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Ministerio de Cultura y Educación

UNIVERSIDAD NACIONAL DEL LITORAL


Facultad de Bioquímica y Cs. Biológicas
Esc. Superior de Sanidad “Dr.Ramon Carrillo”
Ciudad Universitaria (Paraje “El Pozo”). Te: 4575222
3000 Santa Fe (Rep. Argentina)

PROTECCIÓN CONTRA INCENDIOS II.

• Introducción:

La protección contra incendios se inserta dentro de la Higiene y Seguridad Laboral en


forma necesaria y lógica, interpretándose por ella el conjunto de medidas tendientes a evitar,
confinar y extinguir un proceso combustivo desarrollado en un sector de incendio.
El riesgo de incendio está siempre vigente en cualquier espacio físico que se precie, sea
laboral o no, y que paradójicamente no va de la mano del confort, ya que este suele sumar
elementos altamente combustibles aumentando consecuentemente la carga de fuego del
espacio a considerar.
En nuestro caso, en esta segunda parte de la materia, trabajaremos lo que se ha dado
en llamar “Proyecto de Incendio”, lo cual no se interpreta en el sentido lato de la estructura
gramatical, ya que así vista daría la impresión que estudiaremos la manera en que arderá el
lugar de estudio, y, aunque de alguna manera debemos plantearnos ese interrogante, en
forma semántica pura, cada vez que hablemos de tal proyecto, estaremos haciendo referencia
a un “Proyecto de Protección Contra Incendios”. La forma de “Proyecto de Incendio” es
reconocida como tal y será nuestro tema de estudio.

• Proyecto de protección contra incendio:

El proyecto de incendio o de “Protección contra Incendios” puede definirse como el


conjunto de medidas adoptadas para prevenir, limitar y/o combatir los riesgos derivados de un
siniestro que amenace vidas y bienes de las personas.
Debemos diferenciar entre “protección” y “prevención”:
Protección: es proteger, salvaguardar material y moralmente.
Prevención: es la acción y efecto de prevenir o anticipar algo.
Si yuxtaponemos estas definiciones etimológicas en un proyecto de incendio, decimos
que lo primero que acciona es la prevención, y cuando esta sucumbe, aparece la protección. Es
muy común significar ambos conceptos como sinónimos, pero técnicamente debemos evitar
caer en ese error.
El encuadre legal objeto de nuestro estudio se concentra en el cap. 18 del Dcto. 351/79
de la Ley Nacional 19.587/72, y en el anexo VII. No obstante, debemos tener en cuenta
cuando se encare un trabajo de estas características el encuadre legal municipal. Así, en
nuestra ciudad de Santa Fe, existe la Ord. 7279/76; que resulta ser el Código de Edificación de
la ciudad, en el cual se contempla el riesgo de incendio de los edificios construidos y por
construir, y las medidas de prevención exigidas. También se suelen utilizar reglamentos
específicos (para instalaciones de gas, eléctricas, de agua, etc.); y el de la Cámara de
Aseguradores en lo que refiere a informes técnicos y rebajas técnicas en la prima.

Tramitaciones administrativas:

Las mismas no son taxativas, y siempre dependen del proyecto como tal, y suponen
genéricamente:
1. Municipalidad y/o Comuna (Ordenanza vigente si hubiere).
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Protección Contra Incendios – Docente: Lic. Walter R. Albornoz

2. Aseguradora de Riesgo de Trabajo. (legajo técnico Dcto. 351/79).


3. Compañías de seguro (informe y rebaja técnica).
Conjuntamente a todo esto, se debe establecer las Opciones del Proyecto:
1. Proyectos nuevos.
2. Modificaciones de uso.
3. Usos existentes (actualización y mantenimiento).
Debemos con todo esto recordar que la protección contra incendios persigue los
siguientes objetivos:
1. Que el incendio no se produzca.
2. Que si se produce, se asegure la evacuación de las personas con su debida protección
3. Que se evite la propagación del fuego y gases tóxicos del incendio.
4. Que se faciliten las tareas de ataque y extinción.
5. Que a raíz del incendio, no se produzcan daños estructurales irreparables.

• Normas a considerar de acuerdo al uso.

A fin de elaborar ordenadamente el proyecto, se debe seleccionar una metodología que


nos proporcione certeza y nos facilite la labor. En nuestro caso aplicaremos el sistema de las
tres grandes ramas:

a) Protección Preventiva o Prevención: (evitar la gestación del incendio).


b) Protección Pasiva o Estructural: (resistir y limitar el fuego).
c) Protección Activa o Extinción: (combatir y extinguir el siniestro).

De acuerdo a lo visto, se debe tener presente el orden natural para la confección de un


proyecto, tomando cada rama en ese estricto orden:

Protección Pasiva:

a) Uso: destino que se le dará a la construcción (o inmueble).


b) Zonificación: posibilidad de desarrollar la construcción del mismo según el Código de
Edificación que rige en el lugar (evitando generar potenciales peligros a terceros).
c) Medidas de seguridad: esto es aplicable según los reglamentos que correspondan por
jurisdicción (Ej.: edificios geriátricos, Normas internas de PAMI).
Acceso al edificio:
1. Posibilidad de propagación a edificios linderos. Condiciones de riesgo por influencia
climática.
2. Construcción.
a. Resistencia de las estructuras (nuevas o existentes).
b. Medios de evacuación (resistencia y diseño).
c. Sectorización (horizontal y vertical).
d. Carga de fuego (incluyendo equipamiento).
e. Condiciones específicas (cómo y dónde se van a desarrollar las tareas).

Protección Preventiva:

1. Análisis de los servicios de agua, electricidad, gas, cloacas, desagües pluviales, etc..
2. Recomendaciones para su instalación, distribución, etc..
Programa de mantenimiento:
a. Rutina de chequeos.
b. Recambio de material vencido.
c. Alarmas y prácticas de evacuación.

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Detección:
a. Sistemas automáticos.
b. Mixtos (automáticos y manuales).
c. Manuales (que suponen personal de vigilancia).
d. Recorridas de punto fijo (personal de seguridad).
e. Sistemas combinados (avisadores y extintores).

Protección Activa:

a. Matafuegos: distribución por superficie y selección de la clase de fuego.


b. Agua: instalación de servicio de agua de acuerdo al uso, superficies y riesgos.
c. Instalaciones especiales: cuando el riesgo y el patrimonio lo aconsejen (rociadores,
espumas, agua fraccionada, anhídrido carbónico, etc.).
d. Guardia de Bomberos propios: brigadas de incendio de acuerdo al riesgo y distancia a
un cuartel de bomberos establecido.
e. Cercanía de Bomberos: coordinar con el cuartel de bomberos más próximo, teniendo en
cuenta la eficacia, distancia y capacidad operativa.

Por todo lo expuesto, se impone destacar que “el mejor proyecto contra incendios es el
que nace con el edificio”.

• Racionalización entre el medio empleado y el bien protegido.

En este caso se debe analizar la relación que exista entre el riesgo del objeto u objetivo
y los medios que utilizaremos para protegerlo, es decir, se establecerá la proporcionalidad de la
rama pasiva o estructural y la preventiva o prevención, en relación con la rama activa o
extinción. En especial se tendrá en cuenta:

a. Ubicación del edificio.


b. Destino del mismo.
c. Volumen de importancia (altura y superficie de piso).
d. Carga de fuego.
e. Riesgo de incendio.
f. Resistencia estructural y sectorización.
g. Medios de evacuación.

Las conclusiones de lo mencionado serán debidamente evaluadas para determinar las


medidas de protección opcionales para evitar el peligro de un incendio, fundamentalmente a
través de un diseño adecuado de:

1. Resistencia estructural o constructiva.


2. Medios de evacuación.
3. Sistemas de detección y extinción.

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Protección Contra Incendios – Docente: Lic. Walter R. Albornoz

Las reglamentaciones vigentes determinan esta racionalización a través de sus cuadros


de protección contra incendio (Condiciones Específicas).
La complementación de las normas generales de protección y específicas, según el
cuadro citado, establece una proporcionalidad de las medidas de protección que debe cumplir
un edificio en relación a su destino y a sus características constructivas. Ej.: “en un sótano, la
distancia a recorrer de cualquier punto, a través de línea de libre trayectoria, no podrá superar
los 20 metros. Cuando sea mayor, se proveerán dos salidas”.
Ahora bien, esta materia persigue la formación de un criterio profesional que traspase
las barreras de la aplicación de la letra fría de la norma, y que se bucee en el espíritu de la
misma; de esta forma, ante el ejemplo anterior debemos preguntarnos: ¿quiénes serán las
personas que deban abandonar este sótano?. Con esta sola pregunta estaremos planteándonos
una búsqueda de edades, sexo, conocimiento del lugar; y otra serie de cosas para que en
realidad esas dos salidas que me plantea la norma realmente sirvan. En consecuencia, no
seremos “aplicadores de normas”, sino interpretadores de la misma a través de la sana lógica y
la sana crítica, persiguiendo el fin primigenio que es la seguridad de los ocupantes (para el
caso del ejemplo), teniendo por parámetro la proporcionalidad entre el bien protegido y el
medio empleado.

Mantenimiento de las instalaciones:

La experiencia nos indica que no siempre se logra un buen mantenimiento de las


instalaciones de lucha contra incendios. Tenemos que tener presente que dichas instalaciones
permanecen mucho tiempo sin uso y que en un momento dado se le exige el máximo
rendimiento. En algunos casos esto sucede sin inconvenientes, pero en otros se producen
alteraciones que malogran el funcionamiento de los mismos.
Al respecto, se debe consignar, que no solo es importante y difícil lograr el diseño de un
buen sistema de protección, sino que también lo es mantenerlo en condiciones permanentes
de uso.
Es indudable que en nuestro país recién comienza a tomarse conciencia que poseer un
determinado establecimiento de lucha contra el fuego no significa solamente adquirir e instalar,
sino que conlleva todo un esquema de mantenimiento que hace al verdadero y eficaz
rendimiento del mismo.
Para ello, se debe seguir una serie de requerimientos legales:

! Utilizar datos estadísticos de inspecciones. Esto resulta siempre útil tanto sea por los
datos que uno consiga de inspecciones o auditorias, como así también lo que nos pueda
aportar Bomberos de la zona.
! Del Dcto. 351/79, ver los artículos 183, 184, 185, 186 y 187.
! La Cámara Aseguradora, en 1977 fijó para el mantenimiento y control lo siguiente: Pto.
6: “aprobación del cuerpo y mantenimiento del mismo, quedando anulada la aprobación
si se verifica la ineficiencia del servicio”. En el capítulo 7 de generalidades fija para
matafuegos hasta el año 1973 certificación IRAM, y después del ´73 sello IRAM o
certificación LEMIT de la Provincia de Bs. As..
! En el ámbito municipal santafesino no hay nada al respecto, como por ejemplo lo
observado en la ordenanza 40.473 de la ciudad Autónoma de Buenos Aires, de fecha
11/01/85, en donde se exige registro de fabricante, separadores y cargas de equipos
contra incendio. La Ordenanza 36.973/81 (Código de Edificación de la Ciudad Autónoma
de Bs. As.) en el apartado de Protección contra incendios reglamenta la distribución
adecuada de matafuegos con la reglamentación respectiva de multas por el
incumplimiento del mismo.
! Responsabilidades Penales. (Art. 84 CPN) – homicidio – “será reprimido con prisión de 6
meses a 3 años, o por inhabilitación especial de 5 a 10 años al que por imprudencia,

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negligencia, impericia en su arte o profesión, o por inobservancia de las


reglamentaciones o los deberes a su cargo, le causare la muerte a otro”.
! Art. 94 CPN: “se impondrá prisión de 1 mes a 2 años, o multa e inhabilitación especial
por 1 a 4 años, al que por imprudencia, negligencia o impericia en su arte o profesión,
o por inobservancia de las reglamentaciones o los deberes a su cargo, le causare a otro
un daño en el cuerpo o en la salud”.
! Responsabilidad Civil: detrás de toda acción penal (si la hubiera), mediante la
constitución en la etapa de Instrucción de la figura del Actor Civil; o por impulso de la
parte damnificada en los fueron Civiles, se buscará un resarcimiento económico sobre
los daños sufridos por la ocasional víctima. De esta forma, muchos que ejercen la
dirección de Higiene y Seguridad Laboral han recurrido a seguros de forma de
resguardar su patrimonio contra eventuales acciones que les pudieran hacer en su
contra.

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Protección Contra Incendios – Docente: Lic. Walter R. Albornoz

SISTEMA DE PROVISIÓN DE AGUA CONTRA INCENDIOS

De acuerdo a las provisiones contenidas en la Protección Activa o Extinción, uno de los


medios más generalizados en las instalaciones fijas de lucha contra el fuego en edificios es el
que realizamos en base al agua.
Sabemos que el líquido elemento es abundante en la naturaleza, lo que facilita su
aplicación a un costo razonable, motivo al que debe sumársele su gran poder de enfriamiento
(en la vaporización absorbe 540 calorías por gramo, llamado calor latente de vaporización).
Mundialmente se la utiliza en la protección de los edificios, variando su forma de
distribución según las características de la ciudad que se trate. En Santa Fe existe desde finales
del siglo pasado una red hídrica que distribuye agua potable para consumo de la población. La
misma red se utiliza para alimentar los servicios de agua contra incendios.
A través del tiempo, la falta de una adecuada previsión de agua, y el aumento
constante de la edificación que viene de la mano con el incremento demográfico, ha
determinado que la presión de distribución, que se realiza por gravitación, a veces no resulte
suficiente para el correcto servicio o funcionamiento de estos sistemas. Esto ha llevado a que
se recurra a diferentes maneras de alimentar dichos servicios de acuerdo a las características
de cada zona de la ciudad.
De todas maneras, es importante destacar que cuando los edificios superan una altura
razonable o algunos establecimientos comerciales e industriales tienen grandes superficies de
riesgo, se recurre directamente al almacenamiento de agua en tanques elevados que permitan
iniciar la lucha contra el fuego sin depender de la red general de agua corriente.
Existen tres formas de alimentar una red de agua contra incendios exigida según
reglamentaciones:

1. Por conexión directa a la red hídrica.


2. Por tanque elevado de reserva (cuando la red no tiene presión suficiente).
3. Por sistema hidroneumático (cuando razones técnicas lo justifiquen).

Cualquiera de estas fuentes deberá alimentar un sistema de cañerías que distribuya


el agua por cada planta donde se ubicará los establecimientos fijos que contendrán los
hidrantes de incendio con sus correspondientes mangas, lanzas, soportes y llaves de unión;
deberán estar distribuidos en función del riesgo y la superficie de planta. La distribución de los
hidrantes de incendio se hará teniendo en cuenta el perímetro del local , dividido 45 según Ley
19.587 (Dcto 351), o dividido 30 según la ordenanza municipal. La distancia entre bocas o
lugar a proteger no podrá exceder los 30 metros (atendiendo a la longitud de las mangueras).

• Conexión directa a la red pública

Llamaremos conexión directa a aquel sistema de agua contra incendio que proteja un
edificio, cuando dicho sistema sea alimentado directamente a la red general de agua corriente.
Este sistema de alimentación tiene la ventaja de que prácticamente no tendrá limitación
de uso, pero por el contrario posee la ventaja de que debido a la mala calidad de las cañerías
de la ciudad y el alto consumo que la población realiza, no nos permite contar con la presión
suficiente para combatir un incendio que se ubique por encima de una planta baja.
Para diseñar una instalación con este tipo de alimentación, primero se deberá
establecer la presión que normalmente exista en la zona. Dicha presión se podrá determinar
estática o dinámicamente.
Estáticamente se realiza colocando un manómetro directamente sobre la red, y a la
cifra leída se le deberá restar el 50%. La medición dinámica se realiza mediante una provista
de tubo “pitot” y manómetro que permite leer la presión de la red mientras se arroja agua con
la citada lanza (ésta se acopla a la red con una manga de 5 m).

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Este sistema tiene la ventaja de que además de conocer la presión práctica de trabajo
nos permite a la vez verificar la misma con la prueba de alcance de chorro de la misma lanza.
En cualquiera de estas dos mediciones se deberá tener en cuenta las horas pico y la época
estacional del año, por lo que es conveniente hacer mediciones y luego hacer el promedio. En
función de estas pruebas podemos saber si podremos alimentar un sistema con servicio de
protección por conexión directa o debemos recurrir a otro sistema que nos garantice el
suministro de agua necesario. Este sistema es por lo general más conveniente cuando se trate
de proteger desde el primer subsuelo hacia abajo.
La instalación de un sistema alimentado por conexión directa está conformado por los
siguientes elementos:

1. conexión de agua corriente de diámetro adecuado no menor al de la instalación de


incendio.
2. conexión de cañería entre la red y el sistema de distribución de agua a los hidrantes,
los que no podrán ser menores a 76 mm.
3. llave de paso de igual diámetro a la entrada del edificio.
4. cañería de distribución a la totalidad de hidrantes que podrá ser de 76 mm o 63,5 mm
de diámetro, según la distancia a recorrer.
5. establecimientos fijos con todos sus componentes en cantidad adecuada a la superficie
a proteger.

Diagrama de conexión directa.

Vista en corte
Llave N° 1
Llave de paso
Cañería de Hierro Galvanizado Planta Baja Cota 0
Conexión a Red de
Agua Corriente ∅ 0,076 m

Llave N° 2

∅ 0,064 m
1° Subsuelo

Llave N° 3

2° Subsuelo

• Tanque elevado y de reserva.

Cuando la presión de la red hídrica de provisión de agua corriente no es suficiente, es


decir, que no podemos hacer una conexión directa, se debe colocar un tanque elevado de
reserva para incendio, el que deberá cumplir los siguientes requisitos:
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Protección Contra Incendios – Docente: Lic. Walter R. Albornoz

1. podrá ser exclusivo para incendio o mixto, para incendio y consumo familiar.
2. su ubicación y altura serán determinadas por los reglamentos a fin de que tenga una
presión de trabajo suficiente.
3. cuando su altura, por cualquier circunstancia, no sea suficiente, y para proveer presión
adecuada a los hidrantes más cercanos, se agregará un Equipo HidroNeumático
(E.H.N.).
4. será alimentado a través de un tanque de bombeo desde planta baja.
5. en edificios de más de 50 metros de altura, se agregará un tanque ruptor de presión en
la parte media del mismo.
6. la instalación se complementará con las cañerías de bajado de distribución con las
llaves exclusas y las válvulas de retención correspondientes juntamente con los
establecimientos fijos en los lugares que correspondan.

Cálculo de Volumen.

Para calcular el volumen “V” para el tanque de reserva para incendio, se puede utilizar
las siguientes reglamentaciones:

1. Reglamento Municipal.
2. Reglamento de Cámara de Aseguradores.
3. Reglamento interno de la Superintendencia de Bomberos.

La Ordenanza Municipal prevé que el cálculo será a razón de 10 litros de agua por
metro cuadrado de superficie de piso con un mínimo de 10.000 litros (10 metros cúbicos) y un
máximo de 40.000 litros (40 m3 ) por cada 1.000 m2. Cuando exceda esta superficie se deberá
aumentar la reserva en 4 litros/m2, incrementado hasta un máximo de 80.000 litros (80 m3). Es
decir:

De 0 a 1000 m2 Mínimo 10.000 L


De 1000 a 4000 m2 Mínimo 10.000 L
De 4000 a 10.000 m2 Máximo 40.000 L
De más de 10.000 m2 4 L/m2 excedente h/ 80.000 L máximo

¿Cuántos litros le correspondería?:

1. A un inmueble de 850 metros cuadrados. . . . . . . . . . . . . . . . .


2. A un inmueble de 2500 metros cuadrados. . . . . . . . . . . . . . . .
3. A un inmueble de 6000 metros cuadrados. . . . . . . . . . . . . . . .
4. A un inmueble de 12.000 metros cuadrados. . . . . . . . . . . . . . .
5. A un inmueble de 25.000 metros cuadrados. . . . . . . . . . . . . . .

Aclaración: por voluntad del propietario, se pueden superar estas cantidades. Las mismas no
incluyen la reserva de sanitarios ni rociadores y pueden estar contenidas en distintos tanques
no inferiores a 20 metros cúbicos cada uno.

De acuerdo a Reglamentos Internos de la Superintendencia de Bomberos de la


Policía Federal Argentina, tenemos las siguientes relaciones:

Para Industrias, depósitos y fábrica; corresponde servicio de agua cuando la superficie


de piso supere los 600 m2.
Para Hospitales, clínicas y colegios; corresponde servicio de agua cuando la superficie
de piso supere los 1000 m2.

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Para Oficinas, comercios y galerías; corresponde servicio de agua cuando la superficie


de piso supere los 1500 m2.

Para más de 38 metros de altura, le corresponden 10.000 litros como mínimo. Si tiene
garage se le suman 5000 litros más. Si tiene oficinas se le agregan 5000 litros. Si la superficie
de piso es superior a los 600 metros cuadrados, se le agregan 5000 litros más. Si supera los 50
metros y hasta 70 metros de altura, 5000 litros más. Si supera los 70 metros de altura se le
suman 5000 litros. En la mayor parte de los casos, la reserva de incendios exclusiva no
superará los 40.000 litros, pero en función de la cantidad de metros cuadrados de esta torre, le
hubiera correspondido el máximo de 80.000 litros. Quiere decir, que la reserva exclusiva de
incendios será de 40.000 litros, y el tanque estará colocado a una altura de 6,20 metros
medidos desde el piso del último nivel a la base del tanque propiamente dicho. Se exige un
diámetro de boca de salida 45 mm en todos los casos.
En algunos casos, como la cantidad de agua de acuerdo al reglamento municipal se
hace muy grande para el riesgo del edificio, se aplica la forma de la reserva exclusiva, es decir,
que dentro de la reserva de incendio se toma una reserva exclusiva, que no puede ser
empleada en otro fin mientras que el resto puede ser compartido con la reserva de rociadores
y sanitarios. Por ejemplo: en un edificio en torre cuyo cálculo de reserva de agua arroje un
valor de 80.000 litros, se utilizan 40.000 litros de reserva exclusiva de incendio, los otros
40.000 restantes se comparten con rociadores y sanitarios.

Diagrama de Tanque Mixto:

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Tanque elevado

Reserva sanitarios
Reserva I.R.A.
Reserva incendio
V.L. V.L.
LL.P. LL.P.

V.R.

Descarga a Rociadores

Llave N° 1

A servicio sanitarios

Llave N° 2
Sube bombeo

Llave N° 3

• Equipo Hidroneumático (E.H.N.).

Características y Funcionamiento:

En todo sistema donde no se puede contar con presión suficiente de agua para un
correcto accionar del chorro, se debe recurrir a equipos complementarios que corrijan esa
deficiencia. Dicho rol puede ser cumplido por bombas que según sus diferentes concepciones
presuricen la vena líquida de acuerdo a las exigencias requeridas. Este es el caso del E.H.N.,
donde una bomba impulsora del tipo centrífuga cumple ese rol. El sistema se complementa con
un recipiente donde se aloja agua comprimida neumáticamente por la misma bomba. Dicha
particularidad tiene la ventaja que el hidrante alimentado por el E.H.N. siempre contará con
agua, aún si existiese un corte de energía eléctrica, es decir, que cuando se abre un hidrante
alimentado por un E.H.N. de inmediato saldrá el agua contenida en el recipiente cuya
capacidad no podrá ser nunca inferior a los 1500 litros. El agua estará impulsada por acción del
aire comprimido en la parte superior del recipiente; así, al establecerse un flujo de consumo
que disminuya la presión del sistema, un presostato conveniente ubicado pondrá en marcha la
bomba que impulsará toda el agua que sea necesaria desde el tanque de reserva.

Estos equipos tienen una bomba de dos velocidades de trabajo, la primera es en


marcha de incendio (para lo que están concebidos con una presión mínima de 1,5 kgs/cm2 y
una segunda de mantenimiento del sistema, es decir que obtendremos alta presión (de
incendio) y baja presión (de mantenimiento).

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La presión de incendio es la que da el aire comprimido del recipiente del E.H.N., no la


bomba, porque ésta no está conectada a la red, sino entre el recipiente y el tanque de reserva;
lo que acontece es que cuando se abre el hidrante conectado al equipo, baja el nivel de agua
del recipiente, y la bomba comienza a funcionar en baja, pero cuando no pueda compensar la
pérdida de presión a la que el presostato a sido “tarado”, la bomba se enclavará (no cortará su
operación sino manualmente); por lo que una vez que se cierre el o los hidrantes que han
estado trabajando en un incendio, se deberá cortar la bomba a fin de evitar que trabajen las
válvulas de alivio.

Respecto de la presión de mantenimiento, esta se activa periódicamente cuando se


produce un pequeño gasto de agua, que naturalmente se realiza alimentando algún sanitario
del edificio (tarea que se efectúa automáticamente), y se lo hace a los efectos de garantizar el
correcto funcionamiento cuando sea requerido.
Telemanómetro
Manómetro Presostato

Capacidad E.H.N. 1500 lts.

Nivel
Tanque elevado

Entrada hombre
Reserva sanitarios
Reserva incendio Válvula de limpieza
V.L. V.L. Bomba
LL.P. LL.P.
Válvula de seguridad
Filtro V.R.
h mín. base del tanque 6,20 m

Esclusa
V.R.

Descarga sanitario
Llave N° 1

A servicio sanitarios

Llave N° 2

Llave N° 3

Vista en corte

• Bombas Jockey, Motobomba y Electrobomba.

Sistema de utilización:
Este sistema es utilizado en algunos edificios ya existentes, cuando por razones de
cálculo estructural no permiten sostener en su parte superior una gran cantidad de peso que
supone la construcción de un estanque al que debe sumársele el peso de un mínimo de 10.000
litros (equivalen a kilos por ser su densidad 1).

También se lo utiliza en edificios de una gran cantidad de superficie cubierta a nivel


de planta baja, ya que debido al gran recorrido de los ramales con su consecuente pérdida de
carga, se debería instalar un tanque de reserva muy alto para favorecer una presión ideal de
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trabajo en régimen de incendio por gravedad, y con un volumen tal, que hasta resultaría
absurdo desde la óptica del sentido común. Por las mismas razones de presión y caudal,
resultaría imposible la colocación de un E.H.N.; y es por ello que se debe recalar en este
sistema, que es novedoso desde el punto de vista de los reglamentos ya que ninguno lo
menciona en forma explícita, sólo el punto E-1 de las condiciones de Extinción de la Ordenanza
Municipal, como en el Decreto Reglamentario 351/79; se deja “in fine” lo siguiente: “o
cualquier otro dispositivo que a juicio de la autoridad competente (Bomberos Zapadores en la
Ordenanza) permitan cumplir lo estipulado en la presente”.

Básicamente, el tanque de reserva es una cisterna de la capacidad estipulada en los


reglamentos, según se refirió en el capítulo de cálculo de volumen; que cuenta con una
pequeña bomba denominada “jockey” (en amplia referencia a su tamaño), la cual tiene por
finalidad presurizar la red de incendio automatizando para ello su funcionamiento , es decir, la
bomba se pone en funcionamiento cuando la presión de la red baje de los 4 kgs/cm2, y corte
cuando supere los 6 kgs/cm2. Cuando se abra un hidrante de la red de incendio, la presión de
la red bajará automáticamente, obligando al funcionamiento de la bomba jockey, cuando el
requerimiento sea mayor a los 6 kgs/cm2 a la que fue automatizada la anterior, se pondrá en
funcionamiento una de las dos bombas principales, que se enclavara y mandará a la red
presión por encima de lo que puede hacerlo la jockey.
Estas bombas principales son una electrobomba (funcionan con abastecimiento de
energía eléctrica) y una motobomba (funcionan con un motor a explosión, generalmente
diesel); y ambas están conectadas en paralelo, es decir, cuando la bomba jockey sea superada,
automáticamente dará lugar a la electrobomba, pero si esta responde por estar suspendida la
energía eléctrica, se activará la motobomba.
Si no es posible tener una electrobomba y una motobomba, se permitirá la utilización
de dos electrobombas, una de las cuales estará conectada en una fase independiente de la
totalidad del edificio, o que se cuente con un generador autónomo de energía eléctrica
automatizando que garantice la eficiencia del sistema.
Se exige para este sistema, como para todos los anteriores, cañerías de hierro
galvanizado de sección acorde a los reglamentos que imperen en la zona a realizar la
instalación.

• Tanque ruptor de presión.

Son tanques de capacidad de 1.000 litros que se instalan en la parte media de


edificios que alcancen o superen los 50 m de altura. Funcionan de forma tal que desde la
montante sale una especie de ramal que no remata en un hidrante, sino que lo hace en el
tanque ruptor. Los dos pisos por debajo (consideramos que cada piso tiene 3m de altura) de
este ramal que alimenta el ruptor siguen siendo alimentados por la gravedad del tanque
superior, pero a partir de allí se coloca una válvula de retención que impide que el fluido
continúe descendiendo. A partir de allí, hacia abajo, serán los hidrantes alimentados por el
tanque ruptor de presión, y es desde allí, para que la presión del mismo sea suficiente para
poder batir el techo del piso más cercano que alimenta (6,20m).

• Boca de impulsión.

Las mismas están en la fachada de los edificios, o en la vereda, generalmente con la


leyenda “Bomberos”, que en la reglamentación municipal y nacional están perfectamente
estipuladas las características de su construcción.
Son utilizadas por el personal de bomberos para abastecerse cuando trabajen en
pisos superiores a planta baja. En la fachada o piso de la cota cero, se coloca una llave exclusa
con rosca hembra de 44,5 mm o 64mm para que los bomberos puedan conectar la manga, e

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impulsar el líquido elemento hacia el piso de que se trate, donde otro bombero habrá
desplegado el kit del establecimiento fijo y atacará el incendio sin tanto despliegue de
mangueras, y podrá hacerlo abastecido de esta forma una vez que haya agotado la reserva del
tanque. (ver diagrama mixto).

Diagrama mixto completo.

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Telemanómetro
Manómetro Presostato

Capacidad E.H.N. 1500 lts.

Nivel
Tanque elevado

Entrada hombre
Reserva sanitarios
Reserva incendio Válvula de limpieza
V.L. V.L. Bomba
LL.P. LL.P.
Válvula de seguridad
Filtro V.R.
h mín. base del tanque 6,20 m

Esclusa
V.R.

Descarga sanitario
Llave N° 1

A servicio sanitarios

Llave N° 2

Llave N° 3
Sube bombeo

Tanque ruptor
Llave N° 4 de presión.
Cap. 1000 lts.
V.R. V.L. LL.P.
h mín. 6,20 m

Llave N° 5

Llave N° 6

Boca de impulsión

Llave N° 7 Vista en corte


45°
Ruptor de vacío
Cota 0

Llave N° 8

LL.P
V.L. Bombas elevadoras Subsuelo

Tanque de bombeo

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ROCIADORES AUTOMÁTICOS.

Tienen su génesis desde mediados del siglo XIX. Son sistemas de Protección contra
incendios que tienen la particularidad de: detectar el incendio; dar la alarma y extinguirlo.
Tienen por ventaja sobre otros métodos de Protección contra Incendios, que solo
actúan sobre la zona donde se inicia y detecta el incendio. La rapidez de descarga de agua que
se produce cuando se activa el sistema, protege con efectividad contra los efectos del fuego,
tanto a los elementos constructivos como a los materiales existentes en un sector de incendio.
Para conseguir el mismo efecto, el agua que consume un sistema de rociadores es
menor que la cantidad de agua consumida por las llaves de incendio instaladas.
Por otro lado, cada vez con mayor frecuencia se construyen edificios de grandes
dimensiones y de gran altura en los que, en caso de producirse un incendio, es imposible
acceder en toda su extensión con el agua lanzada desde llaves de incendios instaladas o Bocas
de Incendio Equipadas (BIE), mientras que es posible obtener ese resultado a través de una
instalación de rociadores automáticos. Por otro lado el calor y las espesas formaciones de
humo producidas por un incendio suelen impedir el normal desenvolvimiento de los cuarteles
de bomberos o las brigadas de incendio internas, en tanto los rociadores siempre actúan bajo
esas condiciones adversas.
Las instalaciones de rociadores automáticos permiten la utilización de materiales
constructivos de menor resistencia al fuego, posibilitando además, la existencia de mayores
sectores de incendio y una menor distancia entre edificaciones próximas. Además, las
estadísticas de siniestros demuestran una disminución constante del valor medio de los daños
producidos en siniestros de incendio a medida que aumentan las instalaciones de rociadores
automáticos. Estas instalaciones no solo permiten la reducción de los daños materiales que se
pueden producir en un sector de incendio incendiado, sino que fundamentalmente evitan
prolongados tiempos de paralización de los procesos productivos, al controlar el incendio en el
local protegido, circunscribiéndolo a superficies reducidas. Ambos hechos han llevado a que
numerosas empresas hayan optado por este tipo de protección, no solo por una cuestión
netamente reglamentaria, sino porque han evidenciado la relación costo-beneficio que su
instalación conlleva de cara al riesgo existente.
Pero los sistema de rociadores automáticos también son importantes en la protección
de las vidas humanas durante los incendios de locales públicos y viviendas, al solaparse en un
mismo sistema la detección y el control de un incendio. Se ha demostrado que un rociador
actúa con efectividad antes que se almacenen niveles peligrosos de humos, gases tóxicos y
calor, y en todo caso, el agua proyectada desde estos sistemas, disminuye su efecto nocivo.
También se ha comprobado, en contra de lo que se pensaba, que un buen
funcionamiento del sistema de rociadores es compatible con un efectivo sistema de evacuación
de humos.
Para obtener todas las ventajas de las instalaciones de rociadores automáticos de
agua, antes indicadas, es necesario que todos los componentes de éstas, así como el sistema
en su conjunto, sean sometidos a todas las pruebas necesarias para su aprobación u
homologación, así como a un permanente y correcto mantenimiento y constante verificación.
Por todo ello decimos que es el sistema más completo en lo que refiere a la protección
activa, sumado a lo cual la gran mayoría de estos sistemas funcionan con agua, con lo que le
confiere a su funcionamiento un bajo costo.
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Los componentes de sistema de rociadores automáticos son los siguientes:

1. Rociador Automático: pequeña boca de agua cerrada herméticamente por medio de


un obstructor inoxidable, sujeto mediante un elemento denominado fusible.
2. Fusible: aleación metálica o ampolla de cuarzo, que sostiene un asiento montado en el
orificio del cuerpo de válvula, que permite el cierre hermético de la descarga del
rociador.
3. Deflector: pieza metálica de material inalterable que montada en la cabeza del
rociador, hace que el chorro de agua, al golpear contra aquél, se disgregue en forma
de lluvia.
4. Cañería: conducto que permite la libre circulación del agua para el abastecimiento del
IRA (Instalación de Rociadores Automáticos).
5. Cañería Principal: es la que abastece a los caños de distribución.
6. Cañería de Distribución: es la que alimenta a los distintos ramales.
7. Ramales: son los que sirven a los rociadores.
8. Piezas de Empalme: accesorios metálicos que posibilitan unir los tramos entre sí y
montar las cabezas de los rociadores.
9. Válvula de cierre: elemento que permite el corte o suministro de agua al IRA.
10. Válvula de Retención: es el elemento que hace que el agua pueda circular en una sola
dirección.
11. Válvula de prueba de alarma: elemento que permite con su accionamiento manual,
poner en funcionamiento el sistema de alarma como si hubiere actuado un rociador.
12. Válvula de cierre de alarma: su accionamiento manual permite anular a voluntad sus
efectos.
13. Válvula de desagüe: permite agotar la instalación, previo cierre de la válvula principal.
14. Detector hidráulico: dispositivo eléctrico que acciona hidráulicamente, indicando la
apertura de un rociador o pérdida de agua en la IRA a través de detectar el
movimiento del fluido.
15. Paleta: pieza de material plástico elástico o inoxidable, que al flujo del agua se
desplaza permitiendo el cierre del circuito de alarma.
16. Indicador eléctrico: señala el circuito “Normal”, “anormal” y “Alarma”, según los
casos.
17. Campana del detector hidráulico: mecanismo eléctrico de gran sonoridad, destinado a
acusar una alarma.
18. Manómetro: indica la presión existente en la tubería.
19. Válvula esclusa-boca de impulsión: su uso permite en circunstancias especiales,
acordar a la IRA, mayor caudal y presión.

Funcionamiento:

Cuando el calor del aire que circunda al rociador alcance la temperatura a la que fue
graduado el elemento fusible, se producirá la fusión o rotura de éste, según lo fuere metálico o
de ampolla, lo que permitirá liberar automáticamente los elementos de cierre, haciendo que el
agua fluya por el orificio de descarga sin obstrucción alguna.
La apertura del orificio de descarga del rociador permitirá la salida del agua, la que al
golpear contra el deflector, se dispersará en forma de lluvia sobre el foco del fuego.
Al correr el agua dentro de las cañerías, por acción de uno o más rociadores en caso
de declararse un incendio o haber sufrido la rotura alguna pieza integrante de la instalación,
automáticamente sonará la alarma, dando inmediato aviso de lo que está ocurriendo.
Una válvula de cierre principal, colocada a la entrada de la cañería de la IRA, que
empalma con la red general, permite cortar el agua, luego de haberse comprobado que el
fuego ha sido extinguido, o que la alarma fue accionada por rotura producida en la instalación.

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Conservación:

El propietario del inmueble donde se halla instalada una IRA será el responsable de su
conservación y mantenimiento, independientemente de tener una Empresa contratada para
ello.
Las cañerías integrantes de la instalación no deberán ser usadas en ninguna forma
para colgar de ellas adminículo alguno.
Cuando se instales cañerías con hierro sin protección anticorrosiva, deberán ser
protegidos con dos manos de pintura anticorrosiva, poniendo especial atención en no tocar con
la misma los fusibles del rociador, pues al hacerlo puede en su momento retardar la apertura
del mismo.
Todas las válvulas deberán tener su prensa estopa bien apretada, a fin de evitar
goteos, y sus vástagos engrasados convenientemente.
Deberá cuidarse de que ningún rociador sea bloqueado por cualquier artefacto de luz o
nueva pared o tabique, puesto que puede ser afectada su buena distribución de agua en caso
de incendio.

Características:

Su cuerpo estará construido de bronce y sus partes movibles de material inalterable. En


uno de sus extremos deberá tener una rosca de empalme de tipo gas, cónica y orificio de
salida de agua de aproximadamente 12,70 mm de diámetro.
Los tapones obstructores podrán ser de vidrio o material inalterable, sostenidos por
elementos metálicos de fusión o ampollas de cuarzo, conteniendo este último un líquido
altamente expansible.
Los fusibles de los rociadores deberán estar graduados a 68°C a excepción de aquellos
que se ubiquen sobre aberturas, como ser, rampas, cajas de escaleras, ascensores, accesos a
patio de aire y luz, etc., que estarán graduados a 79°C.
Cuando los fusibles estén constituidos por ampollas que contengan líquidos de
expansión, sus colores se ajustarán a la siguiente nomenclatura:

T (°C) de accionamiento Color del líquido en el bulbo


68 ROJO
79 AMARILLO

Pruebas:

1. De presión: se realizará mediante bomba hidráulica sometiendo a la instalación a una


presión de ensayo durante 15 minutos. Para ello se tomará el valor que técnicamente
posea como presión normal de trabajo, que será la que acuse el rociador más exigido, y
se efectuarán sucesivos aumentos bruscos de presión hasta un equivalente a 5 veces
ese valor, aclarándose que en ningún caso la presión de prueba será mayor a 10
kg/cm2 .
2. De temperatura: se probará su accionamiento, colocándolo en un ambiente donde se
hará llegar una temperatura de 68°C ó 79°C, conforme estuviera graduado el fusible,
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admitiéndose una tolerancia en más o menos de 3°C. Para ello, bastará que el rociador
esté montado en una cañería bajo un techo y se adicione un pirómetro que indique la
temperatura junto al rociador.
Otro medio de prueba sería sumergir la cabeza rociadora en el interior de un recipiente
con agua juntamente con un termómetro, sin que estos apoyen en el fondo. Mediante un
mechero se producirá la elevación de temperatura del líquido hasta alcanzar los valores
previstos para el tipo de fusible.
Dentro de los 60 segundos posteriores al límite de las pruebas de temperaturas
prefijadas, deberá producirse la apertura del rociador.

Sprinkler.

Se define como un elemento destinado a proyectar agua, dotado de un componente


mecánico, termosensible, que actúa automáticamente a una temperatura predeterminada,
permitiendo que el agua que fluye a través suyo, se distribuya hacia el exterior uniformemente
según criterios preestablecidos.
Así pues, el rociador es un elemento diseñado para reaccionar a las condiciones
térmicas de un incendio y que instalado adecuadamente, permite arrojar agua en las zonas
donde exista un incendio y no en otras.
Los componentes básicos de cualquier rociador automático, son los siguientes (fig. 1):
# Cuerpo del rociador.
# Orificio de salida de agua.
# Obturador de salida de agua.
# Elemento termosensible: es el componente del rociador, sensible a las
condiciones térmicas de un incendio. Hace del rociador un detector térmico de
temperatura de retardo fija.
# Deflector: es el componente del rociador del que dependen la adecuada
pulverización y distribución del agua arrojada, al interponerse en el chorro de agua de
salida.
Deflector
Cuerpo

Elemento termosensible
Obturador

Orificio de pasaje de agua

Figura 1

Tipos de rociadores.

Los rociadores automáticos se clasifican en los siguientes grupos y tipos:

1. Según el elemento termosensible.

1.1. Elemento fusible: cuya parte termosensible está constituida por una
aleación eutéctica de metales de bajo punto de fusión (Bs, Pb, Sn, Cd, Ag,
Sb).
1.2. Ampolla de vidrio: cuyo interior contiene un líquido de alto coeficiente de
dilatación (alcohol, cetona, etc.) y una pequeña burbuja de aire.
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1.3. Elemento bimetálico: conocido también como rociadores “on-off”.

2. Según la Temperatura de Tarado.

Para las distintas aplicaciones, existen temperaturas de tarado variables, siendo el


margen habitual el comprendido entre 57 y 343° C. La elección de la temperatura de tarado es
un parámetro de gran importancia en el diseño de una instalación, para que el sistema de
rociadores automáticos garantice la adecuada protección en el local donde está instalado.

3. Según el diámetro nominal de la cabeza rociadora.

Debido a las diferentes necesidades de agua para la protección de las distintas clases
de riesgos, existen cabezas rociadoras de diferentes diámetros, siendo los únicos admitidos los
expuestos en el siguiente cuadro:

Diámetro nominal
Tipo de Rociador Factor K
Pulgadas mm
Pequeño orificio 3/8 9,5 40
Standard ½ 12,7 81
Gran orificio 17/32 13,5 115
Gota gorda 0,64 16,3 161

3.1. Old type ó convencional: su característica principal es que del agua


descargada, una cantidad comprendida entre el 40 y el 60% se dirige hacia la cubierta cayendo
posteriormente en forma de gotas de gran tamaño. Por ello, la distribución de agua y el
tamaño de las gotas es irregular. Se utiliza indistintamente en posición montante o colgante.
3.2. Pulverizador ó standard: similares en todos sus aspectos a los rociadores
convencionales, excepto en el diseño del deflector. La descarga de este tipo de rociadores es
tal, que toda el agua arrojada se dirige en forma pulverizada hacia el suelo. La distribución y el
tamaño de las gotas son mucho más regulares que en el caso de los rociadores
convencionales. Los deflectores son diferentes en posición montante o colgante.
3.3. Large drop ó gota gorda: rociadores desarrollados en los años ’70 para su
utilización en aquellos locales de los que es previsible el desarrollo de incendios con gran
desprendimiento de calor (almacenes de bobinas de plástico, maderas, etc.). El deflector de
estos rociadores pulveriza el agua en forma de gotas más gruesas que los pulverizadores, para
aumentar la capacidad de penetración de los mismos. Las instalaciones con este tipo de
rociadores deben diseñarse y calcularse con criterios específicos diferentes a los empleados con
otro tipo de rociadores automáticos. Se utilizarán siempre que sea precisa una descarga por
cabeza rociadora superior a 225 l/min.
3.4. Sidewall ó de pared: son rociadores con deflectores asimétricos especiales para
ser situados próximos a muros o paredes, de forma tal que solo una pequeña porción del agua
descargada lo haga sobre la pared. Se fabrican con deflectores diferentes para posición
montante o colgante u horizontal.

4. Según la posición.
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4.1. Montante: es el rociador pulverizador diseñado para ser colocado con el


deflector hacia arriba, es decir, en la parte más alta, por encima del ramal de distribución. Es el
tipo de rociadores más utilizados, por su efectividad en la protección de locales industriales o
públicos, en los que no existen falsos techos, o para la protección de los espacios entre la
cubierta y el falso techo (sigla SSU).
4.2. Colgante: es el rociador pulverizador diseñado para ser colocado con el deflector
hacia abajo, es decir, en la parte más baja del ramal de distribución. Es el tipo de rociador
utilizado para proteger locales industriales o públicos con falsos techos. No es recomendable la
utilización de estos rociadores para proteger locales sin falsos techos o los huecos entre la
cubierta y el falso techo. La cabeza de estos rociadores lleva grabada la sigla SSP.

4.3. Horizontal: sólo en rociadores de pared.

5. Según el tipo de sistema:

5.1. Rociadores para sistemas de tuberías húmedas: montantes – colgantes.


5.2. Rociadores para sistemas de tuberías secas: montantes – colgantes.
5.3. Rociadores abiertos para sistemas de inundación total: estas cabezas no
tienen elementos termosensibles, por lo que dichos sistemas funcionarán
normalmente asociados a instalaciones de detección automática de
incendios.
6. Según la fiabilidad.

Según ciertos laboratorios de ensayos, los rociadores de agua también pueden


clasificarse en función de su fiabilidad en:
6.1. obsoletos: es un rociador que fue aprobado, pero qué, en base a estadísticas
de siniestros y a resultados de ensayos, a escala real, ha demostrado no ser adecuado para la
protección de los riesgos para lo que fue diseñado. Este tipo de rociadores debe reemplazarse.
La clasificación “obsoleto” viene impresa en las listas de aprobación.
6.2. en servicio: es un rociador de fabricación moderna que se considera útil, para
instalarse como protección de los riesgos para los que fue diseñado.

7. Otros tipos.

7.1. Cabeza rociadora con venturi para espuma de baja expansión.


7.2. Disimulado: se trata de un rociador de tipo colgante, inserto en el falso techo,
cuyo deflector se sitúa en el mismo plano del falso techo por encima del área a proteger. Este
rociador está protegido por un cilindro metálico.
7.3. Cancelado: es el mismo tipo de rociador que el anterior, con la excepción de que
el deflector está tapado por un círculo metálico unido al cilindro de protección por una
soldadura metálica, cuya temperatura de fusión es inferior a la de activación de la cabeza
rociadora.
7.4. De estanterías: son rociadores pulverizadores equipados con un disco montado
por encima del elemento termosensible, para evitar que la apertura de una cabeza situada en
un nivel superior moje a dicho elemento o impida su apertura.

Localización de las instalaciones de rociadores automáticos.

Cuando sea preciso, deberán instalarse sistemas de rociadores automáticos para


proteger todos aquellos locales en los que los elementos constructivos o los materiales
presentes sean combustibles extendiendo la protección a una unidad de riesgo completa.
Entendiéndose por “unidad de riesgo” aquella en que la distancia a otros edificios o
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instalaciones sea suficiente para impedir la transmisión de un incendio o las


compartimentaciones respecto a lugares próximos o contiguos tengan la adecuada resistencia
al fuego.
Los sistemas de rociadores serán apropiadas para proteger:

a. áreas de almacenamiento y utilización de líquidos inflamables.


b. Todos los locales de construcción combustibles, o aquellos que tienen cantidades
apreciables de elementos combustibles.
c. Procesos de fabricación con peligro de incendios.
d. Zonas constructivas combustibles cerradas, tales como falsos techos, y suelos
por los que discurren conductos e instalaciones.
e. Sótanos o espacios vacíos bajo la planta baja de una edificación, que contengan
elementos constructivos o materiales combustibles.
f. Instalaciones industriales tales como calderas, secadores, colectores de polvo,
conductos anchos, zona de secadoras de máquinas de papel, máquinas de
preparación de textiles, y en todos aquellos lugares cerrados similares sonde se
manejan materiales combustibles.
g. Huecos, escaleras, armarios o lugares similares, donde pueden existir materiales
y productos combustibles.
h. Huecos de ascensores y sus salas de máquinas.
i. Estructuras de acero, tales como tanques silos, canalizaciones, o equipos que
contienen líquidos y productos químicos combustibles no protegidos
suficientemente con la instalación de rociadores de la nave industrial.

Principio de funcionamiento.

Rociadores de enlace fusible.

El rociador automático de enlace fusible común, actúa al fundirse una aleación


metálica cuyo punto de fusión está predeterminado.
Diversas combinaciones de palancas y otros miembros soldados sirven para producir
una fuerza que actúa sobre la aleación fusible de modo que el rociador se mantenga cerrado
por medio de la menor cantidad de metal que sea compatible con la seguridad. Así se reduce al
mínimo el tiempo de actuación.
Las soldaduras empleadas en los rociadores de enlace fusible son aleaciones de
fusibilidad óptima, compuestos principalmente de estaño, plomo, cadmio y bismuto; y tienen
puntos de fusión claramente definidos. La aleación de dos o más metales puede tener un punto
de fusión inferior a la del metal componente que tenga el punto de fusión más bajo. La mezcla
de dos o más metales que arrojen un punto de fusión más bajo posible, se los denomina
“aleación eutéctica”.
El principio de funcionamiento se lo describe tomando como referencia la figura EF. El
mismo, presenta las palancas soldadas 6 y 8 con aleación eutéctica 7, funde ésta a una
determinada temperatura, liberando los brazos 5 y 9 que se encuentran en tensión, dejando de
presionar la tapa de cierre 10 y 11 que abre dejando salida libre al agua en forma de chorro

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sólido. Al chocar éste contra el deflector 2, se convierte en una ducha o lluvia de diferentes
formas, según el tipo de deflector usado.

Rociadores de Ampolla.

Otro tipo de rociador automático tiene el elemento funcional que consiste en un


bulbo frágil o ampolla. El pequeño bulbo de vidrio especial, contiene líquido pero no está
totalmente lleno, puesto que queda atrapada en su interior una pequeña burbuja de aire. Al
expandirse el líquido a causa del calor, la burbuja se comprime y finalmente el líquido la
absorbe. Tan pronto como desaparece la burbuja, la presión aumenta rápidamente y el bulbo
se rompe, soltando la caperuza de la válvula. La temperatura exacta de activación se regula
graduando la cantidad de líquido y el tamaño de la burbuja al momento de sellarse el bulbo.

Diseño del deflector.

Unidos a la estructura del cuerpo del rociador, existe un deflector o distribuidor


contra el que se lanza el chorro de agua con fuerza y se convierte en una gruesa pulverización
calculada para que cubra o proteja una superficie dada. Cuando el rociador reacciona ante el
calentamiento del aire que lo rodea, sus partes móviles funcionan y el agua se descarga a
través del orificio contra el deflector.

La cantidad de agua que se descarga dependerá de la presión de flujo y de las


dimensiones del orificio del rociador. Se considera generalmente que la presión para obtener
una acción eficaz del caudal es 0,5 km/cm2. A esta presión, un rociador que tenga un orificio
de ½ pulgada normal, descargará 57 lts/min y cubrirá una superficie de más de 9 m2. Para
lograr que los rociadores que se hallan distantes de la fuente de suministro, tengan una
presión equivalente al mínimo, especialmente cuando varios rociadores tengan que entrar en
acción, se suministra una presión de 3,5 a 7 kg/cm2.

Clasificación de temperatura de los rociadores automáticos.

Los rociadores automáticos también se clasifican según a la temperatura a la que


actúan, que se obtienen por medio de pruebas normalizadas en las que se sumerge el rociador
en un líquido cuya temperatura se eleva muy lentamente hasta que el rociador reacciona.

La clasificación de temperaturas de todos los rociadores con mecanismo a base de


fundente, está estampada en el enlace fusible. Los rociadores que funcionan según otros
principios, llevan también la clasificación de temperatura estampada en alguna de las piezas
móviles.

La temperatura máxima de seguridad en el interior de un local está más cercana a la


temperatura de activación de los rociadores de ampolla o cápsula fundente que a la de los
enlace fusible. Esto se debe a que el fundente empieza a perder su fuerza a una temperatura
algo inferior a la de su punto de fusión.

La activación prematura de los rociadores de enlace fusible, varía según la amplitud


en que se excede la temperatura normal del local, la duración de esa temperatura y la carga
que exista en las partes móviles del rociador.

La regla general es que no deben emplearse rociadores con clasificación de


temperatura ordinaria donde las temperaturas normalmente deben exceder los 37,8°C; para
contar con un margen de seguridad adecuado.

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Los rociadores de temperatura ordinaria, pueden emplearse sin riesgos en el interior


de edificios y en otros lugares donde no estén directamente expuestos a los rayos del sol,
excepto los respiradores en desvanes ciegos carentes de ventilación, bajo cubiertas metálicas o
de tejas, por encima o en la proximidad de fuentes de calor o en espacios ocultos y cerrados
donde pudieran excederse las temperaturas normales.

Cuando existiese duda de las temperaturas máximas que pudieran producirse en el


punto de instalación de un rociador, se determinará la temperatura en las condiciones más
desfavorables.

Deben emplearse rociadores con clasificaciones de temperaturas intermedias o altas,


en lugares de los de clasificación ordinaria, en las situaciones donde pudiera preverse la
declaración de un incendio de desarrollo rápido de alta tasa de emisión de calor. Los rociadores
de clasificación más alta pueden tener la ventaja de reducir el número de rociadores que de
otra forma entrarían en acción, fuera de la zona incendiada.

Los rociadores automáticos, tardan en actuar entre 1 ó 2 minutos y este plazo puede
ser más largo cuando se trata de incendios de desarrollo lento. Pero los importante es que
estén calculados para que entren en acción con suficiente rapidez para dominar el fuego antes
de que este alcance grandes proporciones. En realidad, una cierta demora en la actuación de
los rociadores puede ser una ventaja porque da tiempo para actuar con extintores manuales,
cuando los fuegos se descubren en estado incipiente. En muchos casos los fuegos que se
declaran en lugares provistos de rociadores, se apagan mediante extintores portátiles antes
que los rociadores entren en acción. Sin embargo, en todos los casos, debe avisarse en forma
inmediata al Cuartel de Bomberos antes que se intente atacar el fuego con medios propios.

La velocidad de actuación, depende de la capacidad e absorción de calor de las


piezas metálicas del rociador. Esto depende entre otros factores de la diferencia de
temperatura entre la atmósfera circundante y la temperatura de sensibilidad del rociador.
Cuando los fuegos se desarrollan rápidamente, el tiempo que transcurre hasta su activación es
sustancialmente menor que cuando el fuego se desarrolla lentamente. La clasificación de
temperatura exacta de los rociadores debe tener menos importancia de lo que se supone
comúnmente, y cuando las temperaturas de los techos aumentan rápidamente, la diferencia en
la actuación entre un rociador de 74°C y otro de 100°C puede ser insignificante.

Al realizarse la prueba de los rociadores, no se establece ninguna distinción entre el


tipo de construcción que protege y la velocidad de actuación de los mismos, siempre y cuando
esta velocidad caiga dentro de los parámetros necesarios para dominar adecuadamente el
fuego, que es generalmente menor a 2 minutos. Cuando se desee garantizar una rápida
apertura de la cabeza rociadora, se podrá escoger rociadores de características más sensibles.
En los casos en que sea necesaria una máxima velocidad de actuación, debido a la posibilidad
de que se declaren fuegos de rápido desarrollo o se propaguen rápidamente lejos de su origen
(como ejemplo sirve citar una fábrica de explosivos, donde se recomienda el sistema de
diluvio), en que los rociadores están abiertos y consecuentemente no existen demoras en su

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actuación pues el agua pasa directamente al sistema como resultado del funcionamiento de
aparatos de detección de acción rápida.

Máxima
Temperatura de temperatura
Clasificación Color
actuación en °C (°F) del techo en °C
(°F)
57-66-71-88 37,8
ordinaria Sin color
(135)-(150)-(160)-(165) (100)
79,5-100 65,6
intermedia blanco
(175)-(212) (150)
121-138-141 107
alta Azul
(250)-(280)-(286) (225)
163-171-177-182 149
Extra alta rojo
(325)-(340)-(350)-(360) (300)
204-213 190
Muy extra alta verde
(400)-(415) (375)
232 218,3
Muy extra alta naranja
(450) (425)
260 246
Muy extra alta naranja
(500) (475)

TIPOS DE SISTEMAS

1. Sistemas de tubería húmeda.

En este sistema, los rociadores automáticos están acoplados a un conjunto de


tuberías que contienen en todo momento agua a presión. Cuando se declara un incendio, los
rociadores se activan separadamente mediante el calor, y el agua fluye a través de ellos
inmediatamente.

Este tipo de sistema, constituye aproximadamente el 75% de todas las instalaciones


existentes. Son recomendables en lugares geográficos donde no existan peligro de muy bajas
temperaturas (heladas, nieve, etc.) y las cañerías esté expuestas a estos fenómenos. Cuando
nos encontramos ante este inconveniente, es posible apelar a la utilización de soluciones
anticongelante (generalmente caras y poco seguras) o apelar a la utilización de otro tipo de
sistema como se verá.

2. Sistema de tubería seca.

Estos sistemas tienen los rociadores acoplados a tuberías en cuyo interior tienen
alojado aire o nitrógeno a presión. Cuando el calor del fuego abre un rociador, se reduce la
presión en el interior de la cañería, lo que permite que se libere una válvula de la tubería por la
presión del agua y esta fluya a través de toda la cañería que se encontraba seca y se libere por
las cabezas rociadoras que estén abiertas.

Estos sistemas se emplean generalmente cuando exista riesgo de congelamiento de


agua (bajas temperaturas), porque su costo de mantenimiento es mucho más elevado que el
sistema de cañerías húmedas.

Su funcionamiento principal radica en la presencia de una válvula del tipo de


retención, compensada hacia un lado con agua a una presión de trabajo, y hacia el otro lado,
luego de un nivel de agua de cebado, aire o nitrógeno comprimido a una presión igual a la del

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agua que está del otro lado de dicha válvula. La caída de presión en el lado del aire o nitrógeno
permite que se genere un gradiente que permita la apertura de la válvula y el paso de todo el
caudal hacia el sistema que se encontraba seco.

3. Sistema de acción previa.

Son sistemas de tubería seca en los que el aire puede estar o no a presión. Cuando
se declara un incendio, un dispositivo detector suplementario situado en la zona protegida
entra en acción, abriendo la válvula que permite el paso de agua hacia el sistema de tuberías y
su descarga a través de los rociadores automáticos que se hallan abiertos por el calor del
fuego.

Los sistemas de acción previa se destinan principalmente a la protección de


instalaciones en que existe el peligro de que el agua cause serios daños como resultado de
fugas accidentales por averías en rociadores, rotura de alguna tubería, desgaste de
guarniciones, prensaestopas, etc..

La principal diferencia entre este sistema y el anterior es que en este sistema, la


válvula de paso de agua actúa independientemente de la apertura de los rociadores, es decir,
que la válvula de paso de agua se abre mediante la actuación de un sistema de detectores
automáticos y no por la fusión del sensor del rociador. Esta válvula también puede abrirse en
forma manual.

Este sistema tiene varias ventajas por sobre los anteriores (cañería seca). La válvula
se abre antes porque los detectores de incendio tienen menor tarado térmico que los
rociadores. La detección también hace sonar automáticamente la alarma. Disminuye los daños
causados por el fuego y el agua, por lo que esta llega al fuego antes y se da la alarma en el
momento en que se abre la válvula. Como la tubería de los rociadores está normalmente seca,
los sistemas de acción previa no se congelan, son aconsejables en zonas de bajas
temperaturas.

4. Sistemas combinados de tubería seca y acción previa.

Estos sistemas combinan las características esenciales de los dos tipos mencionados
anteriormente; el sistema de tuberías contiene aire a presión. Un detector de incendio
suplementario abre la llave de paso del agua y un expulsor de aire situado al extremo de la
conducción principal de alimentación. Inmediatamente el sistema se llena de agua y funciona
como sistema de tubería húmeda. Si fallase el detector, el sistema funciona como si fuera de
cañería seca. Presenta como inconveniente que si el tarado de temperatura del detector
presenta un ‘salto’ muy grande respecto del elemento fusible de la cabeza rociadora, el agua
podría salir de la cañería por el sitio donde se encuentra el expulsor de aire, hasta que se abra
la cabeza rociadora.

5. Sistema de diluvio.

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Estos sistemas son similares a los de acción previa, excepto que todos los rociadores
están constantemente abiertos. Cuando el calor del fuego activa un detector, el agua fluye
hacia los rociadores y se descarga a través de ellos, produciendo un diluvio o inundación en la
zona protegida.

El objetivo de estos sistemas es básicamente inundar todo un sector de incendio,


admitiendo agua en los rociadores que están siempre abiertos. Empleando mandos
termostáticos sensibles que funcionan según el principio de temperatura fija o de velocidad de
incremento (termovelocimétricos), o controles diseñados para riesgos específicos, es posible
aplicar agua a un incendio a mayor velocidad que en los sistemas cuyo funcionamiento
depende de la apertura de los rociadores a medida que el fuego se propaga.

Los sistemas de inundación son aptos para actividades que plantean riesgos
extraordinarios, como por ejemplo la manipulación y almacenaje de líquidos inflamables y
cuando existe la posibilidad que el fuego se propague a mayor velocidad que la de sensibilidad
de las cabezas rociadoras normales. También se emplean a menudo en los hangares de
aviones o en las plantas de montaje en que los techos son demasiado altos y donde exista la
posibilidad de que haya fuertes corrientes de aire, que desviarían las corrientes térmicas
ascendentes de los fuegos incipientes, de forma tal que un rociador convencional con elemento
fusible no podría o demoraría mucho en detectarlos, y en donde también podría suceder que
se realice la apertura de rociadores muy distantes por el corrimiento de la masa de aire caliente
por parte de las aludidas corrientes eólicas.

ALARMAS DE FLUJO DE AGUA.

* Alarma de flujo de agua para rociadores.

Todo sistema de rociadores debe tener una alarma que avise de la circulación de
agua. Los distintos tipos de alarma de rociadores incluyen:
a) Las que funcionan mediante la circulación real del agua.
b) Las que activan una alarma hidráulica o eléctrica cuando uno de los
dispositivos de control de caudal como la válvula en la cañería seca, se
activa al permitir el paso del agua por el dispositivo de alarma, o
mecánicamente actúa un interruptor eléctrico esté o no circulando el agua
a través de los rociadores.
c) Las que no solamente avisan de la activación de la válvula de paso, sino
que también dan señales suplementarias en caso de averías que pudieran
inutilizar el sistema o ciertos sectores de la instalación requieran
mantenimiento.

Generalmente se requiere que los sistemas de rociadores tenga un timbre eléctrico,


sirena o bocina en el exterior del edificio; también puede situarse en el interior del edificio una
señal acústica similar a las ya mencionadas. Los aparatos activados por agua deben estar
situados cerca de la válvula de alarma de la tubería seca, o de cualquier otra válvula que
controle el paso de agua para evitar el tendido de largos tramos de cañerías de conexión.

* Dispositivos de alarma de los sistemas de cañería húmeda.

Desde que se comenzaron a utilizar los rociadores automáticos se han venido usando
con cierta aceptación aparatos de alarma de flujo de agua. Se sitúan generalmente en la base
de las líneas ascendentes o muy cerca de ellas, pero también pueden emplearse en forma de
alarmas por ramales o por planta. Están calculados y graduados para producir una señal de

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alarma si se produce una corriente de agua igual a la descarga de uno o más rociadores. La
señal de alarma puede darse eléctricamente o por medio de timbres de motor de agua o
ambas formas. Los más comunes son la válvula de alarma de flujo de agua y el indicador de
flujo de agua.

* Válvula de alarma de flujo de agua.

El diseño básico de la mayor parte de las válvulas de flujo de agua, es el de una


válvula de retención que se eleva de un asiento cuando el agua pasa hacia el sistema de
rociadores. El movimiento de la ‘clapeta’ de la válvula se aprovecha de alguna de las siguientes
maneras:
a) Válvula de alarma de flujo de agua de tipo diferencial: el agua pasa por la válvula, eleva
la clapeta principal permitiendo que el agua entre por el anillo de la base de la clapeta y
desde allí a la salida que los conduce al dispositivo de alarma. La válvula de derivación
o “by pass” permite que pase una pequeña cantidad de agua (como las que se
producen por aumentos de presión) y que entren al sistema de rociadores sin elevar la
clapeta principal para así evitar falsos accionamientos.
b) Válvula de alarma de flujo de agua tipo válvula piloto: Cuando se eleva la clapeta
principal al pasar agua por la válvula principal, la válvula piloto también se eleva desde
su asiento para permitir el paso de agua a través de un orificio hacia los dispositivos de
alarma.

* Indicadores de flujo de agua.

Los indicadores deflujo de agua pueden ser de pala o de lengüeta opaca, flexible,
móvil, de metal delgado o de plástico que se inserta por medio de una abertura circular de la
pared de la tubería de alimentación de los rociadores y que penetra lo suficiente por el caudal
de paso de agua para que se flexione por cualquier movimiento producido por el agua al
discurrir hacia los rociadores. El movimiento de la lengüeta activa un interruptor eléctrico que
dispara la alarma. Un elemento de retardo mecánico, neumático o eléctrico, impide que se den
falsas señales a causa de movimientos ocasionales del agua por la fluctuación de la presión.
Es importante que la lengüeta de los indicadores de flujo de agua sean de una
conformación y material que no estén expuestos a sufrir daños mecánicos o corrosión de modo
que no puedan desprenderse y obstruir la cañería de la instalación de los rociadores
automáticos.

* Suministro de agua para los sistemas de rociadores automáticos.

Es vital para cualquier sistema de rociadores automáticos disponer de un suministro


de agua con presión y capacidad adecuada y que sea fiable. Debe considerarse el caudal por
unidad de tiempo como el volumen disponible.

1. Conexiones al abastecimiento público de agua.

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La fuente principal de suministro de agua para los sistemas de rociadores es la


conexión a un abastecimiento de agua de red pública fiable que garantice capacidad y presión
adecuada. Para determinar esa adecuación se le debe prestar atención no solo a la capacidad y
presión normal del sistema sino también a los probables caudales y presiones mínimas de que
se disponga en el momento más desfavorable, como puede ser en los meses de verano y
cuando el sistema este sujeto a fuertes demandas o durante situaciones de urgencia causadas
por inundaciones o por el invierno.
También es importante tener en cuenta el diámetro y la disposición de las
conducciones urbanas y de las líneas de alimentación a partir del suministro del agua de red
pública.
Es necesario efectuar varias pruebas de caudal y de presión a diferentes condiciones
de demanda para determinar la cantidad de agua de servicio público que se encuentra
disponible para la protección contra incendios.

2. Depósitos de gravedad.

Una buena fuente principal de abastecimiento de agua puede ser un depósito de


gravedad o elevado, de capacidad y altura suficiente, y puede aceptarse como único
suministro. Los detalles de construcción y mantenimiento de los depósitos de gravedad son de
vital importancia en el correcto funcionamiento del sistema. Para determinar las dimensiones y
la elevación del depósito, debe tenerse en cuenta el número de rociadores que puede preverse
que pudieran funcionar simultáneamente, la duración de la operación de extinción, la
disposición de las cañerías de alimentación subterráneas y la provisión de mangueras y
conexiones para el servicio de bomberos.

3. Bombas de incendio.

Las bombas de incendio constituyen una buena fuente de energía y a la vez una
buena fuente de suministro de agua bombeo por aspiración; puede constituir una buena fuente
de alimentación secundaria y en algunos casos puede considerarse una fuente de
abastecimiento principal.
Habiendo suficiente agua, la bomba de incendio es capaz de mantener una presión
elevada durante largos períodos de tiempo y puede ser parte fundamental de instalaciones que
requieran mayores presiones de agua de las que podrían obtenerse por otros medios.
Pueden emplearse bombas de controles manuales si el suministro principal de agua
es suficiente para permitir el arranque seguro de la bomba y si existe una señal automática de
flujo de agua que avise la necesidad de puesta en marcha de la bomba.
Se necesita generalmente un mando automático de las bombas de incendio en los
casos de alta o inmediata demanda de agua como sucede en los sistemas de diluvio, o cuando
no está continuamente un operador presente para encenderla. Las bombas automáticas deben
tener la aspiración a presión positiva para impedir los retrasos y las inseguridades del cebado.
En circunstancias favorables con valores de riesgo moderados de fiabilidad del
suministro de agua, puede aceptarse como fuente de suministro principal para rociadores una
bomba de incendio de motor eléctrico de mandos automáticos y supervisada por medio de una
estación central.
El control automático de las bombas centrífugas de motor eléctrico debe disponerse
de forma se impidan los arranques y detenciones frecuentes del motor por cualquiera de estos
dos medios: puesta en marcha automática y continuación de movimiento hasta interrupción
manual; ó por dispositivo temporizador que detenga el motor automáticamente solo después
de haber funcionado un período de tiempo previamente establecido.

4. Conexiones para el sistema de bomberos.


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Cuando se presenten circunstancias que obliguen a entrar en acción un número


considerable de rociadores, el abastecimiento de agua tanto de la red pública como de los
depósitos propios pueden no ser suficientes tanto en caudal como en presión. Para prever este
problema es que se ha ideado este sistema donde bomberos puede bombear agua hacia los
rociadores automáticos a través de una conexión especial.
Las conexiones para el servicio de bomberos deben ser del tipo aprobado, de fácil
acceso y bien señalizadas. Cada conexión debe estar provista de una válvula de retención.
Debe tener un drenaje adecuado y un dispositivo de purga aprobado entre la válvula de
retención y el acoplamiento exterior para mangueras. En los sistemas de rociadores con una
sola conducción ascendente, la conexión para el servicio de incendio debe estar acoplada al
tramo de cañería que conduce la válvula de mando de compuerta hacia el sistema de
rociadores cuando el sistema sea húmedo, y entre la válvula de tubería seca y la válvula de
compuerta en los sistemas secos. Esto hace posible bombear agua al sistema incluso estado
cerrada la válvula de compuerta.
Si existen dos o más ascendentes de los sistemas de rociadores automáticos
conectados a una conducción del sistema público, cada sistema de rociadores debe tener su
propia conexión para el servicio de bomberos.
En caso de urgencia, el servicio de incendio puede bombear agua desde los hidrantes públicos
u otras fuentes a través de sus propias mangueras hacia el sistema de rociadores automáticos,
empleando un acoplamiento hembra, si las demás conexiones tuvieran válvula de retención o
válvulas de compuerta que puedan estar cerradas.

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SISTEMAS DE DETECCIÓN Y ALARMA DE INCENDIOS.

Podemos definir a un sistema de detección como aquella instalación que permite


detectar un foco de incendio en sus primeras etapas de desarrollo evidenciando esta situación
mediante algún tipo de indicador acústico, visual o combinación de ambos, actuando
opcionalmente sobre equipos extintores o instalaciones auxiliares que permiten tomar medidas
activas para el control y/o extinción del fuego.

Estos sistemas pueden ser neumáticos, mecánicos, electromecánicos, electrónicos o una


combinación de dos o varios de ellos. El diagrama N° 1 describe las partes constitutivas de un
sistema electrónico, por ser estos los más popularizados actualmente a nivel internacional, pero
puede aplicarse a otros tipos tomando sólo algunos de los bloques.

Analizando individualmente cada bloque del diagrama tendremos:

$ Detectores: dispositivos encargados de detectar el incendio y enviar una señal a la central


de alarmas. Se incluyen en ellos los pulsadores manuales de aviso de incendio (conocidos
como avisadores).
$ Líneas de detección: vinculan a los detectores con la central de alarmas, pudiendo ser
alámbricas o inalámbricas. Su característica esencial reside en estar continua o
secuencialmente supervisadas por la central de alarmas.
$ Central de alarmas: órgano de análisis y procesamiento de las señales. Recibe la señal
de los detectores y actúa en consecuencia activando indicadores, alarmas, y accionadores
de diversos tipos.
$ Circuitos supervisados de detección: alimentan a los detectores y supervisan su
funcionamiento y el de las líneas de detección. Ante cualquier anomalía presenta
indicaciones acústico-luminosas de los estados de: Alarma, Rotura de Línea (Línea Abierta),
Cortocircuito (de línea). El número de estos circuitos de detección coincide generalmente
con la zonificación del riesgo.
$ Indicadores: su función es la señalización de los estados enumerados precedentemente,
pudiendo ser digitales, con indicación individual, planimétricos, etc.
$ Circuitos de alarma: activan los sistemas auxiliares de accionamiento de acuerdo a
programas preestablecidos. Fundamentalmente se los utiliza para accionar la descarga de
elementos extintores. Supervisan el estado de las líneas de accionamiento, poseyendo
indicaciones de: Activación, Rotura de Línea, Cortocircuito (de línea).
$ Fuente primaria y secundaria: alimentan a la totalidad de las instalaciones, no solo a la
central de alarmas. Poseen características de conmutación automática pasando de fuente
primaria a secundaria al fallar la primera.
Generalmente la fuente secundaria está constituída por baterías, por lo que se incorpora a
la central un cargador automático para las mismas, que mantiene a flote su tensión.
$ Líneas de alarma: vinculan la central de alarmas con los dispositivos de alarma. Son
supervisadas por los circuitos de alarma.
$ Alarmas: su función es la indicación acústica y/o visual de los estados de detección de
incendios. Son de diversos tipos y potencias y sus señales pueden estar codificadas.
También puede tratarse de dispositivos con transmisión de la señal de alarma a distancia a
través de la vía telefónica o inalámbrica a fin de activar una repetidora remota.
$ Líneas de accionamiento: vinculan la central de alarmas con los dispositivos de
accionamiento. Son supervisadas por los circuitos de accionamiento.
$ Accionadores: dispositivos que cumplen funciones activas contra el incendio, tales como:
descarga de gases extintores, apertura de válvulas de agua, accionamiento de bombas,
cierre de conductos de aire acondicionado y calefacción, cierre de puertas contra incendios,
corte del suministro de energía eléctrica, iluminación de medios de escape, etc.
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En la central de alarma puede incluirse temporizaciones, cuantificación de detectores


activados, análisis de zona cruzada, etc., este módulo se adecua a los requerimientos del
riesgo o a las especificaciones de quien solicita el servicio.

Cabe destacar que aún en sistemas electrónicos pueden no encontrarse la totalidad de los
bloques constitutivos enumerados, dependiendo ello de las necesidades propias de la
protección de cada riesgo en particular o bien, de los diferentes fabricantes.

A continuación procederemos a efectuar una descripción de detectores conectables a


centrales electrónicas y algunos sistemas especiales.

1. Detectores Fotoeléctricos:

Estos detectores de incendio operan utilizando los fenómenos de absorción y difusión de


la luz por las partículas de humo.
Los primeros detectores fotoeléctricos utilizaban el fenómeno de absorción midiendo en
forma electrónico la reducción en la transmisión de la luz que desde una fuente viajaba a
través de una cámara de humo hasta una célula fotosensible. En un principio la fuente era una
lámpara incandescente, siendo reemplazada más tarde por un diodo fotoemisor, generalmente
de emisión infrarroja.
A fin de evitar la entrada de luz desde el exterior, la cámara de humo está constituida en
forma de laberinto permitiendo solamente la entrada de humo.
Posteriores desarrollos dieron lugar al detector que utiliza el fenómeno de difusión, en el
cual, al penetrar las partículas de humo a la cámara, la radiación proveniente de la fuente es
difundida (dispersada) por efecto Tyndall y llega al elemento receptor (fotocelda), el cual sin
presencia de humo no recibe radiación alguna por no estar en posición alineada con el
elemento emisor. Un circuito electrónico en el mismo detector cuantifica el impulso eléctrico
recibido en la fotocelda cambiando el detector al estado de activación.
Generalmente, este tipo de detectores posee en su base un diodo fotoemisor visible desde
el exterior a fin de obtener una señal luminosa local de su activación.
Su aplicación es aconsejable en aquellos riesgos en los cuales en caso de siniestros se
obtendrán cantidades considerables de partículas grandes de gases de combustión,
generalmente con humo visible (normalmente fuegos tipo “A” con combustión sin llamas).

2. Detectores por ionización:

Su principio de funcionamiento se basa en la detección de cambios en la corriente que


fluye a través de un ambiente ionizado comunicado con el exterior.
Los primeros detectores por ionización poseían una cámara sola cuyo aire contenido era
ionizado por las radiaciones alfa de un isótopo radioactivo. En el diagrama observamos la
circulación de corriente eléctrica existente entre los dos electrodos de una cámara de
comparación sin presencia de partículas de humo, los iones positivos se dirigen al electrodo
negativo y los negativos al positivo.

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Al ingresar partículas de humo al interior de la cámara se unen a los iones con lo que
disminuye la movilidad y por lo tanto, aumenta el tiempo de tránsito, lo cual se traduce en una
disminución neta de la corriente entre electrodos.
Esta reducción en la corriente es analizada por un circuito electrónico, el cual produce la
activación del detector.
Dado que la corriente es muy pequeña (típicamente decenas de microamperios) y que por
lo tanto también lo es su disminución. Desarrollos posteriores introdujeron la doble cámara de
comparación, disposición en la cual aparecen dos cámaras conectadas en serie, una de las
cuales es cerrada y la otra está comunicada al exterior. Esta inclusión de doble cámara
juntamente con la aparición del transistor por efecto de campo, dotaron al detector de
ionización de una gran estabilidad.
El elemento radioactivo es normalmente “Americio 241” con una vida media estimada en
500 años. Su concentración varía de acuerdo al fabricante entre 0,8 y 4,5 microcurie.
Existen también detectores que funcionan con radiación “Beta” utilizando como
radioisótopo al “Níquel 63” con una concentración de 10 microcurie.
También este tipo de detectores posee normalmente indicación luminosa de su activación
sobre su zócalo.
La utilización de estos detectores es aconsejable donde se esperan fuegos con llamas o
cuando existen productos de combustión no visible.

3. Detectores por puente de resistencia.

Un tipo poco utilizado de detector de humo se basa en el desequilibrio de un circuito


puente de Whintstone por acción de las partículas de humo y la humedad presente en los
productos de combustión. Esta acción es censada por un circuito electrónico que produce la
activación del detector.

4. Detectores por radiación Ultravioleta.

Este tipo detecta la existencia de llamas o más propiamente la radiación U.V. [entre
1900 y 2450 Armgstrong (A) de longitud de onda] de las mismas.
Su principio de funcionamiento emplea un tubo detector tipo “Geiger-Müller”. Cuando un
fotón de radiación de longitud de onda menor a los 2600 Armstrong es absorbido por el cátodo
del tubo detector, la energía del fotón es pasada a un electrón dentro del metal motivando que
este deje la superficie del mismo y sea atraído por el ánodo.
El tubo detector está lleno de un gas ionizante de forma que cuando el electrón liberado
golpea a una molécula de gas, se liberan otros electrones, haciendo que el número total de
electrones liberados sea típicamente muchos millones de veces mayor que los liberados en el
cátodo. Los impulsos eléctricos producidos son analizados por el circuito electrónico del
detector y producen la activación del mismo.
Mientras que el cátodo emitirá electrones si se expone a una radiación U.V. menor a los
2500 A, la cubierta de cuarzo del detector no permitirá el paso de una radiación U.V. con
longitud de onda menor a los 1900 A, con lo que queda determinada la respuesta espectral del
detector, siendo insensible a la luz artificial, a la solar o a la luz fluorescente. Por esta
característica, este tipo de detector puede ser usado al aire libre bajo luz solar directa o en
áreas de intensa iluminación.
Se los utiliza en la prevención de incendios que involucran combustibles líquidos como
naftas, petróleo, alcoholes, etc., o donde es necesaria una instantánea respuesta del sistema
de detección como en depósitos de municiones.

5. Detectores de radiación Infrarroja.

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Son también sensores de llamas: un filtro óptico permite pasar sólo la radiación I.R. de
esta, la cual se enfoca sobre una célula fotoeléctrica. Un filtro electrónico permite operar el
detector solo ante el ritmo característico del centelleo propio de las llamas y además la célula
fotoeléctrica posee un doble elemento fotosensitivo tal que responde entre los 6500 y 8500 A,
y entre 4000 y 5500 A.
Esta doble detección permite seleccionar la radiación que corresponde a las llamas de otro
tipo de radiación ambiente.
Se lo utiliza para fuegos en hidrocarburos o algunos clase “A”. Su sensibilidad depende de
factores tales como: distancia del foco del incendio, tipo de fuego, nivel de luz ambiental,
grado de propagación, etc..

$ Detectores de Temperatura Fija.

6. Detectores Bimetálicos.

Basan su accionamiento en el cierre o apertura de un contacto eléctrico mediante un


bimetal. Su punto de accionamiento se fija normalmente alrededor de los 70°C. Son
económicos y reutilizables luego de su accionamiento.

7. Detectores por fusión de eutéctico.

La acción de un fusible libera un contacto eléctrico tensionado provocando la señal de


alarma. No son reutilizables y deben cambiarse por nuevas unidades una vez que fueron
accionados.

$ Detectores Termovelocimétricos.

Se denominan así a aquellos dispositivos que permiten detectar un incremento anormal


de temperatura ambiente. Básicamente existen dos tipos:

8. Detectores con cámara de aire compensada.

Se trata de una cámara de aire con una pared metálica fija y otra pared formada por un
diafragma.
Cuando un anormal incremento de la temperatura calienta el ambiente que rodea el
detector, el aire existente dentro de la cámara se expande presionando al diafragma y
conectando el circuito eléctrico asociado.
A fin de compensar la expansión de la cámara ante lentos y normales cambios de la
temperatura ambiental, la cámara posee una válvula de venteo calibrada que permite la salida
de aire manteniendo el contacto abierto.
Normalmente este detector esta combinado con algún tipo de detector por temperatura
fija.

9. Detectores con compensación de velocidad.


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Estos dispositivos están formados por una cubierta metálica exterior cilíndrica que aloja
en su interior dos varillas comprimidas en las cuales se encuentran montados los contactos
eléctricos.
La cubierta exterior posee un coeficiente de dilatación más alto que el de las varillas
interiores. En el fuego de lento crecimiento, tanto la cubierta exterior como las varillas
interiores dilatan, pero dado el menor coeficiente de dilatación de estas últimas, se llega a un
punto prefijado de máxima temperatura en el cual se produce el cierre de los contactos.
En un fuego de crecimiento rápido, solo llega a calentarse la cubierta exterior, por lo que
el punto de accionamiento se alcanza más rápidamente.
En caso de elevaciones transitorias de temperatura, la cubierta exterior no llega a dilatarse
suficientemente y no existe condición de alarma.

Otros tipos de detectores térmicos con termocúpla, con fusible de ampolla, electrónico con
transistor, electrónico con circuito integrado, por dilatación metálica; son de uso poco
difundido, por lo que solo se los menciona.

10. Detectores de gases combustibles.

Se basan en el principio de adsorción de moléculas de gas combustible en la superficie


de un semiconductor de dióxido de estaño, resultando el proceso en un crecimiento de la
conductividad del material.
A fin de mantener una alta movilidad de los electrones y una rápida respuesta del
detector, se mantiene al semiconductor a una temperatura de 200°C a 400°C, mediante
filamentos de platino-iridio calentados eléctricamente.
La disminución de la resistencia es analizada por el circuito electrónico asociado al
detector, el cual produce la activación del mismo.
Su utilización como detectores de incendio se basa en que normalmente las combustiones
poco oxigenadas no consumen la totalidad de los gases combustibles presentes y estos son
detectados.
Se recomienda su utilización para la prevención de incendios que involucren potenciales
pérdidas de gases combustibles.

11. Detectores de detección distribuida.

En oposición a los detectores analizados hasta el momento, que poseen una detección
localizada, existe par algunas utilizaciones especiales, detectores distribuidos
longitudinalmente.
Estos detectores constan: o bien de un detector bifilar de alambres de acero tensionados
aislados entre sí por una cobertura termosensible que se funde a una dada temperatura; o bien
de dos conductores coaxiales aislados con un compuesto eutécnico sensible a la temperatura.
En ambos casos, en el punto donde se registra el anormal aumento de la temperatura, la
resistencia entre los conductores decrece notoriamente llevando al sistema a la condición de
alarma.

12. Detectores de accionamiento neumático.

Si bien los detectores termovelocimétricos de cámara compensada podrían estar dentro


de esta clasificación, reservaremos la presente para los detectores que no poseen
accionamiento eléctrico vinculado.
Se trata de detectores que utilizan como principio de accionamiento la expansión del aire
contenido en un tubo cilíndrico que recorre la instalación a proteger (detección distribuida) o
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aquel contenido en diversas cámaras cerradas (detección localizada) vinculadas entre sí por un
capilar de caño de cobre.
En ambos casos, la expansión actúa sobre un diafragma que, o bien libera un mecanismo
de disparo del elemento extintor, el cual en su descarga da indicación de alarma, o bien cierra
un contacto eléctrico.

13. Sistema de detección por muestreo.

Poseen una pequeña bomba de aspiración, la cual toma muestras del aire ambiental del
espacio protegido, las cuales son conducidas por medio de pequeños conductos a la central de
alarma.
En la misma, estas muestras son analizadas en una cámara de niebla de Wilson, en la cual
el vapor de agua presente se condensa en forma de pequeñas gotas visibles cuando partículas
sólidas están presentes para servirles de núcleo.
La densidad de la nube o niebla formada es analizada por medio de sensores
fotoeléctricos.

14. Sistema de Detección por rayo láser.

Su utilización se prevé para la protección de grandes espacios haciendo que el rayo láser
pase cerca del techo y por encima de los riesgos a proteger.
Luego de una o varias reflexiones, el haz incide sobre una célula fotoeléctrica, la cual
acusa cualquier disminución en la intensidad dada por la presencia de humo (principio de
oscurecimiento) o por la variación del índice de refracción del aire debido a la acción de una
sobreelevación de temperatura (principio de desviación).
Cualquiera de los efectos, analizados cuantitativamente en forma electrónica, producirá la
activación del sistema de detección.

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Emisor Receptor

r Re c
iso ept
Em or

Por oscurecimiento Por difusión

Trayectoria del haz de luz en funcionamiento.


Trayectoria del haz de luz en stand by.

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PROTECCIÓN ESTRUCTURAL.

. Caja de escalera.

La introducción de nuevas terminologías y estudios posteriores a la Ley de Seguridad e


Higiene en el Trabajo N° 19587 y su decreto reglamentario N° 351/79; en el cual en su Título
III, Cap. 5, Art. 42 (características constructivas de los establecimientos) en párrafo “in fine”
testa: “En aquellos municipios donde no existieran códigos en la materia o éstos no fueran
suficientes, se adoptará como base el de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires”.

Por consiguiente, el Código de edificación de la Ciudad de Buenos Aires incorpora con


fecha 31 de agosto de 1981 entre sus conceptos el de caja de escalera, definiéndola como:
“escalera incombustible contenida entre muros de resistencia al fuego de acuerdo al riesgo de
mayor importancia que sirve; sus accesos serán cerrados por puertas de doble contacto, con
una resistencia al fuego no menor de un rango que el exigido para el sector donde se
encuentran, con cierre automático aprobado. Tendrán ventilación cenital.”

En consecuencia, si el sector de incendio que protegen supone una resistencia al fuego


para sus muros de F-60, los muros de la caja de escalera serán del mismo tenor, en tanto se
permitirá para la puerta una resistencia al fuego de F-30. Respecto de la ventilación cenital,
debe ser una columna de aire que permita que en el nivel inferior exista una suerte de
presurización (técnicamente hablando) de un mínimo de 1 mm de columna de agua (equivale a
1 g/cm2 de presión). Esta ventilación impedirá que los humos ingresen a la caja, favoreciendo
el gradiente de presión. A su vez, el doble contacto, es otro impedimento o barrera que se
coloca contra el ingreso de los humos, ya que para ingresar deben atravesar una especie de
laberinto con la instalación de este sistema.

. Escaleras auxiliares.

Las escaleras auxiliares no son otra cosa que escaleras ejecutadas en material
incombustibles. Se utilizan como auxiliares de la evacuación. Pueden ser interiores o exteriores,
conforme a un estudio de factibilidad. Para su instalación se deben considerar, si son interiores,
la ubicación de las escaleras principales para favorecer varios frentes de evacuación; y si son
exteriores, se considerarán los vientos predominantes para que en una eventual evacuación
frente a un incendio, las llamas, los humos y el calor no la obstaculicen.

. Puertas contra incendio.

Las mismas se ejecutan en material que garanticen su permanencia frente al fuego,


como así también que no difundan calor ni gas tóxicos y/o inflamables cuando se las exponga a
temperaturas durante un incendio.

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Básicamente trabajan por gravedad, con un sistema de pesas que se accionan con un
elemento fusible. Frente a un caso concreto de incendio, el calor trabaja sobre el fusible que se
vence, dejando liberada la puerta que corre sobre un riel guía (facilitado por la gravedad),
produciendo en forma automática el cierre. Para evitar el ingreso de humos, la puerta se
encaja en el vano, pero del lado de la pared en que se encuentra la puerta, sobresale unos 5 a
10 cm, generando un efecto laberinto para dificultar el paso de humos y aire contaminado por
el incendio.

La puerta estará colocada siempre dentro del sector de incendio más importante
(cuando separe dos sectores), o en el interior (cuando se conecte al exterior).

Elemento fusible
Riel de conducción Puertac/ incendio

Vano de puerta
Riel de emplazamiento Rodillos Pesa

. Cerramientos contra incendio en ductos de ventilación y


cableado.

Un riesgo importante en los incendios, y específicamente en lo referente a su


propagación, es la instalación de ductos de cableado y de ventilación (aire acondicionado y
calefacción). Suele suceder que el aire calentado de los incendios gane los espacios superiores
y corra por los ductos a otro sector donde pueden iniciar un nuevo foco ígneo.

Para ello, se prevé que en las divisorias de los sectores de incendio, se coloquen cierres
denominados “dumper”, cuyo funcionamiento es similar al de las puertas de incendio, es decir,
permanecen en stand by (abiertos) en posición suspendida de la parte superior del ducto,
sujetada por un elemento fusible tarado a una temperatura determinada (teniendo en cuenta
cuando se trate de ductos de calefacción), de manera que se accione cuando registre una
variación de temperatura. También el elemento fusible puede ser accionado por disparo
eléctrico desde una Central de detección y alarma inteligente o no, que cierre los necesarios o
todos respectivamente.

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Cierre damper
Elemento fusible en Stand by Rodillo

Ducto

Cierre damper
accionado

. Muros resistentes al fuego.

Para el estudio de una estructura contra incendio que delimite un sector de incendio
propiamente dicho es necesario contemplar la construcción o adecuación de muros que
contengan el incendio en ese sector.

Para ello es menester considerar si estos muros van a ser solamente separadores o van
a ser portantes (van a soportar cargas o específicamente sobre ellos se va a apoyar una loza).

También se deberá tener en cuenta si la ventilación del lugar es natural o forzada


mecánicamente, puesto que estos datos nos permitirán conocer los valores de resistencia a
fuego que debo utilizar y en base a esto los valores de espesor que deberé respetar en base a
los elementos constructivos a utilizar.

La siguiente tabla nos muestra la resistencia al fuego de los muros considerando la


carga de fuego en el sector de incendio que está ventilado naturalmente.

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Carga de Riesgo Riesgo Riesgo Riesgo Riesgo


fuego 1 2 3 4 5

Menor o igual a 15 kg/cm2 N.P. F-60 F-30 F-30

15 A 30 Kg/cm2 N.P. F-90 F-60 F-30 F-30

30 a 60 N.P. F-120 F-90 F-60 F-30

60 a 100 N.P. F-180 F-120 F-90 F-60

Mayor de 100 N.P. F-180 F-180 F-120 F-90

Esta otra tabla refleja los valores de resistencia al fuego para muros considerando la
carga de fuego en un sector de incendio ventilado mecánicamente.

Carga de fuego Riesgo 1 Riesgo 2 Riesgo 3 Riesgo 4 Riesgo 5

Hasta 15 kg/cm2 N.P. F-60 F-60 F-30

15-30 N.P. F-90 F-60 F-60

30-60 N.P. F-120 F-90 F-60

60-100 N.P. F-180 F-120 F-90

Mayor de 100 N.P. N.P. F-180 F-120

La denominación N.P. especifica “No Permitido”.

En todos los supuestos, cuando se traten de muros cortafuego, en el último piso deberá
rebasar en 0,50 m, y en las tablas se consideran como portantes.

Para los fines de recordar la clasificación de los riesgos según la ley de higiene y
seguridad en el trabajo 19.587, a continuación se detallan:

TIPO DE RIESGO CLASIFICACIÓN


Riesgo 1 Explosivo
Riesgo 2 Inflamable
Riesgo 3 Muy combustible

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Riesgo 4 Combustible
Riesgo 5 Poco combustible
Riesgo 6 Incombustible
Riesgo 7 Refractario

Para el riesgo 1 de las tablas (explosivo), no se consideran porque supone que los muros no
siempre podrán soportar, por más ancho que se construyan, la explosión súbita de toda la
masa del explosivo almacenado; en cuyo caso se deberían colocar supresores de explosión en
el sector de incendio.

. Protección Pasiva o Estructural.

La prevención, protección y lucha contra los incendios comprende tres aspectos básicos,
como ya se ha dicho:
1. Prevención, que tiene como fin impedir que se produzca un incendio,
utilizando los medios y técnicas adecuadas.
2. Pasivo o también llamado estructural, consiste en dar a las estructuras de
un edificio las características necesarias de estabilidad para permitir la evacuación
de las personas, luchar contra el fuego y dar continuidad a las actividades en
forma inmediata y mediata.
3. Lucha Activa, que significa recurrir al uso de todos los medios con que se
dispone para extinguir un incendio.

. Comportamiento ante el fuego de materiales de construcción.

Con respecto al conocimiento del comportamiento de los materiales ante el fuego, se


puede lograr si se tiene la observación de incendios reales que sirvan como guía, y ensayos a
escala reducida o a escala real de estructuras, empleando para ello hornos en donde la
temperatura sigue la ley de calentamiento normalizado.

T= To + 345 log (8t + 1)

Donde:

T= Temperatura en la cara expuesta de la probeta (°C).


To= Temperatura inicial.
t= Tiempo en minutos.

Según la norma de ensayo y el tipo de elemento a prueba, la clasificación de la


resistencia al fuego se encuentra dada de la siguiente manera:

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$ Estabilidad al fuego: para aquellos elementos en donde se requiere solamente


resistencia mecánica. (caso típico: columnas, vigas).
$ Resistente al fuego: son los que requieren resistencia mecánica, estanqueidad a los
humos y ausencia de emisión de vapores inflamables (puertas, muros, ventanas).
$ Elementos cortafuego: son los que deben cumplir con los criterios anteriores, más la
ausencia de transmisión de calor de la cara expuesta a la no expuesta (puertas, muros,
ventanas).

En cada categoría la resistencia al fuego se da en minutos o en horas.

Al ensayar según normas europeas debemos evitar los choques térmicos por llama
directa, pues cambia fundamentalmente la clasificación de cada elemento. Según las normas
americanas se proyectan chorros de agua sobre el elemento al finalizar el ensayo.

El estudio del comportamiento frente al incendio comprende el análisis de las


modificaciones geométricas (dilatación), la desecación de los materiales porosos, su influencia
en la transmisión del calor y variación de las características mecánicas.

A continuación trataremos el comportamiento de cada uno de los materiales


empleados comúnmente en la construcción de edificios.

1. Comportamiento del acero ante un incendio.

El acero es un material muy utilizado en la construcción, que al permitir concentrar


grandes cargas sobre pequeñas secciones, las estructuras resultan sensiblemente más livianas.

Como es incombustible, existe un consenso general en la gente de considerarlo


resistente al fuego. Sin embargo, las experiencias de laboratorio y los incendios reales han
demostrado que es uno de los materiales más débiles en lo que respecta a su comportamiento
frente al fuego (sin protección). Como en todos los materiales, la resistencia mecánica es
inversamente proporcional al aumento de su temperatura, fenómeno que acontece en el acero
en contados minutos, provocando el derrumbe total o percial de la estructura.

Este comportamiento es mucho más comprensible si se analiza en forma determinada,


en base a sus propiedades características: gran velocidad de calentamiento, factor de
masividad elevado y temperatura crítica baja en función de la carga y el tipo de estructura.

$ La velocidad de calentamiento: por lo analizado anteriormente se infiere que


la estabilidad al fuego de una estructura metálica, medida en minutos,
corresponde exactamente al tiempo necesario para que el acero logre su
temperatura crítica. Además, en el calentamiento de una estructura metálica,
entran en consideración: el coeficiente de transmisión térmica del acero, que es
muy alto; y el coeficiente de masividad de la estructura.
$ El coeficiente de masividad: es la relación entre la superficie calentada (en
metros cuadrados) y el volumen a calentar (expresado en metros cúbicos). Para
una misma cantidad de calor transmitida resultarán distintas temperaturas críticas,
según se trate de perfiles normalizados o estructuras compuestas. Para los perfiles
normales más empleados, el factor de masividad puede variar entre 430 m-1 a 60
m-1.
$ La temperatura crítica: para un elemento metálico es la temperatura que
provoca la pérdida de su resistencia metálica. Esta temperatura variará en función
de la carga admisible y el tipo de apoyo o vínculos de la estructura. Si tenemos
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una viga cargada con el 100% de su carga nominal y apoyada sobre dos puntos,
tiene una temperatura crítica de aproximadamente 450°C; la misma viga, sobre
tres puntos resiste hasta 500°C. Con el 50% de su carga admisible y sobre dos
apoyos tiene una temperatura crítica de 635°C; en tanto que sustentada sobre
tres puntos resiste hasta los 710°C.

De todo lo visto, podemos deducir que a las estructuras metálicas debemos


protegerlas con materiales aislantes o algún otro medio. Para poder obtener una estabilidad al
fuego superior a 15 minutos, debemos proteger la estructura con materiales aislantes cuyos
espesores dependen de ciertos parámetros o variables tales como:

1. Carga de fuego de los locales o ambientes


2. Factor de masividad de la estructura.
3. Estado de carga y grado de hiperestabilidad de la estructura que a su vez,
determinan la temperatura crítica en cada caso.

Según el comportamiento del acero frente al fuego, en muchos países se prohibe


por ley las construcciones de estructuras metálicas sin protección, salvo en casos muy
especiales en que los riesgos son mínimos, los que deben ser tratados por especialistas y la
autoridad competente.

La estabilidad al fuego de estructuras metálicas.

Teniendo en cuanta el factor de masividad, la temperatura crítica y la velocidad


de calentamiento del acero, es evidente la necesidad de proteger la estructura con los medios:
pantallas, reacción endotérmica, aislación térmica, etc..

Para este último caso de protección, la estabilidad de una estructura con un factor
de masividad 100 m-1 y una temperatura crítica de 500 °C, protegida con un aislante mediocre
de 20 mm de espesor será de aproximadamente 63 minutos. Si tenemos en cuenta que la
misma estructura sin protección presenta una resistencia al fuego normalizada de 13 minutos,
el logro es bastante importante (casi 5 veces más). Si se emplea como protección un material
muy aislante, con un espesor de 20 mm para la misma estructura, la resistencia al fuego
aumenta unos 100 minutos (ya estamos en 8 veces más).

En el caso particular de columnas tubulares, se mejora la resistencia al fuego


rellenándolas con hormigón dentro de la armadura suplementaria. La resistencia en esas
circunstancias puede llegar a las 3 o 4 horas. En dicho caso, es importante no olvidar de
practicar orificios de venteo de 10 o 12 mm, a fin de permitir la salida de vapor de agua.

El agua también se suele emplear para proteger estructuras metálicas, en dos


formas:
$ En la primera se colocan “Sprinklers” sobre la estructura, los que en caso de
incendio, rocían con agua permitiendo la refrigeración del acero.
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$ La otra manera es utilizando el agua dentro de la estructura tubular


(estructuras irrigadas), la que al calentarse circulará por termosifón o por
circulación forzada como en el caso de la caldera acuotubular. Sobre el edificio
se debe colocar un tanque de expansión para absorber los aumentos de
presiones que se producen por la temperatura y a la vez, asegurar la cantidad
de agua suficiente como para que todo el conjunto soporte el incendio sin
ningún riesgo. En este último caso, la temperatura que toma el acero, 100°C,
no supera la temperatura crítica.

En los casos en donde la carga de fuego equivalente de los locales es muy baja, y
cuando la relación de masividad es reducida, no es necesario colocar protección contra
incendios a las estructuras. Cada caso debe ser estudiado en particular para verificar que se
cumplan las dos condiciones anteriores y no se sobrepase la temperatura crítica del acero.

2. Comportamiento de la madera ante un incendio.

Es bien sabido que la madera es un material combustible capaz de generar gran


cantidad de calor. En los incendios primero, y en las pruebas de laboratorio luego, se pudo
constatar que las piezas de madera de pequeña sección queman más rápidamente, pero con
las de gran sección no sucede lo mismo, quedan en su lugar cumpliendo con las condiciones de
resistencia impuestas, y ofreciendo una resistencia al fuego superior a las del hierro y el
hormigón, que no son combustibles.

Este concepto se puede comprender examinando la sección de una pieza de madera


después de un incendio. En el exterior se observa una capa de carbón que recubre la parte
central intacta. La resistencia mecánica del carbón es nula pero el alma central conserva las
propiedades originales.

Por lo tanto la reducción de resistencia de una pieza de madera después de un incendio


se debe a la disminución de su sección útil. Por supuesto que el espesor de la capa de carbón
depende de la especie vegetal, de la duración del ataque del fuego y de la intensidad de este.
La velocidad con que se quema cada especie está bien definida.

Para un caso dado en que se requiera un tiempo de una hora para la evacuación de las
personas y la lucha contra el incendio, sabiendo que la madera que se usa en ese local es de
una especie conocida, bastará con agregar a cada dimensión de la sección útil de cálculo, un
valor igual o mayor al de la velocidad de combustión de la madera. Ej.: para una columna de
madera cuya sección útil de cálculo es de 20 x 45 cm, la velocidad de combustión de la especie
considerada es de 2,5 cm/hora. Se debe colocar una columna con una sección de 25 x 50 cm
para que tenga una resistencia al fuego de una hora. Si se necesita una resistencia al fuego
mayor se debe aumentar proporcionalmente la sección inicial de la pieza.

Todo lo expuesto anteriormente es válido siempre que la estructura no lleve elementos


metálicos que la atravieses; en este caso, el calor del incendio es rápidamente llevado por el
metal al corazón de la madera provocando su destrucción alrededor del metal y la pérdida de
resistencia mecánica es muy rápida en esta zona de la estructura.

Cuando sea necesario emplear elementos metálico de unión (bulones) será obligatorio
el uso de un revestimiento aislante de las partes metálicas expuestas al calor.

El comportamiento de la madera frente al fuego ha llevado al hombre a construir


estructuras de grandes secciones aplicadas constituidas por el encolado de placas de
aproximadamente un centímetro de espesor. La resistencia al fuego depende en estos casos de
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la resistencia de la cola frente al fuego, las resinas fenólicas cumplen bastante bien con este
cometido. La lenta degradación de la madera en un incendio se debe principalmente a su baja
conductividad térmica , y a otros factores tales como: La humedad siempre presente en la
madera retarda la elevación de temperatura no pasando los 100°C mientras haya humedad, en
esas condiciones el agua calentada y vaporizada en parte sale al exterior diluyendo los vapores
combustibles de pirogenación y el resto migra hacia el interior enriqueciendo provisoriamente
de humedad al núcleo central. Las zonas secas de madera aumentan su resistencia mecánica
(efecto conocido como “templado de la madera”). La capa de carbón que se va formando en la
periferia como consecuencia de la descomposición de la madera por el calor, cumple una
función protectora. La combustión es lenta en la periferia mientras que las partes interiores
emiten gases de destilación. El humo de la combustión y la falta de oxígeno retardan aún más
la combustión.

Por otra parte, la incandescencia del carbón provoca una gran pérdida de calor por
radiación. Si la combustión no es capaz de compensarla, el carbón tiende a apagarse.

Todo tratamiento de ignifugación de la madera, tanto superficial como en lasa, retarda


enormemente su combustión, mejorando su resistencia al fuego. Las partes cubiertas por
paredes o capas aislantes permanecen intactas a la acción del fuego mientras dure la
protección.

3. Comportamiento del yeso ante un incendio.

El yeso, sulfato de calcio hidratado (SO4Ca.2H2O) existe en la naturaleza bajo la forma


de cristales clivables o en forma de masas sacaroides o fibrosas (alabastro). Los cristales
pertenecen al grupo monocíclicos.

El yeso empleado en la construcción (SO4Ca.1/2H2O) semihidratado, cuando se mezcla


con el agua, regenera su estado natural bi-hidratado en forma de finas agujas. El agua en
exceso se elimina lentamente y es reemplazada en el material por aire, aproximadamente el
60% del volumen de yeso es aire, lo que le confiere propiedades aislantes no despreciables,
haciendo de él un material de protección contra incendio de gran eficacia. Por otra parte,
mantiene la humedad, por capilaridad, en equilibrio con el ambiente, lo que le brinda una
resistencia suplementaria en caso de incendio.

Bajo la acción del calor el yeso se seca, pierde el agua de cristalización (150 a 170°C) y
luego se transforma en semi-hidratado (215°C), y luego en sulfato anhidro soluble (220°C). A
los 380°C el sulfato anhidro toma la forma alotrópica semejante a la del sulfato natural
(anhidrita). Hacia los 960°C se descompone en cal, agua y anhídrido sulfuroso.

SO4Ca CaO + ½ H2O + SO2

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Desde el punto de vista de la protección contra incendio interesan las dos primeras
reacciones por ser endotérmicas, y absorber el calor necesario para evaporar el agua contenida
en el material, el cual es tomado del incendio.

Las sucesivas transformaciones provocan modificaciones de las propiedades mecánicas


y cambios geométricos (dilataciones, contracciones), que provocan cambios de volumen, el
material se vuelve fácilmente desmenuzable, aparecen grietas, los enduídos se despegan por
placas. Si el yeso está aplicado por capas sucesivas, estas no presentan el mismo estado de
porosidad y no conservan la misma cantidad de agua, lo que hace yesos con tendencia a
exfoliarse.

Si el yeso se aplica sobre malla metálica u otro medio que lo mantenga en su lugar, se
comporta integramente como protector de incendio.

Cuando se aplica directamente sobre el hormigón, debemos limpiar la superficie del


mismo y quitar toda traza de aceite de encofrado, por algún medio aceptable. El yeso se
desprende fácilmente de las superficies lisas en caso de incendios.

La tecnología actual ha desarrollado distintos tipos de yeso para protección contra


incendios, aplicables a mano o por protección, con pistola; solo o mezclado con fibras
minerales o cerámicas.

4. Comportamiento del Hormigón ante el incendio.

Siendo un material heterogéneo, el comportamiento ante el fuego será el resultado de


los comportamientos de cada uno de sus constituyentes sometidos al calor.

Los agregados gruesos, de diferentes naturalezas (cuarzo, gres, esquistos, calcáreos,


escorias de altos hornos, basalto, arcillas expandidas, etc.) no representan gran modificación
en lo que respecta a la dilatación hasta los 500 a 600°C, a partir de esa temperatura, el
comportamiento es muy diferente, en uno la dilatación aumenta rápidamente hacia los 800 a
1000°C, como es el caso de los basálticos, mientras que en las arcillas expandidas no se
observa dilatación hasta los 900°C aproximadamente, para luego producir una retracción por
sobre los 1000°C. Los agregados calcáreos se descomponen a las altas temperaturas
generando gas carbónico.

a. Ligantes Hidráulicos: si bien existen diversos tipos de ligantes (cemento Portland,


aluminosos, sobresulfurados, puzolánicos, etc.) el empleado más comúnmente en la
construcción es el cemento portland, y es a él que nos referiremos.
$ Silicato Tricálcico: (SiO5Ca3)
$ Silicato bicálcico (SiO5Ca2)
$ Aluminato Tricálcico (Al2O4Ca3)
$ Ferroaluminio tetracálcico (Al2Fe2O8Ca4)
$ Cal viva en exceso.

El cemento portland encierra dos de las cuatro variedades alotrópicas del silicato
bicálcico (la alfa y la beta); esta última es la más estable térmicamente.

Cuando se mezcla con agua aparecen modificaciones importantes. Los silicatos pierden
una parte de la cal formando la tobermosita (Si2O7Ca3.3H2O). El aluminato pasa a la forma
tetracálcica (Al2O7Ca4.13H2O). Cuando se seca, el cemento pierde el exceso de agua de
mezclado y durante su envejecimiento 7 de las 13 moléculas de agua del aluminato
tetracálcico; mientras que la cal liberada se va carbonatando lentamente.
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El comportamiento del cemento portland frente al calor sigue mecanismos


desconocidos, pero a la luz de las experiencias consiste en una deshidratación de sus
principales componentes, acompañadas de cambios de fases y por ende de su geometría y
propiedades. Suponiendo que se encuentre todo en estado de equilibrio, el aluminato
tetracálcico que posee 6 moléculas de agua perderá la misma a temperaturas de 150 a 200°C.
La tobermosita resistirá temperaturas un poco mayores. La cal hidratada se deshidrata a partir
de los 400-500°C. Encima de esa temperatura aparecen reacciones de descomposición del
carbonato de calcio con emisión de gas.

Las modificaciones de volumen resultantes, dependen del estado de hidratación del


cemento, de su composición, de la cantidad de agua de mezcla, de la edad y de las
condiciones ambientales de envejecimiento; por lo cual los resultados obtenidos por diferentes
investigaciones no coinciden totalmente.

Un aspecto importante desde el punto de vista del incendio es que el cemento portland
sometido a temperaturas, presente un coeficiente de dilatación negativo a medida que se
calienta, luego al enfriarse sigue contrayéndose debido a la deshidratación y a los cambios de
su estructura. Esto explica porque las estructuras después de un incendio o las probetas de
laboratorio presentan una apariencia normal mientras están calientes, pero luego al enfriarse
se rajan, perdiendo totalmente su cohesión.

b. El hormigón: las propiedades mecánicas y térmicas de los hormigones varían según su


composición, naturaleza y proporción de los agregados, ligante, cantidad de agua en
exceso, edad, etc..

La característica de dilatación del hormigón en función de la temperatura es semejante


a la de los agregados, compensada en parte por el efecto de retracción del cemento. El
calentamiento del hormigón depende de su coeficiente de transmisión térmica y de su
deshidratación (eliminación y dispersión del vapor de agua en el seno de su masa). Esto es de
importancia para el caso del hormigón armado (H°A°), pretensado o no, en que la temperatura
crítica del acero es la que decide el límite de resistencia de la estructura.

Cuando el hormigón es calentado en una de sus caras, la temperatura tomada a una


determinada profundidad aumenta hasta alcanzar los 100°C y se mantiene constante hasta que
el agua sea eliminada y dispersada totalmente en el punto considerado, luego la temperatura
sube, siguiendo aproximadamente la misma ley de calentamiento de la fuente exterior. En
puntos más profundos del hormigón, la estabilización momentánea de la temperatura se
efectúa a los 110 a 120°C, debido al aumento de presión del vapor provocado por la escasa
porosidad del hormigón. Conociendo la variación de temperatura dentro del hormigón cuando
es calentado exteriormente y fijando la temperatura crítica del acero en 450°C, será fácil
determinar la resistencia al fuego según la posición del hierro con respecto a la cara expuesta
al calor.

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La resistencia a la compresión del hormigón en función de la temperatura, se mantiene


constante hasta los 300°C, luego comienza a disminuir hasta su degradación total a
temperaturas del orden de los 600 a 700°C, dependiendo mucho de la velocidad de
calentamiento y enfriamiento.

La resistencia a la flexión, en cambio, disminuye con el aumento de la temperatura


siguiendo una ley aproximadamente lineal, para casi todos los tipos de agregados.

c. El Hormigón Celular: se usa como elemento aislante del calor, no obstante su resistencia
mecánica no despreciable para formar piezas portantes cuando están armadas. Cuando
este material es calentado, la temperatura en las proximidades de la cara expuesta se eleva
más rápido que en el caso del hormigón denso.

Esto se debe a la cantidad reducida de agua a evaporar y menor capacidad calórica de


volumen. Por el contrario, en las capas interiores la elevación de temperatura es retardada
debido a su mayor aislación térmica.

d. El Hormigón Armado (H°A°): la incorporación de hierro al hormigón agrava los efectos


de su comportamiento frente a un incendio ya que las tensiones de origen térmico que
sufre el hormigón, se deben agregar los esfuerzos que provoca el hierro por su gran
dilatación, la cual provoca muchas veces la explosión del hormigón que lo recubre,
dejándolo expuesto a la acción del calor del incendio.

Si no se toman medidas adecuadas de protección, la presencia de la armadura


constituye un punto débil en caso de incendio, puesto que la dislocación del hormigón se
produce más rápidamente por la dilatación del hierro y este al quedar expuesta al calor alcanza
en menor tiempo su temperatura crítica con riesgo inminente de derrumbe.

Teniendo en cuanta estos conceptos es fácil deducir que estructuras de H°A° cuya
estabilidad está asegurada por la armadura de acero, la resistencia al fuego será directamente
proporcional al espesor de hormigón que recubre los hierros de las mismas.

Si se aumentase esa separación se corre el riesgo de que el hormigón caiga por placas
dejando expuesto al hierro. Para que esto no suceda se coloca metal desplegado en las capas
externas para tenerlo en su posición y asegurar una aislación térmica adecuada. Esta solución
no es práctica y a la vez es costosa.

Cuando se usa acero endurecido mecánicamente las cosas se complican aún más,
puesto que al calentarse pasa a ser un acero común que no resiste los esfuerzos normales a
los que fuera sometido inicialmente.

e. Hormigones pretensados: Desde el punto de vista del incendio estos hormigones crean
problemas graves ligados al tipo de acero empleado. Utilizados cerca de su límite elástico y
en pequeñas secciones es fácil llegar a la ruptura en cadena y al derrumbe total.

En estos casos se impone el uso de protecciones bien dimencionadas y adecuadas al


riesgo de los locales adonde van a trabajar.

. Conclusiones:

No cabe duda que con el incremento de la actividad del hombre en todos los órdenes,
corre paralelo un aumento de los riesgos a los que se encuentra expuesto. El incendio es uno

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de ellos, el que provoca mayor cantidad de accidentes. Por lo tanto, los edificios donde suele
habitar el hombre, o en aquellos en donde realiza todas sus actividades, no son una excepción.

A la luz de los conocimientos actuales, se impone tomar todo tipo de medidas de


protección contra incendios, ya sea preventiva, pasivas y activas.

En lo referente a la protección pasiva o estructural que nos ocupa, exige cumplir con
etapas básicas del proceso normal que podemos resumir en las siguientes etapas:

1. Analizar los riesgos, en base a las condiciones de los locales (sectorización), al contenido de
materiales combustibles (carga de fuego), causas probables de origen y actividad que se
desarrolla en ellos.
2. Diseñar edificios resistentes al fuego, pasando por todos los aspectos que van desde la
planificación del emplazamiento, la integridad estructural frente al fuego, las características
constructivas para el confinamiento del fuego y los humos, las vías de evacuación de las
personas y el cálculo estructural desde el punto de vista del incendio hasta las
consideraciones de los revestimientos, acabados interiores, amoblamientos y
ornamentación.
3. Construir edificios seguros, desde el diseño mismo, con la aplicación de reglas y técnicas
especiales en la elaboración de estructuras y sus protecciones, así como también tener en
cuenta los detalles constructivos, que no favorezcan el origen del fuego y su propagación.
4. Conocer el comportamiento frente al fuego de los materiales empleados en estructuras, en
revestimientos y en decoración. El criterio más aceptado para juzgar la resistencia al fuego
de los materiales se basa únicamente en los resultados que se obtienen de los ensayos.
Estos son la única vía que nos da la información real de cada caso.
5. Establecer un plan de mantenimiento de las condiciones iniciales e instrucción de los
habitantes.
6. Respetar las leyes, decretos, ordenanzas y reglamentaciones vigentes en materia de
prevención y protección contra incendio, las que sirven, a la vez, como guía técnica.
Como último, diremos que siempre debemos tener en cuenta que un buen diseño y
construcción significa la sujeción a los códigos y normas para estas instalaciones y la
inspección regular para garantizar que se cumplen los códigos citados anteriormente.

. Ventilación Natural y Ventilación Forzada.

La temática de la ventilación es muy importante y ha sido incorporada en todas las


legislaciones que se han instaurado en nuestro país.

Se aplica siempre que se hable de espacios confinados, y fundamentalmente en lo que


refiere a depósitos de combustibles, donde la acumulación de carga de fuego se vuelve
superior tomando en cuenta la vaporización que suelen realizar, y que de no existir una
ventilación acorde a la producción de dichos vapores, se presenta el potencial problema de
una deflagración, y en ello, la resistencia al fuego de los muros y aberturas no resultarían
suficientes por cuanto hay un desplazamiento de masa de aire en forma vectorial (onda
expansiva).
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La Ventilación Natural es aquella que se origina mediante mecanismos de aberturas


en direcciones opuestas teniendo en cuenta para su ubicación dos factores muy importantes:
1. Los vientos predominantes de la zona.
2. La densidad de los vapores que se pueden concentrar respecto del aire.

Por ello, es menester que se establezca un flujo de aire constante, lo que hace suponer
que nunca estarán cerradas (se las suele proteger con rejas y malla metálica); y debe existir
una abertura similar en el lado encontrado para favorecer esa corriente.

No se permitirá la colocación de obstáculos que dificulten la aludida corriente, ni


siquiera los elementos almacenados. Cuando se deba ventilar en nivel bajo, se debe realizar
por debajo de las tarimas de madera que elevan el producto del solado. Cuando se hace por la
parte superior, podrá exigirse que la altura de la estiba esté por debajo de lo exigido por
reglamentación (45 cm de la iluminación cuando esta penda del techo, o del techo, cuando la
luz sea axial).

La Ventilación Forzada supone mayores requerimientos que la anterior, porque la


misma en todos los supuestos, provienen de motores que le transmiten rotación a paletas o
álabes, y ese flujo que si bien se puede variar conforme a la potencia del motor, dependerá de
la calidad de la alimentación del mismo, para lo cual supone un estudio previo de la misma.

Esta dependencia es una de las causales más importantes por la cual se lo coloca, en
términos de fiabilidad, por debajo de la ventilación natural.

. Uso adecuado de las mismas.

La ventilación, no solo es motivo de estudio desde el punto de vista de la carga de


fuego existente en un determinado sector de incendio, desde el punto de vista de la higiene y
seguridad del trabajador, se debe tener en cuenta desde el punto de vista de la carga térmica
existente en el sector de trabajo. A través de esto, de su correcta medición en las condiciones
más adversas, una de las formas a las que se suele recurrir para hacer descender las
temperaturas críticas, es a través de una adecuada y estudiada ventilación. Genéricamente se
pretende que el tipo de ventilación “elegida”, cuando esto sea posible, se mantenga, a efectos
de evitar combinaciones que pueden traer aparejadas un sin número de complicaciones, desde
lo estructural hasta lo oneroso que pueden resultar. Desde este aspecto, de la higiene y
seguridad del trabajador en función de la carga térmica, las opciones estarán sujetas al diseño
posible y al criterio del profesional que la recomiende. No obstante, no debe dejarse
descuidada cuestiones como la posible generación de vapores combustibles por los elementos
contenidos en el sector donde se disponga la ventilación, guardando siempre el profesional un
criterio integrador interdisciplinario en aras del confort y la prevención de accidentes de los
trabajadores expuestos.

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SALIDAS DE EMERGENCIA.

. La importancia de la conducta.

Debe tenerse en cuenta una importante limitación sobre los métodos cuantitativos
disponibles actualmente para el cálculo del movimiento de personas dentro de un edificio.
Algunos de los postulados tradicionales sobre la conducta de las personas durante un incendio
han demostrado ser erróneos. Algunos modelos de evacuación de personas, tales como el así
llamado modelo hidráulico, aunque aplicable a ciertas situaciones, no puede aplicarse
indiscriminadamente a toda situación.

Muchas de las normas de evacuación se han desarrollado hasta alcanzar su actual


forma unos veinte años antes de que fueran realizadas las investigaciones que debían darle
sustento.

La investigación del fenómeno de evacuación abarca dos escuelas: la de capacidad de


la vía de escape, que examina el flujo evacuante, y la de respuesta humana que establece que
la capacidad de la vía de ingreso puede ser una condición necesaria para un escape seguro,
pero que no es una condición suficiente.

En la primera, se destaca como clave para el cálculo al extremo seguro de la ruta de


escape. La escuela de la respuesta humana investiga que ocurre en el otro extremo de la ruta,
el extremo riesgoso de la vía de escape.

La primera asume que la gente, al oír la alarma, deja inmediatamente lo que está
haciendo y comienza una ordenada evacuación sin interactuar entre ellos. En realidad, las
personas investigan las condiciones, las comparan con su experiencia y, recién entonces,
deciden actuar de maneras que pueden tener muy poco que ver con lo que asume en las
normas sobre medios de egreso. Estas actitudes insumen tiempo.

La tecnología tradicional de cálculo de escape se basa en lo que se denomina el


“modelo hidráulico”, en el que se observan tres postulados:
1. Los ocupantes están alertas, son físicamente capaces y ambulatorios.
2. La seguridad contra incendio depende del extremo seguro del sistema de
evacuación.
3. Existe un valor de densidad de población de un edificio que supera la capacidad del
sistema de salidas.

Existen dos fases en todo proceso de evacuación: la fase preparatoria y la fase de


evacuación. Los modelos hidráulicos solo analizan la última. Sin embargo, una de las
modificaciones y actitudes centrales en un incendio es buscar información sobre la naturaleza y
la seriedad de la situación, o sobre otras personas.

. Características básicas del movimiento.


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El movimiento de las personas agrupadas se especifican cuantitativamente utilizando


tres características fundamentales: la densidad, la velocidad y el flujo. Las tres variables
están relacionadas entre sí y con el ancho de la vía de escape por la siguientes expresión:

FLUJO (pers/seg) = VEL. (m/seg) x DENS. (pers/m2) x ANCHO (m)

Pero estas variables no son independientes dado que la velocidad depende de la


densidad. En efecto, en corredores, una densidad de 0,5 pers/m2 permite velocidades de 1,25
m/seg; mientras que densidades de 4 ó 5 pers/m2 no permiten movimiento alguno, es decir la
velocidad posible es nula.

En escaleras las velocidades registradas son algo más bajas, personas relativamente
entrenadas pueden lograr un promedio de 1,1 m/seg a lo largo del plano inclinado, con una
componente horizontal de 0,8 m/seg.

La relación entre la velocidad y la densidad en escaleras se observan en el siguiente


gráfico basada en datos empíricos obtenidos por Pauls (línea llena y datos teóricos presentados
por Fruin (línea punteada).

V (m/seg)

2,00
Relación entre velocidad
y densidad en escaleras
para evacuaciones
1,00 Fruin (1971)
totales no controladas
Fruin (1971)

1 2 3 4 5 6 densidad
(Pers/m2)

El gráfico correspondiente al flujo de evacuantes en función de la densidad muestra que


el flujo es reducido para valores bajos o muy elevados de densidad de evacuantes, pero
presenta un valor óptimo aproximadamente para una densidad de 2 personas/m2, dependiendo
si se trata de un corredor o de una escalera.

El siguiente gráfico relaciona el flujo en función de la densidad.

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Flujo (pers/seg x m) Relación entre el flujo y la


densidad en escaleras para
evacuaciones no
2,0 controladas
Fruin (1971)
1,5

1,0

0,5

1 2 3 4 5 6 densidad
(Pers/m2)

La siguiente ecuación describe la relación entre densidad y flujo obtenida


empíricamente para escaleras utilizadas en evacuaciones totales de edificios altos de oficinas:

Flujo = 1,26 (densidad) – 0,33 (densidad)2

De acuerdo con lo expuesto hasta aquí pareciera que obtenido el valor del flujo y
conociendo la geometría de la vía de escape se contaría con todos los datos necesarios para
calcular el tiempo total de evacuación, dado que la relación entre población (cantidad de
evacuantes), flujo y tiempo es:

Población = flujo x tiempo

Pero el tiempo de evacuación es relativamente complejo y, como se refiriera ut supra,


presenta dos primeros subcomponentes:
1. Los tiempos de flujo a través de los variados elementos de flujo del sistema de
egreso, especialmente el elemento más restrictivo que presenta el tiempo de flujo
mayor, y
2. El tiempo de recorrido utilizado por algunos individuos dentro de un grupo de
evacuantes para moverse a lo largo de la ruta de egreso más directa.

Aún más complejos y requiriendo información extensiva y correcto juicio de predicción,


son los subcomponentes tercero y cuarto, que pueden ser muy importantes y que son,
generalmente ignorados:

3. El tiempo de premovimiento; es decir, el tiempo entre que se establece la pauta que


supuestamente debe iniciar una respuesta de evacuación y la decisión de cada evacuante
para comenzar a moverse, no necesariamente hacia la salida; y

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4. La componente de tiempo debida a cualquier otra conducta que distraiga al individuo de la


ruta de egreso más directa una vez que el movimiento de egreso de la persona se ha
iniciado.

Estos dos últimos subcomponentes están más influidos por los aspectos sociales del
edificio que por los aspectos constructivos y son generalmente ignorados en los análisis simples
de la evacuación, algunas veces con serias consecuencias en la exactitud de la predicción del
tiempo de la evacuación. Si no se toman en cuanta en el cálculo, la predicción sólo debe
interpretarse como el mínimo (pero improbable) tiempo de evacuación posible.

. Ecuaciones de Togawa.

Las primeras dos ecuaciones fueron deducidas por Kikuji Togawa en 1955. La primera
de estas ecuaciones es una ecuación general que describe el tiempo requerido para el escape.
La segunda es una ecuación simplificada.

Te = 1 [ Na – i=1ni∑ ∫to0 Ni(t) . Bi . øi (t) . dt] + To


N.B

En la fórmula de cálculo simplificada, la distancia más corta desde la última puerta al


grupo evacuante se expresa como ks y la velocidad de evacuación como v, Te puede obtenerse
por la siguiente fórmula, considerando el flujo como continuo después de la llegada de la
cabeza del grupo a la última puerta:

Te = N + Ks
B.N V

Donde:

Te = Tiempo requerido de evacuación (seg)


Ks = Distancia desde la última puerta hasta la cabeza del grupo evacuante (m)
V = Velocidad de evacuación (m/seg)
Na = Número de personas a evacuar
N = Capacidad de flujo media (pers/m x seg)
B = Ancho del elemento más limitante (m)
B . N = Capacidad de flujo (m/seg)

Nótese que la expresión de Togawa sólo utiliza las dos primeras subcomponentes del
tiempo de evacuación. El resultado de aplicar estas ecuaciones puede servir, por lo tanto, para
cálculos de tiempo de evacuación mínimos.

. Método empírico de Pauls.

Este método fue desarrollado por Jake Pauls en Canadá en 1982 y años subsiguientes
observando veintinueve evacuaciones de edificios de entre ocho y veintiún pisos, y se

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denomina modelo del ancho efectivo (el ancho remanente una vez que se han reducido los
efectos de borde asumidos como 150 mm desde cada pared y 90 mm desde cada pasamanos.

Este modelo toma en cuanta la propensión de las personas a desplazarse lateralmente


(especialmente cuando caminan lentamente en un grupo) y, de esta forma, ordenarse en una
configuración escalonada, alternándose una con otra, en vez de la configuración regular
hombro con hombro, asumida por el modelo tradicional de la unidad de ancho de salida.

Ancho nominal de escalera

Centros de pasamanos

90 mm

Ancho efectivo
Área útil de paso
150 mm

Otra consideración que subyace en el modelo del ancho efectivo es que el flujo medio
de la evacuación por metro de ancho efectivo de salida (f) varía en forma no lineal con la
cantidad de personas a evacuar (p), siguiendo la ecuación:

f = 0,206 p(0,27)

Modificando la presente ecuación para hacer intervenir las variables geométricas de la


vía de escape se obtiene:

W = (8040/t1,37) x P

Donde: W=ancho efectivo (mm)


T=tiempo de flujo (seg)
P=población evacuante.

Esta ecuación solo muestra el tiempo de flujo. De las observaciones empíricas se


encontró que para que el flujo llegue a la mitad de su valor medio se requiere un tiempo de
arranque que fue determinado empíricamente en 41 seg (0,68 min), aunque es probable que
resulte un poco más largo en emergencias reales.
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De todo ello queda:

T = 0,68 + 0,081 x p 0,73

Donde: T=tiempo mínimo para completar una evacuación total (min)


P=P/W=población evacuante por unidad de ancho efectivo (pers/m)
P=cantidad de personas a evacuar (pers)
W=ancho efectivo (m)

La ecuación anterior asume diferentes simplificaciones según el valor de p, así:

Para p<800 pers/m T=2+0,017p (también =)


Para p>800 pers/m T=0,7+0,0133p

. Método de la unidad de ancho de salida.

La documentación oficial probablemente más antigua donde figura el tradicional método


de la unidad de ancho de salida sea el reporte de 1935 titulado “design and construction of
building exists” aprobado por el N.B.S. (National Bureau of Standards) de los EEUU o sus
similares códigos de Gran Bretaña.

Este concepto, más tradicional que comprobable, fue seguido por numerosas
legislaciones, incluídas el Life Safety Code de la N.F.P.A. (hasta su edición de 1985), la
reglamentación de la Ley Nacional N° 19587 de nuestro país y las normas españolas. Se basa
en la suposición que la relación entre el flujo evacuante y el ancho de la vía de escape es una
función discontínua en la que hasta tanto no supere valores enteros de unidad de ancho de
salida, el flujo evacuante no varía.

Estos supuestos han sido demostrados erróneos por las investigaciones de Pauls pero
aún siguen vigentes, por ejemplo en nuestro país.

El método de cálculo vigente en Argentina es simple y determina que la cantidad de


unidades de ancho de salida que debe poseer una vía de escape está dada por la siguiente
expresión:

n = N/100

donde N = número de personas a evacuar.

El valor de la unidad de ancho de salida varía según se trate de las primeras unidades o
de la tercera inclusive en adelante y según se analicen edificios existentes al momento de la
promulgación de la Reglamentación (1979) o posteriores a la misma. Estas condiciones se
resumen en la siguiente tabla:

UNIDADES EDIFICIOS NUEVOS EDIFICIOS EXISTENTES


2 UNIDADES 1,10 M 0,96 M

3 UNIDADES 1,55 M 1,45 M

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4 UNIDADES 2,00 M 1,85 M

5 UNIDADES 2,45 M 2,30 M

6 UNIDADES 2,90 M 2,80 M

Una condición adicional es que el ancho mínimo permitido es de dos unidades de ancho
de salida y que la cantidad de medios de escape está dada por:

M = (n/4) + 1

Donde: M = número de medios de escape.


n = número de unidades de ancho de salida.

Esta expresión vale para n > o igual a 4, es decir que cuando el cálculo de unidades de
ancho de salida arroja valor de tres o menor, alcanza con un medio de escape.

La norma legal agrega:

* Todo local o conjunto de locales que constituyen una unidad de uso en piso bajo, con
comunicación directa a la vía pública, que tenga una ocupación mayor de 300 personas y algún
punto del local diste más de 40 m de la salida medidos a través de la libre trayectoria, tendrá
por lo menos dos medios de escape. Para el segundo medio de escape puede usarse la salida
general o pública que sirve a pisos altos, siempre que el acceso a esta salida se haga por el
vestíbulo principal del edificio.
* Los locales interiores en piso bajo, que tengan una ocupación mayor de 200 personas
contarán por lo menos con dos puertas lo más alejadas posible una de otra, que conduzcan a
un lugar seguro. La distancia máxima desde un punto dentro del local a una puerta o a la
abertura exigida sobre un medio de escape que conduzca a la vía pública, será de 40 m
medidos a través de la línea de libre recorrido.

El valor de los 40 m de que habla la reglamentación en los puntos 3.2.1. y 3.2.2. del
Anexo VII Ley 19.587 Dcto. 351; hace referencia a una velocidad estimada en 16 m/min y un
tiempo de evacuación aceptado como seguro de 2,5 minutos. Ambos conceptos son
absolutamente discutibles en su origen.

El mismo cuerpo legal agrega:

• Las medidas de todos los escalones de un mismo tramo responderán a la siguiente


fórmula:

2 alzada + pedada = 0,60 m a 0,63 m

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Valores asumidos como correctos sin mayores análisis y también discutibles en su


origen.

. Método de la capacidad del medio de escape.

En este método se utiliza el concepto que una vez alcanzado el medio de escape por el
evacuante, éste se encuentra seguro y, por lo tanto, puede realizar una evacuación más lenta.
El cálculo se basa entonces en la capacidad del medio de escape para albergar a los
evacuantes de la superficie del sector de incendio servido por aquel.

Aunque muy discutible, es el método aplicado por la Municipalidad de la ciudad de


Buenos Aires en su Código de Edificación, donde expresa:

• La planta de la escalera se calcula sobre la base de una persona por cada 0,25 m2 de área
neta de escalones, rellanos y descansos incluidos dentro de la caja de escalera,
computándose los rellanos situados en el nivel de los pisos solo en un ancho igual al de la
escalera.
• Cuando el número de ocupantes de un piso sea mayor que 80 y hasta 160, el excedente
sobre 80 se puede acomodar en los rellanos situados en el nivel de los pisos a razón de
una persona por cada 0,25 m2.

Se observa, a la luz de las investigaciones de Pauls, el problema conceptual que se


comete, puesto que para esa densidad la velocidad será nula.

Asimismo, el concepto de cálculo solo da densidad y velocidad sin calcular el flujo


evacuante.

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IDENTIFICACIÓN DE SALIDAS DE EMERGENCIA Y RUTAS DE ESCAPE POR


SEÑALES.

. Señalización de emergencias.

Se deberán colocar señales (leyendas y pictografías), a fin de lograr un fácil


reconocimiento de las salidas, salidas de emergencia y dirección y sentido de las rutas de
escape. Dichas señales serán visibles de cualquier posición dentro del establecimiento y serán
confeccionadas según recomendación.
Cuando la visualización directa de una salida resulte dificultosa o imposible, será
necesario utilizar una señal adecuada o una serie de ellas de modo de lograr una orientación
progresiva de las personas hacia la salida adecuada más próxima a su ubicación dentro del
establecimiento.
Toda salida y/o salida de emergencia deberán llevar inscripta la leyenda “SALIDA” o
“SALIDA DE EMERGENCIA” junto a una flecha suplementaria que podrá formar parte de la
misma o ubicarse próxima a ella.
La altura a la que deben montarse las señales está comprendida entre 2 metros y 2,5
metros sobre el nivel del piso, medidos desde la base de dicha señal.

. Condiciones de las señales.

1. Alumbrado de las señales.

Toda salida y señales direccionales deberán permanecer alumbradas todo el tiempo en


que el establecimiento se halle ocupado y continuar en dicho estado cuando falle la fuente de
energía del alumbrado normal. (Alumbrado de emergencia permanente).
Toda Salida de emergencia y sus correspondientes señales direccionales deberán
permanecer sin alumbrar durante todo el tiempo en que el establecimiento se halle ocupado.
Dichas señales serán alumbradas únicamente en los casos en que deba evacuarse el
establecimiento a través de las salidas de emergencia. (Alumbrado de emergencia no
permanente).
Para el alumbrado de las señales, podrán utilizarse cualquiera de los siguientes
métodos:
(a) Lámparas eléctricas externas a la señal, normalmente asociadas con letras pintadas o
aplicadas.
(b) Lámparas eléctricas contenidas dentro de la señal.
(c) Una combinación de (a) y (b).

En los establecimientos cuyo funcionamiento requiera la disminución o apagado del


alumbrado normal, se deberán utilizar señales alumbradas según (b). En ningún caso,
lámparas contenidas dentro de la señal podrán disminuir o anular su flujo luminoso.
NOTA: Esta última aplicación es común en salas de espectáculos, auditorios, etc., donde por
razones de explotación resulta común la disminución o el apagado del alumbrado normal.

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2. Visibilidad de las señales.

Las señales constituidas por leyendas y pictografías, deberán ser adecuadamente visibles
e inteligibles. Estas condiciones dependerán de: las dimensiones de la señal, distancia de
visualización, contraste, luminancia y posición respecto del observador.
La altura “h” requerida de la pictografía y/o leyendas para que sea nítidamente
reconocida, se calculará en base a la distancia de reconocimiento “l" “ y el factor de distancia
“z” de acuerdo a la siguiente relación:

h= l
z

Para señales de escape se adoptará z= 200, interpretándose h como la altura de la


señal (verde). Cuando se produzca la falla del alumbrado normal, el contraste entre la faz
alumbrada de la señal y el entorno inmediato sobre el cual se destaca, deberá ser lo
suficientemente adecuado como para permitir que sea claramente visualizada la leyenda y
pictografía evitando que un excesivo contraste sea causa de deslumbramiento en el campo
visual.
El contraste dentro de la propia señal, deberá ser tal que permita un adecuado
reconocimiento del mensaje cuando ésta se halle alumbrada con o sin presencia del alumbrado
normal. El contraste efectivo podrá ser en brillo y/o color.
El contraste “K” entre la luminancia “L2” de la señal (pictografía y/o leyenda) y la
luminancia de fondo “L1”, deberá cumplir con la siguiente relación:

h = L1 = 5 hasta 15
L2

La regularidad dentro de la propia señal, deberá ser tal que permita un adecuado
reconocimiento del mensaje cuando se halle alumbrada con o sin presencia del alumbrado
normal y no deberá ser menor que:

g2 = Lmín / Lmáx = 0,2

La variación deberá ser suave.

A los fines de lograr una adecuada visualización de la señal, se recomienda que éstas se
ubiquen perpendicularmente a la línea de visión de las personas que circulan por la ruta de
escape.

3. Conformación de las señales.

Las leyendas “salida”, “salida de emergencia”, se confeccionarán utilizando la tipografía


helvética medium realizadas en blanco sobre fondo verde.
Las flechas direccionales tendrán un tamaño y estilo tal que permita orientar, sin
ambigüedades y a la máxima distancia de visualización, a las personas hacia la salida o salida
de emergencia. Se recomienda confeccionar dichas flechas en blanco sobre fondo verde.

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Cuando la flecha se halle separada de la señal salida o salida de emergencia, la


distancia entre la señal y la parte más próxima de la flecha no excederá en ningún caso de los
150 mm, siendo aconsejable que dicha distancia se halle comprendida entre 25 mm y 50 mm.

. Alumbrado de la ruta de escape.

1. Iluminancia.

La visión varía en proporciones considerables de una persona a otra, tanto en cantidad


de luz necesaria para percibir claramente un objeto como en el tiempo necesario para
adaptarse a los cambios bruscos de los niveles de alumbrado (adaptación visual). En general,
una población constituida por personas mayores o ancianas, necesitará una mayor cantidad de
luz para poder desplazarse a través de las rutas de escape por una población constituida por
jóvenes. Por la misma razón, el tiempo necesario para adaptarse al nuevo y normalmente más
bajo nivel de alumbrado será también mayor para el primer tipo de población. Tomando en
cuenta estas consideraciones, se recomiendan los siguientes requerimientos para el alumbrado
de la ruta de escape.
a) La iluminancia horizontal medida sobre el plano de trabajo y en el centro de la circulación
de la ruta de escape, no será en ningún caso menor a 1 lux.
b) Se recomienda que la iluminancia media de escape de ambiente no sea inferior al 1% del
nivel de iluminancia media del servicio de alumbrado normal. Por otra parte, esta
iluminancia media no será inferior a 5 lux.
c) Las luminarias utilizadas para el alumbrado de la ruta de escape no deberá producir
deslumbramientos que puedan ser causa de problemas de adaptación a la visual,
reduciendo la habilidad de las personas para movilizarse a lo largo de las mismas,
produciendo desorientaciones con el consecuente incremento de pánico. A tal fin, no se
deberán utilizar luminarias basadas en faros o proyectores en toda la ruta de escape.

Intensidad luminosa máxima admisible de luminarias utilizadas en el


alumbrado de la ruta de escape.

Altura h sobre
2 2,5 3 3,5 4 4,5 5
el piso (m)

Intensidad
luminosa 100 400 900 1600 2500 3500 5000
máxima (cd)

NOTA: para la iluminación definida en el punto a), se entiende que el plano de trabajo es de
80 cm del solado.

2. Visibilidad de las áreas de riesgo potencial.

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La iluminancia no es de por sí un criterio suficiente de visibilidad, ya que se refiere


solamente a la luz que incide sobre la superficie y no a la cantidad reflejada por dicha
superficie hacia el ojo. Sobre el fondo oscuro, un objeto blanco será visible con menos luz que
un objeto negro. Se recomienda que toda obstrucción potencial permanente o riesgo de una
ruta de escape sea pintada en colores claros contrastantes con el medio ambiente. Tales áreas
incluyen cambios de nivel de piso, extremos de peldaños de escalones, barreras, vallas y
paredes en ángulo recto con la dirección del movimiento. En áreas restringidas tales como
pasillos y corredores, el uso de pinturas de colores claros constituye una importante ventaja
para una mejor visibilidad de la ruta de escape. Bajo una condición de emergencia, la
adecuada visualización de superficies verticales contribuye a una mayor orientación de las
personas hacia los medios de escape.

3. Uniformidad de la iluminancia.

Una buena uniformidad de la iluminancia se obtiene más fácilmente usando una mayor
cantidad de luminarias con menor flujo luminoso de salida que empleando un menor número
de unidades más espaciadas con mayor flujo luminoso de salida. Para una adecuada circulación
a través de las rutas de escape, la relación de uniformidad Emáx/Emín no deberá ser mayor de
40:1 a lo largo de la línea central de dichas rutas. En todos los casos, se evitará la variación
brusca de zonas claras a oscuras y viceversa sobre el piso.

4. Ubicación de las luminarias en la ruta de escape.

Las luminarias utilizadas para el alumbrado de la ruta de escape deberán ubicarse:


% Cerca de cada puerta de salida.
% Cerca de cada puerta de salida de emergencia.
% En todo sitio donde sea necesario enfatizar la posición de un peligro potencial, es decir:
$ Cerca de cada intersección de pasillos y corredores.
$ Cerca de cada caja de escalera de modo tal que cada escalón reciba luz en forma directa.
$ Cerca de cada cambio de dirección.
$ Cerca de cada cambio de nivel de piso.
$ Fuera y próximo a cada salida y salida de emergencia.

Cuando sea necesario, se agregarán luminarias adicionales de manera de asegurar que


el alumbrado a lo largo de la ruta de escape satisfaga las recomendaciones de iluminancia
mínima y uniformidad de iluminancia.
NOTA 1: Si en alguna de ubicaciones de luminarias propuestas surgiera la necesidad de
colocar dos de ellas espaciadas a una distancia inferior a 4 m, se estudiará la posibilidad de
ubicar una sola de ellas de modo que pueda alumbrar satisfactoria y simultáneamente ambas
situaciones de riesgo.
NOTA 2: El alumbrado hacia el piso producido por los señalizadores, puede contribuir a lograr
el requerimiento del punto 1.

5. Luminarias de alumbrado de escape.

Las luminarias utilizadas en el alumbrado de la ruta de escape, deberán ser provistas


con su correspondiente información fotométrica que permita realizar el proyecto siguiendo las
recomendaciones observadas en el punto 1 y 3. A tal efecto, se proveerán los siguientes datos:
I. Diagramas de intensidades luminosas (curva polar).
II. Diagrama isolux en planos horizontales indicando escalas, altura de montaje y
factor de corrección.

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III. Diagramas o datos de espaciamiento de los centros geométricos de las


luminarias en función de la altura de montaje a fin de obtener un nivel de
iluminancia mínimo de 1 lux a lo largo de la línea central de la ruta de escape
sobre el piso.

Esta información deberá representar los valores mínimos asegurados durante todo el
tiempo en que la fuente de emergencia alimenta a la luminaria de escape, según el tiempo
mínimo de servicio (autonomía) especificado.

IV. Máxima relación de espaciamiento altura para asegurar una relación


de uniformidad 40:1.

Para luminarias de distribución asimétrica, se proveerán los valores tanto para el plano
longitudinal como transversal.

6. Altura de montaje de las luminarias de escape.

La altura de montaje de las luminarias de escape estarán generalmente condicionadas


por las características constructivas del establecimiento y en ese aspecto deberá tenerse la
mejor solución de compromiso entre los probables factores condicionantes.
Un alto contraste entre luminarias de escape y su entorno inmediato puede ser causa
de deslumbramiento en el campo visual. Las luminarias deberán instalarse de manera tal de
evitar el deslumbramiento y ubicarse, si es posible, a una altura no inferior de 2 m sobre el
nivel de piso, medidos desde el plano inferior de la luminancia.
NOTA: Deberá tenerse en cuenta la posibilidad de acumulación de humo que podría reducir
apreciablemente la eficacia del alumbrado, particularmente si la altura de montaje es alta.

7. Sistemas y equipos afectados a la extinción.

Los sistemas y equipos afectados a la extinción instalados a lo largo de la vía de escape,


estarán permanentemente alumbrados, a los fines de permitir una rápida localización de los
mismos durante una emergencia.

8. Áreas exteriores inmediatamente vecinas a las salidas o salidas de


emergencia.

Para permitir que la salida final sea atravesada con seguridad, el nivel de iluminancia en
el área exterior inmediata a la misma no deberá ser inferior al existente en el interior
inmediato. A tal fin, se instalarán luminarias adecuadamente ubicadas en el exterior de la
salida vinculadas al sistema de alumbrado de escape.

9. Ascensores y montacargas.

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Salvo en circunstancias excepcionales y cuando se hallen alimentados por su propia


fuente de energía de emergencia, los ascensores y montacargas no serán considerados como
ruta de escape. Sin embargo los ascensores y montacargas configuran un caso especial ya que
la experiencia de hallarse confinado a oscuras, en un ambiente de reducidas dimensiones y por
un tiempo indeterminado resulta no solo incómodo sino que puede causar problemas a quienes
sufren de nervios o claustrofobia. Se deberá instalar una luminaria de emergencia en
ascensores y montacargas donde transiten personas. Tales luminarias deberán ser
preferentemente del tipo autónomas con su propia batería y cargador incorporados. Si fuera
necesario utilizar en ascensores y montacargas una luminaria conectada a la fuente principal
de emergencia, se la conectará a través de un circuito independiente.
NOTA: Lo explicado precedentemente constituye un caso típico de alumbrado de seguridad.
(desarrollado más adelante).

10. Escaleras mecánicas.

Las escaleras mecánicas deben ser alumbradas como si fuesen parte de la ruta de
escape.

11. Sanitarios y vestuarios.

Todo local del establecimiento destinado a usos sanitarios (baños, toiletes, etc.) y
vestuarios cuya superficie sea mayor a 8 metros cuadrados, deberán ser alumbrados según lo
descripto en el punto 1.

12. Playas de estacionamiento.

Las rutas de escape, pedestres, salidas y salidas de emergencia de las playas de


estacionamiento cubiertas o subterráneas, deberán ser fácilmente identificables y provistas de
un alumbrado y señalización de escape tal como si se tratara del interior de un establecimiento.

. Tiempo máximo de entrada en servicio de un alumbrado y señalización de


escape.

El tiempo máximo en que un alumbrado de escape y su correspondiente señalización


deberán encenderse luego de producido el apagado del alumbrado normal dependerá del
incremento del pánico que pueda generarse en las personas por hallarse confinadas en un
ambiente a oscuras y el tiempo necesario para adaptarse al nuevo y en general más bajo nivel
de iluminancia. Teniendo en cuenta estos factores, se recomienda:
& El tiempo de entrada en servicio del alumbrado y señalización de escape, no será superior a
los 5 segundos.
& El tiempo podrá extenderse como mínimo 15 segundos, cuando las personas que ocupen el
establecimiento se hallen familiarizadas con las rutas de escape, salidas y/o salidas de
emergencia.

. Tiempo mínimo de servicio de alumbrado y señalización de escape.

El tiempo necesario para evacuar un establecimiento a través de las rutas de escape,


salidas y/o salidas de emergencia, dependerá de una serie de factores tales como: número de
pisos, población pico y densidad, congestionamiento relativo o grado de libertad, recorridos
máximos de las rutas de escape hacia las salidas y/o salidas de emergencia, actividad principal
y/o eventual capacidad física o mental de la población (jóvenes, ancianos, incapacitados, etc.).

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En general, será posible evacuar en forma ordenada un establecimiento en menos de


una hora. Sin embargo, durante la emergencia, el tiempo de evacuación puede incrementarse
considerablemente si las rutas de escape se hallasen obstruidas, congestionadas o si hubiere
algunas personas impedidas físicamente para un normal desplazamiento. Teniendo en cuenta
estos factores, se recomienda:
(a) El tiempo mínimo de servicio del alumbrado y señalización de escape (autonomía de las
luminarias en emergencia) no será en ningún caso inferior a 1,5 horas.
(b) En los establecimientos en los cuales una vez controlada la emergencia, las personas deban
necesariamente reingresar al mismo, el tiempo mínimo de servicio del alumbrado y
señalización de escape (autonomía de las luminarias en emergencia), no será en ningún
caso inferior a 3 horas.
NOTA: Esta última aplicación (b), la constituyen los hoteles, hospitales, clínicas, etc., donde
por razones de seguridad y estando el establecimiento en condiciones luego de la emergencia,
las personas deben ser realojadas en el mismo.

La o las fuentes de energía que alimentan el alumbrado y señalización de escape no


podrán ser utilizadas para otros fines que el previsto en esta recomendación. En ningún caso,
dichas fuentes podrán alimentar otros servicios diferentes al alumbrado y señalización de
escape.
El valor de iluminancia horizontal mínima previsto en el punto1 (a) y el valor de
iluminancia media previsto en el punto 1 (b), deberán ser cumplimentados durante todo el
tiempo de servicio establecidos en los precedentes (a) y (b).

. Alumbrado de reserva.

El alumbrado de reserva es por definición aquella parte del alumbrado de emergencia


previsto para permitir la continuidad de las actividades dentro del establecimiento cuando se
produce la falla del alumbrado normal. La cantidad y calidad del alumbrado de reserva deberá,
por tanto, satisfacer los requerimientos mínimos de iluminancia media en servicio en las
distintas actividades a las cuales va destinado. El alumbrado de reserva se obtiene
generalmente utilizando algunas o la totalidad de las luminarias instaladas para el alumbrado
normal.
Se recomienda que la iluminancia media del alumbrado de reserva no sea en ningún
caso inferior al 10% de la iluminancia media en servicio recomendada para el tipo de
establecimiento y actividad en la NORMA IRAM AADLJ20-06 del Instituto Argentino de
Racionalización de Materiales y Asociación Argentina de Luminotecnia y Anexo IV Decreto
351/79 reglamentario de la Ley 19.587
El tiempo máximo de entrada en servicio del alumbrado de reserva es materia de
consideraciones del tipo técnico-económicas. En general, se recomienda que el tiempo en que
deberá encenderse el alumbrado de reserva luego de producido el apagado del alumbrado
normal no sea superior a los 15 segundos. Sin embargo puede ser necesario utilizar tiempos
menores en situaciones especiales tales como establecimientos comerciales donde a los fines
de evitar el hurto, el tiempo de entrada en servicio no deberá superar s 1,5 segundos.
El alumbrado de reserva no es de uso obligatorio y su implantación queda a criterio de
quienes tienen a su cargo la explotación del establecimiento. Sin embargo, si en un
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establecimiento se previera el uso de este alumbrado, la falla del mismo deberá poner
automáticamente en servicio el alumbrado de señalización de escape.

. Alumbrado de seguridad.

El alumbrado de seguridad es por definición, aquella parte del alumbrado de


emergencia previsto para asegurar la conclusión de las tareas en puestos de trabajo con
riesgos potenciales tales como quirófanos, salas de terapia intensiva, trabajo de sierra circular,
etc..
La iluminancia media en servicio sobre el área de trabajo provista por el alumbrado de
seguridad, no deberá ser inferior al 5% del valor de iluminancia media en servicio provista por
el alumbrado normal sobre dicha área. Este valor deberá incrementarse hasta un 10% para
tareas que presenten un peligro particular.
En quirófanos y otros sectores de hospitales y sanatorios cuyas actividades involucren
tareas médicas críticas similares, el alumbrado de seguridad deberá ser proyectado para
proveer el mismo valor de iluminancia que el provisto por el alumbrado normal. En general, se
utilizan las mismas luminarias alimentadas por una fuente alternativa de emergencia.
El tiempo máximo de entrada en servicio del alumbrado de seguridad luego de
producida la falla del alumbrado normal, no deberá en ningún caso ser superior a 0,5
segundos.
El alumbrado de seguridad deberá proveerse en todo el local, planta de control, sala de
máquinas, tableros eléctricos y toda sección de control dentro del establecimiento vinculado a
la provisión de energía tanto normal como de emergencia.
El alumbrado de seguridad es de uso obligatorio y el tiempo mínimo de servicio
(autonomía), deberá determinarse en cada caso, considerando los riesgos de la tarea en
cuestión.

. Sistemas de alumbrado de emergencia.

El alumbrado de emergencia es el alumbrado previsto para ser utilizado cuando falla el


alumbrado normal. Este alumbrado puede ser de reserva, de escape o de seguridad, siendo
estos dos últimos de uso obligatorio. La o las fuentes de energía de emergencia requieren un
particular análisis debido a que se trata de alimentar un alumbrado cuya función principal es
brindar seguridad a las personas en el sentido de la prevención de los riesgos y adecuada
protección en el trabajo. Especial atención de deberá prestar en ese aspecto en la selección de
las fuentes de emergencia para el alumbrado de escape y el alumbrado de seguridad.
En toda recomendación, se entiende que dicho alumbrado se obtendrá por medio de
lámparas eléctricas e instalaciones fijas permanentes. Por dicha razón, y según el tipo de
alumbrado de emergencia, la o las fuentes de emergencia a utilizarse serán:
a) Motores térmicos-generador (grupos electrógenos).
b) Bancos de acumuladores eléctricos estacionarios (baterías) y su correspondiente cargador-
rectificador.
c) Sistemas de energía ininterrumpibles del tipo estático compuesto por un cargador-
rectificador, un ondulador (inversor) y su correspondiente banco de acumuladores
eléctricos estacionarios (baterías), o del tipo rotativo compuesto por un motor de corriente
continua, un alternador, un volante de inercia, un cargador-rectificador y su
correspondiente banco de acumuladores eléctricos estacionarios (baterías).

NOTA: Las luminarias no autónomas y señalizadores no autónomos podrán ser alimentadas


por las fuentes alternativas indicadas precedentemente.

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En los establecimientos que no presenten ningún riesgo de explosión o incendio, se


podrán utilizar sistemas de alumbrado de emergencia portátiles, siempre y cuando estos sean
fiables y bajo las siguientes condiciones:
I. Si el grado de ocupación efectivo del establecimiento es inferior a 20 personas.
II. Si cada local del establecimiento posee una o más salidas directas hacia el exterior, sin
escaleras ni pasillos o corredores, y si toda persona que se halle en el interior no tenga
que correr una distancia mayor a 30 m para llegar a la salida.

NOTA: lo descripto en estos puntos es válido fundamentalmente para el alumbrado de escape


y en ciertas aplicaciones del alumbrado de seguridad.

1. Sistemas de alumbrado de emergencia.

1.1 Sistemas centrales de alumbrado de emergencia.

1.1.1 Alimentados por grupos electrógenos.

Cuando se produce la falla del alumbrado normal, el tiempo máximo de entrada en


servicio del alumbrado de emergencia para lograr el valor de iluminancia recomendado,
dependerá del tipo de alumbrado (reserva, escape o seguridad).
El alumbrado de escape, deberá encenderse en un tiempo no mayor de 5 segundos (15
segundos en circunstancias especiales) y el alumbrado de seguridad en un tiempo no mayor de
0,5 segundos. Si para alimentar el alumbrado de escape o de seguridad se utiliza un motor
térmico generador (grupo electrógeno), será necesario que se satisfagan algunos de los
siguientes requisitos:
A. Que el generador se halle en funcionamiento durante todo el tiempo en que el
establecimiento se halle ocupado.
B. Que el generador pueda alcanzar su régimen en los tiempos establecidos.
C. Que el generador se halle complementado por un sistema de energía ininterrumpible
estático o rotativo, o por un banco de acumuladores eléctricos estacionarios (baterías) y su
correspondiente cargador rectificador dimencionado adecuadamente para prever la
potencia necesaria a los fines de poner en funcionamiento el alumbrado de emergencia por
un tiempo de servicio no menor a 1,5 horas.
Cuando se utiliza un sistema central como es el presente, el arranque del grupo
electrógeno podrá ser del tipo manual, si bien es deseable aún en esas circunstancias que sea
del tipo automático. Se deberá prestar especial cuidado en que las baterías para el arranque
del generador sean las correspondientes para este tipo de servicio y que sean provistas con
cargadores adecuados.
Cuando el alumbrado de escape o de seguridad se obtiene a través de la combinación
de grupo electrógeno y baterías, se deberá prever un dispositivo que permita transferir la carga
del alumbrado de emergencia, preferentemente en forma automática, desde el banco de
baterías cargador rectificador al grupo electrógeno tan pronto como este haya alcanzado su
funcionamiento en régimen.
El sistema deberá ser proyectado de modo tal que el grupo electrógeno alimente a las
mismas luminarias que las alimentadas inicialmente por el banco de baterías. También podrá
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utilizarse la alternativa de un alumbrado de emergencia equivalente que sea independiente del


circuito alimentado por el banco de baterías e independiente del circuito de alumbrado normal,
siempre y cuando el circuito equivalente satisfaga los requerimientos de los valores de
iluminancia del alumbrado de escape o de seguridad.
Si en un establecimiento se previera la instalación del alumbrado de reserva, este
deberá encenderse en un tiempo no mayor de 15 segundos de producida la falla del alumbrado
normal, satisfaciendo los requerimientos mínimos de iluminancia media. El alumbrado de
reserva se podrá obtener a través de un motor térmico generador (grupo electrógeno). Sin
embargo, téngase en cuenta que la falla del sistema deberá poner automáticamente en
servicio el alumbrado de escape.

1.1.2. Alimentados por bancos de batería.

El alumbrado de emergencia puede obtenerse a través de un sistema que utilice un


banco de baterías estacionarias y su correspondiente cargador rectificador adecuadamente
diseñado según el tipo de batería elegida. Dichos sistemas son adecuados tanto en el
alumbrado de escape como en el alumbrado de seguridad. Salvo raras ocasiones, no se suele
utilizar para el alumbrado de reserva. Se utilizan también en forma combinada con los grupos
electrógenos.
El sistema banco de baterías cargador rectificador deberá ser adecuadamente diseñado
de tal modo que una vez descargadas las baterías para satisfacer los requerimientos de
tiempos mínimos de servicio (autonomía), estas sean capaces de volver a cumplir dichos
tiempos con un período de recarga de 24 horas. Por otro lado, al final del período de servicio
establecido (autonomía), la tensión en batería no deberá ser inferior al 80% de su tensión
nominal a 20°C con la carga normal conectada.
La red eléctrica que alimenta al cargador rectificador del banco de baterías, será
conectada a un circuito cuya energía no sea interrumpida en ningún momento. La fuente de
energía se obtendrá en todos los casos a través de baterías estacionarias.
Se prohíbe el uso de baterías acumuladores de plomo ácido del tipo utilizado en el
arranque de automotores en todas sus versiones. Se prohíbe también el uso de todo
dispositivo destinado a producir cargas y descargas cíclicas permanentes sobre todo tipo de
acumuladores eléctricos (baterías). Se recomienda que las baterías utilizadas en los sistemas
centrales posean una expectativa de vida útil a tensión de flote y a una temperatura ambiente
de 20°C de por lo menos 10 años. En general se utilizan preferentemente vasos transparentes
o traslúcidos a los fines de obtener un fácil y rápido apercibimiento del nivel de electrolito.

1.1.3. Alimentados por un sistema de energía ininterrumpidos.

El alumbrado de emergencia puede obtenerse a través de un sistema de energía


ininterrumpible del tipo estático o del tipo rotativo. En el primer caso, el sistema está
compuesto por un cargador rectificador, un ondulador (inversor), un dispositivo de by pass y
su correspondiente banco de acumuladores eléctricos estacionarios (baterías). El dispositivo de
by pass es un opcional incorporado a los fines de aumentar la confiabilidad del sistema en caso
de sobrecarga o falla del ondulador. En el segundo caso, el sistema está compuesto por un
motor de corriente continua, un alternador, un volante de inercia, un cargador rectificador y su
correspondiente banco de acumuladores eléctricos estacionarios (baterías).
Dichos sistemas son adecuados tanto para el alumbrado de escape como para el de
seguridad. Salvo raras excepciones, no se lo suele usar para alumbrado de reserva.
Ambos sistemas presentan una salida en corriente alterna cuya tensión y frecuencia se
hallan estabilizadas dentro de ciertas tolerancias y son aptos para soportar micro cortes en la
fuente de energía normal como proveer energía de emergencia ante cortes prolongados de la
misma, utilizando para ello el banco de baterías.

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Dichos sistemas pueden utilizarse como complemento de un grupo electrógeno siempre


y cuando puedan suministrar la potencia necesaria a los fines de poner en funcionamiento el
alumbrado de emergencia por un tiempo no menor de 1,5 horas. En este caso, el arranque del
grupo electrógeno podrá ser del tipo manual; si bien es deseable aun en estas circunstancias
que sea del tipo automático. En ambos casos, sea estático o rotativo, el banco de baterías
utilizado en el sistema de energía ininterrumpible, será satisfacer los requerimientos indicados
en 1.1.2.
Una de las aplicaciones más usuales de este sistema, lo constituye el alumbrado de
seguridad en quirófanos y otros sectores de hospitales cuyas actividades involucren tareas
médicas similares.
En esta particular aplicación, es recomendable utilizar una combinación de grupo
electrógeno con este sistema. Todas las luminarias e incluido todo equipamiento de origen
eléctrico del sector podrán conectarse al sistema, el que tendrá como fuente de energía la
fuente normal, el grupo electrógeno y el banco de baterías dimensionado a los fines de
asegurar la conclusión de la tarea ante la falla de la fuente normal y la demora del arranque o
falla del grupo electrógeno.
A los fines de determinar el dimensionamiento del banco de baterías, se recomienda
realizar consultas previas con los profesionales y/o responsables del sector en cuestión.
Con el objetivo de aumentar la confiabilidad, se recomienda que el sistema de energía
ininterrumpible esté provisto de un dispositivo de by pass que permita conectar la carga a la
fuente normal de energía ante sobrecargas o fallas a la salida del sistema. Asimismo, en
quirófanos se proveerá una señal óptica con la finalidad de indicar, a través de su encendido,
que a partir de ese instante la tarea se desarrolla con la fuente de emergencia obtenida a
través del banco de baterías.
De este modo, los profesionales adecuarán su tiempo de ejecución de la tarea a la
situación crítica de falla de la fuente de energía normal y demora o falla del grupo electrógeno.
Otra de las aplicaciones usuales de estos sistemas lo constituye el alumbrado de
seguridad en el balizamiento de las pistas y edificios de los aeropuertos. En este caso, es
recomendable utilizar la combinación grupo electrógeno sistema de energía ininterrumpible a
los fines de permitir el aterrizaje de los vuelos en curso ante falla de la fuente de energía
normal y la demora en el arranque o falla del grupo electrógeno.
En todos los casos donde se utilice este sistema, deberá instalarse en un local
convenientemente adecuado según las recomendaciones del fabricante. Se recomienda que el
banco de acumuladores eléctricos estacionario (baterías) constituyente del sistema de energía
ininterrumpible sea instalado en un local diferente al que se aloja el resto del equipo. La
distancia entre ambos locales deberá ser la menor posible a los fines de reducir las pérdidas de
la red eléctrica.

. Luminarias autónomas y señalizadores autónomos de emergencia.

Las luminarias y/o señalizadores autónomos se utilizan generalmente para el alumbrado


y señalización de la ruta de escape. Las luminarias autónomas encuentran también un
adecuado campo de aplicación en el alumbrado de seguridad. Debido a que dichas luminarias
llevan incorporadas su propia fuente de energía de emergencia (baterías); la limitación en el

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tiempo de servicio (autonomía) hace que estas luminarias no se utilicen, salvo raras
excepciones, en el alumbrado de reserva.
El conjunto que suministre la energía de las luminarias deberán garantizar una
autonomía de 24 horas.
Las luminarias y/o señalizadores autónomos utilizados tanto en el alumbrado de escape
como en el de seguridad, poseerán como fuente de energía de emergencia, baterías
recargables, herméticas y libres de mantenimiento. En dichas baterías, el electrolito no podrá
ser de estado líquido y permitirá de este modo transportar, instalar y ubicar las luminarias y/o
señalizadores en cualquier posición independientemente de la forma de montaje de la fuente
de emergencia (batería) alojada dentro de las mismas. Se recomienda que las baterías
utilizadas en las luminarias y/o señalizadores autónomos posean una expectativa de vida útil de
flote y a una temperatura ambiente de 20°C de por lo menos 4 años. Se prohíbe asimismo el
uso de todo tipo de pilas secas en todas sus versiones para ser utilizadas como fuente de
energía de emergencia en las luminarias y/o señalizadores autónomos.

. Tipos de alumbrado de seguridad.

1.1. Alumbrado de emergencia permanente.

Es el tipo de alumbrado que permanece encendido simultáneamente con el alumbrado


normal y que continúa en ese estado cuando falla la fuente de energía del alumbrado normal.
Puede obtenerse a través de un sistema central alimentado por grupos electrógenos,
bancos de baterías, sistemas de energía ininterrumpible o luminarias y/o señalizadores
autónomos.

a). Sistema permanente flotante.

En este principio de funcionamiento, la fuente de energía del alumbrado normal


alimenta al cargador rectificador, el cual está conectado en paralelo con el banco de baterías y
con las lámparas de las luminarias de emergencia. Cuando se produce la falla de la fuente de
energía del alumbrado normal, el banco de baterías continúa alimentando a las lámparas sin
que sea necesario ninguna conmutación previa en el sistema.

b). Sistema permanente con conmutación.

En este principio de funcionamiento, las lámparas de las luminarias de emergencia y el


cargador rectificador se hallan alimentados por la fuente de energía del alumbrado normal
mientras que el banco de baterías no tiene ninguna carga conectado a sus terminales. Cuando
se produce la falla de la fuente de energía del alumbrado normal, actúa automáticamente un
dispositivo conmutador que conecta las lámparas de las luminarias de emergencia a los
terminales del banco de baterías.

1.2. Alumbrado de emergencia no permanente.

Es aquel tipo de alumbrado que enciende cuando falla la fuente normal de alumbrado.
Este tipo de alumbrado puede obtenerse a través de grupos electrógenos, banco de baterías y
luminarias y/o señalizadores autónomos. En general, no se utilizan los sistemas centrales
alimentados por sistemas de energía ininterrumpibles para este tipo de alumbrado.

En el siguiente cuadro se observan los principios de funcionamiento de los sistemas de


alumbrado no permanente y de los permanentes flotante y con conmutación.:

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Tipos d e alu m br ad o d e seg u r id ad


N o P erm an en te

P erm an en te
a). F lo tan te.

La lámpara está conectada a través de la batería, la cual a su vez está alimentada por la fuente de alimentación

b ). C o n co n m u tació n

Cuando disponemos de corriente normal el conmutador conecta la lámpara a la red. Cuando ésta se interrumpe, conecta la lámpara
de la batería.
(*) a usarse unicamente con tubos fluorescentes.

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EVALUACIÓN DEL RIESGO DE INCENDIO.

La evaluación del riesgo de incendio resulta fundamental a la hora de adoptar las


medidas de prevención y protección necesarias en cada caso, ya que estas deberán estar
acordes con el riesgo detectado. No obstante, conviene fijar previamente cuáles son los
objetivos que se persiguen con la evaluación, para lo cual habrá que determinar, en
concomitancia con el sistema de las tres grandes ramas de la prevención:

• El riesgo de que el incendio se inicie (Protección Preventiva).


• El riesgo que el incendio se propague y las posibles consecuencias de la propagación
(Protección Pasiva):
• Las consecuencias materiales que se derivan para la Empresa.
• Las consecuencias materiales y humanas que se deriven a terceros cuando el incendio
supere los límites de la propiedad.
• Las consecuencias humanas al personal que se encuentre en la Empresa (trabajadores
o visitantes ocasionales).

El riesgo de que el incendio se inicie o se propague viene determinado por las


medidas preventivas no adoptadas. La mayoría de los incendios tienen su origen en la no
adopción de medidas simples de prevención, existiendo sólo un bajo porcentaje de riesgo que
no puede ser totalmente anulado, por lo que únicamente este riesgo residual es el que debe
ser tenido en cuenta en el cálculo del riesgo de incendio.
Las consecuencias materiales y humanas deben ser impedidas con la normativa
legal existente, determinando la peligrosidad de la industria, imprescindible para conocer las
condiciones “peligrosidad-ubicación”, a fin de garantizar que ésta quede reducida a sus lindes
en caso de que el incendio se desarrolle, y las consecuencias del mismo alcance a terceros.
Las consecuencias humanas cuando se inicia un incendio dependerán
fundamentalmente de la existencia de vías de evacuación señalizadas y en número y
dimensiones suficiente, así como de la existencia de un correcto plan de evacuación.
No deben olvidarse otras circunstancias tales como rapidez de propagación del fuego, o
características especiales del personal a evacuar (hospitales, hoteles, grandes almacenes,
escuelas, etc.), que indudablemente agravan el problema.
Para que el incendio se inicie y se propague deben darse una serie de circunstancias o
factores, cuya existencia y disposición influyen notablemente, pudiendo considerarlas
agrupadas en:

Factores que potencian el inicio.


Factores que potencian la propagación y las consecuencias materiales.
Factores que limitan la propagación y las consecuencias materiales.

Entre los factores que potencian el inicio se puede incluir la “peligrosidad del
combustible” (dada por su inflamabilidad y facilidad de reacción en cadena), y el riesgo de
activación”, motivado por la forma de manejar y transportar el combustible y las posibles
causas de focos de ignición (agresividad de las instalaciones o acciones humanas).
Entre los factores que potencian la propagación y las consecuencias materiales se
incluyen la “carga térmica”, tanto del inmueble como del contenido, las “dificultades de lucha
contra incendios” (necesidad de equipos especiales de extinción, dificultad de acceso a los
bomberos, generación de humos, etc.), incluyendo además, en el caso de las “consecuencias
materiales”, la corrosión de los humos, el económico y la vulnerabilidad de los productos
contenidos en el inmueble.
Entre los factores que limitan la propagación y las consecuencias materiales se
pueden citar los “sectores cortafuegos” para impedir que el incendio se propague a sectores
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próximos, los “exutorios de humos o ventanas”, que facilitan la evacuación de humos y avivan
el fuego, por lo que solo deben ser utilizados cuando se inicie la extinción por métodos
adecuados, y el “plan de lucha contra incendios”, en el que la compartimentación y/o
separación por distancia resultan de vital importancia.
Otros factores a considerar podrían ser: medios de alarma, de materiales de lucha,
preparación y dotación de medios humanos de lucha contra incendios, dotación y tiempos de
intervención de bomberos, empleo de medios de detención, etc..

Métodos de Evaluación del riesgo de incendio.

Aunque existen numerosos métodos de evaluación numérica del riesgo de incendio


(Edwin E. Smith, G.A. Herpol, Factores α, Riesgo Intrínseco, Coeficiente K, Gretener, Gustav
Pourt, ME.S.E.R.I., etc.), solo pasaremos a comentar algunos de ellos (los más utilizados) por
entender que su estudio en profundidad no debe ser objeto de una unidad en una materia
cuatrimestral. Se destacará el método Gretener, el más completo para la valoración de riesgos
industriales en cuanto a factores analizados, y su influencia tanto sobre el peligro potencial
como sobre las medidas de control. Además, se profundizará el Método Simplificado de
Evaluación de Riesgo de Incendio (ME.S.E.R.I.), por su practicidad para la aplicación y su
generalización en nuestro entorno.

Valoración del riesgo intrínseco.

Comienza considerando la “Carga de Fuego” (Q) (tal y como la reconoce nuestra


legislación), y la “Carga de Fuego Ponderada” (Qp), en cuyo caso aparece un coeficiente “Ci”
que pondera el efecto que sobre la carga de fuego tiene la diferente peligrosidad de los
productos combustibles existentes en el establecimiento industrial, por su inflamabilidad o
explosividad, según la siguiente escala:

Coeficiente Ci 1,6 1,2 1


Grado de
Alta Media Baja
Peligrosidad
Líquidos o gases licuados
inflamables por debajo de Líquidos inflamables entre
Líquidos con temperatura
23°C. 23°C y 61°C.
de inflamación superior a
Materiales criogénicos Sólidos o semisólidos que
Tipos de Materiales que forman
61°C.
emiten gases inflamables.
Productos mezclas explosivas. Sólidos que comienzan su
Productos sólidos que
Materiales de combustión comienzan su ignición por
ignición entre los 100 y
encima de 200°C
espontánea. 200°C.

La “Carga de Fuego Corregida” se obtiene mediante la expresión:

Qc = Qp x Ra
73
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Donde Ra es un coeficiente adimensional que pondera el riesgo de activación inherente a la


actividad industrial según la siguiente escala:

Coeficiente Ra 3 1,5 1
Almacenes en general,
Fabricación de aceites y
fabricación de bebidas sin
Industrias químicas grasas, destilerías,
alcohol, fabricación de
peligrosas, fabricación de laboratorios químicos,
Tipos de cervezas, talleres de
pinturas, talleres de carpintería y ebanistería,
actividades pintura, fabricación fabricación de cajas de
confección, fabricación de
conservas, talleres de
pirotécnica, etc. cartón, objetos de caucho,
mecanización, tintorerías,
tapicería, etc.
etc.
Riesgo de
Alto Medio Bajo
activación

Método del Coeficiente K.


Este método, al igual que el método de los factores α, tiene como finalidad determinar
para un sector, en función al riesgo del mismo, las condiciones precisas de aislamiento para
garantizar, en caso de que el incendio se desarrolle en su interior, que sus consecuencias
queden confinadas.
No se trata pues, de un método de evaluación del riesgo de incendio, sino un método de
aislamiento del mismo.
Resulta de gran utilidad para cuando se desea confinar la peligrosidad de procesos
especialmente arriesgados (almacenes, o industria-industria o industria-vivienda), para evitar
que el incendio sobrepase los lindes de la industria.
Los valores de las tablas que se indican a continuación, han sido extraídos de las normas
Europeas NON-105-STPS, NON-005-STPS, NON-002-STPS.
El aislamiento de riesgos puede conseguirse, situándolos a una distancia conveniente, o
bien separándolos por elementos resistentes al fuego (RF), combinados con cortinas de agua.

a). Separación por distancia


La distancia mínima que debe separar dos riesgos se calcula utilizando la expresión, en
metros:

D = a x C + 1,5 ó D = b x C + 1,5

Siendo C = Coeficiente tabulado.


a ó b = dimensión menor de la pared radiante (ancho y alto).

Si las cantidades de productos inflamables son importantes, siempre se tomarán


densidades de fuegos severas o altas, según la tabla:

Separación por distancia


Densidad de fuego Kg Coeficiente C
de combustible/ m2 Relación a/b ó b/a de la pared
<30 30-70 >70 1,0 1,3 2,0 3.2 6 10 20
20 10 5 0,36 0,40 0,46 0,49 0,51 0,51 0,51
%
30 15 7,5 0,60 0,66 0,79 0,88 0,93 0,94 0,95
aberturas
50 25 12,5 0,90 1,00 1,22 1,42 1,63 1,69 1,71
en la
100 50 25 1,39 1,56 1,93 2,34 2,95 3,26 2,48
pared
- 100 50 2,05 2,30 2,87 3,55 4,74 5,56 6,56
radiante
- - 100 2,96 3,32 4,16 5,19 7,13 8,67 11,15
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D = b x C + 1,5 D = a x C + 1,5

a
a

b D

b
D

Los valores obtenidos para la distancia D, pueden disminuirse dependiendo del tipo de
protección de la pared exterior.
Si no existen bomberos profesionales en la empresa o en la localidad, los valores de D
deberán aumentarse hasta tres veces los obtenidos por el método descrito.

b). Separación por elementos resistentes.

La resistencia al fuego de los elementos de separación se calculará por la expresión:

RF (minutos) = Qt x K / 4

Siendo Qt la carga térmica o carga de fuego, calculada como ya hemos indicado, y K


un coeficiente reductor (0,2 / 1)que se obtiene a partir de la suma de los “índices de
valoración” de la siguiente tabla, correspondiente a diferentes factores (altura y
superficie del sector, actividad desarrollada, distancia al edificio más próximo y plan de
lucha contra incendios), utilizando el gráfico siguiente:

Índices de valoración en función de los factores de incendio


Índices de Índices de
Factores Valoración
Factores Valoración
Altura del edificio(A): Señalización, accesibilidad e
Hasta 7 metros instalaciones de protección:
0
De 7 a 14 metros: a) Equipo interno de
+5 -25
De 14 a 28 metros: socorro:
1 De 28 a 50 metros:
+10 5 Con instalación interior de
+15 -15
Mayor de 50 metros: hidrantes.
(A) +25
: se medirá entre el suelo del Con instalación de extintores.
último piso y el nivel de la calle b) instalación de
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Superficie interior en planta rociadores:


limitada por muros cortafuegos (este índice tomará el valor –3 -15
o muros exteriores: en caso de cumplirse el
Hasta 200 m2: 0 apartado a).
2 De 200 a 500 m2: +2 avisador automático
De 500 a 1000 m2: +4 directo con el cuartel de -9
De 1000 a 2000 m2: +6 bomberos (este índice tomará
Más de 2000 m2: +10 el valor –2 si se cumple a) ó
Destino del edificio o del local: b).
edificios destinados a recibir +10 vigilancia permanente con
un gran número de personas: teléfono: -8
hospitales, clínicas, escuelas +50 con avisador interno
3 y similares. automático e instalación
vivienda y oficinas. 0 interior de hidrantes.
Con avisador -7
almacenes de depósitos e +30
industriales. automático interno
Con instalación interior -4
de hidrantes
Con extintores o bien
con instalación exterior de -3
hidrantes.
sin otro -2
equipo:
estos índices no se
considerarán en caso de
cumplirse el apartado b).
Instalación
interior de hidrantes sin
vigilancia (este índice tomará
el valor –2 de cumplirse el
No se incluyen los coeficientes apartado a) ó b).
que propone el método K para instalación
la reducción del riesgo por exterior de hidrantes en las
4 propagación, al considerarlos cercanías del edificio (tomará
poco fiables. En el apartado 5 el valor –1 de cumplirse el
se aporta un método alternativo apartado a) ó b).
para valorar este aspecto extintores sin
vigilancia (tomará el valor –1
de cumplirse a) ó b).
tiempo
requerido para la llegada de
los bomberos:
menos de 10 minutos. -5
De 10 a 15 minutos. -2
De 15 a 20 minutos. 0
Más de 20 minutos. +5
dificultad de
acceso al interior - (0 a 3)
(independiente de la altura del
edificio).

Método de Gretener.

Este método, el más completo de valoración de riesgos industriales, sólo es aplicable


cuando se han adoptado las medidas de prevención mínimas y no se hace incidir factores como

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vías de evacuación suficientes y peligrosidad para el entorno del riesgo evaluado, que debe ser
solucionado de forma prioritaria e inexcusable.

Fundamento del método.

Este método se basa en la determinación del “riesgo de incendio efectivo” (R),


resultado del producto del peligro global (B), por un factor (A) ó “peligro de activación” (0,85 ÷
1,8):

R=B.A siendo B=P


M

El valor P representa el “peligro potencial”, producto de todos los factores de peligro


y M el producto de todos los factores de protección.
Se calculan P y M mediante las expresiones:

(1) (2)

P=q.c.r.k.i.e.g

dónde cada uno de los factores se encuentra tabulado en función de datos técnicos,
estadísticas de incendios, experiencias y reglas de la técnica de prevención:

M=N.S.F

Siendo:
N = medidas normales de protección.
S = medidas especiales de prevención.
F = medidas de protección estructural.

Factor Denominación de peligros Símb./Abrev. Atribución


q Carga térmica mobiliaria Qm
(1)
c Combustibilidad Fe
peligros inherentes al
r Formación de humos Fu
contenido
k Peligro de combustión/toxicidad Co/Tx
i Carga térmica inmobiliaria Qi (2)

77
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e Nivel de planta o altura del local EóH Peligros inherentes a la


Amplitud de los campartimentos edificación
AB
g cortafuegos y su relación
l:b
largo/ancho

Criterios de valoración. Prueba de suficiente seguridad contra


incendios.

El método recomienda fijar un valor admisible (Ru) ó “riesgo de incendios aceptable”


partiendo de un “riesgo normal” (Rn = 1,3), corregido por medio de factores que tiene en
cuenta el mayor o menor peligro para las personas (PH).

Ru = Rn . PH Riesgo de incendio aceptado.


Rn = 1,3 Riesgo de incendio normal

Siendo:

PH < 1 (si el peligro para las personas es elevado)


PH = 1 (si el peligro para las personas es normal)
PH > 1 (si el peligro para las personas es bajo).

En las construcciones industriales con ocupación normal el valor de PH = 1,


pudiendo ser > 1 en las zonas poco accesibles ocupadas por unas cuantas personas que
conocen bien los lugares (almacenes).
De la comparación entre el riesgo efectivo de incendio (R) y el riesgo aceptado (Ru),
podemos deducir si la seguridad contra incendios es o no suficiente.

Si R ≤ Ru existe seguridad contra incendio suficiente.


Si R ≥ Ru existe seguridad contra incendios insuficiente.

O bien, expresándolo en función de γ (“seguridad contra incendios”).

γ = Ru/R

si γ < 1 la edificación o el compartimento cortafuego está insuficientemente protegido contra


incendios, y habrá que adoptar sistemas de protección adaptados a la carga de incendio,
controlándolos por medio del método descripto.

Método de Gustav Pourt. (IRAM 3528)

Este método presenta el mismo campo de aplicación que el método Gretener, siendo
utilizado para la obtención de soluciones rápidas de orientación.
Este método tiene en cuenta que el fuego se produce en el contenido y en los edificios.
El riesgo específico (GR) se centra en la posibilidad de la destrucción del inmueble,
motivada por dos factores fundamentales: intensidad y duración del incendio y resistencia de la
construcción.
Para su cálculo se utiliza la expresión:

GR = (Qm . c + Qi) . B . L
W . Ri
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De donde se desprende que el GR es directamente proporcional, y por consiguiente


aumentan el peligro a los factores Qm, Qi, B, L y c.
Siendo:
Qm: coeficiente de carga térmica del contenido.
Qi: coeficiente de carga térmica del inmueble.
B: coeficiente correspondiente a la situación e importancia del sector cortafuego.
L: coeficiente correspondiente al tiempo necesario para iniciar la extinción.
c: coeficiente de combustibilidad
e inversamente proporcional y, por consiguiente disminuye el peligro a los factores
W y Ri.
Siendo:
W: coeficiente de resistencia al fuego de la estructura portante.
Ri: coeficiente de reducción del riesgo.

El “riesgo del contenido” (IR) está constituido por los daños personales y materiales
ocasionados a personas y cosas que se encuentran en el interior del edificio.
Para su cálculo se utiliza la expresión:

IR = H . D . F

Dónde:
H: coeficiente de daño a personas.
D: coeficiente de peligro para los bienes
F: coeficiente de influencia de los humos.

La obtención de valores de GR e IR, a partir de los factores señalados, los cuales se


encuentran tabulados, permite una vez llevado a un gráfico “diagrama de medidas”, obtener de
forma rápida las medidas de detección y extinción más adecuadas al riesgo evaluado,
dependiendo de la zona del diagrama en la que se encuentren las rectas:

X = IR; Y = GR.

A continuación se verán las tablas de factores y el diagrama de G. Pourt.

Cálculo del Riesgo del Edificio (GR)


Coeficiente de carga térmica del contenido
Escala Kg madera/m2 Mcal/m2 Qm
1 0 15 0 60 1
2 16 30 61 120 1,2
3 31 60 121 240 1,4
4 61 120 241 480 1,6
79
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5 121 240 481 960 2


6 241 480 961 1920 2,4
7 481 960 1921 3840 2,8
8 981 1920 3841 7680 3,4
9 1921 3840 7681 15360 3,9
10 >3840 >15361 4

Coeficiente de Combustibilidad
Escala Clase de riesgo material c
1 Fe VI (peligro mínimo) 1
1 Fe V 1
1 Fe IV 1
2 Fe III 1,2
3 Fe II 1,4
4 Fe I (peligro máximo) 1,6

Clase de peligrosidad de mercancías mixtas


Porcentaje del material de mayor
Repercusión sobre la clase de peligro
combustibilidad con respecto al peso total.
La clase de peligro del material de mayor
Hasta 10%
representación es determinante.
Se aumenta 1 grado la clase de peligro del material
10 al 25%
de más fuerte representación.
Es determinante la clase de peligro del material de
25 al 50%
menor representación.

Coeficiente de carga térmica del inmueble


Escala Kg madera/m2 Mcal/m2 Qi
1 0 20 0 80 0
2 21 45 81 180 0,2
3 46 70 181 280 0,4
4 71 100 281 400 0,6

Coeficiente del Sector Cortafuego


Escala El objeto presenta las características siguientes B
- superficie del sector cortafuego inferior a 1500 m2 ó
1 - como máximo tres plantas ó 1
- altura del techo 10 m como máximo
- superficie del sector cortafuego comprendida e/ 1500 y 3000 m2 ó
- de 4 a 8 plantas ó
2 1,3
- altura de techo comprendida entre 10 y 25 m ó
- situado en primer nivel de subsuelo
- superficie del sector cortafuego comprendida e/ 3000 y 10000 m2
3 ó 1,6
- más de 8 plantas ó
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- altura del techo superior a 25 m ó


- situado en el segundo nivel de subsuelo
4 - superficie del sector cortafuego superior a 10000 m2 1,2

COEFICIENTE DE INICIO DE EXTINCIÓN L


Escala de Tiempo de intervención. 10’ 10’-20’ 20’-30’ 30’
clasificación Distancia en línea recta. 1 km 1-6 km 6-11 km 11 km
1 Bomberos profesionales/fábrica 1 1,1 1,3 1,5
Bomberos fábrica dispuestos para
2 1,1 1,2 1,4 1,6
intervenir las 24 horas
Puestos de intervención
3 1,2 1,3 1,6 1,8
bomberos
4 Cuerpo local bomberos 24 hs. 1,3 1,4 1,7 1,9
5 Cuerpo local bomberos s/guardia 1,4 1,7 1,8 2
Escala de intervención a b c d

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Factor de correspondencia a la resistencia al fuego de la estructura portante


de la construcción.
Correspondiente a poder calorífico de
Escala Clase de resistencia al fuego W
Kg madera/m2 Mcal/m2
1 F-30 1 - -
2 F-30 1,3 37 148
3 F-60 1,5 60 240
4 F-90 1,6 80 320
5 F-120 1,8 115 460
6 F-180 1,9 155 620
7 F-240 2 180 720

Coeficiente de reducción del riesgo


Escala Apreciación Ri Datos
• inflamabilidad facilitada por almacenaje
extremadamente abierto o poco compacto de
las materias combustibles
Mayor que
1 1 • combustión previsible generalmente rápida.
normal
• Número de focos de ignición.
• Número de focos de ignición peligrosos,
mayor que normal.
• Inflamabilidad normal debida a almacenaje
medianamente abierto y poco compacto de las
2 Normal 1,3 materias combustibles.
• Combustión previsible normal.
• Focos habituales de ignición.
• Inflamación reducida por almacenaje de una
parte (20 a 50%) de la materia combustible en
recipientes incombustibles o muy difícilmente
combustibles.
• Almacenamiento muy comprimido de los
Menor que materiales combustibles.
3 1,6
normal • Desarrollo muy rápido de un incendio poco
probable.
• En principio, el edificio es de una sola planta y
con una superficie inferior a 3000 m2.
• Condiciones muy favorables de evacuación del
calor
• Muy débil probabilidad de ignición debido al
almacenamiento de materias combustibles en
recipientes cerrados, de chapa de acero o de
4 Muy pequeño 2 un material equivalente por su resistencia al
fuego y estado de agregación sólido.
• En principio, probabilidad de combustión
lenta (fuegos latentes).

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CALCULO DEL RIESGO DEL CONTENIDO (IR)


Coeficiente de daño a personas
escala Grado de peligro H
1 No hay peligro para las personas. 1
Hay peligro para las personas, pero éstas no están
2 imposibilitadas para moverse (pueden eventualmente salvarse 2
por sí solas).
Las personas en peligro están imposibilitadas (evacuación difícil
3 3
por sus propios medios)

Coeficiente de daño a bienes


escala Grado de peligro D
El contenido del edificio no representa un valor considerable o es
1 1
poco susceptible de ser destruido (por sectores cortafuego).
El contenido del edificio representa un valor del orden de los 100
2 salarios mínimos en el interior del sector de incendio 2
considerado y es susceptible de ser destruido.
La destrucción de los bienes es definitiva y su pérdida irreparable
(bienes culturales), es decir, los valores destruidos no pueden ser
3 3
reparados de manera rentable, o bien representan una pérdida
que constituye una amenaza para la existencia de la empresa

Coeficiente de daño a personas


escala Grado de peligro H
1 Sin peligro particular de humo o corrosión. 1
Más de 20% del peso total de todos los materiales combustibles
son materiales que desprenden muchísimo humo o productos de
2 1,5
combustión tóxicos, o bien,
Los edificios o sectores de incendio sin aberturas.
Más del 50% del peso total de todos los materiales combustibles
son materiales combustibles que desprenden mucho humo o
3 productos de combustión tóxicos, o bien, 2
Más del 20% del peso total de todos los materiales combustibles
son productos que desprenden gases de combustión corrosivos.

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DIAGRAMA DE MEDIDAS (Método de Gustav Pourt).


(Diseño no a escala-solo representativo).

GR
5

4
2
5
3

4a
4
2 4b

1
3
1a
1
1 2 3 4 5 6 IR

MÉTODO SIMPLIFICADO ME.S.E.R.I. (Método Sencillo de Evaluación


del Riesgo de Incendio).

El estudio de un riesgo en cuanto al peligro de incendio ofrece para el técnico algunas


dificultades que en muchos casos disminuyen la eficacia de su actuación.

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Hay que considerar, en primer lugar, que la opinión sobre la bondad del riesgo es
subjetiva, dependiendo, naturalmente, de la experiencia del que tiene que darla. En muchos
casos esto obliga a utilizar con profusión la colaboración de los expertos, que son pocos,
dejando a los que comienzan en un período de aprendizaje que resulta demasiado largo y
costoso. La solución es clara: el técnico experto debe dirigir la labor de otros con menos
experiencia, para lo cual necesita que las opiniones particulares de cada uno se subjetiven lo
más posible, de tal forma, que el estudio del mismo riesgo siempre lleve a la misma conclusión.
En un segundo paso, a la hora de tomar decisiones para mejorar las deficiencias que
se han observado, el responsable se encuentra con un amplio abanico de posibilidades, entre
las cuales tiene que elegir atendiendo a la efectividad de los resultados en cuanto a protección
y al costo de las instalaciones. Es necesario enfrentar todas esas posibilidades de forma que de
un golpe de vista se pueda ver la influencia de cada una en la mejora del riesgo, observando
con facilidad cómo influye cada medida en el resto de las posibles a adoptar. Es decir, es
preciso una clasificación y estructuración de los datos recabados en la inspección.
Además, la existencia de una evaluación objetiva, bien estructurada, permite la
colaboración de expertos distintos, pudiéndose delegar funciones y facilitar el trabajo en
equipo.
En resumen, existen suficientes argumentos para utilizar un método de evaluación del
riesgo de incendio, que partiendo de la información suficiente consiga una Calificación del
riesgo.
Los métodos utilizados, en general, presentan algunas complicaciones y en algunos
casos son de aplicación lenta. Se ha pretendido aquí facilitar al profesional de la evaluación del
riesgo un sistema reducido, de fácil aplicación, ágil, que permita en algunos minutos calificar el
riesgo.
Es obvio que un método simplificado debe aglutinar mucha información en poco
espacio, habiendo sido preciso seleccionar únicamente los aspectos más importantes y no
considerar otros de menor relevancia. Contempla dos bloques diferenciados de factores:

1. Factores Propios de las Instalaciones:


1.1. Construcción.
1.2. Situación.
1.3. Procesos.
1.4. Concentración.
1.5. Propagabilidad.
1.6. Destructibilidad.

2. Factores de Protección:
2.1. Extintores.
2.2. Bocas de Incendio.
2.3. Columnas hidrantes exteriores.
2.4. Detectores automáticos de incendios.
2.5. Rociadores automáticos.
2.6. Instalaciones Fijas especiales.

85
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Cada uno de los factores del riesgo se subdivide a su vez, teniendo en cuenta los
aspectos más importantes a considerar, como se verá a continuación. A cada uno de ellos se la
aplica un coeficiente dependiendo de que propicien el riesgo de incendio o no lo hagan, desde
cero en el caso más desfavorable, hasta diez en el caso más favorable.

1. Factores propios de los sectores, locales o edificios analizados.


1.1 Construcción:
1.1.1. Altura del edificio:

Se entiende por altura de un edificio la diferencia de cotas entre el piso de la planta


baja o último sótano y la losa que constituye la cubierta. Entre el coeficiente correspondiente al
número de pisos y el de la altura del edificio se tomará el menor:

N° de Pisos Altura Coeficiente


1ó2 Menor de 6 m 3
3, 4 ó 5 Entre 6 y 12 m 2
6, 7, 8 ó 9 Entre 15 y 20 m 1
10 ó más Más de 30 m 0

Si el edificio tiene distintas alturas y la parte más alta ocupa más del 25% de la
superficie en planta de todo el conjunto se tomará el coeficiente a esta altura. Si es inferior al
25% se tomará el del resto del edificio.

1.1.2. Mayor sector de incendio:

Se entiende por sector de incendio la zona del edificio limitada por elementos
resistentes al fuego 120 minutos. En el caso que sea un edificio aislado se tomará su superficie
total, aunque los cerramientos tengan resistencia inferior:

Mayor sector de incendio Coeficiente


Menor de 500 m2 5
De 501 a 1500 m2 4
De 1501 a 2500 m2 3
De 2501 a 3500 m2 2
De 3501 a 4500 m2 1
Mayor de 4500 m2 0

1.1.3. Resistencia al fuego:


Se refiere a la estructura del edificio. Se entiende como resistente al fuego, una
estructura de hormigón. Una estructura metálica será considerada como no combustible y,
finalmente, combustible si es distinta de las dos anteriores. Si la estructura es mixta se tomará
un coeficiente intermedio entre los dos dados en la tabla.

Resistencia al fuego Coeficiente


Resistente al fuego 10
No combustible 5
Combustible 0

1.1.4. Falsos techos.

Se entiende como tal a los recubrimientos de la parte superior de la estructura,


especialmente en naves industriales, colocados como aislante térmico, acústico o decoración.
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Falsos techos Coeficiente


Sin falsos techos 5
Falsos techos incombustibles 3
Falsos techos combustibles 0

1.2 Situación.

Son los que dependen de la ubicación del edificio. Se consideran dos:

1.2.1. Distancia de los bomberos:

Se tomará preferentemente el coeficiente correspondiente al tiempo de respuesta de los


bomberos, utilizándose la distancia al cuartel únicamente a título orientativo.

Distancia Tiempo Coeficiente


Menor de 5 km 5 min. 10
Entre 5 y 10 km De 5 a 10 min. 8
Entre 10 y 15 km. De 10 a 15 min. 6
Entre 15 y 25 km De 15 a 25 min. 2
Más de 25 km. Más de 25 min. 0

1.2.2. Accesibilidad al edificio:

Se clasificarán de acuerdo con la anchura de la vía de acceso, siempre que cumpla una
de las otras dos condiciones de la misma fila o superior. Si no, se rebajará al coeficiente
inmediato inferior.

Ancho vía de Fachadas Distancias


Clasificación Coeficiente
acceso accesibles entre puertas
Mayor de 4 m 3 Menor de 25 m buena 5
Entre 4 y 2 m 2 Menor de 25 m media 3
Menor de 2 m 1 Mayor de 25 m mala 1
No existe 0 Mayor de 25 m Muy mala 0

1.3. Procesos y/o destinos.

Deben recogerse las características propias de los procesos de fabricación que se


realizan, los productos utilizados y el destino del edificio.

1.3.1. Peligro de activación:

Intenta recoger la posibilidad del inicio de un incendio. Hay que considerar


fundamentalmente el factor humano que, por imprudencia puede activar la combustión de

87
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algunos productos. Otros factores se relacionan con las fuentes de energía presentes en el
riesgo analizado.

% Instalación eléctrica: Centros de transformación, redes de distribución de energía,


mantenimiento de las instalaciones, protecciones y diseño correcto.
% Calderas de vapor y de agua: Distribución de combustible y estado de mantenimiento
de los quemadores.
% Puntos específicos peligrosos: Operaciones a llama abierta, como soldaduras, y
secciones con presencia de inflamables pulverizados.

Peligro de Activación Coeficiente


Bajo 10
Medio 5
Alto 0

1.3.2. Carga de Fuego:

Se entenderá como la cantidad de calor, medida en Mcal, desprendida por unidad de


superficie, en m2 , en la combustión de productos presentes en los locales o sectores
analizados, incluyendo las partes combustibles del edificio.

Carga de fuego Coeficiente


BAJA Q < 100 10
MEDIA 100 < Q < 200 5
ALTA Q > 200 0

1.3.3. Combustibilidad:

Se entenderá como combustibilidad la facilidad con que los materiales reaccionan en un


fuego. Si se cuenta con una calificación mediante ensayo se utilizará éste como guía; en caso
contrario deberá aplicarse el criterio técnico del evaluador.

Combustibilidad Coeficiente
Baja 5
Media 3
Alta 0

1.3.4. Orden y Limpieza:

El criterio para la aplicación de este coeficiente es netamente subjetivo. Se entenderá


alto cuando existan y se respeten las zonas delimitadas para almacenamiento, los productos
estén apilados correctamente en lugar adecuado, no exista suciedad ni desperdicios o recortes
repartidos por la nave indiscriminadamente.

Orden y Limpieza Coeficiente


Baja 0
Media 5
Alta 10

1.3.5. Almacenamiento en altura:

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Se ha hecho una simplificación en el factor de almacenamiento, considerándose


únicamente la altura, por entenderse que una mala distribución en superficie puede asumirse
como falta de orden en el apartado anterior.

Altura de almacenamiento Coeficiente


h<2m 3
2<h<4m 2
h>6m 0

1.4. Factor de concentración.

Representa el valor en U$S/m2 del contenido de las instalaciones o sectores a evaluar.


Es necesario tenerlo en cuenta ya que las protecciones deben ser superiores en caso de
concentraciones de capital importantes.

Factor de Concentración Coeficiente


Menos de 1000 U$S/m2 3
Entre 1000 y 2500 U$S/m2 2
Mayor de 2500 U$S/m2 0

1.5. Propagabilidad.

Se entenderá como tal, la facilidad para propagarse el fuego, dentro del sector de
incendio. Es necesario tener en cuenta la disposición de los productos y existencias, la forma
de almacenamiento y los espacios libres de productos combustibles.

1.5.1. Vertical:

Reflejará la posible transmisión del fuego entre pisos, atendiendo a una adecuada
separación y distribución.

Propagación Vertical Coeficiente


Baja 5
Media 3
Alta 0

1.5.2. Horizontal:

Se evaluará la propagación horizontal del fuego, atendiendo a la calidad y distribución


de los materiales.

Propagación Horizontal Coeficiente


Baja 5
Media 3
Alta 0
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1.6. Destructibilidad.

Se estudiará la influencia de los efectos producidos en un incendio, sobre los


materiales, elementos y maquinaria existentes. Si el efecto es francamente negativo, se aplica
el coeficiente mínimo. Si no afecta el contenido se aplicará el máximo.

1.6.1. Calor:

Reflejará la influencia del aumento de temperatura en la maquinaria y elementos


existentes. Este coeficiente difícilmente será 10, ya que el calor afecta generalmente al
contenido de los sectores analizados.

% Baja: cuando las existencias no se destruyan por el calor y no exista maquinaria de


precisión u otros elementos que puedan deteriorarse por acción del calor.
% Media: cuando las existencias se degraden por el calor sin destruirse y la maquinaria
es escasa.
% Alta: cuando los productos se destruyan por el calor.

Destructibilidad por calor Coeficiente


Baja 10
Media 5
Alta 0

1.6.2. Humo:

Se estudiarán los daños por humo a las maquinas y materiales o elementos existentes.

% Baja: cuando el humo afecta poco a los productos, bien porque no se prevé su
producción, bien porque la recuperación posterior será fácil.
% Media: cuando el humo afecta parcialmente a los productos o se prevé escasa
formación de humo.
% Alta: cuando el humo destruye totalmente los productos.

Destructibilidad por humo Coeficiente


Baja 10
Media 5
Alta 0

1.6.3. Corrosión:

Se tiene en cuenta la destrucción de edificio, maquinaria y existencias a consecuencia


de gases oxidantes desprendidos en la combustión. Un producto que debe tenerse
especialmente en cuenta es el ácido clorhídrico producido en la descomposición del Cloruro de
polivinilo (PVC).

% Alta: cuando se prevé la formación de gases oxidantes que afectarán al edificio y la


maquinaria de forma importante.
% Media: cuando se prevé la formación de gases de combustión oxidantes que no
afectarán a las existencias ni en forma importante al edificio.

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% Baja: cuando no se prevé la formación de gases corrosivos o los productos no se


destruyen por oxidación.

Destructibilidad por corrosión Coeficiente


Baja 10
Media 5
Alta 0

1.6.4. Agua:

Es importante considerar la destructibilidad por agua ya que será el elemento


fundamental para conseguir la extinción del incendio.

% Alta: cuando los productos y maquinarias se destruyan totalmente por efecto del agua.
% Media: cuando algunos de los productos o existencias sufran daños irreparables y otros
no.
% Baja: cuando el agua no afecte los productos.

Destructibilidad por agua Coeficiente


Baja 10
Media 5
Alta 0

2. Factores de Protección.

2.1. Instalaciones.

La existencia de medios de protección adecuados se consideran fundamentales en este


método de evaluación para la clasificación del riesgo. Tanto es así que, con una protección
total, la clasificación nunca será inferior a 5.
Naturalmente, un método simplificado en el que se pretende gran agilidad, debe
reducir la amplia gama de medidas de protección de incendios al mínimo imprescindible, por lo
que únicamente se consideran las más usuales.
Los coeficientes a aplicar se han calculado de acuerdo con las medidas de protección
existentes en los locales y sectores analizados y atendiendo a la existencia de vigilancia
permanente o la ausencia de ella. Se entiende como vigilancia permanente a aquella operativa
durante los siete días de la semana a lo largo de todo el año.
Este vigilante debe estar convenientemente adiestrado en el manejo del material de
extinción y disponer de un plan de alarma.
Se ha considerado también, la existencia de medios como la protección localizada de
puntos peligrosos con instalaciones fijas especiales, con sistemas fijos de agentes gaseosos y la
disponibilidad de brigadas contra incendio.

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Factores de Protección por Instalaciones Sin vigilancia Con vigilancia


Extintores manuales 1 2
Bocas de incendio 2 4
Hidrantes exteriores 2 4
Detectores de incendio 0 2
Rociadores automáticos 5 8
Instalaciones fijas 2 4

Las bocas de incendio para riesgos industriales y edificios de altura deben ser de 45
mm de diámetro como mínimo.
Los hidrantes exteriores se refieren a una instalación perimetral al edificio o industria,
generalmente correspondiendo con la red pública de agua.
En el caso de los detectores de incendio, se considerará también como vigilancia a los
sistemas de transmisión directa de alarma a bomberos o policía, aunque no exista ningún
vigilante en las instalaciones.
Las instalaciones fijas a considerar como tales serán aquellas distintas de las
anteriores que protejan las partes más peligrosas del proceso de fabricación, depósitos o la
totalidad del sector o edificio analizado. Fundamentalmente son sistemas fijos de agentes
gaseosos (dióxido de carbono, heptafluorpropano, halotróm, etc).

2.2. Brigadas internas contra incendio.

Cuando el edificio o planta analizados posea personal especialmente entrenado para


actuar en el caso de incendios, con el equipamiento necesario para la función y adecuados
elementos de protección personal, el coeficiente B asociado adoptará los siguientes valores:

Brigada Interna Coeficiente B


Si existe brigada 1
Si no existe brigada 0

Método de cálculo:

Para facilitar la determinación de los coeficientes y el proceso de evaluación, los datos


requeridos se han ordenado en una planilla la que, después de completarse, lleva al siguiente
cálculo numérico:

Subtotal X: suma de los coeficientes correspondientes a los 18 primeros factores.


Subtotal Y: suma de los coeficientes correspondientes a los medios de protección existentes.
Coeficiente B: es el coeficiente hallado en el 2.2 y que evalúa la existencia de una brigada
interna contra incendios.

El coeficiente de protección frente al incendio (P ), se calculará aplicando la siguiente fórmula:

P=5X + 5Y + B
129 26

En una evaluación cualitativa:

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Categoría Valor de P
Riesgo Grave 0a3
Riesgo Medio 3a6
Riesgo Leve 6 a 10

En una evaluación taxativa:

Aceptabilidad Valor de P
Riesgo aceptable P>5
Riesgo No aceptable P≤5

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