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LL. | JUAN MANUEL BORTHAGARAY Ate BUENOS A ni =< ee See eee oe = me = raat =] 4% | 1 Habitar Buenos Aires : las manzanas, los loes yl Borthagaray.- 1a ed. - Buenos Aires: Sociedad Cen de Arquitectura y Urbanismo, 2009. 288 9.3 24x17 em, casas / compilado por Juan Manvel fe Arquitectos: Consejo Profesional ISBN 978-987-99741-86 1. Urbanismo. |. Borthagaray, Juan Manuel, como, copm Fecha de catalogacion: 17/11/2009 Habitar Buenos Aires Etedo por Sociedad Central de Arquitectos: Montevideo 938, C1o\GABT, Cluded de Buenos Ales, Argentina (+54 1 4812 3644/54 1 4812 5856) / vww:socearqorg, Consejo Profesional de Arcultecturay Urbanism: 25 de Mayo 482, CiooaA8|, Ciudad de Buenos Aires, Argentina.) (154.1 §239,940\/ +54 11 4312.4759) / wwww.cpau.org Comision Directva SCA Presidente [que Corio Gp) or. / Wleopresidente Ls Wor Albornes a9. / lepresidemte 2” Covo Cobriel Lopes, arg. / Seeretanlo General Rebero R. Susrel, org / Proseeretaro Valera Oe! Puero, ar. / Tesorero Fobién de Lo Fuente, cr. / Protesorera Morcelo rise, 07. / VocalesTitalares Agustin Goria Pug, Acriore Oweh, Jorge Cores, Javier Ferandez Casta, Huge Montorfare, ras. / Vecales Suplentes Motos Cipl Alberto Gorbatt, Rito Comende, Santiago Ai Fors, Gracisla Bandari, Carolina Day, Antonio Ledesra, José Luis Sciaoito, Nanette Cabeweu, Cabvie! Turtle, Avore Aes, jorge Lome, args. /Agpante Titwlar Sr Jol €. Psi /Aspiante Suplente Sr. Froncsco Hesayre. Comision Directiva CPAU Presidente jorge HowovsLestovd, ng. / Viepnesidente #* Car's Fedrcode\ Franca, avg / Weepresidente Mario Nestor Borcoboink, arg. / SeeretavioCostina Betis Fernendes, arg, / roseeretario Margarita Mirta Chavis 7g / Yesoraro Corlos Alberto Moreheto, og, / Protesoreo Marta Caria Fal, or, / Conseeres ‘Tieulares Eric Gomes Luergo, Graciela & Runge, Edgardo Minand, Ricerdo Blinder, Educrdo Bekrschin, Creciela L. Nevoa, juan Mortin Urge Sergi Antoni Tan Diéguez, args / Conseores Suplentes Herm: Maldonado Aguiar, Daniel H, Sibefader, Esteban R, Uraty, Guillermo C. Tlie, args. Editor y compilador: juan Manvel Borthagaray. aq. Equipo: Cristina Argumedo, Andrea Behar, Andrea Carrizo, Cecilia Dumbsty, Gabriel Holzel, (Oscar Lagues Obregon, Andrés Maidana Legal, Anibal Ortega, Diego Schall y Lucia Vidal Direccién editorial: Hein Bisman, Asistonte de direccién editorial: Pablo Engelman, Sisman Ediciones. Diseno grafico: Albano Garcia, Alejandro Ambrosore, Diego Pilla Amaya, Bisman Ediciones ISBN: 978-987-9974186 ‘Queds hecho el deposito que estabice la Ley 11.733 / impreso en la Argentina. Printed in Argentina, ©2010, van Manuel Borthagaray, Sociedad Cental Arquitectos y Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanism, Tades os derechos reservados bao conwoniositerraoralesyla Comencin Panamericane de Derecho he Autor. Nose penrit oeproducciin parcial otal de este ern suincoparocén a site in. ‘formation sa wansmiion en evalquier fora o por evalquier reo, sea ete mecaic, sleinco, por fotocopia,erabacién ui cwos éiodos, sina permiso prs por escrito de lstilaresdelcooyigh INDICE Profacio Daniel Silber Introduecién juan Manuel Borthagaray La ciudad dibujada. Las particiones Alberto de Paula La ciudad construida. La ciudad de los patios Rodolfo Giunta / Maria Rosa Gamondés Un cambio copernicano Juan Manuel Borthagaray Palacios, palacetes, grandes residencias Lucta E. Caleagno J Marta M. Borthagaray Pelit-Hétel: hacia una definicién tipolégica Alberto Bellucci / Hugo Pontoriero Habitar fuera del centro: quintas, caserones y villas (| lusion del verde) Gustavo A. Brandariz Habitan los inmigrantes Jorge Rarnos de Dios La casa chorizo ‘Aquilino Gonzalez Podesta Los departamentos Juan Manuel Sorthagaray Elrevés dela trama Rolando H. Schere Normas y formas: regulacién y tipologia en Buenos Aires Fernando Diez ‘Sobre el paisaje urbano de Buenos Aires ‘Alfonso Corona Martinez Vivienda de interés social: ¢casas para la gente? Alicia Gerscovich { Jorge Tellechea ‘Andrés Maidana Legal / Oscar Lagiles Obregé! Habitar en la vivienda social de Buenos Aires, 1905/2002 Renée Dunowicz / Teresa Boselli Buena practica en habitat social. I conjunto Monteagudo del MTL Alicia Gerscovich / Jorge Tellechea Andrés Maidana Legal / Oscar Lagiies Obregén Un homenaje a la manzana porteiia en Puerto Madero Juan Manuel Borthagaray 10 46 R 104 120 136 158 Bo 198 236 254 284 LA CIUDAD CONSTRUIDA. LA CIUDAD DE LOS PATIOS. RODOLFOGIUNTA MARIA ROSA GAMONDES: A. Plan dela ville de Buenos Ayres de Pierre Francois Xavier de Charlevoix (1756). Al principio parecié que la traza de Garay habfa sido excesiva, que nunca se llenaria. En ‘efecto, que la ciudad hubiese sobrevivido sus primeros 200 athos parecié un milagro B, La manzana comprendida entre las calles Pert, México, Bolivar y Venezuela, a través del tiempo. Plano de Garay (1580). C.Catasico Beare (1860-1870) D. Catastro Ibarra (confecionadlo en base a vuelos aerofro- gramétricos, 200) E, Imagen satelital actual (Google Earth) F. Fotografla actual del patio del convento de Santa Catalina en San Telmo, G. Fotografia actual del Museo Mitre, antigua casa de Bartolomé Mite, doi Giunta Profesor en Historia (UBA);Excargade de Arcade istovio Cuba Urbona del Museo is ico Sarmiento (Secretaria de Cultura de lo Necin). ‘Maria Rosa Gamondes Licenciada on Historia, Investigadora de! Instituto de Are American, FADU, LUBA Fue consuliora del Getty Research Institute for the History of At and the Humanities Histoiedora ‘urbare. Creadora de Historiadores Online (OL) ste capitulo cubre el lapso de consolidacién de Buenos Aires, durante el cual el ambicioso cesquema de la ciudad imaginaria completa que Garay dibujo de modo indeleble sobre el tertitorio bonaerense se fue convirtiendo en una ciudad construida, en un proceso hist6rico que conoci6 momentos en los que parecié que la matriz: dibujada habia sido desmedida, [Nos cuenta de ls primeras normativas, con la aparicién de alarfes y maestros mayores, ‘Cambios en el espacio piiblico, crecimientos sobre el ejido,divisiones administrativas y pa- rroquiales. En su primer siglo de vida e! crecimiento fue lento pero continuo, peto el solo hecho de que haya sobrevivido puede consicerarse como un milagro, habida cuenta de las prohibiciones comerciales, pobreza y aislamiento, “Seguia siendo el extremo de ur largo «2ar0s0 camino que se iniciaba en Lima y venta a moriren wn villorto, que tra cosa no fue hasta Tegar al siglo XVIII". A mediados de ese siglo, ya habia muchos hornos de ladrillos y de ‘cjas,y las casas principales tienen sus ventanas protegidas por rejas que, segtin los viaje- 105, les daba un aspecto de prision. Una carta fechada en 1729 dice que quedan aun mu- chas casas de paredes de barro cubiertas de paja, habitadas hasta por personajes ricos, como el sefior Obispo. Grandes cambios acontecen cuando la ciudad es sede de la Gober- nacién, y del Virreinato, luego, en 1776. Durante un largo periodo se va generalizando un tipo, el de la casona con patios, que pasara a constituir la arquitectura de la ciudad. En el Catastro Beare (1856) pueden reconocerse en toda la ciudad la tipologia de casa de patios, ylos impactos de Ia Revolucign industrial y comercial, que provocaron ensanches y den. sificaciones. EI pantallazo est iustrado por uns coleccién de impresiones de viajeros, que aportan singular colorido sobre estas €pocas tan prédigas en acontecimientos, algunos tan aciagos como las epidemias que asolaron la ya pujante capital comercial LA CIUDAD CONSTRUIDA. LA CIUDAD DE LOS PATIOS. Rodolfo Giunta / Maria Rosa Gamondés Buenos Aires en el contexto internacional La gestion de la Corona Espanola, que bajo la dinastia de los Habsburgos vivi6 un floreciente siglo XVI repartido entre los reinados de Carlos V y Felipe II, de- cay6 de manera notable a lo largo del siglo XVII, que cul miné con la muerte sin descendencia de Carlos 11, conocido como el Hechizado, lo que desat6 una larga guerra de sucesién, Finalmente, la Paz de Utrecht (1713) garantizé la legada de Tos Borbones a la Corona Espatiola, y con ellos una profunda resignificacién en la administracién de los dominios en tertitorio americano, El mercantilismo de estado, basado en la acumulacién de metales preciosos, fue mutando hacia una fisiocracia que ponia en valor la produccién de la tierra y, a su vez, vinculaba los dominios americanos con los requerimientos de materias primas de la Revolu- in Industrial. La ciudad de Buenos Aires, en el inicio del siglo XVIIL, obtuvo la distincién del Rey Felipe V con el titulo de “Muy noble y muy leal”, por la accién del coronel Baltasar Garcia Ros, al hacer rendir el bastion portugués instalado en Colonia de Sacramento (1705). A mediados de siglo se crearon dos unidades territoriales tern gabesnaddoree propioe! pero biliendsnados 4 Ruiioe Aires: Maniovided (luego casi toda la Banda Oriental) y Misiones (para las comunidades guaranies tras la expulsién de los jesuitas). Finalmente tuvo lugar la creaci6n del Virreinato del Rio de la Plata, con capital en Buenos Aires (1776). Dicho Virreinato com- prendia las gobernaciones del Rio de la Plata, Montevideo, Misiones, Malvinas, Paraguay y Tucumn; la Presidencia de Charcas (Alto Pert) y los territorios de la jurisdiccién de las ciudades de Mendoza y San Juan del Pico, que hasta enton- ces dependian del gobierno de Chile. Como mandatarios locales, el Rio de la Plata, Paraguay y Tucumén contarian con gobemnadores y Cuyo y los distritos del Alto Peri, con corregidores. El proceso de transformacién que implicé la capitalizacién virreinal de Buenos Aires, en sus aspectos juridico, institucional, estratégico y militar corrié paralelo con la evolucién comercial que adquirié la ciudad. Multiples factores produjeron una velocidad de cambio inusitada para la estructura socioeconémica de la cit dad. En los comienzos mismos del Virreinato, Pereira Fernandes de Mesquita sefialaba que en la ciudad ya habia mas de seiscientas tiendas y pulperias. El re- lato de Haenke? en 1787 resulta explicito: “Se conocen a vista, atin de los menos ob- servadores, los considerables progresos que hace esta ciudad en comercio y poblacién, ya por las franquicias y libertad que se han conseguido a aquel, ya por la agregaci de ricas provincias al nuevo Virreinato, la ereccidn de nuevos tribunals; como también por la internacién de efectos y correspondencias para Chile y el Peri. Se ven muchas nuevas tiendas, y se hallan los efectos de Europa en mucha abundancia y con bastante equidad con respecto a los precios que antes tenian.”» Es de gran interés el estudio de Susan Socolow,# que permite apreciar como el grupo de los comerciantes en Buenos Aires era en un 859% de origen espafiol, y en un 15% de origen criollo. Confeccioné un cuadro donde se registran los bienes que posefan al casarse y al morir algunos de los integrantes de dicho sector. Si de la lista extractamos solamente aquellos que pasaron ambas instancias en el pe- riodo virreinal veremos oscilaciones que en sus valores minimos registran una duplicacién de su fortuna y que en los casos extremos logran incrementar cua- renta y cincuenta veces su patrimonia original 1a Ordenanza de Intendentes, de 1785, fue el titimo intento de organizacion te- rial en la etapa colonial, y por la misma se dividi6 el virreinato en ocho intendencias que tomaron su nombre de las principales ciudades (capitales) LAS MANZANAS, LOS LOTESy LAS CASAS. 33 1y Peroia Femandes de Mescuita, Pedro (1980) Relacion dela conquista Colonia por Don Pedrode Cevalos ydescipcion de cludad de Buenos Aes, Traduccién,prélogey notas Fernando ©. Assungio, uenos Aires: Academia Nacional dela Historia, ibiteca de Publicaciones Documentales, tome XV 2) Haenke, Tadeo (1943) Viaje por Viecinato del Rio Ge a lata, Buenos Ares Erect Editors, Coleccibn Buen Ate 3) [Gayol, Sandra (2000) Seciabildad en Buenos Aires: hombres, honor y cafés 1862 1gt0, Buenos Aires: Ediciones 4 Signo) ‘4 Socolow, Susan (1978) La Burguesia comerionte de Buenos fires en el siglo XVII En: Desarrollo ~Revsta de Ciencias Sociale N® 70, Vol. 18, Buenas Aires: julie septiembre (205-216 donde residirian los intendentes. La de Buenos Aires incluia Corrientes, Santa Fe y Entre Rios. Cambios en el espacio publica Una de las prioridades de la etapa virreinal estuvo vinculada con el saneamiento de la ciudad. Con relacién a la higiene pablica, en el acta del Cabildo, del 2 de noviembre de 1783 (Libro XLV; 236-244) se pidié la renovacién de los Bandos que se habfan promulgado para el aseo y limapieza de las calles ...Esto es que no se arrojen aellas basuras, y materias iamundas que fiecuentemente se advierten. Que se clerren precisamente les huecos que estan abiertos, sin pared, y que se comporigan absolutamente las calzadas El objetivo era que las calles estuvieran “limpias”, esto es “barridas y aseadas”, “llenar con tierra los pozos”, “reparar los pantanos”, y no “atar caballos en las calles”. La nueva reglamentacién tendié a trasladar “extramuros’ algunos de los proble- mas de salubridad interna de la ciudad. Los Corrales del Abasto, que se ballaban en terreno del convento de Santo Domingo en el Alto de San Pedro, estaban muy deteriorados y no podian dar cabyida al continuo ineremento de animales. Recién en 1784 se decidi trasladarlos a un terreno apropiado. Incluso para la provision de mercaderias se designarian parajes en la periferia donde las tropas de carrua- jes serian descargadas por las noches en los arrabales “por el problema que causan Ios orines de los animales a la salud y aseo de la ciudad”. Finalmente, para ciertos es- tablecimientos que se consideraban perjudiciales, se dispuso trasladar, como en el caso de panaderias y atahonas (molino de harina cuya rueda se mucve con ca- ballerfa) fuera del radio céntrico por el uso de “nnuchas cabalgadieras”y por la “gran cantidad de ratones y sabandijas que se concentran. en dichos dmbitos” (Figura 1). Un aspecto clave estuvo signado por la circulacion y el estado de las calles. Una de las metas, largamente perseguidas, fue el empedrado. Para ello se tomaron una serie de medidas que intentaban, por lo menos, subsanar los problemas mis graves. En Ja misma acta citada anteriormente, se prohibié el uso de carretas ena ciudad (aim en las calles empedradas) por ser éste uno de los principales causantes de los deteriozos. Para las mercaderias deberian utilizarse “carretillas de caballo”, mucho mis livianas que las otras. Una de las principales preocupa- ciones era nivelar las calles ~tarea que se le encargé al brigadier don Custodio Saa y Farias-, componer veredas y calles (lo cual, en algunos casos, inclufa tareas de pavimentacién). Para evitar los clasicos problemas de imundacién se decidié dividir la ciudad en dos partes, tomando como centro de la misma, la Plaza Mayor. Desde alli las ca- lies se dividiran en Norte y Sur, otorgindoles declives para que desagtien en los dos zanjones entre los cuales se hallaba inserta la ciudad, Para mayor seguridad se dispone que “ser muy esencial que en todas las encrucijadas de las calles se pongan unas fajas de piedra 0 ladrillo fundido, y parado, que demuestre la elevacton que debe ‘mantener siempre aquel terreno”. Se pone fina tb coniartbre en la realizacion de obras nuevas, de acumular “tie- tras y escombros” en la calle. A partir de ese momento, estos materiales se de- bieron guardar dentro del predio donde se llevaba a cabo la obra. Uno de los problemas que mas preocupaban era el abasto de mercaderias. La capitalizacion virreinal (1776) y el Reglamento de Libre Comercio (1778) como se sefala en el acta del 23 de Julio de 1779 (Libro XLIT; 385) desencadenarian un gran crecimiento en tanto “la ciudad tomara mds cuerpo con la concurrencia del comercio de mar y tierra, como principal cabeza de este virreinato, por la grande concurrencia de gente y mayor trdfico de todas especies de ganados conducentes a los comercios y abastecimientos...”. Se tomaba conciencia de que la ciudad se habia quedado sin ejido; es decir que no quedaban campos libres donde poner el ga- nado e incluso muchos moradores habfan pretendido ocupar los bafiados. La Plaza Mayor debié dotarse de elementos propicios para el cambio. En marzo de 1782 se decidis e! establecimiento de una barraca de madera para vender co- 34 HABITAR BUENOS AIRES — | . mestibles (Libro XLIV; 42]. Incluso se construiria una “casucha portatil de ma- dera” para los fieles ejecutores que controlaban las ventas. En 1784 ya se pensaba en la construccién de una recova para ventas en tiempos “imperlinentes ¢ incémo- dos” (Libro XLVI; 378) que recién se materializara en 1805 (Figura 2). El puerto (ain cuando no se tratase de una infraestructura consolidada) ligaba Buenos Aires con el comercio exterior. La circulacién interna requirié la forma- muertas” que posibilitasen y regulasen el intercambio. Repetidas veces aparecieron peticiones para la construccién de puentes (sobre todo en Barracas) para salvar los escollos de los zanjones, ya que en tiempos de lhuvias la ciudad quedaba aislada. Por otro lado surgié la necesidad de formar nuevas plazas. El2 de mayo de 1781 se realiz6 la peticion para formar una plaza en Monserrat (Libro XLII; 661). El 22 de mayo, se pidié abrir puertas en la Plaza Nueva (Libro XLII; 663) y el 5 se septiembre se solicité el establecimiento de una plaza en el Barrio de Nuestra Sefiora de la Piedad, que terminé levando el nombre de su propulsor: “Plaza Lorea” (Libro XLIV; 85). En una linea norte-sur, que actualmente ocupa la Avenida 9 de Julio, se establecieron algunas plazas practicamente en el limite de una traza plenamente consolidada con el extramuro de los arrabales, que li- mitaban las areas del campo y la ciudad. Las divisiones administrativas Una de las primeras divisiones establecidas en la ciudad de Buenos Aires fue de orden parroquial. Debemos tener en cuenta que hasta la creacion del Registro Civil, las parroquias eran las encargadas de los archivos de nacimientos, casa- mientos y defunciones. Fue en 1769, por pedido del obispo don Manuel Antonio dela Torre que se loge (real cédula del 8 de julio de 1769) Ia creacién de seis pa- rroquias: San Nicolis, Socorro, Concepcion, Monserrat, La Piedad y La Catedral. En tiempos del virrey Vértiz, y a los fines de llevar a cabo un empadronamiento ordenado por el Rey, se realiz6 una divisin en seis cuarteles (1778). En dicho censo la poblacién de la ciudad ascendia a 24.335 habitantes. En 1790 la Real Audiencia, presidida por el virrey Arredondo acord6 dividir la ciudad en cuatro cuarteles nombrando alcaldes. Rapidamente se noté la insufi- ciencia de dicha division, por lo cual el capitan Martin Boneo —intendente de Policia solicit6 al Cabildo la subdivisi6n de la ciudad en veinte barrios, design’n- dose un alcalde para cada uno de ellos. Légicamente, con el crecimiento de la ciudad estas divisiones suftieron modificacio- nes, En el Registro Estadistico de Buenos Aires que efectué Ricardo Trelles (1859) se publicaron los planos relativos 2 la division de las parroquias (Figura 3)(que para ese entonces ya eran once) en tanto el resto de las divisiones administrativas as cendia a trece secciones. (Figura ) (Figaa 2) LAS MANZANAS, LOS LOTES y LAS CASAS 35 Figura x: Do de Wericke #849. Figura 2: Litegrafle de D Orbigy 18:8 5/Ci es wabajoscée Angel —-Crecimiento esponténeo sobre el eji Leper Carts y Manus Dentro de la légica que la bibliografia ha planteado recientemente para otras Lucena Giako sobre freas de Hispanoamérica en el tiempo de los Habsburgos,'a saber: explosion de- sige XVI mogrifica y conflicto de la Corona con las élites locales, podemos afirmar, para 6/Dicsonanode derecho el caso de Buenos Aires que, hacia fines del siglo XVII, el crecimiento de la ciu- caren. Pars, ibreia de dad resull6 tal que, en un impulso expansivo esponténeo, la ocupacién con fines Rossy douret, 1849.08 _habitacionales desbord6 los limites de la traza, y se volcé sobre el ejido. Esto dio 1 Ci: Gamondes, Maris ugar, en el siglo XVIII, a un proceso de formalizacién que conllev6 el otorga- Rosa; Giunta, Rodolfo miento de titulos provisorios a particulares, en calidad de “depésito”,¢ y que fue Dessrollocontiisdooes: _conducid y encauzado por los miembros mis conspicuos del ayuntamiento? ponténes: dos imagenes dela Desde el punto de vista de la dimensién de os terrenos, como es de esperarse, los ad de Suenos Aves ene! _mayores beneficiarios fueron los integrantes de un grupo del Cabildo que se los SpeXVlll [fv Ansiescel _asignda si mismo ya sus allegados, lo que dio lugar a quintas para recreo y produc- Insitsto de Arte Ameriaroe toas de alimentos frescos. Tambien los recibieron un buen niimero de militares Investigaciones Esteicas En cuanto a la ocupacién concreta, las anteriores unidades (quintas) alternaron Maro) Buschsez0 iKA) con hornos de ladrillos y viviendas de caracter precario, que fueron habitadas, vel 3334 '998°990).6.1% _prioritariamente, por inmigrantes provenientes de reas cercanas que, luego, zn. Buenos Aes: Uriersead formarian parte del Virreinato del Rio de la Plata. Las dimensiones de las tierras ce Suenos Ares (UBA). Fac otorgadas resultaron, en este diltimo caso, harto menos generosas y parecieron addeArqutecira Dsefoy _ eStarse “formalizando” situaciones previas de ocupacién de hecho. Ubanism (FADU). Asi, el ejido brind6 gratuitamente sitios donde solucionar el problema habitacio- 8/ Las comills esponcenai nal y, de este modo, albergé a recién llegados ¢ indigentes expulsados por una hecho deque fueron “formas zona céntrica, que verificaba una presi6n demografica en ascenso. El érea acogi6 \zseas” de modo precano también pequefias empresas que fabricaron laduillos y tejas para las nuevas y dado que, comoys secio, mejores construcciones que se levantaban en la traza, y fue uno de los lugares ran entgzadas en caracter en que se produjeron alimentos para satisfacer una demanda siempre creciente. de deposit La poblacion de la zona quedé constituida por soldados cuya presencia daba cuenta 49 Zabale, Romulo {y) dela importancia estratégica que, para la Corona, tenia por entonces Buenos Aires, Evvique SeGandia gto) por personas que estaban involucradas en tareas semirurales que abastecian al Historia de la Ciudad de mercado urbano o que oftecian servicios dentro de la traza. eno Aires 15361800. Con la incorporacién del ejido a la economia urbana se conté con hornos de Suenos Aires Murisipadad materiales, huertas y quintas a pocas cuadras del centro. Fl resultado de este els Ciudad de Buenos Aves. proceso fue el acercamiiento de una zona de produccién de bienes y servicios to/Ensu"etons dedivers para abastecimiento de la demanda siempre creciente de la poblacién de la ciu- voyages fats dans Arigue, dad de Buenos Aires. dans Amerique, 820% Durante el siglo XVIII, a pesar de los esfuerzos en contra realizados por los fun- des Ocedertaes'edtada _cionarios de la Corona, los precarios “depésitos” en el ejido fueron perdiendo cn Pais porClaudejorbee su cardcter transitorio, y sus ocupantes fueron considerindose propietarios con enin8 ppleno derecho a las tierras ocupadas. De esta manera, nuestra ciudad participaba 11/ Buschiazze, Maio del antedicho fenémeno, de conflicto de las éites locales y los intereses de la Co- (0982) "La aqutecnta Const” roma, previo al advenimiento de los Borbones al trono espaftol. cr: Academia Nacional de Al momento de la designacién de la ciuidad de Buenos Aires como capital del Vi- felis Ares, Hstora General rteinato del Rio de la Plata (1776) los hechos mas importantes de este proceso ya el Arte enla Argentina se habian verificado, s6lo restaba la consolidacion de su formalizacion legal y la uence Aes, densificacién de su ocupacién. 1 La miss esta grabada en sobre con ecusdio er dobie La vivienda colonial portefia fie suiamanoesdews La ciudad de Buenos Aires, desde el denominado “Plano que manifesta el repar- con por gs mmy fue pubs: _timiento de Solares que hizo el General Juan de Garay a los Fundadores de Buenos ‘cada en Cisbos por Francisco Apres. Ao de 1583”, cont6 con una traza cuya efectiva ocupacin requirié practi- Lui Amer en 1728 camente dos siglos. Como resefaron oportunamente Romulo Zabala y Enrique 13/ Feullee, Lous (174) de Gandia? el crecimiento de la ciudad de Buenos Aires en su primer siglo de Jour des obserations vida fue “lento pero continuo” y si se tienen en cuenta las condiciones de desarro- ahysques. mathomateues, «Ilo “heros de admitir que el solo hecho de que continuase existiendo fuse casi un mi botaniques fies par Yordre —lagro y que su pequeito adelanto resulté en verdad notable’. Resefiaron las du Roy surles Cétes Oriente» prohibiciones comerciales, su aislamiento geogrifico y su pobreza como factores 36 HABITAR BUENOS AIRES que hubieran malogrado cualquier otra poblacién. En el “Plan de la ville de Bue- nos Ayres” que realiz6 en 1756, Pierre Francois Xavier de Charlevoix figuraban. tan sélo 47 manzanas efectivamente ocupadas, de las cuales 29 Io estaban en forma completa y 18, sélo fragmentarias. Dralse de Grand-Pierre” dejé constan- ciaen 1718, que “El cuerpo de esta ciudad estd compuesto de ochocientas 0 novecientas ‘casas, que estén construidas con tierra y paja, excepto algunas, que lo estan con ladri- los; pero hay pocas de este tipo”. Para Mario J. Buschiazzo", en una obra pionera sobre Is historia de ls arquitectura argentina, habia que partir de una realidad contundente: “Buenos Aires seguia siendo el extremo de aquel largo y azaroso camino que se iniciaba en Lima y venia a morir en un villorrio, que otra cosa no fie hasta lle- ‘gar al siglo XVIII". Desde la iconografia, podriamos remitimos @ la vista de Ferreira Da Sylva, titulada “Planta da cidade de Buénus-Ayres, Ryo da Prata™* en la cual sdlo cabe destacar un conjunto de iglesias (Figura 4). Una descripcién de Louis Feuille,” nos presenta el paisaje edilicio de principios del siglo XVII, donde “Las casas son de un piso solo, cubiertas de tejas que se hacen en el pats ala manera europea: casi todas tienen un jardin, en el cual se ven todas las plantas que nosotros tenemos en los nuestros, muchas flores que no tenemos, y una cantidad de drboles frutales de la misma especie que los que tenemos en Europa, y va- rios otvos particulares del pas”. A su vez, por la carta del padre Carlos Gervasonil"* de 1729, al padre Comino de la Compaiia de Jesiis, sabemos que estas casas perduraron en el tiempo, atin para quienes tenfan una destacada jerarquia social: “Quedan todavia muchas fabricadas de tierra y cubiertas de paja, habitadas aun por ‘personas principales: entre elas e! SeRor Obispo, que tendrd una renta de seis mil es- cudos romanos y sin embargo su casa es de adobe con techo de teja”. La progresiva refuncionalizacién del dea, por parte de los Borbones, pudo evi- denciarse en un notable crecimiento de la ciudad, tal como lo present6 Pedro José de Parras:" “Tiene hoy la ciudad mds de media legua de largo, y con poca dife- rencia otro tanto de ancho, sin admitir en esta cuenta las muchas quintas y granjas que le rodean, y cada dia se va alargando mas y més, y e cree que en breve tiempo sera tan grande que pueda competir con la corte de Lima”. Desde mediados del siglo XVIIL, las casas principales tenian sus ventanas protegidas por una reja"® que, para la mayor parte de los viajeros, les otorgaba un aspecto de prisién. Francisco Millau,"* cual si describiera un plano de la ciudad, brinda una deta- llada resena de la Ciudad de Buenos Aires cuando estaba a punto de ser desig- nada como capital del Virreinato del Rio de la Plata. Identificé al centro mismo de la ciudad como un fragmento de unas r00 cuadras, que formaba parte de un conjunto, densamente construido, de unas 700 cuadras. Un segundo anillo, de unas 300 cuadras, presentaba cierta discontinuidad en la construccién, cuyos vacios se completaban con “muchas verduras y drboles que encubren gra- ciosamente esa falta”. Un tercer anillo, que representaba el area de interseccién de lo rural y lo urbano, con grandes recintos “cercados por tunas”, que podian alcanzar subgrupos de hasta 8 0 ro cuadras, con un numero infimo de cons- trucciones, ya sean “haciendas 0 casas de recreo que Haman quinias”. Prosiguen “un gran niimero dz hornos de ladrillos y casas esparcidas”, que se integran pro- gresivamente con las nuevas construcciones, de una ciudad “que awmenta sin cesar considerablemente su extension”. E] proceso de crecimiento de la ciudad, obligé a un mayor control en la aplica- cién de una normativa, que, si bien regia desde hacia mucho tiempo, no se implementaba: “La inobservancia de los bandos que en todos los tiempos consta que se publicaron para que los vecinos sujetasen a la precisa uniformidad y patrén die ereccién de esta ciuciad la construccién de sus edificios”, daba como resultado “el general desarreglo que se advierte en los frentes de las casas de esta capital y el Plano de sus calles”. A partir de la capitalizacién virreinal, la ciudad cont6 con un aparato administrative més sélido y ademas se fueron incorporando profesi nales idéneos, como alarifes y maestros mayores de obras, lo cual garantiz6 una mayor racionalidad constructiva. LAS MANZANAS, LOS LOTES y LAS CASAS a les del'Amérique Méodinale dans les ndes Ocedarts les, depuis tanrée 1707, |usque en 712. Pais. (Traduecin del Dr Pable Keine en el Ariculo “Una des cripeién de Buencs Aires en ate 1708" publeado en a Revista Geografca Americana) 14/ En: Novara Vio, Miguel (7) Vicerte 6. Quesada (D7) (1865) La Revista de Bueros Aces. Tomo Octave. Buenos Aires: Imprenta de Maye. gj Parts, Peo jose de (0943) Diario y derotero de ‘us aj 1749-753 Espana, Rio de a Plata, Cerca, Paraguay. Bueno: Aves: Féiciones Sola. 16/ Mario j. Buschiazzo La Argitectra Colonial” en: Historia General del Arte en la Argentina. Bueros Ais: ‘academia Naciona de Bellas Aes, 1682.85, La Casa.en Hispano-Aménia, 8, 19/ Samuel Haigh, por gem. plo, reseRé que "Las ventanas ‘ara ez venen vide, pe estan protegidas por cas de hierte que producen un as peeto de circ!” (Sketches of uence Ayes, Chie and Pera London: Effingham Wilson, 83), 18/ Milau, Francisco (1947) Descrpcion de la Provineia el Rio de la Plata, 172. Buenes Aires Espasa Calpe 19/ Serie Il, 05/08/1784 Er: Achivo General de a Nacién (0932) Acuerdos del Extin- guido Cabildo de Buenos ire. Buenos Aires: G, Kral Lda. 5. 23 Noviembre de 1784, Intendente De Pavia Sten. Acuerdos.. Serie 3 toro 9. 38,74 130,134 9. Figura 3: Acwarda de Palegrin 855. igura 4: Grabado de Ferreira Da Sylva x73 Figura 5: Casa de tipo “A’ Domus, proyecteda para don Antonio Norberto ela calle ‘que core dens dela sia de las Concepeién a 2 Enero de 975 (Figura 3) Mismas fuentes, diferentes interpretaciones En 1774 una ordenanza obliga en Buenos Aires a trazar planos de lo que se ibaa construir, con el objetivo de “prevenir en lo sucesivo el notable desorden experimentado haasta hoyen la libertad arbitraria con que los vecines emprenden la construcci6n de mu- chas casas yla ninguna uniformidad y dans weciprocos, que tanto al priblico como a ellos mismos resultan de fltarse en esta parte @ las reglas y métodos fies de policfa”, Pese a Ia existencia de normativa, desde larga data, recién a fines del siglo XVIII, se incidi6 dlirectamente sobre la construccion privad, al menos en lo que se refiere alas vin- culaciones con cl espacio piiblico, a calle, y las propiedades vecinas. Carlos Maria Morales, en el Censo de la Capital Federal de 1904, destaco que “con la introduccién del ladrillo en las construcciones, se fueron levantando casas més sélidas y de mayores dimensiones, pero, casi sin excepci6n, con techos de teja, represen- tando con su arquitectura el tipo de las casas espanolas, con sus grandes patios plan- tados de naranjes y plantas de flores, rodeados por una amplia galerfa cubierta, prolongacién del techo de las habitaciones, ysostenidas por maderos vertcales que ha- cian las veces de columnas. En el fondo de tos terrenos habta huertas con drboles frutales y legumes”. José Torre Revello, en el acticulo “La casa en Hispano-América”, sostuvo la filiacion andaluza de la vivienda portefia con un primer patio sobre el cual “convergen las puertas de las habitaciones principales y cupos muros se contornean con graciosos zécalos de azulejos, llenos de vistosidad y color”. Buschizzzo, abrié un poco mis el espectro, reconociendo que hubo un fondo andaluz, sobre todo a partir de ‘la aparicién de rejas voladas, hechas con barrotes cuadrados p planchuelas de hierro de Viscaya", sobre el cual se adicionaron aportes brasilefios y alto perua- nos. Fue precisamente Buschiazzo, quien caracteriz6 mas claramente el modelo que predominé en le historiografia: “Si bien hubo muchas variantes, la gran ma- yoria de las casas habian adoptado para esa época un tipo de planta o distribucion cuyo uso se prolongaria hasta comienzos de nuestra época, y cuyo origen se encuentra in- dudablemente en las zonas mediterrdéneas, en las que él patio es el elemento espacial dominante. Es la conocida casa de patio, segundo patio y huerta, con acceso por un 2a: _gudn a veces acodado con respecto al pasaje que comunicaba ambos paties, para evitar las vistas directas desde la calle. Al frente, uno 0 dos locales para negocios: las habita- ciones privadas, en enfilada una tras otra; el comedor separando los patios, yal fondo, la cocina y el lugar comin” (Figura 5). Manuel Augusto Dominguez en el articulo “La vivienda colonial portena” que apareciera en el primer ntimero de los “Anales det Instituto de Arte Americano e Investigaciones Eséticas”, intent6 realizar una tipologia de la vivienda portefia del siglo XVIII, diferenciando cuatro grupos: a. Domus “Constituye la casona principal de varios patios, netamente clésico, con i te fy da. Sails 7) (figura 5) (Figura 5) 38 HABITAR BUENOS AIRES entrada a fauces, zoguén, un patio anterior pequeito (recuerdo del atrio) el comedor ‘puesto de través (tablino) y el, 0 las andrones (zaguanes) que vinculan. patios” , Pequenta Domus “Constituye la vivienda de menor jerarquia, pero dedicada al uso exclusive de sus dueftos ya lo sumo complicada por la conwversi6n de una sala en cuarto ‘para uso comercial, La entrada se opera en forma directa o través de wn 2aguén lateral que abre a un patio pequefio donde ventilan los ambientes. El tipo mace de la parcela- Gi6n de los grandes solares en lotes de pequenia anchura”. ¢. Domus-insula “Nace de la conjugcion de los dos tipos que la integran. Al exterior se abren los negocios con sus arexos de viviendas y al interior se conservan los miicleos basicos de la domus, de una relativa amplitud todavia”. 4. La insula “Constituye un tipo de exclusivos méviles comerciales y se complica desde Ios peque?os micleos de dos unidades hasta la pluralidad extraordinaria para la época, ue ofrecen los aos de Escalada. Agrupo en esta categor‘a no s6lo los cuartos con apo sento sino a todas las combinaciones que hagan predominar el movil de lucro en la construccién de viviendas”, Los modelos puros fueron: domus, postulindose su origen en la “casa pompe- yana” de los tiempos romanos, e insula. La *casa-chorizo” se present6 como la evolucién de la domus, y los conventillos, como la evolucién de la insula. A su ver, la insula en el periodo virreinal y el conventillo en el period agroexportador, fueron considerados como respuestas a fuertes impactos demograficos. Daniel Schavelzon,"* al indagar las fuentes que habfan sustentado li construc- cién de ese modelo explicativo, se remitié a los planos existentes en el Archiva General dela Nacin, que retinen los permisos de edificacién entre 1884 y 1895 A partir del andlisis de 74 planos que inchuyen 223 viviendas, las clasificé en 1. Vivienda minima (13,2%) con un tnico ambiente sobre la linea municipal, con entrada por la parte posterior y que en algunos casos contaba con un zaguén de acceso. 2. Unidad basica de vivienda (73,6%) que rendia cuenta de una estructura que crecia por adicién de cuartos y que solia contar con infraestructura de cocina y ano en el fondo del patio. 3. Unidad bésica mpliada (9 4%) en tanto poseia dos o tres habitaciones y dis- ponia de espacios para otros usos, como ser un negocio de esquin: 4. Casa de patios en serie (3,89) que podia alcanzar hasta tres patios rodeados de cuartos y salas. Junto con Alicia Novick" analizarnos el proceso que Hlevé a la normalizacién de la cuadricula gracias al impacto que tuvo la legislacion, sobre todo porque hubo ‘un poder de policia cada vez més eficaz y por la presencia de técnicos especiali- zados. La regulacién fue indicativa de un proceso de consolidacién urbana que tuvo su manifestacién mis evidente en la diferenciacién entre espacio pablico y privado, con la prohibicién de servidumbres de pasos, la construccién de me- dianeras y la constitucién de frentes corridos sobre la calle. Legitimacién jurfdica que a su vez rinde cuenta de un proceso de alta valorizacién inmobiliaria que también se reflej6 en el proceso de loteo. El relato del viajero Beaumont” nos permite recorrer una vivienda portena de aquella época: “Las casas estiin construidas de acuerdo a un disefo muy similar a aguellas de Montevideo; las paredes son de ladrillo, cacido o no, y estucadas o blanqueadas, con techos planos embaldosados o estucados azotea|; tos pisos estan embaldosadios 0 enta- hlonados. Hasia hace poco, pocas casas tenian més de un piso, la plarta baja, en la cual se construfan las habitaciones de toda la familia; pero ltimamente se han incor- pporado pisos mds elevados faltos) y muchas de las casas recientemente construidas los tienen. La planta baja esta gencralmente ocupada por negocios y depdsitos, las familias residen en los altos. Las casas cast siempre rodean un patio dejando en e! medio una superficie cuadrada. Este esti, en todas las casas, provisto de un aljibe. Las ventanas que miran hacia el patio como también las que dan a la calle, Megan casi hasta el suelo. En los antepechos de las ventanas, las damas de Buenos Aires se sientan y gozan LAS MANZANAS, LOS LOTES y LAS CASAS 39 120/ Schavelzon, Darel (4994) “La casa colonial porte, Notas preiminares sobre tipologiay uso de lav viendo". Er: Medio Ambiente y Urbanizacion NP 4 Buenos Aires: IEDAL. 2 Novich, Alay) Rodeo” Giunta (1204) “Le casa de po tis ys legislacion urban. tie Buenos Ales a fines de siglo XVI". En: Mio Amblentey Urbanizecion N° 47-48, Bueros Aes: MEDAL 22) Beaumont | A.B. (828) Travels n Buenos Ayres, nd the adjacent provinces ofthe Ric dea Plata with cbsene tions, incended forthe use of persons whe contemplate emigrating to that country, or enbarking capital in ts afar London jomes Rigway ade tuto vesig Ba. 23) 0! Ovbigny, M.Aicde (2836) Voyage pittoresque aux deur Ameniques. Pars L Tense ‘| Lima Gonaalea Bonorno, Jorge F (acas) La ciudad de Buenos Aires y sus habtantes 860.1870 8 traves del cates. tro Beate ye eento poblacio ral Buenos Aires: insttuto Histénco dela Ciudad de Buenas Aires. 25 Seccin 1: Rhadav's, Cordoba, Main y le Ribera Seccion 2 Radavi, Independencia, acabuco y la Ribera; Sec 3 Rivadevia, Cordobs, Libertad yMaipd: Seccién a Riadava, Independerca, CChacabuco y Sata Secciéa Rivadavia, Ccdobs, Libertad y Garant y Seccién 6 Rivadavia,Indeperderca, Salta y Sos. 26) Vicuna Mackenna, Benjamin (936) LaArgertina ene ano 855. Buenes Ares: Econ de la Revita Americana de Buenos Ares, del aire fresco, p de los saludos de los amigos que pasan, que son mantenidos a una dis- tancia prudente por las barras de hierro que aseguran cada ventana. Pocas casas estén provistas de hogares y chimeneas en Buenos Aires; por cierto, ninguna sino aquellas que han sido construidas en los iltimos tiempos por los ingleses,y unas pocas incorpo- radas por los nativos a imitacién de ellos. [..] La falta de chimeneas y ventilactén en sus cuartes, ls hace terriblemente hiimedos pftos. Esto es corregido, insuficientemente, ppor el uso del brasero, que consiste en un elemento de bronce de unas doce pulgadas [aproximadamente 30,48 cm] de didmetro, ubicado en un marco de madera, unas seis pulgadas faproximadamente 15,24 cm} elevado del suelo. Esie crienco es lenado con brasas de madera del fuego de la cocina, transmite un calor mediano al residente que estd encimado sobre é, pero no es un calor genial; el gas anhtdrido carbénico y otras emanaciones, que se desprenden, producen desvanecimientos, vétigos ya veces apople- _jfa;y produce inflamaciones de los pulmones y tuberculosis frecuentemente fatale. La introduccién del hogar inglés abierto es un beneficio al que los naturales son debida- mente sensibles. Las azoteas aportan un paseo agradable para aquellos que no se in- clinan por mezclarse en el bullicio de las calles. En el ataque a esta ciudad, por Whitelock, una de las principales causas de su derrota fue la construccion de estas casas: cada cuadra formando una baterta separada de la precedente, y estando bien ce- rrados y asegurados por abojo, ls criollos pusieron, bajo la cobertura de los parapetos, tomar una descarga mortifera contra nuestras tropas, sin peligro para si mismos” De la vivienda tradicional a la vivienda moderna A partir de mediados del siglo XIX se produjo, en las viviendes particulares de Buenos Aires, una diferenciacién clara entre la vivienda tradicional y la moderna. Podemos recurrir a Alcide D’Orbigny® para contar con una detallada descrip- cién de las viviendas “tradicionales”, sobre todo las que se hallaban en las dos ca- Iles mas importantes de la ciudad, Victoria (actual Hipélito Yrigoyen) y Santa Trinidad (actual San Martin). La Calle Victoria era una de las preferidas por la clase mis alta y en ella y sus inmediaciones estaban las casas mejor construidas de la ciudad, con “ladrilios, blangueadas con cuidado, con patios espaciosos, algunas veces pavimentadas con marmol blanco y negro, y sobre los cuales se extienden toldos, ‘para preservarlos de los calores de un sol muy ardiente”. Con relacién a la distribucién de las casas de los mas ricos, D’Orbigny destacé la presencia de tres patios; ¢! primero de recepcién, el segundo de los sirvientes yel iltimo que solia utilizarse como corral, parque o para los caballos. Los cuar- tos se distribuian alrededor de los patios, consignando un criterio de cireulacién. y ventilacién muy diferente al de las viviendas actuales. En el salén principal se encontraba el amueblamiento més destacado “debido a la industria inglesa, norte americana o francesa; asientos elegantes, piano, tapices, vasos, candelabros”. Los dor- mitorios de los duefios contaban con camas de gran tamafo, con sofa y cémoda, y aquellos de los hijos y sirvientes “con cuatro paredes blanqueadas, una cama de campo recubierta en cuero, una pequerta mesa y wn waso de agua”. A su entender se ‘podia hablar de un modelo tfpico de vivienda en su forena de construccién, dis- tribucién e incluso amueblamiento, En las representaciones urbanas se advierte una transicién que puede inscribirse en la confrontacién entre un paisaje “chato”, caracteristico del periodo colonial con predominio de viviendas de una sola planta, y un paisaje que aposté cada vez mis a mayores “alturas”, que eran un simbolo de la modernidad. Por cierto, la contraposicién en las valoraciones, de lo “tradicional” y lo “moderno”, no fueron homogéneas en la época, y puede desagregarse una diversidad de perspectivas desde las cuales se efectuaron las lecturas correspondientes. Muchas veces los re- sultados encerraron contradicciones 0, por lo menos, ambivalencias; por ejemplo con relacién a la presencia, todavia muy fuerte, de lo colonial, se pueden encon trar juicios que Is condenaron por ser sinénimo de atraso, y otros que defendie- ron su permanencia por brindar una calidad de vida que la modernidad no podia satisfacer. Las construcciones caracterizadas como nuevas 0 modemas, para 40 HABITAR BUENOS AIRES _— °° OOO algunos dotaron de elegancia a la ciudad y para otros s6lo encarecieron, compri- Fgura 6: micron y distorsionaron el espacio privado. Para complejizar atin mas el tema, Tayo, 86 iertos conceptos, por ejemplo los provistos por el higienismo, fueron utilizados Fuente: Foxe del Insitute para ctiticar tanto lo tradicional como lo moderne. de Are Americano e imesiga En el Catastro Beare," la Parroquia de “Catedral al Sud”, cuenta con 48 manza- cones ues PADU-URA. nas, en las cuales se localizaban mas de 700 viviendas. Se debe tener en cuenta que en dicha parroquia muchas manzanas estaban parclalmente ocupadas por viviendas, en tanto se localizaban los principales edificios publicos como la Casa de Gobierno, la Casa de Justicia, Municipalidad, Policia y Cuartel; las Plazas Vic toria y 25 de Mayo; los Conventos e Iglesias de Santo Domingo, San Francisco, San Roque y la denominada *“Manzana de las Luces” con San Ignacio; tambien se localizaban alli el Mercado de Abasto y la Aduana Nueva. Ya desde antes de Ja epidemia de fiebre amarilla de 1871, este ambito tradicional de localizacién de los sectores mas acomodades, comenzé a relegar hacia “el Norte” las manifes- taciones de la modernidad urbana (Figura 6). El censo de 1869, permite evaluar las diferencias en la evolucién en las dreas norte y sur de la divisoria que consti- tua la calle Rivadavia.*s Las viviendas fueron diferenciadas en casas de azoteas, de teja, de madera y de paja y,a su vez, por la cantidad de plantas. En el siguiente cuadro sélo se toms el caso mas representativo, el de las casas de azoteas. En el mismo se puede constatar que la mayor cantidad de viviendas de tres planta we Adana de se ubicaba en el area norte (Secciones 1, 3 y 5) Secciones Cantidad de Plantas Total de Una Dos Tres Viviendas i 335 292 6 8: 2 599 280 3 {900 3 iyo 279 8 7699 4 - 1605 16a, 8 175, 5 1330 Go a 1433 g 1295 5 4 1356 Benjamin Vicufia Mackenna,* al comparar la vivienda particular de Buenos Aires con las de Santiago de Chile, sostuvo que “Las casas son generalmente peque- fias (.]. Media docena de patios de las casas de Buenos Aires harian uno de los de nuestra capital, pero estén perféctamente enladrillados, p algunos pavimentados con iidrmoles de colores. Su tamaRo no es tampoco un inconveniente desde que las azoteas, que corren en todo dl frente de la casa, le siven de frescas y agradables plataformas”. (Figwa 6) LAS MANZANAS. LOS ES y LAS CASAS, a“ 27/"toe\cenvodecads _Remarca la subsistencia de los problemas para conseguir agua potable y la con- patio ve evantae tet down siguiente sociabilizacion de los aljibes que efecttian algunos propictarios con aibeo veda sustwvanea sus vecinos.” En la descripcién que hace tanto de la vivienda como del uso de la ld se preserva el agus ce misma se advierten muy pocos cambios respecto de las costumbres coloniales.”* ies A.su ver, Vicunta Mackenna confronts el sistema de construccién “més antiguo gus potable de Buenos Aves y general” de la ciudad de Buenos Aires con las nuevas construcciones, lamentin- [4 os ajbes, bien de dose que se hubiese ‘iniciado por desgracia una revolucién en la arquitectura” res- propiedsd parieuerdeles —-_-pecto de la cual sostuvo que: “sacrificando la elegancia al Iujo, la sencillez a la casas, son del uso consentido _recargazén, va a dar a la ciudad un nuevo aspecto pesado y sombrio.” Por cierto el detodo el baro,leqeeste _encarecimiento de la tierra y por ende de las viviendas. llevé a sacar un mayor biece una 2gradabley coia)__partido del lote: “La escasez del terreno incita actualmente a construir enormes casas comuriescion one vecines". de altos, y ya se ven algunas de dos 0 mas pisos que se levantan como promontorios 28/ Estos psicstienende sobre las azoteas aplastadas del esto de la ciudad.” F] futuro urbano que avizor6 corninconlosnuestioss! ula Mackenna fue sumamente pesimista respecto al resultado: “Bordeadas de sents demuday schtaiaan- estos enorme edificios[..] las calles van a verse en extremo angosias y oscuras y, como tesalealesvistas[.jl sisi ademds el clima es huimedo, serén un verdadero nido de neblinas, moko y iodo’. bucton de is aposentos Vicufta Mackenna apoy6 su critica a las nuevas tendencias consiructivas en los pncgales se limite l patie. preceptos de un incipiente higienismo que venis a ofrecer nuevos parimetros de Lasiladerecbo,querara vez evaluacién de las viviendas: “Los que creen guue cada nuevo piso 0 cada baledn es un. cemasoterse qenvestras nuevo adorno atadide a la ciudad, van sélo a sacrificar a las malentendidas reglas del plezascomunes de habia. arte, los preceptos mds graves del clima y la higiene, algjando el sol, la luz y el espacio ion.caesobrelscalleysy que son la salud y el placer” legance menage, quegeneral- En el relato de Thomas Jefferson Page’? la permanencia de lo colonial, si bien comienza a modificarse, todavia no cobra una adecuada jerarquia: “La Buenos Aires de 1857 es solamente la ciudad de Garay embellecida y extendida; mentees det vertanes 2s sus calles regulares dominan en todas direcciones largas vistas y ahora contienen lospaseanes eifentelo dentro de sus limites residencias que poscen todas las elegancias y comodidades cocupa porlocomin elcome que los europeas y los americanos han hecho que sean esenciales en la arquitectura doméstica.” A su juicio “pocas 0 ninguna estructura de gran mérito arquitect6- nico llaman la atencion”. recto sive paralasenora,yel_ A finales de la década de los 50 del siglo XIX, Hermann Burmeister (en su viaje puesto al duende case. les entre 187-1860) comparando las casas de las ciudades de Montevideo y Buenos ninosseslosnene meio. ites, encontré cierto parecido en el aspecto material, aunque las de Montevideo 29) Page. Thomas |eferson “en su mayor parle son bajas y por regla general menos leganies, porque corresponden (0859). (2 Pata, theaigenine a una época anterior”. Para Burmeister lo especifico de la ciudad de Buenos Aires vio 2nd Paraguey. _ tadicaba en cierta energia latente que podia advertirse en tanto “el movimiento es Being araraiveoftheespl- mds animado y el conjunto aparenta tener mayor importancia, pudiera decirse mds alion ofthe vibuares ofthe cardcter de gran ciudad.” A diferencia de Jefferson Page, consider que el centro uertsPlataandadzcenr dela ciudad ya presentaba un paisaje que se habia jerarquizado: “Muchos edifcios countries during the years ‘nuevos de varios pisos ejecutados en un estilo de lo més elegante, sobre todo en las calles 1553 54 ss. and 56, unger prdximas a la plaza, acentiian el efecto de rigueza y bienestar que en Buenos Aires the orders ofthe United exterioriza en todos sus aspectos”. siaesGoverment. New _-_Alrededor de 1861 Thomas Hincliff (1863) setial6 que “todas las casas vigjas p gran Youk: Harpers & Brothers. parte de las nuevas consisien en una sola planta y estan arregladas cn torno a dos 0 tres courtyards o patios, hacia los cuales se abren los diversos cuartos.” Sobre el telon de fondo de la chatura colonial, la construccién de altos que arrancé en la ctapa en que Buenos Aires fue capital del Virreinato del Rio de la Plata, todavia era tuna tenue salpicadura aleatoria: “Muchas, de todas maneras, alora son construidas de acuerdo al plan més familiar de altos 6 plantas mds alias, con un gran frente p de- : ccoraciones elaboradas’. El relato del mayor Francisco Rickard (1863) es una decidida defensa de los cam- bios que se evidenciaban en la ciudad. Para lograr mayor fuerza en el contraste ese que la “imponente y pintoresca” primera impresion que brindaba desde el Rio la “clegante” ciudad de Buenos Aires se disipaba una vez que se circulaba por la parte vieja de la ciudad. A su entender s6lo el avance de las nuevas construc- ciones modificaria esta situacin en tanto “casas modernas, sélidamente construidas 42 HABITAR BUENOS AIRES. muy omnamentadas, estén répidamente reemplazando el viejo estilo espanol de edi- Jficios con techos bajos de tejas”. Domingo Faustino Sarmiento, en "Arquitectura doméstica” (1879) considers que los inmigrantes, en la que denominé la “década Mitre”, trajeron “consigo ‘otras formas, otras ideas de construccién y, ademés, saber profesional. El arquitecto em- pieza asustituir al albanil; los brazos abundan, la prosperidad crece y aw los albaniles son de ordinario italianos ¢ introducen medallones, molduras, rises dentados, arqui trabes y dinteles salientes”. En el semanario “El correo del domingo” (1864-1868) se aprecia que el surgi- miento de ciertos Ambitos para introducir las variantes constructivas més signi- ficativas estuvieron muy asociadas al avance modernizador del ferrocartil. Al describir el recorrido hacia la localidad de San Fernando, José Maria Cantilo deja constancia de que tiene “ala izquierda las barrancas pintorescas coronadas de edi- {ficios modemos, entre los cuales descuella la caprichosa morada del seior Azcuénaga [pede de la actual quinta presidencial)dirigida por el senor Pueyrredén, el arquitecto ‘mas caprichoso y espiritual que yo conozco y cuya pluraa festiva siempre interesa’. Incluso en e! seno mismo de la ciudad, le llamaba la atencién, la velocidad de cambio que se registré:" *jCémo se edfica hoy! Las casas vigjas se rejuvenecen, las chicas se agrandan, las bajas se van a las nubes, y tos alguileres mds arviba. Los jar- dines se generalizan mucho. Casi no hay casa que no tenga plantas. Esto ¢s bueno ‘para la salud, es un adorno y un placer”. Robert Cunningham describié la Buenos Aires de 1866 como “una gran ciudad” donde ya predominaban las nuevas cons- trucciones: “En un tiempo la mayoria de las casas eran s6lo de wna planta en altura, pero ahora, excepto en las afueras, en general estén provistas de dos 0 tres”. La sensacién de rotura del delicado equilibrio entre tradicion y modernidad a favor de las nuevas construcciones, en algunos casos, endurecié las criticas. Robert B. Cunninghame Graham’ fue enftico al sostener que la mayor parte de las casas tenfan techos planos, “aunque acd y acullé se erguia alguna korrenda manzana de edificios modemes sobrecargada de detalles, que empeque'iecia « las casas vecinas y parecta un inmenso lurte de estuco sobre un gran mar de ladrillos”. Men= cioné kas construcciones de los Anchorena y los Lumb con un estilo que calificé do “semi italiano”, que contaban con patios de mirmol Ilenos de palmeras, con fuentes y con una “gran esfera de vidrio opaco de nonstruosas proporciones balan- ceada 0 sostenida por una columna de mérmel”” Quienes, como William Hadfield incorporaban en su mirada el desarrollo co- mercial de la ciudad de Buenos Aires, leian la modemnizacién en términos més positivos: “Las numerosas casas de dos o tres plantas, los grandes nuevos hoteles, los negocios elegantes p depésitos y el gran movimiento en la calle, todo indica un flore- ciente lugar de comercio, que Buenos Aires es incuestionablemente”. Los hermanos ‘Mulhall en su “Manual del Rio de la Plata” de 1863 destacaron algunas viviendas. En el Paseo de Julio (actual Leandro N. Alem) las viviendas de los comerciantes, Liavallol y Anchorena.® En la calle Florida, “la casa principesca de los Alzaga [..] tiene wna altura de tres pisos”. El impacto del cambio empez6 a evidenciarse en el centro de la ciudad, donde aquello que habia perdurado empezé a ser la excepcion: “E! otro dia no he podido ‘menos de detenerme un momento a gozar de la vista que ofiece una hermosa casa de la calle Cangallo actual Teniente General Juan Domingo Per) entre Esmeralda y Sui pacha, con su jardin y ls frondosos arbustos del fondo. Estas bellezas no se encuerciran sino en casas muy contadas del centro. EL negocio hace estrecho todo; pronto sealquilard @ tanto la pulgada de casa. Hay propietarios que piden un ojo de la cara por wna vara de habitacién’ (José Matia Cantilo, “La Semana” del 13 de marzo de 1864), Para Mulhall (1863) se advierte el cambio: “Las calles Florida y Pent con sus cruces ylas de Rivadavia y Victoria factual Hipdlito Yrigoyen] con los suyos respectivas, son las mds alegres de ta ciudad. Allf pueden verse los locales comerciales mds elegantes al estilo del Palais Royal de Paris p las vieja casas de familia del silo pasado han cedido, lugar en su mayoria, a elegantes casas de das plantas.” Este recambio habitacional LAS MANZANAS, LOS LOTES y LAS CASAS 43 30) “El enorme desatello sica del ciudad (MCBAYUBA, 1972.25) 39/ Cunningham, Robert 0 (087). Notes onthe Natura History of he Strait of Magelan and Wes! Coast of Patagonia made during the voyage of. M.S. Nageau in the yeas 1856, 67, 68. & 69, Edinburgh: Edmenston and Dough, Empresare ‘que se dedicé o's ganaderis} 32) Cunninghame Graham, Rober 8. (1914) FIRVo dela Pata, Londres: Wertheimer [Naturalista que recor Ia Patagonia) 33/ Del vasco rte, con mmianto ce terras 0 alud (Dic iorario da Real Ace Espafial). 34) Hadfield, Wiliam (1869) Bras and the River Plate in 1868, showing the progress of those countries sce the foxmer vst 1853, London Bates, Hendy and Co. 35/ “La cose del Sefor LUnvalll lama la atencid, es tande constnida en sto 3+ Hana, en ls esquina de la calle Cuyo [Leandro N. Alem y Sarmiento, y dominando una buena vista el puerto: se dice que ha costade alrededor le 2s. 000f, senda el dueho ‘un comercante espana im povtente yun netabie de a ciudad. Episode aba es Gqullado par oficina,y aqui est a conaeida agenca de burcos a vapor det Seftor Dowse ewyas lineas de paque 36) "En le esquina dela calle arnos eles: piendido adic del Senor Anchorena de quien se dice que es ¢ propietatio de la casa mas grande de América del Sur. Se ase ala ate ior eforecia al vivends de Lavallll yes igualmente espaciosa. ay] "en 1855 hab en Buenos estuvo intimamente ligado al encarecimiento del suelo en el 4rea central: “Las Ares 33 reuteces, 121 inge- _rentas son realmente exorbitantes, alrededor de tres mil pesos mensuales o sea el egui- rivos 61 agrimensores 3238 valente a un monto de trescientas libras anuales por una pequeita residencia familiar. slbanies. 3094 zrpineros, En el centro de la ciudad, a veces es necesario esperar aos antes de encontrar una jot heres, 04 marmols: casa disponible.” 105 Soa interes. so vetietos Por primera vez se revierten los significados de la relacién centro periferia (referida y27yeseos Enel nvel supe: como suburbios, villas, etc) en tanto la cada vez mayor especializacién comercial 5 eopees, del “centro” desplazaba hacia la “periferia” las funciones residenciales. Por lo cual Ingleses gre, yluego Tos “suburbios”, que en su misma designaci6n denotaban una jerarquia menor a islanos (os pemeos taidos la urbe, pasaban.a jerarquizarse, lo cual implicé un recambio de sectores sociales: paralasobras.de puetose —_ “Bstd visto que dentro de muy poco tiempo las casas habitables, cémodas, madernas, ele~ infsestwtura: los segundos gates p con espacio para jardin, estardn en la parte que antes se lamaba suburbios y ecupados.n construccones), give se va convirtiendo en villas” (José Maria Cantilo, “La Semana”, 1864). Este pro- rns unos pocosargentinos eS de transformacién ya se encuentra consolidado en el relato de Marion Mulhall ecucados en Eucp (quien residié entre 1861 y 1878): “Las principales barrios de la ciudad [.. estén cons- (SCBA LBA, 197239) truidos de una manera magnifica, la fachada, columnatas y patios de marmol genovés. $8) "Ua consinecionde Los cwartos son mucho mas grandes y espaciosos que en Londres”. Buenos ies" (MCBA/UBA. Richard Burton proporciona un relato muy minucioso de las viviendes, y destaca 197239). que se trataba de una empresa en manos de los italianos, abarcando ‘jefes de al- 39) Lsc0V. Lopes, La Gran___bailes palbaniles”" Con relacién a las més antiguas sostiene que “todo es tasco ‘Alcea 884 y pesado; e! patio pavimentado con ladrillo, con sus rudos arcos de herradura, el techo 40/Loshermanos Mulhalen plano drenando en el aljbe [.] y el plano ma! proyectado en el cual los dormitories, su Manual él io dots Pata por ejemplo, conducen alos salones, hablan de un tiempo en que la riqueza era general 1853 comertsor: “Frente ye refinamtiento raro”.» Aun para las viviendas construidas a la antigua se podia hospta [Bianco] seen- _observar un cambio sustancial por las modificaciones sufridas en el loteo, que vied dio lugar a terrenos de angosto frente por una gran profundidad: “El frente es en seforerams, paseo fento su mayoria angosto y reducido a una puerta y dos ventanas; por otro lado, la profun- eles cases alos. Entotelsu didad es de media cuadra 0 225 pies, Las grandes construcciones, de esta manera, tienen superficie es de, alededor de generalmente das o mds patios, ormando una agradable vista que se desvancce en corre- vaacres yeasts poreneima dares en sombra, pavimentados con mérmol blanco y terminando en un jardin o al menes elas 50.000 boas en arbustes.” (Figura 7). Hubo otra confrontacién, entre lo que se consideraba, en términos actuales, una rmingosy envacacores. me determinada “calidad de vida” individual y un proceso de valorizacion de la tierra fsenoneids para la cual era inconcebible la utilizacién de grandes espacios: “EI sistema es pore! propor, quen por agradable para el individuo, pero es malo para la comunidad, por el desperdicio de wn ‘eotranocue parezca, nunca |e espacio prodigioso". La restriccién de la extensién del terreno también favoreci6 havistadoy yee ence el crecimiento en les alturas, y se tomé en si misma coma simbolo de status, lo Bolvar3.Lorcaminas ints. cual provocé ciertas desproporciones “El gusto por las casas altas ha exagerado el votes estén bien tazados con mirador o atalaya”. conterosdeflors.esituas. El uso de grandes terrenos quedé reservado como espacio de ostentacién y fue cossdev et yevertacon_creando sus propios lugares simbdlicos en la ciudad, vinculados también al fe- una hermoa vist eel puerto rrocarril la primera estacidn de tren estuvo ubicada donde actualmente tiene su 4 delos suburbes, Agu pare sede el Teatro Colén). Alli se destacé el denominado Palacio Miro, demolido pos- i Gera Uruitsdutantesu_ teriormente en la ampliacion de la Plaza Lavalle, que en la cronica de la €poca fue cuenta la heim dante una e lta vista, Estejardines -—-destacado por su magnificencia, “la novedad de su arquitectura y la pintoresca lo- uno en Buenos Aes ybien calidad donde se levania tan valioso edificio le hacen el monumento de propiedad par: merece uma visita ticular que Hama mds la atencién en esta ciudad que tanto ha progresado en Aj LueoV. Lopez, aGran ——_construcciones de ese género”. La presencia de parques y jardines, fuentes y un con- Aldea 1384, junto de estatuas de mrmol que adornaban su frente fueron referentes para 42) |Cayo), Sandes (2000) una “morada lujosa y de gusto”, Dicha vivienda fue presentada en la columna Sociabiidad en Buenos Aves: “Cronica del Correo del Domingo”, como un modelo digno de ser imitado para hombres, honory cafés “hermosear” la ciudad. 1862910. Buenos Aes Esta ostentacién rompfa aquella *homogeneidad” social que siempre se habfa Ediciones de Sign marcado para Buenos Aires, cuando se la comparaba, por ejemplo, con otras ca pitales virreinales como Lima o México. Durante mucho tiempo lo mas destacado de las construcciones estaba en émbitos alejados y permanencia “invisible” para 4 HABITAR BUENOS AIRES Serer tti«~*S el comin de la gente. Puede darse como ejemplo, el llamado “Versalles” portefio 0 Caserén de Rosas (demolido) en el actual barrio de Palermo o la Quinta Le- zama (actual Museo Historico Nacional) en el parque homénimo.*° Todo un repertorio de nuevos gustos se hizo presente, incluso para los interiores: “Se cuenta como una gran novedad el que un rico haya hecho traer unas cincuenta varas cuadradas de espejo para cubrir las paredes de una sala. No niego que es0 sea principalmente una prueba de que se tiene mucho dinero, y que los pobres no se han de ver en ese espejo.” José Maria Cantilo, “La Semana’), La grandilocuencia en el omato interior se incorporé a la literatura con Lucio Lopez (1884) al deseribir la vivienda del doctor Montifiori.* Ya se habia ensanchado la brecha social entve el Palacio Mir6 como paradigma de ‘modernidad y las viviendas muy humildes * que s6lo eran noticia par algtin acci- dente: “Una gran parte de las casas de madera de a Boca han desaparecido consumidias pporlas lamas de ui incendio” (Correo del Domingo, “Crénica’, 1866). Robert Crawford, recién superados los estragos de la fiebre amarilla de 1871, documenta que la “energia” que percibia Burmeister sélo una década antes, ya se habia materializado: “Muchas de las casas privadas, como también los edificios piiblicos, son muy elegantes, y los negocios son numerosos y bien surtidos, no slo con las cosas necesarias, sino con los lujos de la vida. En un todo, Buenos Aires es una ciudad elegante”. Se dieron 3 importantes factores que apoyaron tin nuevo imaginario urbano: 1. Mayor circulaci6n de capitales originados por la actividad comercial. 2. Creciente incremento demogrifico debido a la inmigracién, 3, Surgimiento de un nuevo sistema constructivo. Estos factores pusieron en debate el rumbo de ese imaginario urbano: “Es preciso apurarse a edificar otra ciudad; aqui ya no hay donde vivir” (José Maria Cantilo, “La Semana”, 1865) Figure ) LAS MANZANAS, LOS LOTES y LAS CASAS 4“ ‘Figura 7: Imogen de pati ow: rel con galeria semicublerta, COMPILADOR pene AUTORES [Tam aU oe] sap PCy UT NG BOSELLI BRANDARIZ CALCAGNO Pee rt Pa DIEZ Prd is tB] os) GAMONDES GERSCOVICH ai aanan a5 Sociedad etl te a & d ~ IL

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