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Gracieta BiALeT Neon, un tb perro reloj azulejos Ilustraciones de Leo Arias Neon, un perro reloj Graciela Bialet ILUSTRACIONES. DE Leo ARIAS @|estrada SS, mos haciendo historia ‘Coordinadora de Literatura: Karina Echevarria ‘Corrector: Mariano Sanz Coordinadora de Arte: Natalia Otranto Bialet, Graciela Neéin, un perro rej / Graciela Balet; ilustrado por Leo Arias - 1a ed .- Boulogne Estrada, 2020. Libro digital, POF - (Azulejos. naranje ; 69) Archivo Digital: descarga y online ISBN 978.950-01.2497-3 4. Nerrativa Infantil y Juvenil Argentina L Leo Avis, ilus. I, Titulo C0 A863.9282 b& CoLeccion AzuLesos - Serie NARANJA & © Editorial Estrada S. A. 2019. Editorial Estrada S. A. forma parte del Grupo Macmillan ‘Avda, Blanco Encalada 104, San Isidro, provincia de Buenos Aires, Argentina Internet: wweweditorialestrada.com ar ‘Queda hecho el depésito que marca la ley 11.723, Impreso en Argentina. / Printed in Argentina ISBN 978-950.01-2497-3 No se permite la reproduccién parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la transmisién o la transformacién de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrénico 0 mecénico, mediante fotocopias, digtalizacin y otros métods, sin el permiso previo y escrito del editor. Su infraccién esta penada por las leyes 11.723 y 25.446 La autora y la obra GRACIELA BIALET nacié en Cérdoba, Argen- tina, en 1955 y hoy vive allf mismo. Es docente y también estudid Comunica- cién Social y Educacién. Es magister en Promocién de la Lectura y Literatura para nifios y jovenes. Participé y participa ac- tivamente de muchos planes y encuentros internacionales, naciona- les y regionales de promocién de la lectura. Escribié cuentos y novelas para chicos y jévenes, algunas nove- las para adultos y ensayos sobre la lectura y la literatura infantil y juvenil. Algunas de sus obras mas conocidas son Un cuento Grrrr, Carrera de caracol, Los sapos de fa memoria, Juanito Botines y Hada desencantada busca principe encantador. Ha recibido numerosos premios y distinciones por su labor, en- tre ellos el Premio Fundalectura y el de Amnistia Internacional. Neon, un perro reloj |5 a La novela La novela es un texto literario de género narrativo. Suele te- ner una extensién mayor que el cuento, lo que permite dividirla en partes o capitulos. Plantea un conflicto central y otros conflictos o lineas de accién secundarias. Como todo texto narrativo tiene un narrador o narradora (la voz que cuenta la accin), personajes (quienes realizan las acciones del relato), un contexto (tiempo y lugar en que transcurren los he- chos) y acciones narradas. El narrador puede estar en 3era persona (cuando es una voz externa al relato) o en 1era persona (cuando es el protagonista 0 algtin personaje de la historia). En algunas ocasiones, el narrador en 3era persona parece saber todo lo que piensan y sienten los personajes, incluso algo del futuro que los personajes desconocen. Este tipo de narrador se llama narrador omnisciente (que todo lo conoce). Los personajes que llevan adelante las acciones principales de la trama se llaman protagonistas, mientras que los demas son per- sonajes secundarios. 6 | Graciela Bialet || El humor en la literatura El humor aparece en la literatura de diferentes maneras. Puede ser parte del estilo del autor y colarse en obras de distinto género. Pero también puede ser una parte estructural del texto y definir algunos subgéneros literarios como el cuento humoristico, los chis- tes, los colmos y algunos juegos de palabras. EI cuento humoristico 0 cuento de humor es una breve narra- cién que presenta una situacién ficticia o real, resaltando el lado cémico, risuefo o ridiculo de las cosas. Aprovecha la parodia o imi- tacién exagerada de algunos elementos. Suele tener origen oral o imitar el estilo de la oralidad, y plantear un remate o desenlace que provoca la risa. El chiste es todavia mas breve, y hace énfasis en el remate c6- mico. El humor grafico ha explotado este tipo de relato a través de vinetas y dibujos humoristicos. La mayoria de los periddicos incluyen una pdgina hacia el final de la publicacién destinada al chiste grafico. Los colmos plantean a través de una pregunta una situacién paraddjica y disparatada. Se dice que tal situacién es “el colmo” cuando llega a una instancia o un estado que no puede superarse. Suelen basarse en un juego de palabras que genera diferentes sig- nificados posibles. Neon, un perro reloj | 7 A Agustin, mi primer hijo que resulté ser mi mayor super valiente. Mi amor por siempre. A Facundo, mi séptimo nieto, que no es [obi- z6n, pero trajo un bosque florecido de alegria a nuestras vidas. Neon, un perro reloj Graciela Bialet No me importa saber si un animal puede razonar. Solo sé que es capaz de sufrir y por ello fa considero mi prdjimo. Mahatma Gandhi 1. Un perro abandonado Nedn era un perrito comin y silvestre, de raza perro cualquiera. Don Justiniano lo hallé tirado en el jardin de la entrada de su casa. Algtin desalmado habia encerrado al cachorrito en una bolsa de plastico, abandonandolo a su suerte. iHay cada uno! iMenos mal que fue a dar a la casa de Don Justiniano!, un sefor un poco exagerado con el orden y la exactitud, pero buena persona si las hay. Por nada del mundo él an- daria dejando cosas fuera de lugar. Era uno de los ultimos relojeros que quedaban en la ciudad, pues ya casi nadie arreglaba sus relojes, mas bien los descartaban y compra- ban nuevos por pocas monedas, 0 se resignaban a mirar la hora en sus celulares. Tal vez por eso, porque era cuidadoso y detallista, Don Justiniano hallé al cachorro en ese lugar y en el momento preciso. En su hogar todo estaba medidamente calculado. Tan puntual era, que aquel dia, a la misma hora de siempre, ‘Neon, un perro reloj| 11 apenas el alba le sacaba puntas al sol, Don Justiniano salid a recoger su periddico. Vio el bulto desde el portal de su casa, y casi le da un ataque. Si pescaba al que tiraba bolsas con basura en su jardin... iya veria! Pero la bolsa no contenfa basura. “No puede estar mo- viéndose”, pensd. Y como tampoco era hombre de andar pateando cosas por ahi, decidié ver de qué se trataba. Corrié a buscar sus guantes de goma (no iba a tocar residuos ajenos... ni loco que estuviese). Algo le decfa que debia actuar de inmediato. iY llego a tiempo! Arrancé a tirones el nudo de la bolsa y vio a aquel perrito indefenso moviéndose entre sollozos. Pequefito, transpi- rando frio. Y lo rescaté al instante. 12 | Graciela Bialet SH! | SOCIEDAD PROTECTORA | | > DE ANW ALES 4 i=f, a¥ es \< ifs genial! En un par de = inteligente? ) Semnanas aprendié a ladrar ala luna, a los coches que pasan.. y a varios con mala onda, también. Uy, ese es definitivamente su punto fuerte: lo he dado veinte veces y siempre ha vuelto conmigo. Asi que aptrese a llevarlo y a encarifiarse. Neon, un perro reloj | 13 2. ¢¥ qué hago ahora? Sorprendido en su rutina, el hombre terminé de romper el plastico y el cachorro respiré profundo, agradecido, con ojitos de luna Ilena, pidiéndole amparo. Don Justiniano pensd: “tQué hago, eh?”. Primero se saco los guantes de goma para rascarse la cabeza, como hacia cuando tenia que tomar una decisién dificil. Tener un perro en casa traeria muchas complicaciones. A él, de nifio, le hubiese encantado tener un perro... si... Pero su madre decia que esos bichos eran un asco, que andaban ensuciando y cavando pozos por todos lados, y jamas dejo que ningtin animal conviviera con ellos. Ahora que Don Jus- tiniano era un sefor grande y prolijo, le parecfa acertado todo aquello. “Pura inmundicia”, pensé mirando las bote- las de plastico llenas de agua que acostaba a lo largo de su jardin para que los perros de los vecinos no viniesen a hacer sus olorosas necesidades en el frente de su casa. Pero el cachorro lo seguia mirando con ojitos de luna llena pidiéndole amparo. Movia su cola peluda y sacaba la ‘Neon, un perro reloj| 15 lengua para un costado, casi como una sonrisa... Y los ojitos de luna se le cerraban en media luna... Y fruncia el hacico inquieto, tiritando atin... Y Don Justiniano recordé cuanto hubiese querido, de pequefio, que le hubieran dejado tener una mascota. Entonces se le ocurrié que, quizds, ese cachorro colorado y lanudo podria quedarse, aunque fuera por un tiempo, ya se veria... Mmm... Siempre y cuando aprendiera a cumplir ordenes, a respetar horarios, a ser inteligente, limpito... Si... ibrillante!... como la luz. Por eso se le ocurrié llamarlo Neon. Cuando el cachorro escuché ese nombre los ojitos de luna llena se convirtieron en luna nueva. Habia encontrado una familia. 16 | Graciela Bialet Pero si tu perro ino da miedo a nadie! \Es tan chiquito que parece un perro de adornol. cPor qué pusiste este cartel? iPara que no me lo pisen! awh foes N Ire, ‘Neon, un perro reloj| 17 3. Educando a Neon Neén resulté un excelente alumno. Apenas su nuevo amo lo metié en la pileta del lavadero, el cachorro lamié una gotita de agua que colgaba de una canilla. Ahi nomas aprovechd Don Justiniano para darle un espumoso baiio y sacarle los restos de cascaras de pa- pas y huevos con los que habia convivido en aquella bolsa asesina. Luego le ofrecié leche tibia y Neon se quedé mirando el plato que no se parecia en nada a las tetillas de su mama. Don Justiniano le arrimé la boca a la leche y el cachorro casi se ahoga, pero tenia tanta hambre que se cuidé muy bien de no derramar ni una pizca. El hombre sonrié complacido, pensando: “Este si que es un perro inteligente... y limpito”. Don Justiniano conocia poco de hambre y menos atin de seres pequefos. Nunca habia tenido hijos, ni siquiera un sobrino. La tnica nifa con la que habja hablado era con Violeta, la hija de su ve- cina, y eso por pura insistencia de la chica, que lo seguia ‘Neon, un perro reloj| 19 con su bicicleta hasta la parada de la esquina, y le daba conversacién cada vez que el hombre salia para ir a su taller de relojero. Era demasiado lo que no sabia Don Justiniano acerca de cémo atender a un pequeno cachorro... Luego de la leche, le dio a comer un hueso enorme que habia quedado flotando en el puchero de la noche anterior, y el pobre Neén, sin un solo diente, le pasé la lengua como un gesto de agradecimiento. Asi se dio cuenta el cachorro que para entrar en con- fianza con este humano que lo habia salvado de esa oscura bolsa y, ademas ahora, le arrimaba sabrosos olores, deberia aprender muchas cosas. iSi que era inteligente este perro! Y Don Justiniano no daba tregua a sus intenciones de educarlo. A pocas horas de aceptarlo en su casa, ya esta- ba ensefiandole modales. Le decia “sit”, golpeando el piso con una mano y con la otra le presionaba el trasero contra el piso, para sentarlo. El cachorro se moria de risa (jiirrr... jiirrrrrr..., como se rien los perros, claro), y sacudia la cola contento cuando su amo lo felicitaba diciendo: “Muy bien, asi se hace, Nedn”. El hombre se le acercaba y él no salia huyendo, porque si lograba captar lo que le ensefiaba, a cambio, le daria algun delicioso bocado. 20 | Graciela Bialet Tanto insistid Don Justiniano que de a poco, el perro lo fue entendiendo. Lo que mas le costé fue acostumbrarse a hacer pis en un recipiente azul lleno de piedritas blancas. No habia contra qué levantar la pata y el chorro salfa para cualquier lado. Entonces se le ocurrié hacerlo como habia visto que hacfan sus hermanas hembritas, abriendo las patas traseras. Con lo otro... (eso marrén, oloroso, con forma de letra ese que llaman heces... bah... con la caca) era cuestién de acucli- llarse sobre las piedras y esperar luego que cada tarde Don Justiniano las cambiara. Sin quejarse, Neén memorizé todo tipo de sonidos y pi- ruetas. Responder al silbido de su amo en cualquier circuns- tancia fue lo mas facil. “Cachar la pelota”, lo mas diverti- do. No tanto la “Hora de espulgar”, porque debia quedarse quieto mientras le pasaba un lfquido bastante apestoso. Neén cumplia esas instrucciones y otros ejercicios mas complicados, con alegria y buena voluntad. Al fin y al cabo no tenia mas familia que este buen hombre, por estrafala- rias y raras que parecieran sus costumbres... iy eran raras!... deh? 22 | Graciela Bialet Mi perro es el mas inteligente del mundo. Ayer me acomparié a la farmacia, olfacted las vitrinas y se qued6 unos segundos, con ) NV wt! \ éCudl es el perro més cervecero? == WI) Z SHOW |3 Neon, un perro reloj | 47 8. Y por casa, gcdmo andamos? Después de los “Cuchi cuchi...” de Violeta y sus morisquetas, Neon habia quedado bajo el ventanal, protegiendo el hogar que tan cuidadosamente habia organizado Don Justiniano para él. Quedaban por cumplir varios ejercicios antes del regreso de su querido amo. Abbhbh... iSu amo! iComo lo querial... iNi imaginar que algo malo pudiera sucederle! Del accidente que acababa de ocurrir ini noticias! Y eso que Neén tenia un oido privilegiado... iY que el estruendo del choque habia sido horrible!... claro que a quince cua- dras de distancia... ni oido bidnico que tuviese... Aunque atin era cachorro, Neén podia escuchar el paseo de las cucarachas entre la rejilla y el inodoro... iSi le daba una envidia pensar que Don Justiniano no las retaba a ellas también por meterse en el bafio! Llegaba a escuchar, con la puerta cerrada de la cochera, el tic tac del reloj del vecino de enfrente. También, a los ra- tones del barrio mandandose anochecidas sefiales de amor. ‘Neon, un perro reloj | 49 Neon reconocia a la perfeccién el chirriar de las ruedas de la bicicleta de Violeta. Lo distinguia del rodar de cualquier otra bicicleta. La ofa venir desde, por lo menos, seis cuadras de distancia; y como si su rabo respondiera directamente a las sefiales del ofdo, comenzaba a agitarsele enloquecido de contento. Le ocurria lo mismo a las cinco de la tarde, cuan- do el transporte frenaba trayendo a Don Justiniano a casa. Pero Don Justiniano acababa de sufrir un terrible acci- dente. Y no menos terribles fueron las calamidades que se desa- taron luego. 50 | Graciela Bialet acual es el colmo de CS 2 ) wy un perro salchicha? SG ‘ousuM4 i Se) 2 aw} 0] 20 = éCudl €s el colmo de un perro dalmata? éCudl es el colmo del perro de un relojero? 40j0) opo4 0 ‘obros ‘so40} so] ua 200) “VOY | IU 2P 2 OU OYanp ns ang Ne6n, un perro reloj | 51 9. Fuera de rutina Ese dia, cuando el reloj interno de Neén le indicé las once en punto, como es de suponer, el teléfono no soné, y la or- den para hacer gimnasia, menos. Lo mismo, Ne6n apoyé dos patas sobre la mesa del con- testador automatico. Del “Ud. se ha comunicado con la casa de Don Justinia- no. Después de la sefial, por favor deje su mensaje... pip... pip... pip...”, ni noticias. EI “iNedn! iPlaf, Plafl”, tampoco. Su cola de plumero empezé a desplumarse, y de tanto sacudirla, agitado y ansioso esperando el primer llamado diario, acabé tumbando la mesa... iCRASH! iTodo al suelo! Al caerse, el teléfono derroché por el piso un intermina- ble tuuuuuuuuuuuu... Entonces Neon pensé que quizds ese era el momento para dar su habitual brinco y hacer la ver- tical, pero como estaba nervioso, perdié el equilibrio y dio de Ileno contra una estanterfa repleta de adornos y relojes de coleccién. ‘Neon, un perro reloj | 53 La repisa se derrumbé en caida libre contra el suelo. El primero que estallé fue el reloj de agua, el favorito de Don Justiniano. Luego, un enorme reloj de arena se hizo trizas y el piso entablonado terminé pareciendo una playa. La lampara reloj de ceramica también volé por el aire; al estre- llarse sond como campana sin tilines, y al desconectarse de la electricidad, un TRASCHSSSSSsssssssssssss de trueno inicié un chisporroteo. La tormenta de desgracias se habia desatado. Y ahora?...’Cuandole tocarialanzarsu GUAUuuuuuuu...? éy escuchar el “Chist... chist, Pichicho” de su amo para ha- cer gimnasia dando cinco vueltas alrededor de la mesita por la derecha y las otras cinco por la izquierda?... Para colmo de males, la mesa estaba rodando por el suelo... Se quedé como estatua. Perro de piedra. Parado al lado del teléfono desconectado. Mirandolo, an- sioso, a la espera del milagroso llamado que nunca llegaria. Ni el primero ni el segundo. iNinguno! Neén comenzé a llorar asustado. Sin el orden de sus ejer- cicios, el tiempo se le enmarafiaba a cada segundo. No se animaba a hacer nada, ni siquiera pis en el recipiente de piedritas blancas. 54 | Graciela Bialet oi J ues En ese estado calamitoso, encima no se no se acordaba si a pesar de sentir hambre, sed y ganas de orinar, éseria quizas hora de ir a dormir?... éCuando? éDénde? LCé6mo? Todo estaba patas para arriba. Neén transpiraba, nervio- so. Mejor se escondia en la cochera. Ladr6é hecho una furia. Mucho mas feroz que cuando la- draba, acompafiando a su amo, al relator de malas noticias de la television. Los rulos colorados sudaban. Su lengua, no. Estaba seca. Casi marchita. Tan reseca, que la garganta comenzo a agrie- tarse. Las pintitas suaves y marrones de su panza se tiferon definitivamente de carbén. 56 | Graciela Bialet 10. Tiempo desencajado.. 0 de como, a veces, todo puede ser peor A pesar del panico del pobre perro, la tarde siguié —como si nada— su rumbo hacia la caida del sol. Las cosas empeoraron cuando no sonaron los tilines de las llaves trayendo a Don Justiniano a casa. Nedn se sentfa perdido dentro de su hogar y de su propia vida. Necesitaba imperiosamente que apareciera su amo di- ciéndole que “hay un tiempo para todo, y todo se hard a su debido tiempo”. Su humor y mala suerte no podian ser peores. Desesperado, decidié abandonar la cochera oscura y comenzé a deambular excitado entre los muebles cafdos y objetos rotos desparramados por toda la casa. Furioso, tironeaba lo que hallaba a su paso. Ya nada era como debia ser. Se sentia rabioso. Mordisqueé un reloj a cuerda que hallé en el suelo, hasta no dejar curvo ni uno de sus resortes. ‘Neon, un perro reloj | 59 Con mucho esfuerzo, arrastré por una de sus puntas el mantel que cubria la mesa del televisor. La pantalla se desli- z6 como una bandeja y llegé hasta la puerta del dormitorio. Una bomba de cristales. PLAF... TRAC... PUM... En el envidn, cayeron también un florero con margaritas de plastico y una frutera con calabacitas secas. Sonaron como redobles de una marcha funebre. Aterrado, Neén se volvié a esconder, esta vez en el bafio. La noche crecfa por la ventana. Ni siquiera se parecia a una aceituna. El cielo se habia convertido en un murciélago gigante que desde el ventanal lo amenazaba. Las drbitas de los ojos del perrito, que antes eran dos lunas saltarinas, se convirtieron en profundos crateres agrisados. Los ruidos nocturnos ya no sonaban a relojes ni a men- sajes amorosos. Las cucarachas asomaban sus bigotes tras el papel higié- nico del bafio cuando Neon arremetié contra ellas en carre- ra infernal. En medio de la oscuridad, sus pupilas parecian dos fantasmas implacables de ira. Hasta las cucarachas, a las que no les importa nada de nada, ni a los venenos te- men, sintieron escalofrios ante aquella fiera peluda y se re- fugiaron bajo la rejilla. 60 | Graciela Bialet De repente, un chorro de agua se disparé estrepitosa- mente del bidet a causa de las sacudidas violentas de la cola del perro. Por suerte, la lluvia rebotd en el techo y cal- mé un poco los animos... también la sed. Tanto liquido le provocd ganas inevitables de hacer pis y, sin darse cuenta, Neon levanté una pata contra la bajiera. iQué alivio! En me- dio de tanta cochinada, al fin un poco de paz... La calma eché su silencio. Los objetos dejaron de rodar. La noche se hizo cargo de sus miedos y el perro se durmid. A la mafana siguiente, la casa era un verdadero bochinche cuando la policia llegé a informar que Don Justiniano habia sufrido un accidente y que se hallaba internado en un hospital. Los vecinos escucharon impresionados la triste noticia. Jamas asociaron el accidente del dia anterior con su veci- no... “iQué calamidad!” cié un jubilado. iMenos mal que Don Justiniano era tan ordenado y no olvidaba llevar sus documentos, asi la policfa pudo dar con su casa para avisar a la familia. Claro, sin saber que la Gnica familia del hombre era su perro. Y que su perro estaba por esas horas un poco chiflado. , dijo una sefora. “Tragico”, senten- Neon, un perro reloj | 61 - cQvué hora. ¢s cuando un perro mordisquvea. tu reloj? ‘OABNU lojad UA ALTOIdWOd ap VOY 07 cQué hace vn perro salchicha. oe un hot dog? Aga} quay. anb obiur un 1 opuopafes w453 ® Se ce ‘ere A cPor qué los perros se hvelen la cola entre si al encontrarse? ‘OMIS AS Ud JUBA} | UDO anb obi po aso v.04 Neon, un perro reloj | 63 41. Alguien debe ayudar Apenas vio al patrullero de la policfa en la puerta de la casa de Don Justiniano, Violeta supuso que algo grave es- taba sucediendo. Se le desdibujé la alegria con la que ha- bia amanecido festejando de antemano poder jugar con sus amigos todo el tiempo que duraran las breves vacaciones escolares que comenzaban. La maiiana anterior, al regresar de la escuela, contenti- sima, pensando en sus préximos quince dias de descanso, no vio a Neon tras el ventanal. Se preocupé y advirtié a su mama que algo estaria mal en lo del vecino. iEra tan raro que el cachorro no la estuviese esperando...! Lo que gané fue un buen sermén. Estaba muy mal eso de andar espiando casa ajena. Luego, su madre la tranquiliz6 diciendo que lo mas probable era que Don Justiniano hu- biese llevado a su mascota al veterinario por vacunas 0 algo por el estilo. Podria ser... Don Justiniano se ocupaba mucho de su perro. ‘Neon, un perro reloj | 65 Por la noche le habia parecido escuchar ruidos raros que venian de al lado, pero Violeta pensé en cualquier cosa me- nos que en casa de Nedn se habia desatado una hecatombe, casi una demolicién. Ademas, a ella la oscuridad también le metia miedo, asi que se conecté sus auriculares, leyé un cuento y se durmid. Atando todos esos cabos sueltos de sospechas y noveda- des, mientras los informantes seguian relatando a los veci- nos los pormenores del accidente y de la amnesia de Don Justiniano, Violeta corrié desesperada a buscar a Neon. Se asomé por el ventanal y cuando vio los destrozos en el interior de la casa, les grité a los policias que Don Justinia- no vivia con una mascota. Que el perrito deberia estar muy asustado por su ausencia. Pidid, por favor, que abrieran de algdn modo la puerta, para ayudarlo. Desde afuera solo se veian muebles, artefactos y ador- nos estampados en el suelo. Al cachorrito no lo alcanzaba a divisar, ni aun pegando el ojo izquierdo en el extremo mas derecho de la ventana. CDénde estaria? 66 | Graciela Bialet | Esta vez te voy a] dejar a 40 km para que Se ee Esta seré la ultima vez. Te voy a dejar a 80 km, tan lejos que no vas a saber volver: Sf | = Ip NS = Sy an ETN No le decis que me explique como volvid? Porque yo me perdi... ‘Neon, un perro reloj | 69 12. "Este perro esta loco" Los policias forzaron la entrada principal haciendo pa- lanca con una barra de hierro entre la puerta y la pared de ingreso. La cerradura salto y se rompid el contramarco de made- ra. Si Don Justiniano hubiese visto lo que estaba sucedien- do en su casa, iun infarto le daba!... iotra que amnesia! Los vecinos miraban desconcertados. Rota y todo, hubo que empujar la puerta para que se abriera. Al moverla se sentia el rodar de objetos que arras- traba a su paso. De repente, aparecié ante todos Neén, agazapado tras un antiguo reloj de péndulo, tirado por ahi. Al ver a esos extraiios invadiendo su locura, dejé caer de entre sus dientes filosos y amarillentos, el cronédmetro de un reloj de goma que mordisqueaba. El perro miraba enrarecido. Comenzé a grufir amenazante. —iEste animal esta rabioso! —dijo un policfa—. iCuidado! —Llamemos a la perrera —agreg6 el otro. ‘Neon, un perro reloj| 71 La nifa surgié entre las largas piernas de los uniforma- dos y gateando hacia el perrito, hizo que la mirara. Neon la reconocié enseguida. Comenzé a mover la poqui- ta cola de plumero que le quedaba, pidiéndole ayuda. Ella se acercé, con cuidado, aprovechando que su mama no la vefa en ese momento para detenerla. Los policfas si la retuvieron. —Atras —gritaron mas fuerte, y el perro se lanz6 contra los botines de uno de ellos. El otro alcanzé a sacar el arma reglamentaria y apunté con- tra la bestia, pero la madre de Violeta grité con semejante ala- rido de espanto, que todos quedaron paralizados. Hasta Neén. Violeta aproveché la breve y oportuna intervencién para abrazar a su amigo mientras le susurraba “Cuchi, cuchi...”. Neén se dejé apretar y, en los brazos de su amiga, el miedo y la bronca de pronto se transformaron en consuelo. La nifia lo cubrié con los restos del mantel que hall en el piso, lo cargé hasta la cocina y le dio a beber, de a sorbitos, un vaso de leche. Los demas la observaron respetuosamen- te, entendiendo que era la Unica que habia puesto cordura a la situacion. La policia hizo salir a todos a la calle. La casa era un re- voltijo de cosas y agua corriendo. Lo que menos necesitaban 72 | Graciela Bialet eran mirones o manos largas. Mejor cerraban las canillas del bafio y clausuraban la vivienda hasta que se recuperara Don Justiniano. Cruzaron un gran cartel clausurando la entrada. Lo tinico que quedaba por resolver era qué hacer con la mascota enloquecida hasta que el duerio de casa regresara. cQue close de perro es | tuyo, tan pequerio y lanudo? Es un perro poiicia.. ke A éNo te diste cuenta? >> No.. Es que nek L ho parece... No. (na { SY a Es que es de la es policia. secreta.. ShAAAhAA, lll (Nun ‘Neon, un perro reloj| 75 13. Para qué estan los amigos? La madre de Violeta supo de antemano que la candidata a ser la guardiana del perro, con todos los nmeros ganados en la loteria, era su hija. Asi que, fiel a su costumbre de no hacerse mala sangre por lo que no tenia remedio, dijo que si. Los policias les advirtieron que, primero, tendrian que acompafiarlos hasta la comisarfa para “prestar declaracion jurada frente al fiscal de turno”. —tDeclaracién jurada? éPara qué? CQuiénes? —pregunto la madre. Con seriedad le respondieron: —Nos deben acompaiar los tutores de la menor que ten- dra el animal en custodia, y el mismisimo can. —LY eso?... —Necesitamos completar las actuaciones correspondien- tes —aseguré uno. —Y prestar juramento de ser testigos del estado en que fueron hallados el inmueble del damnificado y el canino —agreg6 otro policialmente de un tirén, mientras el primero ‘Neon, un perro reloj| 77 informaba a la comisaria las novedades por el radiotransmi- sor del patrullero: “Afirmativo, cambio y fuera”. La madre refunfuié por lo bajo, pero o hacia todo ese pa- peleo o Neén iba a la perrera, lo cual era impensado para el animalito que, pobre desgraciado, ya habia tenido lo suyo; y para su hija que no dejaria un instante de reclamarle por el perro. Violeta no soltaba a Neon. Nedn no dejaba de tiritar. Mami, de suspirar. Los policias, de hablar entrecortado: “Negativo”, “Dos femeninos y un can”, “El mismo fue rescatado en estado QDR” (dEh?...), “Q PG”. “Fuera”, (Ah?...). La nifia seguia los acontecimientos atentamente, para asegurarse de que no le quitarfan al perro. Pero ya no supo de qué hablaban cuando oyé a uno de los policias decir que debian “labrar el acta”. Ella pensé que tal vez querrian obli- gar a Nedna ladrar... pero dun acta? dqué era eso? El uniformado, ignorando sus dudas, comenzé a escribir al dictado sobre un papel: “Se ha procedido a la apertura y posterior clausura de la puerta de la propiedad del masculino accidentado a fin de rescatar al agresor de la misma quien result ser la propia mascota de la victima hospitalizada”. 78 | Graciela Bialet Violeta pensd que aquella conversacin se parecia a uno de esos ejercicios que su maestra le daba en el colegio para aprender a ordenar alfabéticamente palabras, pero no irfa a buscar ahora un diccionario, NO, por nada del mundo solta- ria a Neon en esas circunstancias. Por fin el acta se labré (“con B larga”, corrigié mama a quien escribfa), y los policias se fueron satisfechos, “con la misién cumplida”, remataron. La que no estaba nada contenta era la mama de Violeta, pero con resignacién sacé su auto, cargé a la hija con el perro, y siguié al patrullero. Neon, un perro reloj | 79 Debemos encontrar dos granadas que un delincuente colocd en el banoo, jEstas listo? 80 | Graciela Bialet LG \ (FSS vais Gate itramos una! Y au i encon —— (f = ‘Neon, un perro reloj| 81 14. En la comisaria Neén parecia resignado a todo, casi ni se movia por temor a quedarse sin el abrazo protector de la Unica persona que conocia en el mundo, ademas de su amo. Jamas habia subido a un auto. Pero tampoco nunca ha- bia vivido cosas tan horribles como las de las ultimas horas. Violeta lo llevaba cargando en su falda. El rodar del coche lo mareaba un poco. Por suerte ese vehiculo extrafio tenia algo que conocia. Vidrios. Muchos vidrios. Podia ver lo que sucedia del otro lado. Brevemente gird la cabeza y se apoyd contra la ventanilla del asiento trasero. Lo que aparecia tras este vidrio era novedoso. Luces, carteles, gente apurada. Gente sentada. Gente esperando. Nifios en las esquinas. El auto se detuvo y un chico limpié su ventanilla. Neén se asusté y se echd hacia atras. Violeta lo apret6 contra su pecho y le dijo que a ella también le daba mucha pena que esos nifios estuviesen lim- piando vidrios, pero que no tuviese miedo, solo querian una ‘Neon, un perro reloj | 83 moneda a cambio. Neon ladré con bronca, como lo hacia contra los noticieros de la tele. —Lo que faltaba —intervino la madre—, que ahora enlo- quezca de nuevo. Por favor que no vaya a ponerse a ladrar a todo el mundo... deh? El perrito entendid que mejor se callaba. No queria eno- jar a esa sefiora. Percibfa que Violeta la amaba, como él a Don Justiniano. Dénde estaria Don Justiniano? De repente el vidrio de la ventanilla se cubrié con un 6mnibus casi idén- tico al que se haba tragado a su amo. Subiendo a uno como esos lo vio por ultima vez, y se puso a llorar. Violeta lo abraz6 mas fuerte y le contd, rascandole la ca- beza, lo que habia ocurrido con Don Justiniano. La mama, conmovida, dijo: —Bien, Violeta, los animales nos entienden si les habla- mos con carifio. Hay que explicarle que Don Justiniano va a volver pronto, pero por un tiempo vivira con nosotras —Ne6n se fue calmando aunque comprendia la mitad de lo que le contaban. Si sospeché que estaba a buen resguardo. Cuando llegaron a la comisaria, debieron esperar bastan- te para que los atendieran. La gente iba y venia. Los policias segufan recitando el abecedario en clave: “Q-D-R”. “Sf”, res- pondia otro, “El occiso P-6-D”... y cosas por el estilo... Y ellos 84 | Graciela Bialet ahi pintados, con acuarela invisible, mirando pasar a unos y otros. Sus tres rostros giraban siguiendo a los uniformados de una punta a la otra de la comisaria. De repente Nedn comenzé a grufir. Luego un grrrrrrrrrrr... mas repleto de RRRRRRR y finalmente se puso a ladrar con autoridad. En pocos momentos aparecieron el comisario, el fiscal de turno y el escribiente. La mama de Violeta llené la dichosa planilla con mil datos, una declaracién jurada y firm6 varios papeles. A Nedn le pintaron con tinta para sellos la planta de una de sus patas y le tomaron las huellas digitales. Cuan- do acabaron aquellos procedimientos, por fin estuvieron en la calle. De nuevo en el auto y a casa. —Muy bien, ibravo!, Neon. De vez en cuando un par de gritos a tiempo, ponen las cosas en su lugar dno? —dijo la madre de Violeta entre risas, mientras abrochaba su cintu- rén de seguridad. Neon, un perro reloj | 85 iAyl. Ayer me mordid un perro. iQvé barbaridad.. cY te pusiste algo? No hizo falta. Le gusté tal como estaba. ‘Neon, un perro reloj| 87 45. En casa de Violeta Cuando regresaron a casa, el sol ya cavaba su hoyo de oro tras los edificios. La mama pregunté dénde dormiria el perro. Violeta res- pondié “conmigo”. La madre, “ni se te ocurra”. Neén salté de los brazos de su amiga y se escondié bajo el auto, ya estacionado dentro de la cochera que funcionaba también como lavadero y depdsito de cajas, escobas, herramientas y varias cosas mas, ubicadas en estanterias abiertas. Sin lugar a dudas, el Unico lugar para ocultarse de esas mujeres discutidoras era debajo del coche. iSi que seguia siendo un perro inteligente! Al darse cuenta de que habian asustado al perrito, Violeta traté de rescatarlo echandose al suelo, llamandolo. Neén le dio un par de lengitetazos en la mano pero se quedé donde estaba. Entonces le acercaron un plato de comida y un taz6n de agua. —Que se quede ahi —dijo la madre—. Hasta que se acos- tumbre y reconozca esta casa —y le explicé a Violeta que los ‘Neon, un perro reloj | 89 animales necesitan adaptarse a los lugares y a la gente que los rodea. Esa noche, la primera fuera de su hogar, no fue sencilla para el cachorro. Mientras sintié movimientos en la casa de su amiga, Neon no se movié de su lugar. Pero cuando las luces y los sonidos se fueron a dormir, él decidié recorrer la cochera con el hocico. Lo primero que olié fue una mancha de aceite que caia al piso desde el motor del auto... Mmm... acida y pegajosa... le vinieron arcadas. Las que tenian un aroma muy tentador eran las ruedas del auto, y no pudo resistirlo. Levanté una pata y las orind. Y como era un bicho de nuimeros llevar, de a una en una, a las cuatro las med. Pero ya se sabe: una cosa trae a la otra... iLas tripas co- menzaron a agitarse en un revoltijo de sonidos! Afioré su ta- cho de piedritas blancas... ¢Habrian quedado tiradas donde las dej6 la noche anterior? Hallé, al lado del lavarropas, un lavatorio plastico... iAzull... “iBuen color!”, pensd. Habia algo en su interior. No se parecia a su recipiente con piedritas blancas, pero igual... iqué alivio!... deposité con cuidado, justo en el centro, una preciosa caquita. 90 | Graciela Bialet Ya mas aliviado, se arrimé al plato de comida que Violeta le habia dejado diciendo que ese guiso de fideos estaba riquisimo. Nedn tenia hambre. No era hora de co- mer. Cuando oscurecfa se descansaba... “Duerma Neén, arrorré mi can, arrorré perrito tararin tan tan”... Una lagri- ma le hizo trinar el corazén recordando a su amado Don Justiniano. EI olor que subia del plato no era sabroso y afioré su ali- mento balanceado, su hueso saborizado y sus golosinas de cereales. Pero estaba muerto de hambre y probé aquel gui- so. Los primeros bocados fueron extrafos, pero tenia razon su amiga, lo devoré con un apetito distinto al que conocia. El agua si, era igual, imenos mal! Con la panzota llena siguié explorando. Reconocié de inmediato la bicicleta de Violeta, estacio- nada contra una pared. iQué pena! iYa no le quedaba ni un chorrito de pis para esas dos ruedas amigas! Luego, siguiendo su curioso olfato, apoyé cuidadosamen- te las patas delanteras sobre una de las estanterias para ver de qué se trataban todas aquellas cajas. El jabon en polvo lo hizo estornudar. Olor a papel. Olor a humedad. Olor a ropa vieja. Olor a plastico. Demasiado plastico. Aromas de cosas desconocidas. Neon, un perro reloj | 91 De pronto algo extraiio le copé el hocico. Cucarachas no eran. No. Araiias tampoco. Escuché pequefas pisadas entrando a una de las cajas. éA cual? Las recorrié olfateando una por una. Algo le era familiar... Aquellas sefiales de amor de los ra- tones del barrio que escuchaba desde su cochera, en casa de Don Justiniano, ahora venian de una caja ubicada en un estante que él no alcanzaba. Y traté de llegar hasta ahi. Una pata, la otra. Una caja se cay. Muchas cajas se vinieron en banda. Tremendo desparramo. TRAM... PUM... PAF... Un alboroto de objetos cayendo, de ratas disparando y Neon tras ellas para preguntarles de qué se trataban esos mensajes que intercambiaban. La madre de Violeta casi se desmaya al ver aquel desas- tre en su cochera. Ni qué hablar cuando vio icaca de perro sobre su camisa blanca de seda que hab/a dejado en prela- vado dentro de la palangana azul! —A los perros hay que explicarles, mamiiii... Los animales nos entienden... si les hablamos con carifio... —decia Violeta recordando a su madre lo que le habia estado diciendo ha- cfa apenas unas horas. Neon seguia corriendo desenfrenado. Neon, un perro reloj | 93 La madre le echaba todo tipo de amenazas. Violeta iba recogiendo las cosas que seguian cayendo, para tratar de poner orden a esa situacién cadtica en medio de la noche. Hasta que Neon resurgid, de entre las cajas tiradas, con- tentisimo, con una laucha en la boca. Y la mama de Violeta se desmayé nomas. Y el silencio se estiré como un telén recién planchado. 94 | Graciela Bialet jCuidado, Nené, no te acerques a ese perro porque te va a morder! 4Y por qué me va a morder? ¢Por qué va a ser? iPorque no te conace! .. Si eS por eso... me presenta!: jHola perrito, soy Nené! ‘Neon, un perro reloj | 95 16. ;A la calle! Al dia siguiente, la madre de Violeta le dijo que se fuera con “ese perro” a la plaza, y entraron unos sefiores con re- gaderas, mascaras y tubos de aerosoles gigantes en la mano para desinfectar la casa. —Vamos, vamos, a jugar afuera. Vuelvan para la hora del almuerzo —dijo la mama y golpes tres veces las palmas. Al oir las tres palmadas, Ne6n se puso alerta... iRecordé sus ejercicios!... y corrié al lado de la puerta, se sentd como una estatua sobre sus patas traseras, estiré las delanteras, con equilibrio, y lanz6 tres corteses /Guau, guau, guau! —iQué vamos a hacer con este perro chiflado! —suspird la mama, como disculpandolo ante los hombres que venfan a desinfectar la cochera. Nedn, como celoso guardian del hogar, ladré un poco a los intrusos, pero la madre fue terminante con un gesto de brazo y dedo indice extendidos, sefalando “a la calle”. —Tranquilo, Nedn, no nos esta echando para siempre, es solo hasta que liquiden a las ratas. ‘Neon, un perro reloj| 97 El perro no entendia por qué no las querian en su casa, si las lauchas eran divertidisimas. Sin embargo, él estaba entrenado para aceptar ordenes y las acataba. La nifia decidié salir sin su bicicleta. No sabia si podria car- gar a Neén y maniobrar, lo intentaria mas adelante, mejor... El perro, obediente, seguia los pasos de Violeta. Ella ca- minaba, él caminaba. Ella saludaba a un vecino, él movia la cola. éPor qué no le decia “sit”? Neon por las dudas cada tanto se sentaba frenando su andar. Violeta lo desafié “LQuién gana la carrerita?” y Neén salié casi volando tras los cordones de las zapatillas de su amiga. La nifia pis6 primero la linea de llegada al mundo de la plaza. Cuatro perros que jugaban en el parque pararon sus orejas y miraron al recién llegado. En un instante los tuvo alrededor suyo. Neén se quedo estatico, inmdvil. Violeta a su lado. Uno a uno le olieron el trasero y siguieron su camino, volviendo cada cual a lo suyo. A Neon se le esca- paba el corazén por la boca y no sabia si era de miedo o de emocidén. Violeta le acaricié el lomo, y el rabo comenzé a sacudirsele solo. Muchos nifios se acercaron también a acariciarlo. A abra- zarlo. A sentarsele encima... eso no le gusté demasiado. Uno lo cargé sin decir ni pio, ni Cuchi Cuchi, ni nada. 98 | Graciela Bialet Lo llevé arriba de un juego con escaleras y lo deslizé por el tobogan. iGUAU! Qué sensacidn de pajaro... ien caida libre! Una nifia lo rescaté del arenero adonde habia ido a parar y lo llevé hasta la hamaca. El viento movia sus orejas ha- ciéndole cosquillas. En su pecho algo soné GLUP... GLUP... Lo que no le agradé ni un poquito fue que otra nena luego lo envolviese en una mantilla y lo paseara en un coche de mufiecas. Zafo apenas se detuvo. Ya en el piso, los otros perros, mas grandes que él, juga- bana alcanzar la pelota que un nifio les arrojaba a distancia. iAja!... iOtra vez Neon recordaba una de sus hazajias! Esto era igual al “Cache la pelota” de Don Justiniano y también lo intentd, iqué felicidad!... Pero los otros perros eran mas agiles y lo pasaban por encima. Lo empujaban. Se sacudian tierra y pasto. Le arrebataban la pelota... iufl... De pronto, Neon comenzo a sentir una picazon espanto- sa atras de una oreja. Nadie le habia ensefiado a rascarse, asi que se revolcé por el suelo para calmar las picaduras. Las otras mascotas se sentaron a su alrededor a mirarlo y cada tanto se rascaban sus propias pulgas. Violeta y otra nena comenzaron a jugar cantando rimas al compas de palmas que intercambiaban, una contra las manos de la otra: ‘Neon, un perro reloj | 99 En un convento, de San Francisco, habia una negra y seis negritos borén bombén borén bombén borén bombén borén bombén. Mientras [a negra, borén bombén cebaba mate, borén bombén los seis negritos, borén bombén hacian bolfitos borén bombén. Al escuchar aquellos golpeteos de manos, Neén se incor- poro atento. iEran mas de tres palmadas! éSerian cinco? iOportunamente recordé!... Y por las dudas fuese el mo- mento indicado para hacer gimnasia, el cachorro comenzé a trotar deportivamente alrededor de un arbol.. Primero 100 | Graciela Bialet hacia la derecha... UN, DOS, TRES, CUATRO, CINCO... como antes lo hacia rondando la mesita del teléfono. Los demas perros decidieron perseguirlo, imitandolo... itodos a la carga! “tEn qué andaria este novato? éDe qué se las daba ahora?”, Guaaaaaaaauuuuuu... Pugj..., pensaron al unisono. Después de esas cinco vueltas, Neén frend de golpe. To- caba hacer ahora las cinco rondas hacia la izquierda. Cuando Neén invirtié el giro, los demas perrotes, descon- certados, chocaron entre si. iTodos contra todos! Uno se puso bravo y al instante se armé una pelea canina de temer. Violeta alcanzé a arrebatar en el aire a su perro y dejando que sus amigos resolvieran lo suyo con sus propios anima- les, se fue como tiro para su casa. Nedn no entendia nada. Justo cuando el ejercicio se po- nia bien atlético, debian irse. iY pensar que, desde que la habia visto por primera vez, habia creido que aquella nifia de las morisquetas contra el vidrio era la mas divertida del mundo! Ne6n, un perro reloj | 101 iEhhh, Pulguin..! cVornos a. pie 0 esperarmos al perro? 17. Un vuelo perfecto Ese mediodfa, apenas regresaron de la plaza, Violeta y Neén debieron esperar en la puerta de calle a que se retira- ran los desratizadores. Finalmente, con cara de pocos amigos, la madre los dejé pasar. Nedn se echo bajo una silla para no estor- bar el paso de nadie. Violeta se ofrecié a ayudar a poner la mesa para el almuerzo. De a poco, a fuerza de bue- nos modales (del perro) y palabras amables (de la nifia), mama comenz6 a cambiar el gesto. Violeta le contaba lo mucho que se hab/an divertido en el parque: lo del tobo- gan, las atrapadas de pelota, las hamacas (lo de la pelea de perros lo dejé de lado...). Risas iban y venian cuando de repente soné el teléfono y sucedié lo que NO deberia haber sucedido (é0 s{?). Fue escuchar el timbre del teléfono y Nedn que se incor- poré como un perro robot... Nuevamente iRECORDO! iLoco de alegria! iEscucharia la voz de su amo! No importaba ya qué ejercicio tocara. Neén, un perro reloj | 105 En realidad, los nimeros se le venian entreverando en horas y llamados, en veces para girar hacia un lado y otro, cudntas palmadas para cumplir érdenes y cuantas para jugar. Nada importé. Oyé el teléfono y su corazon de perro le la- tid nostalgias. Y todo transcurrié en segundos: la silla sobre él se tumbé. El contestador automatico no estaba sobre nin- guna mesita. Miré a su alrededor. Su agudo oido le indicaba el lugar: el segundo estante en el aparador de la cocina. Como impulsado por un arco salté al encuentro con el teléfono para escuchar un anhelado mensaje: “iNedn! iPlaf, plaf!” o un entonado “Duerma Neon, arrorré mi can, arro- rr6 perrito tararin tan tan...”. Fue un vuelo perfecto. Las patas delanteras como lanzas. Las orejas planeando al compas. Las patas traseras dando el envidn triunfal. Si no fuera que era perro, lanudo y rojizo, alguien podria haberlo confundido con un nadador lanzan- dose desde un trampolin, pero saltando de abajo hacia arri- ba... O hasta con Supercan... sin capa. Violeta no llego a hacer nada mas que abrir su boca, iaténita! A la madre se le cayé la fuente de fideos con manteca que estaba Ilevando a la mesa para el almuerzo, en un frus- trado intento por detener al perro volador. 106 | Graciela Bialet Ne6n logré apoyar una de sus orejotas sobre el teléfono, no sin antes hacer rodar un par de portarretratos que habia en ese estante. Lo que no escuchd, fue la voz de su querido amo. La mama de Violeta no sabia si arrojarlo contra una pa- red, o limpiar el piso. La nifia le gané de mano. Lo bajé del aparador y lo lleva afuera. Ella sabia que no estaba loco, sino que extrafiaba su mundo. La madre también se daba cuenta, pero lo mismo no queria verlo cerca, por lo menos hasta que se le pasaran las ganas de ponerlo de patitas en la calle. Violeta lo llevé hacia el jardin de la entrada de casa de Don Justiniano, y le mostré cémo se veia su hogar desde la otra frontera del ventanal. Le volvié a contar que pronto su amo se curaria y regresaria a casa. Neén, un perro reloj | 107 iMe posé algo increible! De pura. casvalidad me crucé en el parque con

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