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Vision del espacio y representacién _cartografica é ‘Luc Cambrezy' do intento de entereer un fendmeno implica que se plantee, de entrada, amo un “problema” en sf; una vez.aislado, es conveniente describirl, ana- @ y medirlo con la mayor precisién posible. Esta observacion es valida fodos los campos, tanto para los estudiosos de ciencias biol6gicas como Fa sus colegas de las ciencias humans. En su esfuerzo por contribuit a una ejor comprensién del mundo que nos rodea, Ia geografia, como las dems ciplins, participa en el ordenamiento de la realidad mediante la clsifica- de los objetos (naturales o sociales) que pretende explicar. De esta ma- cl gedgrafo divide al mundo en objetos temticos y espaciales: ciudades eblos, montafas y colinas, poblacién rural y poblacién urbana, paises de- llados y paises del Tercer Mundo, terrufios y municipios, suclos fértiles 9s pobres. Todos conocemos estas tipologias. Dreocupacién por llevar a cabo una clasificacién se ve acompaftada un esfuerzo particular de los geGgrafos para difundir cl conociniento zado, ante todo sistematizar la comparabilidad de las observaciones. nos interpretar, en este sentido, los significativos avances de la téc~ fia un lenguaje y una herramienta de excelencia. an consecuencia, la transcripcién cartogrifica de la realidad observa- mo cualquier otra forma de representacién, contribuye a dar una vi- rar su percepcién inicial. Fl objetivo de este trabajo consiste ea estu- estrecha y ambigua relaci6n existente entre el objeto, su percep- ‘su representacién cartogréfica, enfocando la reflexién en algunos os concretos asf como en ciertos temas polémicos dentro de la dis- . Con base en estos ejemplos se analizard el problema del mapa, erado como una formalizacién geomeétrica del objeto, De la red al territorio E] gran interés que los gedgrafos conceden, deste hace algunos afios, all estudio de flujos y redes es comparable con el rechazo que prevalecta ‘con relacién a los diversos fenémenos que remiten a estas formas especi- ficas de organizacion del espacio. La comunicacién, el transporte y los ‘movimientos migratorios, entre otros temas, son considerados actual- ‘mente dentro de esta perspectiva, El entusiasmo reciente por ciertos tér- ‘minos, conceptos y formas de control, de uso y de tenencia del territorio ‘nos obliga a llevar a cabo un examen retrospectivo de Ia produccién del ‘conocimiento debido a que dichas formas de organizacién en redes no constituyen un fendmeno nuevo y representan, por el contrario, la forma ‘elemental de toda vida social. Sin embargo, més allé de la forma, cabria preguntarse si este giro —que ex- plica et gran mimero de equipos de investigacién que boy en dfa enfocan sus aniliss al estudio de las redes— no remite a una evolucién fundamental de la problemitica de la geografia. Se considerard la hipStesis de que dicha evolu- ign, reciente pero notable, remite a la ambigiiedad del concepto de regién, ‘como lo subraya un miimero reciente de la revista Espaces Temps, De una manera més general, se demostraré que el origen de los debates en torno al ‘cancepta de regién esté estrechamente relacionado con los métodos de repre- sentacin cartografica y, en particular, con la representacién geométrica de los fendmenos geogréficos que pretendemos explicar. ‘Otra manera de abordar el problema consiste en preguntarse si este nuevo interés por las organizaciones reticulares es simplemente resultado de un efecto de moda o si, por el contrario, estamos frente a'un cambio de mentalidad que refleja una percepcién més clara de la complejidad de un ‘mundo de movimientos y flujos contradictorios. En efecto, el creciente desarrollo de los medios de comunicaciin y de 1a interrelaciones en el planeta inducen, de manera excepcional, al ciuda- dano “medianamente” informado a tomar conciencia de la complejidad de los problemas de organizacién econémica y social que las sociedades con- tempordneas deben enfrentar. Los innumerables debates surgidos en Eu- ropa con relacién a los acuerdos de Maastricht o del GATT, asf como las discusiones referentes al Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, re- flejan las inquictudes de biisqueda de nuevos comportamientos que tomen en cuenta el crecimiento de las interrelaciones y de las redes. GEL aparente dominio de las organizaciones reticulares significarfa aca 80 ¢l fin, o incluso la muerte, de formas teritoriales mas o menos encajo- nadas definidas por superficies, extensiones, y por lo tanto por limites? La regién, como concepto clave de la geografia, no seria entonces tan ‘s6lo una categoria espacial obsoleta, cuya utilidad se limitarfa a cumplir ‘con los requerimientos organizacionales del poder politico? Esta es aparentemente la opinin de ciertos autores que proponen una especie de cronologia en las formas espaciales de organizacién. Al apoyar ‘su reflexién en una metifora, que evoca los desplazamientos de la abeja y de la arafia en el espacio, tres autores (Antheaume, Delaunay y Portais, 1987) llevan al lector a pensar que el desarrollo actual de las redes podria Provocar la desaparicién de las formas tertitorializadas de organizacion a lo largo de sus reflexiones sobre “el espacio y sus leyes", nos lleva a com- partir su propia visién de las cosas. Como si el hecho de que exista un ‘in decirlo concretamente, deja entender : “orden en el mundo” fuera adguiido, incuestionable, que la repre- [ido «que ls secicdades bases nacional oe sentacin en cremas no haria masque confirmar. En este “combate entre ites regionales © municipales. Aun cuando reconoce que “los limites de jefes",4 no pretendo tomar una postura con relacién al “mensaje” que 110s sistemas espaciales son a menudo “imprecisos". con franjas, neh, Brunet quiere que compartamos, sino demostrar simplemente la manera Onteras, que tienen por cierto un papel propio”, se retracia de mune ‘en que el ge6grafo puede caer en ta trampa de la cartografia(y, por ex- o al declarar que es precio “eslreaee orice oe te ames tensién, del dibujo), cuando ella misma se encuentra atrapada por la ge0- leos sistémicos”. ae metria De hecho —todos sus trabajos 1o con ; En un nimero reciente de la evista Espaces Temps (1993), Brunet, al espacio de Brunet esti ee cet ser interogado acerca de la congruencia del concepto de regién, declan’: indo y con el contenido de las informaciones que elige para llevar a bo el anélsis. Al otorgar un lugar preponderante a “una visién econo. tista de la sociedad” (Lacoste), al afirmar que el “dominio del erste epresentar superficie, la gama de posiblidades no es ilimiale Consist mis que en un problema de apreciacion y de convieein, > A pesar del caricter contradictorio lo Sune suizd se trate solamente de laraciones de Brunet por los redatores de larevsta--el eonjuo tos conceptos vertidos a este respecto por Brunet no dela dude necy ‘no debemos dividir el espacio, pir la sencilla razdin de que el espacio se di vide por sf solo. Quiero decir con esto que el resultado del trabajo de las sociedades fhumanas culmina con la creacién, parcialmente voluntaria y parcialmente aleatoria, de un cierto nimero de conjuntos a escalas diferen- tes [..] existe un cierto nimero de subconjuntos encajonados que se for- ‘man a diferentes niveles en el espacio [...|; no debemos por lo-tanto dividir dichos espacios sino mis bien buscar la divisiOn existente, Estas estructuras fexisten, a pesar nuestro, y nosotros debemos buscarlas. Lo que resulta en realidad dificil es encontrar los limites, pero el problema de los limites. no ‘me ba preocupado nunca demasiado, prefiero los nicleos. ia vision ordenada del mundo. Los censos y las diversas : uilizadas reflejan las divisiones admanistatives nad de ara la recoleccién de datos; se esté dentro o fuera, se pertenece ‘ni, 2 un municipio determinado, a una jurisdicciGn determinada, a Fegién determinada, a un pais determinado; esto es bien sabido. Estas palabras son esenciales. Ponen de relieve las contradicciones en las ue nos debatimos todos, en mayor o en menor grado, pero que Brune pretende ignorar al afirmar que existe un “orden espacial” con sus “le yes” y sus “reglas”; un orden implicito en las lineas anteriores. Para co- ‘menzar, seflalaremos que resulta en cierto modo comprometedor afirmar que el espacio “se divide por si solo”, que es necesario “buscar esta divi sién” y después declarar no estar muy preocupado por el problema de los limites. ¢Quién proporcionard la receta de cémo buscar divisiones sin pre we de esta manera: o més bien diria que esta visién del mu acon la vision de lab adminsraciones de Estao 9 de sa? los de arriba”; que no es necesariamente ta visién de los que las escalas mis bajas de la poblacién, caya vision del espacio prc. n total contradicein con estas divisiones espaciales a las que-no den mayor interés. Una experiencia reciente nos permite citar un En México, con motivo del iltimo censo de poblacion efectuado n ‘en 1990, el Instituto Nacional de Estadistica se vio obligado a no in- Shur en la encentaapicada aos hablantes, el nombre del mnciio en he turer, Ena denis ao bab en el fguene nnamieno: ain cuando las personas saben muy bien qué poblacién o qué regién los vio Shoer, descnocen « men a qpé divin aininistava corespond dicha localidad. Esto entorpece evidentemente cl estudio de las migracio- nes de poblacién, en primer lugar, pero cabe también preguntarse si la ‘vision del territorio concebida por terceros, ya sca en Ja Ciudad de ‘México 0 Aguascalientes, tiene algo que ver con la realidad de los en- ‘cuestados. {A qué mundo pertenece esta poblacién cuyas referencias es- picts techn creeper sme Muchos geégrafos han tenido la suerte de. ‘trabajar en ‘Tegiones menos “ordenadas” que Europa. Muchos de ellos han descubierto con curiosidad ) agrado que una vistn an jerrquzada del espacio no form, por 10 pronto al menos, parte del patrimonio de la humanidad; que la division del territorio no garantizaba forzosamente su cabal dominio; y que con frecuencia esta divisin tendia a satisfacer los propésitos de los acaudala- toe'y polroms "ven la ciudad, cera e los pofetes—~ Falemt, Ia realidad social y econémica que intentamos analizar e interpretar ‘no cs ‘inicamente aquélla que logramos detectar gracias al procesamiento de ¢s- tadisticas elaboradas en el marco de circunscripciones politico-administra- vas, in imprecones, ni veces, ni superpodicones. 1S Gos ange ccandoco Sate toc aes plicito de toda esquematizacién cartografica de lo real; el mapa esti lleno de omisiones y de supuestos. Se tiende a olvidar este aspecto: pero, ya sea qu a tice el mapa, que repeals “formas naturales, o leo see Tporeduce yor el cars tas Torna w foi geome ein- plificadas, el problema sigue siendo el mismo. Antes de retomarlo, diremos simplemente que los coremas fortalecen la hipotesis: de un orden espacial debido a que utilizan, para la esquematizaci6n, s6lo formas geo- métricas regulares y simétricas (cireulo, cuadrado, rectingulo; pero gpor qué no el triéngulo? pregunta Lacoste) en detrimento de todo tipo de poli- Ec, Pr tes tu i ae ne ei, ee yarece implicar la simetria de rmas. oe ee es ef AS era ta representacién geogréfica. Es precisamente la razén por la que A. Bailly escribi6 que el tnico mapa bueno era, sin lugar a dudas y de acuerdo con L. Carroll, el mapa en blanco perfecia y totalmente vacio. Dicho de otra ‘manera, el problema que no es posible soslayar es el que se refiere a los limi: tes y fronteras. Ahora bien, el hecho de que un poligono sea regular, 0 no, n ‘earece de importancia —su trazo implica en ambos casos una idea de “dentro” y de “fuera” ¢ introduce una discontinuidad dentro de un espacio fundamentalmente continuo—. Y dicha continuidad, para efectos de andli- sis del ordenamiento de lo real, debe ser arificalmente interrumpida. Por lo tanto, toda cartografia consiste de cierta manera en establecer el ‘orden, pero el problema reside en saber de qué tipo de orden se trata y a ‘quién favorece este wltimo. En la medida en que todo trazado de limites Aiende a ratificar y a consagrar una cierta divisin del espacio, el proble- ‘ma que se plantea es de naturaleza casi deontolégica. Mediante Ia legiti- macion de las discontinuidades creadas, transformamos los limites en Objetos incuestionables y actuamos como si dichos limites existieran real- ente, incluso cuando los hayamos inventadlo o que hayamos utlizado aquellos que fueron trazados por terveros, s6lo por conveniencia y debido 4 Tas exigencias de la representaciin cartogréfica. {Pero cuidado! debe- os estar conscientes de que el orden que se dibuja no es probablemente ‘Mhés que un orden de “combate”; y no es caer en un pacifismo en desuso +1 afirmar que toda cartografia, debido a que implica una nocién de perte- encia o de exclusidn, sirve igualmente a los propésitos de ciertos acto- para quienes una presentacién jerirquica y ordenada de! espaci ta atractiva. Esta observacién me parece més que suficiente para convertir el pro de las fronteras en un problema fundamental, imposible de sosla- + debido a que represeuta la mejor manera de esclarecer Io que sucede {05 centros y en esos “nicleos” que solo cuentan con ta aprobacién Brunet. Debido a que los limites no existen por sf solos, y a que son pre producto de una consiruccién, resulta legitimo y esencial anali- 3. Dado que las fronteras entre los paises existen realmente, y que limites de los bienes raices estipulados por el catastro no son iinica- ae producto de la imaginacién, es imposible perder de visia que estos tes s6lo adquieren sentido en funcién de una sociedad, incluso s6lo de sector de la sociedad, que los cteé y los colocé posteriormente acuerdo con su propio punto de vista y con sus reglas —por consi te, de acuerdo con sus intereses—. Nos vemos por lo tanto obliga- a formularnos la ineludible pregunta: cull ¢s este punto de vista, de de viene, y quién lo expresa? _ Resulta dificil estudiar los limites y las fronteras, independientemente su naturaleza (ya sean politicos, naturales, estadisticos e incluso cienti- 0s), sin verse apresado por los mismos. Si consideramos sélo el campo Jos limites cartogrificos, éste representa uno de los intereses més im- antes de los sistemas de informacién geografica. El mapa cambia en B tonces de naturaleza. Debido a que toda divisiéa del espacio resulta dudo- say manipuladora, el mapa debe despertar desconfianza para recuperar la tinica funcién que una geografia libre pero rigurosa ha podido concederle y que nunca deberfa haber perdido: herramicnta de refléxién sobre las formas de organizacién y apropiacién del espacio y no herramienta para {mponer un nuevo orden mundial. ‘¢uéil es, en este contexto, la funcién de la regién? La regién se asemeja a un objeto geogrifico complejo compuesto por ob- jetos geogrificos, a su vez “simples” (parcelas, fébricas, equipos, zonas agricolas) 0 complejos (redes, ciudades). La complejidad misma del obje- {0 hace dificil la descripcidn de su localizacién. La regidn, tal como pre- tendemos concebirla aqui, deberia estar dentro de la categoria de los ‘objetos zonificables; pero la dificultad que representa la idemificacién de fronteras precisas ¢ incuestionables demuestra perfectamente las dudas persistentes acerca de nuestra propia esquematizacién, aun cuando éstas son pasadas por alto con frecuencia. En esto radica el problema de la. ma- yoria de los objetas geograficos complejos que tendemos a equiparar con “zonas” a falta de una mejor alternativa. Toda zonificacién introduce la idea de continuidad interna y discontinuidad externa. Brunet intenta eludir ‘sta dificuliad cuando declara, por una parte, que el “entorno es intrinse- co" —dicho de otra manera, que la regin se define igualmente por 1o que se encuentra a su alrededor— y que, por otra parte, prefiere “intese- sarse en los centros y no en las periferias”; 1o que evita tener que plan- tearse el problema. ‘La dificultad que representa la localizacién de un objeto geogrifico, es decir de un fendmeno observado en un espacio determinado, estar en funcién de ta complejidad del fendmeno mismo, Esto explica lo dificil {que resulta comprender el concepto de regién si nos empeamos en consi- derar a esta tltima tinicamente como una forma espacial zonificable de ‘ango intermediario entre el “lugar” —el “sitio” —y una totalidad, la na- cin o el pais, mismos que son igualmente controvertidos en. cuanto obje tos geogriticos. Por tanto la regién, como todo sistema complejo, debe ser considcrada con base en la multiplicdad de sus formas de localizacion y no como una entidad espacial continua y contigua a otras entidades del ‘mismo tipo. Notas ' Traduceiin de Annie Carlo, onstost, México, 2 Exe es igualmente e objetivo de los ingenieros cuando estalian, en nels, ros cuando estan, en tineles, Ios fens ‘menos de turbulencia 0, en cuenca ls efecto del olajey de las corrientes en las coi, ‘as desembocaduras de ros 0 las construcciones portuarias. En un campo totalmente dife- ene, equivale al objetivo imposible que persiguen los militares cuanto, durane jericion Zoom alt verdaeras', tuscan colocae en condones Mas fas de un onic oe ramen een eae ar oe ell Recs aeon ance eee rere ee ee 4+Y, Lacey R. Braet son ans gio de ri mec y tnyeiora ena co- ‘mudi aes) ti a cota atch! des eo Bibliografia ANTHEAUME, BENOIT, DANIEL DELAUNAY y MICHEL PORTAIS 1987 “L'abeille et l'araignée”, en: Bulletin de liaison (Paris, Francia), iim. 7, Département “Conditions d'un développement indépen- dant”, ORSTOM, pp. 3-6. Camprezy, Luc 1987 “Para un andlisis de los mérgenes y las transicicnes regionales en México”, en: La palabra y el hombre (Xalapa, Veracruz), nim. 63, julio-Septiembre, pp. 59-70, Dr Maximy, RENE 1995 **Chorémes et chorématique”, en: Cambrezy, L. y R. De Maximy, La cartographie en débat, Karthala-ORSTOM, pp. 119-128, Paris. spaces TeMPs 1979 “Région, enquéte sur un concept au dessus de tcut soupgon”, en: Espaces Temps (Paris, Francia), mim. 10-11, 125 pp. 1993 “Les apories du territoire. Espaces, couper/coller”, Temps (Paris, Francia), nim. $1-S2, 208 pp. Lacoste, YvES 1993 “Chorématique et géopolitique”, rims. 67-70, pp. 225-256. : Espaces 1: Hérodote (Paris, Francia),

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