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1 Uanewe S Géoiene t Subje hivi das Tlasculion Hudens 22 EA. Lenora cle Ins 2009 Capitulo I. Géner Jna herramienta tedrica para‘el estudio de la subj tividad masculina. - Mabel Burin Irene Meler El concepto de género atraviess los limites de las dstintas discipi- ‘nas, en particular de las caracterizadas como ciencias humanas, lo cual ce difcl su delimiacién o el "control de fronteras, de modo que se = toma irrelevamte la nocién de extraterritorialidad para operar en ese ‘impo. Cuando ralzamos studios de género consideramos interesan- £270 5c ferilizar este concepto con aportes provenientes de la antropologia, “Ta historia, la sociologia, la psicologia, el psicoandlisis y otras discipli- = ‘nas. Con ello, no slo enriquecemos la perspectiva de andlisis de las 1 problemticss que analizamos sino que ademés las colocamos en un 7 punto de encrucjada, expresada hoy en dia en el quehacer cientlico . © gon el témino de interdsciplinariedad. La atmésfera de criss que en | srner rode alos paadigmascentcos en los ikimos fs hatnido + gus efectos también sobre la nocién de género. La flosofia neo-positi- |< Vista, expresin obligada en otras épocas del modo de produccién del conocimiento cientifico, ha dejado de constiuir la base epistemolégica "necesaria y Unica para la valoracién de los conocimientos producidos © actualmente. El crterio de determinismo estricto, los postulados de *-simplicidad, los supuestos de causslidad Lineal, constituyen algunos de Jos fundamencos que se estin cuestionando actualmente por parte de Jas disciplinas con que operamos paca explicar y debatir las probleméci- {igs del género masculino hoy en dia, “Los nuevos criterios que utilizamos para reformular los cadicionales ‘modos de inscripcién genésica descrivos habitualmence como pertene- idad masculina incluyen, en primer lugar, la no- # ei6n de complejidad. Esta postura requicre la Aexbilidad para utilizar ~~ pensamientos complejos, tolerantes de las contradicciones, capaces de sostener la tensién entre aspectos antagénicos de las conductas y de bordar, también con recursos complejos, 2 veces conflictivos entre si, ‘los problemas que resultan de este modo de pensar. Bl cérmino " nero” circula en las ciencias sociales y en los discursos lcon una acepcién especifca y una intencionalidad explicativa. Dicha lacepcién data dela década del $0, cuando el investigador John Money (1955) propuso el rérmino “papel de género” (gender role) para descri- birel conjunto de conductasatribuidas alos varones y ls mujeres. Des- de la perspectiva del analisis de la subjesividad ha sido Rober« Stoller (1968) quien estableci6 més nitidamente la diferencia'conceptual entre sexo y género, basindose en sus investigaciones sobre nifios y nifias que, debido a problemas anatémicos congénitos, habian sido educados de acuerdo con un sexo que no se cortespondia anatémicamente con el suyo. La idea general mediante la que se diferencia “sexo” de “género" cs que el sexo queda determinado por la diferencia sexual inscrita en el cuerpo, mientras que el género se relaciona con los signficados que cada sociedad le atribuye, Segin lo plantea Gomaria (1992), de manera amplia podria aceptarse que son reflexiones sobre género todas aquellas que se han hecho a Jo largo de la historia del pensamiento humano acerca de los sentidos y las consecuencias sociales y subjetivas que tiene percenecer a uno u otro sexo, por cuanto esas consecuencias, muchas veces entendidas como “naturales”, no son sino formulaciones de géne- 10. Los Estudios de Género, en forma amplia, se reficren al segmento de la produccién de conocimientos que se han ocupado de este imbito de Ia experiencia humana: las significaciones atribuidas al hecho de ser vvardn o ser mujer en cada cultura y en cada sujeto, Una de las ideas centrales, desde un punto de vista descriptivo, 1s que los modos de pensar, sentir y comporcarse de ambos géneros, mis que tener una base natural e invariable, se deben a construcciones sociales y familiares asignadas de manera diferenciada a mujeres y @ hombres. Por medio de tal asignacién, a partir de estadios muy tem- pranos en la vida de cada infante humano, unas y otros incorporan ciertas pautas de configuraci6n psiquica y social que dan origen a la feminidad y la masculinidad. Desde este criterio descriptive, el género se define como la red de creencias, rasgos de personalidad, actirudes, valores, conductas y actividades que diferencian a mujeres y a hom- bres, Tal ordenamiento es producto de un largo proceso histérico de construccién social, que no sélo produce diferencias entre los géneros - qiedaet en po « femenino y masculino, sine que, a la vez, implica desigualdades y je sargufas entre ambos. Los estudios de género utilizan una perspectiva ©. deandlisis que denuncia la ldgica binaria con que se perciben las dife- “yencias yen este caso a diferencia sexual. Mediance esta légica In diferencia es conceprualizada en sérminos “o lo uno o e! otro". Fl sujeto posicionado en el lugar de Uno ocupa una pesieién jerirquica superior, en tanto el Otro queda desvalorizado. Mediante esta ope- Facidn logica, en a que s6lo haba lugar para Uno, el Oxto ocup cid desjerarquizada. Desde Ia perspectiva del andlisis dela 10 josicién de sujeto, mientras que el Otro {as Estudios de Genero, analizan esas oposiciones y jerarquias, hacien- do visible que las mismas han sido construidas mediante un largo proceso histérico-Socal, y que no son “naturales”, En este texto analizaremos las marcas que deja el ordenamiento de la desigualdad entre los géneros, centrindonos en la construccién de la subjesividad masculina. ‘Ya hemos sefalado en otras oportunidades (Burin, M., y Mele, I., 1998) que el género puede ser ontado no sélo en términos descrip ‘vos, sino también como categoria de anslisis. EI género” como eategoria de andliss tiene varios rsgos caracteritcos 4. Es siempre relacional, nunca aparece de forma aislada sino mar- ‘cando su conexi6n. Por ello, cuando nos referimos a los Estudios de Género siempre aludimos a las relaciones entre el género femenino y el sgénero masculino, asi como a las relaciones incragénero. Hasta ahora, en los Estudios de Género se ha puesto énfasis en que tales relaciones son de poder (para Jane Flax (1990) se trata de relaciones de domina- cién), La mayoria de los estudios se han centrado en la predominancia del eercicio del poder de los afectos en el género femenino y el poder tacional y econémico en el género masculino, Para nuestros fines, nos interesa analizar como se establecen esta relaciones de poder dentro del Ambito familiar y las huellas que dejan en la construccién de la subjeti- vidad femenina y masculina. 2. Oro rasgo de la categoria género a considerar, es que se trata de una construccién histérico-social, es decir que se fue produciendo a lo largo del tiempo de distintas maneras. Algunas historiadoras, como R. Pastor (1994) sefalan que el discurso histérico ha implicado relaciones de subordinacién en las significaciones del género, con un peso muy importante ororgado a insttuciones tales como la religidn, los criterios médicos y cienificos, y los aparatos juridicos. 3. Ouro rasgo que debe destacarse es que la nocién de género suele ofrecer difcultades cuando se lo considera un concepto totalizador, que vuelve invisible la variedad de determinaciones con que nos construi- mos como sujeos: raza, eligin, clase social, excécera. Todos estos son. factores que se entrecruran durante la constiuci6n de nuestra subjtivi- dad, por lo tance, el género jamds aparece en forma pura, sino enlaza- do con estos ortos aspectos decerminantes de la subjetividad humana. Algunas eriticas que desde la perspectiva del género se hacen a las disciplinas que enfocan la construccién de la subjetividad se reieren 4 los principios esencialistas, biologistas, ahistéricos e individua- listas, Esencialistas son las respuestas 2 la pregunta “zquién soy?” y “qué soy?”, suponiendo que existiera algo sustancial e inmutable que respondiera a tales inquietudes. Esta pregunta podefa formularse me- jor para lograr respuestas mas enriquecedoras, por ejemplo “zquién voy siendo?”, con un sentido constructivista, Los criterios biologistas responden a estos interrogantes basindose en el cuerpo, y asf asocian fundamentalmente al sujeto varén a la capacidad sexuada, Este critetio biologisea supone que ser varbn es tener cuerpo masculino, del cual se derivaeian supuestosinstincs tales como la agresvidad y e impulso ala lucha entendidos como efeeto de sus masas musculares,o de hormonas como la testosterona. Los principios ahistérieos niegan que a lo largo de la historia los géneros hayan padecido notables cambios, en su po- sicién social, politica, econémica, ¢ implicado profundas transforma- ciones en su subjetividad: por el contrario, suponen la existencia de wn rasgo eterno procoripico, inmutable a través del tiempo. Los criterios individualistas aislan a los sujetos del contexto social, y suponen que cada uno, por separado y segin su propia historia individual, puede responder acerca de la construccién de su subjetividad. Si bien nos centraremos sobre emo incide la perspectiva del género en las diversas configuraciones vinculares, y sobre la construccién de la subjetividad masculina, no deberiamos dejar de mencionar que la perspectiva del género estéligada a otros campos de aplicacién, por ‘jemplo, la educacién, la legislacién, las précticas médicas, lo cual nos permitiré ampliar la perspectiva de dénde y c6mo poner 2 operar los conocimientos de género en las diversas disciplinas. Generalmente,suele destacarse que los ancecedentes a los Estudios de Género se encuentran en los Estudios de la Mujer, que sistematiza- ron en el campo académico las investigaciones y denuncias realizadas por las mujeres sobre sus condiciones de vida opresivas, y su exclusién y discriminacién del campo social, politico, econémico. A partir de aquellos primeros avances del feminismo, los hombres también se han interrogado y han reflexionado acerca de sus propias condiciones de Vida, ampliando el campo de los estudios al género masculino. Haremos algunas referencias con respecto a los antecedentes de los Estudios de Genero: diversos autores han hecho eriteriosos relevamien- tos que permiten sefalarciertas periodizaciones. Entre ellos, Gomacia (1992) afirma que los primeros antecedentes de estos estudios se refi ren a la condicin social de las mujeres. Ya habian surgido los enun- ciados de Platén y de Aristoteles acerca de la “inferioridad” femenina en contraposicién a la “superioridad” masculina, pero fue a partir dela Revolucién Francesa y de la Hustracin (sighos XVI y XVIII) cuando aparecieron con énfasis en Europa, y mis adelante en Estados Unidos, los valores de ls modernidad, explicitados en los eérminos “Igualdad, Libertad y Fraternidad”. A partir de esos principios, las mujeres comen- aron a reclamar sus derechos como ciudadanas, con variada suerte, ‘ya que alrededor del siglo XX tales principios se les revelan esquivos, ‘especialmente a partir del imperio de la rigida moral victoriana predo- ‘minante en Europa a partir de mediados del siglo pasado, con impli- caciones politica, religiosas, y cientificas. La incidencia de los valores victotianos en su época fue de tal aleance, que llevaron a epresentacio- nes sociales de las mujeres como madres, esposas,vegenes (a partir dela concepcién marianista, imperance desde mediados del siglo pasado) 0 frigiles y proclves ala enfermedad (por ejemplo, en los extudios sobre la histeriainiciados en el siglo XIX). Como modo de resistencia se- _mejante posicin social y Familiar de las mujeres surgen algunas figuras femeninas que, integradas los movimientos obrero, reclaman partici- pacién social y econémica igualitaria y sostienen el derecho a la educs- cin igualicaria para ambos sexos (como Flora Trstin en Sudamérica). ‘También aparecen mujeres que tienen peso y visibilidad en el mundo cultural, en Ja literatura y las ciencias, pero a menudo deben exconderse decrés de nombres masculinos para dar a conocer su produccién, como fue el caso de George Sand, cuyo nombre era Aurora Dupin Hacia comienzos de este siglo, el clima intelectual fue haciéndose mds permeable a la idea de la igualdad de derechos de las mujeres, y fue adquiriendo peso el movimiento sufragista que se habia iniciado a Fines del siglo anterior, que reclamaba el derecho al voro para las mu- jeres. Junto con ese movimiento surge otro contrario, que insiste en confirmara la mujer en el contexto familia, y asociarla ala maternidad yal rol de esposa y de ama de casa, Esta posicién fue refrendada por algunas de las ciencias sociales que comenaaron en esa época s anali2ar la diferencia sexual (Sociologia, Pedagogia, Ancropologia). La Segunda (Guerra Mundial impulsa los movimientos de las mujeres, y crea coyun- ‘ras favorables contra la discriminacién por razones de raza, zligién © sexo, Con este impulso se extiende el derecho femenino al voto en aquellos paises occidentales que ain no lo habian conseguido, i dos los paises del hemisferio sur, entre ellos la Argentina. Tambié Jos afios 60 surge en los paises anglosajones la lamada “segunda ola del movimiento ferinisa” (la primera habia sido la de las sufragists), con algunos antecedentes importantes como las reflexiones de Simone de soi seeonwoetos Shieh sna SARA AE TAR NR aR goals Beauvoir (1957) en El segundo sexo. Las primeras criticas de aquellas feminists s orientaban, en buena parte, a lo que consideraban rasgos dela opresin patrarcal, on particular sobre Ia sexualidad femenina ‘enclaustrada en Ia sera familiar y de la funcién reproductora, y con- sideraban a las mujeres facores de estabiidad 0 inestabilidad social a través de su insercién en la familia, Por esta época, los trabajos de Lévi ‘Serauss (1974, 1979) sugieren que la divisién sexual del trabajo es un producto cultural para provocar la dependencla entre los sexos. Hacia mediados de los afos 60 surgen nuevos movimientos sociales, especialmente en Estados Unidos, que tienden a la critica antiautori- tatistay al ineremento de oportunidades educativas con mayores po- sibilidades de prosperidad econémica. Dentro de estos movimientos sociales se destacan el de los hippies (pacifist), el de lucha contra la discriminactn racial (negros) y eligiosa (judos)y el de las feminista. Este dltimo logra avanzar en sus luchas contra la desigualdad socal, be- neficiado por el progreso de la técnicas anticonceptivas, que lograron separar en el imaginario social la sexualidad de la maternidad “Hacia los afios 70 algunos secrores feminists radicalizados sostienen que las mujeres son un grupo social que padece condiciones significa- tivas de opresién en la sociedad patriarcal. Una autora de esa década, Kate Millet (1970) en su libro Politica sexual, stablece que el pattiar- cado es un sistema politico que tiene como fin la subordinacién de las mujeres. La familia serfa la encargada de esa tares, cuando la politica cstaral no es suficiente, También en esta década surge el Ilamado “ferni- nismo dela diferencia” (Luce Irigaray, Annie Leclerc, H. Cixous, Julia Kiisteva) que sostiene que ser diferente es lo que enaltece a las mujeres: su iracionalidad, su sensibilidad y ss sensualidad se ubicarfan por enci- ima de os valores masculinos. También defiendela matermidad y la ética diferente de las mujeres (“ética de los cuidados”), Es durante ese perio- instalarse en la estructura académica de diversos do que comienzan palses del hemisfesio norte los primeros seminarios y departamentos de Exeudios de la Mujer, que insticucionalizan la produecién tedric y las i a i ( 24 investigaciones telativas a las mujeres. En sus comienzos, los Estudios de la Mujer se proponian responder alos siguientes iverrogantes: a) jcémo entender la diferencia entre los sexos, sus origenes, sus imy caciones sociles?; b) clas teorfas vigentes permiren comprender esas diferencias, 0 meramente reproducen los prejuicios y los estercotipos culturales; o) en una cultura donde la produccién de conocimientos ha «estado predominantemente a cargo de los hombres, llevar esta sicua- cid a una visin parcial y sesgada acerca de las mujeres’ d) silas mu jeres hubieran participado en la construccin del eonoeimiento, gules serian sus supuestos bisicos, sus etiterios de cientificidad, sus logicas, sus metodologias? En Buenos Aires la creactén del Centro de Estudios de la Mujer, en 1979, hizo de las preguntas anteriores sus principios fundants, Pra quienes fulmos sus protagonists, los Estudios de Mu- jer significaron una revolucién del conceimienco, y hemos asistido a la presencia numerosay activa de una cantidad cada vee mayor de acadé- micas preocupadas por esas probleméticas. Su impacto se produjo en nuestro medio bésicamente en el campo humanistico y de las ciencias sociales, focalizindose més en disciplinas tales como Psicologia, Socio- logia, Antropologia, Derecho, Letras y otras. Desde sus comienos se ini como un caren inerdspinaa que wliaba de modo hererogéneo diversos marcos tebricos y merodolégicos. Hacia la década del 80, ciertas corrientes de Jos Estudios de la Mujes, cen sociedades industrializadas, demostraron tener limitaciones inherentes | a la perspectiva unidireceional con que encaraban su objeto de estudio. Una de estas limitaciones consistfa en que al enfocar exclusivamente el problema de as mujeres, e pierde la visién de conjunto, yaque el Oto zo es pensado, significado ni deconstruido. Si bien esta situacién produjo ‘movimientos crticos, igualmente se reconocen entre sus logros: haber hecho visible lo que no se veia en la sociedad, poniendo en descubierto la marginacign social de las mujeres; desimontar la precendida natualiza- cin de la division sexual dl trabajo, revisando a exclusion de las muje- tes del Ambito publico y su sujecién en lo privado, entre otros. En los afios 80 comienza a perfilarse una cortiente mis abarcadora ¢ incluyente que busca nuevas formas de construcciones de sentido, tratando de avanzar en las relaciones entre mujeres y varones, con lo cual surgen los Estudios de Género. De forma paralela un miimero atin reducido de hombres comenz6 a cuestionarse sobre la “condicién masculina”, esto es cémo la cultura pacriarcal deja sus marcas en la construccién de la masculinidad, afectando sus modes de pensar, de Sentic y de actuar. Algunos de estos estudiog dan lugar a la llamada “nueva masculinidad”. Los Estudios de Genero aspiran a ofrecer nuevas construcciones de sentido para que hombres y mujeres perciban su masculinidad y su fe- ‘inidad, y econstcuyan los vinculos entze ambos en términos que no seaa los tradicionales opresivos y discriminatorios, sobre el supuesto de “que el andlisis de los conflctos de los nuevos vinculos entre los génccos ‘contribuiri a establecer condiciones de vida més justas y equitativas Para ambos, ‘Estos proyectos, si bien loables, se encuentran dentro de contextos culturales a veces muy tensionados por sus conflctos, que en la actua- lidad se describen de modo muy general como “conflitos de la Pos- ‘modernidad”. A menudo se relacionan los Estudios de Género con la llamada “cultura posmoderna’, en tanto que las Estudios dela Mujer, Y fuy particularmente el feminismo, se asocian al ingreso de ls mu. jetes en la modenidad. Tal como mencionamos anteriormente, este Petiodo se iniciaen cl siglo XVIII a parte de la Revolucién Francess, on las ideale de “Libertad, Igualdad y Fraternidad’, y la propuesta de sdncorporara todos os sujetos sociales a la construecién de una sociedad ada hacia un fururo de progeeso. Sus valores inclulan el culto a {4 F26n, a dominacién de la naruraleza por parte del hombre, el desa- ~ frollo industrial y eecnolégico,etcétera. En este proyecto no participa. yon las mujeres; no fueron sujetos dsefadores de esos valores sino sus Austliares, mediante la configuracién de una sociedad que delimitaba ‘aramence, a parcir dela Revolucién Industrial el espacio pblico para los hombres y el espacio privado para las mujeres. De es a anera se diferenciaban claramente dos éreas de pode: para los hombres, e! po- der racional y econémico; para ls mujeres, el poder de los afectos en el Ambito de la vida domestica y de la familia nuclear, Esta divisién de freas de poder entre hombres y mujeres tuvo efectos de largo aleance en la consttucién de su subjetividad, que iremos analizando a lo largo de este texto, En el caso de las mujeres, su subjetividad se hizo frdgil vulnerable, hasta legar a caracteriarse como el “sexo débil”, para dar cuenta de la representacién social acerea de la feminidad, como efecto de aquella politica de exclusiones. Dentro de este contexto de Ia mo- dernidad, surgen los grupos de mujeres descritos anteriormente, que denuncian su exclusién social y se propusieron incorporarse de for- ma igualcariaa los espacios extra-familiares (por ejemplo las sufragis- tas). En exe proyecto de le modernidad, las primeras luchas de mujeres apuntaban a cierta narrativa acerca de la emancipacin y la liberacién de sus condiciones de optesién. Estos sucesos se enmarcaban dentro del contexto de las grandes narrativas de la modernidad, que suponian que la humanidad marchaba hacia la emancipacién universal, y que valores tales como el progreso y la igualdad eran comunes a todos. La nocién de un sujeto universal, unitari, que se dirige hacia un fin tinico también era propia de este discurso social. En el caso de las mujeres, sus movimientos consideran que semejante proyecto de la modernidad 4quedé inconcluso, mal logrado, pleno de fallas y en situacién de criss Los nuevos estudios sobre la condicién masculina también denuncian esta situaciOn critica y era motivo reiterado en este libro el andisis del imalescar de los varones. Los actuales estudios de género plantean algunas criticas a aquella concepcién moderna acerca de la construccién del género, y abando- ran el proyecto de una gran teorfa explicativa sobre las condiciones femenina y masculina, Se centran cada vex més en investigaciones con- crecasy especificas, on metas més limitadas, A partir de los aio 80 los studios de género han cuestionado las suposiciones de la dependencia igénero centrados en las problemticas de Ia masculinidad también n puesto en cuestign las hipétesis modernas a partir dela experien- de los varones en posiciones de poder y autoridad, extrapolando Ronstruccién de la subjecividad masculina a partir de los hombres fe raza blanca, de sectores medios y de medios urbanos. Quienes se © odipan de caborar hip6tesis del género acrualmente, tienen un interés Petior en las teorias sociales abarcadoras, y los estudios se han vuelto “Sinis localizados y orientados temdcicamente. Estos principios ser‘an, "aeordes con la idea posmodesna acerca del fin de las grandes narrativas “plicativas de probleméticas universales. Sin embargo, los Estudios de ‘ Género conservan para si la poderosa base de critica social con que se lniciaron los primeros esrudios acerca de la condicién femenina, espe- jaliente la denuncia de las condiciones de desigualdad y de margina- ‘ifn de mujeres y/o de hombres en determinadas éreas de poder donde podifan desplegar su subjerividad. Como resultado de eriticas de las teorias feminists de ls décadas del <0 y del 70, en los afios 80 muchas investigadoras y estudiosos con pers- _-copectiva de género han abandonado el proyecto de una gran teorla social, “ atrones naturales, y tampoco los ignoran, més bien los niegan en una transformacién prictca”'. El concepto de transformacién a través de las précticas esté inspirado en la postura de Gordon Childe, historiador que destacé la forma en (que la especie humana transforma la nacuraleza a través del trabajo, La estereotipia de Género, que es un “trabajo cultural” en si misma, niega fas amplias similitudes existentes entre mujeies y varones y destaca la polaridad desconociendo la gran variabilidad que existe al interior de cada subconjunto genérico, La argumentaciéa de Connell es muy dil para los psicoanalists, porque reconoce ¢ integra le importancia de la erogeneidad corporal, punto fo- ‘al del pensamiento psicoanalitco, evitando la creacién de un universo de incu sin cuerpos. Las pricticas sociales tejen una estructuta ss de ieapretacié alrededor dels diferencias naturales, que con iecuencia lis distorsiona y eagera. Mis ain, el erotsmo y la agresin son plasima- es, conscruidos a uavés de pricticas tales como la mods, los deportes, las PPeleas rituales. Los cuerpos son sexuados y también construides por otras decerminaciones: El género, la clase, la etna y la edad, se entrecruzan para ‘onstruir subjetividad. Connell considera que nuestros cuerpos erecen y | Mirada 44 crabajan, florecen y decaen, en siuaciones sociales que producen fects, corporles. Por eemplo, nuestro sitema socal produce desnurcibn entre Jos pobre y obesidad entre los rico, quienes lnego se esfuerean por bajar de peso, debido ala imporancia paradéjca que adquiee la shelter como emilema de distinc, Las pobre, por su parce, parecen hoy os ios, del medioevo, quienes ostentaban su robust como emblema del hecho de que eaban a salvo del hambre. Las dstrofias producdas or el exces de ingesidn de harinas,smlan hy en os sectores populares una pseudo abundancia. En cuanto a los gneros, se cultiva la fuera en los varones la facia en las mujeres, aunque nuestra jvenesrorean sus exerpos en os gimnasos, lejos ya de la languidervicwriana, ; ; I cuerpo munca esti por fuera dela historia y Ia historia nunca est (libre de la presencia corporal o de ls produecién de efectos sobre los cuetpos Ls dicotomlas radicionales que subyacen alos enfoques reduc * Gionistas deben ser reemplazadas por un relato mds adecuado y complejo acerca de ls relaciones sociales en que sranscurre el interjuego ent ls, ects corpoalesy sociales, ‘que postulaban una ferineidad o una masculinidad preformads a part de a diferencia sexual anatémiea ; En sintesis: ls experieneias corporaes asociadas con la diferencia sexual anatémicaejercen un efecco mediado, transformado, resign | eado, por complejosarreglos culrurales que son variables através de a hisoria, aunque algunos aspects, tales como la polaisaién entre los 1 géneros y la jerarquia asimétrica a favor de los varones, han insistido | 2 lo largo del iempo. El aparato psiquico debe aduetarse del cuerpo asi como lo hace con el mundo, y ese proceso estd mediatizado por las sinudes y por el dscurso de los cuidadores primarins, Estos, su ver, integran una familia que emerge de una estructura social mis amplia, y que consticuye el principal recurso para plasmar subjetividades ade- ‘cuadas para la reproduccién social, reproduccién que no excluye en las sociedades méviles un proceso continuo de innovacién, PSICOANALISIS VERSUS SOCIOLOGIA Un obsticulo muy frecuence que surge cuando se entabla un dilogo entre psicoanalistas de formacién clésica y psicoanalisas con perspec- tiva de género, consiste en que los primeros niegan a los segundos su < pertenencia al campo del psicoandlisis. Consideran que el objeto de los ; estudios psicoanaliticos se limita al estudio de lo inconsciente, y en al {© unos casos reconocen legitiiidad al andlisis de los vinculos de intimi- dad, Pero los intentos de articular la subjetividad con el macrocontexto, eneralmente resultan descalificados como exteriores al psicoandlisis ¢ relevantes para los psicoanalistas. Como ya dijimos, subyace a esta postura una concepcién reduecionista de la subjetivida, ya se trate de “un reduccionismo biolopista o estructuralista. “Emilee Dio Bleichmar (1998) elaboré una extensa obra donde sus in- “{erlocucores implicicos son los psicoanalistas nucleados en las asociacio- nes oficiales, en especial la Asociacién Psicosnalitica Internacional. En Ssulibro La rexualided femenina, buseb demostrar que el concepto de 5 pinero no surgié del campo de las cicacas sociales, sino que su origen détiva de una arciculacién realizada por John Money entre los estudios acerca de los trastornos bioldgicos de la definicion sexual y una categoria yp litgisica, mediante la cual cl investigador precendié destacar la impor- . {tancia de lo simbélico en la constitucién de la identidad sexual humana, 2 [Dig Bleichmarjinforma que el concepto de género deriva de la expresion + ee genus ue se utiliza para chsificar a las pba ea cin, . “Hemenino o neuro, y es utlizado en lingiiscica para diferenciar en forma {> dicotémica a Tas palabras. Money lo emples para destacar que la identi- | motivo Emilce Dio Bleichmar destaca la indole psicolégica del concepto. | « Bxpiesa que mientras que la sociologia puede estudiar la femincidad y la | ‘iasculinidad articulada con la clase socal, los psicoanalists extudiamos | b> elpénero como componente del troquelado inicitico dela subjetividad 4) emlo que hace a la identidad sexual ya la eleccidn de ‘objeto sexual. | ~~, 4, dad de vrén o nifa se consicuye mediante un sistema simbico. Por ee 45

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