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TURNO: Vespertino.
El aprendizaje del educador al educar se verifica en la medida en que éste, humilde y abierto,
se encuentre permanentemente disponible para repensar lo pensado, para revisar sus
posiciones; se percibe en cómo busca involucrarse con la curiosidad del alumno y los
diferentes caminos y senderos que éste lo hace recorrer.
Paulo Freire.
Cartas a quien pretende enseñar. Enseñar-aprender
2010
Después de mucho repensar mis prácticas, y tratar de encontrar una experiencia
que pudiera dar cuenta de cómo se desarrollaron las mismas, decidí no contar una
jornada o momento específico, si no dedicar este informe en relatar sobre un
estudiante en particular: Esteban. Creo que la experiencia que tuve con este niño,
me permite reflexionar sobre lo aprendido en la residencia, ya que con él surgieron
muchas situaciones que, analizándolas ahora, fueron oportunidades para poner en
práctica los conocimientos y reconocer las falencias de mi formación docente.
La tarea de planificar nos enfrenta a algunas tensiones: entre la realidad y la utopía, entre los
sujetos que son y los que pueden ser, entre lo que se puede prever y lo incalculable, lo
imprevisto, lo incierto que comprende la educación. (Prioridades Pedagógicas, 2014:p 08).
Una planificación como sabemos debe ser flexible y abierta, pero es real que al
momento de poner en práctica estas cualidades se genera una sensación de
frustración al no lograr lo que habíamos diseñado. Esto se evidencia más cuando
uno o varios de los estudiantes en particular, no forman parte de esa “sala ideal” que
habíamos imaginado. Es cierto que los grupos de estudiantes son heterogéneos, en
múltiples aspectos: edad, género, comportamiento, relación con sus pares y la
docente, sus formas de aprender, las capacidades cognitivas, nivel económico, tipos
de familia, etc. Toda esta diversidad presente en las aulas debe ser considerada a la
hora de planificar nuestras propuestas pedagógicas, ya que como asegura Rebeca
Anijovich:
Solo entonces, desde la enseñanza podremos ofrecer las mejores opciones para que todos
se involucren activamente y encuentren sentido a lo que aprenden y al mundo en el que están
insertos. (Rebeca Anijovich, 2014: p 25)
Particularmente, fue uno de los estudiantes quien logró que entendiera la necesidad
de tener en cuenta la diversidad a la hora de enseñar, lo importante que es brindar
oportunidades, utilizar recursos novedosos y que desafiar a los estudiantes debe ser
una constante, para el logro de los aprendizajes. Además, hizo que reconociera
nuevamente mis deseos de ser docente y que entendiera el porqué de la elección de
esta carrera.
También se creía que no solo juntaban cartón, sino que además comían de lo que
encontraban en la basura, y que por eso él revolvía los cestos de la sala y se
tomaba los restos de jugo, o se comía las galletas que sus compañeros tiraban.
Por supuesto que fue un logro en equipo, junto con mi par y principalmente con él,
que se esforzó muchísimo para lograr todos estos cambios. Pero considero que en
este caso lo que hizo que todo el trabajo resultara de alguna u otra forma, fue la
confianza que depositamos en que Esteban podía, quizás no de forma convencional,
apropiarse del conocimiento. A esta confianza Diana Jarvis (2012) la llama
Representación Positiva y asegura que “…es creer (no solo decir, sino creer de
verdad) que todos nuestros alumnos pueden aprender cualquier cosa”. (Jarvis, 2012:
p 139)
La experiencia con Esteban fue brillante, todo lo que transitamos en estos meses
me hicieron aprender muchas cosas en cuanto la práctica profesional, los diferentes
tipos de estrategias docentes, las diversas formas de planificar, la tolerancia a la
frustración al no saber si realmente puedo ser capaz de facilitar o transmitir un
conocimiento, entre muchas otras cosas. Obviamente no sólo fue este estudiante, si
no la experiencia con todo el grupo y la residencia en general, solo que creo que,
como dije en un principio, experiencias como esta hacen que reflexione sobre mis
ganas de ser docente, y en la confianza que tengo en mi misma, o la que debería
tener, qué me dice que puedo hacer la diferencia. Pienso que estas sensaciones y
emociones son “el motor fundamental en la formación de un docente comprometido
y crítico, capaz de intentar nuevas formas de enseñar” (Gabriela Fernández Panizza,
201: p 14).
BIBLIOGRAFÍA: