You are on page 1of 15
sucto del sistema social, y debe refiejar ta culture del mismo. Puesio que se ha perfeccionado ane memente desde ol comienzo de la civlizacién, y, sefialadamente en los tiempos modemos, debemos suponer que la familia monégama es capaz de mayores perfeccionamientos hasta el logro de 'e igualdad de los sexos, Pero si en virtud del cons- ne progreso de la civilizacion, Ja familia moné- gama, en el futuro leianc, no pudiera resoonder a las exigencias de la sociedad, la naturaleze de su sucesora no es predecible por el momento | (CULTURA PRIHI TVA Edward B. Tylor * La ciencia de ia cultura, j 1 i En sentido etnogréfico amplio, la cultura, o civ lizacion es esa totalidad compleja que incluye el conocimiento, las creensias, el arte, el derecho, fa moral, las costumbres y cualquier otrr -habitor Leh cr Tech 0 Capacidad adquiridos por el hombre en cuanto” \ Perce Dh eal ooo Lan ~ pertenecientes a la sociedad. Debido @ aue puede M Ser investigada segun principios generales, | si- - fuacion de la cultura en las diferentes sociedades j de la especie humana es un objeto apropiado pa- OA. ay ta el estudio de las leyes del pensamiento y le ac- LABorD! ti6n del hombre. En principio, 1a uniformidad ave » 1 Z canna | Sevan gran medida caracteriza 2 la civiizacion Lol (A Maia oF LER) debe atribuirse, en buena parte, 2 la accion uni- {| ata fos mp + Fei ] H (eee ge causae uniformes: mientras que’sus diss Homecls | | tintos grados:deben consideratse etapas"ve dese _.rrolio © evolucion, por 10 cual cada una es el Toxultado de la historia anterior y contribuye con i su aporte a la conformacion de la historia det fu- i furo, Estos estudios tienen por objeto la investi- | + gacién de estos dos grandes principios en diver i gas secciones de la etnografia, con especial Te 4 jerencia a la civilizacion de las tribus interiores | gn relacion con las naciones superiores. h Los modernos investigadores de las ciencias de y la naturaleza inorganica son jos primeros que Ie rattan, ya sea dentro de sus campos limitados es on de trabajo como fuera de él, la Unidad’ de la na=~ f i \ + Et antropblogo inglés Edward B. Tylor nacié en 1892 y mane en 1917, Introdujo temas nuevos en fe antropologis. atado cree iegn tante rigurosidad como ia que. Tylor le Gedice, Bterjo manuales, como su Antropologia. Introduccién af cecro del hombre y de l@ civilizaciOn (1888), pero su obra fads conocida es La civilizacion primitva, de 1871. g i 3 3 ta : 5 turaleza, la rigidez de sus leyes, el concret * de causa y efecto, moroed a lo cual cada hecho depende del anterior y actéa sobre.el que lo su- cedera. interpretan con toda firmeza la doctrina pitagorica del orden que todo lo peneira en el cos- mos universal. Basados en Arisi6teles afirman que en la naturaleza no caben episodios inconexos, co- | mo en una mala tragedia, Concuerdan con Leib- nitz en lo que él denomina “mi axioma de que la naturaleza jamds actila a saltos" (la nature n’agit jamais par saut) y en su “gran principio, normal | mente poco empleado, de que nada sucede sin una razén suficiente”. Estas ideas fundamentales también son conocidas cuando se estudia la es- tructura y los hAbitos de las plantas y de los a males, e incluso cuando se investigan las funcio- nes inferiores del hombre, Ahora bien, al llegar a | los procesos superiores del sentimiento y la ac- cién dei hombre, del pensamiento y el lenguaje , del conocimiento y el arte, se da una transforma- cién en el toro de la opinién que prevalece. Por | lo general no estamos preparados para aceptar | que el estudio de la vida humana se considere una rama de las ciencias naturales y a llevar a la practica, en un sentido amplio, las razones del poeta de “explicar la moral como las cosas natu- rales". Para algunas mentes refinadas le concep- cién de que la historia de.la especie humana es | una parte y una porcion de la historia de la ne- | twralez resulta algo repulsive y petuanie asi co mo la que nuestros pensamientos, voluntad y ac- | ciones se ajusten a leyes tan concretas como las | que determinan el movimiento de las olas, la: com- binacién de los-Acidos-y tas bases, y el ‘crecimien- to de las plantas y los animales, La causa de esta opinién popular no debernos buscarla demasiado lejos. Algunos investigadores admitirian de buena gana una ciencia de la histo- | ria, sélo en el caso en que se les presentara con } una substancial concrecién de sus principios y . | 126 ; sus comprobaciones, pero rechazan con toda ra- 26n los sistemas que se les presentan por ne al- canzar el debido nivel cientifico. El conocimiento, verdadero, a la larga, supera todo tipo de resis- tencias, por lo que la costumbre de rechazar lo novedoso actda como impedimento 2 la invasion de dogmatismos especulativos con tal eficacia que seria deseable que fuera alin mayor. Pero también de concepciones metafisicas y teoldgicas surgem ‘Dbstaculos que se oponen a la investigacion de las leyes de la naturaleza humana, La nocién po- pular del libre albeldrio humano ‘sefiala por una parte la libertad de actuar segun las motivaciones personales pero también el. poder liberarse de elias y actuar sin causa; esta ligazon podria ejem- plificarse con la imagen de la balanza que, a ve ces, actuase normaimente, pero también poseyera la facultad de moverse por si misma sin pesas © 2 pesar ‘de -ellas. Esta concepcion de la accion irregular de la voluntad,-incompatible con el razo- namiento cientifico, permanece como opinion ma- nifiesta o latente en las mentes humanas y afecta notablemente sus concepciones tedricas de la his- toria, no obstante, por fo general no se presente de modo destacado en las exposiciones sistema- fieas. De hecho, la definicién de la voluntad hu- mana como ajustada solo a motivaciones const tuye la sola fundamentacién cientifice pare tales estudios. Felizmente, no es necesario sumar otro ejemplo mas a la lista de exposiciones acerca de la intervencién sobrenatural y la causacion natu- ral, la libertad, la predestinacién y la responsabi- idad. Démonos prisa por dejar-las regiones de Ja filosofia trascendental y la teologia para avanzer, en un viaje més alentador,, por un terreno mas viable, Ninguno negara, debido al testimonio de su _propia conciencia, que las causas naturales y con~ “gretas determinan en gran medida la accion hu- mana, Por lo tanto, es preferible dejar de lado las interferencias sobrenaturales y la espontaneidad inmotivada, y admitir la existencia de las causas y cr los efectos naturales como nuestra base y perma- nezcamos en ella mientras pueda sostenernos. So- bre estas mismas bases jas ciencias fisices p siguen, siempre con mayores logros, la indaga- cién de Jas leves de la naturaleza, Pero no se vuelve necesario que tales limitaciones perturben el estudio cientifico de la vida humane, dado que las verdaderas dificultades radican en la enorme compleiidac de los datos y !a imperfeccién de los métodos de observacién, - Sin embargo, parece que esta concepcién de ia voluntad y le conducta humana que se someten @ ias leyes concretas, es reconocida y manejada de hecho, por las mismas personas que se oponen 2 ella cuando se habla en abstracto como un prin- ciplo general, Jamentandose entonces de que des- truye el libre albedrio del hombre, termina con su sentido de la responsabilidad personal y lo, degra- da al transformario en una maauinaria sin alma Ahora bien, las personas que afirman este dedican gran parte de su propia vida estudiando las mo- tivaciones que provoca la accién humana, que- riendo alcanzer sus deseos mediante elias, elv- cubrando teorias de caracter personal, recono- iendo oudles son los efectos probables de las nuevas combinaciones y otorgando a sus razona- mientos el cardcter final de la verdadera investi- gacion cientifica, dando por supuesto que si sus céloulos resultan errados, se ha debido a que sus datos son falsos 0 incompletos o su juicio ha sido perfecto. Esa persona resumiré su experiencia de afos afteriores én rélaciones complejas con la sociedad declarando su conviccién de que todo lo que sucede tiene una razén en la vida y que cuando los hechos parecen inexplicables, la nor- ma-es tener paciencia y observar con Ia ilusin de que en algun momento se encontrar la clave del problema. Esta observacion humana puede re- sultar tan limitada como han resultado prejuicio- sas y groseras sus deducciones, pero, a pesar de 128 ello, se ha convertido en un filésofo inductive “du- rante més de cuarenta afios sin saberlo”, En le practica reconoce las leyes concretas del pensa- miento y de la accién de! hombre, pero no ha te- nido en cuenta en sus observaciones sobre ia vida la trama del albedrio inmotivado y la espon- taneidad sin causa, En este lugar se supone que no deben considerarse, por lo mismo, en estudios mas amplios y que la verdadera filosotia de la historia consiste en acrecentar y afinar los mato- + dos de la gente comin que establece sus juicios a partir de los hechos, y ponerlos a prueba a la juz de los nuevos datos, Lo mismo si la doctrine es verdadera en su totalidad como cuando to es en parte, acepta la misma situacién desde la que buscamos nuevos conocimientos en las lecciones de la experiencia, y para decirlo de una vez, todo el decurso de nuestra vida racional se base en ella. “Un acontecimiento es hijo de otro y nunca de- bomos deiar de-iado la familia" es una observa- cion que el jefe bechuana hizo al misionero atri- cano Casalis. De tal modo, en todas las époces. y con la intencién de ser algo mas que meros cro- nistas, los historiadores han procurado no limitar- sé a presentar simplemente la sucesion sino la conexién de los acontecimientos en su narracion. Especialmente, se han preocupado por elucidar los principios generales dei accionar humano, @x- plicande expresamente o dando por tacitamente admitida la existencia de una filosofia de ia his- toria. En caso de que se negara la posibilidad de establecer de este modo leyes histéricas podria- mos remitirnos a la respuesta que Boswel! diera de Johnson: ““Entonces, Ud. reduce’ por completo lg historia @ uria suerte de calendario”. Y, sin em- bargo, no debe sorprender a quienes consideran la abrumadora complejidad de los problemas que se plantean ante el historiador general que los trabajos de tantos pensadores ilustres sélo havan permitido ‘que Ia historia llegase a los umbrales de la ciencia. El historiador extrae sus conclusio- nes de datos tan variados y al mismo tiempo tan dudosos que es dificil aicanzar una vision compieta y clara de su participacién en una cuestién con- creta y, por lo tanto, parece casi ineludible la in- tencién de extraerlos en apoyo de alguna teoria mediocre y dada del curso de los acontecimientos. La filosofie de 1g historia que analiza los fenéme- nos de la vida del Hotmbre en el _pasada y pronos- | Tuturo“por medio dé. leyes generales, es ‘ina’ materia realmente muy dificil de totalizar, es- pecialmente-en-el actual estado de nuestros co- nocimientos, aun cuando la encarase un genio que contara con el apoyo de una vasta investigacion. A pesar de todo existen algunas de sus especia- lizaciones que se nos presentan como mas acce- sibles. Si limitamos el campo de la investigacién ‘del conjunto de la historia a lo que aqui hemos :deniomninado cultura, la historia no de las tribus y ~ ‘las naciones, sino dé1as Condiciones del conoci- 4miento, ia religién, el arte, las costumbres y otras ssemejantes, el estudio queda circunscripto a limi- tes mas factibles. Pero todavia nos hallamos fren- 4 2 las mismas dificultades que entorpecian un “tratamiento mas extenso aunque ahora mas res- ringidas, Los_datos no_son_tan caprichosamente theterogéneos sino que permiten su_Clasificacion y_comparacién de una forma mas simple, asi como la posibilidad de desembarazarse de los asuntos exdgenos y encarar cada tema dentro de su mar- “co adectiado de datos, en conjunto hace’ posible un razonamiento sélido mucho mas ‘posible que en e! caso de la historia general, Partiendo de un breve examen preliminar del problema, los fend- menos de la cultura pueden clasificarse y orde-_ narse, etapa tras etapa, en un probable orden de evolucién. Después que se los analiza con una visién am- plia, el cardcter y el habito de la especie humana muestran a un tiempo esa igualdad y consisten- cia de los fendémenos que han dado origen a de- 430 claras, segén los proverbios italianos, que “todo el mundo es el pais", “tutto il mondo @ paese”. La iguaidad general de la naturaleza humana, porUn” lado y la igualdad general de las" condiciones de Vida, por el otro, esta similitud y consistencia, sin “Guida, pueden trazarse y estudiarse con especial competencia_cuando se_comparan razas_con un grado de civilizacién aproximado. En tales com- paraciones no hace falta dedicar mucha atencion a las fechas histéricas 0 a la-situacion geograficat Jos antiguos suizus que habitaban en lagos pue~ den colocarse junto a los aztecas medievales, y los ojibwa de Norteamérica con los zulues del sur de Africa. Como ya habia afirmado el Dr. Johnson cuando leyé sobre los habitantes de ta Patagonia y los pobladores de los mares del sur, en ios via~ jes de Hawkesworth, “un conjunto de saivajes es como otro cualquiera”, Todo museo etnolégico puede demostrar la veracidad de tal afirmacisn. Examinemos, por ejemplo, los instrumentos con fi- lo y.con punta de una coleccién:.el inventario in cluve hachas. azuelas. cinceles, cuchillos. sierras. rascadores, leznas, agujas, lanzas y puntas de flechas y en su mayoria, con sdlo ligeras variantes nie detalles pertenecen a las mas diversas razas. Sucede lo mismo con las ocupaciones de los sal- vajes; la tala de Arboles, la pesca con red y sedal, los juegos de lanzar y alancear, encender el fue- go, cocinar, enrollar cuerda y trenzar cestos. se repiten con hermosa uniformidad en los anaque- les de los museos que ilustran la vida de las razas inferiores de Kamchatka a la Tierra del Fuego. 0 de Dahomey.a Hawai, Aun cuando se llega a com- parar las hordas barbaras con las naciones civili zadas se nos impone la consideracién de hasta qué punto un articulo tras otro de la vida de las razas inferiores se continua empleandc para andlogos procesos por las superiores con formas no lo su ficientemente cambiadas para que resulten irreco- nocibles y a veces muy poco modificados. Vemos cémo el moderno campesino europeo utiliza alr ' 131 su hacha y su azada, cémo su comida se cocina sobre el fuego de madera, el lugar exacto que ocupa la cerveza en su valoracién de la felicidad, su relato del fantasma de la casa ercantada més préxima y-de la sobrina del granjero que fue em- brujada con nudos en sus visceras hasta que cay6 en espasmos y murié. De ahi que si tomamos de este modo las cosas que han sutrido poca altera- cién 2 través de los siglos podremos trazar un cuadro donde habré noca diferencia entre el |a- brador inglés y el negro del Africa central, Estas paginas se hailan tan atestadas de datos sobre la correspondencia entre la especie humana que no es preciso detenernos en detalles, sin embargo, puede resultarnos util rechazar desde el primer momento un problema que puede complicar el te- ima, la cuestion de las razas. Lo deseable seria “Ja eliminacion de consideraciones sobre las varie- dades hereditarias de razes humanas y tratar a la ~ humanidad.como homogénea en naturaleza, pero. « situada en distintos grados de civilizacion.)\Consi- dero que los detalles del analisis demostraran que son comparables las etapas de la cultura sin tener en cuenta hasta qué punto las tribus que uti- lizan los mismos utensilios, siguen las mismas costumbres 0 creen en los mismos mitos, pueden diferir en su conformacidn corporal, el color de su piel o su pelo, El primer paso para estudiar a la .civilizacion consiste en separaria en detalles y cla- sificar éstos en los grupos adecuados. De este modo, si examinamos las armas, debemos clasifi- carias eh lanzas, palos, hondas, arcos y flechas y asf-sucesivamente, Entre las artes textiles canvie- ne distinguir la fabricacién de esteras -y redes y los distintos grados de produccién y tejido de Jos; los mitos se dividen, segun los encabeza- mientos en mitos de la salida y la puesta del soi, mitos de los eclipses, mitos de los terremotos, ‘mitos locales que explican les nombres de los lugares mediante cuentos maravillosos, mitos epo- nimicos que explican el origen de la tribu derivan- 132 do su nombre del de un imaginario antepasado; segun iosritos y ceremonias tienen lugar practicas como fas distintas clases de sacrificios que se llevan a cabo a los espiritus de los muertos y 2 los otros seres espirituales, al orientarse hacia el este para el culto, la purificacién del ceremonial © la limpieza moral a través del fuego o del agua Los anteriores son s6lo unos cuantos ejemplos’ tomados de una inmensa lista y la tarea del etnd; grafo es clasificar tales detalles con la perspecti* va de descifrar su distribucion en la geografia y en la historia y la relacién que existe entre ellos. Esta tarea puede ejemplificarse casi perfecta- mente comparando estos detalles de la cultura “con las especies vegetales y animales como son estudiadas por los naturalistas. Seguin el etnégra- fo, el arco y la flecha es una especie, la costum- bre de aplastar el créneo a los nifios es una es- pecie, la practica de reconocer los numeros por decenas os una especie. Le distribucién geoorsfin ca de estas cosas y su transmision de una region» @ otra deben estudiarse como el naturélista estu- dia la geografia de sus especies botdnicas y z0o- i6oicas. Asi como ciertas plantas y animales son peculiares de determinados distritos, sucede lo mismo con instrumentos como e! boomerang aus- traliano, el palo y la ranura polinesia de encender el fuego, los arcos pequefios y las flechas que se usan como lancetas en las tribus del istmo de Pa- namé al igual que muchos mitos, artes y costum- bres que se encuentran aislados en zonas concre- tas. Como el inventario-de-todas las especies de plantas y animales representa la flora y la fauna. del mismo modo los articulos de la vida general. de un pueblo representa ese conjunto que’ llama- “mos cultura. Y al igual que en las regiones remo- tas-suelen-aparecer vegetales y aninrales que son analogos, aunque no idénticos, asi sucede con los detalies de la civilizacion de sus habitantes, En cuanto a que si existe una real analogia entre la 433 difusién de las plantes y los animales y la difusion Ge fa civilizacién, aparece bien visible cuando nos percalamos de que ambas han sido producidas al Piismo tiempo por las mismas causas. Distrito tras Gistrito, las mismas causas que han introducice jas plantas cultivadas y los animales domésticos han traido con ellas el arte y el conocimiento Co- rrespondientes. Los mismos acontecimientos, que posibiitaron la liagada de cabalios y trigo 8 Ame Fice, trajeron con ellos el uso del fusil y del hacha Ge hierro, ai mismo tiempo que el resto del mundo fecibia no -sdlo -el maiz, 12S patatas y los pavos Sino tambien la costumbre de fumar tabaco y !a hamaca de los marinos. Vale la pena que tengs- mos en cuenta la cuestion de que las descripclo- fres de fendmenos oulturales similares que sé Tepiten en distintas partes de! mundo, realmente ‘dportan una prueba accidental de su propia au- {onticidad. Respecto de este asunto, hace algunos Janos“un-historiador'me hizo la siguiente pregun” Como pueden calificarse de datos las expo- siciones de las costumbres, mitos, creencias, etc. Se una tribu salvaje si se basan en el testimonio “de algun viajero © misionero que puede resultar lun observador superficial, medianamente ignora’y “te de la lengua local, un'narrador descuidado de tna charla sin seleccion, una persona con preiuk tios 0 quizés obstinadamente mentirosa?’. Por Supuesto que esta cuestion debe estar siempre presente en los andlisis del etnégraio, Porque <6 Pala obligado @ considerar del mejor modo posi __ble la veracidad de todos los autores que cita-y si fuera posible, a utilizar varias descripciones que terlifiquen cada punto de cada localidad. Pero por encima de todas estas medidas de precaucién peta la prueba de la repeticion. Si dos viajeros in- Gependientes @ diversos palses, por ejemplo. Wn Tusulman medieval a Tartaria y un inglés con temporaneo a Dahomey, 0 un misionero jesuita en Bracil y un wesieyano en las Islas Fiji, coinoiden Brdescribir algun arte, rito o mito analogo entre 134 los pueblos que han conocido resulta dificil © im- posible atribuir esta coincidencia a algo acciden- tal o @ una falacia voluntaria, La historia de ur guardabosques de Australia puede objetarse qui- as como un error o invenciOn, pero, conspira Cor: 1 el ministro metodista de Guinea para engafar ai publico narrando el mismo relato? Descartamos fa cuestion de una mistificacion intencional © no cuando las cosas suceden de tal modo que s¢ hace una exposicién similar en dos paises remo- tos por dus testigos tales que A vivid un siglo an tes que B y B se supone que nunca conocid @ A. Con solo observar las notas al pie de pagina de Ja presente obra no son necesarias mayores Com- probaciones de hasta qué punto son distantes los paises, separadas las fechas, diferentes los cre” Gos y los caracteres de los observadores en el catélogo de los datos sobre la civilizacion. Y cuanto més extrafia resulta la observacion es me- nos probable que varias personas en distintos lu- gares .puedan haberla hecho equivecadamente Siendo. asi, parece razonable estimar que las exposiciones generalmente se hacen con veraci- dad y que su estrecha y regular coincidencia se debe a que se recogen los mismos hechos en ci- ferentes distritos culturaies. Ahora bien, de esta forma se garantizan los datos mas importantes de ia etnografia, La experiencia lleva al estudioso, al cabo de algiin tiempo, a esperar y encontrar que Jos fenémenos culturales, a consecuencia de las ‘causas iguales que actlan con gran amplitud, se repiten varias veces en el mundo. Por otra parte Gesconfia de las-exposiciones aisladas puesto que fo conoce parangén en otro lugar y aguarda 3 que su autenticidad quede demostrada por des- Gripciones similares de otro punto del gicbo o de otro extremo de ia historia. De hecho, este medio de autentificacion es tan poderoso que el etndgra: fo, en su estudio, a veces puede decidir, no slo ‘si un concreto explorador es un observador ho- esto y perspicaz sino tambien si lo que cuenta 195 se adecia a las regias generales de la civiliza- cién, “Non quis, sed quid” Veamos ahora no ya |e distribucién de la cultura en ios distintos paises sino su difusion dentro: de dichos paises. La oualidad de la especie humana que més ayuda @ tomar posible el estudio siste- matico de la civilizacién es el notable acuerdo o el consenso tacito que hasta el momento mueve a compleias poblaciones.a unirse en el uso de la mnisiia lengua, @ practicar la misma religion costumbres tradicionales, a asentarse ane mo nivel general del arte y conocimientos. Debido a ello es que resulta posible representar las in- menses masas de detalles por unos pocos datos caracteristicos y una vez asentados, los siguientes casos recogides por nuevos observadores ocupan simplemente su sitio para demostrar lo acertado de la clasificacion, De ahi que descubramos que -es tan grande la regularidad en la composicion de las*sociededes humanas, que podemos dejar de lado tas diferencias individuales y asi generalizar “VW sobre las artes y las opiniones de naciones ente- ras, como cuando vemos un ejército desde una = colina y nos olvidamos de los soldados individua- les, quienes de hecho apenas pueden distinguirse > de la masa, mientras cada regimiento, como un cuerpo orgenizado, aue se extiende o se concen- © tra, se despiaza avanzando o en retirada, En al- = gunas ramas de! estudio de las leyes sociales

You might also like