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La Relacion Familia e Infancia en Espana
La Relacion Familia e Infancia en Espana
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«los niños vienen con un pan bajo el brazo», sobre las consecuencias n
tivas de los hijos únicos, etc. Todo ello, en definitiva, en coincidencia
ortodoxia católica respecto a la procreación como fin primario del m
monio.
En relación a los hijos únicos - de los que carecemos de estudi
España - , debe señalarse que los estereotipos peyorativos que se l
buyen provienen del incumplimiento de la ideología natalista, más q
auténticos perjuicios sufridos por tales hijos. Por lo menos, en los ca
no se debe al divorcio o muerte de uno de sus padres. Aquí de nuevo
pezamos con la pervivencia de ideologías tal vez explicables en ép
elevada mortalidad infantil y en donde la baja natalidad pondría en p
la continuidad de la especie. O cuando una familia numerosa supo
fuente de ingresos para la unidad familiar y base de apoyo para e
de los hijos (y no, como hoy, en el esfuerzo individual). Frente
circunstancias, se mantienen los rasgos negativos respecto a los hijos
cuando han desaparecido por completo los fundamentos que dieron o
a esas ideologías. Muchos estudios han demostrado, en efecto, las ven
que goza el hijo de una familia poco numerosa. En Francia, por ej
cualquiera que sea el medio social de origen, el éxito escolar de l
aumenta cuando desciende la dimensión de la familia; relación que es
acusada a medida que baja la status ocupacional de los padres. Pero ha
Blake quien pasó revista de las investigaciones sobre ventajas o in
nientes de los hijos únicos, a igualdad de situación familiar y socioec
mica de los padres. Los hijos, y en menor medida las hijas, únicos cu
con logros educativos superiores, mejores niveles ocupacionales, mayo
facción con su trabajo, optimismo y en los indicadores de felicidad
facción personal mejores niveles. Tampoco su propia estabilidad matri
- medida según la tasa de divorcios - se ve alterada negativamen
existen diferencias con quienes proceden de otras familias reducidas c
o tres hijos; aunque ambos cuentan con tasas levemente superiores a q
proceden de familias más amplias. Por el contrario, en sus prácticas re
tivas son marcadas las diferencias. Los hijos únicos tienen y esperan
menor número de hijos, aunque desaparecen en lo que se refiere
de tener ellos mismos un hijo único. En definitiva, los datos son
yentes respecto a las ventajas de las familias reducidas, incluidas las
único, respecto a las numerosas 13.
14
Pudiera suponerse que tan marcada orientación respecto a los hijos pro-
viene, o al menos se traduce, en la esmerada atención que se les presta en la
sociedad española. Este fue el juicio acuñado, con éxito ulterior, por Brenan
al afirmar: «Es manifiesto que las relaciones de los jóvenes con los otros
miembros de su familia se desarrollan con frecuencia sin sombras ni trabas.
Y son gente que quiere mucho a los niños. Se ve a cada paso a un hombre
joven bien vestido jugando con un chiquillo o haciendo carantoñas a una
criatura sin la menor turbación. No se ve mucha timidez, por mucho que los
novelistas españoles escriban de cortedades. En pocas palabras, se trata de
una sociedad a la antigua - victoriana temprana o Segundo Imperio - , pero
que comienza a desmoronarse» 14. O el desmoronamiento ya se ha producido,
llevándose con él tan idílicas relaciones con los niños, o no creo en la validez
actual de su observación. Me parecen escasos esos juegos y cuando se produ-
cen se trata, las más de las veces, de un «juego ostentatorio», desigual y ex-
presión del dominio del adulto sobre el niño. Es, me parece, un juego con
el niño, siendo el propio niño el objeto del juego, y en muy pocas oportu-
nidades comparten un juego adultos y niños.
Por lo demás, existen numerosos indicadores en contra de esa supuesta
valoración del niño. Y no me refiero tan sólo a la indiferencia -o lo que
es peor: la naturalidad - con que se presencian malos tratos físicos recibidos
por los niños en calles y espacios públicos 15. Piénsese, por ejemplo, en la
ce", Population and Development Review, vol. 7, núm. 1, 1981, pp. 43-55. Los
estereotipos negativos sobre el hijo único, al igual que sobre las familias sin hijos,
han sido también analizados por D. F. Polit, "Stereotypes relating to family-size
status", Journal of Marriage and the Family (en los sucesivo citado: J.M.F.),
vol. 40, núm. 1, 1978, pp. 105-117. Aspectos conexos a los hijos únicos aparecen
también en la abundante bibliografía existente sobre el rango de los hijos: pri-
mero, intermedio, último, según el sexo, que repercute muy desigualmente sobre
su suerte.
14 G. Brenan, La faz actual de España, Buenos Aires, ed. Losada, 2.* ed., 1964,
p. 220.
15 Malos tratos que contaban además con todas las bendiciones jurídicas. Así
hasta la reciente reforma, según el artículo 171 del código civil, el juez podía
retirar la patria potestad al padre si trataba al hijo con "dureza excesiva", y
según el 420 del código penal que sanciona las lesiones y malos tratos al fijar
las penas, establecía: "No están comprendidas en el párrafo anterior las lesiones
que el padre causare al hijo, excediéndose en su corrección." M. Fraga (en Legi-
timidad y representación, Grijalbo, 1973, p. 119) resalta las ventajas de los cas-
tigos físicos: "Los hijos de las familias populares -campesinas, obreras - donde
subsiste la figura del padre y los castigos físicos, propenden a tener menos des-
ajustes y conflictos que los de las clases medias, donde la división de la autori-
dad a menudo desconcierta, y donde al utilizarse medios intelectuales de con-
trol los problemas tienden a interiorizarse y, por lo mismo, a la perturbación psi-
cológica". Ciertamente, la frecuencia de castigos físicos aumenta a medida que
se desciende de clase social; M. Flavia Olivella, "Investigación en programas de
disciplina en el medio familiar", Sociología y psicología jurídicas. Anuario 19S2,
pp. 167-183, tanto según las informaciones de los niños - de 11 y 12 años - como
de sus respectivos padres. El castigo corporal ya fue señalado como uno de los
rasgos de "la cultura de la pobreza" por O. Lewis, La cultura de la pobreza,
Barcelona, Anagrama, 1978. Véase también M. E. Sánchez Moiso, "Padres tortura-
dores", en Varios autores, Contra la tortura, ed. Fontanella, 1978, pp. 124-138.
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17 A. Toffler, El "shock" del futuro, ed. Plaza y Janes, &• ed., 1971, p. 258.
11 Esta fue, por ejemplo, la propuesta realizada, durante el debate de la Cons-
titución de la II República, por el médico y diputado Dr. Juarros en favor de
"crear un divorcio forzoso para aquellos casos donde los padres no quieren di-
vorciarse, pero el interés de los hijos obligue a separar el matrimonio"; D.S.C.C.,
8 octubre 1931, p. 25.
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No deseaban el
Número de hijos vivos último embarazo
Ninguno
Uno
Dos
Tres
Cuatro
Cinco y más
Total
(5.641)
20
21
22
23
24
De cero a
Edad del matrimonio Negativo siete meses
Menos de 18 años
De 18 a 19 años
De 20 a 21 años
De 22 a 24 años
De 25 a 29 años
De 30 y más años
Total
25
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divorce en France, année 1970, París, 1973, pp. 71-74 y 141-147; £. Jaulerry, "Les
dissolutions d'union en France, étudies á partir des minutes de jugement", Popu-
lation, vol. 26, junio 1971, pp. 165-168; Christensen, H. T., y Miessner, H. H.,
"Studies in child spacing: premarital pregnacy as a factor in divorce", A.S.R.,
vol. 18, núm. 6, 1953, pp. 641 y ss. Para una revisión de la literatura sobre las
consecuencias del embarazo para la mujer joven, M. Várela Ogando, "La ado-
lescente embarazada: un problema actual", Juventud, núm. 8, 1982, pp. 145-163.
31 S. Kaur, "Attitudes á l'egard de Tavortement provoqué", Revue Internationa-
le des Sciences Sociales, vol. 26, núm. 2, 1974, p. 300.
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rechazo de la pareja por el sistema familiar, han debido ser muy frec
y bruscos los procesos de movilidad social descendente. Incluso en
dades donde estos matrimonios cuentan con mayor ayuda de padres
rientes que los contraídos sin embarazo previo - fenómeno que no p
habitual en nuestro país - , las desventajas económicas de aquéllos su
después de bastantes años de matrimonio32.
En segundo lugar, no hemos tenido en cuenta los efectos diferenc
de estos matrimonios según medie, o no, una relación afectiva estab
pareja; esto es, si son provocados o adelantados. Ya antes apunté com
tesis el cambio de tendencia con incremento de los adelantados. Pues
parece que los provocados presentan mayores riesgos de desarmonía
monial por cuanto alteran la presunta libertad de determinación del
mento de contraer matrimonio y la no menos presunta de elección d
yuge. Todo ello sin olvidar que la estabilidad matrimonial, como ha se
Mogey33, depende más del momento en que se contrae que inclus
elección del cónyuge.
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un lujo fuera de (para la mayoría) su alcance. Sin olvidar que dichos cost
obligan a emprender readaptaciones en la economía doméstica (el pan qu
se asegura traen bajo el brazo no es manjar apreciado hoy en exceso
reajustes entre los cónyuges. Ciertamente, muchas de las disputas matrim
niales por causa de los hijos - a las que luego me referiré - tienen sus ra
ces en la sombría perspectiva económica que éstos pueden llegar a signifi
Debido, sustancialmente, a la ausencia de una política social decidida
protección de la infancia.
En todo caso que la natalidad se encuentra condicionada por la evo
ción del coste económico de los hijos, ha sido constatado para España. As
en la ya citada Encuesta de fecundidad: Metodología y resultados, del IN
(págs. 146-149), se preguntó a mujeres casadas y no embarazadas que
desean tener más hijos, las razones para no desearlos. Una de cada t
alude, en concreto, a razones económicas, y es la mencionada con mayor
cuencia (36,3 por 100), a lo que habría que añadir el reducido porcen
de quienes señalan circunstancias vinculadas a lo económico, como la
vienda pequeña o la carencia de guarderías. Esta actitud corresponde, so
todo, a quienes cuentan con dos o más hijos y a las mujeres en cohor
de matrimonios más recientes; es decir, quienes cuentan con mayor pot
cial de fecundidad. Por ello responden también, la mitad de las entrevis
das, que el aumento de ingresos familiares sería la principal condición q
pudiera hacerles cambiar de actitud respecto a la dimensión de la famili
Que sepamos, la única aproximación al coste económico de los hijos se
efectuó en 1976 en un estudio, para el entonces Instituto de la Opin
Publica, dirigido por el profesor Cazorla y yo mismo. Se les pregunt
en efecto a los entrevistados lo siguiente: «Si una familia como la s
tuviera otro hijo, ¿cuánto dinero de más tendría que gastar cada mes, apr
ximadamente, para poder vivir de la misma manera?»; los porcentajes s
los siguientes:
No sabe, no contesta
Total
Los entr
nal de un
y 6.000 p
criminat
operan, c
30
31
32
31 Simmel, op. cit, 99, 98, 106 y 116, respectivamente, los entrecomillados.
33
34
35
36
Los hijos
Las hijas
Por igual
No contesta ...
Total: 2.345.
37
* * *
38
39