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las diferencias
Autor: Norma Filidoro
Introducción
Bienvenidos todos nuevamente. Esta primera clase nos hará entrar de lleno en la temática
planteando dos modelos desde los que pensar y practicar la integración escolar de niños con
problemas en el desarrollo.
La clase se va a plantear así: una primera y breve parte introductoria y luego la presentación de dos
recortes que pertenecen a dos niñas llamadas Lara y Victoria. Los materiales tienen -como les
adelantamos- carácter paradigmático, esto es: nos sirven para pensar un conjunto importante de
situaciones de las que se nos presentan cotidianamente. Vamos a ver que estos dos modelos
representan posiciones respecto de la diferencia: de manera simplificadora podríamos decir que
en un caso se trata de disimular las diferencias, y en el otro, de sostenerlas.
Pero no nos apresuremos a ubicar a una escena del lado del bien, del lado de “lo que debe hacerse”
y a la otra del lado del mal, de “lo que no hay que hacer”.
“apariencia de unanimidad”
Pero decía que el romper con el discurso oficial, que cambiar la conciencia, no es
suficiente: también se hace necesario crear y distribuir recursos intelectuales, técnicos y
materiales.
¿Qué quiere decir que la escuela instituye subjetivad? Quiere decir que la escuela instituye
modos de ser y estar… Y en la escuela se es alumno, se está como alumno. Si le pedimos a
la escuela común que integre a los chicos con problemas en el desarrollo, esto es, que los
instituya en tanto alumnos, entonces le estamos pidiendo que abra un espacio simbólico
para ese niño, que lo reconozca como semejante, pero también como diferente; le
estamos pidiendo que lo pueda producir como ser humano y como sujeto social. Todo
esto le estamos pidiendo, y les aseguro que es mucho… muchísimo… Y para que la
escuela pueda producir / abrir ese espacio simbólico tenemos que ofrecerle medios,
instrumentos, recursos. Porque se trata de un espacio simbólico en intersección con un
espacio real en el que las acciones efectivas puedan desplegarse a partir de proyectos
institucionales concretos.
política.
Se van dando cuenta de que lo que quiero decir es que lo que le estamos pidiendo a la
escuela es mucho y que por lo tanto... a la escuela también hay que darle. Que no se trata
de acusar a la escuela ni de hacerla cargo de aquello que no tuvo su origen en el discurso
escolar sino que, es efecto de un discurso oficial que nos rodea y nos penetra hasta
resultarnos absolutamente natural: “los chicos discapacitados se sienten mal por no poder
hacer como los demás… ergo, están mejor cuando pueden compartir su mundo con otros
como ellos”. Este es el argumento de la segregación: los sordos con los sordos, los
deficientes mentales con los deficientes mentales, los negros con los negros, los pobres
con los pobres. ¿Suena duro no? Sin embargo, es un argumento que esgrimimos más a
menudo de lo que nos imaginamos… porque se trata de un argumento naturalizado y, por
lo tanto, invisible.
¿Y qué dice el discurso oficial? Dice que la diferencia es una característica que le pertenece
al niño. Si ese nene que tiene Síndrome de Down no puede estar en la escuela común es a
causa de su Síndrome que lo hace diferente. Pero el discurso social no se detiene allí, no.
Además, va a decir que se trata deuna característica indeseable que sería preferible
eliminar o, si no fuera posible, al menos disimular o suavizar... para que no se sienta mal…
(¿quién?)
Pero la diferencia no está en “el diferente”. La diferencia es una
aquello que cae por fuera de “lo esperado” y que en tonces queda
¿Qué le pide a la escuela el discurso social? Le pide que haga todo lo posible para que ese
niño, “el integrado” sea lo más igual posible, que lo haga menos diferente, que
instrumente todos los recursos posibles de manera de disimular la diferencia.
Es por esta vía que el principio de “la igualdad de oportunidades” desliza hacia “una
enseñanza igual para todos”.
¿Lo ven? Si no lo ven les pido que se detengan aquí y reflexionen acerca de esta frase:
“la igualdad de oportunidades desliza hacia una enseñanza igual para todos”. Si “la
igualdad de oportunidades” quiere decir “para todos lo mismo”, entonces los que
necesitan más reciben lo mismo que los que no necesitan nada… Por el contrario, el
principio de “igualdad de oportunidades” implica dar a cada uno a partir de sus
necesidades y sus posibilidades. La igualdad de oportunidades sólo puede realizarse
cuando se reconocen y sostienen las diferencias. Si las diferencias no se reconocen ni se
sostienen, entonces eso que -muy correctamente- se denomina como “diversidad” no
pasa de ser una variación tolerada del ideal.
¿Qué puede hacer la escuela (cualquier escuela) queintegra chicos con problemas en el
desarrollo ante esta demanda del discurso social? ¿Cómo puede responder? Veamos…
Más adelante retornamos a las imágenes y le pedí: Ahora “vamos a escribir un cuento, vos
me lo vas a ir dictando… despacio para que yo tenga tiempo de escribir todo lo que me decís…
Vamos a hacer un libro ”. Después de algunas preguntas acerca de cómo vamos a hacer
“las tapas”, Lara comienza a hablar pausadamente. No usa entonaciones propias de una
narración: cualquiera que la escucha se podría darse cuenta de que está dictando:
“había una… u… na… había una vez… una chica… no, una niña… ni…ña…ma…la…
La careta no dejaba jugar… ¡no! Mejor poné: la niña por la careta… no, la niña… no deja
jugar… por…la…ca…re…ta…
Para el tercero:
¡Te vimos! Dice Lara exagerando mucho el tono exclamativo. Yo escribo “Te vimos” y Lara
me pregunta ¿no tenías que ponerle unos palitos? Corrijo la escritura “¡te vimos!”. Lara
hace un gesto afirmativo con la cabeza: ¡Te vimos! ¡Sos tú!
1
trastorno de la coordinación del movimiento
2
Sacudidas del globo ocular multidireccionales de amplitud variable, irregulares, repetidas y caóticas,
indicativas de lesión cerebelosa.
Conclusión: Lara responde de manera bien diferente a las diferentes consignas. La
producción oral es una cuando le pido que, a partir de la observación de una secuencia
gráfica, me cuente lo que sucede, y otra cuando lepido que a partir de esa misma
secuencia relate una historia para ser escrita. A partir de esta diferencia, podemos inferir
que Lara ha construido conocimientos acerca de la lengua escrita y sabe:
X que las reglas que rigen las relaciones entre los elementos son unas en la oralidad y otras en la
escritura;
X que hay marcas gráficas que indican al lector acerca del tono de la elocución (“unos palitos”);
X que en la escritura podemos recurrir a formas fijas del tipo “había una vez”;
X que en la escritura son bien vistas ciertas formas supuestamente “cultas” o “correctas”: de allí el
uso del “tú” en lugar del “vos”.
Entonces, podemos resumir diciendo que Lara produce lengua escrita aun cuando no
pueda producir grafías (no voy a desarrollar aquí este tema, pero quiero subrayar cómo la
conceptualización del objeto de conocimiento -la escritura en este caso- necesariamente
incide en el modo de pensar la producción de un niño y, por lo tanto, en la elaboración de
las adecuaciones curriculares: sería muy diferente si pensamos que la escritura es,
predominantemente, una actividad gráfico manual).
Pregunto: ¿Pasar el lápiz sobre líneas de puntos es lo mismo que escribir oraciones?
Respuesta: “Es que ella no puede escribir oraciones…” Y la docente sostiene que “No es
bueno que se frustre”.
En este punto quiero hacer un alto, quiero que seamos muy cuidadosos. Cuestionar el
pensamiento, cuestionar las acciones de esta docente y de esta escuela puede resultar
muy tranquilizador porque nos permitiría hacer como si se tratase “simplemente” de esa
necesaria “conmoción de la institución” de que hablábamos más arriba. Pero se hace
necesario reconocer que ni la docente ni la escuela producen ese discurso, sino que se
hacen cargo de él.
Entonces, no se trata del discurso de una docente ni de una escuela; ni siquiera del
discurso de muchos docentes y muchas escuelas: se trata de un discurso oficial, de un
discurso social dominante que dice qué es lo valioso para todos y cada uno, qué es lo que
todos los chicos deben saber al mismo tiempo y de la mismo forma y, consecuentemente,
qué es lo que la escuela debe enseñar con los métodos “apropiados”.
Puesto en estos términos, la escuela no tiene salida: si de esto se tratara, si se tratara lisa y
llanamente de renunciar a la transmisión de los conocimientos considerados valiosos para
un contexto social e histórico, entonces la in tegración de un niño con problemas en el
desarrollo siempre implicaría un empobrecimiento. El efecto de todo proyecto de
integración sería siempre mirado como la pérdida de algo valioso, como la renuncia a
objetivos deseables. Pero se trata de una falsa encrucijada, porque…
Esta vez se trata de Victoria que tiene 9 años y está cursando 2° grado en una escuela
común con proyecto de integración. Victoria tiene serias dificultades psicomotoras: no
puede ponerse una campera sola, ni abrir una canilla o una puerta; después de un año de
tratamiento aún no puede ubicar hacia dónde ir cuando sale del consultorio; se
desorganiza con los materiales escolares: no puede guardar el cuaderno en la mochila, se
le caen los útiles, los pierde; cada vez que abre el cuaderno pregunta en que lugar tiene
que escribir. En relación a la escritura estamos en un lugar muy semejante al de Lara:
produce oralmente textos que atienden a la legalidad propia de la lengua escrita pero la
producción de grafías no sólo le demanda un esfuerzo muy importante sino también
infructuoso ya que ni ella ni nadie puede leer lo que escribe.
Aquí hay una secuencia de imágenes que les va a daruna idea de cómo escribe Victoria:
Bruja Berta
Su casa es negra
Por eso no puede ver a Bepo, (El dibujo que se ve no pertenece a Victoria)
Como pueden ver, no podrían leer lo que escribió si no tuvieran la transcripción. Sin
embargo, es muy posible que después de leer la transcripción puedan “leer” la escritura de
esta nena que, más allá de sus dificultades psicomotoras, se encontraba produciendo
escrituras espontáneas alfabéticas.
Otra manera de sortear sus dificultades psicomotoras fue proporcionar a Victoria una
serie de textos fijos, ya escritos sobre etiquetas autoadhesivas para pegar en el cuaderno:
este recurso lo implementaban para aquellas formas fijas que se repiten como la fecha y
los títulos.
Pero aquí estamos tratando de cambiar nuestra mirada, de “cambiar nuestra conciencia” … y, en
este sentido, afirmamos que…
¿Qué es una adecuación curricular? Si bien éste será un tema específico que vamos a trabajar
más adelante, podemos dejar ya planteada una primera conceptualización:
diferencias entre los alumnos, entre los docentes y entre las escuelas.
Esto quiere decir que cuando pensamos en una integración escolar, las diferencias a las
que hay que atender no son sólo las que se refieren a los alumnos, sino también las que se
refieren a los docentes y las escuelas. No todos los docentes están en condiciones de
sostener cualquier diferencia… y esto debemos pensa rlo muy cuidadosamente… No
todas las escuelas están en condiciones de integrartodas y cualquier diferencia. Y esto no
las hace, de por sí, ni mejores ni peores. Se trata, ni más ni menos, que del reconocimiento
de la diferencia… hay diversidad de docentes y diversidad de escuelas. Y esto es bueno.
Por eso, para cada niño habría que pensar qué escuela. ¿Cuál es la escuela que se
encuentra en las mejores condiciones para sostener a este niño en su diferencia? Y para
cada niño habría que pensar quédocente. ¿Cuál es la maestraque puede sostener a este
alumno?
Por diferentes circunstancias en las que no nos vamos a detener ahora, no siempre es
posible siquiera formularnos estas preguntas. Pero a veces sí, y resulta muy valioso.
educativa.
Las acciones que se encaran en una y otra escuela difieren, en tanto responden a lógicas
diferentes:
La docente de Victoria introduce una adecuación curricular destinada al grupo, y que, por
lo tanto, incluye a la producción de Victoria; la docente de Lara introduce una adecuación
destinada exclusivamente a Lara y que tiende a que su producción se acerque a la de los
otros niños del grupo.
En un caso parten de lo que Victoria sabe y puede hacer; en el otro intentan compensar la
diferencia pensada como “déficit”.
Y para finalizar, un comentario para subrayar el hecho de que la adecuación, tal como fue
pensada en la escuela de Victoria no sólo no implica ninguna pérdida ni ningún
empobrecimiento para el grupo, sino que -muy por el contrario- permitió que los alumnos
de ese grupo realizaran un importante trabajo de reflexión sobre la ortografía y sobre la
sintaxis debido a las discusiones que se armaban en los grupos a la hora de decidir sobre el
texto definitivo. Esta observación la hace la misma docente contradiciendo su hipótesis
inicial (que sin duda constituía un prejuicio heredado del discurso social) ya que no
esperaba que sus alumnos discutieran si “princesa” debía escribirse siempre con
mayúscula o si era más adecuado decir “hermoso zapato” o “zapato hermoso” sino peleas
acerca del argumento (quién se casaba con quién o si el príncipe iba a caballo blanco o en
carroza). Tenemos entonces, una producción que escapa a las previsiones de la docente…
Y una docente que puede reflexionar sobre lo que acontece en el contexto del aula y sacar
de ello buen provecho para el grupo y para su experiencia profesional.
Ahora podemos visualizar eso de que les hablaba al principio acerca del trabajo que tiene
que hacer una escuela para poder integrar una diferencia: en este caso, en el caso de
Victoria, la escuela no responde masivamente a la transmisión pura de la demanda, sino
que la pone entre paréntesis y arma una respuesta diferente. Y entonces podemos afirmar
que…
A partir de aquí los invito a reflexionar acerca de cuáles serían las mejores condiciones
para que una escuela, cualquiera, común o especial, pueda sostener a los niños en sus
Y finalmente, ¿qué hacemos con lo que hay? Plantear “hacer de cada escuela una
escuela especial” es, ciertamente una utopía. Las utopías tienen el valor de permitirnos
-como dice Antonio Castorina - cuestionar la realidad. Pero no se trata de caer en una
retórica posmodernista que se contenta anunciando l a muerte de las instituciones sino de
comprometernos en eso que Foucault (también desde el posmodernismo) llama “las
pequeñas revueltas cotidianas”, de comprometernos con cada niño, con cada familia,
pero también con todos y cada uno de los docentes ycon todas y cada una de las escuelas
que, de una manera u otra, intentan sostener (honestamente y desde una ética que no es
la del mercado) proyectos de integración escolar.