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Alimentos Abuelos - Esteban de La Torre
Alimentos Abuelos - Esteban de La Torre
La norma legal citada, si bien está ubicada en el Capítulo 2, Título IV, del Libro II del
Código Civil y Comercial, dedicado a los “deberes y derechos de los parientes”, es de
aplicación general para las demás obligaciones alimentarias, en cuanto sean compatibles,
conforme disposición expresa de los arts. 432 y 670 del CCyCN. Pero la extensión de esa
obligación difiere según sea que la ley la imponga como consecuencia del matrimonio
(art. 432, sgtes. y conc., CCyCN), de la responsabilidad parental (art. 658, sgtes. y conc.,
CCyCN) o del parentesco (art. 537, sgtes. y conc., CCyCN). El art. 541 fija la base de lo
que debe quedar comprendido en toda obligación alimentaria, puesto que en materia de
alimentos entre cónyuges rigen específicamente los arts. 433 y 434 del CCyCN, el que
impone una obligación alimentaria más amplia, al igual que la obligación alimentaria de
los padres para con sus hijos menores de edad, la que no se limita a las “necesidades
concretas” de sus hijos alimentados, sino que la misma debe graduarse conforme la
condición económica y sociocultural del grupo familiar del cual el menor forma parte.
Por ello, a los fines de encontrar el obligado al pago de una pensión alimentaria, debe
enfocarse el problema desde la óptica de la persona alimentada. De quien esté unido en
matrimonio, el obligado principal y directo al pago será su cónyuge, y ello aún estando
divorciados si concurran los requisitos del art. 434; de una persona menor de 21 años, los
obligados principales y directos serán sus progenitores.
Los parientes que por virtud de la ley tienen el deber recíproco de prestarse alimentos
son, dentro del parentesco por consanguinidad, los ascendientes y descendientes –línea
recta–, sin limitación de grado, y los hermanos y medio hermanos –línea colateral– (art.
537, CCyCN). Mientras que entre los parientes por afinidad sólo se deben alimentos
aquellos que estén vinculados en primer grado (art. 538, CCyCN).
En cuanto a los parientes “afines”, que son obligados en tercer término y a falta de los
dos anteriores, la norma del art. 538 dispone que únicamente se deben alimentos
aquellos vinculados en primer grado, siendo aplicable la parte pertinente del artículo
anterior en cuanto a que a igualdad de grados prevalece la obligación de los que estén en
mejores condiciones económicas. Conforme la norma, además del suegro y la suegra
respecto de su yerno o nuera, también existirá obligación alimentaria recíproca entre
padrastro o madrastra y el hijastro o hijastra, sin interesar que sean matrimoniales o
extramatrimoniales[7]. Cabe poner de resalto que el parentesco por afinidad no se
extingue como consecuencia de la disolución matrimonial, sea ésta por la causal que
fuera (arg. art. 403, inc. d, CCyCN)[8], lo cual implica la subsistencia de la relación
alimentaria aún después de disuelto el vínculo matrimonial que le dio origen a este tipo
de parentesco, salvo, claro está, que el cónyuge divorciado o viudo contraiga nuevas
nupcias con otra persona (arg. art. 434, in fine, CCyCN).
Como consecuencia del carácter subsidiario de este tipo de obligación, debe tenerse en
cuenta que el deber alimentario de los “parientes”, en contraposición al de los
“progenitores” respecto de sus hijos menores de 21 años de edad, y a los “cónyuges”
entre sí, no nace y se torna exigible en forma automática por el sólo hecho del
parentesco. Hay requisitos consagrados por la ley que deben cumplirse ineludiblemente
como para atribuir a un pariente determinado una obligación alimentaria. Estos
requisitos responden a básicos principios generales del derecho los que, a su vez,
reconocen sólidos fundamentos morales, de solidaridad y de buena fe.
Todo lo hasta aquí sostenido resulta coincidente con la doctrina de la Corte de Justicia
de la Nación y la doctrina especializada[12].
Parece obvio decirlo, entonces, que si alguno de los requisitos o condiciones aquí
explicitadas estuviera ausente, no nace en cabeza de los parientes obligados en forma
subsidiaria deber alimentario alguno, debiendo, en consecuencia, rechazarse el reclamo
en su contra.
Las cuestiones procesales a que esto puede dar lugar serán analizadas seguidamente.
Los cónyuges entre sí, debido a la libre elección de contraer matrimonio y a la sumisión
voluntaria a las normas que lo regulan, tienen derecho a exigirse recíprocamente el
acceso a un mismo nivel de vida. En este sentido se ha dicho que “esa unión entrañable,
profunda y total de vida supone también que los esposos se hagan mutuamente partícipes
en la respectiva posición social económica, con lo que se logra, en este aspecto, que se
nivelen las condiciones económicas de vida de los cónyuges. Cualesquiera que sean sus
propias realidades patrimoniales, la comunidad de existencias precisa que ambos gocen
de un mismo género de vida. Por ende no se podrá aplicar en este ámbito la normativa
de la obligación alimentaria entre parientes, respecto de la cual la ley, al reglar el
contenido y la cuantía de la prestación, dice que debe adecuarse ‘a la condición del que
recibe’ (art. 372, Cód. Civ.)”[13].
Algo similar sucede en cuanto a la obligación de los progenitores para con sus hijos
menores de 21 años de edad. Estos tienen derecho a gozar del nivel económico de vida
del grupo familiar, por lo que la prestación exigible no se agota en la satisfacción de sus
necesidades elementales. De esto deriva que los progenitores deban realizar todos los
esfuerzos que sean necesarios, realizando trabajos productivos[14], sin que puedan
excusarse de cumplir con su obligación alimentaria invocando falta de trabajo o de
ingresos suficientes, cuando ello no se debe a imposibilidades o dificultades
prácticamente insalvables[15].
En el caso de los parientes, entre los cuales se encuentran los abuelos, el deber de
solidaridad familiar, al no derivar del ejercicio de la responsabilidad parental ni del
vínculo matrimonial, reconoce un límite mayor, “…ya que no puede avanzar sobre el
modo de vida, los hábitos y, en definitiva, la libertad individual en la elección de
actividades con que cuenta el pariente a quien se reclama alimentos”[16]. Así lo dispone
la misma ley al decir que “la prestación de alimentos comprende lo necesario para la
subsistencia, habitación, vestuario y asistencia médica correspondiente a la condición del
que la recibe, en la medida de sus necesidades y de las posibilidades económicas del
alimentante” (art. 541, CcyCN).
Los abuelos, como parientes consanguíneos en grado ascendente que son de sus nietos,
están comprendidos en el régimen alimentario de los arts. 537 y siguientes, por lo que le
son aplicables los mismos lineamientos hasta aquí desarrollados. Por ende y como
principio general, puede afirmarse, sin duda alguna, que son excluidos en la relación
asistencial por los deudores alimentarios directos o principales: los progenitores del
menor alimentado[17].
Pero existe un aspecto de importancia a ser tratado en este acápite, en el cual se hará
hincapié, y que consiste en determinar las condiciones en las cuales los abuelos estarán
alcanzados por el deber alimentario para con sus nietos estando vivos los progenitores de
éstos últimos. En relación a ello, deberá analizarse también, para el caso de existir
cuatro abuelos (supuestos de filiación de doble vínculo), y a los fines de determinar cuál
de ellos será el obligado, el hecho de que sólo uno de los progenitores esté en
condiciones de cumplir con el débito alimentario. El interrogante a contestar es el
siguiente: ¿Si uno de los progenitores es quien no se encuentra en condiciones de cumplir
con su obligación, serán necesariamente los padres de éste quienes deban suplirlo? Nos
apresuramos a contestar que no. No es este el régimen legal imperante.
Los abuelos responden por “derecho propio” (rectius: por obligación propia) y no en
representación de sus hijos. El deber asistencial de los abuelos es independiente del
deber de sus hijos y progenitores del nieto alimentado. Sólo nace su obligación
alimentaria cuando se hacen presentes todos los requisitos legales antes apuntados y no
como una consecuencia automática del incumplimiento de uno de los progenitores[18].
A mayor abundamiento, queremos significar con esto, y haciendo un estricto análisis del
régimen legal imperante, que los abuelos no son responsable solidarios con sus hijos por
las responsabilidades paterno-filiares contraídas por éstos últimos al emplazarse
legalmente como tales[19]. No están en juego principios algunos de los que rigen en
materia de responsabilidad civil, lo que impide condenar ligeramente a una persona por
deudas ajenas.
De manera que siendo el progenitor una persona joven, o con posibilidades de realizar
tareas remuneradas, sin que se demuestren dificultades concretas que obsten seriamente
a ello, aunque no posea bienes, no es posible acceder al reclamo contra los abuelos,
aunque sólo sea de coparticipación en los alimentos, ya que, de otro modo, podría aquel
sustraerse de los deberes que la responsabilidad parental le impone, absteniéndose de
ejercer tareas remuneradas, trasladando a otros parientes la manutención de su hijo,
liberándose así de sus deberes de asistencia familiar, que en caso de no ser atendidos le
acarrearían responsabilidades civiles y penales[21].
El progenitor de los menores que reclame judicialmente alimentos al otro debe justificar
que éste se ve imposibilitado de cumplir con su deber y, además, la insuficiencia de sus
propios recursos o, más propiamente, la imposibilidad de procurárselos, para poder
dirigir su reclamo contra los abuelos[22]. Basta que la madre o el padre reclamante no
acrediten tal imposibilidad para que se rechace la demanda dirigida contra los
abuelos[23].
Ahora bien, existiendo cuatro abuelos obligados en forma subsidiaria al pago de los
alimentos de sus nietos, la regla a contemplar a los fines de determinar cuál de ellos será
el obligado, es la establecida en el art. 537 in fine el Código Civil y Comercial ya
comentado: a igualdad de grados, obligado será aquel que esté en mejores condiciones
económicas. La nueva norma se encarga de aclarar que si dos o más de ellos están en
condiciones de proporcionar alimentos, están obligados por partes iguales, pero el juez
puede fijar cuotas diferentes, según la cuantía de los bienes y cargas familiares de cada
obligado.
Hacemos mención de esto porque en la práctica tribunalicia es común que ante el caso
de la imposibilidad de obtener el cumplimiento del deber alimentario por parte del
obligado principal, el progenitor conviviente con el menor demande directamente a los
padres de éste último en su carácter de abuelos de los alimentados. Y es más, hasta se
vivencian reclamos en donde una vez condenado un progenitor, ante su incumplimiento
se ha llegado a pretender la ejecución de la deuda devengada directamente contra los
abuelos.
Esta actitud procesalmente asumida es pasible de defensas de fondo esgrimidas por los
abuelos demandados capaces de triunfar por encima de la pretensión alimentaria
ejercida en su contra. Ello así por diversos motivos: puede que el progenitor que reclama
alimentos para su hijo esté por sí sólo en condiciones económicas de afrontar dichas
necesidades, lo que impide el nacimiento de la obligación alimentaria en cabeza de
quienes son obligados sólo en forma subsidiaria (los abuelos); puede ser que, ante la
imposibilidad de atención por parte de ambos progenitores, los otros abuelos no
demandados sean los obligados alimentarios por estar en evidente mejores condiciones
económicas o por ser directamente los únicos en condiciones de hacer frente a las
necesidades de sus nietos; y por último, porque resulta inviable pretender ejecutar una
deuda ajena a quienes no han sido parte en un proceso judicial y, por ende, mucho
menos condenados en el mismo[24]. Obviamente, ante una pretensión procesalmente
ejercida en estos términos por el progenitor, no cabe más que su rechazo si los abuelos
demandados opusieran como defensa la falta de legitimación pasiva.
Reiteramos: si los progenitores se encuentran con vida, son ellos los que deben dar
satisfacción íntegra a las necesidades de sus hijos, siendo exigible que realicen los
esfuerzos necesarios para atender a los alimentos de aquellos. Si ello fuera francamente
imposible, deberán demandar a aquel de los abuelos que se encuentre en mejores
condiciones económicas y sólo hasta el importe que cubra las necesidades elementales.
V. Aspectos procesales [arriba]
V.1. Procedimiento
Es cierto que en algunas oportunidades a la demanda de alimentos promovida contra los
abuelos por alguno de los progenitores del menor alimentado, conforme su
representación legal, se le ha dado el trámite de un “incidente” del proceso principal. El
proceso principal puede haber sido el juicio de divorcio entre los progenitores del menor
alimentado, o directamente un juicio de alimentos iniciado por uno de ellos contra del
otro. No obstante, entendemos que el procedimiento especialmente previsto para
cualquier reclamo de tipo alimentario es el denominado “juicio de alimentos”, reglado
por los Códigos de Procedimientos provinciales.
Ahora bien, más allá del tipo de procedimiento a seguir, desde antaño preocupó a la
doctrina y jurisprudencia la circunstancia por demás relevante respecto de si el menor
reclamante de alimentos contra los abuelos debía, previamente, tramitar un proceso
previo contra el obligado principal al pago, incluso llegando a plantearse el deber de
agotar las posibilidades de ejecución antes del comienzo del juicio de alimentos contra
los obligados subsidiarios. Dichos planteos, obviamente, eran consecuencia del carácter
subsidiario de la obligación de los abuelos.
En la actualidad, y con la sanción del nuevo Código Civil y Comercial, entiendo que la
cuestión ha quedado definitivamente zanjada. Así, el art. 668 dispone: “Los alimentos a
los ascendientes pueden ser reclamados en el mismo proceso en el que se demanda a los
progenitores o en proceso diverso; además de lo previsto en el título del parentesco,
debe acreditarse verosímilmente las dificultades del actor para percibir los alimentos del
progenitor obligado”.
Esto importa, en nuestra opinión, dar tratamiento expreso a dos cuestiones. Por un lado,
asienta definitivamente la subsidiariedad de la obligación de los demás parientes, en el
caso los ascendientes, toda vez que debe acreditarse en juicio las dificultades
económicas del progenitor. Y por el otro lado, admite tanto la promoción conjunta como
autónoma del juicio contra los ascendientes.
En rigor de verdad, puede sostenerse que la subsidiariedad establecida por el Código Civil
y Comercial refiere a una cuestión de derecho de fondo, mas esa subsidiariedad no se
extiende al aspecto procesal.
Amén de lo expuesto, el principio de tutela judicial efectiva sentado en la norma del art.
706 del Código Civil y Comercial, coadyuva a la solución legal del mentado art. 668, al
imponerle al magistrado admitir la promoción autónoma de la demanda contra los
abuelos. Si ello no fuera así, la promoción previa de la demanda de alimentos contra el
progenitor implicaría insumir un tiempo que, por breve que sea –lo que la práctica
tribunalicia demuestra lo contrario–, importaría diferir en el tiempo la satisfacción de un
derecho tan esencial como el alimentario, violentando el principio aludido.
Ello no hace más que cumplir con la disposición del art. 27, ap. 4°, de la Convención
Internacional sobre los Derechos del Niño que establece que "Los Estados Parte tomarán
todas las medidas apropiadas para asegurar el pago de la pensión alimentaria por parte
de los padres u otras personas que tengan responsabilidad financiera por el niño...".
Con respecto a la audiencia preliminar del juicio de alimentos (art. 643, Cód. Proc. Civil
y Com. de la Nación), y la severa e injustificada acotación de la intervención del
demandado prevista por el art. 639 del mismo cuerpo, debe aclararse que ha recibido la
interpretación correctora de la jurisprudencia. La segunda norma mencionada prevé que
“en la audiencia preliminar, el demandado, para demostrar la falta de título o derecho
de quien pretende los alimentos, así como la situación patrimonial propia o de la parte
actora, sólo podrá: 1) Acompañar prueba instrumental y 2) Solicitar informes…”.
Dada la extensión del presente trabajo nos limitaremos a manifestar que una
interpretación restrictiva de este tipo implica el cercenamiento ilegítimo del derecho de
defensa del demandado, lo que además “repugna al sentido de justicia que el sacrificio
impuesto unilateralmente a la indagación de los hechos en el juicio de alimentos arroje
ventajas para la actora en cuanto al importe de la cuota, toda vez que el beneficio que a
esta parte se deriva de dicho proceder reside, exclusivamente, en la aceleración del
trámite”[27]. Por ello, se ha resuelto acertadamente que, no obstante la letra del art.
643, queda admitida una oposición de defensas que significa, en sustancia, contestar la
demanda, lo que a los fines de garantizar la celeridad del trámite se deberá efectuar
verbalmente o por escrito en la oportunidad de la audiencia del art. 639[28]. Y en esta
tesitura, el demandado también podrá ofrecer el medio de prueba que entienda
necesario –sin limitarse a la documental y de informes–, salvo la que sea manifiestamente
dilatoria, caso en el cual el Juez de la causa deberá rechazarla de oficio.
Hemos sostenido recién que son admisibles todos los medios de prueba que consienta la
naturaleza sumarísima del trámite. El interrogante que debe formularse ahora es el
siguiente: ¿qué debe probarse y sobre quien pesa la carga de su prueba?
Esta distribución de la carga de la prueba resulta de la nueva norma del art. 710 del
Código Civil y Comercial al disponer que “Los procesos de familia se rigen por los
principios de libertad, amplitud y flexibilidad de la prueba. La carga de la prueba recae,
finalmente, en quien está en mejores condiciones de probar”.
No cabe duda que la norma bajo comentario ha introducido para los procesos de familia
la teoría de las cargas dinámicas, como así también la inversión de la carga
probatoria[30]. De manera que aquella parte que se encuentre en mejores posibilidades
de conocimiento e información (de ingresos, entradas o rentas) o con más posibilidades
de suministrar los elementos de juicio conducente, debe brindarlos, a riesgo de que su
conducta evasiva o la negativa a proporcionarlos repercuta en la decisión del
magistrado[31].
Por último, es también viable la excepción de cosa juzgada para el caso de que se
interpusiera un nuevo juicio de alimentos contra los mismos abuelos sin que las
circunstancias de hecho tenidas en cuentas por la sentencia que rechazara la primera
demanda hayan variado al tiempo de interposición de la segunda. Si bien la materia
alimentaria no causa estado, lo que permite la modificación en más o en menos de la
cuota fijada o el reclamo de fijación de nuevos alimentos cuando con anterioridad habían
sido rechazados, ello no implica que la sentencia dictada en primer juicio no sea
susceptible de pasar en autoridad de cosa juzgada. La sentencia recaída en juicio de
alimentos no puede ser modificada si se encuentra firme y consentida, ni puede fallarse
dos veces sobre lo mismo. Para la modificación de la relación sustancial resuelta por esta
sentencia debe necesariamente producirse y acreditarse procesalmente una modificación
en las circunstancias de hecho sobre las cuales ella hizo mérito.
V.4. Alimentos provisorios
Dice el art. 544 del Código Civil que “Desde el principio de la causa o en el curso de ella,
el Juez puede decretar la prestación de alimentos provisionales...”. La norma es
realmente útil y posibilita realizar el factor eficacia de todo proceso judicial al permitir
el adelanto de la jurisdicción o de la tutela al momento en que realmente sea ello
necesario, sin esperar el arribo de una sentencia definitiva ya tardía. El tiempo que
insume el proceso judicial va en desmedro de su eficacia y por ende del valor justicia.
Como lo afirma Peyrano, “hoy en día se habla, con razón, de la jurisdicción oportuna que
debe procurar no sólo ‘dar a cada uno lo suyo’ sino hacerlo ‘cuando corresponde’, es
decir en tiempo útil como para satisfacer adecuadamente las expectativas de los
justiciables”[36].
Pero sentado esto, cuyo precedente inmediato es el leading case “Camacho Acosta”[37],
cabe aclarar que para el dictado favorable de una medida urgente como ésta en la cual
se adelanta parcial o totalmente la pretensión principal, lo que denota la coincidencia
objetiva de una y otra, debe existir y demostrarse en el caso una circunstancia colateral
(perjuicio irreparable) que justifique este proceder judicial. Es que, de no adoptarse
urgentemente una medida de este tipo, se le irrogaría al alimentado un periculum in
damni (distinto del periculum in mora propio de toda diligencia precautoria) que podría
tornar infructuoso el proceso en cuestión, dado que la espera hasta el arribo de una
sentencia de mérito estimatoria del derecho alimentario podría redundar en que una vez
llegado dicho momento se hubiera ya provocado un perjuicio irreparable al
alimentado[38].
Además del periculum in damni, en nuestra opinión resulta razonable exigir a los fines de
su despacho favorable algo más que para el caso de una simple cautelar. Entendemos que
no basta la mera verosimilitud del derecho a percibir alimentos del reclamante, mucho
más en el caso bajo análisis en donde los demandados no son los obligados directos al
pago de la prestación asistencial. Es necesaria la existencia de una fuerte verosimilitud
del derecho alegado, lo que implica en el caso la seria posibilidad del dictado de una
sentencia favorable a la pretensión principal. A esto se refería el derogado art. 375 del
Código Civil cuando disponía que los alimentos provisorios podrán decretarse “según el
mérito que arrojaren los hechos”.
Notas [arriba]
[1] DE LA TORRE, Esteban S., La obligación alimentaria de los abuelos, en Revista del
Foro de Abogados, www.f oroabogad ossanjuan. org.ar/Revi sta_jun io03.htm.
[2] Actualmente hasta los 25 años en caso de que se encuentren cursando estudios y ello
le impida proveerse de los medios necesarios para sostenerse, conforme art. 663 del
CcyCN.
[3] BELLUSCIO, Augusto C., Manual de Derecho de Familia, Depalma, 1995, t. 2, pág. 307;
BOSSERT, Gustavo A., Régimen jurídico de los alimentos, Astrea, 1995, pág. 181.
[4] Conf.: BOSSERT, Gustavo A., Régimen jurídico de los alimentos, Astrea, 1995, pág.
199; CNCiv., Sala F, 23/3/81, LL 1981-C-116.
[5] CORDOBA, Marcos M. – SOLARI, Néstor E., Nuevas normas legales que rigen la materia
alimentaria, LL 1990-B-1189; CNCiv., Sala B, 3/12/69, LL 139-816.
[6] BOSSERT, Gustavo A., Régimen jurídico de los alimentos, Astrea, 1995, pág. 248.
[7] ZANNONI, Eduardo A., Tratado de Derecho Civil – Derecho de familia, Astrea, 1998, t.
1, pág. 124.
[8] ZANNONI, Eduardo A., Tratado de Derecho Civil – Derecho de familia, Astrea, 1998, t.
1, pág. 108; BUSSO, Eduardo B., Código Civil anotado, Ediar, 1946, t. II, pág. 880, nº 13.
[9] “No es un eximente de la obligación alimentaria la mera invocación de la insuficiencia
de los recursos del alimentante, pues a él le corresponde arbitrar los medios conducentes
a la satisfacción de los deberes adquiridos al engendrar la prole, por lo que se encuentra
constreñido a trabajar a fin de procurar lo necesario para sus hijos” (CNCiv., Sala C, LL
1983-B-512).
[10] MAZZINGHI, Jorge A., Derecho de familia, Abaco, 1999, t. 4, pág. 628; BELLUSCIO,
Augusto C., Manual de derecho de familia, Depalma, 1995, t. II, pág. 408. Conf.: CNCiv,
Sala J, 19/2/99, JA 2000-I-29. “La solidaridad familiar entre los parientes no puede poner
en riesgo la subsistencia física del propio alimentante, más cuando es obvio que éste, por
su edad, no puede procurarse por sí mismo ningún ingreso” (CNCiv., Sala I, 8/4/97, “R.,
M. S. y otro c/F. de K. L. y otro”).
[11] BOSSERT, Gustavo A., Régimen jurídico de los alimentos, Astrea, 1995, pág. 276.
[12] Conf.: JAUREGUI, Rodolfo G., La Corte Suprema de Justicia de la Nación. La cuestión
federal y la obligación alimentaria de los abuelos, La Ley 2006- E-367.
[13] FANZOLATO, Eduardo I., Alimentos y reparaciones en la separación y el divorcio,
Depalma, 1993, pág. 7/8.
[14] CNCiv., Sala A, 17/5/88, R. 36.161; CNCiv., Sala D, 4/6/84, RepED 20-A-184; CNCiv.,
Sala F, 11/4/84, R. 25.469.
[15] BOSSERT, Gustavo A., Régimen jurídico de los alimentos, Astrea, 1995, pág. 207;
CNCiv., Sala A 19/11/87, R. 32.695; CNCiv., Sala C, 3/12/86, ED 122/447; CNCiv., Sala E,
20/3/85, R. 9.491; CNCiv., Sala F, 25/11/83, LL 1984-B-114.
[16] BOSSERT, Gustavo A., Régimen jurídico de los alimentos, Astrea, 1995, pág. 277.
[17] “El artículo 367 del Código Civil establece el orden de los parientes obligados al pago
de alimentos, y la jurisprudencia y doctrina han interpretado que es sucesivo o
subsidiario y no simultáneo. Por ello, la obligación de los abuelos respecto de los nietos
tiene esa condición y se debe justificar la insuficiencia de recursos de los padres o bien la
imposibilidad de suministrarlos, para poder reclamarlos” (CNCiv., Sala E, 29/8/91, R.
90.970).
[18] Conf.: MÉNDEZ COSTA, María Josefa, Visión jurisprudencial de los alimentos,
Rubinzal-Culzoni, 2000, págs. 246-247.
[19] Ello así cualquiera sea la fuente u origen de la filiación: por naturaleza, por
adopción o por voluntad procreacional, conforme surge del art. 558, segundo párrafo, del
CCyCN.
[20] CNCiv., Sala A, 18/488, R. 35.639; CNCiv., Sala C, 17/11/88, R. 38.997. Conf.:
DUTTO, Ricardo J., Juicio por incumplimiento alimentario y sus incidentes, Juris, 2003,
pág. 66; BOSSERT, Gustavo A., Régimen jurídico de los alimentos, Astrea, 1995, pág. 248.
[21] CNCiv., Sala A, 18/4/88, R. 35.639. Conf.: BOSSERT, Gustavo A., Régimen jurídico
de los alimentos, Astrea, 1995, pág. 252.
[22] CNCiv., Sala C, 17/11/88, R. 38.997; CNCiv., Sala F, 13/5/87, R. 26.322.
[23] CNCiv., Sala C, 25/6/87, R. 30.023.
[24] Conf.: BELLUSCIO, Claudio A., Alimentos debidos a los menores de edad, García
Alonso, 2007, pág. 308; CNCiv., Sala K, 15/4/99, LL 2000-C-888 (42,607-S).
[25] BELLUSCIO, Claudio A., Alimentos debidos a los menores de edad, García Alonso,
2007, págs. 303/308.
[26] CIDH, 21-6-2002, "caso Hilarie, Constantine y Benjamín y otros vs. Trinidad y
Tobago", Fondo, Reparaciones y Costas, Serie C, N° 94, párr. 145, y "Caso González
Medina y familiares vs. República Dominicana", párr. 257.
[27] CNCiv., Sala D, 29/4/83, ED 117-302, nº 328.
[28] BORDA, Guillermo A., Tratado de Derecho Civil. Familia, Perrot, 1973, t. II, nº 1222;
ESCRIBANO, Carlos – ESCRIBANO, Raúl E., Indefensión del alimentante, LL 1985-B-938;
BOSSERT, Gustavo A., Régimen jurídico de los alimentos, Astrea, 1995, pág. 345; CNCiv.,
Sala B, 24/11/88, R. 39.924; CNCiv., Sala C, 11/10/89, ED 137-269; CNCiv., Sala G,
6/2/85, LL 1985-B-63.
[29] BELLUSCIO, Claudio A., Alimentos según el nuevo Código Civil, García Alonso, 2015,
pág. 79 y sgtes. “Si se reclaman alimentos a los abuelos de un menor cuyos padres viven,
debe demostrarse la incapacidad económica de los progenitores, carga probatoria que
pesa sobre el reclamante” (CNCiv., Sala H, D. de pág., G. M. c/P., M. N.). Por su parte,
ZANNONI ha afirmado correctamente que: “Aunque el pariente que solicita alimentos
careciese de medios económicos, si está en condiciones de obtenerlos con su trabajo, no
procederá fijar a su favor una cuota alimentaria. Por ello se ha resuelto que debe
rechazarse la pretensión de quien no justifica en forma alguna hallarse, por razones de
salud u otra cualquiera, impedido para adquirir los medios de subsistencia con su trabajo
personal. No bastará invocar la falta de trabajo, sino que habrá de acreditarse la
imposibilidad de obtenerlo, sea por impedimentos físicos, por razones de edad o de
salud, etcétera”, en Derecho Civil. Derecho de familia, Astrea, 1998, t. 1, pág. 118.
Conf.: CNCiv., Sala D, 28/12/61, LL 107-981, 8131-S; CCiv.1ªCap, 16/7/36, LL 3-223.
[30] COLERIO, Juan pág., La conducta en los procesos de familia, en Derecho de Familia,
Revista Interdisciplinaria de Doctrina y jurisprudencia, Lexis Nexis/ Abeledo Perrot, 2004,
nº 28, pág. 52.
[31] MORELLO, Augusto M. y MORELLO de RAMIREZ, María S., La prestación de alimentos
desde las perspectiva de la justicia de protección o acompañamiento, JA 1991-II-
703/704, citado por BELLUSCIO, Claudio A., Alimentos según el nuevo Código Civil, García
Alonso, 2015, págs. 154/5.
[32] Cam. Apel, Sala I CC, Gualeguaychú, Entre Ríos, 24/04/2018, Rubinzal Online; RC J
4504/18.
[33] PALACIO, Lino E., Derecho Procesal Civil, Abeledo Perrot, 1983, t. VI, pág. 539;
ARAZI, Roland, Derecho Procesal Civil y Comercial, Rubinzal-Culzoni, 1999, t. II, pág.
331.
[34] PALACIO, Lino E., Derecho Procesal Civil, Abeledo Perrot, 1983, t. VI, pág. 376;
BOSSERT, Gustavo A., Régimen jurídico de los alimentos, Astrea, 1995, pág. 347.
[35] PEYRANO, Jorge W., Lo urgente y lo cautelar, JA 1995-I-699; ARAZI, Roland, Medidas
cautelares, Astrea, 1997, pág. 2; MORELLO, Augusto Mario, Anticipación de la tutela,
1996, Editora Platense; DE LAZZARI, Eduardo, La cautela material, JA 1996-IV-651;
BERIZONCE, Roberto O., Tutela anticipada y definitoria, JA 1996-IV-741; ZANNONI,
Eduardo A., Derecho Civil. Derecho de familia, 3º ed., 1998, Astrea, t. 1, nº 90, pág. 136.
[36] PEYRANO, Jorge W., Medidas autosatisfactivas, 1999, Rubinzal-Culzoni, pág. 14.
[37] CSJN, 7/8/1997, JA 1998-I-465.
[38] PEYRANO, Jorge W., Una categorización adecuada: La concesión de alimentos
provisorios urgentes en el seno de un juicio de filiación extramatrimonial, es tutela
anticipada, JA 2000-II-35, trabajo doctrinal en el cual se da cuenta de una resolución del
Juzgado de Familia Nº1 de la provincia de San Juan, de fecha 7/10/1999, en autos nº
7.437, “Ch., Rosa Marina c/N. José J. S/Filiación extramatrimonial”.