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SENTENCIA CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL 0049/2017-S2

Sucre, 6 de febrero de 2017

SALA SEGUNDA

Magistrado Relator: Dr. Zenón Hugo Bacarreza Morales

Acción de amparo constitucional

Expediente: 17420-2016-35-AAC

Departamento: La Paz

En revisión la Resolución 814/2016 de 18 de noviembre, cursante de fs. 339 a 341 vta.,


pronunciada dentro de la acción de amparo constitucional interpuesta por Ninfa Sillerico López
contra Cristina Mamani Aguilar, Roger Gonzalo Triveño Herbas, Magistrados de la Sala
Disciplinaria Segunda del Consejo de la Magistratura.

I. ANTECEDENTES CON RELEVANCIA JURÍDICA

I.1. Contenido de la demanda

Por memoriales presentados el 28 de octubre y 9 de noviembre del 2016, cursantes de fs. 259 a
265 vta., y su complementario de fs. 268 a 269 vta., la accionante expresó los siguientes
fundamentos de hecho y de derecho:

I.1.1. Hechos que motivan la acción

La accionante en calidad de Jueza Sexta de Instrucción de Familia del departamento de La Paz,


se le apertura proceso disciplinario por la presunta comisión de las faltas disciplinarias previstas
por los arts. 188.I.13 y 186.8 de la Ley del Órgano Judicial (LOJ), toda vez que de acuerdo con la
denuncia formulada por los técnicos de transparencia el 2 de mayo de 2015, al promediar las
22:45 horas, su persona tuviera estado consumiendo bebidas alcohólicas en instalaciones del
juzgado a su cargo, extremo que hubiera sido verificado supuestamente por efectivos policiales
quienes, además de su informe adjuntaron un disco compacto (CD), que contendría un video de
la filmación que corroboraría la denuncia.

Añaden que, una vez concluido el sumario administrativo, se pronunció la Sentencia Disciplinaria
141/2015 de 30 de noviembre, mediante la cual se declaró probada la denuncia, sancionándola
con la destitución de su cargo.

Indica que ante la injusta Resolución, interpuso recurso de apelación, la que fue resuelta por la
Sala Disciplinaria del Consejo de la Magistratura, instancia que mediante Resolución Jerárquica
SD-AP 117/2016 de 19 de febrero, confirmó la Sentencia Disciplinaria 141/2015, sin la debida
fundamentación y motivación y sin resolver conforme a derecho los agravios denunciados en la
apelación, incurriendo además en omisión valoratoria a momento de confirmar la extrema
sanción de destitución del cargo.
Refiere, que en su recurso de apelación advirtió siete agravios en los que hubiera incurrido la
mencionada Sentencia, esencialmente en los agravios 1 y 5 denunció la incorporación ilegal de
la prueba como fue la utilización de un CD como prueba de cargo, sin que el mismo hubiera sido
sometido a peritaje u otro medio a efecto de darle validez legal a una grabación que fuera
realizada de su persona como sumariada, denunciando la obtención ilegal de dicha prueba y si
consiguiente anómala judicialización dado que la filmación fue realizada de un celular
perteneciente a un particular; pues la filmación no devendría de una cámara de seguridad, en
consecuencia indicando como agravio el hecho de no haberse realizado un peritaje para
corroborar su autenticidad.

De otro lado refiere que, en los agravios 1 y 2 del señalado recurso, denunció la omisión
valoratoria por parte del juez a quo, toda vez que éste no le asignó un determinado valor a las
pruebas de descargo aportadas principalmente en lo que refiere a los informe de los
funcionarios del juzgado y declaraciones testificales; y la Resolución jerárquica, en lugar de
corregir esa falencia del juez inferior incurrió nuevamente en una omisión valoratoria; pues no
indica cuales fueron las pruebas de descargo que hubieran sido valoradas, tampoco menciona
que valor se les asigna para llegar a la conclusión que no fueron suficientes para desvirtuar el
hecho denunciado, por lo que de forma arbitraria se indicó que el Juez disciplinario consideró
que las pruebas de descargo no fueron suficientes; sin embargo, con relación a las pruebas de
cargo si hace referencia, detallando en que consistían los informes de los funcionarios policiales,
omitiendo arbitrariamente valorar las pruebas de descargo.

I.1.2. Derechos supuestamente vulnerados

La accionante considera vulnerado su derecho a la vida, a ejercer la función pública, al trabajo,


al debido proceso en sus elementos de motivación y fundamentación y razonable valoración
probatoria, citando al efecto los arts. 15.I; 26.I, 46.I.1 y 2, 115.II, 144.II.2; y 233 de la Constitución
Política del Estado (CPE); 3 y 23 de la Declaración Universal de Derechos Humanos; 23.1 inc. c)
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica).

I.1.3. Petitorio

Solicitan se conceda la tutela disponiendo: a) Dejar sin efecto en todas sus partes la Resolución
Jerárquica SD-AP 117/2016 de 19 de febrero, pronunciada por la Sala Disciplinaria del Consejo
de la Magistratura; b) El decreto de 10 de mayo de 2016, emitido por el Juez Disciplinario
Segundo del Consejo de la Magistratura; c) El Memorándum CMLP-URH 0245/2016 emitido por
el encargado de Recursos Humanos (RRHH) del Consejo de la Magistratura; d) Se ordene a la
Sala Disciplinaria del Consejo de la Magistratura pronuncie nueva resolución resolviendo
debidamente los agravios denunciados y restablezca el debido proceso en la tramitación del
proceso disciplinario y revoque la Sentencia Disciplinaria 141/2015 de 30 de noviembre; y, e)
La restitución inmediata al cargo de Jueza Sexta de Instrucción de Familia, restituyendo los
sueldos devengados desde la emisión del memorándum de destitución.

III. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DEL FALLO

III.4. El deber de motivación y valoración integral de la prueba como elemento del debido
proceso

El Tribunal Constitucional Plurinacional mediante la SCP 1916/2012 de 12 de octubre, estableció


que: “…la valoración integral de medios probatorios aportados en una causa (…), constituyen
también presupuestos propios de las reglas de un debido proceso. En ese orden, el Estado Social
y Democrático de Derecho, solamente estará asegurado, en la medida en la cual el ejercicio de
la jurisdicción ordinaria, respete los postulados de un debido proceso y en particular la
motivación y valoración integral de medios probatorios aportados; por tanto, estos aspectos
inequívocamente se encuentran directamente vinculados con la seguridad jurídica, que no
solamente debe ser concebida como un principio sino también como un valor de rango supremo,
postulado a partir del cual, el Estado, en la medida en la cual asegure la certidumbre, consolidará
la paz social y cumplirá con este fin esencial plasmado en el art. 10 de la CPE.

Dentro de ese marco y en el entendido que en la presente acción, entre otras cosas, se demanda
falta de fundamentación de la Resolución impugnada así como de valoración de la prueba, es
pertinente dejar claramente establecido que ambos elementos; es decir, la motivación y la
valoración de la prueba, al ser presupuestos esenciales del debido proceso, hacen viable la
activación del control de constitucionalidad a través de la presente acción.

Motivos que conllevan a la necesidad de ingresar al análisis de cada uno de ellos y verificar si se
respetaron en su cumplimiento, habida cuenta que el debido proceso, conforme se desarrolló en
la jurisprudencia constitucional, es de aplicación inmediata y vincula a todas las autoridades ya
sean jurisdiccionales o administrativas y constituye una garantía de legalidad procesal prevista
por el constituyente (…).

(…)

Las normas previstas por el art. 180.I de la CPE, entre los principios de la jurisdicción ordinaria,
contemplan el de verdad material, cuyo contenido constitucional implica la superación de la
dependencia de la verdad formal o la que emerge de los procedimientos judiciales, por eso es
aquella verdad que corresponde a la realidad, superando cualquier limitación formal que
restrinja o distorsione la percepción de los hechos, a la persona encargada de juzgar a otro ser
humano, o de definir sus derechos y obligaciones, dando lugar a una decisión injusta que no
responda a los principios, valores y valores éticos consagrados en la Ley Fundamental de nuestro
país, a los que, todas las autoridades del Órgano Judicial y de otras instancias, se encuentran
impelidos a dar aplicación, entre ellas, al principio de verdad material, por sobre la limitada
verdad formal.

Obligación que para su cumplimiento requiere, entre otros, de una correcta apreciación de los
medios probatorios aportados durante el proceso, conforme a la realidad de su ocurrencia, con
la finalidad de efectivizar la función de impartir justicia menos formalista y procesalista, para dar
lugar a la justicia material y efectiva; velando por la aplicación y respeto de los derechos
fundamentales y de las garantías constitucionales de las personas.

De lo mencionado, corresponde a continuación analizar las implicancias de aquellos casos en los


que, las autoridades tanto administrativas como judiciales, a tiempo de emitir sus resoluciones,
omiten valorar los medios probatorios, o lo hacen apartados de los principios de razonabilidad
y/o equidad, fuera del marco de las reglas de un debido proceso. Incumplimiento que al igual
que en el caso de inobservancia de la motivación de las decisiones judiciales o administrativas,
activa el control tutelar de constitucionalidad para su restitución, siempre en resguardo del
debido proceso.

En relación a ello, el Tribunal Constitucional, estableció que dicha labor le corresponde de


manera exclusiva a la jurisdicción ordinaria, es decir a los jueces, tribunales y autoridades
administrativas a tiempo de emitir sus fallos; sin embargo, de manera excepcional, definió el
alcance de la jurisdicción constitucional para su intromisión, señalando en la SC 0560/2007-R de
3 de julio que: `…la valoración de las pruebas, constituye una atribución privativa de los jueces
y tribunales ordinarios, y que a través del recurso de hábeas corpus (ahora acción de libertad) no
es posible revisar el análisis y los motivos que llevaron a los tribunales ordinarios a otorgar a los
medios de prueba determinado valor; dado que ello implicaría revisar la valoración de la prueba
realizada en la jurisdicción ordinaria, atribución que, conforme lo sintetizó la SC 0965/2006-R de
2 de octubre, está permitida solamente «…cuando en dicha valoración: a) exista apartamiento
de los marcos legales de razonabilidad y equidad previsibles para decidir (SC 0873/2004-R y
0106/2005-R, entre otras), o b) cuando se haya omitido arbitrariamente valorar la prueba y
su lógica consecuencia sea la lesión de derechos fundamentales y garantías constitucionales
(SC 0129/2004-R, de 28 de enero)’». En el mismo sentido, las SSCC 0884/2007-R y 0262/2010-R.

Competencia que se traduce, conforme a lo establecido por la SC 0129/2004-R de 28 de enero,


que: `…es necesario dejar claro, que en lo relativo a prueba, la competencia sólo se reduce a
establecer si fue o no valorada, pero no a imponer mediante este recurso cómo debe ser
compulsada y menos a examinarla, lo que significa, que sólo se deberá disponer en casos de
omisión de compulsa que se la analice siempre que curse en el expediente y que hubiera sido
oportunamente presentada...´.

No obstante las excepciones anotadas en la SC 0560/2007-R glosada precedentemente, cabe


añadir en que SC 0115/2007-R de 7 de marzo, se consideró otra excepción a las subreglas
jurisprudenciales, señalando que: “además de la omisión en la consideración de la prueba, (…)
es causal de excepción de la subregla de no valoración de la prueba, otra excepción se da cuando
la autoridad judicial basa su decisión en una prueba inexistente o que refleja un hecho diferente
al utilizado como argumento”.

En resumen, por regla general, la jurisdicción constitucional está impedida de ingresar a valorar
la prueba, por ser una atribución conferida privativa y exclusivamente a las autoridades
jurisdiccionales o administrativas; empero, tiene la obligación de verificar si en dicha labor: 1)
Las autoridades no se apartaron de los marcos legales de razonabilidad y equidad; 2) No
omitieron de manera arbitraria la consideración de ellas, ya sea parcial o totalmente; y, 3)
Basaron su decisión en una prueba inexistente o que refleje un hecho diferente al utilizado
como argumento. Claro está que además de ello, en cualquier caso, se debe demostrar la lógica
consecuencia de que su incumplimiento ocasionó lesión de derechos fundamentales y/o
garantías constitucionales al afectado; lo que se traduce en relevancia constitucional. Supuestos
que constituyen excepciones a la regla aludida; dado que se admite injerencia de la jurisdicción
constitucional, únicamente cuando se evidencian dichas vulneraciones; empero, dicha
competencia se reduce únicamente a establecer la ausencia de razonabilidad y equidad en la
labor valorativa, o bien, si existió una actitud omisiva en esta tarea, ya sea parcial o total; o
finalmente, si se le dio un valor diferente al medio probatorio, al que posee en realidad,
distorsionando la realidad y faltando al principio de rango constitucional, como es la verdad
material, pero en ningún caso podrá pretender sustituir a la jurisdicción ordinaria, examinando
directamente la misma o volviendo a valorarla, usurpando una función que no le está conferida
ni legal ni constitucionalmente.

Para que el Tribunal pueda ingresar al análisis de la valoración de la prueba, la ya citada SC


0965/2006-R estableció que la parte procesal que se considere agraviada con los resultados de
la apreciación efectuada dentro de un proceso judicial o administrativo, debe invocar la lesión a
sus derechos fundamentales y expresar: Por una parte, qué pruebas (señalando concretamente)
fueron valoradas apartándose de los marcos legales de razonabilidad y equidad previsibles para
decidir; o, cuáles no fueron recibidas, o habiéndolo sido, no fueron producidas o compulsadas
(…).

Asimismo, es imprescindible también, que el recurrente señale en qué medida, en lo conducente,


dicha valoración cuestionada de irrazonable de inequitativa o que no llegó a practicarse, no
obstante haber sido oportunamente solicitada, tiene incidencia en la Resolución final; por
cuanto, no toda irregularidad u omisión procesal en materia de prueba (referida a su admisión,
a su práctica, a su valoración, etc.) causa por sí misma indefensión material constitucionalmente
relevante, correspondiendo a la parte recurrente, demostrar la incidencia en la Resolución final
a dictarse, es decir, que la Resolución final del proceso hubiera podido ser distinta de haberse
practicado la prueba omitida, o si se hubiese practicado correctamente la admitida, o si se
hubiera valorado razonablemente la compulsada…" (las negrillas nos pertenecen).

III.5. Análisis del caso concreto

En el caso objeto de análisis, la accionante en calidad de Jueza Sexta de Instrucción de Familia,


se le apertura proceso disciplinario por la presunta comisión de las faltas disciplinarias previstas
en los arts. 188.I.13 y 186. 8 de la LOJ; toda vez, que de acuerdo con la denuncia formulada por
los técnicos de transparencia el 2 de mayo de 2015, al promediar las 22:45 horas su persona
hubiera estado consumiendo bebidas alcohólicas en instalaciones del juzgado a su cargo,
extremo que hubiera sido verificado supuestamente por efectivos policiales quienes, además de
su informe adjuntaron un CD que contendría un video de la filmación que corroboraría la
denuncia.

Añaden que, una vez concluido el sumario administrativo, se pronunció la Sentencia Disciplinaria
141/2015, mediante la cual se declaró probada la denuncia, sancionándola con la destitución de
su cargo.

Indica que ante la injusta Resolución, interpuso recurso de apelación, la que fue resuelta por la
Sala Disciplinaria del Consejo de la Magistratura, instancia que mediante Resolución Jerárquica
SD-AP 117/2016, confirmó la Sentencia Disciplinaria 141/2015, sin la debida fundamentación y
motivación y sin resolver conforme a derecho los agravios denunciados en la apelación,
incurriendo además en omisión valoratoria a momento de confirmar la extrema sanción de
destitución del cargo.

Sobre el recurso referido, indica que advirtió siete agravios en los que hubiera incurrido la
Sentencia Disciplinaria 141/2015, esencialmente en los en los agravios 1 y 5 en el que denunció
la incorporación ilegal de la prueba de cargo consistente en un CD, sin que el mismo hubiera
sido sometido a peritaje u otro medio a efecto de darle validez legal, que en los agravios 1 y
2 denunció la omisión valoratoria por parte del juez a quo toda vez que éste no le asignó un
determinado valor a las pruebas de descargo aportadas principalmente en lo que refiere a los
informe de los funcionarios del juzgado y declaraciones testificales; y la Resolución jerárquica,
en lugar de corregir esa falencia del juez inferior incurrió nuevamente en una omisión
valoratoria; pues no refiere cuales fueron las pruebas de descargo que fueron valoradas,
tampoco señala que valor se les asigna para llegar a la conclusión que no fueron suficientes para
desvirtuar el hecho denunciado.

En este contexto, con el objeto de establecer una correcta argumentación jurídica


constitucional, el examen de la problemática planteada se efectuará en los dos ámbitos
denunciados por la accionante:
a) La falta de motivación y fundamentación en la Resolución Jerárquica SD-AP 117/2016 de
19 de febrero, la que no hubiera respondido suficientemente a los agravios del recurso de
apelación interpuesto

Ingresando, al análisis de la problemática sometida a revisión, de conformidad a la


jurisprudencia contenida en el Fundamento Jurídico III.2. de la presente Sentencia
Constitucional Plurinacional, se ha establecido que, el derecho a una debida fundamentación y
motivación de las resoluciones judiciales y administrativas, encuentra su razón de ser en la
garantía del sujeto procesal de que el juzgador al momento de emitir una decisión, explicará de
manera clara, sustentada en derecho, los motivos que lo llevaron a tomar una decisión; por lo
mismo, toda autoridad que dicte una resolución, debe imprescindiblemente exponer los
hechos analizados, realizar la fundamentación legal y citar las normas que sustenta la parte
dispositiva de la misma; por lo tanto, la argumentación expuesta en el fallo, deberá seguir un
orden coherente respecto a los hechos demandados y exponer con puntualidad los elementos
jurídico-legales que determinaron su posición.

Del mismo modo, se ha establecido también que la motivación de un fallo judicial o


administrativo, no necesariamente debe expresarse a través de una ampulosa exposición de
consideraciones y citas legales, pudiendo ser concisa, pero clara y satisfacer todos los puntos
demandados; es decir que, toda resolución emitida dentro de un proceso judicial o
administrativo, debe inexcusablemente contener una adecuada motivación respecto a los
hechos en los que se base, a las pruebas que se aportaron y a las disposiciones legales en las
que se sustente su decisión, puesto que el relacionamiento de estas con los hechos que le
dieron origen, constituye la fundamentación y motivación a la que el debido proceso se
refiere; un accionar contrario; es decir, la emisión de un pronunciamiento -judicial o
administrativo- que no cuente con los atributos citados supra, incurre en lesión del debido
proceso y sus elementos de fundamentación, motivación, ameritando en consecuencia, tutela
constitucional.

En este contexto, resulta de imprescindible importancia que la autoridad jerárquica que asume
el conocimiento de la impugnación, se circunscriba a la verificación de los agravios denunciados,
sobre los cuales necesariamente debe versar su decisión, pues un apartamiento de estos límites,
implicaría la posibilidad de incurrir en nuevos actos que, por omisión o exceso en el
pronunciamiento, acarreen nueva lesión a derechos y garantías constitucionales.

En la especie, de la revisión de la Resolución SD-AP 117/2016, proferida por la Sala Disciplinaria


del Consejo de la Magistratura, en su considerando III si bien concurren respuestas a todos los
agravios denunciados, en el fondo respecto a las cuestiones rebatidas tales como la obtención,
legitimidad, autenticidad, observancia o inobservancia a ciertos de elementos de prueba, el fallo
examinado no expresa de manera suficiente a las referidas expresiones de agravio en su
conjunto, menos señala disposiciones fundadas en derecho y normas que sustenten los
argumentos expuestos en relación las respuestas establecidas en el fallo en cuestión; pues en
la medida que se cumplan dichos presupuestos se dejará el pleno convencimiento a las partes
de que se ha actuado no sólo de acuerdo a las normas sustantivas y procesales aplicables al caso,
sino que también la decisión se encuentra tutelada los principios y valores vigentes en el nuevo
orden constitucional; en consecuencia la falta de motivación conduce a la arbitrariedad y la
ausencia de fundamentación supondría una resolución situada fuera del ordenamiento, por lo
que en ausencia de dichos elementos que hacen al debido proceso, dentro de la problemática
planteada ameritando en consecuencia, la tutela que brinda el amparo constitucional ante actos
u omisiones ilegales o indebidas que amenacen o restrinjan derechos constitucionales.
b) En cuanto al argumento de no haberse asignado ningún valor a las pruebas de descargo y
a la incorporación ilegal de prueba como fue la utilización de un CD como prueba de cargo

Si bien la valoración integral de los medios probatorios, es una labor que, en resguardo del
principio de inmediación, le corresponde privativamente a la jurisdicción ordinaria o al ámbito
administrativo en sí; no obstante ello, a la jurisdicción constitucional le corresponderá verificar
que en dicha función, no se hubieren quebrantado los principios de razonabilidad y equidad, en
resguardo una vez más del debido proceso y especialmente del principio de verdad material,
establecida en el art. 180.I de la CPE.

Así es importante precisar que la jurisdicción constitucional está impedida de ingresar a


valorar la prueba, por ser una atribución otorgada privativa y exclusivamente a las autoridades
de la jurisdicción ordinaria o administrativas; sin embargo, tiene la obligación de verificar
establecer la ausencia de razonabilidad y equidad en la labor valorativa, o bien, si existió una
actitud omisiva en esa tarea, ya sea parcial o total; o si se le dio un valor diferente al medio
probatorio, al que posee en realidad, distorsionando la realidad y faltando al principio de rango
constitucional, como es la verdad material.

En ese orden, corresponde a ésta instancia constitucional, en el marco de los argumentos


expuesto en la presente acción de defensa verificar si las autoridades ahora demandadas se
apartaron de los referidos presupuestos.

Ahora bien, la problemática planteada reside fundamentalmente en la denuncia efectuada por


técnicos de la Unidad de Transparencia del Consejo de la Magistratura contra la accionante -
Ninfa Sillerico López- Jueza Sexta de Instrucción de Familia departamento de La Paz, en la cual
como elemento de prueba elemental aportado, constituye un CD y la filmación contenida en
éste, el cual según la accionante fue incorporado ilegalmente como prueba de descargo, sin que
el mismo hubiera sido sometido a peritaje u otro medio a efecto de darle validez legal y
corroborar su autenticidad, toda vez que la grabación fue realizada sin su consentimiento o su
obtención fue de forma ilegal, dado que la filmación se la realizó de un celular perteneciente a
un particular y no devenir de una cámara de seguridad; en consecuencia, son aspectos que
adquieren relevancia constitucional al advertir posibles lesiones a derechos fundamentales.

Sobre el punto, previamente corresponde especificar que en nuestro sistema procesal se han
establecido ciertos parámetros para llegar a un fin, que no puede ser otro que la verdad, la
misma que deberá ser establecida en base a pruebas desplegadas dentro de todo proceso.
Esto no solamente en materia penal, sino en todas las ramas del derecho como el presente
caso.

En ese orden, corresponde señalar que la importancia de la prueba dentro cualquier proceso es
considerado como trascendental, ya que de ella dependerá el resultado del mismo. Podemos
comenzar este acápite precisando que la prueba consiste en una actividad procesal dirigida a
alcanzar la certeza judicial de ciertos elementos para decidir un litigio sometido a proceso. La
prueba no es el hecho mismo que se investiga. Una cosa es la prueba y otra el hecho conocido.
La prueba es la reactualización, es la representación de un hecho. A medida que el juez va
observando el estado de las cosas o la conducta de las personas, esto con la reunión de
elementos probatorios que irán formando su criterio hasta quedar convencido de la existencia
del delito y la responsabilidad del autor.

En ese contexto, la prueba se rige por ciertos principios rectores como el de libertad probatoria
que se expresa en el Art. 171 CPP, aplicable al caso, estableciendo que “El juez admitirá como
medios de prueba todos los elementos lícitos de convicción que puedan conducir al
conocimiento de la verdad histórica del hecho, de la responsabilidad y de la personalidad del
imputado.

Este principio “significa que (para probar cierto hecho) no se exige la utilización de un medio
determinado y si bien se debe recurrir al que ofrece mayores garantías de eficacia, el no hacerlo
carece de sanción y no impide el descubrimiento de la verdad por otros medios.

Se relaciona, además, con la pertinencia, esto es la “relación entre el hecho o circunstancia que
se quiere acreditar con el elemento de prueba que se pretende utilizar” y con la conducencia y
utilidad de los medios o elementos de prueba “para resolver el caso particular y concreto”.

Por el Art. 13 del CPP, queda establecido que las normas constitucionales imponen los límites al
principio de libertad probatoria.

Entre otros principios debemos citar el principio de la comunidad de la prueba también llamado
de adquisición procesal de la prueba, en cuanto una prueba se incorpora al proceso ya sea
afirmando o negando un hecho o circunstancia.

Al decir de Morales Vargas puede ser alegado por cualquiera de las partes, independientemente
de quien la tramitó hasta su judicialización[i].

Otro aspecto fundamental se refiere a la carga de la prueba que en materia penal recae en la
parte acusadora, con el efecto perjudicial o negativo consecuente de desestimación de la
pretensión cuando el resultado probatorio de cargo es insuficiente. Ello es una consecuencia del
derecho a la presunción de inocencia que integra el deber de probar los hechos que constituyen
el supuesto enjuiciado y la participación en los mismos del acusado por la acusación. El principio
“in dubio pro reo” no es un derecho que corresponde al acusado sino la solución que debe dar
el tribunal cuando no haya alcanzado una convicción probatoria consistente en relación con los
hechos y la participación.

En ese orden, y dada la problemática planteada incumbe referirnos a los tipos de prueba, que
por el principio de supletoriedad, debemos analizar; pues, la actuación probatoria en el proceso
penal ha estado emparentada a los derechos y garantías fundamentales, de ahí que los dogmas
o doctrinas sobre la prueba prohibida o prueba ilícita constituyan, sin lugar a dudas, verdaderos
límites de la actuación probatoria.

No obstante, la terminología utilizada tanto en la doctrina como en la jurisprudencia dista


bastante de ser uniforme. Es frecuente que se empleen, indistintamente, términos como el de
prueba prohibida o prohibiciones probatorias, prueba ilegalmente obtenida, prueba ilícita o
ilícitamente obtenida, prueba ilegítimamente obtenida, prueba inconstitucional, prueba nula,
prueba viciada, prueba irregular o incluso de prueba clandestina.[ii]

Sin embargo, de lo señalado concluimos que como prueba ilícita consideramos a aquella que se
obtiene como producto o resultado del quebrantamiento de un derecho fundamental o garantía
constitucional, en otras palabras los casos en que para la obtención de prueba se vulnere uno
de los derechos consagrados en nuestra Constitución, dígase derecho a la inviolabilidad de
domicilio (Art. 21 CPE, 180 CPP), derecho a la inviolabilidad de correspondencia y de las
comunicaciones (Art. 20 CPE, 190 y 217 CPP), derecho a no autoincriminarse, derecho a la
asistencia legal obligatoria, derecho a no ser incomunicado, la prohibición del empleo de
torturas y/o maltratos (Art. 12 CPE, 13 CPP), derecho a la intimidad, entre otros que son
componentes del debido proceso conforme al Art. 16.IV de norma Suprema.

En consecuencia, con el enunciado de prueba ilícita, al margen de discusiones doctrinales,


quieren abarcarse la existencia de una lesión o menoscabo a una garantía constitucional que
haya provocado la obtención de un medio de prueba, es decir que al obtener la prueba o que
para conseguir el medio probatorio se viole o se haya violado un derecho fundamental,
poseyendo eso si, que ser necesariamente una garantía constitucional, de lo contrario su trato
procesal varía, ya que saldría del concepto de prueba ilícita, sometiéndose a otra ponderación
por parte del Juez o Tribunal pero, además, todas aquellas diligencias, medios probatorios y
pruebas procesales en las que se debata o discuta aspectos constitucionales o
infraconstitucionales que puedan determinar la irregularidad o invalidez de un concreto
elemento probatorio, con sus correspondientes efectos en el proceso de que se trate[iii].

Por otra parte, concierne referirnos a la prueba irregular, por el cual la doctrina sostiene que
ésta, denominada también defectuosa o incompleta, resulta ineficaz aunque puede ser
valorada.

Así configurado algunos aspectos sobre la prueba, es preciso remitirnos a la Teoría de los frutos
del árbol envenenado, toda vez que esta doctrina originada en Estados Unidos se remonta al
caso resuelto en el 1920, por la Corte Suprema de ese país, donde se resolvió que no era válido
intimar a una persona para que entregara, ante las autoridades, documentación cuya existencia
había sido descubierta por la policía mediante un allanamiento ilegal.

En ese contexto, el primer caso donde la Corte aplicando dicha doctrina utiliza la expresión “fruit
of the poisonous tree” es en el proceso “Nardote Vs. United States” en 1939, en el que se
resolvió que debían excluirse de toda validez las pruebas que se conocieron a raíz de una
grabación a la conversación del imputado que se había efectuado ilegalmente sin autorización
judicial[iv]”

En ese marco, según la Teoría de los Frutos del Árbol Envenenado un acto probatorio con
defecto absoluto es nulo y carente de eficacia probatoria, su efecto es la exclusión probatoria,
cualquier otra prueba emergente de ese acto nulo carece también de eficacia probatoria y
debe, igualmente, ser excluida.

Según Jauchén estos principios son en la actualidad prácticamente aplicados en todos los países
que se rigen por un Estado de Derecho y respetuoso de las garantías constitucionales[v].

En armonía con referido precedentemente, debemos enfatizar lo establecido en instrumentos


internacionales de protección de derechos, así, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, en su art. 13 establece (Legalidad de la prueba), “Los elementos de prueba sólo
tendrán valor si han sido obtenidos por medios lícitos e incorporados al proceso conforme a
las disposiciones de la Constitución Política del Estado y de este Código.

No tendrá valor la prueba obtenida mediante torturas, malos tratos, coacciones, amenazas,
engaños o violación de los derechos fundamentales de las personas, ni la obtenida en virtud de
información originada en un procedimiento o medio ilícito.

En cuanto a la ilegalidad de la prueba, el art. 71 del CPP, establece “Los fiscales no podrán utilizar
en contra del imputado pruebas obtenidas en violación a la Constitución Política del Estado,
Convenciones y Tratados internacionales vigentes y las leyes”.
Por lo señalado supra, este Tribunal concluye que toda actividad sancionadora del Estado, sea
en el ámbito jurisdiccional o administrativo, debe ser impuesta respetando todos los derechos
inherentes a la garantía del debido proceso en el caso presente garantizando el derecho
fundamental del derecho a probar el cual debe desarrollarse con el respeto de ciertas garantías
mínimas que aseguren un resultado justo, ya que no existiría un debido proceso si no permitiera
a la persona admitirse sus medios probatorios dentro de un proceso, o que admitiéndolos, no
sean valorados en el marco de los procedimientos establecidos, consecuentemente, al emitirse
la Resolución Jerárquica SD-AP 117/2016, no se actuó dentro los marcos de razonabilidad; pues,
en armonía con lo desarrollado supra, los elementos de prueba sólo tendrán valor si han sido
obtenidos por medios lícitos e incorporados al proceso conforme a las disposiciones de la
Constitución Política del Estado y las leyes; toda vez que no resulta razonable asumir una
decisión con el solo fundamento de que “…tiene todo el valor legal…” cuando no cuentan con
elementos técnico-jurídicos que así determinen, correspondiendo esa labor íntegramente a los
jueces en cada instancia; por ello es que toda autoridad que conozca un caso y que de la prueba
ofrecida dependa una sanción, esta debe ser admitida y valorada dentro el marco de las
garantías constitucionales y la ley, su apartamiento, implicaría el desconocimiento a las reglas
del debido proceso que rigen en un Estado constitucional de derecho en el cual nos
encontramos, en consecuencia, habiendo advertido en la Resolución Jerárquica SD-AP 117/2016
de 19 de febrero, así como desde el inicio del proceso ausencia de razonabilidad y equidad en la
labor valorativa de toda la prueba presentada, en observancia a los argumentos expuestos
corresponde conceder la tutela solicitada, exhortando a que toda autoridad jurisdiccional o
administrativa rija sus determinaciones dentro el marco del debido proceso y los principios
establecido en la Constitución Política del Estado y las leyes.

Por lo señalado precedentemente, la situación planteada se encuentra dentro de las previsiones


y alcances de la acción de amparo constitucional, por lo que el juez de garantías, al haber
denegado la tutela solicitada, no efectuó una adecuada compulsa de los antecedentes
procesales, dando una correcta aplicación a esta acción tutelar.

POR TANTO

El Tribunal Constitucional Plurinacional en su Sala Segunda, en virtud de la autoridad que le


confiere la Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia, de conformidad con el art.
44.2 del Código Procesal Constitucional, en revisión, resuelve:

1° REVOCAR en todo la Resolución 814/2016 de 18 de noviembre, cursante de fs. 339 a 341


vta., pronunciada por el Juez Público Civil y Comercial Décimo Noveno del departamento de La
Paz,

2° CONCEDER la tutela solicitada y en consecuencia,

3° Se dispone, que en resguardo del debido proceso y las garantías constitucionales que rigen
en el Estado Plurinacional de Bolivia, la nulidad de todo lo actuado hasta la admisión de la
denuncia formulada por los Técnicos de Transparencia y Control de Fiscalización de la
Representación Departamental del Consejo de la Magistratura de La Paz, en observancia a los
argumentos expuestos en la presente Sentencia Constitucional Plurinacional.

4° Se deja sin efecto el decreto de 10 de mayo de 2016, y el memorándum CMLP-U.R.H.


0245/2016 emitido por el encargado de Recursos Humanos
del Consejo de la Magistratura, debiendo restituirse a la accionante a sus funciones dentro de
las 72 horas de notificadas las partes con la presente Sentencia Constitucional Plurinacional y se
proceda conforme a derecho.

Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitucional Plurinacional.

Fdo. Dr. Zenón Hugo Bacarreza Morales

MAGISTRADO

Fdo. Dra. Mirtha Camacho Quiroga

MAGISTRADA

[i] Alberto J. MORALES VARGAS en Guía de actuaciones para la aplicación del nuevo Código de
Procedimiento Penal. GTZ. P. 155.

[ii] Según consideraciones del Poder Judicial Peruano, para el caso de la prueba ilícita opera la
regla de exclusión y para el caso de la prueba prohibida la doctrina de los frutos del árbol
envenenado. http://www.pj.gob.pe/CorteSuprema/documentos.

[iii] MINAGARRO, Luis Martí en La prueba ilícita en materia penal. P. 46.

[iv] JAUCHÉN, Eduardo M. Tratado de la prueba en materia penal, citando los casos Silverthoner
Lumber Co. vs. United States y Nardone vs. United States. P. 179.

[v] Een Alemania, donde la doctrina es denominada como “prohibiciones probatorias”, el


Superior Tribunal Federal ha admitido en numerosos precedentes el efecto extensivo a los
medios de prueba obtenidos indirectamente. Por su parte en España, la doctrina afirma que
para considerar “contaminadas” las pruebas obtenidas a raíz de una información recogida en
violación a los derechos fundamentales, es menester que el segundo acto sea único y
exclusivamente consecuencia del primero, o sea, será ilegítima la incorporación al proceso de la
información obtenida “cuando no pueda acreditarse que el investigador hubiera de todas
formas realizado la actuación, en base a otros datos o razonamientos”. El Tribunal Supremo de
España ha declarado que “la ineficacia de una diligencia determinada no impide la validez de
otra prueba, salvo que ésta guarde una directa relación con aquélla, de tal modo que sin la
primera no hubiera existido la segunda. P. 220.

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