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DEUDA ECOLOGICA, PAZ Y TERRITORIOS ETNICOS: UNA REFLEXION SOBRE EL NORTE DEL CAUCA, COLOMBIA Hildebrando Vélez ‘La guerra en Colombia se ha ensaiiado contra los pueblos étnicos, afianzdn- se en el racismo estructural, que est més allé de la disputa por la natura- racismo que parte de considerar « los pueblos étnicos como intelectual oralmente inferiores, y por eso en la practica se les asesina, desplaza, des- itorializa y rechaza, y se minnsvalora su cultura y formas de hacer. Como no se confronta, como sus raices estn mis atrés de esta guerra que se -gocta, los pueblos éinicos no créen que tales acuerdos con la insurgencin traiga sosiego; mas bien temen ver exacerbdas las violencias sobre cada colectivos y sobre sus territorios, (Cardenas y Rodriguer, 2004), destruida o mal distribuida, y Jos conflictos que de ello derivan. Incluso hay quienes afirman, desde las an- tipodas, qu ran escala de selvas y yacimientos mineros, y de hidrocarbu- El capital, que se instala como una fuerza por encima de las voluntades ja naturaleza, sometiéndola a relaciones de produccién + an consumen, nels casas dela ert et a com los medios de vida y el cuerpo-mente humano como y como instrumentos de produccién. Tin Colombia, 37 de Tos 59 parques nacionales naturales que hay albergan actores armados en sus ecosisteras. 27 tienen minas, en 17 hay poreiones de las 5.477 hectéreas de cultivos ilctos allt sembradaso, Revista Semana Sostentble, 24/08/2015. Disponible en: htp{/s05- tenibilidad semana com/medio-ambiente/multimedia/fare-ambivalencia-fterte-medio-am- biente/33710 239 La guerra en el norte del Cauca ha estado imbricada con el racismo (Wievior- ka, 2009), con distintas formas de explotacién del trabajo y la naturaleza, con al despojo de las capacidades creativas-productivas humanas, con el control de las estructuras del poder politico y burocrético, con la negacién-defensa de Jas condiciones de subjetivacién indigena y negra, con la concentracién-dis- tribucién de las condiciones y posibilidades de reproduccién cultural, con las disputas del capital por la insercién en dindmicas geoestratégicas de do- minio de los medios de vida y del trabajo; y con las formas de financiacién de los actores armados ilegales, que van desde el cultivo de coca y amapola y el cometcio de sus derivados (pasando por la corrupcién y el saqueo de los recursos piiblicos) hasta la mineria criminal. Hay miiltiples expresiones del poder politico y econémico como formas de violencia, que arrojan al precipicio de la guerra a los pueblos étnicos: la agroindusttia dela palma en el Pacifico, que ha usufructuado el despojo de en los departamentos de la Guajira y el Cesar, las me- tuango, e! Quimbo, etc. Mencidn especial merece industria de la cafia en la regién, All{ incluso algunos sectores maoistas de izquierda siguen buscando un inexistente aliado oligét- SSS y creen hallarlo en los caficultores socios de los Eder, Los trabajadores de la caiia, fundamentalmente GI vocics a condones uridine sien acioecies “ud, dentro de las agendas del capital trasnacional y los tratados comerciales. ‘La paz en este contexto (y otros similares) no significa de facto ni el fin de la esclavitud ni mejores condiciones de reproduccién como fuerza de trabajo. fc la guerra influyen en la configuracién de paisajes et areata a en formacién desde los afios cis ‘a - do nuestro destino se até profundamente al de EE, ‘TU. Yeno hay abundancta les como la hubo sesenta afios atrés, los pueblos étni- a re ssesstinss nn terra pics enconadas, pero siguen en peligro de desaparecer. Las comunicaciones han trasformado las relaciones sociales gracias a formas de circulacién de infor- macién inusitadas y parad6jicamente refuerzan el individualismo egoista. El mundo del trabajo hizo obsoletos al fordismo y el taylorismo, que se resisten a desaparecer. El keinesi reses irreversibles, terminando com el estado bienestar. a, anelada eros combustibles | fésiles, ha llevado a que el cambio climatico sea una verdadera amenaza glo- bal, Las formas de poblamiento y ocupacién de espacios rurales y urbanos 240 de entonces, ya son palimpsestos*, Hay que afirmar que anélisis y propuestas implistas frente a esta guerra serfan frigiles para atender procesos de paz complejos. Para una paz menos perene, hay que impedir que la guerra haga ‘metastasis en formas violentas mafiosas-fascistas y es0 requiere soluciones politicas de fondo, donde los pueblos sean protagénicos, Paisajes de la guerra ‘Ba la madrugada del 1 de mayo del 2014, una montafta dejaba sepultados a inta y seis mineros afrodescendientes en Ia zona conocida como San Ra- , en el norte del Cauca (Murcia, 2014). La tragedia ocurriria justo dos dfas pus de Ia reunién interétnica que tuvo lugar en Santander de Quilichao de abril del 2014) para tratar los temas acuciantes de la minerfa crimi- ¢ ilegal, Aunque cortesponden a territorios ancestrales de comunidades 'icas, los yacimientos de la mina San Antonio son pretendidos para explo- i6n por la Anglo Gold Ashanti, Sin embargo, es de advertir que la explota- mn concreta de muchos yacimientos no la estén haciendo las corporaciones snacionales sino fuerzas sociales complejas, respaldadas por aparatos mi- res de la guerrilla, los paramilitares ~llamense Rastrojos, Aguilas Negras, luso las fuerzas armadas del Estado, como se rumor soto voce, Se habfa testimoniado que esa mineria devora los territorios y destruye la tminerfa ancestral, acaba con el agua, sacrifica la ecologia, consume los cuer- pos de los mineros fuerefios ¥ lugarefios, expertos y advenedizos; desmedra los lazos de solidaridad, e impone el mercado de los cuerpos y la prostitucién, Este tipo de desastre es consecuencia del sistema econémico impuesto con violencia en la regién, cuyos datios se traducen en pérdidas de salud ambien- tal y humana, calidad de suelos y aguas, y valores econémicos y culturales, La paz ya no es ni siquiera como los ambientalistas nos la imagindbamos hace quince alos. En el aft 1999, el 5 y 6 de junio, tas varias reuniones regionales, ambientalists de todo el pals nos encontrdbamos en San Pedro de los Milagros conformando la RAP (Red Ambien- talista por la Paz), que deseparecié dejando plasmada una intencién del ambientalismo que hay que actualizat trabajar en red por la paz, por la defensa de los derechos humanos, de la naturaleza y de los pueblos 241 Entre la indefinicién e inoperancia del Estado y la negacién de los derechos ancestrales, se etige la minerfa criminal, En el norte del Cauca esta mineria pasa por las definiciones territoriales tejidas a punta de fusil y despojo’ en los territorios, Las cifras que contextualizan lo ocurrido en San Antonio no son precisas, se hablaba de closcientas retroexcavadoras que explotaban el mine- ral en la cuenca del rio Quinamayé dia y noche, Cuando la montafta se vino abajo las maquinas huyeron, dejando a las victimas sepultadas y sin auxilio alguno. El debate econémico y ecoldgico: imperativo de la paz Abordar la problemética ambiental del postacuerdo implica retarse a cons- i AT que se distancien de los que justificaron la guerra. Construir categorfas que reestructuren las relaciones entre ciencia, politica y economia para entender, prevenir y atender desastres ambientales que vienen como deudas de la guerra, y los que se ocasionaran en el postacuerdo, rela- cionados con las formas de ocupar y usar el espacio, el agua, los minerales, Ja biodiversidad, y en general los medios de vida y los medios de produecién (Cardoso, 2015). Los actores de la guerra no solo han tenido motivaciones econémicas vulgares, también usan la naturaleza estratégicamente, no son ajenos a ideologfas y teorfas. Superar la guerra implica tener una mirada critica de las maneras como incorporan la naturaleza en sus propésitos econémicos, y dle las teorlas e ideologias que sustentan las estructuras valorativas de los agentes de la gue- tra, No hay que eludir el examen del papel que han tenido las teorfas econs- micas, politicas y sociolégicas, que Junto a las condiciones materiales con- forman las condiciones objetivas y subjetivas que enmarcan la guerra. Uno de los problemas que enfrentardn las fuerzas populares y los pueblos étnicos en el postacuerdo es la necesidad de alentar el debate tesrico y politico para develar esas posturas ideoldgicas, entre ellas el racismo que recae sobre los pueblos étnicos, y asf allanar caminos a la reconfiguracién y reafirmacion de apuestas de vida «comunales»'en los terrilorios *Despojo no equivale a desplazamiento, alguien despojado puede no ser un edesplazadon, La categoria comunalidad, desde las epistemologias del Sus, se pone de cara ala colonia lidad de! poder y del saber, que estin en el seno del proyecto dedominacién eurocéntrico ‘occidental. Cuacernos de! Sur. Revista de Ciencias Sociale, eto 18, n:° 34, enero-junio det 2013, México. 242 Particularmente, es preocupante que en los didllogos de paz no se aborde el istema econémico, La paz.no consiste en que haya una economia fuerte en el sentido que crezcan los indicadores del producto interno bruto ¥ el empleo, sino que la economia esté en funcién del buen vivir de la sociedad y la pre- servacién del patrimonio natural, como legado a las generaciones venideras y como reconocimtento de los derechos de la naturaleza misma, Dela misma manera, el reto del postacuietdo no es que haya una academia frerte que sus- tente la economfa del conocimiento, sino que la academia esté fuertemente ligada a la sociedad confrontando y resolviendo problematicas concretas, El truir territorios para la paz no esta solo en edificar una institu- lerte sino en cuestionar desde los territorios el rol del capital, es fo también esté en provocar trasformaciones institucionales que GERD. GEUAETEMTR, para cuidar de los territorios. No bastan las instituciones fuertes. En los propios EE. UU,, que se pre- clan de tenerlas, el desastre ocasionado por el entramado econmico minero es estruendoso: «in un estudio sobre la calidad del agua, y el desafio y costos econémicos que implican su contaminacién, la EPA concluye que “la mineria en eloeste de los Bstados Unidos ha contaminado mis del 40 % de las cuencas hidrogréficas de la regién’y y agrega que “el saneamiento de les minas aban- donadas en 32 estados de los Estados Unidos puede costar 32 000 millones de délares o més”» (Galafassi y Dimitriu, 2007: 14), Para el caso colombia- no, las cifras son elocuentes: se calcula que «la poblacién colombiana pierde anualmente 33 afios de vida saludable a causa de factores ambientales, lo que significa un costo de casi 10 billones de pesos al afio» (Larsen, 2004); y los factores de contaminacién de aire, agua y sanitarios causaban 7600 muertes prematuras y unos costos que en el 2010 ascendfan a 10,2 trillones de pe- 80s, correspondientes al 2 % del PIB anual. Una nueva institucionalidad no serd suficiente si los factores de muerte siguen intactos (Golub; Klytchnikova; Siinchez-Martinez; & Belausteguigoitia, 2014). EL futuro de la sociedad colombiana esté signado por los acuerdos que de- riven de las negociaciones con los grupos insurgentes, pero el hecho de que el modelo econémico no esté en discusidn limita ostensiblemente sus alcances, La perspectiva territorial comunalista y étnica demanda espacios para el de- bate politico y tedrica de los acterdos, y escenarios postacuerdo desde donde pueda ponerse en cuestién el sistema econdmico, En esta tarea la academia riilitante esta en favor de relaciones socio-eco-sistémicas que hagan posible la vida en todos sus niveles y manifestaciones. A esta le corresponde levantat 243 la critica del modelo econdmico, confrontando el hecho de que universida- des, técnicos y cientificos (desdeftando la vida) se inclinen acriticamente al servicio del capital, el lucto y Ia acumulacién econémica, Hay que exhortar el compromiso de investigadores-militantes para «sentipensat» (Escobar, 2014) la proteccién de los bienes comunes, de las sabidurfas ancestrales y de la cul- turas, manteniéndoles lejos del lucro y la transaccionalidad monetaria, Baté claro que no cuestionar el modelo econdmico enmudece a la aca , fa hace servil ante corporaciones trasnacionales que financian inves- ligaciones orientadas a fines de lucros y no pocas veces, a producit, directa o sutilmente, relatos y tecnologtas (hist6ricas, sociales, ingenieriles 0 adminis- {tativos) favorables al capital, Abf la ética tiene mucho por decir. Para que la paz sea posible, la academia institucional o independiente, ante este dilema entre vida y capital, ha de optar por las fuerzas que impulsan la vida y no el capital. Es en los territorios donde la contradiccién entre capital y vida tiene sus escenarios concretos de confrontacién, y donde la lucha tedrica y politica iene su espacialidad concreta, Alli hay que confrontar las maneras destruc- tivas como el capital impone su territorializacién, encierra y desterritorializa a Jos pueblos indfgenas y negros, y debilita y aniquila las relaciones sociales opuesias a sus fines. dem Coercién, consenso y deudas culturales En el pais, y més en el Norte del Cauca, no ha sido posible que se configure una institucionalidad proactiva con la democracia sustantiva; las estructuras hegeménicas que han operado, han querido debilitar por distintas vias las posibilidades de un proyecto propio de los pueblos étnicos, y han ejercido su poder y explayado su fascinacién econémico-céntrica, homogeneizando los paisajes econémicos con los monocultivos y con el gran espejo de agua que abolié las corrientes y las fluctuaciones naturales de la cuenca del rfo Cauca, en ese lugar que se llamaba Salvajina y del cual derivé su nombre la central hi- droeléctrica, Para mantener la brecha de poder politico y econémico, los ac- tores empresariales, ¢ instituciones al servicio de esas estructuras, pretenden homogeneizar los modos de vida de los habitantes con pequetios proyectos productivos focalizados, que se hacen en nombre del desarrollo, pero cuyos resultados son Ie pérdida de autonomia econémica, Resulta asi que la pro- duccién, que podria ser propia de mercados solidarios y con alta reciprocidad econémica, se canaliza hacia el inicuo mercado capitalista. 244 Es una deuda del Estado, como principal responsable de la guerra, disponer una institucionalidad para la democracia sustantiva, que se desancle de la institucionalidad que ha prevalecido al servicio casi exclusivo de las élites, Las clases dominantes no se han dispuesto a organizar instituciones realmente democréticas, més bien acreditan sus esfuerz0s en los momentos de la expo- sicién mediatica y escénica de la democracia electoral, no representativa. De manera legal movilizan las fuerzas del orden y de manera ilegal sus mecanis- mos clientelares y coercitivos, acumulando asi un poder politico que, obteni- do violentamente, les ha permitido mantener y usufructuar el orden social y econdbmico que hegemonizan. En este contexto resulta casi ingenuo reclamar una institucionalidad fuerte y coherente ante las calamidades ambientales o cualesquiera otras. Las autoridades, lldmese Agencia Nacional Minera, Ministerio de Minas y Energia, Procuradurfa General, corporaciones regionales ambientales, poli- cfa, ejército, saben de los mecanismos de la mineria criminal, saben de la ocupacién de los humedales para la agricultura industrial y para los negocios inmobiliarios, saben del mercutio y el cianuro que escurren abundantemente desde las cordilleras... pero se muestran indolentes, complacientes 0 cSmpli- ces con el deplorable destino de estos tertitorios y sus gentes, Por lo pronto, no hay un Estado al servicio de todo el pueblo y para los bienes comunes; este, el Estado colombiano, sigue siendo una quimera tesri- ca. Mis bien, lo que ha sido persistente es la actitud de las instituciones y de las autoridades gubernainentales y de los entes empresariales de desconocer no solo los derechos de las comunidades sino su misma existencia como pue- blos éinicos, con derechos territoriales y culturales. Los derechos que consa- gr6 la Constitucién de 1991, en particular para el pueblo negro la Ley 70 del 93, carecen de reglamentacién, y de tribunales y organismos especializados que garanticen su reconocimiento y su aplicacién, El modelo hegeménico se impone también con sutiles instrumentos de violencia econémica y simbilica. Van desde la penetracién violenta actual de las retroexcavadoras (pasando por los planes de desarrollo locales, los planes de ordenamiento y las agendas regionales) hasta Iegar a fas agendas multi- laterales, como la Iniciativa para la Infraestructura Regional Sur Americana URSA). Deudas culturales ‘xaminando en otro orden légico y espacial las deudas dela guerra, se obser- ‘va cémo hay una interrelacién histérica entre violencia, concentracién de los bienes de produccién, acumulacién de tiqueza y desposesién. A lo largo del siglo XX las tierras del norte del Cauca fueron destinadas cada vez. mas a los cultivos industriales, concentrandose en manos de descendientes de esclavis- tas y empresarios extranjeros, a expensas de los cada vez més estrechos espa- cios para la reproduccién social y a autoproduccién-consumo de los campe sinos, sin que se haya dado al traste plenamente con las economias indfgena y negra supérsttes, Asfixiando las fincas tradicionales negras y los resguardos indigenas, la expansién agroindustrial ha conducido a la casi desaparicién de sus economfas. Las dlites, perpetuandose, han concentsado la tierra, el agua y demés funciones ecosistémicas, asaltando los baldios paiblicos y apropiéndo- se los servicios de la infraestructura puiblica. El proceso de destruccién de las economfas campesinas no ha concluido, la guerra no ha Hlevado esta destruccién hasta sus dltimas determinaciones. Adin pueden reconocerse elementos que ensefian Ia posibilidad de econo- snfas comunitarias que enfrenten al individualismo de la teorfa econdmica y :uestren que la economia no es solo un asunto de «medio» y de tecnologias apropiadas sino también de «fines», de utopias, de construccidn de relaciones sociales nuevas, elaciones sociales que se fundamenten en la justicia ambien- tal y social. Las familias negeas atin mantienen en algunos lugares muchas pricticas de la finca tradicional. Los resguardos indigenas han recuperado Ja tulpa nasa como una forma ce mantener, digamoslo en nuestras palabras, la soberanfa alimentaria; y el pueblo misak, de la regién del norte del Cauca, hace esfuerz0s profundos por la preservacion de la sabidurfa ancestral, inclu so con su universidad propia. Bl estudio realizado por el CEDE de la Universidad de los Andes identifi- ca como caracteristicas de los municipios que tienen menor movilidad social através de la educacién, aquellos que son mas pobres, que tienen mayor po- blacién afro, que tienen mayores «tasas de desplazamiento y prevalencia del conflicto armado»?.De acé se deprende, pues, la pregunta sobre jcudles de- ben ser los mecanismos de reproduceién cultural, de ampliacién del «capital * Sobre el caso de las comunidades de Curvarad6 y Jiguamiands, ver el excelente reporte preparado por la Comisién Intereclesial de Justicia y Paz para el Hands off the Land Project, sobee Ins pricticas de fa compafia Banacol el caso de Chiquita Brands (Comisién Intere- clesial....2012). 246 simbélico» y de formacién académica de calidad a los que las comunidades étnicas locales puecen aspirar para enfrentar el poscontlicto desde sus terti- torios ancestrales? Saldar las deudas de la guerra para avanzar en la paz Nuevas economias deberdn ponderar suficientemente las sabidurias ances- trales; entre otros aspectos, en el cuidado del agua, la preservacién de les se- millas, las medicinas propias, las técnicas agricolas, yel cuidado de los suelos, animales y minerales. Las formas de produccién agromineras garantizaron por muchos lustros la estabilidad econémica de las familias negras cimarro nas que se acoplaron con los ecosistemas del norte del Cauca, También las formas de uso y aprovechamiento multiestrato y por pisos térmicos, que las. comunidades indigenas emplearon para su permanencia, deben reconocerse como las més resilientes para enfriar el planeta y para volver a armonizar la vida rural con los ciclos ecolégicos. El monocultivo de cata y celulosa, la mineria de metales y piedras pre- ciosas, la generacién de energia para grandes emplazamientos urbanos ¢ in- dustriales de produccién de aziicas, Ia extraccién y quema de combustibles fésiles, son maneras de produccién que reclaman grandes infraestructuras y formas de gobierno centralizadas y autoritarias, que no vienen bien con los cambios que la sociedad requiere para enfrentar la debacle climatica y la inicua distribucién ecolégica. No estamos hablando de un retroceso ro- nuintico hacia formas primitivas de habitar el planeta, pues, sin una fe ciega, reconocemos la potencialidad de la tecnologia y la ciencia para contribuir ala sustentabilidad. Hablamos, en cambio, de redescubrir la capacidad resiliente y adaptativa de las précticas ancestrales y de recrearlas acorde a los conoci- mientos de las ciencias, la academia y las tecnologfas, para poder constritit una paz duradera, En la historia de las relaciones de los pueblos étnicos con sus territorios, urbanos y rurales, asf como de los demids sectores populares, hay sefiales para transitar hacia sociedades justas y sustentables, y para ello deberén tomar en sus manos las riendas de su futuro; pero no para incluirse en el mercado capitalista sino para construir alternativas frente a la crisis de la civilizact6n occidental, para recrear las précticas colectivistas comunitarias, que son la matriz de su capacidad de resiliencia, De ahi que el proceso de transforma- cién de las relaciones de la economia con las dems esferas (social, politica y 247 cultural) puede pasar por la construccién de nuevas tecnologlas productivas y administrativas, y por el establecimiento de cédigos de conducta y princi- pios de responsabilidad social de las empresas, pero no debe quedarse alli, La paz es una oportunidad para dar un salto hacia una sociedad poscapitalista mis sustentable y justa, antes que para afadirse como un vagén al mortifero carrusel del desarrollo, Para construir territorios en funcién de la paz, hay que ir més allé del desarrollo y definirse a favor de sociedades sustentables, proyectos de vida in- tercomunitarios, interterritoriales, en regiones concretas, apostandole a for- mas de orgenizacién horizontales, participativas y comunalistas. Por su parte, la ciencia, la academia y la tecnologfa tienen el reto de [a transdisciplinarie- dad y la pertinencia politica de sus apuestas en investigacién e innovacién Las relaciones creativas de economias fuera del mercado capitalista de- berin conguistar el estimulo de politicas pablicas regionales y nacionales que posibiliten asegurar que las decisiones que se tomen sean s con las transformaciones profundas que se cece, puede estar subordinada a la légica de la economia normal que se critica. ‘Parafraseando a Arturo Escobar, puede afirmarse que no pueden edificarse categorfas con que se sembré en ellos la gue- SR joss sptoassn eros ‘servicio de la deuda, son, en este sentido, initiles. Habré que pensar més bien en las cuentas ambientales, las deudas e intercambios ecol6gicos, los me- luriversos, otras economias posibles, que sean stributivas de los ecosistemas y de los bienes paz territorial es necesario reedificar el anda- tal tedrico analitico para pensar-actuar-vivir "en esos territorios para la paz. En esto también consisten los retos de las economias comunitaries. La construccién de sociedades sustentables no se reduce, por lo tanto, a cues- “tiones tecnolégicas, No se trata simplemente de la incorporacién de tecnolo- fas limpias, de aprovechamiento de los subproductos de la selva, la pesca, la agricultura o la mineria, ni de tecnologias con mayor eficiencia energética y con traccién animal, sino de una transformacién simulténea de las diferentes esferas donde se construye lo humano. Por ello, Ja sustentabilidad esté en directa relacidn con la construccién de valores morales y éticos, con la rees- tructuracién sostenible y resiliente de los valores ancestrales, Esta trasforma- cién no se limita a que exista una normatividad o una racionelidad jurfdica y 248 académica, pues en paises como Colombia, donde tienden a erosionarse los sistemas de sabiduria tradicional adaptativa, es comiin reconocer que sobran leyes y diplomas pero faltan los valores éticos, y peligran desaparecer los valores culturales, En los procesos de negociacién de paz se habla de verdad, justicia y re- paracién, Alli tendr que considerarse la destruccién que se ha hecho en el pais de sus ciclos hidricos, de las cuencas y humedales; la dilapidacién del patrimonio natural mineral, de suelos, de hidzocarburos; la defaunacién y destruccién de selvas y paramos para la siembra y el procesamiento de coca y amapola. La insurgencia, por su parte, ha contribuido a esa deuda que la gue- ra tiene con los sistemas sociales-naturales de muchos territorios del paiss bien por accién directa, como en el caso de Ja voladura de infraestructuras petroleras y el fomento al cultivo de coca y amapola, 0 bien por la accién in- directa de hacer negocios con los depredadores En consecuencia, un tema que deberia estar en los acuerdos entre Go- bierno e insurgencia es el de rendirle cuentas al pats por la deuda de los dafios ambientales, los costos de restauracién de los ecosistemas y la reparactén a fas victimas. La paz estard también en saldar esas deudas, Las deudas am. bientales hay que advertirlas, reconocerlas en el escenario del postacuerdo, valorarlas no solo econémicamente sino también cultural, estética y ética- mente, Para efectuar (al valoracién habré que investigar, como lo propone esta reflexién, en las causas profundas y en los argumentos que los agentes de la guerra exponen justificando su posicién. Algunos de estos agentes tal ‘vez no se sabrd quiénes son... solo se sabrin los beneficios que percibieron Hoabré que examinar esas dendas y hacer las cuentas ambientales, para que ‘quede expuesta la racionalidad de la guerra con sus motivaciones econémi- as, politicas y sociales; pero tambign los impactos, daitos y consecuencias; su racionalidad e irracionalidad que, puestas en la balanza, contribuirin a que la guerra no se repita, Ahora bien, las economias propias de las comunidades son tensionadas a articularse, en forma utilitarista, al lugar de menor valorizacién en el ciclo de reproduccién del capital; asi pasa con los procesos de produccién artesanal y local, que estando por fuera del sistema capitalista global, son subordinados forzosamente a procesos de comercializacién 0 agregacién de valor y plus- valia de las grandes empresas nacionales y trasnacionales. En estos casos la comunidad queda con la ilusin dela participacién, pero las ganancias siguen el circuito financiero de Ia acumulacién, Puede decirse que esta es también 249 luna manera de despojo de la sabidurfa artesanal local. Concluyendo: ordenamiento del territorio y proyecto de vida No resulta descabellada la afirmacién de que el verdadero ordenamiento te- rritorial ha estado siendo hecho desde tiempo atrés por los grupos armados y por la via administrativa, mediante las decisiones que imponen las institu- ciones, hoy ministerios del Ambiente y del Interior, relacionadas con las con: sultas previas y las licencias ambientales de las infraestructuras. Esto incluye la ineficiencia frente a la minerta ilegal y violenta, y las ambigiiedades frente al reconocimiento de los derechos de los pueblos étnicos. En el caso de la mineria, los hechos son tozudos, como afirma una di- rigente del Consejo Comunitario del corregimiento de La Toma, municipio de Sudrez,: «En La Toma la gente no vendié sino que el Gobierno cedié el subsuclo con titulos mineros, y luego fue que llegaron los actores armados a prestonar en el territorio...». Detener Ja minerfa irracional y violenta resulta crucial en esta regién, Las comunidades han exigido que se haga la suspen- in de Utulos mineros y se nieguen nuevas solicitudes como respuesta pre- ventiva de las autoridades, en tanto no cuentan con la capacidad para evaluat Jos impactos sobre la cultura y la ecologia de la regién, y en tanto es mandato de las Cortes y del Convenio 169 de la OI, favorecer el ordenamiento del tertitorio ancestral que hagan las propias comunidades, Bs claro que, de no tomarse medidas radicales frente a Ia minerfa irra cional y al avance de los megaproyectos hidréulicos y agroindustriales, los cambios en las formas de uso del territorio y las dindmicas econémicas que imponen limitatian de manera dramética las posibilidades de resiliencia ét nica, negra e indigena, La destruccién del rfo Cauca y sus afluentes hace que se pierdan las tradicionales barbacoas, que son un sistema de pesca con tram- pas, La profusién de la minerfa empodera a los agentes violentos exterios ya los locales, que se articulan gracias a los altos precios del mineral y por el ambiente favorable que la minerfa encuentra en el discurso gubernamen- tal de la Locomotora Minera. Asf se observa por ejemplo en el caso del rio Quinamayé la gente se acostumbré a ingresos altos obtenidos con el oro que quedaba en la cola de las retroexcavadoras. Alli gentes locales se asociaron con agentes armados que controlan las retroexcavadores, en contra de los otros habitantes y en detrimento de su propio territorio. Los mineros locales juegan en el marco de las reglas que imponen los «retreros» y se someten a sus 250 condiciones, pretextando que no es en el patio de su casa sino en el de los ve- cinos; no ven los efectos profundos, se sienten inmunes. Pero el fendmeno de cambiar valores econémicos por valores tervitoriales es muy fuerte. Los valo- res econdémicos resultan atractivos para el consumo, para la vida en algarabia, mientras que conservar los valores territoriales, la capacidad ecolégica y material del territorio para recrear Ia cultura, es mas arduo. Eso hace que hoy las retroexcavadora se muevan con mucha facilidad en los propios terti- torios ancestrales, que encuentren soporte social y que los retreros empleen las amenazas y la intimidacién, cuando no el ejercicio mismo de su capacidad violenta, para acallar a quienes pugnan por la defensa del tertitorio. El 1 de octubre del 2014, una dirigente del corregimiento de La Toma, municipio de Suarez, afirma q .. el domingo en la noche, L. se encontraba en la cabecera municipal y tun compaiiero lo alerté y lo hizo esconder, porque dos hombres lo estaban buscando para matarlo a él y a mi, Cuando se enterd de lo que estaba pa- sando, llamo vie telefnica y compaiteros del Consejo Comunitario fueron a buscarlo al lugar donde se encontraba escondido. Yo me encontraba en una reunién con la comunidad en la escuela de Yo- Jombé, porque la gente esté muy preocupada con las amenazas realizadas por Jos mineros frente a las mismas, .. Eldia lunes tomé la decisién de salir del territorio con mis hijos, teniendo en cuenta que el 11 de junio en horas de la maiana recibj una amenaza via telefénica, en Ia cual un hombre con acento paisa me decta que vendrian por m(y mis hijos. ARMED, op caviar les conesionestoco-ecostémleas mplejas entre suelos, aguas, redes alimenticias, energias (humana y no hu- 12), minerales, contaminaciones, procesos productivos, culturas, geopo- ica y proyecto de vida, Este titimo y sin duda la interaccién entre todp ello. itando caer en Ia simplificacién y monotonfa rutinaria del anélisis, cuando fragmentan las probleméticas del territorio considerando componente por mponente; como en una fisiologia de escuela primaria, donde por un lado el agua, por otro Los alimentos y la agricultura, por otro los minerales, y se plifican las conexiones. Este camino puede llevar a una sobresaturacién informacién, que no permite orientar las decisiones de las comunidades ira encaminar sus acciones de manera mas estratégica y comprehensiva, 0 251 yracticables en sus territorios concretos. Para avanzar. en la valoracién de que enfocarse en la manera que si se mira por ejemplo el crecimiento de Ia minerfa, no se haga sin ver el detrimento de las aguas, de la alimentacién, de la cultura; sise mira elavance de los monocultivos de agrocombustibles, no se haga sin ver el des- ojo de le tierra, la matriz. energética, el impacto en Is agricultura campesina, etc. Ese es el reto de la mirada compleja, que impone la transdisciplinariedad ala academia y que insta a desarrollar metodologias menos disciplinadas y mas creativas. Ha sido probado que las tensiones econémicas globales, por ejemplo, ha- cia la produccién de agrocombustibles, tanto como las tensiones climéticas temporales (como las que se viven hoy en Colombia relacionadas con el fe- némeno del nifio), presionan cambios en los estilos de vida de la sociedad, y cambios en la demanda y oferta de bienes y servicios. Esto puede presionar negativamente sobre los factores territoriales o atenvar las demandas, segin la sociedad este orientndose o no con criterios de sustentabilidad y justicta. Los fenémenos climéticos extremos, ocasionados por el sistema econdmico centrado en energias fésiles, traen escasez de agua o aumento excesivo de lluvias, lo que alteta los ciclos ecolégicos (problemas ambientales) y deteriora Jas cosechags la pérdida de estas afecta el empleo y a su ver desata la escaser. de alimentos y su encarecimiento (problema econémico). Y asi sucesivamente, en una interdependencia que puede desatar problemas sociales. Pero el reco- rrido también puede ser, por ejemplo, el de las actividades mineras ilegales (problema social), que alteran las formas de produccién tradicional de las co- munidades, induciendo la pérdida de practicas minero-agricolas ancestrales, reemplazandolas por pricticas mineras artesanales y de alto impacto (proble- ‘ma econdmico y ecolégico), provocando cambios en las estructuras de las re- laciones sociales, en las formas de poblamiento, y finalmente el deterioro del ecosistema y la pérdida de las condiciones materiales para la reproduccion de las sociedades locales. Estas problematicas pueden emerger a distintas esca- las espaciales, simulténeamente o consecutivamente, pero siempre de manera interdependiente, heteronémica. Las comunidades a veces son resilientes ante estos problemas temporales, pero no siempre tienen estructuras fuertes que les permita sustentarse en el largo plazo, cuando los problemas se suceden unos a otros. En ocasiones las comunidades se hacen seguidoras de las leyes y normas, en un apego que no 252 siempre es clarividente de las reglas de la naturaleza. No se puede vivir en las. reglas de la sociedad si no se vive en las reglas de la naturaleza, ‘Hemos insistido durante varios lustros en unirnos en relaciones fraternas y solidarias, como hacedores de paz, Persistimos en procesos de articulacién, con criterios de no delegacién en la gestion concreta de la paz y en la materia lizacién de planes de vida territoriales ¢ interétnicos. Y reglas de cuidado de Jas culturas y del ambiente, reglas de trabajo y vida que tengan la flexibilidad, que podamos cumplir y velemos porque se cumplan,; expresiones de orga- n horizontal, sin jerarquias, con autosuficiencia e interdependencia, para el crecimiento espiritual y vivencial colectivo, Formas de vida solida- ria, con reciprocidad, donde los valores econémicos no subsuman los valores culturales. Todo ello para una paz actuante y no tinicamente formal, Eso que ‘queremos para nosotros, también es deseable para los pueblos étnicos, REFERENGIAS BIBLIOGRAFICAS Cérdenas, Martha; y Manuel Rodrfguer. B, (eds), (2004): Guerra, sociedad y medio ambiente, Bogota: Foro Nacional Ambiental, Cardoso, Andrea (2015); «Behind the life cycle of coal: socio-environmental liabilities of coal raining in Cesar, Colombia». Feological Economics, n° 120, pp. 71-82. Escobar, Arturo (2014): Sentipensar con la Tierra. Nuevas lecturas sobre desarrollo, territorio y diferencia, Medellin: Unaula. Galalassi, Guid; y Andrés Dimi iu (2007 ): eBl plan «Bo de los capitales mineros. A propésite de las notas sobre «Inversiones mineras en Argentina» en Le Mon- de Diplomatique de mayo del 2007». 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