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La puerta abierta

Resulta que es cierto, la sanación no es lineal. Sin embargo, a veces me siento en ese punto
en que no sé qué más hacer para sanar. Hoy es jueves de recordar. Recuerdo que fue un
jueves el día que decidí no responderte más, recuerdo que esa decisión tomó toda mi
fuerza de voluntad. Y sí, hay personas que recuerdan lo bueno, pero la tristeza que hemos
atravesado también dice o explica quiénes somos. La tristeza de mi partida -y la tuya con
la mía- a veces me visita, llora muy fuerte y me dice que ahí está.

-Me he conocido muchísimo desde que no estamos o no estás-.

Hoy recuerdo que le prendimos fuego al lugar que ambos habitamos, fue un desastre
natural, todos lo notaron. Pero sólo nosotros lo sentimos, lo atravesamos. Disculpe que
hable por usted, no es la intención. Yo aún lo siento, se me nota si me ve venir de lejos.

Nadie llegó a apagar el fuego, ese cesó solo. Aunque quizá lo apagó el tiempo. Yo solita
empecé a construir mi casa, pero al parecer fue en la tierra donde habitaban fantasmas. Al
inicio, se manifestaba el olor de tu café por las mañanas. Luego, fueron golpes en las
puertas, unos golpes que manifestaban rabia (el disfraz de tu dolor). Te escribí mil cartas
para que descansaras y me dejaras descansar, total fui yo quien se atrevió a habitar el vacío
que dejaste, en vez de ponerle otro nombre -y sí, es un reproche-.

Darte la espalda fue lo que buscaba, libertad para tus instintos más primarios.

Hice limpiezas para que te marcharas, pero tras el fracaso, me percaté: no era la tierra
donde estabas… Después de un silencio, señalo mi pecho o el lugar que aún habitas.

Te diré un secreto,
ya me cansé de intentar no quererte.
Así que te querré,
aunque no lo sepas
lo escribiré,
aunque no lo leas
lo pronunciaré,
-entonando bien cada letra-.
Y lo haré con todas las fuerzas de mi ser,
por si algún día,
se cruzan nuestras líneas paralelas
Y te enteras.

Dejé que me atravesara y me reconcilié con el dolor. Sin embargo, hay días en los que tu
ausencia araña las paredes de la casa, camina de arriba para abajo sin encontrar un lugar,
le preparo café y nos sentamos a conversar -escuchamos de fondo a Bunbury, Estopa, Fito,
Arjona y otro par-.

Estos días han sido lentos. Tu ausencia tiene la habilidad de llenarme de dudas y ahora
hay hojas rayadas, arrugadas y tiradas por toda la casa.

Hay días que me aburro de interpretar esta pantomima que se ha vuelto mi vida -suena de
fondo:

“Destapa champagne
Apaga las luces
Dejemos las velas encendidas
Y afuera las heridas
Ya no pienses más
En nuestro pasado…”

Te dejo -inserta el título-, para que vuelvas.

Elvira y tú

El mismo sitio de siempre


Llovimos tanto que me ahogué

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