You are on page 1of 198
Los tsernbaga son un grupo maring de agricutorés que prec an la roza por fuego y ocupan un pequerio territorio en las laderas septentrionales de las montanas centrales de Nueva Guinea. A siderarios como parte de un complejo sistema ecolégico que incluve tanto a sus vecinos humanos como a la flora y fauna con las que cor parten su territorio, Rappaport argurnenta que su c ritual, aoarentemente referido a los espiritus, actlla en realicla Un’ mecanismo haméostatico que regula el tar porcina, ia superiicie cultivada, los perfodos de barbecho, e} geslo de energis en las actividades de subsistencia, [a ingestion de p1° einas, '2 relacién nombre-tierra y la frecuencia de los comba «£i estudio de los tsembaga de Rappaport deberia ser {sido nor \ados los estudiosos interesados en la etnografia de Nueva Guinaa © las funciones Je jas ritualos. Acemas, este libro deber'a se: ieide ot iodo el Gue estuviera in‘eresado er: la ecologia, cultural o nc Cerdos ;vara jos antepasad.s se convertira en el modelo de los es tudios de ecologia humana durante mucho tiempo.» Journal of A Saran Stee) iS secs | eee ay wii 170007622 E| ritual en la ecologi: de un pueblo en Nueva Guin x tile ventune de espa etre, a siglo veintiuno argentina editores, sa siglo veintiuno de colombia, Itda Primera edicién en eastellano, marzo de 1987 © Siglo XXI de Espaia, S. A Calle Plaza, 5, 28043 Madrid Primera edicin en inglés, 1968 © Yale University Press, New Haven y Londres ‘Titulo original: Pigs for the ancestors. Ritual in the ecology of a New Guinea people Derechos reservados conforme ala ley Impreso y hecho en Espasa Printed and made in Spain Disefio de fa cubierta: El Cubsi ISBN: 84-323-0595.2 Deposito legal: M. 9.232-1987 Forocomposicién: EFCA, , A. ‘Avda. Doctor Federico Rubio y Gali, 16 Impreso en Closas-Oreoyen, S. L. Poligono Igarsa Paracuellos de Jarama (Madrid) A mis padres, mi esposa, mis hijos Prélogo, Andrew P. Vayda Prefacio “Nota sobre la ortografia maring..... “1, RITUAL, ECOLOGIA ¥ sIsTEMAS.. 1. LOS TSEMBAGA i "El pueblo, su localizacion y sus relaciones lingstieas, 8 —De- mografia y aspecto fsico, 14.—Dispersion de la poblacion y or- ‘ganizacion social, 18—Estructura politica, 30, 3, RELACIONES CON FL MEDIO AMBIENTE. i El medio ambiente, 34.—Subsistencia, 44.—Dieta, 78.—Los li- mites del sistema, 96.—Sistema y ecosistema, 106. l. RELACIONES CON OTRAS POBLACIONES LOCALES Ubicacién de los demis grupos, 108—Relaciones amisto- | s35, 10.—Relaciones hosiles, 119. 5. EL CICLO RITUAL... 5 Doracién del ciclo, 166.—El kato, 180.—Fin de la equa eins tauraci6n de la paz, 236.—Ciclo ritual e integracin zonal, 239. 6. RITUAL ¥ REGULACION DE LOS SISTEMAS ECOLOGICOS. Ph. 4 108 166 28 vu Indice Bi) Geeta de energja en la horticuleura 20 6 Grecimiento secundario. = 7. Wegetales que se plantan habitualment. # Recursos aves. » 9 La di€t& ee renna : 32 10. Capacidad de sustentacin 322 Bibliografia.. 37 Bibliografia en espaiiol sobre Nueva Guinea y sobre Melanesia en ge- nen. 2 345 Indice analitico 349 ILUSTRACIONES MAPA, Localizacin de los maring y sus vetin0S miumisnineunne 10-1 FOTOGRAFIAS. A continuaciOn de la p. 170 PROLOGO. Bl estudio de Roy Rappaport sobre ls funciones del ritual en un pue- blo agricultor primitivo es uno de los primeros que se publican so- bre la etnografia de la periferia de las montafias de Nueva Guinea — Aqui se encontré, en tiempos del trabajo de campo de Rappaport, "Io que A. P. Elkin, en su informe de las necesidades de investiga. "ign urgentes de 1961, describia como uno de los pucblos virgenes dde la Nueva Guinea australiana !*., Ademas, como predijo Elkin y ‘como nos muestra ahora RappaportHa adaptacion cultural ha adqui " rido, en las zonas periféricas de la meseta, formas algo diferentes de Tas que adoptaron las zonas centrales} Este libro ayuda a Henar los yacfos mas evidentes en la etnografia neoguinea *. Con todo, este libro no esti(dedicado sélo a los especialistas en Nueva Guinea, sino que posee interés para todos aquéllos preocupa- dos porjlos problemas del andlisis funcional, la ecologin humana y el BP cliaoryAqutatn percmentts guaas obeeraceneh byre algunos de estos problemas en relacién con el estudio de Rappa- El anilisis funcional en las ciencias sociales ha side ampliamente Griticado desde diversos puntos de vista. Entre las erfticas mas comu- “465 se hallan tres que son importantes para nuestras consideraciones: A) que el andlsis funcional es inadecuado para expliccr la presencia \ Urgent reseach in Ausraian New Guinea and Papuan, Blea of Ineratcnal Commitice on Urgent Anthropological and Ethnelogial Research, 4.1961, pp. 1725. 2 ae : & Nueva Geinesautalan, junto con el Testorio de Papa (ritinjco), se inde- Pendiaron, widos, en 1978, ras casi cin aos de dominacion colo. Hoy el mue- ¥9 pais se lama Papia-Nuera Guines(N. dl.) de Ry ilizazemos cl ajeivoy sustanvo «neogineo» pare refermos 2a gran ila Nueva Guinea en su conjnio, hoy dvidida en dos porcione, una independiente, mit-Nueva Goines, y ota bajo soberan indonesia, Iran Jaya, Djreor =n. 10» Gicamente para todo lo eerene a Estado soberand de Papoa Nueva Gur a i a x Andrew P. Vayda o.el origen de los rasgos ¢ instituciones culturales; 2) que el anilis funcional es unilateral y casi «panglossiano» por su hincapié en la ut lidad, la armonia, la integraci6n, la coherencia, etc., en el status quo; ¥3) que puede no haber una comprobacién objetiva de las hipote- sis en el andlisis funcional debido a Ia falta de un sentido empirico claro de tétminos y conceptos cruciales. La prim a se basa en el reconocimiento de que mas de un +asgo © institucién pueden cumplir una funcién especifica. De ahi que demostrar las funciones de determinados rasgos culturales no ex- plica por qué son estos, y no otras alternativas funcionales, los que estdn presentes 0 se han desarrollado en un lugar o tiempo concreto. La critica es valida desde un punto de vista logico, peto resulta asimismo improcedente si el objeto del andlisis es, como para Rap- aport, una demostracién de cémo funcionan las cosas, mas que una explicacién de por qué existen o cémo han llegado a existir. En el es- tudio de Rappaporr, la presencia de ciertos rituales del repertorio cul- tural del pueblo maring se dan simplemente por sentados, y el pro- bblema es mostrar c6mo tales rituales operan con relacién a diversos procesos del medio ambiente y con relacién al uso de la tierra, a la guerra, a la distribucion de alimentos y a otras actividades maring * Mis exactamente, el problema ef Hay algo © «caso», 4 castellana en euno», it alemana, u francesa, + oew francesa en «boeuf», 6 alemana. onsonantes: +b francesa, italiana, ingles} castellana en «ambos» 0 en «lim- bo» (no en «saber 0 en «acaba»). (En maring la b inicial conlleva una leve prenasélizaci6n: *B.) ch castellana, tch francesa, ch inglesa Roy A. Reppepor +d dura francesa, italiana, castellana en «anda» 0 en «candor» (pero no en «lado»), (Bn maring lad inicial conlleva una leve prenasalizacién; "D,) £ + feastellana en «fama». 8 +g castellana en stengo» o en «venga» (pero no en «hago» o en «legado»). (En maring Ia g inicial conleva una leve prenasalizaci6nt #6), aspirad, como en inglés chaver, como la jandaluza en «dejay J inglesa en «John», dj francesa, Ae inglesa, francesa, castellana (como en skilo») J castellana (nunca como { catalana), francesa, italiana. ‘m castellana en «mano». an castellana en «no». A castellana en cnifio» 0 «pifias, nng inglesa en «thing», ng castellana en «tango». (Bl teaductor preferiia utilizar el grupo ng, que responde de for- ima més inmediata a ls pronunciacién de ese sonido por parte de un espanol; el signo propuesto por el autor es el wilinado Ror los lingtistas en el alfabeto fonético internacional, es poco onocido por los no especialisas. En las transcripciones de ecte sentido, la del traductor aparecers entre corchetes.) P+ peastellana en «papar, ¥ + r espafiola, italiana, arabe; al comienzo de una palabra no se Pronuncia «doble» sino «sencilla», 5 +s castellana en «sano» 0 «sosas. Es un sonido pricticamente inexistente en maring, {+ tcastellana, italiana, portuguesa (no ¢ inglesa). ¥ +» francesa, italiana, inglesa, portuguesa, mallorquina, nunca castellana. Ww inglesa, w semiconsonantica castellana en shueso». ¥ + como y inglesa o francesa, como j alemana o italiana, casi como J castellana (no manchega) en «yon, «ya», chayan, ete. de: 2 catalana en «analitar», italiana en «mezzoo, de inglesa en «adze>, ts + italiana en «pazzo» o alemana en «Zeite; tz vasca en «baietz» © en «gatze, eas gers Aunque la zona ocupada por los maring no es muy extensa, se dan diferencias entre los grupos locales tanto en la promunciacion de cien, 08 fonemas como en cierto términos del vocabulario. La pronun- ota sobre le ertografia maring xt a on ser considera- ion y los términos incluidos en este estudio deben ser consi eel sor co ls conncresies pores gu on Be le a vide eee a eee ree lizados por la poblacién maring en su totalida Bec brcisns mocdea trabajo de campo entre los ma- Bing dominio de e lengua fr sulin como pars que pudise i mento etnogrifico; sobre todc en la Fede eemcscursci ee Genteeio susie aoe ish ". El uso del pidgin requeria la presencia de irtérpretes, pues ec bg fable ss legua Fen usilizados dos intérpretes alternativamente, y en las cuestiones en las que habia ambigiiedad o en las que se temia que hubiese un error o una mala interpretacion, Ja informacién obtenida con la ayuda de uno de los intérpretes era comprobada por medio del otro. joey mss comple que no posse cpl Ce eractursgrarstcal uy ficada, nacida del contacto (colonial) Bite Ja lengua nee ea re ai ea ee mero ‘bs mar de Melanesia). En el presente libro, el autor deberia utilizar, mis 1. RITUAL, ECOLOGIA Y SISTEMAS Son muchos los estudios funcionalistas del comportamiento religioso euya finalidad analitica es la eluci de acontecimientos, proce- 08 0 relaciones que tienen lugar en ef seno de un grupo social de cual- quier clase. Los trabajos de Chapple y Conn (1942, 9. 507), Durk= heim (1912), Gluckman (1952), Malinowski (1948) y Radcliffe-Brown (1952) pueden citarse como ejemplo. He bien el radio de accién de la unidad social no suele ser explici- tado, parece ser que en algunos estudios se trata de lo que Durkheim amaba una «Iglesia, es decir, «una sociedad cuyos miembros se ha- flan unidos por el hecho de pensar de la misma manera respecto de lo sagrado y respecto de sus relaciones con lo profano, y por el he- cho de traducir estas ideas comunes en pricticas comunes». (Durk- heim, 1961, p. 59.) Con frecuencia, sin embargo, es un grupo menor ¥y mas restringido el que proporciona el contexto en el que se estudia 1 papel del ritual con relacién a otros aspectos de la cultura. Tales ‘unidades, compuestas por agregados de individuos que consideran que su bienestar colectivo depende de un cuerpo comtin de actuacio- nies rituales, podrian ser denominadas «congregaciones». En gran ni mero de sociedades de pequefia escala el término congregacién coin- cide con la expresidn grupo local. Este es el caso, en el presente es- fad, de los cembags po teriormente en que se centra principalmente no en el papel que des- empeiia el ritual en las relaciones existentes en el seno de una con- én, sino mas bien ¢ ‘0s rituales maring son acciones conv. s destinadas a hacer que fuerzas no empiricas (sobrenaturales) inte-vengan en los asuntos humanos ', Si bien algunos autores han hecho sugerencias * Esta afirmacidn es meramentedescriptva. No pretende ser unt definiion del ri- tual maring,y mucho menos del ritual en general E Roy A. Rappaport acerca del posible papel del ritual en la adecuaci6n de los grupos so- ciales a sus respectivos entornos ?, este problema no ha llamado la atenci6n de demasiados estudiantes de religién o de ecologia huma- | na, Algunos autores, interpretando lo que parecen ser précticas eco- | nomicamente despilfarradoras, son de la opinién de que el ritual in- terfiera con frecuencia en una explotacién eficiente del medio am. | biente *. Otros autores han aceptado ticitamente que las relaciones empfricas de la congregacién con su entorno no se ven afectadas por | Jas actividades rituales. | | Giertamente, una de las més importantes teorias funcionalistas de la religion se basa en el supuesto de la independencia empirica recfpro- a entre el ritual y el mundo exterior a la congregacién, Esta teoria afirma que, dado que los hombres son incapaces de controlar mu- hos de los acontecimientos y procesos de su entorno que son de crucial importancia para ellos, experimentan una sensaci6n de desam. paro. Este desamparo produce ansiedad, temor e inseguridad. La eje- cuci6n de los rituales suprime la ansiedad, disipa el temor y propor- ciona una sensacién de seguridad. Una cita de George Homans re- sume muy bien este razonamiento: Las acciones rituales no producen un resultado prietico en el mundo exte- flor: ésta es una de las razones por las que las llamamos rituaes, Pero esto fo significa que el ritual no tenga ninguna funcién, Su funcidn no esté rela. Sionada con el mundo exterior a la sociedad, sino con la constiucién interna de esa sociedad. Da confianza a sus miembros, disipa su ansiedad y diseipl- 1a su organizacion social [1941, p. 172) No hay argumentos que oponer a las funciones psicoldgieas o socio~ logicas que Homans y otros han atribuido al ritual. Pero puede afir- Imarse que, en ciertos casos, ls acciones rituales producen realmente 2 [Bmtre Jos que han hecho tales sugerencias se encuentran Brown y Brookfield (1958, 1963), Cook (1946), Firth (1929, 1950), Freeman (1955, Iikowitz (1951) Moo- fe (1957), Seow (1962) y Vayda, Leeds y Smith (1961. El interés t cenra aqui en ol ritual mas que en el tab, que puede descrbirse como una prohibicioa eon respaldo sobrenatural de un comportamiento fisicamence posible. Debemos mencionat, con todo, que cierto niimero de autores han sefalado cl posi ses Ia conservation de las recurs y qu un reciente nico aclarsdo el papel decisivo del tabi contra el consumo de came de vaca en la ecologis humans dels India} af » Vease, por ciemplo, Luzbetak (1954, p. 113) en lo que se refiere al despilfrro en una festa dl cerdo de Nueva Guinea, a Ritual, eologia y sistema 3 un sresultado prictico en el mundo exter Afirmar sin més que las acciones rituales de una poblacién deter- minada pueden afectar de manera mensurable a los componentes de su:medio ambiente equivale a afirmar algo que es obvio, pero no tri- vial. Si, para ejecutar-un ritual, un hombre corta un irbol, el medio ambiente se ve afectado. Si el ritual requiere agasajat a-un gran ni mero de visitantes con fiestas prolongadas y prédigss, se plantarn huettos, 0 se sacrificardn més animales salvajes de lo habitual, 0 se ecolectarin cantidades especialmente grandes de vegetales silvestres. Todas éstas son acciones que afectan al medio ambiertte, sea cual sea su definicién. Pero nuestro principal interés aqui no es considerat los efectos ob- vios de requisitos rituales aislados, Nue é ‘ la maring de Nueva Guinea se efec- tian, por medio del ritual, las siguientes operaciones: tsembaga y otros grupos de 1} Se regulan las relaciones entre las personas, los cerdos y. los hhuertos, La regulacién acta directamente para protezer a la pobla- ‘in del posible parasitismo y competencia de sus propios cerdos, ¢ indirectamente para proteger el medio ambiente ayudando a la con- servaci6n de extensas zonas de bosque virgen y garantizando la exis- tencia de una adecuada relacién entre cultivos y barbechos en el bos- que secundario, 2.) Se regulan el sacrificio, la distribucién y el consumo de cer- dos se resalta el valor del cerdo en la dieta 3. Seregula el consumo de animales no domesticados de una ma- nera.que tiende a realzar su valor para la poblacién ea su conjunto 4.) Se conserva la fauna marsupial. 5.) Se lleva a cabo una ulterior dispersion de la peblacién por el territorio, y una redistribucién de la tierra entre los grupos te- ritoriales 16. Se regula la frecuencia de las guerras. Se mitiga la gravedad de los combates intergrupales, 4 Roy A. Rappeport 8) Se facilita el intereambio de bienes y personas entre los gru- pos locales. Los términos regular o regula~ mr itnplican Ta existencia de un sistema; un sistema es un conjunto de variables dadas en el que cualquier cambio en el valor de una de las variables da como resultado un eambio en el valor de al menos ln! otra variable. Un mecanismo regulador es el que permite mantener i. los valores de una'o més variables demtro de una o varias gamas que permiten la existencia continuada del sistema.) Vie Hay que destacar que ni Ios tsembaga ni cualquiera de los com- Ponentes de su medio ambiente son. en si mismos variables, Como dice Fagen (1962, p. 506), «una variable es una dimension particular de una entidad, no la entidad misma». Por ejemplo, podria conside- arse una variable no los tsembaga como tales, sino las dimensiones de la poblacién tsembaga. Podria definirse como una variable la cane tidad de tierra cultivada, expresada en hectéreas pero no los huertos como tales. EL termi mn puede aplicarse a Tos sistemas en los cuales un cambio cn el valor de una variable da comienzo a un proceso que o bien limita un uede involucrar mecanismos especiales que cambian los valo- **~ res de ciertas variables como respuesta a los cambios en los valores “4. ulterior o bien sitéia de nuevo el valor en su nivel inicial fess dna eee ae de otras, Por ejemplo, los termostatos pueden ser considerados me- canismos reguladores mecinicos en sistemas en los que una cantidad mensurable de calor que emana intermitentemente de una fuente con- trolada y la temperatura del medio circundante son variables, Puede ° ’odrian considerarse asimismo otras muchas iuusl, ecology ssternas 5 variables adicionales. Aun cuando no ha sido posible en todos los “mane re scissors in base de mediciones realizadas i sit. Como ha sefialado Collins (1965, p. 281), («el anilisis ee no establece ninguna regla relativa a la naturaleza de las variables... 7 que Sante seen leuiad de variables es producto de “ir 2.5 las hipotesis relativas a las posibles interrelaciones entre los fendme- ~ ; nos que se investigan, y éstos, a su vez, derivan de los intereses y de las concepciones teéricas del analista) Las hipétesis que han condu- cido a la seleccién de variables en este trabajo han sido ya enunciadas bajo la forma de una serie de proposiciones referentes al papel del ri tual en la adaptacién de los tsembaga a su entorno,/Subyacente a es- tas hip6tesis se halla el convencimiento de que puede ser muy: ren- table considerar la cultura, en algunos de sus aspectos, como parte de los medios por los que los animales de en mantenerse en su medio, La cultura no es més que un término wsilizado para referimos a las tcnieas predominantes en una poblacién (humana) por las que ésta consigue mante nnerse en su habitat. Por ello, los componentes de la cultura humana son le ticos en principio a los que hacen que la abeja produzea miel, que las aves realicen actividades nidificadoras y que los cartvoros tengzn hibitos eaza- ores. Argumentar que estos tltimos son instintos mientras que los prime ros no lo son es dar por sentado lo que se pr La afirmacién de Hawley tiene importantes implicaciones metodol6- sicas y te6ricas para la antropologia cultural, y Vayda y yo (Vayda y Rappaport, en prensa) hemos sefalado algunas de ellas: isponer de unidades que encajea en los marcos fe referencia de los ecologistas es un procedimiento que gaza de evidentes ventajas. Las poblaciones humanas consideradas como tnidades son conmen- surables a las demas unidades con las que interacvian para dar lugar a redes : Roy A. Rappaport alimentarias, comunidades bidticas y ecosistemas, La apropiaién de energia ‘costa de las otras unidades y los intercambios de material con ellas pueden ser medidos y por tanto descritos en términos cuantitativos, No existe al ven. a de conmensurabilidad cuando las cultuas e convierten en unidades, pes las cultura, a diferencia de ls poblaciones humanas, no son alimentadss por predadores, no estin limitadas por la disponibilidad de alimentos, ni son de bilitadas por la enfermedad, Para edoptar poblaciones y ecosistemas como unidades de andlisis, in= sistamos en ello, no es preciso sacrificar el principal objetiva de laa tropologia, que es dilucidar los fenémenos culturales. Al contratio, con este procedimiento se pueden llevar a cabo importantes cont buciones 2 Ja consecucién de esa meta. Una poblacién puede ser de- finida como un agregado de organismos que poseen en comtin cier~ tos medios distintos destinados a la conservacin de un conjunto de relaciones materiales con Ios demés i el que se hallan incluidos. idlogo G. G. Simpson p: T6Yha sugerido que el estudio de los fenémenos culturales dentro de un marco ecoldgico general puede proporcionar nuevos co= hocimientos sobre Ia cultura, «por ejemplo, en sus aspectos adapes- tivos y en la consiguiente interaccién con la seleccién natural», En el presente trabajo hemos seguido las directrices sugeridas por Hawley y Simpson. Consideramos a los tsembaga como una pobla- ci6n ecolégica en un ecosistema que engloba también a otros orga- rnismos vivos y sustancias inanimadas que se hallan dentro de los Ii- mites del territorio tsembaga. Los rituales en los que se centra este estudio son interpretados como parte de los medios distintivos con los cuales una poblacién, en este caso los tsembaga, se relaciona con los demas componentes que ocupan zonas fuera de los limites del te- rritorios tsembaga, [Quiz deba aclararse que el funcionamiento del ritual como me- canismo regulador no tienen por qué ser comprendido necesariamen- te por los tsembaga, En el lenguaje sociolégico, la regulacion es una ~funcién latente> (Merton, 1949, pp. 19 ss,) del ritual tsembaga. Los Propios tsembaga consideran que la finalidad de los rituales tiene que ver, mas bien, con las relaciones entre la poblacién y diversos espi- Ritual cology sistemas se estudian en este trabajo son considerados por los tembaga capa- sresente esi Tiatives sobre los ri- Wcaieas deny baet aise dalad concepciones nativas en una des- cripcién de relaciones eeoldgicas nos permite plantear algunas impor- tantes cuestiones sobre la ideologia. Podemos pregintarnos, por: ejemplo, si las acciones emprendidas partiendo de interpretaciones que no son empiricamente validas, pueden ser, no obstante, apropia~ das a la situaci6n real en la que se encuentran los propios actores. 4 EL PUEBLO, SU LOCALIZACION Y SUS RELACIONES LINGUISTICAS Los tsembaga forman un grupo humano de unos 200 individuos de engua maring que habita en el Distrito de Madang, en el Territorio de Nueva Guinea, administrado por Australia. La denominacion ssembaga aplicada a este grupo de clans es reciente, pues fue utili. ada pot primera vez como tal por un oficial de una patrulla guber- hamental en 1960. Anteriormente, el término tsembaga se aplicaba tan s6lo a uno de los clanes; el grupo en su conjunto carecta de de- nominacién. A partir de 1960, sin embargo, el uso del término tsem- taza para designar a tod el grupo local no slo fu inchido euidas losamente en los registros y en los maps, sino que fu iframent nos regisuos yen los maps, sino que fue adopado por Los tsembaga ocupan un tevtorio con una superficie ligeramen+ te superior alos 7 km.2, y se halla situado aproximadamente entre los 5° de Jatitud Sur. Y los 145° de longitud Este, en la ladera meridional del valle de Simbai, que separa, en esta regién, la cordllera de Bis- marek, al sur, y una cufa de la cordillera de Schrader, al norte. El terreno es muy montaioso, y va ascendiendo, en el trozo correspon- dlcnte al exiguo territorio tsembaga, de los 660 m. de altura en el ri hasta los 2.200 m. en lo mis alto de la cortillera ; su mayor parte esta cubierto de denso: en pueden encontrarse algunos pequefios restos de bos- que primario y unas pocas extensiones de pradera, El contacto de los tsembaga con los europeos no habia sido muy Brande en tiempos de nuestro trabajo de campo (octubre de 1962-di- ciembre de 1963). La primera patrulla del gobiemo australiano que Penetré en el drea s6lo cruz6 el territorio en 1954. Durante varios alles no volvié a aparecer otra. El valle de Simbai fue pacificado en i i iit lll ee Los embaga 2 1958, pero el gobierno no consideré el territorio oficialmente bajo. control hasta 1962. En 1959, el gobierno australiano nombré a-un li- Iuai (jefe) y a un tuleul (ayudante del jefe); en 1961 fue nombrado otro tultul. Con todo, las prerrogativas de estos jefes gubernamenta- les, en 1963, estaban generalmente restringidas a las relaciones con el gobierno. Tanto los nombrados como el pueblo en general conside- aban que tales cargos eran en gran medida inoperantes en los asun- tos internos. En tiempos del trabajo de campo, sélo dos j6venes tsembaga ha- bian salido fuera del territorio maring en calidad de trabajadores con- tratados, y todavia no habian vuelto. Aunque la misién anglicana habia tenido puestos en el territorio de otros dos grupos del valle de Simbai durante varios afos, los tsembaga no estaban evangelizados, ¥y sus creencias y pricticas religiosas no inclu‘an, al parecer, elemen- tos europeos. Ningiin tsembaga hablaba pidgin English, y solamente ‘unos cuantos de los mas j6venes habian visitado alguna ver el puesto de la patrulla gubernamental, creado en 1959 en la cabecera del rio ‘Simbai, a unos 40 km. de distancia por sendero, hasta l momento de nuestra llegada, ‘Sin embargo, como es natural, jcomenz6 mu-_ cho antes. Los primer jegaron a manos de los tsembaga a finales de la década de T940 y + comienzos de la de 1950 Jos instrumentos de_piedra habian sido sustituidos completamente. También las bablemente de origen europeo, penetra~ ron en el territorio bastante antes de que lo hiciesex los blancos. Una epidemia de disenteria, conocida por el nombre en pidgin de sik man ®, acabé con la vida de gran nimero de personss a principios de la década de 1949, y hay pruebas de una epidemia de sarampién varios afios después ‘También el lego hasta los tsembaga mucho antes que los blancos. A comienzos de la década de 1940 Megaron hasta ellos, desde el norte, noticias de inminentes inundaciones, te-remotos y re~ tornos de los antepasados, junto con relatos sobre tesoros extrafios ‘que podrian recibir, Aunque siguieron las instrucciones, construyen- " Despus de nucstra marcha delterriorio tsembaga en diciembre de 1963 se habl6 de slgunos choques de pequoiaentidad y de breve duracin que se habian producido centre los maring del valle de Simba 7 Se sabe que 15 jovenes tembaga fueron contratdos en 1964 para wabsjar du ante dos aos. De sick man que signifies senfermos, en inglés (N. del T) Rg Roy A. Rappaport Los tsembaga ee ae ear Eek, LEYENDA Hostales del gobierno Distas de atrsizaje Grupos lingisticos (versles) Qt) Poblaciones locals (vetsalta) 02 "Puesto de parula deTebiboe PT Borendlg LOCALIZACION DE LOS MARING Y SUS VECINOS kaa in kde a. el 2 Ray A. Rappaport do edificios especiales, entre otras cosas, los antepasados no volvie- ron cargados de regalos en medio de inundaciones y terremotos, y los desilusionados wsembaga han permanecido mas o menos imper- meables desde entonces a toda platica sobre los cultos cargo. Los utensilios de acero y algu- nos cultivos ntievos, como el maiz y ciertas variedades de batata, han afectado sin duda a la produceién agricola, pero los tsembaga siguen basindose en la horticultura de subsistencia, y siguen disponiendo sus huertos segiin los patrones que prevalecfan cuando no habia ain maiz y cuando posefan tan sélo utensilios de piedra para trabajar. Los tsembaga forman uno de los veinte 0 mas grupos locales se- mejantes que componen el pueblo de lengua maring y que ocupan las tierras centrales de los valles de Simbai y Jimi. Fl tamafio de estos grupos oscila entre algo més de 100 individuos y 900; en total son aproximadamente 7 000 los individuos de lengua maring (o, como de forma ocasional y algo misteriosa se la llama en los mapas lingiisti- cos, de lengua yoadabe-watoare). Wurm (1964, p. 79) clasifica a los raring en la subfamilia jimi de la familia central de tronco de las Highlands de Nueva Guinea Oriental, que engloba a la mayorfa de las lenguas de la (micro) familia de las Highlands de Nueva Guinea Oriental. EI territorio maring es el mas septentrional de los habita- dos por los hablantes de lenguas de la familia central; las tierras al norte y al oeste de los maring estin habitadas por pueblos de habla karam y gants, cuyas lenguas estan s6lo lejanamente relacionadas con el wronco de las Highlands de Nueva Guinea Oriental ‘La familia central, que comprende al menos catorce lenguas con tun total de 286 000 hablantes (Wurm, 1964, p. 79), ocupa un amplio territorio en los distritos de las Highlands Orientales, Occidentales y Meridionales. Esta distribucién geografica sugiere que los antepa- sados de los tsembaga y de otros maring penetraron en el territorio que habitan hoy desde el sur. La existencia de extensas porciones de bosque virgen no ocupado al norte y al este de los grupos maring ras orientales apoya este punto de vista. Ademés, la tradici6n tsem- baga sina el origen de cuatro de sus cinco clanes constituyentes en el valle de Jimi, tres 0 cuatro generaciones atrés a partir de los indi- viduos de mediana edad en 1962 y 1963. La tradici6n tsembaga no ‘os tembaga Bb merece demasiada confianza desde un punto de vista historico. Pero su llegada reciente al territorio que ocupan actualmente es sugerida también por una prueba negativa: la carencia de todo signo claro de que el medio ambiente se haya degradado, y por otra positiva: el gran tamafio de los érboles que forman el bosque secundaric donde se han abierto los huertos, y los datos de muchos viejos informantes, los cus- les afirman que en los niveles inferiores existian extensas porciones de bosque primario hasta unos cuarenta © cincuenta sos antes del trabajo de campo. Los detalles relativos a los métodos de subsistencia de los tsem= baga serdn tratados en el pr6ximo capitulo, y en capitalos sucesivos se hablar de la relaciGn del ritual con las practicas de subsistencia y otros aspectos de la adaptacion de los tsembaga. Sin embargo, podria ser itil mencionar aqui que los tsembaga y otros mar.ng son horti- cultores de barbecho o agricultores itinerantes, que sitian sus huer- tas en el bosque secundario, Sus productos feculentos comprenden taro, flame, batata, mandioca y plitanos, pero disponen también de gran niimero de otros cultivos, entre los que se cuenta la cafia de azii- Car, numerosas verduras y el fruto del Pandanus conoideus (pidgin English: marita). También es importante la cria de cerdos) La caza, la captura con trampas y la recoleccién desempefian también su pa ppel en Ja subsistencia de los tsembaga; el cerdo salvaje. el casuario y los péjaros componen las presas mis importantes en la caza, y los marsupiales son los animales que con mayor frecuenda caen en las ‘trampas. Los productos de la recoleccién incluyen no s6lo algunos alimentos vegetales, en particular helechos comestibles, sino también ‘madera, fibras animales y vegetales utilizadas para vestidos, enreda- deras utilizadas como cuerdas, y hojas, frutos y tierras usados como tintes. La tecnologia de los tsembaga es simple. En los huertos sélo se utiliza el palo cavador, el hacha de acero y el machete, El arco y las flechas se emplean para la caza, y junto a las lanzas, las hachas y los escudos de madera, forman parte de la tecnologia bélics. Las trampas incluyen cepos, entramados y hoyos. Como recipientes se usan ca- labazas y tubos de bambi; los tubos de bambi sirven también oca- sionalmente para cocinar. Aparte de éstos no hay otros: a mayor par- te de los alimentos se preparan cocinindolos directamente sobre el fuego o en hornos de tierra. Los sacos de red, taparrabos, gorros y delantales de cuerda se tejen con diversas fibras; las fas, os cintu~ rones y brazaletes, de tejido muy complejo, se confeecionan con ta- 14 Roy A. Rappaport llos de orquideas, y algunas prendas se elaboran con corteza. Antes del establecimiento de los puestos de patrulla de los valles de Jimi y Simbai, en 1956 y 1959 respectivamente, los tsembaga manufactura~ ban sal hirviendo agua procedente de manantiales de agua mineral Gran parte de su produccién de sal se comerciaba en otros tiempos, en el sur, mis alli de las montafias, a cambio de hojas de hacha de piedra; la piedra se extraia, se trabajaba y se pulimentaba en el valle de Jimi./ (Los hombres y las mujeres viven en casas separadas. En 1962 y 1963, las casas de los hombres, que cobijaban a los varones mayores de siete u ocho anos, tenfan entre dos y catorce ocupantes. Toda mu- jer casada o viuda reside en una casa Separada, junto a sus hijas sol- teras, hijos pequeiios y cerdos.| a preparacién de la comida tiene lu- gar, la mayor parte de las veces, en las casas de las mujeres. Aunque Ia disposicion interior de las casas de los hombres es algo diferente de la de las mujeres, su tamaio y constraccién es similar.) El arma- z6n de unas y otras esta construido con madera ligera, y los techos y las paredes estén barbados con hojas de pandanus. Las dimensio- nes de las casas de los hombres oscilan entre 2m. de ancho por 6 m. de largo y 3 m. de ancho por 10 m. de largo, y Ia altura del eaballete del tejado entre 1,5 y 2m. Las casas de las mujeres tienen una lon- gitud y una anchura andlogas a las de los hombres, pero por término medio son mas bajas. En todo caso, una parte del interior de las ca- sas de las mujeres esta destinada a dar cobijo a los cerdos, cada uno de los cuales se acomoda en una cochiquera separada con entrada pro- pia desde el exterior. DEMOGRAFIA Y ASPECTO FISICO ‘Tanto los métodos de subsistencia como las necesidades tras de los tsembaga serin tratados en el proximo capitulo, donde intentare- mos calcular el mémero méximo de personas que pueden proseguir sus actividades de subsistencia en el territorio tsembaga. Entre las ea~ racteristicas biolégicas de la poblaci6n tsembaga relacionadas con és- tas u otras estimaciones que haremos posteriormente se hallan: 1) el numero total de individuos que forman la poblacién; 2) la composi- cién de la poblacién por edades y sexos, y 3) las medidas medias del cuerpo de los individuos. La informacién referente a la demografia y Los tembaga 15 ala ontogenia tsembaga s6lo puede ser perfilada aqui. Los anilisis de los factores subyacentes seran publicados en otros lugares por otros investigadores. Densidad de poblacién Entre octubre de 1962 y diciembre de 1963, la poblaciéa local del te- rritorio tsembaga pasé de 196 a 204 personas (a cifta mas alta sera Ja que utilicemos en calculos posteriorcs). Hay claras pruebas de que la poblacién era notablemente més nu- merosa antes de la época del trabajo de campo. Entre otras cosas, unos veinicinco tsembaga vivian, en cuanto a la residencia, en situa cin de sororilocalidad, de uxorilocalidad, o de matrilocalidad con ‘otros grupos locales en 1963. Estas personas, o sus padres, habian vi- vido en territorio tsembaga hasta que la derrota militar de 1953 obli- 6 a los tsembaga a huir. La mayoria de los tscmbags habian vuelto 4 su territorio en 1963, pero esos veinticinco mencionados segufan fuera de él. Ademés los informantes coinciden en afirmar que tiempo aris habja muchos més habitantes, y las genealogias asi lo confir- ‘man. Ellos atribuyen a las enfermedades una gran patte de la dismi- nucién de la poblacién, aunque admiten que muchos murieron tam- bién en combate, Los primeros afios del contacto son especialmente peligrosos para grupos humanos como el de los tsembaga, pues se ha- Ilan expuestos a nuevas causas de mortalidad, sobre todo enfermeda- des, antes de que las viejas, y en particular la guerra, sean suprimidas, Teniendo en cuenta el nimero de tsembaga que hoy residen en otros lugares, y considerando la unanimidad entre los informantes y Ja confirmacién proporcionada por las genealogias, es probable que en las décadas de 1920 y 1930 hubiera una poblaciér de 250 a 300 personas. Estructura de le poblaciin La composicién de la poblacién tsembaga por edades y sexos puede ‘encontrarse en el cuadro 1. Algunas de las caracteristicas dela estruc- tura de la poblacién tsembaga, y en particular el desequilibrio entre vvarones y mujeres en las categorias mas j6venes y el cambio en la pro- 16 Roy A. Rappaport CUADRO 1. Estructura de La poblacién tsembaga, noviembre de 1963 (total 204) edad estimada vyarones 114 Oc? mujeres 90 Cael Met etie=l 7, peel len 2) eral | oon, porcién de varones y mujeres a la edad de veinticinco aitos, requie- fen un comentario. Los tsembaga, que admiten alegremente que matan a uno de los gemelos, o a los dos, niegan undnimemente la préctica del infantici- dio femenino. Ellos mismos subrayan la importancia econémica de Jas mujeres, ¢ insintan que matar a las nifias seria estdpido. La in- version de la proporcién usual en la categoria estimada de cinco a diez anos de edad parece confirmar la sinceridad de sus protestas. 'No es posible llegar a una explicacin en este momento. Los da- tos son insuficientes para poder decir con alguna cerseza si la dispa~ ridad es resultado de las frecuencias diferenciales en los nacimientos Los embage 7 de varones y mujeres, 0 de las diferencias en la tasa de supervivencia de varones y mujeres, o de ambas. Los datos son suficientes para in- dicar, con todo, que el déficit de mujeres, aun cuando se presenta de forma especialmente notable entre los tsembaga, no es exclusivo de ellos. A. P. Vayda elaboré un censo cuyas cifras indican un total de 3722 varones y 3 420 mujeres maring, y una tinica poblacién local en la que las mujeres superan numéricamence a los varones. Tampo- co ésta es una diferencia exclusiva de los maring. Un exceso de va~ rones existe también entre la poblacién del Distrito de Tor, en'Irian Occidental. Como sucede entre los tsembaga, el desequilibrio entre Jos sexos es mas notable en las categorias mas jévenes, y Oosterwal (1961, pp. 37 s.) lo atribuye a la mayor frecuencia ée nacimientos masculinos. Hay que destacar que el desequilibrio de sexos existe pese al he- ‘cho de que, por lo menos, entre los tsembaga los varones sufrian ma- yyores pérdidas en las guerras que las mujeres. El eambio en la pro- porcién varones-mujeres entre los tsembaga a la edad estimada de veinticinco afios es efecto, como puede verse con bastante claridad, de las diferencias en las tasas de bajas. Medidas corporales Los tsembaga son de estatura muy baja. La estatura media de cua- renta y nueve mujeres adultas era de 1,37 m. oscilando entre 1,31 y 1,47 m. Su peso medio era de 38 kg. con una oscilacién entre 34 y 45 kg. El peso medio de cincuenta y nueve varones adultos era 46 kg. Sus pesos variaban entre 39 y 63 kg, Debido a que muchos jévenes de sexo masculino llevan peinados macizos, endurecidos con grasa extraida del fruto de la Marita pan- danus, s6lo pude hacer conjeturas sobre la localizacién del vértice del craneo. Por eso la estatura media registrada para los adultos, 1,47 m.y debe ser considerada como aproximada. Sin embargo, los extremos, 1,35 y 1,58m., estén representados por hombres con el cabello cor- . Hasta qué punto la estacura de los tsembaga es expresién de una constitucién genética y hasta qué punto es funcién de una deficiencia alimenticia, de una infestacién parasitaria y de otros fectores patol6- gicos, es algo que deberd ser determinado por investigasiones futuras. — As Rays Soper DISPERSION DE LA POBLACION ¥ ORGANIZACION SOCIAL. ‘unque existe una cantidad de un recurso necesario como ¢s la tiersa Gl iiciete pot iveniealas booed occ Jos tsembaga dentro de los limites de su territorio, ello no indica ne- cesariamente que cada tsembaga tenga suficiente para subvenir a sus necesidades. Numerosas sociedades se caracterizan por las diferencias cen el acceso a los recursos entre individuos o entre grupos. En algu- nas sociedades, esto va unido a la estratificacién social, En otras, puc~ de ser resultado de diferencias en el sino demogrifico de los grupos de descendencia poseedores de tierras. De ahi que sea necesario des- cribir el mecanismo social por el cual los tsembaga se dispersan por el territorio en sus actividades de subsistencia. (Los tsembaga forman una unidad territorial siniea por lo que res- pecta a la defensa, y todos los tsembaga pueden cazar, colocar tram~ pas y recolectar cualquier parte del territorio. Estos derechos sobre Tos recursos slvestes son exclusvos Es decir, lox miembros de otros pos locales no gozan de derechos sobre los recursos silvestres que ErPuentran en tertorio tsembaga , ala inverss, los tsembaga ca recen de tales derechos en los territorios de los demas grupos, ‘Aunque la totalidad del rerritorio-esta abierta a las actividades de caza y recoleccién de todos los tsembaga, se halla dividido en «sub- territorios», zonas més reducidas reivindicadas por grupos menor [La pertenencia a estos grupos menores es particularmente importan- te por lo que respecta a los derechos sobre las tierras horticolas. Los tsembaga estén organizados en cinco clanes supuestamente patrilineales (bai: raiz 0 yx kai: raiz. de hombres): merkai, tomegaiy tsembaga, kwibigai, y kamuggagai (kamunggagai], cuyos miembros oscilaban en 1963 entre las quince y' las setenta y ocho personas, in- cluyendo a las mujeres casadas con miembros de los grupos. Los cla- hes son las unidades mis amplias que se remiten a un antepasado comin, pero la existencia real de este antepasado slo puede ser demostrada ten el caso del exiguo clan kwibigai (veintiuna personas), cuyos miem- bros descienden en su totalidad de un inmigrante que llego a tierras tsembaga a finales del siglo x1x. Los dos clanes menores, tomegai (quince personas) y kwibigai, no estan segmentados, pero los tres mayores, kamupgagai [kamung- gagai], tsembaga y merkai, se hallan divididos cada uno, en tres seg- ‘mentos menores, 0 subclanes, llamados también kai o yu kat, cuyos miembros oscilan entre las siete y las treinta y siete personas. Los ql § Los teembaga 2 hombres de los subclanes reivindican la descendencia de un antepa- sado menos remoto que el antepasado comiin del clan, pero la des- cendencia no puede ser demostrada en todos los casos. Los subcla- nes poseen también su propio nombre, y en el caso de los tres clanes segmentados, los subclanes llevaban los mismos nombres: wendekai, amangai, y atigai (wend, el mas viejo; amang, el mediano; at, el mis joven), Idealmente, es el clan el que puede reivindicar un subterritorio, puesto que los tsembaga, como los demas maring, asocian el territo- tio con la agrupacién. Pero a pesar de que se dividen en cinco clanes, Ja divisin subterritorial del territorio tsembaga es sol tripartita. La mayor parte del territorio esta dividida en tres franjas adyacentes que van de las cumbres de las cordilleras al rfo Simbai; los kamungagai [kamunggagai] reclaman la franja occidental, los merkai la oriental y los tsembaga, kwibigai y tomegai reclaman conjuntariente el subte- rritorio central Aungue las reglas matrimoniales estipulan la exogzmia de clan, la ‘exogamia, de hecho, parece estar correlacionada de manera mas es- tticta con la divisi6n subterritorial. Los elanes wsembaga, tomegai y wibigai, que comparten un subterritorio comiin, son antigamos en- | tre si, y en el pasado se contraian matrimonios entre miembros de- subelanes separados en el seno del clan merkai, Creo que tales ma» trimonios interclinicos comenzaron a producirse en conjuncién con tun proceso de fisién clénica y quiz de separacion subterritorial, pro- ‘e¢50 que posteriormente se invirtié (como veremos mis adelante) Si bien los tres grupos subterritoriales parecen ser exdgamos, los ‘tsembaga en conjunto no lo son. De hecho, existe una preferencia ex- plicita y estadisticamente comprobable por los matrimonios con mu jeres de origen préximo. De las cincuenta mujeres casadas y viudas residentes en el territorio tsembaga en 1963, el 44 % era de origen tsembaga, y un 22 % provenia de los tuguma, que hebitaban inme- diatamente al este. Bl restante 34 % provenia de otros nueve grupos locales, que en la mayoria de los casos ocupaban tertitorios al otro Jado del rio o de las montafas, La subterritorialidad se expresa ritualmente. Ea ciertas ocasiones las reclamaciones sobre subterritorios quedan ratficadas plantando cen ellos pequefios érboles 0 arbustos llamados «yx min rumbims (yx i sespiritus» de los hombres; rumbim: Cordyline fruticosa (L.), A. Chev.; Cordyline terminalis, Kunth; pidgin English: tanker). ‘Todo miembro varén adulto del grupo subterritorial participa cn ste aa to nan epee ritual agarrando el rumbin en el momento de ser plantado, simboli- ando 25i tanto su conexién con la tierra como su pertenencia al g po que reclama la tierra Tos rituales que rodean al rumbim proporcionan un criterio adi- ional para distinguir alos tsembaga de los grupos adyacentes, pues el hecho de plantar y luego el de atrancar el rumbim llevado a cabo por los tres grupos subterritoriales tsembaga, y tinicamente por estos tres grupos, estan sincronizados y suclen tener lugar el mismo dia. ‘Ademis, todos los tsembaga se rednen para los rituales posteriores. Precisamente sobre la base de la coordinaci6n de algunos de estos ri- tuales y de su participacion conjunta y exclusiva en otros, podemos distinguir a los tsembaga, como congregaciGn unitaria, de los demas. ‘Los subterritorios estan divididos en zonas menores, reivindica-~ das por unidades més exiguas presuntamente patrilineales, tanto de lanes como de subclanes. Cada uno de tales grupos posee cierto mi- ‘mero de parcelas no contiguas esparcidas a través de todas las aleuras ‘del subterritorio. En Jas zonas cultivables estas parcelas son subdivi- didas ulteriormente en huertos, generalmente inferiores a media hec- tarea, de utilizacién individual. (Los hombres poseen derechos en todo el terreno dedicado a huertos del grupo subterritorial en virtud de su pertenencia al clan.o al subclan. Aunque tn individuo pueda reclamar el derecho a una de- terminada porcién de terreno para huerto, tanto a través de su he- rencia patrilineal como por haber desbrozado un trozo de bosque vir- gen, las injusticias suelen_ser reparadas rapidamente. Si un hombre. ispone de poco terreno heredado, puede, simplemente, pedir terra aun miembro mejor dotado de su propio subclin, y de este modo se realizan siempre, segiin parece, las transferencias a perpetuidad. ‘Un derecho individual a un terreno para huerto no es otra cosa, pues, que una mayordomfa para su subclan. Analogamente, el derecho de tin subelin sobre una porciéa de terreno puede ser considerado como una mayordomia para todo el clan. Si un subclin esta escaso de tie- 11a, no sélo los miembros del subclin pueden pedir y obtener con- cesiones de tierras de los miembros de los subclanes mejor dotados, sino que ademas puede haber concesiones de parcelas enteras por par~ te de otros subclanes,) En el caso de Ia agrupaci6n subterritorial de los tres clanes, la re- paracién de las injusticias en lo referente a la posesién de tierras tam- bién suele ser répida entre los miembros de los tres diferentes clanes. Es decir, en cuanto al acceso a la tierra, los tres clanes se relacionan Los twembaga zn entre si.como lo hacen los subclanes de un clan individual. Estos tres canes, que'en el presente son antigamos entre si, estin o ereen estar relacionados a través de las mujeres de generaciones ascendentes. cuando era posible casarse entre si.o.creen que lo era. Es decir, los miembros de los tres diferentes clanes se considerar: entre si como cognados, aun cuando con frecuencia no puedan determinarse las co- Hiexiones reales. Puede estimarse que aunque esta estructura multi- clinica contintia siendo de ire una agrupacién de tres conjuntos de descendencia agnaticia, ya que el principio de filiacién es la conexién patrilineal con uno de los tres clanes constitutivos, podria ser consi- derado, de facto, como un grupo de descendencia cognaticio. corpo~ tativa, ya que su doble afliacién le proporciona derechos sobre el te- rritorio comiin. Por ello me referiré a él como «agruipacién.cognati- iar. Aunque en lengua maring no hay ningan término para designar Ta clase de estructura que yo llamaria «agrupaciones cogoaticias», se podria sefialar que la existencia de agrupaciones cognaticias particu- lares, como unidades diferentes, se reconoce de forma nominal. Asi, | == Ja agrupacion que engloba a los clanes kwibigai, tomegai y tsembaga, ‘ se conoce corfio «tsembaga-tomegai>. Con todo, independientemente de que los derechos sobre la tie- rra se basen en la agnacién o en la cognaci6n, las diferencias serias que surgen a causa de la disponibilidad de la tierra en cl seno de los tres grupos subterrtoriales, son corregidas tan pron:o como se ha- cen patentes. Puede decirse que la facilidad de transferencia que mues-~ tra el sistema de posesién de la tierra de los tsembaga es paricular- mente ventajosa en sociedades organizadas en grupos sequefios, dado que los grupos pequeios son sumamente vulncrables a las fluctua ciones demogréficas repentinas y drasticas, independientes de las ex- perimentadas por sus vecinos. Las transferencias no sélo evitan las de- sigualdades sociales y evonémicas, sino que permiten proteger al en torno de la superexplotacidn en ciertas zohas, mientras que otras per- manecen subexplotadas, Pero los grupos subterritoriales son también pequeiios y por ello ‘estén sometidos en gran medida a flucksaonck devopiecat tales pendientes. Sin embargo, las concesiones de tierras de los miembros de un grupo subterritorial son frecuentes. En una muestra de 381 huertos Ilevada a cabo en 1961, 1962 y 1963, el horticultor trabajaba la tierra de un grupo subterritorial del que no era miembro en 94 ca- sos, es decir, en el 24,7 % de los casos. Asi pues, el uso de la tierra para la horticultura no es exclusivo del grupo agnaticio 0 cognaticio aa |, individuo establece huertos en tierras sobre las que Roy A. Rappaport {que reclama la tierra, Para decirlo de otra manera, con frecuencia un. su grupo. agnati- _-~ cio 0 cognaticio no tiene derechos. Aunque los tsembaga reconocen {que los derechos sobre tres zonas diferentes corresponden a tres grt pos distintos, los huertos tsembaga estén muy entremezclados. Quiz convendria aclarar que el modelo de residencia es en gran’ medida independiente del uso de la tierra. Las distancias no son gran des, y un individuo puede conservar —y por lo general es lo que hhace— la residencia patrilocal mientras cultiva huertos abiertos en te- rrenos recibidos de otros grupos subterritoriales tsembaga. El mode-~ ,, lo de residencia real puede lamarse «pendular». En un determinado momento del ciclo ritual se da un alto grado de nucleacidn, cuando todas o casi todas las casas estén situadas en las proximidades de un terreno de danza. Con todo, los métodos de subsistencia de los tsem~ bags nucleacidn, y la mayoria de las veces los pequetios grupos de casas y los caserios dispersos, son la regla, Debido al facil acceso de todos los varones a las tierras horticolas de todo el territorio, es razonable inferir que las cifras de densidad de poblacién, que estudiaremos en el proximo capitulo, reflejan una situacién que se da en todo el territorio tsembaga, y no la media de Jo que podia ser una serie de densidades muy diferentes en zonas ferentes. En otras palabras, con el fin de estimar la intensidad de la explotacién, damos por sentada una distribucién uniforme de los ssembaga sobre la tierra disponible. EI hecho de que todos los tsembaga, ¥ s6lo los tsembaga, gocen de una comin y casi exclusiva posibilidad de acceso a los recursos de un territorio defendido conjuntamente tiene consccuencias te6ri- __ cas y metodolégicas ulteriores.) Los tsembaga, separados de los gr pos vecinos, constituyen una unidad en una serie d 1ereambios ma- teriales con las poblaciones de otras especies que habitan también su territorio. Los tsembaga forman una poblacidn en el gentido ecolé- ggico del término, por lo que me referiré a ellos y a unidades similares ‘como «poblaciones locales» ° Sin embargo, existen diferencias en la naturaleza y las pautas de ‘transferencia de tierras entre los miembros de las unidades constitu- tivas del mismo grupo subterritorial, por un lado, y entre los mi > Mi terminologa es algo diferente de la empleads por Vayda y Cook (1964). Mi poblacin loa loc population) corresponde a su agrupacion de elanes (ela caster. ‘en especial los relativas a la erfa de cerdos, se oponen a | Los tembapa Fy bros de grupos subterritoriales separados, por otro. Zn contraposi- ci6n a las transferencias entre miembros de unidades constitutivas se- paradas del mismo grupo subterritorial, que en 28 casos, es decir en €1 85% de los casos, segiin In muestra, eran cesiones a perpetuidad, s6lo el 35 % de las transferencias entre miembros de grupos subte- ee Perpeidad, El esta eran casio nes usufructuarias, que en su mayoria sido efectuadas por Hombres a eognados o agnados de sus exposes, De las 33 cesiones 4 perpetuidad efectuadas por miembros de un grupo subterritorial a miembros de otro, 26, es decir, el 79 %, lo fueron por hombres a ma~ ridos de agnados del sexo femenino. Tales ocasiones ée afinidad tie- nen lugar en un primer momento cuando se hace evidente que un ma- trimonio va a ser duradero, pero en la mayoria de los casos las ce- siones adicionales se llevan a cabo a lo largo de las vidas de los prin- cipales. Estas cesiones, que confieren derechos iénicamente sobre Ii {ares especificados expresamente y no sobre toda la propiedad del ce- sionista, no exigen que el cesionario acepte la residencia uxorilocal, lo que raramente hace. En la mayoria de los casos, los terrenos reci- bidos de los agnados de la esposa sélo completan las tierras a las que un hombre tiene derecho en virtud de la patrifilacién, tierras con las que éste sigue contando habitualmente en mayor medida. Con todo, necesite 0 no las ticrras recibidas a través de cesiones de afinidad, es probable que las utilice, pues se halla sometido a la presion de su es- posa y de sus afines para que sea asi. Es muy probable que a su es- pposa le guste plantar alguno de sus huertos en el terreno de sus ag- nados, con el fin de poder visitarlos frecuentemente. Por otro lado, los agnados de una mujer animan a su marido para que acepte estas tierras por razones menos sentimentales. Desde su purto de vista, en realidad, la cesin de afinidad proporciona un medio para conservat el acceso a una porcién del trabajo de los agnados femeninos después del matrimonio de éstos. Los terrenos transferidos al marido de la muir suelen ser adyacentes a los cultivados por los agnados de ella; de este modo una mujer puede ayudar, sin grandes molestias, a un hermano soltero oa un padre viudo con su hue, o que hace con A la luz de las consideraciones derivadas del cultivo de Ia tierra recibida de los agnados de las esposas, no es de extraiiar que tales te- rrenos, aunque supuestamente transferidos a perpetuidad, suelan re- vertir a los cesionistas al cabo de una generacién. Las presiones que empujar a un hombre a cultivar la tierra recibida del grupo natal de ll a Roy A. Reppaport ‘su exposa, no existen en el cago de su relaci6n con el grupo natal de su madre. Si, atin asf, las tierras recibidas por su padre a través de transferencias de afinidad son aptas para la residencia de un hombre, cs probable que éste continde wtilizindolas. De ahi que las transfe- rencias de afinidad entre grupos subterritoriales adyacentes se pro- longuen probablemente durante varias generaciones. El resultado es {que los terrenos para huertos reivindicados por los miembros de gru- pos subterritoriales adyacentes acaben estando entremezclados. Este fentremezclamiento esta muy avanzado ya entre los tsembaga, y en particular entre la agrupacion cognaticia, que ocupa la parte central del subterritorio, y entre el clan kamugagai [kamunggagai), que ocu- pala zona occidental del subterritorio. En realidad, segtin parece, los dos territorios se van fusionando paulatinamente. La genre dice que la tierra de ambos grupos es o va a ser una sola, y numerosos jévenes afirman ignorar la localizacién de Ia frontera entre ellos. Los viejos estin de acuerdo en la localizacion de la frontera, pero invariable- mente afirman que ésta ya no tiene la misma significacién que tenia antafo. [Hay que sefialar que Ia existencia de estrechas relaciones entre el clan kamungagai [kamunggagai] y.la agrupacién cognaticia tsemba~ ga-tomegai en reconocida nominalmente: ambos grupos subterrité- ales suelen ser denominados conjuntamente «kamupgagai [kamung- ¢gagail-tsembaga». Si bien no hay un término correspondiente en len= {gua maring, yo designaria como ! saa Wa, % Roy A. Rappaport tincién entre cognados y agnados al cabo de dos generaciones. La co- hierencia ideoldgica exige una transformacion de este tipo, pues des- de una perspectiva tsembaga la territorialidad se asocia idealmente a la agnacidn. Podria esperarse, a priori, que cuando el conocitiento de las conexiones reales se desvanezca, se supondrén conexiones ag- jas entrc las unidades (clanes) constitutivas de la agrupacidn (cog- ‘Sin embargo, esta expectativa no se ve corroborada por la agcupacion cognaticia que hallamos entre los tsembaga. La conexién matrimonial entre los clanes kwibigai y tsembaga es reciente y, por 650, se la recuerda muy bien. Sin embargo, en el caso del clan tsem- baga y de los tomegai, que han compartido el subterritorio durante largo tiempo, las conexiones matrimoniales especificas ya no se re- cuerdan, pero ambos clanes conservan_ sus idénticas.agnaticias.se- paradas. Hasta ahora he hablado solamente de la amalgamacién de las tie- que conduce.a la fusién de los grupos. Este proceso, a veces, se inyierte, como ilustra la tradiciOn del més oriental de los tres grupos subterritoriales, el de los merkai. En tiempos de mi trabajo de cam- po, este grupo estaba formado por un tinico clan exdgamo, pero en el pasado, antes de que éste y los otros cuatro clanes se uniesen y con- iesen en la poblacién local de los tsembaga, algunos miembros de ‘uno de los tres subclanes merkai comenzaron a casarse con miem- bros de los otros dos. Los informantes dicen que cuando el clan te- nia una poblacién mucho més numerosa y ocupaba un territorio menor que él ocupa hoy en dia, uno de los subclanes traslad6 su re~ sidencia y comenz6 a concentrat sus actividades horticolas en las cer- canias de su nuevo asentamiento. Con el tiempo, sus tierra se sepa- raron, comenzando los matrimonios con los otros dos subelanes, aun- que se seguia reconociendo un antepasado comiin. | EI proceso de fision se invirtié mis tarde, segin parece, y podria pensarse que esta inversiGn estuvo relacionada con una reduccién de la presién demografica. Una vez que hubieron comenzado los ma- trimonios intraclinicos, los merkai obtuvieron mas tierras y al mis- ‘mo tiempo experimentaron una reduecién numérica como resultado de enfermedades, guerras y emigraciones. De todos modos, en 1963 las tierras de los subclanes merkai se habian entremezclado de nue- vo. Con todo, a comienzos de la década de 1950, mucho después de que se hubiese mitigado la presién demogrifica que los merkai ha- bian padecido, ravo lugar un matrimonio intraclinico. Los informan- tes dicen que el matrimonio en euestién caus6 considerable conster- Tome Les tembega 2 navi6n y que no se produjeron nuevos matrimonios intraclinieos pos- teriormente, La afirmacién refleja, al menos, una probabilidad demo- grifica, pues el subclan atigai, que en el pasado se habia relacionado matrimonialmente con los otros dos, se ha reducido a siete personas. Volviendo al proceso de fisién, las causas que pudieron llevar al traslado de las residencias de los merkai atigai han sido olvidadas por los tsembaga, y me abstendré de especular sobre los mecanismos través de los cuales pudo efectuarse la separacion de verras, si es que ésta se produjo. Lo que si es cierto es que hubo matrimonios entre Jos que hoy son subclanes de un tinico clan, y que er otros tiempos tuna poblacién més densa ocupaba un area menos extensa ‘Aunquc es imposible tener plena certeza, hay pocerosas razones para pensar que los merkai se hallaban proximos ah capacidad de sustentacidn de su tierra —o incluso estaban a punto de sobrepasar- Ja— al menos durante una parte del periodo en que tuvieron lugar matrimonios intergrupales entre lo que hoy son subclanes (véanse pp. 125 ss.) Si bien los datos basados en mis propias observaciones © en has obscrvaciones de informantes atin vivos son muy escasos, reo que las afirmaciones de los informantes, que relacionan, al me- nos transitoriamente, la transformacion de unos subclanes ex6gamos en clanes interconectados por matrimonio con la presién demogral ca deberian ser consideradas como reflejo de una posibilidad sistémi- ca, sino de un hecho hist6rico. Tal creencia se ve reforzada por la observation de Meggitt de un proceso semejante entre los enga, que habitan las Highlands Occidentales (1965, p. 16). Con relacién a esto, hay. que seftalar que si bien la prictica de la transferencia de tierras entre los miembros de diferentes subclanes delmismo clan y entre los miembros de diferentes clanes de los gru- riales puede dispersar a la poblacion de manera unifor me por la tierra disponible, ello no palia Ia escasez general de tierras. (Cuaiido se Mega a la densidad critica, 0 cuando se la supera, es posi- ble que las unidades que reclaman las tierras desaprucben a todos los niveles el cultivo de sus tierras por parte de los miembros de unida- des coordinadas. Asi pues, podria esperarse, como ha propuesto Meg gitt (1965, pp. 260 ss.), una acentuacién creciente de. principio pri- ‘mario de fillacién, en este caso el principio de filiacién agnaticio, ‘como base para las reclamaciones de tierras. Los matrimonios intra- clinicos, acompafiados por transferencias de tierras de los afines, po- ddrian formar parte de la estrategia asociada. Tales mat-imonios trans- forman los clanes agnados en afines (se utilizan términos de referen- r 2) Roy A, Rappaport cia y de parentesco de caricter afin mas que agnaticio), y las trans- ferencias de tierras entre afines pueden llegar a sustituir los derechos residuales de los receptores como agnados en los terrenos del sub- clin de los donantes, por los derechos més limitados de los afines en terrenos especificos para huertos, mientras que dejan intactos o en si- tuacién ambigua los derechos agnaticios del donante sobre las tierras del receptor. Dado que esta interpretacién post boc no se me ocurrié hasta después de que hube abandonado el lugar de mi trabajo de cam- po, me faltan datos suficientes para apoyarla o refutarla Con referencia a la organizacién social de Nueva Guinea, Vayda ¥y Cook han sugerido que «es mas satisfactorio, probablemente [...] centrarse [...] en los procesos que imaginar complejas tipologias so- ciales aplicables a todas las variaciones estructurales halladas en un solo plano temporal» (1964, p. 802). Podria decirse que la estructura | formal de la poblacion local tsembaga es, en too momento, un pro- ducto mas o menos efimero de los procesos continuados de dispes- \ sign de la poblacién por Jas tierras disponibles, y que en este campo el analisis lleva a un andlisis mas general de la relaciGn existente entre presion demografica y agnacién en Oceanfa, anilisis que ha sido rea- lizado a lo largo de la tlkima década (cf. Brookfield y Brown, 1963, pp. 170ss.; Goodenough, 1955, pp. 80.ss.; Meggitt, 1965, pp. 2605s.) Los datos sobre los tsembaga podrian sugerir que cuando la densidad de la poblacion es baja y las distancias que separan alos geu- pos veeinos son considerables, existe una escasa mezcla permanente de tierras para huertos, lo que se debe s6lo a que la tierra adquirida en virtud de la pertenencia a un grupo agnaticio es adecuada para la : residencia de un individuo, mientras que otras tierras no Jo son. Con densidades moderadas o moderadamente altas y con distancias redu- cidas entre los grupos vecinos, condiciones que suelen darse entre los ‘tsembaga, la mezcla aumenta, dado que las tierras convenientemente situadas pueden obtenerse a través de conexiones afines y por co tguiente cognaticias. A medida que las tierras se mezclan, grupos so- ciales anteriormente separados se fusionan, y como consecuencia se convierten en antigamos. Cuando se alcanza la densidad critica, el principio primario de filiacién es puesto de relieve como base de los derechos sobre la tierra, la mezcla de huertos se ve inhibida, y los gru- pos sociales tienen a dividirse o resquebrajarse y pueden comenzar a casarse entre ellos, Tal interpretaci6n tiende a corroborar los argu- mentos de Meggitt referentes a la relacidn entre agnacidn y presién demogrifica en las Highlands neoguineanas, pero también concilia al » 7 gunas de las diferencias entre este autor y Brookfield y Brown. 7, bx historia de os canes indica que la guerra desempeié un im- / portance papel en los procesos através de los cuales los cinco grupos de descendencia agnaticios que forman la comunidad tsembaga se iL_cSavirderon en wna Gnica unidad diferenciada, a partir de una pobla- — jon regional-compuesta por tmierosos grupos de descendencia ag- naticios dispersos de manera més o menos continua 2or todo el te- rritorio maring.|La gente dice que unos cinewenta afos antes de mi trabajo de campo, los huertos de los kamungagai [kamunggagai], el mis occidental de os clanestsembaga,y los kundagaysinuados al ocs- te de éstos, estaban mezclados, y sus recuerdos son respaldados por cl litigio que se inicié desde que el gobierno impuso la paz. Pero en fina pelea por una mujer muri un kundagai, einmedistamente esta- M6 la guerra. Cada uno de los clanes en guerra recibia ayuda gene- ralmente de otros clanes pr6ximos. Asf, los kamungagai [kamungga- gai] tuvieron el apoyo de los tsembaga, tomegai y kwibigai, con cu- ) Yas derras Kortleols estaban entremezcladas las suyas y con los que Sc habjan casado con Frécuenca, y de numerosos merka, con fos cua Jesse habian casado con menos frecuencia. Recibieron también algu- na ayuda de los dimbagai-yimyagai, asentados inmediatamente al este de los merkai,y de los roguma que ocupaban el rerrtorio vecino de los dimbagai-yimyagai. A los'pocos dias del victorioso final de esta ronda béica, surgieron problemas entre los merkaiy los dimbagai- yimyaga. En la lucha que se origing, los merkai se impusieron con la ayuda de Ia mayoria de los kwibigai, de los tsembaga, tomegai y muchos kamungagai [kamunggagai], y con la cooperacién posterior de los tuguma, que tenfan por su parte una cuenta pendiente con los dimbagai-yimyagai. Los dimbagai-yimyagai fueron expulsados de su territori, que en parte fue anexionado, con el tiempo, por los mer- kai, Hay razones para pensar que la lucha entre los merkai y los dim- bayai-yimyagai, en dima instancia, fue na respuestaa la presin de- mografica (vednse pp. 125 ss.), pero fueran cuales fusren las causas, perece ser que la guerra delimit las fronteras del tetrtorio tsemba- Es, que los tsembaga, como unidad, se distinguieron de la dems tnidades por su participacién conjunta en la lucha que delimit6 tales fronteras. Esta asociaciGn de facto de unidades anteriormente aut6- nomas acabé convirtiéndose en una estructura de ixre a través de la Sineronizacién de los riuales del rumbim, que siguieron al vicorio- so final de las hostilidades. Estos rituales serén tratados detallada- ‘mente en capitulos posteriores, Los tembepe 20 Roy A. Rappaport ESTRUCTURA POLITICA ‘Algunos de los acontecimientos de los que se hablar més tarde de- penden de la coordinacién de la actividad de numerosas personas; el medio a través del cual se lleva a cabo tal coordinacién requiere tuna breve descripcisn. No existen jeles hereditarios o formalmente, clegidos entre los tsembaga, ni hay cargos designados explicitamente politicos. Tampo- co parece haber un modelo, como el descrito por Oliver (1955), por el cual ciertos individuos, que han conseguido el estatus de «nota- bles, [big men] tenga facultad de mando o coercién sobre las acti- vidades de los subordinados y compitan unos con otros en festejos Es cierto que entre los maring algunos individuos son reconocidos como yn maiwai (hombres «grandes» 0 simportantes») y tienen ciet= ta influencia en fos.asuntos pablicos. Pero no compiten en festejos nit suscitan la obedicncia de los demés. La posibilidad de que.estos hombres consigan el acatamiento de sus deseos depende de su capa~ cidad de persuasion, y no del hecho de ocupar una posicin particu- lar en la estructura social o politica. En realidad, no existe limitacion respecto al nimero de notables que pueden estar presentes en cada subelén o en cada clan: los tsembaga son verdaderamente igualitarios, ten el sentido de que hay tantos notables como hombres capaces de Iegar a ser notables. Ademés, no existe, por parte de los hombres en general, ninguna abdicacion expresa o tacita en los notables de su ca~ pacidad de tomar decisiones. Todo el mundo tiene voz en la toma de ecisiones, si lo desea, y cualquiera puede iniciar una accién por si mismo, comenzando a actuar, e instigando asi a otros a que le sigan. Si el término autoridad se utiliza para designar un punto en la red de comunicaciones del cual emanan mensajes que instigan a realizar acciones, podemos decir que entre los tsemgaba la autoridad cambia con frecuencia. Tal vez sea posible definir a los notables estadistica~ mente: se trata de aquellos hombres que con mas frecuencia inician las acciones a las que se adhiere un grupo. Un individuo no interviene con frecuencia en la toma de decisiones por ser un nota- ble; es un notable porque interviene con frecuencia en la toma de de- cisiones. Deberia quedar claro, con todo, que un notable no sucle te- net la obligacién de participar en la toma de decisiones. Puede dejar Ja decisién en manos de los demés, y generalmente lo hace. El mo- tivo por el que se abstenga de participar en la toma de decisiones pue- de ser la falta de interés, su incapacidad para llegar a formarse una Los teombage a ‘opinién, o el deseo de evitar un tema espi liar no se discute, y su invocacién, si no es demasiado frecuente, no disminuye su estatus ‘Que un hombre sea o no un notable depende de susatributos per- sonales. Los notables, se dice, tienen «voz» (ep). Tienen voz sobre Ja guerra, las mujeres, los rituales y los huertos. Tienen opinién so- bre los asuntos relacionados con el grupo, opinién qve pueden ex- presar de forma clara y que sus oyentes respetan. Son, resumiendo, hombres inteligentes de fuerte personalidad. Y suelen ser, ademés, in- dividuos de considerable fuerza fisiea y vigor. Los notables tienden a ser ricos, tienden a ser chamanes y sien- den i estar en posesién del conocimiento de los ritualss bélicos. La ‘Fiqueza, el conocimiento esotérico y la habilidad son primordialmen- te fruto de las mismas dotes —inteligencia, vigor, energia— que ha- cen que un individuo tome decisiones con frecuencia. Aunque la po- sesién de riqueza y conocimientos esotericos tiende a reforzar el es- tatus de un notable, no otorga per se prerrogativas respzeto ala toma de decisiones. Ademas, no proporciona un conjunto pzrticularmente poderoso de instrumentos que puedan ser utilizados por un indivi- duo para doblegar a los demas a sus deseos, como puede suceder en las sociedades donde las diferencias de riqueza entre los ricos y los no ricos son grandes, 0 donde el conocimiento esotérico rodea a su posesor de una considerable santidad. La sesfera de influencia» de los notables, incluso de los mas respetados, ¢s muy limitada, La ca pacidad de estos individuos para conseguir que se acaten sus deseos disminuye con la distancia estructural: la capacidad es mayor, en tér— minos absolutos, en los limites de su propio subclin y respecto de los miembros de su casa de los hombres; es menor respecto de los ddemés subclanes de su clan y respecto de los miembros de las demas casas de los hombres, y menor aiin (pero todavia, quizd, considera- ble) respecto de los miembros de los demas clanes en el seno de la poblacién local. El renombre de tales individuos suele t-anscender las fronteras de la poblaci6n local, aunque su influencia directa fuera de su grupo local se limita a los afines, cognados y a los individuos con Jos que mantiene relaciones comerciales, aunque no parentales Los procesos de toma de decisiones son tan amorfos como la es- tructura en la que se producen. A veces se convocan asambleas para discutir un problema, pero esto no es frecuente. En las asambleas a Jas que asisti, ademas, no se hicieron intemos pata llegar a una deci- sién de una manera formal. Por un lado, no hubo nadie que hiciese 2 Rey A. Rappaport propuestas en forma de mociones que pudieran ser objeto de vota- in, y ademis la misma idea de votacién es desconocida. Podria su- getirse que en las asambleas se evita realmente la toma de una deci- sién formal, pues la discusi6n de problemas en términos que llevaran a una toma de decisién podria conducir a su ver. a enfrentamientos entre los que mantienen puntos de vista diferentes. Tales enfrenta- tmientos serfan de dificil solucién. Las asambleas son simplemente un acontecimiento en el que hay una gran discusién sobre un asunto con- treto, en un mismo lugar y tiempo, entre una concurrencia que €5 ms amplia que lo habitual. Estas asambleas tienen una apariencia ex- trana: son pequefos corrillos de hombres —de tres 2 cinco en cada tuno— que hablan entre ellos, de pie o sentados en el suelo. Puede haber muchos de estos corrillos en una extensién reducida. Unos cuantos hombres van de grupo en grupo. Ocasionalmente, uno de ellos se dirige a toda la asamblea en alta voz. Algunos se van, otros Ilegan, Finalmente se van todos. No se ha llegado a ninguna decisién ni se ha iniciado ninguna accién, pero se ha hablado mucho. Por lo que respecta ala mayor parte de las acciones, no hay asambleas, pero hay discusiones en la casa de los hombres, en los caminos y en los hhuertos. En una asamblea, las opiniones cristalizan con mayor rapi- dez, pero su finalidad es simplemente llegar a un consenso y no to- mat decisiones o instigar acciones per se. Su finalidad es hacer que Ja.voz sea una» (llegar a un acuerdo) con mayor rapidez de lo habi- tual. Cuando alguien piensa que se ha llegado a un consenso, o cuan- do estima que ya se ha discutido lo suficiente, inicia sin més la 2c~ cidn que el consenso le sugiere: por ejemplo, coloca sus trampas para anguilas en un lugar designado tradicionalmente en la corriente de un rio, comenzando asf los preparativos para la etapa final del kailko 0 fiesta del cerdo; o empieza a reunir los materiales requeridos para la construccién de las casas para visitantes en el terreno de danza; 0 bien, visita personalmente a otro grupo local y, por medio de un pa- riente, hace extensiva a todos la invitacién al kaiko. Sucede con frecuencia que el que trata de instigar al grupo a la ac- cién haya interpretado mal el consenso, y que nadie le siga. Un jo- ven llamado Borgai, por ejemplo, colocé sus trampas rituales para an- guilas en el agua a finales de agosto de 1963. Nadie le imité inme- diatamente; de hecho, algunos colocaron sus trampas en octubre y ‘cuando en noviembre las anguilas fueron finalmente utilizadas, la ma- yor parte de las que Borgai habia capturado estaban muertas. Pero el hecho de que nadie se adhicra inmediatamente a las acciones de uno Lor uembage 3 1nd-es algo que suceda tinicamente a los jévenes, ya que incluso un notable reconocido debe a veces perseverar para indusir a la accion alos demas. A finales de 1962 se discutié mucho la necesidad de cons- truir una asa en Ia periferia del terreno de danza, para albergar a los visitantes durante la fiesta del cerdo, y una mafiana Yemp, que, ade~ mas de ser el luluai designado por el gobierno, es reconocido por el pueblo como 1 maiwai, hizo saber que la construccion comenzaria smediatamente. Absolutamente nadie le hizo easo. Sin desanimarse, se fue hasta el bosque y comenz6 a cortar palos y a reunir hojas de ‘pandanus para formar la estructura. Continué trabajando solo du- rante tres dias, quejéndose amargamente a los que pasaban de la inu- tilidad de los hombres tsembaga, a los que sélo les interesaba culti- var los huertos y copular. Al cuarto dia, finalmente, algunos hom- bres, quiza por vergtienza 0 quizé porque Yemp habia conseguido despertar su sentido del deber piiblico, se le unieron en el trabajo. a 3. RELACIONES CON EL MEDIO AMBIENTE Rayo En el anterior capitulo hemos sugerido que los tsembaga son una po- blacion en el sentido ecol6gico del término, ya que, separados de los grupos vecinos, forman una unidad en un conjunto de intercambios ‘materiales con las poblaciones de otras especies con las que compar- ton cl territorio. En el presente capitulo se describirin el territorio tsembaga, su clima y la biota, y analizaremos las relaciones materia- les de la poblacién con sus cohabitantes no humanos, * EL MEDIO AMBIENTE Algunas mediciones del clima y algunas descripciones de la biota del territorio tsembaga citadas aqui no formarin parte de los andlisis pos- teriores como variables. No obstante, metecen atencidn. Por ejem- plo, nos ocupamos de la temperatura y la pluviosidad no porque va- ‘yamos a tratar ls cantidades en si mismas como variables, sino por- que representan condiciones que posiblemente afecten a la presencia © ausencia de diversos componentes biéticos del ecosistema tsemba- ga. El cultivo de ciertas plantas, por ejemplo, estélimitado por la tem- peratura, 1a pluviosidad, la insolacién y las condiciones del suelo (Brookfield, 1964, pp. 20 ss.; Kroeber, 1939). La informacién relati- vva al clima, a los suelos y a la vegetacién puede constituir asi una im- portante base empirica para la comparacién de areas. Clima Entre el 1 de diciembre de 1962 y el 30 de noviembre de 1963, se re- gistraron 3 909 mm. de pluviosidad a una altitud de 1 425 m. en el te- rritorio tsembaga. No se dispone de cifras para perfodos anteriores ‘Aunque habia una estaciGn seca y otra hiimeda, reconocidas ambas Relaciones con el medio ambiente 8 terminol6gicamente por los tsembaga, en ningiin mes se registraron menos de 172 mm. Ademés, tres de los meses que, sezéin los infor- ‘mantes, formaban parte de la estacién seca, agosto, septiembre y oc- tubre, fueron muy Iluviosos. Por lo general, la lluvia era suave, aunque en varias ocasiones ¢2- yeron cantidades superiores a los 25 mm. en menos de media hora. La precipitacién maxima que se registrd en un dia fue de 160 mm., y hubo 43 dias en que cayeron mas de 25 mm. La Iluvia cay6 principalmente por la noche, y la mayorfa de los dias el sol brillaba largo tiempo, si bien las nubes pocas veces estaban ausentes del cielo. Desde agosto hasta bien entrado noviembre, sin embargo, la mayor parte de las precipitaciones se dieron durante las horas diurnas, y los dias con muchas horas de sol fueron pocos. De ahi que la evaporaci6n no Ilegase a producirse y el suelo permane- ciese mojado. La niebla, técnicamente nubosidad, es corriente, sobre todo por encima de los 1200 m. de altura. Aunque solia aparecer en- tre ls 4 y las 7 de la tarde, en ocasiones duraba todo el dia Durante el afio hubo mas de 243 dias de sol y 253 de luvia. Las cifras de pluviosidad mensual en el territorio tsembaga, y un resu- ‘men de cinco afos de estadisticas de pluviosidad en Tabibuga, en el valle de Jimi, se incluyen en el apéndice 1 1a variaci6n estacional de las temperaturas es escase. La variacién diurna es de unos 3-8 grados, con una maxima diaria que casi pre oscila entre los 24 y los 26° C y una minima diaria de unos 16° C. ‘A lo largo de ese afio no se registraron.vientos capaces de que- bar las ramas més finas de los Arboles, si bien Clarke (comunicacién personal) indica que #! llegé a conocer vientos bastante fuertes en 1964. Los informantes dicen que nunca han conocido vientos capa ces de aleanzar una fuerza suficiente como para dafar casas, arbole- das o huertos La tierra El territorio tsembaga medido ortogréficamente comprende 813 ha., 6 sea unos 8 km, de las cuales 676 ha., 0 sea aproximadamente 6,5 km.2, se hallan en el valle de Simbai, y las restantes 137 ha., en cl valle de Jimi. La densidad de poblacién calculada para el total de la superficie ortografica es, asi, de unos 25 habitantes por km. , 36 Roy A. Rappaport El terreno es escarpado, y su elevacién oscila entre los 660 m. en 1 rio Simbai y los 2 200 m. en la coordillera de Bismarck. La pen- diente es de unos 20: hasta los 1 500m., y luego aumenta abrupta- mente hasta llegar a las cumbres. La s se complica atin mis 4 causa de estribos que se proyectan casi en Angulo recto con la linea de la cordillera, y a causa de los frecuentes cursos de agua. La informacién sobre los suelos, que aparecen pobres por lo ge~ neral, se resume en el apéndice 2, Vegetacién Centenares o incluso miles de especies vegetales pueden encontrarse dentro de los limites del teritorio tsembaga. La nomenclatura nativa ‘es compleja. En el caso de la mayoria de las plantas silvestres el x6n nativo corresponde habitualmente a una designacién de especie; cen cambio, para las plantas cultivadas se hacen distinciones comple- jas a nivel de subespecie. La rica flora se distribuye por el terrtorio tsembaga en varias aso- ciaciones diferentes de plantas, entre las cuales los tsembaga hacen cla- ras distinciones terminol6gicas que pueden servir de base a nuestro s. Tales asociaciones incluyen: 1, geni: bosque que se considera que nunca ha sido talado 2, korndo: superficies herbosas desprovistas, 0 casi desprovis- tas, de arboles y dominadas por la Lmperata cylindrica. 3. ringop [ringgop]: asociaciones de plantas domesticadas, es de- cir, huertos produetivos. 4. ripgopwai [ringgopwai]: vegetacién de desarrollo secundario, del que hay dos subtipos: 3) kikia: asociaciones secundarias dominadas por espe- cies herbaceas, b) dukmi: asociaciones secundarias dominadas por espe- cies lefosas. Sélo hablaremos aqui del geni y del korndo; del ringop [ringgop] y del ringopwai [ringgopwai) hablaremos més adelante, cuando trate- mos de las actividades de subsistencia, Relaciones con el miedio ambiente 7 Geni De las 676 ha. que poseen los tsembaga en el valle del Simbai, 240 ha. se hallan, segan las mediciones ortograficas, en el bosque virgen, que se presenta intacto por encima de una linea que varia en altitud de los 1 500 a los 1 600 m. Han sobrevivido 11 ha. mas de bosque vir- gen, como vestigio, a alturas menores, y en el valle del Jimi todas las tierras tsembaga, con una superficie de 137 ha., son de bosque pri- mario 0 de vegetacién de desarrollo secundario muy wanzado. De la superficie total de 813 ha. incluidas por las mediciones ortograti- cas en el territorio tsembaga, 389 ha., es decir, el 48 %, son de bos- que virgen 0 de desarrollo secundario parecido al bosque virgen. Hay’ que distinguir dos asociaciones de bosque virgen diferentes desde el punto de vista estructural, si bien tal diferenciacién no esta recogida en la lengua maring, al menos que yo sepa. Son el bosque de altura y el bosque de musgo. Del bosque de altura s6lo quedan vestigios entre los 600 y los 1.500 m. de altura, pero continda intaeto de los 1 500 a los 1 $00 m. aproximadaments. En el bosque de altura existen tres estratos arbé- reos claramente diferenciados, que sustentan una gran cantidad de plantas epifitas lianas, bejucos y pequefas trepadoras. Cuando hay dos estratos mas bajos, uno de arbustos y arboles jévenes y otro com= puesto por formaciones herbiceas bajas, el suelo del bosque aparece ggeneralmente abierto, y sélo en contados puntos la visisilidad a la al- tura del terreno es inferior 2 los 30 m. Existen algunas diferencias floristieas entre las porc ones superior e inferior de la extensién del bosque de altura, cuya transicién tiene lugar entre los 1.000 y los 1 300m. Los tsembaga denominan a la zona inferior «wora», y toda la zona por encima de ésta la llaman «Kamupga> [kamungga]. La informacion referente a la composi- cidn floristica puede verse en el apéndice 3; aqui bastard decir que to- dos los componentes estructurales del bosque de altura, kamunga [kamsngea] y word, se encuentran extremadamente mezclados. En tuna franja de 69 X 5 m. a una altura de 1500 m., el estrato arboreo «A», el més elevado, incluia nueve tipos de arboles esoecificados, el strato «, cuatro, y el «Co, diez. Los detalles referentes al censo forestal llevado a cabo en esta franja se hallarin en el apéndice 3. El aspecto mas sorprendente del bosque de altura ¢s el tamaio de los &rboles. Las copas de los rboles del estrato «Av aleanzan una al- tura media estimada de cerca de 40 m., y ciertos arboles, particular~ 8 Roy A. Rappaport mente los nonomba, una especie de Eugenia, aleanzan los 45 m. 0 ‘mas, Sus diémetros son a menudo enormes: las circunferencias de 2,5 m, aun metro del suelo, es decir, por encima de la altura de las rafces, que son una caracteristica normal, no son infrecuentes. Tam- bién hay arboles con dimetros aiin mayores. Los bosques de tres pisos formados por arboles de tal enverga- dura no parecen ser corrientes a alturas de 1 500 a 1 800 m. en la ma- yoria de las regiones del mundo (Richards, 1964). El bosque obser- ‘ado a tales alturas en el territorio tsembaga se parece mas a las for- raciones de las tierras bajas que a las asociaciones de montafa 0 de submontafa, La presencia de tales formaciones a estas altitudes pue- de ser interpretada como un ejemplo del «efecto Massenerhebunge: cl desplazamiento ascendente de las lineas altitudinales de asociacio- nes vegetales en las regiones inferiores con respecto alas regiones cos- tetas, y en el interior de las cadlenas montafiosas con respecto a las cstribaciones. Richards (1964, p. 347) afirma que el hecho de estar protegidas del viento puede ser, en parte, la causa del efecto Masse- nerhebung, pero Clarke, en una comunicacidn personal, sugiere que Ja nubosidad puede ser importante también. En el bosque de musgo por encima de los 1 800-m., los Arboles son mis pequcios, tanto por su didmetro como por su altura. A este nivel, el techo del bosque suele estar situado a bastante menos de 30-m. del suelo, y la estratificacién es indiferenciada. Si bien algunos frboles aislados aleanzan alturas de 30m, 0 mas, sus copas no for- man un dosel continuo. Las plantas epifitas y trepadoras herbiceas son menos abundantes que en los niveles inferiores, pero los musgos epifitos son mucho més exuberantes, cubriendo completamente los troncos de la mayoria de los arboles con un espesor de mas de 2,5 em. La informacién relativa a la composicién del bosque de musgo se en- ‘ontrara asimismo en cl apéndice 3. Korndo En varias partes del territorio tsembaga existen asociaciones herbosas de apariencia estable, Solamente una de éstas, situada entre los 850 y los 1000 m. de altura, tiene una extensién considerable, al cubrir 16,5 ha. El korndo (Imperata cylindrica; pidgin English, kunai), es abrumadoramente dominante, aunque estan presente algunas enreda- deras rastreras, y lo estin asimismo helechos arborescentes aislados, Relaionéscom ol medio ambiente 38 Ja mayoria de los cuales son Cyathea angiensis, y unos pocos mato- rrales de un bambii muy grande llamado «zoaia», que han sido plan- tados. Los informantes tsembaga més viejos mantienen que ni ellos ni sus antepasados tuvieron huertos en esta zona, y que siempre ha estado, como hoy, cubierta de kunai. Yahe dicho que hay razones para creer que la ocupacién del va- Ile de Simbai_por parte de los maring.es relativamente reciente, ha- smenzado quiza en los tltimos 200 afios. Es posible que esta , si resulta ser antropogénica (Robbins, 1963), derive de las ides de una poblacién anterior, de cuya presencia hay pruebas arqueolégicas en forma de morteros y majas de piedra que se encuen- tran ocasionalmente enterrados en el suelo. Eltipo de exploracién que habria transformado la cubierta de z0- nas limitadas en kai, en tanto que las zonas circundantes seguian siendo bosque de altura es dificil de imaginar. El caso es que los fre- cuentes fuegos a los que tales asociaciones estin somet das fortalecen esta hierba, cuyos rizomas no son dafados por el fuego, en tanto que limitan a casi todas las otras plantas Fauna La fauna no doméstica que habita en el territorio tsembaga es abun- dante. Entre los mamiferos placentarios se encuentran solamente cer dos silvestres, murciélagos y ratas, de los que existen diez o més va" riedades reconocidas. Hay al menos treinta variedades de marsupia- les reconocidas, y por lo menos catorce tipos de serpeentes. Los la- gartos y las ranas estin representados asimismo por numerosos tipos reconocidos y la avifauna es muy rica. Los tsembaga dicen que en su territorio estén presentes por lo menos ochenta y cuatro tipos reco- nocidos. Entre éstos se incluyen el casuario, varias aves del paraiso, rnumerosas especies de papagayos y «pavos salvajes». La mayorfa de los carnivoros se encuentran entre las aves, que incluyen a muchos tipos de bithos, varias especies de haleones y por lo menos un &guila En las corriemtes de agua se encuentran anguilas y barbos, aunque es- tos tltimos son raros. Los artrépodos son muy variados, y su no- rmenclatura es comple. Ta fauna incluye pocas especies peligrosas para el hombre. De las catorce especies de serpientes, cinco son venenosas. Slo una de ellas, sin embargo, la rarazva (no identificada) es lo suficientemente vene~ 40 Roy A. Rappaport ‘poss, segiin los informantes, como para matar a un ser humano, y el ‘inico ejemplo de mordedura mortal de serpiente que se recuerda ocu- rrié hace muchos afos, y provocé la muerte de una anciana, Los cer- dos silvestresy los casuarios son capaces de causar heridas graves, e in- cluso de matar, a los seres humanos, y los mordiscos de los cerdos rno son infrecuentes. Los informantes afirman, con todo, que tanto Ios cerdos silvestres como los casuarios no atacan a menos que se les provoque, y sélo causan heridas cuando son perseguidos. Quienes representan un_peligro mayor que el de cualquier otro animal para la salud de los tsembaga son los mosquitos anofeles. La ‘mayoria de los tsembaga padecen de vez en cuando lo que probable- mente sean ataques de malaria benignos. No hay datos suficientes con respecto a los parisitos intestinales, Unicamente las deposiciones de dos personas, ademas de las de los tsembaga que partiviparon en el trabajo de campo, fueron analizadas por un laboratorio, y en ellas no se hallaron parisitos. Espiritus Los tsembaga consideran que los espiritus (raw) son componentes significativos de su entorno, y las razones que aducen para llevar a cabo numerosos rituales —de los que hablaremos mas tarde— se-re- fieren a sus relaciones con ellos. Para hacer comprensibles los ritua- les es necesaria una breve introduccién a algunas de las més impor- tantes categorias de espiritus. fn el wor, la parce inferior del territorio, viven segin se dice un tipo de espiritus Iamados los rawea main. La palabra mai aparece en ‘varios otros contextos, que aclaran tanto el uso dado aqui como el papel que los tsembaga atribuyen a tales espiritus Un bulbo de taro al que le han empezado a crecer rizomas, es un ‘mai. La mujer que ha tenido un hijo es un ambra mai, y las hembras adultas de los animales son mai. Pero el término no tiene que ver cesariamente con el hecho de ser hembra, ya que los hombres viejos son yu mai. Un sentido que parece comin a todos estos contextos es el de algo de lo que ha crecido alguna cosa & Los espiritus de las tierras bajas estin relacionados con el ereci- jiento y la fertilidad. Son ellos los que se ocupan del incremento y ot ‘erecimiento de las personas y de los cerdos, y de Ia productividad Relaciones com el media ambiente a de los huertos y arboledas. Estan relacionados asimismo con esa por- cin de la fauna que vive en la zona situada por debajo del bosque de altura intacto que cubre el terreno por encima de los 1 500 m. Los cerdos silvestres les pertenecen, y cuando se caza uno, es necesario dar gracias a los espiritus. Para ellos son muy importantes las angui- las, de las que se dice que son sus cerdos. Lo mismo que los raza } ‘mai estin relacionados con la parte baja del territorio, lo estan tam- bién con la parte inferior del cuerpo: vientre, genitales y piernas. La fecundidad y la fuerza de las piernas provienen de ellos, y al mismo .| tiempo los dolores de vientre y de ingle. La categoria de los ratoa mai engloba dos subcategorias de espi- ritus relacionados: en primer lugar, los llamados «koipa mangian» [-kojpe manggiang-]. Cuando preguntamos a los informantes, dicen que el koipa mangian [Roipa manggiang] de cada clan es diferente, y que habita en un lugar amplio en uno de los cursos de agua del te- rritorio del clan, Otros contextos, sin embargo, sugieren la existencia de un kojpa mangian (koipa manggiang] tinico para tcdos los tsem~ baga o incluso para todos los maring. La nocién de manifestaciones separadas de una tnica entidad sobrenatural reconcilia quiz tales contradicciones. Los koipa maggian (Roipa manggiang] no fueron nunca huma- nos, pero junto a los Roipa mangian (koipa manggiang] en los érbo- les del estrato «A» de los restos de bosque virgen, viven los es de aquellos tsembaga que han muerto de enfermedad o accidente. A é:t0s se los denomina «rave twkump», Tuksomp, en 005 contextos, designa el moho que crece sobre articulos tales como los cinturones de fibras de orquidea y las cuerdas de corteza para afianzar las ha- chas de piedra. Estos espiritus, los «espiritus de la podredumbre», son considerados intermediarios entre los vivos y los Koipa mangian, [koipa manggiang) Los espiritus de las tierras bajas se llaman kinim, lo que signifiea, en muchos contextos, simplemente «frio». Y aqui, como en algunos ‘otros contextos, conlleva asimismo una connotacién de humedad. El jugo de la cafia de aziicar es kinim, como el agua, y se dice que las mujeres lo son también debido a sus secreciones vaginales. El frio y la humedad son, para los tsembaga, condiciones que, juntas, causan la blandura y la podredumbre; y la blandura y la pocredumbre, en contraposicién a la dureza y la desecacién, son consideradas las con- diciones ncesarias para el crecimiento. Esto se reconoce en ciertos ri- twales importantes que comentaremos més adelante; per ahora, baste

You might also like