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20 PRANCISCO RUIZ SANCHEZ Il, PRESUPUESTO: EL CONCEPTO DE EDUCACION La exposicién parcial del anilisis de! hecho educativo, que aqui realizamos, implica que, previamente, lo hayamos efectuado totalmente y llegado a conclusiones fundamentales para la validez del mismo, entre otras, a la determinacién de los fines de la educacién(?) y del constitutivo formal de la misma(*) sin los cuales no podria intentarse una definicién de la educacién, al menos esencial, toda vez que, si nos ubicamos en el angulo de la educacién como accién que emana de un agente —el educador — acontece que su fin, como en toda accién, la es- pecifica y constituye, por tanto, un elemento imprescindible en la de- finicién. Si nos colocamos, cambiando la perspectiva, en el dngulo del pro- ceso que se cumple en Ia interioridad del educando, resulta que aquella formalidad Ultima que se intenta lograr con ese proceso y al cual éste apunta, constituye su fin y la especifica, no pudiendo, por consiguiente, eludirse en una definicién. Pero, si bien se examina, la formalidad-fin del proceso, con la cual se acaba y permite lamar al hombre “educado”, es la misma formalidad que esté presente en la intencién del agente y da sentido a su accién; ésta, es evidente, co-incide con el movimiento de la naturaleza para obtener aquel acabamiento —proceso mediante — que resulta ser, una vez adquirido, una cualidad permanente que medi- fica a la naturaleza. De lo que se desprende que la educaciém-accién del agente educador y la educacién- proceso interior del educando tie- nen un mismo elemento o formalidad especificante, pues que tiene un mismo fin: aque! acabamiento cualitativo estable —habitual— con que Ja accién del agente intenta que culmine el proceso que se da en el educando (*). La reflexién anterior permite visualizer que “educacién” es un tér- mino andlege cuyo analogado principal es Ia formalidad adquirida que constituye a un hombre en “educado”, como cuando decimos “la edu- cacién de Pedro es excelente” o bien "Pedro da muestras de su buena educacién”. Los otros usos de la palabra de alguna manera hacen referencia a este primero; en efecto, tras el término pueden entenderse también: a) El proceso que acontece en el sujeto, educando, al que hicimos re- ferencia, como cuando se dice “Pedro progresa en su educacién”; FUNDAMENIOS ¥ FINES DE LA EDUCACION 21 b) El acto —ya mencionado-- que emana de un agente y que incide en un sujeto como cuando decimos “Pedro recibe de su familia una buena educacién”, Esto no quiere decir que haya pasividad en el sujeto pues toda asimilacion educativa es activa por parte del sujeto (educando); ©) La faena que incumbe a padres, maestros, Iglesia, Estado, etc. Es el caso anterior (b) tomado en sentido universal y objetivo, como cuando se dice “la educacién es tarea irrenunciable de !as familias’; d) Con frecuencia se usa el término refiriéndolo no a todo el sujeto sino a algunas de sus facultades (p. ej. educacién de la voluntad) © a alguna de sus dimensiones perfectibles (p. ej. educacion esté- tica, educacién politica), 0 a alguna etapa (p. ej. educacion del pérvulo) 0 modalidad (p. ej. educacién permanente, educacién per- sonalizada) etc., etc. 1.— De todo esto se desprende la necesidad de que se aclare el con- cepto de educacién que se haila presupuesto en el analisis que intenta- mos, asi como el angulo en que nos ubicamos para expresar la defini- cién, a que hemos hecho referencia més arriba. Hemos pensado, que, si abordamos el intento de definicion desde el angulo del agente expresando la formalidad habitual en que consisie el constitutive formal esencial de la educacién como el fin de aquel y también del proceso, logramos a la vez, los requisitos de una detini- cién esencial y la inclusion de las causas de la educacion. Asi, pues, decimos, con una ligera diferencia respecto a lo expuesto en otro tra- bajo nuestro, que la educacién es: al hombre, en tanto que indigente y falible, por el cual El au: éste puede lograr su plenitud dindmica, esto es, la capacidad es- table para ordenarse libre y rectamente, en su dinamismo interior y en su autoconduccién hacia los bienes individuales y comunes, naturales y sobrenaturales que plenifican su naturaleza. Se distingue en ella: a) el género proximo: “auxilio al hombre, en tanto que indigente y falible”. Hay otros auxilios al hombre en la misma condicién, sin que ello constituya educacién; b) la diferencia especifica, que en las acciones esta dada por el fin: la “plenitud dindmica”(#) 0 “la capacidad estable para orde- are 22 FRANCISCO RUIZ SANCHEZ Para més precision ain, hacemos notar que en la definicién se expresa: fa materia © sujeto: el hombre, en tanto que indigente y falible, como materia remota o mediata; y, como materia préxima, el di- namismo interior y el de la conducta, que no tiene de suyo, el orden adecuado que exige la plenitud del hombre en tanto que “homo viator”. Puede decirse también que el hombre y sus facultades o potencias son la materia de... la capacidad para lograr el orden aludido; el constitutive formal - esencial de la educacién: la plenitud diné- mica, una capacidad cuyo objeto es el orden en la interioridad y la conducta; pero, como el objeto de una capacidad es lo que la es- pecifica, se puede decir que el constitutivo formal esencial de la educacién es el ordenamiento en la interioridad y en la conducta, de acuerdo a las exigencias de la plenitud del hombre (°), el agente: la palabra “auxilio” muestra que el protagonista prin- cipal es la naturaleza del sujeto o edvcando y que la accién del educador no es creadora sino coadyuvante 0 auxiliar (7), Por eso se dice también “. . . por el cual (auxilio) éste (el educando) puede lograr...” el fin: la “plenitud dinémica” 0 capacidad para lograr el orden Precitado y que es el término al cual apunta el auxilio (accién dei educador) y las acciones de! mismo sujeto en el proceso de auto- conduccién, Asi mismo se expresa en la definicién o se desprende de lo for- mulado en ella: 1) 2) 3) que el fin de la educacién esté subordinado a los fines de la vida humana (los “bienes que plenifican su naturaleza”). Hay pues una doble teleo‘ogia presente en la accién educativa: la que es propia de la educacién y la que es propia de la vida humana que resulta subordinante de aquélla (8); la co-incidencia, sefialada mds arriba, de dos movimientos: el del educador (auxilio) y el de la naturaleza del educando ("'.. .éste puede lograr...”); que el resultado no es fatal o que no existe determinacién a su respecto: ".. .puede lograr. . “. Hemos afirmado en otra parte —y FUNDAMENTOS ¥ FINES DE LA EDUCACION 23 mostrado las razones de la afirmacién— que la educacién es un “arte” (?) de resultados imprevisibles (°); 4) el cardcter habitual de la riqueza cualitativa lograda y su cardcter operative “...la capacidad estable adquirida “para orde- narse..."; 5) que el auxilio (heteroeducacién) es necesario y que, por él, el edu- cando llega a conquistar la capacidad de actuar sobre si mismo (autoeducacién) “ por el cual (auxilio) éste puede lograr...”; 6) que el ordenamiento interior del hombre es previo, como condi- cién necesaria, para que sea capaz de ordenar su conducta (1°); 7) que la libre y recta ordenacién de la conducta del hombre se per- sigue en tuncién de otros fines, saliendo al encuentro tanto del in- dividualismo como de las concepciones socio-estatizantes (”.. .ha- cia bienes individuales y comunes..."); evitando asimismo el na- turalismo, con los términos “.. .bienes sobrenaturales...”, lo que implica la aceptacién de la relacién entre naturaleza y Gracia So- brenatural y, asimismo, la aceptacién de Dios como Fin Ultimo Sobrenatural. 2. En otro trabajo nuestro hemos recorrido el camino para con- cluir en que el constitutive formal de la educacién es el “orden” en la interioridad y en la conducta (+1), orden que es el objeto especificador de aquella capacidad que sefalamos como fin de la educacién; asi tam- bién hemos mostrado los supuestos que requiere ese doble ordena- miento (1?) y que también se han de lograr por la doble actividad edu- cativa del agente y de la naturaleza. Por otra parte, con motivo del exa- men de los fines universales de la educacién (12) mostramos como fin Ultimo de la misma lo que denominamos “plenitud dindmica” (1), ex- trinseco a la accién educativa, que hicimos equivalente al “virtutis status” de Santo Tomas (1*) y que incluye el ordenamiento de la interioridad y la capacidad para el libre ordenamiento de las) conducta(s) hacia los fines de la vida humana, como también todos los presupuestos que aquel doble orden requiere y que constituyen fines subordinados de la educacion (1°), Quizés ahora podamos intentar, con ventajas, una definicién de la educacién como resultade —al cual se apunta como fin—, es decir, de la educacién como formalidad, en si misma extrinseca a la accién edu- 24 FRANCISCO RUIZ SANCHEZ tativa —de la que es causa final— término a su vez, del proceso al que hemos hecho referencia. Proponemos a este respecto, de acuerdo con lo dicho en otras partes, definir la educacién como: La plenitud dinamica del hombre, esto es, la capacidad o aptitud adquirida y estable para ordenar, libre y rectamente, el falible di- namismo de su interioridad y el de su conducta, hacia los bienes individuales y comunes, naturales y sobrenaturales que perfeccio- nan su naturaleza. Como se puede ver, hay una ajustada correspondencia entre las dos definiciones propuestas, una desde el angulo de los agentes —cau- salidad eficiente—, la otra desde el angulo del resultado —fin del agen- te y del proceso— que muestra cud! es la riqueza cualitativa en que consiste formalmente la educacién —una capacidad adquirida y esta- ble— a la vez que sefiala el objeto especificante de esa capacidad: la ordenacién del dinamismo interior humano y del de la conducta, Esto supone: 1) que hay un doble dinamismo en el hombre: el interior y su dina- mismo “ad extra’; 2) que no estan naturalmente ordenados desde el punto de vista per- fectivo; 3) que, por naturaleza, es el mismo sujeto el que tiene que conseguir su propia ordenacién; 4) que no tiene, de modo innato, ni por natural evolucién de ser vivo, la capacidad o aptitud para hacerlo; 5) pero que puede conseguir y necesita, esa doble ordenacién para poder tener acceso a los bienes que perfeccionan su naturaleza, exigidos por ella pero dificiles de conseguir. El Ultimo punto nos esté indicando, a la vez, como en la defini- cién, que el fin de ta educacién 0 la educacién en si misma —como resultado, en el hombre educado— no es 0 no constituye la perfeccién definitiva del hambre sino que es la aptitud adquirida para conducirse a ella; la cualidad, por modo de habito, que lo hace capaz de conduc- tas adecuadas —ordenadas— para lograr la perfeccién humana total Y que, esta Ultima, no es algo meramente subjetivo sino que implica una conducta objetiva, un “entrar en relacién” —por el conocimiento y el querer— con “objetos” capaces de actualizar al hombre, de pleni+ ficarlo (bienes. . .) (17), FUNDAMENTOS ¥ VINES DE LA BDUCACION a5 3. Ahora podemos intentar una tercera definicién de educacién, esta vez come proceso, como cambio, que se va logrando deliberada y lentamente en la intimidad del educando en pos de un objetivo o de un cierto acabamiento dindmico; definicién que, por ser de un movi- miento, tendré que expresar cual es el fin que lo especifica, orienta, y que es el término en el cual, alcanzado, acaba el proceso; como asi- mismo debera expresarse aquello que lo produce, no ya desde el 4n- gulo de la finalidad, sino del de la eficiencia. Asi pues, decimos desde este punto de vista, que la educacién es: el proceso o movimiento interior del hombre que resulta del en- cuentro entre el falible dinamismo autoconductor de la naturaleza humana y les auxilios deliberadamente perfectivos que inciden so- bre ella, para lograr su plenitud dindmica, esto es, la aptitud adqui- rida y estable para ordenarse, libre y rectamente, en su interioridad y en su conducta, hacia los bienes individuales y comunes, naturales y sobrenaturales que perfeccionan aquella naturaleza. Lo que hemos expuesto acerca de los tres angulos desde los cua- les podia abordarse Ja definicién nos exime ahora de otros comentarios. 4, No obstante, creemos conveniente formular algunas aclaraciones acerca de las definiciones precedentes: 4.1, Hay aqui muchos presupuestos que han sido objeto de andlisis en otros trabajos nuestros (1*); algunos de ellos seran considerados en €ste, mas adelante, en la medida en que sean necesarios para nues- tro tema. 4.2. Al referirnos al dinamismo interior o interioridad y al orden que se pretende lograr, hay que tener en cuenta que se comprenden alli dos aspectos: a) el de la relacién (y ordenacién) dinémica de las partes entre si y con respecto al “todo” (cuerpo y espiritu; potencias o facultades; movimientos sensitivos, intelectivos, afectivos, etc.), en tanto que el hombre como unidad o totalidad incluye par- tes y/o aspectos heterogéneos; b) el de la relacién dindmica (y ordenacién) de Ja interioridad referida a... objetos. En ambos casos se trata de conseguir orden perfecto y perfectivo: el primero es necesario para el segundo, sin perjuicio de que el segundo ayude a conseguir el primero —causas adinvicem sunt causas—. El segundo es 26 43. 4.4, PRANCISUO RUIZ SANCHEZ necesario para la ordenacién del dinamismo-conducta, es de- cir, del dinamismo que trasciende Ja interioridad: es su an- tecedente y causa interior que se hace efectivo en la conduc- ta cuando ésta pasa de ser intencional a ser real (1). Conviene aciarar —para el lector no avisado— que en todas estas referencias acerca del (0 de los) dinamismo(s) no incluimos el di- namismo biolégico, determinado, que corre por carriles propios, necesarios; ni tampoco ciertos aspectos bio-psiquicos también de- terminados. Si una accién humana tiene por objeto ordenarlos cuan- do se desordenan, esto es, re-ordenarlos, no pertenece al ambito de la educacién sino al de la medicina. La referencia, en las tres definiciones, a “bienes.... sobrenatura- les“ para cuya consecucién se requiere la ordenacién libre y recta de la interioridad y de la conducta, incluye ctro aspecto que no se ha mencionado hasta aqui. Es el de la ordenacién de la natura- leza, desde un punto de vista teolégi 1) a Dios como Bien (Fin) Sobrenatural Trascendente, que impli- ca ordenacién de la interioridad y la conducta hacia El, como cualquier fin requiere una ordenacién adecuada para conse- guirlo; la conducta es medio para un fin; la ordenacion es ia buena disposicién de los medios en funcion del fin. Aclaramos que, en este caso, la ordenacién —por la hétero y la auto- educacién — no es causa suficiente para alcanzar el Fin; pues- to que Dios trasciende todo esfuerzo humano (2°), La pers- pectiva es TELEOLOGICA, desde el dngulo de la finalidad; 2) Ia ordenacién a Dios como participable, aqui y ahora, en la misma intimidad humana por la “conversion” de la naturale- za humana en naturaleza humano-divina en virtud de la Gra- cia, Desde el dngulo de la Gracia —Don gratuito— la edu- cacién no tiene nada que hacer puesto que es obra libre y ex- clusiva de Dios; desde la perspectiva de la naturaleza que quiere la Gracia —y su conversién “en” — si tiene que hacer: ordenarse segin las exigencias de la misma naturaleza (edu- cacién) y ordenarse en relacién con..., disponiéndose (edu- cacién religiosa) para... la recepcién, la impregnacién, 1a participacién (conversién). Aqui la perspectiva es ONTOLO- FUNDAMENTUS Y FINE: DE LA EDUCACION 7 GICA (sin dejar de ser teolégica): participacion del Ser Sobre- natural, transformacién del ser natural del hombre, por esa participacién, en virtud de la Gracia, la que se da en la linea del accidente. Las definiciones propuestas contienen esa doble perspectiva referida a lo sobrenatural, desde e] punto de vista de la or- denacién del hombre. 4.5, En las tres definiciones queda salvada la posibilidad de que, no obstante la accién educativa y el natural dinamismo plenificado:, no se logre el fin propuesto —la plenitud dindmica— y la de que, no obstante el cardcter “estable” de la capacidad de ordenacion, aflore la natural falibi idad del hombre que permanece subyacente. 5. El concepto de educacién que intentamos expresar en las tres definiciones expuestas, se refiere a la totalidad del hombre, como “todo” (individuo) y como “parte” de “todos morales” (sociedades: ". . .capaci- dad para... ordenarse libre y rectamente... en su autoconduccidn hacia los bienes... comunes). 6. Asimismo, por analogia, se aplica a las partes y/o aspectos, y/o dimensiones educables del hombre real tomado como totalidad, en la medida en que la plenitud del todo requiere perfeccién de las partes en si mismas y en su relacién con el “todo”. Por esto puede hablarse de “educacién musical” (0 mds ampliamente de educacién artistica o esté- tica), de “educacién fisica”, de “educacién de la voluntad”, etc. Claro esté que la educacién lograda de una o de varias partes o aspectos, no implica necesariamente haber conseguido “la” educacién, simpliciter, co mo la capacidad adquirida —formalidad— que lo hace apto para con- seguir los fines (bienes) en los que hallaré la perfeccién de su vida humana. Y puede acontecer que se consiga esta formalidad —"la” edu- cacién— que hemos definido, sin que necesariamente se tengan que car todos los aspectos posibles de ser educados, pues que no todos influ- yen de la misma manera en que se logre aquella capacidad de conduc- cién que denominamos “plenitud dindmica”,

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