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Karl Kerényi

DIONISIOS
Raíz de la vida indestructible

Edición d e M agda Kerényi

Traducción de Adan Kovacksics

Herder
Versión castellana de ADAN K o v a c s i c s de la obra de
K a r l K e r é n y i , D ionysos,
Klett-Cotta, Stuttgart 1994

FILOSOFIA
Y LETRAS

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Diseño de la cubierta: W iNFRiED B á HRLE

© J. G. Cotta’sche Buchhandlung Nacbfolger Gm bH , gegr. 1659, Stuttgart 1994

© 1998, Empresa Editorial Herder, S.A., Barcelona

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INTRODUCCIÓN

VIDA FINITA Y VIDA INFINITA EN LA LENGUA GRIEGA

La interdependencia del pensamiento y la palabra nos permite


comprender que las lenguas no son medios para representar la
verdad ya reconocida, sino que existen en mucho mayor medida
para descubrir una verdad que se desconocía. La diversidad de
las lenguas no es de signos y sonidos, sino de las propias con-
cepciones del mundo.
Wilhelm von Humboldt: uber das vergleicfiende Spracfistudium in
Beziehung aufdie verschiedenen Epochen der Sprachentwicklung (Sobre el
estudio comparativo de las lenguas en relación con las diversas
épocas de la evolución lingüística), 1820 {Gesammelte Scfiriften IV,
Berlín, 1905, pág. 27).

Lasmientos.
experiencias del ser humano no siempre ni enseguida generan pensa-
De ellas pueden surgir imágenes y pueden surgir palabras prece-
didas de pensamientos. El ser humano ya era elaborador de sus experiencias
antes de ser pensador. Los conocimientos prefilosóficos y la elaboración de
las experiencias -adoptada luego por el pensamiento- se desarrollan en la
lengua. Tal estado puede describirse como interdependencia entre pensa-
mientos y palabra: un estado natural que aún hoy existe en toda lengua y lite-
ratura viva, fuera del ámbito de la ciencia. Lo caracteriza el hecho de que la
relación en que se presentan el pensamiento y la palabra está sostenida por
la lengua, y no por pensamientos que someten y dominan la palabra. La pro-
pia lengua puede ser sabia y establecer diferenciaciones que elevan la expe-
riencia a la conciencia y la convierten en elemento de una sabiduría común y
prefilosófica de los hablantes.
Una amplia gama de significados se vincula con la palabra latina vita y
sus descendientes románicos, así como con Beben, Ufe, liv en las lenguas ger-
manas. Los griegos tenían en su lengua cotidiana dos palabras distintas,
poseedoras de la misma raíz que vita, pero diferentes la una de la otra en
cuanto a la forma fonética: bios y zoé. Una evolución fonética las creó -mientras
la lengua griega «se hacía»-, según leyes propias que pueden determinarse
con exactitud1. Lo sorprendente es que convivieran la una al lado de la otra.
Tal cosa fue posible por un conocimiento y una diferenciación de las que
hablábamos antes: el conocimiento y la diferenciación se desarrollaron en la
lengua griega, y los haremos nuestros antes de adentrarnos en el ámbito de
las imágenes y visiones.

1. Véase F. O. Lindemann: «Grec peíopev épícov» SO XXXIX (1964), pág. 99. La pri-
mera versión de mi análisis, que Lindemann no llegó a conocer: Beben und Tod nach grie-
cfiiscfier Auffassung (Vida y muerte según la concepción griega) en: Mensch, Schicksal und
Tod, BeifieftzurScfiweizeriscfienZeitscfiriftfürPsycfiologie, N°46, Berna, 1963, pág. 12.

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Zoé «suena» en griego de manera diferente que bios. No porque este
«sonar» se basara ya de entrada en la forma fonética de la palabra toé, sino por-
que entendemos el «tono» en un sentido lato y no sólo acústico: tal como las
palabras de una lengua, con algunos «tonos secundarios» que se correspon-
den con los posibles matices del significado básico, «suenan» a quienes cono-
cen la lengua a fondo. La palabra zoé adoptó este «tono» en un período tem-
prano de la historia de la lengua griega: en ella «suena» la vida de todos los
seres vivos. Estos se llaman en griego zdon; en plural zoo. El significado de zoé es
la vida sin más caracterización. Cuando, en cambio, se pronuncia la palabra bios,
«suena» otra cosa. Los contornos y rasgos característicos de una vida concreta
se vuelven, por así decirlo, visibles: los perfiles que distinguen una existencia
de la otra. Lo que «suena» es la vida con su caracterización. En este sentido, bios es
en griego también el nombre originario de la biografía. Esta es su aplicación
más característica, aun no siendo la más temprana. Hasta a los animales se les
atribuye un bios, cuando se quiere distinguir su manera existir de la manera de
existir de las plantas. En el caso de estas sólo se habla de pftysis2, salvo cuando
se quiere caracterizar su modo de vida llamándolo pkytoü bios, la «vida de una
planta»3. El hombre cobarde vive el bios de una liebre4: quien decía tal cosa
concebía la vida de un animal -d e la liebre- como una vida característica,
caracterizada por la cobardía.
Cuando se es consciente de la diferencia entre los significados de zoé y
bios, se la percibe también en el uso verbal; esto ya ocurre en la obra de Home-
ro, lo cual no quiere decir que tal uso fuera del todo consciente. En el presente
y el imperfecto con el significado de curso ilimitado de la vida se utiliza más zén
que bioün; cuando en Homero aparecen el imperativo friólo-«que viva», en opo-
sición a «que el otro muera»-o el aoristo fuerte bionai, también en oposición a
«morir»5, se trata de un intensivo en el que la vida como vida limitada de un
ser humano adquiere un peso especial. El zóeín, el vivir de manera continua, sin
nada reseñable ni una caracterización particular, a menudo implica en Homero
una doble definición que corresponde al estado mínimo del vivir6, «vivir y
mirar la luz del sol», «vivir y tener abiertos los ojos en la tierra», «vivir y ser».
Este curso de la vida resulta fácil en el caso de los dioses: de ahí que se llamen
los rheia zoontes, «los que viven con facilidad». Sin embargo, cuando uno de
ellos (Poseidón en la Ilíada7) pretende afirmar su propio modo de vivir frente a
Zeus, lo dice recurriendo al verbo béomai, más emparentado con bios.
La «vida» que trata la «biología» moderna no puede relacionarse con bios
mediante un signo de igualdad. La palabra biológos designaba para los griegos
al mimo que imita la vida característica de un individuo y que mediante la imi-
tación la resalta y la hacer parecer aún más característica. Bios no se enfrenta a
tkánatos, la muerte, de manera que la excluya. Todo lo contrario: de la vida
característica forma también parte una muerte característica. Esta vida se

2. AsíelcómicoEpícrates.fr. 11, UEdmonds.


3. Aristóteles, De generatione animalium 736 b.
4. Demóstenes XVI11 263.
5. litada VIH 429; X 174; XV 511.
6. Itíada XXIV 558; Odisea XXIV 263.
7. ¡ííflítaXV 194.

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caracteriza también por la forma de acabar. Una frase griega lo expresa de la
forma más concisa, calificando una muerte característica de «irse del mundo
con una muerte propia»8. El opuesto exclusivo de tkánatos es, en griego, zoé.
Desde un punto de vista griego, la biología moderna debería llamarse más
bien «zoología». Zoé es la vida, concebida sin más caracterización y vivida sin
límite. Este hecho, el que la zoé se experimente sin un límite, sólo constituye
uno de sus aspectos para el observador actual de ese fenómeno que es la vida,
pero no la totalidad que interesa al biólogo actual. Por eso, el signo de igual-
dad no puede aplicarse sin reservas: zoé es, como hemos señalado, lo mínimo
de la vida, allí donde sólo empieza la biología.
Zoé pocas veces tiene contornos, si es que alguna vez los tiene; en cam-
bio, posee su opuesto fijo en thánatos, la muerte. Lo que «suena» de forma
clara y rotunda en zoé es: «no-muerte». Es algo que no deja acercarse la muer-
te. Por eso, el Fedón de Platón considera una prueba de la inmortalidad del
alma9 el hecho de que sea posible equiparar psycké y zoé, «alma» y «vida», y
decir psycké en vez de zoé como hace Homero101 . Una definición griega de zoé es
«tiempo de ser», ckronos toü einaiu , no en el sentido de un tiempo vacuo en el
cual entra el ser vivo y donde queda hasta morir. Este «tiempo de ser» debe
entenderse como un ser continuo que queda engastado en el bios mientras
este dura -en tal caso se llama «zoédel bios»12- o del que el bios se extrae como
una pieza y se adjudica a este o a aquel. La pieza extraída puede llamarse «bios
de la zoé»13.
Plotino llamó la zoé el «tiempo del alma», en el cual esta se mueve y se
transmite de un bios al otro en el transcurso de sus renacimientos14. Pudo decir
esto porque en la lengua griega ya existían zoé y bios, cada palabra con un
«tono» especial. Una designa la vida sin más caracterización, cuya única defi-
nición vendría a ser-si no queremos llamarla «tiempo de ser» con losgriegos-
«no no-vida»; la otra designa la vida con su caracterización. Empleando una
imagen para expresar la relación entre las dos -tal como estaba dada en la len-
gua, que no en la filosofía-, podría decir que la zoé es el hilo en que cada bios
individual se ensarta como una perla y que, contrariamente al bios, sólo puede
pensarse como algo infinito. Quien quería hablar en griego de una «vida futura»
podía decir bios15. Quien, como Plutarco, reflexionaba sobre la vida eterna de
un dios1617o proclamaba incluso una «vida eterna» debía utilizar la palabra zoé,
como hacían los cristianos con su aiónos zoé[1.

8. Diodoro Sículo: Bibliotkeca histórica XXXIX 18: iSícoi árctico Oaváxcoi.


9. ÜiMiXXII 161.
10. 105 d-e.
11. Hesiguio: Lexicón, £cdiV
12. Platón: Ttmeo 44 c.
13. Plutarco: Moralia 114 d.
14. III, VII 11,43.
15. Diodoro VIII 15, 1.
16. De \side et Osiride 351 e.
17. Mt XIX 16; Me X 17; Le XVIII 18; !n 111 36 etc. Jesucristo sobre sí mismo: Jn XI
25; XIV 6.

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La lengua griega se aferraba a una «vida» sin caracterizar ni precisar que
subyace a todo bios y que establece con la muerte una relación muy diferente
que una «vida», una de cuyas características es la muerte. El hecho de que zoéy
bios no «suenen» igual y que «bios de la zoét> y «zoé del bios» no representen en
griego una tautología intolerable, expresa cierta experiencia en un plano mera-
mente lingüístico. Esta experiencia se distingue de la suma de experiencias
que constituyen el bios y que son el contenido de la biografía, escrita o no, de
cada ser humano individual. La experiencia de la vida sin caracterización espe-
cífica -de aquello que para los griegos «suena» en zoé- es en cambio algo ine-
narrable. Tampoco es, por ota parte, el resultado de abstracciones al que sólo
podemos llegar tratando de prescindir de todas las características posibles
mediante un experimento mental.
De hecho, vivimos la zoé, la vida sin cualidades, haciendo o no haciendo
tal experimento. Es nuestra experiencia.más íntima, más sencilla y natura!.
Cuando la vida se ve amenazada, se experimenta la incompatibilidad entre
vida y muerte en la angustia, el terror y el miedo. Se puede vivir el estrecha-
miento de la vida en cuanto bios, se puede vivir su debilidad en cuanto zoé y
hasta el deseo de dejar de ser18. Uno puede querer ser sin la experiencia de su
bios que le está dado con todas sus cualidades o ser incluso sin experiencia
alguna. En el primer caso, la zoé se prolongaría en otro bios-, en el segundo, se
produciría lo que nunca se ha experimentado. El ser sin experiencia o incluso
la conclusión de toda experiencia ya no es ninguna experiencia. Zoé es la pri-
merísima experiencia, cuyo principio se ha vivido probablemente como el rei-
nicio de la experiencia después de un desmayo. Un final que pudiéramos lla-
mar la ultimísima experiencia ni siquiera puede recordarse cuando se vuelve
del estado carente de experiencia.
La zoé no admite la experiencia de su propia destrucción: se vive sin un
final, como una vida infinita. En ello se distingue de todas las otras experien-
cias que la persona tiene en el bios, en la vida finita. Esta distinción de la vida
como zoé respecto a la vida como bios puede encontrar su expresión religiosa o
filosófica. De la filosofía y de la religión se espera incluso que hagan desapare-
cer esa discrepancia entre las experiencia^ del bios y la negativa de la zoé de
admitir su propia destrucción. La lengua griega se queda en la mera diferen-
ciación entre zoéy bios. No obstante, esta diferenciación es clara y presupone la
experiencia de la vida infinita. La religión griega actúa como siempre: señala
formas e imágenes en las cuales el misterio se aproxima a los seres humanos.
Todo cuanto suena de forma yuxtapuesta y a menudo confusa en la lengua
cotidiana, en relación con necesidades y hechos cotidianos, viene como desde
la lejanía para asentarse en un tiempo puro -el tiempo festivo- y en un lugar
puro: en el escenario de acontecimientos que no se desarrollan en las dimen-
siones del espacio, sino en una dimensión propia, en una ampliación del ser
humano en que las manifestaciones de los dioses son esperadas y deseadas.

18. Véase el epílogo de mi libro Die Religión derGriecfien und Romer{La religión de
los griegos y romanos), Zúrich, 1963. La idea religiosa del no-ser se basa en la expe-
riencia de la muerte que coexiste sin equilibrio con la experiencia de la vida infinita.

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