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La antropología de Ortega como filosofía primera.

La publicación de la conferencia de Tugendhat en el VII Congreso de antropología


filosófica es el punto de partida de Javier San Martín permitiéndo aportar datos con el
objetivo de comprender que la antropología filosófica es filosofía primera, o dicho de forma
más concreta, que la filosofía primera en Ortega, sí es antropología filosófica. Ni Ortega, ni
Husserl, ni Heidegger (aunque no se detiene en Zubiri, este filósofo se podría sumar a los
anteriores, así como Marías) consideraron sus filosofías como antropología filosófica, porque
en sus planteamientos no tratarían sobre el ser humano sino de la subjetividad trascendental o
de la realidad radical, o de la analítica existencial siendo éstas las propias y verdaderas
filosofías primeras. El autor quiere mostrar que sí lo son a la vez que señala el carácter
ambiguo de la antropología filosófica. Veamos cómo.

Puntos base:

La fenomenología establece que toda filosofía debe empezar o encuentra su enraizamiento en


el saber sobre el ser humano.

La conexión de Ortega y Gasset con la fenomenología. Coinciden en que la filosofía es una


antropología, no física ni cultural, sino antropología filosófica.

Sentido de la filosofía primera: su sentido no es el de fundar, no es un origen, digamos


cronológico, sino el establecimiento del lugar, del ámbito por dónde hay que empezar a
esclarecer los conceptos.

Sobre Ortega:

Dos textos de Ortega nos revelan que este autor diferenciaba entre el significado de las
palabras que se refieren a una acción del otro (andar, por ejemplo) y las que se refieren a la
misma acción propia (tener experiencia directa). El cuerpo que expresa una intimidad y el
cuerpo vivido como intimidad. Si encuentra distinción en esto es que da un paso del análisis
del otro pero dentro de la vida humana concreta como realidad radical; piensa entonces que
se pasa de una antropología a la metafísica de la vida humana que es lo que fundamenta
verdaderamente. En realidad habla de alteridad y de mismidad, de indeterminación y de
autodeterminación, en este ámbito en el que no todo está dado y el esfuerzo de determinarse
es lo que se considera vida; esfuerzo que opera con los elementos del ser humano en relación
con la alteridad: trabajo, amor, muerte.

Sobre Husserl:

El elemento fundacionalmente primero es la subjetividad trascendental (1º conciencia


trascendental, 2º subjetividad trascendental, 3º vida trascendental.) Tras ellas hay
conocimiento científico por lo que se constituyen como otros tantos seres objeto de esas
ciencias. Lo que urge es determinar qué clase de ciencia estudiaría la característica fundacional
que posee la subjetividad trascendental frente a las demás ciencias que se encargan de
estudiar, por ejemplo, la conciencia. Por eso cree que la fenomenología no es antropología.
Cree que la antropología filosófica es tan regional como las otras no teniendo, por tanto, la
facultad fundante. O quizá que no está delimitado su objeto de análisis, abarcándolo todo y
por lo tanto se diluye.

Heidegger:

Que el Dasein no es el ser humano demuestra que Heidegger no consideraba su analítica


existencial como antropología. Pero la insistencia en que no se debe confundir el ser con el
ente (¿Qué es metafísica?), da a entender la presencia de un algo más: el ser del ente que no
es otra cosa que apertura al mundo, existencia; algo que diferencia a los demás entes (la
piedra es pero no existe). Heidegger no se contenta con la caracterización del hombre como
ser racional y dotado de capacidad de comunicación a través del lenguaje. Hacia estos
caracteres es donde ponen su atención las distintas antropologías, las regionales. Heidegger
señala que es el hombre el ámbito donde el lenguaje se da, entonces desde donde se puede
entender. Lo último significa que la característica humana lenguaje sólo se puede entender
desde del ámbito hombre.

Coincide Ortega hablando de la conciencia añadiendo el término limitante humana


(presupone que hay conciencias no humanas) no como un rasgo del ser humano, sino la
condición de posibilidad de referirse, hablar o cuestionar cualquier cosa, en la que se
constituye el ser de los objetos. Este es el precedente de la vida individual y más tarde el de
vida radical. Por lo tanto es la vida radical la instancia donde tienen lugar los demás objetos y
donde se mediatizan. Esto último es importante pues supone la labor de interpretación y de
deconstrucción de discursos ya hechos y hacerlos propios. Supone una labor fácilmente
identificable con la epojé y la reducción del método fenomenológico, lo que acerca más a
Ortega a la fenomenología.

Los tres filósofos no consideraron la antropología filosófica como filosofía primera. La razón
está en la confusión que recae sobre el estudio del ser humano al hacerlo desde una
perspectiva taxonómica, como un objeto más. Suponemos que pensarían que la antropología
se reduciría a una antropología de rasgos (Merkalsanthropologie), sin trascender hacia una
visión fundante, una perspectiva esencial de la antropología (Wesensanthropologie). Esto es
un error: el objeto de la antropología filosófica está ya en sus pretensiones y en sus filosofías;
marcan la pauta de lo que debería ser el objeto de la antropología filosófica que es el sujeto
que abre el horizonte mundano.

Y cuando la apertura al mundo deja de ser el ser del ente que llamamos hombre, interviniendo
en ello la técnica como la gran transformadora y que aparece como la instancia enfrentada a
la voluntad subjetiva, este hecho debilita la antropología filosófica. La postura heideggeriana
que acabamos de señalar dará paso a otra preocupación digamos de intervención teológica; la
postura de Ortega, por el contrario, confía en la capacidad de la voluntad humana de moldear
los estragos de la técnica. La clave nos la indica Javier San Martín: es factible moldear porque
no se trata de un enfrentamiento técnica- voluntad individual, sino de la voluntad humana
constituida por millones de actos. De ahí la importancia de los conceptos de alteridad y
mismidad con lo cual hay lugar para la antropología filosófica.

Carmen Palenzuela

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