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Tia Louise - Espera Por Mi
Tia Louise - Espera Por Mi
libro es un trabajo de ficción. Los nombres, personajes, lugares e incidentes son producto de la
imaginación del autor o se usan de manera ficticia. Cualquier parecido con eventos reales o locales o
personas, vivas o muertas, es una coincidencia.
Espera por mí
Copyright © TLM Productions LLC, 2019
Impreso en los Estados Unidos de América.
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede reproducirse, almacenarse en un
sistema de recuperación o transmitirse de ninguna forma o por ningún medio (electrónico, fotocopiado,
físico o de otro tipo) sin el permiso previo del autor.
Tabla de contenido
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Réplicas
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Epílogo
Cerca de mí
Entrégate a mí
Sobre la autora
Espera por mí
Querido Taron
Debería haberte dicho esto hace mucho tiempo…
Querido Taron
¿Hay un tiempo para el perdón?
Si lo hay, no creo que haya llegado a ese punto…
Querido Taron
Todavía te amo…
Para mi esposo, que quería una historia sobre el huerto de duraznos donde creció y para Ilona, mi amiga.
Prólogo
Noel
Mi madre era demasiado hermosa para morir tan joven.
Al menos, eso es lo que todos siempre me han dicho.
Penélope Jean Harris, la hija de una de las familias más prestigiosas y la niña
más bonita de nuestro pueblo. Fue la mejor estudiante, la reina del baile de
graduación, del baile de primavera y de cualquier otro baile que se organizara
durante el año escolar. Además de eso ganó todos los concursos de belleza del
condado. Se habría convertido en la señorita Luisiana si mi papá no la hubiera
convertido en su esposa.
Yo tenía once años, una edad extraña, esa que está entre muy grande para
bañarme en el arroyo sólo con mis bragas y muy pequeña para dormir con la luz
del armario apagada. Me encantaba Dolly Parton, las mariposas y recoger
duraznos directamente de los árboles de mi papá y comérmelos, saltar al lago y
correr persiguiendo animalillos con mi hermano menor, Leon.
En el verano, los árboles eran de un verde intenso y el dulce aroma de los
duraznos llenaba el aire. En el invierno, eran como manos huesudas, que
levantaban sus palmas hasta el cielo. Ramas como dedos extendidos, aferrándose
a la esperanza.
Los ojos color avellana de mi mamá se arrugaban en las esquinas cada vez
que me miraba, a mis hermanos o a mi papá. Su dulce sonrisa era como la cálida
luz del sol cuando yo tenía frío.
Ella me envolvía entre sus brazos y cantaba una vieja canción cuando yo
tenía sueño o estaba de mal humor. Me agarraría a su sedoso cabello castaño
como una capa y cerraría los ojos y respiraría…
Entonces ella se fue.
Salió a caminar una fresca noche de invierno a lo largo de la carretera que
pasa por nuestro huerto hasta la vieja casa en la colina. La escarcha flotaba en el
aire; las hogueras ardían. El hombre que conducía el camión dijo que salió de la
nada.
Él nunca la vio.
Ella nunca lo vio.
Seis semanas más tarde, en ese mismo huerto con flores de durazno
adornando los árboles y el rocío inclinando la hierba, en el mismo lugar en que
ella murió, mi papá se quitó la vida con su pistola.
Supongo que a veces el amor te hace olvidar que las cosas pueden mejorar.
Supongo que no vio una curva más adelante en la carretera.
Supongo que sólo vio una línea recta que conducía hacia el abismo.
Mi papá era la estrella de su equipo de fútbol americano… pero cuando mi
madre falleció, la vida le lanzó un pase que no pudo atrapar.
Nuestro mundo cambió para siempre ese invierno.
Dolly dice que el amor es como una mariposa, suave y gentil como un
suspiro, pero por lo que he visto del amor, creo que es más como un tornado,
impactante, violento y tan poderoso que puede arrancarte el alma del pecho.
Es tan rápido que no puedes huir de él, vuela una casa y deja a la otra como si
nada.
No sabía hacia dónde me llevaría el amor, en silencio o con el rugido de un
tren de carga. Debería haberlo sabido. Debería haberme dado cuenta en el
momento en que lo vi.
Él era ambas cosas. Era silencioso como el roce de la pelusa de durazno, pero
dejó mis entrañas en ruinas. Me retorció los pulmones y me elevó tan alto que
cuando me tiró al suelo con una fuerza que sonó en mis oídos e inundó mis ojos.
Todo comenzó el verano antes de que se fueran, un mes antes de que
enviaran a mi hermano a pelear en una guerra que todos decían que había
terminado.
Todo comenzó en la cocina de la casa de mi mamá…
Hace Siete Años
Capítulo 1
Taron
—Levántate y camina, Lázaro. —Sawyer me da una palmada en el pie, tirando
mis piernas del sofá y me despierto listo para pelear.
—¿Qué mierda? —Defenderme es mi primer instinto, todo porque desde la
infancia tuve que arreglármelas solo.
—Te veo en la camioneta en siete minutos.
Me froto los ojos con la mano en lugar de tumbarle los dientes.
—¿Siete? Todavía está oscuro.
—Estamos en el horario de trabajo, no se te olvide. —Su voz imita la de
nuestro sargento de ejercicios y cierra la puerta del baño sin mirar atrás.
Horario de trabajo, horario militar. No es de extrañar que se adaptara tan
fácilmente a lo básico. Levantando mi teléfono, veo que apenas dan las cinco.
Mierda. Mirando a mi alrededor, trato de orientarme en el espacio oscuro, pero
una nube de sueño todavía nubla mi mente.
Piel suave, cabello suave. Un perfume tan familiar, pero no puedo ubicarlo,
dulce pero terrenal. Quiero cerrar los ojos y enterrar la cara en su cuello y
respirar.
Sólo fue un sueño.
Un sueño que me gustaría terminar por una vez.
Con un gruñido bajo, me paro, empujando hacia abajo la erección en mis
bóxer y buscando en el piso los jeans y la camiseta que llevaba puestos anoche.
Llegamos a la casa de Sawyer después de la medianoche, y me tumbé en el
sofá de la sala, pensando que dormiría más de cinco horas. Terminamos el
entrenamiento básico la semana pasada y recibimos nuestras órdenes. Ahora
somos unos infantes de marina hechos y derechos, con sólo unas pocas semanas
antes de que salgamos con destino a Sudamérica para una asignación de
dieciocho meses.
Dieciocho meses, si tenemos suerte.
Encuentro mi camiseta al mismo tiempo que algo cálido y húmedo me cubre
la cara.
—¿Qué mie…? —grito, cayendo de espaldas sobre mi trasero.
El corazón se me atora en la garganta cuando la puerta del baño se abre de
nuevo, proyectando una columna de luz sobre el piso. Un perro grande, negro y
gris con un ojo azul y un ojo marrón se para frente a mí. Parece que está
sonriendo. Estoy bastante seguro de que sabe que me asustó muchísimo.
—Akela, ven. —La voz de Sawyer corta el silencio—. Puedes usar el baño
ahora.
No se detiene cuando pasa y la perra lo sigue a la cocina. Sacudiendo mi
cabeza, me encamino hacia la luz.
Cinco minutos después, estamos en la camioneta, no soy una persona
madrugadora, pero tengo que decir que la luz dorada del amanecer sobre las
colinas cubiertas de árboles llenos de hojas verdes y duraznos maduros es
especial. Una neblina de rocío lo hace brillar.
Sawyer tiene su gorra baja mientras conduce y no parece darse cuenta. Ha
estado bastante concentrado desde que salimos de Nashville ayer por la noche.
Supongo que volver a casa puede ser estresante, sobre todo siendo el dueño,
incluso si cuentas con la ayuda de tu mejor amigo para terminar de arreglarlo.
—Ese es una perrita especial. —Mi codo está apoyado en la ventana abierta y
la cálida brisa nos envuelve en la cabina.
—Es de Noel. —Conduce despacio por una carretera estrecha.
Me ha contado un poco sobre su hermana menor, una chiquilla que siempre
tiene las rodillas raspadas, coletas y pasa el tiempo persiguiendo liebres.
—¿A dónde nos dirigimos?
—Harristown. —Esboza una sonrisa y me alegro de ver que no está
melancólico.
—¿Dónde está eso?
—Ya lo verás.
Continuamos a veinte millas por hora hasta llegar a una carretera de dos
carriles. Gira a la derecha, se dirige al pequeño pueblo, cuando pienso que va a
volver a acelerar, no lo hace.
Mirando hacia mi teléfono, veo que tengo cero señal de celular.
—¿No hay señal aquí?
Mi amigo me mira de reojo.
—¿A quién estás tratando de llamar?
—Iba a decirle a Patton y Marley que llegamos bien.
—Tengo un teléfono fijo en la casa.
Presionando mis labios, asiento. Así es la cosa. Estupendo.
Cinco minutos más y entramos a otra carreterilla, hasta una parada para
camioneros con un restaurante Denny’s al lado. Varios camiones están
estacionados cerca de la entrada y los hombres con jeans y gorras salen
lentamente, ajustando la parte superior de sus pantalones y estirándose.
—¿Denny’s? —Le lanzo una mirada escéptica.
Él solo se encoge de hombros.
—Así es como se ha hecho desde que tengo memoria.
—¿Hecho qué?
—Resolver el horario de los trabajadores para la cosecha.
—¿No tienes tus propios trabajadores para la cosecha?
—Estoy a punto de.
Para la camioneta, se ajusta la gorra y sale. Lo sigo adentro al mismo ritmo
lento que el resto de los veteranos que se filtran por las puertas. En mi mente
está nuestra conversación de hace unas semanas, cuando recibimos nuestras
ordenes de dejar el país.
Me había contado todo acerca del huerto de cien hectáreas que heredó de su
padre en el norte de Luisiana, así que le dije que me gustaría ir con él en algún
momento.
No me queda mucha familia en Nashville, además de mis amigos, Patton
Fletcher y Martin “Marley” Randall. Nos enlistamos juntos con la esperanza de
obtener la misma asignación, que afortunadamente así fue.
Sawyer se encontró con nosotros en nuestro primer día y desde entonces
hemos sido inseparables. Cuando me pidió que fuera a casa con él, para ayudarlo
a poner todo en orden antes de irnos, pensé por qué no. Simplemente estaría
perdiendo el tiempo, festejando demasiado si pasaba un mes en Nashville
esperando.
—Bienvenido, ahora eres el héroe del pueblo —nos llama una voz desde el
otro lado de la habitación.
—Aún no. —Sawyer se da la mano con un hombre que parece al menos
veinte años mayor que nosotros—. ¿Cómo está la cuadrilla este año?
—Casi igual que el año pasado. —La voz del hombre es firme y clara, como
la de mi amigo. Él asiente con la cabeza hacia un hombre robusto y de cabello
oscuro sentado en una cabina al otro lado del camino—. Jay Hidalgo tiene un
grupo de buenos trabajadores. Nada más tenemos que arreglar la paga.
Luego me mira y asiente—: ¿Qué tal?
—Taron Rhodes. —Estiro mi mano rápidamente para saludarle.
Él me responde el saludo con un firme apretón.
—Dutch Hayes. Soy dueño de los cultivos de algodón al este del pueblo y
hasta el Delta.
—Muy bien. —No tengo idea de cómo responder, pero Sawyer interviene.
—Taron es un amigo mío de Nashville. Terminamos el entrenamiento básico
juntos.
—¿Otro marino, con esa cara?
Mi mandíbula se tensa. Ser lo que la gente considera guapo tiene ventajas y
desventajas. La ventaja es fácil conseguir con quien acostarte, aunque nunca he
sido un mujeriego. No es mi estilo.
Lo negativo, ocasionalmente me encuentro con gilipollas que piensan que no
puedo enfrentarlos.
Aun así, me enseñaron a respetar a mis mayores.
—Otro marino —le digo con una sonrisa tensa.
—No dejes que te engañe. —Sawyer me agarra del hombro—. Confiaría en
Taron con mi vida.
—Hermanos de armas. —Dutch asiente.
—Algo hay de eso. —Sawyer redirige—. ¿Puede venir Digger esta tarde?
Tengo que alinear todo con Noel y Leon antes de irme.
Una luz codiciosa destella en los ojos del hombre cuando Sawyer le da la
espalda. Rápidamente lo oculta, algo en él no me inspira confianza.
—Tu arregla el horario y nos dices. —Ellos van a donde Hidalgo se sienta
esperando con los brazos cruzados, así que decido esperar a un lado.
Deslizándome en un cubículo de vinilo rojo, noto que la conexión
inalámbrica funciona en este lugar. Rápidamente tecleo un texto grupal a los
muchachos diciéndoles que llegamos bien. Marley inmediatamente envía de
vuelta un emoji de signo de la paz. Probablemente ya esté drogado, el señor
líneas blancas.
El padre de Patton probablemente le esté dando más lata que nunca. Me lo
imagino maldiciendo mi nombre por salir pitando, pero no podía quedarme.
Estoy disfrutándolo de una manera extraña, de vuelta a lo esencial.
Acabo de recoger un menú cubierto de plástico cuando una mujer con el pelo
rubio rojizo recogido sobre su cabeza y un delantal marrón camina hacia mí. Ella
se ve más o menos de la misma edad que mi madre.
—Hola, guapo. ¿Puedo traerte un café? —Me guiña un ojo y veo que su
etiqueta de plástico dice Florence.
—Hola Florence. —Le devuelvo su sonrisa—. Muchas gracias.
Ella agarra una jarra de plástico de su lado y llena la pequeña taza sobre la
mesa frente a mí.
—Puedes llamarme Flo. Eres nuevo en el pueblo.
—Solo estoy visitando el huerto de los LaGrange. Soy amigo de Sawyer.
—¿No me digas? —Ella mira con curiosidad dónde está él parado con los dos
hombres—. Los milagros nunca terminan.
No estoy seguro de lo que se supone que significa eso, pero me alegro por el
café. Ha sido una larga mañana y ni siquiera son las siete.
—¿Te vas a quedar un tiempo?
Tomo un sorbo del débil brebaje marrón y asiento.
—Estamos aquí unas semanas y luego nos envían a Sudamérica.
—Vaya. —Ella desliza una nota de su libreta a través de la mesa hacia mí—.
Si necesitas a alguien que te enseñe los alrededores, házmelo saber.
Levanto el recibo y veo un número de teléfono escrito en él.
—Hola, Flo. —Sawyer está al final de la mesa, hurgando en su bolsillo
delantero—. ¿Estás listo?
Termino mi bebida como una bala, recogiendo el trozo de papel.
—¿Cuánto te debo?
—No es nada, cariño. Solo avísame si necesitas algo. —Ella me guiña el ojo
otra vez.
—Espera un momento. Si no pago, tienes que pagarlo con tus propinas,
¿verdad?
—No te preocupes por eso. —Ella arruga la nariz y sacude la cabeza.
Colocando un diez en su mano, le acaricio el hombro—: Quédate con el
cambio.
—Y pensé que los caballeros del sur habían pasado de moda. —Sus ojos se
vuelven cálidos.
—Hago lo que debo hacer.
No quiero entrar en la historia de mi familia, pero sé cuán ajustado puede ser
el presupuesto de una mesera.
Sawyer me golpea el brazo.
—Vamos, Casanova. Hasta luego, Flo.
Ella asiente.
—Me alegra ver que finalmente estás haciendo amigos y de los buenos.
Estamos en la camioneta que se dirige al huerto y, como siempre, él no dice
mucho. Sin embargo, es el estilo de Sawyer. Es el miembro callado del equipo.
Patton es todo ambición, Marley siempre busca una fiesta, un escape. Yo todavía
estoy buscando las respuestas.
El sol está más alto en el cielo y el brillante resplandor del amanecer que se
abre sobre el huerto de duraznos se ha ido. Ahora todo es este calor pegajoso y
humedad.
Se inclina hacia adelante.
—Va a ser un día caluroso.
—¿Conseguiste tu equipo?
—Creo que sí. Creo que Digger será una buena elección para hacerse cargo
mientras estoy fuera. Todo debería funcionar sin problemas por un tiempo.
—¿No dejarás a tu hermana a cargo?
—¿Noel? —Su frente se arruga—. Ella es muy joven para eso. De todos
modos, ella comenzará la universidad, necesita concentrarse en sus estudios.
Sé que dejar el huerto y sus hermanos le cuesta mucho. También sé que
realmente quiere hacer algo por sí mismo. Ahora podría ser su última
oportunidad, al menos eso es lo que me dijo.
Salimos de la estrecha carretera para llegar a una casa bastante grande. Es la
primera vez que la veo a la luz del día y estoy impresionado por el tamaño. Es
una estructura de dos pisos con revestimiento de madera blanca y un gran porche
alrededor con columpio y toda la cosa. Es la imagen clásica americana.
Cerramos nuestras puertas de golpe, lo sigo por el camino de entrada,
pasando la pequeña cerca blanca y atravesando la puerta principal. Mi estómago
inmediatamente comienza a gruñir cuando el aroma del pan tostado, tocino y
huevos fritos golpea mi nariz.
—Maldición, eso huele bien. —Froto mis manos sobre mi estómago.
El teléfono de Sawyer comienza a sonar y él levanta una mano.
—Ahora te alcanzo. Entra y preséntate con Noel.
No voy a discutir. Sigo el aroma de la comida, y cuanto más me acerco,
escucho una voz dulce y clara, cantando una vieja canción de Dolly Parton. Es la
que solía salir en ese programa de televisión. Suena bien.
Empujo la puerta para abrirla y casi me caigo de culo por segunda vez hoy.
De pie de espaldas a mí, alcanzando por encima de su cabeza en un gabinete
abierto no encuentro a una niña, de ninguna manera. Noel es bajita y delgada,
con curvas en todos los lugares correctos. Lleva una camiseta sin mangas de
color verde y pantalones cortos muy cortos y su brillante cabello castaño apilado
sobre la cabeza con delgados mechones sueltos.
Observo mientras ella se estira más para buscar los platos y mis ojos se
deslizan por la piel suave de su brazo desde su estrecha cintura sobre la curva de
su trasero y sus piernas sedosas hasta sus pies descalzos.
Sus uñas de los pies están pintadas de rojo cereza.
Justo cuando estoy a punto de ofrecerle ayuda, ella salta con un pie al borde
del mostrador y agarra un plato grande y un tazón, pero deben ser demasiado
pesados para ella. Todo parece pasar a cámara lenta.
Ella se tambalea y su canción se convierte en un fuerte grito cuando cae hacia
atrás.
—¡Oh no, no!
—¡Noel! —Me lanzo hacia delante y, por algún milagro, ella cae en mis
brazos mientras yo acabo de rodillas en el piso.
Me inclino hacia adelante, abrazándola. Ambos respiramos rápido, nuestras
narices casi se tocan. Sus ojos se abren cuando se encuentran con los míos,
dorados como el whisky, creo que algo más está pasando aquí.
Inhalo profundamente, me siento rodeado por la primavera y flores. Ella es
suave como la seda, sus senos contra mi pecho y sus labios carnosos y brillantes
se abren a pocos centímetros de los míos.
Podría besarla…
—Dios, has caído como del cielo. —Es un susurro entrecortado, un poco
áspero y muy sensual.
—Hola, soy Taron.
Ambos platos todavía están en sus manos. Ella parpadea un par de veces
antes de mirar a su alrededor.
—Oh, diablos.
Se aleja, y yo me muevo a un lado, ayudándola a equilibrarse. Cuando se
pone de pie, sus piernas lisas y musculosas están frente a mi cara, resisto el
impulso de extender la mano y deslizar mi palma contra su piel. Mierda,
contrólate, Taron.
—¿Estás bien? —Me paro rápidamente, tocando ligeramente su brazo.
—Creo que sí. —Me mira y sonríe tímidamente, juro que la tierra se mueve
—. Quiero decir, sí. Gracias. Eso podría haber sido peor.
Su mirada me captura y sus mejillas bronceadas se sonrojan.
—¡Noel, Dios! —Ambos saltamos cuando Sawyer entra a la habitación
gritando—. ¿Puedes usar la maldita escalera?
Me alejo de ella rápidamente, apoyándome contra el mostrador y ella va hasta
donde él está parado, en la puerta.
—¡Sawyer, casi me matas del susto!
—Me vas a dar un ataque al corazón si sigues haciendo maromas como esa.
Estoy a punto de irme fuera del país y estás escalando por la cocina como una
trapecista sin red de seguridad.
—Cállate y dame un abrazo. —Ella se estira para abrazarlo.
—Gracias por salvar a la idiota de mi hermana. —Él me mira.
—Imbécil. —Ella empuja su hombro—. Gracias, Taron.
Ella sonríe, pero sus ojos no se encuentran con los míos. No puedo decir si
está avergonzada o algo más. De cualquier manera, ella se da vuelta y su culito
respingón me saluda otra vez. Me llevo la mano al estómago y me froto el
repentino dolor.
—Espero que tengan hambre. Hice media docena de huevos y un montón de
panecillos.
—Estoy hambriento. —Sawyer va a la mesa.
Me obligo a dejar de mirarla como nunca antes había visto a una chica.
—¿Te puedo ayudar en algo?
—Lávate las manos. La mesa ya está puesta. —Se mueve rápidamente por el
pequeño espacio con los pies descalzos mientras yo voy al fregadero y hago lo
que me ha dicho.
Ella salta hacia donde estoy parado y me da una toalla, su perfume me
envuelve nuevamente, fresco y cálido, haciendo que mi sueño vuelva a
relampaguear en mi cabeza.
—Comamos. —Sawyer, como el jefe de la casa ha dado una orden.
No estoy aquí para un romance de verano. Estoy aquí para ayudar con la
cosecha. En unas pocas semanas, me habré ido, no puedo pasar eso por alto, no
importa cuán buena esté la hermanita de Sawyer.
—Alabado sea el Señor y pasen los bisquets. —Ella se sienta frente a mí, y
esta vez cuando nuestros ojos se encuentran, una pizca de sonrisa se dibuja en
sus labios.
Nuestras miradas se entrelazan como si compartiéramos un secreto y todas
mis buenas intenciones se escapan por la ventana.
Capítulo 2
Noel
Mierda, Taron Rhodes es el hombre más atractivo que he visto y acaba de
salvarme la vida. O el cuello.
Y con eso también mi dignidad.
Ahora está sentado al otro lado de la mesa, y cada vez que levanta la vista, es
como si me lanzara en caída libre. Mis pulmones se quedan sin aire y por mi
garganta nada pasa.
—No puedo venir volando desde la quinta China para visitarte en el hospital.
—Sawyer sigue renegando como una vieja—. Necesito saber que estás tomando
buenas decisiones, cuidando a Leon.
Tomo un sorbo de jugo de naranja, tratando de que mi estómago se afloje
para poder comer.
—No necesitaré una escalera cuando te hayas ido. Nada más cocinaré para
dos.
Taron me mira de nuevo y mi estómago se revuelve.
Adiós a mi desayuno.
Tiene los ojos más asombrosos. No puedo decir si son verdes o azules. Son
esa pálida mezcla de ambos colores y se destacan bajo sus cejas y cabello
oscuro.
Un rastrojo de barba le cubre las mejillas. Estoy segura de que tendrá que
afeitarse antes de que se presente al servicio, al menos eso es lo que siempre he
escuchado, aun así, me gustaría pasar mis uñas en ella mientras beso sus labios
carnosos.
—Pásame los huevos —gruñe mi hermano.
Taron y yo alcanzamos el plato al mismo tiempo, y cuando nuestros dedos se
rozan, juro que la energía cruje entre nosotros.
—Yo se los paso. —Su sonrisa es juguetona, traviesa, tengo que hacer un
esfuerzo por evitar que un jadeo se escape de mi boca al ver las líneas de sus
bíceps.
—Jay Hidalgo y su gente estarán aquí a primera hora de la mañana. —
Sawyer coloca más huevos en su plato antes de dejar caer la cuchara de madera.
—¿Debo cocinar también para ellos? —Eso me hace bajar de mi nube.
Mierda, voy a necesitar surtir la despensa.
—Le dije que no teníamos tiempo para eso. Ellos traerán sus comidas. Te
necesito con los chicos encargados de la selección, no aquí encargándote de la
cocina.
Esa vieja tristeza hace que me duela el pecho. Sawyer ha sido bastante bueno
manteniéndome al tanto de su despliegue, pero creo que mi cerebro no quiere
aferrarse a la información. Sigo olvidando los detalles.
—¿Cuánto tiempo antes de que te vayas?
—Estaré aquí durante la cosecha, también para el festival del durazno. Nos
tenemos que reportar el cinco de julio.
Justo después del día festivo. Asiento, mirando hacia abajo y empujando mi
comida alrededor de mi plato. La decisión de Sawyer de unirse a la marina me
asustó al principio. Ya hemos perdido mucho y luego fue a elegir a los marinos.
Esa es la rama más difícil del servicio. Sirven por más tiempo y están en los
lugares más peligrosos.
—¡Diablos, Noel! —Mi hermanito Leon entra a la cocina con sus botas de
vaquero como un hombre recién salido del set de una película—. ¿Por qué no me
llamaste para el desayuno? Sabes que me muero de hambre.
—Tu hermana estaba demasiado ocupada tratando de suicidarse. —Sawyer
extiende la mano despeinando el cabello oscuro y enmarañado de Leon—. Toma
un plato, chico.
—Nunca tengo que preocuparme de que te vayas —bromeo cuando él se deja
caer en una silla—. La comida te traerá de regreso a casa.
—Como si cocinaras tan rico. —Agarra un bisquet y se sienta a horcajadas
sobre la silla—. A ver cuando haces pastelillos de maíz.
—Cállate y come —le digo suavemente, señalando la fuente—. Toma dos.
Por mucho que coma, sigue siendo flaco como una vara. Sus jeans sin
cinturón caen de sus caderas y su camisa a cuadros roja está suelta sobre una
desmangada blanca. Lleva el cabello un poco largo y me recuerda a un potrillo,
travieso y salvaje.
—Yo conozco a alguien que hace los mejores pastelillos de maíz. —La rica
voz de Taron se une a la conversación.
—¿Ah sí? —Sawyer se ríe y me pregunto desde cuando mi hermano ha
asumido el papel de padre. Tiene la misma edad que Taron, pero ellos están en
mundos separados—. Repórtate en la cocina a las cero seiscientas, mañana.
Un hoyuelo perfora la desaliñada mejilla de Taron y esos ojos vuelven a
mirarme. Es como un líquido con gas en mis venas.
—No me importa ayudarte con el desayuno.
Miro mi plato, tratando de detener a todas las mariposas. ¿En serio, Noel?
Uno pensaría que nunca antes había visto a un hombre guapo.
—Por supuesto, gracias. —Mi voz es tranquila
—¿Eres amigo de Sawyer? —Leon lo mira de reojo.
—Soy Taron —le contesta.
Empujo el pie de Leon de la silla.
—Siéntate en la mesa y compórtate como un chico educado.
—¡Déjame en paz, mujer! —Leon mete otro bocado de bisquet en su boca y
yo le echo una mirada a Sawyer.
—Ella no es una mujer, ella es tu hermana. —Mi hermano mayor dice sin
aspavientos.
Los tres muchachos se ríen y mis ojos se entrecierran.
—Gracias. —El sarcasmo es pesado en mi tono, eso hace que Leon se ría con
más ganas, golpeando su pecho contra la mesa.
Sawyer se aclara la garganta, y supongo que, porque ahora es un marino o tal
vez porque se va, tiene la decencia de tratar de salvar la situación.
—Leon. —Su voz es firme—. Necesito que ayudes a Noel mientras estoy
fuera. Trátala con respeto.
Leon gime como el chico de quince años que es. Sawyer lo fulmina con la
mirada, haciendo que su comportamiento cambie.
—Está bien.
—¿Tus amigos vendrán hoy? —Sawyer cambiando el tema de conversación
al trabajo—. Los necesitamos listos para la selección mañana por la mañana. Jay
viene con su gente.
—Dijeron que estarían aquí. —Mi hermanito se encoge de hombros.
—¿Por qué no les envías un mensaje de texto y te aseguras?
Él deja escapar un gemido y se levanta de su asiento.
—Buen desayuno, hermana.
—Toma otro bisquet. —Pongo uno en su mano mientras él se escapa por la
puerta.
Sawyer se levanta y saca el teléfono del bolsillo.
—Comprobaré la situación de los contenedores. Gracias Noel.
Él va para afuera, dejándome en una mesa llena de platos sucios.
Taron se sienta y los mira irse antes de volverse hacia mí. Está tan bueno.
—¿Siempre son así?
Mi ceño se frunce mientras finjo pensar y luego asiento.
—Siempre.
—¿Entonces preparas el desayuno, se lo comen, te hacen pasar un mal rato y
luego te dejan que lo limpies todo?
—Bueno, quiero decir, así funcionamos. Yo me encargo de la casa. —
Alejándome de la mesa, empiezo a recoger los platos y a llevarlos al fregadero.
Detrás de mí, lo escucho hacer lo mismo, me doy la vuelta—. No tienes que…
—Vine aquí para ayudar. —Me sonríe otra vez y muerdo mi labio inferior,
mirándolo llevar platos sucios, sus anchos hombros estirando su camiseta de
algodón. Él debe medir al menos uno ochenta.
—Creo que Sawyer espera que ayudes con el trabajo de hombres.
—¿El trabajo de hombres? —Su voz cambia—. No esperaba escucharte decir
eso.
—¿Por qué no? —Mis ojos se entrecierran—. No me conoces, esta es la
primera vez que nos vemos.
—Cierto. —Asiente—. Pero conozco a tu hermano, él me contó que te
graduaste con honores y planeas ir a la escuela de negocios en el otoño.
—Así es. —Volviendo a la mesa, recojo el último de los platos sucios—. Y
no espero tener que levantar y cargar un canasto de duraznos en una sala de
juntas.
—Un canasto. —Él sostiene una toalla y yo lavo el primer plato y se lo paso
para que se seque.
—Veinticinco kilos. —Le entrego otro plato limpio, él lo seca y lo guarda en
el gabinete donde van de una vez.
Cuando lo hace, su camisa se levanta y vislumbro las líneas musculares en su
estómago.
—Ya veo. —Me mira de nuevo y mis ojos se fijan en el agua jabonosa—. En
el huerto, el trabajo se divide entre quién puede cargar más peso.
—No sé nada sobre huertos. —Le paso otro plato, mirando disimuladamente
a sus abdominales—. Pero en el huerto LaGrange, colocamos a todos donde
pueden ser más útiles. Como eres bastante bueno secando platos y afirmas que
puedes hacer pastelillos de maíz.
—Los mejores que hayas probado. Ya lo verás.
Al acercarme, percibo su olor, masculino y limpio.
—Aun así, no desperdiciaría tu espalda en la cocina cuando te necesiten en el
área de carga.
Aprieto el interruptor del triturador de basura y ayudo a que la comida caiga
por el desagüe. Akela entra corriendo a la cocina como si fuera una señal, así
que le tiro el último trozo de tocino, luego me pongo en cuclillas para frotar su
esponjoso cuello blanco mientras mastica.
Taron se cruza de brazos mirándonos.
—Ella se me fue encima esta mañana.
—¡Akela! —La risa me hace cosquillas en el estómago y sacudo la cara. Ella
me lame la nariz—. ¿Derribaste a Taron?
—¿Husky? —Se pone en cuclillas a mi lado para acariciar su cabeza.
—Sí. —Le sigo rascando el cuello y me pongo de pie—. Alguien la dejó en
el campo cuando era una cachorra. Sawyer dijo que no podía quedármela, pero
esta también es mi casa.
Sus ojos sobrios ante mis palabras.
—Sawyer me contó lo que les pasó a tus padres. Eso debe haber sido duro.
—Fue hace mucho tiempo. —No sé por qué siempre digo eso. No importa
cuántos años pasen, perder a nuestros padres es un dolor que nunca se va.
Ahora mi hermano se va de casa, poniéndose en peligro.
Con un suspiro, alejo esos sentimientos como siempre lo hago. Sentirse mal
no cambia nada.
—Debo disculparme porque las chicas de esta casa se te tiran encima.
—Me alegro de haber estado aquí para agarrarte.
—Yo también. —Parpadeo e intento sonreír.
Compartimos un momento hasta que se abre la puerta trasera y Sawyer
asoma la cabeza.
—¿Planeas quedarte en la casa todo el día o vienes a ayudar?
—Me estaba ayudando con los platos.
—Pasteles de maíz, platos. Ven que te necesito.
—Te retractarás de eso por la mañana. —Taron baja corriendo las escaleras
detrás de mi hermano.
Salgo al porche mirando su trasero apretado mientras se aleja. Exhalando un
pequeño suspiro, me pongo mis botas vaqueras. Los adolescentes están dando
vueltas en la bodega de selección, y si Sawyer se está preparando para la
cuadrilla de trabajadores que vendrán a ayudar, yo necesito enseñarles a estos
chicos cómo seleccionar los duraznos.
Vendrán rápido mañana y no tendremos tiempo para que se retrasen. Las
próximas dos semanas serán una locura por aquí.
Capítulo 3
Taron
La cabaña del capataz está a unos treinta metros colina arriba de la casa. La
puerta se pega un poco, pero Sawyer la abre y cruza para abrir una pequeña
ventana.
—Está un poco mal ventilado, pero se le pasara pronto. —Abre una puerta
estrecha en la esquina trasera—. Baño completo por aquí. Armario por allá.
Dejo caer mi maleta, mirando alrededor del pequeño espacio.
—No está mal.
—Puedes venir a la casa cuantas veces quieras y comerás con nosotros. —
Camina hacia la puerta, sus botas golpeando el piso de pino—. Pero aquí tendrás
algo de privacidad, sí conoces a alguien o lo que sea.
Mi mente trata de desviarse hacia Noel, pero lo entiendo. Relacionarme con
alguien, especialmente con la hermana menor de mi mejor amigo, complicaría
todo y no vine aquí buscando eso.
—Nadie debería meterse con tus cosas, pero por si las dudas. —Él me arroja
un juego de llaves—. Ven al área de carga cuando hayas terminado, te mostraré
cómo usar el montacargas.
Después de eso, se va, y le doy un vistazo rápido al lugar. Es pequeño, pero
hay una cama doble en la esquina con una mesita de noche y una lámpara al
lado. Hay algunos libros en el estante, ambos parecen novelas de vaqueros. Al
otro lado de la habitación, hay un mini refrigerador en un mostrador con una
cafetera.
Las persianas cubren las ventanas, la silla donde dejé mi maleta está colocada
frente a un pequeño televisor de pantalla plana. Miro mi teléfono, sigue sin
señal.
—No es que importe mucho. —Me he reportado con las únicas personas que
se preocupan por mí en Nashville.
Me lleva cinco minutos desempacar, colgar mis pocas pertenencias en el
armario y colocar mis artículos de aseo personal en el baño antes de salir
nuevamente, dejando las llaves en la pequeña mesa junto a la puerta.
Noel tiene un grupo de adolescentes en la enorme bodega, observo mientras
usa una canasta de pelotas de tenis para mostrarles cómo se hace el proceso de
selección. Es una buena combinación de chicos y chicas, ella los anima pero
también es estricta mientras los guía a través del proceso de encontrar las bolas
amarillas con líneas negras a los lados y ponerlas en canastas mientras apila las
bolas amarillas en cajas.
—Necesitan moverse rápido, pero no tan rápido como para no darse cuenta
de la fruta que está mala. —Ella ayuda a una chica rubia a voltear una de las
bolas antes de clasificarla en una caja que espera ser llenada—. Esa está buena.
La siguiente pelota rebota en los girasoles y rueda hacia donde estoy parado.
La chica que está al lado de Noel se lamenta—: ¡Se ha echado a perder!
Noel sólo se ríe.
—No pasa nada, los duraznos reales no se te resbalan de las manos tan
fácilmente. Lo estás haciendo bien.
Nuestros ojos se encuentran y ella sonríe mientras camina hacia donde estoy
parado sosteniendo el durazno falso que se escapó. Mi estómago se contrae, pero
aparto esos sentimientos, recordándome por qué estoy aquí.
Aun así, mis ojos la observan mientras ella se acerca. Los shorts que lleva
puestos hacen que sus piernas se vean largas y esas botas vaqueras le sientan de
maravilla, su cabello oscuro todavía está recogido en un moño desordenado en la
parte superior de su cabeza. Ella sonríe, labios carnosos y naturales que se
separan sobre dientes blancos rectos y, maldita sea, es hermosa.
—Betsy perdió su durazno.
—Vaya, lástima. —No puedo resistirme.
Ella me mira parpadeando.
Por un momento, no dice una palabra, y me imagino un avión que se estrella
y se incendia…
Hasta que veo el brillo en sus ojos.
Tuerce la boca y extiende su mano.
—Está un poco confundida con los detalles.
Mis labios se tensan y extiendo la pelota de tenis.
—Parecía haberse quedado muda.
—Necesita practicar.
—Me ganaste. —No puedo contener una risita y sacudo la cabeza.
Arquea las cejas y toma la pelota de tenis, para alejarse victoriosa.
—Lástima.
Eso me hace reír a carcajadas, y ella se da la vuelta, riendo. Un pequeño
hoyuelo aparece justo en la esquina de su labio inferior y sacudo la cabeza. Esta
chica.
—¡Oye! —La voz de Sawyer llama nuestra atención—. Necesitamos llevar
estas tarimas al área de carga ahora.
Lo sigo por la entrada trasera, pasamos el resto de la mañana levantando y
cargando cajas de madera a través de un lote de concreto. Después de un tiempo,
se siente que pesan quinientas libras cada una, ahora entiendo por qué Sawyer
pudo hacer fácilmente el entrenamiento básico.
El sudor me baja por los costados, mi camiseta está empapada y pegada a mí
cuando Leon aparece con una hielera en la mano.
—Gracias. —Alcanzo una botella de agua, mientras él saca unos sándwiches
y algunas botellas de Coca-Cola.
—Noel dijo que hay suficientes por si quieres.
Estoy desenvolviendo lo que parece uno de ensalada de pollo.
Sawyer ya terminó su primer sándwich y está arrancando la envoltura un
segundo mientras saca las llaves de su camioneta.
—Me dirijo a la ciudad para recoger las últimas cajas. Volveré en una hora.
—Voy a ir contigo. —Leon sale detrás de él.
Su hermano pone una mano sobre su hombro.
—Te necesito aquí en caso de que Digger aparezca antes de que yo regrese.
—¿Digger, a qué viene ese gilipollas?
—Él sabe sobre la gestión de un huerto.
—Más bien sobre mandarlo directo a la ruina. —Leon se cruza de brazos y
veo un parecido entre los hermanos.
—Digger era un niño cuando todo eso sucedió.
—Aun así, heredó los genes. Pensé que ahora trabajaban con algodón.
—Hará lo que yo le diga que haga. —Sawyer se vuelve hacia la camioneta—.
Te portarás bien.
Leon se acerca y se sienta en la parte posterior de la plataforma, observando a
su hermano subir a su camioneta y salir del área de carga donde hemos estado
trabajando.
Mi hambre ha disminuido un poco, así que me dedico a tomar de la botella de
agua.
—¿Quién es Digger?
—Un imbécil que tiene la vista puesta en este lugar. Sawyer ni siquiera lo ve.
O tal vez lo hace y no le importa. Se va, después de todo.
Salta del remolque y comienza a caminar hacia las hileras de árboles que se
extienden sobre la colina. Echo un vistazo en la dirección en que mi amigo acaba
de irse y decido irme tras su hermano menor.
Subimos la colina un poco en silencio. Observo cómo Leon se detiene
ocasionalmente, empujando las hojas de la fruta moteada e inspeccionando cada
una. Finalmente elige una que tiene una división por el costado y continúa hasta
el siguiente árbol.
—Oye. —Me detengo mientras él repite el proceso, encuentra otra fruta
demasiado madura y la deja caer en la hielera que trajo consigo.
—¿Qué? —Él me dirige una mirada seca.
—¿Cuantos necesitas? —Su tono seco no me molesta.
—Noel dijo que le trajera diez. Ella está haciendo helado. —Encuentra otro
durazno partido y lo deja caer en la hielera.
—¿Hay algo en particular que estés buscando?
—Los que no se pueden vender. —Elige otro, mientras yo busco en la rama
frente a mí.
Me sorprende cuánto tiempo lleva encontrar un durazno manchado.
—Creo que pensé que habría más dañados.
—Estos son los duraznos de Freestone. Seguirán madurando hasta finales de
julio. —Elige otro y me lo da—. Puedes comerte uno.
Girándolo en la mano, busco signos de insectos.
—¿No tengo que lavarlo primero?
—No, utilizamos un insecticida natural para controlar las orugas y las
polillas.
—Genial. —Tomo un bocado de la fruta, el jugo es refrescante después del
largo día acarreando tarimas en el calor—. No es tan dulce como pensé que
sería.
Sigue adelante, recogiendo varias frutas más.
Lo sigo, terminando el que me dio.
—¿Dónde pongo esto?
—Tíralo al suelo, no es basura. —Él se encoge de hombros.
Dejo caer la semilla y me limpio las manos en mis jeans. Se detiene y mira
hacia adelante antes de cerrar la parte superior de la hielera. Es justo después del
mediodía y hace muchísimo calor aquí afuera. Mis tenis están a punto de
romperse, definitivamente debí haber empacado calzado más resistente.
Leon mira hacia abajo.
—Podemos pasar por la tienda de botas si quieres conseguir unas botas
mientras estás aquí.
—No es una mala idea. Puedes ir conmigo.
—Cuando el gilipollas ese de Digger finalmente se digne a venir.
Mis labios se tensan, me parece que está enojado por la partida de Sawyer.
—Realmente odias a ese tipo.
—Odiar es un pecado. —Patea un durazno caído y un enjambre de moscas se
arremolinan a su alrededor y luego se reubica donde aterriza. Lo miro y él se
encoge de hombros—. Ya verás cuando venga.
Caminamos un poco más arriba de la fila y me arriesgo.
—Eres bastante inteligente. ¿En qué año estas, primero de bachillerato?
—Tendré dieciséis la próxima semana. —Me mira como si fuera un logro—.
¿Sabes que fui un accidente?
—¿Quién te dijo eso?
—Es el chiste familiar. —Se encoge de hombros—. Mi nombre es Noel al
revés. Dijeron que era porque mis padres se habían quedado sin nombres. Mi
cumpleaños es exactamente seis meses después del de ella.
—Espera, pero Noel…
—Va a cumplir diecinueve años en Navidad. Lo que quiero decir es que su
fecha de nacimiento es el veinticinco de diciembre, así que le pusieron Noel. El
mío es el 25 de junio, exactamente lo contrario.
—Entonces pusieron Leon. —Me rio, preguntándome cómo debían haber
sido sus padres. Es difícil cuadrar esa información con lo que sé de ellos.
Se da vuelta y comenzamos a bajar la colina de nuevo, hacia la casa.
—Realmente no los recuerdo mucho. Solo recuerdo a Sawyer trabajando
duro todo el tiempo.
—Dijo que tuvo que salirse de la escuela por un año.
—Pensó que era más importante mantener las cosas funcionando aquí que
terminar el décimo. Fue justo en la mitad de la temporada de siembra. Todo el
pueblo se acercó para ayudarnos. Las señoras de la iglesia nos trajeron comida y
ropa.
Pienso en mi madre, luchando con un trabajo de mesera, haciendo todo lo
posible para cuidarme sola en Nashville.
—No todos tienen ese tipo de apoyo.
—Supongo. —Él se encoge de hombros.
—Tu hermano realmente se preocupa por ti, habla de ti todo el tiempo.
—¿Entonces, por qué se va? —Me mira a los ojos y veo dolor hirviendo allí.
Estamos de vuelta en la casa y elijo mis palabras con cuidado.
—Dijiste que ha estado trabajando duro desde que tenía tu edad. Tal vez él
quiere hacer algo por sí mismo ahora. Mientras todavía puede.
—Sí, bueno, lo necesitamos aquí. No en un país extranjero donde quién sabe
qué podría pasarle.
—Oye. —Agarro el brazo de Leon—. No dejaré que le pase nada a tu
hermano. Lo prometo.
La ira en sus ojos se alivia un poco. Sacude la cabeza y comienza a subir los
escalones, dejando que la puerta mosquitera se cierre de golpe detrás de él.
Escucho la voz de Noel adentro y camino hacia la bodega. Necesito una ducha,
pero no sé qué más me ha preparado mi amigo esta tarde. Me siento como un
muerto viviente después de trabajar todo el día con cinco horas de sueño.
Una brisa cálida sopla sin parar a través de la bodega vacía, me siento en la
plataforma, pensando en la promesa que le acabo de hacer a Leon. No sé qué nos
espera cuando salgamos al servicio activo, pero planeo hacer lo que sea
necesario para cumplir esa promesa. Es lo que todos acordamos cuando nos
separamos. Porque más que compañeros somos una familia.
Capítulo 4
Noel
Lavo la mitad de los duraznos que Leon trajo, los corto en cubitos y los meto
al congelador. Los cinco restantes van al procesador de alimentos con miel,
ralladura de limón y crema para un sorbete que voy a servir después de la cena.
Pongo la mezcla en la máquina de helados y miro colina arriba al gran
cobertizo donde pasé la mañana enseñando a veinte chicos el arte de seleccionar
los duraznos. Mañana, el equipo de personas del señor Hidalgo llegará al huerto
y limpiará los árboles rápidamente, vaciando su arrastre en las cintas mecánicas
donde los adolescentes seleccionarán los magullados o los dañados en canastas
para hacer mermeladas, conservas, jarabe o helado de durazno.
Las frutas intactas se apilarán en cajas, que los chicos más grandes levantarán
y transportarán a los camiones que esperan en la plataforma.
Taron tendrá que tragarse sus palabras. Brenda Stein, una de las chicas más
grandes, quería ayudar a los chicos a transportar cajas a los camiones y le dije
que podía. Ella prometió no excederse.
Mi mente vuelve a las conversaciones que tuvimos hoy. Es tan fácil hablar
con él, tan juguetón y relajado. Resoplo recordando nuestra guerra de palabras.
Limpiándome las manos con una toalla, salgo por la puerta y subo la colina
hacia la bodega. Cuando me acerco, veo que Taron está acostado de espaldas en
uno de los remolques de plataforma con la gorra sobre la cara. Él todavía lleva
esos tenis converse, espero que sepa que se arruinarán si los usa para trabajar en
el campo.
Sin pensarlo realmente, voy a donde está reposando y juguetonamente
empujo sus pies.
—Mejor consigue unas botas, citadino.
Los pies de Taron caen hacia un lado, pero no se detienen allí. Sus piernas se
salen de la parte trasera del remolque, y el resto lo sigue, cayendo al suelo con
un ruido sordo.
—¡Mierda! —Su voz baja, pero fuerte.
—¡Taron! —Corro alrededor del remolque hacia donde está tirado de lado,
sacudiendo la cabeza.
—¿Qué demonios?
Caigo de rodillas, poniendo mi mano sobre su hombro.
—¡Lo siento mucho!
—¿Me acabas de empujar de la plataforma? —La ira destella en sus ojos de
lobo y me siento como una mierda.
—No, la verdad es que quería…
—Lo hiciste a propósito. —Se levanta hasta sentarse, sacudiendo la cabeza.
Su rostro está cubierto de tierra y quiero morir.
—Toma. —Extiendo la toalla que tengo en mis manos—. Déjame limpiarte
la cara. ¿Estás bien?
Sostiene mi brazo y se para lentamente, estirándose hacia un lado y haciendo
una mueca.
—Mierda, creo que me rompí una costilla.
Me llevo una mano a la boca.
—Taron, lo siento mucho.
Me mira de reojo y creo que podría llorar. Mientras me estudia, la ira parece
derretirse. Algo diferente toma su lugar, algo tortuoso.
—Ahora me debes una.
—Ni creas que… —digo alzando las cejas.
—Vaya que sí —Levanta el hombro y rodea su brazo, haciendo una mueca.
Mi corazón late más rápido. Estoy un poco nerviosa.
—Fue un accidente…
—Tú no empujaste por accidente mis pies fuera de la plataforma.
Dando un paso adelante, le agarro los brazos.
—Realmente no sabía que te caerías…
Nuestras caras están cerca otra vez, siento su aliento contra mi mejilla.
Levanto la mirada mientras él baja la suya, siento calor recorriendo mi cuerpo,
directamente hasta mis bragas.
Es como cuando me agarró en la cocina. El aire a nuestro alrededor parece
crujir. Sus manos cruzan mi cintura y sus brazos son como bandas de hierro. Me
siento como un sorbete de durazno derritiéndose al sol. Mis labios se calientan y
se sienten pesados y Oh, Dios, quiero que me bese…
—¿Oye, qué está pasando aquí? —Reconozco la voz de inmediato y
retrocedo, intentando alejarme de Taron Rhodes que me sostiene en sus brazos.
—¿Digger? —Me sacudo, empujando un mechón de cabello perdido detrás
de la oreja—. ¿Estás buscando a Sawyer?
Camino alrededor de la plataforma y siento que Taron me observa mientras
avanzo. Lo he sentido observándome todo el día, eso hace que de nuevo esas
mariposas revoloteen en mi estómago.
—Hola, Noel. —Digger Hayes da un paso adelante para darme un breve
abrazo. Él siempre quiere besar mi mejilla, pero lo esquivo justo a tiempo.
La voz profunda de Taron interrumpe su saludo.
—Sawyer tuvo que ir al pueblo para recoger algunas cajas.
Los ojos de Digger se entrecierran mientras inspecciona a Taron.
—No nos han presentado.
—Eso es cierto. —Taron da un paso adelante y extiende una mano—. Taron
Rhodes. Estoy aquí para la cosecha.
—Ah. —Digger levanta las cejas, mientras se relaja—. Debes ser el amigo
militar de Sawyer.
—Marino. Soy su amigo marino.
—Correcto. —Digger da una pequeña risa que me da escalofríos. Es un idiota
tan condescendiente—. ¿Qué tal te ha parecido nuestro pueblo hasta ahora? Me
imagino que está muy lejos de parecerse a Nashville.
—Solo llevo aquí un día, pero me gusta lo que veo. —Sus ojos oceánicos se
encuentran con los míos, es como un rayo directo a través de mi núcleo.
—Muy bien. —Digger me pasa el brazo por los hombros y mi cabeza se gira
para mirarlo. ¿Se ha vuelto loco o qué?
Salgo de su abrazo inoportuno.
—Voy a tomar un poco de café ¿Quieren?
Los ojos de Taron se estrechan.
—Estoy bien. Gracias, Noel.
—Suena genial. —Digger sonríe, moviéndose para seguirme—. Te
acompañaré a la casa.
¿Qué le pasa?
—No hay necesidad, te voy a traer una taza. Sawyer deberá estar aquí en
cualquier momento.
—No me importa ir contigo. —Digger me mira de manera muy rara, dejo
escapar un suspiro.
—Como quieras.
Taron se cruza de brazos, con los ojos aún entrecerrados mientras observa a
Digger seguirme hasta la puerta de atrás. Echo un vistazo atrás algunas veces.
Quiero hacerle saber de alguna manera que no tengo nada que ver con este
repentino interés de mi amigo. Mi amigo fastidioso.
Empujando la puerta, me dirijo directamente a la cafetera y saco la jarra para
llenarla de agua. Nada lujoso por aquí.
—Parece un buen tipo. —Digger mira por la ventana hacia la bodega—. Ha
sido un gesto muy amable de su parte eso de venir a ayudar con la cosecha.
—Sawyer es diferente. Creo que está emocionado. —Pongo el café molido en
la canastita, lo empujo en su lugar y presiono el botón de encendido—. Ha
estado tan concentrado en este lugar durante tanto tiempo.
—¿Y qué hay de ti? —Digger se vuelve hacia mí, con una sonrisa extraña en
su rostro—. ¿Estás emocionada de comenzar la universidad?
La forma en que dice que se siente como si él creyera que tiene algún derecho
sobre mí.
—Estoy emocionada de probar cosas nuevas, sí.
—¿Has descubierto cómo lo vas a pagar?
—¿Eso es de tu incumbencia? —Cruzando los brazos, arqueo una ceja.
—Sé que el huerto apenas cubre los gastos en este momento.
Ni siquiera le preguntaré cómo sabe esa información. Bien dicen que pueblo
chico, infierno grande.
—Tengo mis propios planes. —Y no son su problema.
—Cierto, la tienda. —Esa condescendencia está en su tono nuevamente.
—Recibimos muchos turistas por aquí. A mucha gente le gusta comer
productos orgánicos y los artículos de belleza son una industria en crecimiento…
—Estaba pensando. —Coloca una mano en mi brazo, interrumpiendo—. Tal
vez te gustaría salir alguna vez conmigo.
Exhalando una risa, sacudo la cabeza.
—Lo siento. Ya hicimos el intento y no salió bien —Salir con Digger Hayes
es lo último que quiero hacer de nuevo.
—Ir al baile del festival no es una cita. Eres una chica bonita, Noel. Me
encantaría verte ocupando tu lugar en la sociedad. Conmigo.
—Contigo. —Esa no es una pregunta
—Vamos a cenar a La Fonda.
—Sólo los políticos van a La Fonda.
—Eres tan linda. —Sacude la cabeza, lo juro, quiero darle un rodillazo en la
ingle.
—Los cachorros son lindos. —Mi voz es una molestia apenas velada.
—La Fonda es el mejor restaurante de carnes en Harristown. Es un lugar al
que tu madre le gustaría ir.
Eso me detiene.
—Mis padres nunca tuvieron dinero para ir a un lugar como ese.
—Estoy hablando de la familia de tu madre, de que tú eres de la realeza de
Harristown. Tú no eres como las otras chicas.
—No soy de la realeza de Harristown. No fuimos criados así.
Se inclina lo suficientemente cerca que su aliento patina sobre mis cejas.
—Tal vez es hora de un cambio. Me gustaría traerte de vuelta a lo que eres.
Me gustaría traer todo este huerto al redil de los Hayes y llevarlo de vuelta a su
vieja gloria.
Doy un paso atrás con el ceño fruncido.
—¿Has estado bebiendo hoy, Digger?
—Noel. —Él se ríe—. Eres tan adorable. Todo lo que quiero es que lo
pienses, abre tu mente y deja volar tu imaginación. Podríamos ser los reyes del
pueblo.
—Oh, mira. —Señalo hacia el mostrador—. El café está listo, déjame servirte
una taza.
Se cruza de brazos y me mira de una manera que no me gusta. Rápidamente
le sirvo una taza y tomo la crema del refrigerador. Quiero salir de la cocina tan
rápido como me sea posible
—Toma, hice unas magdalenas de durazno. —Metiendo la mano en el
microondas, saco el plato de pasteles de oro rosado—. Agarra los que quieras.
Yo estaré en la bodega.
Estoy a punto de irme cuando la parte superior de mi brazo queda atrapada en
un agarre incómodo.
—No olvides quién eres, Noel. Te conozco de toda la vida, compartimos la
misma historia.
Alejando mi brazo, sonrío, pero hay acero detrás de mis ojos.
—Es cierto que te conozco desde que era una niña, Digger Hayes, pero eso
no significa que tengamos historia.
—Sólo ten en cuenta quién estará aquí cuando todos los demás se hayan ido.
Mi interior se siente como si un huracán me estuviera pasando por encima.
Estoy nerviosa e inquieta, ¿quién demonios es Digger Hayes para hacerme sentir
así?
Me dirijo por las escaleras traseras, pero en lugar de ir a la bodega, doy una
vuelta y me dirijo colina arriba. Cada vez que la vida se vuelve pesada hago lo
mismo, salgo a dar una vuelta entre los árboles. Nos pertenecen a nosotros. Son
parte de nuestra familia y nos mantienen vivos. Un fuerte aliento y un ligero
ladrido, Akela está conmigo.
—Hey chica. —Le froto la cabeza. Ella tiene cinco años, que en años de
perros significa que es mayor que yo.
Al igual que estos árboles, me levanta cuando me siento deprimida. Pongo mi
mano sobre su cabeza y camino hasta que la tensión disminuye en mi pecho. He
trabajado mucho para evitar complicaciones, para simplificar mi vida. Tal vez
Digger tiene razón, no debería dejar que un tipo que sólo va a estar aquí unas
semanas me distraiga. Pero la razón es muy distinta a lo que él piensa, no quiero
ser la reina de nada.
Girándome, me dirijo hacia la casa. Pase lo que pase, pronto será la hora de
cenar y tengo hombres que alimentar. Si he aprendido algo sobre el destino, es
que hace lo que quiere y lo mejor que podemos hacer es abrocharnos el cinturón
de seguridad, algunas veces el camino es bastante movidito.
Capítulo 5
Taron
—La leyenda dice los granjeros freían los pastelillos en los platillos de sus
arados. —Tengo las manos llenas de harina de maíz, harina, huevos, azúcar,
mantequilla, lo estoy mezclando todo en un tazón.
—No vamos a traer un arado a la casa. —Noel está a mi lado partiendo una
docena de huevos en un gran tazón blanco—. ¿No vas a batir eso con una
cuchara?
Hoy lleva otro par de esos shorts y una camiseta sin mangas color beige.
Lleva el cabello recogido en una coleta y las puntas bailan en grandes rizos
alrededor de sus hombros. Quiero envolver uno alrededor de mi dedo y juguetear
con él.
—Las cucharas son para principiantes.
Ella sostiene un tenedor.
—Ni creas que voy a batir los huevos con la mano.
—De todos modos, como te estaba diciendo. —La miro fijamente a los ojos,
ella rueda los suyos, quiero abrazarla—. Los vamos a freír en una sartén de
hierro.
Dejando la mezcla en el tazón, me lavo las manos y las seco, lanzando una
gota de agua sobre la sartén negra para ver si rebota. Cuando lo hace, empiezo a
abrir cajones.
—¿Que necesitas? —Noel sostiene un bloque de queso y un cuchillo sobre el
cuenco de huevos.
—Cucharón.
—Cajón de arriba y a tu izquierda.
—No cortes hacia tu mano.
Ella se mira las manos y luego sacude la cabeza.
—Ocúpate de tus asuntos. —Noto que ella cambia de dirección con el
cuchillo—. ¿Cómo está tu costilla?
—Mejor. Creo que no está quebrada, sólo fisurada.
—Gracias a Dios, estuve rezando para que no fuera nada grave. Sawyer me
mataría si te hubiera pasado algo. —Ella habla rápido y eso me hace sonreír.
Entonces me mira de reojo—. Así que no hay razón para que te desquites
conmigo.
—Me debes una, me empujaste de una plataforma.
—¡Fue un accidente!
—Sí, claro.
—Veo que ya te conseguiste otros zapatos.
—Ni creas que vas a cambiar el tema.
Cuando Sawyer regresó y llevó al gilipollas ese de Digger a su oficina para
hablar, Leon y yo fuimos a la tienda a comprar unas botas, donde conseguí un
par bastante básico. Leon me recuerda cómo me sentí tantas veces a su edad,
después de que mi madre se fue de Nashville, mi tío siempre me trató como a un
intruso.
Eso fue antes de conocer a Patton y Marley.
Eso fue antes de enlistarnos en la marina.
Ahora siento que tengo una familia. Siento que puedo marcar la diferencia y
dejar mi huella en el mundo. Pero esta sensación no se me quita, es como si lo
que pasara en esta cocina fuera realmente trascendental.
Sosteniendo el tazón sobre la sartén, vierto masa suficiente para asar cuatro
pastelillos.
—Pero mira, si usas una cuchara. —Se burla de mí, así que tiro de su cola de
caballo.
—Estrictamente para fines de medición.
—¡Ay! —Ella golpea mi mano.
—No tiré tan fuerte.
Con un suspiro exagerado, echa los huevos revueltos en otra sartén y observa
cómo burbujea, revolviéndolos con el tenedor.
—¿Quién te enseñó a cocinar? —Su cabeza se inclina hacia un lado y, por un
minuto, me atrapan sus ojos brillantes, curiosos y dulces.
—Paula Deen —le contesto y ella se ríe—. Es la verdad. A diferencia de ti,
esto es lo único que sé hacer.
Anoche preparó chuletas de cerdo, judías verdes y puré de papas para la cena,
como si fuera poco magdalenas y sorbete de durazno para el postre. Fue la mejor
comida que he probado en mi vida o tal vez fue porque me estaba muriendo de
hambre por lo duro que trabajamos todo el día. Quería ser una mejor compañía,
pero después de una cerveza, apenas si podía tener los ojos abiertos.
La única razón por la que no me tiré en la cama después de darme una ducha
fue porque quería verla. Ella es la mujer perfecta y no puedo sacármela de la
cabeza.
Me encanta pasar tiempo con ella, bromeando mientras preparáramos el
desayuno, completamente relajados, hablando de nada y de todo al mismo
tiempo.
—Ese se está quemando. —Señala con el tenedor, y yo salto, agarrando una
espátula y volteando los pastelillos rápidamente.
—Gracias.
Sawyer y Leon entran rápido en la cocina poniendo fin a nuestras bromas.
Comienzan a agarrar platos, mientras veo por la ventana una camioneta llena de
hombres entrando al huerto. Algunos adolescentes han comenzado a llegar,
estacionándose detrás de la bodega.
—Hora de ponerse a trabajar. —La voz de Sawyer me indica que está listo
para ponerse manos a la obra, sé que no me dejará quedarme aquí para ayudar
con los platos.
No parece importar ya que todo el lugar cambia al modo de trabajo. Sawyer
se lleva a un grupo, Digger otro, y yo dirijo el tercero. Estamos en los campos
recogiendo la fruta o en el área de carga ayudando a cargar cajas en la parte
trasera de los remolques.
Levantamos las cajas pesadas, una por una, en la parte trasera de los
camiones que las llevarán al centro de distribución. Me quito la camisa, pero a
diferencia de ayer, no me siento como un zombi.
Cuando llegamos a las ocho horas, Sawyer da por terminado el día. Noel
todavía está con los adolescentes en la selección, terminando lo que acabamos de
cosechar. La he estado observando, incapaz de apartar mis ojos de su cuerpo,
mis ojos deleitándose en ese culito mientras se inclina, levanta y carga canastas
de frutas dañadas.
Sus mejillas sonrosadas y los mechones de cabello que caen de su coleta alta
y se pegan a su cuello hacen que algo se me ocurra.
Tomando un vaso de agua helada, camino detrás de ella en una de las grandes
plataformas y más rápido de lo que ella puede moverse, dejo caer un gran trozo
de hielo en la parte posterior de su camisa.
—¡Taron! —grita más fuerte que la maquinaria y la pobre Betsy deja caer un
durazno.
Salgo corriendo, pero ella está justo detrás de mí, tomando un vaso de agua
helada de la repisa. Akela comienza a ladrar y a perseguirnos, no nos detenemos
hasta que estamos bajando la colina, respirando con dificultad y riendo. Me
arroja el agua, pero ni siquiera me importa.
La perra está atenta, esperando con entusiasmo qué demonios vamos a hacer
a continuación.
—¿Qué hacen ustedes para refrescarse por aquí?
—Bueno. —Sus ojos viajan por mi pecho desnudo de una manera que eleva
la temperatura otros treinta grados, luego mira hacia la bodega—. Ya están a
punto de terminar. Ven.
La sigo hasta donde está estacionado un vehículo de tres ruedas, observando
cómo arroja una pierna desnuda sobre el asiento y empuja el motor de arranque.
Vuelve a la vida y ella me da una sonrisa.
—¿Te vas a subir?
Me subo detrás de ella, apoyando los pies en las clavijas y sujetándola de la
cintura mientras corre por las colinas lo más rápido que puede. Akela nos sigue
todo el camino, ladrando con entusiasmo.
El peso corporal de Noel en comparación con el mío no es suficiente para
mantenerme en este asiento, y con cada golpe, siento que podría salir volando de
espaldas.
Aun así, su cabello nos azota y llama a su mascota. Su cuerpo delgado choca
con el mío con cada brinco, joder, para distraerme intento pensar en cosas muy
desagradables.
Finalmente se detiene. Mis manos se deslizan desde su cintura hasta sus
caderas y ella rápidamente se hace a un lado. Akela está esperando.
—¿Divertido, verdad? —Sus ojos brillan y su cola de caballo es salvaje.
—Me sorprende que no me hayas dejado en el camino allá atrás —le tomo el
pelo—. ¿Dónde estamos?
—¡Ven!
Sale corriendo por una pequeña colina, Akela siguiendo sus pasos y yo me
bajo del tres ruedas para seguirlas. Cuando llego a la cima de la pequeña colina,
estamos mirando hacia abajo sobre un lago a la sombra de altos pinos. En un
extremo hay un remolino de pequeñas corrientes, y más abajo, más profundo en
las sombras oscuras, veo otro remolino.
—¿Qué es esto?
—Es el lago Bates. —Observo mientras se quita las botas, mi estómago se
tensa y zumba—. Aunque haga mucho calor, el agua siempre está helada.
Ella trota hacia la sombra de los árboles y sumerge sus pies en las aguas poco
profundas, dejando escapar un chillido.
—¡Heladísima!
—¿Qué tan profundo es? —Sigo su ejemplo, me quito las botas y sonrío
como un idiota mirándola.
—Más o menos metro y medio.
Todavía está bailando alrededor de la orilla con su perra, apenas mojándose
los pies, cuando sin pensar, corro hacia donde está parada y la echo sobre mi
hombro.
—¡Taron! —Ella grita a todo pulmón—. ¡No te atrevas!
—¡Dicen que la venganza es un plato que se come frío!
—¡Nooo! —Ella me golpea en la espalda baja mientras me lanzo al agua,
Akela con nosotros ladrando. Mierda, no es mentira, el agua está helada.
No dejo que eso me detenga. Continúo hasta que me llega a la cintura.
—¡No te atrevas!
La lanzo como un saco de papas al agua. Un chillido corto rompe el silencio
antes de que atraviese la superficie y se hunda.
Ella se levanta igual de rápido, jadeando y gritando.
—¿Estás tratando de matarme?
—Ahora estamos a mano. —Dándole la espalda, salgo del agua helada.
El calor del sol se siente bastante bien después del baño de agua fría, me
siento relajado por la risa y la adrenalina, pero cuando la veo caminar hacia mí,
el agua corriendo por su hermoso cuerpo, el cabello pegado a sus mejillas y
cuello, empiezo a sentir un tipo diferente de adrenalina.
La camiseta sin tirantes color beige que lleva puesta es transparente, puedo
ver su delgado sujetador de encaje debajo y los círculos oscuros de sus areolas
coronadas por sus pezones erectos.
El calor corre debajo de mi cinturón, tengo que girar hacia los pinos mientras
empujo hacia abajo la erección en mis pantalones.
—¿Qué, ahora vas a actuar como si nada hubiera pasado? —La voz de Noel
suena enojada, pero juguetona.
Ella corre detrás de mí y envuelve sus brazos con fuerza alrededor de los
míos, empapando mi trasero con su cuerpo frío y mojado.
—¿Cómo se siente eso, señor costilla fisurada? —Se burla de mí, como si
fuera a pelear conmigo.
Ya no puedo soportarlo más. Dándome la vuelta, la levanto por la cintura,
poniendo su cara directamente al nivel de la mía. Ella jadea cuando nuestros ojos
se encuentran. Sus manos están sobre mis hombros y todo el calor acumulado, la
química, sus pezones duros presionando contra mi pecho, todo se arremolina en
una fusión de lujuria y necesidad.
—Quiero besarte. —Mi voz se quiebra. Apenas la reconozco como mía.
Ella asiente y mientras bajo la cabeza, ella me encuentra a medio camino.
Nuestros labios se rozan y son como dos planetas impactando. Las chispas se
arremolinan entre nosotros.
La bajo para poder acunar su rostro en mis manos, nuestras lenguas bailan
juntas. Sabe a agua fría y fresca, ella se siente como si me hubiera lanzado de
clavado desde la cima de un acantilado hacia un océano infinito.
Su pequeño cuerpo encaja perfectamente en mis brazos, la atraigo más cerca
de mí, envolviéndola con mis brazos. Ella jadea, mis labios se mueven hacia la
parte superior de su mejilla, a su sien, a su frente. No quiero dejar de besarla, de
abrazarla. Nunca me he sentido así: desesperado, hambriento y, al mismo
tiempo, tan satisfecho.
Desliza sus manos hasta mi cuello y deja caer su frente sobre mi pecho
desnudo. Bajo la nariz hasta la parte superior de su cabeza y respiro.
—Taron. —Su voz suave suena tan desconcertada como yo me siento.
¿Cómo nos está pasando esto?
¿Le ha pasado esto a alguien antes?
¿Es posible? Se siente tan bien, tan especial.
—¿Qué estás haciendo? —Levanta la cabeza y sus ojos dorados son cálidos.
La pregunta me hace sonreír.
—Algo que he querido hacer durante dos días.
Ella parpadea mientras sus mejillas se sonrojan.
—Me preguntaba por qué no lo hice cuando me pillaste en la cocina. —Se le
arrugan la nariz y me mira de reojo—. ¿No es eso lo que hacen las damas
cuando son salvadas por príncipes guapos?
—No soy un príncipe.
—Pero eres guapo. —Un brillo travieso destella en sus ojos.
Deslizando mi pulgar por la parte superior de su mejilla, me inclino para
besar sus labios una vez más.
—Si alguna vez necesitas que te rescaten, quiero ser tu héroe.
De alguna manera, estoy seguro de que Noel LaGrange puede cuidarse sola
pase lo que pase. Aun así, todos a veces se caen del mostrador de la cocina.
—Y luego yo voy a hacer lo mismo por ti.
La atraigo hacia mi pecho, queriendo besarla de nuevo.
—Trato hecho.
Capítulo 6
Noel
Los labios carnosos de Taron cubren los míos haciendo que todo dentro de mí
se derrita. Sabe a menta y agua fresca y se siente como una pared de granito.
Quiero sentir su piel caliente debajo de mis manos, quiero abrazarlo y tocarlo
por todas partes, sentir cada línea de sus músculos.
Quiero trazar su clavícula con mi lengua y pellizcar sus anchos hombros.
Todo el día de hoy le he robado miradas mientras trabajaba con los demás. Él
anduvo alrededor de la bodega con esas botas y sus jeans deslavados abrazando
su trasero como una provocación, haciéndome suspirar y moverme en mi
asiento.
De vez en cuando, sus ojos aguamarina atrapaban los míos debajo del borde
de su gorra, era como tocar un cable pelado. Miraba hacia otro lado para no
sonrojarme, pero podía sentir la electricidad hormigueando en mi piel.
Digger también entró y salió de la bodega, sus ojos sobre mí como un buitre.
Cada vez que lo veía, inmediatamente me entretenía trabajando con Betsy, Leon
o Brenda o uno de los otros adolescentes. En cambio, cuando Taron se quitó la
camisa en el calor del mediodía, estoy bastante segura de que cada mujer en la
bodega se tomó un momento para apreciar la perfección de la creación de Dios.
El ceño fruncido de Digger casi me hizo resoplar. ¿Estaría celoso?
Tuve que luchar contra un suspiro de enamoramiento, viendo cómo los
músculos de los brazos de Taron se flexionaban y se abultaban, las líneas de
sudor bajaban por su cuello cada vez que levantaba una caja de duraznos. Los
músculos se ondularon a sus costados y bajaban por su espalda, me pregunté
cómo era posible estar tan bien.
Ahora que lo estoy tocando, todo se ha calentado, incluyendo mis bragas.
Nuestras miradas se encuentran y se niegan a soltarse. Sus ojos parecen más
oscuros, luego desliza una mano grande sobre mi mejilla, empujando un mechón
de cabello húmedo detrás de mí oreja. Creo que va a decir algo, querer algo y sé
que mi respuesta será que sí.
Estoy jugando un juego peligroso.
Aclarándome la garganta, me obligo a salir de sus brazos.
—Deberíamos volver. Dejé todo tirado. Sawyer probablemente se pregunta
dónde estamos…
Él sonríe como si entendiera lo que estoy pensando, mariposas revolotean
otra vez en mi estómago. No estoy segura de que a mi hermano mayor le
gustaría que me besara con su nuevo mejor amigo, o todos los pensamientos un
poco sucios que estoy teniendo.
—Esta vez yo manejo. —Me toma de la mano y me acerca a su lado mientras
caminamos.
Suena tan inesperadamente posesivo, que me olvido de lo que piensa Sawyer.
Todo lo que se me antoja es quedarme aquí con él. Me pongo las botas y me
subo a la parte trasera del tres ruedas.
Mis brazos se envuelven alrededor de su cintura, descanso mi mejilla contra
su cálida piel, cerrando los ojos e imaginando a este hombre magnífico como mi
novio, o algo así.
Akela está en el paraíso, ladrando y corriendo al lado de nosotros mientras
recorremos el trayecto de regreso. Probablemente piense que nos hemos vuelto
locos por habernos metido en ese estanque helado o por no quedarnos allí. Ella
es una raza de clima frío, después de todo.
Taron se detiene rápidamente detrás de la pequeña casa, nos bajamos,
trotando y subiendo a la bodega donde sólo quedan algunas personas.
—¿Dónde has estado? —La voz de Sawyer es dura, miro mi ropa empapada,
dándome cuenta de que mi camiseta se ha vuelto transparente.
Me sonrojo hasta la raíz del cabello. Agarrando la tela con ambas manos, la
alejo de mi cuerpo, yendo hacia donde está él parado, Taron justo detrás de mí.
—Hacía tanto calor, Taron me preguntó si había un lugar para refrescarse.
Pensé que podríamos ir a Bates…
—Se supone que debes supervisar a los adolescentes, no escaparte con Taron.
—Fue mi culpa —comienza Taron, pero lo interrumpo.
—Dijiste que habíamos terminado. Que lo demás eran horas extra…
—Noel. —Los ojos color avellana de mi hermano brillan, llenos de
indignación.
Ni siquiera sé por qué estoy discutiendo con él. Esta no es mi primera
cosecha.
—Lo siento. Voy a hablar con los chicos y les diré a qué hora vengan
mañana.
—Ya lo hice. Entra y haznos algo de comer. Mindy te está esperando.
Echo un último vistazo a donde Taron está quitándose la camiseta. Él me
atrapa mirándolo y me regala un guiño rápido, lo que hace que una sonrisa se
dibuje en mis labios.
Aparto la cabeza para que mi hermano no nos vea coquetear y corro hacia la
casa. A mitad de la puerta, Mindy está encima de mí.
—¿Quién es ESE? —Su voz es demasiado alta, ella está parada en la ventana
mirando a Taron—. ¡Mierda! ¿Es el hermano perdido de los Hemsworth o qué?
De pie junto a ella, observo mientras Taron camina hacia la bodega con
Sawyer. Su cabello húmedo está desordenado alrededor de su rostro, pienso en
cómo se mueve el músculo de su mandíbula cuadrada cuando está pensando. Me
estremezco al recordar sus besos.
—Eres una loca. —Dirigiéndome al refrigerador, saco lo necesario para
empezar a preparar la cena.
Esta mañana había puesto cuatro cortes de carne a marinar con salsa
Worcestershire y ajo. Pongo la bolsa de plástico en el fregadero, saco la sartén
de hierro de debajo del mostrador y la pongo en la estufa.
—Y te vi con él en el todoterreno —Los ojos verdes de Mindy brillan aún
más con el bronceado intenso en su piel verde oliva, sé que ella lo sabe.
—Hacía tanto calor hoy. Le acabo de mostrar el lago Bates.
—Ya veo. ¿Es por eso por lo que toda tu ropa está húmeda?
—Algo así. ¿Cómo van las cosas en el ancianato? —Saco un montón de
espárragos y les doy un enjuague rápido, cambiando de tema.
No tengo idea de lo que está pasando entre Taron y yo, así que ahora mismo
no tengo nada que contarle, así ella sea mi mejor amiga.
Mindy mete un rizo de su cabello castaño detrás de su oreja y se dirige hacia
donde estoy cortando rápidamente los tallos de los vegetales. Mi amiga es una
chica muy bonita.
—Tu tía está bien, considerando la situación.
Me detengo a la mitad, mis ojos vuelan a los de ella y el miedo gotea en mi
pecho.
—¿Considerando qué? ¿Paso algo? Estaba planeando ir a verla.
—¡Ella está bien! —Mindy pone su mano sobre mi brazo—. Ella está bien,
solo dije considerando la situación, ya sabes que ella está en su propio mundo.
—Oh. —Me doy la vuelta y agarro un pequeño paquete de champiñones,
limpiándolos con una toalla de papel húmeda antes de cortarlos en cubitos—.
Me alegro de que estés pendiente de ella.
Conozco a Mindy de toda mi vida. Su familia y la mía siempre han sido
cercanas, su madre fue una de las personas que siempre estuvo con nosotros
asegurándose de que sobreviviéramos el peor invierno de nuestras vidas, junto
con la hermana mayor de mi padre, Doris, que ahora está en el ancianato Pine
Hills, donde Mindy trabaja como asistente administrativa.
—No es que ella lo sepa. —Mindy desliza los extremos feos de los
espárragos en su palma y los arroja a la basura—. ¿Ya tienes el horario de clases
del semestre?
—Aún no. ¿Tú sí? —Saco rápidamente los filetes uno por uno, poniéndoles
un poco de sal y pimienta antes de ponerlos en la sartén caliente.
Después de sofreírlos por ambos lados, los saco y agrego los espárragos y los
champiñones a la sartén, salteándolos con cuidado. Una vez que están listos,
devuelvo todo a la sartén y lo meto todo en el horno precalentado.
—Chica, lo juro, lo que necesitas es inscribirte a uno de esos programas de
televisión. Debes ser la mejor cocinera que conozco.
La tiro a loca mientras saco un paquete de panecillos del refrigerador. Tienen
tres pequeñas líneas en la parte superior y pongo un cuarto de mantequilla en
cada una antes de meterlas también en el horno.
—Ayuda que Sawyer y Leon tengan muy claro lo que les gusta y lo que no
les gusta.
Sus cejas se alzan.
—Rachel Ray no te hace sombra.
El rico aroma de cocción del bistec llena el aire, así que enciendo el
ventilador.
—Pronto estarán aquí. ¿Recibiste tu programa?
—No. Bea Johnson dijo que ella y a Mavis les llegó un correo hoy. Solo
quería asegurarme de que no hice algo mal
—Bueno, entonces las dos estamos jodidas.
Comenzaremos en la pequeña universidad del pueblo este otoño, junto con
varios de nuestros amigos, creo que será una buena distracción con Sawyer lejos
y Leon en la escuela, eso sin contar que mi cabeza todavía está tratando de
descubrir qué hacer con la situación de Taron.
La puerta trasera se abre y tres hombres entran tan delicadamente como un
elefante en una cristalería. De repente, la cocina está muy llena y los tres buscan
platos y preguntan qué hay para cenar.
Mindy los saluda como siempre, a gritos.
—Es hora de irme. Espero que me cuentes la historia completa más tarde. —
Ella señala sobre la cabeza de Taron detrás de su espalda y yo entrecierro los
ojos.
Si ella me mete en problemas con Sawyer… pero mi hermano está más
concentrado en el bistec que en lo que está haciendo mi mejor amiga. Taron está
justo detrás de él, creo que los hombres se olvidan del romance cuando tienen
hambre.
Después de la cena, Taron recluta a Leon para que lo ayude a limpiar la
cocina mientras yo “me tomo un descanso”. Sawyer actúa como si fuera una idea
innovadora, sacudo la cabeza internamente. Sé que Sawyer se siente mal. Leon
no tiene recuerdos claros de nuestros padres. También me siento mal por eso,
pero no tanto como para dejar que mi hermano menor crezca y se convierta en
un malcriado.
Con un suspiro, me dirijo a la ducha. Todos estamos cansados después de
este día, las próximas dos semanas van a ser más de lo mismo. Aun así, tengo
trabajo que hacer antes de poder dormir.
Unas horas más tarde, estoy sentada en el piso de mi habitación viendo un
video de YouTube sobre cómo hacer una loción corporal de durazno cuando un
suave golpe en la ventana casi me mata del susto.
La cabeza de Akela se levanta, pero pronto vuelve a dormirse.
Taron está afuera de mi ventana sonriendo a su manera traviesa, el corazón en
mi pecho comienza a latir rápido. Levantando una mano, espero para ver si
alguien viene antes de ir y levantar lentamente mi ventana.
—¿Qué estás haciendo? —Le pregunto, retrocediendo mientras se sienta en
la cornisa y entra a mi habitación.
El año pasado me mudé a la suite principal, principalmente para poder tener
mi propio baño y algo de privacidad, pero también por el internet por cable.
Sawyer se niega a configurar la conexión inalámbrica porque “no nos quiere en
nuestros teléfonos todo el tiempo”, pero las cosas van a cambiar una vez que se
vaya.
—Quería verte de nuevo. —Taron me agarra por la cintura y me tira entre sus
piernas—. Te fuiste después de la cena.
—Me estaba preparando para ir a dormir. —Pongo mis manos sobre sus
hombros, por la forma en que me abraza, soy muy consciente de que sólo estoy
usando una camiseta delgada y unos shorts cortitos—. No puedo creer que hayas
puesto a Leon a lavar los platos.
—No fue tan difícil. Creo que realmente quiere ayudar más.
—Creo que le agradas, lo que dice mucho. —Trazando mis dedos a lo largo
de las puntas de su cabello, pienso en qué más le gusta—. Estás tratando de
mimarme.
—Quiero mimarte.
Estudio sus ojos están fijos en los míos, como buscando algo. Es tan guapo
que duele.
—Bueno, no me voy a acostumbrar. —Es una provocación ligera, pero
secretamente quiero llorar pensando que se irá pronto. Parece tan injusto.
Mi computador portátil todavía está funcionando en la cama y él levanta la
barbilla.
—¿Cómo es que tienes tan buena señal?
Salgo de su abrazo y camino para presionar el botón de pausa. Luego levanto
el cable que sale corriendo de la pared.
—Cable.
—Ahora entiendo. —Asiente—. ¿Qué es lo que estás viendo?
—Cómo hacer una loción corporal de durazno —leo el título con orgullo.
—¿Para tu tienda?
—Sí, deja que te muestre. —Voy al baño y agarro dos pequeños frascos.
Cuando regreso a la habitación, él todavía está sentado en la cornisa,
sonriéndome—. Hice este exfoliante con azúcar.
Abriendo el frasco, se lo tiendo.
—Huélelo. —Lo toma mientras yo le quito la parte superior del más pequeño
y deslizo mi dedo por la cara.
—¿Tú hiciste esto?
—Sí. —Extendiendo la mano, deslizo mi dedo sobre sus labios carnosos,
pensando lo bien que se sentían en los míos.
Sus ojos se entrecierran y él retrocede.
—¿Me acabas de maquillar?
—Es una mascarilla hidratante para los labios. ¿Cómo se siente?
—Hmm... —Presiona sus labios—. Mojadito.
—¡Ponte serio! —Le doy un empujón a su brazo y se ríe, atrayéndome hacia
él nuevamente.
—Nunca te había visto con el pelo suelto. Es bonito.
Sintiéndome cohibida, lo empujo sobre mi hombro.
—Debería cortármelo, pero no puedo encontrar un estilo que me guste.
—No lo hagas. —Su ceño se frunce—. Me gustas así con tu cabello largo.
Otro suave tirón, estoy más cerca de él, nuestras caras se separan de nuevo.
El calor entre nosotros hace que el aire se sienta pesado. Mis ojos van desde su
barbilla a sus labios… a sus ojos, que me miran con una mezcla de hambre y
tentación.
—¿Puedo besarte de nuevo? —Me dice, el calor inunda mi parte inferior del
cuerpo.
Cerrando los ojos, levanto la barbilla y lo beso primero, suavemente, con
cuidado. Toma el control de inmediato, separa mis labios y desliza su lengua a lo
largo de la mía.
Nunca supe que un beso podría sentirse de esta manera, como si estuviera en
llamas desde adentro hacia afuera, como si quisiera arrancarme la ropa y
arrancarle la ropa y hacer todo tipo de cosas con él.
He besado chicos antes, por supuesto. Incluso he salido con algunos tipos
más de una vez: Digger Hayes es uno de ellos, un error garrafal.
Nunca me han tocado o besado de esta manera. Besar a Taron me hace
comprender de qué tratan las canciones, los libros y las películas. Ahora sé por
qué la gente pierde la razón y hace locuras por otras personas.
Sus suaves labios acarician mi mejilla, su cálido aliento está en mi cabello.
—Hueles bien.
—Tú sabes a duraznos. —Me toco los labios con la lengua.
Presiona el suyo varias veces.
—Me gusta. Tendrás que hacer algo de eso para mí.
Alejándome, voy a mi computadora portátil.
—Sawyer cree que una tienda es una pérdida de tiempo. Él dice que tenemos
suficiente que hacer por aquí sin tener un montón de turistas metiendo la nariz
por aquí.
Taron se sienta a mi lado en el suelo para que nuestras piernas se toquen.
—¿Qué piensas?
—Creo que es una mina de oro en potencia. Todo el mundo quiere productos
orgánicos, los visitantes quieren comprar suvenires. Creo que pagarían muy bien
por estas cosas.
Con unos pocos clics, le muestro la investigación que he realizado sobre
cosméticos y productos totalmente naturales y el crecimiento en el mercado.
Lo estudia todo con un interés que me hace enamorarme un poco más de él.
—¿Es esto lo que quieres hacer?
—Dolly Parton dice que nunca harás mucho a menos que seas lo
suficientemente valiente como para intentar. —Me siento cohibida citando mi
ídolo—. De todos modos, me gusta enfrentar un reto.
—Apuesto a que sí. —Me sonríe con algo parecido al orgullo brillando en
sus ojos, me siento tan emocionada y optimista de que cree en mí.
—¿Por eso te enlistaste en la marina, por el desafío?
—No lo sé. —Quita un mechón de mi mejilla—. No tenía nada más en
mente. Todos mis amigos se enlistaron. Pensé porque no ir a ver que no metieran
la pata.
—¿Quiénes son tus amigos, además de Sawyer, quiero decir? —Quiero saber
todo sobre él, cómo puede entrar en mi vida tan rápido y sentirse tan perfecto,
tan irremplazable.
—Patton, Martin, le decimos Marley.
—¿Por qué? —Mi nariz se arruga.
—Le encanta Bob Marley —Taron parpadea, pareciendo avergonzado—. Y
fuma mucha marihuana.
Una risa burbujea en mi pecho por como demuestra su protección. O tal vez
es solo el hecho de que él está aquí, sentado en mi habitación, hablándome de
esta manera.
—También me encanta Bob Marley.
Alcanza mi computadora y escribe algo rápidamente. Unos pocos clics, y la
canción Is This Love comienza a sonar. Igual de rápido, él está de pie,
arrastrándome con él. Me envuelve en su abrazo y nos balanceamos al ritmo de
la melodía del reggae.
Es como si la letra revelara mis pensamientos. ¿Es amor lo que estoy
sintiendo? La mano de Taron se desliza a lo largo del dobladillo de mi camiseta,
encontrando la piel de mi espalda. Cuando me toca, mis ojos se cierran. Me
disuelvo en las palabras. Quiero saber ahora…
Levanto la barbilla, busco su boca y él me besa de nuevo. Nuestros labios se
sellan, manos sobre mi espalda, sosteniéndome firmemente contra su cuerpo
duro. Siento la dureza debajo de su cintura y sé lo que quiero hacer.
Levanto las manos para tomarlo por las mejillas y arrastro mis uñas por los
lados de su barba. Él deja escapar un gemido bajo. Un suave gemido surge en mi
garganta como respuesta.
Nos estamos moviendo más rápido, él me levanta hasta que mis pies no tocan
el piso. Sus manos están debajo de mi trasero y yo envuelvo mis piernas
alrededor de su cintura. Mis pezones se endurecen contra su pecho. Quiero
quitarme la camiseta y sentir su piel contra la mía. Lo quiero dentro de mí.
Mi cabeza es una niebla de deseo y necesidad e instintos primarios cuando un
fuerte golpe en mi puerta me hace aullar.
—¡Noel! —Los gritos de Sawyer me sacan de mi nube de lujuria—. Ya es
tarde, bájale el volumen a la música.
Mis pies caen al suelo y arrastro a Taron hasta la ventana por la muñeca.
Nunca he necesitado que mi hermano me diga que me vaya a la cama, pero creo
que es algo bueno que lo haya hecho esta noche.
—Será mejor que te vayas. Mañana tenemos que despertarnos temprano y
vamos a estar tan ocupados como hoy.
Estamos parados en la ventana, Taron desliza su pulgar a lo largo de la línea
de mi mandíbula. Los dos respiramos rápido y estoy temblando por todas partes,
solo que no es por miedo.
—Está bien. —Sonríe como si supiera algo que yo no. Inclinándose, me besa
una vez más, tirando de mis labios con los suyos, antes de pasar por el marco de
mi ventana abierta y saltar al suelo.
Lo veo correr por el césped, deseando poder gritarle que regrese.
Hace una pausa y mira por encima del hombro una vez más, saludándome
con la mano. Le regreso el gesto antes de descansar mi mejilla en mi mano,
sintiendo que algo brilla dentro de mí.
Capítulo 7
Taron
Acostado en mi cama, todavía puedo sentirla en mis brazos, aún oler su
cabello, aún sentir sus suaves labios contra los míos. Noel LaGrange… No sé su
segundo nombre. Debe ser algo tan hermoso como ella.
Algo con cabello castaño, largo y sedoso, y ojos dorados. Su piel se sentía tan
suave bajo mis caricias, sus pezones duros contra mi pecho.
Pienso en otras chicas con las que he estado. Algunas eran interesantes, otras
divertidas, otras inteligentes. Ninguna de ellas era ella.
Me mira como si se sintiera igual que yo, como si hubiéramos encontrado
algo especial. Como si yo fuera lo mejor que ella haya visto. Como si el mundo
hubiera cambiado y todo fuera diferente.
Quiero que sus sueños sean mis sueños.
Quiero apretarla entre mis brazos toda la noche. Quiero explorarla, probarla,
estar dentro de ella. La quiero encima de mí, debajo de mí.
Me pregunto qué sonidos hará cuando la haga correrse. Me imagino mis
labios contra su hombro, mi cara en su cabello suave, inhalando el aroma de
duraznos y coco en su piel.
La he encontrado.
Ella está conmigo, vagando en mi habitación en el suave aire nocturno.
Cubro sus pequeños senos con mis manos, metiendo un pezón en mi boca. Con
mi rodilla, separo sus muslos, y cuando me sumerjo profundamente en el cielo,
ella exhala un gemido, suave y bajo.
Nuestros cuerpos se mueven juntos en una onda rítmica, empujo
profundamente, y ella se levanta para recibirme. Nos movemos más rápido,
aferrándonos y tomándonos, esforzándonos para colocar nuestras bocas en los
hombros, clavículas, cuellos…
Estoy tan cerca, quiero escucharla correrse.
Un empuje más…
El desagradable zumbido de la alarma de mi teléfono hace añicos mi sueño.
La luz del sol entra por la ventana y sólo dudo un momento antes de salir de
la cama, empujando mi erección mañanera hacia abajo y tambaleándome hacia
el baño. Me pongo mis jeans y una camiseta, me lavo los dientes rápidamente y
me calzo las botas antes de salir por la puerta de la casa.
Akela se encuentra conmigo y le froto la cabeza, trotando con ella el resto del
camino hasta la puerta de atrás, donde Noel ya está ocupada en la cocina.
Dudando en el último escalón, la veo moverse mientras nos prepara el desayuno
en esos shorts tan cortos. Esta vez lleva una camiseta sin mangas morada y su
cabello está recogido. No puedo pensar en una mejor manera de comenzar el día.
Nuestros ojos se encuentran y camino a través de la puerta, listo para atraerla
hacia mí para un beso cuando Leon y Sawyer irrumpen en la habitación,
rompiendo el momento. Sólo alcanzamos a tocarnos las manos, robar miradas de
nostalgia cuando nos dan la espalda.
La cuadrilla de Jay llega antes de que terminemos, y aunque quiero quedarme
atrás y ayudarla a limpiar, Sawyer nos empuja por la puerta antes de que pueda
decir algo. Estoy en el huerto con los hombres antes de que ella salga de la casa.
El resto del día es lo mismo, demonios, toda la semana es la misma cosa,
excepto que el sol calienta más. Estamos exhaustos a media tarde, pero por la
noche, me escabullo por el patio hasta la ventana de su habitación. Ella me
muestra en qué está trabajando y yo me contento con abrazarla. Akela yace en el
suelo mirándonos felizmente mientras Noel mezcla los ingredientes, cosas de las
que nunca he oído hablar, manteca de karité y jojoba, y me hace elegir mis
aromas favoritos.
Ella me deja besarla, abrazarla, pero siempre me saca por la ventana antes de
que podamos hacer más.
Por la noche sueño con ella. Entierro mi cara en su cabello, inhalando su
suave aroma, hasta que me levanto en la mañana caliente y molesto, me pongo la
ropa para poder llegar a la cocina antes que sus hermanos, Akela corre y salta a
mi lado todo el camino. Incluso si los chicos me dan algo de lata, lo hago porque
así puedo estar cerca de ella, tocarla, antes de comenzar otro día largo y
caluroso.
—Debe haber un lugar para nadar por aquí que no sea tan frío. —Estoy
sentado en la plataforma el viernes por la tarde, Noel está parada entre mis
rodillas mirándome.
Hoy lleva un delgado vestido de flores que termina en la parte superior de sus
muslos. Su pelo largo y oscuro está recogido en una cola de caballo, paso el
dedo a lo largo de la delgada tira que pasa sobre su hombro, atrapando las puntas
de su cabello en mis dedos.
Leon lideró el equipo de bachillerato hoy, apenas la vi mientras corría,
recogiendo las canastas de duraznos desechados y llevándolos a la casa.
Su cabeza se inclina hacia un lado.
—Mi tía solía ir a pescar al lago Hayes.
—¿Hayes, como en la familia de Digger? —No me gusta ese chico.
Él siempre actúa cortés y respetuoso con Sawyer, pero lo veo mirando a Noel
mientras trabaja. La lujuria está pintada en toda su cara, lo que hace que quiera
tumbarle los dientes. A Leon tampoco le gusta. Demonios, incluso Akela le
gruñe cada vez que él está cerca.
—No creo que nadie vaya a pescar allí —Noel dice, ajena a mis
pensamientos—. Está justo en el sol.
—¿A alguien le importará si nadamos en él?
Una luz traviesa brilla en sus ojos dorados.
—Sólo hay una forma de averiguarlo.
—Nos vemos en la camioneta.
Una vieja camioneta roja está estacionada detrás de la bodega para que
cualquiera la use. La tomamos, Noel se desliza hacia el centro del banco a mi
lado. Su cabeza está sobre mi hombro y mi mano está entre sus rodillas mientras
conducimos por las vías secundarias que conectan las propiedades.
Akela corre con nosotros todo el camino, brincando entre los girasoles que
crecen junto a la carretera. Dejamos la camioneta en el centro del campo, ayudo
a Noel a bajar y luego me quito la camisa.
Trotamos hacia el muelle que se extiende hasta el centro del lago, con Akela
justo detrás de nosotros. Nuestros pies hacen un ruido sordo en las tablas
mientras corremos, nuestras manos se cruzan cuando damos un salto en la
plácida agua marrón.
Es tan cálido como un baño bajo el ardiente sol. Un gran conducto se eleva
desde el centro, rociando agua en el aire como un géiser, manteniéndola
oxigenada, extiendo la mano, tirando de Noel hacia mí, nuestra piel se desliza,
resbaladiza como una barra de jabón.
Abrazarla se siente tan bien. Reclamo su boca, separando sus labios y
encontrando su lengua. Se derrite como el helado de durazno, la beso más
profundamente antes de mover mis labios hacia su oreja. Sus pezones están
tensos contra mi pecho, y sé que siente mi erección en su vientre. Estoy seguro
de que ella la ha sentido antes.
Cuando encuentro sus ojos, los miro profundamente.
—¿Qué estás pensando?
Ella parpadea y duda.
—Nunca te pregunté si tenías novia o algo en casa.
Esto me hace sonreír.
—No tiene mucho sentido tener novia cuando estoy a punto de irme. —Su
cara cambia inmediatamente y me gustaría poder tragarme esas palabras—. Solo
quiero decir, no, no tengo. No sería justo pedirle a alguien que me espere.
Traza un dedo a lo largo de la línea de mi mandíbula sin mirarme a los ojos.
—¿Y si alguien quisiera esperar por ti?
Mi interior se revuelve. No sé si se refiere a ella, como en, que ella esperaría
por mí. No sé si quiero desear que ella lo haga.
—Nadie lo ha hecho antes.
Momentos pasan. Ella no dice nada, así que le doy un pequeño apretón.
—¿Qué hay de ti o estás saliendo con uno de estos chicos?
Un pequeño encogimiento de hombros.
—Digger es el más persistente.
—Ese tipo. —Mi voz sale más como un gruñido de lo que pretendía.
—¿Qué pasa con Digger? —Sus ojos brillantes se encuentran con los míos.
—Ese tipo es una lacra.
—No es tan malo.
—Él es muy malo. —Inclinándome hacia delante, le llamo la atención—. ¿No
saldrías con ese chico, verdad?
Sus labios se tuercen, y ella me da una sonrisa tímida.
—Ya lo hice.
Aflojo mi agarre y ella se lanza hacia adelante, apretándome por los hombros.
—¡Fue hace mucho tiempo! Un verano después de la cosecha. Creo que el
sol había derretido mis neuronas.
—¿Ustedes siempre trabajan tan duro en el verano? —Ella se ríe y la atraigo
más fuerte hacia mí.
—Solo desde que perdimos a mi papá. Antes de eso, siempre habíamos
contratado ayuda.
—No tienen algún tío o alguien más que pudiera ayudarles con eso, ¿a
manejar las cosas?
—Mi mamá era hija única. —Ella apoya sus codos sobre mis hombros—. Su
familia la repudió cuando se casó con mi papá. Mi abuelo actuó como si no
existiéramos la mayor parte de mi vida.
La ira me aprieta la garganta. ¿Cómo podría alguien no querer conocer a
esta hermosa chica?
—Él se lo pierde.
Ella asiente distraídamente.
—Mi abuela murió hace años, y después no supimos más de él. Todo porque
mi mamá no se casó con un médico o un abogado.
—Tu papá era dueño de este enorme huerto. ¿Qué más quería?
—No siempre fue el dueño, su familia eran aparceros. Mi papá era un chico
pobre del lado equivocado del pueblo. Su papá se murió de un ataque al corazón
cuando solo tenía cincuenta y cinco años.
—Mierda. —La atraigo a otro abrazo.
Ella logra una sonrisa.
—Pero mira lo que hizo. Se casó con la mujer de sus sueños, construyó este
enorme huerto, consiguió todo lo que quería…
Su voz se apaga así que no continuamos por ese camino. No quiero pensar en
cómo lo tuvo todo y finalmente lo perdió.
Quiero pensar aquí, ahora mismo.
Quiero pensar en tenerla conmigo, en la vida y en el amor.
—Cuéntame acerca de este festival de duraznos que se avecina.
Ella parpadea hacia mí, su sonrisa regresa.
—Es una especie de reunión anual en el pueblo. Lo hacemos todos los años al
final de la cosecha.
—¿Estás diciendo que voy a conocer a todo el pueblo?
Ella ríe.
—No sé si todo el pueblo estará allí, pero va mucha gente. Hacen
competencias de comer pasteles, exhibiciones de autos, concursos y
manualidades. La señora Jenny Ray, la madre de Mindy, va a poner algunos de
mis productos de belleza en su mesa para que los venda.
—Eso es algo muy importante.
—¿Por qué crees que he estado trabajando tan duro todas las noches?
—Yo qué sé. —Estaba demasiado concentrado en ella para preguntarme qué
estaba haciendo o por qué—. Pensé que hacías eso todas las noches.
—No. —Ella niega con la cabeza, riendo.
—Bueno, estaré allí con mi dinero en la mano.
—No necesitas productos de belleza. —Sus brazos están alrededor de mi
cuello nuevamente, y besa mi nariz—. Ya eres bastante guapo.
—Tengo que conseguir más de esas cosas de labios.
—¿Qué pasa con tus labios? —Sus ojos pesados se deslizan hacia mi boca, es
suficiente invitación para mí.
La atraigo hacia mí, separando sus labios, mordisqueándolos y besándolos,
fascinado con el aumento de la temperatura entre nosotros mientras nuestros
pechos se mueven, separados sólo por una delgada capa de tela. Su falda flota a
nuestro alrededor, y pongo mis manos sobre sus muslos, deslizándolos más alto,
con ganas de explorar sus lugares secretos.
Ella inhala bruscamente cuando encuentro la línea de sus bragas. Ella tiembla
en mis brazos, ahora la beso más profundamente, moviendo mi lengua hacia la
de ella mientras deslizo mi dedo hacia adelante y hacia atrás sobre su clítoris.
—Taron. —Sus muslos se tensan alrededor de mi mano.
Estoy duro como una roca y desesperado por estar dentro de ella, aun así, me
detengo.
—Está bien. —Mi aliento le arde en la oreja y empiezo a quitarme la mano.
—No. —Es una súplica suave, y sonrío, encontrando su mirada con la mía
mientras ella se sonroja.
Nos devuelvo al poste del muelle, sosteniéndola mientras muevo mi mano
nuevamente hacia su coño caliente, masajeando y acariciando el dulce calor
entre sus piernas. Sus ojos se cierran y su agarre se aprieta sobre mis hombros.
Continúo, observando cómo su aliento se hace más rápido, menos profundo.
—Justo ahí, justo ahí… —Es un silbido suave y sus caderas se mecen.
Ella monta mi mano, mordiéndose el labio y sacudiendo su pelvis. Doy
vueltas más rápido y ella me sostiene del brazo, concentrada en lo que le estoy
haciendo. Me inclino hacia adelante para besar su oreja, tocándola suavemente
con mi lengua mientras ella se rompe con un fuerte gemido.
—¡Oh sí! —chilla, empujando, follando mi mano como una diosa, y con cada
golpe, ella gime y se estremece—. Taron, eso se siente tan bien…
—Quiero hacerte sentir bien. —Mi brazo está alrededor de sus hombros y la
acuno contra mi pecho.
Ella me abraza un poco más, cabalgando el residuo de su orgasmo. Luego se
estira y besa el costado de mi mandíbula, mordiéndola ligeramente. Ella es tan
bonita, si supiera lo que provoca dentro de mí.
Mi mano está fuera de sus bragas y en su lindo y pequeño trasero redondo,
ahuecándola. Quiero que sienta mi polla. Quiero hundirme tanto en ella ahora
mismo.
Ella me abraza más fuerte.
—Nunca he hecho esto antes con un chico.
No estoy seguro de entender lo que quiere decir. Aun así, no quiero romper
este momento. Ella está aquí, como mis sueños. Está en mis brazos y su cabello
contra mi mejilla.
Besando el costado de su rostro, le susurro al oído.
—Me encanta abrazarte así.
Su cuerpo se mueve y ella se aleja un poco.
—Necesito decirte algo…
Sonrío, empujando un mechón de cabello húmedo detrás de su oreja.
—Esto suena serio.
—Solo para que no creas que sé cómo. Quiero decir, no tenemos mucho
tiempo, así que estoy intentando…
—Oye. —Pongo mis dedos sobre sus labios suavemente—. No tienes que
sentirte presionada por el tiempo. No es lo que quiero.
—Pero yo sí. —Sus ojos están muy abiertos, suplicantes—. Lo quiero. Sólo
necesito que me muestres cómo, no estoy segura de qué hacer.
—¿Qué quieres decir? —Mi ceño se frunce.
—Ah, esto es tan vergonzoso. No me hagas decirlo en voz alta.
—¿Decir qué? —Estoy cachondo y aun así ella puede hacerme reír.
—Yo, esto, soy virgen. —lo dice rápido, bajando la barbilla.
Capítulo 8
Noel
Todo se silencia como cuando gritas una grosería en la iglesia.
Incluso Akela no hace ruido, no es que lo haga nunca. El único sonido es la
agitación constante del aireador en el medio del lago y siento los ojos de Taron
sobre mí, incluso si no levanto la vista para encontrarlos.
Mis mejillas están calientes y quiero morir de vergüenza. Naturalmente,
supuse que quería tener sexo conmigo.
¿Es posible que me haya equivocado?
Hemos estado besándonos todas las noches de esta semana hasta que lo saco
por la ventana, lo que por cierto, me toma la fuerza de Hércules. Ahora me hizo
correrme aquí mismo en medio del lago, Dios, él me hizo sentir tan bien…
Me estremezco. Puede que sea virgen, pero mi cuerpo está listo.
—Di algo. —Mi voz suena un poco molesta.
—Está bien —dice, sacudiendo la cabeza.
—¿Eso es todo? —Mis ojos buscan los suyos.
—Sólo tienes dieciocho años, Noel. Vives en este pequeño pueblo, me
sorprendería que no fueras virgen.
Alejándose, toma mi mano y me guía a las aguas poco profundas, luego me
lleva a la camioneta. Mi estómago se hunde a mis pies.
—¿Eso significa que no quieres?
—No. —Su voz es baja y tensa y da una emoción a mi estómago.
Aun así, estoy confundida.
—¿A dónde vamos?
—Necesitamos regresar. —Todavía sostiene mi mano en la suya cálida y
fuerte, y cuando nos detenemos en la camioneta, mira mi vestido mojado—. No
creo que tengas una toalla por ahí escondida.
—Puede haber una en la guantera. —Espero, mirándolo mientras busca y
luego regresa con las manos vacías.
—Toma. —Se quita la camiseta y me la pone, cubriendo mi vestido
transparente.
Sus jeans están empapados, pero él me ayuda a entrar a la camioneta y trota
hacia el otro lado. Regresamos por donde vinimos, yo sentada en el medio con la
cabeza sobre su hombro. Él mirando hacia adelante, su mano entre mis rodillas.
Cómo desearía que su mano se moviera más alto, me acariciara y me hiciera
correrme como lo hizo hace unos minutos. En cambio, como temía que fuera, mi
confesión arrojó agua fría, sobre todo. Yo creo que no me volverá a tocar el resto
de la semana…
Después de eso él se va a ir.
Regresamos a la casa y él me acompaña a la puerta de atrás.
—Te veo en un rato. —Con eso besa mi mejilla antes de correr hacia la
cabaña donde se queda.
Mezclo los ingredientes que había dejado listos para la cena, el maíz está
hirviendo, preparo y horneo el pollo con tomates. Mi hermano, Leon y Taron se
comen todo, mientras yo los veo sin mucha hambre. Como de costumbre, Taron
me dice que me vaya a descansar mientras él y Leon lavan los platos. Es bastante
considerado y me sonríe con dulzura, pero parece que tiene la cabeza en otro
lado.
Siento que tengo una loza sobre el pecho, y por mucho que odie admitirlo,
lloro en la ducha. Odio estar así. Soy demasiado vieja para llorar por un chico,
pero todavía me duele.
Acostada en mi cama, no estoy de humor para trabajar en mi stock de
cosméticos esta noche. De todos modos, casi he alcanzado mi cuota para la
madre de Mindy.
Agarrando mi teléfono, le envió un mensaje de texto a mi amiga.
Mirando a la pantalla, espero que ella responda. Necesito que ella responda.
Pasan unos segundos y luego veo los puntos grises aparecer.
¿Qué pasa?
Nada. Todo está mal. Encuentro al tipo perfecto y resulta que no me quiere
porque soy virgen.
¡¡¡LO SABÍA!!!
∞∞∞
∞∞∞
∞∞∞
∞∞∞
—¿A dónde diablos fuiste? —La voz de Mindy afuera de la puerta me hace
saltar—. ¿Estás ahí llorando?
—No, claro que no. —Termino con un emoji de corazón y un beso.
Él responde con una berenjena y yo me rio, enviándole un durazno.
Te amo.
También te amo.
∞∞∞
∞∞∞
—Oh, me encanta el olor de esta crema para pies. —La señorita Jessica se
sienta en un sofá de vinilo en la sala de recreación frotando mi loción en sus pies
—. No puedo creer que esto no se haya vendido.
Se pone un calcetín esponjoso y se inclina para estudiar la botella.
Se ha convertido en una de mis mejores clientes, le traigo sus favoritos de mi
línea descontinuada junto con cosas nuevas que estoy intentando. Por supuesto,
nunca la hago pagar por nada.
—Tal vez no le puse el nombre correcto. —Busco en la pequeña bolsa que
tengo hoy—. Como cuando no creí que este exfoliante de azúcar iba a funcionar
bien, pero lo llamé “Pasión de durazno” y salió volando de los estantes.
—Creo que es difícil apasionarse por cosas para los pies.
—Creo que tener la palabra pie en el nombre es un problema.
Me quita el frasco de exfoliante color caramelo y lo abre, oliéndolo.
—Me alegra que me hayas traído más de esto. Funciona muy bien en mis
codos.
Saco otro frasco pequeño.
—Estoy probando una crema para los ojos. Pruébela y me dice que le parece.
—Oh, me encanta la crema para los ojos. —Ella toma el frasco pequeño y
desenrosca la tapa, aplicándose un poco mientras nos sentamos una al lado de la
otra—. Huele muy rico, ojalá supiera cómo usar internet para poder decirles a
todos lo bueno que son tus productos.
Me río y ella se estira para tomar mi mano.
—Pareces feliz hoy. ¿Es por Taron?
—No lo sé. —Frunzo el ceño al pensar en lo que puede que haya cambiado
—. Creo que tal vez sea la primavera.
Su vieja mano manchada acaricia la mía bruscamente, ella asiente.
—Cuando mi hermano Bill estaba en el servicio, los primeros meses siempre
fueron los más difíciles. Sólo teníamos cartas en esos días y parecía que pasaba
una pequeña eternidad entre cada una.
—No me lo puedo imaginar. —Taron y yo ya no hacemos Facetime todos los
días, pero nuestros textos son bastante continuos—. Tal vez las flores de durazno
lo hicieron. Los vi aparecer en los árboles y decidí que era hora de volver al
juego.
Ella asiente.
—¿El juego viene siendo tu negocio?
—Y poniendo en marcha el huerto. Y enfocándome en mis clases. —Pienso
en todos los pedidos que llegan todos los días para mis productos—. Pero sobre
todo mi negocio. Tengo que estar al tanto para seguir obteniendo ganancias, que
es la única vez que Sawyer parece interesado.
—Lo vas a conseguir. —Ella sonríe, apretando mi mano—. Cuando tu
hermano regrese y Taron regrese, tendrás tu tienda.
Hace que parezca que se han ido hace unos días. Ojalá fuera así.
—Tal vez Sawyer no me deje construir nada en el huerto. No quiere turistas
en el camino. Tengo que demostrarle que son clientes valiosos.
Frunzo el ceño como si en verdad estuviera considerando esto y recojo los
artículos que hice para ella. Mis movimientos llaman su atención.
—¿Cuánto te debo por esto?
—Oh —sonrío y exhalo una carcajada—. No se preocupe por eso.
—Me preocupo por eso, Noel Aveline. —Su voz ronca se eleva—. Nunca vas
a hacer crecer tu negocio regalando cosas y siempre pago mis facturas.
—Le diré algo. —Le acaricio la mano—. Le pediré a Mindy que lo deduzca
de su cuenta.
Su cuenta imaginaria.
La anciana asiente.
—Bueno. Dejaremos que Mindy se encargue.
—Me ocuparé de eso ahora. Luego tengo que ir a casa a preparar la cena para
Leon.
—¿Volverás la próxima semana?
—Si puedo antes. —Le doy un apretón—. Avíseme con Mindy si necesita
algo.
Esa noche, acostada en mi cama, pienso en nuestra conversación mientras
escribo un mensaje de texto a Taron.
Dile que cuando estés harta de mí, comenzaré a salir con ella.
∞∞∞
Es el mismo mensaje de texto que he enviado todos los días desde que
regresó mi hermano.
Aun así, no hay respuesta.
Mi hermano regresó y después de mantenernos cerca durante varios minutos,
durante los cuales los tres lloramos y lloramos, fue a su habitación y se quedó
allí por varios días.
Todos recibieron medallas y fueron enviados a casa, y aunque mi hermano no
tiene heridas visibles, no me dirá qué sucedió en su misión de rescate. Me
entregó una carta de Taron y no dijo nada más al respecto, algo que espero de
Sawyer.
Ya no puedo verte…
Todo ha cambiado…
No puedo pedirte que esperes…
No te merezco…
No te merezco. Estas son palabras que no puedo aceptar.
Taron debería saber que no las aceptaré.
Si quiere terminar conmigo, va a tener que decírmelo frente a frente. Pasa
otra semana, la ira en mi pecho ha quemado efectivamente el dolor que siento.
Cuando Sawyer viene a almorzar con nosotros, ya tengo todo listo.
—Voy a ir a Nashville.
—¿Para qué? —Su ceño oscuro se frunce, su mirada es fría.
—Para ver a Taron-
—No va a volver, Noel. —La voz de mi hermano es tranquila, mi corazón se
rompe en dos.
Quiero gritar. Quiero tirar cosas.
Mi mano tiembla tanto que no puedo tomar mi café. Dejé la taza con fuerza.
—Entonces él me lo puede decir a la cara.
—No es así como funcionan las cosas. —Los ojos de Sawyer cambian. Se
vuelven suplicantes, sostienen la mía como si me suplicara que entendiera—. Él
no es el mismo. Él ha cambiado. Todos lo hemos hecho.
Su voz se apaga en la última parte, pero no me lo negará.
—Si está herido, lo ayudaré a sanar.
—No entiendes…
—¡Tú no lo entiendes! —De pie, llevo mis platos al fregadero. Hicimos
promesas. Hice promesas… —Conozco a Taron mejor que nadie. Tal vez
incluso mejor que él mismo.
—No estoy tratando de lastimarte. —Sus palabras son las mismas que Taron
me dijo hace mucho tiempo, justo antes de que le diera todo—. Esto es algo que
no puedes arreglar, hermanita.
—Quizás no, pero él me pertenece. Voy a ir a verlo.
∞∞∞
∞∞∞
Me despierto sola antes del amanecer. Al principio, estoy desorientada, luego
recuerdo que estoy en la habitación de Taron. Saliendo de la cama, me dirijo a la
pequeña maleta de mano que traje conmigo. La rodé por la puerta, pero ahí fue
donde se quedó. Ahora estoy buscando ropa para cubrir mi cuerpo desnudo.
Envolviéndome en su camisa, inhalo profundamente su aroma, limpio y
masculino. Me tambaleo hacia la sala de estar, esperando encontrarlo en la
cocina.
Está vacío.
—¿Taron? —Mi voz hace eco en el espacio vacío.
Sin respuesta. Nada. Se acaba de ir. Levanto mi teléfono y rápidamente envío
un mensaje.
Sin puntos grises, sin llamadas perdidas, sin nota. El miedo me recorre las
venas, agarro una manta del respaldo del sofá, envolviéndome en ella. Me siento
durante mucho tiempo, mirando por las puertas de cristal del balcón con vistas al
horizonte de Nashville. La autopista interestatal atraviesa los altos edificios y los
autos como luciérnagas que pasan junto a ellos.
Mis ojos se vuelven pesados cuando el horizonte comienza a palidecer y me
quedo dormida.
Todavía estoy sola cuando vuelvo a abrir los ojos y tomo mi teléfono,
marcando el número de Taron. Va al buzón de voz y dejo un mensaje.
“Estoy preocupada, ¿dónde diablos estás?”
Otra hora pasa. Doy una vuelta por su departamento, busco en los cajones y
busco alguna pista. Encuentro un encendedor y papel para fumar. Estoy
preocupada, pero recuerdo lo que dijo sobre Marley y la marihuana. ¿Habría
cambiado eso después de retirarnos? No lo sé. Encuentro una tarjeta de
presentación de Fletcher Properties. ¿Podría haber ido a trabajar?
No sé lo que hace en el sector inmobiliario, pero ¿tal vez él está trabajando en
algo que tiene una fecha límite? Él estaba dormido cuando llegué… ¿Tal vez
había planeado pasar toda la noche trabajando?
Mis dedos se ciernen sobre el teclado de mi teléfono, listos para marcar
cuando escucho un ruido en la puerta. Con una inhalación brusca, me giro para
verlo entrar en el apartamento. Todavía usa la ropa que llevaba la noche anterior:
jeans desteñidos y una camiseta de manga larga. No es exactamente la
vestimenta de trabajo
Se endereza cuando me ve y se aclara la garganta, girando hacia el área de la
cocina.
—Hola.
—Hola. —Lo miro, preguntándome si me está evitando—. Traté de llamarte.
—¿Oh sí? —Levanta su teléfono y sus cejas se arquean.
—¿Estás bien? —Cerrando el espacio entre nosotros, agarro su brazo—.
¿Qué está pasando, a dónde fuiste?
—Eso no es tu problema.
—Creo que sí lo es. —Mi voz es más aguda de lo que pretendo. Estoy
luchando con el miedo residual mezclado con la frustración mezclada con este
dolor en mi pecho.
Está agitado, repentinamente frustrado, y retira su mano.
—No te pedí que vinieras, Noel. De hecho, fue todo lo contrario.
Estoy sorprendida por sus palabras. Se sienten como una puñalada en el
pecho después de anoche. O supongo que después de las pocas horas que
pasamos juntos. Ahora que lo pienso, después de quedarme dormida, no sé lo
que hizo.
—Estaba preocupada por ti. Sawyer dijo que estabas herido, claramente algo
está mal.
—Me hirieron. —Sus ojos brillan y me doy cuenta de que nunca lo he visto
enojado. Da miedo—. Siempre tengo dolor ahora. ¿Sabes cómo es eso, que cada
movimiento irradia agonía a través de tu cuerpo?
Su voz es un cuchillo, mis ojos se humedecen. Parpadeo rápidamente.
—No, no tengo idea. ¿Qué puedo hacer? Deja que te ayude.
—No puedes ayudarme. Nadie puede. —Aprieta la mandíbula y veo un brillo
de transpiración en el labio—. Necesitas irte a casa.
Otro destello de angustia se extiende por mi pecho. Tengo problemas para
respirar.
—¿Al menos me dirás lo que pasó? La última vez que hablamos, ibas por
Marley, entonces…
—Entonces todo cambió. —Se inclina hacia adelante y agarra la mesa,
claramente adolorido.
—Taron…
Inhalando bruscamente, sale de la habitación, va al baño y cierra la puerta.
Espero, escuchando mientras abre el botiquín. Escucho el ruido de las pastillas
que se agitan en una botella, agua corriendo, luego silencio. Mis entrañas se
revuelven, tengo los ojos húmedos. Mi corazón está rompiéndose lentamente.
Después de varios minutos, la puerta se abre y él está más tranquilo. Sus
músculos parecen relajados. Se parece más a lo que fue anoche, solo que una
sombra oscura lo sigue.
—No podemos estar juntos, Noel. No soy el mismo hombre que conociste,
esta es mi vida ahora.
—¿Qué? —Mi voz se quiebra—. ¿Cuál es tu vida ahora? ¡Dime!
—Dolor… —Gruñe, moviéndose lentamente a través de la habitación hacia
el sofá y bajándose con cuidado—. Dolor y drogas.
Los ojos aguamarina miran a los míos, como si me estuviera desafiando a
juzgarlo.
Me desplomo de rodillas a sus pies, sosteniéndolo, rogando.
—Taron, solo déjame intentar…
—¡No! —grita, interrumpiéndome. Sus ojos se cierran y el músculo de su
mandíbula se flexiona mientras inhala lentamente, exhala y me mira
directamente a los ojos, con la mandíbula apretada—. Quiero que te vayas a
casa, Noel. Quiero que te vayas.
Todo dentro de mí se desmorona.
—No puedo hacer eso. —Mi voz se rompe en mis lágrimas, pero él agarra
mis brazos con fuerza, arrastrándome a mis pies.
—Sí puedes y es lo que vas a hacer.
—Estas hiriéndome. —Lágrimas corren por mis mejillas y veo dolor
reflejarse en sus ojos—. ¿Por qué estás haciendo esto?
—Cuando vuelva no quiero encontrarte aquí. —Me suelta con un pequeño
empujón. Baja las cejas, y se da vuelta, yendo hacia la puerta—. Encuentra a
alguien que te merezca. Porque ese no soy yo.
—Sí lo eres…
—NO. —Está en mi cara, su aliento caliente en mis ojos cerrados—. No te
quiero aquí.
Cada palabra es un latigazo en mi corazón que ya sangra.
—Se acabó, Noel. Vete. A. Tu. Casa
∞∞∞
Sentada junto a la ventana del avión, contemplo las nubes grises que
oscurecen el horizonte. Mi equipaje de mano pequeño está en el compartimiento
superior, en el exterior, me veo como cualquier otro viajero. Pero en mi corazón,
un tornado ha aterrizado y está girando y demoliendo todo. Con la velocidad del
sonido, arrasando lo que encuentra a su paso, arrancando árboles del suelo,
enredando sus tentáculos alrededor de mi alma y tirando de las raíces…
Mi hermano me rodea con el brazo y me lleva a casa desde el aeropuerto. Mi
visión está nublada por la tormenta que azota mi pecho. No se detendrá hasta
que todo esté destruido.
La casa está a oscuras. Mi hermano habla, pero no puedo escuchar las
palabras. Voy a mi habitación y cierro la puerta.
Réplicas
Noel
Me siento en la silla frente a mi ventana. Akela pone su cabeza en mi regazo,
pero no levanto la mano. El tornado ha pasado por dentro, pero está en silencio.
No hay sobrevivientes.
Así que se deja caer al suelo a mis pies, esperando como una esfinge, con los
ojos fijos en la ventana por donde él ha venido, protegiéndome como si supiera
que no estoy aquí.
Dentro de mi pecho, el camino de la destrucción es de kilómetros de ancho,
astillado por todas partes, escrito por su mano, con sus palabras. No puedo sentir
los latidos de mi corazón, sólo han quedado añicos. Una estepa seca donde mis
sueños una vez se volvieron verdes y prósperos.
Vacío.
Devastado y desgarrado.
El sol todavía sale, brillando a través de mis ventanas como si nada ocurriera,
como si el mundo hubiera olvidado lo que una vez floreció aquí. Me queda
desvanecerme como una casa cubierta de enredaderas y sombras, mejores cosas
para pensar, cosas más felices para ver.
Por dentro hay silencio.
Mi hermano viene a mí. Su cara está preocupada mientras se sienta a mi lado
y toma mi mano. Él sabe que no soy la misma. ¿Sabe que mi corazón está
perdido?
Creo que dejó de latir.
Creo que fue destruido.
Mi cuerpo y mi alma.
—Tienes que levantarte, Noel. Tienes que seguir adelante. —La voz de
Sawyer me llama desde el otro lado de la espesa bruma.
¿Yo? ¿Por qué?
Pasa más tiempo, no sé cuánto. Pierdo la cuenta de las veces que aparece el
sol en mi ventana, el sol indiferente. El día odioso. La noche fría.
Mi mejor amiga viene. Ella me habla. Ella me ayuda en la ducha y espera
mientras muevo mis manos y brazos, limpiando la suciedad invisible.
Me cepilla el pelo y me habla sobre la escuela y las vacaciones. Ella habla
sobre salir e ir a los partidos de fútbol y de la ancianita a la que solía visitar.
Me he hecho vieja. Por fuera me veo igual, pero por dentro estoy seca.
Madera gris, quebradiza al tacto y cubierta de telarañas.
Akela se queda a mis pies mirando la ventana. Esperando.
Leon me trae comida. Me habla sobre el clima. Él dice que cuando no haga
tanto frío, me llevará afuera. El aire cálido, el sol me ayudará a sentirme mejor.
Tiene miedo.
—Necesitas levantarte. —Leon se para frente a mí, enojado como nunca lo
había visto—. Esta no eres tú.
¿No lo soy?
Mi padre vivió por amor. Viví por este amor.
Esperé a que llegara, y cuando lo hizo, lo di todo.
Ahora se ha ido.
Leon se va enojado.
Mis ojos se dirigen a la ventana y el dolor clava en mi pecho vacío. Este
caparazón vacío todavía tiene la capacidad de sentir.
Poniéndome de pie, voy hacia el cristal y lo deslizo para abrirlo. Akela me
sigue a mi lado mientras paso por la abertura como un portal al pasado.
Caminando por el porche con los pies descalzos, bajo al patio y salgo a la
colina con los árboles que se extienden hasta el cielo. Manos abiertas,
extendiendo los dedos para alcanzar el cielo.
El dulce aroma se ha ido, el aire es frío y seco.
Me quedo mirando la casa de mi papá.
¿Qué queda cuando pierdes algo tan precioso?
¿Algo insustituible?
Una brisa tranquila se mueve a través de los árboles, deslizando mi cabello
fuera de mis hombros. Akela se sienta a mis pies y espera. Estiro los ojos para
encontrar la respuesta, para ver la curva en el camino por delante.
Todo lo que veo es negro.
—¿Papi? —Entrecierro los ojos en la oscuridad.
Quiero ir a él. Quiero estar libre de este dolor que me destroza los huesos.
Nadie me advirtió que el dolor podría ser tan profundo. Nadie me dijo que no me
entregara completamente.
Yendo más adentro de los árboles, el frío se instala contra mi piel. Encuentro
el más grande para sentarme al lado, mi espalda contra el tronco y dejo que se
acerque.
La presencia de mi papá está conmigo aquí y cierro los ojos. Su tristeza
coincide con la mía. Él entiende mi pérdida. Quiero tomar su mano e ir con él a
un lugar de paz. Quiero ser liberada de esta miseria.
—¿Noel? —La cara de mi hermano está afectada, en pánico.
Me levanta de mis pies como una muñeca perdida en el bosque. Mis pies
descalzos cuelgan sobre sus brazos, rebotando con cada paso. Él va rápidamente
a mi habitación y me acuesta en mi cama, apretando las mantas alrededor de mis
costados.
Él llama a alguien y espero que mi amiga venga. En cambio, es la señora
Jenny.
Su cabeza oscura está sobre la mía, sus ojos oscuros severos. Ella me lleva al
baño y me pone en la ducha y mientras hago los movimientos, ella busca algo en
los cajones.
—¿Cuánto tiempo ha pasado?
Estoy confundida mientras ella sostiene una caja de tampones.
¿Cómo debería saberlo? ¿El tiempo ha pasado?
Se va y yo regreso a mi silla, mi perra vuelve a ponerse de pie observando.
Más tiempo pasa, al menos eso creo.
Yo estaba con mi papá. Me iba a decir algo. ¿Qué era?
La señora Jenny ha vuelto. Caras preocupadas. Me toma del brazo y me lleva
al baño, girándome y sosteniendo un palito de plástico en mi cara.
—Orina en este extremo.
Hago lo que ella dice, incluso si no tiene sentido. ¿No lo sabe ella? Todo
dentro de mí ha muerto. Lo arrancó todo de raíz y puso sal en la tierra. Nada
crecerá aquí.
De vuelta en mi habitación, estoy mirando a mi papá frente a mí. Él entiende.
Me da permiso.
—¿Noel Aveline? —La señora Jenny está de vuelta a mi lado, su voz fuerte y
dominante—. Vas a ser madre, tienes que superar esto. ¿Me escuchas?
Mi ceño se frunce y parpadeo una vez, dos veces. Giro lentamente la cabeza
para mirarla y algo me empuja el pecho vacío.
—Levántate y ponte de pie. Tu vida tiene un propósito mayor ahora.
¿Mamá?
La imagen de mi papá se desvanece. Despacio, despacio, se deja llevar por el
silencio y el aroma de mi madre está aquí.
En las alas más suaves, suaves como una mariposa, el amor se desliza hacia
abajo, como un suspiro del cielo.
Donde el tornado arrasó, dejando muerte y destrucción, donde los cuerpos
yacían esparcidos por el suelo, donde no quedaba nada en pie, ahora el más
pequeño aleteo de la vida empuja a través del suelo.
Las nubes de tormenta comienzan a romperse y parpadeo a través de la
bruma. Una pequeña paloma que lleva la paz se asienta en mi alma y por primera
vez en mucho tiempo, salgo a la luz.
Parpadeo varias veces y encuentro los ojos preocupados de la señora Jenny.
Espera mientras miro a mi alrededor.
—¿Qué día es?
En la actualidad
Capítulo 20
Taron
—¿Estás seguro de que era heroína? —La mujer está sentada frente a mí en
su oficina, el cabello gris como telarañas enhebrando la parte de atrás de su corta
cabellera.
Está todo en silencio, mientras ella espera mi respuesta, el único sonido es
una fuente que gotea detrás de su escritorio. He estado viniendo aquí mucho
tiempo; una vez que acepté, que moriría si no cambiaba mi comportamiento.
Una vez que decidí que no quería morir.
—Sé lo que era.
—¿Y no tenías ganas de tomarla? —Se mueve en su asiento, alisando con su
mano la parte delantera de su chaqueta.
Mi mandíbula se tensa y la vergüenza es un nudo en mi garganta.
—Lo consideré. Durante un minuto, me permití recordar cómo era no sentir,
desconectarme completamente del dolor.
—¿Y? —Sus ojos oscuros se centran en mí por encima de sus pesadas gafas
de carey. La fulminante mirada de la doctora Charlotte Curtis, retándome a
mentirle.
—Salí derechito por la puerta. —Me muevo en mi silla, con cautela
permitiéndome tener un momento de orgullo—. Ver a mi amigo en ese estado,
saber que era el final, el resultado final, creo que me ayudó o al menos lo puso
en perspectiva.
—No minimices este logro. —Su tono es clínico, pero sabiendo lo tacaña que
es con cumplidos, hago una vuelta de victoria mental—. Has avanzado mucho,
Taron. ¿Sabes lo difícil que es dejar una adicción a los opioides?
—No estoy planeando bajar la guardia. —La vergüenza de lo lejos que me
hundí hace seis años nunca deja mi cabeza.
Si alguna vez intento liberarme, nada más tengo que recordar la cara de Noel.
Sus lágrimas, su expresión destrozada. Las cosas que le dije, la forma en que le
grité. Nuevamente, me muevo en mi silla, tratando de escapar de lo que nunca
puedo perdonar.
—¿La acupuntura te ayuda con la espalda? —La doctora Curtis lee desde la
pantalla de su computadora, sin sonreír.
—Creo que sí.
Sus ojos parpadean a los míos.
—No quiero que te automediques con alcohol. Más de seis tragos a la semana
es un consumo excesivo de alcohol. Dale un descanso a tu hígado.
Mis labios se aprietan y asiento.
—Estoy pensando en dejar la ciudad —confieso.
—¿Ah sí? —Se recuesta en su silla, juntando los dedos frente a sus labios—.
¿Alguna razón en particular?
Noel…
—Hace mucho tiempo que no me siento bien aquí. He ganado más dinero del
que puedo gastar el resto de mi vida. Patton ya no me necesita.
A pesar de lo que él piensa… Por qué piensa que me necesita, nunca lo sabré.
Le debo muchísimo, pero él tiene que liberarse del sentimiento de culpa por lo
que nos pasó, pero es tan injustificado.
—Me preocupa que no salgas con nadie. Eres un hombre guapo.
—¿Doctora Curtis, está coqueteando conmigo? —Le sonrío y ella niega con
la cabeza.
—Ni se te ocurra, Taron Rhodes. Soy demasiado vieja. —Ella se mece de
nuevo—. Amor, compañía, estas cosas son partes importantes de la experiencia
humana. Son importantes para tu recuperación a largo plazo.
Inhalo lentamente, me paro, caminando hacia su ventana que da a las
montañas humeantes. Se elevan, azul brumoso en la distancia.
—Hace mucho tiempo, pasé un verano en una granja. Lo siento, un huerto.
—Recuerdo a una joven Noel corrigiéndome, tan desenfadada y dulce—. Nunca
he sido tan feliz como en esos días.
Ella está callada, y cuando miro hacia atrás, me sonríe.
—¿Cómo se llama?
Sacudiendo mi cabeza, estudio las líneas en la alfombra.
—Fue hace mucho tiempo. Estoy seguro de que está casada y tiene hijos.
Sawyer y yo enviamos correos electrónicos ocasionalmente. Charlamos sobre
nuestras vidas y a propósito no pregunto por ella. No quiero saber si ella siguió
mis órdenes, no quiero saber que otro hombre la ama.
Soy un gilipollas egoísta, lo sé.
—Creo que un cambio de escenario te haría bien. Me siento cómoda dándote
de alta. Tienes mi número si necesitas hablar.
—Gracias, doc. Por todo.
Ella se levanta, y yo tomo su mano extendida, estrechándola con la mía.
Siento que me estoy graduando de nuevo, como si debiera obtener un certificado
o algo que pueda poner en un marco.
Lentamente cruzamos su impecable oficina hasta la puerta.
—No hablamos sobre el sueño. ¿Aún lo tienes?
Mis hombros se tensan. No es un sueño, más bien es una pesadilla. Una
adolescente que yacía muerta en el piso de una casucha, con los ojos verdes
mirando a la nada, mi bala atravesando su pecho.
Ninguna cantidad de drogas podría matar ese dolor. Es un pecado por el cual
nunca encontraré la absolución.
—A veces, ocasionalmente.
Sus ojos severos cambian de científicos a amables, es algo que no se suele
pasar con Charlotte Curtis.
—Tienes que perdonarte, Taron.
—Lo sé. —Estoy bastante seguro de haberle dicho esas palabras a Patton
antes. Debería tatuarlas en mi pecho.
Lo cierto es que sólo tengo un tatuaje, el recordatorio de mi agonía, del amor
que nunca he dejado de sentir por Noel. Su nombre está entintado sobre mi
corazón, donde siempre estará.
Rompí mi corazón tan seguramente como rompí el de ella.
—Puede que te resulte útil este libro. —Se acerca a su escritorio, garabatea
rápidamente en un bloc de notas y arranca la hoja superior. Mientras me lo
entrega, lo presiona contra mi palma—. No fue tu culpa, Taron. Cosas terribles
suceden en el cumplimiento del deber.
—Cierto. —Le doy una sonrisa tensa.
Nadie que diga eso lo ha vivido jamás. Estoy bastante seguro de que tendré el
recuerdo de esa niña conmigo por el resto de mi vida.
Mientras tanto, conduzco de regreso a la oficina. Estoy segurísimo de que a
Patton no le va a gustar lo que tengo que decir, pero he hecho todo lo posible
para ayudar a establecer una empresa sólida. Lo llevamos al siguiente nivel. Es
una corporación multimillonaria. Él cumplió su promesa y nos hizo a todos
asquerosamente ricos. Ahora quiero ver si hay algo más para mí además de
ganar dinero.
∞∞∞
—Tengo que decir que me sorprende saber de ti. —La voz de Sawyer es
inconfundible. El suena feliz—. ¿Todo está bien en Nashville?
—Navegamos entre ríos revueltos, pero creo que estamos saliendo.
—Cierto. —Su tono cambia—. Patton me lo dijo, es una pena.
—Él va a estar bien.
—¿Y tú?
Un nudo se forma en mi garganta. Vergüenza, mi compañera constante
vuelve para atormentarme.
—Estoy bien, he estado limpio por algunos años.
—Me alegra oír eso. —Su voz es grave, pero no es por eso por lo que llamé.
—Hemos contratado algunas personas nuevas. Estoy pensando en tomar un
descanso de Fletcher International.
—Por lo que escuché, tienes el dinero para hacerlo.
—Sí —me las arreglo para reír—. Intentamos convencerte. ¿Lo recuerdas?
—Esa vida no es para mí.
Mi estómago se contrae. No sé por qué esto se siente difícil de decir.
—En realidad es por eso por lo que llamé, tampoco creo que sea la vida para
mí. Ya no.
—Me preguntaba cuándo llamarías para decirme eso. Supongo que tenías tus
razones para esperar.
No estoy seguro de lo que quiere decir.
—Sí, bueno, he estado pensando en ese verano en Harristown… —He estado
pensando en Noel—. El tiempo que pasé en el huerto fue…
¿El mejor verano de mi vida?
—Caliente, agotador. —Bromea y me río.
—No todo fue tan malo.
—Me espera mucho trabajo el próximo año. Es hora de rotar los árboles.
La bienvenida en su tono aumenta mi confianza.
—¿Qué significa eso?
—Significa que necesito ayuda. Los árboles de durazno producen un máximo
de veinte años, si tienes suerte. Estamos en el año quince. Tengo que empezar a
plantar nuevos y eliminar los viejos. Es mucho trabajo.
—No le temo al trabajo duro. —Mi estómago se contrae por la anticipación
—. ¿La cabaña del capataz todavía está vacía?
—La tendré lista para ti. —Se ríe.
—Dame unos días para arreglar todo aquí.
Quiero preguntar sobre ella, pero no lo hago. Me despido y terminamos la
llamada. Ver a Noel nuevamente es como imaginarme el cielo sin poder tocarlo.
Trato de pensar en lo que diré, mi corazón late más rápido. ¿Cómo se verá ella
ahora? Quiero irme hoy, pero tengo que hablar con Patton.
Rápidamente le envío un correo electrónico pidiéndole reunirse conmigo lo
antes posible, luego me dirijo a mi apartamento para comenzar a empacar.
Capítulo 21
Noel
Siete años.
Han pasado siete años desde que la señorita Jessica me dio este viejo
cobertizo y finalmente voy a abrir la puerta principal.
Quedé embarazada, abandoné la universidad durante un año para tener al
bebé, volví a la escuela, me gradué y además cursé una maestría.
Ahora finalmente voy a tener una tienda como tal.
Tan pronto como me deshaga de las ratas.
Akela está justo a mi lado, con las orejas levantadas. Sus hombros se erizan
como si sintiera los roedores que acechan al otro lado de la puerta desvencijada.
Aprieto los dientes, entrecierro los ojos y alzo la escoba más alto. Mi corazón
late en mi pecho, es ahora o nunca. Colocando mi bota directamente en el centro
de la puerta, le doy un fuerte empujón mientras grito.
—¡Que no haya ratas!
Como si eso hiciera una diferencia.
Salto hacia atrás y la puerta apenas se mueve una pulgada.
Todo está tranquilo.
Mis hombros caen con mi exhalación, pero vuelvo a reunir mi coraje.
—Está bien, chica. Esta vez vamos a entrar.
Akela brinca de lado a lado y le acaricio la cabeza. Doy un paso adelante,
lista para patear, y ella reanuda la postura de ataque.
Mi bota contra la madera, empujo más fuerte, gritando una vez más—: ¡Por
favor, dios, que no haya ratas!
La puerta se abre de golpe, rebotando en la pared y yo salto hacia atrás.
De nuevo, no pasa nada.
El interior está en silencio.
—Darcy Hayes dijo que no importa lo talentosa que seas. Dijo que a los
jueces lo único que les importa es tu vestido, tu cabello y cómo sonríes. Y cómo
caminas. —Una niña de metro diez de estatura y con la cabeza coronada de rizos
dorados camina detrás de mí, sin siquiera detenerse para respirar.
—Tara Dove. —Mi voz es sorprendentemente tranquila—. Te dije que te
quedaras en la casa.
—¡Tengo que conseguir patrocinios, mamá, Darcy Hayes dijo que su tío
Digger ya le ha comprado tres anuncios de página completa!
Doy un paso adelante con cuidado, alumbrando con mi linterna los pisos de
madera del viejo cobertizo. Están cubiertos de una capa de polvo tan espesa que
parecen grises en lugar de marrones.
—Digger Hayes siempre ha sido un presumido. —Camino hacia una gran
caja de cartón en el medio de la habitación.
Escucho jadear a mi hija.
—Ella ya me lleva mucha ventaja, y ni siquiera puede cantar You Are My
Sunshine.
—Dove. —Me detengo para enfrentarla—. Falta más de un año para el
concurso, tienes mucho tiempo para vender esas po…patrocinios.
Me mira con esos ojos aguamarina que nunca dejarán de parecerse a los de su
papá, haciendo un puchero
—Darcy dijo que odias el concurso porque no ganaste.
—Por todos los… —Sacudiendo mi cabeza, le doy una patada a la caja con
mi bota—. No me gustan los concursos porque son solo un montón de opiniones.
No son la realidad.
O en el caso del certamen de la princesa del festival, la cuenta bancaria de la
concursante.
Le doy un empujoncito a la pesada caja, esperando ver qué pasa después.
Hasta ahora, parece que las historias sobre que este lugar estaba infestado de
ratas fueron puras exageraciones.
—¿Por qué estás aquí, mamá? —Dove camina hacia un viejo escritorio que
se amontona contra la pared—. Mi tío Sawyer dijo que se encargaría de limpiar.
Sintiendo alrededor de las paredes, mis dedos aterrizan en un interruptor de
luz. Lo giro hacia arriba y hacia abajo, pero no pasa nada.
—Tu tío Sawyer ya tiene suficiente con plantar todos esos durazneros. Soy
perfectamente capaz de… ¡aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
Un ratoncito blanco cruza el espacio haciéndome gritar y saltar sobre el
escritorio. Akela ataca después de eso, deslizándose hasta detenerse en la grieta
en el piso.
—¡Un ratón, mamá, un ratón! —Dove grita lo suficientemente fuerte como
para romper el vidrio, y salto y la agarro a mi cadera, agarro la linterna
nuevamente y me dirijo hacia la puerta—. ¡Era Angelina Ballerina!
—Creo que dejaremos que Sawyer venga a poner algunas trampas esta
noche.
Mi hija se retuerce en mis brazos, mirando hacia atrás con los ojos redondos.
—¿Si mi tío Sawyer atrapa el ratón, puedo tenerlo en mi habitación?
—Los ratones no viven en las casas con la gente.
—Ese sí.
La cargo en mi cadera, sostengo su mano mientras caminamos cuesta arriba
hacia la casa, Akela corre junto a nosotras. Sólo damos unos pasos antes de que
Dove comience a saltar.
Miro hacia abajo a sus brillantes rizos rubios y sonrío.
—¿Qué te hace pensar en el concurso?
—Hoy entregaron formularios de patrocinio en clase. La señorita Jenny dijo
que todos necesitamos participar. Es una tradición.
—No estoy segura de eso. —Levantándola debajo de los brazos, la ayudo a
subir los escalones traseros a la cocina, uno por uno.
—Dijo que mi abuela ganó todos los concursos. ¿Es eso cierto?
—Es verdad.
—¿Me parezco a ella?
—Un poco. —No esperaba esa pregunta.
—¡Vivaaaaaaaaaaaaaaaaaa! —Ella bombea su pequeño puño sobre su cabeza
mientras sale corriendo por la puerta. Un desvío rápido y corre directamente
hacia mi hermano parado en la barra—. ¡Leon está en casa!
Ella arroja sus brazos alrededor de sus piernas, y él la empuja sobre su
cadera.
—Hey, cabeza de chorlito. ¿Cuánto es tres por tres?
—¡No soy una cabeza de chorlito! —chilla mi hija—. ¡Nueve!
—¿Cuánto es cuatro por cinco?
—¡Veinte!
—¿Cuánto es seis por…? —Él la mira por el rabillo del ojo y los de ella se
abren de par en par—. ¿Siete?
Dove cierra los ojos y grita—: ¡Cuarenta y dos!
—Sí —se ríe—. ¿Quién dijo que las chicas no son buenas con los números?
—¡Nadie! —Dove sostiene su cuello mientras él la hace saltar entre sus
brazos. Le doy un rápido beso en la mejilla. Leon la pone tan hiperactiva.
—Hola, bicho raro. ¿Qué tal tu día?
—Bien. ¿Ya está la cena? Me muero de hambre.
—Siempre estás muriendo de hambre. —Voy al refrigerador y saco una bolsa
de plástico con tres filetes marinados adentro—. Creo que tienes lombrices.
—¿Mi tío Leon tiene gusanos? —Dove arruga su nariz.
—Te los voy a pasar.
—¡Qué asco! —Chilla y corre hacia la sala. Corto zanahorias, apio,
espárragos y papas rojas y las pongo en la sartén de hierro en uno de los fogones.
Es la misma receta que he estado haciendo durante años, pero trato de cambiarla
un poco.
—¿Dónde está Sawyer?
—Está hablando con Deacon sobre comprar árboles y esa mierda.
—¡Leon! —Siseo, pero la música de un arpa y flautas tocando el tema de
Angelina Ballerina suena fuerte en la sala.
—Ella no nos está escuchando.
—No importa, ten cuidado con lo que dices. —Le doy un pellizco y regreso a
la estufa, moviendo todo al horno.
Deacon Dring se ha convertido en nuestro asesor financiero desde que
regresó de Dallas. Mindy es la única que conoce toda la historia del hombre
guapo que sigue regresando a nuestra ciudad. Sólo sé que él da buenos consejos
financieros, me ha ayudado varias veces con mi negocio.
—Necesito que ponga algunas trampas en el viejo cobertizo.
—¿Finalmente estás concentrándote en tu sueño? —Sus ojos color avellana
se suavizan, aunque trato de mantener a Leon como un niño en mi cabeza, sé que
es un hombre de veintidós años.
—Nunca me di por vencida, pero tenía prioridades. Cuidar los asuntos más
importantes antes de que pueda volver a resolverlos.
—Prioridades. —Él asiente, con una pizca de sonrisa en su voz—. Menuda
prioridad.
Observamos en el catálogo las variedades de durazneros y cuánto tiempo
tardarán en enviarse, ya sean de raíz pelada o envueltos en yute.
—Podemos plantarlas casi en cualquier momento, pero creo que quiere
preparar el suelo por ahora y esperar hasta principios de abril.
Estoy a punto de mencionar la tienda cuando mi hermano mayor entra por la
puerta.
—Huele bien aquí.
—¡Oh! —Regreso a la estufa y saco del horno la sartén chisporroteante de
carne, papas y verduras—. La cena está lista para cuando quieran.
Nos sentamos a comer, Dove comparte su bistec conmigo.
—Mi mamá vio un ratón en el viejo cobertizo y gritó muy fuerte. ¡Akela
intentó comérselo!
Sawyer le sonríe cálidamente y luego me mira.
—Voy a poner algunas trampas antes de irme a la cama esta noche.
Quiero decir que no tiene qué, pero decido dejarlo esta vez.
Después de haber comido, Dove ayuda a Leon a limpiar los platos y a cargar
el lavavajillas. Sawyer sale al porche y yo lo sigo, mirando las colinas del
huerto, la tierra de nuestra familia.
Sé que este trabajo le pesa bastante. Va a requerir una gran inversión inicial y
establecer una nueva cosecha tiene su propio conjunto de riesgos y problemas.
Sin mencionar la necesidad de manos adicionales.
—¿Deacon encontró en nuestros libros la opción de contratar a alguien de
tiempo completo?
Él me mira y pone un fuerte brazo alrededor de mis hombros.
—Es interesante cómo las cosas parecen solucionarse con el tiempo. A veces
se siente como providencia divina.
Eso me sorprende. Mi hermano nunca ha sido particularmente espiritual.
—¿Qué quieres decir?
—Encontré a alguien que trabajará por alojamiento y comida.
—¿Quién? —le pregunto llena de curiosidad.
La puerta se abre y mi pequeño torbellino sale corriendo al porche.
—¡Mamá, ya me lavé los dientes, es hora de dormir!
Ella toma la mano de mi hermano y le da un tirón. Él la levanta y ella lo
abraza con fuerza.
—Buenas noches, tío Sawyer.
—Buenas noches, mi pequeña niña. —La gran mano de Sawyer acaricia su
pequeña espalda y el calor llena mi pecho. Sus ojos se encuentran con los míos
—. Podemos hablar de eso mañana, descansa.
Dando un paso adelante, beso su mejilla y tomo a mi niña de sus brazos. Se
menea y me lleva a la casa, donde nos acurrucamos como siempre con un libro
de Angelina Ballerina y su ratón de peluche.
Dove se acurruca más abajo en las mantas a mi lado y descansa la cabeza en
mi brazo, pasando el dedo por un rizo dorado. Como siempre, estoy sorprendida
por ella. Ella cambió mi vida. Ella me salvó la vida.
Cuando mi corazón se estaba desgarrando, ella vino y me trajo la paz.
Ella calmó la tormenta y trajo la luz del sol.
Toda la felicidad y el amor que disfrutamos ese verano está encerrada en su
pequeño cuerpo. Incluso con esos ojos aguamarina que a veces despiertan el
dolor dormido en mi pecho, me llenan de alegría.
Mis ojos se cierran y el sonido de su respiración me lleva a las arenas del
sueño.
Capítulo 22
Taron
La oficina de Patton es mi última parada antes de salir de la ciudad.
Se sienta detrás de su enorme escritorio de caoba vestido de pies a cabeza de
Armani, cada vez más irritado con cada una de mis palabras. De hecho, he visto
a hombres mayores que yo sudar bajo la mirada intimidante de Patton Fletcher.
Pero no soy uno de esos.
Le doy las buenas noticias primero.
—El contrato de Dubai llegó durante la noche. Sandra ya se ha encargado de
archivar todo en el sistema.
La gerente de nuestra oficina, Sandra, ya sabe lo que viene. Predijo un
terremoto, pero Patton y yo nos conocemos desde hace demasiado tiempo.
—¿Por qué siento que me vas a salir con algo más? —Se inclina hacia atrás,
cruzando un tobillo sobre su rodilla.
—Porque eres bueno en lo que haces. —Me muevo en la silla de cuero,
tratando de mantener el ánimo ligero—. Es mi último día, Patton. Hablé con
Sawyer y renuncio a partir de…
Se levanta de su silla, claramente irritado.
—No vas a ninguna parte. No acepto tu renuncia.
De pie, exhalo lentamente.
—Ya está hecho, Patton. Ya no puedo hacer esto. Ni física, ni mentalmente.
—¿Se trata de tu espalda? Te ofreceremos la mejor terapia física, un
escritorio de pie, lo que necesites. Cárgalo a la empresa.
—No se trata de eso. —Al acercarme a la ventana, recojo una foto enmarcada
de los cuatro. Nos vemos tan jóvenes—. No me necesitas, hermano. Y tengo que
ver si hay alguna posibilidad…
—¿Se trata de Noel?
Echo un vistazo por encima del hombro y no tengo que decirle que sí.
Poniendo la foto de nuevo, extiendo la mano para estrecharle la mano.
—Lo siento, Patton.
Pasan varios segundos. Siempre hace lo mismo, frunce el ceño para intimidar
a la gente, pero supongo que ve algo en mis ojos, la verdad. Estoy decidido a
irme.
Con una exhalación profunda, me da la mano a regañadientes, sé que va a
estar bien. Raquel es energética e inteligente, y le importa mucho más este
trabajo que a mí.
Antes de irme, considero cambiar mi Tahoe por una camioneta, pero no
quiero perder más tiempo. Llevo cuatro horas en coche, entre Memphis y Little
Rock, cuando suena el teléfono en el coche.
Remington Key aparece en el tablero y toco el botón de respuesta en mi
volante.
—¿Remi, qué pasa?
—¿Qué es eso de que te fuiste de Fletcher? —La voz amistosa de nuestro
socio inversor llena la cabina.
Remi y yo nos hicimos amigos después de que él y su compañero Stephen
Hastings pusieron el capital inicial para llevar la compañía de Patton a todo el
mundo. También es un veterano de la marina, así que nos caímos bien desde el
principio. Ambos somos mucho más relajados que nuestros socios.
—Me dirijo hacia el sur. A ver si hay más en la vida que la rutina.
—Y dejándome solo con Stephen y Patton. Podrían matarse entre ellos.
Me rio de la idea.
—Apuesto a que lo resuelven, además Raquel se quedó a cargo, te va a caer
bien. Ella mantendrá a Patton a raya.
—Ya la conocí y me cae muy bien. ¿Ahora dime qué hay detrás de esta
deserción?
Él me agarra en el acto. Sólo he pensado en esto en mi cabeza, y decirlo en
voz alta me hace sentir cohibido.
—Demasiados malos recuerdos en Nashville. —Mis ojos viajan a lo largo del
camino y mi mente se llena de imágenes de brazos suaves, cabello sedoso, besos
entre sábanas blancas, todo lo que tuve ese verano—. Espero que todavía haya
algo mejor para mí aquí en el sur.
Es una posibilidad remota, pero voy a jugármela.
—¿En la granja?
—Es un huerto, pero sí.
Él se queda en silencio por un momento, luego vuelve a hablar
tranquilamente—: No puedo decir que te culpo. Es muy bonito.
—No sabía que conocías el lugar.
—Patton me mostró algunas propiedades de inversión en el lago D’Arbonne.
Mientras estábamos allí, nos detuvimos para ver al otro amigo de ustedes.
—Sawyer, es un buen hombre.
—Así es y su sobrina es un personaje, esos días estaba extrañando mucho a
mis chicas, pero ella me mantuvo ocupado.
—¿Sobrina? —Mi estomago se tensa—. No sabía que tenía una sobrina.
—Es la hija de su hermana Noel, debe tener seis años.
Me arde el pecho y noto que he acelerado casi hasta ciento cuarenta. Al soltar
el acelerador, me doy cuenta de que ni siquiera estoy escuchando a mi amigo
mientras mi mente recorre todas las posibilidades. ¿Digger? El pensamiento hace
querer detenerme y vomitar.
Me sintonizo y me doy cuenta de que Remi se está despidiendo.
—…te deseo lo mejor, compadre.
—Gracias hombre. Estaré en contacto.
Termino la llamada y mis puños se aprietan en el volante. Las cuatro horas
restantes del viaje son como moverse a través de arena movediza. Juro que
parece que he atravesado un maldito portal y el tiempo se ha ralentizado. Me
atormentan las imágenes de Digger con sus brazos alrededor de mi chica. Si ella
está casada con él, si tienen un bebé, no sé qué voy a hacer.
Es pasada la medianoche cuando finalmente doy vuelta en la carretera que
corre a lo largo del huerto hasta la casa. Mi camioneta no hace ruido cuando me
detengo detrás de la cabaña del capataz.
La puerta está abierta y, como prometió, Sawyer ha dejado el lugar listo para
mí. Al entrar, el olor de los libros viejos y la loción de durazno trae de vuelta los
recuerdos. La silla está frente al pequeño televisor de pantalla plana. Todo está
igual.
La luz del poste al otro lado del patio brilla a través de la ventana hacia la
cama doble, todavía puedo ver a Noel allí, hermosa como la puesta del sol, su
cabello oscuro colgando largo y sedoso sobre sus pequeños senos. Los ojos
dorados me mirarían llenos de tanto amor. El dolor se retuerce en mi pecho.
Girándome, me detengo antes de cerrar la puerta y mirar hacia la casa. La
ventana de su habitación está oscura, probablemente ya no viva aquí.
¿Realmente creía que nada cambiaría en casi siete años?
¿Qué tengo en la cabeza?
Cerrando la puerta, voy a la cama y me siento.
—¿Qué mierda estoy haciendo aquí?
Me quito las botas y me quito la ropa, me arrastro entre las mantas y me
quedo dormido por el cansancio.
∞∞∞
Mis ojos se abren con el sol que entra por la ventana y el delicioso aroma del
desayuno que flota en el aire. Cualquier otra cosa que haya cambiado, todavía
huele como ese verano.
Me siento en la cama, me duele la espalda, manejé durante ocho horas ayer.
Me pregunto si estoy a la altura del trabajo que prometí hacer para Sawyer.
Moviéndome por la pequeña cabaña, me pongo mis jeans y una camiseta de
manga larga, me calzo las botas. Ahora tengo el pelo más largo y uso los dedos
para peinarlo hacia atrás, pegándome una gorra en la cabeza.
En Nashville, regresar parecía un sueño. En realidad, se siente como una
tontería.
¿Por qué pensé que ella todavía estaría esperando por mí después de lo que
hice?
Una ráfaga de aire frío me golpea afuera.
—Mierda. —Me regreso para agarrar mi chaqueta.
Cuando finalmente llego a la puerta de atrás, escucho sus voces. Me detengo,
mirando dentro antes de abrirla. Noel es lo primero que miran mis ojos.
Ella está usando unos pantalones de chándal color borgoña que cuelgan de su
pequeña cintura y sigue siendo tan hermosa. Una vez más, está estirándose
demasiado alto por encima de su cabeza por un plato y la camiseta blanca de
manga larga que lleva puesta se levanta, dándome un vistazo de su estómago. Mi
aliento se queda quieto al ver su piel oliva. Recuerdo haberle puesto la boca
encima. Recuerdo el día que cayó en mis brazos como un ángel del cielo.
Leon se detiene detrás de ella para bajar el tazón y un plato.
—Gracias. —Se gira hacia la estufa, su cabello en una coleta con los
extremos rozando sus hombros.
Una pequeña voz, supongo, es que la sobrina de Sawyer rompe la escena.
—Quiero patinar sobre hielo. ¿Tío Leon, me llevarás a patinar sobre hielo?
La voz de Leon es más profunda de lo que recuerdo.
—Me pregunto si ese viejo estanque en la propiedad de Hayes alguna vez se
congela.
—Si hace suficiente frío. —Sawyer está en la mesa mirando su teléfono—. El
estanque se congela, pero la corriente es más fuerte en el invierno.
—Me sorprende que no esté congelado durante todo el año. Mis nueces casi
se cayeron la última vez que entré allí.
—¡Quiero nueces, pecanas por favor! —La niña levanta la mano y yo me río.
—Estas nueces no se comen, bebé. —Noel golpea la parte posterior de la
cabeza de Leon y él se agacha para intentar esquivar el golpe.
—No me maltrates, mujer.
—Voy a ver si planean poner una pista de patinaje sobre hielo en el coliseo
de Shreveport. —La voz de Noel es un poco más baja, aún con esa leve
raspadura que la hace sonar tan sensual.
El recuerdo vuelve, ese día a la deriva a mi mente y mi estómago se tensa. Mi
corazón late en mi pecho cuando alcanzo la puerta. Esta es la mejor o la peor
decisión que he tomado.
—¿Taron? —Sawyer me ve primero—. ¿Cuándo llegaste?
Se levanta de su silla y rodea la mesa para saludarme.
—Tarde, después de medianoche. Gracias por tener la cabaña lista.
El sonido de algo rompiéndose me interrumpe.
—Oh, mierda… —Noel se pone en cuclillas al lado de la barra limpiando
huevos rotos por todo el piso. El cartón está encima de ellos.
—Mamá, dejaste caer todos los huevos y dijiste una mala palabra… —La
niña se para en su silla y pone la cabeza al nivel de mi pecho.
—Dove, quédate allí. —Noel no me mira, pero la niña sí.
—¡Hola! —Me sonríe.
Me vuelvo hacia ella y se me hace un nudo en la garganta.
Todo el aire parece ser sacado de la habitación mientras la miro, ella tiene
unos ojos aguamarina imposibles de no reconocer. Están bordeados de pestañas
gruesas y su cabello es rubio dorado, al igual que el de mi madre.
Extendiendo la mano, sostengo la pared, tratando de detener el ataque de
emoción. Esta niña, las palabras de Remi dan vueltas en mi cabeza. Debe tener
seis años.
Seis años…
Mis ojos vuelven a Noel, ella está de pie, con la caja de cartón en sus manos,
sus ojos ámbar abiertos de par en par.
—¿Ella es…? —Mi voz se rompe al terminar la frase.
Sus labios carnosos se separan como si fuera a hablar. En cambio, su barbilla
se inclina ligeramente en un movimiento de cabeza.
Doy un paso atrás, agarro la manija de la puerta y bajo los escalones.
Necesito recuperar el aliento. Necesito procesar esto.
Las imágenes de la noche en que ella vino a mí hace tantos años se estrellan
en mi cabeza. Estaba tan roto, tan jodido y drogado todo el tiempo. Oxy era lo
único que mantenía a raya el dolor, lo único que ahogaba los recuerdos de la
chica muerta.
Era un jodido adicto. Le escribí a Noel una carta probablemente incoherente
diciéndole que todo había terminado entre nosotros. No podía soportar la idea de
que ella me viera de esa manera, amándome cuando me había alejado tanto de lo
que quería ser para ella.
Aun así, ella apareció en mi puerta. Debería haber sabido que lo haría.
Un beso y todos los meses de añorarla, necesitarla, soñar con ella volvieron
rápidamente. No pude evitarlo. El dolor fue consumido por el deseo. Hicimos el
amor. ¿Una vez? ¿Dos veces? Su cuerpo era tan hermoso. Era la luz que brillaba
en toda esa oscuridad.
Parado en un árbol, extiendo la mano para sostener el tronco mientras las olas
de emoción me golpean en el estómago. ¿Una hija?
Trato de imaginar a Noel tan joven, tan hermosa cargando a mi bebé. Trato
de imaginar cómo debe haber sido para ella estar sola. Trato de imaginar un
mundo donde todo no se derrumbó.
La voz de Leon corta mi espiral.
—Te dije que te iba a tumbar los dientes.
Levantando la barbilla, veo que el niño que tanto me agradaba se ha
convertido en un hombre. Un hombre con ira ardiendo en sus ojos hacia mí por
debajo de una ceja baja.
—Leon —le digo.
—Te dije que, si lastimabas a mi hermana, te tumbaría los dientes y la
lastimaste. Mucho.
Me estremezco ante sus palabras, odiando lo que significan.
—No voy a pelear contigo, Leon.
—Sé que tienes movimientos especializados de la marina o lo que sea, pero
puedo defenderme.
Sí, pero lo que quiere no va a suceder.
—Lamento haberte decepcionado. Daría cualquier cosa por regresar y
cambiar el pasado.
—Nunca he visto a mi hermana así. No pensé que iba a salir de eso hasta que
llegó Dove. —La niña ... Mi hija—. No dejaré que la lastimes de nuevo.
—No la lastimaré de nuevo. —Mi voz es segura y mis ojos se encuentran con
los suyos.
—Tienes razón, porque no te lo voy a permitir.
Los hombros anchos estiran la sudadera que lleva puesta, y aunque no es tan
alto como yo, está claramente en buena forma. Él se lanza, golpeando mi costado
con su hombro, brazos alrededor de mi cintura. Apenas tengo tiempo de
prepararme para el golpe, un gruñido sale de mis pulmones mientras lo agarro.
El dolor brota de mi vieja herida, casi cegándome.
—Leon —grito, haciendo mi mejor esfuerzo.
—¡Ya basta! —La voz de Sawyer es fuerte a mi lado—. ¡Leon, suéltalo!
Agarra a su hermano por los brazos y lo aleja de mí.
—No te metas, Sawyer. Este gilipollas me las va a pagar.
—¡Dije que lo sueltes! —Sawyer se da vuelta, empujando a Leon en la
dirección opuesta a la mía—. Vuelve a la casa y cálmate.
Todos respiramos con dificultad y Leon le grita a su hermano—: ¿Vas a dejar
que regrese aquí después de lo que hizo?
Estoy sosteniendo mi costado, apoyando mi espalda contra el árbol, tratando
de respirar.
—No sabes toda la historia, Leon. —Sawyer se interpone entre nosotros,
bloqueando mi vista.
—Sé lo suficiente. Sé lo que le hizo a Noel.
—Hay más que eso. Mucho más. Cosas que espero que nunca tengas que
entender o experimentar. —El tono de Sawyer es serio, pero Leon hace un ruido
de disgusto antes de girar y pisotear colina abajo.
Bajando la cara, me froto la frente con los dedos.
—Él tiene razón. No debería haber vuelto.
—Hablaré con él. —Sawyer se acerca y me toma del brazo—. ¿Estás bien?
—Lo estaré.
—Tenías razón al venir aquí. Necesitas conocer a tu hija y ella necesita
conocer a su papá. —
—¿No quieres molerme a golpes tú también? —Sólo estoy bromeando, en
parte.
La furia que venía de Leon era poderosa, confirmando mis peores temores.
Todo lo que recuerdo de aquella noche con Noel es verdad. Estaba tan jodido. La
lastimé mucho.
—Los demonios con los que luchamos eran fuertes, casi demasiado. —
Nuestros ojos se encuentran y él me da un apretón en el hombro—. Pero fuiste
más duro que ellos. Los venciste y estás aquí.
—Perdí lo que más importa.
—Tal vez no.
Lentamente comenzamos a bajar la colina hacia la casa, el dolor en mi
espalda comienza a disminuir, pero me ha quedado una leve cojera.
—Daría cualquier cosa por que tengas razón.
Hace una pausa, mirando hacia el camino por delante.
—Todo el mundo merece una segunda oportunidad.
∞∞∞
Dove todavía está en la cocina cuando regreso a la casa. Está de pie en una
silla, inclinándose sobre la mesa con un ratón de peluche marrón con un vestido
verde a su lado. Por un minuto la veo tan concentrada en lo que está haciendo.
Su ceño está fruncido y su nariz se levanta al final. Esa cabecita llena de
cabello rubio. Ella es perfecta.
Me acerco y el piso cruje, se sienta en la silla y me mira fijamente por un
momento.
—Mi mamá dice que, si ves a alguien que necesita una sonrisa, deberías darle
una tuya. —Me sonríe y un pequeño hoyuelo aparece justo debajo de su boca,
como el de su madre.
Y así de rápido, me roba el corazón.
—¿Necesito una sonrisa?
—Creo que sí. —Todavía está sonriendo, mostrando sus dientes de leche—.
¿Cómo te llamas?
—Taron.
—Eso suena como mi nombre. —Se para en la silla y comienza a colorear
nuevamente—. ¿Te gusta colorear?
—Por supuesto. —Me siento a su lado, tomo el crayón azul y empiezo con el
abrigo de un ratón con gafas—. ¿Cómo te llamas?
—Tara Dove Noel LaGrange. —Lo dice como si estuviera leyendo un guion,
asintiendo con la barbilla al pronunciar cada palabra.
—Ese es un nombre bonito. Me gusta Tara.
—Es por mi papá. Mi mamá me dijo que es un príncipe guapísimo, dijo que
es por eso por lo que tengo los ojos azules cuando los de ella son marrones.
Un destello de emoción aprieta mi pecho.
—¿Dónde está tu mamá?
—Abajo en su nueva tienda. —Hace un gesto de disgusto, arrugando la nariz,
es adorable—. No es realmente nueva. Es muy vieja, pero mi mamá dice que
será lo mejor que haya visto cuando termine de arreglarla. Le dije que ya he
visto mucho.
—¿Ah sí? —Quiero reír. Quiero atraerla hacia mí y abrazarla. Quiero que
Noel esté aquí para poder sostenerlas a ambas en mis brazos. Es un sueño que no
merezco tener y me duele hasta los huesos.
—¿Eres un príncipe?
—No. Nunca he sido un príncipe. —A pesar de lo que su madre solía decir.
—Tengo muchas ganas de conocer a mi papá.
Mi estómago se contrae, no estoy seguro de qué hacer con esto. ¿Cómo le
decimos la verdad a esta hermosa niña?
La veo rellenando un tutú rosado en la página.
—¿Qué pasa si tu mamá estaba imaginándoselo y tu papá no es un príncipe?
—Claro que lo es. —asegura levantando las cejas.
Dejo el crayón azul y agarro uno café, comenzando el tronco de un árbol.
—¿Qué pasa si él es un hombre normal, como tú tío Sawyer?
Ella deja de colorear y hace un puchero con su boca tan bonita, pensando.
—¿Es un héroe? Mi mamá dice que el tío Sawyer es un héroe.
Mi sueño de ganar el amor de Noel, de ser lo suficientemente bueno como
para merecerla, impregna mi mente y me aprieta la garganta.
—Él quería ser un héroe, pero sucedieron cosas malas. Fue a un lugar
realmente oscuro.
—¿Como el príncipe Phillip?
—No lo conozco.
Sus ojos se ponen serios.
—Él estaba atrapado en un calabozo oscuro, pero Merryweather, el hada, lo
ayudó a escapar. Luego tuvo que cortar grandes arbustos espinosos y luchar
contra un dragón antes de poder llegar hasta donde estaba la Bella Durmiente y
salvarla del malvado hechizo.
—Eso es bastante denso. —Considero los aspectos metafóricos de su historia
y me imagino que puedo trabajar con esto—. Él tenía que hacer algo así, pero
eso no lo convierte en un príncipe.
Su cabeza se inclina hacia un lado.
—¿Es un buen hombre?
Dejo el crayón y acaricio su pequeña espalda mientras me levanto. Quiero
explicarle todo. Quiero decirle que a pesar de que nos acabamos de conocer,
cortaría espinos y pelearía con un dragón por ella. Quiero decirle que soy su
papá y que la amo.
—Está trabajando en mejorar.
Ella asiente, volviendo a su dibujo—: Creo que eso es suficiente.
Capítulo 23
Noel
Debería haber una alerta de tornado antes de que Taron Rhodes apareciera en
mi cocina.
Cualquier tipo de aviso hubiera servido.
En cambio, entró por la puerta como una versión sexy del fantasma del
pasado y mi corazón volvió a detenerse por él.
Y rompí todos los huevos.
Mi cara brilló caliente y fría, y por un momento, pensé que podría seguir a los
huevos al piso. No me desmayé. De alguna manera, me quedé de pie.
Luego echó un vistazo a nuestra hija, no hay necesidad de una prueba de
paternidad para saber de quién es Dove. Ella es una fotocopia de su padre desde
el día en que hizo su aparición en este mundo.
Cuando me miró de nuevo, la pregunta en sus ojos no era realmente una
pregunta. Respondí en silencio y su expresión… Al menos los dos nos quedamos
sin aliento.
Él salió tambaleándose por la puerta con mi hermano menor pisándole los
talones. Leon despegó como de una casa en llamas, pero Sawyer dudó,
mirándolos por la ventana.
—¿Sabías que él vendría? —Mis manos tiemblan, pero mantengo mi voz
firme.
—¿Quién es él? —Dove me estudia, pero logro sonreír.
—Él es un viejo amigo de tu tío Sawyer. —¿Cómo podría hablarle de su
papá, así como así?
Esa explicación la satisface, al menos temporalmente, así que vuelve a
colorear a Angelina Ballerina.
Regreso con mi hermano.
—¿No pensaste que esto era algo que deberías haberme dicho?
—Llegó antes de lo que esperaba. —Sawyer se levanta y va hacia la puerta
—. Será mejor que vaya a calmarlos.
Pongo un panecillo en un plato y vierto sémola de maíz en un tazón para
Dove.
—Toma, nena, desayuna que tengo que ir a trabajar en mi tienda.
—¿No vas a desayunar? —Su ceño se frunce.
—Comeré algo más tarde. Te quedas aquí en la casa.
Agarro algunos alimentos del refrigerador y me voy, necesitando alejarme
para decidir qué hacer al respecto.
Más de una hora después he barrido el suelo, las paredes, la repisa sobre la
pequeña chimenea. Hay telarañas por todas partes, es casi simbólico.
Barro y barro y barro. Mis entrañas tiemblan y se sienten como hechas de
vidrio. Pensé que ya había superado esto, pero las lágrimas corren por mis
mejillas y me cubren la cara con agua salada. Uso mi manga de la blusa para
limpiarlas. Como resultado, probablemente tengo suciedad en toda la cara.
Akela está aquí conmigo, sentada en la puerta y observando cada uno de mis
movimientos.
Casi esperaba que corriera tras él. Ella siempre quiso mucho a Taron, pero
no, mi fiel perra permanece a mi lado, haciendo guardia como siempre.
—Por supuesto que él simplemente aparecería sin una palabra o una
advertencia. —Mi voz tiembla mientras hablo. No sé si es por lo vigorosamente
que estoy limpiando o por lo fuerte que estoy temblando en mi interior... o
ambas—. ¿Qué crees que ha venido a buscar?
La cabeza de Akela se inclina hacia un lado y me pregunto qué diría.
Mi escoba golpea algo ruidoso y metálico. Otra rata muerta en una trampa.
Miro el cadáver marrón y flácido.
—Conozco el sentimiento, amigo.
Usando la escoba, lo saco por la puerta trasera hacia la pequeña pila en la
hierba. Akela observa, sin acercarse a la fosa común en donde he enterrado los
ratones. Debería comprar un gato.
Con un escalofrío, regreso a donde me esperan un cubo de madera con jabón
y un trapeador, esponjas, lijadoras y rodilleras. Planeo pasar todo el día
limpiando este lugar de arriba a abajo.
Me estoy poniendo las rodilleras cuando el golpe hueco de las botas en los
pisos de madera me llama la atención. Sawyer entra frunciendo el ceño.
—¿Qué demonios, Noel?
Su tono me sorprende. Me enderezo, poniendo mis manos en mis caderas.
—Eso es lo que yo te digo, ¿qué demonios?
—Pensé que él sabía sobre Dove.
Mis hombros caen.
—¿Me estás tomando el pelo, eso es lo que te preocupa?
—Dijiste que le avisaste.
—Dije que iba a hacerlo.
—¿Entonces qué pasó?
Exhalo un aliento frustrado.
—¿La vida? Actúas como si estuviera sentada intencionalmente sin decírselo.
Tuve que abandonar la escuela por su culpa… Luego llegó Dove y tuve que
cuidarla. Luego tuve que volver a la escuela para poder mantenerla y todo el
tiempo mi tienda estuvo teniendo muchas ventas. Tenía que preparar todos los
pedidos, sabes que sigue siendo un desafío.
Él sacude su cabeza oscura.
—Si ese fuera yo…
—¡Si fuera yo, le habría dicho a mi hermana que el padre de su hija estaba a
punto de aparecer!
—Estaba a punto de decírtelo anoche. Te lo dije, llegó antes de lo que
esperaba. De todos modos, pensé que estabas en contacto con él.
—No he hablado con él desde… —Sacudiendo mi cabeza, lucho contra la
niebla que llena mis ojos nuevamente—. Él me sacó de su vida, Sawyer. Me dijo
que me fuera y que nunca volviera. Sus palabras exactas fueron “Encuentra a
alguien más”.
—Él estaba pasándola muy mal. Tú de todas las personas debería haber visto
eso.
—No. —No dejaré que me haga sentir culpable—. Fui a verlo. Habría hecho
cualquier cosa para ayudarlo. Le supliqué y él me echó. Olvida eso. No me echó,
me gritó en la cara que me fuera.
La mandíbula de mi hermano se aprieta. Veo que el músculo se mueve hacia
adelante y hacia atrás y con la misma rapidez, sus hombros caen. Sus ojos se
encuentran con los míos y cierra el espacio entre nosotros, empujándome en un
fuerte abrazo. Me toma medio segundo relajarme y envolver mis brazos
alrededor de su cintura, abrazándolo.
—Lo siento, hermana. —Escucharlo decir eso me hace temblar—. Sé por lo
que pasaste. También sé por lo que él pasó, por lo que todos pasamos. Necesitas
ser fuerte y lidiar con tu pasado. Por Dove.
Nos abrazamos unos segundos más antes de separarnos. Se aclara la garganta
y me paso la manga sobre los ojos húmedos otra vez.
Este hombre nunca se apartó de mi lado mientras yo lloraba, luego dio un
paso al frente para ayudarme a criar a mi hija. Nunca me ha decepcionado.
—Entonces, sobre esas ratas… —señalo la puerta de atrás.
—¿Dónde están?
∞∞∞
Es tarde cuando finalmente decido terminar con el día.
Solo me tomé un descanso para comer el almuerzo que había agarrado al salir
por la puerta y les envié un mensaje de texto a los muchachos.
Dove corrió la colina un par de veces con Akela para verme en mis manos y
rodillas fregando el piso “como Cenicienta con las burbujas que cantan”,
palabras textuales.
Fingió barrer mientras bailaba con la escoba con su versión del tema de
apertura de Angelina Ballerina, y cuando se aburrió, Akela corrió con ella de
regreso hacia la casa.
Sawyer había sacado todos los roedores muertos antes de que mi pequeña
princesa tuviera la oportunidad de verlos. Luego, cuando finalmente se hizo
demasiado oscuro para ver, arrastré mi cuerpo exhausto un cuarto de milla hacia
la casa, cansada de un día completo de limpieza.
Un día completo para evitar el elefante en el huerto.
El cobertizo se ve bastante bien, lo que hace una buena limpieza. Los pisos
son de un bonito pino amarillo con líneas oscuras. Las paredes necesitan una
capa de pintura y esa enorme caja necesita ser clasificada. Parece ser
principalmente cartas viejas y cosas familiares, necesito llevárselo a la señorita
Jessica.
Dove está acurrucada en mi cama con Alice, el ratón, cuando salgo de la
ducha. Mi cabello está húmedo y envuelto en una toalla, estoy usando pantalones
de chándal y una camiseta que se cae de un hombro.
Yendo a donde ella duerme, paso mi dedo por su manita enroscada en un
puño en su mejilla. La acusación de Sawyer esta mañana pesa en mi pecho.
¿Por qué no se lo dije?
¿Cómo se lo digo ahora?
Un día de trabajo nada ha hecho por aclararme la cabeza. Todavía no tengo
idea de qué hacer con esto, el hombre o el regalo perfecto que nos han dado.
Una cosa sé con certeza, no volveré a enamorarme de Taron Rhodes.
No dejaré que me destruya como casi lo hizo…
Estoy frotando la toalla en mi cabello cuando un golpecito en mi ventana me
hace saltar. Akela levanta la cabeza de sus patas, donde está acostada a los pies
de Dove, y cuando lo ve, hasta parece sonreír.
Mi tonto corazón intenta latir más rápido, el mismo corazón que él arrancó de
mi pecho.
Deja de ser sádico, corazón. Casi acaba contigo la última vez, ¿recuerdas?
Enterré esos sentimientos y pavimenté un camino encima de ellos, pero
claramente tenían raíces de árboles, tan profundas que nunca pude deshacerme
de todas. Sus ojos aguamarina buscan los míos a través del cristal y todo dentro
de mí se calienta. Viejos sentimientos rompen mis defensas como pequeños
árboles rompiendo el concreto.
Voy lentamente a donde él espera, levantando la ventana para que pueda
mover las piernas hacia la habitación. Casi espero que me atrape por la cintura y
me atraiga hacia él, cubra mi boca con la suya y me bese sin sentido.
—Hola. —Su voz es baja, cálida, sexy. Su cabello es más largo, un mechón
ha caído sobre un ojo, desafiándome a pasar los dedos por él. Cruzando los
brazos sobre el pecho, me siento muy expuesta con mis pantalones de chándal,
recién salida de la ducha, con el cabello mojado.
—Perdón por molestarte. Pensé que necesitábamos hablar.
—Está bien. —Soy cautelosa, precavida. Puede que todavía tenga el poder de
sacudirme, pero dejé de ser impulsiva hace mucho tiempo—. ¿De qué quieres
hablar?
—¿Tengo que decirlo? —Su sonrisa sexy ilumina sus ojos hipnóticos y mi
estómago se tensa. Sus ojos nunca cambian, incluso si él lo hizo.
Cuando fui a Nashville, estaba delgado, débil y herido. Estaba atormentado y
la oscuridad se cernía a su alrededor como una nube.
Ya no es así.
Ahora es su viejo yo otra vez, pero mejorado. Sus antebrazos están más
gruesos y sus hombros estiran su camisa. Estoy segura de que debajo de su ropa
es el mismo físicamente, y puedo decir por dentro que es más confiado, más
relajado, más seguro que nunca.
—Escuché que ganaste mucho dinero en Nashville. —¿Ser rico es la
diferencia?
Él mira hacia abajo, casi como si estuviera avergonzado.
—Patton tuvo esta idea para la compañía de su padre. Quería convertirlo en el
Airbnb de bienes raíces comerciales. En realidad, fue bastante brillante.
—Supongo que es por eso por lo que nunca volví a tener noticias tuyas. —Sí,
un ataque directo, eso es lo que sale de mi boca.
Se rasca el costado de la barba con el pulgar, me pregunto si sabe lo
jodidamente sexy que es, especialmente cuando me mira de esa manera.
—No confiaba en mí mismo contigo.
Mis ojos se entrecierran. Lo que sea que eso signifique.
Se pone de pie, dando un paso en mi habitación, observo su estatura, su
cuerpo musculoso y saludable, que llena completamente mi espacio.
—Tenemos una hija.
Esa vieja energía magnética entre nosotros está en sus ojos cuando me mira,
la siento en mi núcleo, en mis pezones endurecidos. Incluso si trato de pelear, mi
cuerpo recuerda todo.
Su voz es tierna cuando se acerca para ver a Dove durmiendo en mi cama.
—Ella es tan bonita.
—Ella se parece a su papá.
Se estremece y luego sus ojos buscan los míos.
—¿Por qué no me lo dijiste?
Mi corazón late más rápido, hago todo lo posible para luchar contra mis
lágrimas, para reunir la fuerza que siempre me ha robado tan fácilmente.
—No voy a discutir contigo sobre eso.
—Tenía derecho a saberlo.
—Y te iba a decir… —Mis manos tiemblan, todas las emociones con las que
luché hace tanto tiempo están en la superficie, como si nunca se hubieran ido—.
Empecé una carta cien veces diferentes... Supongo que no sabía qué decir
después de lo que sucedió.
Después de que me gritaste y me echaste.
—Podrías haberme llamado.
—No. —Le digo llena de rencor—. No después de la forma en que lo dejaste.
Yendo a mi armario, me estiro para alcanzar el estante más alto, donde hay
una caja en la parte de atrás. Una caja que contiene una carta deseándome feliz
cumpleaños, una calaca de madera, una funda de almohada con la que dormí
todas las noches y una caja con un anillo turquesa que prometí que nunca me
quitaría.
Moviendo estos recuerdos a un lado, busco las hojas de papel arrugadas.
Ni siquiera las leo.
No tengo que hacerlo.
Saliendo del armario, regreso a donde está parado y empujo las hojas contra
su pecho.
—Ten.
Las lágrimas amenazan, pero no lloraré delante de él.
—No estaba tratando de esconderte nada, realmente no sabía qué decir. No
quería que pensaras que estaba tratando de echarte la soga al cuello con un bebé.
Sus grandes manos se cierran sobre las mías, quitándome los papeles.
—Eso no es lo que quise decir. —Su voz es tranquila—. Nunca hubiera
pensado eso.
—¿Ah sí?
—Mi papá nunca estuvo allí cuando yo era niño. No estoy seguro de si él
sabía que yo existía, no le haría eso a ningún hijo mío.
Dolor como fragmentos de vidrio cortan a través de mis entrañas. Levanto
mis ojos llorosos hacia los suyos y le digo la verdad.
—Me hiciste daño, Taron. Me lastimaste más de lo que me han lastimado en
mi vida... Me hiciste dejar de creer en el amor, casi me haces dejar de creer en
algo que es importante para mí. —Una inhalación entrecortada me ayuda a
terminar—. Entonces ella nació. Ella me trajo de vuelta, ella me dio esperanza.
Ella me dio paz. Es por eso por lo que la llamé Dove, porque es mi pequeña
paloma.
—Noel, yo…
—¿Mamá? —La voz somnolienta de nuestra hija nos hace dar un paso atrás.
Ella levanta su pequeña barbilla y su puño se cierra, buscándome sobre la
cama donde yo debería estar acostada a su lado.
—¿Mamá, qué está pasando?
Taron me mira como si no estuviera seguro de qué hacer.
—Vete —le digo antes de subir a la cama y deslizarme a su lado.
La acerco a mi pecho cuando lo escucho en silencio escaparse de mi ventana.
Metiendo su cabeza bajo mi barbilla, la beso, protegiendo su cuerpo con el mío
mientras dejo que las lágrimas caigan silenciosamente por mis mejillas.
Me digo que no volveré a hacer esto. Me recuerdo lo lejos que he llegado.
No lo necesito para ser feliz. Ya no le pertenezco.
Esta vez requiere más esfuerzo, pero calmo mi respiración.
Lo pongo a un lado una vez más, lo pongo de nuevo en la caja a la que
pertenece y me quedo dormida.
Capítulo 24
Taron
Sentado en el suelo, de espaldas a la cama doble, leo y releo las palabras que
ella había escrito, borrado, reescrito, tachado.
Nunca enviado.
Cada palabra retuerce un cuchillo de dolor más profundo en mis entrañas.
Querido Taron
Debería haberte dicho esto hace mucho tiempo…
Querido Taron
¿Hay un tiempo para el perdón?
Si lo hay, no creo que haya llegado a ese punto…
Querido Taron
Todavía te amo…
Había incluido una foto de las colinas cubiertas de árboles con el sol
poniéndose, me di cuenta de que él sí las había visto. Esa mañana habíamos
conducido juntos, me preguntaba si alguna vez había mirado la belleza que lo
rodeaba. Tal vez no lo hizo entonces, pero lo hace ahora.
Entonces supe que este era el único lugar donde encontraría lo que
necesitaba. Decidí que, si podía limpiarme, volvería aquí. Si pudiera permanecer
limpio el tiempo suficiente para saber que no la lastimaría nuevamente,
intentaría una vez más merecerla.
Rastrearla en internet se convirtió en una obsesión. Sus productos se
agotaban en su sitio web, y esperaba a que anunciara un reabastecimiento, la
imaginé trabajando, preguntándome si estaba en su habitación o en la cocina.
Cerrando los ojos por la noche, veía a Akela a los pies de la cama. Veía a
Noel sentada en el suelo frente a la computadora portátil mirando un video
instructivo o tomando notas. Algunas noches, si tuviera suerte, la sentiría en mis
brazos.
Fue la batalla más dura que jamás haya peleado. Físicamente, pensé que me
estaba muriendo. Mentalmente, no creía que tendría éxito.
Ahora, al ver su escritura a mano en estas hojas de papel, me pregunto si
habrían marcado la diferencia. Me pregunto si saber que todavía me amaba, que
podría perdonarme, lo habría hecho más difícil o más fácil.
Me pregunto qué habría hecho yo si hubiera sabido sobre Dove…
Tumbado de espaldas en la cama, sé que no puedo reescribir el pasado. Solo
puedo comenzar donde estoy e intentar mejorar el futuro.
Estoy aquí ahora. Estoy en este lugar y tengo que intentarlo.
∞∞∞
Antes de que suene la alarma, ya estoy fuera de la cama, poniéndome los
jeans, metiendo los pies en las botas y deslizando la camiseta sobre mi cabeza.
Le doy a mis dientes una cepillada rápida. No es tan fresca esta mañana, pero
viene el día de acción de gracias, luego la navidad... el cumpleaños de Noel.
Akela me saluda a mitad de camino, levantando sus patas delanteras y dando
un salto feliz. Le rasco rápido la cabeza antes de detenerme en los escalones de
atrás.
Ver a Noel por la puerta antes de que ella se dé cuenta de que estoy aquí
siempre ha sido mi parte favorita de la mañana. Lleva pantalones de chándal
color gris y una camiseta de manga larga, su bonito cabello oscuro cuelga en
ondas por la espalda.
Nuestro pequeño duendecillo se sienta en el mostrador a su lado.
—¿Por qué no te gustan los concursos, mamá? —Dove frunce el ceño,
pareciendo muy concentrada en revolver lo que sea que esté en el recipiente que
sostiene.
—No es que no me gusten. La cosa es que creo que son tontos. —Mis ojos se
sienten atraídos por el lindo y pequeño trasero de Noel mientras se inclina hacia
adelante en el refrigerador, de pie con un cartón de huevos en la mano. Espero
hasta que los deje esta vez, sintiendo una sonrisa mientras recuerdo lo que pasó
la última vez que me vio.
—Es como pegar una cinta azul en uno de esos cerdos en la feria estatal. —
Ella termina, rompiendo los huevos uno tras otro en un tazón.
—No soy un cerdo —protesta Dove arrugando la nariz.
—No, no lo eres. —Su madre le da un golpecito en la nariz—. Eres mi
palomita, ahora dame esa masa. Ya lo has revuelto lo suficiente.
Se mueve sobre el mostrador, dándome la espalda.
—Pero quiero ser la princesa del festival del durazno.
Parece seguro, así que abro la puerta.
—Buenos días, señoritas.
Los ojos de Noel vuelan hacia los míos, ella parpadea rápidamente,
volviéndose hacia la estufa.
—Buenos días.
—¿Necesitas ayuda? —Mi voz es tranquila y entro lentamente, como si me
estuviera acercando a un animal herido.
—¡Taron! —Dove se desliza para mirarme y veo que Noel frunce la boca. Le
dije a Dove que me llamara Taron porque todavía no sabía qué hacer—. Mi
mamá dice que los concursos son como poner cintas a los cerdos, pero yo quiero
ser la princesa del festival del durazno. ¿Qué te parece?
Ella parpadea esos brillantes ojos hacia mí expectante, dejándome
hipnotizado.
—Ah bueno. Eres muy bonita. —Eso la hace sonreír—. ¿Qué vas a hacer
para la prueba de talento?
Supongo que tienen prueba de talento. ¿No todos los concursos la tienen?
—Bailar como Angelina Ballerina. —Ella menea su cabecita como señalando
lo obvio—. ¿Has visto el programa de Angelina Ballerina?
—No, lo cierto es que no.
—Ven. —Levanta el ratón de peluche marrón que yace en la barra a su lado y
se desliza entre mis brazos. Sentada en mi cadera, señala la sala—. Podemos ver
dónde sale el señor Operatski mientras mi mamá nos prepara el desayuno.
La abrazo. Realmente me gusta tenerla tan cómoda en mis brazos, pero me
pregunto en qué me he metido con este concurso.
Noel me salva.
—Dove, Taron necesita ayudarme con los pastelillos de maíz. Puedes ver a
Angelina mientras hablamos.
Sus pequeños hombros caen, pero ella se mueve fuera de mis brazos.
—Está bien —resopla, atravesando la puerta y entrando en la sala.
Escucho el sonido de arpas y flautas, observo por un segundo mientras ella
balancea sus brazos de lado a lado y gira, moviendo su pierna detrás de ella.
—¿Angelina Ballerina? —Me acerco a donde Noel coloca la masa en la
sartén caliente.
—Es una caricatura, un ratón que baila. —Me pasa el cuenco y da un paso
atrás, poniendo su mano en su cadera—. ¿Por qué te dice Taron?
—No sabía qué decirle. No la iba hacer que me dijera señor y pensé que
probablemente era demasiado pronto para que ella me llamara…
—Es demasiado pronto. —La voz de Noel me corta, pero parece más
protectora que enojada.
Observo la masa freírse en la sartén mientras pienso en lo que quiero decir.
Pienso en lo que hablamos en la noche y en cómo estar junto a ella en este
momento, preparando el desayuno como solíamos despierta un anhelo tan
profundo, que tengo que pelear ese instinto que me llama a tirar de ella contra mi
pecho.
Quiero a mi familia.
—Te seguí mientras yo estaba en Nashville. —La miro sonriendo—. Tu
negocio realmente despegó.
—¿Entonces eres un acosador? —Esos ojos dorados me miran y me encojo
de hombros, volteando los cuatro pasteles rápidamente.
—¿Alguna vez me buscaste en internet?
—No —responde rápido, luego agrega en voz baja—. No me atreví.
Otra punzada de dolor. Doy un momento más largo a los cuatro pasteles antes
de sacarlos en un plato. Poniendo el tazón a un lado, la enfrento directamente.
—No quiero lastimarte, Noel.
—Me dijiste eso y lo hiciste.
—Yo tampoco quiero pelear contigo. Esa no es la razón por la que regrese.
Vierte la mezcla de huevo revuelto en la sartén grande y cuando comienza a
burbujear, me mira.
—¿Por qué volviste?
Por ti... Sawyer y Leon nos interrumpen entrando en la habitación.
—Huele bien aquí. —Sawyer se acerca para tomar mi mano antes de ir a la
mesa.
Leon ni siquiera me mira. Toma cinco platos y va a la mesa, colocando uno
en su lugar.
Ambos visten blazers y pantalones caqui.
—¿Cuál es la ocasión? —Me acerco a donde Sawyer está sirviendo café de
una jarra.
—Vamos a la iglesia. —Noel pasa junto a mí, pone el tazón de huevos y el
plato de pastelillos de maíz sobre la mesa—. Dove, ven a desayunar.
¿Iglesia? Al leer mi rostro, Sawyer responde a mi pregunta silenciosa.
—Hemos estado yendo más regularmente desde que nació Dove.
—Dove, desayuno. —Noel abre un cajón y saca tenedores y cuchillos y luego
me mira—. No tienes que ir.
—No, claro que quiero ir, es que… —Miro los jeans y la camiseta de manga
larga que llevo puesta—. Necesito cambiarme de ropa.
∞∞∞
∞∞∞
La señorita Jessica lleva una bata cubierta de pavos cuando llego al
ancianato. La felicidad pura ilumina sus ojos mientras saca cada producto de su
bolsa de regalo.
—Oh, esta es mi crema para los ojos favorita. —Ella le da vuelta en su mano,
examinando la etiqueta. Le ayudo a quitarle la tapa y ella lo olisquea—. Me
encanta este aroma.
Va por la exclusiva crema para pies que hago sólo para ella y para mí, una
vela de canela y durazno, bálsamo labial y mi loción corporal perfumada, que
nuevamente, hago nada más para nosotras.
—Dove está tan triste que no pudo estar aquí para ayudar a repartir los
regalos, pero es una de las peregrinas en la obra escolar.
—Estoy segura de que está haciendo un papel increíble.
—En realidad, no hace mucho, se baja del barco en Plymouth Rock y creo
que ella lleva una biblia y unas ramas de maíz. —La señorita Jessica se ríe y le
paso los brazos por los delgados hombros—. Estoy tan agradecida de haberla
conocido esa navidad.
—Estoy agradecida por ti y Dove. Me mantienen joven. —Ella es muy feliz.
Es difícil creer que ahora tiene ochenta y seis—. ¿Y cómo van las cosas con
Taron? Te digo que es un joven muy guapo, cada vez que lo veo en la iglesia,
tengo que abanicarme.
Mis labios se aprietan. Quiero evitar este tema, pero ella lo lee en mi cara.
—Parece que se está esforzando mucho.
—Está haciendo un gran esfuerzo. —Asiento, sosteniendo su mano pecosa—.
Tengo mucho miedo. Él fue mi primer amor. Lo amaba sin restricciones, sin
importarme nada más y casi me mata.
Su rostro se pone serio y parpadea ante nuestras manos juntas.
—Lo se cariño. Lo recuerdo.
—Sé que se supone que debemos perdonar a las personas. ¿Pero cómo puedo
olvidar eso?
Asiente antes de responder—: Sólo el tiempo puede responder esa pregunta.
Sé qué harás lo correcto. Siempre lo haces.
La gratitud me abruma y nuevamente, la abrazo. Por un momento nos
sentamos en un abrazo silencioso.
—La tienda está quedando muy linda. Pinté las paredes de un tono durazno
claro con ribetes verdes. Los pisos son de un pino muy bonito y estoy instalando
estantes y cajas…
—Oh, desearía poder verlo. —Su voz tiene tanto anhelo, sé que podemos
hacerlo.
—Hablaré con Mindy para que nos ayude. Si puede ir a la iglesia, no creo
que haya problema en venir a ver su antigua propiedad.
—Mi agenda está despejada. —Ella está bromeando, pero me hace recordar.
—Encontré una caja de papeles viejos, cartas y cosas. Necesito traerlo para
que las revise.
Ella sacude la cabeza.
—No tenía nada de valor en ese viejo cobertizo. Estoy segura de que son
recibos antiguos y libros de contabilidad.
—Aun así, probablemente los revise de todos modos para estar segura. —Le
doy un último abrazo—. Me tengo que ir a la escuela, pero en cuanto haya
organizado todo le aviso. Quizás Taron pueda ayudarnos.
Estoy a punto de irme cuando su agarre en mi mano se tensa.
—Recuerda que son las noches más oscuras las que producen las estrellas
más brillantes. Si te está mostrando sus verdaderas intenciones, créele.
—¿Cómo sé cuáles son los verdaderos?
—Lo sabrás.
Capítulo 26
Taron
Estoy seguro de que todos los padres se sienten así, pero ver a mi hija bajarse
en Plymouth Rock con el resto de los peregrinos de primero de primaria hace
que me sienta orgulloso de haber nacido en esta tierra.
Un niño pequeño dice sus líneas sobre el establecimiento de un nuevo país
donde todos los hombres pueden ser libres, pero toda mi atención está centrada
en la pequeña peregrina rubia en la parte de atrás.
Entonan una canción y cuando todo termina, toda la sala estalla en vítores.
Silbo fuerte y Noel tira de mi brazo.
—¿Qué? —La miro y ella solo sacude su bonita cabeza.
La señorita Moody se acerca al micrófono cuando los niños salen del
escenario.
—Gracias por venir. Los niños se dirigen a sus aulas para terminar de
preparar el almuerzo que vamos a ofrecerles.
Comenzamos a movernos hacia las puertas, pero ella no ha terminado.
—Antes de dispersarse, me gustaría agradecer especialmente al señor Taron
Rhodes, el padre de Dove, por su generosa contribución a la campaña de mejora
del patio de recreo. Su donación de diez mil dólares no sólo excede nuestra meta,
sino que nos permitirá conseguir lo último en seguridad e incluir las mejoras
para necesidades especiales que habíamos planeado. El señor Rhodes es
realmente un activo para la primaria Harristown y estamos muy agradecidos por
su generosidad.
La sala está en silencio una fracción de segundo y luego estalla en aplausos.
Los padres se dirigen a donde estoy parado para estrecharme la mano y decir
gracias.
Noel da un paso atrás, pero sus cejas se levantan y sus labios se separan.
—¿Qué hiciste?
Acercándome a ella, puse mi brazo sobre sus hombros.
—Hablé con el director la semana pasada. Patton me envió un correo
electrónico con nuestras cifras anuales. Quiero que Dove pueda jugar segura con
sus amigos.
Nos dirigimos hacia la puerta cuando veo los ojos entrecerrados de Digger.
Se da vuelta rápidamente y desaparece entre la multitud y contengo una gran
carcajada.
En tu cara, Hayes.
Noel por supuesto se ha dado cuenta.
—¿La seguridad de Dove es tu principal preocupación?
—Siempre. —Mi pecho se hincha de satisfacción y pongo la mano en su
cintura, acercándome para hablarle al oído—. Y la sobrinita de Digger puede
meterse la rabia en el gorro ese que usa y hacer lo que quiera.
—Taron, si sólo son unas niñas.
Nuestros ojos se encuentran, sus labios se presionan, luchando contra una
risa. No funciona. Intercambiamos un pequeño “choca esos cinco” antes de ir al
gimnasio a almorzar.
Mindy se encuentra con nosotros en la puerta.
—Ese es un regalo, lame botas. —Tiene un brillo en los ojos y empuja un
mechón de cabello castaño rizado detrás de la oreja—. No sabía que te
importaba tanto el área de juegos.
—Los niños juegan y no tienen cuidado, es bueno que estén a salvo.
—Bueno, creo que es genial. Feliz navidad para todos nosotros. —Ella me
empuja con el codo—. Y si eso la ayuda a ganar el certamen de la princesa del
festival, tienes mi voto.
—No tengo ni idea de qué hablas. ¿Tiene algo que ver?
Ella sonríe y entrecierra sus ojos verdes antes de ayudar a su sobrina que está
sentada al lado de Dove. Noel se pone en cuclillas junto a nuestra hija y Boo está
haciendo que su plátano con un sombrero de peregrino y ojos saltones hable.
Todo el mundo está muy animado, pero Dove está callada.
Su codo está apoyado sobre la mesa y empuja su pavo con un palito de
pretzel.
Mi satisfacción se convierte en preocupación, pero Noel no parece darse
cuenta. Ella está conversando con Mindy, mientras me quedo con el resto de los
padres, observando desde el perímetro.
Digger está de pie detrás de la silla de su sobrina sin sonreír, e incluso Darcy
está sacudiendo sus cubitos de queso en su plato con la uña y estudiando a mi
hija al otro lado de la mesa.
Cuando los niños terminan de comer, salen del salón y corren un rato por el
viejo patio de recreo. Noel ayuda a las madres a limpiar y empacar las sobras,
ella le da a la señorita Moody un regalito.
De pie junto a la cerca, estoy viendo a Dove sentarse en la parte superior del
resbaladero cuando Digger se acerca a mi lado.
—Bien jugado, Rhodes. Supongo que crees que me ganaste.
—No sé de qué estás hablando. Tuve un buen año y quiero que los niños
estén seguros.
—Todos nos preocupamos. —Él sonríe sin sinceridad—. ¿Intentarás comprar
a Noel mientras llenas de billetes los bolsillos de la gente del pueblo?
Mi pecho arde de rabia, doy un paso más cerca.
—¿Todavía andas detrás de mí chica, Hayes, cuándo se te va a meter en la
cabeza que ella es mía?
—No veo un anillo y claramente puedes pagar uno. Quizás Noel finalmente
ha recuperado la cordura y te ha visto por lo que eres. El dinero no cambiará eso.
—Deberías saberlo mejor que nadie.
—Conozco a algunas personas mejor que nadie.
Mi puño se aprieta, pero la voz de Noel corta la tensión.
—¿Todo bien por aquí?
Su mano suave cubre mi puño y la miro. El suéter rojo que lleva puesto hace
que sus mejillas brillen y se ha puesto un labial rojo que le queda muy bien. Es
tan hermosa y este gilipollas de Digger me ha colmado la paciencia.
He estado trabajando mucho para demostrarle a ella que he cambiado, pero
ninguna cantidad de dinero puede compensar el daño que le causé. Tendrá que
decidir si alguna vez me va a perdonar y, hasta ahora, no ha sucedido.
—Todo bien, estábamos charlando un rato. Feliz día de acción de gracias,
Noel.
Sus ojos se deslizan entre él y yo, pero acepta la explicación de Digger.
—Feliz día de acción de gracias.
—¿Listo para regresar? —Ella me mira y no sé si es lo que dijo Digger o son
ideas mías, pero algo parece diferente.
Mindy lleva a las chicas a la camioneta y Dove sube en silencio. Noel le da
un abrazo a su amiga y ella nos invita a todos a cenar en su casa. En el camino
de regreso a la casa vamos en silencio. Dove se queda dormida en su silla de
seguridad y la llevo arriba a la habitación que nunca usa, metiéndola debajo de la
manta rosa de bailarinas.
Noel se apoya en la barra, lee un libro grueso, sus manos alrededor de una
taza de café cuando vuelvo a entrar en la cocina.
—¿Te parece que ella está bien?
Sus ojos parpadean por lo que veo es un libro de recetas.
—¿Por qué?
—Siempre está hablando de algo, nunca la había visto tan callada…
—¿Tendrá fiebre? —Noel baja su taza y se dirige a la puerta.
Estoy justo detrás de ella sintiéndome tonto. ¿Por qué no pensé en eso?
Noel va directamente a su cama y pone su mano en la frente de nuestra
pequeña niña, bajando hasta su cuello. Luego se inclina y pone sus labios sobre
su cabeza. Dove exhala un suspiro y se da la vuelta, aún dormida.
—Yo creo que está bien, probablemente es sólo cansancio. —Estamos de
vuelta en el pasillo, Noel deja la puerta entreabierta—. Estuviste realmente bien
hoy, lo de la donación fue… inesperado.
Caminamos lentamente por el corto pasillo y luego bajamos las escaleras.
Cada vez que pienso en ella y Dove el orgullo hincha mi pecho. Joder, Digger.
Estas chicas son mías. Sólo tengo que mostrarles que he vuelto para quedarme.
—Me pareció que era buen lugar para comenzar, puedo hacer más para
ayudar.
Al pie de las escaleras se detiene y me sonríe. Doy el último paso, lo que me
pone justo en frente de ella. Su bonita cabeza está al nivel de mi pecho, quiero
acercarla a mí. Quiero enterrar mi cara en su cabello y besar su cuello. Ella
todavía usa la loción perfumada que hicimos.
—¿Cómo qué? —Su voz es suave, sus ojos fijos en los míos.
Es lo más parecido a una invitación que he recibido desde que regresé, me
inclino acercándome más, ella no se aleja.
—Me gustaría besarte.
Esos ojos dorados miran a mi boca por un momento y su lengua se desliza
para tocar su labio inferior. El calor sube por debajo de mi cinturón, deslizo mis
manos por sus brazos, listo para atraerla hacia mí. Mi garganta está apretada y
rápidamente me doy cuenta de que Dove está dormida, no hay nadie más en
casa, estamos solos.
Todavía puedo saborear el calor de su boca.
Quiero probarla por todas partes.
Exhala un ruido suave, un sí, un fuerte golpe en la puerta la hace saltar.
Nos separamos por completo cuando se abre la puerta de la cocina.
—¿Noel, estás por aquí?
—Deacon. —Sacude la cabeza—. Le pedí que viniera y le echara un ojo a
mis cuentas.
Ella se apresura a la cocina y yo me dejo caer hacia adelante, apoyando mi
frente contra la pared y deslizando mi mano sobre el bulto por la parte delantera
de mis jeans. Estuve tan cerca…
Noel pasa la tarde discutiendo finanzas con Deacon, estoy impresionado por
sus números. Me doy cuenta de que Noel no necesita quedarse en esta casa con
sus hermanos. Ella está aquí porque quiere estar, porque son su familia.
Mi chica es una empresaria increíblemente exitosa y el saberlo me
enorgullece. No necesita que la salve a ella ni a Dove, pero joder si eso no hace
que quiera estar a su altura con más fuerza, quiero estar con ella y con mi hija.
Recuerdo lo que Leon dijo hace mucho tiempo acerca de que tengo que ir en
serio con ella, ese chico no me ha perdonado, ni porque Sawyer tuvo una
conversación con él, pero lo máximo que recibo es un saludo rápido. Todavía me
mira como un halcón o me ignora por completo, como durante toda la cena.
Mi pequeña ratoncita permanece inusualmente seria durante la comida. Su
madre dice que no está enferma, pero a la hora del cuento, estoy listo para llegar
al fondo de lo que está sucediendo.
Ella se sienta a mi lado en el sofá en lugar de subirse a mi regazo, sostengo el
libro un segundo antes de girar para mirarla.
—¿Está todo bien?
Ella tiene la mirada fija en sus manos, pero asiente en respuesta.
No soy psicólogo infantil y sólo conozco a Dove hace unas semanas. Aun así,
estoy bastante seguro de que ella algo tiene.
—Creo que todo salió muy bien con tu obra de hoy. No sabía que los
peregrinos pudieran cantar tan bonito.
Una leve sonrisa levanta sus labios, pero se va igual de rápido. Dudo un
momento, pero abro el libro en la primera página, donde el señor Mouseling está
trabajando en una historia para la Gaceta Mouseland. Empiezo a leer cuando
Dove me interrumpe.
—Angelina se parece al señor Mouseling. Excepto por sus lentes. —Ella
pone su dedo meñique en el rostro de la caricatura y mi garganta se tensa.
—Es verdad. Se parecen, excepto que Angelina es una niña.
Sus ojos redondos se encuentran con los míos.
—La señorita Moody dijo que eres mi papá, pero mi mamá dijo que eres un
amigo de la marina del tío Sawyer.
Cerrando el libro, me muevo en mi asiento, haciendo todo lo posible para
tragarme el nudo duro en la garganta.
—Ambas cosas son verdad.
Ella parpadea un par de veces como si esperara que yo dijera más, no tengo
ni idea qué decir. Quiero llamar a su madre para que venga a ayudar, pero no
quiero perder su confianza.
—El tío Sawyer siempre ha estado aquí con nosotros.
Ella no lo dice, pero siento su pregunta. ¿Dónde estaba yo?
Empujo mi cabello hacia atrás y me inclino hacia adelante, acercándome a su
nivel.
—¿Recuerdas esa vez cuando estábamos hablando de príncipes?
—¿Cómo el príncipe Phillip? —Su ceño se frunce y me mira—. ¿Estuviste
atrapado en una mazmorra?
Deslizando mi mano sobre mi boca, pienso en lo que debo decir.
—No exactamente, estuve realmente enfermo por mucho tiempo. Me lastimé
cuando estaba con tu tío Sawyer y no me cuidé.
—¿Es por eso por lo que cojeas a veces?
—Sí. No sabía que te habías dado cuenta. —Mis cejas se levantan por la
sorpresa.
Ella asiente, sus ojos redondos solemnes.
—¿Cuándo te vas a ir otra vez?
—¿Quién dijo que me iba a ir?
—El tío Leon le preguntó al tío Sawyer. Él quería saber qué pasaría cuando te
fueras de nuevo.
El dolor se retuerce en mi pecho, me doy cuenta de que ha estado pensando
en esto todo el día. Sentándome, inhalo profundamente.
—¿Está bien si te abrazo?
Las comisuras de su boca se vuelven hacia abajo, pero ella asiente. La
levanto y la abrazo contra mi pecho. Su carita se presiona contra mi cuello, la
siento gimotear. Algo dentro de mí se rompe y mis ojos se calientan.
—No sabía que estarías aquí cuando vine a ayudar a tu tío Sawyer. —
Aclarando mi garganta, deslizo mi mano arriba y abajo por su espalda—. Ahora
que te conozco, realmente me gustaría quedarme contigo.
Ella pone una mano sobre mi hombro y se sienta. Cuando nuestros ojos se
encuentran con los míos, los de ella están llenos de lágrimas.
—¿Te quedarás en la cabaña?
—Lo haré si eso te parece bien.
Sus labios se presionan y ella asiente rápidamente.
—¿Y podemos hacer pastelillos de maíz y leer cuentos antes de dormir?
—Por todo el tiempo que tú quieras.
—Creo que estaría bien. —Ella me mira y las comisuras de sus labios
comienzan a levantarse lentamente.
No puedo resistirme a preguntar.
—¿No te importa que no sea un príncipe?
Ella inclina la cabeza hacia un lado y pensando su respuesta, casi lamento
haberlo preguntado.
—¿Dijiste que eres un héroe?
—Quería ser un héroe. —Un ligero respingo y confieso la verdad.
Acomodándose a mi lado, toma el libro y lo abre de nuevo.
—Todavía estás a tiempo.
—Tengo tiempo. —Le doy un pequeño empujón en las costillas y ella chilla.
El sonido de su risa es lo mejor que he escuchado en todo el día. Ella se
levanta y lanza sus brazos alrededor de mi cuello, su carita en mi oído.
—Te amo, papá.
Es el susurro más dulce, me tiene comiendo en la palma de su mano.
Capítulo 27
Noel
La mesa de Acción de Gracias de la señora Jenny es maravillosa. En el centro
hay un enorme pavo rodeado de bandejas de puré de papas, relleno, aderezo,
arándanos, batatas, guiso de judías verdes y copas de vino tinto.
Y un plato con una gelatina de arándanos.
—Tan asqueroso —murmuro por lo bajo.
—¡Ni lo digas! —Mindy grita—. Debo tener mi Ocean’s Spray o no es
acción de gracias.
Sacudo la cabeza y miro a mi familia. La señora Jenny está en un extremo
con Sawyer en el otro. El papá de Mindy falleció hace años, así que mi hermano
mayor tomó su lugar en la cabecera de la mesa.
A la derecha de Sawyer está Leon y al lado de Leon está Deacon con Mindy
a su lado. Taron está frente a Mindy y Dove se sienta entre nosotros, terminando
conmigo junto a Sawyer.
Todos nos unimos mientras Sawyer hace una breve oración, luego la mesa
estalla en el alegre ruido de todos los que pasan platos y tenedores golpeando
porcelana. La señora Jenny cortó el pavo en la cocina antes de sacarlo y este año
se salta el recuento de cómo puso a Sawyer en el lugar ese primer año al pedirle
que lo cortara.
Probablemente no quiera avergonzarlo delante de su amigo. Ella ha aceptado
a Taron ya que él está consagrado en consentir a Dove. Verlo con su hija es
suficiente para derretir a cualquiera.
Dove se ha quedado pegada a él como pegamento desde la gran revelación de
la señorita Moody y parece que lo que más le gusta hacer es llamarlo para todo.
—¡Papá, hay pecanas mezcladas en esas pequeñas coles!
—Son coles de Bruselas. —La voz de Taron es baja y muy tranquila—.
¿Quieres probar una?
Su nariz se arruga.
—¡Ni loca! —Entonces ella señala de nuevo—. Hay malvaviscos encima de
las batatas. No me gustan las batatas. ¿Te gustan las batatas, papá?
Taron sonríe, no afectado por que ella lo llame papá por enésima vez desde
esta mañana. Si no me pareciera tan adorable, la mandaría a callar. Ella es
totalmente su mini-yo y él claramente la adora.
Cuando nuestras barrigas duelen por comer tanto, Mindy y yo nos tiramos en
el sofá en la sala, con copas de vino tinto en nuestras manos, mientras los
muchachos acampan frente a la televisión para ver el partido de fútbol. Todos
excepto Taron, que está demasiado ocupado siendo papá.
—Esos muchachos están corriendo un auto por la acera. ¿Podemos ir a ver,
papá? —Dove agarra su mano grande y lo arrastra hacia la puerta.
Mindy me mira con los ojos muy abiertos desde el otro extremo del sofá y
caigo a un lado, con la cabeza en su regazo.
—Ya para, que me vas a hacer vomitar.
—No me vomites, glotona. —Mi mejor amiga me empuja el hombro.
—El aderezo de tu madre es demasiado delicioso. Tengo que asegurarme de
que no se desperdicie nada. —Estoy sosteniendo mi estómago mientras ella me
pasa los dedos por el pelo.
—¿Cómo te va con todo esto de papá? —La forma en que lo dice me hace
reír un poco más.
—Es como si hubiera estado esperando llamarlo así desde el día en que se
conocieron. —Levantando la vista y los miro, él la tiene cargada, apoyada sobre
su cadera, Dove señala con el dedo a dónde quiere que la lleve.
Verla tan feliz me llena de una alegría que nunca he conocido. Es como un
caleidoscopio de mariposas en mi estómago y cada vez que ella lo llama y él la
levanta, la abraza y la adora, se arremolinan dentro de mí.
—Ella siempre quiso mucho a Sawyer y Leon, pero esto es el siguiente nivel.
Mindy los mira por la ventana.
—Realmente no puedo culparla. También me gustaría un esclavo a mi entera
disposición. ¿Pero qué hay de ti, cómo te sientes?
Tirando de mis pies debajo de mí, libero un suspiro.
—Se está esforzando mucho. Parece tan sincero…
—¿Pero?
—No lo sé. —Me río suavemente, sin embargo, un viejo dolor aprieta mi
pecho—. Me alegra que esté aquí por ella. Me alegra que la quiera tanto, pero
sabes que me lastimó mucho, Min.
—Lo sé, lo recuerdo.
—Al mismo tiempo, estaba luchando con algunas cosas de las grandes ligas.
—¿Has hablado de algo de esto?
—Realmente no. Nos hemos centrado en ella y en dejar que la conozca para
que no fuera tan impactante cuando ella se enterara.
—Esa niña no está conmocionada. —Sus cejas están levantadas y señala por
la ventana—. Está feliz de la vida.
Deacon sale por la puerta hacia donde está parado Taron con Dove, es mi
turno de darle un empujón en el brazo.
—¿Y qué tipo de hechizo le has lanzado a Deacon Dring para que vuelva por
más? Justo cuando creo que ya no lo vamos a ver más, aquí está de nuevo. No es
que me queje, es el mejor asesor financiero que conozco.
—Es el único asesor financiero que conoces. —Ella trata de hacerse la loca,
pero no la dejo.
—Suéltalo, pensé que ustedes dos habían terminado.
—No sé a qué te refieres, nunca hemos sido más que amigos. —Sacude la
cabeza y da la espalda a la ventana donde nuestro alto y guapo ex-compañero de
clase está charlando con Taron.
—Eres una farsante.
—Nada más hemos salido unas cuantas veces. Deacon no está aquí por mí.
Está buscando algo de historia familiar o algo así.
—¿Qué demonios? —Ahora estoy intrigada.
—Fue criado por su tía abuela. Ella es una de esas viejas de Dallas que tienen
más dinero que Dios y lo está presionando para que siente cabeza y se case.
Quiere que tenga hijos o lo dejará fuera de su testamento.
—Tienes que estar de joda. —Me pongo de rodillas—. Eso es una locura.
¿Por qué nunca me dijiste esto? Es como una historia de Disney. ¿Está buscando
una princesa para casarse?
—¡Diablos, no! —Su ceño se frunce—. ¡Y no repitas nada de esto!
—¿A quién le voy a decir?
—De todos modos, está buscando algún pariente de Harristown o algo para
quitársela de encima. No lo sé, dejé de prestarle atención.
—¿Dejaste de escuchar o empezaron a besarse?
Sus labios se curvan en una sonrisa y ambas comenzamos a reír.
—Nunca voy a admitir nada de eso.
—Parece que tú eres la que tiene la magia para tenerlo colgando a lo largo de
todos estos años.
—No lo tengo colgando. Lo que pasa es que él está en el pueblo y nos
llevamos bien…
Su voz se apaga y me muerdo el labio inferior.
—Es hora de que encuentres a alguien, ya sabes.
Ella sacude su bonita cabeza.
—Lo estoy intentando. Es solo que...
—Lo sé. —Los primeros amores pueden ser difíciles de olvidar.
Nos sentamos unos minutos en silencio, mirando a los hombres hablar. La
cabeza de Dove está sobre el hombro de su papá, sus pequeños dedos suben y
bajan, acariciando su espalda.
Ni siquiera parece darse cuenta, mi corazón muere de amor. El hielo se
derrite y la niebla llena mis ojos. Son tan perfectos…
El teléfono de Mindy suena y ella mira hacia abajo.
—Tamara dice que acaban de regresar de ver a sus suegros. Ella dice que
Boo se queja de que Dove pase está noche con ella.
—Claro, si ella puede apartarla de su padre.
—Esa es una consideración real. Se lo haré saber.
∞∞∞
Hacer galletas y ver Navidad en Mouseland logran sacar a mi hija de los
brazos de su padre. Leon se dirige a pasar el rato con amigos y Sawyer ha traído
su camioneta, así que de regreso a casa Taron y yo nos quedamos solos por
primera vez desde esa tarde después de la fiesta de acción de gracias en la
escuela.
—¿No sientes como que te falta un brazo? —No puedo evitar provocarlo
mientras manejo por la carretera hacia la casa.
—Sí. —Él exhala una carcajada, moviéndose en su asiento. Me pregunto si le
duele la espalda. Nunca se queja de eso—. El día que se enteró, no estaba seguro
de cómo iba a responder, estaba nervioso.
—Lamento no haber estado allí contigo. No tenía idea de que había
escuchado a Charlene hacer ese anuncio.
—Eso no fue como planeamos decirle. —Me mira en la oscuridad y la luz en
sus ojos calienta todo mi cuerpo. Se ensanchan y él agarra el tablero—. ¡Mierda,
cuidado!
Golpeando los frenos, giro el volante con fuerza hacia la derecha, evitando
por poco a una cierva corriendo por la carretera. Giro el volante a la izquierda
nuevamente para evitar voltearnos, y la camioneta patina antes de detenerse con
un tirón.
—Mierda —jadeo, sosteniendo la camioneta recta con manos temblorosas.
Todo mi cuerpo se sacude del susto.
—Vaya, por poco no esquivas a ese ciervo —bromea Taron.
La adrenalina surge en mis venas, haciéndome reír. Los dos lo hacemos, él se
acerca para apretarme el hombro cuando giramos en el camino del huerto,
estaciono la camioneta en el camino entre la casa y la cabaña.
Salta y se acerca para ayudarme a bajar.
—¿Estás bien? —Se para frente a mí, sus manos en mi cintura, buscando mi
rostro.
Su aroma limpio y masculino me envuelve, quiero acurrucarme más cerca
para resguardarme del aire frío. Quiero que me abrace. Quiero pasar mis dedos
por su cabello y besarlo como solía hacerlo.
—Ahora estoy bien. —Mi voz es tranquila.
—Tenemos que hacerles saber a esos muchachos de Rápido y Furioso que se
les ha escapado una de sus dobles.
—No juegues con eso.
Nos quedamos un momento más, sus manos en mi cintura, mis manos sobre
sus antebrazos. Mi respiración se ha agitado y mirarlo a los ojos hace que esa
electricidad que hace tanto tiempo no sentía viaje por todo mi cuerpo. Ese viejo
tirón entre nosotros es más fuerte que nunca, alimentado por nuestro pasado,
nuestro presente y la pequeña niña que nos une.
—Deacon parece un buen tipo. —Sus manos se deslizan de mí y retrocede.
—¿Sí? —Estoy confundida y frustrada por este cambio inesperado.
—El otro día cuando llegó, ya sabes… pero los escuché hablando. Has tenido
mucho éxito. Estoy orgulloso de ti. —Desliza una mano por el costado de su
cabello, lo empuja hacia atrás y me mira—. No me necesitas, pero quiero ser
parte de la vida de Dove. Quiero cuidar de ella y de ti.
Su voz se suaviza en la última parte, si aún no tenía la ventaja, con esas
palabras, reclama la propiedad de mi corazón.
—Hace mucho tiempo, me atrapaste cuando me caí. —Mi voz es un alto
contraste con la suya—. Dijiste que me salvarías si alguna vez lo necesitaba.
—Dijiste que tú también me salvarías a mí.
Acercándome, pongo mis manos en sus brazos.
—No pude salvarte antes…
—Realmente no te lo permití. —El arrepentimiento llena su voz.
Lo he escuchado muchas veces. Lo sé muy bien. Dolly diría que las
tormentas hacen que los árboles echen raíces más profundas…
—¿Quizás podamos intentarlo de nuevo? —Nuestros ojos se encuentran y las
palabras apenas salen de mi boca cuando sus brazos rodean mi cintura, tirando
de mí firmemente contra su cuerpo.
Se está moviendo rápido, como si hubiera estado esperando, cubriendo mi
boca con la suya, separando mis labios. Lo persigo para seguirle el paso y un
suave gemido se escapa de mi garganta. Su beso es ansioso, hambriento,
barriendo su lengua hacia la mía. Agarro sus hombros y su aroma me embriaga.
La firmeza de su cuerpo contra el mío es como una droga.
Mis manos acarician el rastrojo que cubre su barbilla, moviéndose más alto,
enroscándose en su cabello suave. Sus labios tiran de los míos, pellizcándolos.
Me levanta y mis piernas inmediatamente rodean su cintura.
Las botas raspan el porche de madera de la cabaña mientras él intenta abrir la
puerta. Sus labios se separan de los míos y gimo, inclinándome hacia adelante,
besando su cuello, más alto hasta su oreja. Siento su erección entre mis piernas y
tengo la urgencia de que él me llene.
Bajándome a mis pies, me sostiene frente a él. Estamos respirando rápido
—¿Es esto lo que quieres?
Asintiendo, levanto la barbilla y cierro los ojos para otro beso, pero él me
agarra la barbilla.
—Noel, quiero hacerte el amor. Quiero estar contigo toda la noche.
—Me gustaría que dejaras de hablar, entonces.
Él sonríe y estamos de vuelta. Bocas desesperadas, hambrientas.
Estamos en la cabaña y él me da una orden.
—Acuéstate en la cama.
Ni siquiera lo dudo.
Capítulo 28
Taron
Noel se extiende frente a mí, su espalda arqueada y sus pezones erectos
apuntando hacia el techo. La luz de la luna fluye a través de la ventana abierta,
cubriendo su cuerpo desnudo con una luz plateada. Es una diosa, tengo mi boca
sobre ella, besándola, probándola, bebiendo los sonidos de sus gemidos.
Sus piernas tiemblan cuando se corre, mi lengua rodeando su clítoris hasta
que agarra mi cabello, tira y ruega que esté dentro de ella.
Rápidamente empujo mis jeans hacia abajo, girándola sobre su estómago y
agarrándola por las caderas. Se mueve a cuatro patas y me mira por encima del
hombro, sus ojos dorados ardientes de lujuria y su cabello oscuro, ondulado
sobre sus hombros.
Mi polla es una barra de hierro. Su trasero es un corazón inclinado hacia mí,
deslizo mi polla hacia arriba y hacia abajo por su humedad antes de penetrarla
profundamente hasta las bolas en su delicioso coño. Se deja caer sobre sus codos
y deja escapar un fuerte gemido, tengo que esperar un momento mientras la
sensación de estar completamente dentro de ella me deja la mente en blanco.
Mis caderas se mueven, empujando hacia adentro y afuera, persiguiendo el
orgasmo que está al alcance. Ella se corrió duro hace unos minutos y la siento
apretarse a mi alrededor. Es tan bueno, gimo bajo y fuerte cuando siento la
tensión en mi polla, tensando mi trasero y centrado en el lugar donde estamos
conectados.
Mis dedos dan vueltas sobre su clítoris y ella se rompe otra vez, gimiendo y
apretándome. Es el empujón final que necesito para volar, pulsando y llenándola,
extendiéndome hacia adelante para apoyarme en la pared frente a nosotros,
llevándola más lejos mientras me aferro a ella, sacando las últimas olas del
orgasmo.
Me llena una profunda satisfacción porque nunca pensé que volvería a tenerla
así.
Estamos respirando con dificultad y me muevo, girándola y atrayéndola hacia
mí. Hace frío y rápidamente saco las cobijas, deslizándome entre los suaves hilos
con ella a mi lado.
Noel Aveline está en mis brazos. Su cuerpo está al ras contra el mío, del
pecho al estómago a los muslos a los dedos de los pies. Sus manos sostienen mis
omóplatos y su mejilla está apretada contra mi corazón.
Mi corazón que solo late por ella.
Mi corazón con su nombre entintado encima.
Nuestra respiración se ralentiza y deslizo mi mano por la longitud de su
cabello. Presiono mis labios contra su sien.
—¿Cómo te sientes? —Mi voz es áspera, ronca por las emociones que surgen
en mi pecho.
—Bien. —Siento sus mejillas levantarse con su sonrisa, amo mucho a esta
mujer—. ¿Qué es esto?
Ella levanta la cara, sus ojos fijos en mi tatuaje.
—Algo que es tuyo.
Su barbilla baja y presiona su frente contra mi piel. Deslizo mi mano por su
cabello suave. Ella no habla, pero está bien. Sé que hemos dado un gran paso.
¿Merezco esto? Una punzada de oscuridad acecha desde el fondo de mi
cabeza. Esa vieja ansiedad intenta despertar, pero no la dejaré, al menos no esta
noche.
Colocando mi mano en su mejilla, levanto su boca hacia la mía nuevamente.
Sus besos son como un sorbo de agua en el desierto, profundo y satisfactorio.
Con mi rodilla, separo sus muslos, moviéndome sobre ella y hundiéndome en su
núcleo.
Sus gemidos son la melodía con la que soñé tantas noches cuando me
acostaba solo, en ese pozo del infierno, creyendo que, si podía sobrevivir una
noche más, podría volver a ella de nuevo. Sus dedos se enroscan en mi cabello y
lentamente nos balanceamos juntos, el fuego nos moldea, haciéndonos uno.
Cuando se corre, levanto la cabeza y la miro profundamente a los ojos.
Brillan cuando la dejo ir, llenándola y besando sus lágrimas. Sus manos se
mueven hacia mi cuello, manteniéndonos cerca, presiono mis labios contra su
hombro, prometiendo en silencio no dejarla llorar sola.
Nunca más.
La abrazo, escuchando que su respiración se ralentiza, mientras ella duerme
en mis brazos.
Esta noche tengo mi único sueño en mente: Noel y yo, y la hermosa niña que
creamos compartiendo una vida juntos, construyendo una familia.
∞∞∞
A la mañana siguiente, me despierto para encontrar sábanas frías a mi lado.
Esto no está nada bien.
Me pongo mis jeans, seguidos rápidamente por mis botas y una Henley verde
oscuro. Me cepillo los dientes, una gorra en mi cabeza y cruzo el patio con
Akela saltando a mi lado. Juro que ella está sonriendo.
Me detengo en la puerta de atrás, el amor se expande en mi pecho mientras
veo a mi chica moverse por la cocina, su cabello recogido en un moño
desordenado en su cabeza.
—¿Alguien todavía tiene hambre después de la cena que tuvimos ayer? —
Cierro el espacio entre nosotros, empujándola firmemente contra mi pecho.
—Leon siempre tiene hambre. —Ella me sonríe y la beso suavemente.
Entonces lo pienso mejor y le doy otro beso más largo, separando los labios y
juntando nuestras lenguas. Ella sabe a sol y jugo de naranja, sabe a lo que quiero
beber toda mi vida, cuando me retiro, la luz en sus ojos me llena de tanta
gratitud.
—Suéltame, tengo que preparar el desayuno. —Ella sonríe, ese pequeño
hoyuelo aparece debajo de su boca.
Doy un paso atrás, admirando ese trasero mientras se da vuelta para cavar en
el refrigerador.
—Tal vez deberías conseguir algo de la despensa.
Ella se endereza rápidamente, rosa ruborizando sus mejillas.
—¡Taron, quieto! —Ella mira por encima del hombro—. Sawyer está en la
sala.
Por mucho que sé que le encanta estar aquí, estoy empezando a ver algunos
inconvenientes de vivir con sus hermanos.
—¿Cuándo llega mi bebé a casa?
—¿No estás disfrutando tu descanso? —Noel arquea una ceja sobre su
hombro mientras rompe los huevos en el tazón.
—No. —Exhalo una risita—. La extraño.
Me he acostumbrado a su dulce voz que me llama cada dos segundos,
cargándola en mi cadera y escuchando sus pensamientos, sobre todo. Ella es una
parlanchina y me encanta.
—Pide y se te concederá. —Me sonríe y escucho conmoción en la otra
habitación.
Sawyer los saluda viniendo por la puerta y dos niñas corren hacia la cocina,
con tutús de purpurina rosa y púrpura, y comienzan a bailar.
—¡Papá, mira lo que nos consiguió la señora Tamara! —Ella gira, saltando y
moviendo su pierna detrás de ella.
Su amiga Beverly “Boo”, una niña pequeña con el pelo oscuro cortado a la
altura de las orejas hace lo mismo. La hermana de Mindy entra, llevando una
maletita y colocándola sobre el mostrador.
—Se quedaron despiertas después de la medianoche viendo películas. No
pude hacerlas dormir. —Ella se acerca y Noel besa su mejilla.
—No te preocupes por eso. Tienen hasta el lunes para ponerse al día.
—Hablaron sin parar sobre ir a patinar en hielo. Bill dijo que averiguaría si
en el coliseo van a organizar eso, te lo haré saber.
Tamara acorrala a Beverly, las niñas se abrazan y se despiden antes de salir
por la puerta de atrás. Dove salta y levanta los brazos. La cargo sobre mi cadera
para que pueda despedirse de su mejor amiga hasta que se pierdan de vista.
Luego se me escapa de los brazos y baila en la sala para ver su programa
favorito.
Noel me da la espalda. Las galletas calientes están en un plato, ella corta
rápidamente pequeñas porciones de mantequilla y las pone sobre cada una.
Mis manos vuelan a su cintura y me inclino para besarle la nuca, justo debajo
de la oreja, inhalando su aroma, coco, duraznos, un toque de rosas. Me siento
feliz, como si finalmente estuviera en casa rodeado de mi gente
Deslizo mi mano hacia adelante para ahuecar su pecho y ella inhala
bruscamente.
—Taron.
Ella deja caer el cuchillo sobre el mostrador, girando en mis brazos.
Mirando hacia abajo, sonrío, deslizando mi pulgar por su barbilla.
—Lo siento.
—Eso es mentira. —Sus labios se presionan en una sonrisa y ella parpadea.
Nuestros ojos se encuentran, es eléctrico.
—Tienes razón. Me gustaría llevarte a esa despensa y… —Quiero deslizar mi
mano por sus pantalones, pero ella aprieta sus dedos alrededor de mis muñecas.
—Creo que debemos reducir la velocidad un poco.
No me importa esto.
—¿Alguna razón en particular?
Ella se encoge de hombros, levantando el cuchillo otra vez.
—No quiero que Dove piense que estamos juntos hasta que… a menos que
estemos seguros.
—Estoy seguro. —Tengo el estómago apretado, pero le hablo con calma—.
¿Tú no lo estás?
Ella parpadea rápidamente, poniendo una porción de mantequilla en la última
galleta.
—No lo sé… supongo que quiero estar completamente segura.
El cuchillo está en el mostrador y la detengo. Cogiendo su barbilla, levanto su
rostro para que nuestra mirada se encuentre.
—Entiendo eso y me lo merezco. —Los ojos ambarinos se alejan y se posan
en mi pecho, justo sobre mi corazón, donde está escrito su nombre—. Te lo
probaré, Noel. No te decepcionaré de nuevo.
—Lo estoy intentando —dice susurrando.
Levantando su mano, beso su palma. Nuestros ojos se encuentran, espero que
ella pueda ver la profundidad de mi compromiso. Espero que pueda ver mi
corazón.
—Te esperaré.
Es algo difícil de hacer. Es insoportable estar tan cerca, haberla tenido entre
mis brazos toda la noche y todavía sentir que ella quiere mantener su distancia,
pero es mi culpa. Necesita tiempo.
Tiempo, no voy a mentir y a decir que esto me gusta, pero ella lo es todo para
mí. Dove lo es todo para mí. Por eso estoy aquí y estoy preparado para
recuperarla.
∞∞∞
Después del desayuno, quiero trabajar. Quiero estar solo y pensar un rato.
Quiero sudar.
Sawyer dice que debemos asegurarnos de que las raíces de los nuevos árboles
estén bien cubiertas. La temperatura está bajando, se está moviendo un frente
frío y han pronosticado algo de lluvia, posiblemente nieve.
Dove se ha quedado dormida en el sofá frente al televisor mientras salgo para
comenzar. Acabo de terminar de revisar el lienzo en la primera fila de árboles
cuando me doy cuenta de que Leon está parado con las manos en los bolsillos
mirando hacia el muelle de carga.
—Hey. —Voy a donde él está esperando.
—Hey. —Él me mira. Su ira se ha enfriado, he estado esperando tener esta
conversación—. He estado enojado contigo por un buen tiempo.
—Lo sé.
—Sawyer dijo que habías sido herido, pero no entiendo qué tipo de lesión te
hace olvidar tus promesas.
Se me hace un nudo en la garganta y es como si me hubiera golpeado de
nuevo en el costado. Siento que estoy de vuelta en ese lugar del que sigo
tratando de escapar, intentando salir del agujero en el que he caí.
—Comencé con analgésicos. —La vergüenza se calienta en mi pecho. Odio
esta debilidad. Odio admitir lo lejos que fallé. Aun así, sé que cada vez que
intente correr, la negación solo conduce a la oscuridad—. La fuerza de esa
adicción es algo que nunca olvidaré.
Me estudia con el ceño fruncido. Leon es inteligente, puedo verlo pensando
en esto.
—¿Así que ya lo venciste?
—Nunca lo voy a vencer del todo… pero aprendí a combatirlo. He aprendido
cuándo alejarme. Cuando buscar ayuda. —Miro mis botas desgastadas.
Ambos nos quedamos callados un momento. Un pájaro canta en la esquina
superior de la bodega y desearía que Akela pusiera su cabeza debajo de mi
mano.
Levantando mis ojos, me encuentro con los suyos.
—Lamento haberte decepcionado, Leon.
Se endereza y su mandíbula se flexiona. Luego asiente.
—Eres realmente dulce con Dove, esa niña te adora.
—Yo la amo, ella es algo por lo que luchar… como lo es Noel. —Me refiero
a estas palabras con todo mi corazón—. Eres un buen tío, aprecio que la hayas
cuidado cuando no pude.
Él cambia su peso de un pie al otro, levanto la vista para ver que su expresión
se ha aliviado.
—Ellas son mi familia.
Mis labios se aprietan y asiento. Por supuesto. Si he aprendido algo sobre
Sawyer, Noel y Leon, es que la familia es lo primero.
Después de lo que han sobrevivido, lo entiendo.
—Pensé que podrías ser mi familia una vez. —Me mira de reojo.
—Me gustaría eso. Más que nada, es por eso por lo que estoy aquí ahora.
—Sawyer dice que a veces a las buenas personas también se les viene el
mundo encima. Tenemos que perdonarlos porque nunca sabemos cuándo podría
ser nuestro turno de necesitar que nos perdonen.
Tragando el nudo en mi garganta, asiento.
—Tu hermano es un tipo inteligente.
—Generalmente tiene razón sobre la gente.
Al levantar la vista, veo que Leon me extiende una mano. Doy un paso
adelante y lo tomo, estrechándole la mano y poniendo la otra encima.
Una sonrisa se dibuja en sus labios y da un paso adelante para abrazarme
brevemente.
—También eres parte de nuestra familia.
Capítulo 29
Noel
Decirle a Taron que necesito espacio es lo más difícil que he hecho. Estar en
sus brazos fue como ir a casa. Él pudo haber arrancado mi corazón de raíz hace
siete años, pero también plantó la semilla del perdón cuando me dio a Dove.
Volviendo, amándola, siendo tan increíble. Todo ha recorrido un largo
camino para reparar el daño hecho hace tanto tiempo.
Aun así, es como si mi cerebro lanzara una correa alrededor de mi pecho y la
apretara. Puedo sentir las restricciones contra mi caja torácica. Tiene mi nombre
entintado en su piel. Lágrimas llenan mis ojos, mi corazón quiere volar, pero mi
mente dice que no tan rápido.
De pie en la puerta, lo veo con Dove en la sala de estar. Ella está masticando
chicle, lo cual es nuevo y está haciendo que él la ayude a aprender el baile de
apertura de Angelina Ballerina.
—Es mi talento para el concurso —explica como si ya hubiéramos
descubierto esa parte—. Extiende tu brazo, papá.
Taron está sobre una rodilla y ella salta, moviendo los pies debajo de ella
como el ratón de los dibujos animados. Estoy bastante segura de que este
movimiento se llama cambio, es bastante básico. Aun así, Taron es su mayor
fan.
—Eso es bueno. ¿Has bailado antes?
—Claro. —Ella sacude la cabeza y hace un sissionne, que es básicamente el
mismo movimiento, pero yendo a un lado.
El año de ballet que tomé en el bachillerato me dio mucha información.
—¿Qué está pasando aquí? —Leon entra a la habitación y se deja caer en el
sofá—. ¿Hombre, te tiene bailando ballet?
Me siento en el brazo de la silla a su lado, observando su progreso.
—Taron está reemplazando a Freddie —bromeo, haciendo referencia a la
pareja de baile de Angelina en los libros.
—Levántame, papá. —Él pone sus manos sobre su pequeña cintura y cuando
él la levanta, ella estira una pierna—. ¡Grand jeté!
—¡Eso es bueno! —Es tan linda, aplaudo y me río.
Taron la gira en el aire y la apoya sobre su hombro, ambos extienden un
brazo. Incluso Leon celebra sus tontas payasadas, me pregunto qué le pasa a mi
terco cerebro. Este hombre alfa, grande y fuerte que permite que su pequeña hija
haga con él lo que ella quiera.
Él la baja y ella camina hacia el pequeño bote de basura en la esquina y
escupe su chicle.
—Dios mío, Dove —la regaño—. ¡De la gloria a la escoria! Usa una
servilleta la próxima vez, eso es como de camionero.
—Soy el tío Leon. —Ella pone sus manos en sus caderas y camina hacia
donde Taron está ahora sentado en el sofá.
Los dos miramos a mi hermano menor, que le está haciendo una mueca a mi
hija.
—¿Qué significa eso?
—No sé de qué está hablando.
—¿Estás mascando tabaco otra vez? —Dando un paso al frente, le golpeo el
brazo—. ¿Quieres que se te caigan todos los dientes?
—¡Mujer! —él grita—. ¡Deja de abusar de mí!
—Qué hábito más repugnante —gruño.
Aun así, estoy feliz. Nos estamos acercando mucho. Estoy segura de que es
sólo cuestión de tiempo antes de que pueda darle a Taron todo, sin incertidumbre
ni miedo.
∞∞∞
∞∞∞
∞∞∞
—Vinimos tan pronto como nos enteramos. —La señora Jenny y Mindy
corren por el estrecho pasillo hacia donde estoy parada afuera de las puertas de
la sala de emergencias con mis hermanos.
—¿Qué está pasando? —Mi mejor amiga toma mi mano.
—No lo sé aún. —El brazo de Sawyer me rodea, pero no he dejado de
temblar desde que salimos de la casa—. Dove está inconsciente. Piensan que
está sufriendo un choque de agua fría. Taron estuvo con nosotros todo el tiempo
hasta que se cayó. Creo que el hielo lo golpeó.
—Señor, no. —La señora Jenny da un paso adelante y me abraza.
Hasta ahora he estado completamente insensible, como si hubiera caído en
las aguas heladas, pero con el colapso de mi antiguo pilar de fuerza, siento que
mi interior se derrumba. El peso de esto es más de lo que puedo soportar.
—No puedo perderlos. —se me rompe la voz.
Se aclara la garganta, agarrándome los hombros y sosteniéndome recta.
—Ellos van a estar bien. El Señor dijo que no nos daría más de lo que
podemos soportar.
Mis ojos están muy abiertos y secos. Me he quedado sin lágrimas, pero eso
no significa que no me muera por dentro. Se abre la puerta del hospital y sale un
joven de uniforme azul.
—¿LaGrange?
—Esos somos nosotros. —Sawyer avanza rápidamente.
—¿Cuál de ustedes es la madre?
Todos me ponen las manos encima y yo doy un paso al frente.
—Soy yo.
Nos mira a los cinco parados como un frente unido, Sawyer, Leon, la señora
Jenny, Mindy y yo.
—¿Supongo que ustedes son toda la familia?
La señora Jenny extiende una mano suplicante.
—Sí, cuéntenos qué está pasando.
—Ella está estable. Sus signos vitales son fuertes…
—Oh, gracias a Dios. —Exhalamos colectivamente de puritito alivio.
—Pero ella está en un estado de inconsciencia postraumática. La estamos
monitoreando, pero me preocupa que haya sufrido una falta de oxígeno en el
cerebro mientras estaba en el agua.
Mi pecho se siente vacío. Empiezo a caer hacia adelante, pero mi hermano
mayor me abraza.
—¿Qué significa eso? —La voz de Sawyer está ronca por la preocupación.
El médico presiona sus labios antes de contestar.
—Podría significar cualquier cosa. No lo sabremos hasta que ella recupere la
conciencia.
Tengo problemas para respirar. Mi garganta esta apretada. La señora Jenny
me abraza mientras mi hermano habla con el médico.
—¿Cuánto tiempo estará así?
—No lo sé, pero en este momento la vamos a trasladar a una habitación. Con
suerte, escuchar la voz de su madre y hablar con ella la traerá de vuelta, es cosa
de esperar. Haré que la enfermera les muestre el camino.
—Gracias, doctor. —dice Leon.
Mi hermano ayuda a mi amiga a bajarme a una silla azul.
—Nos sentaremos con ella. Hablaremos con ella y ella se va a despertar. —
La voz de la señora Jenny es segura—. Sabes que no le para el pico, va a querer
unirse a la conversación.
Ya no sé nada. Me duelen los hombros y siento que toda esperanza se me
escapa.
—¿Y qué hay de Taron? —Sueno ronca—. ¿Nos dijeron algo sobre él?
—Lo último que supe es que estaba siendo tratado por una lesión en la
cabeza.
—Oficialmente tengo la cabeza dura. —Su voz baja y rica es como un
bálsamo para mis doloridas entrañas.
Mi mano tiembla cuando extiendo la mano, él está conmigo, frente a mí,
sosteniéndome en su fuerte abrazo.
—Taron. —Apenas puedo hablar—. Estás bien.
Se inclina hacia atrás y atrapa mis ojos. Un pequeño vendaje se encuentra
sobre su sien izquierda y un hematoma feo y púrpura está en su mejilla
izquierda, pero está vivo. Desliza su mano debajo de mi brazo y me ayuda a
levantarme.
—La tuve conmigo todo el tiempo. No sé qué sucedió cuando se rompió el
hielo, perdí el conocimiento brevemente.
—Salvaste la vida de tu hija. —La señora Jenny se estira para abrazarlo con
fuerza—. Siempre supe que eras un buen hombre, lo probaste esta noche.
—¿Familia LaGrange? —Nuestro círculo se abre para una joven enfermera
con uniforme de color caqui—. Puedo llevar a dos de ustedes a ver a Dove.
¿Están sus padres aquí?
—Esos somos nosotros. —Taron toma mi mano y la seguimos por el pasillo
tranquilo, pasando puertas decoradas con globos de papel y animales pintados.
No quiero pensar en la tortura de ser obligado a permanecer aquí esperando
indefinidamente. No puedo dejar que mi mente vaya a lo que eso significaría en
última instancia.
—Aquí estamos. —La enfermera nos lleva a una habitación oscura donde mi
bebé yace en una cama grande rodeada de pitidos y un ventilador.
—Oh no. —Susurro, pero Taron me mantiene de pie.
Nos quedamos solos y voy a su lado. Su cabello dorado está alrededor de su
rostro en ondas húmedas, pero sus hermosos ojos están cerrados. Un tubo
transparente está en su nariz, su pequeño pecho sube y baja.
—No necesita la ayuda del ventilador para respirar. —Taron se para detrás de
mí, hablando en voz baja—. Eso tiene que ser una buena señal. Es como si ella
estuviera durmiendo.
—¿Dove? —Mi voz es más fuerte—. Mamá está aquí. Por favor despierta.
El silencio es mi única respuesta.
El silencio y el ruido de las máquinas.
Parpadeo ojos preocupados hacia su padre, veo su rostro serio. Él está
mirando su pequeño cuerpo, esperando tan indefenso como yo cualquier señal de
que todavía está allí. Cualquier indicio de que va a volver.
El médico dice que las primeras veinticuatro horas son críticas. Nos dice que,
si está inconsciente más tiempo que eso, el riesgo de daño cerebral aumenta
dramáticamente.
Mi corazón no puede desatarse. Está apretado como un puño en mi pecho,
por mucho que quiera creer las palabras de la señora Jenny, tengo que
levantarme y caminar.
Taron es lo contrario. Él está a su lado, su mano grande debajo de la suya
más pequeña, observando su carita y esperando.
—Hey niña, hora de despertar. —Puedo escuchar el dolor en su voz y eso me
rompe de nuevo.
—Oh, Taron. —Pongo mis manos sobre sus hombros mientras las lágrimas
calientan mis ojos.
Él no deja de mirarla. Él solo espera, sosteniendo su mano.
Capítulo 32
Taron
La Bella Durmiente. Nuestra primera conversación fue sobre la historia de
ese príncipe. Estaba en un calabozo y luego tuvo que luchar a través de espinas y
matar a un dragón.
Dije que cortaría espinas y mataría un dragón por ella.
—Despierta, Dove. Es papá. Necesitamos practicar tu baile para el concurso
de la princesa del festival.
Silencio…
He estado en combate.
Me he enfrentado a narcotraficantes.
Demonios, sobreviví al campo de entrenamiento de los marinos, pero nada se
puede comparar a esto.
Su carita bonita está tan quieta y tranquila. Es como si solo estuviera
durmiendo, pero no abre los ojos. Está en algún lugar donde no podemos
alcanzarla y la impotencia es abrumadora.
Después de veinticuatro horas, deberán intubarla. Es como el punto sin
retorno, tirar la toalla y esperar que llegue el final.
Me duele el pecho. Todavía puedo ver el momento en que ella se alejó de mí
en la tienda. Está muy claro en mi mente. Mi corazón dijo que la detuviera.
¿Por qué la dejé ir?
Noel no puede quedarse quieta. Está nerviosa sus manos no dejan de temblar.
Intento abrazarla, ella me deja por un rato, luego se suelta porque tiene que
moverse.
Quiero darle mi fuerza, pero siento que se me escapa tan rápido como a ella.
Es como estar de guardia.
Estudio sus pestañas oscuras tocando ligeramente sus suaves mejillas. Mis
oídos se esfuerzan por el sonido de su respiración. Quiero volver a escuchar su
voz.
Me ha llamado papá al menos mil veces, pero aun así no fue suficiente. No he
tenido suficiente tiempo con ella. Por favor, Dios… No dejes que este sea mi
castigo…
—Creo que iré a la capilla. —Noel me toca el brazo—. Tal vez si le pido a
Dios…
Levanto su mano y beso la parte superior.
—Suena como una buena idea.
No puedo dejarla sola. Si ella abre los ojos, tengo que estar aquí. Cuando
estaba en el agua, la tenía en mis brazos, sentí la vida en ella. Creo que la
escuché decir mi nombre y estaba seguro de que la sacaría con vida.
El hielo se rompió y perdí el equilibrio.
Otra hora pasa.
—Angelina, es el señor Mouseling. Despierta para que podamos construir un
trineo.
Silencio…
Otra hora pasa.
Unas cálidas manos agarran mis hombros.
—¿Cómo estás?
Levanto la vista para ver a la madre de Mindy parada frente a mí, sonriendo
amablemente.
—Estaré mucho mejor cuando ella se despierte. ¿Dónde está Noel?
—Está hablando con el pastor Sinclair. —Pone su mano sobre la de Dove—.
Vamos, niña, hora de despertar.
Ella parece tan segura. Quiero tener ese tipo de fe, pero no lo hago.
—Noel ha pasado por mucho. —Mira a mi hija mientras habla—. Lo que ella
tuvo que sobrevivir, el señor le dio fuerzas para sobrevivir. No le pedirá más de
lo que ella puede soportar.
La culpa es una pesada losa que llevo sobre mi espalda.
—No debería haber venido aquí.
—¿Qué estás diciendo? —Sus ojos oscuros se encuentran con los míos.
—He hecho cosas, cosas malas. Noel no debería tener que sufrir por mi
culpa.
Sus manos están sobre mis hombros otra vez, agarrándome segura y fuerte.
—Así no es cómo funciona esto, deja de encadenarte al pasado, suelta tus
errores y perdónate a ti mismo.
Empiezo a responder, pero ella me detiene.
—La hora más oscura es justo antes del amanecer. —Luego se dirige a la
puerta y nos deja.
Mirando hacia atrás a mi pequeña, pienso en sus palabras. Pienso en la
mazmorra en la que me he mantenido desde lo que pasó en esa casucha.
¿Es posible que la madre de Mindy me haya dado las llaves para liberarme?
Mi mano está en la de Dove y bajo mi frente hacia su brazo. Es tan tranquilo,
no estoy seguro si me quedo dormido. Solo sé que el tiempo pasa, Noel regresa,
se sienta a mi lado y pone su cabeza en mi brazo. Me muevo y la jalo contra mi
pecho.
—Te amo. —Es lo único que puedo decir. Estoy al final de mi capacidad, no
puedo arreglar esto y me mata.
Levanta la cabeza y me sonríe con tristeza.
—Te amo.
Alcanzando su mejilla, acerco sus labios a los míos y la beso, suave y
gentilmente. Nuestros ojos se encuentran, haría cualquier cosa para quitarle el
dolor.
Llevo su cabeza en mi pecho otra vez, cierro los ojos y pido en silencio. Ella
está en mis brazos, segura en mi abrazo. Tengo que creer que todo va a estar
bien.
—Papá —Una pequeña voz somnolienta nos sobresalta—. ¿Estabas besando
a mi mamá?
Mi cabeza da vueltas.
—¿Dove?
Sus bonitos ojos parpadean y su madre se lanza hacia adelante.
—¡Dove, estás despierta! —Noel besa su mejilla. Besa su otra mejilla, su
cuello y el costado de su mano—. Oh, mi bebé, mi dulce ángel.
Doy un paso atrás, dándole espacio como la felicidad, alivio, gratitud, alegría
llenan en mi pecho. Yendo hacia la cabecera de la cama, me agacho para
acariciar su suave cabello.
—¿Cómo te sientes, mi amor?
—Me duele la cabeza. —Su voz suena cansada—. Tenía mucho frío, me
aferré a Akela. Ella estaba calientita, trató de sacarme…
Ella me mira y sus pequeños ojos giran.
—Lamento no haber ido a casa como dijiste.
—Está bien… No estás en problemas… —No sé cómo decir esto—. Nunca
vuelvas a hacer eso, ¿de acuerdo?
—¿Akela está bien? —pregunta, esos ojitos llenos de preocupación.
Noel no deja de besarla mientras la enfermera entra en la habitación y
comienza a moverse rápidamente, tomando notas y revisando sus signos vitales.
Los ojos aguamarina de Dove no pierden detalle.
—¿Mi mamá es tu princesa ahora?
Sonrío, muy agradecido por una segunda oportunidad.
—Hablaremos de todo cuando lleguemos a casa.
Capítulo 33
Noel
—¿Cinco por cuatro? —Leon se apoya en la barra con Dove encaramada
justo en frente de él.
—¡Veinte! —Ella grita, dando un pequeño salto.
—¿Dos veces dos?
La cabeza ladeada a un lado.
—Demasiado fácil. Cuatro.
—Está bien, prueba esto. Siete por… —Su voz se arrastra y sus ojos se abren
—. ¡Nueve!
Sus pequeños labios se separan, ella piensa su respuesta por un momento—.
¿Sesenta y tres?
—¡Sí! —Leon levanta sus manos y ella choca los dos con fuerza—. ¡Sigues
siendo una bebé prodigio!
Al escuchar eso Dove frunce el ceño inmediatamente.
—¡No soy una bebé!
Taron se ríe desde donde está parado, apoyado contra la barra, mientras los
mira. Se ve tan guapo en ese esmoquin, el pelo peinado hacia atrás y los ojos del
color del mar tan llenos de amor.
Me detengo un momento dejando que la alegría del momento llene mi
espíritu. No estoy segura de que sea posible ser más feliz de lo que soy ahora.
Como si estuviera de acuerdo con mis pensamientos, la mejor perrita del
mundo trota a mi lado y pone su cabeza debajo de mi mano. Me pongo en
cuclillas para rascarle la cabeza a Akela y me lame en la cara.
—¡Oh! —Me río—. Cuidado con el maquillaje, chica.
Leon declaró a Akela una heroína.
Dove nombró a su papá un héroe.
Sawyer y yo decimos que ambos tienen razón. Taron, por supuesto, dice que
hizo lo que cualquier buen padre haría y estoy segura de que Akela diría que,
para un Husky siberiano, meterse en un lago helado y ayudar a salvar la vida de
una niña es parte del trabajo.
Los amo a todos.
De pie, deslizo mis manos por la parte delantera del vestido de noche que
llevo puesto. Sin mangas, confeccionado en seda gruesa de color azul marino
con una falda completa y un hermoso estampado floral cerca de la parte inferior.
Fui de un lado a otro sobre llevar el pelo recogido o suelto y finalmente decidí
dejarlo suelto, sobre un hombro.
Respirando nerviosamente, la emoción apretando mi garganta, hago mi gran
entrada.
—¡Mamá! —Dove jadea, sosteniendo sus mejillas—. ¡Eres una princesa!
—Diablos, hermana —es lo mejor que recibo de Leon.
La expresión de Taron hace que mi pecho se contraiga. Se endereza, saca la
mano del bolsillo y parece aturdido, como si estuviera viendo el amanecer por
primera vez.
—Te ves muy hermosa.
El calor inunda mis mejillas. Mi corazón late más rápido, miro hacia abajo,
dejando que una de mis ondas de cabello oscuro caiga sobre mi mejilla. Él lo
desliza con los dedos y me abraza.
Cerrando los ojos, inhalo profundamente su aroma. Siento la fuerza en su
cuerpo, las riendas que unen mi corazón finalmente se aflojan. El miedo se ha
ido, soy libre de amar a este hombre completamente, con mi cabeza y todo mi
corazón.
—Estoy muy contento de que hayas decidido ir esta noche. —Su voz es baja,
pero siento su brazo moverse.
Mirando a mi alrededor, veo a nuestra hija tirando de su manga.
—Yo también, papá.
Él sonríe y la levanta, sosteniéndola sobre su cadera. Ella pone su brazo
alrededor de mi cuello, juntándonos a los tres en un abrazo y beso su cabello.
Pasa un momento y mi hermano se apila a mi lado. Comienzo a reír,
levantando mi brazo y tirando de Leon en nuestro abrazo grupal. Lo siguiente
que sabemos es que Akela mete la nariz en el medio y Dove comienza a
moverse.
Taron la baja y ella abraza a Akela antes de salir corriendo a la sala, nuestra
perrita la sigue.
—Se divierten mucho. —Leon la sigue y yo me dirijo a mi cita.
—Seguro que sí.
Me ofrece su brazo y yo deslizo mi mano en él.
∞∞∞
Estamos de vuelta en el centro cívico, es casi lo mismo que fue la noche del
baile del Festival. Mirando a mi alrededor, veo las caras familiares de nuestros
amigos sonriéndonos. Todo el pueblo sabe lo que le sucedió a Dove... y cómo la
salvamos todos, pero principalmente a su papá.
—Me alegra que hayan podido venir. —Ed Daniels nos detiene en la puerta,
estrechando la mano de Taron y dándome un abrazo.
Sawyer está en la parte de atrás hablando con Jeff Priddy y, cuando nuestros
ojos se encuentran, sus cejas se elevan. Me hace una seña con el pulgar hacia
arriba y sacudo la cabeza con una sonrisa.
Mindy se arremolina con un chico que no conozco justo detrás de ella. Ella
está en un hermoso vestido amarillo y su cita está en un traje color lavanda bien
hecho a medida. Está claro que no están juntos de una manera romántica.
—Maravilloso. —Ella da un paso adelante para besar mis dos mejillas—. Te
ves como una supermodelo.
—Gracias. —La abrazo, hablando cerca de su oído—. Esperaba que
estuvieras con Deacon. —
—Está en Dallas. —Ella hace un gesto a su escolta—. Noel, Taron, este es
William. Nos conocimos en la escuela de arte y él está buscando un nuevo
compañero de apartamento.
—Encantado de conocerte, William. —Taron le da la mano y las cejas de
William se levantan.
—¿Es este el héroe del que he estado escuchando? Tú estás usando ese traje,
señor. Bravo.
—Gracias, supongo. —Taron le palmea el hombro y Mindy se ríe.
—Tienes que aprender a recibir un cumplido, T.
—Espera. —Mi ceño se frunce—. ¿Qué es todo este cuento de compañeros
de apartamento, te vas a mudar?
—Estoy pensando en mudarme a Dallas. Tengo una oferta de trabajo en una
empresa de diseño, y bueno, creo que es hora de un cambio.
—Ni se te ocurra. —Sostengo su brazo, pero ella me empuja.
—Es tu cumpleaños. Dallas no está tan lejos, puedes venir a verme en
cualquier momento. Hablaremos de eso más tarde. —Ella pone su mano en el
brazo de William y me lanza un beso—. Feliz cumpleaños, que te diviertas.
Ellos se alejan y yo miro a mi hermoso hombre.
Me mira y sonríe, quitándome el aliento.
—¿Bailamos?
La banda toca una lenta canción navideña sobre conducir a casa para navidad
y Taron me acerca, coloca su mano contra mi espalda baja y sostiene la otra
contra su pecho.
Nos balanceamos de lado a lado, estoy perdida en un lugar mágico con sus
brazos a mi alrededor, las luces amarillas centelleantes que brillan en sus ojos
hipnóticos y el calor que se eleva de nuestros cuerpos presionados.
—He estado tratando de decidir qué regalarte para tu cumpleaños. —Su boca
está en mi oído y el susurro de su aliento sobre mi piel me da escalofríos.
—Salvaste a nuestra hija de ahogarse. Ese es el mejor regalo del mundo.
—Ese no fue tu regalo. —Besa mi mejilla—. Salvar a Dove fue para todos
nosotros. Es por eso por lo que todos lo hicimos.
Mi corazón se aprieta, es tan cierto.
—Así que tenía algunas cosas en mente, creo que he decidido cuál será.
Levantando la barbilla, le sonrío.
—Es divertido escucharte decidir justo frente a mí.
Me besa la barbilla y me saca de la pista de baile.
—Ven conmigo.
Nuestras manos están juntas mientras él me lleva rápidamente a la puerta. Me
muerdo el labio, estoy orgullosa y un poco cohibida después de ver su sexy
arrogancia, noto que las cabezas se vuelven cuando pasa y pienso en la primera
vez que vi a Taron Rhodes. Creí que era un dios. Ahora sé que él es todo eso y
más.
Salimos a la noche y el aire frío me golpea.
—¡Está helado aquí afuera!
Se detiene para quitarse la chaqueta y me la pone sobre los hombros. Deslizo
mis brazos en las mangas y él me lleva un poco más lejos, donde está el quiosco
en medio del parque.
Las decoraciones navideñas iluminan el paisaje en bonitos tonos de rojo,
dorado y verde. Nunca me importó haber nacido el día de navidad. El mundo
entero está bellamente decorado, las canciones son increíbles y es realmente
difícil no sentir el amor en nuestro pequeño pueblo.
Taron me pone de frente a él y me acerca de nuevo.
—Quería hablar contigo sobre esto por un tiempo, pero siempre pasa algo.
—¿Hablar conmigo, de qué?
—Espera un momento. —Él toca su pecho y luego se detiene, exhalando una
carcajada—. Mi culpa.
Al acercarse, siente el bolsillo de su abrigo, que es demasiado grande.
—Hablé con Sawyer sobre esto hace un tiempo… —Da un paso atrás y cae
sobre una rodilla.
—Oh, Dios mío. ¿Taron, qué estás…?
—Noel Aveline, no te merezco. Yo nunca lo he hecho. Me fui para tratar de
demostrar que podía ser lo suficientemente bueno para ti, pero lo jodí todo…
—Taron, no, tú no…
—Este no es realmente un regalo de cumpleaños para ti, porque si dices sí,
me darás el mejor regalo que podría pedir. —Saca un hermoso anillo. Una
delicada argolla de oro blanco que se envuelve delicadamente alrededor de una
piedra enorme—. Es una piedra lunar. Representa nuevos comienzos, éxito y
buena fortuna. Eres la única fortuna que quiero. Eres el amor de mi vida. Eres la
madre de mis hijos. Eres la mitad de mí sin la que no puedo vivir. ¿Te casarías
conmigo?
Mi garganta está tan apretada que apenas puedo hablar. Las lágrimas inundan
mis ojos, sólo puedo asentir rápidamente mientras sostengo una mano sobre mi
nariz, no queriendo que me vea llorar feo.
—Oh, Taron, sí. Por supuesto que sí, te amo.
Se levanta, deslizando el hermoso anillo en el tercer dedo de mi mano
izquierda.
—Sé que no es tradicional.
Alcanzando, pongo mi mano en su mejilla, sonriendo de oreja a oreja.
—Nada de nosotros lo es.
Inclinándose, cubre mi boca con la suya, besándome despacio, curvando su
lengua contra la mía.
—Vamos a decirle a todos.
—¿Qué?
Agarrando mi mano, me lleva corriendo hacia el centro cívico. Mantengo las
solapas de su chaqueta cerradas haciendo mi mejor esfuerzo para mantener el
ritmo y cuando volvemos al salón de baile lleno de gente, él irrumpe por las
puertas y grita—: ¡Ella dijo que sí!
Toda la sala estalla en vítores. La gente suelta serpentinas y chorros de
confeti vuelan a nuestro alrededor. Se escuchan los corchos de champán y la
banda se lanza a tocar All I Want for Christmas is You.
—¡Síííííííííí, chica! —Mindy corre y me agarra por la cintura—. Felicidades,
a ustedes dos.
Sawyer se acerca y le da la mano a Taron y luego me abraza.
—Estoy muy feliz por ti, hermana.
Mis ojos se calientan ante sus palabras, miro a Taron, que me mira con tanto
orgullo en sus ojos.
—¿Hiciste todo esto?
Él asiente, sonriendo de esa manera que me dan ganas de arrancarle toda la
ropa.
—Me alegra que hayas dicho que sí o me habrías avergonzado.
—Como si fuera a decir que no. —Levanto la mano para abrazarlo y él me
levanta del suelo.
Todos aplauden nuevamente mientras gira en un lento círculo, sosteniéndome
en sus brazos. Me río y él me humilla. Estamos rodeados de tantos amigos,
nuestra familia. Nada más falta contarles a dos personas más.
—Tenemos que decirles a Dove y Leon.
—Bueno, Leon ya lo sabe. Al menos, él sabe que estaba planeando
preguntarte.
Bailamos un poco más, sacudiendo las manos de los amigos y abrazando el
cuello, hasta que no puedo soportarlo más. Luego nos despedimos y salimos, de
vuelta a la casa.
Dove está sentada en el sofá entre Leon y Akela cuando llegamos. Leon se
levanta, le da a Taron un apretón de manos y aprieta mi brazo.
—Bienvenido a la familia.
Sus palabras claramente significan mucho para Taron, pero estoy concentrado
en la pequeña señorita que nos mira con tanta curiosidad. Yendo hacia ella, me
siento y tomo su mano en la mía.
—¿Está bien si hablamos por un minuto?
Ella se da vuelta, frunciendo el ceño.
—¿Estoy en problemas?
—¡No! —Taron se ríe—. En absoluto, nena. Solo queríamos hablar contigo
sobre algo, saber cómo te sientes al respecto.
—Está bien. —Asiente, mirándonos como un pequeño adulto.
Aclarando mi garganta, tomo la delantera.
—Dove, amas a tu papá, ¿verdad? —Ella asiente enfáticamente y yo sigo
adelante—. Yo también amo a tu papá. Así que estábamos pensando, bueno,
decidimos…
Me quedo sin saber qué decir, entonces Taron interviene.
—Tu mamá dijo que se casaría conmigo. Va a ser mi esposa y todos vamos a
vivir juntos como una familia. ¿Eso está bien?
Ella no reacciona de inmediato, mis nervios entran en acción.
—¿Dove, eso está bien?
Sus brillantes ojos parpadean rápidamente y su pequeña barbilla tiembla.
Taron y yo reaccionamos a la vez.
—¿Cariño, qué pasa? —Tomo su mano, poniendo la otra en su hombro.
—¿Significa esto que mi papá nos va a llevar, nunca más volveré a ver al tío
Sawyer o al tío Leon, Boo o Akela?
—¡No! —Tengo un nudo en la garganta y casi lloro—. No, bebé, eso no es lo
que hemos querido decir.
—Dove —la voz de Taron es gentil—. Me gusta vivir aquí. Nunca te alejaría
de tu familia.
—Tu papá se va a convertir en parte de nuestra familia, de verdad.
Mientras hablamos, su expresión cambia. Ella comienza a sonreír y aunque
escapa una pequeña lágrima, salta al sofá y agita las manos.
—¡Vamos a tener una boda! Al igual que al final de La Sirenita, tendremos
arcoíris y música, ¿y puedo usar un vestido elegante como el tuyo, mamá?
Quitándome las lágrimas, empiezo a reír y la abrazo.
—Por supuesto que sí.
Taron nos rodea a ambas con sus fuertes brazos, pero solo podemos sostener
a nuestra pequeña nena un segundo antes de que ella se levante del sofá y baile
por todo el lugar.
—¡Una boda y nada va a cambiar! —Salta, levanta la pierna detrás de ella y
hace sus movimientos de baile de Angelina.
—Bueno, una cosa tendrá que cambiar. —La voz baja de Taron nos hace
hacer una pausa. Lo miramos con los ojos muy abiertos, preguntándonos qué va
a decir—. Tendrás que empezar a dormir en tu habitación de arriba.
Mis labios se presionan, luchando contra una sonrisa y Dove frunce el ceño.
—¿No quieres dormir conmigo?
—Solo en ocasiones especiales. También necesitamos tu mamá y yo nuestro
tiempo especial.
Me sorprende lo preocupada que estoy por su reacción. Sus grandes ojos se
mueven hacia un lado, parece pensar bien su respuesta.
—¿Puede Akela dormir conmigo?
—¡Sí! —Su papá y yo respondemos a la vez.
—¡Yupiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii! —Levanta las manos y comienza a bailar de nuevo
con Akela en el sofá mirando. Estoy bastante segura de que está sonriendo.
Más tarde esa noche, cuando me quito la ropa de fiesta y Dove está
profundamente dormida en mi cama, me deslizo por la ventana y corro hacia la
cabaña. Taron está en la puerta cuando llego allí.
—Iba de camino a verte. —Sonríe, mirándome.
Doy un paso adelante y lo abrazo. Igual de rápido, me envuelve en sus fuertes
brazos. Nos abrazamos por un largo momento, escucho su respiración entrando y
saliendo. Escucho los latidos de su corazón. Siento la fuerza de su cuerpo contra
el mío.
—Gracias por regresar.
Se inclina, deslizando sus pulgares por mis mejillas.
—Gracias por esperar por mí.
—Gracias por amarme.
Aprieta los brazos y me mete la cabeza debajo de la barbilla.
—Nunca dejaré de hacerlo.
Levantando la barbilla, busco sus labios. Él cubre mi boca con la suya y no
pasa mucho antes de estar en su cama. Está entre mis piernas, convirtiéndonos
en uno, los cuerpos cubiertos de sudor, respirando con dificultad cuando
terminamos.
Sus brazos me rodean, estoy muy agradecida por las raíces que eran
demasiado profundas para ser destruidas. Pienso en nuestro futuro y el camino
por delante. Sé que no será sin sus baches y valles, pero después de todo lo que
hemos pasado, estoy segura de que podemos enfrentar cualquier desafío que
pueda surgir.
Aprendí que el amor es un tornado, destructivo, feroz y poderoso. También es
una mariposa, suave, gentil, hermosa. Pero para llegar a la mariposa, debes
atravesar el tornado. El amor tiene que transformarte. Tienes que crecer y es
difícil, cambia la vida, da miedo y es un viaje aterrador, pero al salir del otro
lado, hemos extendido nuestras alas.
Cambiamos el dolor y la pérdida por algo mucho más hermoso, valioso y
duradero. Hemos creado algo original y nuevo.
Al cruzar el patio hacia la casa, miro a la luna y pienso en el anillo en mi
dedo. Nuevos comienzos, curación, comienzo de buena fortuna y bendición.
Haciendo una pausa, escucho la voz de mi madre. Incluso escucho a mi papá.
La familia no deja de existir sólo porque no puedes verla. La familia es algo
irrompible, para siempre. Está en los árboles, extendiéndose hasta los cielos. Es
tradición, risas y amor. Mi último agradecimiento es para ellos.
Estamos comenzando una nueva familia, esta familia no tiene miedo del
tornado.
Esta familia puede volar.
Epílogo
Taron
Noel y yo nos casamos en la primavera cuando los árboles florecían y los
azafranes adornaban el suelo.
Ella quería esperar hasta el otoño, planear un gran evento que se celebraría
después de la cosecha, pero yo no podía esperar. Estuvimos separados tanto
tiempo y trabajamos muy duro para volver a estar juntos. Incluso cuatro meses
me parecían eternos.
Nos casamos en el huerto en abril, tan pronto como el clima se volvió lo
suficientemente cálido como para que Noel usara el vestido que había elegido.
Estoy seguro de que todos los esposos piensan esto, pero Noel fue la novia
más hermosa que jamás haya visto. Llevaba su cabello en dos trenzas justo en la
parte superior de su cabeza con flores de durazno tejidas en la corona. El resto
colgaba en ondas sobre sus hombros. Soy un gran admirador de su cabello, pero
su vestido me dejó sin aliento.
La parte superior era de encaje transparente con un tipo de sujetador que
cubría sus senos, luego era largo en un diseño de sirena. Parecía algo fuera del
mar con su cabello y su vestido. Simplemente me paré al frente en mi esmoquin
con Sawyer, Leon, Patton y Marley, tratando de convencerme de que esto no era
todo un sueño.
Los chicos quedaron impresionados por Dove… y Noel. Por supuesto que sí,
mi pequeña compañera me preguntó si podía cantar una canción en nuestra boda.
No puedo superar cómo le gusta actuar. Ella me dijo que bailar no era un talento
lo suficientemente bueno para el concurso, así que quería intentar cantar. Como
si fuera a decirle que no.
En nuestra boda de primavera, hizo su debut público con Love is Like a
Butterfly, aunque realmente no me gustaba esa canción (lo sé, estoy equivocado),
cuando escuché la dulce voz de mi niña cantando para su madre y para mí
mientras estábamos parados debajo de durazneros cubiertos de flores se
convirtió en mi canción favorita de la tía Dolly.
Un viento suave llevó el aroma fresco a nuestro alrededor mientras juramos
amarnos, honrarnos y apreciarnos mientras vivamos.
Son palabras que le prometí todas las noches desde que regresé. Son palabras
que soñé con decirle todas las noches que estuvimos separados, sellarlas con
nuestra pequeña niña que nos cantaba era más de lo que podía haber imaginado.
Lo que no podría haber imaginado era que mi madre vendría a la boda. Noel
insistió en que la invitáramos, a pesar de que le dije que no vendría. ¿Adivina
quién perdió esa apuesta?
Lucille Rhodes apareció en toda su gloria, vistiendo una blusa color crema y
una falda color coral, su cabello rubio blanco peinado largo sobre un hombro,
Dove se enamoró de ella de inmediato. El sentimiento parecía ser mutuo.
—¡Te pareces a tía Dolly! —Mi hija dijo el momento en que se conocieron.
Mi madre envolvió su chal de seda bordado con flecos alrededor de sus
delgados hombros y evaluó a la niña de seis años.
—Te pareces a mí. ¿Cómo te llamas?
—Tara Dove Noel LaGrange Rhodes. ¿Y tú?
Eso fue suficiente para hacerlas amigas. Cualquiera con tantos nombres, sin
importar la edad que tenga ha impresionado a mi madre. Al final de la boda
estaban haciendo planes para que Dove fuera a quedarse con ella en Tennessee y
visitar el parque de diversiones de la “tía” Dolly.
∞∞∞
FIN
* * *
Espero que hayas disfrutado de conocer a Taron, Noel, Dove y toda la familia.
Por ahora:
Lee la sexy historia de Patton un perfecto romance de enemigos a amantes en
la oficina
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Sawyer LaGrange.
Es el hermano mayor de mi mejor amiga.
Es callado, melancólico, pecaminosamente atractivo….
Pelo oscuro, una barbita desaliñada que crece en su mandíbula cuadrada y
dueño de una musculatura que me encanta trazar con mis dedos y después con
los labios…
Él siempre hace lo correcto.
Hasta que...
Dicen que la vida te da lo que tienes el coraje de pedirle.
Bueno, soy valiente.
Y lo quiero a él.
Secretos.
Todos los tienen.
Grande, pequeño, inocente… prohibido.
Mindy es una línea que nunca debería haber cruzado.
Pero lo hice.
Ella es hermosa, extrovertida y tentadora.
Y las reglas fueron hechas para romperlas.
Las rompimos todas.
* * *
Patton Fletcher es
✔ Exigente.
✔Determinado.
✔Muy atractivo y, por si fuera poco…
✔Mi nuevo jefe.
Patton
Hace siete años en una jungla suramericana
<3 Tia
Sobre la autora
Tia Louise es la autora más vendida y premiada del USA TODAY de un
romance súper sexy y caliente.
Ya sean multimillonarios, marinos, boxeadores, vaqueros, padres solteros o
grandes empresarios, todos sus héroes son alfas con corazones de oro. Todas sus
heroínas son las mujeres fuertes y atrevidas. TODOS sus finales son felices para
siempre.
Louise, ex maestra, periodista y editora de libros, vive en el medio oeste de los
Estados Unidos con su grandioso esposo y dos genias adolescentes.
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