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(Vísperas)

INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.

Canto: Escuchado

Salmo: Manos unidas.

Que seamos, Señor, manos unidas


en oración y en el don.
Unidas a tus Manos en las del Padre,
unidas a las alas fecundas del Espíritu,
unidas a las manos de los pobres.
 
Manos del Evangelio,
sembradoras de Vida,
lámparas de Esperanza,
vuelos de Paz.
 
Unidas a tus Manos solidarias,
partiendo el Pan de todos.
Unidas a tus Manos traspasadas
en las cruces del mundo.
Unidas a tus Manos ya gloriosas de Pascua.
 
Manos abiertas, sin fronteras,
hasta donde haya manos.
Capaces de estrechar el Mundo entero,
fieles al Tercer Mundo,
siendo fieles al Reino.
 
Tensas en la pasión por la Justicia,
tiernas en el Amor.
 
Manos que dan lo que reciben,
en la gratuidad multiplicada,
siempre más manos,
siempre más unidas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo: Estamos en tu presencia.

Señor Jesús: estamos una noche más en tu presencia


para compartir unos momentos de oración contigo.

Hay muchas cosas que valoramos y buscamos en nuestra vida. Hay muchas
personas a quienes queremos y sin las
que nos sería muy difícil vivir.

Te necesitamos, Tú eres el tesoro más valioso de nuestra vida, aunque


parezca que no siempre lo reconozcamos así y en numerosas ocasiones no
nos comportemos contigo como debemos.

Ahora, cuando estamos en tu presencia, queremos decirte que, aunque


hayamos sido ingratos contigo, te queremos y queremos vivir siempre en tu
amor, unidos a ti.

Sabemos que nos quieres, buscas nuestro bien y nos ofreces lo que
necesitamos.
¡Gracias por todo, Señor!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Cántico de Zacarías.
Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,


porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos


y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,


arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,


porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,


nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
LECTURA BREVE 1Co 9, 24-25

Los atletas que corren en el estadio corren todos, pero uno sólo consigue el
premio. Corred como él, para conseguirlo. Todo atleta se impone moderación
en todas sus cosas. Ellos lo hacen para alcanzar una corona que se marchita;
nosotros una que no se ha de marchitar jamás.

RESPONSORIO BREVE

V. Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.


R. Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.

V. Cristo, oye los ruegos de los que te suplicamos.


R. Porque hemos pecado contra ti.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


R. Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.

MAGNIFICAS: ESCUCHADO

Peticiones: tetánicas
Padre nuestro
Oración final.

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