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Definición formal

La frustración es un sentimiento que surge como consecuencia de algo inesperado o que no se


logra realizar aún a pesar de dedicarle tiempo y esfuerzo. También, suele observarse como parte
de un proceso hacia la aceptación de la situación y las posibilidades reales. Se lo distingue
etimológicamente en las formas del latín frustratio, frustratiōnis, asociado al verbo frustrar, que se
lo registra en el latín frustrāre.

Razones para la frustración y formas de reaccionar

Esta sensación ligada a la impotencia puede originarse en relación a situaciones (exámenes,


reuniones, viajes), objetos (teléfonos, computadoras), otras personas (amigos, familiares,
compañeros de trabajo) e incluso nosotros mismos (capacidades, habilidades, errores). Por lo
tanto, las fuentes son sumamente diversas.

Nos frustramos por tonterías, por ejemplo, cuando intentamos acceder a internet y la conexión
anda lenta o por cuestiones más graves, como la traición de parte de un ser amado. De allí que
existan niveles de frustración, que dependen tanto de la causa como de la percepción del sujeto
frustrado.

Todos respondemos a la frustración a nuestra manera, ya sea con enojo, ira, tristeza, decepción,
negación, etcétera. Lo más importante que debemos hacer es aceptar, asumir, que la frustración
es natural e inevitable, que es producto de la distancia entre nuestros deseos y la realidad, que
siempre difieren en algún punto.

Luego podemos reflexionar sobre cómo nos sentimos, sobre el motivo por el cual nos hemos
frustrado y expresarnos de algún modo, para poner afuera la tensión generada, por ejemplo,
cantando, bailando, escribiendo, practicando algún deporte. Si nuestro padecimiento se liga a otra
persona, podemos entablar una conversación con ella, con calma y respeto.

La vida a menudo nos presenta obstáculos. No es color de rosa. Enseñar a gestionar la frustración
en niños, conducirá a los chiquis a pasar rápidamente la página cuando las cosas no salen como las
soñaron, y les abrirá las puertas a una adultez con una mayor capacidad en inteligencia emocional.
Muy por el contrario, no enseñar la tolerancia a la frustración en los niños les llevará a convertirse
en adultos quejicas, incapaces de resolver con eficacia y rapidez los contratiempos que puedan
presentárseles, porque estarán con la mente puesta en aquello que les fue negado, entre otras
cosas.

¿Qué es la tolerancia a la frustración en los niños?

La tolerancia a la frustración en los niños es la capacidad que permite a los más pequeños a llevar
de mejor manera los cambios repentinos o los errores, así como también el manejo de las
expectativas propias ante aquellas circunstancias que no se desarrollaron de la manera esperada.

Usualmente, la frustración en niños está ligada a la necesidad de obtener la atención de sus


mayores, de ser reconocidos, de autoafirmarse y de ser más independientes. Es normal. Lo
importante es que aprendan desde jóvenes que las cosas no siempre salen cómo lo deseamos, y
que errar es de humanos.

La resistencia a la frustración en niños es, por tanto; un proceso de aprendizaje. No es una


habilidad con la que nacemos las personas. Cuando nos enfocamos en que los chiquitines del
hogar sepan cómo gestionar sus emociones, se convertirán en adultos que sabrán lidiar mejor con
el fracaso.

Cuando en un hogar no se aprenden las estrategias para el manejo de la frustración en niños,


estos suelen crecer sin saber mirar el aprendizaje detrás de un fracaso, verán los obstáculos como
una injusticia, se convertirán en adultos poco flexibles, intransigentes e incluso, manipuladores.

Consecuencias genera la baja tolerancia a la frustración

Cuando no existe tolerancia a la frustración en los niños, estos suelen crecer desarrollando una
serie de comportamientos que les convertirán en adultos con un comportamiento bastante difícil
de manejar, y con frecuencia; será motivo de marginalización en los distintos entornos sociales:

1. Cuando hay una baja resistencia a la frustración en niños, estos crecen sin saber crear
límites o sin respetar los de los demás, pues no aceptarán un no como respuesta.

2. Una pobre tolerancia a la frustración en niños conlleva también a un comportamiento


poco empático, pues lo único en lo que pensarán es en la satisfacción de sus propios
deseos y caprichos.
3. Por otro lad

4. o, la baja tolerancia a la frustración puede generar ansiedad y depresión por no saber


cómo lidiar con los fracasos.

5. No desarrollar la tolerancia a la frustración en los niños, conlleva a un comportamiento de


manipulación emocional hacia los demás, con tal de lograr los objetivos.

6. En general, la falta de tolerancia a la frustración en los niños implica una actitud de


inflexibilidad y de intolerancia a las opiniones de los demás.

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