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Mi Jefe Es Un Stripper - Jessica W. Ross
Mi Jefe Es Un Stripper - Jessica W. Ross
MI JEFE ES UN STRIPPER
CAPÍTULO I
BOÎTE DE NUIT
CAPÍTULO II
TRUCO O RETO
Mi jefe es un stripper
Capítulo I
Boîte de Nuit
Los tacones de mis zapatillas comienzan a falsear por causa
del espeso asfalto y el largo trayecto recorrido –una manzana
más –me repito para darme el ánimo que necesito y renovar las
fuerzas para seguir caminando hasta llegar a la esquina donde
se encuentra el espléndido edificio al cual debo de llegar a las
diez en punto.
–Gabriel, es mi nombre.
–Es un placer –dice sin pronunciar su nombre, creo que él
supone que debo estar enterada de quién es la persona con
quién iba a entrevistarme.
Palabras más, palabras menos, su silla que se reclina
constantemente y un ligero movimiento en su barbilla, sus
manos blancas y perfectas que de vez en cuanto pasa por sobre
la cabeza, el nudo de su corbata, sus ojos verdes, sus labios
rojos, en fin… Me perdí en su mirada, él pregunta y yo
respondo sin dejar de mirarlo.
–Aló, que bueno que llamas Nancy, puedes pasar por mí, debo
regresar para el almuerzo.
–Dime dónde te encuentras para buscarte, pero dime de una
sola vez si conseguiste el empleo que esperabas.
El deseo es como una fiebre sigilosa que asecha, entra por los
ojos e invade el cuerpo y luego no queda más remedio que
sucumbir a sus desmanes, groseramente calcinantes.
–Salud.
–Por el triunfo de la compañía.
–Salud por nuestra nueva relacionista, la señorita Gabriel –ha
dicho él forma imperiosa y todos alzan su copa en mi nombre.
Esto ha sido inquietante, parece que quiere hacer gracia
conmigo, no sé cómo interpretar sus acciones, me pregunto si
es sólo galantería o mera arrogancia por haber quedado en
evidencia frente al beso frustrado.
Uno a uno vamos saliendo de la sala, suena el móvil, es Nancy
que pasará por mí para almorzar, me despido para salir y
mientras camino del pasillo a la oficina siento una mano sobre
mi hombro, me detengo y alzo la vista, es él, Maurice, el
mismo que me trae trastornada.
Tal vez será mejor que pare todo esto, si baila desnudo en el
club no es mi problema, –esto me lo dice la conciencia, pero
la razón y los sentimientos me dicen otra cosa.
–Lo estoy
–No.
–¿Has estado aquí todo este tiempo?
–sí
–¿y él?
–¿Acaso no lo viste bailar?
–¿Cómo lo sabes?
–El show no ha terminado
–¿Qué harás?
–jugar
–¿Jugar ?
–¿Te ayudo?
–Me dice y yo dejo que tome el control de Miranda, ella es
pesada para mis fuerzas y mis delgados brazos, él se hace
cargo y la lleva hasta el auto, antes de abordar me pide que lo
espere, quiere que nos veamos, quiere quedarse conmigo y
charlar, la noche aún no termina, acepto, estamos al extremo
de la ciudad, debemos seguir un plan para dejar a Miranda
segura, él propone seguirme en su auto y juntos salimos del
club.
–No
–Acércate –me dice y yo me echo sobre su cuerpo y ahí nos
quedamos acurrucados en el sofá hasta que los rayos de un
nuevo día se colaron por la ventana y nos sorprendió dándonos
caricias de enamorados.
– ¿Un poco de café?
–Prefiero un jugo de naranjas.
–No hay naranjas en la despensa
–No tienes que responder ahora mismo –le digo porque siento
que lo está pensando mucho –Iré, seré tu acompañante.
–Mientras me dice esto sonríe pero yo estoy seria ,–aceptó la
invitación –me digo, me ha tomado por sorpresa, él lo nota y
ahora se muestra preocupado.
–Algún problema.
–En lo absoluto, estaré muy bien acompañada por ti, además
seré una de las damas de honor y debo estar puntual, el viernes
estaré aquí en la oficina sólo por la mañana, la boda será a las
siete de la tarde ¿Algún problema en ello?
–Seré tu acompañante, –me dice y vuelve a meter los ojos
entre papeles, así que pienso que no hay más nada que hablar
del asunto y vuelvo a mi escritorio, hay mucho silencio entre
nosotros y eso me inquieta pero no digo nada, sólo observo su
inmutable forma de actuar.
Me pregunto qué cosas pasan por su cabeza mientras juega al
ser arrogante e indiferente, una idea vaga atraviesa mi mente y
me detengo sorpresiva ¿casado?, por qué no lo pensé antes –
me digo, tal vez eso responda por qué me ignora cuando
estamos juntos, en el club las cosas son diferentes, es un lugar
para el deseo, él no es el único que juega a las escondidas,
todos de alguna forma lo hacen.
Una esposa, ¿realmente existe una esposa?, cómo saberlo, eso
quizá explique todo, por qué Annie no me lo ha contado o
acaso no se lo he preguntado –me digo, ¡oh no!, estoy
rabiando otra vez por su culpa, su miserable enigma otra vez
ha vuelto a inquietarme.
–¿Sólo es eso?
–Eres una extraordinaria mujer Gabriel.
Ahora comienza a ser tierno y yo termino de desconcertarme,
deseo tomar el móvil para llamar a Nancy, pienso en que me
gustaría que estuviera aquí para verlo, me pregunta si me pasa
algo, me pierdo del planeta por un instante pensando en cómo
voy a contarle a mi amiga, qué significa esto, acaso es un
avance entre nosotros, existe una relación más allá de las luces
y la oscuridad, una relación que no está imantada por la
sensualidad que se desborda en el Boite de Nuit , son muchas
interrogantes y muchas sensaciones para un solo día.
Me dejo de vacilaciones y me dispongo a vivir y disfrutar el
momento, la música es misteriosa pero me gusta la melodía,
parece melancólica, parece contar historias de amor.
Indudablemente es el comienzo de algo diferente, alzamos las
copas.
–Por nosotros
–Salud, el chin chin de las copas es música para mis oídos, hay
un sol radiante, un hombre sonriente frente a mí un nuevo reto.
–sí
–Es lo mejor, cuanto antes aclaremos las cosas será mejor para
nosotros.
Tomo mi bolso para salir del club pero Nancy prefiere que me
quede y que lo enfrente, sé que al verme me dirá que he roto la
promesa de no venir al club pero creo que él no está en
condiciones de exigir nada cuando lo he visto bailar para una
sola mujer y desearla hasta los huesos.
–Sí lo es.
–Por eso la llenaste de caricias y de besos, me has traicionado,
no tenías por qué engañarme, ahora no sé quién soy si una
cliente más, la empleada de tu oficina o la chica que se
enamoró de ti.
Maurice está más tranquilo y yo también, me pide que
vayamos a su apartamento y yo acepto.
Le pido a Nancy que siga sola y parto del lugar junto a
Maurice.
Son las ocho de la mañana, las horas han pasado lentamente
mientras hablamos de lo sucedido, Maurice prepara un té para
tranquilizarme y parece preocupado por mi estado de ánimo,
conversamos y Maurice insiste en no terminar nuestra
relación, me lo ha confesado todo y me pide que lo entienda,
pero sé que las cosas que se hace en el club terminarán por
arruinarlo todo.
Esto se ha salido de control, no se trata sólo de que Maurice
sea un stripper y al mismo tiempo mi jefe en la oficina, va
mucho más allá de todo esto.
–¿Según quién?
–No lo he inventado yo.
–No lo acepto.
–Tendrás que hacerlo.
–Te amo.
Cuento los días uno a uno sin saber nada de él, no le he vuelto
a llamar y tampoco hay mensajes para mí, es una tregua la que
nos estamos dando, su propuesta ronda mi cabeza de día y de
noche, no he podido conciliar el sueño y camino como zombi
con los dedos metidos en el cabello.
Bajo del auto y camino hacia el puente, todo está muy oscuro,
me detengo a pensar y el tiempo pasa de prisa, Maurice está en
el club a la espera de que llegue.
Vuelvo al auto, lo enciendo sin saber si continuar o regresar,
dejo caer mi cabeza sobre el volante y mientras lo hago queda
sonando la bocina…
Hoy es 6 de septiembre, ha transcurrido un año desde que dejé
la oficina, las cosas han ido bien, me siento tranquila y sin
dudas, me he cambiado a una nueva casa, más amplia y con un
jardín que cuido todos los días, ahora mismo estoy regando las
plantas, es un día fresco y tranquilo.