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A L B E R T O B E R N A BÉ

D I O S E S
HÉROES
Y ORÍGENES
DEL MUNDO
LECTURAS DE M I T O L O G Í A
Se reúnen en este libro veinticuatro lecturas sobre mitos que tratan del origen
del mundo, de las relaciones entre dioses y hombres, del nacimiento o los ava-
tares de un dios o de grandes héroes. Las lecturas se plantean desde diversos
puntos de vista, unas veces se trata de profundizar en el sentido de los mitos,
otras de comparar las versiones griegas con otras similares de varias culturas del
Próximo Oriente, otras de examinar las imprecisas fronteras que separan el mito
de otras manifestaciones de la cultura griega, como el cuento popular, la histo­
ria o la filosofía. De este modo puede apreciarse la enorme variedad temática,
formal y funcional de los mitos y su enorme versatilidad, su capacidad de reno­
varse constantemente en su forma, en su tratamiento literario, en su organiza­
ción, en su estructura o en su función, de ampliarse, simplificarse y combinarse.
Incluso podemos ver cómo, al hilo de la evolución del pensamiento griego, gene­
raron otras formas de entender el mundo más evolucionadas o contribuyeron
al discurso filosófico en terrenos a los que no llegaba el pensamiento discursivo.
Pese a venir de épocas y culturas muy lejanas, los mitos continúan resistiéndose
a desaparecer en un mundo tecnificado y práctico como el nuestro, y no dejan
de ofrecernos de un modo u otro la posibilidad de disfrutarlos, de comprender
mejor el mundo y de entendernos a nosotros mismos.

ALBERTO BERNABÉ es Catedrático de Filología Griega de la Universidad Com­


plutense y autor de diversos libros y artículos sobre religión, mitología y filosofía
antiguas, como Textos órficos y filosofía presocrática. Materiales para una com­
paración, Madrid 2004, la edición de los fragmentos de los poemas órficos (2004-
2007), la traducción de la Constitución de los atenienses de Aristóteles, publicada
en esta misma editorial en 2005, o Instructions fo r the Netherworld. The Orphic
Gold Tablets, en colaboración con A. I. Jiménez San Cristóbal, Leiden-Boston 2008.

A B A D A EDITORES
L E C T URAS DE MI TOLOGÍ A
LECTURAS
S e rie Mitología

fridlquiei toma reproducción, distrfajeión, amunicdción pública o irafisformacicn


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uúii prevista 001 la Ie1 Diríja» a CEORC ÍOnlro Español de Oereüws Reprográlicos,
si necesJla lotocooidr o escamar algún fragmento de esla <*ra

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p ro d u cció n G u a d a l u p e G is b e r t

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d e p ó sito legal M -4 3 2 3 5 - 2 0 0 8

^ r e im p r e s ió n D alubeht A ll r
im p r e s ió n L a v e l
ALBERTO BERNABÉ

Dioses, héroes
y orígenes del mundo
LECTURAS DE MITOLOGÍA

A B A D A EDITORES
L E C T U R A S DE M ITO LOGÍA
Este lib ro form a parte de los trabajos del Proyecto de Investigación C o n solid er
C « C o sm o g o n ía y escatología en las religio n es del M ed iterrán eo O rie n ta l:
sem ejanzas, diferencias, p ro c e so s*, financiado p o r la Sub d irección G eneral
de Proyectos de Investigación, de la Secretaria de Estado de Política C ientífica
y T ecnológica del M in isterio de E d u cación y C ien cia (H U M 2 O O 6 -0 9 4 .0 3 ).
A m is h ija s . H e le n a e Ir e n e ,
q u e ya n o tie n e n e d a d d e q u e les c u e n te c u e n to s
PRESENTACIÓN

Este lib ro r e ú n e una s erie de lectu ras cuyo p r in c ip a l lazo de u n i ó n es


que todas se o cu p an de m itos: b ien de aquellos que tratan de esp ecu lar
sobre el origen del in u n d o o sobre el papel de los seres h u m a n o s en sus
relaciones con los dioses, bien de los que sirven para explicar el o rig en
de un culto, b ien de los que se refieren al n ac im ien to o a los avatares de
un dios, bien de los q ue n arra n las hazañas o las habilidades prodigiosas
de algún h é ro e.
Los m itos aparecen tratados desde diversos p u n to s de vista: intentos
de entenderlos en su p ro p io contexto ideológico o de explicar a lgu n o de
sus detalles más insólitos, sus usos literarios, la c o m p ara ció n con los que
surgieron en otras culturas del P r ó x im o O r ie n te o las im precisas f r o n ­
teras que los separan de otras m anifestaciones de la cultura griega, com o
el cuento p o p u lar, la historia o la filosofía.
H e p r e f e r id o lla m a r « l e c t u r a s » a los cap ítu los q ue c o m p o n e n este
libro, p o rq u e no he p rete n d id o que tengan el em p aq u e o la solem n id ad
de los estudio s, sin o q ue resu lten más fáciles y grato s de leer q u e las
publicaciones de tipo académ ico. A u n q u e la mayoría de ellos derivan de
trabajos an te rio re s que han ido v ie n d o la luz en fechas distintas, los he
reelaborado, en m u ch os caso m uy p r o fu n d a m e n t e , de acu erd o con tres
directrices fu n d am e n tales: la p r im e r a , p o d a r lo s de sus rasgos más e r u ­
ditos y técnicos, para d ejar en ellos lo q ue tenían de más esencial y más
p ertin e n te : la se g u n d a , p o n e r el ac e n to so b re los p r o p i o s m ito s y no
tanto sobre las re fle x io n e s o in te r p r e t a c io n e s , q u e aq u í o fre z c o sólo
8 PRESEN TA C IÓ N

com o herramientas para que el lector pueda acercarse más a ellos y co m ­


prender m ejor su compleja realidad, y la tercera, hacer del agregado de
aproxim aciones diversas un conjunto coherente, sin repeticiones ni
solapam ientos y con una relación más estrecha entre unas y otras. Por
ello, en algún caso he refun did o lo que habían sido dos trabajos, he
suprimido ejemplos que aparecían en más de un capítulo, he añadido a
menudo las traducciones de algunos textos objeto de análisis que no se
encontraban en las publicaciones originales y en todos he reducido al
m ínim o las referencias. Sólo he indicado las de los pasajes literarios
citados y algunas, muy pocas, publicaciones, cuando he rebatido o seña­
lado como especialmente significativa una interpretación concreta de un
autor. Asim ism o he actualizado algunos contenidos, obedeciendo al
progreso de nuestros conocimientos.
Debo adm itir que el resultado ha sido más coherente de lo que al
prin cip io me im aginé. Pese a que se trata en su mayoría de trabajos
publicados entre los años ochenta del pasado siglo y los prim eros años
de éste, y que vieron la luz en diferentes foros y en tipos de publicación
diversos, he podido advertir que, para sorpresa mía, tienen entre sí una
especie de hilo conductor o de coherencia interna de la que no era
consciente cuando los escribí y que ha facilitado mucho su agrupación
para form ar un todo. Tal coherencia procede probablemente del p ro ­
pósito constante de explicarme el fenóm eno del mito en su totalidad,
desde diferentes aproxim aciones y de u n método de trabajo h om ogé­
neo. En el epílogo trataré de establecer algunas Conclusiones generales
que pueden deducirse de cuanto se ha leído antes.
N o queda sino indicar la publicación original de los trabajos que ya
habían sido publicados. E l lector interesado puede acudir a ellas para
acceder al aparato erudito del que se ha prescindido en esta versión: (3)
Actas del VJ1I Congreso Español de Estudios Clasicos. Madrid 1 9 9 4 » 9 I - 1 ° ° - (4) Ep‘ ~
menide Cretese, Napoli, Luciano editore, 2 0 0 1 , 1 9 5 - 2 1 6 (en italiano). (5)
J . A . López Férez (ed.), De Homero o Libanio, M adrid, Ediciones Clásicas,
19 9 5 , 1 9 5 - 2 1 1 . (6) Erytheia 4 , 19 8 4 , 4 8 - 5 5 - (?) R- O lm os (ed.), Mitología
e iconografía. Coloquio sobre el puteal de la Moncloa, M adrid, M inisterio de C u l­
tura 1 9 8 6 , 8 7 - 9 5 - (8 ) R- O lm os (co o rd .), Coíoqmo sobre Teseoj la copa de
Aíson, M adrid, C S I C , 1 9 9 2 , 9 7 (9) J - A . López Férez (ed .), Mitos cíe
la literatura griega, arcaicajr clásica, M adrid, E d . Clásicas. 2 0 0 2 [ 2 0 0 3 ] , 9 3 “
1 1 0 . ( ll) C . Sánchez Fernández y Paloma C abrera Bonet (eds.), En los
limites de Dioniso, M urcia 1 9 9 8 , 2 9 ~3 9 - (l2 ) Rei'ue de ¡'Historie des Religions 2 19 '
2 0 0 2 , 4 0 1 - 4 3 3 (en francés). (1 4 ) KernosS, I 9 9 5 > 9 ~ 2 2 (en francés).
P R E S E N T A C IÓ N 9

(15) Parte de R. R o l l i n g e r - C h . UH (eds.), Griechische Archaik: Interne Entwic-


klungen-Externe Impulse, B e r lin 2 0 0 4 . 2 8 7 * 3 0 6 (en inglés), con añ adidos.
(16) R efu n d e dos trabajos: Aula Orientali.•>7. 19 89 - 1 5 9 “ 179 y Codino. Revista
do Instituto Oriental Universidade de Lisboa IO, 2000. 14-7“'66. (i ) L'archeologia 7
ritrovata. Omaggio a Paolo Matthiae = Ismisu 7. 2 0 0 4 (200 6 ) I 63-76- ( ' 8 ) Actos
del III Congreso Español de Antiguo Oriente Próximo I (= Hueìva Arqueológica 1 9 ) •
2 0 0 4 , 1 2 9 - 1 4 5 . (19 ) Emerita 5 6 , 19 8 8 . 8 7 - 9 3 . ( 2 0 ) Aula Orientalis6, 19 8 8 .
5 - 1 0 . (2 1) E. P o p e a n g a - B . Fraticelli (eds.). La aventura de viajar y sus escritu­
ras, M ad rid , U. C o m p lu t e n s e , 2 0 0 6 , 3 3 - 4 2 . ( 2 3 ) Revista de la Universidad
Complutense 1 9 8 1 , 3 2 8 - 334-- L ° s demás p ro c ed e n de c on feren cias inéditas
o han sido redactados para la ocasión.

M a d r i d , n a vi da dk s de 2007
I
COSMOGONÍAS Y TEOGONÍAS
1. MITOS DEL NACIMIENTO DEL MUNDO: COSMOGONÍAS

i.j. ¿ Q ué es u n a c o s m o g o n ía ?
D e n tro de la m ito lo g ía g rie g a, c o m o en la de otras m ú ltip le s culturas,
existe un a m p lio r e p e r t o r io de m itos q ue se s u p o n e que o c u r r i e r o n los
p r im e r o s en la « h i s t o r i a m í t i c a » , esto es, los q ue se r e f ie r e n al n a c i ­
m ien to del m u n d o o , p o r m e j o r d e c ir , al p r o c e s o de c ó m o el m u n d o
llegó a o rgan izarse clel m o d o en que lo c o n o c e m o s . L o s llam a m o s c o s ­
m ogonías, un t é r m i n o grie go que sign ifica « n a c i m i e n t o del m u n d o » .
Es p o s ib le , sin e m b a r g o q ue este n o m b r e p ued a i n d u c i r a e n g a ñ o a
oyentes de nuestra ép o ca . E n efecto, para el h o m b r e de hoy, un relato
sobre el origen del m u n d o p o d ría so n a r a algo asi c o m o la versión mítica
de las in d ag acio n es q ue practican hoy los astrofísicos o los teó rico s del
Big Bung. Se trata, sin e m b a rg o , de algo m uy distinto, sobre todo p o rq u e
la palabra husmos tenía para los griegos un sen tid o un tanto d iferen te de
lo que n o s o tro s hoy e n t e n d e r ía m o s p o r « m u n d o » , ya q ue sign ificaba,
antes que nada, el o r d e n , la org an iza ció n a r m o n io s a . Había kosmos. p o r
e jem p lo , en una ha b itació n o rd e n a d a y todavía hoy nos queda en esp a­
ñol cosmética algo de ese uso an tigu o, au n q u e trivializado en la o r g a n iz a ­
c ió n a r m o n i o s a q u e p r o v o c a n en un r o s t r o o en el c u e r p o d ife r e n t e s
p rodu cto s em b e lleced o res. S o b r e esta base, c o sm o g o n ía d eb ería tradu-
cirse más bien c o m o « n a c im ie n t o del o rd e n del m u n d o » . Pero hay algo
más q u e todavía hay q u e t e n e r p re s e n te : y es q u e ese « o r d e n del
m u n d o » abarca más aspectos de los cjue creería m o s a p r im e ra vista.
14 I. COSM OGONÍAS Y TEO GONIAS

El prim ero es el que se nos ocurre de una manera más inmediata: el


ordenamiento del m undo físico, que comprendería tanto los elementos
naturales diferenciados, el agua, el aire o el fuego, com o los cuerpos
celestes, el sol, la tierra, la luna y las estrellas, es decir, lo que podríamos
llamar una organización del « escen ario » del mundo.
Pero esa organización supone también la organización del tiem po:
una pauta de tiempo que puede ser lineal, esto es un tiempo que va des­
granando, siempre hacia adelante las horas, los días, los meses, los años,
o circular, esto es, un tiempo concebido com o recurrente, que llegado a
un cierto m om ento vuelve a com enzar su ciclo. E n estas pautas de
tiempo se implican tanto el movimiento de los astros, com o la sucesión
de las estaciones, ya que uno y otra se entienden como procesos ordena­
dos. íntimamente asociado a este decurso ordenado de las estaciones se
halla, todavía, el no menos ordenado de los ciclos biológicos, esto es, de
las cosechas o de la fertilidad de los campos.
A hora bien, la cosmogonía no implicaba sólo la organización de los
elementos físicos, del espacio y del tiempo, sino también la del m undo
religioso, de m odo que en una cosmogonía se relataba también una teo­
gonia, es decir, el nacim iento de los diferentes dioses. U n nacim iento
ordenado, claro está, porque es muy im portante el orden en que los
dioses nacen, las relaciones de parentesco que tienen unos con otros (ya
que la prioridad marca a m enudo jerarquía) y las funciones que a cada
uno se le asignan en ese ordenam iento del m undo. Incluso a menudo
resulta difícil separar lo que nosotros entenderíamos com o nacimiento
de cuerpos celestes y lo que consideraríamos nacimiento de dioses, p o r­
que en las cosm ogonías es corriente que elem entos naturales com o el
Sol, la T ierra o la Lu na aparezcan personificados com o seres divinos.
Tam poco con los dioses se agota todo lo que los antiguos entendían
como ámbito de lo ordenado en las cosmogonías. E n ellas se comprendía
también la organización del m undo social: de las jerarquías, del poder,
de las formas de comportamiento colectivo y en general la fundación del
papel que corresponde desempeñar al hombre frente a las otras dos esfe­
ras que he señalado: frente al mundo físico y frente a los dioses.
Para term inar, tam bién era parte esencial de una cosm ogonía la
organización del lenguaje. E n la fase cosm ogónica con frecuencia se
nom b ran las cosas, que pueden tener incluso nom bres motivados, es
decir, se entiende que algo o alguien se llama com o se llama por alguna
razón concreta que sucedió in illo tempore, en el mom ento de la organiza­
ción del m undo.
1. M IT O S D E L N A C IM IEN T O D E L M UNDO: C O SM O G O N ÍA S '5

La cosm og on ía, en sum a, describe la fo rm a en que llegó a c o n f ig u ­


rarse un estado de cosas q ue en g lo b a el m u n d o físico , el m u n d o r e l i ­
gioso, el m u n d o social e incluso el lenguaje.
A u n q u e hay grandes variaciones entre las co sm o g o n ías ele un os p u e ­
blos y otros, hasta el extrem o de que in clu so se da a m e n u d o el caso de
que en una m ism a cu ltu ra se p u e d a n n a r r a r m ito s c o s m o g ó n ic o s m uy
diversos, hay a lg u n o s rasgos ge n e rales q ue d e f in e n este tipo de relatos
—al m enos de la m ayoría de ellos— q u e los hacen tip o ló g ic a m e n t e muy
similares.

1.2. R a s g o s c a r a c t er ístic o s de las c o s m o g o n ía s

Y T IP O S C A R A C T E R ÍS T IC O S
En toda c o s m o g o n ía suele h a b er un estado inicial d ife r e n t e en to d o al
actual y un acto c o sm o g ó n ic o que desencadena un p roceso de o rg an iza­
ción de ese estado in icial hasta lleg ar a la fo r m a en q u e el m u n d o está
constituido. E llo o c u r r e ta m b ié n en un tie m p o e sp ec ifico , u n tie m p o
sagrado, inicial. El tiem po de las cosm ogon ías es especial, hasta el punto
de que en algunas lenguas orientales recibe designaciones específicas, de
igual m odo que los cuentos infantiles se sitúan en un tiem p o (el cara c ­
terístico « h a b í a una v e z » ) in te m p o r a l y a h is tó r ic o . P o r e je m p lo , los
egipcios hablan de « l a p rim era vez del m u n d o » . S ó lo cu an d o el m u n d o
ha sido o rg an iza d o y ha to m a d o su c o n f ig u r a c ió n actual c o m ie n z a a
correr nuestro tiem po, el tiem po p r o fa n o .
Veam os un p a r de textos p a ra e j e m p li f i c a r algo de lo q ue acabo de
decir.
U n o p o d r ía ser el c o m ie n z o del P o em a b a b i ló n i c o de la C r e a c ió n
llamado EmimaElis. La versión que nos ha llegado se rem onta al siglo XI a .C .
pero sabemos que la orig in al deb ió ser m u ch o más antigua. V eam o s sus
nueve p rim eras líneas:

C u an d o en lo alto el cielo aun no había sido n o m b rad o ,


y abajo la tierra firm e no había sido m en cionad a p o r su n o m b re,
del A bism o (Apsu). su p ro g en ito r,
y de la tum ultuosa I iam at. la m adre de todos,
las aguas se m ezclaron en un solo co n ju n to .
Todavía no habían sid o fijad os los ju n cales ni las m arism as habían
sido vistas.
C u an d o los dioses aún no habían sido creados.
i6 I. C O S M O G O N IA S Y TE O G O N IA S

n i n in g ú n n o m b re Había sid o p ro n u n c ia d o , ni n in g ú n destino había


sido fijado,
los dioses fu e ro n creados d en tro d e ellos.

El poem a nos describe un tiem po p rim igen io : cuando el cielo y la


tierra no tenían nom bre, sencillamente porque no se habían d iferen ­
ciado, no existían como cosas distintas uno de otra, sino formaban parte
de un todo confuso e indistinto. Se dice « n o tenía n o m b re» porque el
nom bre y la cosa se consideran correlativos en el m undo prim itivo y
porque uno de los resultados de la organización del m undo es que cada
cosa tenga su nom bre. A sí pues, en ese estado prim igen io anterior al
orden, aún no existían el cielo arriba y la tierra abajo para delim itar y
organizar el espacio. Hay un punto de inflexión entre la situación ante­
rior y la que vendrá, lo que llamamos el acto cosm ogónico, en este caso,
la confusión de aguas de A p su y Tiam at. D entro de ese ámbito serán
luego creados los dioses.
Algo parecido nos muestra una cosmogonía india, que procede del Rig
Veda (10 .12 9 )- q u e Ia sitúa en algún punto entre el XV y el v m a .C .:

E n aquel tiem p o n o existía el ser n i el n o -s e r. N o existía este m u n d o ,


n i el que está más allá. ¿ Q u é es lo q ue re b u llía ? ¿ Q u é , b ajo el cu id ad o de
q u ié n ? ¿E x istía n las aguas abisales, in so n d ab les?
N o h abía e n to n ces n i m u erte n i n o -m u e r te , ni d istin c ió n en tre d ía y
n o ch e. L o U n o p o r su p ro p io im p u lso resp irab a sin vien to . A p arte de el,
nada m ás existía.
E n el o rig e n la T in ie b la estaba cu b ierta p o r la T in ie b la . N o había más
que la O la in d istin ta.

Se habla también de un estado de indistinción: de unas aguas indis­


tintas y oscuras, y de u n m om ento en que no existían las distinciones
fundamentales, com o vida-muerte.
Los ejemplos podrían multiplicarse. Así, en varios textos egipcios se
habla de una entidad originaria, una masa acuosa llamada N u n , sin
límites, sin confines, sin direcciones. U na fórm ula mágica de los Textos de
¡os sarcófagos lo define com o « e n el infinito, el n o -ser, la nada y la oscu­
r id a d » . U na form u lación que podría valernos com o caracterización
general de este tipo de estado anterior: « in fin ito » es lo que carece de
límites, aquello en lo que es im posible ver dónde acaba una cosa y
empieza otra, simplemente porque no hay « u n a » y « o t r a » ; no existen
las cosas distintas, condición de la existencia del un m undo ordenado.
1. M IT O S D E L N A C IM IE N T O D E L M UN DO: C O SM O G O N ÍA S 17

Lo característico de esta especie de materia originaria es la negativi-


dad: no es, es nada, es oscura e indistinta. Sin embargo tiene algún
valor, el de su virtualidad. Por diferentes motivos esa materia indistinta
es susceptible de compariimentarse. de estructurarse, de llegar a conver­
tirse en materia distinta, en cosas, en orden.
Se ha dicho, y no sin fundamento, que el N u n, esta masa acuosa
desordenada que da lugar al orden y a la vida es el trasunto mítico del
espectáculo anual del Nilo que en su crecida borra lindes y confunde la
tierra con el agua, pero en su retirada propicia la aparición de espléndi­
dos cultivos.
Pero prosigamos. El acto cosmogónico no es instantáneo, sino que
requiere un proceso. Y desde el punto de vista del mecanismo de ese
proceso, hay unos mitos en los que el proceso cosmogónico se inicia de
una forma cuasimecánica, automática, anterior a la aparición de divini­
dades, mientras que en otros es una divinidad demiùrgica la cjue pone
en marcha y organiza el proceso.
A este respecto de la organización del relato, podemos aceptar como
válida la clasificación de Mircea Eliade de los diversos tipos de cosmogo­
nías existentes (Historia de las creencias y de las ¡deas religiosas, voi. 4-- l-as religio­
nes en sus textos, Madrid 1 9 8 0 , 9 5):
a. Creación exnihilo: un dios crea el mundo por su pensamiento, su
palabra u otra cosa similar. Por ejemplo, en algunos mitos de creación
egipcios, la materia primordial. Nun, el caos acuoso, genera en ella una
colina y un dios primordial. El mundo surge de una actividad biológica
del dios, como puede ser escupir o masturbarse. A menudo la elección
de una u otra actividad o secreción viene motivada porque los seres que
nacen de ella se relacionan etimológicamente con su nombre (como si
dijéramos, en plan de chiste, que el dios Cupido nació porque un dios
escupió y dijo «es C u p id o » ). Aunque el ejemplo pueda resultar bastante
chocarrero, la mayoría de las etimologías que encontramos en los mitos
antiguos no son mucho más serias.
b. Motivo del buceador de la tierra: un dios envía determinados ani­
males o se sumerge él mismo en el océano primordial para extraer una
partícula de tierra, de la que se forma luego todo el universo.
Por ejemplo, en el mito de los indios Maidu de California, un per­
sonaje llamado Tortuga bucea bajo el agua, pero sólo puede sacar un
poco de tierra en sus uñas. Otro personaje, llamado Iniciado de la 7 ie­
rra raspa ese poco de tierra y lo amasa en una pequeña bola, que crece
hasta hacerse grande como el mundo.
i8 I. COSM OGONÍAS Y TEOOONÍAS

c. Creación por división de una unidad primordial. Adm ite variantes:


c I. Separación del cielo y de la tierra. Es el caso del mito de Hesíodo,
que será analizado en el capítulo 2.
c 2. Separación de una masa amorfa original. E n diversos mitos egip­
cios, a partir de N u n , el agua prim ordial.
c 3 . Separación en dos de un huevo. Es el caso de los mitos órficos o
em parentados con ellos (com o los tratados en los capítulos 3 a 5 ) y de
diversos mitos indios. Veamos com o ejem plo un texto procedente del
Brtthmana de los den caminos (algo posterior al Rig Veda) I I . 1 .6.

E n el p r in c ip io , en v e rd a d , n o h ab ía m ás q ue las A g u a s, la O la . Las
aguas d esearo n : « ¿ C ó m o co n segu irem o s p r o c r e a r ? » E llas se e sfo rz aro n ,
se in fla m a ro n d e a rd o r y en ellas, q ue asi a rd ían de ard o r, se d esarro lló u n
huevo de o ro .
E l a ñ o n o h abía n a cid o en to n c es, p e r o este h uevo de o r o flo tó tanto
cuanto d u ra un año.
E n ese añ o se d esarro lló u n H o m b re, Prajapati.

Hallamos, pues, la situación originaria, el proceso cosm ogónico y la


creación de un huevo. Es curioso cóm o el narrador insiste en que aún
no había nacido el año (el tiem po no está aún organizado), pero el
huevo flotó el tiempo equivalente, sirviendo así de pauta prim igenia de
lo que luego sería la duración del año.
d.C reación por desmembramiento de un ser prim ordial, que puede
ser antropom orfo o un monstruo acuático derrotado. Así ocurre en el
EnumaElis, antes citado, al final del cual Marduk despedaza a Tiam at y de
sus pedazos surge el m undo ordenado.

1.3 . Fu n c io n e s d e las c o sm o g o n ía s

E n el análisis de las cosmogonías no sólo es importante el examen de los


tipos que adopta la secuencia narrativa; más importante es señalar para
qué sirven, esto es, la fu n ción que tienen, ya que esta clase de mitos
puede usarse con diferentes propósitos. S in ánim o de agotarlos, in d i­
caré los más frecuentes.
a. E n prim er lugar, las cosmogonías pueden ir asociadas a rituales de
diverso tipo, muchas veces usados para la instauración u organización de
una realidad nueva, com o por ejem plo la erección de un tem plo. En
estos casos, el mito cosmogónico se remonta a la fase de la organización
del m undo, para poder así im plicar la nueva realidad creada después de
la instauración del orden en ese mismo orden.
1. M IT O S D E L N A C IM IE N T O D E L M UN DO: C O SM O G O N ÍA S 19

L o s más fr e c u e n t e s so n los r itu ales de a ñ o n u e v o . D a d o q u e se


en tien d e que cada a ñ o c o m ie n z a un n uevo ciclo c o m o los que f u e r o n
organizados en el tiem po sagrado. las cosm ogonías no sólo son una c o n ­
m e m o ra ció n del o r ig e n de este o r d e n , sin o una v erd a d e ra r e in s ta u r a ­
ción. Q u ien es lo celebran están convencidos de que el ritual asegura que
las cosas vuelven a c o m e n z a r de id én tic o m o d o . Si no se celeb ra ra o se
celebrara de o tra m a n e r a , p o d r í a s u c e d e r q u e el o r d e n del m u n d o se
viera alterado y eso sólo p u ed e ser para p e o r . En estos festivales de año
nuevo se recu erda el m ito co s m o g ó n ic o , se rein staura el o rd e n habitual
del m u n d o y se trata de asegurar con ello tanto la fertilid ad de la tierra,
p o rq u e las estaciones v e n d r á n en el o r d e n d e b id o , c o m o la estabilidad
del p o d e r real, s o lid aria del bien estar n atu ra l. E stab ilidad del o r d e n a ­
miento cósm ico y estabilidad del p o d e r , o, si se q u iere, el b ien estar del
rey y el b ien estar de la tierra, se c o n s id e r a n ín tim a m e n te relacion adas.
Piénsese c ó m o en el m ito de E d i p o , en el q ue T ebas s u fre un a peste
p o rq u e su rey ha c o m e t id o un d o b le p ecad o sin s a b e rlo : m a ta r a su
padre y casarse c o n su m a d r e . S u cu lp a es c o m o u n a e n f e r m e d a d q ue
revierte sobre su tierra y sobre sus súbditos.
El ritual de a ñ o n uevo renueva los sacros votos o rig in a r io s que a s o ­
cian el o rd e n a m ie n to cósm ico y la estabilidad del p o d e r real. P or ello no
nos extraña q ue el Enuma Elis se recite en u n ritual de A ñ o N uevo.
b. P ero t a m b ié n se a so cia n a lg u n o s m ito s c o s m o g ó n ic o s a rituales
que se e m p le a n en casos de ru p t u ra s a n o r m a le s del o r d e n , al súb ito
desatarse de fuerzas de la naturaleza (co m o p ued e ser u n terrem oto, una
eru p c ió n volcánica o un a fu erte to rm e n ta ). Se en tie n d e q ue estos d e s­
manes in o p in ad o s de la naturaleza son intentos de vuelta al caos original
y el ritual in tenta vo lv er a situ ar « l a s cosas en su s i t i o » , r e in s ta u r a r el
orden, sirvién dose de la c o sm o g o n ía . E n las Argonáuticas de A p o l o n i o de
Rodas ( i . 4 9 4 - 5 1 1 ) surge un a q u e r e lla e n tre los navegantes de la nave
A rg o y O r f e o recita una c o s m o g o n ía para r e in s ta u r a r la paz y el o r d e n
entre ellos.
c. Ta m b ién se usan los textos cosm og ón icos para e n c o n tra r las causas
de un d e te rm in a d o mal y p o d e r actuar así sobre ellas, evitando sus e fe c ­
tos desastrosos. U n ejem p lo de esta fu n c ió n p o d ría ser u n en cantam iento
neob abilón ico c o n tra el d o lo r de m uelas, p roced e n te de u n texto m uch o
más a n tig u o , del s e g u n d o m i le n i o a . C . , q u e v ien e a c o m p a ñ a d o de un
mito cosm og ón ico que sirve para aco m p a ñ ar la tarea del dentista.
2 0 I. C O S M O G O N ÍA S Y T E O G O N IA S

Después que Anu hubo creado el cielo, que el cielo hubo creado la tie­
rra, que la tierra hubo creado los ríos, que los ríos h ub ieron creado los
canales, que los canales h ubieron creado el m arjal y que el marjal hubo
creado al gusano, el gusano com pareció llorando ante Samas, brotaron sus
lágrimas en presencia de Ea: « ¿ Q u é me darías tú p o r alim ento m ío ?
¿Q u é me darías para que ch u p e?» « Y o te daré el higo maduro y el albari-
co q u e». « ¿ D e qué me servirán el higo maduro y el albaricoque? ¡Leván­
tame entre los dientes y las encías del hom bre, hazme vivir!

El texto acababa con una maldición para el gusano y con instruccio­


nes para el dentista. Entendemos entonces que el llamado «gu sa n o » no
es sino el nervio del diente, que el cirujano extrae, cuando la caries lo
deja al descubierto, y al que se atribuye la destrucción del diente provo­
cada por la propia caries. De este modo, la actuación del dentista en esta
especie de endodoncia a las bravas se retrotrae nada menos que a la
situación fundacional del mundo.
d. Incluso la función del mito cosmogónico puede ser ya puramente
literaria, en una época en que el mito cosmogónico no es ya funcional,
sino decorativo.
e. Un uso muy importante de las cosmogonías, que puede resultar a
nuestros ojos extraño, pero que no lo es, es su uso político. La sustitu­
ción de una cosmogonía por otra puede ser un intento de propiciar un
cambio en el actual siatuquo:
Un buen ejemplo es el de las cosmogonías egipcias, que son muchas.
En ellas se da el caso de que en cada una es un dios el primero, el que
pone en marcha el proceso de creación. Cada versión responde al afán
de la poderosa casta sacerdotal egipcia de las distintas ciudades por
demostrar que el dios a cuyo sei^vicio estaban era el más importante (en
la media en que era el creador de los demás). Y asi. mientras que en los
textos de las Pirámides aparece Alón como creador y Heliópolis como el
lugar en que fue hecho el mundo, en la de cjue sitúa el origen del
mundo en Menlis es el dios Ptah. en la que lo sitúa en Hermúpolis, es
Ainón y en la que lo sitúa en Esna es Neith.
f. Hay por último, otros usos más raros, como el cómico, hs el caso
del comediógrafo griego Aristófanes que en las Aves reivindica una cos­
mogonía del huevo, pero sólo para apoyar la reivindicación de las Aves
de que son los seres más antiguos del mundo (véase el capítulo 5).
En general, y para concluir con el panorama de las funciones de los
mitos cosmogónicos con aquella en la que coinciden todos, podríamos
1. M IT O S D E L N A C IM IE N T O D E L M UN DO: C O SM O G O N ÍA S 21

decir que la referen cia al estado de cosas p rim o r d ia l (esto es, el recurso
a un m ito c o s m o g ó n ic o ) presta peso y a u to r id a d al texto y con ecta el
origen del en can tam ien to, del ritual o de la institución al que la recita­
ción del m ito acom paña, nada m en os que con la estructura evolutiva del
mundo.
Desde el p un to de vista de las form as literarias, tam bién toda c o s m o ­
gonía es variada, p ued e ser desde un brevísim o relato en prosa hasta un
extenso p oem a lle n o de e p is o d io s . E n gra n m e d id a la fo r m a ad op tad a
depende de factores diversos, desde la evolución literaria de los pueblos
que enuncian los mitos, hasta la fu n c ió n que se les e n c o m ie n d e a éstos.

1.4 . R a z ó n de ser de las c o sm o g o n ía s

Q ueda aún que p r o fu n d ic e m o s un p oco más en d e t e r m in a r la razón de


ser de las cosm ogonías, habida cuenta de que es obvio que no pretend en
en absoluto indagar el o rig en del m u n d o con pretensiones científicas, al
m odo en que la astrofísica actual se basa en hechos concretos verificables
para elaborar una hipótesis.
D ado que el n a c im ie n t o del m u n d o se s u p o n e q ue s u c e d ió en un a
fase ajena a la p o sibilidad de acceso del h o m b r e (en n in g u n a c o s m o g o ­
nía el h o m b r e estaba p resen te ) y q ue p o r tan to es in accesib le a toda
posibilidad de verificació n, está claro que toda cosm og on ía es inventada.
Pero n o c a p r ic h o s a m e n t e in v en ta d a, s in ó basada en f u n d a m e n t o s del
pensam iento an tigu o q ue p o d e m o s d e t e r m in a r . El relato co s m o g ó n ic o
se con cibe a p a r t ir de la c o n c e p c ió n q ue se tien e del m u n d o . C o m o se
supone que en la cosm og on ía el m u n d o se organizó de una vez p o r todas
y para sie m p re , de su erte que lu e ra de la m a n e r a en q u e es, basta con
tener claro cuál es la organización del m u n d o para d e te rm in a r c ó m o fue
organizado, en la idea de que la naturaleza y estructura del m u n d o lle ­
van en sí el sello de su o rig e n .
En c u alq u ier m ito, n o sólo en los c o sm o g ó n ic o s, c u an d o un d e t e r ­
m inado g r u p o h u m a n o lo crea, plasm a en él sus p r in c ip io s básicos, sus
conflictos, sus tem ores o sus orgullo s, d a n d o asi sentido a sus form as de
vida y co h esió n al p r o p io g r u p o q ue se ve re fle ja d o en ese m ito . En las
cosm ogon ías, s ig u ie n d o ese m is m o m e c a n is m o , p e r o d ir ía m o s q u e de
una m an era globalizadora y esencial, se rem iten a un evento p ro d ig io so ,
nada m en os que al m o m e n to en q ue el m ism ísim o m u n d o echó a andar,
los p rin c ip io s básicos de la vida física y de la vida social, la fo r m a en que
se m anifiesta el m u n d o físic o (desde el m o v im ie n t o de los astros hasta
las cosechas o los eventos m e teo ro ló g ico s), la fo r m a en que se desarrolla
22 I. C O S M O G O N ÍA S Y T E O G O N IA S

la vida social del g r u p o (jera rq u ía, fo rm a s de c o m p o r t a m ie n t o , ética), e


in c lu s o el c o n j u n t o de fo r m a s y f u n c i o n e s de los d ioses, así c o m o las
r e lac io n es en tre el h o m b r e , el m u n d o y la d iv in id a d ; en sum a, toda la
c o n cep ció n del m u n d o del g r u p o y los p r in c ip io s que rigen el c o n ju n to
de su vida.
S e c o n s id e r a que las cosas son c o m o son p o r q u e en el t ie m p o
sagrado en que to d o tuvo lu g a r se c o n f i g u r a r o n de la m a n e r a en q ue
s o n . Todo lo agradable de la vida y to d o lo desagradable sucede p o r q u e
se p erp etú a u n m o d e lo de la estructura y del transcurso de las cosas que
quedó c o n fig u ra d o en el proceso c o s m o g ó n ic o . Las cosas, pues, n o sólo
son c o m o son, sin o que n o p o d ría n ser de otra m an era. El m ito c o s m o ­
gó n ic o en este sentido es p ura n egación de la historia, de la evolución de
las cosas, im ag en de q u ie tis m o de un m u n d o q ue está c o n d e n a d o a ser
c o m o es p o r q u e así fue fu n d a d o en el tiem p o o rig in a l.
S ig u ie n d o el m o d e lo del m ito c o s m o g ó n ic o , el h o m b r e vuelve a los
o r íg e n e s (de los que siente u n a esp ecie de n ostalg ia) y se r e m it e al
m o m e n t o en q ue las cosas se o r g a n i z a r o n , c o n s titu y é n d o se así en un a
especie de r e - f u n d a d o r él m ism o .
P ero la o rd e n a c ió n no acaba del todo con el C a o s. Subyace a m uchos
textos co sm o g ó n ic o s (especialm ente los orientales) la n o c ió n de que hay
una t e n sió n d in á m ic a en tre lo q u e p o d r ía m o s lla m a r caos y o r d e n . El
C a o s, o r ig in a r io , i n fo r m e , sin n o m b r e , inerte, c on tien e e n sí la v irtu a ­
lidad del o r d e n y va d a n d o lugar a los sistemas d ife r e n c ia d o s que acaba
p o r con stitu ir la civilización. Esta es siem p re una especie de isla d en tro
de ese C a o s que sigue en el e x terio r dispuesto a reaparecer en cu alq u ier
m o m e n to .
E n los casos en q u e las c o s m o g o n ía s a c o m p a ñ a n a ritos de a ñ o
n u ev o , van asociadas a u n c o n c e p t o cíc lic o del t ie m p o : el p r o c e s o se
repite cada añ o y hay un a especie de « r e f u n d a c i ó n » de las cosas. El m ito
c o s m o g ó n ic o , de alguna fo r m a , vuelve a c o n f ig u r a r las cosas tal y c o m o
se c o n f ig u r a r o n al p r in c ip io de los tiem p o s, garan tiz an d o así q ue van a
se g u ir s ie n d o c o m o e r a n . U n esp a n to so h o r r o r al c a m b io p r e s id e la
m e n ta lid a d p r im itiv a q u e, p o r más q ue p u e d a la m e n ta r c ó m o es el
m u n d o y c ó m o es su vida, c o n s id e r a q ue aq u é l y ésta s o n el m e j o r y la
m e jo r de los posibles y que toda m o d ific a c ió n del estado de cosas p ued e
rep resen tar la vuelta al caos, el deso rd en y la c o n fu s ió n .
1. M ITOS D E L N A C IM IE N T O D E L M UN DO: C O SM O G O N ÍA S 2 3

1.5. C o sm o g o n ía s de la m it o l o g ía g r i e g a : rasgos característicos

Después de estas consideraciones generales mínimas sobre lo que signi­


fica una cosmogonía, sobre sus funciones y sobre sus esquemas narrati­
vos, voy a centrarme en las cosmogonías de la mitología griega.
Lamentablemente de este capitulo de la literatura griega, el de las
cosmogonías prefilosóficas, no conservamos sino los restos de un
inmenso naufragio. De la multitud de poemas genealógicos iniciados
por cosmogonías y teogonias que se compusieron en la antigüedad sólo
se ha salvado completa la Teogonia de Hesíodo, y nos ha llegado inform a­
ción, escasa, eso sí, de diversas teogonias órficas y de algunas otras. Por
otro lado, hay que contar con la que se narraba en una obra en prosa, la
de Ferécides de Siró, de la que nos ha llegado una docena de fragmen­
tos. Fuera de eso sólo tenemos noticias y algún breve fragmento, a veces
tan sólo el título, atribuido a un autor concreto, de otras obras griegas
de ese tipo. En el capítulo 3 m e ocuparé de una de ellas, atribuida a
Orfeo, y en el 4 * de otra, consideraba obra de Epiménides. Del análisis
de estos escasos restos está claro que, sobre un esquema general muy
parecido, las cosmogonías griegas proponían múltiples variaciones en el
orden de los constituyentes: en el origen puede situarse el Agua, el Eter,
el Tiempo y otros muchos seres. Es probable que cada uno de estos
modelos traduzca una determinada visión de la jerarquía que estos ele­
mentos tienen en el mundo, pero, dado que nuestros datos son m íni­
mos, es difícil precisarlas.
Lo que sí es de destacar es que este tipo de relatos, pese a las variamos
en el detalle, tienen algunas características en común, generalmente bas­
tante coincidentes con los esquemas cosmogónicos del Próximo Oriente
(de los que podemos ver numerosos influjos claros), pero con algunas
adiciones que proceden de la personal visión griega de las cosas. L.os ras­
gos más característicos (bien entendido que de las mayoría, ya que hay
excepciones que se apartan de uno u otro de ellos) son los siguientes:
Primero, y en consonancia con mitologías como la egipcia y la meso-
potámica, pero no con la visión hebrea de las cosas, la organización del
mundo no se concibe como creación, sino como una ordenación mecá­
nica y cuasiautomática. no obediente a los designios de un creador u
organizador. Se pasa de un estado informe, no clasificado, desorde­
nado, y sobre todo, quieto, a un estado organizado y en movimiento.
En cualquier caso, el mundo o los mundos (kosmai) pueden crearse, pero
su materia constituyente, no. Esa se supone que precede, en algunos
casos también sigue, y en otros también abarca a los kosmoi creados en ella.
24 I. C O S M O G O N ÍA S Y T E O G O N IA S

E n s e g u n d o lugar, en lo q u e se r e f ie r e al e sq u em a n a rr a tiv o , se
insertan en un esquem a que op era p o r disociacion es de un estado in d i-
feren ciad o inicial. L o que añade la visión griega en estas cosm og on ías es
una n o c i ó n de p o la rid a d . Las d iso c ia cio n es suelen ser de pares de e l e ­
m en to s o p u estos, q ue van c re a n d o una realidad de base op ositiva. Las
p rim eras son p u ra m en te mecánicas. Lu ego pasan a una fase de u n io n e s
sexuales.
E n t e r c e r lu ga r, la o r g a n iz a c ió n del m u n d o n o se c o n c ib e c o m o
rep en tin a . Suele pasar p o r una fase en que el o r d e n n o es el actual, sino
u n a esp ecie de fase in t e r m e d ia q ue se caracteriza p o r la p r e s e n c ia de
m o n s tru o s y p o r una fase de luchas o tanteos.
Hay un a lu ch a , casi s ie m p r e en tre los p o d e re s del o r d e n y los del
d e s o rd e n , p e ro los del deso rd en n o son d e rro ta d o s para sie m p re , .sino
sólo p rovision alm en te, de m o d o que pueden reaparecer en form as múl
tiples: en la tierra son los terrem o to s, los cataclism os; en el m ito , seres
m o n stru o so s q ue se rebelan contra la d ivin idad. Incluso esta especie de
situación de alerta vigilante, de lucha c o n tin u a es im p rescin d ib le para la
bu en a marcha del m u n d o , ya que la im p o sic ió n de un o r d e n sin p o s ib i­
lidad de r u p tu r a p o d r ía co n v ertirse en leta rg o y estagn a ció n . P o r otra
parte, a m en u d o las fases de esta lucha se asocian a los p eríod o s alternati­
vos de fertilidad y parálisis p o r los que pasa la tierra en los ciclos anuales.

1.6 . C o s m o g o n ía s f il o só f ic a s

En G recia se p r o d u c e , adem ás, una p a rtic u la r evolu ció n de las c o s m o ­


gonías: las cosm ogonías filosóficas, esto es, las explicaciones que sobre el
o r ig e n del m u n d o n o s d a n , p o r e je m p lo , los f iló s o fo s p re s o c r á tic o s .
Así. sabem os que Tales de M ileto postulaba que en el o rig en fue el agua
y que la tierra se c o n fig u ró sobre ella, de fo rm a que ah o ra está flo tan d o
sobre el agua com o una especie de plato, o que A n a x im a n d ro p on ía en el
o rig e n de las cosas un ele m e n to d e n o m in a d o « l o i n d e f i n i d o » (apeiron)
del Cjue se destacaban lo caliente, lo frío, lo seco y lo h ú m ed o , o que A n a ­
xim enes con sideraba que en el p r in c ip io de los tiem po s fue el A ire , que
p o r sucesivas condensaciones se fue convirtiendo en los demás elem entos.
L o que destaca en estas co sm o g o n ías filosóficas es que m a n tie n e n el
m ism o esq u em a que las co s m o g o n ía s m íticas, si b ien las d e s p e r s o n a l i ­
zan. y asi. m ie n tr a s q u e la T i e r r a en las c o s m o g o n ía s m íticas aparece
p e r s o n if ic a d a c o m o un s e r f e m e n i n o capaz de u n ir s e c o m o p a re ja al
C i e l o y p a r ir hijos, en las co sm o g o n ías filo só ficas la tierra es ya un e le ­
m ento físico, despersonalizado, algo más parecido a lo que ah ora e n t e n ­
1. M ITOS D E L N A C IM IE N T O D E L MUNOO: C O SM O G O N ÍA S 2 5

demos como una materia. FM proceso es, sin embargo, gradual, y todavía
Tales creía que «todo está lleno de dioses» y que algunos seres inmate­
riales, como la piedra imán, tienen alma porque pueden mover a otros
cuerpos. En el capítulo 2 4 examinaremos las condiciones del difícil
tránsito de las formulaciones míticas a las filosóficas.

1.7. C olofón

Hasta aquí, unas primeras consideraciones generales sobre las cosmogo­


nías. Los griegos intentaron en una serie de textos darse una explicación
de cómo y por qué las cosas son como son y no de otra manera y especu­
laron que ello era así porque habían nacido de una determinada forma
que condicionaba la marcha posterior de las cosas, lie presentado las
razones de ser de estos textos y algunos ejemplos significativos de cosmo­
gonías de diversas culturas. En todo caso, resulta de enorme interés leer
estos relatos sobre orígenes del mundo y atisbar la manera en que
entendían el universo circundante los creadores que los produjeron.
Intentar entenderlos es una forma como otra cualquiera de intentar
entendernos mejor a nosotros mismos.
Para ejemplificar con algunos textos cómo se realizan los rasgos gene­
rales reseñados, presentaré cuatro de características divergentes entre sí:
la cosmogonía de Hesíodo (capítulo 2 ) , una cosmogonía òrfica, (la
llamada Teogonia deJerónimo y Metanico, capítulo 3). otra, atribuida a Epim é-
nides (capítulo 4) y> por último, una cosmogonía paródica inserta por
Aristófanes en una comedia (capítulo 5)-
2. LA COSMOGONÍA DE HESÍODO

2 .1. L a c o sm o g o n ía g r ie g a m ás a n t ig u a

La versión más antigua y m e jo r con ocid a que ten em os de una c o s m o g o ­


nía griega, p o r h a b e r n o s llegado en una o b r a co m p leta , es la que nos
narra H e sío d o en la Teogonia. L o p r i m e r o que ad vertim os, la m e n ta b le ­
mente para nuestros propósitos, es que a 1 lesíodo la cosm ogon ía le in te ­
resa más b ie n p o c o o m e jo r d ic h o , casi nada. Tan sólo r e c u r r e a esta
cuestión en la m ed id a en que necesita un e s c en a rio d o n d e situ ar a sus
generaciones de dioses, que es el ob je to p r in c ip a l de su p o e m a . Es p o r
ello bastante im preciso en lo que nos cuenta (H esío d o , Teogonia 1 1 6 - 1 3 3 ) .

Pues b ie n , lo p rim e risim o que nació fue C a o s; p ero enseguida


T ie rra de ancho p ech o, sede p o r siem p re segura de todos
los in m o rtales que ocu p an las cim as del nevado O lim p o ,
y el nebuloso T á rta ro en el abism o de la tierra de vastos cam inos
y E ro s. el más h erm o so en tre los dioses in m o rtales, tuo
que aflo ja los m iem b ros, que de tod os los dioses y de todos los hom bres
dom eña en sus pechos el e n te n d im ie n to y el p ru d en te con sejo .
De C ao s n aciero n E reb o y la negra N oche
y de la N o ch e, a su vez, E te r y Día n aciero n ,
a los cuales en gen d ró habiéndose u n ido en am orosa coyunda con E reb o . 125
Y T ie rr a e n ge n d ró lo p rim e ro , igual a sí m ism a
el C ie lo estrellado, para que p o r todas partes la cu b riera,
a fin de que para los felices dioses fu era sede p o r siem p re segura.
2 8 I. C O S M O G O N ÍA S y t e o g o n i a s

También engendró los grandes montes, gratas moradas de unas diosas,


las Ninfas, que habitan por los abruptos montes. írjo
Asimismo dio a luz al mar imposible de secar, de impetuosa corriente,
a Ponto, sin deseada coyunda. Pero luego
unida en am or a C iclo parió a O céano de profundos rem olinos.

Sigue la mención de los tiernas Titanes, enlazando así con las genera­
ciones de dioses. Se ha puesto de relieve con acierto que, mientras los
demás escritores que tratan sobre la creación del mundo se imaginan un
estado anterior y lo describen, tal narración se halla ausente del texto de
Hesíodo. K 1 poeta no nos dice ni cómo surge Caos ni qué había antes,
ni siquiera si había algo antes. Resulta tan poco claro que ha dado pie a
muchas interpretaciones erradas sobre Caos en autores antiguos y
modernos. C o n todo, ésta es toda la información que tenemos y hemos
de conformarnos con lo que podemos derivar de esta simple frase. Pero
creo que, sin pecar de imaginativo, resulta suficiente para obtener algu­
nas conclusiones.

2 -2 . C aos
« L o primerísimo» lo que Hesíodo sitúa en el origen absoluto del acon­
tecer, es Caos. Los antiguos entendieron mal qué era Caos. Probable­
mente en gran medida por culpa del propio Hesíodo, que se hace
entender mal en este aspecto por su falta de concreción. Aristóteles en la
tísica 2 0 8 b 3 0 interpreta Caos como el espacio, un concepto éste bas­
tante moderno y elaborado, sobre bases matemáticas, primero por Pitá-
goras y luego por Zenó n y por Platón, por lo tanto muy posterior a
1 lesíodo. Aun cuando sea anacrónica, la interpretación del Estagirita es
la que más se acerca a lo que hoy creemos que es el verdadero sentido de
Chaos.
Los estoicos creyeron que se trataba de « a g u a » , sobre la base de una
relación etimológica errónea con el verbo 'verter' (en griego se dicen,
respectivamente chaos y cheo, cf. Zenó n SVF I 2 9 - >7 vo n A rn im ) Otros
autores lo consideraron como materia informe, previa a la ordenación
del mundo. Es el caso de Luciano, quien nos dice (,4mores 3 2 ) :

Pues tú (liros) diste forma al universo a partir de una invisible


y confusa carencia de forma.

O de Ovidio, quien nos lo presenta al principio de sus Metamorfosis


( 1 . 5 - 9 ) con una definición muy similar:
2. LA C O SM O G O N ÍA OE H ESÍO OO 29

Antes del mar y de la tierra, y del cielo que todo lo cubre


en todo el orbe la naturaleza sólo tenia un aspecto
al que se llamó Caos, una masa confusa y desordenada
no más que un peso inerte y un am ontonam iento
de gérmenes no bien unidos y discordantes.

Ambos autores se hacen eco de una interpretación que es la que da


origen a la idea moderna de « c a o s » como « c o n fu sió n » .
Para Hesíodo, Caos es otra cosa, a pesar de que el nombre co inci­
dente pueda confundirnos. Un estudio etimológico correcto pone de
manifiesto que chaos significa en Hesíodo «h u eco , va cío ». No es por
tanto una materia. Ni es el estadio anterior, porque Caos sigue exis­
tiendo después de las cosas que se producen a partir de él. Pero tampoco
es sólo un puro hueco, una transformación física. Caos es, como Fierra
o como Cielo, una entidad que puede también tener descendencia,
producida, eso si, y como es propio de los seres primigenios, de modo
automático y no por reproducción sexual. Quizá podríamos decir que es
la «condición de la d iferen ciació n », que es capaz de crear entidades
distintas simplemente porque produce una separación entre ellas.
Ahora bien, es una abertura pero ¿entre q u é? Hesíodo no lo dice
con claridad, pero hay buenos motivos para pensar que —por lo menos
para la fuente de Hesíodo. que desconocemos— se produjo entre el cielo
y la tierra. Y debemos suponerlo sobre la base de las propias palabras de
Hesíodo.
a) En primer lugar, por la expresión « p e ro enseguida Fierra» ( 1 1 6 -
117). Tierra aparece en cuanto se produce ese hueco, ya que antes no era
posible que nada apareciera como distinto. Sólo la imposibilidad de los
poetas arcaicos para narrar procesos simultáneos es la que obliga a
Hesíodo a volver sobre Cielo en el verso 126 , en una duplicación (ahora
en términos de engendramiento) del primer proceso.
b) Pero obsérvese que en el verso I l 6 se dice que 'Fierra engendra de
si misma al cielo «igual a sí m ism a ». La razón de esta igualdad no es
otra que ambos son mitades iguales de la materia separada.
c) Flay algo más que aprendemos del análisis del texto. El verbo
« n a c ió » (116 ) nos da un dato esencial: nos indica que Caos no era
siempre, no es eterno, sino que nació, se produjo. Hesíodo le niega a
Caos el carácter de eterno. Lo eterno debía ser aquello preexistente a
Caos, de lo que el poeta no nos habla y en lo que se produjo la tal aber­
tura. Se trata, pues, del nacimiento de un ente divino y primigenio que
30 I. C O S M O G O N ÍA S Y T E O G O N IA S

surge en el interior de un antiguo continuo primordial. Por su carácter


hueco, separa este continuo y permite que surjan inmediatamente (hoy
podríamos decir que se manifiesten como distintas, al producirse el
hueco) dos realidades nuevas: arriba, Cielo, abajo. Tierra.

2.3. E l prim er a c o n t e c im ie n t o

Hay otro aspecto de la cosmogonía hesiódica que hemos de señalar a


partir del valor del verbo « n a c i ó » que acabamos de señalar. Y es que
éste también indica que la aparición de Caos fue también el primer
acontecimiento.
Es curioso señalar que el poeta no habla del T ie m p o en ninguna
parte de la Teogonia. Lo único que nos dice es que « l o primerísimo,
nació C a o s » , es decir, que la producción de Caos es el acontecimiento
primerísimo, al ser la primera modificación que se produce en el estado
de cosas anterior al comienzo del proceso cosmogónico, esto es, en « lo
que había antes de ordenarse el m u n d o » . No quiere con « l o prim erí­
sim o » decirnos tanto que Caos fue lo primero en orden, como que éste
fue el propio origen de los acontecimientos. El reloj de los aconteci­
mientos se pone en marcha con la aparición de Caos, que inicia tam­
bién, con su discontinuidad, la línea del tiempo.

2.4. O rganizació n d el espacio

Tras de Caos nace T ártaro ( 1 1 9 ) . Este es también otro hueco, pero el


que existe entre la T ie rra y el M undo Subterráneo (se supone que de
iguales dimensiones que el Caos, es decir, el hueco que hay entre la T i e ­
rra y el Cielo). Produce así Hesíodo una primera organización « h o r i ­
zontal» del espacio: Cielo, arriba, entendido como un espacio sólido
—« d e bronce» lo llama Homero en ¡liada 1 7 -4 ^ 5 —í s* uno pudiera llegar,
podría golpearlo y sonaría; firme, sede de los dioses. Tierra, en medio,
también sede firme para los mortales y los inmortales, y Mundo subte­
rráneo, reino de los muertos. Entre los tres, dos grandes huecos que los
separan. Caos (que separa Cielo y Tierra) y Tártaro (entre la Fierra y el
Inframundo).
Aparece ahora un personaje singular: Eros ( 1 2 0 ) . Eros no es un ele­
mento comparable a T ierra o C ielo y muchos se han preguntado por
qué se menciona aquí. La razón que parece más probable es que la pri­
mera fase de la cosmogonía es una especie de movimiento cuasiautomá-
tico, resultado de desplazamientos de masas cósmicas a un tiempo natu­
rales y personificadas que se separan. Eros es la garantía de cjue más
2. L A C O SM O G O N ÍA DE H ESÍO DO 3 '

adelante sea posible la aparición de nuevos seres pero ya como resul­


tado de las uniones sexuales y de la reproducción. Así que, como
garante de la posibilidad de reproducción de los seres, Eros debe apa­
recer pronto en escena, ya que hasta que él no haya nacido, no habrá
esta posibilidad.
De Caos nacen Erebo y la Noche ( 1 2 3 ) . elementos que van a ocupar
los espacios respectivos. l a Noche ocupa el espacio de Caos, entre Cielo
y Tierra. Erebo, el espacio de Tártaro, en el mundo subterráneo. Pero
de la Noche nacen sus contrarios (1 2 4 ) . Vemos que hay una idea de p ro ­
greso en esta ordenación: de lo oscuro, a lo luminoso, de lo negativo, a
lo positivo, y además que los nacidos de Noche tienen funciones diferen­
tes: Día va a distribuirse con Noche, alternativamente la ocupación del
espacio entre Tierra y Cielo, hasta el extremo de que I lesíodo dirá luego
de ellos que poseen compartido un palacio con dos puertas (Teogonia 7 4 6 "
757). Pero en el mundo subterráneo no hay posibilidad de que Erebo, la
tiniebla profunda del abismo, alterne con un principio luminoso. Así
que el elemento polar lo es entre el lugar más bajo del mundo y el más
alto. Eter es una zona privilegiada, más alta y luminosa, junto al Cielo.
Volviendo a 1 ierra se nos «vuelve a co n ta r» que engendra a Cielo
(126), por la falta de capacidad del poeta para referirse a acontecimien­
tos simultáneos a la que ya he aludido. Pero nos dice que ocurre « lo
primero» otra vez. Es decir, Hesiodo ve como la abertura de Caos el
mismo proceso « p r i m e r o » , aunque lo narra « e n dos tiem pos», p ri­
mero, con la aparición de la Tierra, abajo, y luego, la del Cielo, arriba.
Luego el poeta nos habla del surgimiento aún automático de una
serie de especificaciones de la tierra: los montes ( 1 2 9 ) . y el mar (i 3 l).
entendido como los mares interiores, porque Océano, del que se habla
luego (133)« no es un mar para los griegos, sino un río que circunda el
círculo de la tierra.

2 . 5 . EL O R D E N D E L M U N D O , C O N J U N T O D E P O L A R I D A D E S : C O N C L U S I Ó N
Queda asi un conjunto ordenado en polaridades. En lo más alto el
Cielo, en lo más bajo el mundo subterráneo. Ju n to al Cielo, el límpido
Eter, abajo del todo Erebo, la espesa tiniebla de la muerte. Bajo el Eter
y sobre la Tierra, se reparten ordenadamente y por turnos el espacio Día
y Noche. La T ierra, aunque esté personificada es, a la vez, la realidad
física que tiene ya llanuras, montes y mares. Alrededor de la extensión
de la tierra, el Océano, anillo acuoso que constituye los límites de este
mundo.
32 I. C O S M O G O N ÍA S Y T E O G O N ÍA S

V em os pues en el pasaje de la Teogonia h e sió d ic a a lg u n o s de los e l e ­


m entos que se han ido p resen ta n d o c o m o característicos de las c o s m o ­
gonías. O tr o s no los vemos en esta parte de la ob ra, p ero se hallan p r e ­
sentes en el resto del poem a.
E n efec to , la c o s m o g o n ía h e sió d ic a n os n a r r a la o r g a n iz a c ió n del
m u n d o : el m u n d o físico, en el pasaje que h e m o s visto, p e ro tam bién el
m u n d o d iv in o en el resto de la o b r a , q u e se r e f ie r e al sucesivo n a c i ­
m ie n t o de todos los d ioses. Ia m b ié n se r e f e r ir á a la o r g a n iz a c ió n del
p o d e r (del p o d e r d ivin o, desde luego, p ero éste es el m o d e lo de la o r g a ­
nización del p o d e r h u m a n o ) y así los dioses parcelan el m u n d o y se d is­
tribuyen estas parcelas de p o d e r . Plutón queda con el m u n d o s u b te r rá ­
n eo , P osidón con el m ar, Z eu s, con el cielo.
N o nos describe el estado in icial, antes de p ro d u cirse el acto c o s m o ­
g ó n ico, pero lo p resu p o n e. Es aquello en lo que se abre C a o s. El t iem po
se inicia co n este acto co s m o g ó n ic o , ya q ue el n ac im ie n to de C a o s es el
p r i m e r a c o n tecim ien to , lo p rim e r ís im o .
E l p roceso p ertenece al tipo de los de sep ara ció n de elem en tos, c o n ­
cretam ente, la Fierra y el C ie lo .

2.6 . Fun c ió n de la c o s m o g o n ía h e sió d ic a

En cu a n to a su f u n c i ó n , el p o e m a h e s ió d ic o ya n o tien e nada q u e ver


con el ritual. O ig a m o s lo que el p r o p io H e sío d o nos dice en Teogonia 9 4 -
1 0 3 . en d o n d e p re se n ta de f o r m a be llísim a la f u n c i ó n de su p r o p i o
p o em a : hacer olvidar las p re o c u p a c io n e s y alegrar el á n im o :

Y es que de las M usas y del flech ad o r A p o lo


d escien d en , en la tierra , los aedos y los citaristas. 95
y de Z eus, los reyes. ¡Feliz aquél a q u ien las Musas
am an! Pues dulce do su boca fluye el canto
y si alguien con un pesar en su án im o recién a fligid o
se con su m e, con el corazón angustiado, en tonces el aedo
servid o r de las Musas, las hazañas de los h om b res de an tañ o 100
celebra, y a los dioses que ocu p an el O lim p o
y en segu id a éste de sus pesares se olvida y ya de sus cuitas
ni se acuerda: de prisa cam bian su á n im o los regalos de las diosas.

P o r sup u esto q u e , pese a q u e este p r o p ó s i t o es el ú n ic o e n u n c ia d o


p o r el poeta, es claro q ue ni para él ni p ara su p ú b lic o lo que cuenta es
urv aswrvVO VrávaL tA. ^Vd.ce.\: tWwoOrtsúwvVc.
nía nace, en tre otras cosas, de que, una vez oída, el oyente se hace con s-
Z. LA COSMOGONÍA DE HESiODO 33

ciente de que a d q u ie re u n c o n o c im ie n to q u e le parece im p o rta n te ,


especialm ente p o rq u e le p e rm ittfspfrten d er m e jo r su papel d e n tro del
m undo.
3. UNA COSMOGONIA ORFICA

3 .1 . L a t e o g o n i a d e J e r ó n i m o y F I e l a n i c o
C o m o contraste c o n la c o s m o g o n ía hesió dica. p resen to otra, para que
pueda advertirse la variedad de solu cio n es propuestas p o r los griegos. Se
trata de una co s m o g o n ía ó rfic a , p e r o atrib u id a a J e r ó n i m o y H e la n ic o ,
autores s o b re los q u e n o s ab em o s m u c h o . L o s d a tam o s más o m e n o s
hacia el s. II a . C . N o debe ex tra ñ a rn os que sea una teogonia ó rfica a t r i­
buida a otros n o m b res. La razón es que se su p o n ía q ue el p r o p io O r fe o
fue el i n s p i r a d o r de v a ria d ís im a s o b ras, de f o r m a q ue cada u n o de los
diversos poetas a los q u e se atrib u ye n no era s in o un m e r o a m a n u e n s e
de su voz, a m o d o de u n m é d iu m de un a p oesía q ue les era revelada y
ajena p o r su naturaleza al tiem p o .
La c o n o ce m o s de m o d o muy deficien te, ya que sólo nos han llegado
algunas referen cias so b re ella, en dos fuen tes, am bas en p ro sa: D a m a s-
cio, el filó s o fo n e o p la tó n ic o del v / v i d . C . y A te n á g o ra s , un apologeta
del cristianism o de fines del II d . C . Presento el texto de D am ascio (Sobre
los principios 1 2 3 bis, al que llam arem os D) y el de Aten ágoras (En favor Je los
cristianos 1 8 . 3 ss., al que llam a rem o s A ), sep aran d o los diversos ep isod ios
aludidos, a fin de o b te n e r un cuadro ap ro x im ad o del relato original. H e
elim in ado del farragoso texto de Dam ascio las pintorescas explicaciones
que añade para en cajar los testim on ios ó rfic o s en el sistema del n e o p la ­
ton ism o tardío.
36 I. C O S M O G O N ÍA S Y T E O G O N IA S

3 .2 . E n e l o r ig e n , e l a g u a
Se postula en este poem a que en p r in c ip io fue el agua. Veam os las carac­
terísticas de esta agua y el m ecanism o p o r el que da lugar a la d e s c e n d e n ­
cia p o ste rio r:

D D esde el p rin c ip io h ub o agua y la m ateria de la que se cuajó la tierra.


A Fue el agua el p rin c ip io de todas las cosas y del agua se fo rm ó fan go.

La expresión « s e f o r m ó f a n g o » de A es un a v ersión prosaica del más


poético « s e cuajó la t i e r r a » de D, m ien tras cjue « p r i n c i p i o » de A s u b ­
sum e la c o n d ic ió n de materia y la expresión « d e s d e el p r i n c i p i o » de D.
El p r in c ip io de las cosas es el agua, c o m o en l lo m e r o . quien en un verso
aislado ( Uíacla 1 4 . 2 0 1 ) c o n s id e r a q ue O c é a n o y T etis son la p areja p r i ­
m o r d i a l. L u e g o se p r o d u c e un p r o c e s o , sea de s e d im e n t a c i ó n , sea de
solidificación , que en todo caso implica una separación o d iferen ciac ió n
de tie r r a (n o de la T i e r r a c o m o lugar) a p a rtir del agua p r i m o r d ia l . El
ser p r im ig e n io es u n o , y n o una pareja, y el a c o n te c im ie n to o r ig in a l es
la decan tación , sedim en tación o « c u a j o » de tierra de esta agua p r i m o r ­
dial. A lgo que se asemeja m u ch o especulaciones presocráticas an teriores
a esta c o s m o g o n ía , q ue sin e m b a r g o es a ú n m ític a . E n e fe c to , es b ie n
sabido que el agua p r im o r d ia l fu e p ostulada p o r Tales. La t r a n s f o r m a ­
c ión de la materia orig in al en otras p o r co n d en sac ió n lo fue p o r A n a x i­
m en es. L u e g o verem o s en n uestro texto algunas huellas im p o rta n tes de
la c o s m o g o n ía de A n a x i m a n d r o . Se habla a m e n u d o de i n f l u j o de los
m ito s en los p r i m e r o s f iló s o fo s , p e r o n o es d escartable un i n f l u j o de
éstos so b re aq u é llo s , ni m e n o s a ú n , un a rela c ió n m u tu a p r o lo n g a d a
d u ran te el tiem p o .

3 .3 . T ie m p o y N e c e sid a d

A c o n tin u a c ió n nace un ser serp e n tin o llam ado « T i e m p o y H e r a c le s » :

D ...e l te rce r p rin c ip io d espués de estos dos se o r ig in ó de ello s, d igo ,


del agua y de la tierra , y lúe una serp ien te dotada p o r naturaleza con cabe
zas añadidas, una de to ro y otra de león , y en m ed io de ellas el ro stro de un
d ios. S o b re sus h o m b ro s tenia alas y se llam aba T ie m p o d esco n o ced o r de la
vejez y H eracles.
A Y de am bos se o rig in ó un an im al: una serpiente que tenía una cabeza
de le ó n <y o tra de to ro > añ a d id a y en m ed io de am b as, el ro stro de un
d io s. Su n o m b re era 1leracles y 1 iem po.
3. U N A C O SM O G O N ÌA Ò R FIC A 37

El verbo que se usa no q uiere d ec ir « n a c i d o » p o r ge n e rac ió n sexual,


sino « p r o d u c i d o » . A g u a y tie rra , asexuados, n o f o r m a n una pareja ni
son los padres del d ra g ó n , sino un m edio en el que éste nace. El dragón
es el p r im e r ser con fo rm a y q ue, c o m o tal es descrito. Y adem ás, c o m o
p r im e r a c o n t e c im ie n t o , es ta m b ié n T i e m p o él m is m o . El T iem po es
s erp e n tin o y es a l a d o . ¿ P o r q ué esta f o r m a ? B ris s o n (Orphée et l'orphisme
dansI'Ant¡c¡uitégréco-roiname, Aldershot 1995 » IV 2 9 1 4 ) apunta que, c o m o el
reptil se asocia al m u n d o s u b te r rá n e o , y las alas, a los seres que van p o r
el cielo, en cierto m o d o es una síntesis entre el m u n d o de arrib a y el de
abajo. S ie n d o todo esto cierto, y sin d esd eñ ar lo m u c h o que se ha dicho
de la im aginería o rien tal que subyace bajo esta rep resen tación , creo que
hay que o b se rv ar, ad em ás, q u e la im ag en de T i e m p o se sitúa en una
galería de p ersonajes cuya p r im e r a rep resen tación literaria en G recia es
el T ife o h e sió d ico: un ser de la fase co s m o g ó n ic a , en tidad p rim ig e n ia ,
m onstruosa, a n t e r io r al o r d e n p o s te r io r im p u esto p o r Z eu s. La u n ió n
con cabezas de anim ales terrestres com pletan el elenco de esta especie de
« a r c h i a n i m a l » , p r e fig u ra c ió n c o n ju n ta de todos aq uellos q ue luego se
diversificarán. El n o m b r e de H eracles seguram ente se debe a la id e n t ifi­
cación de este h é r o e con el Z o d ía c o . A p u n t a r ía a q ue este t ie m p o es la
organización del ciclo estacional.

J u n t o a T i e m p o aparece un s egu n d o ser, N ecesidad:

D Se unió a él N ecesidad, que es a la vez N aturaleza y A drasfea, in c o rp ó ­


rea y con los brazos extendidos p o r todo el m u n d o, tocando sus c o n fin e s...

N ecesidad es un a e n t id a d cuyo p o d e r se e x tien d e p o r t o d o el u n i ­


verso; el alcance de sus brazos expresa de fo r m a m etafórica q ue todo el
m un do está s o m e tid o a su n o r m a . Pero es in c o r p ó r e a y, c o n s e c u e n t e ­
mente, no se la describe.
Frente a otras in terpretaciones posibles, creo que este ep isodio s ig n i­
fica que la o rd e n a c ió n del m u n d o su p o n e dos prem isas: la ap a ric ió n de
T ie m p o y q ue el t r a n s c u r s o del t ie m p o sea o r d e n a d o . Este m a rc o de
« t i e m p o - o r d e n » nos recuerda a A n a x im a n d r o , cu an d o habla de que el
ciclo de las estacion es o c u r r e « s e g ú n la d is p o s ic ió n del t i e m p o » (B I
D ie ls-K ra n z ).
38 I. c o s m o g o n í a s y t e o g o n í a s

3 .4 . D e s c e n d e n c i a df. T i e m p o
El p o em a c o n tin u a ría n a r r a n d o la descendencia de T i e m p o :

D Este era pues el T ie m p o d esco n o ced o r de la vejez ... p ad re de E te r y


de C ao s. Este T ie m p o , la Serp ien te, genera una triple descendencia: el E ter
h ú m ed o y C ao s sin lím ites y el tercero, después de ellos. E rebo n ebu loso.

Las re fe re n c ia s so n casi literales. O bsérvese q ue se habla sólo de


T i e m p o c o m o padre, lo que q uiere d ecir que N ecesidad n o es su pareja
sexual. En cuanto a la triple descendencia, pienso que su p on e una o r g a ­
n ización del esp acio , a falta aún de e le m e n to s s ó lid o s: El E ter, a r rib a ,
c o m o la zona s u p e rio r, calificado c o m o h ú m e d o , p r o b a b le m e n te c o m o
resto de su p roceden cia de las aguas p rim o rd iales, C aos, que en H esíodo
era el espacio e n tre C i e l o y T i e r r a , p o r lo q ue q u ed a b a lim it a d o p o r
ellos, es aquí ilim itado, p o rq u e aún el C ie lo y la T ie r r a , que lo limitarán,
n o han n a c id o . El E re b o , ab ajo, es la zona ten e b ro sa del m u n d o i n f e ­
r io r. Para el autor, estas entidades tienen entre sí una u n ió n a n te rio r a la
ap a ric ió n de C ie lo y ’ Fierra, que será p osterior. L o que se ha p ro d u c id o
es u n a separación de las aguas p rim o rd iales, c o m o en el Génesis 1, en que
p r im e r o se crea el firm a m e n to c o m o una divisoria entre aguas de arrib a
y aguas de abajo, y luego se crea la tierra. Se invierten así los té rm in o s de
la cosm ogonía hesiódica, en la que la creación de elem entos firm es y sóli­
dos (C ie lo y T ie r r a ) es a n te rio r a la de los espacios in term edios.

3 .5 . E l h u e v o c ó s m i c o
U n nuevo a c o n tec im ien to tiene lugar en el escenario de la co sm o g o n ía:

D Pero e n tretan to , según d ice, T ie m p o e n g e n d ró un h u evo; tam bién


esta trad ición lo hace criatura de T ie m p o .
A Este H eracles en gen d ró un huevo descom unal q ue, llen o de la fuerza
de q u ie n lo había e n g e n d ra d o , se p a rtió en d os p o r fr ic c ió n . S u p arte
su p e rio r acabó p o r ser el C ie lo , y la que se fue para ab ajo , la F ierra.

M u ch o s au to res han señ alad o las sim ilitu d e s de este m o d e lo con la


co sm o g o n ía de A n a x im a n d r o . q u ien habla de un círculo de fu eg o, d e n ­
tro del que hay una especie de ge rm e n , cuyo desgarro p ro d u ce la estru c­
tura actual del cosm os (fragm en to A IO D ie ls - K r a n z ) . E n la c osm ogon ía
ó rfica, el huevo que se ha o rig in a d o en el centro de las aguas p r i m o r d i a ­
les separadas, al ro m p erse, co n fig u ra la d em arcación de estas se p a ra c io ­
nes de las aguas con espacios sólidos: el C ie lo y la T i e r r a .
3. U N A C O SM O G O N ÍA O R FIC A 39

3 .6 . P r im o g é n it o

Tras la rup tura del cascarón del huevo c ósm ico, hace su a p a ric ió n el ser
que se había ido g e n e r a n d o d en tro de él:

D Y en tercer lugar, adem ás de éstos, u n dios b icó rp o re, con alas de oro
sobre los hom bros, que tenia p o r naturaleza a am bos lados cabezas de toro y
sobre su cabeza una m on stru o sa se rp ie n te que adoptaba las más variadas
form as de anim ales ... Tam bién esta h istoria sagrada celebra a P rim o gén ito.
A Y tam bién apareció una especie de d io s b ic ó rp o re .

D ebe destacarse el gran p a re c id o de la d e s c rip c ió n de P rim o g é n it o


con la de T i e m p o , s o b re el que añ a d e un a n o v e d a d : b i c ó r p o r e q u ie r e
decir aquí « h e r m a f r o d i t a » . El n u evo d io s tien e a m b o s sexos, para
p oder dar origen a la rep ro d u c c ió n sexual; debe observarse que es desde
ahí desde d o n d e co m ie n z a n los n u evo s seres a r e p r o d u c ir s e se x u a l-
mente.

3 . 7 . PAN
Damascio acaba su breve relato con el n ac im ien to de Z e u s - P a n :

D Y llama a Zeu s el que o rd en a todas las cosas y el universo e n tero , p o r


lo que tam bién se le d en o m in a P a n » .

Obedece esta iden tificación a diversos motivos; p o r un lado, al deseo


órfico de ver tras la m u ltip lic id a d divina una sola realidad; p o r o t r o , a
una larga tradición de autores que tratan de sacar p artido de las e t i m o ­
logías; sobre todo, los estoicos, p ero tam bién , antes, los poetas y Platón.
A quí Zeus, que será el artífice del nuevo o r d e n , se iden tifica con el dios
Pan, cuyo n o m b re se explica a p a r t ir del adjetivo griego pan « t o d o » .
El p o em a c o n t in u a r ía después c on el n ac im ie n to de los dem ás d i o ­
ses, esto es, en la c o n t i n u a c i ó n t e o g ó n ic a , q ue a q u í ya n o in teresa a
nuestros p rop ósito s.

3.8 . A l g u n o s r a s g o s d e l a c o s m o g o n ía d e J e r ó n i m o y I I e l a n i c o
La novedad con respecto a la Teogonia de H esío do es que, m ientras que en
ella Z eus asu m ía s im p le m e n t e su papel de rey de h o m b r e s y dioses, en
ésta asume una fu n ció n p oco frecuente en las teogonias griegas, que es la
de ser el responsable de la o r d e n a c ió n del m u n d o .
Se plantea en esta o b r a , pues, un a c o s m o g o n ía bastante abstracta,
pero clara, en mi o p i n ió n . Del agua p r im o r d ia l, indistinta y atem p oral,
que contiene en sí el ge rm en de las cosas, se decanta o « c o a g u la » barro.
40 I. C O S M O G O N ÍA S Y T E O G O N ÍA S

del que saldrá T i e m p o y la en tidad co m p le m e n ta r ia , N ecesidad, lo que


s ig n ific a la a p a r ic ió n del t ie m p o o r d e n a d o en el m u n d o . A m b o s son
responsables de la separación del agua p r im o r d ia l en una p rim e ra o r g a ­
n iza ció n del esp acio : E te r a r r ib a , C a o s , i n t e r m e d io , E r e b o , ab ajo . La
ge n e ra c ió n del huevo en el cen tro de este espacio p erm ite, p o r un lado,
co m p leta r la organ ización del espacio, al co n figu rarse C ie lo y T i e r r a de
la r u p t u r a de su cáscara. P o r o t r o , la g e n e r a c ió n sexual a p a rec e en el
m u n d o de la m a n o de P rim o g é n ito —cuyo n o m b r e indica que ya se trata
de u n ser n a c id o —, q u e c o n t ie n e en sí a m b o s sexos. L u e g o v e n d rá el
o r d e n de Zeus, que co m p o rta tam bién la o rd e n a c ió n del p r o p io m u n d o
íísico.
V em os en esta teogo n ia, p o r ú ltim o , que tiene aú n m uchas caracte­
rísticas p r o p ia s del m ito , c o m o la p e r s o n i f i c a c i ó n de p r i n c ip i o s , o la
existencia de seres m o n stru o so s p rim ig e n io s en los p rim e ro s m o m en to s
de la teogonia, p e ro éstas aparecen ya muy racionalizadas: en lugar de un
s er p r i m i g e n i o co n n o m b r e , se m e n c io n a un e le m e n to , el agua, o se
p lantea el p r o b le m a de la o r g a n iz a c ió n del esp acio . P o r ú ltim o cuenta
con la figu ra de un dios n o crea d o r, p e ro sí o r d e n a d o r del cosm os.
U. LA COSMOGONÍA DE EPIM É N ID E S

4 .1. E p im é n id e s y su c o s m o g o n ía

E pim énides fue un n o to r io poeta, santón y m ilagrero cretense, in clu ido


en algunas de las listas de los Siete Sabios, al que se m an d ó llam ar a A t e ­
nas hacia 595 a - C . para que p u r ific a r a la ciudad c o m o con secu en cia de
un crim en sacrilego que la había co n tam in ad o , lo que da idea del p resti­
gio que alcanzó en su tie m p o . Se le atribuye una am p lia serie de obras,
muchas de las cuales, si no todas, serian esp urias. E n tre ellas se cuenta
una teogo n ia de la que nos ha llegado un p u ñ a d o de n oticias (los datos
aparecen re u n id o s en A . B e r n a b é Poetue lipici Gracci. T e stim o n ia el f r a g ­
menta II 3 , B e r lín - N u e v a Y o r k 2 0 0 7 . 105SS.).

4 .2 . Los p r i m e r o s p r i n c i p i o s
Sobre los p erson ajes divinos que E p im é n id e s situaba en el p r in c ip io de
las cosas, con tam os co n dos textos que hacen referen c ia a ellos ( E p i m é ­
nides, frag m e n to 4 b B e rn a b é):

D am ascio, Sobre los principios 12 4 ( - Eud om o. fragm ento 150 W ehrli) Epi
m énides postuló dos p rim ero s p rin cip io s, A ire y N och e, esto es, h o n ran d o
con el s ile n c io la u n id a d a n te rio r a am b os, de los q u e fu e e n g e n d ra d o el
T á rta ro (su p o n go que el tercer p rin c ip io , com o u n a cierta mezcla c o m b i­
nada de los d os). D e ellos, dos T itan es, un in te rm e d io co m p ren sib le, lla ­
m ados así p o rq u e en am b os se d istiend e la p u m a y el e x tre m o 1. M ezclados

I ju ego de palabras entre 7¡tañes y dia-teinein « d iste n d e r» .


42 I. C O S M O G O N ÍA S Y T E O G O N IA S

am b os e n tre sí e n g e n d ra ro n un h u evo, en re alid ad el an im al in te lig ib le ,


del que luego su rgió otra gen eració n .
F ilo d em o . De la piedad I (p p . 19 y 61 G o m p erz) Fn los versos épicos a tr i­
b u id o s a E p im é n id e s se dice que to d o se constitu yó de A ire y N och e.

Lam entablem ente no se trata de testimonios literales. 1.a term inología


n o es en n in g u n o de los dos casos poética, sin o la p r o p ia de la filo so fía
c o n tem p o rán ea de cada u n o de los autores. Damascio habla de « p r i m e ­
ros p r i n c i p i o s » o de « a n im a l i n t e lig ib le » , que son claras « t r a d u c c i o ­
n e s » a su p ro p io sistema. Filodem o utiliza « s e c o n stitu yó » , c o m o si A ire
y N och e fu era n elem entos materiales constitutivos de la realidad. P or otra
p arte, D am ascio s u p o n e que hay algo a n t e r i o r a A i r e y N o c h e , a u n q u e
E p im é n id e s n o haya hablado de ello . Veam os qué p o d e m o s o b te n e r en
claro a p artir de estos datos para la reco n strucció n de lo que no era una
o b ra filo só fica , s in o un p o e m a é p ico religioso m uy a n t e r io r a am b os
autores y que, en consecuencia, debía expresarse en otro lenguaje.
Parece claro que el poeta decía en su poem a que A ir e y N och e fu e ro n
los p r i m e r o s seres. D esde lu eg o , seres p e r s o n if ic a d o s y d iv in o s , y no
m eros p r in c ip io s m ateriales, c o m o se trasluciría de la lectura de los dos
filósofos. P robablem en te una pareja de diferentes sexos. A ire m asculino
y N och e fe m e n in a . Pero p o d e m o s p regu n ta rn o s si lo que nos decía E p i ­
m é n id e s es q ue desde el p r i n c i p i o « e x i s t i e r o n a m b o s » o b ie n que
« n a c i e r o n » , ya que, en el p r im e r caso. E p im é n id e s c o n sid era ría a A ire
y N och e dos entidades eternas, m ien tras que en el seg u n d o , p r e s u p o n ­
dría cjue el p r i m e r acto c o s m o g ó n ic o sería el n ac im ie n to de estos seres,
en la idea, expresa o no, de que existía algo an terio r, in fo r m e y d e s o r d e ­
n ado, esto es, la in te rp retació n de los hechos que nos da D am ascio.
Es cie rto q ue el f i ló s o fo n e o p la t ó n ic o o p e r a con el p r e j u i c i o de
e n c u a d r a r las an tigu as te o g o n ia s en las tríadas n e o p la tó n ic a s y q u e lo
hace otras veces, c o m o en su r e fe r e n c ia a la te o g o n ia de J e r ó n i m o y
H e la n ic o . q u ien tras con tarn o s que en ella se decía que « d e s d e el p r i n ­
c ip io h u b o agua y la m ateria de la q ue se c u a jó la t i e r r a » , a ñ a d e :
« o m i t e , c o m o in d ec ib le, la u n id a d que hay antes de ell a » ' . Pe ro t a m ­
b ién es m uy p ro b a b le que si E p im é n id e s h u b iera usado un verb o c o m o
« n a c i e r o n » se explicaría m u c h o m e jo r que D am ascio p r e s u m ie ra que

2 C f. capítulo 3 . § 3 .2 . dond e, sin em bargo, no he recogido esta p recisión de


Damascio. que no era pertinente a la reconstrucción de la obra.
i . LA C O SM O G O N ÍA D E E P IM É N ID E S 43

había algo a n t e r i o r a A ir e y N o c h e . E n el caso q ue acabo de usar c o m o


paralelo, la teogo n ia ò rfica de J e r ó n im o y H e la n ic o , nos consta que era
así, gracias al t e s tim o n io c o m p l e m e n t a r i o de A t e n á g o r a s . E n efecto,
poco antes de h a c e r r e fe r e n c ia a la te o g o n ia ò r f ic a q u e sin d u d a es la
misma q u e D a m a s c io atrib u ye a J e r ó n i m o y H e la n ic o , A t e n á g o r a s lo
considera c o m o un claro e je m p lo de teogo n ia en q ue los dioses n acen ,
lo que q u iere d e c ir que tam b ién nacen el agua y el fa n g o . Y p o r ello el
neoplatónico interpreta este hecho en el sentido de que existía algo p r e ­
existente al agua.
Por otra parte, si aceptam os que en la teogonia de E p im é n id e s A ire y
Noche nacen c o m o p r im e r o s seres, la situación sería sim ila r a la que se
da en la Teogonia de H e s ío d o , en la q u e el poeta d ice de C a o s que
« n a c i ó » , lo q ue suscita q ue c o n s id e r e m o s q u e p r o b a b le m e n t e existía
algo a n terio r a C a o s, la materia indivisa.
T a n to el m o d e lo h e s ió d ic o c o m o el id é n t ic o c o m p o r t a m ie n t o de
Damascio en relación a las co sm o g o n ías de E p im é n id e s y de J e r ó n i m o y
Helanico nos p erm ite , al m en os, s u p o n e r con cierta verosim ilitu d , que
Epim én ides iniciaba su relato r e fir ié n d o s e al n acim ien to de dos p r i m e ­
ros seres, A ire y N o c h e , quizá p r e s u p o n ie n d o , desde luego, sin alu d ir a
ella, una materia in fo r m e e in d iferen c iad a preexistente.
Aire n o aparece c o m o p r im e r p r in c ip io en n in g u n a teogo n ia c o n o ­
cida, pero aparece en tercer lugar, tras T á r ta r o y N o ch e en la atribu ida a
Museo p o r el p r o p io F ilo d e m o :

Filo d em o, De la piedad I (p. 6 l G o m p erz = M useo fragm ento 8 l B ernabé)


En a lgu n o s se d ice q u e to d o n a ció de N o ch e y T á r t a r o ... en los p oem as
atribuid o s a M useo está escrito que p rim e ro nació T á rta ro , luego N och e y,
el tercero , A ire .

L o q ue es en to d o caso c la ro es q ue n o debe id e n t ific a r s e A i r e co n


Eter, que sí tiene un papel p r im ig e n io en algunas teogonias c o m o la de
las Rapsodias. E l A ir e (Aer) es para los griegos u n elem en to oscu ro y n e b u ­
loso, del todo d iferen te de un E te r caracterizado p o r una lim p id ez casi
identificable c o n el vacío. P o r otra parte, A n a x im e n e s , a u to r m uy p r o ­
bablem ente a n t e r i o r a n u e s t r o p o e m a , p o stu la al A i r e c o m o p r i m e r
p rin c ip io e n su c o s m o g o n ía filo só fic a (B 2 D i e l s - K r a n z ) , en lo que le
seguiría, más tarde, D ió g e n e s de A p o l o n i a (fr a g m e n to s 8 - 9 Lak s). Es
probable que la p resen cia del A i r e en E p im é n id e s se deba a u n in flu jo
de los filó so fo s. E llo n o debe ex tra ñ a rn o s, ya que in flu jo s filo só fic o s se
registran en u n a t e o g o n ia ò r fic a c o m o la de J e r ó n i m o y H e la n ic o y
44 I. C O S M O G O N ÍA S Y T E O G O N IA S

desde luego en el co m ien z o de las Metamorfosis d e O v id io . T e n d r ía m o s en


este caso o tro e je m p lo te m p ra n o de tal p roceso.
P o r su parte. N o c h e presenta c o m o c o n d ic ió n p rim e ra la o scu ridad.
P ued e im ag in a rse, pues, el n a cim ien to de A ir e y N o c h e c o m o un a p r i ­
m e ra d i f e r e n c ia c ió n , a p a r t i r de un a masa i n f o r m e o r i g i n a r ia , en la
fo r m a de una especie de hueco n eb u lo so y p le n o de o sc u rid ad , carente
de lím ites espaciales d efin id o s.
La con stru cción del m u n d o se inicia, c o m o un ed ificio, desde abajo,
y p o r ello , p r i m e r o surge el T á r t a r o , cjue e n t ie n d o c o m o f u n d a m e n t o
sobre el que luego p o d rá enraizarse la T i e r r a . La razón de haber situado
a A ir e c o m o an tec eso r de T á r t a r o p o d ría deb erse al uso p o r H o m e r o y
H e s ío d o de la f ó r m u l a Tdrtaron eeróenta « T á r t a r o n e b u l o s o » , c o n un
d e riv a d o de Aer. La n aturaleza n eb u lo sa de Tártaro se prestaba b ie n a
p resen tá rn o slo c o m o h ijo del aire n ebu lo so y t u rb io , el Aer. T a m b ié n en
H e s ío d o ( Teogonia 1 1 9, un verso q u e ha sid o o b je to de so sp ech a , a mi
e n t e n d e r , sin razón ) ap a rece T á r t a r o en un m o m e n t o m uy in icial del
m u n d o : nada más ab rirse el G aos sobre la tierra, surge el 7 ártaro , en las
p r o fu n d id a d e s de la tierra.
La e x p re sió n de D a m a s c io « c o m o un a cierta mezcla c o m b in a d a de
los d o s » p o d r ía s u g e r ir n o s q ue E p im é n id e s , s ig u ie n d o u n a vez más el
m o d e lo h e sió d ic o , n a r r a r ía q u e T á r t a r o n ació de la u n i ó n (sexual) de
A ir e y N och e, ya que el verbo griego que co r re sp o n d e a « m e z c la r s e » se
usa en diversas fó r m u la s en este sentido.

4.3. Dos T ita n e s


La parte más d ifícil de explicar del texto de Dam ascio vien e a c o n t in u a ­
c ió n . P rim e r o , s o rp r e n d e la expresión « d e e l lo s » , con un relativo p l u ­
ral (ex hon) c o m o o r ig e n de los T it a n e s . N o p u e d e r e f e r ir s e a T á r t a r o
sólo (esp eraríam os el relativo en sin gular), ni a un a n ó m a lo menageá trois.
P o r la m an era de n a r r a r de D am ascio, tam p o co parece q ue se trate, sin
más, de dos hijos más de A ire y N och e (esperaríam os, algo así c o m o « d e
A ire y N och e n aciero n el Tártaro y dos T i t a n e s » ) . A lgo debía de i m p li ­
car el texto a T á r t a r o tam bién c o m o para que D am ascio nos p resente la
situación c o m o escalonada. U n a so lu ció n p o d ría ser que los dos I itanes
n acieran de N o c h e y 1ártaro . Pero más verosím il me parece que n a c ie ­
ran de A ire y N och e en el 1ártaro . s ien d o éste un a especie de c im ien to
o basam ento sobre el que n a c ie r o n - s e c o n fig u r a r o n los o tro s dos.
Pero la co n tin u ació n es igualm ente difícil. Se nos dice que nacen dos
(y sólo dos) Titanes. Ti<ta>nas es con jetu ra de K r o ll . en vez del texto tinas
4. LA C O SM O G O N ÍA d e e p i m é n i d e s 4 5

«algunos» que no da sentido. Aunque es puesta en duda por Wehrli en


su edición de Eudem o, me parece impecable, ya que sólo Ti<ta>nas
puede justificar la explicación etimológica que se ofrece « p o r q u e en
ambos se distiende la punta y el extremo».
En principio, tal etimología podría ser de Damascio. En efecto,
encontramos una similar, atribuida ajám b lico por Proclo (Comentario al
Crátilo 5 6 - l6s. Pasquali), por lo que algunos autores la consideran una
interpolación neoplatónica. Pero creo que hay buenos motivos para
pensar que podría aparecer ya en el propio Epiménides:
a) No es nada extraña en un poema épico la presencia de una etimo­
logía relacionada con los 1 itanes. Baste citar dos ejemplos, el primero,
de Hesíodo (Teogonia 20 7 ss .):

Los llamaba Titanes com o sobrenom bre su padre.


el gran C ielo, por insultar a los hijos que él mismo había engendrado
decía que en su intento (titainonias) por su insensatez habían cometido
un terrible
acto, por el que luego en el futuro, pagarían castigo (fisin).

en donde el poeta pone en relación etimológica íitanas con titainein


«intentar» y con tisin « c a stig o » . El segundo, un pasaje de la teogonia
órfica d e je ró n im o y Helanico, en la continuación que no recogía más
arriba, en la que se nos dice ( « O r f e o » , fragmento 8 7 Bernabé):

T ierra veneranda parió hijos de C ielo


a los que. es sabido, también dan el sobrenom bre de Titanes
porque 'tom aron venganza' (teisasthen) en el gran cielo estrellado.

b) Damascio no nos indica explícitamente por medio de un « c r e o »


o un recurso similar que la etimología sea suya.
c) Ni « p u n t a » (akron) ni extremo (peras) son términos inequívoca­
mente neoplatónicos. Por el contrario, la relación de la construcción
primigenia con los límites (en la forma poética peirar. peirata) aparece en
otras teogonias, cf. por ejemplo un fragmento de las Rapsodias ( « O r f e o » ,
fragmento 1 11 Bernabé):

F.ste Tiem po desconocedor de la vejez, de im peredecera sabiduría a Lter


engendró y al grande, prodigioso Abismo en ambos sentidos.
Y no tenia por debajo límite (peirar). ni fundam ento, ni asiento.

y también encontramos una f raseología similar, asimismo en relación


con el Tártaro, en Platón (Fedón lile):
46 I. C O S M O G O N IA S Y T E O G O N IA S

Una de las simas de la tierra resulta ser con mucho la mayor y atraviesa
de parte a parte toda la tierra. A ella se refiere H om ero cuando dice ...
(cita litada 8 .1 4 ) y es la que en otro lugar él y otros muchos poetas han lla­
mado T ártaro . En efecto, en esta sima confluyen todas las corrientes y de
ella vuelven a (luir ... la causa de que fluyan de allí y de que vuelvan a co n ­
flu ir es que esta masa de agua no tiene ni fundam ento ni lecho.

Los peirata de la tierra se citan a menudo en relación con dioses o


criaturas primigenios como C r o n o (¡liada 8 . 4 7 8 ) , Océano y Tetis (id.
1 4 . 2 0 0 , 3 0 1 , también se habla de los peirata del propio Océano en Odisea
II. 1 3 ) . la sierpe guardiana de las manzanas de oro (Hesíodo Teogonia
3 3 5 ) , Atlante y 1as Hespérides (id. 5 1 8 ) , o los Titanes (id. 6 2 2 ) . Se rela­
cionan con la geografía del Más Allá, como la llanura Elisia (Odisea
4 . 5 6 3 ) . Pe ro sin duda el paralelo más interesante es la descripción del
T ártaro de la Teogonia hesiódica, en la que se nos dice que encima de él
están las raíces de la tierra y del mar (y 2 ^ s ) y que es precisamente allí
donde están los T itanes castigados ( 7 2 9 ~ 7 3 * ) y< 1 ° clue es m ás intere­
sante, también los peirata de todas las cosas (736SS.).
d) Es más. Es probable que la relación etimológica que Epiménides
propone para la palabra T itanes (diateino) sea la que motiva la aparición
de éstos en un momento tan temprano de la teogonia. Si, como es tra­
dicional, el Tártaro al principio no tendría peirata, el siguiente paso de la
cosmogonía que propone Epiménides seria dotar d e peirata al mundo. Y.
por otra parte, el motivo de que los Titanes sólo fueran dos sería su
relación con las limitaciones de la extensión del nuevo espacio, cima y
límite, extensión a lo alto y a lo ancho.
En todo caso, la inform ación de Damascio de que los Titanes son
dos hace la tradición de Epiménides incompatible con cualquier otra de
las conocidas, ya que su número es considerablemente mayor en Hesíodo
(Teogonia 133SS.) donde son seis Titanes y seis Titánides), en la tradición
cretense recogida por D io do ro ( 5 . 6 6 , en que son seis Titanes y cinco
Titánidas), o en la teogonia órfica de las Rapsodias ( « O r f e o » , fragmento
179 Bernabé, en que son siete y siete).
Si lo que pienso es cierto, los Titanes serían en el texto de Epim éni­
des entidades abstractas y primigenias, representarían los límites del
mundo que se edifica sobre el T árta ro o mejor aún, los principios de
limitación, necesarios para que luego los límites sean posibles, antes de
la aparición de los demás componentes del espacio que iban a ser sus
límites físicos.
i . LA C O SM O G O N ÍA DE E P IM É N ID E S 47

El poeta p o d r ía s o b r e n t e n d e r q ue se trata de un a pareja, un T it á n y


una T i t á n i d e , p e r o n o m e p arece aceptab le la p r o p u e s t a de a lg u n o s
autores de p o n e r le s n o m b r e , c o m o O c é a n o y Tetis o C r o n o y R ea. Si
E pim én ides h u biera m e n c io n a d o a O c é a n o y Tetis o a otras divinidades
cuales l u e r a n , e s p e r a ría m o s que D a m a sc io , que es cu id a d o s o en m e n ­
c io n ar los n o m b r e s de los seres p r i m i g e n io s en todas las c o s m o g o n ía s
que nos tran sm ite en la m ism a parte de su o b ra , nos los h u b ie ra tra n s ­
m itid o. P o r e llo m e p arece m u c h o más p r o b a b le q u e E p i m é n i d e s
hubiera hablado de u n a pareja de T ita n e s a n ó n im o s , c o m o sím b o lo s de
la organización del espacio.

4 .4 . E l h u e v o c ó s m i c o y s u d e s c e n d e n c i a
A partir de esta nueva situación surge un huevo. D am ascio in terpreta el
proceso c o m o un a mezcla (de n u ev o , quizá, r e fle jo de un a u n i ó n
sexual). P ien so que en la im ag in a ción de E p im é n id e s , la lim itació n del
espacio c o b ra f o r m a c o r p ó r e a a lo alto y a lo a n c h o , en el h u ev o , un
m odelo q ue usan los ó r f ic o s y tam bién otras m ito lo g ías. Si los T it a n e s
representan la p o sibilidad de los límites, el huevo es la c o n c re c ió n c o r ­
pórea de los límites.
D a m a scio se d e tie n e a q u í, d e s in te r e s a d o p o r la c o n t i n u a c ió n de la
historia, y se lim ita a señ alar que del huevo « l u e g o su rg ió otra g e n e r a ­
c i ó n » . N o s deja así sin q u e p o d a m o s d a r respuesta a d o s c u estio n es
im portantes: una, si la ru p tu ra del huevo da lugar, c o m o en la teogonia
de J e r ó n i m o y H e la n ic o , a C i e l o y T i e r r a . La segunda, si en el i n te r io r
del huevo se hallaba algún ser p r im ig e n io , c o m o E ro s en las c o s m o g o ­
nías órficas.
C o n respecto a la p r im e r a cu estión . 1 ie rr a y quizá C ie l o se citan en
otro fragm ento a trib u id o a E p im é n id e s . c o m o verem os a c o n tin u a c ió n .
Pero un a cosa es q ue se h ablara de ellos en la t e o g o n ia de este p o eta y
otra muy distinta saber si p u ed en situarse en este p u n to de la genealogía
divin a. P o r o t r a p a r te , la f r e c u e n t e a s o c ia c ió n de T á r t a r o y la T i e r r a
(p. ej. en H e sío d o. Teogonia 8 4 1 etc. tartaragaies) hace verosím il que, tras el
n acim ien to del T á r t a r o , siguiera el de la T i e r r a . Y no m e n o s esperable
es la ap a r ic ió n con secu en te de C i e l o , para finalizar la c o n stru cc ió n del
m u n d o . A r r ib a , el C i e l o , d ebajo de él, la T i e r r a y d eb ajo del todo, s i r ­
viendo de so p o rte a sus raíces, el Tártaro.
C o n respecto a la segu n da, nada sabem os, p e ro me p arece evidente
c^ue el m o d e lo del h u evo exige c^ue en su in t e r io r s u r g ie r a u n ser que
sirviera c o m o p r i n c i p i o de la g e n e r a c ió n de las cosas. E n este se n tid o
48 I. COSM OGONÍAS Y TEO GONIAS

parece apuntar la frase de Dam ascio «su rg ió otra g e n e ra c ió n » , que


exige un p rin cip io de la generación. E n la parodia aristofánica de las
Aves es Eros, como veremos a continuación (capítulo 5)» y en las Rapsodias
órficas Fanes-Eros, pero hay más posibilidades, entre otras, que se tra­
tara de Proteo, com o veremos algo más adelante. Desde luego no Fanes,
que aparece en una época muy posterior a la de este poema.

4 .5 . H a r p ía s y S ir e n a s
Es de nuevo Filodem o el que nos suministra un nuevo retazo de in fo r­
mación sobre la teogonia de Epim énides (fragmento 4 7 Bernabé):

E p ím é n id e s d ice q ue (se. las H a rp ía s) e ra n d e sc e n d e n c ia d e C ie lo


( U r a n o )3 y T ie r r a y a firm a q u e u n a vez P ro teo les p ro fe tiz ó q ue si algu n o
n o fu e ra h ech izad o p o r ellas, las m ataría. C u a n d o O d is e o p asó d e largo
con su nave, se d esp eñ aro n y m u rie ro n .

Da la im presión de que Epim énides identifica a las Harpías con las


Sirenas. Iconográficamente son muy similares y la identificación no nos
extraña.
Sobre las sirenas nos cuenta Epim énides una leyenda que también
conocem os p o r H igin o (fábula 14 1)- E n este caso media un oráculo de
Proteo (en la versión de H igino sólo se dice «se les había vaticinado»
(/lis res^oroum erat) sin indicar de quién procedía el oráculo). Cabría pre­
guntarse si Proteo aparecía antes que las sirenas en la genealogía, para
poder asum ir el papel de oráculo, característico de los dioses prim ige­
nios en estos poemas. U n dios « p r im e r o » , de acuerdo con su etim olo­
gía, real o supuesta, m arino y m etam órfíco puede asum ir el papel de
fuente de vida y divinidad primigenia. Y si aparecía antes de las Sirenas,
que son hijas de la Tierra, Proteo tendría que pertenecer a la generación
anterior, por lo que podría ser el personaje surgido del huevo cósmico.
Pero esta propuesta no pasa de ser una especulación indemostrable.
Parece que las Harpías eran también identificadas con las Hespérides
por parte del poeta y consideradas por tanto guardianas de las manzanas
de oro, de acuerdo con una nueva mención de Filodemo (De la piedad p. 43
Gom perz, Epim énides, fragmento 4 8 Bernabé):

3 La lectura es dudosa, porque sólo se lee el final. Podría ser O céano o C ro n o . Pero
la pareja C ie lo (U ra n o ) y T ie rra es m ucho más habitual y, adem ás, co in c id iría
m ejor con lo que he argum entado sobre un posible origen de ambos a p artir de la
fractura del huevo.
4. LA C O SM O G O N ÍA o e e p i m é n i o e s 49

Tam bién dice que las H arpías guardan las manzanas A cusilao (frag­
mento IO Fowler). Epim énides también lo dice, y que eran las mismas que
las I lespérides.

Podríamos reconstruir entonces que Epim énides nos presentaba


una generación de descendientes de T ie rr a y C ie lo , divinidades o
semidioses primigenios, relacionados con el mundo del más allá. La
triple identificación H espérides-Sirenas-E rin is nos sitúa a E p im é n i­
des en una tendencia «asociacionista» que es característica de la poe­
sía órfica.

4.6. C r o n o y s u p r o g e n i e

Probablemente hijo de 1 ierra y Cielo (como es la versión más exten­


dida) sería C ro n o . Sabemos que C r o n o aparecía en la cosmogonía de
Epiménides, por el fr. 51 al que luego me referiré. Un par de pasajes de
Arato hacen referencia a mitos sin indicación de procedencia. Es posi­
ble que tales pasajes deriven de Epiménides. Los dos aluden a la leyenda
cretense de la infancia de Zeus y Diels los atribuye a los Crética. En el pri­
mero se habla de su ocultación en la cueva del Ida. al cuidado de los
Curetes (Arato 3 ° " 3 5 = Epiménides, fragmento 4 9 Bernabé):

Si es que realmente es cierto


que aquéllas de Creta (se. las Osas) por voluntad del gran Zeus
se elevaron al cielo, porque cuando era aún un niño
en la fragante Dicte, cerca del monte Ida.
en un antro lo encerraron y lo criaron por un año.
cuando los C úreles de Dicte engañaron a C ro n o .

Naturalmente, Arato ha podido reelaborar la leyenda a su gusto,


pero resulta verosímil que Epiménides haya situado dentro de una teo­
gonia (que en los autores griegos está relacionada siempre con la histo­
ria de la transmisión de poderes entre los dioses), el episodio del naci­
miento de Zeus y su crianza por los Curetes en una cueva, ciando
especial relieve a una leyenda cretense que sitúa la escena en una cueva
cerca del Ida. En todo caso la leyenda no se aparta demasiado de la ver­
sión del Himno a Zeus de Calimaco o de la de Apolodoro. Situar a las Osas
como las nodrizas de Zeus ha podido ser una creación ele Arato.
En el segundo se menciona la cabra Olenia que habría nutrido a
Zeus en la cueva (Aralo 1 6 2 - 1 6 4 = Epiménides, fragmento 5 0 Bernabé):
5° I. C O S M O G O N ÍA S Y T E O G O N IA S

Unida a su hom bro derecho está


la Cabra santa, la que. se dice, ofreció su ubre a Zeus;
los intérpretes de Zeus la llaman Cabra O lenia.

Q u e el episodio sería importante en el poema lo indica también la


noticia de Diógenes Laercio I.III, según la cual la teogonia de Epim éni-
des constaba de unos $ 0 0 0 versos y era conocida también con el n o m ­
bre de Nacimiento de los Curetesy los Coribantesj Teogonia.
Un escolio nos transmite uno de los poquísimos fragmentos literales
del poeta, acompañados de una inform ación adicional importante
(Escolio a Sófocles, Edipoen Colono 4 2 18 . 14 D* Marco| = Epiménides.
fragmento 5 1 Bernabé):

Epim énides dice que las Eum énides son hijas de C ro n o :


Del cual nació la áurea Afrodita de hermosa cabellera,
las M o iras inmortales y las F.rinis de cambiantes dones.

Es sorprendente que Afrodita aparezca como hija C r o n o en vez de


serlo de Cielo. No sabemos si Afrodita y las Erinis son hijas de Rea, la
esposa de C ro n o , o producto de la castración de este dios, como la que
se narraba de la castración de C ielo en las Rapsodias órficas (fragmento
18 9 Bernabé). La segunda hipótesis me parece más verosímil, dado que
es una castración del motivo más lógico para asociar a una diosa de la
sexualidad como Afrodita con diosas de la venganza p o r el derram a­
miento de sangre familiar, como las Erinis. No obstante no es posible ir
más allá. En cuanto a la relación con las Moiras, que en Hesíodo (Teogo­
nia 2 1 7 ) son hijas de Noche, puede estar motivada porque en Atenas y en
Esparta el culto de Afrodita se relacionaba con el de las Moiras.

4.7. O c éa n o , F. s t i g e y Pirante
T a m b ié n se refería E p im é n id e s en su p o em a a O c é a n o y a Estige, su
hija, que, c o m o es sabido, co n fig u ra la laguna in fern al (Pausanias
8 . 1 8 . 2 = Epim énides, fragmento 5 2 Bernabé):

Epim énides de Creta consideró también a Estige hija de O céano y que


ésta no se unió con Palante, sino que parió a Equidna de Pirante, q u ien ­
quiera que sea el tal Pirante.

El agua de Océano y la de Estige, nos indica el mito de Epiménides,


son una misma agua, ya que la una nace del otro. Ignoramos la relación
4. LA C O SM O G O N ÍA D E E P IM É N ID E S 51

de O céano con la genealogía que antes h e m o s establecido. L o t r a d ic io ­


nal es que C r o n o sea h ijo de C ie lo , y que O c é a n o pertenezca a la m ism a
generación, pero tam poco p o d e m o s a fir m a r que sea así en E p im é n id e s .
Este coincide con Hesíodo ( Teogonia 3 8 3 ) en hacer a Estige hija de O céan o.
En cambio, E q u id n a en H e sío d o ( Teogonia 2 9 7 ) es hija de C e t o y Forcis,
mientras que en la te o g o n ia d e j e r ó n i m o y F lela n ic o (<<Orfeo>>, f r a g ­
mento 81 Bernabé) es hija de Fanes.
En cuanto al person aje Pirante, que provoca la perplejidad de Pausa-
nias, me parece sugestiva la p r o p u e s t a de West ( Orphic Poems, O x f o r d
Í 9 ^ 3 < 4-8 n. 4 1 ) , según la cual Peiras es la p ers o n ific a c ió n de los lím ites
(peirata) de la tierra. U n a idea que insiste en la relación de los límites con
la con stru cción del m u n d o , a la q ue ya he a lu d id o a p r o p ó s i t o de los
Titanes.

4 .8 . Z eus O C U P A E L P O D E R : LA R E B E L I Ó N D E T i F E O
Por últim o , es de e s p e r a r que Z e u s se haría con el p o d e r en el cielo .
Pero, de igual m o d o q u e en H e s ío d o ( Teogonia 835 ss-)- se registra un
intento de un antagonista p o r arrebatárselo, un antagonista que es ta m ­
bién T ife o (T ifó n ) , de ac u erd o con una noticia de F ilo d em o oscurecida
por el mal estado del p a p i r o ( F i l o d e m o , De la piedad p. 4 6 G o m p e r z =
Epiménides, frag m e n to 53 B e rn a b é ):

Según E p im é n id e s T if ó n se desliza en la m orad a regia, m ien tras Zeu s


d orm ía, de suerte que se ad u eñ ó de ella.

Al parecer, T i f e o , en lu g a r de un e n fr e n ta m ie n to directo c o n Zeus,


habría o p tado p o r u n asalto s ile n c io s o a su p a la cio o l ím p ic o , a p r o v e ­
chando el sueño del d ios, p e r o s u p o n e m o s q u e, c o m o es n o r m a l e n las
teogonias griegas, Z eu s con seg uiría ab o rta r el in tento.

4 .9 . C o n c l u s ió n

Los retazos que h em o s rec o n stru id o de la teogonia e p im en íd ea nos lle ­


van a una c o n c lu s ió n q ue se id en tific a c o n la de Leclerc, cuyas palabras
recojo (Kernos 5. 1 9 9 2 , 2 2 3 ) :

La Teogonia atrib u id a a E p im én id es parece h ab er re c u rrid o a u n tiem p o


a rasgos h esió d icos, a elem en to s ó rfic o s y a p rin c ip io s nuevos com o el aire
de A n a x im en e s. Esta o b ra se in sc rib iría en el esfu erzo que se d e sa rro lla a
fines del siglo VI a .C . p o r c o n cilia r las m aneras de p ensar antiguas y la f ilo ­
sofía naciente.
52 I. C O S M O G O N ÍA S Y T E O G O N ÍA S

En efecto, la linea argum ental deriva, c o m o es habitual en las te o g o ­


nias, del m o d e lo h e sió d ic o . p e r o con m ay o r in cid en cia filo só fic a : A ire
c o m o e le m e n to in ic ial o los T i t a n e s r e p r e s e n t a n d o la idea del lim ite.
Parecen in flu jo s ó r f ic o s claros la p rim a c ía de la N o c h e , el m o d e lo del
huevo y la ten den cia «asociacionista>>. A ñ a d ir ía al cu ad ro la in ciden cia
especial de los mitos cretenses.
En los frag m e n to s con servados n o p o d e m o s señ alar datos q ue i n d i ­
qu en que en el p o em a se expresaba alguna relación teológica de la c o s ­
m ogon ía con el n acim ien to de los ho m b res ni con su salvación, c o m o es
c aracterístico de las teo g o n ias ó rfic a s . N o ob stan te, el h e ch o de q ue el
a n ó n im o au to r de la teogonia haya q u e r id o atrib u ir su o b ra a un « h o m ­
bre s a n t o » c o m o E p im é n id e s sugiere q ue el elem en to religioso, del tipo
que fuera, deb ería estar presente en el poem a.
S o y c o n s c ie n te de q ue la r e c o n s t r u c c ió n p ro p u e s ta c o n t ie n e un
cierto grado de especulación, p e r o la escasez del material nos obliga a un
análisis m uy m in u c io so de los fragm entos conservados y a tratar de c o m ­
p e n s a r las d e fic ie n c ia s con el uso del m é t o d o de la im p li c a c i ó n . Si la
propuesta n o puede ser d em o strab le en todos sus extrem os, espero que,
al m en os, haya resultado verosím il.
5. UNA COSMOGONÍA CÓMICA (ARISTÓFANES, A V E S 6 85SS.)

5.1. A r istó fa n es parodia las c o sm o g o n ía s

Completa nuestro recorrido por algunas cosmogonías griegas un ejem­


plo de cosmogonía cómica, paródica.
En las Aves, una comedia representada probablemente en 4-14 a -C .,
Aristófanes pone en boca del corifeo del coro de las aves unos versos
(693 ss-) en clue se narra una cosmogonía. De ellos comentaba un esco­
lio al verso 6 9 3 clue <<n° bay necesidad de remitirlos a los de Hesíodo o
a los de algún otro poeta genealógico». El pasaje de Aristófanes ha sus­
citado una larga discusión entre los estudiosos modernos, ya cjue unos
quieren ver en él el trasunto de una auténtica teogonia órfica (p. e.
Guthrie, Orfeo y la religión griega, Madrid 2O O 3. I 4 3 - I 4-8) y otros (p. e.
Moulinier, Orphéeetl orphismeál époqueclassique, París 1955 - 9 4 ss-) no creen
que tenga otro valor que una pura astracanada del poeta. Incluso algu­
nos autores que se han ocupado del problema de los testimonios anti­
guos del orfismo, han hecho caso omiso de estos versos.
Posturas más matizadas tienen K irk -R aven-Scho field (The Presocratic
Philosophers. Cambridge “ 1 9 8 3 , 2 6 - 2 9 ) . quienes incluyen el pasaje en el
epígrafe «fuentes griegas antiguas, no específicamente órficas» y consi­
deran que es una parodia de un tipo de cosmogonía en la que advierten
elementos hesiódicos. pero también otros que no son hesiódicos, asimi­
lables a los órficos y que no creen inventados por Aristófanes. Es el
punto de vista que me parece más matizado y en el que profundizare­
mos. Sin embargo manifiestan sus dudas de que el motivo del huevo
5 4 I. COSM OGONÍAS Y TEOGONÍAS

p r o c e d a d e u n a f u e n t e ò r f i c a a n t ig u a c o n s i d e r a n d o q u e hay d i fe r e n c ia s
n o t a b l e s c o n o tr a s f u e n t e s c l a r a m e n t e ó r f i c a s y q u e eso p a r e c e c o n t r a ­
d i c t o r i o c o n u n a secta q u e t e n d e r í a a m i r a r su s l i b r o s t r a d i c i o n a l e s
c o m o s a c r o s a n t o s . E s te a r g u m e n t o es i n c o n s i s t e n t e c u a n d o se u tiliza
p a r a r e f e r i r s e a u n a t r a d i c i ó n c o m o la ò r f i c a , q u e n o es d o g m á t i c a en
a b s o lu to , ya q u e r e g is tr a m o s e n ella n u m e r o s a s v a r ia c io n e s d e u n a s ob ras
a otra s.
E n esta lín e a s it u a r ía m o s a West (The Orphic Poems. O x f o r d 1 9 8 3 * 1 1 2 ) ,
q u i e n c r e e q u e la m a y o r p a rte del d e l ic a d o h u m o r d e este p a s a je se basa
e n el u s o d e e l e m e n t o s d e t e o g o n i a s s e r i a s y a d m i t e u n c o m p o n e n t e
ò rfico .

5.2. L a p a rá b a sis de l a s A v e s -, articu lació n d e l pasaje


A p a r e c e n u e s t r o texto en la p a rá b a s is d e las Aves. D e s p u é s d e q u e éstas se
h a n d e c i d i d o a p o n e r e n p r á c tic a el p la n d e P is t e t e r o d e c o n s t r u i r u n a
c i u d a d e n las n u b e s , el c o r o , c o m p u e s t o p o r aves, se d i r i g e al c o r i f e o
p a ra q u e d é c o m i e n z o a los a n a p e s to s . E s te e n t o n a u n e l o g i o de las aves,
p r e c e d i d o p o r el p a saje q u e n o s o c u p a ( A r i s t ó f a n e s , Aues 6 8 5 S S . ) :

Ea pues, hombres, nacidos a una vida tenebrosa, parejos a la prole


de las hojas, (>85
de m ínim o poder, figurillas de barro, estirpes fantasmagóricas de sombra,
sin alas, transitorios, desdichados mortales, varones com o surgidos
de un sueño,
prestadnos atención a nosotros, los inm ortales, los que existimos siem pre,
habicantes del éter, a la vejez inmunes, sumidos en eternos designios,
para que, tras habernos oido toda la verdad sin erro r sobre asuntos
celestes. 690
y una vez que la naturaleza de los pájaros, el origen de los dioses, los ríos,
el Erebo y el Caos
conozcáis sin error, le digáis de mi parte a Pródico que llore hasta su fin.
A lo prim ero había Caos. Noche, el negro Erebo y Tártaro anchuroso,
pero tierra aún no había, ni aire ni cielo. Y de Erebo en el regazo ilimitado
engendra lo prim ero un huevo huero Noche de alas negras, 695
del que, con el transcurso de las estaciones, nació Eros el deseado,
de espalda refulgente por su par de alas de oro. parejo a torbellinos raudos
com o el viento.
Y éste, unido al Caos alado en medio de la noche por el Tártaro anchuroso,
em polló nuestra raza y la trajo la prim era a la luz.
5. UNA COSMOGONÍA CÓMICA 5 5

Antes aún no existía la estirpe de los inmortales, hasta que Kros unió todas
las cosas: 700
a medida que se iban uniendo unos a otros, nacieron el cielo y el océano,
la tierra y la estirpe im perecedera de los dioses felices. Asi pues somos
con mucho los más antiguos de todos los felices. Sí, nosotros.

El p a saje p u e d e d i v i d i r s e e n d o s p a r t e s . L a p r i m e r a (vv. 6 8 5 - 6 9 2 )
constituye u n a e s p e c ie d e e x o r d i o a la s e g u n d a , q u e a d o p t a la f o r m a d e
una c o s m o g o n ía . E n la p r i m e r a hay u n a a d v o c a c ió n a los h u m a n o s , t r a ­
tados c o n d e s p r e c i o , e n c o n t r a p o s i c i ó n a las aves. E n t o r n o d e la fra s e
fu n d am en ta l, la e x h o r t a c i ó n « p r e s t a d n o s a t e n c i ó n » se a r t ic u l a n : an tes,
una sarta d e a p o s i c i o n e s a « h o m b r e s » , de sp ec tiva s, a u t é n t ic o s in s u lt o s
(w. 6 8 5 - 6 8 7 ) y d e s p u é s u n a se rie d e a p o s i c io n e s a « a n o s o t r o s » (i. e. las
aves) qu e c o n s titu y e n el p o l o o p u e s t o d e las a n t e r i o r e s , es d e c ir , s o n d e
to d o e lo g io s a s ( w . 6 8 8 - 6 8 9 ) . p a r a c e r r a r c o n u n « p r o g r a m a » d e lo
que se va a c o n t a r .
La segund a pa rte ( w . 6 9 3 _ 7 0 3 ) c o m ie n z a p o r u n c a m b io d e t ie m p o ,
m odo y p e r s o n a v e rb a l. D e u n a s e c u e n c ia exh ortativa (se g u n d a s p e r s o n a s
de im perativo y de s u b ju n tiv o ) se pasa a otra n a rrativa (en tercera p e r s o n a
y e n im p e r f e c t o d e in d ic a t iv o ) . L a u tiliz a c ió n d e u n v o c a b u l a r i o a m p u ­
loso da u n t o n o s o l e m n e al c o n j u n t o —s ó lo i n t e r r u m p i d o p o r a lg u n a s
rupturas d e lib e ra d a s p a r a p r o v o c a r el e fec to c ó m i c o — y el m e t r o a n a p é s ­
tico favorece en el o r ig in a l la s im ilit u d f o r m a l d e l p a saje c o n las c o s m o ­
gonías ép icas, ya q u e in c lu s o se p u e d e n u tiliz a r l i t e r a l m e n t e s e g m e n t o s
dactilicos, r e i n t e r p r e t a d o s c o m o a n a p e s t o s . El ú ltim o verso y una
p e q u e ñ a p a r t e d e l a n t e r i o r f o r m a n u n a e s p e c ie d e c o n c l u s i ó n , c o n lo
que el relato p r e c e d e n t e q u e d a m ás b ie n c o m o la a r g u m e n t a c i ó n d e u n a
tesis que p r e t e n d e d e m o s t r a r s e : la d e q u e las aves s o n seres p r i m i g e n i o s .
L o s e l e m e n t o s q u e c o n f i g u r a n a m b a s p a r t e s m u e s t r a n h asta q u é
pu nto A r is t ó fa n e s c o n o c ía la l ite r a tu r a g rie g a y era capaz d e d a r re g is tro s
v a ria d ís im o s a su p o e s í a . C o m e n c e m o s c o n m a y o r d e t e n i m i e n t o el
c o m en ta rio del texto.

5.3. H o m b r e s e f í m e r o s y a v f .s d i v i n a s

En la p r i m e r a d e las d o s s e c c i o n e s e n q u e h e m o s d i v i d i d o el te x to , la
parte i n t r o d u c t o r i a , se c o m b i n a n d o s r e c u r s o s b ie n c o n o c i d o s d e la
épica: el t r a to c o n d e s p r e c i o a lo s h u m a n o s p o r p a r t e d e l p e r s o n a j e ,
g e n e ra lm e n te u n a d i v i n i d a d , q u e les h a c e u n a r e v e l a c ió n y el e s b o z o d e
un « p r o g r a m a » del c o n t e n i d o . Este se da e n o r d e n d e im p o r t a n c i a , n o
56 I. COSM OGONÍAS Y TEOGONIAS

c r o n o ló g ic o . C o m ie n z a p o r las aves, para t e r m in a r co n los seres o r i g i ­


n arios y se cierra con una referen cia cóm ica a P ró d ic o .
L.a r e c o n v e n c i ó n a lo s h u m a n o s (vv. 6 8 5 - 7 ) se basa en e fe c to e n u n a
t r a d i c i ó n d e r e v e la c io n e s d iv in a s , b a s ta n te u n i f o r m e y d e la q u e c o n t a ­
m o s c o n n u m e r o s o s e j e m p l o s , e n lo s q u e la d i v i n i d a d se m a n i f i e s t a
c o m o tal y trata d e u n m o d o d e s p e c tiv o a los m o r t a l e s a n te s d e re velarles
su v e r d a d . P o r n o c i t a r s i n o lo s c a s o s m á s s i g n i f i c a t i v o s , c f. H e s í o d o .
Teogonia 2 6 s s . « P a s t o r e s d e l c a m p o , t r is te o p r o b i o , v i e n t r e s tan s ó l o » .
Himno a Deméter 2 5 6 ss. « H o m b r e s i g n o r a n t e s , o f u s c a d o s p a r a p r e v e r el
d e s t i n o d e lo b u e n o y lo m a l o q u e o s a c u c i a » , P a r m é n i d e s B 6 . 3 ss.
« m o r t a l e s q u e n a d a s a b e n . . . b ic é fa l o s , p u e s la i n c a p a c id a d q u e hay en
sus p e c h o s e n d e re z a u n p e n s a m ie n t o d e s c a r r ia d o . Y e llo s se d e ja n a r r a s ­
t r a r , s o r d o s y c i e g o s a u n t i e m p o , e s t u p e f a c t o s , h o r d a s in d i s c e r n i ­
m i e n t o » , E p i m é n i d e s , f r . 4 1 B e r n a b é « C r e t e n s e s , s i e m p r e m e n t ir o s o s ,
m alas b estias, v ie n tr e s p e r e z o s o s » . « O r f e o » , f r a g m e n t o 2 3 3 B e r n a b é ,
« l a d e g e n e r a d a e s tir p e d e los m o r t a le s , carga d e la t ie r r a , m e r a s im á g e ­
n e s f o r ja d a s , q u e n a d a d e n a d a s a b e n ; ni d a rs e cu e n ta d e q u e u n m a l les
acech a se les a lc an z a , n i ev ita r d e le jo s la d e s g ra c ia , n i a n t e u n b i e n a su
a lc a n c e , d i r ig ir s e a él y d i s f r u t a r l o , n i p a ra eso s ir v e n , v a n a m e n t e i g n o ­
r a n t e s y f a l t o s d e p r e v i s i ó n » . E n el te x to q u e e s t a m o s c o m e n t a n d o , la
g r a n r e v e l a c i ó n es la n u e v a c o s m o g o n í a y el p a p e l d e l d i o s q u e h a c e la
re v e la c ió n es a d o p t a d o p o r las aves.
El o b jetivo lite ra rio de A r is t ó fa n e s al h a cer uso de esta t r a d ic ió n es
claro ; p rete n d e que su relato adopte la fo r m a de una revelación divina,
m a g n ific a n d o así su im p o r ta n c ia . E n c o n s e c u e n c ia , las aves se igualan
c o n los dioses, y se au tocalifican con epítetos q ue sólo a ellos les p e r te ­
n ecen . A q u i y allá se p rovocan , p o r contraste, efectos cóm ico s.
E n el v. 6 8 5 « c a p u e s » i n t r o d u c e la e x h o r t a c i ó n c o n u n a s e r i e de
c a l i f i c a c i o n e s d e lo s h o m b r e s q u e se c o n s i d e r a n c u a l i d a d e s in n a t a s ,
ese n cia les, n o a ccid e n ta le s . El a u t o r m u e s tra u n alto p o r c e n t a je d e c r e a ­
c i ó n léxica, c o n t é r m i n o s d o c u m e n t a d o s e s c a s a m e n te y p o r vez p r i m e r a
e n este pasaje. E ll o está en c o n s o n a n c i a c o n la e le v a c ió n d e l e n g u a je qu e
se p r e t e n d e . P e ro n u n c a se p i e r d e n d e vista del t o d o m o d e l o s o p a t r o n e s
r e c o n o c i b l e s d e n t r o d e la t r a d i c i ó n .
L a o s c u r id a d d e la vida del h o m b r e es u n t ó p ic o l i t e r a r i o a r c a ic o . El
f i n a l se r e f i e r e a o t r o t ó p i c o , el d e la s i m i l i t u d d e la p r o l e d e las h o ja s
c o n la d e los h u m a n o s , ya h o m é r i c o (¡liada 6 . 1 4 6 - 1 4 9 ) ' p e r o lu e g o r e p e ­
tidas veces im i t a d o . P o r su p a rte , « f i g u r i l l a s d e b a r r o » r e c u e r d a el m ito
d e la c r e a c ió n del h o m b r e a p a r t i r d e sere s m o d e l a d o s e n b a r r o ( A p o l o -
5. UNA COSMOGONIA CÒMICA 5 7

doro I . 7 . 1 ) , un m ito atestiguado desde fecha no dem asiado antigua. N o


aparece en H e s ío d o y sí p arece a l u d i d o en un fr a g m e n t o de E sq u ilo
(369 Radt) re fe rid o a P an dora c o m o « m u j e r m ortal nacida de sim ien te
modelada en b a r r o » . N o es un m ito ó r fic o , ya que en la tradición órfica
los h om bres nacen de las cenizas de los 7 itanes ( « O r f e o » , fr a g m e n to
3 2 0 Bernabé y capítulo 12 de este lib ro ).
Aunque el té rm in o em pleado p o r Aristófanes en 6 8 6 parece creación
suya, no lo es la sim ilitu d de los seres h u m a n o s con las so m b ra s, que es
un lugar c o m ú n literario (p o r e je m p lo , E sq u ilo , Agamenón 8 3 9 « f a n t a s ­
mas de una s o m b r a » , Sóíocles, y4>'av 1 2 6 «fan tasm as o vana s o m b r a » ) .
En el v. 6 8 7 s o r p r e n d e « s i n alas» d e n t r o de su con texto, una e n u ­
meración de tó p ico s de la in c ap ac id a d del ser h u m a n o (in s e g u ro , e f í ­
mero, incapaz, d esdich ado , c o m o un s u e ñ o ). E n p r in c ip io el n o ten er
alas no es un rasgo característico de la incapacidad del ser h u m a n o , p ero
su inclusión en esta serie tiñe la expresión de un carácter peyorativo que
no tiene. Y se apunta ya un aspecto, la posesión de alas, que va a c o n v e r­
tirse, p o r reiteración, en crucial en nuestro texto, en el que se va a insis­
tir una y otra vez en la s u p e rio rid a d de las aves sobre los seres h u m an os.
A ristó fan es nos o f r e c e un e n o r m e c ú m u lo de c r e a c io n e s léxicas,
pero se trata de com p u e sto s basados sobre sintagmas que se en c u en tran
en la tradición , so b re to d o en H o m e r o . El pasaje co m p le to , en cuanto
al « t i p o » l i t e r a r i o » , a d o p ta un esq u em a p r o p i o de la d ic c ió n épica
arcaica y en lo q ue se r e fie r e al c o n t e n i d o —t ó p ic o de la in c a p a c id a d
humana y del c ará c te r e f í m e r o del h o m b r e , fren te a la s a b id u r ía e
in m ortalidad d iv in as— se a lin e a en un a t r a d ic ió n p oética más a m p lia ,
característica del ú lt im o a rc a ís m o y en la q u e c ab rían ta m b ié n poetas
como P ín d a r o y E s q u ilo . Baste r e f e r ir n o s a tres pasajes e n o r m e m e n t e
similares a los que acabamos de ver, u n o de P ín d aro (Pitica 8 . 9 5 S . « t r a n ­
sitorio, so m b ra de un s u e ñ o , el h o m b r e » ) y do s de E s q u ilo (Prometeo
5 47 -54 .9 « t r a n s i t o r i o s . . . s e m ejan tes a u n s u e ñ o » y fr. 3 9 9 R adt « l a
simiente m ortal tiene p en sam ien to s tran sitorios, no más que la som bra
del h u m o » ) .
Tras la llam ad a de a te n c ió n del v. 6 8 8 ( « p r e s t a d n o s a t e n c i ó n » ) ,
comienzan las c a lific a c io n e s c o m o seres d iv in o s de las aves. C o m o los
dioses, son tildadas de in m o rta le s e in m u n e s a la vejez (cf. litada 1.2 9 0 >
I 2 -323 - H e sío d o, Teogonia 1 0 5 ) . p e ro resulta chocante el adjetivo aitherioi
que he tradu cido « h a b ita n te s del é t e r » , que no es h o m é r ic o , sin o que
se en cu en tra en los p r i m e r o s f iló s o fo s , r e f e r i d o al e le m e n to « é t e r »
(P arm énides B IO.I D i e l s - K r a n z , E m p é d o c le s , fr. 107-9 W right = B
58 I. c o s m o g o n í a s y t e o g o n í a s

II5 - 9 D ie ls - K r a n z ) y en la tragedia, sea c o m o s in ó n im o de « q u e está en


lo a lto » (E sq u ilo , Siete contra Tebas 8 1 , Prometeo 15 8 , S ó fo c les, Edipoen Colono
1 0 8 2 ) , sea p o r q u e la naturaleza « e t é r e a » aparece asociada a los dioses
( E u r í p i d e s , f r a g m e n t o 8 3 9 . I O K a n n i c h t ) . H a b r ía q u e p reg u n ta rse si
ello está en r e la c ió n co n un a nueva f o r m a de i n te r p r e t a c ió n de lo
d iv in o , p e r o la in vestig ación de este p a r t ic u la r n o s llevaría ah o ra muy
lejo s. C i e r r a la r e la c ió n la e x p re s ió n en v. 6 8 9 « s u m id o s en eternos
d e s i g n i o s » , cla ro eco de u n a e x p r e s ió n q ue a p lican a Z e u s H o m e r o y
H e sío d o (Ufada 2 4 - 8 8 , H e sío d o , Teogonia 545 ^- ^-'as aves n o sólo se eq u i­
paran así a los dioses, sin o in clu so al m ism o Zeus.

5 .4 . E l «PROGRAMA»

P o r f i n , aparece la p a ro d ia de lo que sería el « p r o g r a m a » de un a cos­


m o g o n ía seria. En s e n tid o a m p l i o , se va a h a b la r acerca de meteoro (v.
6 9 0 ) , e x p r e s ió n q u e tien e un d o b le s e n tid o . E n ép o ca de A ris tó fa n e s
esta palabra ha a d q u ir id o ya un sentido técnico, cien tífico , « f e n ó m e n o s
celestes» (H ipócrates, Sobre la antigua medicina I, y en el p r o p io A ristófanes,
Nubes 2 2 8 , a t r ib u id o a la actividad de S ó c r a te s ). C o n ello se añ a d e al
to n o religioso de la revelación, un barniz cien tífico , con rem iniscencias
de P arm én id es o de D iógen es de A p o lo n ia , p o r e je m p lo . P ero a la vez la
palabra conserva su uso n o rm al de « e n alto, en el a i r e » . A sí Aristóteles
(Historia de los Animales 535 ^ 2 8 ) utilizará luego este adjetivo para referirse
al d e s p la z a m ie n to de los p á ja r o s. E n c o n s e c u e n c ia , de lo q u e se va a
h a b la r es « d e los f e n ó m e n o s c e le s te s » en un a c o s m o g o n ía religiosa,
p e r o tam bién « d e los q ue van p o r el a i r e » es d ecir, de los pájaros. Por
si q uedara alguna duda, encabeza la esp ecificació n del « p r o g r a m a » (v.
6 9 1 ) la « n a t u r a le z a de los p á j a r o s » , q u e p r e c e d e a « e l o r i g e n de los
d i o s e s » , c o n lo q ue de algú n m o d o ya se está a n t ic ip a n d o cjue las aves
son más antiguas que los p r o p io s in m ortales.
La u n ió n de los dioses y los ríos del v. 6 9 1 es cu riosa. A p are c e en la
Teogonia h e sió d ic a ( 1 0 8 s.) y en textos ó r f i c o s , c o m o las Rapsodias fr a g ­
m e n to 2 4 1 . 8 - 9 B e r n a b é , d o n d e , al h a b lar de c ó m o vuelve a fo r ja r s e
to d o en el in te r io r de Z eu s, se m e n c io n a n :

los ríos, el mar sin límites y todo lo demás,


asi com o los felices inmortales todos, dioses y diosas.

Ya antes, e n la c o s m o g o n ía q ue a p a rece citada en el Papiro de Derveni


col. X I I 3 ss., aparece un a corre lac ió n sim ilar:
5. U N A C O SM O G O N ÍA C Ó M IC A 59

y en él todos
los inm ortales se gestaro n : dioses felices y diosas,
ríos, fuentes am ables y todo lo dem ás.

T erm ina en los versos 6 9 1 - 6 9 2 la relación de los elem entos c o n t e n i­


dos en el p r o g r a m a , p o r dos seres « c o s m o g ó n i c o s » d o n d e los haya:
Erebo y C a o s (iu ego volveré a h a b la r de ello s), y c o n u n a m e n c ió n
cómica del sofista P r ó d ic o , cuya actividad c o m o filó s o fo natural d e b e ­
mos s u p o n e r a p a r t i r de este pasaje, de o t r o del p r o p i o A r is t ó f a n e s
(Nubes 3 6 0 en que lo llama « m e t e o r o s o fi s t a » ) y o tro de la Suda (Sud. s.v.
Pródikos), en q ue se le d e f i n e c o m o « f í s i c o » , a u n q u e n o c o n s e r v a m o s
otras in fo rm ac io n es sobre esta faceta suya.
Tras tan solem n e y a la vez c óm ica in tr o d u c c ió n , com ienza la c o s m o ­
gonía p rop iam en te dicha.

5 . 5 . L O S C O M I E N Z O S DE LA C O S M O G O N Í A
En v. 6 9 3 se usa « h a b í a » , el ve rb o existencial, n o « n a c i ó » , el p r o p i o
del tránsito del n o - s e r al ser. Se está ha b lan d o, pues, de seres p r im i g e ­
nios, que existen desde s iem p re. El uso del tiem p o pasado n o s proyecta
a un tiem p o m ític o , a un estadio m uy a n t ig u o de la e v o lu c ió n del
mundo: « a lo p r im e r o h a b ía » . Se m e n c io n a n (sin que sepam os si A r i s ­
tófanes p r e te n d e h a cer c o r r e s p o n d e r el o r d e n de m e n c i ó n co n el de
aparición) Caos, N o c h e, E re b o y T á r ta r o , q ue recibe el calificativo t r i­
vial de « a n c h u r o s o » (cf. H e s ío d o , Teogonia 8 6 8 . Himno a ¡Termes 374-- y-
dentro de la literatura órfica. Himnos órficos 57 - ' ° y 5 ^ - 7 )-
Se p odría traer a colació n la existencia de alguna t eo g o n ia ó rfica en
que aparecen elem en tos sim ilares, p e r o es más p ro b a b le que Aristófan es
no pretenda más q u e a l u d i r a los t ó p ic o s seres p r i m o r d i a l e s . T o d o s
ellos, aunque aparecen en cosm ogon ías órficas, son tam bién hesiódicos.
De este verso, desde lu eg o, n o p o d r ía n ded u cirse ar g u m e n to s c o n c l u ­
yentes sobre un a p o s ib le fu e n te ó r fic a del poeta c ó m ic o , so b re to d o ,
porque no ap a rece el ser más exclusiva y d if e r e n c i a l m e n t e ó r f i c o ,
Tiempo. P or ello parece q ue lo que ha p re te n d id o nuestro a u to r es más
bien m en cio n ar los elem en to s c o m u n es a más de una co sm o g o n ía; a d e ­
más de las órficas y la de H e sío d o , que h e m o s citado, p o d ía n citarse las
de Acusilao y M useo.
6o I. COSMOGONÍAS V TEOGONIAS

5 .6 . F l huevo có sm ico

E n el v. 6 9 4 se in s is te e n q u e « p e r o t i e r r a a ú n n o h a b ía , n i a ir e ni
c i e l o » , c o n toda p r o b a b i l i d a d p ara v o lv e r s o b r e la idea ce n tra l d e q u e las
aves s o n p r i m i g e n i a s , m ás a n tig u a s a ú n q u e estos e l e m e n t o s . L a seg u n d a
p a rte d e este v e rs o y el s ig u ie n te

Y de E re b o en el regazo ilim ita


en gen d ra lo p rim e ro un huevo h u ero iN'ochc de alas negras,

n o s lle v a n ya a u n t e r r e n o q u e es ó r f i c o c o n c l a r i d a d . B a s te c i t a r un
p a s a je d e las Rapsodias ( « O r f e o » , f r a g m e n t o 1 14 B e r n a b é ) :

Luego dispuso el gran T ie m p o en el E ter d ivino


un huevo com o la piala.

E n la v e r s i ó n ó r f i c a , s in e m b a r g o , es T i e m p o , n o N o c h e , q u ie n
p o n e el h u e v o , m ie n t r a s q u e en A r is t ó f a n e s , 1 i e m p o n o a p a re c e . Parece
q u e A r i s t ó f a n e s ha p r e f e r i d o u n ser m e n o s a b s tra c to . N o c h e , p e r s o n a je
d e im p o r t a n c i a en las c o s m o g o n í a s ó r f ic a s y e n o tra s. O t r a d i f e r e n c i a es
cjue en las Rapsodias el h u e v o es u n e l e m e n t o « f a b r i c a d o » ( « d i s p u s o » ) ,
m i e n t r a s q u e e n la c o m e d i a es n a t u r a l ( « e n g e n d r a » ) , lo q u e a s i m il a la
v e r s i ó n d e A r i s t ó f a n e s a la d e J e r ó n i m o y H e l a n i c o ( « O r f e o » . f r a g ­
m ento 79 B ernabé, « e n g e n d ró un h u e v o » ).
T a m b i é n p u e d e c i t a r s e a este r e s p e c t o las Argondutieas ó r f i c a s , u n
p o e m a q u e es m u y p o s t e r i o r a la é p o c a d e A r is t ó f a n e s , p e r o en u n pasaje
en q u e el p r o p i o p o e t a está a l u d i e n d o a p o e m a s s u y o s q u e se s u p o n e n
a n t e r i o r e s ( 1 2 - 1 4 ) - E n t r e lo s t e m a s t r a t a d o s p o r O r f e o se n o s d ic e :

E n p rim e r lugar (se. hablé sobre) la im placable necesidad del an tigu o C aos
y T iem po , cóm o c rió b ajo su ilim itad o regazo
a E te r y a glo rio so F.ros de d ob le naturaleza (es d ecir, « b is e x u a l» ).

L o s vv. 6 9 5 - 6 9 8 m a r c a n el p u n t o d o n d e el i n f l u j o ó r f i c o es m ás
p e r c e p t ib le ; « l o p r i m e r o » n o s lleva d e n u e v o a la é p o c a p r i m i g e n i a , y se
h a b la d e u n a c o n t e c i m i e n t o o c u r r i d o e n la n o c h e d e lo s t i e m p o s : la
p r o d u c c i ó n n a tu r a l d e u n h u e v o h u e r o . H e p r e f e r i d o esta t r a d u c c ió n d e
hupenemion, f r e n t e a o tr a s i n t e r p r e t a c i o n e s p r o p u e s t a s : « q u e se o r i g i n a
p o r el v i e n t o » o « b a t i d o p o r lo s v i e n t o s » . E l s e n t i d o h a b i t u a l d e esta
p a l a b r a e n g r i e g o es « h u e r o » , n o f e c u n d a d o » , q u e se p r o d u c e s in
u n i ó n sexu al ( c o m o n o s a clara u n e s c o lio al p a s a je ) . Y así lo usa A r i s t ó ­
teles, p o r e j e m p l o e n Historia de ¡os Animales 5 5 9 b 2 l s s . I n c l u s o e n c o n t r a ­
m o s u n u so en este s e n t id o en el p r o p i o A r i s t ó f a n e s : d e la o b r a p e r d id a
5. UNA COSMOGONÍA CÓMICA 6l

Dédalo se n o s h a n c o n s e r v a d o d o s f r a g m e n t o s ( 1 9 3 y * 9 4 K a s s e l - A u s t i n )
relacion ado s c o n t o d a v e r o s i m i l i t u d c o n la a v e n t u r a d e Z e u s c o n L e d a .
En el f r a g m e n t o 1 9 3 - a lg u i e n c o m e n t a q u e L e d a «1 la p u e s t o u n h u e v o
g r a n d í s i m o , c o m o u n a g a l l i n a » y e n el f r a g m e n t o 1 9 4 . u n p e r s o n a j e
justifica lo o c u r r i d o d e f o r m a c ó m ic a :

Algunas veces m uchas gallinas artificialm en te


ponen a m en u d o huevos h u eros.

E n el ú l t im o p a saje e n t i e n d o q u e A r i s t ó f a n e s n o q u i e r e d e c i r q u e de
este huevo n o s a ld rá u n a cr ía (d e h e c h o s a ld rá H e l e n a ) , s i n o q u e n o ha
sido f e c u n d a d o p o r u n i ó n c o n u n m a c h o , c o n lo q u e el p e r s o n a j e q u e
habla trata d e p o n e r a salvo la h o n e s t id a d d e L e d a . C r e o q u e el s e n t id o
de la palabra a q u í es id é n t ic o al del texto d e las A w s q u e n o s o c u p a .
El huevo es u n e l e m e n t o t í p i c a m e n t e ó r f i c o , p e r o es p r o b a b l e q u e
A ristó fa n es haya o p t a d o p o r la c o s m o g o n í a del h u e v o p o r q u e es la q u e
le viene m e j o r p a ra d e f e n d e r la a n t ig ü e d a d d e las aves. Q u iz á se r e fie r e a
este m is m o m ito en o t r o pasaje (Geritades. f r a g m e n t o 1 7 0 K a s s e l - A u s t i n ) :

Pero según el d ich o p o p u la r yo (af irm o ) que tod os salim os del m ism o
cascarón.

T o d av ía en v. 6 9 5 se le a p li c a a N o c h e el e p í t e t o « d e alas n e g r a s » ,
que a p are ce p o r p r i m e r a vez, q u e s e p a m o s , e n E u r í p i d e s ( Hécuba 7 0 5 ) .
aplicado a u n a e s p e c ie d e v is ió n f a n t a s m a l . L a N o c h e n o a p a r e c e c a l i f i ­
cada así en n i n g u n a o b r a q u e yo c o n o z c a . P arece q u e so trata d e u n i n t e ­
rés de A r is t ó fa n e s p o r m a r c a r c o m o a la d o s a los seres p r i m i g e n i o s (en la
tra d ic ió n ó r f i c a lo s o n T i e m p o y F a n e s ) . L o q u e sí se h a b ía a p l i c a d o
antes a la N o c h e e r a el a d je t iv o s i m p l e « n e g r a » ( c f . I l e s í o d o . Teogonia
2 o ) , así c o m o el c o m p u e s t o « d e n e g r o s c o r c e l e s » ( E s q u i l o , f r a m e n t o
69.6 R a d t).

5.7. E ros
Es muy sign ific ativo q u e A r i s t ó f a n e s n a r r e el n a c i m i e n t o d e E r o s a p a r t ir
de u n h u e v o , ya q u e es u n a c o n s t a n t e e n la p o e s ía t e o g ó n i c a ó r f i c a q u e
este d ios, i d e n t if ic a d o m á s ta rd e c o n F an es, nazca d e u n h u e v o .
E n el v. 6 9 7 se a c r e c ie n t a la i n t e n s i d a d d e lo q u e p o d e m o s d e t e c t a r
c o m o i n f l u j o ó r f i c o . L a d e s c r i p c i ó n d e E r o s r e c u e r d a la a p a r i c i ó n d e
Fanes en u n p a s a je p e r t e n e c i e n t e a la Teogonia d e J e r ó n i m o y H e l a n i c o ,
en la v e r s ió n p ro s a ic a d e D a m a s c i o ( « O r f e o » , f r a g m e n t o 8 0 B e r n a b é ) ,
don d e se m e n c i o n a a E r o s - F a n e s c o m o « p o s e e d o r d e alas d o r a d a s s o b r e
62 I. COSM OGONÍAS Y TEOGONIAS

sus h o m b r o s » . T a m b ié n en un verso literal de las Rapsodias ( « O r f e o » ,


f ra g m e n to 1 3 6 B e r n a b é ) se habla de E r o s « l le v a d o de a q u í allá p o r su
p ar de alas de o r o » y en el Himno álfico 6 . 2 (a P ro tó g o n o . otro n o m b r e de
F a n e s -E ro s ) se le califica de « u f a n o de sus alas de o r o » .
E n c u a n to a los « t o r b e l l i n o s r a u d o s c o m o el v i e n t o » p arec e ser el
resultado de expresion es que aparecen en E u ríp id e s (Fenicias 1 6 3 y Alcestis
2 9 4 )> c o m b in a d as p o r A ristó fan es. Pero es más significativo que « t o r ­
b e l l i n o » (diñe) es una palabra p r o p ia de la últim a filo so fía presocrática.
Está en la c o s m o g o n ía de A n a x á g o ra s ( f r a g m e n t o A 57 D . - K . ) , y dos
veces en E m p é d o c le s (fr a g m e n to 47-4 W rig h l = B 35-4 D i e l s - K r a n z y
1 0 7 . 1 1 W. = B 1 1 5 . I I D ie l s - K r a n z ) .
Si E ro s alado se d o c u m e n ta a m e n u d o en literatu ra y la ic o n o g rafía
griegas, n o o c u r r e lo m is m o c o n C a o s , p e r o s o r p r e n d e n t e m e n t e aquí
hallam os en el v. 6 9 8 « C a o s a l a d o » , lo que ha p rovocado algún intento
de c o r r e g i r el texto, p e r o n o d e b e m o s h a c e r tal cosa. A r is t ó f a n e s ha
esc o g id o u n ep íte to de C a o s in u s u a l, p e r o ló g ic o en el c o n te x to del
pasaje. C a o s , en tid a d p r i m i g e n i a , ap a rece alad o p a ra in t e n s if ic a r la
im p r e s ió n de la a n tig ü e d a d de las aves. D esde lu eg o u n C a o s alad o no
es, ni de lejos, característico de la tra d ic ió n órfica.

5 .8 . O tras en tid a d es pr im ig en ia s

Tras ex p re sio n es típica de las genealogías c o m o « u n i d o a » (v. 6 9 8 ) , se


rep ite la f ó r m u l a « T á r t a r o a n c h u r o s o » , c o m o en v. 1 9 3 . Es c u r io s o ,
p o r q u e ap arecen de n uevo las en tid ades p r im ig e n ia s antes en u n c ia d as:
la p areja es E ro s y C a o s , p e r o su u n ió n tien e lu g a r en el T á r t a r o , y
d u r a n te la N o c h e . Parece q u e A r is t ó f a n e s t ie n e un in te rés d e lib e r a d o
p o r a c u m u la r e le m e n to s p r i m ig e n i o s , en un in v e n to c ó m ic o q u e da
lugar a un a divertida glosa del escoliasta (al v. 6 9 7 ) : « se va^e de Ia g e n e ­
alog ía de u n a fo r m a in u su al y p o c o v e r o s í m i l » . E n t o d o caso debe
ob se rv arse q u e es la p r i m e r a u n ió n sexual la que p r o d u c e a las aves, y
que ella m ism a es más p ro p ia de aves que de otros seres. E n efecto, en el
v. 6 9 9 se r o m p e del to d o la s o le m n id a d del c o n te x to c o n el uso de
« e m p o l l ó » , de fo rm a q ue el resultado de la u n ió n de E re b o y C a o s se
d escrib e c o m o una puesta q ue debe ser em p o lla d a y de la que salen los
pájaros, designados so le m n e m e n te con otra palabra típica de las g e n e a ­
logías, « r a z a » (genos). T a n to « u n i d o a » , i n d ic a n d o q u e se trata de la
p r i m e r a u n i ó n sexual, c o m o el h e c h o de q u e el resu ltad o sea un genos
nos in tro d u ce en la característica segunda fase de las genealogías en que
la p r o d u c c i ó n au to m á tic a da paso a la r e p r o d u c c i ó n sexual. Y ello es
5. UNA COSMOGONÍA CÓMICA

posible p o rq u e previam en te ha nacido E ro s . El final del verso « l a trajo


... a la lu z» im ita u n pasaje hesiódico ( Teogonia 6 2 6 ) d o n d e se dice de los
Titanes que « salen a la lu z » desde el T á r ta r o .
E n w . 7 0 0 - 7 0 1 , tras la in d ic a c ió n expresa de q ue « l a estirpe de los
in m ortales» (los dioses) es p o s te r io r a « n u e s t r a ra z a » , es decir, a la de
las aves que h a b lan , aparece un n u evo e le m e n to : la mezcla de todas las
cosas p o r o b ra de E ro s, una idea q ue tam p oco es órfica. sin o de E m p e ­
docles (sobre to d o , fr a g m e n to s 12 y 47 Wright |= 8 y 35 D i e l s - K r a n z ] .
En el segundo se habla tam bién de una dine « r e m o l i n o » , lo cual p r o b a ­
blemente no es casual).
En los vv. 7 0 1 - 7 0 2 aparecen , c o m o es habitual en las cosm ogon ías,
los seres que siguen a los p rim ig e n io s : C ie lo , O c é a n o y T i e r r a , a más de
los dioses, caliiicados con epítetos de larga trad ición ( « i m p e r e c e d e r a » ;
« fe lic e s » ), sobre los que no merece la pena detenerse.
Por fin , en el v. 7 0 2 « a s í p u e s » in tr o d u c e la c o n c lu s ió n de todo el
pasaje: ha q uedado « d e m o s t r a d o » de un m o d o c ó m ic o que las aves son
más antiguas que los dioses y que m uchos de los seres p rim ig e n io s.

5.9. U na pa ro d ia g e n ia l

¿Q u é en con tram os al final de nuestro c a m in o ? U n a habilísima parodia,


muestra del g e n io de A r is t ó fa n e s y de su e n o r m e c o n o c i m i e n t o de los
recursos lite ra rio s de la t ra d ic ió n p oética. E n su c u r io s o relato mezcla
elementos h o m é r ic o s , fraseología y co n te n id o s hesiódicos, con c o s m o ­
gonías de o tro s o r íg e n e s , c o m o la de A c u s ila o y la de E m p é d o c le s, así
como elem entos claram ente ó rfico s , el p rin c ip a l de ellos el n ac im ien to
de un Eros de alas de o r o de un huevo c ó sm ico . La fraseología épica se
enriquece con alg u n o s t é r m in o s to m ad o s de los trágicos, l o d o el c o n ­
junto se encam ina a d em o strar que las aves son más antiguas que los p r o ­
pios dioses. Q u e A ristó fa n e s se in vente un a co sm o g o n ía no es, después
de todo, nada n u evo . Ya he ad vertido de q ue todas las cosm o g o n ías son
inventadas, en el s e n tid o de q u e son una e x p lica c ió n del o r ig e n del
mundo que no se basa en elem entos dem ostrables, que 110 dep en d e de la
experiencia ni de la observación, sino que el poeta parte de una c o n c e p ­
ción de cóm o es el m u n d o y es de ella de d o n d e deduce c ó m o se o rig in ó .
Aristófanes en la c o sm og on ía de lasques hace lo m ism o, en clave cóm ica.
De un m u n d o en que los seres alados son d o m in an tes se « f a b r ic a » una
cosmogonía en que todos son seres alados y hay un huevo cósm ico.
En ella hay unas líneas m aestras: a) la re fe re n c ia a u n a c o s m o g o n ía
del huevo. Es en el pasaje del n acim ien to de E ro s dol huevo cósm ico, en
64 I. c o s m o g o n í a s y t e o g o n í a s

d o n d e p r e d o m i n a de un m o d o cla ro el in f l u j o q ue p o d e m o s detectar
c o m o in eq u iv o ca m en te ò r f i c o ; b) la a b u n d a n c ia de seres alados. A lg u ­
nos lo eran en la trad ición , co m o E ro s ; a otros, c o m o C a o s y N och e, no
d u d a en p o n e r l e s alas para in te n s if ic a r el e fecto . La N o c h e , n a tu ra l­
m e n te las tien e n egra s. El elec to se había ya a n t ic ip a d o al a ñ a d ir a los
insultos al g é n e r o h u m a n o el de « s e r e s carentes de a l a s » , y c) relación
c o n el aire y el esp acio , a q u í a ñ a d ie n d o e le m e n to s de las cosm ogon ías
p reso c rá tic a s. T o d o ello in s e r to en m o d e lo s t r a d ic io n a le s , so b re todo
hesiódicos. y a d obado con salidas de ton o cóm icas (especialm ente el uso
de un vocabulario de g ran ja, c o m o « e m p o l l ó » ) .
N o obstante, esta ap recia ció n no debe llevarnos a desp ach ar el valor
de este te s tim o n io c o m o un p u r o in v e n to c ó m ic o . P e n sem o s un
m o m e n t o so b re e llo . H e m o s visto hu ellas de H o m e r o y de H e sío d o ,
au to res, p o r su p u esto , b ie n c o n o c id o s de los esp ectadores atenienses,
c o m o p a t r im o n io cultural de todos los griegos que son. Las palabras de
E u r íp id e s y de los dem ás trágicos se habían o íd o en el m is m o teatro en
que se representaba la o b ra del có m ico . ¿ T e n ía n los asistentes a la co m e ­
dia el m ism o c o n o c im ie n t o de la p oesía ò r f i c a ? La respuesta n o puede
ser más que afirmativa. T o d o este sabio m on taje req uiere, para ser a p re ­
cia d o (y A r is t ó f a n e s desea q u e lo sea) de u n a cierta c o m p lic id a d del
p úblico. El invento genial de esta « o r n i t o g o n í a » es haber puesto al ser­
vicio de una idea cóm ica c o m o la de la su p rem a cía de las aves, un tema
típico de las cosm ogon ías órficas « s e r i a s » ; el del huevo cósm ico del que
sale un E ro s alado, l a cosa no ten dría la m e n o r gracia si al público no le
resultara c o n o c id a la c o s m o g o n ía del huevo, ya q ue la c o m ic id a d surge
del hallazgo de in s e r ta r el v iejo relato r e lig io s o ò r f i c o en un con texto
c ó m ic o c o m o el de IxisAues.
E llo s u p o n e la existencia y el c o n o c im ie n t o p o r parte del p ú b lico de
escritos ó r fic o s y excluye un a tra n s m is ió n de la literatu ra ò r fic a en c í r ­
culos secretos. D igo esto, p o r q u e se ha sup u esto q ue la poesía ò rfic a se
transmitía en círculos religiosos cerrados, p ero es claro que obras litera­
rias c o n o c id a s en estas c irc u n s ta n c ia s n o e ra n suscep tibles de c re a r la
c o m p licidad con el público que he postulado. E n consecuencia, este tes­
t im o n io im plica un c o n o c im ie n to bastante preciso de esta literatura p o r
parte de A ristó fan es y de su p úblico.
l o d o lo cual n os lleva, para c o n c lu ir, a reiv in d ic a r el te stim o n io de
A r is t ó f a n e s c o m o el más an tig u o de q u e d is p o n e m o s de un a Ieogonía
ò rfica de d ifu s ió n relativam ente am p lia en Atenas.
MITOS Y LITERATURA
6. TEM AS MÍTICOS DE LA ÉPICA GRIEGA ARCAICA PERDIDA

6.1. L a épica g r i e g a a r c a i c a p e rd id a
Puede resu ltar a p r i m e r a vista ch o ca n te t o m a r p re c is a m e n t e la p oesía
épica griega arcaica p e rd id a c o m o can tera para c o n f i g u r a r un catálogo
-desde luego provisional y sin la m e n o r p reten sió n de exhaustividad— de
los muy diversos p rop ósito s con los que un m ito p uede verse en u n cia d o .
En efecto, nada hay más r u in o s o que el estado actual de n uestro c o n o c i­
miento sobre lo que fue una extensa p ro d u c c ió n épica desde el siglo V I I I
al V a .C ., p ero q u e n o gozó de la suerte de la ¡liada y la Odisea de H o m e r o
o de los Trabajos y los Días y la Teogonia de f le s ío d o y q u e. p o r tanto, n o ha
llegado hasta n osotros más que frag m e n taria m en te y en una p r o p o r c ió n
m ínim a. El p r o b le m a básico para q u ie n e s se traten de m o v e r en este
terreno es precisam en te el de las e n o r m e s lagunas en nuestra i n f o r m a ­
ción sobre estas o b ra s . N u e st ro m aterial so b re p o e m a s q u e t u v ie r o n
miles de versos de e x te n s ió n suele re d u c irs e —y eso e n el m e j o r de los
casos—a una d ocena de versos, algún resu m e n del ar g u m e n to y diversas
referencias de valo r desigual. S ó lo la p acien te la b o r filo lógica de añ os y
años, en u n a m o r o s o es tu d io de citas, r e fe r e n c ia s de seg u n d a m a n o y
representaciones artísticas ha p e r m i t i d o r e c o n s t r u ir , s iq u ie r a sea de
modo a p ro x im ad o , el c o n te n id o de esta cuantiosa p r o d u c c ió n literaria.
Pese a todo, creo que hay buen as razones para escoger la épica arcaica
perdida c o m o m u e strario de la m ito lo gía griega. E n efecto, p o r lo que
sabemos, en estos p oem as se hallaba ya representada u n a gran p ard e de
la enorm e variedad de mitos que luego c o n o c e re m o s a través de la lírica,
el dram a o los m itó g r a fo s . Es m ás; f u e r o n p r e c is a m e n te estas o b ra s la
68 II. MITOS Y LITERATU RA

c a n tera de la q u e lueg o se n u t r i e r o n los o tr o s g é n e r o s . P ién sese, por


p o n e r algún e je m p lo , que un m ito tan rico en co n te n id o c o m o es el de
E d i p o re c ib ía ya tr a ta m ie n to e n la Edipodia, u n p o e m a é p ic o d el siglo
VIH a . C . , y que asim ism o un tema tan ap rovechado en la literatura pos­
t e r io r c o m o es el de la g u erra de T ro ya n o sólo se trataba en la Iliada. que
se c e n tra en un p e r í o d o m í n i m o de la g u e r r a , s in o q u e era o b je to de
todo un ciclo de seis poem as co m p uestos en tre 7 2 5 Y 5 7 0 a . C . y que se
ocupaba c o n p o r m e n o r de todos los ep isodios de la leyenda.

6.2. ¿ D iferencias de c a l id a d ?
U n o de los aspectos de estas obras sobre el que más se ha insistido desde
la a n tig ü e d a d es la d ife r e n c ia de c alidad e n tr e esta ép ica p e r d id a y
H o m e r o . La m a y o r ía de los j u i c i o s de los p r o p io s grie g o s respecto al
C ic lo —n o m b r e g e n é ric o para designar, en ocasion es una parte, a veces
toda la p r o d u c c i ó n ép ica de este p e r í o d o — im p lic a n un a v a lo ra c ió n
negativa de su calidad lite ra ria . Ya A r is t ó t e le s en su Poética ( l 4 5 9 a 37 )
situaba a H o m e r o muy p o r en cim a de los dem ás creadores del epos. y en
el m is m o s e n tid o el g ra m átic o A r is ta rc o y su escuela p u s ie r o n to d o su
e m p e ñ o en d e p u r a r el texto de H o m e r o , c o n c e b id o c o m o la sum a p e r ­
fección , de elem en to s esp u rio s q ue h u b iera n p o d id o in tro d u cirse en él
p roced en tes del C ic lo . A lg u n o s autores m o d e r n o s han insistido en esta
excep cion alidad de H o m e r o y en su s u p e r io r id a d sobre los dem ás p o e ­
tas arcaicos, bien explícitam ente, bien de m o d o tácito al silen ciar en sus
estudios sobre la épica c u alq u ier referen cia a las obras perdidas.
T o d o ello se d e b e , e n mi o p i n i ó n , a u n grave e r r o r de ó p tic a . La
c o m p a r a c ió n de calidad es del todo ociosa, ya q ue las d ife re n c ia s entre
H o m e r o y la épica cíclica se basan en algo que nada tiene que ver con la
calid ad , s in o co n una c o n c e p c ió n m uy d if e r e n t e de la lite ra tu ra y del
m u n d o en ge n e ral. P o r c e ñ irn o s al tema que n os o cu p a, el tratam iento
de los temas legen darios p o r parte de la [liada (el caso de la Odisea es bas­
tante d is tin to ) se basa en u n a v isión au stera de la vida h u m a n a que
insiste sin p aliativo s en la in e v ita b ilid a d de la vejez y de la m u e rte en
c o n tra p o s ic ió n a la ju v e n tu d e in m o rta lid ad que caracterizan a los d i o ­
ses felices. E n ese e n t o r n o , el h e ro ís m o h u m a n o ad qu iere to d o su valor
c o m o u n in tento de s u p e ra r p o r m ed io de la acción una situación a su ­
m ida. P o r ello se excluyen del h é ro e h o m é r ic o todos los elem en to s que
p u d ie ran desvirtuar esa visión, tanto los caracteres s o b re h u m a n o s, com o
p ued en ser los p oderes mágicos o la in v u ln e rab ilid ad , c o m o los aspectos
n o heroicos, c o m o la cobardía, la traición o in clu so lo eró tico.
6 . TEMAS MÍTICOS OE LA ÉPICA GRIEGA ARCAICA PERDIDA 69

6.3. R a s g o s de la ép ic a c íc l ic a

La visión de la p o esía cílica es m uy d i f e r e n t e y m u c h o más flex ib le.


Frente a la inevitable sucesión v e jez-m u erte , c o n o c e casos de re ju v e n e ­
cimiento, c o m o cu an d o la hechicera M edea rejuvenece a E só n , padre de
Jasón, en Los Regresos (fr. 7 B e rn a b é):

En seguida convirtió a Esón en un amable muchacho en la flo r de la


juventud.
tras quitarle la vejez con sus sabios conocim ientos.
después de haber cocido muchos tósigos en calderos de oro.

A sim ism o v em os c ó m o en algun a oca sió n u n g u e r r e r o p u e d e gozar


de la in m o rta lid a d , c o m o es el caso de M e m n ó n . m u e rto a m an os de
Aquiles en la Etiópida, pero a quien Z eus concede la in m ortalid ad, ante las
súplicas de la A u r o r a , m adre del h é ro e. Más curiosa aú n es la concesión
de inmortalidad, un día a cada uno, a los Dioscuros, narrada en las Ciprias,
de manera que un día C á s to r disfruta de su c o n d ic ió n de dios, m ientras
Polideuces está m uerto, y al siguiente, intercam bian sus papeles.
Frente al in alterable h e r o ís m o de los p e r s o n a je s de la ¡liada, la épica
perdida describe actos de cobardía. L-as Ciprias n arraban el divertido e p i­
sodio de O d is e o fi n g i é n d o s e lo c o p ara n o ir a la g u e r ra de T r o y a y la
Etiópida nos presenta in clu so u n in te n to de asesinato a traició n de D i o -
medes, a m an os de O d iseo , para no ten er que c o m p a r tir con él la gloria
de haber r o b a d o el P a la d ió n , tras h a b e r e n t r a d o s u b r e p tic ia m e n t e en
Troya.
También lo erótico es un tema o m n ip resen te en esta poesía. Frente a
héroes castísimos co m o A q u iles o esposos y padres m odélicos c o m o H é c ­
tor que protagonizan los respetabilísimos poem as h o m éric o s en c o n t r a ­
posición a los casquivanos Paris y Helena que no tienen h i j o s —reservados
sólo a los esposos legítim os—, en el Ciclo h a llam os un largo catálogo de
episodios a m o ro s o s , h ijos naturales, re lac io n es e x tr a m a trim o n ia le s,
incluso incestuosas, vio lac io n es y dem ás hechos que h a b rían e sc a n d a li­
zado a H o m e r o . Ni siquiera A q uiles se libra de esta nueva c o n cep c ió n , y
así se nos aparece en la Etiópida e n a m o ra d o de la amazona Pentesilea, des­
pués de haberle dado m uerte en com bate, o en las Ciprias p re n d a d o de la
propia H elena, p o r lo que Tetis y A fro d ita conciertan celestinescamente
un en c u e n tro en tre am b o s. T a m b ié n la h o m o s e x u a lid a d , del to d o
excluida de H o m e r o , se trataba en la Edipodia, en la persona de Layo.
En suma, un am b ien te m u ch o más variado, a ratos fantástico y m ila ­
grero, a ratos r a s tre ro y v u lga r, casi s ie m p r e p r o d i g i o s o y r o m á n t ic o .
7o II. MITOS Y LITERA T U RA

preside el tratam iento m ítico de la poesía épica griega p erd id a . La crisis


del ideal h e ro ic o tiene que reflejarse tam bién en la c o n fig u r a c ió n de los
m itos. El m u n d o de H o m e r o , sobre todo el de la ¡liada, queda así como
algo le ja n o e in alcan za b le, ú n ic o e ir r e m i s i b l e m e n t e p e r d id o , una
fo r m a de p en sar m odélica, p e r o pasada. U n clásico, en definitiva, desde
fecha muy tem pran a, casi desde el m o m e n to de su c o m p o s ic ió n .
El C i c l o en ese s e n tid o es m u c h o más m o d e r n o q u e H o m e r o . El
m ito se despoja en él de su carácter paradigm ático o e je m p la r: se huma­
niza, y ello será en cierto m o d o u n o de los motivos capitales para la pér­
dida de estas obras. Su sustitución p o r el p ro d u c to de gé n e ro s literarios
más m o d e r n o s y m e j o r ad ap ta d o s acaba p o r c o n d e n a r la s al o lv id o . Es
algo así c o m o lo que o c u r r e en las ciu d ad es, en las q ue p u e d e c o n s e r ­
varse un e d i f ic i o a n t ig u o , a u n q u e n o resulte f u n c i o n a l , en tanto que
algo distante, e je m p lo de otra época, p e r o se d e r r ib a sin e m p a c h o una
casa vieja, c o m o algo más p arec id o a aquellas en las q ue u n o vive, pero
m ejora b le .

6 .4 . V e r s a t i l i d a d d e los m ito s

El m ito , pues, cambia de carácter. E n este p u n to hay un aspecto sobre el


que m e parece im p o rta n te insistir. Parece c o m o si in co n scien te m e n te,
desde luego, t e n d ié r a m o s a p en sar q ue cada m ito surge co n un a form a
concreta y elaborada y que los poetas tien en poca o nula in tervención en
su c o n f i g u r a c i ó n ; no hacen más q ue v o lv e rlo a c o n t a r o, lo q ue es lo
m i s m o , r e p e t ir lo . C o n ello n o h a c e m o s otra cosa q u e c o n s id e r a r los
m itos al m ism o nivel q ue los hechos históricos, c o m o si h u b ie ra n o c u ­
r r id o alguna vez y existiera en últim o té r m in o , p o r e n c im a de las div er­
sas v e rsio n es, un f o n d o f ijo e in altera b le, q ue se t e n d r á q u e v er más o
m e n o s r e fle ja d o en las distin tas v e r s io n e s o al q u e , en el p e o r de los
casos, u n o p od ría acceder p o r un proceso de co m p ara c ió n y reco n stru c­
c ió n a p a r t ir de esas d istin tas v e r s io n e s . En otras p alabras, c o m o si
p u d ié r a m o s d ecir que Z eu s, en un lugar y fecha determ in ab les. se u n ió
a tal am ante y tuvo tal h ijo , p o r lo q ue n os sería dado establecer q ue tal
au to r se equivoca al d ecir que tal h ijo es Fulano y n o M en ga n o .
L,a situación n o es asi, ni m u c h o m en os. El poeta n o sólo in n ova en
la f o r m a , en el tra ta m ie n to lite r a rio de los m itos, s in o en sus aspectos
más f u n d a m e n t a le s : en su o r g a n iz a c ió n , en su es tru c tu ra , en su f u n ­
c ión . Rasgos que parecen consustanciales a ciertos mitos no son más que
in n o v a c io n e s de un p o eta c o n c r e t o . P o r p o n e r un e je m p lo . N a d ie se
im agina a H eracles de o tro m o d o q ue c o n una piel de le ó n , la del león
&. t e m a s m í t i c o s d e l a é p i c a g r i e g a a r c a i c a p e r d i d a 71

de N em ea, sobre los h o m b r o s y a rm a d o de un a d e sc o m u n al clava. A s i ­


mismo los arc h ico n o c id o s doce trabajos que se reflejan de m o d o m agis­
tral en las m eto p as del t e m p lo de Z e u s en O l i m p i a le d a r ía n a u n o la
im p resión q ue f o r m a n parte del más a n tig u o f o n d o de la leyend a de
Heracles. N ada más lejos de la re a lid a d : el a u te n d o típ ic o , su a r m a ­
m ento característico y el can o n de los doce trabajo s son todos in n o v a ­
ciones de un poeta del siglo VII a . C . , llam ado P isan dro de C a m ir o , aun
cuando p u ed an te n e r sus oríg en es ú ltim o s en el P r ó x im o O r i e n t e . Los
cuatro m in ú scu los frag m entos literales y n o llega a una decena de r e fe ­
rencias —to d o lo q ue n o s q u ed a de su p o e m a la Heraclea— bastan para
hacemos saber este hecho.
E n la m ayoría de los casos accedem os en el p oem a ép ico a una form a
del mito más elem ental y ello nos p e rm ite segu ir la h isto ria de las p r o ­
gresivas reelab oracio nes y reo rgan izacion es del esquem a m ítico orig in a l
a través de la poesía p osterior. A sí p o r e jem p lo , el protagonista de la F.di-
podia, que p r o b a b le m e n te se libraba de la E sfin ge en sin g u lar com bate y
no p or la resolución de un acertijo, no tiene m uch o que ver con el sabio
Edipo de S ófocles y su infatigable persecu ción de la verdad, tan ho n ra d a
como trágica que lo llevará a su p r o p io desastre, ya que d escu brirá que él
es el asesino de Layo al que está b u scan do.
T o d o ello n o s p e r m ite d a r al es tu d io de los d ife r e n t e s m ito s una
perspectiva m u c h o más am p lia q ue si los an a lizá ram os en u n a sola v e r ­
sión o sólo en version es muy elaboradas. A sim is m o n os p erm ite dam o s
cuenta de que el m ito es siem p re algo en fo r m a c ió n , am p liable, s im p li-
ficable, c o m b in a b le y q ue en to d o m o m e n t o se p u e d e n p r o d u c i r c o m ­
plejos o sistem as m ític o s n uevo s. Es éste un asp ecto so b re el q u e p o r
supuesto se han p r o n u n c ia d o c o n diversos matices la práctica totalidad
de los especialistas en el tema, p e r o , con todo, creo im p o rta n te insistir
en ello, p r i m e r o , p o r q u e m u c h as veces esta idea p r e c ie n t ífic a invade
incluso los e stu d io s de los p r o p i o s especialistas, y s e g u n d o , p o r q u e
desde luego n o es ésta una c o n cep ció n del m ito h a b itualm en te c o m p a r ­
tida p o r el h o m b r e de la calle.

6.5. V aried ad de p ro p ó sito s


De todos m od o s, el aspecto sobre el que voy a insistir aq u í n o es el de la
manera en que estas tra n s fo rm a c io n e s afectan a la p r o p ia estructura del
mito —tema q ue es más p r o p io del análisis de m itos con cretos— sin o que
voy a centrarm e en la variedad de p ro p ó sito s con los que u n m ito p ued e
ser en un ciado. C o n e llo vuelvo a ju stif icar la elección para estos fines de
72 II. M IT O S Y L IT E R A T U R A

la p oesía ép ica arcaica p e r d id a . E n e fe c to . E stos p o e m a s , ad em ás de


b r i n d a r to d o un filón de temas m íticos a la creación literaria posterior,
rep resen tan ya u n excelente catálogo de las diversas fu n c io n e s desem p e­
ñadas p o r los m itos y los variados p ro p ó s ito s c o n los cjue se e n u n c ia n .
Salvo las f u n c io n e s rituales q u e, desde el p r i n c ip i o , están ausentes del
g é n e r o ép ico en G r e c ia y q u ed an siem p re en relación más estrecha con
la lírica, la épica p erd id a nos p erm ite ver la e n o r m e variedad de p r o p ó ­
sitos c on los q ue un m ito p uede ser e n u n c ia d o , desde el p u r o goce esté­
tico hasta el interés especulativo y la p r o p a g a n d a p o lítica. S erá pues de
ac u erd o con este c rite rio con el que voy a esbozar una clasificación que
n o p r e te n d e ser otra cosa q u e un m e r o e sq u em a glob al de la e n o r m e
variedad y m u ltip lic id a d de los temas m ítio s q ue ap a recen en la poesía
épica arcaica p erd id a . Es c u rio so señ alar c ó m o , con el tie m p o , c o r r e s ­
p o n d e a cada u n o de estos diversos p ro p ó sito s una serie de g é n e ro s lite­
r a r io s nuevos. En otras p alabras; cada u n o de los g r u p o s de lem as que
voy a tratar tiene un co rre lato en la literatura p o s te rio r, lo que vuelve a
a f i r m a r n o s cada vez más en la idea de la im p o r ta n c ia q u e esta p r o d u c ­
c ió n ép ica tuvo p ara la d iv e r s ific a c ió n y el d e s a r r o llo de la literatura
griega y, p o r otro lado, la evidencia de que es precisam ente esta sustitu­
ción p o r o tros géneros la que acelera la p o s te rio r p érdida de estas obras.

6 .6. S ist e m a t iza c ió n de m it o s : i .a po esía c íc l ic a ,


GENEALÓGICA Y TEOGÓNICA
El p r i m e r gran g ru p o de temas m íticos que p o d e m o s catalogar es el que
o b ed ec e a un t e m p r a n o interés p o r sistem atizar el m ito, p o r c o n s tru ir
c o m p lejo s m íticos in te rre la cio n ad o s a p a rtir de temas más elementales.
Para c o n s e g u ir esta sistem atización se re c u rre fu n d a m e n ta lm e n te a tres
soluciones: la cíclica, la genealógica y la teogónica.
C u a n d o hablo de poesía cíclica lo hago en el sen tido restrin g ido que
tiene « c í c l i c o » , es d ecir, los p oem as q ue se o c u p an de los dos grandes
ciclos ép icos grie gos, el teban o y el troya n o, n o en el sen tid o a m p lio al
que antes me he r e f e r i d o , p o r el cual « c í c l i c o » v ien e a e q u iv a le r a
« é p i c o p o s te r io r a H o m e r o » , en g e n e ral. Este tipo de poesía se ocupa
de tem as a los q ue p o d ía m o s lla m a r « i n t e r n a c i o n a l e s » desde la óptica
griega, es decir, los que interesan a las diversas ciudades p o r o p o sició n a
la épica local, que se ocupa de las leyendas de su pasado m ítico p articu ­
lar. El in te rés p r in c ip a l de la p oesía cíclica es c o l m a r las lagu n as de la
n a rra ció n h o m é ric a . El p ú blico que co n o ce ya la ¡liada y la Odisea, siente
deseos de « a c a b a r la h is t o r i a » (co n esa c o n c e p c ió n in c o n s c ie n te del
6. t e m a s m ít ic o s d e l a é p ic a g r i e g a a r c a i c a p e r d i d a 7 3

mito com o h e ch o h is t ó ric o a la q u e ya he a l u d i d o ) . P r e te n d e n sab er,


por ejem plo, p o r qué estaban en T r o y a los aq ueos, c ó m o lleg aro n allí,
qué les ocu rrió d u ran te los años a n teriores al espacio de tiem po n arrado
por la litada, cóm o se con q uistó la ciudadela, c ó m o regresaron a su hogar
los diversos h éroes griegos —ya que la Odisea se re fie re sólo al regreso de
Odiseo—, en sum a, los p o r m e n o r e s del antes y el después de lo con tado
por H o m e ro , que se centraba sólo en hechos esenciales y que se limitaba
a aludir, c u an d o n o los silen ciaba, un largo n ú m e r o de e p iso d io s. L o s
poetas cíclicos re s p o n d e n a esa d em a n d a o f r e c ie n d o a la c u rio sid ad del
oyente una línea seguida de los a c o n tec im ien to s. Este aspecto fue d e f i ­
nido con claridad p o r P roelo, el au to r de los resú m enes del C ic lo í r o -
yano que nos p erm ite n c o n o c e r al m en o s el c o n t e n id o de las obras p e r ­
didas. Nos dice Proelo ( Crestomatía):

Los poem as del C ielo F.pieo se conservan e interesan a la gente no


tanto por su valor com o por la coherente sucesión de los acontecim ientos'.

En esa «su c e s ió n de a c o n te c im ie n to s » hay datos m en o s susceptibles


de transform ación o incluso im posibles de tran sfo rm a r, ya fuera p o rq u e
habían sido alud idos p o r H o m e r o , ya p o r q u e existían sobre ellos leyen ­
das muy extendidas. Así, p o r e je m p lo , T ro ya debía ser conquistada p o r
los griegos y Astian acte, el h ijo de H é c to r, ten ía q ue m o r i r c u a n d o los
griegos to m an la c iu d a d e la . P ero hay o tro s detalles s ile n c ia d o s p o r la
tradición y es en ellos en los que el poeta ejerce su acción crea d o ra con
mayor libertad. A veces la elab o ració n de la leyenda llega a extrem os casi
grotescos, c o m o es el caso de la Telegonia, un extravagante p o e m a de
Eugamón de C i r e n e . de m ed ia d o s del siglo VI a . C . , q ue n os presenta a
un hijo de O d is e o y C i r c e , T e lé g o n o , q ue mata en Itaca a su padre p o r
error. El final de la ob ra es un happy end irresp etuoso d ig n o del p e o r film
de Hollywood de los cin cuen ta: C ir c e con ced e la in m ortalid ad a O d iseo
y se casa con T elém aco, m ientras que T e lég o n o , el h ijo de C ir c e y p r o t a ­
gonista de la o b ra , se casa con Pen élope.
Dado que esta poesía cíclica ab un da en ep iso d io s y suele presen tar a
los p erson ajes en situ ac io n e s con flictivas, su tem ática resulta e s p ec ial­
mente apta para la tragedia p o r lo que n o nos resulta extraño constatar
que ha sido el C i c l o el que ha s u m in is tr a d o la in m e n sa m ay o ría de sus
temas a los trágicos atenienses.

I Véase el capitulo 2 3 - 3 -
7 4 II. M IT O S Y L IT E R A T U R A

El s e g u n d o p r o c e d i m ie n t o para sistem atizar el m ito es la poesía


genealógica. Es éste un in tento de bú squ ed a de oríg en es consistente en
tratar de e n s a r ta r breves sem blanzas de p e rs o n a je s y temas m íticos, los
más de carácter local, en una línea sucesoria, desde el p r i m e r ancestro.
O b ed e ce esta poesía a la búsqueda de las raíces de u n p u eb lo , de su p r o ­
pia id e n tid a d , d ad o q ue en la c o n c e p c ió n antigua las características de
los descendientes se hallan siem p re en el p ro g e n ito r. Es decir, que existe
u n a id en tid ad esencial del genos desde su o r ig e n , lo q ue sign ifica que la
c o m u n id a d se siente solid aria c o n las hazañas de sus antep asados m íti­
cos, de m o d o que ensalzarlos viene a ser un m o d o in d ire cto de hacerse
p r o p a g a n d a a si m is m o s . A u to r e s q u e cultivan este g é n e r o so n , p o r
e je m p lo , E u m e lo de C o r i n t o y A sió . Esta búsqueda de raíces, p r o g r e si­
vam ente desm itificada, acabará p o r verse sustituida p o r la historia. Aún
h isto riad o res c o m o R e c a te o de M ileto escriben Genealogías, ya en prosa,
p ero sig u ien d o con fidelidad el esquem a de los viejos poem as é p ic o s 2.
C u a n d o este m is m o afán sistem a tiz ad o r se aplica a los dioses, el
resu ltad o es un a Teogonia. H e m o s c o n s e r v a d o c o m p le ta la de H e sío d o ,
p ero f u e r o n bastantes más los poem as de esta temática en la antigüedad.
La fo r m a de org an iza r los m itos so b re los dioses que se in a u g u ra en las
T e o g o n ia s será h e re d a d a luego p o r los m itó g ra fo s tard íos. A p o l o d o r o
constituye un b u en ejem p lo .

6 .7 . M ito s espec u la tiv o s

Ju n to a este afán p o r estructurar los mitos, p o r crear gran des sistemas, al


q ue resp o n d en los tipos de poesía a los que acabo de r eferirm e, registra­
m os en segundo lugar c ó m o el m ito p ued e c u b r ir otra im p o rta n te n ece­
sidad: la de p r o fu n d iz a r en el c o n o c im ie n t o de las cosas. A esta n ec esi­
dad resp o n d en los m itos que llam am os especulativos, que tratan de dar
una explicación de la realidad, ya sea de aspectos con cretos o de grandes
temas ge n e ra le s . La e x p licació n de datos c o n cre to s se c u b re con m itos
etiológicos, que tratan de explicar en clave mítica la causa p o r la que algo
es c o m o es. A sí p o r e je m p lo en la Alcmeónida se explicaba la presen cia de
un gra n m o n t ó n de tierra ante el llam ado Puerto Secreto. La razón que
se aduce es que T e la m ó n llegó en tiem pos al país acusado de h o m ic id io y
q u iso d e fe n d e rse d e la acu sació n, p e r o n o se le p e r m itió h acerlo desde
n in g ú n lu g a r de la re g ió n , para que n o lo c o n ta m in a r a con su c r im e n .

2 Véase el capitulo 23 (le este lib r o .


4. T E M A S M ÍT IC O S D E L A É P IC A G RIEG A A R C A IC A PE R D IO A 7 5

Por ello se recu rrió al expedien te de alzar u n tú m u lo de tierra en el m ar


y desde él pudo d efen derse.
Aveces los mitos etiológicos se cen tran en temas más generales. P or
ejemplo, el p o em a lla m a d o las Ciprias se in ic ia c o n u n a e s p ecu lac ió n
sobre la p o sib ilid ad de q ue los h o m b r e s fu e r a n in m o r ta le s y so b re el
origen de la guerra y la m uerte ( Ciprias, fr. I B e rn a b é):

Hubo un tiempo en el que innum erables tribus de hombres errantes por la


tierra
agobiaban la superficie de la T ierra de profundo pecho.
Zeus se apiadó al verlo y en su sagaz inteligencia
decidió aligerar de hombres a la T ierra de todos nutricia,
atizando la gran querella de la guerra troyana,
para que la despoblara el peso de la muerte. En Troya
los héroes perecían y se cumplía la determ inación de Zeus"5.

Otra esp ecu lación más p r o f u n d a es la q ue resulta de s e g u ir hacia


atrás la investigación sobre los oríg en es, lo que lleva a plantearse el p r o ­
pio origen del m u n d o . R esu lta d o de ella son los m ito s c o s m o g ó n ic o s .
Así ocurre en la Teogonia de H esíodo, que dedica un o s versos al o rig en del
mundo, y lo m ism o pasaba en el p oem a de au to r a n ó n i m o La Titanoma-
(juiao en la Teogonia de E p i m é n i d e s de C r e t a * . Esta b ú s q u e d a más p r o ­
funda de o rígenes es el más directo antepasado de los p r im e r o s filósofos
griegos. Así p o r e jem p lo sabem os cjue el poeta E p im é n id e s consideraba
como ancestros del m u n d o al A i r e y a la N o c h e y es interesan te señ alar
que el aire es el p r in c ip io postulado c o m o archép o r el filó so fo A n a x i m e ­
nes y que n u n c a fue en G r e c ia un a verd a d era d iv in id ad . Se trata, pues,
de un elemento p erso n ificad o , lo que sitúa la especulación de E p i m é n i ­
des a mitad de ca m in o entre el m ito y la co sm o g o n ía filo só fica.

6. 8 . M itos de viajes

En tercer lugar, el m ito p u e d e tratar de satisfacer la c u rio s id a d p o r las


tierras lejanas. E n la A n t ig ü e d a d , y so b re to d o en las cu lturas orales la
forma más n atural de s o b r e p a s a r los lim ita d o s saberes q ue se c o n o c e n
por tradición en el lugar en que se vive es el viaje que, no sólo representa
una ampliación de la experien cia p erso n al, sin o tam b ién de la colectiva,

3 Véase un análisis de este pasaje en el capítulo 2 4 -


4 Véanse los capítulos I y 4 de este libro.
7& II. M IT O S V L IT E R A T U R A

ya q ue el viajero p u ed e hacer p artícipes a los d em ás de lo q ue ha visto y


a p re n d id o al n arrarles lo que ha visto. P or otra parte, to d o el caudal de
experien cias acu m ulado p o r el viajero acerca de o tros lugares, otras l e n ­
guas, otros dioses, otras costum bres hace que el viajero sea co n sid era d o
más sabio. O d is e o es « m u y v e r s a d o » , quizá no m en os p o r sus viajes que
p o r sus p rop ias cualidades.
E n co n s e c u e n c ia , los relatos de viajes más o m e n o s e x t r a o r d in a rio s
son un tipo literario muy habitual en las más diversas culturas. En G r e ­
cia h u b o , j u n t o a o t r o s s u b g é n e r o s de la ép ica, ta m b ié n un a épica de
viajes.
L o s m otivos del viaje p u ed en ser diversos, p e r o en la m ayoría de los
casos o b e d e c e a una n ec esid a d co n c re ta , b ie n sab er a q u é aten erse en
países d esco n o cid os, bien buscar algo o a alguien, p o r e je m p lo , un fa n ­
tástico talismán, co m o el V ellocin o de O r o en el viaje de los Argonautas,
0 un a p e r s o n a rap tada, c o m o H e le n a en la e x p e d ic ió n c o n tra T ro ya .
C o n frecuencia, además, el lugar al que se viaja, en tanto que extraño, es
hostil e in clu so p e lig r o s o . E llo p e r m ite q ue en m u ch as o c a s io n e s el
relato se aderece con estupendas aventuras o con la desc rip c ió n de luga­
res fantásticos, p o b lad o s de seres fabu lo sos, que con stitu yen a m en u d o
un m u n d o alternativo al co n o c id o . El héroe que pasa p o r esta e x p e r ie n ­
cia tien e así la p o s ib ilid a d de p o n e r de m a n ifie s to su v a lo r o su in te li­
gencia para su p e ra r terribles pruebas o el privilegio de asom arse a luga­
res felices y m aravillosos, ajen os a las desdichas del m u n d o c otidian o.
U n e je m p lo de m itos de viaje ap arecen en Las Arimaspeas. de Aristeas
de P r o c o n e s o , un poeta con au reola de cham án y c o n p resu n to s dones
de ub icu id a d que llegó hasta el país de los isedones, más allá de los esci­
tas, en un viaje p rob a b lem en te real, ya que las costum bres que m enciona
h a b e r visto en él han sid o lueg o c o n f ir m a d a s p o r los e stu d io s de los
a n t r o p ó l o g o s y a r q u e ó lo g o s . Esta m ism a c u r io s id a d se verá lueg o a li­
m en ta d a p o r los lo g ó g r a fo s y p o r los p r i m e r o s h is t o r ia d o r e s como
1le r ó d o t o . N o es casual que en sus n u m ero sas m e n c io n e s de los isedo­
nes haya sido Aristeas la fu en te de 1le r ó d o to .
E n este g r u p o de n arra cio n es se en c u ad ran los m itos de viajes más o
m e n o s fabu lo sos, c o m o el de los A rg o n a u ta s , tema de varias c o m p o s i­
c io n es épicas antiguas, o c o m o el del p r o p i o O d is e o en la Odisea, viajes
q ue en m ú ltip le s casos c o m p o r t a b a n in c lu so el d escen so al m u n d o
in fernal y el diálogo con las án im as de los m uertos.
i. t e m a s m í t i c o s o e l a é p i c a g r i e g a a r c a i c a p e r d i d a 7 7

6.9. LOS MITOS DE « A F I R M A C I Ó N N A C I O N A L »


Y LA M A N I P U L A C I Ó N P O L Í T I C A

Un interés del (odo co n tr a r io al de estos m itos de viajes lo colm an mitos


que p odríam os llam a r de « a f i r m a c i ó n n a c i o n a l » , q ue c o m p o r ta b a n la
exaltación de un h é ro e local y de sus hazañas, c o m o p o r e jem p lo . Leseo,
para los atenienses o F o r o n e o . para los argivos. S o n éstos siem p re mitos
interesados, con los q ue la c o m u n id a d se siente halagada al rec o rd ar sus
pasados éxitos, de los q ue se c on sid era solidaria. El halago es a veces aún
más directo e interesado, cu an do se refiere a los aristócratas en el p o d er.
Por ejemplo. E u g a m ó n de C ir e n e , a cuyas extravagancias m e he re fe rid o
ya, le atribuye a O d is e o y P en élo pe otro h ijo , adem ás de T e lém a co , lla­
mado A rc e s ila o . N o p arece un a casu alid ad q u e el rey de C i r e n e en su
época fuera A r c e s ila o II, p o r lo q u e la in v e n c ió n de este o t r o h ijo de
Odiseo n o ven dría motivada más que p o r el deseo de ad u lar al m on arca
al situar su n o m b re en relación con la leyenda odiseica.
Este tipo de m ito s se presta c o m o n in g ú n o t r o a la m a n ip u la c ió n
política, al proyectarse al « t i e m p o m í t ic o » una solució n partidista a las
disensiones e n tr e c iu d a d e s rivales. A si, las riv alid ad e s en tre C o r i n t o ,
Sición. Tebas y otras ciu dades de B eocia p ro v o c a n d iferen tes versio n es
del mito de A n t ío p e . E u m e lo , poeta c o r in t io , hace a A n t ío p e , h e ro ín a
de S ic ió n , bisa b u e la de M a ra tó n y a éste, p ad re de C o r i n t o . C o n ello
por un lado asimila los o ríg e n e s de Atenas (ya que M aratón es un héroe
ático) a la tutela c o r in t ia y p o r o tr o v in c u la a S i c i ó n c o n C o r i n t o . En
cambio A s ió , que tom a p artid o p o r los b e oeios. hace a A n t ío p e m ad re
de Z eto y A n f i ó n , h é r o e s b e o e io s , m ie n tra s q ue sile n cia la g e n e alo gía
corintia. Y no h em o s de olvidar que en la época que estamos estudiando
una diferen cia de versión mítica tenía m uch as m ayores im p lic a c io n es e
incompaT'ablemente más im p o rta n c ia de lo q u e p ued e ten er ahora ’.
O tr o g ran apartado lo constituyen los m itos de caracter novelesco, es
decir, aq u e llo s cuva in t e n c ió n es sólo la de c o n m o v e r o d iv e rtir, la de
interesar al oyente p o r sus elem en to s fantásticos o so rp re n d e n te s y la de
conseguir que se evada de la realidad. S o n novelas avani la leltre. cu an do el
género no ha sido aú n creado. E n este gran g r u p o p o d e m o s in c lu ir una
variada serie de temas, el más im p o rta n te de los cuales sería sin duda el
am o r o s o , q u e, corno ya d ije , había sid o d rá stic a m e n te e li m i n a d o p o r
H o m e r o . A n te s ya cité a lg u n o s e je m p lo s a los q u e p o d r ía n añ a d irs e

5 So b r e politización de los m itos véase el capitulo 8 dedicado ai m il o de leseo.


7 « II. M IT O S Y L IT E R A T U R A

o tro s de am o res divin os, c o m o el q ue Z e u s siente p o r N ém esis y que le


lleva a p ersegu irla sin tregua en una larga serie de variadas m e t a m o r f o ­
sis, narradas e n las Ciprias (frag m en to 9 B e r n a b é ) :

En tercer lugar dio a luz a Helena, prodigio para los mortales,


a la que en tiempos Némesis, la de hermosa cabellera, unida en am or
a Zeus, rey de los dioses, bajo violenta coacción habia parido.
En efecto, huía y no queria unirse en am or
al padre Zeus C ro n ió n , pues angustiaba su mente por el pudor 5
y la vergüenza. Por tierra y por las oscuras aguas infecundas
huía, más Zeus la perseguía y ansiaba en su ánim o alcanzarla.
Ella, unas veces por entre el oleaje del mar muy bram ador
perturbaba el ponto un largo trecho, en la figura de un pez.
Otras veces, por la corriente del O céano y los confines de la tierra, io

otras por tierra firm e, pródiga en labrantíos, se convertía en terribles


criaturas, cuantas sustenta la tierra firm e, para eludirlo.

Tan novelesco c o m o lo a m o r o s o es lo in só lito , que da lu g a r a a b u n ­


dantes temas míticos. P or m e n c io n a r algunos, vemos nacim ien tos extra­
o r d in a r io s c o m o el de H e len a , de un huevo, en las Ciprias, o el de E ric -
to n io , p r o d u c t o de la caída a t ie r r a del s em en de H e fe sto , tras haber
intentado en vano violar a A ten ea, en la Danaida. T a m b ién nos describen
p o d ere s fabu lo sos, c o m o los de las E n ó t r o p o s , h e rm a n a s q u e tenían la
v ir t u d de c o n v e r t ir t o d o lo q ue to cab an e n v in o , trig o y aceite y que
resuelven la in te n d e n c ia del ejército g rie g o en T ro ya —según n a rr a n las
Ciprias—o el tema del talism án o los ob jetos m ágicos, c o m o el Paladión,
cuyo r o b o era p re c iso p ara p o d e r t o m a r la c iu d a d e la de T r o y a , tal y
c o m o nos cuenta el Saco de Troya.
A veces aparecen incluso los temas p ro p io s del cuento p o p u lar, como
u n tem a m uy p a r e c id o al de la Bella Durmiente del Bosque en las Ciprias, en
d o n d e aparece una diosa, Eris, que n o ha sido invitada a la boda de Tetis
y Peleo y que se venga, p r o m o v ie n d o la rivalidad de las diosas a p r o p ó ­
sito de la belleza p o r m e d io de la fa m o s a m an za n a de la d is c o r d ia que
debía ser entregada a la diosa m ás bella. Tal ep isod io o rig in a el posterior
j u i c i o de Paris y, p o r e n d e , la g u e r r a de T ro ya , ya que A f r o d it a le p r o ­
mete a Paris c o n ce d e rle a la m u je r más herm o sa del m u n d o si falla en su
favor; Paris lo hará y c on seguirá a H elen a, raptán dola, lo que se convir­
tió en el casusbelli. T a m b ié n h a lla m o s , e n u n p o e m a de E p im é n i d e s , a
E n d i m i ó n , s u m id o en u n su e ñ o e te r n o p o r haberse atrevido a e n a m o ­
rarse de H e ra.
6. t e m a s m í t i c o s d e l a é p i c a g r i e g a a r c a i c a p e r d i d a 7 9

6.10. M itos h u m o r ís t ic o s

La poesía épica arcaica sabía incluso tocar los resortes del h u m o r en


temas tendentes sólo a p ro v o c ar la risa del esp ectador. Existían trata­
mientos cóm icos del m ito e incluso historias exclusivamente cóm icas,
como es la de Margites, h o m b re tan ign o ran te que hasta desconocía el
modo de cu m p lir con sus deberes conyugales y que protagonizaba un
poema que lleva su n o m b r e , muy apreciado en la antigüedad. T anto es
así, que Aristóteles (Poética 144 -Sb 2 9 ss.) le atribuye un papel decisivo en
la configuración de la com edia ática posterior.

6 .11. C o lo fó n

Este rápido re co rrid o nos ha p erm itid o ver que en la épica griega arcaica
cabían los más variados temas míticos y tam bién có m o estos temas podían
servir a gran n Limero de p r o p ó s ito s d ife re n te s. A s im is m o h e m o s visto
cómo de cada u n o de esos g r u p o s tem áticos derivan luego m otivos m uy
aprovechados p o r nuevos gén eros literarios, creados en épocas p o ste rio ­
res. La varidad y versatilidad caracterizan desde el o rig e n las creacion es
míticas de los griegos y es esa sin duda un a de las razones que ha p e r m i ­
tido que se m an ten ga d u r a n te siglos el interés p o r ellos y q ue in clu so
vuelvan una y otra vez a recibir tratam iento literario en nuestros días.
7. EL NACIMIENTO DE ATENEA EN LA LITERATURA GRIEGA ARCAICA

7.1. In t r o d u c c i ó n
Un tema religioso que interesaba m u c h o a los griegos era el de la venida
al mundo de sus dioses. En variadas fuen tes, sobre to d o en los h im n o s
en h o n o r de las d iv in id a d e s, se hacía r e fe r e n c ia a ese im p o r ta n te
momento del a l u m b r a m i e n t o de un n uevo d ios, q u e se n a rra b a con
cierto detalle. M otivos c o m o el de Leto abrazada a la p alm era de la isla
de Délos para d ar a luz a A p o lo o c o m o el de A fr o d ita s u rg ie n d o de las
aguas p ueblan rep etidas veces las n a r r a c i o n e s p oéticas y n o m e n o s las
creaciones artísticas griegas.
El n acim ien to de A te n e a resultaba esp ec ialm en te atractivo p o r una
particularidad e x c e p c io n a l: la diosa no nacía de un p arto n o r m a l , ni
siquiera de m adre, sin o de la cabeza de Z eu s. Sabem os, en efecto, que el
tema tentó desde m uy p r o n t o a los poetas, q u ien es se r e f i r i e r o n a él en
numerosas o c a sio n e s. N o o b stan te, c u a n d o in te n t a m o s r e c o p ila r , de
labios de los creadores literarios de época arcaica, los detalles sobre este
insólito a l u m b r a m i e n t o , los resu ltad os n o son nada a le n ta d o r e s: la
inform ación n o es ni ab un dan te ni en ocasiones lo bastante explícita, en
algunos casos p o rq u e n o se nos ha conservado en su integridad o r i g i n a ­
ria la c o m p o s ic ió n o el pasaje re fe r id o a este tema, sin o que sólo c o n ta ­
mos con a lu sio n e s de segu n d a m a n o o algún fr a g m e n to m is e r a b le : en
otros, p o r q u e el a u to r se r e fie r e , de m o d o fugaz y alusivo, a u n a c u es­
tión q ue s u p o n e bien c o n o c id a p o r sus oyentes. C o n to d o , voy a tratar
de p r e s e n ta r a q u í un a r e c o p ila c ió n de estos te s tim o n io s , de los que
8 2 II. M IT O S Y L IT E R A T U R A

in tentarem o s o b te n e r un cu ad ro co h eren te respecto a la historia de este


tema m ítico.
U n a diosa c o n el n o m b r e de A te n e a aparece ya d o c u m e n ta d a en las
fu en tes m ic é n ic a s , ép o c a en q ue era ya v e r o s ím ilm e n t e u n a diosa del
palacio. S u n o m b re y su epíteto, a-ta -n a-p o -ti-n i-ja, esto es, Athartapotnía,
son m e n c io n a d o s ya en un a tablilla de C n o s o ( K N V 5 2 -0 j u n t o a las
f o r m a s m icén icas de o tro s n o m b r e s de dioses, Peán, P o sid ó n y Erinis,
c o m o receptores de o fre n d a s, si b ien n o p o d e m o s estar seguros de que
tal diosa p resen tara ya en ép oca tan t e m p ra n a todas las características y
fun cion es que tiene en los docu m en to s posteriores. A dem ás, el contexto
en el q ue aparece su n o m b r e , los in v en ta rio s de palacio, en los que los
dioses son m eros receptores de ofrendas anotadas p o r la b urocracia pala­
ciega, n o p e rm ite ac lara r gran cosa so b re sus características y, desde
luego, n o sum inistra n in gu n a in fo r m a c ió n sobre el tema cjue nos ocupa.

7.2. H omero

Pasando a los testim on ios literarios, H o m e r o n o nos da la m e n o r indi­


c ac ió n s o b r e el n a c im ie n t o de A te n e a . S ó l o se r e fie r e a la cu estión en
boca de A res q u ien , resentido contra Z eus p o r haber sido el causante del
n a c i m i e n t o de un a v io le n ta e n e m ig a en el c o m b a te de "Troya, le dice
(¡liada 5 - 8 7 5 ) :

Todos disputamos contigo. Y e s porque tú engendraste una hija insensata.

La e x p r e s ió n es en g r ie g o bastante a m b ig u a : el v e r b o usado p or el
poeta ( tekes) se em p le a in d is tin t a m e n te para « e n g e n d r a r » el padre y
para « p a r i r » la m a d r e . E n H o m e r o es fre c u e n t e el uso de este verbo
r e f e r id o a v a r o n e s y, desde lu e g o , en n a c im ie n t o s n o r m a le s . Por lo
tan to , n ad a hay en el verso que a u to r ic e a ver a q u í u n a a lu s ió n a un
n ac im ien to insólito de A ten ea.
Pocos versos después, añade el p r o p io A res (¡liada 5 - 8 8 o ) :

Pues tú mismo procreaste una hija exlorm inadora.

A q u í el verb o es d ife re n te (egeinao), tam bién este v e rb o c o n o c e usos


(si bien m en os abundantes que el n o rm al de « p a r i r » ) , referido s a varo­
nes en el sen tido de « p r o c r e a r » ) . A d em ás el sujeto es el p r o n o m b r e de
id e n t id a d , p o r lo q u e ha h a b id o c o m e n ta ris ta s q u e c r e e n q ue su uso
trasluce un c o n o c i m i e n t o p o r p arte de H o m e r o del tem a del naci­
m ien to de A ten ea sólo de Zeus, sin in tervenció n de m u je r . En realidad,
ello es más que discutible. Si leem os el contexto c o m p leto del pasaje, en
7. E L N A C IM IE N T O OE A T E N E A EN L A L IT E R A T U R A G RIEG A A R C A IC A 8 3

el que Ares censura a Z e u s p o rq u e n o p o n e coto a los desm anes de A t e ­


nea, el uso de « t ú m i s m o » se explica p o r q u e insiste en el hecho de que
Zeus nunca re p re n d e a A ten ea p o r ser su p r o g e n it o r , es dec ir, p o rq u e
en él se da la identidad en tre dios s u p re m o y padre de la diosa. P o r otra
parte, hay un h e c h o d estacable; f re n te a H e s í o d o , q ue a trib u ye n a c i­
mientos insólitos a tres d iv in id ad e s o lím p ica s (adem ás del de la p r o p ia
Atenea, que estamos e s tu d ia n d o , a A f r o d it a , n acid a del m i e m b r o viril
de Cielo, en Teogonia l8 8 s s ., y a H efesto, al q ue pare H e ra sin c o n c u rso
de varón, en Teogonia $ 2 Js s .) , H o m e r o se refiere a los o tros dos e x p líc i­
tamente como a n acim ien tos n orm ales: A fro d ita es hija de Z eu s y D io n e
(¡liada 5 -37 ° ss-) y Hefesto lo es de Z e u s y H e ra (¡liada l - 5 7 2 s s .) .
Con todo esto n o q u ie r o d ecir q ue haya que darles la razón sin más a
quienes sostienen la hipótesis de que H o m e r o desconoce las tradicion es
de estos n acim ientos a n o rm a le s, sin o que p ued e haberlas o m itid o c o m o
otros múltiples ele m e n to s p o c o d e c o ro so s de la leyenda an tigu a, i n a d ­
misibles para l a grauitas h o m é ric a , q u e e n c o n tr a m o s , sin e m b a rg o , en el
llamado C iclo E p ic o o en H e sío d o . M u c h o s de estos elem en to s son sin
duda anteriores a H o m e r o , d ad o que los c o n o c e m o s en fuentes de Asia
Menor siete u o c h o siglos antes, o in c lu s o más, y d e b i e r o n de lle g a r a
Grecia en ép oca m ic è n ic a . L o q ue sí q u i e r o d e c ir es q u e , si H o m e r o
conoce estas leyendas, no las ha dejad o traslu cir en absoluto y es fo rza r
sobremanera los datos p r e te n d e r que lo ha hecho.

7.3. H esío do

Pasemos, pues, sobre el silencio de H o m e r o a nuestra siguiente fuente,


ésta m uch o más ex p lícita, H e s í o d o . Es n atural q u e el tema del n a c i ­
miento de A ten ea debía ten er su lugar en u n p o e m a sobre la genealogía
de los dioses c o m o es la Teogonia. L o s an te c e d e n te s q ue e x p lican su
extraño n acim ien to ap arecen en los siguientes versos (H e s ío d o , Teogonia
886-9 00):

Zeus, soberano de los dioses, tomó com o prim era esposa a Metis,
la más sabia de los dioses y de los hombres mortales.
Mas cuando ya estaba ella a punto de parir a Atenea, la diosa de ojos de
lechuza,
Zeus engañó arteram ente su espíritu
con palabras lisonjeras y la albergó en su propio vientre, 890
según las artimañas de T ie rra y de C ielo estrellado,
pues era así com o ambos se lo habían aconsejado para que la dignidad real
8 4 II. M IT O S Y L IT E R A T U R A

ningún otro de los dioses sem piternos la ostentara en vez de Zeus.


Y es que estaba decretado que nacerían de ella hijos muy sagaces:
la prim era, la muchacha de ojos de lechuza. Tritogenia. S<)5

dolada de un valor y de una prudente decisión parejos a los de su padre,


pero que después un hijo soberano de dioses y hombres,
de soberbio corazón iba a parir.
Pero Zeus la albergó antes en su propio vientre
para que la diosa le aconsejara siem pre lo bueno y lo malo. 900

Bastante más tarde, y desp ués de que han t e n id o lu g a r o t r o s varios


m a t r im o n i o s de Z e u s , el dios c o n s ig u e , p o r f in , d a r a luz a Atenea, lo
que provoca la irrita c ió n de I lera y su c o n sig u ie n te venganza. I lesíodo
nos lo describe así ( Teogonia 9 2 4 - 9 2 9 ) =

Y él mismo (Zeus) dio a luz de su cabeza a Atenea de ojos de lechuza,


terrible provocadora del tumulto del combate, invencible 925
soberana, a quien son gratos clamores, guerras y batallas.
Pero Hera al ilustre l lefesto. sin haberse unido en am or
lo parió —estaba irritada y en disputa con su esposo—
a él. que sobresale po r sus habilidades entre todos los Uránidas.

V em os c ó m o en la versión hesiódica no es Z eu s q u ien da a luz él solo


a Atenea, sino que lo hace p o r q u e antes se ha tragado a Metis, ya emba­
razada de él. Si en efecto Z eu s temía que Metis diera a luz un hijo que lo
d estron aría , la so lu ció n adoptada, tragársela, n o parece ser la más ade­
cu ada, ya q u e n o evita el p r i m e r n a c im ie n t o —el de A t e n e a — y, es evi­
dente que resultaba innecesaria para c o n ju r a r el riesgo de los siguientes.
Esta in co n secu e n c ia , a ñ a d id a al hecho de que la c o n c e p c ió n de Metis y
el n a c im ie n t o de A te n e a a p a re c e n se p a ra d o s en el p o e m a y sin una
explícita m e n c ió n de causa a efecto, han hecho p en sar que I lesíodo ha
c o m b in a d o con n o dem asiada hab ilid ad dos temas: el de A ten ea nacida^
de la cabeza de Zeus, que p r o b a b lem en te en su origen no contaba con la
in te rv e n c ió n de Metis. y el m ito de su c e sió n , en el cjue diversos diosei
van s ie n d o d e r r o ta d o s y d e s t r o n a d o s p o r sus d es c e n d ie n te s , hasta que
Z e u s r o m p e la cad en a y q u ed a c o m o m o n a r c a in d is c u t ib le de diosesy
h o m b re s '.
P o r o t r o lad o, es destacable s e ñ a la r cjue en la v e rs ió n hesiódica,
Meiesto, n acid o después y c o m o co n tra p a rtid a del in só lito nacimiento

I Véase el capitulo t(> de este li bro


7. EL N A C IM IEN T O D E A T E N E A EN LA LIT E R A T U R A G R IEG A A R C A IC A 85

de Atenea, no p u d o estar p re s e n te en el a l u m b r a m i e n t o de la diosa,


como señalan otras fuentes p osteriores.
Sin embargo n o es la Teogonia el ú n ico p o e m a del c o rp u s a trib u id o a
Hesíodo en el que se trata el tema del n ac im ie n to de Aten ea. E n c o n t r a ­
mos otra referen cia en el fr a g m e n t o 3 4 3 M e r k e lb a c h - W e s t 2, en los
aguientes térm inos:

Por causa de esta disputa, ella (I lera) alum bró un hijo glorioso,
sin la amorosa unión con Zeus, poseedor de la égida. I lefesto,
que sobresale por sus habilidades entre todos los Uránidas.
Aquél, por su parte, con una hija de O céano y Tetis de hermosa melena.
a espaldas de Hera. de hermosas mejillas, com partió su lecho: 5
tras engañar a Metis, pese a lo muy sabia que era.
la tomó en sus manos y la albergó en su propio vientre,
por temor de que pariera otro dios más poderoso que el rayo;
por ello el m orador del éter, el C rónida que reina en la altura.
la engulló de repente, pero ella de Palas Atenea en seguida io

había quedado embarazada. 1 .a dio a luz el padre de hombres y dioses


por la cabeza, junto a los ribazos del rio I ritón.
mientras Metis. oculta en las entrañas de Zeus.
permanecía, la madre de Atenea y artífice de lo justo.
la más sabia de los dioses y de los hombres mortales. 15
Allí había yacido la diosa junto a la otra diosa que en habilidades sobresale
entre todos
los inmortales que poseen olím picos palacios
y había fabricado la égida, el escudo de Atenea que aterra a los ejércitos.
Fue. pues, con su ayuda com o dio a luz Zeus a Atenea, provista de belicoso
armamento.

No hay g ra n d e s v ariacion es en lo fu n d a m e n ta l fren te al pasaje de la


Teogonia. 1-a disputa aludida al p rin c ip io p od ría ser la que e n fren tó a 1lera
con Zeus respecto de la cu estión de q u ié n disfruta más del acto sexual,
si el h o m b re o la m u je r, si es q u e el fra g m e n to aq u í reco g id o fo rm a b a
parte de la Melampodiu, co m o s u p o n e West en el aparato crítico de la e d i ­
ción del texto. F.n todo caso, es una disputa an te rio r, no consecuente, al
nacimiento de A ten ea, y el o r d e n de a lu m b ra m ie n to s de Hefesto y A t e ­
nea aparece aquí in vertid o.

2 Aunque he seguido un texto que se aparta del suyo en el v. 2 v en el I(i.


86 II. M IT O S Y L IT E R A T U R A

El poeta se extiende más en este pasaje sobre el tema de la devoración


de Metis y aclara el lugar de n acim ien to, el río T r i t ó n . Ello tiene que ver
c o n el epíteto tradicional de A ten ea, T r ito g en ia. Se discute si Tritogen ia
q u ie r e d e c ir « n a c i d a j u n t o al T r i t ó n » , c o m o C i p r o g e n i a , ep íte to de
A fr o d it a , q u ie re d e c ir « n a c i d a en C h i p r e » , o bien T r it o g e n ia s ig n ifi­
caba otra cosa y los poetas p o s te r io r e s e n t e n d i e r o n mal el ep íte to y se
in v e n ta r o n un r ío T r i t ó n c o m o lu g a r de n a c im ie n t o . C a s o de buscar
una explicación alternativa a T rito g en ia, la in terpretación más extendida
y aceptada es c o n sid e ra r que se trata de « l a verdadera h i j a » , alud ien do a
que n ació sólo de Z eu s. La verdad es que ante un p ara lelo c o m o el del
epíteto de A f r o d it a , p arece p o co n ecesa rio b u sc ar un a in te rp retac ió n ,
n o d e m a s ia d o fu n d a d a e t im o ló g ic a m e n te , c o m o alte rn a tiv a . Parece,
pues, que p o d em o s d ar p o r válido que T ritog en ia significaba « n a c id a en
el T r i t ó n » .
El últim o dato hesió dico so b re el q ue q u ie r o llam a r la aten ción es la
r e fe r e n c ia a que A t e n e a su rg e de las e n tra ñ a s de su p a d r e provista de
a r m a d u ra com p leta , dato q ue se rep etirá hasta el tó p ico en posteriores
versiones.

7 .4 . M useo

Para co m p leta r el cu adro de las n arra cio n es sobre el n acim ien to de Ate­
nea p ro c e d e n te s de la épica griega arcaica, q u ed a n p o r an a liza r un par
de testim onios de difícil valoración, p e ro que. una vez precisados, resul­
tan de cierta im p ortan cia. El p r im e r o de ellos es un texto m uy fragmen­
tario de F ilo d e m o , Déla Piedad p. 3 1 G o m p e r z q ue, en la m edida en que
p o d e m o s leerlo, dice;

A Zeus dicen que H efeslo le abrió la cabeza, pero según el poeta que
atribuyó su obra a Eum olpo, fue Palamaón.

El s e g u n d o es un esco lio a P ín d a r o , Olímpicas 7 . 6 6 en los siguiente»


té rm in o s:

En los versos de Museo se dice que Palamaón golpeó a Zeus en la cabeza


cuando dio a luz a Atenea.

L o s p r o b le m a s q u e se p la n te a n an te estos t e s tim o n io s son dos: el


p r im e r o , la fuente de la tra d ició n ; el segu n d o, q u ién es Palam aón. Res­
pecto del p r im e r p ro b le m a h e m o s de o r i g i n a r esta histo ria en ese con­
j u n t o de literatura t e o g ó n ic a y religiosa ateniense del siglo VI a .C . que se
atribuía a la legendaria figu ra de M useo (am bos testim on ios están reco»
7. E L N A C IM IE N T O DE A T E N E A EN L A L IT E R A T U R A G RIEG A A R C A IC A 8 7

gidos como Museo, frag m e n to 75 B e rn a b é). E u m o lp o pasaba p o r ser su


hijo y editor de las o b ras de su p a d r e ; in c lu so se a tr ib u ía a M u se o u n
poema titulado Eumolpia.
En cuanto a P a la m a ó n , es p o q u ís im a la i n f o r m a c i ó n q u e s o b r e él
tenemos. Fuera de estos dos pasajes lo vuelve a n o m b r a r F ilo d e m o (De la
piedadp. 6 G o m p erz ) c o m o padre de una tal Palas, c o m p añ era de Atenea
a la que la diosa d io m u e rte sin q u e r e r y de la q ue to m ó su s o b r e n o m ­
bre. Por último, Pausanias 9 - 3 - 2 lo m e n c io n a c o m o padre de D édalo, el
mítico artesan o. S u n o m b r e , p a r la n te , « e l de h ábiles m a n o s » y su
estrecha relación c o n H e fe sto , ha h e c h o p e n s a r a alg u n o s au to re s q ue
Palamaón no es s in o un a c o n t r a f i g u r a o u n a n tig u o ep íte to del dios
herrero.
El interés de esta noticia, p o r oscura y difusa que sea, es que se m e n ­
ciona p or p rim era vez en ella la asistencia al parto divin o de o tro p e r s o ­
naje, un dios artesano, quizá el p r o p io Hefesto con un s o b r e n o m b re , o,
en todo caso, una figura equivalente p o r com p leto a él, y se dice ex p líci­
tamente que el n acim ien to tiene lugar al p rop in á rsele a Z eus un hachazo
en la cabeza. De n o ser p o r esta n oticia, t e n d r ía m o s q ue ad m itir que el
primero en a fir m a r que el n a c im ien to se facilitó p o r este drástico p r o ­
cedimiento h abría sid o P í n d a r o , c o m o lu eg o v e re m o s, lo cual va en
contradicción con los testim o n io s ic o n o g rá fic o s del tema, que son más
antiguos.

7.5. Los H i m n o s h o m é r i c o s

Del n acim ien to de A te n e a se o cu p a a s im is m o el Himno home'rico a Apolo


(307 - 309 ). d o n d e se nos dice, a p ro p ó s ito de T i f ó n :

al que un día parió 1lera, irritada con el padre Zeus,


cuando el C rón ida dio a luz a la gloriosísim a Atenea
en su cabeza. Y al punto se irritó la augusta I lera.

Aquí la variante consiste en que el hijo que Llera tiene, furiosa p o r el


nacimiento de Atenea, no es Hefesto, c o m o en H esío do, sino T i f ó n . En
el mismo h im n o se alude a H efesto c o m o ya nacido antes. Pero no t e n e ­
mos, p o r lo d em á s, o tr o s detalles en u n a v e r s ió n tan s u c in ta c o m o es
ésta.
O tro Himno homérico, bastante breve, el 2 8 , se ocu p a en su casi tota li­
dad del n acim ien to de Aten ea:
88 II. M IT O S Y L IT E R A T U R A

... la engendró el propio Zeus, el prudente,


de su augusta cabeza, provista de belicoso armamento 5
de radiante oro. Un religioso tem or se apoderó de los inmortales
al verla. Y ella, delante de Zeus, portador de la égida,
saltó impetuosamente de la cabeza inm ortal.
blandiendo una aguda jabalina. F.l gran O lim po se estremecía
terriblem ente bajo el ímpetu de la diosa de ojos de lechuza, En torno suyo
la tierra 10
bram ó espantosamente y la mar se conm ovió.
henchida de agitadas olas. Inmóvil quedó la salada superficie
de súbito. Detuvo el ilustre hijo de H iperión
sus corceles de raudas patas por largo rato, hasta que la virgen
se hubo quitado de sus inmortales hom bros las armas divinales. 15
Palas Atenea. Y se regocijó el prudente Zeus.

U n a d e s c r ip c ió n sin d u d a e s p le n d o r o s a del e s t r e m e c im ie n to del


m u n d o e n t e r o ante el n a c im ie n t o de la dio sa , tema q u e ha interesado
más al poeta que las p ro p ias p recision es sobre el a lu m b r a m ie n to , sobre
el que casi nada nos dice. S ó lo los detalles del n acim ien to p o r la cabeza
y de q ue A te n e a n a c ió c o m p le t a m e n t e a rm a d a son a lu d id o s . El pro­
blem a, p o r otra parte, es que no ten em os elem en to s de juicio para datar
los h im n o s q u e acabo de citar, p o r lo q u e n o s ab em o s a qué fecha
r e m o n tan estas versiones.

7 .6 . E s t e s í c o r o E Í b i c o
La lírica coral arcaica se interesó asim ism o p o r n a r r a r el nacim iento de
la d io s a . E s t e s íc o r o le d e d ic ó al m e n o s el p asaje de un p oem a que,
c o m o tal, se n os ha p e r d i d o , p e r o del q ue c o n s e r v a m o s las suficiente*
n oticias c o m o para r e c o n s t r u ir alg u n o s de los e le m e n to s esenciales de
la h is t o r ia . E n p r i m e r lu g a r, d i s p o n e m o s de un verso c itad o por un
a n tigu o com entarista litera rio , con servado en un p a p ir o (fragmento 56
P a g e ):

Espléndida por su arm am ento, saltó Palas a la anchurosa tierra.

lo q u e c o in c i d e c o n la n o tic ia q u e n o s da u n e s c o lio a A p o lo n io de
R odas 4 - 13 l O-
Estesícoro fue el prim ero en decir que Atenea saltó, ya en armas, del»
cabeza de Zeus.
7. E l N A C IM IE N T O OE A T E N E A EN L A L IT E R A T U R A GRIEGA A R C A IC A 8 9

Es evidente q ue el escoliasta de A p o l o n i o d esco no ce el Himno Homérico


28 y los versos del fr a g m e n t o 343 de H e s ío d o . La m e n c ió n s ó lo nos
vale, pues, c o m o in d ic a c ió n de q u e E st e s íc o r o había tratad o el tem a.
Completa nuestras noticias sobre este p oem a otra recogida p o r algunos
léxicos an tigu os y re fe r id a a T i f e o (o tro n o m b r e de T i f ó n ) (Etymologicum
magnum 7 7 2 - 4 9 ) ;

T ife o ... Estesícoro lo hace nacer de Hera sola, quien lo parió po r


resentimiento contra Zeus.

La secu en cia de los h e c h o s en la h is to ria n a r ra d a p o r E stesíc o ro


coincide, pues, en lo que sabem os, con la del Himno homérico a Apolo,
De Ibico se nos conservan asim ism o un o s versos sobre el tema, p r o ­
cedentes del m ism o p ap iro q ue cita los de Estesícoro (PMG 275 ) =

Dicen que Heracles llegó a ser combatiente de vanguardia


con la hija de Zeus, de padre excelenle,
la animosa Palas. F.1 mismo, en efecto, la dio a luz
y ella salió de un salto de su cabeza.

noticia que, c o m o vem os, nada añade a lo que ya sabem os.

7.7. PÍNDARO
También P ín d aro se sin tió tentado p o r este m otivo y así, al hablar de la
isla de Rodas, dice (Olímpicas 7 -34 ss- ) :

... donde antaño el gran rey de los dioses roció la ciudad con nevada de oro
cuando, gracias a las habilidades de Hefesto
con su hacha forjada en bronce, salló Atenea de lo alto de la cabeza de su
padre
y clamó con poderoso grito.
Y ante ella se estremeció el C ielo, así como la madre T ierra.

En este breve pasaje hay una n oved ad con respecto a los a n te r io r e s .


Me refiero a que se m en c io n a la asistencia de Hefesto al parto divino y el
hecho específico de q ue fue p o r un hachazo c o m o se p r o p i c i ó la salida
de Atenea de la cabeza de su p adre. E n cuanto a los resultados del n a c i­
miento de la diosa son tan espectaculares c o m o en el Himno Homérico 2 8 .
Otra alusió n p in d à r ic a , sin e m b a r g o , n o añ a d e nada a la c u e s tió n . Se
trata de un h im n o a Z eu s, del que se dice (frag m en to 34 M aehler):

... quien, golpeado por un hacha pura, parió a la rubia Atenea.


9 0 II. M IT O S Y L IT E R A T U R A

7 .8 . A p o l o d o r o
Los m itógrafos griegos son sin duda muy posteriores al ám bito temporal
que me he m a r c a d o , p e r o , c on t o d o , d e b e n e x a m in a r s e , d a d o que
m an ejaban textos m uch o más antiguos y p erd id os irrem isib lem en te para
n osotros. N o obstante, c o m p r o b a m o s que, pese a esta ventaja, tampoco
au m en tan gra n cosa lo que ya sabem os. Así, A p o l o d o r o (Biblioteca 1.3 .6 )
nos cuenta:

Zeus se une a Mctis ... mas cuando estuvo embarazada se apresuró a tra­
gársela, porque la T ierra le había dicho que después de parir la hija que iba
a nacer de ella, pariría un hijo que llegaría a ser dueño del cielo. Por este
tem or se la tragó. Cuando se acercaba el momento del nacimiento, Prome­
teo o, según dicen otros. 1 lefesto, le golpeó la cabeza con un hacha y saltó
Atenea con todas sus armas de lo alto de su cabeza hacia el río Tritón.

A p o l o d o r o c o n o c e , pues las mezcla, la versión hesiód ica, la de Pín-


d a r o y la de E u r íp i d e s , q ue es q u ie n a trib u y e a P r o m e t e o el papel de
p a r te ro . N o cita a P alam aó n , tal vez p o r q u e lo co n s id e ra equivalente a
1 lefesto.

7 .9 . P a n o r a m a d e u n a e v o l u c i ó n
T o d o lo d ic h o nos p resen ta un c u a d r o bastante c o h e r e n te , escueto en
los detalles y c o n escasas v a r ia c io n e s : A te n e a nace de Z e u s y. salvo
I l o m e r o , que n o lo aclara expresam ente, las demás fuentes coinciden en
que lo hace de su cabeza. A este respecto hay que reseñar que durante un
tiem po tuvo un cierto éxito una hipótesis de Bergk, según la cual la pala­
bra griega koruphe, que aparece en varias de las fuentes para referirse a la
cabeza de Z eu s, indicaba un o rig e n an tigu o de la leyenda en que koruphe
tenía otro valor sem ántico bien c o n o c id o , el de « c im a de m o n t a ñ a » . La
leyenda antigua n arra ría, pues, el n acim ien to de la diosa a p artir de un
monsparturiens y n o de la cabeza de Z e u s. Ya criticada desde an tigu o con
buenas razones, esta hipótesis es hoy u n á n im e m e n te rechazada. El tema
del varón que da a luz aparece d o c u m en ta d o en paralelos orientales bien
c o n o c i d o s , c o m o el m ito h u r r i t a de K u m a r b i 3 y n o deb e, p o r tanto,
ex tra ñ a rn o s su presencia en un au to r tan in flu id o p o r los m itos orien­
tales c o m o es H e sío d o.
T a m p o c o la i n t e r p r e t a c ió n estoica del m ito , segú n la cual Atenea
nace de la cabeza de Z eu s p o r ser una diosa de la inteligencia, tiene visos

3 Véase el capítulo 16 de este li bro.


7. E L N A C IM IE N T O OE A T E N E A E N L A L IT E R A T U R A G RIEG A A R C A IC A 91

de ser aplicable a las fases arcaicas del mito, ya que la relación de la inte­
ligencia con el cerebro se documenta en Grecia p or primera vez en
Hipócrates, o quizá en Alcmeón de Crotona (fragmentos A 5. 8, IO, I I ,
13 Diels-Kranz).
Es más a d m isib le la e x p lic a c ió n de O n ia n s (The Origins o f European
Thought, Cam bridge, I 9 5 4 > 3 ^ ) . quien presenta paralelos de la concepción
primitiva, m an ten ida en G recia hasta muy tarde, de que la cabeza poseía
la mayor cantidad de materia relacion ada con la p ro c r e a c ió n , en la idea
de que el sem en p r o c e d e de la m éd u la y que el c e re b r o era asim ism o
médula. A ello se un ía la o b se rv a ció n de q u e el p e lo crecía c o n m ay o r
profusión en los lugares en q u e hay más c o n c e n t r a c ió n de « m a t e r ia
gris», entendida en este sentido, a saber, la cabeza y j u n t o a los órg an o s
sexuales. A dem ás subyace la idea arcaica de que quien genera es el varón,
que siembra en la m u je r c o m o se siem bra una semilla en tierra.
Hesíodo c o m b in a este m ito del h o m b r e que da a luz con el tema de
Metis. Q u e sepam os, es el ú n ico que lo hace (lo sigue A p o lo d o r o , lo que
es por supu esto ir r e le v a n t e ). C o n ello c o n s ig u e dos o b je tiv o s: el p r i ­
mero, ligar el tema con el m ito de sucesión divina: Z eus debe in t e r ru m ­
pir la cadena de reyes d erro ta d o s p o r sus sucesores ( C i e l o - C r o n o - Z e u s )
y lo hace d e v o r a n d o a M etis antes de q u e ésta dé a luz. Ya v im o s las
inconsecuencias q u e d e n u n c ia b a n el cará cte r h í b r id o de esta v ersió n
hesiódica. El se g u n d o ob jetivo es « r a c i o n a l i z a r » , si cabe usar este té r ­
mino, el parto de Z eu s, hacien do que haya co n c u rso f e m e n in o para que
éste se p ro d u zc a, ya q u e seria e n t o n c e s M etis q u ie n h abría gestad o en
realidad a Atenea.
Ya en H e sío d o. tam bién en Estesícoro y en el Himno Homérico 2 8 (y de
ahí en adelante casi todas las fuentes co in c id e n en ello), se señala que la
diosa nace arm ada, y es asi c o m o aparece en las represen tacion es fig u r a ­
das, desde un á n f o r a de la isla de Teños datada en el VII a . C . H o y día
tiende a explicarse esta circunstan cia b ie n p o r q u e con ella se relacion a a
la diosa con las técnicas de fabricación que patrocin a, bien p o rq u e A t e ­
nea es concebida c o m o una d efen so ra del Estado.
En cuanto a la específica referencia de que se precisa un hachazo para
facilitar el p a rto , es p r o b a b le q ue r e m o n t e a un p o e m a te o g ó n ic o del
siglo VI a . C . , a t r ib u id o a M u se o , ya q u e es in d e m o s t r a b le —si b ie n n o
imposible— que el tema apareciera ya en Estesícoro, pues nuestra i n f o r ­
mación a este resp ecto es defectiva. M e n c i o n e s ya claras y expresas las
tenemos en el siglo V a . C . , en F ín d a r o y luego en E u r íp id e s (Ion 4 5 2 )-
En la icon ografía, según el an tigu o, p ero aún excelente análisis de C o o k
92 ti. M IT O S Y L IT E R A T U R A

(^eus. A Síuc/v ¡n AnciVnf iíeíi^i'on, C a m b r id g e , III, 194 o - 6 6 2 ss.), esta repre­


sentación se o rig in a en A tenas a m ediados del V) a . C . C o o k cree que la
p resencia de las Ilitias, diosas asistentes a los partos, q ue es superflua en
el lem a del hachazo, p roced e de una variante más antigua del mito en la
q u e Z e u s era a te n d id o p o r ellas y en la q ue n o había hachazo. En todo
caso, n un ca se m e n c io n a n más divin idades presentes en el parto, ni lli-
tía, ni las M o ira s (q ue ap arecen en el Puteal de la M o n c lo a conservado
en el M useo A r q u e o ló g ic o N acio n a l de M a d r id ), en to d o lo que queda
de tra d ició n literaria y clásica. A q u í, al p arece r, c o m o en otras ocasio­
nes, hay un divorcio entre la tradición literaria y la iconográfica.
Hay a s im is m o d iv erg en c ias e n tr e los au to re s respecto al au to r del
hachazo, que es P alam aó n para M useo y H e lesto para P in d a r o , si bien
am b os, c o m o v im os, p u e d e n ser un a m ism a p e r s o n a , y más tarde Pro­
m eteo e incluso H e rm es (en S o sib io frag m e n to 2 2 ,Ja c o b y ) .
L o que está claro es que si H e sío d o co n o c e el tema del hachazo, cosa
q ue d u d o , no p u d o h a b e r sido H efesto q u ie n se lo p r o p i n a , d ad o que
en la Teogonia este dios nace después de Atenea.
Por ú ltim o , el lugar en que se p r o d u jo el n ac im ien to , cu an d o éste es
m e n c io n a d o , ya desde H e sío d o hasta los poetas helenísticos ( p o r ejem ­
p lo , C a lim a c o Aitia fr. 37 P fe iffe r y A p o l o n i o de Rodas 4 .1 3 0 9 S S .), es el
río T r it ó n .
8. TESEO EN LA POESIA ARCAICA Y CLASICA:
POLITIZACIÓN DE UN MITO

8.1. U n m ito de gr a n a n t ig ü e d a d

Si todos los mitos griegos se nos aparecen c o m o un material en con tin u a


transformación, en el que casi lo ún ico invariable es el n o m b re del p r o ­
tagonista, el de Teseo es p a r tic u la r m e n te significativo, casi p a r a d ig m á ­
tico, de las muy variadas t r a n s fo r m a c io n e s que u n a saga a n tigu a p odía
tufrir desde sus oríg en es hasta las v ersion es tardías, tra n s fo rm a c io n e s a
las que no son ajen as las u tiliz a c io n e s in teresadas del m ito y aú n las
manipulaciones textuales.
Dentro de un m ito de una gran riqueza y c o m p le jid a d c o m o es éste,
limitaré mi cam po de estudio a analizar, con las reservas que im p o n en los
numerosos huecos en nuestra in fo r m a c ió n , las sucesivas con figu racion es
de la leyenda de l e s e o que se traslucen en las m en cion es que de ella hacen
las fuentes poéticas más antiguas, concretam ente los poetas épicos y líricos
de época arcaica y clásica. En otras palabras, intentaré determ in ar qué ras­
gos del complejo mito hallamos ya configurados en estas épocas tempranas
y trataré de establecer el contexto en que estos rasgos se d esarrollan o las
motivaciones que p u d ie ro n potenciar unos u orillar otros.
Com enc em os pues nuestra búsqueda r e m o n tá n d o n o s al p e r ío d o más
antiguo al q ue p o d e m o s ac c e d e r. La p r im e r a m e n c ió n , n o del h é r o e
mítico Teseo. p e r o sí de su n o m b r e , r em o n ta a época m icèn ica. H a lla ­
mos d o c u m e n ta d a d o s veces en las tablillas catastrales de Pilo ( P Y En
74*5’ E ° 2 7 6 - 6 ) la fo rm a le-se-u co m o n o m b re de un «esclavo del d io s »
usufructuario de tierra. Es sin e m b a rg o cosa bien sabida que no p o d e ­
94 II. MITOS Y LITERATU RA

mos o b te n e r m u ch o fru to de la coin cid en cia de n o m b re s m icén icos con


los atestiguados en la leyenda heroica, ya que es im p osible d e te rm in a r si
esta c o in c id e n c ia se debe al hecho de que la o n om ástica de los héroes de
la saga era la usual en ép o ca m ic é n ic a , o b ie n a q u e el p re s tig io de la
leyenda favoreció que algunos p erson ajes tom ara n n o m b re s legendarios
c o m o p ro p io s.
Más interés tiene la in dagación lingüística sobre el n o m b r e de Teseo,
ya q ue p u ed e ser reveladora de su an tig ü ed ad , de su o r ig e n o de ambas
cosas. H o y, s u p era d as algu n as p ro p u e s ta s e tim o ló g ic a s más antiguas,
p o d e m o s p re c is a r q ue es un n o m b r e cuyo radical es p r e h e lé n ic o , aco ­
gido luego en la declinación en -eus, al igual que lo fueron Odusseus, Orpheus
o Perseus, lo que indica q ue su saga p roced e de una etapa rem ota.

8.2. T eseo , en H omero

N o o b stan te, c u a n d o lle g a m o s a las p r im e r a s m e n c io n e s litera rias de


T ese o —q u e b u sc am o s, n a t u r a lm e n t e , en H o m e r o — e n c o n t r a m o s que,
pese a la antigüedad que le s u p o n e m o s a su leyenda, este h é ro e es objeto
de m uy poca aten ción p o r parte de n uestro texto de H o m e r o , de forma
sim ila r a lo que o c u r r e con los h é ro es áticos en g e n e ra l. A p a re c e m e n ­
c i o n a d o en m uy escasas o c a s io n e s y casi s ie m p r e , c o m o v e r e m o s, en
pasajes sospechosos. En la ¡liada tan sólo hallam os una m e n c ió n de él, en
m e d io de u n d is c u rs o de N é s t o r en q u e , d o l o r i d o p o r la d isp uta de
A q uiles y A g a m e n ó n , r e m e m o ra un p u ñ a d o de héroes m íticos: Pirítoo,
D r ia n t e , C e n e o , E x a d io , P o lif e m o (esto es, alu d e im p líc it a m e n t e al
tem a m ític o d el in te n to de ra p to de las m u je r e s de los lápitas p o r los
c en tau ro s em b ria ga d o s en la bo da de P irítoo con H ip o d a m ía ) y al final
de esta relación de héroes, aparece la escueta m e n c ió n (¡liada 1 . 2 6 5 ) :

y T eseo . h ijo de E geo. sem ejan te a los in m o rtales.

1.a presencia de Teseo en la relación n o extraña, dado que su amistad


c on P iríto o y su p a r tic ip a c ió n en la lucha de los lápitas co n tra los c e n ­
tauros es m en cion ad a p o r otras fuentes. Pero hay, c o m o verem os, m o ti­
vos para sosp echar de ella. En todo caso, se trata de una alusió n trivial;
« s e m e j a n t e a los in m o r t a le s » se dice de o tr o s h é ro es, c o m o M e ó n en
¡liada 4 - 3 9 8 o A q u iles en Odisea 2 4 . 3 6 . Y la estirpe que se le atribuye es la
estirpe m ortal, fren te a la versión según la cual es h ijo de P osidón .
P o d r ía m o s r e la c io n a r co n la leyend a de T e se o un s e g u n d o pasaje.
C u a n d o H e le n a acu de a las p uertas Esceas para v e r el d u e lo sin gu lar
entre M en elao y A le ja n d r o , n o lo hace sola (¡liada 3 -I 43 s -);
8 . TESEO EN LA POESÌA ARCAICA Y CLÁSICA 9 5

... la seguían d os servid oras:


F.tra. hija de Piteo, y C lím e n a de o jo s de novilla.

Etra es la m a d re de T e se o , y su p resen cia en T r o y a c o m o sirvien ta


implicaría un eco de la historia del rapto de H elen a p o r T eseo y la p o s ­
terior razzia de los D io s c u ro s que la r e c u p e r a r o n y rap taro n , a su vez, a
la madre de l eseo. Más adelante volveré a hablar de este tema.
A Ariadna se refiere fugazmente el poeta en la descripción del escudo
de Aquiles (¡liada 1 8 . 5 9 0 - 5 9 2 ) :

A llí el ilustre co jo de am b os p ie s' lab ró un lugar para la danza,


sim ilar a aquel que o tro ra , en la ancha C n o so .
le preparara D édalo a A riad n a de herm osas trenzas.

En la Odisea e n c o n t r a m o s un a m e n c ió n de T e se o en la Nekyia
(encuentro con los m u e rto s), c u an d o O d is e o se e n cu e n tra en la galería
de m ujeres c o n d e n a d a s a Fedra, P ro c ris y A r i a d n a , dos de ellas esposas
de Teseo (Odisea I I . 3 2 1 - 3 2 5 ) :

Vi a Fedra. a P ro cris y a la herm osa A riad n a,


hija de M inos de funestos p en sam ien to s, a la que o tro ra le s e o
de C reta a la ciudadela de la sacra A tenas
se traía, mas n o llegó a gozarla, pues antes le d io m uerte A rtem is
en Día ceñ ida p o r la m ar, p o r d en u n cias de D io n iso .

Se alude, pues, al regreso de la aventura con el M in o ta u r o , en c o m ­


pañía de A r ia d n a y se n o s o fr e c e la p r i m e r a de las diversas v e rs io n e s
antiguas sobre la razón de la sep aración de Teseo y A ria d n a .
La últim a m e n c ió n h o m é ric a de Teseo o de su leyenda se da al final
de canto o n c e de la Odisea, cu an d o O d is e o nos dice que habría deseado
mucho ver en su evocación de las alm as, a h o m b re s más an tigu os, p ero
que se c o n g r e g a r o n a su a l r e d e d o r m u ltitu d e s in co n ta b le s de m u e rto s
que p rovocaron su m ied o y su h u id a. C o m o ejem p lo de estos « h o m b r e s
más a n t ig u o s » , sólo m e n c io n a a dos (Odisea I I . 6 3 1 ) :

a le s e o y a P iríto o , g lo rio so s h ijo s de dioses,

con lo cual n os e n c o n tr a m o s de nuevo a T eseo asociado a su gran am igo


Pirítoo, p e ro , lo que es más im p o rta n te, lo hallam os m e n c io n a d o c o m o

I Hefesto.
9*> II. MITOS Y LITERATU RA

h ijo de un d ios, fre n te al pasaje antes citad o , q u e le a tr ib u ía un padre


mortal.
C o m o vem os, en el m e jo r de los casos, las m e n c io n e s ho m éric as de
la leyenda de Teseo no son d em asiado explícitas. Y digo en el m e jo r de
los casos, p o rq u e estos versos han dado lugar a no pocas sospechas sobre
su au ten ticid ad . El p r i m e r o de los a lu d id o s sólo ha sobrevivid o en una
m in o r ía de m a n u sc rito s m edievales y n o es c o m e n ta d o en los escolios,
a u n q u e se cita c o m o h o m é r ic o p o r D ió n C r is ó s t o m o ( 57 -*) y P o r Pau-
sanias ( l O . 2 9 . I o ) . D ado que, c o m o verem os, tam bién aparece, en idén­
tica fo r m a , en el co rp u s hesió dico (H e s ío d o Escudo 1 8 2 ) , y que cuando la
Ufada vuelve a referirse al tema de P irítoo ( 2 . 742 - 744 ) Teseo no es m e n ­
c io n a d o . todo ello ha an im a d o a que se co n sid ere que el verso es in ter­
p o la d o , si b ie n n o es un p a r e c e r u n á n i m e m e n t e c o m p a r t i d o . Los
d efen so res de que se trata de una in te r p o la c ió n creen verosím il pensar
q ue el detalle fue in s e rto en el texto en el siglo V I , en p le n o auge de la
p r o p a g a n d a ática de T e se o . Q u i e n e s , p o r el c o n t r a r i o , c r e e n que el
verso se hallaba en el texto o r ig in a rio , piensan que su atétesis obedeció a
las in d icacio n e s de A ristarco. T a m b ié n ha resultado sospechosa la m en ­
ción de Etra, p ero sobre todo lo es la de T eseo y P irítoo en la Nekyia de la
Odisea ( 1 1 . 6 3 1 ) , ya q u e t e n e m o s un a n o tic ia an tig u a de H é reas de
M égara, al que datam os hacia 3 ° ° a . C . , según la cual Pisístrato in tro ­
d u jo este verso en el p o em a h o m é r ic o para ag radar a los atenienses. No
ha faltado q u ie n ha c o n s id e r a d o ta m b ié n in t e r p o la d o s de un a fuente
ática los versos de la Odisea r e fe r id o s a A r ia d n a , más aún p o r q u e es éste
u n o de los p o c o s lugares en q u e a p a rec e D i o n i s o en los p o em a s, y el
ú n ico en que la fo rm a de su n o m b r e es la ática.
L íb r e n m e los dioses an tigu os de pisar terren o s tan escabrosos como
el de las in te r p o la c io n e s en el texto de H o r n e r o , s o b re to d o p o r q u e la
cuestión viene asociada a p ro b lem as n o m en os dificultosos, en tre otros,
la existen cia o n o de un a e d ic ió n de los p o e m a s h o m é r i c o s a cargo de
Pisístrato. D ejem o s, pues, las cosas c o m o están.

8 .3. T e s e o . en H esío d o
En el co rp u s hesiódico hallam os varias m e n cio n es de este h é ro e o de su
leye n d a. En la leogoma n o se m e n c io n a a T e se o . p e r o sí a A r i a d n a . En
una e n u m e r a c ió n , casi al final de la ob ra, de u n io n e s de dioses y morta­
les, se alude a esta h e ro ín a en los siguientes té rm in o s ( 9 4 7 " 9 4 9 ) ;
8. TESEO EN LA POESÌA ARCAICA Y CLÁSICA 9 7

y Dioniso, el de áurea melena, a la rubia Ariadna,


hija de Minos, la hizo su florida esposa.
Inmortal y eternamente joven la volvió el C ro n ió n .

De nuevo se trata de versos sospechosos. U n escolio re fe rid o a ellos y


a los seis siguientes dice escu etam en te <<se e l i m i n a n » y tam b ién varios
autores m odernos s u p o n e n que ha ha b id o una in te rp o la c ió n , idea que
encuentra considerable apoyo en otros rasgos recientes del pasaje.
En el Escudo figura c o m o u n o de los motivos de su deco ración la bata­
lla entre lápitas y centauros. Los lápitas aparecen en to rn o a sus caudillos:
el poeta cita a C e n e o , a D ria n te , a P iríto o y, en tre o tros más (H esío d o ,
Exudo 182)

aTeseo, hijo de Egeo. semejante a los inmortales.

un verso al que ya he h e c h o r e f e r e n c ia , d a d o q u e es id é n t ic o al q ue
hallábamos en la ¡liada.
En el Catálogo tenían cabida las leyendas relacionadas c on Teseo y nos
han llegado algunos ecos de ellas. P o r e je m p lo , un frag m e n to papiráceo
narra el nacim iento del M in o t a u r o (H e s ío d o , fr a g m e n t o 1 4 5 M e r k e l-
bach-West):

Ella, encinta por M inos, le parió un hijo poderoso,


maravilla de ver. pues su cuerpo se erguía igual al de un hom bre.
hasta los pies, mas por encima tenía su hechura una testa de toro.

Pero más interesante es una referen cia en prosa, p roceden te de Istro,


un historiador del siglo III a . C . , según la cual Teseo tuvo varias esposas,
unas unidas a él p o r a m o r , otras, raptadas, y otras en m a t r im o n io legí­
timo. C o m o e je m p lo , cita en tre otro s, a H e s ío d o , c o m o fu en te (Istro,
fragmento IO Jacoby y H e sío d o , frag m e n to 147 M erkelbach-W est):

Por rapto, a 1lelena, Ariadna. Hipólita y a las hijas de C erción y Sinis,


y desposó en m atrim onio legítimo a Melibea, la madre de Ayante. Hesíodo
afirma que también a Hipa y a Egla. p o r la que violó los ju ram en to s a
Ariadna, según dice C ércope.

La referencia a C é r c o p e nos lleva al Egimio, un a o b r a atrib u id a a lte r­


nativamente a C é r c o p e o a H e s ío d o . Y c o m o un fr a g m e n t o del Egimio
editan M erkelbach y West un pasaje de P lu ta rc o en q ue h a lla m o s de
nuevo, transm itida p o r H e reas de M ég ara, un a h is to r ia de m a n i p u l a ­
ción de textos con el n o m b r e de Teseo de p o r m edio (Plutarco, Teseo 20 =
9« II. H ITOS Y LITERATU RA

Héreas, frag m e n to I Jacoby). S egú n H éreas, se con taban m uchas histo­


rias s o b re A r i a d n a , en tre ellas, la de q ue fu e a b a n d o n a d a p o r Teseo,
e n a m o ra d o de otra. C ita a los efectos u n verso (H esío d o , fragm ento 298
M erkelbach-W est):

Pues lo consumía un terrible am or por la panopeide F.gla,

y asegura que Pisístrato lo había elim inado de la edición de los de Hesíodo


p o r agradar a los atenienses.

8 .4 . T eseo en e l C iclo épico

El p e r s o n a je de T e se o ap arecía ta m b ié n en el C i c l o y en o t r o s poemas
épicos del final de la época arcaica. De nuevo sin em b a rg o son dos epi­
so d io s de su leyenda ya c o n o c id o s los q ue a t r a je r o n p r in c ip a lm e n t e la
atención de los poetas: el rapto de H elen a y el viaje al Más Allá con Pirí-
too.
E n lo que nos ha llegado del p oem a las Ciprias, atribu ido a Estasino de
C h i p r e y datado en el siglo VII a . C . , hallam os dos m e n c io n e s de l e s e o .
La p r im e r a de ellas p roced e del arg u m en to de Proclo, en el que nos dice
(P ro c lo , Crestomatía en Poetae Epici Graeci I, Leipzig 1 9 8 7 , 4 0 ) :

y Néstor, en una digresión, le cuenta [se. a Menelao] cómo Epopeo fue


aniquilado tras haber seducido a la hija de Licurgo, así com o la historia de
F.dipo, la de la locura de 1leracles y la de le s e o y Ariadna.

En el p oem a la fu n c ió n de esta historia parece clara. T o d o s los rela­


tos de N é s to r tie n e n en c o m ú n la s im ilit u d de las s itu a c io n e s c o n las
p la n tea d as p o r el rap to de H e le n a . S o n h isto rias de a m o r e s culpables
(en el caso de E d ip o , el incesto) y n in g u n a de ellas logra un final feliz.
El rap to de A n t í o p e t e r m i n a c o n la m u e r te de E p o p e o a m a n o s de
L ic u rg o , el incesto de E d ip o tiene funestas consecuencias, la locu ra cri­
m inal de H eracles, asim ilable a la locura de Paris, acaba en un asesinato,
y Teseo n o se b en eficia del rapto, c o m o tam p oco Paris lo hará del suyo.
Se trata, pues, de una historia paradigm ática. Pero d esco n o cem os el tra­
t a m ie n to q u e E stasin o le daría al tem a. S e h a su p u esto q ue puede
r e m o n ta r a las Ciprias una versión n arrada p o r Ferecides (frag m en to 148
F o w le r ):

Teseo zarpa en plena noche. Tras tocar en la isla de Día. desembarca y


se duerm e sobre la o rilla. A tenea se le aparece y le ordena abandonar a
Ariadna y llegar a Atenas. Se pone en pie y lo hace así.
8. TESEO EN LA POESÌA ARCAICA Y CLÁSICA 9 9

C o m o A riad n a se lam en tab a, se le aparece A fro d ita y la consuela. Iba a


ser esposa de D io n iso y alcanzaría gran fam a. El d io s se aparece a su vez, se
une a ella y le regala una co ro n a de o ro que los dioses co lo caro n más tarde
entre las estrellas para com placer a D io n iso .

La escena ap a rece desde u n a óp tica fav o ra b le a T e se o , q u i e n a b a n ­


dona a A r ia d n a a instancias de un a diosa y p e r m ite así q u e ella alcance
un alto destino.
Pero volv am os a las Ciprias. E n el p o e m a se co n ta b a el rap to de
Helena, c u a n d o ap en a s era un a n iñ a , p o r T e s e o , p r e n d a d o de su
belleza. Sus he rm a n o s, los D ioscu ros, acu den a rescatarla y la expedición
acaba con el saqueo de A f i d n a y Atenas, el rescate de H elen a y la captura
de Etra, la m a d re de T e se o , ju s t ific a n d o así su a p a r ic i ó n en la ¡liada.
Teseo no participa en el com bate, p o r q u e se hallaba a la sazón c on P irí-
too en el Hades.
Los testim onios sobre esta versión de las Ciprias aparecen recogidos en
el fragmento 13 B e r n a b é 2:

a) I lelena ... había sido raptada antes p o r le se o ( . ..) . E fectivam ente, a


consecuencia del rapto o c u rrid o entonces fue saqueada A fid n a. una ciudad
del A tica, y C á s to r fue h e rid o p o r A fid n o . a la sazón su rey. en el m uslo
d e re c h o . L o s D io sc u ro s, al n o e n c o n tra r a T e seo , saqu ean A ten as. Esta
versió n ap arece en los poem as llam ad o s p o r d iverso s n o m b res o en los
cíclicos, y en parte en A lem án el líric o .
b) T e se o . q ue h abía a co rd a d o co n P iríto o q u e am b os d esp o sa ría n a
h ijas de Z e u s, rap tó de E sp arta para si. co n ayuda de a q u é l, a H ele n a ,
cu an d o contaba doce añ os, y con la p re te n sió n de co n se g u ir para P iríto o
una b o d a con P erséfon e, desciende al 1lades. Por su parte, los D io scu ros,
con una hueste de laced em o n io s y arcad ios to m aro n A tenas y se llevaron a
H elena y ju n to con ella, com o cautiva, a E tra, h ija de Piteo.

En el resto del C ic lo Teseo n o aparece. S u p erten en cia a una g e n e r a ­


ción a n te rio r a la de la g u erra de T r o y a excluye su p articipación en ésta.
No así la de sus h ijos, im p lic a d o s en el rescate de E tra. A sí. en el fr a g ­
mento 20 B e rn a b é de la Pequeña ¡liada de Lesques, que se rem o n ta p r o b a ­
blemente al VII a . C . (Pausanias 1 0 . 2 5 - 8 ) , leem os:

L esques d ice respecto a E tra q ue h abía lo g ra d o escap ar cu an d o T ro y a


fue capturada, llegó al cam pam en to de los griegos y fue reco n o cid a p o r los

2 a) Escolio a H om ero, litada 3 .2 4 2 . b) A p o lod o ro. Epitome 1.2 3 .


IOO II. MITOS V LITERATU RA

hijos de Teseo. asi que D em ofonte se la re q u irió a A gam enón. Este dijo
que estaba dispuesto a concederle ese favor, pero que no lo haría hasta que
Melena diera su con sentim ien to. U na vez que él le envió un heraldo,
Helena le concedió el favor.

y en el Saco de Troya de A re tin o , que verosím ilm en te hem os de remontara


fin e s del V1 1 1 a . C . , te n e m o s , p o r un a la d o , una breve n oticia en un
arg u m en to (P ro c lo Crestomatía, en Poetae Epici Graeci I, L eip zig 19 8 7 , 89):

Dem ofonte y Acamante descubren a F.tra y se la llevan consigo,

y p o r o t r o , una referen cia algo más explícita (Saco de Troya, fragmento 6


B e rn a b é = E sco lio a E u ríp id e s, Troyanas 3 1 ) :
L o s s e g u id o re s de A c a m a n te y D e m o f o n t e n o t o m a r o n nada del
b o tín , s in o s ó lo a E tr a , p o r la q ue h abían lleg ado t a m b ié n a Troya, al
m a n d o de M e n e s te o . L is im a c o a f ir m a q u e el a u to r del S aco escribe lo
siguiente:

A los Teseidas les concedió obsequios el poderoso Agam enón,


así com o al ardido Menesteo, pastor de pueblos.

E n a lg u n o s estu d io s an tig u o s se c o n s id e r a c o m o p r o c e d e n t e del


C i c l o u n a m e n c ió n de T e se o , s u p u e s ta m e n te de los Regresos (Pausanias
I . 2 - 0 en q ue se r e fie r e la en trega de T e m ís c ir a a H e ra cle s y Teseo por
A n tio p e, en am o rad a de este últim o . 1.a razón del e r r o r es la similitud de
n o m b r e s en tre Hegias de T re zén y Agias, el poeta, tam b ién trezenio, a
quien se atribuye el p oem a ciclico. 1 loy ya n o se incluye este pasaje como
fragm ento de los Regresos.

8 .5 . L a H eraclea d e P a n ia s is y l a M iniad a
La Heraclea de Paniasis de H alicarnaso, un poeta épico del V' a . C . , se o c u ­
paba de los trab a jo s de H e ra c le s , el g ra n « c o m p e t i d o r » m ítico de
T eseo. E n u n o de ellos, la bajada a los in fie r n o s en busca del C a n C è r ­
b e ro , H eracles se en cu en tra a Teseo y a P irítoo, si bien Paniasis se m ues­
tra in n o v a d o r sobre la fo rm a en que aparecen allí am b os h éroes (P a n ia ­
sis, frag m e n to 14 B e rn a b é = Pausanias IO .2 9 .9 ) :

Paniasis escribió que Teseo y Pirítoo. sobre sus tronos, no presentaban


la apariencia de encadenados, sino que la roca Ies crecía de sus cuerpos, en
vez de cadenas.
8. TESEO EN LA POESÌA ARCAICA Y CLÁSICA IOI

H allam os, pues, una c o n tr a p o s ic ió n en tre Teseo c o m o h é ro e fr a c a ­


sado en su in te n to y H eracles c o m o h é r o e v e n c e d o r, desde la óptica de
Heracles.
Hasta a h o ra n o e n c o n t r a m o s a T e se o d e s e m p e ñ a n d o u n papel
im p ortan te. Hn c am b io , en o tro p o e m a épico tardío, la Miniada, parece
que sí lo ten ía, a u n q u e el a r g u m e n t o de esta o b ra n o sea en ab so lu to
claro para n o s o tro s . P r o b a b le m e n te se trataría del p o e m a n a c io n a l de
los o rc o m e n io s , ya que bastantes de los m itos alud idos, en c arn a d o s p o r
perso n ajes q u e se e n c u e n t r a n en el H a d es, tie n e n u n a r e la c ió n con
O r c ó m e n o o co n B e o c ia . D a d o q u e en el f r a g m e n t o I B e r n a b é se nos
dice que Teseo y P iríto o n o e n c u e n tra n la barca de C a r o n t e en el lugar
en que debía estar, es t e n ta d o r p e n s a r q u e so n estos h é r o e s q u ie n e s se
van e n c o n t r a n d o en su r e c o r r id o in fe rn a l, en busca de Perséfon e, a los
diferentes p rotagonistas de los m itos. E n la o b ra se hablaba de A n f i ó n ,
el esposo de N ío b e (frag m en to 3 B e rn a b é) y de T á m ir is , am bos castiga­
dos p o r su jactan cia. T a m b ién del m ítico O r i o n (frag m en to 6 B ern abé)
y de M eleagro, m u e rto a m an os de A p o l o en un com bate de los Cu retes.
Pienso que debe a trib u irse a la Miniada un frag m e n to p a p irá c e o i n te r e ­
sante (frag m en to 7 B e rn a b é = Papiro Ibscher c o lu m n a i):

« .. . ^nadie pudo matarme con su vigor y con la larga lanza.


sino que fueron la funesta M oira y el hijo de Leto quienes me hicieron
perecer.
Mas ea. dame cuenta puntualmente,
¿p o r qué bajaste por tan largo cam ino, hasta el Hades,
y quién es ese que te siguió, como fiel com pañero? g
¿ ... de acuerdo con qué necesidad llegas en vid a?»
Teseo le dirigió la palabra el prim ero
y ... le habló al pastor de pueblos.
tal com o se lo había sugerido en su mente la hrinis, espantosa deidad:
«M eleagro del linaje de Zeus, hijo del valeroso Eneo. 10
Yo te lo contaré, pues, con la mayor exactitud.
Llegamos aquí a buscar a la noble y hermosa Perséfone.
como dicen que también hiciera Zeus, que se goza con el rayo,
y conform e a las leyes de los inmortales, para pretenderla com o esposa.
Pues afirm an que también aquéllos a sus muy gloriosas hermanas 15
las pretenden y desposan, llevándoselas lejos de sus padres.

3 Los puntos suspensivos corresponden a partes perdidas del papiro.


102 II. MITOS Y LITERATU RA

Así también Piríloo trata de pretender una boda entre bienaventurados


con su propia hermana de madre y del mismo padre. Pues más próximo
pariente que el gran Hades dice ser por nacim iento él mismo
de Perséfone, la hija de Deméter, de hermosa cabellera. 20
Y es que asegura que es hermano de madre y del mismo padre
que ella, mientras que Hades es su tío paterno.
Por tal motivo afirm ó que bajaría a la tiniebla nebulosa».
Así dijo. Y se espantó el hijo de Eneo al o ír sus palabras.
Así que respondiéndole le dirigió la palabra con halagos: 25
«Teseo. consejero de los atenienses armados de coraza,
¿n o era acaso la muy prudente H ipodam ía esposa
legitima del magnánimo P irito o ?»

Q u iz á de este p o e m a p r o c e d a ta m b ié n u n pasaje de Pausanias


( 1 O . 2 9 . 9 ) , d e n t r o de la d e s c r ip c ió n de la fam osa p i n t u r a m u ra l de
P o lig n o to en la lesque de los cn id ios en Delfos:

Más abajo que Ulises están sentados en los tron os Teseo y Piritoo.
Teseo tiene la espada de Piritoo y la suya en ambas manos y está mirando las
espadas. Podrías imaginar que se duele por unas espadas que Ies resultaron
inútiles y que no les procuraron provecho para sus aventuras.

Del h o r r o r q ue p ro v o c a en M e la g ro el a t r e v im ie n to de am bos
héroes, y más si el final de la aventura es, c o m o creem os, el descrito p or
Pausanias, p o d e m o s c o n c lu ir q ue la versión de la Miniada p resen taría el
descenso al Hades de leseo y P iritoo c o m o un acto de hybris, de soberbia,
m erec id am en te castigado p o r los dioses, a u n q u e quizá el p oem a t e r m i­
nara con la liberació n de l e s e o .

8 .6 . L a T e s e id a

F.1 alto grado de elab o ració n de la leyenda de Teseo en fuentes literarias


y artísticas del siglo V a . C . y sobre todo la in tro d u c c ió n a fines del VI de
e le m e n to s c o m o el viaje al Istm o y la lucha c o n tr a las A m a z o n a s , no
d o cu m e n ta d o s antes, ha hecho s u p o n e r a los estudiosos la existencia de
un p o em a ép ico sobre Teseo de esta época. Y en efecto, ten em o s alusio­
nes, todas bastante vagas, a un a o varias Teseidas. P or un a parte, con tam os
con un testim on io de Aristóteles (Poética 145 Ia = Teseida testim on io l):

1.a historia no es una, como creen algunos, si se refiere a una sola p e r­


sona. Pues múltiples e infinitas cosas le acontecen a una sola persona, entre
8. TESEO EN LA POESÌA ARCAICA Y CLÁSICA 103

algunas de las cuales no hay unidad. De modo semejante hay también m úl­
tiples acciones de uno solo de las que no resulta una unidad de acción. Por
ello da la im presión de que yerran todos los poetas que com pusieron una
Heracleida. una Teseida y poemas de este jaez, pues creen que, com o 1leracles
era uno sólo, se sigue que la historia sería también unitaria.

De él se d e d u c e q u e el E stagirita c o n o c e más de u n a Teseida y una


Heracleida (en el segu n d o caso tam bién n o so tro s co n o ce m o s más de una:
ai menos la de C i n e l ó n , la de P is a n d ro y la de Paniasis). Y ta m b ié n es
claro que el o los p o em a s llam a d o s Teseida a los q u e tenía acceso el f i l ó ­
s of o se caracterizaban p o r la a b u n d a n c ia de ep is o d io s y p o r rasgos que
los hacían c o m p a ra b le s a las Heracleidas. P ero ello n o n o s da n in g u n a
información sobre su fecha. N o obstante, la idea de la existencia de una
Teseida del siglo VI se en cu en tra muy extendida en tre los estudiosos. A lgo
nos ayuda en la d ilu cid a ció n de este p ro b le m a el análisis de los dos ú n i ­
cos fragmentos que se atribuyen a un a Teseida.
En el p r im e r o de ellos (Plutarco, Teseo 2 8 . 1 = Teseida, frag m e n to I B e r ­
nabé) se nos dice:

Pues el motivo del levantamiento de las Amazonas que escribió el poela


de la leseida —que A n tíope, con la ayuda de las Am azonas, atacó a Teseo
cuando se casaba con Fedra y que Heracles las mató— tiene todo el aspecto
de un mito y una ficción.

La fo rm a de citar « e l poeta de la Teseida » , sin in d ic a c ió n de a u to r ,


parece avenirse con un p o e m a ép ico a n ó n i m o . T a m b ié n se co m p ad ece
bien con esta idea la acusación de « m it o y f i c c ió n » en boca de Plutarco.
En cuanto al tem a n a r r a d o , lo c o n o c e m o s t a m b ié n p o r el Epitome de
Apolodoro I . 1 6 :

Teseo se unió a H eracles en la expedición contra las Am azonas y se


apoderó de Antíope o. como dicen otros, de M elanipa, pero Sim ónides la
llama H ipólita.

y era p op u lar en la cerám ica de finales del siglo VI a . C .


Por su parte, el otro frag m en to conservado, p rocedente de un escolio
a Píndaro ( Olímpica 3 . 5 0 b = Teseida, fragmento 2 Bernabé) reza com o sigue:

Dice que es hem bra (la cierva) y de áureos cueros p o r seguir la trad i­
ción. Pues el autor de la Teseida afirm a que era de este m odo, al igual que
Pisandro de C am iro y Perecides.
104 II. MITOS Y LITERATU RA

Se trata de la fabulosa cierva de Cerinia, dotada de cuernos de oro,


que también formaba parte de la leyenda de Heracles. Se supone que
la mención en la Teseida debía significar que Teseo ayudó a Heracles en
su captura, tal como nos dice A p o lo d o ro (Biblioteca 2 . 5 -3 -)- f*ero lo
más interesante es que el escolio cita precisamente a Ferecides junto
con la Teseida, y, lo que es más significativo aún. cita el poema épico
antes que al historiador, lo que indica que el escoliasta considera la
Teseida como un poema antiguo.
Podemos concluir que hubo entre finales del siglo VI y principios
del V a . C . , coincidiendo con la efervescencia de la poesía local de
diverso tipo que hallamos en otras ciudades griegas, a la que Atenas
no podía haber sido ajena, un poema épico ático centrado en la figura
de le s e o . No antes de Pisístrato, y en plena época de propaganda
ática. En este poema se contaría, según el testimonio de Aristóteles,
una amplia serie de episodios más o menos deshilvanados, y en él, a
juzgar por los fragmentos, Heracles tendría un papel importante. No
parece que Teseo se concibiera tanto como un rival de Heracles
cuanto como un colaborador y amigo. Dejo para más adelante algunas
consideraciones más en torno a este poema.

8.7. E l «poem a m egaren se»


Ju n t o a la Teseida, que debía ser un poema ad maioremgloriam de Teseo,
encontramos huellas de otro, mucho más huidizo. De él sólo nos ha
llegado un fragmento de Héreas, el n. 2 , citado por Plutarco ( Teseo
3 2 ) . Merece la pena citar el fragmento en su entorno completo:

Héreas cuenta que I lálico m urió a manos de Teseo ju n to a Afidna y


presenta com o testim onio estos versos acerca de 1 lálico:
al que antaño, en la espaciosa Afidna,
en combate Teseo. por causa de Helena de hermosa cabellera,
diera muerte.
A hora bien , no tiene sentido que, si estaba presente Teseo. fuera
capturada su madre y tomada Afidna.

Este fragmento ha sido atribuido a Dífilo, a la Teseida, a las Ciprias, o a


un poema reciente, incluso helenístico, pero en mi opinión, tales atri­
buciones son erróneas y desde luego, el fragmento no debe figurar en
una recopilación de poesía helenística. Su carácter anónimo y su forma
de alusión breve, introducida por un relativo y por un advervio de
tiempo (antaño) hacen pensar más bien en un poema genealógico, con
8 . TESEO EN LA POESÌA ARCAICA Y CLÁSICA 105

toda probabilidad megarense, que como otros de su especie, podíamos


situar en el auge de la poesía local anónima, a fines de VI o principios del
V a.C. Héreas. que se data hacia 3 0 0 a.C. nos da el terminusantequem.
Lo interesante es que esta tradición megarense nos presenta una ver­
sión desfavorable para le se o , pues sin duda es mucho menos honrosa
para el héroe que nos ocupa la historia de que los Dioscuros recupera­
ron a Helena en presencia suya, que la versión tradicional, según la cual
lo hicieron en su ausencia. Seguramente procede de esta misma fuente
un testimonio de Pausanias ( i . 4 1 *4-):

Asi dicen que sucedió esto [se refiero a la historia de Megareo y sus hijos,
uno de los cuales. T im alco. «había muerto a manos de Teseo cuando fue
con los D ioscuros sobre A fid n a » ]. Yo qu iero escrib ir la versión c o in c i­
dente con la de los m egarenses, pero no puedo estar de acuerdo en todo
con ellos. ... pero ¿q u ién escribió que T im alco, hijo de M egareo vino a
A fidna con los D ioscuros? ¿ Y cóm o podría creerse que m uriera a manos
de leseo, cuando Alemán ... ? (la continuación la examinaremos mas adelante).

De nuevo aparece, pues le s e o en una versión poco decorosa, abo­


cado a dar muerte a un hombre por un asunto de faldas. Y no deja de
ser curioso que de nuevo aparezca el nombre de Héreas y el de su patria,
Mégara, mezclados en una leyenda que presenta las acciones de Teseo
bajo un prisma poco favorable. El poema del que deriva esta «tradición
megarense» es sin embargo evanescente y resulta un problema difícil
señalar su antigüedad.

8.8. E l c o fr e de C ípselo

Por último, aunque no se trata de un poema épico, merece que citemos


el hexámetro y una palabra que figuraba en el corintio C o fre de C í p ­
selo, tal como nos lo transmite Pausanias ( 5 - ! 9 -2 - 3 )' quien se los atri­
buye, sin razón, a Eumelo, ya que el cofre se data entre el 575 y 55o -
bastante después de la época del poeta corintio:

Aparecen en el cofre los D ioscuros. uno de ellos, sin barba aún, y en


medio de ambos. 1lelena. E ira, hija de Piteo, yace en el suelo, a los pies de
Helena y con un vestido negro. La inscripción sobre ellos es un hexámetro
y una palabra añadida al hexámetro:
I .os Tindáridas se llevan a Helena y a F.tra la arrastran
de Aleñas.
io 6 II. MITOS Y LITERA T U RA

8 .9 . B r e v e s r e fe r e n c ia s en la lír ic a

Dejamos la poesía épica para adentramos en los testimonios de los poe­


tas líricos, y hallamos un panorama del todo comparable con el que aca­
bamos de dejar. Se advierte una primera etapa de escasa atención a
nuestro héroe, y un segundo momento, representado por Baquílides,
en que Teseo se convierte en personaje central de una (en este caso de
dos) obras literarias. I.os temas de su leyenda aludidos por los líricos
más antiguos, vuelven a ser prácticamente los mismos que hallabamos en
la épica arcaica.
En prim er lugar, encontramos algunas alusiones a la leyenda del
Minotauro. Es el caso de un pasaje de Servio (Comentario a la Eneida 6 . 2 l),
en que se atribuye a Safo una referencia a este tema, en concreto, al
famoso tributo de las siete muchachas y los siete jóvenes a Minas. Se trata
de Safo, fragmento 2 0 6 Voigt, en el que leemos:

A lgunos quieren entender los siete muchachos y las siete muchachas a


los que se refiere Platón en el Fedán, Safo en sus versos líricos. Baquílides en
los ditiram bos y Eurípides en el Heracles, a los que Teseo liberó, incluido él
mismo.

El mismo tema era aludido en una composición de Simónides. O


mejor dicho, sabemos que se refería al episodio de la muerte de Egeo
p or causa del olvido del timonel (cuyo nombre nos da) de poner una
determinada vela como señal de que Teseo había logrado su propósito.
En la tradición mayoritaria, esta vela era blanca, pero Simónides
innova. Según nuestra fuente (Plutarco, leseo 1 7 . 5 = Simónides, frag­
mento 4 5 Page):

Sim ónides afirma que la vela entregada por Egeo no era blanca, sino
Una purpúrea vela, en la humedad
teñida de flores de una encina
en plena floración
y que habían concertado que eso seria el signo de que estaba a salvo.
G obernaba la nave
Féreclo. el Amarsíada.

Aún dentro de este tema hay que reseñar una referencia a la descen­
dencia de leseo y Ariadna que hallamos en lón de Quios, procedente de
su Fundación de Quios (lón. Elegías 7):
8 . TESEO EN LA POESÌA ARCAICA Y CLÁSICA 107

Según algunos, Ariadna parió, de Teseo, a Enopión y a Estáfilo. Entre


ellos se incluye también lón de Q uíos, que sobre su propia patria dice:
1.a que antaño fundara el Teseida E nopión.

El segundo tema del que hallamos alusiones en los líricos arcaicos es


el episodio de la rec u p erac ió n de H elen a p o r los D io scu ro s, mientras
Teseo se encontraba con Pirítoo en el Hades. T anto A lem án co m o P ín -
daro siguen lo que p o d ríam o s co n sid e rar la versión más extendida del
tema. H a b ía m o s alu d id o ya al poeta la co n io a p ro p ó s ito de un fr a g ­
mento indirecto de las Ciprias. O t r o pasaje (Pausanias 1 . 4 1 . 4 = A lem án ,
fragmento 21 Page) nos da algunos detalles más:

(Se refiere a la muerte de I ¡m aleo)'1 ... cuando Alemán nos cuenta en


el canto en h on or a los D ioscuros cóm o tom aron Atenas y se llevaron p r i­
sionera a la madre de Teseo, afirma que el propio Teseo estaba ausente.

Pín d aro tam b ié n recoge esta tr a d ic ió n , de acu e rd o con el m ism o


pasaje de Pausanias, ya re fe r id o ( 1 . 4 1 . 4 = P ín d a r o , fr a g m e n to 2 5 &
Maehler):

También Píndaro cuenta, en térm inos similares, que Teseo. deseoso de


ser cuñado de los Dioscuros, guardaba a Helena, después de raptada, hasta
que acompañó a Pirítoo a llevar a cabo el m atrim onio ya referido.

C o n se rv a m o s u no s versos que sin duda p erte n e ce rían a la misma


composición (fragm ento 2 4 3 M aehler), referidos a Teseo y Pirítoo:

Aseguraban ser
hijos de Zeus y de Posidón afamado por sus corceles.

Lam entablem ente, no sabemos qué tono tendría el p o em a, p ero el


paralelo de la Miniada nos lleva a co n sid e rar que se insistía en los a r g u ­
mentos de Teseo y Pirítoo para su descenso al Hades. El habitual trata­
miento « p i a d o s o » de los mitos que es p ro p io de Píndaro implicaría tal
vez una crítica de este proceder.
Es probable que haya un eco de la leyenda del descenso a los in fie r ­
nos con Pirítoo en la m e n c ió n general de Teseo que figura en la in t r o ­
ducción al libro II de las Elegías de Teognis ( l 2 3 1 - 1 2 3 4 -):

4 Véase lo que antecede en las referencias a la «versión megarense».


io 8 II. H ITO S Y LITERATU RA

Terrible Eros; locuras te amamantaron en sus brazos.


Por lu culpa cayó la acrópolis de Ilion,
cayó el gran Teseo, hijo de Egeo-, cayó asimismo Ayax,
el valiente hijo de O ileo, por tus desvarios.

Los ejemplos en serie van unidos por una misma idea central, la del
amor desatinado que produce una catástrofe. C o m o en las Ciprias, Teseo
vuelve a ser citado como paradigma del amor que trae consigo la desgra­
cia. No olvidemos que, aunque esta introducción no es considerada del
propio poeta, Teognis era megarense y estos versos podrían pertenecer a
un poeta de su círculo, y por tanto, inmerso en la tradición de su ciu­
dad, hostil a nuestro héroe.
Estesícoro nos brinda sendas versiones innovadoras en su Helena y,
posteriormente, en su Palinodia, aunque de ellas sólo nos han llegado
vagos ecos. En la Helena se aludía a Teseo, de acuerdo con una referencia
indirecta de Pausanias ( 2 . 2 2 .6 = Estesícoro, fragmento 14 Page) en que
leemos:

Cerca de los Anactes se halla el templo de llitía, consagrado por Helena


cuando A fidna fue tomada por los D ioscuros y Helena llevada a I.acede-
m onia. mientras Teseo se hallaba con Pirítoo en Tesprocia. Dicen que ella
estaba embarazada, que parió en Argos, que, una vez consagrado el templo
de llitía, entregó la niña que había parido a Clitemestra —pues Clitemestra
estaba ya casada con Agam enón—y que después de esto, se casó ella misma
con Menelao. Por eso Euforión de Cálcide y A lejandro de Pleurón. auto­
res épicos, y antes Estesícoro de Hím era. dicen, igual que los de Argos, que
lfigenia era hija de Teseo.

Según la tradición, el poema no gustó en Esparta, donde Helena era


una diosa, por lo que Estesícoro se vio obligado a componer un segundo
poema, a modo de retractatio. la llamada Palinodia. No podemos entrar
aquí en el considerable enjambre de problemas que rodea la Palinodia (o
Palinodias) de Estesícoro. Baste que señalemos que en un papiro que
contiene un comentario a los mélicos, se nos dice en un pasaje frag­
mentario (Papirode Oxirrinco 2 5 0 6 . 2 6 columna I [= Estesícoro. fragmento
1 6 1 16 ss.) que Estesícoro

de tal m odo innovó las leyendas que ( ...) ü em o fo n te le nació a Teseo


de Yopa la hija de Ificles, y Acamante, de ...
8. TESEO EN LA POESÌA ARCAICA Y CLÁSICA 109

El nombre que falta podría ser Fedra, según Lobel, el primer editor
del papiro, pero él mismo piensa que un nombre menos convencional
parece más adecuado. Es evidente que Estesícoro consideraba priorita­
rio en la elaboración de sus leyendas aquello que el público deseaba oír
y que era capaz de someterlas a las mayores manipulaciones. De ahí que
hiciera desaparecer de la leyenda de Helena su unión con Teseo.
El tercer tema de la leyenda teseica que da lugar a referencias en la
lírica es el de las Amazonas. A él se refieren los fragmentos 1 7 4 ~1 7 ^*
Píndaro. Lamentablemente se trata en todos los casos de fragmentos de
transmisión indirecta, apenas ecos de la trama. En el primero de ellos,
Pausanias ( 7 . 2 . 6 ) afirma que Píndaro no estaba demasiado bien infor­
mado cuando decía que

las Amazonas fundaron el tem plo de A polo en Dídim a cuando h icie­


ron una expedición contra Alonas y Teseo,

En el segundo, Pausanias ( l . 2 . l ) señala que la amazona Antíope fue rap­


tada por le se o y Piritoo, y por fin, en el último de ellos (Plutarco, Teseo
2 8 .2), se nos hace saber que

Teseo tuvo a H ipólito de A ntíope. pero según Píndaro, a D em ofonte.

Ignoramos en qué contexto situaba Píndaro este mito. También alu­


día al mismo tema Simónides, como hemos visto antes. Es posible que
Hipólito fuera hijo de Teseo en la versión trezenia y Demofonte, en la
ática, pero no tenemos seguridad para afirmarlo.
No sabemos qué partido obtener de un fragmento de Píndaro (frag­
mento 61 Maehler) perteneciente a una oda dedicada a un ateniense,
vencedor en las oscoforias. Se trata de un papiro con restos de escolios a
las Istmicas, y mencionan el « rie sg o » referido a Teseo.

8 .10 . B a q u ílid es

El panorama del escaso interés de las referencias a Teseo en los líricos


cambia completamente con Baquílides, ya que el poeta trata el tema de
Teseo en dos soberbias composiciones, los llamados ditirambos i j y 18.
El llamado ditirambo 17 (se discute si era un ditirambo o un peán)
fue compuesto pocos años antes de 4 7 4 - época en que Atenas, presti­
giada por la victoria de las Guerras Médicas, propicia la Liga Delia y
antes de que ésta se desacreditara. Nos hallamos, pues, en un momento
de plena expansión ateniense y, por tanto, en una época dominada por
una exacerbada propaganda.
no II. MITOS y LITERATU RA

Baquílides quiere honrar a los atenienses, que, no lo olvidemos, son


los que contratan al artista y recompensan sus servicios, y elige para ello
un tema típicamente ático: la exaltación de Teseo, centrada en un
momento muy concreto dentro del episodio del viaje del héroe a Creta.
En la travesía en que acompaña a las siete muchachas y los otros seis
muchachos que debían ser ofrecidos como tributo al rey de Creta, para
ser devorados por el Minotauro. Minos se comporta de modo inade­
cuado con una de las jóvenes y Teseo se yergue en defensor de la mucha­
cha, exhorta a Minos a que se contenga y argumenta que si Minos es hijo
de Zeus, él lo es de Posidón. Minos pide una señal del cielo para que
confirme que él es hijo de Zeus, arroja al mar un anillo y reta a Teseo a
que lo recupere. Zeus corrobora las palabras de Minos con un trueno,
mientras que Teseo se arroja al mar, dispuesto a demostrar su origen
divino. Unos delfines lo llevan al palacio de Posidón y allí An f ítrite lo
viste con una túnica de púrpura y le ciñe una corona. Teseo sale, pues,
seco del mar, sin el anillo, pero con los espléndidos regalos que denotan
su origen divino, provocando la sorpresa y la alegría de la tripulación.
Baquílides presenta así al joven como descendiente de Posidón y prote­
gido de los dioses, y como una especie de caballero andante defensor de
la justicia, según el modelo de la «h om b ría de b ie n » (kaiokagathia) ática.
Más interés para la leyenda de Teseo tiene el ditirambo 18, ya que
representa la primera aparición del ciclo de hazañas de Teseo en la lite­
ratura. Se data con toda probabilidad entre 4 7 ^ " 4 7 ° ’ en pleno auge del
culto de Teseo en el Atica tras la batalla de Maratón, en la que los ate­
nienses creyeron ver al propio Teseo combatiendo contra los persas.
Poco después, el oráculo de Delfos ordenó a los atenienses que recogie­
ran sus huesos y C im ó n «casualmente» los encontró y los llevó a Atenas
en medio del fervor popular.
Es también una pieza curiosa, atipica dentro de la literatura griega, al
ser un ditirambo no triàdico, sino estrófico. Está dividido en cuatro
estrofas, que corresponden alternativamente una al coro de atenienses y
otra a Egeo, es decir, presenta una forma dialogada. Aunque Teseo es el
personaje principal del poema, no interviene en él, sino que es evocado,
mencionado, descrito, temido y admirado por los que hablan de él.
En la primera estrofa, el coro pregunta a Egeo el motivo de su alarma.

Rey de la sagrada Atenas,


soberano de los jo n io s de vida refinada,
¿p o r qué hace poco tañó la trompeta
8 . TESEO EN LA POESÌA ARCAICA V CLÁSICA tu

de broncínea embocadura un son gu errero?


¿E s que las fronteras de nuestra tierra 5
invade algún enem igo,
al mando de huestes?
¿O es que bandidos de funestas intenciones
contra la voluntad de los pastores
se llevan rebaños de ovejas a la fuerza? 10
¿ O qué te lacera el corazón?
1 labia, pues creo que si algún mortal
dispone del auxilio de esforzados jóvenes,
ése eres tú, hijo de Pandión y de Creúsa. 15

La «sagrada Atenas» se menciona nada más empezar el poema, ya


que, a través de Teseo, el poeta está glorificando a la ciudad. Su rey, hijo
de Pandión y Creúsa, es Egeo (aunque en las demás fuentes la madre de
Egeo se llama Pilia, hija de Pilas, rey de Mégara e ignoramos los motivos
de este cambio). La referencia a los «jonio s de vida refinada» satisface,
por una parte, la reivindicación de los atenienses que se consideraban casi
los jonios por antonomasia, y por otra, alude a una manera de vivir como
bonsvivonts, que ellos mismos yerguen como un modelo de vida alternativo
a la áspera sobriedad de los dorios de Esparta. L.a primera reacción de los
ciudadanos es de temor, por la ignorancia de lo que se avecina.
En la segunda estrofa, Egeo les explica la situación:

Mace poco llegó, tras recorrer la larga


ruta del Istmo por su pie. un heraldo;
inefables hazañas cuenta de un poderoso
mortal: dio muerte al soberbio
Sinis, que en fuerza era el más sobresaliente 20
de los mortales, hijo del C rónida Litco,
del que zarandea la tierra;
a la cerda hom icida en las cañadas
del Crem ión así como al crim inal
Escirón también dio muerte. 25
A la competición de lucha de C erción
le puso fin y el duro martillo de Polipem on
lo dejó caer Procoptas,
al encontrarse ante un varón
superior a él. Me da m iedo, ¿cóm o acabará? -5°
112 II. MITOS Y LITERATU RA

El camino recorrido por Teseo es un camino iniciático, en el que el


héroe ha sido puesto a prueba y ha triunfado. Lo que caracteriza a la
mayoría de sus contendientes es que atentaban contra la hospitalidad,
maltratando a quienes llegaban ju n to a ellos. Teseo acaba con ellos
pagándoles con la misma moneda a cada uno.
El catálogo de desalmados de los que se ha librado Teseo es apenas alu­
dido. Por cierto es curioso que, aunque Egeo está refiriendo las palabras
de otro, no lo hace en estilo indirecto, sino directo, como si lo estuviera
contando él mismo. Sinis era un hijo de Posidón (aquí denominado por
sus epítetos Liteo y que zarandea la tierra), al que llamaban «doblapinos»
ya que, según unas fuentes, torcía dos pinos y ataba a los viandantes a
ambos, para que, cuando los pinos recuperaban su posición, los desdicha­
dos fueran partidos en dos; según otras, obligaba a quienes pasaban a
doblar un pino con él, para luego soltarlo y que funcionara como una
catapulta. Teseo hace con él lo que el bandido hacia con los demás.
La jabalina de C r o m ió n (aquí llamada cerda de C re m ió n ) era un
animal asesino, cuidado por una malvada vieja que lo alimentaba. leseo
da muerte a la fiera. Escirón era un corintio que se había situado estra­
tégicamente en las Rocas llamadas, por él, Escironias, una especie de
acantilado al borde del cual discurría el camino. Obligaba a los que
pasaban a lavarle los pies (lo contrario de lo que dictaban las reglas de la
hospitalidad, según las cuales era al viajero al que se le lavaban los pies).
No contento con ello, los empujaba acantilado abajo, para que una
enorme tortuga devorara sus cuerpos destrozados. Teseo le dio muerte
con su propia palangana.
Por su parte, C erción era un terrible luchador asentado en el
camino de Mégara a F.leusis, que obligaba a los viandantes a luchar con
él, los vencía y luego los mataba. Teseo logra hacerle una hábil llave y
arrojarlo contra el suelo, dándole así muerte.
Polipemon y Procoptas son otros nombres de Procrustes, que tenía
dos lechos, uno largo y otro corto, y obligaba a los viajeros a tenderse en
el que menos se acomodaba a su tamaño, de modo que a los altos, los
tendía en el lecho corto y Ies cortaba la parte del cuerpo que sobresalía
de la cama, mientras que a los bajos los acostaba en la cama larga y los
estiraba para adaptarlos. El arma que usaba es descrita, bien como una
especie de hacha, bien (como aquí) como un martillo. leseo le da
muerte por el mismo procedimiento.
Falta la referencia a la lucha contra el cojo Perifetes que mat raba a la
gente golpeándola con la maza, quizá porque Baquílides sólo describe las
8 . TESEO EN LA POESÍA ARCAICA Y CLÁSICA 113

aventuras desde el Istmo y aquélla sucede en Epidauro o quizá porque


esta hazaña no figuraba en las versiones más antiguas y se añadió luego
para configurar un número de seis, la mitad de los trabajos de Heracles.
En la tercera estrofa, el coro pregunta por la identidad de este perso­
naje:

Q uién dice que es ese varón y de dón de? 30


¿Q u é efectivos trae consigo?
¿Acaso con armas de guerra
acaudilla una gran hueste?
¿O él sólo con unos camaradas 35
viene com o un viandante vagabundo
a tierra extraña.
po r más que sea tan fuerte, vigoroso
y esforzado que de tantos
varones la poderosa fuerza +0
do m in ó ? Sin duda un dios lo impulsa
a que medite justicias contra los injustos,
pues no es fácil que quien de continuo entra
en acción no se encuentre una desgracia.
Todo en un tiempo prolongado acaba por cum plirse. 45

El parlamento del coro oscila curiosamente de las preguntas a las


convicciones. Com ienza por preguntas: quién, de dónde, con quién;
identidad, procedencia, compañía. Son las preguntas típicas en la epo­
peya cuando un personaje se encuentra con otro. Aquí varía el esquema
porque la pregunta es por una tercera persona. A estas preguntas no va a
responder Egeo, porque no sabe las respuestas; en cambio, el público
que oye recitar el poema las sabe de sobra y con eso juega el poeta. Y así.
el coro va evolucionando y ya no pregunta, sino que califica el personaje
con una gran cantidad de adjetivos elogiosos (fuerte, vigoroso, esfor­
zado), para terminar con la casi seguridad de que un dios lo ayuda y de
que el héroe sirve a la justicia.
En la última estrofa, Egeo da detalles sobre sus acompañantes y su
indumentaria:

Dice que tan sólo dos hombres lo acompañan


y que en torno a sus herm osos hom bros
lleva una espada con em puñadura de marfil,
dos pulidos venablos en las manos,
H4 II. MITOS Y LITERATU RA

un yelmo laconio prim orosam ente cincelado 50


ceñido a su cabeza de ígneos cabellos
y una purpúrea túnica
en torno a su pecho y una capa
de lana lesalia, y que de sus ojos
irradia una rojiza llama 55
de Lem nos. F.s un muchacho
en la prim era juventud que en los marciales juegos
tiene puesto su interés, así com o en la guerra
y en el combate de broncíneo fragor,
y que su meta es la esplendente Atenas. 60

Egeo narra ahora en estilo indirecto (introducido por un « d ic e » ) lo


que le ha contado el heraldo. Se insiste en la casi soledad heroica de
Teseo, que aparece acompañado sólo por dos hombres, probablemente
Pirítoo y Forbante. También sus armas son descritas con magnificencia:
se insiste en el brillo y en la calidad de los materiales. N o lleva coraza,
sino que va a cuerpo, como los héroes. Contrasta con la magnificencia
del resto su capa de lana, la que llevaban los soldados y también los efe-
bos atenienses. Teseo es un héroe efébico, el héroe de los jóvenes áticos
en su transición de la juventud a la edad adulta. Su modelo. La descrip­
ción es casi una pintura, que podemos imaginar perfectamente. Sigue
una referencia a las aspiraciones e intereses del héroe.
El poeta acaba exabrupto con una referencia a Atenas, que se men­
ciona al principio y al final del poema. N o cabe duda de la intención de
exaltación nacionalista que preside esta composición.

8.11. C o n c l u s io n e s

Al final de este apresurado recorrido por las menciones literarias de


le se o en los primeros poetas épicos y líricos, cabe que tratemos de obte­
ner algunas conclusiones sobre la elaboración de la leyenda de este
héroe, tal como aparece en el siglo V a . C . Antes de hacerlo, sin
embargo, hay una cuestión metodológica previa que me parece muy
importante poner de relieve. Repetidas veces se ha insistido en los estu­
dios sobre Teseo en cuáles son los episodios de la leyenda que se trataban
en fecha antigua y cuáles no. Ello, sin duda, es pertinente. Pero también
lo es un enfoque menos habitual, que es observar qué detalles de estos
episodios se aludían concretamente y con qué propósitos. Trataremos de
insistir también en ese aspecto.
8 . TESEO EN LA POESÍA ARCAICA Y CLÁSICA n5

En sus primeras menciones Teseo aparece como un outsider, un adve­


nedizo. C o n respecto a H o m ero , podemos concluir, sin entrar en el
centro de la polémica sobre la interpolación, que era un héroe ajeno al
mundo aristocrático de la ¡liada y la Odisea. En el mejor de los casos, esto
es, si todos los versos referidos al héroe ático son originarios en el texto,
hallaríamos en ambos poemas alusiones muy de pasada a rasgos muy tri­
viales de una leyenda que sin duda era muy antigua: la ayuda de Teseo a
Pirítoo en la lucha entre lápitas y los centauros, el rapto de Helena y su
recuperación por los Dioscuros y la justificación del fracaso de la unión
de Teseo con Ariadna, al regreso de la aventura con el Minotauro. No
son discordantes con el testimonio de la iconografía, ya que estos episo­
dios de su leyenda son los atestiguados en fecha más antigua, pero está
claro que Homero sólo los habría rozado de modo marginal, sin intere­
sarse por ellos.
Por el contrario, si hacemos caso de algunos testimonios antiguos y
de la idea de muchos estudiosos modernos, Homero ni siquiera habría
mencionado a Teseo, y la aparición de su nombre en los textos habría
obedecido a deliberados intentos atenienses de introducir a su héroe
principal en el texto homérico. Bástenos, pues, la constatación de que
las citas de Teseo se encontraban en el centro de una polémica que era ya
antigua y que su nombre se hallaba asociado a determinadas manipula­
ciones nada inocentes del texto homérico, bien en el sentido de incluir
su nombre, con el deseo de asociarlo al prestigioso mundo heroico de la
épica más antigua, bien en el sentido de eliminarlo, para conseguir ju s ­
tamente el efecto contrario.
El balance de las menciones hesiódicas tampoco es demasiado alen­
tador. También aquí leseo es, al menos, sospechoso. Tanto si no estaba
en el texto originario y fue añadido, como si lo estaba y fue omitido, el
hecho es que no es un héroe fundamental en la trama en ningún caso.
En la lírica también tardó mucho tiempo en interesar a los poetas
otra cosa que algunos detalles secundarios de su saga. Teseo sigue sin ser
protagonista. Aunque no sabemos gran cosa del poema de Alemán en el
que se trataba la recuperación de Helena, hay que suponer que, siendo
espartano, su versión se centraría en la glorificación de los Dioscuros.
Lo mismo cabe decir de la inscripción del cofre de Cípselo. Se centran
en la recuperación, más importante para ellos que el tema del rapto, que
queda así como un episodio de amourfou, pronto reparado. En cuanto a
las versiones de Estesícoro, sin duda protagonizadas por Helena, pare­
cen viciadas por el deseo de halagar a su público espartano. Por su parte,
n6 II. MITOS Y LITERATU RA

las referencias al descenso a los infiernos, en el caso de la de Paniasis, al


que sin duda quien interesaba era su protagonista, Heracles, dan la
impresión de haber sido elaboradas para magnificar a Heracles, que es el
salvador de Teseo, mientras que en la Miniada podrían ser el paradigma
de una transgresión.
Simónides parece centrar su alusión en el dramático tema de la
muerte de Egeo por error del piloto. Una vez más. un tema marginal,
mientras que las principales hazañas de Teseo, especialmente la muerte
del Minotauro, no son el centro de ninguna obra antigua, que sepamos.
Más aún, es de destacar que en múltiples autores la leyenda de Teseo está
del todo ausente. No se menciona en Alceo, ni en los primeros elegia­
cos ni en los yambógrafos antiguos. Aristarco «ce n su ra » sus menciones
porque entiende que son un anacronismo en Homero.
Merecen atención especial las referencias a Teseo de Píndaro. En
otros líricos podemos achacar la omisión de nuestro héroe al hecho de
que la mayor parte de su producción se ha perdido. Pero de Píndaro
conservamos una gran cantidad de texto y precisamente en lo mejor y
mejor conservado de su obra, no hay una sola mención de Teseo.
Cuando las hay. en obras perdidas, parece que hay que contar con una
clara intervención del que paga la oda. cuando éste es un ateniense,
como es el caso del vencedor en las oscoforias.
Ahora bien, si es cierto que en ninguna de las escasas menciones de
los autores más antiguos aparece Teseo como protagonista, ni tan
siquiera como un personaje importante, sino que sólo se tocan aspectos
marginales de su leyenda, esta forma de aludir a aspectos secundarios
supone un conocimiento del conjunto del episodio de la saga por parte
del oyente, ya que de otro modo, no las comprendería. La antigüedad
del nombre de le s e o , por otra parte, certifica que su leyenda es muy
anterior. Y su aparición en la iconografía arcaica, lo que indica, tanto
que los artistas conocían su saga como que las imágenes debían ser
entendidas por quienes las veían, vuelve a convencemos de que la saga de
este héroe circulaba por Grecia desde tiempos muy antiguos. La pre­
gunta que cabe que nos hagamos es: si no conocemos ni rastro de poe­
mas antiguos protagonizados por leseo, ¿cóm o circulaba esta leyenda?
1.a respuesta a esta pregunta podría ser, en mi opinión, que las aven­
turas de Teseo podrían narrarse bajo la forma de cuentos populares.
Apoyaría este punto de vista el hecho innegable y repetidas veces seña­
lado de que este mito, desde lo más antiguo, está plagado de temas del
folktale: el envío a un héroe a su supuesta muerte, el anior de la princesa
8 . TESEO EN LA POESÌA ARCAICA Y CLÁSICA " 7

extranjera, hija del rey malvado, que dota al héroe del expediente que le
permite volver de un lugar del que nadie ha vuelto (definible como el
Más Allá), el triunfo sobre el monstruo y el regreso, la unión con la
princesa extranjera. Un esquema muy antiguo, también, tal como se ha
puesto de relieve por algunos autores, quienes lo han comparado con el
mito de Edipo e incluso con el cuento bororo de Geriguiguiatugo. En
efecto, el esquema de los tres mitos es similar: el abandono por el padre,
el exilio como cazador o luchador contra monstruos, la vuelta, la muerte
del padre y su sustitución. En la versión griega de Teseo, el parricidio,
sin embargo, aparece atenuado en forma de un lamentable olvido.
Si Teseo era realmente un héroe popular, se explicaría quizá su
escasa incidencia en la primera literatura, de base aristocrática, y su pos­
terior magnificación, paralela al nacimiento de la democracia griega.
Este proceso de conversión de personaje de segunda fila en gran
héroe no fue, sin embargo, repentino. Primero consiguió introducirse
en el Ciclo, al socaire del afán de este tipo de literatura de « d e v o r a r»
leyendas pintorescas y aspectos del cuento popular orillados o desaten­
didos por H o m ero . El C iclo trata del tema de Teseo y Ariadna como
paradigma de amor destructivo, destinado al fracaso, aunque con «final
feliz», muy del gusto cíclico, por intervención de dioses. Y también nos
cuenta el rapto de Helena y la recuperación por los Dioscuros, que se
llevan a Etra, la madre de Teseo, así como la posterior recuperación de
la anciana, para complementar la vaga alusión de la Ufada a la presencia
de Etra en Troya.
Un punto más avanzado en el proceso de aumento de la importancia
de Teseo es la Miniada. Parece que persiste la antigua concepción del viaje
de Teseo y Pirítoo a los infiernos como paradigma de soberbia (hubris).
Pero al mismo tiempo, Teseo y Pirítoo le sirven al poeta como « cice ro ­
nes», como hilo conductor para ensartar temas del mito beocio encar­
nados en los ilustres castigados con los que se encuentran y de los que
acabarán formando parte. Hay ya, probablemente a principios del V a.C .
y en Orcómeno, una nueva valoración del héroe que aparece como p ro ­
tagonista, no sabemos si del poema completo, pero sí, por los menos, de
un episodio importante.
Pero es en Atenas donde, desde finales del siglo VI a .C . Teseo des­
pega de sus orígenes modestos hasta adquirir una situación de prepon­
derancia. El mito adquiere en manos atenienses una dimensión política.
La mitología ateniense no podía al principio competir con otras mito­
logías regionales de Grecia, pero se desarrolla con el creciente dominio
n8 II. MITOS Y LITERATU RA

ateniense de la cultura artística y literaria. Creada más tarde, la mitolo­


gía ática es distintivamente una mitología política, a través de la cual los
atenienses forjaban el sentido de su identidad como pueblo.
Poco a poco se va configurando la leyenda de Teseo a imagen y seme­
janza de los ideales que Atenas cree encarnar. Pero ello suscita una
nueva pregunta, ¿ p o r qué precisamente Teseo? ¿ Q u é rasgos de su
leyenda le resultaban a los atenienses atractivos como para convertirlo en
un «segundo H eracles»? Es obvio que se trata de una pregunta de difí­
cil respuesta y no pretendo tenerla, pero sí creo que se pueden apuntar
algunas razones posibles.
En prim er lugar, el mito más destacado de Teseo, la historia del
Minotauro, ofrece un modelo del héroe que se enfrenta con mons­
truos, por tanto un héroe civilizador y que acaba con el tirano (Minos).
En segundo lugar, quizá la historia de Medea permitía una identifi­
cación de las aventuras de Teseo con las Guerras Médicas y por ende con
el papel rector de los atenienses en el acontecimiento. Ello sería quizá,
sin embargo, más bien una identificación post eventum.
En tercer lugar, Teseo es desde antiguo el héroe que va al otro
mundo, que desciende a los infiernos, que penetra en el laberinto, que
entra en el mar. Kuncionalmente es todo lo mismo, el retorno del lugar
del que no se vuelve, que al mismo tiempo se identifica con el viaje ini-
ciático, educativo, del joven aspirante a ciudadano. El viaje al otro
mundo proporciona a quien logra realizarlo la adquisición de determi­
nado conocimiento superior, al ser este reino el lugar no sometido al
aquí y al ahora, sino ajeno al tiempo, donde se unen el pasado y el
futuro.
Por otra parte, la Amazonomaquia brindaba un nuevo paradigma de
la lucha occidente-oriente.
Todo ello encarnado en un héroe popular, orillado antes por la aris­
tocracia, y ahora grato a las nuevas clases en ascenso.
En otras palabras, los episodios de la leyenda de Teseo puestos de
relieve a finales del siglo VI y principios del V a . C . ya no son el amor
loco o el atrevimiento del viaje a los infiernos, sino la lucha liberadora,
la adquisición de experiencia en el viaje, sobre todo, en el viaje al Más
Allá, una lectura nueva del viejo mito, que a medida que avanza el
tiempo se irá haciendo más próxima a los ideales de la democracia.
C o n el esplendor de Atenas, y al hilo de esta reutilización política e
interesada de su figura, a finales del VI a . C . entra de un modo casi
repentino en la literatura su ciclo entero. Seguramente tuvo un trata­
8 . TESEO EN LA POESÌA ARCAICA Y CLÁSICA " 9

miento extenso en un poema ateniense, la Teseida, equiparable a otros


poemas locales del VI, pero que adquirió mucha mayor resonancia por
tratarse de Atenas y no de una pequeña ciudad. Un poema, pues, nacio­
nal, propagandístico. Ello fue también la causa de su desgracia, porque
la decadencia de Atenas debió marcar también la de esta interesada obra,
que se perdió, sin dejar casi restos.
En él, las hazañas de Teseo, antiguas y nuevas, se organizaban sin
duda sobre el modelo de los trabajos de Heracles, hasta tal punto que los
dos únicos fragmentos que nos llegan de la Teseida aluden a Teseo como
colaborador de Heracles. Sin embargo desde pronto se tiende a hacer
que los rivales de Teseo aparezcan humanizados. Ya no son monstruos,
sino salteadores de caminos, ya que el nuevo héroe es el representante
de los ideales de la educación (paideia) ática.
Todo esto podemos darlo p o r cierto. Lo que ya no me parece tan
admisible son dos modos de proceder en este terreno, bastante frecuen­
tes. El primero de ellos es atribuirle generosamente episodios concretos
a la Teseida, de acuerdo con el principio general, más o menos declarado,
de que toda leyenda de Teseo que aparezca en las artes plásticas en una
fecha compatible con la del poema, debe proceder de él. Y así se le atri­
buye la recuperación de las señales de identidad del heredero de Egeo.
las sandalias y la espada (prendas que Egeo habia dejado ocultas en una
roca) y también el episodio del complot de Medea contra Teseo, anali­
zado como trasunto mítico de las Guerras Médicas.
El procedimiento me parece, al menos, discutible, sobre lodo p o r ­
que debió haber más de una leseida (sabemos, aunque sólo sea de su exis­
tencia, de poemas posteriores escritos por Dífilo, y luego por Pitóstrato
o Nicóstrato, Zópiro, Gordo y otros) y porque no podemos excluir que
circularan tradiciones antiguas múltiples sobre Teseo, un personaje de
moda a partir del siglo V a .C . en Atenas. En suma, si bien es innegable
es que registramos en esta época una sistematización de la leyenda en las
artes plásticas que probablemente sea correlato de una sistematización
también en la literatura, es discutible que ésta se operara tan sólo y poco
menos que ex novo en la leseida.
El segundo proceder, que se prodiga sin demasiado fundamento, es
considerar a Teseo como paradigma mítico de un personaje concreto.
De un texto del que no sabemos más que lo que acabamos de ver, ha
dicho Schefold (Museum Helveticum 3. 194-6, 5 9 ~9 3 ) ; <<:La segunda obra de
arte, que se crearía en el circulo de Clístenes en Delfos fue un poema
épico con las hazañas de Teseo, su lucha contra fieras salvajes y salteado-
12 0 II. M IT O S Y L IT E R A T U R A

res de c a m i n o s » . S u p o n e este a u to r q ue no p u e d e ser casual la c o in c i­


d en cia de fechas en tre la a p a ric ió n en el arte del ciclo de las hazañas de
Teseo ( 5 1 0 a . C . ) y el re t o r n o de los A lc m e ó n id a s a A tenas a la caída de
los tir a n o s , de m o d o q u e co n c lu y e q u e Teseo era el m o d e lo m ítico de
C listen es, y q ue el p o em a su rg ió c o m o p ro p a g a n d a de los A lcm eón id a s
c o n tra los tiran os.
E n m i o p in ió n , la iden tificación de Teseo c on u n o u otro político en
con creto n o debe hacerse p recip itadam en te. Las relaciones entre mito y
realidad política n o siem p re son tan b u rd as c o m o algu n os investigado­
res p r e te n d e n d e t e r m i n a r . N i la leyen d a M e d e a / T e s e o es p u n t o p or
p u n t o un a t r a d u c c ió n de las G ü e r a s M édicas, ni T e se o es C listen es,
c o m o t a m p o c o c reo q u e sea C i m ó n en el d i t i r a m b o 1 8 de B a q u ílid es,
c o m o se ha p re te n d id o . L o s cam in os de la p ro p a g a n d a son más sinuosos
y más efectivos, p recisam en te p o r su ap a ren te falta de relación en tre el
m e n s a je y su t r a s f o n d o . Se trata más b ie n de q ue éste o aq u é l otro
aspecto de la leyenda favorece los « p r o g r a m a s » o tendencias políticas de
esta o tal o tra fa m ilia , o de esta o aq u e lla c iu d a d , de igual m o d o que
S u p e r m a n n o se id e n t ific a c o n n i n g ú n p r e s id e n te n o r t e a m e r ic a n o ,
p e ro sí coin cide con una d eterm in ada visión del m u n d o m uy n o rte a m e ­
rican a que p u e d e s e r d e lib e r a d a m e n t e e x p o r ta d a . P o d r ía m o s m e jo r
a fir m a r que Teseo p ued e rep resen tar en cierto m o m e n t o un Aihenian way
oflife o servir c o m o un h é ro e que en carn a los ideales dem o cráticos. Pero
el n uevo in terés p o r Teseo no fue ni r e p e n tin o ni exclusivo del círculo
de C listen es.
Frente a esta versión favorable, en que ya Teseo es p rotagonista: la de
la Teseida, en la f r o n t e r a de fin a le s del siglo VI . ha llam o s u n a c o r r ie n t e
antiteseica, al hilo de un m ovim ien to antiateniense, que lleva a la damna-
tio memoriae de T e se o en p o e m a s en que los citab a n , a r g u y e n d o q ue las
citas habían sido añadidas en ellos p o r los atenienses (lo cual p u d o haber
sido verdad): se trata de la versión de M égara. Esta trad ición megarense,
de o r ig e n d e s c o n o c id o y bastante evanescente, p e r o de la q u e hallam os
huellas incluso en la C o le c c ió n T e o g n íd ea , acabaría p o r verse d e n otada
p o r la triu n fa n te g lo rifica c ió n de Teseo, al hilo de la gloria de Atenas.
De e n ca rg o aten ien se, co n to d o lo q ue eso s u p o n e , son los poem as
de B a qu ílid es, que se sube en el ca rr o del m ito r ecien tem en te r eelab o -
r a d o , p a t r o c in a d o p o r sus p o d e r o s o s sponsors. B a q u ílid e s d istrib uye sus
elogios a T e se o en dos gran des aspectos. U n o , la leyenda trad icio n a l, el
M in o tau ro , p ero con las notas « n u e v a s » de l e s e o : caballerosidad y j u s ­
ticia, imagen de la holokagathia ática. O tr o , su ciclo del viaje de T re zén . En
8. TESEO EN LA POESÌA ARCAICA Y CLÁSICA 121

esa misma dirección se alinearán luego la imagen del héroe que nos pre­
senta el teatro, como gobernante sabio y prudente, responsable del
sinecismo y campeón de la democracia. Y también, el uso y abuso del
tema por los oradores y autores tardíos y la desmesurada utilización de
su mito como tema de toda clase de artistas. Pero esto, como diría Rud-
yard Kipling, es ya «otra historia».
9. LOS MITOS DE LOS HIMNOS HOMÉRICOS.
EL EJEMPLO DEL HIMNO A AFRODITA

9.1. C o n sid e r a c io n e s g e n e r a le s

Hay pocos géneros literarios en cuya consideración e interpretación se


haya producido un cambio tan drástico como en los llamados Himnos
homéricos.
Se trata de un tipo de composiciones olvidadas durante siglos, ya
desde la propia antigüedad clásica. Apenas llegan a veinte las veces en
que aparecen citados en los autores antiguos; no fueron comentados ni
tomados en consideración por los filólogos de Alejandría y han llegado
a nosotros por canales bastante marginales y notablemente minoritarios.
Para empeorar la situación, Wolf en 1795 emitió la teoría de que se tra­
taba de preludios, recitados antes de las obras épicas mayores, esto es, de
que eran las piezas con que los aedos solían comenzar sus actuaciones en
las recitaciones públicas. C o n ello los Himnos se vieron reducidos a la
categoría de meros « ap e ritivo s» o «e n trem eses» literarios antes del
«plato fuerte» de los poemas como ¡liada u Odisea. Pese a que esta inte-
pretación sigue manteniéndose por bastantes autores, no parece que
valga para todos los himnos (y, menos que para ninguno, para los más
largos).
La bibliografía que se les había dedicado fue por mucho tiempo
escasa y sin demasiadas aportaciones de interés. Y así, la investigación de
los años cuarenta y cincuenta trató de atribuirles unos objetivos de
índole social o sociopolítica, hoy considerados secundarios o descami­
nados; es el caso de las discusiones sobre el Himno a Afrodita, con el postu­
124 II. MITOS Y LITERATU RA

lado de que lo que se quería en él era ensalzar a los Enéadas, e incluso la


puesta en cuestión de si se trataba de un poema religioso, de un himno
profano o de mera poesía galante. O tro ejemplo podría ser un estudio
de Brown (Hermes the Thiej, Madison I 9 4 7 )> quien cree ver en el Himnoa
Mermes un conflicto entre la burguesía, representada por I lermes dios de
la astucia y el comercio, y la aristocracia, encarnada en Apolo. Incluso se
arriesga a postular que el himno procedería del culto de los Pisistrátidas
y que tendría como objetivo la expresión de los intereses de la nueva
clase social que acababa de acceder al poder. Hoy las interpretaciones de
este, tipo se consideran bastante desenfocadas sobre lo que creemos que
es la función y el significado de esta producción poética.
Incluso en la indagación de su lenguaje, fueron clasificados como
pertenecientes a un estadio que recibió el desagradable nombre de
«estadio su b -ép ico ». denominación que tiene notables connotaciones
de una valoración inferior.
Pero la situación cambió de modo radical desde los setenta del siglo
veinte hasta nuestros días y la investigación reciente ha descubierto la
enorme importancia que tienen los himnos y los mitos que narran en lo
que podríamos denominar construcción literaria de lo sagrado, con una
personalidad propia junto a las grandes sagas panhelénicas como la Hiada
y la colosal síntesis hesiódica.
En las líneas que siguen voy a tratar de sintetizar los rasgos que se han
atribuido en los últimos años a los mitos narrados en los Himnos y me
centraré en un análisis (que no puede ser profu ndo, por razones
obvias), de uno de los más hermosos, a la vez que más complejos. El
Himno a Afrodita.
Hay que advertir, sin embargo, que la colección de los himnos es
muy heterogénea, tanto en extensión, como en autor (desde luego no
son de H o m ero ), como en época (incluso alguno es muy tardío), de
forma que sólo hasta cierto punto pueden tratarse como una unidad. Lo
que sí podemos es establecer una división relativamente clara dentro de
ellos, entre un grupo de himnos mucho más extenso, que contienen
una narración mítica, y otros más breves que se limitan a un cortés
enunciado de epítetos o a la presentación, en un par de pinceladas, de
una escena protagonizada por la divinidad. Salvo indicación en contra,
me referiré sólo a los llamados « H i m n o s mayores», donde hay narra­
ción mítica.
Los rasgos que podemos atribuirles a los mitos narrados en los H im ­
nos largos son los siguientes:
?. LOS MITOS DE LOS H IM N O S H O M ÉRIC O S '25

1) Tratan temas tradicionales, que son, como ocurre siempre en el


mito antiguo, aludidos y que presuponen un amplio contexto mítico
conocido por el público, pero no expresado por el aedo en su totalidad.
Lo que el poeta hace es seleccionar de este contexto unos determinados
aspectos, sabedor de que el público los inserta sin dificultad en un co n ­
junto más amplio que le es familiar.
Los tenias míticos que configuran estos relatos son de origen muy
diverso: algunos pueden proceder del ámbito indoeuropeo, otros tie­
nen un aspecto muy característico del oriental: babilonio, hurrita o de
Asia Menor. Pero no se pueden separar con nitidez unos temas de
otros, porque lo habitual es que en el momento en que los conocemos,
las tradiciones de uno u otro origen se hallen ya organizadas en un con­
junto coherente y del todo griego.
2) El protagonista de un himno es siempre un dios individual, situado
ante lo que podríamos llamar una situación de crisis. La crisis puede
deberse, bien al nacimiento de un nuevo dios (caso de los himnos a Apolo
ya Hermes), a quien deben asignársele determinadas funciones, bien a un
conflicto de intereses entre divinidades (como ocurre en los himnos a
Afrodita y a Deméter). No deja de ser significativo que en el primer caso
se trate de divinidades masculinas y en el segundo, de divinidades femeni­
nas. En uno u otro caso la aparición del nuevo dios o el conflicto que
protagoniza conducen a la sustitución de una situación anterior por otra
más «m o d e rn a», bien entendido que «más moderno» se encuadra den­
tro de lo que llamamos el «tiempo mítico», pero en sus postrimerías.
Se sup o n e que lo que he llam ad o « s i t u a c ió n a n t e r i o r » no era la
perfecta o la deseable, y que la so lu ció n de la crisis co n d u c e a d ejar el
estado de cosas organizado de una form a definitiva.
3) De lo que se trata en esa organización es de definir o de redefinir,
si se quiere, el papel que ocupa cada dios, en la idea de que cada trans­
formación del m undo implica la necesidad de reestructurar el orden
jerárquico, lo que comporta dos aspectos básicos, a los que denom ina­
mos, en términos de los propios Himnos, los erga y las timai: erga son las
esferas de acción del dios, sus actividades, sus poderes lo que, si no fuera
escandalosamente m oderno, llamaríamos sus funciones principales;
pero en el concepto de erga se incluyen, además de las actividades del
dios, las de los mortales que aceptan su ayuda. Las timai son las honras
que le son debidas, la jerarquía que se le asigna, sus privilegios,
Asi que de n in g ú n m o d o los m itos que se n arran obe d ecen a un
puro ejercicio literario . A u n q u e , desde luego y p o r añ ad id u ra, son
126 II. MITOS Y LITERATU RA

obras literarias, y de gran valor, su función principal es colaborar en la


organización o reorganización de lo sagrado.
4) En este sentido, podemos decir que los mitos de los Himnos forman
parte de lo que podríamos llamar una cosmogonía, en la medida en que
cosmogonía quiere decir no tanto el nacimiento del mundo, cuanto
proceso de configuración del orden del mundo (véase capítulo i).
Transcurren, como la cosmogonía, en el tiempo mítico, diferente de
éste en que vivimos, pero no en el origen de los tiempos, como los mitos
de creación del mundo, sino en los momentos posteriores en que, tras
la diferenciación de las cosas, y la toma del poder por parte de Zeus,
conviene establecer con claridad las «reglas del j u e g o » y determinar
con exactitud qué función tiene cada uno de los demás dioses dentro de
este nuevo orden. En ambos casos se trata de situar, ya a final del tiempo
mítico, la justificación de lo que se supone que son los rasgos que iden­
tifican a la divinidad que protagoniza el Himno.
5) Se refieren, pues, a lo que podríamos llamar la clave del arco de la
organización de lo sagrado. Signos del cambio producido o de la solu­
ción de la crisis pueden ser la creación de una fiesta, la instauración de
un culto, la asunción de determinadas obligaciones por parte de la divi­
nidad o el nacimiento de un personaje. Por ello se implican en nuestros
mitos tanto el alcance de los poderes del dios (lo que configuran sus
erga), como la etiología de cultos, de epítetos del dios, de determinadas
invocaciones cultuales o de una fiesta (esto es, lo que conforma sus
timai). Todo ello concuerda bastante bien con el rasgo de mitos de oríge­
nes que acabo de asignarles. En el marco conmemorativo del himno
(asociado o no a una fiesta), se trata de remitirse al mom ento en que
empezó la fiesta o nació el propio dios que se glorifica, al porqué de un
tipo de relación entre dioses y hombres.
6 ) Esta organización de lo sagrado no es local, sino panhelénica, y de
naturaleza no artística, sino política, de forma similar a cómo los juegos
atléticos se convierten en panhelénicos. Hay todo un esfuerzo por con­
figurar un sistema de clasificación del mundo basado en las relaciones
de poder entre los dioses, de una jerarquía. De ahí que se tienda a evitar
los rasgos más locales de los mitos. En cierto modo, el paso de la época
de los conflictos a la de orden, a su modo, es trasunto también de un
paso de una organización disgregada a otra centralizada y jerárquica de
lo sagrado. Y también, como veremos, el paso de una época en que las
divinidades femeninas tienen mayor predicamento a otra en que la
organización es predominantemente patriarcal.
». LOS M IT O S OE LO S HIMNOS HOMÉRICOS 1 2 7

7 ) C u a n d o se n a r r a n o t r o s m it o s s e c u n d a r io s en el h i m n o n o s o n en
m o d o a lg u n o d i g r e s io n e s , s i n o q u e se r e f i e r e n a asp ecto s c o m p l e m e n t a ­
rios d e esta o r g a n i z a c i ó n d e lo s a g r a d o , q u e c o n f i g u r a n c o n el r e la t o
p rin c ip a l u n v e r d a d e r o s istem a m ític o .
8 ) E s c o r r i e n t e q u e i n t e r v e n g a n e n la t r a m a lo s s e r e s h u m a n o s , ya
que el m i t o c o n c i e r n e t a m b i é n y d e m o d o m u y d i r e c t o al p a p e l d e lo s
seres h u m a n o s en los erga y timai d e los d i o s e s : e n lo s erga, p o r q u e h e m o s
dicho q u e i n c lu y e n , a d e m á s d e las a ctivid ad es d el d io s , las d e los m o r t a ­
les q u e a c e p t a n su a y u d a ; e n las timai, p o r q u e lo s h o m b r e s e s tá n m u y
im p lic a d o s e n las h o n r a s q u e s o n d e b i d a s a lo s d i o s e s y e n a q u e l l o q u e
debe evitarse e n la r e la c i ó n c o n e llo s.
9) F o r m a l m e n t e , lo s //imnos e s tá n e s c r it o s en el v e r s o p r o p i o d e la
épica, c o n f ó r m u l a s m u y s im il a r e s y e s q u e m a s n a r r a t i v o s p r á c t ic a m e n t e
id én ticos, p e r o se e s t r u c t u r a n d e u n a f o r m a del t o d o p a r a le la a las c o m ­
p o s ic i o n e s d e la l í r i c a , c o n las q u e t i e n e n t a m b i é n m u c h o s p u n t o s de
c o n ta c to . E l m á s i m p o r t a n t e es q u e t o d o s e l l o s (y lo q u e d i g o a h o r a es
a p lic a b le t a m b i é n a lo s h i m n o s d e m e n o r e x t e n s i ó n ) p r e s e n t a n u n a
estructura básica trip a rtita , d i f e r e n t e d e la e s tru c tu r a d e lo s p o e m a s é p i ­
cos y c a r a c te r ís tic a , e n c a m b i o , d e las c o m p o s i c i o n e s l ír ic a s . L o s in ic ia
una i n t r o d u c c i ó n , r e f e r i d a al p r e s e n t e , en q u e se p i d e a u n d i o s q u e
cante ( o b i e n el a e d o d e c l a r a en p r i m e r a p e r s o n a q u e va c a n t a r a u n
dios). S ig u e u n a p a rte c e n tra l d e e x te n s ió n m u y v a ria b le , q u e va desd e su
práctica in e x is t e n c ia ( p o r e j e m p l o , el Himno 1 3 ) . a u n a b reve r e f e r e n c i a a
rasgos c a ra c te rís tic o s del d io s , o p e q u e ñ a s escen a s d e su a c t u a c ió n , hasta
llegar a lo s l a r g o s y c o m p l e j o s r e la t o s d e lo s h i m n o s l l a m a d o s « m a y o ­
r e s » , e n lo s q u e se n a r r a n m i t o s . L o s c i e r r a u n a p a r t e f i n a l e n q u e se
saluda a la d i v i n i d a d , y e n q u e el a e d o , d e n u e v o r e t o r n a d o al p r e s e n t e ,
al aquí y al a h o r a , a la r e a lid a d d e su e n t o r n o , p u e d e p r o m e t e r q u e v o l ­
verá a c a n ta rla o p e d i r su i n t e r c e s i ó n p a ra a lg o . O s e ñ a la q u e se a c o r d a r á
de o tr o s d io s e s .
I n c lu s o a lg u n o s e s t u d io s re c ie n te s h a n p r o f u n d i z a d o en v e r lo s Him­
nos c o m o f r u t o d e u n a t r a d i c i ó n i n d e p e n d i e n t e o p a r a l e l a a la d e la
épica, n o c o m o m e r o s d e r iv a d o s d e ella.
1 0 ) A u n q u e d e s c o n o c e m o s la o c a s ió n c o n c r e t a en q u e se e n t o n a b a n
estas c o m p o s i c i o n e s , al l im it a r s e n u e s t r a i n f o r m a c i ó n s o b r e e llo s p r á c ­
ticam en te a la c o n t e n i d a en sus p r o p i o s textos, lo q u e está c la ro es q u e el
h i m n o se c o n c e b í a c o m o u n h í b r i d o d e e l o g i o y d e s ú p l i c a . S i c o n el
elo gio el a e d o p r e t e n d e c a p t a r la b e n e v o l e n c i a d e l d i o s , la s ú p li c a trata
de l o g r a r n o t a n t o u n a a c t u a c i ó n c o n c r e t a d e la d i v i n i d a d , c u a n t o
128 II. M IT O S Y L IT E R A T U R A

p o n e r l a e n u n a d i s p o s i c i ó n f a v o r a b l e . Si se le r e c u e r d a n al d i o s cuáles
s o n su s e s f e r a s d e a c c i ó n , si se s e ñ a l a n c u á l e s s o n lo s p e l i g r o s d e su
a c t u a c ió n , p a r a q u e e jerz a las p r i m e r a s y evite lo s s e g u n d o s , si, adem ás,
se ce n tra el pa p el d e los h o m b r e fre n te a esos dioses, se c o la b o r a a la crea­
c i ó n d e u n a r e l a c i ó n a r m o n i o s a y esta b le e n t r e h o m b r e s y d i o s e s . U n a
r e la c i ó n en q u e el a e d o t ie n e u n p a p e l p r i m o r d i a l .
1 1 ) E n e f e c t o , es el a e d o el q u e e s t a b le c e u n a r e l a c i ó n c o n el dios,
b i e n p o r q u e lo g l o r i f i c a , b i e n p o r q u e s o lic ita su a yu d a, b i e n p o r ambas
cosas. P e r o n o se trata tan s ó lo d e h a la g a r lo . El h o m b r e d e c la ra r e c o n o ­
c e r lo q u e le d e b e al d io s , sab e c u á le s s o n las c a p a c id a d e s p o s itiv a s d e la
d iv in id a d a la q u e e lo g ia y s u p lic a , p e r o t a m b ié n sus a sp ecto s p e lig ro s o s.
C o n su c a n to , el h o m b r e m a n ifie s ta q u e c o n o c e cuál es el p a p e l d e todos
( h o m b r e s y d io s e s ) e n el o r d e n del m u n d o , a m e n u d o , p i d e a la p r o p ia
d i v in id a d q u e se los in s p ir e y. e n t o d o caso, lo c o m u n i c a al g r u p o q u e lo
es c u c h a . A s í , al a c t u a r c o m o u n a e s p e c ie d e m e d i a d o r o d e a c tu a liz a d o r
d e d i c h o o r d e n , c o l a b o r a a ctiva m e n te a m a n t e n e r l o . E l h o m b r e e n c u e n ­
tra su ra z ó n d e s e r al s a b e r el l u g a r q u e o c u p a e n ese o r d e n u n iv e rsa l y el
p a p e l q u e le c o r r e s p o n d e .
1 2 ) D e a h í la i m p o r t a n c i a q u e a d q u i e r e n l o s te m a s a q u e a n t e s he
a l u d i d o : a) el n a c i m i e n t o d e l d i o s , cu y a a p a r i c i ó n o b l i g a r á a p l a n t e a r
c u á l es la f u n c i ó n q u e va a t e n e r e n ese m u n d o p r o g r e s i v a m e n t e d i f e ­
r e n c i a d o ; b ) u n c o n f l i c t o , a tra v é s d el c u a l se llega a u n a s o l u c i ó n , la
s o l u c i ó n d e f in it iv a q u e c o n s a g r a u n o r d e n c o n s is t e n t e en q u e cada dios
y cada h o m b r e t i e n e n su p a r t e y su f u n c i ó n a s ig n a d a e n él. El c o n f l ic t o
sirve a m e n u d o p a ra q u e los d io s e s estab lezcan d e m o d o d e f in it iv o c u á ­
les s o n e n c o n c r e t o sus erga y su s timai y c) u n a f ie s ta , u n a c o n m e m o r a ­
c i ó n , u n e l e m e n t o q u e sirve d e r e c o r d a t o r i o d e la f o r m a en q u e se lo g ró
el a c u e r d o . E n r e la c ió n c o n esa fiesta o c o n el m o tiv o q u e c o n m e m o r a la
in s t a u r a c ió n del o r d e n , el a e d o , s u in t é r p r e t e , esta b le ce u n v ín c u l o con
el d i o s a q u i e n le d e c la r a c o n o c e r los t é r m i n o s d e ese o r d e n (a m e n u d o
p i d i é n d o l e q u e se lo s i n s p i r e ) , y c o n el g r u p o s o c ia l a q u i e n se los
r e c u e r d a ; d e a lg u n a f o r m a r e p r o d u c e y actualiza c o n e llo la o r g a n iz a c ió n
d e lo s a g ra d o .
T r a s estas r e fe r e n c ia s n e c e s a r ia m e n t e b reve s s o b r e lo q u e s o n h o y las
o r i e n t a c i o n e s e n la i n t e r p r e t a c i ó n d e los h i m n o s h o m é r i c o s , c e n t r a r é
m i a t e n c i ó n en u n o d e e llo s , p a r a m i g u s to , el m á s e x q u is it o : el Himno a
Afrodita.
9. LOS M IT O S D E LOS HIMNOS HOMÉRICOS 129

9 - 2 . U N E J EM P L O: E L H lM N O A A F R O D I T A
O b ra atípica c o m o pocas, el Himno a Afrodita se re sin tió más q ue n in g ú n
otro de la falta de a te n c ió n de los c o m e n ta r is ta s , y así fu e tild a d o de
mera aventura galan te, de p oesía civil co m p u e sta a m ay o r g lo ria de los
Enéadas y de c o m p o s ic ió n llen a de d ig r e s io n e s in c o m p r e n s ib le s . S ó lo
desde hace bastante p o c o ha sid o o b je to de v a rio s tra b a jo s q u e han
puesto de m anifiesto el p r o f u n d o significado que tiene este h im n o d e n ­
tro de lo que he llam ado « o r g a n iz a c ió n de lo s a g r a d o » .
Pasemos a un exam en, necesariam ente ráp id o , de la organ ización del
m aterial m ític o d e n t r o del h i m n o . Iré p r e s e n ta n d o los v ersos de cada
parte significativa, seguido de u n breve c o m e n ta rio . L o s n ú m e r o s entre
paréntesis se rem iten a los versos del h im n o .

9.3. P r o em io

Inicia el p o em a un p ro e m io en que el aedo pide a la Musa que inspire su


canto:

C u é n tam e , M usa, las acciones de la m uy áurea A fro d ita ,


de C ip ris, que despierta en los dioses el dulce deseo
y d om eñ a las estirpes de las gentes m ortales,
a las aves que revolotean en el cielo y a las criatu ras todas,
tanto a las m uchas que la tierra firm e n u tre, co m o a cuantas n u tre
el p o n to . g
A todos afectan las acciones de C ite re a, la bien co ro n ad a.

El poeta com ien za ( 1 - 6 ) p o r p e d ir a la Musa que le in sp ire las erga de


A fro d ita; sus p o d ere s, el ám b ito de su ac tu a c ió n . Estos erga son básica­
mente desp ertar en los seres el deseo de un irse, el p lacer sexual y la p r o ­
creación. E n cu an to a su á m b ito de actuación s o n : a) los dioses ( 2 ) , b)
los seres h u m a n o s (3)- c) el m u n d o a n im a l: aves (4 ), seres terrestres y
seres acuáticos (5), esto es (resum e el poeta), todos (6).
A f r o d it a p e r s o n if ic a p o r tanto la fuerza un iversal del sexo. S u s erga
son básicas p a ra el f u n c i o n a m i e n t o del m u n d o , para su p e r d u r a c i ó n .
Pero la insistencia en restablecer este cu ad ro separado dioses / h o m b res /
m un do an im al tiene su im p o rta n c ia, c o m o luego verem os.

1 res corazones hay, sin em b argo, a los que n o puede p ersu ad ir ni en gañar.

Se advierte (7) q ue hay tres excepciones a la regla general y nos e n t e ­


ramos así de q u e p ersu a sión y e n g a ñ o so n las fo rm a s básicas q u e a d o p ­
tan las erga de A f r o d it a ; en efecto, el s e d u c to r p e r s u a d e y en g a ñ a para
130 II. M IT O S Y L IT E R A T U R A

l o g r a r sus f in e s . C o n esta d e c la r a c ió n se i n t r o d u c e el e x c u r s o d e las dio­


ses q u e se r e s is te n a A f r o d i t a ( 8 - 3 3 ) . L a s tres d io s a s q u e se m e n c io n a n
c o m o e x c e p c io n e s s o n A t e n e a ( 8 - 1 5 ) , A r t e m i s ( 1 6 - 2 0 ) y U e s tia ( 2 1 - 3 2 ) .

A la hija de Zeus egidífero. a Atenea la de ojos de lechuza,


pues no le agradan las acciones de la muy áurea A frodita,
sino que le atraen las guerras y la acción de Ares 10
combates y batallas, asi com o ocuparse de esplendidas labores.
Fue la prim era que enseñó a los artesanos que pueblan la tierra
a hacer carrozas y carros variamente adornados de bronce.
Fue ella también la que a las doncellas de piel delicada, en sus aposentos
les enseñó espléndidas labores, inspirándoselas en el ánim o a cada una. 15

Tampoco a la estrepitosa Artem is, la de las áureas saetas


la somele jam ás al yugo del am or la risueña Afrodita.
Pues le agrada el arco, abatir fieras en los montes,
las form inges. los coros y los penetrantes griteríos de invocación,
así com o las arboledas umbrías y la ciudad de varones justos. 20

Tampoco a la veneranda virgen le agradan las acciones de A frodita,


a Hestia, a la que engendró la prim era C ro n o , el de hoz curva,
y después la últim a1, según el designio de Zeus egidífero;
la augusta deidad a la que pretendían Posidón y Apolo.
Pero ella no consentía en absoluto, sino que los rechazó con firmeza 25
y pronunció un solem ne juram ento que. en efecto, se ha cum plido,
tocando la cabeza de Zeus egidífero:
que sería virgen el resto de sus días, divina entre las diosas.
El padre Zeus le concedió un hermoso privilegio en vez de bodas
y ella se asentó en el centro del hogar, recibiendo asi la grasa de las ofrendas;
en todos los templos de los dioses es objeto de honor
y entre todos los mortales se la tiene por la más venerable entre las diosas.

A los corazones de éstas no puede persuadir ni engañar.

I El doble nacimiento de Hestia se explica por el mito narrado por Hesíodo. leognnía
454-ss. Crono iba engullendo a sus hijos conforme iban naciendo y I lestia. por ser
la primogénita, fue engullida la primera. Luego, se vio obligado por Zeus a vomi­
tarlos y, en consecuencia la volvió a «dar a luz» la última.
9. LO S M IT O S D E LO S HIMNOS HOMÉRICOS 13 '

Las tres diosas m e n c io n a d a s p e r s o n ific a n las restriccio n es q ue e n el


orden de cosas ad ec u a d o d eb en hacerse al n ecesa rio p r i n c ip i o g e n e ral
de la necesidad del sexo y del deseo a m o r o s o c o m o c o n d ic ió n de la p e r ­
duración del m u n d o . Las erga de A f r o d it a n o p u e d e n ni deb en i n t e r fe ­
rir en las erga de estas tres diosas, c o m o c o n d ic ió n necesaria para el e q u i­
lib rio de las s o c ied ad es h u m a n a s , b ie n e n t e n d i d o que s e ñ a la r las
excepciones del p o d e r de la diosa es u n a fo rm a de exaltarlo.
¿ P o r qué estas tres d iv i n i d a d e s ? R u d h a r d t (Museum Helveticum 3 5 >
19 78, I - 1 7) da un a explicación que m e parece im pecable: A ten ea es una
diosa de la ciu dad, la diosa g u e rr e r a y artesana, sus erga son las activida­
des de lo q ue p o d ría m o s llam a r « v id a en c o m ú n » , las de la p olítica, el
ám bito de las n ecesid a d es colectivas; A rt e m is es d e f in id a c o m o la r e s ­
ponsable del crecim ien to y edu cación de los hijos, hasta que « e n t r a n en
la c iu d a d » , y e n cu an to a Hestia es la diosa q ue rep resen ta el fu eg o del
hogar, la estabilidad de la fam ilia.
N in g u n o de estos á m b ito s fu n d a m e n ta le s : la g u e r r a y la p olítica, la
educación de los jó v e n e s , la estabilidad del h o g a r y la fam ilia, p u e d e ni
debe ser p e r tu r b a d o p o r las relac io n es eró ticas a p a d r in a d a s p o r A f r o ­
dita.
Pero, un a vez establecidos en la digresión (cuyo final se marca con el
verso 2 9 ) los límites del p o d e r de A fr o d it a , se alude a h o ra al cen tro del
p roblem a que ha de tratarse en este h im n o ( 3 4 - 4 4 ) -

Pero de lo dem ás, nada ha p o d id o su straerse a A fro d ita ,


ni entre los dioses bien aven tu rad os ni entre los h om bres m ortales. 35
Ella le arrebata el sen tid o in clu so a Zeus, que se goza con el rayo,
él que es el m ás g ran d e y el que participa del m ayor h o n o r.
E n gañ an d o cu an d o q u iere sus sagaces m ientes,
lo une co n la m ayor facilidad a m u jeres m ortales.
h acien d o que se olvide de fie r a , su h erm ana y esposa, 4.0
que es. con gran d iferen c ia, la más excelsa en belleza entre las diosas
in m o rtales,
com o que la tu viero n com o su hija más glo rio sa C r o n o . el de hoz curva,
y su m ad re. Rea. Y Z eus, c o n o c e d o r de im p ereced ero s d esign io s,
la h izo su esposa ven erable y sabia.

Vem os que el p r o b le m a no consiste, c o m o en el Himno a Hermes. en Ja


necesidad de atribu ir erga y timai a una nueva divin idad que acaba de nacer
—recuérdese que en n uestro p o e m a n o se n arra el n ac im ie n to de A f r o ­
dita—. El p r o b le m a que se plantea aquí es que la diosa ejerce en demasía
132 II. M IT O S Y L IT E R A T U R A

su a c t iv id a d , d e f o r m a i n d i s c r i m i n a d a s o b r e d i o s e s y h o m b r e s , y p o r
e l l o , e n m á s d e u n a o c a s ió n , p r o v o c a el a m o r y el d e s e o d e u n i ó n entre
d io s e s y m o r t a l e s . E n el h i m n o se n a r r a , en clím cwque su p o d e r se ejerce
in c lu s o s o b r e el d i o s s u p r e m o d e l p a n t e ó n o l í m p i c o , s o b r e Z e u s , e n a je ­
n á n d o l o y p r o v o c a n d o q u e e n g a ñ e a su le g ít im a es p o s a , H e r a . Esta p r o ­
m is c u i d a d , en u n m o m e n t o e n q u e está a p u n t o d e llevarse a t é r m i n o el
o r d e n e s t a b le c id o p o r Z e u s , es m u y p r o b l e m á t i c a , p o r d o s m o t iv o s : a)
p o r q u e d i c h o o r d e n i m p l i c a u n a t a ja n t e s e p a r a c i ó n d e d i o s e s y h o m ­
b r e s , p e r o s o b r e t o d o , b ) p o r q u e el p o d e r d e A f r o d i t a a fe c ta al o r d e n
j e r á r q u i c o e n la m e d id a e n q u e p u e d e p r e d o m i n a r s o b r e el d el p r o p i o
Zeus. E s ésta la c r is is e n la o r g a n i z a c i ó n d e l p o d e r d i v i n o q u e ha de
so lu c io n arse .
Z e u s , a q u i e n c o r r e s p o n d e s o l u c i o n a r l a , d e c i d e e n t o n c e s q u e la
m e j o r f o r m a d e c a s t ig a r a A f r o d i t a es c o n su s p r o p i a s a r m a s , c o n v i r ­
t i é n d o l a d e h e c h iz a d o r a e n h e c h iz a d a , d e e n a m o r a d o r a e n e n a m o r a d a
( 4 5 - 52 ).
Pero también a ella misma Zeus le infundió en su ánimo el dulce deseo 45
de unirse a un varón mortal, para que, cuanto antes,
ni siquiera ella misma estuviera alejada de un lecho mortal
y asi no pudiera decir, jactanciosa, entre todos los mortales,
sonriendo dulcemente, la risueña A frodita.
que había unido a los dioses con m ujeres mortales 50
y que les habían parido hijos mortales a los inm ortales
y que asimismo había unido a diosas con hom bres mortales.

E s te es el « d e s i g n i o d e Z e u s » , c u y o c u m p l i m i e n t o se r e f l e j a r á en
5 3 - 1 6 7 . L a u n i ó n d e A f r o d i t a c o n u n m o r t a l h a r á q u e la d io s a e x p e r i ­
m e n t e to d o s los p r o b l e m a s q u e r e p r e s e n t a esta r e la c i ó n y p r o v o c a r á que
p o n g a f in a este tip o d e u n i o n e s . D io s e s y s e re s h u m a n o s n o v o lv e rá n a
u n i r s e . L a ú n i c a i n m o r t a l i d a d q u e ca b e a lo s h o m b r e s es la d e su e s p e ­
cie : el h o m b r e su b s is tirá en ta n to q u e A f r o d i t a siga e j e r c i e n d o su p o d e r
p ara q u e se e m p a r e j e y cre e n u e v o s seres, f o r m a n d o así p a r t e d el pro c eso
d e p e r p e t u a c i ó n del m u n d o , c o n v i r t i é n d o s e e n c r e a d o r e s e llo s m is m o s .
E n e a s , n a c id o d e la d io s a y el m o r t a l , el ú l t i m o p r o d u c t o d e este t ip o de
u n i o n e s , s im b o l iz a esta p e r p e t u a c i ó n . Y s o b r e t o d o , la j e r a r q u í a d ivin a
q u e d a r á e s ta b le cid a d e m a n e r a « a d e c u a d a » , c o n u n a A f r o d i t a s o m e tid a
a la a u t o r i d a d d e Z e u s . L o s á m b it o s d e a c tu a c ió n d e la d io s a , e n u n c ia d o s
p o r s e p a r a d o e n lo s p r i m e r o s ve rso s, esto es, d io s e s / h o m b r e s / a n i m a ­
les, d e b e n p e r m a n e c e r t a m b ié n s e p a r a d o s .
9. LO S H IT O S D E LO S HIMNOS HOMÉRICOS 133

C o m i e n z a así la a c c i ó n del h i m n o , q u e se p r e s e n ta r á en d o s p a rtes: el


c u m p l i m i e n t o del d e s i g n i o d e Z e u s ( 5 3 _ I ^ 7 ) y Ia r e v e la c ió n d e la d io s a
( 1 6 8 - 2 9 1 ) . L a p r i m e r a p a r t e t ie n e d iv e rs o s e p is o d io s .

9.4. A f r o d i t a s e e n a m o r a

Z eus p o n e e n m a r c h a s u d e s i g n i o al s u s c i t a r en la d i o s a el a m o r p o r
A n q u ise s.

Así que le infundió en el ánim o el dulce deseo de Anquises,


que p o r entonces en los elevados montes del Ida, pródigo en veneros,
apacentaba sus vacas, semejante en su porte a los inm ortales. 55
Nada más verlo, la risueña Afrodita
se enam oró de él y desaforadamente se apoderó de su anim o el deseo.

S e trata d e u n v e r d a d e r o « f l e c h a z o » i n s t a n t á n e o , al m o d o d e lo s
efectos q u e p r o d u c e la p r o p i a A f r o d i t a (5 3 ~5 7 )-
La d io sa , e n a m o r a d a , in ic ia sus p r e p a r a t iv o s p a r a la s e d u c c i ó n .

Encaminándose a C hip re, penetró en su fragante templo,


en Patos, donde tiene un recinto y un altar perfum ado.
A llí em pujó al entrar las resplandecientes puertas fio
y allí las Gracias la bañaron y la ungieron con el aceite
divino que cubre a los dioses que por siem pre existen,
de ambrosía, exquisito, que se había perfum ado para ella.
Preciosamente ataviada con toda su hermosa vestimenta sobre su cuerpo
y adornada de oro, la risueña A frodita 65
se encam inó presurosa a Troya, tras abandonar el huerto fragante,
haciendo raudamente su camino por las alturas, entre nubes.

S e trata d e u n a e s c e n a t íp ic a y a d e m á s d e o r í g e n e s l i t e r a r i o s m u y
antiguos. E l a d e r e z o d e u n a m u j e r (o u n a d io s a ) p a r a s e d u c ir es u n te m a
que h a l l a m o s ya e n la l i t e r a t u r a o r i e n t a l , y así, e n r e p e t i d a s o c a s i o n e s
Istar se e n g a l a n a y a d e r e z a p a r a s e d u c i r . S e h a n s e ñ a l a d o , a d e m á s , lo s
paralelos e n t r e esta e sc en a y a q u e lla s o tra s en las q u e el g u e r r e r o se a r m a
para el c o m b a t e . Igual q u e el g u e r r e r o se calza la co ra z a y las g re b a s p ara
d e r r o t a r al e n e m i g o , A f r o d i t a se reviste d e su s a r m a s d e s e d u c c i ó n , las
joyas y los a d e r e z o s , p a ra q u e A n q u i s e s se r i n d a a sus e n c a n t o s .

9.5. L legada al Ida y encuentro con A n q u ises

A frod ita llega al Ida, d o n d e se e n c u e n t r a A n q u i s e s , y allí se d e s c r ib e n los


efectos q u e la d i o s a p r o d u c e s o b r e el m u n d o a n i m a l ( 6 8 - 7 4 ) = u n a
'3 4 II. M IT O S Y L IT E R A T U R A

c o y u n d a g e n e r a l i z a d a . E n el ca so d e l o s a n i m a l e s , la u n i ó n sex u al no
r e q u i e r e d e lo s r e f i n a m i e n t o s d e la s e d u c c i ó n .

Llegó al Ida. pródigo en veneros, madre de fieras,


y se encam inó en derechura al aprisco, monte a través. Tras ella,
haciéndole halagos, marchaban grisáceos lobos, leones de feroz mirada. 70
osos y veloces panteras, insaciables de corzos.
Y ella, al verlos, regocijó su ánim o en su fuero interno
e infundió el deseo en sus pechos, así que lodos a una
se aparearon en los valles umbríos.

S i g u e la escen a del e n c u e n t r o .

1 .legó ella a las bien construidas cabañas. 75


Y encontró que allí se había quedado solo, sin los demás, en los apriscos
Anquises, el héroe que poseía de los dioses la herm osura.
A una habían seguido a las vacas por los herbosos pastizales
todos, pero él, que se había quedado solo, sin los demás, en los apriscos,
iba y venía de un lado a otro, tañendo su cítara con sones penetrantes. 80

La d io s a llega ( 7 5 ) y se d e s c r ib e la s it u a c ió n d e s o le d a d d e A n q u is e s ,
p r o p i c i a p a ra el e n c u e n t r o a m o r o s o ( 7 6 - 8 0 ) .

Se detuvo ante él la hija de Zeus. A frodita.


tomando la apariencia en talla y figura de una joven virginal,
no fuera que él se espantara al percibirla con sus ojos.

La d io s a d e b e d isfra z a rs e ( 8 1 - 8 3 ) , p o r q u e n o p u e d e m a n if e s t a r s e tal
c o m o es (se in s is t e , c o m o l u e g o se r e i t e r a r á , e n la g r a n d i s t a n c i a q u e
m e d i a e n t r e h o m b r e s y d i o s e s ) . S e a d v ie r t e q u e la d io s a « t o m a la a p a ­
r i e n c i a e n talla y f ig u r a d e u n a j o v e n » p o r q u e lo s d io s e s s o n m ás altos e
i n c o m p a r a b l e m e n t e m ás h e r m o s o s q u e los h o m b r e s . A p r o v e c h a e n t o n ­
ces el p o e ta p a r a h a c e r u n a d e s c r i p c i ó n d e la j o v e n e n q u e la d io s a se ha
t r a n s f o r m a d o ( 8 4 - 8 9 ) i n s i s t i e n d o d e n u e v o s o b r e lo s a d e r e z o s . El
p o e ta a n t i g u o d e s c r i b e c u a n d o hay a lg u i e n q u e está m i r a n d o el o b je to
d e s c r it o .

Anquises, al verla, la examinaba y admiraba


su figura, su talla y sus resplandecientes vestidos. 85
Pues iba ataviada con un peplo más brillante que el resplandor del fuego,
llevaba retorcidas espirales y brillantes pendientes en form a de flor.
Prim orosos eran los collares en torno a su delicada garganta.
9. LOS M IT O S D E LO S HIMNOS HOMÉRICOS >35

h erm o so s, de o ro , totalm en te cincelad os. C o m o la luna


resplandecía en sus delicad os pechos, m aravilla de ver. 90

9 .6 . R e a c c i ó n d e A n q u i s e s
La visión de la d io sa p r o d u c e efectos in m e d ia t o s so b re A n q u is e s : un
e n a m o r a m i e n t o r e p e n t i n o , ex p u esto escu eta m en te en m e d io verso:
« D e A n q u is e s se a d u e ñ ó el a m o r » (9 i). C o n t o d o , r e a c c io n a c o m o
h o m bre respetuoso, que co n o c e los lím ites entre h o m b res y dioses.

D e A n q u ises se ad u eñ ó el am o r, y se d irig ió a ella con estas palabras:


— Salve, señ o ra, alguna de las B ien aventuradas, sin d uda, que llegas a
estas moradas:
A rtem is o L eto o la áurea A fro d ita
o T em is, la b ien nacida, o la de o jo s de lechuza. A tenea.
O quizá tú que has llegado hasta aquí seas una de las G racias, que a
los dioses 95
todos acom pañ an y se p roclam an in m o rtales,
o alguna de las N in fas que frecuen tan las herm osas arboled as
o de las N in fas que habitan este h erm o so m onte,
los ven eros de los ríos y las herbosas p raderas.
E n un altozano, en un lu gar co n sp icu o . 100
te e rig iré un altar y celebraré en tu h o n o r h erm o sos sacrificio s
en todas las estaciones. A sí que tú, con talante b e n ig n o ,
otórgam e que sea un varón d istin gu id o en tre los troyanos
y concédem e para el fu tu ro una flo rid a p ro g en ie, así com o que yo m ism o
p o r largo tiem p o viva feliz y vea la luz del sol, 105
rico en tre m i p u eb lo y llegue hasta el um bral de la vejez.

La belleza d iv in a de A f r o d it a hace q ue A n q u is e s la t o m e p o r una


diosa, y p o r tal m otiv o, su fo r m a de d ir ig irs e a ella es la p r o p ia de un a
plegaria. P r i m e r o la id e n tific a c o m o diosa, si b ie n d e s c o n o c e cuál es y
p rop on e algunas posibilidades (92~99)> p ro m e te f u n d a r un culto en
su h o n o r ( 1 0 0 - 1 0 2 ) y, en el tradicion al do ut des que caracteriza las r e la ­
ciones en tre h o m b re s y dioses en la antigüedad, le pide a cam b io salud y
felicidad ( 1 0 2 - 1 0 6 ) .

9.7. H i s t o r i a f i c t i c i a d e A f r o d i t a
Esta toma de distancias p o r parte de A n q u is e s obstaculiza los planes de
Afrodita, que no desea provocar en él un a m o r respetuoso, sin o el deseo
de unirse a ella. Para ven cer sus reparos, le n arra una historia engañosa
136 II. M IT O S Y L IT E R A T U R A

( 1 0 8 - 1 4 2 ) . l o cu a l está e n c o n s o n a n c i a c o n la id e a d e q u e u n o d e los
e l e m e n t o s d e la s e d u c c i ó n es p r e c is a m e n t e el e n g a ñ o .

L.c respondió entonces A frodita, hija de Zeus:


—Anquises. el más glorioso de los hombres que sobre la tierra existen.
No soy una diosa. ¿P o r qué me comparas con las inm ortales?
Soy, por el contrario, mortal y era m ujer la madre que me dio el ser. no
O treo es mi padre, de nom bre famoso —acaso has oído hablar de él—,
que reina sobre toda Frigia, la bien amurallada.
Vuestra lengua y la nuestra las conozco claramente,
pues era troyana la nodriza que en el palacio me crió, la que, en tanto
que fui pequeña, me cuidaba, por encargo de mi querida madre. 115
Por eso, pues, mi lengua y la vuestra las conozco bien.
Pero ahora el Argicida de áurea varita2 me ha raptado
del coro de la estrepitosa Artem is. la de áureas saetas.
Muchas éram os las N infas y muchachas, de un valor de muchas vacas'*,
que jugábamos, y a nuestro alrededor inmensa multitud nos circundaba. 120
De allí me raptó el Argicida de áurea varita
y me trajo a través de muchos labrantíos de hombres mortales,
así com o a través de mucha tierra sin parcelar e inculta, que las fieras
carniceras frecuentan, por valles som bríos.
Me parecía que ni siquiera tocaba con los pies la tierra que hace medrar
la espelta. 125
Me aseguraba que se me llamaba cerca de Anquises. a su lecho,
como esposa legítima, y que pariría hijos espléndidos.
Mas, tras hacerme esta revelación, él de nuevo
se marchó con las estirpes de los inm ortales, el poderoso Argicida.
Así que yo me vine ju n to a ti, pues imperiosa para mí era la necesidad. 130
Te lo suplico, pues, por Zeus o por tus padres
—nobles, pues gente hum ilde no habrían engendrado un hijo tal—.
Llevándome, virgen com o soy y desconocedora aún del am or,
preséntame ante tu padre, ante tu diligente madre
y ante tus hermanos que han nacido de tu estirpe. 135
No seré para ellos una nuera indigna, sino adecuada.

2 I lermes, matador de Argos. La varita es el caduceo.


3 F.ste epíteto, que 1lomero aplica a muchachas casaderas (¡liada 18 .5 9 3 ) . se refiere a
la gran dote en ganado que el pretendiente debe pagar por ella al padre, lo que
indica que la mujer es muy deseable.
9. LO S M IT O S DE LOS HIMNOS HOMÉRICOS 1 3 7

Envía asimismo sin tardanza un m ensajero a los frigios de ágiles corceles,


a decírselo a mi padre y a mi madre, inquieta com o estará.
Ellos probablem ente oro en cantidad y una veste tejida
te enviarán, así que tú acepta los abundantes y espléndidos presentes. 140
Hecho lo cual, celebra con un banquete la deseable boda,
que goce de estima entre los hombres y los dioses inmortales.

L o s p u n t o s b á s ic o s d e la h is t o r ia f ic tic ia d e A f r o d i t a s o n : a) su d e c l a ­
ració n de q u e n o es u n a d io s a , p a r a lo cual se in v e n ta u n a falsa i d e n t id a d
( 1 0 8 - 1 1 6 ) , m o s t r a n d o u n a c u r i o s a in s is te n c ia s o b r e u n a sp e c to r a r a vez
t e n i d o e n c u e n t a e n la l i t e r a t u r a a n t i g u a , la r a z ó n p o r la q u e , s i e n d o
e x t r a n je r a , c o n o c e b i e n la l e n g u a d e lo s t r o y a n o s ; b) el e l e m e n t o a ñ a ­
d id o d e q u e s o n lo s d i o s e s lo s q u e p r o p i c i a n s u u n i ó n c o n é l, p a r a lo
cual se in v e n ta u n fa ls o r a p t o ( 1 1 7 - 1 2 9 ) , y c) la s ú p li c a d e s e r a c e p ta d a ,
que im p lic a el h a la g o del p o r t e y n o b le z a d e A n q u i s e s , y su p r o p i a p r e ­
sen tació n c o m o u n « b u e n p a r t i d o » ; v ir g e n , n o b l e y ric a . El c o l o f ó n de
la súplica ( 1 4 1 - 1 4 2 ) es cjue se case c o n ella, o b t e n i e n d o asi u n a b o d a q u e
sería d e s e a b l e , y e s t i m a b l e , t a n t o d e s d e el p u n t o d e vista s o c ia l c o m o
desde el r e lig io s o .
L o q u e es d estacab le en t o d o este p a r l a m e n t o es q u e se esboza en él lo
que s eria la u n i ó n a d e c u a d a , s e g ú n lo s c á n o n e s q u e se p r e t e n d e n e s t a ­
b lecer en el n u e v o o r d e n : la u n i ó n r e g u l a r d e h o m b r e y m u j e r , a m b o s
s o lte ro s , a m b o s d e clase n o b l e , d e n t r o d e u n m a t r i m o n i o r e g u l a r c o n
in t e r c a m b io d e p r e s e n t e s y c e l e b r a c i ó n d e u n b a n q u e t e , b i e n a c e p t a d o
p o r h o m b r e s y d io s e s y b e n d e c i d o p o r u n a f lo r i d a d e s c e n d e n c ia . C o m o
e j e m p l o d e u n a s i t u a c i ó n p o l a r m e n t e o p u e s t a , p u e d e r e c o r d a r s e la
u n ió n d e H e l e n a y P a r is e n la ¡liada, p r o t o t i p o d e u n i ó n i r r e g u l a r c o m o
pocas: H e l e n a está ya ca s a d a c o n o t r o h o m b r e , M e n e l a o , la u n i ó n se
debe a u n r a p t o , s in b o d a , s in a c to s s o c ia l e s , n o es a c e p t a d a p o r los
h o m b r e s , ya q u e p r o v o c a u n a g u e r r a , y n o es b e n d e c i d a c o n d e s c e n d e n ­
cia, p u es H o m e r o n o n o s h ab la d e q u e h ay a n t e n i d o n i n g ú n h ijo e n los
diez a ñ o s q u e d u r a la g u e r r a .
L o t e r r i b l e es q u e este p e r f e c t í s i m o c u a d r o p r e s e n t a d o p o r A f r o d i t a
es del to d o falso y a u n q u e A n q u i s e s n o lo sabe, el o y e n te (h o y , el le c t o r ) ,
sí. El d e s ig n io d e Z e u s se c u m p l e así en v a r io s p l a n o s , a) A f r o d i t a v e n c e
los o b s t á c u l o s q u e i m p i d e n q u e A n q u i s e s se u n a c o n e lla , c o n lo q u e
ob ed e ce al d i o s q u e la o b lig a a s u f r i r el e f e c t o del p o d e r q u e es p r o p i o
de ella y q u e ha e j e r c i d o a n t e s e n d e m a s í a , b ) al t i e m p o se e n u n c i a el
parad igm a d e lo q u e d e b e r á n s e r las u n i o n e s c o rr e c ta s e n t r e p e r s o n a s en
138 II. M IT O S Y L IT E R A T U R A

el f u t u r o , lo cjue im p lic a c) q u e a contrario se e s b o z a n lo s in c o n v e n ie n te s


d e la u n i ó n d e h o m b r e y d io s a .

9 .8 . R e s p u e s t a d e A n q u i s e s a l d i s c u r s o d e A f r o d i t a
N a t u r a l m e n t e esta e l a b o r a d a p ie z a d e e n g a ñ o c o n s i g u e t o t a l m e n t e su
o b j e t i v o . A n q u i s e s , t o c a d o en su c a b a l l e r o s i d a d y c r e y e n d o q u e se
e n c u e n t r a e n la s i t u a c i ó n d e s u p e r i o r i d a d q u e p e r m i t e la c o n d e s c e n ­
d e n c i a , ve q u e s u a m o r , a n te s r e f r e n a d o p o r el r e s p e t o , q u e d a ah o ra
l i b r e d e o b s t á c u l o s ( l 4 3 - 1 4 4 ) - E n e l l o es a y u d a d o p o r el p o d e r de la
d io s a , q u e i n f u n d e en él d e s e o (himeros).

Dicho esto, la diosa infundió en su ánim o el dulce deseo.


De Anquises se adueñó el am or y le dirigió la palabra, diciéndole:
—Si eres mortal y m ujer fue la madre que le dio el ser, 1+5
O treo es tu padre, el de nom bre famoso, com o dices,
y fue po r voluntad del mensajero inmortal por lo que aquí has llegado,
de Mermes, serás por siem pre llamada esposa mía.
Luego, ninguno de los dioses ni de los hombres
me detendrá hasta que me una en am or contigo, ahora, en seguida-, 150
ni siquiera si el propio C ertero Flechador, Apolo,
lanzara con su arco de plata lamentables dardos.
De buen grado, m ujer semejante a las dioses,
luego de haber subido a tu lecho, penetraría en la morada de Hades.

L a re sp uesta d e A n q u i s e s ( l 4 5 ' r5 4 ) es u n p r o d i g i o d e i r o n í a , e n t e n ­
d i e n d o c o m o tal la c o m p li c i d a d q u e el a e d o establece e n t r e él y los o y e n ­
tes ( q u e c o n o c e n la v e r d a d ) , d e f o r m a q u e las p a la b ra s del h é r o e ( q u e n o
la c o n o c e y está d e l t o d o e n g a ñ a d o ) t i e n e p a r a e l l o s u n s e n t i d o p o l a r ­
m e n t e o p u e s t o al q u e tie n e p a ra el p r o p i o A n q u i s e s ’ . E n e fe c to , A n q u i ­
ses r e s p o n d e c o n u n a c o n d i c i o n a l e n la q u e r e p it e , a b r e v ia d o s , los e l e ­
m e n t o s b á s ic o s d e la h i s t o r i a fic tic ia d e A f r o d i t a : A c c e d e a c a s a r se c o n
ella a) si es m o r t a l , b) si p e r t e n e c e a u n l in a je ilu s tr e y c) si la b o d a está
s a n c i o n a d a p o r lo s d i o s e s . A n q u i s e s s u p o n e q u e las c o n d i c i o n e s so n
v e r d a d e r a s y q u e p o r e l l o la p r e s u n t a j o v e n « s e r á l la m a d a p o r s i e m p r e
esposa s u y a » ( 1 4 8 ) . L o s o y en te s, en c a m b i o , sab en q u e tales c o n d i c i o n e s
s o n falsas y q u e p o r ta n to , lo q u e A n q u i s e s está d i c i e n d o en r e a lid a d , sin
s a b e r lo , es q u e A f r o d i t a j a m á s va a s e r su es p o s a . L o q u e el p o e ta le hace

4 Este recurso se usa habitualmente en tragedia y por eso lo conocemos más bien
como «ironía trágica», véase el capítulo IO, § 3 - 1.
9. LOS M IT O S D E LOS HIMNOS HOMÉRICOS 139

decir a A n q u ise s. a oíd o s de los esp ectad o re s-có m p lices es « c o m o n o es


verdad lo q ue dices, n o serás n u n c a m i e s p o s a >>. O , si se q u ie r e , y en
otros t é r m in o s , A n q u is e s m is m o expresa la im p o s ib ilid a d de una bo da
entre d io sa y m o r t a l, sin sab er que es p r e c is a m e n te ese su caso. Lanza
una h ip érb o le , u n a verdad era boutade « n i n g u n o de los dioses m e d e t e n ­
drá, hasta que m e un a en a m o r con tigo, ah ora, en s e g u id a » ( l 4 9 - I 5cO>
lo cual im plica dos cosas a) la especial urgen cia de los deseos de A n q u i ­
ses y b) que esa u n i ó n n o va a evitarla n in g ú n dios (lo que, de nuevo en
el ju e g o de iro n ías, tien e para el oyente la lectura de que en efecto n i n ­
guno va a evitarla, p o r q u e Z eu s la ha p r o p ic ia d o ). El climax e s una nueva
h ip é r b o le ( l 5 3 _ I 5 4 ) « d e b u e n g r a d o , tras h a b e r s u b id o a tu lecho
p e n e tr a r ía en la m o r a d a de H a d e s » . N o a b a n d o n a m o s a ú n este l e n ­
guaje i r ó n i c o q u e se d e s p lie g a en u n a d o b le le c tu r a . Para lade los
oyentes, se e s p e c ific a q u e la u n i ó n de A f r o d i t a c o n A n q u is e s n o va a
significar en absoluto que éste gane c o n d ic ió n de in m o r ta lid a d alguna,
no para la lectura de A n q u ises, que lo dice ob viam en te en o tro sen tido .
En c o n ju n t o , el p a r la m e n to de A n q u is e s expresa toda la riqueza de las
c o n d ic io n e s q u e van a r e g ir en el n u evo o r d e n de Z e u s , a u n q u e éstas
sólo son e n te n d id a s p o r el oy en te . T o d o ello , en su m a , es m u e stra de
una e n o r m e sab id u ría litera ria.

9.9. L a un ió n se c o n su m a

El poeta se refiere en ton ces a la co n s u m a c ió n de la u n ió n entre la diosa


y el m ortal ( l 5 5 - I 6 7 ) .

D ich o esto, la tom ó de la m an o. Y la risu eña A fro d ita . 155


con el ro stro vuelto, fijo s en tierra sus bellos o jo s, se deslizó
en el lecho de h erm o sos cob ertores que allí estaba dispuesto para el h éroe,
cu b ierto con delicadas colchas, m as p o r en cim a
se hallaban tendidas pieles de osos y leon es de ro n c o ru g id o ,
a los que él m ism o había d ado m u erte en las altas m on tañ as. 160
C u a n d o h u b ie ro n su bid o al lecho b ien d ispuesto,
fu ero n los esp lén d id os aderezos lo p rim e ro que le q u itó de su c u erp o ,
los bro ch es, las reto rcid as esp irales, los p en d ien tes en fo rm a de flo r y los
collares:
desató su cin tu ra, de sus respland ecientes vestidos
la d esn u d ó y los colo có sobre un asien to de argénteos clavos 165
A n q u ises. L u ego , según la voluntad de los dioses y el d estino,
con la inm ortal diosa com partió su lecho el m ortal, sin saberlo con claridad.
14 0 II. M IT O S Y L IT E R A T U R A

S e g u im o s en la d ob le lectura, p ero ah ora de un gesto: cu an d o A f r o ­


dita baja la vista. Para A n q u is e s se trata de un gesto de m o d e stia de la
d o n c e lla v ir g e n y de s u m is ió n ante el « v a r ó n d o m in a n t e q ue lleva el
c o n tro l del e n c u e n t r o » en las certeras palabras de S m ith (NurslingojMor-
tality. A Study o f the Homeric Hjmn to Aphrodite. B e r n a 1 9 8 1 , 5 9 )- Pero los lecto­
re s -o y e n te s del h i m n o p o d e m o s e n t e n d e r q u e la v e rd a d e r a ra z ó n del
gesto de A fr o d ita es o su natural tendencia al en gañ o o, incluso, que está
avergon zada de su in d e c o r o s o , a u n q u e i r r e f r e n a b le , deseo de u n irs e a
un m ortal. T ras la exquisita escena en que hallam os las delicadas colchas
u n idas a las pieles de an im ales salvajes, toda un a mezcla de los aspectos
de A fro d ita : el encanto de la seducción y la fuerza anim al que la caracte­
riza, y tras la d elicada d e s c r ip c ió n de c ó m o A n q u is e s la d esp o ja de sus
ricos a d o r n o s , se c o n su m a la u n i ó n . Las palabras que cie rra n la escena
s o n , de n u e v o , u n p r o d i g i o de eficacia lite r a ria : « L u e g o , según la
v o lu n tad de los dioses y el d estin o , c o n la in m o r ta l diosa c o m p a r t ió su
lecho el m ortal, sin saberlo con c la r id a d » .
C o n ellas el poeta insiste de nuevo en tres aspectos fun dam entales:
a) en q ue la u n i ó n o b e d e c e a la v o lu n t a d de los dio ses (ya q u e , de
otro m o d o , no habría p o d id o p ro d u cirse),
b) en el rasgo básico q ue separa a am bos am antes, esto es, que ella es
in m o rta l, y él, m ortal, y
c) en la p elig ro sa ig n o ra n c ia de A n q u is e s , q ue n o sabe q ué clase de
u n ió n está c o n s u m a n d o . C o n esa ig n o ra n c ia cargada de riesgos t erm in a
esta u n id a d e stru ctu ra l del p o e m a . U n a m u e stra excelsa de lo q u e se
d e n o m in a la apate, el e n g a ñ o , de los dioses, que hacen c re e r a los h o m ­
bres que c o n tro la n la situación, c u an d o a m e n u d o sus accio nes tendrán
un resultado m uy d iferen te del que esperan.
T ra s esta u n i ó n , q u e ha o c u p a d o el c e n t r o del p o e m a , la d iosa va a
sacar a A n q u ises de su ign oran cia, va a revelarse tal cual es y va a p redecir
cuáles serán las con secuencias de tal acto ( 1 6 8 - 2 9 1 ) .

9 .10 . El d esp ertar de A n q u ises


Pero p r im e r o , el poeta se aparta p u d o ro s a m e n te de la pareja de amantes
para referirse a un a breve in d ic ació n tem p o ral ( 1 6 8 - 1 6 9 ) q ue c o m p l e ­
m en ta la q u e había esbo zad o en 7 6 - 8 0 . A llí n os había n a r r a d o que
A n q u ises había q u ed a d o solo cu an d o los dem ás pastores habían partido
con el gan ado. A h o r a an u ncia que es el m o m e n t o del regreso de éstos.
9. LOS M IT O S OE LOS HIMNOS HOMÉRICOS 141

E ra la h ora en la que los pastores hacen regresar al establo


a las vacas y las robustas ovejas, de los flo rid o s pastos,
cu an d o ella esp arció sobre A n q u ises u n dulce su eñ o , 170
p ro f u n d o y vistió sobre su cu erp o los h erm o so s vestidos.
Una vez com pletam en te ataviada en to rn o de su cu e rp o , la divina entre las
diosas
se irgu ió en la cabaña, y el techo b ien co n stru id o
tocaba su cabeza. R esplandecía en sus m ejillas una belleza
divina, com o la que es p ro p ia de C ite re a , co ro n ad a de violetas. 175

Para p r e p a r a r su e p ifa n ía , A f r o d i t a p r o p i c i a el s u e ñ o del h é r o e


( 1 7 0 ) . E n t o n c e s se viste y se m a n ifie s ta tal c o m o es ( 1 7 1 - 1 7 5 ) ’ c o n l ° s
rasgos tó p ic o s de esta a p a r ic i ó n , en especial su m a y o r ta m a ñ o , que
marca una vez más las distancias en la im p o rta n c ia entre ella y el m ortal,
y una especie de irra d ia c ió n de belleza. A h o ra no es preciso hacer m e n ­
ción de las jo y a s , que e ra n antes c o m p l e m e n t o i m p r e s c in d ib le de su
belleza. De la d iv in id a d e m a n a u n a h e r m o s u r a más e s p le n d o r o s a q ue
cualquier jo y a .

L o desp ertó del sueñ o y le d irig ió la palabra, d icié n d o le :


— ¡Levanta, D ard án id a! ¿ P o r qué d u erm es con su eñ o tan p ro fu n d o ?
Y d im e si te parece que soy sem ejante
a la que antes viste ante tus o jo s.
A si d ijo . Y él, salien d o del su eñ o de in m ed iato , le prestó oíd o s. 180

A fr o d it a d esp ierta a u to r it a r ia m e n t e a A n q u is e s y le hace un a p r e ­


gunta llen a de sarc a sm o ( l 7 7 " 1 7 9 ) • E o s p ap eles se han in v e r tid o del
todo. A fro d ita, de don cella sum isa a la urgen te volun tad del varón pasa
a convertirse en diosa que d o m in a la situ ació n y aterra a su partenaire. A
partir de aquí el ú n ic o suplican te va a ser A n q u ises y n o ella. E n el v. 8 3
la diosa se había d isfraza d o y el poeta explica que lo hacía para que
Anquises n o « s e espan tara al p e rc ib irla c o n sus o j o s » . A h o r a se c o m ­
prueba que las p recau cio n es de la diosa estaban justificadas.

Mas cu an d o vio el cu ello y los h erm o so s o jo s de A fro d ita


se espantó y volvió sus o jo s en otra d ire cció n .
O cu ltó luego de nuevo en el c o b e rto r su h erm o so rostro
y, su p licá n d o le, d ijo aladas p alabras:
En cuanto te vi p o r vez p rim e ra , diosa, con m is o jo s, 185
me di cuenta de que eras una d ivin id ad . Mas tú no me hablaste sin en gañ o.
142 II. M IT O S Y L IT E R A T U R A

Pero le su p lico , p o r Zeu s eg id ífero ,


que no me dejes im potente h ab itar vivo entre los h om bres.
sin o apiádate de m i, puesto que n o llega a una vida vigorosa
el varón que yace con diosas in m o rtales.

E n efecto, A n q u is e s da m uestras de v erd a d ero te r r o r ( 1 8 0 - 1 8 3 ) y le


suplica ( 1 8 5 - 1 9 0 ) ; tras justificarse ad virtien do que a u n q u e in icialm en te
la h abía r e c o n o c i d o c o m o dio sa , h a b ía sido lu e g o e n g a ñ a d o p o r ella.
L o s c rític o s h an d is c u tid o q u é es lo q ue tem e y lo q u e p id e A n q u is e s .
Parece claro que no teme un castigo p o r su soberbia (hubris), dado que en
su actuación n o ha h a b id o la m e n o r in te n c io n a lid a d , sin o q u e ha sido
f o r z a d o p o r u n e n g a ñ o . D a la i m p r e s i ó n de q u e tem e u n a esp ecie de
consecuencia autom ática y física de su relación con la diosa, consistente
en la p é r d id a de su v ig o r . Pese a q ue diversos filó lo g o s h a n n eg a d o el
in flu jo orien tal sobre esta escena, la literatura del P r ó x im o O r ie n t e está
lle n a de e je m p lo s e n q ue u n c o n s o r t e h u m a n o acaba de m ala m a n e r a
tras su u n i ó n c o n un a diosa. P o r p o n e r un p a r de ejem p lo s, en el Poema
de Gilgamés, el h é r o e le recu erda a Istar el final desastroso de sus amantes,
y en el m ito hitita de La lucha contra el Dragón, un ser h u m a n o , Hupasiya,
que había prestado ayuda a In ara a ca m b io de sus favores, es e n c e rra d o
p o r la dio sa , c o n d e n a d o a n o v er a su fa m ilia (las r e la c io n e s sexuales
tran sm iten al m ortal un elem en to divin o que n o debe ser tran sm itido a
otras m ortales) y acaba m atán d o lo (véase capítulo 18 ).

9 .11. A fro dita t ra n q u iliza a A n q u ises

A p artir del verso 1 9 1 A n q u ises qued a en la escena c o m o m e r o especta­


d o r . A f r o d i t a to m a la p a la b ra e n u n a larga respuesta q u e se ex tien d e
hasta el 2 9 o - La fu n c i ó n de este largo p arlam en to es m últip le. A p a r e n ­
te m e n te está i n t e r r u m p i d o p o r d ig r e s io n e s q u e n o p a r e c e n t e n e r que
v e r c o n el a r g u m e n t o p r i n c ip a l del h i m n o , p e r o n ad a más le jo s de la
verdad, ya q u e, c o m o verem o s, las d ig resio n es c o m p o n e n c o n el a r g u ­
m en to p r in c ip a l un a a r m o n io s a c o n s tru c ció n . E n el c o n ju n t o del p a r ­
la m e n to de A f r o d it a h a lla m o s u n re c u e r d o del an tig u o o r d e n de cosas
en el que dioses y m ortales se u n ía n con libertad y con relativa f r e c u e n ­
cia. H a lla m o s ta m b ié n u n a e x p lo r a c ió n so b re los dos aspectos básicos
q ue sirven de m arca d ife r e n c ia l e n tr e h o m b r e s y d ioses; el e n v e je c i­
m ien to y la m uerte de los p rim e ro s fren te a la eterna ju v e n tu d e i n m o r ­
talidad de los segu n dos. Y sobre tod o sirve para explicar el c o n ju n t o de
c on secu en cias de esta últim a u n ió n en tre una diosa y u n m o rtal, e x p o ­
9. LOS H IT O S DE LOS HIMNOS HOMÉRICOS 143

niéndose así con toda la riqueza el c u m p lim ie n to del nuevo o rd e n que


Zeus ha p re te n d id o i m p o n e r a través de su actuación sobre la diosa.
El p arlam en to de A fr o d it a presenta, en con secu en cia, una a rq u ite c ­
tura co m p leja , ya q ue so b re él pivotan el pasado y el fu t u r o y los rasgos
defin itorios de lo divin o y de lo h u m a n o .
L o más urgen te es, p o r supuesto, tran q u iliz ar a A n q u ises ( l 9 2 - 195) ;

A él le re sp o n d ió enseguida la h ija de Z eu s. A fro d ita :


—A n q u ises, el más g lo rio so de los h om bres m ortales.
Ten án im o y nada tem as en tu corazón en dem asía.
Pues n o hay te m o r de que vayas a su frir mal algu n o , al m en os de m i p arle
ni de los dem ás bien aven tu rad os, pues en verdad eres am ado de los
dioses. 195
T e n d rá s un h ijo que rein ará en tre los troyanos
y les nacerán h ijo s a tus h ijo s sin cesar.
Su n o m b re será Eneas, p o rq u e terrib le
es la a flicc ió n que m e p osee p o r h ab er id o a caer en el lech o de u n m o rtal.

La diosa se dirige a él c o m o « e l más g l o r i o s o » , p e r o « d e los h o m b r e


m o rta le s » , m a rc a n d o ya la p r o f u n d a f r o n te r a en tre dioses y h o m b re s .
Aclara que el m o rtal n o se ha a c a r re a d o la ira de los dio ses (ya que
A n q uises n o ha p r e t e n d i d o d e lib e r a d a m e n t e reb a sar los lím ite s en tre
unos y otros). Es más, le vaticina que, c o m o deseaba, va a te n e r d e s c e n ­
dencia. A q u í se i n t r o d u c e un aspecto i m p o r t a n t í s i m o , el n o m b r e de
Eneas se explica p o r u n a e tim o lo g ía : Aineias, c o m o si d eriv a ra de ainon
« t e r r i b l e » , el adjetivo con q ue la diosa califica su a flic c ió n . El m otivo
de ésta es q u e en el n u ev o o r d e n , q ue el h i m n o c o n sag ra, la u n i ó n de
una diosa con un m ortal es m otivo de vergüen za, es algo que pertenece
ya al pasado. La etim olo gía tiene en la poesía antigua un fuerte valor en
la cosm og on ía, y eso vuelve a i n c i d ir en algo a lo q ue antes m e he r e f e ­
rido, el carácter c o s m o g ó n ic o de los m itos n a rr a d o s en los h im n o s . Se
rem ontan a la época en que las cosas recib en su n o m b r e y en la que los
n o m b res e ra n m o tiv a d o s . E n ea s lleva, ya en el o r ig e n , en su p r o p i o
nom bre, la m arca de lo que n o debe hacerse.

9.12. P r im era d ig r esió n : G an im ed es

La diosa i n t r o d u c e en este m o m e n t o en su d is c u rs o la p r i m e r a d i g r e ­
sión: la referen cia a G a n im e d e s ( 2 0 0 - 2 1 7 ) -
• 4 4 II. M IT O S Y L IT E R A T U R A

I.os más semejantes a los dioses de entre los hombres inm ortales, 200
en porte y en prestancia, son siem pre de vuestro linaje.
En verdad, al rubio Ganim edes el prudente Zeus
lo raptó por su belleza, para que viviera entre los inmortales
y en la morada de Zeus sirviera de escanciador a los dioses,
maravilla de ver, honrado entre todos los inm ortales. 205
mientras vertía de la áurea cratera el rojo néctar.
Del ánim o de Tros se adueñó un insufrible dolor, y no sabía
adonde le habría arrebatado a su hijo la divina tem pestad5,
así que lo lloraba sin cesar, día tras día.
Zeus se apiadó de él y le dio, como recompensa por su hijo. 210
corceles de trote vivo, de los que llevan a los inmortales.
Se los dio, pues, como regalo, para que los conservara. Mas quien lo
reveló todo,
por mandato de Zeus, fue el m ensajero Argicida:
cómo sería inmortal y desconocedor de la vejez, por igual a los dioses.
Así que, cuando por fin éste oyó las nuevas de Zeus, 215
ya no lloraba más, sino que alegró sus mientes en su fuero interno
y. gozoso, se dejaba llevar por los corceles de pies com o torbellinos.

T e n e m o s a q u í u n a r e fe r e n c ia al a n t ig u o o r d e n d e las cosas, e n el qu e
to d a v ía las f r o n t e r a s e n t r e h o m b r e s y d i o s e s e r a n m á s fá c ile s d e t r a s p a ­
sar. P ero t a m b ié n c a b r ía p la n te a r s e si, en el f o n d o , n o su byace u n a t o l e ­
r a n c i a d e la h o m o s e x u a l i d a d , q u e d e s d e el p u n t o d e vista g r i e g o es
m u c h o m e n o s p e l i g r o s a p a r a el o r d e n s o c ia l q u e los a m o r e s i n d e b i d o s
entre h o m b re y m u je r.
G a n i m e d e s (del q u e se a d vie rte q u e es d e la e s tir p e d e T i t o n o ) era u n
m o r t a l y f u e a c e p ta d o e n t r e los d io s e s , p a ra lo cual se le c o n c e d i e r o n los
d o s r a s g o s q u e lo s d i f e r e n c i a n d e los h o m b r e s : i n m o r t a l i d a d y e t e r n a
ju ven tu d .

9.13. S egunda d ig r esió n : T ito no

A c o n t i n u a c i ó n lle g a la s e g u n d a d ig re sió n .- el t e m a d e T i t o n o ( 2 1 8 -
238).

5 En la leyenda más antigua. Zeus arrebata de la tierra a Ganimedes por medio de un


torbellino. Posteriormente se extiende una versión alternativa en que lo hace
transformado en águila.
». LOS M IT O S D E LO S HIMNOS HOMÉRICOS 145

A si tam bién a T ito n o lo raptó A u ro ra la de áureas flo res,


a él q ue, de vuestro lin aje, era sem ejante a los in m o rtales.
Se puso ella en cam in o para su p licar al C r o n ió n , a m o n to n a d o r de
n u b a rro n e s, 220
que él fuera in m o rtal y viviera p o r siem p re.
Z eu s asintió c o n la cabeza y cu m p lió su deseo.
¡ In co n scien te de ella! N o se le vin o a las m ientes a la augusta A u ro ra
p e d ir la juventud y que raspara de él la funesta vejez.
A sí que. m ientras lo poseía la m uy am ada ju v e n tu d , 225
gozándose con la A u ro ra , la de áureas flo re s, que sale m añ anera,
vivía ju n to a las c o rrien tes del O c éa n o , en los c o n fin e s de la T ie rr a .
Pero cu an d o los p rim ero s cabellos canos caían
de la h erm o sa cabeza y del no ble m en tó n ,
se apartó de su lech o la augusta A u ro ra . 230
A ú n lo cuidaba te n ién d o lo en sus habitaciones,
con cereal y am b rosia, y le regalaba h erm o sos vestidos.
Pero cuand o em pezó a ab ru m a rle p o r com p leto la od iosa vejez
y ni siq u ie ra p od ía m over n i levan tar sus m iem b ros,
ésta fu e la d ecisión q u e en su á n im o le p areció la m e jo r: 235
lo instaló en un d o rm ito rio y c e rró las esp lén did as puertas.
C ie rto es que su voz fluye sin cesar, mas nada queda del vigor
que antes había en sus flexibles m ie m b ro s.

En su c o m ie n z o , la histo ria es paralela a la p r im e r a , p e r o algo falla


ya. El mortal con sigu e el d o n de la in m o rta lid ad , p e r o n o el de la eterna
juventud. Tal situación tiene resultados escalofriantes: el envejecim iento
incesante y e t e r n o de T i t o n o , del q ue no p u e d e lib r a r le s iq u ie r a la
muerte. Se p o n e n de relieve en esta historia varios aspectos reseñables:
a) que in m orta lid ad y etern a ju v e n tu d son cualidades separables, b) que
algo ha cam biado con respecto a la p r im e r a historia, p o r q u e ya el re su l­
tado sólo se logra « a m e d ia s » al ser agraciado el m ortal sólo c o n u n o de
los dones que caracteriza a los dioses (la in m o rta lid a d ) y n o co n o tro (la
juventud), c) q u e , en c o n s e c u e n c ia , se a lim e n ta de cereal (c o m o los
humanos) y de a m b ro sía (co m o los dioses), d) que la co n cesió n de este
tipo de dones pertenece en exclusiva a Z e u s y e) que la m uerte es i n f i n i ­
tamente p referib le a un a vejez in acabable.
146 II. M IT O S Y L IT E R A T U R A

914. R azones de A fro d ita para no c o n c ed er

a A n q u is e s la in m o r t a l id a d

Esta situación es suficien te para ex p lic ar el sigu ien te p u n to q ue aborda


el p arlam en to de A fr o d it a . Las razones p o r las que p refiere q ue A n q u i-
ses siga sien do m ortal, con todas sus consecuencias y no se arriesgue a las
terribles secuelas de una situación in te rm e d ia c o m o la de T i t o n o . Así se
p redice la c o n tin u a c ió n de A n q u ises en su estatus de m ortal y som etido
a la vejez ( 2 3 9 ~ 2 4 6 ) .

N o quisiera yo que en tal estado tú en tre inm o rtales


fueras in m o rta l y vivieras p o r siem p re. 24.0
Si siem p re sien d o tal en p orte y en prestancia
vivieras y llevaras el n o m b re de esposo m ió,
el d o lo r n o velaría m is sagaces entrañ as.
p ero el hecho es que en seguida la que n o hace distingos, la vejez, te velará,
in m ise ric o rd e , la que un día se le presenta a los h o m b res 245
funesta, extenuan te, a la que inclu so los dioses a b o rrecen .

El a r g u m e n t o , c o m o se ha ob se rv ad o, es un tanto sesgado. Bastaría


c o n que A fro d it a lograra para el m ortal la eterna ju v e n tu d , adem ás de la
in m o rta lid ad . Pero el h e ch o de que esta posibilidad no se en u n c ie p r o ­
b a b le m e n te s ig n ifica dos cosas: a) q ue n o está en la m a n o de la diosa
c o n s e g u irlo (recuérdese q ue ello d e p e n d e de Z eu s) y b) que no tiene el
m e n o r deseo de hacerlo. En esta segunda c o n d ic ió n insiste el siguiente
a p a rta d o en q u e h e m o s d iv id id o este r i q u í s i m o p a r l a m e n t o : la diosa
m anifiesta la p rof unda vergüenza que siente ( 2 4 7 ~ 255 ) Po r haber caído
en brazos de un m ortal y haber q u ed a d o em barazada.

En cuanto a m i. gran de será el rep ro ch e entre los dioses in m o rtales,


incesante, día tras d ía. p o r culpa tuya.
¡E llo s que antes la conversación con m ig o y m is argucias, con las que a
todos
los in m o rtales alguna vez u n í con m u jeres m ortales. 250
tem ían . A tod os en verdad m i in g en io d om eñ ab a.
Pero ah ora ya m i boca n o se atreverá ni a m en c io n a r
eso entre los in m o rtales, puesto que ob ré de form a más que tem eraria,
ab o m in ab le, in e n a rrab le. Se me extravió la m ente
y co n ceb í un h ijo bajo mi cin tu ra , tras h aber yacido con un m ortal. 255

E n el « n u e v o orden>>, la u n i ó n de u n a d io sa c o n u n m ortal es ya
una vergüenza, algo que no debe o c u r r i r . A fr o d ita se refiere a su capa­
9. LO S M IT O S D E LOS HIMNOS HOMÉRICOS 147

cidad p ara p r o v o c a r en los dioses deseos de u n ir s e c o n m ortales c o m o


algo cjue pertenece al pasado ( 2 5 2 ) « a todos en verdad los d o m e ñ a b a mi
in gen io, p e r o a h o r a . . . » . La diosa ha a p r e n d id o la lección en sí m ism a y
no volverá a in te r v e n ir en este sentido.

9.15. T ercera d ig r esió n : las N infas

Se in tr o d u c e ah ora la tercera d ig re s ió n : a p ro p ó s ito del n a c im ie n to de


Eneas, la diosa a n u n c ia que lo criarán las N in fas, lo que le sirve de llave
para d esc rib ir la situación de estos c u riosos seres ( 2 5 6 - 2 7 2 ) :

A él. tan p ro n to com o vea la luz del sol.


lo c riarán las N in fas m ontaraces, de ajustado regazo,
que habitan este m onte elevado y santísim o.
Ellas n o se alin ean ni con los m ortales ni con los in m o rtales:
viven largo tiem p o , to m an com o alim en to la am brosía 260
y p o n e n su em p eñ o en la graciosa danza ju n to a los in m o rtales.
C o n ellas se u n ie ro n en a m o r los S ile n o s y el A rgicid a de larga vista
en lo p rofxin d o de en can tad oras grutas.
A l tiem po que ellas vin ieron al m u n d o, los abetos y las encinas de alta copa
n a cie ro n sobre la tierra n u tricia de varo n es, 265
árbo les h erm o so s que p ro sp eran en los elevados m ontes.
Se alzan, inaccesibles, y se les llam a sacro recinto
de los in m o rtales. L o s m ortales n o los abaten con el h ie rro ,
sin o que cu an d o les llega la h ora fatal de la m uerte,
se secan p rim e ro sobre la tierra estos h erm o sos árboles 270
y en re d o r se les p u d re la corteza y se les caen las ram as.
A la vez, el alm a de éstas ab an d on a la luz del sol.
Esas, pues, c riarán a m i h ijo , g u a rd á n d o lo consigo.
[Tan p ro n to com o lo alcance la m uy am able ju v en tu d ,
te lo traerán aqu í las diosas y te presen tarán a tu h ijo I . 275

Este pasaje se había in te r p r e t a d o bastante mal hasta hace m uy p oco


tiem po . Hasta tal extrem o era i n c o m p r e n d i d o , q ue algu n o s estudiosos
p r o p u s ie r o n secluirlo y otros lo c o n s id e r a ro n c o m o una p u ra digresión
intercalar. S ó lo en ép oca reciente se ha r e c o n o c id o el valor f u n d a m e n ­
tal del e p is o d io . Al ser las N in fa s siem p re jó v e n e s , p ero n o in m ortales,

6 Los versos 274"275 están en contradicción con la prom esa posterior de la diosa de
que ella lo traería personalm ente. Parece que se trata de la contam inación de dos
versiones diferentes.
148 II. M IT O S Y L IT E R A T U R A

c o n s titu y e n el re v e rs o d e T i t o n o y c o m p l e t a n el c u a d r o d e las c o m b i n a ­
c i o n e s p o s ib le s e n t r e m o r t a l id a d e i n m o r t a l i d a d q u e c a b e n : a) i n m o r t a ­
les y s i e m p r e j ó v e n e s s o n los d io s e s (y G a n i m e d e s ) ; b) m o r t a l e s y s i e m ­
p r e j ó v e n e s , las N i n f a s ; c) i n m o r t a l , p e r o c o n d e n a d o a l a vejez, T i t o n o ,
y d ) m o r t a l e s y s o m e t i d o s a la v e je z : l o s s e re s h u m a n o s (y A n q u i s e s ) .
I n c l u s o S e g a l ( Classical Weekly 6 7 , 1 9 7 4 - 2 0 5 ~ 2 I 2 ) Ha o b s e r v a d o q u e hay
u n a sutil c o r r e s p o n d e n c i a e n este c u a d r o c o n las r e f e r e n c ia s g e o g rá fica s
y c o n la a l i m e n t a c i ó n :
G a n i m e d e s (y lo s d i o s e s ) e s tá n e n el O l i m p o : t o m a n n é c t a r y
a m b r o s í a . T i t o n o vive e n lo s c o n f i n e s d e la T i e r r a , en el O c é a n o . T o m a
ce rea l ( a l im e n t o h u m a n o ) y a m b r o s í a . L a s n in f a s están en el m o n t e Ida,
t o m a n a m b r o s í a . A n q u i s e s vive e n la c i u d a d ( T r o y a ) y se a l i m e n t a de
ce re a l c o m o los h u m a n o s .
El p a p e l d e las p o l a r i d a d e s es d i s t i n t o . M ie n t r a s el caso d e T i t o n o es
u n d e s a s tr e , u n a s o l u c i ó n p e o r q u e la d e la m o r t a l i d a d , las N i n f a s so n
las v e r d a d e r a s m e d i a d o r a s e n t r e h o m b r e s y d i o s e s : c o m o l o s á r b o l e s
p u e d e n r e n a c e r y d a n la i m p r e s i ó n d e n o e n v e je c e r n u n c a hasta q u e un
día m u e r e n . S e ha p u e s to d e re lie ve la c o n s ta n te u tiliz a c ió n d e t e r m i n o ­
l o g ía v e g eta l « f l o r e c i e n t e l i n a j e , f l o r i d a p r o g e n i e » , etc . D e a lg u n a
f o r m a la c a p a c id a d d e r e n o v a c i ó n d e los se re s h u m a n o s n o se e j e r c e en
los t é r m i n o s d e s u v id a, s i n o en la d e su e s p e c ie . Y es a h í d o n d e está el
p a p e l d e A f r o d i t a , el i m p o r t a n t í s i m o p a p e l , p r o p i c i a r la r e n o v a c i ó n de
la e s p e c ie a través d e la u n i ó n y la f e c u n d a c i ó n p a r a d a r l u g a r a n u e v o s
seres.

9.16. E l futuro de E n ea s . Fin al


T o d a v ía q u e d a u n c a b o s u e l t o : y se a b o r d a e n los v e rs o s 2 7 6 - 2 8 8 e n q u e
la d io s a da a A n q u i s e s i n s t r u c c io n e s s o b r e E n e a s .

Y yo. para explicarte todo lo que tengo en mente,


el quinto año vendré de nuevo, trayendo a tu hijo.
Tan pronto com o veas con tus ojos el retoño,
te gozarás de verlo, pues será muy semejante a un dios.
l.o llevarás en seguida a Troya, batida por los vientos. 280
Si te pregunta alguno de los hombres mortales
qué madre llevó a tu hijo bajo su cintura,
respóndeles, acordándote de lo que te ordeno:
« Dicen que es vastago de una Ninfa de suave tez de flor.
de las que habitan este monte cubierto de vegetación». 28-,
9. LOS M IT O S D E LOS HIMNOS HOMÉRICOS >49

Pero si lo descubres y te van aglorias con á n im o insensato


de h aberte u n id o en a m o r a la co ro n ad a C ite re a,
Zeus, en co lerizad o con tra ti. te h erirá con su rayo hum eante.

A n q uises verá un r eto ñ o (de nuevo la te rm in o lo g ía vegetal), p ero de


n in g ú n m o d o d e b e r á r e c o n o c e r que es el f r u t o de la u n i ó n c o n una
diosa, p r o h ib id a en el n uevo o r d e n ( p o r cierto q ue es a q u í la p r im e r a
vez que A fro d ita declara su iden tidad en el h im n o ) . Si lo hace, de nuevo
será Zeus, ga ran te m á x im o de este n uevo o r d e n , q u ie n se en c a rg u e de
castigarlo. Si la u n i ó n c o n la diosa n o ha sid o acto de hubris, sí lo sería
p roclam arlo.
La diosa t e r m in a su p a r la m e n t o c o n un a breve y seca e x h o r t a c ió n
final ( 2 8 9 - 2 9 0 ) a que A n q u ises tema la cólera de los dioses, es d ecir, a
que acepte su p ap el de ser h u m a n o y las p r o f u n d a s f r o n t e r a s q u e lo
separan de la divinidad.

Ya está todo d ich o . A si que tú, tras re co n sid e ra rlo en tu fu e ro in te rn o ,


contente, n o m e no m b res, y tem e la có lera de los dioses. 290
D ich o esto, se lanzó hacia el cielo batido p o r los vientos.

A frod ita m ism a acepta tam bién estas fron teras, garantiza que con su
actitud n o volverá a p r o p i c i a r q u e se tran sgred a n y e n trará en la d is c i­
plina de los olím p ico s.
C o n se cu e n te m e n te , la m archa de la diosa ( 2 9 O es tam bién abrupta.
Su parlam en to n o adm ite discusión ni siquiera réplica
S ólo queda para acabar el h im n o un breve final con las características
fórmulas que llam am os de saludo y de tran sición ( 2 9 2 - 2 9 3 ) -

Salve, diosa que tutelas C h ip re , la de herm osas ed ificacio n es.


T ras h ab er com enzad o p o r ti. pasaré a o tro h im n o .

C o n la p rim e r a , el aedo saluda a la diosa protagonista con una de sus


advocaciones típicas (su tutela so b re C h i p r e ) . C o n la segu n d a, declara
que pasará a o tro h im n o , lo que recien tem en te se ha in terp retad o c o m o
una fo rm a de in d icar al p r o p io dios que tam bién él es u n o en tre varios,
que tam bién él tiene su lugar (un lugar im p o rta n te, p ero sólo un lugar)
asignado en la je ra rq u ía divina y en el o rd e n del m u n d o .

9 .17 . C o l o f ó n
Vemos cóm o el análisis (necesariam ente rápido) de los m itos c on ten id os
en el Himno a Afrodita sirve de ilustración a las características q ue les asig­
i5 o II. M IT O S Y L IT E R A T U R A

n a m o s a estos h i m n o s . Y s o b r e t o d o n o s re vela la e x t r a o r d i n a r i a s a b id u ­
r ía p o é t i c a d e l a n ó n i m o a u t o r d e esta v e r d a d e r a j o y a l i t e r a r i a , q u e ha
s a b id o c o n c e n t r a r e n m e n o s d e tre sc ie n to s v e rs o s u n a p r o f u n d a carga de
c o n t e n i d o c u a ja d a e n u n a e x p r e s i ó n f o r m a l e x q u is ita .
10. M U JER ES LOCAS, M U JER ES A SE SIN A S: CONTRAFIGURAS
DE LA M UJER IDEAL EN LOS MITOS GRIEGOS

10.1. Pro t o t ipo s n e g a t iv o s de la m u je r en e l m ito

P ro tag o n iz an este c ap ítu lo m u je re s p ro ta g o n is ta s de m ito s, p e r o no


aquellas que ap a recían c o m o m o d e lo s que d e b e r ía n ser im ita d o s, sin o
com o todo lo c o n tra r io , c o m o paradigm as de locu ra o de m aldad, sobre
todo, la m aldad q ue co n d u ce al asesinato. M e o cu p aré, p o r un lado, de
m itos de m u je r e s que p r o v o c a n la m u e r te de o t r o presas de lo c u r a ,
com o p ro to tip o de u n esquem a narrativo relac io n a d o casi siem p re con
la intervención del dios D io n iso , y p o r o tro , de dos h e ro ín a s perversas y
asesinas, G lite m e str a y M edea, cuyo c r i m e n n o o b e d e c e a u n rap to de
locura, s in o q ue es el resu ltad o de u n a d e c is ió n fría y calculada. D a d o
que se trata de figu ras de un a m p lio trata m ien to en la litera tu ra griega
me c o n c e n t r a r é en las v e r s io n e s más an tigu as de su m ito , q ue s o n las
más in teresan tes p o r q u e es en estos p r i m e r o s m o m e n t o s en los q u e se
forja su caracterización c o m o m o d e lo s arquetípicos.

10.2. M u jeres en lo q u ec id a s por D ioniso

I O . 2 . 1. L a m a n ia d io n is ìa c a

Existe un r e p e r t o r io relativam ente a m p lio de m u jeres locas, que causan


la m u e rte de o tr o s en un rap to de lo c u r a , p ro v o c a d o p o r el d io s D i o ­
niso. E n e fecto , u n o de los rasgos p r o t o típ ic o s de D i o n is o es ser
« f u r i o s o » , no tanto p o r q u e él m ism o sea presa de la fu ria , cuanto p o r ­
que t ip ilic a esta p o s e s ió n d iv in a . L a p a la b ra g r ie g a q u e la d esig n a en
griego, mania, denota « f r e n e s í » , no sólo en el sentido de « d e l i r i o s » , de
•52 II. M IT O S Y L IT E R A T U R A

p é r d id a del s e n t id o d e la re a lid a d , s i n o c o m o u n a e x p e r ie n c ia d e i n t e n ­
s i f i c a c i ó n d el « p o d e r m e n t a l » , u n a e s p e c ie d e v it a lid a d d e s a f o r a d a , de
s u p e r a c i ó n d e los lím ite s d e la n o r m a l i d a d . L o c u r i o s o del éxtasis d i o n i -
s ia c o es q u e casi n u n c a lo a lc an z a u n i n d i v i d u o p o r sí m i s m o , s i n o qu e
es u n f e n ó m e n o d e g r u p o , q u e se p r o p a g a casi d e f o r m a c o n t a g io s a . El
d i o s p r o v o c a e n sus s e g u i d o r e s u n a e n o r m e e n e r g í a q u e d e b e s e r l i b e ­
ra d a en u n a danza d e m o v i m i e n t o s b r u s c o s y e n u n a s e r ie d e g rito s d esa­
f o r a d o s ; en o c a s io n e s , estalla e n el e j e r c i c i o d e la v io l e n c ia c o n t r a a n i ­
m a les y, e n casos e x t r e m o s , c o n t r a p e r s o n a s . L o s p a r tic ip a n te s se sien ten
« f u e r a d e s í » , c o m o si p o r m o m e n t o s n o f u e r a n e llo s ( d e a h í el u so de
m á sca ras q u e d o t a n al u s u a r io d e u n a m o m e n t á n e a i d e n t i d a d d ife r e n t e )
y p i e r d e n sus i n h i b i c i o n e s , sus m ie d o s , sus b u e n o s m o d a l e s , su re sp eto,
p o s e íd o s d e u n a e u f o r i a e x tr e m a q u e n o c o n o c e el c o n t r o l .
El d i o s a p a re c e s ie m p r e r o d e a d o d e su g r u p o d e d e s e n f r e n a d o s d e v o ­
to s y de vo tas (m á s devotas q u e d e v o to s ). Q u i e n se r i n d e a este d i o s debe
a r r ie s g a r s e a p e r d e r su id e n t id a d h a b itu a l y « v o l v e r s e l o c o » , lo q u e es,
c o m o v e r e m o s , al m i s m o t i e m p o d i v i n o y s a lu d a b le .
Esta p o s e s i ó n d iv in a es ca ra c te rís tic a d e lo s cu lto s d i o n i s í a c o s y en la
m a y o r ía d e lo s casos n o p r o d u c e e fe c t o s p e r n i c i o s o s . L o s rito s del d ios
se c e l e b r a n f u e r a d e la c i u d a d , f u e ra del á m b it o del o r d e n , en el c a m p o ,
d e n o c h e , y se d e s a r r o l l a n n o r m a l m e n t e s in i n c i d e n t e s . E n los m ito s ,
s ó lo c u a n d o se trata d e i n d iv id u o s q u e se o p o n e n a esos cu lto s es c u a n d o
la l o c u r a d e las m u je r e s , s u scitada p o r D i o n i s o , se t o r n a en i n s t r u m e n t o
del castigo del d i o s , sea p a ra la p r o p i a p e r s o n a p o s e íd a , sea p a r a a lg u n o
d e sus a lle g a d o s , q u e se n o s h ab ía p r e s e n t a d o c o m o a n ta g o n is ta del d io s.
A sí p u e s , el a n ta g o n is ta , el q u e se o p o n e a los d e s ig n io s del d i o s s u fr e u n
castigo e j e m p l a r , su p r o p i a l o c u r a o su d e s t r u c c ió n a m a n o s d e o tra p e r ­
s o n a (a m e n u d o d e su p r o p i a fa m i lia ) q u e se vuelve lo ca . Es el caso d e las
h ijas d e M in ia s en O r c ó m e n o , y d e la m u j e r d e P e n te o en l e b a s .

10 .2 .2 . L as h i j a s dk M i n i a s

E l m it o d e las h ijas d e M in ia s d e O r c ó m e n o , e n B e o c ia , f u e tra ta d o p o r


C o r i n a , la p o e tis a t a m b ié n b e o c ia del s. V a . C . , p e r o s ó lo c o n s e r v a m o s
d e su p o e m a u n a v e r s ió n en p ro s a d e E l i a n o (Varía Historia 3 . 4 2 ) . E l a u t o r
está h a b l a n d o d e c ó m o el c u lto d e D i o n i s o se estaba e x t e n d i e n d o c o m o
la p ó l v o r a y h ab ía lle g a d o a O r c ó m e n o , d o n d e t a m b ié n te n ía u n n o ta b le
é x ito , p e r o c o n u n a e x c e p c ió n :
10. M U J E R E S LOCAS. M U J E R E S A S E S IN A S 1 5 3

C u e n ta n q ue só lo las h ijas de M in ia s, L e u c ip e . A rsip e y A lc íto e , se


o p u sie ro n a los coros de D io n iso . La causa era que deseaban a sus m aridos,
y p o r esto n o se c o n virtiero n en m énades del dios. F.l se irritó , p ero ellas se
m an tenían ju n to a los telares y trabajaban b ien la la b o r de E rgan e (el telar)
con m u ch o e m p e ñ o . De p ro n to h iedras y vides co m e n za ro n a en ro scarse
en los telares y serpien tes a esco n d erse en las canastillas; del techo d estila­
ban gotas de v in o y m ie l. P ero tales p ro d ig io s tam p o co las c o n v e n c ie ro n
para d edicarse al culto religioso del d io s. A llí, más allá del C ite ró n . se b u s­
caron un in fo rtu n io , no m en o r que en el C ite ró n . En electo las M iníades,
en un arrebato de* lo cu ra, d esgarraro n com o a un cervatillo al h ijo de L e u -
cipe, que era todavía tiern o y d elicad o . A co n tin u a ció n , desde allí se lanza­
ro n hacia las que eran m énades desde el p rin c ip io , q u ien es las p e rsig u ie ­
ro n p o r su im p u reza h o m ic id a . P o r estos m otivo s se c o n v irtie ro n en
p ája ro s, y un a ca m b ió su fig u ra en c o rn e ja , otra en m u rc ié la g o y otra en
lechuza.

A p a r e n t e m e n t e , las h ija s d e M in ia s n o h a n c o m e t i d o n i n g ú n d e lito ,


sino to d o lo c o n t i'a r io . S o n esp osa s d evotas d e sus m a r i d o s y t r a b a j a d o ­
ras hasta el e x c e s o . C u m p l e n , e n s u m a , d e m a n e r a i r r e p r o c h a b l e lo s
papeles q u e a sign a a la m u j e r el i d e a r i o g r i e g o a n t i g u o . P e r o D i o n i s o , el
dios t ra n s g re s o r, r e c la m a su c u lt o ; q u e las m u je r e s a b a n d o n e n su t ra b a jo
y se r e ú n a n d e n o c h e p a r a e n t r a r e n u n a e s p e c ie d e t r a n c e en el t r a n s ­
cu rso del r i t o b á q u i c o . E ll a s n o r e s p o n d e n , p o r q u e c r e e n q u e tales
prácticas se o p o n e n a su d e c e n c ia , a su l a b o r i o s i d a d , a su c o n d i c i ó n d e
m u jeres comme ilfaut.
D io n is o les envía u n p r i m e r aviso, u n p r o d i g i o en q u e se m a n ifie s ta n
de un m o d o m á g ic o las p la n ta s r e la c i o n a d a s c o n el d i o s : la h ie d r a c o n la
que se c o r o n a n los d e v o to s , la vid c o n la q u e se hace el v in o q u e b e b e n .
A p a r e c e n las s e r p ie n t e s , p a ra lo s g r i e g o s a n im a le s d e las p r o f u n d i d a d e s
de la t i e r r a , a m e d i a s e n t r e el m u n d o d e lo s v iv o s y el d e lo s m u e r t o s ,
p ro p io s del á m b it o b á q u i c o . L a lec h e y la m ie l se p r o d u c e n a u t o m á t i c a ­
m ente e n el ta lle r d e las h e r m a n a s , c o m o se c u e n t a q u e se p r o d u c í a n en
el m o n t e d u r a n t e el a g it a d o m o v i m i e n t o d e las b a c a n t e s . P e r o las h ija s
de M in ia s s o n in c a p a c e s d e c a p ta r el aviso d el d io s . Y p o r e llo s o n c o n ­
d en ad as a p e r d e r el s e n t i d o d e la r e a l id a d , a c o n f u n d i r al n i ñ o c o n u n
cervatillo y a a c t u a r s o b r e él c o m o se s u p o n í a q u e a c t u a b a n las b ac an te s,
d e s m e m b r á n d o l o . S u c a s t ig o f i n a l es e j e m p l a r . S e c o n v i e r t e n e n aves
n o c tu rn a s . E ll a s q u e n o q u e r í a n d e j a r el l e c h o d e sus m a r i d o s y d e s e a ­
ban tra b a ja r t o d o el d ía , se v e n o b lig a d a s a v a g a r d e n o c h e p a r a s i e m p r e .
154 II. M IT O S Y L IT E R A T U R A

10 . 2 . 3 . ÁOAVE

P ero el e j e m p l o m ás ca ra cte rístico de este p r o t o t i p o m ít i c o es sin d u d a el


d e A g a v e , cuyas v ic is itu d e s se r e f l e j a r o n d e m o d o e j e m p l a r e n u n a h e r ­
m o s a tra ge d ia d e E u r í p i d e s , las Bacantes.
A ga ve es h ija d e l rey C a d m o d e T e b a s y h e r m a n a d e S é m e l e , la m a d re
d e D i o n i s o . E l d i o s es, p o r ta n to , su s o b r i n o . S é m e l e h a b ía s id o a m a n te
d e Z e u s y h ab ía c o m e t i d o la i m p r u d e n c i a d e p e d i r l e al d i o s q u e se m o s ­
tra ra a ella e n to d o su p o d e r . C u a n d o Z e u s lo h ace, re su lta f u l m i n a d a y
m u e r e , c u a n d o a ú n estab a e m b a r a z a d a d e D i o n i s o . S u h e r m a n a A gave
d i f u n d e el r u m o r d e q u e S é m e l e h a b ía m e n t i d o al d e c i r q u e su e m b a ­
ra z o h a b ía s i d o o b r a d e Z e u s , y q u e p o r e l l o el d i o s la h a b ía c a s tig a d o .
A ga ve se t o r n a e n e j e m p l o d e d e c e n c ia y m o r a l i d a d . S u h e r m a n a ha a p a ­
r e c i d o e m b a r a z a d a y e lla c r e e q u e la h i s t o r i a d e su u n i ó n c o n Z e u s es
u n a e x c u s a i n d e c e n t e , i n c l u s o s a c r il e g a . P o r e s o la c o n d e n a a e s ta r en
b o c a d e t o d o s c o m o m u j e r im p ú d ic a .
A s í p u e s , c u a n d o D i o n i s o e x t i e n d e su c u l t o p o r G r e c i a , vu e lv e a su
c iu d a d natal, T e b a s , y c o n v e n c e a las m u j e r e s p a ra q u e a c u d a n al M o n te
C i t e r ó n a c e l e b r a r los m is t e r io s . P e n t e o , el rey d e le b a s e h i j o d e A gave
es e n e m i g o d e ese c u lto . N o c r e e q u e el r e c ié n lle g a d o sea u n d io s , p o r ­
q u e c o n s id e r a q u e n o p u e d e s e r lo q u ie n in cita a las m u je r e s al d e s o r d e n ,
la i n d e c e n c i a y la lo c u r a . P ara s a b e r a q u i é n se e n f r e n t a , P e n t e o se d i s ­
fraz a d e m u j e r e in t e n t a e s p i a r a las m u j e r e s d e s d e lo a lto d e u n á r b o l ,
m i e n t r a s e s t a b a n c e l e b r a n d o su s r i t o s o r g i á s t i c o s . E n t o n c e s A g a v e ,
i n d u c i d a p o r D i o n i s o , lo d e s c u b r e y c r e e q u e se trata d e u n a f i e r a . D e
n u e v o el castigo del i n c r é d u l o se c a n a liz a a través d e la o b n u b i l a c i ó n y la
p é r d i d a d e l s e n t i d o d e la r e a l i d a d , e n u n a f o r m a d e l o c u r a . A s í q u e
A g a v e lo ataca y d e s p e d a z a a su h i j o P e n t e o , c o n a yu d a d e sus h e r m a n a s
I n o y A u t ó n o e . L a d e s c r i p c i ó n d e E u r í p i d e s e n las Bacantes n o e s c a tim a
d e t a l l e s gore, a u n q u e , c o m o t o d a s las a c c i o n e s v i o l e n t a s d e la t r a g e d ia ,
ésta o c u r r e f u e r a d e e s c e n a y es s i m p l e m e n t e re la ta d a a los e s p e c ta d o re s
p o r u n m e n s a je r o :

Su maclrc fue la p rim era en in ic ia r, com o sacerdotisa, el sa crificio , y se


echa en cim a de él. P en leo se a rra n c ó la d iad em a del c a b e llo 1 p ara que lo
c o n o c ie ra y no lo m atara la in fe liz Agave. A l m ism o tiem p o , decía, a c a r i­
cian d o su m ejilla:

I Q u e fo rm ab a parte de su disfraz de m u je r.
10. M U J E R E S LOCAS, M U J E R E S A S E S IN A S 155

¡S o y yo, m adre m ía. yo, tu Hijo! ¡Penteo, al que diste a luz en la m orada
de E q u ió n ! ¡T en piedad de m í, m adre, y no vayas a m atar, p o r culpa de mis
e rro re s, a tu p ro p io h i jo ! '

N o deja de s e r s ig n ifica tiv o , q u e P en teo . ¡n extremis. se dé cu en ta de


que ha c o m e t id o « e r r o r e s » . T o c a r la m e jilla es un gesto típ ic o del
suplicante. Pero el respeto al sup lican te es p r o p i o de la vida o rd e n a d a ,
no de la locura ciega in d u cid a p o r el dios. E u ríp id e s c o n tin ú a su vivida
d e sc rip ció n :

Pero ella echaba espum a de la boca y revolvía sus pupilas en p len o d es­
vario. sin p ensar lo que hay que pensar. Estaba poseída p o r Baco y n o a te n ­
día a Penteo. C o g ie n d o con sus dos m an os el brazo izq u ierd o, y apoyando
el pie en los costados del desgraciado, le d esgarró y a rra n có el h o m b ro , no
con su fuerza p ro p ia , sin o p o rq u e el dios habia dado destreza a sus m an os3 .
L u e g o In o co m p letab a el resto de la a c c ió n , d esg a rra n d o su ca rn e ,
m ien tras se le echaba e n cim a A u tó n o e y tod a la tu rb a de bacantes. H ab ia
un g rite río total: a la vez él, que gem ía de d o lo r con todo lo que le quedaba
de vida, y ellas con sus g rito s de tr iu n fo . A rran cab a una un brazo, otra un
p ie con su calzado de caza, m ien tras en el d escu artizam ien to q u ed aban al
d esn ud o sus costillas. Y todas, con las m anos teñidas de sangre, se pasaban
una a otra co m o una pelota la carn e de Penteo.

D ejem os aquí la orgía de sangre, que en la o b ra sigue con otros deta­


lles m ac a b ro s, c o m o la im agen fin a l de Agave llevan d o la cabeza de su
hijo com o un tro fe o de caza, con ven cid a de que era de una fiera y b u s ­
cando el ap lau so y la a p r o b a c ió n de sus c o n c iu d a d a n o s p o r lo q ue ella
creía una gran hazaña.
Poco después. Agave, c u an d o reco bra la sensatez y se da cuenta de lo
o c u r r id o , sien te u n d o l o r i n f i n i t o . R e c u p e r a d a la c o r d u r a , r e c u p e r a
también la escala de valores h u m a n a , la re s p o n s a b ilid a d , la c o n c ie n c ia
del p ro p io c r im e n . Y p o r eso el crim en g en era en ella u n e n o r m e s u f r i ­
m iento. E n la o b ra se explica luego lo suced ido, en boca de C a d m o y en
la del p r o p i o D io n is o . q ue aparece al final p r o c la m a n d o q ue es h ijo de
Zeus e im p o n ie n d o su culto. Agave, en cam b io, debe m arc h ar al destie­
rro. S u c rim en ha c o n ta m in a d o la ciudad y n o p ued e segu ir en ella.

2 Eurípides. Bacantes I I I 4 s s . , traducción de C arlos García Gual.


3 Recordem os que la manía es ante todo una intensificación de la vitalidad, suscitada
p or el dios.
15 6 II. M IT O S Y L IT E R A T U R A

La e x p lic a c ió n de los h e ch o s ap a rece en un c ru c e de frases entre


Agave y C a d m o :

Agave. Pero a Penteo ¿qué parte le correspondía de mi sinrazón?


Cadm o. Se portó igual que vosotras, no veneraba al dios'1 .

Y cu an d o aparece D io n iso en escena, C a d m o se d irige a él, r e c o n o ­


cien d o de nuevo la falta:

D ioniso. te suplicamos, le hemos o fen d id o0.

1 0 .2 .4 - R a z o n e s de ia lo c u r a

¿ A qué se d eb e tanta s a ñ a ? ¿ C ó m o un d io s p u e d e p r o p i c i a r ep isodios


tan terrib le s ? E n el esq uem a g eneral de esta clase de m itos protago niza­
dos p o r antagonistas de D io n is o , al que p erte n e cen tanto la historia de
las hijas de M in ias c o m o la de Agave, e n c o n tr a m o s que el d esa rro llo del
culto del dios choca con la hostilidad de los g o b ern an tes o, si se quiere,
del establishment. Y n o p o rq u e los go b ern an tes o la « g e n t e de bien>> sean
im p íos, perversos o ateos, sin o p o r to d o lo c o n tr a rio , p o r q u e actúan de
la m a n e r a que es es p e ra b le en u n v e r d a d e r o p o lít ic o , o e n verdadera
« g e n t e de b i e n » , que aprecia el c o m p o r t a m ie n t o corre c to , la decencia
de las conductas, el bien estar de los ciu d ad a n o s y el m a n te n im ie n to del
o r d e n p ú b lico .
E n otras palabras, Pen teo y las hijas de M in ias son hostiles al dios,
p o r q u e D io n is o suscita en sus fieles un a e u fo r ia d e s e n fre n a d a hasta el
d e s c o n t r o l, saca a las m u je r e s del á m b ito q ue les es p r o p i o , el gin eceo
del h o g a r, las in voca para m a r c h a r j u n t a s fu era del á m b ito del o r d e n ,
del trabajo, de la fidelidad , al cam p o , de n oche, a hacer quién sabe qué
h o r r ib le s cosas, p o r q u e p ie rd e n el d o m i n i o so b re sí m ism as. Las hijas
de M in ias se niegan a participar en los ritos p o rq u e no q u ieren a b a n d o ­
n ar sus roles de m u jeres de b ie n ; Penteo trata de p ro h ib ir lo s , p o r q u e es
un político y los políticos saben que es difícil g o b e r n a r sobre ciudadanos
que p i e r d e n la razón y la m esu ra . Y p o r q u e s in c e r a m e n t e n o cree que
eso sea b u e n o p ara ello s ni p ara la c iu d a d . La g ra n p a r a d o ja es que la
fuerza de los hechos acaba p o r d em o strar que el h o m b r e que persigue al
dios loco o las m ujeres que rechazan su culto en b e n e fic io de la cordura
son los q u e van c o n tr a el o r d e n de las cosas y acaban m al, las hijas de

4 Eurípides, Bacantes I302s.


5 Eurípides. Bacantes 1344-
10. M U J E R E S LOCAS. M U J E R E S A S E S IN A S •57

M inias, locas y d a n d o m u e rte al h ijo in o c e n t e de u n a de ellas, P en teo .


desm em b rado de m o d o lastim oso, víctima de la dem en cia desatada de su
madre y las m u jeres más allegadas a su p ro p ia íam ilia.
L o s m ito s d e los antagon istas de D i o n i s o , e n tan to q ue ex p licació n
p aradigm ática de la r e a lid a d , v i e n e n a d e c i r n o s q u e la so c ie d a d no
p uede s o b r e v iv ir s o m e tid a a un o r d e n c o n t i n u o y sin fis u ra s ; que el
papel de la m u je r n o puede p ersistir sin relajam ien tos del o rd e n social,
sin q ue los c iu d a d a n o s y s o b r e to d o las ciu d a d a n a s p ie r d a n de vez en
c uando el c o n t r o l, p e r o q ue el o r d e n social debe volver a r e im p o n e r s e
enseguida. Las fiestas de D io n is o ten d rán que ver en m u ch o s casos con
esa alteración co n tro la d a , para evitar la d estru c ció n , c o m o u n a especie
de válvula de escape, p ara evitar el d e s c o n t r o l total. S i esa a lte rac ió n
controlada del o rd e n falla, se p r o d u c iría la g ran alteración , la dem en cia
desenfrenada, la fiesta de la destrucción y de la sangre. A lgo para h a c e r ­
nos p e n s a r s o b r e la s itu ació n de la m u j e r en la G r e c i a de la ép o ca , y
sobre el m ie d o de los varones hacia la d iso lu c ió n com pleta de la in stitu­
ción m atrim o n ial.

10.3. M u jeres asesinas

Pero p asem os a o t r o t e r r e n o d is tin to , al de las m u je r e s q u e n o actúan


poseídas p o r la d iv in id a d , s in o q u e c o m e te n u n o o vario s asesinatos
como resultado de una p la n ifica ció n fría y d eliberad a. A q u í tratarem os
los casos m od é licos de C litem estra y de M edea.

IO .3-1. C litemestra

C litem estra segú n el m ito es la esposa de A g a m e n ó n y h e r m a n a de


H elen a de Troya. C u a n d o su esp oso va a la g u e r r a de T r o y a la deja
encargada del r e i n o . A l cab o de u n o s cu an to s a ñ o s de a g u a r d a r su
regreso (según la trad ición , la gu erra de T ro ya d u r ó diez) se deja seducir
por Egisto y, cu an d o A g a m e n ó n regresa p o r fin , es asesinado.
C lite m e s tr a ap a rece varias veces m e n c io n a d a p o r H o m e r o , p e r o
luego es p esonaje e incluso p rotagonista de algunas tragedias. C o m p a r a ­
remos su p ap el en H o m e r o y en el Agamenón de E sq u ilo , p o r q u e resulta
muy revelador.
Para H o m e r o , las m ujeres deb en ser respetuosas y sumisas y p o n e r su
inteligencia al servicio del m a r id o , de m o d o que las m u jere s malas son
las que n o siguen este p a t r ó n . Está clara esta tajante división en la c o n ­
traposición en tre P e n é lo p e y C litem estra. A m b a s han sido ab an don ad as
p or sus m a rid o s , que se han id o a un a g u e rr a lejana e in c o m p r e n s ib le .
158 II. M IT O S Y L IT E R A T U R A

A m b as su fren en su país el asedio de p rete n d ien tes q ue in tentan ocupar


el lu ga r del m a r id o ausente. M ien tra s P en e lo p e em p le a su inteligencia
en m a n t e n e r lo s a raya d u r a n te vein te añ o s , C lite m e s tr a acepta una
u n ió n adúltera con Egisto. M ientras que P en èlo pe recibe a su m arid o a
la vuelta con su fidelidad íntegra, C litem estra espera al suyo para ayudar
a su am ante a que lo mate. La m aldad de C litem estra es aú n m ayor para
el viejo poeta p o r q u e se m anifiesta en una m u je r , p o r lo que contam ina
a todo el gé n e ro fe m e n i n o , c o n trib u y e n d o a su m ala fama, incluso a las
que n o han dado m otivos. H o m e r o expresa esta c o n tr a p o s ic ió n en una
escena en q ue O d is e o se e n cu e n tra en los in fie r n o s el alm a de A g a m e ­
n ó n . Este se e n c u e n tra en el Más A llá p o r q u e está m u e r to y se d irige a
O d is e o c o n un a cierta en v id ia, p o r q u e la m u je r de O d is e o , Penèlope,
ha d em o strado su fidelidad y su respeto, a diferen cia de su p ro p ia esposa
C lite m e stra, adúltera y asesina:

¡Feliz hijo de Laertes. O diseo, pródigo en ardides!


F.n efecto conseguiste una m ujer de enorm e virtud.
¡Q ué nobles pensamientos tenia la irreprochable Penèlope,
la hija de Icario, cuando tan bien guardó el recuerdo de O diseo, 195
su legitimo esposo. Por eso jam ás se extinguirá la fama
de su excelencia. Los inmortales propondrán a los humanos
un canto seductor en honor de la sensata Penelope.
No meditó perversas acciones com o la hija de Tin dáreo,
que mató a su esposo legítimo y será tema para cantos de odio 200
entre las gentes y dará mala fama a lodas las mujeres.
incluso a la que sea decente**.

M erece la pena q ue e x a m in e m o s los té r m in o s de la c o n tr a p o s ic ió n :


la actitud de P en èlo p e es pasiva, tien e « p e n s a m i e n t o s n o b l e s » , guarda
el r e c u e r d o del h o m b r e y p o r eso es sensata. La de C lite m e s tr a (de la
q ue ni siq u iera se da el n o m b r e , s in o sólo el de su p ad re, T in d á r e o ; se
d ir ía q u e A g a m e n ó n n o q u is ie r a ni n o m b r a r la s iq u ie r a ) es activa:
« m e d it a perversas a c c io n e s » . N o espera y recibe, sin o que actúa y mata.
N o rechaza a los p r e te n d ie n te s , s in o q ue acepta u n a m o r a d ú lte r o . El
resultado de la actitud de Penèlope, p redice A g a m e n ó n , es que será ca n ­
tada con cantos seductores, in sp ira d os nada m en o s que p o r los p ro p io s
dioses. L o s de la actitud de C lite m e stra serán dos: u n o , in s p ir a r cantos

6 Odisea 2 4 . 1 9 2 - 2 0 2 . T ra d u cció n de C a rlo s G a rc ía G u a i.


10. M U J E R E S LOCAS. M U J E R E S A S E S IN A S ■59

de o d io y o tr o más c u r i o s o , h a c e r r e c a e r la m ala fam a s o b re todas las


m u jere s, in c lu s o las b u e n a s . Tal a f i r m a c i ó n es r e v e la d o ra . U n aedo
griego jam ás habría d ich o que el crim e n de un h o m b re p ro p ic ia la mala
fama de la totalidad de los varones.
S in em bargo , c o m o verem os luego, A g a m e n ó n se equivoca. Penélope
le interesa luego muy p o co a los autores de la literatura griega, m ientras
que Clitem estra será un p erson aje de p r o f u n d o atractivo para ellos.
Pero sigamos con las m en c io n e s de C lite m e stra. A p are ce tam bién en
otro lugar de la Odisea, c u an d o N ésto r le cuenta a T e lém a co el triste final
de A g a m e n ó n , el A trid a:

Del A trid a tam bién vo sotros h abéis o íd o , au n q u e vivís alejados,


cóm o regresó y cóm o Egisto le había p rep arad o una cru el m uerte.
Pero, desde lu ego , ése lo pagó de un m od o m iserab le. 195

¡C u á n b u e n o es que un h om b re d eje al m o rir, un h ijo ,


ya que así éste se vengó del asesino de su padre.
Egisto. de m ente tra id o ra, que diera m u erte a su g lo rio so p ro g e n ito r7.

Resulta cu rio so que N ésto r le atribuya el crim e n a Egisto y que a C l i ­


temestra ni siquiera la n o m b r e . El h ijo al q u e se re fie re es O restes, que
vengará a su p adre, m atan d o a Egisto. N o nos dice (co m o en otras ver
siones) q ue t a m b ié n mata a C lit e m e s t r a . L o m is m o o c u r r e c u a n d o
M enelao visita al V ie jo del m a r y éste le cuenta q ue Egisto tenía p r e p a ­
rado un vigía para avisarle de cu an do llegara A g a m e n ó n y lo asesina en el
banquete ( 4 -53 ° ss)- Y a ún más, en Odisea 1-35 ss- en asamblea de los
dioses q ue a p a rece al p r i n c i p i o del p o e m a , Z e u s se r e fie r e a c ó m o los
ho m b res se a trae n sus p r o p i a s c a lam id a d es y p o n e c o m o e je m p lo a
Egisto, q ue se casa con u n a m u je r casada (a la que llam a « l a esposa del
A t r i d a » , sin s iq u ie ra m e n c i o n a r su n o m b r e ) y le da m u e rte a A g a m e ­
nón a su regreso, él. De ella n o se dice nada. Parece c o m o si los dioses
no q u is ie ra n ni s iq u ie r a im a g i n a r q ue un a m u je r p u d ie r a p o r sí sola
co n c eb ir y c o m e t e r el c r im e n . S ó lo c u a n d o q u ie n habla es el p r o p i o
A g a m e n ó n se r e f ie r e a la p a r t ic ip a c ió n de C lite m e s tr a en el c r i m e n ,
tanto en la escena que ya he c o m e n ta d o (Odisea 2 4 - 1 9 2 - 2 0 2 ) , c o m o en
otra a n te rio r, cu an d o se en cu en tra tam bién en el Más Allá con O d ise o ,
en la llamada p r im e r a bajada de O d is e o a los in fie r n o s :

7 Odisea 3 .1 9 3 - 1 9 8
II. M IT O S Y L IT E R A T U R A

N o m e h u n d ió P o sid ó n con m is naves


ech án d om e encim a una inm ensa tem pestad de salvajes vientos,
ni me d ie ro n m uerte g u e rrero s en em igos en tie rra firm e ,
sin o que F.gisto había tram ad o m i m uerte y m i final
y me m ató con ayuda de m i m aldita esposa, tras in vitarm e a su casa, 410
en m ed io de la cena, com o se mata un buey ante el p ese b re 8.

V e m o s q u e E gisto tra m a el c r i m e n , que C lite m e s tr a lo ayuda y que


matan a A g a m e n ó n en el palacio de Egisto:

Escuché el g rito estrem eced o r de la h ija de P ríam o,


C asan d ra, a la que ju n to a m i asesinó la tra icio n era C litem estra.
Intenté alzar m is brazos y go lp eé la tierra.
exp iran d o bajo los tajos de la espada. I.a de o jo s de perra
se alejó y ni siq u ie ra hizo el gesto, cu an d o yo me d irig ía hacia el
H ades, 4.25
de b ajarm e los p árp ad os ni de cerra rm e la boca con sus m an os.
N o hay nada más cru el y m ás p e rro que una m u je r
que tram a en su m ente acciones tales
co m o las que ella p lan eó , el crim en in fam e
de ejecu tar el asesinato de su legítim o esposo 430

P o r fin A g a m e n ó n cu lp a d ir e c t a m e n t e a C lit e m e s t r a , q u e ayuda a


Egisto a m atarlo y que tam bién da m uerte a C a san d ra, y n o regatea deta­
lles de c ru e ld a d , s o b re to d o el i n c u m p li m i e n t o p o r p arte de la esposa
del m ín im o acto de piedad de c erra rle al d ifu n t o los ojo s y la boca. Sus
últimas palabras son muy sim ilares a las que ya vim os, hacien do a C l i t e ­
mestra d e r r a m a r ig n o m in ia sobre todo el sexo f e m e n in o .

Ella, experta en m aldades hasta el fo n d o .


d erra m ó ig n o m in ia sob re sí y sobre las m u jeres
que van a vivir después, inclu so sobre la que sea d e c e n te '0.

T o d o s estos pasajes son de la Odisea, p e r o en la otra o b r a atrib u id a a


P lo m e r o , la llíada, C lite m e s tr a aparece m e n c io n a d a una sola vez. en un
pasaje q ue n os da algu n as claves s o b re las razon es de su c r i m e n . En

8 Odisea 1 1 .4 0 6 - 4 1 1 .
9 Odisea I I .4 2 1 - 4 3 0 .
ÍO Odisea I I .4 3 2 - 4 3 4 .
10. M U J E R E S LOCAS, M U J E R E S A S E S IN A S 161

efecto, c u a n d o G rises le reclam a a A g a m e n ó n que le devuelva a su hija


C ris e id a , a la q u e tien e c o m o esclava en el c a m p a m e n t o , A g a m e n ó n
declara ante sus tro p as q u e lo h ará, en b e n e f i c io del b ie n p ú b lic o (el
ejército está m u r i e n d o de peste hasta q ue se dé satisfa cción a C r is e s ) ,
pero añ ad e un típ ico c o m e n t a r io de h o m b r e e n tre hombres.- lo hará a
pesar de q ue la esclava le es m uy grata. S u s p alabras son u n a v erd a d e ra
muestra de desp recio para su esposa ausente:

La p re fie ro (a C riseid a ) antes q ue a C litem estra,


m i esposa legitim a, p o rq u e n o es in fe rio r a ella
ni en figu ra, ni en talla, ni e n ju ic io , ni en h a b ilid a d ". 115

Resulta terrib le que la única vez que A g a m e n ó n recu erda a su esposa


en la llíada es para d ecir que otra m u je r vale m u ch o más que ella.
E n H e s ío d o , C lite m e s tr a aparece en el Catalogo de las mujeres, tam bién
con una p articip a ción secu nd aria:

Po r su belleza, el rey de h om b res A gam en ó n desposó a la h ija de T in d á re o ,


a C litem estra de som bría m irad a.

P o r fin C lite m e stra de so m b ría m irad a, d o m eñ ad a p o r A g a m e n ó n , d io a


luz en p alacio al d ivin o O restes q u e, co m o es fam a, ya m ozo, se ven gó del
asesino de su padre y m ató a su altiva m adre con el b ro n c e c r u e l'“ .

E n este pasaje, el e je r c ic io de o c u lt a c ió n del poeta llega más lejo s.


Habla, sin dar su n o m b re , del asesino del padre de O restes y tam bién de
su altiva m a d r e , sin in d ic a r q u é es lo q u e su m a d re h abia h e c h o para
m erecer la m u erte.
Hasta a q u í, las citas de la ép ica. P ero la h is t o r ia de C lit e m e s t r a se
muestra bajo nuevas facetas en la tragedia. El au to r trágico busca e x p lo ­
rar los r in c o n e s más rec ó n d ito s del alm a h u m an a y el c r im e n es u n o de
los aspectos más m iste rio so s y atractivos de tales rin c o n e s . P or ello , no
trata de v itu p e r a r a la m u j e r m alvada, sin más. s in o q ue n o s p resen ta
m ujeres q u e se han visto h u m illa d a s o a b a n d o n a d a s , q ue han s u f r id o
atropellos p o r parte de su m a r id o y q ue d e t e rm in a n vengarse. El poeta
trata de explicar sus m otivos, de aclarar los m óviles q ue im p ulsan a una
m ujer a ser un a asesina. N os las p resenta c o m o in stru m en to s del o rd e n

11 Iliada I.II3-II5: traducción de E m ilio C respo.


12 H esíodo, fragm ento 2 3 a M .-W . 1 3 S S . , 27ss.; traducción A lfo n so M artínez Diez.
162 II. M IT O S y L IT E R A T U R A

d iv in o que castigan a un h o m b r e q ue ha c o m e t id o una cu lp a. A u n q u e


sus razon es n o j u s t i f i q u e n m o r a lm e n t e sus ac c io n es, su exceso es tan
h e roico co m o el que caracteriza otras heroín as que m anifiestan actitudes
positivas a ultranza, c o m o A n tíg o n a . La h e r o ín a trágica afirm a su g r a n ­
deza incluso en su m aldad.
Veam os el papel de Clitem estra en E sq uilo. C o n serv a m o s una trilogía
c o m p leta de este a u to r , la Orestea, e n la que C lite m e s tr a in te rvie n e de
m an era muy activa. En Agamenón, la p rim e ra tragedia de la trilogía, C lite ­
m estra le co m u n ic a al co ro la noticia de que Troya ha sido conquistada y
de q ue el rey vuelve a casa. A lg u n a s reticen cias de o tro s p e r s o n a je s nos
advierten de que algo ex tra ñ o pasa. C o n todo, la rein a es tratada p o r el
c o ro con respecto y « c o m o un varón>>. Esta ap reciación constituye una
de las características básicas del p e r s o n a je ; C lite m e s tr a n o sólo d e s e m ­
p eñ a u n pap el de v a r ó n , c o m o es el de ser r e in a , en au sen cia de su
m arid o , sino que luego no le temblará el pulso a la h o ra de dar m uerte a
A g a m e n ó n con un hacha. S in em bargo, en estos p r im e r o s m o m en to s de
la tragedia, Clitem estra se presenta ante el coro ( 6 0 0 ss.) asegurando que
va a recib ir a su m a rid o con alegría y respeto, p o rq u e ése es el com etido
de una esposa leal y fiel. C u a n d o en efecto llega A g am en ó n , le tiende una
a lfo m b r a de p ú r p u r a , para que n o pise el suelo. El rey tiene reparos en
p isarla, p o r q u e u n r e c ib im ie n t o así es p r o p i o de un d io s y n o de un
h o m b re . Pero ella lo convence y elim ina sus escrúpulos.

¡Q u e quede al m om ento el cam ino cubierto de púrpura


para que Justicia lo lleve a una mansión inesperada!
Lo demás, mi pensamiento no vencido por el sueño
lo hará, como es justo, con los dioses, porque el destino así lo ha
decretado'3.

Este pasaje es un excelente e je m p lo de lo que llam am os « i r o n í a trá­


g i c a » , un recurso que consiste en el e m p le o de frases de d o b le sentido,
q ue tien en un s ig n ific a d o p ara el i n t e r lo c u t o r de q u ie n las dice y o tro
diferen te (y adem ás, el real) para el que las p r o n u n c ia y para el p úblico,
p o r q u e a m b o s sab en algo q u e el i n t e r lo c u t o r n o sabe. V eam o s c ó m o
f u n c io n a la « i r o n í a trág ica » en estas frases.
A g a m e n ó n se sien te halagad o. L o q ue e n t ie n d e es q ue la J u s t i c ia lo
lleva a su p r o p ia casa, p o rq u e cree que la conquista de T ro ya y la r e c u p e ­

13 E sq u ilo , Agamenón 9 1 O - 9 1 3 . trad u cció n de B e rn a rd o Perea.


10. M U J E R E S LOCAS. M U J E R E S A S E S IN A S 163

r a c ió n de H e le n a f u e r o n un acto de ju s t ic ia p a ra castigar a P aris, que


había tran sgred id o todas las n o rm a s de hospitalidad al rap tar a H elen a.
Y su casa se c a lific a r ía de in e s p e r a d a p o r q u e en más de u n a o c a s ió n ,
d u ran te el la rg u ís im o t ie m p o que había d u r a d o la g u e r r a , el rey había
p erd id o la esperanza de volver a ver su h o gar. A d em ás, en tien d e que su
esposa d ilig e n t e n o ha d o r m i d o , desvelada p o r llevar a cabo to d o s los
preparativos y tributarle los h o n o r e s que él cree q ue le son d eb idos. Así
es c o m o A g a m e n ó n in te r p r e ta sus p alabras. P ero lo q ue q u ie r e d e c ir
C lite m e s tr a es o tra cosa y el p ú b lic o lo sabe. La ir o n ía trágica se basa
p r ecisam en te en q u e los a r g u m e n t o s de la trage d ia están t o m a d o s de
mitos cjue todo el m u n d o c on oce , p o r lo que todo el p ú blico sabe que a
A g am en ó n le espera la m u e rte. A sí q ue lo que q u iere d e c ir C litem estra
es que la j u s t i c i a va a llevar a A g a m e n ó n a una m a n s ió n a la q u e él no
espera ir, la de Hades, el in fie r n o , el rein o de los m uertos y lo demás (es
decir, m atarlo ) lo hará ella, p o r q u e es j u s t o y c o n ayuda de los dioses.
¿ P o r q ué j u s t o ? P o r q u e A g a m e n ó n ha c o m e t id o el t e r r ib le d elito de
sacrificar a su p r o p ia hija, Ifigcnia.
E n efecto, cu an d o la arm ada griega estaba en A u lid e , a p u n to de zar­
par para T ro y a , A g a m e n ó n cazó una cierva y se v a n a g lo rió de q ue ni la
propia A r te m is lo habría hecho m e jo r . La diosa, airada, p ro v o có que el
viento dejara de sop lar, de fo r m a que las naves n o p u d ie ra n hacerse a la
mar. El adivino de la ex p e d ic ió n reveló que sólo con el sacrificio de una
hija de A g a m e n ó n volvería a so p la r el vien to. A g a m e n ó n en vió entonces
a buscar a su h ija, d i c i é n d o le a ella y a su m a d re q ue A q u ile s la q u e r ía
tomar c o m o esposa. C u a n d o la joven llegó a A u lid e , p en san d o que iba a
su boda, se e n c u e n t r a c o n q u e la iban a s a c rific a r a los d ioses. E n un a
versión (la seguida p o r E sq u ilo ), el sacrificio se co n su m a , en otra, d u l ­
cificada, tan antigua c o m o el Catálogo de las mujeres de H e sío d o , la diosa se
lleva a Ifigenia viva y hace que sacrifiq u en en su lugar un a cierva.
C lite m e stra, q u e, c o m o es ló gico , c o n s id e r a un a a b e r r a c ió n el c r i ­
men de A g a m e n ó n , espera p acien tem en te su regreso para vengarse. P or
eso cree que m atarlo es de justicia.
El hecho es que el c o ro b a rru n ta algo extraño y s in iestro, au n q u e no
sabe qué es. La sen s a c ió n se ac re cien ta c u a n d o C lite m e s tr a invita a
entrar a C a s a n d r a (otra esclava q u e A g a m e n ó n ha te n id o la desfachatez
de traerse a casa c o m o botín de gu erra) y ella, a la que A p o lo ha c o n c e ­
dido el d on de profetizar, p e r o tam bién el in con ven ien te de n o ser c r e í­
da nunca, a n u n c ia el desastre c o n h o r r o r . L o a n u n c ia de un m o d o
incom prensible, au n q u e el p ú b lico la en tie n d e ; de n uevo la iro n ía trá-
II. M IT O S Y L IT E R A T U R A

gica fu n c io n a. P or fin , desde el i n te r io r de la escena, se oye a A g am en ó n


gritar que lo han h e r id o de m u e rte. El c o ro n o sabe qué hacer.
T ra s el c r i m e n a p a rec e C lite m e s tr a en escen a, m a g n ífic a , sin el
m í n i m o a r r e p e n t i m ie n t o , c o m o q u ie n ha llevado a cab o u n a gran
hazaña. L a ju s t ic ia se ha c o n s u m a d o y el asesin o de su hija ha m u e r to .
T é n g ase en cuenta, adem ás, que para las creencias religiosas de la época
arcaica, el c r i m e n de A g a m e n ó n es más grave q u e el de C lite m e s tr a ,
p o rq u e A g a m e n ó n ha derra m ad o la sangre de su hija, p o r tanto, su p r o ­
pia sangre, m ientras que C litem estra mata a su m a r id o , cuyo parentesco
con ella es p olítico, n o de sangre. Pero o ig am os a C lite m e stra:

N o se n tiré vergü en za de d e c ir lo c o n tra rio de lo q u e he d ich o antes,


según era o p o rtu n o ...
Lo hice de m od o - n o voy a negarlo— que n o pudiera evitar la m uerte ni
d efen d erse. L o envolví en una red in extricab le, co m o para peces, un s u n ­
tuoso m an to p é rfid o . D os veces lo h e rí y con dos gem id os d o b ló sus ro d i­
llas. U n a vez caíd o , le di el te rce r g o lp e , c o m o o fre n d a de gracias al Zeus
su b terrán eo , salvador de los m u e rto s'4.

L o que C lite m e s tr a se sien te o b lig a d a a e x p lic a r n o es su c r im e n ,


sin o p o r q ué ha m e n tid o antes, cu an d o fing ía ser u n a esposa m odélica.
Y revela q ue lo hacía p o r q u e era n ecesario , para en g a ñ a r a A g a m e n ó n .
P o r eso, p o r q u e era o p o r t u n o , no le da vergüenza h a b er m e n tid o .
La expresió n « c o m o o fren d a de gracias al Z eu s s u b t e r r á n e o » es sar­
cástica. E n el banquete, la tercera libación se dedicaba a Zeus. Pero ni hay
aquí una libación (a m en os q ue co n sid ere m o s que el d e rra m a m ie n to de
la sangre de A g a m e n ó n es m etafóricam ente una libación siniestra), ni se
trata de Z eu s, sino de Hades, al que se llam a Z eus sub terrán eo.

De esta m an era, una vez caíd o , fu e p e rd ie n d o el c a lo r de su corazó n y


e x h a la n d o en su a lie n to co n ím p etu la san gre al b ro ta r del d e g ü e llo . Me
salp icaro n las negras gotas del san grien to ro c ío y no me puse m enos alegre
que la sem en tera de trig o cu an d o em pieza a b ro ta r con la lluvia q u e Zeus
con ced e.

C lite m e s tr a , que ta m b ié n ha m atado a C a s a n d r a , explica más a d e ­


lante, en un pasaje coral, las razones de su c r im e n :

14. E sq u ilo , Agamenón I3 7 2 ss .


10. M U J E R E S LOCAS. M U J E R E S A S E S IN A S

¿N o causó ése a esta casa una desgracia m ediante un en g añ o ? Pero,


com o trató indignam ente a la flo r que me había brotado de él, a mi lfige-
nia muy llorada, y ha suf rido su merecido ¡que él no se jacte en el reino de
I lados! Porque ha pagado lo mismo que hizo con la muerte que ha recibido
con un pu ñ alI;>.

Por fin en tra Egisto h acién dose d u e ñ o de la situación y am enazan do


al c o ro . La tragedia te rm in a con la m archa de los dos am antes en tre las
protestas del c o r o .
En la siguiente tragedia de la trilogía, Coéforos, Clitem estra recibe a un
visitante q ue dice traerle n oticias de su h ijo O restes y le c o m u n ic a que
éste ha m u e rto . En realidad se trata del p r o p io O restes, disfrazado, que
se p r o p o n e matarla. Ella siente un d o l o r p r o f u n d o c u a n d o cree q ue su
hijo ha m u e r t o . E sq u ilo n o nos la p re se n ta c o m o un m o n s t r u o , sin o
com o u n a m ad re q ue sien te s in c e r a m e n te la m u e rte de su h ijo y c o m o
una rein a q u e , pese a lo trágico de la s itu a c ió n , sabe a t e n d e r al rec ién
llegado con d ig n id a d y c u m p l ie n d o las leyes de la h o sp ita lid a d . L u e g o
Orestes da m u e rte a Egisto y va a matarla a ella, q ue le sup lica en vano,
ya que su h ijo la lleva d e n t r o para m atarla. La cad en a de m a ld ic io n e s ,
c rím en es y castigos t e r m in a r á en la ú ltim a o b r a , las Euménhles, c u a n d o
O restes, p e r s e g u id o p o r las fu ria s p o r h a b e r d e r r a m a d o s an g re de su
sangre, la de su m adre, llega a Atenas, d o n d e p o r fin expía su c rim e n .

1 0 .3 .2 . M e d f .a

La sigu ien te h e r o ín a q u e nos o c u p a es M edea. A u n q u e H o m e r o n o la


m en cion a, la tr a d ic ió n acerca de esta m u j e r h e ch ic era de la C ó lq u id e ,
nieta del S o l y h e r m a n a de C i r c e y de H é c a te , es tan a n tigu a c o m o la
leyenda de los A rg o n au ta s. Se cuenta en el m ito que J a s ó n es en viado a
la C ó lq u id e para ro b a r el V ellocin o de o r o , gu ardad o p o r Eetes. M edea,
hija de Eetes, se e n a m o r a del p rin c ip e e x tra n jero y traicio n a a su padre
para ayudarlo. P on e sus artes mágicas al servicio d e j a s ó n , que consigue
así el v e llo c in o . J a s ó n , e n to n c e s , se la lleva c o n él a G r e c ia . Pero en la
obra de E u ríp id e s q ue lleva su n o m b r e , el in grato J a s ó n p retend e hacer
una bo da m e jo r , a u n q u e ya tien e h ijo s co n ella, y q u ie r e a b a n d o n a r la
para casarse con una j o v e n p rincesa de C o r i n t o .

15 Esquilo, Agamenón 1523SS.


i66 II. M IT O S Y L IT E R A T U R A

Es a n tigu a u n a t r a d ic ió n de C o r i n t o segú n la cu al u n o s h ijo s de


M ed e a r e c ib ía n culto en el A c r o c o r i n t o . A u n q u e la h is to ria tien e
v arian tes, en todas ellas los h ijo s m u e r e n p o r i n t e r v e n c ió n d iv in a y
M edea no es la que les da m u erte. A sí que E u ríp id e s no hereda una tr a ­
d ició n en la que M edea sea una asesina. E n cam b io si que había a n tece­
dentes de u n a venganza de M edea, p e r o d ire cta m e n te so b re Ja s ó n . Así
q ue E u r íp id e s u rd e un a tram a nueva con la h e c h icera de p rotago n ista,
e n am o rad a hasta la traición , que se ve luego engañada y se venga, para lo
cual al a u to r n o se le o c u r re nada m e j o r que con vertir a los hijos m u e r ­
tos en hijos asesinados p o r ella.
C o n todo, M edea es algo más que un m o n s tr u o de m aldad. E u r í p i ­
des m uestra su c o m p r e n s ió n p o r ella, que hace extensible a la situación
de todas las m u jeres en G recia .
La situación nos es presentada, muy al m o d o del d ra m a tu rgo , p o r un
p erso n aje al p r in c ip io de la tragedia. Se trata de la N o d riz a, q ue desea­
ría que la nave A r g o n o h u b ie r a navegado a la C ó l q u i d e p o r q u e asi
Medea no se habría e n a m o r a d o d e j a s ó n y no habría ten ido que ir a una
tierra extraña. La situación se ha to rcid o , en efecto:

Pero ah ora ya todo es en em igo y están en ferm o s los lazos más q u erid os.
Pues tra ic io n a n d o a los que son sus p ro p io s h ijo s y a mi am a, Jasón busca
el lecho de una boda regia, u n ién d o se a la hija de C re ó m e , el so b eran o del
país. Y M edea desgraciada, desp reciada, grita los ju ra m e n to s , invoca la fe
insigne de la d iestra y p o n e p o r testigos a los dioses del pago que recibe de
Ja s ó n ,(\

« f e insigne de la d ie s tra » se refiere al gesto de los e n a m o ra d o s de


d a rse m u t u a m e n te la m a n o c o m o ju r a m e n t o de a m o r y de p o n e r p o r
testigos a los dioses. A h o r a J a s ó n ha violado la fe j u r a d a y ha traicion ad o
a M edea.
S ig u e la n o d r iz a d e s c r ib ie n d o sus m a n ife s ta c io n e s de d o l o r y teme
que o c u r r a algo, dado el carácter de M edea:

O d ia a sus h ijo s y n o d isfru ta co n su vista. T e m o n o tram e algo que


ig n o r o ; pues su alm a es v io le n ta y n o va a s o p o r ta r ser m altratad a. Y o la
conozco y tengo m iedo no se clave un puñal afilad o atravesando el corazón,
p en e tra n d o en silen cio en el p alacio , alli d o n d e su lech o está d isp u e sto •. o
bien no mate a la p rin cesa y a su esposo y sufra luego una m ayor desgracia.

16 E u ríp id e s , Medea 1 6 ss.: trad u cció n de F ran cisco R o d rígu ez A d rad o s.


10. M U J E R E S LOCAS, M U J E R E S A S E S IN A S 16 7

Pues es terrible: nadie que se haga su enemigo va a llevarse el canto de vic­


toria fácilm ente'7.

C o n v ie n e aclarar q ue M edea n o es un p erson aje g riego, sin o bárbaro


y, adem ás, un a m aga. Es, pues, un a especie de m u je r salvaje y no c iv ili­
zada, u n ser p rim itiv o y p elig ro so , capaz de c u alq u ier cosa. E llo explica
la p re o cu p a ció n de la nodriza.
A p a re c e luego M edea la m e n tá n d o se y d eseá n d o le mal a Jasón y a su
nueva novia. Y en un largo p a rla m e n to presen ta la t r e m e n d a situación
de las m u jeres en la época. Destacam os los p u n tos más im p ortan tes:

De cuantas cosas tienen vida y pensamiento, nosotras las mujeres somos


el ser más desgraciado. Pues, prim ero, debemos con derroche de riquezas
com prarnos un esposo'8 y consentir un amo de nuestro cuerpo: éste es un
mal mayor que cualquier m al. Y hay el riesgo más grande de tom ar un
esposo o malo o bueno. Pues no dan buena fama los divorcios a las m uje­
res y tampoco es posible negarse al esposo. Llegada a una nueva vida y nue­
vas leyes, debe ser adivina la m u jer, pues p o r su casa no lo sabe, de qué
clase de m arido va a tener. Y si eso lo hacemos bien y nuestro esposo vive
con nosotras sin soportar el yugo de mal grado, envidiable es la vida, pero
si no. m orir es lo m ejor. Un hom bre, en cambio, cuando se cansa de estar
con los de casa, sale fuera y libera de su hastío el corazón volviéndose a un
amigo o com pañero; pero a nosotras nos es fuerza m irar a un alma sola. Y
dicen de nosotras que vivimos vida sin riesgo dentro de la casa y que ellos
luchan con la lanza. Razonan mal: tres veces yo querría resistirá pie firme
al lado del escudo mucho mas que parir una vez sola'"'.

E u ríp id es con vierte el caso p articular de M edea en u n alegato g e n e ­


ral sobre la situación de la m u je r. T o das estas m uestras de c o m p r e n s ió n
sobre la situación de las m u jeres ha ido c o n s ig u ie n d o que el espectador
se ponga en cierta m e d id a de parte de M ed e a. La o b r a c o n t in ú a . C r e -
onte, el rey de C o r in t o , no se fía de M edea y decide expulsarla de la c i u ­
dad. Ella le suplica q ue la deje estar un solo día más para d ejar sus a s u n ­
tos organizados y C r e o n t e se lo c o n c e d e . C u a n d o el rey sale de escena,
Medea la revela al c o r o q ue ha actuado así para vengarse d e j a s ó n y de su

17 Eurípides, Medea 36SS.


18 Se refiere al pago de la dote.
19 Eurípides, Medea 2 3 0 ss.
i68 II. M IT O S Y L IT E R A T U R A

n ovia. V a lo ra e n to n c e s varias o p c io n e s de c ó m o realizar su venganza.


L u ego llega Jasón q u ien adopta el papel del h o m b re g e n e ro so y p r e o c u ­
p ad o de que ella se vaya sin d in e r o y c o n sus h ijo s. M edea vuelve a car­
garse de razón, re c o rd á n d o le a J a s ó n que fue gracias a ella c o m o con si­
guió el V ellocin o de o r o . El p retend e convencerla de que le ha hecho un
fa v o r tray én d o la a tie rra griega de la suya, b á rb a ra , y de q u e asegura el
fu tu r o de sus h ijos an terio res con la nueva boda. S u discurso acaba con
un a d e c la ra c ió n m achista. seg ú n la cual la m u j e r es una especie de
fuente de todos los males para el h o m b re:

D eb erían los h om b res e n g e n d ra r sus h ijo s de alguna otra m an era y no


existir la raza fem en in a : así n o h abría para los h om b res desgracia a lg u n a '0.

P o r fin J a s ó n se va. M ed e a, q ue está m e d it a n d o c ó m o vengarse,


recibe un c on sid erable apoyo in e sp e ra d o con la llegada de E geo , rey de
A te n a s , E g e o c o n s id e r a un a grave acc ió n p o r p arte de J a s ó n el que la
haya a b a n d o n a d o para irse c o n otra y q ue la haya d e ste rra d o , de m odo
que M edea consigue arra n carle el j u r a m e n t o s o lem n e de q ue la acogerá
en A tenas cu an d o se vaya de C o r i n t o , n o im p orta en qué circunstancias,
con lo cual, un a vez asegurada su retirada, c o m u n ic a al c o r o cuáles son
sus planes:

Voy a e n v ia r a una de m is criad as y a p e d ir a Ja só n q u e venga ante mi


vista. Y cu an d o llegue, le d iré suaves palabras, que soy de ese p arecer y que
está b ie n : q ue la b o d a real q u e ha c o n se g u id o ¡tr a ic io n á n d o m e a m í! es
cosa c o n v e n ie n te y b ie n p en sad a. P e ro voy a p e d irle q u e se q u ed en mis
h ijo s, n o con la idea de d ejar a m is h ijo s en tierra hostil para que m is e n e ­
m igos los ultrajen , sino para d ar m uerte con engaños a la hija del rey. Po r­
que voy a enviarlo s llevando ob seq u ios en sus m an os para la novia, para no
exiliarse de esta tierra : un fin o p ep lo y una diadem a de o r o 21.

M ed e a c o n c ib e un p la n m a q u ia v é lic o . S a b e q ue n o la van a dejar


ac ercarse a la nueva n ov ia y d e c id e e m p le a r a sus h ijo s c o m o i n s t r u ­
m en to de su venganza, p o r q u e ellos n o desp ertarán sospechas. P arad ó ­
j i c a m e n t e y en el c o lm o del r e f i n a m i e n t o , va a regalarle a la n ovia dos
objetos que, al p arecer, son lo co n tr a r io de lo que M edea p o d ría desear,
c o m o si fueran muestras de una generosa ren u n cia p o r su parte, objetos

2 0 Eurípides, Medea 573 ss-


2 1 Eurípides. Medea 774 ss-
10. M U J E R E S LOCAS, M U J E R E S A S E S IN A S 169

para h a c e r más bella a la nueva j o v e n n ovia, un p e p lo h e r m o s o , y un


o b je to q u e evoca, ad em ás, su c ará c te r r e g io , la d ia d e m a de o r o . Los
regalos de M ed e a al p a r e c e r —sólo al p a r e c e r — im p lic a n su r e c o n o c i ­
m ien to de que ha p e r d id o la batalla; hará que su rival aparezca más bella
y que se m uestre c o m o una reina, las dos razones (belleza y realeza) que
han p rovocad o que J a s ó n la p refiera y que, p o r ello, a b a n d o n e a M edea.
Pero eso es sólo lo que parece; el p ú b lic o sabe que el p ro p ó s ito es m atar
a su rival. M edea sabe que la j o v e n novia es m e n o s inteligente q ue ella y
que n o va a r e c e la r . S ab e , ad em ás, q u e es co q u e ta y q u e n o va a p o d e r
resistirse a los regalos. Se da p o r a ñ a d id u r a el h e c h o de q u e M ed e a es
una m aga, q ue c o n o c e los v e n e n o s más p o d e r o s o s y va a im p r e g n a r de
ellos sus ob sequ ios. O igá m o sla :

Si toma esos adornos y se los pon e en el cu erpo , perecerá en form a


horrible e igual todo el que toque a la muchacha: tales son los venenos que
untaré a mis regalos. Pero aquí in terru m po mi relato: me echo a llo rar
ante la acción que he de hacer más tarde: daré muerte a mis hijos, no hay
quien altere mi propósito. Y después de arru inar toda la casa d e ja só n , sal­
dré de este país, huyendo de mi crimen contra mis hijos muy queridos, tras
osar una acción más que impía. N o es soportable, amigas, ser ultrajado por
1
los enemigos 22.

M edea sabe q ue su acción es im p ía, y le du ele hacer d a ñ o a sus h ijos,


pero aún así, pesa más en su á n im o el deseo de venganza p o r el ultraje
que el d o l o r p o r la m u e rte de sus h ijo s . M an d a lla m a r a J a s ó n e i n t e r ­
preta de nuevo su m e jo r papel de esposa arre p e n tid a. D ice lo que J a s ó n
quiere o í r , q u e tien e ra z ó n , q ue su d e c is ió n es la c o rre cta y q u e la ha
convencido (palabras a las que un varón griego o de c u alq u ier otro lugar
o tiem po nun ca p u ed e resistirse). J a s ó n se p erm ite a d o p tar un aire p r o ­
tector y asegurarle su a m p a ro a los hijos.
M edea le c o m u n ic a que va a h a c e rle los valiosos regalos a la n ovia
para c o n v e n c e rla m e jo r , pese a q ue J a s ó n c o n s id e r a q ue tal cosa n o es
necesaria y q u e sería m e j o r g u a r d a r lo s para ella m is m a . P o r fin , envía
Medea a los n iñ o s c o n los regalos, con unas palabras repletas de « i r o n í a
trá g ic a » , p alab ra s q u e para J a s ó n tie n e n un s e n tid o y para M edea y el
público, o tro:

22 E u ríp id e s. Medea 787SS.


II. M IT O S Y L IT E R A T U R A

F.a, niños, entrad en esa rica casa y a la nueva esposa de vuestro padre,
mi señora, suplicadle, pedidle que no seáis desterrados del país, llevándole
este tesoro: pues es lo que más es preciso, que ella reciba los presentes en
su mano.
Id cuanto antes: y ojalá retornéis cual m ensajeros de buenas nuevas
para vuestra madre, de aquello que ansia lograr, teniendo éxito2^.

Jasón e n t ie n d e : i) q u e los n iñ o s n o van a s e r d e ste rra d o s del país,


p o r q u e van a c on v en cer con sus regalos a las princesa. 2) Q u e es preciso
que ésta reciba los regalos en su m a n o para que se muestre más proclive a
aceptar que se queden y 3 ) que las buenas nuevas que M edea espera o ír es
que, en efecto, la princesa acepta los regalos y que los n iñ o s se queden.
El p ú b lic o y M edea saben que lo q ue ella q u ie r e d e c ir es otra cosa:
i) que los n iñ o s n o van a ser desterrados del país, p o rq u e van a m o r i r en
él; 2) que es p reciso q ue la p rin c esa reciba los regalos en su m a n o para
q ue el t e r r ib le v e n e n o haga su efecto y 3 ) q u e las b u e n a s n uevas que
M ed e a esp era o í r es q u e la p rin c e s a ha m u e r to e n tr e h o r r i b le s s u f r i ­
m ien to s.
E u ríp id e s sabe sin em b a rgo q ue un a asesina fría y sin entrañas no es
del a g rad o del p ú b l i c o . L o s m alvad os de la trag e d ia n o son c o m o los
m alvado s de los c u le b r o n e s q u e so n m alo s hasta t o m a n d o café, sin o
seres h u m a n o s c o n m ay o r c o m p le jid a d psicoló gica. Asi, el d ra m a tu rgo
p resen ta en escen a las v a c ilacio n e s de M ed e a, su ser de m a d r e q ue se
rebela co n tra el asesinato:

O b h ijos, h ijos, para vosotros hay una ciudad y una m orada en que,
cuando me abandonéis con mi desdicha, viviréis por siempre lejos de vues­
tra m adre: m ientras que yo iré a otra tierra desterrada antes de haber
tenido ayuda de vosotros y de veros felices, antes de prepararos el lecho y la
m ujer y la unión de la boda y levantar en alto las antorchas2'*.

La m o ra d a en que los h ijos van a vivir « p o r s ie m p r e » es la de Hades.


M ed e a la m e n ta n o q u e n o va a p o d e r estar p r e s e n te en la b o d a de los
hijos (alu dida p o r la p re p a ra c ió n del lecho y las an torchas), p o r q u e sus
hijos n o van a llegar a casarse.

23 Eurípides. Medea 9 ^9SS-


24 Eurípides, Medea I021ss.
10. M U J E R E S LOCAS, M U J E R E S A S E S IN A S 171

¡A y. ay! ¿ P o r qué m e co n tem p láis, h ijo s, co n vuestros o jo s ? ¿ P o r qué


reís esa ú ltim a s o n r is a ? ¡A y! ¿ q u é he de h a c e r? M i c o raz ó n se ha id o ,
m u jeres, de que he visto la m irada b rillan te de m is h ijo s.
N o soy capaz: a d ió s m is p e n sa m ie n to s de an tes. M e llev a ré m is h ijo s
de esta tie rra . ¿ P o r qué voy a a flig ir al p ad re de éstos con los m ales de ellos
y c o n s e g u ir yo m ism a d o b le s m a le s? N o al m e n o s y o : a d ió s m is p e n s a ­
m ien to s.
¿ Q u é m e su ced e, sin e m b a r g o ? ¿ Q u ie r o d a r q ue r e ír d e ja n d o a m is
e n e m ig o s sin c a stig o ? H ay que o sa r esto. E s cosa de m i c o b a rd ía el que
blandas razones vengan a m i m en te 25.

A ú n vacilará más M ed e a, p e r o su d e t e r m i n a c ió n t e r r ib le acabará


v e n c ie n d o . Poco después llegará el m e n s a je r o , el p e r s o n a je q ue cuenta
todas las escenas espantosas, para c o n ta rn o s una escena que n o d e s m e ­
recería de cu alq u ier película m o d e r n a de t e r ro r : cuenta que cu an d o lle ­
gan los n i ñ o s a v e r a la p r in c e s a ésta hace u n gesto de d esa g rad o y q ue
j a s ó n la co n v e n c e p a r a q u e se avenga. Y q ue c u a n d o ve los regalos se
p o n e m uy c o n te n ta , se los p o n e , se m ir a al e s p e jo . In c lu s o E u r í p i d e s
cuenta u n detalle p in to re sc o , c ó m o la p rin c esa se m ira u n a y otra vez el
talón q ue levanta para v e r la caída del p e p lo . P ero de sú b ito la escen a
cam bia, la p rin c e s a em p ieza a e c h a r e s p u m a p o r la b o ca y se desm aya.
C u a n d o recobra el sen tid o , lo que o c u r r e es aú n más espeluznante:

D o b le in fo r tu n io hacía en ella p resa: su d iad em a de o r o en to rn o a la


cabeza lanzaba un to rre n te a so m b ro so de vo raz fu eg o y su fin o p e p lo ,
regalo de sus h ijo s, d evorab a la b lan ca c a rn e de la d esd ich a d a . H u ye,
in c o rp o rá n d o se del tr o n o , en vu elta en llam as, a g ita n d o el c ab ello y la
cabeza hacia aquí y hacia allá, q u erie n d o d espren derse de la c o ro n a ; p ero el
o r o sosten ía firm e m e n te los e n garces y el fu e g o , d esd e q u e sacu d ió su
cabellera, relucía d ob lem en te. C ae al suelo vencida p o r la desgracia, d ifícil
de re c o n o c er salvo para su p ad re ; pues ni era ya visible la figu ra de sus o jo s
ni su ro stro bello y la sangre co rría desde la cabeza m ezclada con el fuego y
las carnes se desp ren d ían de los huesos, com o la lágrim a del p in o , p o r obra
de los dientes invisibles del ven en o, terrib le espectáculo .

Nadie se atreve a tocar el cadáver, salvo su padre, C re o n te , que m uere


también ab rasad o c u a n d o su hija se agarra d e sesp era d am en te a él. La

2 5 Eurípides, Medea IO 4 OSS.


2 6 Eurípides, Medea I 185 SS.
172 II. M IT O S Y L IT E R A T U R A

secuencia de crím en es c o n tin ú a y M ed ea da m u e rte a sus hijos (com o es


habitual, fuera de escena; sólo se oyen los gritos de los n iñ o s q ue ven que
su m adre va a m atarlos). J a s ó n , que viene p reo c u p a d o p o r ellos, no llega
a salvarlos. T a m p o c o es capaz de en ten d er lo sucedido, p o r q u e considera
que tam bién M edea tiene que haber s u frid o p o r la m uerte de sus hijos:

Ja s ó n . T am b ién tú su fres y participas en m is m ales.


M edea. Puedes estar seg u ro ; p ero com pensa m i d o lo r si no te ríes tú de
mi
• 27.

La tragedia term in a c o n la huida de M edea, que se refugia en Atenas,


p rotegida p o r E geo.

10 .4 . C o n c lu sio n es

H e m o s visto un p r i m e r g ru p o de m itos q ue se r e fie re n a m u jeres locas,


q ue llegan al c r im e n o b n u b ila d a s p o r D io n is o , el dios de las fiestas del
d e s o rd e n , el d e s e n fr e n o y la violen cia. Su suerte se ha d e b id o a su falta
de inteligencia para darse cuenta de que estas fiestas son precisam ente las
m e jo r e s ga ran tes del m a n t e n i m ie n t o del o r d e n . Para q u e el o r d e n se
m a n te n g a es n ec e s a rio u n p o r c e n t a je de d e s o r d e n , c o n t r o la d o , en el
á m b ito de la fiesta, p ara que los im p u lso s de locu ra , los deseos de des­
tru cción que p u e d e n a n id a r en el i n te rio r del ama de casa devota y p e r ­
fecta p ued an a flo ra r sin toda su virulen cia, de m an era con trolada, com o
un a válvula de escape que suelta un c h o r r o de v a p o r para q ue la caldera
n o e x p lo te. S i n la válvula de escape, creían los g rie g o s , el o r d e n social
estaría en p r o f u n d o riesgo p o r q u e la m u je r es un ser p eligroso y, lo que
es p e o r , im previsible. Esa es la fu n c ió n de los ritos de D io n is o .
E n cuanto a las m ujeres que asesinan sin haber p e r d id o la razón, son
en H o m e r o aú n un dechado de m aldad, la antítesis de la m u je r perfecta,
representada p o r e jem p lo p o r P en èlo pe. El poeta p ued e llegar incluso a
la o c u ltació n , a la d is m in u c ió n del papel de la m u je r asesina, de form a
que C lite m e s tr a n o sea la h o m ic id a , sin o sólo un c ó m p lic e de Egisto o
ni siquiera eso.
E n la tragedia las m ujeres asesinas ad qu ieren una m ayor com plejidad
y u n a m a y o r p r o f u n d i d a d p s ic o ló g ic a . In c lu s o algu n as q u e . c o m o
M ed e a. no eran asesinas en la t r a d ic ió n , acaban p o r s e r lo . P ero al
m ism o tiem p o presentan aspectos positivos.

27 E u ríp id e s, Medea I2t>!s.


10. M U J E R E S LOCAS. M U J E R E S A S E S IN A S 17 3

1. Las m u jere s malas tien en sie m p re un m otivo. A ctú a n guiadas p o r


la p a s ió n . Pasión de m a d r e h e r id a , Clitemestra-, p a s ió n de m u je r e n a ­
m orad a y engañada, M edea. Am b as tienen razones p o rq u e han sido g r a ­
vem ente h u m illadas p o r sus m arid o s.
2 . S u s actos, au n m alvados, son in te lige n tes. S o b r e t o d o se revelan
m aestras e n u tilizar sus a rm a s de m u j e r , m o s tra rs e sum isas y am ables
cu an do van a descargar el go lp e, para to m ar a sus en em ig o s d esp reven i­
dos. S o n arm as, adem ás, c o n tra las que el h o m b re no tiene recursos.
3- E n n in g ú n caso son malvadas de una pieza, s in o q ue m an ifiestan
sen tim ien tos h u m an o s y nobleza, p o r gran des que sean sus c rím en es.
4- Hay una ev olu c ió n de E sq u ilo a E u r íp id e s . C lite m e stra recibe un
castigo terrible, m o r i r a m an os de su h ijo ; un castigo que es san cion ad o
tam bién p o r la d iv in id a d , p e r o en el caso de M ed e a ni s iq u ie r a es así.
Medea escapa in d e m n e . En cierto m o d o , triu n fa .
5 - L o s poetas se sienten m uy atraídos p o r las m ujeres asesinas p o r q u e
su p ro p ia m isogin ia ad ora e n c o n t r a r paradigm as de m aldad para j u s t i f i ­
car una o p in i ó n negativa de las m u jere s en ge n e ral. E n la lejanía de los
siglos y mutatis mutandis es un atractivo c o m o el que sen tirá n los escritores
del siglo XIX, en p le n a r e p r e s ió n v ic t o r ia n a . p o r la femmefatal en c u a l ­
quiera de sus variantes. La idea de la m u je r c o m o ju g u e t e de la pasión y
altísima p e lig r o s id a d fren te al m a y o r r a c io c in io y c o n t r o l u n i d o a un a
gran in g en u id ad de los h o m b re s es explotada p o r los poetas griegos, de
modo sem ejante a c o m o los teóricos de la literatu ra de la femme fatal ven
en esos m ito s la c o n t r a p o s i c i ó n en tre el h o m b r e c o m o c o rr e la t o de la
civilización, y la m u je r , de la naturaleza.
6. En todo caso, tanto en H o m e r o c o m o en la tragedia, las m ujeres
asesinas representan un p ro to tip o . U n p ro to tip o que no es para ser i m i ­
tado, sino p r e c is a m e n te p ara to d o lo c o n t r a r io . La p erversid ad sum a,
como el h e ro ísm o llevado a sus últim os extrem os, son aspectos de n u es­
tro p rop io ser. están d en tro de nosotros y los reco n o cem o s en los héroes
trágicos de una m anera excesiva, en u n o u otro sentido, lejos de los c o m ­
portam ientos q ue n o s o tr o s , la gen te c o m ú n , los n o h é ro e s , d e b e m o s
practicar. L.os rasgos del p r o t o tip o de las m u je re s asesinas (astucia,
engaño, venganza, refin ad a m aldad) son una c o n tra fig u ra , una especie
de negativo de lo que la sociedad de su tiem po en tiend e que deben ser los
papeles de la m u je r ideal (in g en u id ad , sinceridad, aguante sin respuesta,
bondad sin límites, ab negación ). Pero ese lado oscu ro, ese riesgo bajo las
aguas mansas, será siem pre un atractivo para los poetas m uch o mayor que
el de sus insípidos correlatos; la perfecta esposa y ama de casa.
Ill
ORPHICA
11. NACIM IENTOS Y M U ERTES DE DIONISO EN LOS MITOS ÓRFICOS

ii.i. In t r o d u c c ió n

Entre los fragm entos conservados de la literatura atribuida a O r f e o o c u ­


pan u n lugar significativo los r eferid o s a los m itos sobre el n ac im ien to y
muerte de D io n iso o, p o r m e jo r decir, de los n acim ien tos y m uertes del
dios. E n efecto, hay q ue h ablar de « n a c i m i e n t o s y m u e r t e s » en p lu ra l
p o r dos m otivos. P r im e r o , p o r q u e en todas las versio n es D io n is o nace
más de u n a vez, y s e g u n d o , p o r q u e existe m ás de u n a v e r s ió n so b re el
tema. A u n q u e p ued e decirse q ue es éste el m ito central de las creencias
órficas, la i n fo r m a c ió n que t en em o s so b re él es bastante p ro b lem átic a,
no sólo p o r q u e es p arcial y m uy in c o m p le t a , s in o ad em ás, p o r q u e es
confusa y hasta con trad ic to ria.
P resen ta ré una p a n o r á m ic a de estas v e rs io n e s y una i n te r p r e t a c ió n
que o frece algu n o s p u n to s de divergen cia fren te a la comunis opinio acerca
de la versión ó rfica de la m u e rte de D io n is o . V e r e m o s p r im e r o a g r a n ­
des rasgos el m a r c o g e n e r a l del m ito —o b t e n i d o en g e n e ra l de fu en tes
bastante tardías— sin e n t r a r e n los p u n to s en q ue hay c o n t r a d ic c io n e s .
C o n ello te n d re m o s un a especie de pauta para el análisis de los testim o­
n ios existentes, q u e n os p e r m i t ir á , p o r u n la d o , s e g u ir las hu ellas del
mito en testim on ios antiguos y, p o r o tro , situar las posibles variantes.
D io n is o Z a g r e o es h ijo de Z eu s y de P erséfon e. L o s T it a n e s , d i v i n i ­
dades p r im ig e n ia s , p r o t o t i p o de la s o b e rb ia y la v io le n c ia , p r o b a b l e ­
m ente celo so s del p r e d ic a m e n t o q u e h abía alcan z ad o D i o n i s o , pese a
haber sido u n o de los ú ltim o s dioses en n acer, d e c id e n darle m u e rte y
.78 III. O R P H IC A

dev o rarlo , para lo cual se e m b a d u r n a n la cara de yeso (hay que destacar


el hecho de que una de las palabras griegas para « y e s o » es titanos, p o r lo
q u e u n a de las m o tiv ac io n es del relato p u e d e h a b e r sid o u n ju eg o eti­
m o ló g ic o ). Llevan su plan a té rm in o y matan al dios, lo d esm iem b ran y
lo co cin a n .
L u eg o , de u n a fo r m a u otra, el dios resucita y los T ita n e s recib en un
eje m p la r castigo al ser f u lm in a d o s p o r Z eu s, irritado.
T a m b ié n está claro que existían de an tigu o u n o s ritos q ue r e p r o d u ­
cían los p ad ec im ien tos del dios, sin duda con íin es catárticos y que rela­
c io n a b a n el o r ig e n y d e s tin o de las alm as de los seres h u m a n o s con la
historia divina de la m uerte y la resu rrecció n de D io n is o .
P o r otros testim on ios, sabem os q ue el m ito era un ele m e n to central
en la religión órfica. que explicaba el origen de los seres h u m a n o s a p a r­
tir de las cenizas de los T it a n e s fu lm in a d o s , p e r o , para n o m ezclar dos
p r o b le m a s d istin to s, d e ja ré para el c ap ítu lo s ig u ien te la r e la c ió n de la
m uerte de los T itan es con el o rig e n de los seres h u m an o s.
L o s te s tim o n io s de q u e d is p o n e m o s n os re m it e n , al m e n o s , a tres
v e rs io n e s ó r fic a s de la m u e r te de D io n is o . La p r i m e r a de ellas se aísla
p o r su m ay o r an tigü edad, las otras dos, p o r q u e p resen tan co n tra d ic c io ­
nes en tre sí.
1) La versión más antigua es la más p rob lem ática, p o r q u e las fuentes
que aluden a ella son muy p oco explícitas y hay que hacer un notable ejer­
cicio filológico para restituir una im agen, aunque sea borrosa, de la forma
que el mito tenía. Es un a versión que rem on ta al m en os al siglo V a .C .
2 ) La q ue m e j o r c o n o c e m o s es la q u e se n a rr a b a en las Rapsodias, el
p o e m a ó r f i c o del q u e n o s han lleg ado más fra g m e n to s , u n a especie de
corpus de p o esía r e lig io sa ó r fic a en 2 4 can tos, q u e p o d e m o s d a tar en
t o r n o al siglo I a . C . , a u n q u e m u c h o s de sus e le m e n to s p r o c e d e n de
p o e m a s m ás a n tig u o s , e n alg ú n caso del siglo V I a . C . La lla m a r e m o s
« v e r s ió n de las Rapsodias»-. T e n d r e m o s ocasión de m o d ific a r en algunos
detalles la im agen q ue se tiene de ella.
3 ) J u n t o a esta v e rs ió n p o d e m o s aislar otra, q u e era ya c o n o c id a en
época helenística, y que se caracteriza p o r insistir en las sim ilitudes que
presenta el m ito grie go de D io n is o con el egipcio de O s iris. La llam a re­
m os « v e r s ió n de in flu jo e g i p c i o » .
11. N A C IM IE N T O S Y M U E R T E S OE DIO N ISO EN LOS M IT O S Ó RFIC O S 179

11.2 . L a v e r s i ó n a n t i g u a
T e n e m o s so b re la v e rs ió n an tigu a e n p r i m e r lu g a r un texto de diversos
le xic ó g rafo s q u e n os tra n s m ite n u n a cita de C a lim a c o ( i V - I I I a . C . ) en
que se habla de D io n is o Z ag reo , c o m o h ijo de Z eu s y de P erséfon e.

Etymologicumgenuinum B s. v. Zpgreus: D io n iso entre los poetas. Pues se cree


q u e Z e u s se u n ió a P e rsé fo n e , de la cu al n a ció el D io n is o c tó n ic o . C a l i ­
m aco (fra g m e n to 43-II7 P fe ife r) d ic e : « tr a s h a b e r d ad o a luz a su h ijo
D io n iso Z a g r e o » .

E n otra cita de E u l o r i ó n (fra g m e n to 8 6 de C u e n c a ) se alude c la ra ­


m en te a los T it a n e s c o n la cara e m b a d u r n a d a de yeso, para e n g a ñ a r a
D io n is o y darle m u e rte:

Y se b lan q u earo n toda la cara a la m an era de un cadáver.

U n escolio de L ic o f r ó n , Alejandra 2 0 8 vuelve a r e m itir n o s a C a lim ac o


y a E u f o r i ó n c o m o fu e n te s de un m ito s e g ú n el cual los T i t a n e s d e s ­
m e m b ra r o n a D io n is o y lo c o c in a r o n :

L o s T ita n e s , tras h a b e r d e sm e m b ra d o a D io n is o , se lo s irv ie ro n a


A p o lo , su h e rm a n o , e c h á n d o lo en u n a cald era y él la p u so cerca del
t r íp o d e ', c o m o cu en tan C a lim a c o (fra g m e n to 6 4 3 P fe iffe r ) y E u fo r ió n
(fragm en to 1 3 de C u e n c a ), q u ien d ice: « a l fu ego, en una caldera ech aro n
al d ivin o B a c o » .

M u ch o más p ro b le m á tico es un texto de Platón (Ixyes 7 0 1 b ) , sobre el


que volveré en el capítulo 1 2 :

A c o n tin u ació n de esta libertad, p o d ría v e n ir la de no q u erer som eterse


a las au to rid ad es y, co m o consecu en cia de ésta, sustraerse a la servid u m bre
y a las a d m o n ic io n e s de u n p ad re , de una m ad re y de p erso n a s d e m ás
ed ad , y ya cerca del fin a l, p re te n d e r n o estar so m etid o s a las leyes y en el
fin al m ism o, d esp reocu p arse de los ju ra m e n to s, las fid elid ad es y, en g e n e ­
ral, de los dioses, m an ifestan d o e im itan d o la llam ada « a n tig u a naturaleza
titá n ic a » , llegados de nuevo a aquella m ism a c o n d ició n y pasando una vida
p enosa sin lib rarse n u n ca de las desgracias.

Pese a a lg u n o s c o m e n ta ris ta s reca lcitran te s, la in t e r p r e t a c ió n más


plausible del texto es que c o n la en igm ática exp re sió n « n a tu r a le z a titá-

I Se re fie re al tríp o d e de D e lfo s.


i8o III. O R P H IC A

n i c a » P latón alud e al m ito que n o s o cu p a, lo q u e está en c o n so n an c ia


con una serie de alusio nes platónicas al c u e rp o c o m o cárcel, a la expia­
c ió n de la culpa o rig in a l y o tro s temas sim ilares. A p oy a esta in te rp reta­
c ió n una referen cia a Je n ó c r a t e s , frag m e n to 219 Isnardi Parente'S

S egú n tales p rin c ip io s , n o te n d ríam o s d ific u lta d es en d e m o stra r que


« c u s to d ia » n o es el b ie n , com o d icen a lg u n o s... sin o , com o c r e e je n ó c r a -
tes. es titánica y cu lm in a en D io n iso .

D ado que Je n ó c r a t e s es un d iscíp ulo de Platón, su testim on io a p u n ­


taría a q ue en la A c a d e m ia el m ito ó r f i c o de D i o n i s o y los T i t a n e s era
c o n o c id o e incluso ob jeto de in terpretacio n es d en tro de la escuela.
O tra alusión al m ito de los T itan es se debe a Pausanias ( 8 . 37 -5 )'
cita com o fuente a O n o m á c rito . al que los antiguos sitúan en plena época
clásica, p o r lo que en ten d em os que se trata de una versión antigua:

Y O n o m á c rito , tras h ab er tom ad o de H o m ero (¡liada 1 4 .2 7 9 ) el n o m ­


bre de « T it a n e s » fu n d ó los ritos de D io n iso y p resen tó a los T itan es com o
autores de los su frim ie n to s de D io n iso .

Hay aún otros datos in directos que testim on ian la antigüedad de este
m ito . Es el caso de un fra g m e n to de P ín d a r o , q ue n os ha llegado en el
m arc o de una cita p latón ica so b re la re e n c a r n a c ió n de las alm as (Menón
8 ib ):

Pues he o íd o a va ro n e s y m u jeres e n te n d id o s en asu n to s d iv in o s ...


Q u ie n es lo d icen son los sacerdotes y sacerdotisas que c o n sid e ra n im p o r­
tante d a r e x p lic a c ió n de a q u e llo en lo q u e se o cu p a n y son capaces de
h acerlo . T am b ién lo dice P ín d aro . com o otro s m uchos poetas, los que son
in sp ira d o s p o r los d io se s ... A firm a n , en efecto que el alm a del h om b re es
in m ortal y que unas veces llega a un té rm in o al que llam an m o rir - y otras
de nuevo llega a ser. p ero que n o perece n u nca: y que p o r eso es necesario
pasar la vida con la m ayo r santidad p o sib le. En efecto (cita P ín d a ro . frag­
m ento 1 3 3 M aehler. un pasaje de) que me ocu p aré en el capítulo 12 )

R e s u m ie n d o lo q ue sabem os de la versión antigua p o d e m o s r e c o n s ­


t r u ir un relato relativ am en te c o h e r e n te , a u n q u e n o c o n dem a siad o s
detalles:
E n c o n tra m o s que ya hay m en cion es antiguas de D io n iso Z ag reo, hijo
de Z eu s y Perséfon e, esto es, del D io n is o ó r lic o . También en c o n tram o s

2 Fransmitida por Damascio Comentario al Fedón 1.2 .


11. N A C IM IE N T O S Y M U E R T E S OE D IO N ISO EN LOS M IT O S Ó RFIC O S 181

el m otivo de los T ita n e s con la cara e m b a d u rn a d a de yeso, del d e s m e m ­


b ra m ien to y del co c im ie n to del dios.
E n esta p r im e r a versión A p o lo recu pera sus restos, que se conservan
guardados en u n a especie de caldera en D elfos. N o estamos in fo r m a d o s
sobre la fo r m a en que se p r o d u c e la resu rrecció n de D io n is o .
E n to d o caso, ya ap a rece lig ad o el tem a de la m u e r te del d io s a la
suerte de las almas de los h o m b res, ob ligados p o r la culpa de sus an ces­
tros, los T itan es, a reen c a rn a r, sin que p u ed an « lib e r a r s e de las desgra­
cia s » (en p alab ra s de P la tó n ) hasta q ue n o c o n s ig a n a p a rtarse de su
naturaleza titánica.
D e ja n d o la fo r m a más an tigu a de este r elato , en é p o ca p o s t e r i o r
ten em os d o cu m en ta d as dos version es distintas de la m u e rte y re s u r r e c ­
ción de D io n is o , que divergen en p u n to s sustanciales.

i i .3. L a v e r s i ó n de l a s R a pso d ia s
La p r i m e r a de estas v e r s io n e s más recien tes es la q ue se n a rr a b a en las
Rapsodias. Veam os algu n os de los testim o n io s significativos, para r e c o n s ­
truir luego a p a rtir de ellos la secuencia de los hechos.

H igino, fábula l6 7 ¡ Líber, hijo de Jú piter y Proserpina'^ fue desmem­


brado por los Titanes. Su corazón, se lo dio Jú p ite r a Sémele molido en un
bebedizo y al quedar ella embarazada p o r ello, Ju n o se disfrazó de la
nodriza de Sém ele. B eroe y d ijo : « h ija , pídele a Jú p ite r que venga a ti
como a Ju n o , para que sepas qué placer hay en yacer con un d io s» . Así que
ella, instigada, se lo pidió a Jú p ite r y cayó herida por el rayo. Sacó él de su
vientre a l.ib er y se lo dio a Niso para que lo criara, p o r lo que él es lla ­
mado D ioniso y se le apoda « e l de dos m adres».
C lem ente de A lejand ría. Protréptica 2 . 18 . 1 : Z e u s... le entrega a su hijo
A polo los m iem bros para que los entierre. Y él —pues no iba a desobedecer
a Zeus—se lleva al Parnaso el cadáver desmembrado y lo entierra.
P ro d o . C om entario al Timeo II 14 5 .18 : Pues bien, dice ( O rfeo ) que sólo la
entidad intelectiva y el núm ero intelectivo quedó a salvo por la acción de
Atenea: «pues sólo dejaron el corazón inteligente»*.

3 Aparecen I.ibcr. Jú p ite r y Proserpina, en vez de Baco. Zeus y Por.sé lone, porque
I ligino es un autor latino y utiliza los nombro romanos de los dioses.
4 I.a frase entrecomillada es una rila literal del texto poético. I.o de «entidad inte­
lectiva» y «núm ero intelectivo» no es de la fuente original, sino de la interpreta­
ción del comentarista neoplalónico.
18 2 III. O R P H IC A

P ro clo . Himno 7 -H ss.: T ú (Palas) que salvaste el corazón no d ividid o del


so b eran o , cuand o en las cavidades del éter Baco fue un día d esm em brado a
m an os de los T ita n e s, y se lo llevaste a tu p ad re , para q u e un nuevo D io -
n iso , o b ed e c ien d o a los in d e cib le s d esign io s de su p ad re, de a cu erd o con
un o rd e n , resu rgiera p o r ob ra de S ém ele.
J u l io F írm ic o M atern o 6 .4 : E n to n ces, com o el padre n o pod ía so p o r­
tar p o r más tiem po los torm entos de su án im o llen o de d u elo , y com o n in ­
gún co n su e lo m itigaba el d o lo r de lia b e r p erd id o a su liijo , hizo m od elar
en yeso su estatua y el escultor coloca el corazón del n iñ o (p o r el que el c r i­
m en h abía sid o re velad o , g racias a la d e c la ra c ió n de la h e rm a n a ), en el
lu gar en el que se habían fo rm a d o los c o n to rn o s del p ech o.
Ju a n L id o , De los meses 4 -5 : Y el cu arto D io n iso es el de Z eu s y Sém ele.
con el que se in ician en los m isterios de O rfe o .
L u c ia n o , De la danzo 3 9 : ^ lu ego el d e sm e m b ra m ie n to de Y aco , el
en gañ o de I le ra , la fu lm in a c ió n de S ém ele y los dos n acim ien to s de D io ­
niso.
A ristid es, Dioniso I: D ejém o sles a O rfe o . a M useo y a los antiguos legis­
lad o res los h im n o s p erfe cto s y los relatos acerca de D io n is o . A lab em os al
d io s al m o d o d e u n s ím b o lo , co n u n a voz m esu rad a, ya que n o so m o s de
los no in icia d o s ... Zeu s se u n e a Sém ele y q u e rie n d o ser él m ism o padre y
m ad re de D io n is o , envía a S é m e le ai O lim p o p o r m ed io d el fu ego y
cosiénd ose el feto al m u slo lo lleva diez meses desde el p rin c ip io , etc.
P ro c lo , Comentario al 7¡meo I 4 0 7 - 2 2 : Y en abso lu to O r fe o va p o r d ife ­
rente cam in o (que Platón) . . . E n efecto, Ilip ta (que es el alm a del m undo
y es así llam ad a p o r el te ó lo g o p o rq u e sus in te le c c io n e s tie n e n lu g a r p o r
m ed io de m ovim ien tos muy rá p id o s3...) , tras h ab er puesto sobre su cabeza
una cesta en la que había e n ro lla d o una serp ien te, acoge en ella a D io n iso ,
corazón del m u n d o ... Y él se lanza hacia ella desde el m uslo de Z eu s (pues
antes estaba hech o u n o con Z eu s) ... D io n iso , p ues, se lanza hacia el Ida y
h acia la M a d re de los D io ses, de la q u e p ro c e d e toda la caden a de alm as.
P o r ello se dice que H ip ta se une con Zgus que da a luz.

P o d em o s r e c o n s t r u ir la sigu ien te secuen cia de los aco n tecim ien to s:


c u a n d o los T it a n e s h a n d e s m e m b r a d o al d io s y lo han c o c id o , asado y
devo rado, A te n e a salva su corazón aún palpitante (en grie go palpitante'

5 Se relaciona el nom bre etim ológicam ente con hiptamai « sa lta r» , pero más adelante
veremos que se ha propuesto que su nombre encubre el de una diosa de Asia Menor.
11. N A C IM IE N T O S Y M U E R T E S D E D IO N ISO EN LO S M IT O S Ó RFIC O S 18 3

se dice pailón, de d o n d e v e n d ría el s o b r e n o m b r e de la diosa, Pallas, un a


muestra en tre tantas de la a fició n ò rfic a a las etim olo gías) y se lo lleva a
Zeus. Este o rd e n a re c o g e r lo s restos del dios m u e rto, que son sepultados
en el Parnaso, lren te a la v ersión antigua, según la cual serían gu ardados
en D elfos. Más tarde, in terviene S ém ele. E n este p u n to m e aparto de la
interpretación ge n e ralm e n te adm itida, según la cual S ém ele no aparecía
en la versió n ò rfic a . P o r el c o n t r a rio , creo que hay claros elem en to s de
juicio para d e d u c ir dos cosas: una, que en las Rapsodias interviene S ém ele
en el sentido de que D io n is o com ienza a gestarse en su sen o, y dos, que
tal gestación se p ro d u c e después de q ue D io n iso haya sido devorado p o r
los T itan es, p r o b a b le m e n te al q uedarse embarazada p o r la ingestión de
una p ó c im a en q u e se ha m ez cla d o el c o ra z ó n del d io s. E n los m itos
antiguos los em barazos « d ig e s t iv o s » son harto frec u e n tes y hay m ú l t i ­
ples ejem p lo s desde los m itos hititas a los griegos que c o in cid en en c o n ­
sid era r el v ie n tr e c o m o « c a s a c o m ú n » de lo digestivo y de lo fé rtil ’ .
Sém ele no p u e d e , sin em b a r g o , llevar a t é r m i n o el em b a raz o, p o r q u e ,
p o r co n s e jo de H e r a , q u e, celosa, desea acabar c o n su rival, reclam a a
Zeus que acuda a ella en toda su majestad, p o r lo que q u ed a fu lm in a d a
cuando el dios cu m p le lo que se le había p ed id o . Para salvar la vida de su
h ijo n o n a t o , Z e u s d eb e c o m p le ta r el e m b a ra z o del d io s e n su m u s lo .
D io n is o , pues, tien e dos m a d r e s (P e r s é fo n e , la p r i m e r a , S é m e le la
segunda) y nace tres veces (la tercera, del m uslo de Z eu s).
West (Orphic Poems. O x f o r d 19 8 3 * l 6 2 s ) cree q ue la in te r v e n c ió n de
Sém ele que señalan algunas fuen tes es un in te n to de a r m o n iz a r la v e r ­
sión òrfica en la que D io n is o es h ijo de P erséfon e, con la n o ò rfic a que
dice que es h ijo de S é m e le . P refiere en to n c es c o n s id e r a r c o m o versión
òrfica la q u e t ra n s m ite F í r m i c o M a t e r n o , segú n la cual el c o ra z ó n del
dios es in t r o d u c i d o en una estatua de yeso q u e c o b r a r ía con ello vida.
Frente a esta in terpretació n o p o n g o los siguientes arg um en tos:
1. T o d o p arece i n d ic a r q u e la r e f e r e n c ia a la estatua de yeso re fle ja
una práctica cultual: el yeso está presente en el rito co n diversas f u n c i o ­
nes, entre ellas, c o m o disfraz de los I itanes.
2 . La versión de F ír m ic o M a te r n o es, toda ella, evem erista y « a r r e ­
gla d a » . Z eus es un rey, D io n is o , el p r ín c ip e h e r e d e r o , H era, una reina
malvada, los T itan es, los guardias de corps, y así sucesivamente. N o tiene
nada de extraño q ue la im agen ritual del h o m b r e de y e s o » se haya c o n -

6 Véase el cap itu lo 16 .


III. O R P H IC A

s id e r a d o más a d m is ib le q ue el e m b a ra z o cuasi m ág ic o de S é m e le para


una versión « r a c io n a liz a d a » del m ito.
3 . P roclo es un gra n d ís im o c o n o c e d o r de la trad ición de las Rapsodias,
o b ra que cita decenas de veces, y a la que co n sid era un texto fu n d a m e n ­
tal, p r e s u n t a f u e n t e de toda la f ilo s o fía p la tó n ic a y c o n un g ra n valor
religio so . R esu lta ría ex tra ñ o que, al es c r ib ir él m is m o u n h i m n o a una
diosa, se h u biera alejado de la versión ò rfica (a la que tam bién él mismo
se r e f ie r e , p o r e je m p lo en los dos p asajes del c o m e n t a r i o al Timeo que
antes he citado). Es más verosím il c o n s id e ra r que P roclo sigue con fide­
lidad en su h im n o la versión de las Rapsodias.
4 . J u a n L i d o dice e x p re sam en te q u e D io n is o , h ijo de S é m e le tiene
q ue ver c o n las in icia c io n e s órficas (lo que q u ie re d e c ir q ue aparece en
el m ito que se cuenta en ellas).
5. D io n is o tiene en diversas fuentes el título cultual de Dimator, « d e
dos m a d r e s » y habitualm en te se dice de él que nace tres veces. T o d o ello
c o i n c i d e a la p e r f e c c ió n c o n la v e r s ió n q u e he p r o p u e s t o : su p r im e r a
m a d r e es P e r s é fo n e y la s eg u n d a, S é m e le , p e r o el d io s nace tres veces,
p o r q u e aún es a lu m b ra d o p o r tercera vez del m uslo de Z eu s.
6 . L u c ia n o en el pasaje del De la danza n o s presenta el arg u m en to de la
actuación de una especie de m im o s en u n o rd e n que co in c id e de nuevo
exactamente con el que he p rop u esto; p r im e r o el desm em b ram ien to y el
e n g a ñ o de H e r a (tem a b ie n c o n o c i d o en las fu e n te s ó r fic a s ) y sólo
luego, en el m ism o lugar e n que la sitúan las demás fuentes citadas, apa­
rece Sém ele.
7- D iod oro I.23-2SS (en u n pasaje m uy largo para re c o g e rlo entero)
n os cuenta un a cu riosa versión evem erista: que O r f e o in ven tó la histo­
ria de S é m e l e p ara a g r a d a r a los te b a n o s. La hija de C a d m o se había
q u e d a d o e m b a ra z a d a p o r o b r a de un d e s c o n o c i d o y el b a r d o tracio,
p ara salvar a la j o v e n de la d e s h o n r a , i n v e n tó q u e el p a d r e h a b ía sido
Z e u s . A u n q u e sea en u n a f u e n t e q u e trata de n e g a r la r e a lid a d del
relato, de n uevo v em os a S é m e le re la c io n a d a c o n u n m ito a t r ib u id o a
O rfe o .
8. E n el citado d is c u rs o a Dioniso de E lio A r is t id e s la m e n c ió n de
S ém ele aparece de nuevo en contexto ò r fic o : el au to r com ienza p o r citar
a O r f e o y a M u s e o c o m o fu e n te s de los h i m n o s y los relatos p erfecto s
acerca de D i o n is o . Insiste en el a m b ie n te ò r f i c o , c a lific á n d o s e a sí
m ism o de « i n i c i a d o » , lo que im plica que el m ito fo rm a b a parte de los
m isterios. Y luego, al co m en z ar su relato, habla de S é m e le y del tema de
la gestación e n el m uslo.
11. N A C IM IE N T O S Y M U E R T E S DE D IO N ISO E N LOS M IT O S Ó R FIC O S l 85

9. Pero el a r g u m e n t o q ue me parece más in c o n tr o v e r tib le es q ue la


histo ria c o n t i n ú a en las Rapsodias c o n la a p a r ic ió n de u n n u evo p e r s o ­
naje, H ip ta , q ue reco ge el n i ñ o del m u s lo de Z e u s y se lo lleva en una
cesta rod ead a de una serp ien te. Si H ipta, que m uy p ro b a b le m e n te no es
otra que la diosa m in orasiática Hebat, era con toda evidencia un p e r s o ­
naje de las Rapsodias, ¿ c ó m o se explica q u e reco ja el n iñ o del m u slo de
Zeus si no es p o rq u e antes ha o c u r r id o el ep isodio de S ém ele que motiva
que el n iñ o tenga q ue te r m in a r en el m uslo del padre su gestación i n t e ­
r r u m p id a ? Tal gestación inconclusa no p uede ser la p r im e ra , la de Per-
séfone, que es un a diosa; el m otivo sólo tiene sen tido si se trata de una
madre muerta antes de llevar a té rm in o el em barazo y, p o r e n de, m ortal.
E n suma, en la rec o n stru c ió n que, sobre estas bases, p r o p o n g o de la
versión de las Rapsodias, D io n is o nace la p r im e r a vez de Z eu s y de Persé-
fone. Los Titan es, m ovidos p o r los celos de H e ra y p o r los suyos p ropios,
matan a D io n is o y lo d evo ran . Palas salva su corazón y se lo lleva a Zeus.
Sus m ie m b ro s son sepultados, p e r o su cora zón es in g e r id o p o r S é m e le
que queda así embarazada, para volver a la vida al dios. Pero com o ésta es,
a su vez, fu lm in a d a antes de que el n iñ o llegue a té r m in o , D io n iso tiene
un segundo nacim ien to, que es p rem atu ro . E nton ces el n iñ o es cosido al
muslo de Z eu s, d o n d e term in a su gestación y D io n is o nace, p o r tercera
vez. Hipta se lo lleva y es en ton ces cu an d o se asocia al dios con la cesta y
las serpientes, es decir, es en este tercer n acim ien to cu an do aparecen en
el mito los elem en tos místicos característicos del culto dionisíaco.
Hasta aq u í, la v e rs ió n de las Rapsodias, q ue p u e d e ser b á sic am en te la
antigua, a u n q u e quizá c o n a lg u n o s a d ita m e n t o s (quizá H ip ta , tal vez
incluso S ém ele), y al m en os una m o d ific a c ió n -. los restos de D io n is o son
enterrados, en vez de gu ardarse en un caldero en D elfos.

II.4. L a v e r s ió n de i n f l u jo e g ip c io
Lo que está claro es que en la que he llam ado « V e r s ió n de in flu jo e g ip ­
c io » sí se p r o d u c e n diferen cias im p ortan tes con la de las Rapsodias, a p a r ­
tir del d e s m e m b r a m i e n t o de D io n i s o . A te n e a n o i n te r v ie n e e n la
acción, sin o cjue es R e a - D e m é t e r (en esta época ambas diosas se id e n t i­
fican prácticam ente) la que recolecta los restos y de ellos renace el dios.
No hay ya u n a ge stació n p o s t e r i o r . C o n o c e m o s esta v e r s i ó n p o r los
siguientes textos:

Filodem o, De la pied a d p. 16 G om perz (O b b in k, Cronache Ercolanesi 2 4 .


19 9 4. 13 2 ) : (Sobre el triple nacimiento de D ioniso). el prim ero, el de su madre, el
i8 6 III. O R P H IC A

seg u n d o , el del m u slo , el te rc e ro cu a n d o , tras h a b er sid o d esm em b rad o


p o r los T ita n e s, volvió a la vida d espués de que R ea recogiera los pedazos.
E u fo rió n coin cid e con ellos en la Mopsopia (fragm en to 53 de C u e n ca ). Y los
ó rfico s lo tratan en m uchos sitios.
F ilo d e m o . De la piedad p. 4 7 G o m p e rz ( H e n ric h s. Cronache Ercolanesi 5,
19 7 5 . 3 5 ) : A lgu n o s d icen que D io n iso después de su d esm em b ram ien to a
m an os de los T itan es, tras haber re u n id o sus restos Rea y haberle curado de
sus h erid as, resucitó.
D io d o ro 3 . 6 2 . 6 : Pero co m o los m itó grafo s han tran sm itid o o tro ter
cer n acim ien to , según el cual d icen que el d io s, nacid o de Zeus y D em éter,
fue d esm em b rad o y cocid o p o r los n acid os de la tierra (i.e. los Titanes), pero
que n ació de nuevo, tan joven com o la p rim era vez, cuan d o sus m iem bros
fu e ro n re u n id o s p o r D e m é ter. tam bién trad u cen a causas natu rales estos
relatos ... C o n c u e rd a con ello lo que se enseñ a en los p oem as ó rfic o s y se
presenta en los rito s in iciático s acerca de los cuales n o es lícito h ablarles en
detalle a los no in iciad o s.

A u n q u e D i o d o r o es un a u to r del 1 a . C . , dado q ue sigue un a fuente


bastante más an tigu a q ue él ( p r o b a b le m e n t e M ecateo de A b d e r a ) , su
versión p ued e muy bien re m o n ta r a época helenística, quizá a la Mopsopia
de E u f o r i ó n .
L a r e f e r e n c ia , só lo de F il o d e m o , al n a c i m i e n t o del m u s lo , puede
ex p licarse de do s m a n e r a s : o b ie n D io n is o n o es h ijo de P e r s é fo n e en
esta versión (y su m adre sería S ém ele o 1io n e ) . o bien el tema de la ges­
ta c ió n en el m u slo p r o c e d e n t e de la o tra v e r s ió n se ha m ez c la d o con
ésta. E n to d o caso, si S é m e le in t e r v in ie r a en esta v e r s ió n , lo había en
otro lugar del relato, antes del d e s m e m b ra m ie n to .
U n cu adro com parativo nos p erm ite visualizar las diferencias entre la
versión de las Rapsodias y la versión de in flu jo egipcio:

Versió n ele las Rapsodias V er s ió n de in flu jo egipcio

Los T itanes desm I E M B R A N A DlONISO

Atenea se lleva el cora/.ón del niño No interviene Atenea


y se lo da a Zeus

Su cuerpo es sepultado en Delfos/el Parnaso Rea Deméter reúne sus pedazos

Sémele vuelve a gestar al dios, pero la No hay otra gestación posterior


gestación termina en el muslo de Zeus
11. N A C IM IE N T O S Y M U E R T E S DE DIO N ISO E N LOS M ITOS Ó R F IC O S >87

Se ha d ich o que la v e rs ió n de in flu jo eg ipcio n o es ò r fic a . Pero está


claro que, a u n q u e n o sea la m ism a v ersión que la recogida p o r las Rapso­
dias. tam b ién es ò rfic a . L o s ó r fic o s son c u a lq u ie r cosa m e n o s d o g m á t i­
cos. N o s h an lle g a d o , a t r ib u id o s a O r f e o , f r a g m e n t o s de u n a m e d ia
docena de v e rsio n es de la Teogonia, h im n o s sobre los m ism o s dioses co n
relatos m uy diversos e in clu so divergentes, y ob ras de épocas m uy d isp a ­
res que c o n tie n e n n u m e ro s a s d iferen cias en tre sí. N o es extraño que el
mito de D io n is o haya c o n o c id o , sin salir del ám b ito ò r fic o , más de un a
v ersión . P ero veam os los m otivos p o r los q ue d e b e m o s s o sten er q ue la
que he llam ado « v e r s ió n de in flu jo e g ip c io » es tam bién òrfica.
1. E n el pasaje de F ilo d e m o se nos dice expresam ente que « l o s ó r f i ­
cos tratan en m u c h o s s itio s » esta v ersión .
2 . D i o d o r o explícita q u e la h is to ria fig u r a b a en u n p o e m a ò r f ic o ,
r e la c io n a d o c o n ritu ales in ic iá tic o s . Y es m u y p r o b a b le q ue la frase
«a cerca de los cuales no es lícito hablarles en detalle a los no in ic ia d o s »
refleje u n a bien co n o c id a fó r m u la , característica de los poem as órficos,
p o r q u e iba al c o m ie n z o de v a rio s de ellos, a m o d o de u n a esp ecie de
« m a r c h a m o » (sphragis); es el frag m e n to I B e rn a b é de « O r f e o » ;

I Iahlarc a q u ien es es lícito , c e rra r las puertas, p rofan os.

3 . Es más que p rob a b le que la « v e r s ió n de in flu jo e g ip c io » responda


al in tento de a p r o x im a r el m ito de D io n is o al egipcio de O s ir is. C o m o
es sa b id o , O s i r i s era un d io s e g ip c io , h e r m a n o de Set y esp oso y h e r ­
m ano de Isis. Set, celoso de la grandeza de su h e r m a n o , lo descuartizó y
sem b ró sus pedazos p o r el país. Isis p acien tem en te r e c o b r ó los trozos y,
una vez que h u b o reco m p u esto el c u e rp o de O s iris, ayudada p o r Neftis
y A n u b is , le devolvió la vida. L o s griegos, desde la época de Hecateo (en
H e ró d o to 2 - 144 ) habían observado las sim ilitud es entre los dos m itos e
incluso habían iden tificad o a D io n is o con O siris, hasta el p u n to de que,
para explicar estas sim ilitudes, surge u n a trad ició n , según la cual O r fe o ,
el gra n p r o f e t a de los m ito s d io n is ía c o s , h a b r ía v iajad o a E g ip to ( p o r
ejem p lo , D io d o r o 1 . 2 3 - 2 . 6 9 . 4 , 9 2 . 3 . 9 6 . 2 , 4 -25 )- N o d e b e m o s d a r a
tales noticias n in g ú n crédito —em p eza n d o p o r la realidad básica de que
O r f e o n u n c a existió y es u n m e r o p e r s o n a je del m ito él m is m o — p e r o
refle ja n co n c la rid a d la n ecesid a d q ue había s u r g id o de ju s t i f i c a r las
razones p o r las que las sim ilitudes q ue se habían detectado entre el m ito
de D io n is o y el de O s ir is (explicadas c o m o in flu e n c ias egipcias sobre el
relato griego) p o d ía n haberse p r o d u c id o . Favorecen adem ás estas t r a d i­
cion es, p o r u n lad o, un a m o d a q ue se extien de en G re c ia tras la época
i8 8 III. O R P H IC A

clásica, según la cual resultaba interesante a tr ib u ir a E gip to, p o r su gran


a n tig ü e d a d , a q u e llo q ue q u e r ía ro d e a rse de p re stig io , c o n raz ón o sin
ella, a m e n u d o , sin ella, y p o r otro, en el Egipto helenizado de los T o lo -
m eos se había ex ten d id o co n s id e r a b le m e n te el culto de D io n is o , el del
au téntico D io n is o , favorecido p o r los nuevos m o n arca s, ap rovechan do
las s im ilitu d e s de sus m itos y rituales co n los de O s ir is , fam iliares a los
egipcios. In cluso se p r o d u je r o n tam bién in flu jo s en sen tido co n trario ,
de fo r m a que el m ito egipcio se vio alterado en algu n os detalles a im ita­
c ió n del griego. Es el caso de D i o d o r o 1 . 2 5 - 6 :

D escu b rió tam bién (Isis) el fárm aco de la in m o rta lid a d , p o r m ed io del
cual n o só lo re su citó y d evolvió la vida a su h ijo H o ru s . q u e había sido
o b je to de una c o n s p ira c ió n p o r p arte de los T ita n e s y fu e e n co n tra d o
m u erto b ajo el agua, sin o que adem ás lo hizo in m o rtal.

E n este pasaje. D i o d o r o , ap a rte de a t r i b u i r le a H o r u s el m ito de


O s i r is , in t r o d u c e c o m o c u lp a b le del d e s m e m b r a m i e n t o del d io s a los
Titan es, en vez de a Set. L o s T itan es son un a tra d ic ió n del todo ajena a
E gip to y su p resencia aq u í evidencia un a co n t a m in a c ió n griega.

i i . 5. C o n c lu sió n

I o d o lo visto parece in d ic a r que existía u n m ito relativam en te antiguo


en G r e c ia que relataba la m u e rte de D io n is o a m an os de los Titanes. Un
m ito central en la religión óríica . en el que, c o m o verem o s (cap. 17). se
basaban sus ideas acerca de la a n tro p o lo g ía .
La versión más antigua n os es mal co n o c id a . E n tra en fuerte c o n tra ­
d ic ció n con la relig ió n oficial, olím p ic a , civil. Bastará un solo ejem plo,
m uy s ig n ific a tiv o : ser v e g e ta r ia n o , c o m o los ó r f i c o s e r a n , im plicaba
c o n s id e r a r el d e r r a m a m i e n t o de san gre c o m o un a a b o m i n a c i ó n . C o n
ello una in stitución tan típica de la religión olím p ica y civil c o m o era el
sacrificio, quedaba n o sólo en en tred ic h o , sin o in clu so clasificada entre
los actos ab o m in ab les y n efan d o s. Si tal c o n tra d ic c ió n , y hasta e n fr e n ta ­
m ien to , existía, no es extraño que apenas advirtam os los ecos de las cre­
encias de los ó rficos en la literatura que p o d r ía m o s llam ar, de un m odo
u n tanto sim p lista , « o f i c i a l » en é p o c a clásica, q u e los m ir a b a com o
d isiden tes y p o t e n c ia lm e n t e p elig ro so s, c u a n d o n o se lim itab a a ig n o ­
rarlos c o m o un a rareza underground carente de interés.
E n alg u n o s lugares de G r e c ia , el m o v i m i e n t o ò r f i c o lo gra abrirse
paso e incluso alcanza cierto d esarrollo y advertim os, p o r e jem p lo , algu­
nas huellas claras de su p resencia en la A ten as del siglo I V , a u n q u e sea a
11. N A C IM IE N T O S Y M U E R T E S DE D IO N ISO EN LOS M IT O S Ó R F IC O S 18 9

través del tamiz de Platón. P or otra parte, en el E gip to h elen izado de los
T o lo m e o s , a p r o v e c h a n d o la c o n flu e n c ia con el m ito de O s iris, el m ito
dion isíaco y los ritos que van aparejados con él alcanzan cierto p r e d ic a ­
m ento e incluso las sim ilitudes ya existentes entre am b os m itos y ritos se
ac e n tú a n c o n algu n as m o d if i c a c i o n e s del a r g u m e n t o del m ito d i o n i ­
síaco, sobre todo en el final según el cual Rea recoge los trozos del dios
y lo r e c o m p o n e . Es lo q u e lla m a m o s « v e r s i ó n de i n f l u j o e g i p c i o » .
Aparte de ésta, se desa rrolló otra versión , la co n o c id a c o m o « d e las Rap­
sodia.s». p ro b a b le m e n te más fiel a la antigua, en la q ue es el corazón del
dios, rescatado p o r A ten ea el que p e rm ite cjue D io n is o vuelva a la vida,
p o r in te rve n c ió n de S é m e le , si bien el d io s debe t e r m in a r su gestación
en el m uslo de Z eu s para que luego H ip ta lo críe en tre serpientes y toda
la im ag in ería cultual dionisíaca. Esta versión c o n o c e ría junto a su a n d a ­
dura religiosa, un interesante desarrollo filosófico en el ám bito del N e o ­
p la to n ism o , d o n d e se c on vierte en esqueleto de un e d ificio conceptual
com plejo, en el que aquí, p o r razones obvias, no cabe ni siquiera in te n ­
tar p enetrar. N o obstante, la otra versión, la de in flu jo egipcio, tam bién
alcanza cie rto d e s a r r o llo en G r e c ia , se g u ra m e n te al h ilo de algunas
modas que revalorizan lo egipcio c o m o algo de especial prestigio.
A u n cu a n d o no he h e ch o sin o esbozar u n a cu estión co m p le ja , creo
que, d e ja n d o h a b la r a las fu en tes, sin p r e ju ic i o s , se p u e d e avanzar un
poco en la d e t e r m i n a c ió n de las diversas f o r m a s q u e el m ito de la
muerte y la resu rrec c ió n de D io n is o alcanzó en el ám b ito ó r fic o .
12. LA TELA DE PENÈLOPE: ¿HUBO UN MITO ORFICO
SO BRE DIONISO Y LOS TITANES?

1 2 . i. U n m i t o v a r i a s v e c e s t e j i d o y d e s t e j i d o
El título de « L a tela de P e n é lo p e » q ue he d ado a este análisis del m ito
órfico de D io n is o y los T ita n e s p rete n d e ser una especie de m etáfora de
las alternativas de c o n stru c ció n y destru cc ió n a que este m ito se ha visto
so m etid o p o r p arte de los e stu d io so s a lo largo de la h is t o r ia . T ra s su
c o n s tru c c ió n a p a r t i r de los textos p o r filó lo g o s e h is t o r ia d o r e s de la
religión del pasado siglo o p r in c ip io s de éste que c o m e n z a ro n a in te r e ­
sarse p o r el o r fis m o , asistim os a su puesta en cu estión , en c o n so n an cia
con una n ega c ió n de la existencia del p r o p i o o r fis m o , p o r una serie de
investigadores que va de W ilamowitz a L in fo r th y M o u lin ie r o D o d d s y a
su reco n stru c c ió n , tam bién en a r m o n ía con u n a reco brada creen cia en
la existencia del o r f is m o , en la m a y o ría de los estu d io s más rec ien tes.
Pero en 1 9 9 2 B risson (Hommage á Jean Pépin, Paris 4 8 1 - 4 9 9 ) socavó una de
las bases de la r e c o n s t r u c c ió n del m ito , en un análisis, in g e n io s o p e ro
discutible, de un texto f u n d a m e n t a l ( O l i m p i o d o r o , Comentario al Fedón
1 . 3 - 6 ) . Y en 1999 E d m o n d s (Classical Anticjuity 18 , 3 5 ~73 )- volvió a deste­
j e r , esta vez del t o d o , el tejid o de P e n é lo p e con u n a p ro p u e sta m u c h o
más radical (p. 3 6 ) :

el m ito de Z a g re o ... es la m e n tab le m en te u n a c re a c ió n m o d e rn a ...


D e m o stra ré q ue este m ito de Z a g reo es ... un a c o n stru c c ió n m o d e rn a ,
d ep en d ien te de m od elos cristian os, que reconstru ye la evidencia fra g m en ­
taria en té rm in o s de una iglesia « ó r fic a » u n ificad a, una re lig ió n casi c ris­
192 III. O R P H IC A

tiana con dogm a basado en u n m ilo cen tra l, esp ecíficam en te salvación de
un pecado original a través de la m uerte y resurrección de un dios que sufre.

Incluso le da al m ito un a fecha de n acim ien to (p. 6 6 ):

un ú n ico m ito de a n tro p o g o n ía y p ecad o o r ig in a l, un m ito que n o se


con tó hasta l8 79 -

G o m o vem os, E d m o n d s se expresa en su trabajo en té r m in o s tajan ­


tes, c o m o si se tratara de una cuestión obvia, que ge n e racio n es de estu­
diosos, salvo un o s pocos clarividentes, han sido ciegos para advertir. P o r
ello me p arec e in te resan te vo lver a e x a m in a r los textos y a p o r t a r o tr o s
nuevos para tratar de ver si c o n v ie n e m a n t e n e r el c u a d r o m ay o ritaria
m ente descrito p o r los estudiosos o rechazarlo.

12.2. E p iso d io s d e l m ito

Estos son los datos p ertin en tes para la r ec o n stru c ció n del m ito que nos
o cu p a: Z eu s tiene con su hija P ersélon e un h ijo : D io n is o al que algunas
fu en tes llam a n Z a g r e o . L o s T it a n e s , p o r en v id ia (y p o r in s tig a c ió n de
l le r a ) , en ga ñ an a D io n is o con diversos objetos, lo m atan, lo d e s m ie m -
bran y lo devoran . Z e u s fu lm in a a los T itan es. De los restos de los T i t a ­
nes y del p r o p io D io n is o p ro ced e n los h o m b res. Hay en ellos, pues, una
naturaleza dual. M ientras D io n iso es rein tegra d o a su c o n d ic ió n inicial,
los h o m b r e s h e r e d a n y d eb en e x p ia r el p ecad o de sus an tep asad o s, los
T itan es. Tal expiación se extiende a lo largo de varias vidas y exige c u m ­
p li r u n a s erie de c o n d ic i o n e s p ara lib e r a r s e de tal m a n c h a : rituales,
tabúes, m o r a le s . U n a vez c u m p lid a s , el alm a, d iv in a , se re in t e g r a a su
c o m u n id a d c o n los dioses. Si n o , p ro s ig u e su ciclo de males y r e e n c a r ­
naciones.
Se n o s dice q ue tema era tratado en un Relato sagrado o en varios y era
objeto de rituales, sobre todo los que se llam an teletai. C o n frecuencia se
atrib u ye a O r f e o la c o m p o s ic ió n del Relato sagrado y la fu n d a c i ó n de los
rituales.

12.3. P ro puestas de este t r a b a jo

A n tes de a d e n t r a r m e en el n u evo e x a m e n q ue p r o p o n g o , a d ve rtiré lo


que trataré de ap ortar:
a) U n n uevo e x a m e n de los textos p e r tin e n t e s (a lg u n o s de ellos no
tom ados en co n sid era ció n p o r E d m o n d s ), que tenga, además, en cuenta
los contextos.
12. L A T E LA D E P E N É L O P E ■93

b ) El a p r o v e c h a m ie n t o p ara el e stu d io del m ito de sus an álisis e


in te rp retac io n e s antiguas. P o r más q ue es obvio que hay que d istin g u ir
con toda claridad el m ito de sus exégesis antiguas, es obvio que cu alq u ier
in te r p r e t a c ió n d eb e p a r t i r de la ex isten cia p rev ia en el m ito de algú n
rasgo que la fu n d a m e n te . A u n q u e n o aceptem os la in terpretación que se
nos b r in d a , p o d e m o s re co n s tru ir, a p a r tir de ella, el rasgo del m ito que
la co n d icio n a .
c) La aceptación de un presupuesto inevitable: que todos los m itos de
la a n tigü ed ad so n tan só lo alu d id o s en los textos, d ad o q ue cada a u to r
q ue los a lu d e da p o r su p u esto q u e su le c to r u o yen te c o n o c e el p a r a ­
digma en que se integra la alusión que hace. Y es p recisam en te el carác­
ter alusivo el que im plica la necesaria existencia de un esquem a general,
que p erm ite al au to r no ser exhaustivo en su relato. Este esq uem a g e n e ­
ral n o tiene p o r qué ser m o n o lítico . L o n o rm al es, p o r el co n trario , que
el mito rec o n stru id o presente facetas diversas que varían de una época a
otra o de un a u to r a o t r o , in clu so d e n t r o de un m is m o a u to r. La tarea
del estudioso es rec o n s tr u ir el p arad igm a (tam bién, p o r supuesto, en lo
que tiene de variable) a p artir de las diferentes alusiones. De otro m o d o ,
de b e m o s r e s ig n a r n o s a c o n s i d e r a r q ue no existe n i n g ú n m ito , y así,
ap lic a n d o los m é to d o s de E d m o n d s lle g a r ía m o s a c o n c lu s io n e s tan
extrañas c o m o que el m ito de E d ip o n o existe hasta el siglo XI X.
d) U n c u id ad o so análisis de las im p lic a cio n es, esto es, de la m an era
en que un o s e le m e n to s del m ito o del ritual im p lic a n n e c e s a r ia m e n te
otros, así c o m o lo c o n t r a r io , en cjué m e d id a d e t e r m in a d o s rasgos son
incom patibles entre sí y n o p u ed en f o r m a r parte del m ism o p aradigm a.

12.4. R e f e r e n c ia s n e o p l a t ó n ic a s a l m ito de D io n iso

y los T itanes

C o m e n z aré p o r el exam en de los testim on ios de los n eo p lató n ico s, que


nos p e r m itir á n ver el esquem a que v e ro sím ilm en te presentaba la n a r r a ­
ción del m ito de D io n is o en los poem as ó rfic o s . Más adelante in te n ta ­
rem os ir más atrás en el t ie m p o . El p r i m e r o de los textos an alizados
debe ser, p o r s u p u e s to , el q u e co n stitu ye el c e n t r o de la d is c o r d ia , el
criticado p o r B r is s o n y el que es o b je to del m a y o r ataque p o r p arte de
E d m o n d s: O li m p i o d o r o , Comentario al Fedón 1 . 3 :

El argu m en to m ítico es el sigu ien te. E n O rfe o se en seña que hay cua
tro re in a d o s. El p rim e ro es el de C ie lo , al que su ced ió C r o n o , tras h aber
cortad o los g e n ita les de su p a d re ; Z eu s su c ed ió a C r o n o y re in ó , u n a vez
•94 III. O R P H IC A

q ue h u b o p re c ip ita d o a su p ad re en el T á r t a r o . L u e g o a Z e u s le su ced ió
D io n iso ; y se cuenta q u e, co m o consecu en cia de una m aq u in ació n u rd id a
p o r H era, los 1 itanes. sus gu ard ian es, d esm em b raro n a D io n iso y d evo ra­
ro n su carn e. Irrita d o c o n tra ellos Zeu s los fu lm in ó co n el rayo y del resi
d ú o de los vapores em itid os p o r ellos se p ro d u jo la m ateria de la que n acie­
ro n los h o m b re s. P o r eso está p r o h ib id o su ic id a rse ... p o rq u e n u estro
c u e rp o es de D io n is o . ya q u e so m o s de h ech o u n a parte de él. si estam os
co n fo rm a d o s p o r el resid u o de los T ita n es que c o m ie ro n su carn e.

E n su c o m e n ta rio al pasaje. B risson concluye (p. 4 9 4 ) :

E n con secu en cia, es n ecesario , parece, c o n sid e ra r esta nota de O lim -


p io d o ro n o c o m o un te stim o n io so b re el te n o r de un e p is o d io apo yad o
p o r la te o go n ia ó r fic a , sin o co m o una in te rp re ta c ió n « m ís t ic a » de una
o p e ra c ió n a lq u ím ic a , re la c io n a d a ro n un e p is o d io de la te o g o n ia ó rfic a
sobre el que n o sabem os prácticam ente nada, salvo que describ ía el origen
del ser h um an o a p a rtir de los T ita n es que habían dado m uerte a D io n iso y
d evorad o sus carn es. ( ...)
el tercer elem en to (se. la h erencia p o r el h o m b re de la bo n d ad y la divi
nidad que c o n fiere D io n iso . in c o rp o ra d o p o r los T itan es) no se en cuen tra
más que en O lim p io d o ro ... la idea según la cual el h om bre descendería de
los T ita n es p ro ced e de antes y n o tien e nada de típicam ente ó rfica .

E d m o n d s se a d h ie re a la in te r p r e ta c ió n a lq u ím ic a, e insiste (p. 4 ° )
en que:

n in gú n o tro a u to r antiguo relaciona la m uerte de D io n iso y la creación


de la h u m an id ad .

T e n g o varios a rg u m en to s que o p o n e r a estas co n clu sio n es:


1. T o d a la a r g u m e n t a c i ó n para d e f e n d e r el o r ig e n a lq u í m ic o del
pasaje de O li m p i o d o r o se basa en la tradu cción « s u b l i m a d o » de griego
aithale (lo que he tradu cid o p o r « r e s i d u o » ) . Pero esta tradu cción es, p ol­
lo m en os, discutible. N ada im p id e e n t e n d e r que aithale tiene en el texto
de O l i m p i o d o r o el sen tid o vulgar de « h o l l í n , ceniza, o r e s i d u o » y no
un sen tido alq u ím ic o .
2 . Hay una clara d ife re n c ia entre la p resen ta ción en p ro sa del testi­
m o n io de O r fe o y la interpretación de O lim p i o d o r o . L a cita indirecta se
in tro d u c e p o r « E n O r f e o » y acaba p o r « d e la que n a c ie r o n los h o m ­
b r e s » . S ó lo después com ienza la interpretación de O lim p io d o r o . N o hay
n in gú n motivo serio para d u d ar de que tam bién la última a firm ació n ( « y
12 L A T E L A D E P E N É L O P E '95

del resid u o de los vapores em itidos p o r ellos se p r o d u jo la m ateria de la


que n aciero n los h o m b r e s » ) sea tan fiel a la fu e n te co m o todas las demás,
ya que n o p erten ece todavía a la in te rp retac ió n del filó so fo , sin o aún al
relato m ítico del p o em a ó r fic o que O lim p i o d o r o ha resu m id o.
3. O li m p i o d o r o no está aislado en su relato. Hay otros pasajes s ig n i­
ficativos a este respecto:
El p r im e r o es u n o de Dam ascio (Comentario al Fedón 1 . 4 ss.). D a d o que
se trata de un pasaje m uy largo, extraigo tan sólo las referen cias que tie ­
nen t o d o el asp ecto de p r o c e d e r de la tram a de las Rapsodias y q ue van
s ie n d o lu eg o o b je to de la in t e r p r e t a c ió n a le g ó r ic a . C o n s i d e r o c o m o
p ro ced e n te de las Rapsodias las partes q ue ap arecen en las pregu n tas a las
q ue el p r o p i o a u to r da resp uesta, o b ie n las r e f e r e n c ia s cuyo o r ig e n
ó r fic o está avalado p o r la cita de versos literales:

a) D io n is o se sien ta en el tr o n o de Z eu s (1.4. cita lite ra l del fr . 299


B ern ab é).
b) L o s T ita n es c o n sp iran con tra D io n iso ( 1 .5 ) .
c) S o n castigados ( 1.6 ) .
d) Se señalan tres tipos de castigo: fu lm in acio n es, cadenas, descensos a
lo p ro fu n d o ( 1.7 ) .
e) L o s h o m b re s son cre a d o s de los fra g m e n to s de los T ita n e s ( 1 .8 ) .
con cretam en te, de sus cu erp o s m u ertos.
f) En n o so tros hay una parte titánica y otra d io n isiaca ( 1.9 ) . A u n q u e se
trata sólo de in terp retació n de D am ascio. ésta no sería p o sib le si la fuente
ó rfica no postulara de alguna form a la p resen cia de D io n iso en n o so tros.
g) C o m o co n se c u e n cia estam os « b a jo c u s to d ia » (q u e se atrib u y e al
p ro p io D io n iso . I .i o ) , de la que sólo este dios puede lib e ra rn o s (se cita un
fragm en to literal, « O r f e o » . 3 5 0 B ern ab é).

La secuencia que nos presenta D am ascio: m uerte de D io n is o , castigo


de los T itan es, creación de los h o m b re s y dualidad de su alm a, custodia
y m etem psicosis, es la m ism a que nos o frec ía O li m p i o d o r o . Sí conviene
que nos deten gam os en la referen cia de Dam ascio a los tres tipos de cas­
tigo de los T itan es. El análisis de los textos que he llevado a cabo para la
e d ic ió n señ ala q u e el e n c a d e n a m ie n t o y el e n c i e r r o f o r m a n parte de
m o m e n t o s a n te rio re s de las Rapsodias, tras el d e s c u b r im ie n to de que los
U r á n id a s son de carácter in d o m a b le (fra g m e n to 17 8 B e r n a b é ) y luego,
tras la T i t a n o m a q u i a ( f r a g m e n to 2 3 4 B e r n a b é ) . E n c a m b io , só lo hay
fu lm in a c ió n tras el ep isod io de la m uerte de D io n is o .
196 III. O R P H IC A

La relación entre la m uerte de los T itan es y la creación de los hom bres


se encuentra tam bién en dos textos del Comentario a la República de P roclo:

II 3 3 8 .I I S S . ¿ N o es verdad que O rfe o transm ite claram en te sus d o c tri­


nas cu an d o, tras el castigo m ítico de los T ita n es, expo n e la m an era en que
los vivientes de aq u í abajo su rg iero n de los T ita n e s ? D ice, lo p rim e ro , que
las alm as pasan de una vida en otra según determ in adas revo lu cion es y que
a m en u d o entran en cu erp o s h u m an o s, unas veces en u n o , otras en o tro .
II 74 -26 ss. E l teólogo O rfe o tran sm itió la d octrin a de tres razas h u m a ­
nas. La p rim era , la raza de o ro , de la que dice q ue fue creada p o r Fanes; en
segu n d o lu gar, la raza de plata, de la que dice que sob re ella re in ó el gran
C r o n o ; en te rc e r lu gar, la raza T itá n ic a , de la q u e d ice q u e Z e u s la hizo
n acer a p a rtir de los m iem b ros de los T ita n es.

Se a fir m a taxativamente en am b os textos q ue los h o m b r e s p r o c e d e n


de los T it a n e s . Y en el p r i m e r o de ellos vuelve a a p a re c e r la secu en cia
castigo de los T it a n e s - n a c im ie n to de los h o m b res de sus cu erp o s m u e r ­
tos ( p o r tan to , n o tras la T i t a n o m a q u i a , tras la q u e so n a r r o ja d o s al
T á r t a r o , s in o tras el ep iso d io de D io n is o ) y la m etem psicosis.
La p r esen cia de u n a parte titán ica y otra d io n is ía c a e n n o s o t r o s se
expresa tam b ién en o tro s textos de los n e o p la tó n ic o s . C i t o d o s a título
de e jem p lo :

D am ascio, Comentario al Fedón 1 .1 6 5 Im ita el ciclo m ístico y cósm ico de las


alm as. Pues tras h ab er h u id o de la vida indivisa y p ro p ia de D io n iso , y tras
h ab er fija d o su existencia actual en el nivel de los I itanes y co n fin a d a s, se
encuentran ah errojadas, bajo custodia, p ero cu and o se hayan som etido a su
castigo y se hayan p reocu p ad o de si m ism as, una vez p u rificad as de las man
chas titán icas y hayan re c u p e ra d o su u n id a d , se to rn a n en bacos. esto es,
recuperan la totalidad de acu erdo con el D io n iso que p erm an ece arriba.
P ro c lo , Comentario al Cra'tilo 77-24 E l in te le c to que hay en n o so tro s es
d io n isíaco y realm ente a d o rn o de D io n iso . el que lo o fe n d e tam bién des
troza su naturaleza in d ivisible de fo rm a titánica.

1 2 . 5 . F l T E S T IM O N IO DF. PLU TA R CO
E n el cu rso de su a r g u m e n t a c ió n so b re si se debe c o m e r c a rn e (Sobre el
consumo de carne 1 7 P - 9 9 6 B ) , Plutarco se refiere a antecedentes antiguos:

N o es m alo quizá q u e se traigan a c o la c ió n y se reciten lo s verso s de


Em p édocles. A firm a alegóricam en te que las alm as, p o r pagar el castigo p o r
el d e rra m a m ie n to de san gre, la d e v o ra c ió n de ca rn e y c o m e rse u n o s a
12. L A T E L A DE P E N É L O P E '9 7

o tro s, están atadas a c u e rp o s m o rta les. E n re a lid a d esta d o c trin a p arece


m ás a n tigu a , p ues los p a d e c im ie n to s del d e sm e m b ra m ie n to q u e el m ito
cuenta con respecto a D io n iso y accion es audaces llevadas a cabo co n tra él
p o r los T ita n es, que p ro b a ro n su sangre y los castigos de éstos y las fu lm i­
nacio n es, todo eso es un m ito que tiene un sign ificad o ocu lto con respecto
a la serie de ren acim ien to s. Y es que lo que bay en n o so tro s de irra c io n al,
d e so rd en ad o y vio le n to , de n o d ivin o sin o d e m ó n ic o . los an tigu o s lo lia
m arón « T it a n e s » , es d ecir « q u e son castigados y pagan c o n d e n a » .

E d m o n d s com ien za p o r señalar (p. 4 5 ) =

El relato de Plutarco relaciona el asesinato de D io n iso con el castigo de


los T ita n e s , p e ro n o in clu ye el e le m e n to de a n tro p o g o n ía q ue p o d ría
h ab er sid o usado para crear una relación de causa —efecto entre el asesinato
de los T ita n es y el castigo de la h u m an id ad . ( ...) El sig n ifica d o o cu lto que
tien e la h isto ria es m ás b ien q ue cita el m ito co m o un aition, la causa de la
re e n carn a ció n y el castigo de los h om bres.

¿ Q u é es lo que posee en el texto, según Plutarco, un valor a le g ó rico ?


Q u e él cree hallar en el relato de E m p éd o c le s una alusión al m ito de los
Titan es. P o r eso habla de ellos a c o n tin u a c ió n . L u ego n os da el s ig n ifi­
cado de la p alabra « T i t a n e s » : « l o s que son castigados y expían sus f a l­
t a s » , e v id e n t e m e n te p o r q u e e n t ie n d e q ue la e tim o lo g ía de Titanes se
relaciona con el verbo tino « c a s t ig a r » . L o que es un a alusión oculta en el
m ito es q ue el p r o p i o n o m b r e , T it a n e s , sign ific a la p arte del alm a que
debe ser castigada. O , en otros térm in o s, lo que Plutarco ha descubierto
oculto tras el texto es la relación lingüística de la palabra T ita n e s c o n la
transm igración de las almas. El de Q u e r o n e a n o nos dice que el m ito sea
sim bólico, sin o que él hace una in terpretación sim bólica del m ito. En el
m ito sería explícita la sec u en cia co m p le ta de los a c o n te c im ie n t o s : los
T itan es d e s m ie m b r a n a D io n is o , lo dev o ran y son fu lm in a d o s , la culpa
es h e red ad a p o r las alm as, q u e se ven a h e r r o ja d a s a c u e rp o s h u m a n o s
para expiar su delito en una expiación que se extiende de un os cuerpo s a
otros. Y que hay una parte malvada en las almas, frente a otra positiva. Y
lo q ue n o es titá n ic o , es e v id e n te m e n te D io n is ía c o , c o m o ya le ía m o s
múltiples veces en los n eop lató n icos.

12 .6 . L a r e f e r e n c i a a r g u m e n t a l d e l a s A r g o n á u t ic a s ó r fic a s
E nco ntram o s otro testim onio m uy im portan te en las Argonauticas órficas. Su
autor finge que la obra ha sido escrita p o r O r fe o y en consecuencia p r e ­
198 III. O R P H IC A

senta al p r in c ip io una relación de los temas tratados antes p o r el m ítico


poeta. E n un contexto que se refiere a las Rapsodias, leem os (versos 1 7 - 2 0 ) :

Y la d esc e n c en c ia de la p o d e ro sa B rim ó y las o b ra s fu n estas de los


G igan tes que un día destilaron de lo alto del cielo la triste sem illa de la raza
de la q u e vien e la esp ecie de lo s m o rta les q u e se su ced en so b re la tierra
in fin ita .

Segú n el ed itor de la obra, V ian, el h ijo de B r i m ó es « ev id e n tem en te


Baco>>, « la s obras funestas de los G ig a n t e s » es « e l d e s m e m b r a m ie n to
de B a c o » y luego se m e n c io n a « l a creación de la h u m a n i d a d » , a f ir m a ­
cion es todas ellas que m e parecen evidentes, p e r o es difícil que el n a c i­
m ie n t o de los G ig a n te s p u e d a situ arse en este p u n t o , e n tre el n a c i ­
m ien to de D io n is o y el n acim ien to de los h o m b res. A d em ás, no se habla
del n a c im ien to de los G ig an tes, sino de su d estru cció n . S e habla, pues,
de la especie de los h o m b re s , nacidos de las gotas vertidas p o r los T i t a ­
nes, id e n t ific a d o s c o n los G i g a n t e s 1. T o d o ello se cu e n ta tras h a b er
hecho referencia al n acim ien to de D io n iso y a las acciones de los Titan es
y antes de la referen cia que se hará al o r ig e n del h o m b re .
La destrucción de los T itan es da lugar a la caída de gotas p ro d u cid as
p o r ellos, que caen desde el cielo p o r q u e es en el cielo d o n d e Z e u s mata
a los T i t a n e s . P ero ¿g o tas de q u é ? Para m í es evid en te q u e se habla de
gotas de s a n g r e 2. In te n taré v e r ific a r esta h ip ótesis p o r m e d io del testi­
m o n io de o tros textos.

12.7. R efe r e n c ia s a la sa n g r e de los T itan es en J u lia n o ,


D ión C risó sto m o , O piano y en u n a in sc r ipc ió n de Perinto
El p r im e r texto significativo es u n o de J u l i a n o ( Cartas 8 9 b 2 9 2 ) :

... la revelación de los dioses que nos fue tran sm itid a p o r los antigu os
teú rgos, según la cu al, cu an d o Zeu s o rd en ab a el u n iverso , gotas de sangre
sagrada cayeron del ciclo y d ie ro n o rigen al gé n e ro h u m an o .

Ya Bidez, el ed ito r del texto, señala « p u e d e que estos antiguos t e ú r ­


gos sean ó r f i c o s » , u n a im p re s ió n q ue se c o n f ir m a p o r q u e J u l i a n o u t i­

1 Tam bién se postula el origen titánico de los seres humanos en un am biente clara­
mente órfico en el Himnoórfico 37 - Se les m enciona com o «antepasados de nuestros
antepasados».
2 F.n H esíodo, Teogonia 18 3. A polodoro, Biblioteca 1. 1.4. « O r fe o » , fragm ento 188 B e r­
nabé se habla de gotas de sangre caídas del cielo en diversos combates teogónicos.
12. L A T E LA D E P E N É L O P E 199

liza el v e r b o t r a n s m it ir (paradidomi), cara cte rístico p ara r e f e r i r s e a la


tran sm isió n de la revelación órfica. Se habla de que los h o m b res se o r i ­
g in a n de u n a san gre sagrada caída del cie lo , p e r o n o se n o s dice de
q u ié n . La clave del arco , que p e r m ite r e c o n s t r u ir el p ara d igm a c o m ú n
aparece en D ió n C r is ó s t o m o , Discursos 3 0 . I O :

T o d o s lo s h o m b re s so m o s de la san gre de los T ita n e s , así q u e. co m o


a q u é llo s so n e n em ig o s de los d io ses y lu c h a ro n c o n tra e llo s, tam p o co
n o so tro s so m o s am igos suyos, sin o que so m o s m o rtific a d o s p o r e llo s y
n acem os p ara ser castigad os, p e rm a n e c ie n d o b a jo c u sto d ia en la vida
d u ra n te tan to tiem p o co m o cada u n o vive, y los que m o rim o s tras h a b er
sid o ya s u fic ie n te m e n te castigad os, n o s vem os lib e ra d o s y escap am o s. El
lu gar que llam am os m u n d o es una cárcel penosa y sofocan te preparada p o r
los dioses.

El pasaje n o sólo es in te resan te p o r q u e n o s m u e stra la r e la c ió n de


la te o ría del o r ig e n titán ic o del ser h u m a n o co n la « c u s t o d i a » , s in o
tam bién con la idea del m u n d o c o m o un a cárcel, sem ejan te a la e x p r e ­
sada p o r P la tó n en el Crdtilo 4 0 0 c . B ris s o n 495 se r e f ie r e a este texto
d icien d o :

según D ión C risósto m o los hom bres habrían nacido de la sangre vertida
p o r los T ita n es durante la guerra que sostuvieron contra los dioses (la cursiva es m ía).

o p in ió n reiterada p o r E d m o n d s (5 6 n . 65 ):

La historia de D ión C risósto m o sobre la creación de la hu m anidad de la


sangre de los T itan tes vertida en su guerra contra los dioses liga la creación del h o m ­
b re a la historia de la T itan o m aq u ia y su idea de castigo (la cursiva es m ía).

A m b o s autores in fie r e n algo que D ió n n o dice: que la creación de la


h u m a n id a d h a b ría t e n id o lu g a r d u r a n te la T i t a n o m a q u i a . L o q u e nos
dice D i ó n es q u e los h o m b r e s s o m o s de la san gre de los T it a n e s , sin
esp ecificar cu án d o se virtió y sólo después, cu an d o expresa la causa p o r
la que los h o m b res som os castigados, explica que los Titanes son e n e m i ­
gos de los dioses e incluso lu ch a ro n con tra ellos.
N o p arece p r o b a b le q ue en la fu e n te en la q u e se in s p ir a D i ó n los
h o m bres aparecieran en una fase tan antigua de la co sm o g o n ía c o m o es
la T it a n o m a q u ia . R ecuérdese, adem ás, que el resultado de la T i t a n o m a ­
quia, tanto en H e sío d o c o m o en las noticias sobre las Rapsodias es que los
T itan es son a h erro jad o s en el T á r t a r o . La fu lm in a c ió n , en cam b io, sólo
es el resultado de la acción titánica contra D io n iso .
200 III. O R P H IC A

T o d a la fr a s e o lo g ía resulta p o r o tra p arte m uy característica del


o r fis m o . A d em ás de la frase crucial, « n a c e m o s para pagar ca s tig o » , que
in dica que la especie h u m an a, los h o m b re s todos, d eb en p agar un cas­
tigo p o r algo a n t e r io r a ellos m ism os, se m e n c io n a n la custodia, la p r i ­
sión y la idea de lib e ra c ió n p o r la m u e rte. A sí pues, o b ie n c o n s i d e r a ­
m os q ue D i ó n se está r e f i r i e n d o al m is m o m ito ò r f ic o q u e n o s resulta
m uy c o n o c id o p o r otras fu en tes, o b ie n , llevados de la idea p r e c o n c e ­
bida de que no existe u n m ito ò r fic o del o rig e n de los h o m b re s a p a r tir
de los T ita n e s , ten em o s que crear o tro m ito p aralelo de n ac im ie n to de
los ho m b res de la sangre de los T itan es, que sería igual que el ò r fic o con
heren cia del mal, con la necesidad de expiarlo d u ran te la vida, p e ro que
n o sería el ò r fic o , ¿ d e d ó n d e habría salido ese m i t o ?
A ñ a d a m o s aún o t r o s dos te s tim o n io s . El p r i m e r o p r o c e d e de
O p ia n o , Delapesca 5 -4 ss-:

... sin o que alguien creó en verdad com o una raza sem ejan te a los feli
ces a los h om bres, p ero in fe rio re s en fuerza, sea la raza d c já p e t o , el sabio
Pro m eteo ... sea que h em os nacido de la divina sangre coagulada que fluyó
de los T itan es.

El texto de O p ia n o refleja c o m o alternativas dos version es del n a c i­


m ie n t o de los seres h u m a n o s , q u e sin d u d a c ir c u la b a n en la ép o ca .
R e c o n o c e m o s en la p r i m e r a el m ito n a r r a d o en el Protdgoras p la t ó n ic o .
E n la segunda volvem os a e n c o n t r a r la referen c ia al o rig en de los h o m ­
bres de la sangre de los T it a n e s . N o hay m otivo para n ega r q ue se trata
de la m ism a trad ición òrfica co n o cid a p o r D ió n . J u l i a n o y las Argonauticas
órficas.
El s e g u n d o , u n a in s c r i p c i ó n de P e r in to ( K a ib e l, F.pigrammata Graeca
Supplcmentum 1 0 3 6 a , om itid a p o r E d m o n d s ), que m en c io n a un archibouko-
los y un archimista, té r m in o s relac io n a d o s en m uchas fuen tes con el culto
d io n is ia c o , lo q ue in d ic a el a m b ie n te c la r a m e n te d io n is ia c o en q u e la
in scrip ció n se p ro d u jo . El texto com ienza p o r un « o r á c u l o de la S ib ila »
en los siguientes térm in o s:

C u a n d o B aco , tras g rita r euai, sea g o lp e a d o , e n to n ces se m ezclarán la


sangre, el fu ego y la ceniza.

T o d o parece in d ic a r q ue el o rá cu lo se refería a la creación del h o m ­


bre en el m ito ò r fic o , esto es, al m o m e n t o en que se mezcla el fuego del
rayo de Z eu s, la sangre de D io n is o (o de los p r o p io s T ita n e s ) y la parte
titánica.
12. LA T E L A DE P E N È L O P E 201

R e c o r d e m o s , adem ás, que hay un an tecedente o r ien tal in te re s a n tí­


sim o de este m ito . L o s h o m b res nacen de b a r r o mezclado con sangre de
dioses rebeldes e n m itos m esop otám ico s co m o el Airahasis.
V e m o s , p u es, c ó m o un g r u p o de textos c o in c id e n en r e fe r ir s e a un
m ito en que se hablaba del d e s m e m b ra m ie n to de D io n is o p o r los T i t a ­
nes, de la fu lm in a c ió n de éstos, de la creación de los h o m b res a p artir de
las cenizas y de la san gre de los T i t a n e s caíd os so b re la tie r r a y de la
e x p ia c ió n . P o d e m o s a t r i b u i r esa s e cu e n cia a las Rapsodias ó r fic a s . E s el
p oem a c o m en tad o p o r los n eop lató n icos, a cuyo arg u m en to se refiere el
au to r de las Argonáuticas órficas, al que se rem ite el au to r de los Himnos órftcos,
y p ro b a b lem en te el leído p o r Plutarco y los demás autores m en cio n ad o s.
J u l i a n o lo atribuye a los antiguos teúrgos, D ió n lo da c o m o cosa sabida y
O p i a n o lo p re se n ta e n tre las v e r s io n e s t r a d ic io n a le s , m ie n tr a s q u e la
in s c rip c ió n de P erin to lo p resenta en un contexto sin duda dio n isiaco .
En los pasajes de las Argonáuticas álficas se r e la c io n a a P e r s é fo n e ( B r i m ó )
con el n a cim ien to de D io n is o y la m u e rte de éste, con la creación de los
h o m b re s . E n el de D ió n C r is ò s t o m o se relacio n a la sangre de los T i t a ­
nes con el g é n e r o h u m a n o , el castigo, la custodia, la cárcel y la l ib e r a ­
c ión . E n la in scrip c ió n de P erin to, la m uerte de Baco, con la mezcla de
sangre, fuego y ceniza. S ó lo si p roced e n de un m ism o paradigm a mítico,
todas estas coin cid en cia s a d q u ieren sentido.
Pero aú n nos resta d e s a rrro lla r un arg u m e n to que m e parece f u n d a ­
m en ta l: la relac ió n del m ito de D io n is o y los T it a n e s c o n las t e l e t a i un
aspecto éste en el q ue E d m o n d s n o ha in sistid o en ab solu to , ya q u e ha
tratado en to d o m o m e n t o el m ito en una vertiente exclusivam ente lite ­
raria, sin aten d er a su uso ritual y religioso.

12.8. E l m ito de D io n iso y los T itanes y las t e l e t a i -,


Pa u s a n i a s y D io d o ro

V ario s textos r e la c io n a n el m ito q ue n o s o cu p a c o n la re a liz ac ió n de


d e te r m in a d o s ritos, d e n o m in a d o s teletai, cuya in sta u ració n se relacion a
habitualm en te con O r fe o .
C o m e n c e m o s p o r un texto de Pausanias ( 8 . 37 -5 ) ' q u ie n atribu ye a
O n o m á c r it o la fu n d a c ió n de los ritos de D io n is o y un a v ersión del m ito
de D io n is o y los T itan es. Se p ued e discu tir hasta la saciedad la h isto rici­

3 1-a palabra so traduco norm alm ente p o r « in ic ia c io n e s » , pero estos ritos no sólo
eran iniciáticos, sino que se realizaban con personas ya iniciadas. Tenían en gen e­
ral que ver con la suerte del alma después de la muerte.
202 III. O R P H IC A

dad de O n o m á c r i t o , p e r o lo q u e es o b vio es q u e Pau san ias n o puede


a tr ib u ir la fu n d ac ió n de las teletai dionisíacas a una fecha tardía. S u testi­
m o n io se refiere al orig en de un os ritos tradicionales en los que se recita
un texto sag rad o . Está c la ro q ue g u a rd a m e m o r i a de q ue en u n a fecha
an tigu a ( ¿ p o r q ué n egar la tr a d ic io n a l del V I a . C . ? ) se f u n d a r o n unos
ritos d ion isíaco s que se refieren al p ad ec im ie n to de D io n is o a m an os de
los T itan es.
C o i n c id e n c o n esta apreciación tres pasajes de H e ró d o t o ( 2 - 6 l . 13 2 ,
1 7 0 ) en que el h is t o r ia d o r se refiere a ritos de O s ir is que n o con sidera
« s a n t o » m e n c io n a r . Diversos autores c o in c id e n en lla m a r la aten ción
sobre el con sp icu o silencio de H e ró d o t o sobre el m ito de O siris, que en
E g ip to n o era secreto ni f o r m a b a p arte de m is te r io s y c re e n q u e se
explica si en la época del h is to ria d o r se contaba en G recia , en los m iste­
rios b á q u ic o s un a h isto ria m uy s im ila r (el d e s m e m b r a m ie n t o de D i o ­
n iso), que no era lícito re fe rir. S ería, p o r tanto, una interpretatio Graeca de
costum bres rituales egipcias debida al histo riad o r.
P or otra parte, también H e ró d o to 4-79 refiere la iniciación dionisíaca
del rey Escilas en O lb ia, y las lam inillas de hueso de O lb ia in dican que el
culto d io n is ía c o de esta c iu d a d era p r a c tic a d o p o r i n d iv id u o s q u e se
daban a sí m ism o s el n o m b r e de ó r fic o s y que creían en un a separación
tajan te de c u e r p o y alm a y en u n ciclo de v i d a - m u e r t e - v i d a , en el que
im plicaban al p r o p io dios.
D io d o r o 5 -75-4 y un escolio a L u cian o 5 2 -8 . refieren la existencia de
unas teletai en que se habla de D io n is o n acid o de Z e u s y P erséfon e, des­
pedazado p o r los T itan es. Y en una una lexsacra de E sm ir n a de clarísim o
co n texto b á q u ic o , se p r o h í b e el c o n s u m o de hu evos y de habas (que
sab em o s que t a m b ié n estaba p r o h i b i d o en los rito s ó r f ic o s ) y lu eg o,
lam en tablem en te en u n contexto oscu ro , se habla de los Titanes y de los
mistas (es d ecir, los in iciado s en cultos m istéricos).
T e n e m o s la suerte de que C le m e n te (Protréptico 2 - 1 7 - 2 ) n os p resenta
un a d escrip ción de una telete dionisíaca, cuyo texto es o b ra de O r f e o :

Los m isterios de D ioniso son absolutam ente inhum anos: era aún un
niño y los Curetes lo rodeaban en una danza armada, cuando los Titanes se
insinuaron por medio de un engaño con la ayuda de juguetes, lo desmem­
b raro n . cuando aún era un n iñ o, com o lo cuenta el poeta de esta telete,
O rfeo el tracio:
Una piña, una peonza, muñecas articuladas.
12. LA T E LA DE P E N É L O P E 203

herm osas m anzanas de o ro , traídas del ja r d ín de las H esp érid es


de voz clara.
D e esta telele n o es vano p resen taros, para su co n d en a, los vanos sím b o ­
los: una taba, una pelota, una peonza, m anzanas, una rueda, un espejo, un
c o p o de la n a . A llí A te n e a , p o r h a b er ro b a d o el co raz ó n de D io n is o , fue
llam ada Palas a causa de los latidos del co raz ó n 1 ; los T ita n es, que lo habían
d esm em b rad o , co lo caro n una m arm ita sobre un trébede y ech aro n en ella
sus m iem b ros. T ras h aberlos cocid o , los traspasaron con espetones y
los p u siero n ju n to a H efesto 5.
P ero p o co desp u és aparece Z eu s . . . g o lp e a a los T ita n e s co n el rayo y
c o n fía los m iem b ro s de su h ijo a A p o lo para que los sepulte. Y él. c u id á n ­
dose m u ch o de d eso b ed ecer a Z eus, los lleva al P arnaso d o n d e e n tie rra es
cadáver d esm em brad o .

E n estos m isterios se representaría, pues, el n acim ien to de D io n is o y


la vigilancia de los C u rete s, y c ó m o los T ita n e s e n g a ñ a ro n a D io n is o (se
especifican los objetos que sirv iero n para em b e lesa rlo), lo d e s m e m b r a ­
ro n , c o c in a r o n y d evo raro n , la salvación del corazón p o r Palas A ten ea y
la fu lm in a c ió n de los T ita n e s. C le m e n te n os cita incluso algunos versos
del texto ó r fic o que se recitaría en el rito.
¿ Q u é s e n tid o tien e u n ritual c o m o é ste? U n texto del III a . C . , el
Papiro de Gurob n o s ayuda m u c h o a c o m p r e n d e r l o p o r q u e c o in c id e p o r
c om p leto con el texto de C le m e n te en una u n a serie de detalles y añade
algu n os nuevos sign ificativos. E n el p a p ir o se c o n t ie n e el texto de una
telete (dice expresam ente en la línea 3 « p o r m e d io de la íe/ete»). Se m e n ­
c io n a n B r i m ó ( P e r s é f o n e ) , D e m é t e r - R e a (su m a d r e , p e r s o n a je del
m ism o d ra m a sacro). E u b u le o —E ric ep e o (D io n iso ), Palas (salvadora del
corazón del dios) y los C u rete s que vigilan a D io n is o n iñ o . La m e n ció n
de Palas y, s o b re t o d o , de los o b je to s u tilizad o s p o r los T it a n e s p a ra
e n g a ñ a r a D i o n i s o in d ic a n q ue se r e p resen taría en la telete el d e s m e m ­
b r a m ie n to de D i o n i s o p o r los T it a n e s . L a im p li c a c ió n de los seres
h u m an o s en todo este d ram a sacro es evidente, n o sólo p o rq u e se r e p r e ­
sentan e n la telete, sin o p o r q u e se expresa ex plícitam en te en el texto que
se trata de expiar las penas de los antepasados y de p ed irle a B r i m ó (P e r ­
séfone) la salvación.

4 E n g r ie g o « p a l p i t a r » se di ce pallo, de ahí el j u e g o e t im o ló g ic o c o n el n o m b r e de
Palas.
5 Es decir, los pusieron al fuego. Los asan tras haberlos cocido.
204 III. O R P H IC A

C o m p le ta el c u ad ro ritual que tratam os de r e c o n s t r u ir un pasaje de


las Rapsodias ( « O r f e o » , frag m e n to 3 5 0 B e rn a b é) que D am ascio sitúa en
la secuencia del castigo de los T ita n e s y c rea ció n del h o m b r e . N o te n e ­
m os m otivos para d u d a r de esta s itu ac ió n , d ad o que D a m a s c io ten ía el
p o e m a ante sus o jo s . S e h abla de « p o r q u é D i o n is o es lla m a d o Liseus
« L ib e rad o r» ;

Y los h om b res hecatom bres perfectas


o fre cerá n en todas las estaciones del añ o,
y celebrarán los ritos, deseosos de la liberació n de sus in icu os antepasados1*.
Mas t ú 7, p o see d o r del p o d e r sobre ello s, a los q u e quieras
lib rarás de sus terrib les m ales y del etern o agu ijón de la p asió n .

E n ese c o n te x to , la lib e r a c i ó n de faltas de los an c e s tro s d eb e h a c e r


r eferen cia a la m ism a realidad n o m b r a d a en el Papiro de Gurob, en la la m i ­
nilla de T u r io s 4 y en un frag m e n to de P ín d a ro , del q ue h ablaré a c o n ­
t in u a c ió n . N o o lv id e m o s que en Himno órftco a los Titanes se les llam a a los
T ita n e s «a n tep asad o s de nuestros p a d r e s » .
D e n u ev o , to d o a p u n ta a un p a ra d ig m a en q u e to d o s los h e c h o s
casan: los T ita n e s son los antepasados de los h o m b res y sus culpas deben
ser expiadas p o r éstos. El pago del castigo im plica la lib eració n del ciclo
de n a c im ie n t o s . E l d ra m a sag rad o es, p u es, la e x p r e s ió n de lo q u e se
debe saber para alcanzar la salvación. ¿ Q u é sen tid o ten dría, si n o, todo
este c o n ju n t o de m e n c io n e s en un ritual ó r f i c o de salvación si el m ito
n o tuviera nada que v er con los h o m bres, si n o h u b ie ra im p licación del
destino del alm a en estos rituales?

12.9 . A ntigü ed ad d e l m ito t it á n ic o :


C a lim a c o , E u fo rió n y P ín daro

P ien so q ue ha q u e d a d o claro q ue el m ito de D i o n i s o y los T it a n e s , en


relación con el o rig en de los seres h u m an os, co n la culpa antecedente, el
ciclo de n acim ien tos y la liberació n aparece c om p letam en te c o n fig u ra d o
en la época de las Rapsodias y en los p r im e r o s años del cristian ism o . Pero
ya el t e s tim o n io del Papiro de Gurob lleva la evid en cia m ás atrás, a ép o ca
h e len ística. Es tam b ién en esta ép oca en la que se sitúan alg u n o s testi­
m o n io s interesantes, c o m o la existencia de un D i o n i s o Z a g r e o h i j o de
P erséfon e citado p o r C a lim a c o (frag m en to 4 3 . 1 1 7 P fe iffe r ) , el verso de

b O bv ia m e n te , los T itanes.
7 S e refie re a D io n is o .
12. L A T E L A DE P E N È L O P E 205

E u f o r i ó n r e f e r id o al m o m e n t o en q u e los titan es se p in t a n de b la n c o
p ara e n g a ñ a r a D i o n is o ( f r a g m e n t o 8 6 de C u e n c a ) o la m e n c i ó n del
c o c in a m ie n to de D io n is o en C a lim a c o y E u f o r i ó n (escolio de L ic o f r ó n
Alejandra 2 0 8 ) , todos ellos citados en el capitulo a n t e r io r ( 1 1 . 2 ) .
A ú n a ñ a d o u n texto m a r g in a l, p e r o q u e t ie n e su i m p o r t a n c i a . Se
trata de u n a tabella defixionis del s. III a . C . hallada en L ilib e o en la que se
m e n c io n a n jun tos P erséfon e, los T ita n e s y los « m u e r t o s m a ld it o s » .
P ero m u c h o más im p ortan te, p o r su antigüedad, es u n pasaje de P la ­
tón, Menón 8 l b , que se refiere a una historia sobre el alm a in m o rta l y su
trasm igrac ión , la m etem psicosis, contada p o r « sa ce rd o te s y sacerdotisas
a quienes im p o rta d a r cuenta de su t r a b a jo » (citado en el capitulo II). A
c o n tin u a c ió n . Platón cita a P ín d a r o (frag m en to T33 M ae h le r):

las alm as de aq u ellos a q u ien es acepta la co m p en sació n p o r su antigu o


pesar, las devuelve Perséfon e al n o ven o añ o al sol de a rrib a ; de ellas re b ro ­
tan n o bles reyes, varo n es im p etu osos p o r su fu erza y excelsos p o r su sa b i­
d u ría. Y hasta el fin al de los tiem p os son llam ados p o r los h om bres h éroes
in m aculad o s.

Hay unas almas que se liberan de la trasm igración (hablam os de tras­


m igración p o r q u e Platón cita el texto en ese contexto). Y es p o r q u e P er­
séfon e les ha ace p tad o u n pago c o m o c o m p e n s a c ió n p o r u n « a n t i g u o
p e s a r » . E v id e n te m e n t e so n los h o m b r e s los q ue pagan y P e r s é fo n e ,
recep to ra del p ag o , la q ue ha s u f r i d o el « a n t i g u o p e s a r » . C u a l q u i e r
otra in terpretació n es un atentado con tra la sintaxis y el sen tido c o m ú n .
N o p u e d e n s e r los h o m b r e s los q ue p u e d e n h a b e r le p r o d u c i d o un
« a n t ig u o p e s a r » a P e rséfo n e, p ues es im p en sa b le q ue P ín d a r o hablara
de una diosa afligida p o r las malas acciones de los h o m bres.
E n c o n t r a m o s , pues, una teoría de la m e tem p sic o sis, citada en un
contexto ò rfic o p o r Platón, relacionada con una culpa antigua, que tiene
que ver con Perséfone (que es la m adre de D io n iso ) y con la necesidad de
m an ten er determ in ada actitud en la vida para liberarse de dicha culpa, y
la com pensación de unas almas, al cabo de un plazo, y la vuelta a nacer de
otras. U n esq u em a del to d o c o h e r e n te c o n el ò r f ic o que estam os r e v i ­
sando. O tr o testim on io apoya nuestra idea, un a lam inilla de Pelinna en
que leem os (v. 2) « e l p ro p io Baco te l i b e r ó » referid o a un in iciado que
«acaba de m o r i r y acaba de nacer, tres veces ven tu roso, en este d í a » .
A d e m á s , es en el á m b ito ò r f i c o d o n d e h a llam o s la c o i n c id e n c ia de
D ioniso y P erséfon e. Asi Proclo. Comentario al Timeo 111 2 9 7 - 8 Diehl habla
de «la vida feliz, tras h aber a n d a d o errantes, que desean o b te n e r los cjue
206 MI. O R P H IC A

en O r f e o son in ic ia d o s en D i o n is o y en C o r e (e. d. P e r s é f o n e ) » . U n
esq u em a q u e n os p re se n ta ta m b ié n la ic o n o g r a f í a de los pínahes de
L o cro s, cuadritos votivos de arcilla en que se representan im ágenes rela­
cionadas c o n el culto, especialm ente u n o en que aparecen jun tos P ersé­
fon e y D io n is o .

1 2 . 1 0 . R e f e r e n c ia s a l m it o t it á n ic o e n P l a t ó n
Pero en trem o s en un testim o n io muy im p o r ta n te : Platón ab ord a en las
Leyes ( 7 0 1 b ) el p roblem a del exceso de libertad. E n el curso de su razon a­
m iento, expuesto en clímax, se refiere al extrem o de la libertad mal usada:

A con tin u ació n de esta libertad, p o d ría v e n ir la de n o q u erer som eterse


a las au to rid ad es ... y ya cerca del fin al, p re te n d er n o estar som etid o s a las
leyes y en el fin al m ism o, d esp reocu p arse de los ju ram en to s, las fidelidades
y, en g en eral, de los d ioses, m an ifestan d o e im itan d o la llam ada « a n tigu a
n atu raleza t itá n ic a » , lleg ad o s de nu evo a aq u ella m ism a c o n d ic ió n y
pasando una vida penosa sin librarse nunca de las desgracias.

E d m o n d s cree que en este pasaje no se identifica a la h u m a n id a d con


su h e r e n c ia titán ica , s in o s ó lo se c o m p a r a su c o m p o r t a m i e n t o c o n el
c o m p o r ta m ie n to de los T itan es y que Platón se refiere s im p lem en te a la
historia de la reb e lió n de los T ita n e s con tra Zeus, narrada p o r H esío d o
entre otras m uchas fuentes (p. 3 4 2 ) . C o n c lu y e que:

P lató n n o d ice nada de la natu raleza titán ica en el b o m b re , sin o hace


exp lícito que los h om b res en su d esafio de los d io ses im itan la naturaleza
titánica (p. 3 4 3 ) -

Fren te a este análisis deb o h a c er varias ob servaciones. La p r im e r a es


q ue Platón n o se está re fir ie n d o a un c o m p o rta m ie n to , sino a una n a t u ­
raleza (physin). El p ro b le m a p o d ría p la n tea rlo la palabra « i m i t a n » . Pero
se explica m u y b ie n si e n t e n d e m o s q ue la n aturaleza h u m a n a n o es sólo
titán ica, s in o d u al, m ezcla de u n e le m e n to titá n ic o y de un e le m e n to
d io n isíac o . Las p erson as ob edien tes de la ley serían las q ue llevan a más
su parte dion isíaca, m ien tra s los seres que van deg rad á n d ose, van a c e r ­
cándose cada vez más a la naturaleza titánica en estado p u r o , y así m a n i ­
fiestan u n a naturaleza titánica que está en ellos, p ero con un a intensidad
q u e hace q u e se asem e je n a los p r o p io s titanes, o r i g e n y p a r a d ig m a de
esta naturaleza. M e apoyo para in te rp retar el texto de este m o d o en otro
texto de la m ism a o b ra (Leyes 8 5 4 b ) :
12. L A T E L A D E P E N É L O P E 207

A lgu ien p o d ría d ecirle a aquel ... a q u ien un m alvado deseo instiga ...
a ro b a r los tem plos, lo sigu ien te: ... N o es h u m a n o ni d ivin o el mal que te
m ueve a h o ra a m arch ar al d esp o jo sacrilego , sin o u n acicate c o n n atu ra l a
los h om bres p o r antiguas injusticias im pu ras, que vaga funesto en to rn o de
ello s y del que es n ecesario d efen d erse con tod o ah in co.

E n este pasaje h a lla m o s el m is m o p a r a d ig m a q ue en el a n t e r i o r ,


c om o vem os en el siguiente cu adro com parativo:

te m a 701 b 854b

Existe en los hombres despreocuparse en g en e­ un malvado deseo instiga


una tendencia a ser ral, de los dioses a robar los templos
malvados con los dioses.

Una fuente externa, la llamada « an tigu a... alguien podría decir


literaria 0 en boca de
seguidores de una
determ inada form a de
religión, la explica.

Se trata de algo conn atu ­ ... naturaleza titánica» un acicate connatural


ral. anterior a la propia p o r antiguas injusticias
vida del hom bre, que se impuras
remite a una antigua
historia.

Se debe luchar contra esa sin librarse nunca de las es necesario defenderse
situación, que es mala. desgracias con todo ahínco
Si no. el hom bre no
puede librarse de ella.

A ú n añ a d iría algunas notas.


a) E l uso de <<la lla m a d a » y « a lg u ie n p o d r ía d e c i r » in dica que P la ­
tón m an tien e sus distancias c o n lo que dice, que no es algo de universal
aceptación, sin o d o c tr in a de otro s. Esta m an era de h a b lar es típica del
filósofo para referirse a los órfico s.
b) La u n i ó n de « l a llam ada (legomenen) y « a n t i g u a » (palman) suscita
inm ediatam ente el eco del palaios logos, fo rm a típica de referirse a los tex­
tos ó rficos p o r parte de Platón.
c) La r e fe r e n c ia p la tó n ic a a « s i n lib r a r s e n u n c a de las d e s g r a c ia s »
208 III. O R P H IC A

re p ro d u c e casi literalm en te un a expresión que c o n o ce m o s c o m o carac­


terística de los órficos, c o m o vem os en S im p lic io , Comentario a las Categorías
de Aristóteles 377 • *2 : « lib r a r s e del ciclo y ten er un resp iro en la desgracia»
y en u n a de las la m in illa s de T u r i o s 5 « s a l í v o la n d o del ciclo de p r o ­
fundo p esar» .
d) La palabra griega para las « in ju s t ic i a s » (adikemata) se usa habitual­
m ente para referirse a c rím en es com etidos p o r la m ism a p erson a en una
existencia a n te r io r .
e) El « a c ic a t e » aparece referid o a la h eren cia malvada del h o m b re en
un texto ò r fic o (D am ascio, Comentario al Fedón I . I l ) , en el que « e l acicate
e t e r n o » aparece u n id o a una referen cia a la liberació n de los males p r o ­
ducto de antepasados sin ley.
f) El im p ulso titánico « n o es ni h u m a n o ni d i v i n o » . U n a expresión
q ue c o in c id e en to d o c o n la re fe re n c ia p lu ta rq u e a del Sobre el consumo de
carne i 7 p. 9 9 6 B « l o q ue hay en n osotros de irra c io n a l, d e s o r d e n a d o y
v io le n to , de n o d iv in o s in o d e m ò n i c o » , s ie n d o « d e m ò n i c o » u n t é r ­
m i n o cara c te rístic o p ara a q u e llo q u e , n o s ie n d o h u m a n o , n o es t a m ­
p o co p r o p ia m e n te d ivin o.
Este c o n ju n t o de c o in c id e n c ia s de n in g u n a m a n e ra p u e d e ser fruto
de la casualidad. S ó lo se explican si se rem iten a un m is m o p arad igm a,
que p o d e m o s re c o n s tru ir del siguiente m o d o :
P latón c o n o c e un a h isto ria antigua, que él m is m o n o c o m p a r te del
t o d o , p e r o q u e tien e s e g u id o re s en su é p o c a , segú n la cual el ser
h u m a n o posee u n a naturaleza q ue es en p arte T it á n ic a , y q u e es c o m o
un a p u lsió n a la violencia, la d eso b ed ien cia y al d e s o rd e n . C o m o n atu ­
raleza que es, es a n te r io r a su n acim ien to, y en efecto, p roced e de in ju s ­
ticias antiguas, com etidas p o r los T itan es.
Tal n aturaleza s u m e al h o m b r e e n un c ú m u lo de m ales, de los que
debe lib erarse. E llo im p lic a q ue hay en su naturaleza algun a otra parte
que le p erm ite luchar con tra la p r im e r a y que le capacita para librarse de
los m ales. El p a r a d ig m a sólo e n c u e n tr a u n a p erfecta e x p lic a c ió n en el
ám bito de creencias ò r fic o , c o m o h e m o s visto, p e ro aún p o d e m o s a n a ­
lizar otros textos platónicos que nos p e r m itirá n co m p leta r el p an o ra m a .
E n o tro pasaje de Platón (Fedón 6 2 b ) se atribuye a « e l relato q ue se
cuenta en los círculos secretos» (u n a fo rm a de referirse a la literatura que
acom pañ a las iniciaciones mistéricas, in primis la òrfica, c o m o especifica el
escolio al pasaje) la idea de que « l o s ho m b res estamos en una especie de
c u sto d ia » . C o n serva m o s un a m en c ió n indirecta de la in terpretació n del
sen tido de esta custodia, deb ida a un discíp u lo de la escuela, jen ócrates
12. LA T E LA D E P E N É L O P E 2 0 9

(fr. 2 1 9 Isnardi Párente), c o m o <<no buena, sino T itán ica y que culm ina
en D i o n i s o » . Le m en ción es oscura, p ero unida al resto de la argum en ta­
ción, adquiere bastante sentido.
E n un t e r c e r pasaje (Cratilo 4 0 0 c ) , P la tó n n os re fle ja un a d o c t r in a
ó r fic a segú n la cual el a lm a está a h e r r o ja d a en p r i s ió n o c o m o en una
sepultura en el cu erp o . Y lo está p o rq u e debe pagar castigo. O bviam en te
no p u ed e ser un castigo p o r lo c o m e t id o en vida, sin o p o r algo c o m e ­
tido antes de estar e n c e r r a d a en el c u e r p o . La f ra s e o lo g ía es de n u evo
sem ejante (el alma paga castigo, se en c u en tra en p r is ió n , etc.).
T e n e m o s las piezas de u n puzle q u e casan e n t re sí, a u n q u e sea de
fo rm a in c o m p le ta y a lg u n o s p r e te n d e n d e m o st r a r q ue n o p r o c e d e n de
un puzle, sin o que son realidades in d ep en d ien te s. S ó lo un partípris p r e ­
vio p ued e llevar a n ega r lo evidente, p e r o es algo q ue o c u r r e a m e n u d o
en lo que se relaciona con el o r fis m o , c o m o si h u b ie ra una d eterm in ada
voluntad de co n v ertir al o r fis m o en algo m ín im o , inconsistente, tardío,
o, lo que es p e o r, inventado.

12.11. C o n c l u s io n e s
Es h o ra de r e s u m ir b r e v e m e n te las a r g u m e n t a c io n e s q ue se han ido
señalando a lo largo del capitulo.
El te stim o n io de una serie de pasajes literales de las Rapsodias y de las
referencias de los N eop latón icos y de o tros autores coin cid e en m o strar­
nos que en este p o em a ó r f ic o q ue datam os hacia el s. I a . C . se narraba
una h isto ria q u e in c lu ía la d e v o r a c ió n de D i o n i s o p o r los T it a n e s , la
fu lm in a ció n de los rebeldes, el o r ig e n de los seres h u m a n o s a p a r tir de
sus restos, la situ ació n del alma en p risió n en el c u e rp o y su tra n s m ig ra ­
ción a diversos c u e r p o s hasta lo g r a r su lib e r a c ió n fin a l p o r o b r a de un
D io n iso restitu id o a su c o n d i c i ó n in ic ia l. El te s tim o n io de O l i m p i o -
doro, libre de la acusación de que se trata de u n a in te rp retac ió n alq u í-
mica, está ap oyad o p o r o tro s textos de los n e o p la tó n ic o s q ue lo hacen
más fiable.
C o in c id e p len a m en te con esta secuencia la referencia del au to r de las
Argonduticas álficas, que p rete n d e pasar p o r ser el p r o p io O r f e o , y que nos
cuenta que él trató en una o b ra a n te rio r, q ue sólo puede ser las Rapsodias,
el tema del n acim ien to de D io n is o , su destrucción a m anos de los T i t a ­
nes y el n a c im ie n t o de los seres h u m a n o s . U n ele m e n ta l p r i n c ip i o de
im plicación n os lleva a que si el p oeta de las Rapsodias traza u n a historia
sagrada que va desde la c o n f i g u r a c i ó n del m u n d o hasta la su erte de las
almas, p asan do p o r la h isto ria c en tral de la d e v o r a c ió n de D i o n i s o , es
210 III. O R P H IC A

que p r e te n d e d e c ir n o s q ue toda la h is t o r ia está re la c io n a d a ; que de


alguna m a n e ra la m u e rte de D io n is o a m an os de los T ita n e s y la trans­
m ig ra c ió n de las alm as están e n tr e sí en r e la c ió n de causa a efecto. Si,
adem ás, vem os, p o r una p arte, q u e los T it a n e s son llam ados reiteradas
veces an tep asad o s de los h o m b r e s y, p o r otra, q u e los h o m b r e s pagan
castigo p o r d elito s de los q u e n o so n r e s p o n s a b le s , s in o q u e se dice
explícitam ente que son de sus antepasados, ¿ c ó m o p o d e m o s pensar otra
cosa, sin o que tales antepasados son los T it a n e s y que son ellos quienes
han co m etid o el d e lito ? Plutarco con oce el esquem a, lo c om p ara con el
de E m p éd o cle s y le da un a in terpretació n sim bólica, a p a rtir de un aná­
lisis e tim o ló g ic o del n o m b re de los Titan es. O t r o s autores co in c id en en
r e f e r ir s e a un m ito en q ue se h a b la del o r ig e n de los seres h u m a n o s a
p a r tir de las cenizas de los T itan es. D ado q ue en el e p iso d io de la T ita -
n o m a q u ia , en H e sío d o y en la versión ò rfic a , los T ita n e s son a h e r ro ja ­
dos en el T á r t a r o , p e ro n o fu lm in a d o s , ten em o s q ue hacer derivar estas
referencias de la única fuente en que nos consta que se hablaba de la fu l­
m in a c ió n de los T itan es y del o rig e n de los seres h u m a n o s a p a r t ir de la
sangre de los T ita n e s fu lm in a d o s, esto es, el m ito ò r fic o .
La im p r e s ió n se acentúa p o r q u e el t e s tim o n io c o in c id e n t e de C l e ­
m en te de A le ja n d r ía y el Papiro Je Gurob n os m uestran q ue el tema de los
T itan es y D io n iso se representaba en los dramas sacros que f o r m a n parte
de las telelai ó rfic as. U n as teletai q ue tie n e n ex p re sam en te q ue ver con la
salvación.
L a r e c it a c ió n de u n m ito del d e s m e m b r a m i e n t o e n las teletai sólo
tiene sentido si los participantes en los ritos que en tien d en que el c o n o ­
cim ien to de esta verdad con tribuye a su salvación. Es un grave e r r o r tra­
b a ja r so b re estos textos c o m o si fu e r a n sólo u n f e n ó m e n o lite r a r io . El
m ito tiene algo que ver con los h o m b res, es el p ara d igm a de una situa­
c ió n dada so b re la vida de los seres h u m a n o s q ue p artic ip a n en el rito;
¿ p a r a qué iba a recitarse u n m ito en los m isterios, si n o tien e nada que
ver c o n n o s o tr o s , si el d estin o de las almas h u m a n a s n o está im p lic a d o
en lo cjue se d i c e ? E n el ritual se habla de culpa de los antep asad o s, de
lib e r a c ió n , in clu so de c o n v e r s ió n en dios del d if u n t o . T o d o ello n o se
explica si no es p o r q u e el d ra m a sacro del asesinato de D io n is o y la f u l ­
m i n a c i ó n de los Titanes es el m ito m o t iv a d o r (aition) del castigo de la
t ra s m ig ra c ió n y de la salvación q u e con siste en lib e r a r s e del cic lo . La
i n s c r ip c ió n de P e r in to , r e f e r id a c la r a m e n t e a u n a m b ie n te litú rg ic o
d ion isiaco , tam bién se refiere al m ito c o m o una creen cia básica. C o n s ­
ta n te m e n te se dice en las fu en tes, ya desde P la tó n , q u e el alm a se
12. L A T E LA OE P E N É L O P E 211

e n c u e n tr a a h e r r o ja d a en el c u e r p o p o r q u e debe e x p ia r un a cu lp a, y es
o b vio que esa culpa había sido c o n traíd a antes del n a c im ie n t o , p o r q u e
se habla de que los seres h u m a n o s n acen para e x p ia r el castigo, q ue les
toca en tanto que p ertenecien tes a la especie h u m an a. Es una in feren cia
evidente, no un p re ju ic io cristianizante ni un espejism o.
V e m o s t a m b ié n te s tim o n io s a n t e r io r e s a las Rapsodias en P ín d a r o ,
H e r ó d o t o , P latón , C a lim a c o y E u f o r i ó n , que a p u n tan a la consistencia
de ese m ito (quizá no en todos sus detalles p e r o sí, desde luego, en sus
e le m e n to s básicos) en fecha más t e m p r a n a q u e su f o r m u l a c i ó n en el
p o em a ó r f ic o ta rd ío . Y el esq uem a de las lam in illas áureas sólo alcanza
un sign ificado co h eren te a la luz de este m ism o p aradigm a.
Hay. adem ás, u n a persistencia de sím bolos, e incluso de vocabulario
v erdaderam en te notable, que sólo se explica si todos los pasajes se r e m i ­
ten a u n esq uem a c o m ú n .
T o d o ello n os lleva a c o n c l u i r q ue el m ito ó r f i c o de D i o n i s o y los
T it a n e s n o es u n a c o n s t r u c c ió n del siglo X I X , s in o q u e p r o c e d e de la
G recia antigua, de sectores religiosos un tanto m arginales y que p o r ello
no e n c u e n tr a u n a d if u s i ó n tan a m p lia en las fu en tes c o m o la de o tro s
mitos. Los diversos autores, co m o p o r otra parte o c u r re siem p re con los
m itos, se le c c io n a n u n o s e le m e n to s del p a ra d ig m a , o tr o s , o tr o s , p e r o
n u n c a a ñ a d e n en la n a r r a c i ó n (n o en la i n t e r p r e t a c ió n , q u e es otra
cosa), e lem en to s in c o m p atib le s c o n el esquem a trazado. E l esq uem a es
tan coh eren te , que p o d e m o s r e c o n s tr u ir lo de u n m o d o m uy vero sím il.
Es, ad em ás, u n e s q u e m a del to d o c o n s e c u e n te a lo la rg o del t ie m p o .
R e s p o n d e , p o r tan to , a u n m o v im ie n t o r e lig io s o q u e tuvo u n a larga
d u r a c ió n , u n a larga p re s e n c ia . ¿ Q u é o t r o c a n d id a to de tan larga p r e ­
sencia p o d e m o s hallar q ue no sea el o r f i s m o ?
S u s t itu ir esta c o h e r e n c ia p o r el in te n to de e x p lic ar h e c h o s q ue son
de la m ism a naturaleza c o m o h echos aislados, que es resultado de otras
causas, in determ in ad as y n o explicitadas, y que p ro v ien en de paradigm as
religioso s de los q u e n o h e m o s o í d o h a b la r n u n c a , es s im p le m e n t e
acientífico y un in tento de explicar obscura per obscuriora.
13. ORFEO, EL MÚSICO TRANSGRESOR

13.1. Un M ITO M U Y A T R A C TIVO


U n o de los m itos griegos que ha c o n o c id o una m ayor d ifu sió n ha sido el
de O r f e o . S u fig u r a sirvió de in s p ir a c ió n a n u m e r o s o s poetas grie g o s y
latin os, p e r o t r a s c e n d ió el m a r c o de la A n t ig ü e d a d , de fo r m a q ue la
h allam os en m uy diversas o b ras, pictó ricas, escultóricas, poéticas, te a ­
trales, m u sicales e in c lu s o cin e m a to g r á fic a s , hasta n u e s t r o s dias. Es
cu rioso, in clu so, q u e, m ien tras otras figuras del m ito no saliero n de su
con d ició n de tales, O r f e o fue con sid erad o p o r la antigüedad c o m o crea­
d o r de una extensa ob ra poética (la llam ada poesía ó rfica) y c o m o f u n ­
d a d o r de un m o v im ie n t o religio so , al q ue d e n o m i n a m o s o r f i s m o , que
creía en la r e e n c a r n a c ió n de las alm as y en la p o s ib ilid a d de salvarse
m ediante la práctica de u n a vida ascética y el c u m p l i m i e n t o de cierto s
ritos. F u e r o n m in o r ía los autores q u e p u s ie r o n en duda su existencia y
la p osibilid ad de que fu era n suyos los escritos que se le a trib u ían .
S e e n cu e n tra pues O r f e o en u n a cu riosa « t i e r r a de nadie >> en tre el
m u n d o de los seres de carn e y hueso y el de las p uras creaciones míticas,
situación esta q u e , si b ie n p ara n o s o t r o s p u e d e resultar s o r p r e n d e n t e ,
no lo era tanto para los griegos an tiguos, para q u ié n e s los lím ites entre
el m ito y la realid ad n o estaban trazados con la m ism a nitidez co n que
hoy lo están.

13.2. V e r sio n es latin as y a l u sio n e s g r ieg a s

Las version es literarias m ás com p letas q ue n o s han llegado del m ito de


O rfe o son de época im p e ria l ro m a n a : una de V ir g ilio ( Geórgicas 4--4' 53 ~
214 III. O R P H IC A

5 2 5 ) y otra de O v id io (Metamorfosis I O . I —I I . 8 4 ) . A m b o s nos ofrecen una


especie de « c a n o n » de su leyenda, que serviría de in sp ira c ió n a toda la
literatura p o s te r io r y que es, en líneas generales, el siguiente: O r fe o . un
can tor tracio dotado de una h abilid ad musical tan p rod ig iosa que podía
a tr a e r c o n su m ú sic a a a n im a le s , á r b o le s e in c lu s o rocas, p ie r d e a su
esposa E u r id ic e y, desesperado, viaja al Más Allá para recu perarla. Logra
c o n m o v e r c o n su can to a los m o n a r c a s i n fe r n a le s y éstos le con ced en
que se la lleve, si bien no debe volverse para m irarla hasta que no h u b ie ­
ran llegad o de n uevo al m u n d o de los vivos. O r f e o n o lo g ra v en cer sus
deseo s de volverse y p ie r d e p o r ello de n u ev o a E u r i d i c e . Después,
m u e r e a m a n o s de las m é n a d e s o de las m u je r e s tracias, p e r o tras su
m uerte, su lira y su cabeza, que aún c o n tin u ab a can tan do, llegan, a tra­
vés del río H e b r o y del m ar, hasta Lesbo s. T a n to V ir g il i o c o m o O vidio
se d e s e n t ie n d e n , sin e m b a r g o , de u n aspecto de la leyen d a de O r fe o
alu d id o p o r las fuentes más antiguas: su p a rticip a ció n en el viaje de los
Argon au tas, a c o m p a ñ a n d o al m ítico J a s ó n .
A s í pues, es la literatu ra latina la fu en te de i n fo r m a c i ó n p rim o rd ial
sobre n uestro p e rs o n a je . E n la literatu ra griega sólo con tam os con alu­
sio n e s aisladas, q u e p r e s u p o n e n en sus oyen tes el c o n o c i m i e n t o del
c o n j u n t o , p e r o que n os d ejan du das so b re alg u n o s aspectos con cretos
del m ito en esta época más antigua.

13 .3 . U n a p a t r i a , u n a é p o c a , u n a f a m i l i a
L a m a y o ría de las veces se decía de O r f e o q u e fue trac io , a u n q u e una
tradición bastante consistente lo relaciona con M acedon ia. C ie rto s p o e ­
tas e r u d ito s t r a ta r o n de lo c a liz a r de f o r m a más c o n c r e ta su p atria y
h a b la r o n de ciu dades d e te rm in a d a s, c o m o H e m o . C i c o n i a o D io . Y la
m ayoría de ellos co in c id en en co n sid e ra rlo m uy an tigu o, en algún caso,
antepasado de H o m e r o y de H e sío d o . S u p articipación en la expedición
de los A r g o n a u ta s lo situaba p o c o antes de la g u e r r a de T r o y a , p e r o el
contraste entre su datación antigua y la evidencia de que las obras que se
le atribuían eran posteriores a las d e H o m e r o dio lugar a algunos « a r r e ­
g l o s » en su b io g r a f ía , in c lu s o a p o s tu la r más de un p e r s o n a je c o n el
m ism o n o m b r e .
E n ép oca m ic è n ic a (fin e s del II m i le n i o a . C . ) c o n t a m o s c o n dos
rep resen tacion es figu radas que algu n os autores c o n s id e ra n que p ued en
c o r re s p o n d e r a O r f e o : una, en un fresco del salón del t r o n o del palacio
de N ésto r en Pilo, en el que, de acuerdo c o n la reconstrucción del acua­
relista Piet de J o n g , vem os a u n p e r s o n a je q ue tañe u n a cítara de cinco
13. ORFEO, E L M Ú SIC O T R A N S G R E S O R 215

c u erdas, m ie n tra s u n a g ra n ave rev o lo tea d elan te de él. O t r a , en una


pixida de La C a n e a ( C id o n ia ) , del siglo X I I I a . C . , en la que parece s u r ­
g ir de la tierra un p erso n aje c o n un a gran lira de siete cuerdas rod ead o
p o r p ájaro s y asociado a los sím b o lo s sagrados del p o d e r real, los c u e r ­
nos de la co n s a g ra ció n y la d o b le hacha. Si en efecto fu e ra n de O r f e o ,
estas im ág en es te s tim o n ia r ía n la existencia de su m ito en ép oca m i c è ­
nica, p ero n o p o d e m o s asegurar que sea así.
La p rim e ra vez en que hallam os a O r fe o rep resen tado con seguridad
en una obra artística (ya que su figura va aco m pañ ada de u n a in scripció n
con su n o m b re ) es una m etopa del T e so ro de los S ic io n io s en Delfos, de
570 a . C . , en la que p o d e m o s ver u n p erson aje barbado a c o m p a ñ ad o de
o tro can to r más joven, a b o r d o de la nave A r g o .
E n la lite r a tu r a , O r f e o no es m e n c i o n a d o p o r H o m e r o ni p o r
H e sío d o . La p r i m e r a re fe r e n c ia se debe a E u m e lo de C o r i n t o (s. V i l i /
V II a . C . ) y lo sitúa t a m b ié n en el m a r c o de la leyend a a rg o n á u tic a .
Lu ego lo e n c o n tra m o s en un frag m e n to m í n i m o de Ibico de R egio, del
siglo VI a .C . (PMG 3 ° 6 ) . lim itado a las palabras « e l ren o m b ra d o O r f e o >>,
lo que in d ic a s ó lo q ue en ép o ca del p o eta era ya O r f e o un p e r s o n a je
bien co n o c id o , au n q u e n o sabem os los m otivos p o r los que lo era.
S egú n la m ayoría de las fuen tes, el p ad re de O r f e o es E a g ro , u n rey
de T racia. P ero o tro s lo hacen h ijo del dios A p o lo . Esta versión p o d ría
rem ontarse a P ín d a ro , q u ien , en m e d io de una relación de los a r g o n a u ­
tas y de su filiación , nos dice {Pitica 4 - l7 6 s - ) :

P o r parte de A p o lo vin o el tañ ed o r de fo rm in g e , padre de los cantos,


el cele b é rrim o O rfe o .

La am b igua exp re sió n « p o r p arte de A p o l o » era ya dudosa para los


a n tig u o s, q u ie n e s v a cilab an e n t r e i n t e r p r e t a r l a e n el s e n tid o de q u e
O r fe o era h ijo del dios, o sim p le m e n te c o n s id e r a r q ue el dios se m e n ­
cionaba p o r q u e p reside la actividad m usical. Parece p r o b a b le que P í n ­
daro jugó de m a n e r a d e lib era d a c o n la am b ig ü e d ad , para d a r a e n t e n ­
d er q ue O r f e o era h i j o de A p o l o sin d e c i r l o c o n c la r id a d . E n to d o
caso, tam bién él, c o m o Ibico, c o n sid e ra « c e l e b é r r i m o » a O r f e o , p ero
ahora n os dice que su fam a con siste en su h a b ilid a d p ara tañ er la f o r ­
m inge y para cantar.
T a m b ién am b igu o es un pasaje de Platón, en que habla de los « d e s ­
cendientes de d io s e s » para referirse a autores de teogonias c o m o la a tr i­
buida a O r f e o . N o sabem os si lo dice p o r q u e con sidera a O r f e o h ijo de
A p o lo , o bien sólo p o r q u e su m adre era un a Musa. Tal musa es C a lío p e
2 16 III. O R P H IC A

en la m ay o ría de las fu en tes, p e r o n o en todas, ya q ue otras h ablan de


P o lim n ia , de C l í o o de M en ip e.
A lg u n a s t ra d ic io n e s le asignan t a m b ié n h e r m a n o s a O r f e o : H i m e ­
n eo, Y á le m o , L i n o y otros, p erson ajes asociados al canto y a la poesía, e
in c lu s o algún h ijo : M u se o o L e ó o R i t m o n i o . E n to d o caso se trata de
trad icion es locales y p o c o extendidas.

13 .4 . U n a i n m e n s a h a b i l i d a d m u s i c a l
C o m p o n e n t e i m p r e s c in d ib le de la leyend a de O r f e o es su h a b ilid a d
m usical q u e le p e r m ite c o n m o v e r la n atu ra lez a c o n su c a n to . Y así,
S im ó n id e s , poeta a caballo entre los siglos V I y V a . C . . nos o frece ya una
b rillante d escrip ción de los efectos de su arte (PMG 5 6 7 ) :

... e in n ú m eras
sobrevolaban las aves su cabeza,
y los peces, erguido s
del m ar de lapislázuli saltaban
al son de su bello canto.

El e s c e n a r io m a r i n o (q ue p r o v o c a la danza d e los peces) su g iere el


escen ario de la ex p e d ic ió n argonáutica.
Tal h a b ilid a d resu ltaba p r o v e r b ia l y p o r ello e n c o n t r a m o s algunas
alusiones en las tragedias. Egisto re p re n d e al c o r ife o , que se ha atrevido
a cen surar el asesinato de A g a m e n ó n con las siguientes palabras (Esquilo,
Agamenón 162 9 S S .):

T ie n e s una lengua opuesta a la de O rfe o ,


p o rq u e él tod o lo atraía gozosam ente con su voz.

Y en un c o ro de las Bacantes de E u r íp id e s (5&2SS.) leem os:

... en los recin tos boscosos del O lim p o ,


d o n d e an tañ o O rfe o con su cítara
congregaba con su m úsica a lo s árboles,
congregaba a las fieras m ontaraces.

El tem a ap a rece a m e n u d o en los p o e m a s h e le n ístic o s de la Antología


Palatina, p o r e je m p lo en u n ep itafio de O r f e o co m p u e sto p o r A n típ a tro
de S id ó n (7 .8 ) :

Ya nun ca más, O rfe o , a las en cin as em belesadas ni a las rocas


atraerás, ni a las m anadas de fiera s que siguen su p ro p ia ley.
13. ORFEO. E L M Ú SIC O T R A N S G R E S O R 217

Ya n u n ca más d o rm irá s el fra g o r de lo s vien tos ni el gran izo


ni las ráfagas de nieve ni el retu m bante m ar.

C r e o que estos ejem p lo s son suficientes para e jem p lific ar la insisten­


cia de los autores antiguos en el p o d e r de la m úsica de O r f e o para c o n ­
m o v e r a toda la n atu ra lez a. Esta c u alid ad p arece ser el e le m e n to más
an tigu o de la leyend a del p o eta, "lan a n tig u o , q u e. c o m o h e m o s visto,
p o d ría r e m o n t a r a la época m icén ica.

13.5. A rgo n au ta
La leyenda del viaje de J a s ó n en la nave A r g o p ara ir a b u scar el V e l lo ­
cin o de o r o es un tema a n t iq u ís im o en la literatu ra grie ga; alg u n o s de
sus e p is o d io s son a lu d id o s p o r H o m e r o y m u c h o s creen q u e sirvió de
m odelo para ciertos pasajes de la Odisea. T a m b ién H e sío d o in c o r p o r a en
su Teogonia algu n a r e fe r e n c ia al m ito y la e x p e d ic ió n fue tratada c o n
m ayor d e t e n i m ie n t o en p o e m a s é p ico s arcaicos c o m o las Corintíacas de
E um elo o las Naupadias. O r f e o a u n q u e destaca entre los diversos h éroes
que, a m o d o de « a u x i l ia r e s e s p e c ia liz a d o s » , a c o m p a ñ a n al jefe de la
expedición, n o es su protagonista, un papel que le co r re sp o n d e a J a s ó n .
P robablem en te es p o r eso p o r lo que n o es m e n c io n a d o en las concisas
referencias h o m éricas ni en las hesiódicas.
Sin em bargo , es en el ám b ito de la leyenda de los A rg on au tas d o n d e
O r fe o aparece d o c u m e n t a d o e n ép o ca más an tigu a. F a v o rin o n o s dice
que fue el ven c ed o r en la prueb a de la lira, en lo s ju e g o s Istmicos f u n d a ­
dos p o r los m a r i n e r o s de la A r g o y p arec e h a b e r usad o c o m o fu e n te a
Eum elo (s. V I I I - V I I a . C . ) . Más de un siglo más tarde, S im ó n id e s , a d e ­
más del h e rm o so pasaje a q ue antes me he r e fe rid o en q ue la m úsica de
O rfe o hace danzar a p ájaro s y peces en el agua azulada, parece referirse
también al poeta tracio y al p o d e r de su can to en o t r o pasaje q u e p r o ­
cede con toda p ro b a b ilid ad del m ism o p oem a (PMG 595 ) :

ni tan siq uiera un sop lo de vien to capaz de m over una hoja


se levantó entonces, sop lo que h abría estorbado
al esparcirse que el canto dulce com o la m iel
se ajustara a los oíd o s de los m ortales.

Ya vimos que tam bién P ín d aro lo cita en un contexto arg on áu tico . Y


en un ditiram b o m uy fra g m e n ta r io de B aqu ílid es d ed ic ad o a O r f e o
(Dithyr.Fr.**2g Maehl. d 6s.) sus habilidades musicales parecen afectar a los
árboles y a « la brillante ola m a r i n a » , lo que vuelve a sugerir un viaje p o r
2 i8 III. O R P H IC A

mar. Tam bién provisto del m ism o instrum ento y en contexto argonáutico
nos aparece en la Hipsipilu de Eurípides (fragmento 75 2 g Kannicht).
P ero es en las Argonáuticas de A p o l o n i o R o d i o d o n d e O r f e o aparece
con un papel más d e fin id o , quizá el más relevante, entre los dem ás p ar­
ticipantes e n la ex p e d ició n , a excep ción , n aturalm en te, de los p rotago­
nistas de la ob ra, J a s ó n y M edea. Las fu n cio n es que asum e en m uchos de
los ep isodios en que aparece son las p rop ias de un can to r maravilloso. Y
así lo h a llam o s c o m o c ó m itr e , q ue m arca c o n su lira la cad en cia de los
r e m e r o s de la nave, p e r o , fr e n te a la ag o ta d o ra cad en cia del auténtico
có m itre. su m úsica tiene un valor lenitivo, m ágico, q ue consigue que los
m a r in e r o s r e m e n sin esfu erzo El carácter t r a n q u iliz a d o r de su música
sirve ta m b ié n para a p a c ig u a r las ren c illas su rg id as e n t re los p ro p io s
navegantes con un p o em a c o s m o g ó n ic o -te o g ó n ic o , para que el recuerdo
de la in stauració n del o r d e n en el m u n d o sirva c o m o facto r de restable­
cim ien to del o rd e n entre los hom bres.
Destaca sobre todas las dem ás su capacidad para c o m b a tir u n o de los
mayores p eligros del viaje: las Siren as, cantoras del Más A llá que causan
la p e r d ic ió n de los m a r in o s e m b e le s á n d o lo s co n su can to letal; O r fe o
con sigu e vencerlas en su p r o p io terren o y em belesarlas para destruirlas.
El tem a aparece tam b ién en la ic o n o g ra fía an tigu a. P ro b a b le m en te
es O r f e o al p erso n aje que canta a c o m p a ñ a d o de una lira ante sirenas en
u n lécito ático de fig u r a s n e g ra s c o n s e r v a d o en H e i d e lb e r g (ca. 5 ^ 0 -
5 7 0 a . C . ) y el citarista rep resen tad o j u n t o a dos siren as en un h e rm o so
g r u p o de t errac o ta de g ra n t a m a ñ o , quizá de o r ig e n t a re n tin o (c. 3 10
a . C . ) , conservado en el J . Paul Getty M useum de M alibu.
P o r su p arte, D i o d o r o ( 4 . 4 0 - 6 6 ) , q u e d e p e n d e de fu en tes más
ra c io n a listas, p resen ta un a im ag en m e n o s m aravillosa del b a r d o . Su
p o d e r no es so b re h u m a n o , sino que se debe a que había sido iniciado en
Sam otracia ( 4 -4 3 -1), y sólo su piedad explica que pueda con v en cer a los
dioses, b ien para c a lm a r u n a t o r m e n ta ( 4 . 4 3 ) ' b ie n p a ra atraerse el
favor del dios del m ar G la u c o ( 4 -4 8 -5 ~7 )-
Ya en ép oca ya muy tardía, un poeta d e s c o n o c id o , q ue p rete n d e dar
n o t o r ie d a d a su p o e m a h a c i é n d o l o c ir c u la r c o m o o b r a del p r o p io
O r f e o , n arra la ex p e d ición en p r im e r a p erson a. Si n o el p rotago nism o
en la acc ió n . O r f e o tien e al m e n o s u n p r o t a g o n is m o lite ra r io , al c o n ­
vertirse en p resu n to au to r de la o b ra, a la que llam a m o s c o n v e n c io n a l­
m en te Argona'uticasórficas. •
13. ORFEO, EL MÚSICO TRANSGRESOR 219

1 3 .6 . In te n to de re sc a te de u n a esposa d ifu n ta
El episodio central en las versiones latinas del m ito de O r f e o y el que ha
tocado más p r o f u n d a m e n t e la s e n sib ilid ad de los poetas y m ú sic o s que
han tratado el tema más adelante es la m u e rte tem pran a de su esposa y el
intento de O r f e o de rescatarla, p o r a m o r, de los in fie r n o s .
Las coin ciden cias que presentan la versión de O v id io y la de V irg ilio
en el d e s a r r o llo arg u m en ta! de la m u e rte de E u ríd ic e y del viaje el Más
Allá de O r f e o se suele a tr ib u ir a que am b os poetas se han basado en una
fuente helen ística c o m ú n . U n estu d io so inglés, B o w ra ( ClasicaI Quarterly
4 6, 1 9 5 2 . 1 1 3 - 1 2 6 ) llegó a la c o n c lu s ió n de q ue e n ella se desa rrollab a
p o r p r i m e r a vez el tem a del final d e s g ra cia d o fre n te a v e r s io n e s más
antiguas en q ue el rescate h abría t e r m in a d o co n éxito. E n realid ad no
hay un so lo te s tim o n io c o n c lu y e n te p a ra ace p tar esta idea. N o lo es el
pasaje de la Alccstis de E u r í p i d e s ( 357 ' 3 6 2 ) en 9 ue A d m e t o , llega al
colm o del c in i s m o , d esp u é s de h a b e r ac e p tad o que su esp osa Alcestis
muera en su lugar, cu an d o dice:

Si poseyera la lengua y el canto de O rfe o ,


de suerte que a la hija de D em éter o a su esposo
pu diera co n m o ver con m is h im n o s y arrebatarte del ! Iades.
bajaría, y ni el can de Plutón
ni C a ro n te , que al rem o acom paña a las alm as
p o d ría n d eten erm e, hasta que to rn ara tu vida a la luz.

Las p alabras de A d m e t o n o p r e s u p o n e n q u e en su ép oca el m ito


«acababa b i e n » , sin o sólo se re fie re n la capacidad de O r f e o para c o n ­
mover a Hades y a P erséfon e. Por su parte. Platón (Banquete 179^)- a u n ­
que presenta u n a versión bastante p articular del m ito, le da tam bién un
final fallido.

Pero a O rfe o . el h ijo de F.agro, lo d esp ach aro n , fracasado, del H ades,
tras h a b erle m o strad o una im agen de su m u je r, en cuya busca h abía id o ,
p ero sin entregársela, p o rq u e les parecía, com o citaredo que era, un h o m ­
bre débil y que n o se había atrevido a m o rir p o r a m o r com o A lcestis. sin o
que se las h abía in g en iad o p ara e n tra r vivo en el H ades. Precisam ente p o r
ese m otivo le h icie ro n pagar castigo y provocaro n que alcanzara la m uerte a
m anos de m ujeres.

Platón c o m p a ra a O r f e o con Alcestis, p r o b a b le m e n te p o r q u e se ha


inspirado en el pasaje de E u rip id e s, si bien traslada la c o n trap o sició n de
E urípides en tre la valien te A lcestis y el c o b a r d e A d m e t o a o tra en tre
220 III. ORPH ICA

Alcestis y el p r o p i o O r f e o , al q ue con vierte en m o d e lo de u n a cobardía


de poeta que n o ha sido capaz de m o r i r p o r a m o r . A d em ás Platón llega
más lejos al a f ir m a r q ue los dioses lo castigan, sustitu yend o a su amada
p o r un a im agen e n g a ñ o s a . La razón es q u e , p ara el f iló s o f o , el canto
p oético p e r s o n ific a d o p o r O r f e o es en ga ñ o so y no tien e que ver con lo
real, con el v e rd a d e r o saber de la filo so fía . O r f e o p u e d e en can tar a los
dioses, p ero su a m o r es tan ilusorio c o m o su canto y p o r eso los dioses le
pagan con la misma m on eda y sólo le o frece n una ap a rie n c ia. C o n ello,
Platón reelabora la leyenda para en cuadrarla en sus p ro p io s esquemas de
p en sam ien to . T ras el m en osp recio p o r el arte del citaredo que muestran
los dioses asoma el del p r o p i o filó so fo .
C o n to d o , el testim on io más defin itivo para sosten er que lo antiguo
era el fracaso es un relieve de m árm o l ático, una ex tra o rd in aria obra del
clasicism o, del círc u lo de Fidias, datada hacia 4 2 O - 4 1 O a . C . , de la que
nos han llegado varias copias rom anas, una de las cuales se conserva en el
M u se o N a z io n a le de N á p o le s . E n ella están re p r e s e n ta d o s H erm es,
E u r í d i c e y O r f e o . O r f e o aparece a la d ere ch a, vestido c o m o un c a m i­
n a n te c o n capa y q u it ó n c o r t o , p e r o co n un su cara cte rístic o g o r r o y
unas p olainas de piel que lo iden tifican c o m o un tracio. Lleva su lira, el
in s tr u m e n to con el q ue ejerce su p o d e r m ágico, en el brazo izq uierd o,
lán gu id am en te caído, ya q ue no le es ah ora de n in g u n a utilidad. Parece
q ue acaba de volverse para apartar el velo del rostro de E u r íd ic e y c o m ­
p r o b a r q u e era ella q u ie n le seguía.- aú n s o stien e la p u n ta e n tr e sus
dedos. S u cara y la in c lin a c ió n de su cabeza expresan su p r o f u n d o abati­
m ie n to . E u r íd ic e , tras él, p o n e su m a n o izq uierda so b re el h o m b r o de
O r f e o , c o m o si q u is ie r a c o n s o l a r l o . S u p ie iz q u ie r d o se d ir ig e hacia
nuestra derecha, p ero el derecho gira, c o m o si estuviese a p un to de d ir i­
girse hacia atrás (hacia nuestra izq uierd a), a d o n d e parece q ue H erm es
q u ie r e c o n d u c i r la . H e rm e s , el d io s q ue lleva las alm as al o t r o m u n d o ,
tira de la m a n o d ere c h a de E u r í d i c e , c o m o p ara llevarla hacia la
izcjuierda de la c o m p o s i c ió n , el m u n d o de los m u e rto s. O r f e o , q ue se
dirigía en d irecció n a la derecha, el m u n d o de los vivos, se ha vuelto para
desvelar a E u ríd ic e , y H e rm e s reaccion a para seguir las in stru ccion es de
los sob e ran os del A lle n d e y llevarse a E u r íd ic e de nuevo hacia el m u n d o
de los m u e rto s . U n instante más ad elante van a volver a sep ara rse . Ese
m a g n íf ic o in sta n te, el ú lt im o , ha sid o a tra p a d o p o r el artista c o n la
m áxim a intensidad.
E n c o n s e c u e n c ia , parece más v e ro sím il la idea de q u e este e p iso d io
del m ito tenía desde las p r im e r a s atestigu a cion es el m is m o s e n tid o , el
13. ORFEO, E L M Ú SIC O T R A N S G R E S O R 221

rescate fallid o . L o c o n fir m a el hecho de que todas las fuen tes se in te r e ­


san más p o r el p r o p i o h e c h o de q ue O r f e o d es c ie n d e al H ad es y logra
c on v en cer con su arte a los dioses in fe rn a le s que en el final de la h is to ­
ria. Y ta m b ié n que en n i n g ú n a u t o r n i im ag en e n c o n t r a m o s a O r f e o
viviendo feliz con E u r íd ic e recu perada del Hades.
Pero más allá del e p is o d io a m o r o s o , el viaje de O r f e o se in te gra en
un m arco más a m p lio de viajes al Más A llá . E n la tip o lo g ía de este tipo
de viajes e n c o n t r a m o s q u e se p u e d e b a ja r a los i n f i e r n o s p o r diversos
motivos:
E n p r i m e r lu g a r, p u e d e e m p r e n d e r s e el viaje p ara c u m p l i r un
en cargo h e r o i c o , c o m o la b ú sq u e d a de C é r b e r o q u e se le i m p o n e a
H eracles en u n o de sus trabajos.
E n segundo lugar, puede hacerse para a d q u ir ir c o n o cim ie n to , ya que
el Más Allá está situado fu era del tie m p o y p o r ello es a je n o a la n ecesi­
dad de q u e las cosas s u c e d an u n a s an tes y otras d esp u é s, de f o r m a que
allí p u e d e n c o n o c e r s e todas las cosas p o r q u e n o existen ni pasado ni
presen te ni f u t u r o ; p o r ello O d is e o es e n v iad o a en trevistarse c o n las
almas de los m uertos y p o r ello V irg ilio lleva a E neas a un viaje in fe rn a l,
para c o n o c e r el f u t u r o y lig ar de este m o d o la saga del pasad o co n su
p ro p io presente, que es fu tu ro para E n eas: la g lo ria de R o m a . Ta m b ién
P a rm é n id e s en el p r o e m i o de su p o e m a se p o n e en c a m in o hacia un
lugar que, si n o es el Más A llá, se le parece m u ch o , d o n d e a d q u ir ir á un
con ocim ien to s u p e r io r , una visión ajena al tiem po y al espacio, la visión
del S e r A b solu to .
El descenso p u ed e ser, p o r otra parte, una m uestra de atrevim ien to
que se hará ac re ed o ra de un castigo, c o m o o c u r r e c o n P ir ito o , que osa
pretender a la diosa P erséfo n e, ayudado p o r Feseo.
Hay una clara línea divisoria en tre los p erso n ajes que d esc ien d e n al
Hades p o r in dicació n de u n a d ivin idad , lo que convierte su em presa en
legítima ( H e r a c le s , O d is e o , E n e a s ), y q u ie n e s lo h a cen p o r d ecisió n
p ro p ia, y p o r tan to de u n m o d o ilíc ito ( P i r i t o o ) . E n los m ito s que
conocem os, q u ien es lo hacen de m o d o lícito y con la ayuda divina p u e ­
den volver y c o n s ig u e n su p r o p ó s i t o , m ie n tr a s q ue q u ie n lo hace de
modo ilícito fracasa y se ve o b ligado a q uedarse en el in fr a m u n d o .
El caso del viaje de O r f e o es atípico, ya q ue n o ob edece a u n en cargo
h e ro ic o , c o m o el de H e r a c le s , ni al d e se o de a d q u i r i r c o n o c i m i e n t o ,
pero tam p oco es tan insensato c o m o el de P irito o , que p re te n d e d e s p o ­
sar a la p r o p i a P e r s é fo n e . a u n q u e c o m p a r t e en c ie r t o m o d o c o n él su
carácter transgresor. S u viaje es ilícito, p o r q u e n o ha sido in d u c id o p o r
222 III. O R P H IC A

n in gu n a divinidad y obedece a un interés person al. S u p ro p ó sito , resca­


tar a su esposa m ortal, es tran sgresor del o r d e n de las cosas, ya que p e r ­
turba el m u n d o de u lt r a tu m b a y s u p o n e u n a am e n a za p ara él, en la
m e d id a e n q ue trata de b o r r a r las lin d e s e n tre la vida y la m u e r te . P or
ello no p u ed e t riu n fa r.
Y sin em bargo, el resultado de su viaje es, com o verem os, doblem ente
p a r a d ó jic o . L a p r im e r a p ara d o ja es q ue O r f e o co n sig u e le g itim arlo en
cierto m o d o , al p e r s u a d ir co n su can to a H ad es y a P e r s é fo n e , que
in clu so le co n ced en lo que deseaba. A sí pues, al m e n o s p o r un tiem po ,
su p o d er de con traven ir la naturaleza es san cion ado p o r los dioses aposle-
riori. E n to d o caso, desde la perspectiva griega, el s o m e t im ie n to de la
voluntad de los dioses in fernales a un mortal no p uede ser definitivo: en
la in te n c ió n del relato m ítico late la p r e v e n c ió n , p r o p ia de to d o mito,
f re n te a c u a lq u ie r r u p tu r a del o r d e n n atural y p o r ello O r f e o , c o n su
p o d er que supera los limites hu m an os, parece destinado al fracaso y a una
m u e rte e je m p la r . Ese es p r o b a b le m e n te el m otivo de q ue el rescate de
E u r íd ic e se vea c o n d ic io n a d o —c o m o en m u ch o s c u en tos p o p u lares— al
c u m p lim ie n to de una c o n d ic ió n , en este caso, n o volverse a m ir a r hasta
haber salido al m u n d o de los vivos. O r fe o la in c u m p le y vuelve a p e rd e r a
E u ríd ice. Puede volver al m u n d o de los vivos, au n qu e solo.
L a seg u n d a p a r a d o ja es q ue el m ay o r lo g r o del viaje de O r f e o no
estaba previsto en su in te n c ió n : a d q u ir ir un c o n o c im ie n t o p r o f u n d o de
la su erte de las alm as en el o tro m u n d o . U n d e t e r m i n a d o g r u p o r e l i ­
gioso, el de los llam ados órficos, que p r o p o n e una doctrin a nueva sobre
la suerte de las almas tras la m uerte, vio en O r fe o el candidato ideal para
p o n e r en su boca sus ideas s o b r e la c u e s tió n , a p e la n d o a su p restigio
c o m o testigo p r iv ile g ia d o , al tie m p o q ue c a n t o r y poeta, de m o d o que
n o s ó lo había visto lo q u e sucede en el A l le n d e , s in o q u e era capaz de
c o n t a r lo que había visto. A s í q u e O r f e o . q u e viaja al Más A llá c o n un
p r o p ó s i t o , n o lo lo g ra , p e r o c o n s ig u e u n fin im p r e v is to , q ue es el de
a d q u ir ir un c o n o c im ie n to sobre las verdades del A lle n d e que revela a los
ho m b res, con v irtién d ose asi en m e d ia d o r entre ellos y los dioses y en la
voz que dicta a los m o rta le s cuál d eb e ser su c o m p o r t a m i e n t o para
alcanzar un a vida privilegiada en el Más Allá.

13.7. N uevas y variadas h a bilid a d es

A lo la r g o del t ie m p o se f u e r o n i n c o r p o r a n d o al c o n j u n t o de rasgos
m ítico s de O r f e o d iversos aspectos n u ev o s. P o r u n a p arte, un a a b u n ­
dante p r o d u c c ió n literaria, con cretam en te poem as que al p r in c ip io sólo
13. ORFEO, E L M Ú SIC O T R A N S G R E S O R 223

se re fe ría n a lo q ue se s u p o n e había c o n o c id o en el Más A llá , el o r ig e n


del m u n d o y el destino de los seres h u m an o s, p ero luego va am plián dose
a toda clase de saberes, ya q ue los d istin tos autores p r e fe r ía n a trib u irle
sus p ro p ias ob ras para que se d ifu n d ie r a n gracias al prestigio del b ardo
tracio. Incluso se le incluye en algunas de las m últiples listas de los Siete
Sabio s o se le c o n s i d e r ó f i ló s o f o . E n o t r o s e n tid o , sus c ap a c id ad es lo
hacen asem ejarse a un mago y ello p erm ite que se le atribuyan e n c an ta­
m ien to s diverso s. A s im is m o se le c o n s id e r ó a u to r de in n o v a c io n e s en
los in stru m en tos musicales, in v e n to r de la lira, de la música m ism a, del
hexám etro o del alfabeto.

13.8. P r o d ig io s en t o r n o a su muerte

Los au to res d e s c r ib e n de variadas m a n e ra s la m u e r te de O r f e o : para


unos, m u r ió d e s m e m b ra d o , bien p o r tracias, bien p o r m énades, o f u l ­
m in ad o p o r un rayo, incluso algunos cuentan que se q uitó la vida p o r el
d o lo r q u e sin tió p o r la m u e r te de su esposa. La ic o n o g r a f í a re fle ja el
tema de O r f e o atacado p o r m u jeres a p u n to de acabar con él. T a m b ié n
se cu en tan cierto s p r o d ig i o s p r o d u c i d o s tras su m u e r te , s o b r e t o d o el
viaje de su cabeza q u e , c u a n d o su c u e r p o es d e s m e m b r a d o , a r r ib a a la
isla de Lesbos, navegando sobre su lira y desde allí sigue can tan do y d ic ­
tando o r á c u lo s , u n h e c h o q u e t ie n e un c ie rto s e n tid o , si t e n e m o s en
cuenta que Lesbos era re c o n o c id a c o m o el lugar en que surge en G r e c ia
la m on odia, un subgén ero de la lírica en el que destacaron poetas de esta
isla, c o m o Safo y A lc eo . Todavía A p o lo n io de T ia n a (el el s. 1 d . C . ) visita
el lugar en q ue estaba sepultada la cabeza de O r f e o , c o n v ertid o en sede
oracular

13.9. U n m ito in t e r p r e t a d o d e m il m a n e ra s
El m ito de O r f e o , c o m o to d o s los m ito s, ha s u f r id o las idas y ven idas,
incluso las « m o d a s » , de la p r o p ia in v estig ació n so b re los m ito s. Es
im posible p r o f u n d i z a r aquí en esta cu estión , p e r o sí p u e d o o fr e c e r un
rápido esbozo de las más im p ortan tes in te rp retacio n e s que se han o f r e ­
cido sobre el m ito de O r f e o .
D e n t r o de una visió n de los m ito s c o m o leyendas religiosas, O r f e o
fue in te rp retad o c o m o una antigua divin id ad in fe r n a l, p e r o c u an d o se
generalizaron las teorías de la Escuela de C a m b r id g e sobre la m itología
com parada y el estudio fo lc ló ric o de los mitos, O r f e o fue to m ad o c o m o
un rey-sacerdote, m ien tras que d en tro de la tendencia de la in te r p r e ta ­
ción « t o t é m i c a » de los mitos, fue co n sid e ra d o c o m o un zo rro sagrado.
224 III. O R P H IC A

P o r su parte, los seguidores de las interpretacio nes « n a tu r a lis ta s » de los


mitos, que ven tras cada u n o de ellos la rep resen tación de fuerzas o p ro ­
cesos de la naturaleza, c o n s i d e r a r o n a O r f e o c o m o u n « d i o s a n u a l»
cuyo canto venía a s ign ificar el j ú b i l o de la naturaleza en el v eran o . Los
p a r tid a r io s de la a p r o x im a c ió n histo ric ista a los m ito s, q ue p retend en
ver tras las figuras míticas person ajes históricos desvirtuados y converti­
dos en legen d arios p o r el paso el tiem p o , v ie ro n en él, ya un servidor de
A p o lo , poseído de un p o d ero so m isticism o, que in tentó llevar sus creen ­
cias a T ra c ia, ya u n poeta q ue vivió en B e o cia en ép oca m ic è n ica , ya un
tracio de la E dad del B ro n c e .
U n a de las prop uestas que más éxito alcanzó fue la de que se trataba
de un c h a m án m ítico , p r o t o tip o de c h am an es q u e, c o m o éstos, p o r su
capacidad de « s a l i r » de su c u e r p o , p o d ría hacer q ue su alm a viajara al
cielo o a los i n f i e r n o s , c o n v e r s a r a con los a n im a le s y los esp íritu s y
d o m in a r a así los secretos de la vida, de la m u e rte y de la naturaleza. En
efecto, hay rasgos cham an ísticos en la leyenda de O r f e o . P o d em o s citar
c o m o los más im p ortan tes la atracción que sobre los p ájaros y las bestias
ejerce su música, la visita a los in fie r n o s a rescatar un alma y la perviven-
cia de su yo mágico tras su m uerte, c o m o cabeza parlante. La hipótesis es
n egada p o r G r a f (en j. B r e m m e r [ed. ], Interpretations oj Greek mythology,
L o n d r e s - S y d n e y , I 9 & 7 * 8 0 - 1 0 6 ) , q u ie n p o n e de relieve q u e, p o r más
que haya rasgos cham anísticos en la leyenda de O r f e o , éstos no son f u n ­
d a m e n tales. El estu d io so suizo p lantea c o m o alternativa más verosím il
que los rasgos más característicos de la leyenda p erte n e cen al ám b ito de
un a sociedad de g u e r re ro s , c o n ritos de in ic ia c ió n , un f e n ó m e n o bien
atestiguado en o tro s p ueb lo s in d o e u r o p e o s . La ex p e d ic ió n argonáutica
seria un viaje in iciático de jó v e n e s (al estilo de la caza del jabalí de C a li-
d ó n ) . Insiste en este aspecto B r e m m e r (en Ph. B o rg ea u d le d .] , Orphisme
et Orphce, en l'honneur deJean Rudhardt, G in e b r a 199 1 - q u ien p o n e en
co n ex ió n la representación de O r fe o c o m o c an to r jo v e n con tradiciones
irla n d e s a s en q u e un poeta j o v e n es jefe de u n g r u p o de m u c h a c h o s .
In cluso señala las fu en tes que p o n e n a O r f e o en relación con la i n t r o ­
d u c c ió n de la h o m o s e x u a lid a d en T r a c ia y c o n su m u e r te a m a n o s de
m ujeres e n furecid as. H o m osexu alidad e in iciación están muy rela c io n a ­
das en el m u n d o de ho m b res de la G rec ia antigua.
Para t e r m in a r este breve r e c o r r id o p o r las in te rp re ta c io n e s sobre el
m ito de O r f e o resta m e n c io n a r u n h e rm o s o lib r o de Segal ( Orpheus. The
myth ofthe poet, B a lt im o r e - L o n d r e s 19 8 9 ) er> que señala un aspecto fu n d a ­
m ental del m ito de O r f e o , el trián gu lo que se establece en él entre arte.
13. ORFEO, EL MÚSICO TRANSGRESOR 2 2 5

a m o r y m u e r te . S im b o liz a el fracaso del arte ante la m u e r te , si b ie n el


p o d e r creativo de su g e n io se alia con el del a m o r y la pervivencia de su
arte, la poesía y el len guaje, tr iu n fa n en cierta m ed id a sobre la m u e rte.
El acento p ued e p o n e rse sobre u n o u o tro de estos aspectos. Señala este
autor c ó m o las varias versiones del m ito oscilan entre una poesía de tras­
c e n d e n c ia q u e a f ir m a su p o d e r s o b re las n ecesid a d es de la n aturaleza,
in clu yend o la últim a, la m u erte, y un a poesía que celebra su in m e rs ió n
en la c o r r ie n te de la vida.

1 3 .1 0 . « P a rie n te s» tip o ló g ic o s y tem as d e l c u e n to p o p u lar


T a m b ién se han señ alado paralelos del m ito de O r f e o c o n otros p r o c e ­
dentes de m u n d o s m uy lejanos. Es el caso de una serie de relatos p o p u ­
lares presentes en culturas de indígenas n o rteam erica n o s, de Polinesia y
de la costa asiática del Pacífico, en los que un h o m b re (con m en o s f r e ­
cu en cia, un a m u je r ) viaja al m u n d o de los m u e r to s en busca de un
p arien te al q u e lo g r a n rescatar co n a lg u n a c o n d i c i ó n p o r parte de los
soberanos de ese m u n d o . La c o n d ic ió n suele no cu m p lirse, con el c o n ­
siguiente fracaso de la e x p e d ic ió n . Se trata del m is m o a r g u m e n t o y del
mism o esquem a n arrativo. A lg u n o s han llegado a p o stu la r que la razón
de la semejanza es que derivan de un o rig en c o m ú n (es la llamada « t e o ­
ría d i f u s i o n i s t a » ) . El p r o b le m a es q u e, dada la localización geográfica
de las versiones de este m ito a a m bos lados del Pacifico, habría que situar
su o rig en en u n a fecha a n te r io r al 1 0 . 0 0 0 a .G . N o obstante, tratándose
de una historia tan sim ple y enraizada en p r e o c u p a c io n e s h u m a n a s tan
básicas c o m o la m uerte, el deseo de desaliarla y la im p osibilidad de tener
éxito en el e m p e ñ o , quizá n o fu e r a a v e n tu r a d o c o n s id e r a r tal leyend a
com o u n « u n i v e r s a l » n a rra tiv o p o p u l a r , que distin tas c u ltu ras han
podido crear de fo r m a in d e p e n d ie n te entre sí.
P or otra parte, m u ch o s elem en to s característicos del m ito de O r f e o
son p r o p io s del c u e n to p o p u l a r : el viaje fan tá stico , la lu ch a co n la
muerte, la i n te r v e n c ió n de la m agia o de re c u rs o s e x t r a o r d in a r io s , el
som etim iento de la v o lun tad de un p o d e r s u p e r io r y la c o n d ic ió n cuyo
incum plim iento m alogra todo lo c on seg uido. E llo hace sugestivo pensar
que la leyenda de O r f e o y el rescate de su m u je r p o d ría ser en orig en un
tema del cuento p o p u la r. E llo p o d ría explicar p o r q ué O r f e o es c eleb é­
rrim o en ép o ca de Ibico y de P í n d a r o , pese a q u e n o ap a rece en
H o m ero ni en H e s ío d o n i en los fr a g m e n t o s del C i c l o y en E u m e l o
aparece relegad o a un papel s e c u n d a r io e n t r e los c o la b o r a d o r e s de
Ja s ó n . Salvo su p re s e n c ia en las Argonduticas arcaicas p e rd id a s, de cuya
226 III. O R P H IC A

im p o r t a n c i a c a re c e m o s de datos, p o d e m o s a f i r m a r que O r f e o es un
p erso n aje m arginal en la épica. Y no olvidem os que las aventuras de los
A rg on au tas tien en más p arecid o con las de Simbad el Marino q ue con las de
los h éroes de la ¡liada.
Los rasgos mágicos de O r f e o n o son , adem ás, m uy coh eren tes con la
t ip o lo g ía h e r o ic a de la saga g r ie g a . Y la leyen d a de su d esc en so a los
i n f ie r n o s en busca de su m u j e r p a re c e un tem a m uy p o c o a p ro p ia d o
para la épica, c o m o tam p oco lo era, a ojo s de los griegos, para la trage­
dia, a la vista de que su leyenda n o resultó in teresan te c o m o tema para
los au to res de este g é n e r o lite r a r io , pese a los rasgos trágico s q u e para
nuestra sensibilidad p uede tener. U n o rig en del p erson aje en el cuento
p o p u la r sería c o h eren te con el cu ad ro que acabo de presentar.

13.11. C o n sid e r a c io n e s fin ales

C o m o h e m o s p o d id o ver, son m uchas y m uy diversas las in te r p r e t a c io ­


nes del m ito de O r f e o . T am bién es c la ro q u e algu n as de ellas n o se
exclu yen m u t u a m e n t e . Q u iz á sí cab ria s e ñ a la r q u e m u ch as p ecan de
simplistas, al r e d u c ir un m ito que es rico y c o m p le jo a una lectura única
y lin e a l, c u a n d o cada u n a de ellas n o es s in o u n a faceta, un aspecto de
ese m u l t if o r m e c o m p l e jo . S in d u d a t a m b ié n yo p e c a ré de sim plista al
tratar de o fr e c e r ah o ra un esbozo de síntesis de los aspectos más cen tra­
les de la leyenda del poeta tracio.
E n la c o n s t r u c c ió n de la leyenda de O r f e o p arec e n h aberse c o m b i ­
nado varios c o m p o n e n te s de diferen te nivel narrativo, varios elem en tos
m íticos muy variados:
El núcleo sobre el que se teje el resto de los aspectos de su historia, ya
q ue se s u p o n e en todas las facetas del p e r s o n a je y p arec e su sten ta r las
dem ás, es su c o n d ic ió n de ca n to r arq u e típ ico , con p ro d ig io s o d o m in io
de la p o esía y e x p o n e n t e de los p o d e r e s c u asim ág ic o s de la m úsica,
p o d e r e s q u e le p e r m ite n d o m i n a r la n aturaleza y a los p r o p i o s dioses.
C a n t o r arq u e típ ico y p o d e r o s o , sí, p e ro h u m a n o . O r f e o es un h o m b re ,
n o una divinidad in fernal ni una p erson ificación de fuerzas naturales. Y
es su naturaleza hu m an a la que lo hace acreedor de su historia p o ste rio r.
E n esa faceta p r i m o r d i a l d e b o señ alar, adem ás, q u e la h a b ilid a d de
O r f e o se ejerce sobre la poesía, en te n d id a c o m o la e n te n d ía n los g r i e ­
gos, es decir, c o m o una u n ió n íntim a entre lenguaje y música. Las p ala­
bras, de p o r si, p u e d e n p ro v o c a r m u c h o s efectos p r o d ig io s o s : c o n t a r
realidades lejanas, suscitar alegría, d o lo r, rabia o tristeza, p ersu a sió n o
t e r r o r . P ero el arte q ue d o m i n a O r f e o va m u c h o más allá del d o m i n io
13. ORFEO, EL MÚSICO TRANSGRESOR 2 2 7

del lenguaje, q ue se m an tien e d en tro de lo racional y de la lógica, ya que


tien e, ad em ás, un p o d e r o s o c o m p o n e n t e ir r a c io n a l. R e c o r d e m o s que
O r f e o n o es g rie g o , s in o tracio, es d e c ir , b á r b a r o , a je n o al m u n d o del
len gu aje o r d e n a d o q ue para los grie go s rep resen taba su p r o p ia len gua;
la palabra griega barbaros n o es sino la tran spo sició n imitativa del lenguaje
in c o m p r e n s i b le . Ese c o m p o n e n t e i r r a c i o n a l lo presta la m ú sic a , q u e,
sin r e c u r r ir al len gu aje articu lad o ni a los p ro c eso s lógico s discursivos,
posee aspectos irracio nales, m aravillosos, u n a capacidad de actuar sobre
sen tim ien tos y e m o c io n e s , incluso sobre el p r o p i o estado c o rp o r a l, sin
que pueda saberse p o r qué. El d o m i n i o de am b os recursos co m b in a d o s,
el le n g u a je y la m ú sica , s u p o n e un e x t r a o r d i n a r io p o d e r y O r f e o es la
p e r s o n if ic a c ió n de ese p o d e r , q ue n o s ó lo le p e r m ite ac tu a r so b re los
hom bres, sino tam bién , sobre la naturaleza, a la m an era de la música del
flautista de H a m e li n , ya q u e m a n t ie n e con ella u n a r e la c ió n especial,
c o n o c e su le n g u a je y ello le p e r m it e h a b la r le en su p r o p i o id io m a y
d o m in a r la . Al son de su lira, a n im ales y ob je to s se fascin an , p o r q u e él
sabe trad u cir a palabras y a música toda la belleza del m u n d o .
C o n ese tem a se c o m b in a n otros: c o m o un viejo m otivo del cu en to
pop ular, el del viajero a tierras lejanas con p od ere s especiales, asistente
especializado del je f e de la ex p e d ic ió n (al m o d o de los colab orad o res del
Barón de M u n c h a u se n ). 1.a gran e x p e d ició n de este tipo que se c o n o c e
en la literatura griega es la de los A rg o n a u ta s y así se explica en parte la
presencia de O r fe o en este viaje maravilloso. D igo en parte, p o rq u e otro
c o m p o n en te fu n d a m e n ta l en este m otivo es el del c a n t o r c o m o in i c i a ­
dor de jóven es, puesto de relieve p o r G r a f.
O tro c o m p o n e n te fu n d am e n tal del c o m p le jo m ítico de O r f e o y que
también procede del cu en to p o p u la r, es el tipo del p erson aje que viaja al
Más Allá para rescatar a un p arien te y fracasa p o r el in c u m p lim ie n t o de
una co n d ic ió n . El hecho de que este p e rs o n a je sea su j o v e n esposa dota
al mito de un c o m p o n e n te de a m o r c o n trariad o que tendrá m u ch o éxito
en determ inados m o m e n t o s de su historia.
Asociado, a la vez, al tema del viaje al Más Allá y al de su cualidad de
cantor p o ético e x t r a o r d i n a r i o , se d e s a r ro lla más tarde un m otivo muy
im p ortan te: la r e la c ió n del p e r s o n a je c o n u n a s a b id u r ía escatológica
acerca de la su erte de los seres h u m a n o s tras la m u e rte y su cap acidad
para transm itirla en fo r m a de revelación m istérica. O r f e o es as u m id o ,
así, com o p ro feta de un m o v im ie n to religioso q ue p rete n d ía un a esp e­
cie de liberación de las almas y su ascenso final, tras los ad ecuados ritos
de purificación e in ic ia c ió n , a un a eterna beatitud en el m u n d o sub te-
228 III. O R P H IC A

r r á n e o . Incluso no carece de lógica q ue el cristian ism o en sus p rim e ro s


tiem p o s vacilara en a trib u irle al p erson aje m ítico ciertos rasgos de p r o ­
feta, asimilables a su p ro p ia religión . P o r ello lo e n c o n tra m o s r e p re s e n ­
tado en las Catacum bas, a m e n u d o asociado al tipo del B u en Pastor. Por
la m ism a razón se relacion a tam bién c o n él toda u n a serie de m an ifesta­
c io n e s de la religio sid a d p o p u la r asociada c on la m agia: en salm os, sal­
m odias curativas y hechizos.
A ú n p o d ía m o s añ a d irle a esta c o m p le ja c o n fig u r a c ió n o t r o motivo,
el de la cabeza cantora, con p od ere s m á n t ic o s y p oéticos.
P ero el rasgo q u e p r e d o m i n a s o b r e t o d o este c o n j u n t o es el de la
tr a s g r e s ió n . O r f e o es, antes q ue n ad a , un h o m b r e q u e tra s c ie n d e las
b a rre ra s q ue separan al m ortal de la d iv in id ad y q u e, p o r ello, debe ser
castigado. E n el m ito se advierte que el arte de O r f e o es en gran m edida
p elig ro so , p o rq u e los poderes de la poesía y de la m úsica tien en aspectos
in con tro lables.
O tr o s dos m itos griegos, p rotago n izad o s p o r g ra n d e s transgresores,
A sclep io y T á m i r i s , p u e d e n citarse c o m o apoyo y p aralelo de este m o d o
de v er la leyenda de O r f e o : A sclep io es el p r o to tip o m ítico del m édico,
un p r o fe s io n a l cuyo p o d e r es e n o r m e , ya q u e c o n o c e los secretos de la
salud y la e n fe rm e d a d y, desde el p u n to de vista grie g o , tam bién está en
cierto m o d o en p e rm a n e n te riesgo de tran sgred ir las leyes de la n a t u r a ­
leza. De m o d o q u e , c u a n d o el m é d ic o se atreve a trasp asar la fr o n te r a
q u e lo sep ara de los d io ses, esto es. la q ue m e d ia e n tr e la vida y la
m u e rte , tien e q ue ser castigado. D e en tre las m uch as v ers io n e s de este
m ito, baste aq u í la que nos o frece P ín d aro (Pftica 3 -4 7 ss-):

A sí pues, a cuantos a él se llegaban , e n fe rm o s de llagas natu rales, bien


h erid os en sus m iem bros p o r el b ro n ce b lan q u ecin o , o p o r el proyectil que
de lejos alcanza, b ien con el cu erp o traspasado p o r el fu ego estival o el frío
invernal, los sanaba, tras lib ra r a cada u n o de sus diversos m ales. A u nos los
atendía con suaves salm odias, a otros, d ándoles de b e b e r lenitivos, o envol
vía aqu í o allá sus m iem b ros con rem ed io s curativos, a otro s, en fin , p onía
en p ie con ciru gía.
S in em b argo , tam b ién la sab id u ría está ligada al lu c ro . O ro aparecid o
en sus m an os com o p ró d ig o salario, incluso a él lo in d u jo a hacer volver de
la m u erte a un h om b re ya p reso de ella. C o n sus m an os en to n ces el C r o -
n ió n d isparó y a am bos de súbito arrebató el resuello de sus pechos. F.l rayo
a b rasad o r se p recip itó sobre su d estin o .
13. ORFEO, E L M Ú SIC O T R A N S G R E S O R 229

L o más c u rio so de este p aralelo es la r e fe re n c ia a la capacidad c u r a ­


tiva de la ac c ió n c o m b in a d a de la p alabra y la m úsica, q u e u n e, un a vez
más, a A sclep io con O r f e o . A m b o s p ractican un arte que tien e que ver
con la m agia, ya que la magia se basa en la p o s ib ilid a d de a c o m o d a r las
leyes de la n atu ra lez a a la v o lu n ta d del m ag o, hasta c o n s e g u ir q ue la
naturaleza le obedezca, incluso tran sgred ie n d o sus p rop ias leyes. El cas­
tigo de A s c l e p i o , f u l m in a d o p o r Z e u s p o r h a b e r resu cita d o a un
m u e rto, es eq u ip ara b le al que s u frir á n los protagonistas de tantos otros
m itos m o d e r n o s , c o m o el de F ra n k e n s te in , en los q ue un c ie n t ífic o
traspasa los límites q ue le son dados al ser h u m a n o .
Por su parte, el m ito de T á m i r i s nos es c o n o c id o a través de H o m e r o
(¡liada 2 . 5 9 4 - 6 o o ) . q u ie n alud e a él de pasada, c u a n d o m e n c i o n a la
localidad de D o r io :

... D o rio , d on d e las M usas


le saliero n al en cu en tro a T á m iris , el tracio . d an d o fin a su canto,
cuand o de Ecalia regresaba de la m orad a del ecalio E u rito .
Pues, en su jactan cia, aseguraba ser capa/ de ven cer, in clu so si las p ro p ia s
m usas cantaran, las bijas de Zeu s p o rta d o r de la égida.
A si Cjue ellas, airadas, lo d eja ro n lisiad o, lo p riva ro n
del canto d ivin o y le h ic ie ro n olvidarse del arte de la citara.

T á m ir is es, c o m o O r fe o , tracio y can tor. C o m o él, entra en c o m p e ­


tencia con la esfera divina, en este caso, con las musas, que son diosas, y
com o él, es castigado. Se trata de una variante del m is m o tema, si bien
m ucho más elem enta] que la q ue n os b r in d a el m ito de O r fe o .
O r f e o es, p u es, un t ra s g re s o r de las leyes de la n aturaleza, ya q ue
atraviesa los límites entre el h o m b re y la naturaleza, en general, e incluso
llega más allá, al tratar de atravesar tam b ién los lím ites en tre la vida y la
m uerte o , lo q ue es casi lo m is m o , e n t r e el h o m b r e y la d iv in id a d . Su
osadía es castigada, c o m o la de A s c le p io , c u a n d o q u ie r e resu cita r a un
m uerto m ediante el uso de o tro gra n p o d e r, el de la c u rac ió n , que t a m ­
bién tiene sus limites.
S o b r e la base de estos p ara lelos, p arece más n atu ra l q u e en las v e r ­
siones más antiguas del m ito E u r íd ic e n o fu era rescatada. E n to d o caso
O r f e o sí q u e es capaz de s e d u c ir y c o n m o v e r al d io s de los i n f i e r n o s ,
Hades, q ue le p e rm ite e n t r a r y salir in d e m n e del r e in o de los m u e rto s.
Su tour de forcé c o n la m u e r te q u e d a , p u es, en tablas. P u e d e s a lir del
reino de los m u e rto s , p e r o fracasa en su in te n to de r e c u p e r a r a E u r í -
dice.
230 III. O R P H IC A

Pero au n así, O r f e o ha de s u f r ir y sufre, a la larga, el m e r e c id o cas­


tigo d e su tra s g r e s ió n , c u a n d o es desp ed a zad o p o r las m é n a d e s o las
m ujeres tracias. A lgo sin em bargo queda de él, su cabeza, que irá a parar
precisam en te al lugar c o n s id e r a d o c o m o cuna de la lírica, Lesbos, para
q ue acabe p o r s u r g ir de allí u n a g e n e r a c ió n de poetas, q ue v o lverían a
a r r o s tra r la aventura de la c re a c ió n artística: n o resign arse a la acepta­
ción de la m e d io c rid a d y vulgaridad del ser h u m a n o , de su carácter e f í­
m e r o , s in o a f r o n t a r los riesgo s de la tra sg re sió n , del ascenso a niveles
su p erio res del h u m a n o , a esa suerte de in m o rta lid ad a la que p ued e lle­
garse con el ejercicio de la música y de la poesía.
IV
MITOS GRIEGOS Y MITOS DEL PRÓXIMO ORIENTE
H . INFLUENCIAS ORIENTALES EN LA LITERATURA GRIEGA:
REFLEXIONES METODOLÓGICAS

1 4 . i. M i t o s g r i e g o s y m i t o s d e l P r ó x i m o O r i e n t e
Los hallazgos cada vez más im p ortan tes de d o cu m e n to s literarios p r o c e ­
dentes de diversas c u ltu ra s del P r ó x im o O r i e n t e , asi c o m o el n o tab le
p ro g re so en el estu d io de las len guas en q u e están escritos han t e n id o
c o m o resu ltad o un c o n o c i m ie n t o más p r o f u n d o de u n a r iq u ís im a
literatura, q ue antes n os estaba vedada. El acceso a textos lite r a r io s del
P róxim o O r i e n t e an tigu o p e r m itió desde muy p r o n t o ad ve rtir en ellos
similitudes, a veces m uy estrechas, con ob ras griegas, especialm ente en el
terren o de los m itos. Esta circ u n stan c ia ab re nuevos c a m in o s al c o n o ­
c im ien to de la literatu ra griega, al situarla en u n n u evo con texto, p e ro
también plantea nuevas in terro gantes sobre la fo rm a en que tales i n f l u ­
jos p u d ie r o n p ro d u cirse y sobre su intensidad.
A tales in te r r o g a n t e s se les han d a d o respuestas m uy variadas e i n ­
cluso contrapuestas: desde q u ien es c o n sid era n la literatura griega c o m o
una litera tu ra o rie n t a l más (r e c u é r d e s e , p o r e je m p lo , la p rovocativa
frase de West. HesioJ Theogony, O x f o r d 1 9 6 6 , 3 1 : « G r e c i a es parte de Asia:
la literatura griega es literatura del P ró x im o O r i e n t e » ) y en c o n s e c u e n ­
cia han a d ve rtid o p a ra le lo s i n n u m e r a b le s , hasta q u ie n e s c re e n q u e la
literatura griega es un p r o d u c t o tan sólo h e lé n ic o , i n c o n t a m in a d o de
cualquier in flu jo extern o que exceda lo an ecd ótico . E ntre otras razones
de esta disparidad p o d ría señalarse u n a: que n o se ha desa rro llad o s u f i ­
cientemente una m etodología para estudiar los préstam os literarios que
supere la m e r a c o n stata c ió n de p a r e c id o s , a u n q u e a u to res c o m o B u r -
kert, West o M o n d i han dado pasos m uy im p ortan tes en este terren o .
234 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

M i p r o p ó s it o es o f r e c e r algu n as re fle x io n e s m e to d o ló g ic a s so b re la
fo r m a en que p u e d e n estudiarse los in flu jo s o rie n ta le s so b re los textos
grie go s, sobre to d o en el t e r r e n o de los textos m ito ló g ic o s , refle xio n es
necesariam ente som eras, dado que un análisis p r o f u n d o r e q u e r ir ía m u ­
c h ísim o más esp acio . U tilizo el t é r m in o « o r i e n t a l » de f o r m a c o n v e n ­
c io n a l, ya q ue es un a realidad m u l t i f o r m e , ad em ás de q u e o b ed ece a
nuestra perspectiva « o c c id e n t a l » q ue oscurece la riqueza y variedad de
las culturas que en glo b am o s bajo esta etiqueta reduccionista.
M e lim it a r é , en to d o caso, a suscitar alg u n o s p r o b le m a s básicos,
a c o m p a ñ a d o s de algu n os e jem p lo s, to m ad o s en su m ayoría de las re la ­
ciones entre textos hititas y griegos, n o sólo p o r ser el ám b ito q ue m e es
más fam iliar, sino p o r q u e los hititas o c u p a ro n una p osición privilegiada
entre O r ie n te y O cciden te, tanto de un m o d o físico, geográfico, p o rq u e
la Península A n a to lia es el espacio in te rm e d io en tre el P ró xim o O rie n te
y el M e d it e r r á n e o , c o m o p o rq u e los hititas fu e r o n muy receptivos para
ad o p tar c o m o p ro p io s temas literarios, m itos y leyendas de p roced e n cia
ajena, sobre todo de las gran des culturas vecinas del C re c ie n te Fértil, y a
su vez. t r a n s m it ie r o n alg u n o s e le m e n to s de o r ig e n o rie n ta l a la litei-a-
tura griega, a u n q u e sigue sien d o un m isterio la fo rm a exacta en que esta
tran sm isió n se p r o d u jo .

14.2. Pr o blem as de m éto d o

La cu estión está erizada de d ificu lta d es. P o d r ía m o s citar c o m o las más


im p ortan tes, las siguientes:
14 .2 .1. La p r i m e r a se p r o d u c e a la h o r a de establecer si existe o no
un p r é s ta m o l i te r a r io e n tr e u n a lite ra tu ra y o t r a . Y es q u e e n c o n t r a r
sim ilitudes en tre textos es algo relativam ente fácil, n o sólo entre la lite­
ratu ra griega y las o rien tales, s in o en tre no im p o r ta q u é literaturas del
m u n d o . In c lu s o se d ir ía q u e d e m a s ia d o fácil. E llo im p lic a q ue a
m e n u d o haya ha b id o cierta ligereza en señ alar estos posibles préstam os.
Y así p o r e je m p lo , d u r a n te bastante tie m p o se c o n s id e r ó q u e un breve
texto hitita, en q u e aparecía el h é r o e G u r p a r a n z a h h u p a r t ic ip a n d o en
un c e r ta m e n de tiro al arc o , era un cla ro a n t e c e d e n t e de la fam osa
p ru e b a del arco q ue e n c o n t r a m o s en la Odisea d e H o m e r o . U n exam en
más d eten id o de la cuestión puso de relieve que las sim ilitudes eran más
que lejanas. Y ello p o r no hablar del revuelo causado hace algu n os años
p o r un supuesto p o em a luvita sobre la gu erra de Troya, una Wilusiada, que
habría sido antecedente de la 1liada h o m érica. La existencia de este h i p o ­
tético p o e m a estaba f u n d a m e n t a d a tan s ó lo en un ¡ncipit, m e n c i o n a d o
H . IN F L U E N C IA S O R IE N T A LE S EN L A L IT E R A T U R A GRIEGA 235

en tre las « p a l a b r a s s a g r a d a s» q u e d e b ía n can tarse en u n ritual ista-


n u viano : « c u a n d o v in ie ro n de la escarpada (? ) W ilu sa » . Wilusa c o r r e s ­
p o n d e p r o b a b l e m e n t e al h o m é r i c o Ilio n y H o m e r o la lla m a « e s c a r ­
p a d a » , p e r o el s ig n ific a d o del ad jetivo a n a to lio es c o n je t u r a l. Y n o
sab em o s n i q u ié n e s n i p o r q u é v i n i e r o n de allí e n el r it u a l. D e ahí a
s u p o n e r u n p o e m a luvita antecedente de la ¡liada m edia un abism o.
1 4 - 2 . 2 . La segu n d a d ific u lta d q u e d e b e m o s s e ñ a la r es q ue la ú n ic a
form a en que accedem os a la literatura griega y a las o rien tales es en sus
m an ifesta cio n es escritas, p e r o es seg u ro q ue en la in m e n s a m a y o ría de
los casos, el poeta griego no p u d o acceder a la fuente escrita orien tal que
con ocem os.
E n efecto, hay una obvia d if e r e n c ia t e m p o r a l e n tr e el a p o g e o de la
m ayoría de las literaturas del P r ó x im o O r i e n t e , q ue debe situarse en el
segundo m ile n io a . C . , y los co m ien z o s de la literatu ra griega c on ocid a,
que n o re m o n ta n más atrás del s. V I I I . Pero sobre to d o , hay que señalar
las extraordin arias diferen cias de tran sm isió n de la literatura griega y de
las orientales, insisto, siem p re tal y c o m o las c o n o ce m o s. Las literaturas
p r ó x im o - o r i e n t a le s , es b ie n s a b id o , son exclusivas de los ám b ito s
palaciegos y c o n t r o la d a s p o r un a clase de p e rs o n a s q u e d o m in a n la
escritura, los escribas. E stos v e r d a d e r o s estu d io so s, q u e n ecesitab a n
c on ocer lenguas extranjeras para facilitar los trabajos de la can cille ría y
las relac io n es i n te r n a c io n a le s de los reyes a cuyo serv icio estaban, no
sólo trad u c ían tratados y cartas o ficia le s, s in o ta m b ié n lite ra tu ra , y
buena p ru eb a de ello es que e n c o n t r a m o s textos litera rio s so b re G ilg a -
més en otros ám bitos fuera de M esop otam ia (co m o Hatti, o Ebla). E n el
m undo griego, los únicos escribas co n o c id o s en el segundo m ile n io a .C .
son los de los p alacios m ic é n ic o s , q ue n u n c a e s c r ib ie r o n textos lite r a ­
rios, m ien tra s q ue to d o p arece s u p o n e r q ue la litera tu ra, q ue n o sería
escrita hasta m u ch o después, se tran sm itía de fo r m a oral en esta época.
Es pues, prácticam ente im p o sib le que los m itos orien tales hayan llegado
a Grecia p o r la tradu cción de textos escritos. H ablo en general, otra cosa
pudo ser que un au to r fe n ic io que escribía en griego en época im perial
romana co m o Filón de Biblos p u d ie ra acceder a antiguos textos fen icios
escritos o el posible contacto de viajeros g riegos con textos egipcios que
les p u d ieron ser traducidos.
Pese a la citada c o n t r a d i c c i ó n , e n c o n t r a m o s ecos c la ro s de ob ras
orientales en las griegas in c lu s o en épocas m uy tardías. P o r p o n e r un
ejemplo bien co n o c id o , O p i a n o (De la pesca 3 - 1 5 - 25 ) n os relata que Pan
de C ó rico atrajo en gañ osam en te al m o n s tru o T i f ó n a tierra c o n la p r o ­
236 IV. M IT O S G R IE G O S V M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

mesa de un b a n q u ete de p escado y p e r m it ió asi q ue Z e u s lo ven ciera, y


N o n o (Dionisfacas 1 . 4 8 1 ss.) cuenta c ó m o este m is m o p e rs o n a je le había
q uitado a Z eu s los ten don es, p e ro que C a d m o lo sedujo con la música y
se los p i d i ó , c o n la excusa de u tiliz a rlo s c o m o cu e rd a s p ara su lira.
A m b o s relatos tien en unas p r o fu n d a s semejanzas con los textos escritos
del viejo m ito hitita de La lucha contra el Dragón que servían de base al culto
de N e r ik ', p e r o c u an d o O p ia n o o N o n o es c rib ie r o n sus obras, los tex­
tos hititas a los que se parecen llevaban sepultados bajo tierra más de diez
siglos y los ú ltim o s h ablan tes de la le n g u a hitita h a b ían desa p a recid o
tam bién m uchos años atrás.
14 .2 .3 . E llo q u ie re d e c ir q u e tuvo q ue h a b e r otras vías de p e n e t r a ­
c ió n que no era n las escritas. Y a la h o ra de p en sar en esas vías alternati­
vas, las p rim e r a s q ue vien en a la m ente son dos, n o in com p atib le s entre
sí: la vía oral y la de las imágenes.
A h o r a b ie n , h ablar de un a tra n s m is ió n oral sigue sin resolvern os el
p r o b l e m a , p o r q u e t a m p o c o p arece p o s ib le q u e u n c a n t o r o r ien tal
p u d ie r a i r a G r e c ia a can tar p o e m a s en su p r o p i a le n g u a , ni m u ch o
m e n o s aú n , en griego. La tran sm isió n oral deb ió p ro d u c irse a través de
viajeros que p u d ie r o n acceder a relatos orientales en fo rm a oral (no a las
versio n es escritas, insisto, m o n o p o l io de los escribas), de fo r m a s e m e ­
j a n t e a c o m o v ia ja r o n los c u e n to s p o p u la r e s p o r toda E u r o p a atrav e­
sando las barreras lingüísticas. U n a tran sm isió n así es in co m p atib le con
v e rsio n es extensas y de alta e la b o r a c ió n literaria, y está expuesta a p r o ­
fun das alteraciones de los textos.
E n c u a n to a las im ág en es, tie n e n una im p o r t a n c ia c r u c ia l, ya cjue,
adem ás de que nos p erm ite n c o r r o b o r a r q ue un tema m ítico era c o n o ­
cido en G rec ia en una determ in ad a fecha, nos b rin d a n un a p o sibilidad
de explicación de un a de las fo rm as en que un m ito p u d o tran sm itirse:
p re c is a m e n te c o m o e x p lic a c ió n de la h is t o r ia q u e se n a r r a b a en un a
im ag en . U n a respuesta a las p regu n ta s « ¿ q u i é n es este p e rs o n a je y qué
h a c e ? » a p r o p ó s ito de la im ag en q ue aparece en un a pieza im p o r ta d a ,
p u e d e ser u n a im p o r ta n te vía de p e n e tr a c ió n de tem as m ítico s en un a
cultura extraña.
A ú n cab rían otras p osib ilid ad e s, y así Burkert (en R. H ágg le d .J The
Greek Renaissancc of the F.ight Century B. C. Tradition and Innovation, Estocolm o 1 9 8 3 .
1 1 5 - 1 2 0 ) sugiere otra posible vía: la de los adivinos y co n ju rad ores, sobre
todo los que practicaban ciertos ritos ligados a prácticas mágicas.

I V éase el cap itu lo 18 .


H . INFLUENCIAS ORIENTALES EN LA LITERATURA GRIEGA 2 3 7

T e n e m o s así u n a situ a c ió n bastante d ific u lto s a . C o n o c e m o s de las


literaturas o rien tales u n o s textos escritos a los q ue los griegos n o tuvie­
r o n acceso. Y los griegos, a su vez, d e b ie r o n acceder a variantes de estos
relatos, tr a n s m itid a s de f o r m a o r a l, q ue n o c o n o c e m o s . S ó l o en el
m u n d o de las im ágenes n os es p o sib le a veces segu ir la pista a u n o s d e ­
te rm in a d o s temas, que hallam os en piezas orientales y en objetos artísti­
cos griegos y dem u estran un préstam o de fo rm a fehaciente.
I 4 . 2 -4 - Si aceptam os que los contactos entre las literaturas orientales
y la griega d e b ie ro n de ser p r e d o m in a n te m e n te orales, d eb em os p la n te ­
arn os, al m en o s c o m o hipótesis, el lugar y la época e n que estos c o n ta c ­
tos p u d i e r o n p r o d u c i r s e . A m e n u d o los lu gares s o n ev id en tes. E n el
e je m p lo antes c ita d o , O p i a n o es de C i l i c i a , y el m ito del D r a g ó n está
asociado con la zona desde s ie m p re . E n o tr o caso q u e p o d r ía m o s citar
tam bién el lugar es evidente. Se trata de un o s versos de N o n o (Dionisiacas
I.4 0 8 S .) q ue explican la razón del n o m b r e de la co rd ille ra del T a u r o , y
que p u e d e n r e la c io n a r se c o n u n m ito hitita q u e r e fie r e c ó m o u n d ios
c o n v e r tid o en t o r o les a b r ió paso a sus tro p a s p o r esa c o r d i l l e r a 2.
Evid en tem en te d eb ió ser éste un m ito asociado a un lugar c o n c re to , el
T a u ro , para d a r razón de su n o m b r e E n casos c o m o los q u e acabo de
citar, s u p o n e m o s q u e se trata de m ito s locales q ue se c o n serv a n in situ
atravesando la s u p e r p o s ic ió n de las diversas cu ltu ras. P ero es evidente
que la id en tifica c ió n del lugar del p réstam o sólo es posible en casos es­
p ecialm ente favorables; lo más n o rm a l es que e n c o n t r e m o s p arec id o s y
que n os sea difícil o im p osible d e t e r m in a r d ó n d e se ha p o d id o p r o d u c ir
el contacto.
14-2 . 5 - E n cu a n to a la ép o c a , se han s e ñ a la d o d os m o m e n t o s más
favorables para las contactos de la literatu ra griega con las orien tales; la
Edad del B ro n c e tardía (siglos X IV-XIII a . C . . para la que se acu ñ ó el té r ­
m ino de « C o i n é Egea « ) y la época « o r i e n t a l i z a n t e » de los siglos VIII-
VII a . C . H a b it u a lm e n te es m o tivo de d is c u sió n en cuál de los dos
m om entos se p r o d u jo un contacto en con creto . Los temas tratados p o r
la iconografía y las piezas de d eterm in ad a fecha halladas en otras c o m u ­
nidades p ued en ser in d icio s m uy valiosos.
1 4 - 2 .6 . T a m b ié n es un p ro b le m a d e t e r m in a r qué es lo que se presta
de una cultura a otra. Es claro que p u ed en prestarse fraseologías, d e t e r­
minadas e x p r e s io n e s . P ero es éste un t e r r e n o m uy resbaladizo y en el
que es fácil c o m e te r e r r o re s . Así, p o d ría llam ar la aten ción la sim ilitud

2 Véase el cap itu lo 2 0 .


238 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

de la e x p re s ió n h o m é r ic a gaia melaina, c o n la hitita dankuwai taknu. ya que


am bas se t ra d u c e n « l a n e g ra t i e r r a » . P ero en hitita dankuwai taknu no se
r e f ie r e , c o m o en P lo m e r o , a la s u p e r f ic ie de la tie rra , s in o al m u n d o
su b terrá n eo, al ám bito que e n griego es el Hades, o el T á r t a r o . Además,
la p o s ib il i d a d de h e r e d a r f r a s e o lo g ía s o r ie n t a le s es m í n i m a si, com o
h e m o s s u p u esto , lo q u e c o n o c ie r o n los g r ie g o s de é p o c a arcaica, más
q ue v e rs io n e s m ás o m e n o s fiele s a la fra s e o lo g ía o r ig in a l e ra n relatos
m uy resu m id o s o in clu so explicaciones de im ágenes.
P u e d e n ta m b ié n prestarse n o m b r e s , y así, p o r e je m p lo , es bastante
verosím il p en sar que tras gr. Tuphon pueda subyacer el ugarítico y fenicio
Saphon !. P ero lo más g e n e ra l es e n c o n t r a r q u e las sem ejan zas se dan en
arg u m en tos, temas o m otivos.
14- 2 . 7 - M o n d i (en L. E d m u n d s l e d .] , Approaches to Greek Myth, B a lt i­
m o re y L o n d r e s 199 0 « 142 - J 9 &) hace un a p r o p u e s ta co n cre ta sobre lo
que se tran sm ite de O r i e n t e a G r e c ia . S e r ía n un a especie de focos c o n ­
ceptuales a los q ue llam a « i d e a s m í t i c a s » . L o s n o m b r e s de los dioses,
dice, p u e d e n ser focos conceptuales o n úcleos a los que se u n e n f u n c i o ­
nes y temas narrativos. L o que se d ilu n d e es el aspecto o los aspectos que
en un tiem p o dado resultan aceptables.
1 4 - 2 . 8 . E n mi o p i n i ó n , el esq uem a de M o n d i debe ser m o d ific a d o .
Los focos conceptuales n o son p recisam en te los más fáciles de t r a n s p o r ­
tar, ya que son extraídos del texto a través de una d eterm in ad a visión de
las cosas. S i b ie n es cie rto q u e en el an á lisis c o m p a r a tiv o p u e d e ser lo
más in te re s a n te la c o m p a r a c ió n de estos f o c o s c o n c e p t u a le s , ello no
q u iere d ecir q ue sea eso lo que se presta. T a m p o c o lo es, desde lueg o (y
en eso c o in c id o c o n M o n d i) la fo r m a de n a r r a r una tram a, lo extern o,
lo l i t e r a r i o . L o q ue viaja, en mi o p i n i ó n , son d e t e r m in a d a s tram as o
incluso lo que p o d e m o s llam a r « se g m e n to s de t r a m a » , episodios, m ite-
m as, e le m e n to s q u e c o n f ig u r a n q u e a lg u ie n hace algo de u n a cierta
fo r m a para algo. C u a n to s más segm entos de trama se presten, o cuanto
más co m p leja sea la articulació n de los elem en to s de la tram a, tanto más
e v id en te resulta el p r é s ta m o . A este r esp ecto hay q u e p r e s c i n d i r de la
distin ció n de si lo que se presta es o n o « e l m ism o m i t o » .
A v e c e s los segm entos de tram a son sim ples: p o r p o n e r u n e je m p lo .
E n la Odisea ( l 9 -3 9 9 ss-) E u r ic le a sienta en las ro d illa s de A u tó lic o a su
n ie t o r e c ié n n a c id o , Y A u t ó lic o le da e n to n c e s u n n o m b r e , m o tiv a d o

3 V éase cap ítu lo 18 .


H . INFLUENCIAS ORIENTALES EN LA LITERATURA GRIEGA 2 3 9

etim oló gicam en te: O d iseo , a p artir de odussamenos « q u e provoca e n o j o » .


E n dos textos hititas e n c o n tra m o s escenas m uy sim ilares, en que traen a
las r o d illa s del p a d r e al n i ñ o re c ié n n a c id o y éste le da a s im is m o un
n o m b r e m o tiv a d o , en el Canto de Ullikummi, es K u m a r b i q u i e n lo llam a
U ll i k u m m i , esto es. « d e s t r u c t o r de K u m m i y a » , p o r q u e lo había
e n g e n d r a d o p ara tal f i n ; en el lla m a d o Cuento de Appu, A p p u llam a a su
hijo M a lo , p o r las circu n stan cias q u e r o d e a r o n su n a c im ie n t o . El acto
de re c ib ir al n iñ o en las rod illas y darle n o m b r e es un a fo r m a de r e c o ­
n o c e r lo c o m o le g ít im o . Y eso p e r m ite e n t e n d e r m e j o r u n pasaje de
H esio do ( Teogonia 4 5 9 s -) en q ue C r o n o va d ev o ran d o a sus hijos:

según cada un o
del sacro vientre de su m adre iba llegan d o a sus ro d illas.

West e x p lic ó el pasaje en su c o m e n t a r i o , en el s e n tid o de q ue Rea


daba a luz a r r o d illa d a , p e r o a la vista del p asaje citad o de la Odisea y de
otros (c o m o ¡liada 9 - 4 5 3 ss-)’ est¿ claro que n o se trata de las rodillas de
Rea, sino de las de C r o n o , que va r e c ib ien d o a los recién nacidos en sus
rodillas para legitim arlos, y, acto segu ido, los va dev o ran d o .
U n e je m p lo de h e re n c ia de se g m e n to s de tram a c o m p le jo s sería la
Teogonia de H e sio d o , co n respecto al C ic lo de K u m a r b i hitita, en d o n d e
advertim os que los segm entos de tram a, q ue en una cu ltura van aso cia­
dos a un p erson aje d e te rm in a d o , al pasar a otra, se asocian a o tros p e r ­
sonajes que p r e s e n ta n f u n c io n e s a fin e s ( p o r e je m p lo , los r e f e r i d o s a
K u m a r b i, a C r o n o ; los referid o s a T esu b, a Z e u s ) +.
14 -2 . 9 - P ero aú n h e m o s de s e ñ a la r algo m uy im p o r t a n t e : la
i n c o r p o r a c ió n de un se g m e n to de tram a p r o c e d e n t e de un a cu ltu ra
extraña d en tro de una o b ra literaria p r o d u c id a en o tro ám b ito cultural
no se p ro d u c e en estado p u r o , sino que sufre n ecesariam ente la presión
de los esquem as cu lturales y lite ra rio s de la cu ltura q ue ad op ta el p r é s ­
tamo, lo q u e , de u n a p arte desvirtúa el se n tid o o r ig in a l del tem a, y de
otro, hace m e n o s reco n o c ib le su p r o p ia presencia.
En t é r m in o s m ás c o n c re to s: Los segm e n to s de tram a a d q u ie r e n en
cada ve rs ió n del m ito un s ig n ific a d o d ife r e n t e , q u e se d eb e a diversos
factores, entre los que destacan: a) Sintaxis: la fo r m a en que se c o m b i ­
nan los segm entos de tram a en tre sí y con otros segm entos de tram a; b)
Fu n ció n : el uso q u e se le da al m ito : n o es lo m is m o u n m ito q u e se

4 Véase capitulo l(i.


2 4 0 IV. MITOS GR IEG O S Y MITOS D EL PRÓXIMO O RIEN TE

inserta en un ritual que un m ito q ue p rete n d e tan sólo d a r un a deter­


m in ad a visión del m u n d o , c) Intertextualidad: la relación del texto con
o tros textos c o n o c id o s p o r el oyente. S im p le m e n t e la asignación de los
segm entos de tram a a un p e r s o n a je d e t e r m in a d o p r o d u c e u n a serie de
aso cia cio n e s fu n c io n a le s y sign ificativas, q ue so n del t o d o distintas de
una cultura a otra, d) S itu a c ió n : todo aquello que c o m p o n e el contexto
cultural en que están in m erso s los oyentes del m ito : los diferen tes c o n ­
textos cu lturales p rov oca n que secuencias narrativas sim ilares se in t e r ­
preten con sentidos m uy distintos.
L o q ue sí es cierto es q ue d e n t ro de u n a c u ltu ra , los segm entos n a ­
rrativos tie n d e n a cristalizar en ele m e n to s cada vez más fijo s. Se estan­
darizan, p o r así decirlo.

14.3. D ificu ltad es prácticas


A las d ificu lta d es teóricas, q u e acabo de e x p o n e r s u m a r ia m e n te , r e fe ­
rentes al esta b le c im ie n to de p u n to s de p a rtid a m e t o d o ló g ic o s a d m is i­
bles, se un e un cierto n ú m e r o de dificultades prácticas.
1 4 . 3 . 1 . E n p r i m e r lu g a r, las q u e se d eriv a n del h e c h o de q ue los
do c u m en to s de las lenguas orientales y los griegos son analizados a través
de filo lo g ías tr a d ic io n a lm e n te separadas. L o están, p o r las obvias d i f i ­
cu ltades del d o m i n i o de las diversas len guas o r ie n t a le s , so b re to d o la
sum eria, la acadia, la egipcia, la hitita y las in d o ira n ia s , adem ás de otras
que su m in is tra n textos interesantes, c o m o la h u rr ita , la eblaíta, etc. Se
p ued e trabajar con com petencia en un p ar de cam pos, p ero es muy d i f í­
cil llegar a algo más q ue eso, lo que obliga a q ue el filó lo g o clásico tenga
c o m o p rim o r d ia l fuente de acceso para su c o n o c im ie n to de las literatu­
ras o rie n ta le s (y viceversa) las t r ad u c cio n es, sin q ue a veces sepa d e m a ­
siado b ien si p uede fiarse de la tradu cción que usa.
1 4 . 3 . 2 . Esta sep ara ció n se m an ifiesta tam b ién en que los estudiosos
utilizan otros canales de d ifu s ió n , otras p ublicacion es, otros rep erto rio s
b ib liográficos, otras bibliotecas in clu so. E llo suscita, ya de an te m a n o , la
necesidad de p lan tear dos desiderata: la necesidad de fo m e n ta r los trab a­
jos en e q u ip o , y una m ayor p e rm eab ilid a d en el acceso a la b ib liografía y
a las publicacio n es. Hay que r e c o n o c e r que se están d a n d o pasos i m p o r ­
tantes en este sen tid o , con s im p o sio s in te rd isc ip lin ares y p ub licac io n es
en que se fom en tan los estudios com parativos al d a r a c o n o c e r los textos
en b u en as e d ic io n e s c o n tra d u c c io n e s y c o m e n t a r io s accesibles al no
especialista.
U . INFLUENCIAS ORIENTALES EN LA LITERATURA GRIEGA 241

14.4. F a c t o r e s q u e d e b e n c o n s i d e r a r s e
E xp uestas algu n as de las d ific u lta d e s in icia le s del a su n to , p a s a re m o s a
e x a m in a r a lg u n o s factores q u e, en m i o p i n i ó n , d e b e r e m o s t e n e r en
cuenta e n el análisis de los p réstam os.
14.4.I. El p r i m e r o sería la exigen cia para d e t e r m i n a r q ue existe en
realidad un préstam o. P odem o s r e c u r r ir a ciertos criterios: es ya antiguo
el r e q u e r i m i e n t o de q u e haya un alto n ú m e r o de c o in c id e n c ia s o bien
sim p lem en te de la iden tid ad de detalles m uy precisos. O t r o buen crite­
rio es la p r e s e n c ia de in c o n s e c u e n c ia s en el texto g r ie g o . S i un a u to r
trata de in tro d u c ir en su n a r ra c ió n un elem en to ajen o , es frecuente que
no logre hacerlo de un m o d o p erfecto y se adviertan las suturas. Hay un
caso bastante interesante en un pasaje del Himno homérico a Demeter5.
14-4 -2 - El segu n do sería la exigencia de rig o r en el texto orien tal que
p rete n d em os c o m p a r a r . Resulta cu rio so constatar que filó log os clásicos
c o m p e te n te s q u e efec tú a n un severo c o n t r o l f ilo ló g ic o s o b re el texto
griego sobre el que versa su c o m p ara c ió n , no m uestran la m ism a e x ig en ­
cia con el texto oriental m ism o ni sobre el tratam iento filo lógico del que
ha sido ob je to . Es aú n c o r r ie n te hallar en trabajos recientes referencias
a libros de los añ os cin cu e n ta y hechas sobre e d ic io n e s de textos a veces
muy anteriores. Esta cierta c o m o d id ad resulta peligrosa, no sólo p o rq u e
los avances de la filo log ía acadia, hetita o egipcia, p u ed en h a b er llevado
a rein terpretar el sentido de m uchas palabras, y a alterar en gran m edida
la in terpretació n de m uchas frases del texto o fre c id o , sin o incluso p o r ­
que el p r o p i o texto p u e d e h a b e r c a m b ia d o p r o f u n d a m e n t e p o r el
hallazgo de n uevo s fr a g m e n t o s , p o r h a b e r sid o r e o r d e n a d o s los f r a g ­
mentos antiguos o p o r nuevas lecturas.
E n sum a, el texto o rien tal ob je to de estudio debe ser c o n o c id o en su
versión más m o d e r n a y fiab le, d e b e m o s in te n t a r p r o f u n d i z a r lo más
posible en el contexto m ítico, religioso, ideo lóg ico y literario en que se
en cu en tra (p ara lo cual es in d isp e n sa b le la con sulta de la ya n u m e ro s a
bibliografía secu nd aria que se ha p r o d u c id o sobre estos textos) y, ante la
insalvable dificultad de la falta de c o n o c im ie n t o de la lengua en que es­
tán escritos, debe consultarse a un experto, para la reso lu ció n de d e t e r ­
minados aspectos du dosos.
1 4 . 4 . 3 . El te r c e r facto r q u e d e b e m o s t e n e r en cuenta en el estudio
com parativo sería el in te n to de d e t e r m in a r d ó n d e y cu án d o se p r o d u c e

5 Véase cap itu lo 19.


242 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

el con tacto, en la m ed id a (m uy escasa) en q ue ello p u e d e ser d e t e r m i ­


n a d o . E llo im p lic a tr a ta r de d e t e r m i n a r la lo c a liz a c ió n g e o g r á fic a de
d e t e r m in a d a s v e r s io n e s del m ito , p o r si se h an c o n s e r v a d o en un
á m b ito c o n c r e t o , local, o el an álisis de la a p a r ic i ó n del tem a en otras
litera tu ras q ue p u d ie r a n s e r « i n t e r m e d i a r i a s » ( p o r e je m p lo , la f e n i ­
cia). A l m e n o s debe co n tarse con la p o s ib ilid a d de q ue el p r é s ta m o se
haya p r o d u c i d o .
1 4 . 4 . 4 . Im p o r t a n te es ta m b ié n el re c u rs o a la ic o n o g r a fía , a u xiliar
s iem p re fu n d a m e n ta l en estas cu estion es, si bien se trata de un m u n d o
en el que el filó logo no siem p re se mueve con soltura. El recurso a espe­
cialistas será siem p re p rovech oso.
A n alog ías para avalar que el préstam o es real y no p ro d u c to del azar,
un texto orien tal del que p o d a m o s fiarn os, una vía de contacto posible,
si se p u e d e , el ap oyo de la ic o n o g r a fía , tales son las c o n d ic io n e s . Pero
todas estas exigen cias n o n o s p e r m i t ir á n en la in m e n s a m a y o ría de los
casos lleg ar más allá de un a h ip ó tesis v e r o s ím il so b re el m iste rio so
c a m in o que ha p o d i d o r e c o r r e r un d e t e r m i n a d o relato o r ie n t a l hasta
trascen der los siglos y el co n sid era b le espacio geográfico , p o r en cim a de
las b a rre ra s id io m á tic a s, q ue lo sep aran de las v e r s io n e s grie g a s . U n a
hipótesis im p o sib le de c o n f ir m a r , dado que n u n ca nos será accesible el
m isterio de la tran sm isió n boca a boca de los textos. E n suma, no d eja­
rem o s de m o v ern o s p o r terren o s resbaladizos.
1 4 . 4 . 5 . Pero hay un aspecto del estudio de los préstam os m u c h o más
im p o rta n te: el análisis de las diferen cias entre las diversas versiones que
presentan analogías entre si, para ver el m o d o en q ue u n m is m o tem a se
ha en g a rza d o en un c o n j u n t o m ític o y c u ltu ra l d if e r e n t e , r e e s t r u c t u ­
ran d o sus elem en tos de las form as más variadas. Es en este te r r e n o en el
que la investigación p ued e avanzar p o r c am in o s más seguros, p o r q u e se
asienta en elem en to s tangibles: los p r o p io s textos.
V olvam os sobre los factores q ue antes e n u n c ié , p o r los q ue los seg­
m e n to s de tram a a d q u ie r e n en cada v e r s ió n del m ito un s ig n ific a d o
d iferen te, para s u g e rir algunos aspectos p ertin en tes en n uestro análisis.
a) En p r i m e r lugar, n o d eb em os olvidar que los mitos, en tanto que
son textos, tien en una m o r fo lo g ía (elem en tos constituyentes), una s i n ­
taxis (o rgan iz ació n de estos elem en to s) y un a sem ántica (sig n ificad o de
cada u n o y del c o n j u n t o ) . E llo n o s o b lig a a f i j a r n o s en c ó m o lo que
hem os llam ad o « s e g m e n to s de t r a m a » se o r d e n a n de m o d o s distintos,
b ie n en tre sí, b ien c o n o tro s segm e n tos de tram a q u e ap a recen en una
versión sí, y en la otra, n o. Esto es, d eb em o s fija rn o s si los m ism o s ele­
14. IN F L U E N C IA S O R IE N T A L E S E N L A LIT E R A T U R A G RIEG A 24-3

m entos constituyentes, con un a sintaxis diferen te a d q u ieren un s ig n ifi­


cado distinto.
E n definitiva, se trata de c o n ta r con la fo rm a en q ue se los elem en tos
se estructuran en cada versión del m ito, un a estructura opositiva, m o n ­
tada s o b r e d is tin to s e le m e n to s , lo q u e hace q ue u n m ito , au n m a n t e ­
n ie n d o analogías en f o r m a y fu n c ió n co n o tro , p u ed a estructurarse de
f o r m a d ife r e n t e o, p o r el c o n t r a r i o q u e u n a estru c tu ra s i m ila r sirva a
fu n c io n es muy diferentes.
E n este sen tido es tam bién im p o rta n te la fo r m a literaria en la que el
m ito es n a r r a d o en u n a y otra c u ltura, q ue p u e d e c o n d i c i o n a r su s e n ­
tido. N o es lo m ism o un cu en to p o p u la r, en que se p ro p icia lo a n e c d ó ­
tico, la estratagem a, la s e p a ra c ió n tajan te e n tr e lo b u e n o y lo m a lo , el
tema del e n g a ñ o , e n tr e o tr o s m otiv os típico s del f o lc lo r , q u e un m ito
integrado en un ritual, con lo que se desarrolla ten d en cia a lo etiológico
y a lo f u n c i o n a l , o u n a n a r r a c i ó n p u r a m e n t e lite r a r ia , lo q ue im p lic a
m ayor interés p o r la fo rm a o p o r la belleza del detalle, y m uy a m e n u d o ,
la elección de un a n a r r a c ió n tan sólo alusiva.
b) U n se g u n d o aspecto es la f u n c i ó n : el uso q u e se le da al m ito : es
f u n d a m e n t a l s e ñ a la r q u é aspectos del m ito v ie n e n c o n d i c i o n a d o s en
cada v ersión p o r la fu n c ió n que tien en .
c) U n t e rc e r e le m e n to básico es la i n t e r t e x t u a l i d a d : la r e la c ió n del
texto con otros textos c o n o c id o s p o r el oyente, esto es, con la p resión de
otros n úcleos m íticos o de otras variantes temáticas, y, en consecuencia,
con la p o s ib ilid a d de q u e el poeta elija u n o s se g m e n to s n a rra tiv o s y
p re sc in d a de o tr o s , de c o m b i n a c i o n e s c o n o tr o s tem as esto es, lo que
llam a m os sin c retism o s, o de la c o n tr a r ia , la del d e s d o b la m ie n to de un
mito.
d) E n c u arto lu g a r h e m o s de c o n t a r c o n la s itu a c ió n : to d o aq u e llo
que c o m p o n e el contexto cultural en q ue están in m erso s los oyentes del
m ito, ya que los diferen tes contextos culturales p r o v o c a n que secuencias
narrativas sim ilares se in te rp reten c o n sentidos totalm ente distintos.
E n cuanto a la situación, h em o s de con tar con algunos aspectos bási­
cos, so b re t o d o , el t r a s f o n d o r e lig io s o , el tip o de so cied ad e in c lu s o
posibles factores p olíticos.
i) E n cu an to al t r a s fo n d o religioso es fu n d a m e n t a l señ alar las d i f e ­
rencias existentes entre las fo rm as religiosas orientales (m o n o te ís m o h e ­
b re o , d iv in id a d e s p r e d o m in a n t e m e n t e ag raria s, r e lig io n e s m uy es-
tatalizadas o n o , c o n f lic t o de d iv in id a d e s locales) y la r e lig ió n grie ga,
politeísta, p e r o con u n claro p r e d o m i n io de Z eu s. Y d e b e re m o s e x a m i­
2 4 4 IV. MITOS G R IEG O S Y H ITOS D EL PRÓXIMO O RIEN TE

nar si este trasfon d o religioso c o n d ic io n a una d eterm in ad a transform a­


ció n ideo lógica del m ito .
2) Paralelam ente hay que t o m a r en c o n sid era c ió n los in flu jo s cultu­
rales, es decir, si las que n a r ra n el m ito son sociedades agrícolas, m ari­
nas, com ercian tes, conflictivas, estables, organizadas aú n c o m o socieda­
des tribales o evolucionadas, en tre otras diversas variables.
3 ) E n tercer lugar cabe hablar de c o n d ic io n a m ie n to s políticos: de las
actuaciones interesadas sobre los c o n ten id o s del m ito puestos al servicio
de una causa política, c o m o las diferentes cosm ogon ías egipcias o el des­
a r r o llo y la c o n fig u r a c ió n del m ito de Teseo en Atenas, al hilo de la ins­
tauración de la d e m o c r a c ia 7.

14 .5 . C o lo fó n

Al té rm in o de este ráp id o re c o r r id o , y para co n c lu ir, habría que señalar


que la investigación com parativa, cu an do se trata de mitos emparentados
g e n é tic a m e n t e p re se n ta el in te rés de o f r e c e r n o s e je m p lo s de c ó m o se
p u e d e v a r ia r un m is m o m a terial b á sico , o m e j o r a ú n , de la fo r m a en
q ue cada c o m u n id a d o in clu so cada a u to r lite r a r io , según los casos, ha
tra b a ja d o s o b r e un m ito para a d a p ta rlo a sus p r o p ia s n ecesid ad es. Es
más, es el análisis de las d iferen c ias en tre las versio n es em p aren tadas el
que p ued e p o n e r n o s en d is p o s ic ió n de d e t e r m i n a r los m otivos p o r los
que el m ito s u fr ió esas d eterm in ad a s tr a n s fo r m a c io n e s . Es la fo r m a en
q u e se ad apta a un sistem a de cre e n cia s, de p r o p ó s it o s o de intereses
básicos, lo que ilu m in a ese sistema, a través del análisis de lo que ha sido
q u ita d o a a ñ a d i d o a u n m ito d e t e r m i n a d o . U n e stu d io exhaustivo de
cada u n o de los m ito s c o m p a r a b le s o f r e c e r ía sin d u da pautas para una
in t e r p r e t a c ió n g e n e ra l de los sistem as de c re e n c ia s de cada u n a de las
gran d es culturas orien tales y de la griega.
l.a in d a g a c ió n c o m p ara tiv a n o s p e r m it e t a m b ié n c o m p r o b a r la
e n o r m e riq ueza p o te n c ia l de estos temas a b ie rto s , q u e p u e d e n servir
para los in tereses más v a ria d o s, sin p e r d e r del t o d o su id e n t id a d . La
p e r d u r a c ió n de un m ito con siste p re c is a m e n te en su e tern a capacidad
de a d a p ta c ió n . P ero lo más im p o r ta n te de to d o , es q ue en la t r a n s m i ­
sión de los m itos, hallam os diversas cristalizaciones literarias, p e ro ello
no excluye que aspectos del m ito no c on sid erados en estas versiones lite-

(> V éa n se los capítulo s l(> 18 y 2 0 en que estos p r i n c i p io s se m an ifiestan con clari


dad.
7 Véase el capitulo 8.
U . INFLUENCIAS ORIENTALES EN LA LITERATURA GRIEGA 2 4 5

rarias puedan seguir « d isp o n ib le s», tal vez en narraciones populares,


otras veces en obras que se nos han perdido, por qué no, en la ico ­
nografía, y volver a aparecer en fechas sorprendentemente tardías.
Una indagación organizada tal como la propongo, permite, además,
llegar a un término medio entre la desaforada búsqueda de similitudes
más o menos casuales, con la conclusión de que «to d a la literatura
griega estaba ya en oriente» y la obstinada resistencia a admitir el menor
influjo extraño sobre los textos griegos. Un punto de vista matizado que
permite señalar lo que hay de heredado y lo que hay de original en la
literatura griega.
15. EL DIOS QUE DESAPARECE EN MITOS GRIEGOS
Y D EL PRÓXIMO ORIENTE

15.1. U n m ito c o n un la rg o re c o rrid o


En diversos ámbitos culturales encontramos variantes de un mito que
podríamos denominar «e l dios que desaparece y se lleva la fertilidad».
Para darle a la cuestión un marco más amplio, no sólo vamos a estu­
diarlo en los textos orientales (Mesopotamia, Ugarit y los textos hititas)
y en las versiones griegas, sino que terminaremos el viaje en nuestra
propia época. La lectura completa de todos estos mitos nos llevaría
mucho más de lo que podemos dedicarle. Por ello me centraré en los
puntos significativos, dejando a un lado desarrollos particulares, combi­
naciones y detalles que ahora carecen de importancia.

15.2. E l D e s c e n s o d e Is t a r a lo s in fie r n o s

Comencemos por la versión más antigua que tenemos: el mito babilo­


nio del Descenso de Istar a los infiernos. Es un mito antiquísimo, del
que había ya versiones sumerias, aunque la que recojo remonta a inicios
del II milenio a . C . En este mito se nos cuenta que Istar va al mundo
subterráneo, sin que sepamos demasiado bien por qué. Debe pasar por
siete puertas ante cada una de las cuales debe despojarse de parte de su
atuendo. Al llegar a los infiernos, una vez completado esta especie de
striptease divino, su hermana Ereskigal lanza contra ella las sesenta enfer­
medades y hace que quede prisionera allí. C o m o resultado de este
encierro se produce la siguiente situación':

I Las traducciones de este texto son las de F. l-ara Peinado, Mitos súm enos y aca Jio s. Madrid
19 8 4 .
24-8 IV. MITOS GR IEG O S Y MITOS D EL PRÓXIMO ORIEN TE

Después que la señora Istar hubo descendido al M undo In ferior,


el toro no monta a la vaca, el asno no se acerca a la burra,
en la calle el hom bre no fecunda a la doncella,
el hom bre yace solo en su cámara,
la doncella yace sola sobre su costado
(...)
el aspecto de Papsukkal, el visir de los grandes dioses era decaído,
su rostro estaba nublado.
Vestía de luto, se había dejado crecer largo cabello.
Samas avanzó ante Sin , su padre, llorando,
delante de Ka. el rey, se deslizaron sus lágrimas.

Los dioses toman cartas en el asunto y propician una serie de estrata­


gemas, por lo que la situación se arregla y la diosa vuelve a franquear las
siete puertas y regresa a la tierra. Se supone, aunque no se expresa, que
la fertilidad reaparece con ella.

15.3. E l m ito u g a rítjc o d e Ba 'lu y M ótu


F.I segundo texto en que centramos nuestra atención es un mito ugarí-
tico, hallado en los archivos de Ras Samra, y datable en el s. XIV a .C ., el
de la Lucha de Ba’ lu (que nos es más familiar con el nombre de Baal) y
Mótu.
Es un mito muy largo. En él se nos cuenta que Ba’ lu (dios de la tem­
pestad y equivalente de Zeus en Ugarit) se declara vasallo de Mótu, dios
de la esterilidad y la muerte. Tras una serie de episodios, Ba’ lu desapa­
rece y se envía a varios dioses a buscarlo. Entre ellos está la diosa 'Anatu.
Es entonces cuando se leen los siguientes versos2:

lam bién ’Anatu recorrió y rastreó


todo el monte, hasta las entrañas de la tierra,
toda altura hasta el seno de los cam pos.( ...)
llegó hasta Ba’lu. caído en tierra.
Por vestido se cubrió con una (única ritual
La piel con un cuchillo de piedra desgarró,
las dos trenzas con una navaja de afeitar,
se laceró las mejillas y el mentón ( ...)

2 Traducción de C . del O lm o Lete. M itos y leyendas de Canaan según la tradición de Ugarit.


Madrid
15. EL D IO S QUE D E S A P A R E C E 249

C u a n d o se sació de llo ra r
de b eb er com o vin o lágrim as
en voz alta g im ió a la lu m in a ria de los dioses, Sapsu:
C árg am e, p o r favor a B a’ lu, el victo rio so , etc.

El d io s S a p su , a q u ie n p id e ayuda es el d io s del sol, detalle q u e es


im p o rta n te señalar, para más adelante.
M u e rto B a 'lu , en cargan que se ocu p e del tr o n o A taru , p e r o sus pies
n o lleg aban al escabel y su cabeza n o alcanzaba su rem ate (es d e c ir , el
t r o n o le ven ía físic am en te g r a n d e ) , p o r lo q u e r e n u n c ia . Se p r o d u c e
e n to n c es u n a situ a c ió n de seq uía descrita de m a n e r a s o m e r a e n el
siguiente texto:

El vigor ha fallad o a los h om bres


el alien to a las m u ltilu d es de la tierra.

Se trata de una situ ació n de estagn ación , n a rra d a aq u í de un m o d o


so m ero . La hallam os más desarrollada en la epopeya, de temática p a r a ­
lela a la de ésta, llamada de K irta (D el O lm o p. 3 1 6 ) . En este m ito es la
e n f e r m e d a d del rey la que p r o d u c e la carestía de la tie rra , q ue se d e s ­
cribe en el siguiente pasaje:

A lzaro n sus cabezas los labriegos.


hacia a rrib a los que cu id an el trigo ,
p ues el g ran o se h abía acabado en sus d ep ósitos,
se había acabado el vino en sus od res,
se había acabado el aceite en sus tinajas.

P ero siga m o s c o n la ep o p ey a de B a ’ lu y M ó t u . A n a t u lucha c o n t ra


M otu y lo destroza, así que p o r fin Ba'lu recupera el p o d e r y con él vuelve
la fertilidad.
S e ria p o sib le citar o tro s e je m p lo s , c o m o el m ito egipcio de T e fn u t,
que se va al desierto y se vuelve una fiera hasta que es persuadida a re g r e ­
sar p o r la e lo c u e n c ia de T o t. P ero d e jé m o sla s , p o r q u e n o h a r ía n más
que co m p lic a r nuestro e je m p lo . A sí que p ro siga m o s n uestro r e c o rr id o ,
para llegar a las versiones hititas.

1 5 .4 . L a s v e r sio n e s h ititas

En hitita c o n o c e m o s un a m p lio g r u p o de textos m uy sim ilares en tre sí,


con un esq uem a narrativo casi id én tico. Sus protagonistas varían, a u n ­
que todos ellos ( T e lip in u , A n z ili y Z ukki y o tros) son dioses del fo n d o
250 IV. MITOS G R IEG O S Y MITOS D EL PRÓXIMO ORIEN TE

religioso hático, es decir, de la población que existía en Anatolia antes


del dominio de los hititas y que quedó como substrato cultural y, sobre
todo, religioso. Estas narraciones se ven enmarcadas en un ritual mágico
(llamado mugawar, esto es, 'súplica'), que obedece a la idea de que cual­
quier desastre anormal se debe al abandono de un dios. Se trata con este
ritual de llevar a cabo determinadas prácticas para que la divinidad ofen­
dida vuelva y el orden normal se restablezca.
El encabezamiento de estos mugawar indicaba la ocasión en que
debían recitarse; por ejemplo, para ayudar a bien parir a una mujer con
dificultades, para paliar la esterilidad de la reina o para que una fuente
seca vuelva a fluir.
Los rituales en que estos mitos se encuadran se basan en la idea de
que cualquier situación anormal y, por supuesto, mala, se debe al aban­
dono de un dios. Los efectos que se achacan a la cólera de un dios irri­
tado pueden ser múltiples, bien privados, como la enfermedad de un
pariente, bien públicos, motivados p or una falta del rey, que redunda
en perjuicio de su reino. C u an d o ocurre alguno de estos casos no
importa tanto saber la causa de la ira de la divinidad ofendida, cuanto
conocer lo que es preciso hacer para que vuelva. Se trata por tanto de
mitos que ejemplifican la necesidad de los dioses, como garantes del
bienestar humano, y la forma en que los propios dioses, en el tiempo de
los mitos, lograron con sus prácticas mágicas la vuelta de otra divinidad
airada. Para conseguir el mismo efecto, los hombres deben repetir en el
rito estas prácticas, al tiempo que recitan el relato.
El mito suele comenzar exabrupto, con la constatación de que un dios
se irritó, sin que importe demasiado el porqué. Su irritación se expresa
de un modo curioso. Veamos el caso de las diosas Anzili y Zukki, que
tiene, sin duda, tonos divertidos:

Anzili se irritó y Zukki se irritó. El zapato izquierdo se lo calzó en el pie


derecho y el zapato derecho se lo calzó en el pie izquierdo. Se puso el ves­
tido del revés: el pectoral se lo fijó por la parle de atrás del vestido, dejó
caer la parte de atrás del velo por delante y la parte de delante, por detrás.
Se levantó y salió airadamente de la habitación.

Descripciones parecidas se encuentran en otras versiones. El efecto


inmediato de la marcha del dios es una situación lamentable de la tierra,
con el estancamiento de la vida y de la fertilidad. Veamos cómo lo relata
la primera versión del mito de Telipinu-.
15. E L D IO S QUE D E S A P A R E C E 25»

El vaho se ap o d eró de las ventanas, el h u m o se ap o d eró de la casa. E n el


h o g a r, los le ñ o s estaban s o fo c a d o s; en los p ed estales, los d io ses estaban
sofocad os: igualm ente en el co rra l, las ovejas y en el establo, las vacas, esta­
ban sofocad as. 1.a oveja d esam paraba a su c o rd e ro y la vaca d esam paraba a
su te rn ero .
T e lip in u se fu e y se llevó el g ran o , la brisa fértil, el crecim ien to ( ...) . la
saciedad del país y del p ra d o . T e lip in u se fue al p an ta n o y se p e rd ió en el
p a n ta n o . El can san cio se d eslizó so b re é l. Y así el g ra n o , la esp elta. no
m edra. Y así las vacas, las ovejas y las m ujeres no quedan preñadas, y las que
ya estaban p reñad as, n o p aren .
Las m o n tañ as se s e c a ro n , los á rb o le s se secaro n y n o ech ab an yem as.
Los pastos se secaro n , los m an antiales se secaro n . En la tierra sob revin o la
escasez y los seres h u m an o s y los dioses p erecían de h am b re.

P rosigu ien d o c on el esquem a de los m itos anatolios de los dioses que


desaparecen, se nos presen ta un a escena en los cielos en la que se d e s­
cribe el ham bre de los dioses, privados de sus o fren d a s, y en la que éstos
deliberan sobre lo que deb en hacer. E n la búsqueda del dios c o lab o ran
algunos dioses, si b ie n es casi sie m p re H a n n a h a n n a , la diosa m ad re , la
que d e te r m in a lo q u e d eb e hacerse. In te r v ie n e n ta m b ié n a lg u n o s a n i ­
males: veamos la versión de T e lip in u :

L o s g ran d e s d io ses y lo s d io ses m e n o re s se p u sie ro n a b u sca r a T e li­


p in u . El d io s del Sol envió a la veloz águila:
—Ve e insp ecciona las altas m ontañ as, inspecciona los valles p ro fu n d o s,
insp eccio n a el o scu ro oleaje.
El águila p artió y n o la e n c o n tró .

T a m b ié n en vían u n a abeja a b u scar al d ios, q u e lo e n c u e n tr a , p e r o


no co n sig u e a p a c ig u a r lo . E n t o n c e s se e je r c e n s o b re el d io s algu n as
actuaciones mágicas — infructuosas las p rim eras, efectivas las últimas— en
que in te r v ie n e n d ioses, c o m o K a m r u s e p a , la d iosa h e c h ic e ra , y h o m ­
bres. Tales ac tu a c io n es mágicas, que n a tu ra lm e n te realizaban tam bién
quienes estaban recitan do el m ito, se basaban en el p r in c ip io de la magia
p o r simpatía, según el cual lo sem ejante p r o d u c e efectos sem ejantes. Se
dice, p o r e je m p lo lo que e n c o n tra m o s en el siguiente pasaje:

M ira, hay h igos. D el m ism o m o d o que los h igos son dulces. T e lip in u ,
que tam bién tus entrañ as y tu alm a se en d u lcen .
D el m ism o m od o q u e d e n tro de la aceitu n a hay aceite, y d e n tro de la
uva hay vin o , T e lip in u , que d en tro de tu alm a haya tam bién bo n d ad .
2 5 2 IV. MITOS G R IEGO S Y MITOS D EL PRÓXIMO ORIENTE

Por fin, y como consecuencia de los ritos practicados, el dios vuelve y


la situación se restablece: al tiempo que la naturaleza recupera la n o r­
malidad, se refuerzan, correlativamente, el vigor y el poder del rey .
Veamos el final de la misma versión:

T elipin u regresó a su casa y se ocupó de su país. El vaho abandonó las


ventanas, el hum o abandonó la casa. Se erigiero n de nuevo altares a los
dioses, t i hogar dejó arder el leño. Dejó a las ovejas en el redil y dejó las
vacas en el establo. I.a madre se ocupó de su h ijo, la oveja se ocupó de su
cordero, la vaca se ocupó de su ternero y Telipin u se ocupó del rey y de la
reina para asegurarles en lo sucesivo larga vida y vigor. T elipin u se ocupó
del rey. Ante Telipinu se alzó un árbol siem pre verde, y del árbol siempre
verde está colgado un vellón de cord ero. E llo significa grasa de cordero,
significa grano de trigo, significa vino, significa vacas y ovejas, significa lar­
gos años y descendencia. Significa augurio favorable del cordero, significa
obediencia e igualmente significa buenos pem iles, significa crecim iento y
significa brisa fértil.

1 5 .5 . E l H i m n o h o m é r i c o a D e m é t e r
En Grecia encontramos el tema en el Himno homérico a Deméter, que se data
entre finales del VII a .C . y principios del VI a .C . En él se nos describe
que Perséfone, hija de Deméter, es raptada por el dios de los infiernos,
Hades. Antes de desaparecer bajo tierra, la muchacha da un grito, que es
oído por su madre. Su reacción se describe así ( 4 0 - 4 8 ) :

Un punzante dolor le sobrecogió el corazón. En torno a sus cabellos 40

perfum ados de ambrosia destrozaba con sus manos el tocado.


Se echó un som brío velo sobre ambos hom bros
y se lanzó com o un ave de presa sobre lo firm e y lo húm edo,
en su busca. Mas decirle la verdad
no quería ninguno de los dioses ni de los hombres mortales. Vf,
Ninguna de las aves de presa se le acercó com o veloz mensajera.
Desde entonces, durante nueve días la venerable Deó. por la tierra
anduvo errante, llevando en las manos antorchas encendidas.

Es Helio, el Sol, quien le cuenta que su hija ha sido raptada por


Hades. Irritada, Deméter se separa de los demás dioses, baja a la tierra,
Eleusis y allí es acogida en el palacio del rey como nodriza y una esclava,
Yambe, consigue aminorar su irritación.
Pero la diosa sigue enfadada y como consecuencia de ello se produce
una terrible situación (w. 3 0 5 - 313 ) =
15. E L DIO S QUE D E S A P A R E C E 253

El más te rrib le añ o sob re la tierra fecu nd a 305


hizo que fuera aquél para los h om bres y el más p e rro , pues la tierra
n o hacía m ed ra r sem illa alguna, pues las ocultaba D em éter, la b ien
co ro n ad a.
M uchos corvos arados arrastraban en vano los bueyes sobre los labran tíos
y m ucha cebada blanca cayó, in ú til, a tierra.
Y de seguro habría hecho p erecer a la raza toda de los hom bres de antaño 310
p o r la te rrib le h am b ru n a y del m ag n ífico h o n o r de las ofren d as
y sacrificio s habría privado a los que ocu p an o lím p icas m oradas,
si Z eu s no se h ubiese percatado y lo h u biera m editado en su á n im o .

E n e fec to . Z e u s le envía a Iris y a o tr o s d ioses, sin c o n s e g u ir que


ab a n d o n a ra su actitud. A sí que envía a H e r m e s al Hades para que c o n ­
venza a Hades de que trajera a Perséfone.
P o r fin llegan a un pacto, que la m uchacha pase parte del tiem p o con
su m adre, parte en los in fie r n o s con H ades. Y así se arregla la situación
maltrecha de la tierra ( 4 7 0 - 4 7 6 ) :

A sí habló y n o d eso bed eció D em éter. la b ien co ro n a d a . 470


Al p u n to hizo su rg ir el fru to de los labran tíos de glebas fecundas.
T oda se cargó de fron d as y flo res la ancha tierra,
y ella e m p re n d ió el cam in o y a los reyes que dictan sentencias
les en señ ó (a T rip tó le m o y a D io cles fu stigad o r de corceles,
así co m o a la fuerza de E u m o lp o y a C é le o . cau d illo de huestes) 475
el cerem o n ial de los ritos y les reveló los h erm o sos m isterios.

15 .6 . U n cu en to de G rim m y un po em a c o n t e m p o r á n e o
Incluso, an d a n d o el tiem p o , hallam os paralelos de esta in te r r u p c ió n de
la vida y la fe rtilid a d en el c u en to p o p u la r, en temas c o m o el de la Bella
durmiente del bosque. V e am o s la d e s c r ip c ió n de los G r i m m c u a n d o la
muchacha se p in c h a el dedo c o n un huso:

Y el sueño se en señ o re ó de to d o el p alacio ; el rey y la rein a, que acaba­


ban de llegar y habían en trad o en el salón real, em pezaron a d o r m ir y toda
la co rte co n e llo s. Se d u rm ie ro n tam b ién los cab allo s en el estab lo, los
p erros en el p atio, las palom as en el tejado, las m oscas en la pared e incluso
el fuego que c h isp o rro te a b a en el fo g ó n se calló y se d u rm ió . F.l viento se
calm ó y en los árb o les delante del palacio n o se m ovió una hoja más.

U n a situación q ue vuelve a la n o r m a lid a d c u a n d o la m u ch ach a d e s­


pierta.
254 IV. M IT O S G R IE G O S V M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

S ó lo a título de cu rio sid ad , citaré a una poetisa actual, C l a r a j a r n é s ,


a la que han llegado los ecos del viejo m ito anatolio (en este caso p o r vías
declaradas, la tradu cción española del texto hitita). En su Creciente fértil, de
1 9 8 9 h a lla m o s , e n tr e o t r o s m u c h o s ecos de lite ra tu ra s o r ie n ta le s , el
siguiente p oem a :

Las nieves arrastran ya el sile n cio m onte abajo


y los p ájaros h uyen. L o s reyes en plegaria
d epositan vellones en los árb o les verdes,
en tanto que e n ro je ce n las h ojas de la parra
y d esn u d o el castaño d ib u ja ya el q u eb ran to .
Eres tú que, d o rm id o , paralizas la vida.
E m erg e ya del su eñ o, el vellocin o h irsuto
de m i tro n co le reclam a.

15 .7 . E s b o z o d e a n á l i s i s del. r e c o r r i d o d e un m it o
T e r m in a d a s las lectu ras, e s b o c e m o s el r e c o r r id o y las a lte ra c io n e s que
han s u frid o estos temas básicos, co m en z an d o de nuevo p o r el p r in c ip io ,
p o r O r ie n te y p o r el segu n d o m ile n io .
S egú n una in terpretació n extendida, el m ito b a b ilo n io del Descenso
de Istar parece estar m otivado en última instancia c o m o una explicación
m ítica (lo q ue llam am os u n aitian) de la d esa p a ric ió n de V en us, planeta
de Istar, al tiem po que co m o un aition de la estacional d esaparición de la
fertilid ad . Se trata p o r tanto de un m ito de los que se asocian c o n a c o n ­
tecim ien to s cíclicos de la naturaleza y se n a r ra n de fo r m a re c u rre n te , a
plazo lijo , en un ritual anual. S u trama es bastante sim ple y, au n cuando
tien e u n e la b o r a d o cará cte r lite r a r io , c o n serva a ú n un a clara rela c ió n
con un ritual: lo más p robable es que se recitara a plazo fijo y que a c o m ­
p a ñ a r a un rito en el q u e desvestían y volvían a vestir u n a im a g e n de la
diosa al tiem p o q ue iban recitan d o el m ito . La diosa Istar, es una diosa
m ad re de las fieras, gu errera y divinidad del a m o r, lo que la hace la p r o ­
tagonista más a d ec u a d a p ara u n m ito c o m o éste q u e c o n c i e r n e so b re
t o d o a la d e s a p a r ic ió n universal del deseo a m o r o s o . A p a r e c e a q u í p o r
p r i m e r a vez el tem a r e c u r r e n t e de las m a n ife s ta c io n e s de d u e lo e n el
rostro y en el cabello.
El p o e m a u g a rític o de B a 'l u y M ó tu p r e s e n ta u n a e s tru c tu ra más
com p licad a. H allam os un a serie de elem en to s coin cid en tes con el a n te ­
r io r : la d esaparición de B a ’ lu y su m uerte a m an os de M ótu es el c o r r e ­
lato de la desaparición de Istar y su marcha al m u n d o de los m uertos p o r
el ataque de Ereskigal; asim ism o, la desaparición de u n o y de o tro p r o ­
1 5 . EL OIOS QUE DESAPARECE 2 5 5

vocan efectos similares de detención de la vida. El mito sigue siendo


estacional y recurrente, y es probable que se recitara en un festival de
año nuevo. Pero hay una serie de diferencias: la primera, es que ahora el
acento se pone en la fertilidad de la tierra, en los aspectos vegetales, que
son la gran obsesión temática ugarítica. La segunda, es que el enfrenta­
miento está concebido como un mito de combate: Ba'lu, dios de la fer­
tilidad (ayudado por 'Anatu) y Mótu, la divinidad de la esterilidad y la
muerte, sostienen una terrible lucha: la desaparición-muerte del dios
produce en los demás dioses exagerados síntomas de duelo. En tercer
lugar, en este mito aparecen asociados, igual que en el de Kirta, la ferti­
lidad de la tierra y la salud del gobernante. En suma, el tema estacional
se ve trascendido a problemas más amplios: por un lado, al gran c o n ­
flicto de la vida y de la muerte, entendido en los términos de que la afir­
mación de la vida no se establece sino como consecuencia de una lucha
contra los principios de la muerte. Por otro, se establece un paralelismo
absoluto entre la vida y el orden, así como entre la muerte y el desorden.
Como la muerte, el desorden es omnipresente y nunca es derrotado del
todo: el gobernante, que encarna y garantiza el orden, encarna y garan­
tiza, a la vez, la fertilidad y la vida. Un último detalle es que también
aquí se describe una serie de acciones de la diosa motivadas por su estado
de ánimo: cubrirse con una túnica ritual, en vez de su rico vestido, y
actuar contra su tocado y contra su propio rostro.
El mito anatolio, por su parte, se mantiene aún dentro de una fu n ­
ción ritual, pero ya no es un mito estacional, de A ñ o Nuevo, sino que
sirve de ilustración a un ritual de apaciguamiento. Se entiende que una
situación desastrosa es fruto de que algún dios ha dejado de velar por el
bienestar de los hombres y se trata de apaciguarlo por medio de una
serie de prácticas mágicas. Por otra parte, se implican ahora los seres
humanos en la trama. Mientras que el dios que muere y resucita lo hace
así, de forma estacional o no, pero en todo caso como resultado de una
historia ajena por completo a la acción de los hombres. Telipinu y los
demás protagonistas de los mitos hititas de los dioses que desaparecen
no mueren, sino que se marchan, airados por culpa de las acciones
humanas, por lo que su vuelta debe ser propiciada por quienes provoca­
ron su rencor. La historia es que un dios se irrita (de ahí que no encon­
tremos ahora muestras de duelo, sino de irritación) y su marcha p r o ­
duce una situación desastrosa, en la que se habla tanto de su efecto sobre
la vegetación como de los que produce sobre los animales y los seres
humanos. Reencontramos el tema de la búsqueda que hallábamos en el
256 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

m ito ugaritico, d o n d e 'A n a tu busca a B a 'lu , hasta hallar su cadáver. En


am bos casos el mitivo de la búsqueda del dios es para que restituya lo que
se ha id o c o n él: la fertilid ad de la tierra. Pero so b re to d o , se añade un
tem a n u ev o : la falta de o fre n d a s de los h o m b r e s p ro v o ca el h a m b r e de
los dioses, que se a lim e n ta n de ellas. T a m b ié n es significativa la in te r­
v en ció n del dios del sol en el m ito hitita. N o es p ro b a b le m e n te casuali­
dad q ue sea t a m b ié n el d io s del sol. S ap as, q u ie n ayude a 'A n a t u en la
r e c u p e r a c ió n del c u e r p o de B a ’ lu en la v e r s ió n u g arític a. C o m o tam ­
p o c o p u e d e s e rlo la d e s c r ip c ió n del estado de á n i m o del dios irritad o
c o n re fe r e n c ia s a su f o r m a de vestirse y c o n resp ecto a su to cad o . Hay
aú n en este m ito , de g r a n riq u ez a, o t r o s tem as s e c u n d a r io s , c o m o el
envió del águila, en su calidad de vigia desde las alturas, y de la abeja, que
se basa en la c re e n c ia p o p u l a r de q u e su p ic a d u r a c u r a la p arálisis y de
que su miel purifica.
El dios, c o m o siem p re, es e n c o n tr a d o y en este caso n o rescatado de
la m u e rte, sin o ap aciguado con prácticas mágicas. La situ ació n de b ie ­
nestar se restablece y, co m o en el m ito ugaritico, se in c o r p o r a el tema de
la relació n del b ie n e sta r de la tie rra c on el b ie n e s ta r de la fa m ilia real.
U n vellón de c o rd e ro colgado de un árbol sirve de talismán de la legiti­
m id a d reai y de la a r m o n i o s a r e la c ió n del p o d e r real y el o r d e n de la
naturaleza.
El m ito grie go n a r ra d o en el Himno a Deméler hereda este c o n ju n t o de
temas, p e r o se e n r iq u e c e con nuevos elem en to s: a) la visita a Eleusis de
D e m é te r y la in stauració n de los m isterios y b) la carestía provocada por
el rap to . El m ito vuelve a ser e t io ló g ic o y estacional (la causa de la falta
de fertilid ad estacional de la tierra). L o más v ero sím il es q ue en la v e r ­
sión más an tigu a la p r o p ia D e m é te r bajaría a los in fi e r n o s . H u ellas de
esta versión las hallam os en el Himno Orfico 41 -5 ’ entre otras fuentes. Pero
en el H i m n o h o m é r i c o el tem a se d esd o b la . P e rs é fo n e es la q u e baja a
los i n f i e r n o s y es la p é r d id a de su hija la q u e causa la i r r i t a c ió n de la
diosa y la estagnación de la tierra. La m otivación del grie go es u n rapto
d iv in o , no acc io n es h u m an as. Pero sí in te r v ie n e n seres h u m a n o s e n la
p r o p ic ia c ió n del dios ir r ita d o . La esclava Y a m b e q ue con sus chanzas y
gestos obscenos hace que la diosa a b a n d o n e su irrita c ió n .
V e m o s en el h i m n o el tem a de los s ín to m a s del d o l o r , c o m o en el
m ito an a to lio . L u e g o u n a ad ap ta ció n del tema del en vío del águila \ Y

3 V éase cap itu lo 19 .


15. E L OIOS QUE D E S A P A R E C E 257

acjuí es la ir r i t a c ió n de la d io sa la q u e causa un desastre en la tie r r a ,


ah ora r e d u c id o a la falta de veg eta c ió n , ya q u e D e m é t e r es d iosa del
cereal. L a diosa provoca el h a m b re de los ho m b res, p ero ya no el h a m ­
bre de los d io ses. Es ev id en te q u e el poeta g r ie g o n o c o n s id e r a a p r o ­
piada con su visión de los dioses el que p u e d a n pasan h am bre. D em é ter
n o atenta co n tra el estóm ag o de los dioses, s in o s ó lo co n tra su h o n r a .
Pero c u rio sam en te e n c o n tr a m o s huellas de esa co n c e p c ió n más antigua
en la trama de las Aves de A ristó fan es, d o n d e un a c o n s p ir a c ió n de p á ja ­
ros que con struye un m u r o en tre el cielo y la tierra deja a los dioses sin
las o fren d a s y los c o n d e n a al h a m b re.
Pero s ig u ie n d o c o n el Himno a Deméter, v im o s q u e es el d io s del sol,
Helio, quien ayuda a D em é ter, avisándola del rapto. A u n q u e H e lio a p a ­
rece a m e n u d o en la literatura griega c o m o testigo y gu ard iá n del d e r e ­
cho, en su calidad de dios que todo lo ve. tam poco parece casual su a p a ­
r ic ió n aq u í, h abida cuenta del papel im p o r ta n te del dios del sol en los
m itos del P r ó x im o O r i e n t e co n el q ue estam os c o m p a r a n d o éste. Pero
es Zeus, dios s u p r e m o , el que tom a cartas en el asunto y el que resuelve
la c u e s tió n . En la c o n c e p c ió n o r ie n ta l de los d ioses, éstos p u e d e n ser
vencidos in n u m e r a b le s veces y r e c u p e r a r en el p o d e r m ú ltip les o c a s io ­
nes, p e r o el d io s s u p r e m o de la r e lig ió n grie ga. Z e u s, n o p u e d e estar
sujeto a tales v e leid ad es. El desastre s ó lo ap a rece c o m o un a hip ó tesis
irreal, atajada en seguida p o r la previsión del dios.
Pero, lo que es más im p o rta n te, el Himno a Deméter no es ya la « l e t r a »
del ritual, c o m o tal. A lu d e a e lem en to s de u n ritual, que es o t r o , el de
los Misterios E leu sin io s, y es un aition de su fu n d a c ió n , p e r o no se recita
en él. Es ya literatura en un sen tido más m o d e r n o .
La relación entre el m ito de fertilidad y el p o d e r aparece más difusa.
Se m en cion a la llegada de D e m é te r al palacio del rey de Eleusis, y có m o
enseña a los h o m b res el cerem o n ia l de los ritos. En una c o m u n id a d que
ya no tiene reyes, el tema de la realeza aparece tran sfe rid o a la legitim a­
ción de las fam ilias q ue ostentan en exclusiva el d erecho a d ir ig ir la cele­
bración de los ritos.
C o m o m uestra de los vericuetos y variedades p o r los que p uede d is ­
persarse u n m ito , h a lla m o s el tem a del v e lló n c o lg a d o de un á r b o l en
relación con la le g itim id a d de la realeza en o tr o m ito , en el de J a s ó n y
los A rgon au tas, que parten en busca del v ello cin o de o r o , talismán de la
realeza y de la p r o s p e r i d a d de la tie rra . J a s ó n q u ie r e d e p o n e r a Pelias,
que es ilegítim o, reclam a n d o para sí el derecho a r e in a r c o m o h e red ero
legitimo. Para ello debe traer el velló n, el s ím b o lo de la legitim idad real
258 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

y de la felicidad del p u e b lo que tiene a un rey legítim o. A la luz del m ito


hitita e n t e n d e m o s p o r p r i m e r a vez p o r q u é J a s ó n , p ara r e c la m a r le el
re in o a Pelias, tien e q u e irse a lejanas tierras a b u scar un a piel de c o r ­
d e ro . Del m ism o m o d o que e n c o n tr a m o s la c o n c e p c ió n de la s o lid a r i­
dad del bien estar de la tierra con la salud del rey en el Edipo rey, en que la
cu lp a q ue m a n c h a a E d i p o se r e fle ja en una peste atroz q u e cae so b re
lebas. Y de igual m o d o que el tema del descenso de Istar lo hallam os en
la búsqueda de A d o n is p o r parte de A fro d ita .
Pero sigam os nuestro re c o r r id o y d ejem o s los cam in os laterales. Por
fin , el tema de la d eten ción de la vida p o r el letargo o d erro ta de u n dios
llega a t e n u a d o a la m ito lo g ía « d e a n d a r p o r c a s a » q u e es el c u e n to
e u r o p e o . E l g ra n tem a q u e d a en u n p e q u e ñ o a su n to d o m é s t ic o . La
estagnación de la tierra se lim ita a los alre d e d o re s del p alacio. Ya n o es
una div in id ad la q ue la p rov oca (estamos en un a m b ien te cris tia n o ); se
trata sólo de una jo v e n c ita de q u in c e añ os, su m id a en ese estado p o r la
en vidia de u n hada m alvada. La r e s o lu c ió n del c o n flic t o n o es la lucha
sin o el beso de a m o r de un p r ín c ip e azul. La d e sc rip ció n , c o n se cu e n te ­
m en te con el carácter literario del cu en to e u r o p e o es h u m orística.
P or ú ltim o , en el p o e m a de C la r a J a r n é s , el m ito hitita es una p ura
alusión literaria, intelectual, incluso con referencias bibliográficas, para
articular un p oem a a m o ro s o .
16. GENERACIO NES DE DIO SES Y SU CESIÓN INTERRUMPIDA:
EL MITO HITITA DE KUMARBI, LA TEOGONIA DE HESÍODO
Y LA DEL PAPIRO DE DERVENI

16.1. In tro d u cció n

E n d ife r e n t e s c u ltu ras del m u n d o , h a lla m o s relatos en q u e se n a rr a


c ó m o en los tie m p o s p r i m i g e n i o s , u n o s dioses, ta m b ié n p r i m i g e n i o s ,
f u e r o n s ie n d o d e s tro n a d o s p o r otro s, n ac id o s después que ellos, hasta
que en un m o m e n to d eterm in ad o una divinidad con sigu ió hacerse d e f i­
n itivam ente con el p o d e r . Estos relatos se e n c u e n tr a n a m e n u d o re la ­
c io n a d o s c o n el tem a de los o r íg e n e s del m u n d o y de la s o b e r a n ía , así
com o con el del establecim iento del o r d e n sobre la tierra, p e r o tam bién
p re s e n ta n u n a estrecha r e la c ió n —q u e a p r im e r a vista resulta más
extraña— con diversas especulaciones sobre relaciones sexuales a n o r m a ­
les y n acim ien to s e x tra o rd in a rio s.
E n este c a p ítu lo m e ce n t ra r é en un p e q u e ñ o g r u p o de ello s: en el
m ito h u rro h itita llam ad o El reinado de los cielos o La teogonia y en dos v e rs io ­
nes griegas em p aren tadas co n él: la n arra d a p o r H e sío d o en la Teogonia y
la de la T e o g o n ia ó rfica del Papiro de Derveni. R azones distintas m e a c o n se ­
jan dejar a un lado otras dos n arra c io n es griegas de este tema, la debida
a H e r e n i o F iló n de B ib lo s (u n e s c r it o r del i / n d . C . q ue aseguraba
haberla leído en un orig in al fen icio, ob ra de u n tal S a n c u n ia tó n ) , c o n ­
servada en E u seb io de Cesarea, y la de A p o l o d o r o (Biblioteca 1 . 1 . 1 ss.): la
p rim era, p o rq u e, au n q u e se trata de una versión de antiguos mitos f e n i ­
cios, se vio s o m e tid a a un a i n te r p r e t a c ió n ev em e rista y r a c io n a liz ad a
prop ia de la época de Lleren io Filón , que los d is to rs io n ó c o n s id e r a b le ­
m ente. S u análisis n os llevaría a p ro b lem as específicos, c o m o el de d is ­
26o IV. MITOS G R IEGO S Y MITOS DEL PRÓXIMO ORIEN TE

tinguir lo que era antiguo y lo que fue añadido por Filón y a estudiar un
tipo de modificaciones del mito de características muy distintas de las
que pretendo examinar aquí. La versión de Apolodoro, por su parte, es
ya contaminada, tardía, propia de un mitógrafo, y comporta, también
p o r su parte problemas propios. He preferido, por ello, dejar ambas
fuera de consideración.
Las similitudes entre la versión hesiódica y el poema hurrohitita son
tan evidentes que fueron advertidas desde el mismo momento en que
las tablillas hititas pudieron leerse. Hoy día son de sobra conocidas por
los estudiosos y están en todos los manuales de literatura griega y de
literatura y religión hititas. Podría parecer en principio ocioso volverá
insistir en esta cuestión. Sin embargo hay algunas razones que me han
animado a reexaminarla: la primera es que considero muy interesante
la propuesta de analizar los motivos de la intromisión de niveles tem­
porales en el tiempo mítico en que se supone cjue nacieron los dioses, y
más aún, en las disputas de éstos por el poder. 1.a segunda es que en los
últimos años se ha introducido en la discusión sobre estos mitos una
nueva versión: la teogonia órfica que conocemos sólo a través de los
comentarios contenidos en el llamado Papiro de Derveni. La tercera es el
intento de determinar el motivo por el que los mitos de soberanía se
asocian con el tema de las relaciones sexuales anormales y los nacimien­
tos extraordinarios. La cuarta es que, si analizamos las dos versiones,
observamos que, pese a las semejanzas en la trama, hay una profunda
diversidad en la concepción religiosa de ambos mitos. Por ello, la com­
paración entre las dos versiones puede permitirnos acceder a un exce­
lente ejemplo de la forma en que, utilizando los mismos elementos, se
configuran dos relatos de significado distinto en una y otra cultura, que
traslucen hasta qué punto es diferente la manera en que hititas y griegos
conciben la naturaleza de sus dioses y sus relaciones con el mundo y
con los hombres. En consecuencia, pasaré revista a los detalles que
diferencian ambas versiones, examinándolos como síntomas de la gran
diversidad existente en las concepciones religiosas y mitológicas que las
sustentan.
El orden en que procederé será el siguiente: tras examinar cada una
de las versiones míticas de este tema, esbozaré los contenidos básicos de
este complejo mítico y la ideología que, en mi opinión, los sustenta, y
señalaré las diferencias de detalle entre cada versión, para terminar por
un análisis de los significados comunes y diferenciales entre ellos.
16 . GENERACIONES DE DIOSES Y SUCESIÓN INTERRUMPIDA 26l

1 6 . 2 . E l MITO H U R R O H 1TITA
La versión más antigua que conocemos de este mito es un texto hitita.
Entre los documentos hallados en los archivos de Bogazkóy, la antigua
Hattusas, capital del reino hitita, se encontraron algunos textos mitoló­
gicos. Los más interesantes, tanto por su contenido como por su valor
literario son, sin duda, los que configuran el llamado « C i c l o de
K um arbi». El terminus ante quem de estos textos es el siglo XIII a .C ., ya que
la capital hitita fue destruida hacia el 1 2 0 0 a . C . , pero los mitos son
indudablemente más antiguos. Los poemas están escritos en hitita, pero
proceden de una versión hurrita. Incluso hay restos de esa versión, que
debe situarse hacia el x v i / x v a . C . , pero son demasiado escasos para
facilitar la comparación con la hitita. Sabemos, al menos, que la versión
hitita ha respetado los nombres de los personajes de la hurrita, como el
del dios protagonista, K um arbi, y el del monstruo Ullikumm i. Aun
cuando se trata de mitos de origen hurrita, me referiré siempre a ellos
como hititas, dado que es hitita la lengua en que están escritos.
El poema que más va a interesarnos en este capítulo es el que se tituló
convencionalmente El reinado de los cielos o la Teogonia. Y digo convencional­
mente por dos motivos: el primero, porque el título original del poema
parece ser El canto de Kumarbi, y el segundo, porque ni es un reinado de los
cielos (toda la lucha por el poder sucede en la tierra), ni tampoco es una
verdadera teogonia, ya que no se describe el sucesivo nacimiento de
diversos dioses, sino más bien sus sucesivos destronamientos. Es proba­
ble que fueron las similitudes con la Teogonia hesiódica las que condicio­
naron este segundo título. Más apropiado es el de La realeza divina.
El poema nos narra en un verso rudimentario pero no carente de
belleza la forma en que diversos dioses se usurpan el poder, hasta que
uno de ellos, llamado Tesub y cuyo carácter de dios de la Tempestad y
divinidad suprema del panteón hurrita lo asimilan al griego Zeus, co n ­
sigue detener esta cadena de destronamientos y sale victorioso del
intento de derrocarlo promovido por su antecesor. En otros poemas se
continuaba la narración con nuevos intentos de ocupar el supremo
poder divino por parte de otros personajes'.
Tras un proemio en que se invoca a los dioses primigenios en gene­
ral y a una serie de divinidades por su nombre, comienza la narración.

I Véanse los capítulos 17 y 18.


IV. MITOS G RIEGO S Y MITOS D EL PRÓXIMO ORIEN TE

Antes, en los antiguos años, fue rey en los cielos A lalu.


Alalu está sentado en el trono
y el poderoso A n u, el prim ero de los dioses, se hallaba ante él,
se prosternaba ante sus pies
e iba poniéndole en la mano las copas para beber.
Nueve años contados fue Alalu rey en el cielo.
Pero al noveno año, Anu entabló combate contra Alalu. D errotó a Alalu,
éste huyó corriendo ante él
y descendió a la negra tierra.
Descendió él a la negra tierra y en el trono se sentó Anu.
A nu está sentado en el trono
y el poderoso K um arbi le daba de com er,
se prosternaba ante sus pies
e iba poniéndole en la mano copas para beber.
Nueve años contados fue Anu rey en el cielo.
Al noveno año, A nu entabló combate contra K um arbi.
K um arbi. descendencia de Alalu, entabló combate contra Anu.
Ante los ojos de K um arbi ya no resiste A nu.
se zafó de las manos de Kum arbi,
voló Anu y subia al cielo.
Por detrás se le acercó Kum arbi, cogió por los pies a Anu
y tiró de él desde el cielo hacia abajo. l.e m ordió los genitales
y su virilidad se mezcló, com o el bronce, con las entrañas de Kum arbi.
Cuando Kum arbi hubo tragado en sus entrañas la virilidad de Anu,
se regocijaba y se reía. Anu se volvió hacia él
y comenzó a decirle a K um arbi:
« T e regocijaste en tus entrañas porque tragaste mi virilidad.
¡N o te regocijes en tus entrañas!
F.n tus entrañas he puesto una carga.
En prim er lugar te he preñado con el pesado Tesub.
en segundo lugar te he preñado con el Aranzah no soportable,
en tercer lugar te he preñado con el pesado Tasmisu.
O tros dos espantosos dioses he puesto,
com o una carga, en tus entrañas.
T ú te irás y acabarás
por golpear con tu cabeza los peñascos del Tassa>>.
Cuando Anu term inó de hablar, subió al cielo.
Pero se escondió
16 . GENERACIONES DE DIOSES Y SUCESIÓN INTERRUMPIDA 263

y escupió de su boca K um arbi, el sabio rey.


De su boca escupió saliva y la virilidad mezcladas.
L.o que Kum arbi escupió.
lo acogió, como cosa temible, la montaña Kanzura.

Fruto de la fecundación de la montaña por el semen de A n u será el


dios Suwaliya, otro nombre de Tasmisu, hermano de Tesub. Kumarbi sin
embargo no se libra con ello de toda su carga. A ú n lleva en su seno los
otros cuatro dioses profetizados por A nu: Tesub, el que llegaría a ser dios
supremo, el Aranzah, o sea, el río Tigris, Marduk, la divinidad babilonia
y otro dios denominado con el sumerograma K A . Z A L , cuya transcrip­
ción, como en seguida veremos, no ha sido claramente establecida.
Kumarbi pasa su embarazo, al término del cual da a luz por diversas
partes de su cuerpo a los dioses que llevaba. Así leemos:

¡Rom pe el cráneo de Kum arbi! Así que por el cráneo subió K A .Z A I.,
el héroe, el rey.

La identificación del dios nacido del cráneo de K um arbi, al que


siempre se le llama con el ideograma K A . Z A L , no es clara. Mientras que
unos proponen leerlo « L u ju r i a » (lo que haría identificable a esta divi­
nidad con Istar), otros creen que debe leerse «rostro resplandeciente».
Pero el hecho de que la divinidad nacida sea denominada « e l heroe, el
rey» parece apuntar sin embargo a un dios masculino. C o n todo,
habría aquí un paralelo del mito griego del nacimiento de Atenea2. Si se
trataba de Istar, porque ésta es una diosa guerrera como la griega; si es
una divinidad de rostro resplandeciente, porque ello nos recordaría el
epíteto glaukopis « d e ojos de lechuza» de la hija de Zeus.
La extrema fragmentación de la tablilla no nos deja seguir el curso de
los hechos con claridad, pero parece que Kumarbi, tras haber dado, él
mismo, a luz a K A . Z A L , quiere devorarlo, igual que a Tesub, que aún
no ha nacido, enfurecido por la humillación de haberse visto convertido
en mujer por su inesperado embarazo:

Dame a mi h ijo, que lo devoraré. A él, que me ha convertido en una


m u je r... a Tesub también lo devoraré y lo trituraré com o a una caña seca.

Pero el dios Ea le da de comer, en vez de a su hijo, una roca de dio-


rita, envuelta en pañales. Kumarbi no consigue devorarla y la escupe, de

2 Véase capitulo 7
264 IV. MITOS G R IEGO S Y MITOS D EL PRÓXIMO ORIEN TE

modo que la piedra, por haber sido tocada por el dios, se convierte en
un objeto de culto. El episodio parece ser la justificación mítica (aition)
de la aparición de un meteorito.
Luego nace también Tesub, esta vez por el «b u e n lugar». Tras una
laguna y un episodio distinto, que no hace al caso, la narración queda
interrumpida, pero nos es posible conjeturar que terminaría con la
derrota de Kumarbi. Además de porque el final no podría ser otro, hay
un texto, un ritual de exorcismo, en el que se nos dice que Tesub deste­
rró a Kumarbi y a su séquito, los «dioses primigenios», al mundo sub­
terráneo.
Una última precisión que conviene recordar es que aunque se trata de
un mito hurrita —Kumarbi pertenece al panteón de los dioses hurritas—,
hay en él rasgos que denuncian un origen mesopotámico. En efecto, el
nombre del segundo dios, Anu, corresponde claramente al sumerio An,
es decir, el Cielo, como el de Alalu, su antecesor, al sumerio Alala, unos
de los « 2 1 padres y madres» del dios del Cielo mencionados en una lista
de dioses babilonia. Sin embargo, no conservamos ningún mito proce­
dente de esta cultura que pueda servirnos de modelo del que nos ocupa,
aun cuando hay detalles semejantes en el Enuma Elis babilonio y en la Teo­
gonia Je Dunnu. En la Historia fenicia narrada por Herenio hilón, al hitita
Alalu le corresponde Eliún, en griego Hipsisto «el más alto », a Anu,
otro dios del cielo del que no se da el nombre fenicio, sino sólo el
griego, Cielo. Lo sigue aún el fenicio El, que se identifica en textos de
Ras Shamra con Kumarbi (il hmrb), llamado con el nombre griego de
C ro n o . L.uego se citará varias veces en el texto Ba’al Hadad, identificado
con el griego Zeus, que corresponde al hurrita Tesub.
La continuación de la historia en el poema El reinado de los cielos nos es
desconocida, por el pésimo estado de conservación del texto. Pero sabe­
mos que con el final del « R e in a d o de los cielos» no se terminan los
desafios para Tesub, ya que se nos han conservado otros poemas, en los
que Kumarbi continúa siendo una amenaza para él. Aunque no vuelve a
enfrentarse personalmente con él, va engendrando descendientes para
que lo destronen. Me limitaré tan sólo a apuntar los temas. Kumarbi,
unido con la hija del Mar, engendra al dragón Hedammu, de inmensa
voracidad que arruina a los hombres, provocando que éstos no puedan
hacer ofrendas a los dioses, de modo que los dioses padecen hambre,
lstar debe seducirlo y narcotizarlo y luego el monstruo acaba por ser
derrotado'*.
16. G E N E R A C IO N E S D E D IO S E S Y SU C E S IÓ N IN T E R R U M P ID A 265

E n el Canto de Ullikummi, K u m a r b i se u n e sexualm ente a una roca para


en g e n d r a r en ella a U llik u m m i, un m o n s tr u o de d io rita de crecim ien to
c o n stan te q u e am enaza c o n c e r r a r la se p a r a c ió n en tre C i e l o y T i e r r a ,
esto es, volver a la época p rim ig e n ia a n t e r io r a la sep aración de am bos.
Istar intenta tam bién s ed u c irlo , p e r o U llik u m m i es in sen sib le a sus
en can tos. S ó lo co n sig u en lib ra rse de él c u an d o lo s ierran con la sierra
p rim ig en ia en el p un to en que estaba clavado en el h o m b r o de U p ellu ri,
el dios que sostiene al m u n d o sobre sus espaldas.
O t r o s p e rs o n a je s que c o m p it e n con T e su b p o r la so b e ra n ía en los
cielos son u n o llam a d o Plata y o tr o desig n a d o con el id e o g ra m a K A L .
lo d o s ellos lo p o n e n en peligro grave, lo d erro ta n , Tesub debe retirarse
hu m illad o y cederles terren o hasta que a duras penas y con ayuda de otro
u otros dioses, b ien de Istar, bien de Ea, puede restablecer la situación.
Tesub aparece en el ciclo de K u m a r b i c o m o un dios siem p re am enazado
y que es cíclicam ente d erro tad o, au n qu e en cada ocasión logra recu perar
el p o d er.

1 6 . 3 . El. MITO H ESIÓ DICO


H e sío d o inserta el tem a de las diversas g e n e r a c io n e s de dioses y el d e s­
t r o n a m ie n to de vario s dioses s u p r e m o s sucesivos d e n t r o de su 7éogonía.
Se trata de un a n a rra c ió n bastante extensa e in te rru m p id a p o r m últiples
e p isodios s e c u n d ario s. R azones obvias de exten sión m e o b ligan a l i m i ­
tarme aquí a señalar tan sólo aquellos aspectos relevantes para los pun tos
de vista que p re te n d o sostener.
E n lo que p o d r ía m o s llam ar el <<programa>> de los mitos c o n ten id o s
en la Teogonia ( 1 0 5 - 1 1 3 ) e n u n c i a ya H e s ío d o un a tajan te d iv isió n en tre
una p rim e ra g e n e rac ió n de dioses, y otra que p rocedía de la p r im e r a :

C e leb ra d la sacra estirpe de los in m o rtales que p o r siem p re existen, 105


los que n aciero n de T ie rr a y del C ie lo estrellado,
y de N och e som bría y a los que crió el salobre Ponto
(...)
y los q u e n aciero n de ellos, los dioses d adores de b ien es; m
cóm o se p artie ro n las riquezas, cóm o se d ivid iero n las h on ras
y cóm o adem ás p o r vez p rim era o cu p a ro n el escarpado O lim p o .

Se trata pues de una tom a del p o d e r divin o (no otra cosa significa el
reparto de riquezas y h o n o r e s y la o c u p a c ió n del O li m p o ) p o r parte de

3 Véase cap itu lo 18 .


266 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

un os dioses nuevos, calificados de « d a d o r e s de b ie n e s » , que sustituyen


en esa situ a c ió n de p r e e m in e n c i a a u n a p r i m e r a g e n e r a c i ó n , la de la
T i e r r a y el C i e l o . L u e g o se d e s a r r o lla rá este e sq u em a c o n el llam ado
m ito de la su ce sió n q u e con stitu ye la v erd a d e ra « e s p i n a d o r s a l » del
p oem a.
C ie lo m an tien e con Tierra relaciones sexuales incesantes, que im p i ­
den el n acim ien to de los hijos de ésta, con la con sigu ien te molestia de la
1ierra. Por cierto que estos hijos son calificados de f o r m a no demasiado
elogiosa (Teogonia I 55 _ 1 56 )'-

los h ijo s más terrib les y od iab an a su padre


desde el p rin c ip io .

U n o de los hijos de C ie l o , C r o n o , p o r c o n sejo de su m adre, castra a


su p a d re . De las s a lp ic a d u ra s de san gre p r o d u c t o de la em a sc u la c ió n ,
recogidas p o r la tierra, nacen las E rin is , los G igan tes y las Melias (Teogo­
nia 1 8 2 - 1 8 7 ) . C o n v ie n e señ alar que esta iniciativa de la Tierra, llevada a
cabo p o r su h i jo , se c o n s id e r a p o r el poeta c o m o u n a con secu en cia
lógica de la m aldad de C i e l o (Teogonia 1 6 6 y 1 7 2 ) :

p o rq u e p rim e ro había m aq u in ad o él acciones indignas.

L a acción de C r o n o n o está p o r tan to e n c a m in a d a a la tom a del


p o d e r , sin o a aliviar la in so p o rta b le situación de su m ad re . El hecho es,
sin e m b a r g o , q u e C r o n o se c o n vierte en so b e r a n o de los dioses. C r e o
que tam bién debem os fijar nuestra atención en la fo r m a en que Hesíodo
se refiere después a esta circunstancia (Teogonia 4 8 6 ) :

al gran so b eran o h ijo de C ie lo , rey de los dioses más antiguos.

D e nuevo hallam os una divisoria tem po ral en tre los dioses de antaño
y los nuevos, que habrían de ser los g o b e rn a d o s p o r Zeus.
C r o n o , u n id o a Rea, tiene seis hijos a los que va d evo ran d o nada más
n acer. A h o r a sí se declara laxativam ente que las m otivacion es son evitar
que algu n o de ellos le arrebate el p o d e r real, p osib ilid ad que se expresa
p o r m e d io de p rofecías de la T i e r r a y del C ie lo (Teogonia 4 5 9 - 464 -):

y los iba d evoran d o el gran C r o n o ... +59


a fin de que n in gú n o tro de los ilustres U rán id as 4.61
osten tara e n tre los in m o rtales la regia d ign id ad .
Y es que se había en terad o, p o r boca de T ie r r a y de C ie lo estrellado,
de que su d estin o era verse som etid o p o r un h ijo suyo.
16 . GENERACIONES DE DIOSES Y SUCESIÓN INTERRUMPIDA 267

Tales precauciones fracasan, ya que Rea lo engaña en una de las oca­


siones, cuando da a luz en secreto a Zeus y lo oculta en una gruta. La
diosa le da a C ro n o , en lugar del recién nacido, una piedra envuelta en
pañales. Hesíodo predice la posterior derrota de C r o n o a manos de
Zeus, ya que aquél no se da cuenta de que, al devorar la piedra, deja con
vida a su hijo, de quien se dice ( Teogonia 4 9 ° " 4 9 1) :

que bien pronto, tras haberlo domeñado con su fuerza y con sus brazos, +90
iba a desposeerle de su privilegio y a reinar entre los inmortales.

C ro no acaba por vomitar la piedra, que también se convierte en un


objeto de culto, pero Hesíodo reinterpreta el tema oriental para dar lugar
a un aition específicamente griego: nos dice que la piedra es la que se con­
servaba en Delfos (que aún recibía culto en época de Pausanias). Además,
la piedra actúa como un emético que le hace vomitar los dioses que se
había tragado antes y que salen de su interior, detrás de la piedra. Zeus,
salvado así de la devoración, acaba por hacerse con el poder supremo, pese
a que Cro no alza contra él a los Titanes. Es de destacar que en la versión
hesiódica Zeus es nombrado rey « p o r consenso» de los dioses, una vez
liberados de la violencia de los Titanes. Todo es poco para insistir en la
justicia y legitimidad del nuevo dios supremo (Teogonia 8 8 3 - 8 8 5 ) :

E instaron entonces, por supuesto, a que fuera rey y soberano


—por discretos consejos de T ierra—al O lím pico Zeus longitonante
entre los inm ortales. Y él distribuyó bien las dignidades. 835

A su vez Zeus, llegado al poder en este ambiente de concordia e ins-


taurador de un orden justo, toma sus propias precauciones para evitar
que un hijo lo destrone a él. En este caso en lugar de comerse a sus
hijos, se come a su propia esposa, Metis, y detiene así el proceso de la
sucesión. De nuevo intervienen los constantes consejeros, Cielo y T i e ­
rra, que le advierten de los riesgos que podría comportar para el dios su
descendencia ( Teogonia 8 9 1 - 8 9 8 ) :

... por discretos consejos de T ierra y de C ielo estrellado.


Y es que así lo previnieron, a fin de que la regia dignidad
no la ostentara en vez de Zeus otro de los dioses imperecederos.
Pues era su destino que engendraría hijos muy prudentes:
la prim era, una hija, Tritogenia, de ojos muy brillantes ... 893
pero después también un hijo, rey de dioses y de hom bres, 807
iba a engendrar, dotado de soberbio corazón.
268 IV. MITOS G RIEGO S Y MITOS D EL PRÓXIMO O RIEN TE

Ello le acarrea, por cierto, problemas adicionales, como el de tener


que parir él mismo a Atenea de su propia cabeza*.
Hesíodo, tras contarnos en la Teogonia que Zeus libera a los Uránidas,
que le regalan el rayo, su arma característica (507SS.) y tras referir la his­
toria de Prometeo, nos narra la Titanom aquia y la Tifeomaquia, dos
intentos de contestar el poder de Zeus. La Titanomaquia se aparta nota­
blemente del modelo oriental. Primero, por su carácter colectivo en que
C ro n o es uno más. Segundo, porque aparece antes de la toma del poder
por parte de Zeus, tan sólo como el último episodio del destronamiento
de C ro n o , no como una reacción producida después del advenimiento
de Zeus al poder.
El segundo antagonista de Zeus es Tifeo, pero de él hablaré en otro
lugars.

1 6 . 4 . L A T E O G O N I A DE L P A P I R O DE D E R V E N l
Hay dentro de la literatura griega otro eco de este mismo mito, en una
teogonia órfica que nos recoge el llamado Papiro de Derveni, un rollo de
papiro hallado en 1 9 6 2 , en Derveni, a IO km al noroeste de Salónica,
jun to a una tumba perteneciente a un grupo de seis, en los restos de la
pira funeraria. Destinado a ser quemado, el papiro rodó de la pira y
sólo se chamuscó, lo que, paradójicamente, posibilitó la conservación
de una gran parte de él, ya que, de otro modo, la humedad lo habría
destruido hace ya muchos siglos. Nos ha llegado gran parte de él. El
rollo se data entre 3 4 0 y 3 2 0 a . C . , lo que lo convierte en uno de los
más antiguos papiros griegos conservados.
La mayor parte del texto que se ha conservado contiene un comen­
tario anónim o, de corte alegórico y muy influido p o r lecturas de los
presocráticos. I .a obra objeto de comentario era una Teogonia órfica, que
podemos fechar a fines del siglo VI a . C . y que presenta notables simi­
litudes con otras teogonias órficas de épocas posteriores —y que ya
conocíamos a través de algunas referencias y un puñado de fragmentos
literales—, pero también algunos rasgos diferenciales en puntos impor­
tantes.
Es difícil hacer afirmaciones claras sobre esta Teogonia, dado que sólo
conservamos de ella los versos o segmentos de verso que cita su anónimo
comentador. Por el orden de las citas parece claro que el poema comen-

4 Véase el capitulo 7-
Véase el capitulo 18.
16 . GENERACIONES OE DIOSES Y SUCESIÓN INTERRUMPIDA 269

zaría por cantar la gloria de Zeus, para retroceder luego en una especie
de Jlash-back en el que se contarían los orígenes de esta situación.
En la interpretación de algunos de los aspectos que para nuestro
propósito son más importantes hay considerables divergencias entre los
estudiosos. Sin entrar en una discusión profunda, fuera de lugar aquí,
presentaré los versos citados en el papiro que resultan más relevantes
para el tema que nos ocupa, y referiré las interpretaciones divergentes
más significativas. OF seguido del número de fragmento corresponde al
de mi edición de los poemas de « O r f e o » .

OF 4 que nacieron de Zeus, el monarca más que poderoso**.


Of 5 Zeus, cuando, recibido de su padre, el poder determ inado por
los dioses
tomó en sus manos y la fuerza, y a la ilustre deidad.
0/6 Y Zeus (... llegó a la cueva, donde)
se sentaba Noche, sabedora de todos los oráculos, inm ortal
nodriza de los dioses,
(para que e lla...) le vaticinara desde su santuario.
Y ella le vaticinó lodo cuanto le era lícito lograr:
cómo ocuparía la hermosa sede del nevado O lim po.
0 /- 7 Zeus, una vez que oyó los vaticinios de su padre,
OF8 se tragó el falo (de C ielo), que había eyaculado prim ero el éter.
0 / IO ... que llevó a cabo algo grande^...
... le arrebató la soberanía ...
C ielo, hijo de Noche, que fue el prim erísim o en reinar,
Y de éste a su vez ('ro ñ o , y luego el prudente Zeus.
OF 11 y obtuvo el ingenio y la dignidad regia de los felices.
... ( cuando Zeus engulló) las fuerzas todas (de C ielo).
OF 12 del falo del rey nacido el prim ero, y a él todos
los inmortales quedaron incorporados: dioses felices y diosas,
ríos, fuentes amables y todo lo demás
cuanto entonces había llegado a ser, así que él llegó a ser único.
Of 13 Y ahora es rey de todos y en adelante lo seguirá siendo.
OF 16 Y concibió a T ierra y al anchuroso C ielo, arriba,
y concibió a O céano que fluye anchuroso con gran fuerza,
e hizo fluir en él los tendones de Aqueloo de argénteos rem olinos
del que todo mar procede.

6 Se supone que precederá una Irase como «canta /voy a cantar a los d ioses...».
7 Se refiero a Crono, que había castrado a Cielo.
270 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

OF >8 Mas cu an d o h ub o co n ceb id o todas sus obras la m ente de Zeus,


él q uiso u n irse en a m o r co n su m ad re.

Los p ro b le m a s básicos que suscita la lectura de estos fragm entos son


fu n d a m e n ta lm e n te tres:
1. Q u i é n es el rey n a c id o el p r i m e r o (protogonos). Si es un nom bre
p r o p i o c o m o en algunas co sm o g o n ías órficas p oste rio res, se trataría de
un dios diferen te, P ro tó g o n o , al que habría que situar el p r im e r o , antes
de C i e l o . P ero p u e d e s e r un ep íte to de C i e l o , lo cual m e parece más
v e r o s ím il. E n e fe c to , n o hay n ad a e n los d em á s v ersos c o n serv a d o s de
esta Teogonia q u e n o s a u to r ic e a p o s tu la r una d iv in id a d a n t e r i o r a la
secu en cia C i e l o - C r o n o - Z e u s . A d e m á s , si P r o t ó g o n o es un n o m b re
p r o p io , C ie lo no habría rein ado el p r im e r o , c o m o se afirm a claramente
( O F io). Es evidente, p o r lo tanto, a mi p arece r que « q u e fue el p r im e -
risim o en r e i n a r » y « e l rey nacido el p r i m e r o » son expresiones s in ó n i­
mas y referidas am bas a C ie l o .
2 . La in te rp retació n de la palabra que he trad u cid o c o m o un sustan­
tivo, « f a l o » (aidoion), p e r o que p ued e ser un adjetivo y sign ificar « v e n e ­
r a b l e » . L^a p r im e r a p o s ib ilid a d es la q u e e n tie n d e el p r o p i o c o m e n ta ­
rista; para s o s te n e r la seg u n d a hay q u e s u p o n e r q u e P r o tó g o n o
in te r v e n ía c o m o p e r s o n a je en la a cc ió n de esta Teogonia —lo cual es más
que d u d o s o , c o m o acabam o s de v er—, hay adem ás q ue a lte r a r el orden
en q ue las citas a p a re ce n en el p a p i r o y, lo q u e es más d ifíc il, s u p o n e r
q ue el au to r del c o m e n ta r io del Papiro de Derveni en tien d e p e o r que n o s o ­
tros un texto que él tenía en tero y n osotros, n o . En mi o p in ió n , hay que
trad u c ir « falo » .
3 - T o d o ello afecta, c o m o vem os, al o rd e n de los aco n tecim ien tos en
esta Teogonia. Si se acepta la p resencia de P r o tó g o n o c o m o p erso n aje, hay
que alterar el o rd e n de las citas y s u p o n e r en el com entarista una c o n s i­
d e ra b le falta de e n t e n d e d e r a s , m ie n tr a s q ue la lectu ra « f a l o » resulta
más a c o rd e c o n las p ro p ia s citas y fía más en la cap acidad del a n ó n im o
au to r del p a p ir o para e n t e n d e r lo que lee.
S o b r e esta base, p o d e m o s rec o n s tr u ir a gran des rasgos la línea arg u -
m en ta l. El p r i m e r rey fue C i e l o ( 1 0 . 3 ) , y el p r i m e r o q ue n ació ( l 2 - 0 -
Es h ijo de la N o c h e ( 1 0 .3 ) » si b ie n ésta n o parece te n e r n in g u n a re la ­
c ión co n la so beran ía. C ie lo tiene c o m o h ijo a C r o n o ( 1 0 . 4 ) 1 que luego
castra a su p ad re; ésta es la in te rp retació n de « lle v ó a cabo algo g r a n d e »
( l O . l ) . C r o n o tien e c o m o h ijo a Z e u s, q u i e n , lu e g o , o b e d e c i e n d o a
unas p r e d ic c io n e s de la N o c h e ( 6 ) y de C r o n o (7 ) , d evo ra el falo de
16. G E N E R A C IO N E S OE D IO S E S Y S U C E S IÓ N IN T E R R U M P ID A 271

C ie lo (8 ). C o n ello q u ed a em barazad o y da a luz a su vez a o tro s dioses


( l 2 , 16) y, lo Cjue es más c u rio so , a los ríos, lo q ue asim ilaría aún más el
mito grie go al hitita en el cual, recu érdese, nace de K u m a r b i un río, el
A ranzah. P or ú ltim o , Z eu s com ete incesto con su m adre, Rea ( 1 8 ) .
E n las teogo n ias órfic as p osteriores, de a cu e rd o c o n los frag m e n to s
que con servam os de ellas se hablaba de cuatro m o n arca s d ivin os sucesi­
vos, si b ie n se alteran los p e r s o n a je s . N o p o d e m o s e n t r a r a h o r a en los
detalles de este p ro b lem a.

1 6 .5 . A lgunas co n sid eracio n es

SOBRE EL C O N T E N I D O DE ESTOS MITOS


Hallamos pues un esquem a m ítico m uy sim ilar, incluso en sus m ín im o s
detalles, en un relato hu rroh itita y en dos versiones griegas. T ra te m o s de
penetrar un tanto en sus co n ten id o s.
O bservam o s en él en p r im e r lugar algunos rasgos típicos de un m ito
agrario: la característica estru ctu ra de s u stitu ció n de lo viejo p o r lo
nuevo, la in te rve n ció n de p e río d o s cíclicos y la im p o rta n c ia de la f e r t i ­
lidad. Incluso el p erson aje de K u m a r b i - C r o n o presenta claros rasgos de
divin idad ag ríc o la : K u m a r b i se asim ila al s e m ític o D agan (es d e c ir , al
G ra n o ) en las listas de dioses hu rritas que n os d ep ara n los d o cu m e n to s
de Ras S h am ra, y en cuanto a C r o n o , Plutarco (Causas romanas 4 2 ) alude a
la posibilidad de ver en él un a d iv in idad de o rig en agrario:

¿ P o r que utilizan el tem p lo de S a tu rn o c o m o d ep ó sito de los b ie n e s


p ú b lico s? ... o quizá p o rq u e el dios es el d escu b rid o r de los fru tos y patrón
de la agricu ltu ra. Pues eso es lo que significa la hoz.

Por otra parte hallam os el tema m ítico de la separación de la tierra y


del cielo, a c o n tec im ien to p r im ig e n io n a rra d o en m últip les relatos d is­
persos p o r todo el m u n d o y c o n d ic ió n necesaria para que p ued a existir
el m un do tal c o m o lo c o n o c e m o s. La separación habitu alm en te se p r o ­
duce p o r m ed io de la castración del cielo.
Inserto en este c o m p le jo esquem a m ítico se halla aú n o tr o tema que
tiene a sim ism o q u e ver c o n el t i e m p o : el de las e s p e c u la c io n e s s o b re
soberanía y las he ren cias del p o d e r , trasu n to celeste de los avatares del
poder h u m a n o . U n p r o b le m a q ue se halla im p lic a d o con el de la ex is­
tencia de g e n e r a c io n e s de dioses. M erece la p e n a q ue n o s d e ten g a m o s
un instante en esta cuestión.
Un m o d e lo de divin idad c o m o el que nos es más fam iliar, el ju d e o -
cristiano, esto es, c o n un solo D io s e t e r n o y o m n i p o t e n t e , excluye la
2 7 2 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

con sid era ció n de este p ro b lem a, que ni se plantea siqu iera en religiones
de este tip o . E n c a m b io , en re lig io n e s cuyos dio ses son m ú ltip les y
nacen en g e n e rac io n es sucesivas si que cabe plantearse p ro b lem as sobre
la estructura del p o d e r y las disputas p o r la so b e ran ía en tre esos dioses.
El m ito a b o rd a esta cu estió n de d ife re n te s fo r m a s : un a es n a r r a r la
d isp uta e n tr e el d io s q u e o cu p a el p o d e r s u p r e m o y o tr o s dio ses o un
m o n s t r u o , disp u ta en que el p r i m e r o sale v ic t o r io s o . Esta es la fo rm a
característica de los m itos estacionales, c o m o los de lucha con tra el d r a ­
g ó n , p o r e je m p lo , en los que, tras el com bate anual y la victoria del dios
sobre el d ra g ó n , se trasluce el c on trol o rd e n a d o de las estaciones y de las
aguas, a u n q u e el m otivo aparece en otros m itos en q ue este reto al dios
tr iu n fa d o r es ocasional, c o m o la T if e o m a q u ia hesiódica .
O t r a f o r m a de a b o r d a r el p r o b l e m a de las luchas e n tre dio ses es la
derro ta del dios su p r e m o y su sustitución, a veces definitiva, a veces sólo
te m p o r a l. C o n fr e c u e n c ia estos m ito s de t ra n sm isió n del p o d e r sirven
de explicación mítica a un cam bio en los cultos que se ha p r o d u c id o p o r
el d e v e n ir de la h is to ria de los h o m b r e s . P o r c ita r u n e je m p lo , la l la ­
m ada Teología de Menjis egipcia surge c u an d o la p r im e ra dinastía traslada su
capital a M e n fis , cuyo d io s p r o t e c t o r e r a Ptah. S e n a r r a e n t o n c e s un
m ito en q ue Ptah a d q u ie r e una p a rtic u la r im p o r ta n c ia y una situación
de p re e m in e n c ia fren te a los dem ás dioses.
U n a tercera f o r m a , más esp ecífica, de p r e s e n ta r el p r o b le m a de las
luchas en tre dioses es la q ue aq u í nos ocu p a, la existencia de dioses que
nacen , un os después de otros, sucesivos, cada u n o de los cuales arrebata
el p o d e r a su a n te c e s o r, para ser a su vez d e s t r o n a d o , y los diversos
intentos de lo gra r que el ciclo se detenga, hasta que de hecho se detiene.
E n estos m ito s, un d io s lleg ado el ú lt im o c o n s ig u e d e t e n e r el ciclo de
d e s t r o n a m ie n t o s y r e in a , m ie n tra s q ue los dioses p r i m i g e n io s q u e d a n
relegados.
E n tales relatos hallam os siem p re unas características m uy estables:
a) Es característico que los dioses de an tañ o no reciban culto.
b) S u e le tratarse de dioses rela c io n a d o s c on los e le m e n to s p r i m o r ­
diales. P o r citar algunos ejem p lo s, A p su y T ia m at en el Enuma Elis b a b ilo ­
n io . re p r e s e n ta n p r o b a b l e m e n t e el agua d u lce y el agua salada, c o m o
O c é a n o y Tetis en alguna vaga alusión h o m é ric a q ue trasluce un m o d e lo
s im ila r (¡liada 1 4 - 2 0 0 s . , I 4--24-4-)- el g r u p o de los « d io s e s a n t ig u o s »

8 Vcase el capitulo 18.


16. G E N E R A C IO N E S D E D IO S E S Y S U C E S IÓ N IN T E R R U M P ID A 2 7 3

de los hititas hallam os a los llam ados « d io se s de la t i e r r a » . S o n p r i m o r ­


diales ellos m ism os, y su tiem po suele ser un tiem p o distinto, a n te r io r al
tiempo o r d e n a d o de los nuevos dioses.
c) Estos dioses son con fre cu e n c ia —e n c o n s o n a n c ia c o n su relación
con los elem en to s naturales— im previsibles, violen tos, a veces d e fo rm e s
y m onstruosos. Piénsese, p o r citar ejem p lo s más fam iliares, en la galería
de m on stru os q ue puebla la Teogonia hesiódica en las p rim eras g e n e r a c io ­
nes divinas. Del p r o p i o C r o n o y de sus h e r m a n o s dice H e sío d o ( Teogonia
13 8 ) que eran

los más terrib les h ijo s y ab orrecían a su padre.

d) S o n , adem ás, aliados de las fuerzas oscuras. H e m o s visto que en la


cosm ogonía órfica es la N oche la que está en el o rig e n . O tam bién , d e n ­
tro del g r u p o de los dioses hititas de an tañ o, están los dioses in fe rn a le s
antiguos del c ir c u lo de L e lw a n i, la diosa del m u n d o s u b t e r r á n e o . P o r
ello hay un c o n t in u o riesgo de q ue desaten esas fuerzas oscuras y t e n e ­
brosas, n octurn as, in fe rn a le s. S o n una am enaza, razón p o r la cual s u e ­
len estar a h e r r o ja d o s , e n c e r r a d o s o d e s te r r a d o s , lejos de los c e n tr o s
donde p u ed e ejercerse el p o d e r d ivin o.
e) S in e m b a r g o , so n sab ios: sus o r á c u lo s y c o n s e jo s sigu en p e r v i ­
viendo y o rie n ta n la actuación de los dioses siguientes.
E n sum a, se trata de dioses del d e s o rd e n , de lo an á rq u ic o y natural,
con to d o lo q u e ello c o m p o r t a de riesg o , f i e r o al m is m o t ie m p o se
hallan en el o r ig e n , en la base de to d o lo dem ás y son im p rescin d ib le s,
sobre to d o p o r q u e p o s e e n la sab id u r ía n o a p r e n d id a de q u ie n to d o lo
conoce p o r q u e siem p re ha existido.
Por el con trario, los dioses « m o d e r n o s » reciben culto, generalm ente
son más justos, representan las fuerzas del orden —natural y político—y de
la ju sticia y garantizan la fec u n d id a d , asim ism o o rd e n a d a, de la n a tu r a ­
leza frente al caos. G o b ie r n a n sin disputa en este nuevo o r d e n . Hay p o r
tanto una cierta idea de p r o g r e so en esta su stitu ción de las d iv in id ad e s
o rig in a ria s , d e fo r m e s , m o n stru o sas, im p revisibles, violen tas, caóticas,
aliadas de la n o c h e y de las fuerzas oscu ras p o r otras d ivin id ad e s que
im p o n e n el o r d e n , la estabilidad, la p r o s p e r id a d y la justicia. L o q ue es
difícil es d e te r m in a r si esta d eten ción de la antigua sucesión refleja o no
un ca m b io en las circu n stan cias de los asu n tos h u m a n o s , p o r e je m p lo ,
una sustitución de cultos y rituales anuales agrarios p o r una nueva r e li­
gió n , basada en un dios su p re m o , quizá llegado con un p u eb lo invasor.
Este tipo de constataciones es siem p re muy p roblem ático.
274 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

S in em bargo, este p rogreso no pued e co n tin u a r in d efin id am en te. El


m u n d o actual es en estos m itos el m e jo r de los m u n d o s posibles, ya que
el ser h u m a n o tien e unas lim it a c io n e s q ue n o p u e d e ni d eb e in tentar
atravesar. Y está g o b e r n a d o p o r las m ejo res de las d ivin idades posibles,
que han alcan zado el p o d e r p ara c r e a r u n a s itu ac ió n estable, justa y
o rd e n a d a. E.s in c o n c eb ib le que p u ed an ser sustituidas p o r otras mejores
a ú n . P o r el c o n t r a r i o , to d o s los in te n to s de d e s t r o n a r a los « n u e v o s
d io s e s » p ro c e d e siem p re de las fuerzas del pasado, de las fuerzas oscu ­
ras, telúricas, ah errojadas p o r el nuevo o r d e n , y están p o r tanto c o n d e ­
nados al fracaso.
P o r ello los n u evo s dioses n o d eb en ser d e s t r o n a d o s y su p o d e r no
d eb e ya t r a n s m itirs e . L o s d e s t r o n a m ie n t o s cara c te rístic o s de la etapa
a n t e r i o r n o d e b e n s e g u ir p r o d u c i é n d o s e . A sí pues, la lín e a sucesoria
tiene que in te rru m p irse , o al m enosalterar.se. m odificarse. La divinidad
que está en el p o d e r , a la q ue un a c o m u n id a d y desde luego sus g o b e r ­
nantes r i n d e n culto, no puede verse sustituida p o r otra.
Hay que ten er en cuenta adem ás dos factores más: u n o . que, aunque
el m o d e lo m ítico del g o b i e r n o de los cielos es in ic ia lm e n te un m odelo
tem po ral y su c e so rio , s im ila r al del p o d e r h u m a n o , hay un a diferencia
esen cial e n tr e el g o b i e r n o de los dioses y el de los h o m b r e s . Y es que,
m ie n tra s los h o m b r e s n acen y m u e r e n , y, p o r c o n s ig u ie n te , el p o d e r
tien e q ue s e r t r a n s m it id o de g e n e r a c ió n en g e n e r a c i ó n , los dioses
nacen, p ero no m u e ren . Es pues natural que el p o d e r de los dioses naci­
dos los ú ltim o s tenga que h a b e r sido h e r e d a d o de o tro s más an tigu os,
p ero p o r su carácter d ivin o, la tran sm isió n del p o d e r debe diferenciarse
de la h u m a n a y llegar a una situación estable, definitiva, en que el p o d er
no se transm ita ya. F.1 segu n do, es que en la co n c e p c ió n de realeza a n t i­
gua. la suerte de una c o m u n id a d está u n id a in tim a m e n te a la existencia
de u n m o n a r c a estable a su fren te, y a su vez, la de éste, a la p ro tec c ió n
de u n d e t e r m i n a d o d io s. La su s titu c ió n de este d io s p o d r ía p r o d u c i r
una reacción en cadena de im previsibles resultados.
La c o n s e c u e n c ia de este c ú m u lo de c o n c e p c io n e s s o b r e el « n u e v o
o r d e n » es que en el m ito debe cristalizar una fo rm a p o r la que se rom pa
c o n la situ a c ió n a n t e r i o r , caracterizad a p o r el d e s o r d e n , el c o n t in u o
su c e d e rse de u n o s dioses p o r o tro s , la in e sta b ilid a d p r o d u c i d a p o r la
rivalidad entre dioses, y se llegue a una nueva en la que el p o d e r del dios
su p r e m o n o sea contestado. Y esta fo r m a de r u p tu ra n ecesariam en te se
ejercerá sobre la p ro p ia cadena n o rm a l de la g e n e r a c ió n . E n otras pala­
bras: c o m o la g e n e ra ció n n o r m a l p a d r e s - h ijo s era la característica de la
16. G E N E R A C IO N E S D E D IO S E S Y S U C E S IÓ N IN T E R R U M P ID A 2 7 5

antigua situ ación, se s u p o n e q ue si esta g e n e ra c ió n « n o r m a l » se c o n t i­


nuara, ello sign ificaría el m an ten im ie n to in d e fin id o del carácter tran si­
torio del d io s re in a n te y de las disputas p o r el p o d e r d iv in o . P o r ello ,
está claro q u e p ara r o m p e r c o n esta s itu a c ió n n o q u e d a o t r o r e m e d io
que actuar co n tra esta g e n e r a c ió n n o r m a l; c a m b ia r de raíz el o r d e n de
las cosas.
Es natural q ue un a cuestión c o m o ésta abra un c a m in o in m e n s o a la
fértil e s p e c u la c ió n m ítica so b re variantes al o r d e n n o r m a l de las cosas
en n u e s tr o m u n d o , en u n tem a c o m o el del sexo y la r e p r o d u c c i ó n ,
sum am ente ab ierto a la cu riosid ad y a la fantasía. AI h ilo de este intento
de d e t e n e r la g e n e r a c i ó n se e x a m in a asi en estos relatos un c o m p l e jo
juego de p osibilid ad es alternativas. A lgu n as resultan fallidas en su p r o ­
pósito, p o r q u e se halla una con trap artid a con tra ellas. O tra s en cam b io
tienen éxito y lo g r a n su p r o p ó s i t o . P o r sup u esto q u e éstas so n las que
aplica el p r o p i o d io s q u e r e in a en la actu a lid ad . P o d e m o s catalogarlas
som eram ente:
U na de las posibilidades sobre la que se especula es la de im p e d ir los
n acim ien tos de los d e s c e n d ie n te s p o r c o p u la c ió n c o n t i n u a . Es lo q ue
hace C ie lo c o n T i e r r a en el m ito h e sió d ic o . La co n trap artid a es la cas­
tración, asociada con el tema de la separación de la T i e r r a y el C ie lo .
O tr a es actuar s o b re los d escen d ie n tes, d e v o rá n d o lo s . E s la seguida
por C r o n o en el m ito hesiódico y la que intenta K u m a r b i en el h u r r o h i -
tita. C o m o co n tra p a rtid a de esta dev o rac ió n se utiliza un m otivo típico
del cuento p o p u la r : la sustitución de un n iñ o p o r un a p ied ra. Piénsese,
p or e je m p lo , en el c u e n to del L o b o j los siete cabritos en que se re lle n a la
tripa del lo b o con p ie d ra s , un a vez e x tra íd o s de ella los c a b rito s. Tal
situación se p ro d u c e con toda clarid ad en el m ito he sió d ic o . D e s c o n o ­
cemos la s itu ac ió n precisa de este m o tiv o en el h u r r o h i t í t a , p o r q u e se
narra en u n a p arte m uy d a ñ a d a de la tablilla. La e n treg a de la p ie d ra
tiene sin e m b a r g o f u n c i o n e s d ife r e n t e s en am b as v e r s io n e s : m ie n tra s
que en H e sío d o la roca es devorada y con sigu e p ro v o ca r q ue se vom iten
los demás hijos q ue antes habían sido en gu llidos, en el m ito hu rroh itita ,
al parecer, el d a ñ o q u e K u m a r b i se hace en la bo ca lo d is u a d e de q ue
continúe en su in te n to de tragársela.
U n a tercera es v io la r la s e cu e n cia fa m il i a r , de a c u e r d o c o n la cual
hallamos el in cesto de Z e u s con R ea en la te o g o n ia ó r fic a , incesto que
suponem os b e n e fic io so y q ue logra su p ro p ó s ito de r e a fir m a r el p o d e r
de Zeus. Esta « tra s g r e sió n del o r d e n de las g e n e r a c io n e s » es ad m isible
para los dioses, n o para los h u m a n o s . U n trasgreso r h u m a n o típ ic o es
276 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

E d ip o , que al casarse c on su m adre, vuelve al revés la línea de las genera­


ciones y p o r ello es castigado. S u descen dencia se da m utua muerte.
La cuarta, y la más trasgresora de todas, p o r tratarse de un imposible,
es la v io lació n de la d is trib u c ió n de sexos. E n o tro s té rm in o s , la apari­
ción de un h o m b re que pare o el n a c im ien to de la tierra fecundada por
sem en d e rra m a d o sobre ella. E n H e sio d o es la d evo ración de Metis por
parte de Z eus la que logra d eten er la cadena de generacion es. E n el mito
h u r r o h it it a el e m b a r a z o de un d io s lo g ra ese e fecto , p e r o no para él
m ism o, sino para su descendiente. Pero ello oc u rre p o rq u e la estructura
del m ito h u rro h itita es muy d iferen te, c o m o verem os.
U n a ú ltim a o b se rv a ció n , que p o n e de m a n ifie s to esta cu riosa rela­
c ió n , a p r i m e r a vista c h o ca n te , e n tr e s o b e r a n ía y p r o b le m a s de sexo y
r e p r o d u c c ió n , es q ue en el p r i n c ip io de los tiem p o s, en las épocas más
p r im ig e n ia s de todas, en las q u e n o hay casi dioses a ú n y tam p o co hay
p o r ello p roblem as de soberan ía divina, p ues no hay sobre q u ién reinar,
la g e n e r a c i ó n n o es t a m p o c o n o r m a l todavía, s in o q u e se p r o d u c e la
a p a r ic ió n de n u evo s seres de m o d o « e s p o n t á n e o » . Y es precisam ente
c u a n d o se o r ig in a n las ge n e ra cio n e s « n o r m a l e s » c u an d o se inician los
c on flictos p o r el p o d e r.
T o d o este c o m p l e jo c o n j u n t o de « p i e z a s » m íticas se c o m b in a en
estructuras distintas. L,a o rd e n a ció n diferen te de los m ism os o parecidos
mitemas (llam am os así a « p ie z a s » o segm entos de tram a que configuran
un m ito d e t e r m in a d o ) y el a ñ a d id o de alg u n o s detalles p r o d u c e en
efecto m itos cuyo sign ificad o es m uy d iferen te y que o b edecen a p r o p ó ­
sitos distintos tam bién . Veam os cuáles son estas diferen cias de co m b in a ­
ción y estos detalles diferentes.

l 6 . 6 . LA. O R G A N I Z A CI Ó N DE L MITO H U R R OH I T I TA
En el c o n j u n t o m ític o q u e n os n a r r a el texto h u r r o h it i t a h a llam o s las
siguientes características:
O bservam os, lo p r im e r o , que no hay referencia a una cosm og on ía ni
a un estadio a n t e r i o r al de la disp u ta p o r el p o d e r . El p r o b le m a de la
s o b e ran ía se p r o d u c e desde el p r in c ip i o . O en otras palabras, todas las
divinidades m en cio n ad as en el relato, desde la p r im e r a , son reyes.
V em os tam bién que los rein ad o s de los p r im e r o s dioses se extienden
p o r plazos de t ie m p o fija d o s , « n u e v e a ñ o s c o n t a d o s » , a d ife r e n c ia de
los o t r o s cjue h e m o s trata d o , en q ue n o se h a cen p r e c is io n e s de este
tipo. P robablem ente esta circunstancia de reinados regulares sucesivos es
p ro p ia de un m ito ag rario cíclico. S in em b a rgo tam bién se señala cjue se
16. G E N E R A C IO N E S D E D IO S E S Y S U C E S IÓ N IN T E R R U M P ID A 277

trata de años p ertenecien tes al tiem po mítico (n o otra cosa significa « e n


los antiguos a ñ o s » ) .
Por otra parte, K u m a r b i no se lim ita a castrar a A n u , c o m o o c u r r e
en la versión hesiódica con C r o n o y C ie lo , sino que devora sus genitales
y queda em b a raz ad o . N o se m e n c io n a , p o r tanto, el in s tr u m e n to c o r ­
tante con que se se p a ró el cielo de la tie r r a , que sí era u n tem a m ítico
con ocid o p o r los hititas, ya q u e se alu d e a él en o t r o m ito (el de U l l i -
kum m i)9. La castración y la dev o rac ió n son aq u í sim ultáneas y m otivan
el em barazo del v a r ó n . El in te n t o de i n t e r r u m p i r la su c e sió n resulta
fallido para K u m a r b i . En cam b io Tesub, su sucesor, lo logra sin que, al
parecer tenga q u e r e c u r r i r él m is m o a un e x p e d ie n te c o n c r e t o . Muy
pronto trataré de r e s p o n d e r al m otivo de esta v ariación fu n d am e n tal.
Pero, antes que eso, es im p o rta n te señ alar o tro aspecto que d i f e r e n ­
cia el mito h u rro h itita del de la Teogonia hesiódica: los dioses im plicados
en el relato hesiódico son cada u n o de ellos h ijo del an terio r. E n el texto
hitita n un ca un hijo arrebata el p o d e r a su p adre. K u m a r b i , el dios que
reina en tercer lugar, es « d e s c e n d e n c ia de A l a l u » , es d ecir, del p r im e r
rey, pero el segu n do dios de los cielos, A n u n o parece ten er parentesco
con Alalu. Es cu rio so en este sen tido que ilustres estudiosos se c o n f u n ­
dan en este p u n to y a fir m e n que K u m a r b i destron a a su p ad re A n u . Se
trata aquí de dos dinastías rivales de dioses q ue com p etían p o r el p o d e r,
de form a que, alternativam ente, cada pad re depuesto es vengado p o r su
hijo, que tom a el p o d e r de q u ie n había d e s tr o n a d o a aquél. E n efecto,
se dice que K u m a r b i es « d e s c e n d e n c ia —esto es, h ijo —de A l a l u » , m ie n ­
tras que Tesub es hijo de A n u , d ad o que nace de la sim ien te de este dios
devorada p o r K u m a r b i ju n to con sus genitales. E sq uem átic am en te:

I a dinastía 2"dinastía
Alalu Anu

Kum arbi T esub

Se ha s u g e r id o q ue p u e d e h a b e r en esta disputa de dos dinastías el


reflejo de una antigua rivalidad de dos ciudades en la prehistoria hurrita.
Por mi parte, yo p o n d r ía de relieve dos aspectos más, que co n sid ero
muy im p ortan tes en el análisis de este m ito . P r im e r o , que es reseñable
que cuando Alalu y A n u son d estron ado s, am b o s al cabo de nueve años

9 Cf. infra.
278 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

c u m p lid o s , se c o m p o r t a n de u n m o d o m uy d is tin to : A la lu hu ye a la
negra tierra, m ien tras que A n u sube al cielo. P od ríam o s p ensar, a partir
de ello, que A n u rep resen ta u n a g e n e r a c ió n de dioses del cielo y Alalu
un a g e n e ra c ió n de dioses de la tierra. Se ha ad aptado la sep ara ción del
cielo y de la tierra al m ito sucesorio de un a fo r m a totalm en te distinta a
la hesiódica.
Pero más im p ortan te aú n es destacar el segundo aspecto, y que enlaza
adem ás con la p artic u larid a d del em barazo del dios v aró n al que m e he
r e fe r id o antes: T esu b no es sólo h ijo de A n u , sin o que lo es tam bién de
K u m a r b i , en la m ed id a en que éste le ha servido de « m a d r e » obligada.
H e m os de corregir, p o r lo tanto, el esquema de los parentescos dinásticos

/a dinastía 2 a dinastía
A lalu Anu

Kum arbi
Tesu b

La p ecu liar situación de Tesub en esta versión es pues la de que sirve


para en lazar las dos fam ilias de dioses rivales, al ser h ijo de dos, n o de
un o, de los que o c u p a r o n el p o d e r alternativam ente, u n o de cada dinas­
tía. C o m o se dice en una invocación h u rrita a T esub de H alpa, A n u es el
padre de Tesub y K u m a r b i es su m adre. P or eso la sucesión de destron a­
m ie n to s se detien e en él, p o r q u e en él se u n e n las dos fa m ilia s rivales.
Tesu b representa así una síntesis de las fu n c io n es divinas de un dios del
cielo y de u n dios c tó n ic o , lo q ue lo capacita c o m o a n in g ú n o t r o para
ser rey s u p r e m o entre los dioses.
E n c o n secu en cia, en el relato h u r ro h it ita n o se m e n c io n a n madres;
n o in te r v ie n e en él un a d iosa de la tie r r a —c o n la salvedad de que
K u m a r b i es « m a d r e » de Tesu b—. E l c e n tro de aten ción del m ito hitita
no es, p o r tanto, la sucesión fam iliar, sino el conflicto entre dos dinastías
o, si se q u ie r e , en el m ito hitita el p r o p ó s i t o p r in c ip a l n o es h a b lar de
quiénes nacen, sino de quiénes rein an , m ientras que en l lesío d o la refe­
rencia a quiénes rein an está estrechamente ligada a la de quién es nacen.
Hay diversos n ac im ien to s ex tra o rd in a rio s : u n a d ivin id ad, q u e no es
la p r in c ip a l, n ace p o r el c r á n e o del d io s e m b a r a z a d o , m ie n tr a s que
T esu b nace p o r el « b u e n l u g a r » .
Pero la in te r ru p c ió n de la sucesión es d iferen te de las dem ás v ersio ­
nes. C o m o a q u í n o se trata de in t e r r u m p i r la secu en cia g e n e ra c io n a l,
s in o de acabar con un a disputa en tre dos estirpes, el e x p e d ien te es que
16. G E N E R A C IO N E S D E D IO S E S Y S U C E S IÓ N IN T E R R U M P ID A 2 7 9

un dios de u n a estirp e es p a d re y el o t r o m a d re del d io s q u e o c u p a r á


definitivam ente el t r o n o de los dioses y que es, p o r tanto, el h e re d e ro de
las dos estirpes. De ahí que T esu b n o tenga que in te rve n ir para d eten er
el p roceso; él m ism o es la d eten ció n del p roceso.
La d e v o r a c ió n de h ijo s n o pasa en el m ito h u r r o h i t it a de m e r o
in te n to y el tem a de la p ie d r a tien e un a f u n c i ó n d is u a s o r ia , m uy d i s ­
tinta p o r tan to de la q u e t ie n e en H e s í o d o . E n H e s í o d o la p i e d r a es
devorada c o m o sustitutivo de u n o de los h ijo s , ya n a c id o de R ea, q ue
C r o n o q u ie r e d e v o r a r . E n el m ito h u r r o h i t it a ( a u n q u e es un pasaje
lacunoso) parece q ue K u m a r b i q u ie re d ev o rar al hijo q ue ha n acid o de
sus en trañ as, en ven ganza p o r « h a b e r l o c o n v e r t id o en m u j e r » . T o d o
ello está e n c o n s o n a n c i a u n a vez más c o n la idea q u e he a p u n t a d o de
que el p ro b le m a que se trata en este m ito n o es sucesorio sin o de d in a s ­
tías rivales.
P or otra parte, en el p oem a hitita no hay la m e n o r calificación moral
de los sucesos, que son n arra d o s sin co m e n ta rio algu n o.
El tema del rival, que es c o m o siem p re un intento de vuelta al pasado
de las fuerzas p r im ig e n ia s , está tam b ién a lin e a d o co n esta m ism a idea.
No en este p o e m a , sin o en o tros del ciclo de K u m a r b i, éste busca ahora
un partenaire f e m e n i n o p ara t e n e r u n h ijo m o n s t r u o s o que d e r r o t e a
Tesub. K u m a r b i trata de d esa la r las fuerzas o scu ras, telú ricas, r e s u c i ­
tando su p r o p ia genealogía de la tierra: se une a un a roca, en el Canto de
Ullikummi, para t e n e r a un m o n s t r u o de d io r it a , y en o t r o p o e m a , el de
Hedammu. a un a hija del M ar, para t e n e r un m o n s t r u o s e r p e n t i n o de
inmensa voracidad.
En sum a, l o d o s los elem en to s se articulan en el m ito h u rro h itita en
la sustitución de un d e s o rd e n cíclico p r im ig e n io , d e b id o a las disputas
sucesorias en tre dos estirpes divinas, una terrestre, otra celeste, p o r el
orden ya estable del rein ad o , am enazado, p ero n o d e rro c a d o , de T esub.
El m e d io de s o l u c i o n a r el c o n flic t o s u c e so r io e i m p o n e r un n u evo
orden es el e m b a ra z o de u n d i o s - v a r ó n . Esta c o n t r a d ic c ió n de ser un
dios varón em barazado sirve para u n i r en una las dos estirpes antiguas.

1 6 . 7 . L a o r g a n i z a c i ó n d e l a VERSI ÓN MESI ÓDICA


Lo p rim e r o que observam os al analizar la versión hesiódica es que no se
hace re fe r e n c ia a la d e t e r m in a c i ó n de plazos de t ie m p o . L o s o r íg e n e s
agrarios de este m ito aparecen, pues, más d ifu m in a d o s . S ó lo se conserva
la inevitable r e fe r e n c ia a q u e estas a cc io n e s tie n e n lu g a r e n el t ie m p o
mítico (lo primerisimo).
28o IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

O tr a d iferen c ia c o n el m ito a n te rio r es que los dioses im plicados son


cada u n o de ellos h ijo del a n t e r io r . N o hay aq uí, pues, u n conflicto de
estirpes, sin o g e n e r a c io n a l. C o n s e c u e n te m e n te , se m e n c io n a n sus res­
pectivas esposas (y m adres de sus h ijos): T i e r r a , R ea, Metis, ya que aquí
se trata de u n esq uem a de sucesión d e n t r o de u n a sola fam ilia.
1.a versión h e sió d ica '° se inicia con C a o s (del que nace E re b o) y T i e ­
rra, q u e e n g e n d r a a C i e l o , c o m o c o n s e c u e n c ia de la p r o d u c c ió n de
C a o s , y sus d e s c e n d ie n te s . T i e r r a , o c u p a en cierta m e d id a el lugar de
Alalu en el texto h esiódico. C o m o él, es una deidad de la tierra. Aunque
n o tom a parte en la lucha p o r el p o d e r , ni es d estro n ad a , sí que queda
relegada en un m o m e n t o d a d o . Y es su h i j o C r o n o q u ie n como
K u m a r b i , tom a venganza de la d iv in id a d celeste q u e la tiene relegada.
Da la im p resió n de que H e sío d o ha in sertado el esquem a del texto hitita
en un m a rc o g e n e a ló g ic o , en el q ue la p r i m e r a d iv in id a d es la T ie r r a -
M adre, o rig en de todas las cosas e in ic io de una serie de genealogías, un
elem en to ajeno a las fuentes orientales. Este c o n ju n to de seres pertenece
a la esfera del m u n d o te lú r ic o , s u b t e r r á n e o y o s c u r o , y constituye el
correlato de Alalu en el m ito h u rro h itita . S in em b a rgo , el problem a de
la so b e ran ía no se p r o d u c e desde el p r i n c ip i o en el p o e m a griego, sino
que hay en él u n corte entre la fase de C a o s , fase en q ue n o se m enciona
aún el p ro b le m a de la soberan ía, y la fase de C i e l o - C r o n o - Z e u s , en que
ya sí se suscita esta cuestión. El p ro p ó s ito de H e sío d o es, p r im e r o , con ­
d ic io n a r la p r o p ia existencia del m u n d o y luego a b o r d a r los problemas
de soberan ía, en dos fases y es cu rio so que hay dos niveles de rep ro d u c­
ción tam bién distintos, el « a u t o m á t ic o » p r im ig e n io y el sexual, poste­
r io r , ju s to cu an d o em piezan las disputas de soberan ía.
U n a d iv in idad nace p o r el crán eo del dios em barazado. Pero Zeus no
ha sido aquí p reñ ad o p o r el m ie m b ro de o tro h o m b r e , sin o que devora
u n a m u j e r e m b a raz ad a de él. U n « a r r e g l o » que p o d e m o s c o n s id e ra r
más racionalizado y « n o r m a l i z a d o » .
A u n q u e H e sío d o dice los h ijo s son d ev o rad o s y luego devueltos por
la acción de la p iedra, luego le traicion an las palabras y su vocabulario se
acerca más a su fuente antigua que lo que él p retend e (Teogonia 493 ss-):

y tra n scu rrid o un añ o .


Iras h ab er sid o engañad o p o r las hábiles in d icacio n es de ’Fierra,
vencid o p o r las artes y la fuerza de su h ijo ,
p rim e ro vom itó la p ied ra, lo ú ltim o que había tragado.

lO Véase el capitulo 2 .
16. G E N E R A C IO N E S DE D IO S E S Y SU C E S IÓ N IN T E R R U M P ID A 28l

C r o n o vomita la p ied ra y a los dioses que tenía d en tro « t r a n s c u r r id o


un a ñ o » , un a f ó r m u la usual en g r ie g o para d e s c r ib ir el p a r to q ue
resulta tras un em b a r a z o , pese a q u e en su p r o p i o relato n o había
narrado el evento c o m o un em barazo.
La in te r ru p c ió n de la g e n e ra c ió n se p r o d u c e al c on vertirse el padre
en madre (en caso de Z e u s). Hay un n a cim ien to e x t r a o r d in a r io , p o r la
cabeza del dios, p e r o tam p oco p ro d u c e un rival. La devo ración de Metis
im p ide q u e ésta p u e d a q u e d a r em b a raz ad a de n u evo , esta vez c o n un
hijo que los orá cu los vaticinaban c o m o p elig roso.
Por otra parte, frente a la inexistencia en el p oem a hitita de la m ín im a
calificación moral de los sucesos, H esíodo presenta una clara d in ám ica de
transgresión/castigo. T a n to C i e l o c o m o C r o n o se c o m p o r ta n de fo rm a
inadecuada y p o r ello son castigados y sus planes se frustran.
En efecto, C i e l o maltrata a la T i e r r a al no dejarla p arir. Sus acciones
son calificadas m uy negativam ente ( leogonia 1 6 4 S S .):

H ijo s m íos y de un padre so b e rb io , si qu eréis


h acerm e caso, p od ríam o s ven gar el cruel u llra je de vuestro padre,
p o rq u e p rim e ro había m aq u in ad o él acciones in d ignas.

Por ello es castigado c o n la castración (cf. v. 16 6 ) . Parece c o m o si el


propósito de C r o n o fuera aliviar a su m adre, más q ue to m a r el p od er.
En cu an to a C r o n o , ya desde su n acim ien to es presen tado de fo r m a
negativa, c o m o terrib le y que ab orrecía a su padre ( Teogonia I 3 7 s -)-
La nueva transgresión de C r o n o consiste en dev o rar a sus hijos. Pero
también fracasa. L u e g o , Z e u s lo « c a s t ig a » p o r la tran sgresión , p e r o su
castigo es visto no c o m o una nueva tran sgresión , sin o c o m o el resultado
ya p roclam ad o p o r el destino (Teogonia 4 6 4 ) . ju s to , aceptado p o r los d i o ­
ses (Teogonia 8 8 3 S S .):

E in staron entonces, p o r su pu esto, a que fu era rey y so b eran o


—p o r discretos con sejo s de T ie r r a —al O lím p ic o Zeu s lon giton an te,
entre los in m o rtales. Y él d istrib uyó bien las d ignid ad es.

El ascenso de Z eus al tro n o celeste, a diferen cia de la situación com o


reyes de C ie lo y C r o n o , ya no se ve c o m o un acto de violencia y de deseo
de p oder p o r su parte, sin o c o m o un acto de justicia y, además, pacífico,
fruto de un c o n s e n s o de los dioses, q ue le ru e gan que sea él q u ie n los
gobierne.
La m ism a c o n s id e r a c ió n de acto j u s t o tien e la acc ió n de Z e u s para
evitar ser d estron ad o . E n este caso se trata de preservar el o rd e n estable-
282 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

ciclo y lo que hace es co rre c to . Y a vim os c ó m o se n arra b a la devoración


de M etis. Z e u s d eb e evitar ser d e s t r o n a d o p o r q u e iba a t e n e r un hijo
do tad o de so b e r b io co ra zó n . A s í que su artim a ñ a es legítim a y p o r ello
tien e éxito . De paso, al d e v o r a r a M etis Z e u s se c o n v e r t ir á en « p r u ­
d e n t e » (metieta, con un claro ju e g o de palabras), de m o d o que su acción
está d o b lem e n te motivada.
T a m b ién el tema de la castración de un dios, n a rra d o en am bos p o e ­
mas, tien e p r o p ó s ito s , efectos y s ig n ific a d o s m uy d ife r e n te s en las dos
versiones.
Em el texto hitita, K u m a r b i atrap a a A n u c u a n d o in te n ta escaparse
hacia el cielo y le devora los genitales. S u p r o p ó s ito es evitar la descen ­
dencia de A n u y, p o r en d e, librarse de u n posible rival q ue en el futuro
p u d ie r a d e s t r o n a r lo . S u m a n io b r a t ie n e el efecto c o n t r a r i o del que
habia previsto. K u m a r b i queda em barazado y va a ser q u ie n , paradójica­
m en te, ayude a a lu m b r a r d escen dien tes de A n u . Enlaza así c o n el tema
de las dificultades del dios para librarse de su p role.
En la versión hesiódica, C r o n o utiliza un a hoz dentada para castrara
C i e l o ( Teogonia I 74 s) :

l.o em boscó secretam ente (T ie rra a C r o n o ) . Puso en sus m anos


una hoz de agudos dientes y d isim u ló p erfectam en te la tram pa.

T a m p o c o este detalle carece de paralelos orientales. E n c o n tra m o s en


el Canto de Ullikummi dos alu sio n e s aisladas a lo q u e d eb ió de ser un an ti­
gu o m ito de c r e a c ió n . E n la p r i m e r a de ellas, U p e ll u r i , q u e asu m e el
p ap el q ue tien e A tla n te en la m ito lo g ía griega y sostiene la tie rra sobre
sus h o m b r o s , recuerda :

C u a n d o el cie lo y la tie rra se c o n stru y e ro n e n cim a de m í. yo n o me


e n tere de nada. M as cu an d o su ced ió que el cielo y la tierra fu ero n separa­
dos con un cortan te, tam poco me en teré de nada. A h o ra algo me está las­
tim and o el h o m b ro d erech o, y n o sé q u ién es ese dios.

Poco después, al d e s c u b r ir que lo q ue está clavado en el h o m b r o de


U p ellu ri es U llik u m m i, Ea vuelve a reco rd ar el viejo m ito:

F.a com en zó en to n ces a d ec ir a los d ioses p rim ig e n io s:


—¡O id m is palabras, dioses p rim ig e n io s, que con o céis las palabras p r i­
m igen ias! ¡A b rid de nu evo el alm acén a n tig u o , el de lo s p ad res, el de los
ab u elo s! ¡Q u e me traigan el sello de los p ad res p rim ig e n io s y que con él
sellen de nuevo! ¡Q u e traigan la sierra p rim ig e n ia con la que fu ero n sepa­
rados el cielo y la tierra!
16. G E N E R A C IO N E S D E D IO S E S Y S U C E S IÓ N IN T E R R U M P ID A 2 8 3

C o m o el rival c o n t r a el q u e se lu c h a , U ll i k u m m i , re p re se n ta una
vuelta al m u n d o p r im i g e n i o , al pasad o, al o r d e n a n t e r i o r al p r e s id id o
p or Tesub, los m edio s r e q u e r id o s para d efen derse de él han de ser t a m ­
bién p rim ig e n io s .
T am bién son distintos los resultados secu nd arios que p ro d u c e la cas­
tración de A n u y la de C i e l o . El sem en de A n u e sc u p id o p o r K u m a r b i
fertiliza la m on tañ a: y de ello resulta el n acim ien to de u n dios, Suwaliya,
esto es, Tasm isu , h e r m a n o y visir de Tesu b:

C uando A nu term inó de hablar, subió al cielo. Pero se escondió y escupió


de su boca K u m arbi, el sabio rey. De su boca escupió saliva y la virilidad m ez­
cladas. I.o que K u m arb i escupió, lo acogió, com o cosa tem ible, la m ontaña
Kanzura.

Asistieron a la m ontaña Kanzura en el parto ... salió Suwaliya. el héroe.

En el relato h esió dico no se habla de sem en escu pido, sin o de sangre


(Teogonia 183SS.):

Pues cuantas gotas de sangre salp icaro n ,


todas las acogió T ie rr a y, al com pletarse un añ o,
dio a luz a las E rin is poderosas, a los en o rm es G igan tes,
respland ecientes p o r sus arm as, que blan d en en sus m an os largas lanzas,
y a las N in fas a las que llam an M elias sobre la tierra inm en sa.

N in g u n o de los personajes del m ito hitita es com p arable con los p e r ­


sonajes que surgen de la castración de C ie lo en el texto griego, y es claro
que H e sío d o ha in t r o d u c i d o a q u í el n a c im ie n t o de estos p e r s o n a je s
obedeciendo a un esquem a de organ ización de los seres divinos a jen o al
mito hitita y esp ecíficam en te grie go , basado en p r in c ip io s etiológico s y
asociativos. Veám oslos:
Las E r in is son divin idades que p ersigu en a los que d e rr a m a n 'la s a n ­
gre de un m i e m b r o de su fam ilia. C o m o C r o n o , al em ascu lar a C ie l o ,
ha vertido sangre de su fam ilia, es lógico q ue sea de la sangre de C i e l o ,
de la que p roced a n las divinidades encargadas de castigar tal delito.
En cuanto a los G igan tes es cu rio so que n o vuelva a hablarse de ellos
en todo el p o e m a , salvo un a breve alusión en el verso 9 5 4 • im p re­
sión de que H e s ío d o ha in s e rta d o a q u í su n a c im ie n t o de u n m o d o un
tanto artificial, sólo p o rq u e la trad ición los hacía hijos de T i e r r a y p o r ­
que su carácter v io le n to los hacía ad ecu ad os para un e p is o d io c o m o la
fecundación de la T i e r r a p o r la sangre de C ie lo .
2 8 4 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

L o más ch o ca n te es la a p a r ic i ó n de las M elias en este p u n t o . Pero


quizá d eb am o s aceptar una hipótesis interesan te de Fátim a Diez Platas,
segú n la cual las M elias de algu n a f o r m a s u g ie r e n el o r ig e n de la raza
h u m an a. R e c o rd e m o s que el o rig en de los seres h u m an o s a p artir de los
fresn os está presente en algunas m itologías eu rop eas. T a m b ié n los seres
h u m a n o s , carg ad o s de v io le n c ia , p r o c e d e r í a n de un p r i m e r acto san­
g rie n to , q ue explicaría su naturaleza.
Por últim o, de la espuma que se form a en el m ar en to rn o al miembro
de C i e l o nace A fr o d it a ( Teogonia l8 8 s s) . H e sío d o edifica esta parte del
relato sobre un c o n ju n t o de relacion es, unas p s e u d o -e tim o ló g ic a s del
n o m b re (A frodita, relacionado con aphros 'espum a') y de sus epítetos (phi-
lomeides, relacionado con medea 'genitales', etc), otras, sobre la función de la
diosa de p resid ir lo relacionado con el sexo, y otras, sobre la etiología de
los lugares en los que se le rin d e culto (com o C h ip r e y C itera). Se trata de
una elaboración hesiódica. sin m ucho que ver con el m ito oriental.
El tema del rival y el in te n to de re c u p e ra c ió n del p o d e r p o r fuerzas
del pasado, se desarrolla en H e sío d o con el ep iso d io de la T ifeo m aq u ia,
del que hablaré más adelante.
Se trata, p o r tanto, de un m ito muy distinto. U n p r o b le m a de suce­
s ió n , no de c o n flic to en tre dinastías rivales, resu elto p o r el « r e e m b a ­
r a z o » —o si se q uiere el quedarse em barazado de una diosa embarazada—
del d io s p o t e n c ia lm e n t e p e lig ro s o y la co n s e r v a c ió n de la esposa en el
i n te r io r del m a rid o para evitar posteriores partos.

16.8. O r g a n iz a c ió n d el m ito
en l a T e o g o n ia d el Pa p ir o de D e r v e n i
N u e stro análisis de la Teogonia alud ida en el Papiro de Derveni se ve obstacu­
lizado p o r su carácter fra g m e n ta rio y p o r las dificultades de in te rp reta­
c ió n q ue suscita. C o n to d o , p o d e m o s en sayar algu n as p ro p u estas, por
provision ales que p ued an ser.
Q u e sepam os, no se especifican plazos de tie m p o , aspecto éste en el
que se alinea más b ie n con la versión de H e sío d o.
C ad a u n o de los dioses im p licados es, c o m o en la v ersión hesiódica.
hijo del a n te rio r ; tam bién aquí se trata de un con flicto de g eneraciones.
Así que se m e n c io n a n las m adres: N och e (a u n q u e p ro b a b le m e n te no se
un e a nadie para ten er a C i e l o ) , Rea, c o n la que Z eu s p rete n d e com eter
incesto, y Metis.
El p r o b le m a de la s o b e r a n ía n o se p lantea desde el p r i n c ip i o . Hay,
c o m o en H e sio d o , dos etapas: una en que no se suscita aú n la cuestión.
16. G E N E R A C IO N E S D E D IO S E S Y S U C E S IÓ N IN T E R R U M P ID A 285

c o in cid e n te c o n el m o m e n t o en q ue aún s ó lo existía N o c h e y o tr a , en


que sí se suscita el p r o b le m a de la so b e ran ía, in iciada p o r C i e l o , que es
el p r im e r rey.
C r o n o castra a C ie lo , p e r o es Z eu s quien devora el m ie m b r o pasado
un tiem p o . La castración y la d e v o r a c ió n se sep aran tam b ién , c o m o en
H e sío d o, p e r o lo q ue se dev o ra es el m i e m b r o de o tr o d io s y n o a una
diosa em b a raz ad a , lo que asem e ja en este p u n t o la Teogonia de Derveni al
mito h u rro h itita . T a m b ié n c o in c id e c o n él en q ue el dios queda e m b a ­
razado y pai’e a o tr o s dioses y a r ío s , c o m o K u m a r b i al I igris. A q u í el
acento está p u esto más q u e en el c o n f lic t o de las g e n e r a c io n e s , en la
fecundación del m u n d o .
Sí se especifican oráculos de las deidades p rim igen ias, c o m o pauta de
acción para las divinidades más m o d e rn a s.
N o se habla, que sepam os, ni de d ev o ració n de h ijos ni de u n a p ie ­
dra. N o p arec e , in sisto , q u e a q u í se trate de un in te n t o de d e t e n e r la
generación, a u n q u e éste fuera el tema o rig in a r io .
In te rr u p c ió n de la sucesión la hay, desde luego, ya que Z eu s es el rey
indiscutible, a u n q u e n o sabem os c ó m o . Parece ser que r e c u r r ie n d o a la
unión con su m adre y, p o r tanto, al incesto.

16.9. C o n clu sio n es


Es obvio que en un a cosm ogon ía o en una teogonia se parte del supuesto
de que la historia mítica co n d icio n a y fu n d a un a estructura del m u n d o y
un estatus de la d iv in id a d . De igual m an era q ue la historia mítica hitita
diverge de la griega, también la imagen hitita del m u n d o y de la divinidad
diverge de la griega. M e jo r sería invertir los térm ino s: es el hecho de que
los griegos y los hititas no com parten una misma visión del m u n d o y de los
dioses lo que motiva las divergencias en la historia mitica de un os y otros.
R e s u m a m o s , p r i m e r o , las d iv erg en c ias en la h is to ria m ítica cjue se
derivan de n uestro análisis.
En los tres poem as se presenta c o m o centro del conflicto la lucha p o r
el poder, en el trasfo n d o de la cual hay un c o n flicto en tre el deso rd en y
el o rd e n . E n el m ito hitita el c e n tr o del c o n flic t o es un a in estabilidad
del p o d e r en los t ie m p o s p r i m i g e n io s , d e b id a a la lu c h a en tre una
estirpe celeste y otra ctónica, en la q ue los reyes son cíclicam ente d e s p o ­
seídos del t r o n o . Se trata, p u e s, de d e t e n e r el c o n flic t o e n tr e las dos
estirpes. El m e d io de s o lu c io n a r lo y de i m p o n e r un n uevo o r d e n es el
embarazo de un dios v aró n, que p erm ite au n ar las dos estirpes antiguas.
Tesub, el últim o rey, es la síntesis en tre ellas.
286 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

E n el m ito g rie g o , el cen tro del c o n flic to es tam bién la lucha p o r el


p o d e r y p o r la in s ta u r a c ió n del o r d e n , p e r o se p r o d u c e en el seno de
una sola estirpe. H e sío d o presenta dos niveles de divin idades: unas más
antiguas, represen tan tes del m u n d o del d e s o rd e n , y un a g e n e ra c ió n de
d ioses, los del r e in a d o de Z e u s , q u e r e p r e s e n t a n la in s ta u r a c ió n del
m u n d o o r d e n a d o . C o r r e s p o n d e n a dos fases, un a la co sm o g ó n ica, p ro ­
tagonizada p o r deidades de la naturaleza (que p resen tan a m e n u d o ras­
gos m o n s tr u o s o s ) , y un a se g u n d a , la de o r g a n iz a c ió n del m un do
h u m a n o y e s t a b le c im ie n to de la fe r tilid a d , p r e s id id a p o r divinidades
más a n tr o p o m ó r fic a s . P o r eso H e sío d o dice de C r o n o ( Teogonia 4 8 6 ) :

al so b eran o h ijo de C ie lo , rey de los dioses más an tiguos.

m arcan d o así una divisoria tem po ral entre u n o s « d io s e s más antiguos»


y otros nuevos.
E n la Teogonia de Derveni t a m b ié n hay u n a d iv is o r ia e n tr e los dioses
antiguos y el nuevo dios in discutible, Z eu s, que c o n ju ra el p elig ro de ser
d estro n ad o h a c ien d o un « b u c l e » en las g e n e ra c io n e s y convirtiéndose
en antepasado y descen diente de sí m ism o.
En am b os poem as griegos el p ro b le m a es ge n e racion al y n o cíclico, y
de lo que se trata es de d e te n e r la tom a del p o d e r p o r parte de descen­
dientes del rey a n te rio r. Z eu s, el últim o rey, lo es p o r q u e logra evitar el
n a c im ien to de un h e red ero p elig ro so . La síntesis C i e l o - T i e r r a se había
l o g r a d o en el m is m o o r ig e n m e d ia n t e la u n i ó n de un a p a re ja divina
m a s c u lin a - fe m e n in a .
Tal d ife r e n c ia tem ática c o n d i c i o n a un d is tin to t r a ta m ie n to en los
m itos grie go s y en el hitita del tema de la relación e n tre la lucha p o r el
p o d e r y los n acim ien tos ex tra o rd in ario s.
E n los m itos griegos el p r o b le m a de estabilizar el p o d e r de u n dios
soberan o se asocia a los intentos de evitar el nacim iento de descendientes.
Tal proced er obedece a la necesidad de q ue en el m u n d o de los dioses, que
nacen, pero n o m u e ren , se llegue a una solución del conflicto de la natu­
ral tendencia de los hijos divinos a sustituir a sus progenitores en el poder.
La su cesió n , que en el caso de los seres h u m a n o s , que m u e r e n , es una
necesidad, en el ám bito divino n o sólo es innecesaria (dado que los dioses
son inm ortales), sino incluso en potencia peligrosa. El reinado de dioses
distintos es correlativo a órdenes del m u n d o diferentes —recuérdese que el
reinado de C r o n o es el reino de la gran felicidad y el gran d eso rd en "—. En

II Véase el capitulo 17.


16. G E N E R A C IO N E S DE D IO S E S Y SU C E S IÓ N IN T E R R U M P ID A 287

el terren o del m ito, se con sid era que el m u n d o actual es el m e jo r de los


posibles y cu alq u ier cam bio es visto con recelo. P or ello, el interés de los
dioses que no desean ser destronados p o r sus descendientes es subvertir el
orden natural de los nacim ientos para in te r ru m p ir la secuencia sucesoria.
Hay una obsesión de los distintos dioses p o r estabilizar su p od er, evitando
los nacim ientos peligrosos, p ero sólo Z eus lo consigue.
E n el m ito hitita, en c a m b io , el in terés se desplaza hacia e x p lo r a r la
posibilidad mítica de los diversos p u n to s p o r los que u n v a r ó n , puesto
en el trance de haber con ceb id o y estar em barazado, p o d ría dar a luz, un
tema ajen o a H e sío d o , p ero n o del to d o a la Teogonia de Derveni, en d o n d e
Zeus si queda em barazado.
Por otra parte, la historia en el m ito orien tal es abierta, en p erp etu o
conflicto. El últim o dios es d e rro ta d o reiteradas veces, incluso es m u t i­
lado, su fre, se ate m o riz a , d eb e un a y otra vez r e c u p e r a r el p o d e r p e r ­
dido, un p o d er, pues, siem p re inestable. E n las version es griegas la h is ­
toria es cerrada. Las amenazas al p o d e r del últim o dios fracasaron y Zeus
nunca ve su re in o seriam ente am enazado. Ello q uiere d ecir que, m i e n ­
tras en m ito orien tal el deso rd en es una constante alternativa, una a m e ­
naza que se realiza a in tervalo s en u n a h is to ria q ue n o t e r m in a n u n c a ,
para H e sío d o y para los ó r fic o s el o r d e n actual ha q u ed a d o asentado de
modo defin itivo .
Hay un a distin ta r e e s t ru c t u ra c ió n de los e le m e n to s s e c u n d a r io s o
m arginales. P o r e je m p lo , los hititas d e s a r ro lla n el tema del « p a r t o de
los m o n t e s » , u n tem a q u e a p a rec e en o tro s e je m p lo s de su lite r a tu ra
religiosa, m ie n tr a s q ue H e s ío d o e stru c tu ra el n a c im ie n t o de dioses
secu nd arios, c o m o las M elias o los G ig a n te s o b e d e c ie n d o a p r in c ip io s
etiológicos y asociativos, ajen os al m ito hitita y esp ecíficam en te griegos.
Se inserta el tema de Aten ea, desplazándolo de su lugar, para d a r cabida
al n acim ien to de una d ivin idad helénica.
C o n s e c u e n t e m e n t e c o n esta c o m p a r a c i ó n , p o d e m o s r e s u m ir las
diferencias en tre el o rd e n del m u n d o tal c o m o lo c o n c ib e n los hititas y
los griegos.
Para los hititas, el o rd e n del m u n d o es p rec ario , cíclico, conflictivo y
caprichoso. Los seres h u m a n o s se ven co m o un juguete de los con flictos
entre dioses, que acarrean desastres in term iten tes. El o r d e n del m u n d o
puede verse alterado a intervalos imprevisibles. Para los griegos, en c a m ­
bio, el m u n d o es estable, estático, con un d esa rrollo lineal, no c o n f lic ­
tivo y esencialm ente ju s to .
288 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

Hay un a clara v a lo ra c ió n de los h ech os. H e sio d o ap rove ch a la divi­


sión en dos fases a la que antes m e he r e fe rid o , para caracterizar la p ri­
m era p o r la in ju s tic ia y p o r u n a d in á m ic a tr a s g r e s ió n —castigo y la
s eg u n d a, c o m o p re s id id a p o r la ju s t ic ia de un d io s s o b e r a n o justo y
r ac io n a l, Z e u s. Z e u s no sólo tien e el p o d e r e in tr o d u c e el o r d e n , sino
que tam bién in tro d u ce la justicia. L o s seres h u m a n o s , c o m o en el mito
anatolio, viven en la precariedad, p ero ésta deriva de la voluntad del dios
su p re m o . T i e n e n la esperanza de que un c o m p o r ta m ie n to ju s to recibirá
una re trib u c ió n asim ism o justa. Pese a su brevedad, la versión del Papiro
de Derveni parece ir en la m ism a línea.
C o n se cu e n te m e n te , Tesub es para los hititas un dios en precario, sin
un p le n o d o m i n io de la situ ació n . Su im agen llo riq u e a n te cu an do ve a
U llik u m m i y la d escrip c ió n de su derro ta y h u m illa ció n contrastan con
la im ag en h e sió d ica de Z eu s c o m o un d io s f u e r t e , in d is c u tib le , que
d o m i n a la s itu a c ió n . El d esa fío al p o d e r de Z e u s n o es más que una
p o s ib ilid a d que es ab ortad a en seguida. S u p o d e r n u n c a está en verda­
d ero p eligro. P o r e n cim a de las sim ilitudes, el papel p rep o n d eran te que
el poeta griego c on ced e a Z eus lo lleva a d e f o r m a r el m ito orien tal, para
h a c erlo c o m p a tib le co n los m o d o s de p e n s a r relig io s o s p r o p io s de los
griegos. Sus características tien d en a ser descritas c o m o decorosas.
P o r ello , m ie n tra s q ue en la v e rs ió n hitita a b u n d a n los elem entos
« c r u d o s » (u n a castración a m o r d is c o s, la s e d u c c ió n p o r parte de una
diosa, el h a m b re de los dioses) y n o hay el m e n o r aso m o de una valora­
ción m oral de los hechos, H e sio d o tien de a m in im iz a r los aspectos que
resultan « i n d e c o r o s o s » para su visión del dios s u p r e m o . La castración
es p o r una hoz, se e lim in a el tema de la sed u cció n , los dioses se ven ata­
cados en su h o n r a , n u n c a en su estóm ago. Hay una visión fuertem ente
patriarcal del dios s u p r e m o , alusiones a la fam ilia, negativa de la merma
a la m ascu lin idad cjue su p o n e el em barazo de u n dios. El n acim ien to de
A te n e a de la cabeza de Z e u s se d e s c r ib e , p e r o n o se dice q ue sea p r o ­
ducto de un embarazo de Zeus. Es Metis la que estaba embarazada y Zeus
la da a luz de su cabeza. U n « a r r e g l o » q u e p o d e m o s c o n s id e r a r más
racionalizado y « n o r m a l » .
La Teogonia de Derveni se cen tra s o b r e to d o en la cap acidad de fe r tili­
dad del d io s s u p r e m o q ue logra c o n el e x p e d ie n te de la d e v o r a c ió n del
m i e m b r o del C i e l o (al q u e él n o ha c a s tra d o ) e n g e n d r a r a los demás
d io s e s y al c o n j u n t o de los seres n a t u r a le s . Y n o avanza tan to en la
d ir e c c ió n de H e s i o d o , s in o q u e se halla m ás cerca del m ito a n a to lio .
d ad o que n o reh uye los e le m e n t o s e sca b ro so s c o m o la d e v o ra c ió n del
16. G E N E R A C IO N E S D E D IO S E S Y SU C E S IÓ N IN T E R R U M P ID A 289

falo y el e m b a r a z o del d io s . Es su c o m e n t a r is t a , en c a m b i o , el q ue
intenta h a c e rlo .
E n todas las ve rs io n e s h a lla m o s un « t i e m p o m í t i c o » p r i m i g e n i o ,
d e s o r d e n a d o c o m o el de los p r o p i o s dioses p r im i g e n i o s , más b ien un
« p r e t i e m p o » . q ue an te c e d e al t ie m p o de los dioses n uevo s, t ie m p o
o rd e n a d o, el de las estaciones, las noches y los días, n uestro tiem po .
En suma. G o m o ocu rre siem p re en la adaptación de los m itos de una
c om u n id ad a otra, tam bién H e sío d o ha h eredado secuencias narrativas,
peripecias, segm entos de trama o líneas argum éntales básicas de un m ito
oriental, p e r o éstas tien en para los hititas u n sign ificado , a la luz de los
intereses b ásicos de su p r o p ia cu ltu ra , de sus c o o r d e n a d a s religiosas,
sociales, ideológicas, m ien tras que en el ám b ito griego, estas secuencias
narrativas o a rg u m e n t o s cristalizan en otra estru ctu ra c o n s ig n ific a d o s
muy d istin to s. H e m o s p o d i d o ver c ó m o los m ito s de K u m a r b i y los
n arra d o s en la Teogonia h e sió d ic a y en la de D e r v e n i, se c o n s tru y e n con
materiales de la m ism a cantera, p ero sus diferen tes autores levantan con
ellos edificios diversos.
En este se n tid o es la sem án tica de los m itos, un factor m uy i m p o r ­
tante en su estudio, la que n os p erm ite trascen der las m eras sim ilitudes
en el detalle. Y así. vem os c ó m o las ideologías básicas de dos culturas se
manifiestan de un m o d o n ítid o en la ad ap tación de un m ism o m aterial
mítico.
17. VENTAJAS E INCONVENIENTES DE LA ANARQUÍA:
EL MITO HIT1TA DEL DIOS KAL Y S U S PARALELOS EN HESÍODO

1 7 . 1. M i t o s s e m e j a n t e s
En dos cu ltu ras sep ara d as en el esp acio y en el t ie m p o e n c o n t r a m o s
relatos q u e tie n e n n u m e r o s o s p u n to s e n c o m ú n en tre sí: el h itita del
dios K A L y d iv erso s m itos g r ie g o s c o m o el de la E d a d de O r o , el de
P ro m eteo y el de P a n d o r a . T o d a s estas v e r s io n e s p re s e n ta n un a gra n
c o m p le jid a d rica en m atices, s o b re to d o p o r q u e en el m u n d o g r ie g o
fueron tratados p o r muy diversos autores, cada u n o de los cuales ap o rtó
su p r o p ia carga id e o ló g ic a y sus p r o p ia s in t e r p r e t a c io n e s . N o sería,
pues, posible a b o r d a r ese c o n ju n t o de m itos en toda su c o m p lejid ad en
los reducidos limites de este trabajo. P or ello me p r o p o n g o un objetivo
más lim itado: analizar los aspectos del relato del dios K A L y de los mitos
hesiódicos que se r e la c io n a n co n la m o tiv a c ió n de la situ a c ió n de los
seres h u m an os. La c o m p a r a c ió n entre ambas versiones p erm ite observar
esquemas de p e n s a m ie n t o c o m u n e s respecto a la in t e r p r e t a c ió n de
motivos fu n d am e n tales en las relacion es en tre dioses y h o m b r e s , c o m o
son el trabajo, el bienestar, el o rd e n y el culto, p ero tam bién da pie a ver
algunos p u n tos de divergencia im p ortan tes, que p o n e n de m anifiesto la
diversidad de las ideologías religiosas en las que u n o y otro se integran.

17. 2 . E L MITO HI TI TA DE L DIOS K A L


El mito que n os ocu p a se e n c u e n tr a en un p o e m a h u rr o h itita ( l a m e n ­
tablemente en m uy mal estado de c o n serv a c ió n ) q u e c o n o c e m o s c o m o
El reinado del dios KAL ( CTH 2 4 O - P o r su tem ática fo r m a parte del ciclo de
29 2 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

K u m a r b i , a u n q u e d e s c o n o c e m o s si c o m o u n p o e m a in d e p e n d ie n te o
c o m o u n e p i s o d i o de o t r o p o e m a m a y o r . E n el c a p ít u lo a n t e r i o r me
he r e f e r id o a alg u n o s p o e m a s de este cic lo . E n el texto q u e n os ocupa
el an tagon ista de T esu b al s u p r e m o p o d e r en el cielo se d e n o m in a bajo
la f o r m a s u m e r ia K A L , sin q u e p o d a m o s a v e r i g u a r q u é d iv in id ad
encubre.
La p arte legib le del relato c o m ie n z a en m e d i o de u n a batalla en la
que in tervienen T esub y su h e rm a n a Istar con tra el d ios K A L y en la que
am b o s h e rm a n o s llevan la p e o r parte. K A L hiere a Istar en el pecho con
un a flecha y a T e su b c o n u n a p ie d r a . El d io s K A L arrebata en ton ces a
T esu b las rien d as y el látigo, p r o b a b le m e n te s ím b o lo s de su au to ridad.
E llo significa que se hace con el p o d e r en el cielo.
E n efecto, en otro frag m e n to , Istar le refiere a K A L q ue el dios Ea lo
re c o n o c e c o m o rey. E so q u ie re d e c ir q ue los dioses más an tigu os acep­
tan de b u e n g r a d o la nueva situ ació n o in clu so q ue la h an p ro p ic ia d o ,
a u n q u e d e s c o n o c e m o s los p o sib les m o tiv o s. El h e c h o es q u e K A L se
m uestra feliz:

C u a n d o K A L oyó las palabras de Ea,


(...)
C o m e n z ó a rego cijarse^?).
C o m ió y beb ió ,
subió al cielo y vivió en el cielo.
( ..) años estuvo K A L co m o rey en el cielo
y d u ran te aquellos años
n o h ubo lo b o s1.

El lo b o es el a n im a l p r o t o t í p ic o (in c lu s o aú n en los c u e n to s e u r o ­
peos, m u ch o s siglos después) del e n e m ig o del lab rieg o y del pastor. La
ausencia de lobos en los años del g o b ie r n o de K A L parece in dicar, pues,
un m o m e n t o e n q u e los h o m b r e s n o se ven am e n a z a d o s p o r p e lig ro s .
A u n q u e la c o n t in u a c ió n está en m uy mal estado, alcanzam os a leer cjue
lo que se describe es una situación de b ien estar en la q ue los h u m an o s se
p e r m it e n d e r r o c h a r e in c lu s o , n a d ie ro b a y, en el c o lm o del b ien estar
«cerveza y vin o flu ían p o r los v a lle s» . A c o n tin u a c ió n leem os:

1 O , según otra interpretación « lo s lob os eran p a c ífic o s» . Tanto si no los había,


com o si eran pacíficos, la situación resulta ser la misma.
17. V E N T A JA S E IN C O N V E N IE N T E S D E L A A N A R Q U ÍA 293

K u baba vio fren te a ella a K A L y com enzó a d ecirle:


- H e visto a los gran des dioses, los antiguos, tus antepasados.
Ve a en co n trarte con ellos e in clín ate ante ellos.
K A L com enzó a d ecirle a K u b a b a:
- Los d ioses p rim ig e n io s son p od eroso s,
y se han alzado.
Pero yo n o los tem eré.
¡N o p o n d ré el pan en sus bocas!
E l cam in o p o r el que van
y el cam in o p o r el que vien en los vientos.
yo. K A L , rey del cielo.
se lo d ete rm in a ré a los dioses.

Los vientos im petuosos le llevaron a Ea la noticia


cuand o estaba en c a m in o 2
Ea se puso a d ecirle a K u m a rb i:
- Ven, volvam os.
Ese K A L al que h icim os rey del cielo.
así com o él es negligente,
igualm ente ha hecho negligentes a los países,
y ya nad ie da pan gru eso n i lib acio n es a los dioses.

Ea y K u m a rb i vo lviero n las caras.


Ea fue a Abzuwa,
p ero K u m a rb i m archó a D u d d u l.
Ea hizo que le an tecediera un m ensajero
y com enzó a hacerle en cargos para K A L :
- Ve y d ile estas palabras a K A L .
« D e sd e que te h icim os rey del cielo,
jam ás hiciste nada.
Ja m á s nos convocaste a una a s a m b le a ...» .

2 Hay una variante del texto que dice:


Los vientos im petuosos le llevaron a Ea
las malas palabras de K A L
cuando estaba en cam ino.
Cuando Ea oyó las malas palabras de K A L ,
el ánim o se le enfureció
y le dijo a K u m arbi: etc.
2 9 4 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

La im p resió n que o b ten em o s de la parte legible del texto es que K A L


es u n a esp ecie de deus otiosus q u e , una vez alcan zado su estatus de rey
d iv in o , se desin te resa to ta lm en te de sus f u n c i o n e s , e n tr e las que se
cuenta con vocar la asamblea de los dioses; otros motivos de agravio que­
dan en u n a p arte p e r d id a del texto. S u n e g lig e n c ia se contagia a los
ho m b res, que se d esp reocu p an tam bién de aten d er a las divinidades. La
razón de esta d e s p r e o c u p a c ió n , según la lógica del re la to , debe de ser
que los seres h u m a n o s , al no sentirse am e n a zad os (c o m o se expresa de
m o d o p r o t o t íp ic o c o n la au sen cia o el carácter p a c ifico de los lobos) y
disfru tar de una extrem a ab u n d an cia (en la que el v in o y la cerveza Hu­
yen y n ad ie tien e n ecesid ad de r o b a r ) , n o ven razón p o r la q ue tengan
que o c u p a r s e de u n o s dio ses q ue p arec e n n o ser ya n ec esa rio s. En
cuanto a los dioses, se irritan con tra K A L , p o r q u e la negligencia de los
h om bres afecta tam bién a sus deberes sacrificiales, de fo rm a que las divi­
nidades se ven privadas de o fren d a s. Parece que los dioses antiguos tra­
tan de in star a K A L a q ue se ocu p e de sus f u n c io n e s , p e r o K A L parece
h a b e r o lv id a d o q u e son ello s q u ie n e s lo h an h e ch o rey y n o con sidera
que les deba nada ni cree n ecesario hacer nada para m o d ific a r la situa­
c ió n . Al saberlo, Ea y K u m a r b i p resio n an al nuevo rey.
La n a r r a c i ó n c o n t in ú a co n las m e d id a s de Ea p ara d e s t r o n a r al
in com p etente K A L . Ea encarga a su visir que haga v en ir a N ara Napsara,
d io s de las p r o f u n d i d a d e s de la tie rra , para que levante c o n tr a K A L a
to d o s los a n im a le s de la tie rr a . L u e g o da in s tr u c c io n e s a T e su b y a
N in u r t a so b re c ó m o d eb en d e s t r u ir al n u evo g o b e r n a n t e del cielo . El
resto de la tablilla se ha p e r d id o , p ero vero sím ilm en te la historia t e r m i­
n aría, c o m o era de esperar, c o n la rec u p e ració n p o r parte de T esub del
t r o n o celeste.
F.I tema expresado en el p o em a de K A L parece ser el reverso del que
se trata en o tro p oem a , el de Hedammu3: allí los ho m b res se ven am enaza­
dos p o r una situ a c ió n de t e r r ib le carestía p o r la in te r v e n c ió n de
H e d a m m u , el m o n s t r u o s e r p e n t in o de ap etito m ás q u e voraz, cread o
p o r K u m a r b i para d e r ro ta r a Tesu b y que devora cu an to en cu en tra a su
paso. En con secu en cia, los h o m b res no p u e d e n c u m p lir con las debidas
ofren das para los dioses. Ante la situación creada, se reú ne una asamblea
de D ioses. E'a p id e cuentas a K u m a r b i p o r su a c tu a c ió n (y a los dem ás
dioses, p o r p erm itirla ):

3 Véase el capítulo 18.


17. V E N T A JA S E IN C O N V E N IE N T E S DE L A A N A R Q U ÍA 295

Si an iq u iláis a la h u m an idad ,
ya n o celebrarán m ás a los dioses,
y nunca más os o fre cerá n in g u n o pan gru eso ni lib ació n .
Su ced erá que T esu b, el p o d ero so rey de K u m m iya,
tendrá que cog er p o r si m ism o el arad o.
Y sucederá que Is ta ry Hebat
ten d rán que m o le r p o r sí m ism as con la p ied ra m olar.

A la luz de este pasaje, c o m p l e m e n t a r i o de los q ue h e m o s visto del


mito de K.AL, en ten d em o s la c o n cep ció n de los hititas sobre las re la c io ­
nes en tre el ser h u m a n o y la d iv in id a d q u e subyace tras a m b o s relatos
míticos. L o s h o m b r e s se hallan s o m etid o s a los dioses, de fo r m a que, a
cam bio de la p rotección de éstos, deben c o rre sp o n d e rles con sus ho nras
y con el fru to de su trabajo en fo r m a de o fre n d a s, ya q ue los dioses no
trabajan. E n el m ito de K A L , los h o m b res ya n o sien ten la necesidad de
ser p rotegidos p o r los dioses y p o r ello no les r in d e n culto. E n el p o em a
de Hedammu, los d io ses se p la n tea n la n ec esid a d de salvar la vida de los
seres h u m a n o s, p o r q u e su a n iq u ilac ió n los dejaba sin « o b r e r o s » .
Q u e éste es u n tema am p lia m e n te d e sa rro lla d o en O r i e n t e lo c o m ­
p r o b a m o s en el c o m ie n z o del Atrahasis (el m ito b a b ilo n io del d ilu v io ) ,
don de se nos dice:

C u a n d o los dioses eran todavía h om bres


asum ían el trabajo y sop ortab an el esfuerzo,
gran d e era el trabajo de los dioses.

E n ton ces los dioses se rebelan y decid en crear a la h u m an id ad :

1.a soberana de los dioses está aquí.


que cree u n ser h u m an o , al h o m b re.
p ara que lleve el yugo y lib e re de él a los dioses.

En efecto, c rea n al h o m b re de la arcilla, sobre la q ue los dioses escu ­


pen, p e r o lu eg o, los dioses, m olestos p o r sus nuevos r u id o s o s vecin os,
envían plagas sobre la h u m a n id a d , la peste, el h a m b re y, sobre todo, un
diluvio, p e r o A trah asis, ad vertido de ello , c on stru ye un arca y m ete en
ella a n im a le s , c o n lo q u e salva a la raza h u m a n a . La sem ejan z a c o n la
historia bíblica de N oé es obvia.
El o rd e n del m u n d o req u iere , pues, que la h u m a n id a d disp on ga del
b ie n e s ta r p r e c is o p ara p o d e r c u m p l i r sus d eb eres para c o n los dioses.
Pero n o más q ue eso, ya q ue tan nefasto co n tra el o r d e n del m u n d o es
29 6 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

que los h o m b r e s se e n c u e n t r e n s u m id o s en la carestía, el h a m b r e y la


m u e rte, lo que les im p id e c u m p lir sus deberes con los dioses, c o m o que
disfru ten de un grado de bienestar tan alto que los vuelva olvidadizos de
sus obligaciones.
E n am b os casos los dioses deb en in te r v e n ir para restablecer el e q u i­
lib r io roto y lo g ra r q ue el dios s u p r e m o d esem p eñ e sus fu n c io n e s que,
en relación con los h o m bres, parece c o m p o r t a r el m a n te n im ie n to de su
situ a c ió n de p r e c a r i o t é r m i n o m e d i o en tre la o p u l e n c i a y la carestía,
en tre la sup rem a felicidad y la desgracia más acuciante.

I 7 . 3 . L O S MITOS H ESIÓ D IC O S
1 7 . 3 . 1 . Ei. m i t o d e P r o m e t e o y P a n d o r a f.n l a T e o g o n ia .

H e sío d o trata el tema de la situación de la h u m a n id a d en diversos luga­


res y con referen cia a distin tos p erson ajes, con cretam en te en el m ito de
P r o m eteo , en el de P an dora y en el de la E d a d de o r o . C o m e n z a r e m o s
p o r el tratam ien to del relato sobre P ro m eteo y P an dora en la Teogonia.
E n los versos 5 2Iss. al tratar el tema de la familia de Jápeto. H esíodo
com ienza de un m odo muy im presivo describiendo la fo rm a en que P r o ­
m eteo p e rm a n e c e atado con terrib le s cadenas y un águila le devo ra el
hígado a d ia rio . El oyen te-lector está prep arad o para saber que Prom eteo
ha c o m e t id o un a t e r r ib le falta a c o r d e c o n el h o r r o r del castigo. Y en
efecto, el poeta se refiere a co n tin u ac ió n ( 5 3 5 ss-) m otivo de la penosa
situ ac ió n del p e r s o n a je . Se trata de u n m ito etio ló g ic o c o m p le jo que
explica al m is m o t ie m p o diversas c u estion es re la cio n a d a s c o n el ser
h u m a n o : en p r i m e r lugar, la co s tu m b re sacrificial de los g rie g o s que
consiste en q u e m a r en h o n o r de los dioses la grasa y los huesos de las víc­
tim as, m ien tra s q ue son los h o m b re s q u ie n e s c o n s u m e n la c a r n e , en
segundo lugar, el origen del uso del fuego p o r parte de los seres hum anos
y, p o r últim o, el o rig en de la m ujer, concebida p o r H esío do y / o p o r los
h o m b res de su época, más com o una desgracia que c o m o un b e n eficio .
H e sío d o sitúa el m ito en el m o m e n t o en q ue « d i o s e s y h o m b r e s se
sep araron en M e c o n e » (esto es, en S ic ió n , w . 535 s-)- C o m o en m uchas
otras o casion es*, H e sío d o se r e fie r e a un m ito exabrupto, sin esp ecificar
las circunstancias. La frase parece referirse a un m o m e n t o p rim itiv o en
q ue se p o n e fin a un a situ ació n a n t e r io r , que al p a re c e r sería la de que

4 Por ejem plo, en Teogonia Il6ss.. cuando se refiere a que «surgió el C a o s» , sin expli­
car cuál era la situación antes de que se produjera su apertura. Véase capítulo 2.
17. V E N T A JA S E IN C O N V E N IE N T E S D E L A A N A R Q U ÍA 297

divinidades y seres h u m a n o s vivían en c o m ú n . E n u n b a n q u ete en que


aún p artic ip a n j u n t o s h o m b r e s y dioses, P r o m e te o le da a elegir a Z eus
entre los h u eso s c u b ie r t o s de grasa de u n a res y la c a rn e ocu lta tras la
piel. C o m o Z e u s elige los hu esos y la grasa, el e n g a ñ o de P r o m e t e o
explica el motivo o r ig in a r io de la desigual distribución de las partes en el
sacrificio g rie g o , d o n d e los h o m b r e s c o n s u m e n la c a rn e y los dioses se
contentan con la grasa q uem ada. S in em bargo , es cu rio so c ó m o plantea
el poeta la reacción de Z eu s ( 5 5 0 - 552 ):

Z eu s, c o n o c e d o r de im p ereced ero s designios,


p o r supuesto se d io cuenta y el en gañ o n o se le escapó, mas preveía males
para los h om bres m o ría le s e iba a darles c u m p lim ie n to .

S e g ú n esa frase, P r o m e t e o n o ha c o n s e g u id o e n g a ñ a r a Z e u s , q ue
sólo fin g e ser e n g a ñ a d o . S in e m b a r g o , lo q ue n a r r a a c o n t i n u a c ió n
parece co n tra d ic to rio con esa p o sibilid ad ( 5 5 4 ' 5 5 5 ) :

Se irritó en sus en trañ as y la có lera le llegó al corazón


cu an d o vio los blan cos huesos de la vaca a causa de la falaz, astucia.

La c o n tr a d ic c ió n trasluce que H e sío d o ha adaptado un m ito que en


su versión más antigua n arra ría c ó m o Z eu s fue en gañ ado p o r P rom eteo
y, p o r ello , to m a venganza c o n tra los h o m b r e s a los que P r o m e t e o ha
dado un trato de favor y es así, en efecto, c o m o lo cuentan otras fuentes
(H igin o, Astronomía 2 . 15. L u c ia n o , Prometeo 3)- H e sío d o añade los versos
5 5 0 - 5 5 2 para m a n t e n e r la im a g e n « d e c o r o s a » del d io s s u p r e m o ,
cara cte rizad o p o r su in te lig e n c ia , s o b re t o d o in te lig e n c ia p ráctica
(metis), que sería in c o m p a t ib le con d ejarse e m b a u c a r p o r un ard id tan
b u rdo.
S in e m b a r g o , ello o b lig a al p o eta a r e e s t r u c t u r a r las re la c io n e s de
causa-efecto del m ito en un o rd e n extraño. S egú n la v ersión que s u p o ­
nem os p r im itiv a , el e n g a ñ o p r o v o ca ría la ira de Z e u s y su venganza: la
separación en tre h o m b r e s y dioses y el fin d efin itiv o de la situ ació n de
privilegio de los seres h u m a n o s , para red u c irlo s a las m iserias de la vida
que les son p r o p ia s . Z e u s sería i n g e n u o , p e r o su ac tu a c ió n so b re los
seres h u m a n o s estaría justificada. S egú n la versión hesiódica, Z eu s se da
cuenta del en ga ñ o , p ero se deja e n g a ñ a r v o lu n tariam en te p o r q u e desea
de a n tem an o a ca rrear males a los h o m b r e s y de este m o d o p u ed e ten er
un pretexto para h a cerlo. H e sío d o ha p r e f e r id o m a n t e n e r in c ó lu m e la
sabiduría de Z e u s a costa de su ju sticia, ya q ue su in q u in a previa con tra
los m ortales queda así carente de m otivación.
2 9 8 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

C o n t i n u a n d o con la n a r r a c ió n hesiódica, la venganza de Z eu s c o n ­


siste en p riv a r a los h o m b re s del fu eg o ( 5 Í>3 - 5 6 4 )- P r o m e t e o vuelve a
en ga ñ ar a Zeus, esta vez ro b a n d o el fuego en una cañaheja y llevándoselo
a los h o m b re s ( 5 6 5 _ 5 6 7 ) ’ 1 ° q ue p ro v o c a de n uevo las iras del dios
s u p r e m o . Z eu s vuelve a castigar a los h o m b r e s , n o aú n a P ro m e t e o . El
castigo consiste en la creación de una herm osa m u je r (que en esta versión
carece de n o m b r e ) . La m u je r es presentada c o m o la p e o r calam idad del
g é n e r o h u m a n o , en un m ito m is ó g in o , cuyo análisis queda ah ora fuera
de n u e stro s p r o p ó s ito s ( w . 5 7 1 - 6 * 2 ) . El p r o p i o P r o m e t e o ( 6 1 3 - 6 1 6 )
recibe el castigo al que se aludía al p r in c ip io del ep isodio ( 5 2 1 - 5 2 5 ) -
E n la Teogonia, pues, el e p is o d io de P r o m e te o es un a d ig re s ió n en el
relato de las distin tas estirpes de d ioses. A u n q u e los h o m b r e s son los
p e r ju d ic a d o s p o r las venganzas de Z eu s, el ce n tro del relato es P r o m e ­
teo, paradigm a del trasgresor contra el dios su p re m o y del castigo que su
osadía provoca.

1 7 . 3 - 2 - P r o m e t e o v P a n d o r a en T r a b a jo s y d ía s

En Trabajos^ Días, que se ocupa del trabajo h u m a n o , H e sío d o vuelve a tra­


tar mitos sim ilares acerca del o rig en de la c o n d ic ió n h u m an a, de la que
el tra b a jo es c o m p o n e n t e fu n d a m e n t a l. T ra s el p r o e m i o y la a d m o n i ­
c ió n a Perses, H e sío d o ab o rd a el tema del trabajo c o n u n a d eclaración
general sobre la c o n d ic ió n h u m an a ( 4 2 - 4 8 ) :

E sco n d id o en efecto les tien en los dioses el sustento a los h om bres,


pues fácilm ente p o d ría s trabajar un solo día,
de fo rm a que tuvieras para el añ o , aun cuand o sigu ieras inactivo.
Y al p u n to te p erm itiría s d ejar el tim ón sob re el h o gar 45
y que se fu eran al d iab lo las tareas de los bueyes y de las su frid as m uías.
Pero Zeu s lo esco n d ió , irrita d o en sus entrañ as,
p o rq u e P ro m eteo de tortuosa in ten ció n lo había en gañ ad o.

El p ia d o so H e s ío d o c o m ie n z a el d e s a r r o llo de su p o e m a didáctico
d eclara n d o que la mala situación del h o m b r e en la tierra —ob liga ción de
t r a b a ja r , e n f e r m e d a d y m u e r t e — se d eb e a la i n t e r v e n c ió n de Z eu s.
A h o ra n o se molesta en especificar que el en gañ o es sólo aparente ni que
es aceptado v o lu n tariam en te p o r Z eu s. La mala situación de la h u m a n i­
dad aparece ah o ra justificada p o r q u e es una con secuen cia de la culpa de
P ro m eteo , al e n g a ñ a r al dios su p r e m o ( 47 ss-)- El castigo consiste, igual
que en la Teogonia, en p riv a r del fu eg o a los h o m b r e s , p e r o ta m b ié n en
trabajos y días se n os cuenta que P r o m e te o roba el fuego para llevárselo a
17. V E N T A JA S E IN C O N V E N IE N T E S DE L A A N A R Q U ÍA 299

los h o m b res y su acción tiene la m ism a respuesta de Z eu s: la creación de


una m u jer, que ah ora tiene n o m b re : Pandora. Zeus se la envía a E p im e -
teo, el estúpido h e r m a n o de P ro m eteo , q u ien la acoge pese a h aber sido
advertido p o r éste de n o aceptar regalos de Z eu s. H e sío d o vuelve a hacer
referencia a la felicidad p erdida reiteran do que la presencia de Pandora
es el o rig e n de la penosa situación h u m a n a ( 9 ° ~ 9 3 ) ;

A ntes vivían sobre la tierra las trib us de los h om b res 90


lejos de los m ales, tanto del d u ro trabajo.
com o de las angustiosas en ferm ed ad es que acarrean a los h om b res la
m uerte.
pues enseguida, en su desgracia, envejecen los h om bres.

La malsana c u rio s id a d de P an d ora la im p idsa a a b r i r la tinaja de los


males, que se d isem in an p o r la tierra para p erd ic ió n de los seres h u m a ­
nos. E n Trabajos y días es éste el recu rso para « j u s t i f i c a r » la mala situación
de la h u m a n id a d . El pecado de Pandora es su cu rio sid ad , el de P r o m e ­
teo, su in te n to de c o m p e t i r en in te lig e n cia c o n Z e u s y, a u n q u e n o se
expresa, p r o b a b le m e n te su excesiva tom a de p artid o a favor de los seres
hu m an os q ue Z eu s, p o r motivos que no se in d ic an , estima in d ebid a.

17 .3 .3 . E l m n o d f. l a E d a d d e O ro
A c o n t i n u a c i ó n , y ello n o p u e d e ser casu alidad, H e s ío d o n a r r a o tr o
m ito. q u e . c o m o v e r e m o s, es c o m p l e m e n t a r i o de éste: el M ito de las
Edades. Tampoco p o d em o s e n tra r en la com p lejid ad de su análisis, sino
que nos lim ita re m o s al tema q ue nos o c u p a : las referen c ia s a la c o n d i ­
ción h u m a n a . H e sío d o i n t r o d u c e el tem a ( 1 0 6 - 1 0 8 ) a l u d ie n d o de
nuevo a la c o m u n id a d original de dioses y h o m bres:

Y si q uieres, le con taré lo p rin cip al de otra h isto ria.


con acierto y sab id u ría, y tú grábala en tus m ientes:
cóm o dioses y h om bres m ortales tu vieron un m ism o o rig e n .

El m ito r e fie re la sucesiva c r e a c ió n y d e s tru c c ió n p o r p arte de los


dioses de diversas estirpes de seres h u m an o s. C o m ie n z a así ( 1 0 9 - 1 2 3 ) :

De o ro fue la estirpe de los h o m b re m érop es que al p rin c ip io


c rearo n los in m o rtales poseed ores de olím p icas in orad as. 110
Estaban en época de C r o n o , cu an d o reinaba en el cielo.
Vivían co m o dioses, con un án im o libre de cuidados,
lejos de trabajos y de p ena; y la m iserable
300 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

vejez n o Ies afectaba, sin o q u e, siem p re ¡guales en vigor de m an os y pies,


disfrutaban en fiestas, ajen os a los m ales tod os 115
y m orían com o ven cidos p o r el su eñ o. Y b u en o era
tod o para ello s; la fecu nd a tierra les p rocu rab a su fru to
de m an era espon tánea, ab u n d an te y sin tasa. Y ellos a gusto,
tran q u ilos ad m in istrab an sus asuntos en tre m últiples b ien es. n<i ’
M as cu an d o la tie rra sepultó esa estirp e. tai
se c o n v irtie ro n en d ém o n es p u ro s de la tierra
b en ign o s, p rotectores del m al. gu ard ian es de los h om b res m ortales.

S e trata del p r i m e r « e n s a y o » divin o para crear a los h o m b re s . Estos


p r im e r o s seres h u m a n o s vivieron d u ran te el re in a d o de C r o n o (q uien,
r e c o r d é m o s lo , es el co rre la to g rie g o de K u m a r b i ) . Y se caracterizaban
p o r un a situ ació n de extrem o bien estar, ya que no ten ían n ecesidad de
tr a b a ja r n i estaban s o m e t id o s a la vejez y la e n f e r m e d a d . T a n s ó lo los
distinguía de los dioses su m ortalidad. P o r lo demás, vivían c o m o dioses,
lo q ue in d ic a q u e n o estaban s o m e tid o s a ello s. El fin de esta raza de
h o m b r e s n o lo causa C r o n o , sin o Z e u s . Y n o se n o s dice p o r q u é . El
hecho es que, tras sucesivas tentativas de razas hum anas, se llega a la des­
d ichada de los ho m b res de hoy. E n esta era. los dioses se sitúan en clara
p r e e m in e n c ia fren te a un o s seres h u m a n o s que ya n o son en nada com o
dioses, sin o q ue adem ás de ser m ortales, se ven som etidos, al trabajo y a
incontables penalidades.

1 7 . 3 . 4 . Mi t o s NO C O N T R A D IC T O R IO S

Los m itos hesió dicos que acabam os de ex am in ar n o son co n trad ic to rio s


entre sí, sino presentan la situación desde d iferen tes p u n tos de vista. En
a m b o s se habla del tránsito de una situ ació n de felicidad de los seres
h u m an os, caracterizada p o r una m ayor u n ió n con los dioses, a su situa­
c ión actual, caracterizada p o r la in fe lic id a d , la vejez y la m u e rte. En el
Mito de las Edades, la raza de los ho m b res de o r o es c o n t e m p o rá n e a a la
de C r o n o y es Z eu s quien p o n e fin a esta raza feliz y (con in te rm e d io de
otras razas) term ina p o r dejar a los h om bres en una situación de in fe lic i­
dad. En el relato de Prom eteo y Pandora no se habla de razas distintas sino
sólo de situaciones d iferen tes de la raza h u m an a. E n el p r i n c ip i o eran
tam bién felices y se relacionaban con los dioses casi com o iguales, p ero el

5 El verso 12 0 no está en todos los códices y suele ser elim inado p o r los editores.
17. V E N T A JA S E IN C O N V E N IE N T E S DE L A A N A R Q U ÍA 301

deseo de P ro m e te o de reservarles lo m e jo r de los sacrificios p ro vo c a la


ruptura, la separación de h om bres y dioses y el em p eora m ien to de la c o n ­
dición h u m a n a , el m o m e n t o en q ue Z e u s les oculta d e lib era d am en te el
sustento. Prom eteo intenta aliviar la c o n d ició n de los h om bres b r in d á n ­
doles el fuego, elem en to de p r i m e r o rd e n para el desarrollo del trabajo.
Zeus lo castiga a él y tam bién a la hu m an idad con la aparición de la m ujer.
Hay variaciones en los detalles, pero el esquema básico es el m ism o.

17 .3 .5 . ADAPTACIÓN HESIÓDICA
H e sío d o ha r e e la b o r a d o sus m a te ria le s ad maioremgloriam de Z e u s , p e r o
parece q u e te n e m o s s u ficien tes e le m e n to s para s u p o n e r q u e versio n es
más antiguas del m ito t e n d r ía n u n se n tid o d ife r e n te al de aq uel q ue le
ha dado H e sío d o . A n a lic em o s la cuestión con m ayor d e te n im ie n to :
a) En cu an to a las características de la Edad de O r o , hallam os que n o
existe el trabajo (la tierra p ro d u c e esp on tán eam en te) y los h o m b res son
felices. El estado a que nos rem ite esta situación carece de todos los ras­
gos característicos de la socied ad o r d e n a d a : n o existen las fu n c io n e s ni
los co m etid o s, no existe el c o n flic to ni la g u e rra , n o existe n in g u n a de
las necesidades p ro p ias de lo que p o d ría m o s llam ar en térm in o s m o d e r ­
nos. el Estado. Se trata de una situación d iferen te y a n t e r io r al o r d e n a ­
miento actual: la an arqu ía perfecta, p ero en sus aspectos positivos.
b) L o s h o m b r e s de o r o son c o n t e m p o r á n e o s de C r o n o . H ay un a
auténtica co n trad icc ió n en el hecho de que C r o n o es un dios d ev o ra d o r
de sus h ijo s y castrado r de su padre, p e r o es asim ism o rey en una época
de especial p r o s p e rid a d y felicid ad para los seres h u m a n o s . La e x p lic a ­
ción de esta c o n t r a d i c c i ó n p u e d e estar en cjue C r o n o es el d io s del
período del caos. 1.a an arquía p erm ite acercarse al terren o de lo no p e r ­
m isible p o r el o r d e n , p e r o t a m b ié n in serta rse en la fe lic id a d de la
ausencia de tra b a jo y de a m o s. E n o tro s t é r m i n o s : la a n a r q u ía tiene
aspectos positivos y aspectos negativos. Positivos son la ausencia del tra­
bajo. la falta de re g u la c ió n , la ab solu ta lib e r ta d . N egativo s, la falta de
frenos a las actitudes desaforadas, agresivas, la inexistencia de p rin c ip io s
reguladores que p e r m ite n c u a lq u ie r c o m p o r t a m ie n t o . In cluso, p r o b a ­
blemente. la im p revisibilidad de la organ ización del m u n d o .
c) P o r ú ltim o , el fin de su raza no se p r o d u c e d u ran te el re in a d o de
este dios, s in o d u ra n te el de Z eu s ( « p o r v olu n tad del g ra n Z e u s » ) . La
razón de que el c am b io de rein ad o produzca la desaparición de esta raza
parece ah ora clara. Z eu s representa el a d ve n im ie n to del o r d e n , con sus
aspectos negativos, p e ro tam bién con sus aspectos positivos.
302 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

El segu n do escalón es la in te rve n ció n de P ro m eteo , precisam ente en


el tema de los sacrificios, p u n to n eurálgico de la relación entre hombres
y d ioses. P r o m e t e o o fr e c e a los dioses la p e o r p arte, y favorece a los
h o m bres a costa de los dioses. La razón posible del celo de Z eu s en casti­
gar a P ro m eteo y en dificultarles la vida a los h o m b re s tiene que ver con
estas c ir c u n s ta n c ia s : el s a c r ific io y el exceso de b ie n e s t a r de los seres
h u m a n o s c o n c e b id o s c o m o un p e lig ro . C o m o hipótesis de trabajo con­
sid e re m o s q ue el exceso de b ie n e s ta r de los h o m b r e s p rov oca un dese­
q u ilib r io en el o r d e n del m u n d o que se basa en una sep ara ción tajante
en tre los dioses in m ortales, felices y carentes de trabajo, y los hombres,
m ortales, infelices y obligados a trabajar.

17.4. C o m pa ra ció n entre dos form as de pen sam ien to religio so

1 7 . 4 . 1. S e m e j a n z a s
A la luz de esta in te rp retació n , el m ito de K A L presenta estrechos para­
lelos con el esq uem a h e sió d ic o . E n p r i m e r lugar, K A L se inserta en el
e le n co de antagon istas de T e su b q ue p r e te n d e n volver al caos o r ig i n a ­
r i o . E llo n os lleva una vez más a K u m a r b i (cuyas r e la c io n e s c o n K A L
d e s c o n o c e m o s ) , p e r o s a b e m o s q u e favorece su acc eso al p o d e r . La
vuelta al caos o r i g i n a r i o es sin e m b a r g o selectiva y c o n t r a r i a a la que
había c ara cte rizad o a U llik u m rn i y a I l e d a m m u . F re n te a una vuelta a
los aspectos destructivos, arra sad ore s, del C a o s , que se planteaba en los
m ito s del a n t a g o n ist a p é tr e o y del a n ta g o n ista s e r p e n t i n o , se plantea
aquí un r e t o r n o a sus rasgos positivos, gratificantes. El trabajo de la tie­
rra y la o b te n c ió n de fru to s, aso ciados al sa c rific io , son aco m pañ an tes
esenciales del m u n d o o r d e n a d o . El exceso de bien estar hace in n ecesa­
r io el tra b a jo y p ro v o c a q ue los h o m b r e s n o c u m p la n sus d e b e re s con
los d ioses. El n u evo a d v e n im ie n t o de T e s u b restablece la situ a c ió n de
o rd e n , de igual m o d o q ue la llegada de Z e u s acaba c o n la E d ad de O r o
o c on la p o s ib ilid a d de q ue los h o m b r e s g a n en sustento sin trabajar. La
r e la c ió n t r a b a jo - s a c r i f ic i o n o se ex presa, p e r o subyace al relato. Es la
v io la c ió n de la justicia sacrificial la q ue p rov oca la c o n d e n a a trabajar.
E n a m b o s casos el o r d e n re p re s e n ta q u e cada u n o tenga su p a p e l: los
h o m b r e s tr a b a ja n , c e le b r a n a los d io ses, s o b r e to d o p o r m e d i o del
s acrific io y, a c a m b io , los dioses los p ro te g e n . Hay n o r m a s q u e p r o h í ­
ben los excesos y coartan la libertad. Se p ie rd e la felic id ad im previsible
y se ga n a u n o r d e n más in fe liz . E n a m b o s casos es u n a tr a s g r e s ió n la
q u e p ro v o c a el cese de la s itu a c ió n de fe lic id a d : en K A L los h o m b r e s
a b a n d o n a n sus deb eres p o r q u e el d io s n o les agobia, en H e s ío d o n o es
17. V E N T A J A S E IN C O N V E N IE N T E S DE L A A N A R Q U ÍA 3 0 3

la h u m a n i d a d la q u e c o m e te la tra sg re sió n , p e r o sí lo hace P r o m e t e o ,


su valedor.
Las analogías del p r o p i o p e r s o n a je de K A L con el P ro m e te o h e sió -
dico son asim ism o grandes. L a negligencia de K A L al desen ten derse de
que los h o m b r e s m a n t e n g a n sus d e b e re s de s a c rific a r a los dioses es
c o m p a r a b le a la f o r m a en q ue P r o m e t e o trata de fa v o re c e r a los seres
h u m a n o s con la m e j o r p arte del sa c r ific io , e n g a ñ a n d o a Z e u s. C o n su
r o b o del fuego, au m en ta a sim ism o el b ien estar de la h u m a n id a d . Pero
P ro m eteo es castigado p o r H efesto, c o m o en el m ito hitita K A L lo es a
m an os de N in u rta p o r h aber p e r m itid o el descuido de los hom bres.

17.4-2- D iferen cia s

Sin em bargo hay tam bién p ro fu n d a s diferencias entre el m ito hitita y los
griegos, que traslucen una diversidad de p en sam ien to religioso.
El m ito hitita sitúa el c o n flic t o e s tric ta m en te en el á m b ito del t r a ­
bajo. Se r o m p e una situación en la que los dioses d ep en d en de los h o m ­
bres para su sustento. Esta m an era de ver las cosas es ajena a H e sío d o. La
situ ació n es la m ism a si c o m p a r a m o s el m ito hitita de l e l i p i n u c o n el
Himno homérico a Deméterh. Es la irritación de la diosa la que causa un desas­
tre en la tierra, ah ora red u cid o a la falta de vegetación, ya que D em é ter
es diosa del cereal. La diosa provoca el h a m b re de los h o m b res, p e ro ya
no el h a m b re de los dioses, p o r q u e el poeta grie go no co n s id e r a a p r o ­
piado con su visión de los dioses el que p ued an pasan h am bre. Tampoco
Zeus es en n in g ú n m o m e n t o una d iv in idad que m an tien e a los ho m b res
en su p ap el de o b r e r o s de los d ioses, p o r p u r o in te rés egoísta, s in o el
dios q ue castiga un a trasg resió n . De n uevo hace su a p a r ic ió n la pied ad
hesiódica y un nuevo con cep to de la divinidad.
Lo q ue n os p resenta H e sío d o en el caso de P ro m eteo , adem ás de un
conflicto de h o n ra , ya que los dioses se ven ag redido s en su h o n ra si los
seres h u m an o s les dan la p e o r parte, es un a com p eten cia de inteligencias
y de voluntades, de meiisy de en ga ñ o . El Z eu s p ró v id o (metieta) no puede
quedar p o r deb ajo del d e fe n s o r de los h o m bres. P ro m eteo (relacion ado
con pro-methes, el precavido, el que tom a p recau cion es).
Por otra parte, los antagonistas n o aparecen al m is m o nivel. K A L es
un dios q ue vence a Ie s u b y le arre b a ta el t r o n o de los d io ses. O c u p a
aunque sea p o r p oco tiem p o , el g o b ie r n o de h o m b res y dioses. P r o m e ­

6 Vcase el capitulo 1 5 .
304 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

teo en n in g ú n m o m e n t o p re te n d e te n e r el p o d e r de Z eu s. El g o b ie rn o
del dios su p re m o en los m itos o rien tales es un con flicto ab ierto , p e rp e ­
tuo, en el q u e ú lt im o d io s es d e r r o t a d o reiterad a s veces, in c lu s o es
m u t ila d o , s u fr e , se a t e m o r iz a , d eb e u n a y o tra vez r e c u p e r a r el p o d e r
p e rd id o , un p o d e r , pues, siem p re inestable. E n el m ito grie go la histo­
ria es c e r r a d a . Las am enazas al p o d e r del ú lt im o d io s fracasan y Zeus
n un ca ve su re in o seriam ente am enazado. Ello q u iere d ecir q ue, m ie n ­
tras en m ito orien tal el d eso rden es un a constante alternativa, una a m e ­
naza q ue se realiza a in tervalo s en un a h isto ria q ue n o t e r m in a n un ca,
para H e sío d o el o rd e n actual ha q u edado asentado de m an era definitiva.
P o r ú lt im o , P r o m e t e o es un f i lá n t r o p o . N o se d ic en sus m otivos,
p e r o se m u e stra s ie m p re d eseo so de ay u d ar a los seres h u m a n o s . K.AL
no lo es, tan sólo es perezoso y se d esp reoc u p a de sus fu n c io n es.

17.5. C olofón

V em os p u es c ó m o el m ito de K .A L se sitúa en el c o n ju n t o de m ito s que


c o n f i g u r a n el ciclo de K u m a r b i en u n e s q u e m a en el q u e se n a rra el
paso ge n e racion al de un dios ( K u m a r b i) que s u p o n e m o s reina sobre un
m u n d o a n á rq u ic o , a n t e r io r al o r d e n , a o t r o , T e su b , r e p resen tan te del
o r d e n , de la d istrib ución de fu n c io n es, de la im p o sició n de limitaciones
necesaria para el e q u ilib r io . S in em b a rgo en este ám b ito m ítico la toma
de p o d e r del dios del o rd e n n o es definitiva, sin o que debe en fren tarse
a in te n to s de vo lver al a n t ig u o d e s o r d e n , b ie n a sus aspectos negativos
( U l li k u m m i , H e d a m m u ) , bien a sus aspectos m ás p ositiv o s (K A L .).
A m b o s se m an ifie s ta n c o m o ig u a lm e n te p e lig ro s o s , u n o , p o r d efecto.
Los h o m b r e s , a n iq u ila d o s, d estru id o s, n o p u e d e n c u m p l ir sus o b lig a ­
c io n e s de trab a ja d o res de los dioses. O t r o , p o r exceso. El b ie n e s ta r en
dem asía hace a los h o m b re s olvidadizos y d escu id ad o s en sus relacion es
c o n los dioses. E n a m b o s casos T e su b resuelve la s itu ació n —u n a y otra
vez— v e n c ie n d o al rival re s p o n s a b le de la a lte r a c ió n del o r d e n . U n
esq uem a del to d o c o h eren te , so b re la m e d ia c ió n en tre dos p o lo s de las
relacion es h o m b r e s /d io s e s , y basado en la idea de que los h o m b re s son
artesanos de los dioses. El trabajo sum inistra sustento para ellos y para la
divin id ad , que d ep en d e de sus ap ortacio n es para subsistir.
H e s ío d o ha c re a d o un c o n j u n t o m ític o m u c h o m a y o r y más c o m ­
p le jo ; ha u n id o en C r o n o los rasgos de K u m a r b i y los de K A L (en la
m e d id a en q u e la edad c r o n ia es un a edad de fe lic id a d ) , p e r o tam b ién
ha desd o b la d o algu n os elem en to s de K A L en P ro m eteo . Ha a ñ a d id o el
tem a del ro b o del fu eg o , de la presen cia de P an d o ra , de los males de la
17. V E N T A JA S E IN C O N V E N IE N T E S DE L A A N A R Q U ÍA 305

h u m a n id a d y la etio lo g ía de las c o stu m b re s s a c rificiales griegas. E n su


base, P ro m eteo constituye, c o m o K.AL, el elem en to que desequilibra las
relacion es en tre dioses y h o m b r e s , p o r exceso de b ie n e s t a r , de igual
m o d o q u e T i f ó n en el m ito h e s ió d ic o y H e d a m m u o U llik u m m i en el
hitita lo son p o r exceso de angustia. Pero H e sío d o se ha visto obligado a
reestructurar la n a rra ció n para cjue se adecúe a la im agen de un dios que
no puede ser ven cido. Z eus n o es en ga ñ ad o p o r P ro m eteo de verdad, ya
que la im agen de Z eu s d e r r o ta d o en astucia no se aviene c o n la im agen
h esió dica de la d iv in id a d . P r o m e t e o n o es en n in g ú n m o m e n t o una
amenaza para el p o d e r del dios.
18. LA LUCHA CONTRA EL DRAGÓN EN ANATOLIA Y EN GRECIA:
EL VIAJE DE UN MITO

18.1. In tro ducció n

Me p r o p o n g o ex am in ar las versiones hititas y griegas del m ito de la lucha


de un dios, gen eralm en te el dios su p rem o , que com bate contra un an ta­
gonista, casi s ie m p r e un d r a g ó n , cjue rep resen ta las fuerzas del d e s o r ­
den. E xam in aré p r i m e r o las versiones hititas. luego las griegas y trataré
de ob ten er algunas c o n c lu s io n e s acerca de los m otivos de las d iv e r g e n ­
cias, sobre todo, la diversidad de las ideologías q ue las sustentan.

18.2. V ersio n es h ititas

C o m e n z a r e m o s p o r do s relatos, m uy breves, p r o c e d e n t e s del á m b ito


protohático, esto es, de la cultura de los habitantes de la pen ínsu la A n a ­
tolia anteriores a la llegada de los in d o e u r o p e o s . Se recitaban en el tras­
curso del ritual de una fiesta llam ada purulli. celebrada a com ien z os de la
primavera, en h o n o r del dios de la Tem pestad de N erik, al N. de A n a t o ­
lia. La finalid ad del ritual era la de « q u e la tierra crezca y p r o s p e r e » , e
incluía la o f r e n d a de una hogaza al m o n t e d iv in o Z a liy a n u , al q u e se
atribuía el c on trol de la lluvia. La p r im e r a v ersión dice así:

C u a n d o el d io s de la T em p estad y el D ra g ó n 1 lleg a ro n a las m an os en


Kiskilussa, el D ragón venció al dios de la T em pestad. El dios de la T em p es­

I El personaje se llama Illuyanka, un nom bre protohático. que significa «serpiente,


dragón».
308 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

tad suplicaba a tod os los d ioses: « ¡V e n id en m i ayuda! In ara ha preparado


una fie s ta » . E lla lo p re p a ró to d o en gran can tid ad : de v in o , un b a rril, de
marnuwan. un b a rr il, de walhi2, u na tin a ja . Y las tin ajas las lle n ó hasta el
b o rd e.
In ara lleg ó a Z igaratta y se e n c o n tró a H u pasiya. un h o m b re . A sí dijo
In ara a H upasiya: « M ir a , estoy h acien d o este asunto y este o tro . Ayúdame
t ú » . A sí d ijo H upasiya a In ara: « S i me acuesto c o n tigo , iré y o b ra ré según
tu d e s e o » . Y ella se acostó con él.
Inara se llevó a Hupasiya y lo esco n d ió. Inara se en galanó e invitó luego
al D ragón a su b ir de su gu arid a: « M ir a , estoy celeb ran d o una fiesta. Ven a
c o m e r y a b e b e r » . Y lu ego el D rag ó n y sus h ijo s su b ie ro n , c o m ie ro n y
b e b ie ro n . Y luego se b eb iero n una tinaja entera y se saciaron. Y a su guarida
n o p od ían volver a bajar. H upasiya llegó y ató al D ragón con una cuerda.
L leg ó el d io s de la T em p estad y m ató al D ra g ó n . Y los d io ses estaban
con él.
In ara se c o n stru y ó una casa en lo alto de una p eñ a , en la tie rra de
I'arukka. e instaló a H upasiya d en tro de la casa. In ara le advierte repetidas
veces: « C u a n d o yo vaya al cam p o, no m ires p o r la ventana. Si m iras, verás
a tu esposa y a tus h ijo s » . C u a n d o lleg ó el vigésim o d ía, éste m iró p o r la
ventana y vio a su esposa y a sus h ijo s. C u a n d o In ara regresó del cam po, él
com enzó a g rita r: « ¡D é ja m e ir a ca sa !» A si d ijo In ara a H u p a s iy a ...» .

E n la parte que sigue del texto, m uy d e te r io r a d a . H upasiya m u e re a


m an os de la diosa.
E n la segunda versión se nos cuenta lo siguiente:

E l D ra g ó n v e n c ió al d io s de la T em p estad y le to m ó el c o raz ó n y los


o jo s. Y el dios de la Tem pestad pensó vengarse de él.
T o m ó com o esposa a la h ija de un p o b re . E lla p arió un h ijo . C u a n d o
éste creció , e ligió para el m a trim o n io a u na h ija del D ra g ó n . F.l d io s de la
Tem pestad le va en cargan d o a su h ijo : « C u a n d o vavas a casa de tu p ro m e ­
tida. pídeles mi corazón y m is o jo s » . C u a n d o el fue. les p id ió el corazón y
ellos se lo d ie ro n . A p oco les p id ió los o jo s, y ellos se los d ie ro n . L os llevó
al d io s de la Tem pestad, su p ad re , y el d io s de la Tem pestad re c u p e ró su
corazón y sus o jo s.
C u a n d o restableció su figu ra de nuevo a su c o n d ició n p rim itiva, m ar
chó do nuevo al m ar. al com bate. V cu an d o e n lab ió com bato, d ejó vencido

2 Se trata de bebidas alcohólicas, probablemente cervezas.


18. L A LU C H A C O N T R A E L DRAG Ó N E N A N A T O LIA Y E N G RE C IA 3 0 9

al D rag ón . F.l h ijo del d io s de la Tem pestad se en con traba con el D ragón y
le gritó a su p ad re, hacia el cielo: « ¡In c lu y e m e tam bién a m í, no me respe
te s !» Y el dios de la Tempestad m ató al D ragón y a su p ro p io h ijo .

A m b as h is to r ia s son m uy esq uem áticas. N i m e n c i o n a n los m otivos


del com bate ni las im p licacion es de la derrota-, sólo que el dios es d e r r o ­
tado y q ue con ayuda de un m o r ta l, c o n sig u e r e c u p e r a r la situ ació n de
ventaja q u e había p e r d i d o . E n am b o s casos el m o rta l m u e re . A m b a s
están más cerca del c u e n to p o p u l a r o ra l q ue de la « a lt a l i t e r a t u r a » : el
m onstruo es in g e n u o : en la p r im e r a , su glo to n e ría n o le deja percatarse
del engaño y no p uede volver a ba ja r a su guarida p o rq u e está b o r r a c h o y
no cabe p o r el a g u je r o p o r el q u e ha s u b id o ; en la se g u n d a , n o se
extraña de la p ecu liar dote q ue su fu tu ro y e r n o le pide.
E n ambas versiones el tema p rin c ip a l aparece asociado a otros se c u n ­
darios. E n la p rim e r a , la p r o h ib ic ió n de q ue Hupasiya se relacion e con
su fam ilia o b e d e c e a la idea p rim itiv a de q ue un m o r t a l, a través de su
unión sexual con una diosa, ad qu iere c o n d icio n e s sob re h u m a n as q ue se
m en o sca b aría n si se r e la c io n a r a de n u ev o c o n u n a m u j e r m o r t a l, un
tema que hallam os, p o r e je m p lo , en la Odisea, c u an d o C a lip s o m an tien e
a O d iseo c o m o am a n te y a p a rtad o de su fam ilia. S e ha p e n s a d o q ue la
u n ió n de la diosa con H u p asiya c o r r e s p o n d e r í a en el ritual a un hieros
gamos con la sacerdotisa, para r e a fir m a r la fertilidad de la naturaleza, al
tiem po q ue sería la e x p lic a c ió n m ítica del cará cte r sacro de la m o n a r ­
quía, legitim ada p o r la d iv in id a d . H u p asiya sería una esp ecie de « r e y
a n u a l» , d estin a d o a m o r i r tras el ciclo de un a ñ o y quizá en la base de
esta historia p u ed e h a b e r una fo r m a de s ac rific io h u m a n o , real o s i m ­
bólico, en el contexto de la fiesta del A ñ o nuevo, para ayudar a los dioses
a vencer al caos.
En la segu n d a v e r s ió n la lucha e n tr e el d io s de la T e m p e s ta d y su
antagonista tiene lugar en el m ar. algo in sólito en un m ito de A n atolia
central, lo que parece in d ic a r q ue p ro c e d e de o tro ám b ito . L.a artim añ a
a la que se recu rre se explica a la luz de una fo rm a especial de m a t r i m o ­
nio, de acu erdo c o n la cual, si el p rete n d ien te era p o b re , el padre de la
novia podía p agar una especie de dote, llam ada « p r e c i o de la n o v i a » , a
condición de q ue el n o vio pasara a f o r m a r parte de su fam ilia. F.l h ijo
del dios de la Tempestad y de una m u je r p obre pide, c o m o « p r e c io de la
n ovia» el co ra z ó n y los o jo s del d io s, p e r o pasa a f o r m a r p a r le de la
familia de su m u je r , p o r lo q ue d eb e c o r r e r la m ism a su erte q u e su
nueva familia cu an d o su casa es atacada.
3 10 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

O tras dos versiones hititas del tema p ro c ed e n del in flu jo cultural de


los hu rritas de M ittan n i, que tra n s m itie ro n a los hititas una rica litera­
tura en to rn o a la lucha p o r el p o d e r en los cielos entre diversos antago­
nistas, fu n d a m e n t a lm e n te T esu b (el dios de la T e m p estad ) y K u m a r b i.
I lem os visto en el capítulo 16 que es un dios de o rig e n agrario, p ero que
en los m itos h u rrita s es el p ad re de los dioses q u e, tras ser d estron ado ,
n o ceja en su e m p e ñ o de r e c o b r a r la s o b e r a n ía d iv in a, o sten tada p or
Tesub, para lo cual no vacila en e n g e n d r a r toda clase de m o n stru o s.
L o s textos del ciclo de K u m a r b i n o están aso ciad o s co n rituales ni
con el culto. Presentan una elaborada estructura, con p r o e m io , fraseo­
logía repetitiva de co rte é p ic o y escenas típicas, lo q u e les c o n f i e r e un
valor literario muy s u p e r io r a las creacion es míticas de o rig en anatolio.
La p r im e r a de las v e rsio n es de o r ig e n h u rrita la h a llam o s en un
p o e m a muy frag m e n tario , llam ado Hedommu. La p rim e ra escena co n se r­
vada es un a conversación entre K u m a r b i y el M ar, en la que éste le c o n ­
cede com o esposa a su hija S ertapsuruhi, poseedora de un tam año desco­
m u n a l. Fruto de esta u n ió n es 1le d a m m u , un a sierp e de una glotonería
desaforada que amenaza con acabar con todo lo que p ued e com erse en la
tie rra y, c o n e llo , p rivar a los dioses del trabajo de los h o m b r e s y de su
alim en to, p o r lo que los dioses intervienen, ya que si n o:

Tesub. el p o d e r o s o rey (le K u m m i y a , ten d rá que cog er p o r sí m is m o el


a r a d o . V sucederá que Ista ry H ebai ten d rán que m o le r p o r si m ism as ron
la p ied ra m o la r:i.

L u e g o , Istar se en g a la n a y p e r f u m a y se va a la o r i l la del m a r para


sedu cir al m o n s tru o desn u d án d o se y ca n ta n d o . L o con sigu e y narcotiza
las aguas en las que vive, p ero H e d a m m u deja em barazada a la diosa. Se
llega así a un pasaje inuy lagu n oso del texto que no nos p erm ite seguir el
c u rso de la a c c ió n , si b ie n es de s u p o n e r q u e T e su b lo gra v e n c e r a su
o p o n e n t e y volver al o rd e n establecido, bajo su p r o p io c o n tro l.
E n m u ch o m e jo r estado se en cu en tra el Canto de Ullikummi, cuya tem á­
tica ha relacion ada con la Teogonia hesiódica desde hace m uch os años.
Iras un p r o e m io en que se canta la sabiduría de K u m a r b i , el dios se
u n e sex u a lm e n te a una ro ca , lo q u e dará c o m o re s u lta d o un ser vivo,
p e r o de d io rita , d o tad o de una atroz facultad de c r e c im ie n t o , rá p id o e
incesante. S u n o m b r e es U llik u m m i, « e l d e s tru c to r de K u m m i y a » , la
ciudad sagrada de Tesub.

3 C f . el capítulo 17.
18. L A LU C H A C O N T R A E L DRAG Ó N EN A N A T O LIA Y EN G R E C IA 3 "

L u e g o se n os d escrib e un a entrevista de K u m a r b i c o n el M a r , para


p ed irle ayuda en su in tento de rec o n q u istar el p o d e r en el cielo, ya que
U llik u m m i iba a crecer d en tro de sus aguas. El m on stru o, colocado sobre
un h o m b r o de U p e llu r i, u n dios q ue, c o m o A tla n te, sostiene sobre sus
espaldas la tierra y el cielo, crece en el m ar a gra n velocidad. La d escrip ­
ción de U llik u m m i que nos da el poeta hitita parece una transfiguración
mítica de una e r u p c ió n m arin a que va p r o d u c ie n d o al solidificarse una
gran roca que crece a ojos vista. La diorita de que al p arecer está hecho el
m on stru o es una roca eruptiva, lo que acentúa esta sim ilitud.
E n t e r a d o de las nuevas, T e su b sube c o n su h e rm a n a Istar al m o n te
Haz/.i (el C a s io de las fuentes clásicas) y se desespera al ver al m o n stru o .
Istar in te n ta s e d u c ir lo , p e r o U ll i k u m m i es in s e n sib le a sus e n can to s.
S igu e una gran batalla, que se salda con un total fracaso de los dioses,
hasta q ue d escu bren q ue el m o n s tr u o se e n c u e n tra so b re el h o m b r o de
U p ellu ri. R e c u rre n en ton ces a la sierra p rim ig e n ia que sirvió para sepa­
rar el cielo de la tierra en un m ito de o ríg en es que n o se n os ha c o n s e r ­
vado sin o en esta alu sió n . El texto se in te rru m p e , p e ro s u p o n e m o s que
el an tag on ista es p o r fin d e r r o t a d o y q u e T e su b r e c u p e r a el p o d e r
celeste.
C o m o vem os, se trataba de un p o e m a q u e, en su estructura y en la
presentación de las escenas, era muy sim ilar a Hedammu, p ero creo que hay
buenas razones para p en sar que éste es a n te r io r y que el Canto de Ullikummi
se c on figu ró sobre su m o d e lo : a) parece evidente que el protagonista s e r ­
pentino es el tradicional en este mito, c o m o lo dem uestran los paralelos
co n o c id o s; el m o n s tr u o de d io r ita , U ll i k u m m i, es a todas luces una
in n ovación , b) La entrevista c on el m ar tiene más sen tido para p e d ir la
mano de la hija de éste —c o m o oc u rre en Hedammu— que el que tiene en el
Canto de Ullikummi, lo que lleva a pensar que el episodio se im itó, de m anera
un tanto artificial, en este últim o p o em a , c) I.a escena del fallido intento
de seducción del m o n s tru o p o r Istar, que aparece en el Canto de Ullikummi,
intensifica el e p is o d io de la s e d u cc ió n de Hedammu, en el q ue la diosa
logra su p r o p ó s ito . E n to d o caso, U llik u m m i y H e d a m m u rep resen tan
fenóm enos de la naturaleza súbitos y violentos, fuera de los ciclos regula­
res y suponen una ruptura del o r d e n establecido

1 8 .3 . V e r s i o n e s g rieg as

El p rotago n ista habitual de las v e rs io n e s griegas es l'ife o o T i f ó n . Los


griegos relacion aban su n o m b r e c o n tupho « h u m e a r » , p e r o varios estu­
diosos p ien san que se trata de un a adaptación, p o r etim olo gía p o p u la r,
3 12 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

de un n o m b r e o r ie n t a l: el u g a rítíco y fe n ic io S a p h o n . N o es ra ro que
este n o m b r e se i d e n t i fi q u e , a su vez, c o n el de H a z z i - C a s io , el monte
entre C ilicia y S ir ia , escen ario del m ito en las version es hurritas.
T i f e o es m e n c io n a d o en la Ufada de H o m e r o ( 2 . 7 8 1 - 7 8 3 ) . p ero sólo
c o m o un a p in c ela d a de c o l o r en un sím il c o n el f r a g o r que p ro d u ce el
avance de las tropas:

... com o p o r ob ra de Z eu s, que se deleita con el rayo,


cuan d o irrita d o , azota la tierra en to n o de T ife o
en tre los árim o s, d o n d e a firm an que se hallan los lechos de T ife o .

Pese a la brevedad de la alu sió n , lógica en H o m e r o , a q u ie n el tema


del m o n s tru o sin duda le interesa p oco (ya que m o n s tru o s c o m o éste no
s u e len p o b l a r el u n iv erso de f ic c ió n del poeta de la ¡liada), p odem os
hallar algunos detalles de interés: el m o n s tr u o se sitúa en tre los árimos,
lo q u e p u e d e ser u n n o m b r e m ítico o u n a d e n o m i n a c ió n im p recisa de
habitantes de la zona de C ilicia, equivalente a la de « a r a m e o s » . En boca
de H o m e r o , « a f i r m a n » q u ie re d e c ir algo q u e to d o el m u n d o dice, así
que la leyenda era c on ocid a, au n q u e ig n o r a m o s c ó m o .
E n la Odisea ( 1 1 . 3 0 9 - 3 2 0 ) se cita de pasada o tro tema m uy e m p a r e n ­
tado con el m ito de U llik u m m i, a u n q u e n o protagonizado p o r T if e o . Se
trata de la m e n c ió n de los A lóadas, O t o y Efialtes:

La tierra fecunda los c rió altísim os


y m uy bellos, au n q u e p o r d eb ajo del glo rio so O r io n . 310
N ueve años vivieron y nueve codos era su an ch u ra,
p ero su altura era de nueve brazas.
A m en azaron a los in m o rtales en el O lim p o
con suscitar la q uerella de una violenta g u erra.
O sa ro n p o n e r el O sa sobre el O lim p o y sobre el O sa 315
el boscoso P elió n , para que el cielo les fu era accesible,
y quizá lo h abrían lograd o, de h ab er llegado al térm in o de la ju ven tu d .
Pero acabó con ellos el h ijo de Z eu s, a q u ien p ariera I.eto de herm osa
m elena,
con los d os, antes de que bajo las sienes les flo reciera el bozo
y se espesaran sus barbillas con una barba ab u n d an te. 320

La in sisten cia en el ta m a ñ o de los h e r m a n o s y la r e fe r e n c ia a que


A p o lo los mató antes de que crecieran —ya q ue, de haberse hecho m ayo­
res, tal vez ha b rían lograd o su p r o p ó s ito — evoca un m o n s tr u o de c re c i­
m ie n to r á p id o c o m o U ll i k u m m i . El poeta g r ie g o h a b ría su stitu id o los
18. L A LU C H A C O N T R A E L DRAG ÓN EN A N A T O LIA Y E N G R EC IA 313

m o n stru o s q ue crecían p o r la a c u m u la c ió n de m o n tes, en una v ersión


más razonable.
En el Himno a Apolo, de la c o le c c ió n de Himnos homéricos, u n a vez que
A p o lo da m u e rte a la se rp ie n te Pitón ( 3 0 O S S . ) , el poeta, un h o m é rid a ,
de la m is m a t r a d ic ió n j o n i a q ue H o m e r o , p o c o am iga de m o n s tru o s ,
hace una digresión y dice que A p o lo dio m uerte j u n t o a la fuente C a sta­
lia a la D ra gon a, « q u e causaba m uchos d años a los ho m b res sobre la tie­
rra, m u c h o s a ello s m is m o s y m u c h o s a sus ovejas de ah usadas p a t a s » .
Es, p u es, un m o n s t r u o d e v o r a d o r de a n im a le s d o m é stic o s , c o m o
H edam m u. N os cuenta tam bién que la D ragon a cría a T i f ó n , que es hijo
de H era, q u ie n lo tien e sin co n c u rs o de Z eu s, en venganza p o r q u e éste
ha dado a luz él solo a Atenea. S u versión se o p o n e a la hesiódica, en que
T i f ó n es h ijo de la T i e r r a . N o obstan te, H e r a precisa de la ayuda de la
T ie rra para q uedarse embarazada del que p rete n d e que sea « n a d a i n f e ­
r io r a Z eu s en fuerza, sin o tanto más p o d e r o s o q ue él c o m o Z e u s lo es
más que C r o n o » y una vez n ac id o , se lo lleva a q u e lo cu id en (v. 355 )-
Hallamos varios detalles muy sim ilares a la versión h u rrohitita: el m o n s ­
truo es c o n c eb id o expresam ente c o m o un rival del dios s u p r e m o . Zeus.
Hay un e m b a ra z o e x t r a o r d i n a r io , c o n el c o n c u r s o de la T i e r r a . T o d o
ello, y la m e n c i ó n de las r e la c io n e s e n tr e el p o d e r de C r o n o , Z e u s y
T ife o , sitúa esta alusión en el tema de la lucha p o r la sucesión divina. Y
se insiste en q u e la crian z a del m o n s t r u o d e b e realizarse e n secreto,
com o si, recién n a c id o , fu era m uy v u ln e r a b le . S e g u i m o s n o t a n d o la
existencia de un fo n d o de n a r ra c ió n con ocid a p o r el p ú b lic o , al q ue los"
aedos p ued en referirse sin t e m o r de n o ser c o m p re n d id o s.
H esíodo alude al tema dos veces. U n a de fo rm a muy breve. A p r o p ó ­
sito de la m on stru osa p r o g e n ie de C e to y Forcis, dice de E q u id n a (Teogo­
nia 3 0 4 - 3 0 8 ) :

Y vigila, entre los árim o s, bajo tierra , la te rrib le E q u id n a,


n in fa in m o rtal y lib re de vejez p o r siem p re ja m á s. 305
C o n ella a firm an que se u n ió en a m o r T ifó n ,
te rrib le , so b e rb io y sin ley, con la m uchacha d e o jo s negros.
Y ella, em barazada, p arió h ijo s de v io le n to talante*.

En la segunda ocasión, se refiere a la p r o p ia genealogía de T i f e o (Teo­


gonia 8 2 0 - 8 6 1 ) :

4 Q u e son O r t o , C é r b e r o y la H id r a de L e r n a .
IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

Mas cu an d o Zeu s hubo expulsado del cielo a los T ita n es 820


p arió un ú ltim o Hijo. T ife o , ia T ie rr a d esco m u n al,
en u n ió n am o ro sa con T á rta ro , gracias a la áurea A fro d ita .
Sus brazos, bien dotados, eran sum am en te fuertes,
y sus pies, infatigables, de un p o d ero so d io s. Y de sus h o m b ro s
surgían cien cabezas de serp ien te, de un te rrib le d ra gó n , 825
lam idas p o r lenguas tenebrosas. De sus ojos
en las testas prodigiosas, brillaba el fuego por debajo de las cejas:
de todas las cabezas ardía el fuego de su mirada.
T am bién había voces en todas las terrib les cabezas.
que em itían un son variado y p ro d ig io so . Pues unas veces 830
p ro fe ría n so n id o s que los dioses en te n d ía n , otras en cam bio
la fuerte voz de un to ro de violen to m ugido, in d ó m ito y so b e rb io ,
otras en cam bio, la de un león dotado de un talante in exo rab le,
otras, pareja a la de los cach o rro s, m aravilla de o ír.
otras en cam bio silbaba y le hacían eco los elevados m ontes. 835
Y habría llevado a cabo una im po sib le hazaña en aquel día.
y se habría en señ o read o de m ortales e in m o rtales,
si n o se h ubiera percatado agudam ente el padre de los dioses y los hom bres.
Restalló el tru en o seco y p o d ero so , y a am bos lados la tierra
reson ó con estrép ito , y a rrib a , el an cho c ielo , 840
así com o la m ar, las co rrie n tes de océan o y las sim as de la tierra.
B ajo sus pies in m o rtales retem blaba el alto O lim p o ,
cu an d o se irg u ió el so b eran o y la tierra se deshacía en gem id os.
D esde am bos lados se ad u eñ ó del p o n to cárd en o el a rd o r
del trueno, del relámpago y del fuego que emanaba este m onstruo: 845
de los h uracanados vientos y del rayo abrasador.
hervía la tierra toda, el cielo , el m ar;
se embravecían contra las costas por doquier enorm es olas
por el embate de los inmortales y se había producido un incesante terremoto.
T em blaba H ades, señ o r de los m uertos que yacen bajo tierra . 850
y los titanes, sum id os en el T á rta ro con C r o n o .
por el estrépito incesante y la terrible contienda.
A h o ra b ie n , cu an d o Zeu s a m o n to n ó su fuerza y tom ó las arm as:
tru en o , relám pago y rayo abrasador,
lo atacó, tras bajar de un salto del O lim p o . Y todas 855
las asom brosas cabezas del te rrib le m o n stru o las abrasó.
C u a n d o lo hubo ya vencid o con el azote de sus golpes.
18. L A LU C H A C O N T R A E L DRAG ÓN EN A N A T O LIA Y EN G R E C IA 3 1 5

cayó de hinojos y p ro firió un gem ido la T ierra descomunal.


La llama brotó del soberano fulm inado
en las escabrosas y sombrías simas de la sierra, 8<>o
cuando cayó herido. (...)
y lo sum ió, con el ánim o encolerizado, en el ancho Tártaro.

El m o n s tru o se sitúa en tre los árim o s, c o m o en H o m e r o , p ero tiene


una pareja. E q u id n a , lo q ue se p r e s u p o n e en las versiones anatolias, en
que se m e n c i o n a n los h ijo s del D r a g ó n . Es un ser s e m i h u m a n o , q ue
habla y s e r p e n tin o ( 8 2 5 ) - p e r o em ite fuego ( 8 4 5 ) y en la pelea se p r o ­
ducen fe n ó m e n o s sísmicos ( 8 4 2 , 8 4 9 ) y m arem otos ( 8 4 8 ) . Es « s i n ley»
(307). lo que es p r o p io de un ser p r im ig e n io , a n te r io r a la instauración
del o rd e n . Es el p r o d u c to de un p arto de la tierra un ida a T á r t a r o , una
unión p rim ig e n ia , p ero « a d e s t i e m p o » , cu an d o la p r im e r a fase teogó -
nica ha pasado ya. Es un in te n to de vuelta a los oríg en es, un tema rela­
c io n a d o con el de la lucha p o r el p o d e r d iv in o , sólo q ue en la versió n
hesiódica el papel de T i f ó n c o m o adversario del p o d e r del dios su p rem o
queda m uy d e s d ib u ja d o . P u d o ser un a am e n a za para el p o d e r d iv in o
( 8 3 6 - 8 3 7 ) . p e r o n o aparece ex plícito ni el m otivo de la m u tila c ió n de
Zeus (c o m o se n a r r a en la segu n da v ersió n del m ito a n a to iio ) ni su
derrota in icial.
Pese a todo, en el texto se trasluce que H esio do ha adaptado el tema a
su visión de un Z eus s u p rem o e invencible, cuyo p o d e r n o puede ser dis­
cutido. H ay dos fases en la narrativa, (desde 8 3 6 y desde 8 5 3 ) y s e
advierte una especie de « u r g e n c i a » : si Z eu s n o in terviene « a t i e m p o »
todo se habría p erd id o. O tro s dioses participan en la lucha, au n qu e tam ­
poco se dice explícitam ente ( 8 4 9 ) E n ^ 5 3 Z eus « a m o n t o n ó su fu e r z a » .
¿ C ó m o e n te n d e r que hasta entonces parece estar sin armas e inactivo en
el O l i m p o ? Hay m otivos su ficien tes, creo , para so sten er q u e el tema
antiguo, tal c o m o H e sio d o lo c o n o c ió , c om p ortab a: a) un m o n stru o de
crecimiento c o n tin u o y devastador, que debe ser derro ta d o antes de que
sus efectos sean ya irreparables (ello explica la alusión a la « u r g e n c i a » en
v. 8 3 6 e incluso la fraseología es sim ilar a la que aparece en el m ito de los
Alóadas a que acabo de re fe r irm e ) ; y b) una previa derrota de Z eus y una
posterior recu p e ración de sus fuerzas para derro ta r a T i f ó n .
Así pues, en H e s io d o , el fin a l ab solu to de la historia es la in s ta u r a ­
ción del o r d e n . Z e u s , e le g id o p o r c o n s e n s o , sin trabas q u ed a c o m o
señor in d isc u tid o de dioses y h o m b re s . N ada que ver c on la in esta b ili­
dad en p erp etu o riesgo de T esub.
3 '6 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

S ig u ie n d o n uestro re c o r r id o , recalam os a h o ra en dos versiones p oé­


ticas tardías, un a que se refiere al en ga ñ o del m o n s tru o p o r m e d io de la
co m id a , otra a la m utilación de Zeus.
La p rim e r a se cuenta en el p o em a De la pesca d e O p ia n o (siglo II d .C .)
3 . 1 5 - 2 5 . N o deja de ser cu rio so que O p ia n o sea un poeta de C ilicia , el
lu g a r a d o n d e llevan sie m p r e los detalles del m ito . Se trata de una alu­
sión írt medias resy en los siguientes té rm in o s:

A Pan de C órico le trasmitiste el arte subm arina, 15


a tu hijo, que sería el protector de Zeus.
Protector de Zeus, mas destructor de Tifaonio^.
Pues con la promesa de un banquete de pescados,
engañosamente indujo al terrorífico T ifó n , a que saliera
de las amplias simas y se acercara a la orilla de la mar. 20
A llí los penetrantes relámpagos y los embates de los rayos
abrasadores lo abatieron. Y él. requemado bajo la lluvia de fuego,
desparram ó por doquier sus cien cabezas,
com o si lo hubieran cardado. Todavía en las orillas las rubias costas
enrojecen por la sangre de la lid clamorosa de T ifó n . 25

D e b e m o s s u p o n e r q u e Z e u s había sido antes d e r r o t a d o a m a n o s de


T i f ó n , o q u e era in cap az de v e n c e r lo en su p r o p i o m e d io . In te rvien e
Pan de C ó r i c o (de n uevo el e s c en a rio , la cueva C o r i c ia , es cilicio ) pero
la f o r m a de fac ilita r la v ic to ria f in a l de Z e u s s o b re su an tag o n ista es la
in vitación al m o n s tru o a un b a n q u e te de p escado, c o n lo que consigue
saca rlo del agua y p e r m it e c o n ello q u e el d io s lo venza. La p resen cia
de un au xiliar y la fo r m a de facilitar el con traataq u e de Z e u s y su victo­
ria se asem eja m u c h o a la de la p r im e r a v e rs ió n hitita de La lucha contra el
Dragón.
El tem a de la m u t ila c ió n , a p a re c e en N o n o (Dionisiacas 1 . 4 8 1 ss.),
a u n q u e p e r d i d o en u n a tram a c o m p lic a d a con e p is o d io s s e cu n d ario s.
T i f ó n le quita a Z eu s los ten d o n es y C a d m o lo seduce con la m úsica y le
p id e al d r a g ó n los te n d o n e s de Z e u s, c o n la excusa de u tilizarlos com o
cuerdas para su lira.
El relato de A p o l o d o r o (Biblioteca 1 . 6 . 3 ) no es un texto p o étic o , sino
ob ra de un m itó grafo , que intenta dar una v ersión com plexiva del mito,
n o alu d irlo. T o m a sus datos de diferentes fuentes, la mayoría desconoci­
das p o r nosotros, que trata de com b in ar, no siem pre de form a coherente:

5 O tra variante del nom bre de T ife o .


18. LA LU C H A CO NTRA E L DRAG ÓN EN A N A T O LIA Y E N G R E C IA 317

U n a vez que los dioses d o m in a ro n a los G igan tes, T ie r r a , m ás e n c o le ­


rizada todavía, se u n e a T á rta ro y pare en C ilic ia a T ifó n , cuya naturaleza
era a m edias de h o m b re y de fie r a . F.n estatura y en fuerza so b re p u ja b a a
to d o s cu an to s h abía p a r id o T ie r r a . E ra a n tr o p o m o r fo hasta lo s m u slo s,
p ero de una estatura tan descom u nal que se alzaba p o r encim a de todos los
m ontes y su cabeza a m en u d o tocaba las estrellas. T en ía una de sus m an os
tend id a hacia p o n ie n te , la otra hacia levante; de ellas su rgían cien cabezas
de d rago n es. D esde la parte de los m uslos tenía in m en sas espiras de v íb o ­
ras, cuyos a n illo s al extend erse hacia su cabeza em itían un p en etran te sil
b id o . T o d o su c u e rp o era alado. Su cias c rin es o n d eab an de su cabeza y de
su b a rb a . La m irad a de sus o jo s era de fu e g o . De tal c o n d ic ió n y tam añ o
era T if ó n , que a rro ja b a p ied ras incan d escen tes c o n tra el p ro p io cie lo , en
m ed io de silb id o s y g rite río . U n terrib le huracán de fuego salía de su boca.
Los dioses, cu an d o lo v ie ro n p recip itarse c o n tra el cielo , h u yeron en d es­
bandada a E g ip to . Y al verse p ersegu id o s to rn a ro n su figura en la de a n i­
m ales. Zeus asestó sus rayos contra T ifó n desde lejos, y cu an d o se le acercó,
lo h irió con una hoz de adam ante y lo p ersigu ió en su huida hasta el m onte
C a sio . Este se eleva sobre S iria . A llí, al verlo h e rid o , llegó a las m anos con
él. Pero T ifó n , en lazán d olo con sus espiras, lo su jetó, y, tras hab erle a r r e ­
batado la hoz, le c o rló los ten d o n es de m an os y pies. E ch án d o selo al h o m ­
b ro . se lo llevó a través del m ar hasta C ilic ia y una vez llegado allí lo d ejó en
la cueva C o r ic ia . A sim ism o d ejó a llí los te n d o n es e sco n d id o s en u na piel
de oso y d ejó co m o g u a rd ián a D e lfin e , la d ra g o n a , m uchacha a m edias
an im al. Pero H erm es y E gip án les ro b a ro n los ten d o n es y se los a p licaro n
a Z eu s de nuevo sin ser vistos. Z eu s, una vez recu perad a la fuerza que le es
p ro p ia , tra sla d a d o en un vu elo d esd e el cie lo sob re un c a rro tira d o p o r
cab allo s alad o s, asestan d o sus rayos c o n tra T if ó n lo p e rsig u ió hasta el
m on te llam ad o N isa. d o n d e las M o ira s e n g a ñ a ro n al m o n stru o en su
h uida, ya que. con ven cido de que su fuerza se vería acrecentada, p ro b ó los
fru to s de un d ía, así q u e, p ersegu id o de n u evo , llegó a T racia y en m ed io
de la p elea en to rn o al H e m o a rro ja b a m o n tes e n te ro s. P ero co m o éstos
rebo tab an c o n tra él p o r causa del rayo d e r ra m ó m u cha san gre so b re el
m on te. Y d icen que p o r eso el m on te se llam a H em o . C u a n d o trataba de
h u ir p o r el m ar S íc u lo , Z e u s le ech ó en cim a el m on te Etna en S ic ilia . Es
éste un m onte d escom u nal. Desde enton ces hasta ah ora dicen que las e m a­
naciones de fuego se p ro d u c e n p o r los rayos a rro jad o s.

Vemos algunos p u n tos de interés en su n a rra c ió n .


3>8 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

1. C o m o en H e s ío d o , la T i e r r a es la m a d re q u e . fu r io s a , se une a
Tártaro y t ie n e un h ijo m o n s t r u o s o . Se trata de un p a r to tard ío de la
divin idad p rim ig e n ia .
2 . Se sitúa el m ito en una localización geográfica con creta; com o era
de esperar, en C ilic ia.
3 . I-a d e s c r ip c ió n del m o n s t r u o re c u e rd a en p arte a H e d a m m u , ya
q u e es a n t r o p o m o r f o y s e r p e n t i n o , y en p arte a U ll i k u m m i , pues es
e n o r m e , su cabeza llega a las estrellas e invade el cielo , y a r r o ja fuego y
piedras incandescentes c o m o un volcán.
4 . La huida de los dioses y su conversión en animales, que está también
en N o n o , es una re c u rre n c ia del tem a a n a to lio ; en El Cunto de Ullikummi
K u m a r b i dice, re fir ié n d o s e a los dioses, « l o s d is e m in a r é c o m o a pája­
r o s » . H esíodo silencia este motivo y la posibilidad de derrota de Zeus.
5 . Z e u s lo ataca c o n los rayos, lu eg o c o n una hoz de ad a m a n te , un
m aterial m ítico m uy d u r o ; sin d u d a es la m ism a a r m a c o n q u e C r o n o
castra a C ie lo . El uso del arm a p rim ig e n ia es o tro p un to de contacto con
el Cunto de Ullikummi.
6. La lucha en la q u e Z e u s es d e r r o t a d o t ie n e lu g a r en el m onte
C a s io , el I lazzi de los textos hititas. A llí « lle g a n a las m a n o s » , c o m o en
la lucha con tra el d ragón hitita.
7- T i f ó n mutila a Z eu s y se lleva una parte fun dam ental de su cuerpo,
los ten d o n es, c o m o en el m ito hitita, el d ra g ó n se lleva el cora zón y los
ojos de Tesub. Y custodia este trofeo un d ra g ó n fe m e n in o .
8. G racias a otro person aje, en este caso, dos dioses, se recu peran sin
lucha las partes mutiladas.
9 . Z e u s r e c o b r a así su fu erza, c o rr e la t iv a m e n t e a c ó m o la « a m o n ­
t o n a » en el texto de H e sío d o , q u ie n había s ile n c ia d o , sin e m b a r g o , la
derro ta de Zeus.
1 0 . El m o n s tr u o es aú n e n g a ñ a d o . C o m e u n o s m iste rio so s « f r u t o s
de u n d í a » que p re te n d id a m e n te iban a darle fuerza y que p r o d u c e n el
efecto c o n t r a r i o . A p o l o d o r o a c u m u la dos v e r s io n e s a n a to lia s: la del
r o b o de ó rg an o s y la del en ga ñ o c o n la c om ida.
1 1 . Llega luego al m o n te N isa. aú n en A n a to lia , luego al H e m o , en
los Balcanes, ya en p len o desplazam iento hacia occid en te. A r r o ja m o n ­
tes e n t e r o s . A p o l o d o r o a p r o v e c h a p ara i n t r o d u c i r , en u n in c iso , un
m ito e t io ló g ic o s o b r e el n o m b r e del H e m o « m o n t e de la s a n g r e » .
T i f e o sigue hacia o ccid en te, a Sicilia , en rela c ió n co n otra leyenda que
lo p o n e en c o n ex ió n con el Etna, que aparece en P ín d a r o y en E sq uilo y
que p odía p r o c e d e r de la Titanomaquia cíclica.
18. L A LU C H A C O N T R A E L DRAG ÓN EN AN A T O LIA Y EN GREC IA 319

En sum a A p o l o d o r o n a rra un m ito c o m b in a d o , típico de un m itó -


grafo y hace que los p ersonajes reco rran diferentes lugares en que se sitúa
la leyenda, para a c o m o d ar un os datos con otros. Y es evidente que le han
llegado ecos de todo el c o n ju n to de temas cjue hallábam os en A n atolia.

1 8 .4 . C o n clu sio n es

El núcleo tem ático de este c o n ju n t o de versiones gira en t o r n o a un ser


nacido de las p r o fu n d id a d e s de la tierra o del m ar. Las características de
este s e r v a n desde un a terrible p o ten c ia destructora hasta rasgos h u m o ­
rísticos c o m o la g lo t o n e r ía o la in g e n u id a d , p e r o n u n c a es in teligente.
El m o n s tru o derro ta al dios represen tan te del o r d e n . L u ego éste, a u x i­
liado p o r un m ortal o p o r un a d iv in id ad , con sigu e, p o r estratagemas o
por elem en to s de sedu cción , o p o r el uso de una d eterm in ad a co m id a o
bebida, neutralizar la fuerza del m o n stru o , sacarlo de su m orada natural
y d erro ta rlo .
Lo más verosím il es situar el origen de este m ito en C ilic ia. El m on te
Hazzi y la cueva C o r i c i a s o n lugares r e la c io n a d o s desde un p r i m e r
m o m e n to c o n él. S u f o r m a o r ig in a r i a p o d r ía ser u n ritu al a n u a l. Las
alternativas estacionales se reflejan en que el dios de la Tem pestad es v e n ­
cido y luego vence.
Las versio n es de N e r ik serían las más p r ó x im a s al m ito más an tigu o
p o r su s im p lic id a d tem ática. Se a lu d e tan sólo a los e le m e n to s f u n d a ­
mentales: el m ar, la p rim e r a d e rr o ta y la sed u cción , ya q ue, en una v e r ­
sión. Inara se engalana. N o hay un com bate terrible ni una descrip ción
p o rm en o riz ad a de los e p iso d io s. Llevada a cabo la estratagem a, el final
del m o n s tr u o in g e n u o y tragó n es a u to m á tic o . L a i n te r v e n c ió n f e m e ­
nina se p o n e de relieve, p r o b a b l e m e n t e p o r c o n d i c i o n a m ie n t o s de la
religión protohática en que las diosas tienen un papel m uy im p o rta n te.
El rito trata de a s e g u r a r cada a ñ o la p u n tu a l llegada de la lluvia y
acrecentar el v ig o r y la p r o s p e r id a d de la fam ilia real. La asociación del
vigor de la n aturaleza c o n el p o d e r del rey r e q u ie re la asistencia de un
ser h u m an o en el m ito . La destrucción de éste, después de q ue su papel
deja de ser n ecesario es una clara referen cia al sitio cjue le c o r r e sp o n d e a
cada un o en el o r d e n a m ie n to del m u n d o .
Hedammu es ya literatu ra p u r a , ajena al ritu al. E llo explica p r o b a b l e ­
mente la d esa p a ric ió n del asistente h u m a n o en la tram a. S in e m b a rg o ,
la relación con la v e r s ió n q u e c re e m o s p r im itiv a es a ú n estrecha. El
m onstruo sigue s ie n d o u n ser s e r p e n tin o , voraz y g lo t ó n . El m a r es su
protector y su a n c e s tro . S ig u e s ie n d o i m p o r ta n te la i n te r v e n c ió n de
3 2 0 IV. H IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

Istar, eq uivalen te a la In a r a del texto an a to lio , q u e se en ga la n a , saca al


m on stru o de su m e d io y lo a tu r d e . Pervive el e s q u e m a cíclico.
H e d a m m u d e r ro ta a T e su b , si b ie n lueg o es d e r r o t a d o . La novedad es
que el tema aparece ahora en relación con el de la sucesión celeste, con
el que n o creo que la tuviera en o rig e n . H e d a m m u aparece ah ora como
un a c r ia tu r a n acida del d io s d e s t r o n a d o q ue p r e te n d e la vuelta al
pasado. Ad em ás, esta versión del m ito aborda especulativamente algunos
temas n uevos: so b re to d o el del papel de h o m b r e s y dioses en el orden
del m u n d o . L o s p r i m e r o s so n los « o b r e r o s » de los dio ses y éstos los
pro tecto res de los m ortales. S i el e q u il i b r i o se r o m p e y los h o m b re s se
ven s o m e t id o s a un a s itu ació n de escasez, los p r o p i o s dio ses resultan
p erju d icad os.
El canto de Ullikummi p re s u p o n e la versión de Hedammu, a la que corrige,
p o r e x a g e r a c ió n . Las sem ejan zas e n tre a m b o s p o e m a s son m u ch as: el
m ar es aún p ro te c to r del m o n s tru o . Pervive su asociación con el m ito de
la su c e sió n celeste. Se m a n ifie s ta t a m b ié n el e s q u e m a c íc lic o : Tesub
d erro ta a U llik u m m i después de h a b er sido d e rr o ta d o p o r él.
Pero el afán de novedad aflo ra en los detalles: el m o n s tr u o s e r p e n ­
tin o o r i g i n a r i o se sustituye p o r un a m o le de c r e c im ie n t o c o n t in u o ,
sug erida p o r las islas de c r e c im ie n to v olcán ico. La diosa engalanada no
lo g ra s e d u c ir al m o n s t r u o . El m o n s t r u o , más d ifíc il de v e n c e r que
H e d a m m u , es tanto más p eligroso, cuanto más tiem p o pasa, d eb id o a su
c o n t in u o c r e c im ie n t o . A m e n a z a c o n volver a la situ ació n p r im ig e n ia y
p o r ello debe rec u rrirse a un a s o lu c ió n p r im ig e n ia : la sierra con la que
se separó al cielo de la tierra.
S o b r e la llegada a G r e c ia de este m ito c o n t a m o s con un tr a b a jo de
V ian (en Ele'ments orienlaux dans la religióngrecque ancienne, París 1 9 6 0 , I 7 _ 37 )-
q u ien cree que se trata de un m ito in d o e u r o p e o , el del m o n s tru o tr ic é ­
falo, situ ad o e n tr e los á r im o s , un lu g a r m ític o , q u e luego se habría
insertado en el tem a de la Teogoníay, en otras versiones, en la lucha entre
H e r a y Z e u s . Este m ito i n d o e u r o p e o se vería t r a n s fo r m a d o , p o r el
c o n o c i m i e n t o de los m ito s o r ie n t a le s , en do s etapas: en el s. V I I los
griegos co n o c e n via Fenicia el m ito h u rrita de U llik u m m i, más o m en os
c o n t a m in a d o con ele m e n to s del Enuma Elis. L o s grie g o s sustituyen U l l i ­
k u m m i p o r su T i f e o y adaptan la v ersió n fo r m a l del m o n s tr u o s e r p e n ­
tin o de los sellos b a b ilo n io s . E n u n a segu n da etapa, en ép oca h e le n ís ­
tica, p r o g re s a n las t e n d e n c ia s sin cretistas y se le u n e n a 1 ife o o tros
elem entos, p roceden tes del m ito de Illuyanka: la p rim e ra versión llega a
O p i a n o ; la segunda, a N o n o . A p o l o d o r o c o m b in a las dos.
18. L A LU C H A C O N T R A E L DRAG Ó N E N A N A T O LIA Y E N G R E C IA 3 2 1

La p r o p u e s t a de V ia n da p o r su p u e s to q ue Ullikummi e llluyanka son


entidades irreductibles y que lo que H e sío d o nos cuenta es lo ún ico que
conoce del tema. Pero hay varios reparos que o p o n e r a su versión:
1) Ullikummi e llluyanka n o so n v e r s io n e s ir r e d u c tib le s . El m ito de
H e d a m m u , que V ia n no con ocía, protago nizado p o r un ser serp en tin o,
constituye un eslabón de u n ió n entre ellos. D e hecho, H e d a m m u es un
m odelo más claro de T i f e o que U llik u m m i.
2 ) E n H e sío d o hay huellas de un a adaptación del m ito a sus p r o p io s
intereses y las divergencias entre su versión y la h u rrita se deben p r o b a ­
blem en te a q ue el p oeta in ten ta a c o m o d a r el m ito o rie n ta l a una c o n ­
cep ció n religio sa del d io s s u p r e m o q u e excluye su cap a cid ad de ser
d errotado.
La alusión h om érica y la del Himno a Apolo nos m uestran una co rrie n te
subterránea, no explícita, de un tema que andaba c ircu la n d o en boca de
las gentes. L a m e n c ió n de los á r im o s in dica una r e fe re n c ia ge o grá fica ,
todo lo im precisa q ue se quiera, a la zona d o n d e el m ito surge.
La v e rs ió n h e sió d ica ev id en cia que el m ito estaba b ie n asen tad o en
G recia. Sigu e h ablan d o de los á r im o s , subsiste el n o m b r e de T i f e o . E n
la p r im e r a alu s ió n ap a rec e en u n a g a le ría de m o n s t r u o s p r im i g e n i o s ,
pero en la segunda se en cu adra en el contexto de la sucesión divina. Está
claro q ue, d e n t r o de esa am p lia tra d ició n p ro c e d e n te del o r ie n t e p r ó ­
xim o, el relato de H e s ío d o p resen ta m u c h as más s im ilitu d e s con
Hedammu y Ullikummi q ue c on las v e rs io n e s an a tolias, p e r o ello es lógico
por varias razones. P rim e ro , p o rq u e la Teogonia, c o m o estos poem as, es ya
literatura p u r a , ajen a al ritu al, p o r lo q u e n o se necesita el asistente
h u m a n o , ju stific a b le sólo en la a s o c ia c ió n del tem a c o n el ritu al.
S egu n d o , p o r q u e H e s ío d o sitúa este m o tiv o , c o m o en la v e rs ió n
hurrohitita, en el tema de los fallid o s in tentos del dios d estro n ad o p o r
volver al deso rden o r ig in a r io , esto es, en el m ito de la sucesión divina.
Ju nto a estas an alogías, hay ta m b ié n d ife re n c ia s , en mi o p i n i ó n no
tanto, c o m o cree V ia n , p o r q u e H e s ío d o haya p a r t id o de un a fu e n te
indoeuropea, sin o p o rq u e el poeta con ced e a Z eu s un papel p r e p o n d e ­
rante y considera que su p o d e r no adm ite altibajos. El m ito p ierd e asi su
carácter cíclic o . S in e m b a r g o , v im o s c ó m o en el verso 8 5 3 - c o n ese
«cu an do Z eu s apiló su fuerza, tom ó las a r m a s » , se traslucía una versión
en que Z eu s es d e r r o ta d o en un a p r im e r a batalla p o r el m o n s tr u o . Por
el m ismo motivo desaparecen la divin idad fe m e n in a auxiliar y el tema de
la seducción, p oco ap ro p ia d o s a los castísimos poetas épicos arcaicos y a
su c o n c e p c ió n m achista de la d iv in id a d . D e b e m o s s u p o n e r , pues, que
322 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

H e s ío d o c o n o c ía más detalles del m ito de la lu c h a del d io s suprem o


contra el m o n s tru o , p ero que seleccionó los aspectos que se avenían con
su visión de Z eu s, y d e f o r m ó o tro s m e n o s aco rdes para él co n la mayor
gloria de Zeus.
S e g ú n lo d ic h o , es ló g ico q ue a flo r e n nuevas v e rsio n es de este tema
en ép o ca h e len ística , c u a n d o la p r e o c u p a c ió n de n o v ed a d en el trata­
m ien to de los temas literarios es para los poetas m u c h o más importante
que la reverencia a un Z eu s en el que cada vez cree m en o s gente.
O p i a n o , un poeta que era de C i l ic i a , n a rra un m ito q u e tiene
m u c h o de c o m ú n co n el de N e r ik , lo que parece in d ic a r que en Cilicia
se estuvieron c o n tan d o d u ran te m u c h ísim o tiem po versiones similares a
la q u e llega a N e r i k . P o r ello O p i a n o p u e d e a l u d i r a un tem a q ue es
c o n o c id o .
E n c u an to a N o n o , c o n o c e a s im is m o un tem a a n a to lio , el r o b o de
partes vitales del dios. T o d o parece in d ic a r que las v ersiones más h u m o ­
rísticas, del d r a g ó n c o m i l ó n , del m o n s t r u o q u e le ro b a partes del
cu erpo al m ism ísim o Z eu s, las versiones más irreverentes p u d ie r o n estar
circu lan do p o r G recia en fo rm a de subliteratura, rechazadas p o r la «alta
lite ra tu ra » (la que nos ha llegado), y que a flo r a r o n a la alta literatura en
época helenística, de m o d o sem ejante a lo que o c u rre en las artes plásti­
cas, en las que ap a recen en esta ép oca las narices rotas del b o x e a d o r , el
p e q u e ñ o hockey o las viejas y los viejo s d e f o r m e s , q u e s ie m p r e habían
existido p e ro sólo ah ora llegan al arte.
Lx» de A p o l o d o r o es una versión c o m b in a d a . T i e n e elem en to s de las
versiones anatolias (los temas de la co m id a y del ro b o de ó rg an o s), otros
de Hedammu y o t r o s de Ullikummi. Y la r e la c ió n c o n el E tn a, alu d id a p o r
P ín d aro y p o r E sq u ilo y quizá antes en el ciclo ép ico.
T a m b ié n h e m o s visto v e rsio n es parciales s e c u n d a ria s: los A ló a d a s y
Jasón, que nos in dican que estos elem entos estaban circu lan d o de form a
muy libre.
Q u iz á la v is ió n q ue he p r e s e n ta d o aq u í tenga m u c h o s e le m e n to s
im a g in a tiv o s y se basa en exceso en el p o s tu la d o de factores q u e no
p o d e m o s contrastar. Desde luego parece claro que el trasfo n d o existe. Y
d u d o q u e el m ito llegara a G r e c ia lim p ia m e n t e fr a g m e n t a d o , p r i m e r o
en un a v ersión , en el siglo VIII y luego, en otra, en época helenística. Ni
las versiones del m ito estaban separadas con nitidez en la p ro p ia Anatolia
ni tam p oco están cortadas a cu chillo en G rec ia . S ie m p r e hallam os h u e ­
llas, síntom as, señales, de que el au to r que nos n arra una versión con oce
otros aspectos que n o cuenta. Se n os escapan afluentes, c o rrie n te s s u b ­
18. L A L U C H A C O N T R A E L D R A G Ó N E N A N A T O LIA Y E N G R E C IA 3 2 3

terrán eas, hay r e la c io n e s q ue n o c o n s e g u im o s estab lecer, p e r o las


corrien tes p rin c ip a les son claras. E n m i o p i n i ó n es u n o de los m ejores
ejem p lo s c o n que p o d e m o s c o n ta r de la fo r m a en q ue los m itos viajan,
se adaptan, se c o m b in a n y se tran sfo rm a n .
19. HIMNO HOMERICO A OEMETER 43-46:
ADAPTACIÓN OE UN MOTIVO ANATOLIO

El verso 4 6 del Himno Homérico a Deméter presenta la rep etició n —si b ien en
contextos m uy d iferen tes— de dos palabras que ap arecen en versos muy
próxim o s y, p o r otra parte, p ro d u c e una cierta q u ie b ra en la c o n t in u i ­
dad del relato, todo lo cual es habitualm ente co n sid era d o c o m o un s im ­
ple d escu ido o un a p u r a m uestra de torpeza e n la técnica n arrativa del
autor, p e ro en mi o p i n i ó n , y p o r m otivos que trataré de razon ar, p uede
profundizarse en las m otivaciones de estos fe n ó m e n o s y es p osible expli­
carlos c o m o la h u ella de un p r o c e s o de c o n t a m i n a c i ó n de m o tivo s
diversos q u e el p o eta n o ha l o g r a d o e n s a m b la r de u n a f o r m a acertada
del todo.
El a n ó n i m o a u to r del h i m n o acaba de n a r r a r c ó m o D em é ter, al o í r
los ecos del g r it o de s o c o r r o de su h ija P e r s é fo n e , siente un p r o f u n d o
dolor y lo m anifiesta r o m p ie n d o su tocado y echándose p o r los h o m b r o s
un m anto o s cu ro . Es en este m o m e n t o c u a n d o aparece el pasaje ob jeto
de este capítulo (w . 4 3 - 4 6 ) :

Se lanzó com o un ave de presa, sobre lo firm e y lo húm edo,


en su busca. Mas decirle la verdad
no quería ninguno de los dioses ni de los hombres mortales.
Ninguna de las aves de presa se le acercó com o veraz m ensajera1.

I Véase el contexto del pasaje y otras semejanzas con mitos orientales del Himno en §
15-5-
326 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

El últim o verso, c o m o acabo de señalar, deseq uilibra la línea n a rra ­


tiva. T r a s la a f i r m a c i ó n de q u e n a d ie (en la h abitual e x p r e s ió n p o lar
« n i n g u n o de los dioses ni de los h o m b r e s m o r t a l e s » ) q u iso d a rle a la
diosa razón cierta de lo o c u r r i d o , la m e n c ió n de u n ave de presa com o
m ensajera cierta parece innecesaria y sob re ab u n d an te , y la repetición de
la referen cia a la verdad, estilísticamente torp e. E n los versos siguientes,
además, la diosa reinicia la búsqueda de su hija, c o m o si la m e n c ió n del
ave m arcara un p u n to de in flex ió n en el relato:

Luego, durante nueve dias, por la tierra la venerable D eó2


anduvo errante, llevando en sus manos antorchas encendidas.

L o s com en taristas n o han m o stra d o gran in terés p o r este pasaje. El


a u t o r del m e j o r c o m e n t a r i o s o b re el h i m n o , R ic h a r d s o n ( O x fo r d
1074)- a p ro p ó sito del v. 4 3 señala que los dioses se co m p ara n a m en ud o
con aves en la épica, da paralelos de aves co m o m ensajeros y señala com o
no in ten cio n al la rep etición de la referen cia al ave de presa.
Si b ie n es cierta la fr e c u e n c ia de la c o m p a r a c ió n de los dioses con
aves en H o m e r o , n o lo es m e n o s q u e , de los p a ra le lo s citados p o r el
a u to r , só lo en u n o se usa « c o m o » ( Odisea I . 3 2 0 ) . ya q u e en to d o s los
d em á s se expresa u n a p a la b ra , c o n el s ig n ific a d o « s e m e j a n t e » u otro
p a r e c id o . El poeta del Himno a Deméter n o ha s e g u id o , p u es, el m o d e lo
más fre c u e n te en la c o m p a r a c ió n de dioses c o n aves, esto es, el uso de
un adjetivo o p a rticip io con el sign ificad o « s e m e j a n t e » , d o c u m en ta d o
en los diez casos citados p o r R ic h a rd so n , sin o un a fo r m u la c ió n m uch o
m e n o s usual (u n a vez), sim p lem en te c o n « c o m o » .
E n s egu n d o lugar, las m e n c io n e s de p ájaro s c o m o verd a d ero s m e n ­
sajero s son atípicas en la ép ica. L o s dos casos c itados p o r R ic h a r d s o n
( H e s í o d o , fr a g m e n t o 1 2 3 M erk e lb a c h -W e st y C a lim a c o , fr a g m e n t o
2 6 0 .2 7 ss- P fe iffe r ) se re fie r e n a u n m is m o tema —lo q u e q u ie r e d ecir
que es p r o b a b le q ue haya in fl u i d o el u n o s o b re el o t r o —, el del cuervo
que le co m u n ic a a A p o lo la in fid elid a d de C o r ó n i d e . P ro b a b le m en te de
o rig en p o p u lar, se trata aquí de un m ito etiológico sobre el c o lo r de esta
ave. E n cam b io , en el pasaje q ue an alizam os, este ave de presa n o es en
ab solu to un p resagio. U n adjetivo c o m o « v e r a z » s u p o n e q ue el ave no
se lim ita a d ar, co n su m e r a a p a r ic i ó n , un b u e n a g ü e r o , c o m o en los
pasajes citad o s de la [liada, s in o q u e se r e q u e r i r í a de ella un au té n tico

2 O t r o n o m b r e de D em éter.
1 ?. HIMNO HOMÉRICO A OEM É TER ¿3 -4 6 3 2 7

m en saje que c o m u n ic a r , el q ue tam p o co los o tro s dioses le han d ado a


D em éter. Esta lo que req uiere, en efecto, n o es un presagio, sin o n o t i ­
cias del p a r a d e r o de P e r s é fo n e . P o r otra p arte, el t é r m i n o g r ie g o se
refiere, adem ás de designar al ave augural —incluso al agüero m ism o — en
general a un ave g ra n d e , de presa, en especial el águila, baste aq u í r e f e ­
rim os a ¡Hada 1 3 - 8 2 3 . E sq u ilo , Agamenón 1 1 4 y P ín d a r o , Olímpica 1 3 . 2 1 .
P or ú ltim o, es posible que las repeticiones a las que nos estamos r e f i ­
r ien d o tengan alguna m otivación y m erece la p en a que in tentem os b u s­
carla, al tiem p o que tratam os de explicar la causa de la d iscordan cia con
el contexto q ue m anifiesta el verso en que se acu m u lan .
Para mi e x p lic a c ió n del pasaje p arto de la base de q u e, a m e n u d o ,
estas in con secuenc ias o desajustes en la narrativa se d eb en a la in serción
en ella, p o r parte del aedo, de un elem en to o rig in a ria m e n te ajen o , esto
es, lo que d e n o m in a m o s « c o n t a m in a c ió n de fuentes o de t r a d ic io n e s » .
La explicació n, pues, tanto de las rep eticion es c o m o de la q u ieb ra en la
línea narrativa p uede buscarse, en mi o p in ió n , en la hipótesis de que el
aedo ha tratado de adaptar a q u í —sin un acierto c om p leto en su in tento—
un motivo extraño al del rapto de Perséfone.
En otros pasajes del h im n o se ha detectado ya hace tiem p o una serie
de p ara lelo s c o n un m ito a n a to lio del q u e n os h an lleg ado diversas
variantes. M e re fie r o al m ito del dios q ue desaparece, más c o n o c id o en
las v e r s io n e s de la d e s a p a r ic ió n de T e l i p i n u 3. R ic h a r d s o n señ ala con
acierto en su co m en tario algunos de ellos, c o m o el papel del dios del Sol
o la d escrip ción de la carestía, p o r causa de la cual los dioses se ven p r i ­
vados de las h o n r a s q u e les son d eb id as. E n c o n s e c u e n c ia n o resulta
in vero sím il q u e el a u to r del Himno a Deméter d e p e n d a en este p u n t o de
otro e p is o d io de los q u e se n a r r a b a n en u n m ito del q u e ha to m a d o
otros motivos.
En efecto, en el m ito del dios que desaparece es un ep is o d io casi
imprescindible el envío p o r parte del dios del Sol de un águila para buscar
al dios p erd id o. Así se narra en la p r im e r a versión del mito de T e lip in u :

El dios del Sol envió a la veloz águila:


— Ve e inspecciona las altas montañas, inspecciona los valles profundos,
inspecciona el oscuro oleaje.
El águila partió y no lo encontró. Y al dios Sol le dio su mensaje: — No
encontré a Telipinu. el noble dios.

3 Véase capitulo 15.


328 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

E n té rm in o s m uy sim ilares se n a rra en la segu n da versión del mism o


m ito:

El dios Sol envió a la velo/, águila: —Ve y busca a Telipinu.


F.1 águila partió, inspeccionó las montañas, inspeccionó los ríos y no lo
halló. Y al dios Sol le dio su mensaje:
— No lo encontré.

En fo r m a algo más am p lia aparece en el m ito de la d esa p a ric ió n del


dios de la T em pestad:
El d io s S o l (o quiza Hannahana; hay una laguna en el texto) e n v ió a la veloz
águila:

—Ve e inspecciona las altas montañas, inspecciona los valles profundos,


inspecciona el oscuro oleaje.
El águila partió y no lo encontró. Y la veloz águila le dio su mensaje al
dios Sol:
— I le inspeccionado las altas montañas; he inspeccionado asimismo los
valles profundos y he inspeccionado el oscuro oleaje, pero no he en co n ­
trado al dios de la Tempestad del C ielo.

Se trata, pues, de un ep isodio típico, repetido en diversos mitos an a-


tolios, el del envío infru ctuoso de un águila p o r m ontes y valles, en busca
del dios desaparecido. T o d o parece in d icar que el aedo au to r del h im n o ,
que co n o ce estos temas, c o m o se p u ed e ver p o r los o tros paralelos cita­
dos, ha adaptado tam bién este motivo a su p rop ia narrativa.
S i a c e p tam o s esta p r o p u e s t a , resulta e n to n c e s c u r io s o e x a m i n a r la
f o r m a en q ue el aedo a n ó n im o ha p r o c e d id o , ya que lo ha hecho t r a d u ­
c ien d o el ep iso d io a los recursos form ales del acervo trad icion al. C o m o
verem os, en cada caso ha rec u r r id o a una f ó r m u la , y ha sido eso p recisa­
m en te lo que ha c o n d ic io n a d o en m ayor grado su adaptación .
Parece q u e en p r i n c i p i o el poeta se p r o p u s o s u s titu ir el e n v ío del
águila p o r una búsqueda em p re n d id a p o r la diosa en p e rs o n a , c o m o un
ave de presa, al m o d o de H erm es, en Odisea 5 -5 1 - La búsqueda p o r m o n ­
tes y valles se refleja en la f ó r m u la « s o b r e lo fir m e y lo h ú m e d o » . T ras
m e n c io n a r lo in fru c tu o so de la búsqueda, p o r q u e ni dioses ni h o m b res
q u ie r e n d e c ir le la v erd a d , el ae d o vuelve a ev o c a r el e p is o d io del m ito
hetita y se r e fie r e en el v. 46* t a m b ié n e s tiliz ad am e n te, al reg reso del
águila tras su in fru ctu osa búsqueda de la diosa p erdida. En este caso, su
m o d e lo form al es Ilíada 2 2 . 4 3 ^-
1?. HIMNO HOMÉRICO A DEMÉTER i 3-46 3 2 9

La r e p e t ic ió n del « a v e de p r e s a » es u n tra s u n to del viaje de ida y


vuelta del águila en el m o d e lo a n a to lio ; la re fe r e n c ia d o b le a la verdad
insiste en que el ave de presa c u m p le una fu n c ió n igual a la de los dioses
y h o m b r e s citados en los versos 4 4 ~ 4 5 : n ’ u n o s ni otra saben d a r cuenta
a D e m é te r del p a r a d e r o de su h ija. L o c u r io s o , sin e m b a r g o , es que el
aedo n o ha m a n te n id o de fo r m a con secu en te su ad aptación de sustituir
p o r la p r o p i a d iosa se m e ja n te a u n ave de p resa el tem a o r ig in a l del
envío del águila, s in o q ue se ha dejad o llevar lueg o p o r él y, en c o n s e ­
cuencia, n o sólo persiste el regreso del ave, s in o la c o n t in u a c ió n lógica
de la acción , según la cual la diosa se dirige « l u e g o » en person a en p e r ­
sona a buscar a su hija (v. 4 7 s -)' c o m o si antes n o lo hu biera hecho ya.
A la luz de este análisis se ex p lic an , creo q u e satisfa cto riam en te , las
m otivaciones de las rep eticion es y de la ru p tu ra de la línea narrativa que
detectábam os en el pasaje en c u e s tió n . A un t ie m p o , to d o ello n os ha
p erm itid o aso m am os de algún m o d o a las técnicas del aedo —logradas o
fracasadas— para c o m b in a r m otivos antes diversos.
20. UN MITO ETIOLÓGICO ANATOLIO SO BRE EL TAURO [C77V16)
EN NONO [DIONISÍACAS 1.408 S.)

La p resencia en la literatura griega de alusio nes a temas m íticos de o r i ­


gen an atolio fue detectada ya en algunos trabajos de los años treinta, en
que se ad virtieron huellas de la segunda versión del m ito hitita de Im lucha
contra el Dragón (Illuyanka) en un pasaje de la Biblioteca de A p o l o d o r o ( 1 . 6 . 3 )
y paralelos la sucesió n en el r e in a d o celeste n a rr a d a e n el ciclo h u r r o -
hitita d e K u m a r b i y la descrita e n la T e o g o n i a de H e s ío d o , u n tem a
sobre el que luego se ge n e ró una con sid erable bib lio g rafía'.
D esde e n t o n c e s h an sido n u m e r o s o s los trab a jo s d ed ic a d o s a p r o ­
fu n d iz a r en el e stu d io de la p re s e n c ia de tem as m ítico s an a to lio s en la
literatura griega. N o causa p o r tanto ya n in g u n a extrañeza —p o r más que
la trayectoria concreta de la tran sm isió n de estas historias a través de los
siglos n o n o s sea accesible— e n c o n t r a r en au to re s g rie g o s , in c lu s o de
época tardía, algun a referen c ia a m itos an atolios. E n mi o p in i ó n es un
terreno éste en el que hay aú n m u ch o p o r hacer. E n m u ch os casos, a d e ­
más, el hallazgo de u n a re la c ió n en tre am b as v e rs io n e s , la g rie g a y la
hitita, p erm ite aclarar p u n to s oscu ros de una o de otra.
Este es, creo, el caso de un tem a m ítico alu d id o p o r N o n o de P a n ó -
polis, últim o e p íg o n o de la épica griega de trad ic ió n ho m éric a, a caballo
ya en tre los siglos I V y V d . C . , q u e e n m i o p i n i ó n p r o c e d e de u n a
leyenda a n a to lia . L a r e l a c i ó n e n tr e a m b o s pasajes q u e , cada u n o p o r
motivos distin tos, h a n suscitado la extrañeza de los co m en taristas r e s ­

I V éan se los cap ítu los 16 y 17 de este lib ro .


3 3 2 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

pectivos, p e r m ite , p o r un la d o , c u b r i r algu n a lagun a i m p o r ta n te en el


texto hitita, y p o r o t r o , e x p lic a r la c h o c a n te p re s e n c ia del pasaje de
N o n o en el lugar en que aparece.
La r e fe r e n c ia de N o n o en c u e s tió n o cu p a ap en a s dos versos de las
Dionísiacos (1.4 .0 8 s.) y dice así:

T ras estas palabras, se lanzó (Zeus) en lodo semejante a un astado toro,


por lo cual el monte recibió el sobrenom bre de Tauro.

E n nota al pasaje en su ed ició n del texto, V ian señala que esta m eta­
m o r fo s is n o tien e o tro ob jeto que dar un a justificación q ue ex p liq u e el
n o m b r e de T a u r o . E s éste un tem a, sin e m b a r g o , q u e n o ap arece, que
sepam os, en n in g ú n o tr o au to r de la literatura griega. L o que sí es evi­
d en te es q u e , para los grie gos, el n o m b r e de la c o r d ille r a del T a u r o se
identificaba con el n o m b re c o m ú n del to ro , y hallam os diversos pasajes
en q ue se trata de s e ñ a la r las raz o n es de esta d e n o m i n a c i ó n . A sí, p o r
e je m p lo , D io n is io Periegeta 6 4 1 ss. n os dice:

... la llaman Tauro


porque avanza semejante a un toro, con puntiagudas testuces,
escindida aquí y allá en cumbres espaciosas.

D e f o r m a s im ila r explica el n o m b r e E steb a n de B iz a n c io s.v. Tauros


( 6 0 8 . 1 7 M eineke):

... porque la parte de ella que mira hacia el mar se parece a la testuz de
un toro.

Tales testim onios p o n e n , pues, de m anifiesto que para los griegos era
claro q ue la co rd illera se llamaba del T o r o , y que el n o m b r e se debía a la
ío r m a abrupta de sus cimas.
Los autores m o d e rn o s, dados a p o n e r siem p re en duda lo dem asiado
obvio, d u d a ro n de que algo tan elem ental p u d ie ra ser cierto y así h alla­
m os algu n as p ro p u e sta s q u e tratan de b u scarle o t r o o r i g e n al n o m b r e
(c o m o o r i g i n a d o en a r a m e o tur. tura, s ie n d o la relac ió n c o n el t o r o un
e r r o r de los griegos, entre otras etim ologías n o m en o s com plicadas). En
to d o caso, un a h isto ria q u e e x p liq u e el n o m b r e de los m o n t e s p o r la
presencia de Z eus m etam orfoseado en el citado lugar sólo la hallam os en
N o n o . Ya es e x tra ñ o este a is lam ien to d e n t r o de la litera tu ra griega del
tema mítico de la m e tam o rfo sis de Z eu s c o m o etiología del l a u r o . Pero
un análisis más d e te n id o de este pasaje y de su situación en la ob ra sus­
cita una extrañeza m ayor.
20. UN MITO ETIOLÓGICO ANATOLIO S O B R E E L TAURO 333

E n p r im e r lugar, es cu rio so el uso del verb o « s e la n z ó » (essuto), que


en voz m e d io -p asiva significa «lan za rse , p re c ip ita rse » con la idea de un
m o v im ien to im p etu oso hacia alguna parte o para algo. Im plica que una
p e r s o n a o u n ser a n i m a d o se d ir ig e hacia u n lu g a r o a h a c e r algo c o n
un a especial p risa, d e c is ió n y v io le n c ia . N a d a hay más g r a tu ito en el
pasaje de N o n o que esta auténtica em bestida furiosa hacia n in g u n a parte
de Z e u s m e t a m o r f o s e a d o en t o r o , al p a r e c e r n ad a más q ue p ara darle
n o m b re a la cord illera.
E n s e g u n d o lu g a r, resulta ch o can te el c o n texto en q ue se h alla este
pasaje. N o n o está n a r r a n d o , d e n t r o del largo e p is o d io de la lu ch a de
Z eus c o n tra T ife o . c ó m o el d io s organiza un a c o m p lic ad a estratagema:
m etam orfosea a C a d m o en p astor y le e n c o m ie n d a q ue toq u e la sirin ge
para calm ar a T i f e o , o fre c ié n d o le c o m o p r e m io a H a rm o n ía . A l m ism o
tiem po , le encarga a E ro s que hiera a T i f e o con una flecha. Es entonces
cu an do Z e u s se m e tam o rfo sea en to ro , p ero esta acción n o se co n tin ú a
con n in g u n a otra p o r su parte. La línea argum ental de la o b ra prosigu e,
en cam b io con la actuación de C a d m o . q u ien lleva a efecto los encargos
de Zeus. T o d a la c o m p o s ic ió n del e p iso d io es cu riosa y desconcertante,
si bien ha sido analizada co n una gran agudeza p o r V ian . N o n o com b in a
en él de m o d o deshilvanado una serie de motivos, bu scando incan sab le­
mente la variedad aun a riesgo de d ejar algunos temas sólo iniciados y de
una f o r m a q ue p ro v o ca un a c o n t in u a q u ie b r a de la lín ea a r g u m e n t a l.
Pero lo q ue a q u í n o s in te resa más es q u e. en este m o saic o de m otivos
m íticos, hay v ario s de o r ig e n m in o r a s iá tic o . Hay en efecto ecos de La
Lucha contra el Dragón (Illuyanka) n a rr a d a p o r los hititas en el tema de la
recu peración p o r parte de un m ortal de los ó rg an o s arrebatados al dios
p o r el m o n s tr u o : C a d m o tx-ata de r e c o b r a r los te n d o n e s de Z eu s, igual
que el h ijo del d io s de la Tempestad en el m ito hitita rec u p e ra p ara su
padre el corazón y los ojos que el D ragón le había arrebatado. Pero ta m ­
bién hay huellas de otro tema an atolio, el del en can tam ien to del m o n s ­
tr u o p o r la m ú s ic a , q u e h a ll a m o s en el texto h u r r o h i t i t a el Canto de
Ullikummi y, de fo r m a más clara, en el de Hedammu'. Vian cree con fu n d a ­
m ento q u e en a lg u n o s de estos temas N o n o p u d o ser t r ib u t a r io del
autor de las T e o g o n ia s heroicas P isan d ro de L a ra n d a q u ie n , o r ig in a r io
de Asia M e n o r c o m o era, p u d o co n o c e r antiguas leyendas locales y usar­
las para ren ovar el acervo de la m itología griega. Y en efecto, nos consta

2 So b re los m itos cíe Illuyanka y H ed am m u , cf. el cap itu lo t8 de este lib ro .


334 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

p o r una noticia de O lim p io d o r o que Pisandro de L aran da había tratado


la historia de C a d m o y T i f e o (frag m en to 15 H eitsch).
Es en este contexto llen o de ecos anatolios d o n d e se inserta, pues, la
m e t a m o r f o s is de Z e u s . T a n to p o r la au sen cia de p r e c e d e n te s de este
m otivo en la lite r a tu r a griega c o m o p o r su carácter h e te r o g é n e o , a ñ a ­
d id o , en el c on texto en que está y a sim ism o p o r lo gra tu ito del uso del
verb o essuto al que m e he r e f e r id o antes, p o d e m o s p e n s a r q ue N o n o ha
i n s e r ta d o en este p u n t o , d e n t r o de su in sac iab le a c u m u la c ió n de e l e ­
m en to s m íticos, un a referen cia a otra leyenda, asim ism o an atolia, en la
q ue la m e t a m o rfo s is del d io s en to r o , la v io le n c ia de su em b e stid a y la
relación c o n el T a u r o tuvieran un a coh eren cia m ayor.
C r e o h a b e r e n c o n t r a d o la f u e n t e ú ltim a de N o n o en u n a leyenda
etiológica del paso de los hititas p o r el T a u ro , en la que aparece la m eta­
m o rfo sis de u n dios en toro. Se trata de u n difícil texto en hitita antiguo
(Catalogue des Textes Hittites 16 , ed itad o p o r O tt e n ), en el q u e h a llam o s un
pasaje con significativas sim ilitudes c o n el de N o n o (lineas 1 5 - 1 8 ) :

[ 1se c o n virtió en to ro . Su corn am en ta está un p oco torcid a (? ).


[ J p re g u n to : « ¿ P o r qué su co rn am en ta está to rcid a (? ) de ese m o d o ? »
A sí re sp o n d e: « C u a n d o yo re c o rría ( . . . ), la co rd ille ra era d em asiado
escarpada.
M ira, el toro estaba allí Ten su lu gar ( ? ) .l C u a n d o vin o, levantó la cordillera
y la apartó
\a un lado ( ? ) J y h em os d om in ad o [o .. ] y el m ar. Por eso su cornam en ta
está torcid a ( ? ) ! »

El texto hitita, la m e n ta b le m e n te , dista m u c h o de ser cla ro , n o sólo


p o r algu n as lagu n as en su in te g rid a d (e sp e c ia lm e n te sign ific ativ a es la
falta en la lín e a 1 5 del su jeto del v e r b o , q u e su e d i t o r , O t t e n , s u p o n e
que es el n o m b r e de un dios), sino p o r dificultades de léxico y o s c u r id a ­
des de sentido y del contexto. U n extraño person aje, que se queja de que
se le ha im puesto u n yugo in ju sto , am enaza co n arrasar las tierras c o n el
hielo que trae en su aljaba y se jacta de que m a n tie n e sujeta la cord illera
y el m ar. E n ese p u n to v ien e el pasaje q ue he reco gid o ín te g ro . El texto
co n tin ú a con la actuación del dios del S o l que despacha m en sajeros para
q u e se ataq ue H a lp a y e n él se m e n c io n a n un tal S u p iy a h s u y u n Z i d i ,
éste ú ltim o p ro b a b le m e n te u n d ignatario citado e n u n a Crónica de Palacio.
Si las lín e as c o n c re ta s del f r a g m e n t o n o q u e d a n claras en a lg u n o s
pun tos, sí q ue so n diáfanas las m otivaciones de este m ito, tal c o m o las ha
señ alad o O t t e n : se r e fie r e al d ifíc il it in e r a r i o del rey h itita H a ttu sili I
20. UN MITO ETIOLÓGICO A N A T O U O S O B R E EL TAURO 3 35

hacia A le p o a través de los escarpados pasos del T a u r o . E l g ra n obstáculo


que la c o r d ille r a rep resen taba p ara el avance de los hititas q u ed a e x p e ­
dito gracias al m ítico to ro , sin duda un dios tran sfig urado, que abre con
sus c u e r n o s u n paso a través del m acizo m o n t a ñ o s o , de m o d o q ue los
hititas pued en alcanzar el m ar. De alguna form a, la c o n fig u ra ció n de los
m ontes seguía aú n re c o rd a n d o la presen cia del toro.
N u e str o texto se r e lacio n a , p o r un la d o , c o n un p e q u e ñ o g r u p o de
escritos, c o m o la Toma de/(alpa ( CTH 3) o el texto so b re los an tro p ó fa g o s
( CTH 1 7 . 1 ) . en q u e los a c o n te c im ie n t o s h is t ó r ic o s se ven tra n s id o s de
elem en to s m íticos, so b re n a tu rales o m aravillosos. Pero, p o r o tr o lad o,
creo q u e cabe r e la c io n a r lo c o n u n e x te n d id o tem a m ític o a n a t o lio : el
del reto q u e un an tag o n ista m o n s t r u o s o p la n tea a un d io s ( g e n e r a l ­
m ente el dios de la Tempestad), c o n la in te n c ió n de q ue éste p ierd a su
p rim acía. D e n tr o del ám b ito p u ra m e n te local, este tema se centra en las
dos v e rs io n e s de La lucha contra el Dragón (Illuyanka, CTH 3 2 O , p e r o en los
m itos de p r o c e d e n c ia h u r r it a lo h a lla m o s en diversas n a r r a c io n e s del
C iclo de K u m a r b i , d o n d e los antagonistas son, entre otros, la serpiente
H e d a m m u ( CTH 34-8), el m o n s tr u o de diorita U llik u m m i ( CTH 345 ) > 0
el dios K A L , c o m o h e m o s visto en los capítulos an teriores.
P o r ú ltim o , creo que cabe señ alar tam b ién cierto p a ra le lism o entre
el antagonista divin o del texto que estamos an alizan do, q u ien a firm a :

¿ Y q u ién lo m an tien e to d o su jeto en su m a n o ? ¿ N o m an ten go yo los


río s, m ontes y m ares su jeto s? Y o m an tengo sujeta la c o rd ille ra , asi que no
pu ed e m overse ya de su sitio: m antengo firm e el m ar y n o puede re flu ir.

y el a lu d id o en el lla m a d o Conjuro de la atadura ( CTH 3 9 °)> de q u ie n se


cuenta:

F.1 G ra n R ío ató su flu jo .


A tó al pe/ en el agua ( ...)
ató las altas m ontañas
y ató los p ro fu n d o s valles.

E n am b os casos se trata de u n antagonista que ata o sujeta elem entos


naturales para im p e d ir, bien el paso, b ien el flu ir de los ríos o del m ar.
A s í p u es, y en c o n c l u s i ó n , el texto del t o r o m ítico tra s c ie n d e el
motivo histórico de c ó m o las tropas hititas salvaron en su avance el o b s ­
táculo del T a u ro , en un tema m ítico de com bate entre los dioses p r o t e c ­
tores del rey de Hattusas —el dios del S o l, q ue ap a rece d e s p a c h a n d o
m ensajeros, el dios que se m etam orfosea en t o r o —y un antagonista que
3 3 6 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

p u e d e arrasar la tierra con el hielo de su aljaba y q ue c o n tr o la la cordi­


llera y el m ar, es decir, que im p id e con las m on tañ as el paso de los hiti-
tas hacia el m ar.
U n dios, m uy p ro b a b le m e n te el dios de la T e m pestad , si ten em os en
cuenta q ue en el pasaje de N o n o tal papel lo asum e Z eu s, que es el dios
grie go que c o r r e sp o n d e h a bitualm en te al dios hitita de la Tem pestad en
los dem ás paralelos que c o n o c e m o s, se m etam o rfo sea en t o r o y vence al
c u rioso antagonista, lib eran d o así a los hititas del obstáculo que impedía
su m archa hacia el m ar. Las m otivacion es de esta leyenda etiológica hay
q ue buscarlas c on toda v ero s im ilitu d en la sem ejanza fo r m a l de aquella
parte de la c o r d ille r a con un t o r o de c u e r n o s to rc id o s , a juzgar p o r lo
q u e se n o s dice en el relato . De m o d o q u e el n o m b r e del t o r o debía
estar ya en aquella fecha relacionado con las m ontañas en cuestión, au n ­
q ue la m en ta b lem en te n o se n o s ha c on servado m e n c ió n de la d e n o m i ­
n ació n concreta del T a u r o en las fuentes hititas.
A N o n o le llegan, pues, ecos de una leyenda, según la cual el Tauro
d ebe su n o m b r e a un a m e t a m o r fo s is del d io s de la T e m p e s ta d . Q u e la
vía de c o n o c im ie n t o de este tema fuera asim is m o P isan d ro de Laranda
no es dem o strab le a p artir de los escasos frag m e n tos que nos q u ed an de
él. E n to d o caso, id e n tific a , c o m o es h abitual, al dios de la T em pestad
c o n Z eu s y evoca esta t r a d ic ió n de u n a m a n e r a m uy breve, en un c o n ­
texto en el q ue Z eu s se halla en p le n o com bate co n tra T i f e o , o tro anta­
gonista m o n s tr u o s o . Pero, c o m o en tantas otras ocasion es, deja el e p i ­
s o d io sin d e s a r r o lla r : ap a rece Z e u s m e t a m o r f o s e a d o en un t o r o de
em bestida fu rio sa , p e r o su acció n no se trad u ce en un d esp lazam ien to
de la c o r d i l l e r a , c o m o en el m ito hitita, s in o só lo en un a m o tiv ació n
para el n o m b r e que recibe el lugar.
La relación en tre am b os textos, q ue cu an to m en o s m e parece p r o b a ­
ble, sirve, pues, para hacer m uy v e ro sím il q ue el dios m e ta m o rfo s e a d o
en el texto hitita sea el d io s de la T e m p e s t a d y p ara c o n f i r m a r en él la
relación e n tre el m ito de la m e ta m o r fo s is y el n o m b r e de la c o rd ille ra .
E n cu an to al pasaje de N o n o , se explican sus in con secuen cias a la luz de
los p aralelos an atolios, d o n d e el m ito ten ía u n a m otivación m ás clara.
21. EL VIAJE DEL ALM A AL M AS ALLA:
UN PARALELO ENTRE HITITAS Y ÓRFICOS

2 1 . 1. L a m u e r t e c o m o v i a j e
M u c h o s p u e b lo s im a g in a n el tran ce de la m u e rte c o m o un viaje a o tro
lugar. E n este capítulo voy a fija rm e en dos viajes al Más A llá, p ro d u c to
de la literatura religiosa de dos culturas lejanas entre sí. p ero que se nos
m uestran c o m o em p a re n ta d o s, a u n q u e sea d ifícil para n o so tro s d e t e r ­
m in ar la fo r m a en que la relación se p r o d u jo : se trata, p o r un a parte, de
un ritual hitita al que d e n o m in a m o s El gran viaje del alma y, p o r otra, de las
lam inillas órficas de o ro .

21.2. E l g r a n v ia je del a lm a h it it a
C o m e n z a ré p o r El gran viaje del alma hitita. u n texto datado hacia la mitad
del II m i le n i o a . C . A u n q u e se e n c u e n tr a en estado f r a g m e n t a r io (dos
g ran des fr a g m e n t o s y no del to d o leg ib les), es p o s ib le s e ñ alar algu n as
lineas f u n d a m e n t a le s p ara su in t e r p r e t a c i ó n . I r e m o s e x a m in a n d o los
diversos pasajes que lo c o m p o n e n . El c o m ie n z o se ha p e r d i d o , p o r lo
que ig n o ra m o s las circunstancias en que el texto se leía. L o p r i m e r o que
en con tram os en el p r i m e r frag m e n to conservado es una d escrip ción del
sueño general de la naturaleza:

... la vaca está d u rm ie n d o , la oveja


2 lestá d u rm ie ln d o . E l cielo está d u rm ie n d o ,
[la tierra está d u rm ie ln d o ...
+ [ J el alma humana.
338 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

N o p arece u n su e ñ o n o r m a l , ya q ue ta m b ié n d u e r m e n la tie rra y el


cielo. Hay luego un a oscura referen cia al alma h u m an a, que se concibe,
c o m o v erem o s, c o m o algo q u e sobrevive al c u e r p o . S ig u e un pasaje en
que se pasa de d e s c rib ir la situación a in ten tar m o d ific arla (c o m o indica
el uso de im perativos).

[¿ A d o n d e vin o l para e so ? Si está en la m on tañ a.


6 que la abeja lo traiga y lo ponga en su sitio.
Y si está en la llan u ra, que la abeja lo traiga
8 y lo ponga en su sitio. P ero cu a lq u ier cosa que sea
del lab ran tío , que las abejas la traigan
io y la p on gan en su sitio. Q u e las abejas hagan un viaje de tres días
o de cuatro días y que m e traigan aqui m i crecim ien to .
12 Si es desde el m ar, que el somormujo
lo traiga y lo p o n ga en su sitio.
14 Pero si es desde el río , que la lechuza lo traiga
y lo ponga en su sitio.
16 Pero lo que es del cielo, que el tapakaliya1
águila lo traiga en sus garras.

De lo que se trata es de traer de d o n d e esté a su lugar p r o p io el c re ­


cim ien to . im ag inado c o m o una capacidad de m o v im ie n to , de p rogre so ,
de ir ad elante. S u c o n t r a r io es sin du d a la q u ietu d , id en tificad a con el
sueño que lo ha invadido todo. Parece que el hecho de que esa capacidad
de m o c ió n abstracta n o esté en su lu ga r es lo q ue provoca la q u ietu d (o
sea, el sueño ) de toda la naturaleza.
P ero hay algo más, la p alab ra « c r e c i m i e n t o » ap a rece a c o m p a ñ a d a
del posesivo « m i » , es d e c ir , p e r te n e c e a q u ie n habla, q u e p arec e ser
una divin id ad.
S e o f r e c e n diversas p o s ib ilid a d e s resp ecto al lu g a r en que p u e d e
en c o n trarse el crecim ien to y sobre los an im ales que p u e d e n traerlo a su
lu ga r d eb id o .
S i lu eg o ap a rece en este co n te x to al a lm a h u m a n a y se d e s c r ib e el
c a m in o de esa alma hacia el Más A llá no resulta im p o sib le p en sar que la
d e f u n c ió n del c u e r p o y la lib e r a c ió n del alm a t ie n e n q u e v e r c o n la
fo r m a de s o lu c io n a r la alteración del o rd e n consistente en el su eñ o de la
naturaleza. El texto tom a en ton ces un sesgo in esp erad o :

I Se trata de un tipo de águila, pero no hay traducción segura para el térm in o.


21. E L V IA J E D E L A L M A A L M Á S A L L Á 339

Q u e el D eseado sea
18 go lpead o p o r sus garras, que la cabra con sus pezuñas
lo go lp ee, que el ca rn e ro con sus cu ern o s lo go lpee,
20 que la m adre oveja con su h o cico lo go lpee.
La diosa m adre está llo ro sa . Po r las lágrim as
22 está go lp ead a. T o d o lo que es b u e n o para ella
está ab ierto sobre las nueve partes del c u erp o .
24 Q u e sea go lpeada, p e ro el alm a está rozagante
en sus partes, que no sea consu ltado n in gú n o rácu lo para ella.

Es d ifíc il c o m p r e n d e r p o r q u é se p r o p o n e q ue d iversos an im a le s
destrocen al e n ig m á tico p e r s o n a je llam a d o « e l D e s e a d o » . P ero c o m o ,
después de n a r r a r q ue el D esead o es d e s tru id o , se m e n c io n a de i n m e ­
diato a la diosa m adre y se dice de ella que está m uy afligida, parece que
el D esead o tien e u n a r e la c ió n afectiva c on ella. Y a la vista de lo q ue se
dice después, la so lu c ió n más p ro b a b le parece que el « D e s e a d o » sea un
hijo de la diosa m adre, alu d id o c o m o « t o d o lo que es b u e n o para e l la » .
Pero el D eseado es destructible, luego es m ortal.
Frente a la destrucción del Deseado, su alm a aparece en plenas facu l­
tades. N o es n ec esa rio c o n s u lta r n in g ú n o r á c u lo so b re ella, p o r q u e en
su óp tim a situ ació n n o le hace falta. Parece pues que la destrucció n del
D esea d o es c o n d i c i ó n n e ce sa ria : a) p ara q u e el a lm a c o n siga e n c a m i ­
narse a su lugar en el más allá, y b) para devolver a la naturaleza el o rd e n
alterado. E llo explicaría la in te r v e n c ió n de los a n im ales d o m é stico s en
su d estru c ció n . Si los an im ales son víctim as de la falta de fertilidad y el
Deseado es causante de esa situación parece lógico que sean los p r o p io s
anim ales los que intervengan en el restablecim iento del o r d e n atacando
al D eseado para p o d e r así r e c u p e r a r su p r o p ia fertilid ad . L o que i g n o ­
ram os es la relación del D eseado con el alma h u m an a. Pero la c o n t in u a ­
ción del texto nos da algunas pistas.
S ig u e u n d iá lo g o en estilo d ir e c t o , in c lu s o se ha d ic h o q u e c o n
estructura de catecism o, cuyos in te rlo cu to res p arecen ser la d ivin idad y
el alma del d ifu n to :

26 El alm a es g ran d e . E l alm a es gran d e.


¿ D e q u ié n es gran d e el a lm a ? E l alm a del m ortal
28 es gran d e. ¿ C u á l es su c a m in o ?
Es el gran ca m in o . Es el cam ino que hace desaparecer las cosas.
30 El guia estaba p rep arad o p ara el ca m in o .
340 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

A lgo p u ro de la D iosa S o la r de la T ie rr a es el alm a. D e los dioses


32 es el alm a.

T ras la reiteración de la frase « e l alm a es g r a n d e » , que tiene aspecto


claro de declaración ritual, se p regunta de q u ién es el alma y la respuesta
es « d e l m o r t a l » . Esa alma es la del D eseado, p e r o se s u p o n e que lo que
le o c u r r e a ella, le o c u r r i r á t a m b ié n a la de los d em á s h o m b r e s . La
s ig u ien te p re g u n ta se r e fie r e al c a m in o q ue d eb e r e c o r r e r el a lm a a la
m u e rte de su p o r t a d o r hacia el más allá. P o r eso es « g r a n d e » y « h a c e
d e s a p a r e c e r las c o s a s » . La fr a s e « e l guía estaba p r e p a r a d o para el
c a m i n o » añade un detalle im p o rta n te. U n a d iv in idad actúa de guía del
alm a en el A l le n d e . La au sen cia de tal guía p u e d e cau sar q ue u n alma
concreta n o llegue al lugar d eb id o , sin o caiga en el desastre.
C o n la declaración « a lg o sagrado de la Diosa S o la r de la T i e r r a es el
a lm a » puesta sin duda en boca del alma, ésta se a u to p ro c la m a de origen
d iv in o. C o m p r e n d e m o s asi el c o n ju n t o del m otivo m ítico . El D eseado
es h ijo de la Diosa m ad re , la D io sa S o la r de la T i e r r a , p ero no es divino
del t o d o . S u alm a lo es. p e r o su c u e r p o , n o . La rela c ió n del m ito del
Deseado con la suerte de los seres h u m an o s se explica p o r q u e el Deseado
es el h o m b re p r im ig e n io , que explica m íticam ente la situación del h o m ­
bre, con un c u erp o m ortal, p ero con un alma divina. El Deseado debió
ser d e s t r u id o para q u e su alm a, lib e ra d a , fu e r a a su lu g a r en el o tro
m u n d o , igual que ahora los h o m b res al m o r ir ven destru id o su c u erpo ,
p e r o lib e r a n su a lm a d iv in a. La r e c ita c ió n de este m ito en el ritual de
d ifu n t o s serviría para actualizar la situ ació n del ser h u m a n o en el c o s ­
m os y las c o n d i c i o n e s q ue en el t ie m p o m ític o p r o p i c i a r o n su viaje al
más allá. Igual que el p r im e r h o m b re, todo d ifu n to , tras la m uerte, debe
alcanzar un lugar en el otro m u n d o .
Se en u n c ia luego un im ag in a rio in fernal con dos alternativas: hay un
bu en c a m in o q ue es la pradera, en la que hay un río y un estanque, y un
mal c a m in o d e fin id o c o m o fenawas y c o n ceb id o c o m o un m a r y c o m o un
lugar de castigo, d o n d e p ued e su frirse el ataque de un dios:

¿ P o r qué iba vo a ir al mor?


¿ P o r qué iba yo a ir al (lugar tic!) castigo? C a e ré en el río . ('a e re
34 en el estanque. ¡Q u e n o llegue al tenawas! ¡Q u e no llegue!
líl tenawuses camino?malo
3b ... a la p rad era. Q u e n o ( ...)
iQ u e no| sea go lpead o p o r un d io s (? ).
21. E L V IA J E D E L A L M A A L M Á S A L L Á 3 4 1

Acaba a q u í el p r i m e r fr a g m e n t o . E n el s e g u n d o v em os p o r q u é el
tenaivas parece ser el p e o r de los lugares m en c io n ad o s.

2' el funesto
lenawas ... n o recon o ce.

+' U n o n o recon o ce al o tro .


H erm an as de la m ism a m adre n o se reco n o cen m utuam ente
b’ H erm an o s del m ism o padre n o se recon o cen m utuam ente.
U n a m adre 110 recon o ce a su p ro p io h ijo .
8’ U n h ijo n o recon o ce a su p ro p ia m adre.
( ...) n o recon o ce ( ...)
10' ( ...) n o recon o ce ( ...)

Se insiste de m a n e r a m uy reiterativa en q ue p e r s o n a s q u e , p o r ser


familiares, deb erían reco n o cerse, n o lo hacen. U n efecto que no p o d r í ­
amos describ ir de otra m an era que c o m o olvido.
Tras una laguna parece c o n t in u a r la d escrip ción de la suerte de c i e r ­
tas almas (el destino funesto) en el Mas Allá:

En una m esa refin ad a


2 n o co m en , en una silla refinad a
n o co m en . En una copa refinada
4 no b eben . N o com en bu ena com ida
N o beben mi buena bebida.
6 C o m e n pellas de fango.
B eben agua fangosa.
8 ... escualidez ...
... sobre e llo s...
10 ... y el padre ...
... seco ...

D eterm in adas almas n o c o m e n ni beben de bu en a m anera, ya q ue no


tom an (de n u ev o el p osesivo) « m i b u e n a b e b i d a » , la del d io s q ue
decide qué almas deben ir a parar al lenawas, beber agua cenagosa y co m e r
b a rro , y q ué alm as p u e d e n d is f r u t a r de su b u e n a c o m id a y su b u e n a
bebida, invitadas a su mesa.
E n d e fin itiv a , en el o t r o m u n d o cab en dos p o s ib ilid a d e s . U n a s
d eterm in adas alm as p u e d e n d is fr u ta r de la ho sp italid ad de la divin idad
infernal, m ien tras que otras, p o r ign oran cia o p o r un c o m p o r ta m ie n to
in adecuad o, casi seg u ro de carácter ritual, se ven abocadas a c aer en el
342 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

m ar del olvido. La fu n c ió n del rito sería lo gra r q ue el alm a disfrute del


banqu ete divin o en el A lle n d e .
L o más cu rioso es que en este texto de m ediados del segu n d o milenio
a . C . hallam os s o r p r e n d e n te s analogías con las lam in illas de o r o órficas
d e n tr o del m u n d o griego. T a m b ié n hay diferen cias, p o r supuesto. Vea­
m os pues, de u n m o d o s o m e r o , las características q ue p r e s e n ta n estos
textos.

2 J .3 . L as l a m in il l a s ó r f ic a s de o ro
Las lam inillas de o ro , de muy p e q u e ñ o tam añ o, c o n tie n e n textos incisos
sobre ellas. H an ido ap a recien d o en tum bas de diversos lugares de G r e ­
cia y se datan desde 4 0 0 a . C . , hasta un ejem p la r p r o d u c id o en R o m a en
el siglo I I I d . C . F u e r o n c o lo ca d as e n la m a n o , el p e c h o o la boca del
m u e rto (c o m o se hacía con el ó b o lo para C a r o n te ) .
L o s textos están escritos e n verso y c o n t ie n e n r e f e r e n c ia s al otro
m u n d o , bien in dicacio n es sobre su « g e o g r a f í a » , bien saludos a los d io ­
ses in fe r n a le s , b ien deseo s de fe lic id a d en el más allá p a ra el alm a del
m u e rto . C o n toda evidencia sus usu arios esperan o b te n e r un a situación
de p r iv ile g io en el o t r o m u n d o , gracias a q ue los textos les in d ic a n lo
que deb en hacer o decir.
Es p ro b a b le que estos textos p roced a n en ú ltim o t é r m in o de pasajes
de u n Descenso a los infiernos, a t r ib u id o a O r f e o . O r f e o n a t u r a lm e n t e no
existió, p e ro el a n ó n i m o a u to r del p o e m a buscó garantía para sus reve­
lac io n e s e n u n p e r s o n a je q u e , segú n la leye n d a, h abía b a ja d o al otro
m u n d o a b u scar a su esposa d i f u n t a y tuvo así o c a s ió n de v er lo que
acontecía allí y volver para c o n ta rlo .
Para facilitar la c o m p a r a c ió n , en lugar de p re s e n ta r el texto de cada
un a de las lam in illa s 2, p resen to u n a secuencia c o m b in a d a para c o n f ig u ­
r a r diversas fases en el o r d e n q ue p o d ía n h a b e r ten id o en el p o e m a del
que derivan.

1. Muertey catábasis del olma


Esto es ob ra de M n em ó sin e.
C u a n d o u n o eslé en trance de m o rirse (cu b ierto) p o r el velo de tinieblas,
tan p ro n to com o el ánim a d eje atrás la luz del sol,
hacia la b ien con stru id a m orad a de H ades.

2 Pueden encontrarse los textos, traducciones y com entarios, así com o abundante
bibliografía en A. Bernabé —A . I. Jim énez San Cristóbal, Instrucciones para el Más Alia.
Las laminillas órficas de oro, M adrid, 2 0 0 1.
21. E L V IA J E D E L A L M A A L M Á S A L L Á 343

2 . Topografía infernal y primera prueba


H allarás, a la izquierda de la m an sión de H ades, una fu en te,
y cerca de ella, e rg u id o , un albo cip rés.
A llí, al b a ja r, las ánim as de los m uertos se refrescan.
¡A esa fuente n o te allegues de cerca ni un poco!
Pero más adelante hallarás, de la laguna de M n em ó sin e
agua que fluye fresca. Y a su o rilla hay u nos gu ard ian es.
E llos te p regu n tarán , con sagaz d iscern im ie n to ,
p o r qué investigas las tinieblas del H ades so m b río .
« ¿ Q u ié n e re s? ¿ D e d ó n d e e r e s ? »
Y tú les d irás absolutam ente toda la verdad.
D i: « H ijo de T ie rr a soy y de C ie lo estrellado:
mas m i estirpe es celeste. Sab ed lo tam bién vosotros.
D e sed estoy seco y m e m u e ro . D adm e, pues, ensegu ida,
a b eb er agua fresca de la laguna de M n e m ó sin e » .
Y de c ierto que con su ltarán con la rein a su bterrán ea,
y te darán a b eb er de la laguna de M n em ó sin e.
A si que, una vez que hayas b e b id o , tam bién tú te irás p o r la sagrada vía
p o r la que los dem ás in iciad o s y bacos avanzan, glo rio so s.

3 • La entrevista con Perséfone


S alu d o a P lutón y a P erséfon e.
Vengo de entre p u ro s, p u ra, reina de los seres sub terrán eo s,
Eucles. E u b u leo y dem ás dioses in m o rtales.
Pues tam bién yo me p recio de p erten ecer a vuestra estirpe bienaventu rad a,
p ero me som etió el hado y el que h iere desde los astros con el rayo,
y he pagado el castigo que c o rre sp o n d e a acciones im pías.
S alí vo lan d o del p en oso ciclo de p ro fu n d o pesar,
m e lancé con ágiles pies a p o r la ansiada co ro n a
y me sum í b ajo el regazo de m i señ o ra, la rein a su b terrán ea.
A h o ra vengo com o su plican te ju n to a la casta P erséfon e,
p o r ver si. benévola, m e envía a la m orad a de los lím p id o s.
« E n tr a en la p rad era sacra, pues el in iciad o está libre de ca stig o » .

4 - La suerte final del alma


Y tú irás bajo tierra , cu m p lid o s lo s m ism os ritos que los dem ás felices,
hacia las sacras p raderas y sotos de P erséfon e.
Y enseguida rein arás con los dem ás h éroes.
3 4 4 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

21.4 . C o m pa ra ció n entre am bos tex to s : otros testim o n io s

El texto g riego com enzaba p o r in d icar el m o m e n to de la m u e rte y el in i­


cio del descenso del alma al i n fr a m u n d o . O bservam o s que, tanto el viaje
del alm a hitita c o m o el im a g in a r io ó r fic o c o n c ib e n el trán sito del alma
al Más A llá c o m o un viaje al m u n d o s u b t e r r á n e o . E n a m b o s textos el
Más A llá es d u al, c on d o s espacios d ife r e n te s , u n o b u e n o y o t r o malo.
E n las la m in illa s , el esp acio m a lo es s ó lo s u g e r id o , p e r o sab em o s algo
más sobre él a p artir de o tro s testim on ios, algunos de ellos, c o m o vere­
m os, en diálogos de Platón. T a n to en el texto hitita c o m o en las la m in i­
llas, el lugar b u e n o tiene c o m o rasgos la p rad era y u n b an q u ete. La p re ­
sencia de la pradera no extraña, p o r q u e es un espacio deseable en toda la
lite r a tu r a i n d o e u r o p e a . E n c u a n to al b a n q u e te , en las la m in illa s sólo
e n c o n t r a m o s una re fe re n c ia al v in o , p e r o o tro s textos in d ic a n q ue era
un a creen cia ó rfic a q ue los b ien a v en tu rad o s en el Más Allá disfrutaban
de un banqu ete e tern o . Es el caso de un texto p la tón ico (República 3 6 3 c ) :

Museo y su h ijo (O rfeo) conceden a los ju stos de parte de los dioses


dones aún más espléndidos que los citados, pues los transportan con la ima­
ginación al Hades y allí los sientan a la mesa y organizan un banquete de
justos, en el que los hacen pasar la vida entera coronados y beodos, cual si
no hubiera m ejor recompensa de la virtud que la embriaguez sempiterna.

E n cuanto al lugar malo, está en el El gran viaje del alma hitita asociado al
o lv id o , al castigo y a la p re s e n c ia de fa n g o . El tem a de la fu e n te del
olvido en el Más Allá aparece en todo el im ag in a rio griego, si bien com o
el agua de la que beben los m u e rtos y que los convierte en una especie de
so m b ra s sin m e m o r ia . En las lam in illas, el tem a a d q u ie r e un a d i m e n ­
sión d iferen te: se hace referen cia a un a fuen te, señalada p o r un blanco
ciprés, de la que los iniciados n o deb en b e b e r ’ sin d u da p o r q u e es agua
del olv id o, fren te al agua de M n e m ó s in e (la M e m o r ia ) q u e les p erm ite
r e c o r d a r la in ic ia c ió n y sab er lo q u e d e b e n h a c e r. E n el m ito hitita
parece que el tenawas consiste en una especie de m a r de olvido.
El fa n g o , n o se m e n c i o n a e n las la m in illa s , p e r o sí en o t r o s textos
órfic o s, asociado al castigo de los n o in iciad os, q ue consiste, en tre otras
cosas en un esfuerzo in útil: llevar agua en un cedazo a una tinaja a g u je ­
reada. Asi, nos dice Platón (Fedón 6 9 c ):

Q uien llega al I lades no iniciado y sin haber cum plido los ritos yacerá
en el fango, pero el que llega purificado y cum plidos los ritos, habitará allí
con los dioses.
21. E L V IA JE D E L A L M A A L M Á S A L L Á 345

Y en o tro pasaje, precisa más los castigos (Gorgias 4 9 3 a) :

E n c a m b io , a los im p ío s e in ju sto s los z am b u llen en una esp ecie de


fango en el H ades o les obligan a llevar agua en un cedazo.

P or su parte, el El gran viaje del alma hitita no especifica castigos, p e r o sí


un a situ a c ió n p o c o c o n f o r t a b le . El fan go se c o m e , o p o n i é n d o s e a la
b u e n a c o m id a y el agua cen agosa se b ebe, o p o n i é n d o s e a la b u e n a
bebida, m ientras q ue el tenawas parece ser un lugar. En los textos ó rficos
el fango es un lugar, ya que n o se co m e, m ien tra s que la b u en a co m id a
aparece aso ciada al v in o . E n c a m b io se establece una o p o s ic i ó n so b re
otras bases, entre dos tipos de agua que beben las alm as: la del O lv id o y
la de la M e m o r ia . Esta c o n t r a p o s ic ió n está ausente del texto hitita, que
n o hace n i n g u n a r e f e r e n c ia ni al agua de M e m o r ia , ni al c ip r é s que
señala la fuente del O lv id o .
P or otra parte, en el im ag in a rio de las lam inillas hay u n o s guardianes
que p re g u n ta n una c o n traseñ a al in ic ia d o para d ejarle ac c ed er al lu ga r
b u e n o . Y parece que l o g r a r o n o el b u en c a m in o d e p e n d e del alm a, de
que sepa lo que debe d ec ir y a d ó n d e debe ir. E n el relato hitita la suerte
del alm a d ep en d e de la decisión de la divinidad, que la guia o no p o r el
buen c a m in o . N o parece o b ed ec er a un esquem a m istérico. Ni hay e le ­
m en to s para c o n s id e r a r que el agua del o lv id o está re la c io n a d a c on la
r een c a rn a ció n , c o m o en el m u n d o ó r fic o , ni hay n adie s im ila r a M n e -
m ó sin e. P o r ello , m ie n tra s q u e en las la m in illas son los g u ard ia n es los
que p erm ite n al alm a b e b e r de la bu en a fuen te, en El gran viaje del alma es
quizá el n a r r a d o r de tod o el pasaje, es decir, la divin idad, la que incita o
autoriza a b e b er al alma.

2 1 . 5 . D O S MITOS S OB R E EL. D E S ME MB R A MI E N T O DE UN DIOS


En c u an to a los m ito s a lu d id o s en a m b o s textos, en los d o s el alm a
hu m an a p r o c e d e de la d e s tru cc ió n de un d ios. E n El gran viaje del alma es
la destrucción del D eseado, el p r im e r h o m b re , hijo de la Diosa S o la r de
la T ie r r a , la q ue facilita la vida del alm a, pese al d o l o r que provoca en la
diosa m adre. E n las lam in illas n o hay alusiones claras a un m ito de este
tipo, p e r o c o n o c e m o s p o r otras f u e n t e s 1. R e c u e r d o la r e c o n s tr u c c ió n
del m ito elaborada sobre ellas:
D io n iso era h ijo de Z eu s y P erséfon e. C u a n d o aú n es un n iñ o , Z eus
delega en él el rein o sobre los dioses. L o s T itan es, divinidades p r im ig e ­

3 C f. el cap ítu lo 12 .
346 IV. M IT O S G R IE G O S Y M IT O S D E L P R Ó X IM O O R IE N T E

nías, p rototip o de la soberbia y la violencia, m ovidos p o r los celos p roba­


b lem en te p rovocados p o r H era (ya que D io n is o es su hijastro), deciden
d a rle m u e rte y d e v o r a r lo y así lo h a c en . Z e u s los f u lm in a en castigo, y
D io n is o de un m o d o u otro vuelve a recu p e rar su in tegridad . La fu lm i­
n ación de los T ita n e s se p o n e en relación co n la naturaleza h u m an a, en
la idea de q ue ten em os en n o so tro s algo de D io n is o . la parte q ue había
sido ingerida p o r los T itan es. Es nuestra parte positiva, divina, que desea
reintegrarse a su naturaleza o rig in a ria. P or o tro lado, tenem os en n o s o ­
tros los restos de los p r o p io s T itan es. Es nuestra parte pecad ora, sob e r­
bia, malvada, de la que debem os liberarn os. El alma, para expiar la ab o­
m in ación que ha heredado de los Titanes, debe s u frir diversos castigos en
el H ad es y una larga serie de r e e n c a r n a c io n e s . C o n el t ie m p o , y p o r
m ed io de la iniciación en el co n o c im ie n to de lo q ue le p e rm ite salvarse y
de una vida de pureza y de observancia de algunos tabúes rituales, el alma
logra p urificarse de su c rim en y liberarse del etern o ciclo de re e n c a rn a ­
ciones, para alcanzar un estado de beatitud en el H ad es.'
E n el m ito hitita, el d o l o r de la D io s a S o l a r de la T i e r r a an te el
Deseado lacerado p o r mil heridas evoca el de P erséfo n e p o r el d esm em ­
b ra m ie n to de su h ijo.
P ero hasta a q u í llegan las sem ejan z as, m ie n tr a s q u e las d ife re n c ia s
son notables: en El gran viaje del alma el D eseado es d e s m e m b ra d o p o r a n i ­
m ales y su d e s m e m b r a m i e n t o es n ec e s a rio para q u e se restablezca el
o r d e n . El a lm a se b e n e fic ia de su d e s t r u c c ió n (está más rozagan te que
n u n c a c u a n d o se p r o d u c e ) . E n c a m b io , D i o n i s o es d e s m e m b r a d o pol­
los T itan es e in g e rid o p o r ellos. Es este c rim en el que p r o d u c e el d e s o r ­
den . Los h o m b re s vien en de la destrucció n de los Titanes y deb en p u r ­
gar su culpa antecedente a través de p u rificac io n e s y reen carn acion es. El
alm a del h o m b r e se ve p e r ju d ic a d a , no favorecida, p o r el d e s m e m b r a ­
m ien to del dios causado p o r los seres p rim ig e n io s .
Es claro q ue la D io s a S o l a r de la T i e r r a hitita tien e p u n t o s de c o n ­
tacto con P erséfon e. Es u n a diosa de arrib a (solar) que se en c u e n tra en
el m u n d o su b te rrá n e o , p o r tanto la garante del trán sito de las almas de
este m u n d o al o tro.

21.6 . D ife r e n t e s id eas so b r e e l alma


C o n respecto a las ideas sobre el alma, en am bos textos ésta m anifiesta su
o r ig e n d iv in o y s ep ara d o del c u e r p o m o r t a l. E n el m ito hitita declara:
« A l g o sagrado de la D iosa S o la r de la T i e r r a es el alm a. De los dioses es
el a l m a » . E n las lam in illa s se d e f in e d ic ie n d o « s o y h ijo de la T i e r r a y
21. E L V IA JE D E L A L M A A L M Á S A L L Á 3 4 7

del C i e l o e s t r e ll a d o » y se a ñ a d e « m a s mi e stirp e es c e l e s t e » . U n a vez


m uerto el h o m b r e , el alm a en tra en el m u n d o etern o de los dioses y p o r
ello re n u n c ia a su estirpe terren a y se co n sid era p artícipe de otra g e n e ­
ral, u n iv ersa l. T a m p o c o en El gran viaje del alma ésta declara su id en tid ad
terren a, sino sólo su p erte n e n c ia al m u n d o d ivin o.
P or otra parte, en am b os textos el alm a se refiere a su pureza ( e n t e n ­
d e m o s q u e ritu a l), q ue p arece ser un c o m p o n e n t e n ecesa rio p ara que
alcance su destino en el Más A llá.
O t r a d if e r e n c ia i m p o r t a n t e es q u e en El gran viaje del alma el texto
p arece estar s ie m p r e en bo ca del d io s a n f i t r ió n del b a n q u e te u lt r a te -
r r e n o y n o se dan in stru ccion es al d ifu n to , m ien tras que en las l a m i n i ­
llas órficas los an fitrio n e s serían P erséfone y Hades, p e r o quien instruye
al alm a del in ic ia d o n o son ellos, s in o un n a r r a d o r , que p arece ser
O r fe o , un p erso n aje que co n o c e lo que ocu rre en el Más Allá, p ero que
no tiene c on trol sobre ello.

21.7. B a l a n ce

En sum a, se e n c u e n tra n una serie de elem en tos muy significativos c o m ­


partidos p o r el texto hitita El gran viaje del alma, p o r u n a parte, y las la m in i­
llas y otros d o c u m e n to s órficos, p o r otra. T a m b ién se advierten notables
d ife r e n c ia s e n tr e a m b o s , en especial en lo q u e se r e fie r e al c on texto
ritual. La razón de las sem ejan zas p o d r ía ser q u e el o r f i s m o r e c u p e ra
una serie de rasgos de una religión m editerrán ea muy antigua, que había
q u ed a d o un tan to oculta en el á m b ito g r ie g o p o r la im p o s i c i ó n de la
religión o lím p ica . Las diferen cias deb en ob e d e c e r a la diversidad c u ltu ­
ral e ideológica de hititas y griegos y, sobre todo, al hecho de que los tex­
tos órficos p ro ced e n de una religión mistérica, para in iciados, aparte de
la religiosidad oficial, m ien tras que El gran viaje del alma, un texto guardado
en los archivos de palacio, es claro que estaba más in te g rad o en la r e l i ­
gión oficial.
V
LAS DIFUSAS FRONTERAS DEL MITO
22. MITOS A L AMOR DE LA LUMBRE:
TEM AS MÍTICOS EN EL CUENTO POPULAR

22.1. M ito s y c u e n t o s

El título de este c a p ítu lo p ara fra se a el de un in te re s a n tís im o lib r o de


A n t o n io R o d rígu ez A lm o d ó va r, Cuentos al amor de la lumbre (M a d rid 1 9 8 3 ) .
prim o ro sa reco p ilació n de cuentos p op u lares españoles. D eb o r e c o n o ­
cerme aquí c o m o a d m ir a d o r p r o f u n d o de su lab o r, yo d iría que solita­
ria y esforzada, para llevar al gran p ú blico los cuentos españoles, verd a­
dera « c e n i c i e n t a » , c o m o bien dice él m is m o (1 p. 9)- de n u e stro s
géneros lite ra rio s , y para d o ta r al p ú b lico esp añ o l de un a r e c o p ila c ió n
seria de n uestros cuentos, a la altura de las clásicas de G r i m m o A f a n á -
siev para los alem an es y los rusos, respectivam en te; un a tarea en la que
sólo p u ed en citarse a lg u n o s p reced e n tes aislados, desde F ern án C a b a ­
llero a los Esp in osa, padre e b ijo .
La s u stitu ció n , en m i títu lo, de « c u e n t o s » p o r « m i t o s » p r e te n d e
alu d ir a la i n t r o m i s i ó n de los tem as m ítico s en los tem as del c u e n to
p o p u la r. A u n q u e n o estoy m uy s e g u ro de que ésta sea la f o r m u l a c i ó n
más correcta, ya que, advertidas las coin ciden cias entre algunos temas de
los mitos y alg u n o s tem as del c u en to p o p u la r , p o r el m is m o m otivo se
podría h aber hablado de « t e m a s del cu en to p o p u la r en el m i t o » , p o r ­
que, de h e c h o , no se sabe dem asiad o bien cuál de los dos ám bitos tiene
p rio rid ad .
Y es q ue al a b o r d a r estas c u estio n es, t r o p e z a m o s c o n u n p r o b le m a
más g e n e ral: el d e s lin d e de lo que es un m ito y de lo q ue es un cu en to
p opular. Se trata de un a cuestión m e n o s clara de lo que p o d r ía parecer
3 5 2 V. L A S D I F U S A S F R O N T E R A S D E L M IT O

a s im p le vista. E n e fec to . Si se co n su lta la no d e m a s ia d o abundante


b ib lio g ra fía sobre la cu estió n , nos e n c o n t ra m o s , s im p lific a n d o mucho
las cosas, que, p o r un lado, algunos estudiosos, sobre todo, los filólogos,
se han e s fo rz a d o p o r d e s lin d a r c o n toda c la r id a d el m ito del cuento
p o p u la r , escandalizados, quizá, a u n q u e sea de m o d o in co n scien te , por
el in te n t o de ec h ar en u n m is m o saco al v u lg a r c a m p e s in o alem án , la
c o c i n e r a fran cesa o la ab uela esp a ñ o la q u e c u e n ta n los c u e n to s y a los
excelsos H o m e r o s y Píndaros, que n arran los mitos. Frente a ellos, otros
estudiosos, p r in c ip a lm e n te folkloristas y a n tr o p ó lo g o s, c o n sid era n que
mitos y cuentos p erte n e c en a la m ism a esfera de hechos y q ue sólo cabe
establecer entre ellos d istin cio nes en cuestiones accesorias, observando,
a d em ás, q ue los m is m o s lem as p u e d e n p asar de u n o a o t r o sin graves
dificultades. O tr o s estudiosos han m an ten id o actitudes más ponderadas,
s e ñ a la n d o q u e se trata de rea lid a d es d ife r e n t e s , a u n q u e desde luego
relacionadas entre sí y q ue ad m iten trasvases con c on sid erable facilidad.
Es probable que una de las raíces del p ro b lem a sea que tam poco se ha
llegado a un ac u erd o en la d e fin ic ió n de lo que es un m ito, ni de lo que
es un c u e n to p o p u la r . A lg u n a s d is t in c io n e s q u e se han p r o p u e s t o no
resisten el análisis o , al m e n o s , n o so n válidas p ara to d o s los casos. Un
e je m p lo p o d ría ser una de las más extendidas: que los m itos se refieren
al m u n d o sobrenatu ral y el cu en to, al m u n d o p r o f a n o . Pero es una dis­
tinció n que hace agua con m uchos ejem p lo s, ya que hay bastantes cu e n ­
tos que incluyen elem en tos típicos del m u n d o sobrenatu ral y m itos que
se refieren a temas exclusivamente p ro fa n o s. Para acabar de c o m p licar la
cuestión de los deslindes y las d e fin ic io n e s , hay aún un a tercera clase de
relatos, referida a person ajes h istóricos o sem ihistóricos, que podíam o s
d e f in ir c o m o leyendas o sagas, y q ue resultan aú n más difíciles de d e f i­
n ir y de caracterizar frente a las otras dos realidades. D e je m o s ah ora de
lado la d istin ció n en tre mitos y sagas, para no in tr o d u c ir en esta ex p o si­
c ió n más c o m p lic a c io n e s de las q u e ya de suyo t ien e, y vayam os a las
diferen cias entre m itos y cuentos p op u lares.

22.2 . En busca de características diferen ciales

N o p rete n d o , ni m u c h o m enos, resolver en los red u cid os límites de esta


ex p o s ic ió n un p r o b le m a que ha p ro v o c a d o más de una d isc u sió n o, lo
que es aú n p eor, sobre el que se han dado p o r supuestas n um ero sísim as
ideas que deberían haberse c o m p r o b a d o a la luz de los datos. U n o s datos
q u e, dicho sea de paso, son h etero gén eo s, m uy dispersos en el espacio y
en el t ie m p o y n o f á c ilm e n te accesibles. Q u iz á n o ha sid o el m e n o r
22. M IT O S A L A M O R D E L A L U M B R E 353

motivo de las oscuridades que rein an en el tema el hecho de que la discu­


sión se ha p lanteado en té r m in o s dem asiado absolutos y sobre ejem p lo s
sele c c io n a d o s p ara c o i n c id i r c o n las tesis q ue se susten tan. Parece e v i­
dente que m ito y cuento no son una misma cosa, dado que en general, da
la im p resió n de que todos tenem os relativamente claro que Blancanieves
es un c u e n to y la c o s m o g o n ía de H e s ío d o un m ito , p e r o n o es m e n o s
cierto que hay un os puntos de contacto muy fuertes, bastante c o m u n id ad
de temas e incluso a m e n u d o notables afinidades en las con cep cion es del
m u n d o que se traslucen tras de unos relatos y otros. Y parece que el p r o ­
blem a básico es, c o m o en tantas otras ocasiones, el intento de so m eter a
una d e f in ic i ó n ún ica a realidades que son m u ltifo r m e s . A s í q u e lo que
me parece p rob a b le es que las soluciones a la difícil cuestión de las d i f e ­
rencias en tre m ito y cu en to p o p u la r haya que buscarlas en la c o n s id e r a ­
ción de diversos factores en juego, que, en unos casos son determ inantes,
y en o tro s , n o . E n u m e r a r é algu n os de estos factores y, d e n t r o de cada
u n o , s u g e r ir é p r o v is io n a lm e n t e algu n as d ife r e n c ia s , s e ñ a la n d o sin
em bargo hasta qué p u n to las fron teras son p oco nítidas.
a) E n cu a n to a los tem as, el m ito tie n d e a r e f e r ir s e a cu estio n es de
in te rés g e n e r a l, q u e afectan a la c o m u n id a d e n te r a —in c lu s o a toda la
h u m an id ad —. Es el caso de los mitos del o rig en del m u n d o , de las razo­
nes de la org an ización del m u n d o religioso o del o rig e n de d e t e r m in a ­
dos hábitos sociales, m ien tras q ue el cu en to tiende a moverse en asuntos
más b ie n p riv ad o s, c o m o p u e d e n ser hacerse ric o , c a m b ia r de clase
social, casándose con la princesa, crecer, e n c o n t r a r novia, ser aceptado
c o m o listo o e n g a ñ a r al p o d e r o s o y t r i u n f a r s o b re él. A p a r t i r de una
in fluyen te o b r a de P ro p p , Las raíces históricas del cuento ( M a d r id 1974 - e d i ­
ción o r ig in a l rusa de 194.6). se ha in sistid o m u c h o en un a de las bases
que m otivan los temas del c u e n to . L o s característicos viajes al b o sq u e,
plagado de o g r o s y b ru ja s , del q ue se vuelve t r i u n fa n t e , o los casos en
que un p e r s o n a je (casi s ie m p r e un n iñ o ) es d e v o ra d o p o r el lo b o p e r ­
verso y sacado tan c a m p a n te de sus trip a s se han i n te r p r e t a d o c o m o
correlatos de los r itu ales de in i c i a c i ó n , en q u e el p e r s o n a je « m u e r e
com o n iñ o para « r e s u c i t a r » c o m o ad ulto, p re p a ra d o ya para la bo da y
para ganarse la vida. E n ciertos casos hay detalles más c on cretos que p r e ­
sentan sim ilitudes más claras incluso (la casa en el bosque en que el p e r ­
sonaje es servido p o r person ajes invisibles, que se asemeja a la casa en el
bo sq u e en q u e los in ic ia d o s s o n serv id o s p o r p e r s o n a je s a q u ie n e s los
tabúes n o les p e r m ite n ver, etc.). C o m o s ie m p re , hay q ue s e ñ alar que
no todos los c u e n to s a d m it e n a h o r m a r s e e n este e s q u e m a . Y ad em ás,
354 V. L A S D IF U S A S F R O N T E R A S D E L M IT O

que esta p r im e r a d ife r e n c ia n o im p id e que p u e d a n hallarse temas muy


sim ila re s en m ito s y c u e n to s . Basta c o n tr ivia liz ar u n tem a de interés
general, o en con vertir en paradigm ática o general una cuestión privada,
para q ue, en el p r i m e r caso, un m ito p ued a a p a re c e r c o m o u n cuento,
o, en el segu n do, un cu en to p u ed e a d q u ir ir la categoría de m ito.
b) E n c u a n to a los p e r s o n a je s , en el c u e n to tie n d e n a c a re c e r de
n o m b r e ( ¿ q u i é n n o r e c u e r d a eso de « é s t e era un rey q u e ten ía tres
h ija s » o « h a b ía una vez una p r i n c e s a . . . » ) o a ten er n o m b re s com u n es,
c o m o J u a n , el p r ín c ip e Iván, etc. (c o m o los p e r s o n a je s de los chistes,
q ue casi s ie m p re se llam a n Pepe), o b ie n n o m b r e s p arlan tes que hacen
r e f e r e n c ia a su físico (B la n c a n ie v e s , la Bella d u r m ie n t e , G a r b a n c it o ,
P u lg a rc ito ), a su v estim enta ( C a p e r u c it a ro ja , el G a to c o n b o tas), a su
o f ic i o (el S a s tre c illo valie n te ), o a su c ará c te r (J u a n el L is to , M aría la
T o n ta). E n el m ito es muy im p ortan te el n o m b r e de los personajes, bien
sean p e r s o n ific a c ió n de elem en tos, c o m o el C i e l o , la T i e r r a , b ie n d i o ­
ses, b ie n sem id io ses (H eracles) o in c lu s o p e r s o n a je s h u m a n o s ( G i l g a -
m és), q ue en m u ch o s casos son , ad em ás, p r o tag o n istas o p articip a n tes
de o t r o s m ito s, c r e a n d o así b o sq u es o c o n s t e la c io n e s de m ito s . C a d a
m ito está n o r m a lm e n te in te g rad o en un a g ra n estructura n arrativa, en
q ue se p re s u p o n e n u n o s a otros, de fo r m a que un a referen cia basta para
que el oyen te se sitúe en ese c o n ju n t o . In c lu so a m e n u d o los m ito s no
son n a rra d o s, sin o sólo a lu d id o s, s u p o n ié n d o s e que el p ú b lic o c o n o ce
de s o b ra los d em ás ele m e n to s . E n los cu en to s n o o c u r r e así, p e r o hay,
en cam b io, p erson ajes arq uetíp icos, c o m o el del L o b o , p erverso, e n g a ­
ñ a d o r y s ie m p r e disp uesto a d e v o ra r a los in cau to s, el de la M adrastra,
e n vid io sa y llen a de m alas in t e n c io n e s , la B r u j a , malvada y d o tad a de
t r e m e n d o s p o d e r e s m ágicos q ue acaban p o r volverse c o n tr a ella o el
m e n o r de los h e r m a n o s , las más de las veces t o m a d o p o r to n to , p e ro
que acaba p o r d em o strar que es el más listo. La m e n c ió n de u n o de estos
perso n ajes a m e n u d o basta para que q u ed e clasilicado de in m e d ia to en
una d eterm in ad a escala de valores e in clu so para que el oyente sepa o se
im a g in e cuál va a ser el cu rso de la a c c ió n . M ito y cu en to p o p u l a r j u e ­
g a n . p o r tan to , c o n un t r a s f o n d o de r e fe r e n c ia s c o n o c id a s , p e r o la
ín d o le de unas y otras es distinta. Pese a ello, tam p o co estas d iferen c ias
s o n d e t e r m in a n te s ni im p id e n el trasvase de tem as e n tr e el cu en to y el
m ito o viceversa: basta c o n n o m i n a r o i n n o m i n a r , c a m b ia r de r a n g o
h u m a n o o d ivin o, o « t i p i f i c a r » un p erson aje, a u n q u e se deje la n a r r a ­
tiva más o m e n o s intacta, para q u e un relato c a m b ie to ta lm e n te de
g é n e ro sin alterar dem asiado su estructura narrativa.
22. M ITOS A L A M O R DE LA L U M B R E 355

c) O t r o p a r á m e tr o sería el de las fu n c io n e s o p r o p ó s ito s del relato:


en p r i n c i p i o p a r e c e r ía q u e el c u e n to tie n d e a d is tra e r , m ie n tr a s q ue
para el m ito se h an o b servad o fu n c io n e s más im p o r ta n te s . L o s g ru p o s
h u m a n o s p la sm a n e n ello s sus p r i n c i p i o s básicos, sus c o n flic t o s , sus
tem ores o sus orgullos, d a n d o así sentido a sus form as de vida y cohesión
al p r o p io g ru p o que se ve reflejado en ese m ito. El e jem p lo m áxim o es el
de las c o sm o g o n ías, en las que de u n a m a n e ra glob aliz ad o ra y esencial,
se rem iten a u n evento p r o d ig io s o , n ada m en os que al m o m e n t o en que
el m u n d o echó a andar, los p r in c ip io s básicos de la vida física y de la vida
social, la f o r m a en q ue se m a n ifie sta la re a lid a d física (desde el m o v i ­
m ie n to de los astros hasta las cosechas o los eventos m e te o r o ló g ic o s ), la
fo rm a en que se desarrolla la vida social del g r u p o (jerarqu ía, fo rm as de
c o m p o r t a m i e n t o , ética), e in c lu s o el c o n j u n t o de f o r m a s y f u n c io n e s
de los d ioses, así c o m o las re la c io n e s en tre el h o m b r e , el m u n d o y la
divin idad; en suma, toda la con cep ción del m u n d o del g r u p o y los p r i n ­
cipios que rigen el c o n ju n t o de su v id a'. S ig u ie n d o el m o d e lo del mito
c o s m o g ó n ic o , el h o m b r e vuelve a los o r íg e n e s (de los q u e sien te una
especie de nostalgia) y se rem ite al m o m e n t o en q u e las cosas se o r g a ­
n iza ro n , con stitu yén do se así en un a especie de r e - f u n d a d o r él m ism o .
A m e n u d o —a u n q u e n o siem p re— fo r m a n parte de rituales im p ortan tes.
Pero, una vez más, estas fro n te ra s n o son tan nítidas c o m o p arecen.
N o sólo p o r q u e tam bién los m itos tienen tam bién en tre sus fu n c io n es la
de d istra e r, s in o p o r q u e , a su vez, el c u e n to p u e d e h a c e r r e fe r e n c ia a
c o m p o r t a m ie n t o s ge n e rales: a la im p r e s c in d ib le actitud básica de d e s­
co n fia n z a y de alerta, la n ecesid a d de h a c e r f r e n te a las situ a c io n e s de
p e lig ro con in g e n io , los b e n e f ic io s de u n c o m p o r t a m ie n t o h u m ild e y
caritativo q u e p r o d u c e efectos más v en tajosos q u e la actitud alta n era y
egoísta. Es más: incluso los cuentos p u ed en ten er, a u n q u e sea secu n d a­
riam e n te, la m ism a fu n c i ó n de c o h e s ió n del g r u p o social, ¿ q u é m ay o r
co h esió n de un g r u p o q ue la re fe r e n c ia a un c o n j u n t o de c u en to s que
fo rm a n parte del acervo de la m e m o r ia colectiva desde la in fa n c ia ? si yo
digo que Fu lan ita es clavada la B r u ja de Blancanieves, estoy co n v en cid o
de ser e n t e n d i d o . Si lo d ig o delan te de un j a p o n é s o de un watusi, n o
tanto (d e ja n d o aparte el p o d e ro s o in flu jo u n ific a d o r q ue p u ed en ten er
entidades c o m o la Walt D isn ey P r o d u c tio n s ). T o d o ello , p o r n o h ablar
de las im p ortan tísim as fu n c io n e s que tien en los cuentos para la f o r m a -

I Véase el cap itu lo I.


356 V. L A S D IF U S A S F R O N T E R A S D E L M IT O

c ió n p s ic o ló g ic a de los n iñ o s , tal c o m o se p u s o de m a n ifie s to en un


estudio, ya clásico, de B r u n o Bettelheim llam ado Psicoanálisis de los cuentos de
hadas, B arcelon a 1977- ° de ^as posibilid ades de que los cuen tos encubran
m ensajes latentes sobre la sociedad estamental y clasista y sobre la liber­
tad (R o d ríg u e z A lm o d ó v a r , cit., 2 o ) .
d) A m e n u d o se h an i n t r o d u c i d o en el an álisis de las d iferen cias
en tre m ito y c u e n to aspectos s o c io ló g ic o s , d i s t in g u i e n d o lo u n o de lo
o t r o , segú n los g r u p o s q u e, d e n t r o de u n a s o c ied ad , h a c en uso de un
relato d e t e rm in a d o . Esta d is tin c ió n se halla en la p r o p ia te rm in o lo g ía:
d es ig n a c io n e s c o m o folktale, o cuento popular, in c id e n en la c o n d i c i ó n de
u n relato c o m o p r o p io de clases p op ulares, lo que p r e s u p o n d r ía que, en
co n tra p o s ic ió n : el m ito es algo p r o p io de clases más elevadas, au n qu e es
éste u n fa c t o r q ue hay q u e m a n e ja r co n s u m o c u id a d o y n o d eb em o s
caer en la tentación de d ife r e n c ia r el cu en to del m ito p o r su carácter de
literatura p o p u la r o de alta literatura. Eso p o d r ía valernos, si se quiere,
para los griegos, p ero n o para otras co m u n id ad es d o n d e la alta literatura
no existe. ¿ Q u é d iferen c ia de clases hay entre los in d io s n o r t e a m e r ic a ­
nos, p o r e je m p lo ? C u a n d o los b o sq u im a n o s cu en tan un relato sobre la
creación del h o m b r e ¿es u n m ito o un folktale? A lgo en ese sen tido trata
de avanzarse al hablar de « c u e n to s fo l k ló r i c o s » , a lu d ie n d o a su carácter
de p e rte n e n c ia a u n f o n d o p a trim o n ia l colectivo, para e lu d ir la d is tin ­
c ió n c u lt o / n o culto (R o d ríg u e z A lm o d ó v a r, cit., 13)-
e) Hay aún otras co n sid era c io n es q ue in tervien en en esta d ifícil b ú s ­
queda de clasificaciones que estam os realizan do. Y o citaría dos ín t i m a ­
m en te asociadas, u n a la c r o n o ló g ic a y otra q ue llam a ría, de u n a fo r m a
más o m e n o s vaga, de ín d o l e c u ltu ral y q ue co n s is tir ía en d e t e r m in a r
cuál es la c o n s id e r a c ió n q u e el g r u p o le da a la h is to ria en c u e s tió n .
Parece c laro q u e n o es lo m is m o u n m ito en H o m e r o q u e el m ism o
m ito en la G re c ia del II después de C r is t o . Y n o p u e d e n establecerse las
m ism as c ateg orías en un as ép o ca s y en otras, en unas cu ltu ra s q u e en
otras. Y así p o d e m o s c o n s id e ra r hoy « c u e n t o » lo que en una c o m u n i ­
dad tenía otras con sid era cion es. N u e stro m u n d o , p o r e jem p lo , ha t e n ­
did o a a h e r r o ja r los cuentos en el ám bito exclusivamente infantil, m ie n ­
tras que los m ito s an tigu o s h an acabado p o r c o n v e rtirs e en m ateria de
e r u d ic ió n o de enseñanza cultural, p ero es obvio q ue ésta no es la situ a­
ción antigua en n in g u n o de los dos casos.
f) P o r ú lt im o , c ab ría r e f e r i r s e a la f o r m a . E l c u e n to suele s e r en
prosa, escasamente form aliza d o, de frases breves y narrativa muy e c o n ó ­
m ica. a veces, reiterativa; p resen tan una estructura abierta, dan p r i o r i ­
22. M IT O S A L A M O R DE LA L U M B R E 357

dad narrativa a los elem en tos de tram a, lo an ecd ótico , la estratagema, el


en ga ñ o , y separan b u en o s y m alos de m a n e ra tajante, au n q u e a m e n u d o
la diferen cia en tre « b u e n o s » y « m a l o s » tiene p o co de m o ra l. El m ito,
en cam b io, p ued e ser en verso, presen tar una fo rm aliza ció n más n oble y
literaria. Pero esta d iferen c ia sólo se da en algu n os contextos, c o m o en
G recia , d o n d e se desarrolla una im p o rta n te literatura. Los mitos de los
esquim ales o de los in dígen as del A m azon as n o presen tan un a e la b o r a ­
c ió n lite r a ria p a r t ic u la r m e n t e n o b le . Y ad em ás, la f o r m a lite r a r ia no
p u e d e evitar, p o r sí m is m a , el trasvase de tem as. Y así u n m is m o tem a
puede a d m itir una versión mítica y un a versión en cuento p o p u lar, igual
q ue p u e d e h a b er un Poema de Mió Cid, p e r o tam b ién un a o b r a dram ática
so b re el m is m o p e rs o n a je . El Cid de C o m e d l e , o u n so n eto de M a n u e l
M a c h a d o , s ie n d o c laro q ue ep op ey a, d ra m a y lírica n o son una m ism a
cosa. T o d o ello , adem ás de que el m ito es ta m b ié n c o n fre cu e n c ia u n a
estructura tan abierta c o m o la del cu en to.
E n sum a, p o d r ía decirse q ue se trata de una cuestión de in g r e d i e n ­
tes: in g r e d ie n t e s de c u e n to p o p u l a r e in g r e d ie n t e s de m ito , q u e dan
lu ga r a p r o d u c to s que p u e d e n ser más m arca d am en te lo u n o o lo o tro,
c rean d o incluso situaciones difusas.

22.3. C ontactos y trasvases

A estas alturas me da la im p resió n de que he c o n t r ib u id o más a acentuar


las c o m p lejid ad es del p r o b le m a que a aclararlo . Planteadas así las cosas,
a u n q u e sea de m o d o su m a rio , voy a p resentar algunos ejem p lo s de c o n ­
tactos en tre m ito y cuento p o p u la r , para m o strar c ó m o pese a ser rea li­
dades distintas, las d istin c io n e s n o se p r o d u c e n s ie m p r e so b re las m i s ­
mas bases, y c ó m o , ad em ás, son m uy p e rm e a b le s. D a ré e je m p lo s de
cuatro tipos de r e lació n : a) algu n o s relatos m uy an tiguos, en los que es
difícil d e f i n i r si n os h a llam os ante u n cu en to o ante un m ito, b) algún
tem a o r i g in a d o en el m ito q u e acaba p o r c o n v e rtir s e en u n cu e n to
p o p u lar, c) la p ro b a b ilid ad de ejem p lo s c o n trario s, viejos cuentos c o n ­
vertidos en m itos y d) temas narrativos utilizados en u n o u o tr o cam p o
con fu n c io n e s distintas.

2 2.4. D ificu lta d es en la d efin ició n

El p r im e r e je m p lo n os lleva a un relato m uy an tigu o, en el que es difícil


d e fin ir si n os hallam os ante un cu en to o ante un m ito , el m ito hitita La
íuc/ia contra el dragón. H e m o s visto el texto en el capítulo 18 . de f o r m a que
no hay p o r q ué rep etirlo aquí.
3 5 8 V. L A S D IF U S A S F R O N T E R A S D E L M IT O

l-a fo r m a del relato y sus temas son los del cu en to p o p u la r: el m o n s ­


truo es in gen u o y no tiene n o m b re, su glotonería lo ciega hasta im pedirle
advertir el en ga ñ o : no p uede volver a bajar a su gu arida, que representa
su salvación, p o r q u e n o cabe p o r el ag u jero p o r el q ue ha s u b id o ; tam ­
bién la fo rm a: se alude tan sólo a los elem entos fundam entales: el mar, la
p rim e r a d erro ta, la sedu cción (Inara se engalana). El recurso central de
la tram a es la estratagema y n o hay descrip ción de los episodios. Llevada a
cabo la estratagema, el final del m o n stru o es autom ático.
Y sin em bargo , n o es u n sim ple c u en to: y no sólo p o r q u e u n o de sus
personajes, Inara, es una diosa. L o determ in an te para que lo co n s id e ra ­
m os un m ito es su fu n c ió n : el relato form ab a parte de un ritual hitita, el
purulli, cuya fu n c ió n era nada m en o s que asegurar el curso regular de las
estaciones y la fertilidad de la tierra. A esta luz, el relato n o es trivial: el
tem a está sesgado p o r q u e el m o n s tr u o es el r e sp o n sab le del c o n t r o l de
las aguas y su d e r r o ta a m a n o s del d io s rep resen ta q u e es él q u ie n las
co n tro la y que las lluvias van a caer en el m o m e n to ad ecuado. Se trata así
de un m ito de rasgos c o s m o g ó n ic o s , y de la im p o r t a n c i a del ritual en
q u e se recitaba da t e s tim o n io el q u e los reyes hititas a b a n d o n a b a n a
m edias una c am p añ a m ilitar para celebrarlo .

22.5. M ito s q u e a c a b a n por ser c u en to s

E n el c ap ítu lo 1 5 h e m o s visto c ó m o un m ito a n t ig u o , el del D io s que


desaparece, q ue com ien z a p o r ser un m ito , q ue fo r m a parte de rituales
en el á m b ito m e so p o tám ic o y en el a n a to lio acaba p o r verse c o n v ertid o
en un cu en to p o p u la r, el de la Bella Durmiente del Bosque, en el q ue la a n t i­
gua d ivin idad pasa a convertirse en una q u in ceañ era que se d u e r m e p o r
la m a ld ic ió n de un hada m alvada. E n este t r á n s ito es d e t e r m i n a n t e la
fu n c ió n , adem ás de los personajes.
Podríam o s añ a d ir otro ejem p lo . En el capítulo II hem os visto el mito
de D io n is o , a q u ien los T ita n e s dan m u e rte p o r en carg o de su m a d r a s ­
tra y s ó lo d ejan el c o r a z ó n . Y en la v e r s ió n de Ju lio F í r m i c o M a t e r n o
6 . 4 . se c u en ta q ue Z e u s hizo m o d e la r en yeso un a estatua d o n d e se
c oloca el co r a z ó n del n i ñ o . Y en el c a p ítu lo 12 h e m o s leíd o que C l e ­
m ente (Protréptico 2 . 1 7 - 2 ) , refirién d o se al m ism o dios, nos cuenta que los
T it a n e s lo en g a ñ an c o n diversos ob je to s para m a ta rlo , en tre los q ue se
e n c u e n tr a n m an zan as de o r o y reitera c ó m o Palas se lleva el c o r a z ó n y
luego sepultan al n iñ o en el P arn aso, si b ien luego resucitará. El lector
avisado habrá r e c o n o c id o de in m e d ia to en la m adrastra, el e n g a ñ o con
o b jetos atractivos, las m anzanas, la m u e rte de la c ria tu ra y su p o s te r io r
22. M IT O S A L A M O R DE L A L U M B R E 359

resu rrecció n los c o m p o n e n te s esenciales del cuento de BJancartieves, en el


q ue los e n a n ito s del b o sq u e sustituyen a los an tigu o s C u re te s del m ito
d io n isíaco en la vigilancia del n iñ o para evitar su m uerte.

22.6. C uentos que acaban por ser m ito s

P ero p asem o s al s ig u ien te e je m p lo , de la p r o b a b ilid a d de que viejos


cuentos acaben con vertidos en mitos.
E n el c a p itu lo 8 he s o s te n id o q u e T e se o , antes de c o n v e r t ir s e en
h é r o e de la saga, en el p r o ta g o n is ta del m ito básico a t e n ie n s e , fue un
h é r o e del c u e n to p o p u l a r . L o he h e ch o p o r d os r az o n es: la p r im e r a ,
q ue n o e n c o n t r a m o s p r á c t ic a m e n t e r e fe r e n c ia s lite r a r ia s al m ito de
Teseo en las fases más antiguas de la literatura griega (en H o m e r o un par
de citas, y p arec e n in te rp o la d a s , nada en el P ín d a r o c o n se rv a d o c o m ­
p leto, y las p ocas referen cia s antiguas q ue hay lo sitúan s iem p re e n dos
temas básicos: el M i n o t a u r o y la c o n t in u a p e r s e c u c ió n de jovencitas.
entre ellas, la p r o p ia H elen a de T ro ya ). P ero sin e m b a rg o , las pocas alu ­
sion es que h a llam o s en la literatu ra más antigua p arece n referirse a un
h é r o e b i e n c o n o c i d o p o r el p ú b l i c o , lo que im p lic a q ue sus h isto rias
d ebían c ircu lar p o r o tro m ed io .
La segunda razón q ue m e convencía de que las historias sobre Teseo
c o m e n z a r o n p o r ser c u en to s p o p u la r e s es q u e el p e r s o n a je de T e se o y
sus h azañas están hechas de la m a te ria de los c u e n to s : las p r e n d a s de
r e c o n o cim ien to de un padre regio desco no cid o, el tributo de las d o n c e ­
llas y los jóvenes destinados a caer en m an os de un m o n stru o , el viaje del
h é ro e a la tierra d o n d e los dem ás m u e r e n , la p rin c esa q ue se e n a m o r a
del p r í n c ip e e x t r a n je r o , el re c u r s o para q u e el h é r o e p u ed a volver del
m u n d o de irás y n o volverás (en este caso, el h ilo de A r ia d n a y el la b e ­
rin to ) del to d o p aralelo a las p iedrecillas de P ulgarcito en el b o sq u e, la
lucha con tra el m o n stru o , la boda con la princesa, la vuelta con el olvido
del detalle de las velas, y la consiguiente m uerte del padre, el viaje en que
el h é ro e se tiene que e n fr e n ta r con diversos m o n s tru o s . ¿ Q u é es lo que
no su e n a a cu en to p o p u la r en todo e s o ? Y sin e m b a rg o , los atenienses
lo con vierten en u n a historia « s e r i a » , e incluso hacen de Teseo el p r o ­
totip o de jo v e n ate n ie n s e , del r é g im e n d e m o c r á t ic o , del g o b e r n a n t e
justo y de un sinf ín de cosas más, La instauración del rég im en d e m o c r á ­
tico y la falta de m itos atenienses m ed ia n a m en te atractivos p r o p ic ia r o n
que se utilizara c o m o e n c a r n a c ió n de los ideales áticos en el m ito este
jo v e n p e r s o n a je , n o co n ta m in a d o con lo que llam a ríam o s el « r é g im e n
a n terio r» .
36 o V. L A S D IF U S A S F R O N T E R A S D E L M IT O

22.7. T emas igu ales , f u n c io n e s distin tas

P o r u ltim o voy a r e f e r ir m e a un tem a n arrativo utilizado en u n o y otro


cam p o con fu n c io n es distintas.
U n e je m p lo bastante cu rio so es el que llam aríam os <<La p iedra en el
v i e n t r e » . T a m b ié n tiene raigam bre m uy antigua. L o e n c o n tra m o s en el
Mito hitita del Reinado de los cielos (capítulo 16 ) . K u m a r b i destron a al dios
A n u de su situación c o m o rey de los cielos y para evitar q ue p ued a ten er
d e s c e n d e n c ia q ue le disp u te el p o d e r , dev o ra su m i e m b r o v ir il. Los
resultados n o p u e d e n ser más desastrosos. K u m a r b i se q u e d a e m b a r a ­
zado y se las ve y se las desea para librarse de su carga, h abida cuenta de
que n o d is p o n e de ó rg a n o s ad ecuados para p a r ir de fo r m a n o r m a l. En
un d eterm in ad o m o m e n to , tiene a u n o de sus hijos p o r la cabeza e, i r r i ­
tado p o r la h u m illa c ió n s u fr id a , K u m a r b i trata de d e v o ra rlo . N o o b s ­
tante, o tro dios, Ea, le da a c o m e r, en vez de a su h ijo, una roca de d i o -
rita, envuelta en pañales. K u m a r b i no logra devorarla y la escupe, con lo
q u e la p ie d r a q u e h abía sido tocada p o r el d io s, se c o n v ie r t e en un
ob jeto de culto.
Llallam os un tema m uy s im ila r en H e sío d o ( Teogonia 4-68ss.). C r o n o ,
que ha castrado a C ie lo (tam bién A n u es un dios del cielo), devora a sus
p r o p i o s h ijo s p ara evitar q u e éstos le a r r e b a te n el p o d e r . P ero T i e r r a
oculta a Z e u s recién n acid o en una gruta y le ofrece en su lugar a C r o n o
una p iedra envuelta en pañales. C r o n o la devora, p ero acaba p o r v o m i ­
tarla. Ta m b ién la p ied ra se convierte en objeto de culto. Pero con la p i e ­
d ra C r o n o vom ita t a m b ié n a los dioses q u e se había traga d o antes. Lo
c u rio so es q ue n o es in stantán eo el efecto de la piedra, sin o q ue C r o n o
la vom ita (y con ella, a los dioses que se había tragado) « t r a n s c u r r i d o un
a ñ o » , es d ecir, se usa la f ó r m u l a q ue en o tros p oem as se usa en la d e s­
c r i p c ió n de un e m b a ra z o . H e s ío d o usa a q u í, c o m o en o t r o s lugares,
fo r m a s de h a b la r q u e t r a ic io n a n el relato q ue le ha serv id o de fu e n te ,
au n q u e nos haya dado de él una versión alterada.
T o d o aq u í d e n u n c ia un carácter m ítico . Se trata de u n asunto entre
d ioses, q ue tie n e q u e v e r c on la o r g a n iz a c ió n del p o d e r d iv in o , y la
d e v o ra c ió n o in te n to de d e v o r a c ió n de la p ie d r a es la etio lo g ía de una
p ie d ra que tiene una im p o rta n cia religiosa, p o r lo m en o s en la versión
griega en la que la p ied ra es el fam oso « o m b l i g o » de Delfos.
Pero e n c o n tra m o s u n tema sim ilar en un contexto m uy d iferen te, en
el cu en to popular-, piénsese, p o r e jem p lo , en el cu en to del Lobo y los Siete
Cabritos, en que se relle n a la tripa del lo b o con piedras, una vez extraídos
de ella los c ab rito s. O en Caperucita Roja en la v e r s ió n de G r i m m . D ig o
22. M IT O S A L A M O R D E L A L U M B R E 3 6 l

esto, p o r q u e en la de PerraLdt, la joven cita q ue se había atrevido a acos­


tarse con el p r i m e r lobo desc o n o cid o que en cu en tra, es castigada con la
d ev o ración , y así acaba el cu en to en c o n so n an cia con el carácter e d u ca ­
tivo para jóvenes virtuosas q ue tien en los cu en tos del au to r fran cés. E n
el caso de G r i m m , el co n te x to es el del r e n a c im ie n t o e in i c i a c i ó n , la
j o v e n q u e m arc h a al b o sq u e y « m u e r e » d ev o rad a, p ara r e n a c e r de
nuevo, sien d o la p ied ra el sustituto de este, extraño « e m b a r a z o » .

22.8. C o n c lu sió n

Al cabo de n u estro r e c o r r id o , v em o s c ó m o m ito y cu en to p o p u l a r son


realidades que se solapan, que en casos ex trem o s se deslin d an co n b as­
tante facilid ad , p e r o q ue a d m ite n n u m e r o s o s casos f r o n t e r iz o s , c o m o
los c o n ju n t o s en in te rse c ció n . Y es esa c ircu n stan cia la que p r o p ic ia la
facilidad con que se trasvasan temas y m otivos de u n o a o tro . Para llegar
a solu cio n es más nítidas del p ro b le m a que nos ocu p a habría que m a n e ­
j a r un a m p lio co rp u s de datos, con e jem p lo s de m itos y cuen tos de muy
diversas culturas, de muy diversas épocas y procedentes de estratos socia­
les d ife r e n t e s , lo q ue n os p e r m i t ir í a m atizar algu n as de las ideas más
generalizadas, c o n t r a d e c ir, p o r parciales, algunas verdades tenidas p o r
absolutas y tal vez llegar a d e fin ic io n e s más precisas.
D e m o m e n t o c o m en ce m o s p o r r o m p e r una lanza contra la minusva-
loració n de los cuentos, narracion es que nunca han sido tomadas d e m a ­
siado en serio, p e ro que, pese a ello, han p e r m a n e c id o inasequibles a la
e r o s ió n del tie m p o e te r n a m e n te recreadas. T a m b ié n , lu ch e m os con tra
las ideas de que el cuento tiene que ser de n iñ os y de clases bajas y de que
el m ito tiene que ser culto, refin ad o y sagrado. La casuística es in m en sa
y n o hay una d e fin ic ió n válida para todos.
E n c o n s e c u e n c ia , t e r m i n o c on u n a e x h o r t a c ió n : n o sin ta m o s la
m e n o r v ergüenza de a c u d ir a la lectura de los cu en tos (o m e jo r , a o í r ­
los), arrebatán doles a los n iñ o s el m o n o p o lio de un g é n e ro que, en una
so c ied ad letra d a, in fo r m a t iz a d a y estresada, con serva aú n en gran
m e d id a el v e h íc u lo o ra l, la s im p lic id a d y el gozo de u n as estructuras
narrativas que p ued en resultar ingenuas, p ero tras de las cuales se e sco n ­
den a m e n u d o gran des maravillas.
23. MITO Y EPOPEYA EN LOS ORÍGENES
DE LA HISTORIOGRAFÍA GRIEGA

23.1. U n a h ist o r ia ca si sin precedentes docum entales

H e r ó d o t o fue c o n s id e r a d o u n á n i m e m e n t e p o r los grie g o s de la A n t i ­


güedad « p a d r e de la H is t o r ia » y tam p oco hoy ten em os serias dudas para
disputarle ese título. Si b ie n ob ras tan m o n u m e n ta le s c o m o la suya son
creaciones q ue n o p u ed en explicarse c o m o surgidas de nuevo, sin re la ­
ción c o n el pasado, lo p r im e r o que nos s o r p r e n d e al estudiar los o r íg e ­
nes de la h istoriog rafía griega es la carencia de textos básicos para la h is ­
to ria p o s t e r i o r c o m p a ra b le s a los an ales latin o s o a las extensas
in scripcio nes con m em orativas p rop ias de los m on arcas de cualquiera de
los im p e r i o s o r ie n t a le s . Esta p a r q u e d a d de r e fe r e n c ia s a lo h is tó r ic o
v ien e en G r e c i a de m u y a n t ig u o . Ya en la civilizació n m ic é n ic a , q ue
conocía la escritura, ésta quedaba relegada a usos b u ro crá tic o s, es decir,
a la c o n s ta n c ia de las cu en tas y los reg istros de p alacio, y ja m á s se usó,
que sepam os, para dejar a la posteridad una reseña, p o r breve que fuera,
de las glorias de sus m o n a rc a s '. Hasta tal extrem o llega esta modestia regia,
que, pese al crecido n ú m e r o de d o c u m e n to s escritos de ép oca m icénica
que se nos h an con servado, n o c o n o c e m o s los n o m b re s de los m on arcas

I No es ocioso recordar que los docum entos hallados en los palacios m icénicos no se
guardaban para la posteridad, sino que se escribían sobre tablillas de barro fresco,
luego secas al sol, y que cada año se desechaban. Lx>s incendios que destruyeron los
palacios las cocieron perm itiendo así que pudiéram os leerlas. De ahí que los d ocu ­
mentos de cada yacim iento sean sólo de un año
364 V. L A S D IF U S A S F R O N T E R A S D E L H IT O

que rein ab an en C n o s o o en Pilo en la fecha en q ue f u e r o n redactadas


las tablillas
E n épocas p o ste rio res, y un a vez redescu bierta la escritura, la situ a­
ción no varía: ni siquiera el más despótico de los tiranos griegos se m o s ­
tró ja m á s in c lin a d o a re co g e r p o r escrito sus t r iu n fo s m ilitare s u otros
aspectos de su p erip ecia p erso n al. P or otro lado, pese a q ue d u ran te los
siglos V i l y VI a . C . se d e s a r r o lla n en G r e c ia toda clase de c o n flic t o s y
ex p e rim en to s políticos, c o m o la sustitución de aristocracias p o r tiranías
y p o r o tros sistemas de g o b ie r n o , n in g u n o de estos p rocesos y logro s se
c o n fió en general a registros escritos.
A lo más q u e se llegó e n este t e r r e n o fue a c o n f e c c io n a r listas de
n o m b re s . C o n o c e m o s las de sacerdotisas de l l e r a en A rg o s , sacerdotes
de P o s id ó n en H a lic a r n a s o , o arc o n te s en A te n a s . Listas c o m o esta
últim a tenían capital im p o rta n cia, d eb id o al hecho de que n o se d is p o ­
nía de o t r o m e d io de r e g istr a r los a ñ o s más q ue d e n o m i n a n d o a cada
u n o p o r m e d io del a r c o n te q u e , p o r e llo , r ec ib ía el n o m b r e de e p ó -
n i m o . Hasta q u e, en fecha m uy p o s t e r io r , se g e n e r a liz a r a el p r o c e d i ­
m ien to de c o n ta r el tiem p o p o r O lim p ía d a s, los griegos no d isp u siero n
de n in g ú n a co n tec im ien to o r ig in a r io a p artir del cual p u d ie r a n n u m e ­
rar los añ os, con las e n o r m e s ventajas q ue este sistema represen ta. Para
n o s o t r o s , q ue estam os a c o s tu m b r a d o s a e tiq u e ta r los a ñ o s c o n un
n ú m e r o y a localizar así los a c o n te c im ie n t o s de un m o d o in e q u ív o c o y
p ara s ie m p r e , resulta d ifíc il a s u m ir las d ific u lta d e s q u e p r o v o c a r ía la
falta de una línea c ro n o ló g ic a clara de estas características. Los grie g o s
prim itivos, para situar u n aco n tecim ien to, tenían que d ecir que o c u r r ió
« e n el añ o del arconte X » , lo cual pasó « t r e s años antes del arco n te Y »
o « d o s años después del arco n te Z » , y así sucesivamente.
L o s cálcu los de p e r í o d o s de t ie m p o más largos t r a n s c u r r i d o s e n tre
u n o s a c o n te c im ie n t o s y o tr o s ten ían q u e realizarse, y de m o d o m uy
a p r o x i m a d o , p o r g e n e r a c io n e s . P ero este sistem a c o m p o r t a b a el p r o ­
ble m a de q u e n o para t o d o el m u n d o u n a g e n e r a c ió n t e n ia la m ism a
d u r a c i ó n , y asi, c u a n d o un a u t o r a n tig u o n os habla de un n ú m e r o de
ge n e racio n es, siem p re ten em os la duda de si se trata de g e n e rac io n es de
2 3 - 33 ó 4 ° años, que de todas se usan. Piénsese en el m argen de e r r o r
q ue así se provoca. En un p e r ío d o , p o r e je m p lo , de c in cu e n ta g e n e r a ­
c io n es, o s cilam o s e n tr e un m í n i m o de mil c ie n to cin c u e n ta a ñ o s y un
m áxim o de dos m il.
Así pues, con una falta casi absoluta de d o c u m e n to s escritos y con un
caos c o m o el a q u í d escrito respecto a la d is p o s ic ió n c r o n o ló g ic a de los
23. MITO Y EPO P EYA EN LO S O R ÍG E N E S DE LA H IST O R IO G R A FÍA GRIEGA 365

acon tecim ien tos, cabe preguntarse cuál era el m e d io al que rec u rrían los
p r i m e r o s g r ie g o s p a ra satisfa cer lo q u e lla m a m o s « c u r i o s i d a d h is t ó ­
r i c a » , es decir, en sen tido general, el deseo de c o n o c e r los hechos o c u ­
rr id o s en el pasado.

23.2. La é pic a c o m o h ist o r ia

D u ra n te g e n e ra cio n e s, la cu rio sid ad p o r el pasado n o la satisfacían más


que los poem as épicos. E n el lector m o d e r n o , la p ro d u c ció n épica c o n o ­
cida de los griegos —la Ilíada y la Odisea de H o m e r o , así c o m o las obras a tr i­
buidas a H e sío d o , Trabajosy Días y la Teogonia— n o suscita la idea de hallarse
ni de lejos ante obras históricas, p o r lo que se hace bastante difícil im agi­
n a r c ó m o p u d o con figu rarse la historia en sentido más m o d e r n o a p artir
de o r íg e n e s ép icos. Y , sin e m b a rg o , así o c u r r i ó de h e c h o : los griegos
r e c o r r ie r o n desde la épica hasta la historia u n cam in o gradual de r a c io ­
n alizac ió n y d e s m ito lo g iz a c ió n m ed ia n te la ap lica c ió n p rogresiva de la
crítica a los datos de la tra d ic ió n m ito ló g ic a. Es m ás: fue esa p e cu lia r
dependencia de la historiografía griega de sus orígenes poéticos y m ito ló ­
gicos, de la épica en particular, lo que explica la pervivencia de elementos
ahistóricos en los p rim e ro s historiadores. Resulta p o r ello una e x p e r ie n ­
cia interesante y clarificadora recoger, siquiera sea esquemáticamente, los
hilos con du cto res de esa personalísim a tran sfo rm a c ió n .
Para n o d e s e n fo c a r la cu estión desde el p r i n c ip i o , hay q ue ad vertir
antes q ue n ad a que los g rie g o s n o s ep ara b an lo m ític o de lo h is tó r ic o
con la claridad con que hoy lo hacem os, sino que para ellos las n a rr a c io ­
nes de H o m e r o fu e r o n d u ran te siglos rigu rosam ente verídicas y tomadas
c o m o h e ch o s reales. A q u ile s y A g a m e n ó n f u e r o n s ie m p r e t en id o s p o r
p erson ajes con la m ism a consistencia histórica que Pericles, y la G u e r r a
de T ro ya fue un hecho tan real c o m o las G u e r ra s Médicas. E n h o n o r a la
v erd a d hay q u e s e ñ a la r que en H o m e r o hay en efecto b u e n a s dosis de
historia, au n c u an d o su in terés fu n d am e n tal n o sea el h istó ric o . M e n ­
cion a ciudades antiguas que existieron en la realidad y que la piqueta del
a r q u e ó lo g o ha vuelto a la luz de su e n t ie r ro de siglos. La p r o p ia guerra
de T r o y a , a c o n t e c im ie n t o q u e e n m a r c a toda la tem ática de la lliuda y
o b lig a to r io p u n t o de r e fe r e n c ia en la Odisea, se c o n v ir tió en a c o n t e c i­
m ien to histórico a p a rtir del d e sc u b rim ie n to p o r S c h lie m a n n . sin otro
au xilio q ue la lectura de los p o em a s h o m é ric o s , de varias Tro yas s u p e r ­
puestas, una de las cuales m ostraba inequívocas señales de la destrucción
p o r la m a n o del h o m b r e . N o está d escartad o q u e , in clu so , alg u n o s de
los n o m b re s de los caudillos participantes en la con tien da c orresp on d an
3 66 V. L A S D IF U S A S F R O N T E R A S D E L M IT O

a p erson ajes reales, ya que en las tablillas m icénicas se m e n c io n a n n o m ­


bres coin ciden tes con los de algunos de los p erson ajes de H o m e r o . O tra
fuen te, en este caso los registros hititas c o n te m p o r á n e o s de la g u e rra de
T r o y a , n o s habla de un A la x a n d u s de W ilusa, n o m b r e q u e se c o r r e s ­
p o n d e bastante b ie n c o n el del p e r s o n a je q u e H o m e r o lla m a A l é x a n -
d ro s , es d e c ir , c o n Paris, p r í n c ip e de I lio n . P o r su p arte, Paris p u ed e
in terpretarse bastante bien c o m o un n o m b r e luvita, la lengua q ue v e r o ­
sím ilm en te se hablaría en la T ro ya del segu n do m ile n io .
E n alg u n o s detalles el ae d o in te n ta in c lu s o ser h is t ó r ic o en su
rec o n stru c ció n del pasado q ue revive: los h é ro es h o m é r ic o s van vestidos
con arm a d u ra s de b ro n c e , n o c on ocen el h ie rr o , viven en palacios, todo
lo cual se c o rre sp o n d e con la realidad que c o n o c e m o s p o r la A r q u e o l o ­
gía. In c lu s o n o s d e sc rib e c o n s o r p r e n d e n t e p r e c i s ió n , q u e p o d e m o s
c o r r o b o r a r p o r los hallazgos q ue los especialistas h an sacado luego a la
luz, raras piezas caídas en desuso siglos antes y que él sólo p u d o c o n o c e r
p o r trad ición oral, c o m o u n casco h e ch o de colm illos de jab a lí c o m o los
q u e se u s a r o n e n ép o c a m ic é n ic a y de los q u e e n c o n t r a m o s alg u n o s
ejem p lares en diversos m useos.
N o obstante, a veces ese intento de hacer un a reco nstrucció n a r q u e o ­
lógica sobre bases tradicionales le lleva a erro res divertidos. P o r ejem p lo ,
H o m e r o sabe que los h é ro es de la gu e rra de T ro ya co m b atía n en carro .
C o m o en su época esta táctica de com bate había dejad o de utilizarse, no
sabe h a c e r otra cosa q u e im a g in a r s e a los a d alid es u tiliz a n d o el c a rr o
c o m o un taxi hasta el cam p o de batalla, del q ue se apean luego, c o n d e s ­
c e n d ie n t e m e n t e , para c o m b a t ir a p ie . P o r otra p arte, en la Odisea, se
d escriben algunos lugares existentes en el mapa, p e r o la m ay o r parte del
v iaje de O d i s e o tien e la m ism a r e la c ió n c o n la r e a lid a d q u e los viajes
de Sim bad el M a r in o , con los que, p o r cierto, tiene n um ero sos puntos de
contacto.
L a a p o r t a c i ó n de H e s í o d o a la h is to ria es de m e n o r cu an tía , d a d o
que su interés n o se centra en cantar las gestas gloriosas del pasado, sino
que, bien se dirige hacia el presente, hacia lo cotidian o, a la búsqueda de
una o rie n ta ció n para la vida ru ral en la sabiduría tradicional, en Trabajos y
Días, b ie n asciende al p la n o div in o en la Teogonia para tratar de organ izar
g e nealógicam en te la c o m p leja fam ilia divina.
N o obstante H o m e r o y H e sío d o n o f u e r o n los únicos cultivadores de
la p oesía épica, s in o q ue c oexistió c o n ellos y les c o n t i n u ó un a extensa
p r o d u c c i ó n litera ria, p e rd id a en su casi totalidad p o r los avatares de la
t r a n s m i s i ó n de la lite r a tu r a e g rie g a y q u e , s ó lo gracias al p a c ie n te y
23. MITO Y EPO P E Y A EN LOS O R ÍG E N E S DE L A H IST O R IO G R A FÍA G RIEG A 367

m e t ic u lo s o e tra b a jo de los f iló lo g o s , p o d e m o s c o n o c e r e n u n a cierta


m edida a p a rtir de testim on ios indirectos, algún frag m e n to aislado sal­
vado de la catástrofe y algún resum en de época p o ste rio r. Las caracterís­
ticas y la temática de estos poem as era m uy varia. H e m o s dicho lo f u n d a ­
m e n ta l en el c a p ítu lo 6 so b re la ép ica cíclica, q u e o b e d e c ía a la
c u rio sid ad que en el p ú b lico habían desp ertado las historias sólo a lu d i­
das p o r H o m e r o y al deseo de co lm a r sus lagunas de i n fo r m a c i ó n . Ello
im p lica b a n e c e sa ria m e n te una c o n s id e r a c ió n de la secu en cia c r o n o l ó ­
gica de los a c o n te c im ie n t o s (de la q ue H o m e r o se d e s p r e o c u p a b a en
absoluto) y u n a investigación de las tradicion es locales para c o n o c e r más
detalles s o b re las d ife r e n t e s h is to ria s . C l a r o está q ue n o te n e m o s en
m u c h o s casos m a n e r a de c o n trasta r en qué m e d id a f u e r o n trad ic io n es
locales las utilizadas p o r los poetas cíclicos y en qué m edida se lim itaro n
a inventarse los detalles, o p c ió n esta últim a c o m p r o b a b le en más de una
ocasión.
T a m b ié n se pasó revista en el c ap ítu lo 6 a la épica ge n e a ló g ic a , que
intentaba una sistematización del m ito y de las leyendas org an iza n d o las
d ife re n te s tr a d ic io n e s en un a línea f a m ilia r . La o rg a n iz a c ió n g e n e a ló ­
gica im p licaba asim ism o la necesidad de d is p o n e r las leyendas en o rd e n
tem p o ral y, p o r o tro lado, r o m p ía la so lu ció n de c o n tin u id a d en tre los
m itos p rim itivos y los más recientes.
H u b o aú n o tr o tipo de épica más local, q ue n arra b a los o ríg e n e s de
las diferen tes ciudades, sus fu n d ac io n es o las hazañas de sus fu n d ad ores
m ític o s . A sí, p o r e je m p lo , las Corintiacas de E u m e l o de C o r i n t o n os
n a rra b a n los o ríg e n e s m íticos de C o r i n t o , y la Forónida, un p o e m a a n ó ­
n im o , n o s co n tab a los m ú ltip le s hallazgos de F o r o n e o , le g e n d a r io rey
arg ivo y h é r o e de c u ltu r a , c o m o P r o m e t e o . E n a lg u n o s casos son los
p oetas lír ic o s los q u e c o m p o n e n p o e m a s de este t ip o ; a u n q u e es b ie n
p oco lo que de ellos queda, ten em os noticia de un p o em a llam ado Esmir-
neida, com p u esto p o r M im n e r m o de C o l o f ó n , y de un a Fundación de Colo­
fón de su c o m p a trio ta J e n ó f a n e s . Este g é n e r o im p licaba ya el m ito en la
h is t o ria re c ie n te y daba cu en ta de los p r o p io s o r íg e n e s locales, c o m o
p a t r im o n io c o m ú n de la colectividad.
T o d a v ía te n e m o s q u e a ñ a d i r a esta r e la c ió n los p o e m a s de viajes, si
b ie n hay que estab lecer d e n t r o de este g é n e r o u n a d is t in c ió n f u n d a ­
m en tal e n tre d o s tip o s: el de los q ue n a r r a n viajes fan tásticos c o m o la
Odisea o el p e r d id o de las Argonduticas, y el de los q u e d e s c rib e n viajes
auténticos, en tre los que destaca las Arimaspeas, de Aristeas de P ro c o n eso ,
del que tam bién hablam os en el capítulo 6.
368 V. L A S D I F U S A S F R O N T E R A S D E L M IT O

E n s u m a , en los siglos VI I I al VI a . C . , lo s p oetas é p ic o s t ie n d e n a


satisfacer el interés histórico de los griegos y van co n fig u ra n d o una épica
cada vez más histórica en ciertos sentidos. El cu erpo de las tradicion es se
ve som etido a un ru d im e n ta rio proceso de análisis, que intenta a r m o n i ­
zar unas c o n otras y organ izarías de fo r m a sistemática en o r d e n c r o n o ­
lógico. Esta c ro n o lo g ía no llega, p o r supuesto, a ser absoluta, sin o x-ela-
tiva. E l ciclo tr o y a n o se r e la c io n a c o n el te b a n o p o r m e d i o de las
g e n e ra c io n e s de los h éroes que p articip a n en la e x p e d ic ió n de los Siete
c o n tr a Tebas y los q ue lo hacen en la de T r o y a , q ue suelen ser h ijo s de
los p r i m e r o s , c o m o p o r e je m p lo D i o m e d e s lo es de l i d e o . D esde la
ép o ca h e ro ic a hasta la de los p r o p i o s p oetas se tie n d e el p u e n t e de las
genealogías, que organizan la línea c ro n o ló g ica hasta los p r o p io s o r íg e ­
nes de la colectividad local.
C o n to d o , no d eb em os caer en el espejism o de p en sar que esta épica
es h isto ria p r o p i a m e n t e dich a . Para serlo le falta ante t o d o exactitud y
co n tro l de los datos y desde luego in te n c ió n de ser historia c o m o tal. El
poeta lo cjue intenta n o es dar cuenta veraz del pasado, sino que sus p r o ­
pósitos son o tros y de muy variada c o n d ic ió n . P u ed e ser. p o r e je m p lo ,
el de g lo r if ic a r los o ríg e n e s de una ciu dad p o r c h o v in ism o local, c o m o
hace E u m e l o de C o r i n t o , un poeta del siglo VI I I a . C . , q ue, p ara d otar
de trad ició n a su en ton ces jo v e n patria, atribuye a C o r i n t o u n a serie de
leyendas épicas referidas a E fir a en H o m e r o , p o r el expediente de decla­
ra r q u e E fir a era el an tig u o n o m b r e de C o r i n t o , a p r o v e c h a n d o q u e el
verdad ero em p la za m ie n to de la ciudad m e n cio n a d a p o r H o m e r o era ya
desco n o c id o en su época. E n otros casos, lo que intenta el aedo es h a la ­
gar a los g o bern an tes, a q u ien es un o rig e n n o b le ayuda a legitim ar en el
p o d e r . Es el caso de F.u gam ó n de C i r e n e , a u to r de la Telegonía, q u e se
inventa un h ijo de O d is e o al que llama A rce silao , y n o puede ser casua­
lid ad q u e e n la é p o ca de E u g a m ó n r e in a r a en C i r e n e u n rey lla m a d o
p recisam en te A rc e silao II. E n to d o caso los aedos de los p o em a s épicos
tardíos p rete n d en ante todo div ertir al a u d it o r io y son capaces de sacri­
ficar to d o lo dem ás a este p r o p ó s ito , con lo que su poesía va t e n d ie n d o
cada vez más a lo n o v elesc o y lo r o m á n t ic o . S a b e m o s q u e en los Cantos
Ciprios se n arra b a u n a entrevista secreta en p le n o ased io de T r o y a , nada
m e n o s q u e en tre H e le n a y A q u ile s , cautivado p o r la belleza de la reina
rap tada p o r Paris (de a c u e r d o c o n el r e s u m e n de la Crestomatía de P r o -
clo ). Y en la citada Telegonía se casa a T e lé m a c o , h ijo de O d i s e o , con
C i r c e , en u n final feliz bastante extravagante (E u s ta c io . Comentario a la
Odisea 1 7 6 9 . 35 ss-). L o s e jem p lo s p o d r ía n m ultiplicarse.
23. MITO Y EPO P E YA EN LOS O R ÍG E N E S D E L A H IST O R IO G R A FÍA GRIEGA 369

2 3 .3 . E l c a m in o h a c ia la h is to r ia
D u r a n t e los siglos V I y V a . C . asistim os al tr á n s ito de estas fo rm a s
p re h is t o r io g r á fic a s a v erd a d eras o b ras de h is t o r ia . Las c o n d ic io n e s de
ese tránsito son m últiples y com plejas, p e ro m erece la pena, siquiera sea
de fo r m a esquem ática, in te n tar su fo r m u la c ió n .
Es ésta la ép oca del d e s a r r o llo de las c iu d a d e s , a c o n s e c u e n c ia del
cual la organización política se hace más c om p leja; se necesita una a d m i ­
n istración com p licad a; las relacion es en tre ciudades, cada vez más esta­
bles, r e q u ie r e n tratados, c o n tr a to s , a c u e r d o s, y es im p o r t a n t e p o r vez
p r im e r a fija r los datos del pasado para saber a q ué atenerse a la h o ra de
o r ie n t a r la con d u cta fu tu r a de la ciu d ad . S u r g e n así los llam ados lo g ó -
grafos, especie de cronistas locales, necesarios para d e te rm in a r los a c o n ­
tecim ien to s del pasado reciente relacion ados con la ciudad.
Es a s im is m o ésta la é p o c a de las c o lo n iz a c io n e s , q u e lle v a ro n a los
griegos lejos de sus ciudades natales y los p u siero n en contacto con otras
c o m u n id a d e s extrañas, de c o stu m b re s a m e n u d o m uy d ife re n te s de las
suyas. E llo abre nuevos ho rizon tes a sus m entes y estim ula su interés y su
c u riosidad. La apertura hacia nuevos m u n d o s se am plía aú n más cuando
el i m p e r i o p ersa en e x p a n s ió n asim ila a las c iu d a d e s griegas de A sia
M e n o r. P o r otra parte, se d esarrollan el c o m erc io y las técnicas de nave­
gación , lo que hace surgir nuevos intereses de tipo práctico; la necesidad
de registros que señalen las distancias entre los p u erto s, las costas p e l i ­
grosas. la situ ació n de las m e jo r e s rutas. Esas son las razon es de ser de
los llam ados Periplos, c o m o el de Escílax, del siglo VI a . C . , hoy p erd id o ,
q ue recogía i n f o r m a c i o n e s s o b r e su viaje desde el In d o hasta el G o l f o
A r á b i g o , o el p e r ip lo a n ó n i m o q u e sirv ió de base a la Ora marítima de
A v ie n o , d e s c r ip c ió n de la costa desde Tarteso s hasta M arsella. J u n t o al
in terés p o r las i n fo r m a c i o n e s de tip o g e o g r á fic o a u m e n ta asim is m o la
c u rio sid ad p o r los datos que hoy lla m a r ía m o s e tn o g rá fic o s, ya que p o r
p r im e r a vez la rea lid a d se m o s tr a b a tan in te resan te c o m o las fantasías
que llenaban los versos de la Odisea de pueb lo s lejan os y fabulosos, com o
los lotófagos o los lestrígones.
P ero hay a d em ás o t r o h e ch o i m p o r t a n t e . El co n tacto c o n O r ie n t e
n o se lim ita al c o n o c i m i e n t o de p u e b lo s d i f e r e n t e s y de sus exóticas
c o s tu m b re s , s in o q u e p e r m it e p o r p r i m e r a vez a los g rie g o s a c c e d e r a
una organ ización de los m ateriales históricos totalm ente nueva y de una
riqueza a so m b rosa. A n te los ojo s de ho m b res q ue n o tenían o tro c o n o ­
c im ie n t o de los a n t e c e d e n te s de su ciu d ad q u e los ú ltim o s c ie n añ o s ,
más allá de los cuales sólo q uedaba un o scu ro pasado m ític o , ap arecen
370 V. L A S D I F U S A S F R O N T E R A S D E L M IT O

arch ivos de p alacio c o m o los eg ip cio s, en los q u e se a c u m u la b a n datos


precisos conservados desde millares de años atrás. N o es p o r ello extraño
que los p rim ero s historiadores griegos com ien cen p o r escribir, no la his­
toria de G re c ia , s in o historias de los im p e r io s de O r i e n t e , para las que
disp on ían de materiales m uch o m ejores que los griegos. Es lo que hacen
G a r o n te de L ám p saco y D io n is io de M ile to , autores de sendas historias
de Persia, o Janto de Lidia, que c om p u so una historia de este país.
A este n o ta b le a u m e n to de in f o r m a c i ó n se aú n a el d e s a r r o llo p r o ­
gresivo de la crítica. T a m p o c o había sido la p oesía ajena al n a c im ie n to
del espíritu crítico. P or citar un ejem p lo significativo, he aquí los cáusti­
cos razon am ien tos de J e n ó f a n e s sobre el a n t r o p o m o r f is m o de los dioses
h o m é ric o s y hesiódicos:

A los d ioses achacaron H o m e ro y H esío d o to d o a q u ello


que en tre lo s h o m b re s es m otivo de vergü enza y de re p ro ch e :
ro b a r, a d u lte ra r y en gañ arse u nos a o tro s
(fragm en to 15 G e n tili P rato).

Mas los m ortales creen que los dioses han nacido


y q ue tien en la m ism a voz, p orte y vestim enta que ellos
(fragm en to 17 G e n tili-P ra to ).

I .os etíopes a firm an que sus dioses son chatos y negros,


y los tracios, que ojizarcos y ru b ic u n d o s son los suyos
(fragm en to 18 G e n tili-P r a to ).

Pero es que si las vacas, caballos y leon es p u d ieran ten er m anos,


p in ta r con esas m anos y realizar obras de arte, com o los h o m b res,
los caballos parejas a caballos, y las vacas, a vacas,
p in tarían las figu ras de sus dioses y rep resen tarían sus cu erp o s,
a sem ejanza precisa del p orte que tien e cada un o
(fragm en to 19 G e n tili P rato).

Es este espíritu el que preside tam bién la p o r en ton ces nacien te f i l o ­


sofía, p o r lo que n o es extraño e n c o n tr a r en un filó so fo c o m o Heráclito
u n a v a lo r a c ió n fe r o z de la t r a d ic ió n p o ética y de figu ras lite ra ria s tan
n otorias c o m o H o m e r o y A rq u ílo c o (fr. 3 0 M arcovich):

H o m ero m erecería que lo expulsaran de los certám enes y que lo apalea­


ran, y A rq u ílo co , otro tanto.
23. MITO Y E PO P E YA E N LOS O R ÍG E N E S D E L A H IST O R IO G R A FÍA GRIEGA 371

A h o r a b i e n , ad e m á s de este e s p ír itu c rít ic o d e s a r r o ll a d o en esta


época de c am b io , es fu n d am e n tal para la e la b o r a c ió n de una verdadera
h i s t o r i a la c o n s id e r a c i ó n h is t ó r ic a del a c o n t e c e r . Esta c o n s i d e r a c i ó n
p ued e resultar obvia para el h o m b r e m o d e r n o , q ue es un homo historiáis,
p e r o e n la é p o c a de lo s o r í g e n e s de la h i s t o r ia g r ie g a , la c o n c e p c ió n
h istó ric a tuvo q ue ab rirse paso trab a jo sa m en te en p u g n a c o n los h á b i ­
tos m entales del p e n s a m ie n to arcaico. C o m o han d e m o stra d o estudios
tan p en etra n tes c o m o el de E liad e (El mito del eterno retorno, M a d r id 1972 ),
las s o c ie d a d e s an tig u a s m u e s t r a n u n a p r o f u n d a r e p u g n a n c ia p o r la
existen cia h is tó r ic a y p a ra ellas lo q u e existe en re a lid a d es u n t ie m p o
sag rado en el que o c u r r i e r o n ya todas las cosas, m ie n tr a s q u e n u e s t r o
t ie m p o , al q u e p o d r í a m o s l la m a r p r o f a n o , n o hace más q u e r e p e t i r
aq uellos m o d e lo s atem p o rales. El rito m ism o no es más q ue un a salida
cíclica del tiem p o p r o f a n o y u n a vuelta a la situ ació n o r ig in a r ia . P o r el
c o n t r a r io , la nueva c o n c e p c ió n h istórica se basa en la creen cia de que el
a c o n te c e r h u m a n o se sitúa en un a lin e a t e m p o r a l, r e q u ie r e u n a c o n ­
ce p c ió n evolutiva y exige, p o r ú ltim o , la vigencia del p r i n c ip io de c a u ­
salidad: en otras palabras, postula q ue cada ac o n te c im ie n to c o n d ic io n a
y m otiv a los a c o n t e c im ie n t o s p o s t e r i o r e s . S o b r e t o d o e llo d eb e aú n
p r i m a r la actitu d del h i s t o r ia d o r de situ arse c o m o testigo veraz de lo
que n a r r a . N o es o t r o el s e n tid o q ue hay q u e d a r le a la p alab ra griega
historie, derivada de histor 'testigo'. A su m a n e ra , los p r im e r o s escritores
de historia lo q ue p r e te n d e n n o es otra cosa que p resen ta r testim on ios,
ser testigos veraces de los a c o n t e c im ie n t o s , de los q u e dan fe. A este
respecto resulta m uy e lo c u e n te la c o n c isa, p e r o clara, f o r m u l a c ió n de
p r in c ip io s del lo g ò g rafo Hecateo en el p r in c ip io de su o b ra (frag m en to
I Ja c o b y ) :

Este es el relato de H ecateo de M ile to ; lo escrib o tal co m o m e parece


cjue es la verdad, pues las trad icion es de los griegos son . a m i parecer, m ú l­
tiples y ridiculas.

Tal actitud se en m arca en el p ro p ó sito de ru p tu ra con la trad ición —a


m en u d o más deseado que conseguido— p r o p io del am biente de la época.
N o es casual q u e M ile to , p atria de H e c a te o , fu e ra a ñ o s atrás sede del
p r im e r m o vim ien to filo só fico de la historia. In cluso H ecateo es d e u d o r
de un f iló s o fo , A n a x i m a n d r o , en la c o n f e c c ió n del m ap a del m u n d o
e n to n c e s c o n o c i d o q u e llevó a c ab o. F iló s o fo s e h is t o r ia d o r e s tien en
entre sí m u ch o en c o m ú n : am bos con ced en p reem in en cia al p r o p io c r i ­
terio fren te a una trad ició n antes aceptada sin análisis.
372 V. L A S D IF U S A S F R O N T E R A S D E L H IT O

N o obstante, de igual m o d o q ue en los p r im e r o s filó s o fo s se p e r c i­


ben claram ente las huellas de la trad ic ió n mítica^. tam p oco la distinción
e n tre l o g ò g r a f o y m it ó g r a fo es c o m p le ta , ya q u e , c u a n d o se trata de
r e m o n t a r s e a u n p asad o más le ja n o , al lo g ò g r a f o n o le q u ed a o tro
recu rso que ech ar m a n o de los viejos m itos, a falta de otra in fo r m a c ió n
más objetiva, p o r la carencia de m ateriales histó ric o s. P o r o tr o lado, el
título de una de las obras del p r o p io Mecateo, Genealogías, d en u n cia hasta
q ué e x trem o los lo g ó g r a fo s se veían o b lig a d o s a r e c u r r i r al v iejo e x p e ­
dien te de la línea fam iliar para org an iza r los m ateriales históricos.
E n la fo r m a , el cam b io im p o rta n te que se registra en tre épica e h is­
to ria es el paso del verso a la p r o s a c o m o fo r m a de e x p re s ió n . El verso
había surgido en los orígen es c o m o única fo rm a de c o m u n ic a r los temas
m ás im p o r ta n te s , e n tre o t r o s m o tivo s, p o r las m a y o res fa c ilid a d e s de
m em o riz a c ió n que c o m p o rta. Pero en la época que nos ocupa com ienza
a d e s a rr o lla r s e un a nueva f o r m a de c o m u n ic a c i ó n c o n el p ú b l i c o : el
lib r o , p r im e r o c o m o m e r o in stru m en to de m em o riz ac ió n para el autor,
c o m o d e p o s it a r io de n otas para a y u d a r a un a e x p r e s ió n q u e seguía
s ie n d o o r a l, lu eg o m e j o r c o m e r c ia liz a d o y e x te n d id o c o m o fo r m a de
c o m u n ic a c ió n escrita, lo q u e lleva ap a r e ja d o un n u e v o in te rés p o r los
recu rsos de la prosa.
N o o b stan te, esa su s titu c ió n de la vía o ra l p o r la vía escrita n o es
drástica. H e r ó d o t o aún lee e n p ú b lic o partes de su o b ra y es ésta la
fo r m a en que usan los libros los p rim e r o s filó so fo s. T a m p o c o es abismal
la diferen cia entre la fo r m a de c o m p o sició n de las obras en verso y las en
p rosa y es m uy c la ro c ó m o las o b ra s en p ro sa c o n t i n ú a n m a n t e n ie n d o
una serie de e le m e n to s tr a d ic io n a le s p r o p i o s de la lite ra tu ra en v erso.
A sí. los p e q u e ñ o s trata d os c o m o d e b i e r o n de ser los de A c u s ila o o
H e cateo , p r o s if ic a n los re c u rs o s de la lír ic a . C o n s t a n de un p ecjueñ o
p r o e m i o , un c e n tro , más o m e n o s acu m u lativ o y un final q u e vuelve a
re c o g e r la temática inicial. In cluso H e r ó d o t o . que ensaya la c o n f i g u r a ­
c ió n de un a o b ra muy extensa, n o sólo p resenta recu rso s aislados p r o ­
pios de la épica, c o m o la c o m p o s ic ió n en an illo o los discursos ficticios
en boca de los p e r s o n a je s para d r a m a tiz a r la a c c ió n , s in o q u e toda la
org an ización de la o b ra es v o lu n tariam en te sem ejante a la de la llíada.
Pero hay algo más. De to d o s los rasgos de la c o n c e p c ió n histórica a
los que m e he re fe rid o había ya p u n to s de partida, si b ie n n o lo bastante
desarrollado s, en la épica. Veám oslos u n o a u n o .

2 V éase el cap itu lo 2 4 -


23. MITO Y EPO P EYA EN LOS O R ÍG E N E S D E L A H IST O R IO G R A FÍA GRIEGA 373

M e r e fe r í en p r im e r lugar a la necesidad de n a rr a r los a c o n te c im ie n ­


tos en u n a secu en cia te m p o r a l. Pese a que n i n g u n o de estos p o em a s se
n o s ha co n s e r v a d o en partes a p re c ia b le s q u e n o s p e r m it a n j u z g a r p o r
n o so tro s m ism o s al respecto, q ue ésta era la fo rm a de org an iza ció n que
p re s id ía las ob ras de la llam ada ep op eya cíclica n o es algo que s u p o n e ­
m os c o m o u n a n ecesid a d i n h e r e n t e al in te n t o de c u b r i r lagunas en el
desarrollo de. los acon tecim ien tos n arra d o s p o r H o m e r o , sino que ten e­
m os un te s tim o n io an tigu o , de a lgu ien que sí p u d o leerlos, de q u e era
así. Se trata del filó so fo n eo p la tó n ic o Proclo, q u ien nos da en su Cresto­
matía una v alora ción sobre estas ob ras 5:

L o s p oem as del C ic lo épico se conservan e interesan a la gente n o tanto


p o r su valo r co m o p o r la coh eren te sucesión de los acon tecim ien tos.

E n c u a n to al s e g u n d o rasgo de la nueva c o n s id e r a c ió n h istó ric a, la


c o n c ep c ió n evolutiva de los acon tecim ien tos, se hallaba ya presente en lo
que hoy llam am os « m i t o s de p r o g r e s o » , es decir, aquellos que, fren te a
una c o n ce p ció n de la historia h u m an a c o m o una decadencia, c o m o una
deg en eració n desde una época p rim itiva más feliz, c o m o se presenta en
el m ito h e s ió d ic o de las eda d es (Trabajos y días 1 0 6 - 2 0 1 ) , y e rg u e n una
c o n c e p c i ó n e n la q u e el h o m b r e ascie n d e de u n a situ a c ió n salvaje y
sem ian im al a un estado más h u m a n o y civilizado. P o r otra parte, J e n ó -
fanes, al que h em o s de re fe rim o s un a vez más c o m o hito en tre el p en sa­
m ien to m ítico y el desarrollo racional, co m p arte un a c o n ce p ció n s em e­
jante cu an d o en un fam oso frag m en to ( 2 0 G e n t ili- P r a t o ) nos dice:

A los m ortales no se lo en señ aro n los dioses to d o desde el p rin c ip io ,


sino que ellos, en su búsqueda a través del tiem po, van encontrando lo m ejor.

El tercer rasgo, el postulado del p r in c ip io de causalidad se hallaba en


la base de los llam a d o s « m i t o s e t io ló g ic o s » , q ue explicaban la razón de
ser de un d e te rm in a d o hecho o de algún rito p o r un aco n tecim ien to de
épocas pretéritas que le daba sen tido .
P o r ú ltim o , respecto a la actitud de v eracidad, hay tam b ién a n t e c e ­
dentes en la épica; ya se p refigu ra en H esío do cu an do las Musas le decla­
ran (Teogonia 27 s -) ;

Sab em os d ec ir m uchas m entiras con ap arien cia de verdades


y sabem os, cuand o q u erem os, p ro cla m a r la verdad.

3 Ya citada en el cap ítu lo 6 .6 .


374 V. L A S D IF U S A S F R O N T E R A S D E L M IT O

una verdad que el poeta cree que presid e su o b ra . Esta d ic o to m ía entre


la verdad aparente y la real es adem ás an tecedente de las dos vías que en
el p o e m a de P a rm é n id e s presen ta la diosa al filó s o fo (fr a g m e n to 1 . 2 8 -
3 0 D ie ls - K r a n z ) :

Preciso es que tod o lo conozcas,


tanto el corazón im p ertu rb ab le de la verdad b ien red on d a,
com o pareceres de m ortales, en que n o cabe verdadera c o n v icció n . 30

La gran d ife re n c ia en tre la épica y la historia es q ue en la p r im e r a la


verdad se co n sid era revelada p o r la d ivin idad, que es la q ue constituye la
garantía de certeza, m ientras que el h is to r ia d o r se tiene que m o v er en el
te rre n o de la m era o p i n i ó n crítica.

23.4. A l g u n o s e je m p l o s

Hasta qué p u n t o es gra d u a l el trán sito de épica a h isto ria es algo fá c il­
m ente co m p ro b ab le: basten algunos ejem plos para dem o strarlo. E u m elo
de C o r i n t o había com puesto, hacia finales del V I I I a . C . , un p oem a épico
so b re C o r i n t o llam a d o las Corintíacas. C u a n d o los c o r in t io s , en la época
de los logó grafos, s in tiero n la necesidad de d is p o n e r de un a historia en
p rosa de su ciu d ad se lim it a r o n a p r o s if ic a r el viejo p o e m a é p ic o . De
igual m o d o . A cu sila o de A r g o s , u n o de los p r i m e r o s h is t o ria d o r e s del
siglo V a . C . hace u n uso sistem ático p ara su n a r r a c ió n de los p r i m e r o s
acon tecim ien tos de A rg o s, del p o em a épico la Forónida. H elan ico de Les-
bos intenta la gran empresa de establecer una cron ología sistemática, para
la que recu rre a las genealogías épicas, a más de los datos de los registros
de O r i e n t e p r ó x i m o y las listas de a rc o n tes. Esta mezcla de e le m e n to s
heterogéneos, c o m o son los hechos y p ersonajes históricos con las t r a d i­
c io n es m íticas p ro v o ca la c o m is ió n de n o p o c o s e r r o re s . N i el p r o p i o
H e r ó d o to siquiera se sustrae a esta situación, y así los motivos para esc ri­
b ir su o b ra son stridosensu épicos, según nos indica en el p r o e m io ( l . l ) :

Esta es la e x p o sició n del resu ltad o de las in vestigacio n es de H e ró d o to


de H alicarnaso para evitar que, con el tiem p o, los hechos h um an o s queden
en el olvid o y que las notables y singu lares em presas realizadas, respectiva­
m en te, p o r g rie g o s y b á rb a ro s —y, en e sp e cia l, el m o tivo de su m u tu o
e n fren ta m ien to — queden sin realce.

U n p r o p ó s i t o que h a b ría a s u m id o so n v acilacio n e s H o m e r o . A d e ­


más, en m uch as o c asion es los m o to r e s de la ac c ió n q ue p r o p o n e e n su
h is to ria s o n lo s m is m o s q u e m u e v en a los h é r o e s de la ép ic a. C r e s o se
23. MITO Y EPO P E Y A EN LOS O R ÍG E N E S OE L A H IST O R IO G R A FÍA GRIEGA 375

cree el más feliz de los h o m b r e s y su ja c t a n c ia atrae el castigo d iv in o .


Igual q u e A g a m e n ó n en los Cantos Ciprios c u a n d o cap tura un a corza de
A r t e m is y se jacta de que ni la p ro p ia A r te m is h abría c o b r a d o m e jo r la
pieza, lo q ue le acarrea el castigo de la diosa (P ro c lo . Crestomatía). A q u í y
allá aparecen otras c o n cep c io n es arcaicas y ahistóricas, c o m o p o r e j e m ­
p lo la e x p lic a c ió n de u n desastre p o r u n a c u lp a h e re d a d a de p ad res a
hijos. En general H e r ó d o t o no resulta histórico en sentido m o d e r n o , ya
que atribuye la causalidad histórica a un p o d e r sob re n a tu ral o r d e n a d o r
de los actos h u m a n o s y tien e un a c o n c e p c ió n b io g rá fic a de la h isto ria,
según la cual los acon tecim ien tos se deb en con frecuencia a motivos p s i­
cológicos e individuales.
C r e o q u e estos e je m p lo s resu ltan lo bastante ex p líc ito s para c o m ­
p r e n d e r hasta qué p u n to d eb em o s c o n sid e ra r la p r im e r a historia griega
c o m o un d e s a r r o llo gra d u a l e n tre m ito e h isto ria a p a r t ir de p r o ceso s
q u e se h a b ía n in ic ia d o ya en la p r o p ia ep o p ey a o en la líric a , y c ó m o
estos o ríg en es c o n d ic io n a n p r o fu n d a m e n t e tanto la fo rm a y c o n f ig u r a ­
ción de las o b ra s h istóricas p rim e riz a s c o m o la id eo lo g ía subyacente y.
en general, la c o n cep ció n histórica de estos autores. U n proceso además
paralelo, c o m o verem o s en el capítulo siguiente, al del tránsito del m ito
a la filo so fía y tam bién al de la sustitución del d ere ch o c o n su e tu d in ario
de base sacra de las c iu d ad es d o m in a d a s p o r la id eo lo g ía aristocrática,
p o r las nuevas fo rm as de relación m arcadas p o r una con stitu ción r a c io ­
nal, o b r a de leg islad o re s. E n to d o s los casos fue el e s p íritu p ositivo
j o n i o , d esarrollad o p o r u n a serie de factores sociales e históricos, el que
fue h a c ie n d o una crítica y desacralización de los elem en to s tr a d ic io n a ­
les, d e s a r r o llá n d o lo s en un sen tid o más p r o f a n o y rac io n a l, si bien los
rastros de la trad ición se traslucen in evitablem ente en la nueva realidad.
El resultado de to d o ello rep resen tará el p u n to de a r r a n q u e de nuevos
g én eros y nuevas fo rm as de p en sam ien to que, pese a los naturales desa­
r ro llo s de la historia, siguen sien d o básicam ente los nuestros.
2L. MITO Y FILOSOFÍA: CAM INOS DE IDA Y VUELTA

24.1. S obre e l t ít u l o

H e q u e r id o a ñ a d ir al título la segunda parte « c a m in o s de ida y v u e lta »


c o m o re fle jo de u n a actitud beligeran te que c o m p a r to , c o n tra u n a idea
extendida, la de que los griegos en un m om en to determ inado se liberaron
de la especulación mítica, característica de todos los demás pueblos de la
A ntigü edad que los habían precedido en la historia, y e m p re n d ie r o n p o r
vez p rim era la aventura de organizar un pensam iento sobre bases racio n a­
les. C o m o tantas otras, es ésta también una afirm ación que sólo es parcial­
m ente cierta y que requiere ser matizada. Desde luego que la especulación
mítica es más antigua que la filosófica, y en algunos aspectos es cierto que
se p r o d u jo una tr a n s fo r m a c ió n de una a otra en la época arcaica griega.
Pero no es m en os cierto que am bos terrenos se m antuvieron p o r cam inos
paralelos d u ran te siglos y que n o se trató en m o d o alg u n o de una p u ra
sustitución radical de u n o p o r el otro. Incluso h u b o posteriores creacio­
nes míticas dentro de la filosofía o reflejos de la filosofía en p rodu ccion es
míticas tardías. N o extraña, p o r ello, que un lib ro p ublicado en O x fo r d
en 19 9 9 y editado p o r Richard Buxton haya repetido entre interrogantes,
From myth to reason? el antiguo y consagrado de Nestle, Del mito al logos (tal sería
la tra d u c c ió n del título alem án , Stuttgart 194 ° : en esp añ ol se tra d u jo
com o Historia del espíritu griego, B arcelona 1 9 8 7 ) -

24.2. D iscurso m ítico y d iscu rso racio n al

C o m e n c e m o s p o r trazar de un m o d o s o m e r o las analogías y diferen cias


existentes entre discurso m ítico y discurso racio nal. A n alog ías tiene que
378 V. L A S D IF U S A S F R O N T E R A S D E L M IT O

haberlas necesariam en te en la m edida en que am b os son p r o d u c to de la


actividad in te lectu a l del h o m b r e y de su esfu e rzo p o r c o m p r e n d e r e
in te rp re ta r la realidad. Este esfuerzo se centra en am b o s casos en r e d u ­
c ir la c o m p l e ji d a d , a m e n u d o caótica en a p a r ie n c ia , de los a c o n t e c i ­
m ien to s del m u n d o a un esq uem a organ izado p re s id id o p o r las re la c io ­
nes de causa a efecto. U n esquema de este tipo trasciende las lim itaciones
de la e x p e r ie n c ia p e r s o n a l o, en o tr o s t é r m in o s , el aq u í y el a h o r a del
sujeto, para in te n ta r f ija r tin m arco de referen cia más a m p lio tanto en
lo t e m p o r a l, ya q u e se in serta el p asad o y el f u t u r o en un esq u em a
c o m ú n , c o m o en lo espacial, d a d o q ue el á m b ito so b re el que se e s p e ­
cula es el m u n d o e n te ro o el u n iv e rso . S o n pues los g r a n d e s tem as los
q u e son a b o r d a d o s ta m b ié n p o r el p e n s a m ie n to m ític o : el o r i g e n del
m u n d o , el o rig en de los dioses y de los h o m b res, el p o r qué de las cosas
y sobre todo, p o r qué son así y n o de o tr o m o d o .
J u n t o a estas c o in c id e n c ia s básicas hay sin e m b a r g o c o n s id e r a b le s
d iferen c ias en tre la especu lación mítica y la r acio n a l: la p r im e r a es que
el m ito es co n creto y el m en saje racio n al es abstracto. L o que cuenta el
m ito es un p e q u e ñ o c o n ju n t o de a c o n te c im ie n t o s p ro ta g o n iz a d o s p o r
un n ú m e r o de p e rs o n a je s c o n un n o m b r e , o c u r r i d o s en un m o m e n t o
d e te rm in a d o . Así, el cielo es para el p en sam ien to racional un lugar que
p u e d e ser descrito de m an era s diversas: c o m o una bóved a b r o n c ín e a o
de h ie r r o en la q ue cuelgan objetos lu m in o s o s o a través de cuyos ag u je­
ros se ve el fuego circu n d a n te, o c o m o u n espacio in fin it o q ue n os lleva
hacia cu erp o s celestes que se m ueven en él, p e r o en to d o caso, c o m o un
lugar, c o m o un a cosa. Para H e sío d o , en cam b io, C ie lo es un rey divino
q ue para evitar ser d estro n ad o p o r sus hijos, n o los deja n acer, p r o d u ­
cien d o en 1 ierra, su pareja, una e n o r m e in c o m o d id a d , hasta que ésta se
p o n e de ac u e rd o co n u n o de ellos, C r o n o , para castrar al p ad re y p e r ­
m itir así q ue sus hijos nazcan.
E n segu n d o lugar, el tiem po en que o c u r r ie r o n los m itos es tam bién
m ítico él m ism o, del todo diferen te del nuestro (lo que ahora llam an los
in v estig ad o re s t ie m p o sag rad o , fre n te a t ie m p o p r o f a n o ) . A lg o s e m e ­
ja n te pasa co n los cuentos, que com ien zan con un « h a b ía una v e z » que
n os sitúa en o tr o tie m p o q ue el n u e s t ro . S e r ía m o s incapaces de d e t e r ­
m i n a r c u á n d o o c u r r i ó el c u e n to de B la n ca n ie v e s . Igual q ue los m itos
son p ara d ig m átic o s, el t ie m p o de los m itos tam b ién lo es, ya q ue en él
o c u r r i e r o n todas las cosas, frente a n uestro tiem p o en que las cosas sólo
se repiten. El p en sam ien to mítico en este sentido es la antítesis de la h is­
toria, ya que los aco n tecim ien tos cotidian os n o son más que p u ra im ita­
24. MITO Y FILO SO FÌA: C A M IN O S DE IDA Y VUELTA 379

ción de hechos o actitudes ya o c u r r id o s una vez para siem p re jam ás. E n


la especidación racional, en cam bio, el tiem p o en que o c u rre n los a c o n ­
tecim ien to s es el m ism o que el nuestro, y los hechos que se p r o d u c e n se
r e n u e v a n de c o n t i n u o . P o r ello n o n o s ex tra ñ a q ue el p e n s a m ie n to
cien tífico o racio nal surgiera en G re c ia al m ism o tiem po y en el m ism o
ám b ito (las ciudades j o n i a s de Asia M e n o r ) q ue la historia. N o es casual
que sean de M ileto tanto el p r im e r filó so fo , Tales, c o m o el p r i m e r h is­
to r ia d o r c o n o c id o , H ecateo.
O tr a d ife r e n c ia p r o f u n d a en tre p e n s a m ie n to m ítico y p e n s a m ie n to
ra c io n a l es q ue el m ito es un d is c u rs o a b ie r to , q u e n u n c a lo explica
t o d o , sin o que n a rra un a historia p lena de evocaciones, de sugerencias
q ue va dirigid a a la fantasía y a la im ag in a ció n . El m ensaje racional, p o r
el c o n t r a r io , trata de lo g r a r un a lectura única, trata de ser un discurso
c e r r a d o y c o m p le t o , a u to s u fic ie n te . q ue ap ela a la razón y a la lógica.
C o n s e c u e n t e m e n t e , el v e h íc u lo más p r o p i o del m ito es la p o esía y su
lenguaje es expresivo, p oético, am b igu o , sugerente, distante de la p r e c i­
s ió n , m ie n tr a s q u e el d is c u rs o r a c io n a l halla su m e j o r e x p r e s ió n en la
p rosa científica, con una te rm in o lo g ía precisa, un lenguaje en que cada
t é r m i n o tie n d e a s ig n if ic a r só lo u n a cosa. La m e t á fo r a , p o r e je m p lo ,
sería en p rin c ip io ajena al p en sam ien to racional.
De ahí, tam bién , que el m ito, c o m o p erten ecien te a un m u n d o p o é ­
tico y religioso, al m u n d o de las creencias y de los im pulsos, no requiere
d e m o strac ió n , sin o que se inserta en una serie de verdades que s im p le ­
m e n te se c r e e n . El d is c u rs o r a c io n a l, p o r el c o n t r a r i o , c o m o p r o f a n o
q ue es y c o m o c o n s t r u c c i ó n ló gica que trata de ser, o p e r a a través de
d em o stracio nes, cuyos sucesivos pasos d eb en ser basados en pruebas.
P o r ú lt im o , y es quizá ésta la d ife r e n c ia f u n d a m e n t a l , el m e n saje
r a c io n a l, f i lo s ó f i c o o c ie n t ífic o , trata de e x p lic a r c ó m o es el m u n d o ,
m ien tras que el m ito intenta más b ien d em o strar que el m u n d o es com o
es p o r q u e d eb e ser así. Se n o s cu en ta q u e el m u n d o ha lleg ad o a esta
situ ació n , casi sie m p r e después de un estadio a n t e r i o r de c o n f u s ió n , y
que el o r d e n de las cosas actual es el m e jo r , c u a n d o n o el ú n ic o , de los
posibles, pues si algo n o fuera c o m o es, las con secu en cias serían desas­
trosas. E llo t ie n e c o m o c o n s e c u e n c ia q u e el m ito sea a m e n u d o un a
defensa del o r d e n establecido, m ien tras que la filo so fía p ued a c o n te n e r
—a u n q u e ello n o o c u rr e n ecesa ria m en te— un f e r m e n to r e v o lu c io n a rio .
Y ni q ue d e c ir tien e que t a m b ié n p u e d e ser m a n i p u l a d o , en d efen sa
interesada del o r d e n establecido.
38 o V. L A S D IF U S A S F R O N T E R A S D E L M IT O

24.3. Un e je m p l o

V eam o s a h o ra u n e je m p lo que n os servirá, p o r un la d o , para f i ja r con


más claridad lo dicho hasta ah ora, y p o r o tro , para a so m a rn o s a un nivel
del m ito que está a un paso del p en sam ien to racio n al. A u n cu an d o es un
texto m uy b rev e , presen ta en sí casi todas las características q ue h e m o s
reseñado para el p en sam ien to m ítico.
Se trata de siete versos p erte n e c ien tes a un p o e m a del siglo V II a . C ..
llam ado Las Ciprias (fragm en to I B ernabé), del que nos q u ed an pocos ver­
sos, ya que, c o m o tal o b ra, se ha p e rd id o . El p o e m a trataba de la guerra
de T r o y a y era el p r i m e r o de los q u e c o m p o n í a n el Ciclo Troyano'. Este
pasaje se rem o n ta a las causas de la gu erra de T ro ya, causas míticas, com o
es n atural. Es m uy p robable que el fragm ento en cuestión fo r m a r a parte
del p r o e m io de la ob ra y que hayamos de situarlo in m ediatam en te detrás
de la esperable y característica in v o c ac ió n a la Musa o a la diosa, que se
nos ha p e r d id o :

I Jubo un tiem po en que, en su incesante vagar p o r la tierra, inn úm eras


tribu s
de h om b res agobiaban la an chu ra de la T ie rr a de apesantado p ech o,
m as Z eus, al verlo , se ap iad ó , y en su sagaz inteligencia
d ecid ió a ligerar de h om bres la tierra que a todos ha de alim en tar,
atizando la gran qu erella de la gu e rra de Ilio n .
a fin de aliviar su carga co n la m u erte. Y asi en T ro ya
los h éroes m orían y de Zeu s se cu m plían los d esignios.

E n p r i m e r lugar, la frase in t r o d u c t o r ia « h u b o u n t ie m p o en q u e »
nos traslada al tiem p o m ítico, igual que el « h a b ía un a v e z » de los c u e n ­
tos de hadas nos sitúa en el m u n d o de las hadas, los o g ros, los g n o m o s y
las princesas. Se rem ite el relato a un tiem p o m ítico a n te rio r, en que las
cosas n o eran c o m o ah ora son, en el que se p r o d u jo una tran sfo rm ación
de la realidad. Tal y c o m o nos cuenta este relato, la tran sfo rm a ció n c o n ­
siste en que un n ú m e r o excesivo de h o m b res agobiaba a la T i e r r a , p o r lo
q ue Z eu s atizó la gu erra de Tro ya.
E n s e g u n d o lu g a r, la T i e r r a a p a re c e c o m o un p e r s o n a je « d e p r o ­
f u n d o p e c h o » , agobiada p o r el peso de los h o m b re s y cuya mala situ a­
c ió n hace que Z eu s se apiade de ella. Es pues una historia con creta, en
u n m o m e n to con creto y con protagonistas p ersonales: Z eu s, y la Tierra,
ésta n atu ra lm en te p erson ificada.

1 Véase cap ítu lo 6.


24. MITO Y FILO SO FÍA: C A M IN O S DE IDA Y VUELTA 381

E n tercer lugar, la h isto ria n o p re te n d e ser d em o strad a , tan sólo se


cuenta y se cree.
P o r ú ltim o , y es éste el rasgo en q ue más insistía antes, v em os c ó m o
el m ito se esfuerza p o r d e m o stra r q ue el m u n d o es así, p o rq u e debe ser
así. P ero antes de p r o f u n d i z a r en este tem a, es p reciso q u e lo hagam os
antes en el p r o p io sen tido del m ito.
Tal y c o m o aquí se nos n arra, n o parece ten er un sen tido m uy g e n e ­
ral. E n un m o m e n t o de s u p e r p o b la c ió n Z eu s decid e a lige rar la tierra y
p r o p ic ia u n a g u e rr a co n creta, la de T r o y a . P ero un estudio de M a r c o -
vich ( Quaderni Urbinatide Cultura Classica 8 , 19 6 9 . 2 2 - 3 6 ) p o n e de m anifiesto
q u e se trata de un a ad a p ta c ió n de un tem a m u c h o más u n iv ersa l, el
m otivo del o rig e n de la m u e rte sobre la tierra. El p aralelo más evidente
es Mahabharata X II 2 5 6 . 6 , au n q u e hay otros, d en tro del p r o p io in d io y en
mitos de los cherokees y navajos de N o rteam éric a . El esquem a general es
que no existía la m uerte sobre la tierra, p o r lo que la tierra se ve ap esan-
tada en exceso, de m o d o q u e la a p a r ic ió n de la m u e r te , la g u e r r a y la
en fe rm e d a d son necesarias para que el resto de la especie pueda sobrevi­
vir. A n a lo g ías temáticas co n este m ito presenta el del D iluvio b a b ilo n io
en el q ue el d io s E n l i l se sien te a g o b ia d o , igual q u e los d em á s dioses,
p o r q u e la m u ltip licació n del g é n e r o h u m a n o p rovoca b a ru llo s in s o p o r ­
tables. p o r lo que decide en viar el diluvio sobre la tierra para aligerar la
su p e rp o b la c ió n del m u n d o .
¿ C ó m o ha adap tado n u e stro p oeta este v iejo tem a m í t ic o ? U n m ito
tan im p o r ta n te ap a rece a q u í relegad o a un s e g u n d o t é r m i n o (y a siete
versos); Estasino, el au to r a q u ien se atribuyen las Ciprias, no q uiere hacer
a fir m a c io n e s generales sobre el o rig e n de la m u e rte, sino sólo can tar la
g u e r r a de T r o y a . P o r ello ha re d u c id o el á m b ito g e n e ral del m ito que
co n o ce y lo ha adaptado a la m ag n ific a ció n de este ep iso d io bélico c o n ­
creto, con diferentes p rop ósitos, p r im e r o , tratando de d em o strar que el
conflicto ob edeció a un gran plan del dios su p rem o , Zeus, a cuya v o lu n ­
tad nada escapa (c o m o en la Ilíada 1 . 5 . tam b ién a q u í se « c u m p l í a n los
d esig n io s de Z e u s » ) , y se g u n d o q ue in c lu s o algo tan negativo c o m o la
gu erra es p erm itid o p o r Z eus p o rq u e en el fo n d o de sus designios resulta
ser algo n ecesario, que tiene un a ju s tific a c ió n en el gran o r d e n a m ie n to
de las cosas. De ahí que la solució n nazca en la sagaz inteligencia de Zeus,
es una solución inteligente, sabia y p o r tanto, necesaria.
E n t r e p aré n te s is , en la v e r s ió n h e b re a del D i l u v i o , en c a m b io , la
razón de a n iq u ila r gran parte del gé n e ro h u m a n o se m oraliza: se c o n s i­
dera un castigo p o r su in iq u id ad .
382 V. L A S D IF U S A S F R O N T E R A S D E L M IT O

A la luz de este análisis, vem os que el m ito se esfuerza p o r d em o strar


que el m u n d o es así, es d e c ir un m u n d o azotado p o r la p resen c ia de la
g u e r r a y de la m u e r te , n o s ó lo la de T r o y a , s in o otras g u e r r a s , otras
m uertes, p o r q u e debe ser así. Se explora una posibilidad alternativa a las
existentes: ¿ q u é o c u r r ir ía si n o h u b iera gu e rra y, y e n d o aú n más allá, si
los h o m b res n o m u r i e r a n ? y la respuesta es « e l desastre» el agobio de la
tierra b a jo el peso c o n t in u a m e n t e acrecen tado de h o m b r e y más h o m ­
bres que nacen y no m u e r e n : la s u p e r p o b la c ió n . Pero sigam os con una
lectura atenta: se dice que la tierra a todos ha de alim en ta r, de lo que se
d ed u c e q u e toda su f e r tilid a d es i n s u f ic ie n te c u a n d o la p o b la c ió n es
excesiva, algo que los p ueb lo s p rim itivos sentían en sus carnes cu an d o se
veían obligados a em ig ra r c u an d o los recursos del lugar en que vivían no
bastaban para toda la p o b lació n .
¿ C ó m o se t r a d u c ir ía este tem a a t é r m i n o s f ilo s ó fic o s , r a c io n a le s ?
H a b ría q u e d e s p e r s o n a liz a r lo , r e d u c ir lo a en tid ad es físicas, llevarlo al
terren o de la hipótesis alternativa y e n u n c ia r : « s i los h o m b re s nacieran
y n o m u r ie r a n , llegaría un m o m e n to en que se p ro d u c ir ía un a situación
de saturación: en la tierra no habría espacio suficiente para albergar esta
d e n s id a d de p o b l a c i ó n , ni sus re c u rs o s b astarían para a lim e n t a r lo s a
todos, de m o d o que la m uerte y la gu erra, c o m o causa del au m en to de la
m o rta n d a d , con trib u y en a facilitar el e q u ilib rio en tre el lugar habitable
y sus h a b itan tes» . La verdad es que el relato m ítico resulta sin duda más
sugerente y más agradable de leer. Y desde luego, n o d eb em os s u c u m b ir
a la t e n ta c ió n de c r e e r q ue q u ie n e s n o s n a r r a n esta e s p e c u la c ió n han
« t r a d u c i d o » a t é r m in o s m íticos u n a idea e lab o rad a antes e n t é rm in o s
racionales.
E xam in ad as las analogías y d iferen cias entre ambas fo rm a s de i n t e r ­
p retar la realidad, verem o s ah o ra c ó m o se p r o d u jo la a p a r ic ió n de f o r ­
mas racionales c o m p etid o ra s del m ito.

24.4. S urge la especu lació n racio n al

H istóricam e n te c o n o c e m o s la especulación mítica de los griegos a p artir


de los textos del siglo VIII a . C . , es decir, los poem as de H o m e r o , Ufada y
Odisea, y los de H e s ío d o , Trabajosj dfasy Teogonia, a más de u n p u ñ a d o de
frag m e n to s y noticias sobre o tros p o em a s c o n t e m p o r á n e o s , hay p e r d i ­
dos p a ra n o s o t r o s . La t r a d ic ió n m ítica es sin e m b a r g o a n t e r i o r , e
in c lu s o s ab em o s q u e en M e s o p o t a m ia y o tr o s países del P r ó x im o
O r ie n te se n a rr a b a n m itos en fecha m u c h o más antigua, algu n os de los
cuales han in flu id o sobre los autores griegos. En la evoluc ió n del p e n s a ­
26. MITO Y FILO SO FÌA: C A M IN O S D E ID A Y VUELTA 383

m ie n to g r ie g o , el in te rés de au to res c o m o H e s ío d o p o r o r g a n iz a r los


m itos, fo rzá n d o lo s en ocasiones hasta el extrem o de c on vertirlo s en una
p u r a a le g o r ía , e n c u b r e u n p e n s a m ie n t o ya m uy p r ó x i m o al r a c io n a l.
Detrás de su catálogo de dioses y mitos se halla ya un esfuerzo p o r esp e­
c u lar sobre los o ríg e n e s del m u n d o . P o r su parte, los líric os investigan
sobre la naturaleza del h o m b r e y se p lan tean de fo r m a poética p r o f u n ­
dos p ro b lem as.
P ero es e n el siglo V I a . C . c u a n d o vem os o r ig in a r s e las p r im e r a s
m anifestaciones de lo que llam am os p en sam ien to racional, hilo o c u r rió
en M ile to , una p r ó s p e r a c o lo n ia c o m e r c ia l jo n i a en A sia M e n o r , que
m an ten ía am p lias relacion es m erc a n tile s con los más diversos enclaves
del M a r N e g r o , M e s o p o t a m ia , E g ip to y el s u r de Italia. Da idea de su
pujanza el hecho de que de ella, a d ecir de los antiguos, dep en d ía n otras
n oven ta c o lo n ia s . E n este a m b ie n te c o s m o p o lita , de ciu dad « n u e v a » ,
separada de las trad icion es con su e tu d in arias y abierta al tráfico, n o sólo
de m ercancías, sin o tam b ién de ideas, y con la suficien te p r o s p e rid a d y
ocio c o m o para p r o p ic ia r la afición p o r la especulación intelectual, a p a ­
rece la figu ra de Tales, p r im e r o de una serie de p ensadores que pasaron
a la historia c o m o los p r im e r o s filósofos.
Estos in telectuales f u e r o n a b a n d o n a n d o p r o g re siv a m e n te las s o l u ­
c io n e s m ito ló gic as trad ic io n a le s e in v estig aro n de fo r m a desacralizada
sobre los problem as del origen y naturaleza del m u n d o . La fe religiosa se
vio p oco a p o co sustituida p o r un a fe científica. A u n q u e se seguía in te n -
tando hallar, c o m o hacía el m ito, una u n idad detrás de la m ultiplicidad,
esa u n idad q ue se buscaba estaba cada vez más despersonalizada.

2 4 .5 . E s b o z o d e las c o n d ic io n e s h ist ó r ic a s

Q U E F A C I L I T A N LA E S P E C U L A C I Ó N R A C I O N A L
Las c o n d i c io n e s h istóricas en q u e tales f e n ó m e n o s se p r o d u j e r o n son
sin du d a d em asiado c om p lejas para d esa rrollarlas aquí en detalle, p ero
cabe hacer m e n c ió n de las que creo más im p orta n tes. Es inevitable que
algunas de ellas c o in c id e n con las expuestas a p ro p ó s ito del tránsito del
p en sam ien to m ítico al h istórico, tratado en el capítulo a n terio r.
E n p r i m e r lu g a r, h u b o u n a c o n d ic i ó n básica. La r e lig ió n griega
carecía de d o g m as y de un a casta sacerdotal en carg ad a de m a n t e n e r la
o r t o d o x ia , c o m o sucedía en otras culturas. De ahí que c u alq u ier n o v e ­
dad q u e se p r o d u je r a en el c a m p o del p e n s a m ie n to n o ch o caba, en
p r in c ip io , con n in g u n a ideo logía religiosa in transigen te. C u a n d o estos
c h o q u e s se p r o d u c e n , el t r a s f o n d o es s ie m p re p o lític o . A n a x á g o ra s es
384 V. L A S D IF U S A S F R O N T E R A S D E L M IT O

c o n d e n a d o p o r im p ied ad y d esterrad o de A ten as p o r q u e sostiene que el


sol es una p iedra incandescente y no un dios, p ero el m otivo real es que
era am igo personal de Pericles y los en em ig o s de Pericles, que n o p odían
atacar al gran estratego, trataban d e segarle la h ie rb a b a jo los pies ata­
c a n d o a p e r s o n a s de su c ír c u lo , c o m o A sp asia o A n a x a g o r a s . U n caso
más n o t o r io aún es el de Sócrates, c o n v ertid o en chivo ex p ia to rio de la
supuesta « d e c a d e n c i a » del esp íritu p atriótico ateniense p o r su crítica a
las sacrosantas in stitucion es tradicionales.
E n s egu n d o lugar, hay q ue c o n ta r con el e n o r m e n ú m e r o de m o v i­
m ie n to s m ig r a t o r io s de los g r ie g o s en los siglos VI I I y VI I a . C . E stos
traen c o m o con secu en cia el desarraigo de las tradicion es locales al f u n ­
darse asentam ientos h u m an o s de nuevo c u ñ o . N o olvidem os que la f i l o ­
sofía n o su rg e en las c iu d a d e s más an tigu as de la G r e c i a c o n t in e n t a l,
s in o p rec isam en te en tierras de e m ig ra d o s : las c o lo n ia s griegas de Asia
M e n o r (M ileto, Efeso, C o l o f ó n ) y, al o tro lado, en la M agna G recia , en
el sur de Italia. P o r esas m ism as fechas com ien zan a escribirse las p r i m e ­
ras legislacio n es, y ello n o es p o r casu alidad . De la m ism a m a n e r a que
una ciudad tradicional ad m in istrab a justicia de fo r m a c o n su e tu d in aria,
sin leyes fijas, sigu ien d o los m oldes p o r los que lo había h e ch o t r a d ic io ­
n alm en te, se guiaba asim ism o ante los p r o b le m a s ge n e rales p o r p r e s u ­
puestos m íticos. Legisladores y filó so fo s realizan, pues, actividades p a ra ­
lelas. En a m b o s casos se in te n ta h a lla r nuevas respuestas, ah o ra so b re
bases racionales, a las necesidades de la vida social.
P o r otra p arte, esas m ism as m ig r a c io n e s p r o v o c a n q u e el m u n d o
griego entre en contacto con otras ideas y enriquezca sus puntos de vista.
R ecien te m en te se ha estim ado en m ayor m e d id a el in flu jo de las c u lt u ­
ras in d o ir a n ia s en el d e s a rr o llo del p e n s a m ie n to j o n i o . N o o lv id e m o s
q u e M ile to , la cu n a de la f ilo s o fía , es un a ciu d a d fr o n te r iz a co n el
ám bito cultural in d o ir a n io .
Hay a s im is m o o t r o m o tiv o , si se q u ie r e m e n o s d ecisivo, p e r o q ue
tiene su im p o rta n c ia : el e n sa n ch a m ie n to del escen ario g e o grá fic o p r o ­
du cid o p o r las m igra cion es y las búsquedas de nuevos cen tros c o m e r c ia ­
les hace p re c iso un c o n o c i m i e n t o m e n o s p r i m a r i o de las rutas, de los
diferen tes lugares y del carácter de sus habitantes. Es entonces cu an d o se
co n fec cio n a n los p r im e r o s mapas, que sustituyen la geografía mítica que
ap a rece, p o r e je m p lo , en la Odisea, p o r u n a g e o g r a fía real, au té n tic a,
cada vez más perfecta, para facilitar las navegaciones"'.

2 V éase cap itu lo 2 3 -


24. MITO Y FILO SO FÌA: C A M IN O S DE IDA Y VUELTA 385

P ru eb a de que estas a c t iv id a d e s —la del legislad o r, la del filó so fo , la


del g e ó g ra fo — están ín tim a m e n te relacionadas es que u n o de los p r i m e ­
ros filó so fo s fue a la vez legislador y ge ó gra fo . S a b e m o s que A n a x im a n -
d ro m arch ó al frente de una c o lo n ia de los m ilesios en A p o lo n ia y que él
m is m o c o n f e c c io n ó un m apa del m u n d o c o n o c i d o , en el q u e luego se
in sp ira ría su c om p atriota H ecateo (h isto ria d o r, a la vez) y del que d e r i ­
varían, en sucesivas tra n sfo rm a c io n e s, los posteriores. Estos mapas sus­
tituían los espacios míticos en que se había m ov id o O d is e o . p o r espacios
reales, de rutas, puertos, cabos y p enínsulas.

2 4 .6 . A c t it u d e s d e lo s g r ie g o s a n t e l o s m ito s
A n tes de pasar a la otra cuestión fu n d am e n tal, que es la de las relaciones
entre m ito y p en sam ien to racional, con vien e que alud am os a un aspecto
n o s iem p re ten id o e n c o n s id e r a c ió n . ¿ C u á l es la actitud de los griegos
ante los m ito s? Las actitudes de los ho m bres ante los mitos n o son sie m ­
pre las mismas. A n te el m ito caben posturas m uy diversas. La p rim e ra , y
más antigua, claro está, es creerlos. Es lo que hacían los antiguos y lo que
decim os que siguen haciendo los pueblos prim itivos de hoy. Pero la v e r ­
dad es que no sólo los prim itivos. E n esto de creerse los mitos, los h o m ­
bres de hoy no van a la zaga de los primitivos, ya que creen en una serie de
mitos precisam ente p orq u e no se dan cuenta de que son mitos. Los p u e ­
blos de la A n tig ü e d a d vivieron r o d e ad o s de m ito s y tard aro n m u c h o en
ocuparse de lo que eran, de igual m o d o que los hom bres h ablaron lenguas
durante m ucho tiem po sin con ocer lo que era la gramática. Para un griego
del siglo V I H a . C . , p o r ejem p lo , los h o m bres a p re n d ie r o n a co n tro la r el
fuego p o r un generoso obsequio de Prom eteo, que se lo rob ó a los dioses.
Lo creían c o m o algo del todo cierto, com o creían que realm ente rein ó en
Tebas, en tiem po s muy antiguos, u n desdichado rey, de n o m b r e E d ip o ,
que mató a su padre y se casó con su m adre. M uchos siglos después, en las
c ron ologías con p retensió n histórica, hallam os a los person ajes del mito
com p artien d o fecha con los seres históricos, com o prueba de la perviven-
cia de esta creencia en la realidad de los mitos. Incluso en autores cristia­
nos, com o Eusebio. En un libro tan interesante com o mal traducido, Paul
Veyne (¿Creyeron losgriegos en sus mitos?. Barcelona 19 8 7 ) se plantea la cuestión
de si los griegos creían en sus mitos, lo que nos llevaría a preguntarnos qué
enten dem os que es creer y sobre las m odalidades de creencia y de verdad.
D ejem os la cuestión apuntada y prosigam os.
E n s e g u n d o l u g a r se p o d ía (y se sigu e p u d i e n d o ) d i s f r u t a r de un
m ito s im p le m e n t e p o r su belleza f o r m a l o su c ap acidad de ev o c a ció n .
386 V. L A S D IFU SA S FR O N T E R A S D E L HITO

actitud ésta posible y válida en todas las épocas y que no es incompatible


con ninguna otra que se pueda tomar ante los mitos. Es un uso literario
o estético del mito, nacido de la fascinación p o r las historias o más aún
por las historias bien contadas, del gusto por la palabra bien dicha y por
los argum entos sugestivos. N o es extraño que los poetas vuelvan una y
otra vez sobre ellos y que los utilicen como filón inagotable para sus crea­
ciones en todas las épocas. Cosas parecidas pueden decirse de los artistas
plásticos, pero en otro código, el de la fascinación por las imágenes.
Además, al tratarse de historias tradicionales, facilitan un punto de co n ­
tacto con nuestros antepasados, al compartir con ellos historias que ellos
contaron y que de este modo se convierten también en nuestras, en ele­
mentos de nuestra propia cultura y de nuestra visión del m u ndo, en
nuestras señas de identidad.
E n tercer lugar, se los puede com batir, considerar que el m ito es
pernicioso, que hay que borrarlo de la mente de los hombres. Es lo que
quería hacer Platón en su ciudad ideal en la República con ciertas historias
que le parecían poco edificantes. E n form a atenuada, es lo que pretende
Plutarco en la Vida de Teseo, cuando advierte que va a «depurar el mito por
la razón» para ofrecernos una visión racional, no mítica (es decir, ya no
«fa ls a » ) de la vida de este héroe que él cree histórico.
A menudo esta actitud beligerante se toma en nom bre de la razón, a
veces, en nom bre de otro mito. N o olvidemos que el propio Platón crea
en su obra sus propios mitos, porque conoce muy bien el valor didáctico
que los mitos pueden tener. Pero sobre ello he de volver.
A ú n puede uno tom ar el m ito com o un paradigm a, com o ejem plo
válido de actitudes, posiciones ante la vida, de conflictos, aun cuando no
se crea que sean ciertas las historias que en él se cuentan. La Antigüedad
tardía seguía venerando la lliada, aun cuando no se creyera para nada en
la historicidad de cuanto en ella se contaba, sino sólo com o paradigma
heroico. De igual m odo, nadie cree hoy que A n tígon a existió, pero su
actitud rebelde contra un poder personal y caprichoso sigue siendo un
mensaje aprovechable por el hom bre de hoy y de siem pre, un mensaje
político, social, individual o de la especie que se quiera, incluso aunque
ese mensaje pudiera ser contradictorio con el que los propios antiguos
le asignaban.
Todas éstas son actitudes directas, ante el mito. Ju n to a ellas cabe otra
del todo distinta, la de tomar el mito com o objeto de estudio o pieza de
museo. E l mito no es ya algo sim plem ente para ser leído u oído, c o n ­
tado o disfrutado, sino para ser interpretado o analizado. E n este sen­
2Ü. MITO Y FILO SO FÍA: C A M IN O S D E IDA Y VUELTA 387

tido, las fo rm as de análisis han variado m u c h o c o n el paso de los t ie m ­


pos. L o s an tig u o s s ó lo lle g a r o n a r a c io n a liz a r este nivel de an álisis en
do s fo r m a s , o c o n s id e r a r lo s c o m o u n a h is t o r ia r e c o rd a d a de m a n e r a
im perfecta o c o m o un a alegoría.
E n el p r i m e r caso, el m ito sería u n h e c h o h is t ó r ic o q u e, c o n el
t r a n s c u r s o del t i e m p o , h a b r ía a d q u i r id o en la m e m o r i a de las gentes
características fabulosas, p o r lo que cabría rec u p e rar e n cierto m o d o ese
trasfo n d o h istórico, más vulgar, m en o s fantástico, en lo que se contaba.
Es lo q ue p ra c tic ó en m a y o r m e d id a un a u t o r lla m a d o E v é m e r o de
M esana, del IV a . C . , que ha dado su n o m b re (evem erism o) a esa fo rm a
de in te rp retar los mitos. Y , antes que él, lo d esa rro llaro n los logógrafos,
los p rim e ro s historiadores, que querían hacer en trar los m itos en el saco
de los a c o n tec im ien to s históricos.
Hay una segunda actitud crítica de los antiguos, c o n s id e ra r los mitos
c o m o una alegoría, y consiste en creer que, tras la historia que se cuenta,
hay un c o n t e n id o p r o f u n d o , que se expresa de f o r m a v o lu n ta ria m e n te
velada, a través de im ágen es sim bólicas. Fue la m an era practicada sobre
todo p o r los filó so fo s (ya Platón, luego estoicos, epicúreos y n e o p la tó n i-
cos). L u eg o he de volver sobre ella.

24 .7 . R el a c io n e s e n t r e m ito y pe n sa m ie n t o r a c io n a l
P asem os al análisis de la últim a cu estió n , lo s diversos m o d o s en q u e se
re la c io n a n en tre sí el m ito y el p e n s a m ie n to ra c io n a l. El hecho de que
los p r i m e r o s filó so fo s d ie ra n el gra n salto de in te n ta r sustitu ir la c o n ­
fianza en las viejas respuestas m íticas p o r una nueva fo r m a ra c io n a l de
a b o r d a r la c o m p r e n s i ó n del m u n d o n o d eb e h a c e rn o s caer en el e s p e ­
j i s m o de p e n s a r q u e G r e c i a se c o n v i r t i ó de g o lp e de u n a f o r m a de
p e n s a m ie n t o a o t ra . Y n o s ó lo lo d ig o en el s e n tid o o b v io de q u e no
todos los grie g o s f u e r o n filó so fo s y que las ideas filo só fica s, c o m p a r t i ­
das p o r un c o n ju n t o n o muy a m p lio de intelectuales, coexistían con un
p e n s a m ie n t o aú n m ític o p r o f e s a d o p o r la i n m e n s a m a y o ría de la
p o b la c ió n . Es q ue la sustitu ción del p e n s a m ie n to m ítico p o r el p e n s a ­
m i e n t o r a c io n a l n o fu e ni total n i r á p id a . F r e n te a la a n t ig u a v is ió n
sim plista de la c o n v e r s ió n griega del m ito al /ogos, se ab re c a m in o cada
vez m ás u n a v is ió n m ás rica y m atizada de la r e la c ió n e n t re estas dos
f o r m a s de v e r el m u n d o q u e a d vie rte q ue existe a m b as u n a c o m p le ja
relació n de ida y vuelta.
L o s viejo s m ito s in flu y e n d e c isiv a m e n te en la c o n f i g u r a c i ó n de las
e x p lic a c io n e s f ilo só fic a s de la re a lid a d . P o r otra p arte la ex p lic a c ió n
388 V. L A S D IF U S A S F R O N T E R A S D E L M IT O

racional coexiste d u ran te m u c h o tiem p o con la mítica (que q ueda reser­


vada para ciertos tem as). A su vez la esp ecu lación racio nal in fluye sobre
el d esa rro llo de los m itos, crea n d o variantes más evolucion adas. Incluso
los filó so fo s rein ven tan los m ito s para expresar d eterm in adas verdades a
las que n o p u e d e n o n o q u ie r e n ac c e d e r p o r m e d i o de e x p lic a c io n e s
dialécticas, ya que advierten ventajas en la f o r m u la c ió n plástica y directa
q ue o frece n los mitos.
E sbozaré siete fo rm a s de relacion arse ambas fo rm as de p en sam ien to
y p o n d r é ejem p lo s de cada una.
1) La p r i m e r a sería la c o n t in u a c ió n y desa rrollo de esquem as m íticos
d en tro del p en sam ien to racional.
Las fo rm a s e in clu so los co n te n id o s del m ito perviven en las p r i m e ­
ras y n o tan p rim eras m an ifestacion es filosóficas. L o s ejem p lo s p o d ría n
m u ltip licarse, p e r o cabe ad elan tar los más significativos. C u a n d o Tales
a fir m a que to d o se o r ig in a en el agua y que la tierra flota so b re el agua,
n o hace más que c o n tin u a r, trad u cién d o lo s a un nivel racio n al, los v ie ­
j o s m itos de O c é a n o y Tetis c o m o padres p rim ig e n io s , o antiguas n a r r a ­
ciones del O r ie n te P r ó x im o según las cuales la tierra se f o r m ó c o m o una
balsa sobre el agua.
P o r su parte, A n a x im a n d ro nos cuenta una co sm o g o n ía que c o n o c e ­
m os a través de P se u d o -P lu ta rc o , Miscelánea 2 :

D ice q u e lo q u e es p ro d u c tiv o de c a lo r y frío en el o rig e n de este


m u n d o se segregó y q u e de e llo c re c ió u na e sfe ra de llam a a lre d e d o r del
a ire que envuelve la tie r ra , al m o d o de la corteza a lre d e d o r del á rb o l. Al
rasgarse aquélla y cerrarse en círculos, d io lu gar al sol. la lu na y las estrellas.

Desde bastante p r o n to se puso de m an ifiesto q ue este esq uem a tras­


lucía un a vieja c o sm o g o n ía ò rfica según la cual se creó un huevo, d en tro
del cual estaba un ser que era g e rm e n de todas las cosas, y q ue al rasgarse
el cascarón, q u e d ó arrib a el cielo y abajo la tierra
2) El se g u n d o tipo de relación sería la existencia de ad h eren cias del
p en sam ien to m ítico en el p en sam ien to filo só fic o .
A n a x i m a n d r o esboza u n a in te re s a n tís im a te o r ía segú n el cual to d o
p ro ced e de un p r in c ip io abstracto al que d e n o m in a to apeiron 'lo in d e f i ­
n id o ', del que se segregan co n trario s, c o m o ca lo r y frío , etc., que luego
in te racc io n an . Hasta aquí, todo m uy filo só fico . P ero el apeiron de A n a x i-

3 V éase cap ítu lo 3 .


2 « . MITO Y FILOSOFIA: CAMINOS DE IDA Y VUELTA 389

m andro tiene m ucho de divino: com o vemos en los fragm entos 2 y 3-


referidos a dicho principio

Es eterno y nunca envejece.


Es inm ortal e indestructible.

«In m o rta l» y «q u e no envejece» son epítetos aplicados a los dioses


en la épica, de form a que de algún m odo A n axim an dro está id en tifi­
cando su apeiron con los dioses. Y en otro fragmento, el 1, dice acerca de
los contrarios:

Y es que se dan m utuam ente justa retribución p o r su injusticia, según


la disposición del T iem po.

E l pago de retribu ción p o r la injusticia es un acto entre personas,


que sólo a través de un pensamiento mítico cabe aplicar a elementos. N o
extraña que Teofrasto comentara acerca de Anaxim andro (en Sim plicio,
Física 24 -aI3 ) qne su relato está enunciado « e n térm inos más propios de
la poesía».
Por su parte, Parménides, com pone una obra de contenido racional
con finas argum entaciones y toda clase de recursos lógicos, pero en
verso épico, con fórmulas literarias y con un proem io que tiene más que
ver con la imaginería de la épica y de la lírica que con la filosofía.
Toda la investigación reciente sobre Em pedocles, sobre todo después
de la aparición y publicación del Papiro de Estrasburgo en que encontramos
cóm o la teoría de los elementos se im brica con una idea religiosa de la
salvación de las almas, insiste en los pasajes en los que Em pédocles se
presenta a sí mismo com o milagrero y mago, al tiempo que en los rasgos
que nos lo muestran com o un filósofo.
Por otra parte, Heráclito, poco sospechoso de veleidades religiosas,
nos ofrece una doctrina sobre el sol que es filosófica, frente a la mítica.
Para el mito, el Sol es un personaje que conduce su carro por el cielo y
duerm e de noche en una especie de caldero dorado en el que vuelve de
Poniente a Levante por la corriente del O céano. U n personaje que tiene
fam ilia y sentim ientos, que habla, ama, odia y sufre. Pero, pese a que
Heráclito parece explicar el sol com o una especie de caldero que se llena
a diario de las em anaciones ígneas de la tierra (fr. 5 2 M arcovich), se
refiere a su incapacidad de m od ificar sus medidas p o r m edio de una
form ulación que es ya mítica:
390 V. L A S D IF U S A S F R O N T E R A S D E L M IT O

F.1 sol n u n ca sobrep asará sus m edidas, p o rq u e si n o , las E rin is , se rv i­


d oras de Ju s tic ia , sabrán d ar con él.

3 ) En tercer lugar, hay terren o s del p en sam ien to n o in vadidos hasta


muy tarde p o r la filo so fía. D u ra n te g e n e racion es los p rim itiv os filó so fo s
no a b o r d a r o n o d ie r o n p o r sentados u n a serie de temas, que era n p r e ­
cisam ente aquellos a los que el m ito daba más c u m p lid a respuesta. E ntre
ellos p u ed o citar la naturaleza de la divin idad, la relación entre m o r t a li­
dad e in m orta lid ad , el s u frim ien to , la m uerte, las relaciones entre n atu ­
raleza y c u ltu ra o la ética. E n efecto, los filó so fo s j o n i o s se in te re sa ro n
de f o r m a p r i m o r d i a l y casi exclusiva p o r el m u n d o físico. L u e g o fue la
d iv in id a d el s e g u n d o tem a en verse trata d o p o r la f ilo s o fí a , si b ie n de
f o r m a ocasion al y p recisam en te p o r un a u to r cuya auténtica c o n d ic ió n
de filó s o fo se d iscu te: J e n ó f a n e s de C o l o f ó n ' . P o r el c o n t r a r i o , los
g ra n d e s tem as de la existen cia h u m a n a o aspectos tan f u n d a m e n t a le s
c o m o la ética se ven en estos p r im e r o s m o m e n t o s a b a n d o n a d o s al m ito
o a la especulación poética, n o n ecesariam en te mítica. Las más b r i l la n ­
tes c o n s id e r a c io n e s so b re la c o n d ic ió n h u m a n a , el esfu e rzo, la n e c e s i­
dad de a fr o n ta r la adversidad, el r e c o n o c im ie n to de las lim itacio n es del
h o m b r e , las re la c io n e s e n tr e las p e rs o n a s y las ventajas y p e lig r o s de la
cultura n o se hallan en los p r im e r o s filó so fo s griegos, s in o que p ueb lan
desde muy p ro n to las co m p o sicio n e s de los líricos, ilustradas con b e llí­
sim os e je m p lo s m íticos, y ap a recen luego en el teatro ático, en bo ca de
los viejos p erson ales de la saga.
4 ) Más in teresan te, en cu arto lugar, es el recu rso de los filó s o fo s al
m ito , c re a n d o m itos n uevos. S a b e m o s que P rotágo ras lo hizo, c u a n d o
nos cuenta el m ito de P ro m eteo para explicar las bases que c o n fig u ra n la
con viven cia d e m o crática, en el d iá lo g o p la tó n ic o que lleva su n o m b r e .
P e r o es P la tó n el q u e r e c u r r e c o n m a y o r f r e c u e n c ia al m ito , p r e c i s a ­
m en te en p u n to s cruciales de la ex p o sic ió n de su d o c trin a , en aq u e llos
m o m e n t o s en q u e el p e n s a m ie n t o d iscu rsiv o se le q u e d a c o r t o . Es
en ton ces cu an d o transita p o r una vía paralela a la de las religion es m is ­
téricas, p o r la vía de la i n i c i a c ió n . T r a n s m it e u n a g ra n v e rd a d q u e se
asum e n o de m o d o discursivo (el discurso no puede a b o r d a r cuestiones
inefables), sin o alusivo. Tras el m o d e lo del m ito se trasluce una inm ensa
verdad que sólo p u ed e c o m p r e n d e r s e in tu itivam ente. L o s sím b o lo s del
m ito t r a n s m it e n otra clase de c o n o c i m i e n t o al q ue P la tó n n o q u ie r e

4 V éase cap ítu lo 2 3 .


24. HITO Y FILOSOFIA: CAMINOS DE IDA Y VUELTA 391

renunciar. Es una verdad que no se discute, basta con asumirla y creerla.


Es una aproxim ación poética, multivalente, alusiva. Más rica en muchos
aspectos que aquella a la que se llega por la demostración.
5) L a quinta form a que presento de relacionarse el mito y la especu­
lación filosófica ha sido ya aludida antes, pero ahora debo desarrollarla.
Se trata de la interpretación alegórica del mito.
U no de los ejemplos más interesantes y antiguos de este proceder es
el Papiro de Derveni que, com o ya d ije 5, contiene el com entario de unos
versos que el autor atribuye a O rfeo. E l autor de este comentario intenta
explicar el «verd ad ero » sentido que tienen los versos que, según él, no
es el que parece, ya que « O r f e o » les habría conferido a sus palabras un
sentido oculto y alegórico, para que sólo fueran entendidas por algunos
(cf. la colum na V II). Se inserta, pues, en una corriente de interpreta­
ción de la que ya teníamos algunas noticias, pero ningún ejemplo signi­
ficativo tan antiguo.
Para « e x p lica r» ese «verd ad ero sen tid o » que cree que tienen los
versos que cita, nuestro comentarista utiliza argum entos filosóficos o
pseudofilosóficos. E n ellos muestra in flu jo s claros de Anaxágoras,
H eráclito, los Atom istas y D iógenes de A p o lo n ia . E n cam bio, parece
ignorar a Platón. Por su form ación y p o r su manera de expresarse, está
cerca de los últimos presocráticos, aunque es muy difícil determ inar si
se trata de alguno de los autores de los que tenemos noticia. Pero
recientemente se están señalando notables coincidencias con el pensa­
miento estoico, no sabemos si porque la datación del papiro es errónea
o porque el autor es fuente de los estoicos, anterior a ellos, y no un
estoico. Si bien la determinación de la identidad del autor del comenta­
rio es una tarea más que difícil, lo que es claro es que representa una
línea de trabajo que se hallaba activa en época de Platón, como podemos
advertir en diversos diálogos, sobre todo, el Crátiloy el Eutifrón. Usa un
comentario de corte filosófico y etimológico, lo que, por otra parte, sig­
nifica sesgar extremadamente la interpretación del texto. N o pretende
tanto elaborar una nueva interpretación sistemática del m undo físico,
como apoyar con argumentaciones filosóficas el valor del poema órfico
y no le importa recurrir para ello a un autor o a otro. E n su intento de
racionalizar el discurso m ítico y religioso, el comentarista se adelanta
siglos a lo que harían en el V - V I d .C . filósofos como Proclo o Damascio
con las Rapsodias órjicas: someter el texto poético a una exégesis filosófica,

5 Véase capitulo 16 .
392 V. L A S D IF U S A S F R O N T E R A S D EL MITO

sólo que, en el caso de estos últimos, se trata de una interpretación n eo -


platónica y tendente a dem ostrar que todo el pensam iento platónico
estaba ya in nuce en el poem a ó rfico , m ientras que el com entarista de
D erveni, un hom bre ilustrado y ecléctico, recurre a la filosofía de su
tiem po para fundam entar que el discurso de « O r f e o » es legítim o y
racional.
Presento aquí algunos pasajes del com entario para ver cóm o opera.
En la colum na V II hallamos el fundam ento de la manera de com entar
de nuestro autor, a la que ya he aludido. La poesía es un acertijo, a tra­
vés del cual O rfe o quería decir «gran des cosas^ L o que parece decir
(castraciones, adulterios, incestos) no es lo que realmente quiere decir.
Tras de ello hay un mensaje oculto, profundo y filosófico:

[Probaré tam bién que O rfe o com puso] un h im n o que expresa cosas
sanas y legítim as, pues p ronu ncia un discurso sagrado con su poem a y no
era posible (para ellos) expresar el sentido de los nombres y lo que quieren
decir. Y es que la poesía es algo extraño y com o un acertijo para la gente.
Pero O rfeo no quería decirles acertijos increíbles, sino grandes cosas por
m edio de acertijos.

E n la columna X I V hace un juego etimológico intraducibie (los ju e ­


gos etim ológicos son muy apreciados p o r los órficos) sobre el nom bre
de C ro n o (/front») com o si tuviera que ver con el verbo 'entrechocarse'
(krouesthai) , de m odo que interpreta que « O r f e o » , cuando habla de
C ro n o , se está refiriendo «enigm áticam ente» a u n proceso físico que
nos resulta fam iliar en el m odelo del A tom ism o : el de unas partículas
chocando con otras, en este caso movidas por la acción del calor del sol.
C uando el anónim o autor del texto perfila luego la etimología e in ter­
preta C ro n o com o relacionado, no sólo con Jcroucsf/taí, sino también con
nousel Intelecto (sería algo así com o Jrouonnouí), su interpretación tiene
ecos de Anaxágoras:

Así que dice (O rfeo) que este Crono nació del Sol para la T ierra, porque
él fue la causa, a través del sol, de que unas cosas chocaran ( krouesthai ) con
otras. Por esta razón d ice: (él), que hizo algo terrible, y el verso siguiente;
C ielo, h ijo de Noche, que fue el prim erísim o en reinar.
A l darle (O rfeo) el nom bre de C ro n o al Intelecto, porque hace chocar
unas cosas con otras, dice que le hizo algo terrible a Cielo, porque se había visto
privado de la soberanía. Y a C ro n o lo llam ó así por su actividad, y a cada
una de las demás cosas (las llamó) de acuerdo con el mismo razonam iento.
24. MITO Y F ILO SO FÌA: C A M IN O S D E IO A Y VUELTA 393

N i que d ec ir tiene que esta fo rm a de análisis, q ue se practicó m uch o


d u ran te la A n tig ü ed ad e incluso en época p o ste rio r, co n d u ce a c o n s id e ­
rab les e r r o re s . Se n o s c u e n ta un m ito , b ie n c o n o c i d o , segú n el cual
Z e u s da a luz a A t e n e a de su p r o p ia cabeza, p a ra lo cual H e fe sto se la
tiene que a b rir p r im e r o de un hachazo. La in te rp retació n alegórica que
se d io al m ito desde antiguo es que A ten ea era la diosa de la sab id u ría y
que p o r ello se dice que sale de la parte intelectual de Z eu s: su cereb ro .
H o y sabem os que esta in te rp retació n es im p osib le. Para los antiguos, la
sede de la in te lig e n c ia no estaba e n el c e r e b r o , s in o e n el c o ra z ó n .
M ien tras que el m ito lo c o n o c e m o s p o r p r im e r a vez en el s. V 1 1 1 a . C . (y
seg u ram en te es más an tigu o a ú n ), hay que e sp erar el V a . C . , tres siglos
más tarde, para que H ipócrates afirm e p o r p rim e ra vez que es el cereb ro
el asiento de las sensaciones y de la inteligencia*’.
6) La sexta f o r m a de r e la c io n a r se el p e n s a m ie n t o m ítico c o n el
ra cio n a l es la p resen c ia de lo f i lo s ó fi c o en el m ito . E llo se p r o d u c e en
fo rm u la c io n e s bastante tardías del m ito.
E n el p r o e m io de las Rapsodias, la teogonia ò rfica más reciente, se des­
cribía c ó m o era el m u n d o antes de que n aciera T i e m p o y se p r o d u je r a n
las p r im e r a s t r a n s fo r m a c i o n e s c o s m o g ó n ic a s . U n a esp ecie de masa
in f o r m e y oscura, com p uesta p o r cuatro elem en to s y deso rd en ad a , que
en el p o em a es llam ada p oéticam en te « T i n i e b l a s » , « N i e b l a te n e b r o s a »
« i n d e f i n i d a » y « N o c h e » . C o n s e r v a m o s u n v erso litera l ( fr a g m e n to
10 6 Bernabé):

T o d o era in d istin to , en m ed io de una niebla ten ebrosa.

y tam b ién d e s c r ip c io n e s en fr a g m e n to s in d ire cto s . La d e s c r ip c ió n que


p u e d e r e c o n s t r u ir s e c o m o p r o c e d e n t e del p o e m a , c o n un a masa
i n f o r m e , co m p u e s ta de c u a tro e le m e n to s sin o r g a n iz a r y q u e luego se
estructura, tiene tintes m uy filosóficos, que c o in c id e n con los que p r e ­
senta el p r o e m io de las Metamorfosis d e O v id io , algo p o s te r io r a las Rapso­
dias y que tengo la seguridad de que ha sido incluso in flu id o p o r ella.
7) E l ú ltim o tipo al que m e r e f e r i r é es la in vasión de la i n t e r p r e t a ­
ción alegórica en el p r o p io mito.
D i o d o r o ( 3 . 6 2 . 2 ) nos cuenta que hay in té rp retes de su tie m p o que
o p in a n que D io n is o n o tiene fo r m a h u m a n a , s in o q ue es sólo un s í m ­
b o lo del v in o. U n relato de este tipo parece típico de ciertos intérpretes

6 V éase cap ítu lo 7


394 V. L A S D IF U S A S F R O N T E R A S D E L M IT O

de textos sacros q ue tratan de racio nalizar los viejos m itos p o r m e d io de


m étodos de análisis « f i lo s ó f ic o s » diversos, evemeristas, alegóricos o eti­
m o ló gic o s. Pero es cu rioso q ue en las Rapsodias, la versión más m o d e r n a
(siglo I a . C . ) de las teogonias órficas, aparece D io n is o m e n c io n a d o tres
veces con el n o m b r e de V in o , lo que indica q ue las Rapsodias aceptan e le ­
m e n to s cjue n o p r o c e d e n de la t r a d ic ió n p o é tic a , s in o de la exégesis
interpretativa, con la id en tifica ción de D io n is o con el vin o.
Es dec ir, se ha p r o d u c id o u n largo c a m in o de ida y vuelta. P r im e r o
se crea el m ito de D io n is o . Hacia el siglo IV, algunos intérpretes e n t ie n ­
den que la pasión de D io n is o « t r a s lu c e » la explicación de un fe n ó m e n o
c o m o la fa b r ic a c ió n del v i n o . Y p o c o d esp u é s, al n a r r a r de n u ev o el
m ito de D io n is o el poeta asum e elem en to s de esa in te rp r e ta c ió n y hace
expresa la alegoría, llam a n d o al dios V in o .

2 4 .8 . C olofón

H e m o s visto a lg u n o s e je m p lo s , q ue p o d r ía n m u ltip licarse, con los que


he in te n t a d o m atizar q ue m ito y logos n o f u e r o n dos estadios sucesivos
cuya fr o n te r a se cruzó sú b itam ente y para s iem p re con Tales de M ileto,
s in o dos estadios q u e, a p a r t i r de este p r i m e r f i ló s o fo , c o e x is tie r o n
d u r a n te siglos, se in t e r r e la c io n a r o n y se c o m p l e m e n t a r o n . El p e n s a ­
m ie n t o f i lo s ó fi c o fu e in v a d ie n d o p o c o a p o c o los t e r r e n o s del p e n s a ­
m ie n to m ítico , p e r o siem p re h u b o u n o s reductos en los q ue la sustitu­
ción n o p u d o p ro d u c irs e y en los que el m ito q u e d ó aú n c o m o vehículo
in d is c u t ib le . In c lu s o el m ito in v ad ió los t e r r e n o s de la f i lo s o fía . A su
vez, las f o r m u la c io n e s filosóficas in v ad iero n el te rre n o del m ito . S ó lo a
la luz de este diá log o fe c u n d o en tre el p en sam ien to m ítico y el racional
cabe e n t e n d e r de un m o d o c o rre c to la g ra n aventura griega del d e s c u ­
b r im ie n t o de lo racional.
EPÍLOGO: CO NSIDERACIO NES FIN ALES

Al té rm in o de este re c o rrid o que n o ha p rete n d id o ser sistemático, pero


que, pese a todo ha ido con figu ran d o un p an o ra m a que en cierta m edida
lo es, pienso que el lector que haya llegado hasta aquí ha tenido ocasión de
hacerse consciente de la e n o rm e variedad y com p lejid ad de los mitos g r ie ­
gos y de las múltiples m aneras en las que p od em o s a p rox im arn os a ellos.
La variedad de los m itos es, en p r i m e r lugar, temática, ya q u e hem os
visto c ó m o p u e d e n ser o b je to de relatos m ític o s el n a c im ie n t o del
m u n d o o el p r o c e s o de c ó m o éste llegó a org an iza rse del m o d o e n que
lo c o n o c e m o s , b ie n el n a c im ie n t o de u n d io s o la r e d is t r ib u c ió n de
fu n c io n e s en tre los dioses, b ien la historia de una estirpe, b ien esp ecu ­
laciones sobre posibilidades diferentes de las que integran nuestra fo rm a
de vivir, b ie n los viajes p o r lugares m aravillosos, b ien el m otivo de un a
c ostum bre concreta o de un culto, en tre otras m uchas p osibilidades.
La v a r ie d a d de los m ito s es t a m b ié n f o r m a l , d a d o q ue p u e d e n ser
c o n ta d o s o a lu d id o s ya en u n b r e v ís im o relato en p r o s a , ya en un
exten so p o e m a l le n o de e p is o d io s , ya c o n f i g u r a r u n p e q u e ñ o relato
in c lu id o en un p o em a , a m o d o de ejem p lo .
P o r otra parte tam b ién son m uy variadas las fu n c io n e s q ue asu m en :
aso ciación a rituales, tanto estacionales c o m o los que in tentan s o lu c io ­
n a r rupturas puntuales del o r d e n , p u r o goce literario, e je m p lo p ara d ig ­
m á tic o , e le m e n t o v e r t e b r a d o r del g r u p o social, al p r o c u r a r señas de
iden tidad que lo co h esio n an , incluso usos políticos, sin olvid ar su u tili­
zación c o m o ele m e n to c ó m ico o p a ró d ico .
H e m o s p o d i d o ver, a s im is m o , la e n o r m e v e rsatilid ad de los m ito s
c o m o tales: el m ito es siem p re algo en fo r m a c ió n , q ue p u ed e renovarse
constantem ente en la fo rm a , en el tratam iento literario, en su organ iza­
c ió n , en su estructura, en su fu n c ió n , am p liarse, sim plificarse y c o m b i ­
narse, p o r lo que p u ed e ser m uy instructivo el análisis de las variacion es
de u n m is m o m ito de u n a é p o c a a o tra o in c lu s o de u n a u t o r a o t r o ,
396 EPÍLO GO: CO N SID ER A C IO N ES F IN A L E S

para ver cómo puede adaptarse a form ulaciones nuevas que obtienen de
él nuevos significados. E n general el mito es el gran aliado de los escri­
tores antiguos y m odernos, que disponen de una cantera temática que
pueden explotar de un modo muy libre, utilizando referentes conocidos
para jugar con el conocim iento que el público tiene de ellos. A menudo
lo interesante no es qué mito cuentan, sino cóm o lo hacen, am pliando
unos aspectos, silenciando otros, m odificando otros, o sim plem ente
poniendo de relieve aspectos o implicaciones menos evidentes, que p er­
miten ver un viejo mito a una nueva luz.
Por otra parte, hemos examinado algunos ejem plos de cóm o « v ia ­
ja n » los mitos, m anteniendo algunos esquemas narrativos, pero
sufriendo m odificaciones, a veces muy profundas, para adaptarse a los
distintos esquemas culturales o motivaciones básicas de las culturas que
los im portan de otra. E n este sentido hay un am plio flujo de temas
desde Mesopotamia y Egipto a Grecia, flujo en el que destaca el im p o r­
tante papel m ediador de los mitos hititas. E l análisis de la form a en que
una cultura m odifica los elementos de un mito que tom a prestado de
otro ámbito cultural es revelador de sus propios modos de pensar acerca
del m undo, de los dioses y de las relaciones de éstos con los hom bres.
En algunos casos se advierten desajustes en la adaptación y «su tu ra s»
que revelan que ha habido un préstamo de otro mito, deficientem ente
inserto en la línea principal del relato.
También hemos visto como hay toda suerte de actitudes hacia los mitos,
que pueden ser creídos, combatidos, interpretados, analizados o disfru­
tados por su belleza estética y por el placer de oír historias singulares.
Por últim o, hemos asistido a la capacidad de los mitos para generar
de sí, al hilo de la evolución del pensamiento griego, otras formas más
evolucionadas, o de co n trib uir ellos m ism os al discurso filosófico en
terrenos a los que no llegaba el pensam iento discursivo. Y hemos
podido com probar las complejas relaciones que se m antienen entre el
mito y el cuento popular.
Los mitos, esas realidades complejas, cambiantes, polim órfícas, que,
venidas de épocas y culturas muy lejanas, continúan moviéndose entre
nosotros, resistiéndose a desaparecer en un m undo tecnificado y prác­
tico com o el nuestro, continúan ofreciéndonos de un modo u otro, por
su lectura directa o a través de análisis que intentan que comprendamos
algo m ejor la m entalidad de los antepasados que los crearon , materia
para disfrutar, para soñar, para entender m ejor el m undo y para co m ­
prendernos mejor a nosotros mismos.
ÍNDICE DE NOMBRES

1. M ito ló g ic o s y lite ra rio s;


p e rso n a je s de c u e n t o s

Abism o: 45 A nu: 2 0 , 2 6 2 -2 6 4 , 2 7 7 -2 7 8 , 2 8 2 -2 8 3 ,
Acamante: l O O , I o 8 360
Admeto: 219 An ubis: 187
Adonis: 258 Anzili: 2 4 9 -2 5 0
A fidno: 99 Apolo; 3 2 , 8 1, 87, 89, roí, 109 , 12 4 -
Afrodita: 50, 69, 78. 81, 83, 86, 99, 12 5 , 13 0 , 138 , 16 3, 179, 18 1, 2 0 3 ,
1 2 3 - 1 2 5 , 12 8 - 14 3 , 146 , 14 8 -14 9 , 2 15 , 22 4 . 3 12 - 3 13 , 326
258 , 284, 3 I4 - Víase lambíen Cipris, Appu: 239
Ciprogenia, Citerea Apsu: 15 -16 , 272
Agamenón: 94. I O O , 1 08 , 15 7 -16 4 , 216 , Aqueloo: 269
365-375 Aquiles: 69, 9 4 -9 5 , r63, 36 5, 368
Agave: 15 4 -15 6 Aranzah: 2 6 2 -2 6 3 , 2 7 l
Agua(s) (en mitos griegos): 2 3 II (en Arcesilao: 77' 3^8
mitos indios): 18 Ares: 8 2 -8 3 , J 30
Aire: 24, 4 1- 4 4 , 5 2 , 75 Argicida: 136 , 14 4 , 147' Viras# también
AJala: 264 Hermes
Alalu: 26 2, 264, 2 7 7 -2 7 8 , 280 Argo (nave): 19, 166, 215, 217
Alcestis: 2 I9 “ 220 Argonautas: 76, 16 5, 2 14 , 217, 2 2 6 - 2 2 7 ,
Alcítoe: 15 3 257
Alejandro: 9 4 > 366* Véase París Argos: 13 6 n. 2
Alóadas: 3 12 , 3 15 . 3 2 2 Ariadna: 9 5-9 9 , 10 6 -10 7 , 115 , 117, 359
Amazonas: I O 2 - I O 3 , 109 Arsipe: 15 3
Am ón: 20 Árlemis: 95, 13 0 - 1 3 1 , 136 , 163, 375
Anactes: 1 0 8 Asclepio: 2 2 8 -2 2 9
'Anatu: 2 4 8 -2 4 9 , 2 5 5 -2 5 6 Astianacte: 73
Anfión: 77, IO I Ataru: 249
Anfítrite: 110 Atenea: 78, 8 1-9 2 , 98, 13 0 - 1 3 1 , 135,
Anquises: 13 3 - 14 3 . 146, 14 8 -14 9 18 1-18 2 , 18 5 -18 6 , 189, 2 0 3 , 26 3.
Antígona: 162, 386 2 6 8 , 2 8 7 -2 8 8 , 3 13 , 39 3. Véase también
Antíope: 77, 98, I O O , 10 3 , 109 Palas, Trítogenia
An: 264 Atlante: 46, 28 2, 311
398 I n d i c e OE n o m b r e s

A tón: 2 0 Corónide: 3 2 6
Atrahasis: 295 Creonte: 16 6 -16 7 , 171
Atrida: 159 Creúsa: I I I
Aurora: 69, 14-5 Criseida: l6 l
Autólico: 2 3 8 Crises: 161
Autónoe: I 54--I55 Crónida: 85, 87. III- Víosí fomfrií'n Zeus
Ayante/Ayax: 9 7 ’ C ronión: 145. 22 8 . Waif también Zeus
Baal/Ba’lu: 2 4 8 -2 4 9 , 2 5 4 -2 5 6 II Ba’al C rono: 4 6 -4 7 , 48 n. I, 4 9 -5 1. 91, 13 0 -
Hadad: 264 T3 L x93> t 96, 239 , 26 4 , 2 6 6 -2 6 7 ,
Baco: 155, 18 2, 198, 2 0 0 - 2 0 1 . Vea«tam­ 2 6 9 -2 7 1. 2 7 3 , 2 7 5 , 2 7 7 , 2 7 9 -2 8 3 ,
bién Dioniso 2 8 5-2 8 6 , 2 9 9 -3 0 1, 3 0 4 , 3 13 - 3 14 .
Barón de Münchhausen: 227 3 18 , 3 6 0 ,3 7 8 , 392
Bella durmiente: 78, 2 5 3 . 3 5 4 ’ 3 5 ® Curetes: 49: I O I , 2 0 2 - 2 0 3 , 359
Beroe: 18 1 Dagan: 2 7 1
Blancanieves: 3 5 3 - 3 5 4 - 3 5 9 . 378 Dardánida: 14 1
Brim ó: 198, 2 0 1. 2 0 3 Dédalo: 87, 95
Bruja (personaje de cuento): 354*355 Delfine: 3 17
Cadmo: 15 3 -15 6 , 18 4 , 2 3 6 , 316 , 3 3 3 - Deméter: 56, 10 2 , 12 5, 18 5 -18 6 . 2 0 3 ,
334 2 19 , 2 41 . 2 5 2 - 2 5 3 - 2 5 6 -2 5 7 , 3 0 3 ,
Caliope: 215 3 25 -3 29 * Véase también Deó
Calipso: 309 Demofonte: I O O , 10 8 -10 9
Caos: 22, 2 7 '3 2 . 38 . 4 0 , 4 3 -4 4 , 5 4 . Deó: 326 . Véase también Deméter
5 9 -6 0 , 6 2 ,6 4 , 2 8 0 .2 9 6 n. 4 D esead o:3 3 9 - 3 4 0 , 3 4 5 -3 4 6
Caperueita roja: 3 54 Día: 27, 3 1
Caronte: ÍOI, 2 19 , 3 4 2 Dike: véase Justicia
Casandra: 16 0 , 16 3 -16 4 Diocles: 253
Castor: 69, 99. Veose fam&ién Dioscuros, Diomedes: 69, 3^8
Tindáridas D ione: 8 3
CéJeo: 2 5 3 Dioniso: 9 5 - 9 7 , 99, 151- 157, 172, 177-
Ceneo: 94. 97 189 , 19 1- 2 11, 3 4 5 - 3 4 6 , 3 5 8 , 3 9 3 "
Cerbero: IOO, 2 2 1 39 4 || Dioniso Zagreo: 177. I79 _*8o,
C erción: 97, 11 1 - 1 1 2 19 1-19 2 , 2 0 4 II Líber: 18 1. Véase tam­
Ceto: 5 1, 3 13 bién Baco, Vino
C ielo: 24. 2 7 - 3 2 , 38 , 4 0 , 4 5 . 4 7 . 4 8 y Dioscuros: 69, 95, 99, 10 5 , 10 7 - 10 8 ,
n. I, 4 9 -5 1, 63, 83, 89. 9 1, 19 3, 115 , 117- Véase también Castor, Polideu-
2 6 4 -2 6 7 , 2 6 9 -2 7 1, 2 7 5 , 27 7 , 2 8 0 - ces, Tindáridas
286, 288, 3 18 , 3 4 3 , 3 4 6 , 3 5 4 .3 6 0 , dios de la Tempestad (hitita): 2 6 1, 3 0 7 -
3 7 8 , 392 3 10 , 319 , 3 2 8 ,3 3 3 , 3 3 5 - 3 3 6
Cierva de C erinía: 10 4 diosa madre (hitita): 3 3 9 " 3 4 °
Cipris: 129- Veas« (amblen Afrodita Diosa Solar de la Tierra (hítiia): 34 0 ,
Ciprogenia: 86. Véase también Afrodita 3 4 5 -3 4 6
Circe: 73, 165 dragón: 3 0 6 , 3 2 2 : en cosmogonías grie­
Citerea: 12 9 , I4 L r4 9 - Véase también gas: en la òrfica (= Tiem po-H eracles)
Afrodita 3 7 : en la Teogonia de Hesíodo ( =
Clímena: 95 Tifeo ): 3 ! 4 > en Nono (= T ifó n ): 316
C lío: 2 16 II dragón femenino, en el Him no hom é­
Clitemestra: 10 8 , 15 1, 15 7 -16 5 , 17 2 -17 3 rico a Apolo (Dragona); 3 13 ; en Apolo -
C ore: 2 0 6 . Véase también Perséfone doro (dragona, D elfine): 3 I 7 " 3 l8 ||
In d i c e d e n o m b r e s 399

en los mitos hìtitas (= Illuyanka): 2 37- Etra: 9 5 -9 6 , 99, 10 5 , 117


2 7 2 , 3 0 7 - 30 9 . 315. 3 18 , 3 3 1, 3 3 3 ; (= Eubuleo: 2 0 3 , 3 4 3
H edam mu): 264. Véase también Lucha Eucles: 34 3
contra el Dragón e n el apartado de auto­ Euménides: 50
res y pasajes citados’ de este índice Eum olpo: 86, 253
Driante: 94, 97 Euriclea: 239
Ea: 20, 248, 263, 265, 282, 292-294, 360 Eurídice: 214 , 2 ig - 2 2 2 . 229
Eagro: 2 1$ , 219 Eurito: 229
Edipo: 19, 68, 71, 98, 117 , 19 3, 258 , Exadio: 94
276, 385 Fanes: 48. 51* 6 1-6 2 , 196
Eetes; 165 Fedra: 95, 10 3 . 10 9
Efiahes: 3 12 Féreclo: 106
Egeo: 9 4, 97, 10 6 , IO8, IIO -II4 , Il6 , Forbante: 114
119, t68, 17 2 Forcis: 511 313
Egipán; 317 Foro neo: 77- 3^7
EgistO: 15 7 -16 0 , 16 5, 172, 216 Frankenstein: 229
Egla: 9 7-98 Ganimedes: I4 3 _I4 4 > Í4 &
El: 2 6 4 Garbancito (personaje de cuento): 3 5 4
Elisia, llanura: 46 Gato con botas: 354
Eliún: 264 Ge(a): uéoíe Tierra
Endim ión: 78 Geriguiguiatugo: I I 7
Enéadas: 124’ *29 Gigantes: 19 8, 266, 2 8 3, 287, 317
Eneas: 13 2 , 14 3 , 14 7 -14 8 , 2 2 1 Gilgamés: 14 2 , 354
E n eo : 10 I - J 02 Gracias: 13 3 , 13 5
Enlil: 381 G ran Río: 3 35
Enopión: Í07 Gurparanzahku: 2 3 4
Enótropos: 78 Hades (dios): 10 2 , 139 , 16 3 -16 5 , 170,
Epimeteo: 2 99 219, 2 2 2 , 229 . 2 5 2 - 2 5 3 , 3 14 , 3 4 2 -
Epopeo: 98 343
Equidna: 5 o ' 51 ’ 313. 3 i 5 Hades (lugar infernal): 99, 10 1- 10 2 ,
Equión: 155 10 7 , 16 0 , 219, 2 2 1, 238 , 2 5 3 , 3 4 3 -
Èrebo: 27, 3 1. 38 , 4 0 , 54, 5 9 -6 0 , 28 0 346
Ereskigal: 2 4 7 - 254 HálicO: 104
Ergane: 15 3 Hannahanna: 2 5 1, 328
Ericepeo: 2 0 3 Harmonía: 3 3 3
Erictonio: 78 Harpías: 4 8 -4 9
Erinis (diosa micenica): 82 Hebat: 185, 295, 3 10
Erinis (divinidades infernales): 4 9 “ 5 °> Hécate: 165
10 1, 266, 28 3, 390 Héctor: 69. 73
Eris: 78 Hedammu: 264. 2 9 4 > 3 0 2 , 3 0 4 " 3° 5 '
Eros; 2 7 . 3 ° ' 3 I. 4 7 - + S . 5 4 - 5 5 , 6 0 - 6 4 , 3 10 , 3 13 , 3 18 , 3 2 0 - 3 2 1, 3 3 3 n. 2,
1 0 8 ,3 3 3 335. Véase también Hedammu en el índice
Escirón: I I I - I I 2 de autores y pasajes citados
Esfinge: 71 Hefesto: 78, 8 3 -8 7 , 8 9 -9 0 , 92, 95 n. I,
Esón: 69 2 0 3 , 3 0 3 , 39 3
Estáfilo: 10 7 Helena: 61, 69, 76, 78, 9 4 -9 5 , 9 7 -10 0 ,
Éstige: 5 0 - 5 1 10 4 - 10 5 , 10 7 - 10 9 , 115 , 117 , 137,
Éter: 23, 27, 3 1, 38, 4 0 , 4 3. 45- 60 157. 16 3. 3 5 9 . 368
4oo ìn d ic e d e n o m b r e s

H elio: 2 5 2 . 257 - Véase también Sol KAI.: 2 6 5 . 2 9 1- 2 9 5 , 3 0 2 3 0 5 . 3 3 5


H era: 78. 8 3 - 8 5 , 87. 89. 1 3 1 - 1 3 2 . 18 2 - K irta: 2 4 9 . 2 5 5
18 5 , 19 2 , 19 4. 3 1 3 . 3 2 0 . 3 4 6 . 3 6 4 || K ubaba: 2 9 3
J u n o : 181 K u m arb i: 9 0 . 2 3 9 . 2 5 9 . 2 6 1- 2 6 5 . 2 71,
H eracles: 36 3 8 . 7 0 - 7 1 , 89. 98 , IOO- 2 7 5 . 2 7 7 - 2 8 0 . 2 8 2 - 2 8 3 , 2 8 5. 289,
IOl, IO 3-IO 4 , 10 6 . 1 1 3 . 1 1 6 - 1 1 9 , 2 9 3 - 2 9 4 . 3 0 0 . 3 0 2 . 3 0 4 . 3 IO -3II,
221, 354 318 . 331 - 335 . 3 6 o
Mermes: 59. 9 2 , 1 2 4 - 1 2 5 , 13 1 . 13 6 n. 2. Laertes: 158
13 8 , 2 2 0 . 2 5 3 . 3 17 . 3 2 8 . Véase también Layo: 69. 71
Argicida Leda: 61
H espéridos: 4 6 . 4 8 - 4 9 . 2 0 3 Lelw ani: 273
Ilestia: 1 3 0 - 1 3 1 Leó: 2 l6
H im eneo: 2 16 1 .eto: 8 1. 10 1 . 13 5 , 3 12
H ipa: 97 Leucipe: 15 3
H ip erió n : 88 L íb e r: véase D ioniso
H ipodam ía: 9 4 . 10 2 L icu rg o: 98
H ipólita: 97, 10 3 L in o : 2 16
H ipó lito: 10 9 Liteo: I I I - I I 2
HipsistO: 2 6 4 Lobo (personaje de cuento): 3 5 4
H ipta: 18 2 , 18 5 , 189 Luna: 14
Hupasiya: 14 2 , 3 0 8 - 3 1 9 Madrastra (personaje de cuento): 354
Icario: 158 Malo (parsonaje de un cuento hitita):
I fieles: 10 8 239
Ifigenia: 10 8 , 16 3 - 16 5 M ar: 2 6 4 . 2 79 - 3 1 0 - 3 1 1 II Véase también
Ilitía: 9 2 , 10 8 V iejo del M ar
Illuyanka: 3 0 7 n. I. 3 2 0 , 333 n - 2 . Véase M aratón: 77
también D ragón en los m itos hititas e M arduk: 18. 2 6 3
Illuyanka en el índice de autores y pasa Margites: 79
je s citados María la tonta (personaje de cuento): 354
lnara: 14 2 , 3 0 8 . 3 1 9 - 3 2 0 . 3 5 8 Medea: 6 9, 1 1 8 - 1 2 0 , 15 1. 157 , 16 5 -17 3 .
Iniciado de la T ie rra (en m itos de los 2 18
indios M aidu): 17 M egareo: 10 5
Iris: 2 5 3 M elanipa: 10 3
Isis: 187 M elias: 2 6 6 . 2 8 3 - 2 8 4 . 2 8 7
Istar: 14 2 , 2 4 7 12 8 . 2 5 4 . 2 5 8 , 2 6 3 - M eleagro: 1 0 1 - 1 0 2
265, 29 2. 295. 3 10 3 11. 3 2 0 M elibea: 97
Iván, principe (personaje de cuento): M em nón: 69
354 M enelao: 9 4 , 98 , 10 8 , 13 7 . 159
Já p e to : 2 0 0 , 2 9 6 M enesteo: IOO
Ja só n : 69, 16 5 - 17 2 , 2 14 . 2 1 7 - 2 1 8 , 2 2 5 . M enipe: 2 16
257 - 25 8 . 322 M eón: 94
Ju a n (personaje de cuento): 35 + II Ju a n M etis: 8 3 - 8 6 , 9 0 - 9 1 . 2 6 7 , 2 7 6 . 2 8 0 -
el listo: 3 5 4 2 8 2 ,2 8 4 ,2 8 8
Ju n o : véase Hera M iniados: 15 3
Jú p ite r: véase Zeus M inias: 1 5 2 - 1 5 3 , 156 157
Ju sticia: 16 2 - 1 6 3 . 39 ° M inos: 95, 97. IIO, Il 8
K am rusepa: 2 5 1 M inotauro: 9 5, 97. 10 6 . IIO, 11 5 - 1 16 ,
KA.ZAL: 2 6 3 118 . 1 2 0 . 3 5 9
Í N D IC E D E N O M B R E S 401

M nem ósine (M em oria): 342-345 Pelias: 2 5 7 - 2 5 8


M oira(s): 5 0 , 9 2 , IOI. 3 17 Penélope: 73, 157 - 159 , 172, 191
M ótu: 2 4 8 - 2 4 9 , 2 5 4 - 2 5 5 Penteo: 152, 1 5 4 - 1 5 7
M usa(s): 32-, 12 9 , 2 15 , 2 2 9 , 3 8 0 Perifeles-. U2
Nara N apsara: 2 9 4 Perséfone: 99, 1 0 1 - 1 0 2 . 177. 1 7 9 - 1 8 1 ,
Necesidad: 3 7 - 3 8 . 4 ° 1 8 3 - 1 8 6 . 192. 2 0 1 2 0 6 , 2 1 9 , 2 2 1 .
Neftis: 18 7 222, 252, 256. 325. 3 2 7 , 3 4 3 . 3 4 5 -
N eith: 2 0 3 4 7 II Prosérpina: 18 1 . Véase también
N éinesis: 78 B rim ó. C o re
N éstor: 9 4, 9 8 , 15 9 , 2 14 Perses: 2 9 8
N infa(s): 2 8 . > 3 5 -13 6 . 14 7 - 14 8 , 2 8 3 Pilas: III
N inurta: 2 9 4 , 3 0 3 Pilia: III
N íobe: IOI Pirante: 5 0 - 5 1
N iso: 181 Piritoo: 9 4 - 1 0 2 , 1 0 7 - 1 0 8 , H 4 - 1 15. 117,
N oche: 27 . 31, 41 - 4 4 , 5 2 . 5 4 . 5 9 -6 2 . 221
6 4, 75, 2 6 5 . 2 6 9 2 7 0 . 2 7 3 , 2 8 4 - Pistetero: 54
2 8 5 , 392-393 Piteo: 95, 99. 1 0 5
N u n : 16 - 18 Pitón: 3 1 3
O céano: 2 8 , 3 1, 36 . 4 6 - 4 7 , 48 n. I. 5 0 - Plata: 2 6 5
5 1. 6 3 , 78. 8 5, 14 5 , 14 8 . 2 6 9 . 2 7 2 . Plutón: 3 2 , 2 1 9 . 3 4 3
3 8 8 -3 8 9 Polideuces: 69. Véase también Dioscuros y
O diseo: 4 8 . 69. 7 3 . 76 - 77 - 9 5 - 158 - I 5 9 , T in dárid as
2 2 1. 239. 3° 9 - 36 6, 36 8, 385 Polif'emo: 94
O ile o : 10 8 Polimnia.- 2 1 6
O la (en m itos indios): 16 . 18 Polipem on: 1 1 1 - 1 1 2
O len ia: 49"50 Ponto: 28, 2 6 5
O restes: X6 1 , 16 5 Posidón: 3 2 , 8 2 . 94, 1 07 . 1IO, 112, 1 3 0 ,
O rfeo : 19 , 2 1 3 - 2 3 0 . Véase también "O rfe o " 160.364
en el Índice de autores y pasajes citados. Prajapati: 18
O rio n : 10 1 . 3 12 Priam o: 1 6 0
O sas: 49 Prim ogénito: 3 9 - 4 0
O siris: 178 , 18 7 - 18 9 . 2 0 2 Procoptas: I I I - 112
O to : 3 12 Procris: 95
O treo: 13 6 , 138 Procrustes: 112
Palam aón: 8 6 - 8 7 , 9 0 , 92 Prom eteo: 90 , 92 , 2 0 0 , 2 68, 2 9 1 . 2 9 6 -
Palante: 5 0 3 0 5 , 367, 385, 390
Palas/Pa//u> (epíteto de A tenea): 8 5, 88. Prosérpina: véase Perséfone
89 . 18 2 , 18 5 . 2 0 3 . 3 5 8 . Véase también Proteo: 4 8
Atenea Protógono: 6 2. 2 7 0
Palas (com pañera de A tenea): 87 Ptah: 2 0 , 2 7 2
Pan: 3 9 || Pan de C ó ric o : 2 3 5 , 3 ^ Pulgarcito: 3 5 4 . 3 5 9
Pandión: III Rea: 47. 5 0 , 1 3 1 . 1 8 5 - 1 8 6 . 189. 2 0 3 .
Pandora-. 5 7 . 2 9 1. 2 9 6 , 2 9 8 - 3 0 0 . 3 0 4 2 3 9 . 2 6 6 - 2 6 7 . 2 71 , 2 7 5 . 2 7 9 - 2 8 0 ,
Papsukkal: 2 48 284
Paris: 6 9. 78. 98. 13 7 . 16 3 , 3 6 6 , 3 6 8 . R itm onio: 2 1 6
Véase también A lejand ro Samas: 2 0 . 2 4 8
Pean: 82 Sapas: 2 5 6
Peleo: 78 Sapsu: 2 4 9
402 ÍN DICE DE N O M B R ES

Sastrecillo valiente: 354 Tindáridas: 1 0 5 - Véase también Castor,


Sémele: 15 4 , 18 1-18 6 , 189 Policeuces y Dioscuros
Sertapsuruhi: 3 1 0 Tiniebla (en mitos indios): 16
Set: 18 7 -18 8 Tione: 186
Sibila: 2 0 0 Titanes: 28, 41 y n. I. 4 4 -4 7 . 5 1- 5 2 , 57,
Silenos: 147 6 3, 17 6 -18 9 . 1 9 1 - 2 1 1 , 26 7, 3 14 ,
Simbad: 22 6 , 366 345-346,3 5 8
Sin: 248 Titanomaquia: 1 9 5 - 1 9 6 , 19 9 . 2 6 8
Sinis: 97, I I I - I I 2 Titánides; 4 6 -4 7
Sirenas: 4 8 -4 9 Titono: 1 4 4 - 1 4 6 , 1 4 8
Sol: 14, 165, 2 5 1-2 5 2 , 3 2 7 -3 2 8 , 3 3 4 - Tortuga (en mitos de los indios Maidu):
3 3 5 ’ 3 8 9 > 3 9 2 . Véase tombién Helio 17
Superman: 12 0 Tot: 249
Suwaliya: 28 3 Triptólemo: 253
Támiris: I O l , 2 2 8 -2 2 9 Tritogenia: 84. 86, 267. Véase también
Tártaro: 2 7 . 3 0 , 4 L 4 3 " 4 7 . 5 4 . 5 9 . 6 2- Atenea
6 3, 199, 2 10 , 2 3 8 , 314- 3 *5 . 3 l8 Tros: 144
Tasmísu: 28 3 Ullikummi: 2 3 9 , 2 6 1, 26 5 , 277- 2 8 2 -
Tefnut: 2 49 2 8 3, 288, 3 0 2 , 3 0 4 - 3 0 5 . 3 10 - 3 12 ,
Telamón: 74 3 18 , 3 2 0 - 3 2 2 , 3 3 5 - Véase también Canto
Telégono: 73 de U ltiíum m i en el índice de autores y
Telémaco: 73, 77, 159 pasajes citados
Telipinu: 2 4 9 -2 5 2 , 2 5 5 . 3 0 3 . 3 2 7 -3 2 8 Uno (en mitos indios): 16
Temis: 135 Upelluri: 26 5 . 28 2, 3 11
Temíscira: iO O Uránidas: 8 4 -8 5 , 195. 2 6 6 , 268
Teseo: 77, 9 3 - I 2 J , 2 2 1 , 2 4 4 . 3 5 9 . 3&6 Urano: véase Cielo
Tesub: 239 , 2 6 1-2 6 5 , 27 7 - 2 7 9 , 28 3, Viejo del Mar: 159
285, 288, 29 2, 2 9 4 -2 9 5 , 3 0 2 - 3 0 4 , Vino: 3 9 4 . Véase también Dioniso
3 1 0 - 3 1 1 , 3 15 , 3 18 , 3 2 0 Yaco: 182
Tetis (pareja de Océano): 36 , 4 6 -4 7 . Yálem o: 216
8 5 ,2 7 2 ,3 8 8 Yambe: 2 5 2 , 256
Tetis (madre de Aquiles): 69, 78 Yopa: 108
Tiamat: 15 -16 , 18, 272 Zagreo: véase Dioniso Zagreo
Tideo: 368 Zeto: 77
Tiem po: 2 3 , 3 6 -4 0 , 45, 5 9 -6 1, 389 Zeus: 32, 3 7 . 3 9 - 4 0 . 4 9 - 51. 5 8 , 6 l, 69-
Tierra: 14, 2 4 , 27, 2 9 -3 2 , 36 , 38 , 4 0 , 7 1, 75, 78, 8 1- 9 2 , 9 9 ,1 0 1 , 10 7 , IIO,
4 4 -4 5 , 47, 48 y n. I, 49, 6 3. 75, 89- 1 2 6 .1 3 0 - 1 3 4 , 13 6 - 13 7 , 13 9 , 14 2 -
90. 14 5, 148 . 2 6 5 -2 6 7 , 275. 28 0 - 146, 149 , 154- 155. 159. 1 64. 177-
28 3, 286. 3 13 - 3 15 , 317- 318. 3 4 3 . 186, 189, 19 2 -19 6 , 19 8, 2 0 0 , 2 0 2 -
346 , 354 . 3 6 0 , 378 , 3 8 0 , 392 II 2 0 3 , 2 0 6 , 229 , 236 , 2 3 9 , 2 4 3 , 24 8,
Tierra-M adre: 28 0 2 5 3 , 257, 26 1, 2 6 3 -2 6 4 , 2 6 6 -2 7 1,
Tifaonio/Tifeo/Tifón (Taphon): 37. 5 1 • 2 7 5 -2 7 6 , 2 8 0 -2 8 2 , 2 8 4 -2 8 8 , 29 7-
87. 89, 2 3 5 , 2 3 8 , 268, 3 0 5 , 3 1 1 - 3 0 5 , 3 12 - 3 18 , 3 2 0 - 3 2 2 , 3 3 2 - 3 3 4 .
318 , 3 2 0 , 3 3 3 , 336 336, 3 4 5 - 3 4 6 , 3 5 8 , 3 6 0 . 3 8 0 - 3 8 1,
Tifeom aquia: 268, 2 7 2 , 284 3 9 3 II Jú p ite r: 18 1. Veai« tamWn
Tim alco: 113 Crónida, C ronión
Tim aleo: 10 5 Zodíaco: 37
Tindáreo: 158, 161 Zukki: 2 4 9 -2 5 0
In d i c e d e n o m b r e s 403
II. P e r s o n a je s h i s t ó r i c o s , a u t o r e s Aristófanes: 2 0 , 25, 4.8, 5 3 -6 4 , 257
A N T I G U O S Y P A S A J E S C IT A D O S (Aues 685ss.): 5 2 -6 4 II ( Dédalo fr.
I9 3 _I94' Kassel-Austin): 61 II
Acusilao de Argos: 59, 63, 372, 374. (Ceritades fr. 17 0 K .-A .): 61 II
( f r . IO Fowler): 49 (N ubes 22 8 ): 58; (36 0 ): 59
Agias: IO O Aristóteles: 10 4
Alaxandus de Wilusa: 366 ( Física 20 8b 3 0 ): 28 l| (Historia de los
Alceo: 116, 223 Animata 535b 28): 58; (559b
Alemán: 99, 10 5 , 115 2Iss.): 60 II (Poetica 1448b
(fragmento 21 Page): 10 7 29ss.): 79; (1451a 16): 10 2 ;
Alcmeón de Crotona: (l4 5 9 a 3 7): 68
(A 5. 8, I O , I I , 13 D iels-Kranz): Arquíloco: 370
91 A sió: 74, 77
Alcmeónidas: 12 0 Aspasia: 384
Alejandro de Pleurón: 10 8 Atenágoras: 43
Anaxagoras: 3 8 3 -3 8 4 , 3 9 1-3 9 2 (En fa vo r de ¡os cristianos 1 8. 3ss. ) : 35 -
(A 57 D iels-Kranz): 62 36 - 38-39
Anaxim andro: 2 4 ' 3 6 - 3 8 , 3 7 I> 385, AtroílaSIS: 295
3 8 8 -3 8 9 Avieno:
(A IO D iels-Kranz): 38 ; (B I D ,- Ora marítimo: 3 ^9
K .): 37, 389 ; (B 2 D .-K .): Baquílides: 10 6 , 10 9 - 110 , H2
389 ; (B 3 D .-K .): 389 (D itiram bos 17): IO 9-IIO ; (18 ):
Anaximenes: 24-» 3 6 , 51. 75 10 9 - 114 , 12 0 ; (D it. fragmento
(B 2 Diels-Kranz): 4 3 **29<l-6s. Maehler).- 217
Antípatro de Sidón: Brahmana de los cien caminos
(Antología Palatina 7.8) : 216 ( l l . 1.6 ): 18
Apolodoro: 49, 7 4 , 9 0 ' 9 I. 26 0 , 3 18 - Calimaco: 49, 179, 2 0 4 - 2 0 5 , 2 11
3 2 0 ,3 2 2 (Aitia fragmento 37 Pfeiffer): 92;
(Biblioteca I.I.Iss.): 2 5 9 ; (j-I-4 ): (fr. 4 3 .117 P f.): 179, 2 0 4 ; (fr.
198 n. 2; (1.6 .3 ): 3 16 . 3 3 1 ; 26 o .27ss. P f.): 3 2 6 ; (fr. 6 43
( 1.7 .1) : 5 6 - 5 7 : (1-3 -6 ): 9 0 ; Pf->. 179
( 2 .5 .3 ) : 10 4 II ( Epítome I.16 ): Canto de Kumarbi: 26 1
10 3 ; (1.2 3 ): 99 n. 2 Canto de U ilikummi■. 239 , 265, 279, 28 2,
Apolonio de Rodas: 8 8 -8 9 , 2 l8 3IO -3II, 3 18 , 3 2 0 , 3 3 3
(Argonáuticas 1 .4 9 4 - 5 11 ) ; 19; Cantos ciprios; véase Estasino
(4.1309SS.): 92 Caperucita roja-, 3 6 0
Apolonio de Tiana: 223 Caronte de Lámpsaco: 370
Arato: 4 9 " 5 ® Cércope; 97
(Fenómeno} 3 ^ - 3 5 ) : 49; (16 2 - Cim ón: IIO
16 4 ); 4.9 Cinetón: 10 3
Arcesilao II: 77- 368 Cidrias: véase Estasino
Aretino: Cípselo: 10 5 , 115
(Saco de Troya fr. 6 Bernabé): IO O Clemente de Alejandría: 2 0 3 , 3*0
Aristarco: 68, 96. n 6 (Protréptico 2 .17 - 2 ) : 2 0 2 , 3 5 8 ;
Aristeas de Proconeso : ( 2 .l8 .l) : 181
Arímos/xtu: 76, 36 7 Clístenes: 119 -12 0
Aristides, Elio: 185 Coryuro de la atadura : 335
(Dioniso i): 182 C ordo; 119
4 0 4 ìn d ic e d e n o m b r e s

C o rin a : 15 2 5 0 : (fr. 52 B .) : 5 0 ; (fr. 53


Crónicas del Palacio: 334 B ): 5 1
Damascio: 3 5 . 4 1 - 4 2 y n -!* 43 4 8 . 6 1, Escilas: 2 0 2
2 0 3 - 2 0 4 , 39 1 Escílax: 36 9
(Comentario al Fedón 1.2 ) : 18 0 n. 2 ; Escolios:
( l.4 s s .) : 19 5 : ( i . I l ) : 2 0 8 ; (a A p o lo n io de Rodas 4 .1 3 1 0 ) :
( 1.16 5 ) : 19 6 II (Sobre los principios 88 |i (a E u rípid es, Troyanas 3 1) :
12 36 1s): 3 5 - 3 9 : ( 12 4 ) : 4 ' IOO || (a H o m e ro , /liada
D ifilo : 10 4 . 10 9 3 .2 4 2 ) : 96. 99 n. 2 II (a I-ico-
D io d o ro : 18 6 -18 7 , 2 0 1 fró n , Alejandra 2 0 8 ) : 17 9 .
(Biblioteca histórica I.2 3 -2 s s .): 1 8 4 . 2 0 4 - 2 0 5 II (a Luciano 5 2 .8 ) :
18 7: (1.6 9 .4 ) : 18 7: ( 1 .9 2 .3 ) : 202 II (a P ín d aro. Olímp
18 7: ( 1.9 6 .2 ) : 18 7 : ( 3 .6 2 .2 ) : 7 .6 6 ): 86 || (a Sófocles, Edipoen
3 9 3 : ( 3 .6 2 .6 ) : 18 6 ; ( 4 .2 5 ) : Colono 4 2): 50
18 7 ; ( 4 .4 0 - 6 6 ) : 2 1 8 ; ( 4 .4 3 ) : Esquilo: 57 - 58 . 15 7 , 16 2 -16 3 . 16 5 . 17 3 ,
2 18 : ( 4 .4 8 .5 - 7 ) : 2 18 ; (5 .6 6 ): 3 18 . 3 2 2
4 6 : ( 5 .7 5 .4 ) : 2 0 2 (Agamenón 11) : 4 3 ; ( 1 1 4 ) : 3 2 7 ;
D iogenes de A p o lon ia: 58 . 3 9 ' (8 3 9 ): 5 7 ¡ ( 9 1 0 - 9 1 3 ) ; 16 2 ;
(fragm ento 8 -9 l.aks): 4 3 ( l 372 ss.): 16 4 : (152 3SS .): 16 5:
D iogenes Laercio: (16 2 9 S S .): 2 16 || (Prometeo
( Vidas de losfilósofos mas ilustres!. I li) : 5 0 15 8 ): 5 8 : ( 547 - 549 ): 57 H
D ión C risòstom o: 199 2 0 1 (Siete contra Tebas 8 1 ) : 58 |!
(Discursos 3 0 .4 0 ) : 19 9 : (5 7 .1) : 96 (fragm ento 6 9 .6 Radt): 6 l;
D ionisio de M ilelo: 3 7 0 (fr. 3 6 9 R .): 57
D ionisio Periegeta Eslasino de C h ip re : 9 8 . 38 1
(Descripción de la tierra 64ISS.): 3 3 2 Ciprias/Cantos ciprios: 78 . 3 6 8 . 375 :
Elia no: (fr. I Bernabé): 75 - 3 8 0 ; (fr. 9
(Varia Historia 3 .4 2 ) : 15 2 B .): 78: (fr. 13 B .): 99; (en el
E m pédoeles: 57 - 6 2 - 6 3 . >9 6 - 197- 2 1 0 . resumen de Proclo): 3 6 8 . 375
389 Esteban de Bi/.ancio
(fragm ento 12 Wright [B 8 D iels- ( 6 0 8 .17 M eineke): 3 3 2
K ra n z l): 6 3 ; (Ir. 4 7 W. |B 3 5 E stesícoro: 88 8 9 . 9 1. 10 8 10 9 . 115
D .- K .l ) : 6 4 (fr. 4 7 .4 W. 1B (fragm ento 14 Page): 10 8 ; (fr. 16
3 5 .4 D .- K .J ) : 6 2 : (fr. 10 7 .9 P.): 10 8 : (fr. 56 P.): 88
W. (B 115 .9 D . - K J ) : 5 7 - 5 8 ; Etymologicum Magnum:
(fr. 10 7 .11 W. ¡B 1 15 .1 1 D .- (7 7 2 .4 9 ) : 89
K.. 1): 62 II Papiro de Estrasburgo: 389 E udem o: 45
Encantamiento babilonio bara el dolor de muelas : 19 (fragm ento 15 0 W ehrli): 41
Enuma Elis: 18 - 19 . 2 6 4 , 2 7 2 , 3 2 0 E u fo rió n de C álcide: 10 8 . 179 , 18 6 .
(1 1 - 9) : 15 2 0 5 , 2 11
Epigrammata Graeca (K aybel): (fragm ento 13 de C u enca): 179;
(Supplementum 10 3 6 a ) : 2 0 0 (fr. 53 de C .) : 18 6 ; (fr. 86 de
Epim énides de C reta: 2 3 - 2 5 . 4 I_ 52 . 75 . C .) : 179 . 2 0 5
78 II Teogonia; 41 - 5 4 - 75 Eugam ón de C ire n e : 77 - 3 6 8
(fr. 4 1 B ernabé): 5 6 ; (fr. 46 B .): 7elegonía: 73- 3 6 8
41 ; (fr. 4 7 B .): 4 8 : (fr. 48 Eum elo de C o rin to : 74 - 77 • l o 5 . 215 -
B .): 4 8 ; (fr. 49 B ,): 4 9 : (fr. 217- 2 25 - 368
5 0 B .): 4 9 ; (fr. 51 B .): 4 9 Cormfíacas: 2 17 . 3 6 7 . 3 7 4
ÍN D IC E D E N O M B R E S 4O 5

E u r ip i d e s : 6 4 , 9 0 , l o 6 . 1 5 4 , 1 6 5 - 1 7 3 , Hedammu: 2 7 9 , 2 9 4 - 2 9 5 . 3 1 0 - 3 1 1 , 3 1 9 -
219 3 2 2 . 333
(Alcestis 2 9 4 ) : 6 2 ; ( 3 5 7 - 3 f>2 ): 219 H egias de T re z é n : IO O
II ( Bacantes 5 6 2 S S .) : 2 1 6 ; H elan ic o (al que se atribuye, con
( lI I 4 ss.): 1 5 4 1 5 5 : ( l 3 0 2 s.): J e r ó n i m o , un a te ogon ia ó r fic a ): 3 5 ’
156; (1344 ): 156 II (Fenicios 3 9 . 4 2 - 4 3 . 4 5 . 4 7 . 51 . 6 0 - 6 1
1 6 3 ) : 6 2 II ( Hécuba 7 0 5 ) : 6 1 II H e la n ic o de L e s b o s: 374
(Ion 4 5 2 ): 91 II (Medea l 6 ss.): H e rá clito : 3 ^ 9 - 3 9 1
166; ( 3 6 S S .) : 16 6 -16 7; (fra g m e n to 3 0 M arco vic h ): 37 O ;
( 2 2 0 ss.): 1 6 7 ; (5 73 SS .): 1 6 8 ; (fr. 5 2 M .) : 3 8 9
(774SS.) : 1 6 8 ; (787SS.): 16 9 ; H éreas de M égara: 9 6 , I O 4 - I O 5
(969SS.): 17O ; ( l 021 ss.): 1 7 0 ; ( fr. I Jacoby): 9 8 ; (fr. 2 j . ) : 1 0 4
( l0 4 0 s s .): I 7 I ; ( l l 85 ss.): 17 1 ; H e r e n i o F iló n de B ib lo s : 2 3 5 . 2 5 9 - 2 6 0 ,
( 1 2 6 1 s . ) : 1 7 2 II ( f r a g m e n t o 2 6 4 II Historia fenicia: 2 6 4
7 5 2 g K a n n ic h t): 2 1 8 ; (fr. H eródoto: 76. 2 0 2 . 2 1 1 , 3 6 3 , 372. 3 7 4 *
8 3 9 .10 K .): 58 375
E u s e b io de C e sare a: 2 5 9 . 3 8 5 (Historia 1 . 1 ) : 374; (3 .6 1): 202;
Eustacio: ( 2 . 132 ): 2 0 2 ; ( 2 . 144 ): l 8 7 ;
( Comentario a la Odisea I 7 6 9 -35 ss- ): ( 2 .17 o ) : 2 0 2 ; (4 .7 9 ): 2 0 2
36 8 H e s io d o : 18. 2 3 , 2 5 - 2 6 , 2 8 3 2 . 3 8 - 3 9 ,
E v é m e r o de M esana: 3 8 7 4 3 - 4 7 . 5 0 - 51 . 5 3 . 5 6 - 5 9 . 6 l , 6 4 ,
Favori n o : 2 1 7 67. 7 4 -7 5 . 83 84, 8 9 - 9 2 . 96 98,
Ferecides de Atenas: 1 0 3 - 1 0 4 1 3 0 , 16 1 , 1 6 3 , 1 9 8 n. 2 . 1 9 9 , 2 0 6 ,
( fra g m e n t o 1 4 8 F ow ler): 9 8 2 10 . 2 14 , 2 17. 2 25 , 2 39 . 259- 2 6 5
Ferecides de S i r ó : 2 3 268. 273, 275-276, 278 -279 . 280
Lidias: 2 2 0 289, 29 1. 2 9 6 - 3 0 5 , 3 13 . 315 , 318,
F ilo d e m o : 1 8 6 - 1 8 7 3 2 1- 3 2 2 . 326 . 33 1. 35 3. 36 0 . 365
(De la piedad p. 6 G om p erz): 8 7; 366, 370. 373. 378. 382 383 II
(p. 16 G . ) : 1 8 5 ; (pp- *9 y 61 Teogonia 2 3 . 2 6 . 3 0 . 3 2 . 3 9 . 4 3 . 4 6 .
G . ) : 4 2 : (p- 3 ' C .)> 8 6 : (p. 67. 74- 75. 83. 85. 92. 96. 2 17. 2 39 .
4 3 G . ) : 4 8 ; (p. 4 6 G . ) : 5 1 ; 259 261. 265. 268. 273. 277. 289.
(p. 4 7 G . ) : 1 8 6 : (p. 61 G . ) : 296. 298. 310 . 3 2 0 321, 33 1. 36 5-
4 3 : (e n H c n r i c h s , Cronache 3 6 6 . 3 8 2 II Trabajos y dias: 6 7 . 2 9 8 -
Ercolanesi 5. 1975. 35): 18 6 ; 299. 36 5-36 6. 382
(en O b b in k , Cronache Ercolanesi (Escudo 1 8 2 ) : 9 6 II (Teogonia 2 0 ) : 6 l :
2 4 . 1994 - >3 2 ): 1 8 5 (26SS.): 5 6 : ( 2 7 s . ) : 3 7 3 ; ( 9 4 -
F iló n de B ib los: véase I le re n io f i l ó n de 10 3): 3 2 : (10 5): 57; (105
Hiblos 113): 2 6 5 ; ( l0 8 s.): 58; (116
Fin n ico M a te r n o .Ju lio : 18 3 133): 27; (II6 -II7): 29. 296
(6 .4 ): 18 2 . 3 5 8 11. 4 ; ( i i g 1 2 0 ) : 3 0 . 4 4 ; ( l 2 3
Forónida: 3 6 7 . 374 12 4 ): 3 1: (126): 31; (l2 9 ): 31:
Génesis 1 : 3 8 ( 1 3 1 ) : 3 1 ; O33.SS.): 3 1 . 4 6 ;
Gran viaje del alma, el: 3 3 7 - 3 4 2 . 3 4 4 “ 3 4 7 ( I 37 s.): 281 ; ( 1 3 8 ) : 2 7 3 : ( 1 5 5 -
Hall usili I: 3 3 4 1 5 6 ) : 2 6 6 : ( 1 6 4 S S .) : 2 8 l ;
I lecate o de A b d c r a : 1 8 6 (166): 2 6 6 , 2 8 l (172): 2 66;
Mecateo de M ile to : 7 4 . 1 8 7 . 3 7 1 - 3 7 2 . ( 1 7 4 s .) : 2 8 2 ; ( 1 8 2 1 8 7 ) : 2 6 6 :
3 7 9 - 3 8 5 II Genealogías-, 7 4 , 3 7 2 ( 1 8 3 ) : 19 8 n. 2 : ( l8 8 s s .) : 8 3 .
( fra g m e n t o 1 Ja coby): 3 7 1 2 8 3 - 2 8 4 ; (2 0 7S S.): 4 5 ; ( 217 ):
4o 6 ÍN D IC E D E N O M B R E S

5 0 ; ( 297) : 51; ( 304 - 308 ) : Hermes: 1 2 4 - 1 2 5 . 131; himno 13: 1 2 7


313 ; ( 335 ): 4 6 ; ( 383 )= 51 = (Ilíada 1 .5 ) : 3 8 1 ; ( 1 . 1 1 3 - 1 1 5 ) : 1 6 1 ;
( 454S S . ) : 13 0 ; (4 59 S .): 239 : ( 1. 2 6 5 ): 94; ( l . 2 9 0 ): 57;
(4 59 -4 6 4 ): 26 6; (464 ): 28]; ( I.5 7 2 S S . ) : 8 3 ; (2 .5 9 4 -6 0 0 ):
(4 6 8 S S .): 3 6 0 ; (486): 26 6. 2 2 9 ; ( 2 . 742 - 744 ): 9 6 ; (2 .7 8 1 -
2 8 6 ; ( 4 9 0 4 9 1) : 26 7; 783): 312; (3 .I4 3 S S .): 94;
(4 9 3S S .): 28 0 ; (50 7S S .): 26 8; ( 4 3 9 8 ): 9 4 : (5 .3 7 O S S .) : 8 3 ;
(518 ): 4 6 ; (5 2 IS S .): 2 9 6 , 2 9 8 ; (5 .5 3 O S S .) : 83; (5-875): 82;
(5 3 5 S S .): 29 6 ; (54 5): 58; ( 5 .8 8 0 ) : 82 ; ( 6 .1 4 6 -1 4 9 ): 56;
( 550 - 552) : 2 9 7 ; ( 554- 555) : (8 .1 4 ): 46; (8 .4 7 8 ): 46;
297 : ( 563- 567) : 298; ( 571- ( 9 - 45 3 SS-): 2 39; (1 2 .3 2 3 ): 57:
6 12): 298; (6 13 -6 16 ): 298; (1 3 .8 2 3 ): 327; ( 1 4 .2 0 0 ): 45 ,
(3 0 4 -3 0 8 ): 313; (622): 46; 272; (l4 .2 0 l): 36; (1 4 .2 4 4 );
(626 ): 6 3; ( 727s ): 46 ; ( 729- 2 7 2 ; ( 1 4 . 2 7 9 ) : 18O; ( 1 4 . 3 0 1 ) :
731): 46; ( 7 3 6 s s .): 46; (746- 46; (1 7 .4 2 5 ): 30; (1 8 .5 9 0 -
757) : 31; ( 820 - 86 ! ) : 313- 315: 5 9 2 ) : 9 5 ; ( 1 8 . 5 9 3 ) : 1 3 6 n. 3;
(8 3 5 S S .): 5 1 ; ( 8 4 O : 4 7 ; ( 8 5 3 ) : ( 2 2 . 4 3 8 ) : 3 2 8 ; ( 2 4 . 8 8 ) : 5 8 ||
32 1: (868): 59; (8 8 3-8 8 5): (OdLiea I.3 5SS.): 15 9; ( 1 . 3 2 0 ) :
26 7, 2 8 l; (8 8 6 -9 0 0 ): 83; 326; ( 3 -I9 3 - 198 ): 159 :
(8 9 1-8 9 8 ): 26 7; ( 924 - 929 ) : ( 4 . 5 3 O S S .) : 1 59 ; ( 4 . 5 6 3 ) : 46:
8 4 ; (9 2 7 S S .): 8 3 II (Trabajosjdías (5 .5 1 ): 328; (n .1 3 ): 46;
4 2 -4 8 ): 29 8 ; (9 0 -9 3): 299; (n .3 0 9 -3 2 0 ): 312; (H .3 2 1 -
(10 6 -12 3 ): 2 9 9 -3 0 0 ; (10 6 - 3 2 5 ): 95 ; (11 .4 0 6 -4 1 1 ): 160;
2 0 1): 3 7 3 II (fr. 2 3 a .13 .s s. (1 1 .4 2 1 -4 3 0 ): i6 o ; (11.432-
M e rk e lb a c h -W e st) : l6l; (fr. 434): 160: ( 1 1 .6 3 1 ): 95-96:
2 3 a .2 7 ss . M .-W -): 16 1; (fr. 1 2 3 ( i 9 -3 9 9 ss.): 2 3 8 ; ( 2 4 - 3 6 ) : 9 4 '-
M .-W .): 32 6 ; (fr. 298 M .- ( 2 4 - 1 9 2 - 2 0 2 ) : 1 5 8 - 1 5 9 II (Himno
W .): 9 8 ; (fr. 3 4 3 M .-W .): 8 5 homérico a Apolo 3 °O s s .) : 3 1 3 ;
H ig i n o : ( 3 0 7 - 3 0 9 ) : 87-, (a Deméter 4 0 -
(Astronomía 2 .1 5 ) : 297 II (Tabula 48): 2 5 2 : (4 3 -4 6 ) : 3 2 5 - 3 2 9 :
1 4 1 ) : 4 8 ; ( 1 6 7 ) : 18 1 (2 5 6 s s .) : 5 6 ; ( 3 0 5 - 3 1 3 ) : 2 5 2 -
Hipócrates-. 9 1 , 3 9 3 2 5 3 ; (« Hermes 3 7 4 ) : 59-, ( 4 7 0 -
(Sobre la antigua medicina i) : 5 8 4 7 6 ) : 2 5 3 ; (a Atenea I2 8 ] 4 -
H om ero: 3 0 . 36 . 44. 4 6 , 5 7 - 5 8 . 64, 16 ): 87
6 7 - 7 0 , 7 2 - 7 3 - 77- 8 2 - 8 3 , 9 0 . 9 4 . íb ie o de R e g io : 8 8 - 8 9 , 2 1 5 . 2 2 5
9 6 , 9 9 n. 2 , 1 1 5 - 1 1 7 , 1 2 4 . 1 3 6 n. 3. (PMG 2 7 5 ) : 8 9 ; (PMG 3 0 6 ) : 2 1 5
' 37- 15 7 -15 8 . 16 0 , 16 5. 17 2 - 17 3 . llluyanka 3 2 1 . 331 . 3 3 3 - 3 3 5 - Véase también
18 0 . 2 1 4 - 2 1 5 . 217, 2 2 5 , 229 , 2 3 4 - Lucha contra el Dragón
2 3 5 . 2 3 8 . 3 1 2 - 3 1 3 - 315. 32 6 . 3 5 2 , In o : 154-155
356. 359. 365. 36 6 -36 8 , 370 , 37 3- ló n de Q u í o s : 1 0 7
3 7 4 , 3 8 2 II Ilíada: 6 7 , 6 8 - 7 0 , 7 2 - 7 3 , (Elegías 7 ): 1 0 6
9 4 . 9 7 . 9 9 . 1 1 5 . " 7 . 1 2 3 - 1 2 4 - 137 . Istro: 9 7
16 0 , 2 2 6 , 2 3 5 , 3 12 . 3 2 6 , 3 6 5 . 37 2 , (fra g m e n to i o j a c o b y ) : 9 7
3 8 2 , 3 8 6 || Odisea■. 6 7 - 6 8 , 7 2 - 7 3 , 7 6, J á m b l i e o : 45
9 5 - 9 6 . 1 1 5 , 123 - 1 5 9 - 1 6 0 , 2 1 7 , 2 3 9 . Ja n t o de L i d ia : 370
3 0 9 . 3 6 5 - 3 6 7 . 3 6 9 . 3 8 2 , 3 8 4 || Jenócrates: l 8 o , 2 0 8
Himnos homéricos: a Afrodita: 1 2 3 - 1 5 ° ; a (fra g m e n to 2 1 9 Isn ard i Párente):
Apolo-, 3 2 1 ; a Deméter-, 1 2 5 , 3 0 3 ; a 18 0 ,2 0 9
In d i c e d e n o m b r e s 4.07

Jen ó fan es de C o lo fó n : 37o - 3 9 ® II Algonáuticos órficas 218 II Descenso a los


Fundación de Colofón-. 367 infiernos: 34 2 II Teogonia de Jerón im o y
(fragm ento 15 G entili-P rato): Helanico: 25, 3 5 - 4 0 , 4 2 - 4 3 . 4 5 .
3 7 0 : (fr. 17 G .-P .): 37O1 (fr. 47 > 51. 61 II ( Teogonia de las) Rapsodias:
18 G .-P .): 3 7 0 ; (fr. 19 G .- 43* 4 5 -4 6 , 48, 5 0 , 58, 6 0 , 62. 178,
P.): 3 7 0 ; (fr. 20 G .-P .): 373. 18 1-18 6 , 189. 19 5, 19 8 -19 9 , 2 0 1,
Jerón im o: 3 5, 39, 4 2 -4 3 . 4 5 . 4 7 . 51. 2 0 4 . 20 9 , 2 11, 39 1, 3 9 3 -3 9 4 II VVose
6 0 -6 ] Papiro de Derveni, Laminillas de oro
Ju lia n o : 19 8 , 2 0 0 - 2 0 1 órficas. Véase también O rfeo en el índice
(Carias 8 2 b .29 2 ): 198 de nombres mitológicos y literarios
Laminillas órficas de oro: 3 37* 3 4 2 _347 (fragmento I Bernabé): 187; (fr.
Lesques: 79 B .): 6 0 ; (fr. 80 B .); 6l;
(Pequeña Iliada fr. 2 0 Bernabé): 99 (fr. 81 B .): 5 1; (fr. 87 B.): 45;
Licofrón: 179, 2 0 5 (fr. I I I B .): 4 5 ; (fr. 136 B.):
Lido, Ju an : 18 4 6 2 ; (fr. 14 1 B .): 6 0 ; (fr. 178
(D e los meses 4 . 5 ) = 182 B .): 19 5 ; (fr. 179 B .): 46; (fr.
L o b o j los siete cabritas, el: 2 75" 3^ 0 18 8 B .): 198 n. 2; (fr. 189
Lucha contro el Dragón: 14 2, 236, 3 16 , 3 3 1, B .): 5 0 ; (fr. 2 3 3 B.): 56; (fr.
3 3 3 . 3 3 5 . 3 5 7 - Véase también llluyanka 234 B .): 19 5; (fr. 24 1 B.): 58;
Luciano: 184 (fr. 299 B .): 195; (fr. 3 2 0
(Amores 32): 28 | (De la danza 39): B .): 57; (fr. 35O B .): 195,
182 II (Prometeo 3): 297 2 0 3 II (Arjonaufieas 12 - 14 ) ' 6 0 ;
Aíaftofc/iBrofa: (17 -2 0 ): 198 II (Himnos órficos
(XII 256 .6 ); 381 6 .2 ): 6 2 ; 3 7 ; (a los Titanes);
M imnermo de C olofón: 198 n. I. 2 0 4 ; ( 4 1 5 ) : 256 ;
Esmimeida: 367 ( 5 7 .10 ) : 59; (5 8 .7 ): 59 II
Miniada-. (laminilla de Pelinn a): 2 0 5
(fragmento I Bernabé): 10 1; (fr. (de Turios 5 ) : 2 0 8
3 B .): 101; (fr. 6 B .): I O I ; (fr. Ovidio: 4 4 , 2I4 >219, 393 II Mefamor^isis; 393
7 B .): IOI (M etam orfosis 1.5 - 9 ) : 2 8 ; ( 1 0 . I -
Museo: 59, 86, 9 1-9 2 , 18 2, 216, 344 11.8 4 ): 2 14
(fragmento 75 Bernabé): 8 7 ; (fr. Paniasis: IOO, 10 3 , 116
8l B .): 4 3 ( Heraclea , fragmento 14 Bernabé);
Naupactioi: 217 IOO
Nicóstrato; 119 Papiro de Derveni: 2 5 9 “ 2 6 o , 2 6 8 - 271. 28 4-
Nono: 236, 3 18 , 3 2 0 , 3 2 2 . 331- 3 3 4 . 336 289, 3 9 1. Comentarista (del papiro)
(Diontst'acas 1.4 0 8 5 .): 237* 3 3 1 ' de Derveni: 27 0 , 392
3 3 6 ; (1.48ISS.): 236, 316 (col. V i l ) : 39 3 ; (col. XII 3 S S .) : 5 8 ;
O lim piodoro: I9 4 "I 9 5 > 2 0 0 , 3 34 (col. X i v ) : 3 9 2
(Comentaño oí Fedón 1.3 -6 ) : 193 Papiro de Estrasburgo: véase Empédocles
Onomácrito: 18 0 , 2 0 1-2 0 2 Potito de Gurob: 2 0 3 - 2 0 4 , 2 1 0 , 2 6 8
O piano: 2 0 0 - 2 0 1 , 2 3 6 -2 3 7 , 3 2 0 , 322 Parménides: 5 8 , 2 2 1 . 3 8 9
(De la pesca 3 .15 - 2 5 ) : 2 3 5 , 3 J 6 ; (B 1. 2 8 - 3 0 Diels-Kranz): 374;
(5.4SS.): 2 0 0 (B 6.3SS. D .- K .): 56; (B IO.I
"O rfeo ” : 2 3 . 2 5 . 3 5 . 4 5 - 4 6 . 5 0 - 5 1, 53. D .- K .): 57
5 6 -5 7 , 6 0 -6 2 . 177. 18 1-18 2 , 184, Pausanias: 51, 96. IOO, 102 , 201 - 2 0 2 , 267
18 7. 19 2 - 19 4 , 19 6 -19 7 , 2 0 1- 2 0 2 . (Descripción de Grecia I . 2 .l): IOO,
20 6 , 20 9 , 3 4 2 . 3 4 4 . 3 4 7 . 3 9 1-3 9 2 II 10 9 ; ( 1.4 1 .4 ) : 10 5 , 10 7 ;
408 Í N D IC E D E N O M B R E S

( 2 .2 2 .6 ) : 10 8 : ( 5 . 1 9 .2 - 3 ) : Proclo: 73, 98 . 18 4 , 39 1
10 5 ; (7-2.6): 109-, (8 .18 .2 ): 5 0 : (Comentario al Cratilo 5 6 ■! 6s.
( 8 .3 7 .5 ) : 18 0 . 2 0 1 ; (9 -3-2 ): Pasquali): 4 5 ; ( 7 7 .2 4 P.): 196
87; ( 10 .2 5 .8 ) : 99: (1O .2 9 .9 ): || (Comentario a la República II
lOO, 1 0 2 ; ( l0 .2 9 .1 0 ) : 96 7 4 . 26 ss.): 19 6 ; (li 338 .IIS S .):
Pequeña Ufada: véase Lesques 19 6 II (Comentario al Timeo I
Pericles: 3 ^ 5 - 3 ® 4- 4 0 7 .2 2 ) : 1 8 2 : (II 1 4 5 .1 8 ) :
P índ aro: 57. 86 87. 8 9 - 9 2 . 1 0 3 , 10 7 . 1 8 1 ; (III 2 9 7 .8 ) : 2 0 5 ||
10 9 , Jl6 . 18 0 . 2 0 4 - 2 0 5 , 2 11 , 215 , (Crestomatía): 73 - 9 8 - IOO.
2 17 , 2 2 5 , 3 18 , 3 2 2 . 3 5 2 - 3 5 9 3 6 8 . 3 7 3 || (Himno 7 -lIss.): 182
(Olímpica 3 .5 0 b ) : 10 3 ; (7.34SS.): Pródico: 5 4 , 56 . 59
8 9 ; ( 1 3 . 2 1 ) : 3 2 7 II (Pilica Protágoras: 3 9 0
3 -47 s.): 2 2 8 : (4 .17 6 S .): 215 : Realeza divina : 261
(8 .9 5S .): 57 II (fragmento 6 f Regresos:
Maehler): 10 9 ; (fr* 3 4 M .): (fragm ento 7 B ernab é): 69
8 9 ; (fr. 1 3 3 M .) : 18 0 . 2 0 5 ; Reinado de los cielos o Teogonia: 2 6 1 - 2 6 4 . 3 6 0
(frr. 17 4 - 17 6 M .): 10 9 ; (fr. Reinado del dios UAL: 2 9 1- 2 9 6 , 3 0 2 - 3 0 5
2 4 3 M .): 10 7 ; (fr. 2 5 8 M .): Rig Veda :
10 7 (10 .12 9 ).- 16
Pisandro de C a m iro : 7 1. 10 3 Saco de Troya: véase A retino
Pisandro de Laranda: 3 3 3 . 3 3 6 Safo: 2 2 3
(fragm ento 15 H eitsch): 3 3 4 (fragm ento 2 0 6 Voigt): 10 6
Pisistrátidas: 12 4 Saneuniatón: 259
Pisistrato: 96. 9 8 , 10 4 Servio:
Pitágoras.- 28 (Comentario a la Eneida 6 .2 l) : 10 6
Pitóstrato: 119 Sim ónides: 1 0 3 , 10 9 . I l 6-217
Platón: 2 8 . 3 9 , 10 6 . 1 8 0 - 1 8 2 , 18 9 , (P.M G550): 10 6 ; (PMG 5 6 7 ): 2 16 :
2 0 5 - 2 0 8 , 2 1 1 . 2 15 , 2 1 9 - 2 2 0 . 3 4 4 , (PMG 5 9 5 ): 2 17
3 8 6 3 8 7 . 3 9 0 - 3 9 1 || Cra'tilo: 3 9 1 || Sim p licio :
Eutijrón: 3 9 1 II República: 38 6 (Comentario a las Categorías de Aristóteles
(Banquete I 79 d ): 2 19 II (Crátilo 3 7 7 .1 2 ) : 2 0 8 || (Comentario a la
4 0 0 c ) : 19 9 . 2 0 9 II (Fedón Física de Aristóteles 2 4 a ! 3 ): 38 9
6 2 b ): 2 0 8 : (6 9 c ): 3 4 4 : Sócrates: 5 8 . 3 8 4
( lile ) : 4 5 || (Gordos 4 9 3 a) ; Sófocles: 71 II Edipn rey: 2 5 8
3 4 5 II (Leyes 7 0 1b ): 179 . 2 0 6 II (Áyax 12 6 ) : 57 || (Edipo en Colono
(Menón 8 lb ): 2 0 5 II (República 10 8 2 ) : 58
3 6 3 c ): 344 Sosibio;
Plutarco: 19 6 - 19 7 , 2 0 1 , 2 10 II Vida de (fragm ento 2 2 ja c o b y ) : 92
Tesen: 38 6 Suda :
( Causas romanas 4 2 ) : 271 II (Sobre el (s. ti. Prodikos): 59
consumo de carne I 7 p- 9 9 6 B ): Supiyahsu: 3 3 4
19 6 , 2 0 8 || (Vida de Teseo 1 7 -5 ) : Tales de M ileto: 2 4 2 5 . 36 , 3 7 9 . 3 8 3 .
10 6 : (2 0 ): 9 7 : (2 8 ): 10 3 , 10 9 38 8 . 394
Pseudo-Plutarco: Telegonía: véase Eugam ón
(Misceláneo 2 ): 38 8 T eofrasto: 3 8 9
Poema de Gilgamés: 14 2 T eognis: 10 8
Poema de Mió Cid: 3 5 7 ( 1 2 3 1 - 1 2 3 4 ) : 10 7
Polignoto: 10 2 Teogonia de Derveni: véase Papiro de Derveni
ÍN DICE DE N O M B R ES 4O 9
Teogonia de D unnu: 26 4 Graf: 22 4 , 22 7
Teología de Menfis: 272 Grim m : 2 5 3 , 3 5 1, 3 6 0 -3 6 1
Textos de las pirámides-. 2 0 Guthrie: 53
Textos de los sarcófagos-. 16 Hägg: 236
Tesada: Jarnés; 254, 258
(testim onio I Bernabé): 10 2 : Jim enez San Cristobal: 342 n. 2
(fragmento I B.)-. 103 ; (fr. 2 Jo n g: 2 14
B .): 10 3 K ipling: 121
Titanomaquio cíclica: 3 18 K irk : 53
Tolomeos: 18 8 -18 9 K roll: 44
Toma de /jilp a : 3 35 Lara Peinado: 247 n- I
MMummi: véase Canto de Ullikummi Ledere : 5 1
Virgilio: 214 , 219, 2 2 1 Lin forth: 19 1
(Geórgicas 4 .4 5 3 - 5 2 5 ): 2 13 - 2 14 Lobel: 10 9
Zenón: Machado: 357
(S V F 2 9 .17 von A rnim ): 28 Marcovich: 38 1
Zidi: 334 M ondi: 117, 238
Zópiro: II9 M oulinier: 5 3 « ^9 *
Nestle: 377
Onians: 91
III. A utores m odernos Otten: 3 34
(N o se recogen ios autores de ediciones Perrault; 36 1
rifados como lull’ s) P ro p p : 3 5 3
Raven: 53
Afanásiev: 3 5 1 Richardson: 3 2 6 -3 2 7
Bergk: 9 0 Rodriguez Almodovar: 3 5 L 35 ^
Bernabé: 4 1 . 3 4 2 n. 2 Rudhardt: 2 2 4
Bettelheim: 3 5 6 Schefold: 119
Bidez: 19 8 Schliemann: 365
Borgeaud: 2 2 4 Schofield 53
Bowra: 2 J 9 Segal: 148
Bremmer: 224 Smith; 14O
Brisson: 37, 19 1, 1 9 3 - 1 9 4 , 199 Veyne: 385
Brow n: 324 Vian: 19 8, 3 2 0 - 3 2 1, 3 3 2 -3 3 3
Burkert: 236 Wehrli: 45
Buxton: 377 West: 5 1, 54, 85, 18 3, 2 3 3 , 239
Cook: 91 Wilamowitz: 191
Corneille: 357 Wolf: 12 3
Del Olm o Lete: 2 4 8 - 2 4 9
Diels: 4 9
Diez Platas: 2 8 4 IV. G e o g r á f i c o s
Disney: 355 (N o se recogen los lugares de edición
Dodds: 19 1 de libros cttodos)
Edmonds: 1 9 1 - 1 9 4 , 197, 1 9 9 - 2 0 1 , 2 0 6
Edmunds: 238 Abzuwa: 293
Eliade: 17, 371 Acrocorinto: 166
Espinosa: 3 5 1 Afidna: 99, 10 4 , 10 8
Fernán Caballero: 3 51 Alejandría: 12 3
4 io ÍN DICE OE H O M BRES

Alepo: 3 35 Día: 9 5 , 98
Amazonas: 357 Dicte: 49
Anatolia: 234 , 2 5 0 , 3 0 7 , 3 0 9 , 3 18 -3 19 , Didima: 10 9
322 Dio: 2 14
Apolonia: 385 D orio: 2 2 9
Arábigo, golfo: 369 Duddul: 293
Argos: 10 8 , 364, 374 Ebla: 235
Asia: 2 3 3 Ecalia: 229
Asia M enor: 8 3, 1 2 5 , 182 n. 5 , 3 3 3 , Éfeso: 3 8 4
3 6 9 . 3 7 9 . 3 8 3 -3 8 4 Éfira: 3 6 8
Atenas: 4 1 , 5 0 , 6 4 , 7 7 , 9 2 , 9 5 , 9 & - 9 9 > Egipto: 1 8 7 - 1 8 9 , 2 0 2 , 3 1 7 , 3 8 3 , 3 9 6
IO 4 -IO 5, 10 7 , IO 9 -III, 114 , I I7 - I2 0 , Eleusis: 1 1 2 , 2 5 2 , 2 5 6 - 2 5 7
16 5, 168, 188, 244, 364, 384 E p id au ro: 1 1 3
Ática: 99, IIO Escironias, rocas: 112
Aulide: 163 Esmirna: 20 2
Balcanes: 3 18 Esna: 20
Beocia: 77, IOI, 15 2, 2 2 4 Etna, monte: 3 1 7 - 3 1 8 , 3 2 2
Biblos: 2 3 5 , 259 Esparta-, 5 0 , 9 9 , 1 0 8 , III
Bogazkóy: 261 Estrasburgo: 3 8 9
Cálcide: I0 8 Europa: 236
California: 17 Fenicia: 3 2 0
Cambridge: 223 Frigia: 1 3 6
Canea (Cidonia): 215 Grecia: 2 4 . 3 7 . 7 2 , 7 5 ~7 6 , 8 3 , 9 1, n e ­
Casio, monte: 3 1 1 - 3 1 2 , 3 17 - 3 18 . Véase ll? , 1 5 4 . 15 7 . 1 6 5 - 1 6 6 , 1 8 7 - 1 8 9 ,
también Hazzi 2 0 2, 211, 2 2 3 - 2 2 4 , 2 3 5 -2 3 6 , 238,
Castalia, fuente: 3 13 252, 307. 3 2 0 -3 2 2 , 342, 3 56 -357 .
Cesarea: 259 3 6 3 -3 6 4 .3 7 0 , 3 7 9 .3 8 4 .3 8 7 .3 9 6 .
Chipre: 86, 13 3 , 149 , 284 Halicarnaso: IOO, 3 6 4 . 374
Ciconia: 214 Halpa: 2 7 9 . 3 3 4
Cidonia: 215 Hamelin: 227
Cilicia: 2 3 7 , 3 12 , 3 16 -3 19 , 3 2 2 Hattí: 235
C irene: 7 7 - 368 Hattusas; 2 6 1 , 3 3 5
Citerà: 284 Hazzi, monte; 3 1 1 - 3 1 2 , 3 1 8 - 3 1 9 . Véase
Citerón, monte: I 5 3 " I 54 también Casio
Cnoso: 82, 9 5 » 364 Hebro, río; 2 1 4
C olofón: 367, 384, 39O Heidelberg: 2 18
Cólquide: 16 5 -16 6 Heliópolis: 20
C oricia, cueva: 3 16 -3 17 . 3*9 Hemo, ciudad; 2 14
C orico: 2 3 5 , 316 Hemo, monte: 3 17 - 3 18
C orinto: 74, 77, 16 5 -16 8 , 2 15 , 36 7- Hermúpolis: 2 0
3 6 8 ,374 Hímera: 1 0 8
Crem ión/Crom ión: III Ida, monte; 49, 1 3 3 - 1 3 4 , 14 8 , 182
Creta: 49, 95, IIO Ilion: 10 8 , 2 3 5 . 3 6 6 , 3 8 0 . Véase también
Delfos: 1 02, IIO, 119 , 179 n. I, l8 l, 18 3, Troya
18 5 -18 6 , 2 15 , 267, 3 6 0 I n d o :369
Délos: 81 Istmo (de Corinto): 1 0 2 , III, 1 1 3
Derveni: 58, 2 5 9 -2 6 0 , 268, 27 0 , 28 4 - Itaca: 73
289, 392 Italia: 3 8 3 - 3 8 4
ìn d ic e d e n o m b r e s 411

Kanzura: 2 6 3 . 283 Perinto: 19 8, 2 0 0 - 2 0 1 , 2 10


Kiskilussa: 307 Persia: 370
Kummiya: 2 3 9 , 295, 3 10 Pilo: 9 3. 2 14 , 364
Laeedemonia: 10 8 Pleurón: 10 8
Làmpsacc: 370 Polinesia: 225
Lemnos: 114 Queronea: 197
Lesbos : 214 , 2 2 3 , 2 3 0 Quios: 106
Lidia: 3 7 0 Puerto Secreto: 74
Lilibeo: 20 5 Ras Shamra: 24 8 , 264, 2 71
Locros: 20 6 Rodas; 89
Macedonia: 2 14 Roma: 2 2 1, 342
Madrid: 92 Saphon: 3 12
Magna Grecia: 384 Salónica: 268
Mahbu: 218 Samotracia: 218
Maratón: 110 Saturno: 271
Marsella: 369 Sicilia: 3 17 -3 18
Mecone: 296 Sición: 77, 296
Mégara: 9 6-9 7, 1 0 5 , I I I - H 2 , 120 Siculo, mar: 3 17
Menfis: 2 0 , 272 Sidón: 216
Mesana: 3^7 Siria: 3 12 , 317
Mesopotamia: 2 3 5 . 2 4 7 . 3 8 2 -3 8 3 , 396 Tartesos: 369
M ileto: 2 4 , 7 4 . 3 7 0 - 3 7 1, 3 7 9 . 3 8 3 * Tarukka: 3 0 8
3 8 4 ,3 9 4 Tassa: 262
Mittanni: 31O Tauro, cordillera: 2 3 7 - 3 3 I_3 3 2 . 3 3 4 "
Ñapóles: 2 2 0 336
Nemea: 71 Tebas: 19, 77, 152, 154, 258, 368, 385
Nerik: 2 3 6 , 3 0 7. 319- 3 2 2 Tenosi 91
N ilo, rio: 17 Tesprocia: 108
Nisa, monte: 3 l 7 "3 l 8 Tigris, rio: 2 6 3 , 285
Norteamérica: 3 8 1 Tracia: 22 4 , 3 17
Olbia: 20 2 Trezén: IOO, 12 0
O limpia: 7] Tracia: 215
O lim po, monte: 2 7 . 3 2 , 88, 148, 182, Tritón, rio: 8 5 -8 6 , 9 0 , 92
2 16 , 265, 269, 3 12 , 3 14 -3 15 Troya: 68-69 , 73, 75 -76 , 78, 82, 9 5 .
O rcómeno; IOI, 117 . 152 99-IOO, 117 , 13 3 , 148, 157, 16 2 -16 3 ,
Osa, monte: 3 12 2 14 . 234- 359- 3 6 5 -3 6 6 , 368, 3 8 0 -
Pacifico: 225 3 8 2 . Véase también Ilión
Pafos: 13 3 Ugarit: 2 4 7 -2 4 8
Panópolis; 3 3 1 Wilusa: 2 3 5 , 366
Parnaso, monte: 18 1, 18 3 , 186, 2 0 3 , 358 Zaliyanu, monte: 3 0 7
Pelión, monte: 3 12 Zigaratta: 3 0 8
ÍN DIC E

P r e s e n t a c ió n 7

I. C o s m o g o n í a s y te o g o n ia s
1. Mitos del nacimiento del mundo: cosmogonías i 3
2. La cosmogonía de Hesíodo 2 7
3. Una cosmogonía òrfica 35
U. La cosmogonía de Epiménides 4 i
5. Una cosmogonía cómica (Aristófanes, Aves 685 ss.) 53

II. M it o s y lite ra tu ra
6. Temas míticos de la épica griega arcaica perdida 67
7. El nacimiento de Atenea en la literatura griega arcaica 81
8. Teseo en la poesía arcaica y clásica:
politización de un mito 93
9. Los mitos de los Himnos Homéricos:
el ejemplo del Himno a Afrodita 123
10. Mujeres locas, mujeres asesinas:
contrafiguras de la mujer ideal en los mitos griegos 151

III. O r p h ic a
11. Nacimientos y muertes
de Dioniso en los mitos órficos 177
12. La tela de Penèlope:
¿hubo un mito òrfico sobre Dioniso y los Titanes? ' 9 i
13. Orfeo, el músico transgresor 2 1 3
IV. M i t o s g r i e g o s y m ito s del P r ó x im o O rie n te
H . Influencias orientales en la literatura griega:
reflexiones metodológicas 233
15. El dios que desaparece en mitos griegos
y del Próximo Oriente 247
16. Generaciones de dioses y sucesión interrumpida:
el mito hitita de Kumarbi,
la Teogonia de Hesíodo y la del Papiro de Derveni 259
17. Ventajas e inconvenientes de la anarquía:
el mito hitita del dios KAL y sus paralelos en Hesíodo 291
18. La lucha contra el dragón en Anatolia y en Grecia:
el viaje de un mito 307
19. Himno Homérico a Deméter U2-U6-.
adaptación de un motivo anatolio 325
20. Un mito etiológico anatolio sobre el Tauro (CTH 16)
en Nono (Dionisíacas 1.408s.) 331
21. El viaje del alma al Más Allá:
un paralelo entre hititas y órficos 337

V. L a s d i f u s a s f r o n t e r a s d el mito
22. Mitos al amor de la lumbre:
temas míticos en el cuento popular 351
23. Mito y epopeya en los orígenes de la historiografía griega 363
24. Mito y filosofía: caminos de ¡da y vuelta 377

E p ílo g o : c o n s id e r a c io n e s f i n a l e s 395

Ín d ic e de n o m b r e s 397
I. M itológicos y literarios; p e rso n a je s de cuen to s 397

II. P e rs o n a je s históricos, a u to res an tigu os


y p a s a je s citados 403

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