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MEDICINA ABORIGEN PERUANA ‘° Por el Dr. Juan B. Lastres Intreduccion.—Critica sobre la medicina incaica.—Indi- genismo y espafolismo.—Enfoque del problema a Ja luz de los moderrios conocimientos. E] lenguaje y su importancia, La ceramica y su importancis.--Representaciones patolé- gicas en la cerémica seruana. El folklore. Orientaciones modernas de ‘a invsstigacion. Espceulu- clon sobre las obras dejadas por los cronistas: Garcilaso, Guaman Poma y otros. Estudios modernos.—Los rayos X aplicades a los’ hue- scs.—~La trepanacion.—La sifilis y ta tuberculosis. —Estudics histolégicos sobre momias.—Grupos sanguineos, constitucién, ete Buena hora es ésta, hora de critica, para revisar y anali- zar la medicina aborigen peruana. La ola de inquietud y de zozobra que agita al Orbe; no es Obice para contemplar sere- namente el pasado. Siempre la historia ha sido fuente de en- sefianzas; de aqui la utilidad de penetrar en la medicina abo- rigen e interrogar todos los restos de las antiguas civilizacio- nes. Hace algunos afios, vengo estudiando con renovado afan, esta medicina; al principio con admiracién, como pasa con todo aquel que recién se inicia en una disciplina; pasando des- pués por la fase reflexiva, en la que la comparacién y 1a cri- tica nos prepara el camino para la sintesis final. (1) Conterencia, sustentada en la Facultad de Ciencias Medicas dz Lima, el 26 de mayo de 1945. 454 ANALES DE LA ZACULTAD E] tema es sumamente cautivante y sobre él se ha escrito mucho y se ha dicho poco. Casi todos los investigadores, se han concretado a repetir hasta el cansancio Ja cantilena de que todo aquello fué grandioso, sin detenerse a analizar cada Gelicado problema, de los muchos que plantea la medicina aborigen. Hace afios que queria plantar una lanza en esta espinosa cuestién; y ahora se me presenta esta posibilidad Es por eso que quiero dejar sentados algunos puntos de vista, de los muchos que he madurado en el curso de diez afios. Se pensara por este corto exordio, que mi actitud es un tanto iconoclasta en cuanto al planteamiento del problema. Pero asi tiene que ser, porque no es posible en el estado actual de la ciencia, hacer diagnésticos y escribir monografias, como se ha hecho en anterior ocasion, a base de unos pobres datos, unas cuantas leyendas o la vista e interpretacién antojadiza de un huaco, que suscita diferentes diagnésticos, segtin sea el color del cristal con que se mire. Resulta curioso y parad6- jico, que un mismo huaco haya servido para fundamentar los diagnotsicos mas variados ; uta, lepra, sffilis y seguramente otros mas. Se ha escrito mucho y se ha interpretado poco. Hace al- gunos afios, estaba de moda incursionar sobre medicina abo- yigen y sobre cerémica. Pocas fuentes y mucha literatura. Estando en Paris en 1939, aparecio un libro de Raoul D'Har- court, “La médecine dans l’ancien Pérou”, libro elegantemen- te impreso, pero con pobre documentacién. Tiene de bueno que sitva la medicina aborigen, en el grupo de las medicinas primitivas; y es asi a mi manera de ver, como debe situarsele. En cambio incurre en error al incursionar en paleo-patologia o al interpretar los ceramios incaicos. Podemos decir que existe una verdadera deformacién de la medicina indigena, por las tendencias pre-concebidas de ca- da observador. De un lado tenemos a los indigenistas quienes ven todo favorable al aborigen, utilizando preferencialmen- te los cronistas que sefalan las costumbres y la misma civili- zacion imperial, con un sentido admirativo; o interpretando todo, con el afan de exaltar sus practicas primitivas. El mas grande de nuestros historiadores médicos, Valdizan, incurre en este pecado. Su mismo libro sobre medicina popular es una loa a todos los procedimientos curativos de los indios. Y en DE MEDICINA 455 Ja Introduccién de su magnifico “Diccionario de Medicina”, estampa este concepto : “...no le fué posible a Espana poner validos empefios en servicio de la obra de recoger la herencia de cultura de la raza conquistada... encomendandose esta actividad al celo de Francisco de Toledo”. Y afirma que si es- ta averiguacién se hubijera hecho antes, “hubiese dado me- jores y m&s provechosos frutos...”. En su obra “La Facul- tad de Medicina de Lima”, copiando a David Matto, dice: “Les conquistadores, hombres dispuestos en todo momento a morir 0 matar, apenas se cuidaron de apreciar el grado de adelanto a que llegara el arte de curar en la tierra conquista- da. Tampoco hubo, entre aquella falange de héroes, alguien que tuviese la preparacién necesaria para poder discernir de Jo poquisimo que los indigenas, por reserva justificada, quisie- ron suministrarles en materia de medicina”. Otros autores repiten insistentemente : “existian habiles cirujanos que practicaban las trepanaciones”; operacion que aparece casi como ja unica de importancia, en medio de una pequefia cirugia primitiva. Y hay quien llega a afirmar, pa- va detrimento de nuestra era moderna, que los resultados que ebtuvieron fueron “tan buenos 9 superiores a las técnicas mo- dernas”. Dietschy, interpretando erréneamente a Guamén Poma, dice que “en Jas grandes ciudades existian verdaderos hospitales que admitian a los enanos, jorobados e individuos eon labio leporino". Guaman Poma a quien yo he estudiado exhaustivamente, dice inicamente que los enfermos eran co- locados en ciertas calles : “Quarta vecita a esta calle de la quarta son lamados --nausa cuna ciegos—, hancaco zas upa- muda-ninay oncoc tollidas...”, etc. Por fin, no faltan auto- res, que con admiracion hiperbélica, dicen que los cirujanos “poseian la vision del Aguila, el corazon del leon y las manos de una dama”, seres sobrenaturales, sobre los que guavdan silencio reprobable los cronistas; y atin sobre la misma trepa- nacién, de la cual el admirativo Garcilaso dice que fué prac- ticada por mano empirica en un soldado Don Francisco de la Pefia, ahadiendo irénicamente “por naturaleza de Pefia y no por apellido”, a quien le habian dado tres “cuchilladas en la mollera... con el casco quebrado”, el cual fué quitado por un cirujano, curande luego el herido “sin calentura, ni otro acci- 456 ANALES DE LA FACULTAD dente”. Y en cambio, sobre la trepanacién que practicaban sus antepasados, no nos dice ni palabra. Veamos ahora el lado espanol. Espana marchaba a su apogeo. Era el siglo de oro o mejor la “Era de oro”, como dice Krenger. La Universidad de Salamanca, fundada hacia el si- glo XIII, estaba en su esplendor y'a ella concurrian, como a la nueva Meea, todos los intelectuales que querian profundi- zar en medicina. Hacia 1566, tenia 70 profesores y 7.800 es- tudiantes. Valladolid, Alcala de Henares, y otras Escuelas Mé- dicas, representaban igualmente el saber del medioevo, sena- landose por notables adelantos en medicina. Esta medicina, como afirma Krenger, “asumié en un principio funciones tras- misores y transformadoras. Los métodos curativos practica- dos por los moriscos vencidos y expulsados de Europa, fueron adoptados y perfeccionados a través de un espiritu europea; se trataba aqui de gran parte de conccimientos de la antigua terapéutica que habian sido arabizados”. Y esta accion te- rapéutica de los médicos espafioles de este siglo, fué tambien influida por la vida palaciega y guerrera de la época. Lagu- na, el gran anatomico, Amusco. Agiiero, Mercado, Valles, Cristobal de la Veva, Monardes, Montana de Monserrat, Av- ceo, Fraopso, Daza Chacon y muchos otros, fueron altos ex- ponentes médicos de aquella gloriosa época. También ella se refleja en nuestra América, A la sombra de estos grandes ga- lenos, se educan los futuros protomédicos y los médicos bo- hemios, que vendrén a ganar la América. Y justo es consig- nar este dato, en defensa de Espafia y de su cultura: poco después, el noble afan de gobernantes y protomédicos, por dar oficialidad a los estudios universitarios vy a los de medicina en particular, culmina en la creacion de nuestra Alma Mater, la primera de América La medicina incaica hay que situarla, a mi manera de ver, en su verdadero plano. No es posible seguir diciendo en el momento presente, que aquello fué un arte supremo y una ciencia acabada. Hay que deducir el estado de la medicina, de la civilizacién misma, y convenir con Riva Agiiero, que “Ei imperio incaico no es un blando idilio con musica galante Hay que restituirlo a su clima verdadero, y compararlo con cuidado (porque sin comparacion no puede haber ciencia, ni perspectiva, ni clasificacién. ni conczimiento alguno), con los DE MEDICINA 457 imperios orientales primitivos y barbaros, en particular con el Egipto faraénico y la China arcaica, que se presentan como sus arquetipos genuinos y fraternales, por expontanea coin- cidencia, Esos son sus remotos hermanos mayores, que le lle- van respectivamente, en muy moderada cronologia, 4.000 y 2.500 afios de ventaja”. “El Tawantinsuyu, fué para el mismo nistoriador, “una China joven destruida en los primeros gra- dos de su evolucién”. Si esto es asi en materia de civilizacion, es logico pensar que pasaria lo mismo en medicina. ‘‘La me- dicina de un pueblo da la medida de su capacidad cerebral, co- mo la medicina de un siglo, nos ensefia sobre su desarrollo in- telectual”, ha dicho L. Barbillon. Y la medicina del Imperio Incaico, no tiene porque apartarse de su civilizacion. Y por tanto tiene que ser primitiva, como lo es ésta. Hay sacrificios humanos, ritos funerarios, embriaguez considerable, fiestas de purifeiacion, ayunos y procesiones para ahuyentar los demo- nios, sacerdotes, magos, taumaturgos y curanderos, que ejer- citan el masaje, la succién y la magia externa, etc. La Citua, aquella fiesta destinada a ahuyentar las enfermedades y a la pwrificacién del cuerpo y conservacion de la salud, tiene su equivalente en el No chino, como sostiene Riva Agitero. La practica de la momificacién, el uso de los trofeos humanos, 1a predileccién por los enanos, deformes y jorobados, que danzan delante del monarca, y por los ciegos, que son socorridos por la caridad publica. ;No es esto evidentemente, medicina pri- mitiva, como la ejercitaron los astecas, hermanos de continen- te y de civilizacién de los Incas? Convengamos con Riva Agitero, que el escritor y critico sensato, “ha de ser equidistante del indigenismo exctusivo y ciego y del europeismo anti-incaico”. Hay que medir las prac- ticas de la medicina en esa remota época, con los mismos car- taboneses, con que se mide y aprecia la medicina de otros pue- blos primitivos, no con los de la politica, ni con los de los par- tidismos sectarios, sino con los que dicta la critica serena de los hechos; y dar el justo valor a las fuentes documentales de que disponemos. Es facil caer en exclusivismos. Cuando el estudiante o el médico comienza a investigar sobre medicina aborigen, la primera actitud al contemplar los craneos trepa- nados, es de admiracién; admiracion hiperbolica. Y facil- mente se llega, topando sdélo con las fuentes indigenas, a! 458 ANALES )E LA FACULTAD mancismo por ejemplo, a admirar todo lo incaico, sin recurrir a mayor inventario, ni a mejor critica, Luego viene ésta, y di- rigimos la mirada hacia la Espafia inmortal, aquella que nos tego su lengua y su genio secular. Y caemos en el vicio opues- to, en la denigracién de toda’ lo indigena. Situémonos, pues, en un plano medio, en un terreno ecléctico; y asi no caeremos en admiraciones infantiles o en detracciones inutiles. Y creo que del estudio sereno de cada fuente documental y de cada cronista, de la critica de las obras de Garcilaso y Guaman Po- ma y demas cronistas e historiadores, se puede obtener datos de primera mano. Dar a la ceramica, al folklore, a los huesos y momias el valor que tienen; y asi habremos contribuido a formar el edificio de la medicina incaica, que hasta este mo- mento, esta por hacerse. El lenguaje como medio de hacer diagnésticos retrospec- tivos y fundar asi una facil paleo-patologia, Hé aqui una ma- nera comoda, que han utilizado todos los investigadores que han buscado sobre medicina incaica. Yo me pregunto pero ese quechua, casi académico y esas voces, que denotan signos o enfermedades, ,no han sido tomadas de los vocabularios co- rrientes de la lengua quechua? Estos vocabularios, a la cabe- za de las cuales esta el de Bertonio, han sido compuestos en epoca muy posterior a la conquista; y por tanto se han agre- gado muchas voces y otras han sido tomadas directamente del espafiol. “A nada se parece, dice mi Maestro el gran Ma- yafidn, él idioma, como a un rio copioso que recibe sin cesar 1a suma de infinitos afluentes y, a veces, el aporte torrencial de sus avenidas. Quiérase 0 né, todo se convierte en patrimonio legitimo del caudal‘ mayor; y hay que aceptarlo hasta cuando Jas aguas que afluyen son aguas revueltas, que momentanea- mente enturbian la limpidez del curso original”. Y es muy cémodo, tomar un Vocabulario de la lengua quechua y co- menzar a examinar friamente, en él, los términos que indi- quen una enfermedad 0 un procedimiento médico, o un érga- no. Pero a una observacion mas detenida, notamos que ellos han sido adulterados o tomados de andlogas palabras espa- fiolas. Se hace duro creer que los curanderos indigenas, que DE MEDICINA 459 no abrian el vientre, sino para hacer sacrificios, conocieron con tanta perfeccién los érganos internos, como asevera Ola- no, diferenciando al atlas, del axis, los organos de los sentidos, ete. Creo que la contribucién que presta el idioma es gran- de; pero hay que convenir que muchos té:minos no se usaban en la primitividad o tenian un significado diferente. Buena ayuda para establecer el folklore presta en este sentido, la Cronica de Guaman Poma, que tiene mucho de medicina y cuyos términos originales nos hemos esforzado en interpretar con el Profesor J. M. B. Farfan. Aunque esta tocado de bi- linguismo, el autor indio, aporta datos lingilisticos de pr mera mano. Para muestra basta el verso o cancion guerrera adjunto Avcap umanuan upyson, El craneo del traidor, bebere- mos en él Quironta ualcarisun, Lievaremos sus dientes como collar tullinuan pincullusum, De sus huesos haremos flautas caranpi tinyacucun, De su piel haremos un tambor taquecusun. Entonces bailaremos cancion llena de belleza tragica, pero que nos muestra peren- toriamente los sacrificios y los amuletos que se empleaban en aquella gentilidad. A la cerdmica, se le pueden oponer serias objeciones en cuanto a la interpretacién de sus modelos. Al finalizar este trabajo, hay un Album de Representaciones patolégicas, cuya scia presentacion, evidencia e] anterior aserto. La mayoria de los especimenes en é1 representados, forman parte del rico acervo cultural del Museo Nacional de Arqueologia de Lima. Indudablemente que faltan las dem4s colecciones existentes en Museos y Colecciones particulares; pero hay que comen- zar con poco; presentar el material y después interpretarlo. El arte de la cerémica, con el elevado grado de perfeccion que alcanz6 desde épocas remotisimas en nuestro suelo. cons- tituye fuente arqueclégica de valor inapreciable. El estilo 460 ANALES DE LA FACULTAD muchik, principalmente escultérico y representativo, es en el que se encuentra las piezas mas perfectas desde el punto de vista anatémico-artistico. Y a él se han dirigido las miradas de médicos y psicdlogos, que han querido desentranar la de- formacién organica y el fino matiz psicolégico que se percibe en lcs rostros. La perfeccién mas notable en este arte, lo censtituyen sin duda los llamados Wakos retratos. “Sdlo en- tre los mochicas hallamos la reproduccién artistica del indi- viduo, y el alfarero del norte, logra no solo traducir fielmente Jos caracteres raciales y personales de sus modelos, sino inter- preta también con pleno éxito las expresiones habituales o las momentaneas de ellos”. La perfeccién que alcanzé el artista muchik en la representacién del rostro humano, desde el pun- to de vista cientifico, fué notable al decir de Urteaga; igual asercion hacen Barber y Tamayo, y Ja confirman, a través del tiempo, la inmutabilidad de la linea, lo impecable de la repro- duccién de la naturaleza y la habil preparacién del modelo en si. El estudio semiolégico de las facies a través de la cerami- ca, es por demas interesante. Y creo que con este estudio cli- nico-semiol6gico, se puede establecer retrospectivamente, al- gunas modalidades de la patologia del Incario, lo que podria Mamarse una paleo-patologia. Asi tenemos en las piezas re- presentadas por los muchiks, las deformaciones del rostro. Se podria hacer un trabajo sobre mimica facial en los huacos. utilizando los variados modelos que expresan los distintos es- tados de animo, Aqui se revela al artista como un fino psi- célogo, El dolor, la yeflexién, la indiferencia, la atencién, el desdén, son interpretados fielmente en la arcilla. Gran par- te de la semiologia psiquidtrica, ostensible en la mimica, co- mo la expresion externa de un estado particular de animo, es- tA igualmente caracterizada en la ceramica. Aparte del fac- tor funcional, encontramos, en una busqueda minuciosa, otras facies tipicas, que por si solas bastan para hacer un diagnds- tico. La facies edematosa se descubre en numercsos modelos. La uniformemente edematosa, con fuerte infiltracién de los parpados, y con abotagamiento general de la cara, que tra- duce un sufrimiento renal o cardiaco. En un huaco, la he- mos encontrado en la mitad de la cara, coincidente con una pardlisis facial izquierda de tipo periférico. Por lo menos, en DE MEDICINA 461 un par de huacos de Ja ceramica muchik. se logra identificar Ja facies acromegalica. En un huaco del Museo de Chiclin, se puede .observar bien la facies basedowiana. Si seguimos nuestra btisqueda, encontraremos en muchos la facies gero- dérmica, por distrofia adiposo-genital. Luego las diversas for- mas de pardlisis facial, sobre todo de tipo periférico. Los cie- gos en su infinita variedad. La conjuntivitis y un tumor del ojo. Mientras que las pérdidas de sustancia observadas de con- tinuo en la ceraémica : mutilaciones de labios, nariz y pié, so- bre todo izquierdo, y que yo reproduzco en mi Album, son pa- ra Vélez Lopez verdaderas mutilaciones por castigos, estando siempre la magnitud de la mutilacién, en razén directa con el grado de la falta; para Tamayo, estas mismas pérdidas de sustancia, son otras tantas lesiones debidas a la uta o Leish- maniasis dérmica. Y los mismos huacos, para Lehmann- Niestche, representan la lepra. gCémo pues ponernos de acuerdo con tantos diagnésticos? Los alfareros del antiguo Perit, como reproductores de la naturaleza, se han limitado a copiar las facciones, y lo han hecho seguramente. sin prejuicios y casi empiricamente, des- de el punto de vista estrictamente anatémico, reproduciendo ya un rostro normal, ya uno patolégico, deformado por la en- fermedad. Y este casi empirismo de los artistas, nos sirve en el modelo, de valioso dccumento para establecer la anatomia de la cara y Ja deformacién producida por la enfermedad, 0 el diagnéstico retrospective. No podemos tampoco pedir a la ceramica diagnosticos de finura. Hay que conceder a las pie- zas, valor relativo para el diagnéstico médico. No es posible, como pretenden algunos, fundamentar diagnésticos de suma precision, valiéndose de la desviacion de una linea o 1a aboli- cién de una eminencia. “Todo lo representado en ella, tiene un sentido simbélico, era un lenguaje, né un simple y super- ficial adorno”, dice acertadamente Valcarcel. El primitivo, afirma Worringer, “se crea simbolos de necesidad en las for- mas geométricas o estereométricas Aturdido y aterrado por la vida, busca lo inanime porque en ello ve eliminada la in- quietud dei devenir y afirmada la fijeza perdurable....” ¥ esta forma de escribir de los primitivos, que quisieron que en la arcilla se inmortalizara su emacidn artistica, viene hoy a 462 ANALES DE LA FACULTAD nuestras manos, para servir a la medicina. La cerémica nos dice que aqui hay un enano acondroplasico, mas alla un jo- robado, luego una paralisis facial, un labio leporino, horada- nes, mutilaciones, deformaciones, tatuaje, facies tipica de en- fermedad, etc. Pero de alli a establecer diagnoésticos de sifi- lis, tuberculosis cutanea, lepra, etc., va mucho trecho. Aun hoy mismo, con los métodos de laboratorio moderno que po- seemos, nos es muy dificil hacer estos diagnésticos. Sélo.de- bemos pedir a la cerdmica, lo que ella nos puede dar y este poco, hay que someterlo a un riguroso analisis, La mayor par- te de las interpretaciones que se han hecho de los vasos. no pasan de ser elucubraciones imaginativas, entusiasmos u ob- sesiones de los investigadores. Un mismo huaco, ha servido para hacer dos 0 tres diagnosticos y sin embargo, la pieza de barro, contintia siendo la misma. Investigador notable hay que sostiene que corresponden a lepra, casi todas las mutila- cines observadas en la ceramica; y otro, que la sifilis es la res- ponsable, ect. Concluimos que la ceramica es una fuente historica de valor relativo para reconstruir la medicina aborigen y en es- pecial la paleo-patologia. El folklore también es una fuente para la reconstruccion de la vida y costumbres de los aborigenes. Pero hay que mar- char con tiento, como en toda especulacién histérica. Bay costumbres que se han conservado incdlumes en el curso de jas centurias y estudiandolas, se puede saber a ciencia cierta. como fué aquello en la primitividad. Poblaciones hay actual- mente en el Pert, como Salas al interior del Departamento de Lambayeque, aue se les sehala como pueblos integramente de “brujos”; en los cuales se puede estudiar la brujeria, con todas sus practicas y se puede asegurar que 1o que pasa ahora, sucedié también hace siglos. ‘‘La leyenda popular, ha dicho Garrison, es una unidad esencial. La inteligencia del hombre salvaje, en sus patéticos esfuerzos para establecer los sistemas éticos y religiosos que sirvan de guia moral y espiritual o pa- ra embellecer el aspecto vulgar de la vida con el romantici: mo y la poesia, ha recorrido siempre las lineas de menor resis- DE MEDICINA 463 tencia, siguiendo siempre las mismas etapas progresivas”. Lo que pasa actualmente en Salas, pasa igualmente en otras po- blacicnes de la sierra. Pero en cambio, hay otros centros, en los que las leyendas se han ido modificando por la adicién de lo extranjero; y entonces, ya no resulta util la busqueda. Los estudios de folklore hoy por el mundo, van adquirien- do enorme importancia. En el Pert, el elemento aborigen ofrece gran campo a la especulacién folkldrica. El indio, obe- deciendo ya al comunismo agrario elevado y completo, como dice Sarmiento de Gamboa, en tiempo del Tawantinsuyu; o al ostracismo a que lo condendé la conquista, conserva incolume ja fuerza de la tradicién. La idolatria del indigena, formaba casi todo su sistema creyente. Sendos voltimenes, principal- mente debidos a pluma de misioneros que recorrian el terri- torio para llevar la religién a sus confines, nos ofrecen mues- tra y descripciones de sus diversas formas. Alli estan las obras clasicas de Cristébal de la Molina, Morta, Arriaga, Acosta y otros, en donde se pueden estudiar las fabulas, rito, supers- ticiones y leyendas de los Incas. Son dccumentos de primera mano, pues fueron escritos a raiz de la conquista. De sus pa- ginas y entre lineas, debe entresacarse el folklore: y luego in- terpretar y cotejar sus resultados, para darles el valor de fuen- te histérica. Ya entre nosotros se ha utilizado la fuerza de la tradicion por dos investigadores, los Drs. Valdizan y A. Maldonado. Valdizan fué un indigenista convencido, que exalté la pasa- da grandeza de la raza y sofié seguramente en su redencion De alli su aficion entusiasta por los estudios folkléricos, y de alli su empefio por mostrar las excelsitudes de muchos prece- dimientos primitivos. E] indio es una esfinge de dos caras, di- ce Lopez Albtjar. Con una, mira el pasado, con la otra, el porvenir. Pero es principalmente su vida interior, la que tie- ne rico colorido. Valdizan dice de ella : “Esta subconciencia del indio vive vida intensa el pasado de la raza; aparecen en ella, como al conjuro de practica taumaturgica evccadora, los viejos mitos de los incas : el Padre Sol, 1a Madre Tierra, el di- vinizado Puma, y en torno a estos nucleos miticos, aparecen sus pintorescos derivados, algunos de los cuales ya ostentan la huella de la predicacién evangélica en tierras de América; al ntimero de estos derivadcs pertenecen el Machu, el Kepke, 464 ANALES DE LA FACULTAD el Huamani y el Auquillo, mitos de los quechuas; el Lari Lari y el Achachilla, mitos Ge los aymaras”. Muchos de estos mi- tos superviven actualmente, con Jas caracteristicas de hace siglos. Log indios idélatras y supersticiosos, que ante el icha- ri confesaban sus pecados, que sé los purificaban en los ayu- nos y penitencias publicas en la clasica fiesta de la Citua, o arrojando al aire un pufiado de arena, tenian Ja creencia del origen sobrenatural de sus males, y para curarlos, debian aplacar la colera de los dioses de su gentilidad. Los Callagua- las aetuales, 0 curanderos, son depositarios del arte de sus an- tepasados los Kollanas, curanderos y brujos, que ejercian en Jos departamentos del Sur det Pert y en Bolivia. Yo imagino a los Collagualas, herederos directos de los pontifices 0 hechi- ceros que nos describe Guaman Poma. y alin de los mismos Camascecas 0 Soncoyec y de los Jampece, practicos del impe- rio. Su misma indumentaria, reproducida en la citada obra de Guaman Poma, los asemeja enormemente. Algunas laminas de la obra de Guaman Poma y las des- cripeiones sobre hechicerias, son muy importantes a conside- rar, Bien es verdad, que falta un gran renglon, el folklore bo- tanico. Abstraido el autor en la contemplacién politica y costumbrista del panorama indiano, se preocupé poco de dar- nos a conocer las yerbas y su aplicacién en la medicina popu- lar. Solamente se detiene momentaneamente para decirnos cuatro palabras sobre la coca, el maiz, la papa, el olluco, qui- nua, arracacha, frijol, y algunos purgantes (lupinus); o de la administracién de las “yeruas” por los curanderos indios, ya que a estos les concede la cualidad de ser grandes herbolarios, vodeados de mariposas nocturnas, escorpiones, mochuelos, fantasmas y aparecidos. El indio que nos describe Guaman Poma es profundamente triste. Esta oprimide y privado de su patrimonio. Pero esta dotado de gran espiritualidad. Su vi- da se desliza entre un continuo llanto por el recuerdo de la libertad perdida : “Oh gran sefior!; hasta cuando clamaré, sin qué me respondas?”. Trae una bella descripcién de las hechicerias y de los hechiceros. Los “muy malos”, que daban venenos y producian el envenenamiento (hanpicoc). Otros que unian a hombres y mujeres (tinquichi). Otros que echa- ban maldiciones, soplando con maiz molido. Otros que utili- zaban la ponzona del sapo; 0 que tomaban un hilo torcido, po- DE MEDICINA . 465 niéndolo en los caminos por donde tenian que pasar sus ene- migos, ete., ete. ‘Toda la medicina aborigen es casi una medicina magica, en la que las practicas taumaturgicas ocupan el primer lu- gar. Muchos autores, como Cobos, Acosta, Molina, Arriaga-y otros, nos hablan de escenas de simulacién. Después de apli- car unciones con grasa en la piel (esto se puede observar en algunos huacos), los curanderos masajeaban el cuerpo del en- fermo, haciéndole creer “en succionando la parte enferma”, que le sacaban sangre. pequefias piedras, etc., y que ellos mos- traban a sus clientes. De esto trae una bella descripcion el Padre Cobo : al enfermo lo colecaban en un cuarto especial, el cual era purificado soplando en sus paredes harina de maiz y mojando los muros con agua y harina. Luego, “por ilusion y. artificios del demonio, era arrebatado en un profundo suene y éxtasis”, durante el cual, los curanderos hacian como que le abrian el vientre y le extraian culebras, sapos y otros anima Jes, los que sometian al fuego y de esta manera purificaban al enfermo. Brillante descripcién de una éspecie de suefio hip- nético. Utilizaban los artificios de la taumaturgia, para curar psicoterapicamente. Los practicos del incanato, el Jampece de Olano, 0 los Ca- masccas y Soncoyyoc, tenian idea vaga del contagio, al que denominaban ticrapu. Exageradamente, Olano atribuye a estos curanderos, “alma de médico, refinada en grado sublime”. “Les atribuye conocimientos para hacer el diagnéstico y la te- rapéutica, o sea el ticrapu y e! uyhuachi, o sea un precedimien- to por el que se hace creer a los enfermos, ser posible el descu- brimiento de sus males, haciendo que estos se reproduzcan en animales, como ranas, cuyes, etc. De alli naceria para él y en verdad que asi lo es, una especie de curacion por psico- terapia. Estoy de acuerdo en contemplar asi al curandero primiti- vo, ya sea Camascea, Machi, Shaman. Kjercitaron todos ellos su arte de una manera empirica y dando a las curaciones mé- dicas, un caracter magico. Es la taumaturgia puesta al ser- vicio de los enfermos. Vuelvo a insistir que al examinar el folklore del pueblo aborigen peruano, hay que marchar con cautela. para ast no caer en interpretaciones antojadizas. Con todo, me parece 466 ANALES DE LA FACULTAD fuente de primera Ifmea. para reconstruir la medicina primi- tiva, puesto que Jos conocimientos, buenos o malos, han que- dado depositados en la memoria de los pueblos, en el alma popular y representan su verdadera sabiduria. Mientras que la ceramica es una fuente estatica, el floklore es una fuente dinamica que interroga la mentalidad primitiva, vibrando en su ambiente. Una forma moderna de analizar la medicina aborigen, es el estudio exhaustivo de cada cronista. Ya hemos comenza- do esta busqueda, estudiando a Garcilaso y Guaman Poma. Examinemos suscintamente a Garcilaso. En sus obras hallamos muchos datos para reconstruir e) pasado médico. En Garcilaso se unen arménicamente dos razas para darle carac- teristicas de superioridad intelectual. Los hombres blancos, barbudos, aguerridos, van a mezclar su sangre con las prince- sas indias descendientes de Manco Capac. Asi resultara fru- to de este mestizaje, el criollo, con caracteristicas raciales un tanto diferentes a las de sus progenitores y con psiquismo mu- chas veces superior al de ambos. Es la americanizacion biold- gica del inmigrante, como dice Rojas en su “Eurindia”. El ti- po fisico de la raza se regionaliza, se adapta biologicamente, cambia el pigmento del dermis y adquiere caracteristicas psi- quicas propias. Una facultad psiquica, digna de admiracién en el Inca Garcilaso, es su prodigiosa memoria, Se sabe que salié del Cuzco en 1560, a los 21 afios. Que siendo nifio, habia escucha- do de labios de sus familiares maternos, los relatos de los o1 genes del Imperio; y que en la declinacién de su vida, esos mis- mos recuerdos le sirvieron para componer ese magnifico poe- ma en prosa: “Los Comentarios Reales”. Asi, viven en su memoria, con toda nitidez, los relatos escuchados en la infan- cia a su tio abuelo, el Inca Cusi Huallpa y a su misma madre, la princesa imperial Chimpu Ccllo. Los hechos de armas y las conquistas del Imperio, eran motivo de delectacién espiritual para el imaginativo Garcilaso. “Entonces, dice Riva Agiiero, se engolfaba lenta y duleemente en las remembranzas, como quien, después de prolongada ausencia, remonta el manso cur- So de] rio nativo”. Justo sera reconccer en Garcilaso, la ex- DE MEDICINA 467 celsitud de esta cualidad intelectual. Los relatos de la funda- cion del Imperio, la aparicion de los presagios que anunciaban su derrumbe inminente, los secretos celosamente guardados de jas propiedades de las plantas medicinales, la descripcién de los sentuosos templos dedicados al Sol, las guerras civilés, ete.; todo en sus minimos detalles, nos lo va puntualizando. Y al re- cordar los glcriosos hechos de armas de los de su imperial san- gre, misticamente exclama : “Cuando se perdid aquel Imperio, cuando saquearon sus més preciadas riquezas y derribaron por el suelo sus mayores majestades... Y en la memoria del bien perdido, trocésenos el reinar en vasallaje...” “Los Comentarios Reales”, son sin duda su mejor obra li- teraria. Gozaron de una autoridad omnimoda durante siglos. Fué la obligada obra de consulta, para todos aquellos que se dedicaban a investigar los origenes y las caracteristicas del Im- perio del Tawantinsuyu. Después, la diatriba desorbitada, se ensafié con el autor, hasta negarle toda autoridad histdrica. Hoy asistimos felizmente a su rehabilitacién. Del cotejo que se ha efectuado con las numerosas crénicas de indias, resultan todas ellas concordantes con Garcilaso, de lo cual se desprende la veracidad histérica y geografica de sus Comentarios. Pero si mientras en {os dems escritores, encontramos la descripcién ordenada y detallista o el hacinamiento croniqueril de los di- versos hechos en ellas tratados. en Garcilaso, habla el senti- miento yel afecto. Sentimos vivir palpitante e] Imperio, en su ‘‘animo, hablan los profundos instintos adivinadores del misterio de las razas y las estirpes. En él sentimos plenamente Ja eterna dulzura de nuestra patria, la mansedumbre de sus vicufias, la agreste apacibilidad de sus sierras y la molicie de sus costefios oasis”, dice Riva Agiiero. Asistimos a la reconstruc- cién de este Imperio semi-patriarcal, con sus instituciones pri- mitivas y el reparto equitativo de sus tierras, en una especie de comunismo agrario; con sus idolatrias y sus supersticiones; y con su medicina primitiva, dominada principalmente por la magia. Garcilaso es un maestro en la descripcién del pueblo aborigen. En su obra va puntualizando las variadas leyendas y mitos, la idolatria, la religién, las costumbres, datos que nos sirven antropo-psicologicamente, para analizar las caracteris- ticas de aquel pueblo. Nadie mejor que Riva Agiiero, ha anali- zado severamente al hombre y a la obra. “Son las suyas esas 468 ANALES DE LA PACULTAD verdades generales, patrimonio de !cs historiadores con alma de poetas, que se equivocan y yerran en lo accesorio, pero que salvan y traducen Id esencial. Y es la entraha misma del sen- timiento peruano, ese aire de pastoral majestuosa que palpita en sus paginas y que acaba en el estallido de una desgarrado- ra tragedia. ese velo de gracia ingénua y tendido sobre el es- panto de las catastrofes, lo dulce junto a lo terible, la flor hu- milde, junto al estruendoso precipicio, la sonrisa resignada y melancélica que se diluye en las lagrimas”. Una serie de datos de orden médico, sumamente importan- tes para establecer la etnologia médica de los aborigenes, se encuentran desparramados en sus obras. Asi nos habla de la vida sexual, de las costumbres, de los vestidos, del matrimonio. Luego, de Jos sacrificios humanos en el periodo pre-incaico, so- bre los que trae abundantes datos. Después, durante el Im- perio. los sacrificios que se dedicaba al Sol 0 los Reyes Incas. Nos describe también los precedimientos de embalsamiento y momificacion, parecidos a los que empleaban en el antiguo Egipto para conservar los caddveres de los personajes impor- tantes. De alli la admiracién del Cronista, cuando con Polo de Ondegardo, visita en el Cuzco la tumba del Inca Viracocha, a cuyo cadaver, bien conservado, no faltaba ni ceja, ni pestafa. La mejor descripeién de la sangria, la hallamos en sus obras. Este procedimiento era ya utilizado para purificar los humo- res; y para aliviar los dolores locales, o bien para ofrecer el pre- cioso licor a los dioses de su gentilidad, aunque esto ultimo, acaecia principalmente en Méjico. No faltaba en aquel men patriarcal, ei cuidado de los nifios para prevenir su morta- lidad; como también, la organizacién sanitaria admirable de los mitimaes, que representa, para el profesor C. Monge, una indudable politica sanitaria, para defender al hombre de los rigores del clima y pata favorecer, bien que empiricamente, el desarrollo demografico, base de todo progreso social. De la hi- giene podemos sacar buenos atisbos en el culto universal del bafio, en la manera de lactar al nifio, previniendo sus futuros trastornos dispépticos; en el momento mismo del parfo; en la regulacion de la alimentacion; en la purificacion de las enier- medades por los ayunos, penitencias vy la misma Citua o fiesta eolectiva. Su obra nos trae datos sobre el abuso que hacian de Jas bebidas, a la cabeza de ellas, la imperial chicha, sobre ido- DE MEDICINA 469 Jatria, costumbres, folklore; siendo solo superada por las mag- nificas de Molina, Morua o Arriaga. Nos dice como creian en la inmortalidad del alma, en la existencia del Anan Pacha 0 cielo alto, adonde iban Jos buenos y el Veu Pacha o mundo bajo donde iban a parar los malos. Los secretos de las plantas in- digenas, le han sido revelados por sus parientes. Alli describe el arbol de? maguey, la coca, las variadas resinas; asi como el arte rudimentario de los Camasccas, practicos de 1a medicina de entonces. Guaman Poma, €] cronista indio Ultimamente descubie) to, nos trae una serie de datos de inapreciable valor etnoldg’ co, que yo he puntualizado otra vez. En su “Cronica”, desper- digados aqui y alld, entre un montén de descripciones politicas, hay mucho de la medicina autéctona, atm cuando el prolijo au- tor nos dice de antemano que no es su objeto escribir sobre ella : “esto de las medicinas no lo escribo porque no puedo mas...” Pero quiera que nd, tiene que tocarla y las veces que lo hace es para darnos una idea de los barberos y cirujanos, (ya en la Colonia) de los hechiceros, de las idolatrias, ete., etc. En ella estan consignados los representantes del arte de curar, los pontifices y hechiceros con su indumentaria caracteristica, la vida sexual con sus desenfrenos, el trabajo en las minas con su higiene precaria, el cultivo de la coca, el empleo de ciertas plan- tas, los ayunos y penitencias, las procesiones, la fiesta de la C- tua. la muerte y el embalsamiento, las purgas y sangrias, asi como el masaje, la succién, la psicoterapia, etc., ete.; y mucho de lo dicho, objetivado en preciosas laminas, las que represen- tan, hablando metaféricamente, una continuacién de la labor ceramica de los antiguos alfareros. Laminas que han sido correctamente ejecutadas a pluma y que mvestran un talento que no es mediocre. El dibujante conoce poco de anatomia, pero es “excelente en el dominio de la expresién de la fisono- mia y del movimiento”, en una palabra de la psicologia. Ob- jetiviza en sendos dibujos a pluma, cuanto va describiendo, y en veces, tiene que medir las lineas del texto, para asi no es- eatimar espacio al dibujo. Guaman Poma es un indigenista cien por cien, por mas que lleva por segundo apellido el de Ayala, o sea de aquel es- 470 ANALES DE LA FACULTAD pafiol a quien su padre salvé en la batalla de Huarina. Y tie- ne orgullo de llevar en sus venas la sangre de los Incas. Esta penetrado del mismo indigenismo romantico de Garcilaso. De alli que su Crénica, sea una animada y constante exterioriza- cién de los vicios y desenfrenos de la dictadura espanola, co- mentarios que muchas veces se tornan en diatriba despiada- da, Los hechos por él narrados, resultan asi, cuadros pinto- rescos y animados de la vida colonial. Bajo cierto aspecto de Ja medicina aborigen, supera a Garcilaso, Marta, Arriaga y otros. ¢Qué capitulo mas interesante desde el punto de vista etnolégico, que aquel que trata de las distintas clases de he- chiceres! Y aquel otro de las abusiones, ayunos y penitencias en aquel pueblo idélatra!... La.figura de Guaman Poma nos es hoy familiar y simpa- tica. Y yo insisto aqui sobre ella, pues es un indigenista au- téntico, cuya vida triste y miserable, es una epopeya digna de ser cantada, como él lo hizo con gallardia en defensa de su san- gre y de su raza. Felizmente para él, era humorista y su obra esta llena de formidables sarcasmos, como dice Markham. Mez- cla el espafiol, con palabras quechuas y aymaras. Este erudito, gusta de amontonar palabras, sin establecer periodos. Pero, gqué le vamos a pedir a este anciano melancolico, atosigado por el bilingiiismo? Su manera de expresarse es arcaica; no quiere deleitar, sino enternecer, para asi mover a los poderosos a la piedad y disminuir la opresién de su pueblo. Pero esta misma ptimitividad y rudeza en el lenguaje, le hace sincero y veridico. Su ideal dice Pietschmann, es la reorganizacion mo- delada de los métodos administrativos del Imperio de los Incas. Quiza si trabajé como intérprete cerca de los Corregidores, a los cuales luego anatematiza. Y después de haber cumplido esta épica Jornada, cargado de afios y desengafios, retorna al hogar. Este anciano melancélico y triste, sintié palpitar en carne pro- pia, la melancolia y tristeza de toda su raza vencida; y por eso es que su obra esta impregnada de profunda tristeza e ironia. Al volver a su tierra San Cristobal de Sondondo, todo ha cam- biado durante su larga ausencia. Es tratado como un impos- tor. Asi este apdstol del indigenismo, tiene que regresar mise- rablemente a Lima, para ofrecer su unico tesoro, aquel que le consumi6 treinta afios de su vida, su libro inmortal, nada me- nos que al Rey de Espafia. No se engafiaba respecto al destino DE MEDICINA ATL inmediato de la obra de sus desvelos, incomprendida para su época. “A algunos arrancara lagrimas; a otros haré prorrum- pir en maldiciones; a otros dara risa; éstos lo encomendaran a Dios; aquellos-de despecho querran destrozarlo; unos pccos querran tenerlo en sus manos”. Hoy, después de tres siglos, la queremos tener constantemente en las manos, para admirar una vez mas, el ingenio peregrino de su autor, al par que su sin- ceridad y hombria, al atreverse a juzgar temerariamente los su- cesos de su época, desafiando gallardamente las Ilamas de la Inquisicién o la célera de los poderosos de su tiempo. En la princiap! obra del Padre Joseph de Acosta, “Histo- via Natural y moral de las Indias”, obra que me propongo ana- lizar posteriormente, hay también datos aunque de importan- cia menor que los encontrados en los cronistas citados. Es Cieza el primero que nos trae descripciones sobre el soroche, al subir 61 mismo la sierra altisima del Pariacaca, en la que siente “aire sutil y penetrativo” y aquella extrana destemplan- za, con todos los sintomas consiguientes. Nos habla también de las minas de azogue, de las termas, del maguey, tunal, gra- na, afiil, la piedra bezar, etc. A la ligera, toca el tema de las supersticiones y sacrificios, “sacrificaban a los dioses muchas cosas, especialmente nifos y de su sangre hacian una raya de oreja a oreja, en ei rostro del difunto”. Falta examinar muchas otras obras. Las de Cobo, Moli- na, Morda, Arriaga y muchos otros documentos que vienen publicando las Revistas Historicas y del Archivo Nacional y que se exhuman y comentan, gracias al entusiasmo que ha despertado por estos estudios, la creacion de la Sociedad Pe- ruana, de Historia de la Medicina. Del cotejo final de todas es- tas fuentes, vendra la luz en esta complicada marafia de la medicina aborigen. Uno de los temas modernos, sobre el cual mas han inves- tigado los médieos y antropdlogos, es el inmenso campo de la paleo-patologia. Y en verdad, donde se puede conseguir datos de gran objetividad. 472 ANALES DE LA FACULTAD Aparte de las enfermedades descritas antiguamente y de cuya existencia sabiames por el folklore o el vocabulario, como. €] paludismo, la verruga, el reumatismo, etc.; tenemos otras por descubrir con el estudio macroscépico y microscopico de los huesos. Esta investigacién esta en sus comienzos, De an- tiguo, el hueso constituye una fuente importante de estudio, principalmente para determinar las enfermedades crénicas, como la tuberculosis 0 la sifilis, que han dejado huella indele- ble en su estructura. Pero también sirve, para establecer ca- racteristicas antropologicas de los esqueletos de los antiguos peruanos. Pero antes de hacer la investigacion, hay que pre- caverse del error, respecto a la edad y procedencia, porque es frecuente encontrar en los museos nacionales, piezas oseas de edad reciente, En este sentido antropoldgico y paleo-patologico, hay nu- merosas contribuciones. La de Ales Hrdlicka, sobre el fémur de los antiguos peruanos, estudio Ievado a cabo sobre 5,300 hhuesos, en los que se encontré una estructura del fémur, no- table por su homogeneidad; diferenciandose en pequefios de- talles, de la del indigena de la América del Norte. Ultimamen- te, los estudios de Sergio Quevedo, sobre los antiguos pobla- dores del Cuzco,, en la regién de Calca, y sus mediciones an- tropométricas de craneos y huesos largos. Ademés otras ca- racteristicas de la antigua raza, que ya ha sido especificada por Morales Macedo, Palma y todos, sobre !a existencia de la fosita aymara, el hueso epactal, etc. Forma practica y cientifica, la que utiliza Roy L. Moodie (La cirugia en el Pert precolombiano y Roentgenologic Stu- dies of Egyptian and Peruvian Mummes), en sus estudios de paleo-patologia sobre Momias peruanas. Por primera vez aplica los rayos X y encuentra datos de interés, como son la rareza de la arterioesclerosis, las lesiones pdtticas de la colum- na vertebral, las curiosas otoesclerosis, las deformaciones de Jos huesos de] craneo, etc. Hrdlicka ha encontrado igualmen- te artritis, ostemolielitis, y otras lesiones articulares. La cirugia precolombiana, no estaba tan desarrollada, co- mo afirman ingénuamente algunos. Casi toda ella se reducia a las trepanaciones; y muchas de estas eran hechas para cu- rar fracturas del craneo, como afirma Moodie. Por esto les lama “procedimiento militar". Mucho se ha escrito sobre

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