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Rov. de Psicol Gral. y Aplic., 1992, 45 (2), 181-160 VALIDEZ DE LA PRUEBA DE NATACION FORZADA COMO MODELO ANIMAL LL DE DEPRESION J. M, DE PABLO; A. GUILLAMON Universidad Nacional de Eclucacién a Distancia (UNED) Introduccion Entre el 15 y el 30 por 100 de la poblacién general sufre episodios depresivos, aunque puedan tener carécter moderado, en algin momento de su vida (Klerman, 1988). En Espana, concretamente, se es- tima en dos millones el numero de personas afecta- das por la depresién (Polaino-Lorente, 1985). Sdio minoria, sin embargo, acude en busca de trata- miento (Sachar, 1985). Los datos epidemiolégicos apuntan a que’son més las mujeres que padecen depresién, el doble en los casos de hospitalizacién y cuatro veces mas cuando el diagnéstico es de de- presién unipolar. En casos de depresién bipolar no parece haber diferencias entre hombres y mujeres. Otros factores que guardan alguna relacidn con la depresién humana son el cestrés> vitaf, el abandono durante la infancia y el estado marital, siendo las, Personas solteras mas proclives que las casadas. El objetivo de este articulo es analizar comprensi- vamente el concepto de modelo animal en psicopa- Abstract ‘The Forced Swimming Test is reputed to be a valuable animal model of ion, because it has been demonstrated that FST is a test sensi- tive to ant ‘activity. However, taking into ‘account of results of literature studying Rehan fe Forced oie Test (alee posta anticholinergics, " convulsents, wulsants, antihistaminics, opiates and ani- ity behavior is immobility is 2 earned behavior providing an adaptive response in the So Seinitiog Saab. Probably, the action of ae ‘Substances reducing immobility in the FST to an effect on memory, princi whet EST has two phases, us voy tologia y proponer a aplicacién de tal andlisis a un modelo animal de depresion ampliamente utiizado, como es la Prueba de Natacién Forzada (PNF). Ei concepto de validez aplicado alos modelos animales La.utilizacién de modelos en psicologia y psicopato- logia ofrece la posibilidad de poner a prueba un nue- vo tratamiento 0 una teoria concreta. Este es el sig- nificado que hay que dar a los modelos animales, también llamados experimentales. Se supone una identidad cualitativa entre mecanismos y procesos que dan cuenta del comportamiento humano y los del animal con que se experimenta, En el caso de la psicopatologia humana, un mode- lo animal supone la produccién, en condiciones con- troladas, de fendmenos andlogos a los desérdenes comportamentales que ocurren esponténeamente 151 (Abramson y Seligman, 1977) de forma que poda- mos llegar a alcanzar conclusiones acerca de la con- tribucién de factores sociales, ambientales 0 biolégr ‘c0s (Morrison y McKinney, 197). Ahora bien, para explorar las posibles relaciones entre trastornos comportamentales y las disfuncio- nes cerebrales subyacentes es necesario, en primer lugar, evaluar tales alteraciones para, a continua- cin, desarrollar técnicas capaces de aportar infor- macién sobre su base biolégica, esto es, crear mo- delos animales. ‘Se han descrito diferentes criterios para valorar un modelo animal de psicopatologia humana, crite- rios que no son excluyentes ni incompatibles entre si, sino que buscan determinar los objetivos y limita- ciones de cada uno en particular. Podemos distinguir entre modelos practicos y mo- delos tedricos. Pero, cqué requisitos debe cumplir tun modelo animal para ser valido? Validez préctica Ciertamente, en el caso de los practices, el grado de validez vendré dado por el éxito en encontrar nue- vos sistemas de tratamiento, nuevos férmacos efi- caces, distinguiéndolos fehacientemente de otros ineficaces. Este tipo de modelos, que Willner (1985) llama pruebas de exploraciin (screening) o pruebas conductuales (behavioral assays), segun se basen en datos farmacolégicos 0 conductuales, verén in- crementada su validez en la medida en que la efica- dia clinica relativa de los tratamientos sea similar, esto es, correlacione con su efecto en el modelo ex: perimental. Si la correlacién alcanza un valor alto, este tipo de modelos (correlacionales en la termino- logia de Treit, 1985) permite profundizar en el cono- cimiento de os procesos bioquimicos responsables del efecto de los tratamientos, alcanzando asi un Gierto grado de validez tedrica (Carlton, 1978; Cook y Davidson, 1978). La evitacion condicionada con ensayos discretos se considera un buen modelo ani- mal de la esquizofrenia porque identifica de un modo eficaz las sustancias antipsicsticas, propor- ‘cionando ademés informacion acerca de su poten- ia relativa: los antipsicéticos bioquean la respuesta de evitacién condicionada, aunque no se ha estable- ido que este tipo de evitacién guarde relacién con la esquizotrenia (Cook y Davidson, 1978). En cual- uier caso, los modelos prdcticos aspiran, unica- mente, a una validez predictiva en cuanto al treta- miento de una determinada psicopatologia (Wither, 1985) Validez tedrica La validez teérica de un modelo animal, sea de de- presién, de esquizotrenia 0 de drogadiccién, esta sujeto a criterios mas estrictos que los modelos Brictoos ono relatvo ala serena erie modelo rame humano en cuante a etiologia, sintoma- tologia, ase boquimica y tratamiento (McKinney y 152 Bunney, 1969). Estos criterios hacen clara referer cia a las teorias desarrolladas para explicar los ‘dromes psicopatoldgicos. Es ciaro que los modelos llamados teéricos Implican el componente de utli- dad de los practicos, ya que han de ser consistentes ‘con los tratamientos ya probados y predecir otros nuevos (Colotia, 1979). Desgraciadamente, en e| caso de la depresién la etiologia y la bioquimica son, ‘en si mismas, el objeto de fa investigacion (y de la ‘especulacién), por lo que no pueden utiizarse de modo univeco como criterios positives de valida- ccién. Sin embargo, el reconocimiento de que la de- presién endégena puede tener precipitantes am- bientales (Lloyd, 1980) ha potenciado la elaboracion de modelos animales que pongan de manifiesto la relaciGn entre cestrés» y depresion (Anisman y Za- charko, 1982). Un modelo animal de depresién incrementara su validez teérica, es decir, aumentaré nuestra confian- za en que los datos obtenidos con el modelo pue- den aplicarse a la depresién humana, en la medida en que presente simiitud de sintomas y tratamiento: aunque la semejanza 0 equivalencia entre los ras- {gos conductuales de la depresion humana y los sin- tomas inducidos experimentales en el modelo es tuna cuestién empirica, una descripoién objetiva de los sintomas clave de ia depresion, de aquellos que sean independientes de las contingencias culturales (Pichot, 1970), afiadida a la modificacién mediante los tratamientos propios de la depresion humana, y ss6lo con ellos, del comportamiento inducido experi- mentaimente en ei modelo, aumentard nuestra con- fianza en que los rasgos conductuales del modelo son sintomas de depresién. El modo de inducir sin- tomas conductuaies en el modelo puede ser diver- 0: lesiones cerebrales, quirurgicas 0 quimicas, ad- ministracién de farmacos, sometimiento a «estrés», aislamiento, etc. Dependiendo de sila causa es, Su: uestamente, la misma que da lugar al sindrome ci- Tico 0 no, se hablara de modelos homdlogos o iso- mérficos (Treit, 1985), Dado el gran avance alcanzado en el conocimie to del posible sustrato bioquimico de la depresién humana, es posible establecer también semejanzas {incluso identidades) entre procesos bioquimicos asociados a depresion y los que ocurren en el mo: delo (Colotla, 1979). Esto es asi, sin duda, con res- ecto ala accién de los tratamientos antidepresivos sobre el cerebro, si bien este conocimiento se ha obtenido fundamentalmente mediante modelos ani- males 0 estudios in vitro. Para aquellos modelos animales que pretenden contrastar alguna teoria psicoligica de la depresién, Willner (1985) propone un criterio de validez que éi llama de «constructo»: la semejanza encontrada en- tre los sintomas conductuales provocados por la In- defensién Aprendida (IA) y los de la depresién, llev6 a Seligman a considerar que aquélla podria consti tuir un buen modelo de ésta en cuanto a sintomas, etiologia, prevencion y tratamiento (Seligman, 1975). La interpretacion de Ia 1A en términos cognit- vos llevé a considerar, dados los paralelismos con la depresion, que la etioiogia de ésta bien podia ser la misma que fa de la IA, esto es, la creencia 0 aprendi- zaje de que no existe control sobre los aconteci- Mientos: 88 la creencia en la incontrolabilidad y no los acontecimientos per se la causa de la depresién. En otros términos, el deprimido cree que no puede hacer nada para evitar sus sufrimientos (Seligman, 1975). El modelo animal de 1A, ademas de ser ho- mlogo, debe poner de manifiesto tal déficit cogniti- vo, y tal es fa interpretacién que se da a la conducta de indefensién en animales. Anadido al retardo psi- ‘comotor, los deprimidos presentan una acusada dis- minucién en ia busqueda de placer (pleasure), se gun et DSM.II (APA, 1980), por lo que sé establece una conexién entre depresion y refuerzo. Segun Klein (1974), el retardo motor y la falta de interés provienen de la hipoactividad del «centro del placer» La estimulacién eléctrica intracerebral puede permi- tir a contrastacién de esta hipdtesis. Entre los modelos que de una forma u otra se han atrituido algin grado de validez tedrica tenemos que citar los de indefensién aprendida, separacién temprana, pérdida del incentivo, autoestimulacion cerebral, asi como una serie de modelos cuya carac- teristica comin estriba en fa aplicacién de «estrés» cronico y la induccién de diversos sintomas compor- tamentales 0 endocrinos (vase Willner, 1985, para una revisién) La prueba de natacién forzada como modelo animal de depresién: validez practica y validez tesrica El Modelo de Desesperacion Conductua! (Behavio- ral Despair) $ue propuesto por Porsolt y Cols., en ‘1977, como una técnica experimental capaz de dife- renciar las sustancias y los tratamientos antidepresi- vos de otros que no lo son, En 1981 {Porsoit, 1981) pasa de ser considerado una técnica conductual de exploracién de nuevos antidepresivos, a convertirse fen un «nuevo modelo canductual de depresién». Para entender esta evolucién es preciso remontarse a su ofigen tedrico y practico. ‘Seguin Porsolt (1981), la idea le surgié al observar la peculiar conducta de algunas ratas sometidas a tna tarea de aprendizaje en un laberinto de agua que requeria diez minutos para escapar de él: mien- tras que la mayoria encontraba la Salida faciimente, algunas, después de nadar intensamente durante al- gun tiempo sin encontrarla, adoptaban una postura caracteristica, flotando pasivamente en el agua. Para estas ratas, la situacion «parecian inescapable. Para las fechas en que Porsolt levaba a cabo estos experimentos, Seligman habla publicado su libro Helplessness (1975) en el que propone que la Inde- fension Aprendida podria ser un buen modelo ani- mai de la depresion humana. Efectivamente, tanto en la Prueba de Natacion Forzada (PNF}, como lla~ maremos a partir de ahora al Modelo de Desespera- ci6n Conductual, como en la 1A, se somete a algu- ‘nos animales a una situacién inescapable (en el caso de la PNF no hay grupo que controle fa situacion aversiva inescapable), lo cual llev6 a interpretar fa PNF como una versidn simplificada de la !A en una. situacion aversiva natural para las especies estudia- das, ratas y ratones. Mas adelante haremos referen- ia alos trabajos experimentales que han tratado de contrastar esta hiadtesis. Descripcion de la PNF La PNF consiste en someter a ios animales experi- mentales a una situacién aversiva inescapable. Aun- que existen variaciories en el procedimiento segun los autores, la mayotia sigue el propuesto por Por- soit (1981): normalmente, cada rata es introducida individualmente en un ciindro de aproximadamente 18 cm de diémetro del que no puede salir, permane- ciendo en é! durante 15 minutos (1* fase}. Este cilin- dro contiene agua a 25 °C hasta un nivel de 15 om. Una vez transcurridos los 15 minutos, ta rata es sa- cada y colocada en un lugar caliente antes de ser devuelta @ si jaula. A las 24 horas es introducida de ‘nuevo en el ciindro bajo las mismas condiciones du- rante 5 minutos (2 fase). Las ratas nadan y bucean de forma espontanea Asi, pues, cualquier rata, al ser introducida por primera vez en el cilndro con agua, nada vigorosa- mente durante un tiempo, pasado el cual adopta tuna postura caracteristica de inmovilidad (que pue- de alternar con breves secuencias de natacién vigo- rosa) con suaves movimientos de sus patas delante- ras necesarios para mantener la cabeza, o al menos el hocico fuera del agua. También bucea y realiza sacudidas bruscas de la cabeza. En la 2.* fase, la in- movilidad tarda menos en aparecer (De Pablo y cols., 1989). La variable dependiente se mide eva- luando, generalmente por observacién mediante jueces, e! tiempo que la rata permanece inmévil du- rante los 5 minutos de la 2.* fase. Se considera que la inmovildad es un indice de desesperacion y de depresién del humor (lowered mood) (Porsott, 1981) e inversamente la actividad como indicador del es- fuerzo por escapar (Kitada y cols., 1981), Validez practica de la PNF El hecho de que los antidepresivos (ADS) disminu- yan la duracion de la inmovildad en fa PNF de forma aparentemente especifica (Porsolt, 1981; véase Borsini y Meli, 1988, para una revisién posterior) fue {0 que indujo a Porsolt a proponer esta prueba como un sistema de detectar actividad antidepresiva y, or tanto, servir para descubrir nuevos tratamien- tos. Esta aplicacion se basa en el supuesto de que cualquier sustancia o tratamiento que actle como los ADS reconocidos, esto es, que reduzca la dura- cidn deta inmoviidad es, al menos en potencia, anti- depresivo (nétese a circularidad del argumento). En este momento es posible enjuiciar tal enunciado con los datos, muy humerosos, que ta investigacion nos. ofrece (Borsini y Mell, 1988). Hay que decir que ia utlidad de la PNF como sis- 153 tema de detectar tratamientos antidepresivos supe- ra.a cualquier otro modelo (Willner, 1985). Ademés, la PNF es el Unico modelo conductual de depresion {ue cuenta con un grado de correlacién significative entre la potencia relativa de los ADS y la eficacia de éstos en el modelo [r = 0,58, p < 0,05, calculada por Willner (1985) con los datos de Porsott y cols., 1977 y Porsolt, 1981). Este hecho indica que, en al- guna meditia, los meanismos de accién de los ADS en la PNF son similares a los causantes de la mejo- ria de la depresion. Otro hecho interesante es que el tratamiento cré- nico potencia, en general, el efecto de los ADS. AF ‘gunos datos indican que la duracion de la inmovi- dad correlaciona negativamente con la duracién de! tratamiento con desipramina y no con su concentra: cin en el cerebro (Poncelet y cois., 19860). No obstante, y pese a lo dicho, hay un pequerio {grupo de ellos que no tienen efecto en esta prueba (faisos negativos de la PNF): clormipramina (sdio en Tatas, y no siempre; Fernandez Teruel y_cols., 1989), pirandamina, citalopram, quipacina, LM5008 y trazodona. En los demas casos, puede decirse {que estd bien asentado ei efecto de los tratamientos, antidepresivos sobre la inmovilidad, lo que no exclu- ye (véase Borsini y Meli, 1988) aigun resultado ne- gativo puntual cuya explicacién puede encontrarse 7 fa dosis utilizada (amitriptiina, desipramina o imi- Pramnina) o en la raza (Porsolt y cols., 1978b), A diferencia de la depresion, la PNF cuenta con tun bagaje de datos experimentales que permite, sin lugar a dudas, abordar directamente los mecanis- mos neuroquimicos subyacentes al efecto de los di- versos tratamientos antidepresivos, y al de otros tratamientos que no lo son 0 no se utiizan como ta~ les, y que también acortan la duracién de la inmovili- dad (falsos positivos). Tal vez un andlisis minucioso permita expiicar cual de los efectos neuroquimicos de los ADS es el causante de su efecto sobre ia Conducta de inmovilidad, lo cual, ademas, podria ex- plicar los falsos negativos (enumerados més arriba) Y los falsos positivos (anticolinérgicos, convulsivan- tes, anticonvulsivantes, antihistaminicos, opidceos; Borsini y Mel, 1988). Los paralelismos que pudiéra- mos encontrar entre los mecanismos neuroquimicos implicados en la inmovilidad y los de la depresién humana, y entre los mecanismos de accién de los ‘ADS en el modelo y en la depresién, aportarian va- liosa informacion acerca de la validez de la PNF como modelo. Dada la enorme incertidumbre y con- troversia acerca de las bases biolégicas de la depre- sién humana (Wilner, 1985}, este paralelismo solo tendra valor de aproximacién Validez tedrica de la PNF El unico argumento para apoyar ia validez aparente, entendida como la semejanza entre los sintomas de la enfermedad y los observados en el modelo (face validity en la terminologia de Willner, 1985) de la PNF es lz consideracién de la conducta de inmovil- dad como una manifestacion conductual andloga a 154 la pasividad de un cierto grupo de deprimidos: la De- sesperacion Conductual, puesta de manifiesto por la inmovilidad, es un indicio de la incapacidad de mantener el esfuerzo de intentar escapar, incapaci- dad que constituye un sintoma central en la depre- si6n, y que, como hemos visto, los ADS revierten (Kitada y ools., 1981), Los argumentos que apoyan la validez tedrica de la PNF como modelo animal de depresion parten de Ja semejanza entre la PNF y la IA (Porsolt. 1981). El propio Porsolt traté de probar esta simiitud teérica, sometiendo a dos grupos de ratas, uno de los cua- les habia sido sometido 24 horas antes a natacién forzada durante 30 minutos, a una tarea de escape en un laberinto de agua (el otro grupo no sufrié nin- gun tratamiento previo); no aparecieron diferencias Significativas entre ambos grupos, aunque el some- tido a natacién forzada mostro latencias de escape mayores en valores absolutos. Tampoco O'Neill y Valentino (1982) encontraron diferencias en la con- ducta de escape frente a un choque eléctrico tras la ratacién forzada con y sin posibilidad de escapar. Si la PNF, Segin estos datos, no induce deficits poste- riores, ‘si permite diferenciar entre animales someti- dos a choque inescapable y escapable: los sujetos ue no pueden poner fin a la estimulacién aversiva resentan mas inmovilidad que los que la controlan Y que los que no reciben ningun tipo de estimulacion aversiva (Nomura y cols., 1982; Weiss y cols., 1981; Prince y Anisman, 1984; Simson y cols., 1986) Igualmente, el «estrés» crénico aumenta la duracion de la inmoviidad (Garcia Marquez y Armario, 19872 y b), siendo mayor este efecto cuando el «estrési es de cardcter emocional que cuando es de tipo fisico (Rodriguez-Echandia y cols., 1988). Sin embargo, el cestrés» de restriccion motora repetido durante al gunos dias reduce la duracién de la inmovilidad (Patty Stone, 1982), 0 no la afecta (Garcia- Marquez y Armario, 1987a), a la vez que da lugar a desensibilizacion de los receptores p-adrenérgicos (Platt y Stone, 1982), efecto normalmente observa do tras tratamiento crénico con ADS. La PNF, pues, no parece inducir déficits conductuales en tareas de escape, ni disminuir los niveles de catecolaminas ce- rebraies, lo cual la distingue de! modelo de !A. Esta ‘conclusién parece desprenderse también de los re- sultados de Nishimura y cols. (1984), puesto que los animales sometidos a nataciin forzada intentan es- capar de la situacién, tras haber adoptado la inmovi- lidad, cuando la situacion lo permite, v. g.. por la in- ‘roducoién de algun sistema que haga posible salir del agua. Sin embargo, permite distinguir entre gru- pos que han recibido estimulacién aversiva inesca- able y grupos que, 0 no han recibido estimulacion aversiva, 0 tuvieron control sobre su finalizacién. No obstante, Parra (1984), utilizando un sistema auto- matico para evaluar la actividad natatoria en la PNF, encontré que los animales que recibieron estimula- ion aversiva previa a la PNF presentaron menor movilidad, independientemente de si tenian 0 no control sobre Ia finalizacién de la estimulacién aver- siva, que los animales que no sufrieron ninguna esti- mulacién previa. En ambos modelos, los ADS pare- cen revert los deterioros conductuales, al igual que los agonistas catecolaminérgicos, los anticolinérgi- cos y Jos antagonistas de la serotonina, mientras que los depletores y antagonistas de catecolaminas {os mimetizan 0 incrementan (Anisman y cols., 1979; Borsini y Mel, 1988). Este paralelismo proporciona apoyo a la hipdtesis de que ambos modelos poseen un sustrato psicoblolégico comtin. En ambos casos la pasividad se debe a un aprendizaje de que no hay escape posible (Telner y Singhal, 1984; Porsolt, 1981). Sin embargo, Drugan y cols. (1989) no en- contraron diferencias entre animajes no sometidos a aestrés> y los sometidos a «estrés» inescapable. ‘Aa luz de estos datos podemos establecer una serie de paralelismos entre la depresion humana y la PNF que tal vez pueda permitimnos determinar en qué medida ta PNF da lugar a una buena o mala ré- pica de la depresion humana. La PNF induce: 1) me- diante sometimiento a una situacién aversiva ines- capable; 2) una inmovilidad sintomatica andloga a la pasividad depresiva (nétese que la 1A pretende indu- ir otros sintomas similares a los de la depresién hu- mana); 3) la positiva y significativa correlacién entre Ios tratamientos antidepresivos en el modelo y en la Clinica, ademas de avalar la capacidad predictiva del modelo, indica una identidad relativa entre los meca- isos neurobiol6gioos a través de los cuales ejer- cen su accién en uno y otra, y 4) los nuevos hallaz- {gos relativos a las bases biologicas de la depresion Permiten integrar resultados obtenidos con la PNF en principio considerados falsos positives 0 falsos egativos: los anticolinérgicos tal vez pudieran tener un efecto terapéutico al corregit el supuesto dese- ‘uilirio entre procesos colinérgicos y noradrenérgi- cos (Janowski y cols., 1972; Dilsaver, 1986); iqual- ‘mente ios inhibidores de la recaptacion de serotoni- na (falsos negativos) confirmarian que la serotonina (6-HT) no juega un papel directo en la depresién; por Su parte, la dopamina (DA), que ejetce una impor- tante influencia en el estado motor del depresivo, in- fluye de modo notable en la PNF (Willner, 1985). Mas dificles de integrar Son los resultados obteni- dos con agentes farmacolégicos que modifican la actividad de ottos neurotransmisores. tanto por su ambigua relacién con (0s datos de estudios en hu- manos, como por las contradicciones entre las pu- blicaciones. Tal es el caso de los agentes gabaérgi- CoS, convuisivantes, opioides y opiéceos, antihista- minicos (para una revisién véase Borsini y Met, 1988) y, en especial, la adrenalectomia (Jefferys y cols., 1983), hipofisectomia (De Kloet y De Kloet, 1987) 0 el enriquecimiento estimular del ambiente (Hodgson, 1984). Se ha podido demostrar que los agonistas’ gabaérgicos ejercen su efecto inhibidor de [a inmovilidad a través de vias noradrenérgicas, ya que el bloqueo de los receptores «-adrenérgicos impide que el muscimol aminore la inmoviidad (Pon: celet y cols., 1987). Una de las estrategias para descartar falsos ne-

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