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Yee espafiola de ERNESTO LACLAU RESTO Tica y CHANTAL MOUFFE HEGEMONIA Y ESTRATEGIA SOCIALISTA Hacia una radicalizacién de la democracia FONDO DE CULTURA ECONOMICA MEXICO - ARGENTINA - BRASIL - COLOMBIA - CHILE - ESPANA ESTADOS UNIDOS DE AMERICA - GUATEMALA - PERU - VENEZUELA Primera edici6n en inglés, 1985 Primera edicion en espatol, 1987 Segunda edicisn en espafol (FcE,Argencina), 2004 Primera reimpresién, 2006 ‘Titulo original: Higemony and soi strate Tower rail democrat pois ISBN de Is ediciSn original: -95984.330-1 © 1985, Verso, Londres 1D. R,® 2004, Fonpo Dr CULTURA ECONOMICA DE ARGENTINA S.A. E] Salvador 5665; 1414 Buenos Aires fondo@fce.com.ar / www fee.com.ar ‘Av. Picacho Ajusco 227; 14200 México D. F. ISBN 950557.595.5 Fozocopiar libros estd penado por ley Prohibida su reproduccibn total o parcial por eualquier medio de impresién o digital, en forma identica, extractada 0 modihicada, en castellano o en cualquier otro idioma, sin la autorizacién expresa de la editorial. IMPRES0 EN ARGENTINA - PRIAT:D iN AneiTINA Hecho el depSsito que marca la ley 11,723 PREFACIO A LA SEGUNDA EDICION EN ESPANOL Hegemonta y esrategia socialista fur publicado originariamente en 1985 y ha estado, a partir de entonces, en el centro de muches discusioncs tedricas y politicas importantes, tanto en el mundo anglosajén como en otras partes. Muchas cosas han cambiado desde aquel tiempo en la escena contempord- nea. Para referienos tan sélo a los desarrollos més importantes, es suficiente mencionar el fin de la Guerra Fria y la desintegracién del sistema sovigtico. A esto debemos afiadir las dristicas transformaciones en la estructura social aque escn en la ratz de nuevos paradigmas en la conseitucién de identidades sociales y politicas. Para percibir la distancia epocal entre el comienzo de los afios ochenta, cuando este libro fue originariamente escrito, y el presente, ce- zemos tan solo que recordar que, en aquel tiempo, el eurocomunismo era to- davia visto como un proyecto politico viable que iba mas ald tanto del leni- uw como de la socialdemocracia, en tanto que, a partie de entonces, los debates principales que han absorbido la reflexion intelectual dela izquierda han sido aquellos centrados en los nuevos movimientos sociales, en el multi- culcuralismo, en ls globalizacién y en la desterritorializacién de Ia economia, yen el conjunto de problemas vinculados con la cuestién de la posmoderni- dad. Podriamos decir ~parafraseando a Hobsbawn— que el “corto siglo XX” concluyé en alggin punto a comienzos de los afios noventa y que hoy cn dia encaramos problemas de un orden sustancialmente nuevo. Dada la magnitud de estos cambios epocales, nos sorprendimos, al ir so- bre las paginas de este libro no tan reciente, al advert lo poco que tenfamos que poner en cuestién respecto de la perspectiva intelectual y politica que en se plantea. La mayor parte de lo que ha ocutride desde entonces ha segui- do de cerca cl camino sugerido en nuestro libro, y aquellos problemas que eran centrales para nuestras preocupaciones en aquel momento han pasado a ser cada ven. més prominentes en las discusiones contemporéneas. Podriamos incluso decir que hoy vemos la perspectiva teérica desarrollada en aquel en- tonces ~centrada como lo estaba en la matriz gramsciana y en la centralidad Ed Sa PRATECHA SOCAALISTA, de la categoria de hegemonia~ como un enfoque més adecuado a los proble- ‘mas contempordneos que el aparato intelectual que ha acompafado a menu- do las discusiones recientes sobre la subjerividad politic, sobre la democracia yy sobre las derivas y las consecuencias polticas de una economia globalizada. Esta es la razén por la que queremos recapitulas, como introduccién a esta se gunda edicin, algunos puntos centeales de nuestra intervencién teérica, y contraponer algunas de sus conclusiones politica a ciertas tendencias recien= tes en la discusién en rorno 2 la democracia, Comencemos por decir algo acerca del proyecto intelectual de Hegemo- la... ¥ de la petspectiva ceérica a partir de la cual fue escrito. En la mitad de F997 af los afios setenta, la teorizacién marsisea habia llegado, claramente, a.un pun to muctto, Después de un perfodo excepcionalmente tico y creativo en los afios sesenta ~que tuvo su epicentro en el althusserianismo. pero también en un renovado interés en Gramsci y en los teéricos de la escuela de Pranefort—. los Itmites de esa expansién comenzaban a set claramente visibles. Habia un hiato creciente ence la realidades del capicalismo contempordneo y lo que el ‘marsismo podia legitimamente subsumir bajo sus propias categorias. Bs su- ficiente recordar las contorsiones erecienterente desesperadas que tuvieron lugar en corno a nociones tales como “determinacién en la ilima inseancia” y “autonomia relativa’. Esta situacién, en su conjunto, dio lugar a dos tipos de actitud: 0 bien negar los cambios y rettaerse—de modo muy poco convin- ‘cente- en un bunker ortodoxo, o bien adicionar, ad hoa, anlisis desceiptivos de las nuevas tendencias que eran simplemente yuxtapuestos, sin integracién, ‘8 un corpus teético que se mancenta sin cambios sustanciales, Nuestro modo de tratar la tradicién maruista fue enteramente diferente, y podria quizds formularse en cérminos de la distincién husserliana entre “sedi- mencacién’ y “reactivaci6n’, Las eategorias tedricamence sedimentadas son aquellas que ocultan sus actos de instirucién originaria, en tanto que el mo- anento de la reactivacion hace nuevamente visibles esos actos. Para nosotros ~oponidndonos aqui a Husser]~, esta reactivacién debe mostrar la contingen- ia originaria de aquellas sintesis que las eategorfas marxistasintentaban esta- blecer, En lugar de adherinnos a nociones tales como “clase”, la triads de nic veles (lo econdmico, lo politico y lo ideoldgico) o la contradiccién entre fueczas y telaciones de produccién como fetiches sedimentados, lo que ineen- tamos fue revivir las precondiciones que hicieron posible su operatividad dis- cursiva, y nos interrogamos acerca de sit continuidad o discontinuidad en el capitalismo contemporinco, El resultado de esta operacién fue el percibir que PIERACIO A LA SEGUNDA EDICION EN ESPANOL 9 al eampo de la teorizacién macxista habla sido mucho més ambivalente y di- ventificado que el rravestido monolito que el marxisme leninismo presentaba eomo historia det marxismo. Esto debe ser afirmado sin ambages: el efecto wdrico perdurable del leninismo ha sido un brutal empobrecimiento del cam- po de la diversidad marxista. Mieneras que al final del perfodo de la Segunda Internacional os campos en que la discursividad marxisa operaba habfan pa- tado a ser crecientemente diversificados ~en un espactro que, especialmente an el austromarxismo, se extendia desde el problema de los intelectuales a la cuestién nacional, y de las contradicciones internas de Ia teoria del valor a Ia telacién entre socialismo y ética-, la divisién del movimiento obrero inter- hracional y la reorganizacién de su ala cevolucionaria en torno a la experien- cia soviética condujeron a la discontinuidad de este proceso creativo. El caso patético de un Lukcics, que enfeud6 su innegable capacidad incelectual a la consolidacién de un horizonte tedrico politico que no iba més alld del con- junco de estereotipos de la Tercera Internacional, ¢s extremo pero ciertamen- te no tinico. Es importante mencionar que muchos de los problemas con los ‘que se enfrenta la estrategia socialista en las condiciones del capitalismo tar- dio ya estin contenidos, in nuce, en el austromarxismo, pero tuvieron poca continuidad en el periodo de entregucrtas, Sélo cl cjemplo aislado de Grams- ci, escribiendo desde Las cérceles mussolinianas, puede ser citado como un punto de partida cuyo nuevo arsenal de conceptos guerra de posicidn, blo- que histérico, voluntad colectiva, liderazgo intelectual y morales el punto de arranque de nuestras reflexiones en Hegemonia y estrategia socialista. Revisitac ~reactivar- las categorias marxistas a a luz de esta serie de nue- vos problemas y desarrollos cenia que conduc, necesariamente, a deconstruir aquéllas ~es decic, a desplazar algunas de sus condiciones de posibilidad y a desarrollar nuevas posibilidades que erascienden todo aquello que puede ser earacterizada como aplicarién de wna earegnela—. Schemas, por Wirrpensre que no hay algo como la “aplicacién de una regls” —la instancia de la aplica~ cidn es parte de la propia regla~. Releer la teorfa marxista a la huz de los pro- blemas concemporincos implica necesariamente deconstruir las categorias centrales de esa teorla. Esto ¢s lo que ha sido denominado nuestro “posmar” ., xismo”, Nosotros no inventamos este réculo ~€ aparece slo marginalmente (yno como rétulo) en Ia introduccién de nuestro libro~. Pero puesto que se ha generalizado como caracterizacién de nuestra obra, podemos afirmar que no nos oponemos a dl en la medida en que se lo entienda correctamente: tanto ‘como proceso de reapropiacién de una tradicién intelectual, como de it mis we HEGEMONIA Y ESTRATEGIA SOCIALISTA, alla de esta tltima. Y en el desarrollo de esta tarea es importance sefalar que ella no debe ser considerada tan sélo como una historia imterna del marxis- ‘mo. Muchos antagonismos sociales, muchos problemas que son cruciales pa- rala comprensién de las sociedades concemporineas, pertenecen a campos de discursividad que son externas al marxismo y que no pueden set reconceptua- lizados en sérminos de las categorias marxistas, dado, especialmente, que es se mien pric a as pone en een al marxismo como siema eb tico cerrado y conduce a fe postulacién de nuevos puncos de partida pata el andlisis social. . Penne na ' Hay un aspecto en particular que quisiéramos subrayar en este punto. To- do cambio suscancial en el contenido dnsico de ua campo de investigacién conduce también a un nuevo paradigma ontoligico, Althusser decfa que de- tis de la flosafa de Platén ectaba In matemitica gricgas deds del saciona- lismo del siglo xvtt, la fisica de Galileo, y deteis de la filosofta de Kane, la tcoria de Newson. Para plantear el argumento de mode trascendental la pre- gunra estrictamente oncolégica se interroga acerca de cémo los entes tienen ‘que ser para que la abjetividad de un campo expecifico resulte posible. La on- tologia implicira en el freudismo, por ejemplo, es diferente incompatible con 1a que subyace en un paradigma biologista. Hay un proceso de realimen- ‘aclén mutua ente la incorporacién de nuevos campos de objetos y las cate sorlas ontoldgicas gencrales que gobiernan, en un cietio momento, el campo general de la objetividad. ‘Piesde este punto de vista, nuestra conviccién es queen la transicién del marxismo al postnarxismo el cambio no es sdlo 6n- tico sino también ontoligico. Los problemas de una sociedad globalizada y regida por la informacisn son impensables a partic de fos dos paradigmas que hhan gobernaco el campo de la discursividad marxista primero el hegeliano y mds tarde el natur: z _ Nuestro enfoque se Funda en privilegiar el momento de la articulacién po lisica,y la categoria central del andlisis politico cs, en nuestrs perspeetiva, la Aegemonia En tal caso, repitiendo nuestra pregunta trascendental: como tie- ‘Re que ser una relacién entre entidades para que una relacién hegeménica te~ sulte posible? Su condicién inherence es que una fuerza social parricular asic ima la representacién de wna soualidad que es radicalmente incon mensurable con ella. Este tipo de “universalidad hegeménica” es el tinico que una coma nidad politica puede alcanzar. Desde este punto de vista, nuestro andlisis debe serdiferenciado de aquellos en los que la universalidad encuentta, en el camm- po social, una expresi6n disecta, no mediada econdmicamente, y de aquellos PREBACIO A 1A SEGUNDA EDICION EN ESPANOL u ten los que las pacticularidades simplemente coexisten sin que sea pensable ninguna mediacidn entre ellas como en cicrtas formas del posmodernismmo-. Pero si una relacién de cepresentacién hegeménica va a ser posible, su status tontolégico tiene que ser definido, Este es el punto en que, en nuestro anilisis, In nocién de lo social concebide como espacio discursivo —s decir, que haga pporibles celaciones de representacién que son estrictamente impensables den- tto de un paradigma fisicalista o naruralista— pasa a adquirir una importancia ‘capital. En otros trabajos hemos mostrado que la categoria de “discurso” tiene una tradicién que remonta a las tres principales corvientes intelectuales del si- {plo Xx: la filosoffa analitica, la fenomenologia y el estructuralismo. En tas tres, Al siglo comenzé con una ilusién de inmediatez, de an acceso no mediado diacursivamente a las cosas mismas cl referente, el fenémeno y el signo, res ppectivamence- En las ees, sin embargo, ert ilusién de inmediacez ce disuel- ve, en un cierto punto, y debe ser reemplazada por una u otra forma de me- dincién discursiva, Bsto es lo que ocure en Ia filosofia analicica en la obra del tleimo Wixegenstein, en la fenomenologfa con la analicica existencial de Hei- degget, y en el estructuraismo con la critica pasestructuralista del signo. Es también, en avestra opinién, lo que ocurte en la epistemologia con la transi- «i6n verificacionismo/Poppet/Kuhn/Feyerband, yen el marxismuo con Is obra de Gramsci, en le que el absolutismo de las identidades de clase del marxis- ‘mo clisico cs teemplzzado por identidades hegeménicas constituidas a través de medizciones no dialécticas. Todas estas cortientes han alimentado nuestro pensamiento en cierta me+ dida, pero el posesteuccuralismo es el terceno en el que hemos encontrado la principal fuente de nuestra reflexi6n te6rica y, dentro del campo posestructy- ralista, la deconstruccién y le ceorfa lacaniana han tenido una importancia de~ cisiva en Ia formulacién de nuestco enfoque acerca de la hegemonia, En la deconstruccisn, la nocién de indecidibilidad ha sido crucial. Si, como el tre- bajo de Derrida lo muestra, Ios indecidibles dominan al éampo que anterior- mente habia sida considersdo como gobernado por la determinacién estruc- tural, debe concluirse que la hegemonia es una teotia de la decisién comada en un terreno indecidible. Niveles mds profandos de contingencia tequieren articulaciones hegeménicas, lo eval no es sino otra modo de decir que cl mo- mento de la reactivacin no es otra cosa que la recuperaciém de ua acto de ins- titueidn politica que sdlo encuentra en simismo su fuente y su motivacién, Por razones similares, ja teorfa lacaniana aporta herramientas decisivas 4 Ja formu lacion de una teoria de la hegemonia, Talla categoria de point de capizon (pun- a HEGEMONIA Y ESTRATEGIA SOCIALISTA £0 nodal, en nuestra rerminologi) significante-amo, que implica la nocién de que wn elemento particular asume une fincin “univers” estracturante dentro de un cierto campo discursive -en realidad, cualquier tipo de organi zacién que ee eampo tenga e tan slo el resultado de esa Fancign— sin que la parciculvidad per sede elemento predetermine a esta tkima. De modo simi- Jag la nocién del sujeto anterior a la subjedivizacin establece la cemtralidad de In categorta de “deneficacia” y hace posible, en tal sentido, pensar en tan siciones hegeménicas que son plenamente dependientes de articulaciones po lies y no de entidadesconsiuidsfucra del empo polio, les como los Tntereses de clase”, En verdad, las atticulaciones politico hegeménicas crean ‘ccrospectivamente los intereses que ells dicen representa. La “hegemonia’ tiene condiciones de posibilidad muy precisas, tanto dese de ef punto de vista de ln que una selacin sequiere para ser concebida come hegeménica como desde la prspectiva dela construcign de un sujetohege. ne Respecto de! primer ee la dimensién de indecidibilidad estruc- nal antes mencionada es la condicién misma de la hegemoni. Sila objer- viad soil, evs de ut eyes intenas determinara todo tipo de ae structural existente -como lo preconia una concepcién sociolegitica de lo social no habria espacio para las rezrticulaciones hegeménicas comtingentes -ni tampoco, desde luego, pata la politica como actividad auténoma-. A los efectos de que la hegemonia sea posible, cl requezimiento es que elementos uy peopia naturaleza no los predetermina a entrar en un cette tipo de at- ticulaciéa més bien que en otto, se ven, sin embargo, coafigutades de un gen moe como resultado de una prictica externa a ellos, La visibilidad de los actos de institncién originaria en su contingencia especifica sentido, la condicién de toda formacin ibageni Pa haley se ania Lacién contingene es enunciac la dimensién central dele “politica. Este pri- vilegio atribuido al momento politico en la estructuraci6n de lo socal ex un aspecto esencial de nuestro enfoque. Nuestro libro muestta como, histérica- mente, 1a categoria de hegemonta fte originaciamente elaborada en la social- democracia cusa como intento de rfertse una intesvencién politica auré- roma, que fue posible por la dislocaciéa estructural encre actores y tates democdccas resultante del desercllo vari delcaptalsmo en Resi: como iis tarde fa nocién de “desarrollo desigual y combinado” extendié el drea de operatividad de la hegemonia a las condiciones generales de fa politica en la era imperialista, y eémo con Gramsci esta dimensidn hegeménica es prescn= tada como constitutiva de fa subjeividad de los agentes hiscéricos -que ce- FEE ce ~ tan, de este modo, de ser meros agentes de clase. Podrlamos afiadir que esta dimensién de contingencia, y la autonomizacién concomitante de lo politico, ton aun més visibles en et mundo contemporsneo, cn las condiciones del ca- pitalirmo avanzado, en el que las rearticulaciones hegeménicas son mucho tds generalizadas de lo que eran en tiempos de Gramsci En lo que se refiere 2 la subjetividad hegeménica, nuestro argumento ‘empalina con el conjuato del debate en torno de la relacién entce universa- lismo y particulatismo, que ha adquitido una centralidad considerable en afios recientes. La rclacién hegeménica tiene, sin duda, una dimensién uni- versalisea, pero se traca de un tipo muy particular de universalismo, cuyos rasgos distintivos es importante subrayar. No es el resultado de una decision ‘contractual, como en el Leviatdn de Hobbss, puesto que el vinculo hegemé- nico transforma la identidad de los sujeros hegerénicos. No esté necesaria~ mente ligado al espacio pablico, como la noci6n hegeliana de “clase univer~ sal®, puesto que las rcarticulaciones hegeménicas comienzan al nivel de la jedad civil. No se asemeja, finalmente, a fa nocién marxista del proleca- fo como clase universal, puesto que no resulta de una reconciliacién hu- ‘mana final que conduciiaa la extincién del Estado y al fin de la politica; viinculo hegembnico es, por el contrario, consritutivamente politico. {Cul es, en cal e250, la universslidad espectica inherente en la hegemno- ‘nfa? En nuestro texto sostenemos que ella resulta de la peculiar dialéctica que se esablece encte lo que lamamos logica dela diferencia y Logica de la equi- valencia. Los actores sociales ocupan posiciones diferenciales en el interior de quellos discursos que constituyen el tejido social, En tal sentido ellas son, es- trictamente hablando, particulicidades, Por el otto Indo, hay antagonismos sociales que crean fronteras intemas 2 la sociedad, Respecto de las fucrzas ‘opresivas, por ejemplo, un conjunco de partculatidades cetablece entre st re- Iaciones de equivalencia, Resulta necesario, sin embargo, representat la rota- Fidad de esta cadena mas alld del parciculatinuy diferencial de los eslabones equivalentes. Cues son los medios de representacisn? Como To afirmamos, esos medios de representacién séle pueden consistir en una particularidad ‘auyo cuerpo se divide, dado que, sin cesar de ser pariculay, ella transforma a su cuerpo en la representacién de una universalidad que lo trasciende -la de Ja cadena equivalencial-. Esta relacién, por la que una cierta particularidad \ asume la represencacion de una universalidad enteramente inconmensurable con la particularidad en cuestin, es lo que llamamos una relaciin hegemérica. Como resultado, la universalidad es una woiversalidad consaminada: (1) ella “4 HEGEMONIA ¥ ESTRATEGIA SOCIALISTA, no puedle escapat a esta tensiéa irsesoluble encce universalidad y particulari- dad; (2) su funcién de universalidad hegembnica no esti nancies mente adquitida, sino que es, por el contrario, siempre reversible. Aunque nosotros estamos tadicalizando, sin duda, fa intuicién gramsciana en varios respectos, ponsamos que algo de este tipo subyace a la distincién que Grams- i establecié entre clase comporativa y clase hegeménica. Nuestra nocién de una universalidad contaminada se aparta, por consiguiente, de una concep- cidn como la de Habermas, para quien la universilidad tiene un contenido propio, independiente de toda atticulaciin hegeménica. Pero también evita lotro exttemo, tepresentado, quizés en su forma més pucs, por el pacticula: rismo de Lyotard, cuya concepcidn de la sociedad como pluralidad de juegos de Jenguaje inconmensurables, en los que ias interacciones sélo pueden ser concebidas como datio (cor), hace imposible toda articulacién politica La consecuencia es que nuestto enfoque concibe a [a universalidad como universalidad politica , en tal sentido, como dependiente de las fronteras in- temas dela sociedad, Esto nos coneduce a lo que ex quizés el axgumenco cen- tral de nuestro libro, que se vincula con ia nocién de ancagortisme. Heros ex: Plicado por qué, en nuestra opinién, ni las oposiciones reales (la Realrepugnane de Kano) ni la conttadiccién dialéctica pueden dar cuenta de la celacién espe- fflea que denominamos “antagonismo social”. Nuestra tesis es que los anta- gonisoos no son relaciones objetivassino telaciones que tevclan los limites de toda objetividad. La sociedad se constituye en torno a sus limites, que son Ii mites antagénicos, y la nocién de limite antagénico debe ser concebida lite almente, es decis, que no hay “astucia de la razén” que se exptese a través de las relaciones antagénicas, ni hay tampoco ninguna clase de superjuego que someca alos antagonismos a su sistema de reglas. Por esto, no concebimos a «42 politico como una supetestructura sing que Ie xusibuimis el saver de una ontologta de lo social, De este argumento se sigue que, para nosotros - lin sockl ca fake rearecis Gollteny SABIE ost cole oosenernee ee ‘ima parte del libro~ a Ja posibilidad misma de una politica democrécica. Quisiéramos poner énfssis en este tltimo punto, El antagonismo esta, sin dda, en el centro de la actual selevancia de nuestro enfoque, taco al nivel teérico como politico. Esto podria pareer paradéjico, dado que una de las Principles consecuencins de lis profundas cransformaciones que han tenia lugar en los quince afios posteiores aa publieacién de este libro ha sido que la nocién de antagonismo ha desaparccide del discurso politico de la izquict- da Peto a diferencia de aquellos para quienes esto representa un progeeso, pa- PREPACIO A LA SEGUNDA EDICION EN 88PANOL 6 ra nosottos ésta es la principal fuente de auestras presentes dificultades. Uno hubiera podido esperar que el colapso del modelo soviético hubiera dado un. renovado impetu a los partidos socialistas democraticos, una ver liberedos de Ia imagen ncgativa del proyecto socialista que su antiguo antagonista proyec- tara. Sin embargo, con el fracato de la variance comunista ha sido la idea mise ima del socialismo la que ha pasado a estar desacreditada. Lejos de ser revica- lizada, la socialdemocracia entré en crisis. En lugar de una teforraulacién del proyecco socialista, a lo que hemos asistido en 1a ultima década ha sido al triunfo del neoliberalismo, cuya hegemonia ha pasado 2 ser tan generalizada aque ha tenido incluso ua efecto profundo en la propia identidad de la iz- quierda, Podria incluso argsimenrarse que el proyecto de la izquiecda esté hoy en una crisis mis profunda que cuando este libro fe escrito, a comienzos de los afios ochenta. Con la excusa de la “modemizaci6n’, un creciente niimero de partidos socialdemécratas ha abandonado su identidad de izquiecds para redefinirse, de modo cufemistico, como “centroizquierda”, Soscienen que la distincién entre izquierda y derecha ha pasado a ser obsoleta y que lo que se requiere es una politice de “centro radical”. La tesis bésica de lo que se pre tenta como “tercera via" es que la caida del comunismo y las transformacio~ nes socioeconémiczs ligadas al advenimicnto de una sociedad informatica y a los procesos de globalizacién han conducido a la desaparicién de los anta- gonismuos sociales, Una politica sin fronteras resultasfa ahora posible ~una “win-win politics", fundada en soluciones que favorecerfan a todo el mun~ do, Esto significa que la politica ya no se estructurarfa més en corn a fa di- visidn social, y que los problemas politicos habrian pasédo 2 ser meramente tdenicos. De acuerdo con Ultich Beck y con Anthony Giddens —Ios tedricos de esta nueva politica-, viviios en la actualidad ea las condiciones de una “modernizacién reflexiva’, en que el modelo adversarial de la politica, de “no- sotros contra ellos”, habia perdido toda valider, Segéa ellos hemos entrado cen uma nueva.cra en que la politica debe ser encarada de un modo enteramen- te diferente, La politica radical deberta cencrarse en los problemas de la “vi- da” y ser “generative”, petmitiendo a los distintos grupos tcalizar sus objeti- vos: y la democracia debe ser encarada bajo 1a form: de un “diflogo”, en cl aque las concroversias deben resolverse escuchindose ios unos 2 los otros Se habla mucho en ia actualided de la “democratizacidn de la democra- cia’, No hay nada malo, en principio, con esa perspectiva, y a primera vista ppureceria coincidie con nuestra idea de una “democracia radical y plural”. Hay, sin embargo, una diferencia crucial, por cuanto nosotros nunca conce- fe 16 HEGEMONIA Y ESTRATEGIA SOCIALISTA, bimos al proyecto de radicalizacién de la democracia que sostenemos como teniendo lugar en an cerreno neutral, cuya topologia no seria afectada, sino como una transformacién profunda en las rclaciones de poder existentes. Pa- 2 nosotros el objetivo era el establecimiento de una nueva hegemonta, que requiere la creacién de nuevas fronteras politicas, no su desapaticién. Sin due da es ago positive que la izquierds haya Finalmente comprendido la impor- tancia del pluralismo y de las insticuciones liberal democtéticas, pero el pro- bblema es que esta comprensién ha sido acompafiada por la creencia erténea de que esto implicaba el abandono de todo inceno de transformacién del presente orden hegeménico, De abi la sacralizacién del consenso, el desdibue jamiento de las fronteras entre la izquierda y la derecha, y el nuevo movi- miento hacia ef centro. Pero este viraje exirae conclusiones erréneas de la caida del comunismno. Es importante, ciertamente, entender que fa democracia liberal no es el enemigo adestruir pata crear, a través de la revoluci6n, una sociedad enteramente nuc- va, Esto es, desde luego, lo que ya argumentibamos en este libro mediante ‘nuestra insistencia en redefinir el proyecto de la izquierda en términos de una “tadicaliacion’ de la democracia. Desde nuestra petspectiva, el problema con las democracias liberales “actualmente existentes” no es con sus valores consti= utivas criscalizados en los principios de libertad ¢ igualdad pata todos, sino con el sistema de poder que redefine y limita la operacién de esos valores. Por ‘st0, nuestro proyecto de una “democracia radical y plural” fue coneebido co- ‘mo una etapa en a profundizacién de la “revolucién democritica”, como la extensidn de las luchas democriticas por la iguaidad y la libertad aun néime- 10 ctecientemente amplio de reliciones sociales. Nunca pensames, sin embargo, que el abandono del modelo jacobino amigofenemigo de la politics como paradigma adecuado de la politica demo- ‘critica debia conducir ala adopeién del modelo liberal, que concibe-a la de- ‘mocracia como una simple competicién de intereses que tiene lugar en un te- reno neutral -aunque el acento se ponga en la dimensién dialdgica- Sin ‘embargo, ésta ¢s precisamente la forma en que muchos partidas de izquicrda visualizan en la actualidad el proceso democritice. Por esto, son incapaces de captar la estructura de las relaciones de poder y no pueden ni siquiera imagi- nar [a posibilidad de establecer una nueva hegemonfa. Como consecuencia, cl elemento anticapitalista que habia estado siempre presente en la socialde- rmocracia tanto en sus vatiantes de izquierda como de derecha~ ha sido hoy en dia erradicado de sus versiones prestmtamente modernizadas. De ahi Ja PREFACIO A LA SEGUNDA EDICION EN ESPANOL 7 ausencia en su discurso de toda referencia a una posible alcernativa al orden econémico presente, que cs aceptado como el tinico viable ~como si el reco- nocimiento del cardcter ilusorio de un corte total con la cconomfa de merca- do cerrara toda posibilidad de difecentes modos de cepulacién de las fuerzas del mercado y significara que no hay alrernativa a una aceptacion total de las ogicas de estas thimas— La justificacién usual del “dogma de la ausencia de alternativas” es Ja glo- balizacién, y cl argumento generalmente ucilizado contra ls politicasredistri- butivas socialdeméeratas es que los controles fiscalestigidos por parte de los gobiecnos son la nica posibilidad realista en wn mundo en el que los merca- dos globales no permitirfan ninguna desviacién de la ortodoxia neoliberal. Es- te argumento da por sentado cl cerreno ideoldgico que ha emergido como re- sultado de afios de hegemonfz neoliberal, y teansforma en una necesidad histérica lo que es una situacién coyuntural, Presentadas como gobernadas ex- clusivamente por la revolucién informstica, ls fueraas de la globalizacién son desgajadas de sus dimensiones poliicas y aparecen como un destino al que to- dos debemos someremos. {De tal modo, se nos dice que no hay mds politicas eoondmicas de izquierda o de derecha sino solamente buenas y malas! Pensar en términos de relaciones hegeménicas significa romper con estas falacias. Explorar el llamado “mundo globalizado” a través de la categoria de hegemonia claborada en este libro puede ayudarnos a entender que la presen- te coyuiteuta lejos de rellejar al tinieo orden social natural o posible, es la ex- presion de una cierta configuracién de las relaciones de poder. Bs el resulta- do de jugadas hegeménicas por parce de fuerzas sociales especificas que han sido capaces de implementar una cransformacién profunda en las reaciones entre las corporaciones capitalistas y los Estados nacionales. La hege mont puede ser desafiada. La izquierda debe comenzar a claborar uta slternnativa cretble frente al orden neoliberal, en lugar de ceatar simplemente de adminis- trar a este dltimo de un modo més humano. Esto, desde luego, requiere tra- zat nuevas fronteras politicas y reconocer que no puede haber politica radica! sin fa idencificacin de un adversario, Es decir que lo que s¢ tequiere es la aceptacign del caricterinectadicable del antagonismo. Hay tambign otro aspecto en cl que la perspectiva tebrica desarolleda en este libro puede contribuir a restaurar la centralidad de Io politico; se vincula al esfuerzo por sefilar is deficiencias de lo que con frecuencia se presenta co- ‘mo la visibn mas prometedora y sofisticada de una politica progeesista: cl mo- elo de “democracia deliberativd” propuesto por Habermas y sus seguidores 8 HEGEMONIA Y ESTRATEGIA SOCIALISTA, Es ail conerastar nucstro enfoque con el de ellos, dado que existen en reai- dad cicrtas similituds encce fa concepcién de la democracia radical que soste- rncmos y la que ellos defienden. Como ellos, nosotros ctiticamos el modelo agregativo de democracia, que reduce el proceso democritico a la expresién de intereses y preferencias manifestados a través de un voto que selecciona a los lideres que lievatén a cabo las politicas escogides. Como cllos, nosotros obje- ramos que ésta es una visién empobrecida de la politica democritica, que no reconoce el modo en que las identidades politcas ~que no son dadas a pri Fi son constituidas y reconstituidas a través de los debates en la esfera pibli- a, La politica, argumentamos, no consiste simplemente en registrar intereses preexistences, sino que juera un papel crucial en la conformacién de los syje- 108 politicos. Acerea de estos tépicos nos encancramos de acuerdo con los hae bbermasianos. Ademés, coincidimos con ellas en la necesidad de tener en cuenta la pluralidad de voces que una sociedad democritica abarca, y en cl requeri- ‘miento de una ampliacién del campo de las huchas democriticas, Hay, sin embargo, importantes puntos de divergencia, que giran en rarao al marco teérico que informa nuesteas respectivas concepciones, El papel cen tral que la nocién de antaganismo desempefia en nuestro «abajo cierra toda posibitidad de una reconciliacién final, de un consenso racionaly de un “noso- ‘ros’ plenamente inclusive. Para nosotros, una esfera publica, sin exclusiones y dominada enteramente porla argumentacién racional, es una imposibilidad conceptual. EE conflicto y la divisién no son, en nuestro anilisis. disturbios que desgraciadamente no pueden ser eliminados, ni impedimentos empiticos que hacen imposible la plema realizacién de una armonia que es inalcanzable Porque nunca seremos capaces de dejar completamente de lado nuesteas pat- sicularidades los efectos de actuar de acuerdo con nuesten yo racional -una armonia ala que, sin embargo, debemos esforzarnos por acercarnos~. Lo que sostenemos ¢s que sin conflieto y divisibn, una politica pluralista y democré~ tica scria imposible. Creer que una resolucién final de los conflictos ¢s even- tualmente posible ~incluso si es vista como uma aproximacién asintética a la idea tegulativa de un consenso racional-, lejos de proveer el hotizonte nece- satio para el proyecto democrdtico, pone a éste en peligro, Concebida de mo- do cal, la democracia pluralista pasa a sec un ideal que se autorrefute, ya que el mismo momento de su realizacién coincidivia con el de su desinteyacign, Por esto, subrayamos que es vital para la politica democritiea reconocer que » toda forma de consenso es al resultado de una articulacién hegemsnica, y que siempre existed una extcrioridad que impediré su realizacién plena. A dife- PREEACIO A LA SEGUNDA EDICION EN ESPANOL, wy tencia de los habermasianes, no vernos en esto algo que socava el proyecto de- mocritico, sino su misma condicidn de posibilided Una palabra final acerca del modo en que encaramos fas tareas mas urgen- tes de la izquicrda. Varias voces se han ofdo recientemente proclamande "{Nolvamos a la hucha de clases!. Ellas sostienen que ia iquierda se ha identi: ficado demasiado escrechamente con cuestiones “culturales” y que ha abando- nado la lucha contra las desigualdades econdmicas. Ya es tiempo, se dice, de dejar de lado Is obsesi6n con ta “politica de ls idencidades” y de prestar nus- vvamente arencidn a los reclamos de la clase obrers. Qué pensar de estas crit ‘cas! Estamos hoy en una coyuncura opuesta a aquella que proveys el erasfon- do de nuestra reflexién, que se fundé en critica a la izquierda por ao tener suficientemente en consideracién las luchas de fos “nuevos movimtentos so- ciales”? Es verdad que la evolucién de los partidos de izquierds ha sido de un carfeter tal que su principal preocupacién han pasado a ser las clases medias, en detrimento de los trabajadores. Pero esto no se debe 2 ninguna unilatera- linacién de los problemas de “identidad”, sino a su incspacidad de concebir tuna alternativa al neoliberalismo y 2 su aceptacién acritiea de los imperacivos de “flexbilidad”. La solucién no es abandonar la lucha “culeural” para volver a la poltica “real”. Una de las tesiscontrales de Hlegenioniay exraegia socials taes a necesidad de czcar una cadena de equivalencias entre las varias Icha democriticas y en contra de las diferentes formas de subordinacidn. Como lo hhemos argumentado, tas huchas concra el sexismo, el racismo, la diserimina- ign sexual, yen defensa del medio ambiente necesitan ser articuledas con las de los trabajadores en un nuevo proyecto hegeménico de la iequierda. Para ponerlo en uns tezminologia que se ha tornado popular recientemente, en lo ‘gue insistimos es en que la izquierda necesita encarar tanto las euestiones li- igedas «la “rodiscribucisn” come al “reconocimienca”, Esto et lo que enten- demos por “democzacia radical y plural”. Hoy en dia este proyecto resulta més pertinente que nunca lo que no quiere decir que sca mis facil de cealizar-. En verdad, a veces pareciera como ai, mis que pensat en “redicalieac” la democracia, a prioridad fuera defender- In contra ls Fuerzas que, insidiosamente, lz amenazan desde dentro, En lugat ide reforzar sus insticuciones, pareciera que el triunfo de la democracia sobre su adversario comunista ha contribuido a su debilitamiento. La falta de iden- tificacién con el proceso democritice ests alcanzando proporciones prcocu- ppantes, yel cinismo cespecto de Ia clase politica esté tan exzendido que escd svcavanda la conflanea bisica de los ciudadanes en el sistema parlamentatio. 20 HEGEMONIA Y ESTRATEGIA SOCIALISTA, No hay, ciettamente, motivos para alegrarse acerca del estado actual de la po- litica en fas sociedades liberal democracicas. En algunos patses esta situacién. std siendo habilmente explorada por demagogos populistas de derecha, y of éxito de figuras tales como Haider y Berlusconi atestigua que esa retérica puede atraer a un niimero considerable de seguidores, En la medida en que la iequierda abandone la lucha hegeménica e insista en su posicién centtista, hay pocas esperanzas de que esta situacidn pueda ser modificada. Sin duda, comenzamos a ver la emergencia de una serie de resistencias al intento de las corporaciones transnacionales de imponer su poder sobre todo el planeta. Pe- to sin una visi6n acerca de cudl podtla ser un moclo alternacivo de organizar las relaciones sociales, una vision que restaure la centralided de la politica por sobre la tiranfa de fas Fuerzas del mercado, esos movimientos habrin de per- ‘manecer en un nivel meramente defensivo. Si de lo que se trata es de cons- muir una cadena de equivalencias entre las luchas democraticas, se necesita es- tablecer una frontera ¢ identificar un adversatio, Peso esto no es suficiente. ‘Uno necesica eambién saber por lo que ests luchando, qué clase de sociedad tun quiere establecer. Esto requiere por parte de la izquierda una adecusda comprensidn de la naturaleza de las reliciones de poder y de la dinémica de |a politica. Lo que esta en juego es fa construccién de una aueva hegemonia. ‘Nuestro lema debe ser: “Volvamos a ta lucha hegeménica” Frnesto Laelau y Chantal Mouffe Noviembre de 2002 PREFACIO A LA EDICION EN ESPANOL, Bate libro se publicé en inglés en enero de 1985, y ha estado desde entonces ‘en el centto de un conjunto de debates, a la vex tedricos y politicos, que tic nen lugar accualmente en

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