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Material de Lectura - Pata Negra
Material de Lectura - Pata Negra
IMPARTE:
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Instituto de Terapia Gestalt
Facilitador: Sergio Huguet
e-mail: sergio.itg@itgestalt.com
1. INTRODUCCIÓN
El test Pata Negra (P.N.) ha sido elaborado y experimentado en el Centro Médico‐
Psicológico de Nantes de 1956 a 1961, por Louis Corman y colaboradores. Su objetivo es
revelarnos los conflictos profundos del alma infantil. Al principio su aplicación se limitaba a
niños, pero se ha visto que constituye también un excelente medio de investigación de la
personalidad del adulto y que, en particular, permitía (mejor que ningún otro test)
explorar en los psicóticos los primeros estadios de la vida, aquellos precisamente en que se
iniciaron los conflictos.
Por cuestiones culturales entre los israelitas y musulmanes podían surgir dificultades
debidas a un rechazo sistemáticos de identificación con el cerdito por lo que se reemplazó
por un cordero.
Ninguno de los autores es psicoanalista pero el nivel proyectivo de la personalidad no debe
ser estudiado sin una referencia constante al psicoanálisis.
2. LA ESTRUCTURA DINÁMICA DE LA PERSONALIDAD
Para el psicoanálisis la personalidad tiene una estructura dinámica, es el teatro de un
conflicto incesante, de un juego de fuerzas contrarias. Por una parte está el ello, dominio
de las pulsiones vitales en gran parte inconscientes. De otra parte está el yo, instancia de
adaptación, en gran parte consciente, dotado de mecanismos de defensa que encauzan las
pulsiones demasiado tumultuosas. El yo se refuerza con un super yo, que represente la
influencia de las acciones educativas de los padres sobre el yo, de los ideales y
prohibiciones que estos dictan. Estas tres instancias no deben considerarse como
entidades fijas, sino como fuerzas en equilibrio conflictivo. El ello es el inconsciente en su
salvajismo primitivo, las tendencias en estado bruto. El yo es la instancia de adaptación
que, actuando sobre las tendencias del ello, se esfuerza en modificarlas para conciliarlas
con las exigencias de la vida social. Los mecanismos de defensa del yo son en su mayor
parte inconscientes. El ello tiene necesidad del yo el cual se pone a su servicio,
informándoles sobre el mundo exterior amenazador, permitiendo obtener satisfacción con
un riesgo mínimo. Hoy en día se sabe que el yo se forma muy pronto, desde las primeras
manifestaciones de las tendencias. El equilibrio de una personalidad depende del
resultado del conflicto entre el ello y el yo. Son raros los casos en que una de las dos
instancias consigue un triunfo completo sobre la otra. Si es el ello, estamos en presencia
de un estado de perversión, si es el yo, estamos en presencia de estados de inhibición de
las tendencias de racionalización intelectual excesiva. Es la oposición clásica entre
sublimación y represión. La represión de las tendencias es un proceso por el cual el yo
expulsa brutalmente las tendencias fuera de la conciencia, siendo estos procesos de
represión la causa principal de procesos neuróticos. En la sublimación las energías
La tercera instancia de la personalidad es el super yo que resulta de la introyección de la
autoridad parental, la cual se impone al niño en forma de aprobación o prohibición. El yo
lo acata y, si es preciso, lucha contra el ello para obligarle a la obediencia. A medida que el
yo se hace portavoz de la autoridad de los padres, se identifica con ellos pero, en cuanto
los padres desaparecen de su vista el niño, al no sentirse coaccionado, se abandona a sus
tendencias. Poco a poco la identificación se transforma en introyección. Es el super yo el
que dicta al yo lo que está bien y lo que está mal.
El yo desempeña su papel a la perfección si consigue una buena adaptación a la realidad
exterior sin poner demasiadas cortapisas a las exigencias del ello y del super yo, lo cual es
posible por el mecanismo de sublimación. Cuando el yo es demasiado débil tiende a
establecer mecanismos de defensa especiales para tratar de mantener a toda costa un
cierto equilibrio. Aquí aparece el papel de la angustia, la cual es el toque de alarma que
informa el yo de un peligro amenazante.
En los sujetos neuróticos, el inconsciente está en la mayoría de los casos separado de la
consciencia, por lo que cuando se produce una toma de consciencia de las tendencias
prohibidas, se despiertan inmediatamente las defensas del yo. La tendencia es
inconsciente y el yo que la censura es también la parte inconsciente del yo.
Sabiendo que toda tendencia reprimida aspira por si misma a proyectarse, bastará alguna
estimulación exterior para lograrlo. Tal es la técnica de los test de proyección. El Thematic
Apperception Test de Murray (TAT), ha sido utilizado en todas las edades, pero en los
jóvenes fracasa muy a menudo por la naturaleza especial de las imágenes representadas.
Para hacer el TAT aplicable a niños, Bellak sustituyó los personajes humanos por animales
familiares en el CAT, teniendo los niños mayor libertad de expresión de sus tendencias
bajo el disfraz simbólico de estas figuras animales. G.S. Blum ha dado un paso más en su
Blacky Pictures Test, sustituyendo las imágenes independientes del CAT, que comportan
animales diferentes, por la historia seguida del perro Blacky y su familia. Es aquí donde se
han inspirado para elaborar LAS AVENTURAS DE PATA NEGRA. Creemos con Bellak, que los
mecanismos de defensa del yo constituyen sin duda la parte más importante de los tres
proyectivos, si bien ahora ha sido la menos estudiada. Conviene, pues, dar igual
importancia a la defensa del yo que a las tendencias instintivas.
En este test proyectivo se ha creado el método de las preferencias‐identificaciones.
Para componer un juego de láminas proyectivas conviene seguir el esquema general de las
tendencias, guiándose por la conocida concepción psicoanalítica de los estadios evolutivos.
3.1. LAS TENDENCIAS
A. FASE ORAL – PASIVA
B. FASE ORAL ACTIVA O SÁDICO‐ORAL
Desde la aparición de los primeros dientes, la oralidad se vuelve activa: el niño es capaz de
morder y masticar su alimento. Paralelamente a esta capacidad de morder, se desarrolla
también la motricidad: principalmente la aprensión y la marcha. A esta conquista activa del
mundo está ligada la agresividad, es decir, el poder de coger, morder, destruir, pueden
también servir al niño para hacer frente a los elementos del mundo exterior que él siente
como hostiles. Veremos que utiliza este poder cuando se le frustra. En la medida en que
esa agresividad constituye una auténtica tendencia y se acompaña de cierto placer de
hacer sufrir al adversario, se convierte en sadismo. Cuando se pone el acento sobre este
aspecto, debemos hablar de fase sádico‐oral.
C. FASE ANAL O SÁDICO‐ANAL
En el primer año y segundo el niño accede a la motricidad activa y se hace capaz de
expulsar voluntariamente sus excrementos, orina y heces. Los niños experimentan un
placer particular tanto en la retención como en la expulsión, placer que está sometido a los
caprichos de la función y del momento: haciendo sus evacuaciones cuando le viene en
gana es la manera como el niño obtiene ese placer. A ello se opone la educación de la
limpieza que intenta obtener del niño la disciplina de sus esfínteres. Con ocasión de esta
educación en la limpieza se manifiesta claramente por primera vez la personalidad activa
del niño, su necesidad de afirmarse ante sus educadores, ya sea aceptando o rechazando
dicha disciplina. En los casos de encopresis diurna persistentes hasta la segunda infancia
aparecen siempre como signo de una fuerte agresividad contra la madre. Es más frecuente
aún la enuresis nocturna, manifestación de hostilidad más reprimida que la precedente,
pues solo tiene lugar en el sueño. Más sutil es el significado de ciertos estreñimientos
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crónicos, no atribuibles a causas orgánicas, sino a un rechazo psíquico, y que muy a
menudo se acompañan de un carácter particularmente obstinado.
D. FASE EDÍPICA
Todo órgano en exaltación funcional experimenta, al ser excitado, un goce particular. El
erotismo no es solamente el placer de los órganos sexuales. Se trata de algo que pertenece
al organismo en su totalidad. En el niño cada órgano despierta en un determinado
momento: después de la boca y de los órganos excretores, el órgano genital lleno de
vitalidad entra pronto en acción. Es la fase genital, que aparece alrededor de los tres años
y se caracteriza por la satisfacción de la masturbación o la búsqueda de caricias. Esta fase
genital, solitaria, se completa pronto por una atracción particular hacia las personas del
otro sexo, lo cual inaugura de alguna manera la entrada del niño en la vida colectiva y en el
mundo de los objetos. Es la fase sexual o fase edípica. El complejo de Edipo comporta dos
aspectos: uno positivo, la atracción amorosa que el niño siente por el progenitor del sexo
opuesto, y un aspecto negativo, que consiste en la rivalidad agresiva que siente hacia el
progenitor del mismo sexo.
Hay que hacer una distinción importante entre situación edípica y Complejo de Edipo. La
situación edípica es un momento normal de la evolución, que se supera rápidamente. La
rivalidad agresiva del niño hacia el progenitor del mismo sexo se resuelve en una
identificación, es decir una introyección de dicho progenitor, que proporcional al niño un
super yo en sus dos aspectos: ideal de yo y prohibiciones. Una identificación de este tipo
permite al niño eliminar su situación edípica y progresar hacia el futuro. El Complejo de
Edipo es algo distinto. Un complejo es un verdadero cuerpo extraño de la personalidad,
que se forma cuando se reprime en el inconsciente una tendencia, prohibida por la
defensa del yo, porque produce angustia de culpabilidad. Aquí la tendencia prohibida es el
deseo edípico en su doble forma positiva y negativa. Este deseo choca evidentemente con
las censuras parentales. El temor al enojo de los omnipresentes padres suscita en el yo una
angustia en la que se sitúa el origen de la represión. Lo que desaparece en la noche de
inconsciente no es, pues, solo la tendencia, si no un conjunto complejo formado por la
tendencia, el recuerdo de hechos vividos en relación con ella, los correspondientes
pensamientos y sentimientos, la angustia que provoca la tendencia y el mismo proceso
represivo, que también es olvidado. Pero este complejo, dotado de fuerte carga afectiva,
perturba profunda e intensamente la personalidad. Exige del yo un esfuerzo constante de
represión, que distrae la personalidad del resto de sus tareas y la priva de toda eficiencia.
Por otra parte, se inmiscuye a menudo en el consciente, mediante imágenes o
pensamientos obsesivos, donde se manifiesta con diversos disfraces.
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AGRESIVIDAD Y RIVALIDAD FRATERNAS
Lo que caracteriza la niñez es la incapacidad de soportar las frustraciones. El lactante vive
con un sentimiento de poder absoluto, cualquier atentado a este sentimiento es una
ofensa y la mínima frustración de sus deseos se le hace intolerable, por lo que reacciona
con agresividad. Como el aprendizaje de la vida es una constante fuente de frustración, en
cada instante puede haber agresividad, aunque se manifiesta diferentemente según la
fase. En la fase oral, el niño muerde todo lo que se le opone, padres, hermanos, destroza a
dentelladas cualquier objeto que se le resista. En la fase anal, se opone a la educación de la
limpieza cuando ésta frustra sus satisfacciones excretoras y llega a servirse de sus
excrementos, para ensuciar a los padres o los objetos de su pertenencia, en menor grado,
pero , más frecuentemente, hará suciedades de todo tipo.
La infancia es la edad del todo o nada, la edad de la desmesura. La agresividad del niño no
es proporcional a la importancia de la frustración. La ley de la infancia es la del talión, los
niños tienden a temer de los mayores la contrapartida exacta de lo que han deseado
hacer. Si este deseo fue la desaparición de un rival, temerán que se les inflija la misma
suerte para castigarles. No hay ninguna tendencia tan culpabilizada como la agresividad. La
culpabilidad edípica en particular, depende sobre todo, en nuestra opinión de la rivalidad
que opone el niño al progenitor del mismo sexo. La atracción amorosa que ejerce el
progenitor del sexo opuesto no está en general culpabilizada por lo que, cuando el niño se
identifica con el padre y la niña con la madre, suprimen con ello la competición agresiva y
pueden establecer sin censura alguna una relación positiva al menos ideal con el objeto de
su amor. La rivalidad fraterna está en conjunto mucho menos culpabilizada que la edípica.
DEPENDENCIA E INDEPENDENCIA (D‐I).
La evolución de niño es una transición progresiva de la pasividad a la actividad y,
paralelamente, de la dependencia a la independencia. Las frustraciones tienen la ventaja
de suscitar en el niño respuestas activas al pasar de la pasividad a la actividad, sintiendo así
la alegría de dominar su entorno. Pero esto no es lo suficientemente fuerte para bastarse a
si mismo y oscila continuamente de la pasividad‐dependencia a la actividad‐dependencia.
INTRICACIÓN DE LAS FASES. FIJACIÓN Y REGRESIÓN
La evolución del niño no es un proceso continuo, produciéndose continuas oscilaciones, no
siendo el paso de una fase a otra un cambio radical, sino muy al contrario, existe un
verdadero intrincamiento de las fases, que se superponen hasta el punto de que no es
posible fijar el momento exacto en que el niño pasa de una a otra, por otra parte, después
de superar una fase, quedan en la personalidad profunda puntos de fijación a esta fase
superada. Si el niño encuentra demasiadas dificultades para adaptarse a las fases
ulteriores, produce una regresión que le hace volver a sus puntos de fijación.
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3.2.‐ MECANISMOS DE ADPTACIÓN Y DEFENSA DEL YO
Hemos presentado hasta aquí la evolución de las tendencias esenciales sin tener en cuenta
al yo. La personalidad, en esta fase, está bajo el dominio del principio del placer. El yo
tiene como función esencial instaurar el dominio del principio de realidad. La defensa del
yo implica un doble aspecto: por una parte su adaptación al mundo en que vive el niño,
por otra defensa contra los peligros que le amenazan. En los casos patológicos del aspecto
defensivo aparece en primer plano.
DEFENSA CONTRA EL MUNDO EXTERIOR
Contra esta amenaza el mecanismo más primitivo es la negación, el niño niega toda
realidad penosa, rehusa conocerla, la escotomiza, la transforma en la realidad contraria. La
misma acción escotomizada actúa sobre el pasado, el cual, si ha sido penosa, es olvidado y
sustituido eventualmente en la memoria por su contrario.
DEFENSA CONTRA EL ELLO.
El rechazo de la tendencia se llama represión: el acceso a la conciencia y a la motricidad es
negada a la tendencia, y esta se ve reprimida en el inconsciente. El yo consciente pueda
entonces negar de buena fe la existencia de esta tendencia.
LA PROYECCIÓN Y LAS FORMACIONES REACTIVAS
Los otros mecanismos de defensa del yo, que se elaboran ulteriormente, derivan en mayor
o menor grado de la negación. La negación conduce a menudo a la transformación en lo
contrario. Un caso particularmente importante de este mecanismo de defensa es lo que se
denomina formaciones reactivas del yo. Se desarrollan hacia los cinco o seis años, en el
periodo de latencia, cuando la liquidación del Edipo ha introyectado el super yo,
fortificando con ello las defensas del yo. En definitiva se trata de desarrollar por reacción
unas formaciones contrarias que en cierto modo cristalizan y pueden llegar a convertirse
en rasgos permanentes de carácter.
Reacción contra la pasividad y la dependencia oral es la necesidad frenética de actividad y
de independencia. Reacción contra la analidad es la limpieza, el orden meticuloso, en
sustitución de la suciedad y el desorden. Las tendencias exhibicionistas de la primera edad
dan paso al pudor extremado. ¿Cómo es posible que las formaciones reactivas, que se
contraponen a las tendencias, proporcionen al sujeto alguna satisfacción?. Pues bien, uno
de los triunfos de la defensa del yo es conseguir vincular un displacer a la satisfacción de
una tendencia natural, que normalmente debería procurar un vivísimo placer.
Consideremos por ejemplo la intensa alegría que experimentan los niños al chapotear en
el barro, mientras que posteriormente, de adultos, nos resulta en extremo desagradable.
Igualmente, el placer de los niños de mostrarse desnudos, que más tarde se cambia por un
sentimiento de vergüenza insoportable ante la sola idea de que nos vean desnudos.
Existen otros mecanismos de defensa más elaborados que representan formas de relación
más sutiles. Tal es el mecanismo de aislamiento, que se encuentra principalmente en los
neuróticos obsesivos. Un sujeto que tenga cierto sentimiento de la realidad no puede
fácilmente negar la evidencia nos describe fielmente la imagen que se le presenta pero su
imagen es fría, la acción no es viva y en ella no se expresa ningún sentimiento. Hay
aislamiento, es decir, ruptura entre el elemento intelectual y el afectivo. Otra forma de
obrar de este mecanismo consiste en contar historias absolutamente triviales, en las que la
originalidad propia de las tendencias del sujeto no se manifiestan, porque la trivialidad
tiende precisamente a camuflarla. Existe todavía otra forma que consiste en desmenuzar
la imagen en sus detalles descriptivos, evitando relacionarlos entre sí en una acción de
conjunto. Es otra manera de no querer comprometerse.
DEFENSA CONTRA EL SUPER YO
Una de las formas de defensa más frecuentes contra la angustia de culpabilidad provocada
por la severidad del super yo es la vuelta contra sí en una acción de conjunto. Es otra
manera de no querer comprometerse.
REGRESIÓN
En éste la personalidad retrocede en su totalidad a una fase anterior. En este caso, el
principio de placer ejerce totalmente su tiranía: si un sujeto era muy feliz en cierta época
de su existencia y luego experimenta penas y frustraciones insoportables, es natural que se
vuelva atrás buscando encontrar la dicha anterior. Pero la regresión no es lo mismo que la
añoranza. La añoranza es consciente, la regresión es inconsciente y hace volver atrás no
solo el pensamiento, sino el ser en cuerpo y alma.
4.‐ EL TEST PN. UNA DINÁMICA NUEVA DE LOS TEST DE PROYECCIÓN
4.1.‐ EL TEST PN
El test PN, Las Aventuras de Pata Negra, se inspira en sus temas esenciales en el test
americano Las Aventuras de Balcky. Pensamos que gracias a Walt Disney el cerdito se
había convertido en un animal familiar para los niños, aunque hemos evitado el aspecto
excesivamente antropomórfico de los dibujos animados. El niño se identifica fácilmente
con cualquier animal familiar.
A.‐ EL FRONTISPICIO
Presenta una familia de animales. Conviene desde el principio destacar al héroe de la
historia, a fin de que el niño se identifique con él inmediatamente. Con la idea de ofrecer
mayores posibilidades proyectivas a los niños con varios hermanos/as creemos oportuno
gratificar a Pata Negra con dos compañeros en vez de uno.
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La mancha negra. Le da nombre y lo distingue de sus compañeros. Con la misma finalidad
de diferenciación la madre posee una mancha familiar. La mancha de PN manifestó tener
para muchos sujetos una resonancia afectiva. Positiva para unos, signo de ser más
agraciado y distinguido. Negativa para otros, por tratarse de una mancha marcada por un
sello de infamia, que desvaloriza al héroe.
En el frontispicio, el carácter femenino del cerdo grande de la mancha está claramente
indicado por las mamas. El niño no está obligado a ver los dos cerdos grandes como un
padre y una madre: es libre de verlos como quiere y no como queremos.
B.‐ LAS LÁMINAS
1. COMEDERO: tema de sadismo uretral
2. BESOS: tema edípico
3. PELEA: tema sádico‐oral de rivalidad fraterna
4. CARRO: tema sádico, que a menudo se transforma en castigo contra uno mismo
5. CABRA: tema de la madre adoptiva o de sustitución
6. PARTIDA: tema de partida
7. DUDA: tema de ambivalencia, de rivalidad fraterna o de exclusión
8. OCA: tema sádico, con transformación punitiva contra sí mismo, o de castración
9. PORQUERÍAS: tema sádico‐oral
10. NOCHE: tema edípico, con voyerismo de la habitación de los padres
11. CAMADA: tema de nacimiento y de rivalidad fraterna
12. SUEÑO MATERNO: temas de ideal del yo o de amor objetal (según el sexo del sujeto
examinado)
13. SUEÑO PATERNO:
14. MAMADA 1: tema oral
15. MAMADA 2: tema oral con rivalidad fraterna
16. HOYO: tema de soledad, de exclusión de castigo
17. HADA: esta lámina se presenta al final del test, al mismo tiempo que se pide al sujeto
que adivine los tres deseos que PN solicita al hada
4.2 EL MÉTODO DE LAS PREFERENCIAS‐IDENTIFICACIONES (P.I.)
Se ha elaborado, bajo el nombre de P‐I, un método completamente nuevo que reconoce la
gran importancia de los mecanismos de defensa del yo. Partimos de la concepción clásica
de los test de proyección según la cual el sujeto se identifica más o menos
conscientemente con el personaje central de su historia. Es lo que llamamos identificación
de tendencia, para significar que el sujeto se identifica al héroe, al personaje que realiza la
acción, la cual expresa en definitiva la realización de una tendencia profunda.
El interés del test radica en la revelación de tendencias profundas que habitualmente se
mantienen reprimidas, dándonos un retrato del sujeto a menudo muy distinto del que
conocemos o incluso a veces opuesto. Un día nos encontramos con el cuadro inverso es
decir, que la vida consciente del sujeto presenta pulsiones de las que no hallamos rastro
en los test proyectivos. En el test de la Fábula del Cordero de Louisa Düss (examina la
rivalidad fraterna) descubrimos sujetos que contaban un tema de niño muy juicioso, que
aceptaba de buen grado ceder todo a su rival. Un examen atento reveló que se trataba de
individuos inhibidos cuyas tendencias vitales estaban fuertemente reprimidas. Concluimos
entonces que, si no aparecía la reivindicación afectiva que cabía esperar era simplemente
porque ésta había sido prohibida por la censura del yo. Si la censura del yo, portavoz de las
prohibiciones de los padres, recibía satisfacción en el tema del niño juicioso, la tendencia
instintiva, en justa compensación, debía también satisfacerse en virtud del principio del
placer. Se planteaba entonces la cuestión de saber el rol que el niño aceptaría en la
historia. Clásicamente, es el psicólogo el que debe adivinarlo, a partir de la forma que el
sujeto adopta al contar la historia. Se nos ocurrió preguntárselo directamente: “si tu
formaras parte de la historia, quién serías”. Casi siempre nos contestó: “el corderito”
(personaje que desplaza al cordero mayor). La identificación de deseo sustituye entonces a
la identificación de realidad. Es conveniente contraponer la identificación conforme al
principio de realidad a la identidad conforme al principio del placer. Era evidente que la
identificación de deseo representaba también lo que nosotros llamamos una identificación
de deseo representaba también lo que nosotros llamamos una identificación de defensa,
en oposición a la identificación de tendencia.
Esta administración en dos tiempos aporta elementos nuevos al psicodiagnóstico de la
personalidad. En primer lugar, al distribuir las imágenes en dos grupos según el interés
afectivo que siente por ellas, conduce al sujeto a una verdadera toma de conciencia
afectiva. En segundo lugar, la identificación comporta una toma de conciencia del mismo
orden, pero en un plano algo distinto. Se trata de saber si el sujeto está dispuesto a asumir
o no sus propias tendencias, una vez expresadas. En ambos casos, debe explicarnos su
identificación con el personaje elegido.
Según sea la relación entre tendencia y defensa, surgirán diversas situaciones. En un
primer momento, cuando la tendencia no es objeto de censura alguna, en la narración se
expresa dicha tendencia con toda su fuerza. Después, cuando el sujeto no quiere
identificarse a PN actúan los mecanismos de defensa del yo y las tendencias son objeto de
censura, de prohibición.
En el más alto grado, esta prohibición se traduce en un rechazo total. En la primera parte
del test la lámina es descartada o bien es objeto de un tema inhibido, trivial o anodino.
Luego, en la segunda parte, en las P‐I el niño clasifica las láminas entre las NA no
queriendo asumir tampoco el papel de héroe, lo que indica que el carácter anodino o
trivial de su historia era una evasiva. El sujeto percibe claramente el significado
inconsciente de su rechazo, pero quiere asegurarse a toda costa contra la angustia de
culpabilidad, identificándose a un personaje distinto del que realiza la acción. En tales
casos, la tendencia que el sujeto censura es rechazada tres veces.
En un segundo grado, la prohibición no llega a impedir la proyección y la tendencia se
expresa. Es solamente en el segundo tiempo en las P‐I, cuando el niño se retracta al darse
cuenta de que las acciones del héroe son culpables y clasifica la imagen entre las NA,
rehusando identificarse con el héroe. Aquí la tendencia es rechazada dos veces.
En el tercer grado, parecido al segundo, no solo se manifiesta la tendencia, si no que
además, la imagen es A. Pero el sujeto escurre el bulto en el momento de la identificación,
es decir, en el momento de asumir la acción. La tendencia es rechazada aquí una sola vez.
Varias de nuestras láminas están construidas para facilitar las identificaciones evasivas
(pelea y porquerías). Son clasificadas como A pero la identificación es con el cerdito no
implicado en la acción.
Es importante recordar la distinción entre las identificaciones de tendencia, con el héroe
que asume la acción y que aquí casi siempre es PN, y las identificaciones de defensa, que
forman parte del mecanismo de defensa del yo por negación o rechazo de asumir la
acción.
Las dos láminas en las que existe mayor identificación con PN son sueño M y P y el mínimo
con pelea y porquerías. En cambio estas últimas dan el máximo de identificaciones con el
cerdito blanco lo que muestra el rechazo del niño a asumir su agresividad.
La identificación constante con el héroe es un signo de un yo rígido. Un yo fuerte es ante
todo un yo flexible, que se adapta a diversas situaciones por medio de identificaciones
múltiples. La identificación con el héroe es fuerte si alcanza o sobrepasa 10 y débil cuando
es inferior a 5.
Las identificaciones con un personaje más joven que PN son identificaciones regresivas e
indicadoras de un yo débil. El niño, ante los conflictos surgidos entre sus tendencias y las
censuras del yo, bate retirada hacia una edad más tierna, en la que estos conflictos eran
menos acentuados y no existía el riesgo de las reprimendas y la pérdida del amor de los
padres.
Las identificaciones no ya regresivas, sino progresivas, son también frecuentes. En
particular, las identificaciones con los padres, siendo esta identificación el elemento
principal de la situación edípica. La identificación con los padres, así como con los fuertes
coincide a menudo con las láminas A y además expresan un tono positivo y de contento. La
identificación con el fuerte procura mucha satisfacción al sujeto. Se realiza en personajes
sobreañadidos como el grajero en CARRO Y CAMADA, la cabra en lámina CABRA, la
identificación con el fuerte procura mucha satisfacción al sujeto. Se realiza en personajes
sobreañadidos como el granjero en CARRO Y CAMADA, la cabra en lámina CABRA, la oca
en lámina OCA, incluso la luna en las nocturnas ya que el niño con su animismo primitivo
no vacila en identificarse con el astro poderoso que ilumina la escena.
Esta identificación con el fuerte tiene como caso particular lo que se denomina
clásicamente identificación con el agresor. Agresor es el granjero de CARRO, y agresor es la
oca en OCA.
Hay muchos casos en los que el niño no quiere ser ninguno de los personajes de la lámina
dándose esto fundamentalmente en las NA. Este rechazo de identificación aparece como
una reacción producida ante cierto malestar, ya que, si el sujeto no quiere asumir la
acción, siempre tiene la oportunidad de identificarse con otro personaje. Seguramente, la
fuerte ansiedad hace rechazar en bloque la tendencia y acarrea la no participación en la
escena ni como simple espectador, que se sentiría culpable con el solo hecho de estar allí.
Sucede con bastante frecuencia que el sujeto se proyecta con tanta fuerza con el
personaje del héroe, que en el momento de identificación, dice “yo”, como tomando
conciencia de su íntima afinidad con aquel. Es lo que llamamos identificación proyectiva.
En un grado menor que el sujeto no dice ser PN, sino que PN es como él. En un grado más
elevado de proyección, el sujeto se identifica plenamente con el héroe en las P‐I
(“porque….digamos que éste sería yo”)
4.4 LA TÉCNICA DEL TEST PATA NEGRA
Ya hemos señalado el interés que presenta una total libertad de proyección. En nuestro
test existe una total libertad para caracterizar los cinco personajes del frontispicio en
cuanto al sexo, la edad y las relaciones de parentesco que les unen. Libertad al escoger el
sujeto las láminas y ordenarlas a su antojo para hacer la narración, rechazando así de
entrada las imágenes que no le plazcan. Libertad para describir una situación, tanto por lo
que se refiere a lo que ha pasado antes de la escena representada como lo que sucederá
luego. Libertad en la interpretación de la escena representada y de los sentimientos de los
protagonistas. Libertad en la clasificación final de las láminas en A y NA, así como en la
elección de la más A y la menos NA. Libertad para identificarse en cada tema con uno de
los protagonistas.
A. EL FRONTISPICIO
Antes de iniciar el test, es conveniente crear un clima de confianza y tranquilidad de la
manera que se crea más oportuna. Se le dice: “voy a enseñarte unos dibujos que
representan las aventuras del cerdito PN. ¿Ves? (aquí se representa el frontispico) PN está
aquí ¿porqué le llaman PN?. Esta pregunta provoca una respuesta activa del niño y le hace
considerar el cerdito con atención. Se le dice a continuación “ en estas láminas no hay una
historia escrita, se te pide que inventes la historia tu mismo, pero antes vas a decirme si
PN es un niño o una niña y darle una edad. Se trata de un juego, se puede decir todo lo
que se quiere, no como en la escuela que a veces se contesta bien y a veces mal. Aquí
todas las respuestas son igualmente buenas”. A continuación se le pide: “ y los dos
cerditos blancos, qué son niños, niñas, o un niño y una niña? ¿qué edad vamos a dar a
cada uno de ellos?”. Es indispensable preguntar si son hermanos o hermanas de PN o bien
si no son familia. A continuación, se pregunta a cerca de los dos mayores. No debe de
ningún modo imponerse al niño la idea de que son los padres del grupo. Se pregunta
prudentemente: “¿y los dos grandes quienes son? ¿Éste el de la mancha negra, y aquel
completamente blanco?”. En el caso más habitual, cuando los grandes son considerados
Es necesario esforzarse en conseguir lo que podemos llamar una neutralidad entusiasta,
guardándose bien de influenciar sus respuestas y aprobando sistemáticamente sus
respuestas y siempre de la misma manera a fin de no valorar una respuesta más que otra.
Podrá decirse cada vez “vale” o “está bien”. Hay que estar preparado sobre todo para las
respuestas más inesperadas y no mostrarse jamás sorprendido (por ejemplo, al designar a
la cerda con tetas como padre) para no dar nunca al niño la impresión de que ha
respondido mal.
B. LOS TEMAS
Una vez analizado el frontispico, se coloca éste a la vista del niño para que pueda referirse
a él si lo desea. Luego se le presentan todos los dibujos del test en un orden cualquiera,
diciéndole: “estas láminas representan las aventuras de PN. Las miras y me explicas la
historia de cada una de ellas. Eres libre de escoger las que te interesan más y explicar sólo
éstas. Míralas bien todas: deja de lado aquellas que no te interesan y guarda contigo las
que quieras explicarme”. Cuando el niño ha hecho esta selección, se le invita a extender
ante sí las láminas retenidas y se le dice “ahora cuéntame la historia de PN”. Se le deja
completamente libre de coger las láminas separadamente o de componer una historia con
todas ellas.
Para los niños mayores y los adultos, es conveniente presentar la prueba como un test de
imaginación. Se le dice: “suponga que estos dibujos están destinados a ilustrar un libro
para niños. Haga el favor de componer una historia apropiada”. O de manera más actual:
“componga un film con las láminas que quiera, como si usted fuera el guionista”.
Es bueno en esta primera parte del test dejar que el niño se explique sin interrumpirle con
preguntas. Con todo, a veces será necesario invitarle a precisar lo que cuenta, señalando
con el dedo los personajes de los que habla o diciendo su nombre, para evitar equívocos.
Es sutil a menudo estimular al niño indeciso o inhibido con algunas preguntas
dinamizantes, que no sugerentes, como por ejemplo: “prosigue ¿qué más? ¿Ves alguna
otra cosa? ¿Qué ocurre?
Es importante también invitar al niño a desarrollar su historia en el tiempo, diciendo en
primer lugar lo que ha ocurrido antes de la escena que representa la lámina, explicando a
continuación los acontecimientos y acciones que han desembocado en la situación
presente y, finalmente, contando lo que ocurrirá después, en qué pararán los diferentes
personajes y qué cosas harán.
Es útil decir al niño, en un momento cualquiera del test que , si lo desea, puede tomar
alguna de las láminas rechazadas al principio para integrarla en su historia (importancia de
una segunda mesa).
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Hay que consignar lo más exactamente posible las historias explicadas. No se trata de una
exposición resumida del relato, sino de captarlo íntegramente anotando también
inhibiciones, dudas, vueltas a temas anteriores, confusiones de personajes, lapsus. Hay
que anotar igualmente los sentimientos del sujeto, sus reacciones emotivas. Estar atento
también a cuando el sujeto mira varias veces largo rato una lámina y acaba por rechazarla,
delante de una lámina para después describirla de una forma muy trivial.
Es útil preguntar al final: “cómo terminan las aventuras de PN?
C. LÁMINAS RECHAZADAS
Hay que procurar que estén a mano del niño pues en el test se producen frecuentes
oscilaciones en las tendencias. Cuando termine de explicar las láminas retenidas, se le
pregunta simplemente si está dispuesto a añadir alguna a su relato. Si lo hace, será
interesante saber en el conjunto del test porqué las láminas asi añadidas fueron al
principio rechazadas. Puede ocurrir que el niño se encuentre dispuesto a proporcionar un
relato de las rechazadas y, si no lo hace, no se insistirá para no provocar inhibiciones, pero
más tarde, en las P‐I, se intentará obtener el mayor esclarecimiento posible de estas
imágenes.
D. LAS PREFERENCIAS‐IDENTIFICACIONES (P‐I).
Al final del relato se agrupan todas las láminas del test y se le dice: “ahora que conoces
bien las láminas haremos el juego de la imagen preferida. Míralas y ponlas en dos
montones a la derecha las que te gusten y a la izquierda las que no”. Posteriormente
extienden ante él las agradables y se le invita a coger la que más le gusta y explicar porqué.
A continuación se le dice: “en el juego de las preferencias uno se imagina que forma parte
de la historia en éste caso quién serías tú. Quién serías en esta lámina”. Hecho esto, se
aparta esta primera lámina, luego se invita al niño a escoger la que más le gusta de las que
quedan a así sucesivamente hasta la última. Y, para cada imagen, se le pregunta el porqué
de su preferencia y quién sería él. Al finalizar con las láminas agradables se realiza el
mismo trabajo con las rechazadas.
En general es fácil obtener la razón por la cual las láminas A gustan al sujeto, en cambio es
difícil obtenerla cuando se trata de NA. Al preguntarles por qué no le gusta dicen que no lo
saben, por lo que es conveniente preguntarles: “supón que el dibujante pudiera modificar
esta lámina ¿qué debería cambiar para que te gustase?
Es oportuno a veces también preguntarle el porqué de su identificación con PN u otro
personaje, reservando la pregunta para los momentos que consideremos oportuno.
Se reservan para después de las P‐I las preguntas dirigidas en oposición a las dinamizantes
del principio, en tanto tienden a dirigir la atención del niño sobre un punto determinado
que se desea elucidar. Por ejemplo, cuando un niño ha escotomizado una parte de la
imagen y la pregunta dinamizante “ves algo más” no ha dado ningún resultado, pueden
hacerse al final del test preguntas concretas sobre lo que decía no ver. Por ejemplo: “mira
esta parte del dibujo: no ves nada especial”.
Muy importante evitar cualquier tipo de sugestión. Típicamente los niños no ven ( o
rehúsan ver) a PN orinando en el comedero y desarrollan por ejemplo un tema oral. Es
conveniente no decir nada para no sugestionar las P‐I y, después de éstas y sólo después,
se llamará la atención del líquido que se desliza bajo PN y se le preguntará qué piensa de
ello. Puede ser interesante pedirles después de esto que se identifique de nuevo. El
posible cambio de identificación nos indicará en este caso la inhibición producida por un
efecto de censura.
F. LAS PREGUNTAS DE SÍNTESIS
Una vez terminado el test, cuando el niño ha cobrado interés es conveniente puntualizar
sus sentimientos en relación con los personajes haciéndole preguntas de síntesis en un
tono de conversación familiar. Se le dice por ejemplo: “me has explicado muy bien las
aventuras de PN ¿son interesantes verdad? Veamos, ¿quién te parece que es más feliz en
esta historia?” y cuando el niño lo ha designado se le pregunta el porqué. Las preguntas
que deben hacerse (siempre a continuación del porqué son: El más‐menos feliz y el más‐
menos bueno de la historia.
En el momento que se juzgue más oportuno, conviene dirigir la atención de la entrevista
hacia las atracciones afectivas en el seno de la familia PN.”En la familia de PN, ¿prefiere el
padre a alguno en particular? ¿Y la madre? ¿Y PN? ¿Y los cerditos blancos?”. Y para acabar,
“¿y tú a quién prefieres?”. A continuación se pregunta “¿Qué será PN cuando sea mayor?”.
Si parece conveniente esto también puede preguntarse de alguno de los otros. “¿Qué
piensa de su PN?”.
Aquí es donde puede presentarse al niño la lámina EL HADA diciéndole que es el hada
buena de PN y que este puede pedirle tres cosas, con lo que el niño tiene que adivinar los
tres deseos de PN. Se puede añadir hábilmente bajo la forma de un cuarto deseo lo
siguiente:”suponte que PN está cansado de ser un cerdito y le pide al hada que lo
transforme en otro animal ¿Cuál y porqué?.
Si se dispone de tiempo que dibuje de memoria la lámina más interesante para él, siendo
de vital importancia la elegida y las deformaciones en el dibujo.
Nos parece necesario realizar la grabación magnetofónica del test por:
a) No se toma ninguna nota delante del niño, lo cual le inspira confianza dando al test un
cariz de conversación familiar.
b) Todo queda grabado: palabras, silencios, lapsus, etc. Sin duda, esto dobla para el
psicólogo el tiempo de administración, pero, en materia de test de personalidad, se
podría aplicar lo del refrán “vísteme despacio que tengo prisa”.
5 – LOS TEMAS DE LAS LÁMINAS Y LAS P‐I
Los temas están expresados claramente en cada dibujo y, no reconocerlos, es por
esquivarlo o escotomizarlo, ya que los sujetos con suficiente sentido de la realidad nos
proporcionan relatos fieles a las imágenes. La trivialidad de un tema puede significar un
modo de evadirse. En tales casos, las segunda parte del test, las P‐I, al obligar al sujeto a
comprometerse, permite a menudo desenmascarar las defensas y dejar los problemas al
descubierto. Por ejemplo, las niñas clasifican BESOS entre láminas A el 82% de las veces.
Por tanto, si aparece como NA convendrá buscar la razón, y si además la identificación es
con nadie, cabe sospechar una perturbación importante de Edipo. Análogamente
MAMADA 1 es la lámina que los niños clasifican como A, con identificación a PN en el 66%
de los casos, por lo que si aparece como no A, con identificación con la madre, podría ser
signo de un problema de anorexia mental antigua, a menos que la imagen sea vista como
edípica y censurada como tal.
6 ‐ LOS GRANDES TEMAS
Cada una de las láminas presenta un tema frente al cual el sujeto reacciona con sus
propias tendencias y construye un relato más o menos conforme con dicho tema. Los
individuos han vivido en el curso de su existencia las situaciones del test, de las cuales
guardan la huella en su personalidad profunda, por lo que normalmente deben responder
a cada uno de los estímulos con el tema correspondiente. El inicio de una buena
adaptación reside en la flexibilidad con que el sujeto pasa de un tema a otro. Los sujetos
inadaptados con personalidad rígida, irreductiblemente fijada a una etapa e incapaces de
superarla, tienden a reaccionar de manera univoca, mostrando entonces el tema
monótono característico de la fijación.
Conviene insistir, conforme a la doctrina freudiana, en la opinión entre represión y
sublimación. Los sujetos que han resuelto sus conflictos reprimiendo, proyectan sus
tendencias bajo la forma primitiva y salvaje con que se mantienen en el inconsciente. Por
otra parte, como en el origen de la represión existen prohibiciones muy fuertes y
culpabilizadas, aparecen al mismo tiempo temas de castigo, marcados también por el cuño
de un salvajismo extremo. Por ejemplo, la expresión de una tendencia sádico‐oral muy
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fuerte exigirá un tema de castigo que puede ser la misma muerte, con devoración por una
bestia salvaje. Por el contrario, los sujetos bien adaptados que han resuelto sus conflictos
sublimando, elaboran más los temas, siendo menos extremosos y que el sujeto acepta
asumir las P‐I.
El tema dominante está en relación con sus conflictos, siendo el que aparece en muchas
láminas o marca el test con su sello, por ejemplo, el de la primera lámina escogida o el de
la lámina que desencadena las reacciones afectivas más fuertes. Es importante establecer
si éste es perturbador o no, asumido o no.
6.1 TEMAS DE ORALIDAD
El estadio oral es una etapa privilegiada para instaurar fijaciones y regresiones
principalmente cuando no ha sido vivido plenamente y, en especial, cuando ha habido
frustración. Incluso si su personalidad continua evolucionando aparentemente, al menor
índice retrocederá hacia el punto de fijación oral, mostrándose en el test un predominio de
la oralidad, incluso en láminas que no tocan este tema. Pero entonces la reivindicación oral
suscita la reprobación del yo por la agresividad que manifiesta, lo cual puede producir la
prohibición de la tendencia, siendo entonces importante distinguir entre temas francos (la
tendencia se expresa abiertamente con fuerza) y temas camuflados (la tendencia es
censurada por el yo)
A.‐TEMAS FRANCOS
La tendencia oral se expresa abiertamente bien por una gran avidez (no se habla de otra
cosa que de comer) bien por un comportamiento oral enteramente pasivo, con tendencia
a buscar exageradamente la protección de los padres y a identificarse regresivamente con
un bebé.
A.1.‐ La avidez oral se expresa ante todo en las láminas de: MAMADA 1, 2, CABRA,
CAMADA, DUDA, con temas de glotonería, donde PN desea estar solo y no tener que
compartir la leche materna. Dicha avidez puede presentarse como respuesta oral a
láminas que no lo son, por ejemplo en sueño M, PN sueña con su madre, quería que le
diera de mamar. En NOCHE, PN contempla a los padres que comen y quiere ir con ellos
para comer también etc.
A.2.‐ El comportamiento pasivo‐regresivo de la fijación oral se expresa por una falta total
de dinamismo tanto en casa como en la escuela: pasividad y lentitud en todo, repugnancia
ante el esfuerzo, necesidad constante de protección, retraso escolar aún con buena
inteligencia.
A menudo suelen colocar MAMADA 1 después de una situación penosa, representando así
un retorno paradisíaco a la protección materna.
Sucede a menudo que este sadismo‐oral se traduce en el test por temas particularmente
agresivos (este se comerá a áquel, etc). Y apareciendo como contrapartida la ley del talión:
el agresor es, a su vez, atacado y devorado.
B.‐ TEMAS CAMUFLADOS
Cuando la oralidad esté censurada por la defensa del yo y es objeto de una represión
permanente, se desarrollan formaciones reactivas que conducen a una inversión de las
pulsiones orales. La prohibición es más intensa cuando más agresiva es la pulsión oral,
hasta el punto que en MAMADA, cuando el tema habitual falta o no es asumido, hay
motivos para sospechar un sadismo oral inconfesado. Mientras que la oralidad feliz
proporciona un humor alegre y confiado, la reprimida confiere un humor triste y pesimista.
La depresión es a menudo una vuelta de la agresividad hacia sí mismo, lo cual se traduce
por temores específicos que son la contrapartida de los impulsos sádico‐orales. El deseo de
morder, devorar, eliminar a los rivales se transforma en miedo a ser mordido, devorado,
eliminado.
Se sabe que las niñas tienen, en el momento del Edipo, dificultades para mantener buenas
relaciones con la madre, al entrar en rivalidad con la que ha sido hasta entonces el
principal objeto de afecto. El Edipo despierta en ellas una actitud hostil dirigida no solo
contra el agente frustrante, la madre en este caso, sino además contra la misma mamada.
La identificación con la madre, que reemplaza aquí a la identificación con PN, representa
una identificación con el agresor.
El rechazo de las imágenes de MAMADA se observan circunstancias clínicas diferente. En
todo caso es casi constante cuando existe anorexia mental. Este curioso síndrome clínico
parece estar, a primera vista, en las antípodas de la avidez real. Pero es un error creerlo
así. De hecho, corresponde a una frustración del mismo tipo, pero, por factores de
temperamento diferentes, el sujeto reacciona a la frustración no con una avidez
acentuada, sino con un rechazo: “Ya que no quieren darme lo que quiero, no quiero nada”.
Como se sabe, este rechazo solo se produce en presencia de la persona juzgada como
responsable de la frustración, la madre. Es curioso que el niño, anoréxico en casa, al tomar
sus comidas en otro lugar (campamento) come como todo el mundo. Este rasgo subraya la
agresividad implícita, ya que el rechazo de la comida es un medio inconsciente de tiranizar
a la madre y de aceptar todos sus cuidados en el curso de las interminables comidas.
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Hay que señalar que nunca ha querido comer carne poco hecha, siempre mala quiere
como “una suela de zapato”. Se sabe que esto indica a menudo una formación reactiva
contra el sadismo oral, el asco por lo sangriento neutraliza el deseo de sangre, sabemos
que su anorexia representa la represión de una oralidad ávida y agresiva.
C.‐ MADRE SUSTITUTA Y PADRE NUTRICIO
La frustración desarrolla en la imaginación de ciertos sujetos fantasmas particulares ya sea
el de la madre de adopción o sustituta (la madre ideal que les colmaría de todo lo que su
madre verdadera les ha privado) ya sea el del padre nutricio, en el que la función de
alimentar a los hijos, incumbe al padre y no a la madre.
D.‐ AMBIVALENCIA
En muchos niños, la regresión oral es solo parcial. En momentos difíciles (nacimiento de
un hermanito) dudan entre mostrarse mayores o volver a ser pequeños, lo cual se
manifiesta en la lámina DUDA, donde PN duda entre ir con la madre a mamar o ir con el
padre al bebedero.
Un caso muy interesante y frecuente en las niñas es el de regresión ante la situación
edípica. Al hallarse en competición con la madre, la niña retrocede al estadio oral para
mantener las buenas relaciones con ella y escapar así de la angustia de culpabilidad.
6.2. TEMAS DE ANALIDAD
Toda educación excesivamente rígida que exija demasiado aprisa la limpieza o control de
esfínteres, produce una frustración peligrosa produciendo a veces que los niños continúen
haciendo sus deposiciones en cualquier sitio, lo cual indica a menudo una intencionalidad
agresiva hacia el frustrador. Hay casos mucho más numerosos en que la tendencia es
objeto de una prohibición mucho más fuerte y solo puede satisfacerse gracias al
relajamiento de la censura del yo que se produce en el sueño. Es bien conocida la extrema
frecuencia de la enuresis nocturna en niños que, sin embargo, han adquirido
tempranamente la limpieza diurna. La fijación al estadio anal también puede traducirse,
por desplazamiento, en hábitos de suciedad, negando a lavarse, chapoteando en barro,
con cuadernos sucios en clase, etc.
Las tendencias anales son más censuradas que las orales por lo que desarrollan
formaciones reactivas acentuadas, con manías de orden y limpieza que son el negativo de
las tendencias prohibidas. Aquí la distinción entre temas francos y camuflados es más
difícil, incluso cuando se expresan son menos tolerados por el yo que los de oralidad, y casi
nunca trascienden a otras láminas de test.
En el test las dos láminas estimulan estos temas son: COMEDERO Y porquerías. En
COMEDERO la mayoría no ve a PN hacer pipí y no suelen identificarse con PN. En
PORQUERÍAS si que describen con gusto el juego en el estiércol, aunque no suelen asumir
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la agresividad contra el padre, diciendo que no es adrede. Solo los niños sin conflictos
anales aceptan sin reticencias la agresividad sádico‐anal presente en estas láminas.
En las preguntas finales PN es el menos bueno porque hace pipí por todas partes,
principalmente en las patatas, y es el más feliz por la misma razón, porque hace pipí donde
quiere y cuando quiere. Se le prefiere porque es desobediente y hace rabiar a sus padres
para disgustarles, pero seguidamente le piden al hada que le ayude a no desobedecer más
y no hacer pipí por todas partes.
Se sabe que tanto la analidad como la oralidad pueden constituir una forma regresiva de
expresión edípica, y es importante notar que, muy frecuentemente, los niños con
prolongada enuresis durmieron largo tiempo en la habitación de los padres.
6.3.‐ TEMAS DE SEXUALIDAD
Dos láminas se refieren esencialmente a la intimidad de los padres: BESOS y NOCHE.
CAMADA se relaciona con el nacimiento y OCA con frecuencia con temores de castración.
A. BESOS
Es, junto con CAMADA, la lámina más A. Algunos no quieren ver a los padres en los dos
cerdos grandes diciendo que son cerdos extraños a la familia o PN con un hermano. Otros
rechazan la lámina, rehúsan identificarse o expresan sentimientos de culpabilidad.
B. NOCHE
Sugiere temas análogos, pero con todo lo inquietante de la situación nocturna, que evoca
a menudo el niño el aspecto misterioso de la habitación de los padres. Es frecuentemente
rechazada y NA, con la justificación de que no se ve bien lo que representa.
C. SUEÑO M Y P
Puede relacionarse también con el tema edípico por cuanto representa el objeto de amor
(padre del sexo opuesto) o el ideal del yo (padre del mismo sexo). Son frecuentemente A.
Sucede con bastante frecuencia que son rechazadas y NA, indicando que los sueños de PN
son culpables, censurados por el yo.
D. CAMADA
Evoca el tema del nacimiento y al mismo tiempo los posibles celos de los mayores que se
ven suplantados. No es raro que se describa después de noche, al percibir el niño la
relación entre la intimidad de los padres y el nacimiento. Principalmente es A pero la
identificación con PN es poco frecuente. Cuando la rivalidad hacia los pequeños es fuerte,
la imagen puede ser rechazada o se escotomiza a los recién nacidos.
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E. OCA
Además de su sentido primitivo o de agresividad contra un hermano, puede contener
también un tema de castración, aunque jamás se expresa abiertamente. Es la imagen
menos A de todas.
TEMAS EDÍPICOS FRANCOS.
Podemos hablar de tema edípico cuando una de las imágenes características del Edipo,
estudiadas en este apartado, ocupa el centro de la historia contada por el niño. Se dan
casos en los que el tema se expresa sin reticencias y el niño no duda ni un momento en
ponerse en el lugar del padre rival, por lo menos en sueños, identificándose con él.
Precisamente, un buen signo de situación edípica en el test es la identificación frecuente
con la madre las niñas, y con el padre los niños.
TEMAS EDÍPICOS CAMUFALDOS
Cada vez que una situación edípica censurada produce angustia habrá represión, por lo
menos parcial, y en el test no se expresará abiertamente. Pero no por estar camuflada, la
situación es menos importante, todo lo contrario. Se debe prestar mucha atención a este
problema cuando en un test observamos que BESOS y NOCHE son rechazadas o NA. No es
raro que la prohibición del Edipo sea la más fuerte que las prohibiciones y, en caso de
asociarse con la rivalidad fraterna, el tema menos censurado (el de rivalidad) se expresa
más abiertamente que el primero.
6.4 TEMAS AGRESIVOS
Sabemos que los estados progenitales implican una tendencia general impulsiva a destruir
todo aquello que constituye más o menos un obstáculo, desarrollando al niño enormes
cargas de agresividad contra el frustrador. Freud ha percibido en esta crueldad del niño el
germen del sadismo del adulto.
Los niños proyectan inconscientemente su agresividad contra el adversario sin percatarse
de que cuanto mayor es su agresividad, tanto más intenso será el contragolpe del castigo,
que cuanto más malo es el niño más teme el castigo por su maldad. Las láminas que lo
detectan son: COMEDERO y PORQUERÍAS (la agresividad contra los padres), PELEA,
CARRO, CAMADA Y MAMADA 2 (la agresividad contra los hermanos). La reacción depresiva
se observa a menudo en CARRO, OCA y HOYO.
Las tendencias agresivas se satisfacen de buen grado en la atmósfera permisiva de la
proyección en el test, ya que muchas de estas imágenes son A, aunque muy culpabilizadas
ya que no asumen la identificación con el héroe.
Existen importantes diferencias entre los sexos. En conjunto, los chicos se manifiestan más
agresivos y asumen mejor su agresividad. Vale la pena señalar algo muy característico de la
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opinión que ambos sexos tienen de la niña: cuando nos dicen que uno de los cerditos
blancos es niña, será casi siempre ésta la que no quiere tomar parte en las riñas de pelea,
ensuciarse en porquerías y la que duerme dócilmente en comedero.
La agresividad contra los padres se encuentra netamente expresada en COMEDERO Y
PORQUERÍAS, y en ambos casos con el sadismo anal. Los niños satisfacen su tendencia y
hábilmente esquivan su responsabilidad. Cuando existe una carga agresiva muy fuerte
contra los padres, observamos que esta agresividad se expresa en láminas que en principio
no parecen implicarla.
Hay que prestar mucha atención al hecho de que un personaje no figure en el test, ya que
es el signo de gran agresividad contra él.
La rivalidad fraterna la encontramos en PELEA, CARRO, DUDA, OCA, CAMADA Y MAMADA
2. Es uno de los motores más fuertes de la vida infantil y también la fuente habitual de los
conflictos.
La rivalidad fraterna (RF) enseña al niño la vida en común, la necesidad de tener en cuenta
al otro y de compartir las cosas con él. Por ella el niño hace el aprendizaje de la
competición social. El hijo único, que no ha tenido hermanos está mal armado para esta
competición y se adapta más difícilmente a la vida social, La competición o RF favorece la
formación del carácter cuando acontece libremente y se resuelve a fin de cuentas en un
compromiso acertado, bajo la mirada comprensiva de unos padres benévolos. Por el
contrario, si la competición es traumatizante se origina un conflicto inhibidor, una ruptura
entre la agresividad incontrolada y el contragolpe de la culpabilidad deprimente. De
entrada en todos los test habrá RF aunque no por ello perturbadora.
En PELEA la identificación con PN es la más baja del test. A menudo, la culpabilidad
aparece en las láminas siguientes, las cuales son punitivas.
Entre los temas francos encontramos dos situaciones particulares: el sacrificio del
primogénito y el niño huérfano, tema este último que se inicia en el frontispicio con la
exclusión de PN, siendo los dos cerdos adultos los padres de los cerditos blancos.
Cuando la RF es inhibida por una fuerte censura, obtenemos en el test temas camuflados
por escotomización tanto de la agresión como del rival.
Uno de los aspectos más interesantes en la RF en nuestros test es la identificación con el
rival. Conforme al principio del placer, cualquier niño desea ocupar el lugar del rival, que
considera, con razón o sin ella, más favorecido. Otro caso típico es el de la identificación
con el otro sexo, cuando se da el caso de que el rival que ocupa el lugar privilegiado es del
otro sexo, con lo que el sujeto desea cambiar el suyo para equiparse con su rival.
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En estos ejemplos se ve que una identificación con el sexo opuesto, determinada por una
Rf, con ayuda de elementos constitucionales que predisponen puede resultar en una
modificación total de la personalidad en el sentido de la homosexualidad, o bien, en el
mejor de los casos un conflicto interior de ambivalencia.
6.5 – TEMA CONFLICTIVO, DEPENDENCIA‐INDEPENDENCIA
El conflicto entre D‐I es muy importante en el niño. Por una parte, el niño nace débil y para
conservar la vida necesita la protección constante de sus padres. Por otra, a medida que
crece y despierta a la vida activa, aspira a lograr la autonomía. Por tanto, hay un conflicto
incesante entre lo que desearía (ser libre) y la incapacidad para asumirlo plenamente (no
poder prescindir e la protección). En nuestro test hay láminas en las que el héroe está solo:
PARTIDA y HOYO. La primera es una lámina alegre, llena de sol, que suele agradar
bastante. La segunda, en cambio, produce inquietud debido a la oscuridad de la situación y
es NA ya que se trata de una imagen trágica en sí misma. Para un niño la soledad es como
la muerte. Algunos lo expresan diciendo que el héroe se perderá, se morirá de hambre
lejos de los suyos, o que un lobo se lo comerá. A menudo subyace una idea de culpabilidad
y castigo, en relación con temas de partida por desobediencia.
Muy frecuentemente, la partida está provocada por una frustración. En un 30% de casos
de partida ésta sigue a MAMADA 2, imagen de RF. En tal caso, con todo, la actitud suele
ser ambivalente: PN se va desengañando pero con la secreta esperanza de que sus padres
le echen de menos y se pongan a buscarle. O bien se encontrará con la cabra madre ideal,
quien le dará la leche que su madre le ha negado.
A los temas de partida culpabilizados hay que oponer los casos en los que es vista como
una aventura feliz, abierta hacia lo nuevo y el porvenir.
Estos temas de DI permiten deducir el grado de autonomía alcanzado. En los estados
preedípicos el niño depende estrechamente de su entorno familiar. Por el contrario, el
estadio edípico inaugura una forma de vida; el niño adquiere cierta autonomía en relación
con los “objetos”, de forma que la pérdida del objeto amado puede ciertamente causar
tristeza, pero no implica un hundimiento como en los estados anteriores. En otras
palabras, el yo adquiere en el estado edípico mucha más fuerza y es capaz de sustituir el
principio de placer por el principio de realidad, o sea, que es capaz de asumir ciertas
situaciones penosas.
6.6.‐ TEMAS DE CULPABILIDAD
Son muy frecuentes. De ordinario, se presentan como el choque de retorno de las
pulsiones agresivas. Encontramos temas de culpabilidad en:
A.‐ Las imágenes agresivas: COMEDERO, PELEA, PORQUERÍAS, MAMADA 2 Y CAMADA
C.‐ Imágenes edípicas: BESO, NOCHE e incluso SUEÑOS, en forma de censura de la
oscuridad prohibida, siempre más o menos coloreada de rivalidad.
D.‐ Imágenes de independencia: PARTIDA y HOYO, sobre todo cuando hay una idea
subyacente de desobediencia.
La culpabilidad se asume raras veces, pero en la P‐I, una imagen NA con rechazo de
identificación con el héroe, significa muy probablemente que el tema es culpabilizado.
El castigo lo suministran los padres o algún sustituto parental (como oca o granjero). En el
grado más leve, PN sufre una reprimenda, o le pegan, o se queda sin cenar. Pero hay
castigos más graves que responden a una fuerte culpabilidad:
A.‐ La privatización de amor con abandono o exclusión (DUDA, PARTIDA Y sobre todo en
HOYO y CARRO). Se sabe que el niño a quien se ha pegado puede, a pesar de los golpes,
tener relaciones afectivas con el que le ha pegado, ya que pegar a un niño después de
todo, es ocuparse de él. Pero lo que el niño teme ante todo es la ruptura de contacto, la
exclusión, ya que sin amor y sin presencia humana es incapaz de subsistir.
B.‐ La muerte, ya sea por privación de alimento, si se ha perdido o le han abandonado, ya
sea por sufrir un accidente o por agresión de fieras que lo devoran. Un caso particular es el
de la oca, imagen parental temible, que puede castigar con la castración.
Cada niño responde a los estímulos del PN de una manera. Aquellos cuyo sentimiento de
culpabilidad es débil cuentan las aventuras sin vacilaciones y las asumen de buen grado (A,
PN), al final, PN suele resultar el menos bueno porque hace muchas tonterías, pero
también es el más feliz y el preferido del niño, que se identifica frecuentemente con él. En
otros casos el sentimiento de culpabilidad es importante presentándose bajo dos formas
particulares. En la primera, nos encontramos con un tema específico culpabilizado lo cual
aparece en la emoción o inhibición que acompaña al relato, en la resonancia eventual
sobre las otras láminas, y en la desazón del sujeto en el momento de las P‐I. La segunda
forma implica la culpabilidad generalizada sobre el conjunto del test. Todos los temas
están cargados de inhibición, se expresan con voz apagada, con ansiedad, y el conjunto
presenta un marcado carácter depresivo. Esta culpabilidad difusa se descubre en las P‐I
por un temor a identificarse con el héroe al que finalmente se considera el menos bueno y
el menos feliz.
Algunos sujetos expresan la agresividad sin ningún reparo en una serie de temas salvajes.
Luego, a propósito de otras imágenes, la falta es sancionada de un modo también brutal.
Parece que en su imaginación viven un espantoso universo de agresividad salvaje dirigida
contra los demás y contra sí mismos, sin posibilidad alguna de que su yo pueda realizar un
Cuando la culpabilidad es intensa, el test se desarrolla en un clima particular de tristeza y
ansiedad. Incluso cuando el niño consigue esquivar el tema habrá que prestar atención a
los signos reveladores de la emoción, principalmente al tono de la voz, ahogado, con
frecuentes suspiros y a las miradas inquietas del niño. La culpabilidad fuerte suele
relacionarse con experiencias infantiles traumatizantes, que en un momento dado
causaron tal angustia que el motivo de la culpabilidad fue reprimido en el inconsciente.
Entonces, solo persiste en el consciente, de forma difusa, un sentimiento penoso de
aflicción y tristeza. Esta disposición inconsciente condiciona el sujeto a la culpabilidad:
cualquier cosa que recuerde la falta, como un disparate anodino o una leve reprimenda,
tendrá una resonancia excesiva en el alma del niño. Se trata de niños llorones,
extraordinariamente sensibles al menor reproche que incluso se entristecen cuando se
riñe a los demás, que preguntan continuamente si han sido malos y se inquietan por saber
si se les querrá siempre.
Esta fuerte carga interior de culpabilidad constituye en nuestro test, el origen del tema de
la mancha negra. En las cuestiones finales se le pregunta”¿Qué piensa PN de su mancha?”.
En muchos casos, las respuestas obtenidas inciden en el carácter infamante de la mancha,
considerada simbólicamente como un signo de impureza. Y entonces, el niño suele suplicar
al hada que le quite la mancha. Algunos ven en ella el signo de culpabilidad. Otros la
achacan a la mala suerte.
6.7.‐ EL PADRE NUTRICIO
No habíamos previsto que el niño pudiera designar en el frontispicio el papel de los padres
de forma invertida, pero nuestra sorpresa fue mayúscula la primer vez que un niño nos
dijo que el cerdo de las mamas era el padre y el otro la madre, asombro que aumentó al
ver que la inversión se mantenía a lo largo del test y que nos decía en las láminas de
mamada: “PN está mamando a su padre”. El tema del padre nutricio puede darse de
manera más o menos integral. Unos mantiene la inversión de los padres desde el principio
hasta el final del test, viendo al padre en todas las imágenes donde figura el adulto de la
Nuestra primera idea fue que el eclipse casi total de la imagen materna en el test
sustituida por el padre nutricio que ocupaba el primer plano provendría quizás de las
frustraciones vividas por el niño en relación con su madre, considerada menos gratificante
que el padre por lo que el niño más bien se inclinaría hacia éste, existiendo dos
observaciones que apoyaban esta opinión.
A.‐ Las del mismo test en las que se habla poco de la madre y en preguntas finales dice que
en esta familia es el padre quien da de comer a los hijos, que la madre no da de comer o
que da a los otros, o que está fuera, o que no quiere amamantar a PN porque es
demasiado goloso.
B.‐ Por otra parte, las observaciones clínicas ponen de relieve las frustraciones sufridas por
el niño a causa de una carencia maternal. De modo menos aparente, puede también darse
en ciertas madres ansiosas u obsesivas que cumplen escrupulosamente su función de
madre, pero cuya hostilidad inconsciente contra el hijo se traduce en actitudes frustrantes.
En tales casos el marido suele ser un padrazo que no plantea al niño ningún problema.
Pronto vimos que esta explicación resultaba algo superficial ya que el nutricio no siempre
era un padre gratificante siendo en ocasiones frustrantes.
6.8.‐ EL TEMA DE LA MADRE IDEAL
En general, cuando el niño se considera frustrado por la madre, es probable que haya
vivido sus relaciones con la madre nutricia en un clima de exigencia absoluta, queriéndola
exclusivamente para él y no compartiendo su cariño con nadie. Esta reivindicación se
agudiza por la RF y también, sobre todo en niñas, por la rivalidad edípica.
Con la plasticidad propia de su edad, el niño sustituye fácilmente lo que es por lo que sea.
Si sufre una frustración por parte de la madre, inmediatamente se forjará, esta madre
ideal, que no sea frustrante y satisfaga todos sus deseos. A decir verdad, esta madre ideal
existe para él en la realidad: es la madre buena de los momentos felices. Después del
nacimiento de un hermano siente la decepción de tener que compartir el amor de su
madre y tiende a oponer dos imágenes maternas: la de la madre‐para‐él‐solo, tal como era
antes del nacimiento de su hermano, y la de la madre‐que‐hay‐que‐compartir, que en su
reacción desmesurada cree haber perdido.
A.‐ LA MADRE SUSTITUTA
En esta forma, la frustración del sujeto por su demanda de amor no satisfecha se expresa a
lo largo de todo el test: en la imagen CABRA, en las preguntas finales, o en los deseos del
hada, formula el deseo de encontrar a otra madre o a otra familia más gratificante. CABRA
es un excelente estímulo para hacer aflorar el tema de la madre sustituta. Por tanto, es
preciso estar muy atento a lo que el niño haga con esta lámina en el test. En particular, hay
que tener muy en cuenta los casos en que cabra es la primera imagen oral escogida, y
MAMADA 1 Y 2 son descritas más tarde o incluso rechazadas.
B.‐ EL TEMA DE LAS DOS MADRES
Este ofrece situaciones análogas y es frecuente. Es una prueba concluyente de que la sola
descripción del frontispicio, cuando se hace según la técnica libre, puede centrarnos,
desde el principio del test, en el mismo meollo de los conflictos interiores del niño.
7.‐ CÓMO INTERPRETAR EL TEST PATA NEGRA
7.1.‐ METODO DE ANÁLISIS
El método de análisis usado más frecuentemente es el elaborado por Murray a propósito
del T.A.T. Se basa en la comprobación de que el sujeto se proyecta en el personaje central
elegido por él en su historia. Sobre este personaje transfiere sus tendencias personales y
describe las relaciones que aquel mantiene con los demás personajes de la historia,
considerado como expresión viva de su medio ambiente. Este método de investigación se
funda en una base certera que permite sacar conclusiones interesantes, pero se mantiene
en un nivel de personalidad más bien superficial, descuidando el hecho de que a un nivel
más profundo la proyección es mucho más subjetiva. Debido a esta subjetividad Piotrovski
considera cualquier tema proyectivo como análogo al relato de un sueño y propone aplicar
a su estudio la técnica de la interpretación de los sueños. Es decir, la historia explicada
podría asimilarse al contenido y manifiesto de un sueño, y su interpretación debería pasar
de ese contenido a las ideas latentes, expresión directa de las pulsiones originales. Para
interpretar de forma provechosa el test PN hay que seguir este método.
Nunca insistiremos bastante en el hecho de que un test proyectivo no nos da nunca una
certeza absoluta. Lo que nos revela es solamente una hipótesis de trabajo, un punto de
partida para que a través del método de convergencia de índices (verificar con otros test la
hipótesis; las fábulas de Duss, el test de la aldea, el CAT, el Blacky y el dibujo de la familia).
Es conveniente asociar íntimamente la interpretación del test y los datos sacados de la
anamnesis.
La proyección no nos revela elementos fijos, análogos a lo que corrientemente llamamos
rasgos de carácter y de cuya unión resultaría la personalidad profunda , a la manera de los
elementos químicos que se unen para formar un cuerpo complejo. Pero nos se trata de
esto. La personalidad profunda no es estática sino dinámica, es un campo de fuerzas en
equilibrio variable, un complejo inestable de tendencias y defensas.
7.3.‐ INTERPRETACIÓN DEL FRONTISPICIO
Le dimos a éste un carácter neutral: los tres cerditos en situación triangular, equidistantes
de los padres y sin que haya acción. Sin embargo, el niño impone aquí una constelación
familiar al no poder concebirse aislado ni en relación exclusiva con personas extrañas. El
niño tiene total libertad para dar a PN el sexo y la edad que desee, expresando con ello sus
deseos inconscientes. Cuando los dos cerdos grandes aparecen como extraños, hermanos,
primos, debemos sospechar un trastorno de la relación del sujeto con los suyos.
Se han hecho figurar junto a PN otros dos cerditos blancos para dar mayor posibilidad de
proyección. Al interpretar esto tendremos en cuenta unas consideraciones:
A.‐ Si los describe como hermanos de PN (comparando la fratria del test con la real)
podemos concluir parcialmente que el niño se sitúa en una relación ya de amistad ya de
agresividad, con el miembro de la fratria en cuestión.
B.‐ Si no son hermanos de PN si no compañeros o desconocidos, concluimos que proyecta
su deseo o temor a estar solo (deseo cuando asigna los padres a PN), temor cuando los
asigna a los cerditos blancos.
Sucede también con frecuencia cuando la edad atribuida a PN ya sus dobles no
corresponden con la fratria verdadera, que estas pueden interpretarse como puntos de
fijación en alguna fase de su desarrollo psicosexual.
7.4‐ LOS TEMAS ORIGINALES
La interpretación de un test proyectivo gravita en torno a la búsqueda del tema
dominante. La regla fundamental de la interpretación, corolario de la búsqueda del tema
dominante, es efectivamente la regla de originalidad: cualquier tema que por su
originalidad se desvíe del tema esperado, del tema trivial, debe considerarse como
significativo de algún problema. Esta regla de originalidad es igualmente válida para los
temas P‐I, es decir la elección de una lámina como A o NA, y el hecho de que sea o no sea
asumida.
A los temas francos a veces se les llama temas 3 A, porque ordinariamente las láminas
correspondientes son aceptadas, agradables y asumidas.
La elaboración de una historia supone cierta capacidad de integración de los temas
parciales que solo se adquiere con la edad, y se observa más frecuentemente en los
sujetos mayores, a partid de diez años. Cuando el sujeto no retine más que una sola
imagen pensamos que debe tener algo fascinante por su afinidad con la preocupación
dominante del sujeto. En un tercer tipo, el más frecuente, las imágenes son descritas sin
orden aparente y sin un visible entre los temas. Un atento estudio, que incorpora las P‐I,
nos muestra que existen vínculos más sutiles de orden afectivo.
7.6.‐ REGLAS DE INTERPRETACIÓN
Independientemente de la forma, global o fragmentaria, siempre puede aplicarse la regla
fundamental de la originalidad.
A.‐ REGLAS DE ORIGINALIDAD DE LAS TENDENCIAS
Son particularmente importantes los casos en que un tema original se repite de forma
obsesiva, a menudo sin relación de fidelidad con las imágenes descritas. Es importante
tener en cuenta lo que llamamos salidas significativas, que se producen cuando, ante un
protocolo trivial en conjunto, surge súbitamente una tendencia que sorprende con la
fuerza singular con que se expresa.
B.‐ REGLA DE RESONANCIA AFECTIVA
Cuando en un test se da el tema de una lámina con un acento afectivo particular puede
afirmarse que se trata de un tema importante para el sujeto. Unas veces se trata de
expresiones emotivas de alegría, marcadas con gritos, exclamaciones o un tono
apasionado. Otras veces se trata de expresiones emotivas de tristeza, que acompañan un
tema depresivo o, lo que es todavía más interesante, un tema trivial, que no explica a
primera vista la tonalidad afectiva del relato.
C.‐ REGLA DE LA DEFENSA MÁS FUERTE
Las tendencias que suscitan los conflictos más fuertes son en general las más censuradas
por la defensa del yo.
C.1.‐ Rechazo de la lámina.
Ocurre con frecuencia que estas láminas no aceptadas son NA y no asumidas a las P‐I,
siendo las imágenes que llamamos 3 NA y, en tal caso, deducimos la existencia de una
triple defensa contra la tendencia representada, signo inequívoco de que el yo se enfrenta
con ella con todas sus fuerzas.
Se rechaza sólo la parte de la escena que suscita angustia. La escotomización de un
personaje indica una relación de hostilidad con él.
C.3.‐ Escotomización de la acción
Se niega la acción representada, por ejemplo en PELEA, en la que el tema agresivo está a
menudo culpabilizado se describe como un tema evasivo: “se divierten o están jugando”.
C.4.‐ Negación de los sentimientos
Cuando los sujetos más maduros no pueden permitirse tales distorsiones, la negación
adopta formas más sutiles, por ejemplo en pelea dicen que va de broma o bien que el
desenlace es favorable.
C.5.‐ Inhibición
Hay que estar atento a los tiempos de espera que son signos de inhibición y tras los cuales
el tema puede ser trivial y aparentemente sin problemas, aunque, lo que sucede
verdaderamente, es que el niño elabora en secreto una defensa.
C.6.‐ Transformación en lo contrario
Para controlar bien la pulsión prohibida el yo la sustituye por la pulsión contraria. Cuando
esto es lo habitual respecto a una tendencia se le llama formación reactiva del yo,
pudiendo convertirse así en un verdadero rasgo de carácter.
C.7.‐ Racionalización
Dicen que no les gusta la imagen porque no es bonita, no está bien dibujada, etc.
C.8.‐ Relación a distancia.
Consiste en atenuar el significado de la acción representada distanciando a los
participantes, a pesar de reconocer dicha acción y describirla fielmente. Por
distanciamiento entendemos que el sujeto presenta como desconocidos a los miembros
de la familia (amigos, extraños, etc) lo que equivale prácticamente a escotomizar a los
hermanos o a los padres que no se quieren.
C.9.‐ Aislamiento
Todas las imágenes son retenidas y descritas fielmente, pero de una manera simplemente
descriptiva, sin ninguna expresión de sentimientos y dando excesiva importancia a
pequeños detalles periféricos de la imagen.
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Facilitador: Sergio Huguet
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D.‐ REGLA DE LAS IDENTIFICACIONES DOMINANTES
D.1.‐ Identificación con PN
Un número de identificaciones con PN superior a la media ( que es de seis o siete por
protocolo) indica una buena capacidad del yo para asumir las situaciones representadas,
aunque hay que evaluarlas también cualitativamente, viendo en que situaciones se
identifica y en que contexto del protocolo. Un número de identificaciones inferior a la
media indica, en general. Que se culpabilizan la mayoría de las tendencias representadas.
A menudo, el tema dominante es un PN malo y desgraciado, descontento de su mancha
negra.
D.2.‐ Identificaciones con un cerdito blanco.
Se trata de identificaciones de evasiva; son aquellos casos en que el sujeto es incapaz de
asumir las acciones del héroe. Un caso particular es la identificación con el recién nacido
en la que se manifiesta una tendencia regresiva.
D.3.‐ Identificación de los padres
D.4.‐ Identificaciones con nadie
Un número importante de identificaciones con nadie constituyen un tema dominante
significativo de ansiedad.
7.7.‐ SÍNTESIS INTERPRETATIVA
Nuestro test explora la personalidad profunda, sus tendencias, sus conflictos internos, lo
que nos permite explicar las motivaciones inconscientes, sobre todo cuando esa conducta
no es acorde con las reglas ordinarias de la vida social. Atendiéndonos al esquema de
Freud de las tres instancias, el ello, el yo y el super yo, veremos de que manera se
equilibran en el seno de la personalidad y cual es la que domina y dirige a las otras. En
segundo lugar debemos reconstruir, sobre la base del test, las relaciones del sujeto con las
figuras parentales y con la fratria.
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A.‐ EL ELLO
El ello es el campo de las pulsiones instintivas en su forma salvaje y primitiva. La intensidad
con que estas pulsiones se expresan en los temas del PN es una medida de la fuerza de
ello. Al mismo tiempo, el carácter particular de algunos temas nos revela las tendencias
cualitativamente dominantes, lo cual puede indicarnos ciertos puntos de fijación a
determinadas fases del desarrollo.
Hay que tener en cuenta dos importantes reglas de interpretación. En la primera los temas
camuflados corresponden a las tendencias que tienen mayor importancia psicopatológica.
La segunda las tendencias que se expresan más abiertamente pueden ocultar tendencias
que han sido reprimidas.
B.‐ EL SUPER YO
Esta instancia particular, que se dicta al yo sus ideales y al mismo tiempo sus
prohibiciones, se constituye a partir de los cinco o seis años, por una introyección de la
autoridad paterna. Cuando esta introyección se produce en condiciones favorables, sin
conflictos demasiado agudos, el super yo se confunde con el yo, instancia de adaptación,
para dictar al sujeto una conducta correcta que concilie las necesidades instintivas y las
exigencias del medio educativo. Cuando el super yo es débil, las pulsiones se manifiestan
sin ninguna traba y se sacian de un modo salvaje. En este caso, encontramos en el
protocolo del PN un desbordamiento de temas abiertos en los que domina el principio de
placer. En cambio, cuando el super yo es fuerte, se manifiesta una gran severidad respecto
de las acciones del héroe. En este caso, las pulsiones suscitan en el yo, una angustia
particular: la de culpabilidad. El test se desarrolla entonces en un clima de inhibición
ansiosa: numerosas imágenes son rechazadas y muchas son NA. El principio de placer ya
no se rige más. Veremos al sujeto asumir situaciones dramáticas, con el héroe en peligro,
como si el hecho de ser condenado o castigado apaciguara su angustia de culpabilidad. Así,
le vemos identificarse con PN llevado en carro o perdido en la noche en hoyo o agredido
por la oca. En tal caso, el héroe es reconocido al final como el menos bueno y feliz, y las
peticiones en hada son deseos de mejora moral.
C.‐ EL YO
Es fundamentalmente una instancia de adaptación. En el test PN, debe evaluarse cada
situación viendo como se resuelve el problema de la adaptación mediante compromisos
aceptables entre tendencia y defensa. Igualmente hay que juzgar la fuerza del yo por el
modo como asume, en las P‐I, las situaciones descritas. Sin embargo, cabe distinguir la
rigidez del yo, que asume todas las situaciones vividas trivialmente merced a una simple
descripción en la que no se compromete realmente. En otro sentido, sabemos que eludir
en exceso es signo de un yo débil, un yo que no soporta las inevitables frustraciones de la
vida.
Bibliografía