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SALA SEGUNDA
Expediente: 17420-2016-35-AAC
Departamento: La Paz
Por memoriales presentados el 28 de octubre y 9 de noviembre del 2016, cursantes de fs. 259 a
265 vta., y su complementario de fs. 268 a 269 vta., la accionante expresó los siguientes
fundamentos de hecho y de derecho:
Añaden que, una vez concluido el sumario administrativo, se pronunció la Sentencia Disciplinaria
141/2015 de 30 de noviembre, mediante la cual se declaró probada la denuncia, sancionándola
con la destitución de su cargo.
Indica que ante la injusta Resolución, interpuso recurso de apelación, la que fue resuelta por la
Sala Disciplinaria del Consejo de la Magistratura, instancia que mediante Resolución Jerárquica
SD-AP 117/2016 de 19 de febrero, confirmó la Sentencia Disciplinaria 141/2015, sin la debida
fundamentación y motivación y sin resolver conforme a derecho los agravios denunciados en la
apelación, incurriendo además en omisión valoratoria a momento de confirmar la extrema
sanción de destitución del cargo.
Refiere, que en su recurso de apelación advirtió siete agravios en los que hubiera incurrido la
mencionada Sentencia, esencialmente en los agravios 1 y 5 denunció la incorporación ilegal de
la prueba como fue la utilización de un CD como prueba de cargo, sin que el mismo hubiera sido
sometido a peritaje u otro medio a efecto de darle validez legal a una grabación que fuera
realizada de su persona como sumariada, denunciando la obtención ilegal de dicha prueba y si
consiguiente anómala judicialización dado que la filmación fue realizada de un celular
perteneciente a un particular; pues la filmación no devendría de una cámara de seguridad, en
consecuencia indicando como agravio el hecho de no haberse realizado un peritaje para
corroborar su autenticidad.
De otro lado refiere que, en los agravios 1 y 2 del señalado recurso, denunció la omisión
valoratoria por parte del juez a quo, toda vez que éste no le asignó un determinado valor a las
pruebas de descargo aportadas principalmente en lo que refiere a los informe de los
funcionarios del juzgado y declaraciones testificales; y la Resolución jerárquica, en lugar de
corregir esa falencia del juez inferior incurrió nuevamente en una omisión valoratoria; pues no
indica cuales fueron las pruebas de descargo que hubieran sido valoradas, tampoco menciona
que valor se les asigna para llegar a la conclusión que no fueron suficientes para desvirtuar el
hecho denunciado, por lo que de forma arbitraria se indicó que el Juez disciplinario consideró
que las pruebas de descargo no fueron suficientes; sin embargo, con relación a las pruebas de
cargo si hace referencia, detallando en que consistían los informes de los funcionarios policiales,
omitiendo arbitrariamente valorar las pruebas de descargo.
I.1.3. Petitorio
Solicitan se conceda la tutela disponiendo: a) Dejar sin efecto en todas sus partes la Resolución
Jerárquica SD-AP 117/2016 de 19 de febrero, pronunciada por la Sala Disciplinaria del Consejo
de la Magistratura; b) El decreto de 10 de mayo de 2016, emitido por el Juez Disciplinario
Segundo del Consejo de la Magistratura; c) El Memorándum CMLP-URH 0245/2016 emitido por
el encargado de Recursos Humanos (RRHH) del Consejo de la Magistratura; d) Se ordene a la
Sala Disciplinaria del Consejo de la Magistratura pronuncie nueva resolución resolviendo
debidamente los agravios denunciados y restablezca el debido proceso en la tramitación del
proceso disciplinario y revoque la Sentencia Disciplinaria 141/2015 de 30 de noviembre; y, e)
La restitución inmediata al cargo de Jueza Sexta de Instrucción de Familia, restituyendo los
sueldos devengados desde la emisión del memorándum de destitución.
III.4. El deber de motivación y valoración integral de la prueba como elemento del debido
proceso
Dentro de ese marco y en el entendido que en la presente acción, entre otras cosas, se demanda
falta de fundamentación de la Resolución impugnada así como de valoración de la prueba, es
pertinente dejar claramente establecido que ambos elementos; es decir, la motivación y la
valoración de la prueba, al ser presupuestos esenciales del debido proceso, hacen viable la
activación del control de constitucionalidad a través de la presente acción.
Motivos que conllevan a la necesidad de ingresar al análisis de cada uno de ellos y verificar si se
respetaron en su cumplimiento, habida cuenta que el debido proceso, conforme se desarrolló en
la jurisprudencia constitucional, es de aplicación inmediata y vincula a todas las autoridades ya
sean jurisdiccionales o administrativas y constituye una garantía de legalidad procesal prevista
por el constituyente (…).
(…)
Las normas previstas por el art. 180.I de la CPE, entre los principios de la jurisdicción ordinaria,
contemplan el de verdad material, cuyo contenido constitucional implica la superación de la
dependencia de la verdad formal o la que emerge de los procedimientos judiciales, por eso es
aquella verdad que corresponde a la realidad, superando cualquier limitación formal que
restrinja o distorsione la percepción de los hechos, a la persona encargada de juzgar a otro ser
humano, o de definir sus derechos y obligaciones, dando lugar a una decisión injusta que no
responda a los principios, valores y valores éticos consagrados en la Ley Fundamental de nuestro
país, a los que, todas las autoridades del Órgano Judicial y de otras instancias, se encuentran
impelidos a dar aplicación, entre ellas, al principio de verdad material, por sobre la limitada
verdad formal.
Obligación que para su cumplimiento requiere, entre otros, de una correcta apreciación de los
medios probatorios aportados durante el proceso, conforme a la realidad de su ocurrencia, con
la finalidad de efectivizar la función de impartir justicia menos formalista y procesalista, para dar
lugar a la justicia material y efectiva; velando por la aplicación y respeto de los derechos
fundamentales y de las garantías constitucionales de las personas.
En resumen, por regla general, la jurisdicción constitucional está impedida de ingresar a valorar
la prueba, por ser una atribución conferida privativa y exclusivamente a las autoridades
jurisdiccionales o administrativas; empero, tiene la obligación de verificar si en dicha labor: 1)
Las autoridades no se apartaron de los marcos legales de razonabilidad y equidad; 2) No
omitieron de manera arbitraria la consideración de ellas, ya sea parcial o totalmente; y, 3)
Basaron su decisión en una prueba inexistente o que refleje un hecho diferente al utilizado
como argumento. Claro está que además de ello, en cualquier caso, se debe demostrar la lógica
consecuencia de que su incumplimiento ocasionó lesión de derechos fundamentales y/o
garantías constitucionales al afectado; lo que se traduce en relevancia constitucional. Supuestos
que constituyen excepciones a la regla aludida; dado que se admite injerencia de la jurisdicción
constitucional, únicamente cuando se evidencian dichas vulneraciones; empero, dicha
competencia se reduce únicamente a establecer la ausencia de razonabilidad y equidad en la
labor valorativa, o bien, si existió una actitud omisiva en esta tarea, ya sea parcial o total; o
finalmente, si se le dio un valor diferente al medio probatorio, al que posee en realidad,
distorsionando la realidad y faltando al principio de rango constitucional, como es la verdad
material, pero en ningún caso podrá pretender sustituir a la jurisdicción ordinaria, examinando
directamente la misma o volviendo a valorarla, usurpando una función que no le está conferida
ni legal ni constitucionalmente.
Añaden que, una vez concluido el sumario administrativo, se pronunció la Sentencia Disciplinaria
141/2015, mediante la cual se declaró probada la denuncia, sancionándola con la destitución de
su cargo.
Indica que ante la injusta Resolución, interpuso recurso de apelación, la que fue resuelta por la
Sala Disciplinaria del Consejo de la Magistratura, instancia que mediante Resolución Jerárquica
SD-AP 117/2016, confirmó la Sentencia Disciplinaria 141/2015, sin la debida fundamentación y
motivación y sin resolver conforme a derecho los agravios denunciados en la apelación,
incurriendo además en omisión valoratoria a momento de confirmar la extrema sanción de
destitución del cargo.
Sobre el recurso referido, indica que advirtió siete agravios en los que hubiera incurrido la
Sentencia Disciplinaria 141/2015, esencialmente en los en los agravios 1 y 5 en el que denunció
la incorporación ilegal de la prueba de cargo consistente en un CD, sin que el mismo hubiera
sido sometido a peritaje u otro medio a efecto de darle validez legal, que en los agravios 1 y
2 denunció la omisión valoratoria por parte del juez a quo toda vez que éste no le asignó un
determinado valor a las pruebas de descargo aportadas principalmente en lo que refiere a los
informe de los funcionarios del juzgado y declaraciones testificales; y la Resolución jerárquica,
en lugar de corregir esa falencia del juez inferior incurrió nuevamente en una omisión
valoratoria; pues no refiere cuales fueron las pruebas de descargo que fueron valoradas,
tampoco señala que valor se les asigna para llegar a la conclusión que no fueron suficientes para
desvirtuar el hecho denunciado.
En este contexto, resulta de imprescindible importancia que la autoridad jerárquica que asume
el conocimiento de la impugnación, se circunscriba a la verificación de los agravios denunciados,
sobre los cuales necesariamente debe versar su decisión, pues un apartamiento de estos límites,
implicaría la posibilidad de incurrir en nuevos actos que, por omisión o exceso en el
pronunciamiento, acarreen nueva lesión a derechos y garantías constitucionales.
Si bien la valoración integral de los medios probatorios, es una labor que, en resguardo del
principio de inmediación, le corresponde privativamente a la jurisdicción ordinaria o al ámbito
administrativo en sí; no obstante ello, a la jurisdicción constitucional le corresponderá verificar
que en dicha función, no se hubieren quebrantado los principios de razonabilidad y equidad, en
resguardo una vez más del debido proceso y especialmente del principio de verdad material,
establecida en el art. 180.I de la CPE.
Sobre el punto, previamente corresponde especificar que en nuestro sistema procesal se han
establecido ciertos parámetros para llegar a un fin, que no puede ser otro que la verdad, la
misma que deberá ser establecida en base a pruebas desplegadas dentro de todo proceso.
Esto no solamente en materia penal, sino en todas las ramas del derecho como el presente
caso.
En ese orden, corresponde señalar que la importancia de la prueba dentro cualquier proceso es
considerado como trascendental, ya que de ella dependerá el resultado del mismo. Podemos
comenzar este acápite precisando que la prueba consiste en una actividad procesal dirigida a
alcanzar la certeza judicial de ciertos elementos para decidir un litigio sometido a proceso. La
prueba no es el hecho mismo que se investiga. Una cosa es la prueba y otra el hecho conocido.
La prueba es la reactualización, es la representación de un hecho. A medida que el juez va
observando el estado de las cosas o la conducta de las personas, esto con la reunión de
elementos probatorios que irán formando su criterio hasta quedar convencido de la existencia
del delito y la responsabilidad del autor.
En ese contexto, la prueba se rige por ciertos principios rectores como el de libertad probatoria
que se expresa en el Art. 171 CPP, aplicable al caso, estableciendo que “El juez admitirá como
medios de prueba todos los elementos lícitos de convicción que puedan conducir al
conocimiento de la verdad histórica del hecho, de la responsabilidad y de la personalidad del
imputado.
Este principio “significa que (para probar cierto hecho) no se exige la utilización de un medio
determinado y si bien se debe recurrir al que ofrece mayores garantías de eficacia, el no hacerlo
carece de sanción y no impide el descubrimiento de la verdad por otros medios.
Se relaciona, además, con la pertinencia, esto es la “relación entre el hecho o circunstancia que
se quiere acreditar con el elemento de prueba que se pretende utilizar” y con la conducencia y
utilidad de los medios o elementos de prueba “para resolver el caso particular y concreto”.
Por el Art. 13 del CPP, queda establecido que las normas constitucionales imponen los límites al
principio de libertad probatoria.
Entre otros principios debemos citar el principio de la comunidad de la prueba también llamado
de adquisición procesal de la prueba, en cuanto una prueba se incorpora al proceso ya sea
afirmando o negando un hecho o circunstancia.
Al decir de Morales Vargas puede ser alegado por cualquiera de las partes, independientemente
de quien la tramitó hasta su judicialización[i].
Otro aspecto fundamental se refiere a la carga de la prueba que en materia penal recae en la
parte acusadora, con el efecto perjudicial o negativo consecuente de desestimación de la
pretensión cuando el resultado probatorio de cargo es insuficiente. Ello es una consecuencia del
derecho a la presunción de inocencia que integra el deber de probar los hechos que constituyen
el supuesto enjuiciado y la participación en los mismos del acusado por la acusación. El principio
“in dubio pro reo” no es un derecho que corresponde al acusado sino la solución que debe dar
el tribunal cuando no haya alcanzado una convicción probatoria consistente en relación con los
hechos y la participación.
En ese orden, y dada la problemática planteada incumbe referirnos a los tipos de prueba, que
por el principio de supletoriedad, debemos analizar; pues, la actuación probatoria en el proceso
penal ha estado emparentada a los derechos y garantías fundamentales, de ahí que los dogmas
o doctrinas sobre la prueba prohibida o prueba ilícita constituyan, sin lugar a dudas, verdaderos
límites de la actuación probatoria.
Sin embargo, de lo señalado concluimos que como prueba ilícita consideramos a aquella que se
obtiene como producto o resultado del quebrantamiento de un derecho fundamental o garantía
constitucional, en otras palabras los casos en que para la obtención de prueba se vulnere uno
de los derechos consagrados en nuestra Constitución, dígase derecho a la inviolabilidad de
domicilio (Art. 21 CPE, 180 CPP), derecho a la inviolabilidad de correspondencia y de las
comunicaciones (Art. 20 CPE, 190 y 217 CPP), derecho a no autoincriminarse, derecho a la
asistencia legal obligatoria, derecho a no ser incomunicado, la prohibición del empleo de
torturas y/o maltratos (Art. 12 CPE, 13 CPP), derecho a la intimidad, entre otros que son
componentes del debido proceso conforme al Art. 16.IV de norma Suprema.
Por otra parte, concierne referirnos a la prueba irregular, por el cual la doctrina sostiene que
ésta, denominada también defectuosa o incompleta, resulta ineficaz aunque puede ser
valorada.
Así configurado algunos aspectos sobre la prueba, es preciso remitirnos a la Teoría de los frutos
del árbol envenenado, toda vez que esta doctrina originada en Estados Unidos se remonta al
caso resuelto en el 1920, por la Corte Suprema de ese país, donde se resolvió que no era válido
intimar a una persona para que entregara, ante las autoridades, documentación cuya existencia
había sido descubierta por la policía mediante un allanamiento ilegal.
En ese contexto, el primer caso donde la Corte aplicando dicha doctrina utiliza la expresión “fruit
of the poisonous tree” es en el proceso “Nardote Vs. United States” en 1939, en el que se
resolvió que debían excluirse de toda validez las pruebas que se conocieron a raíz de una
grabación a la conversación del imputado que se había efectuado ilegalmente sin autorización
judicial[iv]”
En ese marco, según la Teoría de los Frutos del Árbol Envenenado un acto probatorio con
defecto absoluto es nulo y carente de eficacia probatoria, su efecto es la exclusión probatoria,
cualquier otra prueba emergente de ese acto nulo carece también de eficacia probatoria y
debe, igualmente, ser excluida.
Según Jauchén estos principios son en la actualidad prácticamente aplicados en todos los países
que se rigen por un Estado de Derecho y respetuoso de las garantías constitucionales[v].
No tendrá valor la prueba obtenida mediante torturas, malos tratos, coacciones, amenazas,
engaños o violación de los derechos fundamentales de las personas, ni la obtenida en virtud de
información originada en un procedimiento o medio ilícito.
En cuanto a la ilegalidad de la prueba, el art. 71 del CPP, establece “Los fiscales no podrán utilizar
en contra del imputado pruebas obtenidas en violación a la Constitución Política del Estado,
Convenciones y Tratados internacionales vigentes y las leyes”.
Por lo señalado supra, este Tribunal concluye que toda actividad sancionadora del Estado, sea
en el ámbito jurisdiccional o administrativo, debe ser impuesta respetando todos los derechos
inherentes a la garantía del debido proceso en el caso presente garantizando el derecho
fundamental del derecho a probar el cual debe desarrollarse con el respeto de ciertas garantías
mínimas que aseguren un resultado justo, ya que no existiría un debido proceso si no permitiera
a la persona admitirse sus medios probatorios dentro de un proceso, o que admitiéndolos, no
sean valorados en el marco de los procedimientos establecidos, consecuentemente, al emitirse
la Resolución Jerárquica SD-AP 117/2016, no se actuó dentro los marcos de razonabilidad; pues,
en armonía con lo desarrollado supra, los elementos de prueba sólo tendrán valor si han sido
obtenidos por medios lícitos e incorporados al proceso conforme a las disposiciones de la
Constitución Política del Estado y las leyes; toda vez que no resulta razonable asumir una
decisión con el solo fundamento de que “…tiene todo el valor legal…” cuando no cuentan con
elementos técnico-jurídicos que así determinen, correspondiendo esa labor íntegramente a los
jueces en cada instancia; por ello es que toda autoridad que conozca un caso y que de la prueba
ofrecida dependa una sanción, esta debe ser admitida y valorada dentro el marco de las
garantías constitucionales y la ley, su apartamiento, implicaría el desconocimiento a las reglas
del debido proceso que rigen en un Estado constitucional de derecho en el cual nos
encontramos, en consecuencia, habiendo advertido en la Resolución Jerárquica SD-AP 117/2016
de 19 de febrero, así como desde el inicio del proceso ausencia de razonabilidad y equidad en la
labor valorativa de toda la prueba presentada, en observancia a los argumentos expuestos
corresponde conceder la tutela solicitada, exhortando a que toda autoridad jurisdiccional o
administrativa rija sus determinaciones dentro el marco del debido proceso y los principios
establecido en la Constitución Política del Estado y las leyes.
POR TANTO
3° Se dispone, que en resguardo del debido proceso y las garantías constitucionales que rigen
en el Estado Plurinacional de Bolivia, la nulidad de todo lo actuado hasta la admisión de la
denuncia formulada por los Técnicos de Transparencia y Control de Fiscalización de la
Representación Departamental del Consejo de la Magistratura de La Paz, en observancia a los
argumentos expuestos en la presente Sentencia Constitucional Plurinacional.
MAGISTRADO
MAGISTRADA
[i] Alberto J. MORALES VARGAS en Guía de actuaciones para la aplicación del nuevo Código de
Procedimiento Penal. GTZ. P. 155.
[ii] Según consideraciones del Poder Judicial Peruano, para el caso de la prueba ilícita opera la
regla de exclusión y para el caso de la prueba prohibida la doctrina de los frutos del árbol
envenenado. http://www.pj.gob.pe/CorteSuprema/documentos.
[iv] JAUCHÉN, Eduardo M. Tratado de la prueba en materia penal, citando los casos Silverthoner
Lumber Co. vs. United States y Nardone vs. United States. P. 179.