You are on page 1of 7
Oracion. ; Oh Patriarca santisimo ! i Oh felicisimo Esposo de Maria! ; Oh santisimo José! Si elegir un reo abogado que le defienda es un testi- monio de su confianza ; 4 cual — 179 — sera la confianza que tengo yo en ti, cuando te elijo por abogado mio en el tribunal severo de Dios nuestro Senor? 4 Ni cual otra esperanza me queda de salir bien despacha- do, sino tu poderosa protec- cién? Ofendido justamente mi Dios y mi Senor, de mi mala correspondencia a sus beneficios, y sin tener que alegar 4 mi favor, ¢ qué otro recurso me queda sino apelar «tu patrocinio ? A ti por tanto apelo, 4 ti me acojo, en tus ers: pongo el negocio de Geo Yo no puedo quel Sefior que te — 180 — eligié para Padre, y que quiso obedecerte en este mundo, desprecie ahora las stiplicas que van marcadas con tu nombre: yo no puedo creer que niegue tu Hijo el perdén dun reo por quien abogas tu. Mira que es punto del abogado la defensa del reo: acuérdale a tu Hijo santisimo los sustos, los sobresaltos, y las congojas que te costo librarle de la muerte, cuando le buscaba su enemigo : acuer- dale que eres Esposo de aque- lla Virgen purisima, 4 quict eligid por Madre; y que 20 cabe en el corazon de un hije i ] © . d — 18, — atento, amante y generoso, negarse 4 los clamores de su padre y de su madre: dile que no tengo otro dolor qre el de haberle ofendido, que no tengo otro deseo que el de amarle con todo mi corazon, y que no es otra cosa la que te pido, sino compensar con eternas alabanzas las ofensas que aqui le he hecho. Se rezan siete Padre nuestros, ¥ siele Ave Marias, y luego esta ORACION. ; Oh santisima Reina de los Angeles y purisima Espos@ e José! Al amparo de tu_ santi- simo Esposo vengo a acoger- me, fiado en que aquella mansedumbre, aquella bon- dad, aquel ccrazén amable y piadoso, que formaba su ca- racter en esta vida, no lo ha olvidado en el cielo : 4 quien yo acudo, Sefiora, es 4 aquel santo hombre benigno, apa- cible, y que por su piedad y misericordia se hizo digno de dar lamano de Esposo 4 la Reina de misericordia. Yo le llamo, yo le invoco y le cito, para que en la terrible hora de mi muerte me ampare Y favorezca. No he de creer J as = mas que UNOS Corazones Como el tuyo y el de tu Esposo, tan sensibles & nuestros males, tan penetrados del deseo de nuestra salvacién, no se Cone” muevan a los clamores de una alma, que teme por st mala vida’ oir del justisimo Juez la sentencia, que le con- dene 4 carecer de su vista por toda la eternidad. Te lo pido, por aquel sagrado res- peto con que mirabas 4 tu Esposo, y con qué deseabas complacerle : mira que SOY su esclavo, y que no tengo otro mérito que alegar, que él de venerarle y reverenciarle CO- — 18k — mo a mi unico protector. Amén. Una salve ¢ Maria. Santisima de Guadalupe,

You might also like