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FRANCISCO ELIAS DE TEJADA Y LA TRADICION ESPANOLA Por ESTANISLAO CANTERO SUMARIO: T. La herencia de Menénder Pelayo, II. El esquema teri. TJ. La tredicién politica espaiola: concepto y realided. 1—~Teorfa de la tradicién. 2—La formacién de la tradicién politica de las Espafns. 3.—Sentido providencialista de la historia, 4—Elementos constitutivos de la tradicién police espadola. 5—El contenido concreto de Ja tradicién: 4 penmenieno pote. TV, Balance iterpreatve: el inlecwal y el pole. V. Con- lusién. I. LA HERENCIA DE MENENDEZ PELAYO Pretender decit algo novedoso sobre la precocidad, profundidad y extensi6n de los saberes de Elias de Tejada, pot todos sabido, admitido y atin reconocido lo que no deja de ser algo extraordinario en nuestra pattia donde en esta época de decadencia, a la par parece set costumbre, tanto lanzar un manto de silencio sobre las posturas inconformistas de quienes se enfrentan a la modernidad, como callar los métitos ajenos, como si su reconocimiento supusiera un menoscabo pro- pio, fruto de esa pasidn destructiva que es Ia envidia (1}— ademés de vano in- tento, serfa, en mi caso, osadia en Ja que procuraré no incurtit, pues ha sido establecido de modo definitive por Miguel Ayaso en la reciente monografia dedi- cada al maestro (2). Incluso respecto al tema que me ha sido asignado en homenaje al insigne catedratico —la tradicién espafiola— no sé si se pode decir algo no explicado ya por el profesor Ayuso. Sin embargo, hay una cuestién que creo importante para Ia comprensién de Ja materia que me ha sido esignada en la obra del poligrafo madrilefio de nacimiento, fexttemefio por su patria chica, pero al mismo tiempo napolitano, sardo y contés, catalén y aragonés, vasco y portugués, andaluz y gallego... y castellano, sobre todo castellano, pues todo esto fue y se sintié este espaol excepcional, Elfes de Tejada no estudia Ia tradicién espafiola como pudiera estudiar la escandinava 0 la inglesa; lo hace desde dentro y no desde fuera de esa misma (1) Gir. Gonzalo Femnéncex de la More: Le envidia igualieria, Planete, Barcelona, 1984, iginas 155157. (2) Miguel Ayoso Torres: Le filosof juridica 9 politice de Frenctco Eltss de Tejada, Fondciéa Francisco Blfas de Tejada y Erasmo Pércopo, Madrid, 1994, 123, tradicién, puesto que habla recibido una educacién que Je insertabs en esa misma tradicién en la que indagaba. Por eso la referencia a la herencia de Menéndez Pelayo esté plenamente justificada al referimnos a Elfas de Tejada, Cuando Elias ‘comienza a escribir, aunque no exprese en concreto detalladamente cudl sea Ja tradicién de las Espatias —el pensamiento politico y las instivuciones generadas cn le historia de Espafia—, si participa de les ideas cruciales y fundamentales ex- puestas por Menéndez Pelayo, ‘Aun cuando entze los de su generacién y la del 98 Ja influencia de Menéndez Pelayo fuera escasa y hasta se hiciera bandera de lo contratio de lo que su obra significaba —quiad por los afanes europetstas del libetalismo cspafiol y por aquello que Ortega dijera de «no podemos seguir Ja tradicién» (3), y también por Ja (pég. 80; cfr. 107), 1o que indica que ya la tenle cocrite. (49) Ea La consa diferenciadora.., Las Bspafas y Le Monargule tradicional; en opinién do Miguel Ayuso es fundamental su preliminar, Le fiosofia., pig. 226. 131 Para Elias de Tejada esa causa diferenciadora de las comunidades polfticas no Ia constituye ningin factor fisico, ni la raza, ni la lengua, ai la cultura, ni el expltitu, ni los motivos psicolégicos, ni la historia estricta, ni le adhesign espiti- tual a una faena universal (50). Y ello porque (71). Como la historia es un magnifico dislogo entre Ia omnipo- toncia divina, forjadora de un orden objetivo, y el hombre, forzado a decidir libremente su posicién dentro y respecto a ese orden objetivo» (72), no cabe acudir a la ontologia en general, sino a le teologla y a la antropologfa, la ciencia de Dios y la ciencia del hombre, que son los dos sujetos que elaboran la historia (73). Centrados en el hombre, se han de deducir «los juicios sobre la historia con visiones sacadas de Ia antropologla» (74), en la que, frente al optimismo y al pesi- mismo antropolégico, se parte de la realidad del hombre falleciente, en la que «el hombre no es naturalmente bueno ni malo; conoce el bien, més no siempre le alcanza» (75). Pot eso, postula legar . En el derecho, frente al optimismo antropolégico que da en el (78). Continia Elfas de Tejada realizando una tipologia para explicar Ja realidad histética, rechezando por insuficientes Jos tipos reales, tanto evolutivos —bien sean empiticos o racionales— como existenciales, porque todos ellos, si bien de forma diferente, no tienen en cuenta més que Ia misma historia, ya sea vista de forma evolutiva —bien prescindiendo o no de ung supuesta razdn universal— ya sea sin tener en cuenta el proceso histérico (79). Seguidamente indica que los tipos ideales «son Tos que no proceden de la realided, al menos de una manera ditecta» yy techaza también los tipos ideales ut6picos, por fantdsticos (80) ¢ indica que son solamente los tipos ideales filoséficos los que «deben ser la meta de muestra in- vvestigecién, consistiendo en la interpretacién critica de 1a realidad hist6rica a tenor de unos criterios metafisicos» (81). Y afirme que «desde el éngulo visual de este libro, tales tipos se concreten en las tradiciones de cada grupo huma- no» (82). ‘Aunque Ayuso ha destacado el ligamen que para Elias existe entre metafisica historia (83), creo que en este punto el Tenguaje de Ellas de Tejada no es demasiado claro. Si de lo que se trata es de poder enjuiciar Ja historia por la filosofia, mls concretamente por la metafisica, bastaba con aplicar esos ctiterios (77) Lax Espates, pig. 37. Bete contenido o foncién del derecho, se enticoda de uno 1 of modo, corresponde mejor « le politica, y en cierto modo respondesia a un normativismo cn ln primers época de Elias de Tejada, que ctco ex como cabe comprenderlo en Ja interpretaiva suscitada por Pay y respondida por Ayuso (eft. La fidosofic... pigs. 174176) (78) Las Espetas, pi. 41. (79) Las Bspatas, ples. 43-45. (80) Lax Bspatas, pig. 45. (81) Las Bspates, pig 46, (82) Lar Espa, pig. 46. (83) _M. Ayuso Torres: Le filosofis.... pigs. 131-135. 136 a la realidad que el conocimiento de la historia nos va descubsiendo, sin necesidad de acudir a la denominacién de tipos ideales que no hace sino complicar las cosas —aédase a ello que el idealismo hegeliano esté enmarcado en los tipos reales ‘existenciales racionales—, toda vez que patcce que en el andlisis concreto de Ja realidad hist6rica resultan inexistentes. Porque no se puede olvidar que de lo que se trata es de encontrar los rasgos verdaderos, auténticos, reales, existentes de las comunidades polfticas. Por otra parte, si lo que se quiere decir es que hay tun marco te6rico de perfeccién en el plano filoséfico, que es el eriterio con el que debe juzgarse por su mayor aproximacién a él las diversas concreciones histéricas ne son las comunidades politicas, no era tampoco necesatio recurrit a esa termi- nologia. Porque Elfas Jo que estudia son realidades concretas que existen o han existido en la historia y no pretende teotizar sobre las finalidades, caracteriticas, clementos 0 demés aspectos de las comunidades polfticas en abstracto, salvo para indicar que su elemento diferenciador es Ja tradicién. Pero esto, al menos en teorfa, est sacado también del estudio concreto de las comunidades politicas. ‘Ademés, Elias, cunque él diga otra cosa en Las Espafias, no aplica esa tipologia —al menos de forma exprese—, ni ninguna otra, al caso espafiol, a las diversas tradiciones hispanas de Jas que se va a ocupar en esa obra (tampoco lo Unicamenie cabrfa entenderlo de forma indi- i6n como una aspiracién, un deseo, ¢ un ideal al que se tiende pero no se lega a alcanzar en su plenitud, que si estaria en consonancia con las realizaciones de que es capaz el hombre falleciente —base de su antropologfa, como hemos visto y Ayuso ha destacado en el estudio organic de toda su obra (84)—, no enceja, sin embargo, con el concepto de tradicién de Elles de Tejada, que consiste en algo concreto y real. Sf se ve, en cambio en su obra, que responde a los ctitetios valoratives ante- riormente indicados, tanto en lo que ésta efectivamente coincide sustancialmente con ellos como en Ja interpretscién tejadiana de Ia tradicién espafiola, negando tal carécter a lo que, a partir del siglo xvmrt, se opone a aquella tradicién. En efecto, todos esos ctiterios son inherentes a la concepcién catélica de la vida, @ su cosmo- visién, que es el componente mas esencial de In tradicién espafiola; y todos ellos han sido los eriterios sustentados —anas veces con mejor y mayor fortuna que otras—, tanto por los pensadores politicos espaioles como por sus ditigentes, cuajando en ‘un desarrollo institucional, politico y social, que constituye el pensamiento y las sealizaciones de Ja tradicién politica espafiola, Asf, en el proceso en que la tradicién se ha ido formendo, 1a cota més elevada alcanzada por la tradicién espafiola se encuentra en el siglo xvr con el segundo de los Felipes, cuando los caracteres de esa tradicién son més vigorosos y aleanza su mayor expresin Ia monarquia federativa de las Espaiias con Ja unién por tuguesa, (84) _M. Ayuso Tocres: Le filosofie.., pigs. 135-145, 137 Ademés, en diverses ocasiones, indicS que el critetio valorativo moral resulta cesencal, tanto en un aspecto tedtico como prictico, para determinar lo que puede ‘acogerse para acrecentat el caudal de Ja tradicién y aquello que debe expurgarse de Io acontecido en el pasado, Es decir, constituye un criterio imprescindible para cada generacién comportarse de ese modo en su propio quehacer hist6rico; y lo constituye también para el historiador al indagar en el pasado y sacar a la luz més clara y sisteméticamente la propia tradicién. Como hemos de ver, esto no ofrece problema alguno pata el caso espafiol, puesto que su acontecer histérico, sus realizaciones, se forjaton con ese ctitetio. No seria vélido, en cambio, para €l estudio de otras tradiciones en las que exe critetio hubiera sido inexistente ‘© inoperante. Le primera de esas ocasiones es en La causa diferenciadora de las comunidades politicas. Muestra aqui dos critetios para poder determinar lo que es 0 no tradicién, El ptimeto, perfectamente explicito, consiste «en Jo vital que en el pasado hay», en ala entrega de lo que tuvo fucrzas vitales suficientes para influir ‘en nuestro actual acontecer» (85); lo que la historia cha dejado como sedimento en todos los campos de Ia vida» (86) Si ese fuese el tinico ctiterio para separar lo que forme parte de la tradicién, de aquello que no lo es, se podria achacar a esta concepcin aquella injusta impu- tacién de Julien Benda a Charles Maurras (87), de reducitse a ser el «nacionalismo integral» una arcligién del éxitor, en cuanto que ela voluntad que se realize, solo por eso comporta un valor moral, mientras que la que fracasa, sclo por €30, ‘es despreciable» (88). Al igual que para Maurtes se trataba de que tenfa que ser el bien conseguido lo que justifica 1a accién politica y juzga los hechos y Jas realizaciones hist6ricas conforme al criterio del bien comin (89), para Ellas de ‘Tejada también existe un eriterio moral, més explicit que en el provenzal, si bien en esta obra no esté expresado con tanta claridad como lo haré postetior- ‘mente. Este segundo ctiterio viene dado pot «el punto de vista catélico» (80), conforme al cual el progreso en que la tradicién consiste se entiende «come aportacién al (85) La cance diferenciadora.... ig. 13. (86) La eauce diferencadors.., ple. 13. (119), Jo que resulta contradictordio con la afirmacién fundamen- tal de que Ja tradicién es la que hace « las naciones y por ello es la causa de Ja diferencia de las comunidades polfticas. Para solventar esta dificultad es preciso acudir a In plutulidad de sentidos con que emplea In palabra tradicién. En efecto, si entendemos por tradicién ex- clusivamente 1a tradicién politica con todos Jos elementos constitutives de Ja nacidn, entonces no cabe tal si previamente no existe una naciéa, Es decir, que en este sentido tradicién politica setia inseparable de nacién y ambas nacen con- juntamente. Pero pata que la tredicién pudiera set Ia que haga la nacién habria que entender por tradicién un concepto diferente. Serfa éste un concepto de tra- dicién espititual, del que se exclayen las instituciones —al menos Jas que dan carécter de nacién en su totalidad— y se queda limitado a las creencias, a la concepcién vital. Ast parece hacerlo en esta obta, donde se dice que la tradicién es ala trama espititual> (120), «una decantacién espiritual» (121) y se sfiade que cla pertenencia de un individuo concreto a un grupo humeno consiste en un fené- (113) Las Espafiar, pigs. 259-285. (114) Las Espatias, pdgs. 274275 (119) Cir. Historia de ta literatura politics en tas Espatas, ed, cit, tomo I, pig. 34 (116) Las Espaties, pig. 47. (17) Las spats, ple. 47. (118) Las Expafizs, plgs. 48 y 49-50. (119) Las Espafies, ps. 50. (120) Las Espafias, ply. 30. (121), Las Espatier, pig. 32 142 ‘meno cultural, afectivo y del espiritu», sin que sean suficientes los rasgos de la naturaleza ffsica (122). Esta doble acepcién del concepto de tradicién permitiré comprender Ia expli- cacién de eémo se formé la tradicién poltica espafiola. 2. La formacién de Ja tradicién politica de les Espafias Para Elias de Tejada la tradicién politica espafiola se forja durante la Eded ‘Media y alcanza su punto culminante con el segundo de los Austrias, Esto cons- tituye, también, una constante de su pensamiento, Se trata de una tradicién pole tica que alberga en su seno otras tradiciones —también polticas— patticulares, En Las Espaiias indica que las tradiciones hispénicas concretas que estudia son «afluentes histéricos de la tradicién comiin de las Espatias», que considera como producto de una decantacién espititual dimanada de diverses causas, mas cuyo alumbramiento tiene lugar en los dias del alto medievo, diferenciacién leata, pero segura, dentro del gran todo herencia de Roma que se venfa denominando Ia Cristiandad> (123). B insiste en que «los pueblos hispénicos se formaron peulatina- mente sobre el solar herencia de Roma» (124). En cuanto a la tradicién espafola, insiste en algo que ya se expresa concep- tualmente de modo definitive y es fundamental y permanente a Jo largo de toda su obra: el federalismo histético, En relacién a le twadicién espatiola ese federalismo es fundamental y petma- nente a lo largo de toda su obra. Se refiere a él en 1939, lo veremos expresamente referido postetiormente a los fueros, a Ja tradicién y a la monarquia, Mientras que Ia concepciéa moderna concibe a la totalided como unidad, la concepeién clésica Ja considera como pluralidad (125), aspecto nuclear del pense- miento tradicional més desarrollado y que vemos, pot ejemplo, en otto pensador tradicional como Vallet de Goytisolo (126). Eliss también lo considera ast y por ello indica: «No existe en la politica error més grave y més a menudo repe- tido que confundir el concepto revolucionatio de uniformidad con Ia razén filo- séfica de Io uno; y, en consecuencia, considerar que daian a la unidad todes las ianifestaciones de Io vatio» (127). (022) Las Espatas, ply. 51. (123) Las Espatas, pig, 32. (128) Las Espatas, pg. 33. (125) Cir. Enrique Zulets ‘Puceiro: El principio de subsidiariedad en relacién con el principio de totaidads, en AA. VV, El principio de subridirieded, Speito, Madrid, 1982, égina 117. (126) Cir. E, Cantero Notes: «Ls filocotia jaridioa y politica de Juan Vallet de Goytisolon, en Homencie « Juan Berchmans Vallet de Goptiolo, Consejo Geneial del Notarindo, Madsid, 1988, volumen IT, pigs. 253.278, en especial péss.' 261-269; M. Ayuso ‘Torres: «Pluralismo Z,tnidad ante Ja filosfie juridica y politica (Un apunte sobre le obra de Joan Vallet de Goytisolo}», en Homensie a..., volumen V, Madsid, 1990, ples. 7-29, (127) Ideas politcas de Angel Gantoet, Grifiea Universal, Madsid, 1959, pég. 138. 143 se federalismo «es el federalismo de nuestra tradicional monarquia orgénica, hijo de Ia historia y de las necesidades nacionales, espafiolisimo y foral, magnifico y patriora; es Ia organizacién clésica de los fueros» (128). ‘ (163); por tiltimo, «la ruptura definitiva del cuerpo mistico cristiano en lo tratados de Westfalia» (164), que en el interior de los Estados produciré 0 que slo habia leido a Santo Toms y « Suicez» (pig. 313). (206) F. Ells de Tejada: Tratado de Filosofia del Derecho, tomo I, Universidad de Sevilla, Sevilla, 1974, pégs. 234246. (207). Jaime Balmes: Filosofia elemental, en Obras completas, BAC, 2 ed, Mackid, 1963, tomo 3, pég. 437 (208)" T. Balms: Filosofia elemental, ed. ct, sono 3, pl. 432. (208) JT, Balmes: Obras completas, ed. ct, Madeid, 1950, tomo 8, pigs. 276277. (210). Elles de Tejada: Trotado de Filosofia del Derecho, tomo II, Universidad de Se- villa, Sevilla, 1977, pégs. 460-469. (2it) J, Balmes: BP protestentismo comparado con el catoliiseo, Obras completas, BAC, Madrid, 1549, tomo 4, pég. 759. (212) En cita de’ Juan de Palafox: Et protestantismio... ed. cit, pig. 687, (213) Tratado de Flosojia del Derecho, tomo Tl, ed. cit. péas. 470486. (214) En dita de Juan de Maravez-y en cita de Concina, J. Balmes: El protestantiomo... ed. city plas. 628 y 523. 155 Luis de Molina (215), Diego de Covatrubias (216), a Luis Vives, al que ademas de citar varias veces, transcribe un pérrafo (217) y al Cardenal Cayetano (Tomés de Vio), del que ademés de citarle, se ocupa de su doctrina, transcribiendo tres pirrafos (218). ‘Ademés, Balmes se ocupé de otros autores con textos que supongo caros para Elias de Tejada, como el franciscano fray Juan de Santa Matfa, del que transcribe varias péginas de su Tratado de republica y policta cristiana para reyes y principes, 1 para los que en of gobierno tienen sus veces, impreso en Madrid en 1615 (219); el agustino Juan de Mérquez, del que cits diversos parrafos de su Gobierno cris- tiano (220); Diego de Seavedra Fajardo, del que transcribe un pérrafo de su Idea de un principe politico cristiano representada en cien empresas (21), 0 el obispo Juan de Palafox, repetidamente citado y del que transcribe diversos pé- rrafos de su Historia real sagreda y de su Memorial al rey por la inmunided ecle- siéstica (222). Pero también debié conocer a Jerénimo Osorio, al que se refiere nombrando su obra De rebus Emmanuelis Regis (223), al que Elias de Tejada dedicé una de sus monografias (224); a Pete Belluga y su obra Speculum principum (225), coin- cidiendo su interpretacién con le que efectué Ellas de Tejada (226), Tampoco Je era desconocido el eronista de Atagén Jerénimo Blancas (227) y algtin otto, que con toda seguridad, se me habré pasado. ‘De Vico también se ocupé; ademas de citatle en otras ocasiones, en dos capt: tulos de Ia Filosofia fundamental, al tratar de la certeza (228), si bien con distinta valoracién que Ia de Elias de Tejada (29). (215) En cite de Juan de Ménauee, J. Balmes: EI protestant... ed. cit, pla. 690. (216) En cita de Concina, J. Balmes: El protestatismo.... ed. cit, pfg. 523. ¥en le pAgina 522, indica que Suites, al tratar del origen del poder, le cia (217) |. Belmes: El protestantismo.... ed. ci, ign. 62-3, (G18) J. Balmer: Fiotofie fundemenia, Obras complete, tomo Ul, BAC, 24 ed, Me rid, 1963, pigs. 67-68 y 200. (219) J. Balmes: FY protestantiome..., ed. eit, pigs. 568374 (220) J. Balmes: Ed protestantsmo.n, of. cit, pgs. 688-691. (221) J. Balmes: Et protestantisne.., ed. cit, pls, 562563, (222) J. Belmes: Et protestancisme.. ed. cit, pigs. 586 y 687-688, (223) J. Balmes: Obras completas, cd. cit, tomo 8, pg. 345. (224) F. Tlie de Tejada: Les docttinas poliicas de Gerénimo Osorio», Anuario de Historia de! Derecho Exparel, XVI (1943), pigs. 341-388 (225). J. Balmes: Obrar completes, ed, cit, tomo 8, pég. 345. Le cita como Veliuga; los stores del fice final le confundicron con Luis Antonio Velluga y Moncada (16621743), op. cit, pg, 1004 (226), T. Elias de Tejada: Historie del pensariento politico cataén, tomo IU, La Valencia clésica (1238-1479), Monicjurra, Sevilla, 1965, phys. 264286, en especial pigs, 279-283. (227) J, Balmes: Obras completes, ed. ct., Madrid, 1950, romo 6, ple. 396, (228) J. Balmes: Filotofia fundamental, ed. cit, pgs. 195-167 (229) Tratada de Filorofia del Derecho, tomo Tl, pigs. 501-314, En «Giambatista Vico, Glseofo catslico de Ia historia (Verbo, nim. 153154, 1977, pigs, 395-406), sefula que no Jo cntendis y de aif la malainterpretaién balmesiana, 156 Es, pues, del todo inexacta su afirmacién de que «no ha visto ai por el forro ningén clésico de las Espafias Sureas» o esta otza que constituye la segunda de sus conelusiones: «su incultura es notoria en lo que a la Tradicién de las Espafias se refiere, recortada a Francisco Suétez, y a Juan de Mariana» (230). Y por lo que respecta a Ta tradicién catalana, no podfa secle desconocida, al menos en algunos aspectos de sus instituciones, toda vez que transcribié en EI protestantismo un captiulo de las Memorias de Capinany relativo a los gremios (231). Amén de que no es preciso, no ya citar, pero ni siquicra haber lefdo a Jos Calls, Eiximenis Marquilles, para expresar, en su época, un pensamiento tradicional. Respecto a lo segundo, bueno ser4 abrir un paréntesis para referimos a otro estudio de un discfpulo de Elias, ¢l catedrético de Santiago, Francisco Puy —que ‘expliea mucho mejor el reproche de fondo sobre el pensemiento balmesiano—, quien en un trabejado ensayo publicado en el mismo volumen que el mencionado de Elias de Tejada, concluye que Balmes «no debe ser considerado en términos absolutos un pensador tradicionalista, sino revolucioneriow (232). Analizada con breveded su tesis —el destino de este estudio no permite otra cosa—, vemos que en ella el profesor Puy, conchiido ef estudio, reconoce que ha expresado el ideario politico de Ia tradicién en sus bases filoséfico-teolégicas», peto no eal descender a los concretos problemas de Ia teorfa juridico politica» (233), Y ello porque su pensamiento no ha resistido Ja prueba del método utilizado por el catedrético de Santiago, que estriba «en someter las ideas de Belmes a la prueba sociokigica del método iusnaturalista, que consiste en contemplarles a tra vvés de los «rayos Xv de la teoria de los ’cuerpos sociales bsicos’» (234). Ahora bien, a lo lazgo del estudio queda claro para Pay que no hay duda ‘en su pensamiento que Balmes siempre sostuvo que Espafia es una monarqu{a caté- Tica y misionera (235), que sostuva «la tesis de la prioridad de la sociedad respecto al Estado» (236); sefalé como causas de la destruccién de los cuerpos interme- dios: el absolutismo, el protestantismo, la tevolucién, el liberalismo, el democra- tismo y el socialismo, todo Jo cual eriticS 0 combatié (237); sefialé Jos instru- mentos destructores: la centralizacién —distinguiendo entre a centralizaci6n tra. dicional y la revolucionatia « Ja que crits ampliamente—, la desamortizacién, el parlamento y el ejército (238); mostré los beneficiaries: Jos capitalisas, los. go- (230) F. Elias de Tejada: «Belmes...», op. cit, pi. 343. (231) J, Balmes, ED protestantismo.., ed. cit, pgs. 651.657, (232) Francisco Puy Mufor: «Balmes sobre los cucrpos sociales bisicoss, en I otro Bal- mes, ed. cits pies. 75260, (233) F. Poy Mafor: > pg, 258. (234) F. Poy Maton: +, pia. 79. 239). F. Poy Matiow: >, pa. 223 (236) F. Poy Mute: pig. 87. (237). F. Poy Musox: pig. 172179, (238) F. Puy Mate: 8, pgp. 179-187. 157 bemnantes, Jos madrilefios y 1a dinastia ilegitima (239); y los perjudicados: los pobres, Jas clases econdmicamente medias y el mismo Estado (240); de los cuer- pos sociales bésicos analizados, comprendis perfectamente Ia Universidad (241); Jos defendis en cuanto al derecho a In existencia y a tener propiedades (242). eCuil es, pucs, cl reproche? Que no los considers como entidades politicas y que por consiguiente faltara el estatuto juridico politico de los cuerpos sociales ‘blsicos (243). Del esquema por el que optaton los pueblos hispinicos: Ia monar- qufa, Ia religién catélica, Ja federacién y los fuetos, compartié los dos primeros, pero le faltaron los dos iltimos (244); Belmes «se queda solo con la mitad del sistema tradicional» (245). ‘Tras este andlisis, que sin lugar a dudas Elias debi6 suscribir, la conclusién pica es que en lo mis fundamental, Balmes fue pensador tradicional. Que en aquello en que lo fue no bay por qué rechazarle y no debe seguftsele en Ia parte de su pensamiento que no Jo fue. De Jo contratio habrfa que concluir que Ja tradicién s6lo existié y fue defendida en un brevisimo perfodo de tiempo de Ja historia de Espafia, por las continvas exclusiones que sexfa preciso hacer. De lo contratio, equién se salvaré? Probar demasiado no prucba nada. Asf, decis, por ejemplo que no vio como cuerpo social bésico a la Iglesia o al Ejérci- 10 (246), supondria negar carécter tradicional al libro ¢Qué es ef carlismo?, porque alli, de ningtin modo, se afirma tal cosa. © argumentar especiosamente si se dijera que en 4 solo se mencionan a espaioles de esa tradicién reivindicada de los aios Gureos « Luis de Molina y si se quiete a Felit de la Pefia. O decir que Elias de Tejada se equivocé cuando tlene por integrantes del pensamiento politico tradi- clonal a los fundadores de Nueva Granada, ya que éstos en ningtin caso conside- taron ni reclamaron Cortes propias como expresién de ese pensamiento tradi- onal, limitando las libertades polfticas concretas a la libertad municipal, o que ‘erré al considerar a Fray Pedro de Aguado representante del pensamiento politico asentado en lo tradicional, toda vez que «casi pueden darse por nulos los reflejos cescolfsticos, si exceptuamos una solitaria alusién a Santo Tomés de Aquino» (247). © negarle al profesor Puy su condicién de pensadot tradicional —en tantas obras cen Jas que su pensamiento esté en la misma linea que el pensemiento tradicional cespaifo!— porque actualmente milite o patticipe en la politica del Partido Po- paler, (239) B. Puy Mufioa: «Balmes sobre...», pigs. 18819. (240) F. Puy Mufea:

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