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- Este libro se enmarca en el Ambito de la perspectiva intersubjetiva en psicoanalisis, que defiende que no existen mentes aisladas sino sélo subjetividades en didlogo e interacciones entre ellas. De esto ‘modo, los fenémenos psicolégicos pueden entenderse (y las portur- <= baciones curarse) sélo si se tienen presentes los «contextos *_intersubjetivos», las relaciones entre las personas. Desde esta éptica, tuna de las més actuales y més sequidas del pensamiento psicoana- litico contempordneo, los autores reconsideran los argumentos “= fundamentales del psicoandlisis clésico, como los procesos incons- cientes, el origen traumatico de la psicopatologfa o el rol do la fantasia los suefios diurnos. snes Atwood: —— lolorow-y George E. Stolorowy Atwood abren ebro con una erica penetrante del mito Hy. de la mente aislada, que a su juicio ha impedide que se reconazca {ue los fundamentos dela vida psiquica son intersubjetivos: la or- ganizacion de la experiencia de si mismo, defienden los autores, esté x siempre codeterminada por las respuestas de los otras, A continuacién revisan los supuestos bésicos de la teoria psicoanalitica de la vide mental a easly sean cies dela ee Bors contextos fel e | ser ae alee apr infentles a fabian, TS ems) (CCR de la vida psiquica iin Ee ee 3142350! a psicalogiet Fe PSL Robert D. Stolorow BSAV- CGE George E. Atwood LOS CONTEXTOS DEL SER Las bases intersubjetivas de la vida psfquica ‘TRADUCGION DE Angels Cércoles, M. Josep Estruch, Maite Jordan, Marta Lleonart, Niria Mata, ‘Teresa Mas, Ramon Riera y Montse Ventura 524 424 Herder BIBLIOTECA SAN pono STMA DS 2° be one Til orginal: Convex of Being, The Interubjectve Foundations of ychologial Life Traducin: Angels Cdrcoles, M. Josep Etruch, Mate Jordan, Mora coma iia Mara, Teresa Mas, Ramon Riera y Montse Yentura Dito del cubirta: Claudio Bado'y Ménica Bazin © 1992, The Analytic Pres, Ins Publier: © 2008, Herder Edit SL, Parlor ISBN: 86-254.23503, 1 ceprodaccin oat © patil de ea obra snl conentimienes express or as dl angie hii lampao dea ng goes Impronta: Rensocox Depo leg B-7.985 = 2004 Printed in Spain ~ ripe en Epa Herder won herderedoralcom z En memoria de Dede t i yo soy a través de ti por tanto yo. . £, CUMMINGS Através del Ti el hombre deviene ¥6. ‘MaKTIN BuseR El bebé, como tal, no existe D. We Wincor iNDICE Introduccién a la edicién, espatiola, por Ramon Riera.......... B Acerca de la traduccién ......... : a PrefaciO se... peEREESR TET B Introduccién . er 27 FUNDAMENTOS TEORICOS 1. El mito de la mente aislada ores 2. Las tres formas de inconsciente ee 6h 3. Cuerpo ymente..... 83 4, Trauma y patogénesis 2isti gags 197 5. la formacién de las fantasias ss... s.. T1L APLICACIONES CxIWICAS 6. Variedades de la alianza terapéutica 147 7. Modalidades de «impasse» terapéutico ...... 171 Epilogo . srugeacata 199 Bibliograffa 201 indice de nombres y ‘conceptos é 213 INTRODUCCION ALA EDICION ESPANOLA Ramon Riera” ste libro que el lector tiene en sus manos es la prime- ra traducci6n al castellano de Atwood y Stolorow, los creadores de la perspectiva intersubjetiva'en psicoand- lisis. Esos autores tienen ya una larga trayectoria en la publicacion del desarrollo de esta nueva orientacién psi- ccoanalitica: su primer libro, Faces in a Cloud (Caras en tuna nube), fue publicado en Estados Unidos hace ahora unos 25 afios. Faces in a Cloud es un estudio sobre cuatro de los ‘grandes pioneros del psicoandlisis (Freud, Jung, Reich y Rank), en el que se analiza el paralelismo entre sus biografias y la particular teoria psicoanalitica que cada ‘uno de ellos desarroll6. El libro muestra c6mo cada teo- ria psicoanalitica es el resultado de la manera subjetiva que cada autor tiene de organizar el mundo psicolégico + Ramon Riera es codirector, junto a Francese Saing, del Semi- nario de Formacién Continuada en Psicoandliss Relacional Con- temporéneo, Profesor del Seminario de Kobut de la Fundaci6 Vidal i Barraquer / Universitat Ramon Lull, Miembro del Advisory Board ofthe International Association for Relational Psychoanalysis and Psychotherapy (ARPE). Miembro del International Council for Psy. choanalytic Sef Psychology. 3 a partir de las convicciones emocionales que ha de- sarrollado en su propia historia. De esta manera, la teoria queda desabsolutizada, ya que aparece como una manera patticular, de entre las miltiples posibles, de intentar onganizar el mundo psicol6gico. E titulo del libro, «Caras en una nubes, hace referencia al hecho de que distintas personas que miran una misma nube even» personajes distintos, De la misma forma, nos vienen diciendo Stolo- row y Atwood en estos 25 afios, cada psicoanalista ve a su paciente a través de sus propios prejuicios teéricos y a través de sus propias convicciones emocionales. En mi experiencia se me ha hecho evidente la ten- dencia de cada autor psicoanalitico a ver siempre el mis- ‘mo personaje en la nube: Freud, cuando miraba el alma humana, solfa ver al personaje de Edipo; Melanie Klein solia ver, escondiido bajo las capas profundas del psi- ‘quismo, un bebé arcaico luchando para liberarse del Ciclo infernal de proyectar su destructividad en la madre pata verse luego perseguido por la misma; Kohut solia ver en el paciente a un personaje que busca en el analista aquellos padres empéticos que no ha tenido. Ahora bien, probablemente todas las escuelas psicoanaliticas del ‘mundo y de todos los tiempos estarfan de acuerdo en una premisa basica: el psicoanalista ofrece al paciente un lugar (los clisicos lo llaman encuadkre o setting) en el que éste se sienta con fuerzas y con la libertad de conec- tar con sentimientos, ideas, deseos, fantasfas, etc. con os que no habfa podido conectar previamente en los otros espacios de su vida. Y probablemente todos sus- cribirfan también que el efecto terapéutico del andlisis reside precisamente en el efecto reconfortante que tiene para el alma humana poder vivenciar la propia realidad ‘emocional, por dolorosa que ésta sea. Creo que la mayo- sia de psicoanalistas verfa en la nube del psicoandlisis 4 esta misma cara. Ahora bien, el problema aparece cuan- do el autor de la teoria pretende conocer de antemano que esta realidad psiquica que el paciente tiene que aceptar consiste en unas fuerzas oscuras que, de forma universal, moran en el interior de todos los humanos. Freud consideraba que el psicoandlisis reconfortaba al paciente ayudandole a descubrir y aceptar sus fuerzas pre-genitales e incestuosas y a entender los conflictos que estas fuerzas habfan generado. Klein también com- partia el principio basico de que el andlisis ayuda al Paciente a mejorar su insight sobre la mortifera diné- mica de las proyecciones de unas fuerzas destructivas y envidiosas. Ambos pretendfan que la compajifa de un analista que no s6lo no se asusta ante estas fuerzas oscu- ras, sino que ademés es un experto en sus dindmicas, es lo que permitia enfrentar valientemente esta verdad y lo que, en tiltima instancia, ayudaba al paciente. Kohut tuvo el gran mérito, desde mi punto de vista, de centrar su interés te6rico en la empatia, Ello trajo una consecuencia de enorme trascendencia: descubri6 que la mayoria de las teorias psicoanaliticas describian unas dindmicas que no eran asequibles a través de la empatia y ello le condujo a elaborar teorias mas cerca- nas a la experiencia’, Otros muchos autores han con- * El lector puede consultar el aticulo de Kohut (1979), publi- ‘ado por Herder en castellano, ttulado Los das andiisis del St Z, en cel que se describe el andlsis de un paciente realizado en dos etapa. En a primera etapa se aplican la teorias freudianas centradas en las ppulsiones; en la segunda etapa se aplican las teorias cercanas a la ‘experiencia de Kohut, centradas en la conexién empitica con los afectos del paciente. En mi propia evoluci6n profesional, la lectura de este articulo significé un punto de inflexi6n en mi prictica con Jos pacientes. En el mismo volumen de la edicién espafiola de Her- der, elector encontrar también el limo articulo que escribié Kobut 15 tribuido, a través de otros caminos, a ayudar al psicoa- nalisis a ir superando sus aspectos mAs especulativos. Bowlby, por ejemplo, mediante el estudio y observacion del apego 0 attachment del pequefio con sus adultos significativos inicié una tradicién que esta dando unos frutos muy valiosos para el psicoandlisis contempors- neo: por ejemplo, la investigacién empirica de los dis- tintos patrones vinculares que tenemos los humanos y de como se transmiten de generacién en generacién’. Stephen Mitchell,‘ con su definicién del psicoandlisis relacional y su diferenciacién del psicoandlisis pulsio- ‘al, también ha sido una gran ayuda en la demarcacion, de un analisis amplio que incluya todas aquellas tencen- cias que se desmarcan de los origenes hist6ricos del psi- coandlisis centrado en las pulsiones. T La perspectiva intersubjetiva de Stolorow y Atwood ¢s una de las corrientes de mayor difusin del psicoa- ndlisis contemporéneo en todo el mundo. Su presu- puesto central es que no existe cl analista neutral al que el paciente transfiere 0 proyecta sus contenidos intrapsi- quicos, sino que se considera que el analista tiene sus propios prejuicios y convicciones que van a interactuar con los prejuicios y convicciones del paciente, De esta forma, el analista deja de ser el experto en las fuerzas oscuras que moran en las profundidades del incons- cientey que revela (interpreta) al paciente las verdades inconscientes que éste desconoce. En cambio, la pers- (1982) sobre la empatia,ttulado Introspeccién, empatta y el semi- cfreulo de la salud mental. * Para una introduccin en castellano ala teoria de! apego,reco- ‘miendo el interesante y ameno bro de Mario Marrone, a teorta dal qpego, un enjoque actual. Madrid: Editorial Pimética, 2001 “Mitchell, S.A. (1988). Conceptos relactonales en psicoandli- sis: una integracin. México: Siglo XX, 1993, 16 pectiva intersubjetiva entiende al psicoanalista como un experto en investigar c6mo interactiian (a veces con- cuertian, a veces chocan’) las propias maneras de orga- nizar e] mundo psicol6gico con las maneras del pacien- te, Bl psicoanalista intersubjetivo, cuando el pacientel no se siente entendido, no considerara que se est4 resis- tiendo a aceptar una profundidad inconsciente que nece- sita ocultar, sino que investigard en qué aspectos cho- can sus distintas maneras de entender, para poder ser as{ més empético con la perspectiva del paciente. J Resulta lamativo que el mundo editorial psicoanali- tico de habla hispana no se haya sentido interesado has- tala actualidad en la traduccién y publicacién de los libros de Stolorow y Atwood. En los 25 afios de,evolucisn de la perspeetiva intersubjetiva en psicoandlisis nada ha sido traducido al castellano. Creo que este hecho puede ser interpretado como la consecuencia de las dificultades de nuestra comunidad psicoanalitica ante los cambios (edtivus que se alejaut del paradigua freudiano. Este es un libro cuya versién original inglesa apa- recié en 1992 con el titulo Contexts of Being: The In- tersubjective Foundations of Psychologycal Life. Con anteriorida ~aparte de Faces in a Cloud, que ya he men- cionado-, Atwood y Stolorow habfan escrito Structures of Subjectivity (1984) y también Psychoanalytic Treat- ‘ment: An Intersubjective Approach (1987), este tiltimo en colaboracién con Brandchaft. Me ha parecido, sin ‘embargo, que para el lector espafiol serfa vitil empezar con esta traduccién, puesto que este libro, tal como los * Véase el capitulo 7 de este libro sobre ls situaciones de estan ‘amiento que se dan en la evolucién de un tratamiento cuando el analista no se da cuenta de cémo interactitan sus convicciones con, Jas convicciones del paciente. ” mismos Stolorow y Atwood escriben en la introdueccién, ¢s «a culminacién de més de 20 afios de colaboraciér», yenél cristaliza de una forma bastante sistematizada el pensamiento intersubjetivo; por lo que creo que es el libro mAs idéneo para que el lector de habla hispana se haga una idea global de la perspectiva intersubjetiva de Stolorow y Atwood®. Como se vera en los capitulos que siguen, este libro es un compendio de teoria y préic- tica (la mayoria de los capitulos tienen ilustraciones cli- nicas), por lo que el lector hispanohablante se hard una idea bastante ajustada de las propuestas que el psicoa- nilisis intersubjetivo propone, tanto a nivel conceptual como practico. Paca mi (y por tanto también para mis pacientes), haber conocido a estos autores ha significado un giro importantisimo en mi prictica clinica. A grandes rasgos’, iré que durante muchos afios me esforcé en creerme las dinamicas de unas fuerzas oscuras que Freud y Klein me habian ensefiado. Después, estudiar a Kohut, sus teo- ras cercanas a la experiencia y por tanto lejanas a las espe- culaciones oscurantistas, y su foco en la empatfa como linica fuente de recoleccién de datos, fue una primera ‘gran ayuda en mi proceso de deconstruccién de lo apren- Con posterioridad han publicedo junto con Donna Orange los siguientes dos libros: = Orange, D. M. , Armwood, G. E. y Stolorow, RD. (1997), Wor. ‘hing Intersubjectively.Fillsdale, NJ: The Analyc ress ~Stolorow, R.D., Atwood, G. Ey Orange, D. M. (2002), Worlds of Expertence: interweaving Pbilosopbical and Clinical Dimen- sions in Psychoanalysis. New York: Basic Books. "Pura una descripci6n més detallada véase: Riera, R, @001). Tans formaciones en mi prictica psicoanalitca: Un trayecto personal con cel soporte de la tcoria intersubjetiva y de la psicologia del sels, Ea Aperturas Psicoanatiticas, n° 8. wwwaperturas.org (tp wawaper- ‘uras.org/iera ht), 18 dido, En mi 4mbito, la Barcelona psicoanaltica de los afios 80 y 90, en la que habia un predominio absoluto de Freud, Klein y Lacan; en la que la psicologfa del selfera una desco- nocida, donde autores como Bowlby y Winnicott eran considerados secundarios, resultaba muy complicado poder acceder al cambio de paracligma en psicoandlisis’ | Fue gracias a internet, y especialmente gracias al portal http://www. psychologyoftheself.com, que fui descu-"| briendo la amplia comunidad psicoanalitica que se habia ido aglutinando alrededor de la psicologia psicoanalitica del selE Dentro de esta comunidad, la perspectiva inter. subjetiva de Atwood y Stolorow tenia una fuerza espe- J cial, Finalmente, conocer a estos autores, tanto perso- nalmente como a través de sus escritos, ha tenido un impacto enorme en mi evolucién como psicoanalista; en micaso particular, probable mente ninguna otra lec- tura psicoanalitica me ha marcado tanto, Mi experien- cia es que profundizar en la teoria intersubjetiva en par- ticular y en el psicoandlisis relacional en general me hha ayudado a identificar el sutil pero potente conteni- do moralista y especulativo de! psicoandlisisclésico cen- trado en las pulsiones. Curiosamente, en los inicios de ‘mi formaci6n, la idea que se me transmitié fue que Freud tuvo el valor de desafiar los convencionalismos y pre- juicios moralistas de la cultura victoriana, y que describié "En este contesto fue para mi un gran apoyo conocer a Rogeli ‘Asmengol su libro El ponsamionto de Sderates el psicoancliss de Proud. Barcelona: Editorial Funcaci6 Vidal i Barraquer y Pais, 1994, ‘Armengol manifestaba, en sus escritos y en sus presentaciones palbl- as, que la impoctancia central que Frevd aribulaal complejo de Ed- po, lejos de ser algo universal yconstitutivo del alma humana, tenia fen cambio que obedecer a la particular manera en que Freud habia corganizado su propia personalidad. Ajos més tarde, Louis Breger, en ‘su excelente biografia de Freud titulada Freud el genio ysus sombras (Barcelona: Javier Vergara editor, 2000), ahondaria en este aspecto. 9 valientemente al nifio perverso polimorfo con su pul- sin de muerte y su sexualidad polimorfa. Alo largo de los aiios, mis pacientes me han ido, dolorosamente, enseftando que he sido datinamente persecutorio y moralista al intentar desvelaries sus supuestas profun- didades incestuosas, tandticas, etc. Al principio, yo pen- saba que el paciente «lebfa» asociar libremente para que yo pudiera llegar la interpretaci6n adecuada que desen- ‘mascarara las pulsiones arcaicas que hébilmente disfra- zadas aparecian en lo manifiesto. La perspectiva inter- subjetiva me ha sido muy titil para it constatando que { Jas cosas van al revés: yo debo investigar de qué manera mis convicciones y actitudes dificultan que el paciente | 8¢sienta con la suficiente seguridad para poder legar a asociar més libremente. Stalorow y Atwood me han ayu- dado a entender que la concepcién psicoanalitica cisica, segiin la cual en las profundidades del alma humana existe un conglomerado de pulsiones en busca de des- carga, es sélo ina de las miltiples maneras, con un contenido moralista, de entender el funcionamiento humano a nivel profunda. En su iiltimo libro Worlds of Experience, escrito con Donna Orange, nos dice que el aparentemente aséptico del individuo como constructo central, y describimos este mundo como algo que evoluciona orgénicamente a partir de los encuentros de la persona con aquellas experiencias formativas cruciales que constituyen la his- goria personal e irrepetible de cada uno. Més adelante (Atwood y Stolorow, 1984) abandonamos la terminolo- gia «mundo representacional» porque nos dimos cuen- ta de que se usaba indistintamente tanto para expre- sar los contenidos imaginarios como su estructuracion temdtica. Por tanto decidimos utilizar «mundo subje-| tivo» para describir los contenidos de la experiencia, y para designar principios invariables que de forma inconsciente y repetitiva orga- nizan aquellos contenidos déndoles un sentido y unal temitica concreta. ‘Aunque el concepto de énzersubjetividad no fue introducido en Faces in a Cloud, estaba claramente implicito en los ejemplos de cémo los mundos subje- tivos de los distintos autores influenciaban su com- prensi6n de las experiencias de los demés. De hecho, 28 la tematica central del libro queda expresada en la frase: «el observador es lo observado» (p. 17). La primera vez que utilizamos de forma explicita el término «intersub- jetivo» en nuestros escritos fue en un articulo (Stolo- row, Atwood, y Ross, 1978) en el que conceptualizamos Ja interacci6n entre transferencia y contratransferen- cia en el tratamiento psicoanalitico como un proceso que reflejaba la interaccién entre los diferentemente organizados mundos subjetivos de paciente y analista En aquel articulo, presagiando el abundante trabajo que estaba por venir, empezamos a tener en cuenta el im- pacto que tienen en el proceso terapéutico las no re- conocidas correspondencias y disparidades entre los respectivos mundos vivenciales del paciente y del ana- lista. En el tratamiento psicoanalitico consideramos que el observadior es intrinseco a lo observado (véase tam- bién Kohut, 1982, 1984). En escritos ulteriores, la mayoria con la colabora- cin de Bernard Brandchatt (Stolorow, Brandchaft y Atwood, 1983, 1987; Atwood y Stolorow, 1984; Brand- chaft y Stolorow, 1984; Stolorow y Brandchaft, 1987), demostramos que la perspectiva intersubjetiva podia iluminar una amplia variedad de aspectos clinicos, inclu- yendo las reacciones terapéuticas negativas y las «pues- tas en acto» (enactments), la accién terapéutica y las alianzas terapéuticas, la formacién del conflicto Ia resis- tencia, el desarrollo afectivo y la patogénesis, ylos esta- dos borderline y psicéticos. Finalmente, llegamos a la conclusién (Stolorow et al., 1987) de que «el contexto intersubjetivo tiene un rol constitutivo en todas las formas de psicopatologiay (p. 3) y propusimos que «la exploracién de los patrones particulares de trans- accion intersubjetiva relacionados con el desarrollo y mantenimiento de las diferentes formas de psicopato- 29 logiaes |... una de las éreas ms importantes en las préxi- ‘mas investigaciones psicoanaliticas en clinica» (p. 4). Queremos insistir en que nuestro uso de! término «intersubjetivor nunca ha presupuesto el logro o el alcan- ce del pensamiento simbélico, 0 del concepto de uno mismo como sujeto, o de las relaciones intersubjetivas en el sentido de Stern. Aunque la palabra «intersubje- tivo» habfa sido usada antes por los autores de la psi- cologfa del desarrollo, nosotros no conociamos este uso cuando acufiamos el término y le asignamos un sentido particular en nuestro marco de referencia (Sto~ lorow et al, 1978). A diferencia de los autores de la psi cologia del desarrollo, nosotros utilizamos «intersub- jetivo» para nombrar todos los campos psicolégicos formados por la interacci6n de mundos de experien- cia, sea cual sea el nivel en el que estos mundos estén y organizados. ‘También queremos subrayar que, aunque el de- sarrollo de la teoria intersuhjetiva debe mucho a la ps- cologia psicoanalitica del self (véase Stolorow, 1992), hay diferencias significativas entre el concepto de relacion de selfobject que Kohut (1971, 197, 1984) des- cribié (es decir, una relacién que sirve para mantener, { restaurar 0 consolidar la organizacion de la experiencia | del self) y nuestro concepto de campo intersubjetivo. Un campo intersubjetivo es un sistema de influencia ‘mutua y reciproca (Bebee y Lachmann, 19882). No s6lo el paciente recurre al analista para tener una vivencia de selfobject, sino que también el analista recurre al Paciente con este fin (Wolf, 1979; Lee, 1988), y lo mis- mo se podria decir acerca de la relacién nifio- cuidadores. Para expresar tal reciprocidad intersubje- tiva de influencia mutua tendrfamos que hablar de relacién de self-selfobject — selfobjectself. 30 & ‘Todavia resulta més importante subrayar que «mun- do subjetivo» es un constructo que abarca un terreno vivencial més amplio que «selfs. Adems, un campo inter- subjetivo (un sistema formado por la interaccién recf- proca ‘entre dos 0 mas mundos subjetivos) es més amplio y més inclusivo que la relacién seléselfobject. Un ‘campo intersubjetivo existe aun nivel mds general y por tanto puede incluir dimensiones de la experiencia (tales como trauma, conflicto, defensa y resistencia) que no pueden ser incluidas en la dimensién de selfobject. La perspectiva intersubjetiva es, en esencia, un posi- cionamiento metodol6gico y epistemolégico muy amplio. que considera necesaria una revisi6n radical de todos Jos aspectos del pensamiento psicoanalitico. En nuestros rimeros trabajos nos centramos en las implicaciones de este posicionamiento para una amplia variedad de aspectos de la practica de la terapia psicoanalitica, En el presente libro queremos aplicar la perspectiva inter- subjetiva para revisar los pilares fundacionales de la teo- ria psicoanalitica, incluyendo el concepto de incons- Ciente, la relacién entre mente y cuerpo, el concepto de trauma y la comprensi6n de la fantasia. Empezaremos ‘con una critica de una idea que durante mucho tiempo hha impedido el reconocimiento de las bases intersub- jetivas de la vida psicolégica: el concepto de la mente aislada e individual. Esperamos que, al proponer una ‘exposicién critica de esta idea tal como ha aparecido en, las distintas teorias psicoanaliticas, podremos transmi- tir més claramente las hip6tesis que forman la base de nuestra perspectiva y podremos también situar nuestro marco de referencia dentro de la vaciedad del pensa- miento psicoanalitico, 31 Primera parte FUNDAMENTOS TEORICOS LIOTECAS. SISTEMA DE SIBLOTECHE ar aahafiaite ¥ | BIBLIOTECA SAN JOAQUIN Capitulo 1 EL MITO DE LA MENTE AISLADA En contraste con el punto de vista de que el hombre moderno sufre de una ausencta de mitos, en este capi- tulo desaflamos un mito central que impregna la cultura occidental contempordnea y que también se ha insi- nuado en los presupuestos fundacionales del psicoand lisis: el mito de la mente individual aislada. Al poner de relieve el poder organizador inconsciente de este mito y proponiendo una perspectiva alternativa que enfatiza los fundamentos intersubjetivos de la vida psicol6gica, esperamos contribuir no sélo al avance de la teoria psi coanalttica sino también a la profundizacién de la au- toconciencia reflexiva. Fuera de las garras constrictivas de este mito, la teorizacién psicoanalitica quedari libre para describir la experiencia humana de formas radi- calmente nuevas. LA ALIENACION ¥ LA MENTE AISLADA El mito de la mente aislada atribuye al hombre un modo de ser en el cual el individuo existe separadamente del mundo de la naturaleza fisica y también de la vincula- 35 cién con otros. Este mito ademds niega la inmateriali- dad esencial de la experiencia humana al describir la vida subjetiva en términos sustancializados y reificados. Considerada como simboto de la experiencia cultural, Ja imagen de la mente aislada representa la alienaci6n, del hombre moderno con respecto a Ja naturaleza, la vida social y la subjetividad misma. Esta alienaci6n, tan ‘omnipresente atin en nuestro tiempo, tiene mucho que ver con la cultura de la tecnocracia y la herencia intelec- tual asociada al mecanicismo que ha dominado el pen- samiento sobre la naturaleza humana en el siglo xx (Matson, 1964; Barret, 1979). Sin embargo, nuestro pro- pésito en el escrito siguiente, no es offecer una critica de tales factores hist6ricos y culturales, sino mds bien explorar sus significados psicolégicos haciendo resaltar el mito de la mente aislada. ‘Nuestro punto de vista es que la alienacién del hom- bre moderno sirve para negar triplemente un conjun- to de vulnerabilidades especificas ¢ inherentes a la exts- tencia humana, vulnerabilidades que por otra parte pueden conducir a un sentimiento insoportable de ansiedad y angustia, Consideraremos en primer lugar ‘c6mo esté entretejida la vida humana con el mundo de Ja naturaleza fisica Alienacién de la naturaleza Al postular la existencia de la mente como una enti- dad se introduce una distincién entre forma de ser cor- poral y mental en la constitucién del hombre. Esta dis- tincién disminuye la experiencia del self humano de estar inevitablemente encarnado en lo fisico, y por ello de esta forma se atentia la sensacion de estar entera- 36 mente sujeto a las condiciones y ciclos de la existencia biolégica. Estas condiciones incluyen una dependencia absoluta del entorno fisico, el parentesco con otros ani- males, la sujecion a necesidades y ritmos bioldgicos y, quizs més importante atin, la vulnerabilidad fisica de] hombre y su mortalidad final. Una actitud no enajena- da con respecto a la mortalidad la certeza e irrevoca- bilidad de la muerte biolégica~ conlleva ansiedad ante la perspectiva de la aniquilacién fisica y angustia frente ala transitoriedad de todas las cosas, Mientras el ser del hombre se defina y'localice en la mente, es decir, como una entidad existente aparte de un cuerpo enclavado en el mundo biolégico, se puede mantener la ilusién de que existe una esfera de inmunidad interna a las cons- tricciones de la existencia animal y la mortalidad. Esta tranquilizadora forma de diferenciarse de la naturaleza fisica puede llegar atin més lejos, hasta francas reifica- ciones del self como una esencia inmortal que trasciende Ireralmente el ciclo de vida y muerte, Tales reiftcaci- nes pueden tomar muchas formas: los diversos con- ceptos del alma inmorial, identificar el self con ideas y trabajos considerados con significado y valor eternos, ‘y proyecciones del self hacia lineas de descendencia que se extienden indefinidamente hacia el futuro (Rank, 1930; Becker, 1973, 1975). Distinguimos entre la inevitable experiencia de la encarnacién fisica del self que acabamos de explicar y una clase de estados defensivos que abarca todas las, identificaciones del self con el cuerpo fisico. Estos tilti- mos estados, correspondientes a un nivel psicol6gico, de las doctrinas filos6ficas del crudo materialismo y del conductismo, implican un esfuerzo para anular la sub- jetividad y reducir la existencia humana a términos exclu- sivamente de pura materia fisica. Sila persona se vuelve 37 \Gnicamente materia 0 cuerpo, no hay experiencia de angustia como reaccién a la mortalidad ya que la expe- riencia en si ha sido negada. Mas atin, la muerte pier- de mucho de su poder en un mundo que se ha vuelto ‘enteramente material y conereto, porque entonces no existe la vida de un sujeto consciente, que ha queda- do inevitablemente borrado, sino mds bien s6lo la cesa- ‘cién de un grupo particular de procesos fisiolégicos. Alienacién de la vida social Un segundo campo de alienacién simbolizado en el mito | dela mente asiada es el de las relaciones del individuo con los otros seres humanos. a idea de la mente como una entidad separada implica una independencia del ser esencial de la persona con respecto la vinculacién con los otros. La imagen de esta entidad mental, loca- lizada en el centro de la realidad y susistiendo al cos: tado de otras mentes, reifica en primer lugar la expe- _ tiencia tan comiin de la soledad psicol6gica. Aquellos que han caido en el poder de este mito dicen que cada individuo conoce s6lo su propia conciencia y que en ‘cambio no se tiene acceso directo a las experiencias per- tenecientes a otras personas. Esta ostensible soledad contoldgica» (Mijuscovic, 1988), que ignora el papel constitutivo de la relaci6n con el otro en la constitucién, de cualquier tipo de experiencia de la persona, atribu- ye universalidad a un estado subjetivo bastante particular caracterizado por la sensaci6n de un aprisionador extra- fiamiento de los otros: Este es un estado en el cual uno no se siente ni reconocido ni entendido en el nivel de los afectos més profundos de si mismo; ademés, es un estado en el que el anhelo de ese tipo de conexién sus- 38 ( tentadora con Jos otros ha sucumbido a la resignacién ya la desesperanza‘ Este aislamiento, tan persistente y profundamente arraigado en nuestra cultura, propor- ciona, en nuestra opinién, el contexto intersubjetivo especifico que convierte en insoportable la experiencia de la angustia y precisa la negacién de la vulnerabilidad humana, negacién que es inherente al mito de la men- te aislada. Ademas, en este mito el dolor asociado con Ja soledad alienada del hombre modero se ve reduci- do por la vision tranquilizadora del aislamiento perso- nal como algo constitutivo de la condicién humana y, por tanto, como el destino comtin a todo el género humano. Otras experiencias materializadas en la imagen de la mente aislada son las experiencias de la individuali- dad psicoldgica y de la constancia del self*La nocién de que la mente existe de forma separada respecto a su entorno y respecto a otras mentes es inherente a la idea de la mente como entidad. Al ver la entidad-mental como™ algo separado, permite que no se considere como algo contingente ninguna relaci6n particular entre la perso- nay lo que le rade Nosotros comparamos esto con la experiencia de ser distinto, que es la estructuracién de una autoconciencia que est integramente enclavada en los contextos intersubjetivos sustentadores y for- mativos. De forma similar, en el caso de la constancia, la.imagen mitica de la mente es una de las cosas casi- espaciales que retienen una integridad duradera como propiedad absoluta de su naturaleza. Se considera que la estructura de una mente asi posee su propia cons- tancia interna, aunque sus contenidos especificos pue- dan cambiar a lo largo del tiempo. Esta idea contrasta nuevamente de forma chocante con las experiencias de ‘constancia-de-uno-mismo y de la continuidad de la 39 | jidentidad personal, que siempre provienen de contex- i intersubjetivos constitutivos. ” Una actitud no alienada de la inevitable vinculacién / es hombre con los otros provoca una experiencia de angustia por el hecho de que el destino de los seres humanos sea tan irrevocablemente dependiente y vul- nerable a los acontecimientos que ocurren en el medio interpersonal’ El enclavamiento intrinseco de la expe- riecia-de-uno-mismo (self-experience) dentro,de los ‘campos intersubjetivos significa que nuestra autoesti- ma, el sentido de nuestra identidad personal, incluso nuestra propia experiencia de tener una existencia dife- renciada y duradera, dependen de las relaciones sus- tentadoras especificzs con el entomo humano que nos roded, Las reificaciones de las que hemos hablado crean ilusiones tranquilizadoras de autosuficiencia y autono- mia y, por ello, sirven para rechazar la intolerable vul- nerabilidad de la estructura especifica de la vida psico- Idgica ante los acontecimientes interpersuniales sobre los cuales el individuo s6lo tiene un control limitado, Alienacién de la subjetividad La tercera y mds importante forma de alienacién es el extrafiamiento del hombre de las caracteristicas de la subjetividad misma. Como hemos dicho anteriormente, los rechazos de la vulnerabilidad que han cristalizado en el mito de la mente aislada se han conseguido a través de la reificacién de varias dimensiones de la Subjetivi- dad. Estas reificaciones confieren a la experiencia una u otra de las propiedaces cominmente atribuidas a las cosas-en el plano de la realidad material, por ejemplo, Jocalizacién espacial, extensiGn, sustancialidad perma- 40 nente y otras cosas por el estilo. Asi, la mente ocupa su lugar como una cosa entre las cosas. En este proceso se pierden las propiedates de la vida subjetiva misma, que ‘queda engullida dentro de la mente-entidad cosificada y concebida en términos de las categorias que en el mun- do fisico se aplican a los objetos tangibles. Invariablemente asociada a la imagen de la mente ais- Jada esté la de una realidad externa o mundo a la que se supone que la entidad-mente mira como si fuera algo externo“También aqui encontramos una reificacién, en este caso una reificacin que implica que la experiencia del mundo es algo real y existente separadamente de uno mismo? Qué propésito psicol6gico se puede atribuir a la reificacién de la experiencia consistente en pensar que existe un mundo perdiurable separado de uno mismo? Dentro del mito de la mente aislada, se considera que dicho mundo tiene una inequivoca existencia en si mi ‘mo; cuando el mundo experiencial es vivido como si tuvie~ rra sustancia, entonces queda transformado en una meta- fisica absoluta, un universo valido para todos los seres /humanos. Todo ello contrasta con el sentido subjetivo de que existe un mundo de realidad permanente y sustan- cial separada de uno mismo (self), experiencia que ha sido constituida y sostenida por campos intersubjetivos particulares. La negacién de la vulnerabilidad, reificando la experiencia del mundo exterior a uno mismo (mundo. extemo al self) ¢s el resultado de cierta inseguridad pro- fundamente arraigada en las condiciones de la vida moder- na, Sibien la permanencia y sustancialidad del mundo se constituyen y mantienen a través de campos intersubje- tivos, en una cultura impregnada de una persistente sole- dad psicolégica queda muy poco para protegera'una per sona del sentimiento de que la solidez:de las cosas esta desapareciendo por completo. a La imagen de la mente que mira hacia fuera, hacia el mundo externo, es una imagen heroica o un mito heroico, en el que se describe la esencia interna de la Persona que sobrevive en un estado que esté separado de todo lo que sostiene realmente la vida. Este mito apa- rece de muchas maneras y variaciones, Podemos di cernir su presencia en cuentos de personas invencibles que superan grandes adversidades mediante heroicos actos solitarios, en trabajos filos6ficos que giran en torno @ una concepcién de un sujeto aislado, monédico, y en doctrinas psicolégicas y psicoanaliticas que se centran exclusivamente en los procesos que ocurren dentro de Ja persona auténoma. Pasamos ahora a considerar las formas en que el mito de la mente aislada aparece en el psicoandlisis clésico y contemporineo. \VARIANTES DE LA MENTE AISLADA Freud, el fundador del psicoanilisis, construyé desde el inicio el escenario en el que se iban a desarrollar las diversas versiones de la doctrina de la mente aislada. En practicamente todas las fases de su teorizacién meta- psicologica, Freud describié la mente como un «aparato ‘mental, una méquina procesadora de energia que cana- liza energias pulsionales que surgen endégenamente desde dentro del organismo. Segtin este punto de vis- ta, la organizacién de la experiencia que se est de- sarrollando est4 formada por los éxitos, fallos y trans- acciones en el procesamiento de las energias pulsionales que emergen desde el interior. La experiencia de lo que uno le rodea, por ejemplo, esté conformada por las vicisitudes de las presiones del impulso innato, y el entor- a no contribuye a la organizacién de la experiencia tini- camente en la medida en que afecta a lis vicisitudes del impulso, Por consiguiente, la organizacién de la experien- cia ¢s en tiltimo lugar el producto de fuerzas internas, y elaislamiento de la mente se materializa simbélica. mente en la imagen de una méquina impersonal: Esta imagen se puede entrever en todas las variantes de la teorfa psicoanalttica freudiana En la psicologia del yo freudiana, por ejemplo, se reconoce la importancia del entorno en la regulacién de las experiencias de desarrollo tempranas lo que Mitchell (1988) acertadamente denomina «inclinacién al desarrollo», pero la imagen de una mente individual yaislada queda retenida bajo la forma de un punto final ideal del desarrollo éptimo. Hartman (1939) concep- tualiz6 el desarrollo del yo como un proceso segtin el cual la regulaci6n a través del entorno viene a set reem- plazada por la autoregulacién auténoma, una regula- cién que él expresa mediante una mctéfora espacial reificada que denomina «internalizacién», como si el entorno se volviera eventualmente innecesario porque ¢s literalmente «traido adentro». Esta idolatria de la mente aut6noma encuentra una vivida expresién en !a descripcién de Jacobson (1964) de las consecuencias de la formacién del superyé en las vivencias del indi- viduo. Segiin su punto de vista, antes de este logro del desarrollo, la autoestima del nifio es altamente vulne- rable al impacto de las experiencias con los otros. Como resultado de la consolidacién del supery6, se dice que a autoestima se vuelve estable y relativamente inde- endiente de las relaciones con los otros, de modo que eno puede ser tan ficilmente afectada como antes por las experiencias de rechazo, frustracién, fracaso y otras arecidasr y es «apta para resistr (..] as injurias psiqui- % s a8 0 incluso fisicas hacia el self (p. 132). En este mode- Io, la vulnerabilidad de la autoestima, que deriva del hecho de que la experiencia que tenemos de nosotros mismos (autoexperiencia) esta profundamente encla- vada en un contexto intersubjetivo cambiante, queda reservada a la infancia temprana, antes de la estructura- ci6n del psiquismo. En contraste, se supone que el yo aut6nomo del nifio mayor sano o del adulto ha logra~ do la inmunidad a las adversidades que se presentan en el entorno. Este punto de vista sobre el desarrollo que tiene la psicologia del yo, que enfatiza la autonomfa como un resultado evolutivo exitoso, se mantuvo en la temprana gonet teorfa de Kohut (1971) sobre la formacién de la estructu- ra del self.a través de la «frustracién Gptima» que con- duce a la «internalizacién transmutadora» —la formacion gradual de partfculas de estructura psfquica que ejer- cen las funciones reguladoras que hasta entonces habian sido realizadas por los otros. ‘lal como desarrollaremos de forma mds completa en la proxima seccién y en el capitulo 4, nosotros reemplazamos la teorfa de la inter- nalizacién transmutadora, que eleva una variante de la mente aislada a una meta ideal del. desarrollo, por una concepcién de la integracién y tolerancia crecientes de los afectos que evoluciona dentro de un contexto inter- 3. subjetivo continuado (Socarides and Stolorow, 1984/85; ; Stolorow et al., 1987)°Sostenemos que la experiencia {f 4 | emocional siempre se regula y se constituye en un con- texto intersubjetivo Como ejemplo de las consecuencias clinicas de la idealizaci6n de la autonomia por parte de la psicologia del yo, consideramos la nocién habitual de que en la fase de terminacin exitosa de un andlisis la transferencia deberia resolverse o disolverse, lo cual significa que se come debe renunciar ala vinculacién emocional del paciente con el analista. Desde este punto de vista, los senti- mientos transferenciales residuales se ven como un ele- ‘mento infantilizador, que socava el progreso del pacien- te hacia la independencia. La mente aisiada y autonoma se describe aqui no como el punto final del desarrollo temprano éptimo sino como el resultado ideal de un psicoanilisis con éxito’. En contraste, una perspecti que reconozca que la experiencia y su organizacion estén inextricablemetne enclavadas en un contexto intersub- jetivo puede aceptar e incluso dar la bienvenida al vincu- lo residual del paciente con el analista como una fuen- te potencial de sustento emocional para el futuro! (Stolorow y Lachmann, 1984/85; Stolorow et al., 1987) ‘También se pueden encontrar residuos de la doc- trina de la mente aislada en cierto ntimero de marcos tedticos que se han hecho pasar por alternativas radi- cales a la psicologfa del yo freudiana ~por ejemplo, el lenguajeavcidn de Schafer, la tcorfa de las relaciones de objeto, la psicologia del self de Kohut y el psicoandli sis interpersonal. Schafer (1976) argumenté de forma convincente que los constructos de la psicologia del yo freudiana representan metdforas espaciales no etiquetadas como tales, cosificaciones concretizadas de experiencias sub- jetivas sin sustancia fisica, como serfan las fantasias. Con- ceptos metapsicoldgicos, tales como «estructuras psiqui- cas», euerzase y «energias» tratan los estados subjetivos como si fueran una especie de entidades que poseye- fa propiedades tales como sustancia, cantidad, exten- si6n, fuerza impulsora y localizacién. Schafer propone » agradecemos ala Dra. Sheila Nami que nos haya llamado ta atencién sobre este punto. 45 ‘un nuevo lenguaje-accién para el psicoandlisis. Esto ‘minaria las reificaciones metapsicolégicas mecénicas y se centraria en la persona-como-agente, es decir, en la persona que es agente de sus acciones y que, consciente e inconscientemente, escribe el guidn de su propia vida. En este marco, la acci6n en sf misma se convierte en cl sujeto de la conceptualizacién e interpretacién psi- coanalitica, especialmente la accién negada, junto con las razones personales conscientes ¢ inconscientes para estas acciones. Sibien hemos encontrado sumamente valiosa la cr tica de Schafer a la metapsicologfa freudiana, nos pare- ce que él no esta libre de la culpa de cosificar un aspecto de la experiencia al igual que aquellos a quienes critica. La dimensi6n que Schafer sustancializa y universaliza es la experiencia de ser el agente de la experiencia per- sonal. Bn realidad, en el sistema de Schafer la expe- riencia de iniciativa (es decir, de ser agente de la propia experiencia) es elevada al nticleo ontoldgico de la vida psiquica, Por tanto, su marco no puede abarcar aquellos estados de la experiencia en los cuales la sensaci6n de ser el agente de la experiencia personal ha quedado atro- fiada o menoscabada como consecuencia de interfe- rencias y trastornos en el desarrollo. Més importante atin, la continua interrelacién de la experiencia de ini- ciativa (y de la experiencia del self en general) con el contexto intersubjetivo, en la visibn de Schafer, queda oscurecida por la imagen reificada de un agente omni- Potente que crea por si mismo sus propias experiencias (be aqui otra variante de la mente aislada), 1a omnipotencia de la mente individual alcanza su ‘cumbre en ciertas versiones de la teoria Kleiniana de las relaciones de objeto, muy especialmente en la aplica- cién clinica del concepto de identificacién proyectiva, 46 Kernberg (1975), por ejemplo, transforma la descrip- ci6n de Klein (1950) de una fantasia primitiva en un ‘mecanismo causal muy eficaz a través del cual se supo- ne que una persona desplaza partes de s{misma hacia el intérior del psiquismo y del cuerpo de otra. Consi- deremos, a este respecto, su discusién de la pelicula de Ingmar Bergman, Persona: Una pelicula reciente (..]iustra el derrumbe de una mujer inmadura aunque bésicamente normal; una enfermera encargada de cuidar a una mujer, muy enferma psicol6- sgicamente, que presentabs [...] una personalidad narci- sista tipica. Confrontada ala fia explotacién sin escripulos ala quees sometida, la joven enfermera se derrumba gra- dualmente [...] La mujer enferma parece capaz de vivie s6lo cuando puede destrui lo que es valioso en otras per- sonas [..] En un desenlace dramético, la enfermera de- sarrolla un intenso odio por la mujer enferma y, en un momenta determinad, la maltrata con erueldad. Fs como si todo el odio que exista dentro de la mujer enferma Inubiera sido transferido a la que le ayuda y la destru- vera desde su propio interior (pp. 245-246, la cursiva es nuestra} ‘Yemos aquf una clara caricatura de la mente aislada. Se observa cémo el sujeto crea no sélo sus propias expe- riencias sino, incluso, las experiencias de los dems. Se describe un sistema de influencia unidireccional, en el que cada cosa que uno experimenta del entorno es con- ‘templada como si fuera un producto de la actividad intra- psiquica omnipotente de uno mismo. El impacto del entorno no se encuentra en ningtin lugar. Kernberg (1976) presenta una revisi6n de la teoria pulsional de Freud en la cual describe los bloques de a7 construccién basicos de la estructura de la personali- dad como unidades constituidas por una autoimagen, ‘una imagen del objeto (otro) y un afecto. Las unidades con una valencia afectiva positiva son llamadas a fun- dirse con la pulsién libidinal, mientras que las de valen- cia negativa forman la base para la pulsién agresiva. A pesar de que Kernberg reconoce la importancia del afecto en la motivaci6n y el desarrollo, una vez inte- ‘grados en unidades self-objeto-afecto perdurables, los estados afectivos se ven como si se comportaran como, pulsiones estimuladas en los confines de una mente ais- Jada y desencadenaran todas las formas de actividad defensiva distorsionadora. De ese modo se pierde la continuada interpenetrabilidad de la experiencia afec- tiva en un sistema intersubjetivo. \acsiolona de see Kohut hizo enormes pro- ‘gresos hacia el aflojamiento de las garras dé la doctrina \de la mente aislada en el pensamiento psicoanalitico Icontemporineo. El concepto de «funci6n de seltobject» |GKohut, 1971, 1977, 1984), al enfatizar queda organizacién lde la experiencia de uno mismo (self experience) esté siempre codeterminada por la responsividad que sen- timos en los otros; es un ejemplo fundamental. En cho- “Eante contraste con el punto de vista dé la psicologia del yo sobre el desarrollo, Kohut (1984) escribié: 1a psicologia del self sostiene que las relaciones de self selfobject forman la esencia dela vida psicol6gica desde el nacimiento hasta la muerte, que un movimiento desde Ja dependencia (Simbiosis) hasta la independencia (auto- rnomia) en aesfera psicol6gica no es mids posible [..] que el correspondiente movimiento desde una vida depeti- diente de oxigeno a una vidi independiente de él en la esfera biol6gica [p.47] En lo que se refiere @ la situacién psicoanalitica, tuna de las contribuciones mas importantes de la psico- Jogia del self ha sido la creciente atencién al impacto del analista/investigador sobre el campo que éste investiga, Kohut (1984) dibujé un paralelismo entre el desplaza- ‘miento del andlisis tradicional hacia la psicologia del self yeel desplazamiento desde la fisica newtoniana ala fisica planckiana de las particulas atémicas y subat6micas, en la cual «el campo que es observado incluye necesaria- mente al observadom (p. 41). Segin Kohut, mientras el andlisis tradicional «ve al analista s6lo como un observa-! dor yal analizando s6lo como el campo que el observa- doranalisa inspeccionae, la orientacién de la psicologia y | del self Gelf psychological orientation) «ceconoce y ade", as Crane aie scene] wane une ro sencia humana intrinsecamente significativa> (p.37). Apesar de este fuerte desafio al mito de la mente aislada, todavia persisten vestigios de este mito en los escntos de la psicologia del self, Podemus encontrar uno de estos remanentes en el persistent uso del término self para referirse'a la vez: gpa on ea “Bia (un iniclador independiente de acci6n, segiin cl enfo- “YUE de Schafer) ya una estructura psicol6gica (la onga- nizacién de la experiencia de uno mismo). Tal como, Sap folorow et al, 1987), algunas de las dificultades te6ricas que resultan de la ‘mezcla de estos dlos usos se pueden ilustrar con la tipi- ca frase que suele aparecer en la literatura de la psico- Jogla del sel: «el self fragmentado ge esfuerza para res- taurar su cohesiéne. Aqui el término self tiene dos referentes distintos: 1) una organizacion de la expe- y 2) un agente con éxistenicia propia (también llamado: self) est llevando a cabo acciones para restaurar la cohe- ——— 49 si6n de esta organizaci6n de la experiencia. Esto crea una fuerte complicacion a nivel te6rico. Claramente, no son las plezas de algo (fragmentos del self) lo que se csfuerza por llegar a una meta (restauraci6n). Mas impor- tante atin, el segundo uso de self como entidad exis- tencial independiente transforma al «Yo» experiencial, que es un agente activo, en algo cosificado, de modo no distinto al aparato mental impersonal de la teorfa freudiana. Bste residuo de la doctrina de la mente ais- {yi Iada nubla la contribucién central de Kohut -el reco- nocimiento de que la experiencia-de-tuno-misino (self experience) siempre se organiza dentro de un contexto intersubjetivo constitutivo. 7 Se puede ver un segundo resto del mito de la men- teaislada que persist en la psicologia del selfen la idea de que el self posee un programa nuclear innato 0 desig- nio inherente (Kohut, 1984) esperando a que un medio responsivo le capacite para desplegarse (véase Mitchell, 1988). A diferencia de la psicologia del yo, que postula Tce suns Cosa" nc al eal dal de sarrollo, la psicologfa del self parece aqui colocar este ideal en la prehistoria genética o prenatal del individuo, ‘como un potencial preexistente que s6lo requiere la ‘oportunidad de ser actualizado. Una idea como ésta con- [ trasta marcadamente con nuestra opinién de que la tra- yectoria de la experiencia de uno mismo es determinada ‘en cada momento del desarrollo por el sistema inter- [ subjetivo en el cual cristaliza, ‘Tal como sefialdron Bacal y Newman (1990), Kohut parecia reacio a considerar su marco como una teoria relacional, probablemente porque buscaba preservar el vinculo con la tradici6n intrapisiquica del psicoandlisis freudiano. Aunque las reificaciones persistentes de los conceptos de self, selfobjet, y relacién de selfselfobjet 50 e amenazan en convertir la psicologia del self justamen- te enel tipo de crudo interpersonalismo o interaccio- riismo social que Kohut deseaba evitar. Podemos encon- trar una soluci6n para este dilema en la perspectiva, intersubjetiva. El concepto de una perspectiva inter subjetiva busca centrarse en ambas partes: en el mun- do del individuo y de la experiencia interna y también en su interpenetracién con otros mundos en un conti nuo flujo de influencia mutua reciproca. Desde este punto de vista, se cierra la grieta entre las esferas intra- psiquica e interpersonal, y la vieja dicotomia entre ellas queda verdaderamente obsoleta (véase también Beebe, Jaffe y Lachmann, 1992), Encontramos otra variacién del tema de la mente aislada en las recientes formulaciones te6ricas de Basch, (1988). Considerar el trabajo de Basch es particular- ‘mente interesante porque él es a la vez un prominente abogado de la psicologia del self de Kohut y un franco representante de una tendencia psicoanalitica con- tempordnea que busca desarrollar la teoria psicoanall- tica a partir de las neurociencias. Presenta un marco conceptual propuesto para superar la «contrapro- ducente grieta levantada desde hace mucho tempo entre psicologia y biologia», una «teorfa sobre la psico- terapia basada cientificamente [...] unificada y unifica- dora» (p. 15). Aqui se intenta la unificacién de psico- logia y biologia de un modo que retorna al espiritu del desdichado «Proyecto de psicologia para neurdlogos» de Freud (1895), a saber, la reduccién del funciona- miento psicolégico a procesos mecénicos que ocurren en el sistema nervioso humano. Basch recurre a una imagineria metaférica que extrac de la cibernética moderna y la informatica, y contempla la actividad psi- coldgica, esencialmente, como ciclos de retroalimen- a tacién, de combinacién de patrones y correccién de errores, que tienen lugar en el cerebro. Hay dos aspectos importantes del pensamiento de Basch (1988) que delatan la infiltracién del mito de la mente aislada en sus escritos. El primero de ellos se refiere a su opinion sobre la relaci6n entre la persona y la realidad. Sostiene que el individuo no se relaciona, con un mundo externo que tiene existencia indepen- dente por sf mismo, sino siempre y Ginicamente con una realidad que «es una construcci6n creada por el, cerebro del observador (p. 60). Por ejemplo, sugiere que cuando él una vez fue a buscar un trozo de jabon. perdido, aunque pudiera haber sentido que estaba bus- cando algo que estaba localizado en un mundo exterior 2a él, en realidad estaba tratando de encontrar «un patron de sefiales sensoriales que se afiadirian a lo que ya tenia en la cabeza -un patr6n codificado de rasgos sensoria- les etiquetados como “jabén"s (p. 60). Incluso la propia madre o el propio padre se perciben como si no pose- yeran ninguna existencia literal en un mundo aparte del self, sino que se les considera como ejemplos de «en- tidades imaginarias que existen sélo en el cerebro» (p. 101). Seguramente cuando uno busca un padre 0 madre desaparecidos, como en el caso del jabén per- ido, uno realmente esté tratando de encontrar sefiales perceptivas y afectivas que afladir a lo que esti locali- zado s6lo en la cabeza de uno: el conjunto de caracteris- ticas etiquetadas como «madres o «padres. Observamos aqu( una posicién de constructivismo radical que raya el solipsismo, y que ademés se emplaza dentro de los limites fisicos del crineo humano, Esta posicién parece implicar- una contradiccién en si misma: en un nivel con- tiene una demanda que en otro nivel niega. Por un lado, Basch niega la verdad literal de la experiencia del indi- 52 snore viduo acerca de la existencia, fuera de los limites del self, de objetos independientes; sostiene que tales objetos s6lo son «construcciones» localizadas dentro del cere- bro humano. Por otro lado, Basch si da existencia inde- pendiente a un tipo de tales objetos externos; los cere- bros en si. Esta aparente paradoja surge, en nuestra opinién, del desconocimiento por parte de Basch del uso del cerebro como un simbolo cosificado de la men- te aislada, que produce experiencias fuera de su propia actividad aut6noma constructiva. La segunda manera en que el mito de la mente ais- lada se pone de manifesto en las conceptualizaciones de Basch aparece en sus opiniones sobre la motivacion humana y especialmente las fuentes de la autoestima individual, Segin Basch, la principal motivacién sub- yacente en toda actividad psicolégica es la bisqueda de competencia, que él define como ea capacidad del cere- bro para establecer orden en los diversos estimulos que continuamente bombardean los sentidos» (p. 27). En el nivel de la introspeccién y la reflexién, la competencia se convierte en la experiencia de la autoestima. Basch explica: «La verdadera autoestima, un genuino sentido del self de uno como merecedor de alimento y protec- ci6n [...] €s el resultado de la experiencia de compe- tencia, la experiencia de funcionar apropiadamente [...] nadie puede dar a oiro la experiencia de competen- cla: uno debe lograrla por st mismo» (p. 26, la cursiva es nuestra). Ms adelante aclara: «el patrén por el que uno juz- ga su propia competencia 0 incompetencia es siem- pre interno, no externo» (p. 59). Este juicio de la compe- tencia y Ia autoestima se ha hecho en términos de emparejamientos bien o mal hechos entre las repre- sentaciones cerebrales del propio comportamiento 0 de 33 Jas circunstancias en las que uno se encuentra, y los patro- nes neurales preexistentes que funcionan como la meta que se persigue. Esta curiosa doctrina niega especifica- ‘mente que las experiencias dle competencia y autoestima se deriven de transacciones interpersonales concer- nientes al sentimiento que uno tiene de uno mismo en la. comunidad humana. De nuevo, encontramos el. ‘sujeto auténomo que para ser sostenido y funcionar como ser humano necesita poco mas que series de sefiales sen- sotiales que encajen con patrones neurolégicos previa- mente codificados, Consideremos ahora el constructo central de la metapsicologia de Basch, el llamado selfsistema (self: system). Este sistema se define como una entidad bio- [ogica consistente en una organizaciGn jerérquica de reac- ciones (feedback) error-correcién interrelacionadas. Aunque Basch afirma que es insatisfactorio reducir la actividad compleja usualmente designada con el término «mente» a la actividad neurolégica del cerebro, su con- cepto de self-sistema hace precisamente esto, Esta enti- dad es una creacién del cerebro, esté localizada dentro " del cerebro, y controla y guia al cerebro en su relacion con el mundo, Ademés, describe el self-sistema como Jo que habilita al cerebro para funcionar, «como una computadora que se autoprograma» (p. 106) y que uti- liza disposiciones de «software» que funcionan como «guardianes del orden, que aseguran la competencia ¥€n Ultimo término, la autoestimay (p. 105). En esta imagen del cerebro como una computadora que se au- toprograma y que se relaciona Gnicamente con sus pro- pias construcciones internas, encontramos una mate- rializaci6n evidente de la mente aislada en un érgano fisiolégico que ha sido dotado con los atributos de una persona. A El psicoandlisis interpersonal surgié del intento de Sullivan (1953) de reemplazar el determinismo intra. psiquico de la teorfa freudiana por un énfasis en la con- dicién central de la interaccién social. Efectivamente, Sullivan deseaba volver a situar la psiquiatria y el psi- coanilisis dentro del dominio de las ciencias sociales, Sus esfuerzos quedaron deslucidos, desde nuestro punto de vista, por su vacilante perspéctiva de inves- tigaci6n, que oscilaba entre adoptar una posicién dentro de los mundos vivenciales de quienes estén implicados en una interacci6n (una perspectiva intersubjetiva) o mantenerse fuera de la transacci6n y presumir que se hacian observaciones objetivas susceptibles de «vali- dacién por consenso», Esta viltima postura queda ilus- trada por el concepto de Sullivan de «distorsion para- t&xica», un proceso a través del cual las experiencias corrientes que una persona tiene de los otros se dice que son «leformadas» como consecuencia de su his- toria interpersonal pasada. Deseamos enfatizas ayuf que el concepto de distorsién paratéxica consagra otra variante de la doctrina de la mente aislada, una men- te separada de una realidad «objetiva» que o bien apre- hende exactamente, o bien distorsiona. Esta postura‘] objetivista contrasta con la intersubjetivista, en la que se supone que la realidad personal de uno mismo esta siempre codeterminada por rasgos del ambiente y por los particulares significados a los que éstos son asi- , milados, Z El psicoanilisis interpersonal contemporéneo esti] bien representado por el esfuerzo de Mitchell (1988) Por desarrollar un «modelo relacionab integrado, a par- tir del trabajo de Sullivan y de los teéricos de las rela- ciones de objeto briténicos, muy especialmente, Fair-! baim (1952). La descripcién general de Mitchell de la 55 BAAD AARASNAADRADADAAANADADAAVADIAIAY teorizacién del modelo relacional en psicondlisis es alta- mente compatible con nuestro punto de vista: Desde esta perspectivala untdad bisica de estudio no es élindividuo como tna entidad separada cuyos deseos cho- can contra una realidad externa, sino un campo interac- ional dentro del cual el individuo surge y en el que se esfuerza por estar en contacto y por artcularse a s{ mismo. [ Hldeso sempre se parmens anf contet de la rla cionalidad, y es este contexto et que define su sentido. Ta mente est compuesta de configuraciones relaciona- les [..] Se considera que la experiencia se estructura a través de las interacciones [..] (pp. 34]! ‘Apesar de la armonia que existe entre su visién de conjunto y la perspectiva intersubjetiva, en el trabajo de Mitchell apareven restos de la mente aislada, particular mente en la aplicacién clinica de sus ideas a la situacién psicoanalitica. Describe al paciente analitico como alguien que continuamente se ocupa en sestrategias» disefiadas para atraer al analista hacia los viejos patrones de relacién con los que el paciente ha quedado comprometido ya los que es profundamente leal. Respecto del analista, se dice que inevitablemente se descubre a sf mismo como un «coactor en el drama apasionado del paciente «que pone en acto (enacting) los viejos escenarios del pacien- te» (p. 293) y que inexorablemente cae en «las categorias predeterminadas del pacientes (p. 295). El paciente -o, ‘mejor, la mente del paciente~ se describe aqui como el director principal de la escena psicoanalitica, mucho mds al modo del agente omnipotente de Schafer (1976) y el sistema de influencia unidireccional encarnado en la teo- sfa de la identificaci6n proyectiva. Se presta una atencin insuficiente’al hecho de que el paciente se vuelva co- 36 actor en el drama del analista, al impacto reciproco sobre la experiencia del paciente de las categorias preconfigu- radas del analista (incluyendo la suposicién de que los pacientes recurren a estrategias),transmitidas, por ejem- plo, a través de las interpretaciones del analista. Nos pare- ce que en este abordaje clinico el elegante modelo rela- festados emocionales. Por ejemplo, cuando se vivencia \\que el analista esta mal sintonizado, y por tanto se pre- 'sagia una repeticién traumatica de un fracaso del de- sarrollo temprano,-entonces la dimensién conflictiva y 60 resistencial pasa a primer plano y las necesidades de self object del paciente pasan a ser ocultadas, Por otro lado, cuando el analista es capaz de analizar cuidadosamente la experiencia del paciente de la ruptura del lazo tera- péutico, y demuestra entender los estados afectivos reac- tivos del paciente y los principios que los organizan, enton- ces la dimensién de selfobject queda restaurada y fortalecida, y la dimensién conlictiva/resistencial/repeti- tiva tiende a retroceder para ocupar el plano de fondo. En nuestra experiencia, las transferencias repetiti- vas intratables estn codeterminadas (en grads varia- bles) por ambas partes: por la presiGn implacable de los principios invariantes del paciente, un producto de la ausencia o de la precariedad de principios alter- nativos para organizar la experiencia, y también por aspectos relacionados con la actitud del analista que por si mismos llevan a la tetraumatizacién repetida del paciente (véase capftulo 7). Un tratamiento psicoana’ ltdvo extoso, desde nuestro punto de vista, no produce! cambib8 terapéuticas alterando 0 eliminando los prin- cipios organizadores invariantes del paciente. Mas bien, la mejora se consigue a través de nuevas experienc de relacién con el analista a medida que aumenta la capa- cidad del paciente para la autoconciencia reflexiva, de | ‘manera que se facilita el establecimiento y consolida- cidn de principios alternativos que, de esta forma, ensan- chan el repertorio vivencial del paciente. Dicho en tér- minas més generales, a formacin de nuevos principios organizadores en un sistema intersubjetivo és lo que constituye la esencia del cambio que induce al desarrollo alo largo del ciclo de la vida. = Deberfa quedar claro que el punto de vista inter- subjetivo del desarrollo psicoldgico no debe confun- dirse con un ambientalismo ingenuo. Mas bien incluye a Jo.que Wallace (1985) felizmente denomina «causaci6n interseccional> (intersectional causation), Se entiende en todo momento que las experiencias formativas del nifio emergen de ~y son determinadas por- la inter- secci6n de su organizacién psicolégica tal como ha evo- lucionado hasta ese momento y rasgos especificos del entorno que le cuida, En este modelo, el desarrollo de a organizacién psicol6gica del nifio siempre es visto como un aspecto de un sistema nifio-cuidador que evo- Juciona y madura. Estudios de las vicisitudes del sisterna de desarro- Ilo estén dando origen a una teorfa psicoanalitica de la ‘motivacién radicalmente modificada, La idea de la moti- vaci6n en términos de funcionamientos de un aparato mental que procesa energias del impulso instintivo ya no resulta, obviamente, adecuada. En cambio, se ha lle-) gado a reconocer cada vez més, tal como lo defiende acertadamente Lichtenberg (1989), que «las motiva- ciones solamenté surgen de la experiencia vivida» y| que la vitalidad de la experiencia motivacional depen- deri [...] de la manera en que se desplieguen los inter- cambios con carga afectiva entre los nifios y sus cui- | dadores» (p. 2). Més importante atin, en nuestea/ opinién, ha sido el cambio desde la pulsién al afecto como constructo motivacional central en el psicoané- lisis (véase Basch, 1984; Demos y Kaplan, 1986; Jones, 1995). La afectividad, ahora lo sabemos, no es un pro’ ducto dé mecanismos intrapsiquicos aislados; es una| propiedad del sistema de mutua regulacién nifio-cui- dador (Sander, 1985; Rogawski, 1987; Demos, 1988). ) Stern (1985) ha descrito de forma finamente detallada | Ja regulaci6n de la experiencia afectiva dentro de la diada nifio-cuidador a través de procesos de compar. tir intersubjetivamente’y de sintonia afectiva mutua. «El | /nticleo afectivo del self» (Emde, 1988a) proviene de la ( Bistoria de las transacciones afectivas de la persona. Por ello, el cambio de la pulsién al afecto resitia la teo. fa psicoanalitica de la motivacién plenamente dentro de la ésfera de lo intersubjetivo. Desde esta perspec- tiva, no se ve el trauma temprano de desarrollo como una inundacién por parte de las pulsiones de un aparato mental mal equipado. Mas bien, tal como de- sarrollamos en el capitulo 4, la tendencia de las expe- riencias afectivas a crear un estado del self desorgani- Zado_o desintegrado se considera originada por sintonias afecti is tempranas defectuosas ~rupturas delsisiéma ninio-cuidador— que llevan a la pérdida de Ja capacidad de regular el afecto (Socarides y Stolorow, } 1984/85). Estos son los peligros de base que haran sonar la alarma de los posteriores estados de ansiedad. Como demostramos en el capitulo 2, el cambio de la Pulsién al afecto lleva inevitablemente a una visi6n, ‘Intersubjetiva de fy formacion del c ‘psiquico de To que tradicionalmente se ha denominado el «inconsci€nte dinamicos, rr ~~Péimitannos ahora considerar, desde una perspec-“| tiva intersubjetiva, el desarrollo de un componente de | Ja experiencia personal que tiene gran importancia clinica: el sentido de la realidad, La génesis del sentido de la realidad (the real) * ‘Vamos a tratar aqui el proceso por el cual un nifio adquie- re una experiencia del mundo y de si mismo como real Eltérmino «realidad», tal como nosostros lo usamos, se reficre a algo subjetivo, algo experimentado como sen- 6 NIA ADDADAIAADAD AD ADIII AAD 9D timiento 0 como sensacién, més que a una esfera exter na del ser con existencia independiente de la det sujeto hhumano. En la teorfa freudiana clésica, se describe la realidad de esta titima manera, y el desarrollo psicol6- sgico se conceptualiza como un ir contactando gradual- ‘mente con las condiciones y constriccciones de este mundo externo independiente. Segtin Freud (1923) y otras tedricos clésicos (Ferenczi, 1913; Fenichel, 1945), las experiencias de frustraci6n y decepcién son un punto clave para el proceso de establecer contacto con la rea- lidad. Estos momentos dolorosos pero inevitables impul- san supuestamente al nifio a dejar un modo de funcio- namiento indiferenciado y contribuyen a la separacién de un yo que asi tiene en cuenta la independencia del mundo externo y que, de esta forma, puede operar bajo el llamado principio de realidad. Nuestro enfoque, en’ contraste, se centra en cémo se establece en el nifio el sentido (sense) de que lo que él experimenta es real, ¥ ‘en cémo este sentido de lo real se desarrolla dentro de tuna matriz intersubjetiva facilitadora. on anterioridad hemos destacado (Stolorow, At- wood y Brandchaff, 1992) la importancia que tiene para el desarrollo una funcién de selfobject que contribu- yaaa articulacién y validacton del mundo de expe- riencia personal que el nifio va desplegando, y la hemos denominado como funcién de selfobject que delinea- , al-solf (the self-delineating selfobject function). Opi- amos que el desarrollo del sentido de la realidad del | nifio se produce principalmente no como resultado de la frustracion y la decepcidn, sino mas bien a través de la'sintonia emocional validante por parte del entorn tuna sintonfa/suministrada a través de un completo | espectro de experiencias afectivamente intensas, post tivas y negativas.-Asi la realidad cristaliza en el interfaz “4 de subjetividades que interactuan y que estén afect vamente sintonizadas. Lafuncion de selfobject que delinea-al-self (the self." delineating selfobject function) podria describirse a lo argo de un continuum del desarrollo, desde las formas de validacién sensomotoras tempranas que se produ- cen en las transacciones preverbales entre él nifio y el cuidador, hasta posteriores procesos de validacién que cada vez més tienen lugar a través de una comu- nicacién simbolica e implican la toma de conciencia por parte del nifio de que los otros son centros de subje- tividad separados. Existen formas preverbales de validacién implicitas, en el didlogo sensoriomotor en las que queda expre- saclo que el cuidador capta el sentido de los estados sub- jetivos cambiantes del nif. Bsta comunicaciSn, que se da principalmente a través de modulaciones del tacto, Ja forma de sostenerle en brazos, la expresi6n facial, y el ritmo vocal la entonacién (Stem, 1985), crea un cam- po intersubjetivo que se hace eco y espejo de las expe- riencias que le van sucediendo al nifio. Este campo pro- porciona patrones sensoriomotores que articulan los diferentes aspectos de lo que el nifio percibe y siente, ¥ pone los cimientos para el sentido de la realidad del mundo y también del naciente self del nifo. Nuevas formas de validacién se tornan posibles una vvez que el nifio se vuelve consciente de los otros como sujetos que tienen experiencias (Stern, 1985). En esta fase, los actos de identificacién participatoria del cui- dador con los estados subjetivos del nifio van siendo comunicados, cada vez més, a través de simbolos, ver- bales y otros, que permiten la evolucién gradual de un mundo simbélico del self y del otro, experimentado ‘como real por el 65 Se pueden dar graves trastomnos de este proceso de desarrollo en cualquier fase sila sintonfa validadora esta profundamente ausente. Bajo estas circunstancias, el niifo, a fin de mantener aquellos lazos que son vitales para su bienestar, se ve obligado a acomodar Ia organt- zacibn de su experiencia a la del cuidador. Con Ia Ile- ‘gada de la comunicacién simbélica y la conciencia de Jos otros como centros de subjetividad, una acomoda- ci6n asi puede desembocar en un mundo subjetivo cons- ituido en buena parte por una realidad ajena impuesta desde fuera (véase Brandchaft, 1991), En los siguientes capitulos se exponen diversos de- senlaces patologicos de los trastornos en el desarrollo del sentido de la realidad: el estrechamiento severo del dominio de la conciencia reflexiva de uno mismo (reflec- tive selfawareness) (capitulo 2); perturbaciones en el desarrollo de la afectividad y de la cohesion mente-cuer- po (capitulo 3); dudas atormentadoras sobre la realidad de injurlas waumdticas tempranas y sobre la validez de la experiencia de uno mismo en general (capitulos 4 y 5), y la elaboraci6n de formaciones de fantasias dra- ‘miticas que concretizan el proceso de usurpaci6n ps- colégica (capitulo 5). Capitulo 2 LAS TRES FORMAS DE INCONSCIENTE En este capitulo vamos a aplicar la perspectiva inter- subjetiva para reconsiderar lo que es la piedra angular del pensamiento psicoanalitico: el concepto de los pro- ‘cesos mentales inconscientes. En un intento anterior de reconceptualizar el incons- ciente, nosotros (Atwood y Stolorow, 1984) distinguimos dos formas de inconsciente que son importantes para el peicoandliss: el inconseiente pre-reflexivo y cl inconscicn- te dindmico, més conocido. Los dos differen del «precons- ciente» de Freud (1900, 1915) en que pueden hacerse conscientes slo con gran esfuerzo. Bl término incons- ciente pre-reflexivo se refiere a la formacién de la expe riencia a través de unos principios organizadores que operan fuera del conocimiento consciente de la persona: ) Los principios organizadores del mundo subjetivo de una ~ persona, tanto si operan positivamente (dando lugar a (p. 202). Para resumir, podemos distinguir tres formas interre- lacionadas de inconsciente: (1) el inconsciente pre-re- R (flexivo los principios organizadores que inconscien- ‘temente dan forma y tematizan las experiencias de una persona; (2) el inconsciente dindmico ~experiencias a las que se neg6 articulaci6n porque fueron percibidas ‘como amenazas hacia las relaciones que son impres- cindibles; y (3) el inconsciente invalidado ~experien- cias que no han podido ser articuladas porque nunca evocaron respuesta del entorno. Queremos enfatizar] que estas tres formas del inconsciente derivan de con+ textos formativos intersubjetivos especificos. Creemos que esta conceptualizaci6n cercana a la experiencia acerca del inconsciente, sus diferentes formas y sus orfgenes, da una respuesta definitiva a aquellos criticos (por ejemplo, Kernberg, 1982) que argumentan que una psicologia empatico-introspecti- va del mundo subjetivo s6lo puede ser una psicologia, del mundo consciente, y también a aquellos te6ricos (por ejemplo Rubinstein, 1976) que argumentan que la existenc de lus provesus mentales inconscieutes pueden sdlo ser explicados recurriendo a conceptos lejanos a la experiencia en el campo de la neurobio- logfa’ Nosotros consiceramos que la investigacién empé- tica continuada coristituye el método para investigar aquellos principios que organizan inconscientemente Ja experiencia’ Al enfatizar la actividad investigadora del analista, esta definicién se opone a aquellos malenten- didos segiin los que la empatia psicoanalitica se equi- para de forma literal y concreta a la satisfaccién de las necesidades de selfobject del paciente y a sus deseos arcaicos, En nuestra opini6n, el tipo de acci6n terapéutica del tratamiento psicoanalitico difiere en cada una de las tres, reas del inconsciente que hemos descrito. El psicoa-? nélisis es esencialmente un método para esclarecer el B inconsciente pre-reflexivo, y ello se consigue investi- gando cémo la experiencia que tiene el paciente de la relaci6n analitica se organiza de forma inconsciente y repetida, a partir de aquellos significados que se han. 7 ido formando durante el desarrollo mental, Este and- lisis se realiza desde la perspectiva de la propia subj tividad del paciente, aunque siempre teniendo en cuenta el impacto que tiene el analista en la organi- zacion de la experiencia del paciente. Esto facilita el ‘compromiso y la expansién de la capacidad del paciente para la reflexién sobre si mismo, y gradualmente esta- blece al analista como una presencia comprensiva, a1a ‘qué los anteriores principios onganizadores invariantes se yan adaptando, pudiendo entonces darse modos alternativos de vivenciafsé a si mismo y a los demds. El inconsciente dindmico se transforma principal- mente a través del andlisis de las resistencias, es decir, a través de la investigacién, en la transferencia, de las expectativas y miedos que el paciente tiene de que si Je expone al analista sus estados afectivos principales y sus deseos, entonces se encuentre con la traumtica fal- ta de responsividad con la que se encontré con los cui- dadores de su infancia. Al considerar siempre aquello que el paciente percibe en el analista, en especial aque- lo que hace que el paciente anticipe una posible retrau- matizaci6n, este tipo de andlisis establece un vinculo analitico que gradualmente va expandiendo la zona de seguridad, de manera que aquellas partes de la expe- riencia del paciente que con anterioridad habian sido ssecuestradas podran ser sacadas de su escondite-e inte- grads. Probablemente la atenci6n analitica hacia el érea del inconsciente invalidado forma parte de todos los anilisis, pero es especialmente importante en el trata- m4 miento de aquellos pacientes que han suftido graves trastornos en la articulacién de la experiencia percep- tiva y afectiva durante su desarrollo. Estos pacientes, que a menudo tienden a presentar estados de frag- mentacién, de desorganizacién 0 psicosométicos, vivieron una infancia en la que extensas areas de su experiencia no consiguieron evocar la sintonfa valida- dora por parte de sus cuidadores. En consecuencia, las percepciones de estos pacientes han quediado poco definidas y son dificiles de sostener, ficilmente pueden quedar usurpadas por los juicios de los dems, y sus afectos tienden a ser sentidos més como estados cor- porales difusos que como sentimientos elaborados sim- bélicamente. En estos casos, la investigacién y la sinto- nia del analista con la experiencia interna del paciente, siempre desde la perspectiva del paciente, sirve para articular y consolidar la realidad subjetiva del paciente, cristaliza su experiencia, y la eleva a niveles més altos de organizacién, reforzando la confianza del paciente enssu validez, Nosotros sostenemos que éste es el pro- ceso en el que se funda el sentimiento de sf, y por tan- to cuando esta funcién de selfobject, tan vital y basica, aparece en el andlisis, decimos de forma especifica que se ha instaurado una transferencia de selfobject deli- neadora del self (Stolorow et al., 1992). Vamos a utilizar ahora una analogfa visual que nos ha sido util en las discusiones de estas ideas con estu- diantes y colegas. No nos proponemos introducir un nuevo modelo topografico de la mente con metéforas espaciales que queden reificadas (es decir instauradas como reales), sino que pretendemos s6lo dar luz a cier- tas interrelaciones entre las tres formas de inconsciente a medida que se han ido estableciendo en el curso del desarrollo. Imaginemos un edificio con diferentes pisos 6 BRAD ANAD AID IAAD ADVI 9999.99.99 45 yun subterrineo que queda por debajo de la superfi- Cie. La conciencia corresponde aqui a las partes del edi- ficio que estin por encima de! nivel del suelo; los pisos ‘més elevados presentan las 4reas del conocimiento en las cuales la persona ha conseguido comparativamente mayor desarrollo e integracién. Bl inconsciente dind- mico aparece en la base de la estructura, bajo el nivel del suelo y fuera de la vista. Aquf se encuentran los con- tenidos que son expulsados del conocimiento cons- lente, por su asaciacién con conflictos intolerables y peligro subjetivo. El inconsciente pre-reftexivo no tiene una parte concreta en este ejemplo, pero corresponde al proyecto de un arquitecto que instaura el esquemma con el que se ird construyendo el edificio. Este proyecto puede ser pensado como un conjunto de principios organizadores que especifican un patron de relaciones entre varias partes del edificio. Lo mismo sucede con, las estructuras pre-reflexivas de la experiencia, que por un Jado no tienen un contenido subjetivo especifico, pero en cambio son los principios que organizan estos, contenidos en patrones caracteristicos. Bl inconsciente invalidado aparece en nuestra analogfa en forma de ladrillos, maderas, y otros materiales que no se usaron y que han sido dejados alrededor del edificio y en el ‘sétano; nunca formaron parte de la construccién, pero habrian podido ser utilizados. Estos objetos varios representan experiencias que nunca han sido articu- ladas e integradas en la estructura de la conciencia y que, en consecuencia, continéian durante mucho tiem- po inconscientes mientras esté ausente la validacién necesaria 6 TLUSTRACION CLINICA ‘A continuaci6n vamos a ilustrar, mediante la discusién de un suefo, las diferentes formas de inconsciente. ‘Hemos seleccionado un suefio muy breve que se dio al comienzo de un episodio psicético de una joven de 19 altos. la sofiante estaba en el campo sentada ante una peque- fia estructura que dijo que parecia un cobertizo. Al mirar hhacia dentro, encontré un lavabo. Cuando se fij6 en la taza, el agua empez6 a borbotear, a espumeat y rebosar hhacia fuera. La taza se agit6 cada vez més hasta que un agtiser explosivo, de un material incandestente no iden- tificado, hizo erupci6n en el viter, tumentado en violencia sin limite aparente. En este punto, la sofiante se despert6 presa del terror. En la historia infantil de esta paciente lo que resul- taba central era que habia sufrido abusos sexuales importantes por parte de su padre. Desde los dos afios de edad, su padre la utiliz6 para gratificaciones sexua- les (principalmente) orales varias veces a la semana. Estas pricticas, que ocurrian tarde por la noche, se man- tuvieron en total secreto ante el resto de la familia y continuaron hasta bien entrada la adolescencia de la ppaciente. Era tna familia que mantenfa una imagen de gran normalidad ante la comunidad. Mantenta el cés- ped bien cortado, participaba de las actividades del vecindario, y regularmente iba a la iglesia. Existia una profunda divisidn entre la vida normal llevada durante el dia, y las priicticas sexuales de la noche entre padre e hija. Cuando fue suficientemente mayor para enten- n der que su relaci6n no era la que tienen los padres con sus hijas, su padre la instruy6 para que nunca hablara, de su intimidad fisica. Le explicé que la otra gente no estaba lo suficientemente evolucionada para entender lo que estaba sucediendo. También la presionaba para disfrutar de los episodios sexuales, diciéndole que eran parecidos a las précticas de las familias de los reyes durante otras eras histéricas. El padre le cont6 que lo que estaba sucediendo entre ellos era precursor de las relaciones entre padres ¢ hijos del futuro. La nece- sidad de la paciente de adecuarse a aquella vision del padre sobre su relacién especial se reflejé durante el periodo de su psicosis en el delirio de que ella habia sido enviada a la tierra por Dios para tener intercam- bios sexuales con todos los hombres de la tierra a fin, de iluminar sus espititus y elevar sus humores depre- sivos. Fl vinculo con su madre también era profunda- ‘mente problemético. En una ocasién, cuando la pacien- te tenfa 6 afios y le conté a su madre algo de lo que estaba ocurtiendo con su padre, ésta le rind y le pegs por decir mentiras. La verdad sobre el incesto no empe- 26 a emerger hasta mediada la adolescencia, cuando otra nifia de la familia se quejé del comportamiento sexual del padre. Durante los afios de la nifez, la paciente parecta ser ‘una nifia bien adaptada. Tenfa muchos amigos y exce- lentes notas en la escuela, ¢ intentaba satisfacer a sus padres, El tinico signo de dificultad que mostré fue una tendencia.a fantasear que sus profesores y padres la animaban a intentar controlar. Acordonando las expe- riencias nocturnas de abuso sexual, y bloqueando el conocimiento\del impacto destructivo de estas expe- riencias, se identific6 a nivel consciente con la figura de nifia normal y talentosa, que se correspondia con la 8 | imagen que se tenia de ella desde fuera. El permitirse experimentar 0 expresar el confuso embrollo de emo- ciones ocasionadas por el incesto hubiera amenazado sus vinculos ¢on las personas més cercanas, principal- menté su madre y su padre. Como iremos viendo, una lara conciencia de lo que ocurtia también tuvo un efec- to desintegrador en su sentimiento de ser ella misma. ‘Sin embargo algunos indicios acerca de cémo aquella situaci6n impactaba en ella aparecieron en sus suefios recurrentes. Dos pesaulilas repetitivas la obsesionaron, durante su nifiez, y s6lo pudieron ser descifradas bas- tantes afios después en su psicoterapia. En un suefo, lla estaba en la cocina de la casa familiar y observaba la presencia de unas manchas extrafias y oscuras en el suelo. Cualquier objeto o parte de un objeto que que- dara encima de cada mancha se esfumaba y desapare- cfa. Mientras lo observaba, se aterroriz6 al comprobar que las manchas oscuras empezaban a expandirse, de ‘manera que la parte ihiminada era cada vex. menor. Fr el suefio empez6 a dar pasos ya saltar tonpemente entre Jas manchas que iban creciendo, en un esfuerzo de- sesperado para evitar su propia aniquilacién. Durante las sesiones de su psicoterapia, este suefio se enten- dié como una expresi6n infantil, en simbolos metafér cos, de la creciente amenaza hacia su supervivencia psi- colégica que estaba experimentando en su familia, En el segundo de los suefios recurrentes, se encontraba postrada mientras su cuerpo era estirado alternativa- ‘mente en direcciones opuestas por dos filas de cuerdas con pequefios ganchos prendidos bajo su piel. Peque- ‘has criaturas parecidas a elfos tiraban de las cuerdas y estiraban su piel, primero en una direcci6n y luego en Ja otra, Este suefio pudo ser entendido como la con- cretizaci6n de su sentimiento de que su propio self era p

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