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01 - El Matrimonio y Su Propósito
01 - El Matrimonio y Su Propósito
Génesis 1
26 Y dijo Dios: Hagamos al hombre á nuestra imagen, conforme á nuestra
semejanza; y señoree en los peces de la mar, y en las aves de los cielos, y
en las bestias, y en toda la tierra, y en todo animal que anda arrastrando
sobre la tierra.
27 Y crió Dios al hombre á su imagen, á imagen de Dios lo crió; varón y
hembra los crió.
28 Y los bendijo Dios; y díjoles Dios: Fructificad y multiplicad, y henchid la
tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces de la mar, y en las aves de los
cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.
III. Es lícito para toda clase de personas casarse con quien sea capaz de dar
su consentimiento con juicio (Heb. 13.4; 1 Ti. 4.3; Gn. 24.57,58; 1 Co. 7.36-38);
sin embargo, es deber de los cristianos casarse solamente en el Señor (1 Co.
7.39). Y por lo tanto los que profesan la verdadera religión reformada no deben
casarse con los incrédulos, papistas u otros idólatras; ni deben, los que son
piadosos, unirse en yugo desigual, casándose con los que notoriamente son
perversos en sus vidas o que sostienen herejías detestables (Gn. 34.14; Ex.
34.16; Dt. 7.3,4; 1 R. 11.4; Neh. 13.25-27; Mal. 2.11,12; 2 Co. 6.14).
VI. Aunque la corrupción del hombre sea tal que le haga estudiar argumentos
para separar indebidamente a los que Dios ha unido en matrimonio, sin embargo,
nada sino el adulterio o la deserción obstinada que no puede ser remediada, ni por
la iglesia ni por el magistrado civil, es causa suficiente para disolver los lazos del
matrimonio (Mt. 19.6-9; 1 Co. 7.15; Mt. 19.6). En este caso debe observarse un
procedimiento público y ordenado, y las personas involucradas en él no deben ser
dejadas en su caso a su propia voluntad y discreción (Dt. 24.1-4; Esd. 10.3).