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CAPÍTULO 1 TIPOS TEXTUALES Y GÉNEROS

DISCURSIVOS1

Rocco Carbone y Laura M. Kornfeld

Géneros discursivos: un criterio posible de organización textual

Los textos configuran un universo que evoluciona permanentemente. Se trata de un espacio


cambiante cuya constante es la diversidad. Para darse cuenta de esta primera afirmación basta
atravesar el espacio urbano y echar un vistazo a los textos que, por ejemplo, circulan en los
medios de comunicación masiva, que se venden en los kioscos. O a los que ocupan el ámbito
escolar. Si nos limitamos solamente a estos dos ámbitos, nos percatamos de que la variedad de
textos que nos rodea es muy grande. Variedad (variación o diversidad) sin caos ni desorden, ya
que detrás de ella es posible suponer cierta regularidad. O un orden, si se prefiere, que nos
brinda la posibilidad de reconocer, leer y reproducir todos los textos (orales y escritos) que nos
circundan. Uno de los criterios para ordenar ese universo textual que evoluciona
permanentemente, y en el que impera la diversidad, es el que destaca la relación entre los textos
y los ámbitos sociales en los que estos se producen. Y dicho criterio permite la clasificación de
los géneros discursivos.

Por definición, la comunicación es una práctica social. Es así que toda producción discursiva
(escrita u oral) se inserta siempre en un espacio social y, como tal, debe respetar una serie de
protocolos. De hecho, a cada ámbito social (escuela, universidad, cancha de fútbol, bar, familia,
club, etc.) le corresponden ciertas prácticas discursivas que sirven para dirigir la comunicación, y
que resultan adecuadas sólo en ese ámbito. Dos ejemplos: no nos expresamos del mismo modo
al escribir una carta de amor (ámbito familiar o íntimo) o una carta dirigida al director de la
escuela que frecuentamos (ámbito público). Dos: tampoco nos expresamos oralmente de la
misma forma frente a un compañero o frente a un desconocido. Esto es: en toda situación
discursiva intervienen la posición social, las relaciones personales entre los participantes de la
comunicación y hasta cierta entonación (formalidad/informalidad) expresiva. Insistimos: a cada
ámbito social le corresponden ciertos tipos de situaciones comunicativas y a éstas, a su vez,
formas de mensajes que resultan pertinentes para cada uno de esos ámbitos. Formas de
mensajes o formas discursivas que Mijaíl Bajtín (1895-1975), un teórico ruso del lenguaje, llama
géneros discursivos.2

Los géneros son tipos relativamente estables de enunciados elaborados en los distintos ámbitos
de la actividad humana y de la comunicación. 3 Entonces, el conjunto de estos géneros constituye
el discurso propio de cada ámbito. Por ejemplo, los géneros (escritos y orales) que configuran el
discurso académico son: la clase, la conferencia, el debate, el examen oral y escrito, el parcial, la
reseña bibliográfica, la monografía, la tesina, la tesis de licenciatura, la de doctorado. Como
señala Bajtín:
debemos incluir en los géneros discursivos tanto las breves réplicas de un diálogo
cotidiano [...] como un relato (relación) cotidiano, tanto una carta (en
1 López Casanova, Martina (coord.) (2009). Los textos y el mundo. Una propuesta integral para talleres de

lectura y escritura. Buenos Aires: Universidad Nacional de General Sarmiento. 2 Bajtín, M. (2002 [1979]). «El

problema de los géneros discursivos». En: Estética de la creación verbal. Buenos Aires: Siglo XXI Editores. 3

Por enunciado Bajtín entiende una unidad real de la comunicación discursiva. «Las fronteras de cada
enunciado como unidad de la comunicación discursiva se determinan por el cambio de los sujetos
discursivos, es decir, por la alteración de los hablantes. [...] Un hablante termina su enunciado para ceder
la palabra al otro o para dar lugar a su comprensión activa como respuesta». (Bajtín, 2002: 260).
todas sus diferentes formas) como una orden militar, breve y estandarizada;
asimismo allí entrarían un decreto extenso y detallado, el repertorio bastante variado
de los oficios burocráticos [...], todo universo de declaraciones públicas [...]; pero
además tendremos que incluir las manifestaciones científicas, así como todos los
géneros literarios (desde un dicho hasta una novela en varios tomos). (Bajtín, 2002:
248-9)

Los géneros son “moldes” (protocolos, como dijimos antes) que sirven para orientar la
comunicación dentro de un determinado ámbito social y no se puede prescindir de ellos si se
quieren reconocer, leer, reproducir e interpretar los textos que circulan en cada ámbito. Ellos
imponen un orden, una regularidad sin la cual sería imposible toda comunicación. Más: se trata
de categorías abstractas que pueden aplicarse a textos concretos. Los géneros discursivos
representan el nexo en función del cual el texto se pone en relación con el universo de la
comunicación.

Primera gran distinción. En el universo de los géneros, Bajtín traza una línea de demarcación y
propone dos categorías de índole general que sirven para agrupar los géneros en primarios
(simples) y secundarios (complejos). Esta separación se formula en función del grado de
complejidad en la elaboración del género y de su relación con el contexto extraverbal. Integran
los géneros primarios todas las formas de la oralidad: diálogos íntimos, familiares, saludos,
preguntas sencillas, expresiones de deseo, felicitaciones, etc. Estos géneros nacen de la
comunicación discursiva inmediata. En esta categoría podemos situar también géneros escritos
poco desarrollados, como la carta o el listado para las compras, por ejemplo. Para dominarlos no
se necesita un estudio sistemático, sino que aprendemos a usarlos de manera “natural” (en el
sentido de ‘por contacto con el contexto’), tal como pasa con la lengua materna, que prendemos
sin un estudio sistemático de la gramática. Si los géneros primarios son predominantemente
orales, los secundarios tienen una forma predominantemente escrita y, además, son el producto
de una comunicación cultural más organizada y desarrollada. Dichos géneros: “novelas, dramas,
investigaciones científicas de toda clase, grandes géneros periodísticos, etc., surgen en
condiciones de la comunicación cultural más compleja, relativamente más desarrollada y
organizada, principalmente escrita: comunicación artística, científica, sociopolítica, etc.” (ibíd.:
250).

Distinción refinada. Sintéticamente, todo género discursivo condensa tres variables: el tema, el
estilo verbal y una forma de composición. El tema, u objeto, es lo que se desprende del
contenido. El estilo concierne a las frases concretas que constituyen el texto. Comprende “la
selección de los recursos léxicos, fraseológicos y gramaticales de la lengua” (ibíd.: 248). Un
ingrediente que está en la superficie textual y que define el estilo de cualquier texto es su
vocabulario. Según el género, puede ser preciso presentar una terminología técnica relacionada
con un ámbito específico del saber, pero, a veces, también puede presentar ambigüedades (esto
se da frecuentemente en un género como la poesía). La forma de composición o estructuración
se refiere al nivel de la organización estructural de los textos. En este sentido, un texto puede
analizarse como una estructura compuesta de unidades elementales que corresponden a los tres
tipos básicos de organización explicitados en la primera parte de este capítulo: narración,
explicación y argumentación. Por ejemplo, la mayoría de los textos perteneciente al género
artículo de divulgación científica suele presentar una secuencia argumentativa englobada por una
explicativa. En cambio, en el género cuento suele predominar la narración. En una entrada
enciclopédica o en la de un diccionario especializado, la explicación.

Cada vez que nos expresamos (de forma oral o escrita), aunque no nos hayamos puesto a
pensar en su existencia, utilizamos diversos géneros. Esto es, plasmamos nuestro discurso en
formas genéricas. Es más: “al oír el discurso ajeno, adivinamos su género desde las primeras
palabras, calculamos su aproximado volumen [...], su determinada composición, prevemos su
final, o sea que desde el principio percibimos la totalidad discursiva que posteriormente se
especifica en el proceso del discurso” (ibíd.: 268). Frente a una frase como “Había una vez...”,
reconocemos de inmediato que se nos está por relatar un cuento infantil. Una función
determinada (cotidiana, política, periodística, académica, científica, etc.) y unas condiciones
específicas (para cada una de las esferas de la actividad humana) producen determinados
géneros: es decir, “unos tipos
temáticos, composicionales y estilísticos de enunciados determinados y relativamente estables”
(ibíd.: 252).

Contenido temático, estilo y forma de composición están vinculados indisolublemente en la


totalidad del enunciado y se determinan de manera recíproca. Se trata de tres aspectos que se
manifiestan en una interrelación compleja; aquí los aislamos sólo por comodidad expositiva.
Por último, queremos introducir un ingrediente más que permite caracterizar el género de un
texto: el paratexto. Se trata de cuantos elementos verbales y gráficos (títulos, dibujos,
ilustraciones, etc.) acompañan al texto, formando parte del enunciado principal que constituye la
obra. La presencia de imágenes y gráficos, por ejemplo, es típica de los textos científicos o de
divulgación científica, cuya función predominante es didáctica. En cambio, en lo que atañe a la
prensa diaria, los paratextos más significativos –a nivel de la presentación del texto– son la
volanta, el título y la bajada. Estos nos dan la pauta de que tenemos enfrente un texto cuyo
género es periodístico.
Y al respecto, unas aclaraciones. El título constituye la entrada de un artículo periodístico. Por ahí
empezamos a leer. La volanta está situada por arriba del título y su tamaño de letra es inferior
que el del título. Tiene una doble función: introduce y/o amplía el tema del título. La bajada (o
copete), en cambio, está situada debajo del título. Su función consiste en una síntesis de la
información contenida en la nota. Va un ejemplo:

UNA LEY CLAVE PARA EL GOBIERNO Fracasó


el debate de la
emergencia económica en el Senado
El oficialismo no logró el número para aprobar la iniciativa; avanzarán con el presupuesto y la
prórroga de impuestos (Fuente: La Nación, 5/12/2007).

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