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Estándares y Cultura Del Buen Gobierno Nevado-Batalla - Moreno
Estándares y Cultura Del Buen Gobierno Nevado-Batalla - Moreno
Resumen
Abstract
The changes operated in social, cultural, political and economic fields of modern
societies, have forced to rethink government and administration systems as
their main agents. Because of this, the perception of welfare among citizens
and quality of public action was not adecuated, directly affecting the legitimacy
of the systems of government.
Being not possible to elaborate an univocal and homogeneous solution to this
phenomena for every affected country, it is possible, although, to present a
series of practices or general standards able to form the base of a system being
recognized as good government by the legitimacy and credibility granted by
active and responsible citizens.
*
Doctor en derecho, profesor titular en derecho administrativo, Universidad de Salamanca.
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The members of the OECD have recognized this situation, and having a long
lasting tradition of Democracy and Rule of Law, they can contribute with their
experience to form the aforesaid general standards.
Keywords: Public administration, good government, good administration.
1
Buena Administración que se acuña como derecho/deber y que en una de las definiciones más
sobresalientes que se han elaborado, Juarez Freitas lo identifica como el derecho a una administra-
ción eficiente y eficaz, cumplidora de sus deberes, con transparencia, motivación, imparcialidad y
respeto a la moralidad, a la participación social y a la plena responsabilidad por sus conductas de
omisión y comisión.
Juarez Freitas (2007). Discricionariedade administrativa e o direito fundamental à boa administração pública. São
Paulo. Malheiros Editores.
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práctica habitual en casi todos los países, consiste en actuar sobre un número pequeño de elementos decisivos
del problema, pero haciéndolo radicalmente, en profundidad, para que su fuerza de expansión repercuta
positivamente sobre los restantes.
Es importante tener presente estas indicaciones de la OCDE al objeto de que no
se cumpla lo que Lobo García identifica como una “ley de hierro” que afecta a los procesos
de modernización administrativa, pues parece que están condenados a no ejecutarse, ya que, al entusiasmo
inicial de un proceso –que suele traducirse en una correcta identificación de los problemas y de las posibles
soluciones– se sigue un decaimiento en su fase de aplicación, soliendo concluir en su difuminación o des-
aparición de la agenda político-administrativa2.
Aunque lo expuesto podría ser bastante para enfocar el tema objeto de análisis,
parece necesario hacer referencia concreta a dos factores que son, desde nuestro punto
de vista, condiciones obligadas en una cultura de buen gobierno: la confianza pública
y el concepto de interés general. Cuestiones a las que seguidamente dedicamos de
manera específica nuestra atención.
Los países de la OCDE han asumido que la actuación de los Poderes Públicos y,
de manera muy precisa, de la Administración Pública supone intervenir directamente
en la vida económica, social y política del Estado3 por lo que su reflejo en los ciudada-
nos, que han de legitimar a dichos Poderes, es cardinal. Legitimidad de gran valor en
términos democráticos y anudada a la confianza de aquellos en sus instituciones.
La firmeza del Estado y de la democracia sobre la que se construye, tiene entre
sus paredes maestras la confianza de los ciudadanos y esta confianza sólo se asegura
desde la percepción, por su materialización práctica de actuaciones públicas, de un
proceder de la Administración, informada por criterios de buena administración.
2
Lobo García. Proyectos de reforma/modernización en la Administración General del Estado: desde la transi-
ción hasta la actualidad. Recuperado el 14 de enero de 2010 desde http://www.inap.map.es/NR/
rdonlyres/659E28E3-B287-4A3D-BB2E-11D20E3CEC7E/0/PROYECTOSDEREFORMAENLAAGE.
pdf.
3
Uno de los ejemplos más evidentes se tiene en el campo de la contratación pública: la actividad de
contratación administrativa no constituye exclusivamente un medio de abastecerse de suminis-
tros o de servicios, es mucho más, con el volumen económico que supone la contratación pública
(en los países de la OCDE es un significativo porcentaje de su PIB) se puede afectar de manera
directa la situación económica, social y política del país.
De igual manera se podría apuntar a los procedimientos de selección de personal o en la manera
de sustanciar determinados procedimientos administrativos, como por ejemplo los de autori-
zación de actividades empresariales de servicios tal y como se puede apreciar en el ámbito de los
países de la OCDE miembros de la Unión Europea con la Directiva 2006/123/CE del Parlamento
Europeo y del Consejo de 12 de diciembre de 2006 relativa a los servicios en el mercado interior
(Directiva Bolkestein) que supone una verdadera revolución en el ámbito económico, preten-
diendo avanzar hacia la consecución de un mercado interior de servicios en el que se elimine o
minimice cualquier condicionante o formalidad administrativa, para el libre establecimiento y la
libre prestación de servicios en la Unión Europea.
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Esto es, sin perjuicio del mayor o menor acierto de la actuación, para un gobierno
responsable el primer elemento capaz de generar confianza en la adecuación de todo
proceder público a las normas que lo regulan.
Resulta absurdo y carente de conexión con postulados de buen gobierno, que
una parte significativa de la sociedad, de los ciudadanos, desconfíen de sus propias
instituciones habida cuenta de una realidad en la que con casos de malas prácticas o
de corrupción pública se muestra bien a las claras, e incluso de manera descarnada,
cómo el principio de legalidad, como pilar esencial del Estado de Derecho y puntal
de una democracia real, es menoscabado por prácticas que evidencian un absoluto
desprecio a valores y principios constitucionales de condición fundamental para el
Estado4. Mucho más allá de los problemas jurídicos que, sin duda, se podrán corre-
gir a través de la correspondiente respuesta prevista en el ordenamiento y que al
ciudadano medio puede satisfacer pero no reparar completamente en la quiebra de
confianza depositada en quien debiendo trabajar por el interés de todos, procedió de
manera espuria.
4
Al respecto indican de Miguel M., Ribes G., de Miguel B. y del Val M., que en el Global Forum on Rein-
venting Government de 2005 se subrayó la idea de que el paradigma de Gobernanza/Gobernabilidad
o Nueva Gestión Pública (NGP) derivase en un paradigma de “Buena Gobernanza” en el sentido
de que sólo esta es capaz de construir paz, prosperidad y sociedades democráticas. Sin embargo,
uno de los principales problemas que afecta a la confianza de los ciudadanos para desarrollar este
paradigma, es la corrupción política. Por tanto, el Buen Gobierno implica como meta prioritaria,
aparte de otras, mejorar la transparencia de los gobiernos hacia sus gobernados. Esta es una meta
difícil, incluso en los países desarrollados, pues nos movemos en un entorno complicado que será
necesario analizar en cada caso concreto. El ciudadano debe ser el protagonista por excelencia de
la vida política, pero la corrupción puede hacer que los servidores públicos olviden esta máxima.
de Miguel M., Ribes G., de Miguel B. y del Val M. (2007). El buen gobierno en la Administración Pública
española: principios incluidos y excluidos. Recuperado el 1º de enero desde http://www.eben-spain.org/
docs/Papeles/XV/deMiguelRibesdeMigueldelVal.pdf
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5
Mairal, H. (2007). Las raíces legales de la corrupción. Buenos Aires. Ediciones RPA.
6
OCDE (2005). Modernising Government: The Way Forward. Edición en español: La modernización del
Estado: el camino a seguir (2006). Madrid: Instituto Nacional de Administración Pública. Traduc-
ción de Sonia Piedrafita.
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Tomando los elementos que integrarían el principio de eficacia según la enumeración realizada
por Prats, se aprecia sin dificultad que los mismos se encuentran entreverados en el conjunto de
las normas administrativas pautando el proceder de la Administración. A saber:
- Instrumentalidad, entendiendo por tal que el procedimiento administrativo tiene por finalidad
la protección de los derechos e intereses de los ciudadanos, ya que esa es la finalidad principal del
Estado: la protección efectiva de los derechos de la persona.
- Economía procedimental, disminuyendo el número de actuaciones y eliminando todas aquellas
que resultan superfluas o establecen requisitos que no tienen nada que ver con el objeto ni la
prosecución del procedimiento.
- Simplicidad, eliminando toda complejidad innecesaria.
- Uniformidad, estableciendo requisitos similares para trámites similares.
- Antiformalismo, entendiendo que la forma es garante de la libertad (y de los derechos, podría
añadirse) pero el procedimiento administrativo no cumple su función si la actividad administrati-
va es una mera forma. Las normas deben interpretarse en forma favorable a la admisión y decisión
final de las pretensiones de los ciudadanos, de manera que sus derechos e intereses no puedan ser
vulnerados por la exigencia de formalidades que pueden ser subsanadas dentro del procedimien-
to, siempre y cuando dicha excusa no afecte a derechos de terceros o intereses generales.
- Celeridad.
- Información, permitiendo un fácil acceso a una información veraz y actualizada sobre la orga-
nización administrativa y los procedimientos que desarrolla.
- Racionalidad, en el sentido de alcanzar los resultados legalmente exigidos de la manera más
racional, eficiente y óptima posible.
Prats, E. (2008). La eficacia en la actuación de la Administración Pública como garantía de los de-
rechos de los ciudadanos. Revista de Administración Pública SEAP. Modernización de la Gestión Pública. Nº3.
11-23.
8
Obviamente, cuando se habla de respeto al principio de legalidad se hace desde el convencimiento
de un cumplimiento armónico de todo el ordenamiento. Centrándonos en el sector público, la
legalidad como palanca de la eficacia supone que todo el bloque jurídico administrativo se verifica
de manera homogénea y, como decimos, armónica. Muchos problemas de gestión pública es
muy posible que no traigan causa en las normas reguladoras del procedimiento administrativo o
en el régimen de contratación pública, tal vez haya que buscar la etiología del problema en una
falta de coordinación entre órganos, o de cooperación entre Administraciones, o una mala selec-
ción del personal responsable de la tramitación, o en el inexacto ejercicio de las competencias,
es decir, reducir la causa del problema a un aspecto concreto de los muchos que contribuyen
al funcionamiento de la maquinaria que es la Administración Pública es apreciar una realidad
distorsionada, ni tan siquiera a medias.
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No es este el único efecto que deviene del empleo de la nuevas tecnologías de la información y la
comunicación, igualmente pueden apreciarse su potencial en el aumento de la transparencia y la
rendición de cuentas de las instituciones públicas contribuyendo a un mejor sistema de gobierno,
de ahí que el e-Government sea una prioridad para los países de la OCDE.
A mayor abundamiento puede consultarse el trabajo de Lau, E. (2004). Construyendo una nueva go-
bernación a través del e-Gobierno: una visión de la OCDE. Recuperado el 11 de enero de 2010 desde http://
www.iij.derecho.ucr.ac.cr/archivos/documentacion/inv%20otras%20entidades/CLAD/CLAD
%20IX/documentos/lau.pdf
10
Plan de Actuación elaborado por el Gobierno de España en diciembre del año 2007 para el de-
sarrollo de la Ley 11/2007, de 22 de junio, de acceso electrónico de los ciudadanos a los servicios
públicos. Recuperado el 19 de enero de 2010 desde:
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Públicas. En este marco, la administración electrónica se ha configurado como una herramienta esencial
que permite hacerlas más eficaces, eficientes y modernas. Permite aumentar la productividad, reducir las
cargas administrativas, aumentar la transparencia, incrementar la participación ciudadana y ofrecer, en
definitiva, más y mejores servicios.
Sin detenernos en el análisis de los detalles que integran la idea de e-Government
o Administración electrónica, sí debemos, al menos, realizar al respecto dos consi-
deraciones.
En primer lugar, la implementación de sistemas y plataformas de Administración
electrónica, facilita el ejercicio del derecho de los ciudadanos a relacionarse con las
Administraciones Públicas, así como a mejorar la relación entre las distintas Admi-
nistraciones. Por lo tanto, no puede convertirse en un obstáculo desfavorecedor de
la posición del ciudadano.
En segundo lugar, el empleo de las nuevas tecnologías de la información y la
comunicación debe respetar, como no podría ser de otra manera, los derechos e
intereses de los ciudadanos.
En tercer lugar, la Administración electrónica debe resultar de fácil manejo
y acceso a los ciudadanos, capaz de generar confianza en el ya precitado marco de
absoluta garantía a sus derechos.
Puede afirmarse que no son pocos los antecedentes, incluso alejados en el tiempo,
en los que se puede descubrir una reivindicación por la simplificación administrativa11,
pero desde la perspectiva más actual que se vive a partir de los procesos de reforma
y modernización de la Administración Pública, la simplificación y adaptación de los
procedimientos administrativos en orden a alcanzar un mejor perfil de agilidad y
celeridad, es una constante en cualquier proyecto de transformación administrativa
o agenda política12. Es más, en el marco de los países de la OCDE esta preocupación
por la simplificación administrativa se ha vinculado a la necesidad de facilitar el
desarrollo social y económico, racionalizando o haciendo desaparecer obstáculos
formales y optimizando los procesos y métodos de trabajo mediante el empleo de
nuevas tecnologías.
Hechas estas primeras observaciones generales, debe tenerse en cuenta que en la
actualidad se encuentran superadas las maximalistas posiciones que venían a proponer
la completa eliminación de la mayoría de reglas procedimentales enflaqueciendo los
http://www.060.es/guia_del_estado/programas_de_la_administracion/administracion_electro-
nica/LAECSP_11_2007/common/Plan_de_Actuacion.pdf
11
Blanco de Tella (1970). Simplificación del trabajo administrativo. Madrid. Boletín Oficial del Estado.
12
Nevado-Batalla Moreno, P.T. (2009). Simplificación administrativa: el allanamiento de procedi-
mientos y trámites para facilitar el acceso a una actividad de servicios y su ejercicio. En Rivero
Ortega (Ed.), Mercado europeo y reformas administrativas. La transposición de la Directiva de Servicios en España.
Editorial Civitas.
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13
Baste indicar, a título meramente cómo en el Modelo E.F.Q.M. de Excelencia aplicado a la Administración
Pública que es espejo de los correspondientes modelos del sector privado, se establece entre sus
criterios, la gestión y mejora de los procesos de la organización.
14
En lo tocante a esta organización facilitadora de la simplificación y la agilidad administrativa, la fi-
gura más paradigmática en el marco de la OCDE son las denominadas “ventanillas únicas” como
las sedes o portales ante las que el ciudadano podrá realizar todos los trámites necesarios para
obtener la prestación administrativa de su interés, salvando así por ejemplo los obstáculos que en
ocasiones plantean las distribuciones competenciales propias del sistema de gobierno que se trate
por las que varias Administraciones han de intervenir en un mismo asunto o, simplemente, en
una misma Administración, la sustanciación del procedimiento exige la intervención de varios
órganos administrativos.
En definitiva, se establece un interlocutor único ante el ciudadano que facilite el ejercicio de sus
derechos y el cumplimiento de sus obligaciones.
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15
Tal y como expresa el artículo 41 de la Ley española 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Ju-
rídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común que vincula
una responsabilidad directa al servidor público.
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Gramberger, M. (2001). Citizens as Partners: OECD Handbook on Information, Consultation and
Public Participation in Policy-Making. OECD.
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17
Nevado-Batalla Moreno, P.T. (2009). Reflexiones sobre una posible etiología de las malas prácticas
y la corrupción en el ámbito de las Administraciones Públicas. En Olivares y Rodríguez (Ed.) Buen
gobierno y corrupción. Algunas perspectivas. Pontificia Universidad Católica de Chile-GRESCO-AECI.
18
Técnicas y sistemas de gestión que además han quedado en algunos casos muy comprometidas
habida cuenta de las deficiencias detectadas en el gobierno empresarial y la falta de transparencia
tal y como se ha puesto de manifiesto en el Foro de la OCDE 2009 “La Crisis y Más Allá”.
Lillywhite, S. OECD Watch “La Crisis y Más Allá”. Recuperado el 11 de enero desde http://oecd-
watch.org/news-es/foro-de-la-ocde-2009-201c-la-crisis-y-mas-alla201d/view?set_language=es
19
Un problema de merecida atención es el debilitamiento del control parlamentario de este tipo de
entidades que, en no pocas ocasiones, se atrincheran en su régimen jurídico privado para eludir
las obligaciones de información y transparencia más elementales para cualquier organismo públi-
co.
20
OCDE (2005). Modernising Government: The Way Forward. Edición en español: La modern-
ización del Estado: el camino a seguir (2006). Op. cit.
21
Así por ejemplo lo señala Rodríguez Arana (2006), al afirmar que el paso del tiempo va confirmando, sobre
todo desde la contemplación de la experiencia, que, en efecto, hay un núcleo esencial de elementos comunes que indistin-
tamente se pueden aplicar a lo público o a lo privado porque responden a técnicas de dirección o de gestión que no alteran
la naturaleza propia del sector sobre el que se aplican. Sin embargo, no siempre se es consciente de los límites que existen
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a la introducción de las técnicas de gestión privada en el sector público, lo que ha llevado, en algún caso, a una relativa
desnaturalización de lo público. La clave para enfocar correctamente este dilema reside en proyectar sobre el ámbito público
dichas técnicas gerenciales, de manera que los valores del servicio público salgan fortalecidos.
En similar línea, Prats i Català aprecia una coincidencia paradigmática entre el Derecho Admi-
nistrativo tradicional y el management científico, entendiendo que Derecho y management, ra-
cionalidad legal y racionalidad gerencial de las Administraciones Públicas, no sólo no son antinó-
micos, sino que se implican y superponen mutuamente, como consecuencia de la asunción por
ambos de unos mismos supuestos, valores, problemas y métodos.
Prats i Català, J. (2005). De la burocracia al management, del management a la gobernanza. Las transformaciones
de las Administraciones Públicas de nuestro tiempo. Madrid. Instituto Nacional de Administración Pública.
Pág. 108.
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OCDE, por el raquitismo de una cultura administrativa colectiva que, sin duda, hila
con las consideraciones ya expuestas sobre el convencimiento e interiorización del
concepto de interés general y, además, la necesidad de recuperar la idea de servicio
que se vincula todo empleado público con independencia del vínculo que le una con
la Administración o entidad en que desempeñe su función. En este sentido, más allá
de modelos o sistemas de gestión de recursos humanos, debería asegurarse una pre-
misa elemental: todo servidor público tiene un compromiso con el interés general y
por tanto, en el marco perfilado por la habilitación que el ordenamiento le atribuya,
debe trabajar con dedicación, con vocación para satisfacer las exigencias del interés
general. Y desde esta implicación con el interés general su proceder será testimonio
de ejemplaridad ante los ciudadanos, introduciendo valores de moralidad en la vida
pública que arrancan, esencialmente, del cumplimiento del principio de legalidad
(como manifestación de la voluntad de los ciudadanos y concreción del interés general)
y el compromiso de los servidores públicos con ella.
A partir de esta premisa, puede hablarse de modelos, de sistemas de gestión de
recursos humanos, planteándose, eso sí, tres consideraciones de ineludible atención
si realmente se desea que las iniciativas de mejora y modernización del sector público
tengan posibilidades de éxito. A saber:
Por un lado, cualquier proceso de reforma y modernización no debe preterir, es
más, debe atender de manera seria y convencida al elemento personal. Es necesario
modernizar el empleo público de tal forma que el régimen jurídico del personal y las
condiciones del empleo sean las adecuadas para el mejor rendimiento en el desempeño
de la función y la motivación, individual y general, de los servidores públicos22.
Por otro lado, la evaluación del rendimiento y el establecimiento de un sistema
de incentivos no es incompatible con un régimen de personal en el que la condición
de funcionario público sea el elemento fundamental del sistema. Es decir, desde el
Derecho Público y más en concreto desde el Derecho Administrativo pueden cumplirse
objetivos de mejora y modernización del empleo público por cuanto tal opción no
es incompatible con demandas sociales y exigencias de la organización para su buen
funcionamiento, como la reordenación y racionalización de los recursos humanos
del sector público, la evaluación del rendimiento o, llegado el caso, la separación del
servicio por incapacidad o ineptitud en el desempeño de la función23.
22
Uno de los problemas del modelo de empleo público no es sólo su imagen frente a los ciudadanos,
sino su baja autoestima que conduce a una importante falta de compromiso con las tareas que
desempeñan, afectando a la ya calificada de forma negativa imagen de la organización como a la
eficacia de ésta.
A mayor abundamiento puede consultarse el trabajo de Ramírez Alujas, A. (2004). El proceso de
reforma del Estado y modernización de la gestión pública en Chile: lecciones, experiencias y aprendizajes (1990-2003).
Madrid. INAP.
23
Así, el sistema funcionarial de carrera es el que garantiza de una manera más óptima la objeti-
vidad y la imparcialidad en el desempeño de la función pública, garantizando, como dice Juarez
Freitas, un vínculo institucional del servidor público con la Administración. Modelo de carrera
que se asienta sobre el principio de inamovilidad entendido como el derecho a mantener la re-
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Aunque haya podido ser así y todavía haya quien se lo pueda plantear eviden-
ciando un desconocimiento jurídico ciertamente alarmante, las normas de Derecho
Administrativo en materia de función pública nunca fueron elaboradas con la finalidad
de convertirse en un escudo que defendiera al mal trabajador o impermeabilizase la
gestión de recursos humanos en el sector público frente a técnicas de gestión básicas
para cualquier organización compleja24. La realidad que a veces se conoce y que ha
motivado la preterición de técnicas y regímenes de Derecho Público es fruto de una
mala interpretación y peor aplicación de la norma de quien teniendo responsabilidades
sobre la materia no ha querido o sabido actuar a tiempo verificando principios esen-
ciales de la organización pública como son los de competencia, jerarquía y disciplina
sobre los que nos detendremos más adelante.
Por último, es necesario reactivar un adecuado sistema de responsabilidad por la
gestión modificando el actual sistema generador de una absoluta falta de conciencia
de responsabilidad por la gestión. Precisamente, si se plantea que a determinados
niveles el gestor público tenga mayor autonomía de decisión, si se adoptan técnicas
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25
La responsabilidad es un principio de gobierno corporativo en las organizaciones empresariales
privadas absolutamente básico e incuestionable, de tal manera que el marco para el gobierno
corporativo debe garantizar la orientación estratégica de la empresa, el control efectivo de la di-
rección ejecutiva del Consejo y la responsabilidad de éste frente a la empresa y los accionistas.
Vid. OCDE (2004). Principios de Gobierno Corporativo de la OCDE. Recuperado el 9 de enero de 2010 desde
http://www.oecd.org/dataoecd/47/25/37191543.pdf
26
Dimock, E. y G. (1967). Public Administration. Edición en español: Administración Pública (1967).
México. UTEHA. Traducción de Agustín Bárcena. Pág. 271 y ss.
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Estándares de la OCDE y Cultura del Buen Gobierno: Análisis y Perspectivas
- Exigencia de responsabilidad.
- Valoración e incentivo por los resultados obtenidos: apreciación del rendimiento,
del esfuerzo de los empleados.
- Mejora del desempeño de la función pública.
Consideraciones que, sin perjuicio de órganos de control internos de carácter
específico (pensemos por ejemplo en las inspecciones de servicios), deben conformar
la actitud de todo servidor público con capacidad directiva. Y es que la buena dirección
requiere de la existencia de control como técnica o función que, conjugadamente con
otras, se encamina hacia la eficacia de la organización.
Pero al hablar de control y vincularlo a la tenencia de una capacidad directiva, no
debemos ubicarnos en niveles de la Administración de carácter superior, que evidente-
mente pueden desarrollar importantes funciones de control. En una Administración
correctamente organizada, todo aquel servidor público que tenga a su cargo a algún
subordinado, desde el puesto más alto al más sencillo competencialmente, debe actuar
como si fueran órganos de control en el sentido anteriormente apuntado. La función
de control debe penetrar profundamente en la estructura de la Administración y la
consecución de resultados, la eficacia de su actividad dependerá en gran medida de
la manera en que se apliquen los factores enunciados.
Todo lo razonado determina que el control interno en la Administración
no es sólo una función de ejercicio de autoridad, es una función clave para la
medición de las prestaciones y actuaciones realizadas, para la mejora del trabajo
y su distribución, para el estímulo y la motivación de los servidores públicos. En
síntesis, una condición de éxito para cualquier organización y mucho más para la
Administración Pública.
Partiendo de que la relación que existe entre el buen gobierno y mejores resulta-
dos económicos y sociales es cada vez más intensa, el presupuesto es el documento de política
pública más importante con el que cuenta un gobierno ya que es ahí donde se plasman, de manera muy
concreta, los objetivos e instrumentos de la política pública27. Consecuentemente, en los países de
la OCDE se ha puesto de manifiesto la necesidad de presupuestar por objetivos con
la finalidad de resultar más eficientes en el empleo de recursos públicos y por tanto
redundar beneficiosamente en el rendimiento del principio de eficacia habida cuenta
que se evidencia de una manera más nítida el gasto con los objetivos de resultados
alcanzados.
Así las cosas, el desempeño de las funciones de los órganos de control externos,
muchas veces formal y estático, limitado a un mero control de legalidad contable, debe
cambiar adentrándose en nuevos espacios competenciales de apreciación y valoración
27
OCDE. Mejores Prácticas para la Transparencia Presupuestaria. Recuperado el 19 de enero de 2010 desde:
http://openbudgetindex.org/files/OECDBestPracticesSpanish.pdf
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D. Pedro T. Nevado-Batalla Moreno
que permitan una mejor fiscalización de los fondos públicos a través de indicadores
y evaluaciones del rendimiento. Y es que la tendencia más importante de los países
de la OCDE en relación a la ejecución del presupuesto (presupuesto por resultados
y gestión del rendimiento) no puede llegar a materializarse sin la presencia de una
función fiscalizadora externa que coadyuve a la identificación de aciertos y errores al
objeto de corregir y mejorar en sucesivos ejercicios desde el mismo momento de la
elaboración del presupuesto. Por tanto, la responsabilidad de los órganos de control
externo, que tradicionalmente se ha centrado en la rendición de cuentas, ascendería,
influiría en la gestión y, por supuesto, en la elaboración del presupuesto.
Bibliografía
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52