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Carlos Altamirano (director) Términos criticos de sociologia de la cultura Paidés Buenos Aires + Barcelona * México 306 Términos riticos de sociologia de a cultura / Beatz Serio TER [et aL}; compitado por Carlos ARtemirane - | ed Buenos Aires : Paidés, 2002 288 p. 24x16 em.- (Lexicon) ISBN 980.12-7529-6 Sarl, Beatz 1. Altamisano, Cotios, comp, 2. Sociologts de Ia Cultura (Cubiens ds Gustave Macti Mediciin, 2002 (Queda sguosamene proba sin aoa rita de os tvs dl copyrig, bj tn sacs ates nts ee latencies paso et brn por eulgse- medi 9 seeds compels I progr raarsent nor ‘akc, yl disibcide de ejemplares deca mesa alge samo pablo © 2002 de taas as ediciones Fuori! Paidés SAICE Defeasa 59, Buenos Aires e-mail: iteraria @editoriakpsides com, at Faiciones Paidés Toérica SA Mariano Cubt 92, Barcelona Editorial Paidgs Mexicana $4 Rubén Dario 118, México, DP. ‘Queda hecho el depésico que previene la ley 11.723 Trapreso en Argentina, risted im Argentina Impreso en Verlap 8.8. Comarsdane Spurr 653, Avellaneda, Buenos Aires, en agosto de 2002 ‘Trade: 4.000 ejemplares ISBN 950-12.7320.6 GENERACIONES La nocién de generacién se utiliza asidua- mente en el dmbito del sentido comtin para de- signar Ia altura que un individuo © grapo tiene cn un finaje determinada. Este uso tradicional, ‘que es antiguo y sirve para establecer cronolo- fas, puede encontrarse ya en la Biblia: alli se ordena la historia del puchlo judfo segtin las dis- tintas camadas de descendientes. Las humanida- des y as ciencias sociales han tomado este con- epto procurando darle un sentido riguroso aunque siempre partiendo de aguella primigenia intuicién por la que el orden de Jos nacimientos se relaciona con el eurso de los aeontecitnientos. El concepto de generacién ha sido utilizada ‘con diversos fies en ln psicologia, en la socio- logia, en diversas ramas de ta historia y de la teorfa sobre las producciones artisticas’e inte- lectuales y en Ia filosofia. La psicologia de la adolescencia, en la que sobresalen nombres co- mo los de Erik Erikson o Frangoise Dolto, ha apelado a la nocidn de generacién para deseri- bir y explicar el proceso de constitucidn de la ‘dentidad adulta en las sociedades contempord- reas: cuando los nifios entran en la adolescen- cia viven un perfodo de crisis producto de su nueva situacién en el mundo. Esa situacién cconflictiva es bésicamente una oposicién entre generaciones y acompafia la buisqueda de iden- Uidad que caracteriaa a la adolescencia. La dife- encia generacional y la lucha que le sobrevie- ric es lo que permite comprendler ese conflicto cestructarador. En el terreno de la sociologia, 1a nocién de goneracién se centra en el corte por edades de las poblaciones y en la definicién de grupos de edad. Autores clésicos como Pitrim Sorokin 0 ‘Taleott Parsons han atendido a este particular fenémieno de clasificacién por edades que se produce en las diferentes sociedades. Las co- hortes y los grupos de edad son las manifesta ciones concretas de estas diferencias de naci- ‘miento y se expresan en propiedades distinivas surgidas de las distmiles secuencias de roles que adoptan los sujetos influidos por os cam- bbiantes momentos historicos en los que desa- ‘rollan sus cursos de vida. En sociedades que cambian aceleradamente, como es el caso de las contempordneas, estas diferencias de gene- acién se hacen mas draméticas y notables, conformando «cuasi comunidades» que se ale- jan mucho del agregado meramente estadistico de la agrupacisn por fecha de nacimiento Por un camino paralelo al de la sociologia hnorteamericava aungue con algunas coinciden- cias, Karl Mannheim ha distinguido tres nive- tes distintos de profundidiad en la conformacién de las generaciones: el primero de ellos es la si- tmacién de la generaciGn, similat 4 la cohorte, en la que tiene lugar la experiencia comin de acontecimientos histéricos y contenidos viven- ciales que predisponen a la comunidad; en un segundo nivel se encuentra la relacién de la generacién, que supone la postulacién de una comunidad de destino por la que distintos indi- Viduos se orientan hacia objetivos afines, y, por Ultimo, la unidad de la generacién, que es la manifestacién grupal y autoconsciente de ta voluntad particular de esos sujetos ya relacio- nados. No siempre estos tes niveles se dau si- mulkéneamente: hay factores epocales que en ocasiones afirman y en otras obstruyen y difi- caltan estos procesos de agrupacién, En la historia y la teorfa de las diversas ex- presiones artisticas la nociéa de generacisn ha 83 Generaciones sido utiligada de diferentes modos: como un elemento capaz. de brindar una medida con la cual evaluar cl desarrollo de la historia, como luna entidad mediadora entre la accign histéirica de las masas indiferenciadas y los individuos extraordinarios, como el complemento encar- nado, concreto y vivencial de los diversos espi- situs de época, como el sustrato comin del de~ venir de los estilos. Es decir que se tata de un espectra de usos muy amplio, Los terrenas de Ta pintura, la escultura y la literatura, asi como tos campos de ls ideas politicas, la critica eul- tural o la intelectualidsd ~entendida en térmi- ros generales-, recurren a las formas de petio~ izacion que colocan entre otros protagonistas «las genetaciones: la generacidn del '98 en Es- pafia, la generacidn del '$0 0 la del centenario en la Argentina, Ia generacién de Goethe en Alemania, o la generacién de los «sesenta» en Europa y los Estados Unidos son ejemplos muy variados y distantes de este uso del érmino y de las implicaciones intuitivas que Fucilitan 13 comprensi6n de determinados fendmenos de la historia de las artes o de los movimientos pot ticos. En este sentido, las generaciones permiten focalizar procesos de cambio y establecet ne- X0$ entre conjunios de producciones y conjun- tos de productores y entre acciones y aetores. Se trata de «comunidades temporales» que ex- presan afinidades espirituales a waves de sus proslucciones y précticas. Es preciso mencionat que dichas comunidades no siempre son homo- .geneas ni vinculan a todos sus miembros cou la misma fuerza, Como sefala Julius Petersen, en una generacién de artistas ~por ejemplo~ con- viven distintos «tipos», con capacidades dife- renciales en el momento de defini las metas de monopolizar los medios para impulsar la ac- isn 0 en el modo de completar un proyecto es- tético 0 intelectual, ya sea de indole individual 6 colectiva: asi, en distntas generaciones habra Lipos dirigentes,tipos dirigidos y tipos optin dos, com caracteres particulares en momentos determinados. Finalmente, en el terreno de la filosofia,es- pecialmente en breves capitulos de la teoria de la historia y en las incursiones de pensadores Vitalistas, se apel6 a las generaciones con dis tinea suerte. Wilhelm Dilthey, José Ontega y os Gasset o Julién Marias son Jos que desatrotla- rom eon mayor énfasis el tema, procurando dar- Je un ampito alcance. De este modo, la genera- cidn aparece como una condicién del sujeto encarnado, la dimensiGn temporal por la que se sitda en una circunstancia conereta: Ia expe- riencia vital se circunscribe inevitablemente a tuna edad que traduce en términos subjetivos la eficacia de una época. La sensibilidad del suje- to aparece como un fendmeno primario de la historia y se constituye en Ja experiencia fecha- da de una determinada CULTURA, Pat eso el énfasis sobre el tema: una sen- sibilidad particular s6i0 puede abordirse aso- ciada con el examen de fa generacién que le contesponde. Por ello se dice que las generacio- nes articulan el devenir de la historia, pues fun- cionan como el magma en el que se plasman Jos individuos extraordinarios que impulsan el arte, las ideas o la politica. Las generaciones son Ia caja de resonancia en la que se puede apreciar como distintos miembros en aparien- cia aislados van absorbiendo fas conviceiones de su tiempo y encontréndose, poco a poco, on el mundo vigente. Es, ademés, el factor ue permite observar la complejidad de 1a con- temporaneidad: pot efecto de una pertenencia temporal que remite a distintas profundidades, no todos os contemporéneos viven el presente de la misma manera, pues le atribuyen diferen- te sentido, Para concluir, cabe hacerse una pregunta: cual es ln pertinencia actual de este elivaje pa ra los estudios de la cultura en sus diversos ob- jet0s de atencién’ Primero, hay que reconocer que el tema de las generaciones perdié vigen- cia, El impulso que tuvo en el periodo de entre guerras se ha desvancido, tal vez por los pro- blemas internos que encierra: ,cuanto dura una Benerucisn?, {300 efectivamente todos los coe- xistentes cocténeos una generacién?, gtiene la generacion Ia eficacia histérica que se le atribu- ye en Ia filosoffa vitalista?, ;una generacién epende del momento en que se engendra o del momento en el que itrumpe piblicamente? Pro- blemas -por cierto- de dificil resolucién para ‘enfogues que pretendan manejarse con el rigor de tas mediiciones. Sin embargo, a través de las generaciones pueden replantearse discusiones Vigentes: el pensamiento local -cualquiera que sea~, la sociologia basada en la acticulacién subjetiva de las grandes estructuras, la no siem= pre valorada pedagogia del aprendizaje, la his- toria cultural que procura las génesis de algu- nos objetos o, en definitiva, toda vertiente que busque comprender esas vagas pero fundantes estructuras del sentir y del pensar tiene en tas generaciones una herramienta casi insoslayable para sus observaciones. Lecturas sugeridas Masons, K, (1928), «Das Problem dar Generatio= en», en Mannheim, K. (1964), Wissenssozio- fogie, Auswaht aus’ dem Werk, ed, de Kurt Wott, Berlin, Luchterhand Masuus, M. et 2. (1996), La juventud es més que una palabra, Buenos Aires, Bibios, Ontesa ¥ Gasser, J. (1923), EF tema de nuestro tiempo, Madrid, Calpe. Perensen, J. (1990), sLas generaciones iiterarias», ‘en Ematinger, E. (1948), Filosofia de fa clencia literana, México, Fondo de Cultura Eeonomi= a, WHITE Ruey, Mz Foner, A. y Waria, J, (1969), Sociology of ager, en Smelsar, N. (edi, Handbook of Sociology, Newbury Park, Sage. Marcelo Urresti GENERO, La eonceptualizacién te6rica y politica del término género» y el desmontaje eritico de sus vineulos significantes con la categoria «se- Xo» representan la mayor conquista del femi- nismo contemporéneo, que ha utilizado dicho ‘étmino para instalar la problemstica de la desi- Sualdad sexual en varios escenatios de inter- vencién social, de lucha ciudadana y de pro- duceién académica e intelectual, Los usos de la palabra «género» han sido ‘marcados por la explicita connotacién sexual que, ademés de su definicisa gramatical, recite dicha palabra en lengua inglesa. La palabra «género» ~ctimol6gicamente derivada del yer- bo latino generare (engendrar) y del prefijo la- ‘no gener (raza, clase)= eruza, en su rafz mis- ma, la dimensién propiamente sexual dal ¢ smuyjer)- pero apela tambien y sobre“todo al sistema general de identidad sexual que organiza tal clasificacién con sus funciones normativas y prescriptivas. Al argumentar que «género> es tanto Ia catego- ria («masculino>, «femeninos) como el sistema que organiza la diferencia sexual el feminism insiste en el cardcter relacional de las identida- des de género, que deben, por lo tanto, ser let das interactivamente . El concepto de género se ha convertido en «l opetador estratégico del modo en que el fe- rninismo (1) demuestra que las idemtificacio- nes sexuales no pueden reducirse a las propie- dades anatmicas o biol6gicas de los cuerpos de origen de los. sujetos designados como hombres» y «mujeres» nia los roles social- mente programados en funcién de estas asig- naciones, sino que deben entenderse como producto de las complejas tramas de represen- tasion y poder (derivadas de la codificacién je- rirquica de la divisién masculino-femenino) que se imprimen en los cuerpos sexuedos atra- vesando los discursos simbélicos de la cultura ¥ (2) cuestiona la'naturalizaei@n de lo femeni- hho en una esencia sexusl o en Ja representacién universal de 1a Mujer que lo sujeta @ un conte- nido-de-identidad homogéneo e invariable, pa- ‘2 insistir, en cambio, en los mliiples procesos sociales y en Jas mediaciones eullurales que se intersecan en la relaciGn entre categorta sexual c identidad de género, La eficacia del concepto de género radica en que visibiliza tedricamente el cotte entre naturaleca (cuerpo sexuado) y cultura (cons- truccién social de la diferencia sextal) para convert esta separacién en un sitio de inter vencién conceptual y de wansformacién polt- ca de lo «femenino» que se opone al determi- nismo biol6gico, Subraya, ademas, ef cardcter epresentacional de las identdates, es devi, el modo en que las posiciones genérico-sexualey 95 Género dle los cuerpos se entzelazan con tod un apara to discursivo de significacién y valor que mo- dela culturalmente las imiigenes de lo masculi- no y de Io femenino. LO PRIVADO ¥ LO PUBLICO, «LO PERSONAL ES POLITICO» nidad, familia, hogar) del campo de visibilidad de los mecanismos de poder y subordinacién genérico-sexuales. Al centrarse en el registro economicista de Ia explotacién social ligado exclusivamente a Is divisién del trabajo, el marxismo dejé fuera de la consideracién politi- ca tanto los mictoescenarios de Ia vida cotidia- nna y Familiar (también afectados por relaciones Sle opresin y represién) como el corte de la se- La decisiva importancia que posee el cori™~-paracién entre lo publica y lo privado que ccepto de género para la teoria feminista recuer- da el rol que ha desempefiado el coucepto de clase para el marxismo, Por el hecho de que es tun concepto que también se inscribe en una lectura critica de las relaciones de opresién y lesigualdad humans, el concepto de género no ppodfa sino entrar en dilogo con las teorizacio nes de la clase en el marxismo. De ese ditlogo, ‘que a menudo tuvo caricter de interpelacisn, nacieron los diversos intentos realizados por el feminismo de insertar la problematica de géne- 10 en la teoria social y politic. Las relaciones entre marxismo y feminis- ‘mo han sido percibidas como beneficiosas y I mitantes a la vez. Por un lado, las teorias de Marx sitven para ventender a separacién de la familia, ¢! Estado y la economia como un fend- ‘meno histérico y no natural, y para entender la interaccién de estas esferas incluso en el con- {exto de su separacién», pero, por otto lado, «al continuar y sin duda reforzar nuestros supues. tos modernos de la autonomia de lo econs: ‘mico, la antropotogia filoséfica de Marx susci- ta serios obstaculos para el entendimiento del ‘género por parte del marxismo» (Nicholson, 1990) E| feminismno ha discutido sobre todo las fi- mitaciones y restricciones que opera el marxis- mo al reducir lo econimico a las relaciones de produccién —vinculadas trabajo, producto y mercancfa~ y al excluir asf de sus andlisis de 10 social el amplio mundo de las relaciones de re- roduccién basadas en el rol que desempefian las mujeres cn la estructura social. La clave de Ja «divisiga del trabajo» no alcanza a dar cuen- ta de todas las contradicciones que habitan to social, Fuc necesaria Ia elaboraciGn de la cate- sgorfa de género para denunciar la reduecién-de Jo econémico a lo productiva y, consiguiente- aiente, la exclusidn de lo reproductive (anater- 26 monts la historia social en torno de la division, nero. ‘La utilizacién del concepto de género pei- tnitié reflexionar sobre tas implicaciones que tiene esta division del espacio social en regio- nes desigualmente valoradas Sein! reciben la connotacién de To masculina (Jo pablica) a bien de lo femenino (Jo privado), Mientras e] mundo de Jo pablico ~simbolizado por lo masculino~ se asocia con los valores fuertes de xazén, ac- ‘cidn y poder (ciudadanta y politica), el mundo de Lo privado se relaciona con el cuerpo, Ja do- mesticided y la afectividad. Esta diferenciacién de esferas reviste miltiples significados, ya que Ja connotcién abierta de lo piblice coloca 3 lo masculino del lado de lo general y Io universal (historia, sociedad), mientras que la connota- cin cerrada de lo privado contina lo femenino al registro de lo particular y Io eonereto (lo no albstracto) de la subjetividad y Ia intimidad, des- vinculando 4 las mujeres de los espacios de re- sonocitniento del poder. Desde la ideologia de géncro es posible ver emo opera esta linea de corte y divisién entre Yo masculino y fo femeni- no que separa lo privado de lo pablico y que re- lega a las mujeres al mundo de lo igvisible, de lo indiscernible Sabemos, atlemas, que la divisién de cate gorfas entre lo privado y lo pblico, entre lo masculino y Io femenino, recorre simbélica- ‘mente todo cf sisteta de la representacién uni- vessal asi dividido entre naturaleza y cultura, sensibilidad y razén, pathos y logos, eteétera, y que imprimne también su selio en la concepeién, dlominante de tz politica: la dicotomia entre xaz6n y deseo se muestra en la teorin politica ‘moderna en la distinci6n entee el émbita pub 0, universal de la soberania y el Estado, por tuna parte, y el émbito privado, particular de las neesidades y los deseos, por la otra. La teoria politica normativa modema y la préctica polti- a intentan incorporar la impateialidad en el Ambito puiblico.del Estado. [...] La razén nor- mativa moderna y su expresion politica en Ia idea de lo civieo piblico tiene, pues. unidad y coherencia mediante la expulsion y el confina- miento de todo lo que amenace con invadir et Estado con su diferenciaci6n: la especificidad de los cuerpos y deseos de. las mujeres [...}» (Young, 1990). Vemos asf que fas relaciones de jerarquia y discriminacién entre lo masculi- no-pibico y lo femenino-privado tienen conse ‘uencias en el campo de la torfa social y poli tica desde el punto de vista de como hacer jugar universalidad y particulaxidad.ew-la con- cepcién de la ciudadania. En América latina y, en particular, en el Cono Sur, la divisi6n entre lo pablo y lo pri- ado ha sido objeto de complejas resemnantiz ciones con motivo del protagonismo de Las mu jores en historcas.protestas callejeras. Las protestas politicas de las mujeres latinoamer ‘canas que, en estratégions ocasiones, han slide ‘la calle, cargaron de ambigticdad el Jenguaje mascolino de las reivindicaciones ciudadanas al mezclar ese lenguaje con acentos extrafdos de una simbotogia matema, como fue el caso Género z consistido en anudar subjetividad y poder (co- rrigiendo asf 8 defecio de los anlisis marxistas tradicionales, insuficientemente preocupados por las cuestiones simbélico-culturales) para explorar los modos en que la identidad se trama 4 partic de construcciones imuginarias, de rela- ciones sociales y de simbolizaciones culeurales en las que interviene segregativamente la jerar- quia de género. Es interesante notar que Stuatt Hall, una de las principales figuras de los éSti= aos colturales, es de los pocos autores masculi- hos que se atreve a relevar explicitamente los aporte eriticos que, desde la tesis «lo personal 5 también politico», realizé el feministo al Pensamiento contempordneo: , nio pubtico, con él efecto de que podfamos no na, o bien domésticartal como acurti6 con la Marcha de Jas Cacerolas durante la Unidad Po pula. El modo en que el rol politico de estos desbordanientos callejeros de lo femenine esti- ‘mul6 la reflexion feminista durante los afios de Jas dictaduras militares (Kirkwood, 1996) nos habla de tas vinculaciones que en América lati- nua unen el feminismo investigativo y académi- co con Ia themoria de las luchas politicas que intervinieron en los procesos de recuperacién democritica ve El desmont sta de Ia divisicn entre Jo publico”y Io privado como division regida por una idcologfa sexual dominante que sobre- determina las formas de estructuracién de 1o s0- cial y lo politico; It ampliacién que el feminis- mo le dio a la categorfa de poder al extender ss andlisis a las raieropracticas de la vida cotidia- na (lo domeéstico, Io familiar), encuentran su expresi6n mas sinética en la ya clisica tesis fe- iminista segin ta cual «lo personal es politico» La importancia tedrica de esta afirmacida ha usar el término poder ~clave para la tempratia problemética de la hegemonia- en el mismo sentido: Tercero, 1a centralidad de las cuestio- nes de género y de sexualidad para entender et poder mismo. Cuarto, la apestarade las pregan- {as que pensabamos haibjan sido abolidas de la peligrosa frea de lo subjetivo y del sujeto, 1o ‘que colocé esas cuestiones en el centrd de los studios culturales como prictica teérica. Quit- to, la“te-apertura” de las fronteras cerradas en tre la teorfa social y Ia teoria psicoanalitica del inconsciente» (Hall, $., 1992) LOS ESTUDIOS DE GENERO La teoria femninista ha usado el instrumento conceptual de la division de género para revisar criticamente las bases epistemolégicas del sac. ber caniversal» de. la Giencia y de la filosofia occidentales. Gracias a la teorizacién estratégi- ca del género, Is eritica feminista ha demostra- Xi 97 Genero do que el saber trascendente —supuestamente puto y desinteresado- de la tradiciGn metafisica se ampara en el subterfugio de lo nevto (de lo impersonal) para disimular la wamposa univer- salizaciéa de lo masculino que se convierte asi eneel invisible marcador hegeménico del pensa- Imiento occidental. Le critica feminista del sa- ber ha desenmascarado las falsas pretensiones de objetividad ¢ imparciatidad del conocimien- to universal, cuya «universilidad» se etige cen- surando 1a patticulatidad de la(s) diferencia(s), subsumiendo la singularidad de estas diferen- cias en una totalidad abstracta que borra tanto la materialidad de sus relaciones de contexto (sociohistéricas, politico-institucionales) como la corporeidad sexual del sujeto del conoci- miento, La categoria de «experiencia» (una vez sacada del registro naturalizador que la reivin- dica como simple rescate de lo vivencial y con- Yertida en construecisn epistemoligica) ha sido crucial para desbaratar el supuesto de un cono- cimiento abstracto-geneval que garantiza Uni- versalidad y trascendencia en nombre de lo masculino, y para defender formas de saber lo calizadas y encamadas opuestas a Jas abstrac- ciones de ia metalengua de la ciencia y de ta fi- losofia que borran los modos y detalles de st contingencia enunciativa, El feminismo rebate la falsa visi6n de te objetividad cienttica como garante de imparcialidad, apostando a Ia encar- naciéa del saber en trayectos semitico-corpo- rales que, en nombre del «conocimiento situa- do», defienden «politicas y epistemologfas de 4a localiaacidn, del posicionamiento y de la si tuacién» (Haraway, 1995) Subrayar las asimettfas de posiciones que derivan del sistema de género le ha sezvido a la critica feminista para denonciar tos abusos de poder/saber cometides en nombre de lo que Foucault tlamabs ela tirania de los discursos slobalizantes», que hablan en nombre del saber “verdadero, y también para hacer aparecer, en Jos margenes del conocimiento oficial, los sa- bores diferenciales y alternatives generados por précticas mas discontinuas, peecarias o inesta- bes que las tezitimadas por el contol de to masculino Esta intervenci6w de Ia critica feminista en el orden det poder/saber y en sus teritorios de consolidacién universitaita ha tenide como 1e- 98 sultado 1a formalizacién académica de los «2s- tudios de género» como programas credidos, primero, en ef mundo anglo-norteamericano y, luego, extendidas a muchas otras latitudes, en tre ellas las latinoamericanas, Los westudios de _Bénero» se ocupan de desconstrir (v. DESCONS- ‘TRUCCIONISMO) los marcos disciplinares de tos campos de estudios tradicionales (historia, an- tropologta, literatura, filosofia, etestera), acu sando el modo en que la manipulacién de la diferencia sexual en favor de fo mascilfino-he- geménico influye sobre los trazados del pensa- miento que ordenan saberes y disciplinas. Los scestudios de género» han servide para valorizar las contsibuciones de las mujeres al campo del conosimitento que habian sida omitidas © des- Calificadas por el predominio de tepresentacién Y avtoridad de 10 masculino, y tambien para ‘escentrar el canon del saber institucional evi- denciando las huellas de la violencia stmbslica contenida en las luchas interpretativas que se desatan alrededor de los e6digos y de sus con- flictivas reglas de apropiacién y de expropia- in del sentido, Sin duda que Ios lo- _gfaron una pluralizacidn critica de las fronteras del saber tradicionat al desestabilizar el canon de To uiiversal-trascendente y al activar con- flictos de puntos de vista en los bordes de los sistemas de legitimidad del conocimiento. Sin embargo, debemos cuidarnos de que la nueva regionalizacién académica de los temas de mu- Jetes y género en departamentos o programas {que les dan un tratamiento separatista Te quite transversalidad ata critica feminista y le impi- dia asi diseminar sus signifieados de oposieién fen ol conjunto de la méquina universitaria: cun ‘enfeque. sustantivo en las mujeres puede dejar intocados los paradigms te6ricos y metodolo- igicos dominantes de las diferentes disciplinas eadémicas. Asi la marginacién de los “estu- dios sobre las mujeres” puede ser una forma de exilio voluntasio de Jas feministas, y el resuilta- do puede ser un acuerdo para que ninguno de los dos Tados se ocupe del desafio intelectual que ha propuesto la teoria feminista» (Barret, 1990). Las oscilaciones entre Ia denominacién de «estudios de mujeres» o bien, mas neutraimen- te, de «estudios de género», que experimenta- ron, en la clapa de su formaci6n, varios progra- mas en Amética latina, dan cuenta de edme el estatuto de la ert feminist en el interior de In academia sigue siendo altamente conflctiva, Quizas tas reicenoias se deban a que la critica feminista choca contra el convencionalisme aeadémico al queer eruzar construcciones de bjetos con formaciones de sujetos. al conectar el campo universtaio de producci6n del cono- cimiento con la prcticsbatallance den atueea de luchas reivindicativas y emaucipatorias 4 través de un saber de intervencidn que desbors da el refugio academicistay su cto a as espe) cializacionesdisciplinares, ‘TEORIA FEMINISTA Y CRITICA DESCONSTRUCTIVA, Genero, wENTIDAD y diferencia(s) sexuales son Ios términos que la nueva ert ta =n miltiples didlogos con la escena del pensamicnto costempo‘ineo y, em especial, con el psicosnalisis y las filoso- fas de ta desconstruccién que insttuyen los ‘eruces de sus mas recientes debates te6ricos, El primer modo de utilizar la matriz del gé- nero dio lugar a un feminismo de lo-, dela inestabilidad del ser y del lenguaje y de la fragmentacicn del sentido. Gracias a sus didlogos tesricos con el psicoandlisis y Te desconstrucei6n, la critica fe- rinista ha renunciado a seguir pensando el yo femenino, la identidad de la mujer, como sus. tancia homogénea y verdad ofiginafia, porque aprendis que ningin sujeto -ni masclio ni fe- menino- coincide plenamente consigo mismo. ‘Tuvo que abrir el nexo entre mujer y feminei- 99 Nf nt a Genero ad 4 Jas ruptaras y discontinuiddades que frac- {tran intermamente cualquier transcurso de sub- jetividad. Debi6 también salise de la cércel me- tafisica de las oposiciones binarias y abrir la subjetividad a ufrconstelaciéa miltiple de ras- .gos segmentables y articulables (de género, pe- 0 también de clase, raza, efoétera) que ponen al yoen relaciéy en situacton y en posicién, me- diante artieulaciones transitivas y contingentes. 1La identidad deja de ser un conjunto cerrado y {jo de atributos predeterminados para volverse una prictica articulatoria: un proceso de subjet \vidad que se deshace y rehace mediante identi- ficacionestheteas con diferentes

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