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Teodoro Quezada

2019-3300367

Los Viajes misioneros del Apóstol Pablo

Después de estudiar la Palabra de Dios, el libro de los Hechos de loa


Apóstoles y ver los tres primeros viajes misionero de Pablo, se

observa la pasión que, tanto Pablo como los otros discípulos sentían
por predicar el evangelio. Pasión que el Espíritu Santo debe colocar

en nuestros corazones, la que nos motive a no avergonzarnos del


evangelio, la que nos permita proclamar las maravillas del Señor y

que nos guie a recatar de las garras de Satanás a tantas almas que
están perdidas.

Estudiando el último viaje, que no fue precisamente misionero sino

en cadenas, la predicación de Pablo y su pasión por la Palabra no se


ve disminuida, sino que la obediencia y la comunión con el Señor

son casa vez más notorias, la madurez espiritual también es algo que
aprender e imitar en nuestras vidas. Sin esa pasión por la palabra y

ese amor incondicional por nuestro Salvador es imposible dejar


huella en esta tierra en la que somos peregrinos y extranjeros.

Pablo autodenominado el pequeño, fue el más grande misionero de

la iglesia cristiana, escribió 13 Cartas. Años después ya unido con los


apóstoles de Jesús, le es confirmado su ministerio en el campo de
los gentiles, cuando orando y ayunando el Espíritu Santo hablo y

dijo: “Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra que los he


llamado”. De ahí hasta la muerte la obra misionera de Pablo “El

Apóstol”

En Antioquía, donde se refugiaron muchos de los helenistas, los discípulos


de Cristo reciben el nombre de cristianos: es la señal de que en adelantes
se les distingue de los otros grupos religiosos. Antioquía se convierte en el
punto de partida de la evangelización del imperio romano. A lo largo de un
primer viaje misionero, Pablo, acompañado de Bernabé, se dirige primero
a los judíos en las sinagogas y luego a los paganos sin imponerles las
prácticas judías.

En el curso del segundo viaje que emprende a través del Asia Menor,
Pablo tiene una visión en Triade: “Un macedonio, en pie, le dirigía esta
súplica: ‘Pasa a Macedonia y ven a socorrernos’” (Hch 16:9). Se trata de
una etapa capital. El evangelio pasa a Europa por el año 50. Nacen las
comunidades de Filipos, de Tesalónica, de Corinto… Pablo se dirige incluso
a la capital de la cultura, Atenas. Se esfuerza en mostrar que se da una
convergencia entre la filosofía griega y el evangelio. Hasta cita a un poeta.
Es inútil. “Te escucharemos en otra ocasión…” (Hch 17:17-33). Cuando
predica en Corinto, no se muestra tan preocupado de agradar a su
auditorio y anuncia solamente a “Jesucristo y Jesucristo crucificado”
(1Co2:2).
A lo largo de su tercer viaje, Pablo visita nuevamente las comunidades de
Asia y Europa. No faltan las dificultades y Pablo se hace eco de ellas en sus
cartas. Tropieza con la hostilidad de los judíos que no aceptan su mensaje
sobre Jesús y de los paganos a los que obstaculizan en su comercio ligado
a las peregrinaciones y a los templos (Hch 19). En el interior de las
comunidades, especialmente en Corinto, el entusiasmo resulta a veces
desbordante: se manifiesta toda una serie de carismas, entre los que el
más espectacular es hablar en lenguas múltiples e incomprensibles (1Co
13-14). Pero al mismo tiempo se discute y se forman clanes opuestos (1Co
3:3-9); los ricos no comparten con los pobres (1Co 11); algunos abusan de
la libertad cristiana (1Co 5).

A lo largo de su tercer viaje, Pablo visita nuevamente las comunidades de


Asia y Europa. No faltan las dificultades y Pablo se hace eco de ellas en sus
cartas. Tropieza con la hostilidad de los judíos que no aceptan su mensaje
sobre Jesús y de los paganos a los que obstaculizan en su comercio ligado
a las peregrinaciones y a los templos (Hch 19). En el interior de las
comunidades, especialmente en Corinto, el entusiasmo resulta a veces
desbordante: se manifiesta toda una serie de carismas, entre los que el
más espectacular es hablar en lenguas múltiples e incomprensibles (1Co
13-14). Pero al mismo tiempo se discute y se forman clanes opuestos (1Co
3:3-9); los ricos no comparten con los pobres (1Co 11); algunos abusan de
la libertad cristiana (1Co 5)
“proclamar el reino de Dios y enseñar lo relativo al Señor Jesús el Mesías,
con plena seguridad y sin obstáculo”. Desde entonces, los Hechos no nos
dicen nada más sobre Pablo. Estamos por el año 63.

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