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LA DESTREZA DE ESCUCHAR 393 como tal, es sdlo una elaboracién mental. Por eso, solamente debe aventu- rarse después de una observacién atenta y confrontada. + En sentido estricto Juan no puede decir que observa que “Maria esté triste” porque la “tristeza” es una cojetura o interpretacién y no es observable directamente. Juan puede decir que Maria llora, que tiene los hombros y los muisculos de la cara caidos, que se tapa la cara con las manos, que su mirada no tiene brillo, etc. + Del mismo modo, Tofino puede decir “cbservo que mi hijo Miguel esta ansio- so”, porque la “ansiedad” no se capta a través de ningtin sentido. Si se pue- de constatar que hace movimientos rigidos, que fuma de prisa, que cam- bia de postura rapidamente, que respira de prisa y entrecortadamente, que grita, que se rasca la cabeza, etc. La funcién de la observacin del Agente de ayuda es recoger informa- cién sobre conductas observables, constatables y medibles del Ayudan- do, y evitar cualquier conjetura o interpretaci6n precipitada. 2, Principales expresiones de la conducta no verbal Las expresiones posibles de conducta no verbal son muy numerosas. Egan (1975) las agrupa en las siguientes categorfas": 1, Comportamientos corporales como la postura, movimientos y gestos. 2, Expresiones faciales como sonrisas, subir las cejas, torcer las labios, muecas, etc. 3. Comportamiento de la vox como el tono, intensidad, nivel, inflexién, espacio entre las palabras, énfasis, pausas, silencias y fluider. 4, Respuestas automatics fisoligicas observables, como respiraciin répida, son- rojarse, palidecer, dilatacién de la pupila, tics nerviosos, etc. 5, Caracteristicas fisicas del cuerpo, altura, peso, complexién... 6. Apariencia personal (vestidos, acicalamientos y otras...). 14. Egan, G., The Skilled Helper: Model, Skills, and Methods for Effective Helping (2%). Mon- terey, Ca: Brooks Cole, 1982, p. 66. Lovancauy vu ( 266 LOS PROCESOS DE LA RELACION DE AYUDA respuesta del paciente. Los comentarios del praciente parecen fluir direlanee 7 puesta a los comentarios y preguntas del terapeuta. Se tiene ast Ig cent ms ‘onstruyendo o creando algo juntos. rel entrar, cuando exisen problemas en la liana trap yg m ta de resonancia empdtica entre el terapeuta y el paciente, El terapeuta tiene ied. tades de identificarse con el paciente. O tal vex crea que comprende al pact, tay de comunicarle esta comprensién y se encuentre con que el paciente no se siente com. prendito. No hay sncronia interactoa entre ellos. Ex lugar de intractuar enim abiertay reception, tenden a hablar sin estar atenasel uno al otro, Adel pain uieds interrumpa continuamente al terapewta, 0 el terapeuta tl vex ea que para ser entendido tiene que interrumpir al paciente,® 4.2. El encuadre terapéutico o situacional El encuadre situacional es una herramienta al servicio del Agente de ayuda que determina concretamente los cauces por los cuales va a dis- currir la relacién entre el Agente de ayuda y el Ayudando. Al mismo Uempo, articula los medios o estrategias que se van a utilizar para con seguir los objetivos pretendidos en el encuentro terapéutico. El encuadre organiza las condiciones, internas y externas, en las que Se va a configurar el encuentro terapéutice. Por eso, consta de una serie d¢ reglas, implicitas o explicitas, que determinan el tipo de encuentro que se V4 aestablecer, la fiiciin que cada uno debe desempefiar, lo que se puede esp Tar © no del otro, y déinde Y cOmo va a tener lugar; es decir, establece i Gnatlos dentro de los cuales va a discurrir la relacién. 0 ic on He Gonzalez, (1990) explica la funcién que desempefian las cee encuadre en el encuentro terapéutico: = a es “Seg thca limites. Surry ta difrencialidad del y0,y del ti De , els dure ag ee le la comunicain de mado qu, la expres (AE Comtrensibley pueda ser transfrmada en experiencia vii —— 36. Safran, J, D. y Segal, Za 194, vy Bat ‘ona: Paidés, 1994, Pp. ang (1991), £1 proceso interpersonal en la terapia 00? a Lovai uation ( CONFIGURACION DEL ENCUENTRO TERAPEUTICO ib a estructurar el punto de encuentro o zona de interseccién de las dos conciencias separadas, comprometidas en la tarea... Bala pric, todas estes aspects signficativnsconforman toa unidad,fencional ym modo de realnar la tarea. Se traducen en una sere de condiciones de cardter pricio y procedimental. Algunas aféctan sélo al paciente, otros al terapeuta, otros a ae Teles condiciones vienen exigidas por la coordenada tiempo, por la coorde- nada espacio y por la dinémica de la relacién. ® 267 En el encuadre terapéutico podemos distinguir factores de diversa naturaleza; unos, hacen referencia preferentemente a aspectos internos, rela- cionados directamente con la indole de la relacién teray éutica; otros, por el contrario, se refieren mas bien a aspectos relacionados con el marco atemo espacio y tiempo- donde tiene lugar el encuentro terapéutico, 42.1. Encuadre interno El encuadre interno constituye la faceta mAs importante del encuadre ‘erapéutico. Consiste fundamentalmente en las reglas, implicitas 0 expli- citas, del encuentro, Un aspecto sumamente importante del encuadre interno es, como hemos dicho anteriormente, el establecimiento de los imites interpersonales, donde quede definido claramente dénde esté cada Uno, qué se puede y qué no se puede esperar del otro. El encuadre interno, Correctamente estructurado, es el factor mds decisivo para que el SPouentro terapéutico resulte para el Ayudando verdaderamente una periencia emocional correctiva’” © encuadre interno se estructura dependiendo, en gran medida, del : hema tebrico con el que trabaja el Agente de ayuda. En los capitulos mnotes, ya se han presentado algunas lineas generales del modelo Umanista-existencial dentro del cual se desenvuelve este libro, asi Como las cualidades que deben estar presentes para configurar adecua- ‘amente e] encuentro personal, —_—__. a, oe + Amant Edi- ae ae Ramén (1990). Psicoterapia, relacién y proceso. Salamanca: vo P22. > Lovancauy vol ( 268 LOS PROCESOS DE LA RELACION DE AYUDA. Auspitz y Wang (1997) dicen acerca de la debida distancia 7 existir entre el Terapeuta y el Paciente: Me debe El miedo a que nuestra temida subjetividad contamine la relaciin terapeéutica na puede llevar a mantener una distancia artfiaal, a evitar una actitud amistsa jmp miedo a que se confinda con una propuesta de amistad. También puede ccurir p contrario: que deseemos congraciarnas tanto con nuestro paciente que caigamos en wna informalidad demasiado campechana, borrando las fronteras de nuestra finn y que ello confimnda y atente contra el trabajo terapéutio, Demasiada distancia hace dificil el encuentro. Poca distancia hace dificil el encuentro. Ni tanto ni tan poco. Buscar ~otra ver la medida de la propia conveniencia y comodidad, combinada con la posibilidad del otro, con sus cédigos e idiasincrasias. * 4.2.2, Encuadre externo EI encuadre externo de la Relacién de ayuda consiste en la estructurt cién de los diversos elementos espacio-temporales que condiciona o realizacién material de la intervencién terapéutica. En un Pi momento, puede parecer que se trata de aspectos meramente 2° yy trativos, ajenos totalmente a la funcién terapéutica y a la 4 do de es encuentro personal; sin embargo, es el establecimiento adecua * que limites, concretos y mensurables, lo que mds contribuy’ eleme Ayudando conecte con la realidad y tome conciencia de cere eal tos utépicos con que ha podido adornar y deformar lan’ del encuentro terapéutico. rede se Pu En tomo a los elementos principales del encuadre etm” sefialar los siguientes: 38. Auspitz y Wang, op. cit., p. 100. q Luovai n ( CONFIGURACION DEL ENCUENTRO TERAPEUTICO. 269 1.Duracién de la entrevista No existen estudios concluyentes sobre la duracién ideal de la entre. via en relacion con la eficacia; Pero si se acepta que la duracién debe cesar seftalada previamente, La duracién de la entrevista suele Sirar, fre- cuentemente, en torno a 50 minutos y, cuando la entrevista se tiene con varios miembros de una familia, suele prolongarse media hora mds. 2.Nimero de sesiones sesiones a la semana. Pero, en general, la duracién s tratamientos, considerados de breve duracién, suele situarse cate 15 y 20 sesiones aproximadamente. Ademds del modelo tedrico del “gente de ayuda, influye mucho también la gravedad del problema, los obje- tas que se quieren alcanzar Y otros condicionamientos del Ayudando. 3. Frecuencia de las Sesiones La frecuencia de sesiones mas comin, entre los profesionales no psi- “analistas, suele ser semanal. Para Orlinski ¥ Howard (1986) la freauen- %4 sanmal de \as sesiones parece ser que tiene mas efectos beneficiosos Ue con una frecuencia mayor. En las sesiones de Terapia familiar, sin smbargo, frecuentemente se suele recomendar mayor espaciamiento fntre sesiones, 4. Lugar El lugar donde se realiza el encuentro terapéutico ha de ser idonco Para la funcién a que se destina, Debe ser tranquilo, ese dima que no debe ser ni demasiado frfo ni soe ous. Ademés, debe estar aislado de ruidos eres becca Fe Paes Saciones cercanas que distraigan la atencién del aaa Pee a das telef6nicas que interrumpan el curso de la entrevista. méviles, obviamente, deben estar desconectados. Lovarnecauy vol ( 270 LOS PROCESOS DE LA RELACION DE AYUDA. 5. Honorarios El tema de los /onorarias suele ser una cuestion compleja y embarazo. sa que frecuentemente crea malestar en el Agente de ayuda y, a veces, puede perturbar las buenas relaciones entre el Agente de ayuda yd Ayudando. La actividad terapéutica no siempre resulta facil de comprender por el Ayudando; pues es, al mismo tiempo, una vocaciin y una actividad labo. ral. Como vocacién explica la motivacién, la cordialidad y el interés acti- vo por el Ayudando, pero como actividad laboral es normal que se ejerza de modo similar a como se ejercen otras profesiones. Ademas, si se ejer- ce como actividad laboral privada, el ejercicio de esta actividad profesional debe permitir al Agente de ayuda conseguir una remuneracién adecua- da, que le permita vivir dignamente, como se hace en cualquier otra pro- fesion. Es sano, incluso “ferapéutico’; ensefiar al Ayudando que la “genero- sidad” del Agente de ayuda tiene unos limites reales, y que el cobro de los honorarios son una demostracién de ello. Sin embargo, no parece demostrado Y; Por tanto, no parece correcto, presentar el “pago por servicio” como “tonditio sine qua non” para la eficacia de la Terapia. A veces, se deja sobreentender que si el Terapeuta cobra ¢s para ayudar més eficazmente al Paciente. A lo mejor, el Terapeuta cree en ello como consecuencia de sus Ppresupuestos tedricos, pero mucho me temo que no lo vea igual el Paciente; sobre todo, si éste te ne grandes dificultades en Pagar o incluso si esté pensando en abando- nar Ja Terapia por no disponer de los recursos econdmicos necesarios.” reer en 39. Como ya dijimos en la nota 81 de! capitulo anterior, muchos autores p mmuestran en la not: pi 01 | funcién te 7 y Tapeutica del “hago por servicio”; otros muchos autores sin embargo, © Contrarios a la idea de Set ce . Dice, ejemplo, Johnson (1 98g) Pagar la Terapia influya positivamente en su eficacia. th ( i ts quem pga it te Kemeth Pte, Js Gellry Land Wain, compro ge bse ae tar alta ada por terapia mjraban con igual rides qe bs PAT i (1 cuanaacuiz a ag i ees. demas, ls pacientes que no pageban nada ra TE (aida tal dee, ay Como los pacientes que pagaban todo, y permanecian en En la précti cryvieran dE acuerdofcon coe ts la mayoria de los Terapeutas se conducen como sics™200 5 Somprobaciones. Nunca se oye que un ‘Terapeuta insista €” Lovancauy von ( CONFIGURACION DEL ENCUENTRO ‘TERAPEUTICO 271 veces, se defiende la necesidad de pagar la T ia ci . able dicho popular de que “lo que nada cet, nada ale” Sina que tener en cuenta que los costes, que ha de soportar el Paciente vor asistir a 10 ‘Terapia, no son Unicamente de tipo econdmico: ha de so o tar también otros castos de diversa indole: emocionales, pee ert detiempo de trabajo, gastos de transporte, etc, # ‘ ~_ — Paciente con cobertura completa (seguridad social o de seguro médico) pague él mismo la _ Tapia para garantizar su compromiso. Tampoco se ve a ningiin Terapeuta que rechace a J6venes adultos cuyos progenitores pagan la cuenta..” Johnson, op. cit, p. 129). ‘Que ls personas paguen las sesiones es muy importante, dice Manique (1994). Es migy importante bara el trata, especialmente 5 rabaja privadamente, No comparto las razoes eras queen algunas Uesiones del psicoandlisis se dan al tema del dinero... _ Con frecuencia la necesidad que tiene el trapeuta de que una persona pague se digfaca de reams que a 9 els teraeutas ean ms dignas raxoestedias. Pr puede praticare el poandsy cali Hoo _ eimeabia en cntetos paso gratuits en ls que el pacene no paga nada dredanente Yes hecho quod tanbicn en la convesacén sin mayor problema, El dinero es wna de ls matriazaones de ‘Meas de intrcambio que he venido comentando, Pero nada mas (y nada menas)”. (Mansique, Rafael (1904). La psicoterapia como conversacién critica. Madrid: Libertaras/ Prodbufi, p-3811] _Laprolongada experiencia de ONGs que prestan servicios gratuitos de ayuda psicolé- 4 contadice también la supuestainflencia del “pago por suid” en a eficacia tape Por ejemplo: cerca de 400 Terapeutas de distintas linas y correntes, claboran gre ‘amente en la Asociacién internacional del Teléfono de la Esperanza; muchos de aoa pee Bie consi prvada, Estes Terapentas no slo no Ss et ela Terapia c zs Pacientes. Gana en eficacia y de los 40. Gross, A te \cia y en cor personal ; Memulen, P. A. (1987). El proceso de y Mem >, 7 b Botella, Aportaciones a la psicoternpia. Valencia: Promolibro, pp: 365378. Lovancauy con (

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