, reportado por Gómez y Ruiz,
relata el mito sobre el origen nasa de la siguiente manera:

En un comienzo sólo existía el ks'a´w wala (gran espíritu) que por ser masculino y
femenino a la vez, tenía la virtud de generar vida. De él nacieron diez espíritus hijos
llamados: ekthe (sabio del espacio), t'we yase (nombrador de la tierra), weet'ahn (el
que deja la enfermedad en el tiempo), kl'umn (duende), daat'i (espíritu del control

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social), tay (sol), a'te (luna), eeh'a (viento), s'i' (espíritu de la transformación social).
Inicialmente vivían en la misma casa con el gran espíritu, pero luego, por indicación
suya, se transformaron en personas y vivieron por separado. Sin embargo vivían en
constante conflicto: el sol quemaba, el agua inundaba. Entonces les orientó para que
se unieran en una sola casa y así lo hicieron. De su reproducción posterior nacieron
las cosas que forman el mundo y un ser especial llamado nasa. Como nasa en la
lengua nativa es todo lo que tiene vida, movimiento, y como en la concepción Páez
absolutamente todas las cosas de la naturaleza tienen vida, podemos decir que de
esta relación surgió el mundo del medio o este mundo, p’ahte, donde habitan los
nasa. De igual manera, y de acuerdo con la cosmogonía, el universo nasa está
representado en cuatro casas: la del gran espíritu, la casa de los diez espíritus, la
casa de los nasa y la casa de los yu’k hi’pmeas (los sin culo) que habitan las
profundidades de la tierra. (Gómez y Ruíz, 1997: 50).

Yule Yatacué (2012) presenta la versión del The' Wala José María Quitumbo recogida por Carmen
Vitonás. En ella, sxlapun (trueno) produce la luz/la candela a instancias de ksxa'w (sueño, espíritu).
Se trata de un evento de auto-producción. En efecto, en otras versiones, sxlapun es reconocido
explícitamente como un ser hermafrodita. La vinculación entre el trueno y la energía de la que habla
el relato de Yule es una clara referencia a la energía que se autogenera y es el origen de todos los
seres (nasa). En la vida cotidiana de los nasa, el procedimiento para reconducir la vida a las formas
originarias es la armonización o reconciliación con el trueno, a la cual se accede mediante el rayo o
fuete y el refrescamiento. Ambos procedimientos son realizados por el The' Wala, quien actúa como
comunicador entre el mundo físico y el mundo espiritual.

También Manuel Sisco (2001) se refiere al origen:

“Cuentan los que saben y dicen que en la tierra cósmica (espacio) existen dos
corrientes de viento, más antes, estos vientos corrían y corrían con tal fuerza pero sin
rumbo por el espacio. En una de esas correrías de pronto los dos se rozaron, los dos
vientos eran personas; una era de sexo femenino y otro de sexo masculino. La
impresión que se llevaron ambos fue impactante, como queriendo saber el uno del
otro. Las dos corrientes de viento se arremolinaron formando un gran círculo como
entre una danza, cuando se cansaron de arremolinarse e hicieron un pare. La mujer
viento tenía anaco, su cinto asegurado con chumbe (faja) adornado de múltiples
figuras. Además de su cinto resaltaba una vara que en la punta tenía asegurada un
manojo de lana del cual ella hilaba e hilaba, era su vara de mando. El hombre viento
con ruana negra y pantalón que le daba hasta los tobillos, con sombrero de pindo
(hoja de caña brava), con los pies descalzos, en la mano izquierda portaba una vara
de mando de oro. Los dos se pararon de extremo a extremo, se dieron una media
mirada y sus rostros inmediatamente clavaron sus ojos hacia abajo” (Sisco, 2001).

Luego llega la historia de los caciques. Según el Plan de Vida del CRIC (2007), la Gaitana es
reconocida como cacica nasa, a pesar de que las investigaciones etnohistóricas la reconocen como
líder de la etnia Yalcón en el siglo XVI:

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La cacica Gaitana es hija del agua recogida en la quebrada La Meza Yu´, cerca de la
quebrada Lucero, donde recogieron al cacique Juan Tama; también se dice que en la
montaña hay una laguna.

La cacica Gaitana fue una de las mujeres que se preparó para la pelea, usó la honda
para pelear contra los españoles. Dicen que les tiraba oro y que mientras los blancos
se peleaban por el oro los remataba a punta de piedra y que para defenderse de las
balas, se escondía detrás de los árboles gruesos. Un día su hijo cayó en manos de
los españoles; lo colgaron, interrogaron y terminaron quemándolo vivo. Cuentan
también que mientras los españoles lo torturaban, él decía que se sentía en medio
de un jardín y fue así como murió, sin dar ninguna información sobre la ciencia del
indio, la cual querían saber los españoles.

Dicen que la cacica Gaitana había logrado arrancar cabellos de la corona de su hijo,
trabajó la ciencia tradicional, combatió y cogió prisionero a Pedro de Añasco. Le sacó
los ojos, le enlazó de la nariz y como a un perro lo hizo pasear por muchos lugares
del Cauca, Huila, Tolima, Caldas y Valle, cuentan que le quitaba y dejaba pedazos
del cuerpo en cada lugar que visitaba; por ultimo decidió quemarlo recogió las
cenizas y las arrojó al río diciendo: regresa de nuevo a España de donde te enviaron
(CRIC, 2007).

Por esto, el legado de la Gaitana perdura en la memoria de los pueblos indígenas hasta el presente
como signo de la valentía con la que los antepasados defendieron su existencia del conquistador
español quien, ávido de riquezas, no dudó en asesinar a pueblos completos. La Gaitana constituye
un ejemplo de que la guerra defensiva es legítima y, además, que es un instrumento válido para
garantizar la vida de los pueblos indígenas y la posesión de los territorios como única forma de
seguir perviviendo en el tiempo (PEBI- CRIC, 2006).

Según el mito, Juan Tama, como los verdaderos caciques, nació de las estrellas y bajó por las
torrentosas aguas de la quebrada de El Lucero, de donde fue sacado por los chamanes y entregado
a unas doncellas para que con su sangre lo amamantaran. Su voracidad era tan grande que ellas al
poco tiempo mueren. Con la ayuda de los chamanes, Juan Tama se convirtió posteriormente en
legislador, caudillo de su pueblo y gran cacique de los nasa; fue él quien los defendió de los
invasores pijaos, guambianos y blancos.

Los documentos históricos, por su parte, muestran no a un Juan Tama mítico, sino a un gran líder
colonial, el cacique principal de Vitoncó y de toda la Nación Nasa. El cacique que a través de la
violencia y la guerra ―utilizando la voleadora, según el mito―, desterró a grupos indígenas
enemigos, y quien mediante el manejo de la legislación colonial y los documentos escritos, defendió
el territorio comunal de las manos de los blancos. A él se debe la creación de los resguardos y la
delimitación del territorio nasa. Dentro de la mentalidad de estos indígenas, el resguardo y su
territorio tienen un origen eminentemente mítico y divino. Juan Tama, según el mito, desapareció en
las profundas y heladas aguas de la Laguna de Pátalo dejándoles a los nasa por herencia un
testamento político tendiente a la defensa de su territorio y su cultura, todo un acervo de
conocimientos médicos a los The Wala y la promesa de su regreso cuando fuese menester. “Yo me
iré a vivir a una laguna, yo no muero jamás” (Bernal, 1953: 236).

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El Plan de Vida del CRIC (2007) referencia a Juan Tama:

Juan Tama, según la tradición oral, es hijo del agua y de la estrella. Se considera que
era oriundo del resguardo de Vitoncó, municipio de Páez.

Juan Tama surge en una época en que los nasa enfrentaban solos al imperio más
grande de la época: España, ante la derrota de sus aliados estratégicos los Yalcones,
los Timbas y los Pijaos.

Juan Tama vio en la negociación una alternativa para preservar la existencia de su


pueblo y los territorios.

Juan Tama organizó los territorios bajo la figura de resguardos y dejó unas leyes que
se han convertido en una herencia de defensa y pervivencia.

Propuso la negociación como un instrumento para asegurar el derecho de los


pueblos indígenas.

Según Ciezas de León (1962, citado en Rappaport 2000), los indígenas de la región del Cauca
fueron los que más resistieron a la invasión española, consiguiendo contra el invasor varios éxitos
militares. Estima que debieron existir entre 6.000 y 7.000 guerreros, dato que permite pensar en
unas 20.000 a 28.000 personas según la relación entre guerrero y población que se quiera aplicar
(Rappapport, 2000). Juan Velasco arroja la suma de 7.000 almas y Sevilla Casas considera que la
población debió ascender a unas 10.000 personas.

Estas comunidades fueron fundadas en el siglo XVII por las autoridades españolas con
el fin de controlar a la población indígena y obtener de ella tanto mano de obra como
tributo. Sólo comenzaron a funcionar realmente como comunidades cuando los nasa
fueron forzados a ocupar las laderas de la cordillera tras haber sido desalojados de los
valles templados que rodean La Plata. Esto, unido al colapso demográfico que produjo
la Conquista, permitió que los propios españoles se asentaran con posterioridad en
aquellos valles. Las 200.000 personas que hoy en día se identifican como nasa no
viven en dichas comunidades sino dispersas en las regiones altas de las montañas y la
mayoría sólo acude a los pueblos en época de fiestas o cuando se haya de camino a
los mercados regionales de Silvia o Belalcázar (Rappapport, 2000).

Habitaban una extensa región comprendida entre las estribaciones orientales y occidentales de la
cordillera central, demarcadas al norte por el Nevado del Huila y al sur por el Río de la Plata. Los
habitantes de esta última región eran menos “rústicos” que los de Tierradentro, dato que ha llevado a
investigadores como Rappaport a inferir que la comunidad de La Plata era más antigua y mejor
establecida y que la de Tierradentro adquiría en la época un carácter de puesto fronterizo o de
avanzada de una colonización nasa en la cordillera (Rappapport, 2000).

La zona de Tierradentro, por su carácter fronterizo, tenía la característica de ser una zona multiétnica
en donde convivían indígenas de diferentes etnias, entre ellas nasa, pijaos y guanacas quienes se
relacionaban a través de alianzas militares e intercambio económico. La colaboración de los

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guambianos con los españoles para entrar a conquistar Tierradentro ha sugerido la hipótesis de una
larga relación hostil entre estas dos etnias, mientras que las frecuentes alianzas guerreras
documentadas por los cronistas, entre los nasa y los yalcón y, sobre todo, entre los nasa y los pijao,
se ha tomado como elemento de apoyo a la hipótesis sobre su origen Karib (Rappaport, 2000).

En el siglo XVI, en su territorio existían tres grandes cacicazgos: uno en el sur, aguas abajo del río
Páez, denominado como el Cacicazgo de Avirama; otro en el norte, aguas arriba del río Páez y
denominado como el Cacicazgo de Páez y finalmente el de Suyn, en la cuenca del Río Moras. Estos
caciques dirigían a otros líderes de menor importancia y fueron ellos, como jefes militares, quienes
enfrentaron a los españoles a su llegada al territorio: Páez, Tarabira, Tálaga, Simurga y Nuesga. El
hecho que estos caciques no aparezcan en las crónicas históricas realizadas en tiempos de paz ha
llevado a Rappaport a sugerir que estos líderes debieron tener un poder político restringido
exclusivamente a los tiempos de guerra. Sin embargo, mantenían unidos los cacicazgos por lazos de
parentesco.

En 1536, Sebastián de Belalcázar fundó la ciudad de Popayán y comenzó el asedio contra los
habitantes de Tierradentro: era necesario transmontar la cordillera, cruzar el Valle del Magdalena y
llegar al reino de los Muiscas. En 1562 se fundó San Vicente de Páez en pleno corazón de
Tierradentro, destruida nueve años más tarde. Juan de Castellanos describió así los hechos:
“Quedándose los páez con su honra, libres de vasallaje y servidumbre, y en franca libertad, sin que
consientan extraño morador en su provincia” (Castellanos, 1847: 505, citado en Rappaport, 2000).

Más tarde, los nasa destruyeron San Sebastián de la Plata y Caloto. Ante la braveza de los
indígenas, los españoles tuvieron que ceder e iniciar una estrategia nueva: la evangelización. A los
Jesuitas, enviados por Don Juan de Borja, se les encomendó en 1613 la labor de su
apaciguamiento. Los Jesuitas fueron seguidos por misioneros seglares y más tarde llegaron los
Franciscanos. Los primeros resultados se obtuvieron hacia el año de 1640, cuando, a pesar de que
se declaraba aún la existencia de “indios de mala paz”, se inició la dominación española, e
instituciones coloniales como la encomienda, la mita y la doctrina empezaron a florecer en el
territorio de Tierradentro. Una década más tarde, aunque se reconocía que “ahora se entra y sale de
su nación”, los logros obtenidos seguían dejando mucho que desear a los misioneros, quienes
afirmaban que aunque los indígenas ya estaban pacificados, “todavía no están reducidos a doctrina”
(Sevilla Casas, 1983:30).

Si bien en los primeros años de contacto, la guerra y las enfermedades fueron diezmando al grupo
étnico, en esta nueva época la encomienda y la mita continuaron la labor devastadora. Las
excesivas exigencias tributarias explican las migraciones de indígenas nasa que huían a lugares
lejanos. Desde el período colonial, los relatos coinciden en que el tipo de poblamiento nasa
respondía a la reproducción de un patrón tradicional de dispersión que obedecía a la lógica de huida
(Findji, 1993). Findji y Rojas (1985) sostienen que con la llegada de los españoles, “los recaudadores
de impuestos necesitaban reunir a los indios en pueblos para facilitar la recaudación”. Pero no sólo
para facilitar la recaudación, sino también la nueva realidad política de la colonización. Este patrón
tradicional de dispersión muestra, entonces, “una actitud política para evitar pagar tributo y ser
sometidos” (Findji y Rojas, 1985). Esta extrema movilidad de los nasa es “un hecho significativo de
lo que es el territorio: un espacio que se recorre”.

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Otros nasa fueron sacados masivamente de Tierradentro para la construcción de la ciudad de
Popayán y como fuerza de trabajo en las haciendas colindantes. Pero Tierradentro parece haber
sido una región de refugio, a donde llegaron indígenas pertenecientes a otras etnias como yalcón,
pijao, andakí, tamas, entre otras, quienes huyendo de sus encomenderos y de las nuevas
condiciones que la Colonia les había impuesto, se recluyeron en esta región e iniciaron lentamente
con los indígenas de Tierradentro un proceso de unificación cultural y política, conformando las
bases del actual idioma y nacionalidad nasa.

La difusión de algunas herramientas y utensilios de metal, del caballo, la oveja y otros animales
domésticos traídos por los europeos, al igual que el cultivo de nuevas especies como trigo,
indudablemente contribuyeron a la transformación de lo que fuera la antigua comunidad (Bonilla,
1982).

A principios del siglo XVIII la lengua española parece haber logrado permear ciertas capas de la
población aborigen y para esa época surgieron los caciques coloniales o “caciques nuevos”,
caracterizados por buscar alternativas novedosas ante su falta de autonomía frente a los invasores
europeos. El cacicazgo y el resguardo fueron las instituciones que permitieron alcanzar esta meta
(Findji y Rojas, 1985). Don Juan Tama, el cacique de Vitoncó y Pitayó, los caciques Gueyomuses de
la región de Togoima, al igual que el cacique Quilo y Sicos de los pueblos de Toribío, Tacueyó y San
Francisco, emprendieron la tarea de delimitar espacialmente sus territorios. Tama, junto con Quilo y
Sicos, viajaron a Quito. Directamente ante las autoridades reales hicieron que se les reconocieran
sus territorios y les otorgaran títulos escritos. Buscaron de esta manera legitimar su poder político
como “caciques principales”. Las referencias míticas e históricas les ayudaron igualmente para
legitimar su autoridad y el origen sagrado de los títulos de sus tierras. Así, “a comienzos del siglo
XVIII, la Nación Nasa se componía de cuatro unidades políticas principales bajo la autoridad de tres
caciques y una unidad política autónoma más pequeña que estaba unida a estas cuatro por lazos
matrimoniales. Esta última unidad política era el cacicazgo de Wila, que tenía por cacica a doña
Mariana Mondiguagua, esposa de don Juan Tama (Rappaport, 2000:80).

En la Nueva Granada el resguardo se originó durante la administración colonial como una institución
tendiente a asegurar, además de un tributo indígena, la reproducción de una fuerza de trabajo
concentrada entre unos límites muy bien definidos. Sin embargo, esta unidad política y territorial
comunal de origen colonial, se transformó históricamente en la medida en que fue resignificada y
reapropiada por los nasa (Rappaport, 2000). Los nasa entendieron los resguardos como una forma
de protección y ejercicio de los derechos indígenas mediante la consolidación de un territorio y una
autoridad política. Los títulos de los resguardos muestran cómo los caciques coloniales legitimaron
su poder a través de referencias míticas e históricas. Don Juan Tama decía ser el “hijo de la estrella”.

Finalizando la época colonial, los cacicazgos se fueron descomponiendo. Demográficamente su


población se había recuperado notablemente sin que la tierra disponible les permitiera su
supervivencia. Fueron muchos los indígenas que abandonaron sus resguardos.

Luego, a principios del siglo XIX, el proceso de independencia trajo consigo intensos esfuerzos de
consolidación y modernización del estado nacional colombiano. Motivados por los ideales de
desarrollo y progreso, los pretendidos intentos por lograr la unidad nacional a través de la imposición
de una sola lengua, una sola religión y una sola cultura, desembocaron en cruentos procesos de

24
privatización, latifundización y liberación de mano de obra (Henao, 1983; Padilla, 1996; Rappaport,
2000; Molano, 2000). El anuncio y desarrollo de las guerras civiles del siglo XIX, entonado por las
clases dominantes al compás de la acumulación de riqueza y al ritmo de los cambios en la
legislación sobre la adjudicación de tierras baldías y de la expansión acelerada de las haciendas
ganaderas y las plantaciones de café y azúcar en la región de lo que actualmente es el Cauca y el
Valle del Cauca, despojó a los indígenas de sus tierras e impulsó a muchos de ellos a trabajar como
terrajeros y asalariados; a otros, a internarse en lugares recónditos para evadir la persecución y
dominación económica, política y social a la que estaban siendo sometidos. El territorio nasa, como
uno de los principales escenarios bélicos, no fue la excepción (Rappaport, 2000). Fue así como
durante los últimos años del siglo XIX y primeros del siglo XX, un número considerable de nasas
migró a regiones como el Putumayo, el Valle, el Caquetá y la Cordillera Occidental del Cauca en el
camino al mar (Gómez y Ruiz, 1997; Findji, 1993).

Los cambios producidos por la independencia generaron transformaciones importantes que


determinaron que las comunidades indígenas se enfrentaran a un nuevo sistema político que les
negaba su autonomía. Los caciques republicanos colaboraron en el debilitamiento de sus
resguardos y se convirtieron en jefes militares que regían pequeñas unidades militares durante las
guerras civiles. Además, permitieron la explotación minera de sus resguardos y sus bosques
quineros.

Años más tarde, el desmembramiento del gran Estado del Cauca, con la consecuente pérdida de las
minas de oro y de las fértiles tierras de Nariño y del Valle, determinó un proceso de ruralización
dentro de la élite caucana que acrecentó la explotación de la población campesina e indígena del
territorio. Las haciendas se expandieron a costa de los resguardos y se consolidó el “terraje”.
Grandes masas de indios desposeídos quedaron con la obligación de pagar un determinado número
de días de trabajo en la hacienda del nuevo patrón, por el derecho a vivir y usufructuar un pequeño
pedazo de tierra que antes le pertenecía a su comunidad.

Los conflictos agrarios se agudizaron en las primeras décadas del siglo XX. En este contexto surgió,
en la segunda década del siglo XX, el movimiento encabezado por Manuel Quintín Lame Chantre, el
indio terrajero de Polindara, conservador y católico, quien junto con José Gonzalo Sánchez, indígena
totoró, conformó un movimiento denominado “La Quintinada” que involucró a terrajeros y cabildos
indígenas nasa, guambianos y kokonuko, extendiéndose posteriormente a los indígenas del Huila y
del Tolima. Como banderas de lucha el movimiento planteaba la defensa de las parcialidades y el
rechazo a las leyes de extinción de los resguardos; la negativa a pagar terraje o cumplir con
obligaciones personales; la afirmación de los cabildos como centros de autoridad; la recuperación de
las tierras usurpadas por los terratenientes y el “desconocimiento de todos los títulos que no se
basaran en cédulas reales” y la condena y rechazo de la discriminación racial a la que estaban
sometidos los indios colombianos.

El Plan de Vida del CRIC (2007), sintetiza el legado de Manuel Quintín Lame en el siglo XX:

Quintín Lame nació cuando un nuevo país florecía al calor de una nueva
constitución, la de 1886, que en cierta forma fue una esperanza de reconciliación y
progreso en el país. Quintín Lame buscó no sólo la defensa de los terrazgueros sino
también la de los habitantes de los resguardos.

25
Dentro de su proceso de lucha Manuel Quintín descubre la ley 89 de 1890 y la
convierte en una de las herramientas jurídicas con las que emprende una ofensiva
legal ante el Estado. Pero también dentro de su deseo de apoyar a sus hermanos
compra el Código civil. Ambos textos los aprende de memoria y los utiliza en los
momentos más cruciales de su lucha ante tribunales y juzgados. Ejemplo de esta
lucha es el reconocimiento que hizo el Estado de la existencia del Resguardo de
Ortega y Chaparral.

Esta primera experiencia jurídica le ayuda a aprender que la ley colombiana era la
base para despojar a sus hermanos de lo que les pertenecía, pero que además la
injusticia y abuso que se cometía en nombre de la ley eran muchas, por lo tanto inicia
un levantamiento general y en él participaron todos los terrazgueros de Polindara,
Santa Teresa, La Laguna, Pisojé, Cohetando y San Isidro.

Quintín Lame se dedicó a coordinar todas estas acciones celebrando grandes


asambleas y mingas de adoctrinación, y, también, aprovechando todo tipo de reunión
que se realizara en el territorio.

Este movimiento dio como resultado que los terrazgueros desde Totoró, Cajibío,
hasta Sotará, se negaran a pagar el terraje (Plan de Vida del CRIC, 2007).

Así, el escenario de las primeras décadas del siglo XX estuvo configurado por las tensiones políticas
bipartidistas (entre liberales y conservadores), las disputas por la propiedad de la tierra mediante el
cuestionamiento de los títulos de propiedad, las condiciones de trabajo en las haciendas y
plantaciones, el conflicto por la tierra que desató la colonización antioqueña entre indígenas y
campesinos recién llegados; también por las luchas por la recuperación de las tierras usurpadas por
los terratenientes, la defensa del resguardo y el no pago del terraje que emprendieron, de la mano
de Manuel Quintín Lame, José Gonzalo Sánchez y Eutiquio Timoté, los indígenas en el Cauca y
luego en el Tolima (Gilhodés, 1988; Rappaport, 2000).

La efervescencia del conflicto agrario y el bipartidismo desembocarían, en la década del cincuenta,


en lo que se ha llamado el período de la Violencia en Colombia que se agudizaría después del
asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán en 1948, produciendo más de 200.000 muertes en
toda Colombia entre 1946 y 1966 (Roldán, 1998). Los síntomas declarados de violencia empezaron
a ocurrir casi simultáneamente a mediados de 1949 en los departamentos de Huila, Santander, Valle
del Cauca y sur del Tolima. Luego se extendieron a otras regiones: Antioquia, Chocó, sur de Córdoba
y Bolívar, Risaralda, Quindío, norte del Cauca, Cundinamarca, Boyacá, Meta, los Santanderes y
Casanare (Guzmán, Fals Borda, Umaña Luna, 2005).

Para el caso de los nasa, interesa aclarar que la comunicación geográfica entre Saldaña,
Marquetalia y Gaitania —en el sur del Tolima—, Corinto, Miranda, Toribío y Jambaló —en el norte del
Cauca—, y Florida y Pradera ―en el sur del Valle del Cauca―, explica la expansión geográfica de la
violencia y las especificidades que ésta adquirió en las zonas de colonización. Los nasa del Cauca y
Valle del Cauca que vivieron la represión y persecución de la policía militar del gobierno conservador
y de los pájaros, se vieron obligados a migrar: muchos se fueron hacia la cordillera occidental, por la

26
región del río Naya, otros se desplazaron hacia los departamentos de Putumayo, Caquetá, Huila y
Meta (Amador Ospina, 2008).

En 1964, el Ejército, apoyado por el gobierno de los Estados Unidos, bombardeó la amenaza
comunista en el sur del Tolima. Dos años después, en 1966, se oficializó la creación de las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC (Pearce, 1992; Sánchez y Meertens, 1985; Riaño,
2006; Molano, 2001; Berquist, Peñaranda y Sánchez, 1992). Villa y Houghton (2005) señalan que
“en el nacimiento de las FARC participaron varios grupos de guerrillas liberales conformadas por
indígenas de la región. Esta guerrilla, que se expandió a las zonas de colonización del piedemonte
amazónico, en su dinámica de formación, fue acompañada por familias pijaos y nasa que fueron a
vivir en departamentos como Meta, Vichada y Caquetá” (Villa y Houghton, 2005:29).

En la década del setenta el poder terrateniente y el control ejercido por el gamonalismo (Villa y
Houghton, 2005) desplegaron toda su violencia contra los pueblos indígenas en general, y contra los
nasa, en particular. Frente a esto, y en el marco de las luchas por la tierra emprendida por
campesinos e indígenas, surgieron las modernas organizaciones indígenas.

En 1971, bajo los principios de unidad, tierra y cultura, nació la primera organización indígena en
Colombia: el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC). Como señalan Villa y Houghton (2005),
“el movimiento indígena del departamento del Cauca en Colombia ha sido desde los años setenta el
motor político e ideológico de los pueblos indígenas en el país, y por lo menos en su etapa inicial, de
los movimientos indígenas del continente. El auge de las luchas agrarias en Colombia estimuladas
por la reforma agraria del gobierno de Lleras Restrepo (1968), unido a la historia particular de los
nasa y demás pueblos indígenas de esa región, herederos del levantamiento dirigido por Quintín
Lame en la primera mitad del siglo XX, fueron un contexto favorable para la irrupción de un
movimiento indígena radical que en pocos años se ubicó como actor social y político ineludible en el
país” (Villa y Houghton, 2005:84). Las reivindicaciones de Manuel Quintín Lame, que habían sido
fuertemente debilitadas durante la época de La Violencia (Rappaport, 2000), impulsaron el proyecto
político autonómico de las nacientes organizaciones. Sus ideas y reivindicaciones sobrevivieron y la
lucha de los nasa contra el terraje, la explotación y la reivindicación de sus resguardos, cabildos y
cultura se ha mantenido desde entonces, y bajo diversas formas, en todo el territorio.

Entre 1978 y 1982 el gobierno de Turbay Ayala puso en marcha el Estatuto de Seguridad, lo cual
representó un notable incremento de la violencia estatal contra los pueblos indígenas de los
departamentos de Cauca, Tolima, Caldas y Chocó, quienes fueron víctimas de graves detenciones
arbitrarias y torturas.

En la década del ochenta, el auge del narcotráfico le dio otro matiz al conflicto. Los carteles de la
droga y los terratenientes armaron ejércitos privados para defender sus intereses de los ataques de
las guerrillas. Los otrora llamados “pájaros” de la Violencia, conservadores y anticomunistas,
devinieron durante los ochenta en organizaciones paramilitares. Su consolidación estuvo amparada
no sólo por la mafia y los terratenientes sino también por los suficientemente comprobados pero
invisibilizados vínculos entre éstos y el ejército colombiano. La diversificación de actores armados, la
intensificación de la confrontación armada y la similitud en sus modus operandi vuelve cada vez más
difusas las fronteras entre los distintos tipos de violencia que tienen lugar en Colombia (Riaño,
2006).

27
En la década del noventa, el reconocimiento y ampliación de los derechos económicos, sociales y
culturales de los pueblos indígenas se enmarcan en el estado nación colombiano que, a la
vanguardia de otros estados latinoamericanos, amplió su marco jurídico y reconoció el carácter
pluriétnico y multicultural de la nación (Gros, 2000). En este contexto, sin embargo, empezaron a
acentuarse los llamados procesos de modernización del estado que implican la redefinición del
territorio, la transformación de las prácticas de administración y gobierno tanto de los territorios como
de las poblaciones que los habitan, así como de las relaciones que se dan en su interior de acuerdo
con las lógicas que el mercado impone. Una de las posturas de quienes se han dedicado a estudiar
este tema, señala que el avance en el reconocimiento de los derechos sociales, económicos y
culturales de las poblaciones definidas como étnicas luego de la promulgación de la Constitución de
1991 —materializados en derechos territoriales, educativos, entre otros—, se entreteje con la
implementación de nuevas prácticas de control del estado sobre territorios históricamente
controlados por los grupos guerrilleros y que recientemente han sido definidos como ricos y
biodiversos en el escenario mundial (véase Chaves y Zambrano, 2006).

A finales de la década del noventa, las organizaciones paramilitares lograron consolidar su poder
con el apoyo de acaudalados terratenientes y de los carteles de la droga. Muestra de ello fue el
rápido despliegue del paramilitarismo en la geografía nacional (y la disputa territorial con el ejército y
los grupos guerrilleros) a través de la creación de una organización paramilitar de cobertura
nacional: las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) que tenían como máximo líder a Carlos
Castaño (Riaño, 2006).

También por esos años el gobierno del presidente Samper fue acusado de patrocinar su campaña
presidencial con dineros provenientes del narcotráfico, por lo cual se abrió un proceso judicial en su
contra conocido como el “Proceso 8.000”. En medio de esto, el país enfrentó una escalada de
violencia producto del enfrentamiento entre guerrillas, fuerzas estatales y organizaciones
paramilitares.

La “carta de entrada” al capital transnacional para la consolidación de megaproyectos, así como el


sostenido y diversificado pulso entre el estado, los grupos armados contraestatales y paraestatales
por la consolidación y legitimación de poderes políticos y militares que se viene librando
particularmente desde la década del cincuenta del siglo XX en todo el territorio nacional pero que se
entrecruza con los procesos históricos de consolidación del estado colombiano, anudan algunas de
las razones del recrudecimiento del conflicto interno colombiano en las dos últimas décadas.

Los pueblos indígenas no han sido ajenos a estos procesos de reordenamiento social, económico y
político, pues sobre los territorios que habitan están puestos los ojos del capital transnacional, lo cual
ha generado un incremento drástico de la violencia en su contra. Después de un relativo período de
tranquilidad posterior a la promulgación de la Constitución nacional, la breve tregua que vivieron los
pueblos indígenas terminó en 1997, cuando se inició un fuerte incremento de la violencia política que
se sostiene hasta el presente” (Villa y Houghton, 2005:41). Fue precisamente la historia de lucha por
las tierras en contra del poder terrateniente, la defensa de sus territorios, el proceso de consolidación
del gobierno propio y la defensa de la autonomía, lo que convirtió a los nasa en objeto de una severa
persecución violenta por parte del Estado, los terratenientes, los paramilitares, los narcotraficantes y,
en un grado no pequeño, la insurgencia (Villa y Houghton, 2005).

28
En el conflicto armado, como señalaron las comunidades nasa durante las asambleas del Plan de
Salvaguarda Nasa, además de la lógica económica de adecuación a las dinámicas del mercado
global por parte de diferentes actores, también está en juego la consolidación y legitimación de
poderes tanto políticos como militares y el consecuente control de las relaciones sociales ya sea por
patronaje o mediante el uso de la fuerza. Esto trajo como consecuencia la imposición y consecuente
arraigo de las diversas expresiones de esta violencia política en los soportes sociales y culturales
que le dan sentido a la vida de las personas.

La Corte Constitucional al enunciar los factores subyacentes y conexos al conflicto armado que
impactan de manera atroz la vida de los pueblos indígenas a la vez que amenazan su pervivencia
física y cultural, escuchó el llamado histórico de los pueblos indígenas. Aprovechando el instrumento
jurídico que creó la Corte, los nasa se reunieron alrededor de la tulpa para pensar desde el corazón
y dijeron: “el conflicto armado es una enfermedad que nos está matando. Para defender nuestra
vida, nuestro territorio, nuestro pensamiento como ser nasa, necesitamos pensar en los posibles
remedios para protegernos del exterminio físico y cultural”.

Ubicación actual

En la actualidad, la Nación Nasa hace presencia en ocho departamentos del país: Cauca, Valle del
Cauca, Putumayo, Caquetá, Nariño, Tolima, Huila y Meta. Su historia de migración está atravesada
por los sucesivos desplazamientos forzados que se ha visto obligada a hacer a lo largo del tiempo
por la presión y el despojo territorial violento del que ha sido objeto. Las oleadas de migración han
tenido diferentes períodos, como señalamos antes. La primera de ellas, a principios del siglo XX en
medio de los cruentos procesos de privatización, latifundización y liberación de mano de obra que
los obligaron a convertirse en terrajeros o a huir hacia zonas recónditas; la segunda, a mediados de
la década del cincuenta cuando estalló la violencia bipartidista en la zona andina y, en los últimos
años, con la agudización del conflicto armado con el que también se ha reconfigurado el mapa
territorial que anuncia y reafirma la presencia de los nasa en otras zonas del país.

La mayoría de las asambleas de construcción del Plan de Salvaguarda hicieron referencia a tres
tipos de desplazamiento que han hecho los nasa a lo largo de su historia: el primero de ellos, por
escasez de tierras; el segundo, por los sucesivos conflictos armados que se encadenan en una
historia de conquista y colonización, y que los ha obligado a desplazarse forzosamente de forma
repetida; y el tercero, por desastres naturales. También el primer tipo de desplazamiento es un
desplazamiento forzado en la medida en que responde a las mismas causas estructurales de
despojo de territorios; es un hecho reconocido por la Corte Constitucional en el Auto 004 de 2009.
Esta dinámica es una constante en la reciente historia de poblamiento nasa.

La escasez de tierras en el departamento del Cauca y las estribaciones de la Cordillera Central, llevó
a los nasa a buscar otros territorios. Fue precisamente por este motivo que migraron en la década
del sesenta y del setenta hacia Putumayo, Caquetá y Meta en el marco de los procesos de
colonización dirigida; o recientemente impulsados por la emergencia social, cultural y económica de
los pueblos indígenas del Cauca reconocida por el Decreto 982 de 1999 que declaró los graves
problemas territoriales, medio ambientales, económicos, de seguridad alimentaria y de derechos
humanos que los indígenas del Cauca estaban enfrentando. Dicha escasez de tierras imposibilita el
goce pleno de los derechos individuales y colectivos de la Nación Nasa, como fue señalado de

29
manera reiterada por todas las asambleas del Plan de Salvaguarda. Como sugirieron las pobladoras
y pobladores nasa, el proceso de despojo territorial al que han sido sometidos ha transformado la
espacialidad nasa al ritmo de los cambios de la espacialidad del capital. Esta última, a su vez, está
teñida por la alianza entre el latifundio y el capital financiero que ha sido efectiva a la hora de lograr
la privatización del territorio, volviendo cada vez más lejana la satisfacción de la demanda territorial
de la Nación Nasa y la garantía del derecho al territorio, a la identidad y a la autonomía.

El segundo tipo de desplazamiento identificado de manera contundente por la Nación Nasa fue el
desplazamiento forzado, del que nos ocuparemos ampliamente en el presente diagnóstico. En
cuanto al tercer tipo de desplazamiento, aquel relacionado con los desastres naturales, es el que
explica el retorno de un grupo numeroso de familias nasa al departamento del Huila, por ejemplo: así
como la existencia de los reasentamientos tanto en la zona centro del Cauca (en cercanías de
Popayán) como en el norte del Cauca. Los nasa provenientes de la zona Tierradentro, luego de la
avalancha del río Páez en 1994, se vieron forzados a regresar a los lugares que en otras épocas ya
habían ocupado.

Actualmente, la mayor parte de la población nasa está concentrada en las áreas rurales de los
municipios. Pero las trayectorias migratorias impuestas por el conflicto armado y por motivos socio-
económicos, también la han llevado a los cascos urbanos de los municipios y a las ciudades
capitales como Popayán, Bogotá, Cali y Medellín. Sin embargo, todavía es un desafío para las
organizaciones indígenas conocer en profundidad estas trayectorias y las dinámicas poblacionales
del desplazamiento.

Aun cuando los registros estatales sobre las cifras poblacionales no están actualizados, las
organizaciones indígenas de los ocho departamentos cuentan con censos anuales que proveen un
estimativo de la población nasa que actualmente se encuentra allí asentada. Con esos datos muy
confiables, el censo de la Nación Nasa a 31 de diciembre de 2012 alcanzaba las 238.349 personas,
distribuidas en por lo menos 55.467 familias. Del total de población, no menos de 112.220 son
hombres y 110.160 mujeres (varios censos no incluyeron este dato diferenciado). Es importante
mencionar que no contamos con información censal pormenorizada de 15 comunidades, de las 185
existentes, razón por la cual preferimos no incluir los datos aproximados disponibles. .

En el caso del Cauca, al año 2005, según los datos del último censo nacional del DANE, el
departamento contaba con una población total de 1’268.937 personas, de las cuales 553.504
(43,62%) se reconocían como pertenecientes a un grupo étnico. De ese porcentaje, el 20,72% se
reconocían como indígenas y el 22,9% como afrocolombianos. Actualmente, la población nasa en
este departamento asciende a un total de 204.704 personas, distribuidas en 46.980 familias cuya
composición es de 98.305 hombres y 96.520 mujeres. Esta población está organizada en 77
cabildos del total de 120 cabildos indígenas articulados en el Consejo Regional Indígena del Cauca
(CRIC).

Por su parte, en 2005, el departamento de Putumayo contaba con una población estimada de
310.132 personas, de las cuales el 66% se identificó como mestiza, el 4.9% como afrodescendiente,
el 18.8% como miembro de un pueblo indígena de los que habitan el departamento (Inga, Kofán,
Embera, Embera-Katío, Nasa, Uitoto, Awá, Careguaje, Kamentsa, Siona) y un 10.4% no se identificó
como perteneciente a ninguna etnia. En contraste, para el mismo año, el censo del departamento de

30
Caquetá reportó una población total de 420.337 personas, de las cuales cerca del 88% se identificó
como mestiza, el 3% como afrodescendiente, el 1% como perteneciente a uno de los pueblos
indígenas del departamento (Andoque, Korebajú, Coyaima, Embera-Katío, Inga, Makaguaje, Nasa,
Carijona, Uitoto) y cerca del 8% de la población no se identificó como perteneciente a ninguna etnia
(DANE, 2005). En el departamento de Putumayo existen 38 cabildos nasa, agrupados en la
Asociación Kwe'sx Ksxaw. Según los registros censales, la población nasa en el departamento
asciende a las 6.047 personas, distribuidas en 1.646 familias de las cuales 2.981 personas son
hombres y 2.900 son mujeres.

En el caso del departamento de Nariño, que cuenta con un cabildo nasa ubicado en límites con el
departamento de Putumayo, podemos decir que su población asciende a 179 personas, distribuidas
en 42 familias. Del total de población, 106 personas son hombres y 73 son mujeres. En el Caquetá,
los registros censales de los 30 cabildos nasa indican que aproximadamente la población asciende a
las 3.720 personas, distribuidas en 1.659 hombres y 1.651 mujeres.

Por su parte, la población nasa del departamento del Huila asciende a un estimativo de 8.004
personas, distribuidas en 1.855 familias. Del total de población, 2.497 personas son hombres y 2.439
son mujeres. La población de este departamento está organizada en 27 cabildos. La población nasa
del departamento del Tolima suma un total de 3.457 personas distribuidas en 781 familias. Del total
de población, 1.812 personas son hombres y 1.645 son mujeres que están organizados en 3
cabildos. Finalmente, la población nasa del departamento del Meta asciende a por lo menos 837
personas, unas 140 familias, que se encuentran en 3 resguardos; las cifras de las 3 comunidades sin
territorio legalizado no son incluidas. En la Tabla 1, presentamos la información poblacional de la
Nación Nasa en la actualidad.

TABLA 1. CENSO GENERAL DE LA NACIÓN NASA


Total
Departamento Municipio Comunidad/resguardo Familias Hombres Mujeres Total
m/pal
Bogotá, D.C. Bogotá, D.C. Cabildo Páez de Bogotá 87 ND ND 370 370
Belén de los
Caquetá Cabildo Manuel 15 23 27 50
Andaquíes
116
Belén de los Resguardo La
Caquetá 13 34 32 66
Andaquíes Esperanza
Cartagena del
Caquetá Cabildo El Berlín ND ND ND ND ND
Chairá
Caquetá El Paujil Cabildo Beraca 323 516 602 1.118
1.453
Caquetá El Paujil Cabildo Üus Use 58 176 159 335
Caquetá Florencia Cabildo El Danubio ND ND ND ND
Caquetá Florencia Cabildo Nasa Üus 19 42 39 81 163
Caquetá Florencia Comunidad La Gaitana 15 47 35 82
Caquetá Milán Cabildo Pueblo Nuevo ND ND ND ND ND
Caquetá Morelia Cabildo El Chocho ND ND ND ND ND
Caquetá Puerto Rico Cabildo Calarca 28 56 49 105
Caquetá Puerto Rico Cabildo Montebello 17 32 21 53
Caquetá Puerto Rico Cabildo Üse'yecte ND 29 40 69 550
Resguardo Galilea
Caquetá Puerto Rico 26 50 49 99
Siberia

31
Total
Departamento Municipio Comunidad/resguardo Familias Hombres Mujeres Total
m/pal
Caquetá Puerto Rico Resguardo Nasa Kiwe 18 49 32 81
Resguardo Sek Dxi El
Caquetá Puerto Rico 82 50 53 103
Quecal
Caquetá Puerto Rico Resguardo Witax'kwe 10 21 19 40
San Jośe del Resguardo Nasa El
Caquetá 9 17 23 40 40
Fragua Portal
San Vicente del Cabildo Banderas del
Caquetá 30 56 50 106
Caguán Recaibo
San Vicente del Cabildo La Tunia – Nasa
Caquetá 34 ND ND 160
Caguán Cxha Cxha
Cabildo Urbano Juan
San Vicente del
Caquetá Tama (Portal de 19 32 23 55 708
Caguán
Timanco)
San Vicente del
Caquetá Resguardo Altamira 64 142 141 283
Caguán
San Vicente del
Caquetá Resguardo Yaguara II 25 56 48 104
Caguán
Caquetá Solano Cabildo Tres Troncos ND
Caquetá Solano Resguardo El Líbano 15 44 36 80
Caquetá Solano Resguardo Guayabal 11 26 18 44 374
Resguardo Jerico-
Caquetá Solano ND ND ND 250
Consayá-Peñas Altas
Caquetá Valparaíso Cabildo Urbano Yu'luucx 161 155 316 316
Cabildo Pueblo Nuevo
Cauca Buenos Aires 175 335 343 678
Ceral
Resguardo La Paila –
Cauca Buenos Aires 113 ND ND 980
Naya 5.602
Cauca Buenos Aires Resguardo Las Delicias 320 1.002 968 1.970
Buenos Aires-
Cauca Cabildo Alto Naya 315 ND ND 1.974
Buenaventura
Cauca Cajibío Cabildo Cofradía 79 104 108 212
Resguardo Cxayu'ce
Cauca Cajibío 59 121 96 217 696
Fxiw
Cauca Cajibío Resguardo Path Yu 65 143 124 267
Cauca Caldono Resguardo La Aguada 310 900 797 1.697
Resguardo La Laguna
Cauca Caldono 771 2.080 1.915 3.995
Siberia
Resguardo Las
Cauca Caldono 350 947 904 1.851
Mercedes
25.925
Cauca Caldono Resguardo Pioyá 465 1.084 1.062 2.146
Resguardo Pueblo
Cauca Caldono 980 3.010 3.048 6.058
Nuevo
Resguardo San Lorenzo
Cauca Caldono 1.839 5.022 5.156 10.178
de Caldono
Cauca Caloto Resguardo Huellas 2.450 4.242 4.231 8.473
9.199
Cauca Caloto Resguardo Toéz 212 376 350 726

32
Total
Departamento Municipio Comunidad/resguardo Familias Hombres Mujeres Total
m/pal
Cauca Corinto Resguardo Corinto 2.340 5.299 5.045 10.344
Resguardo López 23.420
Cauca Corinto 2.935 6.709 6.367 13.076
Adentro
Comunidad La Reforma
Cauca Inzá 416 573 598 1.171
Alto San Miguel
Cabildo San Antonio
ND ND ND ND
Cauca Inzá Pedregal
Cauca Inzá Resguardo Calderas 289 1.262 1.278 2.540
Cauca Inzá Resguardo La Gaitana 735 1.213 1.202 2.415 16.271
Cauca Inzá Resguardo San Andrés 928 1.652 1.773 3.425
Cauca Inzá Resguardo Santa Rosa 519 1.013 996 2.009
Cauca Inzá Resguardo Timbichucue 213 397 385 782
Cauca Inzá Resguardo Turminá 329 530 478 1.008
Cauca Inzá Resguardo Yaquivá 700 2.921
Cauca Jambaló Resguardo Jambaló 2.700 7.994 7.942 15.936 15.936
Resguardo La Cilia La
Cauca Miranda 1.653 2.561 2.609 5.170 5.170
Calera
Cabildo Nueva
Cauca Morales 224 380 308 688
Esperanza
Cauca Morales Cabildo Nuevo Horizonte 140 253 231 484
Cauca Morales Cabildo Renacer 50 137 102 239
Cauca Morales Resguardo Aguanegra 337 740 729 1.469 10.831
Cauca Morales Resguardo Bonanza 205 999
Cauca Morales Resguardo Chimborazo 318 733 700 1.433
Cauca Morales Resguardo Honduras 979 2.595 2.416 5.011
Cauca Morales Resguardo Musse Ukwe 116 265 243 508
Cabildo Cxab Wala
Cauca Páez 89 219 207 426
Luucx
Cauca Páez Comunidad Las Delicias ND ND ND ND
Cauca Páez Resguardo Avirama 519 947 960 1.907
Cauca Páez Resguardo Belalcázar 551 1310 1118 2.428
Cauca Páez Resguardo Chinas 73 156 157 313
Cauca Páez Resguardo Cohetando 580 1002 981 1.983
Cauca Páez Resguardo Lame 135 300 308 608
Cauca Páez Resguardo Mosoco 344 677 686 1.363
18.989
Resguardo Pickwe
Cauca Páez 53 289
Tha'fi'w ND ND
Cauca Páez Resguardo Ricaurte 460 920 850 1.770
Cauca Páez Resguardo San José 66 119 128 247
Cauca Páez Resguardo Suin 47 113 95 208
Cauca Páez Resguardo Tálaga 384 727 717 1.444
Cauca Páez Resguardo Tóez-Páez 50 87 83 170
Cauca Páez Resguardo Togoima 547 1112 1109 2.221
Cauca Páez Resguardo Vitoncó 484 1067 1084 2.151

33
Total
Departamento Municipio Comunidad/resguardo Familias Hombres Mujeres Total
m/pal
Cauca Páez Resguardo Wila 362 717 744 1.461
Cauca Piamonte Cabildo Alto Suspizacha 13 ND ND 59
59
Cauca Piamonte Cabildo Nasa Seth ND ND ND ND
Cabildo Raíces de
Cauca Piendamó 157 230 168 398 398
Oriente
Cauca Popayán Cabildo Tóez ND ND ND ND
Resguardo Páez de 724
Cauca Popayán 144 ND ND 724
Quintana
Resguardo Nasa de
Cauca Puracé 140 ND ND 760 760
Juan Tama
Santander de
Cauca Resguardo Canoas 1.883 3.591 3.386 6.977
Quilichao
Santander de
Cauca Resguardo Concepción 370 1.057 1.086 2.143
Quilichao
Santander de Resguardo de
Cauca 382 742 718 1.460 17.861
Quilichao Guadualito
Santander de Resguardo Munchique
Cauca 934 1.856 1.806 3.662
Quilichao Los Tigres
Santander de Resguardo Nasa Kiwe
Cauca 659 1.737 1.882 3.619
Quilichao Tek Ksxaw
Cauca Silvia Cabildo La Gaitana 244 457 447 904
Cauca Silvia Resguardo Pitayó 2.132 3.361 3.535 6.896
11.000
Cauca Silvia Resguardo Quichaya 697 1.331 1.279 2.610
Cauca Silvia Resguardo Tumburao 154 298 292 590
Cauca Sotará Resguardo El Peñón 65 129 128 257 257
Cauca Suárez Cabildo Cerro Tijeras 470 1.475 1.347 2.822 2.822
Cauca Timbío Cabildo Kite Kiwe 95 161 161 322 322
Resguardo San
Cauca Toribío 2.018 3.973 3.849 7.822
Francisco
31.384
Cauca Toribío Resguardo Tacueyó 3.765 7.117 6.968 14.085
Cauca Toribío Resguardo Toribío 2.389 4.706 4.771 9.477
Cauca Totoró Resguardo de Jebalá 357 834 824 1.658
Cauca Totoró Resguardo Novirao 198 ND ND 1.173 7.078
Cauca Totoró Resguardo Paniquitá 341 2.105 2.142 4.247
Íquira, Nátaga, Resguardo Huila
Huila 485 1.034 1.016 2.050 2.050
Tesalia y Páez Rionegro
Resguardo Nuevo
Huila La Argentina 45 ND ND 310
Amanecer La Meseta 674
Huila La Argentina Resguardo Pik'kwue Ikh 83 ND ND 364
Huila La Plata Cabildo Fiw Paez 44 81 80 136
Huila La Plata Cabildo Juan Tama 190 ND ND 776
Huila La Plata Cabildo La Línea 22 ND ND 62
3.253
Huila La Plata Cabildo Los Ángeles 35 89 86 175
Cabildo Nueva
Huila La Plata 42 90 69 159
Esperanza

34
Total
Departamento Municipio Comunidad/resguardo Familias Hombres Mujeres Total
m/pal
Huila La Plata Comunidad Bavaria 84 ND ND 150
Huila La Plata Comunidad Irlanda 32 ND ND 160
Huila La Plata Cabildo San Miguel 23 ND ND 99
Comunidad Puerto
Huila La Plata 4 ND ND 15
Valencia
Huila La Plata Comunidad Villa Lozada 5 ND ND 19
Resguardo La Estación
Huila La Plata 94 206 182 417
Tálaga
Huila La Plata Resguardo La Gaitana 130 244 261 505
Resguardo La Reforma
Huila La Plata 31 58 69 127
Guambiano – Páez
Huila La Plata Resguardo Potrerito 101 214 239 453
Resguardo Bukj'ukue
Huila Nátaga 90 191 197 407 407
Llano Buco
Cabildo Indígena Lame
Huila Neiva Páez, Órganos del 47 107 103 207
Palmar
627
Huila Neiva Cabildo urbano Sek Fxiw 39 ND ND 150
Resguardo Tama Páez
Huila Neiva 31 133 137 270
La Gabriela
Huila Palermo Resguardo Bache 21 ND ND 73 73
Huila Tello Comunidad Tello 20 50 ND 50 50
Huila Rivera Cabildo Paniquitá 120 ND ND 720 720
Huila San Agustín Cabildo la Perdiz 37 ND ND 150 150
Meta La Macarena Comunidad La Macarena ND ND ND
0
Meta La Mararena Cabildo Ukwe Use ND ND ND
Resguardo Ondas del
Meta Mesetas 66 ND ND 397
Cafre
776
Resguardo Páez de Villa
Meta Mesetas 63 ND ND 379
Lucía
Meta Uribe Comunidad Candilejas ND ND ND
61
Meta Uribe Resguardo Los Planes 11 ND ND 61
Nariño Ipiales Cabildo Nasa Uh 42 106 73 179 179
Cabildo Nasa Kjuen Lucx
Putumayo Mocoa Wesx (Hijos de Juan 25 45 39 84
Tama) 244
Putumayo Mocoa Resguardo La Florida 58 ND ND 160
Cabildo Nasa Kwesx
Putumayo Orito 20 38 33 71
Kiwe
103
Cabildo Nasa Kwima
Putumayo Orito 10 18 14 32
The Wesx
Cabildo Kiwe Ñxusxa
Putumayo Puerto Asís 46 64 80 144
(Las Delicias)
1.387
Cabildo Ksxaw Nasa
Putumayo Puerto Asís 40 79 81 161
(Alto Danubio)

35
Total
Departamento Municipio Comunidad/resguardo Familias Hombres Mujeres Total
m/pal
Cabildo Kwesx Kiwe
Putumayo Puerto Asís 50 97 95 182
Ksxa'w
Cabildo Nasa Fxi'w (La
Putumayo Puerto Asís 32 46 51 97
Libertad)
Putumayo Puerto Asís Cabildo Sat Tama 21 43 43 84
Cabildo Yu´Luuçx (Las
Putumayo Puerto Asís 57 92 102 194
Minas)
Resguardo Kiwnas
Putumayo Puerto Asís 119 194 211 405
Cxhab (Alto Lorenzó)
Putumayo Puerto Asís Resguardo Nasa Cxhab 31 66 54 120
Cabildo Kiwe Ukwe
Putumayo Puerto Caicedo 16 28 33 61
(Canangucha)
Cabildo Kwe'sx Tata
Putumayo Puerto Caicedo 49 103 97 200
Wala
Cabildo Kwesx Nasa
Putumayo Puerto Caicedo 15 25 27 52
Çxayu'çe (Alto Coquetó)
919
Cabildo Nasa Yu'cxijme
Putumayo Puerto Caicedo 121 232 227 459
(El Libano)
Cabildo Pkid Kiwe
Putumayo Puerto Caicedo 20 44 38 95
(Guayabales)
Yu'kh Zxiçxkwe (Selva
Putumayo Puerto Caicedo 15 28 24 52
Hermosa)
Putumayo Puerto Guzmán Cabildo Cerro Guadua 38 71 52 122
Cabildo Mühm Kiwe (Los
Putumayo Puerto Guzmán 13 18 13 31
Guaduales)
Cabildo Nasa Juan
Putumayo Puerto Guzmán 37 65 50 115
Tama
Resguardo Txitx Ukwe 1.246
Putumayo Puerto Guzmán Kiwe (Porvenir La 90 220 195 420
Barrialosa)
Resguardo Jxkase Kiwe
Putumayo Puerto Guzmán 75 145 149 294
(El Descanso)
Resguardo Yu' Ukwe
Putumayo Puerto Guzmán 76 137 127 264
Kiwe (Aguaditas)
Putumayo Puerto Leguízamo Cabildo Nasa Kiwe 38 73 56 129 129
Cabildo Kiwe Zxiçxkwe
Putumayo Valle del Guamuez 45 59 48 107
(Tierra Linda)
227
Nasa Kiwe U'se Nueva
Putumayo Valle del Guamuez 33 68 52 120
Palestina
Putumayo Villagarzón Cabildo Çxham Wala 17 31 32 63
Cabildo Nasa Kiwe Alto
Putumayo Villagarzón 36 67 68 135
Sinai
Cabildo Nasa Thax Tadx 1.792
Putumayo Villagarzón 34 58 51 109
Kiwe (Loma Redonda)
Resguardo Jerusalem y
Putumayo Villagarzón 184 299 324 623
San Luis Alto Picudito

36
Total
Departamento Municipio Comunidad/resguardo Familias Hombres Mujeres Total
m/pal
Resguardos Santa Rosa
Juanambú- Campo
Villagarzón-Puerto
Putumayo Alegre, Alpes Orientales, 185 428 434 862
Caicedo
La Floresta Alto
Coquetó.
Tolima Planadas Resguardo Gaitania 666 1.423 1.318 2.741 2.741
Tolima Rioblanco Cabildo Barbacoas 74 298 260 558
Resguardo Las 716
Tolima Rioblanco 41 91 67 158
Mercedes
Valle del Cauca Buenaventura Cabildo Yu'luucx ND ND ND ND
410
Valle del Cauca Buenaventura Resguardo La Delfina 77 ND ND 410
Cabildo de Santiago de
Valle del Cauca Cali 1.264 2.178 2.437 4.615 4.615
Cali
Valle del Cauca Dagua Cabildo Alto de la Mona ND ND ND ND
Cabildo Cañón Río
Valle del Cauca Dagua ND ND ND ND
Pepitas
72
Cabildo Mayor Nuevo
Valle del Cauca Dagua ND ND ND ND
Despertar
Valle del Cauca Dagua Resguardo Yu'yisxkwe' 21 ND ND 72
Cabildo Kw'sx Kiwe Wala
Valle del Cauca El Dovio Serranía de los 14 24 16 40 40
Paraguas
Cabildo Central de
Valle del Cauca Florida 618 983 870 1.853
Asentamientos (Altamira)
Valle del Cauca Florida Resguardo Kwesx Kiwe 36 152 145 297
Valle del Cauca Florida Resguardo Nasa Tha 64 107 80 187 4.061
Resguardo Triunfo
Valle del Cauca Florida 540 800 817 1.617
Cristal Páez
Valle del Cauca Florida San Juan Páez 20 ND ND 107
Valle del Cauca Ginebra Cabildo Río Guabas 65 148 143 291 291
Valle del Cauca Jamundí Cabildo Pueblo Nuevo 62 119 122 241
Resguardo Nasa Kwesx 892
Valle del Cauca Jamundí 197 349 302 651
Kiwe
Valle del Cauca Pradera Resguardo Kwet Wala 127 ND ND 650 650
TOTAL 55.467 112.220 110.160 238.349 238.349

Fuentes: Censos de Resguardos, Comunidades y Asentamientos elaborados por los cabildos nasa (2012), Planes de
Desarrollo Municipal, DANE 2011, Incoder 2011, IGAC 2012.

37
PARTE 2: DIAGNÓSTICO
(Violaciones de los Derechos Civiles y
Políticos, Colectivos, Territoriales y
Socio-económicos)

38
Notas Preliminares

La actualización del diagnóstico que presentamos a continuación hace parte de un ejercicio colectivo
realizado por todos los miembros del Equipo Nacional del Plan de Salvaguarda Nasa. Para hacer un
balance inicial de la manera como el conflicto armado y el desplazamiento forzado han afectado la
vida de la Nación Nasa en los ocho departamentos en los que éste hace presencia, acordamos la
importancia y necesidad de recopilar diversas fuentes primarias y secundarias tanto de información
producida por las organizaciones indígenas como por organismos gubernamentales y no
gubernamentales en relación con el tema que nos convocaba. En cuanto a las fuentes primarias, la
información a la que pudimos acceder fueron las denuncias, resoluciones, mandatos de Congresos,
actas de asambleas, declaraciones, audiencias públicas, planes de protección individuales y
colectivos de las organizaciones indígenas en general, y de los nasa, en particular, los planes de
vida, entre otros. En cuanto a las fuentes secundarias, pudimos recopilar algunos de los Planes
Integrales Únicos de Atención a la Población Desplazada (PIU), los Planes de Desarrollo Municipal,
los informes de la Defensoría del Pueblo incluidos los del Sistema de Alerta Temprana,
publicaciones de las ONG, tesis de grado y posgrado de las universidades públicas y privadas sobre
el conflicto armado en las regiones donde hace presencia la Nación Nasa, investigaciones de
académicas y académicos, medidas cautelares o provisionales solicitadas u ordenadas por la CIDH,
entre otros. A excepción de la información producida por las organizaciones indígenas, la mayoría de
la información carece de un enfoque étnico. A pesar de esto, la información que pudimos recopilar
nos mostraba un panorama general sobre lo que habían producido las organizaciones nasa sobre la
manera como los impacta el conflicto armado, así como lo que habían producido otras personas e
instituciones en relación con las afectaciones del conflicto armado contra los nasa.

Teniendo en cuenta que estábamos iniciando el proceso de construcción del Plan de Salvaguarda
Nasa, cuya existencia se explica porque hay diferentes amenazas que están poniendo en riesgo su
pervivencia, había dos ejes sobre los que debíamos estar muy atentas y atentos: los diferentes tipos
de amenazas que hay contra la Nación Nasa y contra el territorio que habita, por un lado; y por el
otro, las estrategias de protección que han venido implementando y que pueden implementar en sus
territorios para hacerle frente al conflicto armado, el desplazamiento forzado, entre otros. Sólo así
podíamos decirle al gobierno cuáles deben ser las acciones que tiene que poner en marcha para
asegurar su pervivencia.

En este primer momento nos dimos cuenta de varias cosas: la primera de ellas, es que no todas las
organizaciones regionales, asociaciones locales y/o zonales, así como los cabildos nasa en cada
uno de los ocho departamentos cuentan con un registro sistemático sobre las violaciones a los
derechos humanos y al DIH. Las variaciones en los niveles de documentación están vinculadas,
sobre todo, con las diversas trayectorias políticas y organizativas: algunas de las organizaciones
tienen más de 40 años de existencia, motivo por el cual el volumen de producción documental es
mucho mayor porque también la actividad política y organizativa es mayor. Las actividades de dichas
organizaciones transcurren entre escuelas de formación en derechos humanos, derecho propio,
congresos, audiencias, entre otros, mientras que no ocurre lo mismo en otras zonas. En algunas
regiones donde los impactos de la violencia política son muy agudos, hay equipos nasa dedicados a
recopilar la información, a sistematizarla y analizarla para producir informes sobre la situación de
derechos humanos y violaciones al DIH en el territorio nasa, por ejemplo. Dicha información sirve

39
como diagnóstico preliminar para el desarrollo e implementación de planes de protección propios
que han sido puestos en marcha en distintos lugares.

Sin embargo, es necesario anotar que aun cuando hay organizaciones que tienen como política el
seguimiento a las violaciones a los derechos humanos contra el pueblo nasa, dicha información
también presenta otras dificultades. En muchos casos, no cuenta con una descripción detallada de
los eventos, en algunos casos identifica a los autores pero en otros no lo hace y hay niveles de
subregistro muy notables en algunos tipos de violaciones, como lo son la violencia sexual, las
amenazas, las torturas, los heridos y los reclutamientos forzados. Los motivos del subregistro
asociado a este tipo particular de violaciones indican, en primer lugar, que hay un proceso de
“naturalización” o “normalización” de la violencia. Para el caso de las amenazas, por ejemplo, el
subregistro muestra que éstas se vuelven “tan cotidianas y frecuentes”, que ya ni siquiera se
denuncian o que, cuando se hace, no se registran. En segundo lugar, que el conflicto armado afecta
de manera diferencial a las mujeres y que la violencia sexual como una de sus expresiones más
extremas no es denunciada a pesar de que es habitual, extendida y sistemática, como lo anunció la
Corte Constitucional en el Auto 092. Pero también es invisible e invisibilizada. Esto sólo puede ser
explicado a través de los factores sociales y culturales que producen la estigmatización de las
mujeres que han sido víctimas de violencia sexual, cuya presencia y existencia remite a una
estructura jerárquica de género anclada en la tradición patriarcal. Es todavía una tarea urgente un
diagnóstico sobre la situación de derechos humanos de las mujeres nasa en general, y sobre la
violencia sexual, en particular. Para esto, como primera medida, es fundamental que las
organizaciones indígenas empiecen a producir información que contenga un enfoque de género.

Lo mismo ocurría con los eventos de desplazamiento forzado. En el caso de la información estatal o
de organizaciones no gubernamentales cuyo objeto es el seguimiento al desplazamiento forzado, así
como la puesta en marcha de políticas públicas para mitigar sus impactos, es necesario mencionar
que recientemente dicha información cuenta con la variable étnica, la mayoría de los casos sin
registrar el nombre de la etnia. A esto se suma el hecho de que la mayoría de los eventos
registrados corresponden a desplazamientos colectivos o masivos. Esta información, sin embargo,
no da cuenta en profundidad de las trayectorias de los desplazamientos. En el caso de la
información producida por las organizaciones indígenas en relación con el desplazamiento, los
vacíos también van en esta vía. A esto se suma que caracterizar la composición poblacional de los
desplazamientos resulta más difícil pues en la mayoría de los casos no aparece registrada la
cantidad de hombres, mujeres, niñas y niños desplazados. Además, hay un notable y preocupante
vacío en la información sobre los eventos de desplazamiento de tipo individual o familiar, los cuales
permanecen invisibilizados; las personerías municipales llevan el registro desde hace pocos años y
sin incorporar la variable étnica. Los datos conocidos de desplazamiento individual o grupal los
hemos consolidado a partir de censos y caracterizaciones de población ya establecida en condición
de desplazamiento y organizada en forma comunitaria en cascos urbanos y centros poblados. No
obstante, es sabido que muchas familias e individuos desplazados en modalidad gota a gota no se
articulan a comunidades o cabildos, siendo casi imposible su conteo e identificación. La urgencia de
implementar estrategias para registrar estos casos, hacerles el debido seguimiento, atender las
situaciones y prevenir eventos futuros, es todavía una tarea pendiente y urgente tanto para las
instituciones del estado como para las ONG y las organizaciones indígenas.

40
Con el proceso de construcción del Plan de Salvaguarda que iniciamos, teníamos la posibilidad de
actualizar el diagnóstico sobre la forma en la que el conflicto armado y el desplazamiento forzado
han impactado a los nasa. Contábamos con las fuentes primarias y secundarias que habíamos
logrado recopilar. Sin embargo, también teníamos (y con ello no contábamos) los vacíos que antes
mencionamos. El pulso que ganamos con el Ministerio del Interior, que desde el inicio buscó
imponernos una ruta metodológica que no se adecuaba a nuestras necesidades, nos dio la
oportunidad de realizar la consulta del Plan de Salvaguarda en los 185 cabildos nasa en los 8
departamentos donde nos encontramos. En el marco de estas asambleas también podíamos
actualizar nuestro diagnóstico.

Estábamos convencidas y convencidos de la dimensión del trabajo que habíamos asumido al


defender frente al gobierno colombiano, en cabeza del Ministerio del Interior, la necesidad de realizar
las 185 asambleas locales. Para asumir esa responsabilidad, hicimos 4 talleres de capacitación en
metodologías cualitativas para recolectar y ordenar la información de las asambleas, así como para
animar y facilitar las discusiones, coordinar los encuentros y sistematizar cada una de las reuniones.
Sabíamos que las asambleas debían tener cuatro componentes fundamentales: socialización,
diagnóstico, conceptualización y diseño de las líneas de acción. En esta vía, construimos
conjuntamente un modelo de asamblea que incorporaba dichos componentes, lo cual nos permitió
recoger información pertinente y adecuada para nuestros propósitos.

A través de los instrumentos que diseñamos para recopilar la información del diagnóstico,
buscábamos dos tipos de información: aquella relacionada con la violencia directa, cuyos casos
alimentarían la base de datos con la que contábamos (diseñada específicamente para examinar la
violencia política contra pueblos indígenas) y las amenazas territoriales relacionadas con la
presencia de grandes empresas y proyectos en territorios nasa, así como la presencia de cultivos de
uso ilícito y los conflictos interétnicos. Esta indagación, en definitiva, pretendía recopilar información
para dar cuenta de la dinámica de la violencia política contra los nasa y los actores involucrados,
definir las tendencias e intensidad de dicha violencia, medir sus impactos y dar cuenta de la
diversidad de expresiones territoriales que ésta genera.

Así, el diagnóstico que presentamos está construido a partir de la Encuesta de Violencia Política
contra la Nación Nasa 2000-2012 realizada por el Equipo Nacional del Plan de Salvaguarda Nasa en
las comunidades, y ordenadas con la metodología de Base de Datos de Violencia Política contra los
Pueblos Indígenas de la Corporación Ensayos. Ésta existía previamente al inicio del proceso de
construcción del Plan de Salvaguarda Nasa y contenía información sobre la violencia política contra
los pueblos indígenas en Colombia desde 1974 hasta 2008. Al ponerla a disposición de la
construcción del Plan, la alimentamos con la información recopilada por los equipos regionales del
Plan de Salvaguarda Nasa, así como con la información de la Base de Datos Noche y Niebla del
CINEP y de la Base de Datos del Observatorio de DD.HH y DIH de la Vicepresidencia de la
República. Esta última la utilizamos principalmente para entender la intensidad de las
confrontaciones y acciones bélicas, sin perder de vista que su información responde a la política
oficial en materia de seguridad, paz y conflicto armado. La medida que dicha base realiza sobre las
confrontaciones armadas desde 1998 hasta hoy, establece una tipología en niveles de confrontación
y/o acciones bélicas: alto, medio y bajo, definidos a partir del número de eventos, que incluyen: el
uso de escudos humanos, los ametrallamientos, bombardeos y ataques indiscriminados; los asaltos,
hostigamientos y tomas de cascos urbanos; el ataque tanto a las misiones médicas como a los

41
bienes indispensables para la supervivencia; los bloqueos de las vías, la presencia de campos
minados; la destrucción y hurto de bienes civiles; las emboscadas, el uso de armas prohibidas, así
como el uso y ocupación temporal de bienes civiles, la instalación de bases militares sin consulta
previa, entre otros.

Este diagnóstico parte de la propuesta teórica definida por la Base de Datos del CINEP, que
entiende la violencia política como “aquella ejercida como medio de lucha político social con el fin de
mantener, modificar, substituir o destruir un modelo de Estado o de sociedad, o también, para
destruir o reprimir a un grupo humano por su afinidad social, política, gremial, racial, ideológico o
cultural, esté o no organizado. Esta violencia se expresa entonces, en una sociedad como la
colombiana, a través de violaciones a los derechos humanos, infracciones graves al derecho
internacional humanitario, acciones bélicas y violencia político – social” (Noche y Niebla No. 28,
2004). Los diferentes tipos de violaciones e infracciones a los derechos humanos y al DIH también
son entendidos según las definiciones pautadas por dicho marco teórico.

El diagnóstico expresa una geografía de la violencia contra los nasa que habitan en ocho
departamentos del país. Primero presentamos una caracterización general de los impactos de la
violencia contra la Nación Nasa. Luego, para lograr mayor profundidad y detalle en la
caracterización, agrupamos algunas zonas que presentan características similares en términos de
las cercanías y continuidades geográficas e históricas pero también en relación con la manera como
la violencia ha impactado a los nasa. En este sentido, la primera regionalización que hicimos fue
agrupar las zonas Sat Tama Kiwe (Caldono), norte y occidente del Cauca, junto con occidente y sur
del Valle del Cauca; el segundo grupo está conformado por los cabildos nasa de las zonas oriente,
centro y de reasentamientos del departamento del Cauca; la tercera región que presenta
características similares es Putumayo, Caquetá y Nariño. La cuarta agrupación, que en estricto
sentido no podría ser considerada como una región, sí presenta características similares en relación
con los impactos de la violencia política y la presencia de grandes empresas y proyectos en
territorios nasa: está conformada por los municipios del departamento del Huila donde hacen
presencia los nasa y la zona Tierradentro (Páez e Inzá). La historia de violencia política contra los
nasa en los departamentos de Meta y Tolima no permiten agruparlos; su análisis aparece de manera
independiente, al igual que el del cabildo nasa de Santiago de Cali.

Por otra parte, la decisión sobre la periodización que definimos, que va de 1995 al 2012, responde a
dos elementos: por un lado, porque es a mediados de la década del noventa del siglo pasado
cuando la violencia política contra la Nación Nasa empieza a azotarla con más contundencia y de
manera sistemática; y por el otro, porque este período nos permitía tener una mayor disponibilidad
de fuentes para actualizar el diagnóstico sobre los impactos del conflicto armado y las amenazas
que éste representa para la supervivencia física y cultural de la Nación Nasa. Esta temporalidad nos
permite adicionalmente percibir las tendencias y sistematicidad de las agresiones, los riesgos, las
vulnerabilidades.

42
La Nación Nasa en medio del conflicto armado

a) Aproximación general a la violación de los derechos civiles y políticos y las infracciones al


DIH

Todas las asambleas del Plan de Salvaguarda Nasa, en mayor o menor medida dependiendo del
contexto, se refirieron a las disputas por el control territorial entre diferentes actores que tienen lugar
en sus territorios, a los conflictos interétnicos que promueven dichos actores para asegurar la
explotación de madera, la minería ilegal y el narcotráfico; también al uso de los sitios sagrados por
parte de la fuerza pública; a la violencia sexual contra las mujeres, jóvenes y niñas; al uso y
ocupación de las escuelas, las canchas de fútbol y las casas comunales por parte de todos los
actores armados, así como al uso de las minas antipersonal. Indicaron también la constante
presencia e incursión de los actores armados en sus territorios, la instalación de bases militares y
campamentos guerrilleros, los retenes legales e ilegales, el tránsito de cargamentos de armas, el
uso de personas como escudos humanos, entre otros. También aseguraron que esta evidente
agudización de la violencia en los territorios nasa los ha obligado a desplazarse para asegurar sus
vidas y las de sus familias. Indicaron también que estos desplazamientos individuales, familiares y/o
masivos generaron impactos conexos en la población: enfermedades, desnutrición infantil,
debilitamiento del tejido social y cultural, explotación sexual y laboral, entre otros.

Todas estas dinámicas que estructuran el conflicto armado colombiano, como señalaron de manera
reiterada las comunidades nasa durante las asambleas para la formulación del Plan de Salvaguarda,
violan su derecho a la libre movilidad, a la gobernabilidad, a la autonomía, al goce de los derechos
territoriales, el derecho al trabajo, a elegir el lugar de domicilio, entre otros.

Sobre esto ya se habían referido los indígenas del Cauca en reiteradas ocasiones. En 1985, 45
cabildos indígenas del Cauca promulgaron la Resolución de Vitoncó, donde les exigieron a los
actores armados respetar su autonomía y salir de sus territorios y, al gobierno colombiano,
desmontar su política represiva y esclarecer los móviles y responsables del crimen del padre Álvaro
Ulcué Chocué. Posteriormente, en 1999, con la Resolución de Jambaló, nuevamente reiteraron su
posición frente a los actores armados, continuando con el ejercicio de la autonomía territorial y
prohibiendo a los jóvenes indígenas vincularse a los grupos armados so pena de perder sus
derechos como indígenas. Hoy en día, los indígenas del Cauca, en general, y de toda la Nación
Nasa en particular, continúan reivindicando su derecho a la vida, a la identidad, a la autonomía, al
territorio a la cultura. En definitiva, su derecho al wet wet fxi´zenxi, a la vida sabrosa.

El conflicto interno como contexto del despojo a la Nación Nasa

Entre 1995 y 2012 la Nación Nasa vivió diariamente un cuadro de guerra: las acciones bélicas
cotidianas, el uso de escudos humanos, los ametrallamientos, bombardeos y ataques
indiscriminados; los asaltos, hostigamientos y tomas de cascos urbanos; el ataque tanto a las
misiones médicas como a los bienes indispensables para la supervivencia; los bloqueos de las vías,
la presencia de campos minados; la destrucción y hurto de bienes civiles; las emboscadas, el uso de

43
armas prohibidas, así como el uso y ocupación temporal de bienes civiles. Todos estos hechos
muestran la manera como la Nación Nasa ha sido dramáticamente afectada por la violencia política.

Sólo entre 2003 y septiembre de 2011, sin tener los datos de algunos municipios y excluyendo las
ciudades capitales, en los territorios de la Nación Nasa se registraron en total 2.865 acciones
bélicas, incluyendo las que realizaron los grupos irregulares y la fuerza pública, esto es, combates,
ataques contra instalaciones de la fuerza pública o de ésta a campamentos guerrilleros,
emboscadas, hostigamientos, bombardeos y ametrallamientos (Gráfica 1). La población nasa que
resultó más afectada es la que se encuentra en los departamentos de Cauca, Caquetá, Putumayo,
Valle del Cauca y Meta, regiones donde se ha concentrado el componente central del Plan
Colombia, luego del Plan Patriota y ahora del Plan Nacional de Consolidación. Esto significa que
casi cada día, una comunidad de la Nación Nasa sufrió el impacto de las acciones bélicas del
ejército, los paramilitares o la guerrilla.

Fuente: Observatorio de Derechos Humanos de la Presidencia de la República (2012)

De esas 2.865 acciones bélicas, 863 ocurrieron en el departamento del Cauca; 635 en el Caquetá,
492 en Putumayo y 374 en el Valle. Los 324 hechos bélicos ocurridos en los municipios del Meta
donde habitan los nasa deben ser matizados, pues incluyen veredas muy lejanas a los resguardos y
asentamientos indígenas y su impacto pudo haber sido menor. Es claro, no obstante, que la
dimensión del conflicto que afecta a los nasa es totalmente impactante.

En esos mismos años, el Observatorio de Derechos Humanos de la Presidencia de la República


reportó la ocurrencia de 18.215 actos bélicos en todo el país. Eso significa que el 18% de las
acciones de la guerra interna tuvieron lugar en territorio nasa en el periodo. Pero desde 2006, los

44
actos bélicos que se dieron en los municipios indígenas nasa siempre fueron la quinta parte del total
nacional, en 2009 alcanzaron la escandalosa cifra del 25% y en 2011 el 23% (Observatorio de
Derechos Humanos de la Presidencia, 2013). Claro está, más de dos mil de esos hechos de guerra
se presentaron sólo en 20 poblaciones: Buenaventura, San Vicente del Caguán, Toribío, Uribe,
Puerto Rico (Caquetá), Corinto, Puerto Asís, Mesetas, Cartagena del Chairá, Caldono, Orito, La
Macarena, Caloto, Puerto Guzmán, Jambaló, Valle del Guamuéz, Puerto Caicedo, Planadas, El
Paujil y San José del Fragua.

Los mapas comparados del Plan Colombia (desarrollado principalmente por el gobierno de Uribe
Vélez) y el Plan de Consolidación Territorial (iniciado por aquél y continuado por Santos Calderón),
son suficientemente ilustrativos de cómo la Nación Nasa ha sido y continúa siendo la población más
victimizada como resultado de su implementación.

Villa y Houghton (2005) señalan 1997 como el año en el que los pueblos indígenas fueron incluidos
nuevamente en la guerra de forma muy intensa, luego de la breve tregua pos-constituyente entre
1991 y 1994. El incremento de la confrontación que se inició en dicho año se ha extendido hasta la
actualidad, amenazando con fuerza la pervivencia física y cultural de la Nación Nasa.

MAPA 1. TERRITORIO NASA Y PLANES MILITARES DEL ESTADO COLOMBIANO


Áreas de Consolidación Territorial

Fuente: Acción Social

45
Las primeras escaladas de este nuevo período bélico en territorio nasa ocurrieron en 1997. En esa
época, el gobierno del presidente Samper fue fuertemente golpeado por el magnicidio de Álvaro
Gómez Hurtado, referente histórico de la derecha colombiana, en el marco de una grave crisis
institucional por las filtraciones de dineros del narcotráfico en la elección presidencial. La crisis llegó
a su peor momento cuando el Departamento de Estado de los Estados Unidos decidió suspenderle
la visa al entonces presidente.

1998 fue año de elecciones presidenciales. El tema de la paz fue el eje alrededor del cual se
articularon todas las campañas de los candidatos presidenciales. El candidato conservador Andrés
Pastrana se erigió como la opción posible; sus reuniones con el máximo dirigente de las FARC,
Manuel Marulanda Vélez, alias “Tirofijo”, hicieron vislumbrar un futuro posible de paz. Las imágenes
del candidato, reunido con líderes guerrilleros en algún lugar de la selva colombiana, le dieron la
vuelta a Colombia y al mundo a través de medios de comunicación impresos y televisivos (Cuéllar,
2008). Las comunidades nasa sabían que esas conversaciones se estaban dando en su territorio,
“en algún lugar de la selva colombiana”, ocupado por los actores armados.

Con la elección de Pastrana, las tensas relaciones entre Estados Unidos y Colombia llegaron a su
fin. Colombia empezó a ocupar un papel importante en la política exterior estadounidense y “las
relaciones viraron hacia una cooperación total” (Riaño, 2006). El símbolo principal de este viraje fue
la aprobación de un paquete de ayuda económica y militar conocido como Plan Colombia, cuyo
objeto era combatir el narcotráfico. Paradójicamente, luego de la aprobación del Plan Colombia, en
octubre de 1998, dos meses después de la posesión oficial del presidente Pastrana, se estableció la
zona de distensión, lugar donde se llevarían a cabo los diálogos con las FARC, en cinco municipios
del departamento del Meta y Caquetá: La Uribe, La Macarena, Vistahermosa, Mesetas y San Vicente
del Caguán; 4 de ellos en territorio de la Nación Nasa. El 7 de septiembre de 1999, con cuarenta y
dos mil kilómetros desmilitarizados, se instalaron las mesas de negociación. Durante la época de la
zona de distensión, entre 1998 y 2000, las acciones bélicas en el territorio nasa tuvieron un nivel de
relativa baja intensidad.

Sin embargo, el año 2000 representó un punto de inflexión en la dinámica de la violencia contra la
Nación Nasa. El conflicto armado adquirió las dimensiones actuales y los nasa, en relación con los
demás pueblos indígenas, fueron las principales víctimas de la violencia política (Villa y Houghton,
2005). La llegada de los paramilitares a los departamentos de Cauca, Valle del Cauca, Meta,
Putumayo, Caquetá, Huila y Tolima jugó un papel fundamental en esta transformación. Al compás del
diálogo de paz y de otros acontecimientos a nivel internacional, se produjo un incremento notable en
el ejercicio de la violencia política contra la Nación Nasa, tal como apareció en las narraciones en las
asambleas del Plan de Salvaguarda Nasa. La incursión y presencia de los actores armados en los
territorios nasa, los bombardeos, la ocupación de bienes civiles y de lugares sagrados; los
constantes enfrentamientos, los confinamientos y la subsecuente amenaza a la soberanía
alimentaria, entre otros, se volvieron parte de la cotidianidad de la población nasa que luchaba y
lucha diariamente en contra de estas situaciones que amenazan su pervivencia y debilitan su
ejercicio de autonomía y gobierno propio.

Los diálogos fueron suspendidos en varias ocasiones y reanudados nuevamente debido a distintos
hechos que obstaculizaron su desarrollo. Entre ellos, a nivel nacional, vale la pena destacar la
aparición de los cadáveres de los tres indigenistas estadounidenses secuestrados y posteriormente
asesinados por las FARC, la cuestionada negligencia del gobierno frente al fortalecimiento y avance

46
de los paramilitares en distintas regiones del país, el secuestro en pleno vuelo de un avión de
Avianca por parte de un guerrillero que lo desvió hacia San Vicente del Caguán, sede de los diálogos
de paz, y el secuestro y posterior asesinato de la ex ministra de Cultura, María Consuelo Araújo
Noguera en la Sierra Nevada de Santa Marta el 29 de octubre de 2001 (El Tiempo, febrero 21,
2002). Un acontecimiento internacional, ocurrido durante el segundo semestre de 2001, marcaría el
destino nacional: el mundo presenció la caída de las Torres Gemelas en Nueva York, uno de los
símbolos del modelo hegemónico capitalista, el once de septiembre de 2001. Entrelazado con los
cambios en el escenario mundial, la ayuda estadounidense experimentó profundas transformaciones
y empezó a ser utilizada en la “guerra contra el terrorismo” (Pizarro, 2004).

A finales del año 2001 y principios de 2002, la carrera electoral de los candidatos presidenciales
empezó a verse fuertemente amenazada por el aumento de la popularidad de la campaña de Álvaro
Uribe Vélez: “Mano firme, Corazón grande”. El candidato, quien había sido senador de la república y
gobernador del departamento de Antioquia (entre 1995 y 1997)1, uno de los más golpeados por la
violencia, tomaba ventaja sobre el resto. Propuso, como su meta principal, poner en marcha “la
política de seguridad democrática”, que prometía tomar medidas enérgicas contra la guerrilla, como
parte de una estrategia más amplia de lucha contra el terrorismo (Riaño, 2006). Su retórica, con el
paso del tiempo, se tornó cada vez más fuerte en contra de la subversión.

El inicio del año 2002 fue implacable en esta corta pero golpeada historia de los diálogos de paz. El
nueve de enero de 2002, el Comisionado de Paz anunció la finalización de los diálogos. A partir de
ese momento, todo fue un ultimátum (Cuéllar, 2008). Con un plazo de 48 horas para reactivar el
proceso —concedido por el presidente Pastrana al entonces comisionado de la ONU, James
Lemoyne—, se logró una prórroga. Sin embargo, tras el secuestro del entonces congresista Jorge
Eduardo Gechem, el veinte de febrero de 2002, el presidente Pastrana anunció el fin del proceso de
paz. Las tropas del ejército colombiano, armadas hasta los dientes, fueron movilizadas rápidamente
a la zona. Un titular del periódico El Tiempo da cuenta de ello: “Pastrana retomó la zona de despeje”
(El Tiempo, febrero 24, 2002). Varios candidatos presidenciales, entre ellas Ingrid Betancourt, se
movilizaron hacia la zona de distensión para intentar reactivar el proceso. Una vez hizo presencia en
la zona, el veintitrés de febrero de 2002, Betancourt fue secuestrada por las FARC junto con su
asesora política Clara Rojas (El Tiempo, febrero 25, 2002).

La guerra estaba legitimada. Quien la abanderaba iba a ser elegido. Uribe capitalizó la distancia
creada entre el gobierno de Pastrana y las FARC a raíz de la ruptura del proceso de paz, así como el
endurecimiento de la opinión pública en contra de una solución negociada al conflicto. Con una
victoria contundente del 53% de la votación a su favor, el candidato presidencial fue elegido en la
primera vuelta, lo cual no ocurría desde hacía doce años cuando el país implementó la segunda
vuelta en las elecciones (El Tiempo, mayo 27, 2002).

Los efectos de este viraje en la política nacional y en el curso de los diálogos de paz se hicieron
sentir en la vida de la Nación Nasa, que vio incrementada la violencia en su contra en los territorios
desde finales del año 2001 y principios del año 2002. Como señalan Villa y Houghton (2005), entre
2000 y 2004 los nasa fueron víctimas del 44,2% de la violaciones individuales contra los pueblos

1 Durante esta época, se fortaleció el proyecto paramilitar. El entonces gobernador de Antioquia promovió el
controvertido modelo de seguridad privada de las asociaciones de autodefensa, conocido como las Convivir,
fuertemente cuestionadas por sus vínculos con el paramilitarismo (Riaño, 2006).

47
indígenas; 2001 y 2002 serán recordados por la Nación Nasa como los más dolorosos en número de
comuneros y comuneras muertos, no igualado ni siquiera a 2008 y 2011 cuando el número de
violaciones fueron los mayores en la historia nasa. El fin de la zona de distensión intensificó las
confrontaciones armadas. Según indicaron las comunidades nasa de los ocho departamentos
durante las asambleas del Plan de Salvaguarda, la política militar financiada por el Plan Colombia y
luego por el Plan Patriota arreció con fuerza. Las fumigaciones aéreas de los cultivos de uso ilícito
en los departamentos de Putumayo, Caquetá, Meta y Cauca tuvieron impactos muy fuertes en la
vida de las pobladoras y pobladores nasa. Durante este período, según referenciaron las
comunidades nasa, hubo un aumento considerable de las violaciones sistemáticas a los derechos
humanos y el DIH. Las acciones militares se intensificaron y llegaron a la par del repliegue de las
FARC hacia las zonas rurales más alejadas ―hacia la selva y hacia los páramos― de los
departamentos de Meta, Caquetá y Putumayo, desde donde se expandieron ampliamente los
escenarios de confrontación armada, transformándose el mapa bélico en el suroccidente
colombiano.

Precisamente, fue en 2003 cuando se consolidaron dos corredores estratégicos de confrontaciones


armadas que tienen lugar en el territorio de la Nación Nasa y que hoy se mantienen. Uno de ellos,
hacia el Pacífico, en toda la zona del suroccidente del país, que busca la salida hacia el piedemonte
amazónico, pasando por el sur del Tolima, el norte del Cauca, el sur del Valle del Cauca y el macizo
colombiano. El otro, en la zona suroriental, que está ligado a la colonización campesina y a la
expansión de cultivos ilegales en donde ejercen hegemonía las FARC y que define como escenario
de disputa y control territorial el piedemonte de Putumayo (González et al, 2003:116, citado en Villa y
Houghton, 2005:53). Entre 2003 y 2004 se disparó el número de acciones bélicas en el territorio
nasa, y no pararía hasta el presente, pasando de 136 a 320 en menos de un año (Gráfica 2).

Fuente: Observatorio de Derechos Humanos de la Presidencia de la República (2012)

48
Entre 2004 y 2007, la dinámica de las acciones bélicas en territorio nasa tuvo una curva ascendente,
hasta llegar a 598 operaciones en 2006 y 469 en 2007. En el marco de la implementación de la
política de seguridad democrática, los efectos arrasadores de la violencia estatal y paraestatal se
hicieron sentir con fuerza en la vida de la Nación Nasa. Tal como mencionaron las pobladoras y
pobladores nasa durante las asambleas de construcción del Plan de Salvaguarda, la creación de las
redes de informantes, la política de recompensas, el programa de soldados campesinos, así como
los bombardeos y ametrallamientos indiscriminados contra la población nasa, fueron, y lo siguen
siendo, algunos de los factores que permiten comprender la agudización de la violencia en su contra
durante este período. De allí que una de las exigencias que apareció de manera frecuente en la
mayoría de las asambleas del Plan Salvaguarda sea el desmonte de cada una de estas estrategias
implementadas por el gobierno y el Estado colombiano que durante años han atentado contra su
pervivencia física, social y cultural.

Las disputas por el control político, económico y territorial por parte de los actores armados
encontraron también a su paso la resistencia histórica de la Nación Nasa en contra de la violencia y
la impunidad promovida por los agentes estatales, paraestatales y contraestatales, así como por las
empresas multinacionales. Como continuidad de una oleada de protestas sociales que iniciaron en
2004 con el Congreso Indígena y Popular que se desarrolló desde el norte del Cauca hasta Cali y
que continuaron con la consulta popular en contra del Tratado de Libre Comercio (TLC), con el
Parlamento Indígena y Popular, así como con las acciones de Liberación de la Madre Tierra, el mes
octubre de 2008 fue testigo de las movilizaciones masivas de los pueblos indígenas del suroccidente
del país y de otros sectores sociales y populares. Éstos se congregaron alrededor de la Minga Social
y Comunitaria para denunciar el incumplimiento de los acuerdos pactados por el Estado colombiano
con los pueblos indígenas (el Decreto 982 que declaró la emergencia económica, social y política de
los pueblos indígenas del Cauca y los acuerdos por la masacre de El Nilo que, mediante una
sentencia proferida por la CIDH, obligaba al Estado colombiano a la entrega de tierras al pueblo
nasa), la precariedad laboral de los corteros de caña, la constante estigmatización de la protesta
social y los recurrentes señalamientos como terroristas de los que eran (y lo siguen siendo) objeto
los movimientos sociales y populares; la puesta en marcha de los TLC que amenazan la soberanía,
el rechazo a la política de seguridad democrática, el Plan Colombia y sus versiones subsecuentes; la
represión y la militarización de la vida social, entre otros.

En esa oportunidad, como había ocurrido antes, la seguridad democrática arremetió con fuerza en
cabeza del ESMAD. 96 personas resultaron heridas y un comunero del resguardo de Toribío, Taurino
Ramos, murió por arma de fuego. En dichas condiciones, las exigencias al gobierno colombiano de
que reconociera lo que públicamente había negado (la existencia de un conflicto armado interno) y
que firmara la Declaración de Naciones Unidas sobre derechos de los Pueblos Indígenas que se
había negado a suscribir, se hacían cada vez más necesarias (Granados, 2008).

Bastante consciencia y claridad tiene la Nación Nasa de que es precisamente la profundización de


sus ejercicios de autonomía y gobierno propio la que la han convertido en el pueblo indígena de
Colombia más golpeado por la violencia en el marco del conflicto armado. Al referirse a la
autonomía, durante las asambleas del Plan de Salvaguarda, los nasa de todos los departamentos
enfatizaron en que la violencia en su contra está fundamentada en dos elementos: el conflicto por la
autonomía y el conflicto por el territorio. Ambos conflictos, según señalaron las asambleas, están
atravesados por dos preguntas fundamentales: ¿quién manda?, y ¿quién es el dueño del territorio?

49
En la medida en que las organizaciones indígenas empezaron a fortalecerse y a tomar conciencia de
la autonomía, el autogobierno y el control territorial, le plantearon desafíos importantes a los poderes
locales y nacionales. Este desafío devino en un castigo, una amenaza y una agresión sistemática
contra la Nación Nasa. En este sentido, como veremos más adelante, teniendo en cuenta que una
de las amenazas y afectaciones más fuertes es contra el ejercicio de autonomía y control territorial
de la Nación Nasa, una de las líneas de acción fundamentales en el Plan de Salvaguarda será el
fortalecimiento y respeto del gobierno propio.

Todas las asambleas del Plan de Salvaguarda Nasa fueron enfáticas al señalar que los dos períodos
de gobierno de Álvaro Uribe Vélez, entre 2002 y 2010, se caracterizaron por presentar un gravísimo
patrón de violación de los derechos humanos por parte de la fuerza pública. Este sentimiento está
sustentando en la percepción de que hubo un aumento significativo de la presencia del ejército y la
policía en los territorios de la Nación Nasa: ocuparon edificios y construcciones civiles, instalaron un
alto número de bases militares, trincheras y barricadas, entre otros. Las violaciones al DIH también
fueron constantes. Los señalamientos y estigmatizaciones promovidos por el entonces presidente de
la República, quien en variadas ocasiones tildó de guerrilleros o colaboradores a líderes nasa y a
comunidades enteras, fueron la constante durante este período. Las asambleas también indicaron
que el gobierno de Álvaro Uribe Vélez implementó la política de seguridad democrática, así como las
leyes de la impunidad (Ley 975 de 2005) y las leyes del despojo (el Estatuto Rural, Ley 1152 de
20072, el Código de Minas y los Planes de Aguas, entre otros). Hicieron referencia a que durante
este período se creó la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación en el marco de la Ley de
Justicia y Paz; salió a la luz la existencia de pruebas judiciales sobre la falsa desmovilización
paramilitar iniciada en 2004; también hablaron de la reactivación de bandas emergentes de
paramilitares desmovilizados que continuaron trazando, y lo siguen haciendo, sus “geografías del
terror” (Oslender, 2004), así como de la negativa del gobierno de Uribe a aceptarlo; comentaron
sobre el proceso por “parapolítica” que no se detiene; sobre las relaciones entre la fuerza pública y
los paramilitares que siguen ventilándose; sobre el escándalo por las ejecuciones extrajudiciales
que, entre otras cosas, ha cobrado la vida de muchos comuneros y comuneras nasa. Este análisis
coincide con los realizados por estudios y defensores de los derechos humanos.

Al recordar este período de agudización de la violencia, las pobladoras y pobladores nasa también
se refirieron a la falta de garantías para lograr un verdadero y legítimo proceso de verdad, justicia y
reparación, teniendo en cuenta los efectos nefastos que tuvo la extradición de catorce jefes
paramilitares a Estados Unidos en mayo de 2008. Sobre este hecho también se pronunció en su
momento la CIDH anunciando la manera como ésta limitaba el esclarecimiento de los crímenes
perpetrados durante el conflicto armado en Colombia e interfería con la determinación de los
vínculos entre los agentes del Estado y los líderes paramilitares (El Tiempo, mayo 14, 2008).

A mitad del segundo periodo presidencial de Uribe Vélez, las diferentes organizaciones regionales
de la Nación Nasa reactivaron su demanda por el derecho a la paz y por la terminación del conflicto
armado interno, construyendo importantes propuestas de paz.

El momento de transición entre la finalización del segundo período de gobierno del entonces
presidente Uribe y el inicio del actual gobierno del presidente Juan Manuel Santos fue nefasto para
la Nación Nasa. Durante 2010 y 2011 hubo una dramática agudización de las acciones y
2 Declarada inexequible por la Corte Constitucional.

50
confrontaciones bélicas, que ascendieron a 265 eventos cada año, las cuales representaron 282
víctimas individuales para el primer año y 458 víctimas para el segundo.

La elección presidencial de Juan Manuel Santos, quien había sido el ministro de Defensa durante el
primer mandato presidencial de Uribe, mantuvo en plena vigencia el Plan de Consolidación, la
continuación del Plan Colombia y del Plan Patriota. También puso en marcha la locomotora minero-
energética, negando en reiteradas ocasiones el derecho a la consulta previa por parte de las
poblaciones afectadas. La entrada en vigencia de la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras en
2011 se convirtió en la carta de presentación del gobierno: restituir las tierras que fueron usurpadas
por los paramilitares, narcotraficantes y terratenientes a las comunidades indígenas, campesinas y
afrodescendientes. Sólo así sería posible garantizar la seguridad legal sobre las tierras para permitir
la entrada del capital transnacional que avanza al ritmo de la locomotora minera. El gobierno actual
también aprobó en el Congreso de la República la reforma al fuero penal militar y el Marco Legal
para la Paz, suficientemente cuestionadas por las organizaciones de víctimas y de derechos
humanos. Desde la perspectiva de la Nación Nasa, el gobierno actual no modifica el sentido y
contenido de las políticas territoriales y militares en los territorios ancestrales del Estado colombiano.

En el mes de septiembre de 2012, las informaciones sobre los diálogos que se habían iniciado entre
el gobierno y las FARC se filtraron, lo cual apresuró el anuncio por parte del gobierno colombiano. El
18 de octubre, en la ciudad de Oslo, Noruega, se instalaron las mesas de diálogo y negociación. Sin
embargo, el diálogo formal inició casi un mes después, el 15 de noviembre de 2012 en La Habana,
Cuba. Cuatro días después, el 19 de noviembre de 2012, las FARC anunciaron un cese al fuego
unilateral para mostrar su voluntad de paz. Este anuncio tuvo efectos importantes en la región pues
el nivel de confrontaciones disminuyó notablemente. Sin embargo, algunos de los pocos ataques
registrados en el país tuvieron lugar precisamente en el norte del Cauca.

Las victimizaciones

Desde 1974, cuando se lleva algún registro sobre la violencia política contra los indígenas nasa, se
registraron 5.188 violaciones de derechos humanos o infracciones al DIH, excluyendo
desplazamiento forzado. Entre 1995 y 2012 ―el periodo de nuestro análisis― la cifra total de
violaciones e infracciones de los derechos humanos y el DIH contra la Nación Nasa que habita en
los departamentos de Cauca, Valle del Cauca, Caquetá, Putumayo, Nariño, Meta, Tolima y Huila
ascendió a 3.268 víctimas individuales por amenazas, asesinatos políticos, desaparición forzada,
detención arbitraria, heridos, reclutamiento forzado, secuestros, violencia sexual y tortura. Esta cifra
incluyen 176 casos de amenazas colectivas a líderes y autoridades espirituales y políticos, docentes
y promotores y promotoras de salud, que aunque se registran como casos individuales en realidad
afectaron en cada caso grupos numerosos de personas, en ningún caso menos de 14.234 según los
registros de la Base de Datos de Violencia Política de la Corporación Ensayos3. A esto debemos
agregar el desplazamiento forzado individual de unos 15.000 comuneros y comuneras, y el
desplazamiento forzado masivo de otros 40.200.

3 No se sumaron estas cifras a los totales por carecer del dato en un número elevado de denuncias. La cifra que se
incluye solo hace referencia a los casos en que se aportó el dato de personas afectadas por la amenaza colectiva.

51
Como lo muestra la Gráfica 3, las violaciones contra la Nación Nasa volvieron a incrementarse al
finalizar la década del noventa, luego del periodo de apaciguamiento post constituyente. En 1999 se
reportaron 48 violaciones de derechos humanos, mientras que al año siguiente hubo un considerable
aumento que alcanzó las 160 víctimas. En 2001 el total de víctimas se calcula en 302, a tono con la
ruptura de los diálogos de paz y el auge del paramilitarismo en la región del Cauca, Putumayo y
Caquetá. Al año siguiente, en 2002, la cifra fue de 217 víctimas y descendió levemente el año
siguiente a 199 víctimas para subir al mismo nivel en 2004. Pero sin lugar a dudas, el año más
nefasto para la Nación Nasa fue 2008, cuando la cifra de víctimas ascendió a 343 casos de
victimización. Como mencionamos antes, 2008 fue un año de movilizaciones y de fuertes
señalamientos y represión a la protesta social. El saldo de víctimas durante ese año fue muy similar
al que se reportó en 2001, pero inferior a 2011 cuando la cifra ascendió a 427 víctimas. Entre 2000 y
2011 ocurrieron otras 242 violaciones, que no fueron fechadas por las fuentes (asambleas
comunitarias) y que registramos como s.f.

Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

La Gráfica 4 muestra que para el período en estudio, el asesinato político fue el tipo de violación que
golpeó con más fuerza a la Nación Nasa pues la cifra total ascendió a 956 personas asesinadas,
aproximadamente. La cifra de víctimas por detenciones arbitrarias registró un total de 575 casos. Las
víctimas que resultaron heridas fueron 591, mientras que el nivel de subregistro de las amenazas
tanto individuales como colectivas es bastante alarmante: un total de 435 amenazas. Ni hablar del

52
preocupante subregistro de la desaparición forzada (95 víctimas), así como de las víctimas por
violencia sexual y/o tortura (89) y del reclutamiento forzado (73).

Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

Lo que agrupamos como Infracciones al DIH en combates corresponden esencialmente a la


utilización de medios ilícitos de guerra y el ataque a objetivos prohibidos, tales como
ametrallamientos indiscriminados, minado de campos, uso de escudos, atrincheramiento en
viviendas y otros edificios civiles, ocupación de bienes civiles, pillaje, entre otros. No incluimos en
esta categoría los muertos y heridos causados por estas acciones.

Del total de las víctimas de violaciones a los derechos humanos y al DIH contra la Nación Nasa, el
34,9% fueron responsabilidad de los actores estatales (ejército y policía, DAS, CTI), el 25,18%
correspondieron a los grupos insurgentes, el 17,6% fueron responsabilidad de los paramilitares y el
22,2% restante recayeron en cabeza de “otros actores indeterminados” (Ver Gráfica 5). Debe
atenderse al hecho de que los actores indeterminados corresponden en la mayoría de los casos a
denuncias de asesinatos y amenazas con modus operandi similar al de los paramilitares que las
víctimas no supieron identificar específicamente.

Este dato es especialmente relevante en relación con los asesinatos políticos y las desapariciones
forzadas pues un 44% de éstos no tienen un presunto responsable identificado. Las comunidades
fueron enfáticas en señalar que el número de asesinatos y desapariciones que se pueden adjudicar

53
Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

54
al Estado y los paramilitares (el 32% del total) y a las insurgencias (23,8%) ―que son los actores
políticos reconocidos― tiene tal dimensión que los obliga a responder igualmente de forma política y
pública ante la Nación Nasa, más aún en el marco de los diálogos de paz que se desarrollan.

El desplazamiento forzado en la Nación Nasa

“El desplazamiento del que habla la Corte Constitucional hoy empezó hace 520 años”, expresaron
de manera enfática todas las comunidades nasa durante las asambleas para la construcción del
Plan de Salvaguarda. Este no es un dato menor pues es el referente temporal y espacial que teje la
memoria y la historia nasa, siempre articulada a la lucha y la defensa del territorio, la identidad y la
cultura. Los relatos sobre los eventos de desplazamiento recientes aparecieron asociados con
procesos de desplazamiento previo que se remontan a la conquista ibérica y que continuaron
durante La Violencia bipartidista de la década de los cincuenta. Su memoria histórica y la
configuración actual de sus territorios están atravesadas por los sucesivos desplazamientos que se
vieron forzados a hacer en diferentes períodos de la historia. En este sentido, las reivindicaciones y
exigencias más importantes de la Nación Nasa se articulan alrededor del territorio. Como veremos
más adelante, éste es uno de los componentes fundamentales del Plan de Salvaguarda cuyo
fundamento político transversal es la lucha por la restitución, protección y respeto del territorio
ancestral de la Nación Nasa. Esta reclamación, además, está acompañada de la exigencia de la
aceleración en los procesos de titulación, saneamiento y ampliación de resguardos que se
encuentran en trámite.

Durante las asambleas para la construcción del Plan de Salvaguarda, la Nación Nasa fue enfática al
señalar que existen dos tipos de desplazamiento que amenazan su pervivencia física, social y
cultural: el primero de ellos es el desplazamiento que se presenta por la escasez o “estrechez de
tierras”, como definieron esta situación en varias oportunidades; el segundo es el desplazamiento
forzado ocasionado por el conflicto armado. Hay un tercer tipo de desplazamiento identificado que es
aquel ocasionado por los desastres naturales. Sin embargo, las explicaciones sobre éste difieren de
los dos anteriores.

El primer tipo de desplazamiento, relacionado con la escasez o “estrechez de tierras”, ha obligado a


los nasa a migrar constantemente en busca de tierras y trabajo para asegurar su supervivencia. Tal
como lo anunció la Corte Constitucional en el Auto 004 de 2009, y como fue constatado por las
comunidades nasa durante las asambleas del Plan de Salvaguarda Nasa, la escasez de tierras
hace parte de los procesos socioeconómicos que aun cuando no tienen relación directa con el
conflicto armado sí resultan exacerbados o intensificados por causa de la guerra. Estos procesos
preexisten a las situaciones de violencia política que se desarrollan en los territorios y se configuran
como una de las amenazas latentes, pero frecuentemente invisibilizadas, de la situación en la que se
encuentra la población nasa.

La escasez de tierras y la falta de trabajo han obligado históricamente a los nasa a migrar.
Precisamente, estas migraciones de tipo económico, que son diferenciales según el género, han
configurado también la territorialidad nasa a lo largo del tiempo. En realidad, para los nasa. la
Colonia fue el primer momento de la migración forzada, que fue en toda la línea un proceso de
despojo territorial. Como veremos, muchas de las migraciones actuales por razones de la guerra y
de la tierra son en realidad retornos a territorios ancestrales. Resultaría irónico no atender a la

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asociación que hacen los nasa de este tipo de desplazamiento con la violencia estructural que
amenaza su pervivencia. En este sentido se refirieron los nasa a este fenómeno cuando señalaron
que éste también era un desplazamiento forzado por la precariedad de las condiciones socio-
económicas, por las pocas garantías para la autonomía alimentaria, por la falta de oportunidades
para el acceso a la educación y a la salud, entre otras. En definitiva, por la violación a sus derechos
al territorio, a la identidad y a la autonomía.

El segundo tipo de desplazamiento identificado de manera contundente por la Nación Nasa fue el
desplazamiento forzado por la violencia política. Los vacíos en la información son muy altos. Las
cifras que ayudarían a revelar la realidad del desplazamiento en la Nación Nasa son todavía muy
inciertas. La dimensión del desplazamiento forzado de los pueblos indígenas en general, y de la
Nación Nasa, en particular, no puede ser percibida a través de las cifras. En primer lugar, porque el
drama del desplazamiento forzado desborda los números y va más allá de ellos. En segundo lugar,
porque no disponemos de suficiente información al respecto porque el nivel de subregistro es muy
alto. Sobre todo, si tenemos en cuenta que uno de los instrumentos fundamentales de la política
pública en materia de desplazamiento, como es el caso del Plan Integral Único de Atención a la
Población Desplazada (PIU) no tiene, en su mayoría, un enfoque diferencial y las estadísticas que
presenta no aparecen diferenciadas por grupo étnico.

Sin embargo, en el cálculo aproximado que tenemos a partir de la información recopilada, podemos
afirmar que en el período entre 1995 y 2012 ocurrieron 155 eventos colectivos de desplazamiento
forzado ―masivos y grupales― contra la Nación Nasa, cuyo saldo de víctimas ascendió a por lo
menos 38.829 personas (Gráfica 6). Lo que constituye casi el 97% de todos los desplazamientos
registrados de las comunidades nasa desde 1974, unos 40.179.

Las cifras producidas por la Encuesta sobre violencia política contra la Nación Nasa registran muy
pocos casos de desplazamiento individual o familiar, conocido como “gota a gota”. Pero la
información se puede complementar con los datos de población nasa en situación de
desplazamiento, pues estos casos corresponden en su gran mayoría a este tipo de desplazamiento,
teniendo en cuenta que la totalidad de los casos de desplazamiento colectivo nasa que tenemos
registrados se resolvieron con el retorno de la comunidad de forma también colectiva.

Aun cuando todavía urge precisar de manera detallada la trayectoria durante el desplazamiento,
sobre todo en los casos individuales, podemos afirmar que ésta varía en función del contexto social,
político y organizativo. Como veremos más adelante cuando nos detengamos en el análisis por
zona, hubo lugares donde predominó el desplazamiento intracomunitario o intraterritorial que, sin
duda, genera un impacto menor sobre las comunidades. Esta estrategia de resistencia, sin embargo,
ha sido posible en aquellos lugares que han logrado consolidar una fortaleza política y organizativa
sobresaliente y que también cuentan con un mejor nivel de apropiación del territorio tanto legal,
económica, cultural y políticamente. En definitiva, este tipo de desplazamiento interno, cuyas cifras
son difíciles de recabar en la medida en que se ha configurado como una estrategia de resistencia
frente al abandono de los territorios, sólo ha sido posible y viable en aquellos lugares que tienen un
ejercicio fuerte de control territorial, autonomía y gobierno propio. En algunos casos es de tipo
preventivo pero, en otros, es en respuesta a las amenazas que representan la presencia y la
confrontación de los actores armados en los territorios de la Nación Nasa.

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En contraste, las regiones con precaria titulación fueron víctimas del desplazamiento individual y
familiar y del consiguiente no retorno de estas personas a sus comunidades de origen. En estos
casos es posible afirmar que la mayoría de los desplazamientos se hicieron hacia las cabeceras
urbanas de los municipios, en primera medida, y luego hacia las ciudades capitales. Sobre el tercer
tipo de desplazamiento (ocasionado por desastres naturales), nos detendremos particularmente en
el acápite sobre las comunidades nasa de Tierradentro y del Huila, y haremos referencia a las
comunidades reasentadas en el norte del Cauca, por ejemplo.

Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

En términos de la dinámica de los eventos de desplazamiento, puede decirse que varió año tras año,
por lo cual no puede hablarse de una tendencia generalizada. Lo que sí se puede observar es que
los años en los que ocurrieron una mayor cantidad de eventos de desplazamiento forzado y un
elevado número de víctimas fueron 2002, cuando se incrementaron todas las violaciones de
derechos humanos contra los nasa y en general en el país; 2006, cuando se realizaron 598
operaciones militares en territorio nasa; 2008, cuando se hicieron las más grandes movilizaciones
indígenas en el Cauca y 2010 y 2011 cuando se reactivaron los operativos militares en contra de la
insurgencia. Por cierto, 2002 y 2006 marcaron el inicio de los dos períodos presidenciales de Álvaro
Uribe Vélez.

Como muestra la Tabla 2, del total de 155 eventos de desplazamiento forzado contra la Nación
Nasa, fueron responsables en su mayoría los enfrentamientos bélicos realizados por los

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combatientes de ambos bandos, quienes con su irresponsabilidad generaron 65 de ellos,
principalmente por el desarrollo de acciones en medio de población civil o en sus cercanías,
afectando así al 61% de las víctimas aunque haya sido sólo en el 40% de los eventos de
desplazamiento. La cifra revela fundamentalmente el irrespeto sistemático de ambos bandos a los
deberes de proteger los derechos humanos y respetar el DIH o las reglas de la guerra. Las fuerzas
estatales y los paramilitares, aunque fueron responsables del 23% de los casos, desplazaron al 39%
de las víctimas. Por su parte, las insurgencias fueron responsables de 32 casos de desplazamiento,
la mayoría por violaciones directas del DIH, aunque el número de desplazados por su causa apenas
alcanza el 8%. Los otros grupos indeterminados generaron 22 desplazamientos forzados cuyo saldo
de víctimas ascendió a 448 personas.

TABLA 2. TOTAL DE EVENTOS Y VÍCTIMAS DE DESPLAZAMIENTO FORZADO CONTRA LA


NACIÓN NASA POR TIPO Y POR RESPONSABLES 1995 – 2012

Responsables y tipos de desplazamiento forzado Víctimas Casos % víctimas % casos


Combatientes 23.763 65 61,20 41,94
Colectivo por Acciones Bélicas 60 1
Colectivo por violaciones DH / Infracciones DIH 124 13
Masivo por Acciones Bélicas 17.604 30
Masivo por violaciones DH / Infracciones DIH 4.535 19
Masivo Preventivo 1.440 2
Actores Estatales 6.323 19 16,28 12,26
Colectivo por Acciones Bélicas 0 1
Colectivo por violaciones DH / Infracciones DIH 59 9
Masivo por Acciones Bélicas 100 1
Masivo por violaciones DH / Infracciones DIH 6.164 8
Paramilitares 5.124 17 13,20 10,97
Colectivo por violaciones DH / Infracciones DIH 47 5
Masivo por violaciones DH / Infracciones DIH 5077 12

Grupos insurgentes 3.171 32 8,17 20,65


Colectivo por violaciones DH / Infracciones DIH 249 24
Masivo por Acciones Bélicas 1.525 4
Masivo por violaciones DH / Infracciones DIH 1.397 4
Otros Actores indeterminados 448 22 1,15 14,19
Colectivo por violaciones DH / Infracciones DIH 114 15
Colectivo Preventivo 9 1
Masivo por violaciones DH / Infracciones DIH 315 5
Interno Masivo Preventivo 10 1

Total general 38.829 155

Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

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Más adelante veremos en detalle que las diferentes acciones de desplazamiento forzado fueron
producidas por amenazas, señalamientos y asesinatos de líderes; amenazas y señalamientos de
comunidades enteras por parte del ejército, los paramilitares y las guerrillas; por la presencia
permanente o transitoria de todos los grupos armados en conflicto en los territorios nasa; por los
bombardeos, hostigamientos y ametrallamientos constantes; por las fumigaciones de los cultivos de
uso ilícito que a su vez acaban con los cultivos lícitos que aseguran la alimentación y las condiciones
económicas de las pobladoras y pobladores nasa; por las presiones de los intereses económicos
que desarrollan actividades tanto lícitas como ilícitas en territorios nasa generando la ocupación de
los sitios sagrados, la explotación maderera, minera y petrolera y alimentando un círculo de violencia
que se acrecienta con la conformación de estructuras armadas para velar por la protección de dichos
intereses; por el temor al reclutamiento forzado por parte de todos los actores armados; por el miedo
a ser víctimas de los diferentes tipos de violencia sexual que viven las mujeres, niñas y niños en el
marco del conflicto armado; por las masacres, asesinatos individuales y detenciones arbitrarias,
entre otros. Así, el desplazamiento, en la mayoría de los casos, apareció como un mecanismo de
protección frente a las agresiones que viven los nasa en sus territorios.

La mayoría de asambleas para la construcción del Plan de Salvaguarda Nasa se refirieron a los
impactos del desplazamiento tanto a nivel individual y familiar como a nivel comunitario. A nivel
individual, apareció de manera constante la manera como el desplazamiento forzado viola los
derechos fundamentales de las personas a una vida digna, a la alimentación, a la salud, a la
educación, a la vivienda, al trabajo, a la unidad familiar, a la seguridad personal, a la libre circulación,
entre otros. A nivel comunitario, el desplazamiento forzado también implicó en la mayoría de los
casos el debilitamiento de la autonomía y de las formas de gobierno propio, en la medida en que son
principalmente los líderes quienes se ven forzados a desplazarse para asegurar su vida y la de sus
familias. El vacío generado por su ausencia tiene fuertes repercusiones en la vida de quienes
deciden permanecer en los territorios o retornar después del desplazamiento. Tal como apareció en
la mayoría de las asambleas del Plan de Salvaguarda Nasa, este vacío es suplido por los actores
armados que se disputan el control sobre el territorio y sus poblaciones.

Por lo general, bajo las amenazas y señalamientos continuos, los y las líderes continúan ejerciendo
su liderazgo en el sitio de llegada. Sin embargo, su ejercicio se ve subordinado a las autoridades
municipales que no reconocen a las autoridades indígenas ni sus formas de gobierno. De manera
similar sucede cuando las amenazas recaen sobre los The Wala o médicos tradicionales, quienes se
ven forzados a desplazarse, lo cual interrumpe sus funciones en el mantenimiento de la armonía y el
equilibrio de las comunidades, atenta contra las prácticas de protección y cuidado que su ejercicio
garantiza y genera un debilitamiento progresivo de las prácticas de la medicina tradicional. A la vez,
como fue señalado en varias oportunidades durante las asambleas, el desplazamiento genera la
ruptura de las redes históricas de relacionamiento económico, político y simbólico entre los nasa y
de éstos con los campesinos, los afrodescendientes y otros pueblos indígenas.

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b) La Nación Nasa en medio del conflicto armado. Aproximación regional

Zonas sur y occidente del Valle, norte, occidente y centro-oriente del Cauca

El análisis de esta región del territorio nasa responde a la existencia de una continuidad tanto de las
dinámicas y problemáticas territoriales propias, a una dinámica de la guerra similar y al hecho de que
el Estado y la insurgencia definieron la región como teatro de operaciones militares prioritario. El
primero lo hace con la zona de consolidación y el segundo con el comando conjunto de occidente.

Villa y Houghton (2005) señalan que durante el período entre 1990 y 1994 hubo una disminución de
las acciones de los grupos paramilitares, la insurgencia y el ejército a nivel nacional. Esta situación
se enmarcó en el período de promulgación de la Constitución de 1991 que declaró al país como
pluriétnico y multicultural. Los autores muestran, además, que hubo una disminución en las
recuperaciones de tierra por parte de los indígenas, que habían marcado la dinámica regional del
departamento del Cauca desde la década del setenta, uno de los períodos en los que se registró un
nivel de violencia política que golpeó con fuerza a los nasa por cuenta de la represión de la élite
terrateniente. Sin embargo, “la breve tregua post-constitucional llegó a su fin en 1996, momento en
el que la violencia política se agudizó” (Villa y Houghton, 2005:41), impactando y amenazando de
manera muy fuerte la pervivencia de la Nación Nasa hasta el día de hoy, en el que dicha tendencia
se mantiene vigente.

Durante el período entre 1995 y 2012, las infracciones al DIH en desarrollo acciones bélicas, que
incluyen el uso de escudos humanos, los ametrallamientos, bombardeos y ataques indiscriminados;
los asaltos, hostigamientos y tomas de cascos urbanos; el ataque tanto a las misiones médicas
como a los bienes indispensables para la supervivencia; los bloqueos de las vías, la presencia de
campos minados; la destrucción y hurto de bienes civiles; las emboscadas, el uso de armas
prohibidas, así como el uso y ocupación temporal de bienes civiles, ascendieron a cifras alarmantes.

Según el Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH (1999), en 1998 las
confrontaciones armadas de mayor intensidad se presentaron en el sur y occidente del
departamento del Valle. Para esa misma época, el nivel de confrontación armada en el departamento
del Cauca registró un nivel bajo de intensidad, pues tuvieron lugar entre 1 y 5 eventos en cada
municipio, los cuales se concentraron en la zona norte y occidente del departamento.

Como muestra la Gráfica 7, en la región bajo estudio se registraron en total 960 acciones bélicas, la
mayoría de las cuales fueron emprendidas por la insurgencia: 691 de ellas. Tal es la característica
más importante del contexto del norte y occidente del Cauca, sur del Valle y el municipio de Caldono:
la sostenida acción militar de la guerrilla, la poca evidencia en la llamada iniciativa del ejército (que
en la región consiste especialmente en una profusa militarización y la operación aérea, con sus
enormes impactos en destrucción de campos, sembrados y animales) y el relativo fracaso de todos
sus planes militares.

En 1999, el foco de concentración armada, que para el año anterior se registró en cercanías del
puerto de Buenaventura, inició su expansión hacia el municipio de Dagua y Cali, consolidando casi
de manera completa un corredor de confrontación en esta zona. En el caso del Cauca, el nivel de

60
confrontación armada se mantuvo como el año anterior, en un nivel bajo (Observatorio del Programa
Presidencial de Derechos Humanos y DIH, 2000). La situación cambiaría al año siguiente, cuando el
corredor de confrontación del eje Buenaventura-Cali inició su expansión hacia el sur del
departamento, copando completamente el municipio de Buenaventura y expandiéndose hacia el
oriente, donde se encuentran los municipios de Florida y Pradera, registrando un nivel medio de
confrontación. Al sur de los municipios de Florida y Pradera, en límites con el norte del Cauca,
empezó a registrarse un foco, todavía muy pequeño y de intensidad media en cercanías de los
municipios de Puerto Tejada, Villa Rica, Padilla, Guachené y Miranda. El nivel de confrontaciones
también empezó en ascenso en el municipio de Popayán, expandiéndose hacia el norte, en el
municipio de Cajibío. Se iniciaba el auge de la guerra en el territorio indígena.

Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

Como muestra el Mapa 2, el año 2000 representa un punto de inflexión en la dinámica de la


violencia contra la Nación Nasa. El conflicto armado adquiere las dimensiones actuales y los nasa,
en relación con los demás pueblos indígenas, son las principales víctimas de la violencia política
(Villa y Houghton, 2005). El bloque Calima había anunciado su llegada a la región algunos meses
antes, golpeando con su violencia principalmente los municipios de Buenaventura, Dagua, Cali,
Candelaria, Villa Rica, Puerto Tejada y Santander de Quilichao, lugares donde hubo un incremento
en las confrontaciones armadas y en las acciones bélicas.

En el año 2001 la dinámica e intensidad de las confrontaciones armadas cambió. El corredor de


Buenaventura bajó su nivel de intensidad. Sin embargo, fue en este año en el que se inició el
incremento de las acciones bélicas que afectaron a la Nación Nasa. Al año siguiente, en 2002, el

61
Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH (2003) reportó una expansión
de las confrontaciones armadas hacia los municipios de Florida y Pradera, en el sur del Valle, y
Santander de Quilichao y Caloto, en el norte del Cauca, llegando hasta el municipio de Caldono.

MAPA 2. CONFRONTACIONES ARMADAS EN LA REGIÓN, 2000

Fuente: Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH, 2001

Como muestra el Mapa 3, el año 2003 representó un cambio significativo en la dinámica de las
confrontaciones armadas en esta región. La política de seguridad democrática, puesta en marcha
por Uribe Vélez, se sintió con toda su fuerza. Esta transformación en la dinámica de las
confrontaciones en particular, y de la violencia política en general, se vivió en todo el país. Este es el
año en el que se puede empezar a hablar de la consolidación de un corredor de confrontaciones
armadas hacia el Pacífico, en toda la zona del suroccidente del país, como mencionamos antes.
Según señalan Villa y Houghton (2005), siguiendo a González et al. (2003), durante estos años se
configuró en Colombia un mapa de tres corredores estratégicos del conflicto. Resulta importante
hacer referencia a dos de ellos: uno, es el “corredor suroriental, ligado a la colonización campesina y
a la expansión de cultivos ilegales, en donde ejercen hegemonía las FARC, teniendo como disputa el
piedemonte de Putumayo; el otro, que está en formación, busca la salida al Pacífico desde el
piedemonte amazónico, pasando por el sur del Tolima, norte del Cauca, sur del Valle y el macizo
colombiano” (González et.al, 2003:116, citado en Villa y Houghton, 2005:53). Ambos competen a la
Nación Nasa.

En este año, uno de los focos de confrontación armada se consolidó en los municipios de Santander
de Quilichao y Caloto. En ambos municipios hubo un aumento de la confrontación, registrándose
para ese año entre 11 y 20 eventos. Este foco de confrontación armada venía proyectándose el año
anterior desde el sur del departamento del Tolima (Observatorio del Programa Presidencial de
Derechos Humanos y DIH, 2004).

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MAPA 3. CONFRONTACIONES ARMADAS EN LA REGIÓN, 2003

Fuente: Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH, 2004

En el año 2006 y 2007 hubo un aumento en la intensidad. Al año siguiente, se presentó un foco de
confrontación que registró entre 11 y 20 eventos bélicos por cada municipio en cercanías de la
ciudad de Cali y uno de menor intensidad que afectó los municipios de Corinto y Miranda, en el norte
del Cauca. Este foco se expandió al año siguiente, en 2009, cuando hubo un aumento en las
confrontaciones en los municipios de Miranda, Corinto, Toribío, Santander de Quilichao y Caloto, en
el norte del Cauca, territorio nasa.

En 2010 esta dinámica se mantuvo en términos de los lugares donde se presentaron las
confrontaciones pero hubo un aumento considerable en la intensidad. En febrero de 2010, intensos
combates en la cabecera municipal de Jambaló marcaron el período. Algunos meses después, en la
Declaración final de la Audiencia pública interétnica y social “Minga por la defensa de la vida, la paz
y el territorio” (2010), las comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas de la región
manifestaron que “el estado ha enviado más de 7.000 hombres armados (soldados, policías,
agentes secretos, espías) a la región indígena del norte del Cauca y otros miles al Pacífico; las
FARC mantienen un número creciente de combatientes y milicianos y, al parecer, se refugian en la
región muchos de sus comandantes; los paramilitares siguen operando y han intensificado sus
acciones de asesinato, agresión y amenaza contra el movimiento social a la vista de la fuerza
pública”. Por este motivo denunciaron “los asesinatos, las violaciones de mujeres, los hostigamientos
diarios de actores armados contra las comunidades, los campos minados, las amenazas contra las
organizaciones sociales; los montajes contra los líderes, la vinculación masiva y forzada de niños y
niñas a las acciones militares del ejército y la guerrilla; así como los Centros de Coordinación de
Acción Integral CCAI que son un grosero mecanismo de subordinación de la autoridades civiles a las
militares”.

63
Frente a la crisis humanitaria, las comunidades le exigieron al gobierno investigar todos los casos
como hechos que responden a un único patrón sistemático de exterminio social, político y étnico;
corregir el procedimiento de adelantar las investigaciones de forma aislada que obstaculizan la
búsqueda de la verdad y omiten conscientemente la identificación de los autores intelectuales de los
crímenes. En esta vía, demandaron la conformación de una unidad especial de pueblos indígenas y
afrodescendientes; exigieron la desmilitarización de la vida civil y también la desmilitarización de los
territorios indígenas, afrodescendientes y campesinos, lo cual significa el desmonte de los Centros
de Coordinación de Acción Integral (CCAI). También se refirieron al desmonte de los procesos de
judicialización contra los corteros de caña, lo cual se convirtió en una reivindicación importante, así
como la exigencia de la derogación inmediata de las leyes del despojo: el Código Minero, la Ley de
Aguas, la Ley de Reforestación comercial, la Ley 100 y todas aquellas normas lesivas que atentan
contra el bienestar de las comunidades. Esta declaración también incorporó la urgencia de instar al
gobierno nacional y a la guerrilla a llevar adelante diálogos humanitarios para exigir el cumplimiento
del DIH.

Un comunicado dirigido a la opinión pública nacional e internacional, fechado el 7 de mayo de 2010,


expresó que “el día 26 de abril en horas de la mañana la fuerza pública ingresó al territorio del
resguardo de Tacueyó, ubicándose en las veredas de Buenavista, Chimicueto, Alto de la Cruz,
Gallinazas, Loma de Paja, el Trapiche y el área poblada de Tacueyó. Tomó como trincheras los
kioscos, viviendas y escuelas. A raíz de la presencia de la fuerza pública en el territorio indígena, la
guerrilla de las FARC realizó hostigamientos, enfrentamientos en medio de la población civil.
Durante los enfrentamientos resultó asesinada la joven Patricia Noscué Ulcué, de 19 años de edad,
quien se identificaba con la cédula de ciudadanía número 1.147.925.188 expedida en Toribio,
Cauca, con residencia en la vereda de Chimicueto e integrante de la Guardia Indígena. En el mismo
hecho resultó herido el conductor del vehículo bus escalera quien transportaba a niños y jóvenes de
la Institución Educativa Indígena Quintín Lame, por un proyectil de fusil que le impactó sobre el
muslo izquierdo cuando iba ingresando a la institución educativa” (Comunicado a la opinión pública
nacional e internacional, Toribío, mayo 7 de 2010).

En el marco del aumento de la fuerza pública en la región, otra denuncia fue interpuesta en el
despacho del Defensor Regional del Pueblo por parte de la comunidad nasa del municipio de
Pradera, Valle, quien denunció que en la mañana del 13 de mayo de 2010 se escuchó una fuerte
explosión en la zona alta de la comunidad del Nogal. Horas más tarde, un campesino informó a
algunos integrantes de la comunidad indígena que en dicho sector había un herido de una pierna
pidiendo auxilio porque había pisado una mina antipersonal y necesitaba atención médica. Algunos
miembros de la comunidad procedieron a llevarlo al hospital del municipio de Pradera en el vehículo
del cabildo. En el sitio El Pedregal fueron interrogados sobre su destino en un retén del Ejército
Nacional. El militar informó por teléfono los datos que le dieron sobre el herido. En el hospital de
Pradera, los indígenas del resguardo fueron interceptados por un hombre moreno vestido de civil
quien traía una pistola y un canguro en la cintura. Los retuvo, les hizo apagar el carro, tomó los datos
del vehículo y de las personas (nombre y número de identificación). Luego llegó una camioneta gris
de la cual se bajaron hombres vestidos de civil, hablaron con el hombre que los retuvo primero, se
pusieron unos chalecos del Gaula y se dirigieron hacia ellos con fusiles en mano, los despojaron de
sus celulares, los interrogaron, los intimidaron, fueron filmados y fotografiados. Cuando los indígenas
se dirigieron a interponer la respectiva denuncia en la Personería Municipal, encontraron allí un
coronel del ejército de apellidos Ortiz Paniagua quien los intimidó y señaló de colaboradores de la

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guerrilla (Denuncia pública Resguardo nasa Kwet Wala, Mayo 14 de 2010). En esta vía, la denuncia
manifiesta la preocupación de la comunidad indígena por la presencia de actores armados de difícil
identificación que hacen presencia en sus territorios y los recurrentes señalamientos y
persecuciones a las que son sometidas y sometidos diariamente.

Algunos meses después, en octubre de 2010, la comunidad nasa del resguardo Kwet Wala denunció
públicamente la presencia paramilitar en su resguardo. Según el comunicado, "el día 22 de octubre
de 2010, siendo las 9:30 AM, un comunero de nuestro resguardo se encontraba en la localidad entre
la Carbonera y los Pinos, rodeando unas cabezas de ganado de su propiedad y se encontró con un
grupo de por lo menos 20 hombres que portaban armas de largo alcance y vistiendo prendas de uso
privativo de las fuerzas militares con brazaletes alusivos al grupo paramilitar "Los Rastrojos". Luego
de interrogarlo, le prohibieron dirigirse hacia donde iba en busca del resto de su ganado, obligándolo
a permanecer ahí hasta las 5:00 PM. Le dijeron que si se iba antes era a informarle a la guerrilla que
ellos estaban ahí y manifestaron que llegaron para empezar a operar argumentando que los
habitantes del sector eran colaboradores de la guerrilla. Ese mismo día, en horas de la tarde, se
observó la presencia sospechosa de dos hombres de civil que merodeaban la casa y sede del
cabildo en el casco urbano de Pradera” (Denuncia Resguardo Kwet Wala, Octubre 22 de 2010).

En 2011, la situación de agudización del conflicto armado también se vivió en los resguardos y
cabildos nasa del municipio de Caldono. Según un comunicado emitido por las autoridades nasa del
territorio ancestral Sat Tama Kiwe el 18 de marzo de 2011 se presentaron 4 hostigamientos en el
casco urbano en los primeros tres meses del año. Dichos hostigamientos reportaron un saldo de 7
personas heridas, 32 viviendas afectadas y desplazamientos internos. El 4 de marzo del mismo año,
el ejército utilizó la infraestructura educativa del colegio de la vereda de Monterilla como escudo para
defenderse de la guerrilla. Del mismo modo, la guerrilla sembró minas anti personal a 50 metros del
centro educativo de la vereda Betania, Resguardo Indígena de La Aguada San Antonio. Al día
siguiente, a las 4 de la tarde, en un hostigamiento perpetrado por grupos al margen de la ley, fue
herido con arma de fuego el indígena Álvaro Marino Pill Fernández, quien transitaba por la vía que
conduce del casco urbano a la vereda de Vilachí. Posteriormente, el 14 de marzo, a las 2 de la tarde,
la población civil del casco urbano fue víctima de un hostigamiento con artefactos explosivos por
parte de grupos al margen de la ley. Uno de ellos explotó a escasos 30 metros de la Institución
Educativa “Madre Laura” y de la Casa de los médicos tradicionales donde se albergan algunos
enfermos indígenas. Un segundo artefacto, esa misma tarde, cayó y explotó dentro de la casa del
comunero José Eliberto Tumbo dejando gravemente heridas a las comuneras María Cayapu
Guetoto, Edilma Bastos, Rosmira Zety y la niña Deisy Viviana Bastos de 3 años de edad. El 17 de
marzo de 2011, a las 4 de la tarde, integrantes de las FARC exigieron salir de su casa a dos
personas residentes en la vereda de Moras, resguardo de la Aguada San Antonio, para hacer
explotar 10 minas antipersonal que había dejado la guerrilla alrededor de la casa para atentar contra
el ejército (Comunicado a la opinión pública nacional e internacional, Caldono, Marzo 18 de 2011).

El día 26 de abril de 2011, a las 9:30PM, personas sin identificar hicieron explotar un carro bomba
frente a las instalaciones de la estación de policía del municipio de Jambaló dejando 2 heridos
civiles, 3 policías muertos, 5 policías heridos y más de 40 casas averiadas en el área urbana y la
vereda Campo Alegre. Los daños a los bienes civiles indispensables para la supervivencia de la
población fueron incalculables: el Hospital, el Acueducto y las instalaciones de la bodega del ICBF,
así como la casa del Cabildo Indígena y la Iglesia, resultaron afectados. En un comunicado, la ACIN

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rechazó los actos de violencia ocurridos en el municipio de Jambaló y llamó a las partes en conflicto
a desarrollar acuerdos humanitarios para buscar la paz. De manera expresa, el comunicado le exigió
al gobierno colombiano no instalar el batallón de alta montaña en inmediaciones del municipio de
Toribío, dado que esto generaría un aumento de las confrontaciones (Cxhab Wala Kiwe – ACIN,
2011).

Posteriormente, el sábado 9 de julio del mismo año, las FARC atacaron las cabeceras municipales
de Toribío y Corinto. Era día de mercado en el municipio de Toribío y una chiva-bomba impactó el
puesto de policía y, de manera simultánea, fue activada otra bomba en la sede del Banco Agrario
(Minga, 2011). Dos personas murieron y otras ochenta comuneras y comuneros resultaron heridos
por los hechos de violencia. 600 viviendas y otros bienes civiles resultaron afectados, entre ellos, las
edificaciones de la Sede del Proyecto nasa, del Movimiento Juvenil, de la Emisora Comunitaria y de
la productora de Jugos “Fxinze” (Cxhab Wala Kiwe-ACIN, 2011). Ese día también se presentaron
fuertes hostigamientos en los municipios de Santander de Quilichao, Caldono, Caloto y Jambaló.
Pocos días después del hecho el presidente Juan Manuel Santos dijo: “En adelante se destruirá
cualquier casa que sea utilizada por la guerrilla para hacer sus ataques (…), “no habrá más
utilización de casas para dispararle a la Fuerza Pública o a la población civil”.

En respuesta, la Cxhab Wala Kiwe-ACIN (2011) emitió un comunicado rechazando de manera


contundente la orden del presidente: "Resulta totalmente inaceptable que luego de que la guerrilla de
las FARC en un ataque demencial destruye y afecta nuestras casas en el área urbana de Toribío y
en Corinto, el señor Presidente de la República ordene destruir las casas que han quedado en pie y
seguidamente ordene la construcción de un batallón de alta montaña en el Corregimiento de
Tacueyó. Además, resulta inaceptable que al día de hoy las personas afectadas por la explosión no
han sido atendidas de manera eficaz y, mucho menos, oportuna”.

En el Valle del Cauca, el 18 de julio de 2011 fue retenido por la guerrilla de las FARC un vehículo
repartidor de gas natural en el corregimiento de La Fría, aledaño al resguardo Kwet Wala, el cual
estuvo detenido en un paraje solitario. Este vehículo fue usado posteriormente como carro-bomba
para minar un puente en el corregimiento El Recreo, a 10 minutos del casco urbano el día 27 de julio
del mismo año. Este puente fue una de las obras de infraestructura vial adelantada por las fuerzas
militares en cabeza del Batallón de Ingenieros Agustín Codazzi, tal cual está contemplado para las
zonas de Consolidación definidas por el gobierno nacional (Comunicado Resguardo Kwet Wala,
agosto 2 de 2011).

Luego, entre el 15 y 16 de septiembre de 2011, las FARC y el ejército nacional se enfrentaron en las
veredas El Credo y Pajarito en el municipio de Caloto. Durante los enfrentamientos se tomaron las
casas de las comunidades para utilizarlas como trincheras y también se registró el uso de cilindros
bomba y tatucos que cayeron en las fincas y en las casas. Por este motivo, resultaron heridas nueve
personas (entre ellas varios niños y niñas) y falleció una menor de edad (Cxhab Wala Kiwe-ACIN,
septiembre 16 de 2011).

Por estos días, la vida de la Nación Nasa de la zona norte y occidente del Cauca y sur del Valle
transcurrió entre las balas. A medida que el cerco militar contra Alfonso Cano se hacía más fuerte,
las confrontaciones en los municipios de Morales, Suárez y Buenos Aires se intensificaron. La
población nasa de Cerro Tijeras resultó gravemente afectada por estos hechos. La gente se vio

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obligada a desplazarse en varias oportunidades a los sitios de asamblea permanente. Los
resguardos nasa de Chimborazo, Agua Negra y Honduras también resultaron afectados. El 4 de
noviembre de 2011, en la vereda El Chirriadero, el ejército nacional asesinó a Alfonso Cano en el
marco de la Operación “Odiseo”. Frente a esto, las FARC intensificaron las acciones bélicas en el
occidente y norte del Cauca, así como en el sur del Valle.

En el Valle, el día martes 29 de noviembre de 2011 se desencadenó un combate entre tropas del
ejército y las FARC en el corregimiento de El Líbano. La presencia de las tropas en las viviendas y
parcelas desencadenó el desplazamiento de la comunidad de El Líbano (49 personas) hacia el
casco urbano de Pradera durante 15 días. La comunidad desplazada de El Líbano retornó el 15 de
diciembre (Comunicado resguardo Kwet Wala, enero 6 de 2012).

El día 9 de diciembre de 2011 a las 8:00 PM, dos hombres lanzaron dos granadas desde una
motocicleta. Éstas iban dirigidas contra dos soldados que prestaban guardia en el sector de las
obras de la vía terciaria en el sector Potrerito-Lomitas-Pradera, frente a una vivienda y una tienda
ubicadas junto al puente del río Bolo, acceso al vecindario de Potrerito. La señora que habitaba en la
vivienda fue herida por una esquirla de granada en una pierna. Los vidrios de la casa y el techo
resultaron destruidos. Pocos días después, el 4 de enero de 2012, hacia las 5:20 PM, guerrilleros
hostigaron al ejército que se encontraba ubicado junto a las obras en el sector de Potrerito y Líbano,
durante 40 minutos. Hacia las 2:00 AM la guerrilla, asentada en el sector de la escuela El Líbano,
atacó al ejército apostado en la finca de La Laguna. Según lo documenta el comunicado, la Brigada
Móvil No. 20 instaló retenes desde finales de diciembre de 2011, lo cual se convirtió en una unidad
de intimidación militar, especialmente para los presidentes de J.A.C, líderes comunitarios y todo
aquel que se opusiera a la reparación de la vía a cargo del ejército. Estas personas fueron
reseñadas en una libreta como sospechosos, fotografiadas a sus espaldas e intimidadas con
interrogatorios ofensivos (Comunicado resguardo Kwet Wala, enero 6 de 2012).

Entre 2010 y 2011, según lo registró el Observatorio del Programa Presidencial de Derechos
Humanos y DIH (2012), los niveles más altos de confrontación se presentaron en los municipios de
Toribío, Jambaló, Corinto, Miranda, Santander de Quilichao, Morales y Caloto (en el casco urbano
del municipio y en el corregimiento El Palo). Tanto la vía que comunica El Palo con Caloto, como
Santander de Quilichao y el corregimiento de Quebraditas, en el municipio de Corinto, todos ellos en
zona de resguardos nasa, presentaron tasas de homicidio que superan el promedio nacional (36.6).
Del total de acciones bélicas que se registraron desde 1995 hasta 2012, que ascendió a 321
acciones que dejaron un total de 467 víctimas, la mayoría de éstas se concentraron en el período
entre 2010 y 2012, en el que hubo un aumento significativo tanto de las acciones como de las
víctimas por este tipo de violación: 302 víctimas en total.

La agudización de las confrontaciones armadas y el saldo de víctimas durante este período deben
entenderse en el marco del incremento de las acciones militares contra el Comando Conjunto de
Occidente y el máximo líder de las FARC, Alfonso Cano. Según apareció registrado en las noticias
de prensa, Alfonso Cano, a raíz de la presión militar en la zona que durante mucho tiempo había
ocupado, empezó a desplazarse desde el sur del Tolima, en inmediaciones del municipio de
Gaitania, hacia Nátaga, en el occidente del departamento del Huila. A mediados de julio tuvo que
salir nuevamente hacia el departamento del Cauca, pasando primero por Mosoco, en dirección hacia
el municipio de López de Micay (Revista Semana, noviembre 10 de 2011). En medio de este

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tránsito, las operaciones militares se desplegaron con fuerza. Las confrontaciones se hicieron más
intensas y los desplazamientos forzados no se hicieron esperar. Las confrontaciones armadas
aumentaron en los municipios de Toribío, Caloto, Jambaló y Caldono. Así mismo, se incrementó la
existencia de MAP y MUSE en estos municipios, como una táctica para neutralizar la avanzada de la
fuerza pública.

Como lo muestra el Mapa 4, en este período, la mayoría de accidentes por MAP/MUSE


(representados por el símbolo de una estrella morada), indicadores de la existencia de campos
minados, ocurrieron en la zona que comprende los resguardos nasa entre los municipios de
Miranda, en el norte del Cauca, Florida y Pradera, en el sur del Valle del Cauca. Esta barrera se
extendió desde los municipios del sur del Tolima, siguiendo el recorriendo que hizo Alfonso Cano
hasta llegar al Cauca. Del total de víctimas por MAP/MUSE en la región, cuya cifra ascendió a 373,
109 de ellas se registraron entre 2010 y 2012, período en el que se reportó la mayor cantidad de
víctimas. El año en el que hubo un mayor número de víctimas por MAP/MUSE fue 2006: 75 en total.
Le siguió 2012, con una cifra de 54. Los municipios más afectados fueron: Florida, Pradera, Miranda,
Corinto, Santander de Quilichao, Caloto, Suárez, Buenos Aires y Morales (PAICMA, 2013).

MAPA 4. ACCIDENTES POR MAP/MUSE EN LA ZONA NORTE DEL CAUCA


Y SUR DEL VALLE (2010-2011)

Fuente: Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH, 2012

En este escenario, los bombardeos se incrementaron en varias zonas, incluido el norte del Cauca,
sur del Valle y en la zona occidente del Cauca, donde los combates continuaron tiempo después de
la muerte de Cano.

Por la misma época, también en el Valle, en un comunicado de mayo de 2012 que lleva por título
“Minga por la vida y la defensa de la madre naturaleza”, las comunidades nasa denunciaron la

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masacre contra el medioambiente ocasionada por los bombardeos, el ametrallamiento y la tala de
bosque para el desembarque y estadía de tropas en los sitios sagrados donde se encuentra la
fauna, flora y recursos hídricos. Entre las acciones que le exigieron al Estado, vale la pena
mencionar: 1. Garantizar la no repetición de los hechos denunciados que afectan la armonía, el
equilibrio de la naturaleza y la fauna y la flora de los territorios; 2. Garantizar y respetar la libre
circulación de quienes habitan el territorio pues durante el desarrollo de la minga fueron saboteados
por el ejército, impidiendo el paso y detonando cargas explosivas para atemorizar al personal que
participaba en la minga e impedir la realización de la actividad; 3. Exigir al ejército el respeto por los
árboles sembrados, lo cual los obliga a desalojar dichos sitios.

El 18 de mayo de 2012, la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca emitió un informe de
visita para la verificación de daños ambientales por las operaciones militares en el territorio del
resguardo indígena Kwet Wala (Piedra Grande), municipio de Pradera. Allí manifiesta que hubo un
bombardeo en el sitio conocido como "Cerro El Muñeco". Frente a esto, la comisión señaló la
destrucción de tres hectáreas de bosque natural por los bombardeos. En el Cerro El Retiro también
había aproximadamente una hectárea de bosque talada. Señala, además, que la misma situación
parece estar presentándose en cercanías de la base militar, aunque la comisión no alcanzó a llegar
hasta allá. A la vez, durante el recorrido, la comunidad manifestó que los residuos generados por la
presencia militar ocasionaron la muerte de 6.000 truchas que tenían en el marco de un proyecto
financiado con dinero de la cooperación internacional (CVC, 2012).

El 7 de junio de 2012, las comunidades nasa de los municipios de Florida y Pradera le dirigieron una
carta al nuevo Jefe del Secretariado de las FARC, Timoleón Jiménez, alias “Timochenko”, en la que
manifestaron las distintas formas en las que el conflicto armado ha afectado a las comunidades nasa
y campesinas y le exigieron que diera la orden a sus combatientes de no crear más campamentos
permanentes en los territorios indígenas de Florida y Pradera y de destruir los que ya existen, con el
fin de dejar "nuestras tierras libres de gente armada pues como en el pasado, esperamos que
ustedes respeten nuestros territorios y solamente pasen por ellos". Para esta acción, pusieron como
fecha límite el 25 de junio de 2012. En otra carta fechada el mismo día, los nasa de las comunidades
de Florida y Pradera se dirigieron también al Comandante General de las Fuerzas Armadas de
Colombia, Juan Manuel Santos, para exigirle que diera la orden a sus combatientes de no crear más
campamentos permanentes en los territorios indígenas de Florida y Pradera y de destruir los que ya
existen. La carta señala: "No pararemos hasta dejar nuestras tierras libres de gente que permanezca
armada”.

El 8 de Julio un tatuco impactó en el centro de salud de la Asociación de Cabildos Indígenas del


Norte del Cauca (ACIN) en el casco urbano del municipio de Toribío. En los hechos resultaron
heridas cuatro mujeres que hacían parte del personal médico. Esto impulsó a la gente a buscar a los
actores armados para exigirles que salieran del territorio. En las acciones se expulsaron tres
unidades de la guerrilla (ACIN, 2012).

Pocos días después, el 17 de julio de 2012, casi 2.500 indígenas nasa subieron hasta el Cerro Berlín
(municipio de Toribío) para liberarlo de la ocupación militar de la que venía siendo objeto. Como un
acto de control territorial y en el ejercicio de la autonomía, los nasa del norte del Cauca le exigieron
al ejército que desocuparan el sitio sagrado que estaban ocupando. Como lo narró Granados (2012),
“en el cerro no sólo estaban los soldados, sus camas, sus colchones y hasta las antenas de DirecTV.

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También allí se encuentran dos torres de comunicación de telefonía celular que son custodiadas por
los militares” (Granados, 2012:10). Los indígenas recuperaron el cerro, pero al día siguiente fue
dada una orden de desalojo y en la acción hubo aproximadamente 26 personas heridas. La imagen
de un soldado llorando, por los supuestos maltratos a los que lo sometieron los indígenas, circuló en
todos los medios de comunicación nacional e internacional. Lo que sí no circuló fueron las imágenes
que mostraban a los soldados amenazando a los indígenas con sus armas4 (Granados, 2012).

En el mes de septiembre de 2012, las informaciones sobre los diálogos que se habían iniciado entre
el gobierno y las FARC se filtraron, lo cual apresuró el anuncio por parte del gobierno colombiano. El
18 de octubre, en la ciudad de Oslo, Noruega, se instalaron las mesas de diálogo y negociación. Sin
embargo, el diálogo formal inició casi un mes después, el 15 de noviembre de 2012 en La Habana,
Cuba. Cuatro días después, el 19 de noviembre de 2012, las FARC anunciaron un cese al fuego
unilateral para mostrar su voluntad de paz. Este anuncio tuvo efectos importantes en la región pues
el nivel de confrontaciones disminuyó notablemente. Sin embargo, algunos de los pocos ataques
registrados en el país tuvieron lugar en el norte del Cauca.

La conclusión a la que llegaron las autoridades indígenas sobre los acontecimientos que hemos
relatado fue el total fracaso de la política del Estado en materia militar, que se tradujo en más
presencia militar pero no en mayor control territorial; y en el fracaso de la política insurgente que no
logró copar el proceso indígena y, por el contrario, debió acudir a subordinarlo mediante la acción
militar.

Podemos decir que en ese período las comunidades registraron un saldo de 389 víctimas en
desarrollo de 253 hechos militares (Gráfica 8), excluyendo las acciones por fuera de combate, que
reseñaremos más adelante. Tal cifra es menos de la tercera parte de las operaciones militares
informadas por el gobierno. La información disponible no nos permite entonces presentar
conclusiones sobre el impacto directo de esas acciones en las infracciones al DIH. No obstante, las
comunidades reportaron que se reactivaron en 1997 y que, a partir de entonces, tuvieron una
tendencia creciente. En 2002 las acciones bélicas dejaron un saldo de 8 víctimas, en 2004 fueron
17, en 2005 serían 14. De ahí en adelante, el panorama fue realmente desolador. En 2010 se
registraron 54 acciones bélicas que dejaron un saldo total de 123 víctimas. Y al año siguiente el
panorama no mejoró: se reportaron 73 acciones que dejaron una cifra de 123 personas victimizadas.

Es evidente que estas cifras no recogen la mayoría de los casos y por lo mismo no muestran los
impactos directos de las acciones militares, pero resulta importante citarlas para contrastarlas en
seguida con las cifras de violaciones a los derechos humanos e infracciones al DIH ocurridas por
fuera de toda operación militar, y que constituyen el mayor tipo de violencia política. Por otra parte,
es claro que el desplazamiento forzado, que analizaremos en detalle más adelante, sí tiene una
correlación directa con las operaciones militares, como ya vimos en la introducción general a la
violencia política contra la Nación Nasa.

4 www.youtube.com/watch?v=jtKqty5qf5w

70
Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

Los municipios más afectados en relación con el número de víctimas de infracciones al DIH en el
marco de combates fueron Caloto y Toribío, seguidos de Jambaló, Santander de Quilichao, Caldono,
Corinto, Florida, Miranda, Pradera, Morales, entre otros, como muestra la Gráfica 9. Las dos
poblaciones más afectadas coinciden con las áreas donde se han desarrollado más operaciones
militares, excluyendo Buenaventura, que no aparece en las denuncias de las comunidades en gran
parte porque los hechos han ocurrido en territorios afros y de otros pueblos indígenas.

Los impactos de las acciones bélicas sólo pueden entenderse en la medida en que éstas son
comprendidas como estrategias para lograr el control territorial, imponiendo nuevas formas de
ordenamiento y uso del territorio, estableciendo patrones de movilidad y ocupación que únicamente
responden a las lógicas de la guerra.

No disponemos de cifras discriminadas sobre los operativos militares realizados por resguardo, y
sólo contamos con los casos reportados por las comunidades. Pero la información de los mismos a
nivel municipal, producida por el Observatorio de Derechos Humanos de la Presidencia de la
República nos permite identificar algunas relaciones (Gráfica 10). Especialmente se observa cómo la
mayoría de éstas se concentra en el norte del Cauca y Florida (municipio contiguo) en tanto en esta
región se realizaba la persecución de Alfonso Cano, que venía del sur del Tolima.

71
Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

Los resguardos que presentaron las cifras más altas de víctimas por acciones bélicas fueron
Huellas, en el municipio de Caloto, Tacueyó, en el municipio de Toribío y el resguardo de Jambaló.
Varios cascos urbanos registraron víctimas por acciones bélicas: el de Caloto, el de Toribío y el de
Santander de Quilichao. Pero lo más relevante, y que será una constante en adelante, es la
aparición de las categorías “Territorio indígena no titulado” y cascos urbanos, como lugares de
continuas violaciones de derechos humanos, que en este caso corresponden a territorios de Caloto,
Miranda y Santander de Quilichao (Ver Gráfica 11).

En términos de la responsabilidad, la mayoría recayó en cabeza de los actores estatales (ejército y


policía) que realizaron 117 acciones que sumaron en total 148 víctimas. En número de acciones
registradas, le siguieron los grupos insurgentes que sumaron un total de 110 acciones bélicas; sin
embargo, el saldo de víctimas que dejaron fue mayor que las del ejército pues ascendió a 209. A los
paramilitares les fueron atribuidas 10 acciones bélicas que dejaron un total de 12 víctimas. Del total
de 12 acciones bélicas de las que fueron responsables los paramilitares, 5 de ellas tuvieron lugar en
el municipio de Santander de Quilichao, uno de los municipios en los que se asentaron cuando
anunciaron su llegada al departamento del Cauca a finales de la década del noventa, para luego
expandirse hacia otros municipios donde ampliaron su radio de acción. Puede decirse, sin embargo,
que la mayoría de acciones bélicas registradas corresponden al ejército y a los grupos insurgentes,
cuyo nivel de confrontación armada ha sido y es mucho más intenso.

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Fuente: Observatorio de Derechos Humanos de la Presidencia de la República (2012)

Las victimizaciones directas contra la Nación Nasa en el sur y occidente del Valle, norte, occidente y
centro oriente de Cauca (Caldono)

La región sufrió con intensidad los impactos de la violencia política. Entre 1995 y 2012, la cifra total
de hecho de violaciones e infracciones individuales de los derechos humanos y el DIH ascendió a
879, de las cuales 691 tuvieron lugar en el departamento del Cauca, y las 188 restantes en el Valle
del Cauca. El número total de víctimas en la región ascendió a 2.183 indígenas nasa, sin contar las
víctimas causadas por las acciones bélicas desarrolladas sin cumplimiento del DIH (384) ni los casos
de desplazamiento masivo e individual, que se reportan más abajo. Mientras las zonas norte,
occidente y nororiente (Caldono) del departamento del Cauca registraron un total de 1.744 víctimas,
el occidente y sur del Valle del Cauca reportaron 439 víctimas.

Como muestra la Gráfica 12, los municipios más afectados por las violaciones a los derechos
humanos y al DIH fueron: Toribío, en primer lugar, que registró un total de 449 víctimas; lo sigue
Caloto, con 295 víctimas, Florida que reportó 279 víctimas y Santander de Quilichao que registró 273
víctimas, entre otros.

Según lo documentan Villa y Houghton (2005), el conflicto para los nasa del norte del Cauca y sur
del Valle se recrudeció a partir de la muerte de Marden Betancur, alcalde electo de Jambaló a quien
el ELN acusó de colaborar con los paramilitares y posteriormente lo asesinó. En ese escenario, el

73
CRIC convocó un juicio político para juzgar este crimen político, reiterando y avanzando hacia una
posición de defensa de la soberanía y la autonomía indígena. Sin embargo, la violencia contra los
nasa empezó en ascenso a partir de 1999.

Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

En 1999 y 2000, el frente José María Becerra del ELN protagonizó la toma masiva de rehenes de la
iglesia La María en Cali y del kilómetro 18 en la vía que conduce de Cali a Buenaventura,
respectivamente. A los rehenes los llevaron a la región del Naya. En respuesta, en el año 2000 la
zona fue declarada objetivo militar. El once de mayo de 2000, en un comunicado dirigido al
Gobernador del departamento del Cauca, César Negret Mosquera, las Autodefensas Unidas de
Colombia (AUC) anunciaron públicamente su llegada a la región con el frente Calima, cuyo
comandante era Éver Velosa, alias “H.H5” (Defensoría del Pueblo, 2001; ILSA, 2006).

Así, desde el año 2000, los asesinatos selectivos, las desapariciones forzadas, los controles a la
movilidad, el desplazamiento forzado y los constantes enfrentamientos entre el ejército, los

5 Este jefe paramilitar se desmovilizó en 2004. Sin embargo, cuando el gobierno tomó la decisión de concentrar a los
jefes paramilitares en La Ceja, Antioquia y luego en Itagüí, “H.H” no se presentó, perdiendo así los beneficios de la
Ley de Justicia y Paz. Entre tanto, junto con Vicente Castaño y alias “don Mario”, creó la banda “Los Paisas”. En el
mes de abril de 2007, fue capturado nuevamente (Semana, abril de 2008). Según el Octavo informe de verificación
al proceso de reinserción y desmonte de las estructuras paramilitares presentado por la OEA, en el suroccidente del
país siguen operando grupos conformados por reinsertados del Bloque Calima de las Auc.

74
Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

paramilitares y las guerrillas caracterizaron la dinámica de la violencia en la zona. Esto desembocó,


como mostraremos más adelante, en la masacre y el desplazamiento del Naya, ocurrida el 10 y 11
de abril de 2001. En ese mismo año fue asesinado el líder indígena Cristóbal Secue, ex presidente
del CRIC y quien estaba ejerciendo en ese momento la responsabilidad sobre la escuela de justicia
indígena. Las FARC fueron responsabilizadas del hecho mediante un proceso de justicia propia (Villa
y Houghton, 2005).

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Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

Durante el año 2002, Villa y Houghton (2005) señalan que los municipios de Florida, Pradera y
Jamundí concentraron los principales hechos violentos de los paramilitares y el ejército contra los
nasa en “su agresiva acción para conquistar el sur del departamento, lo cual produjo
desplazamientos masivos, asesinatos, heridos y un elevado número de amenazas”. Argumentan, sin
embargo, que de manera paralela los grupos insurgentes desarrollaron una fuerte campaña para
preservar el control político regional mediante el sabotaje a las elecciones municipales, lo cual afectó
de manera grave a las organizaciones populares de base indígena como lo eran en su momento la
ASI y AICO (Villa y Houghton, 2005:47). Siguiendo a los autores, además, es necesario mencionar
que en el período entre 2000 y 2004, los nasa fueron víctimas del 44.2% de las violaciones a los
derechos humanos y al DIH que fueron ejercidas por parte de todos los actores armados en conflicto
contra los pueblos indígenas a nivel nacional (Villa y Houghton, 2005).

Como lo muestra la Gráfica 13, los años más nefastos fueron 2001, 2008 y 2011, en los que el
número de víctimas nasa ascendió a 235, 251 y 271, respectivamente. Del total de 2.183 víctimas
registradas durante este período, 687 fueron responsabilidad de los actores estatales, 509
estuvieron en cabeza de los grupos insurgentes, 427 víctimas corresponden a los paramilitares y las
560 víctimas restantes fueron responsabilidad de “otros actores indeterminados” (Gráfica 14).
Nótese que 2001 y 2002 es la época en que los paramilitares perpetraron la mayoría de las
violaciones de derechos humanos, en pleno auge e inserción de la estrategia en la zona; en 2006,
2007 y 2008 son los actores estatales los principales victimarios, cuando se implementan los CCAI y

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Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

la política de consolidación territorial; en tanto que la insurgencia ―en este caso las FARC― son las
protagonistas de las infracciones al DIH en 2010 y 2011, época en que desarrollan al mismo tiempo
una gran ofensiva frente a los batallones de alta montaña y un evidente repliegue táctico hacia esa
región (especialmente Jambaló y Toribío) como resultado de la persecución que venía adelantando
el Ejército contra Alfonso Cano. Por su parte, es evidente que las acciones de “otros actores
indeterminados” registraron el número más alto de víctimas en el período posterior a la supuesta
desmovilización paramilitar desde 2008. El año 2012 marcó la reaparición de forma más clara de los
paramilitares, en gran medida por la acción más sistemática de Los Rastrojos en la zona,
controlando el corredor del narcotráfico en la parte plana de la región.

En el período entre 1995 y 2012, la cifra de víctimas por asesinatos políticos es un indicador potente
sobre la situación de violencia política en la región pues ascendió a 682, casi 5 veces más que la
cifra registrada para el mismo tipo de violación en la región que comprende los departamentos de
Putumayo, Caquetá y Nariño, como mostraremos más adelante. Aun cuando en ambos
departamentos la cifra de víctimas de asesinatos políticos es la más alta, lo cual indica que es la
violación que más afectó a los nasa en esta región, la diferencia de casos entre ambos sí es
bastante notable: 508 víctimas corresponden al norte, occidente y centro-oriente del Cauca, mientras
que las 174 víctimas restantes se registraron en el occidente y sur del Valle del Cauca. En ambos
casos, la gran mayoría de ellos eran líderes de la organización. En 2012, por ejemplo, en el norte del

77
Cauca fueron asesinados los siguientes líderes: Jaime Mestizo, reconocido The’Wala, Zalatiel
Méndez, exconcejal de Toribío y The’Wala; Lisandro Tenorio, mayor de 74 años, ex gobernador y
The’Wala en el resguardo de López Adentro; Julio Dagua y Milciades Tróchez (ACIN, 2012).

Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

Del total de víctimas por asesinatos políticos (682), la mayoría fue responsabilidad de “otros actores
indeterminados” con una cifra de 308 víctimas de asesinatos, otras 176 víctimas correspondieron a
los grupos insurgentes, 147 más estuvieron en cabeza de los paramilitares y las 51 restantes fueron
responsabilidad de las fuerzas armadas estatales. En la dinámica de los asesinatos políticos,
sobresale la cantidad de víctimas que fueron responsabilidad de los paramilitares en los años 2001 y
2002, a la vez que resulta bastante sugestivo el aumento de los asesinatos políticos en cabeza de
“otros actores indeterminados” durante el año 2009, 2010, 2011 y 2012, el período posterior a la
desmovilización paramilitar. 455 víctimas fue el saldo total de asesinatos políticos cometidos por los
paramilitares y por “otros grupos indeterminados” surgidos después del supuesto proceso de
desmovilización de aquellos (Ver Gráfica 15). De allí que resulte urgente que el Estado colombiano
implemente acciones para el desmonte de las estructuras paramilitares, tal como fue exigido en
todas las asambleas del Plan de Salvaguarda Nasa. Esta demanda es más prioritaria ante las
desapariciones forzadas, que suman 92 en el período, cometidas en su mayoría por agentes
estatales (40) y paramilitares (21), pero que recae en actores indeterminados en 31 casos
adicionales.

78
Los municipios más afectados por el número de víctimas de asesinato fueron Florida, Santander de
Quilichao, Caloto, Buenos Aires, Jambaló, Pradera, Corinto, Toribío, Suárez, Morales y Miranda,
como lo muestra la Gráfica 16.

Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

El número de víctimas por heridas sumó un total de 563. La mayoría de víctimas heridas se
registraron en el Cauca, la mayoría ocurrida en las acciones béllicas y por el uso de armas no
convencionales. La insurgencia fue responsable del 42% de los casos y el ejército del 35%. La cifra
de víctimas por detenciones arbitrarias o retenciones ascendió a 412 en toda la región durante el
período en estudio, lo cual la ubica en una de las violaciones más graves (ejercida por los actores
estatales, los paramilitares y “otros actores indeterminados”), mientras que la de secuestro ascendió
a 36 víctimas, la mayoría a cargo de las FARC.

La cifra de víctimas por amenazas, tanto colectivas como individuales, apenas ascendió a 300 en los
registros de las organizaciones, lo cual revela el nivel de subregistro existente. En realidad lo que se
vive en la zona es un clima de amenaza permanente y de señalamientos generalizados tanto a las
organizaciones como a las autoridades indígenas y a los líderes y lideresas. Es ilustrativo de esto la
forma como las organizaciones se refieren a esta situación.

Por ejemplo, según reportó el Tejido de Defensa de la Vida y los Derechos Humanos de la ACIN

79
(2012):

“En el mes de junio de 2012 el sistema Madeja monitoreaba en la zona que se


habían dado 18 amenazas contra líderes indígenas del norte del Cauca. Las
amenazas involucraban a más de un líder indígena. Después de los meses de julio y
agosto se incrementaron las amenazas pasando a la fecha a 33 amenazas en las
que se involucra a más de 50 líderes indígenas de la zona. Muchas de estas
amenazas se han dado a través de panfletos, mensajes a correos electrónicos,
llamadas a celulares y mensajes de texto a celulares. También en medio de este
contexto aparecieron montajes realizados por la fuerza pública en donde se pasaba a
líderes indígenas como cabecillas de las Farc, utilizando sus imágenes en una clara
distorsión de ellas, dándolas como acciones de inteligencia de la fuerza pública.
Estos hechos fueron en su momento denunciados ante las autoridades competentes,
y luego quedó demostrado el montaje por acciones e informes de la misma fuerza
pública en la zona. En este contexto se reactivan las acciones paramilitares en la
zona. Se dan a finales del mes de junio cuando en los municipios de Miranda,
Corinto y Caloto fueron distribuidos panfletos que advierten de muertes a líderes
indígenas y se establecieron horarios de circulación a la población. Luego
aparecieron panfletos del grupo denominado Los Rastrojos. (…) En total, sumando
los lideres amenazados en el año 2012, y los líderes antes amenazados, se
consolidó un total de 72 líderes en alto riesgo, situación ya denunciada ante los
organismos competentes del Estado colombiano y el sistema Naciones Unidas”
(ACIN, 2012).

Aun cuando muchas veces las amenazas no son denunciadas por la alta frecuencia con la que
ocurren y por el nivel de “normalización” que hace omitir la importancia que tiene denunciarlas,
varios comunicados de las comunidades nasa de esta región refieren al respecto. Por ejemplo, en
una carta dirigida a la Comisión Quinta del Senado de la República y durante una Audiencia Pública
en el municipio de Buenaventura (2010), la comunidad nasa del resguardo Kwet Wala, municipio de
Pradera, denunció:

“Continúan las amenazas y una nueva situación de desplazamiento se empieza a


gestar ya que han aparecido nuevas amenazas a algunas familias y dirigentes de
nuestras comunidades. Caso concreto las que ha sufrido el Coordinador de
Derechos Humanos del Resguardo, Campo Elías Dicue, desde el 10 de octubre de
2009. También las recientes amenazas contra el gobernador suplente Jorge Enrique
Yonda y su familia el 15 de agosto y el 3 de septiembre (...) Así como las amenazas
recibidas por los dirigentes del resguardo en días recientes en la cual se les tilda de
mafiosos y corruptos a través de anónimos difundidos por internet”.

Además, a través de esta carta, la comunidad también denunció el proceso de judicialización del que
han sido víctimas el gobernador del resguardo Alfredo Fernández y el dirigente Luis Ángel Perdomo,
ambos tildados de colaboradores de la guerrilla. Según indican, dicho montaje se desvirtuó a favor
de este último.

Del mismo modo, los señalamientos presentaron un nivel muy alto de subregistro. Sin embargo las

80
comunidades continúan manifestando la manera como los afectan. Mediante un comunicado del 19
de enero de 2012, la comunidad nasa del resguardo Kwet Wala, municipio de Pradera, manifestó:

“Fuimos acusados de cómplices de la guerrilla de las FARC según declaraciones del


coronel Pablo José Blanco Botia del Batallón Agustín Codazzi de Palmira en informe
dado al periódico "Extra" de Palmira (edición Jueves 19 de enero de 2012) en el cual
se informa que "Alias perro Bóxer recibió tres disparos con arma de fuego cuando se
desplazaba en zona rural del municipio de Florida, refugiándose clandestinamente
bajo la complicidad y el cuidado del resguardo indígena Kwet Wala”.

El tipo de violaciones que presentaron altos niveles de subregistro fueron las desapariciones
forzadas, con 92 víctimas; el reclutamiento forzado que registró 29 víctimas; la tortura con 55
víctimas y la violencia sexual, de la que únicamente se registraron 14 víctimas.

En su lucha por visibilizar la vulneración de los derechos de las mujeres en el marco del conflicto
armado, las mujeres del norte del Cauca también han emprendido una tarea importante que
interpela el silencio histórico sobre las diversas maneras en las que la guerra afecta a las mujeres.
Su ejercicio es un llamado de alerta para adelantar un diagnóstico sobre las afectaciones de las
mujeres nasa en el marco del conflicto armado y la vulneración de derechos de las que son objeto.
Sobre este último caso el Programa Mujer de la Cxhab Wala Kiwe-ACIN informó:

“Nuestros niños y niñas están en riesgo. Doce mujeres menores de edad fueron
reclutadas forzadamente por grupos ilegales, 9 personas resultaron heridas en el
cruce de disparos cerca de establecimientos educativos, una persona fue retenida de
manera forzada y acusada de ser colaboradora del ejército nacional, un joven fue
reclutado contra su voluntad para el servicio militar por parte del ejército nacional.
Además, a 4.734 menores se les vulneró el derecho a la educación por la suspensión
de clases debido a los enfrentamientos armados”.

También mostró que en medio de los combates y hostigamientos, las mujeres

“Nos vemos obligadas a abandonar las viviendas con nuestras familias, perdemos
las especies menores y abandonamos las huertas (tul), lo cual afecta los ingresos
familiares y nuestra alimentación diaria. Además, sufrimos la escasez de alimentos
en los periodos de concentración en los Sitios de Asamblea Permanente, una de las
estrategias de protección y resistencia frente al conflicto armado que hemos usado
para no abandonar nuestros territorios” (Programa Mujer Cxhab Wala Kiwe-ACIN y
UNFPA, 2011).

También afirmó que “como consecuencia del conflicto armado, cada año ha aumentado el número
de víctimas mujeres: en el año 2000 en todo el norte del Cauca fue asesinada una mujer, durante el
año 2001, adicionalmente a la masacre del Naya, fueron asesinadas tres mujeres más. Durante el
año 2002 esta cifra se mantuvo y adicionalmente se presentaron cuatro casos de violencia sexual
contra mujeres indígenas menores de edad. Para el año 2003 y 2004 se reportaron dos casos de
asesinatos de mujeres y para el año 2005 nuevamente la cifra ascendió a 3 mujeres asesinadas.
Entre 2005 al 2009 se registraron 6 mujeres asesinadas en los resguardos de Huellas y Tacueyó. En

81
2010 fueron asesinadas otras 6 mujeres. En total, entre los años 2000 y 2012, treinta y un (31)
mujeres fueron asesinadas. Sin embargo, es importante mencionar que no todos los casos han sido
registrados ante las instancias correspondientes” (Programa Mujer Cxhab Wala Kiwe-ACIN y
UNFPA, 2011). En total, entre 2000 y 2012, 192 mujeres resultaron directamente afectadas por el
conflicto armado en el norte del Cauca. El mayor de número de mujeres afectadas obedece a
eventos como los de la ‘chiva-bomba’ en Toribío (9 de julio de 2011) donde resultaron heridas 72
mujeres (Anaya y Capaz, 2013).

Los anteriores datos coinciden en buena medida con los reportados en la Base de Datos de Ensayos
y alimentados por la Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa, donde se registraron 69
casos de asesinatos políticos contra mujeres, la mayoría en Florida, Toribío, Caloto y Morales.

En relación con el reclutamiento forzado, los reportes son claramente deficientes. Se trata de una
situación difícil de resolver, por la disposición familiar a proteger y protegerse ante los riesgos que
desatan las denuncias del problema. Un informe de la CIDH (2011) acoge las distintas fuentes que
reportaron un aumento en el reclutamiento forzado de niños indígenas por parte de las FARC
durante 2011. Es necesario mencionar un caso que conmovió a la población nasa del norte del
Cauca. El 26 de marzo de 2011, en la vereda Gargantillas del Resguardo de Tacueyó, municipio de
Toribío (Cauca), la Fuerza Pública bombardeó un campamento de las FARC donde estaban algunos
guerrilleros recién reclutados; estas víctimas de reclutamiento incluían a dieciséis personas
indígenas, la mayoría de ellos menores de edad, quienes murieron como consecuencia del ataque.

La mayoría de las asambleas para la construcción del Plan de Salvaguarda Nasa se refirieron de
manera particular al reclutamiento forzado de niñas, niños y jóvenes por parte de todos los actores
armados en disputa. Las asambleas, de manera enfática, exigieron al gobierno colombiano la
desmilitarización de sus territorios, incluyendo el desmonte de todas las propagandas y campañas
del ejército colombiano quien, mediante distintas estrategias (incluido el uso del nasayuwe para la
transmisión de mensajes radiales), busca vincular a la población indígena joven en la guerra. Los
jóvenes han sido objeto clave de dichas campañas, en la medida en que son atraídos por los
supuestos beneficios que otorga prestar el servicio militar. Todas las asambleas de la región
coincidieron en que dicha estrategia del ejército colombiano es también una forma de reclutamiento
forzado, en la medida en que el Estado colombiano está violando la ley que excluye a los indígenas
de la prestación del servicio militar.

Teniendo en cuenta la desarmonía y el desequilibrio que causan el reclutamiento forzado, la


violencia sexual contra las mujeres, los asesinatos, entre otros, el Programa de Familia de la Cxhab
Wala Kiwe – ACIN viene trabajando con las comunidades nasa los caminos o rutas de
acompañamiento para la prevención, atención y reparación de dichas violaciones en el marco del
conflicto armado. Los caminos trazan como componentes fundamentales el fortalecimiento de la
comunidad educativa frente a los riesgos y amenazas de la presencia de los actores armados en los
territorios, la promoción de campañas de prevención, el fortalecimiento de los planes de protección
en las escuelas y su declaración como Sitios de Asamblea Permanente, el fortalecimiento de la
medicina tradicional, entre otros. De igual manera, ha puesto especial énfasis en la importancia de la
puesta en marcha de los mecanismos de coordinación entre la justicia ordinaria y la jurisdicción
especial indígena, cuya eficacia sólo es posible en la medida en que se parta del reconocimiento y el
respeto de la justicia indígena. Estos caminos o rutas de acompañamiento son un referente

82
importante en la construcción del Plan de Salvaguarda Nasa en general, y de su componente
programático, en particular.

La mayoría de víctimas por detenciones arbitrarias fue responsabilidad de los actores estatales,
mientras que los grupos insurgentes dejaron la mayor cantidad de heridos durante las acciones
bélicas. Los paramilitares y “otros actores violentos” tuvieron responsabilidad sobre la mayoría de
asesinatos políticos.

Finalmente, vale la pena desagregar la responsabilidad de los diferentes actores según el tipo de
violación cometida, pues este ejercicio nos brinda un panorama más detallado de las dinámicas de la
guerra y del papel que cada uno de los actores armados ocupa en ella. Como muestra la Tabla 3, de
las 864 víctimas por las diferentes violaciones que correspondieron a los actores estatales, 291 de
ellas fueron por detenciones arbitrarias. Las cifras de víctimas más altas que fueron responsabilidad
de los grupos insurgentes estuvieron asociadas a las acciones bélicas, mientras que la cifra de
víctimas más alta que estuvo asociada a acciones paramilitares fue la de los asesinatos políticos y
las detenciones arbitrarias.

TABLA 3. EVENTOS Y VÍCTIMAS DE DESPLAZAMIENTO FORZADO CONTRA LA NACIÓN


NASA 1995 – 2012 POR RESPONSABLES (SUR Y OCCIDENTE DEL VALLE, NORTE,
OCCIDENTE Y CENTRO ORIENTE DEL CAUCA)

VALLE DEL
Responsables/Tipo de violación CAUCA Total general
CAUCA
Actores Estatales 650 189 839
Infracciones DIH en combate 140 13 153
Amenaza Colectiva 10 5 15
Amenaza Individual 37 9 46
Asesinatos Políticos 38 13 51
Desaparición forzada 10 30 40
Detención arbitraria/Retención 191 100 291
Heridos 186 15 201
Reclutamiento forzado 0 1 1
Violencia Sexual/Tortura 38 3 41
Grupos insurgentes 579 113 692
Infracciones DIH en combate 169 15 184
Amenaza Colectiva 13 0 13
Amenaza Individual 27 1 28
Asesinatos Políticos 109 67 176
Heridos 231 8 239

83
Reclutamiento forzado 19 19
Secuestro 30 1 31
Violencia Sexual/Tortura 2 2
Otros actores indeterminados 505 68 573
Infracciones DIH en combate 14 14
Amenaza Colectiva 46 21 67
Amenaza Individual 1 1
Asesinatos Políticos 272 36 308
Desaparición forzada 28 3 31
Detención arbitraria/Retención 27 27
Heridos 107 1 108
Reclutamiento forzado 4 4
Secuestro 4 4
Violencia Sexual/Tortura 6 3 9
Paramilitares 336 99 435
Infracciones DIH en combate 7 2 9
Amenaza Colectiva 21 6 27
Amenaza Individual 98 3 101
Asesinatos Políticos 88 58 146
Desaparición forzada 13 8 21
Detención arbitraria/Retención 85 8 93
Heridos 15 15
Reclutamiento forzado 5 5
Secuestro 1 1
Violencia Sexual/Tortura 9 8 17
Total general 2070 469 2539

Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

Casos de desplazamiento

Entre 1995 y 2012 se presentaron en la región 81 eventos de desplazamiento forzado masivo contra
la Nación Nasa, que significaron 30.241 víctimas. El 62,9% (56) de los casos ocurrieron en las zonas
norte, occidente y centro-oriente del Cauca afectando a 22.874 personas, y el 37,1% (33) restante
tuvo lugar en el sur del departamento del Valle del Cauca, donde fueron desplazadas 7.367 personas
(Ver Tabla 4). Los municipios más afectados por los eventos de desplazamiento fueron, en orden de
afectación según el número de víctimas, Toribío, Jambaló, Florida, Suárez, Pradera, Buenos Aires y
Caloto. Para el año 2011, según Codhes (2012) los municipios de llegada que presentaron una
mayor afectación por tasa de desplazamiento (número de personas desplazadas por cada 100.000
habitantes), fueron Caloto (9.474) y Timbiquí (9.061).

84
TABLA 4. EVENTOS Y VÍCTIMAS DE DESPLAZAMIENTO FORZADO CONTRA LA NACIÓN
NASA 1995 – 2012, POR MUNICIPIOS (SUR Y OCCIDENTE DEL VALLE, NORTE, OCCIDENTE
Y CENTRO-ORIENTE DEL CAUCA)

Depto / Municipios Víctimas Total eventos


CAUCA 22.874 56
BUENOS AIRES 1.680 7
CALDONO 181 3
CALOTO 1.285 10
CORINTO 500 2
JAMBALO 5.046 9
MIRANDA 1.049 4
MORALES 0 1
SANTANDER DE QUILICHAO 200 1
SUAREZ 4.020 5
TORIBIO 8.913 11
VALLE DEL CAUCA 7.367 33
BUENAVENTURA 263 2
DAGUA 30 3
FLORIDA 5.010 10
PRADERA 2.064 13
Total general 30.241 81

Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

Es necesario mencionar que el año en el que empezaron a registrarse los desplazamientos forzados
contra la Nación Nasa fue 1999. Esto no significa que no hayan ocurrido eventos de desplazamiento
forzado previos, sino que hay un vacío en la información bastante grande durante la década de los
noventa. A esto se suma el hecho de que la información sobre desplazamientos individuales es
bastante precaria, por no decir, casi nula, lo cual se convierte en un desafío urgente para las
instituciones estatales y para las organizaciones indígenas que hacen seguimiento a este fenómeno
en busca de mejorar los mecanismos de prevención y atención de la situación de desplazamiento a
la que se enfrentan los pueblos indígenas en el contexto del conflicto armado. Además, para el caso
del norte del Cauca, teniendo en cuenta la estrategia de resistencia contemplada en el Plan Minga
en Resistencia que plantea la existencia de Sitios de Asamblea Permanente para evitar que los
desplazamientos forzados se hagan por fuera del territorio, muchos de los desplazamientos no son
denunciados ni contabilizados, lo cual significa que también tenemos un nivel muy alto de
subregistro en relación con este tipo de violación.

Los 81 eventos de desplazamiento forzado colectivo contra los nasa en la región, en buen número
fueron precedidos por intensos bombardeos o masacres, como la del Alto Naya, por ejemplo, uno de
los sucesos de violencia más dramáticos en la región y al que se refirieron las comunidades nasa

85
durante las asambleas del Plan de Salvaguarda Nasa de manera reiterada.

El diez y once de abril de 2001, con una incursión paramilitar, se inició lo que se conoce con el
nombre de “recorrido de la muerte”, que en el trayecto desde Timba (Cauca) hasta la
desembocadura del río Naya en el Pacífico, cobró la vida de más de cien personas. Con la “crónica
de una masacre anunciada” (Utinaya, 2003), muchos de los pobladores, tanto indígenas como
campesinos y afrocolombianos se desplazaron a distintos municipios del Cauca: Timba, Santander
de Quilichao y, posteriormente, Timbío; otros permanecieron en el territorio (Caldón 2005,
conversación personal). En diferentes momentos, que variaron entre 15 días y 3 meses, la mayoría
de población retornó al alto Naya. Otras personas, exactamente 54 familias, decidieron no retornar y
mediante una tutela, lograron que el Incoder les asignara un predio en cercanías de la ciudad de
Popayán, en el municipio de Timbío (Amador Ospina, 2008).

El desplazamiento del Alto Naya es uno de los que más ha impactado a la Nación Nasa en esta
región. Después de este desplazamiento masivo, vendrían otros más. El año en el que se registró
una mayor cantidad de eventos de desplazamiento forzado fue 2002: 15 eventos de desplazamiento
que dejaron un total de 4.340 víctimas. Durante el año 2003 ocurrieron 9 eventos en los cuales se
desplazaron 2.222 víctimas. Hasta este momento, el mayor número de víctimas en 2001, 2002 y
2003 aparece registrado en el occidente y sur del Valle del Cauca. Sin embargo, a partir de 2004, la
dinámica del desplazamiento forzado en la región comenzó a cambiar y el mayor número de
víctimas se registró en la zona norte y occidente del departamento del Cauca (Gráfica 17).

Paralelamente, en Toribío en 2002 fueron desplazadas las veredas Trapiche, la Playa, la Calera y
López (1.438 personas, 317 familias), en 2003 las comunidades de La Primicia, la Fonda,
Quinamayó y el Mayo (549 personas, 115 familias), en 2004 La Fonda, La Tolda, el Galvial, La
Calera y Asomadero (323 personas, 80 familias), en 2005 ocurrió otro de los desplazamientos más
numerosos de las comunidades La Bodega, Vichiquí, López, Tacueyó, Manzano, Natalá y la Fonda
(1.187 personas, 246 familias), en 2008 fueron desplazadas las comunidades de La María y El
Damián (1.240 personas, 173 familias). Cada año, desde 2009, se presentaron por lo menos dos
eventos de desplazamiento masivo hacia los Sitios de Asamblea Permanente en este municipio.

86
Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

En 2010, en el marco de la puesta en marcha del Plan Consolidación, ocurrieron 13 eventos de


desplazamiento forzado que afectaron a 4.348 personas. Según señala un comunicado de las
autoridades indígenas del norte del Cauca (Cxhab Wala Kiwe-ACIN, Mayo de 2010),

“el día 21 de mayo de 2010 en el resguardo de Honduras, Morales, ingresaron 16


camiones con personal militar. Eran por lo menos 2.000 efectivos, incluidos
miembros de la SIJIN, CTI, Fiscalía, DAS, DIJIN, Ejército Nacional y Policía Nacional;
así como personas de civil armadas sin la debida identificación de los organismos del
Estado. Al día siguiente, el 22 de Mayo de 2010, la gente se dio cuenta que el
objetivo del despliegue militar era la erradicación de cultivos de uso ilícito. Las
personas que ingresaron sin consulta con las autoridades indígenas, dieron inicio a la
erradicación de los cultivos de uso ilícito en la vereda Lomitas, frente a la vereda Alto
Rico que pertenece al resguardo de Cerro Tijeras. Por este motivo, la comunidad se
declaró en asamblea permanente y se concentró en la vereda Honduras, donde hay
entre 2.000 y 3.000 personas concentradas; entre ellos, niños y niñas que presentan
enfermedades derivadas de las condiciones de hacinamiento en las que se
encuentran”.

El comunicado también denunció que “el día miércoles 26 de mayo de 2010, las autoridades
indígenas fueron citadas a Popayán por los militares”; en la reunión y en presencia de organismos
de control de Estado, alcaldes, concejales y el CRIC, revisaron la situación para buscar salidas a la

87
militarización de la zona y la erradicación forzada. Como resultado de esta reunión, la Fuerza
Pública se comprometió frente a las autoridades indígenas y gubernamentales a suspender la
erradicación forzada de cultivos de uso ilícito hasta que se cursara adecuadamente la consulta
previa, y a retirar el personal militar, policial y civil que se encontraba en la zona. A pesar de lo
anterior, la fuerza pública amenazó con llevar a cabo fumigaciones aéreas de aspersión de glifosato
para erradicar los mencionados cultivos. Los líderes insistieron en que las fumigaciones iban en
directa contravía de la Directiva No. 016 de 2006 del Ministerio de Defensa, que especifica su
política hacia los pueblos indígenas (Cxhab Wala Kiwe-ACIN, mayo de 2010).

En 20116 la situación siguió crítica porque se registraron 17 eventos de desplazamiento forzado que
dejaron un saldo de 4.367 víctimas nasa7. Esta dinámica de desplazamientos forzados se entiende a
la luz de la intensificación de las acciones militares del ejército nacional y la fuerza aérea contra el
Comando Conjunto de Occidente y el comandante de las FARC Alfonso Cano, quien fue asesinado
el 4 de noviembre de 2011 en cercanías de la vereda el Chirriadero, municipio de Morales (Revista
Semana, 2011). Según lo documentó Codhes (2012), “en medio de combates y bombardeos
indiscriminados se presentó el desplazamiento de 440 personas en la vereda Chirriadero, 8
viviendas afectadas y destrucción de varios bienes de subsistencia para las comunidades (CRIC,
2011: 31; citado en Codhes, 2012). La población civil, después de la salida de la Fuerza Pública de
las zonas del noroccidente del Cauca, empezó a ser señalada por parte de las FARC como
“cómplice” de la muerte de Alfonso Cano, lo que impidió el total retorno de los desplazados durante
las operaciones contra el líder guerrillero”.

El Observatorio de DD.HH y DIH de la Cxhab Wala Kiwe-ACIN registró en su informe anual de 2011
la ocurrencia ―sólo en el norte del Cauca― de once eventos de desplazamiento forzado interno
hacia sitios de Asamblea Permanente, ocurridos principalmente en los municipios de Caloto, Toribío,
Suárez y Miranda. 617 familias nasa se vieron forzadas a desplazarse internamente dentro del
territorio para salvaguardar su vida en medio de las confrontaciones armadas y las acciones bélicas,
lo cual significó un total de 1.945 personas (Tabla 5).

6 A nivel nacional, para el mismo año, “el monitoreo de CODHES arrojó un total de 73 desplazamientos masivos, que
incluyeron 29.521 personas obligadas a dejar sus hogares, por causa de los enfrentamientos entre los grupos
armados al margen de la ley, de éstos contra la fuerza pública y operaciones de erradicación de cultivos ilícitos. Los
5 departamentos más afectados fueron en su orden: Cauca (8.829 personas en 31 desplazamientos), Córdoba
(3.679 personas, en 10 desplazamientos), Nariño (4.735 personas, en 10 desplazamientos), Antioquia (9.373
personas, en 6 desplazamientos), Chocó (994 personas en 6 desplazamientos), Valle del Cauca (1.425 personas,
en 4 desplazamientos) (Codhes, 2011:5).
7 Durante el año 2011 Codhes (2012) registró 19 desplazamientos masivos en el norte del Cauca con un total de
3.971 personas desplazadas. La mayoría de ellos, según muestran, ocurrieron durante la segunda mitad del año:
entre julio y noviembre de 2011 se presentaron 14 eventos de desplazamiento forzado que dejaron un saldo de
3.181 personas desplazadas, de las cuales 2.173 serían nasa.

88
TABLA 5. EVENTOS DE DESPLAZAMIENTO FORZADO CONTRA LA NACIÓN NASA A SITIOS
DE ASAMBLEA PERMANENTE 1995 – 2012 (NORTE DEL CAUCA)

Nº Nº
MUNICIPIO RESGUARDO DESCRIPCIÒN FECHA
FAMILIAS PERSONAS
DESPLAZAMIENTO FORZADO A
CALOTO HUELLAS No, reg No, reg 11/04/2011
SAP ZONA 2
DESPLAZAMIENTO FORZADO A
TORIBIO TORIBIO 15 50 08/05/2011
SAP NATALA
DESPLAZAMIENTO A SAP EL
CALOTO HUELLAS 54 156 04/09/2011
CREDO
DESPLAZAMIENTO A SAP EL
CALOTO HUELLAS 70 200 15/09/2011
PAJARITO Y CREDO
DESPLAZAMIENTO A SAP EL
CALOTO HUELLAS 95 396 16/09/2011
PAJARITO Y CREDO
CERRO DESPLAZAMIENTO A SAP DEL
SUAREZ 30 88 26/09/2011
TIJERAS AMPARO
CERRO DESPLAZAMIENTO A SAP DE
SUAREZ 80 250 02/10/2011
TIJERAS PLAYA RICA
CERRO DESPLAZAMIENTO A SAP DE LA
SUAREZ 68 170 10/10/2011
TIJERAS ALEJANDRIA
CERRO DESPLAZAMIENTO FORZADO A
SUAREZ 76 250 10/10/2011
TIJERAS SAP DE LOS CHORROS
DESPLAZAMIENTO A SAP
MIRANDA MIRANDA IMPROVISADO DE MONTE 45 125 23/10/2011
REDONDO
DESPLAZAMIENTO A SAP
MIRANDA MIRANDA IMPROVISADO DE MONTE 84 260 24/10/2011
REDONDO

Fuente: Observatorio DD.HH Cxhab Wala Kiwe – ACIN, 2011

Los actores estatales, los grupos insurgentes y los paramilitares compartieron la responsabilidad en
los eventos. 44 de los casos de desplazamiento fueron causados por acciones donde intervinieron
tanto la fuerza pública o los paramilitares, como la insurgencia (aparecen en la Tabla 6 como
“combatientes”), en los que se desplazaron 17.224 personas. Directa e individualmente13 fueron
causados por los paramilitares, 11 por la guerrilla y 9 por actores estatales.

Como mostraremos más adelante, y siguiendo a Codhes (2012), “se hace cada vez más evidente la
relación entre las zonas de desplazamiento y los intereses por la minería y la agroindustria,
componentes de las grandes locomotoras del plan de desarrollo de la administración Santos. El
incremento de la crisis humanitaria en las regiones de la implementación de la Política Integral de
Seguridad y Defensa para la Prosperidad ― PISDP― y las zonas CCAI, se hizo más evidente
(Codhes, 2012:3).

89
TABLA 6. TOTAL DE EVENTOS Y VÍCTIMAS DE DESPLAZAMIENTO FORZADO CONTRA LA
NACIÓN NASA 1995 - 2012 POR RESPONSABLES (SUR Y OCCIDENTE DEL VALLE, NORTE,
OCCIDENTE Y CENTRO-ORIENTE DEL CAUCA)

Responsables y tipo de desplazamiento Total desplazados Total eventos


Combatientes 17.224 44
Colectivo por violaciones DH / Infracciones DIH 27 2
Masivo por Acciones Bélicas 12.421 26
Masivo por violaciones DH / Infracciones DIH 3.336 14
Masivo Preventivo 1.440 2
Actores Estatales 5.251 9
Colectivo por Acciones Bélicas 0 1
Colectivo por violaciones DH / Infracciones DIH 15 2
Masivo por violaciones DH / Infracciones DIH 5.236 6
Paramilitares 4.806 13
Colectivo por violaciones DH / Infracciones DIH 35 3
Masivo por violaciones DH / Infracciones DIH 4.771 10
Grupo insurgente 2.725 11
Colectivo por violaciones DH / Infracciones DIH 20 4
Masivo por Acciones Bélicas 1.525 4
Masivo por violaciones DH / Infracciones DIH 1.180 3
Otros actores indeterminados 235 4
Masivo por violaciones DH / Infracciones DIH 235 4
Total general 30.241 81

Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

La mayoría de personas afectadas por los eventos de desplazamiento forzado son las mujeres.
Como lo alertó la Corte Constitucional en el Auto 092, las mujeres indígenas sufren una triple
discriminación en el marco del conflicto armado en razón de su género, de su pertenencia étnica y
de su precaria situación socioeconómica, lo cual exige medidas de prevención, atención y reparación
también diferenciales.

En particular, las mujeres del norte del Cauca han resaltado la gravedad de la afectación de sus
derechos en el marco del conflicto armado y como consecuencia de situaciones de desplazamiento
a las que se han visto enfrentadas. Como manifiesta el Programa Mujer, “muchas mujeres han salido
en los últimos años de los territorios indígenas por amenazas de los grupos armados, especialmente
mujeres jóvenes por represalias por supuestas relaciones afectivas con actores armados. Estas
situaciones no han sido visibilizadas como desplazamiento forzado, no se han denunciado y, en
algunos casos, ni se nombran. En consecuencia, en las ciudades son víctimas de una vulneración

90
constante de sus derechos por su condición de ser mujeres, indígenas y desplazadas” (Programa
Mujer Cxhab Wala Kiwe-ACIN y UNFPA, 2011).

En el año 2012 se conocieron dos (2) casos (Toribio y Huellas) de mujeres indígenas cuyo riesgo de
ser asesinadas derivaba de las tácticas de enamoramiento empleadas por integrantes de la fuerza
pública, que desencadenaron señalamientos, amenazas y persecuciones por parte de las FARC
(Anaya y Capaz, 2013). Además de esto, según el reporte del Programa Mujer y del Sistema
Madeja, en el norte del Cauca han sido denunciados 38 casos de violencia sexual contra las mujeres
nasa por parte de los actores armados. Los municipios en los que más afectaciones han existido
desde el año 2008 son Caloto y Toribío, en general, y los Resguardos de Huellas y Tacueyó, en
particular (Programa Mujer Cxhab Wala Kiwe-ACIN y UNFPA, 2011).

Zona Oriente, Zona Centro y Reasentamientos del departamento del Cauca

Entre 1995 y 2012, las acciones y confrontaciones armadas en la zona oriente, reasentamientos y
zona centro del Cauca tuvieron una intensidad relativamente menor, comparada con la zona norte,
occidente y centro-oriente del departamento. El Observario de DH de la Presidencia de la República
reportó 162 operaciones militares de ejército y guerrilla en la región, y anualmente las acciones no
pasaron de 28 en el 2010 y 23 en 2004 (Gráfica 18); éstas se distribuyeron de forma similar en los
municipios de Silvia, Cajibío, Piendamó, Totoró y Puracé, entre 25 y 32 en cada uno.

Fuente: Observatorio de Derechos Humanos de la Presidencia de la República (2012)

91
Sin embargo, el conflicto no fue marginal para las comunidades nasa: 4 de esas acciones dejaron un
saldo de 12 víctimas8. Las primeras acciones bélicas que impactaron directamente en las
comunidades se empezaron a registrar en el año 2000. La mayor cantidad de víctimas se presentó
en Popayán, y tienen como principal responsable a los actores estatales. Las otras víctimas se
distribuyeron de manera similar entre los municipios de Silvia (resguardo de Pitayó) y Totoró
(resguardos de Paniquitá y Polindará).

Durante las asambleas para la construcción del Plan de Salvaguarda Nasa, la comunidad del
resguardo de Pitayó hizo referencia a los constantes enfrentamientos que ocurren en el resguardo
vecino de Jambaló, en la zona norte del Cauca, y que han ocasionado repercusiones directas en su
vida cotidiana. Por ejemplo, en el mes de julio de 2012, los enfrentamientos entre el ejército y la
Columna Móvil “Jacobo Arenas” de las FARC, afectaron las viviendas de la vereda Paletón y
también las del área urbana, así como la emisora comunitaria. En horas de la noche, las torres de
telefonía celular, ubicadas en la vereda Paletón y en el resguardo de Pitayó, en el municipio de
Silvia, fueron derribadas, dejando a la población totalmente incomunicada. Lo mismo sucedió con las
torres de energía eléctrica.

También la comunidad nasa de Cofradía señaló la presencia de una base militar y 50 soldados
contraguerrilla adscritos al batallón José Hilario Lopez en su territorio. La comunidad se refirió a las
amenazas y el constante maltrato físico al que se ven sometidos los miembros de este cabildo
durante los patrullajes nocturnos que realizan. Además identificó la presencia de la multinacional de
telefonía celular Movistar que ha generado constantes ataques contra la antena. En muchos casos,
dichos ataques a la infraestructura derivan en enfrentamientos entre los actores armados que ponen
en riesgo la vida de la población nasa de la zona.

En el mismo período, los hechos de violaciones e infracciones individuales de los derechos humanos
y el DIH ascendieron a 67, lo cual significó un saldo total de 238 víctimas. Como muestra la Gráfica
19, la distribución diferencial de esta cifra de víctimas nos señala que Popayán registró el número
más alto (144 en total), particularmente en el casco urbano y en el resguardo de Quintana, y el
municipio de Paletará, en zonas rurales, en este caso la carretera Panamericana. En ambos casos
se trata de retención o detenciones arbitrarias realizadas por fuerza pública. Por su parte, los
resguardos de Pitayó y Quichaya, en el municipio de Silvia, registraron una cifra total de 26 víctimas.

La comunidad de Quichaya, por ejemplo, durante las asambleas para la construcción del Plan de
Salvaguarda recordó varios asesinatos que han ocurrido en sus territorios: Marcelino Chocué,
Patricio Chocué, Maximiliano Baltazar, Luis Baltazar, Victor Chocué, José Quilindo, Marcos Dizú,
Daniel Poscué, Gustavo Baltazar, entre otros. Quince víctimas en total registró el municipio de
Totoró, particularmente los resguardos de Jebalá, Novirao, Paniquitá y Polindara. El municipio de
Cajibío sumó un total de 11 víctimas y el de Timbío registró las 2 víctimas restantes.

8 Las número de víctimas en operaciones militares se refiere a infracciones al DIH (bombardeos indiscriminados, uso
de escudos humanos, ataques a bienes civiles), excluyendo heridos y muertos que se contabilización como
asesinatos y heridos por persecución política.

92
Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

93
Del total de 238 víctimas registradas durante este período, no menos de 148 fueron responsabilidad
de los actores estatales, 49 más recayeron sobre “otros actores indeterminados”, 29 en cabeza de
los paramilitares y las 12 víctimas restantes correspondieron a los grupos insurgentes (Gráfica 20).

Como muestra la Tabla 7, de las víctimas que fueron responsabilidad de las fuerzas estatales, 141
de ellas fueron por detenciones arbitrarias, mientras que la mayoría de víctimas de “otros actores
indeterminados” fueron por asesinatos políticos y las de los paramilitares fueron por amenazas
colectivas e individuales. Los años que reportaron la mayor cantidad de víctimas fueron 2000, 2001 y
2003. Fue precisamente en el año 2000 cuando se reportó la cifra más alta de víctimas, 87 en total,
la mayoría detenciones arbitrtarias a cargo del Estado; también el año siguiente los paramilitares
anunciaron su llegada al departamento del Cauca e iniciaron sus recorridos de la muerte en ésta y
otras zonas del departamento. El municipio de Cajibío se vio fuertemente azotado por la violencia
paramilitar, como señalaron las comunidades nasa durante las asambleas para la construcción del
Plan de Salvaguarda; no obstante no se pudieron indentificar fechas de eventos específicos.

TABLA 7. VIOLACIONES DE DERECHOS HUMANOS Y DIH CONTRA LA NACIÓN NASA 1995 –


2012, POR RESPONSABLES (CENTRO, ORIENTE Y REASENTAMIENTOS)

Actores Grupos Otros Total


Tipo de violación Paramilitares
Estatales insurgentes actores general
Amenaza Colectiva 0 13 21 34
Amenaza Individual 1 5 6
Asesinatos Políticos 1 9 29 2 41
Desaparición forzada 1 1
Detención arbitraria/Retención 141 141
Heridos 3 1 2 1 7
Reclutamiento forzado 1 1
Secuestro 1 2 3
Violencia Sexual/Tortura 2 2 4
Total general 148 12 49 29 238
Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

En el mes de septiembre de 2008, fue asesinado en la ciudad de Popayán el entonces gobernador


del cabildo indígena El Peñón, municipio de Sotará, ex consejero mayor del CRIC y ex presidente de
la Asociación de Cabildos de los Reasentamientos de Tierradentro, Nasa Üus. Según recordaron las
comunidades al referirse al líder asesinado, éste venía luchando en un proceso de Liberación de la
Madre Tierra en la finca Los Naranjos, ubicada en el municipio de Sotará. En reiteradas ocasiones,
el líder había sido amenazado y, también en varias oportunidades, había interpuesto la denuncia

94
ante los organismos del Estado, incluida la Dirección de Etnias del Ministerio del Interior. Sin
embargo, nunca recibió respuesta. Como recuerdan las comunidades, este proceso estuvo
precedido de reiterados señalamientos hacia la protesta social por parte del entonces presidente de
la República, Álvaro Uribe Vélez.

Las amenazas contra los líderes del proceso organizativo de los reasentamientos no cesaron. En el
mes de junio de 2010, Dagoberto Musse Mulcué, un líder de los reasentamientos, también fue objeto
de una amenaza por parte de cinco sujetos fuertemente armados quienes le ordenaron que
abandonara el territorio en un lapso de dos meses. Algunos meses después, en octubre de 2010,
mediante un comunicado, la Asociación de Autoridades Territoriales de los Reasentamientos del
Cauca Nasa Üus, denunció las amenazas constantes al entonces representante de los cinco
cabildos nasa de los reasentamientos ante la Consejería del CRIC y ex gobernador del resguardo
indígena Cxayu’çe fxiw del municipio de Cajibío, Cauca, Alcides Musse Mumucué. El proceso
organizativo de los cabildos de los reasentamientos, después de la avalancha de los ríos Páez,
Simbola, Moras y sus afluentes, ha desarrollado su lucha por el derecho al territorio y a la vida en un
nuevo contexto. Sin embargo, ha encontrado a su paso las ráfagas de fusil que han intentado
silenciarlos en varias oportunidades.

Casos de desplazamiento.

La mayoría de los desplazamientos a los que se refirieron las comunidades nasa de la zona oriente y
reasentamientos durante las asambleas para la construcción del Plan de Salvaguarda Nasa son de
tipo económico. Como señalaron en varias oportunidades, la escasez de tierras ha obligado a
muchas personas a desplazarse en busca de mejores oportunidades laborales. Por este motivo, una
de las exigencias más fuertes es la celeridad en los procesos de titulación, saneamiento y
ampliación de los resguardos, así como el reconocimiento del territorio ancestral de la Nación Nasa.
Ambas demandas son consideradas por las comunidades nasa de esta zona como las únicas
garantías para su pervivencia en un pleno ejercicio de sus derechos.

Las comunidades nasa de la zona oriente hicieron referencia a dos desplazamientos que ocurrieron
en los años 2001 y 2002 en el municipio de Silvia, particularmente en el cabildo La Gaitana y en el
resguardo de Pitayó, respectivamente. Según contó la gente durante las asambleas, los
paramilitares obligaron a una familia del cabildo La Gaitana a desplazarse. Luego, en 2002, ocurrió
un desplazamiento masivo por acciones bélicas en el resguardo de Pitayó. El presunto responsable
fue el ejército. Este mismo resguardo, sin embargo, más que un lugar de expulsión, es considerado
como un resguardo receptor de la población desplazada del municipio de Jambaló, que en reiteradas
ocasiones se ve forzada a migrar para proteger su vida.

En lo corrido del año 2013 las comunidades nasa de la zona de reasentamientos reportaron un
evento de desplazamiento9 relacionado con la precaria situación territorial en la que se encuentran
las comunidades nasa de esta zona, como mostraremos más adelante. Así lo denunció el Cabildo
Raíces de Oriente durante la audiencia pública realizada en el mes de julio del presente año. La
audiencia se realizó con el objetivo de “denunciar la violación del derecho al territorio, los derechos
humanos y el desacato al fallo de tutela por parte del Alcalde de Piendamó y para poner en

9 Este desplazamiento no aparece en las cifras reportadas aquí, por haberse establecido 2012 como año de corte del
informe.

95
conocimiento de todas las autoridades y entidades defensoras de los derechos humanos la situación
de 24 familias que han sido desplazadas desde el día 25 de marzo”. Como señala la resolución
emitida (2013), en el marco de un conflicto interétnico, “la comunidad indígena nasa perteneciente al
Cabildo Raíces de Oriente se encontraba en posesión pública, pacífica e ininterrumpida por más de
siete años en el predio denominado La Alsacia en la vereda Octavio, municipio de Piendamó, donde
ejercían sus derechos fundamentales a la vivienda digna, a la vida, al trabajo, a la honra, a la paz, a
la intimidad personal y familiar, así como los derechos fundamentales de los niños a la vida, a la
integridad física, la alimentación equilibrada, la educación, la recreación, al desarrollo armónico e
integral.

De forma reiterada, los miembros de la comunidad indígena nasa perteneciente al Cabildo Raíces de
Oriente venían siendo víctimas de amenazas, actos de discriminación racial, injurias e intimidaciones
desde principios del año 2013, por parte de algunos sectores de la población. Dicha situación fue
puesta en conocimiento de las autoridades administrativas del municipio de Piendamó. Sin embargo,
el día 25 de marzo de 2013, en horas de la noche, miembros de 24 familias de la comunidad
indígena nasa fueron víctimas de los delitos de desplazamiento forzado agravado, tortura y
genocidio por parte de un grupo de personas armadas que ingresaron al predio citado mencionado.
Sin embargo, el Alcalde municipal de Piendamó, Wilson Rodallega Quilindo ha sido renuente a la
hora de garantizar los derechos fundamentales de la comunidad nasa a la vida, a la dignidad, a la
integridad, al trabajo, a la alimentación, al territorio (Cabildo Raíces de Oriente, 2013).

Putumayo, Caquetá y Nariño

Los departamentos de Putumayo, Caquetá y Nariño conforman una unidad socio-política y


geográfica que, en términos de las dinámicas del conflicto armado, nos permiten tratarla como una
región que comparte bastantes características. De esta región también hace parte el Cabildo Nasa
Uh, ubicado en el municipio de Ipiales y el resguardo de Suspizacha y el Cabildo Nasa Seth, en
Piamonte (Cauca); aún cuando los resguardos y los cabildos administrativamente hacen parte del
departamento de Nariño y Cauca, su comportamiento en términos sociales, culturales, políticos y
económicos en relación con el conflicto armado nos permite incluirlo en la dinámica del
departamento de Putumayo.

En relación con la Nación Nasa, esta dinámica está articulada alrededor de varios hilos que
entretejen la complejidad de la región. Entre ellos, vale la pena destacar el impacto de las
economías extractivas y de enclave que han configurado históricamente la región; los efectos de la
puesta en marcha del Plan Colombia, el Plan Patriota y el Plan Consolidación; la declaración del
Putumayo como Área estratégica minera; la presencia de los nasa en la región que es percibida por
diversos actores como “reciente” y sus expectativas territoriales que han generado conflictos
interétnicos10; la falta de titulación de resguardos que se traduce en una alta precariedad territorial; la
baja densidad demográfica de la Nación Nasa en comparación con otras regiones donde éstos
hacen presencia, entre otros. Anudados, todos estos hilos explican por qué la violencia política en
esta región es una de las que impactan con más agudeza a la Nación Nasa.

10 Como mostramos en el apartado sobre la ubicación actual de los nasa, esta versión sobre la presencia reciente de
los nasa en los departamentos de Putumayo y Caquetá fue interpelada y cuestionada por un mayor uitoto de 83
años quien señaló que los nasa eran originarios de la Amazonía.

96
La dinámica del conflicto armado en Putumayo está marcada por la presencia de diferentes actores
armados ilegales. Desde finales de 1987 hasta mediados de 1991, tuvo lugar la primera ola
paramilitar asociada al narcotráfico, con la conformación de dos grupos conocidos como Los
Macetos y Los Combos. Fue precisamente en 1987 cuando el cartel de Medellín, en cabeza de
Gonzalo Rodríguez Gacha, alias “el Mexicano”, se asentó en el Putumayo y logró consolidar una
alianza, que duraría, poco con el Bloque Sur de las FARC. A raíz de las “traiciones” mutuas, los que
una vez fueron aliados, terminarían convirtiéndose en enemigos. Esto desembocó en la creación de
una nueva alianza contrainsurgente entre el capo del cartel de Medellín y el ejército colombiano.
Tanto Los Macetos como Los Combos fueron expulsados por las FARC en 1991, fecha en la que la
organización insurgente consolidó su hegemonía en el departamento con la creación del frente 48,
con presencia en el bajo Putumayo. Antes de su creación, en la zona ya operaba desde principios de
la década del ochenta, y lo sigue haciendo, el frente 32 de las FARC. A finales de la década del
noventa, los paros cívicos en el Putumayo, las marchas cocaleras impulsadas en respuesta a las
nefastas políticas de fumigación aérea en los departamentos de Guaviare, Caquetá, Putumayo y
Meta alertaron a los paramilitares sobre el despliegue político y militar de las FARC. Así, en 1998, el
Bloque Sur de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) entró a disputarles el territorio hasta el
momento de su desmovilización en 2006 (GMH, 2012). Para entender los efectos e impactos de
estas disputas políticas, territoriales y militares, a continuación realizaremos un balance aproximado
sobre la situación de violencia política contra los nasa en el periodo comprendido entre 1995 y 2012.

La dinámica del conflicto armado en el territorio nasa del Putumayo

El 30 de agosto de 1996, las FARC llevaron a cabo la toma de la base militar Las Delicias en el
municipio de Puerto Leguízamo, departamento de Putumayo. Por esos mismos días, el paro
cocalero prendió las alarmas sobre lo que estaba ocurriendo en los departamentos de Putumayo,
Caquetá, Guaviare y Meta. El clan de los hermanos Castaño, que se encontraba en el proceso de
reunir y consolidar bajo una sola organización los grupos paramilitares del país, no hizo caso omiso
a la situación. En 1998 decidieron conformar el bloque Sur Putumayo para disputar el poder que las
FARC estaban ejerciendo en el departamento de Putumayo. Las AUC también llegaron en ese
mismo año al departamento de Caquetá y se instalaron en los municipios de Morelia, Florencia,
Belén de los Andaquíes, San José del Fragua, Albania, Curillo, Solita, Valparaíso, Milán, Solano,
Montañita, Paujil y El Doncello (Defensoría del Pueblo, 2008). Después de la incursión de las
autodefensas, la violencia se agudizó en ambos departamentos. Sin embargo, su entrada también
coincidió con otros acontecimientos que ocurrieron a nivel nacional y que tuvieron fuertes
repercusiones a nivel local, como mostraremos a continuación.

El año de 1998 marcó el inicio del período presidencial de Andrés Pastrana, en cuyo gobierno se dio
la aprobación del paquete de “ayuda económica” conocido como Plan Colombia. Un año después se
instalaron las mesas de negociación entre el gobierno y las FARC en la zona de distensión,
particularmente en el municipio de San Vicente del Caguán, departamento de Caquetá, aunque la
“zona despejada” también incluyó otros cuatro municipios del departamento del Meta.

Según el Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH, en ese mismo año,
el mayor número de confrontaciones en el departamento de Putumayo se concentraron en el Medio
y Bajo Putumayo, cuya mayor intensidad se sintió en los municipios de Puerto Asís, San Miguel y
Valle del Guamuez. Para este mismo año, la dinámica de las confrontaciones en el departamento de

97
Caquetá tuvo un nivel menor de intensidad (Observatorio del Programa Presidencial de Derechos
Humanos y DIH, 1999). En realidad, puede decirse que “los tres años de negociaciones de paz entre
la guerrilla de las FARC-EP y el gobierno nacional son recordados por las comunidades de San
Vicente del Caguán como un momento de relativa calma, auge económico y libre circulación por el
municipio.

Sin embargo, el fin de la zona de distensión enmarcó de forma abrupta la intensificación de la


confrontación armada, golpeando de manera contundente a los y las habitantes de la región. Según
las comunidades, en el marco del Plan Patriota y la Consolidación del territorio se presentaron de
forma sistemática violaciones a los Derechos Humanos e infracciones al Derecho Internacional
Humanitario, como ejecuciones sumarias, el desplazamiento, la restricción de alimentos e insumos
para la vida en el campo, las desapariciones forzadas, el pillaje, los maltratos de todo tipo y el
señalamiento constante a las comunidades de pertenecer a la guerrilla de las FARC. La llegada de la
Fuerza Pública a las comunidades rurales implicó, según sus pobladores y pobladoras, el robo de
animales, el acoso sexual a las jóvenes, los maltratos y la ocupación de bienes civiles. En este
sentido, las comunidades consideran que cuando el ejército nacional está cerca a sus fincas y
caseríos, la vida tranquila y sana termina y el temor se apodera de la gente (PIU San Vicente del
Caguán, 2011:66).

En 1999, los paramilitares iniciaron su incursión desde el municipio de Puerto Asís, donde se habían
asentado en el momento de su llegada, hacia el Valle del Guamuez y San Miguel. Fue precisamente
en los municipios de Puerto Asís, Puerto Caicedo y Valle del Guamuez donde las AUC construyeron
sus Escuelas de entrenamiento (GMH, 2012). Según lo documenta el Grupo de Memoria Histórica
(2012), los paramilitares buscaron ampliar su control territorial a través de las masacres y el terror.
Así, la masacre de El Tigre, en el Valle del Guamuez, marcó el inicio de la ruta del terror. Allí fueron
asesinados 28 hombres y otras 14 personas fueron lanzadas al río Guamuez. Por eso es tan común
escuchar entre los pobladores y pobladoras de la zona que “ese río tiene muchos muertos”. A esta
masacre le seguirían, algunos meses después, las de El Placer, una inspección del Valle del
Guamuez, y La Dorada, en San Miguel (GMH, 2012:49).

Para el año 2000, el número de combates en la zona entre San Miguel, el Valle del Guamuez (La
Hormiga), Orito y Puerto Asís, municipios en los que se concentra la explotación petrolera y donde
hay mayor presencia de cultivos de coca, aumentó en un rango entre 11 y 20 acciones. Las
confrontaciones se esparcieron hacia el límite con el municipio de Ipiales, en el departamento de
Nariño, y aumentaron en el municipio de Villa Garzón. En el caso de Caquetá, para este mismo año,
hubo un aumento en las confrontaciones armadas, particularmente en el municipio de Florencia.
Esta dinámica se mantuvo más o menos estable para el año siguiente, registrando un leve aumento
y expansión hacia el municipio de Puerto Rico (Observatorio del Programa Presidencial de Derechos
Humanos y DIH, 2001). El panorama empezó a cambiar nuevamente con la llegada de los
paramilitares en 2001, después de su retiro de la inspección al día siguiente de haber perpetrado la
masacre de El Tigre en enero de 1999 (GMH, 2012).

El año 2002 aparece como un año clave en la comprensión de la dinámica de las confrontaciones en
los departamentos de Putumayo, Caquetá y Nariño. La intensidad en la que ocurrieron las acciones
y confrontaciones armadas sólo es comprensible a la luz del entrecruzamiento de varios elementos:
la finalización de la zona de distensión con motivo del fracaso en las mesas de negociación entre el

98
gobierno y las FARC, la posesión presidencial de Álvaro Uribe Vélez quien puso en marcha la
política de seguridad democrática, arreciando la ofensiva de las Fuerzas Militares, así como la
intensificación en la estrategia de fumigación aérea en los cultivos de coca en el marco del Plan
Colombia y, más adelante, en el Plan Patriota.

Las confrontaciones armadas también se intensificaron en el departamento de Putumayo. Los


combates y acciones armadas se mantuvieron en un nivel de intensidad media en los municipios de
Orito, San Miguel y Valle del Guamuez en el bajo Putumayo, aunque se expandieron hacia los
municipios de Puerto Caicedo y Puerto Guzmán. Sin embargo, el cambio radical en la dinámica de
las confrontaciones fue más notable en el departamento del Caquetá. La intensificación de las
acciones militares, que llegaron a la par del repliegue de las FARC hacia las zonas rurales más
alejadas del departamento, se sintió con el establecimiento de una base militar en la Serranía de
Chiribiquete, con la creación de la base militar de Araracuara y con el fortalecimiento de la base
militar Tres Esquinas (Defensoría del Pueblo, 2007). El número de las acciones armadas en el
corredor que comprende los municipios de Puerto Rico y San Vicente del Caguán en el Caquetá, y
en los municipios de La Macarena, La Uribe y Vista Hermosa en el Meta, aumentó
considerablemente a un rango que oscila entre los 21 y los 50 eventos. Este incremento también se
hizo evidente en el municipio de Florencia, la capital del departamento de Caquetá (Observatorio del
Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH, 2003).

En el año 2003, la intensidad de los combates aumentó en relación con el año anterior. En el
departamento del Putumayo, fueron testigos de dicha agudización los municipios de Orito, así como
las zonas de frontera con el departamento de Nariño y con el departamento de Caquetá en
cercanías de los municipios de Puerto Asís y Puerto Guzmán. El aumento más considerable lo
experimentó, sin embargo, el municipio de Orito. El departamento del Caquetá no fue ajeno al
incremento de las confrontaciones armadas. De hecho San Vicente del Caguán y San José del
Fragua tuvieron un elevado incremento. El corredor que se había consolidado entre los municipios
de Caquetá y la parte sur del departamento del Meta, se amplió hasta alcanzar los municipios de
Puerto Lleras, Fuentedeoro, Granada, Villavicencio y Puerto López en el Meta, y la zona sureste del
departamento del Guaviare (Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH,
2004).

En 2004, el Bloque Sur de los Andaquíes de las Autodefensas Unidas de Colombia ingresaron desde
los municipios de Milán y Valparaíso al sector noroccidental del municipio de Solano, lo cual agudizó
el nivel de confrontación por los corredores de movilidad del Bloque Amazónico Rodolfo Tanas y los
frentes 15,48 y 32 de las FARC; también en Cartagena del Chairá y San Vicente se desarrollaron un
gran número de acciones del ejército. Un año antes, en 2003, los paramilitares ya hacían presencia
en la inspección El Danubio y en la vereda Alto Consaya, así como en la cabecera municipal de
Solano, en cercanías de la Base militar de Tres Esquinas. La presencia sobre este corredor que
comunica Solano con Araracuara aseguraba el control sobre la explotación de oro y permitía la
expansión de los cultivos ilícitos. La disputa por estos corredores estratégicos disminuyó cuando se
desmovilizaron los Bloques Sur de los Andaquíes, Héroes de Florencia y Héroes del Caguán de las
AUC en el mes de febrero de 2006. Eso no duraría mucho porque antes de iniciar el proceso de
desmovilización, los mandos medios de las AUC advirtieron que no iban a desmovilizar a todos sus
combatientes porque iban a constituir un grupo denominado “Águilas Negras”, como efectivamente
ocurrió. Por su parte en Orito las FARC desarrollaron una importante ofensiva militar (Defensoría del

99
Pueblo, 2007).

Fuente: Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH

En 2006, año en el que hubo un proceso de desmovilización paramilitar durante el gobierno de


Álvaro Uribe Vélez, fuertemente cuestionado por organismos internacionales y nacionales de
derechos humanos, se registró un incremento significativo de las confrontaciones armadas en estos
departamentos. En el caso del Putumayo, hubo un aumento de la intensidad de los combates entre
las FARC y la Fuerza Pública en la zona del bajo y medio Putumayo. La agudización de los
combates se dio sobre todo en los municipios de San Miguel y Valle del Guamuez (La Hormiga);
pero en Puerto Asís, Puerto Caicedo, Orito, Villagarzón y Puerto Guzmán se presentaron ese año 99
enfrentamientos entre ejército y fuerzas irregulares. En el departamento de Caquetá también hubo
un incremento considerable en el corredor que comprende los municipios de Puerto Rico, San
Vicente del Caguán y La Macarena, La Uribe, Mesetas y Vista Hermosa en el Meta. Las FARC, por
medio de los Frentes 15 “José Ignacio Mora” y 49 “Manuel Cepeda Vargas”, buscaron retomar el
control sobre los territorios que los paramilitares les habían arrebatado, lo cual les permitió volver a
ocupar los corredores que comunican con los departamentos de Cauca y Putumayo.

A esto se sumó el proceso de explotación petrolera que se inició en el municipio de Albania y en el


municipio de San José del Fragua, así como la construcción de la Carretera Marginal de la Selva
que comunicará a Ecuador y Venezuela, pasando por San José del Fragua (Defensoría del Pueblo,
2008). Estas renovadas pero históricas presencias, trajeron consigo más fuerza pública para
custodiar la infraestructura vial y petrolera, que en múltiples ocasiones fueron objeto de ataques por

100
parte de las FARC. Sobre la construcción de esta carretera se refirió uno de los miembros del equipo
regional de Caquetá al recordar una situación que vivió durante el proceso:

En la vía que va de Florencia a límites con Piamonte, están haciendo un


mejoramiento hacia San José de Fragua y de ahí para allá están pavimentando, unas
vías bien hechas y amplias para conectar con Piamonte que es una parte poquita
geográficamente que está en límites con el Putumayo. Cerca de esa vía, en el
municipio de San José de Fragua, está la comunidad El Portal, un resguardo nasa
que va a ser afectado. A mí me impactó mucho que en un viaje de Mocoa a Puerto
Guzmán, en ese trayecto donde nace el río Picudito y yo miré que estaban
balastrando y el señor dijo que le estaban echando un balastro que es casi tierra y
esa es toda la tierra que sacan de los pozos petroleros y prohibieron botar ese tipo
de tierra y la única forma fue echarlo en la carretera. Es un barro contaminado. Sin
embargo, en el tiempo de la lluvia ese barro va a caer al nacimiento del alto Picudito,
y ahí el primer resguardo es la comunidad nasa de San Luis Alto Picudito. Todos
esos efectos contaminantes van a llegar a esas comunidades y por ahí en el Piñuña
Blanco están otros resguardos nasa. Casi llegando a la cabecera, al nacimiento del
Picudito me dice el señor: aquí es el sitio donde están depositando toda esa basura y
contaminación, está más cerca del río Picudito.

En 2007, después de la desmovilización, en ambos departamentos empezó a registrarse la


presencia de Los Rastrojos, uno de los grupos paramilitares que surgió después de la
desmovilización al mando de alias “Jabón”. En ese año, los combates se agudizaron en la zona
fronteriza de Putumayo con el departamento del Cauca, expandiéndose hacia los municipios de Villa
Garzón, Puerto Guzmán y el sur de Mocoa. En el Caquetá se registró en 2008 una disminución de
las confrontaciones armadas, para presentar en 2009 un leve incremento en la intensidad de las
acciones en cercanías del municipio de Puerto Rico y San Vicente del Caguán (Observatorio del
Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH, 2008).

En el departamento del Putumayo, durante 2009, las confrontaciones se extendieron desde el


municipio de Ipiales, en Nariño, bordeando la frontera con Ecuador hasta el municipio de Puerto
Leguízamo y hacia el norte afectando los municipios de Puerto Asís, Puerto Caicedo y Villa Garzón.
Al año siguiente, las confrontaciones no se esparcieron hasta el vecino departamento de Nariño ni
estuvieron tan concentradas en toda la zona de frontera. En el año 2010, el Caquetá registró una
disminución de las confrontaciones bélicas. Éstas se concentraron en los municipios de Florencia,
San Vicente del Caguán, El Paujil y Puerto Rico. Es necesario recordar que “en 2010, San Vicente
del Caguán fue incluida en los municipios que forman parte del Plan de Consolidación y
Recuperación Territorial. Este Plan, que existe a nivel nacional desde 2009, tiene como objetivo
cumplir con la Política de Consolidación de la Seguridad Democrática, mantener la confianza
inversionista y avanzar en la política social efectiva. Sin embargo, las comunidades han expresado
su preocupación frente a la estrategia de acción cívico-militar, componente fundamental de los CCAI”
(PIU San Vicente del Caguán, 2011:67).

En Putumayo, entre 2010 y 2011, los municipios de San Miguel, Valle del Guamuez (La Hormiga),
Puerto Caicedo, Orito, Villa Garzón y Mocoa, registraron un nivel medio de confrontación armada.
Sin embargo, dicha confrontación aumentó en cercanía de los cascos urbanos de tales municipios,

101
precisamente los lugares donde los paramilitares habían establecido su dominio. Así, las tasas de
homicidio en los municipios de Valle del Guamuez y Puerto Caicedo superaron el promedio nacional
de la tasa de homicidios, que para el período entre 2010 y 2011 ascendió a 36.6 (Observatorio del
Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH, 2012). Este hecho parece coincidir con la
presencia de “bandas emergentes” o “bandas criminales” (como eufemísticamente le empezaron a
llamar a los mismos grupos paramilitares que nunca se desmovilizaron, que para este caso son Los
Rastrojos y Las Águilas Negras) en dos de los municipios donde por primera vez los paramilitares
establecieron sus escuelas de entrenamiento militar una década antes.

Al ritmo de las confrontaciones armadas y en el pulso constante por parte de todos los actores
armados por ejercer control sobre el territorio y sobre los corredores estratégicos, las tácticas de la
guerra se incrementaron y diversificaron. Una de las prácticas que más ha afectado a la población
civil es el uso de Minas Antipersonal, que históricamente han sido usadas en la guerra para detener
el avance de las tropas enemigas, así como la presencia de municiones sin explotar en los
territorios.

En el conflicto armado colombiano, todos los actores armados han hecho uso de las minas
antipersonales. En una declaración del año 2000, el entonces coronel del ejército Fernando Tapia
reconoció que las fuerzas militares colombianas han hecho uso de las minas antipersonal como
estrategia defensiva para la protección de infraestructura para las comunicaciones y bases militares
(Unicef, 2000). En la actualidad, el ejército es la única institución autorizada, en la práctica, para
realizar las operaciones de desminado en Colombia. Decimos en la práctica porque aunque el
gobierno colombiano, en 2009, aceptó la participación de organizaciones civiles en procesos de
desminado, esta aceptación no se ha materializado a través de ninguna ley. El problema de que la
autorización sobre las operaciones de desminado recaiga únicamente en el ejército colombiano es
que dichas operaciones siguen una lógica militar y no una lógica humanitaria, lo cual, en definitiva,
sigue vinculando a la población civil en la guerra. En el caso de Putumayo y Caquetá, en varias
oportunidades la Nación Nasa se refirió a los peligros a los que se ven abocados en caso de avisar
sobre la existencia de un campo minado en su territorio. Precisamente porque a quien tendrían que
avisar es al ejército, lo cual, en la lógica de la guerra, los convierte en enemigos “del otro bando”.

Según el Programa Presidencial para la Acción Integral contra las Minas Antipersonal (PAICMA), en
el período entre 1995 y 2013, se presentaron 1.995 eventos por MAP/MUSE en el departamento de
Caquetá, mientras que el departamento de Putumayo registró para el mismo período 892 eventos.
Estos eventos incluyen: accidentes por MAP/MUSE, desminado militar en operaciones,
incautaciones y sospechas de campos minados. Históricamente, para el caso de Caquetá, los
municipios más afectados por este tipo de eventos han sido Florencia, Montañita, Puerto Rico, San
Vicente del Caguán, Cartagena del Chairá y El Paujil, mientras que en el caso de Putumayo han sido
Puerto Asís, en primer lugar, Orito, el Valle del Guamuez y Puerto Guzmán.

El período entre 2001 y 2003 es clave para comprender la variación en la dinámica de los eventos
relacionados con MAP/MUSE. En particular, en el departamento de Caquetá, en el año 2001 se
registraron 9 eventos, mientras que en el año 2002 la cifra aumentó significativamente a 98 eventos,
manteniéndose en alza hasta 2013. Fue el año 2010 en el que se registró el mayor número de
eventos, entre accidentes e incidentes, por MAP/MUSE: 291 eventos en total. Por su parte, en el
departamento de Putumayo, el aumento de los eventos ocurrió un año después, en 2003, cuando el

102
número total de eventos ocurridos ascendió a los 41, mientras que el año anterior sólo se habían
registrado 15 eventos. El cambio drástico en esta dinámica que tuvo lugar en el año 2002, y cuyo
registro más alto aparece en el departamento de Caquetá, sólo puede ser entendido en relación con
el fin de la “zona de distensión” después del fracaso de los diálogos de paz entre el gobierno y las
FARC. Y a esto debe sumarse la puesta en marcha del Plan Patriota y el aumento de las
confrontaciones que propició, así como el repliegue estratégico de las FARC. El total de número de
víctimas que ha cobrado el uso de esta estrategia militar por parte de todos los actores armados,
incluida la Fuerza Pública, ascendió a 1.108 víctimas civiles y militares en ambos departamentos en
el período entre 1995 y los primeros 3 meses de 2013 (PAICMA, 2013).

En el mapa 5, que registra los accidentes por MAP/MUSE que tuvieron lugar en el período
comprendido entre 2010 y 2011 en el departamento de Caquetá (representados mediante el símbolo
de la estrella morada), es posible apreciar la forma en que los campos minados funcionan como una
barrera que se extiende desde el Parque Nacional Natural La Macarena, en límites con el
departamento del Meta, y continúa bordeando por el río Guayabero y más adelante por el río
Balsillas, en cercanías del resguardo nasa de Altamira, municipio de San Vicente del Caguán, en una
zona donde se registran accidentes por MAP/MUSE. La barrera continúa bordeando el límite con el
departamento del Huila, en cercanías con el municipio de Algeciras, y sigue bajando hacia el
municipio de Puerto Rico, donde aparecen registrados accidentes por MAP/MUSE. Por ejemplo, el
ocho de enero de 2011, Caracol registró que en una zona rural del municipio de Puerto Rico
(Caquetá), unidades del Batallón Cazadores del Ejército detectaron y destruyeron un campo minado
instalado por integrantes de la columna móvil Teófilo Forero de las FARC. Algunos días después, el
“Diario el Huila” registró que en la vereda Las Perlas, en el municipio de San Vicente del Caguán, en
cercanías de un resguardo nasa, tropas de la IX Brigada del ejército desactivaron un campo minado
que estaba conformado por cuatro minas antipersonales. (Observatorio del Programa Presidencial
de Derechos Humanos y DIH, 2011). Al sur del municipio de Puerto Rico, en los municipios de El
Doncello y El Paujil, la intensidad de los accidentes disminuyó y nuevamente aumentó
significativamente en el municipio de Montañita, en cercanías de cinco resguardos Coreguaje, uno
Embera – Katío y uno nasa (Observatorio Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la
República).

MAPA 5. ACCIDENTES POR MAP/MUSE EN EL DEPARTAMENTO DE CAQUETÁ, 2010-2011

Fuente: Observatorio Presidencial de Derechos Humanos y DIH.

103
En el caso de Putumayo, es posible decir que los municipios en los que se registró el mayor índice
de confrontación armada (Puerto Asís, Orito, La Hormiga y Puerto Guzmán) coinciden con aquellos
en los que se registró el mayor número de eventos y víctimas por minas antipersonal y municiones
abandonadas sin explotar (MAP/MUSE) (Observatorio del Programa Presidencial de Derechos
Humanos y DIH, 2008). Como lo muestra el Mapa 6, en el período entre 2010 y 2011, la zona donde
más ocurrieron accidentes por MAP/MUSE es la que está en cercanías de la base militar de Teteyé,
en el municipio de Puerto Asís, cerca de la frontera con Ecuador, donde hay dos resguardos nasa
(Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH, 2012). Según contó la gente
durante las asambleas, también en el cabildo nasa Uh, municipio de Ipiales, hay campos minados.
Tres nasa han caído en las minas. En el corregimiento de Cofanía, municipio de Ipiales, hay una
base militar y casi todas las noches hay hostigamientos. En cercanías de la base, también hay una
torre de Comcel y ya ha habido varias amenazas de voladura de la torre.

MAPA 6. ACCIDENTES POR MAP/MUSE EN EL DEPARTAMENTO DE PUTUMAYO, 2010-2011

Fuente: Observatorio Presidencial de Derechos Humanos y DIH, 2012

El diario de campo de un miembro del Equipo del Plan de Salvaguarda ilustra la situación en la
actualidad:

La mancha humana de color verde que pinta el panorama del aeropuerto de Puerto
Asís, indica que la situación de militarización de la región no ha cambiado. En el
marco del Plan de Consolidación, largas filas de soldados rasos, con caras y
espíritus jóvenes y aventureros, vestidos de civil, descienden de los aviones de las
fuerzas militares. La mayoría lleva en sus espaldas una gran mochila camuflada. El
peso de la guerra. En la puerta del aeropuerto, otra larga fila de militares, al parecer
más experimentados e indescriptiblemente armados, los espera. En cuestión de
minutos, la mancha humana verde desaparece. Al parecer, no por mucho tiempo. Se

104
renueva de manera constante. Es en ese lapso en el que es posible ver qué hay del
otro lado de una de las avenidas principales de Puerto Asís. A un costado de la calle,
del otro lado de la entrada del aeropuerto, se encuentran estacionadas varias
camionetas de diferentes misiones humanitarias. Algunos kilómetros más adelante,
en la vía que de Puerto Asís conduce hacia el Valle del Guamuez, y en cercanías de
una de las primeras bases militares que es posible divisar a lo largo del recorrido,
aparecen varios carteles: “Vuélese, guerrillero”. Las imágenes de la guerra. Una
guerra bañada con la sangre del petróleo. A un lado de la carretera, un oleoducto de
gran tamaño: el transandino. Tubos, pozos y militares. El panorama de la región. La
coca ya no se ve, por los menos no por ahí cerca, donde hace algunos años era
posible registrar su presencia. “Para cada pozo, una base”, señaló con contundencia
un gran conocedor y líder nasa de la zona (Amador Ospina, 2013).

Con este escenario, no es coincidencia que en el marco del Plan Colombia hayan aumentado en el
país las divisiones y batallones del ejército nacional, que hoy ascienden a ocho divisiones con 31
batallones (GMH, 2012), como lo muestra el siguiente mapa 7:

MAPA 7. UNIDADES DE FUERZA PÚBLICA EN PUTUMAYO

Fuente: Grupo de Memoria Histórica, 2012

Los nasa explicaron la manera como entienden la presencia de actores armados en sus territorios y
la forma como dicha presencia los afecta. Durante la asamblea del cabildo Cerro Guadua, municipio
de Puerto Guzmán, un mayor lo expresó así:

Tenemos abandono total por parte del estado, el territorio ha presentado diferentes

105
atropellos por parte de la fuerza pública que patrulla constantemente el territorio
sagrado y a raíz del ejército tenemos la guerrilla que coloca minas antipersona, que
afecta la movilidad dentro de nuestro entorno, ya no se puede salir a realizar las
actividades del campo, la pesca y la cacería. El hecho de que estemos rodeados de
grupos armados hemos tenido señalamiento a líderes y comuneros, desplazamiento
y asesinatos. Por causa del conflicto que padecemos a diario se ve afectado el
proceso político que hemos emprendido, se mira que la población indígena en
muchas ocasiones no presta interés por la organización debido que temen ser
desplazados. Gracias al proceso que lleva el consejo regional indígena del Putumayo
Kwe´sx Ksxa´w se ha logrado motivar a la comunidad para conformar la guardia
indígena quien tendrá la tarea de brindar control territorial (Asamblea Cabildo Cerro
Guadua, Puerto Guzmán, Noviembre 23, 24 y 25 de 2012).

El territorio ha sido atropellado por la fuerza pública, recuerda el mayor, mientras señala una relación
de causalidad mediante la cual explica la manera como entiende la guerra y la lógica que para él
adquiere:

“La fuerza pública patrulla constantemente el territorio sagrado y a raíz del ejército
tenemos la guerrilla que coloca minas antipersona que afectan nuestra movilidad”.
En el sentido de su explicación, si no hubiera fuerza pública atropellando el territorio,
no habría guerrilla que instala minas antipersonal que afectan su movilidad y le
impiden realizar las tareas del campo, así como cazar y pescar para asegurar su
supervivencia y la de su familia. Los efectos de esta presencia armada, que funciona
a manera de círculo vicioso porque si unos están los otros también, se sienten todo
el tiempo a través de los señalamientos, los desplazamientos y los asesinatos que
vienen de lado y lado. Esta violencia, explica el mayor, también ha golpeado de
manera contundente los procesos político – organizativos de la Nación Nasa en el
Putumayo porque, como expresó el mayor, “se mira que la población indígena no
presta interés por la organización debido a que temen ser desplazados”.

Sin embargo, la intención de fortalecer el proceso organizativo a través de la conformación de la


guardia indígena se convierte en una oportunidad para hacerle frente al conflicto asegurando el
control territorial.

Así, los atropellos de la fuerza pública son denunciados constantemente por las pobladoras y
pobladores nasa. Tanto en el departamento de Caquetá como en el departamento de Putumayo la
población nasa ha denunciado la ocupación de bienes civiles y/o la instalación de bases y trincheras
al lado de bienes civiles por parte de los actores armados. La ocupación por parte del ejército de las
escuelas y centros de salud en las zonas rurales se ha convertido en una situación preocupante. A la
vez, la confrontación armada ha implicado violaciones masivas y sistemáticas a los derechos
humanos, como son los señalamientos, el confinamiento, los desplazamientos forzados y los
bloqueos económicos, los asesinatos, las masacres. A esto se suma el uso de armas
indiscriminadas en el marco de la confrontación armada, como las minas antipersonal o las prácticas
de bombardeo por parte de la Fuerza Pública que han dejado decenas de víctimas. A continuación,
nos detendremos en el fenómeno de desplazamiento forzado que ha afectado a la Nación Nasa de
los departamentos de Putumayo y Caquetá.

106
Casos de desplazamiento.

Los registros y análisis de Codhes (2010) sobre desplazamiento forzado en Colombia señalan que el
número de personas desplazadas en el departamento de Putumayo en el período comprendido entre
1999 y 2010 fue de 88.926, mientras que en el departamento del Caquetá fue de 117.949. Para el
caso del Putumayo, los municipios más afectados fueron Puerto Asís, Puerto Guzmán y Valle del
Guamuez, mientras que en el caso de Caquetá fueron, en orden de afectación, los municipios de
San Vicente del Caguán, Puerto Rico, La Montañita y El Paujil. Valga aclarar que estas cifras
corresponden a los departamentos y municipios de llegada (Codhes, 2010).

Según la Resolución Defensorial No. 26 de Octubre de 2002, “en el año 2000, la RSS registraba
7.248 desplazados, lo que arroja un promedio mensual de 604 personas. De acuerdo con la
información del Sistema Único de Registro de la Red de Solidaridad Social, durante el año 2001,
17.143 personas fueron expulsadas de municipios del Putumayo (Defensoría del Pueblo, 2002:10).
Más adelante, la Resolución agrega que los sectores de la población más afectados por el
desplazamiento forzado han sido los indígenas, los campesinos, los líderes comunales, los
inspectores, y en algunos casos, los promotores de salud, personas de las iglesias evangélicas y
sacerdotes católicos y los docentes. Uno de los sectores sociales que presenta mayores niveles de
riesgo frente al desplazamiento forzado es el de las comunidades indígenas que constituyen el 2%
del total de la población colombiana y representan el 8% del total de la población desplazada
(Defensoría del Pueblo, 2002:10-11).

Ahora bien: la gran mayoría de estos desplazamientos se dieron en la modalidad familiar o “gota a
gota”, de forma que las comunidades no tienen una memoria específica muy precisa sobre la
magnitud del fenómeno. De hecho, en las conversaciones con los y las participantes de las
Asambleas comunitarias para el Plan de Salvaguarda, fue difícil encontrar una familia que no hubiera
vivido un evento de desplazamiento forzado. Lo cual no significa que no se hubiesen presentado
hechos de desplazamiento masivo. La información recopilada da cuenta de que en el período
comprendido entre 1995 y 2013, se presentaron 63 casos de desplazamiento colectivo que afectaron
a todos los pueblos indígenas de ambos departamentos. El 19% de ellos (12 casos) ocurrieron en el
departamento de Caquetá, mientras que el 79% (50 casos) tuvieron lugar en Putumayo y el otro
caso en Nariño. Como veremos más adelante, 46 de esos casos fueron contra la Nación Nasa.

En los eventos de tipo colectivo se evidencia la trayectoria sobre todo hacia los cascos urbanos de
los municipios. Durante este período, el total de víctimas indígenas registradas por haber sufrido
desplazamiento forzado ascendió a 2.834. El año 2002 fue el que registró el mayor número de
eventos de desplazamiento: 17 en total, lo cual elevó la cifra de víctimas a 1.341 personas. La
responsabilidad de los eventos de desplazamiento forzado recayó en su mayoría sobre los
paramilitares. Del total de víctimas, 1.338 de ellas son responsabilidad de los paramilitares (Ver
Gráfica 22).

107
Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

En relación con los nasa, los registros sobre los eventos de desplazamiento forzado masivo en los
departamentos de Putumayo y Caquetá señalan que éstos ocurrieron entre los años 2000 y 2012 y
que la mayoría fueron hacia las cabeceras urbanas. Como lo señala la Tabla 8, un cálculo
aproximado indica que el número de eventos de desplazamientos masivos contra la Nación Nasa
ascendió a 46. Treinta y cinco de estos casos ocurrieron en el departamento de Putumayo; los 11
restantes en Caquetá y Piamonte (Cauca). El total de víctimas nasa registradas se aproximó a las
1.597 personas. Aunque estamos trabajando el periodo 1995 y 2012, antes del año 2000 no
aparecieron registrados eventos de desplazamiento sufridos por la Nación Nasa en esta región del
país, lo cual indica no sólo que el Plan Colombia detonó la crisis humanitaria, sino que hay un vacío
en la información al respecto.

TABLA 8. EVENTOS Y VÍCTIMAS DE DESPLAZAMIENTO FORZADO CONTRA LA NACIÓN


NASA 1995 – 2012 – POR MUNICIPIOS (PUTUMAYO, CAQUETÁ Y ALTO PUTUMAYO)

Total eventos de
Depto./Municipio Víctimas
desplazamiento
CAQUETA 11 611
BELEN DE LOS ANDAQUIES 2 80
EL PAUJIL 1 2
FLORENCIA 2 61
PUERTO RICO 3 87
SAN VICENTE DEL CAGUAN 2 164
VALPARAISO 1 217

108
PUTUMAYO 34 866
ORITO 2 20
PUERTO ASIS 2 127
PUERTO CAICEDO 12 513
PUERTO GUZMAN 11 84
PUERTO LEGUIZAMO 1 7
VALLE DEL GUAMUEZ 4 12
VILLAGARZON 3 223
Total general 46 1.597

Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

En términos de la dinámica de los eventos de desplazamiento, puede decirse que aumentaron año
tras año. En el año 2000, se registraron dos casos de desplazamiento contra la Nación Nasa,
mientras que dos años después, en 2002, ascendieron a 6. Sin embargo, el fenómeno principal ya
empieza a ser generalizado: el desplazamiento familiar, siempre imperceptible. La escalada de este
fenómeno y los impactos sobre la población nasa coinciden con la tendencia a la agudización del
conflicto armado en todo el país, orquestada al compás de la conformación de las Autodefensas
Unidas de Colombia (AUC), de la puesta en marcha del Plan Colombia, del fracaso del proceso de
diálogo y negociación entre el gobierno colombiano y las FARC y de la elección de Álvaro Uribe
Vélez como presidente de Colombia. Sin embargo, el año en el que se registraron más eventos de
desplazamiento fue 2008, cuando la cifra ascendió a 10 casos.

Los municipios que registraron casos de desplazamiento forzado en el departamento del Putumayo
fueron Orito, Puerto Asís, Puerto Caicedo, Puerto Guzmán, Puerto Leguízamo, Valle del Guamuez y
Villa Garzón. En el caso del Caquetá, los municipios que registraron población nasa desplazada
fueron Belén de los Andaquíes, El Paujil, Florencia, Puerto Rico, San Vicente del Caguán y
Valparaíso. Las mayores cifras de desplazamiento forzado de tipo colectivo tuvieron lugar en Puerto
Caicedo, Villagarzón y Puerto Guzmán, en el departamento de Putumayo.

En relación con la autoría de los eventos de desplazamiento forzado en ambos departamentos, es


posible observar que del total de 46 casos de desplazamiento, 8 correspondieron a respuestas
forzadas ante enfrentamientos de ambos actores (ejército y paramilitares, contra la insurgencia) que
desplazaron 438 comuneros y comuneras, el mayor número de personas afectadas; 17 casos fueron
adjudicados a la insurgencia y desplazaron 379 personas; los paramilitares en sólo tres eventos
desplazaron 313 indígenas; mientras el ejército lo hizo en 7 ocasiones y afectó 299 personas; los
“actores indeterminados” lo hicieron con 168. Es necesario mencionar que los 11 casos que
aparecieron bajo responsabilidad de otros actores indeterminados ocurrieron entre 2007 y 2012, los
años siguientes al proceso de desmovilización paramilitar. Esto significa que a los 3 que aparecen en
cabeza de los paramilitares, habría que sumarle estos últimos. Es decir, los paramilitares habrían
cometido el 31% de los hechos de desplazamiento forzado contra los nasa, mientras que la
insurgencia sería responsable del 37% y el 13% restante estaría en cabeza de la fuerza pública.

Estos eventos de violencia ocurrieron en los años 2000, 2002 y 2003. La mayoría de estos
desplazamientos, como ha sido ampliamente documentado, fueron cometidos en acciones conjuntas

109
entre los paramilitares y el ejército nacional. Los municipios más golpeados fueron Puerto Caicedo y
Villagarzón, en el departamento de Putumayo; y Valparaíso y San Vicente del Caguán en el
Caquetá.

En la asamblea del cabildo Nasa Yu´ Luucx, en el municipio de Valparaíso, varias de las personas
asistentes hablaron sobre la situación en la que se encontraban en relación con el desplazamiento:

En este cabildo han sucedido hechos graves que involucran a la comunidad en estos
últimos años. Está el caso de una compañera, Gobernadora del cabildo Yu´ Luucx.
Esta compañera fue amenazada por los grupos armados, que en ese entonces eran
las AUC, en ese entonces vivía en el cabildo Yu´ luucx del Municipio de Valparaíso al
año 2007. El primer desplazamiento se hizo hacia el municipio de Valparaíso.
Después por continuar con la amenaza le tocó salir para la ciudad de Florencia
(Asamblea cabildo nasa Yu´Luucx, diciembre 5 y 6 de 2012).

Quienes participaron en la asamblea señalaron dos elementos clave en la comprensión de la


dinámica que adquiere el desplazamiento forzado: el primero de ellos, hace referencia a la persona
que es obligada a desplazarse. En este caso, como en muchos otros, fue una mujer que ejercía el
cargo de gobernadora de uno de los cabildos nasa del departamento de Caquetá. Aunque no se
refirieron con detalle a las implicaciones de esto, en términos políticos y organizativos son estas
personas que lideran los procesos sobre quienes recaen la mayoría de amenazas, señalamientos,
desplazamientos y asesinatos en caso de no atender a la orden impartida: salir del territorio. Sin
embargo, y este es el segundo elemento, no fue suficiente con salir del territorio hacia el casco
urbano del municipio de Valparaíso. Nuevamente las amenazas la alcanzaron allí, obligando a esta
persona a desplazarse nuevamente hacia la capital del departamento.

Recientemente, en el mes de junio de 2012, tal como aparece referenciado en una carta dirigida por
la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz (2012) al presidente de la República, Juan Manuel
Santos, “el día 11 de junio hacia las 10:00 a.m. en el caserío Puerto Silencio en horas de la mañana,
dos indígenas del pueblo Siona fueron víctimas de mina antipersonal, perdiendo uno de ellos la vida
y el otro parte de sus extremidades inferiores. Por esta situación, 34 familias del cabildo indígena
Nasa Kwesx Kiwe, Chorrolargo, del corregimiento de Piñuña Blanco, municipio de Puerto Asís, se
desplazaron de sus viviendas, concentrándose en la escuela de la comunidad ubicada a orillas del
río Piñuña Blanco. Otras seis familias del cabildo se desplazaron y concentraron en el caserío de
Puerto Bello. Los daños irreparables a la vida e integridad de las comunidades indígenas y el
desplazamiento forzado de indígenas y campesinos, ocurrió en medio de la militarización de
efectivos regulares de la brigada 27 de Selva del ejército nacional” (Comisión Intereclesial Justicia y
Paz, 2012).

La mayoría de las asambleas que se llevaron a cabo en los departamentos de Putumayo y Caquetá
para la construcción del Plan de Salvaguarda enfatizaron sobre el impacto del desplazamiento
forzado en sus vidas. Los relatos hacen referencia, sobre todo, a eventos de desplazamiento
recientes. Sin embargo, aparecen asociados con procesos de desplazamiento previo que se
remontan a la época de la conquista ibérica y que continúan durante la violencia de la década del
cincuenta. Precisamente, es a través del desplazamiento que generó la violencia bipartidista que la
mayoría de los nasa que viven en el Putumayo explican su presencia en la zona. Sin embargo, como

110
recordó un mayor nasa en uno de nuestros encuentros:

Estar en el Putumayo es volver a esos territorios de donde fuimos desplazados en


las épocas de la conquista. Somos originarios de la Amazonia, antes salimos de ahí
por tanta violencia. En el Cauca se dio la violencia y salimos de ahí nuevamente,
ahora estamos retornando a territorios que antes habían sido nuestros (Reunión
Equipo Nacional, Plan Salvaguarda, Febrero 15 de 2012).

El relato del mayor profundizó en los motivos por los cuales los nasa se encuentran actualmente en
el Putumayo. El hilo que estructura su relato es la violencia que han vivido en diferentes momentos
históricos y las guerras que los han obligado a desplazarse hacia otros lugares. “Retornar a
territorios que antes habían sido nuestros” es el referente que explica los múltiples procesos de
desplazamiento y la manera como se ha configurado el territorio nasa en respuesta a los fenómenos
de violencia de los que han sido objeto.

Para referirse a la violencia actual y los impactos del desplazamiento, un mayor nasa señaló durante
la asamblea del resguardo Kiwnas Cxhab del municipio de Puerto Asís, en el bajo Putumayo:

Anterior a los años del 2007 la violencia en el casco urbano se vivió intensamente. El
temor de salir al casco urbano era bastante aterrador, la cabecera municipal vivió la
violencia más desastrosa por parte de los paramilitares. En las veredas cercanas del
resguardo también estuvo la violencia, a partir del año 2006 fue cuando se
desplazaron las familias por temor de ser asesinados. La violencia contra los líderes
era de alto riesgo, motivo por lo cual se detuvo el proceso organizativo. La
militarización se intensificó cada vez más hasta el punto que no se podía andar por el
territorio, la cacería como mecanismo de subsistencia de la familia se vio afectada
(…). Pero todos los indígenas somos desplazados desde 1492 cuando se dio la
llegada de los colonizadores. Por eso estamos acá. Actualmente toda la población
del resguardo es desplazada del departamento del Cauca por causa de la violencia
que se desarrolló en los años cincuenta por parte de los partidos políticos que en la
actualidad existen: el partido conservador y el partido liberal (Asamblea Resguardo
Kiwnas Cxhab, Puerto Asís, 2012).

Los cascos urbanos de estos municipios se convirtieron en espacios de terror, al punto que la gente
evitaba frecuentarlos. Algunos de los desplazamientos a los que se refirieron quienes participaron
en las asambleas fueron de carácter preventivo, “por temor a ser asesinados”, como lo recuerdó uno
de los mayores que intervino. Los actores armados, de diversas formas, siempre buscan involucrar
a la gente, configurando y dándole forma a la relación binaria amigo/enemigo que estructura la
lógica de la guerra. Varias personas comentaron las diversas maneras en las que los actores
armados buscan involucrarlos: pidiendo una moto prestada, pidiendo que guarden los alimentos en
sus hogares, estableciendo vínculos amorosos con algún miembro de la familia, entre otros.

El relato anterior explica que la presencia de los nasa en la región de Putumayo (pero también de
Caquetá) está asociada con el desplazamiento que se vieron forzados a hacer durante la violencia
de los años cincuenta. Sin embargo, es importante mencionar también que varias asambleas
contaron con la participación de comuneras y comuneros desplazados en los últimos años del

111
departamento del Cauca.

En términos de los movimientos migratorios, parece urgente preguntarse por las razones que
impulsan a los nasa a “huir” de la violencia de sus antiguos lugares de residencia para buscar
“refugio” en otro lugar que, paradójicamente, está igualmente afectado por la violencia política y
donde nuevamente pueden convertirse en potenciales desplazados o desplazadas.

También quienes participaron en la asamblea de los cabildos urbanos La Gaitana y Nasa Üus, en el
municipio de Florencia, Caquetá, señalaron que:

Uno de los principales factores que causan el desplazamiento en los pueblos


indígenas es la presencia de la Fuerza Pública, paramilitares y grupos guerrilleros en
nuestros territorios. Muchas personas también se desplazan por temor a que sus
hijos sean reclutados por los grupos armados. Hemos tenido muchos casos de
jóvenes que no quieren desplazarse y tampoco quieren ser reclutados y han optado
por el suicidio.

El desplazamiento, en la mayoría de los casos, aparece como un mecanismo de protección frente a


las agresiones que viven los nasa en sus territorios. Como expresa el relato anterior, una de las
amenazas más frecuentes en los territorios indígenas de Putumayo y Caquetá son los
reclutamientos forzados de los jóvenes. Para evitarlo, las familias deciden desplazarse. Sin
embargo, como señala también la narración, hay jóvenes que no quieren ni desplazarse ni tampoco
quieren ser reclutados y se inclinan la opción del suicidio. En el caso del municipio de Puerto Rico,
por ejemplo, uno de los municipios más golpeados por la violencia y que se ha convertido en
municipio receptor y expulsor de población, la amenaza aparece como el principal detonante del
desplazamiento y las FARC como el principal actor sobre el que recae esta responsabilidad (PIU
Puerto Rico, 2011).

El período entre 2000 y 2007 fue definido por los nasa de Putumayo y Caquetá como uno de los
más violentos. Esta violencia apareció asociada, sobre todo, a la presencia y presión paramilitar.
Las causas de los desplazamientos que fueron forzados a hacer aparecieron vinculadas a dos
motivos. El primero de ellos, la intensidad de la violencia directa que fue ejercida contra la población
nasa por parte de todos los actores armados; el segundo, los impactos de las agresivas
fumigaciones que tuvieron lugar en esta región después de la puesta en marcha primero del Plan
Colombia en 2000, después del Plan Patriota en 2004 bajo la política de seguridad democrática de
Álvaro Uribe Vélez y finalmente con el Plan de Consolidación. Todas las asambleas indicaron que
los procesos de desplazamiento que se vieron forzados a hacer estuvieron precedidos por las
fumigaciones y señalaron, además, que el proceso de desalojo y despojo al que fueron sometidos
por parte de los paramilitares hizo parte de una estrategia de las empresas petroleras “para
quitarnos lo que es nuestro”. La asamblea del cabildo Kite Kiwe (Floresta, Alto Coquetó), del
municipio de Puerto Asís, se refirió sobre este asunto:

Los paramilitares anteriores al año 2007 hicieron presencia permanente en los


territorios ocasionando muertes, intimidaciones, desplazamientos y asesinatos
masivos en las comunidades colonas, ocasionando miedo a los alrededores de la
población civil que de manera masiva desocupaban las tierras para poder proteger

112
sus vidas. Actualmente las tierras abandonadas cuentan con la presencia de
multinacionales extractoras de petróleo que se adueñaron con su estrategia de
desalojo a la fuerza por parte de los paramilitares (Asamblea Kite Kiwe, Noviembre
20, 21 y 22 de 2012).

En las narraciones de la gente, el año 2007 apareció como un punto de inflexión en la dinámica de
la violencia. Esto, al parecer, está relacionado con la manera como la gente experimentó y recordó
la violencia paramilitar antes de la desmovilización y todo lo que vino después de ella. Sin embargo,
toda la intensidad de la guerra sí apareció asociada al período anterior a 2007, como lo confirma el
siguiente relato. Como mencionamos antes, uno de los municipios más afectados por los eventos de
desplazamiento forzado fue Puerto Caicedo. Durante la asamblea que tuvo lugar en el cabildo nasa
Sek Kthanxita Kiwe (Alpes Orientales), la gente expresó:

La comunidad de los Alpes Orientales cuenta con una población pequeña y el motivo
de la salida de los comuneros se da por causa del conflicto armado en el territorio.
Esta comunidad en los años 2001 hasta el 2005 la violencia por parte de los
paramilitares y la guerrilla se incrementó a unos niveles altos y nos obligó a dejar
nuestras tierras, los que se resistían a dejar sus propiedades fueron asesinados de
forma masiva acabando con sus familias y las cosas materiales, pues se llevaban los
objetos que tenía valor. (…) Otra de las afectaciones que actualmente han significado
problemas en la comunidad son las fumigaciones aéreas que se realizan de forma
indiscriminada en el territorio causando grandes impactos ambientales a la flora y la
fauna, pero a la vez también ha causado desplazamiento por causa de las
fumigaciones de los cultivos lícitos, dejando a la comunidad sin alternativas
económicas y sin productos alimenticios para las familias (Asamblea cabildo nasa
Sek Kthanxita Kiwe (Alpes Orientales), Noviembre 17, 18 y 19 de 2012).

En el mismo sentido se expresó la asamblea del Cabildo Kiwnas Cxhab (Alto Lorenzo), del municipio
de Puerto Asís, al señalar:

La fumigación aérea también es causante de la pobreza y del desplazamiento de las


familias, debido a que ha venido acabando con la autonomía alimentaria de las
familias que lo cultivan, la fumigación ha causado nuevas enfermedades en las
personas y en los animales, ha terminado con los bosques primarios y secundarios,
con las especies de fauna que han tenido que huir por que no encuentran su
alimentación por motivo que las fumigaciones que se realizan cada tres meses no
permite que se puedan recuperar las zonas afectada. Como habitantes de estos
territorios vemos que el gobierno está en la obligación de reparar estas tierras que
han dejado de ser aptas para la agricultura, la población indígena que habitamos
estos sectores nos vemos vulnerados de todos los derechos no hemos tenido la
protección de ninguna institución o funcionarios encargados de proteger los derechos
individuales y colectivos de la Nación Nasa (Asamblea Cabildo Kiwnas Cxhab (Alto
Lorenzo), Noviembre de 2012).

113
Los otros ataques directos contra los nasa en el Piedemonte Amazónico

En el período comprendido entre 1995 y 2012, los pueblos indígenas del departamento de Caquetá y
Putumayo fueron fuertemente golpeados por la violencia. Lo primero que se observa sobre la
dimensión y complejidad del problema es la cifra total de violaciones e infracciones individuales de
los derechos humanos y el DIH que en dicho período ascendió a 518 violaciones. 60 de ellas, es
decir el 11%, ocurrieron en el departamento de Caquetá, una en Nariño y las 457 violaciones
restantes tuvieron lugar en el departamento de Putumayo, lo que significa un 88% del total. De ese
total de 517 violaciones contra los pueblos indígenas de ambos departamentos, 175 de ellas fueron
cometidas contra la Nación Nasa.

Como lo muestra la Gráfica 23, las violaciones contra la Nación Nasa en los departamentos de
Caquetá y Putumayo empezaron a registrarse a mediados de la década de los noventa. El número
de víctimas en el período entre 1995 y 2012 habla de la magnitud del problema y de sus impactos
diferenciales en ambos departamentos: 174 víctimas en total; 147 de ellas en el departamento del
Putumayo, mientras que las 30 restantes corresponden al departamento de Caquetá. El año 2002
apareció con el registro más alto: 46 víctimas. Según lo señala la Resolución Defensorial No. 26 de
Octubre de 2002, “durante los años 2000 y 2001, continuaron las masacres, homicidios múltiples y
asesinatos selectivos por cuenta de las Autodefensas y otros grupos sin identificar, así como las
acciones bélicas y los asesinatos ejecutados por las FARC. La situación de violación de los
derechos humanos y del derecho internacional humanitario, durante ese periodo, fue mucho más
grave en el bajo Putumayo que en las otras regiones del departamento, en la medida que dicha zona
se convirtió en eje de la disputa territorial entre los citados actores armados. En efecto, en los
municipios que conforman la subregión se presentó una cadena sistemática de señalamientos,
asesinatos selectivos, masacres y desapariciones que ocasionó el desplazamiento forzado de
campesinos e indígenas, comerciantes y transportadores, la cual ha sido denunciada
permanentemente ante las instancias competentes tanto en el nivel nacional e internacional”
(Defensoría del Pueblo, 2002).

114
Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

La Gráfica 24 muestra que para el período en estudio, el asesinato político fue el tipo de violación
que golpeó con más fuerza a la Nación Nasa pues la cifra total para ambos departamentos ascendió
a 131 personas asesinadas. 109 de ellos ocurrieron en el departamento de Putumayo, donde la
violencia contra la Nación Nasa ha golpeado de manera más contundente a los nasa. El tipo de
violación que destaca es el reclutamiento forzado, cuya cifra ascendió a 24 casos. Es evidente el
subregistro de los casos de heridos y tortura, que en la región se generalizó con la llegada de los
grupos paramilitares. Como hemos venido señalando en gran medida este fenómeno se debe a la
“naturalización” de la violencia en regiones como ésta.

Frente a los señalamientos, el nivel de subregistro también es muy alto y por este motivo es difícil
obtener una cifra que muestre la intensidad de esta violación; en efecto, la cifra de las amenazas
colectivas e individuales apenas llega a 9 en total. Sin embargo, la alarmante cifra de asesinatos
sirve como indicador de la magnitud del problema. Según los relatos de los y las asistentes a las
asambleas, por lo general éstos fueron precedidos de los señalamientos y las amenazas.

Para el caso del Caquetá, la Corporación Caguán Vive (2011) emitió un comunicado de "Alerta de
campesinos e indígenas de Meta y Caquetá ante señalamientos tendenciosos". El comunicado
manifiestó su preocupación frente a una noticia publicada por el periódico El Tiempo el 19 de
septiembre de 2011, titulada "La reforma agraria de Jojoy", en la que se señala a las organizaciones
sociales de San Vicente del Caguán y La Macarena de ser organizaciones de la guerrilla y
atribuyéndoles a esta última el proceso de poblamiento de esta zona. Frente a esto, expresaron la

115
legitimidad, autonomía, legalidad e independencia de dichas organizaciones sociales, reconocidas
por el estado en su carácter de Juntas de Acción Comunal (J.A.C) y de cabildos indígenas
constituidos. Mostró que "el gobierno ha señalado de manera recurrente la necesidad de adjudicar
nuevas zonas de explotación petrolera, de fomentar megacultivos de palma aceitera y caucho y de
encontrar nuevas opciones que pongan a andar la locomotora minero-energética del gobierno actual
con el coltán. El llamado de alerta es, entonces, a la opinión pública, al pueblo colombiano, al
gobierno nacional, a la comunidad internacional por las posibles acciones que se tomen en contra de
las organizaciones sociales campesinas e indígenas” (Caguán Vive, 2011). La noticia tiene un
colofón: los indígenas nasa que se habían asentado en el resguardo Yaguara II luego de ser
desplazados, debieron desplazarse nuevamente hacia La Tunia ante el señalamiento de dicho
periódico.

Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

El panorama frente al registro de las desapariciones forzadas tampoco es muy alentador porque
para el período la cifra únicamente asciendió a 2 personas. Lo mismo sucede para el caso de las
detenciones arbitrarias, los heridos, los secuestros y las violaciones sexuales y/o torturas. La cifra
total de estas violaciones fue de 10 mujeres. En particular, aparecen registrados 5 casos de violencia
sexual, uno de ellos tuvo lugar en el departamento de Putumayo en el año 2006, otros dos
ocurrieron en el departamento de Caquetá en 2007 y 2008 y uno más tuvo lugar en el departamento
de Nariño, resguardo Nasa Uh del municipio de Ipiales, en el año 2012. Este último evento de

116
violencia tuvo un despliegue importante en los medios de comunicación. Según relata la denuncia,
documentada en el Banco de Datos de Derechos Humanos y Violencia política del CINEP:

“un militar adscrito al Batallón Plan Especial Energético y Vial No. 9 José María
Gaitán del Ejército Nacional violó en zona rural a una mujer indígena de 40 años de
edad, del resguardo Nasa Uh, del municipio de Ipiales, Nariño... Hacia las 6:30 p.m.,
de ese viernes, Floralba Yunda Dizú, de 40 años de edad, con retraso mental, salió a
buscar alimento para dar a los animales en la finca de su familia, ubicada dentro del
territorio del Resguardo Nasa Uh. De regreso a su lugar de habitación un militar del
BEEV Nº 9 que se encontraba a la orilla del camino la cogió por el brazo, Floralba se
soltó y corrió en dirección hacia su vivienda. El uniformado corrió tras ella, al
alcanzarla la tomó por la fuerza del brazo y la introdujo entre los matorrales
aproximadamente a 10 metros del camino y allí con violencia la accedió carnalmente.
El resto de militares se encontraban aproximadamente a 100 metros del lugar donde
fue accedida de manera violenta Floralba. Dos días después, Floralba contó a sus
familiares lo sucedido. El miércoles 23 de mayo, cinco días después de la violación,
militares del BEEV Nº 9 estuvieron a los alrededores de la casa de la familia Yunda
Dizú. El sábado 26 de mayo familiares de Floralba junto a ella se dirigieron a la Base
del BEEV Nº 9 para denunciar lo sucedido, fueron atendidos por el Capitán Jorge
William Chacua y el Teniente Werner Forero Gómez, quienes después de escuchar
la denuncia llamaron a la tropa para que Floralba identificara al soldado que abusó
de ella. Floralba por miedo no hizo el reconocimiento. El jueves 31 de mayo,
familiares de Floralba, interpusieron acciones legales pertinentes ante las
instalaciones de la Seccional de Investigación Judicial (SIJIN); este día, agentes
procedieron a la toma de los testimonios y ordenaron la remisión para valoración de
Medicina Legal. La toma del testimonio ante el Inspector de Familia no pudo
realizarse dadas las condiciones emocionales y mentales de Floralba".

Tal como lo documenta el Auto 004 y el Auto 092, la prostitución forzada, la violencia sexual y el
enamoramiento de mujeres y jóvenes indígenas hacen parte de una táctica bélica que potencia los
riesgos de las mujeres indígenas y muestra la manera como éstas son involucradas y victimizadas
en el conflicto armado por su condición de género.

Del total de las violaciones a los derechos humanos y al DIH contra los nasa en los departamentos
de Putumayo y Caquetá, el 33.3% fueron cometidas por los grupos paramilitares, el 30% por los
grupos insurgentes, el 18.8% por actores estatales y el 17.7% restante por otros actores violentos
(Ver Gráfica 25).

117
Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

Tolima
Lo determinante de los acuerdos de paz entre indígenas y la insurgencia de las FARC

Históricamente, las FARC han hecho presencia en el departamento del Tolima con los frentes 21, 25,
Tulio Varón y la Compañía Joselo Lozada. En particular, el frente 21 opera en el sur del Tolima,
exactamente en el Cañón de las Hermosas, Natagaima, Rioblanco, Chaparral, Roncesvalles, Rovira
y Cajamarca (Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH, 2002). Allí
nació la guerrilla comunista, que lideró Tirofijo, en el corregimiento de Marquetalia, a 15 km de lo que
es actualmente el resguardo Nasa We’sx. Al principio los nasa no sabían quiénes eran los recién
llegados. “Ellos se presentaron como la guerrilla, contó uno de los líderes nasa de la zona. Unos
deciden hacer parte de la guerrilla, otros no, la comunidad se divide y ahí empieza el coge-coge
entre los mismos nasa, porque otros se fueron a hacer parte del ejército” (Caviedes ed., 2007:38).
En este “coge-coge”, como lo nombró un líder nasa, murieron muchos nasa de uno y otro bando.
Esto generó, en definitiva, un ciclo de odios y venganzas que casi acaban con su familia porque,
como dijo: “en esa comunidad, todos somos familia” (Caviedes ed., 2007:42).

Esta historia de violencia adquirió matices particulares en el sur del departamento, en límites con el
norte del Cauca, cuna de los enclaves minifundistas de orientación comunista en la década del
cincuenta, que fue convertida en objetivo militar en 1964, cuando el ejército colombiano, apoyado
por el gobierno de los Estados Unidos, bombardeó la amenaza comunista de las llamadas (por el

118
Partido Conservador) Repúblicas Independientes. Dos años después, en 1966, se oficializó la
creación de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC (Pearce, 1992; Sánchez y
Meertens, 1985; Riaño, 2006; Molano, 2001).

En un proceso de reconstrucción autobiográfico, el líder antes mencionado tejió sus recuerdos


personales con la historia comunitaria para entender, desde una perspectiva histórica, cómo la
violencia afectó a los nasa de la región y la solución que encontraron para ello: la firma de un pacto
de paz con las FARC en 1996 (Caviedes ed., 2007). Según contó en un proceso de interlocución que
duró un año con un equipo de investigadores e investigadoras indígenas y no indígenas del Centro
de Cooperación al Indígena (CECOIN), hacia 1968 el ejército empezó a proveer todo el arsenal de
guerra a la comunidad nasa del resguardo de Gaitania y poco a poco se conformó lo que ellos
llaman una “autodefensa”. El papel del estado, en cabeza del ejército nacional, y su responsabilidad
en el cariz que adquirió el conflicto armado en esta zona es un asunto sobre el que poco se ha
hablado.

Él continuó su relato no sin antes aclarar que era un tipo totalmente diferente a las Autodefensas
Unidas de Colombia (AUC). Según recuerda, entre 1968 y 1980 no hubo asesinatos, pero sí hubo un
contacto constante de la comunidad con el ejército. En 1981, nuevamente hubo un período de
guerra después del asesinato de “Balín”, un comandante de las FARC. En 1985, la comunidad
empezó a hablar nuevamente del cabildo, aunque años atrás ya lo habían hecho en una oportunidad
los más viejos. Fue precisamente en 1985 cuando se fundó el cabildo y se logró la legalización del
resguardo Nasa Wesx, corregimiento de Gaitania, municipio de Planadas (Caviedes ed., 2007).

A principios de la década del noventa, Francisco Rojas Birry y Lorenzo Muelas visitaron Gaitania. En
medio del ambiente de la Asamblea Nacional Constituyente, el cabildo Nasa Wesx, cansado de los
saldos de la guerra, empezó a fortalecerse organizativamente y a hacer alianzas con las
organizaciones regionales. Al principio, según cuenta el líder, “fue difícil vincularnos al CRIT por dos
motivos principales: “el primero, es que como al ejército no le convenía que los indios tuviéramos
autonomía, nos decían que el CRIT apoyaba a la guerrilla, entonces nosotros lo mirábamos con
sospecha; el segundo motivo es que también en el CRIT decían que nosotros estábamos por fuera
porque teníamos una autodefensa y éramos aliados del ejército” (Caviedes ed., 2007:45). Los pijaos,
que eran la mayoría del CRIT, dijeron que no podían pertenecer a la organización estando armados.
En este sentido, el líder recordó que empezaron los primeros acercamientos con los miembros de la
comunidad que mantenían la autodefensa para que dejaran las armas. “Así se empezó a hablar de
buscar un proceso de paz con las FARC” (Caviedes ed., 2007:46). En esta vía, el cabildo promulgó
una ley en la comunidad para prohibir la tenencia y uso de armas.

Fue así como en 1996 los nasa del resguardo nasa de Gaitania, en presencia de la Cruz Roja, de la
Defensoría del Pueblo, del Ministerio del Interior, del obispo de Montelíbano, del Personero municipal
y de la alcaldía de Planadas, firmaron un pacto de paz con las FARC que le puso fin a la violencia en
el resguardo. Apelando a la autonomía de los cabildos y a la aplicación de su propia justicia, este
pacto nació como una solución para garantizar la paz dentro y alrededor de la comunidad de
Gaitania, históricamente afectada por la violencia. Los acuerdos que contiene el pacto, firmado el 26
de julio de 1996 y suscrito entre Virgilio López Velazco, gobernador del cabildo, y Jerónimo Galeano,
Comandante del Frente Joselo Losada de las FARC - EP, son: 1. Prohibición de las amenazas entre
campesinos e indígenas; 2. Prohibición del porte de armas dentro del resguardo tanto para

119
indígenas como para campesinos; 3. Exclusión del resguardo indígena y de todas las garantías que
ofrece la legislación indígena a quien es miembro de una comunidad, en caso de ingreso o
colaboración con los alzados en armas en conflicto (ejército, policía, cooperativas de seguridad); 4.
Sanción y castigo de los delitos de hurto dentro del resguardo por parte de las autoridades
indígenas. En caso de reincidencia, serán trasladados a la justicia penal ordinaria; 5. Prohibición de
la estadía de grupos militares, cooperativas de seguridad o alzados en armas dentro del resguardo
indígena; 6. En caso de que un miembro de la comunidad denuncie algún problema a los jefes de los
alzados en armas, el grupo transferirá el problema a las autoridades del cabildo; 6. Prohibición del
pago de impuestos a los alzados en armas.

Frente al pacto, el líder nasa mencionado señaló: “lo más importante es que el fortalecimiento de la
autoridad es un principio de identidad para los nasa. Esa autoridad que tuvimos para darnos
nuestras propias leyes nos fortaleció, primero para que la comunidad se desarmara y no siguiera en
la guerra. Pero después también sirvió para que la guerrilla nos respetara y no nos siguiera
persiguiendo. Y para que el ejército también nos respetara (…) El tratado de paz lo querían muchos
y ha servido porque los grupos armados no nos pueden mandar, aunque no tengamos armas”
(Caviedes ed. 2007:51).

Durante la asamblea de construcción del Plan de Salvaguarda que se llevó a cabo en el resguardo
Nasa Wesx de Gaitania, un mayor expresó:

La subsistencia de equilibrio y armonización es de suma importancia para la


comunidad, y por eso todos los comuneros somos los encargados de trabajar por el
porvenir de todos nosotros, y tenemos que tener muy en cuenta lo que piensan
nuestros mayores, ellos tienen más experiencia y proceso frente a esta situación, nos
ayudarán a tomar las respectivas decisiones frente a este conflicto social, como en
caso de este resguardo, las guerras son muy distintas y la mayoría es por causa del
conflicto armado. Ya que en nuestro país Colombia hay mucho conflicto, pero gracias
a Dios en nuestro resguardo se hizo un cese de fuego mediante un proceso de paz
hace un unos años atrás. Por esta razón hoy en nuestro territorio vivimos una vida
llena de plenitud, y somos un ejemplo para nuestro país que la paz si se puede
conseguir mediante los diálogos. Demostramos al país que la guerra con arma nunca
tendrá prosperidad y felicidad, más en las comunidades indígenas y en especial en el
pueblo nasa (Asamblea Resguardo Nasa Wesx, corregimiento de Gaitania, municipio
de Planadas, noviembre 23 y 24 de 2012).

La firma del pacto de paz es un punto nodal alrededor del cual se articulan las memorias de los nasa
del sur del Tolima, y tiene impacto en toda la región como un camino para tramitar los acuerdos
humanitarios entre indígenas y actores armados, especialmente la guerrilla. Este hecho marcó un
antes y un después en sus vidas y las ventajas positivas que trajo son sentidas por los comuneros y
comuneras de la zona que viven su vida tranquilamente.

En 2006 fue el acto de conmemoración a la que estaban invitadas algunas instituciones del Estado y
de organizaciones no gubernamentales de ayuda humanitaria. La mayoría brilló por su ausencia. En
realidad, “la convocatoria respondía a la coyuntura de una presencia armada del ejército y la policía
en los alrededores de la comunidad que afectaba el resguardo indígena” (Caviedes, ed, 2007:24).

120
Esta situación fue documentada ampliamente por la Nota de Seguimiento No. 028-08 de la
Defensoría del Pueblo, en la que se alertaba sobre la situación de riesgo que ya había sido
previamente anunciada en el informe de Riesgo No. 021-07 de la Defensoría del Pueblo. El 25 de
agosto de 2008, la nota de seguimiento señaló la situación de riesgo en la que se encontraba el
resguardo Nasa We´sx de Gaitania, al expresar: “Un segundo aspecto a referir como factor que
puede desencadenar riesgos para la población civil es el deterioro de las relaciones cívico militares
debido al reforzamiento, durante los últimos dos años, de los mecanismos de control por parte de la
fuerza pública que se han traducido en la restricción en el transporte de alimentos, carga y pasajeros
hacia ciertas zonas del municipio, como también en la implementación de redes de informantes del
ejército nacional, en la estigmatización y señalamiento a miembros de la comunidad como
colaboradores de la subversión y al incremento de las quejas por presuntos malos tratos”
(Defensoría del Pueblo, 2008).

Algunos meses antes de la conmemoración que tuvo lugar en el mes de julio de 2006, Sabas Pretelt
de la Vega, entonces Ministro del Interior y de Justicia durante el gobierno de Uribe Vélez, hizo
pública una acusación en contra de los gobernadores del resguardo Nasa Wesx que habían firmado
el acuerdo de paz con la guerrilla, señalando que estarían en condición de ilegalidad porque sólo el
gobierno colombiano podía dialogar con los actores armados ilegales. Frente a estas acusaciones, la
comunidad decidió conmemorar la firma de los acuerdos de paz para recordarse a sí mismos y al
país los motivos del pacto que había traído paz y tranquilidad a sus vidas (Caviedes ed, 2007).

A pesar de que el gobierno señaló en su momento la supuesta ilegalidad del pacto, generando
además nuevos señalamientos sobre quienes lo firmaron (el gobernador y la comunidad en su
conjunto), el número de víctimas de violaciones a los derechos humanos y al DIH registradas en el
período entre 1995 y 2012 habla sobre la importancia de estos diálogos y los efectos positivos que
han traído en términos de la mitigación de los impactos del conflicto armado sobre la vida de las
comunidades nasa del sur del Tolima. De hecho, la dura confrontación en los municipios donde tiene
presencia la Nación Nasa, no ha logrado romper esta dinámica de compromisos humanitarios. Y se
trata de muchas acciones que hubieran podido aniquilar el acuerdo.

Incremento del enfrentamiento militar

En la década de los noventa, la entrada de las autodefensas del Magdalena Medio, la consolidación
del Bloque Tolima de las AUC y del bloque Centauros (que apoyaron y cooptaron al grupo armado
que los antecedió, Rojo Atá) estuvo íntimamente ligada a la compra de tierras por parte del
narcotráfico que se encargó de establecer sus estructuras y cuerpos de seguridad privada y de
disputar el control territorial a las FARC (MOE, 2007). En 2005, “el impacto humanitario de la
confrontación armada en el departamento tiene su momento más álgido en la incursión de los
grupos de autodefensa que se expresa en el incremento de los asesinatos selectivos y las
masacres, a partir del año 1997 y con un énfasis mayor entre 2001 y 2003. La intensidad de la
violencia producida por los grupos irregulares pone al descubierto la existencia de una fuerte pugna
por el control de posiciones con elevado valor estratégico en zonas específicas del norte, centro, sur
y oriente del departamento” (Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH,
2005:2).

Según el Observatorio Presidencial de Derechos Humanos y DIH, en 1998, el mayor número de

121
confrontaciones en el departamento del Tolima se concentraron en el sur, en el límite entre el
municipio de Planadas y Rioblanco, donde se registró un pequeño foco de confrontación armada. Al
año siguiente, el departamento en general reportó un bajo nivel de confrontación al igual que la zona
nasa. En 2000, la intensidad y frecuencia de las confrontaciones nuevamente aumenta en el sur del
Tolima, desplazándose un poco hacia el occidente pero afectando de igual manera los municipios de
Planadas, Rioblanco, Ataco y Chaparral. En 2001 el nivel de intensidad de las confrontaciones
nuevamente disminuye en el sur del Tolima, llegando al nivel cero de confrontación (ver Mapa 7).

En el año 2002, la intensidad de las confrontaciones se incrementó en el sur del Tolima, al ritmo de la
dinámica de las confrontaciones que se estaban experimentando en los departamentos de Meta,
Caquetá, Huila y Putumayo después de la ruptura del proceso de diálogo y negociación con las
FARC durante el gobierno de Andrés Pastrana. La “mano dura” anunciada por el entonces
presidente de la república, Álvaro Uribe Vélez, golpeó con fuerza esta zona del departamento donde
se puso en marcha la “Operación Libertad II” en el marco del Plan Patriota.

MAPA 8. GEOGRAFÍA DEL CONFLICTO ARMADO EN EL TOLIMA (1996-1998 / 1999-2001)

Fuente: Oficina del Alto Comisionado para la Paz. Sala de Estrategia Nacional, Presidencia de la República. Procesado
por el Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH, Vicepresidencia de la República, 2002.

En los años 2003 y 2004, la dinámica de violencia en expansión que se había iniciado el año
anterior, continuó en expansión hacia el sur del Tolima, en dirección al norte del Cauca y Pradera y
Florida en el Valle, lo cual terminó por consolidar un corredor de confrontaciones armadas que se
unió también con el Huila; las confrontaciones se expandieron hacia los municipios de Ortega,
Coyaima y Roncesvalles, pero el nivel de intensidad más alto se concentró en los límites entre el
municipio de Planadas, Rioblanco, Ataco y Chaparral.

Dos años después, en 2006 y 2007, el nivel de confrontación armada aumentó en el sur del Tolima.

122
En los dos municipios tuvieron lugar 27 operaciones militares el primer año y 21 en el 2007
(Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH 2012). La Defensoría del
Pueblo, a través del Sistema de Alertas Tempranas (SAT) emitió un informe de riesgo11 que alertó
sobre la situación en la que se encontraba la población de los municipios de Chaparral y Rioblanco a
raíz de la intensificación de las confrontaciones entre el ejército y las FARC, que según esa
institución estaban marcadas por “el interés de la insurgencia para ejercer control poblacional
basado en la cooptación de las bases sociales, la intimidación, el terror, la amenaza y el destierro
[…] para preservar fuentes de abastecimiento, proteger los corredores de movilidad […] y la
conservación y comercialización de la amapola […] Y de otro lado, en las operaciones de control
territorial y de seguridad perimetral que la fuerza pública desarrolla […] para cortar y copar los
corredores de movilidad y repliegue de las estructuras guerrilleras de la zona”. (Defensoría del
Pueblo, 2007:2). Ante esta situación, el 15 de agosto de 2007, y después de otro informe de riesgo
proferido para alertar sobre la situación en el municipio de Planadas (Informe No. 21-07), la
Defensoría del Pueblo emitió una Alerta Temprana.

MAPA 9. GEOGRAFÍA DE LAS CONFRONTACIONES ARMADAS EN EL SUROCCIDENTE, 2007

Fuente: Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH, 2008

En 2009, nuevamente se armó el corredor que une el norte del Cauca, sur del Tolima y norte del
Huila. La intensidad en la confrontación aumentó afectando principalmente a Neiva, a un sector del
municipio de Planadas y a la zona ubicada en cercanías del municipio de Corinto, Caloto y
Santander de Quilichao en el norte del Cauca. Como muestra el siguiente mapa, el año 2010 es
bastante ilustrativo sobre la plena consolidación de un corredor de confrontaciones conectando
Buenaventura, descendiendo por el occidente de Cauca en los municipios costeros de López de
Micay, y Timbiquí con un alto nivel de confrontación que se fue proyectando, en menor intensidad,
11 Proferida el 13 de julio de 2007

123
hacia el centro, para nuevamente volver a agudizarse entre los municipios de Santander de
Quilichao, Caloto, Corinto, Miranda, Toribío, Jambaló y Caldono.

El nivel de intensidad de las confrontaciones disminuyó en el sur del Tolima, pero se volvió a
intensificar en cercanías del municipio de Neiva. Entre enero y junio de 2011, la intensidad de las
confrontaciones disminuyó en relación con el año anterior. La intensidad de la confrontación iba de la
mano del corredor de escape de Alfonso Cano, el comandante de las FARC.

MAPA 10. GEOGRAFÍA DE LA VIOLENCIA EN EL SUROCCIDENTE, 2010

Fuente: Observatorio Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH, 2011

En el mes de abril de 2010, con la financiación de USAID, el gobierno colombiano produjo la primera
versión del Plan de Acción Integral de la región Sur del Tolima en el marco de los Centros de
Coordinación de Acción Integral (CCAI) del Plan de Consolidación Territorial, heredero del Plan
Colombia (CCAI, 2010).

Durante el período 2010 y 2011 el Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y
DIH (2012) registró un nivel de mediana intensidad de confrontación en cercanías de los dos
resguardos nasa del sur del Tolima. En el resguardo Nasa Wesx de Gaitania se registró una tasa de
homicidios que superó la tasa promedio anual a nivel nacional (36.6) y la barrera de protección
frente a la avanzada del enemigo construida a través de los campos minados se registró en la
cantidad de accidentes por MAP/MUSE que fueron reportados y que, como muestra el siguiente
mapa, permiten visualizar la consolidación de dicha frontera que abarca desde el resguardo de
Gaitania, en el municipio de Planadas, pasando por Puerto Saldaña y llegando hasta San José de
las Hermosas, rodeando por uno de sus costados el Cañón de las Hermosas (los accidentes por
MAP/MUSE aparecen representados con el símbolo de la estrella morada) y extendiéndose hacia

124
los municipios de Pradera y Florida, en el sur del Valle, y Corinto y Miranda, en el norte del Cauca.
Por esta época, la presión militar en el Cañón de las Hermosas obligó al entonces líder máximo de
las FARC, Alfonso Cano, a desplazarse hacia las montañas del departamento del Cauca donde
finalmente fue asesinado el 4 de noviembre de 2001 por el ejército colombiano en la vereda El
Chirriadero, municipio de Morales, Cauca, en el resguardo de Honduras.

MAPA 11. CONFRONTACIONES ARMADAS Y ACCIDENTES POR MAP/MUSE


EN EL SUR DEL TOLIMA, 2010-2011

Fuente: Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH, 2012

Las violaciones de derechos humanos

Los datos corroboran que la estrategia indígena de los acuerdos humanitarios ha sido correcta.
Basta comparar los 11 asesinatos del año 1989 y los 3 de 1994, por ejemplo, con los ocurridos
posteriormente, para corroborarlo. A pesar de la fuerte confrontación armada en la región, entre el
año 1996 y el presente sólo se reportaron 3 asesinatos atribuibles a la guerrilla. En total, el número
de víctimas ascendió a 26 personas, de las cuales 14 aparecieron registradas entre 1995 y 2006,
mientras las 15 víctimas restantes corresponden al período entre 2011 y 2012. El aumento de las
cifras en los dos últimos años es una situación que preocupa a las comunidades nasa y que se hizo
manifiesta durante las asambleas para la construcción del Plan de Salvaguarda. La mayoría de las
víctimas se registraron en el resguardo de Gaitania y en el cabildo de Barbacoas, municipio de

125
Rioblanco. La Gráfica 26 muestra el total de víctimas por tipo de autor, tipo de violación y año.

Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

Durante las asambleas comunitarias del Plan de Salvaguarda en los cabildos de Las Mercedes y
Barbacoas, la comunidad percibió que el nivel del conflicto armado es poco intenso, contrario a lo
que sienten quienes viven en el resguardo Nasa Wesx de Gaitania quienes sienten que el conflicto
se volvió bastante intenso después de 2006 en el gobierno de Álvaro Uribe. En este caso, la
comunidad señaló que en el mes de noviembre de 2011 dos personas resultaron afectadas al caer
en un campo minado. Además, señalaron que no ha habido desapariciones forzadas ni tampoco
casos de violencia sexual. Al parecer, han experimentado algunos casos de reclutamiento forzado
pero no cuentan con los registros. Sobre esto señalaron:

El reclutamiento forzado a grupos armados es especialmente en los jóvenes que


tienen problemáticas económicas, afectivas y en muchas ocasiones no tienen el
apoyo de sus padres. Afectivamente se sienten muy solos y buscan la salida
ingresando a los diferentes grupos armados. Las autoridades tradicionales han
hecho lo posible para que estos casos no se den dentro de nuestros territorios, pero
ha sido imposible los jóvenes tienen mucho interés en ser parte de ellos, piensan que
al estar dentro de cualquiera de los grupos armados, se les va a cambiar la vida, ya
que en estos tiempos los grupos armados se encargan de inventar cosas que
atraigan a los muchachos, brindan cosas que jamás cumplirán. Por eso las

126
autoridades del Resguardo Indígena Páez de Gaitania (nasa We`sx) han dialogado
con estos grupos armados, para que en caso de que se den estos acontecimientos,
informen oportunamente, para hacer sus respectivas diligencias e irlos a traer, así
sea que el joven nasa este prestando el servicio militar, no tiene por qué ir, además
los indígenas estamos exentos de pagar este servicio militar. Esperamos que el
gobierno nos tenga en cuenta estas exigencias para que nuestros pueblos no sean
parte de esta guerra que no nos pertenece (Asamblea resguardo Nasa Wesx,
Gaitania, municipio de Planadas).

Como indica el relato, las autoridades indígenas han recurrido a los diálogos con los actores
armados para evitar que los jóvenes se vayan a la guerra. En la misma asamblea, un mayor se
refirió al respecto cuando contó que había rumores sobre una posible captura en su contra por
establecer dichos diálogos:

Hay rumores de que el ejército está formalizando una captura hacia mí, según ellos
porque he tenido unas conversaciones con la guerrilla. Yo siempre lo he reconocido y
les he dicho que como autoridades nos toca y nos corresponde hablar con ellos para
hacer unos acuerdos internos, para tener una buena relación y respetarnos
mutuamente, pero para la defensa de la comunidad. Eso no significa que nosotros
nos reunamos para hacer planes de cómo atacarlos ni ir en contra de ustedes, sino
porque es necesario para que ellos no lleven a nuestros jóvenes nasa a ser parte de
ellos, tampoco queremos que ellos se metan en los problemas internos ni en
nuestros territorios. Eso le dije al coronel Saavedra (Asamblea Resguardo nasa de
Gaitania, municipio de Planadas, Noviembre 23 y 24 de 2012).

En el caso del cabildo de Barbacoas, que no cuenta todavía con la legalización como resguardo, la
comunidad señaló que allí ha habido algunas amenazas y también algunos líderes que fueron
asesinados y cuyos responsables fueron las FARC y los paramilitares. Sin embargo, como
señalamos antes, su valoración es que el conflicto ha sido de intensidad muy baja, no registraron ni
casos de violencia sexual ni tampoco de reclutamientos forzados.

Sobre estas comunidades nasa del sur del Tolima puede decirse entonces que sus memorias
guardan la historia de violencia que tuvieron que vivir durante mucho tiempo, después de que
mataron a Gaitán y se encendió la guerra entre liberales y conservadores. Sin embargo, su relación
y experiencia de la guerra en la actualidad es diferente, como señalaron en una de las asambleas:

Nosotros como Pueblo Nasa vemos la guerra como un negocio, y un negocio de


ricos, porque es la forma como ellos consiguen sus recursos económicos para ellos
volverse más ricos. La guerra en una excusa para extraer recursos, pero que en
realidad enriquece a unos pocos y así sucesivamente viven a costa de hacer la
guerra a la población mayoritaria que somos nosotros los pobres. Bueno, en fin, eso
implica que la inversión social sea absurda e implique que a los programas que
tienen que invertir a beneficio de nosotros no se haga oportunamente, es por eso que
las personas campesinas y muchas comunidades indígenas tienen que pasar por
muchas necesidades causadas por el conflicto armado. Por esto como Pueblo nasa
no queremos que hagan bases militares de ningún grupo armado, y así evitar futuras

127
agresiones que perjudiquen a nuestras familias y comunidad en general (Asamblea
Resguardo nasa de Gaitania, municipio de Planadas, Noviembre 23 y 24 de 2012).

Casos de desplazamiento.

Los registros y análisis de Codhes (2011) sobre desplazamiento forzado en Colombia señalan que el
número de personas desplazadas por departamento de llegada, en el Tolima, sumó 105.390 en el
período comprendido entre 1999 y 2010. Los registros históricos señalan que el año 2001 registró un
número total de personas desplazadas que ascendió a las 11.977. En el año 2002, esa cifra
aumentó a las 12.450 personas desplazadas. Sin embargo, el registro más alto de desplazamiento
forzado tuvo lugar en el año 2010 cuando 14.138 personas fueron reportadas en situación de
desplazamiento.

En este mismo período los municipios donde se encuentran las comunidades nasa en el sur del
Tolima también se vieron fuertemente afectados por este fenómeno. Codhes (2011) señala que el
número de personas desplazadas en el municipio de Planadas fue de 4.447 personas, mientras que
en el municipio de Rioblanco fue de 7.180. La dinámica de desplazamiento en ambos municipios
varió en el período, pero el fenómeno fue más intenso en Rioblanco. El registro histórico de
desplazamiento forzado en Planadas señala que 2010 fue nefasto pues se registró una cifra de
1.303 personas desplazadas. En relación con el año anterior, en que ocurrieron 67 desplazamientos,
y siendo 513 personas el registro histórico más alto de desplazamiento en el municipio, la cifra es
realmente aterradora. En contraste, el municipio de Rioblanco registró las cifras de mayor número de
personas desplazadas en el año 2000 y 2001, cuando se reportaron 3.102 y 1.307 personas
respectivamente. El año 2010, en ambos municipios, cambió de manera abrupta la dinámica del
desplazamiento forzado que venía a la baja en años anteriores. El asunto es entendible a la luz de la
dinámica de confrontación que presentamos antes.

TABLA 9. NÚMERO DE PERSONAS DESPLAZADAS POR MUNICIPIO DE LLEGADA 1999-2010


(TOLIMA)

Municipio 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010
Planadas 430 272 140 5 513 466 425 406 154 67 1.303
Rioblanco 3.012 1.307 188 10 260 105 12 35 5 1.053

Fuente: CODHES-SISDHES, 2011

El 4 de septiembre de 2008, la Defensoría del Pueblo emitió el informe de seguimiento al informe de


riesgo 028-07 en el que expresa: “Un problema que se continúa presentando en el municipio de
Rioblanco es el desplazamiento forzado debido, por un lado, al accionar de la guerrilla que siembra
minas antipersonal, promueve el reclutamiento de niños, niñas y adolescentes y confina a los
pobladores; y por otro lado, a las operaciones de la fuerza pública para combatir a la guerrilla que en
algunos casos causan combates que causan temor a los habitantes. La población que se ha visto
obligada a desplazarse no declara ni registra su condición de desplazamiento en la ciudad de Ibagué
ni en el municipio de Rioblanco, sino que se asienta en la ciudad de Bogotá o en el municipio de

128
Soacha, Cundinamarca” (Defensoría del Pueblo, 2008:5). A marzo de 2008, según este informe, 228
familias habían sido incluidas en el Registro Único de Población Desplazada de Acción Social. De
igual manera, el informe identifica la amenaza y la realidad del reclutamiento forzado de niñas, niños
y adolescentes como uno de los motivos por los cuales las familias se ven obligadas a desplazarse.

En relación con los nasa, según la información con la que contamos y que fue recopilada a través de
las asambleas del Plan de Salvaguarda, los miembros de las comunidades únicamente refirieron un
caso de desplazamiento que tuvo lugar en el año 2009, y cuya cifra de víctimas ascendió a las 28
personas. Este evento de desplazamiento ocurrió en la comunidad Nasa Pxiakh, corregimiento de
Barbacoas, municipio de Rioblanco y fue propiciado por los grupos insurgentes.

Huila y Tierradentro

Como se refleja en la Gráfica 27, en la región de Tierradentro y occidente del Huila, la intensidad de
la confrontación armada ha sido menor que en el resto del territorio de la Nación Nasa. Según el
Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH (2012), el número de acciones
bélicas del ejército y la insurgencia en los últimos años ha sido bastante menor que en las otras
regiones. Los años más duros fueron 2006 y 2008, cuando tuvieron lugar entre 13 y 10 acciones en
toda la región. Específicamente en el área de Tierradentro y el área cercana al Huila (La Plata,
Nátaga, La Argentina, Íquira) se presentaron 71 acciones bélicas en todo el período. Agregando los
municipios huilenses más distantes de allí y con presencia de los nasa, el total es de 112 operativos
en 10 años, lo que en Putumayo o norte del Cauca se verificó en uno solo.

En 1998, según el Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH (1999), no
se presentaron confrontaciones armadas en la zona de Tierradentro ni en los municipios del
occidente del Huila donde hay población nasa: Íquira, Nátaga, La Plata, La Argentina y
Campoalegre. Sin embargo, la zona cercana a Neiva sí presentó algún nivel bajo de confrontación
(entre 1 y 5 eventos). También en 1999 y 2000 el nivel de confrontación se mantuvo bajo. En el año
2001 sí se registró una pequeña variación pues la confrontación aumentó en la zona cercana a
Neiva, donde se registraron entre 6 y 10 eventos. El mes de diciembre, hubo un ataque de las FARC
en el casco urbano del municipio de Inzá, que estaba dirigido en contra de la estación de policía que
se encuentra en el centro del casco urbano.

Ese mismo año, el 24 de septiembre, se constituyó legalmente el resguardo nasa-misak “La


Reforma” del municipio de La Plata, Huila. Paralelamente, la Novena Brigada del ejército nacional, a
través del Batallón de Infantería No. 26 “Cacique Pigoanza” instaló una base militar en los predios
del resguardo sin llevar a cabo el proceso de consulta previa con las comunidades afectadas. Los
conflictos por esta nueva presencia se agudizaron en la zona pues hubo un incremento de los
señalamientos, ataques y maltratos por parte de la fuerza pública, controles a la movilidad, entre
otros. Como mostraremos más adelante, la instalación de esta base militar en el resguardo La
Reforma desató un proceso de lucha que aparece en los recuerdos de las personas de la
comunidad.

129
Fuente: Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH (2012)

El año 2002 sí presentó una variación en la dinámica de las confrontaciones armadas con respecto a
los años anteriores: el nivel bajo de intensidad de las confrontaciones se mantuvo en la zona
occidente del Huila y en la zona Tierradentro. Pero en el mes de octubre de 2002, en el resguardo
Belalcázar, municipio de Páez, durante 20 minutos guerrilleros de la columna Jacobo Arenas y el
Frente 8 de las FARC hostigaron el puesto de policía, lo cual impidió el paso de aproximadamente
300 indígenas que se desplazaban desde el resguardo de Cohetando a Tálaga para asistir a una
asamblea de cabildos y juntas comunales del municipio. En esta acción, el joven Gabriel Embús fue
asesinado.

En ese año, también hubo un pequeño incremento en la intensidad en el municipio de La Plata, que
registró entre 6 y 10 eventos. Sin embargo, el alto nivel de intensidad de las confrontaciones que se
registró para ese año en los departamentos de Meta y Caquetá, luego del fracaso del proceso de
negociación con las FARC y de la llegada a la presidencia de Álvaro Uribe Vélez, tuvo un impacto
visible en el desarrollo de las confrontaciones que presentaron un alto nivel de intensidad al oriente
del Huila, en cercanías de los municipios de Algeciras, Gigante y Garzón. Pero también hubo otro
foco de agudización de las confrontaciones armadas hacia el norte del departamento, en respuesta a
la propagación de las confrontaciones que se presentaron de manera aguda en el sur del Tolima,
principalmente en los municipios de Planadas, Ataco y Rioblanco, extendiéndose hacia los
municipios de Aipe, Santa María, Palermo y Neiva. En este último municipio, capital del
departamento, el nivel de intensidad de las confrontaciones aumentó.

Como muestra el Mapa 12, el año 2003 fue el momento en el que se consolidó el corredor de
confrontación armada que unió al norte del Huila, sur del Tolima y norte del Cauca. Este corredor

130
afectó la parte occidental del municipio de Paéz, en los límites con el municipio de Jambaló, en el
norte del Cauca. En Neiva el nivel de confrontación pasó de 6 eventos. En los municipios del
occidente del departamento el nivel de confrontación se mantuvo bajo, a excepción de un pequeño
aumento en la intensidad registrado en el municipio de La Plata. La dinámica, en realidad, fue muy
similar al año anterior.

MAPA 12. CONFRONTACIONES ARMADAS EN TIERRADENTRO Y DEPARTAMENTO DEL


HUILA, 2003

Fuente: Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH, 2004

En 2004, al ritmo del aumento de la confrontación en el sur del Tolima, el corredor hacia el municipio
de Neiva se amplió aunque el nivel se mantuvo en mediana intensidad, a excepción del municipio de
Neiva donde hubo un incremento. También la intensidad en el nivel de confrontación se mantuvo en
los municipios del oriente del Huila, principalmente Algeciras.

El año 2005 presentó una variación en la dinámica de las confrontaciones en Tierradentro y Huila. El
corredor de confrontaciones armadas que se había consolidado en el año 2003 y que unió al norte
del departamento del Huila, con el sur del Tolima y el norte del Cauca sufrió pequeñas variaciones en
2004 pues se extendió hacia el sur del Tolima, abarcando casi en su totalidad los municipios de
Planadas y Rioblanco. Sin embargo, en 2005, el corredor de confrontaciones armadas ya no abarcó
tanto territorio del sur del Tolima y por el contrario, se extendió hacia el municipio de Páez, cruzando
la frontera con el Huila en los municipios de Íquira, Santa María, Palermo y Neiva. En ese año,
según denunciaron las autoridades indígenas de la zona Tierradentro, se desarrolló una fuerte
intervención militar con sobrevuelos e incursiones por tierra. Dicha operación incluyó el traslado de
más de tres mil hombres y el establecimiento de bases militares entre los municipios de Silvia y Páez
y en el páramo de Moras, sector de Laguna Seca, en jurisdicción del resguardo nasa de Mosoco
(Mapa 13).

131
MAPA 13. CONFRONTACIONES ARMADAS EN TIERRADENTRO Y HUILA, 2005

Fuente: Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH, 2006

Durante el año 2006, la dinámica de las confrontaciones no varió mucho en relación con el año
anterior. A mediados de enero, en los resguardos nasa de Mosoco, Tálaga, Tóez y Vitoncó se
presentaron combates entre los soldados del ejército y el Sexto Frente de las FARC así como la
columna móvil Jacobo Arenas. En el sur del Tolima las confrontaciones armadas se intensificaron, ya
no abarcaron tantos municipios del Huila aunque se mantuvo el foco de confrontación en un nivel
alto en cercanías del Huila y un foco mucho más pequeño y de menor intensidad en el municipio de
La Plata. Siguiendo la dinámica de intensidad alta y muy alta que se venía propagando desde los
departamentos de Meta y Caquetá, el municipio de Algeciras, en el departamento del Huila, resultó
altamente afectado por las confrontaciones armadas. El año 2007 presentó una variación en las
confrontaciones nuevamente. El corredor que unía al norte del Cauca, sur del Tolima y norte del
Huila se amplió también hacia el occidente del Cauca y sur del Valle. Este año registró un nivel alto
de confrontaciones en el municipio de Paéz y también en Neiva.

En 2008, las confrontaciones se concentraron en la frontera entre el municipio de Planadas, en el sur


del Tolima y los municipios de Santa María, Palermo y Neiva, en el Huila. Se registró un pequeño
foco de confrontación de nivel medianamente alto (entre 6 y 10 confrontaciones) en el municipio de
Paéz, en cercanías de Cohetando y Belalcázar, lo cual resultó bastante atípico teniendo en cuenta
que el nivel de confrontación en la zona norte del Cauca disminuyó notablemente durante ese año.
Al año siguiente, aun cuando las confrontaciones aumentaron en el norte del Cauca, no se
registraron ni en Páez ni en Inzá pero sí se mantuvieron en cercanías del municipio de Neiva aunque
en menor intensidad.

Durante el año 2010, las confrontaciones aumentaron en el norte del Cauca y esto tuvo un impacto
importante también en el municipio de Páez, cerca de la frontera con el municipio de Toribío, donde
la intensidad de las confrontaciones fue bastante alta. Nuevamente el corredor entre el norte del
Cauca, sur del Tolima y el municipio de Neiva, en el Huila, se activó. En 2011 la dinámica de las
confrontaciones armadas varió notablemente. Éstas se concentraron únicamente en el municipio de

132
Neiva donde mantuvieron un nivel alto de intensidad. En Páez y Belalcázar, departamento del
Cauca, y también en Teruel, Íquira, Nátaga (en cercanías de las comunidades nasa de Llanobuco y
Riochiquito) y La Plata, en el Huila, registraron un bajo nivel de intensidad en las confrontaciones,
que oscilaron entre 1 y 5 eventos. Durante el período 2010-2011, el municipio de Nátaga superó el
promedio nacional de la tasa de homicidios (36.6). También en este período, en el municipio de La
Plata, en cercanías de Vicente, donde se encuentra uno de los resguardos Nasa-Misak, se registró
una tasa de homicidio que superó el promedio nacional.

En el año 2012, la Asociación de cabildos Nasa Çxhãçxha, municipio de Páez, denunció que “desde
el día viernes 2 de noviembre una avioneta sobrevoló la zona del Páramo de Moras sobre las
comunidades del Resguardo de San José y la Vereda de Escalereta en el Resguardo de Mosoco. El
día 3 de noviembre de 2012 aproximadamente a las 5:00 a.m. hasta las 6:30 a.m. comenzó el
bombardeo en el área de la vereda de Escalereta, en el Resguardo de Mosoco cerca de una
vivienda. Este sobrevuelo duró hasta las 8:00 a.m. Cerca de esta vivienda tiraron una (1) bomba y
las otras cuatro (4) que se escucharon hicieron daños en la vegetación y cultivos. Posteriormente, el
ejército nacional bajó y al ver que no había evidencias de grupos armados ni ningún motivo que
justificara esta acción, se llevó al comunero que estaba durmiendo en la vivienda. El comunero
censado en el Resguardo de Mosoco que fue detenido es Wilfredo Mulcue Tenorio identificado con
cedula de ciudadanía No. 10.721.259 de Silvia, el cual en ese momento se encontraba sin
documentación. (…) Como Pueblo nasa, reclamamos poner un límite a las agresiones, a los
bombardeos indiscriminados en zonas donde habitan nuestros comuneros indígenas, a las
detenciones arbitrarias sin un debido proceso y a las acciones militares” (Asociación Nasa
Çxhãçxha, 2012).

Según el Programa Presidencial para la Acción Integral contra las Minas Antipersonal (PAICMA), en
el período entre 1995 y 2013, se presentaron 204 eventos por MAP/MUSE en el departamento del
Huila. Estos eventos incluyen: accidentes por MAP/MUSE, desminado militar en operaciones,
incautaciones y sospechas de campos minados. Históricamente, los municipios más afectados por
este tipo de eventos han sido Isnos, La Argentina, Neiva, Algeciras, Gigante y Colombia. En 1995 se
presentaron 4 eventos por MAP/MUSE. Siete años después, en 2002, volvieron a aparecer registros
de dichos eventos, cuya cifra ascendió a 10. Esta cifra se mantuvo más o menos estable durante
2003 y 2004, donde se registró un leve aumento en relación con el año anterior. Sin embargo, es
necesario decir que durante los años 2005, 2006, 2008, 2010 y 2012, el número de eventos por
MAP/MUSE osciló entre 20 y 29 eventos.

Sin embargo, contamos con poca información en relación con la población nasa afectada por este
fenómeno. En el mes de enero de 2006, dos indígenas nasa habitantes del resguardo Huila
resultaron heridos de gravedad al pisar una mina instalada por las FARC en un camino. En marzo de
2008, según lo registró el Diario del Sur, en un resguardo indígena del municipio de Páez, un líder
indígena identificado como José Reinel Remigio Occa murió tras pisar un campo minado, mientras
dos personas más resultaron heridas.

La ocurrencia de accidentes por MAP/MUSE en cercanías del municipio de Algeciras indicó la forma
en la que se constituyó una especie de barrera protectora frente a la avanzada del ejército en límites
con el departamento de Caquetá. Como señala el Mapa 14, en el período entre 2010-2011, también
se registraron accidentes por MAP/MUSE en Santa Leticia, en cercanías de dos resguardos nasa,

133
así como en La Argentina, Neiva e Isnos (ver el símbolo de las estrellas moradas). En contraste, en
la zona Tierradentro, el municipio de Páez fue el único afectado por los eventos de MAP/MUSE: 14
en total, que tuvieron lugar en el año 2006 y 2008 (PAICMA, 2013).

MAPA 14. ACCIDENTES POR MAP/MUSE EN LA ZONA TIERRADENTRO Y HUILA, 2010-2011

Fuente: Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH, 2012

Sintetizando los elementos de contexto del conflicto armado, en el departamento del Huila y en la
zona Tierradentro (Cauca), en el período comprendido entre 1995 y 2012, el número de infracciones
al DIH cometidas por todos los actores en desarrollo de acciones bélicas12 ascendió a 26, entre
otros. El saldo de víctimas que dejaron dichos eventos fue de 32, entre personas individuales y
colectivos familiares. La principal violación fue el ametrallamiento y bombardeo indiscriminado, que
en la región tuvo lugar en 9 ocasiones, destruyendo viviendas, cultivos y semovientes; una segunda
violación fue la siembra de minas y en general el uso de armas de efecto indiscriminado, en 10
casos.

Como muestra la Gráfica 28, los registros sobre la ocurrencia de infracciones al DIH en acciones
bélicas aparecieron desde el año 2002. En el período entre 2003 y 2004 no se reportaron. En el año
2005 la cantidad de tales infracciones tiene un ligero repunte. El año 2007 mostró un incremento

12 Como señalamos al inicio del diagnóstico, en la categoría Infracciones al DIH en acciones bélicas se incluye el uso
de escudos humanos, los ametrallamientos, bombardeos y ataques indiscriminados; los asaltos, hostigamientos y
tomas de cascos urbanos; el ataque tanto a las misiones médicas como a los bienes indispensables para la
supervivencia; los bloqueos de las vías, la presencia de campos minados; la destrucción y hurto de bienes civiles;
las emboscadas, el uso de armas prohibidas, así como el uso y ocupación temporal de bienes civiles, la instalación
de bases militares sin consulta previa. Los muertos y heridos causados por estos comportamientos se incluyen en
las categorías de Asesinatos y Heridos por persecución política.

134
notable en el número de víctimas de las acciones bélicas aunque la cifra de acciones se mantuvo en
el mismo nivel que el año anterior. El año 2008 presentó la mayor cantidad de infracciones en medio
de acciones bélicas en la zona, así como el mayor número de víctimas; en 2009 baja el número de
casos como de víctimas registradas por tales eventos. Sólo hasta el 2012 volvemos a tener registro
de hechos similares.

Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

Del total de hechos bélicos donde se cometieron infracciones al DIH, que para el período 1995-2012
ascendió a 32, 18 de ellas fueron cometidos por actores estatales y el número de víctimas que se
registraron fueron 23 en total. Los grupos insurgentes fueron responsables de las 8 acciones bélicas
restantes, dejando un saldo de 9 víctimas. En esta zona, las confrontaciones únicamente se dieron
entre la fuerza pública y los grupos insurgentes.

Una base militar en el Resguardo Nasa-Misak La Reforma

La Corte Constitucional en el Auto 004 de 2009, reafirma que la instalación de bases militares en
territorios indígenas sin consulta previa es una de las manifestaciones de las “confrontaciones que
se desenvuelven en territorios indígenas entre los actores armados, sin involucrar activamente a las
comunidades indígenas o a sus miembros, pero afectándolos directamente”. Como anotamos arriba,
el caso apareció de manera recurrente en la mayoría de las asambleas de los cabildos nasa
realizadas en el departamento del Huila en el marco del proceso de construcción del Plan de
Salvaguarda Nasa: se trata de la instalación de una base militar sin consulta previa en un resguardo

135
donde conviven indígenas nasa y misak en el municipio de La Plata. El caso es paradigmático sobre
el modelo de intervención del ejército en el territorio nasa, y la manera como la comunidad y la
autoridad han respondido a la situación.

Estos pobladores y pobladoras nasa llegaron a la zona después de la avalancha del río Páez en
1994. En 2001, tras varios años de lucha, lograron la constitución del resguardo La Reforma en el
municipio de La Plata. Ese mismo año, sin embargo, la Novena Brigada del ejército nacional, a
través del Batallón de Infantería No. 26 “Cacique Pigoanza”, empezó a ocupar los predios del
resguardo y en 2003 construyó una base militar sin llevar a cabo el proceso de consulta previa con
las comunidades afectadas. Dos años después, tras vivir los impactos de esta nueva presencia, el
29 de mayo de 2003, la comunidad del resguardo La Reforma envió al Comandante de la Base
Militar y al Ministerio de Defensa una solicitud de solución del conflicto por la ubicación de la base
militar en el resguardo, solicitando por primera vez su reubicación. Sin embargo, esta solicitud no fue
atendida. Siete años después, el 25 de agosto de 2010, en territorios del resguardo, se llevó a cabo
la II Caravana Internacional de Juristas organizada por el Colectivo de Abogados José Alvear
Restrepo, Abogados sin Fronteras de Canadá y la Corporación de Abogados Surcolombianos
(CAPS). Ese día, las autoridades del resguardo, un delegado del Consejo Regional Indígena del
Huila ―CRIHU― y el comandante del Batallón de Infantería, Teniente Coronel Luis Erazo Arteaga,
firmaron un acta en la que se acordó la reubicación de la base militar Belén, estableciendo un plazo
de un año para ello.

En julio de 2011 se cumplía la fecha de plazo para la reubicación de la base militar. Sin embargo, las
autoridades militares incumplieron el acuerdo y solicitaron una prórroga de seis meses para iniciar la
reubicación. Esta petición fue acogida por la comunidad y se acordó el 27 de enero de 2012 como
última fecha para iniciar la reubicación. En un acto de abuso de la buena voluntad de las autoridades
indígenas, pocos días antes de que se venciera la fecha de la prórroga, nuevamente las autoridades
castrenses solicitaron un nuevo plazo para la reubicación. En esa oportunidad, las autoridades
indígenas rechazaron la solicitud y se ratificaron en el retiro de la base militar de los territorios
ancestrales. El acta de entrega fue firmada por el Sargento Arley Sierra Pérez, en representación del
Teniente Coronel Fernando López Colmenares, comandante Batallón No. 26 Cacique Pigoanza
quien entregó el predio de 200 metros cuadrados perteneciente al resguardo indígena la Reforma, al
gobernador Floriberto Andela Cuene. Los observadores del proceso fueron Constanza Arias,
Defensora del Pueblo del Huila, y Alfonso de Colsa, responsable territorial en el Huila del Programa
de las Naciones Unidas para el Desarrollo Humano PNUD. Según reza el acta, se garantiza que “el
terreno se encuentra limpio de material explosivo que atente contra la integridad del personal o
habitantes de la población” y que en un plazo de 8 días a partir de la firma del documento se “den
por terminadas todas las obras correspondientes al desalojo de la base militar incluyendo la
destrucción de las trincheras y el retiro de todo el material que se necesite para la instalación de la
nueva base, por lo cual se dará por terminado el proceso de entrega del predio
al Resguardo indígena” (CAJAR-CRIHU, 2012; CRIHU, 2012).

Según señala el CRIHU, después de un ritual de armonización, la comunidad nasa misak volvió a
ocupar nuevamente su territorio después de once años de lucha por la autonomía y el ejercicio de
control territorial.

136
Procesos bélicos que involucran activamente a los pueblos y comunidades indígenas y a sus
miembros individuales en el conflicto armado.

En el período comprendido entre 1995 y 2012, los nasa de Tierradentro, en el departamento del
Cauca, y los nasa del departamento del Huila, han vivido un nivel relativamente bajo de conflicto
armado. Esta afirmación, sin embargo, es necesario situarla en una perspectiva histórica para
entender cuáles han sido los momentos en los que dicha violencia se ha agudizado y los posibles
motivos de estas variaciones a lo largo del tiempo. Además, es necesario entenderla también en
relación con la densidad poblacional, que efectivamente es mucho más baja que en otras zonas
donde la violencia ha golpeado con fuerza. Por este motivo, los años en los que la violencia aumentó
en Tierradentro y Huila, hay que valorarlos en estos términos.

Lo primero que observamos sobre la dimensión del problema es la cifra de violaciones e infracciones
individuales a los derechos humanos y el DIH que durante el período en cuestión ascendió a 102
eventos, lo cual significó un saldo de 165 víctimas en total (sin incluir las 32 víctimas de las acciones
bélicas). 89 de las violaciones ocurrieron en la zona Tierradentro (municipios de Páez e Inzá), con un
total de 128 víctimas; el departamento del Huila registró 37.

Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

137
Como lo muestra la Gráfica 29, en el período entre 1995 y 2012, el tipo de violación que más
víctimas dejó entre los nasa en la zona Tierradentro fueron los asesinatos políticos, que sumaron 77,
la mayoría en Páez, mientras en el Huila se registraron 6. En contraste, para el caso del Huila, el tipo
de violación más generalizada fueron las amenazas individuales que sumaron 28 víctimas en total.
En Tierradentro el número de heridos ascendió a 13, mientras que en el Huila se registraron 2. Para
el caso del Cauca, en cuanto a las víctimas de violencia sexual y tortura, únicamente aparecieron
registradas 9 personas. Nuevamente, el nivel de subregistro en este tipo de violación es preocupante
y se convierte en un llamado de alerta para adelantar diagnósticos que permitan definir en
profundidad las diversas maneras en las que el conflicto armado afecta de manera diferencial a los
hombres y a las mujeres nasa.

La gráfica muestra de manera detallada las violaciones y el número de víctimas por departamento y
municipio. Para el periodo definido (1995-2012), los registros sobre la ocurrencia de dichas
violaciones iniciaron en 1999, lo cual indica el vacío en la información entre 1995 y 1998.

Los años 2004, 2008, 2010 y 2012 presentaron los niveles más altos de violaciones a los derechos
humanos y al derecho internacional humanitario en la zona Tierradentro. Entre 2002 y 2003 hubo un
leve aumento en el impacto de la violencia política contra los nasa en Tierradentro; en 2004 se
disparan los casos, sobre todo por una ola de amenazas generalizadas que se registró en Neiva y
en el resguardo de La Gaitana en La Plata; en el 2007 hubo 10 víctimas. El año 2008 reportó 22
víctimas en total, el año 2010 reportó 24 y el 2012 un total de 25; se trató de una ola de asesinatos
en su mayoría ocurridos en Páez, en el contexto de la adjudicación de títulos mineros, la
construcción de la carretera Troncal Simón Bolívar y la aparición masiva de hombres armados
pertenecientes a las Águilas Negras y Los Rastrojos que dicen ser de las AUC. En contraste, en el
departamento del Huila, el número de violaciones se mantuvo constante entre 2004 y 2008.

En el mes de julio de 2012 las autoridades de la Asociación de cabildos Nasa Çxhãçxha, en el


municipio de Páez, realizaron una denuncia pública sobre las situaciones de conflicto armado y
violencia que afectaron a las comunidades nasa durante ese año. Según documentaron,

“el día 19 de Abril de 2012, el grupo denominado como Águilas Negras y Los
Rastrojos reparte clandestinamente y debajo de las puertas de las viviendas de
algunos resguardos de la zona, un comunicado a la opinión publica en donde
mencionan su pertenencia a las AUC y amenazan de muerte a los líderes indígenas
acusándolos de colaboradores de la guerrilla y del narcotráfico, advirtiendo su
presencia en la zona y su labor de ‘limpieza’. En días posteriores en el Resguardo de
Mosoco, por vía electrónica llegaron amenazas a los dirigentes acusándolos de tener
nexos con la guerrilla, mencionando el riesgo que corren cada una de sus familias. El
día 16 de Julio de 2012 a las 4:30 a.m. en la vereda Quiguanás en la vía que
conduce de Páez a Inzá es interceptado el vehículo de la Alcaldía Municipal por
cuatro (4) hombres armados con fusiles, vestidos con prendas y calzado militar y
cubriendo sus cabezas con capuchas, preguntaron por el Alcalde municipal y por
algunos líderes de las organizaciones indígenas con nombre propio. Dentro del
vehículo solo se encontraba el conductor y comunero indígena, quien fue bajado a la
fuerza del carro, tirado al piso, arrastrado y sometido en el suelo; los sujetos dijeron
que la próxima vez no se escapaban las personas que buscaban y luego de esta

138
advertencia quemaron el carro”.

Las autoridades de los cabildos de Nasa Çxhãçxha denunciaron estos hechos poniendo de
manifiesto que

“el territorio ancestral de la Nación Nasa está siendo solicitado por diferentes
empresas interesadas en la explotación de recursos minerales e hidrocarburos,
resaltando además que el territorio históricamente es lugar de paso de grupos
armados y que en los últimos años existe en la zona interés por parte de redes del
narcotráfico y de otras rutas comerciales de captar nuestras comunidades y tierras”
(Asociación de Cabildos Indígenas Nasa Çxhãçxha, julio 18 de 2012).

Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

Del total de las violaciones contra los nasa en la zona Tierradentro y en el departamento del Huila,
que ascendió a 165, la mayoría (68) y más de la mitad fueron responsabilidad de “otros actores
indeterminados”, que ya hemos caracterizado con un modus operandi similar al paramilitar;
precisamente estos últimos fueron responsables de 28 violaciones; la fuerza pública cometió 44
infracciones; y la guerrilla 25 casos.

Los cabildos y/o resguardos más afectados por las violaciones a los derechos humanos y a los DIH
en el período entre 1995 y 2012 fueron La Gaitana, Huila, San Andrés de Pisimbalá, Avirama,
Cohetando, Mosoco y Vitoncó, entre otros, como muestra la Gráfica 31.

139
Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

Casos de desplazamiento

Durante las asambleas de construcción del Plan de Salvaguarda, las comunidades nasa del
departamento del Huila fueron enfáticas al referirse a dos tipos de desplazamiento que viven: el
primero de ellos, que representa la mayoría de los casos, fue por escasez o “estrechez de tierras”
como definieron esta situación en varias oportunidades. El segundo, que se presenta en menor
proporción, es el desplazamiento forzado ocasionado por el conflicto armado. A continuación, nos
referiremos brevemente a ambas situaciones expresadas por las comunidades nasa.

La mayoría de las asambleas señalaron que la falta de tierras obliga a las familias a buscar trabajo
en otras partes. En este sentido, una de las reivindicaciones y exigencias más importantes es la
aceleración del proceso de titulación, saneamiento y ampliación de resguardos. Esta exigencia,
además, es definida por los nasa como una de las formas para blindar el territorio frente a la entrada
de las empresas multinacionales y, junto a ellas, los actores armados.

En relación con el segundo tipo de desplazamiento, el Huila ha sufrido los impactos del aumento de
las confrontaciones en los departamentos vecinos de Meta, Caquetá, Putumayo, Cauca y Tolima.
Las dinámicas que han tenido lugar en dichos departamentos han convertido al Huila en un
departamento más receptor que expulsor de población desplazada. En relación con esto, es
significativo mencionar las intensas operaciones militares desarrolladas durante la Operación JM,
puesta en marcha por la Fuerza de Tarea Conjunta Omega en el marco del Plan Patriota en 2004,

140
así como la Operación Libertad desarrollada en el sur del departamento del Tolima.

Con base en el cálculo aproximado a partir de la información recopilada, podemos decir que en el
período comprendido entre 1995 y 2012, se han presentado 20 eventos colectivos de
desplazamiento forzado en la zona Tierradentro y en el departamento del Huila que dejaron un saldo
total de 7.210 víctimas.

Como muestra la Tabla 10, en el año 2002 se registró el primer desplazamiento en el resguardo de
Avirama, municipio de Páez. Este evento dejó un saldo total de 60 víctimas. Cuatro años después,
en 2006, se presentaron 2 eventos de desplazamiento forzado: uno en el municipio de La Plata, en
el resguardo La Gaitana en el que se registraron 3.000 víctimas; otro en el municipio de Páez,
resguardo de Vitoncó en el que se reportó una cifra de 1.433 personas desplazadas forzosamente
por los enfrentamientos entre las FARC y la fuerza pública. Dos años después, en 2008, se
presentaron dos eventos de desplazamiento: uno de ellos en el municipio de Páez, en el resguardo
de Huila, en el que se registraron un total de 1.116 víctimas en situación de desplazamiento; el otro
tuvo lugar en el municipio de Inzá, resguardo de Turminá, que dejó un saldo de 700 víctimas.

TABLA 10. EVENTOS Y VÍCTIMAS DE DESPLAZAMIENTO FORZADO CONTRA LA NACIÓN


NASA 1995 – 2012, POR RESGUARDO Y AÑO (TIERRADENTRO Y HUILA)

Resguardo/Año Casos Víctimas


AVIRAMA 2 63
2002 1 60
2007 1 3
BELALCÁZAR 3 24
2009 1 8
2010 1 6
2012 1 10
CABILDO PICKUE THA FIW 1 9
2012 1 9
CALDERAS 2 8
2007 1 2
2008 1 6
COHETANDO 4 24
2007 1 6
2009 1 8
2010 1 8
2011 1 2
HUILA 2 1.926
2007 1 810
2008 1 1116
LA GAITANA 3 3.021

141
2005 1 11
2006 1 3.000
2010 1 10
TÓEZ 1 2
2007 1 2
TURMINA 1 700
2008 1 700
VITONCÓ 1 1.433
2006 1 1.433
Total general 20 7.210

Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

Los municipios más afectados por el fenómeno del desplazamiento fueron Páez, Inzá, La Plata e
Íquira. En estas zonas hubo un claro predominio de desplazamientos de tipo masivo. Tanto en la
zona de Tierradentro como en los municipios del departamento del Huila donde se registraron
desplazamientos de población nasa, los años en los que estos fenómenos se presentaron fueron
2002, 2006 y 2008, coincidiendo con momentos en los que se agudizó el conflicto armado en todo el
país, afectando notablemente a los pueblos indígenas, en general, y al pueblo nasa, en particular.

La responsabilidad sobre el número de víctimas que generaron estos eventos, en su mayoría,


recayó sobre los combatientes, vale decir, por confrontaciones entre guerrilla y ejército que devino
en ataques indiscriminados o uso de escudos, etc., que impulsaron el desplazamiento; se ttrata de
12 casos que produjeros el desalojo de 6.051 personas; los actores estatales dejaron un total de
1.1.16 víctimas a raíz de un evento de desplazamiento que produjeron. En este caso la
responsabilidad de la insurgencia fue menor (Ver Tabla 11).

TABLA 11. EVENTOS Y VÍCTIMAS DE DESPLAZAMIENTO FORZADO CONTRA LA NACIÓN


NASA 1995 – 2012, POR AUTOR (TIERRADENTRO Y HUILA)

Etiquetas de fila Total desplazados Casos


Actores Estatales 1.116 1
Combatientes 6.051 12
Grupo insurgente 3 1
Otros Actores Violentos 40 6
Total general 7.210 20

Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

142
Meta
En el departamento del Meta se entretejen varios de los nudos que complejizan las dinámicas del
conflicto armado en la zona. Históricamente, las FARC han encontrado allí su segundo asiento. La
alta concentración de la tierra, la ganadería extensiva, el auge del narcotráfico en la década del
ochenta y la consolidación del paramilitarismo en la década del noventa, la avanzada de las
multinacionales petroleras, entre otras, le dan a la región varios de los matices que han marcado su
historia y su dinámica conflictiva. La región tradicionalmente con el nivel más alto de conflicto ha sido
la del Ariari, zona en la que se consolidó una mayoría de población de filiación política liberal durante
la época de la Violencia Actualmente, los frentes de las FARC que hacen presencia en la región que
comprende el corredor del río Ariari y el río Guayabero son el 7, 26, 27, 40, 43 y el frente Yarí. Aun
cuando las estructuras de seguridad privada se consolidaron en la región a partir de la década de los
ochenta, fue a mediados de la década del noventa, hacia 1996, cuando las AUC llegaron a la zona a
disputarle el poder a las FARC y manifestaron su dominio y desplegaron su terror en una de las
peores masacres de la historia colombiana: la masacre de Mapiripán, en 1997. Un año más tarde,
los paramilitares perpetrarían la masacre de Puerto Alvira (Ávila, 2010).

MAPA 15. CONFRONTACIONES ARMADAS EN EL DEPARTAMENTO DEL META, 2001

Fuente: Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH, 2002

Sin embargo, hacia 1998, la mayoría del departamento del Meta se mantenía en un nivel bajo de
confrontaciones armadas (Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH
1999). Durante ese año, hubo dos pequeños focos de concentración de las confrontaciones: uno de
ellos, al norte del departamento; el otro se desarrolló en el suroccidente del departamento en los
límites con el departamento del Caquetá y en el límite entre los municipios de La Uribe y La
Macarena, territorio nasa. Durante varios años la dinámica de las confrontaciones en el
departamento no afectó tanto a las comunidades nasa.

143
En 2002, la dinámica cambió radicalmente en el departamento del Meta. El incremento de las
confrontaciones golpeó con fuerza a la mayoría de municipios; los más afectados fueron
Vistahermosa, Mesetas, La Uribe y La Macarena, estos tres últimos donde radican las comunidades
nasa de ese departamento. Los hostigamientos se extendieron hacia los municipios de San Vicente
del Caguán, Puerto Rico y Florencia, en el departamento de Caquetá, es decir, la que había sido
zona de distensión. Éstos vivieron su época de violencia más fuerte después del fracaso de los
procesos de paz a principios de ese año y de la puesta en marcha de la política de seguridad
democrática del primer período presidencial de Uribe Vélez. Su proyección alcanzó a conformar un
corredor de confrontaciones que llegaron hasta el medio y bajo Putumayo, en el sur, hacia el
occidente, en el departamento del Huila, en cercanías del municipio de Algeciras y hacia el oriente
en el municipio del Guaviare, hasta alcanzar en su expansión los municipios de Mapiripán y Puerto
Gaitán (Ver Mapa 16).

MAPA 16. CONFRONTACIONES ARMADAS EN EL DEPARTAMENTO DEL META, 2002

Fuente: Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH, 2003

Después del fin de la zona de distensión, el gobierno de Álvaro Uribe puso en marcha las
operaciones “Libertad” y “JM”, lo cual obligó a las FARC a replantear su estrategia de dominio
territorial, replegándose hacia La Macarena, Vistahermosa y La Uribe. Paralelamente, en la disputa
por el dominio territorial y aprovechando los lugares que las FARC había dejado “libres”, el bloque
Centauros de las Autodefensas, inició su arremetida hacia los cascos urbanos de San Juan de
Arama y Vistahermosa. En esa época, las tensiones entre los diferentes grupos de autodefensas que
se habían asentado y consolidado en la zona, se hicieron más fuertes (Observatorio del Programa
Presidencial de Derechos Humanos y DIH, 2002). En 2003 el corredor bélico de la antigua zona de
distensión se expandió. Y durante el año 2004, hubo un foco en el que se concentraron las
confrontaciones en el más alto nivel en cercanías del casco urbano de Mesetas así como en el de
Vistahermosa.

144
Según el Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH (2008), la ofensiva
más significativa por parte del ejército fue en 2006, cuando se registraron 265 combates con las
FARC (Ver Mapa 17). Las confrontaciones se proyectaron hacia los municipios de Mesetas, La
Uribe, La Macarena, Puerto Rico y Puerto Concordia, alcanzando las cercanías de San José del
Guaviare y San Vicente del Caguán, El Doncello y el Paujil, en el Caquetá. Fue la época en que
diariamente las comunidades nasa debieron enfrentar el mayor clima de tensión y miedo. Fue
precisamente en este año cuando se registró la mayor cifra de eventos (accidentes e incidentes) por
MAP/MUSE en el departamento, que ascendió a 85. Los municipios más afectados fueron
justamente Puerto Lleras, Vistahermosa, Puerto Rico, La Macarena y La Uribe (PAICMA, 2013).

MAPA 17. CONFRONTACIONES ARMADAS EN EL DEPARTAMENTO DEL META, 2006

Fuente: Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH, 2007

Fue precisamente en enero de 2006 cuando el entonces presidente Uribe puso en marcha la
“Operación Colombia Verde”, una estrategia de erradicación manual y forzada de cultivos de coca
sin precedentes en la región de La Macarena. Sin embargo, ante los ataques y el minado de las
FARC la policía tuvo que incrementar en mil hombres más su presencia en la zona y luego
replegarse (Revista Semana, agosto de 2006). El año 2008 el nivel más agudo se mantuvo en
cercanías de los municipios de La Uribe, Mesetas, Vistahermosa y La Macarena. En 2009, por el
contrario, la dinámica de las confrontaciones se desplazó hacia el sur del departamento, en
jurisdicción del municipio de La Uribe, donde se concentró el mayor nivel de confrontaciones y
acciones bélicas.

Entre 2010 y 2011, los resguardos nasa del departamento del Meta, ubicados en jurisdicción de los
municipios de Mesetas y La Uribe, estuvieron de nuevo en medio de la dinámica de las
confrontaciones armadas; otro tanto ocurrió con el casco urbano de este último municipio. Como lo
representa el símbolo de la estrella morada en los mapas anexos, en sus territorios se presentaron
reiterados accidentes por MAP/MUSE en lo que sería la proyección de una barrera de protección

145
que se extendió desde el límite con los departamentos de Caquetá y Huila, en cercanías de los
municipios de Algeciras, Colombia y San Vicente del Caguán, como muestra el Mapa 18.

MAPA 18. CONFRONTACIONES ARMADAS Y ACCIDENTES POR MAP/MUSE


EN EL DEPARTAMENTO DEL META, 2010-2011

Fuente: Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH, 2012

En la actualidad, la presencia de los actores armados se mantiene. Los nasa que viven en la zona se
refirieron a ella durante las asambleas de construcción del Plan de Salvaguarda. Al respecto un
mayor señaló:

A veces nos damos cuenta que el ejército está en el resguardo es porque ya van de
salida o el helicóptero llega a dejarles alimentación, por comentarios de la gente o
algunas veces se encuentran los campamentos. Cuando el ejército está en la parte
alta de la montaña, duran varios días, de lo contrario su salida es rápida. Los grupos
armados que generalmente hacen presencia en el resguardo son el ejército y la
guerrilla de las Farc. Generalmente los grupos armados se ubican en la montaña,
algunas veces lo hacen cerca de las viviendas o en ellas donde se les ha pedido que
se retiren para evitar una confrontación armada y nosotros como población civil no
quedar involucrados (Asamblea Candilejas, La Uribe, diciembre 15 y 16 de 2012).

Durante la asamblea en el resguardo Ondas del Cafre, la comunidad reunida manifestó que el
conflicto últimamente ha sido bastante intenso porque se han presentado bombardeos dentro del
resguardo en la parte de la cordillera. De igual manera expresó que el ejército entra al resguardo sin

146
manifestar su presencia, se exceden en sus acciones militares y extrajudiciales, hacen
señalamientos y acusaciones, restringen la movilidad de los comuneros, limitan el transporte de
alimentos (Asamblea Ondas del Cafre, Mesetas, noviembre 29 y 30 de 2012).

Las violaciones de derechos humanos a los nasa del Meta

En el período comprendido entre 1995 y 2012, los nasa del departamento del Meta tuvieron un nivel
relativamente bajo de victimización. Los casos de violaciones a los derechos humanos y al DIH
ascendió a 24, lo que dejó un saldo total de 49 víctimas. Del total de violaciones e infracciones, 14
de ellas tuvieron lugar en el municipio de Mesetas, dejando un saldo de 36 víctimas, mientras que en
el municipio de La Uribe ocurrieron 9 violaciones e infracciones que dejaron un saldo de 13 víctimas.

La Gráfica 32 registra 13 asesinatos en la región en el período de análisis. Durante la asamblea de


Ondas del Cafre, la comunidad habló al respecto. Según comentaron, en 2004, el señor Jorge Iván
Medina Güetio, de treinta años de edad y un humilde comunero, fue acusado por los paramilitares
de ser colaborador de la guerrilla y posterioremente asesinado. El señor Medina Güetio fue retenido
a tan solo doscientos (200) metros de un retén militar y a solo un (1) kilómetro del casco urbano del
municipio de Mesetas, lo que hace suponer una complicidad por parte del ejército. La comunidad
hizo la respectiva denuncia ante la Fiscalía pero hasta el momento no ha entregado resultados
concretos frente a estos hechos que continúan en la impunidad. Este hecho dejó como
consecuencia una viuda y una huérfana de aproximadamente dos años de edad, quedando a la
deriva y una comunidad en zozobra y hasta el momento la familia no ha recibido ninguna
indemnización ni ayuda (Asamblea Ondas del Cafre, Mesetas, noviembre 29 y 30 de 2012).

Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

147
También en el año 2004 el señor Moisés Corpus de 50 años de edad fue ultimado por los
paramilitares cuando se desplazaba del municipio de Mesetas hacia Villavicencio. Se hizo la
respectiva denuncia ante la Fiscalía pero hasta el momento no se han entregado resultados a la
familia, no hay condenas. Otro hecho ocurrió en 2004. El joven Rodrigo Corpus, de
aproximadamente 16 años de edad, fue asesinado por las FARC. En el año 2006, el señor Jamilton
Rivera Corpus, de 29 años de edad, fue asesinado por el ejército y presentado como guerrillero en
uno de los denominados “falsos positivos”, hecho repudiable puesto que nunca hizo parte de este
grupo armado. Se hizo la denuncia ante la Fiscalía pero a la fecha de hoy no hay resultados
concretos. También en ese año, el señor Jaime Velásquez Vásquez de 45 años de edad fue
asesinado por el ejército.

La comunidad nasa de Los Planes manifestó durante la asamblea del Plan de Salvaguarda los
hechos de asesinatos políticos que han vivido. Se refirieron en primer lugar al caso del señor
Gerardo Becoche Chandillo, asesinado en 1998. Señalaron que había sido un gran líder de la
comunidad como gobernador y posteriormente como concejal. Sobre los hechos comentaron que
cuando se desplazaba desde el casco urbano hacia el resguardo fue asesinado presuntamente por
la guerrilla de las FARC con varios impactos de arma de fuego. Antes de que lo asesinaran, ya se
habían escuchado algunos rumores. La familia le manifestó que era mejor que se fuera de la región
pero él respondió que nada malo había hecho, que sólo eran comentarios malintencionados y
continuó trabajando por su comunidad puesto que su anhelo era fortalecer los procesos de
desarrollo consolidando un resguardo donde los niños, jóvenes, adultos y mayores pudieran tener un
solo proyecto étnico y cultural. También el 16 de octubre del año 2011, dentro del resguardo, cuando
se desplazaba de la finca del suegro hacia la finca de su propiedad, fue asesinado el joven Asael
Güetio Osnas a manos del ejército. En ese momento, el ejército argumentó que había sido una
equivocación. La viuda se encuentra en otro municipio en el mismo departamento, a donde fue
forzada a desplazarse por las circunstancias. El padre del joven entabló las acciones pertinentes
para la reparación, instauró las respectivas denuncias ante los organismos de derechos humanos
pero hasta el momento se desconoce cómo avanzan los procesos puesto que los padres viven en el
Cauca (Asamblea Los Planes, La Uribe, diciembre 10 y 11 de 2012).

Los reclutamientos forzados y las amenazas reportaron el mismo número de eventos: 4 en total. Sin
embargo, el número de víctimas que produjo las amenazas fue de 24, generando el registro más alto
de víctimas. Frente a las amenazas, durante la asamblea de construcción del Plan de Salvaguarda
que tuvo lugar en la parcialidad de Candilejas, municipio de La Uribe, la mayoría de personas de la
comunidad manifestó que éstas generalmente han sido ocasionadas por el ejército. La gente
identificó el año 1991 como uno de los más críticos en relación con las amenazas. Según cuentan,
algunos años después de que se rompieron los acuerdos de La Uribe entre el gobierno del entonces
presidente Belisario Betancur y la guerrilla de las FARC, el ejército empezó a amenazar a la gente, a
restringir la entrada y salida de alimentos, a hacer retenes en el camino hacia el resguardo, también
a hacer “empadronamiento” con el registro de cédulas, a realizar requisas en las casas y a señalar a
la población de ser colaboradores de la guerrilla. La descripción de lo que ocurrió en esa época
guarda muchas similitudes con lo que vendría algunos años después, luego de que se rompieran los
acuerdos entre el gobierno de Andrés Pastrana y las FARC, en una zona aledaña (Asamblea
Candilejas, La Uribe, diciembre 15 y 16 de 2012).

La comunidad del resguardo Ondas del Cafre habló sobre las amenazas y señalamientos de las que

148
han sido objeto. Resaltó la amenaza por parte del ejército al señor Alejandro Baicue hacia el año
2008, acusándolo de colaborador de la guerrilla. La comunidad también recordó las amenazas que
le hicieron los paramilitares a los señores Tiberio Musicué, Germán Ul y Dídimo Iter Campo en 2004.
Ellos y sus familias, que en total sumaban aproximadamente 15 personas, fueron señalados de tener
vínculos con la guerrilla por el simple hecho de vivir en el resguardo. A raíz de estas amenazas y
señalamientos, dichas familias actualmente se encuentran en el departamento del Cauca (Asamblea
Ondas del Cafre, Mesetas, noviembre 29 y 30 de 2012).

Los reclutamientos, por su parte, produjeron 8 víctimas. La gente señaló en relación con esto el
riesgo que corren, sobre todo los jóvenes, cuando son involucrados en las redes de informantes
mediante engaños. En respuesta, luego llega la guerrilla y los acusa de ser “sapos” y procede a
asesinarlos. En el caso de las detenciones arbitrarias es necesario decir que sumaron 2 víctimas en
total. Y la violencia sexual/tortura sólo registró un evento y una víctima. Como en los otros
departamentos, el nivel de subregistro en estos casos de violencia sexual es muy alto.

La Gráfica 33 muestra la dinámica sobre las violaciones e infracciones a los derechos humanos y al
DIH en el departamento del Meta. Los primeroS registros aparecieron en el año 1997; efectivamente
tenemos un vacío en la información. Entre 1997 y 2004, la cifra de víctimas se mantuvo entre 2 y 3
personas. En el año 2006 la cifra de víctimas aumentó a 5 personas, para presentar una leve
disminución en el año siguiente: 3 personas. El año más intenso en relación con el nivel de
victimización en el departamento fue 2008, momento en el que se registraron 21 víctimas, 19 de
ellas en el cabildo de Ondas del Cafre, municipio de Mesetas. Al año siguiente, en 2009, el número
de víctimas disminuyó notablemente pues se registraron 2 personas, mientras que en el 2011 se
presentaron 4 víctimas. El cabildo nasa más afectado fue el de Ondas del Cafre.

Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

149
La Gráfica 34 muestra que del total de las violaciones contra los nasa en el departamento del Meta,
que ascendió a 49, la mayoría fueron cometidas por la fuerza pública y la policía, mientras que los
grupos insurgentes fueron responsables de 11, principalmente reclutamiento forzado.

Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

Casos de desplazamiento

Como en otras regiones del territorio nasa, la mayoría de asambleas que llevamos a cabo en el
departamento del Meta coincidieron en señalar dos tipos de desplazamiento a los que se han visto
enfrentados: el primero de ellos es en busca de tierras. Cuando describen este tipo de
desplazamiento hacen referencia a la población nasa que llegó a esta comunidad “en busca de un
lugar para trabajar, para alimentarse y ver crecer a sus familias”, como indicó un mayor nasa. La
mayoría de familias “son venidas del Cauca pues allá no tienen dónde trabajar”. Aunque se trata de
comunidades ya asentadas y que han constituido su territorialidad, en la memoria colectiva aparece
constantemente el relato de la migración. El otro tipo de desplazamiento está directamente
relacionado con el conflicto armado. Como señalaron varias personas durante las asambleas, “se
han presentado desplazamientos de varias familias hacia otros municipios y departamentos debido a
los señalamientos y amenazas ejercidas por el ejército y los paramilitares y algunas veces por la
guerrilla”.

Durante la asamblea para la construcción del Plan de Salvaguarda Nasa que tuvo lugar en la
parcialidad nasa de Candilejas, municipio de La Uribe, departamento del Meta, la comunidad

150
manifestó que durante la denominada “zona de despeje” se presentaron muchas dificultades con la
guerrilla puesto que era el único grupo armado que quedaba en todo el municipio al igual que en los
municipios aledaños. Muchas personas y familias debieron abandonar el territorio porque no estaban
de acuerdo con la nueva ley que se estaba implementando y sobre la que no tenían opción de
escoger. Frente a esto, decidieron salir hacia otros lugares para preservar sus vidas y la de sus
familias. Otras familias debieron desplazarse hacia otros lugares en busca de nuevas formas de
vida, para brindarles educación a sus hijos y realizar nuevas prácticas agropecuarias porque no los
dejaban ampliar las áreas de trabajo en las fincas. Cuando se acabó la zona de distensión se
recrudeció el conflicto “puesto que el ejército, la policía y los paramilitares nos señalaban diciendo
que todos pertenecíamos o éramos colaboradores de la guerrilla, ocasionando que muchas
personas abandonaran sus tierras y hasta sus familias por temor a ser asesinados” (Asamblea
Candilejas, La Uribe, diciembre 15 y 16 de 2012). Sin embargo no tenemos registro específico de
estas familias y por tanto no es reflejado en los datos. La información ofrecida por las comunidades
señala que el desplazamiento temporal preventivo resulta apropiado para la preservación de la vida
pero altamente costoso por la destrucción de bienes, cultivos y semovientes. En el caso del Meta, se
insiste en que aún hoy a una década de haber ocurrido no se ha logrado una reestabilización
económica.

Partiendo del cálculo aproximado a partir de la información recopilada, podemos decir que en el
período comprendido entre 1995 y 2012 se presentaron 5 eventos de desplazamiento forzado en el
departamento del Meta, los cuales representaron un saldo de 94 víctimas nasa; 4 de ellos en el
resguardo Ondas del Cafre, Mesetas. Los dos eventos restantes de desplazamiento forzado
ocurrieron en el municipio de La Uribe, en los cabildos de Candilejas y Los Planes (Gráfica 35).

Los primeros registros sobre eventos de desplazamiento se remontan al año 1998, cuando 50
personas se vieron forzadas a desplazarse del cabildo Ondas del Cafre, municipio de Mesetas. Este
desplazamiento se convirtió en el que mayor número de víctimas reportó durante el período bajo
estudio. Los años 2004 y 2005 también reportaron un alto número de víctimas. En el año 2004, un
grupo de 15 personas se desplazó desde el cabildo Ondas del Cafre. En 2005, nuevamente el
cabildo de Ondas del Cafre sufrió un evento de desplazamiento en el que 15 personas resultaron
víctimas. Ese año, otras 5 personas se vieron forzadas a desplazarse desde el cabildo Los Planes
en el municipio de La Uribe, Meta. En el año 2006 el cabildo de Candilejas reportó 10 víctimas de
desplazamiento forzado. Dos años después, en 2008, se reportó una víctima de desplazamiento
forzado del cabildo Ondas del Cafre.

En relación con la autoría de los eventos de desplazamiento forzado, podemos decir que la mayoría
de ellas recayó en cabeza de la fuerza pública y la policía, quienes fueron responsables de 4
eventos de desplazamiento forzado que dejaron un saldo de 75 víctimas. Los grupos insurgentes
fueron responsables de un (1) evento de desplazamiento forzado que dejó un saldo de 15 víctimas.
La responsabilidad sobre el evento de desplazamiento restante correspondió a otros actores
violentos y dejó un saldo de 5 víctimas.

151
Fuente: Encuesta de Violencia Política contra la Nación Nasa 2000-2012 - Base de Datos Ensayos, 2013

Santiago de Cali – Valle del Cauca

Caracterización

Por su dimensión, la población nasa en la ciudad de Cali –la enorme mayoría en situación de
desplazamiento-, representa casi una región de la Nación Nasa en sí misma. Los 4.615 indígenas
nasa censados por el Cabildo Nasa Santiago Cali corroboran tal afirmación. Para efectos del Plan de
Salvaguarda, la población nasa de Cali se entenderá en su conjunto como población en situación de
desplazamiento, excluyendo las personas que explícitamente indiquen que su presencia es temporal
por asuntos de estudio; los que han migrado por razones económicas serán considerados
desplazados de forma forzada aunque el detonante de su desplazamiento aparezca asociado al
trabajo o la falta de tierras.

Es pertinente una breve explicación: en la asamblea de construcción del Plan de Salvaguarda, las
personas participantes hablaron sobre los motivos que los llevaron a desplazarse. Entre ellos, y en
primer lugar, apareció la “estrechez territorial”, la violencia, la pobreza, la falta de oportunidades, la
falta de resultados relacionados con los recursos de transferencia, la dificultad que tienen los
jóvenes para acceder a la educación, la vulneración de los derechos que se ve agudizada en el caso
de las mujeres, la persecución que sufren los jóvenes por parte de los diferentes grupos armados
que insisten en reclutarlos forzosamente, la persecución y las estrategias de enamoramiento de la
que son víctimas las jóvenes nasa por parte de diferentes miembros de los grupos armados, el
acceso carnal violento del que son objeto las mujeres por parte de los actores armados, entre otros.

152
A similares conclusiones llegó el Estudio etnológico que se realizó en 2007 por un equipo de la
Universidad del Valle. Nancy Motta (2010), quien fuera parte de ese equipo, profundiza en los
resultados del proceso de investigación. La autora señala que “la causa principal de la inmigración
de la población indígena de los seis cabildos urbanos estudiados, es en primer orden la búsqueda de
oportunidades de trabajo que no se encuentran en los territorios de origen. Los porcentajes oscilan
entre el 20 y el 70% de los hogares. Una segunda causa son las razones familiares. Los primeros
inmigrantes que llegaron a Cali desde los años sesenta hasta los más recientes, en la década de los
noventa, están mostrando un proceso migratorio que tiene su propia dinámica a través de las redes
familiares, y que se mueve entre porcentajes que van del 10 al 30%. También se debe resaltar que
en la historia más reciente del país la violencia y el desplazamiento forzado es otra causa de
movilidad espacial para todos los cabildos, exceptuando el quichua. Una cuarta causa de migración
hacia la ciudad de Cali tiene que ver con las oportunidades educativas que brinda la ciudad al contar
con los centros educativos de nivel superior de alta calidad en la región, lo que ha sido muy
importante especialmente para los comuneros de los cabildos Guambiano o Misak y Kofán” (Motta,
2010:6) (Ver Tabla 12).

TABLA 12. MUESTREO DE CAUSAS DE LA MIGRACIÓN NASA A LA CIUDAD DE CALI

Porcentaje
Causa Frecuencia Porcentaje
válido
Pobreza en los territorios / Trabajo 187 55,8 61,7
Escasez de espacios de estudios
15 4,5 5,0
superiores

Violencia o desplazamiento forzoso 54 16,1 17,8

Razones familiares 35 10,4 11,6


Motivos de salud 5 1,5 1,7
Ninguna de las anteriores 6 1,8 2,0
No sabe / No responde 1 0,3 0,3
Total 303 90,4 100,0
No aplica 32 9,6
Total 335 100,0
Fuente: Motta y Posso, 2007

Según Motta y Posso (2007), el censo realizado para el estudio etnológico señala que el motivo de
llegada a la ciudad, visto en porcentajes, es: la pobreza en los territorios y la búsqueda el trabajo
(61,7%), la violencia o desplazamiento forzado (17,8%), las razones familiares (11,6%), el estudio
(5%), ninguna de las anteriores (2%), los motivos de salud (1,7%) y no sabe/no responde (0,3%).
Otro dato importante muestra que el 9,6% de los hogares nasa (32 hogares) ha residido siempre en
la ciudad de Cali, además de que las nuevas generaciones han nacido en Cali y participaron

153
activamente en las encuestas. (Mota y Posso, 2007).

Según las indagaciones del Equipo del Plan de Salvaguarda que debió realizar el diagnósico en Cali,
estas proporciones en general no han cambiado en los últimos años, y así se constata en el Censo
comunitario suministrado por el Cabildo para este diagnóstico. Hay una diferencia inicial: las
personas que están estudiando pasaron de ser el 12,79% del total lo que corresponde a mayor
población infantil y juvenil estabilizada en la ciudad y la migración de jóvenes para continuar sus
estudios.

Por otra parte, sí hay una interpretación diferente de los datos allí plasmados. Especialmente la
caracterización de la “violencia” como factor determinante del desplazamiento y/o
desterritorialización. Según la síntesis del Equipo, la valoración comunitaria es que la violencia “es
sistemática y tiene múltiples facetas de acuerdo a los tiempos y contexto donde se desarrolla”. A
partir de allí caracterizan varios tipos de violencia: partidista, por la tierra, por la perdida de la
identidad, por poder, “por la imposición de un sistema avasallador ajeno a nuestra cultura que
implicó arremeter contra sistemas propios de los pueblos indígenas que habitaban este territorio”,
por la supervivencia, por la inequidad, por discriminación y exclusión, la religiosa -que genera
afectación en la libertad de pensamiento y de actuar-. Por otra parte consideran que al ser una
violencia cíclica, ésta ha afectado al ser indígena y ha ocasionado baja autoestima y también
sentimientos de sumisión (Equipo de trabajo Plan de Salvaguarda del departamento del Valle del
Cauca 2013)13.

Según el análisis realizado por ese equipo en las asambleas, “lo anterior tiene su origen en la copia
de un modelo aristocrático, burocrático y de subyugación llegado de España e impuesto en un
contexto diferente, que desconoció los avances y dinámicas organizativas que tenían quienes
habitaban el territorio”. Según esta visión, valores como la inequidad, los intereses de poder, la
ambición, la envidia, los egoísmos, el individualismo, corresponden con ese modelo español y –lo
más relevante para nuestro análisis- se han perpetuado como detonantes del desplazamiento de
hoy. Lo anterior es coherente con una valoración hallada en las Asambleas comunitarias respecto a
la concepción de la violencia política, a la que de forma generalizada se entiende como la
continuidad de la violencia colonial (ver la parte de Fundamentos).

Pero esta interpretación sobre las causas del desplazamiento no solo es asunto de mentalidad, sino
de realidades que se entienden sistémicas. Es lo que ocurre con lo que llaman “pobreza y falta de
tierras” las personas desplazadas cuando son encuestadas; en realidad el problema sí es un asunto
de violencia política sistémica la que produce tal desplazamiento, que se podría denominar cualquier
cosa menos voluntario o pacífico. Escribe el equipo indígena del Plan de Salvaguarda en Cali:

[En la] década de los 80´s a los 90´s, el narcotráfico coge más fuerza en los
territorios indígenas donde habita el Pueblo Nasa y se apropian de tierra que
destinan al cultivo masivo de hoja de coca, generan una economía falsa de
apariencia, y desde luego el ingreso de grupo armados que obligan al

13 Equipo de trabajo del Plan de Salvaguarda Nasa del departamento del Valle del Cauca (2013). Análisis histórico del
pueblo nasa y el relacionamiento actual con el proceso organizativo en Santiago de Cali para la formulación del
Plan de Salvaguarda (Auto 004).

154
desplazamiento, interno, regional y nacional. Otro de los cultivos que involucró y
generó de forma masiva expectativas económicas fue el cultivo de la amapola; todo
esta nuevo mecanismo de invasión y desterritorializacion contra el Pueblo Nasa, fue
tan efectivo que se olvidaron del tull, y hoy tiene como consecuencia la escasez de
alimentos tradicionales y una población en otros espacios territoriales.[…] A raíz del
narcotráfico hoy en día y con todas sus consecuencias nefastas el Pueblo Nasa de
origen está amedrentado, se le aumentó el precio en los productos, en los territorios
hay prostitución, cambió la mentalidad de la nueva generación en busca del dinero
fácil, el Cabildo y la Familia pierden autonomía frente a los parámetros culturales, y la
nueva generación retoma prácticas ajenas a la cultura del Pueblo Nasa,
generándose una acelerada perdida de la identidad. […] Las consecuencias del
involucramiento de algunos nasa en el narcotráfico han sido nefastas, el facilismo del
dinero, la usurpación de tierras, el cambio de productos tradicionales, daño a los
nacederos de agua y la tierra debido al uso de químicos; con la llegada de gente
extraña al territorio, empezó la zozobra y utilización del indígena, la trata de personas
no se hizo esperar, la pérdida de la autoridad, de la unidad familiar y la concepción
cosmogónica del Pueblo Nasa, fue determinante en la pobreza, material y espiritual
que hoy padecemos”. (Equipo de trabajo Plan de Salvaguarda del departamento del
Valle del Cauca 2013)

El análisis precedente muestra que la población migrante en realidad es desplazada forzosamente


por la anterior realidad de pobreza, que a su vez es causada por el narcotráfico y otras economías
extractivas, y éstas siempre se desarrollan por medio de la violencia.

Según se registra en el Estudio etnológico de la Universidad del Valle, el Cabildo Nasa de Cali en el
año 2003 contaba con 555 personas discriminadas en 121 familias; para 2007 la población había
crecido en 214 familias y 922 personas, es decir, eran 335 familias y 1.477 personas, aunque se
advertía que había un subregistro. Y para 2012 el censo del Cabildo nos informa de 4.615 personas
y 1.264 familias, y nuevamente se señala un posible subregistro. Este crecimiento exponencial indica
que no obedece a una tendencia natural o inercial de migración voluntaria, mucho menos a
crecimiento de la natalidad, sino a un verdadero estallido de desplazamientos forzados.

Lo que significa también que hay un dato del estudio etnológico que perdió toda vigencia: aquél que
señalaba que el 43,5% de las personas de este cabildo (643 personas en ese momento) habían
nacido en Cali, y que sugería la presencia de segundas y terceras generaciones de esta migración
en la ciudad, o en otras palabras, que se trataba de una población establecida y no de paso (Mota y
Posso, 2007). Es claro que un sector importante de la población se encuentra establecida, pero es
simplemente imposible que la población se haya duplicado en 5 años. Tampoco puede
argumentarse que el subregistro del 2007 fue resuelto con el nuevo censo, pues las informaciones
disponibles siguen hablando de ese fenómeno. Luego no puede haber otra explicación que un
agrandamiento del flujo migratorio por causas extraordinarias, que no son otra cosa que la violencia
política directa e indirecta contra la población nasa del Valle y Cauca, principalmente.

Paradójicamente, justo cuando el fenómeno del desplazamiento nasa es tan extendido y tiene tanta
atención judicial e institucional, los indígenas nasa que se encuentran en Cali no aparecen en las
cifras del Estado. La oficina de la Asesoría de Paz de la Alcaldía de Cali registra 3.050 indígenas

155
víctimas del conflicto armado, que solo son registrados como “indígenas” sin precisar debidamente la
pertenencia étnica. Aún más, en la base de datos construida por esa institución sobre indígenas
nasa que han declarado su condición de víctimas, solo solo aparece reporte de 121 personas; solo
una ligera revisión de apellidos en nasayuwe de la base general de esa institución indica que el
número de personas nasa que han declarado es bastante superior, casi la tercera parte, sin que
hayan incluido su pertenencia étnica14. El Cabildo de Cali señalaba adicionalmente que los datos del
estado civil de esas personas registradas solo reconocía una viuda, siendo que los censos propios lo
tienen como una característica más generalizada en la población nasa en Cali. No se trata
solamente de un problema en la recolección de la información, sino de una política de “minimización
del problema” por parte de la alcaldía de Cali. Los formatos de encuesta evidentemente no dan
cuenta del enfoque diferencial y tratamiento especial efectivo, lo cual se evidencia en el alto número
de respuestas en blanco. Menos posibilidad hay de que la realidad social y cultural que viven los
nasa en el municipio de Santiago de Cali aparezca discriminada.

Según los datos del Censo del Cabildo Nasa Santiago de Cali, la tendencia es que el
desplazamiento se sigue feminizando paulatinamente. Lo que aparecía como una ligera tendencia
en 2007 (el 51% eran mujeres) en el censo se refleja una desproporción preocupante: el 53,5% de la
población nasa en Cali son mujeres. Eso indica dinámicas que fueron expresadas en las Asambleas:
la presión de los actores armados contra las mujeres para incorporarlas en actividades bélicas, la
merma de opciones económicas para las mujeres en las comunidades (los hombres jóvenes se
vinculan con mayor facilidad en actividades sustitutas a la agricultura en crisis, como el narcotráfico
o la pertenencia a grupos armados), la vinculación como trabajadoras domésticas que resulta tener
mayores posibilidades que las labores masculinas (los hombres tienden a desplazarse hacia
actividades agrícolas por su evidente descalificación laboral en las ciudades), y un crecimiento de la
población femenina en edad de estudiar. Esta feminización de la población nasa en Cali se expresa
también en que el mayor número de nasas que han declarado sean mujeres, que tienden a buscar
estabilización con más rapidez.

La población nasa en Cali sigue ubicada en barrios de estratos 1 y 2; el mayor porcentaje de la


población, 19,58%, señala vivir en la Comuna 18 (en el área cercana a La Buitrera), el 10,62% en la
Comuna 20 (conocida como Siloé), el 4,6% en la Comuna 21; se trata de las comunas donde se
concentra la mayoría de la población indígena en Cali (no solo nasa) (Alonso 2007)15. El 28% de los
miembros del Cabildo no respondió a la pregunta sobre su sitio de residencia, lo cual puede
obedecer a dos factores: que se encuentran ubicadas en zonas de “desarrollo humano incompleto”,
más conocidas como invasiones, o que persiste un factor de seguridad y de “temor a que los hayan
seguido hasta esta ciudad”. “Desde una radiografía general, el sitio de residencia continúa siendo las
zonas de ladera y el oriente de la ciudad, donde existe gran número de problemáticas sociales como
pandillas, pobreza económica, falta de oportunidades, los cuales ponen en doble riesgo a la
población nasa que ha llegado a estos sectores”. (Equipo de Plan de Salvaguarda Cali 2013).
Persiste también como problema sensible la discriminación cultural y étnica. El Equipo del Plan de
Salvaguarda señala que uno de los grandes problemas que padecen los nasa que llegan a los
centros poblados es el choque cultural entre sus expectativas y las realidades; “llegan con la
esperanza de resolver su situación, económica, de persecución y riesgo de la vida personal y

14 Por supuesto este dato no puede ser concluyente, pero sí sintomático de la falta de cuidado en la recolección de
información por parte de la institucionalidad responsable.
15 Alonso C., Julio César et al. “Una mirada descriptiva a las comunas de Cali”. Universidad ICESI, 2007.

156
familiar en los territorios de origen, y se enfrentan a una cruda y cruenta realidad: la de las
competencias por conocimiento, muy diferentes a las prácticas culturales de los territorios de origen,
situación que conlleva al sometimiento y al rebusque para la subsistencia individual y familiar”. Esa
descalificación laboral, lingüística y contextual es altamente sensible: de conocedores de su realidad
pasan a ser ignorantes de casi todo, profundizándose la desigualdad por causa de las
discriminaciones; la mayoría de los trabajos informales a los que acceden los varones son de baja
calificación y mal pagos; las mujeres en general son vinculadas en los trabajos domésticos donde
pueden enfrentar mejor dicha descalificación, pero sus ingresos son igualmente bajos.

El equipo también recogió información sobre casos de discriminación fenotípica, étnica (por ser
indígena), por los apellidos, por las prácticas culturales. Y una aún más marcada por el origen: el
hecho de que municipios como Toribío, Jambaló, Corinto, Pradera, Florida, Caldono, o los de
Caquetá y Putumayo, sean reconocidos como “zonas de conflicto” se traduce en marcadas
exclusiones, señalamientos indiscriminados y tratamientos desiguales, a lo cual contribuye el
discurso reiterado de los funcionarios públicos -sobre todo militares- de señalar a los indígenas nasa
como auxiliadores de la guerrilla. Siendo que el refugio y habitación de los desplazados indígenas
nasa es sobre todo el borde de la ciudad, en las comunas 18 y 20, reciben también la carga de
discriminación de los barrios populares de Cali.

La presión cultural y psicológica tan fuerte es respondida por muchas de las víctimas a través del
ocultamiento étnico y de origen, lo que se traduce en profundas grietas en la reproducción cultural;
este fenómeno afecta sobre todo a niños, niñas y adolescentes, más vulnerables a presiones
contextuales del consumo, los colectivos estudiantiles. Obviamente las transformaciones culturales
forzadas se hacen más aceleradas en las nuevas generaciones que no cuentan con referentes
espaciales, políticos, rituales o espirituales de suficiente fortaleza. Especial impacto tiene este
sistema de discriminación sobre el uso de la lengua propia: aunque un número importante de los
desplazados y desplazadas provienen de zonas donde ya hay una crisis lingüística y elevados
índices de pérdida de la lengua (Equipo del Plan de Salvaguarda 2013), el contexto urbano y de
discriminación termina por acelerar ese proceso.

La respuesta institucional

No hay diferencias muy marcadas entre las modalidades de atención a la población desplazada
indígena y la que se da a la población no indígena. Sin embargo es pertinente identificar esas
recurrencias. Un cuadro comparativo entre sobre la atención institucional a un grupo amplio de
indígenas nasa desplazadas en Cali, elaborado a partir de entrevistas realizadas por el Equipo del
Plan de Salvaguarda Cali, permite identificarlas.

El primer problema sigue siendo el número amplio de indígenas que aún acudiendo a las
instituciones no han recibido ningún tipo de ayuda humanitaria y menos los recursos para su
estabilización económica; los trámites que duran entre 2 y 4 años muestran una institucionalidad
que no ha hecho ningún caso a los requerimiento de la Corte Constitucional en la materia. En las
entrevistas realizadas encontramos incluso personas que hicieron su declaración en el año 2006 sin
que hayan recibido respuesta adecuada. Esta problemática está asociada a la variante de la
tramitomanía y el síndrome de la sospecha que sigue orientando el funcionamiento de las
instituciones encargadas. En numerosos casos las víctimas de desplazamiento entrevistadas, la
mayoría mujeres, señalaron que pata hacer valer sus derechos debieron interponer tutelas o

157
adelantar derechos de petición ante las oficinas responsables de la atención humanitaria de
emergencia, Acción Social y la Unidad de Atención y Orientación al Desplazado UAO de la ciudad
de Cali (ahora llamada Centro de Atención a Víctimas del Conflicto Armado). En ocasiones con éxito,
pero en un número elevado con resultados negativos. Esto último desestimula de forma reiterada el
avance en los procesos de reclamación, que al parecer corresponde con el propósito institucional. La
frase “me cansé de voltear” fue repetida en las entrevistas, y luego el consiguiente desistimiento; y
junto a ella los reiterados “tuvimos que interponer Derecho de Petición para recibir ayuda de la
UAO”, “el Derecho de Petición ha sido el único mecanismo para obtener ayuda”.

Obviamente un sistema como éste es totalmente contrario al cumplimiento de los derechos humanos
de la población nasa desplazada. A lo cual se suma la lenta respuesta a las exigencias en materia
de restitución de tierras. Una de las personas entrevistadas señalo cómo su solicitud del año 2011
estaba en septiembre de 2012 en el mismo lugar que cuando la presentó; “tiene que esperar” fue
toda la respuesta.

Otro de los campos problemáticos en la respuesta institucional es el de la recepción de


declaraciones y el registro de las víctimas. Ya señalamos que todo el sistema sigue adoleciendo de
falta de un enfoque diferencial serio para el registro; a partir de una visión etnocéntrica las
instituciones creen resolverlo adoptando una categoría general de “indígena” e incluyen en ella a
miembros de los 92 pueblos indígenas del país. Como es obvio, con base en esa información es
imposible identificar alternativas programáticas que sean culturalmente adecuadas y respetuosas de
los procesos comunitarios. Asociado a ello, las víctimas nasa señalan que las instituciones son
totalmente indiferentes al reconocimiento de las formas de organización social. Por ejemplo,
inscribieron como un solo núcleo familiar lo que eran varias familias a pesar del reclamo de la
declarante, y al revés, no identificaron como familia extensa a un grupo de desplazados y los
inscribieron como grupos familiares distintos; esto tiene implicaciones relevantes para la adopción no
solo de ayudas humanitarias, sino de reconocimiento de personería para la exigencia del derecho,
cantidad de proyectos productivos necesarios, déficit de vivienda, etc.

Por otra parte, cuando los trámites son “exitosos” la aprobación y entrega de las ayudas
humanitarias siguen siendo extremadamente demoradas. Son corrientes (en realidad son casi la
regla) los casos en que “la primera ayuda llegó después de los 5 meses” y la segunda nunca. Por
ese motivo varias de las personas informaron que han acudido a instituciones privadas, con
resultados diversos: Una mujer nasa proveniente de Toribío reconoció haber solicitado “ayuda a la
Cruz Roja, pero se las negó; por lo cual tuvieron que llegar donde un familiar donde actualmente
viven de posada”; otras solicitaron ayuda a la Fundación Minuto de Dios quienes le entregaron
alimentos, remesa, colchoneta, utensilios de cocina y $ 400.000 para arriendo. No se puede
desconocer que la ayuda privada resulta muy importante para las personas en situaciones de
emergencia, pero es sabido que crean redes de dependencia y no sujetos de derecho.

Otra problemática identificada en las entrevistas de campo, fue que las instituciones niegan el
carácter de víctima de desplazamiento a las personas inscritas en el régimen contributivo, que tienen
estabilizada su fuente de trabajo o que acceden a trabajos temporales y se ven obligados a pagar
las cuotas de la seguridad social; al realizar el pago se les considera no desplazados, y se les
excluye de otras garantías y programas. “Por el hecho de haber pagado seguridad social no querían
aceptarlo como desplazado”, refiere una mujer nasa en referencia a su esposo que logró conseguir

158
empleo; la señora informaba que el esposo quiso salirse del régimen contributivo para no afectarlos.
De este modo las soluciones autónomas de las personas en situación de desplazamiento son
“castigadas” por la institucionalidad, o se niega el carácter de víctima por el solo hecho de ser
trabajador o trabajadora.

Lo cual resulta una paradoja dolorosa, teniendo en cuenta que los programas de estabilización
económica no cubren a la población desplazada indígena, y resultan ser una promoción del empleo
informal y subterráneo, en contravía no solo de la dignidad de las personas sino de la política del
gobierno nacional.

Hay dos asuntos sobre los cuales la respuesta institucional es totalmente marginal: la educación y la
vivienda. Sigue siendo problemático el acceso de la primera infancia a los servicios educativos. Las
familias desplazadas denuncian que no hay cumplimiento de acceso a la educación diferencial, en
ocasiones los presionan para ir a determinados colegios distantes de los sitios de vivienda, etc., que
desconocen las particularidades indígenas en la materia. Y los planes de vivienda simplemente no
tienen ninguna cobertura relevante ante la presencia de más de 1.000 familias indígenas; no está de
más señalar que no hay ninguna institución trabajando de forma programática en el tema de la
reubicación y el retorno de las familias desplazadas.

La Alcaldía de Cali ha venido incluyendo algunos elementos programáticos en sus planes, e


inclusiva existe una política pública para pueblos indígenas adoptada por la ciudad. En el Plan de
Desarrollo se incluye la prioridad en inclusión y atención de las comunidades y cabildos indígenas, y
se adoptó un Programa de Diversidad étnica y racial. El eje de este programa es el bienestar y de
forma más puntual “Para los pueblos indígenas, se pretende proteger y preservar el respeto a la
diferencia y a la intervención estatal de una manera adecuada, con el propósito de lograr un
mejoramiento de la calidad de vida sin interferir con la autoridad y
autonomía de los mismos”.

Aunque es de destacar que se proponga estimular la formulación de planes de vida, incorporación


de población indígena en edad escolar, promoción de las expresiones artísticas y la realización de
festivales, las medidas para atender adecuadamente a la población nasa desplazada (y en general
la indígena) es altamente deficiente, y sigue preso del enfoque “diferencial” que se satisface con
poner el título “indígena” en los formularios. Valgan los siguientes elementos: El sistema de
información para inscripción, seguimiento y caracterización no ha sido consultado con la autoridad y
carece de las características que se requieren para tener información adecuada y actualizada; y
están previstas 1.000 viviendas en el cuatrienio para toda la población desplazada del municipio
(solo la población nasa es superior a ese número). Lo que resulta más problemático es que el
enfoque del PDM es “folclorizante” y entiende lo indígena como un conjunto de rasgos exóticos y
como la existencia de una comunidad política que es sujeto de derechos.

La respuesta indígena al desplazamiento en Cali

La presencia nasa en Cali se visibiliza en los años setenta. Pero fue a principios de la década del
noventa que hubo un primer momento organizativo, aunque quienes lo lideraron en aquella época no
se encuentran en la ciudad y no hay muchos recuerdos al respecto por parte de quienes en la

159
actualidad lideran el proceso. Amparados bajo la conquista política y jurídica que habían alcanzado
con la promulgación de la Constitución de 1991, se dieron intentos organizativos que tenían como
primer referente los procesos que había en sus “lugares de origen”. Otro momento fue en 1994, año
en el que ocurrió la avalancha del río Páez, en Tierradentro, y miles de nasa se vieron forzados a
migrar por el desastre natural. Sus redes familiares y de compadrazgo los llevaron hacia la ciudad de
Cali. Sin embargo, en ese momento no se consolidó el proceso organizativo como se le conoce en la
actualidad. Pocos años después, en 1998, un grupo de académicas y académicos de diferentes
áreas, entre los que se encontraban Herinaldy Gómez y quien sería la gobernadora del cabildo en
dos oportunidades, Catalina Achipiz, se reunieron con la intención de recopilar alguna información
sobre la presencia nasa en las ciudades (Motta y Posso, 2007; Motta, 2010).

A finales de la década del noventa empezó a adelantarse el proceso de conformación del Cabildo
Nasa Santiago de Cali. Fue en 2003 cuando la comunidad nasa de Cali logró el reconocimiento
como cabildo ante el municipio. Organizarse y fortalecer la identidad fueron los dos preceptos que le
dieron vida. La experiencia de la migración y los desafíos de un nuevo contexto juntaron a los nasa
alrededor de una figura que conocían, que hacía parte de su historia: el cabildo. Iniciaron desde ahí
la lucha por el reconocimiento ante el Estado, encontrando a su paso lo que el alcalde definió como
un problema: su presencia en la ciudad, que podía desbordarse y profundizarse en la medida en que
más indígenas de otros pueblos también decidieran organizarse como cabildo. Llegaron a un
acuerdo: sólo podía existir un cabildo por cada uno de los pueblos. Hasta el momento, existen 6
cabildos en total. La recuperación de saberes propios, el encuentro con otros nasa provenientes de
diferentes lugares, así como la reivindicación y el ejercicio de la autonomía territorial y jurídica en el
marco de la lucha ancestral por el territorio, han caracterizado la dinámica de este proceso
organizativo (Motta y Posso, 2007; Motta, 2010).

Sobre este proceso se refirió una de las mujeres nasa que lidera el proceso del cabildo y miembro
del equipo del Plan de Salvaguarda:

El cabildo nasa Santiago de Cali se constituyó bajo dos fundamentos principales:


organizarnos para fortalecer nuestra identidad cultural y exigir nuestros derechos. En
esa construcción que se inició en 1999, se estableció una discusión permanente
durante dos meses con la institucionalidad sobre qué parámetros nos íbamos a regir.
En ese orden, lo primero que el alcalde planteó era que no podía constituir el cabildo
porque se le salía de las manos jurídicamente y porque era un problema que se le
iba a crear a la ciudad. Una de las poblaciones más grandes indígenas en Cali es la
Nación Nasa. Pero hay 5 pueblos más. La preocupación era que si cada uno de los 6
pueblos constituía un cabildo se iba a convertir en un problema. Lo que se acordó es
que se constituyera solamente un (1) cabildo por etnia. En 2003 para lograr la
constitución recibió el aval porque lo solicitamos de la Asociación de Cabildos nasa
Cxacxa (Tierradentro) y solicitamos también el aval de la ACIN. Luego, en 2008 se
registró en el marco del CRIC porque lo que hemos discutido es que cuando haya
una dificultad, ¿cuáles serían los mecanismos de control? Esta dinámica ha
fortalecido el tema de educación, salud. En educación el CRIC ha hecho el apoyo y
acompañamiento a este proceso. En este momento se está firmando un proceso con
la UAIIN. Este aval o esta institucionalidad que permite la vigilancia y el
fortalecimiento político y jurídico es el que trasciende a nivel nacional en el tema de

160
ciudades. Cali jalonó en 2009 una reunión con los cabildos urbanos. Hemos tenido
dos encuentros para discutir sobre el tema de cabildos urbanos. En Medellín la
decisión política fue que no se llamaran cabildos urbanos sino que deben retomar el
nombre territorial del municipio. Bogotá nos convocó para mostrar el avance en la
política pública en ese municipio, el aporte no fue mucho pero quedamos de hacer un
encuentro en Popayán o en Cali. Tenemos una política pública indígena, una escuela
integral indígena, un sistema de salud propio, estamos pensando en territorio
(Seminario-Taller Equipo Nacional Plan de Salvaguarda Nasa, Bodega Alta, Caloto,
Marzo 25-29 de 2013).

Como sugiere el relato de quien algunos años antes fue gobernadora del Cabildo Nasa Santiago de
Cali, para organizarse contaron con el aval de una de las asociaciones indígenas de Tierradentro,
lugar de donde provienen muchas de las personas que actualmente se encuentran en Cali, así como
de la Asociación de Cabildos indígenas del Norte del Cauca (ACIN) y, posteriormente, del Consejo
Regional Indígena del Cauca (CRIC). Esto, según señala, les ha permitido desarrollar una escuela
indígena integral, un sistema de salud propio, un sistema de justicia propia, entre otros. Esto era
necesario porque la posición inicial del CRIC como organización indígena de carácter regional fue
promover el retorno de los y las indígenas que llegaban a la ciudad (Guevara 2004). Sin embargo,
frente al aumento de la población indígena en los cascos urbanos y las demandas que éstos
realizaban, a principios de la década del noventa, se crearon dos cabildos urbanos que luego fueron
adscritos al mismo CRIC, como le sugirió Palechor a Granados (2010) durante una conversación
personal que sostuvieron en 2009. Según la autora, este fue el caso del cabildo urbano del pueblo
Kokonuko y el cabildo urbano del pueblo Yanacona.

El estudio etnológico del 2007 señalaba que “en este proceso de recuperación y fortalecimiento el
cabildo tiene algunas proyecciones a futuro que se articulan alrededor de: 1) el eje de vivienda y
trabajo, articulados al proyecto de política indígena de la ciudad; 2) fortalecimiento de la visibilización
de los cabildos en la ciudad; 3) la reivindicación de derechos y el reconocimiento por parte de las
instituciones departamentales y municipales de la presencia indígena urbana a nivel político”. Estos
frentes son de carácter colectivo y político pues se plasman a nivel de todos los cabildos, pero
gestionados desde los nasa.

Tal perspectiva persiste. Durante una de las asambleas de construcción del Plan de Salvaguarda
que se realizó en el Centro Cultural Santiago de Cali (noviembre 18 de 2012), una mujer nasa señaló
de manera muy enfática: “Somos muchos los que estamos por fuera (…) además he aprendido que
la Sentencia y el Auto hablan del desplazamiento y nosotros somos desplazados”. En esta vía, una
de las exigencias que hicieron quienes asistieron a las asambleas fue la urgencia de un proceso de
visibilización de la problemática que enfrentan los nasa que están en la ciudad, pues señalan que
están sufriendo una doble discriminación: por una lado, por parte de la mayoría de quienes viven en
los “territorios de origen” quienes expresan que por haberse ido de ahí perdieron sus derechos; y por
otro, por la ciudad en la que viven por el mismo hecho de ser indígenas, donde por lo general “nos
niegan también nuestros derechos”. En esa oportunidad, la comunidad preguntó al unísono:
“entonces ¿qué hacemos? Si salimos del territorio fue por necesidad, no por gusto o porque
quisiéramos” (Asamblea Cabildo Nasa Santiago de Cali, Centro Cultural Santiago de Cali, noviembre
18 de 2012).

161
También en su momento, la entonces gobernadora Adriana Menza opinó sobre los proyectos del
Cabildo, refiriéndose en particular a sus desafíos y expectativas territoriales:

[…] La reubicación que queremos no es que nos reubiquen en un espacio así


pequeñito sino que nosotros estamos pensando es en una reserva indígena, ese es
el querer de nosotros porque lo que queremos es que si estamos aquí en la ciudad
no perdamos nuestra identidad cultural sino que por el contrario fortalecerla,
reivindicarla, ahí es cuando se plantea que en vivienda un proyecto sería una reserva
natural indígena que lleve consigo la parte ambiental, la reivindicación de muchos
derechos […]

Durante una de las reuniones del Equipo del Plan de Salvaguarda Nasa, un hombre, miembro del
cabildo de Santiago de Cali, manifestó:

Hace 10 años existe el cabildo de Santiago de Cali. ¿A dónde retornar si no hay


tierras? Estamos en un proceso de fortalecimiento cultural: en nasayuwe, en danzas,
en cosmovisión nasa. Estamos en la Escuela integral indígena en Cali. Yo no he
dejado de ser indígena porque estoy en Cali. Y salí hace 11 años pero soy nasa y
siempre busco a los mayores para aprender. ¿De qué estamos hablando
culturalmente? Los que quieran regresar, se regresan, ¿pero a dónde se van a
regresar si no hay tierras? Y los que se quieran quedar, pues se quedan porque hay
mucha gente que ya tiene su vida en la ciudad (Reunión Equipo Nacional, Bodegalta,
Caloto, Marzo 25-29 de 2013).

Este planteamiento no es menor en la medida en que traza el desafío central al que se ven
enfrentadas las mujeres y hombres nasa que se desplazaron hacia la ciudad de Cali en diferentes
períodos históricos y que hace parte del referente bajo la cual es asumida su reivindicación en la
ciudad por parte de los cabildos de los lugares de procedencia: “Yo no he dejado de ser indígena
porque estoy en Cali. Y salí hace once años pero soy nasa”. La presencia de indígenas en la ciudad
y de la consolidación de sus organizaciones ha generado nuevas representaciones sobre la
definición de la identidad étnica, marcada por fuertes cuestionamientos y negociaciones en torno a la
migración y la posibilidad ser indígenas por fuera de sus “territorios de origen”.

Esta situación plantea importantes desafíos en la medida en que la lucha central sobre la cual se
erigió el movimiento indígena del suroccidente colombiano fue la tierra. Por ejemplo, para algunos
líderes significa una posibilidad volver a la ciudad que antes de la colonización era indígena, es la
posibilidad de volver a ocupar el territorio ancestral (como de manera recurrente señalan los
miembros del cabildo de Santiago de Cali cuando se refieren al significado del vocablo indígena
Calli, que traduce “tejido sin agujas”), mientras que para otros es una forma de dejar de ser
indígenas, dados los procesos de pérdida de tradiciones y prácticas culturales que se aceleran en la
ciudad. Para las instituciones se tornan en sujetos de intervención de la política pública; en otros
casos son “indeseables” que debían retornar a sus comunidades porque no se ajustan a las
dinámicas de la vida urbana.

En esta vía, fueron enfáticas y enfáticos al afirmar que el Plan de Salvaguarda es para garantizar
que haya esas tierras para que vuelvan los que quieren volver. Señalaron que debe haber un

162
restablecimiento de los derechos tanto en el caso de retorno como en el de reubicación. Y agregaron
que el Plan también debe asegurar la garantía de los derechos a las personas que quieren quedarse
en la ciudad en el marco del proceso organizativo que vienen desarrollando en el cabildo.

Al pensar sobre el lugar en el que quieren vivir, varias personas durante las asambleas opinaron que
no querían que el territorio fuera dentro de la ciudad porque hay bandas criminales, pandillas,
barreras invisibles en las comunas, narcotráfico, grupos armados, sicariato, prostitución, entre otros.
La mayoría de personas, provenientes de los departamentos de Cauca, Tolima y Nariño, llegaron a
la ciudad en busca de una mejor oportunidad de vida, de la posibilidad de trabajar, de garantizar a
los hijos e hijas una mejor calidad en la educación y de una vida libre de la violencia del conflicto
armado. Sin embargo, la mayoría de las personas manifestó que sus sueños no se han cumplido
porque con dificultad sus hijos logran estudiar, porque no tienen dónde trabajar, porque la
precariedad económica de la mayoría de la población desplazada en la ciudad de Cali, que son
mujeres, es altísima, entre otros.

En la actualidad, el Cabildo Nasa Santiago de Cali sintetiza su estrategia política específica en los
siguientes componentes: a) Motivar el encuentro de la Nación Nasa de Santiago de Cali, b)
Sensibilizar y formar para la toma de conciencia del ser nasa, c) Desarrollar la defensa jurídica y el
ejercicio de la jurisdicción en el marco de la cultura, atendiendo el criterio de “a mayor identidad
cultural, mayores derechos”, d) Reivindicar los derechos especiales que amparan a los nasa,
indistintamente de donde se encuentren ubicados, e) Mantener la relación histórica y política con el
territorio de origen, para fundamentar los derechos especiales indígenas fuera de los resguardos, f)
Cumplir e implementar un nuevo concepto territorial indígena, relacionado con el ser y su identidad
que debe llevarse consigo a donde se desplaza, y g) Ejercer el control social, político, jurídico y
cultural para recuperar la ancestralidad territorial.

Las mujeres nasa en Cali

Tal como lo muestra el estudio etnológico (2007) al que hemos hecho referencia, “el Cabildo nasa
tiene una alta población de mujeres que trabajan como empleadas del servicio en condiciones
laborales y de vida bastante desfavorables, muchas de ellas, jóvenes en su mayoría, se internan en
una casa de familia, permanecen encerradas en habitaciones mínimas y confinadas a sus espacios
laborales la mayor parte de su estancia en la ciudad, recibiendo un salario inferior al mínimo y, en la
mayoría de casos, sin estar afiliadas a la seguridad social. Los bajos niveles educativos y la
discriminación de la que son objeto en la ciudad no permiten acceder a otro tipo de ofertas laborales”
(Motta y Posso, 2007).

Los datos del censo de 2012 no nos permiten saber si esta composición se mantiene, pero sí los
testimonios de las y las cabildantes, que reafirman que salvo la población joven que se encuentra
estudiando, este cuadro no se ha modificado, salvo en la aparición de diversos empleos informales,
como venta de “minutos”, lotería y comidas callejeras. Por otro lado, del total que dijo tener una
actividad productiva, unas 1.560 personas, el 53% fueron mujeres y el 47% hombres, una proporción
similar a la del total poblacional.

El desplazamiento forzado “trastocó” los campos de acción en los que la mayoría de mujeres nasa
se desenvolvían, asociados más a los vínculos familiares y a los espacios privados. El hecho de que

163
muchas mujeres hayan tenido que presenciar el asesinato de su compañero sentimental, o ser
testigos de las amenazas y señalamientos que obligaron a la familia a tomar rumbos diferentes,
ubica a las mujeres en un nuevo contexto en el que son obligadas a transformar su cotidianidad,
transitando por esferas públicas y políticas antes desconocidas para asegurar su supervivencia y la
de sus familias (Amador Ospina, 2008). En relación con esto, no debe perderse de vista cuando el
tipo de desplazamiento es forzado por el conflicto armado, lo cual aumenta los factores de
discriminación y las asociaciones recurrentes de la que son objeto mujeres y hombres cuando son
representados como potenciales amenazas por provenir de un lugar de intenso conflicto armado.

Los indígenas nasa en situación de desplazamiento forzado

Los eventos de desplazamiento forzado masivo de comunidades de la Nación Nasa que hemos
detallado en este Diagnóstico, y que tuvieron lugar en los territorios legalizados (resguardos nuevos
o de origen colonial) tienen como características fundamentales que la inmensa mayoría se dieron
hacia otros territorios nasa o dentro de los mismos resguardos o hacia sitios de refugio (llamados en
algunas zonas Sitios de Asamblea Permanente); los que se presentaron dentro de los territorios se
realizaron dirigidos por el gobierno indígena, que realizó directamente las tareas de organización,
coordinación, gestión y protección de las personas desplazadas y la relación con las autoridades
civiles municipales encargadas de las funciones humanitarias las realizaron directamente las
autoridades indígenas. Estos desplazamientos contaron en el 50% de los casos con planes previos
de contingencia que fueron diseñados por las organizaciones y autoridades indígenas, entre cuyos
componentes han estado la función de los Kiwe Thegna (conocidos como guardia indígena),
sistemas de alerta temprana ad hoc, sitios de refugio con algunos medios logísticos adecuados (la
mayoría en instituciones educativas indígenas o en sitios de encuentro educativo no formales).

Como resultado, estos desplazamientos fueron rápidamente atendidos y superados. La existencia de


una institucionalidad propia con preparación política y logística, y con capacidad de interlocución, ha
permitido que dichos desplazamientos masivos no se hubieran transformado en crisis humanitarias o
de salud, pues agilizó la atención de alcaldías y otras instituciones por la gestión exitosa del
gobierno indígena. Del mismo modo, la persistencia de toda la estructura de gobierno propio en el
seno de las comunidades desplazadas (responsables de salud, educación, atención espiritual o
psicosocial, seguridad y análisis política de los contextos) ha permitido que los retornos se hayan
realizado de forma ordenada, con seguridad, con la menor pérdida anímica y económica.

Debe tenerse en cuenta que estos desplazamientos masivos se han dado en su mayoría como
medida de protección ante escaladas bélicas sostenidas en el tiempo (especialmente en las zonas
del Valle, norte del Cauca, Caldono y Putumayo), bombardeos indiscriminados del ejército y por los
enfrentamientos militares esporádicos (en todas las regiones). La capacidad de respuesta masiva a
este tipo de eventos ha permitido reducir el impacto en vidas humanas, pero obviamente el impacto
sobre las economías familiares destruidas, en la regularidad en los servicios educativos, entre otros,
son elevados.

Las estrategias indígenas frente a los eventos de desplazamiento masivo han permitido que la
población nasa que se mantiene en situación de desplazamiento duradero luego de los hechos que
la propician, sea mínima en los territorios titulados. No de otra manera se explica que en los últimos

164
10 años haya habido por lo menos 39.297 personas desplazadas y solo una pequeña parte de ese
total haya permanecido en situación de desplazamiento.

Los repetidos desplazamientos masivos ocurridos en Toribío así lo confirman. En esa población
durante 10 años los desplazamientos han afectado por lo menos a 8.900 personas, pero la gran
mayoría retornaron a sus comunidades, acompañadas por sus autoridades y demás instituciones del
gobierno indígena. De hecho, durante todos estos años, en medio de la más intensa actividad militar
y los reiterados casos de desplazamiento forzado masivo, la población desplazada que permaneció
en el casco urbano de ese municipio y decidió no retornar fue de 65 personas en 2008, pero solo 14
venían de los resguardos, los demás lo hicieron de regiones como Caquetá y Alto Naya, justamente
donde los problemas de titulación de la tierra son severos; en 2009 llegaron 56 desplazados
permanentes, pero solo 10 eran provenientes de áreas rurales de Toribío y los demás del Meta,
Buenos Aires y del mismo casco urbano el tránsito a otros municipios; en 2010 los desplazados
permanentes fueron 61, de los cuales 32 eran del municipio y el resto de Putumayo y Caquetá; no
cambió la situación en 2011 cuando los desplazados permanentes fueron 31 y ninguno del área
rural.

En Páez, en 2007, en el desplazamiento masivo de 167 familias del resguardo de Huila y 15 del
resguardo de Toez, las autoridades coordinaron que las comunidades retornaran al sexto día, tras
permanecer en la cabecera municipal y el Seminario Indígena del resguardo de Tálaga, uno de los
sitios de refugio (Equipo de Plan de Salvaguarda 2012). También es el caso de Caldono, donde a
pesar de la intensidad del conflicto, la población en situación de desplazamiento no ha sido superior
a las 100 personas en la última época. A la fecha del diagnóstico, se encontraban solo 101 personas
desplazadas, de las cuales el 44% eran indígenas nasa.

Los desplazamientos masivos en el Naya, especialmente en el municipio de Buenos Aires (1985,


2000 y 2001) se hicieron hacia el casco urbano y luego la población se dirigió a territorios veredales.
Hubo dos tipos de respuesta indígena: una colectiva, articulada al gobierno indígena, y otra familiar;
la primera, para resolver los problemas de ausencia de titulación de las tierras ancestrales, reforzó
su estrategia de apropiación territorial y de demanda de la titulación (que lideran los cabildos del Alto
Naya y Pueblo Nuevo-Ceral), o la exigencia de reubicación; la segunda respuesta se transformó en
una dispersión de familias hacia varias regiones del departamento del Cauca y el país.

Otra cosa ocurre en las regiones con precariedad en la titulación, donde los hechos victimizantes en
buena parte corresponden a acciones para desalojar a las comunidades o familias indígenas. Allí ha
habido poca posibilidad de construir infraestructuras que sirvan de sitios de refugio, el desarrollo
institucional indígena es menor, la capacidad de incidencia y gestión resulta proporcional, etc. Y
sobre todo: el hecho de que el desplazamiento deba realizarse hacia zonas que no constituyen sitios
seguros (legal, material o militarmente) imprime dos elementos diferentes a la tipología del
desplazamiento: no se realiza hacia sitios únicos sino que dispersa la población nasa, y tiende a
asentarse de forma duradera en cascos urbanos o centros poblados.

En tal situación, lo que aparece como constante es el desplazamiento familiar y gota a gota, que
tiene como elemento constitutivo las enormes dificultades para organizar tanto las acciones de
protección y atención humanitarias, como de retorno. Esto último es obvio, pues simplemente las
regiones donde podría pensarse el retorno se encuentran insertas en disputas por la propiedad, no

165
se encuentran reconocidas legalmente, tienen escasa inversión pública culturalmente adecuada
(porque no se reconoce la presencia indígena), todos elementos que impiden precisamente el
retorno en condiciones de seguridad y dignidad.

Un ejemplo de esta modalidad es la situación de San Vicente del Caguán. Los nasa del Resguardo
de Altamira son en su mayoría procedentes del Cauca (Páez, Toribío, Miranda y Corinto), de donde
migraron en la década del treinta del siglo pasado por el despojo violento de tierras ocurrido en esa
época; los de la comunidad de Banderas de Recaibo llegaron a la zona en los años sesenta como
resultado de la violencia política en la región de Morales (Cauca); aún hoy están dispersos en 4
veredas del municipio. Con la situación territorial sin definir, varias “familias nasa han tenido que
abandonar de manera individual su territorio debido a la agudización del conflicto armado después
de la terminación de la zona de despeje y fueron llegando a la cabecera municipal de San Vicente
donde se han ido organizando y conformaron […] el Cabildo Urbano Juan Tama, que hasta ahora
recoge a 17 familias, 47 personas dispersas en los barrios y quienes se reúnen en el barrio El Portal,
haciendo grandes esfuerzos mantener su cultura, sus usos y costumbres” (Alcaldía de San Vicente
del Caguán 2012). La propia alcaldía así lo reconoce, cuando señala que la necesidad más urgente
para esta población es la reubicación en un territorio propio.

Otro grupo de 40 familias nasa, que ante la ausencia de titulación fueron a vivir en el territorio del
resguardo Yaguara II en 2010 con el permiso del Consejo de Autoridades Indígenas en San Vicente
del Caguán, cuando se presentó la agudización del conflicto se desplazaron hacia el sector de la
Tunia en una finca que se encuentra en proceso de extinción de dominio, donde fundaron el Cabildo
Ukwe Ucxe, que se encuentra sin titulación. La principal razón para volver a desplazarse fueron los
señalamientos de El Tiempo, del 19 de septiembre de 2011, titulado “La Reforma agraria de Jojoy
vigente un año después de su muerte”, donde afirman que este proceso fue promovido por las
FARC. Lo más importante del hecho es que dicho periódico de nuevo asocia el problema de
desplazamiento a la ausencia de titulación. A la finca Ukwe Ucxe han llegado otras familias
provenientes del Cauca luego de dichos acontecimientos (Asociación de Cabildos de San Vicente
del Caguán 2012).

En Miranda, donde el resguardo titulado apenas cubre una parte mínima de las tierras ocupadas, el
fenómeno se reproduce. Las comunidades que viven en áreas tituladas retornan de los
desplazamientos masivos de forma organizada y coordinadas por sus autoridades. Mientras que las
otras tienden a permanecer en el casco urbano luego del evento de desplazamiento. Cerca de 920
indígenas nasa fueron reportados por la Alcaldía municipal (unas 245 familias) como desplazados a
partir de los datos de una encuesta realizada por la Fundación Paz Pan y Vida en 2011; todos ellos
provienen de Miranda y algunas familias de Corinto. La mayoría de ellos viven en piezas arrendadas
o en casas de familiares, cuando se quedan en el casco urbano, y otros (19%) se han refugiado en
las viviendas de familiares en el área rural (Alcaldía Municipal de Miranda, 2011).

Con obvias diferencias, pero asociado a la misma problemática de tierras, se encuentra la


comunidad de Cofradía, cuyo desplazamiento de larga data (casi 60 años) sigue sin resolverse. La
mayoría de los comuneros provienen de Tierradentro (resguardo de Chinas), que a mediados del
siglo pasado decidieron ubicarse la vereda de Novirao y luego se establecieron en la vereda El
Cofre, huyendo de la terrajería y del trabajo que debían hacer a los terratenientes. Aunque no se
trata de un hecho reciente, la vinculación de este desplazamiento con la violencia política estructural

166
es evidente, y pone de presente que muchas de las familias y comunidades desplazadas hace
decenas de años todavía esperan la restitución de sus tierras, o la legalización de las tierras donde
debieron asentarse. La comunidad de Cofradía vive en una hectárea de extensión. Y aún no hay ni
titulación ni mucho menos ampliación de sus tierras.

La constante es la permanencia de la población nasa desplazada que no tiene resuelta la


problemática de tierras en centros poblados semirurales o cascos urbanos. El caso de Cali tiene una
variación: no tanto la ausencia de titulación de los territorios de origen, pues la mayoría provienen de
comunidades con resguardo, sino por la ausencia misma de tierras disponibles. El desplazamiento
forzado, cuando se acompaña de falta de tierras adecuadas para la agricultura, está directamente
asociado al no-retorno. Es un caso similar al de Bogotá, donde 370 indígenas del norte del Cauca,
provenientes de los resguardos de Toribio, Tacueyó, Corinto, López Adentro y Miranda (unas 87
familias) arguyen como causas del desplazamiento la combinación entre el bloqueo de opciones
laborales en el campo y los actos bélicos.

En la Tabla 13 quedan en evidencia las características de este desplazamiento individual o gota a


gota del cual ha sido víctima la Nación Nasa. Según los datos de Acción Social (2011) y el
Departamento para la Prosperidad Social (2012), los municipios donde hay sólo presencia nasa o
ésta es mayoritaria, acumulaban a 2011 unos 15.029 indígenas registrados en la categoría de
expulsados; es lógico concluir que se trata de los indígenas de esos municipios, es decir, los nasa.
Ese dato por sí solo indica el drama de la Nación Nasa. Y en los mismos municipios, más los que
son cercanos a los territorios nasa (como Cali, Popayán y Mocoa), el Estado tiene registrados
12.603 indígenas como recepcionados.

Es sabido que se trata de cifras con elevado subregistro, pues corresponde a las personas que han
iniciado trámites de reclamación de los derechos, que son una pequeña parte de las personas en
situación de desplazamiento. La ausencia de una forma organizativa propia como el cabildo es un
determinante del bajo registro de los desplazados nasa, así como de la ausencia de reclamaciones
de la ayuda humanitaria de emergencia y los demás procesos de restablecimiento de derechos.

Según las cifras consolidadas por el Equipo del Plan de Salvaguarda Nasa, no menos de 26.449
indígenas nasa se encuentran en situación de desplazamiento. La mayoría de ellos (cerca de
23.000) se concentran en Cali, Santander de Quilichao, Suárez, Popayán, Buenaventura, Puerto
Guzmán, Puerto Asís, Puerto Caicedo, Miranda, Morales, Buenos Aires y Caloto. En todos estos
casos se combinan como causas la violencia política, la escasez de tierras y la crisis económica
local, que conforman un sistema perverso que se retroalimenta.

167
TABLA 13. PRINCIPALES LUGARES DE ASENTAMIENTO DE LA POBLACIÓN NASA
EN SITUACIÓN DE DESPLAZAMIENTO 2012

Indígenas
Indígenas
expulsados
Causa del recepcionados
Municipio Comunidades Asentamiento Familias Total (Acción
desplazamiento (Acción Social
Social
2011)
2011)
Cabildo de Violencia
Santiago de Cali, política. Escasez
Cali Urbano 1.264 4.615 2.725
población de tierras. Crisis
urbana dispersa. económica local.
Resguardo Kiwe Violencia
Santander de Tek Ksxaw (*), política. Escasez
Urbano 659 3.619 228 1.310
Quilichao población de tierras. Crisis
urbana dispersa. económica local.
Cabildo Cerro Violencia
Suárez Rural 470 2.822 171 218
Tijeras política.
Violencia
Popayán Urbana dispersa Urbano 613 127 2.613
política.
Yu'luucx,
Resguardo La
Violencia
Buenaventura Delfina, Rural 315 1.974 1.266 228
política.
población
urbana dispersa.
Cabildos Cerro
Guadua, Los
Guaduales, Juan
Tama, Nasa
Kiwe, Sath Tama
Puerto Violencia
y Resguardos El 240 1.284 171 45
Guzmán política.
Descanso y
Porvenir La
Barrialosa,
población
urbana dispersa.
Cabildos Kiwe
Ñxusxa, Ksxaw
Nasa, Nasa
Fxiw, Kwesx Violencia Rural y
Puerto Asís 220 974 1.483 314
Kiwe, Sat Tama, política. Urbano
Yu´Luuçx,
población
urbana dispersa.
Comunidades Avalancha del
La Plata Rural 263 952 55 12
Villa Lozada, Páez

168
Indígenas
Indígenas
expulsados
Causa del recepcionados
Municipio Comunidades Asentamiento Familias Total (Acción
desplazamiento (Acción Social
Social
2011)
2011)
Bavaria, Irlanda,
Puerto Valencia,
La Línea, Fiw
Paez, Los
Ángeles, Nueva
Esperanza
Población Violencia
Miranda Urbano 245 920 191 222
urbana dispersa. política.
Avalancha del
Cabildo
Rivera Páez. Violencia Rural 130 800 128
Paniquitá
política
Cabildos Kiwe
Ukwe, Kwe'sx
Tatawala,
Yu´Cxijme (El
Libano), Pkind
Puerto Violencia
Kiwe 191 727 139 44
Caicedo política.
(GUAYABALES),
Selva Hermosa,
Çxa' Yuçe, no
organizados en
casco urbano
Cabildos Nueva
Esperanza,
Nuevo Horizonte
Morales 224 688 428 247
y Renacer.
Población
urbana dispersa.
Cabildo Pueblo Violencia
Buenos Aires Rural 175 678 1.158 556
Nuevo Ceral política.
Violencia
Caloto Urbana dispersa Urbano 615 493 615
política.
Resguardo Avalancha del
La Argentina Rural 94 445
Pik'kwue Ikh (*) Páez
Cabildo Urbano
Juan Tama
(Portal de
Timanco),
San Vicente Violencia Urbano y
Cabildos 74 425 122 26
del Caguán política. Rural.
Banderas del
Recaibo, La
Tunia – Nasa
Cxha Cxha y

169
Indígenas
Indígenas
expulsados
Causa del recepcionados
Municipio Comunidades Asentamiento Familias Total (Acción
desplazamiento (Acción Social
Social
2011)
2011)
resguardo
Yaguara II
Cabildo Páez de Violencia
Bogotá, política. Escasez
Bogotá, D.C. Urbano 87 370
Localidad de de tierras. Crisis
Kennedy económica local.
Cabildos Çxham
Violencia
Wala, Cabildo:
política. Escasez
Villagarzón Nasa Kiwe y Rural 119 354 1.136 284
de tierras. Crisis
Nasa Thax Tadx
económica local.
Kiwe
Cabildo Kite Violencia
Timbío Rural 95 322 119 43
Kiwe política.
Violencia
Cabildo Urbano política. Escasez
Valparaíso Urbano 316 52 15
Yu'luucx de tierras. Crisis
económica local.
Violencia
Florida Urbana dispersa Urbano 315 351 91
política.
Cabildo El Avalancha del
Sotará Rural 65 257 162 11
Peñón Páez
Violencia
Toribío Urbana dispersa Urbano 213 1.645 583
política.
Escasez de
Cajibío Cabildo Cofradía Rural 79 212 284 42
tierras. Terraje.
Cabildo urbano
Sek Fxiw y Violencia
Neiva Urbano 52 210 620 164
Cabildo Lame política.
Páez
Cxab Wala
Páez 198 610 114
Luucx
Violencia
Comunidades
Valle del política. Escasez
Nasa Kiwe U'se 52 183 39
Guamuez de tierras. Crisis
y Kiwe Zxiçxkwe
económica local.
Cabildos Nasa Violencia
Kwesx Kiwe y política. Escasez
Orito Urbano 46 170 381 86
Nasa Kwima The de tierras. Crisis
Wesx económica local.
Cabildo El
Violencia
Florencia Danubio, Cabildo Urbano 34 163 1.482 389
política.
Nasa Üus y

170
Indígenas
Indígenas
expulsados
Causa del recepcionados
Municipio Comunidades Asentamiento Familias Total (Acción
desplazamiento (Acción Social
Social
2011)
2011)
Comunidad La
Gaitana
Violencia
Corinto Urbana dispersa Urbano 150 224 179
política.
Puerto Cabildo Nasa
24 122 87
Leguízamo Kiwe
Violencia
Jambaló Casco urbano Urbano 85 120 240 106
política.
Puerto Rico Cabildo Calarca 28 105 108 25
Cabildo Nasa Violencia
Kjuen Lucx política. Escasez
Mocoa Urbano 30 101 767
Wesx (Hijos de de tierras. Crisis
Juan Tama) económica local.
Cabildo Violencia
Puerto Rico Urbano 69
Üse'yecte política.
Violencia
Inzá Urbana dispersa Urbano 59 256 36
política.
Cabildo
Puerto Rico 17 53
Montebello
Belén de los Violencia
Cabildo Manuel Urbano 15 50 19 4
Andaquíes política.
Violencia
Caldono Urbana dispersa Urbano 44 295 20
política.
Cabildo Kw'sx
Violencia
El Dovio Kiwe Wala 14 40 9 2
política.
(Sabana Blanca)
Violencia
Mesetas Urbana dispersa Urbano 5 28
política.
Cabildo Alto
Piamonte 5 25 507 27
Suspizacha
Violencia
Íquira Urbana dispersa Urbano 5 20
política.
Cabildo Violencia
Rioblanco Urbano 14 14 2
Barbacoas política.
Violencia
Planadas Urbana dispersa Urbano 9 21 9
política.
Cartagena Violencia
Cabildo El Berlín Rural 6 6 3
del Chairá política.
Cabildo Río
Ginebra ND ND ND 33 5
Guabas
La Macarena Comunidad Violencia Rural ND 9

171
Indígenas
Indígenas
expulsados
Causa del recepcionados
Municipio Comunidades Asentamiento Familias Total (Acción
desplazamiento (Acción Social
Social
2011)
2011)
Nasa Cxa Cxa y política.
Cabildo Kwesx
Kiwe
Violencia
Pradera Urbana dispersa Urbano ND 41 12
política.
Violencia
política. Escasez
San Agustín Cabildo la Perdiz Rural ND 89
de tierras. Crisis
económica local.
Violencia
Silvia Urbana dispersa Urbano ND 183 19
política.
Cabildo Tres
Solano ND 83 13
Troncos
Violencia
Totoró Urbana dispersa Urbano ND 91 18
política.
Violencia
Mesetas Urbana dispersa Urbano ND 25 7
política.
TOTAL 5.421 26.449 15.029 12.603

Fuentes: Cálculos propios a partir de Censos de Cabildos locales, Equipos Regionales del Plan de Salvaguarda Nasa
(2012), Acción Social (2011), DPS (2012).

Ya expusimos en extenso la situación y causalidad del desplazamiento en Cali. Los otros casos son
también ilustradores. Santander de Quilichao se ha convertido en el receptáculo de las familias que
en todo el norte del Cauca no han logrado articularse a la resistencia comunitaria o que ante la
dimensión de la tragedia humanitaria optaron por replegarse a sitio seguro. En efecto, un número
importante de las familias nasa desplazadas en esta ciudad siguen teniendo vínculos regulares y
permanentes con sus familias en Jambaló, Toribío, Caloto, Buenos Aires o Corinto, y combina su
situación de desplazados con viajes de fines de semana. Cuenta como elemento muy determinante
en esta migración forzada la dramática escasez de tierras, que ha presionado una migración
económica gota a gota. Por otra parte, Santander de Quilichao también opera como sitio intermedio
o refugio temporal para familias e individuos que posteriormente migran hacia Cali. Recientemente el
gobierno ha titulado una pequeña finca a comuneros y comuneras de Santander, que puede
convertirse en un referente territorial para agrupar a la población nasa dispersa en el casco urbano.

El caso de Cerro Tijeras es la constatación de la política equivocada del Estado en materia de


atención a población desplazada y del éxito de la estrategia indígena. Los casi 2.900 indígenas nasa
que pertenecen a este cabildo son todos sobrevivientes de la Masacre del Naya y de las micro-
masacres que le antecedieron y sucedieron; lograron reconstruir el cabildo y pasar rápidamente a
reclamar sus derechos territoriales. Esas dos acciones de fuerte contenido identitario ―cabildo y
reclamo territorial― les han permitido sobreponerse espiritual, psicológica y políticamente a la

172
terrible masacre. Aun así, a sabiendas del esfuerzo realizado por las comunidades, el proceso de
legalización de tierras no avanza.

En Buenaventura se concentra otro grupo grande de población nasa en situación de


desplazamiento. Podemos afirmar que los comuneros y comuneras del Cabildo Yu'luucx son
personas desplazadas, que al igual que los de Cerro Tijeras lograron articularse en torno de
reivindicaciones por gobierno y territorio. Incluso los comuneros del Resguardo La Delfina siguen
reconociéndose como desplazados. Ello sin contar la población urbana dispersa. El DPS registra a
1.266 indígenas expulsados del municipio y 228 llegados; muchos de ellos sin duda son los que se
han agrupado en el Cabildo La Playa Alto Naya. Todas estas comunidades son herederas de la
resistencia y sobrevivencia comunitaria a las masacres ocurridas en el Naya. Como lo son las del
Cabildo Kite Kiwe, ubicado en Timbío, que se reubicaron en una finca comprada para el efecto pero
que no tiene aún avances en el proceso de titulación; así mismo el Cabildo de Pueblo Nuevo Ceral,
en Buenos Aires, con cerca de 700 comuneros y comuneras, que también fueron víctimas del
desplazamiento forzado y comparten con los anteriores cabildos su capacidad de reconstrucción
étnica.

Las comunidades nasa asentadas en el Putumayo son el otro caso ilustrativo. La escalada militar del
Plan Colombia todavía mantiene sus efectos en varia comunidades que aunque asentadas en áreas
rurales en realidad no han resuelto sus requerimientos territoriales y están por ende en condiciones
de desplazamiento forzado; y las acciones del Plan de Consolidación Territorial hacen lo propio en
los últimos años, como se reseñó en el apartado de violencia política en el Putumayo. El DPS
reporta 3.300 indígenas expulsados de los municipios de Villagarzón, Puerto Asís, Puerto Caicedo,
Mocoa, Puerto Guzmán y Orito, y 1.666 indígenas que hicieron el trámite de recepción en alguno de
esos municipios. La cifra no puede ser más contraria a la realidad. Solo los indígenas nasa que se
encuentran en situación de desplazamiento o en sitios de reubicación precarios, alcanzan la suma
de 3.900.

Similar cuadro se presenta en el Caquetá. Las comunidades de San Vicente del Caguán agrupadas
en el Cabildo Urbano Juan Tama (Portal de Timanco), el Cabildos Banderas del Recaibo, La Tunia –
Nasa Cxha Cxha e incluso en el resguardo Yaguara II, son comunidades desplazadas. Los primeros
tienen una larga historia de desplazamiento desde los años cincuenta, que nuevamente fueron
desplazados hacia el casco urbano por hechos de violencia política; los comuneros y comuneras de
Banderas de Recaibo, provenientes de Morales (Cauca), no han logrado resolver sus demandas
territoriales. Y la comunidad de La Tunia inicialmente fue acogida en el resguardo Yaguara II pero
debieron re-desplazarse a esa vereda por señalamientos de prensa que presentaron su llegada
como parte de una acción insurgente. Algunos se quedaron en el resguardo, pero en realidad son
desplazados del Cauca y Caquetá, que se mantienen con permiso de las autoridades dueñas del
territorio.

Las comunidades de Florencia y Puerto Rico (Caquetá) que no están asentadas en los resguardos,
son esencialmente urbanas, disgregadas en varios barrios. Un sector importante de estas familias se
han organizados en los Cabildos El Danubio, Nasa Üus y en la Comunidad La Gaitana en Florencia.

Popayán resulta ser un caso especial, pues ha recibido de tiempo atrás la migración económica de
los municipios indígenas del Cauca y el número de desplazados por esa causa y la violencia política

173
se confunden. El DPS registra que 2.613 indígenas han sido registrados en esa ciudad por causas
políticas; no se identifica la etnia, pero habida cuenta de que la población indígena del Cauca es
mayoritariamente nasa, no menos de 700 desplazados registrados pertenecen a este pueblo; los
indígenas nasa agrupados en el Cabildo Tóez de Popayán reúnen a una parte de esta población,
pero los testimonios recogidos por el Equipo del Plan de Salvaguarda registran que la mayoría se
encuentra como población dispersa.

La población nasa desplazada en Miranda, Caloto, Corinto, Toribío, Páez, Jambaló y Florida es un
ejemplo de desplazamiento invisible. Se trata de casi 2.700 personas que han llegado
paulatinamente a esos cascos urbanos como resultado de presiones armadas o para prevenir los
impactos del conflicto sostenido en sus áreas rurales. Por la vinculación permanente que tienen con
sus familias en los resguardos, la dinámica construida de cooperación y complementariedad campo-
ciudad, y la naturalización que tiene la migración forzada en muchas de estas comunidades (se
considera una acción preventiva normal, y no un desplazamiento forzado), las propias comunidades
indígenas han terminado por no referenciarlas; a eso se suma la mentalidad negativa de la mayor
parte de la comunidad ante los que se “abandonan el territorio”. Las organizaciones y las
autoridades indígenas han realizado un esfuerzo sostenido para hacer visible la condición de
víctimas de estas personas ante su propia comunidad, y sobre todo ante las administraciones
municipales que aprovechan la capacidad de reconstrucción de proyectos de vida que tienen estas
personas para desentenderse de sus responsabilidades.

La situación de los 370 indígenas nasa desplazados en Bogotá es similar a la de las comunidades
de Cali. Combinan la violencia política, la escasez de tierras y la ausencia de opciones laborales,
como causas de la migración; se suman a ellos los migrantes por razones de estudio. La mayoría
son provenientes del norte del Cauca, de los resguardos de Toribio, Tacueyó, Corinto, López
Adentro y Miranda. Han constituido el Cabildo Páez de Bogotá, ubicado en la Localidad de Kennedy.
Según los datos disponibles, la comunidad está compuesta por 87 núcleos familiares y aumenta
cada día con la llegada de jóvenes desplazados por el conflicto armado (Portel Bogotá 201216).

En general la problemática de los indígenas en situación de desplazamiento es similar a la descrita


para Santiago de Cali, que hemos presentado de forma extensa. Debe agregarse que en algunas
regiones donde la presencia indígena es menor, el Estado niega la existencia misma de
comunidades indígenas desplazadas o reubicadas, y especialmente niega el reconocimiento jurídico
como sujeto colectivo de derechos (ver más adelante el caso del Cabildo Üse'yecte en Puerto Rico).

Una problemática análoga es la ausencia de identificación de la población nasa (y en general


indígena) en los planes de atención a la población desplazada o en los planes municipales de
desarrollo. El caso más evidente es Popayán, donde a pesar de que el gobierno central reconoce
más de 2.600 desplazados indígenas, éstos no aparecen discriminados en los programas adoptados
para atender el desplazamiento, lo que garantiza el fracaso de cualquier política de atención,
reubicación, retorno.

Por otra parte, la población nasa en situación de desplazamiento comparte con los demás
desplazados, los problemas ya caracterizados en diferentes estudios. En las asambleas fueron
constantes las quejas por problemáticas como el desconocimiento de las rutas de atención y

16 http://portel.bogota.gov.co/portel/libreria/php/x_frame_detalle.php?id=31171

174
restitución de derechos por parte de la propia comunidad y las instituciones, la desarticulación y
escasos recursos públicos del orden municipal (traslado de obligaciones pero mínimo traslado
presupuestal), la inoperancia de las instancias de coordinación y concertación, con contadas
excepciones la falta de diligencia de las personerías municipales, la persistencia de la tramitomanía
y el legalismo en las reclamaciones y sobre todo de los trámites post emergencia humanitaria, el
retraso en la infraestructura física educativa y de salud en los municipios receptores, poquísima
adecuación de la respuesta institucional para la recalificación laboral o la persistencia de ofertas
limitadas y carentes de creatividad, propuestas de estabilización económica sin estudios de
sostenibilidad, una casi nula disponibilidad presupuestaria para la dotación de vivienda o la
reubicación, ausencia de planes de retorno serios y con el enfoque diferencial requerido.

Por supuesto, las comunidades nasa desplazadas reiteradamente han señalado que las condiciones
de seguridad y dignidad para el retorno son nulas en la mayoría de los casos. Las garantías de no
repetición son inexistentes y hay poquísima disposición de la fuerza pública para reconocer su papel
como causante del desplazamiento por acción y omisión. En forma repetida la queja de las y los
comuneros ha sido que la problemática de tierras sigue sin resolverse y que las opciones
productivas para el retorno no existen.

Sobre los impactos culturales

Granados (2010), siguiendo los estudios de Fredrik Barth y otros teóricos y teóricas de la identidad,
plantea que la definición tradicional de la identidad indígena anclada a un determinado territorio,
manteniendo y reproduciendo determinados “usos y costumbres”, entra en tensión con la migración
de los y las indígenas hacia la ciudad; más aún cuando éstos permanecen en ella y las siguientes
generaciones nacen y viven en la misma.

Las tensiones y disputas por la definición de la identidad étnica aparecen potenciadas cuando las
dinámicas migratorias indígenas, motivadas por diversas circunstancias, le plantean un gran desafío
al movimiento indígena y a la sociedad en general: la presencia indígena en la ciudad. Autoridades
tradicionales, jóvenes y mayores, hombres y mujeres, las familias migrantes, hijos e hijas indígenas
que nacen en la ciudad (Granados, 2010), hacen parte de este coro polifónico. Como señala
Granados (2010), “a los migrantes se les cuestiona el hecho de no vivir en el territorio, de haber
salido de él, de nacer en otro lugar: la ciudad. Esto se hace más conflictivo si se tiene en cuenta que
varias de las organizaciones políticas indígenas que surgieron en los años setenta asumieron como
reivindicación principal la lucha por la tierra y la tenencia colectiva de la misma, exigencia que no es
tan fácil de mantener en el contexto urbano”. Como señala la autora, es cierto que los vínculos entre
los migrantes y sus comunidades de origen no se rompen, pero sí se transforman, generando
conflictos y desafíos para la comprensión de lo que significa ser indígena en la ciudad (Granados,
2010).

El conflicto armado, la escasez de tierras productivas y la búsqueda de posibilidades de acceso a la


educación y de oportunidades laborales son algunos de los motivos que explican los
desplazamientos indígenas a la ciudad. Por lo general, sólo los desplazamientos relacionados con el
conflicto armado y la violencia política tienden a ser clasificados como forzados. Sin embargo,
quienes han tenido que desplazarse porque no hay tierras para asegurar su subsistencia y porque
tampoco tienen condiciones de acceso a la educación, a la salud y al trabajo, desafían esta idea

175
para indicar que su desplazamiento también fue forzado en la medida en que obedeció a situaciones
de violencia estructural, de discriminación y despojo histórico.

Frente a estas situaciones, en diferentes períodos, las poblaciones indígenas, campesinas y


afrodescendientes han tejido y recorrido circuitos migratorios en donde las afiliaciones y
pertenencias étnicas también han jugado un papel fundamental pero disímil dependiendo del
momento histórico. Años atrás, estas mujeres y hombres migrantes buscaron que sus pasos por la
ciudad pasaran desapercibidos, camuflándolos con el silencio de su idioma propio, con la supresión
de su memoria histórica, con el olvido impuesto de su propio ser. La mirada colonizadora únicamente
registró su existencia para capturarles y colonizarles, convirtiéndoles en fieles servidores y
servidoras. Percibidas y percibidos por la ciudad como inferiores en razón de su etnicidad y su
pobreza y como terroristas en función de su lugar de procedencia, estos hombres y mujeres
migrantes fueron integradas a la ciudad y al mercado de trabajo en una relación de subordinación:
sus identidades étnicas fueron asociadas a la naturaleza de los roles en la estructura colonial del
control del trabajo (Quijano, 2000).

Al calor de la lucha por la tierra en la década del setenta, la presencia indígena se hizo sentir y se
hizo temer ante la élite terrateniente que se sintió amenazada por las justas reivindicaciones de
quienes volvieron a reclamar lo que por décadas les habían quitado. El legítimo reclamo cobró
muchas vidas. Años más tarde, los pueblos indígenas de América Latina iniciaron un proceso de
fuerte movilización y lucha por la reivindicación de sus derechos y el reconocimiento de su
ciudadanía étnica, que se tradujo en cambios profundos en la legislación que hasta el momento
regulaba su relación con los estados nacionales. El derecho al territorio y el ejercicio de la autonomía
se convirtieron en la bandera de la reivindicación política de los pueblos indígenas en el nuevo
escenario pluriétnico y multicultural. En este contexto, las mujeres y hombres migrantes volvieron a
recorrer sus pasos, su historia, su memoria; siguieron tejiendo los hilos de las redes que habían
permanecido escondidas y silenciosas y que ahora salían a la luz para posarse ante las mismas
miradas que años antes les habían obligado a callar para no importunar con su presencia.

Como señala Granados (2010), muchos de los indígenas, afrodescendientes y campesinos


migrantes, construyeron barrios nuevos en condiciones de precariedad social y económica como
alternativa a sus problemas de acceso a la vivienda.

176
Violación de los derechos colectivos

El derecho al territorio

Estado de la titulación del territorio ancestral nasa

La lucha por la tierra le dio vida al movimiento indígena en el suroccidente colombiano. Manuel
Quintín Lame dirigió un levantamiento indígena que inició en el Cauca y luego se extendió a Huila,
Tolima y Valle del Cauca. Su lucha por la recuperación de las tierras de resguardo y la abolición del
terraje marcaron la historia del movimiento indígena. La clase política caucana lo persiguió, lo
desterró y lo encarceló. Los éxitos legales que obtuvo junto con José Gonzalo Sánchez fueron
seguidos de varios retrocesos en la época de la Violencia en Colombia, momento en el que se
agudizó el terraje, los títulos coloniales de varios resguardos fueron desconocidos y la política de
disolución de otros resguardos se puso en marcha. Articulado alrededor de los principios de unidad,
territorio, cultura y autonomía, el movimiento indígena inició nuevamente un proceso de
reivindicación identitaria y lucha por la tierra a finales de la década del sesenta y principios del
setenta (Mondragón, 2008).

Como señala Mondragón (2008), la escasez de tierras por causa de la usurpación terrateniente ha
sido un problema que ha marcado la vida de los nasa. Según el autor, “esto llevó, por una parte, a
las ocupaciones indígenas de áreas planas del valle geográfico del Cauca, como por ejemplo la
hacienda López Adentro (Caloto y Corinto, Cauca), terreno considerado por los nasa como parte del
Resguardo de Corinto. Situaciones como esta fueron rechazadas, por ejemplo, por la Sociedad de
Agricultores y Ganaderos (SAG) del Valle que expresó su oposición a la adquisición de tierras para
indígenas en el valle geográfico (tierras planas de Caloto, Corinto o Santander de Quilichao, Cauca).
La posición de la SAG se hizo extensiva a la constitución de resguardos en el departamento del
Valle del Cauca, lo cual afectó directamente a las comunidades indígenas nasa de los municipios de
Florida, Pradera y Jamundí. Ellos se organizaron desde 1973 en juntas comunales, pero desde 1980
conformaron cabildos indígenas. Aunque una parte de los indígenas carecía de tierras, decenas de
familias ya poseían o tenían en propiedad privada parcelas agrícolas y las entregaron al INCORA
para que constituyera los respectivos resguardos. En 1991 el INCORA adquirió las primeras fincas
para quienes no tenían tierras, pero los procesos de constitución de los resguardos se demoraron
hasta que los indígenas ganaron una tutela, y en 1995 comenzó el proceso de titulación colectiva,
que aún no culmina (Mondragón, 2008:407).

Sobre este proceso de conformación de las Juntas de Acción Comunal primero, y de los cabildos
después, se refirió un mayor nasa del Valle del Cauca:

A mediados del año de 1970 nos organizamos como Juntas de Acción Comunal para
acceder a algunos beneficios del Estado, tales como educación y mejoramiento de
las vías de acceso. A pesar de estar organizados como J.A.C, nuestra cultura seguía
viva, y fue así como en una minga hablando entre nasas nos dimos cuenta que había
una ley que reglamentaba las organizaciones indígenas, luego asesorados por el
inspector José Ilder Gil, que tenía conocimiento sobre la legislación indígena nos

177
orientó para conformarnos como organización Indígena. En el año 1997 la
Organización Regional Indígena del Valle del Cauca (ORIVAC), en cabeza del asesor
William López, Rafael Ulcue y Antonio Pito Nache, fueron quienes profundizaron los
alcances del JEI y los derechos de los pueblos Indígenas. Estos mismos
compañeros, en agosto del mismo año presenciaron el primer acto de conformación
del Cabildo y tomaron posesión ante la comunidad, quedando como Gobernador
principal: Manuel José Trompeta, Gobernador suplente José Manuel Dagua, fiscal
celestino Ulcue, secretario Juan Carlos Lame, tesorero Aníbal Dagua y alguacil
Mayor José Arquímedes Dagua. Los compañeros de ese entonces decidieron que se
llamara Cabildo Indígena Cañón Río Pepitas (Asamblea Cabildo indígena Cañón Río
Pepitas, noviembre 18 de 2012).

Las tierras planas de las que fueron desplazados los nasa en diferentes momentos históricos
continuaron siendo el objeto de disputa durante la década del noventa, después de la promulgación
de la Constitución de 1991, hasta hoy. La lucha por recuperar las tierras que les despojaron con
violencia los terratenientes de la región vino aparejada con la reivindicación del derecho a ejercer un
gobierno propio y a aplicar su justicia, a desarrollar formas económicas propias fundamentadas en el
respeto de la Madre Tierra, entre otras. Sin embargo, esta lucha por la tierra, reivindicada y vivida
como un derecho legítimo, históricamente ha encontrado a su paso una contundente y mortal alianza
entre los paramilitares, el narcotráfico y la fuerza pública que ha dejado un sinnúmero de víctimas de
la Nación Nasa.

Fue precisamente esto lo que sucedió cuando el 16 de diciembre de 1991, en El Nilo, 20 comuneros
indígenas de los cabildos nasa del norte del Cauca fueron asesinados por sicarios y miembros de la
policía nacional que recibieron plata del narcotráfico. Pocos días después de la masacre, el gobierno
nacional se comprometió a adquirir 15.633 hectáreas de tierra para las comunidades indígenas de
Huellas, Concepción, Las Delicias, Canoas, Corinto, La Cilia, Munchique-Los Tigres, Guadualito y
Jambaló, con el fin de solucionar los problemas territoriales de dichas comunidades. Según el
acuerdo, los predios serían adquiridos entre 1992 y 1994 (Mondragón, 2008). En ese momento, la
CIDH recomendó al estado colombiano adoptar las medidas necesarias para cumplir los convenios
sobre la adjudicación de tierras (Mondragón, 2008).

A la masacre del Nilo le sucederían varias más que tuvieron lugar en la zona norte del Cauca: la
masacre del Naya y la masacre de Gualanday, ocurridas en el año 2001, así como la masacre de
San Pedro, que tuvo lugar en el municipio de Santander de Quilichao.

Después de 20 años de la masacre de El Nilo, y de las otras que le seguirían, sólo hay impunidad,
como bien se encargan de recordar las comuneras y comuneros nasa del norte del Cauca. La
impunidad sigue campante y los acuerdos incumplidos también. En el año 2005, cansados de
esperar una justa reparación que no había llegado hasta el momento, los nasa de la zona norte,
acompañados del resto de la Nación Nasa que vino de otras zonas del Cauca y de otros
departamentos, ocuparon la Hacienda La Emperatriz. En una afrenta al régimen de terror impuesto
durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, el 12 de octubre de 2005 los pueblos indígenas y las
comunidades campesinas del Cauca iniciaron la “Liberación de la Madre Tierra”. Así, “se tomaron
quince haciendas: Miraflores, entre Corinto y Miranda, las cuatro fincas en las que se dividió la
antigua hacienda Coconuco fue ocupada por indígenas y campesinos de Paletará, Puracé y

178
Coconuco; en Silvia fueron ocupadas Los Remedios por indígenas de Kisgó y Ambaló, así como por
los Misak; y también los nasa de Caldono ocuparon la Hacienda El Japio, en el municipio de Caloto
(Mondragón, 2008:410).

En esta vía, siguiendo un informe de la Contraloría General de la Nación que data del año 2000,
Héctor Mondragón (2008) señala que “el occidente colombiano ha sido la región donde más se
concentró la propiedad rural, y el Valle del Cauca fue el departamento donde más se incrementó
entre 1985 y 1996, a pesar de que ya presentaba una alta concentración de la propiedad rural”
(Mondragón, 2008:412). Los cultivos de caña sobresalen en el paisaje de la región y van en aumento
al ritmo de la demanda del etanol que, en palabras de Mondragón (2008), fue “un negocio
burocráticamente establecido” (2008:415). La presencia de estos cultivos en tierras arrendadas por
parte de Ingenios azucareros como Incauca, de propiedad de Ardila Lulle, hace parte de una
violación sistemática de los acuerdos de reparación integral por la masacre de El Nilo suscritos entre
los indígenas y el gobierno nacional. Eran precisamente dichas fincas (La Emperatriz o San Rafael,
por ejemplo) las que habían entrado a formar parte del acuerdo (Mondragón, 2008).

Toda esta problemática se expresa en la Tabla 14 Situación de la titulación de los territorios


ancestrales de la Nación Nasa, que muestra el grado de (in) cumplimiento del derecho a la tierra por
parte del Estado colombiano.

El territorio ancestral reclamado por la Nación Nasa lo conforman 1.138.526 há. Para una población
de 237.093 personas, unas 55.125 familias que viven en ámbitos rurales, no constituye para nada
una extensión muy grande; al revés, en promedio los nasa tendrían 12 há por familia, una extensión
acorde con lo establecido por el Incoder para la UAF en zonas agrícolas andinas. Obviamente, si
tenemos en cuenta que cerca del 40% del territorio nasa debe destinarse a la conservación de
ecosistemas estratégicos, la tierra disponible para los nasa solo sería de unas 7 há por familia.

Pero ese derecho para nada ha sido cumplido. A la fecha, solo 475.975 há se encuentran en poder
de las comunidades de la Nación Nasa y legalizadas, es decir solo el 41% del territorio ancestral; de
ellas, 337.995 há corresponden a resguardos de origen colonial, que siempre estuvieron en manos
comunitarias o que fueron recuperados por las propias comunidades en los últimos 50 años, luego
que fueran expropiados de forma legal o ilegal, pero siempre violenta o mediante métodos
tramposos, desde la Conquista hasta entrado el siglo XX.

En el Cauca y con destino a la Nación Nasa, el Estado solo ha adquirido 52.612 há, de las cuales
30.000 há siguen en manos del Fondo Nacional Agrario; en el Valle el Incora y el Incoder apenas
han adquirido 10.726 há con destino a resguardos indígenas; en Putumayo el Estado ha titulado
21.474 há, la mayoría de las cuales ya estaba en posesión indígena; en el Huila 4.600 há; y en los
otros 4 departamentos 56.499 há (incluyendo el resguardo de Altamira en San Vicente del Caguán,
de 10.000 há, también provenientes en su mayoría de los llamados baldíos de la nación). El Estado
solo ha tramitado la titulación de 145.912 há, vale decir, solo el 30% del territorio en poder de las
comunidades y apenas el 12,8% de la totalidad del territorio de la Nación Nasa.

En la tabla también queda en evidencia que por lo menos 6.456 familias nasa (más de 25.000
personas) no tienen acceso de ninguna forma a la tierra, por encontrarse detenidos o suspendidos o
sin iniciarse los procesos de constitución de los resguardos respectivos, o por no haberse iniciado
los procesos de reubicación de desplazados por la violencia en los cascos urbanos; los

179
requerimientos de tierras para estas familias son superiores a 308.639 há, y cursan trámites que
alcanzan los 10 y hasta 15 años sin avance alguno. Al mismo tiempo, quienes tienen posesión o
propiedad u ocupación del territorio ancestral tampoco encuentran cabalmente cumplido el derecho;
la alta densidad en la ocupación (en varias zonas de 1 há por familia o menos, como en Caldono) ha
sido reconocida por el propio Incoder en los Estudios socio-económicos de los resguardos del Cauca
(Incoder 200217); como resultado, 353.912 há ya ocupadas pacíficamente o que constituyen el
ámbito territorial nasa han sido solicitadas para ampliación de los resguardos existentes (un 74%
adicionales a las tierras ya tituladas) sin que los procesos avancen adecuadamente.

En total, 662.551 há del territorio ancestral de la Nación Nasa se encuentran sin legalizar a pesar de
que en decenas de espacios de concertación, en planes gubernamentales e incluso sentencias
judiciales, en Decretos y Resoluciones de obligatorio cumplimiento, el Estado se ha comprometido a
avanzar. Sobre este tema señala Yafué et al18, en un documento-informe del proceso de
reestructuración de los resguardos de origen colonial:

“Los pueblos indígenas del Cauca hemos empeñado nuestra palabra al suscribir
diversos acuerdos con el gobierno desde 1985, hasta el más reciente de Noviembre
21 de 2009, todos enmarcados en el Decreto 982 de 1999 que declara la emergencia
social, económica y cultural para los pueblos indígenas del Cauca y que sigue
vigente sin que hasta la fecha se haya concretado a satisfacción. En estos acuerdos
se plantearon metas y tiempos precisos con soporte técnico. Los estudios socio
económicos realizados por el mis gobierno nacional a través del INCORA e Incoder
determinaron un faltante de 170.932 hectáreas para las comunidades indígenas del
Cauca agrupadas en el CRIC. Desde el año 1999, se pactó con el gobierno una meta
de adquisición de tierras de 4.000 hectáreas por año, es decir que en estos 12 años,
debieron adquirirse al menos unas 48.000 hectáreas pero hasta el momento solo se
han adquirido 6.340.” (Yafué et al 2012: 3).

Toda la problemática ha sido expresada, informada y denunciada reiteradamente por las


organizaciones de la Nación Nasa. Yafué et al (2012: 6), durante varios años responsable del
Programa de Tierras del CRIC, caracterizaba así la situación en el Cauca:

“Para el 2004, el INCORA reconocía un “área restante para completar necesidades


de tierras” de 218.106,4 hectáreas para las comunidades indígenas del Cauca,
basado en los resultados de los estudios socioeconómicos. A pesar de que esta cifra
es reconocida por la misma institucionalidad, no hay una decisión del gobierno por
hacer una agenda concertada con los pueblos dirigida suplir esta necesidad. Hasta el
año 2004, el Estado había adquirido a través del INCORA solo 67.188 hectáreas con
destino a la ampliación o saneamiento de resguardos indígenas (INCORA, 2004). De
estas tierras, un 55% es decir unas 36.729 hectáreas, aún no han sido entregadas y
legalizadas a favor de los Resguardos indígenas y siguen a nombre del Fondo
Nacional Agrario (FNA). El área adquirida por el Gobierno con destino a
comunidades indígenas del Cauca corresponde solo a un 12% de los territorios en

17 Incoder 2002. Estudios socioeconómicos de los resguardos indígenas del Cauca, Convenio Incoder-CRIC.
18 YAFUÉ, Gilberto, Inti Wayna Chicangana y Martín Vidal. 2012. ¿Por qué luchamos por la tierra? Documento
trabajado por los proyectos ODMs (convenio CRIC – PNUD y Tierras- convenio CRIC- Incoder – OIM).

180
posesión; el área restante corresponde fundamentalmente a los títulos ancestrales
(72%) y a tierras adquiridas y recuperadas por las comunidades (16%)”.

A lo cual debe sumarse la situación de los resguardos de origen colonial de la Nación Nasa, todos
los cuales se encuentran ubicados en el Cauca. Los dos últimos gobiernos nacionales han querido
adelantar el proceso de reestructuración de estos resguardos previa la clarificación de los títulos y
cédulas reales que los sustentan; mediante el Decreto 441 de 2010 y posteriormente en el Plan
Nacional de Desarrollo 2010-2014 han incluido normas para poner fecha imperativa al trámite. Las
autoridades indígenas respondieron afirmando que cualquier trámite que se adelante en ese sentido
debe tener como principios: la plena vigencia de los resguardos y los documentos que los sustentan,
el derecho a los territorios ancestrales ya reconocido por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos y la obligación del Estado de expedir los títulos que reconozcan dichos derechos. En
reciente proceso de investigación y sustentación, varios de los cabildos han participado en la
clarificación y demostración de los derechos sobre dichos resguardos, dejando expreso que el
Estado ha actuado con negligencia para legalizar estas ocupaciones ancestrales, violando la
Convención Americana, el Convenio 169 de la OIT y el Pacto DESC.

No obstante, el propósito no oculto del gobierno nacional es poner en cuestión dichos derechos
indígenas sobre los resguardos de origen colonial y promover conflictos por la tierra con supuestos
propietarios privados individuales, con la intensión estratégica de hacer aún más precario el dominio
indígena sobre sus territorios; esto para facilitar la conculcación de los derechos asociados (sobre
los bienes naturales, recursos del subsuelo, aguas, etc.) en el contexto de intervención de empresas
extractivas, de infraestructura o de grandes plantaciones. Las autoridades indígenas han sido claras
en que la reestructuración solo tiene como propósito el saneamiento y la formalización de la
propiedad indígena, y en caso de requerirse, la ampliación de los mismos para dar cumplimiento al
derecho a la tierra y el territorio de la Nación Nasa.

TABLA 14. SITUACIÓN DE LA TITULACIÓN DE LOS TERRITORIOS ANCESTRALES DE LA


NACIÓN NASA 2013
Total por
Total Total Total
Comunidad / Título o constituir o Total
Municipio constitución ampliación titulado Familias
resguardo trámite ampliar (ha) población
(ha) (ha) (ha) (1)
(2)
Belén de los
Cabildo Manuel Constitución 0,0 150,0 15,0 50
Andaquíes
Belén de los Resguardo La
Resguardo 1.278,1 0,0 1.278,1 13,0 66
Andaquíes Esperanza
Reubicación
Cabildo Páez de
Bogotá, D.C. /Retorno/Co 0,0 0,0 87,0 370
Bogotá
nstitución
Buenaventura Resguardo La Delfina Resguardo 781,1 781,1 5.068,0 77,0 410
Buenaventura Cabildo Yu'luucx Constitución 0,0 0,0
Cabildo Pueblo Nuevo
Buenos Aires Constitución 0,0 1.400,0 175,0 678
Ceral
Resguardo La Paila –
Buenos Aires Resguardo 501,3 0,0 501,3 798,3 113,0 980
Naya
Resguardo Las
Buenos Aires Resguardo 1.145,5 272,6 1.418,0 1.267,4 320,0 1.970
Delicias
Buenos Aires –
Cabildo Alto Naya Constitución 0,0 20.700,0 315,0 1.974
Buenaventura

181
Total por
Total Total Total
Comunidad / Título o constituir o Total
Municipio constitución ampliación titulado Familias
resguardo trámite ampliar (ha) población
(ha) (ha) (ha) (1)
(2)
Cajibío Cabildo Cofradía Constitución 0,0 640,0 79,0 212
Resguardo Cxayu'ce
Cajibío Resguardo 231,9 231,9 223,0 59,0 217
Fxiw
Cajibío Resguardo Path Yu Resguardo 263,4 0,0 263,4 550,0 65,0 267
Resguardo La Aguada
Caldono Colonial19 4.501,0 4.501,0 2.536,0 310,0 1.697
San Antonio
Resguardo Páez de
Caldono Resguardo 7,0 0,0 7,0 1.695,8 350,0 1.851
Las Mercedes
Caldono Resguardo Pioyá Colonial 4.911,0 4.911,0 669,0 465,0 2.146
Resguardo La Laguna
Caldono Resguardo 314,6 54,5 369,1 4.552,4 771,0 3.995
Siberia
Resguardo Pueblo
Caldono Colonial 7.498,3 7.498,3 3.989,1 980,0 6.058
Nuevo
Resguardo San
Caldono Colonial 8.257,0 8.257,0 9.735,4 1.839,0 10.178
Lorenzo de Caldono
Reubicación
Cabildo de Santiago
Cali /Retorno/Co 0,0 6.320,0 1.264,0 4.615
de Cali
nstitución
Caloto Resguardo Toéz Resguardo 580,2 0,0 580,2 223,4 212,0 726
Caloto Resguardo Huellas Resguardo 6.167,5 0,0 6.167,5 6.248,8 2.450,0 8.473
Cartagena del
Cabildo El Berlín Constitución 0,0 0,0
Chairá
Corinto Resguardo Corinto Resguardo 0,0 2.340,0 10.344
Resguardo López
Corinto Resguardo 1.730,7 1023,2 2.753,9 7.518,0 2.935,0 13.076
Adentro
Dagua Resguardo Yu'yisxkwe' Resguardo 2.703,7 2.703,7 21,0 72
Cabildo Alto de la
Dagua Constitución 0,0 0,0
Mona
Cabildo Cañón Río
Dagua Constitución 0,0 3.363,0
Pepitas
Cabildo mayor nuevo
Dagua Constitución 0,0 0,0
despertar
Cabildo Kwe'sx Kiwe
El Dovio Wala Serranía de los Constitución 0,0 70,0 14,0 40
Paraguas
El Paujil Cabildo Üus Use Constitución 0,0 580,0 58,0 335
El Paujil Cabildo Beraca Constitución 0,0 3.230,0 323,0 1.118
Florencia Cabildo nasa Üus Constitución 0,0 190,0 19,0 81
Comunidad La
Florencia Constitución 0,0 150,0 15,0 82
Gaitana
Florencia Cabildo El Danubio Constitución 0,0 0,0
Florida San Juan Páez Constitución 0,0 418,0 20,0 107
Florida Resguardo nasa Tha Resguardo 189,5 0,0 189,5 589,5 64,0 187
Florida Resguardo Kwesx Resguardo 88,9 0,0 88,9 899,1 36,0 297

19
La extensión de los resguardos de origen colonial está tomada de los datos de las propias organizaciones indígenas.
Otras fuentes tienen ligeras modificaciones. En el reciente estudio de clarificación realizado por el CRIC también se
presentan leves cambios.

182
Total por
Total Total Total
Comunidad / Título o constituir o Total
Municipio constitución ampliación titulado Familias
resguardo trámite ampliar (ha) población
(ha) (ha) (ha) (1)
(2)
Kiwe
Resguardo Triunfo
Florida Resguardo 1.790,2 3977,1 5.767,3 540,0 1.617
Cristal Páez
Cabildo Central de
Florida Constitución 0,0 5.000,0 618,0 1.853
Asentamientos
Ginebra Cabildo Río Guabas Constitución 0,0 500,0 65,0 291
Resguardo
Inzá Resguardo 4.394,7 0,0 4.394,7 2.160,0 213,0 782
Tumbichucue
Inzá Resguardo Turminá Colonial 6.568,0 6.568,0 1.600,0 329,0 1.008
Comunidad San
Inzá Constitución 0,0 2.080,0 416,0 1.171
Miguel
Resguardo Santa
Inzá Colonial 2.320,0 2.320,0 1.600,0 519,0 2.009
Rosa de Capisco
Inzá Resguardo La Gaitana Resguardo 116,2 0,0 116,2 3.954,0 735,0 2.415
Inzá Resguardo Calderas Resguardo 1.211,5 0,0 1.211,5 1.600,0 289,0 2.540
Inzá Resguardo Yaquivá Colonial 16.827,0 16.827,0 4.828,0 700,0 2.921
Resguardo San
Inzá Colonial 4.360,0 4.360,0 6.000,0 928,0 3.425
Andrés de Pisimbalá
Resguardo Nasa Uh
Ipiales Resguardo 3.700,6 0 3.700,6 1.100,0 42,0 179
(Los Gavilanes)
Íquira, Nátaga,
Resguardo Huila Resguardo 1.837,9 0,0 1.837,9 8.730,0 485,0 2.050
Tesalia y Páez
Jambaló Resguardo Jambaló Resguardo 21.145,5 882,4 22.027,8 2.700,0 15.936
Jamundí Cabildo Pueblo Nuevo Constitución 0,0 620,0 62,0 241
Resguardo Nasa
Jamundí Resguardo 36,4 0,0 36,4 2.163,6 197,0 651
Kwesx Kiwe
Resguardo Nuevo
La Argentina Resguardo 317,3 0,0 317,3 45,0 310
Amanecer La Meseta
Resguardo Pik'kwue
La Argentina Resguardo 392,3 0,0 392,3 1.494,0 94,0 445
Ikh
La Macarena Macarena Constitución 0,0 10.000,0
La Mararena Cabildo Ukwe Use Constitución 0,0 0,0
Comunidad Villa
La Plata Constitución 0,0 90,0 5,0 19
Lozada
Comunidad Puerto
La Plata Constitución 0,0 72,0 5,0 50
Valencia
La Plata Cabildo La Línea Constitución 0,0 450,0 22,0 62
Resguardo La
La Plata Resguardo 154,8 0,0 154,8 576,0 31,0 127
Reforma
Reubicación
Cabildo Nueva
La Plata /Retorno/Co 0,0 810,0 42,0 159
Esperanza
nstitución
La Plata Comunidad Irlanda Constitución 0,0 160,0 32,0 160
La Plata Cabildo Fiw Paez Constitución 0,0 792,0 44,0 161
La Plata Cabildo Los Ángeles Constitución 0,0 630,0 35,0 175
La Plata Comunidad Bavaria Constitución 0,0 1.512,0 84,0 230
Resguardo La
La Plata Resguardo 405,9 0,0 405,9 1.692,0 97,0 388
Estación Tálaga
La Plata Resguardo Potrerito Resguardo 243,1 0,0 243,1 1.908,0 101,0 453

183
Total por
Total Total Total
Comunidad / Título o constituir o Total
Municipio constitución ampliación titulado Familias
resguardo trámite ampliar (ha) población
(ha) (ha) (ha) (1)
(2)
La Plata Resguardo La Gaitana Resguardo 157,9 0,0 157,9 3.348,0 130,0 505
Mesetas Paez de Villa Lucia Resguardo 2.633,0 0,0 2.633,0 5.000,0 63,0 379
Mesetas Ondas del Cafre Resguardo 4.075,0 0,0 4.075,0 5.000,0 66,0 397
Milán Cabildo Pueblo Nuevo Constitución 0,0 0,0
Resguardo La Cilia La
Miranda Resguardo 43,7 0,0 43,7 1.439,0 1.653,0 5.170
Calera
Cabildo nasa Kjuen
Mocoa Lucxwesx (Hijos de Constitución 0,0 3.750,0 25 84
Juan Tama)
Mocoa Resguardo La Florida Resguardo 8.459,6 0,0 8.459,6 241,0 58 160
Morales Cabildo Renacer Constitución 0,0 250,0 50,0 239
Cabildo Nuevo
Morales Constitución 0,0 300,0 140,0 484
Horizonte
Resguardo Musse
Morales Resguardo 355,6 355,6 998,0 116,0 508
Ukwe
Cabildo Nueva
Morales Constitución 0,0 300,0 224,0 688
Esperanza
Morales Resguardo Bonanza Resguardo 131,8 131,8 205,0 999
Resguardo
Morales Colonial 2.145,0 2.145,0 1.316,2 318,0 1.433
Chimborazo
Morales Resguardo Aguanegra Resguardo 2.000,0 0,0 2.000,0 343,0 337,0 1.469
Morales Resguardo Honduras Colonial 23.944,0 23.944,0 5.978,9 979,0 5.011
Morelia Cabildo El Chocho Constitución 0,0 0,0
Resguardo de
Nátaga Resguardo 414,8 0,0 414,8 1.620,0 90,0 388
Llanobuco Bukj'ukue
Cabildo Indígena
Neiva Lame Paez, Organos Constitución 0,0 846,0 52,0 210
del Palmar
Resguardo Tama Páez
Neiva Resguardo 558,3 0,0 558,3 540,0 31,0 270
La Gabriela
Cabildo urbano Sek
Neiva Constitución 0,0 702,0
Fxiw
Cabildo nasa Tkwima
Orito Constitución 0,0 1.500,0 10 32
Thewesx
Cabildo Nasa Kwesx
Orito Constitución 0,0 25.000,0 20 71
Kiwe
Páez Resguardo Tóez-Páez Colonial 7.687,0 7.687,0 200,0 50,0 170
Páez Resguardo Suin Colonial 1.162,0 1.162,0 198,0 47,0 208
Páez Resguardo San José Colonial 11.966,0 11.966,0 578,0 66,0 247
Resguardo Pickwe
Páez Resguardo 524,0 0,0 524,0 53,0 289
Tha'fi'w
Páez Resguardo Chinas Colonial 1.800,0 1.800,0 1.201,3 73,0 313
Páez Resguardo Lame Colonial 3.123,0 3.123,0 793,8 135,0 608
Páez Resguardo Mosoco Colonial 13.489,0 13.489,0 663,0 344,0 1.363
Páez Resguardo Tálaga Colonial 8.630,0 8.630,0 2.373,0 384,0 1.444
Páez Resguardo Wila Colonial 41.661,0 41.661,0 756,0 362,0 1.461
Resguardo Ricaurte
Páez Colonial 7.654,0 7.654,0 12.905,0 460,0 1.770
Sxita Ukwe

184
Total por
Total Total Total
Comunidad / Título o constituir o Total
Municipio constitución ampliación titulado Familias
resguardo trámite ampliar (ha) población
(ha) (ha) (ha) (1)
(2)
Páez Resguardo Avirama Colonial 3.198,0 3.198,0 4.312,0 519,0 1.907
Resguardo Cohetando
Páez Colonial 10.253,0 10.253,0 20.915,0 580,0 1.983
Kweta’d kiwe
Páez Resguardo Vitoncó Colonial 7.771,0 7.771,0 29.666,0 484,0 2.151
Páez Resguardo Togoima Colonial 3.231,0 3.231,0 7.319,0 547,0 2.221
Páez Resguardo Belalcázar Colonial 44.751,0 44.751,0 12.238,8 551,0 2.428
Páez Cxab Wala Luucx Constitución 0,0 0,0
Páez Las Delicias Constitución 0,0 0,0
Palermo Resguardo Bache Resguardo 118,2 0,0 118,2 378,0 10,0 62
Cabildo Alto
Piamonte Constitución 0,0 1.950,0 13,0 59
Suspizacha
Piamonte Cabildo nasa Seth Constitución ND
Cabildo Raíces de
Piendamó Constitución 0,0 1.570,0 157,0 398
Oriente
Planadas Resguardo Gaitania Resguardo 4.900,0 0,0 4.900,0 217,8 666,0 2.741
Resguardo Páez de
Popayán Resguardo 655,2 0,0 655,2 2.405,0 144,0 724
Quintana
Popayán Cabildo Tóez Constitución 0,0 0,0
Pradera Resguardo Kwet Wala Resguardo 517,4 641,8 1.159,2 1.100,0 127,0 650
Puerto Asís Cabildo Sat Tama Constitución 0,0 3.150,0 21 84
Cabildo nasa Fxi'w (La
Puerto Asís Constitución 0,0 4.800,0 32 97
Libertad)
Resguardo nasa
Puerto Asís Resguardo 39,2 39,2 4.611,0 31 120
Cxhab
Cabildo Kiwe Ñxusxa
Puerto Asís Constitución 0,0 6.900,0 46 144
(Las Delicias)
Cabildo Ksxaw nasa
Puerto Asís Constitución 0,0 6.000,0 40 161
(Alto Danubio)
Cabildo Kwesx Kiwe
Puerto Asís Constitución 0,0 30.000,0 50 182
Ksxa'w
Cabildo Yu´Luuçx (Las
Puerto Asís Constitución 0,0 8.550,0 57 194
Minas)
Resguardo Kiwnas
Puerto Asís Resguardo 1.377,1 0,0 1.377,1 16.473,0 119 405
Cxhab (Alto Lorenzó)
Yu'kh Zxiçxkwe (Selva
Puerto Caicedo Constitución 0,0 2.250,0 15 52
Hermosa)
Cabildo Kwesx nasa
Puerto Caicedo Çxayu'çe (Alto Constitución 0,0 2.250,0 15 52
Coquetó)
Cabildo Kiwe Ukwe
Puerto Caicedo Constitución 0,0 25.000,0 16 61
(Canangucha)
Cabildo Pkid Kiwe
Puerto Caicedo Constitución 0,0 3.000,0 20 95
(Guayabales)
Cabildo Kwe'sx Tata
Puerto Caicedo Constitución 0,0 7.350,0 49 200
Wala
Cabildo nasa Yu´
Puerto Caicedo Constitución 0,0 18.150,0 121 459
Cxijme (El Libano)
Cabildo Mühm Kiwe
Puerto Guzmán Constitución 0,0 1.950,0 13 31
(Los Guaduales)

185
Total por
Total Total Total
Comunidad / Título o constituir o Total
Municipio constitución ampliación titulado Familias
resguardo trámite ampliar (ha) población
(ha) (ha) (ha) (1)
(2)
Cabildo nasa Juan
Puerto Guzmán Constitución 0,0 5.550,0 37 115
Tama
Puerto Guzmán Cabildo Cerro Guadua Constitución 0,0 5.700,0 38 122
Resguardo Yu' Ukwe
Puerto Guzmán Resguardo 98,8730 1418,7 1.517,6 9.883,0 76 264
Kiwe (Aguaditas)
Resguardo Jxkase
Puerto Guzmán Resguardo 74,6 159,8 234,4 11.016,0 75 294
Kiwe (El Descanso)
Resguardo Txitx Ukwe
Puerto Guzmán Kiwe (Porvenir La Resguardo 3.279,7 0,0 3.279,7 7.500,0 90 420
Barrialosa)
Puerto
Cabildo Nasa Kiwe Constitución 0,0 7.500,0 38 129
Leguízamo
Puerto Rico Resguardo Witax'kwe Resguardo 76,7 76,7 10,0 40
Puerto Rico Cabildo Montebello Constitución 0,0 170,0 17,0 53
Puerto Rico Cabildo Üse'yecte Constitución 0,0 0,0 69
Puerto Rico Resguardo Nasa Kiwe Resguardo 1.479,0 124,8 1.603,9 18,0 81
Resguardo Galilea
Puerto Rico Resguardo 415,7 0,0 415,7 220,0 26,0 99
Siberia
Resguardo Dxi Sek El
Puerto Rico Resguardo 819,7 0,0 819,7 82,0 103
Quecal
Cabildo Calarca (Etnia
Puerto Rico Constitución 0,0 280,0 28,0 105
Pijao)
Resguardo nasa de
Puracé Resguardo 952,8 0,0 952,8 140,0 760
Juan Tama
Resguardo Las
Rioblanco Resguardo 397,3 0,0 397,3 41,0 158
Mercedes
Rioblanco Cabildo Barbacoas Constitución 0,0 740,0 74,0 558
Rivera Cabildo Paniquitá Constitución 0,0 2.160,0 130,0 800
San Agustín Cabildo la Perdiz Constitución 0,0 666,0 37,0 150
San Jośe del Resguardo nasa El
Resguardo 186,5 0,0 186,5 9,0 40
Fragua Portal
Cabildo Urbano Juan
San Vicente del
Tama (Portal de Constitución 0,0 190,0 19,0 55
Caguán
Timanco)
San Vicente del Resguardo Llanos del
Resguardo 14.650,0 0,0 14.650,0 25,0 104
Caguán Yarí Yaguara II
San Vicente del Cabildo Banderas del
Constitución 0,0 200,0 30,0 106
Caguán Recaibo
San Vicente del Cabildo La Tunia –
Constitución 0,0 340,0 34,0 160
Caguán nasa Cxha Cxha
San Vicente del
Resguardo Altamira Resguardo 10.556,3 0,0 10.556,3 250,0 64,0 283
Caguán
Santander de Resguardo de
Resguardo 198,8 72,0 270,8 1.342,0 382,0 1.460
Quilichao Guadualito
Santander de Resguardo La
Resguardo 609,0 219,6 828,6 2.519,0 370,0 2.143
Quilichao Concepción
Santander de Resguardo Nasa Kiwe
Resguardo 0,0 3.295,0 659,0 3.619
Quilichao Tek Ksxaw
Santander de Resguardo Munchique
Colonial 8.822,0 8.822,0 934,0 3.662
Quilichao Los Tigres

186
Total por
Total Total Total
Comunidad / Título o constituir o Total
Municipio constitución ampliación titulado Familias
resguardo trámite ampliar (ha) población
(ha) (ha) (ha) (1)
(2)
Santander de
Resguardo Canoas Resguardo 431,1 500,3 931,4 5.671,0 1.883,0 6.977
Quilichao
Silvia Resguardo Tumburao Resguardo 724,7 0,0 724,7 1.053,5 154,0 590
Silvia Cabildo La Gaitana Constitución 0,0 1.220,0 244,0 904
Silvia Resguardo Quichayá Resguardo 3.798,1 0,0 3.798,1 2.000,0 697,0 2.610
Silvia Resguardo Pitayó Colonial 15.406,0 15.406,0 10.000,0 2.132,0 6.896
Solano Resguardo Guayabal Resguardo 588,5 0,0 588,5 11,0 44
Solano Resguardo El Libano Resguardo 442,6 0,0 442,6 15,0 80
Resguardo Jericó-
Solano Resguardo 8.450,5 0,0 8.450,5 250
Consayá-Peñas Altas
Solano Cabildo Tres Troncos Constitución 0,0
Sotará Resguardo El Peñón Resguardo 110,6 110,6 385,0 65,0 257
Suárez Cabildo Cerro Tijeras Constitución 0,0 2.350,0 470,0 2.822
Timbío Cabildo Kite Kiwe Constitución 289,0 289,0 606,0 95,0 322
Resguardo San
Toribío Colonial 12.672,0 12.672,0 1.068,0 2.018,0 7.822
Francisco
Toribío Resguardo Toribío Colonial 9.018,0 9.018,0 5.980,0 2.389,0 9.477
Toribío Resguardo Tacueyó Colonial 27.926,0 27.926,0 4.378,0 3.765,0 14.085
Totoró Resguardo Novirao Resguardo 1.053,9 0,0 1.053,9 198,0 1.173
Totoró Resguardo de Jebalá Resguardo 188,4 0,0 188,4 2.519,0 357,0 1.658
Totoró Resguardo Paniquitá Colonial 8.222,0 8.222,0 1.451,6 341,0 4.247
Uribe Resguardo Los Planes Resguardo 1.725,0 0,0 1.725,0 5.000,0 11,0 61
Uribe Candilejas Constitución 0,0 17.300,0
Valle del Cabildo Kiwe Zxiçxkwe
Constitución 0,0 6.750,0 45 107
Guamuez (Tierra Linda)
Valle del Nasa Kiwe U'se
Constitución 0,0 4.950,0 33 120
Guamuez (Nueva Palestina)
Cabildo Urbano
Valparaíso Constitución 0,0 0,0 316
Yu'luucx
Villagarzón Cabildo Çxhab Wala Constitución 0,0 2.550,0 17 63
Cabildo nasa Thax
Villagarzón Tadx Kiwe (Loma Constitución 0,0 28.572,0 34 109
Redonda)
Cabildo Nasa Kiwe
Villagarzón Constitución 0,0 5.400,0 36 135
Alto Sinai
Resguardo Jerusalem
Villagarzón y San Luis Alto Resguardo 4.979,1 4.979,1 22.622,0 184 623
Picudito
Resguardos Santa
Rosa Juanambú-
Villagarzón-
Campo Alegre, Alpes Resguardo 1.588,1 1.588,1 24.663,0 185 862
Puerto Caicedo
Orientales, La Floresta
Alto Coquetó.
TOTAL 466.628,2 9.346,8 475.975,0 662.551,6 55.125 237.093,0

Fuentes: Equipos Regionales del Plan de Salvaguarda Nasa (2013), Plan de Vida del CRIC (2007), Censos de
Resguardos, Comunidades y Asentamientos elaborados por los Cabildos nasa 2012, Planes de Desarrollo Municipal
2012, DANE 2011, Incoder 2011, IGAC 2012.

187
Todas las regiones tienen una problemática de tierras urgente, debido a la magnitud de la carencia,
la intensidad del conflicto armado y la persistencia y agudización de conflictos económicos con
empresas. Sin embargo, como ha quedado en evidencia en el proceso de consulta del Plan de
Salvaguarda, los derechos territoriales ancestrales e históricos de la Nación Nasa, así como las
necesidades de tierras productivas, deben entenderse como derechos y necesidades de toda la
Nación y no exclusivamente de cada una de las zonas donde se encuentra asentada. No obstante,
resulta pertinente analizar de forma desagregada la problemática de tierras.

La situación en el Putumayo es especialmente relevante. De las 38 comunidades nasa asentadas en


ese departamento, 13 se encuentran en 9 resguardos legalmente constituidos. Pero otras 8
comunidades que tienen incluso el registro etnológico como parcialidades Indígenas ante el
Ministerio del Interior y las 17 comunidades que el Estado sigue sin reconocer (y que naturalmente
son reconocidas por la Nación Nasa en el Putumayo), se encuentran sin sus respectivos títulos que
reconozcan la propiedad ancestral. De cualquier modo, conociendo la particularidad ecosistémica
del Putumayo, es obvio que estas comunidades no pueden vivir dignamente en las 21.474 há de que
disponen legalmente. Pero es conocido que el poblamiento nasa en esta región del país excede
estas extensiones y alcanza territorios mucho más grandes, que corresponden con su ocupación
ancestral e histórica.

Las demandas de tierras de la Nación Nasa en el Putumayo alcanzan las 313.581 há. Se trata no
sólo de los requerimientos de los 6.093 indígenas nasa que viven actualmente allí y carecen de
tierras suficientes, y de las exigencias reiteradas de 4 mil nasa que se encuentran en franca
situación de hacinamiento. Se trata de una demanda del conjunto de la Nación Nasa y como tal debe
entenderse. Como vimos previamente, hay una política deliberada del Estado para impedir que haya
la entrega de las tierras a estas comunidades. El argumento no oficial de las diferentes instancias del
Estado (Incoder y algunos tribunales) es que se trata de extensiones muy grandes para
comunidades muy pequeñas. Los argumentos para refutar esa pretensión son contundentes, y han
sido señalados por la Asociación Consejo Regional del Pueblo nasa del Putumayo Kwe'sx Ksxa'w
(2013)20:

“Nuestra proyección se basa, teniendo en cuenta, la descendencia de la familia,


conservación, cuido y uso de los recursos naturales como: Ecosistemas, hidrografía,
sitios sagrados, los maderables, la utilización de las plantas medicinales, insumos
para artesanías, la cacería, la pesca, la proyección agrícola, la posesión, entre otros.
Así mismo se deja el precedente que exigimos la constitución, ampliación y
saneamiento de resguardos en pro de la vida y pervivencia del pueblo nasa, ya que
nosotros los indígenas por naturaleza somos quienes hacemos la protección, cuido y
resistencia ante las multinacionales extractivistas que solo les interesa el recurso
económico y las explotaciones de los recursos naturales, sin importarles el daño que
causen”.

Los funcionarios que han intervenido en este proceso no han entendido que la Nación Nasa es una
sola y que la figura de los resguardos no puede convertirse en un mecanismo para negar la unicidad
del territorio nasa. Se trata del mismo error intencionado que se comete con los procesos para

20 Asociación Consejo Regional del Pueblo nasa del Putumayo Kwe'sx Ksxa'w. 2013. “Comunidades nasa para
constitución, ampliación y saneamiento de resguardos”. Documento.

188
buscar el consentimiento libre, previo e informado ante proyectos legislativos o de explotación y
exploración de recursos naturales; en tales casos es recurrente el mecanismo de negociar con
comunidades aisladas para aprovecharse de su debilidad, a sabiendas que los recursos del
subsuelo y del suelo son de toda la Nación indígena.

Por otra parte, el más agudo problema en términos de hacinamiento lo viven las comunidades del
Huila y Tierradentro, donde faltan por legalizar 147.116 há. Houghton (2008) documenta que “en los
pueblos indígenas del Huila, Valle, Tolima, Boyacá, Cesar, Cauca, Arauca, Caldas, Córdoba y
Putumayo, entre el 20 y el 77% de las tierras reclamadas como propias se encuentra sin protección
legal alguna.

El departamento más crítico en torno del cumplimiento de solicitudes es el Huila, especialmente por
las demandas del pueblo nasa y misak. Se trata de un proceso creado luego de las migraciones
originadas por el terremoto y avalancha del río del Páez ocurrido el 6 de junio de 1994, que produjo
el desplazamiento de cerca de 1.100 familias indígenas de comunidades nasa (unas 8 mil personas)
ubicadas en los municipios de Páez e Inzá (Cauca), y la posterior reubicación de 15 comunidades en
La Plata y La Argentina (Huila)” (Houghton, 2008:105). Según muestra el autor, hasta finales de
2007, un 77% de las demandas de tierra no habían sido satisfechas.

Esa situación no ha cambiado mucho hasta el momento. A tal punto que en todas las asambleas
nasa en este departamento una de las posturas más visibles y recurrentes fue la urgencia en la
necesidad de constitución, ampliación y saneamiento del territorio. A esto se suma el hecho de la
ausencia de estudios socioeconómicos (responsabilidad del Incoder) que también refirió la gente. En
la actualidad, de los 37 municipios que existen en el departamento del Huila, nueve de ellos cuentan
con la presencia de la Nación Nasa. La población, que actualmente suma 8.004 personas, está
organizada en 11 resguardos constituidos, 7 cabildos reconocidos y 5 comunidades que aún no
cuentan con ningún tipo de reconocimiento. La cantidad total de hectáreas de tierra con la que
cuentan en la actualidad es de 5.552,4. Un cálculo aproximado de asignación de 18 hectáreas de
tierra por familia, produce una proyección territorial de 28.693 hectáreas como requerimiento básico
de las comunidades allí asentadas. Una de las características principales es que dos de los
resguardos, La Gaitana y La Reforma, son de conformación poblacional nasa-misak. Otro dato
importante para destacar es la convivencia de la comunidad indígena del Pueblo nasa con el sector
campesino en la comunidad de Lame Páez Órganos del Palmar, municipio de Neiva.

El municipio de Inzá tiene 8 resguardos constituidos que suman un total de 85.675 hectáreas. En
solicitud de ampliación hay 20.500 hectáreas y en proceso de saneamiento hay un total de 15.420
hectáreas. El municipio de Páez cuenta actualmente con 15 resguardos constituidos y dos cabildos.
El área total de tierras de las que disponen es de 321.296, de las cuales 91.130 corresponden al
área de Parques Nacionales Naturales, 7.402 hectáreas son área de amortización, 30.706 hectáreas
están en área de páramo y 42.004 corresponden al área de restricción para la protección de cauces.
Eso significa que el total de tierra productiva de los resguardos del municipio de Páez es de 171.242
hectáreas.

La zona Norte del Cauca es reconocida por su elevada conflictividad territorial. En la actualidad,
existen 13 resguardos, cinco de ellos tienen título de origen colonial; de los conquistados por el
cacique Sat Tama están Munchique-Los Tigres y Jambaló en el llamado “Título de los cinco

189
pueblos”; y está el título de Manuel Quilo y Siclos correspondiente a los resguardos de Toribío, San
Francisco y Tacueyó. Por resolución del INCORA se han constituido 8 resguardos: La Cilia-La
Calera, en jurisdicción del municipio de Miranda, Corinto López-Adentro, Huellas-Caloto, Tóez,
Canoas, Concepción, Delicias y Guadualito (Delgado, 2012). En 2012, el INCODER emitió la
resolución de constitución de resguardo del que hasta ese momento era el cabildo urbano de
Santander de Quilichao Nasa Kiwe Tehk Ksxaw.

Las comunidades y autoridades del norte del Cauca han realizado demandas de titulación de unas
66.200 há. Se trata de un cálculo compartido por el Incoder en sus estudios del 2002. Dentro de los
trámites activos ante el Incoder se encuentran las ampliaciones de los resguardos de Corinto, La
Concepción, La Cilia La Calera, Tóez, Canoas, Guadualito, Las Delicias y Huellas, y la constitución
de los resguardos de Cerro Tijeras, Kite Kiwe y el Playón (Ver Tabla 15).

TABLA 15. TRÁMITES DE TIERRAS ACTIVOS ANTE EL INCODER.


NORTE DEL CAUCA (2012)
Nombre
resguardo y/o Municipio Trámite activo
cabildo
Resguardo
Segunda Ampliación: están en proceso, son cerca de 900 hectáreas.
Indígena de
Corinto Carta solicitud ampliación a Asuntos Étnicos del INCODER (3 de mayo de
Corinto López
2011).
Adentro
Resguardo
Santander de
Indígena de la Segunda Ampliación: está en proceso con cerca de 300 hectáreas.
Quilichao
Concepción
Resguardo La Carta solicitud ampliación a Asuntos Étnicos del INCODER (3 de mayo de
Miranda
Cilia - La Calera 2011)
Resguardo Primera Ampliación: En análisis por parte de la comunidad. Carta de
Indígena de Caloto - Cauca solicitud al INCODER de Actualización y estudio socioeconómico del
Tóez resguardo de Tóez (23 de Marzo de 2011).
Resguardo Segunda Ampliación: Carta de solicitud al INCODER - Cauca para la
Santander de
Indígena de Actualización y estudio socioeconómico del resguardo indígena Páez de
Quilichao - Cauca
Canoas Canoas (24 abril del 2012)
Segunda Ampliación: Cerca de 200 hectáreas están solicitadas, dentro del
Resguardo
Santander de proceso falta el estudio Topográfico. Carta a INCODER - Cauca solicitando
Indígena de
Quilichao- Cauca. estudio socioeconómico para la ampliación del resguardo (27 abril de
Guadualito
2012).
Resguardo Santander de
Segunda Ampliación: Cerca de 250 hectáreas. Según informaciones del
Indígena de las Quilichao - Buenos
equipo de Tierras hace falta el estudio Topográfico.
Delicias Aires
Resguardo Primera Ampliación (en proceso): Carta al INCODER de Julio 5 de 2011,
Indígena de Caloto se pide la actualización del estudio socioeconómico para la ampliación del
Huellas resguardo.
Cabildo Indígena Se encuentra en solicitud para constituirse como resguardo. Se
de Pueblo Suárez entregaron las 44 escrituras a instrumentos públicos para que sean
Nuevo Ceral puestos a nombre del Cabildo y luego se entregaran al INCODER.
Cabildo Indígena Ha tenido dificultades para constituirse como resguardo porque faltan
Suárez
de Cerro Tijeras predios por sanear.
Cabildo Indígena Está en el marco del Decreto 982, y son 56 hectáreas que están en
Timbío
de Kite Kiwe solicitud para constitución como resguardo.

190
Nombre
resguardo y/o Municipio Trámite activo
cabildo
No se ha logrado constituir debido a una disputa de tenencia con la
Cabildo Indígena
universidad del Cauca. Se está a la espera de un fallo del consejo de
del Playón - Suárez
estado. (Se han unido 4 cuatro cabildos de Naya frente a esta puja con el
Naya
INCODER).
Titulo Colonial de 1.701. Otorgado por la Corona Española al Cacique
Juan Tama. En el año 2002 se reestructuró y perdió la vigencia de título
Resguardo colonial, y pasó a ser título republicano. El INCODER reconoce el mal
Indígena de Jambaló procedimiento y se busca retomar el título colonial. En 1881 se registra por
Jambaló comunidades, No. del registro 843, esto se hace ante la misma corana -
parroquias - en distrito de Popayán o Silvia. Tiene solicitudes de
ampliación en el marco de las fincas entregadas por el Masacre El Nilo.
Titulo Colonial de 1700. Otorgado por la Corona Española a Manuel Quilo
Resguardo y Siclos es un solo título colectivo. Se protocolizó en 1.737 en la provincia
Indígena de Toribío de Santander de Quilichao. Se realiza una Amnistía donde son ratificados
Toribío, Tacueyó los títulos de manera individual para cada resguardo (basados en los
y San Francisco títulos coloniales colectivos). Tiene solicitud de ampliación sobre fincas por
el Fondo Nacional Agrario y el convenio el Nilo.
Titulo Colonial de 1.701. Otorgado por la Corona Española al Cacique de
Resguardo
Juan Tama (Los cinco pueblos). Y en 1843 recibe título Republicano. Tiene
Indígena de Santander de
varias ampliaciones (5), la última solicitud de ampliación es frente a la
Munchique - Los Quilichao
parcelación la Esperanza y la Finca Gualanday (convenio Masacre El
Tigres.
Nilo).
Fuente: Equipo regional Plan Salvaguarda Nasa, zona norte, 2013

Por otra parte, se encuentran pendientes de titular las tierras entregadas por el Estado como
indemnización por la Masacre de El Nilo. Hasta el día de hoy se han adquirido alrededor de 13.906
hectáreas, según datos de la ACIN (Delgado 2012). Ahora bien, aunque el acuerdo suscrito entre el
estado y los indígenas definió que el área de 15.663 hectáreas era suficiente como parte de la
reparación integral por la violación de los derechos humanos, de ninguna manera consistía en la
totalidad de las expectativas territoriales de las comunidades nasa de esa zona. A medida que ha
pasado el tiempo la población continúa en aumento y esa cantidad de hectáreas resulta insuficiente
para mejorar la precaria situación territorial en la que se encuentran los nasa de la zona norte.

Tampoco es menos grave la situación en Caldono, territorio ancestral Sat Tama Kiwe, integrado por
seis resguardos con títulos de origen colonial, agrupados en la Asociación de Cabildos legalmente
constituida y reconocida por el Ministerio del Interior. Allí deben titularse unas 23.177 há. Según la
información disponible, la cantidad de hectáreas legalizadas es de 25.543,4 há; vale decir, se
requiere un territorio equivalente al que hoy se encuentra en poder de las comunidades.

En esta zona resulta de mucha urgente la legalización de 2.684,4 há que ya están en manos de las
comunidades pero sin que el Incoder haya acelerado un proceso que no tiene ningún impedimento
legal ni material, la mayoría pertenecientes a los resguardos de origen colonial.

En la zona central del Cauca y los llamados Reasentamientos (mayoritariamente desplazados por la
avalancha del río Páez) se requieren la legalización de 21.612 há. La grave escasez de tierras en
estas zonas del departamento del Cauca es una amenaza constante para la pervivencia de la
Nación Nasa. Pero quizá la zona de los Reasentamiento sea la más angustiosa. Allí la mayoría de

191
las tierras reclamadas están en manos de particulares o hacen parte de las legítimas expectativas
territoriales de otros pueblos o comunidades, lo cual explica el alto nivel de conflictividad social y
política en la región. La Tabla muestra que de las comunidades de Reasentamientos (municipios de
Sotará, Cajibío), 3 tienen resguardos legalmente constituidos; pero las tierras tituladas suman 600
hectáreas para una población de casi 1.000 personas, lo cual representa apenas un poco más de
media hectárea por persona. El caso más dramático es el del Cabildo de Cofradía, que aún no
cuenta con tierras tituladas y en el que una población aproximada de 79 familias vive en una
hectárea de tierra, viéndose obligados a trabajar como jornaleros y abandonar su vida comunitaria.

La necesidad de titulación de tierras en la zona de Reasentamientos supera un estimado de 1.798


hectáreas. Se trata de un tema de gravísima urgente, en la medida en que están siendo vulnerados
los derechos de los nasa a la tierra y el territorio, a la identidad, a la cultura, constantemente
amenazados por la situación socioeconómica precaria en la que estas comunidades se encuentran.

En relación con la situación territorial de los nasa en la Zona Centro del departamento del Cauca, es
necesario decir que en la actualidad el resguardo nasa de Quintana tiene un total de 655,2 hectáreas
tituladas y que tiene una necesidad de ampliación que asciende a las 2.405 hectáreas. El cabildo
Tóez de la ciudad de Popayán no cuenta con tierras tituladas.

Durante las asambleas para la construcción del Plan de Salvaguarda Nasa, las comunidades de la
zonas Oriente, Centro y Reasentamientos coincidieron en que el aumento de la densidad
poblacional, de las amenazas constantes por la presencia de grandes multinacionales mineras y
forestales (Anglo Gold Ashanti y Smurfit Cartón de Colombia), de la presión de los terratenientes
cañeros, ganaderos y narcotraficantes, requiere de manera urgente la celeridad en los procesos de
titulación, saneamiento y ampliación de los resguardos ya constituidos. Esta estrategia fue definida
como una de las formas posibles para blindar el territorio frente a la avanzada colonizadora. Como
han manifestado en diferentes oportunidades, sus demandas territoriales sin embargo han
encontrado a su paso la recurrente obstrucción y lentitud de los procesos de legalización de las
tierras, lo que se constituye en una evidente vulneración de sus derechos. Así, la minería, la industria
forestal y el narcotráfico fueron identificados por las comunidades nasa de esta región (zona norte y
occidente del Cauca, Sat Tama, occidente y sur del Valle del Cauca) como verdaderos enemigos de
los derechos territoriales.

La zona de Morales requiere la titulación de 9.486 há. En esta región las comunidades señalaron
durante las asambleas para la construcción del Plan de Salvaguarda Nasa que la tierra ya no
alcanza para la cantidad de población que hay y exige, además, la celeridad en el proceso de
constitución de los resguardos de Nuevo Horizonte y Nueva Esperanza, cuya demanda territorial
asciende a las 600 hectáreas.

En el Valle del Cauca la situación no es menos urgente. Unas 26.111 há deberán resolver las
exigencias de comuneros de resguardos y de 11.031 indígenas más que no tienen tierras. Los
resguardos de Triunfo Cristal Paéz y Kwesx Kiwe nasa llevan varios lustros surtiendo un proceso en
el Incoder para que amplíen el territorio sin ningún avance. Y es ya famoso el caso de los
Asentamientos de Florida (El Nogal, La Fría, Altamira) que llevan 12 años en trámite sin que se haya
avanzado en el mismo.

192
En la actualidad, las comunidades nasa del departamento del Meta suman en total 7, están ubicadas
en los municipios de Mesetas, Uribe y La Macarena. Tres de ellas tienen el resguardo constituido,
para un total de 8.433 hectáreas. Otra de las comunidades, Candilejas, está legalizada ante el
Ministerio del Interior como una parcialidad y cuenta con 2.300 hectáreas. A la fecha, tiene un
proceso de constitución pendiente que, como señalamos antes, seguramente seguirá dilatándose en
favor de la entrada de la empresa petrolera que puso sus ojos sobre dicho territorio. Las otras tres
comunidades se constituyeron en cabildos y tienen una oferta de tierras que asciende a las 1.700
hectáreas.

Pero los datos pueden resultar engañosos en cuanto a necesidad y disponibilidad de tierras aptas
para la agricultura y por ende como base de la actividad productiva y la alimentación. En el artículo
de Yafué (2012: 3) que hemos citado, titulado “¿Por qué luchamos por la tierra?”, el autor registra:

“Aproximadamente un 63% de los territorios indígenas del Cauca (unas 300.000


hectáreas) tienen carácter netamente conservacionista. De las cuales, 46.000
hectáreas están traslapadas con parques naturales nacionales y casi 6.000
hectáreas corresponden a sus zonas de amortiguación. Unas 83.000 hectáreas
corresponden a páramos, sitios sagrados y zonas de importancia vital para la
conservación del agua y la biodiversidad; el resto a zonas de vocación forestal
protectora”.

Esta situación es generalizada en los otros departamentos. En el Plan de Vida del CRIC (2007: 67),
cuyas cifras son tomadas del Plan Ambiental Indígena del 2004, se hace una desagregación
pormenorizada de los usos del suelo (páramos, bosques de montaña, bosques plantados, rastrojos,
pastos y cultivos), concluyendo que en áreas como la zona centro de ese departamento (Resguardo
de Quintana) las tierras productivas son apenas el 34% con un promedio de 3.6 há por familia; en
Tierradentro las tierras productivas apenas llegan al 22% con un promedio de 4.9 há por familia (Ver
Tabla 16); en la zona norte el 47% son zonas productivas, pero si se excluyen las zonas bajas de
Caloto y Santander no alcanzan a ser el 25%, el promedio es de 2.2 há por familia; en Caldono el
promedio es de 0.8 há por familia; en occidente 3 há por familia; y en occidente 2.8 há por familia.
En Putumayo, donde la calidad de los suelos es más precaria y los territorios se encuentran en
áreas de protección amazónica, en promedio una familia tiene 7 há de tierras productivas; en el
Huila apenas 3.3 há por familia. En el Meta de los 6.700 há solo pueden ser utilizables alrededor de
2.000 há (Alcaldía de Mesetas 2012: 25)21.

TABLA 16. INDICADORES TERRITORIALES EN RESGUARDOS DE PÁEZ (2010)


Área de
Área de
Área Páramo Área con Total Área Porcent
restricción
Área Vías Área Amortiza (cota > pendiente área con potencia aje de
Resguardo por
(Has) (kms) PNN ción PNN 3.200 mayor a restricció l de uso área
protección
(Has) msnm 50% (has) n legal agrícola útil (%)
de cauces
(Has)
AVIRAMA 3.198 18,7 0 0 0 571 1.589 2.160 1.038 32

21 Alcaldía Municipal de Mesetas 2012. Plan Municipal de Desarrollo.

193
BELALCAZAR 41.263 44,4 13.459 1.497 206 4.942 16.781 36.885 4.378 11

CHINAS 1.117 0,0 0 0 0 171 561 732 385 34

COHETANDO 10.092 61,7 0 0 0 2.548 3.765 6.313 3.779 37

HUILA 41.661 30,3 27.214 1.493 10 3.410 7.197 39.324 2.337 6

LAME 3.123 3,3 0 0 600 346 727 1.673 1.450 46

MOSOCO 13.489 40,5 0 0 9.512 1.029 916 11.457 2.032 15


PICWE THA
555 0,7 0 0 0 162 127 289 266 48
FXIW
RICAURTE 7.654 8,7 0 0 0 2.338 2.854 5.192 2.462 32

SAN JOSE 11.966 2,4 4.120 493 4.470 1.133 1.003 11.219 747 6

SUIN 803 0,0 0 0 0 117 392 509 294 37

TALAGA 8.630 29,6 0 0 0 1.468 4.664 6.132 2.498 29

TOEZ 5.737 8,0 62 22 0 972 2.825 3.881 1.856 32

TOGOIMA 3.231 14,1 0 0 0 457 1.058 1.515 1.716 53

VITONCO 7.771 20,7 710 196 555 1.338 1.950 4.749 3.022 39

TOTALES 160.290 283,1 45.565 3.701 15.353 21.002 46.409 132.030 28.260
Fuente: Equipo regional Plan de Salvaguarda Nasa, zona Tierradentro, 2012

Todo lo anterior a pesar de que el propio Estado a través del Incoder ha estimado como mínimo para
una unidad agrícola familiar UAF22 en el Norte del Cauca (Caloto, Corinto, Miranda, Santander) entre
4 y 5 há; en la zona cafetera de ese departamento (Cajibío, Corinto parte media, Inzá y Paéz,
Piendamó, Popayán y Suárez) entre 4 y 6 há; en los municipios de media ladera del Cauca (Suárez,
Buenos Aires, Caloto, Caldono) entre 17 y 22 há; en la parte fría (Popayán, Puracé, Páez, Silvia,
Morales, Jambaló, Toribío, Inzá) entre 8 y 19 há; en Caquetá entre 58 y 78 hectáreas; en el Huila
entre 18 y 50 há; en el Meta (Uribe, Mesetas y Macarena) entre 60 y 80 há; en el piedemonte
putumayense entre 70 y 90 há; y en el Valle del Cauca (Pradera, Florida) entre 17 y 22 há.

Atendiendo las anteriores definiciones de Incoder sobre la UAF, el déficit de tierras productivas
calculado por las diferentes organizaciones y autoridades de la Nación Nasa -descontando lo que ya
ha sido titulado- alcanza las siguientes cifras: Putumayo 106.040 há; Huila 44.570 há; Tierradentro
140.000 há; Norte del Cauca 89.788 há; Caldono 54.650 há; Occidente del Cauca 16.500; Oriente
del Cauca 52.000 há; en el área de Reasentamientos del Cauca 1.031 há; zona centro del Cauca
2.000 há; Valle del Cauca 59.500 há; en Caquetá 25.800 ha; y en el Meta 42.000 há. Para estabilizar
ambientalmente el territorio de la Nación Nasa, sin proyectar el crecimiento demográfico de la
población a futuro, mínimamente el Estado debe titular 633.879 há, vale decir, 275.000 há
adicionales a las que ya se encuentran en procesos de reclamación.

22 Cf. Resolución 041 de 1996 (Septiembre 24) del Incoder.

194
Esta aguda situación de tierras se agrava en varias zonas, donde los riesgos ambientales son
elevados. Las comunidades de Tierradentro han calculado y solicitado la titulación de 14.912 há para
atender la reubicación de 1.700 familias que se encuentran en riesgo inminente por una posible
erupción del Nevado del Huila (CRIC 2007: 69).

Ya anotamos el problema de la no titulación como resguardos de las tierras que el propio Incoder ha
adquirido e incluso entregado a las comunidades indígenas nasa. Se trata de un procedimiento
totalmente arbitrario y carente de razonabilidad. En el Cauca hay 36.729 hectáreas que han sido
entregadas y aun no han sido legalizadas ni como resguardos nuevos ni como ampliación de los
existentes, y siguen a nombre del Fondo Nacional Agrario (FNA). Similar situación se presenta con
los predios entregados a título de indemnización o reparación por crímenes estatales cometidos
contra la Nación Nasa; las 13.900 há que han sido adquiridas por el Incoder para reparar la Masacre
de El Nilo no se han agregado aún a los resguardos existentes, creando sinnúmero de conflictos por
la tierra a nivel interno e interétnico. Inclusive hay casos en que estos predios han sido donados
expresamente por las comunidades para conformar nuevos resguardos (tal la situación de Cerro
Tijeras, que es titular de 7 predios comprados por la Masacre del Nilo y entregados por los
resguardos de Las Delicias y Munchique Los Tigres) han sido obstaculizados por múltiples trámites
de notariado y registro, o ambientales, o por imperativos minero-energéticos. Detrás de estas
demoras que también ocurren en Putumayo, evidentemente están sectores y empresarios que
tienen intereses en la explotación de recursos minero-energéticos.

Lo que queda claro, según fue afirmado de manera constante durante las asambleas para la
construcción del Plan de Salvaguarda Nasa, es que la suspensión de los procesos de titulación y de
ampliación está ligada directamente con el avance de las industrias extractivas que tienen
expectativas sobre dichos territorios.

El derecho al territorio tiene otras problemáticas que limitan su ejercicio, comúnmente conocidos
como conflictos de uso, conflictos por la tierra o conflictos interétnicos. La compra de algunos de
esos predios ha desatado conflictos interétnicos con otras poblaciones (afrodescendientes y
campesinas) que ven amenazadas sus expectativas y proyecciones territoriales (Delgado, 2012). El
hecho fue denunciado en reiteradas ocasiones por las comunidades nasa: el mal manejo de las
instituciones estatales de la política de tierras en el departamento. En particular, las comunidades
nasa, campesinas y afrodescendientes responsabilizan al INCODER por promover los recientes
conflictos interétnicos que han ocurrido en épocas recientes al comprar tierras para los indígenas en
territorios históricamente ocupados por los afros y los campesinos y viceversa. Estas estrategias del
Estado dividen a las comunidades y rompen con los lazos históricos de diálogo y convivencia que
éstas han tejido. Así, el derecho legítimo a la tierra y al territorio que cobija a todos los sectores
sociales y populares del país, históricamente emprobrecidos, viene siendo vulnerado por el estado
colombiano de manera sistemática. Las estrategias para dividir a las comunidades indígenas,
campesinas y afrodescendientes se han hecho más evidentes en los últimos acontecimientos que
han ocurrido en Inzá, Santander de Quilichao y Cajibío.

En particular, para el caso en cuestión, vale la pena mencionar los conflictos por la tierra que se han
suscitado en esta zona entre campesinos e indígenas: uno de ellos ocurrió en la finca “La Cecilia” en
el resguardo nasa de Path Yu, el otro en la finca “La Filigrana”, ubicada en la vereda El Cofre,
municipio de Cajibío, y lugar en el que se encuentra el Cabildo de Cofradía y el que ocurrió en el

195
mes de junio de 2012 en la finca Los Naranjos, municipio de Cajibío, Cauca.

En este último episodio, los enfrentamientos entre la población nasa y campesina dejaron un
elevado número de heridos. La finca se encuentra ubicada en la vereda La Pajosa y es un predio
que fue titulado a once familias campesinas desplazadas, pero según argumenta la población nasa
del resguardo de Jebalá, reasentados en la zona después de la avalancha del río Páez ocurrida en
1994, esta área hace parte del territorio de ampliación de su resguardo. El traslape de las
expectativas territoriales, promovido por el INCODER, enfrentó de manera violenta a los campesinos
e indígenas en un cinturón de alta conflictividad territorial en la medida en que allí convergen
diversos intereses.

El Plan de Salvaguarda deberá atender esta problemática, que está fuertemente enraizada con el
riesgo de extinción física y cultural, a su vez reforzada por el conflicto armado interno que vivimos.
La precariedad en el cumplimiento del derecho a la tierra y el territorio, como se vio en la parte
correspondiente a la violación de derechos civiles y políticos e infracciones al DIH, es un factor
determinante en el desplazamiento forzado y por consiguiente en la desestructuración cultural. Pero
adicionalmente presiona a patrones de poblamiento contrarios al pensamiento indígena y que
terminan debilitando la base ecológica de las comunidades y de los pobladores no indígenas de las
partes planas. Si el proceso de titulación de tierras no tiene un impulso radical en los próximos años,
el deterioro de las partes altas del territorio nasa se acentuará, con las implicaciones sobre el
suministro de agua, destrucción de ecosistemas fundamentales, crisis alimentaria, etc. Se constata
con ello que el derecho a la tierra y el territorio es un derecho-condición de los derechos a la
vivienda, la alimentación, el trabajo, el agua, en suma al bienestar. Yafué et al sintetizan esta
perspectiva en los siguientes términos:

“Es justa la restitución de tierras por el desplazamiento al que históricamente hemos


sido sometidos. Habitamos inicialmente los valles interandinos y las tierras bajas
ribereñas y de meseta. De allí nos desplazaron mediante la violencia y la usurpación
a las altas montañas y paulatinamente fueron invadiendo nuestros territorios
ancestrales. Hoy vivimos en tierras que en su gran mayoría son de especial
conservación. Reivindicamos nuestro derecho a estar con los pies sobre la tierra,
somos pueblos de la tierra y dependemos de ella. La necesidad de ampliar la
frontera agrícola hacia sitios sagrados y de conservación, como lo son nuestros
paramos, montañas, lagunas, ojos de agua, ri[b]eras de ríos y quebradas, nos
empuja inexorablemente al deterioro de lo poco que se tiene, en consecuencia, se
afecta el ciclo natural del agua, la producción de oxígeno y la conservación de la
biodiversidad. Se hace necesario nuestro retorno a zonas de valles interandinos o a
zonas más bajas antes que sea demasiado tarde.

“Mientras tanto, observamos c[ó]mo las tierras bajas que deberían garantizar
alimentos y sustento para los pobladores rurales caucanos, están dedicadas a los
grandes monocultivos para alimentar la agroindustria, la industria de
biocombustibles, la industria forestal explotada por multinacionales y a la ganadería
extensiva. Dicen que en muchas zonas del Cauca tiene más tierra una vaca que una
familia. Según datos del IGAC (2009) mientras que en el departamento, el conflicto
por sobreutilización de la tierra es del 69% del área, en las zonas indígenas es del

196
78%; así mismo, mientras que en el departamento el conflicto por subutilización es
del 31%, en las zonas indígenas es del 22%. Esto nos muestra que en los territorios
indígenas la presión por el uso del suelo frente a su vocación es mayor que en el
resto del departamento. Además, la subutilización de la tierra se presenta
paradójicamente en las zonas de mayor “desarrollo económico”, donde se concentra
la mayor propiedad y dónde tierra con aptitudes agrícolas están dedicadas a la
ganadería extensiva, a los monocultivos o las plantaciones forestales”. (Yafué et al
2012: 7).

Todas las cifras de requerimientos para la restitución, ampliación y titulación, corresponden con el
ámbito territorial de la Nación Nasa, de cuya área deberán hacerse los cálculos en el marco de la
ejecución del Plan de Salvaguarda, pues exceden el alcance de la presente actualización
diagnóstica.

La nación nasa ante los demás riesgos y desafíos territoriales

a) La problemática territorial en el Putumayo y Caquetá

Los fenómenos que han caracterizado la historia de la Amazonia, principalmente la del piedemonte
del Putumayo y del Caquetá, han sido la ocupación de su espacio desde 1870, el tipo de pobladoras
y pobladores que han migrado hacia allí durante diferentes períodos de la historia y las prácticas
económicas que han tenido lugar en dicha región. Anudados, estos tres fenómenos han sido
constitutivos y constituyentes de las diversas formas de violencia que han signado la región y que
han convertido a la guerra en el telón de fondo contra el cual ubicar todas las dinámicas que allí se
desarrollan. Al ritmo de la acelerada demanda de los mercados internacionales, la ocupación de
estos territorios ha sido impulsada por procesos de explotación de quina, caucho, pieles, maderas,
oro y petróleo que han favorecido las condiciones para el inicio de amplios procesos de colonización
(Gómez, 1999).

Los sucesivos procesos de extracción y comercialización de materias primas que han definido las
dinámicas regionales, deben entenderse a la luz de la continuidad del sistema de explotación
económica instaurado desde la colonia (Gómez, 1999). Esta situación saca a la luz las posibles
causas que explican la disminución acelerada de la población indígena al ritmo de los procesos de
colonización desde finales del siglo XIX y durante todo el siglo XX, tal como lo sugiere el antropólogo
e historiador Augusto Gómez (1999), quien además la asocia, en primer lugar, con los nuevos
regímenes laborales impuestos a la población indígena que habitaba y aún hoy habita la región, en
primer lugar. Las relaciones de endeude y de esclavitud marcarían las vidas tanto de los habitantes
tradicionales de dicha región así como de quienes fueron llegando atraídos por los diferentes
“booms” económicos. En segundo lugar, el autor también vincula la disminución y, en algunos casos,
el exterminio demográfico de la población indígena, con las nuevas situaciones generadas por el
contacto, entre las que podemos encontrar tanto el contagio de enfermedades como las presiones
territoriales causadas por las intensas olas de migración que desembocaron en el surgimiento de
nuevas fronteras extractivas.

Después del fracaso de los procesos de colonización dirigida (Ley 20/59) y de colonización

197
espontánea impulsados por el gobierno colombiano a través del Instituto Colombiano para la
Reforma Agraria (INCORA) (Uribe y Ferro, 2002), la economía ligada a los cultivos de uso ilícito se
convirtió en una opción para quienes habían llegado a la región en busca de una mejor vida después
de haber sido expulsados por la violencia que inundó la región andina en la década del Cincuenta,
pero también para quienes llegarían atraídos por la bonanza.

En el departamento de Caquetá, el cultivo de hoja de coca para cultivo comercial se inició a


mediados de la década del setenta, marcando un nuevo proceso de colonización de pobladoras y
pobladores que se vieron atraídos por la bonanza y los beneficios económicos que el cultivo
generaba. Según lo documenta Ferro (2001), en 1978 empezó un dilema para las FARC que
consistía en definir si permitir o no que los colonos sembraran coca. Al parecer, luego de hacer
varias consultas con autoridades civiles, políticas, eclesiásticas e incluso con algunos académicos,
las FARC decidieron dar el permiso para que los colonos pudieran subsanar la escasez económica
en la que se encontraban en ese momento. La bonanza cocalera se extendió hacia mediados de la
década del ochenta, cuando la desestabilización económica, social y política de la economía del
narcotráfico empezó a golpear con fuerza las zonas en las que ésta se había consolidado años
antes.

Magdalena Tavera (2001), basada en los informes gubernamentales, señala que en 1995 se inició un
período intenso de fumigaciones aéreas con glifosato. En ese año, el departamento de Caquetá
había alcanzado un área de 15.600 hectáreas de coca sembradas. En el país, un total de 25.402
hectáreas de cultivos ilícitos fueron asperjadas. Las relaciones del gobierno colombiano con Estados
Unidos, “aliado histórico” en la “guerra contra el narcotráfico”, estaban en un momento de tensión
muy fuerte, a tal punto que el primero de marzo de 1996, el gobierno de Estados Unidos descertificó
al gobierno colombiano porque consideraba que sus esfuerzos en la lucha contra el narcotráfico no
estaban dando resultados satisfactorios. Las implicaciones de este hecho se hicieron visibles en la
suspensión de la “ayuda” financiera en la lucha contra las drogas, entre otras. Frente a esto, el
gobierno del entonces presidente Ernesto Samper aumentó las fumigaciones aéreas de las
plantaciones de coca en la región amazónica, y también incrementó el control en la venta de los
insumos para el procesamiento de la pasta de coca, desafiando al gobierno estadounidense. Las
pobladoras y pobladores nasa de uno de los resguardos nasa del Caquetá se refirieron al respecto
en la asamblea del Plan de Salvaguarda:

Los cultivos ilícitos en esta comunidad para algunos de los comuneros era la salida
más fácil ya que no existía otra propuesta productiva óptima en el comercio, pero a
medida que el resguardo fue teniendo consecuencias con las fumigaciones aéreas,
nosotros tomamos cartas en el asunto y le propusimos al Municipio y al
departamento y a la fuerza pública competente erradicar bajo unos compromisos de
apoyar con proyectos productivos con las personas que tienen estos cultivos. Desde
el 95 la comunidad en gran medida inicia con este proceso de erradicación hasta
estar en cero. Pero el gobierno no cumple. Es más: fumiga a nuestros alrededores,
donde están los vecinos colonos. La dispersión aérea siempre perjudica área de
territorio del resguardo (Asamblea resguardo Nasa Kiwe, municipio de Puerto Rico,
diciembre 6 y 7 de 2012).

Algunos meses después de sentir los impactos de esta nefasta e inconsulta decisión, durante los

198
meses de julio, agosto y septiembre de 1996, cerca de 200.000 hombres, mujeres, niños y niñas
campesinas e indígenas de Guaviare, Caquetá y Putumayo marcharon para manifestarse en contra
de dicha medida que puso en jaque su principal fuente de subsistencia (Ramírez, 2001). En ese
escenario, la movilización logró llamar la atención del gobierno colombiano frente a la precariedad e
inestabilidad económica de campesinos e indígenas, quienes lograron detener las fumigaciones y
proponer estrategias para llevar adelante el proceso de sustitución de cultivos de coca (Uribe y
Ferro, 2002).

En 1997, el departamento del Caquetá contaba con 31.500 hectáreas de coca sembrada, mientras
que el Putumayo tenía 19.000 hectáreas. Un año después, en 1998, el área total de aspersión a
nivel nacional pasó de 25.402 hectáreas en 1995 a 69.155 hectáreas. El departamento más afectado
fue el Guaviare, que para ese momento ocupaba el primer lugar en el ranking nacional de cantidad
de áreas de cultivos ilícitos sembrados. En esta vía, Tavera (2001) indica que “la intensa campaña
de fumigación aérea en el Guaviare, que alcanza las 60.920 hectáreas entre 1995 y 1997, tiene
como efecto inmediato la rápida expansión hacia el Caquetá y Putumayo, que en 1998 se convierten
en los dos principales productores de hoja de coca” (Tavera, 2001:100-101). Las pobladoras y
pobladores nasa de la región del Putumayo se refirieron a este proceso durante una asamblea:

Los cultivos de coca tuvieron auge en el año de 1995 en este territorio. Para
entonces la gente dejó a un lado la organización volviéndose individualistas y se
olvidaron de los sembrados productivos como la agricultura. La coca nos dejó
pobreza y problemas familiares. En 1998 se dio la primera fumigación masiva
causando impacto en la comunidad. Uno de ellos fue el desplazamiento porque la
gente quedo sin nada para el consumo debido que acabó con la agricultura y los
bosques primarios y secundarios afectando gravemente el territorio. Desde ese año
la fumigación ha sido continua. Se realiza cada seis meses y el gobierno no nos ha
consultado ni nos ha tenido en cuenta en ningún programa (Cabildo Cerro Guadua,
municipio de Puerto Guzmán, 2012).

En el relato anterior, la siembra de la coca en gran escala aparece asociada a una mente
“individualista” que obliga a la gente a abandonar el proceso organizativo. Al parecer, eso duró poco
porque como recuerda la narración, “la coca nos dejó pobreza y problemas familiares”. Además,
después de la fumigación de 1998, muchas personas se vieron forzadas a desplazarse porque los
suelos quedaron infértiles pues “acabó con la agricultura”. Además, quien habla establece la
periodicidad de las fumigaciones y la manera en la que son puestas en marcha: se realizan cada
seis meses y nunca han sido consultadas a la población a pesar de la gran cantidad de impactos
negativos que causan.

En 1998, el departamento de Caquetá reportó 24.000 hectáreas de coca sembrada, mientras que el
Putumayo tuvo 30.100 hectáreas. La sumatoria de las hectáreas de coca sembradas en ambos
departamentos los ubicó en el primer lugar a nivel nacional, pero la dinámica a nivel departamental
sí viró como producto del incremento de las fumigaciones tanto en Guaviare como en Caquetá. Así,
para 1999 el departamento de Putumayo registró 56.800 de coca sembradas, mientras que el
Caquetá únicamente registró 6.800 hectáreas (Tavera, 2001, tomado de Policía Nacional – Dirección
Antinarcóticos). Otras fuentes señalan que el número de hectáreas de coca sembradas en el
departamento de Putumayo para el año 1999 fue de 58.297 hectáreas (Villa y Houghton, 2005,

199
tomado de SIMCI). Así, “entre los años 1999 y 2001, en el Putumayo se registra la mayor área
cultivada en coca en el dominio nacional, alcanzando en 2000 su máximo pico con 66.022 hectáreas
sembradas que representaron el 40.5% del total nacional” (Villa y Houghton, 2005:184). Los autores
agregan, sin embargo, que la cobertura de coca en los resguardos y en los territorios indígenas sin
titulación en el Putumayo era de 4.622 hectáreas, es decir, el 9.8% de la cobertura total de la coca
sembrada en el departamento (Villa y Houghton, 2005).

TABLA 17. ESTIMACIÓN DE CULTIVOS DE COCA EN LA REGIÓN PUTUMAYO – CAQUETÁ,


1995 - 1999 (POR HECTÁREAS)

Departamento 1995 1996 1997 1998 1999


Putumayo 6.600 7.000 19.000 30.100 56.800
Caquetá 15.600 21.600 31.500 24.000 6.800
Total 22.200 28.600 50.500 54.100 63.600
Fuente: Adaptada del trabajo de Magdalena Tavera, 2001.

Sin embargo, vale la pena mencionar que en 1998, el gobierno de Andrés Pastrana puso en marcha
“el Plan Nacional de Lucha contra las Drogas 1998-2002, que contempló el desarrollo alternativo
como una política de largo alcance y que se convirtió en uno de los pilares fundamentales del
proceso de paz que adelantaría el gobierno con las FARC. Esta política de desarrollo alternativo
estuvo enfocada hacia cultivos ilícitos de campesinos e indígenas que no fueran de tipo extensivo ni
industrial” (Tavera, 2001). Vale la pena hacer énfasis en que esta política diferencial nació como
resultado de la propuesta que campesinos e indígenas presentaron al gobierno de Samper durante
las negociaciones en el escenario del paro cocalero de 1996. Según señalan Villa y Houghton
(2005), “como resultado de las negociaciones, la población indígena logró acordar con los
organismos estatales un programa de erradicación manual del cultivo en oposición a la fumigación
como estrategia. Este Programa, que se nomina Raíz por Raíz, inicia su implementación en 2001”
(Villa y Houghton, 2005:188).

Este período de expansión y aumento de las hectáreas sembradas de coca en el departamento de


Putumayo, que va a la par con la implementación del programa de sustitución de cultivos así como
con la puesta en marcha del Plan Colombia, coincidió con el período de agudización de la violencia
en la zona. Los paramilitares, que habían llegado a la región a finales de la década del noventa,
luego del llamado de alerta que había generado la capacidad de movilización durante el paro
cocalero y preocupados por el poder que había alcanzado las FARC, no se hicieron esperar para
disputar el poder político y económico que las FARC habían ganado a partir de su vinculación y
control de la economía ilícita (GMH, 2012; Ferro, 2001; Villa y Houghton, 2005).

En este sentido, al entrecruzamiento de los hilos y actores que le dan tal complejidad al conflicto
armado en los departamentos de Putumayo y Caquetá, es necesario añadirle el nudo del
narcotráfico, como uno de los factores centrales para “entender la dinámica y especificidades del
conflicto armado, así como la criminalización de sus habitantes por parte del estado central debido a
que se dedican al cultivo de una planta de uso ilegal, lo cual en cierta medida ha legitimado, a los
ojos de los actores armados, la violencia de la que ha sido objeto la población” (GMH, 2012:30).

200
Bajo esta lógica, y con un presupuesto inicial de 1.300 millones de dólares (Vargas, 2001), el 22 de
diciembre de 2000 se puso en marcha el Plan Colombia en el departamento de Putumayo. La
fumigación se hizo principalmente en los municipios de San Miguel y Valle del Guamuez, que para
ese entonces reportaban la mayor cantidad de hectáreas sembradas de coca y eran los lugares
donde el poder político y militar de las FARC estaba más consolidado. Esta doble situación que
vincula la presencia de grandes extensiones de cultivos de coca y el poder de las FARC, convirtió a
estos dos municipios en objetivo militar. Ambos municipios fueron representados como cocaleros y,
por ende, violentos. Esto desembocó, además, en la criminalización de sus pobladoras y pobladores
por parte del gobierno y la fuerza pública (GMH, 2012:59). El caldo de cultivo estaba creado para
reivindicar y legitimar la entrada y presencia paramilitar en los cascos urbanos de dichos municipios,
hacia donde concentraron su avanzada militar. Aun cuando el Plan Colombia había iniciado como un
instrumento contundente frente a la lucha contra las drogas, poco a poco y, sobre todo, después de
once de septiembre de 2001 con el atentado de las torres gemelas en Nueva York, ese objetivo fue
virando hacia la lucha antiterrorista.

Si bien en 2001 el total de hectáreas sembradas de cultivos de coca en el departamento de


Putumayo fue de 47.120 según los reportes del SIMCI (2011), lo cual señala una disminución en
relación con el año 2000, para el año 2002 esta tendencia continuó en disminución pues los registros
señalan que el total de hectáreas de coca cultivada fue de 13.725. Pero los años en los que se
reportó la disminución más notable fueron 2003 y 2010, con 7.559 y 4.785 hectáreas cultivadas,
respectivamente. La cifra más baja que se alcanzó en Putumayo en 2010 (4.785 has) fue el rango en
el que se sostuvo la dinámica del cultivo de coca en el departamento de Caquetá en 2005, 2006 y
2008. Como muestra la Tabla 18, dos años después, en 2005, se registró un leve aumento que
alcanzaría su pico más alto en 2007 cuando en el departamento se registraron 14.813 hectáreas
cultivadas de coca, una cifra mucho mayor en comparación a la que se presentó para ese mismo
año en el departamento de Caquetá, donde aparecieron registradas 6.318 hectáreas cultivadas de
coca.

Tal como lo registra el informe del SIMCI (2011), “en el departamento del Putumayo, limítrofe con
Ecuador y Perú, el cultivo de coca llegó a un máximo de 66.000 hectáreas (40% del total nacional)
en 2000. Después de cuatro años de reducciones importantes y consecutivas, se redujo a 4.386
hectáreas (5% del total nacional) en 2004, pero esta tendencia se modificó entre 2005 y 2007 con
aumentos consecutivos del 105% en 2005, 37% en 2006 y 21% en 2007; a partir de este año se
inició una fuerte tendencia a la reducción que se quebró en 2011 cuando se duplica el área
sembrada con coca de que se había reportado en 2010. Según el censo del SIMCI (2011), Puerto
Asís, en el departamento del Putumayo, es el tercer municipio del país con mayor área sembrada de
coca (2.786 hectáreas), y el municipio de Puerto Leguízamo, en el mismo departamento, aparece en
el noveno lugar con 1.717 hectáreas (SIMCI, 2011).

Los cultivos de coca en el departamento de Caquetá alcanzaron su nivel histórico más bajo en 2010
con 2.578 hectáreas (4,5% del total nacional), luego de una reducción leve pero constante que se
inició en el 2001 cuando alcanzaron 14.516 hectáreas (10% del total nacional). Sin embargo, en
2011 esta tendencia cambió llegando a 3.327 hectáreas” (SIMCI, 2011:26-27).

201
TABLA 18. CULTIVOS DE COCA EN LA REGIÓN PUTUMAYO-CAQUETÁ, 2005-2011
(EN HECTÁREAS)

Departamento 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011


Putumayo 8.963 12.254 14.813 9.658 5.633 4.785 9.951
Caquetá 4.988 4.967 6.318 4.303 3.985 2.578 3.327
Total 13.951 17.221 21.131 13.961 9.618 7.363 13.278
Tendencia +28% +23% +23% -34% -30% -23% +80%
anual
Fuente: Tomada de Informe SIMCI, 2011

En la actualidad, las fumigaciones continúan. Fueron testigos de ello los miembros del equipo
regional Plan de Salvaguarda que se encontraban haciendo la asamblea en el cabildo Nasa Kiwe,
municipio de Puerto Leguízamo, en el departamento de Putumayo. De igual manera ocurrió en el
Cabildo Kwe´sx Kiwe Chorro Largo, en el municipio de Puerto Asís, donde la comunidad informó que
desde hace un mes se están adelantando fumigaciones que están afectando gravemente a la
comunidad (Asamblea Kwe´sx Kiwe, Chorro Largo, municipio de Puerto Asís, 2012). Según lo
reporta el SIMCI (2011), “las operaciones de aspersión en Putumayo pasaron de 11.434 hectáreas
en 2010 a 9.480 en 2011 y en el departamento de Caquetá de 16.947 hectáreas en 2010 a 12.888
en 2011. Las operaciones de erradicación manual se incrementaron en Putumayo pasando de 1.972
hectáreas en 2010 a 3.855 en 2011 y en Caquetá de 1.556 hectáreas en 2010 a 1.254 en 2011”
(SIMCI, 2011).

Las pobladoras y pobladores hablan con frecuencia de los impactos que las fumigaciones han
causado sobre sus vidas, como quedó registrado en el acápite sobre desplazamiento forzado.
Durante una asamblea que tuvo lugar en el cabildo Los Guaduales, del municipio de Puerto
Guzmán, las y los participantes se refirieron al tema con preocupación:

La fumigación aérea como política del estado para combatir los cultivos de uso ilícito
también causa daños y desarmonización en la comunidad, lo que hace que se pierda
el sistema de economía propia que se tiene para el consumo y sustento de las
familias, los daños causados por la fumigación son de manera irreparable y el
gobierno es el único responsable de la catástrofe que se tiene en los territorios, las
nuevas enfermedades de piel y respiratoria son un de las consecuencias de las
fumigaciones, el exterminio de las plantas nativas de uso medicinal y maderable
están desapareciendo de los territorios ocasionando la erosión de los terrenos
dejándolos dañados y sin posibilidades de ser cultivables (Asamblea Cabildo Los
Guaduales, municipio Puerto Guzmán, 2012).

La economía propia, como enfatiza el relato, se ve amenazada por la fumigación aérea, causando
desarmonía en la comunidad. El único responsable es el gobierno por “la catástrofe que se tiene en
el territorio”. Las enfermedades de piel y respiratorias son algunos de los efectos visibles de la
política de fumigación. Los daños, según los definen quienes participaron en las asambleas, son
irreparables.

202
Otra de las amenazas identificadas por los nasa, que apareció de manera recurrente en las
asambleas, fue la presencia de empresas petroleras en territorios indígenas. El municipio de Orito,
en el departamento de Putumayo, es reconocido por ser el municipio que produce la mayor cantidad
de petróleo. Por este motivo, también es reconocido como uno de los municipios que más
militarizado se encuentra en la actualidad.

Varios autores establecen una periodización clave para comprender las dinámicas de la explotación
petrolera en el municipio de Orito. Durante el primer período, entre 1963 y 1981, la actividad
extractiva estuvo en cabeza de la Texas Petroleum, momento que ha sido reconocido históricamente
como el de mayor bonanza petrolera. El segundo período tuvo lugar en el momento en el que hubo
un proceso de reversión de dicha concesión a la empresa estatal Ecopetrol.

Las labores de exploración de la Texas iniciaron hacia la década del cuarenta en cercanías de los
municipios del Valle del Guamuez, Orito y Puerto Asís. Fue exactamente en 1959 cuando el estado
colombiano y la Texas realizaron un contrato de concesión para la explotación y explotación de
petróleo en una zona al occidente de Putumayo, por un lapso de 30 años, conocido como la
Concesión Orito. Después de que las exploraciones resultaron favorables, la Texas inició el montaje
para la explotación. El área total de esta concesión fue de 940.000 has. (Ramírez, 2012). Algunos
años después de lograr la adecuación de la infraestructura petrolera de los pozos, de la apertura de
trochas, de la construcción de campamentos, entre otros, se inició la construcción de dos obras de
infraestructura: la carretera Santana – Orito y el oleoducto transandino. El Pozo Orito 1 empezó a
funcionar en 1963, aunque la explotación comercial inició seis años después cuando se terminó de
construir la obra que permitiría el transporte del petróleo hasta el puerto de Tumaco, en el Pacífico:
el oleoducto transandino, cuya construcción se prolongó desde 1967 a 1969 (Angulo, 2010).

Roque Roldán (1995) expuso cuatro casos sobre la explotación petrolera en territorios indígenas
basándose en testimonios de diferentes personas que fueron testigos de la situación de la época, ya
fueran indígenas o no. Profundizó en el caso del Putumayo, el de Orocué en Casanare, el de los
Nukak del Guaviare y en el de los U´wa. En todos los casos se hizo evidente el gran daño causado a
las comunidades por la entrada de una u otra empresa, en la medida en que obligaba a cambiar el
espacio en el que cada comunidad se desenvolvía, ya fuera por la construcción de las carreteras o
por la contaminación producto de los químicos empleados en estas extracciones o, como en el caso
del Putumayo, por el procesamiento de la coca. Estos cambios propiciaron una fuerte pérdida del
territorio por la venta de terrenos y su expropiación, forzando a los indígenas a cambiar sus estilos
de vida y a desplazarse a otros lugares (Roldán, 1995). Tal como lo documentan Villa y Houghton
(2005), “el pueblo Kofán es el grupo que encarna el ejemplo de la moderna desterritorialización. Es
en sus territorios en los que la actividad petrolera concentra su acción, establece la infraestructura y
desde donde parte la infraestructura hacia el Pacífico. A tal punto, que al cabo de una década de
explotación petrolera, los Kofanes habían perdido el 70% de su territorio (Alianza del Clima, 1999).
Igual le sucedía al pueblo Inga y a los Siona (Villa y Houghton, 2005:182).

Roldán (1996) señala las estrategias de las que se valió la industria petrolera: sobornos, la
vinculación rotativa de los indígenas como empleados de la empresa por un período de cuatro
semanas (lo que en la zona se conoce como “el veintiocheo”), la financiación de proyectos, la
entrega de regalos en épocas de festividades, entre otras. Uno de los resultados de esto, apunta
Houghton (2008), es la precaria situación territorial de los pueblos indígenas en el departamento del

203
Putumayo, “uno de los más afectados por la potrerización y la titulación de los resguardos a la
medida de los bloques petroleros. En Putumayo abundan los resguardos de menos de 300
hectáreas (algunos no superan las 70) para poblaciones superiores a 400 personas, obligadas a vivir
en los cascos urbanos y a tener los resguardos como fincas. Al mismo tiempo, cerca de 15.000
indígenas de 31 comunidades no tienen aún territorios legalizados” (Houghton, 2008:295). A esto se
suma lo que el autor ha llamado el “etnocidio cartográfico” pues “la primera constante en la línea
dura del estado es la negación de la existencia de pueblos indígenas donde se realizarán proyectos
petroleros. Así, el Ministerio del Interior en repetidas ocasiones ‘certificó’ la inexistencia de
comunidades indígenas en bloques petroleros superpuestos con resguardos y territorios indígenas
no titulados. Por obvias razones, quienes más se han beneficiado de dichas ‘certificaciones’ son las
empresas petroleras” (Houghton, 2008:291).

MAPA 19. RESGUARDOS DEL PUTUMAYO

Fuente: Informe WWF, s.f.

En 2007, el departamento de Putumayo estaba dividido en 17 bloques petroleros. La Cuenca


Putumayo, Caguán Putumayo y Valle Superior del Magdalena, que incluye los departamentos de
Putumayo, Caquetá y Cauca, contaba en ese momento con un total de 39 contratos petroleros que
abarcaban 3.914.744,53 hectáreas. Catorce (14) de dichos contratos afectaron el territorio nasa.

Hoy, seis años después, la misma Cuenca Caguán – Putumayo cuenta con 68 contratos de
proyectos petroleros que en total suman 5.256.189,096 hectáreas, aproximadamente 1.341.444,56
hectáreas más que en 2007. Todos los bloques petroleros están superpuestos con los resguardos
indígenas. De los 39 contratos petroleros que existían en 2007, 12 de ellos continúan vigentes. Sin
embargo, algunas de las operadoras sí han cambiado. Ese es el caso, por ejemplo, del Contrato
COATI que en 2007 era operado por OPA y en 2013 es operado por Grupo C&C Energía Barbados
Sucursal Colombia.

204
Las empresas petroleras que en la actualidad hacen presencia en lo que la Agencia Nacional de
Hidrocarburos (ANH) ha denominado la Cuenca Caguán – Putumayo son: Gran Tierra Energy
Colombia, Canacol Energy Colombia, Hupecol Operating, Emerald Energy, Grupo C&C Energy
Barbados, Petrominerales Colombia, Amerisur Exploración Colombia, Vetra Exploración y
Producción Colombia, Petronova Colombia, Petróleos del Norte S.A, Pacific Stratus Energy
Colombia Corp., Petrolera Monterrico S.A, Meta Petroleum Corp., Vast Exploration Inc., Petro
Caribbean Resources, Consorcio Amerisur Pluspetrol, Petróleos Sudamericanos, Consorcio Optima
Range, Agencia Nacional de Hidrocarburos y Ecopetrol.

Por ejemplo, según contó un mayor nasa durante una de las asambleas, en los límites Puerto Rico y
San Vicente del Caguán descubrieron que hay petróleo. Es de Ecopetrol y la Emerald Energy. La
Alcaldía de Puerto Rico dijo que asumía la decisión que tomaran las autoridades. Advierte: “si esto
llega a explotar, esto tendría muchos impactos sobre Sek Yi, Nasa Kiwe de Puerto Rico y en San
Vicente del Caguán los 4 gobernadores que compraron una tierra de 1.005 hectáreas. Son gente de
Avirama, Tálaga, Tóez y Huila de Páez, Tierradentro”. Según el mayor, la presencia de este pozo
afecta a todas las personas porque para entrar a San Vicente uno pasa por esa vía. En San Vicente
para coger para el lado del Meta tiene que pasar los pozos petroleros y necesariamente tiene que
pasar Nasa Ukwe y Nasa Cxha Cxha y Yaguara II para llegar a San Vicente.

MAPA 20. TIERRAS Y PETRÓLEO, 2013

Fuente: ANH, 2013

En los relatos de la gente, la asociación entre la presencia de empresas petroleras, la militarización


de la zona, la violencia y la falta de titulación aparece de manera recurrente. Las explicaciones sobre
los motivos de la precariedad territorial en la que se encuentran no se hicieron esperar. Durante las
asambleas comunitarias que se realizaron en los departamentos de Putumayo y Caquetá, las

205
narraciones coincidieron en señalar que muchos de los territorios no están constituidos como
resguardo porque están concesionados a las empresas petroleras. Esto ha generado la
militarización “que se mira en las montañas”, como dijo una de las personas que participó en una de
las asambleas. El Plan Colombia, el Plan Patriota y el Plan Consolidación se han sentido con fuerza.
A esto se suma otro factor: “La comunidad está habitada por muy poco personal y eso ha dificultado
la titulación del territorio para nosotros y la ha facilitado para las empresas petroleras” (Asamblea
Juan Tama, Puerto Guzmán, 2012).

Esta relación directa entre intereses de empresas minero-energéticas y negación a la personalidad


jurídica y al territorio mismo, son una constante.

Según el Censo Minero Departamental colombiano realizado por el Ministerio de Minas y Energía
entre 2010 y 2011, el departamento de Putumayo tiene aproximadamente 501 Unidades de
Producción Minera (UPM), de las cuales 179 (35%) cuentan con título minero, mientras que las 322
restantes (64.3%) no lo hacen. En 2009, la cantidad de UPM era de 409, de las cuales sólo 40
contaban con título minero (Defensoría del Pueblo, 2010). La producción mineral de Putumayo,
principalmente de oro, mármol y materiales para construcción, representa el 3.5% del total de UPM
del país (Ministerio de Minas y Energía, 2011). Según un informe de la regional Putumayo de la
Defensoría del Pueblo (s.f), en el Valle de Sibundoy el estado colombiano ha otorgado permisos de
exploración sobre unas 18.000 hectáreas y ha concesionado aproximadamente siete áreas para
extracción minera de cobre, oro, zinc, molibdeno y niquel en las zonas donde nacen los ríos
Putumayo, Mocoa, Guamuez, entre otros. En la zona que comprende los municipios de Santiago,
San Francisco, Colón y Villagarzón ha otorgado 22 concesiones mineras de oro y cobre a la
transnacional Angloamerican Exploration S.A (más conocida como Anglo Gold Ashanti), a la
australiana GMX Minerals and Coal Ltda. También en el área que comprende el trazado de la
carretera San Francisco – Mocoa que, como veremos más adelante es un proyecto ancla de la
IIRSA, otorgó concesiones de oro, plata, cobre y niquel a la Anglo Gold Ashanti. El informe realizado
por la consultora INCOPLAN S.A (2010), siguiendo el “Análisis de la Infraestructura de Transporte y
Energética de los Distritos Mineros de Colombia” realizado por el Ministerio de Minas y Energía, la
Fundación para el Desarrollo del Quindío y la Sociedad de Ingenieros del Quindío en 2008, señala
que el gobierno nacional ha desarrollado proyectos de pavimentación a través del Plan 2500, sin
haber obtenido resultados satisfactorios en el caso del tramo San Francisco-Mocoa. Esta situación
es definida por el informe como un problema que afecta la comunicación con el departamento de
Nariño y el Pacífico, imposibilitando el transporte de los minerales. Este sector se caracteriza por la
presencia de minas de oro en veta y yacimientos de molibdeno (INCOPLAN S.A, 2010).

Por su parte, el departamento de Caquetá tiene 219 UPM que representan el 1.5% del total nacional.
207 de ellas (94.5%) cuentan con título minero, mientras que las 12 restantes (5.5%) no lo hacen. El
porcentaje de materiales metálicos es de 20.1%, mientras que el de no metálicos es del 81.3%.
Caquetá es uno de los departamentos donde predominan las UPM con títulos mineros (Ministerio de
Minas y Energía, 2011).

Al respecto también se refirieron con mayor énfasis y contundencia las asambleas que se llevaron a
cabo en el departamento de Putumayo, que caracterizaron la situación en términos de las amenazas
sobre el territorio nasa. Durante la asamblea del cabildo Cerro Guadua, en el municipio de Puerto
Guzmán, un mayor nasa lo expresó así:

206
Como cabildos del Putumayo tenemos grandes preocupaciones que nos hace pensar
en tiempos no muy lejanos que ya no tendremos territorio donde dejar nuestras
generaciones debido que el departamento está declarado como distrito minero y
petrolero, razón por la cual va ser muy difícil la ampliación y titulación de los
territorios que nos pertenece; entre las problemáticas más latentes que se presentan
de manera acelerada está la variante Mocoa - San Francisco, la minería, las
multinacionales, las bases militares estadounidenses, y lo que más daño ha causado
y seguirá causando es las fumigaciones aéreas que están exterminando las semillas
nativas y propagando nuevas enfermedades a las personas y animales (Asamblea
Cabildo Cerro Guadua, Puerto Guzmán, 2012).

La preocupación del mayor es expresada con contundencia cuando señala: “en tiempos no muy
lejanos ya no tendremos territorio”. Su idea, que liga un presente lleno de “problemáticas” con un
futuro incierto para las generaciones futuras, está basada en situaciones reales a las que
diariamente se enfrentan los nasa y los territorios en los que habitan. Las fumigaciones, la minería,
las multinacionales, las bases militares y la variante Mocoa-San Francisco aparecen en su referente
como los motivos por los cuales no tendrán territorio para dejar a las generaciones futuras. Pero la
cosa no para ahí.

Como señala Houghton (2008), “además de los proyectos minero-energéticos y petroleros, los
pueblos indígenas se ven enfrentados a la creación de toda la infraestructura destinada a facilitar
que esos territorios privatizados puedan comerciar directamente con sus casas matrices” (Houghton,
2008:32). Una de las iniciativas más fuertes en este sentido es la Integración de la Infraestructura
Regional de Suramérica (IIRSA). Como su nombre lo indica, tiene como fin último la Integración de
Suramérica mediante procesos sectoriales de infraestructura (sistemas operativos de transporte
multimodal, marítimo y aéreo, facilitación de pasos de frontera, integración energética, tecnologías
de la información y las comunicaciones, entre otros). Hasta el año 2012, el propósito de dicha
integración estaba previsto a través de 531 proyectos con una inversión estimada de U$116.120,6
millones (IIRSA, 2012).

El IIRSA está constituido a partir de nueve ejes de integración y desarrollo (EID): Andino, de
Capricornio, de Amazonas, del Escudo Guyanés, del Sur, Interoceánico central, Mercosur – Chile,
Perú-Bolivia-Brasil, Hidrovía Paraguay-Paraná. Colombia hace parte de dos de los ejes de
integración: el Andino y el amazónico. El eje Andino cuenta con 10 grupos de proyectos que reúnen
64 proyectos individuales, mientras que el eje amazónico tiene 7 grupos de proyectos que reúnen 64
proyectos individuales (IIRSA, 2012).

Es importante no perder de vista que el objetivo de la IIRSA es la integración regional. En la medida


en que la integración es regional, los impactos también deberían ser entendidos y valorados en la
misma escala. Sin embargo, esto no ha ocurrido así pues “el área de referencia para analizar los
impactos regionales apenas incluye los municipios directamente conectados por la vía” (Houghton,
2008:256). Para los efectos del diagnóstico, nos concentraremos únicamente en algunos proyectos
que tienen lugar en los departamentos de Putumayo y Caquetá, sin olvidar que en la medida en que
están interconectados con otros, causan impactos que superan el nivel departamental.

207
De los 531 proyectos de la IIRSA, 51 de ellos tienen lugar en Colombia. Para el caso que nos
interesa documentar, es necesario decir que en el eje Amazonas hay dos grupos que tienen
presencia en esta zona: el grupo 1, denominado por la IIRSA “Acceso a la Hidrovía del Putumayo”, y
el grupo 6 “Red de hidrovías amazónicas”. En cuanto al Eje Andino, el Grupo 6 es el que cobra
especial relevancia pues es la “Conexión Colombia – Ecuador II”.

Como lo muestra la siguiente tabla, en el grupo 6 del eje andino está contemplada la carretera Santa
Ana – San Miguel, que ha sido uno de los proyectos que más impactos y problemas ha generado a
la población indígena de la región. Como habíamos mencionado antes, los procesos de titulación de
los territorios indígenas en general, y de la nación nasa en particular, “están suspendidos por la
presión de la industria petrolera, cuyos bloques se les superponen casi en su totalidad” mediante
estrategias que van desde el “etnocidio cartográfico” al soborno (Houghton, 2008:250). Según
muestra Houghton (2008), la situación fue más evidente cuando se iniciaron los estudios para la
carretera Mocoa – Puerto Asís y Santa Ana – San Miguel: los procesos de titulación fueron
suspendidos. Más adelante, el autor señala que la carretera sigue casi el mismo trazado que el
oleoducto transandino, conectando los bloques petroleros Alea y Putumayo 423, Nancy-Burdine-
Maxine, área Sur y bloque Coatí, afectando principalmente los territorios kofán, kichwa y awá,
pueblos indígenas a los que les fue violado su derecho a la consulta previa (Houghton, 2008:250).

Como mencionamos antes, el Grupo 1 (Acceso a la Hidrovía del Putumayo) del eje Amazonas
contempla dos proyectos que interesan para los propósitos de este diagnóstico: la carretera Pasto-
Mocoa-Puerto Asís y el Acceso y adecuación del Puerto de Puerto Asís (Muelle La Esmeralda). El
primero de ellos es un proyecto ancla que se viene desarrollando en diversos segmentos,
asegurando así que no hayan respuestas negativas por parte de las comunidades y para que los
impactos no sean sentidos de manera acumulativa y simultánea. En particular, el trayecto Mocoa-
Puerto Asís, financiado por USAID, afecta comunidades indígenas de Porvenir, La Barrialosa,
Huasipungo, Uchupayaco, Canangucho, Blaisaku, Rumiyacu y el Inga Kamentzá de Mocoa
(Houghton, 2008). Tanto en el Porvenir como en La Barrialosa hay comunidades nasa.

El Grupo 6 del Eje Amazonas, Red de Hidrovías amazónicas, incluye la adecuación para la
navegabilidad del río Putumayo. Houghton (2008) señala que este es el grupo de mayor impacto e
incidencia sobre los territorios étnicos en la medida en que afectará, como mínimo, un trayecto de
1.200 kilómetros en territorios indígenas de los 1.500 navegables en todo el país. Así, siguiendo al
mismo autor, “la IIRSA no representa para los pueblos indígenas ni comunicación entre las
comunidades ni creación de economías locales que resuelvan sus demandas históricas. Por el
contrario, significa la más grande incomunicación entre las comunidades rurales y la expoliación de
la naturaleza a tasas nunca antes vistas. Un desafío como éste obliga a la más grande intervención
de las organizaciones indígenas y sus aliados para detener lo que sería el plan de reordenamiento
del capital contra la Madre Tierra” (Houghton, 2008:273).

A la par de estas obras de infraestructura, así como sucede en el caso de la industria petrolera,
viene la intervención militar. Parafraseando lo que en una oportunidad mencionó uno de los líderes
de la zona refiriéndose a la relación entre industria petrolera y militarización, para este caso es
posible decir: al lado de cada obra de infraestructura, hay una base militar. En este sentido y como lo

23 En 2007, el contrato Alea estaba en manos de la ANH y en la actualidad es operado por Vetra Exploración y
Producción Colombia. El contrato Putumayo 4 es operado en la actualidad por Petróleos del Norte S.A.

208
recuerda Houghton (2008), “la vinculación de petróleo, infraestructura y violencia tiene como colofón
el impulso del estado por convertir el CEBAF de San Miguel en una base militar (Houghton,
2008:251).

TABLA 19. PROYECTOS IIRSA EN PUTUMAYO Y CAQUETÁ

Nombre del Proyecto Eje Grupo Países del Etapa Monto (millones
individual Proyecto US$)
Mejoramiento de la Amazonas 6 Colombia, Ecuador, Perfil 15.000.000
navegabilidad del río Perú
Putumayo
Corredor Vial Tumaco – Pasto Amazonas 1 Colombia 373.000.000
– Mocoa – Puerto Asís
(Proyecto ancla)
Acceso y adecuación del Amazonas 1 Colombia 3.000.000
Puerto de Puerto Asís (Muelle
La Esmeralda)
Centro Binacional de Atención Andino 6 Colombia, Ecuador Pre- 25.000.000
de Frontera (CEBAF) San Ejecución
Miguel
Mejoramiento y Andino 6 Colombia Ejecución 133.629.000
Pavimentación del Tramo
Mocoa – Santa Ana – San
Miguel
Mejoramiento y Andino 6 Colombia 190.000.000
Pavimentación del Trama San
Vicente del Caguán – San
José de Fragua – El Porvenir

b) La problemática territorial en el sur del Valle y norte del Cauca

A través del Auto 004 de 2009, la Corte Constitucional identificó que la falta de titulación de los
territorios es un problema que se agrava con el conflicto armado y dijo que la falta de seguridad
jurídica de la propiedad indígena es un factor que atrae a los actores armados. Sin embargo, la
Corte Constitucional también reconoció que la mera titulación y la constitución de resguardos no
garantizan en la práctica la posesión material por parte de las comunidades. Es de común
conocimiento que el conflicto armado ha agravado conflictos territoriales preexistentes y ha creado
otros. Los intereses de actores no indígenas sobre la tierra, que se derivan de varios factores como
sus recursos naturales, su valor estratégico militar y su valor económico, obligan a que la protección
territorial vaya más allá de la legalización. El narcotráfico, la minería, el petróleo y las grandes
plantaciones de caña o palma, fueron identificados por las comunidades nasa de esta región (zona
norte y occidente del Cauca, Sat Tama, occidente y sur del Valle del Cauca) como verdaderos
enemigos de los derechos territoriales.

Presencia de cultivos de uso ilícito

Las cifras sobre área cultivadas de coca en la región causan un poco de sorpresa. Sobre todo
cuando bajo el argumento de erradicar los cultivos, el gobierno nacional declaró varios de los

209
municipios de norte del Cauca y sur del Valle como parte de las zonas de Consolidación territorial.
Sin embargo, la realidad de los cultivos de coca en la región muestra otra cosa: no están en las
zonas declaradas por el gobierno. Sabemos, porque la gente habló de ello, que en este momento los
cultivos de marihuana en la región van en aumento. Sin embargo, no hay cifras consolidadas al
respecto que nos permitan tener un panorama general sobre la situación de este tipo de cultivo.

Según los reportes del SIMCI (2012), “más de la mitad del área sembrada con coca (63%) se
concentra en 4 departamentos: Nariño, Putumayo, Guaviare y Cauca. Nariño concentra el 27% del
total de cultivos de coca del país, Putumayo el 16%, Guaviare el 11% y Cauca el 10%. Los cultivos
están más dispersos en el territorio y las concentraciones de cultivos de coca son menos frecuentes;
sin embargo, el 23% de los cultivos reportados en 2011 se asocian a los municipios de frontera en el
sur del país” (SIMCI, 2012:8).

En el período comprendido entre 2005 y 2011, los departamentos del Cauca y de Valle del Cauca
reportaron un total de 38.464 hectáreas de coca sembrada. De este total, el 85.8% de las hectáreas
de coca se encontraron en el departamento del Cauca, mientras que el 14.2% restante correspondió
a Valle del Cauca. En el departamento del Cauca, los municipios en los que se concentró la mayor
cantidad de hectáreas de coca sembradas fueron Guapi, Timbiquí, López de Micay, Morales y
Suárez, mientras que en el departamento del Valle se concentraron principalmente en Buenaventura,
en cercanías del lago Calima y también en la región del alto y bajo Naya, en los límites entre Cauca
y Valle del Cauca.
En 2005, el departamento del Cauca reportó 2.705 hectáreas de coca sembrada, mientras que el
Valle del Cauca registró 28 hectáreas. Al año siguiente hubo un aumento del número de hectáreas
de coca sembradas en el Valle, pues ascendieron a 281, mientras que se reportó una disminución de
601 hectáreas de coca sembrada en el departamento del Cauca, para un total de 2.104 hectáreas.
En cambio, en 2007, casi que se duplicaron las hectáreas de coca sembradas en el departamento
del Cauca, cuya cifra ascendió a las 4.168 has., y lo mismo ocurrió en el Valle donde aumentaron a
453. En esta dinámica más o menos moderada de aumento, el año 2008 representó un punto de
inflexión importante para el departamento del Valle pues se registraron 2.089 hectáreas de coca
sembrada, que paulatinamente irían disminuyendo con el correr de los años, registrando en 2010
una cifra de 665 hectáreas de coca sembradas. En 2011, el departamento experimentó un leve
aumento en las hectáreas sembradas pues la cifra ascendió a 981.

El año 2009 fue el momento en el que el departamento del Cauca se registró la mayor cantidad de
hectáreas de coca sembradas: 6.597 en total, que luego disminuirían al año siguiente cuando se
registró una cifra de 5.908 hectáreas. Para el año 2011, el departamento del Cauca registró 158
hectáreas más de coca sembradas con respecto al año anterior, lo cual ubicó al departamento en el
cuarto lugar en extensión de hectáreas de cultivos de coca a nivel nacional.

TABLA 20. CULTIVOS DE COCA EN CAUCA Y VALLE DEL CAUCA, 2005-2011 (HECTÁREAS)
Departamento 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 Total
Cauca 2.705 2.104 4.168 5.422 6.597 5.908 6.066 32.970
Valle del Cauca 28 281 453 2.089 997 665 981 5.494
Total 2.733 2.385 4.621 7.511 7.594 6.573 7.047 38.464
Fuente: SIMCI, 2012

210
Según el SIMCI (2012), en el departamento del Cauca se erradicaron manualmente 197 hectáreas
de coca y se asperjaron 11.834 en el año 2011. Esta erradicación, como las de los años anteriores,
fue identificada por todas las asambleas para la construcción del Plan de Salvaguarda Nasa como
una erradicaciones forzada, en la medida en que el gobierno colombiano les violó en reiteradas
ocasiones su derecho a la consulta previa. Todas las comunidades, además, se refirieron a los
impactos que esto ocasionó en términos de su calidad de vida, porque no sólo fueron erradicados
los cultivos de uso ilícito, sino que con la aspersión aérea también acabaron con sus cultivos de
pancoger, violando su derecho a la alimentación, por ejemplo. A esto hay que añadirle el aumento de
enfermedades respiratorias y de la piel en la población infantil, al que se refirió la gente de manera
constante durante las asambleas.

Por estos motivos, la posición generalizada no sólo en esta región del norte y occidente del Cauca,
Sat Tama Kiwe y sur del Valle del Cauca, sino en general entre toda la nación nasa, fue la exigencia
del respeto a una solución autónoma para enfrentar el problema de los cultivos de uso ilícito. Todas
las asambleas de los cabildos nasa de esta región fueron enfáticas al manifestar que la solución
debe ser propia, que no debe dejarse en manos del gobierno “porque si lo dejamos en manos del
gobierno, enviará al ejército y va a venir con atropellos como ya ha ocurrido”. El planteamiento que
sustenta esta defensa se basa en la idea que apareció expresada de manera recurrente: “si le
dejamos esta solución a otros, pues perdemos nuestra autonomía”. Sumados a los atropellos a los
que se refirieron, señalaron también la creación de conflictos que el gobierno genera entre las
mismas comunidades al implementar las políticas de erradicación forzada.

MAPA 21. CULTIVOS DE COCA Y ZONAS DE CONFRONTACIÓN OCCIDENTE DEL VALLE Y


OCCIDENTE DEL CAUCA, 2010-2011

Fuente: Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH, 2012

Todas las asambleas de la nación nasa definieron la coca como una planta sagrada y fueron
insistentes al mostrar que el cultivo de coca es un problema cuando se siembra en grandes

211
extensiones para fines comerciales. Por el contrario, cuando el uso es para las prácticas medicinales
nasa, no es un problema. Todas las comunidades son conscientes de los problemas que los cultivos
a gran escala con fines económicos han generado. También indican de manera detallada cómo la
presencia de cultivos de uso ilícito en las comunidades debilita la autonomía, la unidad, la
solidaridad, la identidad y la cultura y aumenta las situaciones de conflicto armado por la presencia
de los actores armados.

Sin embargo, muchas de las comunidades manifestaron que en el momento no cuentan con otras
alternativas. La mayoría de las asambleas para la construcción del Plan de Salvaguarda
manifestaron la importancia de la generación de alternativas económicas que les permitan garantizar
una vida digna. Para llevarlas a cabo, una de las exigencias más importantes es la adquisición de
tierras para la implementación de proyectos de producción y comercialización.

Como muestra el Mapa 20, las áreas de concentración de los cultivos ilícitos (representados
mediante los puntos rojos) coinciden con zonas de media (mancha de color amarillo) y alta
confrontación armada (mancha de color café).
Minería
El Código de Minas de 1988 creó las “zonas mineras indígenas” en las cuales “no estaban
permitidas las actividades mineras particulares si no contaban con el acuerdo de las autoridades
indígenas y se aplicaba la exigencia de que fueran hechas sin desmedro de las condiciones
culturales y económicas. Dentro de estas zonas, las autoridades indígenas podían determinar cuáles
lugares no podían ser objeto de exploración y explotación por para salvaguardar su importancia
social y cultural […] [E]sta figura se había convertido en un mecanismo para impedir el avance de la
gran industria extractiva pues las comunidades podían hacer minería artesanal o excluirlas del
mercado […]. Sin embargo, con el Código vigente (el de 2001) se introdujo una importante y nefasta
modificación en estas zonas”. Aun cuando no se cambió la figura legal, se incluyó la obligación para
las comunidades beneficiarias de explotarlas so pena de que el gobierno contrate un particular, pues
el derecho de prelación sólo garantiza a las comunidades la posibilidad de realizar la explotación
pero no de dejar de hacerlo”. Esto significaba que las comunidades indígenas ya no podían decidir
dejar de explotar los recursos mineros en sus territorios. O lo hacían ellos, por el derecho de
prelación, o lo hacían particulares. (Observatorio Indígena de Seguimiento a Políticas Públicas y
Derechos Étnicos, 2008),

Frente a esto, “el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), ante el avance de la minería, se
manifestó en 2005 por medio del Mandato del XII Congreso indígena realizado en territorio de Sa’t
Tama Kiwe de Caldono del 27 de marzo al 2 de abril donde ratificó ‘que el gobierno y la autoridad
ambiental en los territorios indígenas son las autoridades indígenas y sus organizaciones’”
(Observatorio Indígena de Seguimiento a Políticas Públicas y Derechos Étnicos, 2008:363).

En la actualidad, el departamento del Cauca es el que cuenta con el mayor número de Zonas
Mineras Indígenas, que en total suman siete. Cuatro de ellas se superponen con algunos de los
municipios que conforman la zona norte indígena (Caro y Valencia, 2012). ¿Cuáles son los desafíos
de los indígenas en general, y de la nación nasa en particular, frente a esta amenaza interna?
Indudablemente, muchos. Y son tantos que no dan espera. Como argumentan Caro y Valencia
(2012) en una investigación sobre la pequeña y mediana minería en el norte del Cauca realizada en
el espacio de la Casa de Pensamiento de la Cxhab Wala Kiwe-ACIN, “con sorpresa encontramos

212
que el norte del Cauca Indígena está siendo literalmente asediado por las pequeñas y medianas
industrias mineras que, aprovechando la condición de zona minera indígena que cubre a gran parte
de este sector, han transformado no sólo la vocación agrícola de algunas comunidades, sino que
también han contribuido a la agudización de los conflictos político-organizativos y del conflicto
armado dentro de los territorios de los resguardos y las zonas de confluencia interétnica” (Caro y
Valencia, 2012:18).

Según el Censo Minero Departamental colombiano realizado por el Ministerio de Minas y energía
entre 2010 y 2011, el departamento del Cauca tiene aproximadamente 544 Unidades de Producción
Minera (UPM), que representan el 3.8% del total nacional, y de las cuales el 68 (12.5%) cuentan con
título minero, mientras que las 476 restantes no tienen título minero (87.5%). En el caso del
departamento del Valle del Cauca, se registraron en el censo 249 UPM que representan el 1.7% del
total nacional. 50 de ellas, es decir, el 20.1%, cuentan con título minero, mientras que las 199
restantes (79.9%) no tienen título.

Houghton (2011) señala que para mediados de 2011, las zonas de explotación minera cubrían más
de 420 mil hectáreas en el departamento del Cauca. Sin embargo, la alerta no la hacía por esta cifra,
ya de por sí preocupante, sino por el futuro inmediato de la minería en todo el departamento,
revelada a partir de la cantidad de solicitudes mineras: 1.008 títulos de concesión que cubrirían un
área cercana a las 2 millones 130 mil hectáreas. Sólo ochenta de estas solicitudes son de la
Kedahda (o Anglo Gold Ashanti) pero cubren casi 450 mil hectáreas (Houghton, 2011:79).

En el caso de la región comprendida por la zona norte y occidente del Cauca y por el sur del Valle
del Cauca, es posible decir que había aproximadamente 46 contratos y concesiones mineras en fase
de explotación y en proceso de solicitud, como muestra la Tabla 21.

TABLA 21. CONTRATOS Y SOLICITUDES MINERAS EN LA ZONA NORTE Y OCCIDENTE DEL


CAUCA Y SUR DEL VALLE DEL CAUCA

Contratos Solicitudes Has. solicitadas


y
concesion
Municipios es Hectáreas
Buenos Aires 8 731.12 44 9.978,87
Buenos Aires-Jamundí 5 284,02 7 5.652,45
Buenos Aires-Jamundí-Santander 1 1.000,00
Buenos Aires-Santander 5 9.660,80
Buenos Aires-Suárez 2 140,08 16 25.355,31
Buenos Aires-Suárez-Santander 1 4.175,41
Caldono-Jambaló 3 8.966,83
Caldono-Morales-Buenos Aires-Piendamó- 2 14.899,04
Santander
Caldono-Morales-Buenos Aires-Suárez 1 4.654,90
Caldono-Morales-Piendamó 5 36.301,20
Caldono-Piendamó-Santander 1 4.998,30
Caldono-Santander 5 10.837,39
Caldono-Silvia-Jambaló 1 1.983,16

213
Caloto 14 859,58 18 7.841,23
Caloto-Caldono-Jambaló-Santander 4 26.549,63
Caloto-Corinto 2 3.965,69
Caloto-Jambaló 2 3.966,33
Caloto-Puerto Tejada 2 52,41
Caloto-Santander 5 5.353,50
Caloto-Toribío 1 1.981,75
Caloto-Toribío-Corinto 1 1.983,16
Caloto-Toribío-Jambaló 1 1.983,16
Caloto-Villa Rica 2 45,18 1 117,23
Caloto-Villa Rica-Santander 1 106,85 1 640,00
Corinto 4 441,08 6 8.037,28
Corinto-Florida-Miranda 1 1.997,99
Corinto-Miranda 3 169,03 5 4.242,70
Corinto-Padilla 1 47,06
Miranda 5 162,65
Morales 3 2.002,08 4 5.667,45
Morales-Buenos Aires-Suárez-López-
Jamundí-Buenaventura 1 205.887,13
Morales-Cajibío 6 10.071
Morales-Piendamó 3 8.830,66
Morales-Piendamó-Cajibío 3 13.845,57
Morales-Suárez 4 5.616,95 7 37.184,44
Santander 2 4.994,08 30 39.440,36
Silvia-Jambaló 3 5.950,77
Suárez 13 3.667,84 18 8.765,06
Toribío 5 262,58 7 6.071,53
Toribío-Corinto 2 3.966,96
Toribío-Jambaló 7 22.102,70
Villa Rica 6 174,75 1 62,27
Villa Rica-Jamundí 13 506,27 11 291,56
Villa Rica-Puerto Tejada 1 37,84
Villa Rica-Puerto Tejada-Jamundí 2 35,61 1 56,94
Total 245 369.515,48

Fuente: Ingeominas, Catastro Minero, 2010. Adaptada de Houghton, 2011

TABLA 22. DISTRITOS MINEROS QUE AFECTAN TERRITORIOS NASA DEL NORTE,
OCCIDENTE DE CAUCA Y VALLE DEL CAUCA

istrito Municipios Departamento Pueblos Resguardos Minerales


minero incluidos afectados afectados principales
El Tambo- Bolivar, Chocó, Cauca y Embera Río Garrapatas, Caliza, materiales
Dovio-Cali Buenaventura, Valle del Cauca Embera chamí Dachi Drua de construcción,
Buenos Aires, Embera katío Chami, carbón, oro, plata,
Buga, Nasa Wasiruma, San platino y otros. En
Bugalagrande, Quinini, territorios indígenas
Caicedonia, Cali, Sanandocito, bauxita, hierro,
Candelaria, El Kwesx Kiwe cobre, molibdeno,
Dovio, El Tambo, Nasa, La Paila- manganeso, zinc.
Guacarí, Ginebra, Naya

214
Jamundí, Puerto
Tejada, Tuluá,
Sevilla, Suárez,
Sipí, Vijes, Yumbo
El Tambo- Tambo, Buenos Cauca Guambiano Novirao, Agua Oro, plata,
Buenos Aires Aires, Caldono, Nasa Negra, Canoas, materiales de
Morales, Guadualito, La construcción, y
Santander, Totoró Concepción, Las otros. En territorios
Delicias, Las indígenas bauxita,
Mercedes cobre, plomo,
molibdeno, sulfuros
metálicos.

Fuente: Adaptada Observatorio Indígena de Seguimiento a Políticas Públicas y Derechos Étnicos CECOIN, 2008

MAPA 22. DISTRITOS MINEROS EN EL SUROCCIDENTE DE COLOMBIA

Fuente: SIMEC, 2010

El 24 de febrero de 2012, el Ministerio de Minas y Energía promulgó la Resolución 18 0241 “Por la


cual se declaran y delimitan unas Áreas Estratégicas Mineras y se adoptan otras determinaciones”. A
través de ésta, el gobierno colombiano determinó los minerales de interés estratégico para el país,
delimitando las áreas especiales en las que se encuentran, que en total suman 2,9 millones de
hectáreas repartidas en 313 bloques de exploración y explotación. Los departamentos de Cauca y
Valle del Cauca no fueron ajenos a esta nueva definición, pues del total de 2,9 millones de
hectáreas, 101.189,6632 están en esta región en los municipios de Florida, Corinto, Miranda,
Pradera, Buenaventura y Dagua. Según lo establece la resolución, a estas áreas sólo es posible
acceder a través de contratos de concesión especial.

215
TABLA 23. BLOQUES DE LAS ÁREAS ESTRATÉGICAS MINERAS EN LOS MUNICIPIOS DE LA
ZONA NORTE DEL CAUCA Y SUR DEL VALLE (2012)

Bloque Municipios Hectáreas


63 Florida, Corinto, Miranda 14.749
66 Pradera 396,4781
80 Dagua, Buenaventura 5.334,1851
89 Buenaventura 9.695
91 Buenaventura 2.922
92 Dagua, Buenaventura, Calima 9.582
Buga, Cerrito, Florida, Ginebra, Miranda,
123 Palmira, Pradera 52.617
125 Dagua, Buenaventura 5.894

Fuente: Adaptada de Ministerio de Minas y Energía, 2012

Esta avanzada minera es imposible sin grandes cantidades de agua y de energía. Por eso, no es
coincidencia que los nasa que viven en la región identifiquen como una amenaza territorial muy
potente (que ya ha cobrado incluso muchas vidas y que continúa generando graves impactos) a la
hidroeléctrica del bajo Anchicayá así como la proyección de dos represas: la del río Yurumanguí y la
del río Naya. Sobre la primera, en la asamblea del cabildo Pico Loro, municipio de Buenaventura,
señalaron que la Corporación autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC) ya tenía los estudios
aprobados. Sin embargo, no existe mucha información al respecto.

Esta preocupación está conectada con un recuerdo bastante nefasto que aparece de manera
constante en las narraciones de la gente: la construcción de la hidroeléctrica del alto y bajo
Anchicayá que estuvo en cabeza de la CVC (entidad del estado) y de la CHIDRAL S.A E.SP. Hacia
el año 2000, las represas dejaron de estar en manos del estado y pasaron a ser propiedad de la
Empresa de Energía del Pacífico S.A E.S.P (EPSA), cuyo mayor socio accionista en ese momento
era la multinacional Unión Fenosa, de capital español. En la asamblea del cabildo Nasa Kwe´sx
Kiwe, en el municipio de Dagua, se refirieron al respecto al señalar que una de las empresas que
más amenaza les representa es la EPSA. En esta vía, recordaron que cuando se construyó la
represa del bajo Anchicayá, hubo un desplazamiento masivo en 1962, siete años después de haber
iniciado sus operaciones. Esta asamblea, pero también la mayoría de ellas, se refirió a las
estrategias de las que se valió la empresa para asegurar su presencia en el territorio: todos los
relatos concuerdan en que la EPSA les dio trabajo a algunos comuneros, generando conflictos
comunitarios, pero sobre todo, hacen énfasis en que la empresa paseaba a los comuneros en
helicóptero.

216
Varios años después, en el año 2005, la Resolución Defensorial No. 35 alertó sobre la situación
ambiental del río Anchicayá en el municipio de Buenaventura, Valle del Cauca. La Resolución señala
que “desde hace varias décadas, la EPSA ha provisto de energía eléctrica al Pacífico, utilizando para
ello la energía potencial del agua de los ríos Anchicayá y Digua, en los cuales operan dos embalses:
Bajo Anchicayá y Alto Anchicayá. Señala, sin embargo, que el 23 de julio de 2001, con el fin de
descender el nivel de la cota del embalse de 195 a 156 metros sobre el nivel del mar, la EPSA S.A.
ESP abrió las compuertas de la represa del Bajo Anchicayá sin consultar a las comunidades, ni
informar a la autoridad ambiental. Este hecho produjo una descarga de 500.000 metros cúbicos de
lodos, sobre la cuenca del río del mismo nombre, resultando afectadas aproximadamente 3.000
personas.

La Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca ―CVC―, autoridad ambiental competente
para iniciar la correspondiente investigación administrativa, se declaró impedida para adelantarla,
argumentando su participación accionaria en la EPSA S.A. ESP, razón por la cual el Ministerio de
Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial asumió la respectiva investigación. El Ministerio confirmó
lo que efectivamente había sucedido en términos de los daños ambientales y sociales causados,
pues la población quedó desprovista de agua y también de su sustento alimenticio (Defensoría del
Pueblo, 2005). En noviembre de 2009, el Tribunal Administrativo del Valle condenó a la EPSA y a la
CVC por la catástrofe social y ambiental ocasionada en 2001 y les ordenó pagar a las comunidades
un monto que ascendió a los 167 mil millones de pesos. El fallo está en manos del Consejo de
Estado, quien debe revisarlo. En caso de que la sentencia sea ratificada, “sentará jurisprudencia
sobre las responsabilidades de las empresas (…) el pleito cobra mayor interés en este momento en
el que el país está a la expectativa de otros conflictos legales alrededor de grandes proyectos de la
locomotora minero-energética (Revista Semana, 2012).

Ante la avanzada minero-energética, los desafíos de la nación nasa en la región del norte del Cauca
y sur del Valle del Cauca son muy grandes. A la luz de los reacomodamientos territoriales (en favor
del capital transnacional) pautados por las políticas del estado e impuestos al ritmo de la “locomotora
minera”, los nasa deben salirle al paso no sólo a la avanzada de la gran minería en cabeza de la
Anglo Gold Ashanti y sus 1.166 solicitudes mineras en el norte del Cauca (Indepaz, 2011, citado en
Caro y Valencia, 2012), por dar sólo un ejemplo, sino también a las tensiones y fisuras políticas y
organizativas que el estado y las empresas multinacionales se han encargado de crear y profundizar
entre las autoridades indígenas, los sectores indígenas y no indígenas a favor de la minería y los
sectores indígenas y no indígenas en contra de la minería a pequeña y mediana escala. Todas las
asambleas realizadas en la zona norte y occidente del Cauca, así como en el sur del Valle, se
refirieron al respecto.

Frente a las amenazas internas y externas, el ejercicio de la autonomía mediante el control territorial
ha sido fundamental en este proceso, como bien lo han demostrado las comunidades nasa de la
región que se han pronunciado en contra de la extracción minera y que se han movilizado para
reafirmar su autonomía. Por ejemplo, el 13 de julio de 2003, la comunidad nasa del resguardo de
Canoas, municipio de Santander de Quilichao, emitió la Resolución No. 006 "Por medio de la cual se
suspende temporalmente toda clase de explotación minera en el resguardo indígena de Canoas y su
influencia en la reserva minera indígena". La decisión de la suspensión 24 de las actividades mineras

24 Mediante la Resolución Número 801703 de julio 29 de 1996 fue declarada zona minera indígena Delicias y Buenos
Aires. Minercol concedió al cabildo indígena de Canoas las licencias de explotación y exploración.

217
en el resguardo está asociada a los efectos nocivos que estaban causando. Sin embargo, esto no se
mantuvo mucho tiempo y en el transcurso de los últimos años, las autoridades de este cabildo se
han visto en la necesidad de llevar a cabo mingas de control territorial ante las amenazas que
representa el aumento de la explotación minera en el territorio del resguardo de Canoas.

En 2011, frente al incremento de la presencia de grupos armados en el resguardo debido a la


actividad minera, la autoridad tradicional emitió un mandato “Por medio del cual se decide realizar la
minga de armonización y defensa territorial en el territorio ancestral del Resguardo indígena de
Canoas". El mandato identifica la agudización del conflicto armado entre quienes defienden intereses
de las multinacionales, generando zozobra entre la comunidad, afectando la economía de
sobrevivencia y obstaculizando el normal desarrollo de las actividades sociales. A la vez, señala el
incremento de los cultivos para uso ilícito (coca y marihuana), lo cual pone en riesgo la vida social y
cultural comunitaria.

En las asambleas realizadas para la construcción del Plan de Salvaguarda de la nación nasa en el
departamento del Valle del Cauca, uno de los proyectos de infraestructura incluidos en la IIRSA que
fue muy analizado, es la doble calzada Buga-Buenaventura. Este tramo está articulado a un
proyecto mayor que inclusive aparece en la Agenda de Proyectos Prioritarios de Infraestructura (API)
de la IIRSA en el Eje Andino: el Corredor Vial Caracas-Bogotá-Buenaventura/Quito. El objetivo de
este proyecto, según apunta la IIRSA, es “desarrollar un corredor bioceánico Pacífico - Bogotá -
Meta - Orinoco - Atlántico para incentivar intercambios comerciales entre regiones de Colombia
(Orinoquia, Andina y Pacífico) y Venezuela (Llanos, incluyendo los estados de Anzoátegui y
Monagas, Guayana, Delta del Orinoco) y para proyectar estas regiones hacia mercados
internacionales” (IIRSA, 2012:63) (Ver Tabla 24).

TABLA 24. PROYECTOS IIRSA EN LA REGIÓN OCCIDENTE DEL VALLE Y NORTE DEL CAUCA

Nombre del Proyecto Eje Grupo Código Países Etapa Monto (millones
individual del de dólares)
Proyecto
Corredor vial Bogotá- Andino 2y4 AMA07 Colombia Ejecución 1.791.000.000
Buenaventura/Tramo
Buga-Buenaventura y
Túnel La Línea
(Proyecto Rótula)

Fuente: IIRSA, 2012

Este proyecto, como dijimos, está compuesto por un proyecto individual que es el corredor vial
Bogotá-Buenaventura, que cubre 600 km de vía para conectar la capital con el puerto de
Buenaventura, uno de los principales del país. Por este motivo, la construcción del tramo de la doble
calzada Buga-Buenaventura es prioritario en este propósito, un tramo de aproximadamente 118
kilómetros (COSIPLAN-IIRSA, 2012:38). Según lo indica COSIPLAN-IIRSA (2012:40), este tramo
está subdividido en tramos más pequeños que cuentan con diferentes tipos de contratos y de

218
contratistas, como mostramos a continuación:

1. La Paila – Buga: Concesión Departamental (61 km todos en doble calzada).


2. Mediacanoa – Loboguerrero: Concesión Malla Vial del Valle del Cauca y Cauca (48 km)
contratados en doble calzada.
3. Loboguerrero – Citronela (Doble Calzada Buga – Buenaventura): Obra Pública, 48 km, inversión
actual $700.000 millones (2009). Incluye los tramos Loboguerrero – Cisneros; Cisneros – Triana,
Triana – Altos de Zaragoza y Altos de Zaragoza – Citronela: se ejecuta a través del Programa de
“Corredores Prioritarios para la Prosperidad”, tiene una finalización estimada para el año 2016.
4. Citronela – Puerto de Buenaventura (15 km). Actualmente a cargo de Invías, calzada sencilla
existente y con bajo nivel de servicio.

Como lo documentó la Revista Semana (2012) en un artículo que llevaba por título “Los siete males
de una carretera en Colombia”, la construcción de esta vía, en su conjunto, ha desatado
innumerables polémicas. En el mes de marzo de 2013, en medio de la disputa entre el presidente
Santos y el expresidente Álvaro Uribe, Santos viajó a Buenaventura para inaugurar el dragado del
puerto y terminó hablando de la construcción de la doble calzada Buga-Buenaventura. Al respecto,
Santos dijo: “Esta carretera ha sido la historia perfecta de algo mal hecho. Tiene un esquema de
contratación realmente diabólico, absurdo, mal estructurado”. Las palabras de Santos tuvieron un
impacto importante en los medios de comunicación porque revelaron varias cosas. La primera de
ellas, es que uno de los tramos de 48 kilómetros se entregó en el período de concesión más largo
del que se haya tenido conocimiento en el país: 55 años. La segunda, es que hay un tramo de siete
kilómetros sin contratar. Pero la tercera, y más grave de todas, que se suma además al altísimo nivel
de corrupción que hubo en las contrataciones, es que no hubo un proceso de consulta previa con las
comunidades afrodescendientes e indígenas que viven en cercanías de la carretera. A tal punto que
la Corte Constitucional, en octubre de 2012, ordenó suspender las obras en el tramo Citronela –
Loboguerrero (48 km.) hasta que la consulta previa se hiciera. Además, como si fuera poco, este
tramo tampoco cuenta con licencias ambientales.

Esta polémica construcción apareció de manera constante como una de las amenazas que refirieron
los nasa en las asambleas del Plan de Salvaguarda en el departamento del Valle. Al respecto se
refirió la asamblea del Cabildo Cañón Río Pepitas, en el municipio de Dagua, cuando expresó que la
doble calzada ha generado el desplazamiento de las familias, la contaminación ambiental, la
formación de avalanchas por la acumulación de materiales que salen de la construcción de los
túneles. A esto, suman el hecho de que la presencia de los grupos armados tanto legales como
ilegales se ha incrementado a raíz de la construcción de la carretera. Estas acciones tienen como
responsables, principalmente, a Invías y Ferrovías de Occidente (Asamblea Cabildo Cañón del Río
Pepitas, municipio de Dagua, noviembre 18 de 2012). Esto también ha generado el aumento de la
presencia de batallones de alta montaña en el marco del Plan de Consolidación, situación que cada
vez preocupa más a las comunidades.

Sin embargo, la construcción de esta carretera no es la única a la que se refieren quienes


participaron en las asambleas. Las amenazas sobre sus territorios también se extienden a los límites
entre el departamento del Valle y el departamento del Tolima, donde los ojos del actual gobierno
están puestos sobre un viejo tramo que comunica el municipio de Florida, Valle, con el corregimiento
de La Herrera, municipio de Rioblanco, en el departamento del Tolima. La malla vial atravesaría los

219
sitios sagrados porque estaría planeándose la construcción de un túnel que pasaría por el Cabildo
Central de Asentamientos, particularmente por las comunidades de Granates, la Rivera y el cabildo
de San Juan Páez Lomagorda.

Al parecer, los sueños de esta conexión se remontan a 1950. Desde ese momento, hasta hoy, se
han construido 44 kilómetros de carretera. Según cálculos aproximados, restan 15 kilómetros del
lado tolimense, y escasos 800 metros del lado valluno. Al revivir este sueño para algunos, y pesadilla
para la mayoría, el gobierno nuevamente busca cumplir con la agenda impuesta por la banca
multilateral: la integración. Esta vez, la intención es conectar el Valle (puerto de Buenaventura) con la
Orinoquía. Según la versión oficial, para superar los 70 kilómetros que abren el paso desde el
departamento del Valle hasta el departamento del Tolima, hay tres posibilidades viales, con cuyo
estudio ya se comprometió el presidente Santos. El primer trayecto propuesto arranca en las
estribaciones de La Diana, en el municipio de Florida llegando hasta La Herrera, en el Tolima. La
segunda opción es un trayecto entre Tuluá-San Rafael-Roncesvalles. Y la tercera es una carretera
desde Palmira, en el Valle, hasta Las Cruces, en el Tolima y Colombia, en el Huila.

Frente a esta amenaza, los nasa que habitan en ambos departamentos ya se pronunciaron
manifestando su oposición a la construcción de la carretera. En 2003, en una declaración firmada
por los cabildos nasa del sur del Tolima se señala que el proceso de construcción de la carretera La
Herrera se inició hace aproximadamente cuarenta años. En la actualidad falta construir 11 kilómetros
que atraviesan el páramo. La Declaración señala que “desde hace casi dos siglos la nación Nasa del
Valle ha venido cuidando el Páramo de las cabeceras de las Lagunas de los ríos Santa Bárbara y
Frayle y las comunidades Nasa del Tolima el Páramo de las Vírgenes y el Meridiano, así como las
cabeceras de los ríos Saldaña, Siquina y Atá en el municipio de Planadas. Ese territorio es
considerado como sagrado por nuestro Pueblo Nasa y es utilizado como fuente de vida, armonía y
equilibrio por los The Walas. La conservación de los bosques y páramos actuales ha sido en gran
medida porque la ocupación nasa que se ha constituido en una barrera cultural y física ha evitado un
mayor auge de la colonización de esta región” (Consejo Superior de la Judicatura-ONIC, 2006:139).

En este sentido, en defensa del páramo y de las lagunas como sitios sagrados que resultarían muy
afectados por la construcción de la carretera, la declaración expresa las amenazas que esto
representa para su pervivencia como pueblo. En primer lugar, porque el trazado de la carretera
atraviesa los bosques, los páramos y las lagunas que allí se encuentran, considerados por los nasa
como sus lugares sagrados pues es donde están los espíritus: el trueno, el arco iris, el duende. Su
destrucción también va a impedir que los médicos tradicionales puedan llevar a cabo las prácticas
rituales. En segundo lugar, porque la carretera también va a fomentar nuevos procesos de
colonización, con las consecuencias que esto genera: potreros para ganadería, tala de bosques,
contaminación de fuentes de agua, caza indiscriminada. En tercer lugar, porque como se ha visto
hasta el momento, la construcción de la carretera promueve la presencia de grupos armados, el
auge de cultivos ilícitos de amapola, la prostitución y la delincuencia común (Consejo Superior de la
Judicatura-ONIC, 2006).

c) La problemática territorial en el Huila y Tierradentro

El incumplimiento del estado en relación con el derecho al territorio se convierte en un factor que

220
amenaza la pervivencia de la nación nasa. La precaria situación territorial en la que se encuentran
los nasa del departamento del Huila se convierte en una amenaza más contundente cuando sobre
dichos territorios se posaron los ojos de las multinacionales mineras que, además, necesitan para su
desarrollo potentes fuentes de agua y energía que les permita su funcionamiento. A continuación,
nos detendremos a explorar los procesos de despojo territorial al que se ven enfrentadas
diariamente las comunidades nasa que habitan en la zona Tierradentro y en el departamento del
Huila.

La Declaración de autonomía territorial, defensa de la vida y de la madre naturaleza (CRIC, 2010),


emitida por las autoridades tradicionales del departamento del Cauca, hace referencia a las
situaciones y amenazas territoriales que afectan el páramo de Pisno, en jurisdicción de los
resguardos nasa de Mosoco, Pitayó, San José y Jambaló. Según señala la Declaración, “la piel de
nuestra Mama Kiwe está siendo afectada por una fuerte intervención militar a través de sobre vuelos
de aviones, helicópteros, fumigaciones, bombardeos e incursiones armadas por tierra, que afectan
las regiones del Macizo colombiano, Parque Nacional Puracé, Nevado del Huila y Tierradentro,
parque nacional de Munchique y sus alrededores, el Pacífico y el norte del Cauca, en cuyas
operaciones participan más de 10 mil militares que han establecido o buscan establecer bases
militares y Batallones de alta montaña en Páramos como el Valle de Las Papas, perteneciente al
pueblo Yanacona, municipio de San Sebastián, o de Moras y Pisno, municipios de Paéz Inzá, Silvia y
Jambaló en jurisdicción de los Resguardos indígenas de la Nación Nasa de Mosoco, San José,
Pitayó y Jambaló”. Tal como argumenta la declaración, las operaciones militares en estos territorios
son justificadas bajo el argumento de la presencia histórica de las guerrillas. Pero éstas en realidad
hacen presencia de manera esporádica y transitoria. Lo que realmente sí busca esta militarización
tan intensa, cuyo fin último es siempre velado por el gobierno colombiano, es “asegurar el territorio
para la ejecución de proyectos de privatización de la naturaleza promovidos como zonas de defensa
de la “biodiversidad”, parques nacionales, proyectos forestales o de preservación de páramos y
cuencas, especialmente para garantizar el desarrollo de la gran minería, como la aurífera o el control
del mercado del agua” (CRIC, 2010).

En contraste con algunos de los departamentos vecinos, los cultivos de uso ilícito no son una
amenaza en el departamento de Huila pues no hay registro de pequeñas ni grandes áreas
cultivadas, según los reportes del Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos, SIMCI (2012).
En la zona Tierradentro, las comunidades nasa refieren la presencia de pequeñas áreas cultivadas
de coca en los resguardos de Cohetando, Avirama, Togoima y Ricaurte. Sin embargo, lo que las
comunidades nasa tanto de Tierradentro como del departamento del Huila identificaron como graves
y preocupantes amenazas contra sus territorios fueron: la hidroeléctrica El Quimbo, la multinacional
minera Anglo Gold Ashanti con su filial en Colombia la Kedhada, la pavimentación de la vía Silvia-
Mosoco-Belalcázar, las empresas de telefonía celular Claro y Movistar, Smurfit Cartón de Colombia,
la construcción de la ruta Transversal El Libertador, Monsanto, la posible construcción de la
hidroeléctrica en Aranzazu, el traslape territorial con Parques Nacionales Naturales, el conflicto
actual con el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH) que tiene en la actualidad el
control y el manejo del Parque Arqueológico San Andrés de Pisimbalá

Aun cuando no podemos referirnos en profundidad a todas las amenazas que señalaron las
comunidades nasa de la zona Tierradentro y del departamento del Huila, nos detendremos sobre
algunas de las que aparecieron con más frecuencia durante las asambleas en la medida en que

221
representan los riesgos más graves.

Otro de los problemas que más preocupa a las comunidades nasa del departamento del Huila es la
minería. Según apareció de manera reiterada en las asambleas del Plan de Salvaguarda Nasa, los
territorios están siendo saqueados por las multinacionales mineras. Y sus ojos están puestos en
mayores extensiones de tierra a las que tienen en la actualidad. De acuerdo con la Agencia Nacional
de Minería del Ministerio de Minas y Energía, a mayo del 2012 se encontraban vigentes 194 títulos
mineros que correspondían a 63.889 hectáreas. Para el mismo año, el registro de solicitudes de
títulos mineros ascendió a 238, equivalentes a 292.543 hectáreas. La explotación de material de
construcción aparece en el primer renglón con 86 títulos mineros, después la mayor demanda la
registró el mármol (38 títulos), y el oro (29 títulos). De los 194 títulos mineros otorgados, 118 se
concedieron mediante contrato de concesión, 39 a través de licencia de explotación, 19 mediante
autorización temporal y 11 en licencia de exploración. Sin embargo, la Corporación Autónoma del
Alto Magdalena (CAM) manifestó que la preocupación principal frente a esta situación de la
avanzada minera en el departamento del Huila es que la mayoría de dichos títulos se encuentran en
áreas protegidas por la autoridad ambiental. Así, es necesario decir, como lo indica la CAM, que
6.845 hectáreas de las zonas declaradas de importancia ambiental por dicha corporación hacen
parte del área otorgada por la Agencia Nacional de Minería a través de 43 títulos mineros. Por
ejemplo, de particular importancia es el complejo paramuno Guanacas-Puracé-Coconucos, ubicado
en los departamentos de Cauca y Huila que, al año 2010, contaba con 6 títulos mineros que
sumaban un área total de 11.642 hectáreas. Lo mismo ocurre con el complejo paramuno Nevado del
Huila-Moras, en los departamentos de Cauca, Huila y Tolima, que para el mismo año contaba con un
total de 9 títulos mineros que sumaban 5.619 hectáreas (Defensoría del Pueblo, 2010).

En 2008, varios municipios del departamento del Huila fueron declarados distrito minero. Dicho
distrito, denominado Teruel-Aipe, afectó, y lo sigue haciendo, algunos de los resguardos nasa. Entre
ellos, se incluyen el resguardo nasa de Bache, municipio de Palermo, Llano Buco, municipio de
Nátaga, Tama-Páez-La Gabriela, en Neiva. La producción de materiales es sobre todo de mármol,
dolomita, caliza, roca fosfórica y oro (Observatorio Indígena de Seguimiento a Políticas Públicas y
Derechos Étnicos CECOIN, 2008). Según un informe de la Defensoría del Pueblo (2010), el distrito
minero Teruel-Aipe está conformado por los municipios de Neiva, Aipe, Nátaga, Paicol, Palermo,
Santamaría, Tesalia y Teruel. Como señala el informe, “el potencial del distrito minero está en la roca
fosfórica, utilizada en la fabricación de fertilizantes así como en la arcilla y los mármoles. Del primero
de estos recursos mineros hay yacimientos en los municipios de Tesalia y Aipe. La producción de
roca fosfórica del departamento corresponde al 47% de la nacional y por su contenido de fosfatos y
su alta reactividad agronómica es la de mejor calidad en el país” (Defensoría del Pueblo, 2010:204).

También algunas zonas, particularmente en el municipio de Páez, Cauca, fueron declaradas Zonas
Mineras indígenas. Una de ellas es la Zona Minera de Tierradentro, conformada por los resguardos
de Togoima, Vitoncó y Tóez. La otra es la que se encuentra ubicada en el páramo de Pisno, que
comprende los resguardos de Mosoco y San José.

Al año 2010, el número de solicitudes de títulos mineros ascendió a 77, lo que significa una cifra total
de 157.088,91 hectáreas solicitadas para exploración y explotación minera en la zona Tierradentro y
los municipios del departamento del Huila donde hay presencia nasa (Tabla 25).

222
TABLA 25. CONTRATOS Y SOLICITUDES MINERAS EN LA ZONA TIERRADENTRO Y
MUNICIPIOS DEL DEPARTAMENTO DEL HUILA DONDE HAY PRESENCIA DE COMUNIDADES
NASA, 2010

Contratos y Solicitudes Has.


Municipios concesiones Hectáreas solicitadas
Inzá 6 4.034,38

Inzá-Páez 1 55,56 8 8.369,66


La Plata-Inzá 1 25,17 5 9.957,51
La Plata-Páez 2 129,69 11 4.358,16
La Plata-Paicol-Páez-Nátaga 1 250,14 1 1.321,92
La Plata-Paico-Páez-Tesalia 1 9.925,99
La Plata-Puracé 2 2.335,75
Páez 2 540,24 24 42.963,42
Páez-Íquira 3 21.483,85
Páez-Íquira-Nátaga 2 10.196,92
Páez-Íquira-Tesalia-Nátaga 1 8.784,61 2 8.342,02
Páez-Nátaga 4 13.658,80
Páez-Silvia 1 750,97 5 7.155,02
Páez-Tesalia-Nátaga 2 11.385,51
Páez-Toribío-Planadas 1 1.600,00
Paicol-Páez 1 171,79
Total 10.708,17 77 157.088,91
Fuente: Ingeominas, Catastro Minero, 2010 (Adaptada de Houghton, 2011)

Dos años después, el 24 de febrero de 2012, el Ministerio de Minas y Energía promulgó la


Resolución 18 0241 “Por la cual se declaran y delimitan unas Áreas Estratégicas Mineras y se
adoptan otras determinaciones”. Como muestra la Tabla 26, del total de 2,9 millones de hectáreas
repartidas en 313 bloques de exploración y explotación, aproximadamente 23.884.384 hectáreas
corresponden a bloques mineros en la zona que comprende Tierradentro y algunos de los municipios
donde hay presencia nasa en el departamento del Huila. Los municipios incluidos en la nueva
delimitación de las áreas estratégicas mineras fueron: Nátaga, Páez, Campoalegre, Yaguara, Íquira,
Palermo, Inzá, La Plata, Paicol, Tesalia, Neiva, entre otros.

223
TABLA 26. BLOQUES DE LAS ÁREAS ESTRATÉGICAS MINERAS EN LA ZONA
TIERRADENTRO Y DEPARTAMENTO DEL HUILA DONDE HAY PRESENCIA NASA, 2012

Departamento Municipios Hectáreas


Cauca, Huila Nátaga, Páez 351.0687
Huila Campoalegre, Yaguara 366.3487
Huila Íquira 251.0162
Huila Íquira 169.8064
Huila Palermo 1.211.6733
Huila, Cauca Inzá, Íquira, La Plata, Nátaga, 125.920,7120
Páez, Paicol, Puracé, Tesalia
Huila, Tolima Aipe, Ataco, Chaparral, 259.330,5950
Coyaima, Íquira, Natagaima,
Neiva, Palermo, Planadas,
Rioblanco, Santa María, Teruel,
Tesalia, Yaguará
Total 23.884.384
Fuente: Adaptada de Ministerio de Minas y Energía, 2012

Una de las empresas mineras que más presencia tiene en la zona y a la cual se refieren las
comunidades nasa cuando reflexionan sobre las amenazas en sus territorios es la multinacional
Anglo Gold Ashanti, y su filial en Colombia, la Kedhada. Según el Observatorio de Seguimiento a
Políticas Públicas y Derechos Étnicos de CECOIN (2008), “las autoridades indígenas del resguardo
nasa de Mosoco, ubicado en el páramo de Moras en la región de Tierradentro, Cauca, señalaron que
la Anglo Gold Ashanti Mines - Kedahda S.A. estaba directamente relacionada con la fuerte
intervención militar en el segundo semestre de 2007 en la región de Tierradentro, consistente en la
presencia de más de tres mil hombres y el establecimiento de bases militares en los sitios de Silvia y
el páramo de Moras sector de Laguna Seca, en los municipios de Silvia y Páez. Detrás del operativo
militar se constata una intervención directa a favor de la empresa en la zona minera indígena de
Pisno (18.110 hectáreas), que ha solicitado 7.030 hectáreas para la exploración y explotación
aurífera en la zona” (2008:357). Los vínculos entre la presencia de las multinacionales y la
agudización de la violencia política en dichas zonas han sido ampliamente documentados.

Durante el conversatorio de líderes y lideresas nasa que tuvo lugar en el resguardo de El Peñón,
municipio de Sotará, el 13 y 14 de noviembre de 2012, un líder joven de la Asociación de Cabildos
Juan Tama, municipio de Inzá, se refirió a las amenazas territoriales, a la relación entre la presencia
de empresas transnacionales y la violencia política y a las estrategias necesarias para proteger el
territorio. Al respecto señaló:

En el Plan de Salvaguarda lo importante es la defensa de los territorios, no


particularicemos más, el territorio es la parte integral en la educación, en la salud, es

224
en el territorio donde está el conocimiento, la protección, la prevención. Y el enfoque
de la salud tiene que irse a la protección del territorio, cómo potenciar y proteger la
casa de los espíritus que hay en los territorios. ¿Cómo comenzamos a encauzar otra
vez el nasayuwe desde el conocimiento ancestral? El territorio es vital, en el territorio
está todo. Como Plan de Salvaguarda es la protección, el fortalecimiento territorial. A
ratos es difícil entender el español porque es una lengua prestada, el nasayuwe debe
estar de primer nivel. La empresa nueva que va a entrar en el Huila, la EMGESA y
esa hidroeléctrica ya llegó a socializar en los resguardos para ver por dónde iban a
entrar los cables de tensión. Tremendo daño que le están haciendo a la Uma Kiwe.
Entonces entra la transversal del Libertador dañando los sitios sagrados,
contaminando. Detrás de eso vienen los actores armados, todas esas cosas
negativas vienen (Conversatorio de líderes y lideresas nasa, Resguardo El Peñón,
noviembre 13 y 14 de 2012).

En la narración, el territorio es valorado como el lugar donde está el conocimiento, donde está la
protección y la prevención. En su relato, el joven líder pregunta: ¿cómo potenciar y proteger la casa
de los espíritus o ksxaw yat? La pregunta por la protección sólo tiene lugar en la medida en que el
joven líder enuncia las amenazas que se extienden sobre el territorio nasa: la entrada de la empresa
EMGESA, constructora del proyecto hidroeléctrico El Quimbo, por un lado; y la pavimentación de la
vía Transversal del Libertador que atraviesa el resguardo La Gaitana, pasa por el resguardo de San
Andrés de Pisimbalá y el de Santa Rosa.

En relación con la amenaza referida por el joven líder, la empresa EMGESA S.A ESP, generadora y
comercializadora de energía constituida en 1997, nació como resultado del proceso de capitalización
de la Empresa de Energía de Bogotá, según lo reporta la empresa en su historia institucional. En
2008, bajo la política gubernamental de “confianza inversionista”, la empresa radicó ante el
Ministerio del Medio Ambiente una solicitud de licencia ambiental para adelantar el megaproyecto
hidroeléctrico El Quimbo, en el departamento del Huila. La licencia fue otorgada, a pesar de los
reclamos y luchas de la población campesina e indígena que resultaría afectada por la desviación
del río Magdalena y la inundación de un área aproximada de 8.250 hectáreas de tierras fértiles. Fue
así como nació el movimiento social y popular conocido como ASOQUIMBO (Asociación de
Afectados por el proyecto hidroeléctrico El Quimbo), que durante casi 5 años ha liderado el proceso
de lucha en contra de la hidroeléctrica y en defensa del territorio.

Después de dos años de haber iniciado el proceso de movilización, en el año 2010, se inició la
nefasta construcción. En reiteradas ocasiones, las poblaciones indígenas y campesinas que
protestan en contra de la construcción de la hidroeléctrica han sido objeto de señalamientos,
represión de las protestas, entre otros. Dos años después, durante la primera semana de agosto de
2012, 2.500 campesinos e indígenas, reunidos en el Movimiento por la Liberación de la Madre Tierra
en el Huila, se declararon en Asamblea Permanente durante nueve días. El 24 de agosto de 2012, la
Contraloría abrió una investigación contra el Ministerio de Ambiente por presunto detrimento
patrimonial e irregularidades en el trámite de la licencia ambiental, tal cual lo había venido
denunciando ASOQUIMBO. La Contralora tomó esa decisión después de revisar la información
entregada por ASOQUIMBO en la que se documentaba que en 1997 el proyecto había sido
declarado inviable por parte del Ministerio de Medio Ambiente en la medida en que se argumentaba
que la zona de influencia del proyecto hacía parte de una reserva forestal de la Amazonía y que

225
podía ocasionar graves problemas en la seguridad alimentaria del departamento porque las tierras
más fértiles eran las que se iban a inundar (Revista Semana, 2012).

A esto se suma lo que refirieron las comunidades nasa cuando mencionaron los impactos que
generaba sobre su vida y sus territorios el desarrollo de este proyecto hidroeléctrico. Por ejemplo, la
asamblea del resguardo de Lame, municipio de Páez, señaló que para el montaje de las torres
eléctricas y el extendido de las redes eléctricas, EMGESA pretende tomar en arrendamiento los lotes
del resguardo para poner la Infraestructura (torres eléctricas). El temor de la gente radica en dos
elementos: dicho montaje puede llevar a la ocupación de sitios sagrados, así como a la afectación
del medio ambiente; pero además, esta estrategia viene acompañada de la militarización del
territorio para la protección de la infraestructura contra los ataques de los grupos insurgentes que,
según los comuneros y comuneras nasa, es lo que ya se está empezando a ver en la zona de
manera cada vez más intensa. Al respecto se refirió un mayor nasa durante la asamblea que tuvo
lugar en el resguardo de Calderas en el mes de noviembre de 2012:

La fuerza pública no garantiza nuestra seguridad, lo que realiza el ejército es una


protección a las multinacionales que tienen intereses sobre nuestros territorios.
Sabemos que en nuestro resguardo hay muchos minerales, como esmeraldas y
piedras preciosas, como también se dice que hay una gran reserva de petróleo del
que están interesados las multinacionales y eso es lo que protege el ejército del
gobierno nacional, que además viene utilizando nuestros mecanismos propios de
protección como los The Wala y el nasayuwe.

El mayor alertó sobre dos situaciones que cada vez preocupan más a las comunidades nasa de la
zona. En su relato, aparece de manera explícita la relación entre la fuerza pública y la presencia de
empresas multinacionales que se sirven de su protección y de la de otros grupos armados como los
paramilitares para defender sus intereses económicos y asegurar el control sobre el territorio. El
mayor también indica uno de los mecanismos que el ejército colombiano ha adoptado en la lógica de
la guerra: el uso del nasayuwe en las emisoras del ejército, por ejemplo, una práctica con la que
busca involucrar a la población civil en el conflicto armado, violando, en primer lugar, el veto que
tienen a la participación política como lo establece el artículo 219 de la Constitución Política de 1991.

También el joven líder que intervino durante el conversatorio de líderes y lideresas nasa en el
resguardo El Peñón se refirió a las afectaciones que está generando la Transversal El Libertador, un
corredor vial que comunica los municipios de La Plata-Valencia-Inzá-Totoró–Popayán. El proyecto,
entendido por el gobierno nacional como un corredor complementario para la competitividad que
garantizará la conexión vial en el sur del país y la salida al pacífico, fue otorgado a un consorcio
colombo-brasilero. La comunidad nasa de los resguardos La Gaitana, San Andrés de Pisimbalá, San
Antonio Pedregal y Santa Rosa, los más afectados por la construcción de la carretera, manifestaron
durante las asambleas del Plan de Salvaguarda Nasa que dicho corredor vial ha destruido el medio
ambiente, ha afectado los predios de las familias que viven a lado y lado de la vía, ha destruido los
sitios sagrados pues pasa por la zona de páramo que hay en el territorio ancestral nasa, ha afectado
los cultivos de las comuneras y comuneros de la zona y además ha aumentado el nivel de
militarización de la región, lo cual ha generado un notable incremento de la violencia. No es
casualidad que los nasa de esta zona señalen que los resguardos por donde va el trazado de la
carretera corresponden con los que presentan los niveles más elevados de violencia política.

226
Así, la titulación formal de tierras y la constitución de resguardos en la práctica no garantizan la
posesión material por las comunidades; los territorios, sean o no parte de resguardos, son
apropiados por grupos armados ilegales, delincuentes/narcotraficantes, colonos, y agentes movidos
por intereses económicos, como lo señaló la corte Constitucional en el Auto 004 de 2009.

d) La problemática territorial en el sur del Tolima

En la actualidad existen tres comunidades nasa en el sur del Tolima, particularmente en los
municipios de Planadas y Rioblanco. Dos de ellas tienen el resguardo constituido, mientras que la
otra está exigiendo desde hace varios años el proceso de constitución sin tener una respuesta
favorable hasta el momento. El resguardo Nasa Wesx, ubicado en el corregimiento de Gaitania,
municipio de Planadas, fue constituido en 1990 con un área de 4.900.000 hectáreas y tiene una
solicitud de ampliación de 217 hectáreas. El resguardo de Las Mercedes está ubicado en el
corregimiento de Herrera, municipio de Rioblanco. El resguardo cuenta con un área total de 397
hectáreas que al día de hoy resultan insuficientes para llevar a cabo las actividades sociales y
económicas de la comunidad nasa y es el motivo por el cual exigen de manera urgente su
ampliación. La comunidad Nasa Pxiakh del corregimiento La Herrera es la única a la que no se le ha
constituido el resguardo, aun cuando vienen luchando por esto desde tiempo atrás.

En el tema territorial, las comunidades nasa del sur del Tolima expresaron de manera recurrente la
exigencia de celeridad en el proceso de constitución de la comunidad Nasa Pxiakh, corregimiento de
Barbacoas, en el municipio de Rioblanco. El temor frente a la avanzada minero-energética que se
viene dando en el departamento, y que ha afectado en gran medida las comunidades pijao que
tienen uno de los niveles más altos de violación del derecho al territorio, pone esta reivindicación
histórica de la lucha por la tierra en primer plano. La resolución 18 0241 del 24 de febrero de 2012,
expedida por el Ministerio de Minas y Energía, profundiza esta amenaza en la medida en que
declara y delimita áreas estratégicas mineras en todo el departamento del Tolima, incluidos los
municipios de Rioblanco y Planadas donde se encuentran los nasa. Con dicha resolución, 18
bloques en ambos municipios quedaron delimitados para ser otorgados en contratos de concesión
especial, sumando un total de 298.157,35 hectáreas.

TABLA 27. BLOQUES DE LAS ÁREAS ESTRATÉGICAS MINERAS EN LOS MUNICIPIOS DE


RIOBLANCO Y PLANADAS, DEPARTAMENTO DEL TOLIMA

Bloque Departamento Municipios Hectáreas

50 Huila, Tolima Santa María, Planadas 212,61

53 Huila, Tolima Santa María, Planadas 575,28

54 Tolima Planadas 153,81

227
56 Tolima Rioblanco, Planadas 1.217,20

57 Tolima Rioblanco 718,16

60 Tolima Rioblanco 195,05

61 Tolima Rioblanco 985,62

62 Tolima Rioblanco, Planadas 19.238,96

64 Tolima Rioblanco 206,85

65 Tolima Rioblanco 5.664,01

67 Tolima Rioblanco 920,04

68 Tolima Rioblanco 359,38

73 Tolima Rioblanco 990,44

75 Tolima Rioblanco 617,89

76 Tolima Rioblanco 2.471,62

77 Tolima Rioblanco 817,92

119 Tolima Rioblanco, Ataco 3.481,92


Aipe, Ataco, Chaparral,
Tolima, Huila Coyaima, Iquira,
Natagaima, Neiva,
Palermo, Planadas,
Rioblanco, Santa
María, Teruel, Tesalia,
301 Yaguara 259.330,59
Total 298.157,35

Fuente: Adaptada de Ministerio de Minas y Energía, 2012

En relación con la exploración y la explotación petrolera el panorama tampoco es muy alentador.


Frente a este panorama que dibujó la avanzada minero-energética, cada vez los procesos de
titulación de los territorios indígenas sufren mayores niveles de dilación.

Durante las asambleas de construcción del Plan de Salvaguarda, otras de las amenazas territoriales
identificadas fueron el viaducto que comunica La Herrera, en el departamento del Tolima, con
Florida, en el departamento del Valle del Cauca; así como el traslape de una parte de sus territorios
con Parques Nacionales. Alrededor de esto se estructura una disputa sobre la definición y puesta en
marcha de los planes de manejo ambiental que desconocen la legitimidad de los nasa como

228
autoridades ambientales. En este sentido, los nasa del sur del Tolima reclaman y reivindican su
derecho a custodiar el Páramo Meridiano, que en este momento se encuentra bajo el control y la
regulación de la Corporación Autónoma Regional del Tolima (CORTOLIMA). También identificaron
como amenaza los estudios recientes que viene desarrollando ISAGEN en el resguardo Las
Mercedes, situación sobre la que obtuvimos poca información.

En 2003, las comunidades nasa del sur del Tolima se vieron afectadas por la presencia de cultivos
de uso ilícito en los límites o dentro de sus resguardos. En ese momento se vieron afectados,
además, por las fumigaciones en que se adelantaron en sus territorios (Defensoría del Pueblo,
2012). En la actualidad, al parecer la situación ha cambiado. Todas las asambleas del Plan de
Salvaguarda Nasa señalaron que en la actualidad no hay presencia de cultivos de uso ilícito en sus
territorios. Sin embargo, la asamblea del resguardo Nasa Wesx, en Gaitania, señaló que en
cercanías de las tierras del resguardo, hay lugares de procesamiento de cultivos que están
contaminando con químicos las aguas de las quebradas y el suelo. Al referirse a esta situación,
expresaron:

Sentimos es el miedo de que nuestros jóvenes luego se involucren en estas


actividades y consuman esos productos. Pero como no conocemos a fondo y ahora
la situación del resguardo no es sembrar coca o marihuana, nosotros dependemos y
vivimos más del cultivo del café y otros productos que utilizamos en nuestra cocina
es por ello que no tenemos mucho de qué hablar sobre este tema. Pero no estaría de
más ponerle cuidado frente a este tema, y que el cabildo sea quien se encargue.

Las preocupaciones de la gente, sin embargo, se concentraron en la construcción de la carretera


que comunica el corregimiento de Herrera y el municipio de Florida, en el Valle del Cauca. En la
“Declaración de los cabildos indígenas nasa del sur del Tolima de Gaitania Nasa Kiwe de las
Mercedes y de Barbacoas sobre el proceso de consolidación de nuestro territorio, la conservación de
la naturaleza y la construcción de la carretera Herrera, municipio de Rioblanco, Tolima - Florida,
Valle, las comunidades nasa del sur del Tolima en 2003 se oponen a la construcción de la carretera
por los impactos que ésta genera y las amenazas que representa para asegurar su pervivencia
social y cultural. El trazado de la carretera atraviesa los páramos y lagunas, sitios sagrados para la
nación nasa. En la búsqueda de los procesos de integración e interconexión para alcanzar un alto
nivel de competitividad en los mercados internacionales, el gobierno nacional ha desconocido el
derecho legítimo de los pueblos indígenas a los procesos de consentimiento previo, libre e
informado. La Declaración (Consejo Superior de la Judicatura-ONIC, 2006:139) define los impactos
de la carretera en los siguientes términos:

Va a dañar las lagunas que son para nosotros los Nasa sitios sagrados en donde se
hacen rituales sagrados y es donde habitan los espíritus como son el trueno, el arco
iris, el duende, la madre de agua, entre otros. También va a dañar las plantas
medicinales con las que trabajan los The Wala, con la sabiduría de los ancestros y de
los indígenas de ahora. Igualmente, como ha sucedido en otros territorios indígenas
donde han construido carreteras, van a entrar muchos colonos quienes hacen
grandes daños a la madre naturaleza, ya que ellos no conocen los sitios sagrados y
las especies que hay que respetar y se dedican a tumbar los bosques y los páramos,
para quemarlos y hacer potreros para la ganadería, tienen el negocio de venta de

229
maderas de los bosques, practican la pesca indiscriminada con veneno y dinamita y
a la cacería, arrojan basuras no biodegradables, ensucian las fuentes de agua.

Por otra parte, la carretera va a ayudar a la explotación de productos agrícolas y


pecuarios en un territorio que debe ser respetado y conservado. Cuando sucedió la
avalancha del rio Paéz en Tierradentro, los The Wala interpretaron que la causa del
fenómeno natural había sido el irrespeto a los páramos y sitios sagrados y el cambio
cultural en la relación con la naturaleza.

En esta vía, la Declaración demanda la titulación integral de los territorios nasa del sur del Tolima, la
constitución del resguardo indígena de Barbacoas, la ampliación del resguardo de Las Mercedes
sobre el sitio sagrado del páramo El Meridiano, la Consulta Previa a las comunidades nasa del sur
del Tolima y del Valle afectadas por la construcción de la carretera, así como la realización de un
estudio de impacto ambiental, social y cultural entre las entidades estatales competentes y los
cabildos nasa afectados. En definitiva, la Declaración y las comunidades durante las asambleas del
Plan de Salvaguarda Nasa exigen de manera enfática su derecho al territorio, al gobierno propio y al
ejercicio como autoridades ambientales.

En efecto, el páramo el Meridiano, que se extiende desde el Parque Nacional Natural Las Hermosas
hasta el Parque Natural Nevado del Huila, es objeto en la actualidad de políticas ambientales
puestas en marcha por las instituciones estatales, como Parques Nacionales y Cortolima. En uno de
dichos estudios, Cortolima ubicó la zona de reserva y definió la política a seguir. El siguiente mapa,
muestra la ubicación del páramo en relación con los resguardos nasa que allí se encuentran.

MAPA 23. ZONA DE RESERVA EN TERRITORIO NASA

Fuente: CORTOLIMA, s.f

230
e) La problemática territorial en el Meta

Las comunidades nasa del departamento del Meta identificaron varias amenazas que se ciernen
sobre sus territorios. Entre ellas, las más importantes son: la presencia de empresas para la
exploración y explotación petrolera, la Transversal La Macarena que busca comunicar el
departamento del Meta con el del Huila, la instalación de bases militares y la construcción de un
acueducto desde Riachón hasta La Julia. Los nasa de todas las comunidades del Meta no
referenciaron los cultivos de uso ilícito como amenazas en sus territorios, pues no tienen cultivos
extensivos de éstos. Las únicas matas de coca que existen en algunas comunidades son de uso
medicinal. Frente a lo último, la asamblea de Ondas del Cafre manifestó:

Las personas que tienen coca, tienen en promedio 30 o 40 matas las cuales son
utilizadas para remedios o rituales indígenas, además son pocas las personas que
tienen estas matas. No implementamos esta práctica económica porque crea
conflictos entre las familias de la comunidad, acaba el medio ambiente, esteriliza el
suelo por la aplicación de tantos químicos, causa erosión, puede presentarse
consumo de estos estupefacientes y nuestros jóvenes terminarían ahí. También eso
atrae más el ingreso de grupos armados (Asamblea Ondas del Cafre, Mesetas,
noviembre 29 y 30 de 2012).

En la asamblea que tuvo lugar en la parcialidad de Candilejas, la mayoría de personas coincidió en


que una de las grandes problemáticas por la que está atravesando la comunidad es la llegada de las
empresas petroleras que, mediante engaños y mentiras, “aprovechándose de la humildad de los
líderes”, como señaló un mayor, “han logrado entrarse en nuestro territorio y han conseguido hacer
exploraciones sísmicas para determinar con seguridad si en nuestro territorio encuentran el preciado
líquido denominado petróleo”. Según contaron, “las empresas han hecho muchas promesas para
ayudar a nuestra comunidad pero hasta el momento no se han visto los resultados”. Al reflexionar
sobre las consecuencias de la presencia de empresas petroleras en el territorio, la comunidad nasa
de Candilejas señaló:

Las consecuencias que ocasiona la llegada de las multinacionales petroleras es que


acaba con el medio ambiente, la fauna, la flora, la esterilización de los terrenos, la
contaminación de las aguas, la erosión, la llegada de grupos armados en busca de
aportes económicos para su sostenimiento, la aparición de nuevas culturas
asociadas a la modernización hace que las nuevas generaciones de la comunidad
tiendan a identificarse con ellas perdiendo así nuestras verdaderas raíces, se
avecina la descomposición social que si se deja avanzar, terminará acabando con la
cultura y la diversidad nasa.

Según indicaron durante la asamblea de Candilejas, en la actualidad, la sísmica ya ha alcanzado


unos 60 puntos dentro del territorio del resguardo, proponiéndose continuar con este proceso en las
veredas aledañas. Las exploraciones sísmicas ya están creando un proceso descomposición social
pues, según comentó la gente en la asamblea, “están alterando el orden y la costumbre de la
comunidad debido a las “cantinas” que trajeron aparejadas, el alto consumo de alcohol que producen
y el derroche del dinero. A esto se suma el hecho de que la empresa usa las vías de acceso

231
comunitarias, las deteriora y luego las abandona, haciendo cada vez más difícil la entrada y salida
del resguardo” (Asamblea Candilejas, La Uribe, diciembre 15 y 16 de 2012).

Durante la asamblea del resguardo Ondas del Cafre, en el municipio de Mesetas, la comunidad
manifestó que actualmente no existe ningún megaproyecto que afecte directamente el resguardo.
Sin embargo, sí señaló que aun cuando la proyección de la Transversal La Macarena no pasa por
sus territorios, sí trae graves consecuencias a las comunidades. Según comentaron, con la apertura
de esta vía se amplía la exploración y/o explotación de zonas de conservación ambiental
ocasionando deterioro en la flora y la fauna de la región. A futuro, la carretera también podría traer
plantaciones de grandes monocultivos, exploraciones y explotaciones mineras, que traerán como
consecuencia la invasión de los territorios indígenas, afectando la pervivencia social y cultural de la
nación nasa.

La Transversal La Macarena, que busca conectar San Juan de Arama-Uribe-Colombia-Baraya, hace


parte de la estrategia de integración para la competitividad. La construcción de este corredor vial que
une el oriente colombiano con el pacífico fue concebida en el marco del Plan de Consolidación
Territorial en su “dinámica de la recuperación de la seguridad territorial para neutralizar la amenaza
contra la institucionalidad democrática” (CCAI, 2012:9). La construcción de los 160 kilómetros de vía,
que cuenta con un presupuesto aproximado de $160.000 millones para ser ejecutado entre 2009 y
2013, hace parte de un convenio suscrito entre el Fondo Financiero de Proyectos de Desarrollo
(Fonade), el Instituto Nacional de Vías (Invías) y el ejército nacional. Así, la obra está siendo
construida en su totalidad por dos batallones de ingenieros: el Batallón No. 15 de San Juan de
Arama y el No. 53 ubicado en cercanías del municipio de Baraya.

La gente, sin embargo, se refirió a las consecuencias nefastas que han traído las acciones cívico-
militares promovidas por el gobierno colombiano a través del Plan de Consolidación Territorial.

Durante la asamblea que tuvo lugar en el cabildo Los Planes, municipio de La Uribe, la comunidad
también identificó la petrolera como una de las principales amenazas. Manifestó que cerca de este
resguardo es donde se ejecutará el proyecto de exploración y explotación petrolera. Plantearon que
las comunidades indígenas debían unir sus criterios para no permitir que estas empresas continúen
fomentando el debilitamiento de las comunidades indígenas. En esta vía de identificar las amenazas
territoriales, también se refirieron a la asidua presencia del ejército nacional en sus territorios y las
consecuencias que ésta genera. Al respecto señalaron:

En el momento la principal amenaza que tenemos junto con las empresas petroleras
es la instalación de batallones militares dentro del territorio indígena aduciendo que
es para la protección de nuestra comunidad, algo que es totalmente falso. En el año
2007 se presentaron varios atropellos por parte del ejército en contra de la
comunidad indígena directamente en el resguardo. El joven Fredy Casamachín fue
detenido por parte del ejército acusado de guerrillero, a él le taparon la cara, lo
mantuvieron por varias horas.

Vinculando el conflicto armado, la amenaza que representa la presencia de empresas petroleras y la


precariedad territorial en la que se encuentran los nasa del departamento del Meta, un mayor señaló
con contundencia durante la asamblea de Candilejas:

232
Siempre hemos sufrido por culpa del conflicto armado, porque no sabemos cómo
actuar frente a estos casos o grupos armados, la comunidad y los líderes
necesitamos capacitación sobre derechos humanos, legislación indígena, manejo y
control del territorio, educación basada en nuestra cultura nasa. Aunque nuestro
territorio está determinado como parcialidad, nuestros líderes buscan afanosamente
que este territorio sea designado como resguardo, pues así podremos conservar
nuestras costumbres, usos, autonomía indígena, identidad cultural, rituales, proteger
los lugares sagrados que ya han sido marcados. Todas estas debilidades y otras
más que van surgiendo en desarrollo de convertirnos en resguardo las queremos
convertir en ejes de trabajo para el fortalecimiento de nuestra comunidad. Nuestro
mayor anhelo es que nos proclamamos como resguardo aunque aún no lo seamos,
porque nos sentimos orgullosos de ser nasas.

La búsqueda de la constitución del resguardo ha sido la tarea que afanosamente han sostenido los
líderes durante mucho tiempo, como recordó el mayor. La posibilidad de asegurar ese derecho
territorial abre el camino para fortalecer la identidad cultural y para ejercer la tan anhelada autonomía
indígena en un contexto signado por la guerra.

La comunidad nasa de Candilejas fue reconocida como parcialidad indígena mediante la Resolución
0021 de 2010 de la Dirección de Asuntos Indígenas, Minorías y Rom del Ministerio del Interior. Sin
embargo, el sueño del mayor y la lucha que han sostenido los líderes por lograr que les sea
constituido el resguardo, cada vez parecen más lejanos. Por lo menos así lo dejan ver las
expectativas que hay por parte de las empresas petroleras sobre estos territorios y a las que se
refirieron de manera recurrente las comunidades nasa del Meta.

A esta incertidumbre, basada en algunos posibles rumores y temores, se sumó lo que es ya una
realidad. A principios del año 2012, la Dirección de Consulta Previa del Ministerio del Interior recibió
la solicitud del señor Abdenago Caridad, gerente de Operaciones de la empresa Petronova
Colombia, quien buscaba obtener certificación sobre la presencia o no de grupos étnicos en el área
de influencia del proyecto “Área de interés exploratorio Tinigua Módulo 1”, localizado en jurisdicción
del municipio de Uribe, en el departamento del Meta. Según señala la Certificación 972 del 30 de
mayo de 2012, “una vez revisadas las bases de datos de la Dirección de Asuntos Indígenas,
Minorías y Rom y de la Dirección de comunidades negras, afrodescendientes, raizales y
palenqueras del Ministerio del Interior, así como la información cartográfica del IGAC, la Dirección de
Consulta Previa requirió información más precisa sobre la zona. Para ello, ordenó una visita de
campo que fue realizada por el antropólogo Luis Benicio Torres, contratista del Ministerio del Interior.
La visita contó con la participación de un funcionario de la empresa Petronova, el gobernador de la
comunidad nasa de Candilejas, el gobernador de la comunidad nasa Los Planes y la gobernadora de
la comunidad embera El Paraíso. Según la georeferenciación establecida, la comunidad de
Candilejas está ubicada a 1.2 kilómetros del área de influencia del proyecto, al igual que la
comunidad Los Planes.

El 13 de marzo de 2012, el antropólogo encargado de la diligencia emitió su concepto: “No hay


registro de resguardos constituidos, comunidades por fuera de resguardo, consejos comunitarios ni
se identifica presencia de otros grupos étnicos”. En su concepto también añade algo que es

233
necesario mencionar, dada la ironía, que raya en la estupidez, del asunto que expresa: “aunque fue
imposible por circunstancias de seguridad entrar a los sitios sagrados, se conversó con el cabildo
gobernador de la comunidad nasa de Candilejas, Saúl Huetio (sic) quien expresó la existencia de
sitios sagrados. Sin embargo, teniendo en cuenta el estudio etnológico realizado por el profesional
Gustavo Martínez Escobar realizado en agosto de 2009, no se arrojan resultados de existencia de
sitios sagrados” (Ministerio del Interior, 2012).

El derecho a la autonomía y el reconocimiento

La negativa estatal al reconocimiento como sujetos de derecho

Un par de casos ilustran las acciones del Estado para negar el derecho al territorio y a la
personalidad jurídica, que son constantes en su práctica con las comunidades de la Nación Nasa.

En El Paujil (Caquetá) la administración municipal adujo en el PIU la dificultad de incorporar a los


desplazados indígenas de los cabildos Beraca y Üus Use como interlocutores y beneficiarios de los
programas, debido una circular de la Dirección de Asuntos Indígenas del Ministerio del Interior donde
ordena no incluir a los cabildos indígenas urbanos25. Tal circular (la CIR09-238-DAI-0220) de forma
inconstitucional señala que “hasta tanto no se defina una política pública aplicable a los individuos y
familias que se reivindican como indígenas y se asientan en cascos urbanos, no se podrá definir la
situación de reconocimiento ni proceder al registro de base de datos por parte de la Dirección de
Asuntos Indígenas Rom y Minorías, para los denominados 'cabildos urbanos' y los respectivos
colectivos que representan”. Se trata de una evidente discriminación contra la Nación Nasa, cuya
forma de existencia colectiva se concreta en sus organizaciones y autoridades; y contra la población
nasa desplazada, a la que se persigue justamente en su forma privilegiada de responder al
desplazamiento forzado: el cabildo.

La prueba de que no se trata de un caso aislado sino de una política de desconocimiento, es lo


acontecido con las solicitudes de las comunidades del Putumayo para avanzar en la titulación de sus
territorios ancestrales. El caso merece ser presentado con detalle.

El Ministerio del Interior y de Justicia, mediante Resolución 039 del 18 de junio de 2003, inscribió la
constitución de cabildos de la nación Nasa del Putumayo, Asone´h Wesx. El 9 de noviembre de
2007, mediante su vicepresidenta, la Asociación solicitó el reconocimiento étnico de 22 comunidades
indígenas. A finales de 2007, mediante Resolución 152 del 21 de diciembre de 2007, el nombre o
razón social de Asone´h Wesx fue modificada a Asociación Consejo Regional del Pueblo Nasa del
Putumayo Kwe´sx Ksxaw y quedó conformada por los resguardos y/o comunidades: Kwinas Cxamb,
Nasa Fiw, Kiwe Ñxusxa, Alpes Orientales, La Floresta Alto Coquetó, Kwima The Wesx, Porvenir La
Barrialosa, Resguardo Nasa Aguaditas. Posteriormente, el Ministerio del Interior y de Justicia,
mediante Resolución 007 del 28 de septiembre de 2011, registró como nuevos afiliados de la
Asociación “Kwe´sx Ksxaw” a las comunidades Yu´cxijme y Nasa Cxhamb, así como la designación
de Orlando Pito Tombé como Representante Legal.

25 Hay se señalar que a pesar de esta circular, la Alcaldía de El Paujil incluyó en el Plan de Desarrollo diversos
programas de atención e inclusión de la población indígena. La ausencia del reconocimiento como sujeto de
derechos sugiere, no obstante, poco éxito en su implementación.

234
En vista del incremento de las solicitudes de concesiones para la exploración y explotación petrolera
durante esos años, las amenazas en contra del territorio se hicieron más latentes. A raíz de las
labores de exploración iniciadas por la compañía Geofísica Latinoamericana S.A (CGL), sin cumplir
con el derecho a la consulta previa del que gozan los pueblos indígenas, la Asociación Kwe´sx
Ksxaw interpuso una acción de tutela ante la Sala Penal del Tribunal Superior de Bogotá, señalando
la amenaza profunda que representa contra su pervivencia como pueblo el hecho de que los
territorios de las comunidades nasa del Putumayo no hayan sido legalizados por omisión tanto del
Ministerio del Interior como del Incoder.

Es necesario mencionar que previo a adelantar la acción de tutela, en varios oficios remitidos por
Asone´h Wesx (hoy Kwe´sx Ksxaw) a la Dirección de Asuntos Indígenas, Minorías y Rom del
Ministerio del Interior entre 2007 y 2009, la Asociación solicitó en reiteradas ocasiones el
reconocimiento étnico de 22 cabildos Nasa del departamento de Putumayo. Las solicitudes fueron
respondidas en su mayoría por Pedro Santiago Posada en su rol de director de dicha dependencia,
quien argumentó la imposibilidad de adelantar el proceso de reconocimiento en tanto no se hiciera el
estudio etnológico que la dependencia que dirige debe llevar a cabo. En las comunicaciones,
Posada argumentó que debido a la cantidad de solicitudes, las visitas de campo necesarias para
llevar a cabo este procedimiento debían esperar hasta que fueran atendidos los procesos que le
precedían pues “esta Dirección ha acogido como criterio la antigüedad de la solicitud” para la
programación de las visitas. Admitiendo la incompetencia de su dependencia para llevar adelante
estos procesos de manera eficiente, señaló, además, que el Ministerio del Interior y de Justicia
estaba analizando la factibilidad de llevar a cabo Convenios inter-administrativos con las
gobernaciones y las alcaldías para la realización de los estudios de reconocimiento.

Ante tantas demoras y respuestas incoherentes, la Asociación decidió recurrir a la acción de tutela.
Allí señala: “el accionante, en representación de la Asociación del Consejo Regional del Pueblo nasa
del Putumayo ―Kwe´sx Ksxaw―, acude al mecanismo excepcional de la tutela, en procura de
amparo para los derechos fundamentales al debido proceso, vida, libertad, igualdad y consulta
previa de la comunidad indígena que representa, que considera vulnerados por la evidente falta de
eficiencia, eficacia y celeridad en las actuaciones administrativas a cargo de las entidades
accionadas” (Corte Suprema de Justicia, 2012).

Sin embargo, el 24 de febrero de 2012, la Sala Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Bogotá negó la solicitud de amparo presentada por Orlando Pito Tombé, Gobernador del Cabildo
Nasa Jerusalén Alto Picudito y quien actúa como Consejero y Representante Legal de la Asociación
del Consejo Regional del Pueblo Nasa del Putumayo ―Kwe´sx Ksa´w―, frente a la vulneración de
los derechos vulnerados por las acciones y omisiones del Ministerio del Interior y de Justicia, el
Ministerio de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural
y el Instituto Colombiano para el Desarrollo Rural (Incoder). La demanda instaurada señala que la
nación nasa del Putumayo está conformado por 37 comunidades, de las cuales diez (10) están
legalmente constituidas por el Incoder y cinco (5) por la DGAI del Ministerio de Interior y de Justicia.
Apunta, además, que la Asociación de Cabildos del pueblo Nasa del Putumayo, que anteriormente
se denominaba Asone´h Wesx, solicitó la constitución de los resguardos Nasa San Luis Alto Picudito
– Jerusalén, en el municipio de Villa Garzón, Nasa Kiwe y Nasa Txa Yu´ce. En el primer caso, la
solicitud fue aprobada mediante el Acuerdo 186 del 30 de septiembre de 2009, mientras que en el

235
segundo fue rechazada bajo el argumento de que la población era mínima con relación al área a
legalizar. Frente al tercer caso no hubo pronunciamiento.

La solicitud de amparo presentada ante el Tribunal Superior de Bogotá buscaba obtener la


legalización de las siguientes comunidades: Sat´Tama, Nasa Cxhab, Yuu Luucx Las Minas, Ksxaw
Nasa Alto Danubio, Kwe´sx Kiwe Chorro Largo (municipio de Puerto Asís), Yuu´zicxkue –Selva
Hermosa, Nasa Kiwe U´Kue, El Libano, Kwe´sx Tata Wala, Pkind Kiwe Los Guayabales, Kwe´sx
Nasa Txa´yuce (Puerto Caicedo), Tierra Linda, Nueva Palestina, Kwe´sx Kiwe, Nasa Uh (Ipiales),
Nasa Kiwe (Puerto Leguízamo), Nasa Cxha´b Wala, Nasa Kiwe Alto Sinai (Villagarzón), Kjuen Tama
Luucx Wesx Hijos de Juan Tama (Mocoa), Los Guaduales, Cerroguadua y Juan Tama (Puerto
Guzmán).

Inconforme con la decisión, la apoderada judicial de Orlando Pito Tombé impugnó la decisión y presentó
un nuevo recurso de amparo frente a la Corte Suprema de Justicia. Sin embargo, el 19 de abril de 2012,
la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia, resolvió confirmar la sentencia que había
sido impugnada en primera instancia. Apelando al Decreto 2164 de 1995 que reglamenta parcialmente
el capítulo XIV de la Ley 160 de 1994 en lo relacionado con la dotación y titulación de tierras a las
comunidades indígenas para la constitución, reestructuración, ampliación y saneamiento de resguardos,
la Corte señaló que corresponde a las entidades del estado, en cabeza del Ministerio del Interior y del
Incoder, adelantar los estudios socioeconómicos, jurídicos y la tenencia de tierras para cumplir con el
procedimiento de constitución. En vista de que hasta el momento dichas entidades no cuentan con la
información requerida a través de las visitas de campo y otros procesos, el Juez Constitucional señala
que le resulta improcedente inmiscuirse en este procedimiento.

Según reza la providencia de la Corte, el Ministerio del Interior ha maximizado sus esfuerzos para llevar
a cabo los protocolos establecidos para el proceso de constitución de resguardos. De las 24
comunidades sobre las que se ha adelantado el proceso de solicitud de constitución de resguardo, 11
de ellas se encuentran con solicitud de estudio: Sat´Tama, Yuu Luucx Las Minas, Ksxaw Nasa Alto
Danubio, Kwe´Kiwe Chorro Largo, Yuu´Zxickwe –Selva Hermosa, Kwe´sx Tata Wala, Pkind Kiwe Los
Guayabales, Kwe´sx Nasa Txa´Yukwe, Kwe´sx Kiwe, Nasa Cxha´b Wala, Kjuen Tama Lucx Wesx
Hijos de Juan Tama. El Ministerio del Interior argumenta, sin embargo, que la mora se justifica por la
cantidad de peticiones que hay, el presupuesto y el personal humano, lo cual ha impedido la rapidez
y eficacia necesarias para llevar adelante el procedimiento. En lo que refiere a otras 10 comunidades
(Nasa Cxhab, Nasa Kiwe U´Kwe, Tierra Linda, Nueva Palestina26, Nasa Uh, Nasa Kiwe, Nasa Kiwe
Alto Sinaí, Los Guaduales, Cerroguadua y Juan Tama), el Ministerio del Interior discriminó la gestión
o trámite. Por último, la comunidad de El Líbano sí fue reconocida mediante Resolución 0027 (Corte
Suprema de Justicia, 2012).

Un mes antes de que el Tribunal Superior de Bogotá negara la solicitud de amparo presentada por

26 Al indagar sobre los conflictos interétnicos, uno de los miembros del equipo de Putumayo mencionó que hasta ahora
con los campesinos no han tenido problemas. Señaló: “Pero los inga con los kofán hay conflictos por territorio en
reserva indígena Yarinal y resguardo Afilador Campoalegre en el municipio de San Miguel. En ese lugar donde está
el cabildo Nasa Palestina, nosotros respetuosamente estamos solicitando aval para constituir resguardo y lo están
negando. Porque ellos dicen “como son del Cauca, que se vayan para el Cauca”. La solicitud de resguardo está en
aproximadamente 110 hectáreas. Ese cabildo se constituyó en 1990. Y la solicitud de constitución de resguardo se
radicó en 2006. Ellos dicen que el territorio es ancestral y que nosotros somos invasores y que por lo tanto tenemos
que regresar al Cauca. Es una población mínima pero están en contra y hacen daño.

236
Orlando Pito Tombé en su calidad de Consejero y Representante Legal de la Asociación “Kwe´sx
Ksxaw”, el 28 de enero de 2012, la Junta de gobernadores y autoridades espirituales nasa del
Putumayo, reunidos en el Cabildo Nasa Yu’khZxiçkwe – Selva Hermosa, municipio de Puerto
Caicedo, emitió la Resolución No. 004 de 2012 "Por la cual se determina suspender todo proceso de
consulta previa en las comunidades que integran la nacionalidad nasa en el departamento de
Putumayo y Nariño". Dicha resolución manifiesta que luego de hacer un análisis sobre la
problemática territorial que existe en el departamento por la falta de voluntad del gobierno
colombiano para hacer efectiva la constitución, ampliación y saneamiento de los resguardos,
resuelven: 1. Que todo proceso de consulta previa sea abordado como nación nasa del Putumayo y
Nariño, representado en la Asociación Consejo Regional del Pueblo Nasa del Putumayo Kwe´sx
Ksxa´w. 2. Suspender de manera indefinida todo proceso de consulta previa para la exploración y
explotación petrolera y de otros proyectos en todas las comunidades que integran la nacionalidad
nasa en el departamento del Putumayo y Nariño hasta que el gobierno nacional no garantice el
derecho al territorio mediante la constitución, ampliación y saneamiento de los resguardos y el
registro etnológico de las comunidades. Así, la resolución reconoce la presencia de las diferentes
multinacionales que amenazan la pervivencia de la nación nasa, lo cual se ve agudizado por la falta
de voluntad del gobierno para resolver la precaria situación territorial de estas comunidades
(Asociación “Kwe´sx Ksxaw”, 2012:1).

Para completar el panorama, el 24 de febrero de 2012, exactamente el mismo día en el que el


Tribunal Superior de Bogotá negó la solicitud de amparo presentada por la Asociación Kwe´sx Ksxaw
del Putumayo, el Ministerio de Minas y Energía promulgó la Resolución 18 0241 “Por la cual se
declaran y delimitan unas Áreas Estratégicas Mineras y se adoptan otras determinaciones”. A través
de ésta, el gobierno colombiano, en cabeza de la autoridad minera, determinó los minerales de
interés estratégico para el país, delimitando las áreas especiales en las que se encuentran. A estas
áreas sólo es posible acceder a través de contratos de concesión especial. Antes de dicha
promulgación, el departamento de Putumayo ya había sido definido como Distrito Especial Minero.
Esta característica no la comparte el departamento de Caquetá.

Acciones divisionistas promovidas por el Estado

Para completar el panorama de violación intencionada del gobierno al derecho a la autonomía,


debemos incluir las acciones divisionistas promovidas desde la Dirección de Asuntos Étnicos. La
principal de ellas es la deliberada invención de la llamada Organización de Pueblos Indígenas de
Colombia (OPIC), una organización paralela identificada por las comunidades nasa como una
estrategia del gobierno para dividir a las comunidades que cada vez amenaza con más contundencia
el principio de unidad que ha caracterizado históricamente al movimiento indígena del suroccidente
colombiano. Así lo señaló el equipo regional del departamento del Huila en el Informe Técnico Final
del Plan de Salvaguarda (2013):

El reflejo de lo expresado por las comunidades sobre la afectación de entidades del


estado en contribuir a la desunión de nuestras comunidades, trajo a colación el tema
de la OPIC. Estos procesos adversos al movimiento indígena han traído
consecuencias y han afectado la armonía de nuestro pueblo.

237
Sobre la presencia de esta organización paralela se refirieron la mayoría de asambleas que tuvieron
lugar en la zona Tierradentro y en los cabildos del departamento del Huila. También en el territorio
de Sat Tama Kiwe fue un punto neurálgico de la discusión. En una comunicación enviada al hoy
extinto Diario El Liberal de Popayán, la Consejería Mayor del CRIC (2010) se refirió a las situaciones
que ha generado la creación de la OPIC:

El 19 de marzo de 2008, en una actividad de carácter religioso a la que asistió el


ministro del Interior y de Justicia, Fabio Valencia Cossio, se publicitó la creación de
una organización en apoyo a las políticas del presidente Álvaro Uribe y contraria al
Consejo Regional Indígena del Cauca. Este acto, que pudo haber pasado
inadvertido, hizo parte de la estrategia mediática del gobierno anterior cuyo fin único
fue desinformar a la opinión pública y afectar el buen nombre del CRIC y del proceso
de movilización de la Minga de Resistencia Social y Comunitaria que reclamaba
cambios en la política social, económica, cultural y ambiental, así como el
cumplimiento de los compromisos que mantiene el Estado Nacional con los procesos
de movilización desarrollados en el país en un periodo superior a 25 años.
Coincidencia o no, lo cierto es que cuatro días después, en Washington, ante la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) durante una audiencia
pública solicitada por la ONIC para denunciar la difícil situación de derechos
humanos vivida por los pueblos indígenas en Colombia, Viviana Manrique, entonces
Viceministra del Interior y de Justicia, expresó, sin que nadie lo pidiera, "Quisiera
saludar a la OPIC, que se conformó en un evento con más de 3.000 indígenas (...)
una organización que no comparte con el accionar del CRIC (...), apoyaron al
presidente Uribe y a su política de seguridad democrática (...) y le dieron respaldo a
las fuerzas militares y la policía".

Luego dicha organización apareció registrada en Cámara de Comercio como ONG,


incluyendo entre sus fundadores a superiores de la fuerza pública nacional y a un
reinsertado de las autodefensas de Ortega quién meses después fue sindicado y
detenido por su participación en la masacre del Naya, sucedida en abril del 2001.
Meses después, el gobierno nacional constató que la personería de ONG que tenía
la OPIC no servía a sus fines de intervenir los territorios indígenas, por lo cual obliga
otro procedimiento ilícito, mediante el cual, a través del engaño a dos autoridades
tradicionales del pueblo Embera del litoral del San Juan, departamento del Chocó, la
oficina de asuntos étnicos dio personería de consejeros a integrantes de la OPIC,
figura que sólo ha sido concedida en Colombia por Autoridades Tradicionales de los
pueblos indígenas del Cauca al CRIC (Consejería Mayor del CRIC, 2010).

Durante una de las reuniones del Equipo Nacional Plan de Salvaguarda, llevada a cabo en la ciudad
de Popayán a mediados de febrero de 2013, el equipo regional del departamento del Huila hizo
referencia a una situación que enfrentaron durante el proceso de construcción del Plan de
Salvaguarda en las asambleas locales:

En caso de Potrerito quisimos reunirnos con los de OPIC. Pero no nos dejaron. No
pudimos hacer la asamblea en Coral. Van a crear un cabildo especial para pueblo
OPIC. Estuvimos reunidos con la alcaldesa y dijo que habían solicitado un oficio para

238
que posesionaran a la autoridad del cabildo de OPIC. Le dijimos a la alcaldesa que
no podía posesionar a otra autoridad. Ella quedó de consultar con el Ministerio del
Interior porque ella no quería tener choques.

Una de las reivindicaciones que apareció con más fuerza en todas las asambleas locales fue la
exigencia al gobierno colombiano del desmonte de las organizaciones paralelas (como la OPIC) que
causan desarmonía y desequilibrio en el territorio, amenazando la unidad de la nación nasa. Se trata
de una demanda reiterada al actual gobierno, que la ha desantendido. Por el contrario, en varias
ocasiones el Ministerio de Defensa ha utilizado a miembros de esa organización para hacer
señalamientos falsos y vincular a la organización indígena del Cauca con fuerzas ilegales.

La pobreza en los territorios de la Nación Nasa

Como se describirá en el apartado de Fundamentos, los derechos económicos, sociales y culturales


de la Nación Nasa son entendidos por las comunidades en clave esencialmente colectiva. El wet wet
finzenxi, la vida plena o llena, o vida sabrosa como traducen los nasas, y que sería lo más
aproximado a una apropiación y adecuación cultural de los DESC, requiere un conjunto de
elementos que se aproximan a la idea de bienestar que se viene utilizando en varios indicadores de
los países occidentales. No obstante, la medición hacia atrás de la “vida plena” resulta problemático
para los propósitos de este Plan porque no hay tales indicadores, y hacia adelante en gran medida
porque el responsable último de su ejecución es el Estado. No obstante, en el apartado
Programático se incluyen indicadores mayormente centrados en la calidad (aceptabilidad) y la
adecuación cultural (adaptabilidad) de los derechos reconocidos en el Pacto DESC; con ello se
pretende un diálogo intercultural en la materia.

Por otro lado, las cifras del DANE son sistemáticamente desactualizadas y son ajustadas
anualmente con proyecciones no siempre afortunadas que son utilizadas para los ejercicios de
planeación del orden municipal, departamental o nacional. No existen tales datos desagregados por
pertenencia étnica, la cual sigue presa de las categorías generales (por ejemplo “indígenas”, sin
discriminar el nombre de la etnia). El gran censo de los pueblos indígenas que se discutió como
posibilidad hace una década no ha podido concretarse. Sin embargo, las autoridades indígenas de la
Nación Nasa han venido incorporando en sus censos información que permite modular los datos del
Estado, y que serán reseñados en lo que sigue.

Un enfoque de derechos colectivos como el que orienta este Plan riñe con las metodologías de
medición de las llamadas Necesidades Básicas Insatisfechas NBI. De hecho el enfoque de derechos
plantea un imperativo legal de exigibilidad ante el Estado garante de los mismos, en tanto un
enfoque de necesidades o de problemas supone una situación que a pesar de su gravedad no
atenta de forma continuada con la dignidad humana; eso sin contar con que no mide las malas
condiciones de salud o nutrición. Dicho lo anterior, nos encontramos con la ausencia de mediciones
confiables a que acudir, donde se identifique el estado de los derechos humanos económicos,
sociales y culturales de la Nación Nasa en sus múltiples dimensiones; de hecho resulta urgente -y
así aparecerá en la parte Programática- la realización de un censo nacional indígena en perspectiva
de los derechos colectivos y del derecho al bienestar. De tal modo, para construir una línea de base

239
contrastable con las informaciones del Estado, utilizaremos varias de las bases estadísticas
generadas por instituciones gubernamentales, contrastadas con información comunitaria.

La última proyección disponible del índice de NBI realizado por el DANE tiene fecha de 2011. En
ellas se constata que en las regiones donde habita la Nación Nasa, el índice NBI rural oscila entre el
18% y el 82%; pero si excluimos el Valle del Cauca (donde las NBI rurales son sustancialmente más
bajas que el resto por efecto de la integración a las dinámicas económicas de ese departamento),
los índices son superiores al 34%. Estas correlación y extrapolación se justifica en tanto los
municipios donde se concentra la mayor parte de la población nasa son, territorial y
demográficamente, de mayoría indígena nasa.

No menos del 89% de los indígenas nasa (cerca de 210.000 personas) se encuentran en municipios
donde los índices de NBI rural son superiores al 50%; y el 81% (unas 190.000 personas) vive en
áreas rurales donde la miseria es superior al 20%. Los municipios con NBI rurales superiores al 60%
son Corinto, Jambaló, Rioblanco, Inzá, Caldono, Planadas, Puerto Rico (Caquetá), Páez, El Paujil,
Cajibío, Morales, Milán, Toribío, Totoró, Cartagena del Chairá y Buenos Aires27. Y los municipios
donde la miseria es más prevalente y supera el 30% de la población rural son Corinto, Rioblanco,
Jambaló, Planadas, Inzá, Puerto Rico (Caquetá), Caldono, Páez, El Paujil, Buenos Aires, Cajibío,
Morales y Toribío (Ver Tabla 28).

TABLA 28. NECESIDADES BÁSICAS INSATISFECHAS NBI RURAL, 2011


MUNICIPIOS CON POBLACIÓN NASA

Departamen Municipio Población % Población NBI Personas en


to indígena frente a total Rural miseria 2011
2013 nasa 2011 rural
Caquetá Belén de los 116 0,05 59,90 23,07
Andaquíes
Valle Buenaventura 410 0,17 47,32 17,82
Cauca Buenos Aires 6.454 2,74 60,83 33,41
Cauca Cajibío 696 0,30 65,74 33,28
Cauca Caldono 25.925 11,01 71,82 36,50
Valle Cali 4.615 1,96 18,92 3,10
Cauca Caloto 9.199 3,91 57,95 29,29
Caquetá Cartagena del ND ND 61,08 22,05
Chairá
Cauca Corinto 23.420 9,95 82,30 48,42

27 Se excluyen de este cálculo La Macarena, Mesetas, Piamonte, Puerto Guzmán y Solano por ausencia de datos
DANE equiparables; no obstante, el DANE los clasifica con 100% de NBI.

240
Valle Dagua 72 0,03 27,05 7,77
Valle El Dovio 40 0,02 28,36 5,60
Caquetá El Paujil 1.453 0,62 67,08 33,77
Caquetá Florencia 163 0,07 43,72 12,88
Valle Florida 3.954 1,68 30,27 9,08
Valle Ginebra 291 0,12 22,96 4,34
Cauca Inzá 16.557 7,03 72,26 40,81
Nariño Ipiales 179 0,08 57,67 24,23
Huila Íquira 1.788 0,76 53,71 24,66
Cauca Jambaló 15.936 6,77 76,36 44,63
Valle Jamundí 892 0,38 32,02 9,05
Huila La Argentina 755 0,32 50,54 21,61
Meta La Macarena* ND ND 100,00 100,00
Huila La Plata 2.311 0,98 58,82 23,22
Meta Mesetas* 254 0,11 100,00 100,00
Caquetá Milán 0 0,00 64,46 27,03
Cauca Miranda 5.170 2,20 47,98 18,71
Putumayo Mocoa 239 0,10 36,05 11,18
Cauca Morales 10.831 4,60 64,83 31,75
Caquetá Morelia 0 0,00 43,05 14,55
Huila Nátaga 370 0,16 48,12 18,53
Huila Neiva 480 0,20 43,38 17,03
Putumayo Orito 170 0,07 58,43 16,74
Cauca Páez 18.563 7,89 68,28 35,05
Huila Palermo 62 0,03 29,77 9,80
Cauca Piamonte* 25 0,01 100,00 100,00
Cauca Piendamo 398 0,17 44,27 12,51
Tolima Planadas 2.741 1,16 69,26 43,92
Cauca Popayán 724 0,31 37,29 13,83
Valle Pradera 810 0,34 30,24 8,83
Putumayo Puerto Asís 1.614 0,69 45,59 11,41
Putumayo Puerto Caicedo 1.432 0,61 47,61 11,86
Putumayo Puerto Guzmán* 1.482 0,63 100,00 100,00

241
Putumayo Puerto 122 0,05 49,43 13,98
Leguízamo
Caquetá Puerto Rico 550 0,23 68,35 39,20
Cauca Puracé 760 0,32 51,47 17,55
(Coconuco)
Tolima Rioblanco 716 0,30 72,55 44,99
Caquetá San José del 40 0,02 59,80 23,81
Fragua
Caquetá San Vicente del 708 0,30 56,07 26,18
Caguán
Cauca Santander de 19.831 8,43 53,54 19,03
Quilichao
Cauca Silvia 11.000 4,67 56,00 24,65
Caquetá Solano* 374 0,16 100,00 100,00
Cauca Sotará 257 0,11 57,91 22,06
(Paispamba)
Huila Tesalia 0 0,00 34,16 8,18
Cauca TimbÍo 322 0,14 42,17 12,70
Cauca Toribío 31.384 13,33 63,69 31,58
Cauca Totoró 7.078 3,01 63,42 27,49
Meta Uribe 61 0,03 52,75 20,61
Putumayo Valle del 183 0,08 45,25 10,44
Guamuez
Caquetá Valparaíso 316 0,13 50,63 17,58
Putumayo Villagarzón 1.085 0,46 46,47 10,34
* Por ausencia de datos suficientes para estos municipios, el DANE ha calculado 100% de NBI.
Fuente: Cálculos DNP-SPSCV con datos Censo 2005, Cálculos NBI / IPM DANE Diciembre 2011.

Una situación de pobreza y miseria como la señalada, reconocida por el Estado, no puede indicar
sino una violación generalizada de los DESC de la Nación Nasa. Y así lo corroboran los censos
comunitarios y los Planes de Desarrollo Municipal de las zonas donde habita la Nación Nasa.

242
PARTE 3: El Plan de Salvaguarda
(Objetivos, fundamentos y estrategias)

243
El Plan de Salvaguarda de la Nación Nasa tiene 3 componentes: los objetivos y los fundamentos, las
líneas de acción o estrategias, y el componente programático. El primero incorpora los objetivos
establecidos por la Corte Constitucional y sintetiza los ejercicios político-conceptuales que las
asambleas comunitarias realizaron para darle sentido propio al enfoque diferencial étnico (en este
caso “enfoque de la Nación Nasa”) y al enfoque basado en derechos humanos que, a diferencia de
ejercicios formales, no pretende sólo agrupar bajo el nombre de los derechos reconocidos algunas
acciones obligatorias del Estado frente a los y las ciudadanas, sino avanzar hacia una interpretación
colectiva de los mismos.

El segundo componente ―en armonía con la problemática de vulneración y riesgo para los derechos
humanos individuales y colectivos ampliados en el diagnóstico― identifica las 11 líneas de acción o
estrategias que deben adoptarse para superar el estado de cosas inconstitucional que afecta a la
Nación Nasa. La definición de las líneas de acción se dio como resultado de un ejercicio colectivo de
sistematización e interpretación interna de lo que ha sido y significado el conflicto armado para las
comunidades nasa y es lo que llamamos un esquema interpretativo del conflicto armado. Para ello
acudimos al diagnóstico mismo, a la cosmología nasa, a las posiciones y análisis políticos realizados
durante más de 4 décadas por las organizaciones, y a la lectura de varios análisis realizados por
estudiosas y estudiosos del tema, todos los cuales son coherentes con la caracterización realizada
en términos históricos y jurídicos por la Corte Constitucional. A partir de dicho esquema-síntesis
justificamos las diversas estrategias o líneas de acción del Plan.

El tercer componente será el contenido programático. Las estrategias o líneas de acción


identificadas por las comunidades y organizaciones se desarrollan mediante 26 Programas y 55
Sub-Programas. Cada Programa tiene asignado un Objetivo específico y una fundamentación
jurídica para armonizar las acciones con el propósito del Plan; y los Sub-Programas incluyen una
breve descripción, los resultados e indicadores, las líneas de base 2013 y 2022, las comunidades o
zonas priorizadas si es el caso, las Metas a 1, 3 y 5 años, los organismos responsables de su
implementación, las actividades fundamentales y sus responsables directos, el cronograma y los
costos anuales y totales. Este componente ha sido perfilado en la primera fase, pero su formulación
se hará en la fase dos, acordada con el gobierno nacional para su financiación.

244
1. Objetivos del Plan

El Auto 004 de 2009 estableció como propósitos globales de los Planes de Salvaguarda los
siguientes:

 Evitar el exterminio cultural o físico de la Nación Nasa por causa del conflicto armado y otros
fenómenos asociados.
 Garantizar a la Nación Nasa y a las personas nasa desplazadas y en riesgo de
desplazamiento sus DH fundamentales:
◦ Derechos colectivos: Pervivencia étnica y cultural, libre determinación (autonomía
política), territorio y bienestar (wet wet fxi´zenxi).
◦ Derechos de las personas: vida digna, integridad personal, igualdad, petición, trabajo,
salud, seguridad social, educación, mínimo vital y protección a las personas de la
tercera edad, a la mujer cabeza de familia y a los niños.
 Prevenir el desplazamiento forzado de la Nación Nasa
 Evitar el confinamiento
 Atender adecuadamente a los indígenas nasa en situación de desplazamiento,
 Actuar frente a las conductas delictivas que producen o propician el desplazamiento.

Para lograr esos resultados generales el Plan de Salvaguarda apunta a:

 Fortalecer las capacidades organizativas, jurídicas y políticas propias de la Nación Nasa


para rechazar y responder adecuadamente la intervención directa de actores externos
armados y no-armados en el territorio, cuya presencia propicia o presiona la violación de los
derechos humanos, la infracción del derecho internacional humanitario y el incumplimiento
de los derechos colectivos y los derechos humanos individuales.
 Fortalecer las condiciones estructurales ―en el orden territorial, político y de los derechos
socio-económicos― de las comunidades de la Nación Nasa para que puedan resistir y
responder con autonomía y eficacia a los desafíos impuestos por el conflicto armado interno,
la violencia política y la presencia de actores armados y no-armados en su territorio.

2. Fundamentos (cómo interpretamos nuestros derechos colectivos)

La Corte Constitucional ha insistido en varias de sus sentencias, y especialmente en la 025 de 2004


y sus autos de seguimiento, en la necesidad de que las medidas gubernamentales incorporen un
enfoque diferencial étnico. En el Plan de Salvaguarda de la Nación Nasa los elementos
diferenciadores que deben ser vinculados se formulan a partir de la identificación que las propias
comunidades han hecho sobre la especificidad de la Nación Nasa, de su lugar en el conflicto, de su
historia de conformación como pueblo y de su cosmología. Éstos se combinan con un enfoque
basado en los derechos humanos colectivos (Houghton, 2010).

El pensamiento hegemónico insiste en entender los derechos humanos como atributos de los
individuos y se resiste no sólo a considerar que los pueblos y naciones indígenas son “sujetos
colectivos de derechos” sino a entender que incluso los llamados derechos individuales no pueden
cumplirse sino como atributos de las colectividades. Por eso, el enfoque de derechos humanos

245
colectivos es entendido por la Nación Nasa como desarrollo de una tradición jurídico-política
diferente a la occidental. En el Plan de Salvaguarda de la Nación Nasa entenderemos un enfoque de
derechos colectivos, teniendo en cuenta los siguientes elementos:

El primer elemento es que el enfoque BDH no puede sino apoyar abiertamente el fortalecimiento
político e institucional de los sujetos de derecho, en este caso la Nación Nasa. La progresiva
conquista de los derechos políticos, en especial la realización del derecho de libre determinación o la
práctica de diversas modalidades de autonomía política al interior de los Estados, implica para las
sociedades indígenas pasar desde el seno de las sociedades civiles a ser comunidades políticas no
estatales. El derecho humano a la libre determinación de los pueblos se asimila al derecho a la
existencia y la libertad de las personas, como lo han señalado los Tribunales Constitucionales de
varios países. En el debate previo a la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de
los Pueblos Indígenas, se reiteraba que la libre determinación era el fundamento de todos los demás
derechos humanos, la condición de posibilidad de los derechos individuales y de grupo; tanto la
ciudadanía como la existencia misma suponen una comunidad política (estatal o no estatal) que las
garantizan, protegen o reproducen.

En materia de derechos humanos no es posible empoderar a los pueblos indígenas y al Estado al


mismo tiempo. Por el contrario, empoderar a la Nación Nasa para la exigibilidad de sus derechos
debe significar necesariamente desempoderar a las élites gobernantes y a los poderosos de los
territorios donde ésta habita. De lo contrario, estaríamos en el absurdo de empoderar a actores
responsables de las violaciones o, dicho de otro modo, en el absurdo de que el enfoque basado en
derechos humanos no cumpliera los requisitos de la "acción sin daño" en que está basado. Pues la
historia de los derechos humanos en Colombia no es la de un Estado garantista ampliando sus
compromisos, sino la de la sociedad civil empoderada arrancando obligaciones al Estado. Para los
pueblos indígenas de América, los Estados coloniales y sus herederos republicanos son sin ninguna
duda no sólo Estados que obstaculizan el ejercicio de los derechos sino los perpetradores del más
grande despojo de los mismos. Un enfoque consistente habrá de encaminarse a fortalecer las
condiciones de exigibilidad, la capacidad de movilización y autoorganización del sujeto de derecho,
al tiempo que aumenta como pre-requisito frente a los gobiernos nacional, territorial y a las
instituciones mismas, la exigencia de garantías de seriedad y compromiso.

Un segundo elemento ―reiterado en el ejercicio de reflexión comunitaria en las 185 asambleas


realizadas― es que los satisfactores de los derechos humanos de la Nación Nasa no pueden ser
sino satisfactores colectivos, lo que de ninguna manera riñe con los derechos de las personas nasa;
antes bien, es su fundamento de realización, del mismo modo que las obligaciones frente a los
individuos son entendidas por la Nación Nasa como supuestos básicos de la pervivencia étnica. Esto
no es contrario a las visiones que también existen en la sociedad colombiana donde diferentes
actores sociales han reencontrado tradiciones como la del “derecho al bienestar” o la del “derecho a
la vida buena”. Obviamente, los satisfactores de estos derechos no pueden ser sino colectivos o de
grupo; en otras palabras, ni la ciudadanía liberal, ni el desarrollo, garantizan su satisfacción.

Tanto en los derechos económicos, sociales y culturales, así como en los derechos civiles y
políticos, la Nación Nasa reafirma que su cumplimiento pasa por las visiones colectivas que se
tengan de los mismos. Para ambos casos, se trata de lograr o mantener el wet wet fxi'zenxi, la vida
plena o la vida sabrosa: la paz, la educación, la salud, el respeto, el territorio, se emparentan todas

246
con esta concepción, como fue señalado de manera reiterada en las asambleas para la construcción
del Plan de Salvaguarda Nasa. De tal modo, los indicadores de satisfacción de los derechos serán
esencialmente los que muestren avances en esa dirección. Si se mantienen enfoques temáticos y
sectoriales, estaríamos lejos de responder a un verdadero enfoque basado en derechos humanos.

El tercer elemento, y para complementar lo anterior, es que los satisfactores de los derechos
colectivos de la Nación Nasa no pueden concretarse meramente en “políticas públicas”, es decir, en
“programas de cumplimiento progresivo de derechos”. La existencia de políticas públicas que
garanticen los derechos humanos es imprescindible pero de ninguna manera es un indicador de su
pleno ejercicio, así como la progresividad en materia de satisfacer los derechos humanos tampoco
es un sinónimo de su cumplimiento. Todo lo contrario: son el reconocimiento de su no garantía o no
realización. Mucho menos pueden ser mecanismos de justicialidad o de reparación frente a
violaciones masivas de derechos humanos. En situaciones como la de la Nación nasa, donde se
niegan los derechos económicos, sociales y culturales de manera sistemática, el enfoque de
"derechos programáticos" o la adopción de “políticas públicas” es totalmente insuficiente y, por el
contrario, ocultan tal realidad.

De cualquier modo, puesto que son necesarias las políticas públicas o la modificación de algunas
para la implementación del Plan de Salvaguarda de la Nación Nasa, cuando éstas se incluyan dentro
de alguna de las estrategias del Plan insistiremos en que la línea de base de dicha política pública
es “un estado de violación del derecho” y que por tal motivo los indicadores no acudirán a
expresiones como el “cumplimiento parcial” u otra variedad eufemística. Con esto se dará
cumplimiento al fallo de la Corte Constitucional cuando determinó “un estado de cosas
inconstitucional” cuya superación no podía probarse con normas sino con medidas materiales
efectivas y con la real satisfacción de los derechos fundamentales de las personas. El Plan de
Salvaguarda no abordará en ningún caso los derechos civiles y políticos en clave de cumplimiento
progresivo sino de cumplimiento inmediato.

Este enfoque es más enfático aún en la identificación de los derechos a la libre determinación, a la
cultura y el territorio, cuyos satisfactores no pueden formularse en forma de “derechos
programáticos” o de realización progresiva, pues la existencia y la libertad de un pueblo, su
existencia cultural, su territorialidad, no son apenas un objetivo plausible sino una necesidad
imperativa de existencia. Del mismo modo que el derecho a la existencia y a la libertad individual se
asimilan al derecho de libre determinación de los pueblos indígenas, el derecho al libre desarrollo de
la personalidad se asimila al derecho a la vida dentro de la propia cultura y espacialidad territorial.
Siendo estos derechos “derechos políticos”, como todos los demás incluidos en la clasificación de
derechos (civiles y) políticos, su cumplimiento no puede ser abordado con un enfoque progresivo o
programático, so pena de ser falsificado.

El cuarto elemento está vinculado con un punto general constitutivo del Enfoque Basado en
Derechos Humanos: la superación de un enfoque de necesidades o de problemas, que se expresan
en estrategias de “ayudas a los pobres” o, en el mejor de los casos, en una “mejora de las
Necesidades Básicas Insatisfechas NBI”. Estos enfoques resultan totalmente contrarios a una
política de garantía de derechos, pues los recursos, la institucionalidad y la normatividad se
transforman en dádivas administradas por una figura autoritaria que distribuye recursos públicos. Por

247
lo anterior, el EBDH colectivos se opone a las políticas de focalización del gasto mediante el subsidio
a la demanda.

La descripción de cada uno de estos fundamentos es obviamente la manera como la Nación Nasa
entiende e interpreta la definición de los derechos colectivos que considera pertinentes para el
cumplimiento de las órdenes emitidas por la Corte Constitucional. En consecuencia, son la base
para dirimir posibles contradicciones entre las medidas del Plan y la acción estatal ordinaria.
Describimos esos derechos enfocados a partir de la visión específica de la Nación Nasa. Ahora bien:
el ejercicio de conceptualización para el Plan de Salvaguarda desarrolló en extenso varios de estos
fundamentos. En seguida presentamos los componentes filosóficos, jurídicos y políticos que guiarán
la aplicación del Plan:

1. El enfoque diferencial de la salvaguarda y la reparación

“¿Qué es lo distinto de los nasa para que la reparación sea distinta?”. Así preguntaba uno de los
mayores de la comunidad cuando construíamos los fundamentos del Plan de Salvaguarda. La
pregunta se devolvió a varias comunidades para que la palabra “enfoque diferencial” no fuera una de
esas palabras que sirven para todo, y que al final no dicen nada.

El trabajo de reflexión llegó a varias conclusiones generales. La primera es que en la protección y en


la reparación lo “diferencial” está relacionado con las formas particulares como la Nación Nasa ha
vivido y sufrido la violencia política. Eso significa tanto la forma específica como los armados la han
utilizado (basados en una supuesta superioridad civilizatoria o cultural de occidente sobre los
pueblos indígenas), así como la forma específica como los nasa entienden situaciones (y conceptos)
como daño, dolor, agresión, humillación, miedo, dignidad, resistencia.

Para los nasa se trata de una violencia ejercida contra comunidades que tienen una concepción y
una práctica colectivas intensamente orgánicas, lo que implica una diseminación del daño y el dolor
de forma más veloz e intensa, así como una implicación más profunda de la victimización individual
sobre el cuerpo de las comunidades. Se trata de una violencia ejercida contra un proceso de
construcción de autonomía política y territorial muy fuertemente arraigado; una violencia ejercida
como respuesta a lo que los actores armados consideran desafíos a sus poderes de facto; una
violencia territorial que daña los procesos organizativos.

Por otra parte, se trata de una violencia contra los sistemas culturales, es decir, contra el conjunto de
las representaciones, símbolos, referentes mítico-históricos que constituyen la especificidad cultural
y étnica de la Nación Nasa. Han sido profundamente agredidos: a) la conexión ritual y mítica entre el
mundo espiritual y material alterada por el asesinato de los kiwe the', quienes cumplen la función de
enlace (los que llevan el mensaje del mundo físico al mundo espiritual, los thu'tenas o
comunicadores) y un rol fundamental en los procesos de armonización social y cultural en el mundo
nasa a través de acciones para el restablecimiento del equilibrio; b) el orden territorial (que los nasa
consideran natural-espiritual) y su vinculación con los espacios propiamente espirituales, en
particular por la ocupación militar de los sitios de páramo, nacederos de agua y lagunas; c) los
símbolos de autoridad (chontas28 y varas29) o de encargo (bastones30), utilizados por los actores

28 Que utilizan los kiwe the' o médicos tradicionales.


29 En nasayuwe kha'bu nwesx, que utilizan las autoridades políticas o cabildantes.

248
armados como método de camuflaje, lo cual altera el sentido profundo de conexión con los
mandatos de la ancestralidad o Ley de Origen31; d) la memoria de resistencia, con la captura
simbólica (uso de nombres e imágenes) de figuras como Quintín Lame para nombrar acciones o
grupos armados que no responden ni en su práctica ni en su propósito a los principios nasa.

La segunda conclusión general es que los nasa (y en general los indígenas) tienen unos dispositivos
particulares para interpretar, enfrentar y superar dicha violencia política. Lo más relevante en este
campo es que existe continuidad entre las vivencias del mito-memoria y las vivencias históricas de la
Nación Nasa. El mito-memoria originario nasa esencialmente explica la existencia como un proceso
de crisis causado por la envidia (tener todo para uno solo) y superación de la crisis lograda con el
equilibrio (cada ser tiene lo que le corresponde), entendiendo cada ser como nasa con plenos
derechos de existencia, incluyendo a los seres no-humanos (animales, plantas, minerales, agua).
Dice Sisco (2001) que esta situación se presenta desde que “éramos taafxi, espíritu (viento), energía
y movimiento, nos chocábamos los unos con los otros, nos hacíamos daño, fue todo un caos”.
Luego, ya con cuerpos materiales, “de contentos se volvieron insoportables... se agruparon los
grandes, los chicos, los medianos, los más pequeños y menudos; todos pretendían su espacio pero
los grandes agredían a los pequeños, había egoísmo. En una palabra el desorden continuó”. Y
cuando ya los nasa poblaban la tierra, de nuevo,

“las personas que entraron a vivir en la casa grande empezaron a caminar y caminar
por todas partes y esto trajo consigo otras consecuencias porque algunos seres
inconscientemente ocupaban los espacios de los demás y se cruzaban sin permiso
incomodando a los propios, y eso es un problema. En muchos sitios y en muchas
ocasiones se enfrentaron; no oían los llamados de atención de los hermanos
afectados. Unos, sin tener en cuenta el consejo de la madre se fueron a pelear en la
montaña (cabeza de la tierra)” (Sisco et al., 2001).

La solución reiterada a la situación de crisis producida por el egoísmo y la envidia, recurrentemente


tiene solución en la cosmovisión distribuyendo el espacio y las funciones. Prosigue Sisco (2001):

“Cada quien con su yuwe (boca, lengua, decir), üus (corazón, sentimiento) y
habilidad especial para vivir, cada uno de los hijos tomó un espacio conveniente de
acuerdo a sus condiciones de vida, cada especie guardó su relación con los demás y
con su madre”.

30 Que utilizan los kiwe thegna o pu'yakh'sa', conocidos como guardias indígenas, encargados de la tarea ancestral de
cuidar el territorio.
31 Según Viluche: “El uka fizenxi, o 'armonización del bastón del cabildo', es otro de los rituales del año para volver a
ser parte de la organización espiritual de los Nej: Uma y Tay; es la razón de la utilización de las varas con sentido de
autoridad como nejwe`sx. Cuando las personas portan las varas del cabildo no solo representan la autoridad de una
comunidad, sino que son parte de la autoridad espiritual fundada desde el origen del pueblo nasa. El refrescamiento
de las varas de mando de los nejwe´sx (personas seguidoras de los Nej) en los diferentes sitios sagrados (laguna
Juan Tama de la Estrella Calambás), significa volverse a enraizar en las leyes ancestrales de la naturaleza... Este
ritual significa limpiar el sucio de los problemas y enfermedades de la comunidad que se acumulan durante el año,
porque si no se hace, los conflictos sociales se van al extremo, llega gente extraña que causa guerra,
división, manipulación y dominación del territorio” (Destacados fuera de texto) (Viluche, s.f). Viluche, s.f. “El
camino de la investigación como política para recrear y revitalizar el conocimiento ancestral”, Ponencia presentada
en Seminario Otros Saberes LASA, sin publicar.

249
De allí que el conflicto armado y los conflictos sociales se insertan en esta trama de significado. Es el
irrespeto al derecho del otro, entendido como espacio de cada quién, lo que produce el conflicto, que
debe resolverse devolviendo a cada uno su lugar. El restablecimiento del derecho o de los derechos
de cada uno (a decir, a sentir, a hacer) es intrínseco de la cultura nasa y ha reaparecido en los
diversos momentos políticos de la lucha de esta Nación. Conceptos como “recuperación de los
resguardos y los cabildos”, “liberación de la Madre Tierra”, “revitalización del nasayuwe”, entre otros,
promovidos con el sentido político que estas expresiones tienen para occidente, en realidad
expresan una expectativa de reencuentro cultural entre diferentes temporalidades, que en el
pensamiento nasa acontecen más bien en términos espaciales: un lugar de los espíritus-energías-
sueños, más que un tiempo pasado perdido.

En el fondo está la idea de la energía cambiante, originadora de los nasa. Se expresa en el carácter
primordial del viento, el trueno y el rayo (la luz y el fuego) pues

“Cuentan los que saben y dicen que en la tierra cósmica (espacio) existen dos
corrientes de viento, mas antes, estos vientos corrían y corrían con tal fuerza pero sin
rumbo por el espacio. En una de esas correrías de pronto los dos se rozaron, los dos
vientos eran personas; una era de sexo femenino y otro de sexo masculino. La
impresión que se llevaron ambos fue impactante, como queriendo saber del uno al
otro. Las dos corrientes de viento se arremolinaron formando un gran círculo como
entre una danza, cuando se cansaron de arremolinarse e hicieron un pare. La mujer
viento tenía anaco32, su cinto asegurada con chumbe (faja) adornado de múltiples
figuras además de su cinto resaltaba una vara que en la punta tenía asegurado un
manojo de lana del cual ella hilaba e hilaba, era su vara de mando. El hombre viento
con ruana negra y pantalón que le daba hasta los tobillos, con sombrero de pindo
(hoja de caña brava), con los pies descalzos, en la mano izquierda portaba una vara
de mando de oro. Los dos se pararon de extremo a extremo, se dieron una media
mirada y sus rostros inmediatamente clavaron sus ojos hacia abajo” (Sisco et al.,
2001).

Yule Yatacué (2012) presenta la versión del the'wala José María Quitumbo recogida por Carmen
Vitonás. En ella sxlapun (trueno) produce la luz/la candela a instancias de ksxa'w (sueño, espíritu);
se trata de un evento de auto-producción. En efecto, en otras versiones, sxlapun es reconocido
explícitamente como un ser hermafrodita. La vinculación entre el trueno y la energía de la que habla
el relato de Sisco es una clara referencia a la energía que se autogenera y es el origen de todos los
seres (nasa). En la vida cotidiana de los nasa, el procedimiento para reconducir la vida a las formas
originarias es la armonización o reconciliación con el trueno, a la cual se accede mediante el rayo o
fuete y el refrescamiento. Ambos procedimientos son realizados por el the'wala, quien actúa como
comunicador del mundo físico con el mundo espiritual.

Para efectos de la reparación, las personas y colectivos que han sufrido desequilibrios o tienen
ptansh (sucios) deben pasar por rituales de armonización, en dirección a restablecer el wet fxi'zenxi,
la vida plena o la vida sabrosa. Esto ocurre también en el contexto del conflicto armado tanto para
las víctimas como para los victimarios, aun cuando las acciones para el restablecimiento son
diferentes según el sujeto.

32 Anaco, falda hecha con hilo de lana de ovejo.

250
Durante el proceso de construcción del Plan de Salvaguarda Nasa, quedó claro que las
concepciones de reparación y justicia están fuertemente ligadas a esta concepción, que algunos
indígenas asocian a la idea de bienestar usualmente utilizada en occidente. En particular, la idea de
justicia en el pensamiento nasa tiene como horizonte la búsqueda de la armonía comunitaria, por lo
que es posible encontrar ejercicios de justicia ligados con la compensación, la retribución y el
equilibrio dependiendo de la circunstancia misma que se pretende armonizar, lo cual no es
contradictorio con un ejercicio de justicia colectivo y comunitario, donde la norma que se aplica se
actualiza con el análisis del caso.

Cuando no es posible tal armonización porque el conflicto, el sucio o la desarmonización se


mantienen, las experiencias de la muerte y la violencia se trenzan con representaciones más ligadas
con la historia reciente de la cultura nasa (especialmente los últimos 500 años), donde la
trascendencia espiritual ha debido articularse con la resistencia a la conquista y colonización. La
persistencia de la violencia de la conquista y la esclavitud es el marco o gramática de interpretación
de la violencia política reciente por parte de los nasa, quienes la conciben y viven como continuidad
de la expropiación, el despojo colonial y la discriminación, como fue reiterado enfáticamente durante
todas las asambleas para la construcción del Plan de Salvaguarda. De esto se desprende que
superar la violencia presente implica superar la violencia histórica, los rezagos coloniales y las
estructuras que reproducen la discriminación, el racismo y la discriminación racial y étnica, en lo que
nos detendremos más adelante.

Las respuestas a la violencia política y, en general, a la violencia (la muerte, el dolor, la humillación,
la tortura), corresponden a dispositivos específicos y tramas culturales asociadas a esa guerra,
donde concepciones sobre la dignidad y el carácter guerrero que se auto adjudican los nasa,
resultan relevantes. Para un pueblo que se reconoce “en resistencia” ante la que considera una
guerra perpetua contra su existencia misma, la construcción de una representación reforzada de la
dignidad es básica en el trato político: el respeto y el reconocimiento como sujetos no subordinados
son las principales exigencias nasa de toda interlocución. Por otra parte, la desconfianza agudizada
ante los incumplimientos por parte de agentes estatales (más de 26 acuerdos de diferentes
gobiernos han sido incumplidos total o parcialmente) produjeron la valoración de que los tiempos del
diálogo con el Estado y otros actores no estatales se parecen más a armisticios que a formas
normales de las relaciones socio-políticas. Por ello, los nasa se reconocen como “guerreros en paz”,
aludiendo a su total disposición a entablar relaciones armoniosas con el Estado, al tiempo que
reclaman el derecho a la desconfianza.

La tercera conclusión pertinente para el enfoque diferencial es de orden más político que étnico,
vinculado a la forma como los nasa entienden el conflicto armado contemporáneo. Para la Nación
Nasa el Estado en muchas ocasiones ha sido el victimario directo e indirecto. De tal modo, para las
comunidades nasa la protección incluye salvaguardarse de la acción ilegal de los funcionarios
públicos y prevenir nuevas victimizaciones estatales. Por esta razón, no es un detalle menor que
todas las asambleas para la construcción del Plan de Salvaguarda hayan reivindicado― apelando a
su demanda para el ejercicio de su derecho a la autonomía― que las medidas de salvaguarda
deben consistir fundamentalmente en acciones propias realizadas por las comunidades nasa.

Esto es más contundente en términos de atención y reparación, donde las comunidades reclaman
que las acciones típicamente humanitarias deberán realizarse por medio de las autoridades

251
indígenas o los órganos creados por las comunidades para tal efecto. Por lo mismo, la prevención,
reparación y atención integral a las víctimas (comunidades, familias, individuos y Madre Tierra)
deberán realizarse de forma exclusiva mediante mecanismos civiles. Es totalmente contrario al
espíritu nasa y del Plan de Salvaguarda cualquier acción que se pretenda realizar por medio de
organismos armados del Estado o privados.

La cuarta conclusión sobre el enfoque diferencial en la atención y reparación, y sobre todo en la


justicia, es la aplicación del principio rector de la garantía de no-repetición de los hechos que han
vulnerado los derechos colectivos e individuales de la Nación Nasa. Estos hechos en el mito-historia
reaparecen como ciclos de un mismo proceso. Sin dicha garantía, cualquier atención o reparación
tendrá más bien un carácter legitimador de la violencia estructural o funcional que se haya
establecido como si fuese el régimen político.

El hecho de que la continuidad entre mito e historia permita un acceso y salida múltiple al tiempo (al
lugar del tiempo), abre así mismo una dimensión adicional: la experiencia trans-temporal de la
violencia, de la humillación, de la dignidad atropellada o negada. Las voces en las asambleas para la
construcción del Plan de Salvaguarda Nasa fueron insistentes en “actualizar” las agresiones del
pasado, presentarlas como hechos presentes que pueden verse y experimentarse por todos los
asistentes al momento del recuerdo. De este modo, el olvido decretado por historiadores o normas
que supuestamente resuelven viejas contradicciones, no puede instalarse. De ahí que los rituales de
curación y la aplicación de justicia a antiguos casos de violencia política sean fundamentales.

En varios talleres realizados con mayores de las comunidades nasa del Cauca para recordar los
momentos de violencia y los ejercicios de resistencia (Caballero, 2011), fue reiterada la actualización
vívida de las muertes, desapariciones y encierros que ocurrieron en los años setenta al inicio de las
recuperaciones de tierra. La prescripción de estos delitos por la justicia ordinaria e incluso por la
narrativa política de la organización indígena, no lograron sanar estos hechos, que se evocaban en
el marco de la caracterización del conflicto armado actual, valga decirlo, 40 años después.

La quinta conclusión es que el restablecimiento/protección de los derechos constitucionales debe


partir de la concepción nasa del derecho y de la concepción propia sobre el sujeto del derecho a la
protección y la salvaguarda. Para los nasa el derecho es entendido como equidad en el vivir de
todos los nasa (todos los seres), que a su vez propende por la armonía como resultado del equilibrio
entre los seres y de la exigencia a los extraños para que respeten ese equilibrio. La concepción del
sujeto que debe ser salvaguardado, como ya se ha insinuado arriba, incluye dimensiones culturales,
territoriales, étnicas, materiales, espirituales, y políticas vitales. En realidad, estas dimensiones son
la forma como la sociedad occidental nombra una continuidad espiritual-natural integral.

Esta continuidad espiritual-natural (que a su vez implica una articulación orgánica muy imbricada de
esas dimensiones) hace muy sensibles a la cultura y las comunidades las afectaciones de la guerra,
así como las posibles medidas de protección, atención, reparación, restitución o indemnización que
se adopten. El principio reconocido a nivel internacional de la acción sin daño es clave para impedir
que posibles medidas de atención se conviertan en nuevas victimizaciones sobre otras dimensiones
del mismo sujeto.

252
Todas estas conclusiones de la Nación Nasa son convergentes con diferentes aproximaciones
realizadas por académicos y funcionarios del Estado respecto al enfoque diferencial. Por ejemplo,
César Rodríguez Garavito y Yukyan Lam (2010a, 2010b) proponen los elementos que deben ser
tenidos en cuenta para una reparación étnica integral: 1) Las reparaciones deben incluir tanto
componentes procedimentales como sustantivos, 2) deben tener una dimensión colectiva, 3) deben
ser adecuadas y efectivas, por tanto la determinación de las medidas de reparación debe partir de lo
específico y debe ser enfocada hacia la satisfacción de las necesidades del grupo étnico, 4) deben
respetar la identidad cultural particular del grupo étnico, 5) deben ser consultadas con el grupo étnico
y éste debe retener cierto nivel de control sobre su implementación, 6) las medidas complementarias
de compensación deben formar parte de las reparaciones, 7) deben tomar en consideración los
agravios históricos y su impacto superviviente, 8) El significado de la violación debe ser visto a
través del lente del grupo étnico, 9) La búsqueda de la verdad y de la justicia, como parte integral de
la reparación, es particularmente significativa para muchos grupos étnicos, 10) En la determinación
de las medidas de reparación debe considerarse el significado especial de la tierra para los grupos
étnicos, y en casos de despojo, la restitución es el modo más idóneo de reparación.

Del mismo modo, éstos son elementos ya reconocidos formalmente por el Estado colombiano. El
Decreto Ley 4633 (2011) señala en su art.1:

Las medidas de atención integral, protección, reparación integral y restitución de


derechos territoriales para pueblos y comunidades indígenas como sujetos colectivos
y para sus integrantes individualmente considerados, serán acordes con los valores
culturales de cada pueblo y garantizarán el derecho a la identidad cultural, a la
autonomía, a las instituciones propias, a sus territorios, a sus sistemas jurídicos
propios, a la igualdad material y a la pervivencia física y cultural, de conformidad con
la dignidad humana, el principio constitucional del pluralismo étnico y cultural y el
respeto de la diferencia.

En el art. 5 y el art. 6, señalan así mismo que la reparación, entendida como “restablecimiento del
equilibrio”:

“se entenderá como un proceso que incorpora un conjunto de medidas y acciones


transformadoras, justas y adecuadas dirigidas a fortalecer la autodeterminación y las
instituciones propias, garantizar el goce efectivo de los derechos territoriales y el
restablecimiento de los mismos, en caso de que hayan sido vulnerados, e
implementar medidas de indemnización, rehabilitación, satisfacción y garantías de no
repetición. Los derechos a la justicia y a la verdad hacen parte de la reparación
integral de las víctimas” (Decreto Ley 4633, 2011, art.5).

“Artículo 6. GARANTÍA DE PERVIVENCIA FÍSICA Y CULTURAL. Las medidas


establecidas en el presente decreto contribuirán a garantizar efectivamente la
pervivencia física y cultural de los pueblos indígenas. Para ello, propenderán por
eliminar las condiciones y situaciones de vulnerabilidad y riesgos, en especial las
descritas por la jurisprudencia nacional e internacional. Las medidas y acciones de
reparación integral deben contribuir a garantizar la permanencia cultural y la
pervivencia de los indígenas como pueblos, conforme a su Plan de Vida oral o

253
escrito, su ordenamiento ancestral, su cosmovisión y/o Ley de Origen, Ley Natural,
Derecho Mayor o Derecho Propio. Asimismo, estas medidas deberán ajustarse a los
estándares nacionales e internacionales de reparación integral a los pueblos
indígenas, de manera que garanticen las condiciones para que éstos puedan tener
un buen vivir con garantías de seguridad, autonomía y libertad” (Decreto Ley 4633,
2011, art.6).

La Unidad de Víctimas (2011) plantea al respecto que en el caso de pueblos indígenas y


afrodescendientes que: 1) la víctima es la comunidad o pueblo como sujeto colectivo, 2) además del
desplazamiento, las masacres, las desapariciones forzadas y otros comúnmente reconocidos, se
debe incluir como hecho victimizante la violación a los derechos colectivos y factores subyacentes y
vinculados al conflicto armado (que no es otra cosa que lo dicho por la Corte Constitucional), 3) la
atención humanitaria deberá brindarse con un enfoque diferencial étnico, 4) las rutas de retorno o
reubicación deben concertarse con la comunidad o grupo, 5) la autoridad representa a la comunidad
y se debe garantizar la participación de las víctimas individuales y las comunidades receptoras, 6) en
los Planes Integrales de Reparación Colectiva, la caracterización de los daños y afectaciones se
hace con metodologías participativas definidas con las autoridades comunitarias y la formulación del
plan se realiza a través de un proceso de consulta previa, 7) las indemnizaciones serán
preferiblemente colectivas, para lo cual se constituirán fondos comunitarios administrados por las
autoridades de la comunidad.

2. La Nación Nasa es el sujeto colectivo de los derechos del Plan de Salvaguarda

El pueblo nasa ―conformado por decisión autónoma como Nación Nasa desde las raíces culturales
y de los planteamientos de los caciques ancestrales33― es uno solo y corresponde a su fuero interno
determinar la forma de organización de su sistema político-territorial, según lo previsto en la
Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos Humanos de los pueblos indígenas (DDPI,
2007). La Nación Nasa está organizada en comunidades políticas locales que se reconocen como
fuente primordial de autoridad y poder, en armonía con la Ley de Origen nasa. Estas comunidades
tienen como forma de gobierno los cabildos, los sat nej'we'sx (caciques) y los nej'we'sx (colectivos
de autoridades ancestrales), articulados en asociaciones de autoridades nasa zonales o
asociaciones regionales multiétnicas (en la actualidad, departamentales). Para todos los efectos
legales, el concepto de pueblo se asimila al de Nación, que los nasa han construido en su historia de
siglos.

El Auto 004 de 2009, en tanto título jurídico exigible, tiene como beneficiario único a la Nación Nasa
como sujeto colectivo. En consecuencia, los derechos colectivos de la Nación Nasa no podrán ser
exigidos por nadie diferente a sus autoridades y asociaciones de autoridades reconocidas por las
comunidades de acuerdo a lo aquí señalado. El Estado colombiano se abstendrá de dar personería
o reconocimiento jurídico a cualquier grupo de comuneros/as nasa que pretenda actuar como
representante de la Nación Nasa o alguna de sus comunidades por fuera de esta estructura de
gobierno.

33 Los nasa fueron reconocidos como Nación por la propia Corona española, con quienes interlocutó atendiendo su
unidad política, los derechos territoriales y las formas de gobierno equiparables a las de la época. (Rappaport,
2000).

254
Adicionalmente, a futuro harán parte del sistema político-territorial nasa las comunidades que se
conformen de acuerdo con los principios político-culturales nasa y que sean reconocidas por las
comunidades de origen de las familias reasentadas o reubicadas.

Las poblaciones nasa desplazadas forzosamente por causa de la violencia política o por procesos
migratorios socio-económicos hacia ciudades y centros urbanos que no hacen parte de la
territorialidad ancestral nasa, son consideradas por el sistema político-territorial de la Nación Nasa
como comunidades políticas con derecho a constituir un cabildo o forma de autoridad tradicional. Su
conformación se hace con la autorización de las comunidades de origen de las familias desplazadas
y debe estar articulada permanentemente a las asociaciones de autoridades regionales
representativas y acatar las definiciones de sus Congresos y Juntas Directivas, o las figuras que
hagan sus veces. Para los asuntos relacionados con intereses locales, las autoridades nasa urbanas
constituidas con el anterior procedimiento tienen las mismas competencias que los cabildos locales
territoriales, salvo las relacionadas con la aplicación de justicia, que se administra por parte de las
autoridades políticas y espirituales de las comunidades de origen de las diferentes familias34.

En tanto sujeto colectivo afectado como un todo, el Plan de Salvaguarda deberá preservar y proteger
a toda la Nación Nasa, independiente de los niveles de victimización producidos por el conflicto
armado y demás fenómenos asociados en las diferentes regiones del país. La diferente intensidad
de los factores de riesgo y victimización sólo serán tenidos en cuenta para la priorización de medidas
de atención de emergencia, pero no podrán ser utilizados para excluir a comunidades nasa de las
acciones, programas, políticas y presupuestos de prevención, atención, reparación y protección.

Como sujeto colectivo de derechos, según la jurisprudencia de la Corte Constitucional colombiana, a


la Nación Nasa le corresponden fundamentalmente los derechos colectivos a la pervivencia étnica y
cultural (que corresponde al derecho a la vida), libre determinación o autonomía política (que
corresponde al derecho a la libertad), territorio y bienestar (wet wet fxi´zenxi). A los miembros
individuales de la Nación Nasa, corresponden los derechos de las personas que la Corte
Constitucional ha determinado: derechos a la vida digna, integridad personal, igualdad, petición,
trabajo, salud, seguridad social, educación, mínimo vital y protección a las personas de la tercera
edad, a la mujer cabeza de familia y a los niños.

A este propósito es bueno recordar que la afirmación de los pueblos indígenas como sujetos de
derecho en el ordenamiento colombiano deriva del principio de diversidad étnica y cultural
consagrado en los artículos 7 y 70 de la Constitución Política (1991). La Corte Constitucional ha
afirmado que:

“la comunidad indígena ha dejado de ser solamente una realidad fáctica y legal para
pasar a ser sujeto de derechos fundamentales. En su caso, los intereses dignos
de tutela constitucional y amparables bajo la forma de derechos fundamentales, no
se reducen a los predicables de sus miembros individualmente considerados, sino
que también logran radicarse en la comunidad misma que como tal aparece dotada
de singularidad propia (…)” (T-380, 1993).

34 La aplicación de justicia requiere un proceso de reencuentro con el ksxaw, a través del rayo y el agua, simbolizados
en el fuete o el refrescamiento (inmersión en lagunas sagradas), que sólo puede darse en el territorio nasa.

255
La Corte sostiene que no se puede garantizar la protección de la diversidad étnica si antes no se
reconoce la personería jurídica a los pueblos indígenas. Sólo si existe un sujeto de derecho definido
se pueden poner en marcha los mecanismos para que éste pueda gozar de sus derechos
fundamentales y exigir la protección de éstos cada vez que son violados (T-380, 1993).

La Corte además precisa que:

“Los derechos fundamentales de las comunidades indígenas no deben


confundirse con los derechos colectivos de otros grupos humanos. La
comunidad indígena es un sujeto colectivo y no una simple sumatoria de sujetos
individuales que comparten los mismos derechos o intereses difusos o colectivos”.
(T-380, 1993) .

En la Sentencia T-514 (2009), la Corte recordó el reconocimiento de la personaría jurídica de los


pueblos indígenas comporta que: 1) las comunidades indígenas son titulares de derechos
fundamentales; 2) estos derechos son diferentes a los derechos de cada miembro de la comunidad y
también a la sumatoria de aquellos y 3) no son derechos asimilables a los derechos colectivos de
otros grupos sociales. Además, agregó que ese reconocimiento tiene consecuencias políticas y
jurídicas de gran alcance, entre las que cabe destacar: 4) el rango de norma constitucional de esos
derechos; 5) la procedencia de la acción de tutela para su protección y 6) la necesidad de que los
conflictos entre estos derechos y los derechos fundamentales de cada uno de los miembros de una
comunidad indígena se resuelvan mediante ponderación o reiteración de las subreglas sentadas por
la Corte, y no mediante el principio de jerarquía normativa (ley superior deroga ley inferior).

La jurisprudencia constitucional ha resaltado además que los pueblos indígenas, al igual que los
integrantes de sus comunidades, son sujetos de protección constitucional reforzada, de acuerdo con
lo dispuesto en el artículo 13 de la Constitución35, que ordena a todas las autoridades prodigar un
trato especial (favorable) a grupos y personas que se encuentran en condición de vulnerabilidad o en
situación de debilidad manifiesta. Lo anterior caracteriza a los pueblos indígenas como sujetos
jurídicos de especial protección constitucional debido la existencia de

“patrones históricos de discriminación aún no superados frente a los pueblos y las


personas indígenas; la presencia de una cultura mayoritaria que amenaza con la
desaparición de sus costumbres, su percepción sobre el desarrollo y la economía y,
en términos amplios, su modo de vida buena (lo que suele denominarse
cosmovisión); y la especial afectación que el conflicto armado del país ha significado
para las comunidades indígenas, principalmente por el interés de las partes en
conflicto de apoderarse o utilizar estratégicamente sus territorios, situación que
adquiere particular gravedad, en virtud de la reconocida relación entre territorio y
cultura, propia de las comunidades aborígenes” (T – 253, 2011).

Hasta el momento, cuando han surgido problemas relacionados con el reconocimiento y respeto de

35 “(…) El Estado promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y adoptará medidas en favor de
grupos discriminados o marginados. //El Estado protegerá especialmente a aquellas personas que por su condición
económica, física o mental, se encuentren en circunstancia de debilidad manifiesta y sancionará los abusos o
maltratos que contra ellas se cometan” (CP,1991, Art. 13).

256
los derechos reconocidos al pueblo nasa como sujeto colectivo de derechos, el gobierno siempre los
ha abordado en relación con el daño causado a la comunidad o a las comunidades directamente
involucradas en el asunto específico. Pero el gobierno nunca ha considerado que el daño causado
por la violación de los derechos fundamentales de una determinada comunidad es, en realidad, un
daño causado a toda la Nación Nasa. En contraste, el planteamiento de la Corte señala, por
ejemplo, que el despojo de un determinado territorio es una acción que compromete la sobrevivencia
física, cultural y espiritual de la totalidad de la Nación Nasa en su conjunto, y no sólo de las
comunidades directamente afectadas.

Por esa razón, el presente Plan de Salvaguarda hace referencia a la persona jurídica de la Nación
Nasa, en cuanto la titularidad de los derechos es de toda la nación, que los ejerce y los protege
según sus formas de autogobierno, como máxima expresión de los derechos a la libre determinación
y la autonomía.

3. El fundamento central del Plan es el fortalecimiento de la libre determinación y la autonomía


de la Nación Nasa

En materia de autonomía, el Plan de Salvaguarda se acoge al principio de que la Nación Nasa es un


sujeto de libre determinación. En consecuencia, no podrá ejecutarse ninguna medida de salvaguarda
que restrinja o limite el derecho a la autonomía de la Nación Nasa.

Uno de los elementos clave del presente Plan de Salvaguarda es el fortalecimiento de la autonomía
y del autogobierno de la Nación Nasa, como expresiones máximas del ejercicio del derecho a la libre
determinación y como elementos fundamentales para garantizar la supervivencia como pueblo en el
marco del conflicto.

Los derechos a la libre determinación, autonomía y autogobierno están consagrados explícitamente


en la DDPI. Es importante remarcar que, si bien la DDPI no hace parte del bloque de
constitucionalidad, de acuerdo con lo establecido por la Corte Constitucional, se considera la misma
como marco legal necesario para la correcta interpretación y aplicación de los derecho de los
pueblos indígenas en Colombia (T-704,2006). Además, este instrumento no es la única fuente
jurídica que nos permite identificar el contenido de estos derechos fundamentales para la pervivencia
de los pueblos indígenas en Colombia. Con respecto a la libre determinación, el art. 3de la DDPI
(2007) afirma que

“Los pueblos indígenas tienen derecho a la libre determinación. En virtud de ese


derecho determinan libremente su condición política y persiguen libremente su
desarrollo económico, social y cultural”.

En otras palabras, esta norma establece que la Nación Nasa tiene el derecho de reconocerse como
tal en cuanto ha desarrollado una identidad propia y formas de organización internas, de carácter
ancestral, que la diferencian del resto de los habitantes de Colombia. En su ámbito externo, según la
Corte, los derechos a la libre determinación y a la autonomía comprenden al menos tres ámbitos de
interés de los pueblos indígenas:

Reconocimiento del derecho a participar en las decisiones que los afectan;

257
participación política de estas comunidades en la esfera de representación nacional
en el Congreso; protección de las formas de autogobierno y de autodeterminación de
las reglas jurídicas al interior de los pueblos indígenas. Esto presupone el derecho de
las comunidades a (i) decidir su forma de gobierno (CP, 1991, art. 330); (ii) el
derecho a ejercer funciones jurisdiccionales dentro de su ámbito territorial (CP, 1991,
art. 246) y (iii) el pleno ejercicio del derecho de propiedad de sus resguardos y
territorios, con los límites que señale la Constitución y la ley (T-973, 2009).

Con base en lo expuesto anteriormente, las asableas para la formulación del Plan de Salvaguarda
Nasa señalaron la importancia de prestar particular atención al fortalecimiento de la autonomía y del
autogobierno de la Nación Nasa como sujeto de libre determinación. Estos principios constituyen la
base sobre la que debe darse pleno cumplimiento a todos los demás derechos de la Nación Nasa.
Sin autodeterminación y sin la posibilidad de adoptar las formas de Gobierno Propio de forma
completa, en un contexto de paz y de respeto por parte de las autoridades nacionales y de los demás
grupos étnicos, nunca se podrá hablar de derecho al territorio, a la identidad cultural, a la justicia
propia y de todas las demás garantías contenidas en las normas internacionales de derechos
humanos y en la Constitución Política.

La DDPI es el primer instrumento de derecho internacional que reconoce expresamente el derecho


fundamental a la libre determinación de los pueblos indígenas. Con anterioridad, este principio
estaba contenido en Artículo 1 de la Carta de las Naciones Unidas (1945), el artículo 1 del Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1966), el artículo 1 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos (1966), la Resolución 1514 (1960) de la Asamblea
General de la ONU dirigida a la Descolonización, así como en otros instrumentos internacionales de
derechos humanos36.

La DDPI cumple una importante ampliación interpretativa de este principio en cuanto reconoce que
los pueblos indígenas tienen el mismo derecho a la libre determinación que el que disfrutan otros
grupos que se identifican como pueblos y, por esta razón, rompe el vínculo que este principio tenía
con los conceptos de estatalidad y soberanía. Esta “nueva” interpretación del concepto de libre
determinación es mayormente conforme a la concepción que históricamente ha tenido el movimiento
indígena internacional y nacional. En efecto, los pueblos indígenas han considerado el derecho a la
libre determinación como el terreno para radicar su autonomía, el autogobierno, el reconocimiento al
territorio y, en definitiva, para postular una nueva dinámica con la entidad de gobierno nacional. En
otras palabras, el derecho a libre determinación no plantea una fragmentación del orden estatal, sino
una reescritura de las relaciones entre pueblos que conviven en un mismo Estado y con fundamento
en el principio de reconocimiento y respeto recíproco.

El principio de libre determinación de los pueblos indígenas es a todos los efectos un derecho
humano. Históricamente, este derecho ha encontrado su mayor desarrollo en la disciplina
internacional específica de los derechos humanos (Kuppe, 2010). En efecto, los instrumentos
internacionales más importantes que han tratado este argumento han identificado en el derecho a la

36 Sobre todo con base en estas fuentes, antes de la adopción de la DDPI, el derecho a la libre determinación había
sido históricamente relacionado con la práctica de los estados de formar estados nacionales y, sucesivamente, con
su aplicación en el contexto de la descolonización que dominó el escenario mundial de la segunda mitad de siglo
XX.

258
libre determinación un derecho reconocido colectivamente a los pueblos que se identificaban como
tales. En este sentido, con respecto los pueblos indígenas, James Anaya (2009:17) destaca que

“[a]l pertenecer a los “pueblos”, el derecho de libre determinación, y otros derechos


afirmados en la Declaración, son derechos colectivos pero, en cualquier caso, son en
el fondo derechos humanos o, al menos, se derivan de ellos o son instrumentales
para los mismos”.

Por lo tanto, el derecho de los pueblos indígenas a la libre determinación, en cuanto derecho
humano, es universal y su aplicación debe ser flexible y dinámica para que logre de forma plena su
función de protección de todos los demás derechos al que están vinculados (Kuppe, 2010). Con
respecto al derecho a la autonomía y al autogobierno, el artículo 4 de la DDPI (2007) afirma que:

Los pueblos indígenas, en ejercicio de su derecho de libre determinación, tienen


derecho a la autonomía o al autogobierno en las cuestiones relacionadas con sus
asuntos internos y locales, así como a disponer de los medios para financiar sus
funciones autónomas.

Además, en el art. 5 afirma que:

Los pueblos indígenas tienen derecho a conservar y reforzar sus propias


instituciones políticas, jurídicas, económicas, sociales y culturales, manteniendo a la
vez su derecho a participar plenamente, si lo desean, en la vida política, económica,
social y cultural del Estado.

Desde una lectura conjunta de estos dos artículos se puede derivar algún aspecto del contenido de
los dos derechos a los que hacemos referencia. En primer lugar, se vincula de manera muy fuerte la
autonomía y el autogobierno con el derecho a la libre determinación. En este sentido, siendo este
último un aspecto fundamental de los derechos indígenas, la autonomía y el autogobierno son
estándares mínimos que deben ser reconocidos por los Estados a los pueblos (Kuppe, 2010). En
otras palabras, el derecho a la libre determinación en sí mismo no tiene un contenido concreto
definido y asume un significado pleno sólo si se entiende como expresión máxima de autonomía y
autogobierno. Por otro lado, la DDPI pone sobre la mesa la cuestión de los recursos económicos con
los que los pueblos indígenas tienen que contar para el ejercicio de su autonomía (art.4). En este
sentido, es obligación del Estado respetar la autonomía financiera de los pueblos indígenas y
asegurar que éstos puedan contar con la institucionalidad que favorezca la disponibilidad de medios
financieros que permiten el autogobierno y la conservación de sus instituciones propias.

Como hemos destacado anteriormente, la DDPI tiene particular importancia porque hace expresa
mención de los derechos a la autonomía y autogobierno. Sin embargo, es importante subrayar que
el Convenio 169 de la OIT, que hace parte del bloque de constitucionalidad, aunque no hace directa
referencia a estos derechos, tiene

“un enfoque de respeto por la diferencia y promoción de la autonomía de los pueblos


aborígenes, y por el reconocimiento de algunos derechos como la consulta previa y

259
el territorio colectivo, entre otros37”.

Según lo definido por las asambleas para la construcción del Plan de Salvaguarda de la Nación
Nasa, éste debe tener como consideración de base que la afirmación plena y efectiva de los
derechos a la libre determinación, a la autonomía y al autogobierno es la condición mínima y
necesaria para garantizar el ejercicio de todos los demás derechos de la Nación Nasa. En este
sentido, el Estado colombiano tiene la obligación de reconocer, proteger y reforzar la autonomía y el
autogobierno de la Nación Nasa, y su real ejercicio, como primera expresión de su derecho a la libre
determinación.

El reconocimiento del carácter pluriétnico y multicultural delineado con base en los art.1 38, 739, 840 y
7041 de la Constitución Política (1991) implica que las comunidades indígenas tienen un estatus
especial que se manifiesta en el ejercicio de facultades normativas y jurisdiccionales dentro de su
ámbito territorial de acuerdo con sus valores culturales y sus formas de autonomía y autogobierno
(SU 510, 1998). En este sentido, el presente Plan de Salvaguarda interpreta los principios de
pluralismo y multietnicidad sobre todo a la luz de lo afirmado en los artículos 3 y 4 de la DDPI en
materia de libre determinación. Sólo si se reconoce el carácter de Nación del pueblo nasa se puede
instaurar aquella relación interinstitucional que permite el real ejercicio de la autonomía y
autogobierno indígena como formas de libre determinación.

La Corte Constitucional (2009) ha definido el contenido de los derechos a la libre determinación y a


la autonomía de los pueblos indígenas tomando como fundamento jurídico los artículos 1, 7, 70, 171,
176, 246, 286, 329 y 330, entre otros, de la CP, el Convenio 169 de la OIT y otros instrumentos del
derecho internacional de los derechos humanos, como la DDPI (T-514). En este caso, es importante
remarcar que la Corte asume expresamente lo dispuesto por los artículos 3 y 4 de la DDPI como
marco de referencia para el derecho interno. Como ha indicado la jurisprudencia constitucional, la
libre determinación comprende el derecho de las comunidades étnicas a

“(…) determinar sus propias instituciones y autoridades de gobierno; a darse o


conservar sus normas, costumbres, visión del mundo y opción de desarrollo o
proyecto de vida; y de adoptar las decisiones internas o locales que estime más

37 En este sentido, de particular valor son el art.5 sobre el respeto de los valores y prácticas sociales, culturales,
religiosos y espirituales, el art.6.sobre el pleno desarrollo de las instituciones e iniciativas de los pueblos indígenas,
art.7 sobre el derecho a decidir propias prioridades de desarrollo y el art. 27 (3) sobre instituciones propias y medios
de educación.
38 “Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con
autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad
humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general.” (CP,
art.1) (Subraya fuera del texto original).
39 “El Estado reconoce y protege la diversidad étnica y cultural de la Nación colombiana.” (CP, Art.7) (Subraya fuera
del texto original)
40 ” Es obligación del Estado y de las personas proteger las riquezas culturales y naturales de la Nación.” (CP, Art.8)
41 “El Estado tiene el deber de promover y fomentar el acceso a la cultura de todos los colombianos en igualdad de
oportunidades, por medio de la educación permanente y la enseñanza científica, técnica, artística y profesional en
todas las etapas del proceso de creación de la identidad nacional. La cultura en sus diversas manifestaciones es
fundamento de la nacionalidad. El Estado reconoce la igualdad y dignidad de todas las que conviven en el país. El
Estado promoverá la investigación, la ciencia, el desarrollo y la difusión de los valores culturales de la Nación. (CP,
Art. 70)(Subraya fuera del texto original).

260
adecuadas para la conservación o protección de esos fines”.

A propósito del derecho a la libre determinación y del carácter pluriétnico y multicultural de Colombia,
la Corte afirma que:

“[l]a Constitución señaló como un deber estatal el reconocimiento y protección de la


diversidad étnica y cultural de la Nación Colombiana, correspondiéndole garantizar la
igualdad y dignidad de todas las culturas que conviven en el país, lo cual se
complementa con la obligación de proteger las riquezas culturales y naturales de la
Nación, el respeto a la autodeterminación de los pueblos en el manejo de las
relaciones exteriores y el reconocimiento de que las lenguas y dialectos de los
grupos étnicos son oficiales en sus territorios”(T-601, 2011) (Resaltado fuera del texto
original).

La afirmación plena y sin restricciones de la autonomía de la Nación Nasa, además de su valor en


cuanto derecho humano, asume una mayor relevancia si se considera que éstos son elementos
claves para garantizar la supervivencia de la Nación Nasa como pueblo y sujeto colectivo en el
marco del conflicto.

Como la Corte Constitucional recuerda en el Anexo J del Auto 004 (2009), la Nación Nasa ha sido
particularmente afectada a causa del conflicto armado y como resultado de la presencia de la Fuerza
Pública, grupos paramilitares y grupos guerrilleros en sus territorios. Este contexto no sólo afecta las
personas individualmente, sino que les impide desarrollar su proyecto de vida como colectividad
ancestral. El conflicto ha sido una de las principales causa del debilitamiento de la Nación Nasa en el
ejercicio de su derecho a la autonomía y al autogobierno, como señalaron de manera enfática los
nasa durante las asambleas para la construcción del Plan de Salvaguarda Nasa. Como
consecuencia de esto, han sido muy graves las afectaciones sociales, culturales, espirituales y
territoriales. En este sentido, sólo a través de la garantía para gozar del derecho a la libre
determinación, a la autonomía y al autogobierno, de forma plena y sin alguna limitación, es posible
elaborar medidas de protección y reparación efectivas para que la Nación Nasa pueda salir de la
situación de marginalización social y de indefensión en que aún se encuentra.

4. La relación con el Estado colombiano será de gobierno a gobierno.

La definición de Colombia como una nación pluriétnica y multicultural implica que es una Nación
conformada por etnias diversas, llámense pueblos o Naciones. La Constitución de 1991 reconoce a
cada una de ellas, en particular a las indígenas, su condición de comunidad política, es decir, como
comunidades que tienen el derecho de gobernarse según sus propios procedimientos, filosofía,
organizaciones y mecanismos de legitimación. Siendo éste un principio de la Constitución Política de
la República, es consustancial a la existencia misma de Colombia que todas los pueblos que
conforman la Nación colombiana pervivan equitativamente en su particularidad, so pena de poner en
cuestión la misma existencia de la Nación; de tal modo, la Nación Nasa es colombiana en la medida
que la Nación colombiana pluriétnica la reconoce como tal comunidad política diferente. La Corte
Constitucional ha señalado el carácter fundante “de comunidades étnicas (en el) pluralismo de la
sociedad” (T-009, 2013).

261
Esto significa que la Constitución Política reconoce que existen entidades políticas equivalentes. En
consecuencia, los sistemas jurisdiccional, de salud, educativo y ambiental de la Nación Nasa
constituyen también sistemas equivalentes a sus similares de la Nación colombiana. La relación de
los sistemas nacionales ordinarios y los sistemas propios nasa es equivalente en sus fundamentos a
la que existe entre la jurisdicción especial indígena y la jurisdicción ordinaria. En consecuencia, se
aplicarán los mismos fundamentos que la Constitución Política y la Corte Constitucional han
establecido sobre la materia. Tales criterios son la equivalencia y consecuente homologabilidad entre
las decisiones (normativas, políticas, administrativas) que tomen cada uno de los sistemas; la
complementariedad y cooperación entre los sistemas indígena y ordinario y la coordinación de las
autoridades respectivas para el logro de los objetivos constitucionales.

Las relaciones entre la Nación Nasa y el Estado se darán entre los respectivos gobiernos (nacional y
nasa), entendiendo que el sistema de gobierno nasa es un tejido de autoridades locales y sus
asociaciones, y que éstas son instancias representativas de los territorios indígenas y tienen
competencias territoriales en lo concerniente a los diferentes sistemas de gobierno.

Para efectos del Plan de Salvaguarda, la Nación Nasa estará representada por una Unidad Técnica,
que responderá por los asuntos técnicos y operativos (programático, administrativo y jurídico). La
Unidad Técnica podrá cumplir funciones de representación política expresamente determinadas por
las autoridades y sus asociaciones. La Unidad Técnica será conformado por decisión autónoma de
los cabildos y nej'we'sx.

5. El territorio ancestral nasa es uno solo.

Las asambleas para la construcción del Plan de Salvaguarda nasa definieron que la expresión
“territorio ancestral” se refiere a la totalidad de las tierras y de los bienes naturales que,
históricamente y en la actualidad, han constituido y constituyen el espacio espiritual, cultural y físico
donde la Nación Nasa ha desarrollado su vida, y que se rigen por el Neh jxkahnxi o la Ley de origen
de la Nación Nasa, verificable a través de las prácticas ancestrales y milenarias que perviven.

Según el pensamiento nasa, los conceptos de tierra y territorio elaborados por las ciencias sociales
occidentales aparecen limitados y no abarcan el verdadero significado que la palabra Kiwe, Tierra,
tiene según la ley de origen nasa. Con base en ella,

“El Ju'gthê'wesx kiwe o ju’gtewe’sx ―territorio de los ancestros― no implica un límite


geográfico fronterizo; implica el territorio del sentir que descansa en los cerros donde
nos sentamos a conversar con nuestros ksxaws y que también descansa en nuestra
casa, donde al nacer han sembrado al pie del fogón, nuestro cxab wes ―cordón
umbilical―. Por esto el fogón también es un mojón, lugar de conversa con nuestros
espíritus, nuestros mayores y la familia” (Tulpa de las mujeres, 2012).

Recordemos que el pueblo nasa tiene su origen en la Madre Tierra, espacio cósmico y cosmogónico,
de manera que:

“En los primeros tiempos no había tierra, ni gente, sólo existía Ks’a’w Wala (gran
espíritu). Este espíritu era a la vez masculino y femenino, así se reproducía a sí

262
mismo y, de ahí otros espíritus como Ekthê’ (sabio del espacio), el trueno; T’iwe yase
(nombrador de la tierra); Weet’ ahn (el que deja las enfermedades en el tiempo); el
Kl’um (duende que controla el ambiente); el Daat’i (espíritu de control social); Weh’a
(viento dueño de la atmósfera). Estos son los hijos mayores de Ks’a’w Wala (gran
espíritu).

Los hijos mayores se reprodujeron y originaron las plantas, los animales, los
minerales y crearon a un hijo especial llamado nasa (el hombre, gente). Todos estos
espíritus mayores y menores vivían unidos, tenían un solo idioma, el nasa Yuwe, y
sabían muchas cosas: cantores, artesanos, músicos, agricultores, shamanes,
consejeros.

Antes el Ks’a’w Wala vivía con los demás espíritus mayores en una casa grande, los
hijos mayores deambulaban por todas partes. Cuando Ks’a’w Wala les dijo que
tenían que construir su propio hogar, se transformaron en personas e hicieron sus
casas en diferentes lugares. En un comienzo vivieron en conflicto, los rayos de Tay
(sol) los quemaban, el agua lo inundaba todo. Al ver esto Ks’a’w Wala los orientó
para que se unieran y formaran un solo hogar. Así lo hicieron y formaron la tierra.
Continuaron reproduciéndose en animales, hombres, vegetales, minerales machos y
hembras, y generando más vida. Como la tierra era débil, gelatinosa, las piedras
hembras y machos se juntaron y se reprodujeron para que la tierra fuera más firme.

En este sentido el pueblo nasa ha identificado espacios y caminos de vida que


conllevan a la armonía y equilibrio para el bien – estar.

De esta manera se formaron cuatro casas y cuatro caminos: la casa principal de


Ks’a’w Wala, la casa de los hijos mayores y la casa de los hijos menores, en donde
vivían los nasa, los animales, los vegetales, y la casa de los Yu’khipmenas (los
tapanos), hombres sin rabo, los que viven bajo la tierra. El camino para llegar a las
cuatro casas lo conocen el K’dul (cóndor); el Meweh’ (rey de los gallinazos); S’uita
(armadillo) y el Thê (médico), porque entienden el idioma para comunicarse con los
seres que viven allí” (ACIN, 2011:43).

Desde lo espiritual-físico, se desprenden dos diferentes conceptos relacionados con el territorio. Por
un lado, territorio es yat wala, “Tierra grande”.

“La Tierra es yat, “casa”, por ser espacio de vida de todos los seres; es la habitación
donde estamos contenidos todos los seres: hombres y mujeres, animales plantas
minerales, astros, aire.

Con base en el concepto anterior denominamos y tomamos posesión del territorio.


En yat, “casa”, la Tierra, cada uno de los seres estamos ubicados en un rincón
específico, de esto depende la vida, por eso la vida se concibe como fxi’zenxi, “la
vida es un rincón de la casa”. La convivencia de los seres depende de la relación
espiritual basada en la ley de origen con los mandatos o normas tradicionales.

263
Entonces la denominación del territorio se basa en la ubicación del rincón de los
seres y el referente es yat, “casa”. Podemos decir que todo ser tiene su casa como
espacio de habitación, hábitat. Por ejemplo, Kxthus Kiwe yat, “casa tierra del arcoiris”
se refiere a los lugares pantanosos. Allí vive el arcoiris, personaje espiritual que
pronostica la muerte de los animales, derramamiento de sangre de personas, o
cuando aparece hace enojar para que se ocasionen daños. No se puede construir
casas al lado de estos lugares y hay que armonizarlos permanentemente. Si este ser
aparece en visiones, si se armoniza el cuerpo, da poder para curar enfermedades, de
lo contrario las ocasiona” (Yule & Escué, 2012:121).

Por otro lado, territorio es fxiw, “semilla”.

“Quiere decir que la Tierra es como semilla porque de la semilla nace, germina y se
reproduce la vida. Es la vida de los seres de la Tierra, del Universo, como yat wala.

De la Tierra nace todo y de lo que contiene la Tierra nos beneficiamos. Al concebir a


la Tierra como semilla, por eso les decimos Madre Tierra, porque es similar al útero
donde se depositan los ovarios de una mujer a manera de semilla. Por eso la Tierra
se organiza como semilla” (Yule & Escué, 2012:122).

Como mencionamos antes, uno de los núcleos de la cosmovisión del pueblo nasa es el concepto de
armonía y equilibrio. “La armonía es manejar y estabilizar en un mismo nivel o puntos las energías
(fuerzas) de la naturaleza que interactúan e inciden en la vida” (Yule & Escué, 2012:123). Esto
incluye también las relaciones entre el hombre y la naturaleza. Por otro lado, el equilibrio es lograr
que las fuerzas de la naturaleza sean balanceadas y las negativas y positivas estén en el mismo
nivel. Las autoridades espirituales y políticas son las que controlan y median para que estas fuerzas
se igualen y se mantengan la armonía y el equilibrio de la comunidad y evitar que se produzcan
tragedias naturales y sociales.

“Existe un orden natural, el cual se entiende como la ley y la norma, que concebimos
como el camino, sendero trazado por los primeros abuelos, los mayores, los
creadores de la vida de los seres y del mundo. Por este camino debemos caminar,
ellos van en adelante, nosotros vamos detrás. Es decir, debemos tener en cuenta la
ley y las normas existentes en el nasa txiwe, “territorio de los seres”, que ya está
marcado. Es lo que llamamos ley de origen” (Yule & Escué, 2012:124).

Lo anterior describe cómo el concepto de territorio abarca una dimensión que trasciende lo físico
para abarcar una dimensión espiritual, que constituye la verdadera esencia del ser nasa. No se
puede separar la dimensión espacial con la dimensión espiritual en cuanto

El territorio de los ancestros implica la recreación y vivencia del territorio de nuestros


espíritus, el territorio de la vida de los seres, el territorio marcado por los Kwesx kiwe
jxuka ―mojones espirituales―: montañas, piedras, minerales (donde está nuestro
origen), ríos, nubes; donde todo es raíz y permanencia ―fxi'zenxi―; donde están
los espíritus del Eki kiwe ―aire ―, de los espíritus del Kiwe tyiju ―subsuelo―
y Kiwe ―tierra―” (Yule & Escué, 2012:123).

264
La ley de origen está organizada con base en principios cósmicos y autoridades terrestres, y de
hecho constituye el marco legal que rige la vida del pueblo nasa. Las autoridades tradicionales

“se representan en el rombo que ubica el lugar de cada una en el espacio cósmico y
en las leyes de origen de la cultura nasa pues en cada uno de los vértices del rombo
se ubica una autoridad espíritu que se encarga de hacer justicia y mantener la
armonía en la interrelación hombre-naturaleza, de ahí que signifique equidad.
También cada vértice da el sentido de orientación: norte, sur, este, oeste. En el norte
se ubica el Ekawesx, “espíritu del espacio o cosmos”, en el oeste se ubica el Kpisx,
“trueno”, y al este queda el I’sutwesx que representa el fuete, la honda y produce los
rayos, ambos son espíritus de la naturaleza. Y por último, en el sur está el Nejwesx,
“espíritu guía”, profundidad” (Yule & Escué, 2012:130).

Esta organización del espacio cósmico contiene la clave de lectura principal para entender el
concepto de territorio según la ley de origen del pueblo nasa. Al reflexionar sobre lo que significa el
territorio para el pueblo nasa y cómo explicarían a alguien no indígena su concepto, un grupo de
hombres nasa, jóvenes y mayores, y algunos kiwe the miembros del Equipo Plan de Salvaguarda
Nasa, señalaron:

"En la cosmovisión nasa son 3 espacios. El espacio de arriba (eekha the wesx), el
espacio del medio (i kwpox kiwe) y el espacio de abajo (tasxu kiwe wesx). Los tres
espacios, el territorio integral comprendido desde los tres espacios, lo llamamos
Ksxa'w wesx yat. Si hay oro en el subsuelo, ahí se enoja el espíritu mayor de arriba y
dice que no lo va a sacar. El kiwe dii wesx pinta un rayo. El abuelo regaña y entonces
no está el oro. Encuentra la olla vacía, pero el viu no está. Los nasa estamos en el
mundo del medio. Si usted contamina en el mundo del medio, contamina el mundo
de arriba y el mundo de abajo. El rayo regaña porque estamos desobedeciendo la ley
de origen. Los espíritus son los dueños de todo. Hay que pedir permiso, hay que
hacer ritual para que no haya enfermedad. Tenemos que cumplir unas reglas. Si
daña la vida terrenal, daña la de arriba y el ksxaw dice "cuídese" para no enfermar.
La primera enfermedad es tosedera, la segunda enfermedad es diarrea y la tercera
enfermedad es secadera. Si no obedecemos, se produce el exterminio físico y
cultural.”42.

En un taller sobre territorio liderado por el equipo de tierras de la Cxhab Wala Kiwe ACIN (2012), un
mayor de la vereda El Manzano también reflexionó al respecto:

“Los espíritus son los dueños de todo lo que hay dentro de la naturaleza: animales,
aves, plantas y todo lo que hay dentro de la casa grande. Ellos lo administran, lo
protegen, por eso cada cosa que uno vaya a hacer en la naturaleza, como coger una

42 Es bueno precisar que los términos que se refieren a estos tres espacios pueden incluir algunas diferencias según
las fuente utilizadas. En este caso hacemos referencia al diálogo, en torno de la tulpa, entre los integrantes del
equipo coordinador para la construcción del Plan de Salvaguarda. En la conversación abordamos el concepto de
territorio desde la ley de origen del pueblo nasa (Sesión de trabajo Equipo nacional Plan de Salvaguarda Nasa,
Cabildo Cofradía, 11 de mayo de 2013).

265
planta, cortar una árbol, cazar un animal o entrar a la montaña, se debe de pedir
permiso a los dueños. Cuando no lo hacemos estamos rompiendo las reglas y eso
trae consecuencias porque no se cumple con la ley de origen. Las consecuencia son
la sequías, la inundaciones, los derrumbes, esto hace parte de un desequilibrio de la
naturaleza, el no cumplimiento de la ley de origen”.

Como apareció de manera recurrente durante las asambleas para la construcción del Plan de
Salvaguarda Nasa, la conexión entre los mundos o dimensiones es constitutiva de la concepción
nasa del territorio: espiritual y material; de los tiempos: ancestros y nasas presentes; y de los nasas
y los otros seres. Existe una cohesión única y un ordenamiento estructurado de la vida que se
mantiene en los principios básicos de vida, armonía y equilibrio. Con base en esta relación
permanece una práctica cotidiana y una tradición de ocupación territorial permanente, así como
control social, cultural, político, espiritual, productivo y formativo. Estas relaciones conducen a la
apropiación de valores como medio de recreación cultural (Rappaport, 2000). En el territorio y en la
naturaleza residen las formas propias de relación, organización y resistencia de la Nación Nasa.

Con base en lo anterior, cuando hablamos de territorio ancestral, hacemos referencia al territorio de
la Nación Nasa. Esto implica que existe un único territorio y un único pueblo, lo cual conlleva a la
superación de los actuales modelos de reconocimiento y gestión del ejercicio del derecho al territorio
que generan una fragmentación conceptual y factual, tanto interna cuanto externa, que obstaculiza la
afirmación de la Nación Nasa como un único sujeto de libre determinación. Una es la Nación Nasa y
uno tiene que ser su territorio. En otras palabras, del reconocimiento de la unidad de la Nación Nasa
se desprende el reconocimiento de la unidad del territorio nasa en todo el país.

Las asambleas comunitarias para la construcción del Plan de Salvaguarda Nasa, en su primera fase,
definieron el ámbito territorial de la Nación Nasa de la siguiente forma:

 El conjunto de las tierras que constituyen el ámbito vital de existencia de la Madre Tierra, de
los seres espirituales naturales y de la Nación Nasa según la Ley de Origen;
 Los sitios y ámbitos de importancia cultural y espiritual para la Nación Nasa;
 El territorio actualmente ocupado por las comunidades de la Nación Nasa, tanto las que
corresponden a una ocupación establecida históricamente y de forma ininterrumpida en la
región suroccidente de Colombia, como los de reciente ocupación pacífica con acuerdo de
otros pueblos indígenas, afros o campesinos;
 El conjunto de los territorios ancestrales reclamados para su restitución, incluyendo los
territorios donde está iniciado el respectivo trámite administrativo de constitución, ampliación
y saneamiento de resguardo, y aquellos sobre los cuales se han hecho otras
manifestaciones de reivindicación y resistencia (memoriales, investigaciones etnohistóricas);
 Los territorios que se han perdido por el despojo y consecuente desplazamiento que la
Nación Nasa ha sufrido como resultado de la conquista, por la Colonia y la colonización
republicana y por las oleadas de violencia política que cubrieron la segunda mitad del siglo
XX y las primeras décadas del siglo XXI;
 Los territorios que han sido recibidos como indemnización o a título de reparación por el
Estado en razón de violaciones de los derechos humanos, y los que a futuro el Estado deba
entregar por el mismo motivo o como resultado de no poder cumplir los procesos de
restitución;

266
 Los territorios donde se han reasentado los nasa por causa de desastres naturales.

Esta territorialidad corresponde al proceso histórico mediante el cual la Nación Nasa se configuró
desde el siglo XVI a partir de una confederación entre cacicazgos nasa con parentescos lingüísticos
muy cercanos y con otros pueblos con los cuales los nasa habían establecido alianzas político-
militares prehispánicas. Estos últimos habitaban los complejos ambientales que hoy corresponden a
los nudos y macizos de la parte sur de la Cordillera Central, los valles y laderas orientales del alto
valle del Cauca y los valles y laderas occidentales del valle alto del Magdalena. Hay reportes
etnohistóricos y míticos (de pueblos indígenas de selva) que referencian la presencia de los nasa en
diversas regiones de la Amazonia colombiana.

Durante las asambleas para la construcción del Plan de Salvaguarda Nasa, los mayores señalaron:
“Nosotros primero fuimos desplazados por la Conquista; luego vino la Colonia y la República, y fue lo
mismo, nos desplazaron y nos sacaron de la tierra de los mayores; después de que murió Bolívar, la
cosa siguió lo mismo; a principios del siglo XX a Manuel Quintín le tocó pelear por la misma vaina,
por la tierra; en la época de la Violencia la gente salió volando para la selva y para el llano, de la
matazón que había; y en estos años (del siglo XXI) nada ha cambiado. Nuestro territorio se fue
armando con esa violencia. Cuando echaron pa' la montaña a nuestros antepasados, y nos tocó
encuevarnos en Tierradentro y en las montañas del Cauca, eso le sirvió a Juan Tama para fortalecer
la unidad y para que se fuera uniendo más la cultura y el nasayuwe, y de ahí fue que salimos más
fuertes pa'l norte del Cauca y el Valle. Ahora sigue lo mismo, pero pa'l Putumayo” (Mayor nasa,
Asamblea Regional de Autoridades del Putumayo Plan de Salvaguarda Nasa, abril de 2013).

Desde estas zonas de repliegue se ha venido dando la recuperación territorial de la Nación Nasa.
Salvo el poblamiento nasa que se presenta en territorios alejados de la Amazonia y Orinoquia (en el
Meta y en Caquetá), el cual corresponde a poblamiento derivado del desplazamiento forzado de las
dos épocas de la Violencia, todos los nuevos asentamientos en el piedemonte amazónico
corresponden a recuperaciones de los territorios ancestrales nasa.

Los resguardos de origen colonial, basados en cédulas reales españolas que reconocen plenamente
los territorios ancestrales nasa, así como los resguardos titulados posteriormente por el Estado
colombiano, sólo reconocen una parte de la totalidad del territorio ancestral. Adicionalmente, la figura
misma del “resguardo” es una figura restrictiva frente a los derechos políticos que la Nación Nasa
reclama sobre sus territorios.

La Nación Nasa reclama hoy desde sus diversas formas organizativas (consejos regionales,
asociaciones de autoridades, cabildos locales, nej'wesx) la unidad territorial, entendiendo el territorio
en sus tres dimensiones. En el curso de la consulta para la formulación del Plan de Salvaguarda
esta perspectiva fue ratificada. En acuerdo con la DDPI (2007), la territorialidad de la Nación Nasa
incluye la jurisdicción sobre el suelo, el subsuelo, el espacio aéreo y el espectro electromagnético.

Como resultado de esta concepción compartida y ratificada, el Plan de Salvaguarda se desarrollará


en todos sus componentes atendiendo el hecho de que se trata de líneas de acción, programas o
acciones de cobertura nacional (nasa) que deberán aplicarse a la totalidad de la Nación Nasa.

267
6. La lucha por el territorio ancestral es un eje de la identidad de la Nación Nasa.

La identidad nasa es una identidad fuertemente ligada a lo territorial. De hecho, las representaciones
territoriales de la Nación Nasa se han generado asociadas al mito-memoria del carácter ancestral de
su ocupación en el territorio y, sobre todo, al ejercicio de soberanía y autonomía materializado en la
larga lucha de defensa y recuperación de tierras que han librado desde la invasión ibérica.

En relación con la ocupación ancestral del territorio, la Nación Nasa desarrolló diversos mecanismos
para marcarlo, recorrerlo, memorizarlo y significarlo como tal. Sin embargo, este mismo territorio ha
sido a su vez objeto y producto de sistemáticos procesos de desposesión, transformación y
recuperación. La Nación Nasa ha construido durante su historia de lucha, referentes, acciones y
símbolos que le han permitido recomponer los sentidos que la comunidad tiene y ha tenido con la
tierra perdida y poseída, y revitalizar los flujos e intercambios entre la naturaleza y la cultura. La
figura como se representa esta lucha es “contra la invasión”. Como territorio en disputa, el territorio
nasa siempre ha sido un campo de lucha marcado por el desplazamiento y la expoliación. Este
carácter ha construido valores, símbolos y sentidos culturales asociados a la identidad indígena que
vinculan precisamente esta sostenida lucha por la defensa y recuperación del territorio con el ser
nasa. El himno nasa, por ejemplo, recoge esta lucha como definitoria:

“Vivimos porque peleamos


contra el poder invasor;
Y seguiremos peleando
mientras no se apague el sol”.

En la constitución de las identidades territoriales del pueblo nasa, la tradición oral y la palabra han
sido cruciales para simbolizar el territorio y construir puentes entre el pasado (el territorio
ancestralmente ocupado), el presente (el territorio poseído) y el futuro (el territorio anhelado y por
recuperar). Esta memoria de la ocupación, transmitida por los mayores, es la primera fuente de la
identidad nasa. La memoria coproduce el territorio actual, en el sentido en que lo mantiene vivo; es
decir, que lo re-significa en el tiempo otorgándole nuevas representaciones y manteniendo los
antiguos referentes ancestrales.

Precisamente, en la memoria territorial producida y transmitida, los relatos y las historias fundantes
de la Nación Nasa están íntimamente relacionados con la aparición de figuras que luchan por el
territorio. Esta característica puede interpretarse como una de las maneras en las que la Nación
Nasa ha confrontado políticamente las memorias de la usurpación y ha refundado la cultura en la
gesta indígena de la recuperación de los territorios. Luchadores y luchadoras como Juan Tama y
Manuel Quilo y Sicos (que unifican los territorios nasa), Manuel Quintín Lame (que los recupera) y La
Gaitana (que los defiende), por ejemplo, siempre emergen como símbolos que dan sentido al
territorio del ayer pero que inspiran los procesos actuales de reafirmación, restitución y lucha por el
territorio ancestral nasa en distintas arenas. Los valores asociados a estos grandes luchadores,
como la palabra, la fortaleza, la valentía y la dignidad, son también activadores de las memorias
territoriales y de la identidad, que luego aparecen con un discurso de obligación moral y política:
todos los nasa lucharon, luchan y lucharán por su derecho legítimo a ocupar y gobernar los
territorios que han sido suyos ancestralmente y que son también suyos porque han sido luchados
por otros nasa de antaño.

268
En la década del setenta, la recuperación de la tierra y el papel de los “recuperadores” ―una figura
política de profunda significación― cobró gran importancia en los procesos de reafirmación cultural y
organización política para la Nación Nasa. Los “recuperadores”, quienes además eran líderes,
cumplieron un papel fundamental en la construcción de un “imaginario” territorial. Su propia historia
personal era un recorrido por los territorios ancestrales, y acudían a éstos como educadores y
promotores de las acciones de reivindicación de la tierra. La tierra y, posteriormente, el territorio, se
constituyeron como fuendamentos prioritarios del proyecto étnico y político de la Nación Nasa. Los
recuperadores simbolizaron la avanzada geopolítica de los desposeídos, quienes eran a su vez los
verdaderos propietarios, agenciando un ejercicio de copamiento y soberanía a través de la cultura.
Los “recuperadores” en buena medida se han ido constituyendo como personajes míticos que
además de recuperar materialmente la tierra, recuperaron los significados asociados a ella, las
historia usurpadas y silenciadas, “los caminos ya hace años no transitados”. Los “recuperadores”
son “el nasa que debemos ser”; los recuperadores interconectaron el territorio en el flujo vital y
natural de la cultura, garantizando que la Nación Nasa esté viva hoy.

En la última etapa, la historia nasa hace referencia a dos “nuevas” concepciones: la liberación de la
Madre Tierra y el reconocimiento de los Territorios Ancestrales Autónomos. Ellas son el eje del
proyecto identitario nasa, que las entiende como requisito para su pervivencia, y que acude
nuevamente a las figuras de Manuel Quintín Lame y de los “recuperadores” como forma de que la
lucha por la tierra y las memorias asociadas a estas contiendas históricas vengan del pasado y se
instalen en el presente y el futuro en forma de “territorio anhelado y por recuperar”.

7. El concepto de territorio ancestral y su reconocimiento legal nacional e internacional.

La importancia especial que el territorio reviste para los pueblos indígenas ha sido reconocida y
tutelada por parte de instituciones internacionales y nacionales de diferente orden. La legislación y
jurisprudencia colombiana ya ha reconocido en diferentes instrumentos el concepto de territorio
como fundamento de los derechos de los pueblos indígenas. Por otro lado, el mínimo legal del Plan
es lo que ha dicho la Corte Constitucional y la Corte Interamericana de Derechos Humanos

En la medida que el derecho al territorio es uno de los DESC ―que los Estados deben garantizar de
forma por lo menos progresiva, aunque en el caso del territorio, ligado a la existencia misma de los
pueblos, es de cumplimiento inmediato―, las normas ya expedidas y reconocidas por el Estado
colombiano no pueden sufrir regresiones de ningún tipo. Por lo tanto, los decretos y leyes ya
expedidas, así como las interpretaciones de la Corte Constitucional, son considerados obligatorios e
inderogables para efectos de la relación del Estado con la Nación Nasa y, específicamente, para la
aplicación del Plan de Salvaguarda Nasa.

El punto de referencia sobre el carácter fundamental del derecho al territorio (fundamental en la


medida en que está ligado a la existencia misma de la Nación Nasa) es lo señalado por la Corte
Constitucional (2013) en la Sentencia T-009:

“... para las comunidades indígenas el territorio tradicionalmente ocupado y sus


recursos naturales no persiguen fines mercantiles; la tierra para los pueblos
indígenas no es –por regla general- un factor de producción, ni un objeto sobre el
que se ejerce dominio y se ejerce una mera explotación económica; para los pueblos

269
indígenas el territorio tiene un significado más profundo, es el espacio donde ejercen
sus actividades vitales y con el que interactúan, y por ello está íntimamente ligado a
su existencia y supervivencia como grupos culturalmente diferenciados, desde el
punto de vista religioso, político, social y económico. Por esta razón, el
reconocimiento del derecho a la propiedad, posesión y uso de las tierras y territorios
ocupados ancestralmente de forma colectiva es fundamental para su permanencia y
supervivencia”.

En la misma sentencia la Corte establece que

“la dilación injustificada que había impedido adoptar una decisión de fondo en el
trámite administrativo de titulación colectiva del territorio ancestral (...) aparejó el
desconocimiento de su derecho constitucional fundamental al reconocimiento y
protección de la diversidad étnica y cultural e implicó la vulneración de los derechos
constitucionales fundamentales a la vida, a la dignidad y a la igualdad de sus
integrantes”. (T-009, 2013)

Previamente, en la sentencia SU-383 de 2003 había planteado:

“(…) que la concepción territorial de los pueblos indígenas y tribales no concuerda


con la visión de ordenamiento espacial que maneja el resto de la nación colombiana,
‘porque para el indígena, la territorialidad no se limita únicamente a una ocupación y
apropiación del bosque y sus recursos, pues la trama de las relaciones sociales
trasciende el nivel empírico y lleva a que las técnicas y estrategias de manejo del
medio ambiente no se puedan entender sin los aspectos simbólicos a los que están
asociadas y que se articulan con otras dimensiones que la ciencia occidental no
reconoce”. (SU-383, 2003)

Y en la Sentencia T-009 de 2013:

“De ahí, la importancia de ampliar el concepto de territorio de las comunidades


étnicas a nivel jurídico, para que comprenda no sólo las áreas tituladas, habitadas y
explotadas por una comunidad –por ejemplo bajo la figura del resguardo-, sino
también aquellas que constituyen el ámbito tradicional de sus actividades culturales y
económicas, de manera que se facilite el fortalecimiento de la relación espiritual y
material de estos pueblos con la tierra y se contribuya a la preservación de las
costumbres pasadas y su transmisión a las generaciones futuras.”... “Con base en
las precisiones anteriores, es posible concluir que las tierras donde se asientan las
poblaciones indígenas y tribales (son) un verdadero espacio del ejercicio de sus
tradiciones, ritos, costumbres antiguas y del ejercicio de su autodeterminación
diferenciada con las demás poblaciones. Asimismo, asegura la producción de los
recursos naturales acorde con sus prácticas tradicionales de producción y
autoabastecimiento”.

(…) la estrecha relación que los indígenas mantienen con la tierra debe de ser
reconocida y comprendida como la base fundamental de sus culturas, su vida

270
espiritual, su integridad y su supervivencia económica. Para las comunidades
indígenas la relación con la tierra no es meramente una cuestión de posesión y
producción sino un elemento material y espiritual del que deben gozar plenamente
[…] para preservar su legado cultural y transmitirlo a las generaciones futuras.” (T-
009, 2013)

También afirma la CorteIDH (2007): “en esencia, conforme al artículo 21 de la Convención, los
Estados deben respetar la especial relación que los miembros de los pueblos indígenas y tribales
tienen con su territorio a modo de garantizar su supervivencia social, cultural y económica. Dicha
protección de la propiedad (…) le asigna a los Estados la obligación positiva de adoptar medidas
especiales para garantizar a los integrantes de los pueblos indígenas y tribales el ejercicio pleno e
igualitario del derecho a los territorios que han usado y ocupado tradicionalmente” (Saramaka vs.
Surinam, §91).

También con respecto a la identificación del derecho al territorio ancestral, en un primer momento, la
Corte (1993), con base en el Convenio 169, aclara que el derecho a la propiedad colectiva de las
comunidades étnicas es un derecho fundamental aunque no esté catalogado en el capítulo 1° del
Título II de la Constitución (T-188,1993). En este sentido en la sentencia SU-510 de 1998 la Corte
afirmó:

“[l]a propiedad colectiva que las comunidades indígenas ejercen sobre sus
resguardos y territorios tiene el carácter de derecho fundamental, no sólo porque
tales territorios constituyen su principal medio de subsistencia sino, también, porque
forman parte de su cosmovisión y religiosidad” (SU-510,1998).

Con base en ello, la Corte ha aclarado que la propiedad colectiva sobre los territorios indígenas
exige una protección preferente y que “reviste la mayor importancia dentro del esquema
constitucional” (T-525,1998) debido a que es un elemento esencial para la preservación de las
culturas y valores espirituales de estos pueblos, así como para garantizar su subsistencia física y su
reconocimiento como grupo culturalmente diferenciado.

El Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes adoptado por la
Organización Internacional del Trabajo en 1989 contiene un capítulo dedicado a la cuestión de la
tierra, término que incluye al concepto de territorio, entendido como la totalidad del espacio
geográfico donde los pueblos indígenas desarrollan su vida, individual y colectivamente, en
conformidad con sus usos y costumbres. En este sentido es particularmente claro el art. 13 que
establece:

“2. La utilización del término tierras en los artículos 15 y 16 deberá incluir el


concepto de territorios, lo que cubre la totalidad del hábitat de las regiones que
los pueblos interesados ocupan o utilizan de alguna otra manera” (Convenio
169, art. 13) (Resaltado fuera del texto).

Este concepto de territorio como conjunto de todas las tierras que son ocupadas
independientemente de las modalidades de usos, es reforzado en el artículo 14 cuando afirma que
éstos abarcan la totalidad de las tierras tradicionalmente ocupadas (Convenio 169,art. 13) y también

271
de aquellas que “no estén exclusivamente ocupadas por ellos, pero a las que hayan tenido
tradicionalmente acceso para sus actividades tradicionales y de subsistencia” (Convenio 169,art. 14).
A este propósito, el Convenio 169 se rige por un concepto amplio de territorio debido a que se
consideran como tal aquellas áreas de una comunidad que comprenden no sólo las tituladas o
habitadas, sino también aquellas que constituyen el ámbito tradicional de sus actividades
tradicionales, sagradas o espirituales (Convenio 169, art. 14).

Además, según el Convenio 169, cuando un pueblo indígena ha perdido la posesión de sus
territorios como consecuencia de un traslado o reubicación, éste mantiene su derecho de propiedad
y es obligación del Estado garantizar el retorno en cuanto cesen las causas que motivaron la
reubicación (art. 16.2)43.

En relación con el derecho a los recursos naturales existentes en los territorios indígenas, en el
Convenio 169 (1989) se establece que los pueblos indígenas tienen derecho a la utilización,
administración y conservación de ellos (art 15.1). Por otro lado, si el Estado conserva la propiedad
de los minerales o de los recursos del subsuelo, se deben garantizar procedimientos de consulta y
participación efectiva de los pueblos indígenas y garantizar una compensación equitativa o una
indemnización equitativa por cualquier daño que puedan sufrir como resultado de esas actividades
(Convenio 169, art. 15.2).

Por un lado, el Convenio 169 de la OIT reconoce el derecho a los recursos naturales presentes en
los territorios indígenas y, por el otro, reconoce la posibilidad de que el Estado pueda mantener la
propiedad de los recursos presentes en los territorios indígenas. Sin embargo, es importante
destacar que al respecto el Manual de aplicación del Convenio 169 sobre pueblos indígenas y
tribales (OIT, 2003) señala que el concepto de tierra

“suele abarcar todo el territorio que utilizan, comprendidos bosques, ríos, montañas y
mares, y tanto su superficie como el subsuelo. La tierra tiene importancia
fundamental para la cultura y la vida de muchos de estos pueblos. Es la base de su
subsistencia económica, de su bienestar espiritual y de su identidad cultural. Por
tales motivos, la pérdida de tierras ancestrales amenaza su supervivencia misma en
cuanto comunidad y como pueblo”.

A esta interpretación se refirió la Nación Nasa durante el proceso de formulación de su Plan de


Salvaguarda al señalar su a ordenar las relaciones con los seres de la naturaleza (que la
cosmovisión occidental en general las reconoce como recursos naturales) que existen en los
territorios indígenas.

La Corte Constitucional, siguiendo una tradición jurisprudencial y acogiendo las sentencias de la


CorteIDH, reconoce la DDPI (2007) como fuente cierta de derechos, y resalta en particular la libre
auto determinación de los pueblos indígenas y los derechos a la autonomía y al autogobierno en los
asuntos relacionados con su condición política, social y económica.

43 En el apartado (3) del mismo artículo se precisa que si el retorno no es posible, los pueblos indígenas tienen
derecho a la asignación de tierra de la misma calidad y estatus jurídicos de la que tradicionalmente ocupaban o, en
alternativa y con base en la preferencia del pueblo interesado, una indemnización monetaria.

272
LA DDPI, en relación con el contenido del concepto de territorio, añade algunos importantes
elementos a lo ya establecido en el Convenio 169 de la OIT. En particular, después de afirmar el
derecho de los pueblos indígenas a las tierras, territorios y recursos que tradicionalmente han
poseído, ocupado, utilizado o adquirido (DDPI, art. 26.1) precisa que:

“2. Los pueblos indígenas tienen derecho a poseer, utilizar, desarrollar y controlar las
tierras, territorios y recursos que poseen en razón de la propiedad tradicional u
otro tipo tradicional de ocupación o utilización, así como aquellos que hayan
adquirido de otra forma” (DDPI, art. 26 2) (Resaltado fuera del texto).

Esta norma es particularmente relevante porque al concepto de territorio como “tierras


ancestralmente ocupadas” añade todas aquellas que en el curso de la historia han sido adquiridas,
independientemente del título que está a la base de este hecho. En este sentido, se tutelan no sólo
las tierras de ocupación tradicional, sino también aquellas de reciente adquisición y hacia las cuales
se ha creado un vínculo cultural que las equipara a los territorios ancestrales.

Además, la DDPI reconoce a los pueblos indígenas una serie de derechos que están estrictamente
vinculados con el derecho al territorio y que evidencian la importancia que éste tiene para la
supervivencia, la identificación cultural y espiritual, el ejercicio de la autonomía y autogobierno y el
derecho a vivir en paz.44

En relación con el derecho de propiedad sobre los territorios ancestrales y de los cuales se ha
perdido la posesión, la DDPI habla de derecho a la reparación (que incluye la restitución) de los
territorios indígenas en caso de que éstos hayan sido confiscados, tomados, ocupados, utilizados o
dañados sin su consentimiento libre, previo e informado (DDPI, art. 28). Entonces, también en este
caso se asiste a una ampliación del derecho al retorno, como el delineado por el Convenio 169, en
cuanto el derecho a la restitución es reconocido explícitamente como recuperación de territorios que
se han perdido como consecuencia de la violación del derecho de propiedad colectiva.

La Corte Constitucional (2013) acoge lo señalado por la Corte Interamericana de Derechos


Humanos (CorteIDH) al interpretar el artículo 21 de la Convención Americana en los siguientes
términos:

“Cabe primero aclarar que la jurisprudencia de esta Corporación ha resaltado la


integración de los Convenios 107 y 169 y de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos al bloque de constitucionalidad –artículo 93 de la Constitución
Política- y la correlativa sujeción, por parte del Estado, a las obligaciones pactadas
en el mismo. Por lo anterior, las disposiciones internacionales previamente
mencionadas hacen parte del ordenamiento constitucional”.

44 Esto son: Protección de sitios o lugares sagrados (DPPI, Art. 12); Derecho a atribuir nombres a sus comunidades y
lugares (DPPI, Art. 13); Derecho a mantener y fortalecer relación espiritual con la tierra (DPPI, Art. 25); Derecho a
poseer, utilizar, desarrollar y controlas sus tierras y territorios y al reconocimiento y protección jurídica de dichas
tierras y territorios (DPPI, Art. 26 y Art. 27);Derecho a no ser desplazados de sus tierras y a la reparación por la
pérdida de tierras y territorios (DPPI, Art. 8(2)b), (DPPI, Art. 10), (DPPI, Art. 28); Derecho a que no se utilicen tierras
y territorios en actividades militares (DPPI, Art 30); Derecho a mantener, controlar, proteger y desarrollar su
patrimonio cultural (DPPI, Art 31); Derecho a disfrutar de sus medios de subsistencia (DPPI, Art. 20); Derecho a
determinar prioridades de desarrollo en relación a tierras y territorios (DPPI, Art. 32)

273
Los planteamientos desarrollados por la Corte Interamericana en torno a la
protección del derecho a la propiedad comunitaria e identidad cultural de los pueblos
indígenas son de gran relevancia para el ordenamiento interno, toda vez que de allí
se desprenden obligaciones internacionales concretas para las autoridades estatales,
en el sentido en que el Estado tiene el deber de adoptar todas las medidas para
hacer efectiva la posesión y el derecho a la propiedad sobre los territorios
tradicionales de las comunidades indígenas, conforme a sus creencias y prácticas
ancestrales” (T-009, 2013).

De tal manera, las interpretaciones de la CorteIDH no sólo son obligaciones del Estado, sino que
priman sobre el ordenamiento interno al ser parte del bloque de constitucionalidad. Con base en ese
criterio, el Plan de Salvaguarda se aplicará atendiendo diversas interpretaciones hechas por la
CorteIDH.

La CorteIDH ha elaborado unas líneas en el ámbito del derecho al territorio que han contribuido de
manera valiosa para la afirmación de este derecho. A través de una interpretación evolutiva del art.
21 de la de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, la CorteIDH reconoce el derecho al
territorio y define su alcance y contenido. De los aspectos substanciales hablaremos más adelante.
Con referencia a la identificación del espacio geográfico que los pueblos indígenas pueden reclamar
en su derecho a la propiedad colectiva, la CorteIDH presta particular atención a la importancia
fundamental que la tierra y el territorio tienen en las cosmovisiones indígenas. En este sentido, la
CorteIDH (2001) consideró lo siguiente:

“El concepto comunal de la tierra - inclusive como lugar espiritual - y sus recursos
naturales forman parte de su derecho consuetudinario; su vinculación con el
territorio, aunque no esté escrita, integra su vida cotidiana, y el propio derecho a la
propiedad comunal posee una dimensión cultural. En suma, el hábitat forma parte
integrante de su cultura, transmitida de generación en generación. (…)
Consideramos necesario ampliar este elemento conceptual con un énfasis en la
dimensión intertemporal de lo que nos parece caracterizar la relación de los
indígenas de la Comunidad con sus tierras. Sin el uso y goce efectivos de estas
últimas, ellos estarían privados de practicar, conservar y revitalizar sus
costumbres culturales, que dan sentido a su propia existencia, tanto individual
como comunitaria. El sentimiento que se desprende es en el sentido de que así
como la tierra que ocupan les pertenece, a su vez ellos pertenecen a su tierra.
Tienen, pues, el derecho de preservar sus manifestaciones culturales pasadas y
presentes, y el de poder desarrollarlas en el futuro” (Awas Tingni vs. Nicaragua,
2001, §6) (Remarcado fuera del texto)

En otras palabras, la CorteIDH destaca que el vínculo de los pueblos indígenas con la tierra va
muchos más allá de cómo éste se considera desde una perspectiva occidental. El territorio es el
elemento que permite la supervivencia de los pueblos indígenas en cuanto ellos mismos pertenecen
a la tierra.

Con base en lo anterior, la CorteIDH reconoce que los pueblos y las comunidades tienen derecho

274
de la propiedad colectivamente (Awas Tingni vs. Nicaragua, 2001, §188) sobre sus tierras y
recursos, independientemente de que tengan un título de propiedad. El uso y ocupación del
territorio crea sistemas consuetudinarios de propiedad que deben ser respetados y
garantizados por los Estados (Awas Tingni vs. Nicaragua, 2001, §140). Los territorios son
propiedades colectivas que tienen que ser identificadas y demarcadas. En este sentido, los Estados
deben adoptar en su ordenamiento jurídico interno mecanismos efectivos de delimitación,
demarcación, titulación de la propiedad, acordes con el derecho consuetudinario o propio, las
costumbres, los usos y los valores de la comunidad (Awas Tingni vs. Nicaragua, 2001, §138).

En la sentencia relativa al caso del pueblo Xakmok Kasek vs. Paraguay, la Corte (2010) brinda unos
criterios para la determinación de la existencia de este particular vínculo de los pueblos indígenas
con un determinado territorio sobre el cual se reclama el derecho de propiedad colectiva. Esta
relación:

“ i)…puede expresarse de maneras distintas según el pueblo indígena del que se


trate y las circunstancias concretas en que se encuentre. ii) Esta relación con la tierra
tiene que ser posible. Algunas formas de expresión de esta relación podrían incluir el
uso o la presencia tradicional, a través de los lazos espirituales o ceremoniales;
asentamientos de cultivos esporádicos, caza, pesca, o recolección estacional o
nómada; uso de recursos naturales ligadas a sus costumbres, y cualquier otro
elemento característico de su cultura” (Xakmok Kasek vs. Paraguay, 2010, § 113)

En la sentencia sobre el caso del pueblo Sawhoyamaxa vs Paraguay, la CorteIDH (2006) amplía
ulteriormente el contenido de estas consideraciones y reconoce el derecho a la restitución de los
territorios que se han perdido, afirmando que:

“1) la posesión tradicional de los indígenas sobre sus tierras tiene efectos
equivalentes al título de pleno dominio que otorga el Estado; 2) la posesión
tradicional otorga a los indígenas el derecho a exigir el reconocimiento oficial de
propiedad y su registro; 3) los miembros de los pueblos indígenas que por causas
ajenas a su voluntad han salido o perdido la posesión de sus tierras tradicionales
mantienen el derecho de propiedad sobre las mismas, aún a falta de título legal,
salvo cuando las tierras hayan sido legítimamente trasladas a terceros de buena fe; y
4) los miembros de los pueblos indígenas que involuntariamente han perdido la
posesión de sus tierras, y éstas han sido trasladas legítimamente a terceros
inocentes, tienen el derecho de recuperarlas o de obtener otras tierras de igual
extensión y calidad. Consecuentemente, la posesión no es un requisito que
condicione la existencia del derecho a la recuperación de las tierras”
(Sawhoyamaxa vs Paraguay, 2006, §128).

Con base en lo que hemos analizado hasta el momento, se puede ver cómo la CorteIDH, en el tema
de identificación de lo que hay que considerar como territorio, ha ido mucho más allá que el
Convenio 169 que, junto con la Convención Americana, constituye el principal marco de referencia
de este Tribunal para la definición de los derechos de los pueblos indígenas.

La Corte, además, clarifica que la sola posesión ancestral y tradicional es condición suficiente para

275
el reconocimiento del derecho al territorio. En este sentido, los Estados no pueden alegar la falta de
título o registro para restringir el goce pleno del territorio ancestral. Al contrario, cuando se da esta
situación de inseguridad jurídica administrativa, es obligación de los Estados delimitar, demarcar y
titular las propiedades de los pueblos indígenas. Finalmente, cuando la comunidad abandona o
pierde de forma involuntaria la tierra que ancestralmente posee, mantiene su derecho de propiedad
no obstante haya perdido la posesión. En esta situación, cuando la posesión ha sido adquirida por
un tercero de buena fe, el miembro de la comunidad mantiene su derecho a recuperar su tierra o, si
esto no es posible, a la indemnización por medio de otras tierras con las mismas características de
la que ha perdido. En cualquier caso, la entrega de los territorios ancestrales a los pueblos indígenas
debe ser gratuita (Yakye Axa vs Paraguay, 2005).

La Corte Constitucional (2011), incorporando las sentencias de la Corte IDH, establece el siguiente
resumen de “obligaciones estatales de respeto, protección y garantía” territorial, todas las cuales
serán implementadas en el Plan de Salvaguarda Nasa:

a) respetar la diversidad étnica y cultural de los pueblos indígenas y (a) contribuir con
la conservación del valor espiritual que para todos los grupos étnicos comporta su
relación con la tierra y su territorio, entendido este como “lo que cubre la totalidad del
hábitat de las regiones que los pueblos interesados ocupan o utilizan de alguna u
otra manera”;
b) asegurar que a las comunidades indígenas se les reconozca el derecho a la
propiedad comunal en las tierras asentadas tradicionalmente, una vez se tenga
posesión de un territorio;
c) garantizar la demarcación, titulación y entrega del territorio, consensuada con la
comunidad y dentro de un plazo razonable, y en esa medida hacer un
reconocimiento formal del territorio indígena donde podrán desarrollar su
subsistencia y vida espiritual –resguardo-;
d) asegurar el uso y goce efectivo por los pueblos indígenas de los recursos
naturales que se encuentran dentro de su territorio, de acuerdo con su cosmovisión;
e) tomar las medidas necesarias para proteger el territorio de injerencias arbitrarias
por parte de particulares, y sólo en aquellos casos en los que existan motivos que
imposibiliten el uso y goce del derecho comunitario, deberá el Estado garantizar la
participación de la comunidad, a través de figuras especiales como la consulta
previa, y en dado caso, entregar tierras alternativas de igual extensión y calidad a los
miembros de las comunidades indígenas respetando sus mecanismos autónomos de
organización y toma de decisiones” (T-433,2011).

La Corte Constitucional resalta que la normatividad existente en Colombia se dirige en varios puntos
a responder a dichas obligaciones internacionales. Por ejemplo, reconoce que el concepto de
territorio y reserva indígena no sólo incluye las áreas ocupadas regularmente sino también aquellas
que se utilizan tradicionalmente en sus actividades, y reconoce la autonomía y autodeterminación de
los resguardos con relación a su territorio. Pero insiste en que el gobierno debe avanzar más en
dirección a garantizar el derecho a la protección de las áreas sagradas o de especial importancia
ritual y cultural, incluso si están ubicadas fuera de los resguardos; el derecho a disponer y
administrar sus territorios; el derecho a participar en la utilización, explotación y conservación de los
recursos naturales renovables existentes en el territorio y el derecho a la protección de las áreas de

276
importancia ecológica.

El marco internacional que hemos analizado hasta ahora en relación con el concepto de territorio y
con el derecho a la propiedad es vinculante45 o sirve como criterio interpretativo46 para la aplicación
de los derechos de los pueblos indígenas en Colombia. Por tal motivo, los principios que establecen
guiarán el Plan de Salvaguarda de la Nación Nasa.

Por su parte la Corte Constitucional, se ha ocupado en muchas ocasiones de la definición del


contenido, la titularidad y el alcance del derecho a la propiedad colectiva de los pueblos indígenas
sobre sus territorios. En tiempos recientes, la Corte ha venido afirmando una línea jurisprudencial
que identifica la ancestralidad como título de propiedad. A este propósito, en la sentencia T-617
(2010), en el que se define el ámbito territorial de una comunidad indígena como el espacio donde
esta ejerce su autonomía, se clarifica que

“la titularidad de ese territorio, de acuerdo con jurisprudencia de la Corporación y de


la Corte Interamericana de Derechos Humanos, deriva de la posesión ancestral
por parte de las comunidades y no de un reconocimiento estatal”.

Con base en lo anterior, se deprende que la ancestralidad como título de propiedad y las
características de inembargables, inalienables e imprescriptibles contenidas en el artículo 329 (CP),
son los caracteres distintivos del derecho fundamental al territorio ancestral colectivo.

Siempre con base en la relación especial que vincula el derecho al territorio ancestral con el derecho
a la identidad étnica cultural, la Corte ha también subrayado la importancia que tienen los lugares
sagrados como elementos a tener en cuenta para la identificación y titulación de las propiedades
indígenas. (SU-383, 2003)

Del análisis de la jurisprudencia de la Corte a la que hemos hecho referencia, destacamos que el
elemento fundamental de la definición del concepto y alcance del territorio es el papel especial que
éste reviste para un pueblo indígena para la afirmación de identidad cultural y para su supervivencia.
Con base en esto y en los instrumentos de derecho internacional que hemos tomado en
consideración anteriormente, es posible entender el territorio indígena a partir de las modalidades de
vivirlo que cada pueblo adopta en conformidad con su cosmovisión.

Como ha subrayado la Corte Constitucional, la titulación de los territorios es un derecho reconocido


a los pueblos indígenas que no tiene valor constitutivo, sino el de otorgar una seguridad jurídica a la
propiedad colectiva. El territorio indígena existe independientemente de la presencia de un
documento que compruebe su existencia. En otras palabras, son los pueblos indígenas los que
tienen que identificar en concreto cuál es este espacio y el Estado debe titularlo y registrarlo. Sólo de
esta forma es posible lograr el cumplimiento del derecho a la libre determinación y la autonomía,
como enfatizaron en varias oportunidades las comunidades nasa durante la construcción del Plan de

45 Es el caso del Convenio OIT y de la Convención Americana sobre Derechos Humanos que hacen parte del bloque
de constitucionalidad del art. 93 de la CP. 1991.
46 Es el caso de la DDPI que, de acuerdo con la Corte Constitucional, representa el marco interpretativo de los
derechos de los pueblos indígenas en Colombia. Véase las sentencias T-704 de 2006, T-514 de 2009 y T-617 de
2010.

277
Salvaguarda nasa.

Como señaló el Auto 004 de 2009 los pueblos indígenas se han visto enormemente vulnerados en el
ejercicio y goce del derecho a su territorio en el marco del conflicto armado. El desplazamiento
forzado de los pueblos indígenas ha tenido y sigue teniendo gravísimos efectos sobre el territorio
que son objeto de abandono. Además, las afectaciones territoriales por el conflicto no involucran sólo
los territorios despojados sino también aquellos donde la Nación Nasa sigue viviendo. En este
sentido, en el Plan de Salvaguarda, la restitución de la totalidad de las tierras en un contexto de paz
será considerada como el piso mínimo para el restablecimiento del estado de cosas constitucional y
para el desarrollo de la vida en armonía y equilibrio según la Ley de origen. Puesto que el Auto 004
ordena que el Plan de Salvaguarda proteja el derecho a la existencia de la Nación Nasa como sujeto
colectivo de derecho, la restitución de los territorios expropiados es un componente fundamental del
Plan y es el basamento de toda la estrategia de protección.

Relacionado con lo anterior, es bueno precisar que la idea de la Nación Nasa sobre la restitución de
los territorios perdidos como consecuencia del conflicto armado va más allá de las limitaciones
temporales (y políticas) que están contenidas en la Ley 1448 (2011) y en el Decreto-Ley 4633 (2011).
En efecto, la Nación Nasa considera que frente a la gravedad e historicidad de las violaciones y de
las afectaciones por el conflicto armado, resulta del todo inapropiado que se pueda reclamar el
derecho a la restitución sobre “las tierras de los resguardos de origen colonial y las tierras de
ocupación ancestral e histórica que los pueblos y comunidades indígenas ocupaban el 31 de
diciembre de 1990” (Decreto 4633, 2011, art, 141 (3).Y aún más, si el objetivo macro es el de
restablecer un estado de cosas constitucional.

Como hemos señalado de manera detallada, la CorteIDH ha ratificado el planteamiento de los


pueblos indígenas en el sentido de que los territorios de los indígenas son los que hoy tienen en su
poder, pero también son los que les han quitado. La Corte dijo: si los indígenas tienen un título, eso
está bien; pero si se les perdió el título o si nunca lo tuvieron, no importa porque si los pueblos
indígenas no tienen título, el sólo hecho de que estén y hayan estado ahí es suficiente prueba. En
esta medida, la posesión ancestral reivindicada por la Nación Nasa es prueba suficiente.

Lo segundo que dijo la Corte fue más interesante: restituir es devolver. La CorteIDH dijo: incluso si
las tierras de un indígena están en manos de alguien que tiene una escritura pública legal, el estado
tiene que hacer las acciones necesarias para devolverle la tierra a los indígenas.

El segundo punto jurídico que la Nación Nasa va a utilizar, apoyada en las sentencias de la CorteIDH
y la Corte Constitucional, es el de Consentimiento previo, libre e informado. Según lo definieron las
asambleas para la construcción del Plan de Salvaguarda, no se puede hacer nada en el territorio de
la Nación Nasa si el pueblo nasa no lo autoriza. El Consentimiento previo, libre e informado se
aplicará en los siguientes casos: Planes de Desarrollo que tengan mayor impacto, inversiones a gran
escala que tengan gran impacto; en caso de traslado o reubicación; en caso de revertimiento de
desechos tóxicos; cuando hay impacto ambiental, entre otros. En estos casos, el consentimiento es
obligatorio. El principio acordado por los nasa en el proceso de consulta fue: “Toda la Nación Nasa
debe pararse como nación para decir que una empresa no puede entrar, porque el territorio es uno
solo, el territorio es nuestro; el que se metió con los nasa del Putumayo, se metió con toda la Nación
Nasa”. De esta manera, actuando como el sujeto colectivo que es, la Nación Nasa enfrentará las

278
estrategias del gobierno y de las empresas multinacionales que entran a los territorios nasa con
maniobras de cooptación de líderes en los cabildos más débiles.

8. La Madre Tierra tiene derechos a la protección, reparación y a las garantías de no repetición.

En la compilación de Sisco et. al (2001), aparece reflejada la clara vinculación de la Madre Tierra
como miembro de la comunidad nasa:

“Los Nej'wesx hablaron y la tierra se movió, todos los vivientes se despertaron


pensando cada quien con su palabra, y dijo: Ustedes siendo mis hijos (nietos) se
comportan muy indecentes con mi palabra. Si siguen así su madre Kiwe un día se
cansará de ustedes, les dará la vuelta la cara para no verlos y ustedes se quedarán a
su espalda, nadie los mirará, nadie les dará de su seno. No recibirán cariño ni
consejos y por su mal comportamiento se quedarán solos y hasta morirán, ¿pues
quien se hace daño?

Y replicó Kiwe: Yo soy kiwe la hija de Uma y Tay, ellos me formaron para que yo me
encargara de ustedes, yo sufro cuando ustedes sufren, también miro la casa con
mucho cariño cuando ustedes me miran con cariño. Yo soy la que le sopla la cara
para que mis hijos se refresquen. Soy la que suda para que no les falte agua para la
sed. Soy la que mira con los ojos de mi parejo el Sek y por él guardo su calor para
ustedes. Todo lo que hay en mi cuerpo es de ustedes, sin embargo, no deben dejar
que nadie me lastime ni nadie me acabe, porque sólo entre todos somos fuertes y los
trabajos resultan mejor.

Y prosiguió diciendo: Cuando vayan a tomar de mi seno miren la luna que también es
mi hermana. Muchas veces me siento enferma, de mis senos en lugar de leche
brotará sangre, entonces ustedes ya no tendrán más comida, no podrán vivir
conmigo. Todo esto puede pasar cuando ustedes se alejen de mi memoria. A veces
yo regaño, pero ese es mi consejo, yo los acojo a todos por igual. Son muchos hijos,
cada uno de ustedes se comportan distinto: fríos o calientes, otros dulces, picantes,
blandos, ácidos, blancos, rojos, colorados, largos, tiernos, pequeños, lentos, ágiles,
fuertes, risueños, negros, pensantes, todos hablan y actúan libremente, así debe
permanecer siempre.

Cuando necesiten de mi ayuda deben mirar por mi Thâ'busx47, llevar la coquita, los
remedios y la chicha, para hacer sus pagamentos a nuestros Nej'wesx. Más después
nacerán los Thê'wala que serán nietos de Nej'wesx, por eso ellos tienen su espacio
en el pie derecho, ellos son los únicos que pueden hacer el Peweçxa'jnxi48 que es la
ejecución del rito, pueden comunicarse con nuestras deidades. Cuando hagan el rito
pongan atención que Pa'ksxa'w49 les enseñará a través del sueño. Así nos dejó
advirtiendo kiwe.”

47 Thâ'busx, zona superior de la cabeza.


48 Pewecxajnxi, ritual de reconciliación.
49 Pa'ksxa'w, visita de un sueño

279
Según el pensamiento nasa, el territorio no sólo es un espacio físico; también obedece la ubicación
de los seres espirituales naturales que viven en el territorio. Hablar de principios y garantía de vida,
desde la ley de origen de la Nación Nasa, no es otra cosa que hablar de unos mandatos o leyes
espirituales naturales que hacen diferente la práctica de vida de la Nación Nasa con relación a otras
culturas no indígenas. Desde el enfoque nasa, todo lo que existe tiene vida: minerales, astros, aire,
agua, plantas, entre otras. Y por tanto son seres (nasa) que deben tener el goce pleno del derecho
de procrearse, de cuidarse y además de cuidar la Madre Tierra (ACIN, en prensa).

La Madre Tierra es ser vivo, es Uma Kiwe, es miembro de la comunidad y en cuanto tal tiene
derechos. De ella provienen los nasa y de ella forman parte desde antes de nacer y después de la
muerte. En ella se refleja el pensamiento, los ancestros, y se registra la sabiduría, el conocimiento y
los sueños. Es más, ella es la forma de la comunidad: “Inmediatamente todos los seres se abrazaron
hasta formar una sola masa, como un solo puño y así se formó Kiwe, la “tierra”, la casa de todos.
Kiwe, la mujer” (Sisco et al., 2001). Al mismo tiempo, en la Madre Tierra y en la relación con ella está
la esencia de la identidad, la cultura, la organización social y política, la economía, la espiritualidad y
la ley de origen del pueblo y de la Nación Nasa (Sisco et al., 2001). El uso de los bienes naturales
debe entenderse como una acción sobre/contra un ser vivo y sobre/contra los seres de la naturaleza
que en ella conviven. Siendo seres vivos, siendo nasa, requieren del mismo cuidado que el resto de
las personas.

Como ya hemos señalado, la visión de territorio según la Ley de Origen de la Nación Nasa tiene
fundamentos distintos y contenido más amplio del concepto que se le atribuye en el mundo
occidental. Por esta razón, según lo definieron las asambleas comunitarias para la formulación del
Plan de Salvaguarda de la Nación Nasa, el concepto de territorio, las líneas de acción y los
programas relacionados son construidos teniendo como marco de referencia principal la Ley de
origen y el respeto y la protección de la Madre Tierra como ser vivo, como sujeto y miembro de la
comunidad. Debido a ello, como señalamos antes, el territorio comprende el suelo, el subsuelo, el
espacio aéreo y el espacio electromagnético, que pueden corresponder (por supuesto, con una
perspectiva muy diferente) a los espacios cosmológicos nasa:

“¿Qué es territorio para nosotros? ¿De cuántos territorios hablamos? Hablamos de


un territorio con 3 dimensiones y vamos a ver si el gobierno tiene la capacidad de
reconocer eso: e kiwe (arriba), tasxu kiwe (lo que hay debajo de la tierra) y kiwe (la
tierra). En la norma dice el espacio aéreo que tiene que ver con el aire, pero esa es
la tierra de los espíritus. Y el gobierno habla del aire, de la tierra y del subsuelo”
(Asamblea Regional de Autoridades del Cauca Plan de Salvaguarda Nasa, Segovia,
marzo 2013).

La Madre Tierra ha sido víctima de violencia política; se han roto sus relaciones de armonía con la
presencia y acción militar de cientos de años, ha sido atacada con bombardeos y abusos de sus
bienes, le han regado sangre sin hacer los rituales mayores; se han alterado profundamente los
ciclos de la naturaleza con la extracción y uso arbitrario de los seres naturales. Todas estas acciones
de ataque siguen ocurriendo mientras dura el conflicto armado interno y la explotación desaforada
de la naturaleza.

280
Por eso la Madre Tierra tiene derechos a la protección, reparación y a las garantías de no repetición.
Las acciones de prevención, protección, atención y reparación de los miembros de las comunidades
nasa y de la Madre Tierra implican el diálogo (espiritual) con la Madre Naturaleza y la adopción de
un particular enfoque diferencial, basado en la curación, descanso y restablecimiento del orden y
armonía naturales. De ahí se desprende que las acciones del Plan de Salvaguarda deben atender
los tiempos y ciclos de la naturaleza, el orden de los espacios cosmológicos y naturales, y su
integridad de ser vivo.

9. La Nación Nasa interpreta y vive el conflicto armado como la continuación de la guerra de la


Conquista y el colonialismo.

El conflicto armado interno tiene causas históricas específicas que se resumen en la imposición y
persistencia en Colombia de un régimen político excluyente que ha acudido de forma reiterada a los
crímenes de sistema contra el movimiento popular, y en la consolidación de una estructura súper
concentrada de propiedad de la tierra, constituida a partir del despojo sistemático de indígenas,
afrodescendientes y campesinos. Sin embargo, la forma como la Nación Nasa ha vivido las
dinámicas e impactos de este conflicto, se articuló y re-significó en y con las estructuras socio-
políticas de colonialismo interno que se superpusieron en los territorios indígenas.

Como episodio de esta guerra de varios siglos, la Nación Nasa identifica la continuidad de los
siguientes elementos en el actual conflicto armado interno: 1) la negación de su carácter de Nación,
2) la conculcación del derecho a decidir y el ataque a las formas de gobierno propias, 3) el despojo
territorial y el desconocimiento de sus títulos de propiedad, 4) la ocupación militar de sus
comunidades, 5) el debilitamiento creciente de la economía comunitaria, 5) la manipulación de la
historia y del relato oficial sobre los pueblos indígenas, 6) la destrucción de la lengua nasa
(nasayuwe). Todos estos elementos de continuidad han sido causados por las guerras de conquista,
las guerras republicanas en que se vieron involucrados los indígenas nasa por parte de los
generales-presidentes, la época de la Violencia y el actual conflicto armado.
En consecuencia, la guerra interna actual se experimenta por la Nación Nasa como la imposición de
un modo de vida ajeno y destructivo de la Madre Tierra y de las comunidades nasa, que se vive
como una enfermedad espiritual; en palabras de los mayores de la comunidad, “la guerra ha matado
el cuerpo, el espíritu y la sabiduría”. Estos elementos se incorporan como elementos determinantes
del impacto del conflicto armado sobre las comunidades de la Nación Nasa.

Por todo lo anterior, como fue reiterado durante las asambleas para la construcción del Plan de
Salvaguarda Nasa, la reparación tiene que incorporar los agravios históricos que se han cometido
contra la Nación Nasa para que tenga un verdadero efecto reparador y restaurador. .

10. Respeto a los derechos de la población no indígena del territorio, a otros pueblos vecinos o
con quienes compartimos territorialidad ancestral.

En varias regiones del país el territorio indígena nasa se convirtió de hecho en territorio interétnico,
como resultado de los procesos migratorios recientes y por relaciones de vecindad de larga
duración, algunas de ellas de carácter ancestral. No podemos olvidar que el propio pueblo nasa se
conformó a partir del tejido de alianzas políticas entre cacicazgos (no todos nasa). En la actualidad,
en zonas de frontera cultural, se presentan casos de territorios (incluso resguardos) que han sido

281
titulados o reconocidos a varios pueblos (nasa y misak, nasa y yanacona, nasa y pijao, nasa y
uitoto), lo que ha originado formas prácticas e incluso jurídicas para convivir. También se presentan
casos de migraciones de familias extensas no-nasas (indígenas o no indígenas) al interior de
territorio nasa claramente delimitado y apropiado, donde los nuevos miembros han aceptado normas
nasa y las autoridades y comunidades los han acogido voluntariamente. Similar situación se ha
presentado con familias campesinas que luego de los procesos de recuperación y liberación de la
tierra han preferido quedarse como comuneros/as de los resguardos y territorios indígenas. También
tienen lugar situaciones donde no hay una clara frontera geográfica, natural o jurídica entre territorios
nasa y afro o campesinos, y donde se presenta alguna conflictividad por las competencias y
derechos territoriales.

Cada una de estas situaciones ha tenido una solución política y jurídica que se mantendrán en el
Plan de Salvaguarda, dependiendo de las regiones. En el territorio ancestral compartido, la Nación
Nasa y los otros pueblos han logrado acuerdos políticos e institucionales para compartir
territorialidad y gobierno, todos los cuales se respetarán en el Plan de Salvaguarda Nasa. Esto
incluirá el respeto a los procesos etno-culturales que hayan acordado, tales como el bilingüismo, las
familias multiculturales, entre otros. En los casos de familias o grupos comunitarios de otras etnias
(indígenas o campesinas) que viven en territorio nasa, estas comunidades serán sujetos y
beneficiarios de todas las medidas del Plan de Salvaguarda en tanto hacen parte de la comunidad
política y comparten representaciones culturales y espirituales; los asuntos culturales específicos
(lengua, espiritualidad, sistemas pedagógicos) serán adecuados para respetar los derechos
culturales. En los casos de reciente vecindad, donde todavía se construyen los acuerdos
interétnicos, el Plan de Salvaguarda se implementará acudiendo al principio de la consulta
intercultural, la cooperación, la complementariedad y la coordinación, especialmente si se trata de
otros pueblos indígenas que han formulado sus propios planes de salvaguarda ordenados por la
Corte Constitucional.

En los casos de fronteras no precisadas, en la aplicación de medidas del Plan, la Nación Nasa
acudirá al principio de consulta y diálogo intercultural para preservar la convivencia y respetar los
derechos territoriales y culturales de todas las comunidades. Las medidas de protección diferentes a
las territoriales se aplicarán de forma extensiva a las poblaciones vecinas siempre que sean más
adecuadas, con el debido consentimiento de los representantes de dichas comunidades.

11. El Plan de Salvaguarda debe priorizar la prevención, atención y reparación de las mujeres,
jóvenes y niñas nasa víctimas del conflicto.

Al señalar que las formas específicas de victimización de las mujeres, jóvenes y niñas nasa exigen
medidas especiales de prevención, reparación y atención, el primer elemento que resaltamos es la
consideración compartida por parte de la Nación Nasa de que la Madre Tierra, además de ser
miembro del pueblo nasa, es un ser femenino. La Uma Kiwe es sujeto de derecho y, en cuanto tal,
tiene derecho a la reparación de forma especial y diferencial, en cuanto vulnerada en calidad de
miembro de la comunidad y en cuanto ser femenino50.

El segundo elemento importante es que cuando el Plan de Salvaguarda hace referencia al enfoque

50 En este mismo documento, véase Fundamento 7 “La Madre Tierra tiene derechos a la protección, reparación y a las
garantías de no repetición” y fundamento 5 “El territorio ancestral nasa es uno solo”.

282
de género lo hace según la cosmovisión del pueblo nasa. En la Tulpa de la mujer, la familia y el
territorio (2010), las mujeres nasa reflexionaron de forma muy profunda sobre este argumento. En
esa ocasión, destacaron que para los nasa la concepción del género “parte en primera instancia de
la interiorización del Ser Colectivo que es estar en continua interacción con el otro (los seres
humanos, plantas, animales y seres espirituales)”. Por esta razón, la identidad como Mujer u Hombre
se desarrolla en relación a su dimensión dual y como parte de una pareja que se complementa.
Como hemos mostrado antes, en la ley de origen del pueblo nasa, la dualidad de todos los
elementos que componen el mundo es fundamental para mantener la armonía y el equilibrio.

Esta idea de dualidad y complementariedad también se contempla al conocer que tanto las niñas
como los niños al nacer, ya cuentan con un ser espiritual que los acompaña. Cada ser son dos
personas: un ser físico y otro espiritual (kwe’sx – nosotros/nosotras), donde las mujeres son
acompañadas por un ser espiritual masculino y los hombres por un ser espiritual femenino, lo que
sugiere estar conectados entre dos personas (mujer-hombre).

En este sentido, Florilva Tróchez señala que “ni el hombre es superior que la mujer, o la mujer es
superior al hombre. Ambos son importantes, ambos tienen un sentido integral en lo femenino y lo
masculino que cada uno tiene. En ese sentido, el hombre tiene una partecita de lo femenino, no
solamente es masculino, sino que también tiene parte de lo femenino; para la mujer es lo mismo, ella
tiene también parte de lo masculino” (Tróchez, 2009).

Según la ley de origen, no es posible separar lo femenino y lo masculino, en cuanto Uma es la


generadora de la vida y la sabiduría, mientras que Tay es quien la procrea. Cuando la vida está
amenazada son las mujeres quienes asumen el papel fundamental de defenderla. Por ser ellas las
dadoras de vida no sólo piensan en que hay que proteger la vida de todas y todos, sino también a la
comunidad y el territorio. Por esta razón, como señaló el diagnóstico, las mujeres nasa se ven
afectadas de manera diferencial en el marco del conflicto armado.

El tercer punto fundamental es la consideración de que la violencia contra la mujer en el marco del
conflicto armado constituye una violación grave de la Constitución Política, el Derecho Internacional
de los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario. La situación de mayor
vulneración de los derechos de las mujeres en situaciones de conflicto armado ha sido subrayada
por numerosos instrumentos de alcance internacional.

Al respecto, la Resolución 1325 (2000) del el Consejo de Seguridad de la ONU manifiesta su

“preocupación por el hecho de que los civiles, y particularmente las mujeres y los
niños, constituyen la inmensa mayoría de los que se ven perjudicados por los
conflictos armados, incluso en calidad de refugiados y personas desplazadas
internamente, y cada vez más sufren los ataques de los combatientes y otros
elementos armados.” Por esta razón, se exhortan a todas las partes de un conflicto
armado “a que respeten plenamente el derecho internacional aplicable a los
derechos y a la protección de las mujeres y niñas, especialmente en tanto que civiles
(…) y “a que adopten medidas especiales para proteger a las mujeres y las niñas de
la violencia por razón de género, particularmente la violación y otras formas de
abusos sexuales, y todas las demás formas de violencia en situaciones de conflicto
armado” (Resolución 1325,2000).

283
En el ámbito americano, la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la
violencia contra la mujer (1994) establece que “toda mujer tiene derecho a una vida libre de
violencia, tanto en el ámbito público como en el privado” (art.3) y afirma que es el Estado quien tiene
que adoptar políticas y programas específicos para garantizar este derecho y todos los demás
relacionados con éste (art. 7, art. 8).

En relación con la situación de las mujeres en el marco del conflicto armado en Colombia, la CIDH
(2006) ha resaltado en diferentes ocasiones cómo el conflicto armado en Colombia afecta de forma
distinta a las mujeres que a los hombres, lo cual constituye un factor que agrava la discriminación y
la violencia histórica que las mujeres colombianas han vivido (2006:45). En su informe, la CIDH
(2006) reveló “una ausencia de una política estatal integral y de servicios y programas coordinados y
multidisciplinarios para abordar el impacto específico del conflicto armado en las mujeres; detectó
fallas en el diagnóstico y prevención de las consecuencias del conflicto armado en las mujeres; una
perspectiva homogénea de las mujeres como grupo objeto y beneficiario de protección y servicios
estatales; vacíos en la atención humanitaria y los servicios de apoyo a mujeres víctimas del
desplazamiento forzado; obstáculos en el acceso a la justicia de las mujeres víctimas de violencia y
discriminación por el conflicto armado; la necesidad de proteger y legitimar el trabajo de las
defensoras de derechos humanos de las mujeres; y deficiencias en los procesos de justicia y paz
para proteger los derechos de las mujeres en el contexto del conflicto armado” (CIDH, 2006:9).

En relación con la situación de las mujeres indígenas, la ONIC (2012) entregó a la Representante
Especial del Secretario General para Violencia Sexual en el marco de los conflictos armados el
informe “Mujeres indígenas, victimas invisibles del conflicto armado en Colombia. La violencia
sexual, una estrategia de guerra” en el cual se expresa lo siguiente:

“[l]as mujeres somos cerca del 50% de la población indígena, también sufrimos las
consecuencias y el impacto del conflicto armado interno que vive el país y que de
manera particular ha hecho de los pueblos indígenas las principales víctimas de la
guerra y la disputa por territorios de gran riqueza por su biodiversidad, recursos
bioenergéticos y mineros. Esta confrontación ha traído consigo la militarización casi
total de nuestros territorios. Las mujeres sufrimos estos impactos por ser mujeres y
por ser indígenas, somos objeto de múltiples discriminaciones que se entrecruzan y
nos hacen altamente vulnerables” (ONIC, 2012).

A nivel internacional y nacional se ha reconocido la importancia de la sentencia de la Corte


Constitucional T-025 (2004) y, sobretodo, del Auto 092 (2008) con el que se hace seguimiento a
dicha sentencia con el propósito de ordenar al estado un enfoque diferencial en las medidas de
políticas públicas sobre prevención, protección y atención para las mujeres afectadas por el
desplazamiento forzado y el conflicto armado. En relación a las mujeres indígenas, la Corte resalta
que la pertenencia étnica representa un factor de discriminación adicional que acentúa los efectos
del conflicto y del desplazamiento. A este propósito, la Corte subraya la obligación del Estado de
promover las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva (CP, 1991, art. 3 superior) y de
reconocer y proteger la diversidad étnica y cultural de la Nación colombiana (CP, 1991, art. 7). Es en
este sentido que la Corte ordena el diseño y actuación de un Programa de Protección de los
Derechos de las Mujeres Indígenas Desplazadas (Auto 092, 2008).

284
Como fue acordado durante varias asambleas comunitarias, el Plan de Salvaguarda Nasa atenderá
a las disposiciones de la Corte Constitucional en esta materia, trascendiendo la satisfacción de los
derechos de las mujeres mediante la formulación de políticas públicas (lo cual es necesario pero
insuficiente en la medida en que implica únicamente un cumplimiento progresivo) y aprovechando,
en contraste, la fuerza jurídica del Auto 004 de 2009. Sin embargo, lo preocupante es que hasta el
momento, como fue señalado en reiteradas ocasiones durante el proceso de construcción del Plan
de Salvaguarda nasa y confirmado por los diferentes estudios de seguimiento al Auto 092, el estado
no se ha activado de manera eficaz para dar cumplimiento a las órdenes de la Corte. Esta situación
muestra que todavía no ha sido restauraudo el estado de cosas constitucional.

La Ley 1448 (2011) y el Decreto 4633 (2011) que reglamenta esta materia en relación con los
pueblos indígenas introducen un enfoque de género transversal a todas las temáticas y definen
medidas específicas para la reparación y la restitución de tierras a las mujeres víctimas del conflicto
armado. Sin embargo, como fue discutido ampliamente durante el proceso de construcción del Plan
de Salvaguarda Nasa, estos instrumentos no son adecuados para garantizar la reparación de las
mujeres en general, ni de las mujeres nasa, en particular. Por un lado, porque la reparación a las
mujeres se aborda y enfrenta, sobre todo, a través de medidas de tipo administrativo o a través de la
priorización de éstas en los diferentes programas y acciones que se predisponen para toda la
población víctima, lo cual desconoce el carácter colectivo que también deben contemplar las
reparaciones para los pueblos indígenas según su cosmovisión. Por otro lado, porque la simple
mención de los derechos de las mujeres y la simple priorización en algunos programas no son
medidas suficientes para garantizar la reparación, la atención y el acceso a la justicia y a otros
derechos por parte de las mujeres nasa. Sobre todo, si tenemos en cuenta que los mecanismos de
reparación no pueden reducirse simplemente a “devolver a las víctimas a la situación en la que se
encontraban con anterioridad a la violación de sus derechos”, sin superar las causas de exclusión e
inequidad, “ya que pretendería devolver a las víctimas a una situación de vulnerabilidad y carencias,
y dejaría intactos los factores que permitieron su victimización. En esa medida, las reparaciones
deben ser comprendidas como una oportunidad no sólo para enfrentar los daños ocasionados por
los crímenes atroces, sino también para superar las condiciones de exclusión de las víctimas, ya que
si esas condiciones no son modificadas, difícilmente podrían prevenirse crímenes similares en el
futuro” (Auto 237, 2008).

En consecuencia, el Plan de Salvaguarda de la Nación Nasa priorizará la prevención, atención y


reparación de las mujeres, jóvenes y niñas nasa víctimas del conflicto armado según la cosmovisión
nasa, atendiendo a la concepción social y cultural nasa de protección, atención y reparación y
usando los instrumentos jurídicos nacionales e internacionales que han esbozado los fundamentos
en esta materia.

12. Responsabilidad estatal y excepción de inconstitucionalidad

La autonomía de la Nación Nasa no anula la responsabilidad del Estado como agente de la


victimización histórica de la Nación Nasa. Como hemos señalado, uno de los principios
fundamentales de la Constitución Política (CP) es que el Estado reconoce y protege la diversidad
étnica y cultural de la Nación. Por un lado, esto comporta el reconocimiento de un estatus especial
de protección de las comunidades étnicas para que éstas puedan actuar según sus propios usos y

285
costumbres, como manifestación de una de las diferentes facetas que constituyen las identidades
culturales de Colombia. Por otro lado, esto implica que el Estado debe actuar concretamente para
hacer que este reconocimiento sea efectivo y tiene que garantizar que existan las condiciones para
que las diferentes expresiones culturales puedan desarrollarse de conformidad con el mandato
constitucional.

De acuerdo con lo anterior, la Corte Constitucional se ha pronunciado en diferentes ocasiones


alrededor de este principio individualizando una serie de derechos que se desprenden del principio
de protección de la diversidad étnica y cultural (T-704, 2006).

Al respecto la Corte ha reiterado en diferentes ocasiones que dichos derechos no hay que
interpretarlos como un simple listado de atribuciones formales reconocidas a favor de los pueblos
indígenas, sino como la configuración de un marco de observancia obligatoria que cualquier
autoridad estatal tiene la responsabilidad de respetar e implementar. Al respecto en la sentencia T-
704, la Corte (2006) se expresa en los siguientes términos:

“Justamente en este sentido se habla de la dimensión objetiva de los derechos


constitucionales fundamentales. Que los derechos constitucionales
fundamentales se consignen en documentos jurídicos significa un gran paso
en orden a obtener su cumplimiento, pero no es suficiente. Es preciso el
despliegue de todo un conjunto de medidas, tareas y actuaciones por parte del
Estado – tanto en el nivel nacional como en el territorial - orientadas a garantizar la
plena efectividad de estos derechos en la práctica. La Carta Democrática
redactada en el marco de la Organización de los Estados Americanos, por ejemplo,
se ha pronunciado también en esa dirección y ha resaltado la necesidad de procurar
las condiciones y de ambientar las circunstancias para lograr la efectividad de la
democracia en la realidad.
(…)
No es suficiente, por tanto, que la Constitución, los Pactos Internacionales aprobados
y ratificados por Colombia establezcan un conjunto de derechos por medio de los
cuales se afirme el reconocimiento y protección del derecho a la diversidad étnica y
cultural de los pueblos indígenas. Es preciso que se garanticen también las vías
para hacer factible este derecho en la práctica. De lo contrario, el derecho
constitucional fundamental al reconocimiento y debida protección de la
diversidad étnica y cultural de los pueblos indígenas correría el riesgo de verse
convertido en letra muerta. De ahí la estrecha conexión entre los derechos políticos
y civiles, los derechos sociales económicos y culturales y los derechos colectivos. La
realización efectiva de los derechos sociales es conditio sine qua non para
garantizar el goce del derecho constitucional fundamental al reconocimiento y
debida protección de la diversidad étnica y cultural de los pueblos indígenas.
Para ponerlo en otros términos: sin la garantía de cumplimiento de los derechos
sociales, el derecho constitucional fundamental al reconocimiento y debida
protección de la diversidad étnica y cultural de los pueblos indígenas se vería por
entero vaciado de contenido.” (T-704, 2006) (Resaltado fuera del texto)

Interpretando de esta forma los principios de diversidad étnica y cultural, se comprende que el

286
Estado tiene el deber de velar la efectiva realización de los derechos reconocidos a los pueblos
indígenas como sujetos colectivos de derecho (T- 380, 1993). Esto significa que se deben poner en
acto todas las medidas necesarias para la protección de los pueblos indígenas, garantizar los
recursos económicos para el cumplimento de sus derechos y, al mismo tiempo, remover los
obstáculos que impiden el pleno goce de los mismos.

La base para garantizar la persistencia de la identidad cultural y espiritual de la Nación Nasa es el


efectivo cumplimiento de los derechos de libre determinación, autonomía y autogobierno, que a nivel
nacional e internacional están reconocidos y protegidos. El concepto de diversidad étnica y cultural
está estrictamente relacionado con el respeto y la protección de las representaciones de vida, las
concepciones del mundo y las formas organizativas propias que la mayoría de las veces resultan
enormemente distantes del implante ideológico, social, político, económico, jurídico e institucional de
la sociedad dominante.51 En este sentido, por lo que hemos mostrado antes, el Estado tiene la
obligación de garantizar que cada pueblo indígena se organice y se gobierne de acuerdo con su
cultura y cosmovisión.

Sin embargo vale precisar que los derechos a la autonomía y autogobierno no pueden ser
invocados, bajo ninguna circunstancia, por parte del Estado como limitaciones para el cumplimiento
de su obligación de ser garante de los derechos fundamentales, colectivos e individuales, de los
pueblos indígenas. Respetar la autonomía de los pueblos indígenas no significa que el Estado deja
de ser responsable de la garantía de los derechos fundamentales. A este propósito, hacemos
especial referencia al cumplimento de los derechos económicos y sociales. El Estado no puede
alegar que éstos son de competencia de los órganos de autogobierno y que por ese motivo les
corresponde a ellos garantizar su protección y realización. Por el contrario, el Estado debe garantizar
el cumplimento de los mismos asegurando el respeto de la dimensión cultural de éstos, así como el
reconocimiento de las instituciones políticas propias. Esto significa que el Estado tiene que
garantizar los recursos económicos necesarios para que los órganos de gobierno propio puedan
adoptar medidas y definir programas que garanticen el goce de los derechos civiles, políticos,
económicos y sociales de los integrantes de sus comunidades.

Es importante subrayar que la Corte Constitucional evidencia de manera muy clara cuáles son las
obligaciones del Estado en relación con su papel de garante de los derechos fundamentales. En este
sentido debe: i) reconocer y proteger los derechos de los pueblos indígenas, ii) garantizar su efectivo
cumplimiento de acuerdo con las normas internacionales que ha aceptado en su ordenamiento
interno; iii) garantizar los recursos necesarios para la realización de las medidas necesarias para que
estos derechos sean realmente alcanzados; iv) garantizar el respeto los derechos a la identidad
cultural, a la autonomía y al autogobierno y hacer que los pueblos indígenas administren los
recursos para asegurar que las acciones puestas en marcha para la garantía de sus derechos sean
acordes con sus propias tradiciones e instituciones.

Hasta ahora, la respuesta del Estado colombiano frente la necesidad de poner en marcha esta

51 En este sentido se expresa la Corte Constitucional (2001) en la Sentencia T-129, afirmando que la diversidad
cultural “está relacionada con las representaciones de vida y concepciones del mundo que la mayoría de las veces
no son sincrónicas con las costumbres dominantes o el arquetipo mayoritario en la organización política, social,
económica, productiva o incluso de religión, raza, lengua, etc. Lo cual refuerza la necesidad de protección del
Estado sobre la base de la protección a la multiculturalidad y a las minorías.”

287
efectiva realización de los derechos de los pueblos indígenas ha sido insatisfactoria. De hecho, en
las últimas décadas se ha registrado un importante incremento de los instrumentos legislativos y
administrativos que regulan varios aspectos del reconocimiento y protección de los pueblos
indígenas. Desafortunadamente, esto no ha coincidido con la real puesta en marcha de medidas
eficaces en este sentido. Sobre este punto, en 2004, el anterior Relator destacó que

“la precaria situación de los derechos humanos de los pueblos indígenas en


Colombia refleja el desfase entre una legislación nacional avanzada y la poca
efectividad real de las instituciones encargadas de su protección, en el marco de un
conflicto armado interno en el cual participan numerosos contendientes cuya acción
incide en las posibilidades den supervivencia de las comunidades autóctonas”
(Stavenhagen, 2004, § 81)(Subrayado fuera del texto).

En ese mismo sentido, la Corte Constitucional a través del Auto 004 (2009) puso énfasis en el hecho
de que “[l]a respuesta de las autoridades estatales a la crítica situación […] se ha dado
principalmente a través de la expedición de normas, políticas y documentos formales, los cuales, a
pesar de su valor, han tenido repercusiones prácticas precarias” (T-704, 2006). Un ejemplo muy
representativo de esta realidad se puede encontrar en el Sistema de Alertas Tempranas (SAT) de la
Defensoría del Pueblo, mecanismo que ha sido puesto en marcha para la identificación y prevención
de violaciones de los derechos humanos e infracciones al derecho internacional humanitario contra
los pueblos indígenas. Sin embargo, este programa no está teniendo el impacto esperado y las
recomendaciones, que vienen presentadas para evitar futuras violaciones de los derechos humanos,
no siempre han recibido la adecuada consideración y respuesta de los órganos encargados de poner
en marcha medidas de protección (Anaya, 2009,§ 9-11).

Debido a la persistencia de la grave situación de los derechos humanos de los pueblos indígenas,
podemos concluir que el Estado colombiano no está cumpliendo con su obligación de prevenir,
investigar y sancionar dichas violaciones. Por esta razón, el Plan de Salvaguarda de la Nación Nasa,
en conformidad con lo dispuesto en el Auto 004 de 2009, incluye una serie de líneas de acción y
programas que apuntan a la creación de un nuevo orden en el que los derechos del pueblo nasa
sean realmente respetados y garantizados. En este sentido, por un lado, la Nación Nasa busca
lograr la efectiva reparación de las víctimas del conflicto armado, conforme a la Ley de origen, la
cultura y la espiritualidad nasa. Por otro lado, apunta a que el Estado reconozca y respete la
autonomía de la Nación Nasa, lo cual ayudará a potenciar las medidas propias de autoprotección.
Esto implica proceder con la desmilitarización de los territorios ancestrales, puesto que queda
plenamente confirmado y fundamentado que la presencia de las fuerzas armadas estatales en el
territorio de la Nación Nasa no ha sido garantía de protección, sino uno de los factores de su elevada
y preocupante victimización.

288
Líneas de acción (estrategias)

Esquema-Síntesis de interpretación del conflicto y del riesgo en el territorio de la Nación Nasa


Gráfico elaborado a partir de un ejercicio interpretativo del Equipo Nacional del Plan de Salvaguarda
de la Nación Nasa. Marzo de 2013.

289
Las líneas de acción o estrategias aquí definidas para cumplir con los objetivos del Plan de
Salvaguarda están relacionadas con la interpretación general que hacen las autoridades indígenas
del conflicto en los territorios y comunidades de la Nación Nasa.

Como señalamos previamente, las comunidades nasa encuentran continuidad entre la guerra de
Conquista y el actual conflicto armado interno. De hecho, el colonialismo interno persiste en las
relaciones entre el Estado colombiano y los pueblos indígenas, a pesar de la adopción de la
Constitución del 91 y de reiteradas jurisprudencias que les reconocen derechos plenos como
“sujetos colectivos”. Esta continuidad es el basamento sobre el cual se experimenta la violencia
política del conflicto armado.

La presencia de actores armados ha sido una constante en la historia de la Nación Nasa, que se
empata con la violencia de los años cincuenta y posteriormente con la guerra actual, pasando por la
época de fundación republicana, donde el suroccidente (lo que en su momento fue llamado el
Estado soberano del Cauca, y que corresponde en su totalidad con el territorio ancestral nasa) fue
cuna de ejército de indios y negros reclutados para los ejércitos de los hacendados que imponían su
política en el país. No hay que olvidar tampoco que las FARC nacieron en territorio nasa
(Marquetalia es un corregimiento a 15 kilómetros del resguardo nasa Wesx (vereda Gaitania) en
Planadas (Tolima) y el primer acto militar de esa organización tuvo lugar en Inzá en 1964). Por las
condiciones geográficas y ambientales (selva del piedemonte amazónico, laderas y páramos), el
territorio nasa ha sido lugar privilegiado de todos los grupos armados insurgentes del reciente
conflicto armado: M19, ELN, FARC, Jega, MAQL, con el consiguiente plan de copamiento militar del
Estado. En suma, desde hace 5 siglos el pueblo nasa no conoce un día sin presencia militar o
acciones bélicas de cualquier tipo en sus territorios, lo cual ha producido un síndrome político
militarista en la región.

Durante estos cinco siglos, el avance del latifundio y su correlato ―la concentración de la propiedad
de la tierra en manos de sectores armados legal o ilegalmente― ha implicado un permanente estado
de militarización de la sociedad. La Nación Nasa en varias ocasiones debió acudir a la respuesta
militar frente a esta agresión. Todo ello ha reforzado un sentimiento identitario de “guerreros
milenarios” al que se han visto obligados los propios nasa para responder a lo que consideran un
“estado de cosas” de la sociedad occidental, su forma de relacionamiento con los indígenas: la
invasión armada permanente.

La decisión de algunos sectores subalternos no indígenas de desarrollar una lucha armada de


resistencia (al principio) y como estrategia política para la toma del poder (en la actualidad) vino a
crear una situación de guerra permanente en todo el país. Pero en ninguna región del país, como en
el suroccidente indígena, se produjo un orden político-militar de hecho que reemplazó los órdenes
civiles que se han intentado (cuando ocurrió). Esto se expresa en la imposición militar de decisiones
políticas sobre autoridades y comunidades indígenas. Esta situación se vino a articular en la
continuidad del control político de los gamonales, que se sumó al imperio de los actores armados.
En ese contexto, las acciones militares se realizan sin ningún control por parte de quienes velan por
los derechos humanos, combinándose con acciones criminales de unidades militares, o la promoción
de la estrategia paramilitar, o la utilización de grupos sicariales. Las acciones insurgentes se
sumaron de tiempo atrás a un cuadro de degradación del conflicto armado, que junto con la
impunidad, se han traducido en una crisis humanitaria permanente en el territorio nasa,

290
especialmente en el Cauca, Valle y Putumayo, y una situación de guerra instalada en la totalidad del
mismo.

En 500 años de guerra ninguna de las estrategias militares ha significado un mejoramiento de las
condiciones de seguridad o protección de las comunidades nasa. Eso se debe a que todas las
campañas militares presuponen que las comunidades indígenas nasa se acogerán a las normas del
vencedor militar. Pero la historia de resistencia a la invasión que tiene la Nación Nasa dice otra cosa:
sólo los gobiernos indígenas, nacidos de las comunidades, han logrado representar legítimamente a
la comunidad en las diferentes etapas de su historia. El choque con actores armados que tienen
proyectos territoriales excluyentes del proyecto indígena, produce una mayor conflictividad que
ninguno de los actores armados ha logrado resolver. O mejor, que han querido resolver con mayor
presencia y actuación bélica. El resultado es siempre una mayor militarización, sin que eso implique
obediencia comunitaria al esquema de guerra. Y por consiguiente una mayor victimización de líderes
y voceros comunitarios que no aceptan la imposición de los proyectos militaristas, así como de
mujeres, jóvenes y niñas nasa cuyos cuerpos marcados por la guerra se resisten a seguir inscritos
en la lógica militarista.

Antes bien, los esquemas de resistencia a la guerra relativamente eficaces han sido los que las
propias comunidades han implementado. Los kiwe thegsa o puyaksa (cuidadores del territorio,
conocidos como guardia indígena), los esquemas colectivos en eventos de desplazamiento para
mitigar impactos, el traslado de todo el sistema de gobierno en situaciones de crisis humanitaria a
las zonas de refugio, los sistemas de alertas tempranas, el refuerzo espiritual-simbólico por parte de
los thé'wala (médicos tradicionales), la movilización para neutralizar acciones de guerra, el diálogo
directo con los actores armados, entre otras estrategias, han permitido que la Nación Nasa no
sucumba en un contexto de guerra de elevada intensidad. Por supuesto, la negativa de los actores
armados a reconocer que el gobierno indígena es el único legítimo, y del derecho de las
comunidades a una estrategia propia de protección y prevención, impide que estas prácticas de
resistencia tengan todo el impacto deseable. A lo cual se suma la caracterización primaria que hacen
los contendientes del ejercicio de autonomía indígena, a la que interpretan como colaboración con o
pertenencia al otro actor armado, que mantienen a pesar de que ellos mismos promueven el
involucramiento de miembros de la comunidad ―voluntario e involuntario― en sus propias filas.

Por otro lado, a pesar de la Constitución del 91, tanto en la mentalidad de las élites como en las
propias instituciones públicas de todas estas regiones se mantuvo la negación del carácter de
comunidad política de la Nación Nasa y, por tanto, de su derecho a decidir. Esto condujo al irrespeto,
debilitamiento y desconocimiento de las autoridades locales indígenas y de los sistemas propios de
su gobierno (salud, educación, ambiente, judicial, administrativo). A través de programas socio-
económicos ligados al modelo de intervención estatal en las comunidades rurales (subsidio a la
demanda, enfoque hacia los más pobres entre los pobres, entre otros), el estado colombiano ha
creado una situación en la que el gobierno indígena se ve deslegitimado o superado por programas
de corte paternalista e individualizantes que fracturan la estructura política interna de las
comunidades. Este irrespeto, afianzado por el imperio de los actores armados, ha permitido y
promovido la intervención inconsulta y arbitraria de diversos actores económicos y empresariales,
especialmente vinculados a industrias extractivas, grandes plantaciones y narcotráfico. A esto se
suma la intervención, también arbitraria, de agentes estatales de todos los niveles que no han

291
superado una visión colonialista sobre los pueblos indígenas e intervienen con una pretensión
adoctrinante o civilizadora.

El resultado ha sido la amenaza (muchas veces cumplida) de despojo territorial, tanto en su


dimensión física como espiritual-simbólica. Este despojo se ha concretado en la oposición a devolver
los territorios ancestrales indígenas, la ocupación directa, la expropiación jurídica, la fragmentación,
la imposición toponímica, entre otros. Obviamente se presenta una grave destrucción ambiental, que
a su vez debilita la base económico-productiva de la Nación Nasa.

Se configura entonces un cuadro crítico de vulnerabilidad. La crisis humanitaria permanente


encuentra un caldo abonado en el debilitamiento del gobierno indígena y de la base productiva-
territorial de las comunidades. De tal modo, el desplazamiento forzado se ve propiciado y las
estrategias propias de resistencia a la guerra disminuyen su eficacia.

El despojo continuado desde la época de la Colonia, junto al despojo territorial y el debilitamiento


económico-productivo, configuran un cuadro en el cual las estrategias de bienestar indígena o vida
plena (wet wet fxi'zenxi) no pueden satisfacer las demandas de derechos de las comunidades. El
sistema político indígena ya no puede cumplir con su obligación, se debilita aún más. Pero,
esencialmente, se presenta un grave incumplimiento de los Derechos Económicos, Sociales,
Culturales y Ambientales DESCA; en suma, un debilitamiento del modo de vida nasa, de la cultura
nasa. Esta problemática se viene a añadir a una situación de pobreza generalizada en el territorio
nasa causada por la política de expropiación histórica. Dicha situación hoy muestra a los municipios
donde hay población nasa como de los más débiles en materia de satisfacción de necesidades
básicas en todo el país.

Como lo planteó la Corte Constitucional en el Auto 004, el conflicto armado interno y las políticas de
desconocimiento de la Nación Nasa por parte del Estado, ha producido un “estado de cosas
inconstitucional” que debe ser resuelto favorablemente, a riesgo de que la Nación Nasa continúe en
un proceso de destrucción cultural, victimización continua y descomposición socio-económica.

Justificación de las estrategias

Las estrategias adoptadas en el Plan de Salvaguarda obedecen a esta dinámica combinada de


conflicto armado interno y destrucción cultural por causas estructurales.

Teniendo en cuenta que a) uno de los propósitos centrales del Plan de Salvaguarda es proteger
justamente la existencia como pueblo de la Nación Nasa (es decir, como sujeto colectivo de
derechos); y que b) uno de los fundamentos es precisamente la libre determinación reconocida por
la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas; y en tanto c) las
estrategias de protección y prevención más adecuadas culturalmente, además de efectivas, eficaces
y eficientes frente a los impactos directos e indirectos del conflicto armado sobre la Nación Nasa,
son las que autónomamente se han desarrollado por sus comunidades y autoridades, la estrategia
central del Plan de Salvaguarda de la Nación Nasa es el Fortalecimiento y respeto de métodos,
estrategias y mecanismos de cuidado, protección y atención propios.

En un sentido similar, a) las autoridades indígenas han ejercido durante décadas el derecho a

292
interlocutar con actores armados con el propósito de demandar el respeto a la autonomía
comunitaria, preservar la vida de comuneros/as y líderes/as, exigir el cumplimiento del DIH (en
particular el no-uso de armas de efecto indiscriminado), y proteger a los jóvenes y niños/as del
reclutamiento forzado o mediante engaños; b) así mismo, la valoración que hacen las autoridades
indígenas es que estos diálogos han sido eficaces en un número elevado de casos; c) es evidente
que el Plan de Salvaguarda debe buscar distensionar el clima de la confrontación armada, por su
impacto inmediato sobre la reducción de la violencia contra las comunidades; d) el diálogo de las
autoridades indígenas con actores armados tiene un efecto positivo en la politización de las
relaciones, lo que permite influir desde la sociedad civil para la ambientación de la terminación del
conflicto armado; y e) uno de los problemas centrales que propician la victimización es la relación
entre conflictos comunitarios e intervención de las fuerzas armadas de todos los sectores, que obliga
a diálogos intra e inter comunitarios, muchos de ellos interétnicos. Por eso, la segunda estrategia del
Plan de Salvaguarda es el Respeto a las acciones propias de diálogo, convivencia y paz
desarrolladas por las autoridades indígenas con todos los actores sociales y políticos de la
región.

El Estado colombiano está obligado a garantizar el derecho a la vida de las personas, comunidades
y pueblos indígenas, en tanto detenta el monopolio de la fuerza armada. Eso le significa obligaciones
especiales frente al comportamiento de su fuerza pública. Como resultado de la estrategia militar
estatal, a) se ha presentado en todo el territorio nasa una creciente presencia militar que las
comunidades caracterizan como militarización; b) el número de casos de victimización bajo
responsabilidad de las fuerzas militares y de policía es casi la cuarta parte del total, y destaca entre
ellas las sindicaciones y señalamientos propagandísticos y sin pruebas que siempre son antesala de
amenazas colectivas o individuales de actores para-estatales; c) las continuas quejas y denuncias,
así como las acusaciones con pruebas físicas y testimoniales allegadas por las comunidades para
su investigación por parte de la justicia ordinaria, han sido archivadas o desestimadas sin ninguna
argumentación; d) las autoridades civiles que deben controlar a la fuerza pública no tienen la
autonomía e independencia que se requiere para llegar a conclusiones confiables; e) la tendencia
normativa en Colombia es contraria a la del mundo y avanza hacia la ampliación del fuero penal
militar, lo que impide controlar adecuadamente un ejército que ha dado pruebas de actuaciones
arbitrarias. De lo anterior, se concluye la absoluta necesidad de implementar una estrategia de
Control y seguimiento independiente a la fuerza pública en todo el territorio nasa.

Sin embargo, más allá del comportamiento de la fuerza pública, es claro en el territorio nasa que
persisten conductas de los funcionarios públicos que son conniventes con los actores armados
victimarios. Como resultado de ello, a) la enorme mayoría de los crímenes individuales y colectivos
contra la Nación Nasa siguen en la impunidad, no son investigados o se investigan de forma anti
técnica y negligente; b) lo anterior estimula a los victimarios a continuar con sus acciones de
violencia política contra la Nación Nasa; c) se va creando una versión hegemónica sobre los hechos
de violencia política que tiende a responsabilizar a las propias comunidades y autoridades indígenas
de los crímenes, o que vincula a las comunidades con actores armados, o que presenta los hechos
de violencia paramilitar o sicarial como simple resultado de ajustes de cuentas por el narcotráfico, o
casos aislados que no hacen parte de un patrón sistemático de ataque político; d) se trata de una
versión histórica y política que re-victimiza a la Nación Nasa; e) todo lo cual propicia la repetición de
los hechos de violencia política. Esta situación debe ser enfrentada con una estrategia de Garantías
de no repetición de las violaciones a los Derechos Humanos e infracciones al DIH, que

293
combina acciones contra la impunidad, acciones contra el olvido y por la revitalización de la memoria
y acciones sistemáticas contra el paramilitarismo y las bandas criminales.

Las anteriores cuatro estrategias directas de tratamiento, protección y prevención frente a actores
armados deberán reducir la intensidad del conflicto, disminuir los casos de violencia contra
miembros y comunidades de la Nación Nasa y neutralizar actores identificados como victimarios.
Tales estrategias se acompañarán de otras prácticas de fortalecimiento interno dirigidas a reducir el
impacto negativo que las causas estructurales socio-económicas producen sobre la capacidad de
respuesta, resistencia y adaptación-adecuación de las comunidades y autoridades ante los impactos
del conflicto armado.

Como quedó en evidencia con el diagnóstico y en la síntesis de la problemática que inicia este
apartado, es claro que uno de los factores determinantes de la vulnerabilidad de la Nación Nasa ante
el conflicto armado interno es el debilitamiento del gobierno indígena (causa y efecto de la
victimización) que viene en un proceso de recuperación política afianzado por la Constitución del 91
pero que no logra su consolidación por el conflicto mismo. Es evidente que a) uno de los elementos
centrales para la supervivencia étnica de la Nación Nasa como comunidad política, es su sistema de
gobierno, sin el cual no es posible predicar la libre determinación; b) precisamente el propósito de los
actores armados es limitar o aniquilar el gobierno indígena para poder imponer sus órdenes político-
territoriales; ahora bien, c) el sujeto fundamental para la protección, prevención y atención de las
comunidades nasa ante el conflicto armado es el gobierno indígena (en sus formas locales y de
asociaciones zonales y regionales); así mismo, d) el gobierno indígena es clave para evitar la
intervención arbitraria de actores armados y corporativos en el territorio nasa. Por otra parte, e) la
única forma de garantizar adecuadamente los derechos económicos, sociales y culturales es
mediante el respeto, fortalecimiento y financiación de los sistemas propios de gobierno (salud,
educación, justicia, ambiente, control social, tributario-financiero), que a su vez son el camino para
identificar y responder adecuadamente a los satisfactores de dichos derechos; y f) la protección
territorial implica por necesidad que el gobierno indígena esté en capacidad de hacerlo. De ahí que
sea fundamental para el fortalecimiento interno adoptar una estrategia de Fortalecimiento y
respeto del gobierno propio y los sistemas de gobierno.

La especial relación entre la pervivencia étnica y el territorio de los pueblos indígenas, ya reconocida
por el ordenamiento interno y por distintas disposiciones y jurisprudencias internacionales, impone
una atención específica a la problemática. Es claro que: a) el riesgo central de la destrucción cultural
y de la comunidad política étnica nasa pasa por el desconocimiento o despojo directo del territorio
ancestral, acontecido en los cinco siglos de la colonización y cuya recuperación ha sido
imposibilitada por la persistencia del conflicto armado; b) esto es así por la propia concepción
indígena sobre la territorialidad que se expresa en la frase “indio sin tierra no es indio”, y que incluso
plantea problemas políticos y simbólicos muy fuertes con las poblaciones desplazadas en cascos
urbanos; por ello, c) las normas internacionales han reconocido igualmente el derecho de los
pueblos indígenas a la restitución de sus territorios ancestrales. Pero d) el despojo territorial no se
configura solamente cuando se niega (legal o materialmente) el acceso a la propiedad de la tierra,
sino cuando mediante diversos dispositivos económicos, jurídicos y militares se accede abusiva y
arbitrariamente a los bienes de la naturaleza existentes en el territorio del pueblo nasa (los seres de
la naturaleza, según la cosmovisión nasa), sin que las comunidades hayan dado su autorización a
dichas intervenciones; e) uno de los fenómenos más impactantes en este campo es la implantación

294
de las economías ilegales (principalmente vinculadas a la coca, amapola y marihuana, así como a la
minería), que involucran a sectores empobrecidos de las comunidades, lo cual rompe de forma
notoria la solidez de las instituciones propias, debilita las estrategias de autonomía alimentaria e
incrementa la dependencia económica; además f) ha hecho carrera la estrategia de superponer
normativas sobre las competencias de la autoridad indígena, de forma que se van desagregando los
derechos comunitarios trasladándolos de forma oculta a la competencia de instituciones no
indígenas. Con todo lo anterior, g) se configura una violencia sistemática contra la dimensión
espiritual-simbólica de la naturaleza, entendida en la cultura nasa como Uma Kiwe ―Madre Tierra―,
en tanto los invasores u ocupantes ilegales o de hecho no desarrollan una estrategia adaptativa
conforme con las dimensiones fundamentales de la cultura nasa. Por eso, como centro de la acción
de salvaguarda, el Plan incluye una estrategia de Restitución, protección y respeto del territorio
ancestral, en la cual se deben incluir acciones para la restitución de territorio ancestral autónomo
nasa, acciones para superar la economía del narcotráfico, acciones para garantizar el
consentimiento previo, libre e informado, y acciones para la garantía de los derechos de la Madre
Tierra.

El resultado del despojo territorial se suma a la pobreza estructural que las comunidades nasa han
heredado del colonialismo interno, configurando una situación de alta vulnerabilidad económica. Esta
situación a) se expresa obviamente en que la gran mayoría de la población nasa que deriva su
sustento de la agricultura indígena no tiene acceso a la tierra como medio de trabajo; debiendo b)
reconvertirse a otras modalidades productivas inexistentes o que tienen escaso desarrollo en el
entorno comunitario, viéndose obligados a la migración hacia cascos urbanos o al desplazamiento
económico hacia actividades no agrarias, todo lo cual podemos caracterizar como un déficit
productivo-laboral; también se expresa c) en un creciente deterioro de la soberanía y autonomía
alimentaria agravada por el incremento de los cultivos ilegales; d) una reducción sistemática de la
oferta ambiental ―producida también por el impacto del cambio climático en la mayoría del territorio
nasa― que impacta de manera severa en comunidades cuya base alimentaria está directamente
vinculada con los bienes naturales. Todo esto e) se vino a agudizar por el impacto que la firma de los
tratados de libre comercio con países productores de alimentos altamente subsidiados (Estados
Unidos, Canadá, Unión Europea) trajo sobre la producción agrícola colombiana, de la cual hace
parte la producción indígena, que no ha tenido f) ningún apoyo del Estado, pues programas como
Agro Ingreso Seguro no tuvieron nunca como beneficiarios a la economía campesina o indígena.
Frente a la problemática descrita, y por su impacto directo como co-determinante del desplazamiento
forzado, el Plan incluye una estrategia de Fortalecimiento de la base económica-ambiental y
productiva de las comunidades (entendida también como Estrategia de cumplimiento de los
derechos económicos y ambientales de la Nación Nasa).

Directamente ligado con lo anterior, se configura en el territorio nasa un déficit en el cumplimiento de


los derechos humanos sociales. La situación tiene como particularidad, a) la imposición de una
forma occidentalista de “satisfacer” los derechos, esto es, el Estado colombiano no ha acogido la
metodología de las 4A, basada en hacer seguimiento ―y cumplimiento― de la asequibilidad,
accesibilidad, adaptabilidad y aceptabilidad de los derechos, con lo cual rechaza los avances
interpretativos y las recomendaciones del Comité del Pacto DESC y de varios relatores de las
Naciones Unidas para definir y avanzar en los indicadores de satisfacción de los derechos; b) por
otro lado, persiste el esquema normativo estatal para dejar la institucionalidad responsable del
cumplimiento de los derechos en manos de las burocracias gamonales de los departamentos donde

295
habita el pueblo nasa; lo cual se suma c) al hecho de que los municipios donde vive la mayoría de la
población nasa están categorizados como los de más bajo cumplimiento de las llamadas
necesidades básicas (el indicador del gobierno central), lo que equivale a que los derechos socio-
económicos son de bajísimo cumplimiento. Resulta natural que d) tales condiciones de
vulnerabilidad propicien el desplazamiento forzado de las comunidades locales y, sobre todo,
restringen las opciones de retorno de la población en situación de desplazamiento. Por lo anterior, se
hace imprescindible una estrategia para el Cumplimiento de los Derechos Sociales de la Nación
Nasa, basada en el refuerzo y reconocimiento de los sistemas propios indígenas.

El propósito central del Plan de Salvaguarda, ordenado por la Corte Constitucional, es la pervivencia
de la Nación Nasa. Lograrlo implica por necesidad la preservación de su cultura y sus sistemas
simbólicos, altamente afectados por el conflicto armado. La dinámica de imposición y destrucción
cultural incorpora como elementos centrales, a) la imposición de sistemas de valores de guerra entre
la comunidad, especialmente entre la población infantil y juvenil, aunque debido a la larga duración
del conflicto estas representaciones han contaminado al conjunto de la sociedad nasa. En el mismo
sentido, b) se han afianzado por medios militares o criminales valores y representaciones
mercantiles individualistas descompuestas ―sobre todo ligadas con el narcotráfico― que afectan el
conjunto de la socialidad indígena nasa, afectan los sistemas de complementariedad y reciprocidad
que están a la base de la cohesión social indígena, y subvierten el orden espiritual. Ahora bien, c)
teniendo en cuenta que la autonomía política está directamente ligada a la fortaleza de los sistemas
simbólicos y representaciones culturales propias, así como a la cohesión socio-política, la debilidad
de estas últimas afecta la capacidad de resistencia, respuesta y recuperación ante las agresiones de
actores armados o corporativos que se han instalado en el territorio; por ello d) la recuperación
sociolingüística del nasayuwe es imperativa ante el hecho de que la mayoría de los nasa habla una
lengua impuesta. De lo anterior se desprende la necesidad de una estrategia permanente de
Fortalecimiento y respeto de los sistemas de reproducción cultural (entendida también como
estrategia de Cumplimiento de los derechos culturales de la Nación Nasa).

La persistencia de la violencia contra las mujeres nasa en el marco del conflicto armado es una
situación que se vive en el territorio de la Nación Nasa. La presencia permanente de todos los
actores armados en disputa en los territorios nasa continúa afectando de manera particular a las
mujeres, jóvenes y niñas nasa quienes sufren diversas formas de violencia al ser víctimas de
violaciones sexuales, desplazamientos forzados, asesinatos, afectación por minas, reclutamientos
forzados, amenazas y señalamientos, prostitución y embarazos forzosos, así como de estrategias de
enamoramiento que hacen parte del proyecto militarista. El despojo continuo, las amenazas
constantes y la inscripción de la violencia en sus cuerpos han obligado a muchas mujeres nasa a
desplazarse para mitigar los impactos de la violencia política. Esta situación las enfrenta a asumir un
alto grado de responsabilidad económica en el hogar lo cual, paradójicamente, las inserta en
dinámicas donde adquieren mayor autonomía. Sin embargo, el alto grado de invisibilización y el
silencio histórico sobre las formas particulares en las que el conflicto armado afecta la vida de las
mujeres, jóvenes y niñas nasa estimula la repetición de los hechos de violencia, mantiene y alimenta
la impunidad de estos crímenes y reproduce su situación de exclusión y discriminación histórica.
Constantemente, las mujeres nasa que se mantienen en los territorios o aquellas que se encuentran
en situación de desplazamiento se ven expuestas a una triple discriminación en las políticas para
garantizar su participación e inserción en actividades productivas, en la negación de su derecho a la
tierra, la reparación y la restitución según la cosmovisión nasa, en la entrega efectiva de ayuda

296
humanitaria, en la atención culturalmente adecuada en casos de violencia sexual, entre otros.
Teniendo en cuenta que uno de los propósitos centrales del Plan de Salvaguarda es proteger la
existencia como pueblo de la Nación Nasa y que las mujeres nasa juegan un papel fundamental en
este objetivo al ser mujeres “dadoras de vida”; que uno de los fundamentos es la priorización de la
prevención, atención y reparación de las mujeres, jóvenes y niñas víctimas del conflicto armado; y
que otro de los principios señala que las medidas de salvaguarda deben consistir fundamentalmente
en acciones propias y autónomas realizadas por la Nación Nasa, se hace imprescindible la
estrategia de Reconocimiento, respeto y apoyo de las acciones propias de prevención,
atención, reparación y garantías de no repetición para las mujeres, jóvenes y niñas nasa
víctimas del conflicto armado.

El Plan de Salvaguarda tiene un componente esencial, determinado también por la Corte


Constitucional, a saber, las estrategias de cuidado ―atención y reparación― a los/as indígenas
desplazados/as y a las comunidades en riesgo. Por ello, se incluyen las estrategias de Atención
integral ―culturalmente adecuada― a los/las indígenas nasa desplazados/as o en riesgo
inminente de desplazamiento y de Reparación integral –culturalmente adecuada-- a los
indígenas nasa victimizados.

c) Criterios operativos para la ejecución de las estrategias

Definición por las autoridades indígenas locales

Los Programas y Sub-Programas tienen alcance nacional. Para su puesta en marcha requieren en
todos los casos de la aprobación por parte de las autoridades locales, quienes atenderán a criterios
de gravedad y urgencia de las problemáticas que deben resolverse.

Frente a los casos y situaciones sobrevinientes, las autoridades locales podrán incluir en los
cronogramas de los Programas y Sub-Programas acciones que deban ser ejecutadas, aunque no
hayan sido priorizadas en los ejercicios anuales de planeación.

Áreas prioritarias

Las problemáticas que se buscan atender o resolver corresponden a situaciones que afectan a la
Nación Nasa como sujeto colectivo. Sin embargo, la intensidad del conflicto y la gravedad de los
riesgos y vulnerabilidades puede hacer necesaria la priorización (temporal y espacial) de las
acciones específicas que deban realizarse en el territorio nasa. Este ejercicio se realizará por parte
de la Unidad Técnica del Plan de Salvaguarda Nasa que se constituirá para el efecto.

Solo cuando se explicite, las acciones tendrán dichas particularidades regionales o locales. Éstas
tendrán lugar cuando la tipología de la violencia política o de los riesgos y vulnerabilidades de cada
localidad o región ameriten acciones o énfasis específicos.

Órganos responsables

El gobierno colombiano constituirá la Dirección Administrativa Especial de Salvaguarda,


Atención y Reparación de la Nación Nasa, adscrita al Ministerio del Interior, que será la entidad

297
encargada de implementar acciones que
correspondan al Estado dentro del Plan (según lo
establecido en cada uno de los programas y
subprogramas), la cual tendrá sede principal en la
ciudad de Popayán, con sedes alternas en las
demás ciudades capitales de los departamentos
donde hay población de la Nación Nasa.

Esta unidad será la encargada de la interlocución,


el cumplimiento y el trámite al interior del Estado
de todas las obligaciones establecidas en el Plan.
Para su funcionamiento no podrá delegar en
ningún caso funciones o subcontratarlas con
personas (naturales o jurídicas) en la modalidad
de oferentes u operadores, y no podrá adelantar
contratos o convenios con departamentos o
municipios sin la autorización previa y expresa de
la Unidad Técnica nasa.

Para el funcionamiento armonioso con el resto de


las instituciones del Estado, la Dirección
Administrativa Especial de Salvaguarda, Atención
y Reparación de la Nación Nasa invitará a sus
sesiones de trabajo, y particularmente a las de diálogo y seguimiento con la Unidad Técnica del Plan
de Salvaguarda Nasa, a delegados/as de las dependencias que atienden obligaciones referidas a la
protección, prevención, atención, reparación y restitución en las instancias ordinarias. El gobierno
nacional no podrá argumentar en ningún caso la ausencia de tales delegados de dependencias para
inaplicar el Plan.

Por parte de la Nación Nasa se constituirá la Unidad Técnica del Plan de Salvaguarda Nasa como
la instancia encargada de la ejecución de las acciones propias de protección, prevención, atención,
reparación y restitución previstas en el Plan, y del seguimiento de las obligaciones del Plan que
correspondan al gobierno nacional. El Congreso de la Nación Nasa definirá el estatus jurídico de
esta Unidad. La Unidad Técnica será conformada de la siguiente manera:

 La Asamblea de Autoridades de la Nación Nasa (en la actualidad 185 cabildos) designarán


1) un Consejo de Mayores de 8 miembros (1 por actual departamento) que será responsable
de la Unidad Técnica, y 2) un órgano indígena de control y seguimiento.
 El Consejo de Mayores constituirá 3 tejidos o yajas para la ejecución del Plan: Programático,
Administrativo y Jurídico.
 La Unidad tendrá presencia de mujeres nasa y el acompañamiento de los the'wala.
 La instancia de control realizará auditorías anuales a todos los programas, y tendrá garantes
internacionales y nacionales.
 El gobierno dotará de los recursos suficientes a la Unidad, para que pueda funcionar
regularmente, tener cobertura nacional, y/o articular con las instancias regionales o
comunitarias existentes.

298
 La Unidad tendrá un mecanismo de coordinación con delegados de otros pueblos, para los
casos de territorios compartidos.
 La Unidad adoptará de forma perentoria un Protocolo de relaciones con otros pueblos que
comparten el territorio nasa.
 La Unidad expedirá informes regulares
 La Unidad tendrá mecanismos de articulación con los Consejos regionales, zonales y
cabildos (programas, equipos, tejidos) (Ver figura).

Las funciones de la Unidad Técnica serán las siguientes:

 Coordinar, ejecutar y hacer seguimiento de todas las acciones propias y en cabeza del
Estado, que hagan parte de los Programas y Sub-Programas del Plan de Salvaguarda.
 Ejecutar el manejo técnico-profesional y presupuestal del Plan de Salvaguarda.
 Representar (ser voceros) a la Asamblea de Autoridades en la interlocución con el Estado.

299
PARTE 4: El Plan de Salvaguarda.
Componente programático

300
El componente programático se desarrollará en la Fase 2 del proceso de consulta previa, según lo
acordado entre el Ministerio del Interior y los y las representantes de la Nación Nasa. Esto se hará a
partir de los Programas y Sub-Programas que las asambleas fueron perfilando, y que se presentan a
continuación. En la Fase 2 de la consulta previa sobre el Plan de Salvaguarda se deberán
desarrollar cada uno de estos programas en la identificación de resultados, metas anuales y
quinquenales e indicadores, ajuste institucional, cronograma y presupuesto indicativo.

301
Estrategia 1. Fortalecimiento y respeto de métodos, estrategias y mecanismos de cuidado, y atención propios.

Programa: (1) Programa de apoyo al sistema nasa de de la Madre Tierra y Defensa de la Vida y los Derechos Humanos

Objetivo específico:
Fortalecer, ampliar la cobertura y mejorar la capacidad operativa de los mecanismos de protección diseñados por las autoridades y organizaciones de la
Nación Nasa para responder a las situaciones críticas causadas por la presencia, acciones de proselitismo armado o acciones bélicas directas e indirectas
de los diferentes actores armados.

Fundamentos jurídicos*:

Sub-Programa 1.1. Apoyo a mecanismos nasa de protección

Sub-Programa 1.2. Coordinación con procedimientos nasa de "reinserción" (retorno, regreso a casa) de ex combatientes

Sub-Programa 1.3. Sub-Programa de apoyo a la Prevención de Vinculación de jóvenes a los grupos armados.

Estrategia 2. Respeto a las acciones propias de diálogo, convivencia y paz desarrolladas por las autoridades indígenas con los actores
sociales y políticos de la región.

Programa: (2) Programa de apoyo a la convivencia y la paz

Objetivo específico:
Reafirmadas y legitimadas jurídica y políticamente las acciones de interlocución y búsqueda de acuerdos y pactos -de las autoridades y organizaciones de
la Nación Nasa- con actores sociales y políticos que inciden favorable o negativamente en la situación de conflictividad política en el territorio nasa y en
territorios vecinos.
Establecidos entre los actores sociales y políticos que intervienen en el territorio nasa o en áreas vecinas compromisos verificables de cumplimiento del
Derecho Internacional Humanitario, en dirección a la distensión de las relaciones políticas y la reducción de la acción victimizante.

Fundamentos jurídicos*:

Sub-Programa 2.1. Diálogos por la convivencia, la paz y el respeto del Derecho Internacional Humanitario

Programa: (3) Programa de Prevención de conflictos sociales y territoriales inter étnicos / intra étnicos

Objetivo específico:
Fortalecida la capacidad organizativa, política e institucional de las autoridades y organizaciones de la Nación Nasa para el establecimiento de acuerdos
generales de convivencia y cooperación entre las comunidades indígenas, afrodescendientes, campesinas y urbanas que comparten territorialidad, y para
el logro de acuerdos generales de respeto con actores empresariales y gremiales que tienen presencia en territorio ancestral nasa.
Adecuados los protocolos de intervención administrativa y presencial de los agentes estatales en territorio de la Nación Nasa en asuntos susceptibles de
afectar la convivencia comunitaria.

Fundamentos jurídicos*:

Sub-Programa 3.1. Prevención de conflictos sociales y territoriales inter étnicos / intra étnicos
Estrategia 3. Control y seguimiento independiente a la fuerza pública

Programa: (4) Programa de vigilancia frente a operativos militares

Objetivo específico:
Garantizado el cumplimiento de los mandatos y principios sobre no militarización de territorios indígenas, establecidos en la Declaración de las Naciones
Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y otros instrumentos jurídicos nacionales e internacionales.
Garantizado el estricto cumplimiento de las obligaciones del Derecho Internacional Humanitario por parte de los miembros de la fuerza pública.
Garantizada la vigilancia, control y corrección permanente del comportamiento de los miembros de la fuerza pública por parte de organismos civiles
independientes.

Fundamentos jurídicos*:

Sub-Programa 4.1. Refuerzo de la institucionalidad civil

Estrategia 4. Medidas para garantizar la no repetición de las violaciones a los DH.

Programa: (5) Programa de superación de la impunidad de crímenes contra el pueblo nasa

Objetivo específico:
Fortalecida la capacidad técnica, infraestructural y financiera de la jurisdicción nasa para la investigación, sanción y resarcimiento de crímenes cometidos
contra miembros de sus comunidades.
Fortalecida la capacidad técnica investigativa de la Fiscalía General de la Nación para la investigación y sanción de los crímenes cometidos contra
miembros de la Nación Nasa.
Mejorados los mecanismos de coordinación de la Jurisdicción Especial Indígena con la Jurisdicción Ordinaria, en estrictos términos de no subordinación ni
utilización para propósitos militares o de seguridad en el marco del conflicto armado interno.

Fundamentos jurídicos*:

Sub-Programa 5.1. Fortalecimiento y coordinación de la Jurisdicción indígena con la ordinaria

Sub-Programa 5.2. Adecuación institucional / Política de investigación criminal

Programa: (6) Programa por el rescate de la verdad de los crímenes contra el pueblo nasa

Objetivo específico:
Esclarecida de forma independiente la verdad histórica sobre el etnocidio y los demás crímenes de guerra contra la Nación Nasa cometidos por actores
armados estatales e ilegales en el curso de la historia de violencia política vivida en el último siglo.

Fundamentos jurídicos*:

Sub-Programa 6.1. Memoria histórica y reconstrucción de la verdad

Programa: (7) Acciones de desmonte a grupos paramilitares y bandas criminales


Objetivo específico:
Neutralizada la actuación de grupos paramilitares o similares (bandas criminales articuladas a actores político-empresariales) en la frontera del territorio
nasa y territorios vecinos, con énfasis en procedimientos no invasivos del territorio.
Eliminada toda vinculación ilícita de miembros de la fuerza pública con grupos paramilitares o similares (bandas criminales articuladas a actores político-
empresariales).

Fundamentos jurídicos*:

Sub-Programa 7.1. Seguimiento y monitoreo de nación nasa a acciones estatales contra el paramilitarismo

Programa: (8) Programa de reparación por crímenes contra el pueblo nasa

Objetivo específico:
Reparados integralmente la Nación Nasa, las comunidades de la Nación Nasa, las familias y las personas victimizadas históricamente por
los diferentes actores armados -estatales, privados e ilegales- en términos del enfoque diferencial y demás enfoques adoptados en el
presente Plan de Salvaguarda, priorizando las medidas de reparación territorial y espiritual.

Fundamentos jurídicos*:

Sub-Programa 8.1. Reparación Administrativa

Sub-Programa 8.2. Reparación integral (indemnización, lucro y daño emergente, daño moral, medidas psicosociales y
psicológicas, acciones de perdón y contra la discriminación, medidas de satisfacción).

Sub-Programa 8.3. Rehabilitación frente al daño y el sufrimiento

Estrategia 5. Fortalecimiento y respeto del gobierno propio y los sistemas de gobierno.

Programa: (9) Plan de cumplimiento de los derechos fundamentales sociales y culturales.

Objetivo específico:
Mejorados progresivamente -año a año, durante los próximos 10 años- todos los indicadores de cumplimiento de los derechos sociales y culturales hasta
su nivelación con los indicadores promedio urbanos nacionales.

Fundamentos jurídicos*:

Programa: (10) Programa de fortalecimiento de las capacidades políticas, jurídicas y administrativas de las autoridades nasa.

Objetivo específico:
Fortalecida las capacidades políticas, jurídicas y administrativas de las autoridades y organizaciones de la Nación Nasa para el ejercicio del gobierno del
Territorio Ancestral.

Fundamentos jurídicos*:

Sub-Programa 10.1. Fortalecimiento del sistema de gobierno indígena nasa


Sub-Programa 10.2. Investigación social aplicada para el refuerzo de los gobiernos locales nasa

Estrategia 6. Restitución, protección y respeto del territorio ancestral

Programa: (11) Programa de restitución de tierras y territorios del pueblo nasa

Objetivo específico:
Restituido y saneado del Territorio Ancestral de la Nación Nasa según las reclamaciones históricas y procesos administrativos impulsados por sus
autoridades ante las diferentes instancias estatales.

Fundamentos jurídicos*:

Sub-Programa 11.1. Titulación de tierras en áreas altamente conflictivas.

Sub-Programa 11.2. Restitución del territorio ancestral

Sub-Programa 11.3. Protección de Territorios abandonados y en procesos de titulación o reclamación.

Programa: (12) Programa de ampliación territorial

Objetivo específico:
Dotadas de tierras, con plenos derechos territoriales, a comunidades de la Nación Nasa con escasa dotación por causa de crecimiento
demográfico, reducción de oferta ambiental y productiva o desastres naturales.

Fundamentos jurídicos*:

Sub-Programa 12.1. Sub-Programa de titulación de tierras en nuevos territorios.

Sub-Programa 12.2. Sub-programa de ampliación de tierras en áreas altamente conflictivas.

Sub-Programa 12.3. Sub-Programa de diálogo y coordinación con otros pueblos indígenas y afros, y poblaciones campesinas.

Programa: (13) Programa de Protección de los Derechos Territoriales

Objetivo específico:
Protegidos jurídicamente los derechos territoriales de la Nación Nasa frente a la intervención de terceros.
Fortalecida la actuación de la autoridad ambiental indígena en la protección de la naturaleza, la defensa ambiental y el ordenamiento territorial.

Fundamentos jurídicos*:

Sub-Programa 13.1. Promoción, protección y garantía del consentimiento previo, libre e informado.

Sub-Programa 13.2. Promoción, protección y garantía de la autoridad ambiental indígena y normas ambientales
Programa: (14) Programa de ordenamiento de cultivos de uso ilícito en territorios indígenas.

Objetivo específico:
Reemplazada la economía ilegal del narcotráfico en el territorio de la Nación Nasa por una producción sustentable en lo económico y espiritual,
preservando los cultivos de coca de uso tradicional.

Fundamentos jurídicos*:

Sub-Programa 14.1. Ordenamiento de cultivos de uso ilícito en territorios indígenas

Estrategia 7. Fortalecimiento de la base económica y productiva de las comunidades. Plan para el fortalecimiento y garantía de los
Derechos Económicos de la Nación Nasa

Programa: (15) Programa de Soberanía alimentaria (Producción de Alimentos) y trabajo rural indígena

Objetivo específico:
Reconstruida la base productiva alimentaria de la Nación Nasa para que esté en condiciones de ofrecer alternativas de trabajo digno, alimentación digna y
vida digna a las comunidades y familias indígenas que permanecen en el territorio y como alternativa para las comunidades que retornan.

Fundamentos jurídicos*:

Sub-Programa 15.1. Sub-Programa de recuperación y mejoramiento de suelos.


Sub-Programa 15.2. Sub-Programa de fortalecimiento de la economía propia.

Programa: (16) Programa de Protección Ambiental y generación de bienes ambientales

Objetivo específico:
Reconstruida la base ambiental-productiva del territorio de la Nación Nasa en las áreas degradadas por ocupaciones económicas y militares ilegales,
acciones económicas no sustentables, acción del calentamiento global y eventos naturales.

Fundamentos jurídicos*:

Sub-Programa 16.1. Protección Ambiental y generación de bienes ambientales

Programa: (17) Programa de Obras Públicas en el territorio nasa

Objetivo específico:
Mejorada y mantenida las redes de acueductos, alcantarillados y carreteras primarias, secundarias y terciarias del territorio de la Nación Nasa mediante la
vinculación y acción directa de las autoridades y comunidades nasa.

Fundamentos jurídicos*:

Sub-Programa 17.1. Obras Públicas en el territorio nasa


Programa: (18) Fondo Financiero Indígena para el fortalecimiento económico

Objetivo específico:
Dotadas las autoridades y organizaciones de la Nación Nasa de recursos económicos propios para estimular las actividades económicas y productivas de
las comunidades de acuerdo con sus planes de vida, planes territoriales o planes económico-ambientales.

Fundamentos jurídicos*:

Sub-Programa 18.1. Fondo para el fortalecimiento económico de la Nación Nasa

Programa: (19) Seguimiento y cumplimiento de acuerdos con las organizaciones indígenas de la Nación Nasa

Objetivo específico:
Cumplidos en su totalidad los compromisos adquiridas por el gobierno nacional con las autoridades y organizaciones de la Nación Nasa en el curso de los
últimos 20 años.

Fundamentos jurídicos*:

Sub-Programa 19.1. Seguimiento y cumplimiento de acuerdos con las organizaciones indígenas de la Nación Nasa

Estrategia 8. Cumplimiento de los Derechos Sociales


Programa: (20) Reconocimiento y financiación de los Sistemas Propios de gobierno

Objetivo específico:
Consolidados y en pleno funcionamiento los sistemas propios de gobierno de la Nación Nasa a nivel local, zonal, regional y territorial, con el presupuesto
garantizado por vía del Presupuesto Nacional y directamente enviados a las autoridades indígenas.
Reconocidos los sistemas propios de gobierno de la Nación Nasa como el mecanismo idóneo para el cumplimiento de los derechos sociales, culturales y
económicos atendiendo el principio de adecuación cultural.

Fundamentos jurídicos*:

Sub-Programa 20.1. Fortalecimiento de Sistema de Salud Propia

Sub-Programa 20.2. Fortalecimiento de Sistema de Educación Propia

Sub-Programa 20.3. Fortalecimiento de Sistema de Justicia Propia

Sub-Programa 20.4. Fortalecimiento de Sistema Económico-ambiental

Sub-Programa 20.5. Fortalecimiento de Sistema de convivencia social

Estrategia 9. Fortalecimiento y respeto de los sistemas de reproducción cultural.

Programa: (21) Programa de Revitalización Lingüística


Objetivo específico:
Apoyado el pueblo Nasa en sus esfuerzos por detener la pérdida lingüística del nasayuwe, por medio de programas y alianzas que promuevan la
normalización lingüística y fortalezcan el número de hablantes.
Ampliados los apoyos para los procesos de diagnóstico y localización de los lugares con mayor incidencia de pérdida de la lengua con el fin de
implementar políticas educativas orientadas a su revitalización.
Promovido e incentivado el uso del Nasa Yuwe en contextos de habla institucionales, a nivel local, zonal, regional y territorial.

Fundamentos jurídicos*:

Sub-Programa 21.1. Revitalización lingüística

Programa: (22) Programa de Apoyo a expresiones culturales y espirituales de la Nación Nasa

Objetivo específico:
Propiciados procesos de reafirmación identitaria y de fortalecimiento de las manifestaciones culturales del pueblo nasa con el propósito de revitalizar el
papel de los the' walas, la medicina tradicional, las celebraciones comunitarias, las artes y saberes tradicionales, el alimento propio y las prácticas de
control y apropiación territorial.

Fundamentos jurídicos*:
Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas:

Sub-Programa 22.1. Fortalecimiento de expresiones culturales y espirituales de la Nación Nasa


Programa: (23) Programa de reforzamiento de valores democráticos y contra los valores de guerra

Objetivo específico:
Promovida en las comunidades Nasa a nivel rural y urbano la formación en valores democráticos orientados a la participación, el ejercicio de la
autodeterminación, la no discriminación y la garantía plena de los derechos humanos y sociales.

Fundamentos jurídicos*:

Sub-Programa 23.1. Reforzamiento de valores democráticos y contra los valores de guerra

Estrategia 10. Atención integral –culturalmente adecuada-- a los indígenas Nasa desplazados o en riesgo inminente de desplazamiento.

Programa: (24) Programa Permanente Nasa de Atención Humanitaria de Emergencia a población desplazada, confinada y en riesgo de
desplazamiento

Objetivo específico: Dotada la Nación Nasa -sus autoridades y organizaciones- de las herramientas financieras, operativas, institucionales, para atender
de forma permanente las situaciones de emergencia relacionadas con hechos de desplazamiento forzado, confinamiento armado o riesgo de
desplazamiento forzado causadas por hechos vinculados con el conflicto armado interno en su territorio y en los territorios vecinos.

Fundamentos jurídicos*:

Sub-Programa 24.1. SubPrograma de Atención de la Subsistencia mínima a Hogares en Vulnerabilidad Extrema.


Sub-Programa 24.2. Sub-Programa de Alimentos y Agua (suministro y producción) y cuidado para/de población desplazada y en
riesgo de desplazamiento.

Sub-Programa 24.3. Reconstrucción de Viviendas y bienes públicos en municipios afectados

Sub-Programa 24.4. Sub-Programa de seguridad en albergues temporales.

Sub-Programa 24.5. Sub-Programa/Sistema de Salud para Población Desplazada.

Sub-Programa 24.6. Sub-Programa de Atención al menor indígena desplazado

Sub-Programa 24.7. Sub-Programa de Registro de población nasa desplazada

Sub-Programa 24.8. Sub-Programa Especial de Atención a mujeres nasa desplazadas víctimas de violencia sexual

Programa: (25) Programa de Protección a líderes/as en riesgo o situación de desplazamiento

Objetivo específico:
Protegidos permanentemente con mecanismos no armados los líderes y las lideresas de la Nación Nasa que se encuentren amenazados, en riesgo de
victimización o en situación de desplazamiento.

Fundamentos jurídicos*:

Sub-Programa 25.1. Protección a líderes/as en riesgo o situación de desplazamiento


Programa: (26) Programa de atención de indígenas nasa en situación (permanente) de desplazamiento

Objetivo específico:
Dotada la Nación Nasa -sus autoridades y organizaciones- de las herramientas financieras, operativas, institucionales, para atender de forma permanente
las situaciones de desplazamiento forzado permanente o semipermanente, causadas por hechos vinculados con el conflicto armado interno en su territorio
y en los territorios vecinos.

Fundamentos jurídicos*:

Sub-Programa 26.1. Sub-programa de caracterización e identificación de Indígenas Nasa desplazados en ciudades capitales e
intermedias/ciudades pequeñas y centros poblados diferentes a su territorio.

Sub-Programa 26.2. Sub-programa de dotación de vivienda propia culturalmente adecuada para población indígena desplazada.

Sub-Programa 26.3. Sub-Programa de Generación de ingresos para población desplazada en centros urbanos.

Sub-Programa 26.4. Sub-Programa de Reunificación Familiar de indígenas nasa desplazados.

Sub-Programa 26.5. Sub-Programa de fortalecimiento e intercambio cultural de población desplazada con cabildos de origen.

Sub-Programa 26.6. Sub-Programa de revitalización lingüística (conexión con Programa de fortalecimiento cultural)

Sub-Programa 26.7. Sub-Programa de restitución de tierras y viviendas despojadas (propiedad, posesión, ocupación o tenencia)
Sub-Programa 26.8. Sub-Programa de retorno y reubicación con derechos y garantías
Referencias

Asambleas, encuentros y reuniones

185 Asambleas locales para la construcción del Plan de Salvaguarda Nasa en los cabildos de los
departamentos de Putumayo, Caquetá, Nariño, Cauca, Valle del Cauca, Huila, Tolima y Meta. Realizadas
entre el mes de noviembre de 2012 y el mes de febrero de 2013.

Conversatorio de líderes y lideresas nasa, Resguardo El Peñón, Sotará, noviembre 13 y 14 de 2012.

Equipo Nacional Plan de Salvaguarda Nasa. Seminario-Taller Marzo 25 a 29 de 2013, Bodega Alta, Caloto.

Taller de memoria Mayores. Grupo 1. 17 de agosto de 2012. Vereda el Manzano, Toribío.

Tulpa de mujeres. ACIN. Reflexiones sobre territorio. Mayo 2012, Bodega Alta, Caloto.

Comunicados, declaraciones y denuncias de las organizaciones nasa

“Carta dirigida a la Comisión Quinta del Senado de la República. Audiencia Pública, Buenaventura, Valle del
Cauca. Octubre 22 de 2010.

“Comunicado a la opinión pública nacional e internacional”. Caldono, Cauca. Marzo 18 de 2011.

“Comunicado a la opinión pública nacional e internacional”. Toribío, Cauca. Mayo 7 de 2010.

CRIHU. 2012. “Informe Especial Reubicación de base militar – “Resguardo la Reforma”. Inspección de Belén,
Municipio de La Plata, Huila.

Asociación de Cabildos Indígenas Nasa Çxhãçxha. “Comunicado a la opinión pública. Autoridades Indígenas
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Corte Suprema de Justicia. 2012. Tutela No. 59461 Orlando Pito Tombé. Magistrado Ponente: José Luis
Barceló. Bogotá.

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