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“Los protectores de la flora y fauna”

Cuento realizado por alumnos/as y docentes de primer grado)

Había una vez un lugar mágico y enigmático en el corazón de Argentina


llamado San Luis. Esta hermosa ciudad estaba cubierto por una exuberante
naturaleza, donde la flora y la fauna vivían en perfecta armonía. La
naturaleza parecía haber tejido un tapiz de colores y sonidos que deleitaba
a todos los que se aventuraban en sus ríos, diques y praderas.

En lo más profundo de la pradera, vivía, Pynkanta una intrépida exploradora


que tenía una conexión especial con las plantas y flores. Pynkanta pasó horas
recorriendo los senderos, maravillándose con la diversidad de las especies
que encontró a su paso. Cada planta tenía una historia que contar, y ella
estaba dispuesta a escucharlas todas. Entre los árboles se imponían el
algarrobo negro y el blanco, el quebracho blanco, el retamo, y el espinillo.
Entre los arbustos se destacaban el chañar, la jarilla y el albaricoque.

Un día, mientras se adentraba en una zona desconocida, se encontró con una


planta muy peculiar que favorece la permeabilidad y la retención hídrica del
suelo, como la mayoría de los árboles pero en mayor cantidad su nombre es
Kiri. Poseía una flor de color lila que nunca había visto antes. La flor
emanaba un aroma dulce y embriagador que atrajo la atención de Pynkanta.
Al acercarse, descubrió que la flor era la morada de una pequeña familia de
mariposas de vivos colores. Kiri les contó que puede ser la planta capaz de
“salvar al mundo” porque es muy resistente y puede regenerar sus raíces y
vasos de crecimiento rápidamente, incluso en zonas áridas.

Las mariposas estaban encantadas con su nuevo hogar, rodeadas de tantas


plantas y flores que les brindaron alimento y refugio. Pynkanta se emocionó
al ver esta relación simbiótica entre la flor y las mariposas. Decidió estudiar
más sobre ellas y su interacción con la flora de San Luis.

La fauna de San Luis no se quedaba atrás en cuanto a maravillas. La


variedad de aves sorprendía: águilas, halcones, lechuzas, cuervos, horneros,
jilgueros, copetes, pájaros carpinteros, teros, y las inconfundibles
golondrinas. En las sierras se podían ver el venado, el puma, el gato de las
salinas, el zorro, la mara y la vizcacha. Cerca de los ríos se encontraban los
reptiles como lampalaguas, serpientes, culebras, lagartos colorados y
lagartijas.
Mientras tanto, la fauna de San Luis no se quedará atrás en cuanto a
maravillas. En lo más alto de las sierras vivía Vultur, un cóndor real
majestuoso y audaz. Vultur  recorría los cielos con elegancia y destreza,
observando desde las alturas todo lo que acontecía en el cerro Tomolasta.
Era el rey indiscutible del cielo y el guardián de la fauna en San Luis.

Un día, mientras sobrevolaba los extensos Comechingones, Vultur  notó que


algo extraño ocurría en la zona donde había encontrado la flor gigante. Vio
humo elevándose entre los árboles y supo que se capturaron de un incendio
forestal. El corazón de Vultur se llenó de preocupación al pensar en todas
las especies de flora y fauna que podrían estar en peligro.

De inmediato, Vultur descendió en picada para advertir a los animales y


alertarlos sobre el peligro. Con su aguda visión, diviso a Pynkanta a las
mariposas las maras, venados de la sierra entre otros, cerca de la zona del
incendio. Sin dudarlo, se dirigió hacia ellos y les advirtió sobre la inminente
amenaza.

Pynkanta, las mariposas y Vultur trabajaron juntos para alertar a todos los


animales de la zona. Los pájaros, catas horneritos, teros lanzaron sus cantos
de alarma, los zorros grises aullaron y los demás habitantes se movilizaron
para escapar del fuego. Todos se unieron para ayudar a apagar las llamas,
usando hojas y agua para sofocar el fuego y proteger su hogar.

La valiente acción de Pynkanta, las mariposas y Vultur ayudaron a contener


el incendio y evitar que se propague por toda la llanura. Aunque algunas
áreas quedaron afectadas, la naturaleza en San Luis tenía una gran
capacidad de regeneración.

Después del incendio, Pynkanta y Vultur se convirtieron en grandes amigos


y aliados en la protección de la flora y fauna de San Luis. Juntos,
promovieron la conservación y concientización sobre la importancia de
preservar el maravilloso ecosistema de su hogar.

Desde entonces, continuó estudiando y aprendiendo sobre la rica


diversidad de plantas en San Luis, mientras Vultur  seguía velando por la
seguridad de todos los animales en los cielos y en la tierra. Así, la magia de
San Luis perduró en cada rincón, donde la flora y fauna siguieron
desplegando su esplendor y armonía en medio de la naturaleza exuberante y
cautivadora.

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