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UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA

FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS


ESCUELA DE ESTUDIOS DE POSTGRADO
MAESTRÍA EN ADMINISTRACIÓN FINANCIERA

INVESTIGACIÓN:

Crisis financiera en el mundo

ING. SAMUEL ANTONIO HERNÁNDEZ ALVAREZ

GUATEMALA, JULIO DE 2023


ÍNDICE

Contenido
ÍNDICE......................................................................................................................2
RESUMEN EJECUTIVO...............................................................................................4
INTRODUCCIÓN..........................................................................................................5
OBJETIVOS..................................................................................................................6
General:.....................................................................................................................6
Específico..................................................................................................................6
CONTENIDO................................................................................................................7
2009 (contracción del 2,9%).....................................................................................7
ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA.........................................................................7
La UE parece incapaz de proporcionar la armonía y el bienestar que prometía
desde sus comienzos................................................................................................8
LA EVOLUCIÓN DE LA UNIÓN EUROPEA.............................................................8
EL ORIGEN DE LA CRISIS DEL EURO................................................................10
Al BCE se le encomendó mantener la estabilidad financiera, pero se le prohibió
comprar deuda pública...........................................................................................11
Muchos de los problemas de la UE provienen de las asimetrías institucionales de
las economías políticas de sus estados miembros................................................12
La unión monetaria estimuló sendas de crecimiento desequilibradas que
favorecieron la expansión de los exportadores del norte.......................................14
LA RESPUESTA A LA CRISIS DEL EURO Y SUS CONSECUENCIAS...............14
A corto plazo, las reestructuraciones emprendidas en un contexto de austeridad a
menudo tienen efectos negativos...........................................................................18
Brexit.......................................................................................................................20
OBJETIVOS DEL DESARROLLO SOSTENIBLE..................................................21
Objetivo 1: Poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo............21
Objetivo 2: Poner fin al hambre..............................................................................22
Objetivo 3: Garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas
las edades...............................................................................................................23
Objetivo 4: Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover
oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos.............................24
Objetivo 8: Promover el crecimiento económico inclusivo y sostenible, el empleo y
el trabajo decente para todos.................................................................................24
Respuesta al COVID-19.........................................................................................25
Objetivo 9: Construir infraestructuras resilientes, promover la industrialización
sostenible y fomentar la innovación........................................................................25
Objetivo 12: Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles........27
La COVID-19 (coronavirus) hunde a la economía mundial en la peor recesión
desde la Segunda Guerra Mundial.........................................................................29
Respuesta del Grupo Banco Mundial frente a la COVID-19..................................32
La economía mundial se expandirá en un 4 % en 2021; la distribución de vacunas
y las inversiones son clave para sostener la recuperación....................................33
Crisis de contenedores: estatus y análisis..............................................................35
Crisis de contenedores en América........................................................................37
Efectos económicos y financieros en América Latina y el Caribe del conflicto entre
la Federación de Rusia y Ucrania...........................................................................38
Situación Financiera actual.....................................................................................40
Proyecciones regionales.........................................................................................41
CONCLUSIONES.......................................................................................................52
RECOMENDACIONES...............................................................................................54
BIBLIOGRAFÍA...........................................................................................................55
RESUMEN EJECUTIVO

La siguiente investigación presenta las principales crisis financieras en el mundo en


los últimos años. El resultado de la investigación muestra que han sido en la
mayoría casos por decisiones políticas, como el Brexit en Europa, como el conflicto
entre Rusia y Ucrania, la crisis inmobiliaria en Estados Unidos y por fenómenos
naturales que no están a nuestro alcance como la pandemia por COVID-19 que vino
a paralizar por completo la economía en el mundo.

En las eras antiguas donde no existía la capacidad de comunicarse como existe en


la actualidad, las crisis financieras afectaban específicamente a los países
involucrados, y en menor proporción a los países aledaños geográficamente. Ahora,
con la globalización, nos permite comprar, vender y obtener bienes y servicios de
cualquier parte del mundo. Cada país o región se especializa en producir bienes en
específico por la infraestructura, tecnificación, recursos naturales, etc, que permite
ofrecer un precio competitivo contra opciones en los mercados locales. La
capacidad de tener acceso a los mercados financieros, mercados de inversión,
bolsas de valores y poder invertir nuestro dinero en donde más nos parezca.

Debido a la facilidad de negociación y de inversión, nos es de suma importancia


como financieros estar al tanto de cada dinámica del mercado, a la situación política
de los países en donde se encuentran nuestros aliados estratégicos, esto nos da
una mayor oportunidad de respuesta rápida ante cualquier eventualidad.

A la vez, dentro de las planeaciones financieras, tomar en cuenta el desarrollo


político de los sectores y de los países. Esta consideración debe de estar inmersa
en el análisis de riesgo en las inversiones, ya que es un factor que puede afectar.

Concluyendo el trabajo de investigación, podemos afirmar que una herramienta que


debe manejar un financiero es el estado político de los países con los que contamos
con alianzas estratégicas, cómo se encuentran sus índices financieros e
históricamente como han afrontado las crisis para tenerlo como herramienta a favor.
INTRODUCCIÓN

El ser humano a lo largo de su historia se ha caracterizado por salir avante de cada


una de las situaciones con las que se enfrentó. Esto nos tiene como pirámide en las
especies que residen en el planeta.

Como sociedad, estamos expuestos a diferentes cambios y dinámicas que nos


permiten desarrollarnos de mejor manera o representan dificultades que merman la
capacidad de algunos sectores. Debido a la distribución geográfica y el
característico cuerpo de agua que separa los continentes, cada grupo de países se
desarrolla de diferente manera, tienen sistemas económicos diferentes que adoptan
ciertas reglas o normas para que puedan coexistir de mejor manera.

Sin embargo, el hecho de estar separados físicamente no nos exime de sufrir golpes
económicos si otros continentes tienen dificultades. En la actualidad, la globalización
y la capacidad de comerciar libremente entre diferentes países permiten obtener
materias primas de mejor calidad y precio de países o sectores que se dedican a la
producción de ciertos bienes e insumos, teniendo una ventaja competitiva sobre
otros productores. La facilidad de comercio tiene esa característica de dinámica del
mercado.

Cuando existen crisis económicas, fenómenos sociales, conflictos políticos, a nivel


mundial todos sufrimos las ondas de expansión de estas situaciones. En la presente
investigación, se presenta información del estado económico de los diferentes
sectores globales, las principales crisis financieras que han existido en los últimos
años, cómo afectaron en los índices económicos y las medidas que fueron
adoptadas por los diferentes organismos, fungiendo un papel importante en el
equilibrio de los mercados financieros.
OBJETIVOS

General:
● Conocer las principales crisis financieras en el mundo.

Específico
● Identificar las situaciones actuales de los continentes y sectores.
● Analizar el impacto que generan las crisis financieras en los
mercados globales.
● Analizar las salidas o soluciones que se implementaron para la
solución de las crisis.
● Conocer los programas y planes para erradicar crisis financieras
CONTENIDO

2009 (contracción del 2,9%)

La recesión de 2009 surgió del colapso del mercado inmobiliario de Estados Unidos
debido a la crisis financiera de 2007-2008 y la crisis de las hipotecas de alto riesgo.
Como resultado, varias empresas y bancos tuvieron que ser rescatados por los
gobiernos centrales de todo el mundo.

Según el FMI (Fondo Monetario Internacional), fue "el colapso económico y


financiero más grave desde la Gran Depresión de la década de 1930".
Sin embargo, esta contracción no se sintió igualmente en todo el mundo. Si bien,
por un lado, la mayoría de las economías desarrolladas entraban en recesión, los
países emergentes sufrían un impacto proporcionalmente mucho menor.
A modo de comparación, en 2009, el PIB estadounidense cayó un 2,5% mientras
que el brasileño, un 0,1%. Al año siguiente, Brasil registró un rotundo crecimiento
del 7,5%.(BBC, 2020)

ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA

Durante décadas, la UE ha sido un vehículo de paz y prosperidad en Europa, pero


ahora se está en apuros. La respuesta a la crisis ha tenido efectos económicos y
políticos negativos. La decisión de subvencionar la deuda a cambio de austeridad
ha obstaculizado el crecimiento en el sur de Europa. Si bien las élites europeas
abogan por una mayor integración, la respuesta a la crisis ha reducido el apoyo
popular a esta alternativa. Una unión fiscal más profunda amenaza con intensificar
la tecnocracia. No obstante, el euro puede resistir siempre y cuando se consoliden
algunas reformas institucionales y se logre reactivar el crecimiento económico en el
sur de Europa.

Desde una perspectiva histórica a largo plazo, la Unión Europea es una de las
creaciones políticas más peculiares de finales del siglo xx, una herramienta de
cooperación supranacional que no llega a ser una federación política, pero que es
más fuerte que un régimen internacional. Tras medio siglo marcado por la depresión
económica y por dos guerras mundiales, la comunidad económica establecida por
medio del Tratado de Roma en 1957 se convirtió en el instrumento de uno de los
periodos de paz y prosperidad más largos que haya disfrutado jamás el continente
europeo.

Sin embargo, en la actualidad la Unión Europea se encuentra en apuros, pues


parece incapaz de proporcionar la armonía y el bienestar que prometía desde sus
comienzos. La prolongada crisis del euro es la más destacada manifestación de
esos problemas. Como una debacle a cámara lenta, la crisis ha evidenciado las
divisiones de la Unión Europea, pero los inconvenientes a los que debe hacer frente
la UE van mucho más allá: el crecimiento económico anual entre los veintiocho
Estados miembros que hoy forman la Unión ya estaba decayendo mucho antes de
la crisis, situándose en un 2,6%, frente al 3,3% de EE. UU., entre 1997 y 2006. (Hall,
2015)

La UE parece incapaz de proporcionar la armonía y el bienestar que


prometía desde sus comienzos

Además, los bajos índices de natalidad harán aún más difícil que Europa alcance
elevadas tasas de crecimiento económico en los próximos años. Se prevé que la
tasa de dependencia de la población de edad avanzada en la UE se duplique en
2080, situándose en tan solo dos personas en edad de trabajar por cada una de
más de 65 años. La inmigración ofrece una solución al problema, pero se está
encontrando con una feroz resistencia entre los gobiernos de Europa, donde los
partidos de derecha radical que se oponen a la inmigración y a las políticas de la
Unión Europea están en alza. La propia UE carece de una política eficaz para hacer
frente a los barcos cargados de refugiados que atraviesan el Mediterráneo en
cantidades nunca antes vistas.

Entretanto, la reputación de la Unión Europea como garante de la paz y la


democracia en Europa se ve empañada por su incapacidad para evitar que una
renacida Rusia, bajo la batuta de Vladímir Putin, ocupe partes de Ucrania o para
impedir que Hungría, uno de sus propios Estados miembros, se deslice de nuevo
por la pendiente de un régimen semiautoritario. Ni que decir tiene que Europa
siempre se ha enfrentado a desafíos, pero, hoy en día, para muchos la Unión
Europea parece parte del problema, más que de la solución. Para comprender por
qué, necesitamos volver la vista sobre la evolución del proceso de integración
europea.

LA EVOLUCIÓN DE LA UNIÓN EUROPEA

Desde sus comienzos con la Comunidad Europea del Carbón y del Acero en 1951,
la integración institucional en Europa siempre ha tenido una motivación múltiple. Por
un lado, para algunos ha venido estimulada por los ideales de una “unión cada vez
más estrecha” que habría de culminar en el Estado europeo soñado por sus
fundadores, Jean Monnet, Robert Schuman y Alcide De Gaspari. Por otro lado, la
integración únicamente ha avanzado cuando los gobiernos nacionales han visto la
manera de que las instituciones europeas sirvan a los intereses de su propio país.
(Hall, 2015)
Las concepciones basadas en intereses nacionales están limitadas por
circunstancias económicas y geopolíticas, pero son, en última instancia, una
construcción social. Como tal, se ven afectadas por la tasa de descuento que los
gobiernos asocian a las ganancias futuras, por la confianza de los dirigentes en el
modo en que funcionará un nuevo conjunto de instituciones y por la percepción, por
parte de un gobierno, del coste de oportunidad de avanzar en una dirección en lugar
de en otra. En este sentido, las distintas visiones de lo que podría ser Europa
influyen en las decisiones prácticas que se toman para llegar a ella. Charles de
Gaulle no fue el único líder movido por une certaine idée de l’Europe.

Así pues, a menudo acompaña a la integración europea una cierta “ambigüedad


constructiva” en torno a lo que supondrían sus siguientes pasos para cada uno de
los Estados miembros. En su mayor parte, no obstante, cada avance hacia la
integración se ha basado en la percepción de que ofrecía a los Estados miembros
unos resultados positivos, esto es, beneficios a largo plazo para todos aun cuando
requiriera sacrificios por parte de algunos a corto plazo. Este aspecto es importante
para comprender los dilemas a los que se enfrenta Europa en la actualidad.

Durante las décadas de 1950 y 1960, la integración europea ofrecía unas ventajas
que estaban relativamente claras. La Comunidad Económica Europea
proporcionaba un vehículo para la reconstrucción económica y la paz en Europa
occidental. Una generación diezmada por la guerra consideraba que aquellos eran
objetivos superiores. El Acta Única Europea de 1986, que debía crear un mercado
único continental antes de 1992 sobre la base de una votación por mayoría
cualificada, se presentó como un medio para garantizar la prosperidad tras una
década de “euroesclerosis”. Los Estados miembros sabían que la liberalización
requeriría algunos sacrificios, pero estaban convencidos de que el resultado a largo
plazo sería una mayor prosperidad para todos.

En gran medida, estos fines dictaron los medios empleados para alcanzarlos. Dado
que su objetivo principal era una mayor eficiencia económica, la Comunidad
Europea de las décadas de 1960 y 1970 se concibió y se presentó, en gran parte,
como una iniciativa tecnocrática. Como es lógico, los gobiernos nacionales seguían
teniendo la última palabra y la Comunidad adquirió un barniz de participación
popular cuando el Parlamento Europeo se convirtió en un órgano elegido, pero las
acciones de la Comunidad Europea estaban legitimadas en gran medida en función
de su eficiencia técnica. A los comités del Consejo se les impuso la condición de
que basaran sus decisiones en los conocimientos técnicos, y la Comisión justificaba
sus propuestas fundamentándose en la eficiencia económica.
Sin embargo, a medida que el alcance de las decisiones europeas fue ampliándose,
comenzaron a aparecer grietas en esta fachada. Cuando la CE se centraba en
ámbitos normativos restringidos, con escasas consecuencias distributivas, sus
políticas podían justificarse por razones de eficiencia técnica. En cambio, tras el
Acta Única Europea, las normas liberalizadoras de la UE comenzaron a afectar a
amplios segmentos de la población activa, creando tanto perdedores como
ganadores. Los funcionarios europeos llevaban decenios quejándose de que sus
esfuerzos pasaban inadvertidos. De pronto, adquirieron una visibilidad política
mucho mayor y la gente que se sentía perjudicada por la liberalización o la
globalización empezó a culpar a la UE. La consecuencia es una crisis de legitimidad
de la que la Unión Europea aún no se ha recuperado por completo.

Evidentemente, con frecuencia los gobiernos democráticos distribuyen ganancias y


pérdidas entre distintos grupos sociales, y legitiman esas decisiones argumentando
que las últimas elecciones les concedieron la autoridad para hacerlo y que en los
siguientes comicios rendirán cuentas de sus actos. Esa es la base de la “capacidad
política” de los gobiernos democráticos en contextos en los que “gobernar es elegir”,
pero la Unión Europea carece de esa capacidad política. La Comisión no es un
órgano elegido y el Consejo, tras un velo de secretismo, alcanza acuerdos de los
que no se puede responsabilizar a ninguno de sus miembros.

En los Tratados de Maastricht y Lisboa, la respuesta de la Unión Europea a esta


crisis de legitimidad consistió en incrementar los poderes del Parlamento Europeo,
al tiempo que ampliaba aún más las competencias de la UE, pero las complejas
normas de decisión oscurecen el papel del Parlamento y las elecciones al mismo se
deciden, por lo general, en función de cuestiones nacionales, en lugar de europeas,
a falta de un electorado continental cohesionado o de partidos verdaderamente
europeos. A los ojos de muchos de sus ciudadanos, la UE sigue pareciendo una
tecnocracia. Europa sufre esa clase de marcada división entre el pays légal y el
pays réel que en su día se dijo que caracterizaba a la Tercera República Francesa.
Como consecuencia, la legitimidad de la UE gira en gran medida en torno a su
capacidad para promover la prosperidad a lo largo y ancho del continente 6. Por eso
la crisis del euro plantea para Europa profundos dilemas, tanto políticos como
económicos. (2016)

EL ORIGEN DE LA CRISIS DEL EURO

Como todas las iniciativas de su clase, la decisión de establecer una unión


económica y monetaria en Europa responde a una multiplicidad de causas: la Unión
Económica y Monetaria (UEM) era una construcción tanto económica como política.
Mandatarios como Jacques Delors, presidente de la Comisión Europea, veían la
UEM como una manera de continuar avanzando en la idea del mercado único.
El presidente de Francia, François Mitterrand, esperaba que la unión monetaria
redujera la influencia que el Bundesbank alemán tenía en el anterior sistema
monetario europeo; mientras que el canciller alemán Helmut Kohl la consideraba
como una forma de acercar la recién unificada Alemania al resto de Europa, al
tiempo que se aseguraba de que sus socios comerciales no pudieran obtener una
ventaja competitiva respecto de los productos alemanes mediante la devaluación de
sus monedas. Cada uno de esos mandatarios tenía sus motivos para desear esa
unión, aunque los economistas advirtieran que Europa no era una “zona monetaria
óptima”, pues carecía de la capacidad para adaptarse a las sacudidas económicas
que propician unas elevadas tasas de movilidad laboral y unos sistemas de seguros
sociales capaces de redistribuir automáticam ente los ingresos en favor de
regiones que estuvieran padeciendo una recesión.

Al BCE se le encomendó mantener la estabilidad financiera, pero


se le prohibió comprar deuda pública

Las instituciones creadas para la nueva unión monetaria fueron mínimas, en el


mejor de los casos. Al nuevo Banco Central Europeo se le encomendó la tarea de
mantener la estabilidad financiera, pero se le prohibió comprar deuda pública. Así
pues, carecía de las herramientas de las que disponen la mayoría de los bancos
centrales para defenderse de los ataques especulativos en los mercados de bonos.
La premisa era que la unión monetaria nunca debía implicar transferencias entre los
Estados miembros, con lo que, al establecer la solidaridad monetaria sin la
correspondiente base de solidaridad social, se introducía una deficiencia que habría
de perseguirla en el futuro.

A pesar de esas limitaciones, la moneda única funcionó lo suficientemente bien para


que la Comisión Europea declarara, al cabo de diez años de su creación, que: “La
moneda única se ha convertido en un símbolo de Europa, y está considerada por los
ciudadanos de la eurozona como una de las consecuencias más positivas de la
integración europea”. Sin embargo, a los pocos meses estalló la crisis del euro.
Entonces, ¿qué fue lo que salió mal? ¿Por qué hubo de enfrentarse Europa a una
crisis de deuda pública que aún no se ha resuelto?

La respuesta más sencilla es que Europa fue víctima del mismo desenfreno en la
solicitud y la concesión de créditos, alimentado por nuevos tipos de derivados
financieros y por una regulación excesivamente indulgente, que precipitó la crisis
financiera de EE. UU. y la recesión global en 2008. El caso más notorio es el de
Grecia, cuyo anuncio, en octubre de 2009, de que su déficit presupuestario iba a ser
casi tres veces superior a lo previsto (más tarde se descubrió que había alcanzado
el 15,6% del PIB) desencadenó la crisis de confianza en la deuda pública.
A medida que los inversores temerosos abandonaron sus posiciones en bonos
griegos, el nerviosismo se contagió a Irlanda, Portugal y España, donde los
préstamos en el sector privado habían aumentado de forma exponencial como
consecuencia del auge del sector de la vivienda y la construcción, aun cuando los
niveles de deuda pública eran relativamente modestos. En muchos sentidos, los
problemas de estos países eran comparables a los de EE. UU. Sin embargo, a
diferencia de EE. UU. o el Reino Unido, ellos no tenían un banco central dispuesto a
comprar deuda pública. En su lugar, emprendieron el tortuoso proceso de negociar
programas de rescate con el BCE y la UE. (Hall, 2016)

Muchos de los problemas de la UE provienen de las asimetrías


institucionales de las economías políticas de sus estados
miembros

Bajo la superficie, no obstante, la crisis del euro refleja algunos de los dilemas
estructurales de gestionar una moneda única que engloba múltiples variantes de
capitalismo. La unión monetaria reunió a Estados con distintos niveles de desarrollo
político y con economías políticas estructuradas de formas bastante distintas.
Muchos de los problemas a los que se enfrenta la unión no provienen de los
impactos económicos asimétricos que preveía la teoría del área monetaria óptima,
sino de las asimetrías institucionales de las economías políticas de sus Estados
miembros. El Pacto de Estabilidad y Crecimiento que limitaba los niveles de deuda y
déficit públicos resultó difícil de aplicar y fue poco más que una hoja de parra que
cubría esas diferencias estructurales. Algunos creían que la experiencia de competir
en una unión monetaria eliminaría gradualmente esas asimetrías institucionales,
pero estas tienen profundas raíces históricas que no ceden fácilmente ante una
reforma gradual.

Entre las diferencias más importantes en la organización de la economía política se


encuentran aquellas que separan las “economías de mercado coordinadas” del
norte de Europa, grupo en el que se incluyen Alemania, Bélgica, Austria, Finlandia y
los Países Bajos, de las economías mediterráneas de la Europa meridional, donde
están encuadradas España, Portugal, Grecia e Italia 9. Alemania es el clásico
ejemplo de esas economías del norte de Europa: gracias a unos sindicatos y unas
asociaciones patronales bien desarrollados, organizados por sectores y
acostumbrados a negociar entre sí, es capaz de contener el coste unitario de la
mano de obra para promover las exportaciones. Un complejo sistema de formación
profesional administrado por esas agrupaciones de productores, respaldadas por
comités de empresa en las grandes corporaciones, proporciona a las compañías
alemanas ventajas importantes en la producción de mercancías de elevada calidad
y alto valor añadido para las que la demanda de exportación es relativamente
estable. Al igual que sus vecinos nórdicos, Alemania estaba institucionalmente bien
equipada para aplicar una estrategia de crecimiento basada en las exportaciones.

Por el contrario, las economías políticas del sur de Europa están organizadas de
forma bastante distinta. España, Portugal, Grecia e Italia desarrollaron movimientos
obreros conflictivos divididos en confederaciones rivales que se enfrentan a
asociaciones patronales relativamente débiles, lo cual permite pactos sociales
periódicos, pero hace muy difícil una coordinación salarial sostenida. Como
consecuencia, con la UEM la competencia extranjera mantuvo bajos los salarios en
sus sectores exportadores, pero el aumento salarial en los sectores protegidos hizo
que subiera el coste unitario de la mano de obra en el conjunto de la economía.
Además, estos países carecen de la capacidad institucional para ofrecer una
formación coordinada que haga posible la producción de alto valor añadido y la
innovación continua. Por ello, el número de empresas que dependen de una mano
de obra barata es mayor y, a partir de 1989, la competencia de bajo coste
procedente de Europa central y del este afectó fuertemente a sus exportaciones.

La unión monetaria tuvo distintas implicaciones para estos dos tipos de economías
políticas. Dentro de la UEM, los países del norte de Europa pudieron continuar con
sus tradicionales estrategias de crecimiento basadas en las exportaciones. El BCE
los ayudó vigilando de cerca los convenios salariales alemanes, y los vecinos de
Alemania, los tomaron como referencia para contener sus propios salarios. Además,
ahora gozaban de nuevas ventajas, dado que sus vecinos ya no podían devaluar su
moneda, mientras que la heterogeneidad de los miembros de la unión contuvo el
tipo de cambio externo del euro. Como resultado, los superávits de las balanzas
comerciales del norte de Europa comenzaron a aumentar, en el caso de Alemania
de forma espectacular.

Sin embargo, el ingreso en la unión monetaria planteaba serios dilemas para los
países del sur de Europa. En los años previos al Tratado de Maastricht, sin
capacidad para coordinar la negociación salarial, a menudo dependían de
devaluaciones periódicas del tipo de cambio para rebajar los precios de sus
productos frente a la competencia extranjera. Con la UEM, perdieron esa facultad de
ajuste económico, justo cuando las economías emergentes comenzaban a
arrebatarles cuota de mercado de las exportaciones de mercancías de bajo coste.
La ruta de crecimiento alternativa de estas economías pasaba por la ampliación de
la demanda nacional, y la entrada en la UEM hizo que esta estrategia resultara aún
más atractiva, pues reducía el coste del capital en el sur de Europa, en un momento
en que los inversores del norte buscaban lugares en los que invertir sus crecientes
superávits comerciales.

No obstante, el fenómeno que acompaña por naturaleza a una estrategia de


crecimiento basada en la demanda nacional es la inflación de precios y salarios,
algo que las políticas monetarias de “talla única” del BCE no podían contener sin
provocar una recesión en el norte del continente. A medida que la inflación iba
reduciendo el coste real del capital, el auge del precio de los activos desvió recursos
fuera de unos sectores exportadores que ya sufrían dificultades a causa del
aumento en los precios de los insumos.

En resumen, uno de los efectos de la unión monetaria fue el de estimular sendas de


crecimiento desequilibradas que favorecieron la expansión de los sectores
exportadores del norte de Europa, con frecuencia a costa del consumo interno, al
tiempo que muchos sectores exportadores del sur de Europa languidecían frente a
la prosperidad de los sectores protegidos de la competencia exterior (entre los que
frecuentemente destacaba la construcción). Culpar de estos resultados a los
gobiernos de la Europa meridional, como tienden a hacer algunos, es ignorar las
insalvables diferencias en la organización de las economías políticas y las formas en
que estas dotan a los países de distintos tipos de mecanismos de ajuste. En su
mayor parte, los gobiernos del sur de Europa siguieron las estrategias de
crecimiento que tenían más a su alcance, muchas veces con un éxito considerable.
Entre 1997 y 2007,

España y Grecia crecieron a tasas próximas al 4% anual. Habría sido necesario


hacer más para amortiguar los auges de la construcción y garantizar la solvencia de
los bancos que los financiaban, pero esperar que el sur de Europa emulara las
estrategias de crecimiento del norte implica no entender cómo se consigue el
crecimiento basado en las exportaciones. (Hall, 2015)

La unión monetaria estimuló sendas de crecimiento


desequilibradas que favorecieron la expansión de los exportadores
del norte

En el caso de Grecia, la estructura del Estado fue igualmente importante en los


orígenes de la crisis. Los gobiernos griegos utilizaron los flujos de fondos
procedentes del norte para financiar el consumo, en lugar de la inversión, a menudo
para fortalecer el respaldo político del partido en el gobierno entre los empleados
públicos y los pensionistas. Grecia carecía de la capacidad administrativa para
recaudar y gastar los fondos de forma eficaz: la evasión fiscal podría explicar la
mitad del déficit presupuestario declarado en 2008. El clientelismo era un problema
en otros lugares del sur de Europa, como también lo es en ciertas partes del norte,
pero en Italia, España y Portugal la regulación de los mercados de bienes disminuyó
tanto o más que en la mayoría de los países del norte de Europa durante los
primeros años de la década de 2000. (Hall, 2015)
LA RESPUESTA A LA CRISIS DEL EURO Y SUS CONSECUENCIAS

La crisis del euro comenzó en 2010, cuando los inversores internacionales,


nerviosos ya como consecuencia de la crisis bancaria de EE. UU., perdieron la
confianza en la capacidad de los bancos y Estados soberanos europeos de pagar
sus deudas. De pronto, el mismo instinto gregario de los mercados financieros que
había reducido el coste del capital en la Europa meridional aumentó ese coste a lo
largo de gran parte del continente. En cualquier circunstancia, ese habría sido un
momento difícil, pero la moneda única carecía de mecanismos institucionales de
ajuste eficaces. Si bien el BCE ideó gradualmente formas de proporcionar liquidez
de emergencia a los bancos que se hallaban bajo presión y, finalmente, restauró la
confianza al anunciar, a mediados de 2012, cuando estaba dispuesto a comprar
deuda pública en los mercados secundarios, en un principio no tenía capacidad para
comprar bonos del Estado con el objeto de evitar el pánico en los mercados de
deuda. Una eurozona construida únicamente sobre la base de un conjunto mínimo
de normas no poseía capacidad fiscal centralizada propia y sus facultades para
tomar decisiones eran limitadas y requerían de la unanimidad de los gobiernos de
los países miembros. (Hall, 2015)

Con el rescate, Alemania estaba asegurándose de que se devolverían los


préstamos concedidos por sus propias entidades financieras

En este contexto, el hecho de que los gobiernos europeos consiguieran finalmente


articular paquetes de rescate para los gobiernos griego, irlandés y portugués, así
como una línea de crédito para los bancos españoles, constituye un logro
sorprendente que refleja niveles inauditos de cooperación intergubernamental.
Paradójicamente, no obstante, el tortuoso proceso a través del cual se consiguió
dicha colaboración ha creado enormes tensiones en el sistema de gobernanza
europeo que ponen en peligro las perspectivas de una mayor integración en años
venideros.

Las primeras y fatídicas decisiones afectaron a Grecia, que en 2010 se estaba


quedando sin dinero y era incapaz de obtener préstamos a tipos asequibles en los
mercados de bonos internacionales. Un gasto público desenfrenado a lo largo de la
década anterior había alimentado unas elevadas tasas de crecimiento económico,
pero también había impulsado el déficit y la deuda del sector público a niveles
peligrosamente altos. Sus socios de la eurozona se enfrentaban a una alternativa:
podían organizar una reestructuración que contemplara el impago por parte de
Grecia de gran parte de su deuda, tal vez acompañada por alguna ayuda financiera
para aliviar el sufrimiento mientras el país avanzaba hacia un superávit primario; o
podían prestarle a Grecia los fondos necesarios para continuar atendiendo los
pagos de su deuda a cambio de promesas de reforma diseñadas para devolver al
país la estabilidad fiscal.

Ninguna de las dos opciones resultaba atractiva. En ambos casos, el pueblo griego
sufriría enormemente por el recorte del gasto necesario para eliminar un déficit que
ascendía al 12% del PIB. Destacados economistas abogaban por la reestructuración
argumentando que era la mejor forma de hacer frente a una crisis de deuda, y que
lo mejor era hacerlo cuanto antes. Otros alegaban que el ajuste tendría más éxito si
el país abandonaba además el euro y devaluaba su moneda, en lugar de depender
por completo de la deflación interna para reducir de nuevo los salarios reales a
niveles que resultaran competitivos a escala internacional.

Sin embargo, los Estados miembros de la Unión Europea escogieron la ruta


alternativa, articulando dos tramos de rescate en mayo de 2010 y julio de 2011 que
proporcionaron al gobierno griego alrededor de 225.000 millones de euros a cambio
del cumplimiento de unas estrictas condiciones concebidas para reducir sus niveles
de gasto e incrementar sus ingresos con el objeto de mejorar las perspectivas de
que los fondos pudieran devolverse. A esto siguió en 2015 un tercer préstamo por
valor de unos 86.000 millones de euros. Los historiadores dedicarán años a debatir
por qué se escogió ese camino, en lugar del impago. Claramente, en mitad de la
incierta situación financiera de 2010, los gobiernos estaban preocupados por la
posibilidad de contagio. Si un Estado perteneciente a la moneda única hubiera
incurrido en impago, puede que hubiese resultado más difícil para otros miembros
encontrar financiación para su deuda nacional, incluyendo a Italia, una economía
demasiado grande para ser rescatada. Además, el impago griego habría creado
serios problemas para el sistema financiero europeo, dado que grandes segmentos
de la deuda griega estaban en poder de bancos del norte de Europa. Si los
restantes gobiernos no hubiesen rescatado a Grecia, probablemente habrían tenido
que rescatar a algunos de sus propios bancos. Como consecuencia de esta ayuda
financiera, dichos bancos acabaron por recuperar más de 70.000 millones de euros
que habían prestado a Grecia.

Con el precedente griego, se proporcionó otro rescate de aproximadamente 85.000


millones de euros a Irlanda en noviembre de 2010, y de 78.000 millones de euros a
Portugal en mayo de 2011, seguidos de una línea de crédito para España de la que
dispuso de 41.000 millones de euros para recapitalizar bancos en dificultades. Estos
fondos se concedieron únicamente bajo estrictas condiciones que establecían
límites de déficit fiscal e imponían reformas estructurales para liberalizar diferentes
mercados laborales o de productos; y el BCE insistió en que a Irlanda se le
prohibiese impagar a los titulares de obligaciones en los bancos irlandeses
quebrados. El objetivo aparente era mantener la confianza en los mercados
financieros europeos, si bien el efecto fue, una vez más, el de limitar el castigo al
sector privado por conceder préstamos arriesgados y transferir al sector público los
costes de la resolución de la crisis.

Numerosos analistas, en especial en los medios de comunicación del norte de


Europa, presentaron estos programas de rescate como actos de generosidad sin
precedentes. Encabezados por Alemania, se dijo que los países del norte de Europa
habían acudido al rescate de los del sur, permitiendo a los más endeudados evitar
los peligros del impago. Sin embargo, con una mayor perspectiva, se deben matizar
los juicios sobre lo ocurrido. Alemania estaba sosteniendo una moneda única que
había resultado beneficiosa para sus sectores exportadores, y asegurándose de que
se devolverían los préstamos concedidos por sus propias entidades financieras.
Además, el enfoque adoptado para conceder esos rescates tuvo consecuencias
económicas y políticas muy desfavorables que afectarán a Europa en años
venideros.

Las consecuencias más negativas se hacen patentes, sobre todo, en el caso de


Grecia, aunque también los tratamientos de Portugal e Irlanda tienen algunos
rasgos similares. Grecia sufrió la clásica crisis de deuda como consecuencia de un
gasto público desbordado y unos sistemas de recaudación de impuestos
inadecuados. Si bien en estos casos resulta necesario realizar recortes fiscales, la
experiencia de otras crisis de deuda indica que los países únicamente saldrán de
ellas si se impaga la mayor parte de la deuda, si la inflación reduce su valor real o si
una reactivación del crecimiento económico rebaja la cantidad de la deuda respecto
del PIB. Sin embargo, en los primeros años de la crisis, la respuesta europea
descartó todas y cada una de esas opciones.

Las políticas del BCE y la situación económica mundial reducían la inflación y, en


principio, los paquetes de rescate de la UE descartaban la quita de la deuda. Si
bien, la deuda griega se depreció en marzo de 2012 en una cuantía equivalente a
dos terceras partes de su PIB, la iniciativa llegó demasiado tarde para ofrecer el
alivio necesario. Así pues, la capacidad de Grecia para salir de la crisis ha
dependido en gran medida de su crecimiento económico, pero los programas de
rescate establecían unos niveles tan elevados de austeridad fiscal que este
crecimiento se tornó prácticamente imposible. Se exigía que Grecia pasara de un
déficit fiscal del 15% a un superávit primario del 3% en el espacio de tres años, algo
que pocos países han logrado jamás. Una y otra vez, las optimistas proyecciones de
crecimiento realizadas por la troika (la Comisión Europea, el BCE y el FMI)
encargada de la supervisión de las condiciones del rescate demostraron ser
ilusorias y, en 2015, el PIB griego continuaba un 25% por debajo de su nivel de
2009. Los préstamos ofrecidos a Grecia no bastaron para permitir ningún tipo de
estímulo fiscal: el 90% se fue a pagar los intereses y el principal de los préstamos
existentes. No quedaba margen alguno para financiar la demanda agregada en un
contexto de fuertes bajadas de los salarios y las prestaciones sociales. A medida
que disminuía el producto interior bruto, la deuda griega como porcentaje del PIB se
hacía cada vez mayor, reduciendo aún más la confianza en la economía.

La respuesta de los gobiernos acreedores a tales preocupaciones ha sido destacar


el valor de las reformas estructurales impuestas a Grecia como requisito para el
rescate con el fin de liberalizar los mercados laboral y de productos. Es probable
que algunas de esas reformas tengan efectos positivos en los resultados
económicos, pero solo a largo plazo. A corto, las reestructuraciones emprendidas en
un contexto de austeridad fiscal a menudo tienen efectos negativos. La idea de que
podrían constituir la base de una recuperación del crecimiento económico resultó
ser un espejismo. (Hall, 2015)

A corto plazo, las reestructuraciones emprendidas en un contexto


de austeridad a menudo tienen efectos negativos

Entonces, ¿por qué insistieron los países acreedores del norte de Europa en que las
reformas estructurales en un contexto de austeridad fiscal suponían la mejor base
para el crecimiento? En cierto modo, esa postura no era otra cosa que una política
pragmática. Los acreedores ya habían prestado a Grecia sumas equivalentes al
total de su PIB anual. Para reducir los déficits griegos más lentamente con el objeto
de reactivar la economía, habrían sido necesarios mayores niveles de préstamos, y
a los gobiernos acreedores les preocupaba el posible castigo electoral,
especialmente a la vista de las elecciones que celebraban varios länder de
Alemania en 2011. Las reformas estructurales se consideraban una prioridad porque
las raíces de los problemas de Grecia se atribuían en gran medida a políticas
clientelistas de una economía demasiado regulada.

Tales puntos de vista encontraron eco en el norte de Europa porque se ajustaban a


los estilos de gestión macroeconómica que mejor funcionaban en esos países. En
las economías de mercado coordinadas, con estrategias de crecimiento basadas en
las exportaciones y con elevados niveles de coordinación salarial intersectorial para
contener el coste unitario de la mano de obra, resulta conveniente una postura
macroeconómica restrictiva, porque reduce los incentivos de los sindicatos y
empresarios para salirse de los márgenes salariales deseables. Además, Alemania
había desarrollado un enfoque de la formulación de las políticas económicas que
renunciaba al activismo en favor de la promulgación de normas en cuyo marco
debían coordinarse agrupaciones de productores bien organizadas. Sin embargo,
como ya he mencionado, la organización de las economías de Europa meridional no
se presta a esa clase de estrategias de crecimiento basadas en las exportaciones.
En su caso, el crecimiento económico depende en mayor medida del aumento de la
demanda interna.
En consecuencia, el crecimiento económico está volviendo ahora a Irlanda, cuya
economía de mercado liberal, orientada a la inversión extranjera directa atraída por
un tratamiento fiscal favorable y una mano de obra cualificada y de habla inglesa, se
ha fortalecido por el resurgir de la demanda global. Sin embargo, el crecimiento
continúa mostrándose esquivo en el sur de Europa, donde múltiples años de
austeridad se han cobrado un alto precio en la capacidad productiva y los niveles de
inversión. España está creciendo de nuevo, pero a un ritmo que aún no es lo
suficientemente elevado como para reducir una tasa de desempleo próxima al 25%;
y el crecimiento sigue siendo débil en Portugal, donde la tasa de desempleo está
cerca del 15%. En Grecia, el 26% de la mano de obra continúa en paro, pese a una
disminución del salario nominal del 25% desde 2009. El programa de rescate la ha
dejado tambaleándose en términos tanto políticos como económicos. Visto en
retrospectiva, parece que habría sido mejor si se hubiera permitido al país
reestructurar su deuda en 2010 y se le hubiera proporcionado ayuda para facilitar su
transición hacia un superávit primario, en lugar de dirigida a devolver el dinero a las
entidades de crédito. Un enfoque semejante habría trasladado una cuota mayor de
los costes del ajuste a las instituciones financieras europeas (y a quienes invierten
en ellas) pero, posiblemente, un menor grado de sufrimiento al pueblo griego.

La respuesta a la crisis del euro también ha puesto al descubierto una serie de


paradojas políticas relevantes para el futuro de la integración europea. En el
contexto de este esfuerzo por hacer frente a la crisis, los jefes de Gobierno de la
eurozona se reunieron entre ellos o con otros líderes de la UE la impactante cifra de
54 veces entre enero de 2010 y agosto de 2015. Por un lado, estas reuniones de
alto nivel reflejaban unos niveles de consulta y cooperación sin parangón entre los
Estados miembros. Por otro lado, este modus operandi marginaba al Parlamento y a
la Comisión, instituciones que se suponía que debían ganar influencia según el
Tratado de Lisboa, en aras del impulso de la democracia europea. Precisamente
cuando debía volverse más democrática, la UE comenzaba a parecer más
tecnocrática, y la troika parecía estar operando, al menos en opinión de algunos,
como una potencia imperial.

Los años de crisis también se han caracterizado por el ascenso de Alemania a una
posición de práctica hegemonía sobre los consejos de la UE, una consecuencia
paradójica, dado que, en parte, Francia acometió la transición a la UEM con el
objeto de reducir la influencia alemana en los asuntos económicos europeos. Si bien
era inevitable que una Alemania reunificada mostrara cada vez más deseos de
imponer sus intereses nacionales, ya que pagaba la cuota más elevada de la factura
de los rescates, la crisis del euro la catapultó rápidamente hacia una posición de
prominencia y poder, probablemente antes de que los gobiernos alemanes tuvieran
tiempo de reflexionar detenidamente sobre la forma de hallar un equilibrio entre sus
intereses nacionales y los de Europa. En muchos sentidos, Alemania es un poder
hegemónico reacio, menos deseoso de pagar los costes derivados de suministrar
bienes públicos a un gran número de Estados de lo que se mostrara EE. UU.
cuando hubo de asumir ese mismo cetro tras la Segunda Guerra Mundial. En los
próximos años, será muy importante lo que los alemanes consideren que implica su
papel de líderes de Europa.

En otro giro paradójico, una crisis que, al fin y al cabo, inspiró una intensa
cooperación entre las élites políticas de los Estados miembros ha terminado por
fomentar la hostilidad entre la ciudadanía en general. Tras la crisis, ha surgido de
los medios de comunicación una oleada de estereotipos populares arraigados en la
imagen de “griegos vagos” y de “alemanes opresores”. Como consecuencia, está
más claro que nunca que, en la actualidad, la solidaridad social en Europa termina
en las fronteras nacionales, y los líderes políticos tienen parte de responsabilidad en
ello. La respuesta inicial de numerosos políticos del norte de Europa fue la de tratar
la crisis no como el dilema existencial que realmente suponía para Europa, sino
como una cuestión moral sobre si los ciudadanos de otros países habían sido
suficientemente disciplinados. Cuando Syriza subió al poder en Grecia, fueron
correspondidos con acusaciones de que los alemanes se estaban comportando
como nazis. Tales sentimientos han erosionado la sensación de solidaridad
transnacional de la que depende el respaldo electoral necesario para una
cooperación eficaz en el seno de la UE.

Los problemas más graves que se plantean aquí afectan al compromiso de la UE


con la democracia, por el que se le concedió el Premio Nobel de la Paz en 2012.
Con frecuencia, las exhaustivas condiciones de sus acuerdos de rescate,
controladas por la troika, se han impuesto a la fuerza a gobiernos nacionales
reticentes, particularmente en Irlanda, a la que se le prohibió aplicar quitas a los
titulares de obligaciones de sus bancos quebrados, y en Grecia, donde la troika ha
establecido unos paquetes extraordinariamente detallados de políticas de gasto,
fiscales e industriales. El argumento, como es lógico, es que los funcionarios
europeos saben mejor que sus homólogos nacionales cómo lograr el crecimiento
necesario para devolver los cuantiosos préstamos europeos, y existen precedentes
en las condiciones impuestas por el FMI a los países deudores. Pero la UE tiene
ínfulas de gobierno democrático que el FMI no tiene, y muchos se preguntan por
qué no podía haber negociado el nivel requerido de superávit presupuestario en los
países deudores y dejar las decisiones sobre la forma de alcanzar ese nivel a los
gobiernos elegidos. Esta nueva asertividad está alterando poco a poco la relación
entre la UE y los países que la conforman. El compromiso con los principios de
“subsidiariedad” que un día promoviera con el fin de garantizar la autonomía política
de sus miembros se ha disuelto en pro de un desmesurado entusiasmo por
imponerles sus “reformas estructurales”. (Hall, 2015)
Brexit
El Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte dejó de ser Estado miembro de
la Unión Europea y pasó a tener la consideración de tercer estado el 31 de enero de
2020, tras la ratificación del Acuerdo sobre la Retirada del Reino Unido de la Unión
Europea y de la Comunidad Europea de la Energía Atómica.
A partir de ese momento, el Reino Unido dejó de disfrutar de los derechos y
obligaciones que tenía como Estado miembro de la Unión Europea. Esto supuso la
aparición de barreras al comercio de bienes y servicios y a la movilidad e
intercambios transfronterizos que no existían hasta entonces.

Con el objetivo de ofrecer un plazo de preparación a la nueva situación a los


ciudadanos, los actores económicos y las administraciones públicas, así como de
garantizar una salida ordenada de la Unión Europea, el Acuerdo de Retirada
estableció un periodo transitorio desde su entrada en vigor hasta el 31 de diciembre
de 2020. Durante este periodo transitorio el Derecho de la Unión siguió aplicándose,
con determinadas excepciones, en y al Reino Unido. Entre otras medidas, el
Acuerdo de Retirada ha servido para ofrecer protección a los ciudadanos de la
Unión Europea y a los nacionales del Reino Unido que han ejercido sus derechos al
amparo del ordenamiento jurídico de la Unión antes del 31 de diciembre de 2020.

El Acuerdo de Retirada también sirvió para proporcionar un marco de estabilidad


para la negociación de un acuerdo sobre la relación futura entre la Unión Europea y
el Reino Unido. Estas negociaciones culminaron con la ratificación de un Acuerdo
de Comercio y Cooperación, un Acuerdo sobre Seguridad de la Información y un
Acuerdo relativo a Cooperación sobre Usos Pacíficos de la Energía Nuclear entre la
Unión Europea y Reino Unido. Los tres acuerdos entraron en vigor el 1 de mayo de
2021.

El Acuerdo de Comercio y Cooperación entre la Unión Europea y el Reino Unido Se


abre en ventana nueva es un acuerdo amplio con numerosas áreas, entre las que
destacan el comercio de bienes y servicios, el comercio digital, la propiedad
intelectual, la contratación pública, el transporte, la energía, la pesca, la
coordinación en materia de seguridad social, la cooperación policial y judicial penal,
la cooperación temática y la participación del Reino Unido en programas de la
Unión. Contiene además disposiciones dirigidas a garantizar condiciones de
competencia justas y el respeto de los derechos fundamentales, así como un marco
institucional dirigido a asegurar el buen funcionamiento y el cumplimiento del
Acuerdo, con mecanismos vinculantes de solución de controversias.

Si bien estos tratados han limitado el impacto que la nueva situación hubiese
producido en caso de que no se hubiese alcanzado un acuerdo, la salida del Reino
Unido de la Unión Europea ha introducido importantes cambios en la vida de
ciudadanos, trabajadores, empresas y administraciones públicas. (Ministerio de
asuntos exteriores, 2020)

OBJETIVOS DEL DESARROLLO SOSTENIBLE


El 25 de septiembre de 2015, los líderes mundiales adoptaron un conjunto de
objetivos globales para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la
prosperidad para todos como parte de una nueva agenda de desarrollo sostenible.
Cada objetivo tiene metas específicas que deben alcanzarse en los próximos 15
años.
Para alcanzar estas metas, todo el mundo tiene que hacer su parte: los gobiernos,
el sector privado, la sociedad civil y personas como usted. (Naciones Unidas, 2023)

Objetivo 1: Poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el


mundo

A nivel mundial, el número de personas que viven en situación de extrema pobreza


disminuyó desde un 36 % en 1990 hasta un 10 % en 2015. No obstante, el ritmo al
que se produce este cambio está disminuyendo, y la crisis de la COVID-19 pone en
riesgo décadas de progreso en la lucha contra la pobreza. Una nueva investigación
publicada por el Instituto Mundial de Investigaciones de Economía del Desarrollo de
la Universidad de las Naciones Unidas advierte de que las consecuencias
económicas de la pandemia mundial podrían incrementar la pobreza en todo el
mundo hasta llegar a afectar a 500 millones de personas más, o lo que es lo mismo,
a un 8 % más de la población total mundial. Esta sería la primera vez que la pobreza
aumente en todo el mundo en 30 años, desde 1990.

Más de 700 millones de personas, o el 10 % de la población mundial, aún vive en


situación de extrema pobreza a día de hoy, con dificultades para satisfacer las
necesidades más básicas, como la salud, la educación y el acceso a agua y
saneamiento, por nombrar algunas. La mayoría de las personas que viven con
menos de 1,90 dólares al día viven en el África subsahariana. En todo el mundo, los
índices de pobreza en las áreas rurales son del 17,2 %; más del triple de los mismos
índices para las áreas urbanas.

Para los que trabajan, su puesto de trabajo no les garantiza una vida digna. De
hecho, el 8 % de los trabajadores de todo el mundo, y sus familias, vivían en
situación de extrema pobreza en 2018. Uno de cada cinco niños vive en situación de
extrema pobreza. Garantizar la protección social de todos los niños y otros grupos
vulnerables resulta crucial para reducir la pobreza .(Naciones Unidas, 2023)
Objetivo 2: Poner fin al hambre

Tras décadas de una disminución constante, el número de personas que padecen


hambre (medido por la prevalencia de desnutrición) comenzó a aumentar
lentamente de nuevo en 2015. Las estimaciones actuales indican que cerca de 690
millones de personas en el mundo padecen hambre, es decir, el 8,9 por ciento de la
población mundial, lo que supone un aumento de unos 10 millones de personas en
un año y de unos 60 millones en cinco años.

El mundo no está bien encaminado para alcanzar el objetivo de hambre cero para
2030. Si continúan las tendencias recientes, el número de personas afectadas por el
hambre superará los 840 millones de personas para 2030.

Según el Programa Mundial de Alimentos, alrededor de 135 millones de personas


padecen hambre severa , debido principalmente a los conflictos causados por los
seres humanos, el cambio climático y las recesiones económicas. La pandemia de
COVID-19 podría duplicar ahora esa cifra y sumar unos 130 millones de personas
más que estarían en riesgo de padecer hambre severa a finales de 2020.
Con más de 250 millones de personas que podrían encontrarse al borde de la
hambruna , es necesario actuar rápidamente para proporcionar alimentos y ayuda
humanitaria a las regiones que corren más riesgos.

Al mismo tiempo, es necesario llevar a cabo un cambio profundo en el sistema


agroalimentario mundial si queremos alimentar a más de 820 millones de personas
que padecen hambre y a los 2000 millones de personas más que vivirán en el
mundo en 2050. El aumento de la productividad agrícola y la producción alimentaria
sostenible son cruciales para ayudar a aliviar los riesgos del hambre.(Naciones
Unidas, 2023)

Objetivo 3: Garantizar una vida sana y promover el bienestar para


todos en todas las edades

Garantizar una vida sana y promover el bienestar en todas las edades es esencial
para el desarrollo sostenible.

Actualmente, el mundo se enfrenta a una crisis sanitaria mundial sin precedentes; la


COVID-19 está propagando el sufrimiento humano, desestabilizando la economía
mundial y cambiando drásticamente las vidas de miles de millones de personas en
todo el mundo.
Antes de la pandemia, se consiguieron grandes avances en la mejora de la salud de
millones de personas. En concreto, estos grandes avances se alcanzaron al
aumentar la esperanza de vida y reducir algunas de las causas de muerte comunes
asociadas con la mortalidad infantil y materna. Sin embargo, se necesitan más
esfuerzos para erradicar por completo una gran variedad de enfermedades y
abordar un gran número de problemas de salud, tanto constantes como
emergentes. A través de una financiación más eficiente de los sistemas sanitarios,
un mayor saneamiento e higiene, y un mayor acceso al personal médico, se podrán
conseguir avances significativos a la hora de ayudar a salvar las vidas de millones
de personas.

Las emergencias sanitarias, como la derivada de la COVID-19, suponen un riesgo


mundial y han demostrado que la preparación es vital. El Programa de las Naciones
Unidas para el Desarrollo señaló las grandes diferencias relativas a las capacidades
de los países para lidiar con la crisis de la COVID-19 y recuperarse de ella. La
pandemia constituye un punto de inflexión en lo referente a la preparación para las
emergencias sanitarias y la inversión en servicios públicos vitales del siglo XXI.
(Naciones Unidas, 2023)

Objetivo 4: Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de


calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la
vida para todos

La educación permite la movilidad socioeconómica ascendente y es clave para salir


de la pobreza. Durante la última década, se consiguieron grandes avances a la hora
de ampliar el acceso a la educación y las tasas de matriculación en las escuelas en
todos los niveles, especialmente para las niñas. No obstante, alrededor de 260
millones de niños aún estaban fuera de la escuela en 2018; cerca de una quinta
parte de la población mundial de ese grupo de edad. Además, más de la mitad de
todos los niños y adolescentes de todo el mundo no están alcanzando los
estándares mínimos de competencia en lectura y matemáticas.

En 2020, a medida que la pandemia de la COVID-19 se propagaba por todo el


planeta, la mayor parte de los países anunciaron el cierre temporal de las escuelas,
lo que afectó a más del 91 % de los estudiantes en todo el mundo. En abril de 2020,
cerca de 1600 millones de niños y jóvenes estaban fuera de la escuela. Igualmente,
cerca de 369 millones de niños que dependen de los comedores escolares tuvieron
que buscar otras fuentes de nutrición diaria.

Nunca antes habían estado tantos niños fuera de la escuela al mismo tiempo, lo que
altera su aprendizaje y cambia drásticamente sus vidas, especialmente las de los
niños más vulnerables y marginados. La pandemia mundial tiene graves
consecuencias que pueden poner en peligro los avances que tanto costaron
conseguir a la hora de mejorar la educación a nivel mundial.(Naciones Unidas,
2023)
Objetivo 8: Promover el crecimiento económico inclusivo y
sostenible, el empleo y el trabajo decente para todos

Un crecimiento económico inclusivo y sostenido puede impulsar el progreso, crear


empleos decentes para todos y mejorar los estándares de vida.

La COVID-19 ha alterado miles de millones de vidas y ha puesto en peligro la


economía mundial. El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé una recesión
mundial tan mala o peor que la de 2009. A medida que se intensifica la pérdida de
empleo, la Organización Internacional del Trabajo estima que cerca de la mitad de
todos los trabajadores a nivel mundial se encuentra en riesgo de perder sus medios
de subsistencia.

Incluso antes del brote de la COVID-19, era probable que uno de cada cinco países
(en donde habitan miles de millones de personas que viven en situación de pobreza)
vieran sus ingresos per cápita estancarse o reducirse en 2020. A día de hoy, las
perturbaciones económicas y financieras derivadas de la COVID-19 (como las
alteraciones en la producción industrial, la caída de los precios de los productos
básicos, la volatilidad del mercado financiero y el aumento de la inseguridad) están
desbaratando el ya de por sí tibio crecimiento económico y empeorando los riesgos
acentuados de otros factores.(Naciones Unidas, 2023)

Respuesta al COVID-19
La pandemia de la COVID-19 ha provocado una recesión histórica con niveles
récord de carencias y desempleo, lo que ha creado una crisis humanitaria sin
precedentes cuyas peores consecuencias las están sufriendo los más pobres.

En abril de 2020, las Naciones Unidas elaboraron un marco para la respuesta


socioeconómica inmediata a la COVID-19 como hoja de ruta para apoyar a los
países en su camino hacia la recuperación social y económica. Este marco apela a
reforzar de manera extraordinaria la ayuda internacional y el compromiso político
con el objetivo de garantizar que las personas de todo el mundo tengan acceso a los
servicios esenciales y a la protección social. El marco de respuesta socioeconómica
consta de cinco líneas de trabajo:

1. Garantizar que los servicios de salud esenciales sigan estando disponibles y


proteger los sistemas sanitarios.
2. Ayudar a las personas a lidiar con la adversidad mediante la protección social
y servicios básicos.
3. Proteger empleos y apoyar a pequeñas y medianas empresas, y a los
trabajadores del sector informal, mediante programas de respuesta y
recuperación económicas.
4. Orientar el aumento necesario de estímulos fiscales y financieros para que
las políticas macroeconómicas funcionen en favor de los más vulnerables y
reforzar las respuestas multilaterales y regionales.
5. Promover la cohesión social e invertir en sistemas de respuesta y resiliencia
impulsados por las comunidades.
Estas cinco líneas de trabajo están conectadas por un sólido imperativo de
sostenibilidad medioambiental y de igualdad de género para una mejor
reconstrucción.

El Secretario General de las Naciones Unidas ha enfatizado que la recuperación de


la crisis de la COVID-19 debe conducir a una economía diferente.

Más allá de la respuesta inmediata a la crisis, la pandemia debería ser el impulso


para mantener los logros conseguidos y acelerar la implementación de medidas
pendientes desde hace mucho tiempo con el fin de encauzar al mundo hacia un
camino de desarrollo más sostenible y hacer que la economía mundial sea más
resiliente a futuras perturbaciones.(Naciones Unidas, 2023)

Objetivo 9: Construir infraestructuras resilientes, promover la


industrialización sostenible y fomentar la innovación

La industrialización inclusiva y sostenible, junto con la innovación y la


infraestructura, pueden dar rienda suelta a las fuerzas económicas dinámicas y
competitivas que generan el empleo y los ingresos. Estas desempeñan un papel
clave a la hora de introducir y promover nuevas tecnologías, facilitar el comercio
internacional y permitir el uso eficiente de los recursos.

Sin embargo, todavía queda un largo camino que recorrer para que el mundo pueda
aprovechar al máximo este potencial. En especial, los países menos desarrollados
necesitan acelerar el desarrollo de sus sectores manufactureros si desean conseguir
la meta de 2030 y aumentar la inversión en investigación e innovación científicas.

La innovación y el progreso tecnológico son claves para descubrir soluciones


duraderas para los desafíos económicos y medioambientales, como el aumento de
la eficiencia energética y de recursos. A nivel mundial, la inversión en investigación
y desarrollo (I+D), como porcentaje del PIB, aumentó de un 1,5 % en el 2000 a un
1,7 % en el 2015, y continuó casi en el mismo nivel en el 2017. Sin embargo, en las
regiones en desarrollo fue inferior al 1 %.

En términos de infraestructura de comunicaciones, más de la mitad de la población


mundial está ahora conectada y casi toda la población global vive en un área con
cobertura de red móvil. Se estima que, en 2019, el 96,5 % de la población tenía
cobertura de red, como mínimo, 2G.(Naciones Unidas, 2023)

Datos destacables

● La infraestructura básica, como las carreteras, las tecnologías de la


información y la comunicación, el saneamiento, la energía eléctrica y el agua,
sigue siendo escasa en muchos países en desarrollo
● El 16% de la población mundial no tiene acceso a redes de banda ancha
móvil.
● Para muchos países africanos, sobre todo en los países con menores
ingresos, las limitaciones en materia de infraestructura afectan la
productividad de las empresas en alrededor del 40%.
● La proporción mundial del valor agregado manufacturero en el PIB aumentó
del 15,2% en 2005 al 16,3% en 2017, impulsado por el rápido crecimiento de
las industrialización en Asia.
● El efecto de multiplicación del trabajo de la industrialización tiene un impacto
positivo en la sociedad. Cada trabajo en la industriA crea 2,2 empleos en
otros sectores.
● Las pequeñas y medianas empresas que se dedican al procesamiento
industrial y la producción manufactura son las más críticas en las primeras
etapas de la industrialización y, por lo general, son los mayores creadores de
empleos. Constituyen más del 90% de las empresas de todo el mundo y
representan entre el 50 y el 60% del empleo.
● Los países menos adelantados tienen un inmenso potencial de
industrialización en alimentos y bebidas (agroindustria) y textiles y prendas de
vestir, con buenas perspectivas de generación de empleo sostenido y mayor
productividad.
● Los países de ingresos medianos pueden beneficiarse al ingresar a las
industrias de metales básicos y de fabricación, que ofrecen una gama de
productos que enfrentan una demanda internacional en rápido crecimiento.
● En los países en desarrollo, apenas el 30% de la producción agrícola se
somete a procesos industriales. En los países de altos ingresos, el 98% se
procesa. Esto sugiere que hay grandes oportunidades para los países en
desarrollo en materia de agronegocios.(Naciones Unidas, 2023)

Objetivo 12: Garantizar modalidades de consumo y producción


sostenibles
El consumo y la producción mundiales (fuerzas impulsoras de la economía mundial)
dependen del uso del medio ambiente natural y de los recursos de una manera que
continúa teniendo efectos destructivos sobre el planeta.

El progreso económico y social conseguido durante el último siglo ha estado


acompañado de una degradación medioambiental que está poniendo en peligro los
mismos sistemas de los que depende nuestro desarrollo futuro (y ciertamente,
nuestra supervivencia).

Estos son algunos hechos y cifras:

Cada año, se estima que un tercio de toda la comida producida (el equivalente a
1300 millones de toneladas con un valor cercano al billón de dólares) acaba
pudriéndose en los cubos de basura de los consumidores y minoristas, o
estropeándose debido a un transporte y unas prácticas de recolección deficientes.

Si todo el mundo cambiase sus bombillas por unas energéticamente eficientes, se


ahorrarían 120 000 millones de dólares estadounidenses al año.

En caso de que la población mundial alcance los 9600 millones de personas en


2050, se podría necesitar el equivalente a casi tres planetas para proporcionar los
recursos naturales necesarios para mantener los estilos de vida actuales.(Naciones
Unidas, 2023)

Datos destacables

● Si la población mundial llegase a alcanzar los 9600 millones en 2050, se


necesitaría el equivalente de casi tres planetas para proporcionar los
recursos naturales precisos para mantener el estilo de vida actual.
● Con el aumento del uso de minerales no metálicos en de la infraestructura y
la construcción, ha habido una mejora significativa en el nivel de vida
material. La «huella de material» per cápita de los países en desarrollo
aumentó de 5 toneladas métricas en 2000 a 9, en 2017.
● El 93% de las 250 empresas más grandes del mundo presentan informes en
materia de sostenibilidad.

Agua

● Menos del 3% del agua del mundo es fresca (potable), de la cual el 2,5% está
congelada en la Antártida, el Ártico y los glaciares. Por tanto, la humanidad
debe contar con tan solo el 0,5% para todas las necesidades del ecosistema,
del ser humano y de agua dulce.
● El ser humano está contaminando el agua más rápido de lo que la naturaleza
puede reciclar y purificar el agua en los ríos y lagos.
● Más de 1000 millones de personas aún no tienen acceso a agua potable.
● El uso excesivo de agua contribuye a la escasez de agua mundial.
● El agua nos la regala la naturaleza , pero la infraestructura necesaria para
gestionarla es costosa.

Energía

● Si todas las personas del mundo utilizarán bombillas de bajo consumo, el


mundo se ahorraría 120.000 millones de dólares al año.
● A pesar de los avances tecnológicos que han promovido el aumento de la
eficiencia energética, el uso de energía en los países de la Organización de
Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) seguirá creciendo otro 35%
para 2020. El consumo doméstico y comercial de energía es la segunda área
de uso de energía que más rápidamente ha crecido, después del transporte.
● En 2002, el stock de vehículos de motor en los países de la OCDE era de
550 millones (el 75% de los cuales eran automóviles particulares). Se prevé
un aumento del 32% en la propiedad de vehículos para 2020. Al mismo
tiempo, se prevé que los kilómetros de vehículos aumentarán en un 40% y
que el transporte aéreo mundial se triplicará en el mismo período.
● Los hogares consumen el 29% de la energía mundial y, en consecuencia,
contribuyen al 21% de las emisiones de CO2 resultantes.
● La participación de las energías renovables en el consumo final de energía
alcanzó el 17,5% en 2015.
Comida

● Si bien los impactos ambientales más graves en los alimentos se producen


en la fase de producción (agricultura y procesamiento de alimentos), los
hogares influyen en estos impactos a través de sus hábitos y elecciones
dietéticas. Esto, en consecuencia, afecta el medio ambiente a través del
consumo de energía relacionada con los alimentos y la generación de
residuos.
● Cada año, se calcula que un tercio de todos los alimentos producidos,
equivalentes a 1300 millones de toneladas por valor de alrededor de 1000
millones de dólares, termina pudriéndose en los contenedores de los
consumidores y minoristas, o se estropea debido a las malas prácticas del
transporte y la cosecha.
● 2000 millones de personas en todo el mundo tienen sobrepeso o son obesas.
● La degradación de la tierra, la disminución de la fertilidad del suelo, el uso
insostenible del agua, la sobrepesca y la degradación del medio marino están
disminuyendo la capacidad de la base de recursos naturales para suministrar
alimentos.
● El sector de la alimentación representa alrededor del 30% del consumo total
de energía en el mundo y un 22% del total de las emisiones de gases de
efecto invernadero. (Naciones Unidas, 2023)

La COVID-19 (coronavirus) hunde a la economía mundial en la peor


recesión desde la Segunda Guerra Mundial
El impacto súbito y generalizado de la pandemia del coronavirus y las medidas de
suspensión de las actividades que se adoptaron para contenerla han ocasionado
una drástica contracción de la economía mundial, que, según las previsiones del
Banco Mundial, se reducirá un 5,2 % este año[1]. De acuerdo con la edición de junio
de 2020 del informe Perspectivas económicas mundiales del Banco, sería la peor
recesión desde la Segunda Guerra Mundial, y la primera vez desde 1870 en que
tantas economías experimentarían una disminución del producto per cápita.

A raíz de las graves distorsiones a la oferta y la demanda internas, el comercio y las


finanzas, se prevé que la actividad económica de las economías avanzadas se
contraerá un 7 % en 2020. Se espera que los mercados emergentes y las
economías en desarrollo (MEED) se contraigan un 2,5 % este año, su primera
contracción como grupo en al menos 60 años. La disminución prevista en los
ingresos per cápita, de un 3,6 %, empujará a millones de personas a la pobreza
extrema este año.

Los efectos están siendo particularmente profundos en los países más afectados
por la pandemia y en aquellos que dependen en gran medida del comercio
internacional, el turismo, las exportaciones de productos básicos y el financiamiento
externo. Si bien la magnitud de las perturbaciones variará en función de la región,
todos los MEED acusan vulnerabilidades que se ven agravadas por las crisis
externas. Asimismo, la suspensión de las clases y las dificultades de acceso a los
servicios primarios de atención de salud probablemente tengan repercusiones a
largo plazo sobre el desarrollo del capital humano.

“Las perspectivas dan mucho que pensar, ya que es probable que la crisis deje
cicatrices difíciles de borrar y que plantee complejos desafíos mundiales”, señaló
Ceyla Pazarbasioglu, vicepresidenta de Crecimiento Equitativo, Finanzas e
Instituciones del Grupo Banco Mundial. “Nuestra primera prioridad es abordar la
emergencia mundial en materia sanitaria y económica. Más allá de eso, la
comunidad mundial debe unirse para lograr una recuperación lo más sólida posible
e impedir que más personas caigan en la pobreza y el desempleo”.

Según las previsiones de referencia —de conformidad con las cuales la remisión de
la pandemia permitirá levantar las medidas nacionales de mitigación a mediados de
año en las economías avanzadas y un poco más tarde en los MEED, las
repercusiones negativas a nivel mundial perderán intensidad durante la segunda
mitad del año y las perturbaciones a los mercados financieros no se prolongarán en
el tiempo—, el crecimiento mundial repuntaría un 4,2 % en 2021, a saber, un 3,9 %
para las economías avanzadas y un 4,6 % para los MEED. Sin embargo, las
perspectivas son sumamente inciertas y predominan los riesgos de que la situación
empeore, por ejemplo, la posibilidad de que la pandemia se prolongue por más
tiempo, de que ocurran agitaciones financieras o de que se produzca un repliegue
del comercio internacional y las relaciones de suministro. En esa hipótesis, la
economía mundial podría contraerse hasta un 8 % este año, para recuperarse
apenas por encima de un 1 % en 2021, en tanto que el producto de los MEED
disminuiría casi un 5 % este año.

Se prevé que la economía de los Estados Unidos se contraerá un 6,1 % este año a
raíz de las perturbaciones vinculadas con las medidas para controlar la pandemia.
En cuanto a la zona del euro, se estima que el producto caerá un 9,1 % en 2020
debido a las graves repercusiones que los brotes generalizados tuvieron sobre la
actividad. Además, se prevé una retracción del 6,1 % en la economía del Japón,
cuya actividad económica se ha desacelerado a raíz de las medidas de prevención.

“La recesión ocasionada por la COVID-19 es singular en varios aspectos, y es


probable que sea la más profunda para las economías avanzadas desde la
Segunda Guerra Mundial y la primera contracción del producto en las economías
emergentes y en desarrollo en al menos los últimos seis decenios”, dijo Ayhan Kose,
director del Grupo de Perspectivas del Banco Mundial. “No existen registros de
correcciones a la baja tan súbitas y drásticas de los pronósticos de crecimiento
mundial como las que se han visto en la época actual. Si el pasado sirve como
referencia, los pronósticos podrían empeorar aún más, lo que implica que los
encargados de formular políticas deben prepararse para la posibilidad de tener que
adoptar medidas adicionales para apoyar la actividad”.

En las secciones analíticas de esta edición de Perspectivas económicas mundiales,


se abordan diversos aspectos clave de esta conmoción económica sin precedentes:

 ¿Cuán profunda será la recesión ocasionada por la COVID-19? Una


investigación de 183 economías durante el período comprendido entre 1870 y
2021 ofrece una perspectiva histórica sobre las recesiones mundiales.
 Hipótesis de posibles resultados de crecimiento: Las proyecciones de
crecimiento a corto plazo están sujetas a un grado inusual de incertidumbre;
se examinan hipótesis alternativas.
 ¿De qué manera intensifica la informalidad los efectos de la pandemia?
Es probable que las consecuencias sanitarias y económicas de la pandemia
sean más profundas en los países donde la informalidad está generalizada.
 Las perspectivas para los países de ingreso bajo: La pandemia está
causando estragos en los planos económico y humano en los países más
pobres.
 Consecuencias macroeconómicas regionales: Cada región acusa
vulnerabilidades singulares frente a la pandemia y la desaceleración
económica que produce.
 Efectos sobre las cadenas de valor mundiales: Las perturbaciones a las
cadenas de valor mundiales pueden agudizar los efectos de la pandemia
sobre el comercio, la producción y los mercados financieros.
 Consecuencias de la pandemia a largo plazo: Las recesiones profundas,
en general, tienen efectos perjudiciales y de largo plazo sobre la inversión,
van en detrimento del capital humano debido al desempleo que ocasionan y
provocan un repliegue del comercio internacional y las relaciones de
suministro. (Publicado el 2 de junio).
 Las consecuencias de la caída del precio del petróleo: Es poco probable
que la caída de los precios del petróleo generada por la disminución sin
precedentes en la demanda modere los efectos de la pandemia, si bien
podría ser positiva durante la recuperación. (Publicado el 2 de junio).

La pandemia pone de relieve la necesidad acuciante de impulsar medidas de


política en los ámbitos sanitario y económico, incluidas iniciativas de cooperación
internacional, a fin de mitigar sus efectos, proteger a las poblaciones vulnerables y
fortalecer la capacidad de los países de prevenir situaciones similares en el futuro y
enfrentarse a ellas. En vista de su particular vulnerabilidad, es fundamental que los
MEED fortalezcan sus sistemas públicos de salud, que enfrenten los desafíos que
entrañan la informalidad y las carencias en las redes de seguridad y que impulsen
reformas que promuevan un crecimiento firme y sostenible tras la crisis.
Los MEED que cuenten con capacidad de maniobra fiscal y que puedan acceder a
condiciones de financiamiento asequibles podrían considerar la posibilidad de
valerse de estímulos adicionales si los efectos de la pandemia se prolongan en el
tiempo. Dicha estrategia debería ir acompañada de medidas que ayuden a restaurar
de manera creíble la sostenibilidad fiscal de mediano plazo, incluidas aquellas
dirigidas a fortalecer los marcos fiscales, aumentar la movilización de los ingresos
internos y la eficiencia del gasto y mejorar la transparencia fiscal y de la deuda. La
transparencia de todos los compromisos financieros, de los instrumentos de deuda
análogos y de las inversiones gubernamentales es un factor clave para crear un
entorno propicio para la inversión; este año podrían lograrse sustanciales progresos
en ese sentido.

Perspectivas regionales

Asia oriental y el Pacífico: Se prevé que la región crecerá apenas un 0,5 % en


2020, el índice más bajo desde 1967 y un reflejo de los trastornos originados por la
pandemia.

Europa y Asia central: Se estima que la economía de la región se contraerá un 4,7


% y que prácticamente todos los países entrarán en recesión.

América Latina y el Caribe: Las perturbaciones originadas por la pandemia harán


que la actividad económica se desplome un 7,2 % en 2020.

Oriente Medio y Norte de África: Se prevé que la actividad económica en Oriente


Medio y Norte de África se contraerá un 4,2 % a raíz de la pandemia y sus efectos
sobre el mercado del petróleo.

Oriente Medio y Norte de África: Se prevé que la actividad económica en Oriente


Medio y Norte de África se contraerá un 4,2 % a raíz de la pandemia y sus efectos
sobre el mercado del petróleo.

África al sur del Sahara: La actividad económica en la región está camino a


contraerse un 2,8 % en 2020, la desaceleración más profunda de la que hay
registro.

Respuesta del Grupo Banco Mundial frente a la COVID-19


El Grupo Banco Mundial, una de las principales fuentes de financiamiento y
conocimientos para los países en desarrollo, está adoptando medidas rápidas y de
amplio alcance para ayudar a esos países a fortalecer su respuesta frente a la
pandemia. Con tal objetivo, respalda intervenciones de salud pública, trabaja para
garantizar el suministro de insumos y equipos esenciales, y colabora con el sector
privado para continuar sus operaciones y mantener el empleo. Destinará hasta USD
160 000 millones en un plazo de 15 meses como apoyo financiero para ayudar a
más de 100 países a proteger a los sectores pobres y vulnerables, apoyar a las
empresas e impulsar la recuperación económica. Dicho monto incluye USD 50 000
millones correspondientes a nuevos recursos de la Asociación Internacional de
Fomento (AIF), que se ofrecerán mediante donaciones y préstamos en condiciones
sumamente concesionarias. (Banco Mundial, 2020)

La economía mundial se expandirá en un 4 % en 2021; la


distribución de vacunas y las inversiones son clave para sostener
la recuperación

Se espera que la economía mundial se expanda un 4 % en 2021, suponiendo que la


distribución inicial de las vacunas contra la COVID-19 (coronavirus) se amplíe a lo
largo del año. Sin embargo, es probable que la recuperación sea moderada, a
menos que los encargados de la formulación de políticas actúen con decisión para
controlar la pandemia y apliquen reformas que aumenten las inversiones, según la
edición de enero de 2021 del informe Perspectivas económicas mundiales que
publica el Banco Mundial.

Aunque la economía mundial está creciendo de nuevo tras una contracción del 4,3
% en 2020, la pandemia ha causado un gran número de muertes y enfermedades,
ha sumido a millones de personas en la pobreza y puede deprimir la actividad
económica y los ingresos durante un período prolongado. Las principales
prioridades políticas a corto plazo son el control de la propagación de la COVID-19 y
la garantía de una distribución rápida y amplia de las vacunas. Para apoyar la
recuperación económica, las autoridades también tienen que facilitar un ciclo de
reinversión destinado a lograr un crecimiento sostenible que dependa menos de la
deuda pública.

“Si bien la economía mundial parece haber entrado en una recuperación moderada,
los encargados de la formulación de políticas se enfrentan a desafíos enormes —en
materia de salud pública, gestión de la deuda, políticas presupuestarias, banca
central y reformas estructurales— al tratar de asegurar que esta recuperación
mundial, aún frágil, cobre impulso y siente las bases de un crecimiento robusto”,
afirmó David Malpass, presidente del Grupo Banco Mundial. “Para superar los
impactos de la pandemia y contrarrestar los factores adversos que afectan las
inversiones, es necesario dar un gran impulso a la mejora del entorno empresarial,
aumentar la flexibilidad del mercado laboral y de productos, y reforzar la
transparencia y la gobernanza”.
Se estima que el colapso de la actividad económica mundial en 2020 ha sido
ligeramente menos grave de lo que en un principio se había proyectado, debido
principalmente a que la contracción de las economías avanzadas ha sido menos
pronunciada de lo previsto, y a que la recuperación en China ha sido más sólida de
lo anticipado. En cambio, las perturbaciones de la actividad en la mayoría de los
demás mercados emergentes y economías en desarrollo fueron más graves de lo
esperado.

“También será necesario abordar las fragilidades financieras de muchos de esos


países, ya que la crisis del crecimiento afecta a los presupuestos de los hogares y
los balances de las empresas vulnerables”, declaró Carmen Reinhart,
vicepresidenta y primera economista del Grupo Banco Mundial.

Tal como se detalla en uno de los capítulos del informe, las perspectivas a corto
plazo siguen siendo muy inciertas y todavía es posible que los resultados de
crecimiento sean diferentes. En un escenario negativo, en el que los contagios sigan
aumentando y se retrase la distribución de las vacunas, la expansión mundial podría
limitarse al 1,6 % en 2021. Por otra parte, en un escenario optimista, con un control
exitoso de la pandemia y un proceso de vacunación más rápido, el crecimiento
mundial podría acelerarse hasta casi el 5 %.

En las economías avanzadas, una incipiente recuperación se estancó en el tercer


trimestre tras el resurgimiento de los contagios, lo que apunta a una recuperación
lenta y difícil. Se prevé que el PIB de Estados Unidos se expandirá un 3,5 % en
2021, después de una contracción estimada del 3,6 % en 2020. En la zona del euro,
se prevé que la producción crezca este año un 3,6 %, tras un descenso del 7,4 % en
2020. La actividad en Japón, que se redujo en un 5,3 % en el año que acaba de
terminar, se prevé que crezca un 2,5 % en 2021.

Se prevé que el PIB agregado de los mercados emergentes y las economías en


desarrollo, incluida China, crezca un 5 % en 2021, tras una contracción del 2,6 % en
2020. Se espera que la economía de China se expanda en un 7,9 % este año, tras
el crecimiento del 2 % el año pasado. Excluyendo a China, se prevé que los
mercados emergentes y las economías en desarrollo se expandan un 3,4 % en
2021, tras una contracción del 5 % en 2020. Entre las economías de ingreso bajo,
se prevé que la actividad aumente un 3,3 % en 2021, tras una contracción del 0,9 %
en 2020.

En los capítulos analíticos del último informe Perspectivas económicas mundiales se


examina la forma en que la pandemia ha amplificado los riesgos en torno a la
acumulación de deuda; la forma en que podría frenar el crecimiento a largo plazo si
no se adoptan medidas de reforma concertadas; y los riesgos asociados a la
utilización de programas de compra de activos como instrumento de política
monetaria en los mercados emergentes y las economías en desarrollo.

“La pandemia ha exacerbado enormemente los riesgos de la deuda en los


mercados emergentes y las economías en desarrollo; es probable que las débiles
perspectivas de crecimiento aumenten aún más la carga de la deuda y erosionen la
capacidad de servicio de la deuda de los prestatarios”, aseguró Ayhan Kose
vicepresidente interino de Crecimiento Equitativo, Finanzas e Instituciones del
Banco Mundial. “Es necesario que la comunidad mundial actúe con rapidez y
determinación para asegurarse de que la reciente acumulación de deuda no resulte
en una serie de crisis de deuda. El mundo en desarrollo no puede permitirse otra
década perdida”.

Como ocurrió en el pasado con otras crisis graves, se espera que la pandemia deje
efectos adversos de larga duración en la actividad mundial. Es probable que la
desaceleración del crecimiento mundial prevista para el próximo decenio empeore
debido a la falta de inversiones, el subempleo y la disminución de la fuerza de
trabajo en muchas economías avanzadas. Si la historia puede servir de referencia,
la economía mundial se dirige hacia un decenio desalentador en materia de
crecimiento, a menos que los encargados de la formulación de políticas pongan en
marcha reformas amplias que mejoren los elementos impulsores fundamentales
para un crecimiento económico equitativo y sostenible.

Las autoridades responsables de las políticas económicas deben seguir sosteniendo


la recuperación, pasando gradualmente del apoyo a los ingresos a las políticas de
fomento del crecimiento. A largo plazo, en los mercados emergentes y las
economías en desarrollo, las políticas para mejorar los servicios de salud y
educación, la infraestructura digital, la resiliencia al clima y las prácticas
empresariales y de gobernanza ayudarán a mitigar los daños económicos causados
por la pandemia, reducir la pobreza y fomentar la prosperidad compartida. En el
contexto de una situación fiscal débil y una deuda elevada son particularmente
importantes las reformas institucionales para estimular el crecimiento orgánico. En el
pasado, los inversionistas reconocieron los dividendos en materia de crecimiento
derivados de los esfuerzos de reforma en las mejoras de sus expectativas de
crecimiento a largo plazo y el aumento de las corrientes de inversión.

Los bancos centrales de algunos mercados emergentes y economías en desarrollo


han empleado programas de compra de activos en respuesta a las presiones de los
mercados financieros inducidas por la pandemia, en muchos casos por primera vez.
Cuando estos programas se han orientado a los problemas del mercado, parecen
haber ayudado a estabilizar los mercados financieros durante las etapas iniciales de
la crisis. Sin embargo, en las economías en las que la compra de activos continúa
expandiéndose y se percibe que se utiliza para financiar los déficits fiscales, estos
programas pueden erosionar la independencia operativa de los bancos centrales,
ocasionar una debilidad monetaria que produzca un desanclaje de las expectativas
inflacionarias y aumentar las preocupaciones sobre la sostenibilidad de la deuda.

Respuesta del Grupo Banco Mundial frente a la COVID-19

El Grupo Banco Mundial, una de las principales fuentes de financiamiento y


conocimientos para los países en desarrollo, está adoptando medidas rápidas y de
amplio alcance para ayudar a esos países a fortalecer su respuesta frente a la
pandemia. Respalda iniciativas de salud pública, trabaja para garantizar el
suministro de insumos y equipos esenciales, y ayuda al sector privado a continuar
sus operaciones y preservar el empleo. En este marco, proporcionará hasta USD
160 000 millones durante un período de 15 meses que finalizará en junio de 2021
para ayudar a más de 100 países a proteger a los sectores pobres y vulnerables,
respaldar a las empresas e impulsar la recuperación económica. Dicho monto
incluye USD 50 000 millones correspondientes a nuevos recursos de la Asociación
Internacional de Fomento (AIF) en forma de donaciones y préstamos en condiciones
sumamente concesionarias y USD 12 000 millones destinados a ayudar a los países
en desarrollo a financiar la compra y distribución de vacunas contra la COVID-19.

Crisis de contenedores: estatus y análisis

La congestión marítima portuaria es todavía uno de los principales factores que


afectan a la cadena de suministro a nivel global, sobre todo en Estados Unidos y
Europa.

Así lo aseguró la empresa Maersk en su análisis del mercado Asia-Pacífico del mes
de julio.

El conglomerado de negocios internacionales afirmó en el documento que los


clientes continúan enfrentando una serie de desafíos a medida que el conflicto entre
Rusia y Ucrania suma afectaciones a largo plazo de la economía global.
A ese escenario se suma la preocupación mundial por la inflación y los precios más
altos de la energía.

Esa combinación de factores ocasionará una menor demanda de los consumidores


y el consecuente daño al comercio internacional. Sin embargo, en el corto plazo el
escenario no es tan caótico.

Volúmenes de carga en Asia

El reporte señaló que los volúmenes de carga a través de Shanghái están volviendo
a los niveles previos al confinamiento.

Además, la demanda de los consumidores de Estados Unidos está impulsando la


temporada alta de envíos en las rutas de América del Norte.

El texto insistió en el conflicto entre Rusia y Ucrania y las consiguientes sanciones


impuestas a Moscú se suman a las presiones inflacionarias a nivel mundial y
aumentan los temores de una posible recesión.

La situación está aumentando la presión sobre los bancos centrales para endurecer
las políticas monetarias, incluido el aumento de las tasas de interés.

Según la firma, la clave para las perspectivas del comercio es cómo reaccionan los
consumidores y las empresas ante la elevada incertidumbre, los precios más altos y
los cambios de política.
No obstante, el reporte de Maersk señaló que, a corto plazo, la expansión mundial
continuará, respaldada por la demanda reprimida y la reapertura de las economías.

Estatus del comercio mundial

La empresa también enfatizó que los volúmenes de comercio mundial se redujeron


en un 2.5% en mayo en comparación con el año anterior.

Además, el crecimiento del año hasta la fecha ha disminuido en un nivel similar.

Las importaciones de contenedores en Europa se vieron afectadas negativamente


por el conflicto de Ucrania como volúmenes tras la imposición de sanciones y un
debilitamiento más amplio de la demanda, sentenció el reporte.

El caso de China
Por otra parte, las importaciones en Asia se redujeron debido a los bloqueos por los
contagios de Covid-19 en China y una desaceleración general en su mercado
inmobiliario.

Pese a ello, Shanghái vuelve gradualmente a la normalidad después de un cierre de


dos meses en toda la ciudad en abril y mayo. Por esa razón, la producción de la
fábrica se está recuperando y la demanda alcanzó signos positivos en julio.

A eso se suma que el transporte por carretera en el área de la ciudad también se ha


restaurado por completo.

El transporte por carretera interprovincial también ha vuelto a los niveles previos al


cierre, aunque los operadores de camiones pesados están sujetos a los requisitos
de prueba locales.

Congestión portuaria

En lo que concierne a la congestión de las terminales marítimas, especialmente en


América del Norte y Europa, continúa afectando negativamente la confiabilidad de
los horarios.

Las huelgas en Alemania, específicamente en Bremerhaven, Hamburgo y


Wilhelmshaven, han incrementado los retrasos de los buques en terminales.

En Rotterdam, varias firmas transportistas exploran opciones para aliviar la


congestión, incluidas las opciones fuera del muelle y la redirección de la carga a
instalaciones en otros lugares.

También está restableciendo algunos servicios transatlánticos.


Crisis de contenedores en América

En la ruta Asia - Norteamérica se están cambiando los números de viajes para


reflejar las fechas de salida reales o el desplazamiento de embarcaciones.

Es por esos esfuerzos que Maersk espera que aumenten los volúmenes de
exportación vía marítima en esa ruta en la segunda quincena de julio y agosto.

Respecto a América Latina, la demanda general del mercado en el comercio es muy


fuerte en el tercer trimestre desde la temporada alta tradicional.

Los contenedores frigoríficos no operados (NOR) siguen siendo clave para el tercer
trimestre, destacó el reporte. (Juárez, 2022)

Efectos económicos y financieros en América Latina y el Caribe del


conflicto entre la Federación de Rusia y Ucrania

El conflicto entre la Federación de Rusia y Ucrania ocurre en un contexto de alta


incertidumbre a nivel global asociada a diversos factores: desigual ritmo de
vacunación contra la enfermedad por coronavirus (COVID-19) y nuevas variantes
del virus; presiones inflacionarias y dificultad para mantener el estímulo fiscal;
tensiones comerciales y riesgos en el sector inmobiliario de China; disrupciones en
las cadenas de suministro y alza de fletes, así como eventos extremos debido al
cambio climático.
Este conflicto tendrá un impacto en las economías de América Latina y el Caribe a
través de varios canales, principalmente el canal comercial (con efectos directos e
indirectos), el canal de precios de las materias primas (incluidos los términos de
intercambio y los problemas de inflación) y el canal financiero.

La guerra que se está librando en Ucrania ha ensombrecido las perspectivas de una


recuperación económica pospandémica para las economías emergentes y en
desarrollo de la región de Europa y Asia central (i), según la actualización
económica (i) del Banco Mundial sobre la región publicada hoy.

La actividad económica seguirá profundamente deprimida durante el próximo año, y


se espera un crecimiento mínimo del 0,3 % en 2023, en un contexto en el que las
crisis de los precios de la energía siguen afectando a la región. Hasta ahora, sin
embargo, esta ha capeado la tormenta de la invasión rusa a Ucrania mejor de lo que
se había pronosticado. Ahora se prevé que este año la producción regional se
contraerá un 0,2 %, lo que refleja un crecimiento superior a lo esperado en algunas
de las economías más grandes de la región y la prudente ampliación de los
programas de estímulo de la era de la pandemia que llevaron adelante algunos
Gobiernos.

Actualmente, se prevé que este año la economía ucraniana se contraerá un 35 %,


pese a que la actividad económica está marcada por la destrucción de la capacidad
productiva, los daños a las tierras agrícolas y la reducción de la oferta de mano de
obra, ya que, según las estimaciones, más de 14 millones de personas han sido
desplazadas. De acuerdo con estimaciones recientes del Banco Mundial, las
necesidades de recuperación y reconstrucción en los sectores sociales, productivos
y de infraestructura ascienden, como mínimo, a USD 349 000 millones, es decir,
más de 1,5 veces el tamaño de la economía de Ucrania anterior a la guerra en
2021.

“La invasión de Rusia a Ucrania ha desatado una de las mayores crisis de


desplazamiento humano y ha provocado graves perjuicios para la vida humana y
económica”, declaró Anna Bjerde, vicepresidenta del Banco Mundial para la región
de Europa y Asia central (i). “Ucrania sigue necesitando un enorme apoyo financiero
mientras la guerra continúa innecesariamente, y también para proyectos de
recuperación y reconstrucción que podrían iniciarse rápidamente”.

La economía mundial sigue debilitada por la guerra debido a las importantes


alteraciones en el comercio y las crisis de los precios de los alimentos y los
combustibles, lo que está contribuyendo a que aumente la inflación y se endurezcan
las condiciones financieras mundiales. La actividad en la zona del euro, el principal
socio económico para los mercados emergentes y las economías en desarrollo
(MEED) de Europa y Asia central, se ha deteriorado marcadamente en la segunda
mitad de 2022, debido a las dificultades en las cadenas de suministro, el aumento
de las tensiones financieras y la disminución de la confianza de los consumidores y
las empresas. Sin embargo, los efectos más perjudiciales de la invasión son el alza
de los precios de la energía en medio de grandes reducciones en el suministro de
energía de Rusia.

Las reducciones de los pronósticos de crecimiento para 2023 son generalizadas en


los MEED de Europa y Asia central, ya que las perspectivas regionales están
sujetas a un grado considerable de incertidumbre. La prolongación o intensificación
de la guerra podría generar daños económicos y ambientales mucho más
importantes, así como mayores posibilidades de fragmentación del comercio y la
inversión internacionales. El riesgo de tensiones financieras también sigue siendo
considerable, habida cuenta de los elevados niveles de deuda e inflación.

En un suplemento del informe se examina el impacto de la crisis energética. Si bien


los precios mundiales del petróleo, el gas y el carbón han venido aumentando desde
principios de 2021, se dispararon después de la invasión rusa a Ucrania, lo que llevó
la inflación a niveles que no se habían registrado durante décadas en la región. Esta
crisis sin precedentes tiene consecuencias tanto para los consumidores como para
los Gobiernos, lo que limita la asequibilidad fiscal, la productividad de las empresas
y el bienestar de los hogares.

Los más afectados serán los países que dependen moderada o considerablemente
de las importaciones de gas natural para calefacción (que representa el 30 % de la
demanda de energía), actividad industrial o electricidad, así como los países
estrechamente conectados con los mercados energéticos de la Unión Europea.
Estos países deben prepararse para la escasez de gas y poner en marcha planes
de emergencia destinados a mitigar los peores impactos en los hogares y las
empresas, incluido el ahorro de energía, el aumento de la eficiencia energética y la
implementación de planes de cuotas y racionamiento. Las campañas de cambio de
comportamiento que se centran en la eficiencia de la calefacción en las viviendas y
los edificios —como las que promueven resellar las ventanas y agregar aislamiento
— requieren una inversión relativamente mínima y tienen impactos inmediatos.

“Las crisis superpuestas, esto es, la guerra en Ucrania, la pandemia actual y el


aumento de los precios de los alimentos y los combustibles, son dolorosos
recordatorios de que los Gobiernos deben estar preparados para afrontar
conmociones de gran magnitud e inesperadas que se precipitan muy rápidamente”,
señaló la Sra. Bjerde. "Los sistemas de protección social, que constituyen la base de
los esfuerzos de lucha contra la pobreza, deben modernizarse para que sean
eficaces frente a las crisis y los desafíos a largo plazo".

En el informe también se hace especial hincapié en los sistemas de protección


social de la región, que han desempeñado un papel fundamental en el apoyo
brindado a los hogares y las empresas durante la pandemia y, más recientemente,
frente a las consecuencias de la guerra en Ucrania.

Para responder a la pandemia, la región aplicó dos tipos generales de instrumentos


de política: las medidas de protección de los ingresos y las medidas de protección
del empleo. En el informe se evalúa la eficacia de estas medidas para promover el
crecimiento económico, reducir la pobreza y preservar el empleo. Se concluye que,
a corto plazo, el aumento del gasto en medidas de protección de los puestos de
trabajo se tradujo en más empleo y menos pobreza. Sin embargo, el efecto de estas
medidas en el crecimiento es menos claro.

Estas lecciones derivadas de la pandemia resultan instructivas para los


responsables de formular políticas a la hora de lograr que los sistemas de
protección social sean adaptables e inclusivos para abordar eficazmente tanto las
crisis a corto plazo que afectan a la economía como las tendencias a largo plazo
que están transformando los mercados laborales, como la globalización, las
tendencias demográficas, la innovación tecnológica y los impactos del cambio
climático y la acción climática.

Las intervenciones normativas orientadas a crear sistemas de protección social para


el futuro pueden incluir una combinación de los siguientes elementos: i) apoyo al
ingreso mínimo garantizado cuyo objetivo es proteger a las personas y los hogares
frente a perturbaciones adversas, ii) reformas regulatorias que eliminen
gradualmente las restricciones a las prácticas de contratación y despido de las
empresas y, en última instancia, apoyen la creación de empleos formales en el
sector privado y la reducción de la informalidad, iii) mayor cobertura y protección de
los grupos vulnerables, y iv) digitalización destinada a mejorar la calidad y cantidad
de los servicios prestados.
Perspectiva mundial actual
Situación Financiera actual
Se prevé que el crecimiento mundial se desacelerará en 2023 al 2,1 %. Las difíciles
condiciones financieras mundiales así como una demanda externa moderada
incidirán en el crecimiento en los mercados emergentes y economías en desarrollo.
Los riesgos de deterioro incluyen tensiones bancarias más generalizadas y una
política monetaria más restrictiva. Se necesita cooperación mundial para impulsar
una reforma regulatoria financiera, mitigar el cambio climático y brindar alivio de
deuda. La credibilidad de los bancos centrales sigue siendo un elemento
fundamental para la estabilidad macroeconómica. El margen de maniobra fiscal
puede reconstruirse gradualmente con una mayor eficiencia en el gasto y la
movilización de recursos internos. Para revertir la desaceleración del crecimiento
potencial se necesitarán reformas que promuevan el capital físico y humano, la
oferta de mano de obra, la productividad de los servicios y el comercio.

Proyecciones regionales
Los mercados emergentes y economías en desarrollo enfrentan una combinación de
factores mundiales predominantemente negativos. Se prevé que el crecimiento
aumentará en 2023 en Asia oriental y el Pacífico, a medida que la reapertura de
China genere una recuperación y que mejoren las perspectivas de crecimiento en
varias grandes economías. En cambio, se prevé un crecimiento moderado en todas
las demás regiones dada la escasa demanda externa, las severas condiciones
financieras mundiales y la alta inflación, que frenarán la actividad. Se prevé que el
próximo año el crecimiento aumentará en la mayoría de las regiones a medida que
los factores adversos se reduzcan. Los riesgos de deterioro en las perspectivas
regionales incluyen posibles tensiones financieras mundiales y una inflación local
más persistente. Las tensiones geopolíticas, los conflictos y los disturbios sociales,
así como los desastres naturales a consecuencia del cambio climático, también
plantean riesgos de deterioro.
Europa y Asia central

En 2022, el crecimiento en Europa y Asia Central (ECA) cayó a un 1,2 por ciento, el
crecimiento más lento entre las seis regiones de los países mercados emergentes y
en desarrollo (EMDE). Excluyendo a Rusia y Ucrania, el crecimiento en ECA aún se
debilitó hasta el 4,8 por ciento. La desaceleración del crecimiento fue generalizada,
incluyendo a la mayoría de las economías de la región, reflejando las interrupciones
causadas por la invasión de Ucrania por parte de la Federación Rusa, la reducción de
la confianza empresarial y del consumidor, un aumento en la inflación, una marcada
contracción monetaria y alteraciones en el suministro de energía. La producción
cayó un 20,2 por ciento en Europa Oriental, con contracciones principalmente en
Ucrania, pero también en otras partes de la subregión.

En Europa Central y los Balcanes Occidentales, que están más estrechamente


integrados en las cadenas de valor de la Unión Europea (UE), el crecimiento se vio
afectado por fuertes aumentos en los precios de la energía, interrupciones en el
suministro de energía y una política monetaria restrictiva. En contraste, el
crecimiento fue más rápido en el Cáucaso Meridional y en Turquía, gracias a los
flujos de comercio, migrantes y finanzas de Rusia y Ucrania, factores que también
respaldaron el crecimiento en Asia Central. La desaceleración de los exportadores
de productos básicos que no son Rusia fue limitada por los precios internacionales
más altos de los productos básicos.

La inflación sigue siendo particularmente alta en ECA, especialmente en Turquía.


Aunque los aumentos salariales nominales generalmente han quedado rezagados
respecto a la inflación, los salarios reales cayeron hasta un 3,3 por ciento en Europa
Oriental en la primera mitad de 2022, con Asia Central y el Cáucaso Meridional como
excepciones. Los signos recientes de desaceleración en las tasas de inflación de 12
meses en algunos países de ECA se pueden atribuir a efectos de base y a la
disminución de los precios de la energía en comparación con los máximos
históricos del año pasado. Sin embargo, la inflación básica sigue siendo elevada.

Para combatir la inflación por encima del objetivo, 17 bancos centrales de la región
aumentaron las tasas en 2022 y seis las han aumentado aún más hasta ahora en
2023. Perspectivas: Se espera que el crecimiento en ECA aumente ligeramente en
2023, hasta el 1,4 por ciento; sin embargo, las perspectivas siguen siendo
particularmente inciertas debido a la invasión de Ucrania por parte de Rusia y sus
repercusiones. Excluyendo a Rusia y Ucrania, se proyecta que el crecimiento en ECA
se reducirá a casi la mitad, hasta el 2,4 por ciento en 2023.

La mejora de 1,3 puntos porcentuales en las previsiones para la región desde enero
se debe principalmente a una revisión al alza para Rusia. Se prevé que el crecimiento
regional se recupere hasta alcanzar el 2,7 por ciento anual en 2024-2025, impulsado
por una demanda externa y doméstica más fuerte, en un contexto de disminución de
los impactos adversos en el crecimiento. Las divergencias en las tasas de
crecimiento dentro de la región deberían disminuir a medida que los flujos de
migrantes y capitales desde Rusia disminuyan y el crecimiento económico mejore
en la UE.

Los choques duales de la pandemia de COVID-19 y la invasión de Rusia tuvieron un


impacto significativo en el crecimiento en la región, que se espera que permanezca
por debajo de su tasa potencial en los próximos tres años, frenado por condiciones
financieras más estrictas y una consolidación fiscal gradual en muchos países.
Riesgos: Los riesgos para las perspectivas regionales siguen inclinándose a la baja e
incluyen la posibilidad de una invasión de Ucrania por parte de Rusia más intensa o
prolongada,

América Latina y el Caribe:


En 2022 el crecimiento de las principales economías latinoamericanas se
desaceleró debido a la menor demanda externa y a las restricciones en las políticas
monetarias. Durante el cuarto trimestre de 2022, la Argentina y Brasil
experimentaron una contracción, mientras que otras economías registraron un
crecimiento más leve. Esta desaceleración se traslada al crecimiento proyectado
para 2023. Durante el primer trimestre del año en curso, la actividad del sector
privado ha mostrado poco crecimiento pero que va en aumento, mientras que la
confianza de los consumidores ha sido despareja en la región. Los precios de los
principales productos básicos de exportación se han recuperado parcialmente tras
las caídas producidas a fines de 2022.

Si bien el turismo no se ha recuperado por completo de la pandemia, los destinos


turísticos populares se han beneficiado de la demanda externa. Los bancos
centrales de la región han mantenido tasas de interés altas para combatir una
inflación básica persistentemente elevada. Las balanzas fiscales mejoraron en 2022,
lo que resultó favorable para las iniciativas monetarias. Los disturbios sociales y la
incertidumbre política han afectado la confianza de consumidores e inversionistas
en varios países latinoamericanos, y se están analizando ajustes normativos en la
región.

Perspectivas: Según las proyecciones, el crecimiento en la región de América


Latina y el Caribe se desacelerará aún más en 2023 hasta un 1,5 %. Se prevé que
el escaso crecimiento en las economías avanzadas incidirá en la demanda de
exportaciones, mientras que es probable que las políticas monetarias restrictivas
que se sigan aplicando en esas economías y la inflación interna persistentemente
alta impidan cualquier mejora sustancial de las condiciones financieras a corto
plazo.

Se prevé que el crecimiento de Brasil se desacelerará al 1,2 % en 2023, con un


ligero aumento al 1,4 % en 2024. Según las proyecciones, la tasa de crecimiento de
México será moderada, del 2,5 %, en 2023, y que seguirá creciendo un 1,9 % en
2024. También según las proyecciones, en 2023 la producción de la Argentina caerá
a -2 % y en 2024 crecerá un 2,3 % a medida que la economía se recupere de la
grave sequía que ha afectado su producción agrícola este año.

Se prevé que el crecimiento de Colombia se reducirá al 1,7 % en 2023, con un


aumento al 2 % en 2024. Es probable que Chile experimente una contracción del
0,4 % en 2023 y, luego, del 1,8 % en 2024. Las perspectivas de crecimiento en Perú
son de un 2,2 % en 2023, con un ligero aumento al 2,6 % en 2024.

Se prevé que el crecimiento de América Central se desacelerará al 3,6% en 2023,


con un ligero aumento al 3,8 % en 2024.

Se prevé que las remesas y el turismo favorecerán la actividad en la región. En la


región del Caribe, además del auge del petróleo en Guyana, se prevé que el resto
de los países de la subregión crezcan a una tasa promedio del 3,3 % en 2023, con
el impulso de la continua recuperación del turismo y el creciente volumen de
remesas.

En la década actual, se prevé que el potencial crecimiento de la producción en la


región será el más bajo entre las regiones de mercados emergentes y economías en
desarrollo debido a un crecimiento inferior al promedio tanto de la productividad total
de los factores y de la fuerza de trabajo.

Riesgos: Estas perspectivas están expuestas a varios riesgos de deterioro. Debido


a la inflación persistente en las economías avanzadas, es posible que sus bancos
centrales deban mantener políticas monetarias más restrictivas que las supuestas al
principio. En especial, puede ocurrir que las monedas de la región de América
Latina y el Caribe se deprecien con respecto a las de las economías avanzadas, lo
que aumentaría los costos del servicio de la deuda e incrementaría aún más la
inflación local.

Además, existe el riesgo de que el sector inmobiliario de China se debilite todavía


más, lo que afectaría los precios de los metales (principalmente, del cobre y del
hierro) y representaría un riesgo de deterioro para Brasil, Chile y Perú. Por último, el
cambio climático sigue planteando riesgos para la región. Por ejemplo, las sequías
en la Argentina o las excesivas precipitaciones en Colombia podrían aumentar
nuevamente las probabilidades de que se experimenten los fenómenos extremos de
“La Niña” o “El Niño”.
Oriente medio y Norte de África

Desarrollos recientes: La región de Oriente Medio y África del Norte (MNA, por sus
siglas en inglés) ingresó al 2023 con un impulso de crecimiento sólido pero en
desaceleración. Las economías exportadoras de petróleo, que disfrutaron de un
crecimiento máximo en una década y baja tasa de desempleo el año pasado, han
anunciado recortes en la producción de petróleo. Las economías importadoras de
petróleo enfrentaron varios desafíos, especialmente una alta inflación, y el
crecimiento disminuyó notablemente en el 2023.
Con el impulso de los altos precios del petróleo para los exportadores de petróleo
disminuyendo y la demanda global tambaleándose, el crecimiento en la producción
de petróleo ha disminuido rápidamente desde tasas de dos dígitos a finales del
2022. Arabia Saudita vio que el crecimiento de su producción disminuyó desde
tasas de dos dígitos a mediados del 2022 hasta el 3.9 por ciento en el primer
trimestre del 2023, respaldado por actividades no relacionadas con el petróleo. En
Qatar, el crecimiento económico se desaceleró a principios del 2023 después de un
crecimiento máximo en una década en el último trimestre del 2022, apoyado por el
torneo de la Copa Mundial de la FIFA.

Las economías importadoras de petróleo experimentaron condiciones adversas que


continuaron en el 2023, con la inflación media de precios al consumidor alcanzando
niveles no vistos en más de una década durante la primera mitad del año. En la
República Árabe de Egipto, el acceso limitado a divisas extranjeras y un cambio
hacia un tipo de cambio más flexible hicieron que la libra perdiera aproximadamente
la mitad de su valor entre el inicio del 2022 y mayo del 2023. Los costos crecientes,
las dificultades para asegurar insumos importados y la desaceleración de la
demanda global afectaron la actividad, con la producción industrial (excluyendo
petróleo) disminuyendo en el año hasta enero. En Marruecos, la persistente sequía
y la alta inflación están debilitando el crecimiento, con el desempleo superando su
pico durante la pandemia en marzo del 2023.

Perspectivas: Se espera que el crecimiento en MNA disminuya al 2.2 por ciento en


el 2023, con revisiones a la baja desde las proyecciones de enero tanto para
exportadores como importadores de petróleo. Se espera que el crecimiento en la
región se recupere en el 2024, llegando al 3.3 por ciento, a medida que la inflación y
los vientos en contra globales disminuyan y la producción de petróleo aumente. Se
pronostica que el crecimiento en los exportadores de petróleo se desacelerará al 2.0
por ciento en el 2023, un cambio significativo a la baja respecto a lo que se
esperaba hace solo seis meses, antes de aumentar al 3.2 por ciento en el 2024.
Los recortes anunciados en la producción de petróleo en el 2023, que se espera que
se eliminen gradualmente en el 2024, representan gran parte de la revisión. En
Arabia Saudita, se espera que los recortes en la producción de petróleo resulten en
una producción industrial y exportaciones estancadas, con un crecimiento
disminuyendo del 8.7 por ciento en el 2022 al 2.2 por ciento en el 2023, y una
contracción en el sector petrolero este año. Las perspectivas de crecimiento en Iraq
y los Emiratos Árabes Unidos también sufrieron una disminución similar en el 2023 y
un aumento en el 2024.

Las economías importadoras de petróleo continúan enfrentando vientos en contra


internos, por lo tanto, se proyecta que el crecimiento en estas economías se
desacelere al 3.4 por ciento en 2023, una reducción de 0.7 puntos porcentuales
desde enero. En Egipto, se proyecta que el crecimiento se desacelere al 4.0 por
ciento en el año fiscal 2022/23 (julio-junio), debido a la política restrictiva, la
depreciación severa de la moneda y los mayores costos de producción. En
Marruecos, se espera que el crecimiento aumente al 2.5 por ciento en 2023, frente
al 1.1 por ciento del año anterior, apoyado por la resiliencia en el turismo y la
industria automotriz. El clima adverso retrasará la normalización de la producción
agrícola después de años consecutivos de sequía.

Riesgos: Los riesgos para las proyecciones siguen siendo predominantemente a la


baja, con un sesgo significativamente mayor a la baja para los importadores de
petróleo que para los exportadores de petróleo. Las economías importadoras de
petróleo son vulnerables a cambios significativos en el sentimiento del mercado
debido a sus niveles más altos de deuda gubernamental y reservas de divisas más
bajas. Las economías exportadoras de petróleo siguen siendo altamente
dependientes de los ingresos petroleros, y cualquier impulso global para acelerar la
transición hacia energías renovables podría dejar a estas economías expuestas a
una caída inesperada en la demanda de combustibles fósiles.
ASIA MERIDONIAL

Desarrollos recientes: La región de Asia Meridional (SAR) ha sufrido significativos


efectos negativos de la política monetaria restrictiva en las economías avanzadas, el
bajo crecimiento en China y la invasión de Ucrania por parte de la Federación Rusa.
Hasta ahora, en 2023, el impacto máximo de estos shocks parece haber pasado y
las condiciones económicas regionales han mejorado. Los términos de intercambio
se han vuelto más favorables desde la segunda mitad de 2022 y los grandes déficits
comerciales causados por los altos precios de los productos importados han
disminuido parcialmente. A pesar de esto, el impulso de crecimiento continúa
disminuyendo.

En India, que representa tres cuartos de la producción en la región, el crecimiento a


principios de 2023 se mantuvo por debajo de lo logrado en la década anterior a la
pandemia. En Bangladesh, las medidas continuas de supresión de importaciones y
la escasez de energía han afectado tanto a la producción industrial como al sector
de servicios.

Algunas economías de la región han sufrido importantes shocks internos y


profundas crisis que continúan socavando su crecimiento, especialmente en
Afganistán, Pakistán y Sri Lanka. En Pakistán, los efectos devastadores y duraderos
de las inundaciones de agosto de 2022, junto con la incertidumbre política y los
limitados recursos de divisas extranjeras para pagar las importaciones de alimentos,
energía e insumos intermedios, han deprimido la actividad, con una contracción de
la producción industrial de dos dígitos en el año hasta marzo de 2023. En Sri Lanka,
la producción industrial cayó un 15,8 por ciento en el año hasta marzo de 2023. En
Afganistán, la pobreza es generalizada, con casi toda la población sin suficiente
alimentación debido a los ingresos insuficientes.

Perspectivas: Se espera que el crecimiento en la región se desacelere


marginalmente al 5,9 por ciento en 2023 y más significativamente al 5,1 por ciento
en 2024. La mayor resistencia de lo esperado en el consumo privado y la inversión,
y un sector de servicios robusto en India, están respaldando el crecimiento en 2023.
La revisión a la baja en 2024 se debe principalmente al impacto rezagado del
endurecimiento de la política interna y de las condiciones financieras globales, y a
las secuelas de las inundaciones y la incertidumbre política en Pakistán.

Se espera que el crecimiento en India se desacelere aún más al 6,3 por ciento en el
ejercicio 2023/24 (abril-marzo), una revisión a la baja de 0,3 puntos porcentuales
desde enero, con el consumo privado limitado por la alta inflación y el aumento de
los costos de endeudamiento, y el consumo del gobierno por la consolidación fiscal.
En Bangladesh, se espera que la inflación elevada, la incertidumbre política y la
debilitación de la demanda externa frenen el crecimiento al 5,2 por ciento en el
ejercicio 2022/23 (julio-junio) frente al 7,1 por ciento del año fiscal anterior.

En Pakistán, los efectos continuos de las inundaciones de agosto de 2022,


agravados por tensiones sociales crecientes, alta inflación e incertidumbre política,
se estima que han limitado el crecimiento al 0.4 por ciento en el año fiscal 2022/23
(julio-junio), una revisión a la baja de 1.6 puntos porcentuales desde enero. En Sri
Lanka, se espera que la producción se contraiga un 4.3 por ciento en 2023 antes de
comenzar una recuperación tímida en 2024. La perspectiva económica en
Afganistán se ha estabilizado gracias a la vuelta de la ayuda económica; se espera
que el crecimiento de la producción sea positivo en los próximos dos años.

Riesgos: Los riesgos para la perspectiva siguen siendo predominantemente bajistas.


La alta deuda gubernamental y externa, las bajas reservas de divisas y las
tensiones socioeconómicas aumentan el riesgo de crisis financieras en varias
economías de la región. Estas crisis podrían reducir significativamente el potencial
de crecimiento y el crecimiento real. También podría materializarse un impacto
adverso significativo de una mayor restricción monetaria global o del estrés en el
sector bancario.

Las economías del sur de Asia se encuentran entre las más vulnerables al cambio
climático, con más de la mitad de los habitantes del sur de Asia afectados por uno o
más desastres relacionados con el clima en las últimas dos décadas. Con el cambio
climático aumentando los riesgos para la actividad económica y el desarrollo, hay
una necesidad urgente de aumentar la resiliencia.
.

África subsahariana

Desarrollos recientes: El crecimiento en África subsahariana (ASS) continuó


desacelerándose a principios de este año debido a varios desafíos específicos de
cada país y a una mayor adversidad económica externa. Las recuperaciones de los
impactos económicos y climáticos adversos anteriores, que ya eran frágiles e
incompletas en muchos países, se han debilitado debido a la alta e persistente
inflación, a un mayor endurecimiento de las condiciones financieras globales, a un
ajuste de las políticas internas y a brotes de violencia y agitación social en algunos
países.

La inflación galopante ha agravado las dificultades económicas de los pobres y ha


aumentado significativamente la inseguridad alimentaria. ASS comenzó este año
con 35 millones de personas más en inseguridad alimentaria aguda que al comienzo
de 2022. En varios países, especialmente en aquellos de bajos ingresos con
situaciones frágiles y afectadas por conflictos en ASS, las sequías prolongadas y los
conflictos armados han exacerbado estos efectos. Si bien la inflación general ha
disminuido recientemente, la inflación de precios de los alimentos anual ha
permanecido en dos dígitos en casi el 70 por ciento de los países, lo que refleja
mayores costos de insumos agrícolas, depreciación de la moneda y más
interrupciones en el suministro debido a la violencia intercomunitaria y los impactos
adversos del cambio climático.

El crecimiento en las tres economías más grandes de ASS, Angola, Nigeria y


Sudáfrica, se desaceleró al 2,8 por ciento en 2022 y continuó debilitándose en la
primera mitad de este año. La economía de Sudáfrica, debilitada por graves cortes
de energía, continuó desacelerándose debido a la inflación persistente, el
endurecimiento de la política interna y una menor demanda externa. En Angola y
Nigeria, los dos mayores productores de petróleo de ASS, el impulso de crecimiento
se ha estancado debido a precios más bajos de la energía y a una producción de
petróleo estancada. El repunte posterior a la pandemia en el sector no petrolero de
Nigeria se enfrió a principios de este año debido a la inflación persistentemente alta,
la escasez de divisas y la falta de billetes causada por el rediseño de la moneda.
Perspectivas: Se espera que el crecimiento en ASS disminuya aún más al 3,2 por
ciento en 2023 antes de aumentar al 3,9 por ciento en 2024. Se proyecta que la
recuperación en Sudáfrica se desacelere al 0,3 por ciento este año debido a los
graves cortes de energía que repercuten fuertemente en la actividad y contribuyen a
la persistencia de la inflación. Se espera que el crecimiento en Nigeria se mantenga
apenas por encima del crecimiento demográfico, mucho más lento de lo necesario
para reducir significativamente la pobreza extrema. Sin embargo, las rebajas en las
perspectivas se extienden más allá de las principales economías regionales, ya que
el alto costo de vida limita el consumo privado y las políticas más estrictas frenan el
aumento de la inversión en muchos países. De manera más generalizada, las
vulnerabilidades domésticas empeoradas junto con las difíciles condiciones
financieras globales y el débil crecimiento mundial se espera que mantengan las
recuperaciones contenidas.

Se proyecta que el ingreso per cápita en ASS crecerá menos del 1 por ciento al año
en promedio durante el horizonte de pronóstico; mientras que en más de una quinta
parte de las economías de la región, incluidas las tres más grandes, se espera que
el crecimiento promedio del ingreso per cápita en 2023-24 no supere el 0,5 por
ciento y será negativo en más de una décima parte. Por lo tanto, las perspectivas
para la reducción de la pobreza en la región son sombrías, con casi el 40 por ciento
de la población de ASS viviendo en países con ingresos per cápita más bajos el
próximo año que en 2019.

Riesgos: las perspectivas están sujetas a múltiples riesgos a la baja, ya que la


actividad mundial puede desacelerarse más rápido de lo previsto si la reapertura de
la economía de China no genera una recuperación duradera o si las condiciones
financieras mundiales se endurecen más. Si las presiones inflacionarias persistieran
durante más tiempo del previsto actualmente o las tensiones en el sector bancario
de las economías avanzadas se extendieran al sistema financiero mundial, las
condiciones financieras de la SSA podrían deteriorarse aún más, desencadenando
nuevas depreciaciones de la moneda y salidas de capital, y elevando los riesgos de
sobreendeudamiento. Muchas economías de África Subsahariana, que ya carecen
de espacio fiscal para mitigar nuevos impactos macroeconómicos, están
enfrentando desafíos internos formidables, como la pobreza persistente, la violencia
y los conflictos enconados, y los impactos adversos del cambio climático. Un clima
extremo más severo, junto con una creciente inseguridad en países que ya están
estresados por la mayor frecuencia de tales eventos, podría deprimir aún más el
crecimiento y dar lugar a crisis humanitarias prolongadas.
CONCLUSIONES

Las principales crisis económicas que han afectado en los últimos años han sido la
crisis inmobiliaria de Estados Unidos en 2009, El Brexit en Europa por parte del
Reino Unido, El COVID-2019, con ello la crisis de flete marítimo y el conflicto entre
Rusia y Ucrania.

Lo curioso de estas crisis es que han sido a raíz de decisiones políticas y políticas
financieras que establecen los gobiernos o ciertos mandatarios eligen. Los índices
financieros y macroeconómicos se miden por separado para cada región. Sin
embargo, las crisis financieras golpean a todos los países por la alta globalización
que existe. Las capacidades de negociación y la facilidad de intercambio de bienes
y servicios permiten tener bienes y materias primas de países especializados, con la
infraestructura y recursos necesarios para tener producciones eficientes y
competitivas que permiten exportar a los diferentes países.

Al momento de existir algún conflicto político, afectan las necesidades esta dinámica
del mercado desabasteciendo de bienes, servicios y materias primas, encareciendo
las operaciones y generando una cadena de crisis.

En el caso particular del COVID-19 no fue necesariamente un conflicto político. Hay


quienes afirman que fue bioterrorismo a nivel mundial para crear la crisis, cosa que
no descartaría. Sin embargo, el impacto fue enorme. Países y economías pararon
por completo la operación, dejaron de haber movimiento y flujos de efectivo, miles
de empresas quebraron por falta del mismo. Esto generó una ola de expansión a los
fletes marítimos y las importaciones desde China, potencia mundial en la generación
de insumos y materias primas, encareciendo inimaginablemente las operaciones.
Los fletes llegaron a costar $24000 en donde su precio rondaba entre $3500-5000.
Estos precios encarecen en gran manera las operaciones, la adquisición de bienes y
materias primas. China cerró sus puertas comerciales dejando de abastecer al
mundo de sus bienes y servicios.

En el caso del virus, los esfuerzos fueron destinados a la creación y distribución de


las vacunas a los sectores de mayor riesgo. Muchos fondos monetarios y el banco
mundial, generaron prestámos a los desarrolladores y a los gobiernos que
presentaban crisis de subsidios y que estaban dedicando sus esfuerzos al desarrollo
de la vacuna. Al estar lista, el financiamiento se dió para poder adquirir las dosis y
mitigar el riesgo para regresar a las actividades de valor de cada ente generador.

Dado los diferentes esfuerzos por crear la cura y que pudieran llegar a la población
en general, permitió tener un regreso “a la normalidad” de los diferentes sectores.
Sin embargo, existió un fuerte golpe económico a las medidas y pequeñas
empresas, al sector de emprendimiento donde no tenían el capital necesario para
poder seguir pagando planillas sin estar generando. Se adoptaron diferentes
posiciones y políticas de subsidios, pero esto representó aumento en la deuda
pública.

En particular, el país de Guatemala, fue quién mejores índices presentó posterior al


evento. Los índices fueron muy buenos, pero principalmente a las entradas de
remesas. En información del banco de Guatemala, el año de pandemia fue dónde
ingresaron más remesas al país, subsidiando a las familias que se quedaron sin
empleo, ya que el país nortemericano no paro en su totalidad su economía.

Anteriormente a la situación de COVID existía un plan por parte de las Naciones


Unidas. La creación de Objetivos para el desarrollo Sostenible. Una serie de metas
globales para reducir condiciones de pobreza, desnutrición, salud, uso y cuidado de
los recursos, educación. Estos objetivos se vieron afectados por el fenómeno del
COVID-19. Sin embargo, se retoman después de lo sucedido a un plan para el año
2030. El cumplimiento o el desarrollo de las sociedades orientadas a cumplir con
estos objetivos, benefician en gran manera los índices económicos y sociales. Así
como los financieros.

Después de 4 años de lo sucedido, el mundo cambió, trajo consigo formas nuevas


de trabajo, conciencia en las sociedades de los objetivos e índices a mejorar y una
estabilización financiera con nuevas oportunidades de empleo. Se generaron
nuevas formas de trabajo y cada cosa vuelve a tomar su lugar.

En el caso del conflicto entre Rusia y Ucrania, creo pánico entre naciones y aliados.
El problema o conflicto político que se volvió guerra es que los países involucrados
tienen aliados e interfieren según sus intereses defendiendo o atacando a Rusia que
es considerada un peligro para países que exportan de gran manera y su poder de
ejercito que posee, por los ataques. La incertidumbre y el papel secundario que
países como Estados Unidos y Korea llegaron a convertirse en primarios, generaron
incertidumbre por las amenazas y roses que crearon en el momento.

Debido a esa incertidumbre fue que se generaron bajas en los índices económicos y
retención por parte de los mercados financieros globales y en las solicitudes de
crédito para financiamientos.
RECOMENDACIONES

Es de suma importancia que como financieros, estemos al tanto de las dinámicas


sociales y del mercado que existen en el mundo. Es importante que conozcamos los
índices macroeconómicos de los países que tengan socios comerciales con
nuestras empresas. Estar al tanto de las noticias y sitios de información económica
y financiera. La capacidad y conocimiento de estos puntos, permitirán tener una
ventaja de análisis y la previsión para la compra o no compra de bienes e insumos.
Permitirá tener poder de negociación con proveedores, tener un plan B,C… Z para
cubrir emergencias. Realizar acciones previo a que sucedan, nos genera una
ventaja competitiva para mantener, mejorar o en el momento de la crisis contar un
mejor precio que la competencia. Esta previsión o capacidad de resolución nos
permitirá salir de la emergencias o que el efecto sea sumamente negativo.

Si estamos interesados en invertir en la bolsa, conocer los índices y la situación


financiera del país en donde opera la empresa a la que queramos invertir. Poder
introducir en el análisis de riesgo la estabilidad política y conflictiva que posee el
país ya que podemos observar que es un factor que llega a afectar.

Considerar a la hora de la compra de algún activo algún tipo de seguro o fianza para
evitar que algún problema global atrase el importe, la construcción, la tecnificación o
la entrega del bien. No somos adivinos para poder tener una idea de lo que
sucederá en el futuro, pero esta investigación y según el desarrollo y aprendizaje
empírico nos dice que la historia se vuelve a repetir y es por eso la importancia del
análisis que está investigación nos expone que debemos contar en nuestras
planificaciones y ejecuciones.
BIBLIOGRAFÍA

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bal-economy-to-expand-by-4-percent-in-2021-vaccine-deployment-and-
investment-key-to-sustaining-the-recovery

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