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2. El participio:
la doble categoría gramatical –y por ende sintáctica- del fenómeno: ¿un problema
semasiológico? Es decir, un caso de homonimia no en el plano categorial y léxico
(presa/presa, canto/canto) sino solamente en el categorial / sintáctico;
trabajo con la Guía/2: Introducción; sinopsis (un panorama de lo ya conocido por la
Guía/1); trabajo con todas las oraciones de 1.1. “Concordado atributivo y
apositivo”, cuya última oración, un trímetro yámbico (ho tymòs algôn...), me dio
ocasión para hacer un excursus o digresión sobre
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Clase:
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En griego, el fenómeno es muy similar. En Pabón, página 671, en
oportunidad de las observaciones al cuadro de pronombres personales, se nos dice
en el punto b) que la primera persona tiene un reflexivo, y menciona a e)mautou=. El
reflexivo se enuncia en genitivo, y tiene acusativo e)mauto¿n y dativo e)maut%=.
Este pronombre está formado a partir del tema no nominativo del pronombre
personal e)gw¿, al que se le suma au)to¿j h¿ o¿. Con respecto a la segunda persona,
también tenemos un reflexivo formado de manera similar: seautou=, donde se
puede dar la contracción entre las vocales que quedan en contacto, produciendo
como resultado sautou=. Correspondientemente, tendremos acusativo seauto¿n o
sauto¿n, y dativo seaut%= o saut%=.
Al no haber nominativo, el caso convencional, como les decía, para enunciar
este tipo de pronombre, es el genitivo. No hay nominativo porque, desde un punto
de vista sintáctico, el reflexivo por definición no puede ser nunca nominativo. En
cuanto a los plurales, se arman sobre la base de los pronombres personales
correspondientes: para la primera persona habrá acusativos h(ma=j au)tou¿j,
u(ma=j au)tou¿j, genitivos h(mw=n au)tw=n, u(mw=n autw=n y dativos h(mi=n au)toi=j
y u(mi=n au)toi=j .
Frente a los de primera y segunda persona, hay también reflexivos de la
problemática tercera persona. En ático tenemos que partir de un misterioso
pronombre reflexivo indoeuropeo que se materializó en singular como e(¿. Si piensan
en el espíritu áspero como lo que verdaderamente es, el signo de un fonema,
reducido a una expresión mínima por un mero problema del alfabeto, entonces se
darán cuenta de que se trata del se latino y, por ende, del ‘se’ castellano. Para el
plural, tenemos un misterioso pronombre sfa=j, muy poco usual, por lo que
sencillamente se los menciono. Estos pronombres, para construir el reflexivo, son
reforzados en ático con el consabido au)to¿j h¿ o. Así, resulta que el acusativo del
pronombre reflexivo de tercera persona del singular puede ser e(auto¿n o bien
au(to¿n, una vez que se contraen las vocales. En plural, el correspondiente acusativo
será sfa=j au)tou¿j. Los genitivos, en singular, serán e(autou= o au(tou=, y los
dativos e(aut%= o au(t%=. El plural lo pueden construir ustedes mirando el cuadro
del apéndice gramatical y sumando el caso correspondiente de au)to¿j h¿ o.
He trabajado con el masculino para la exposición, pero obviamente en
primeras y segundas personas pueden tener masculino o femenino y, para las
terceras, masculino, femenino o neutro. A modo de ejemplo, vean las tres personas
del singular:
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au(th=j, au(tou=: femenino u neutro genitivos contractos de tercera persona
Algo que quiero que tengan presente es que las formas contractas de la
tercera persona pueden ofrecer algunas confusiones. Si miran el diccionario, van a
ver que existe la palabra au(toj au(th¿ tau)to(n), y que allí se les indica que esa
palabra es producto de la contracción del artículo con el adjetivo au)to¿j h¿ o¿:
o( au)to¿j, h( au)th¿, to\ au)to¿(n). El significado de esta palabra es “el mismo/la
misma, lo mismo”. Sucede que el acusativo, genitivo y dativo de esta palabra son
exactamente iguales que las formas contractas del reflexivo de tercera persona
singular que acabamos de ver: au(to¿n, au(tou=, au(t%=. Sin embargo, no deben
confundirse, ya que no se trata de lo mismo; en las ocurrencias puntuales, habrá que
distinguir si se trata de una u otra palabra.
Vamos a ver funcionando esto en tres oraciones de la lección w: la número 5.
de la parte teórica, y las número 14. y 31. de la ejercitación:
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Como ven, hay una correspondencia, ya que el aoristo de gi¿gnwskw sigue
el modelo de un aoristo en voz pasiva en todos los modos. Lógicamente, en
oportunidad de las formas de gignw¿skw estamos ante un aoristo activo, no pasivo.
Se trata de un verbo que tiene este tipo de aoristo que denominamos ‘tercero’. El
hecho central es que es un tiempo con todos sus modos, eso es lo que la lengua
privilegia. Luego, que por las peripecias fonéticas resulte que tiene la apariencia de
un aoristo pasivo es lo de menos. Ahora bien, si voy a Pabón, en la página 170,
primera columna, y allí veo que bajo la forma e)¿gnwn dice que se trata del aoristo
segundo de gignw¿skw. Sin embargo, esto puede resultar desconcertante, porque lo
que sabemos es que el aoristo segundo tiene la forma de un imperfecto en indicativo
y la de un presente en los demás modos, y aquí no sucede eso. Justamente por eso,
nosotros preferimos enrolarlo, como algunas gramáticas, dentro la categoría de
aoristo tercero y no en la de aoristo segundo. La causa del parecido entre las formas
de aoristo pasivo común y corriente y el aoristo tercero tiene que ver con que la voz
pasiva, en el origen, no era tal: lo que luego pasó a ser pasividad era, en principio,
intransitividad, y estos aoristos terceros eran también intransitivos. Por ahí viene la
cosa, aunque no es el momento de profundizar en esta cuestión.
Frente a este tipo de fenómenos aparecen los límites de la gramática
analogista, ya que son fenómenos que no son reductibles a la sistematización.
En la gramática de Berenguer Amenos, en el parágrafo 209, hay un cuadrito
donde se mencionan algunos verbos que tienen aoristo tercero. Pueden ir a ver allí lo
que se dice sobre esta cuestión. De todos modos, si no nos especializamos en un
estudio de tipo lingüístico, estos datos tienen que ser sencillamente un instrumento
para llegar al sentido de la oración.
Vayamos a los textos que nos propusimos analizar:
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innecesario, lo que se dice es eterno, está fuera del tiempo. En el origen hay que
pensar en este tipo de oraciones sin verbo, en un sistema nominal, por así decir,
frente a la oración verbal. La oración verbal va tomando vigencia y la nominal
comienza a pensarse, a estructurarse, según el modelo de la oración verbal. Se trae
entonces un verbo como ei)mi¿, se lo de-semantiza -originariamente el verbo
ei)mi¿ tenía el valor existencial-, y se lo utiliza como cópula. No quiere decir esto
que el verbo copulativo no tenga absolutamente ningún valor, pero hay que tener
presente que la lengua no previó un verbo cópula originario; son un desarrollo
posterior.
En la tercera oración, du¿natai es el verbo conjugado, y hay un infinitivo
bohqei=n, del verbo contracto bohqe¿w -w=. du¿namai es un verbo medio que, en
tercera persona, tiene un uso que el diccionario llama ‘impersonal’, es decir
terciopersonal, con proposición sujetiva. Es, además, un verbo en el cual el tema se
une directamente a la desinencia, por lo cual, entre otras cosas, en la segunda
persona del singular de presente puede verse la desinencia de voz media sin la caída
de la sigma: du¿nasai.
e(auto¿n es el reflexivo de tercera persona singular, en acusativo singular.
Algo similar se observa en el sauto¿n de la segunda oración: se trata, como ya
sabemos, del reflexivo de segunda persona singular, en acusativo. En la tercera
oración, au)to¿j h¿ o¿ no es el reflexivo, sino el adjetivo que suele acompañarlo,
pero en esta oportunidad solo. Además, hay un au(t%= que podría ser o bien la
forma contracta del pronombre reflexivo de tercera persona singular en dativo, o
bien el dativo singular de au(toj au(th¿ tau)to(n). Se trata del pronombre
reflexivo, según veremos.
En la primera oración, xalepo¿n es un predicativo sujetivo que coincide con
predicado de la oración y to\ e(auto\n gnw=nai una proposición sujetiva, en la que
e(auto¿n es el objeto directo del infinitivo gnw=nai. Aquí, al menos para mí, es tan
fuerte el valor nominalizador del artículo que en vez de ‘proposición sujetiva’ usaría
sencillamente ‘sujeto’. Ese artículo nominaliza toda la expresión, no va
acompañando solamente al infinitivo. La traducción de esta primera oración es:
“Arduo, conocerse a sí mismo.”
En la segunda oración tenemos una complejidad sintáctica mayor. Sucede que
tou=to es un deíctico que está retomando lo que se dice inmediatamente
antes, to\ gnw=qi sauto¿n. En esta expresión, que es sujetiva frente al predicativo
sujetivo igual al predicado e)¿poj me¿ga, gnw=qi es el núcleo y sauto¿n su objeto
directo. Observen cuán fuerte es la capacidad nominalizadora del artículo, que aquí
aparece nominalizando una expresión con verbo conjugado, en imperativo. En el
predicativo, e)¿poj es el núcleo y me¿ga un atributo. A tou=to lo voy a dejar en la
proposición sujetiva como ‘núcleo anafórico epanaléptico’, ya que hace referencia a
to\ gnw=qi sauto¿n, expresión a la que le voy a colocar ‘núcleo’.
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Con ‘epanaléptico’ justamente se hace mención de algo que retoma lo
anterior, mientras que, si se hace referencia a lo que viene después, se trata de un
anafórico proléptico. De hecho, podríamos ponerle ‘núcleo anafórico proléptico’ al
artículo, ya que de alguna manera es como si se dijera: ‘El hecho de conócete a ti
mismo, eso, gran sentencia.’, es decir que el artículo adelanta lo que se va a decir
después. El anafórico está vacío de sentido, y puede llenarse con lo ya dicho o con lo
que se va a decir luego. En seguida, como ven, nos enfrentamos a los límites de la
sintaxis convencional, por lo que lo importante es que lleguemos a la comprensión
de lo que dice el texto.
Alumno: ¿Por qué no ponerle ‘aposición’ al tou=to?
Prof. Castello: La diferencia es que una aposición tiene cierto peso categorial,
a tal punto que puede reemplazar al núcleo al que se refiere, o intercambiarse con él.
Con estos pronombres vacíos de significado, de naturaleza deíctica, señalativa, no es
posible esa operación.
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funcionar en construcción personal. De hecho, tenemos que hacer así, tomar las
ocurrencias del habla a un conjunto de modelos de una sintaxis básica, porque para
la inteligibilidad tenemos que llevarlo a ese molde. Estamos trabajando con
gramática, es decir reduciendo los casos particulares a los moldes generales. De otro
modo, no podríamos hacer ciencia, si en cada instancia particular multiplicáramos
las categorías. A veces se corren estos riesgos, pero de otra manera quedaríamos
reducidos a la e)mpeiri¿a.
El participio:
Pasemos, ahora sí, al estudio del participio. La doble función sintáctica del
participio como adjetivo y como verbo puede resultar al principio un poco
desconcertante. De hecho, el termino participium o, en griego, metoxh¿, alude a
eso. Esto nos marca, a su vez, los límites de las categorías gramaticales. Podríamos
acercarnos a una descripción funcional del participio desde el campo de la
semasiología.
Hay significantes que tienen un doble significado. Basta pensar, por ejemplo,
en /presa/ para darse cuenta de que este significante alude a dos significados
diferentes, por un lado un sustantivo (‘lo que se caza’) y, por otro, un adjetivo
equivalente a ‘encarcelado’. Lo mismo sucede con /canto/, que remite a un
sustantivo y a un verbo. Entonces, para un significante, puede haber dos
significados. Este problema de la homonimia es muy interesante, lo mismo que el
problema contrario, es decir el hecho de que pueda haber dos significantes para un
significado: /pelo/ y /cabello/. Se dan fenómenos curiosos de lengua: no decimos
‘los cabellos de las piernas’, por ejemplo. Con el participio, sin embargo, no pasa
exactamente ninguna de estas dos cosas. Cuando se usa, por tomar un ejemplo, el
significante /elogiado/, frente al significado ‘recibir elogios’, no se trata de dos
signos diferentes según funcione como adjetivo o como verbo, sino que ambas cosas
se aplican a ese único signo. Mediante la cara nominal el participio se ‘engancha’ en
la oración, ya que concuerda con algún sustantivo, pero mediante su cara verbal
desarrolla complementos que dependen de él. Claro que, en castellano, hablamos de
participios pasivos, porque los pocos participios activos que subsisten no tienen
valor verbal, se han transformado en otra cosa, generalmente sustantivos como
‘caminante’, ‘amante’, etc. Están también aquellos fosilizados como ‘caballero
andante’, ‘voz cantante’, ‘bella durmiente’, ‘agua corriente’, ‘dinero contante y
sonante’. En estas expresiones el participio funciona como adjetivo, pero su
aparición está limitada a esa única expresión, no es un signo funcional en la lengua.
En griego, sin embargo, los participios de todos los tiempos tienen una tremenda
funcionalidad.
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Si vamos a la página 17 de la Guía 2, vemos que allí hay un cuadro donde se
esquematizan las funciones del participio en la oración.
2. sustantivado
1. sujeto
2. predicativo
3. objeto
1. directo
2. indirecto
4. complemento: de especificación, de comparación, de fin, etc.
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a)/nqrwpoi to£n qa¿naton feu¿gontej diw¿kousin.
[Intervalo]
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Prof. Castello: Vamos a situarnos en la página 13 de la Guía 2, donde se
inicia el estudio del participio, luego de un prólogo que encabeza esta edición de
nuestra guía.
Comencemos leyendo las primeras líneas de la introducción al estudio del
participio:
"Usus participiorum in lingua Graeca adeo frequens est et elegans, ut non immerito
Graeci dicantur filome/toxoi, id est, participiorum amantes."1 Esto se leía en
una Gramática más que secular. metoxh/ "participación" llamaron los griegos a
este sintagma, que fue traducido al latín por participium. De la importancia de este
sintagma hablan, más que las exposiciones teóricas, los textos: un buen adjetivo-
epíteto del participio es, para mí, el de omnipresente. No sucede con frecuencia leer
una línea de prosa o un verso sin toparse, por lo menos, con un participio; no es
infrecuente la presencia de tres o cuatro participios en textos de unas 25 palabras.
Su sola frecuencia -sin tener en cuenta su importancia- nos obliga al estudio,
necesariamente minucioso, de este sintagma tan variado y expresivo.
4. Por gerundio : fi/louj e)/xwn teniendo amigos (cf. más adelante 1.3.1.
w)\n ne/oj siendo joven; 1.3.2. ble/pwn viendo; 1.3.3. filw=n amando; 1.3.6.
maxesa/menoi luchando, ktl.), di/kaia dra/saj habiendo hecho cosas justas.
1
“El uso de los participios en lengua griega es tan habitual y elegante que no inmerecidamente los
griegos son llamados filome¿toxoi, esto es, amantes de los participios.”
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5. Por infinitivo: ou) pau/sontai le/gontej no cesarán de hablar (cf.
1.2.1.1. o(rw=n, a)kou/saj y 1.2.1.2. le/gwn, timw=sa, tre/fwn, ktl.).
[A continuación el Prof. Castello realizó una cuidadosa lectura del punto 1.1.
del estudio del participio, reproduciendo el comentario sobre cada una de las
oraciones allí presentes tal como lo expresa la Guía 2, agregando datos de
morfología y sintaxis de los sintaxis de los elementos presentes en las oraciones que
se reproducen en nota al pie:]
1. Concordado
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xrw/meqa ga\r politei/# ou) zhlou/s$ tou\j tw=n pe/laj no/mouj.Tuc.
2,37,1
"Pues nos valemos de una constitución que no envidia las leyes de los vecinos."
2
Participio masculino presente de pareimi¿, en nominativo singular.
3
Participio masculino perfecto pasivo de ai(re¿w -w=.
4
Participio presente en acusativo singular del verbo pre¿pw, en función de atributo apositivo
enfático.
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Participio femenino, presente, en dativo singular, del verbo zhlo¿w -w=.
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El participio zhlou/s$, como adjetivo que es, concuerda con politei/# en género,
número y caso, y, como verbo que es, tiene un adverbio de negación y un objeto
directo; todo el sintagma de participio es un atributo del núcleo del complemento de
medio-instrumento del núcleo del predicado verbal, que es, todo, una oración simple
enunciativa real.
Este trímetro yámbico nos ofrece la oportunidad de discutir el delicado problema del
valor del participio. La posición de a)lgw=n es aquí sin duda significativa de valor
predicativo; es sujetivo, pero no atributivo; está dentro del predicado verbal; expresa
la situación circunstancial de inseguridad del espíritu: "si / porque / cuando padece
algún dolor"; por lo tanto, al expresar la condición, la causa o el tiempo de la
inseguridad del espíritu, es predicativo y no atributivo. (Como a continuación, en
1.2., estudiaremos el valor netamente predicativo del participio y, en 1.3., los valores
adverbiales conexos, es oportuno y necesario mostrar desde ahora la sutileza y
expresividad del participio, que por su sola colocación señala valores muy distintos.)
Introducción a la métrica:
Quisiera dejar aquí el tema del participio, pero tomar esta última oración para
hacer una introducción a la métrica griega. Posiblemente nos dediquemos más a
fondo en el cuarto nivel a estas cuestiones, pero me parece un buen momento para
hacerles una presentación. Tal como dice la Guía, esta última oración que leímos es
un trímetro yámbico, pero hay que pensar un poco qué significa eso.
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Participio masculino presente de pareimi¿, en nominativo plural.
7
Participio femenino aoristo singular del verbo gela¿w -w=
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Participio masculino en nominativo singular del verbo a)lge¿w -w=.
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La métrica antigua no tiene un principio formal como aquel que un famoso poema
del siglo XIII, en realidad una traducción de un poema francés, mencionaba: “fablar
curso rimado por la cuaderna vía, a sílabas contadas, ca es grant maestría”. Esto nos
habla de los principios básicos que se siguen en ese momento en el mester de
clerecía, la poesía culta: básicamente, el isosilabismo -igual cantidad de sílabas- y la
rima. Claro está, nos encontramos en el siglo XXI, es decir en época del verso libre,
y ésta es la otra gran vertiente. Pues bien, aunque hay un abismo de diferencia, si de
analogía se trata, la poesía antigua está más cerca de este último tipo de poesía que
del primero; la métrica grecolatina no cuenta la cantidad de sílabas ni tiene en cuenta
la rima. Podemos partir de un ejemplo en castellano:
Estos son versos de un poema de Gustavo A. Becker. Habría que ver si aquí
hay o no isosilabismo, pero, más allá de eso, aquí la clave es el principio rítmico,
una unidad rítmica que se repite en los primeros tres versos de la siguiente manera:
Lo que podemos extraer como conclusión es que hay una cláusula rítmica con
grupos de tres sílabas con el acento en la tercera. Este tipo de verso libre formado
por la repetición de cláusulas rítmicas puede ofrecernos una analogía con respecto a
la métrica antigua, pero la tremenda diferencia estriba en que, en las lenguas
modernas, necesitamos que coincida el ictus -el acento métrico-, con el acento de la
palabra. Pareciera que no puede ser de otra manera, porque de hecho recién
estructuramos los versos a partir del acento de las palabras, y de allí extrajimos la
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El Prof. Castello hace lectura de estos versos reproduciendo con énfasis la sílaba tónica, de tal
manera que queda de manifiesto el patrón rítmico, que se repite de verso en verso. Aquí
sencillamente marcamos en negrita y con acento gráfico todas esas sílabas, para indicar cómo debe
hacerse la lectura en voz alta, lo que de todos modos surge de suyo, ya que el ritmo se basa
justamente en la acentuación común de las palabras que conforman los versos.
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estructura rítmica. Sin embargo, en la poesía antigua hay sílabas breves y largas. La
materia sobre la que parte la prosodia es distinta a la materia de la cual partimos en
castellano.
Si tomamos una palabra de nuestro verso en griego, qumo¿j, resulta que esa
‘u’ es larga. Delante de ella tienen una omicrón, es decir una vocal breve, y, detrás,
otra omicrón, esto es, otra breve. No solamente les llamo la atención respecto del
obvio hecho de que hay sílabas breves y largas, sino que les quiero mostrar que por
eso mismo se plantea este problema. La primera sílaba de qumo¿j es larga, pero el
acento cae en la segunda; en la pronunciación, aunque parezca difícil, la primera
sílaba dura más que la segunda, a pesar de que el acento cae, y se pronuncia, sobre la
segunda. Lo que sucede es que el acento griego es un acento musical, un acento
distinto al que nosotros conocemos, que es un acento de intensidad. Entonces, la
materia sobre la cual va a partir la métrica greco-latina es la cantidad de las sílabas,
no la acentuación de las palabras.
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Debido a las serias limitaciones gráficas, se marca la cantidad solamente cuando es estrictamente
necesario, esto es, cuando no resulta evidente, o bien porque una vocal manifiesta de suyo su
cantidad gráficamente (e y o son breves; h y w son largas), o bien porque los diptongos son,
naturalmente, de cantidad larga. Por lo tanto, en oportunidad de a, i e u se coloca el signo de larga
cuando son largas, y ningún signo cuando son breves. [El desgrabador promete acometer la
búsqueda de un tipo de letra griego que ofrezca todos los signos gráficos necesarios para una
adecuada marcación de la métrica, cosa de existencia sumamente dudosa.]
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Tenemos que hablar ahora del ictus o acento métrico, una precisión
absolutamente necesaria en este momento, porque lo que acabamos de descubrir es
que el acento métrico no coincide necesariamente con el acento de la palabra.
Una repetición/ ˘¯/˘¯
¯/, donde la última larga es la sílaba sobre la cual recae
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el mayor énfasis , se denomina ‘dipodia yámbica’ . El nombre ‘dipodia’ se debe a
que se trata de una repetición de una unidad más pequeña formada por ˘¯. Esa
unidad simple formado por una breve y una larga se llama ‘yambo’. Hay muchas
palabras que en sí mismas son yambos, por ejemplo, e)¿xw. Aristóteles decía que la
lengua griega tiende naturalmente al yambo, se acerca a ese ritmo en el habla, o en
la prosa. En castellano es el octosílabo, si escuchan cuidadosamente lo van a
observar.
Ahora bien, el trímetro yámbico es la repetición, la suma, de tres dipodias
yambicas. En este metro están todas las partes habladas, recitadas, de la tragedia
griega -no así los coros, donde se tiende a métricas más ligadas al canto-, cientos y
cientos de versos. En otro metro como el hexámetro dáctilico, es decir la unión de
seis unidades llamadas ‘dáctilos’( ¯˘˘ ), se encuentran los miles de versos del texto
homérico. Claro que cada uno de estos metros tiene variantes, hay lo que mencioné
antes, sustituciones, pero éstas son las formas básicas. Existen otros metros basados
en otras unidades, el espondeo, el anapesto, cosas que ahora solamente les menciono
sin desarrollar en detalle.
La aplicación de todo lo que hemos dicho en el verso que hemos tomado
como punto de partida da el siguiente resultado:
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Por ello se la coloca en negrita, frente a la primera sílaba larga, sobre la que recae un énfasis
menor.
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Quisiera volver al concepto central, que tiene que ver con que el punto de
partida es la duración breve o larga de la sílaba. Ahora bien, ¿qué es ‘breve’ y qué es
‘larga’? Se suele hacer una analogía con la música, pensando que la larga equivale a
dos breves. Esto ha desaparecido en las lenguas romances, pero, por ejemplo, existe
un comentario de Cicerón respecto de cómo el público, ante un orador, sabía
distinguir perfectamente y reaccionaba cuando se cometía el error de pronunciar una
breve por una larga, o viceversa. Llegados aquí, a la prosodia, nos olvidamos del
acento de la palabra, y reparamos solamente en la cantidad.
Es difícil, desde nuestras traducciones impresas, pensar la incidencia que
podía tener en lo dicho este molde rítmico, por ejemplo, ante una tragedia. Ni
siquiera podemos pronunciar el acento de la palabra musicalmente, tal como era
originariamente, de manera tal de pronunciar tanto el acento métrico y el acento de
las palabras, así que estamos sumamente limitados por esa falta de coincidencia. El
hecho de que el acento métrico sea de intensidad, pero que no lo sea el propio de las
palabras, y que el único que podemos pronunciar nosotros sea el de intensidad nos
depara una gran limitación y una serie de problemas que hay que pensar de manera
muy cauta para atisbar cómo pudo haber funcionado la cosa.
Para finalizar, les dejo una definición técnica de yambo:
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