Professional Documents
Culture Documents
EFDP Charles Brenner Cap3y4
EFDP Charles Brenner Cap3y4
Elementos Fundamentales de
Psicoanálisis
CAPITULO III
EL APARATO PSIQUICO
Sabemos que estas dos hipótesis han de ser nuestros postes indicadores
como lo fueron en la consideración posterior de la teoría psicoanalítica. Como
acabamos de decir, son de una naturaleza primordialmente descriptiva. Sin
embargo en el tema siguiente, los impulsos, nos hallamos de modo inmediato
tratando con conceptos que eran, en lo fundamental de tipo dinámico. Tratamos
de la energía psíquica que impele al organismo a la acción hasta haber alcanzado
la gratificación., del patrón genéticamente determinado de variación de una fase
de organización instintiva a otra, a medida que el niño madura., de las variaciones
individuales que pueden producirse dentro de los amplios limites de este patrón.,
del flujo de la libido y de la energía agresiva de un objeto a otro durante el curso
del desarrollo., del establecimiento de puntos de fijación., y del fenómeno del
retorno de la energía psíquica de esos puntos de fijación que denominamos
regresión instintiva.
En realidad, es característico de la teoría psicoanalítica que nos de justo
ese cuadro dinámico, en movimiento de la mente, y no uno estático sin vida.
Procura demostrar y explicar el crecimiento y funcionamiento de la mente, así
como las operaciones de sus partes y sus interacciones mutuas y conflictos. Hasta
la división de la mete que la toma en varias partes tiene una base funcional y
dinámica, como veremos en este capitulo y en los dos subsiguientes, que trataran
de lo que Freud denomino los elementos del aparato psíquico.
El primer intento publicado que hizo Freud para construir un modelo del
aparato psíquico, fue el que apareció en el ultimo capitulo de la interpretación de
los sueños [Freud, 1900]. Lo describió como similar a un instrumento óptico
compuesto, como un telescopio o un microscopio que esta constituido por muchos
elementos ópticos dispuestos en forma consecutiva. El aparato psíquico debía ser
imaginado como constituido por muchos componentes psíquicos dispuestos en
forma consecutiva y extendiéndose, si se puede emplear esta palabra del sistema
perceptivo en un extremo al sistema motor en el otro con los diversos sistemas de
recuerdo y asociación de intermedios.
Aun en este esquema tan claro de la mente, por tanto, se pueden ver
divisiones de tipo funcional. Una "parte" del aparato reaccionaba a los estímulos
sensoriales, una parte estrechamente relacionada a activarla, producía el
fenómeno de la conciencia, otras almacenaban los trazos del recuerdo y los
reproducían, y así sucesivamente. De un sistema al otro fluía una cierta clase de
excitación psíquica que a su turno le daba energía a cada uno y que estaba
concebida en forma presumiblemente semejante al impulso nervioso. Podemos
apreciar con claridad que ya era intenso el énfasis de Freud sobre un enfoque
dinámico y funcional.
Un ejemplo simple de este segundo grupo seria una orden dada bajo
hipnosis como se describió en el capitulo I, que el sujeto hubo de obedecer
después de "despertar" del trance hipnótico, pero del cual se le ordeno que no
tuviera un recuerdo consciente. En este caso todo lo que había acontecido durante
el trance hipnótico no pudo alcanzar la consciencia por la orden del hipnotizador
de olvidar. O para ser mas exactos, el recuerdo de los sucesos del transe fue
trabado en su incorporación a la consciencia por la parte de la mente del sujeto
que era obediente a la orden de olvidar. Fue sobre esta base funcional que Freud
diferencio entre los dos sistemas que denomino Ics y Pcs. A los contenidos y
procesos psíquicos impedidos de alcanzar la consciencia los llamo sistema Ics a
los que podían alcanzar la consciencia por un esfuerzo de la atención, los llamo
Pcs. El sistema Cs designo claro esta lo que era consiente en la mente.
Ahora bien, ¿cuales son las actividades del ello con relación a su medio en
los primeros meses de vida? A los adultos nos debe parecer casi insignificantes,
pero un instante de reflexión confirmara su importancia y estaremos seguros de
que a pesar de su aparente insignificancia son mas importantes en la vida de cada
uno de nosotros, de cuanto lo serán las adquisiciones subsiguientes.
Todas estas funciones del ego -control remoto, percepción, memoria, afecto
y pensamientos- comienzan, como podemos ver en una forma preliminar y
primitiva y solo evolucionan gradualmente a medida que el niño crece. Tal
evolución gradual es característica de la funciones del ego en general y los
factores responsables del desarrollo progresivo de las funciones del ego su
pueden dividir en dos grupos. El primero de ellos es el crecimiento físico, que en
este caso significa primordialmente el desarrollo del sistema nervioso central
determinado por razones genéticas. El segundo es el de la experiencia o si se
prefiere los factores experienciales. Por razones de comodidad nos referimos al
primer factor como maduración (Hartmann y Kris 1945).
Debemos agregar que algunas partes del organismo pueden adquirir una
gran importancia psíquica en virtud de ser fuente con frecuencia de sensaciones
dolorosas o desagradables y en razón del factor adicional de que a menudo no se
puede huir de dichas sensaciones dolorosas. Si una criatura tiene hambre, por
ejemplo, sigue hambrienta hasta que se la alimenta. No puede ―alejarse‖ de la
sensación de hambre, como puede alejar su mano de un estimulo doloroso y así
interrumpirlo.
Aun hay otro proceso que depende de la experiencia y que tiene un papel
preponderante en la evolución del ego, que se denomina identificación con los
objetos del medio, generalmente personas. Por ―identificación‖ queremos decir el
acto o proceso de asemejarse a algo o alguien en uno o varios aspectos del
pensamiento o conducta. Freud señalo que la tendencia a asemejarse a un objeto
del medio que a uno lo rodea es una parte muy importante de las propias
relaciones con los objetos en general y que parece tener un significado particular
en la vida muy temprana.
Esta tendencia persiste durante toda la vida, pero en los años posteriores
por lo menos es más propensa a ser principalmente inconsciente en sus
manifestaciones. En otras palabras muy a menudo el adulto ignora que en algunos
aspectos de sus pensamientos o conducta o en ambos se esta asemejando, es
decir, imitando a otra persona, o de que ya se ha hecho semejante a ella. En la
vida más temprana es mas probable que el deseo de parecerse a otra persona
sea accesible a la conciencia aunque de ningún modo ocurre siempre así. Un
pequeño, por ejemplo, no hace un secreto de su deseo de parecerse al padre, o
mas tarde a súper man o roy Rogers, mientras que en la vida posterior se dejara
un bigote precisan entre semejante al de su nuevo empleador pero sin estar
conscientemente enterado de su deseo de identificarse con el, subyacente en ese
dejarse un bigote similar.
Sin embargo la mejor evidencia que poseemos esta a favor del punto de
vista de que la identificación esta conectada solo en forma secundaria con la
fantasía de remplazar al objeto admirado con el fin de recibir los derechos y
atributos de la persona admirada. No hay duda de que este es un motivo muy
poderoso en muchos casos en los que desempeña su papel, pero parece que la
tendencia a identificarse con un objeto es simplemente una consecuencia de su
catexia libidinal, puesto que se la puede observar en una época de la infancia muy
anterior a que un motivo como la envidia o cualquier fantasía de remplazo de la
persona envidiada puede ser concebido como factible. Que la identificación puede
ser la consecuencia directa de una gran catexia con energía agresiva es una
cuestión que esta aun pendiente de respuesta.
Deseamos discutir ahora otro asunto que también esta en intima relación
con el tema de la diferenciación del ego y del ‗ello‘ entre si. Trataremos de los
nodos de funcionamiento del aparato psíquico que denominamos procesos
primarios y secundarios (Freud, 1911).
Por esta misma razón, la transición de uno a otro es gradual, tanto desde el
punto de vista histórico – al seguir el crecimiento y evolución de un individuo
determinado como del descriptivo, al intentar el trazado de una línea que delimite
los procesos primarios y secundarios, la estudiar el funcionamiento mental de una
persona cualquiera. No suele ser difícil decir si cierto pensamiento o conducta
posee tales o cuales trazos de procesos primarios o secundarios, pero ningún
hombre puede afirmar: ―Aquí termina el proceso primario y aquí comienza el
secundario‖. El cambio de proceso primario a secundario es de tipo gradual, parte
de la diferenciación y desarrollo de esos procesos metales que forman lo que
denominamos el ego.
Existe otra característica del pensamiento del proceso primario que suele
considerarse como si fuera separada y especial, aunque parezca más bien un
ejemplo de uno de los rasgos que ya hemos discutido, el desplazamiento. Es la
que denominamos representación simbólica, en el sentido psicoanalítico de la
palabra ―simbólico‖.
Los primero intentos del niño para hablar le proporcionan una descarga
para varias catexias impulsivas, como lo hace en general las otras actividades del
ego inmadura, quizá sea difícil o imposible conocer con exactitud y por completo
precisamente que energías impulsivas del pequeño se descargan hablando, pero
podemos estar de acuerdo en varias de ellas; de expresión de un sentimiento de
identificación de un adulto o un hermano mayor y un juego de obtención de la
atención de un adulto. También concordaremos, empero, que con el tiempo el uso
del lenguaje comienza a ser independiente en forma amplia de tal gratificación y
se dispone de el para la comunicación del pensamiento aun en ausencia de tales
gratificaciones directas como las que al principio lo acompañaron: lo que
originariamente fue energía impulsiva a sido neutralizada y esta al servicio del
ego.
Deseamos destacar que la relación entre una actividad tal como el hablar y
la satisfacción de los impulsos es normal en las primeras etapas de la vida. Sin la
contribución aportada por la energía de los impulsos, la adquisición del lenguaje
estaría seriamente dificultada si es que siquiera pudiera producirse. Se pueden ver
ejemplos clínicos de este hecho en mutismo de niños psicóticos y apartados que
no tienen relación de gratificación con los adultos y cuyo lenguaje retorna o se
desarrolla por primera vez solo cuando en el curso del tratamiento recomienzan o
comienzan a tener tales relaciones. Por otra partes si la energía impulsiva
involucrada no se neutraliza lo suficiente, y si en la vida posterior se anula y el
hablar o la energía neutral dispone para ello se reinstintiviza, entonces pueden
interferir conflictos neuróticos con los que hasta ahora había sido una función del
ego a disposición del individuo indiferente a conflictos interiores. Se nos ofrecen
ejemplos de la consecuencia de dicha instintivizacion, en el tartamudeo infantil
(neutralización inadecuada) y en la afonía histérica (reintintivizacion). Podemos
agregar al pasar que la reinstintivizacion (desneutralizacion) es un aspecto del
fenómeno de regresión, al que ya nos hemos referido en el capitulo II y que
volveremos a considerar en el capitulo IV.
EL APARATO PSIQUICO
Freud (1911) llamó la atención sobre el hecho de que la frustración era uno
de estos últimos. En realidad, él consideró que era de gran importancia en la
evolución del sentido de la realidad durante los primeros meses de vida. Señaló,
por ejemplo, que la criatura experimenta muchas veces que ciertos estímulos,
verbigracia, los del pecho y la leche, que son fuentes importantes de gratificación,
se hallan ausentes. Como descubre la criatura, esto puede resultar cierto aun
cuando algunos estímulos determinados están altamente catectizados, es decir,
en este ejemplo, aunque el niño esté hambriento.
La capacidad para decidir si algo es ―sí mismo‖ o no, es obvio que forma
parte de la función general del criterio de la realidad, a uno de cuyos aspectos nos
referimos como establecimiento de límites estables para el ego. En realidad, es
probable que fuera más exacto hablar de límites de sí mismo que de límites del
ego, pero esta última frase ha quedado por el momento mejor establecida en la
literatura.
Para elegir un ejemplo simple, piensen cuán distintos nos parecen algunos
extranjeros según que nuestros respectivos países se encuentren gozando de
relaciones pacificas o se encuentren en guerra. Se trasforman de personas;
agradables, o aun admirables, en gente viciosa y desagradable, ¿Qué es lo que
ha causado ese cambio en nuestra estimación de su carácter? Pienso que
tenemos que estar de acuerdo en que los factores decisivos en la generación de
ese cambio han sido los procesos psíquicos producidos en nuestro interior. Sin
duda que estos procesos psíquicos; son bastante complejos, pero uno puede
adivinar con facilidad que uno de los importantes es el nacimiento de odio por el
enemigo, un deseo de herirlo o destruirlo, y la culpa resultante, es decir el temor al
castigo y al desquite. Es consecuencia de tales sentimientos turbulentos «pe
nuestros hasta entonces vecinos admirables devienen despreciables y viciosos
ante nuestra vista.
Tanto es así, que una perturbación del criterio de la realidad, rasgo habitual
de varias enfermedades mentales graves, se ha constituido en el criterio para el
diagnóstico de las mismas. Las serias consecuencias de tal perturbación sirven
para hacernos resaltar la importancia de la capacidad de discernir la realidad en el
ego en su papel normal de ejecutante del ello. Un sentido de la realidad intacto
faculta al ego para actuar en forma eficaz sobre el medio en interés del ello.
Constituye así un capital valioso para el ego cuando éste se alía con el ello e
intenta explotar el medio con vistas a oportunidades de gratificación.
Contemplemos ahora otro aspecto del papel del ego como intermediario
entre el ello y el ambiente, y en el cual hallamos al ego postergando, regulando u
oponiéndose a la descarga de las energías del ello en vez de estimularla o
facilitarla.
Pero esta revisión de nuestro concepto del papel del ego origina, en
nuestras mentes muchas preguntas que han de ser contestadas. ¿Cómo hemos
dé explicar el hecho de que el ego, una parte del ello que se inició como servidor
de sus impulsos, se trasforme en cierta medida en su amo? Además, ¿qué medio
particular utiliza el ego para mantener en jaque a los impulsos cuando así logra
hacerlo?
Uno de tales procesos, que se ha visto que era una parte principal del
desarrollo del ego y que debe actuar en la forma recién descrita, es la
neutralización de la energía impulsiva. Este proceso de desnaturalización, que
hemos descrito con cierta extensión en el Capítulo III, resulta con claridad en una
reducción de las energías libidinales y de agresión del ello y en un aumento de la
energía a disposición del ego.
Otro de los factores que sabemos son importantes en la evolución del ego y
que desempeña un papel destacado en el desplazamiento de la energía psíquica
del ello hacia el ego es el proceso de identificación. Este también fue estudiado en
el Capítulo III y el lector recordará que consiste, esencialmente, en el hacerse el
individuo semejante a un objetó (persona p cosa) del mundo exterior
psicológicamente importante para él, es decir, muy catectizado con energía
impulsiva.
Freud incorporó al concepto del principio del placer las ideas de que en los
muy primeros tiempos de vida la tendencia a obtener placer es imperiosa e
inmediata y de que el individuo sólo en forma gradual adquiere la capacidad de
posponer el logro, del placer, a medida que se va haciendo mayor.
Ahora bien, este concepto del principió del placer suena parecido al
concepto del proceso primario que tratamos en el Capítulo III. De acuerdo con el
principio, del placer hay una tendencia a obtener placer y a evitar el desplacer,
tendencia que en los comienzos de la vida no da lugar a postergaciones. De
acuerdo con el proceso primario, las catexias de la energía impulsiva han de ser
descargadas lo más pronto posible* y podemos suponer aun que este proceso es
el dominante en el funcionamiento mental de esa época de la vida. Además, en
conexión con el principio del placer, Freud afirmó que con los años hay un
aumento gradual de la capacidad del individuo para postergar la obtención del
placer y el alejamiento del desplacer, mientras que en relación con el proceso
primario formuló la idea de que el desarrollo del proceso secundario y su aumento
de importancia relativa permitía al individuo postergar la descarga de las catexias
a medida que se hacía mayor.
La decisión final de Freud fue, por tanto, de que las relaciones entre los
fenómenos de acumulación y descarga de energía impulsiva móvil, por un lado, y
los sentimientos de placer y desplacer, por el otro, no eran simples ni
determinables. Adelantó una hipótesis: que la razón y el ritmo de incremento o
descarga de catexia podía ser un factor determinante, y ahí dejó la cuestión. Ha
habido intentos posteriores de desarrollar una hipótesis satisfactoria sobre la
relación entre el placer y la acumulación de descarga de energía de los impulsos,
pero ninguna de ellas ' está tan aceptada en la actualidad como para justificar su
inclusión aquí (Jacobson, 1953). .
El lector recordará que, para introducir a esta altura una discusión del
principio del placer, nuestra razón fue la dé facilitar el camino para el tema de la
angustia y es a este asunto que volveremos ahora nuestra atención. La
importancia del principio del placer en la teoría psicoanalítica de la angustia se
hará visible durante el curso de su consideración.
Freud mismo escribió varios trabajos en los que mostró cómo las nuevas
teorías podían rendir frutos cuando eran aplicadas a los problemas clínicos (Freud,
1924 b, 1924 c, 1924 d, 1926). El problema de la angustia es en forma notoria el
caso aislado más importante de tal aplicación fructífera; en él Freud adelantó una
teoría de la angustia de aplicación clínica, basada en las visiones profundas
brindadas por la hipótesis estructural.
Puesto que es parte de la función del ego tanto el dominar los estímulos
sobrevivientes y el descargarlos en forma efectiva, sería de esperar que las
situaciones traumáticas se produjeran con más frecuencia en los primeros meses
y años de vida, cuando el ego es aún débil y no está desarrollado. Por cierto que
Freud consideraba que el prototipo de situación traumática es la experiencia del
nacimiento, al ser afectada por él la criatura que asoma a la vida. En ese j «
momento el niño está sometido a un influjo abrumador de experiencias externas y
sensoriales viscerales y responde con lo que Freud consideró que eran
manifestaciones de angustia.
Merece consignarse que en nuestro ejemplo, y claro está que en todos los
casos que nuestro ejemplo pretende tipificar, el flujo de estímulos que da origen a
este tipo primitivo y automático de angustia, es de origen interno. Específicamente
surge de la actuación dé los impulsos o con mayor precisión, del ello. Por tal
razón, este tipo automático que acabamos de describir ha sido denominado a
veces ―angustia del ello‖. Rara vez se utiliza esta denominación hoy día, pues
puede dar lugar al concepto erróneo de que el ello es su lugar de asiento. En
verdad, según la idea de Freud contenida en su hipótesis estructural, es en el ego
que se ubican todas las emociones.
Freud creía también que la tendencia o capacidad del aparato mental para
reaccionar a un flujo excesivo de estímulos en la forma descrita más arriba, es
decir, por generación de angustia, persiste durante toda la vida. En otras palabras,
una situación traumática, en el significado especial que Freud da a esta frase,
puede generarse a cualquier edad. Seguro que tales situaciones se generarán con
mucha mayor frecuencia en los muy primeros tiempos de vida por la razón ya
enumerada de que el ego aún no se desarrolló, pues cuanto más evolucionado
está el ego tanto mejor será capaz de dominar o descargar los estímulos
generados de origen externo o interno, y el lector claro está que recordará que es
sólo cuando tales estímulos no pueden ser dominados o descargados en forma
adecuada que la situación se trasforma en traumática y se genera la angustia.
¿Qué hace el niño en una situación de peligro tal? Parte de lo que hace es
familiar para quienquiera que haya tenido experiencia con niños. Mediante
diversas manifestaciones de malestar el niño procura evitar que la madre se aleje
o que retorne si ya se fue. Pero Freud tenía más interés en lo que ocurre
intrapsíquicamente en la criatura que en las diversas actividades del ego que
tienen por objeto modificar el medio, por importantes que ellas sean. Sugirió que
en una situación de peligro el ego reacciona con una angustia que produce él
mismo en forma activa y propuso denominarla angustia de alarma; puesto que es
generada por el ego cómo un aviso o señal de peligro.
Unido a ellos, aunque distinto, está el mecanismo mental que Freud (1905
b) denominó sublimación. Como se la concibió originariamente, la sublimación era
la contraparte normal de los mecanismos de defensa, considerados entonces
estos últimos como en relación con una disfunción psíquica. Hoy decimos más
bien que el término sublimación expresa un cierto aspecto de la función normal del
ego. Hemos dicho repetidas veces en el Capítulo IV y en éste que las funciones
normales del ego están orientadas hacia la obtención del máximo de satisfacción
de los impulsos que pueda coexistir con las limitaciones impuestas por el medio.
Para ilustrara el concepto de sublimación, tomemos como ejemplo, el deseo
infantil de jugar con las heces, que es, claro esta, un derivado de los impulsos. En
nuestra civilización este deseo se ve opuesto intensamente por los padres o los
sustitutos. Sucede a menudo que el niño abandona el jugar con las haces y se
pone en vez a jugar con tortas de barro. Mas tarde esto podrá ser remplazado por
el modelado de arcilla o plastilina, y en casos excepcionales esa persona podrá
hacerse en la vida adulta escultor aficionado o aun profesional. La investigación
psicoanalítica indica que cada una de estas actividades sustitutivas brindan un
cierto grado de gratificación infantil del jugar con sus heces. No obstante, en cada
una de esas ocasiones la actividad deseada originaria se ha modificado en el
sentido de la aceptación y aprobación social. Más aun, el impulso original, como
tal, se ha hecho inconsciente en la mente del individuo, ocupado por el modelado
o esculpido de arcilla o plastilina. Por fin en la mayoría de tales actividades
sustitutas el proceso secundario representa un papel mas importante que en el
deseo o actividad infantil original. Por cierto que esto es obvio en el ejemplo que
hemos elegido y no así en el caso de una persona que se ha hecho especialista
en parásitos intestinales en vez de escultor.
Podemos decir del mismo modo que son todas manifestaciones, a distintas
edades del funcionamiento normal del ego, que actúa para armonizar y satisfacer
las exigencias del ello y del medio en la forma más completa y eficiente posible.