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REVISTA DE CRIT __ Afio XX, N’ 40. Lima-Berkcley, 3do. semestre de 1994; pp. 261-261, EL TERROR LETRADO (SOBRE EL MODERNISMO LATINOAMERICANO Graciela Montaldo Universidad Simén Bolivar 1, Los muchedumbres “Padeces ahora por el envilecimiento de ‘Era un aire suave’ de tu ‘Palimpsesto’, de tu ‘Coloquio de los Centauros’, de todos las poemas de tu libro delicioso y predilecto, que las Milonguitas del barrio de Boedo y Ghiclana, los malevos y los verduleros de las pringosas ‘pizzerias’ loc les recitardn...”! Padecimiento, vulgaridad, miseria, son términos que muy probablemente hablan por la boca de Evar Méndez —poeta de inicios modernistas—de un terror letrado de la amenaza que los poetas sienten ante un “vulgo” que ha empezado a ocupar espacios que antes a6lo pertenecian a los letrados; timidamente ese vulgo comienza a leer, 9 al menos tiene un contacto con la poesia a través de la recitacion que con frecuencia desarrollan sus mujeres y, sin duda, ese vulgo canta. El ano 1924 parece, para la revista mds importante de la vanguardia ar- gentina, un afio definitivo en la eanonizacién popular del modernismo y r tanto del terror letrado, cuyas marcas mas molestas se escucha- ‘an cotidiana y callejeramente en Buenos Aires en las letras de tango iCémo olvidar entonces aquel temor tibio pero programatico del mismo Rubén Dario, que en 1905 en el prélogo de Cantos de vida 3 es- peranza se oye decir! yno es vordaceramente singular que jovadores del instru mento lirieo, los winieos libartadores sn sido las poetas dal Madrid Cémico-y los libretistas del genoro chico? |...| Hago esta advertencia. porque la forme es lo que primeraments toca a las mushedumbres. Yo no soy tn poeta pare lac muchedumbroc. Pore #6 que indofectiblemonte tengo que ira ellas®, En cuanto al verso libre modern {.. a2 GRACIELA MONTALDO Hay aqui una certeza sobre la irrupeién de lo popular en el seno ‘mismo de Ia cultura letrada que Dario percibe como fatalidad y Eyar ‘Mendez. corrobora casi veinte afios después con profundo dolor. Dario sin embargo, habia hecho una apuesta que su poesia habia puesto en escena mucho antes de 1905, pues ya estaba explicitada en Azul... (1888) y Los raros (1896). Si la nueva estética del fin de siglo lati- noamericano es un trabajo sobre la lengua, es un trabajo sobre la tra- divién, sobre lo usos legttimos del diseurso en la esfera publica, sin duda ese publico anénimo, acrecentado, que ahora ha comenzado a partici- par de algunas formas de lo estético de manera masiva es un destina- (aria Istente que les poetas y letrados pueden ver como sumamente peligroso porque fagocita, consume, trivializa® pero que también sedu- ee con su mismo anonimato, dimensién y falta de formas, Lo que co- mienza a ser la cultura de masas opera de manera decidida, con una fuerte presién, sobre el discurso letrado a través de diversas formas de Ja novedad y la tradici6n, y si los canales de circulacion no son exac- tamente los mismos, sus mecanismos se parecen peligrosamente. He agui un barraneo riesgoso para el modernismo latinoamericano y especialmente para Ruben Danio que sera quien articule su progra- ‘ma. La confrontacién de la estética modernista tiene menos un enemi- go en las potticas anteriores que en esa forma nueva de la cultura: la escritura popular y masiva. Alli se asienta la radieal novedad del arte de la 6poca pues es e] elemento que redimensiona todos las discurses. Es la otra escritura, antes inexistente y ahora, repentinamente, acre- eentandose, la que impulsa una necesaria diferenciacién. Por ello Dario sera terminante en sus prdlogos al punto que, cuando tiene que dar la batalla contra el *casticismo”, no discute con los poetas cultos sino que se coloca ~coloca sn poesta—con respecto a los versificadores del ‘Madrid Cémico y con toda la representacién popular, la escena bufa, do los teatritos de zarauela. Dario sabe que ahi hay una diferencia pro- funda de la cual el arte moderno debe hacerse cargo; su sensibilidad ahondara osa diferencia puos sora de clla de donde saquo los mas pro- ductivos impulsos para terminar de renovar la literatura latinoameri- cana. De hecho, Ja escritura de Dario es una explicitacién de esa diferen- ia a través del hermetismo de su poesia; es una respuesta que dibuja en hueeo a aquellos lectores y aquellos discursos que forman parte de Ta vulgaridad. Sin embargo no podemos olvidar su extensa prosa pe- riodistiea, esa suerte de escritura experimental donde se fragua la amalgama de Io culto y lo popular en la nueva experiencia de la cultura de masas5. Las crénicas son el texto que Dario escribe sin culpas para Jas “muchedumbres” déindoles también a ellas no las “alegrias” de su identidad cultural sino la radical otredad do la nueva lengua, las ima- genes, feonos y mitologfas de una modernidad a la que cada vez mayo- Tes sectores aspiran. Pero también las escribe retomando algunos de Jos intereses de esos atros, algunos de sus gustos, de sus aspiraciones, como quien conoce los caminos zigzagueantes que tecorren el entra: ‘BL TERROR LETRADO: SOBRE EI. MODERNISMO, 283 mado cultural y los transita extasiado frente a algo que atrae y expul- sa.al mismo tiempos, Hay, por ejemplo, una diferencia cuando Dario escribe la “Sonati- na” y cuando eseribe tas eréniens en donde las descripciones, viajes ¥ Prdcticas de la nobleza europea son su tema, Hay problemas formales diferentes y tonos oseriturarios distintos; y si los textos no son tersos sin embargo, la ironia que ambos ejercen sobre el mundo semantic e iconogréfico de la nobleza se asemeja, En el poema ese mundo es un resto cultural con ol que Dario desata su idea del arte como artificio; en la crénica es un elemento de lo real que se percibe como pura forma: la cortesia, et lujo, la diplomacia, los encantos y la irrealidad de esos personajes que ya se empiezan'a vivir como plenos de exotismo pero que participan del nuevo espacio piiblieo los reyes y reinas pasean por las avenidas cosmopolitas, se muestran como se muestran los burgue- ses y llevan su charme a los ojos de las muchedumbres. En ambos ca- sos, la mirada irénica compone un texto a distancia de esas muche- dumbres pero nn toxto que igualmente participa de sus gustos ¢ inte- reses™ Es posible reconstruir el doble camino por el cual Dario conduce su eseritura; en la “Sonatina” recoge un tema del ramanticismo tardio y gjeree sobre ¢i la presién eulta de 1a modemnidad ostética: on las créni- cas, coloca su saber de la lengua y su mirada letrada en manos del Beriodismo que los hard circular entre los nuevos priblicos. Como suce- Ge con otras experiencias, temas, discursos, lo aristocratico se decons- truye en el fin de siglo, se vuelve la cdscara de una forma arcaica, velifculo conterporsnee de la difereneiaeién con lo real. Las dos lineas de trabajo (el poema hermético y la crénica perio- distica convivian en Dario y en Ia sensibilidad modernista en general) los poetas de U/aré power l'art solo podian concebirse como tales porque la eseritura se habia difandido de manera que cansideraban peligrosa en capas mas extensas de poblacién, pero fundamentalmente porque existia ya como nuevo valor social -0 se estaba constituyendo- la di- mension estética de muchos aspectos de la vida puiblica. Como una brisa, la funcion estética de varias précticas burguesas toca ahora a todos los que participan del espacio publieo y quieren actuar a su aire. El trabajo, el arte, la opinién, la moda, la comida, la politica se vuelven motivos literarios que se pueden entremezclar sin jerarquias porque ellos son précticas que también se hablan desde lo esttico en la medi- da en que los escritores usan su lengua para articularlas; los escritores del fin de siglo combinan estos multiples motivos en textos que ya no se definen por un saber especifico por un género especial, sino por un trabajo, un funcionamiento, ¥ ese funcionamiento se ira describiendo y definiondo programsticamente La inestabilidad que la cultura del fin de siglo latinoamericano pone en escena puede no ser sino Ia respuesta y la mascara de la estabi zacién de las nuevas conductas cotiales y politicas, el fortalecimiento del individuo y de lo privado, lus nuevas formas de produccién cultural, 284 GRACIELA MONTALDO Ja nueva organizacién espacial en torno a las grandes urbes y 1a con: solidacién de los estados nacionales (en América Latina, s6lo en algu nas regiones). El fin de siglo parece eclipsar muchas tendencias dis- persas del siglo XLX en su conjunto, pero no so mueve en una mera ac- titud ambulante y sinerétiea sino on la constitucién de un eorpus de ideas, formas, preocupaciones, creencias, figuras, topicos que en si mismos son los esqueletos y residuos del mundo del pasado —de ese mundo que la modernidad arroja rapidamente al arcafsmo~ pero que funcionan en una nueva percepcién de lo real, atravesados por una mi- rada hacia un presente que, en cierto sentido, ya es concebido como fu- ture, Rsta percepeién de los cambios en la ascritura letrada se aguza frente a otra cartera: la modernidad coloca en Ia sociedad burguesa una nueva relacién con la palabra, con los sentidos, con la referenciali- dad del lenguaje y esa nueva relacion con la palabra puede definirse come el rodeo constante para Hegar a realidades que se han yuelto me nos comprensibles 0 realidades que los nuevos valores impiden nom rar. La oscilacién que promueve la ironia como punto de vista estra. biico de los textos, podria pensarse on furrcién de lo que los historiadores deseriben como un rasgo de Ia experiencia préctica que surge en el si- glo XIX y que es quizds uno de los cambios discursivos mas im. portantes que se produce en Ia vida cotidiana: el uso enmasearado de la palabra, ola necesidad de hacer “un rodeo en el uso de la palabra” en al discurso piblico® 2, Los rodeos Este nuevo uso ¢s decisivo en el rumbo que toma la escritura del fin de siglo para construir sus fieeiones pues comienza por problemati zar las formas del decir, Si cada una de las dreas de la experiencia que cabran densidad on cl siglo XIX va creando una ospecie de lengua par- ticular (las enfermedades nerviosas, la vida en el interior del ome, la practica politica, la nueva sexualidad, Ja vida en las calles, la experi- mentacion con los naredticos), Ja literatura, especialmente sensible a los nuevos discursos, no puede sino intervenir con la recodificacién de su propia lengua. Por lo demas, si una variedad cada ver mayor de di cursos cireula en la plaza publica se hard necesario recolocarse res- pecto de ellos pues la divulgacién en el uso y circulacién de la palabea requiere de sistemas de diferenciacion y una nueva legitimacion enun- ciativa. Las histérieas del dr. Charcot 0 los homosexuales de Ia sociedad vietoriana inglesa, por ejemplo, conocen bien los usos diferidos del len- guaje (no c6lo el hablado sino también y especialmente el de la gestua- lidad) pues no todo puede ser articulado en la sociedad moderna y de- mocratica. El rodeo en el uso de la palabra, esa nueva relacién dela ex- periencia burguesa con lo real, hace que el mundo de la literatura s¢ vea golpeado en la lengua, su materia mas sensible. Muchas formas de EL TERROR LETRADO: SOBRE EL MODERNISMO 285 Ja escritura serdn vehiculos de esos golpes que ponon on escena las desajustes con lo real; el periodismo quizas es la mas significativa por- que recodifiea la eseritura publica, encuentra lectores entre los nuevos sectores recientemente alfabetizados y convive en la pagina de perié- dico con la mas extrafia amalgama textual En el fin de siglo, la nueva complejidad de Ja vida privada y sus multiples relaciones con lo piblico, hacen también que el lenguaje me- die las cada vez mas extremas distancias que se van creando entre la experiencia y su codificacién. La publicidad, por ejemplo, es un eje de ese uso oblicuo de la palabra que atravesaba la cotidianeidad de los di- ferentes sectores urbanos. Los anuncios ligados al cio, al lujo, ponen especial énfasis en diferenciarse de la cotidianeidad de las palabras; los perfumes por ejemplo -cuyo uso se difunde en la ciudad- llevan nombres como “Secreto de amor”, “Efluvios de la pagoda”, “El beso del emir”, “Desmayos de voluptuosidad oriental’; son formas gonerales del discurso erético que por entonees impregna de manera mds decidida la yida publica y que tenderd a establecer vinculos con el decir del arte. Pareciera que ciertas zonas de la experiencia sélo se encienden si el Jenguaje las formaliza alejéndolas de la nominacién vulgar. ‘Pero no es tinicamente el temor a lo vulgar lo que activa la imagi- nacién de los perfumistas —podemos suponer-, hay una intencién es- ética fuerte en los nombres de tales esericias que probablemente fue aprendida en las fieciones que desde el romanticismo comienzan a di- fundirse entre los sectores burgueses. E] temor de] burgués por la vul- garidad se atentia en parte, a través del uso elaborado de la lenguay a ‘su vez, ese burgués participa de experiencias que lo elevan por sobre la sotidianeidad y Ia vulgaridad que lo amenaza a través de los nombres’. Por otra parte -y en relacién con las nuevas conductas sexuales, aspecto central del lenguaje que difiere sus sentidos-—, “lo prohibido” (0, mojor lo secreto, aquelio que sdlo est4 legitimado en la intimidad pero que en la sociedad burguesa participa de lo piiblieo dado su carsetar comercial y de intercambio a través de la prostitucién) también en- cuentra cémo enmascararse para decir sus palabras interdictas, Asi sucede, por ejemplo, con la publicidad de las casas de citas y estable- cimientos clandestinos en general que se nombran como “casa para pupilas”, o se anuncian simplemente como ‘se rentan camas”, 0 con aquella intimidad que es limite de la moral burguesa porque menta aquello para lo que no hay discurso, las toallas femeninas por ejemplo, que pasan a ser cn la lengua de la modernidad “articulos de viajes para damas"!0 No conviene olvidar que la recodificacién del erotismo du- rante la segunda mitad del siglo XIX tiene come eje la relacién con la nueva prostitueidn en el geno de la moral burguesa, que establece un concepto de familia particular y reconvierte }as relaciones entre tos se- x0s porque cambia la circulacién de los cuerpos, No es dificil suponer, en el puiblico urbano, un adiestramiento complejo en la decodificacion de los miiltiples mensajes que ahera comienzan a tenerlo como blanco. 266 GRACIELA MONTALDO Como la intimidad tiende a hacerse publica con el nuevo orden comer cial, sélo una palabra diferida puede articularla. La literatura del fin de siglo empieza asi a defini campos dentro de esos nuevos usos de la palabra. Pero estas formas tampoco son ente- ramonte nuevas ni propias de la sensibilidad finisecul ar; se trata més bien de los nuevos usos y valores de la cultura en la sociedad burguesa que define su espacio contra Ia vulgaridad. Porque entre las no pocas paradojas del fin de siglo, sin duda la diferenciacién contra lo popular y su irrupcién real en Ja escritura son parte de la mAquina modernista. Lo que es tinico (las cosas que se cargan de valor en el imaginario burgués) no se puede nombrar con palabras vulgares, hay que distan- ciarlo de las formas del decir cotidiano. Luego se da paso a la imagina- cion modernista, a los desbordes de una literatura que se asume como ficcién y que se coloea en el centro de los problemas intelectuales del fin do siglo: un discurso entre la religion y la eiencia entre Ia subjetivi. dad y la multitud, entre la identidad y la diferencia En medio de los movimientos y fracturas que comienza a experimentar el suelo segura, el perfodo ve emerger el gran cambio estético moderno pues es el mo- mento en que se produce el corte de la estética cldsica al abandonar la mimesis y reemplazarla por un profundo anti-naturalismell, Los mo- dernistas no son ajenos a este movimiento que implica al campo del arte en sn conjunto y extreman las propnestas del antinatnralismo en todos sus frentes. La nueva estética, que no atiende ala representacién sino al im- pulso ficcional entre los reclamos de un arte auténomo y los discursos cruzados de Ia filosofia, la politica, la religién, la ciencia y el arte, es al umbral para entender la imaginacion modernista pues ella esta en el cruce de escs reclamos y va conformando su discurso y universo fic- cional entre ese cimulo de imaginerias participando de muchas de elas. E] anti-naturalismo sera el procedimiento privilegiado aunque también deja resquicios por donde se cucla la diferencia estética de los Tatinoamericanos con sus pares europeos. Las leyendas de culturas exdticas, las mitclogfas religiosas, la relacién irénica con el pasado las pinturas “decadentes” con sus ambi- guas escenas eréticas, el exatismo en todas sus formas, empiezan a producir en los modernistas el nuevo imaginario textual Sobrecargado de palabras e imagenes, donde la sintaxis de la ficcién se organiza so- bre nuevos modelos pero también se quiebra produciendo huccos por Jos que se eseapa la relacidn con lo real-amerieana!2, El ejemplo mas acabado de esas mixturas sea probablemente De Sobremese de José Asuneién Silva, fiecién en la que el mundo del dandy finisecular se ve quebrado siihitamente por la utopia dictatorial latinoamericana, Deca- dentismo y progreso, astenia y guerra conviven en el texto de Silva junto con las iconografias renacentistas, los idolos quechuas y las en- fermedades nerviosas. De este modo, mito, enfermedad, extremo nerviosismo componen para el fin de siglo latinoamericano un conjunto semantica ineludible, EL TERROR LETRADO: SOBRE EL MODERNISMO 287 en el que se mezcla una conciencia desesperada frente a lo real con una disposicién para representar el placer que no habia aparecido antes en esas proparciones ni con ese afan de eseandalizar!3. En la hase de todos los disturbios del comportamiento, se encuentra la sen sibilidad amenazada de poetas y artistas que produce las escenas en que los personajes desgarrados intentan dilucidar sus males pero tam- bién gozar con ellos pues la enfermedad es una de las pocas propie- dades del sweto, Los pseudénimos son formas de recoger ose experiencia angus- tiante dé] terror ante l asalto a la fortaleza letrada a la voz que de mostrar las expectativas del escritor: condes, marqueses, personajes de novelas decadentes o de aventuras son los titulos con que se llaman a sf mismos, se enmascaran y nominan José Gutiérrez Ngjera-Duque de Job, Julidn del Casal-Conde de Camors, Rubén Dario-Des Essain- tes. Estos psendénimes son formas de ironizar acerca de la propia escritura, la profesitn y la subjetividad; son las marcas que incorpora sun suelo que se puede ver a si mismo desde su exterior, desdoblado en lo que eseribe y que coloca en su firma la distancia con que ejerce sn oficio, dejando en claro el deslinde de un espacio ficcional que pasa pre- cisamente por Ia subjetividad. El Duqne, el Conde y el Des Essaintes criollos (mas toda su descendencia) que escriben en los periédicos Jatinoamericanos erbnicas acerca de la vida y la cultura moderna son Jos puntos de vista sesgados hacia esa modernidad, una modernidad que en los periddicos de la misma rogién aparece en cuotas y se inserta on los reequricios privados de la vida eotidiana a la vez que impregna Jas producciones culturales letradas1+, Son también las firmas de esa ‘eseritura transicional del fin de siglo, entre lo culto y lo popular. ‘Mientras tanto, el publico fantasmatico sigue ereciendo, si bien al eomienzo de la literatura modernista e] pulblico esta constituide casi excluyentemente por pares, y solo se acrecentara con las politicas de alfabeticacion y ef desarrollo de la enattura ex las diferentes vocie- dades (politicas que comenzarén a arrojar sus efectos en la década del veinte de este siglo), las “muchedumbres” con que fantasea Dario en el prélogo de Cantos de vida y esperanza estaran haciendo sus primeras armas con los periddicos y revistas, estableciendo una relacion mas 0 menos laxa con las diferentes formas artisticas y estéticas que circu- lan por la sociedad: testritos de comedias musicales y zarzuelas, nove- las on folletin, revistas mundanas. A ese publico, entre tantas cosas, Je Tegan también algunos de los poomas que publica la prensa; proba. blemente esos textos participaran en el imaginario de los nuevos sec- tores sociales en tanto aspectos de ese mundo representado —novedo- soy al dia que la prensa les proporciona periédicamente y que por su- puesto, se len en contigiidad con las notas periodisticas y con la plu- ralidad de discursos: gréficas, publicidad. Enrique Gomez Carrillo, ese escritor que tanta intimidad logré con la sensibilidad modernista, eacribe en us memorias a propésito del periddico que en Guatemala 288 GRACIELA MONTALDO. fiandé Rubén Dario y en el que colaboraban el mismo Gémez Carvillo y un tio suyo: ‘Una semana despuss, ol primor mimore de EI correo de la tarde, aparseis can articulos de Darfo, de Joxé y mfos. Todo lo hacfarnos entre lox trex. José espocialmento, mostrése do una actividad, de up ardor, de an ontu. ‘iasmo, que nos dsjaba pasmados. Gracias « su dorainio del francés y del inglés, sacabe de las revistas de Londres, de Nueva York y de Paris delt ciosas misceldneas cosmopolitas que Ia gente lefa con mayer deleite que Jos articulos polices 0 literarios 1. La idea de amenaza es un sentimiento latente en las sociedades del fin de siglo, La amenaza éinica, social, ética, cultural, psicolégica son aspectos de los cambios en. los valores La amenaza es, por un lado, ol riesgo ¥ el dosafio que permite vivir la cuforia del sueto: por otro lado, es ol quicbre de las certezas, de los espacios do poder y de lo- gitimacidn de las instituciones tradicionales. El riesgo, la amenaza, es €l filo en que se desarrolla la estética modernista, lo que permite afir- mar que no hubo quien no viviera el poriodo como una verdadera sub- versidn de los valores: “Ya los pensamientos no eran tinicos y perma- nentes, sino que naefan del comercio de todos y entraban en él tréfago multitudinario..."15 3. Lonuevo Para los poetas experimentadores de la lengua, comprobar que la realidad pasaba a constituir un problema de lenguaje fue una expe- riencia poeo menos que perturbadora. Cuando 1a realidad se vuelve dis- tancia y la vida cotidiana varia su fisonomia, los artistas y sus textos comienzan a modificar su funcién, Queda entonces una serie de luga- s “vacantes”, vacfos de viejos contenidos y aun sin reposicién Ar- queles Vela, critica del modernismo, ha sefialado, por ejemplo, el vacio que deja la religin en los intelectuales finiseculares!’. Ese lugar vacio, esa experiencia en espera, puede leerse como un desplazamiento de los tmpulsos, una falta de correspondencia entre las nuevas practicas que genera una cantidad de espacios en espera, de diseursos que no co- rresponden a practieas de experiencias sin nominacion, No se trata s6- lo de lo nuevo que carece de discurso y tradicién4® sino de la convi- veneia de viejos y nuevos valores on una misma forma estética. ‘Se podria extremar la idea afirmando que la puesta en duda de las certezas religiosas, pero también politicas (la democracia es un siste- ma que genera multiples desconfianzas), cientificas (la ciencia no pue- de responder muchas preguntas o da respuestas insatisfactorias en general) y culturales (cambia él sentido de la cultura y su funcién), produce ima serie de discursos discontinmos, en hiato, que se conser- ‘van como formas de preocupaciones anteriores pero que carecen aho- ra de esos mismos contenidos, de las mismas certezas y constituyen holsones vacantes que la escritura tiende a Henar y que asimismo otras préeticas culturales tienden a resignificar!®, Como sugiere Mar- BL, TERROR LETRANO. SOBRE EL MODERNISMO 289 tin Jay a partir de la reflexion de Habermas, podriamos enunciar que para los modernistas latinoamericanos “e] arte 03 la reserva de los significados en peligro"20, E] arte es la nica practiea y el tmico discur- so que puede hacerse cargo de la vacuidad, de la negatividad de todo lo que el orden social comienza a rechazar y a burlar pues lo considera instil, carente de funci6n. Si bien el modernismo vive dramaticamente parte de esta historia del cambio en la sensibilidad y la ideclogia litera- rias, puede tener una actitud celebratoria, incluso iréniea, en gran parte de su obra. También la combinacién de estos dos tonos define su escritura. Los sentidos vaeantes, las sensibilidades en espera, las certezas sin referentes son aspectos del fin de siglo con los que el mo- dernismo hace literatura; forman parte también de la huidiza forma que persigue Dario. Aparecen asi los asaltos a la vio,ja sensibilidad y la logitimacién do una nueva —o mis de una— que los textos desarrollan a través de la figuracién de mundos ficcionales.Sin duda, son muchos los contenidos que se le pueden atribuir 2 la sensibilidad modernista, pero son su for- ma y sus relaciones con los cambios coyunturales los que permilen es- tablecer Ia linea de sutura mas que de fractura -y de sentido— que signified sn escritura dentro de la cultura latinoamericana, Una de las formas que la sensibilidad finisecular americana coloca en primer plano es la afincionalidad de muchas préeticas vineuladas a lo estético, Esa afuncionalidad es quizas el aspecto mas desconcertan- te del periodo y ee traduce en procedimientos textuales. Hl fonémeno responde no solo a una falta o cambio de funcién sino a la persistencia de formas eulturales que han perdido sus sentidos y vaeiadas do sus referencias, sin embargo, contintian existiendo con sentidas nuevos. Es el caso, por ejemplo, de lo religicso al sufrir el embate de la ciencia po- sitiva y de los nuevos saberes, que caduea como certeza pero pervive como experiencia. El fin de siglo verd la transformacién del impulso re- ligioso en otras formas culturales: la religién del arte y la proliferacién de rilos esatéricos. O es el caso, también, de la mitologia clasica que deja de ser una cita simbélica para convertirse en la forma del arte combinatoria del bricolage. La eseritira del poema came construceién de lenguaje, la violencia sobre las formas del decir convencionalizado queda escrita en los pro- logos de Dario, otra marca de la cultura moderna. Esa cultura empieza a construir genealogias nuevas y de ahi los debates sobre el origen, Dario usa esta forma de manera programitica y militante para expli- car una literatura que se ha vuelto a la vez un poco mas distante y un poco mas cercana del puiblico: distante porque ha generado estilos, r=. toricas y mundos ficcionales que se tarnan menos convencionales; cer- cana porque ahora el piblico se ha extendido y tiene grados de cultura diferenciados, estratificados. Alli escribe el programa de un arte que s¢ sustenta de dudas, de miedos y de amenazas y que sabe sacar de ese suelo inseguro en el que se encuentra sus valores estéticos. Lea reac- cién temerosa ante la otra escritura y la amenaza de una funcién es- 290 GRACIELA MONTALDO tética quo se oxpando por el mundo son los impulsos deeisivos on todas Tas renovaciones del arte modernista. Méndez: “Rubén Dario poeta plebeya”, en Marttn Pierro nf 1, marzo de 1924, 2, Bubén Derfo: Poestas. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1985, pag. 243. 4. De hecho podercs decir quo ese tomor programitico de Darto se ha curplido si eonsideramos, por ejemplo, la difusién de la retériea modernista en la can- cin popular Iatincamericana de principios de sigh. 4, Gf. les trabajos de Walter Benjamin sobre Baudelaire Poests y Capitalismo, Burninaciones 11, Madrid: Taurus, 1979. 8, Los erflicos del modernism tempranaments han llamado Ia atencién sebre cl estatuto “profesional” de loy intelecttales del fin de siglo emblemetizados en las Sguras do Joeé Marti y Rubén Darfo y on su ercriture para le prensa, Sc- sana Rotker, en Funudacién de una esoritura Las erénicas de dosé Marit. (La Habana: Casa de las Américas 1992), dafine al género tal como lo usa Marti, comma el lugar de ensayo de la escritura moderne, 6. Los aspectos mds prebleméticos paradojalos de Ia oststica medommista fue- ron trabajados por Angel Rams en el excelente hibro Bas mdscaras democrdti- cas del madernismic. Montevideo: Fundacion Ange! Rama, 1985. 7. Sila ironfe, como sefisla Stanley Fish en Prdctica sin teorfa: Retérica y Cam- bia en fa vide institucional (Barcelona: Destino, 1992), es menos forma que efecto de Ieeture, podrfames preguntarnss si realmente Ia relacién irénica de Dari von algunos temas de st poesta, era leida como tal u obedecta a regi menes diferentes segtin los medios y los lectores. 8 Michelle Perrot: Sociedad buerguose: Aspacics de la vida privaca, tomo VITT de la Historia de ta vida privada dirigida por Philippe Arits y Georges Duby. Buenos Aires: Taurus, 1991, pp. 12 y ss 9. De hecho una éohdicidh que impone la Sociedad burguesa para admitir La movilizacién sceial, junto con cl dinero, es la “cape de cultura” con que tos nuevos ricos deben Yecubrir la distencie que los separa de las clases que tre- dicionalmente Tuscon las que detentaron, sunt con el poder, La cultura, De alli que le educacisn y la profesionslizacifa de eus hijos sea uma forma de Io gitimarel ascenso y Ge confrontarse con los otros. 1. Estos y etros dates se encuentran on el libro de Litvak Brotizmo Fin de Siglo Barcelona; Anwoni Bosch, 1979, y en Gearges L. Mosse. Nationalism ard Sex luatity. Middle Clase Morality and Sexual Norms in Modern Europe. Tho Um. versity of Wisconsin Press, 1985, 41, El trabajo de Jean Pierrot The Decadent Imagination 1860-1900. (Chicago and London: The University of Chicago Press 1981), hace una operacién deci- siva en este aspecto; no coloca ol gran cambio de a autonomia estetiea y la ruptara mas radical dol arto moderno on Jas vanguardias do principios de ssigla sino que establece el corte con el arte decadent: “El perfoda dacadente ce uaa linea do clivaje esoncial ontro Ia estétiea cldsica y la moderna” (pég, 13), {La tradueci¢n es muestra). 12. Uno de esos hucees es sin duda el erotisme ¥ todas Ins nociones que nuciea. Molloy he trabajado est huece eoino limite ideolégica y estético de los raoder- nnistas Istinoamerfcanos on los textes de José Mart! y Ruben Dario sobre Oscar Wilde, Cir, Sylvia Molloy: “Too Wilde for Comfort: Desire and Ideology in Fin-de-Siecle Spanish Ameren’. Social Text, 1992, pp. 31-32. 18, Para estas aspectos puods consuktarce Brotisme Fin do Siglo do Lily Litvak; sobre Ja hipstesis de una mezcla entre idenlisme y matzrialismo xe anal 4 1B, 16, Yi 18, 19. 20. EL TERROR LETRADO: SOBRE EL MODERNISMO. 281 en el perfido las nuevas formas de la sexualidad. Tambien en Sexwal Anar- chy (Gender ancl Culture at The Fin de Sigeie) de Blaine Skowaltar. (New York: Penguin Books, 1990) hay material sobre los cambios de los rok sexuales la preblematisacion dontre do cada exe db aus formas do idontidad relacida, Sobre esas “cuotas” do modermidad en ol siglo XIX véase Desencuentros de la Modernidad en América. Latina. Diteratura y politica en el siglo XIX. (México: Fondo de Cultura Reondmica, 1989), de Julio Ramos Enrique Gémex. Cerrille: Preinia-aiios de rai vida. Guatemala: Bd. José Pines da do Ibarra Menistorio de Educacitn, 1974), pag. 14. Ioidern. pa. 26. Arquoles Vela, Kf modernisran, Su filosofta si estética, sie teniec. México: Poe mia, 1974. Como lo definiria Theador W. Aderno en l eapitulo “Situacién* de sa Teoria Retética. Madrid: Taurus, 1971 E] libro de Jean Pierrot sobre |a “imaginacién decadento” os un estudio do las mitclogins culturales que conluyen en el decadentismo francés. La descrip- ion de machas de ellas apunta a esta idea del iugar vecanto, do las formas gue se Yasin de contenide poro que ain e vonservan en una esti y ura cultura Martin day. Socialismo Fin-de-Sigele, Buenos Aires: Nueva Visi¢n, 1990, pag. 184

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