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PREMIO EL BARCO DE VAPOR - 2014 ek ale) ma a IWILINS ATUL) eee Encontrar el espejo no fue casuaidad. No puede serl. Misben, fue producto de una serie de ever- tos rams y dslocados. Igual que mi vis. ‘Como rara vez ecu estaba ls tes en bt cocina, Mi paps habia cocinada un bun de be- renjenasy cuando Te afreci una copa de vino & ni mami, la cates que no con los ojos como bho. Dos segundos despuss se abrazaron. Cie tro segundos después loraron. El lanto dur is de dos o cuatro segundes. Ahi entendi que estaba embarazada. No por el vino, el abrazo 0 1 iempo, sino por la ligrimas. Llevaban como sis aos tratando de ener ofr io, pero no habia «caso. No podian. Al principio, fueron al médico y les dijo que igual era raro porque ya habian po- ldo tener una hija. Le pregunta mi mama si el parto fue muy traumatico y ella contests ques, que yo vena no mo. Ennead, por spats. (Que sé yo. (Eso ni siquiera me lo cont a mi la escuché hablando por telefono con mi abuela que ya ests muerta. Le hicieron un montén de exi- ‘enes, peo los resultados siempre salietan bue- nos, Parecia no tener ningin problema. Un di, pap (que es medio esotérco porque es de esos psilogos ca la volada jungiana) le dj que era ‘su inconscente. Que estaba esresada, que debia dejato it Reljarae. ahi empezs la seguldlla de _doctores mula Chamanes, ots, videntes. For res de Bach, pemoterapia, rik. Yoo me wago el ‘cen de que la esencia de lnvanda (ol que se) te abrir ls chakras y te deja embarazada; pero ri mam 6 Y tat. Lo intent una y ota, oa ‘vez. Pero no hubo e380. Lo inio que loge fe perder plata tempo, y ganar una predic: que ‘yor rar, Exotampoco me lo cont mi mam ‘ccuché cuando vino una vieja scare las carts nace dos aos Ellas extaban en living y yo de- tris dela puerta dela cocina, Poa or cuando la bruja barajaba, cuando dejab las carta sobre la mesa. Llegé el silencio, Un silencio largo. Se es cuchaba el movimiento inguieto de mi mam so- bre I sila, como si tuvira un side de hormigas ‘jo ella. Es un alma antigua, le dio por fin. Tene muchas vidas en su cuerpo, pero hay algo rare cenell. Mimamé pregunts qué ea. Las cartas no ‘quieren habla Ella ene un blogueo energstico, ‘Yono sé emo a esas alturas mi mamé segua ahi, 8 pero.el punto es que no se movis Al contrario, Te plo que sacara mas cata. Le cont todo #1 ‘drama acerca dela supuestainferilidad y le dijo «qe se moira lo me pasaba. Volvié a bar, [Acortar A escoger. No sé qué carts salon, no sé «q caraspsieon lo nleo que ses que a bruja orden el azo lo guards y salé del departamer to como sihubiea vist al diablo. a oi por sq, desde es dia, mi mama quedé ebsesicnada conmigo. Cuando estaba depresiva pensaba que podea pasar alg; cuando estaba de mejor dnimo esa que tenia una nt indigo me pregustaba Svein cosas, Yo lo sini que vela esque se habia ‘elt loca cone ema des hij yas guaguas. Hast el afo pasado, caando supe que tendria un hermano ohermana menor Se abracaron, lloraron. Celebraton. Cuando pas a emocin de a noticia, msi mam jo que tendrfammos que ios del departamento porque era muy chico para los cuatro. Ea realidad, mas que una propuesa, Fe una orden. Yo n0 me Voy, aseguré. Insist en que no queria ime deal que ‘ese departamento era nuestro hogar. Que eabi mos de més. Que habia familias de seis personas ve vivian en lugares mis chicos que ese. Que Nu ‘oa era mi barrio, nuestro bari. Y que no deamos 9 unto, sino cinco porque quilt, que me acom- pfs desde os set aos, también ea parte de la familia. Mi mans ni tuvo quecontstar porque mi pps puso altro desu lado. Cambia a cata por que es una decisién tomada, dijo. Yo tuve que ‘scalar la deisn, pero no cambié I ara Mi mam, como es poquito obsesva,cambis una preocupacién por ota: ya no era que no po- «lia tener guagua, sino que podia perdera. Los tres rimeros meses son crucales, epetia. Cuando ya tenia sis y todo seguia perfectamente bie, vino 1a obsesiinporel cambio de casa, Que cusnda nos ‘vamos ai Je deca ami papa. Que tenlamos que armar todo lo antes posible porque ella no queria ‘star desembalando con una gusta enorme 0, peor, con el nto ren nacido (est convencida quie- ‘re estarlo- de que serd hombre). Mi pap le con- testaba que ea lento, que no era Legary comprar ‘unacasa como en el Metespol.¥ ela le respondia _qucel lento era porque estabe leno decasasen [Nuoa, que emo no ib a ser eapaz de encontar un, Yo preferia no meterme,porgue siempee sal _g0perdiendo. Asique, despa de colegio me iba 1 esa del loco para capearme ls dramas de ‘ams, Alrededor dels siete dela tarde, cuando 10 ‘mi pops sala dela pega, metbaa buscar y nos pa sedbomes por la combina buscando cass Lo que ec lea certo: por ms que bascsbamos, na la encontrsbaenos Hasta que una noche cuando bon aser casas ie, egames a una casa. Lievabamos horas dan- 4 vuelas por el bari, recoriendo todas las pro- piedades que mi papé agend6 durante el dia, pero ringuna nos habia gustado.Esibamas carsados, hates y muertos de hambre. Decidimos que era sulfcente, que era hora de volver Mi papa se me- {36 una calle para dar la vuelta y salir a Macul pero esa calle To evs ata yes ota, y ninguna era Macul. Tu mamd debe estar histrica, que ata, se qua{6 mi paps. Dio a vuelta de nuevo y llega ‘moe a una plaza con siete cost antiguas alrededor. [Nos si furon as casas la plaza o os faroes sin polillas, pero me encants Y para mi suerte, una de elas tenia ef cartel rojo con ltrs blanca: “Se vende”, Ess fueron ls palabeas mgs, ‘Mi paps estaion6 el auto y nos bajamos. La ‘casa tenia una fachada de piedea y wn pequeno patio delantero cercado por una reja de madera, ‘que me legaba hasta la intra. Toque el timbre Togué de nuevo, Parece que no hay nadie comen- ‘6 mi papa y antes de que aleanzara a Hamar al un _mimero de telfono escrito deb del arta, cores tart improperios y sol le pregunts qué tenia que ver a nia, Todo comienza y termina en ania El es todo lo que usted no tuvo, lo que usted no ceri ser jams sel destino, ea historia. Yon ‘cambiaeéninguno dels dos, sentencs la negra [La mujer sl dl dormitrio conse de venga 2a,Por lane, por ania, Pore castigo de vivir la scmbra de una mucea encammada, ‘Cuando ls aguas del rej woveron a corre, ‘41 yagstaba agotade. Se agobis dal intento, de as promesas sin campli del vente estriYella en lquecé por el intento, por las promesas sin cum pliry por el viete eséi El matrimonio murié que ms enterado que la primera esposa. La ‘mujer oiaba en secret al marido que a ech6 al, ‘olsdo, Lo odiab cada vez que a Yamaba reina de In casa, porque ella sabia que a verdadera here- ders de ee tro er anit, Esa condenada ni que, aa edad de sick as, ra a eopia innegabe dela muerta Mientras ell, uva enveecida frente espe, ere vacio cy En su desesperacidnentendio cul era el inicn snedio posible para vive trangia Era una me ida drstia, carente de toda misercondia, Peso luna vee mis, equ bia tenidopiead com ll? ‘a vida, que la habia hecho olvidar sus aces? El hombre que la habs adaptado como a un pe- ‘ro cleo y al que ahora, vieja eine Le ea ‘nul? :La nin, quele recordaba todos los dass gat en es cass Sella hacia fo que tena plana- do, ea cas solo recbiria o meneida, La cosecha seria su propia siembr, Era una caluros tae de verano, EL maridoba. laa salido y solo os vados, a nega, lana y ella salar en asa Fue hasta el dormitorio de ‘unit y a encom frente al tcador.Cepilaba Largo cabello negro que hacia contrast com st el Blanc y labios rojo. i ntentaba vera xq ‘vandal odio que senia por ella, poda entender por usu padre segu enamorado dela mera, ‘La nina ea tan linda que dolla mirarl, Pero esa betvdad prontose dsipen oas de rabia envi- ‘ay react, Tune pine le coils et abello. ‘La nia devolvié una mirada extrafiada, Le hizo ‘una tenzay del bolita desu vestdo extra un luzo de sea multicolor Ses qu es esto le pre ‘guns mostnindolee azo, La nia hizo un gesto 2» negative, Exel azo que ust el dia que me cass con tu padre, contesté mientras guardaba una mitad yylaotra la amarraba alo largo dela trenza. Hoy ‘yas estar muy bonita cuando leguea la cas, Te dijo, La volte y la rd. La odiaba incluso sa bend que, ene foodo, ella no tena la eulpa. Su Tinicoertor fue nace ese da pagaria su pecado. [La sen al bore de Ia cama y le propuso un trato, Le dljo que su padre estaba por Mega, que Jo ira a buscar a la entrada y To levara hasta su Aormitorio para que vers lo linda que estaba su Inj. Lanta sonny prometis que esperar. Ela coments que deena Ia puerta cerrada con llave para que nadie la vera antes que su padre y Ia nia cepts La mujer sali del dormitoioy cer Ta puer. Moti a Mave en a cerraray gir6 una ‘vee, dos veces. Entonces, sé la mitad del azo _que no habia usado y lo encollé alrededor dela ‘anil Sonvié apenas cal impercepiblemente y le prendis fuego. Fate no tard en devorar la puer™ ta, el muro el pasill. Antes de que se pusiera a toser por el humo a majersalié a hurtadillas y ‘sandal. a sal, rit ueg! Todos aera! | ugo! Las criacoscorian por os pasils labe- rintcos de la cas para alia arin. Ela ya estar Intalos pies del manzano, vendo cémo el humo y las amas engulian I ass que en algin momento 30 también fue su hogar. La negra leg hasta el mane zano, sudada por el calor infernal y le pregunts Ande estaba la ia, Ela respons con na mic radaapagada y la negra enters, pero no ent a buscara. La mujer pensé que no lo hacia porque ‘entrar a as lamas era entrar ala muerte, pero la negra nose movis porque exe ea destino ajeno. ‘La casa anda y ef humo se elevaba cuando dt lag. Pregunts con gritos qué habia pasado, pero nadie supo qué responder Las nicas des que sa- ban ol igen del fuego se mantuvieron en slen- «jo. El hombre buses entre las diferentes mizadas ycsando no enconts lo ojos de anita, sis su vida acaba. Todo fe silencio, menos su coeazin Giro hci a cas en lamas y cori hacia ella. La mujer le grit que no To hicer, que estaba loco, que morris Pero dl no ecuehs nada, no vio nada, no snt6 nada. Core entre vias, hum y fuego hast llegar al dormitori desu hija. La puerta ha- bia ido ttalmenteconsumid, aque atravesd el ‘umbral con sor igrimas y carraspeo, Al fondo, en unrincin, estaba sv ij. Lora viva. La toms en brazos y rmprendié el camino de vuelta, pero ‘cuando ibs en Ia mitad, una vga se desplom so- bre. Alcanz6 a soltar alana para evitar que eibiera el peso del impacto sobre ella. sins ‘no su columna se paria como la rama de una a planta vii, pequeta y fii Su hia se volte y tomé su mano, Fle ordend que coriea, que s- Iiera de a. La nia no querla obedecer, pera Insists Ell tena que vivir Y com ia fuerza de ss ‘atin respite le pics que lo hiciera, que vier Entonoes, la nia beso su frente y comer a es quivarescombros ogo y humo, Ocho Me despierto cansada porque dorm pésimo. Dic ‘en que cuando uno se cambia de asa las prime ras tes noches son ls pees Dicen quel cuerpo sno reconoce el entorno y se estresa. Yo creo que 50 es cosa de gatos y que dorm mal por eulpa el espjo. Esta como posed, en serio. O es pa rece porgue son toda la noche con él No es que yosea vidente al coteario, en general msnea me acuerdo de mis sueios. Por eso creo que el spf tiene algo, No es normal ue haya soiado como cinco ves seguidas con él. Que lo volvia a encor- ‘rar entrrade. Qu haba replicas por toda casa (Que lo tomaba com unas manos que no eran las mas. Que ls angeles me mizaban as es mj- ‘es me lamaban.¥ aun as, con tds ess suo, ‘nunca vi mi refeo. No pe. Cada ver queestuve frente lo vi cubierto de gris, Era como ver Ia pantalla de un televisorapagad. Negro tod. Me esto alo largo dela cama yella se mueve conmigo, Las das no estén js, as que el piso {de madera no ayuda mucho. El quilt ya no duer ‘mea mis pies. Eso significa que deben ser como 3 Jas once de la maaana. Lo corrabore cuando tomo lela y veo la hora. Me pongo las pantulas (queen verdad so calcetines cites) y me levar- 10, Abst el espe. Es como ol Di demi mam sent que me mira yes0 me perturba. Si mars no fuera catia, quis yo no tendria el peso d- ino sobre ls hombros, pero ya eagué. Camino hasta el expejoy veo mi elo en. Por fi tengo Incerteza de que no estoy en un sue, Eso me cal- ‘ma, Paso los des por encima del bore iregula. Desde abajo hacia reba. Recomo las mujeres, = 0 losngeles.Tenen algo de bonito y macabro ‘aver, Me pregunos ser dngoes 0 demons. Su gorduray sus alas me dicen que son dngeles; seston sus eras me dice lo contri, Pareiran reise O lara. No sien qué es, slo sé que hay lg ramen sis cars. Quizas el que hizo el espejo tampoco lo tenia may claro y por e50 quedaron ‘sf, Nifelices ni ristes. Ni Buenos ni mals. De- cio que averiguaré de dénde viene el espjp. No tengo mada mj que hacer Fl flacosube y sube fotos veraniegas a Facdbook mientras yo ordeno jas y muero de calor. sta seré Ia aventura que Je contaré cuando vuelva de vacaciones. El dird {que me pass en la etapa del Arcania y yo le dite que me da lo mismo, Nome va a cree, seri en ni cara, En exe momento, entonces, le preguntaré a i qulere conocer a historia de espejo encanta ‘para cto para tener una historia, tengo que ira bbuscara. Ast que iréa una tienda de antigiedades para empezar por l bic suorigen, [No tengo ies sobre anticuaiosy me suena la guata de hambre asf que resoelvo que primero e- -maré desyuno y después ver cfm lo hago Ti cl cubrecamas hacia delante para que mi mama crea que hice Ia cama y ordeno un poco mi peza ‘Mientras mis conenta I dee, menos molestars. aso al lado de la ventana y ve el manzano eno jardin. El quilto est bjo su sombra. Todavia no escubeo si su Bjacién con el dol es porque le usta o porque ve algo ms. Dicen que os anima Jes pueden perlbie cosas que uno jams vera. Yo se pregunta sess esol caso dal quitro, aunque ‘me custa cele porque les un volado como yo. Bajo las escaleras y veoa mis paps ondenando cosas enol lving ilones, mucbles,ewadros. En realidad, mi mam dixpone y mi paps ica ms la derecha;no, mds. 2gulerda. Mi paps me salud y mi mamé dice que el desayuno ests en |i cocina. Voy paca alléy veo el pan tostado y la pala molida, eanegeecida. Lo sivo en un plato ‘elvo al ving. Me quedo parada en el umbral les pregunta edmo darmieron. Mi mam no rs- onde, solo dice que no hable con la boc lena. 35 ‘Mi paps ests absorto one arsen Subo de maevo a si peza, depo plato en l piso y tome ella Como todavia no tenemos Inte, slo me rsta €1.3G parm averiguar déinde puedo encontear una tienda de antigiedades. Abro el buscador yest bo "Antigiedades Nao”, pero mearoja un sin fin de posiblidades en Providenla.Entonces eo: “Hace rents anos queen el edificio Los Pajares, cl caacol de Avenida Providencia con Bucarest, rinan as antigedades. Son crea de cuarenta lo ‘aes donde abundan los recuerdos yun solemne espe por ls objets antiguos” dice una de las gas que encuentro le para ala. Me ducho lo ss répido que puedo, me vist, tom el espejo -y lo meto on la mochila. No estan grande ni tan pesado asf que me viene perfecto para llevar en clsanasta de la bic. Bj os excalerasygrito "Chao", peroantes de {que peda salir mi mamé vuelve ala vida y me tiene en la entrada de la casa Para donde vas, re pregunta come dicndome queen realidad no ine a ningin lado. Providenca le contest. Por qué, vuelve a preguntse (Para mi mamé todo lo ‘que sea antgiedad vale callampe, at que decide ‘que no le contaré sobre el espeo. De hecho, me sorprende que todavia no haya retado ami paps or compra unas vies y asada, en verde una 36 neva con quincho y piscina). Quiero ver algunas 2831 motivo esque no Te cst tenerme: lla me 6 cont que se ques embarazada mientras poolea- ba con mi pap asf que seguramente soy para ella ‘una ia impuesta. Algo que no pai, erally cept porgue e atin ‘Mi paps toma otro arrollao, lo maseay se le «cl rellen dentro dl pocilo de soya, salpican do todo alrededor. El sonsiey yo también. A te {da lo mismo mancharse no se qua por tonteras. Es simple y alegre. Si mi mamé hubiese estado ‘qu I situacion seria cifereme. Habra empera- doa alegar que lacamisa era nueva, que como no sabe comer un simple arzllado primaver. Ya no usa la palabra “oto”, porque escuchs que era de soos deciea, pero lo certo esque lo piensa, Mi ‘mam slempre a encontrado que mi paps es pocs cosa, un hombre de clase media esforzade cuyo selidonoessuficiente pat ene una casa con pis ‘ay nahi ben vestida enn colegio ABCI. St ‘a hubiera sido por mi de ego mi mams habe ‘erminado con mi paps y se habia conseguido un abogado, noun psicslogo. A vees, cuando pelean (cuando ella pelea con 6, porque a no le gus ‘a gitar ni discutis), le dice quees un mediocre: que por eso es psicélogo porque no le diol mate para estudiar medicina, na carera de verdad, £Elpodra responderle que por lo menos se di 6a estudiar algo y que gracias a eso vivimos, o pero nunca le contesta. Le dice ya, bueno, si, claro, como si no le importara, aunque en el fondo, hasta el quiltro sabe que le duele. Quizas él seria feliz si mi mam no se hubiese quedado embarazada de mf porque asi habria encontrado a una mujer que lo quisiera de verdad y no estaria con alguien por pura resignaci6n. Pero ya es demasiado tarde. Termino de almorzar con un gusto amargo en la boca. Limpio los platos mientras mi papa orde- na la casa. Mi mama, a esas alturas, duerme siesta. El quiltro hace lo mismo para capear el calor. A mi casi se me olvida todo el asunto del espejo. Siento el peso de cien dias en uno solo. Estoy cansada como hace tiempo no lo estaba y estoy segura de que no es por la mudanza ni el incendio. Subo las escaleras a rastras, como no le gusta a mi mama. Recorro las piezas restantes para ver en cual dor- miré esa noche, ya que la mia es un vacio ennegre- cido con olor a humo. No quiero dormir lejos del manzano. Por algtin motivo, ese Arbol es mi cable a tierra en esta casa, como si viéndolo o teniéndolo cerca tuviera las rafces que nunca he tenido. Sin embargo, no hay mucho que pueda hacer porque la nica pieza desde donde se ve el manzano es la mfa. Decido quedarme en la que esta mas lejos de mis papas, que es chica y acogedora. Mi papa puso 68 el sofa cama de color mostaza que mi mama queria botar porque lo encuentra viejo y ordinario, pero mi papa se lo prohibi6. Le dijo que habia estado en su familia toda la vida, que todavia se podia usar y que no tenia plata para comprar uno nuevo. Hubo una pelea por eso, pero yo me fui y no alcancé a escuchar qué se dijeron esa vez. Mejor asf. Abro el sofa hasta dejarlo como cama y dejo en- cima mi mochila. Dentro de ella, esta el espejo. No quiero verlo, no por ahora. Tengo la sensaci6n de que el incendio lo produjo la mujer de ojos oscuros que habita en él, 0 en la casa, 0 en mi. Sé que de algun modo esa mujer esta ligada al espejo, aun- que no sé cémo ni por qué. Y a pesar de que quiero descubrirlo porque me mata la curiosidad, al mis- mo tiempo me pregunto si ser4 bueno que lo haga, sicon ello vendran cosas positivas o negativas. Mi mama diria que dejara todo como esta, que no me meta en problemas. Mi papa diria que una vida sin verdad no es vida. El quiltro, si pudiera hablar, me pediria que le cuente todos los detalles porque es igual de curioso que yo. El flaco respira a través del Play y no tiene cabeza para nada mas. Y yo... Equé digo yo? Abro el bolso y saco el espejo. Veo a las mujeres, a los angeles, alados y macabros. Alguien cuyo des- tino aan no esta decidido, dijo el viejo anticuario. 69 Alguien que puede ascender a la luz o caer a la oscuridad. Qué vaguedad. ;Quién no es asi? Todas las personas que he conocido llevan luz y oscuri- dad dentro. Entonces, :qué tuvo de especial esta mujer de ojos oscuros que le fue necesario un es- pejo para representar su dualidad? Decido que ma- fana seguiré averiguando sobre la historia de esa casa, ese terreno y ese espejo, pero ahora solo quie- ro dormir. Quiero acostarme sobre el sofa cama, dormir y despertarme en la noche a comer un pan con palta para después volver a dormir. Estoy can- sada y por algtin motivo, tengo pena. No me gusta sentir pena. Siempre la he sentido ajena a mi. Vuelvo a sonar con el espejo y la mujer de ojos negros. Esta vez, no hay nieve negra ni manzanas que se transforman en codgulos. El suefio de esta noche no me habla en metaforas, al contrario, me pinta un cuadro realista, aunque difuminado en sus bordes. La casa donde vivo no estd, no exis- te. En cambio, una construccién de adobe y tejas color ladrillo esta frente al manzano. Por una de las puertas dobles sale una mujer con falda an- cha y café oscura, como sus ojos. Lleva una blusa que antes debi haber sido blanca, aunque ahora es crema y alrededor de la cintura usa un pafio como cintur6n. Esta es la mujer que vino a mi mente como un flash, pero ahora la veo de cuerpo 70 entero, caminando por el terreno que yo camino, saliendo de una casa que yo no conozco. Se dirige hacia el manzano a paso lento, nada la apura ni la detiene. Ella es una con esa tierra, que ahora es mia. La mujer apoya una mano en el tronco del manzano y murmura algo que no logro escuchar. Entonces, aparece corriendo una nifia. Es diferente a ella. Tiene la piel blanca como la nieve, los Ojos negros como la madera del ébano y los labios Tojos como la sangre. Se parece a mi, pero no soy yo. La nifa lleva un vestido celeste vaporoso y una trenza larga atraviesa su espalda. Es linda y dulce, como sacada de un cuento de hadas. Se detieme al lado de la mujer y toma su mano. La mujer fija su mirada en ella, asi que veo cémo las dos se miiran como si fueran una sola persona y, al mismo tiem- po, dos diferentes. No es su madre y tampoco lo parece, pero aun asi tienen una conexi6n que no logro entender. Es un vinculo similar al que tiene el blanco con el negro, el agua con el aceite ola vida con la muerte. Apenas pienso en eso, todo se revuelve, El sue- fio, claro y vivido, desaparece para dar paso 4 las escenas metaforicas de ocasiones anteriores. La negra y la nifia caen tomadas de la mano em un remolino de hojas, ramas y manzanas. Se alejan, se alejan, hasta que veo el espejo y mis man@s en 71 su borde. Ahora soy yo quien esta frente al manza- no, siempre con el espejo a mi lado, como si fuera mio y no de esa mujer. Entonces, veo que el arbol ya no tiene manzanas, sino unas ramas con hojas largas y ovaladas. Algunas tienen flores de forma acampanada y de un tono purpura. Si me muevo, veo en ellas reflejos verdosos aunque su olor no lo siento. Me llama la atencién, en especial, su fruto: unas bayas de color negro. Gritan mi nombre, me atraen como el huso atrajo a la princesa durmien- te, asi que acerco mis manos y toco una de ellas. Un dolor agudo recorre todo mi cuerpo en un solo escalofrio. Siento la boca, los ojos y la nariz secos. Caigo a los pies del manzano y comienzo a vomi- tar. De mi boca salen manzanas podridas. La sen- saci6n es tan vivida que las imagenes surrealistas no me apartan de la realidad. Esta noche me siento mas en un recuerdo que en un sueno. 72 Cinco El odio se propaga con facilidad, pens6 la mujer mientras veia a la nifia cuidar el jardin. Podaba los fufos que usaria como decoracién en el interior de la casona y los dejaba dentro de un canasto de mimbre que urdié la negra. Detuvo su mirada en el canasto y advirtié que era una analogia perfec- ta de la relacién que tenia la nifia con la negra: la primera era la materia; la segunda, la urdimbre. El odio no acaba ni siquiera con la muerte, pen- s6 la mujer. Sin embargo, aunque tenia la certeza de que su resentimiento por la nifia continuaria después de que muriera, veia en esa posibilidad un atisbo de paz. Conoceria la tranquilidad cuan- do no tuviera que escuchar su voz de nifia convir- tiéndose en mujer; cuando no tuviera que ver su pelo oscuro brillar bajo el sol y la luna; cuando no tuviera que oler los fiuios que cortaba para deco- rar la casa de su padre. No queria mas la presencia de la nifia en su vida porque cada dia que pasa- ba, el odio se acrecentaba junto con su vejez. Asi, mientras la nifa se convertia en mujer y ganaba 73 vida, ella se convertfa en anciana y se acercaba a la muerte. La vida y la muerte viviendo juntas, una odiando a la otra, y la otra sin hacer caso del odio. Anos atras, la negra le dijo que ella era la muer- te y la nifia, la vida; lo cierto es que ella no repre- sentaba ninguna pieza en ese tablero. La verdad era otra: la nifia era la vida, la negra era la muerte y ambas jugaban como iguales sobre el tablero. Ella, en cambio, era un ser inferior. No inspiraba respeto ni admiracion, ni siquiera envidia como cuando era joven y su piel era tan firme como la cAscara de una manzana. Lo tinico que provocaba en sus criados era temor. Se habia convertido en la madrasta descarifiada; en la mujer dura y fria que nadie se atreve a mirar. Solo la negra y la nifa pasaban a su lado con el mentén erguido y los ojos abiertos mientras los demas agachaban cabeza y parpados. No sabia cémo lo habia logrado, pero la negra era respetada por todos, sin importar raza o clase. La nifia cumpli6 los doce afios apenas un par de meses atras. Era una edad bonita para morir. La mujer pensé que incluso para eso tenia gracia. Maldita nia que ni siquiera en su muerte podia conocer las tinieblas. Habia personas que tenian un cordén umbilical con la luz; otras, con la oscuri- dad. A ella le hubiese gustado pertenecer al primer 74 grupo, pero ese espacio ya habia sido ocupado por la nifia y donde estaba la nifia, estaba su ausencia. Asi, mientras a ella le gustaba azotar a sus escla- vos, a la nifa le gustaba curarlos; mientras ella se refugiaba en la soledad de la noche, la nifia disfru- taba la compaiiia del sol. La nifia le quité cualquier posibilidad de ser feliz. Ahora, le tocaba perder. Llevaba semanas urdiendo su plan para que todo resultara como lo habia pensado. Esta vez, no dejaria espacios para errores y, por lo mismo, la negra no podia enterarse del método que usa- ria. Ya conocia perfectamente sus intenciones, pero jamas permitiria que averiguara como Ilevaria a cabo el asesinato de la nifa. Si la negra la descu- bria, estaba segura de que impediria la muerte de la vida. Y la vida necesitaba morir. Hacia tiempo que habia conseguido cultivar una planta nativa de Europa, pero con posibilidad de crecimiento en Chile. Algunos la Ilamaban be- lladona; otros, cereza del diablo. Le gustaba, sobre todo, por la ambigiiedad del nombre. A la nifia co- rrespondia la belleza; a ella le pertenecia el veneno negro que utiliza la oscuridad. La nifia moriria de la mano del diablo, pero, al mismo tiempo, con la hermosura que siempre la habia caracterizado. Miré su rostro en el espejo cuando pensé en esa conclusién. Ya habia dejado de contar las lineas 75 que lo cruzaban, ahora se enfocaba en los cabellos blancos que nacian cada vez mas cercanos el uno del otro. Quizds, cuando la nifia muriera, dejaria de mirar su reflejo en el espejo. Quedaria tranquila ante la imposibilidad de que la vida siguiera co- rriendo tras de ella, queriendo alcanzar algo que no tiene alcance. Decidié que haria la mezcla la tiltima noche de otofio. Afios atras escuché a la negra decir que el otono simbolizaba limpieza y transformaci6n: asi como caian las hojas de los arboles, el ser humano también aprendfa a dejar atras aquello que no le sirve para recibir la primavera de forma ligera y renovada. Era precisamente eso lo que ella queria lograr. Ya no mas cargas, culpas, arrepentimien- tos. No mas dudas, segundas oportunidades. Ha- bia Ilegado el momento de actuar, de hacer lo que siempre quiso, pero que nunca le resulté. Esta vez, nadie ayudaria a la nifia. Esta vez, su hijastra cae- ria en un suefio eterno. Era una noche sin luna y, afuera, las fauces del lobo aguardaban por ella. Esperé que la casa com- pleta durmiera para prender la vela que iluminaria su camino por el jardin. Dejé caer la cera derretida dentro del candelabro y luego apret6 con firme- za la base de la vela sobre él. Cuando estuvo lo 76 suficientemente estable, giré despacio la manilla, aunque no pudo evitar que la puerta crujiera. Sa- bia que la nifia no despertaria; su Preocupacién era la negra: no queria que la viera ni mucho menos que se enterara del plan que durante tanto tiempo fraguo. Sin embargo, ningtin otro sonido le res- pondio. Al parecer, nadie despert6. Con la mano derecha alz6 el candelabro a la altura de su pecho mientras con la izquierda hacia un escudo para que la llama no se apagara. Camino hasta la puerta de salida mas cercana, la abrié suavemente y salid. El frio de la noche la recibié. El viento corrfa, pero no lo suficiente como para que el fuego cedie- ra, aunque si para colarse entre los pliegues de su vestido, largo y vaporoso. Apreté los dientes y fue hacia el fondo del jardin, donde habia plantado la cereza del diablo. Estaba en el rincén mas himedo y lagubre que encontré, lugares que la nifia ni la negra jamds visitaban. No fue necesario contar con mucha luz para ver la planta que casi alcanzaba el metro de altura. Se arrodillé cerca de ella y obser- vo sus bayas negras, que emanaban el olor de la muerte. Dejé el candelabro a un lado y del escote de su vestido sacé un pafwuelo blanco con el cual comenz6 a coger las bayas, una a una. Con diez tendria mds que suficiente; seria imposible que la nina resistiera esa dosis. Creyé ver una sombra 77 pasar detrds suyo, pero cuando se volteé solo le contest6 el murmullo del viento. Cuando hubo ter- minado de obtener los frutos, tomé el candelabro y emprendi6 rumbo de vuelta a la casa. Sin que nadie aparentemente lo advirtiera, entré de nuevo a su dormitorio y cerré la puerta con doble Ilave. Dejé las bayas y el candelabro encima del to- cador y, luego, del primer cajén extrajo un peine de carey con forma de flor y siete dientes largos. Era el peine preferido de la muerta. La madre de la nifia lo usé hasta pocos dias antes de morir y cuando finalmente dejé a su marido, este lo guar- do para él. Era uno de los tantos trofeos que tenia de la muerta, recuerdos que le hicieron imposible olvidar la presencia de la mujer y la hermosura de la nifia. Probablemente, si el padre estuviera con vida, le habria legado el peine a su hija, pero ella no queria darle esa felicidad ni tampoco estaba dispuesta a ver la copia de la muerta caminando por los pasillos de la casa con su peine y belleza. El peine pasé afios guardado y empolvado en el primer cajén de su tocador, pero habia llegado el momento de liberarlo. Con su libertad, ella por fin quedaria libre a su vez de la nina. Extendié el pafiuelo donde estaban apiladas las bayas de belladona sobre el tocador y, con los dientes del peine, las aplasté una a una. El borde 78 i ea de carey las rompié facilmente hasta empaparse por completo con su liquido oscuro. Cuando ya no quedaban bayas por aplastar, envolvié el peine con el mismo panuelo y lo guardo dentro del pri- mer cajon. Ahi lo dejo reposar toda la noche para que sus dientes se impregnaran del veneno. A la manana siguiente, sacé el peine una vez mas, aun- que en esta ocasi6n no tenia intencién de volver a quedarse con él. Se puso sus guantes blancos de encaje y tomé el recuerdo de la muerta. Cruzé la casona hasta llegar al dormitorio de la nifia. Llamé a la puerta y su voz, dulce y tierna, le contest6 del otro lado para que entrara. Tomé aire para llenar sus pulmones y con la exhalacién, giré la manilla. La nifia arreglaba una de las flores que decoraban su pieza; cuando la vio, le sonrié apenas. Ya no era tan ingenua como cuando tenia siete afios y en su mirada se advertia cierta desconfianza. Tengo algo que te pertenece, le dijo sin alifiar su voz de tonos melosos que pudieran hacerle sospechar. Un objeto que, en realidad, pertenecid a tu madre. Solo cuando dijo esa tiltima palabra, la nifia dejé el florero y se dio media vuelta para mirarla. Piel blanca, pelo negro, labios rojos que la persiguen, la miran y la increpan. Ya no mas, pens6, ya no mas. Abrié la palma de su mano pro- tegida por el guante de encaje y le mostré el peine 79) de carey. Tu padre lo guardé y me pidid que te lo entregara cuando tuvieras edad suficiente; ese dia ya llegé, le dijo con el brazo extendido para que la nifta lo recibiera. Y lo hizo. Lo tomé entre sus dedos temblorosos y los ojos aguados; lo miré con detenimiento como si estuviera frente a la muerta y no frente a un peine viejo y lleno de veneno. En- tonces, lo llevé a su boca, cerré los ojos y lo beso. Lloré cerca del peine como si fuera la mejilla de la muerta. Gracias, le dijo y a la mujer le hubie- se gustado responder, por primera vez, gracias a ti. Gracias por hacer esto tan facil, por no poner resistencia. Gracias porque esta noche ya estaras muerta. Sin culpas ni remordimientos, finalmente, le estaria haciendo un favor: volveria a encontrarse con sus padres, los muertos vivientes que siempre le pertenecieron. No hizo falta que llegara la noche para que la nifia cayera a la cama. Un par de horas mas tarde, la cereza del diablo ya circulaba por cada rincon de su cuerpo. Sus efectos hipnéticos la hicieron caer en un estado de sopor que ni siquiera la negra era capaz de entender. Las alucinaciones llegaron junto con las incoherencias. Dijo que su padre es- taba vivo y que solo sentia decepcién por la mujer que dejé entrar a su casa. jLa negra tenia razén! jLa negra tenia raz6n!, gritaba euforica mientras 80 su criada le ponia paiios mojados sobre la frente. La mujer observaba la escena desde el marco de la puerta para ver a su hijastra morir. Sabia que los efectos de la belladona apenas comenzaban. Luego se le secarian boca, nariz y ojos; le vendria una risa incontrolable, le seguirian los vémitos, la migrana, la sudoracion y, finalmente, la paralisis. Una muerte dramatica, digna de la nifia. No podia sonreir, pero queria hacerlo. Disfrutaba la caida de la nifia porque a medida que descendia a las ti- nieblas, sentia su propio ascenso. Sin embargo, no despertaria sospechas. Se dirigié con paso firme hasta su dormitorio y se senté frente al espejo que anos antes le regalé la negra. Miré su boca, que no era roja como la sangre; su pelo, que no era ne- gro como la madera del ébano; su piel, que no era blanca como la nieve, y se alegr6. Una corriente de felicidad, que no sentia desde que su marido le pidio matrimonio, cruz6 su cuerpo. Siempre que estaba frente a ese espejo, veia la sombra de la nifia tras de ella, pero no esta vez. Alivio, libertad y jus- ticia. Sus deseos de los tltimos diez anos, por fin llegarian a ella. La puerta de su dormitorio se abrié de golpe. Solo habia una persona capaz de desafiarla de esa manera. La negra la sefial6 con su dedo indice. No permitiré que nada le pase a la nifia, le afirm6é 81 amenazante. Y si algo le ocurre, su muerte se fun- dira con la de ella. Los dedos de la mujer, finos y largos, recorrieron el borde del espejo. Lo tallaste tu, ¢cierto?, preguntd. La negra no contest6, pero su silencio respondié la pregunta. Lo tallaste solo un tiempo antes de que yo apareciera; recuerdo que cuando me lo entregaste, estaba nuevo. Lo miré y ya no pude despegar mis ojos de él. Al prin- cipio crei que era solo mio, como si el espejo for- mara parte de mi, pero no. Este espejo somos tu, la nifia y yo. Angeles macabros que en ocasiones ascendemos y otras, caemos. La negra se acercé a ella lentamente, paso a paso, hasta quedar tan cer- ca la una de la otra que podian oler su aliento. El espejo muestra lo que uno quiere ver, le dijo. Us- ted quiere ver la muerte de la nifia en su vida, pero la nifia no morira. La nifia nunca morira. Salié de la habitacién tan rapido como habia entrado, de- jando a la mujer con la sola compaiiia del espejo: era tiempo de sanar a la nifia. Fue hasta su dormitorio y, una vez ahi, eché a la criada que cuidaba de ella. Nadie manejaba como ella el arte de la curaci6n con plantas medicinales y necesitaba soledad para trabajar. La nifia estaba mas palida que de costumbre y sus pupilas dila- tadas corroboraban la presencia del veneno en su cuerpo. No necesitaba preguntarle a la mujer qué 82 le habia dado: reconocia la cereza del diablo con facilidad. Se senté sobre la cama al lado de la nifia y pas6 otro pao htimedo alrededor de su cara, banada en sudor. El cuerpo de la nifia estaba ahi, pero su espiritu se distanciaba cada vez mas de la tierra. Es habil su madrastra, le dijo mientras remojaba de nuevo el pano en el recipiente con agua. Supo que yo no estaria dispuesta a ayudarla y planté la semilla mas fatal que encontré. Luego estrujé el pafio y dio toques suaves sobre el rostro de la nina. Pero usted es fuerte, nifia. Y yo mas, anadié la negra. La negra se levanto y de los bolsillos de su fal- da sacé el unico antidoto posible para el vene- no de la belladona: haba del Calabar. Ayud6 a la nifia a incorporarse, metié sus dedos dentro de la garganta hasta que comenz6 a vomitar. Nece- sitaba que tuviera el est6mago vacio para darle el antidoto y que, de esta manera, surtiera efecto. Cuando ya no quedaba nada dentro de ella, le administré la medicina y la volvié a recostar. La negra advirtid que sus labios ya no eran rojos, que su pelo tenia el color de la muerte y su piel se fundia con el blanco de las sabanas. La nifia era nieve negra sobre la cama. Antes de que fueras concebida, ya esperaba por ti. Desde que naci, esperaba por ti. Porque la 83 oscuridad necesita de la luz, asi como la muerte necesita de la vida. Vuelve a mi, nieve negra. Vuelve a mi. 84 Cuatro Anoche tuve el suefio mas hicido de mi vida. Tam- bién, el mas raro. La mujer de piel oscura me inspi- ra una confianza que jamas he sentido por nadie, a excepcion del quiltro. El suefo (0 pesadilla, o recuerdo, ya no sé qué diablos fue) hizo que me desvelara, asi que pasé practicamente toda la no- che despierta. El sofa cama tampoco fue de ayuda porque el colchén es duro y angosto, y yo me mue- vo como torbellino mientras duermo. En resumen, estaba condenada a pasar una noche fatal. Cuando son las siete y empiezo a sentir ruidos en la cocina, bajo las escaleras para tomar desayu- no. Ahi estén mis papas que, al parecer, ya se re- conciliaron porque mi pap le prepara un pan con mermelada a mi mama. Cuando me ve, pregunta si quiero uno y le respondo que si. Ademas del pan con palta, la mermelada es mi preferida para despertar con Animo. Sin embargo, no sé por qué intuyo que ni siquiera eso me ayudara a tener un buen dia. Ultimamente he sentido que algo viene por mi 0 que yo estoy a punto de alcanzar algo. 85 De cualquier modo, no sé qué es y me carga la incer- tidumbre. Por lo mismo, estoy decidida a resolver el misterio del espejo (y del manzano), pero antes comenzaré por mi suefio de ayer. Las imagenes corrieron muy rapido y varias de ellas ya se mez- claron o se me olvidaron, menos una: la planta de flores acampanadas y con pequefios frutos negros. Necesito saber qué planta es y qué significado pue- de tener para mi, porque algun motivo debe haber. Mi papa deja el pan al centro de la mesa y mi mama hace un gesto para que yo me sirva prime- ro. Ella tiende a hacer eso conmigo; no sé si piensa que la comida estara envenenada y prefiere que la pruebe yo antes o simplemente es de buena onda. Puede sonar paranoico, pero no confio en la buena onda de mi mama porque ella nunca lo ha sido. Cuando era joven, por ejemplo, era de esas com- pafieras de colegio que acusaban a los demas ante la inspectora, no prestaba los apuntes y competia por las notas. Lo sé porque mi papa, que estaba en su mismo curso, me lo ha contado. El, en cambio, era el tipico nerd que armaba grupos de estudios con los més porros para ayudarlos a pasar de afio. Los dos se conocieron en uno de esos grupos, de hecho. Mi papa dice que ayud6 a mi mama a pasar Fisica porque no entendia nada, pero mi mama, hasta el dia de hoy, no lo reconoce. Dice que solo 86 queria conocerlo y que, por eso, inventé la excusa de ser mala en un ramo cuando en realidad era la mejor alumna de su generacién. Yo le creo a mi papa porque él no sabe inventar nada y, por otro lado, ya he pillado en varias ocasiones a mi mama diciendo mentiras blancas para justificar sus deu- das en la tarjeta de crédito. Obviamente, mi papa no le cree, pero esté mas dispuesto a seguir pagan- do las cuotas interminables que agregar otra pelea a su lista de discusiones. Saco un pan y me lo como en menos de un mi- nuto. Mi mama pone los ojos en blanco, no le gus- ta que coma con ansiedad. Hoy dia necesito ayuda para colgar los ultimos cuadros, dice mi mama al aire. Odio cuando la gente pide las cosas asi, me gustan las personas directas. No escucho mi nom- bre, asi que no me doy por aludida y sigo comien- do. Como sabe que hoy mi papa debe volver a la pega y que, por lo tanto, él no podra ayudarla, esta vez me habla directamente. Ti, qué pretendes ha- cer hoy? Le respondo una mentira blanca, como ella me ensefié. Necesito averiguar el misterio de los ultimos dias, y perder el tiempo colgando cua- dros no es una posibilidad. Mi mama dice algo asi como que no importa porque esté acostumbrada a hacer todo sola; luego levanta su loza sucia y la deja dentro del lavaplatos con un gesto dramiatico. 87 Entonces, se va de la cocina. Quiero decirle a mi papa que no sé cémo la soporta, pero sé que me contestard que son las hormonas y que esta em- barazada. Mi papa tiene una forma muy practica para mentirse a si mismo. Termino de tomar desayuno, lavo los platos y voy directo a la ducha. No quiero dejar espacio para que mi mama empiece a joder y deba que- darme con ella colgando cuadros, asi que lo mejor es salir de la casa con mi papa y que él me deje en algtin cibercafé. Todavia no tenemos Internet y necesito averiguar con qué planta sofé, es decir, necesito Google. Estoy lista en menos de quince minutos, bajo las escaleras corriendo y veo que mi papé esta a punto de irse. No le doy tiempo a mi mamé para que pregunte donde voy 0 a qué hora vuelvo porque parto corriendo al auto y me meto en el asiento del copiloto. Veo que mis papas con- versan hasta que se despiden con un beso en la boca; el beso me parece insipido, como el que me di hace un tiempo atras con el flaco para probar qué onda, qué se siente. Mi papa sube al auto, deja el bolso en el asiento de atras y me pregunta don- de quiero que me deje. Lo primero que se me viene a la cabeza es una biblioteca nueva que pusieron en Plaza Nujioa. Arranca el motor y diez minutos después estoy dentro de la biblioteca. 88 Empiezo a buscar en Google, pero pronto me doy cuenta de que no sé cémo hacerlo para aco- tar. “Planta con hojas acampanadas”, resultados: 93.400; “Planta con bayas negras”, resultados: 155.000. Podria estar todo el dia y la noche y, aun asi, no daria con la planta que sofé. Entonces, me acuerdo de la maratén de American Horror Story que me pegué con el flaco: si hay algo en comun entre la serie y mi suefio es que ambos son sér- didos, oscuros y extrafios. Casi diab6licos. Busco: “Planta venenosa de hojas acampanadas y bayas negras”, resultados: 3.380, aunque solo uno Ilama mi atenci6n: Atropa belladonna. La descubri. Las paginas en Internet dicen que esta planta siempre estuvo relacionada con las leyendas y, so- bre todo, con la brujerfa. Su principio activo es la atropina, que produce justamente aquello que senti en mi sueno: boca, nariz y ojos secos, aunque tam- bién tiene otros efectos, como el aumento del ritmo cardiaco 0 la distorsién en la visién, haciendo que los objetos cercanos se vean borrosos. A medida que leo sobre la planta, se me vienen mas sensaciones e imagenes a la mente. Veo la mano oscura de la negra pasar sobre mi frente hasta llegar a los parpa- dos y cerrarlos. No me da miedo, al contrario, hay algo que me hace sentir c6moda con ella como si la conociera desde nina y no tuviera por qué temerle. 89

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