Si, pues, eres tú hechura de Dios,

deja obrar a la mano del artista

que hace todas las cosas a su debido tiempo. Las <(cosas» del mundo,
Ofrécele tu corazón , suave y moldeable,
y conserva la figura que te ha dado el artista. lugar de encuentro con Dios
Que tu barro sea húmedo,
que no se endurezca y pierda la huella de sus dedos.
San Ireneo

¿Soy capaz de darme cuenta que las cosas creadas por Dios aun­
que buenas pueden ser obstáculos para mi seguimiento del
Se!'ior y por lo tanto para mi felicidad?

• ¿Cuáles son las cosas que me atan y me impiden realizar en mí

el plan de Dios?

• ¿Qué cosas me ayudan a alcanzar el fin para el cual soy creado?

• ¿Deseo sinceramente y de corazón hacerme libre ante todas

las cosas creadas?

Por tanto, debemos estar dispuestos a aprender a usar las cosas

en la medida en que nos ayuden a todos a lograr nuestra felici­
dad; y a rechazarlas, en la medida en que no nos ayuden a con­
seguirla.
Para lo cual es necesario «hacernos indiferentes», o sea, interior­
mente libres, ante las cosas, sin absolutizarlas pues son medios,
de manera que no nos esclavicen, y podamos, así, desear y ele­
gir lo que más nos ayude a crecer en nuestra personalidad y
poder así alcanzar la felicidad a la que somos llamados, según el
proyecto de Dios nuestro Creador.

Adaptación de la segunda parte del Principio y Fundamento.

• Presencia de Dios. Ponerme en la presencia de Dios que llama a
encontrarme con El en las «cosas>> de la vida.
• Petición. Que descubra mi libertad interior, Señor, y que el sentido
divino de las «cosas» es su sentido más humano y profundo.
• Composición de lugar. Traer a mi imaginación a una persona que
se caracterice por vivir libremente ante las «cosas».
El hombre está en el mundo para ser feliz y realizarse como persona;
así Dios es alabado porque la gloria de Dios es que el hombre viva en
plenitud (s. Ireneo).
Estar creados para la alabanza y el servicio supone vivir con una acti­
tud especial al situarnos ante las personas, la naturaleza y ... ante Dios;
es una actitud de aprecio, de cordialidad y cercanía, de respeto y agra­
decimiento.
Estar llamados para el servicio supone ser para los otros, como Jesús; no
es egoísmo (ser para mí) porque esto crea el infierno, los esquemas de
explotación, el hambre, los silencios, las rupturas, las humillaciones.
Con palabras de s. Ignacio: El hombre es creado para alabar, hacer reve­
rencia y servir a Dios nuestro Señor, consistiendo en esto la realización de
su persona.
Todo lo que hay en el mundo está a nuestro servicio para hacer rea­
lidad el sueño de Dios: riquezas, bienes de consumo y culturales,
carrera, profesión, salud, poder, prestigio ... son medios para construir
el edificio. Son las «cosas>> que Dios pone en nuestro camino para
hacer proyecto suyo.
• Coloquio.
• Textos. Gn 1 y 2
-Leo el texto y contemplo cómo Dios pone todo en nuestras
manos para hacer realidad su proyecto.
-Dios me ha preparado un mundo desde antes que yo naciera ...
un mundo donde yo pudiera ser y crecer, donde yo me encon­
trara a gusto; me ha preparado «todas esas cosas>> ... y me las ha
entregado ... yo he puesto nombre a esas cosas ... me he conver­
tido en administrador de ellas.
-El sentido humano de las cosas es su <<ser para nosotros>>. Lo que
le sucede al hombre es que está enganchado en otras cosas, otros
fines ... y se ordena hacia otros fines. Por eso al acercarnos a Dios
irá reordenándonos.Y es tan distinto vivir la vida sabiéndose que­
rido y no rechazado ...Este es nuestro fundamento: el amor que
Dios nos tiene.
- Y a veces, hacemos de nosotros y nuestras cosas fines y funda­
mentos: nuestro yo, nuestra seguridad, nuestro dinero, nuestra pro­
fesión, nuestra imagen ...
- Le pregunto a Jesús ¿Dónde me enredo o me he quedado enre­
dado en el pasado? ¿Cuáles son las r iquezas que me están esclavi­
zando?
-Considero junto con Jesús ¿Hay algún afecto que me esté impi­
diendo ser libre ante Dios y ante la vida? ¿Cuál es? ¿Cómo me ata?
-Pido a Dios la gracia de hacerme libre de ese afecto. Considero la
grandeza y la profundidad del amor de Dios, para poder hacerme
indiferente a cualquier otro afecto.