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SOMIsION UNIVERSIDAD ECTORIAL DE an p WB investiGAciOn ES DELAREPUBLICA ’ CSIC CIENTIFICA URUGUAY [det tar arbor, -tets I { 1, m Planta perenne te-troncy Aatens 7.8] Abd, A Lo uowseamizee.ciarteclns | 20S gy, / \ - Sy] folx-te= on inetl «én de este libro fue realizada con el apoyo La publicaci Cientifea (csi) de la Universidad de la Reptblica dde ln Comisién Sectorial de Investigacién in han sido evaluados ccados en la presente coleccii 5 respectivas. Los libros publi ic reeonocida trayectoria en las temética por académicos de ‘La Subcomisién de Apoyo a Publicaciones de la este, integrada por Luis Bértola, Magdalena Coll, Ménica ‘Lladé, Alejandra Lépez Gémez, ee arkeridn, Anibal Parodi y Sergio Martinez ha sido Ia encargada de recomendar los evaluadores para la convocatoria 2019- Tmagen de tapa disefada por Pablo Seogliola © Santiago Cardozo Gonzit 9 n2ilee, 207 © Universidad dela Repiblies, 2021 Ediciones Univers inidad de Comunicacign * Com de la Universidad de la Repitblica (ueur) 18 de Jlio 1824 (aed de Derechos Mee en Uy , subsuelo Eduardo Acevedo) els: (+598) 2408 5714 ~(» Cones seeténien tnived@clnedonyes Lapreso por Mastercrar Deréstro Luca: 379.088 15BN: 978-9974-0-1824-2 €-1898: 978-997 4-0-1825-9 CONTENIDO PRESENTACION DE LA COLECCION Braioteca PLurat, Rodrigo Arim, Cc Brstioreca PLurat, Rodrigo A » Rodrig INTRO. AT : Parte I | lenguaje como envio: entre el déficit y el exceso 0 todos somos fregeanos CapiTULo 1 1. EL LENGUAJE COMO FALTA/PLETORA DE PALABRAS -. 2. ENvio: TODOS SOMOS FREGEANO' CapiTULo 2... 1. EL SUJETO COMO EFECTO DEL LENGUAJE, Capireto 3 1. LA NATURALEZA NEGATIVA DE 9, MosTRAR LA FALTA/EL EXCESO.. ‘L LENGUAJ! Parte II La enunciacién conira el referente Carfroto 4-~ : Gs QUE ELLA MISMA. y, Lo QUE HAY EN LA BNUNCIACION mss Capfruto 5. 1. EL LENGUAJE coMO ENERGEIA 2, LA GRAMATICA COMO siNTOMA Cavinot0 6 men wee ENUNCIACION: r 1, La EXPRESIO NMENSURABLE NY LA EX! pRESABILIDA! ConcLusiONEs: comunicativa, generalmente las estrategias que el hablante se da para articu- lar discursivamente aquello que quiere decir. Si asi lo concibiéramos, el mal- entendido serfa sencillamente un «error de célculo», una «chambonada»" de] hablante que no fue habilidoso en Ia confeccién de sus estrategias discursivas, de modo que bastarfa con que retrocediera en el plan elaborado, modificara lo que le pareciera oportuno y volviera a intentarlo. 2. Envio: todos somos fregeanos 2.1, Por defecto, los hablantes creemos que las palabras nos envian" a las cosas del mundo, a los objetos (concretos 0 abstractos) que componen la rea- lidad. La idea de envio, entonces, es constitutiva del pacto semantico's. Pero el envio supone un desplazamiento, un transporte y, por ende, un sentido o una direccién que se cumple «hacia un lado»: del lenguaje hacia la realidad. Ahora bien, el envio no es ni la cosa que se envia, ni el punto de origen ni el de destino: es la operacién misma que permite la comunicacién entre los dos extremos; es, en suma, el propio desplazamiento, de lo que se puede derivar la inexistencia de eso que llamamos literalidad: un envio es siempre una me- téfora (Derrida), un vinculo que, tal como se han visto las cosas aqui, define retroactivamente los extremos comunicados: palabras y cosas. Pero detengdmonos un poco aqui: el envio, ademas de lo antedicho, ne- cesita un canal que lo permita (geogréfico, virtual), si entendemos que hay dos puntos que se comunican gracias, precisamente, al envio. Estos dos pun- tos, por definicién, no se sitdan en el mismo lugar y, por ello, existe el en- vio, su necesidad. De esta manera, podemos sostener que, en cierto sentido, el envio posee una funcién prictica y necesaria: la de comunicar las partes entre las que se realiza el envio. Llegado el caso, podemos captar que envio es otro nombre posible para eso que llamamos comunicacidn. Sin envio, sin algo que «vaya» de un punto a otro, no hay comunicacién. Hace falta, enton- ces, entablar un didlogo, un vaso comunicante entre los interlocutores. Ese didlogo, contrariamente a Io que sugiere la nocién de envio, es el lugar de la intersubjetividad, por definicién inconmensurable. El diélogo, entonces, considerado desde esta perspectiva, es una operacién que no puede ser me- dida, cuyo éxito esté siempre en suspenso: no hay conmensurabilidad entre los interlocutores ni entre las palabras y las cosas, asi como tampoco hay conmensurabilidad entre las palabras consigo mismas y los discursos consigo xr Ibid, 12 Cf. Jacques Derrida, «Envio», en La deconstruccién en las fronteras de a filosofia, Barcelona: Ediciones Paidés, 1989, 77-122. 13 Cf. Sandino Niiiez, La vigis hembra engaftadora, Fnsayos resistentes sobre el lenguaje 7 al sujto, Montevideo: HUM, 2012 y Nitiez, 2017. mismos. El diélogo, bajo la ilusoria figura de una convergencia, esté marcado por la negatividad: no hay, pues, un te/os que podamos tomar como referencia para determinar la conmensurabilidad de los enunciados de un discurso, De esto se sigue que el malentendido es constitutivo de Ia comunicacién, com- pletamente irreductible. Decfamos en el titulo de este apartado que todos somos fregeanos. La teorfa de la referencia de Frege es una teoria del envio"s, 0 mejor, de su con mensurabilidad. Ella da cuenta del pacto semintico en el que vivimos, pues explica de qué manera los signos lingiifsticos conducen a las cosas del mundo, a pesar de que, como el propio Frege se queja, en no pocas ocasiones la co- rrespondencia uno a uno entre los signos y las palabras se desvanece (siempre en el dominio de las expresiones definidas). Esta falta de correspondencia se debe, en buena medida, a lo que Frege llama sentido y representacién. La nocidn de referencia, en Frege, supone la existencia de dos drdenes que se vinculan precisamente a través de la operacién referencial. Estos 6rde- hes no son, en rigor, equiparables: la realidad pose preeminencia, y el len- guaje, como un dedo indice, respondiendo a una légica indicativa o deietica, se dirige hacia las cosas para nombrarlas, para denotarlas, referirlas. La primera vez que Frege hace alusién al concepto de referencia dice: «Es natural considerar entonces que a un signo (nombre, unidn de palabras, signo escrito), ademas de lo designado, que podria llamarse la referencia del signo, va unido lo que yo quisiera denominar el sentido del signo, en el cual se halla contenido el modo de darse»’s. ‘Notese que, al hablar de referencia, Prege no puede dejar de mencionar otro aspecto propio del funcionamiento del signo: el sentido, ese «modo de darse» que no es posible desprender del objeto al que el signo se refiere, su referencia 0, més propiamente, el referente. Ahora bien, ese modo de darse (el sentido) equivale a los pensamientos de los que se compone un enuncia- do, pensamientos que no se confunden con las representaciones, de carieter subjetivo, afectivo, variable de persona a persona. El sentido, que se expre- sa en los pensamientos, en cambio, parece ser relativamente més invariable que la representacién y, sin embargo, afade Frege, no llega a ser totalmente objetivo como el objeto al que refiere un signo ni de naturaleza univoca, como lo requiere el légico alemsin. A medio camino entre la referencia y la representacién, el sentido de una expresion es la forma de darse al otro de esa expresién, y los pensamientos que asi se manifiestan. Por ello, podemos tener expresiones sin referencia, pero no sin sentido, como podria ser el conocido ejemplo EI actual rey de Francia es cave, donde todos entendemos lo que te estd diciendo, pero sabemos igualmente que no hay un referente real que se corresponda con ef actual rey de Francia. Otro tanto pasa si se habla, por Gi Gottlob Frege, -Sol om 14 Cf. Gottlob Frege, Sobre sentido y referencia», en Hstudios sobre semdntica [x892], Barcelona: Ediciones Folio, 2002, 51-86. 15 Ibid, 53- jote: entendemos el sentido de lo dicho, pero el enunciado , porque no hay un objeto en el mundo real que posea las ijote (a menos que incluyamos la Nocién, ejemplo, del Quijo carece de referencia propiedades que se predican del Qu de «mundos posibles»). : ; La propia distincidn de Frege (referencia y sentido) presupone un wafye- ra» en el que hay cosas que pueden ser referidas ya las que se pueden ajustar las palabras", A pesar de que Frege se queja de la imposibilidad de que las palabras se relacionen biunivocamente con los referentes a los que nos envfan (se queja a propésito de la nocién de sentido, para la cual exige que los nom- bres propios tengan un sentido y solo uno)", por lo que convendria construir un lenguaje légico que pudiera eliminar de su funcionamiento este «desper- fecto», y a pesar de que, como el propio articulo al que hacemos alusién lo muestra, Frege sigue construyendo las nociones de referencia y sentido acep- tando el «desperfecto» en cuestién, todo el aparato teérico y metodolégico se concentra en los enunciados que pueden someterse a la evidencia de los estados de cosas a los que refieren, particularmente las expresiones definidas (los tradicionales enunciados apofanticos). Este lenguaje «perfecto» sobre el que Frege desearia levantar su aparato tedrico de la referencia, ligado enteramente al valor de verdad de los enun- ciados declarativos (estos son verdaderos 0 falsos), es, si se quiere, el punto clave de la tensién que existe, precisamente, entre el lenguaje «perfecto» y su «imperfeccién», Dicha tensién, como se puede proponer, és la légica misma de funcionamiento del lenguaje; en otras palabras, podemos llamar lenguaje ala tensién irreductible y necesaria entre un lenguaje «perfecto», para el cual cada palabra tiene su correspondencia con una tinica cosa del mundo, y un lenguaje «imperfecto», que vendria a estropear el equilibrio designativo, est especie de armonfa que aparearfa una a una palabras y cosas, es decir, que pondria en relacién especular lenguaje y realidad. 16 Lasnociones de nombre propio, objeto y descripcidn definida aparecen en Frege intrinsecs- ‘mente ligadas en el interior de los enunciados simples, compuestos por un nombre propi? més un término conceptual. Sobre estas nociones, entonces, se edifica toda la teorfa de la referencia de Frege, asi como la teorfa de la representacién lingiifstica que Fernénde2 Moreno cree ver en el ldgico alemén. Pero dichas nociones presuponen una ontologit Positiva del lenguaje, segiin la cual este es subsidiario respecto de la realidad, a le que refleja o wrepresenta>, Para una critica de esta ontologéa, cf: Giorgio Agamben, Teaegi® 2 lenguaje. Del poder de Dios al juego de los niiios, Buenos Aires: Las cuarent®, 2022 i Nites, 20717. Para una critica'de la propuesta fregeana en su globalidad, of. Michel Fehon, as andades evident, Lingitistica, semdntica, filosofia|197 5}, Buenos Aires ‘ooperacién Floreal Gorini, 2016 17. Hay que sefalar que, pese a la que} que un nombre propio, que refiere ‘ecto, of. Pemnindes Moreno, Sol ‘aciGn lingiifstica en Frege», e en htps//wwwatnacsieer ne 18 CE Paul Henry, Le mouviais out a y a la exigencia, Frege asume la imposibilided 4 un objeto, pueda tener solo un sentido. A este 1 re el sentido, la referencia y la teoria de la repress” evista Invernacional de Fiasafia, 0, 2016, disp”? 's/pdfs/ MON 2009/Contrastes MON2009-02P4 Langue, Sujet et Discours, Paris: Klincksieck, 1977" El sentido, entonces, correlato entre las palabr: entre elas), de suerte que el valor de verdad de u puede Ilegar a constituir un problema, en |. mundo alos que refiren los nombres prop © corresponden con die gtin el cual hay referentes en el orden extralingiiistico al que las palabras apuntan o nos envian, dejando de lado la mediacién (el enguaje) a través de la cual «vemos» las cosas referidas, es decir, la mediacién irreductible e ineludible que hace a los objetos denotados, , Entonces, el sentido y la referencia presuponen que el lenguaje es un Envio hacia Tas cosas que componen la realidad y que tienen preeminencia sobre aquel. Y sin embargo, Pues aunque hasta los hablantes comunes sospechamos muchas veces, qui- zis, que el referente no es simplemente una casa, 0 no es algo de lo que pueda decirse, aprobleméticamente, «no es lenguaje>, puestos en el lengua- Jesin embargo todos creemos en el referente, todos aceptamos mudamente su caricter extralingtifstico, nos dejamos llevar por el envio, por la clara correspondencia entre el lenguaje y el mundo de la realidad, por el buen apareamiento entre las palabras y las cosas’, Aqui debemos sefialar que siempre ya estamos «puesto en el lenguaje, de manera que la creencia en el referente (el pacto semantico, dice Niifez) es condicién de posibilidad de funcionamiento del lenguaje. Por lo tanto, no es posible no ereer en el referente, porque esta creencia, que viene instalacla por defecto, es la que, en tiltimo término, nos permite hablar. A este respecto, aiiade Nifiez: Digamos que la reificacién o la naturalizacién del referente entonces no es solo inevitable sino necesaria para el funcionamiento del lenguaje. ¥ la circularidad semitca no es una fll del lenguje es su condicin misma de posibilidad. El referente, anclaje ilusorio de la circularidad del lenguaje, es lo imposible-necesario |... Deciamos, entonces, que la tensién entre un «lenguaje perfecto» y un le je imperfecto» (tensidn que no es una positividad, es decir, una puesta lengua : e a scion de dos cosas que efectivamente existen, que son asi en la realidad) oo ein ee co tro, ea lopica de funcionamiento. De esta manera, debe- nguaje mismo, s ; at e IC! ae Fa por «lenguaje perfecto» Ia creencia en el referente, esa idea mos enten rence dea simon, to eu ara a pritin discursive coe 19 Deesto se deriva s i 9° Fente, no deja de resultar un poco angustiante, 20 Nilfiez, 2012, 10. ax Ibid, rr ientifica eee al de Investigacion Cienti 3 que todos los hablantes aceptamos sin haberla aceptado voluntariamente por «lenguaje imperfecto» la puesta entre paréntesis de esa «perfecciéns, yj decir, del referente como punto de anclaje que permitiria el detenimiente del lenguaje en las cosas a las que refiere (Ilegado el caso, evitaria la disem. nacién®). Asf pues, el «lenguaje perfecto» es del orden de Jo imaginario oo. municativo) que domina todo decir, mientras que el «lenguaje imperfecto, es del orden de /o simbdlico, que introduce rupturas cr6nicas en el imaginario de perfeccién, aunque, al mismo tiempo, muestra su necesidad. Y aqui, de nuevo, las palabras de Niifiez esclarecen el punto: ender el pacto seméntico, ese margen de inconsis- e exceso 0 ese defecto del pacto que nos permite antedrnoslo como problema, definirlo nuevamen- ituarnos con relacién a una consis- La posibilidad de susp’ tencia e ilegitimidad, es descreer de él, negarlo, pl te y superarlo, aparece solo si logramos si tencia y a una legitimidad imposibles-necesarias, no experienciables pero organizadoras de toda experiencia.

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