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Ángel Labruna

Ángel Amadeo Labruna (Buenos Aires, 28 de septiembre de 1918-19 de


septiembre de 1983) fue un jugador y director técnico de fútbol argentino. Es
considerado como uno de los mejores futbolistas argentinos de la historia. Jugaba
como delantero por izquierda. Es el máximo goleador de la historia de River Plate
con un total de 317 goles oficiales en primera división, copas nacionales y copas
internacionales[1] y es el máximo goleador del Superclásico del Fútbol Argentino
con 16 goles. Además, con 16 títulos oficiales, es el segundo jugador más ganador
en la historia de River Plate, y el tercer DT más ganador de la historia en el Club
donde jugó durante 20 años. También fue uno de los integrantes de la delantera
del célebre equipo del River Plate conocido como La Máquina de la década del
cuarenta el que fue, para muchos, el mejor equipo de la historia del fútbol
argentino formada por José Manuel Moreno, apodado “El Charro”, por haber
jugado en México, Juan Carlos Muñoz, Adolfo Pedernera y Félix Loustau. El
apodo, popularizado por Borocotó, nació de la sincronización matemática con la
que se movía su mítica delantera. Después que La Máquina ganara tres títulos
argentinos en cinco años, Pedernera se fue a Colombia, sin embargo, River ganó
la liga en 1947. Una huelga de jugadores fue la causa que los disgregó. Ángel
Labruna además formó parte de La Maquinita, integrada por el gran Amadeo
Carrizo en el arco y la delantera formada por Santiago Vernazza, Eliseo Prado,
Walter Gómez y Félix Loustau.
Existe una polémica acerca de quién es el Máximo Goleador de Primera División
de Argentina. Varias fuentes, historiadores y expertos en estadísticas afirman con
datos que es junto a Arsenio Erico el Máximo artillero. Adicionalmente con sus 317
Goles marcados en River, es el máximo artillero de la historia del Fútbol Argentino
repartidos en Copas nacionales, Internacionales y Primera División.

Se retiró en el Club Atlético Platense, club en el cual debutó como director técnico
y obtuvo el tercer puesto de la Primera División del Fútbol Argentino tras perder en
semifinales ante Estudiantes de La Plata y obtener el tercer y cuarto puesto, con
suplentes, ante River Plate por 2-1, tras ir perdiendo el partido. En simultáneo fue
entrenador de Defensores de Belgrano, donde salió campeón de la Segunda
División del Fútbol Argentino. Ganó su primer campeonato de Primera división
como entrenador dirigiendo a Rosario Central, en 1971, y posterior a aquello,
obtuvo otros seis títulos dirigiendo al River Plate, siendo uno de los técnicos más
ganadores en la historia del club de Núñez. Fue el DT del equipo millonario
cuando el club cortó una racha de 18 años consecutivos sin logros oficiales, hasta
obtener el título de 1975.

La institución y hinchada de River celebran cada 28 de septiembre, día del


natalicio de Labruna, el “Día internacional del hincha de River, en honor a él.
Biografía Personal
Ángel Amadeo Labruna nació el 28 de septiembre de 1918 en el barrio de Palermo
y fue allí donde unió las dos grandes pasiones de su vida: River y los caballos de
carrera. Como hincha de la banda roja, caminaba varias veces por día desde la
relojería de su padre (en Las Heras entre Bustamante y Pereyra Lucena) hasta la
cancha de River en Alvear y Tagle para practicar básquetbol en el club de sus
amores. Hasta que finalmente se decidió por el fútbol y pasó a formar parte de las
divisiones inferiores millonarias.

Cómo jugador
En 1939, aún juvenil, fue convocado a jugar en la Primera a raíz de una huelga de
los profesionales del club por una sanción aplicada al crack de la institución, José
Manuel Moreno. Y justamente le tocó vestir la casaca número 10, la que usaba el
“Charro”. Sus goles y excelente rendimiento determinaron que, una vez superado
el conflicto, Moreno tuviera que jugar de entreala derecho porque a Labruna era
imposible sacarlo.
Así se inició una carrera fantástica, que se prolongó por dos décadas en la primera
de River y que terminó ya con 41 años, en la Navidad de 1959, porque no formaba
parte del nuevo proyecto de “fútbol-espectáculo” que decidió la dirigencia
millonaria con la incorporación de varios futbolistas extranjeros. En esos 20 años,
el gran Angelito se dio el gusto de integrar junto a Juan Carlos Muñoz, Moreno,
Adolfo Pedernera y Félix Loustau la delantera de la llamada “La Máquina” y,
compartiendo cartel con Amadeo Carrizo para muchos mejor arquero del siglo,
Santiago Vernazza, Eliseo Prado, Walter Gómez y nuevamente Loustau, “La
Maquinita” del triplete de campeonatos de 1955, 56 y 57. Esos fueron los picos de
una carrera futbolística que lo destacaron por su gran capacidad goleadora,
afianzada en una técnica depurada y en una guapeza sin límites. Era famoso
aquello de que cuando Angelito “agachaba la joroba” (forma muy particular en que
arqueaba su cuerpo) al ingresar al área, al arquero rival no le quedaba otra que ir
a buscarla al fondo de la red. Sus 293 anotaciones en 515 partidos son una
categórica demostración de este olfato y sentido del gol. En ese amplio período de
20 años, fue asiduo integrante de la Selección Nacional, en épocas en que nuestro
representativo solo competía a nivel sudamericano, donde obtuvo los títulos en
Sudamericanos de Guayaquil 1946 y Lima 1955, aunque en este caso como
suplente de Enrique Omar Sívori. Cuando la Argentina volvió al ruedo mundial en
Suecia 1958, también estuvo Angelito, con 39 años, para soportar un fracaso que
hizo historia.

Al retirarse después de jugar 27 años en River (contabilizando sus años en


inferiores), Ángel dejaba atrás una serie de cábalas que se hicieron famosas con
los años, como aquella de evitar pisar la raya de cal al ingresar a la cancha y
luego seguir con un trote canchero hasta el área y mandar la pelota al fondo de la
red con un sobrador remate de rastrón… Esto último se lo había aconsejado
Renato Cesarini en épocas de “sequía” goleadora, y significaba el preanuncio de
los goles que iban a venir en el partido. Por lógica, despertaba la euforia de sus
hinchas y la furia de los simpatizantes rivales. Y eso era justamente lo que
buscaba y reconfortaba al notable jugador, que se llevó como un sello de distinción
el haber sido el máximo goleador de los “superclásicos”, con 16 tantos.

Su carrera como jugador en la Argentina la finalizó en Platense, donde hizo un


fugaz paso alternando con la función de técnico. Sin embargo intentó retomarla en
el Rampla Juniors de Uruguay, y luego en el Rangers de Talca chileno, donde llegó
con su compatriota Vicente Cantatore. La llegada de ambos, aunque
principalmente de Ángel, generó una gran conmoción en el mundo deportivo
chileno y en Talca, la ciudad donde juega Rangers.
Como técnico
El club que primero requirió sus servicios fue River, pero no para dirigir sus
planteles sino para ser el “espía” del técnico Néstor Rossi: tenía que ver al rival
inmediato de los millonarios y pormenorizar en sus fortalezas y debilidades.
Angelito no se tomó muy en serio la cuestión y los informes los elaboraba el lunes
leyendo los comentarios de los diarios, porque los domingos él prefería ir al
hipódromo.

Intentó varias actividades comerciales y una de ellas fue la de concesionario de la


confitería del club Defensores de Belgrano. En 1966, cuando estaba dedicado a
eso, los dirigentes de esa institución le ofrecieron la dirección técnica del equipo,
que jugaba en el ascenso y venía bastante mal. Angelito tomó al equipo último y
terminó el torneo en quinto lugar, y al año siguiente fue campeón de la B, pero con
una particularidad: en forma simultánea condujo técnicamente a Platense, que
jugaba en Primera División y llegó a las semifinales con el Estudiantes de Osvaldo
Zubeldía, que luego sería campeón de América e intercontinental. Allí se puso en
marcha una exitosa carrera como técnico. River lo volvió a llamar en el 68 e hizo
excelentes campañas pero el título no se daba, por lo que tuvo que emigrar.

En 1969 sufrió una de las peores tragedias que un ser humano pueda padecer: la
muerte de su hijo Ángel Daniel, que a esas alturas aparecía como un serio
continuador de su trayectoria en la Primera de River.

Su primer título como entrenador: el Nacional 1971 con Rosario Central


Si bien el equipo estaba medianamente armado y mantenía una estructura sólida,
para el siguiente campeonato Labruna metió mano: plantó un equipo más
equilibrado, adelantando a Aldo Poy como delantero de punta, e hizo debutar en
Primera División a Carlos Aimar, un volante central batallador, fuerte y que
mostraba muy buenas condiciones. Las modificaciones tácticas dieron sus frutos,
y así Labruna ganó con el club de Arroyito su primer título como director técnico en
Primera División, consiguiendo el Campeonato Nacional de 1971.
Aquel equipo, finalizó primero en su zona, por lo que debió cruzarse en
semifinales con el 2.º ubicado de la zona “A”, nada más y nada menos que Newell
´s Old Boys, el clásico de toda la vida. El encuentro generó mucha expecpectativa
no solo en Rosario sino en todo el país, por lo que gran cantidad de rosarinos se
trasladaron al Estadio Monumental de Núñez para presenciar dicho cotejo. Para
dicho partido, Labruna se alegró muchísimo cuando le tocó el vestuario visitante
del estadio de Núñez porque -según Angelito- “el otro (el local) está “maldito” hace
14 años”, haciendo alusión a que River no ganaba un título oficial desde 1957.[3]
Su Central derrotó 1:0 a su clásico rival (Newell’s Old Boys), en la semifinal con el
recordado gol de “palomita” de Aldo Pedro Poy,[4] para luego vencer a San
Lorenzo 2:1 en la final del campeonato, disputada el 22 de diciembre en cancha
de Newell´s.[5] Ese Nacional de 1971 fue el primer título de Primera División de
Labruna como entrenador.

Años dorados en River: Angelito corta la sequía de 18 años sin títulos

En enero de 1975 lo volvieron a llamar de su casa. En aquel enero de 1975,


Labruna era el DT de Talleres de Córdoba, con quien había ganado el título de la
Liga Cordobesa de Fútbol de 1974, y había hecho una gran campaña en el
Nacional de ese año, arribando al octogonal final. Luego de algunas
negociaciones, el club y Labruna llegaron a un acuerdo, no sin antes pedir por
refuerzos de jerarquía para salir campeón. Lo primero que dijo cuando lo vinieron
a buscar fue: “Si agarro River es para ser campeón. No tengo la varita mágica y
para salir campeón necesito refuerzos importantes. Si el club no se mueve para
conseguirlos, ni soñemos con River campeón. Y yo no vuelvo a River si no es para
salir campeón”.[6] Y esta vez sí, el club de Núñez armó un plantel muy competitivo
y con Angelito en el banco se dio el gran gusto: cortó la racha negativa de 18 años
sin títulos, y consagró a River campeón de los Torneos Metropolitano y Nacional
de ese año. Ya lanzado al éxito, logró otros cuatro títulos con los millonarios: Metro
1977, Metro 1979, Nacional 1979 y Metro 1980. En 1981 decidió irse, rechazando
la propuesta de ser mánager de fútbol de la institución, que ese año contrató a
Alfredo Di Stéfano como DT.

Fallecimiento
Cumplía una gran campaña como DT de Argentinos Juniors. Falleció el 19 de
septiembre de 1983, mientras se encontraba en la habitación de un sanatorio,
donde había sido sometido a una intervención quirúrgica por un problema en la
vesícula, de la que se estaba recuperando satisfactoriamente. Sin embargo,
cuando se preparaba para caminar junto a Ubaldo Matildo Fillol, que había ido a
visitarlo, murió a consecuencia de un paro cardíaco y cayó en brazos del arquero
a los 64 años de edad.[1]Los restos fueron inhumados a las 16 horas del día 20 de
septiembre en el Cementerio de Chacarita.

Estadísticas
Como jugador
Ángel Labruna ganó 16 títulos entre nacionales e internacionales como jugador
con la camiseta del Más Grande y gritó 293 goles, lo que lo convierte en uno de
los máximos anotadores del fútbol argentino en la era profesional.

Cómo Dt
Como entrenador, dio otras seis vueltas olímpicas: fue el conductor del equipo que
cortó la racha negativa con el bicampeonato en 1975, obtuvo el Metropolitano de
1977 y también se consagró tricampeón entre 1979 y 1980.

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