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Guiomar E.

Ciapuscio Notas de clase 2 Lingüística A – Curso virtual 2020

LINGÜÍSTICA
CÁTEDRA “A”
CURSO VIRTUAL 2020

NOTAS DE CLASE 2: FORMALISMO Y FUNCIONALISMO (O


INTERNISMO Y EXTERNISMO)

Voy a pasar a la siguiente cuestión, que es empezar a ver algunas posiciones clásicas respecto
una pregunta que tematizamos como fundamental: qué es el lenguaje, si se trata de un artefacto
cultural o se trata de algo que es parte de nuestra biología. Vamos a dar algunas respuestas
paradigmáticas.
No podía faltar aquí Saussure en primer lugar, con esta archiconocida cita del curso de lingüística
general, donde aparece este enunciado respecto del carácter multiforme y heteróclito del
lenguaje. Como todos ustedes saben, Saussure recorre en los primeros capítulos del curso de
lingüística general todos aquellos aspectos que anticipan esta cuestión. Se puede leer en el Curso
de Lingüística General:

“Tomado en su conjunto, el lenguaje es multiforme y heteróclito; a caballo en diferentes


dominios, a la vez físico, fisiológico y psíquico, pertenece además al dominio individual
y al dominio social”.

Es una perspectiva muy interesante que vamos a ver, el lenguaje es algo propio y
constitutivo de mi identidad como persona, pero al mismo tiempo es social, es un objeto
absolutamente social con el que creamos vínculos, nos proyectamos en las interacciones con
determinadas imágenes, creamos vínculos de solidaridad o de distancia, grupos de pertenencia
se conforman grupos a través del lenguaje.

A este carácter heteróclito y multiforme que tan claramente vio Saussure, lo solucionó desde su
escenario epistemológico, que fue el de dotar a la lingüística de un carácter científico en el auge
del positivismo. Ustedes saben que Saussure lo que hace es recortar el objeto de estudio y
quedarse con una parte, con la lengua, que es susceptible de sistematización, susceptible de ser
estudiada con métodos relativamente objetivos en donde se pueden capturar regularidades,
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principios e incluso en determinados niveles reglas. Fíjense esta otra cita que les traje, que
pertenece a los escritos que se publicaron hace ya unos años, y que contienen algunos manuscritos
que no se conocían y se encontraron en su casa de Ginebra, y que son muy difíciles de leer –no
como el Curso de lingüística general, reescrito por sus discípulos–. Aquí nos enfrentamos con
textos auténticos salidos de Saussure, interrumpidos, fragmentarios, etc. En esos escritos uno
puede ver esta obsesión de Saussure por lograr un objeto de estudio claro para la disciplina y la
dificultad que este deseo comporta, el enorme grado de dificultad que tenemos para recortar y
elegir la perspectiva del lenguaje, qué vamos a estudiar desde nuestros intereses de investigación,
desde nuestro contexto como estudiosos, y entonces el riesgo que comporta es no identificar bien
cuál es este recorte que hay que hacer, porque si nos equivocamos, si hacemos mal, entonces nos
vamos de lo disciplinar, dejamos de hacer lingüística. Eso es un poco lo que tienen en esta cita
de Saussure:

“Quien se sitúa ante el objeto complejo que es el lenguaje para estudiarlo se enfrentará a
ese objeto por tal o cual lado, que nunca será todo el lenguaje”. Siempre el lenguaje nos
ofrece una cara, un lado, una puerta, que nunca será todo el lenguaje, siempre será algo
parcial– “suponiendo que haya sido muy bien escogido; y si está peor escogido puede
llegar a dejar de ser de orden lingüístico” –este problema de frontera de la disciplina,
propio de su ideología, de su manera de concebir la ciencia, la necesidad de establecer
fronteras nítidas entre lo que pertenece a la disciplina y lo que estaría fuera de la disciplina
de acuerdo a lo que elijamos del objeto de estudio– “o bien representar una confusión de
puntos de vista inadmisible después” (F. de Saussure, Escritos sobre Lingüística General,
2004, Gedisa)

Todas las diversas teorías lingüísticas presuponen una concepción sobre la naturaleza del
lenguaje, lo hacen de manera implícita o de manera explícita. Detrás de toda teoría siempre hay
un modo de recortar el objeto, una decisión epistemológica, metodológica, de seleccionar un
punto de vista. En este sentido hay una división entre teorías internistas o formalistas y externistas
o funcionalistas. Pasa en lingüística que hay términos que se presentan como novedosos, frescos,
de moda. Hoy se habla de teorías internistas y teorías externistas en lingüística. Pero ya Saussure,
si recuerdan, en el curso de lingüística general tenía un capítulo que se titulaba lingüística interna
y lingüística externa. La división entre interno y externo viene desde los comienzos de la
lingüística. Sin embargo, son términos útiles, son términos que se elaboran mejor, y esta
dicotomía entre teoría internista y externista nos permite ordenar el panorama de la lingüística
actual de una manera global.
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Esta idea de teorías internistas apunta a describir aquellos modelos, o aquellos paradigmas que
sostienen que las lenguas son estados mentales, son estados de conocimientos. Y se hacen
pregunta respecto de qué tipo de conocimiento es, en qué consiste conocer –conocer en un sentido
profundo, en el sentido de estar en competencia en– una lengua.

Ahí les traje dos preguntas esenciales que veremos en la posición chomskiana. Ustedes habrán
oído alguna vez la frase según la cual una buena teoría es la que se hace buenas preguntas. Bueno,
a Chomsky le cabe sin duda el mérito de haberse hecho las preguntas fundamentales. La primera
es entonces qué hay en la mente/cerebro de un hablante de una lengua. ¿Qué hay en la cabeza de
una persona que es competente en una lengua? ¿En qué consiste ese sistema de conocimientos?
¿Cómo es? Fíjese que se trata de una teoría internista del lenguaje, porque está persiguiendo
penetrar en algo absolutamente interno al individuo, en algo de naturaleza abstracta, mental, para
lo cual tiene que diseñar métodos certeros que de alguna manera nos permitan acceder a eso que
está en la mente/cerebro de los hablantes. La teoría de Chomsky, naturalmente, es una teoría
internista del lenguaje. Es una teoría que elige del objeto de estudio que tenemos, esta parte
esencial, esta parte constitutiva, esta parte que es individual. Fíjense que, al elegir esta
perspectiva, también de alguna manera los que practican esta teoría se colocan respecto de
muchas de las preguntas que planteábamos anteriormente del lado de las respuestas dicotómicas.
Chomsky, por ejemplo, acentuará el carácter individual del conocimiento lingüístico, hablará de
individuo, hablará de hablante ideal, hablará de oyente ideal. Lo social, lo cultural, quedará fuera
del centro de interés de la teoría.

Las teorías externistas, por el contrario, ven a las lenguas como objetos externos a los individuos.
Conciben las lenguas como cuerpos de datos, como corpus, como un conjunto de conductas,
como prácticas sociales, incluso en términos de institución: la lengua es una institución social.
¿Quién dijo eso? Ferdinand de Saussure, claro.

En la actualidad suelen distinguirse, entonces, dos grandes paradigmas dentro de la lingüística,


que son en rigor, dos grandes generalizaciones sobre los distintos enfoques o teorías que se
ocupan de estudiar y explicar distintos aspectos del lenguaje y de las lenguas humanas:
formalismo (también podría equipararse a internismo) y funcionalismo (equiparable con
externismo); la dicotomía formalismo versus funcionalismo es una dicotomía más, vigente en la
lingüística actual. Es una dicotomía que trata de capturar, de comprender cuáles son las
tendencias actuales en la disciplina, cómo pueden ordenarse los distintos paradigmas, las distintas
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formas de concebir, de describir y estudiar el objeto que es el lenguaje, o la parte del objeto que
se elija estudiar. Ya hemos visto la complejidad del objeto, las perspectivas que se ofrece, las
puertas de acceso, ahora nos vamos a ir internando en el sistema, es decir en la parte del corazón.
Es preciso hacer una distinción entre lo que es el estudio del sistema lingüístico, que sería el
estudio del motor de la lengua: el estudio de la fonología, la morfología, de la sintaxis, de los
aspectos del significado que pertenecen al sistema, y lo que es el estudio de la semántica en
contexto y de la pragmática. Por otra parte, existen un conjunto de disciplinas de la lingüística,
que suelen llamarse “lingüísticas de guion” 1 como la psicolingüística, la sociolingüística, la
etnolingüística, la lingüística del texto y del discurso, que no enfocan en el corazón, en el sistema
lingüístico mismo, sino que tienen campos de interés en donde hay intereses que vinculan el
sistema con determinados aspectos relevantes del uso del lenguaje en sociedad por parte de
hablantes que producen y comprenden, o la realización del sistema en textos, como por ejemplo:
la psicolingüística, la lingüística textual, el análisis del discurso, etc. Aun dentro de la perspectiva
de aquellos modelos o enfoques que se abocan al sistema lingüístico, es decir a modelos
gramaticales, tenemos diferentes maneras de abordar el objeto. Hay, entonces, diferentes
perspectivas que se sintetizan en esta dicotomía enunciada en los términos de formalismo versus
funcionalismo.

El texto de Leech (1983), que es de lectura obligatoria, es un fragmento del capítulo muy breve
y amigable. Está dentro de un libro que se llama Principios de Pragmática. Quisiera reiterar,
antes de ingresar al texto en sí y a las maneras de oponer estos dos modos de hacer investigación
lingüística, que estos términos son dos términos “paraguas”, dos términos muy generales. Dentro
de cada uno de ellos puede haber modos de pensar muy diferentes. Así que son tendencias muy
generales que tienden a ordenar la diversidad. Hay que tomarlos con pinzas, y todos los autores
que tratan este capítulo obligado en los manuales de lingüística respecto de los paradigmas
actuales en la lingüística hacen mención al hecho de que en realidad estos términos que se
plantean en términos dicotómicos están en relación y que hay, dentro de las escuelas, escuelas
que compartirían perspectivas formalistas y funcionalistas al mismo tiempo.

Antes de ir a Leech, reiteremos que puede haber planteos formalistas y planteos funcionalistas
respecto de la gramática de la lengua. Es decir, yo puedo tener una aproximación funcional a la

1
El nombre se debe a que en otras lenguas, como en el inglés o el alemán, las denominaciones de estas
disciplinas solían escribirse mediante un guion: Text-linguistics o Text-Linguistik, Socio-linguistics o Sozio-
linguistik, etc. Actualmente se escriben como una palabra única.
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gramática, a la morfosintaxis, y puedo tener una aproximación formal. Del mismo modo, puedo
tener, dentro de los estudios de discurso, intereses más fuertemente formales ligados a las
estructuras del discurso, a las unidades y a la combinación y, por otro lado, perspectivas más
interesadas en el empleo del discurso en contexto, en relación con aspectos sociales, políticos,
culturales, entre otros.

En la presentación de Leech, y en general de todos estos autores, se dice que formalismo y


funcionalismo están asociados a maneras muy diferentes de comprender la naturaleza del
lenguaje. Son dos miradas muy diferentes. Y ahora viene una enumeración que quiere ilustrar
este enunciado general:

En primer lugar –dice Leech- los formalistas, y el ejemplo paradigmático será Chomsky, tienden
a ver el lenguaje primariamente como un fenómeno mental: la idea es que la lengua es algo que
está en la cabeza – mejor dicho, en la mente - del individuo, es un tipo de conocimiento, y eso es
lo esencial, lo básico, el objeto de interés de una perspectiva formalista o internista. En cambio,
los funcionalistas tienden a considerar el lenguaje primariamente como un fenómeno social, no
individual, no mental. Ustedes verán un representante de esta posición, Enrique Bernárdez.

En segundo lugar, la perspectiva de contraste entre estos dos grandes modos de categorizar u
ordenar el escenario de la lingüística actual se refiere a la cuestión de los universales. Recuerden
que era una de las preguntas iniciales que habíamos destacado en la primera clase. Una escuela
como la Gramática Generativa –que vamos a estudiar en las próximas semanas- está interesada
en llegar a explicar lo que es la gramática universal, eso que traemos todos los individuos como
parte del código genético y que, según este enfoque, explicaría lo que hay de común entre todas
las lenguas humanas. Entonces, si se estudia la variación, es para poder ir avanzando en la
delimitación, descripción, explicación de lo que es universal, de aquello que es común a las
distintas lenguas o familias de lenguas. Los planteos formalistas, en general, y fundamentalmente
ilustrados con el nombre de Chomsky –porque seguramente hay escuelas formalistas que no se
identificarían con este deseo- tienden a explicar los universales lingüísticos –aquello que es
común en todas las lenguas, a partir del código genético que hemos heredado todos los miembros
de la especie humana.

Los funcionalistas, en cambio, explican la existencia de universales parándose en el extremo


opuesto. Ellos dirán que son los usos del lenguaje que son comunes a la especie los que explican
este fenómeno. El lenguaje es para un funcionalista un instrumento de comunicación, un
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instrumento básico para transmitir información, para crear relaciones sociales, para incidir en la
conducta del otro. Es decir, hay usos del lenguaje que son comunes a la especie. A partir de ellos
se explican los universales lingüísticos. Por otro lado, si bien desde las teorías formalistas, en
general –no en todas- se privilegia el estudio de los universales (por ejemplo, para la gramática
generativa de estos tiempos las particularidades o irregularidades de las lenguas forman parte de
la “gramática periférica”), desde las perspectivas funcionalistas se otorga, también en general, un
lugar importante a este tipo de estudios.

Otra dicotomía que presenta Leech tiene que ver con la adquisición de la lengua por parte de los
niños, otra de las grandes preguntas. Desde el punto de vista del paradigma generativo, como
veremos en profundidad más adelante, la adquisición se explica a partir de una capacidad común
de la especie para aprender lenguas. Algo innato que traemos y que se dispara con la experiencia
comunicativa, con los datos. En cambio, los funcionalistas tienden a explicar la adquisición
lingüística en términos del progresivo desarrollo en el niño de capacidades generales y
lingüísticas que se van ampliando a partir de necesidades concretas. El niño, a medida que crece,
va desarrollando la capacidad de expresar necesidades, de pedir, de demandar, de expresar
emociones. La primera actividad de un niño pequeño es el pedido, o la señalización de
determinado tipo de actitud, gusto o disgusto.

Los funcionalistas consideran que la interacción con el medio, en la interacción con el


adulto, en la situación, en el contexto que es un contexto social, es la interacción del niño con los
adultos –cuidador/a, familiar, etc.- y en el desarrollo de recurrencia de determinadas situaciones,
de necesidades comunicativas, de marcos de actividades el niño va desarrollando el lenguaje. Y,
por supuesto, del punto de vista de las capacidades, muchos creen en las capacidades generales
del aprendizaje, que hay mecanismos generales comunes que sirven para adquirir lenguas así
como el pensamiento lógico. Aquí está la palabra “habilidad”, los funcionalistas tienden a
explicar la adquisición del lenguaje en términos de desarrollo en sociedad en el niño de
necesidades y habilidades generales, no habría una capacidad específica para adquirir lenguas,
algo que se contrapone de manera radical con el enfoque chomskiano, por ejemplo.

Después está el tema de cómo se estudia el sistema. La cuestión de la autonomía del


sistema. Dice Leech:

“Sobre todo los formalistas estudian el lenguaje como un sistema autónomo, mientras que los
funcionalistas lo estudian en relación con su función o su papel social.”
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Esto también lo veremos representado en los textos de Bernárdez para el tema de la evolución
lingüística cuando él explica la aparición del lenguaje en la especie a partir de la conversación
colectiva, los intercambios, mientras que una explicación más formalista –como Pinker o
Chomsky- se plantea como una mutación genética, al azar que ocurre en el individuo (aunque
con algunas diferencias) respecto de la relevancia de los mecanismos de adaptación evolutivos
para el desarrollo de las estructuras lingüísticas en la especie).

Deborah Schiffrin es una analista del discurso contemporánea que tiene un libro bastante
importante sobre enfoques del discurso. En los planteos sobre discurso también se mencionan
estas tendencias contrapuestas. Es decir, hay aproximaciones al discurso de orden más formal, y
otras de orden más funcional. Débora Schiffrin toma el tema de la función. Ella destaca que para
los planteos funcionalistas el concepto de función se entiende en términos más externos que
internos. Cuando Bernárdez, entre muchos otros, como Eduard Sapir o André Martinet, sostiene
que “las lenguas son instrumentos de socialización, de comunicación” el concepto de función es
externo al sistema mismo. La lengua se usa en un contexto para finalidades que son exteriores a
la lengua misma. De esta idea de función externa sobre la que ponen el acento viene un segundo
aspecto que es que los funcionalistas sostienen, en general, con mayor énfasis o de manera más
mitigada: que la función externa influye en la organización interna del sistema lingüístico. Las
estructuras de las lenguas serían en gran parte producto de las funciones comunicativas y sociales
para las cuales se usan.

Por el contrario, los planteos formalistas, si bien admiten que las lenguas pueden tener
usos externos, obviamente, sostienen que esos usos no influyen en el sistema, que tendría un alto
grado de autonomía.

Un punto de argumentación interesante en Schiffrin, que no se encuentra en estas


dicotomías, es que hay muchos autores –yo creo que de manera creciente en estos tiempos- que
tienden a pensar que esas oposiciones no son en términos exclusivos, sino a mitigar las
diferencias. De hecho el mismo Leech dice:

“Un enfoque o una explicación equilibrada, balanceada del lenguaje tiene que dar atención a
ambos aspectos, los aspectos internos y los aspectos externos del lenguaje”. Dicho de manera
general –dice Leech- “mi conclusión sería que un enfoque correcto, un enfoque apropiado sobre
el lenguaje debería tener componentes formalistas y componentes funcionalistas.”
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Naturalmente, siempre hay fundamentalistas de uno u otro lado (o talibanes o halcones, como
quieran llamarlos) y una posición funcionalista fundamentalista o más radical, en términos de
Schiffrin, podría ser la que está representada por posiciones que dicen que las funciones externas,
por ejemplo: persuadir, convencer, comunicar, ordenar, pedir algo, etc. influirían, determinarían
las categorías primitivas del sistema. Es decir que, prácticamente, estudiar la lengua, en esta
perspectiva más radical, podría pensarse como el estudio de las funciones principalmente, partir
del para qué en vez de partir del sistema en sí. Por ejemplo, establecer una tipología de las
funciones lingüísticas, esto quiere decir un sistema de clasificación, una taxonomía de las
funciones que pueden desempeñar las lenguas, y luego, a partir de las funciones –en el camino
inverso- ir a buscar cuáles son las estructuras y los elementos lingüísticos del sistema
especializados en cumplir esa función. Sería un punto de vista absolutamente externo que iría
luego, progresivamente, hacia el estudio del sistema, de los elementos y de las combinaciones
para desempeñar esa función.

Mientras que hay posiciones más conciliadoras que admiten la interacción de forma y función de
manera que las funciones externas trabajarían de manera coordinada, cooperativa con la
organización formal, influyéndolo, pero no al punto de definir las mismas categorías o los
mismos elementos del sistema. Esta posición funcionalista moderada podría ser la que
encontramos en algunos de los miembros de la escuela lingüística de Praga. Podría entenderse,
por ejemplo, en los estudios de Jakobson sobre el ritmo, la métrica, la prosodia que parte de la
función poética, el estudio de la poesía, para llegar a dilucidar las características, los elementos,
las combinaciones posibles de las unidades segmentales y suprasegmentales de los sistemas
fonológicos. Entonces, habría cierta cooperación: la función poética explotaría de una manera
intensiva determinadas potencialidades del sistema fonológico. Entonces, de algún modo, este
funcionalismo moderado pone el acento en las realizaciones lingüísticas concretas, en textos
concretos, en textos de determinados géneros –literarios, no literarios, de la vida cotidiana, de las
prácticas científicas- y estudiaría, dentro de las variedades o los géneros, los recursos, el sistema
que está detrás de la realización. No pensando que hay una influencia de lo exterior en lo interior,
pero sí pensando que hay ciertas correlaciones en términos de selección periódica, de recurrencia,
de frecuencia de determinados elementos y recursos que tienen los sistemas lingüísticos y que se
aprovechan de manera intensa, de manera especial o particular en las distintas variedades. Yo
marqué aquí como variedades determinados ámbitos –la lengua poética, por ejemplo- porque son
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los que aparecen citados en la tesis tres, pero uno podría pensar en las variedades entendidas a
partir de otros factores de referencia: edad, grupos profesionales, etc.

También hay planteos más autonomistas, como los formalistas, que trabajan con el estudio de la
lengua, del sistema, entendido de manera autónoma. Podemos usar la metáfora: in vitro, como
una unidad de laboratorio. Versus planteos funcionalistas que tienden a estudiar la lengua fuera
del laboratorio, es decir, en situaciones reales de comunicación, para continuar con la metáfora:
in vivo. Esta metáfora del estudio lingüístico in vitro/in vivo es una metáfora que proviene de
Enrique Bernárdez – a quien ustedes conocen- de un libro que se llama Teoría y Epistemología
del texto (1995), en donde presenta estas dos visiones con esta dicotomía que me parece bastante
elocuente.

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